El poder desde nosotros: El Galpón de Moreno Breve análisis del proceso de emergencia de una organización de base territorial Cristian Rubén Busto1 Introducción En la última década la acción desplegada desde distintas agrupaciones y organizaciones sociales en los sectores populares revitalizó la discusión en torno a los procesos de movilización y acción colectiva. Tales procesos intuitivamente nos remiten a pensarlos en relación a las fuertes políticas de ajuste estructural instrumentadas en la década del `90 cuyas consecuencias desestructuradoras en el mundo del trabajo propiciaron altas tasas de desempleo y una creciente precarización en las condiciones de vida de amplios sectores de la población. Sin embargo, como señala Auyero (2002) si bien la ecuación desempleo + pobreza = protesta o acción colectiva se torna una fórmula explicativa seductora poco nos permite comprender sobre la emergencia y multiplicación de estas prácticas sociales. Tales cuestiones pueden ser consideradas como base material a partir de la cual este tipo de prácticas y organizaciones haya parte de su significación histórica, pero sociológicamente se torna insostenible argumentar que conducen de forma necesaria a la organización y articulación de los sectores populares. 1 (CEIL-PIETTE. UBA) 215 http://www.revista-theomai.unq.edu.ar/numero21/ArtBusto.pdf Pensar la acción sin actor o al actor sin acción (Melucci, 1994), es decir pensar los fenómenos colectivos como mera respuesta a situaciones de crisis o como prácticas sociales cuyo fundamento descansa exclusivamente en las condiciones sociales comunes que tienen los actores imposibilita comprender el modo en que los individuos se organizan y constituyen en actores colectivos; como también, comprender la relación que se establece entre las condiciones objetivas y las conductas colectivas empíricamente observables. Toda acción colectiva implica un proceso de construcción; proceso además, que otorga unidad a las diferentes partes y a sus relaciones orientando la acción. De esta manera, situándonos en este campo de problemas y tratando de tener en cuenta la complejidad que los mismos implican, en nuestro trabajo proponemos un breve análisis de una organización social de base territorial centrando el interés en su proceso de emergencia y en el modo en que este grupo de individuos fue construyendo una identidad propia y constituyéndose en un actor que lleva adelante diferentes prácticas y acciones de tipo colectivo. Para ello, desarrollaremos en un primer apartado algunas precisiones de nuestro modo de aproximación teórica y analítica; luego abordaremos nuestro caso de estudio: Centro Cultural y Comunitario "El Galpón"; y en tercer término, realizaremos una breve conclusión de nuestro análisis. 1- Algunas precisiones conceptuales sobre el análisis de la acción colectiva Si bien no es intención ocuparnos extensamente de los aspectos y discusiones teóricas que subyacen al estudio de estos temas, es necesario establecer algunas coordenadas analíticas y precisiones conceptuales para el desarrollo de nuestro posterior análisis. Lo primero a decir entonces, es que al revisar la bibliografía disponible sobre lo que aquí denominamos como procesos de organización y acción colectiva en los sectores populares se constata una preeminencia de desarrollos de tipo más empírico que conceptual. Es decir, que es posible relevar numerosos trabajos y estudios de caso y no tantos intentos de sistematización teórica y conceptual sobre la temática, privilegiándose el análisis descriptivo de la especificidad y peculiaridad de las experiencias y sus formas de acción, movilización y/o protesta. Sin embargo, es posible identificar al menos tres grandes modos de abordaje que marcarían las líneas de aproximación más difundidas y/o utilizadas en Argentina: Por un lado, aquella que analiza estos procesos en términos de acción colectiva, proponiendo como ejes centrales de análisis la capacidad de movilización y visibilidad pública de los movimientos y sus demandas (Por ej: Schuster y Pereyra, 2001; Svampa y Pereyra, 2003, Schuster y otros, 2006, et al). Otra línea, ha sido la que tiende a poner el acento en las prácticas locales desarrolladas por las organizaciones territoriales que confluyen en los movimientos, sosteniendo como tesis la emergencia de una “nueva politicidad” en los sectores populares, y acentuando la importancia del carácter territorial de su “inscripción” y la instrumentalización de los vínculos políticos (Por ej: Merklen, 2004, 2005; Vommaro, 2006). Por último, también se ha puesto el acento en la “experiencia” de los sujetos involucrados, privilegiándose la mirada de los actores por sobre el análisis de las formas organizativas (Por ej: Auyero, 2004, Quirós, 2006; et al). En este marco, la primer línea referenciada ha sido una de las más difundidas, y como se puede observar en un sentido general, es posible establecer una suerte de gradación 216 http://www.revista-theomai.unq.edu.ar/numero21/ArtBusto.pdf de aproximaciones que van desde aquellas que otorgan una mayor preeminencia analítica al actor colectivo hasta los estudios que ponen el énfasis en la experiencia de los individuos (Cross, 2006). En tal sentido, nuestro trabajo se identificaría más con aquellas aproximaciones que centran el análisis en las prácticas desarrolladas por las organizaciones territoriales. Esto es así, porque se considera a las mismas como una unidad de análisis privilegiada que posibilita identificar e indagar con mayor profundidad los procesos y las relaciones a través de las cuales los individuos y sus prácticas se implican en acciones de tipo colectivas. Asimismo, porque creemos que un desarrollo sistematizado a este nivel de análisis permite comprender o dar cuenta de la heterogeneidad de prácticas, actores y relaciones implicadas en las acciones colectivas desplegadas por los movimientos sociales. En consonancia con esto consideramos que muchos trabajos, fundamentalmente aquellos que desde una perspectiva de la acción colectiva centran su mirada en los actos de protesta social, tienden a homogeneizar la diversidad interna de los movimientos y a sustancializar, de alguna manera, la riqueza analítica de estos procesos al limitarse a considerar la acción como un suceso. También que en muchos casos, al centrar la mirada, sea por cuestiones metodológicas o teóricas, en las organizaciones con “mayor llegada” o visualización pública, y en la palabra y los discursos de los líderes más prominentes de las organizaciones sociales, se tiende a eclipsar la complejidad social que implica toda acción colectiva. Pues se pierde muchas veces la visualización de aquellos actores de base y las relaciones conflictivas o de distinto tipo que implica la unidad del movimiento. Con esto no se quiere decir que esta clase de trabajos tergiversen la realidad o no brinden aspectos y conocimiento relevante sobre estos fenómenos; sino que se incurre en algunos de estos en un reduccionismo analítico al desconocer o no clarificar los límites y alcances de las perspectivas utilizadas. Como señala Melucci, “los movimientos contemporáneos, como otros fenómenos colectivos, combinan formas de acción que conciernen a diferentes niveles o sistemas de la estructura social, implican diferentes orientaciones y pertenecen a diferentes fases de desarrollo de un sistema o a diferentes sistemas históricos. Se debe tratar por tanto, de entender la multiplicidad de elementos sincrónicos y diacrónicos y, después, de explicar como se mantienen juntos en la unidad concreta de un actor colectivo” (Melucci, 1994). En esta sintonía, si bien el concepto de movimiento social no es utilizado aquí y a diferencia hablamos de procesos de movilización y acción colectiva en los sectores populares, coincidimos con esta mirada dado que implica considerar la acción no solo como suceso sino también como proceso, obligando asimismo al investigador a tener en cuenta una multiplicidad de dimensiones y niveles de análisis para la comprensión de los fenómenos colectivos o, en última instancia, cuando se desarrollan estudios de alcance parcial sobre los mismos, a clarificar el nivel de análisis y los aspectos peculiares que en el marco de los programas de investigación se pretende abordar.2 Tratando de ser coherentes con lo señalado se debe decir entonces que en este trabajo partimos de una mirada constructivista de la realidad social, lo que implica considerar como objeto de estudio a los sujetos y las relaciones que se establecen entre ellos, Es por esto mismo, que decidimos en este trabajo no hablar de movimiento social dado que consideramos implicaría un mayor y más complejo nivel de análisis que no nos es posible argumentar en esta etapa de nuestra investigación. 2 217 http://www.revista-theomai.unq.edu.ar/numero21/ArtBusto.pdf siendo esencial el significado que las personas otorgan a la realidad y el modo en que actúan cotidianamente en base a esta (Aranda Sánchez, 2002). Asimismo, que los fenómenos colectivos los entendemos aquí como “producto de procesos sociales diferenciados, de orientaciones de acción, de elementos de estructura y motivación que pueden ser combinados de maneras distintas” (Melucci, 1994). Se debe aclarar por último, que también consideramos de suma importancia analítica prestar especial atención al lugar en la estructura social que ocupan los sectores de población con los que estamos trabajando, dado que esta define diferentes posibilidades de acceso a recursos y capacidad de acción, como también distintos modos de percibir la realidad. 2- El Galpón de Moreno “El Galpón”, está situado en Villa Ángela, partido de Moreno, a media cuadra de la ruta provincial Nº 23. Este partido se ubica en el extremo oeste del Área Metropolitana (AMBA) a 37 km. de la Capital Federal y limita con los partidos de: San Miguel y José C. Paz al Noreste; Ituzaingó al Este; Merlo al sudeste; Marcos Paz al sur; Gral. Rodríguez al Oeste y Pilar al Norte. Cuenta con una extensión territorial de 186 km2 y 380.000 habitantes distribuídos equitativamente entre hombres y mujeres, siendo la población económicamente activa un 58% y sus indicadores de desocupación y subocupación 43%.3 Como partido que pertenece al segundo cordón del Gran Buenos Aires comparte muchas de sus características generales: alto crecimiento demográfico, población joven, población económicamente activa mayor a la media del Conurbano Bonaerense, y alto nivel de demandas insatisfechas que se caracterizan tanto por la pobreza de la ciudad carencias en servicios públicos, problemas de accesibilidad, deficiencias habitacionales, entre otros- como por la pobreza en la ciudad (Forni, 1998) -gran proporción de hogares con problemas de empleo y como consecuencia: necesidades básicas no satisfechas e ingresos bajos e irregulares. Como en otros puntos del conurbano bonaerense la crisis de 2001 impactó fuertemente sobre las condiciones de vida de gran parte de sus pobladores, y el nivel de movilización y organización social alcanzó un alto desarrollo en el territorio. Tanto las ollas populares como la organización de saqueos y otras acciones de tipo colectivo crearon las bases para diferentes formas de solidaridad que dieron lugar al surgimiento de diversas organizaciones sociales.4 Si bien la organización con la que trabajamos se constituye e inicia sus actividades a fines de 2005, su historia debe ser leída teniendo presente estos procesos dado que como realidad estructural ha significado un punto de inflexión en la mayoría de las trayectorias de los sujetos entrevistados, dejando huellas en la memoria colectiva y/o Según datos del Censo Nacional de Población, hogares y viviendas 2001. INDEC. Respecto a la existencia de gran cantidad de organizaciones sociales en este territorio Floreal Forni (2002) en el marco de un amplio estudio que realizó en la zona junto a otros investigadores señalaba: Las diversas etnografías que hemos producido sobre estos barrios muestran una realidad heterogénea muy activa. Es como si hubiera en esta zona algún tipo de fermento (levadura, sic) que proviene del pasado de estas poblaciones y de la movilización de los 60 que fue especialmente activa en estas áreas. En este sentido se puede señalar que dentro del conurbano debe ser el espacio más fértil en movimientos sociales. 3 4 218 http://www.revista-theomai.unq.edu.ar/numero21/ArtBusto.pdf individual que en gran cantidad de ocasiones, voluntaria o involuntariamente, emerge a partir de los relatos recordándonos el sentido de historicidad que poseen los procesos y las acciones colectivas. La historia de una toma La historia de El Galpón comienza a escribirse en Noviembre de 2005 cuando un grupo de vecinos decide ocupar un predio de Villa Ángela (Pdo. de Moreno, pcia. de Buenos Aires) que, según nos cuentan los entrevistados, había sido una fábrica de sanitarios abandonada por su dueño “luego de haber solicitado un crédito hipotecario en la época de Menem”. Nos fue a buscar una señora que era de una cooperativa de trabajo, y nos dijo que este lugar estaba abandonado y que por problemas de seguridad y para ocuparlo para el barrio si queríamos participar de una comisión de vecinos; y dijimos que sí. Una vez a la semana empezamos a reunirnos con los vecinos, entre ellos esta señora, y armamos la comisión. Lo primero que propusimos nosotros fue hacer una jornada de limpieza porque esto era un desastre. Y bueno, de apoco fuimos como ocupando el lugar ¿no? La comisión de vecinos se encargaría de organizar y proyectar los usos del predio. La misma estaba conformada por “esta señora”, integrantes de la Mesa Coordinadora Barrial (MCB), un militante del partido justicialista y un grupo de vecinos sin ninguna filiación o militancia política. Las primeras actividades que se realizó en el predio fueron la proyección de una película para “los chicos del barrio” a la que concurrió más de 150 personas y una fiesta de fin de año "para la gente del barrio". Sin embargo, tempranamente en el trabajo cotidiano comenzarían a presentarse diferentes conflictos, intereses contrapuestos y diferencias al interior de la comisión. Tales hechos irían constituyendo al galpón en un campo de disputa. Entre esa comisión de vecinos había uno que era del partido justicialista, que quería poner sus actividades ¿no?… los programas bonaerenses y todo eso. (Integrante de la MCB) La Mesa Coordinadora Barrial era parte de la comisión de vecinos hasta que en un momento nosotros éramos los que poníamos el cuerpo, las ganas de trabajar. (Integrante de la MCB) Existían tres posiciones diferenciadas. Por un lado, estaba “esta señora” que les había propuesto “la toma” del espacio y de la cual, comentan actualmente los integrantes de El Galpón, no sabían ni saben bien cuales eran sus “verdaderas intenciones”; pero de la que sospechan “tenía intenciones privadas”. Por otro, el militante peronista que argüía “tener contactos” y señalaba poder conseguir “planes sociales del gobierno”, por lo que proponía utilizar el espacio para llevar adelante los mismos. La MCB,5 por su parte, La MCB, como organización territorial, se conformó a principios de 2002 y desde sus inicios realiza diferentes tipos de acciones que van desde emprendimientos productivos y comedor comunitario a talleres de tipo cultural y educacional. Forma actualmente parte del Frente de Organizaciones por el Poder Popular, el cual se autodefine como un frente Multisectorial de lucha, anticapitalista, antiimperialista, por el poder popular y antirepresivo (Gacetilla Nº 1, 5 219 http://www.revista-theomai.unq.edu.ar/numero21/ArtBusto.pdf quería constituir al predio en un Centro Comunitario y Cultural, y mantuvo siempre como postura que el galpón “tenía que ser un espacio abierto, de participación pública, con actividades culturales para toda la comunidad, y que persiga los valores del respeto y la solidaridad”. La disputa por el espacio al interior de la comisión de vecinos se daba fundamentalmente entre estas tres posiciones. Mientras tanto, la MCB adoptaba como estrategia para "ganar terreno en esta lucha" el traslado de actividades que realizaba en otros espacios al galpón, y mantenía en el lugar una presencia física y de trabajo constante. A partir de ahí todos los talleres los empieza a poner la mesa, todos los trabajos comunitarios los empieza a poner la mesa, los arreglos del lugar los empieza a poner la mesa y nada... queda la mesa con el galpón. A la mesa le queda el galpón digamos. (Integrante de la MCB) De esta manera es que poco a poco la MCB fue “ganando el lugar”, y como señalan recurrentemente sus integrantes “El Galpón se fue forjando en la lucha y el trabajo”. Es así, se da por laburo, por esfuerzo y por alguna pequeña batalla ¿no? Al tipo este que era del peronismo y venía e insistía con algunas cuestiones se le iba boicoteando, a la vieja esta también. (Integrante de la MCB) En ese momento cuando se empiezan a dar cuenta de que nosotros estábamos poniendo todo esta señora dice: ¡no basta! Llegamos un día a hacer las actividades y nos encontramos con el portón de adelante cerrado con candado. (Integrante de la MCB) El candado no fue un obstáculo pero luego sobrevino la presencia policial, dentro y fuera del galpón, amenazas y distintos tipos de presiones. Durante tres meses tuvieron que adoptar una dinámica de guardias diurnas y nocturnas, dialogar con la policía, resistir un allanamiento y negociar con el banco Nación dado que el predio estaba judicialmente con fecha de remate.6 En estos momentos es cuando comienza a delinearse lo que podríamos señalar como una segunda etapa de la toma de “El Galpón”, y cuando en la cotidianeidad de los sucesos y de este proceso de toma y resistencia comienza a constituirse un nuevo colectivo social: que excedería a la MCB, y que se iría conformando no solo a partir de la acción directa y el trabajo militante de esta organización, sino también del acercamiento de nuevas personas del barrio al espacio, y de la permanencia de vecinos que inicialmente formaban parte de la comisión y siguieron allí más allá de las dificultades que se fueron presentando. La construcción de una identidad Cuando nos acercamos por primera vez y como parte de nuestro trabajo indagamos a sus integrantes para reconstruir la historia de la organización, la tendencia natural a junio de 2007). A este frente lo conforman además otras cinco organizaciones sociales: MTR la Dignidad, MTR rebelde, UTdoch, MoTOR, y el Frente Universitario de Luján. 6 Luego de gestiones con distintos actores políticos y la Secretaría de Tierra y Hábitat de la Nación lograron suspender el mismo, y si bien el predio actualmente se encuentra en la misma situación judicial, hasta el día de hoy no tiene fecha de remate. 220 http://www.revista-theomai.unq.edu.ar/numero21/ArtBusto.pdf concebir la experiencia corriente de la vida como una unidad y totalidad “chocaba” con lo que íbamos observando y escuchando. La ilusión biográfica (Bourdieu, 1997) nos lleva muchas veces a concebir de modo natural una retórica lineal, que esconde tras de sí la complejidad del mundo social y la multiplicidad de aspectos, propiedades y posiciones yuxtapuestas detrás de cada trayectoria; así se trate también, de trayectorias colectivas como la que tratamos de explicitar aquí. De esta manera, y teniendo en cuenta estos recaudos, pudimos ir observando en nuestro trabajo la importancia que la MCB tenía y tiene actualmente en el proceso de construcción de este centro comunitario y cultural. Pero también, dar cuenta de que El Galpón no era una mera extensión de la misma sino un colectivo social diferenciado y que si bien guardaba una lógica de organización estrechamente relacionada con la MCB poseía sus propios objetivos e intereses. Esta hipótesis fue adquiriendo mayor consistencia cuando, por otra parte, al indagar exploratoriamente sobre las historias de vida de sus integrantes fuimos percibiendo una considerable diferenciación de trayectorias, sentidos y razones por la cual los diferentes sujetos se sumaron a la experiencia y formaban parte de El Galpón. Muchos de los que hoy participan de esta organización se acercaron en un primer momento, ya sea a la MCB o al espacio de El Galpón, por cuestiones particulares y/o individuales, “porque daban comida” o “para ir a los talleres y aprender algo para tener salida laboral”. Luego se fueron involucrando en diferentes tareas y apropiando del predio, constituyendo el lugar en un espacio de pertenencia o referencia que debieron sostener y defender en distintas oportunidades. Asimismo, pudimos observar como a lo largo del tiempo la dirección e influencia que marcaba inicialmente la MCB en las decisiones respecto al predio y las actividades a desarrollar en el espacio iba disminuyendo a favor de una deliberación más conjunta y discutida a medida que se fueron incorporando nuevas personas y definiendo “los objetivos que debía perseguir y respetar El Galpón”. Melucci señala que la identidad colectiva es una definición interactiva y compartida, producida por varios individuos y que concierne a las orientaciones de acción y al ámbito de oportunidades y restricciones en el que tiene lugar la acción. Por otra parte, también nos dice que la construcción de la misma refiere a una inversión continua y que ocurre como proceso. En tales términos creemos que tal definición se ajusta al proceso que marca la historia de nuestro caso en estudio. Pues fue al calor de una compleja trama de sucesos que este grupo social, cuya mayoría de integrantes no tenía experiencias previas de este tipo, fue creando un nosotros y autodefiniéndose como una organización social con fines y objetivos propios. Ahora bien, este proceso de construcción no puede ser entendido, creemos, si no se tiene en cuenta determinado contexto de oportunidad y restricción. Pues a nuestro criterio este define cierto marco de posibilidad de emergencia y conformación para las experiencias de este tipo. Por tanto, una deuda pendiente sería el análisis de las trayectorias individuales y de las diferentes representaciones que los individuos tienen respecto a su propia participación en esta clase de organizaciones sociales y sobre el contexto social general. Si bien lo colectivo y la construcción de una identidad como grupo social se construye en un proceso de continua interacción e inversión de las personas; cabe recordar que los individuos no actúan en el vacío y tienen (en términos de Melucci) diferente propensión a implicarse en la acción colectiva. Tal propensión, creemos, está definida en gran medida por el lugar que se ocupa en la estructura social, 221 http://www.revista-theomai.unq.edu.ar/numero21/ArtBusto.pdf lo cual posibilita y restringe modos y puntos de vista desde donde mirar y construir lo social. 3- A modo de conclusión La experiencia que resumidamente tratamos de contar aquí nos recuerda que la conformación de los grupos sociales y las relaciones sociales que se generan al interior de los mismos solo se hacen inteligibles a partir del análisis y la comprensión de las prácticas concretas desarrolladas en la cotidianeidad de la vida social. La identidad colectiva entendida como un proceso de construcción de un sistema de acción que proporciona al grupo social la base para definir expectativas y prácticas sociales nos lleva a considerar también a la acción colectiva como el producto de un proceso de interacción, negociación de definiciones e inversión emocional. En este sentido, el caso de El Galpón de Moreno nos permitió contrastar empíricamente estas proposiciones permitiéndonos observar su peculiar proceso de emergencia y construcción como organización social. Sin embargo, consideramos necesario la realización de un análisis más profundo y que refiera a la posición en la estructura social que ocupan los individuos que forman parte de esta clase de experiencias. Esto permitiría comprender de mejor modo los diferentes procesos y relaciones que movilizan a las personas a implicarse en este tipo de organizaciones, sosteniendo como posible hipótesis de trabajo que el lugar que se ocupa en la estructura social define modos percepción y disposiciones diferenciales para la acción colectiva. Dicho análisis queda pendiente para posteriores etapas de nuestro programa de investigación y nos acercaría en tal sentido a una clave de aproximación teóricometodológica de tipo estructural constructivista (Aranda Sánchez, 2002). Bibliografía ARANDA SÁNCHEZ, JOSÉ: “Constructivismo análisis de los movimientos sociales”, en Ciencia Ergo Sum, Toluca, 2002, Volúmen 9, número 3. AUYERO, JAVIER: La Protesta. Retratos de la beligerancia popular en la Argentina democrática, Buenos Aires, Libros del Rojas, 2002. AUYERO, JAVIER: Vidas beligerantes. Dos mujeres argentinas, dos protestas y la búsqueda de reconocimiento, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2004. 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