Final version

Anuncio
Los “escritos políticos de juventud” de Franz Rosenzweig y su relación
con La Estrella de la Redención
Roberto Navarrete Alonso
Universidad Autónoma de Madrid
El objeto del presente trabajo consiste en rehabilitar el valor de los once textos que, en
1984 y bajo el rótulo Zur Politik, fueron reunidos en el tercer volumen de los
Gesammelte Schriften de Franz Rosenzweig (1886-1929)1. Quiero así, en primer lugar,
trazar un puente entre las dos grandes obras de este autor judeoalemán, a saber, su
investigación sobre la génesis y el desarrollo de la idea hegeliana de Estado, Hegel und
der Staat2, y La Estrella de la Redención3. Sin el establecimiento de este vínculo podría
incluso parecer que los autores de uno y otro trabajo fueron simplemente dos
contemporáneos homónimos. Mi propósito es interpretar la diferencia entre «ambos»,
no como el resultado de una ruptura, sino de la constante tensión entre lo judío y lo
alemán que es característica del pensamiento rosenzweiguiano. En segundo lugar,
mediante esta interpretación del surgimiento del Nuevo Pensamiento de Rosenzweig, se
ofrecen las condiciones de posibilidad de una adecuada comprensión del alcance
político de Estrella III, el cual, salvo contadísimas excepciones, ha sido recurrentemente
menospreciado, cuando no sencillamente olvidado, por la Rosenzweig-Forschung.
Comenzaré precisamente refiriéndome a este olvido y, por tanto, a la historia de la
crítica e interpretación del pensamiento rosenzweiguiano.
1
Cfr. Rosenzweig, F., Der Mensch und sein Werk. Gesammelte Schriften III. Zweistromland. Kleinere
Schriften zu Glauben und Denken, Martinus Nijhoff, Haag, 1984, pp. 241-368. De manera inminente,
estos textos van a ver la luz en castellano bajo el título Globus y otros escritos sobre la guerra, Sígueme,
Salamanca, 2015.
2
La primera edición, en dos tomos, vio la luz en 1920 con el apoyo de la Heidelberger Akademie der
Wissenschaften. Una segunda edición, ya en un único volumen, fue preparada en 1937 pero, destruida
completamente por la Gestapo, nunca llegó a ver la luz. Posteriormente, el texto ha sido reeditado en dos
ocasiones (1962 y 2010). En lo que sigue, emplearemos la edición más reciente: Rosenzweig, F., Hegel
und der Staat [HuS], Suhrkamp, Frankfurt a. M., 2010.
3
Rosenzweig, F., La Estrella de la Redención, traducción e introducción de M. García-Baró, Sígueme,
Salamanca, 1997. El original alemán data de 1921.
1
I
Durante varias décadas, el nombre de Franz Rosenzweig fue casi exclusivamente
asociado, en efecto, a una única y magnífica obra: La Estrella de la Redención. Desde
mediados de los años cincuenta del siglo pasado hasta prácticamente nuestros días, la
recepción del pensamiento de Rosenzweig ha estado mediada fundamentalmente por la
biografía intelectual del pensador de Kassel elaborada por Nahum Glatzer y, en
particular, por su interpretación de la «conversión» de Rosenzweig al judaísmo en el
otoño de 19134. La explicación dada por Glatzer a este hito en la trayectoria vital e
intelectual del autor de La Estrella de la Redención convirtió a Rosenzweig en una
figura análoga a las de Pablo de Tarso o Agustín de Hipona. Quizá como consecuencia
de la falta de distancia histórica y personal de la que adolece su biografía, ésta
constituye más bien una suerte de hagiografía en la que los aspectos más mundanos de
la existencia de Rosenzweig apenas sí desempeñan papel alguno. En ella se menciona la
tesis doctoral y el proyecto de habilitación que fue Hegel und der Staat e incluso la
redacción, por parte de Rosenzweig, de unos «escritos políticos de juventud»5. El
significado de estos trabajos en el conjunto de la obra de Rosenzweig, empero, es
verdaderamente despreciado. Glatzer toma demasiado en serio aquellas líneas que
Rosenzweig remitió en 1923 a Friedrich Meinecke, que había inspirado y supervisado el
estudio rosenzweiguiano de la idea de Estado en Hegel, según las que «el autor de La
Estrella de la Redención es de otro calibre que el autor de Hegel y el Estado»6.
Para varias generaciones de estudiosos del pensamiento y la obra de
Rosenzweig, estas palabras han hecho que la producción intelectual del discípulo de
Meinecke se haya visto de algún modo sometida a una tajante partición en dos. Estaría,
de una parte, el Rosenzweig del Hegel y, de otra, el Rosenzweig de La Estrella: un
autor judío que, en cuanto tal, nada tendría que ver ya con el autor (todavía) alemán
dedicado al estudio histórico, y en buena medida filológico, del concepto hegeliano de
Estado. Esta interpretación, sin embargo, vacía de sentido el guión, o la «y», que une
tanto como separa, en Rosenzweig, Deutschtum y Judentum, convirtiendo en último
término el pensamiento cristalizado en La Estrella en una suerte de ejemplo de teología
4
Cfr. Glatzer, N. N., Franz Rosenzweig: His Life and Thought, Schocken Books, New York, 19612
(19531).
5
Cfr. Rosenzweig, F., Der Mensch und sein Werk. Gesammelte Schriften. I. Briefe und Tagebücher. 2.
Band 1918-1929 [GSI, 2], Martinus Nijhoff, Haag, 1979, p. 1117.
6
GSI, 2, 680.
2
judía o, a lo sumo, de filosofía –igualmente judía– de la religión7. Rosenzweig, sin
embargo, debe ser considerado el último gran representante del pensamiento judeoalemán inaugurado, en el siglo XVIII, por Moses Mendelssohn8. La recepción del
pensamiento rosenzweiguiano no puede por ello, sin cometer una traición contra éste,
obviar el aspecto alemán de la identidad del autor de La Estrella: la germanidad que
late, no sólo en el trabajo concluido en 1914, sino también en aquellos escritos sobre la
guerra elaborados por el joven Rosenzweig en 1917, como La Estrella, desde las
trincheras mismas del frente balcánico. Si hay un antes y un después en el pensamiento
rosenzweiguiano, la escisión no debe situarse, al menos no sin matices, en la decisión de
Rosenzweig sobre su permanencia en el judaísmo. Paralela a la crisis de fe que condujo
al filósofo de Kassel de vuelta hacia su judaísmo, hay claras evidencias de una crisis
relacionada con la catástrofe de Alemania, es decir, con el estallido y el desarrollo de
una guerra a la que Rosenzweig tuvo, en 1917, la extraordinaria lucidez de denominar,
no ya mundial sino, de hecho, global9.
No fue hasta la década de los ochenta cuando Stephane Mosès, preclaro
especialista en el pensamiento rosenzweiguiano, llamó la atención sobre la relación
existente entre el opus magnum de Rosenzweig y su libro sobre Hegel10. Ciertamente,
son ya muchos los autores interesados en la figura de Rosenzweig que, desde la
publicación de Systéme et rèvèlation en 1982, han insistido en la importancia del
hegelianismo y, en particular, de la articulación de política y filosofía de la historia
propia del sistema de Hegel, a la hora de dar cuenta de la génesis del Nuevo
Pensamiento rosenzweiguiano, desarrollando así la línea de investigación inaugurada
por Mosès en su espléndida monografía. Mi tesis sobre la trayectoria intelectual de
Rosenzweig se enmarca en esta tradición y afirma que, a pesar del hecho de que el
propio Rosenzweig quiso explícitamente desentenderse de sus escritos históricopolíticos, lo cierto es que La Estrella y, en particular, el tercero de los libros que la
7
El propio Rosenzweig no estuvo nunca de acuerdo con una interpretación tal de su libro, que a su juicio
contenía más bien, simplemente, un «sistema de filosofía» (Rosenzweig, F., «El nuevo pensamiento.
Observaciones adicionales a “La Estrella de la Redención” (1925)», en El nuevo pensamiento, traducción
de I. Reguera, Visor, Madrid, 1989, p. 45).
8
Cfr. Ben-Chorin, S., «Franz Rosenzweig und das Ende des deutschen Judentums», en W. SchmiedKowarzik (ed.), Der Philosoph Franz Rosenzweig (1886-1929): Internationaler Kongreß-Kassel 1986,
Verlag Karl Alber, Freibug-München, 1988, pp. 57-64.
9
Cfr. Rosenzweig, F., «Globus. Studien zur weltgeschichtlichen Raumlehre», en GSIII, 313-368, así
como Avineri, S., «Rosenzweig's Hegel Interpretation: Its Relationship to the Development of his Jewish
Reawakening», en W. Schmied-Kowarzik (ed.), op. cit., pp. 831-838.
10
Cfr. Mosès, S., Système et révélation: la philosophie de Franz Rosenzweig, Bayard, Paris, 20032
(19821).
3
componen, no puede entenderse si no es precisamente como una respuesta del autor a su
propia experiencia de la historia, y por tanto de la política, como catástrofe. Ésta se hace
explícita de manera particularmente diáfana en el Prólogo y las Conclusiones añadidas
por Rosenzweig al Hegel en 1920 con vistas a la publicación de su estudio, cuya
redacción estaba en lo fundamental terminada antes del estallido de la guerra11. Sin
embargo, no se debe olvidar la importancia de los Kriegschriften de Rosenzweig para la
gestación de estas páginas, en efecto, decisivas para una correcta comprensión del
pensamiento de Rosenzweig y, en especial, del significado teológico-político de
Estrella III. Antes de referirme a ellos, quisiera atender no obstante, lo más brevemente
que sea posible, al contenido de lo añadido por Rosenzweig a su Hegel-Buch una vez
concluida la guerra.
II
El testimonio de la catástrofe contenido en estas páginas desborda los límites de la
historiografía y dirige la mirada del lector, más allá de Hegel (y del Hegel), hacia la
Estrella (y la Redención). El grito con el que se abre el opus magnum de Rosenzweig, el
grito proferido por el sí-mismo a la cara de lo Inexorable, enfrentado a su propia muerte,
resuena también en las postreras páginas del texto concebido con anterioridad a la
guerra12. Sin embargo, las palabras que, tomadas de la oda de Hölderlin An die
Deutschen, presiden las conclusiones del Hegel, parecen vincular más bien este libro al
historicismo de quien fue el primer maestro de Rosenzweig, Meinecke, y a su
investigación sobre los orígenes del Estado nacional alemán: Weltbürgertum und
Nationalstaat, cuya lectura, allá por 1908, había inspirado de hecho el trabajo de
Rosenzweig como historiador de las ideas13.
«…aus Gedanken die Tat…», es decir, «…del pensamiento, la acción…»14. El
lema elegido por Rosenzweig para presentar su diagnosis de lo acontecido en Alemania
desde la muerte de Hegel (1831) hasta el final de la (Primera) Guerra Mundial, pasando
naturalmente por la gran década de Bismarck, ponen de relieve la ascendencia
11
Cfr. HuS, 17.
Cfr. Rosenzweig, F., La Estrella de la Redención, op. cit., pp. 43 ss.
13
Cfr. Meinecke, F., Weltbürgertum und Nationalstaat: Studien zur Genesis des deutschen
Nationalstaates, Oldenbourg, München-Berlin, 1908, así como HuS, 18.
14
HuS, 526.
12
4
metodológica del trabajo del historiador que, un lustro antes de que comenzara la
guerra, había emprendido la tarea de estudiar el pensamiento hegeliano del Estado con
la esperanza puesta en la apertura, tanto ad intra como ad extra, del futuro del pueblo
alemán15. El Motto de las conclusiones del Hegel revela el compromiso de Rosenzweig
con el método genealógico empleado por su Doktorvater en su libro sobre la génesis del
II Reich, así como el propósito común de sus respectivas investigaciones: la elaboración
de una suerte de ontología política del presente a partir de los impulsos que, procedentes
de la esfera intelectual, habían guiado –y legitimado– la historia política alemana –en
especial entre 1871 y 1918–. En junio de 1919, la nueva República hubo de firmar un
ultrajante –e incriminatorio– tratado de paz en el mismo lugar, la Gran Galería del
Palacio de Versalles, en el que, aproximadamente medio siglo antes, Bismarck había
conseguido para la nación alemana un lugar en el pluriversum estatal-nacional europeo.
Dos guerras mundiales, pues, se reflejaron durante el siglo XX en los espejos de
aquella suntuosa sala. Rosenzweig únicamente fue testigo del primero de estos
desgraciados desastres europeos. Localizó la causa de la guerra mundial que más tarde
se convirtió en la Primera, pero al hacerlo apuntó al mismo tiempo hacia el motivo
último de la Segunda: la estrechez de la idea estatal-nacional, sólo ficticia y
ponzoñosamente ampliada como Imperio nacional aspirante a la realización de una idea
(o imagen) de mundo cuya candidatura era avalada, más bien elevada, nada menos que
por el propio destino histórico-universal –si bien entendido de modo igualmente
estrecho–. Se trataba en definitiva de una irremediable colisión entre diferentes políticas
mesiánicas –así las llamará Rosenzweig en Estrella III16– en pugna por hacer realefectivo en la historia su propio Reino de los Cielos, es decir, enfrentadas por el
establecimiento de una organización unitaria del poder humano con objeto de planificar,
dirigir y dominar, sin fisuras, sin fronteras, la Tierra toda: la esfera, el globo.
Aquello en lo que antes de la guerra Meinecke vio el gran éxito históricopolítico de la nación alemana, es decir la realización de la idea estatal-nacional de cuño
supuestamente hegeliano, representó para Rosenzweig, al término del conflicto armado,
una traición cometida tanto contra Hegel como contra el futuro que Goethe había
imaginado para su pueblo: la consumación, esta vez al margen de toda Machtspolitik, de
la determinación centroeuropea de la nación alemana. Tal era según Rosenzweig el aire
15
16
Cf. HuS, 17-18.
Rosenzweig, F., La Estrella de la Redención, op. cit., pp. 389 ss.
5
fresco que, en lugar de la saturada atmósfera bismarckiana, debió haber respirado el
Reich alemán.; tal era, en definitiva, la meta de la guerra de 1914 17. Una esperanza de la
que en 1920 no quedaba ya nada más que escombro: broza y cascote18. Para
Rosenzweig, sin embargo, Hegel se ubicaba sólo al principio de este camino19. En su
meta se encontraba Bismarck y, luego de su desaparición política, el gigantesco espectro
del realismo político, que impidió que el pueblo alemán vislumbrara siquiera el que, tras
su irrupción en el escenario político mundial, era su más alto (y amplio) destino
histórico-universal. Uno que no era simplemente político, o que en todo caso no lo era
en el sentido de la identidad, sin resto, de Estado y nación, definitivamente sobrepasada,
según Rosenzweig, en virtud del estallido mismo de la guerra mundial; la tarea de
Alemania era más bien, conforme a la imagen rosenzweiguiana del mundo, la de
generar las condiciones de posibilidad de una unidad estatal supranacional –y, en este
sentido al menos, metapolítica–: Mitteleuropa20.
III
De entre los once escritos políticos de Rosenzweig que he mencionado al comienzo van
a interesarme aquí especialmente, por lo recién expuesto, cuatro de ellos: el primero
lleva por título «„Realpolitik“»; junto a este breve artículo voy a referirme asimismo a
«Die neue Levante» y a «Nordwest und Südost», que Rosenzweig considera con toda
justicia como pertenecientes a su gran monografía sobre la doctrina del espacio en
perspectiva histórico-universal: Globus21. Todos ellos fueron considerados por
Rosenzweig complementos de su libro sobre Hegel22. De hecho, constituyen el
desarrollo de lo que expondrá sintéticamente en el Vorwort del Hegel, así como en sus
Schlußbemerkungen, a las que hasta ahora me he referido. Concretamente, si el objetivo
del Hegel debió ser descomponer ante los ojos del lector el desarrollo, a través de la
vida de su autor, de «la dura y restrictiva idea hegeliana del Estado»23, finalizada esta
17
Cfr. Rosenzweig, F., «Das Kriegsziel», en GSIII, 297-299.
Cfr. HuS, 18.
19
Cfr. HuS, 526-527.
20
Cfr. Rosenzweig, F., «Globus. Studien zur weltgeschichtlichen Raumlehre», en GSIII, 344 ss., así
como Herzfeld, W. D., Rosenzweig, «Mitteleuropa» und der Erste Weltkrieg. Rosenzweigs politische
Ideen im zeitgeschichtlichen Kontext, Karl Alber, Freiburg-München, 2013.
21
Cfr., respectivamente, GSIII, 261-265, 309-312 y 301-307.
22
Cf. GSI, 1, 398.
23
HuS, 18.
18
6
tarea en 1914, Rosenzweig tratará en 1917 de, en primer lugar, denunciar el fracaso
bélico de la Realpolitik bismarckiana; en segundo lugar, a través de sus consideraciones
geopolíticas, de exponer el contenido de aquella esperanza alemana en la que el autor de
La Estrella se mantuvo firme durante el desarrollo de la guerra. Dicha esperanza se
cifraba para Rosenzweig, como ya he mencionado, en la realización de lo nombrado por
el término Mitteleuropa: un gran espacio, situado entre el Oriente ruso y el Occidente
franco-británico, que fuese capaz de aglutinar a la multiplicidad de las naciones
centroeuropeas y, así, de hacer efectiva la superación del Estado nacional que el
discípulo de Meinecke quiso ver anunciada en la Gran Guerra.
Rosenzweig interpreta la Realpolitik bismarckiana y su gran logro, la unificación
política de la nación cultural alemana, como una estatal-nacionalización de la política
ideada por Hegel que, aunque adaptada a la realidad histórica de la segunda mitad del
XIX, no habría estado ya a la altura, sin embargo, de la misión histórico-universal a la
que el nuevo sujeto político, Alemania, hubo de enfrentarse en la Primera Guerra
Mundial con vistas a la conservación de su propia existencia y, por lo tanto, de su
propio futuro. En lugar de inspirar a la nación alemana para que trascendiera los
estrechos y egoístas intereses políticos del Reich, uniendo así su destino al del mundo,
el realismo político de Bismarck, a través de sus sucesores, celebró según Rosenzweig
esa estrechez y ese egoísmo como valores sacrosantos y absolutos.
La Realpolitik puesta en obra por Bismarck habría tenido sentido y valor, incluso
necesidad interna, únicamente hasta 1871. Desde entonces, el joven soldado judeoalemán en el frente balcánico sólo veía en esa política de las facciones individuales
carente de relación mantenida por los sucesores del fundador del Reich una causa de
debilidad24. Concretamente, el autor de La Estrella encontró en ella la razón por la que
Alemania dejó de ser capaz de nombrar sus nuevas necesidad, o el motivo por el que la
Alemania post-bismarckiana fue incapaz de dar respuesta a la nueva realidad que había
surgido, ahora sí, del sentimiento del pueblo: Deutschland, cuyas condiciones de
posibilidad, en cambio, sí había logrado crear, aun violentamente, la astucia política y la
estrategia militar del Canciller de Hierro. Dicha realidad condujo al pueblo alemán
hacia la batalla como respuesta ya no a una llamada individual, sino del todo y por el
todo: Deutschland über alles. En el momento de verse obligada a luchar por su nuda
24
Cf. GSIII, 263.
7
vida, Alemania poseía ya con pleno derecho y absoluta conciencia lo que Bismarck sólo
pudo crear astuta, disimulada y violentamente: un alma propia y su correspondiente
meta política. Ésta, según Rosenzweig, consistiría, como ya he señalado, en su
determinación «centroeuropea», aquella que la pequeña lengua de la astucia propia del
realismo político era incapaz de nombrar y, por consiguiente, de asumir como el destino
histórico-universal de Alemania25.
Si el realismo político bismarckiano generó en 1871 las condiciones de
posibilidad de un todo alemán, es decir de una politización de la nación alemana, así
como, por lo tanto, de su participación en la historia universal en sentido hegeliano, esa
misma Realpolitik, mantenida en el tiempo por los sucesores del fundador del Estado
nacional alemán, fue incapaz, en razón de su propia naturaleza, de responder de modo
satisfactorio a la grandeza de la situación histórico-universal y el destino de la
individualidad histórica por ella creada. La acción política de Alemania, adoleció, según
el análisis de Rosenzweig, de una nefasta estrechez de miras: apegada a una realidad
divinizada, la del Estado nacional, le fue imposible retornar al plano de la idea y, desde
ella, regresar nuevamente al mundo en que la propia idea exigía realizarse de manera
efectiva. Desatendió al esplendor y la grandeza de la nueva época a la que la guerra
pudo dirigir a Alemania en caso de que ésta hubiera seguido una política acorde a los
nuevos tiempos. De este modo, condujo a la unidad política alemana hacia el desastre
sancionado en Versalles: no un ensanchamiento espiritual, político y espacial, sino un
estrechamiento si cabe aún mayor a aquel que, en opinión de Rosenzweig, caracterizaba
al pueblo alemán ya antes de la guerra26. Rosenzweig apunta en cambio hacia una
revisión de la idea de Estado nacional: hacia el futuro de un Estado multinacional.
El síntoma de esta nueva misión histórico-universal de Alemania vino dado
según Rosenzweig por la tendencia geopolítica inaugurada por la guerra: la aparición de
una serie de configuraciones políticas que, a partir de un eje que atravesaba Europa
desde el noroeste hacia el sudeste, gobernaba desde entonces la historia europea en
general y la alemana en particular. Tal es el escenario político contemporáneo de
Rosenzweig de cuyos orígenes, suprimido en lo fundamental el motivo de la guerra, es
decir dado únicamente el desfile de sus causas, trataba precisamente Globus27. Y tal es
25
Cf. GSIII, 265.
Cf. GSI, 2, 613.
27
Cf. GSI, 1, 334 y 346-347.
26
8
asimismo la cuestión a la que Rosenzweig se enfrenta en los escritos denominados en
sus cartas como Macedonikusaufsätze: «Nordwest und Südost» y «Die neue Levante»28.
La tesis mantenida por Rosenzweig respecto de Alemania en «Nordwest und
Südost», y desarrollada a nivel europeo en «Die neue Levante», puede resumirse como
sigue: si sudoeste y noreste fueron los polos entre los que se tensaron la historia
alemana y la historia europea en el siglo XIX, la contraposición geográfica que
determinó la orientación de la política alemana y europea en el siglo de Bismarck y
hasta el umbral de la guerra, en el momento en el que ésta estalló una línea
completamente distinta, diametralmente opuesta, recorría transversalmente Alemania y
Europa. Se trata de la contraposición, así lo resume Rosenzweig, «AmberesConstantinopla»29. En la dinámica política interna de Alemania, ésta significó la
superación de la contraposición entre Prusia y el sur de Alemania propia del periodo de
la unificación30. Del mismo modo, el realismo político que tan bien había servido a
Bismarck para dominar la tensión entre Berlín, por un lado, y Frankfurt y Stuttgart, por
otro, tenía que verse necesariamente superada a fin de que Alemania pudiera hacerse
con el liderazgo o, al menos, encontrar un futuro en el nuevo eje geopolítico. De
acuerdo con Rosenzweig, por lo tanto, el desajuste del realismo político bismarckiano
es tanto temporal, histórico si se quiere, como espacial, geopolítico –si es el caso que
geopolítica e historia pueden ser distinguidas y no debe hablarse, en realidad, de una
geopolítica de la historia o, como reza el subtítulo del Globus, una «teoría históricouniversal del espacio»–. Si la línea NE-SO tuvo como palabra política clave el término
Realpolitik, la reorientación de las tensiones políticas en Alemania y Europa obligaban a
la primera, según Rosenzweig, a redirigir su política más allá de sus fronteras, hacia
Mitteleuropa. Esta «reorientación» (Neuorientierung) se cifraba en que el lugar que en
el tiempo de las representaciones bismarckianas había ocupado el sur de Alemania debía
ocuparlo ahora el «sudeste fuera de Alemania»31.
28
Cf. GSIII, 301-307 y 309-312, respectivamente. El primero vio la luz en Archiv für exakte
Wirtschaftsforschung, VIII, 4, 1917 mientras que el segundo lo hizo en Das neue Deutschland, el 15 de
junio de 1917. Ambos, bajo el seudónimo Macedonikus. Sobre la relación de ambos con «Ökumene»,
título original de la primera parte de Globus, cf. GSI, 1, 408 y 489.
29
Cfr. GSIII, 306.
30
«Superación» (Verschwindung), no en el sentido de que fuese liquidada, sino en la medida en que
perdió su importancia histórica, cediendo su lugar a una nueva contraposición geopolítica más decisiva y
determinante. Cf. GSIII, 305.
31
Cf. GSIII, 305. Sobre el concepto de «reorientación», véase Rosenzweig, F., «Neuorientierung», en
GSIII, 257-260. El texto, redactado también a comienzos de 1917, no fue publicado en vida de su autor.
9
Tal es el camino que, dejando a un lado el noreste de Europa, es decir Polonia,
hubiera permitido a Alemania, en opinión de Rosenzweig, hacerse cargo del problema
de la organización política de Centroeuropa y probar así la fuerza y la profundidad del
espíritu del pueblo alemán en la perspectiva de una tarea distinta, en ningún caso
puramente política: la generación de un nuevo orden centroeuropeo que garantizase un
futuro para Alemania sin necesidad de recurrir, como finalmente acabaría sucediendo, a
una segunda guerra de dimensiones mundiales. Se trataba también y fundamentalmente
de una «europeización»32 (Europäisierung) del sudeste del continente europeo,
dominado durante siglos por el imperio otomano, así como de la propia media luna
turca. Dicha europeización debía ser respetuosa tanto desde un punto de vista político
como cultural con aquellos débiles pueblos que, carentes de Estado, habían sido
súbditos de la potencia otomana, así como con la emergente nación turca. La propuesta
centroeuropeísta de Rosenzweig se cifraba, en definitiva, en una democratización del
sudeste europeo basada en la idea del derecho a la autodeterminación y teóricamente
respetuosa, por lo tanto, con las religiosidades y las nacionalidades de los pequeños
pueblos centroeuropeos: los pueblos balcánicos y, en último término, Turquía.
De acuerdo con la nueva orientación geopolítica de la historia, el tener lugar de
los acontecimientos históricos decisivos incluso desde antes de 1914 en la dirección de
la contraposición geopolítica entre Amberes y Constantinopla, el significado de la
Primera Guerra Mundial para los pueblos centroeuropeos y, en primer lugar, para
Alemania, se resuelve así según Rosenzweig en una exigencia metapolítica de acuerdo
con la cual las grandes naciones centroeuropeas debieron abandonar la vieja figura del
Estado nacional, sobrepasada por la historia, y pasar a formar parte, junto con las
pequeñas naciones surgidas de la desaparición de los imperios austro-húngaro y
otomano, de una gran unidad política de carácter supranacional. En ello consistía la
misión histórico-universal a la que se enfrentaban los pueblos centroeuropeos, así como,
por lo tanto, la razón de ser de la crítica rosenzweiguiana a una Realpolitik determinada
por una estrecha concepción del Estado cuyo desarrollo, iniciado alrededor de 1800,
había visto el comienzo su fin en 191433.
32
33
GSIII, 312.
Cf. GSIII, 344.
10
IV
A comienzos de 1917, sin embargo, el entusiasmo que Rosenzweig sintió en algún
momento por la guerra había desaparecido por completo. El transcurso de los
acontecimientos hasta el final de la guerra acabó por también hacia una decepción
política de la que no será ya capaz de sobreponerse más que situándose en los márgenes,
tanto del Estado como de la historia –es decir, refugiándose definitivamente en el
judaísmo de cuya especificidad dará cuenta en La Estrella–. La guerra civil europea por
el dominio del mundo fue absolutamente determinante en relación a la transformación
del autor del Hegel –«un historiador (completamente preparado para la habilitación)»–
en el autor de La Estrella –«un filósofo (absolutamente no preparado para la
habilitación)»34–. De esta transformación, del tránsito desde una historicista (y
hegeliana) concepción histórica del acaecer (típicamente alemana) a su mesiánica
concepción metahistórica (típicamente judía) –es decir de una concepción del tiempo
como tiempo en el que suceden cosas (temporalidad cronológica) a una como tiempo
que «acontece por sí mismo [selber geschieht]»35 (temporalidad diacrónica o
relacional)– son índice los textos redactados por Rosenzweig con ocasión de la primera
gran catástrofe europea de alcance mundial. Como el prólogo y las conclusiones
añadidas en 1920 a su estudio sobre la génesis y el desarrollo de la idea hegeliana de
Estado, los escritos de Rosenzweig sobre la guerra señalan el camino que va, ya no de
Hegel a Bismarck, sino del Hegel a La Estrella y, en particular, al tratado de teología
política que cabe encontrar en el tercero de los libros de que se compone, cuyo lema no
puede ser más elocuente: In Tyrannos! Tal es, a juicio de quien escribe, la perspectiva
desde la que estos textos, hasta hoy prácticamente ignorados, deben ser tomados en
consideración por quienes se aproximen al pensamiento y la obra de Franz Rosenzweig.
34
GSI, 2, 680.
Cf. Rosenzweig, F., «El nuevo pensamiento. Observaciones adicionales a “La estrella de la redención”
(1925)», op. cit., p. 58.
35
11
Descargar