Todos somos el rey Lear - Guillermo Schmidhuber de la Mora

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Todos somos el Rey Lear
GUILLERMO SCHMIDHUBER DE LA MORA
TODOS SOMOS EL REY LEAR
Juego dramático1
Personajes esperados
Actores
Nombre real del actor [Sergio, 50 años]
Nombre real de la actriz [María, 45 años]
Nombre real de la actriz [Margot, 22 años]
Nombre real del actor [Álvaro, 25 años]
Esmeralda N., 28 años
Mauricio N., 28 años
"El Millonario", 70 años
él mismo2
ella misma
ella misma
él mismo
ella misma
él mismo
nombre del actor
Personajes inesperados
Amigo del Millonarionombre del actor
El Millonario Verdadero ?
Espacio: En un hotel de lujo de una ciudad mexicana de provincia;
además, en el teatro donde se lleva a cabo la representación y, quizá, en
el alma de alguno de los personajes.
Tiempo: Hoy.
1
Al publicar esta pieza en 1982 puse la siguiente dedicatoria humorística: "A mi esposa, Olga Martha,
mi primer lector y mi más duro crítico, porque me aconsejó no escribir esta obra". Hoy se la dedico
simplemente con amor.
2
Nota. Ya que la obra narra una anécdota real, vivida por una compañía de teatro, conviene utilizar los
hombres de los actores para nombrar a los personajes, con excepción de "El Millonario".
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Acto Único
Telón cerrado. Álvaro sale a decir unas palabras, se le nota un tanto
intranquilo. Se dirige al público.
ÁLVARO.- Muy estimable público: Antes de comenzar la representación, quisiera
informarles que le director y actor principal de esta compañía, Sergio N. [o el real
del actor], mi padre, ganó un certamen dramático internacional con la obra Todos
somos el rey Lear. por considerarla un novedoso análisis del El Rey Lear de William
Shakespeare. Los sucesos que van a ser vueltos a la vida son verídicos: Después de
una función en la que se puso en escena esta pieza, toda la compañía fue invitada
anónimamente a una cena. Lo que sucedió esa noche es lo que veremos en escena.
[Pausa breve.] Detrás de la trama se esconde una pregunta: ¿Qué significa hoy el
teatro para la humanidad? ¿Mucho...? ¿Poco...? ¿Nada...? Ustedes mismos tendrán
que responder a esa pregunta. Muchas gracias.
Álvaro sale lateralmente. Pausa. El telón se descorre mostrando una sala de
recepción de un hotel de lujo. La escenografía deberá ser de mal gusto y
estar elaborada con pobreza; hay algo en ella que recuerda esas fotografías
de antiguas puestas en escena, que más que dar una impresión de vida, hacen
pensar en muertos embalsamados y olores acres. Hay una puerta que
comunica al pasillo del hotel. Todos los actores de la compañía esperan
ansiosos; unos de pie, otros sentados. Una cena fría está simulada.
MAURICIO.- [Mirando su reloj de pulsera.-] ¡Hace media hora que esperamos!
ESMERALDA.- [Coqueta.] ¡Ansioso, siempre ansioso! ¿No sabes esperar algo en la
vida?
ÁLVARO.- [Inocente.] Nos dijeron que esperáramos aquí, pero no sé qué esperamos.
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SERGIO.- [Seco.] Analiza en donde esperamos. ¡Un hotel de lujo con una gran cena
servida! No nos puede ir mal. Lo menos que puede pasar es sólo cenar unos
bocadillos suculentos.
MAURICIO.- [Sigue enfadado.] ¿Quien dice que nos invitó?
SERGIO.- ¡Ya los expliqué! Una nota invitaba a una cena después de la representación al Rey Lear y a sus hijas.
ESMERALDA.- Eso ya lo habías dicho.
SERGIO.- No comprenden que el éxito de El Rey Lear es responsable de que nos
inviten.
MAURICIO.- Si en cinco minutos nadie aparece, me voy.
MARÍA.- [Conciliadora.] Alguien vendrá.
ÁLVARO.- Debe haber una razón para que nos hayan invitado.
MAURICIO.- [Después de una pausa.] ¿Creen que será un director cinematográfico?
MARÍA.- Shakespeare no es un autor para hacer dinero.
MAURICIO.- Me voy, además, yo no he sido invitado. [Se dispone a salir.]
ESMERALDA.- No te vayas, espera... [Molesta.] ¡Bueno, como quieras!
SERGIO.- Solamente se invitó al Rey Lear y a sus tres hijas, pero dos invitados más,
no creo que sean un problema.
MARÍA.- [Cortante.] Déjalo que se vaya.
MAURICIO.- [Seco.] Nos vemos en la función de mañana.
MARGOT.- [Decidida.]Yo también me voy. [Zalamera.] Mauricio, ¿me puedes llevar
al hotel?
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MARÍA.- [Rápidamente se incorpora.] Una hora de esperar es demasiado. ¡Vámonos
todos!
SERGIO.- Pudiera ser una nueva puesta en escena.
MARÍA.- ¡Quédate si quieres! ¡Yo me voy!
En ese instante la puerta se abre y entra a escena un hombre de
setenta años, corpulento ágil a la vez; es El Millonario.
MILLONARIO.- Buenas noches. ¡No, no se incorporen! Espera que haya disfrutado de
mi ausencia. ¿Por qué no han probado bocado? ¡Qué desperdicio de tiempo y de
comida!
SERGIO.- [Es el único que saluda al Millonario de mano]. Soy Sergio N., el rey Lear.
Le agradecemos mucho su invitación.
MILLONARIO.- [Percatándose de los no invitados.] Fui muy claro en mi invitación,
solamente al Rey Lear y a sus tres hijas. ¿Qué hacen aquí los demás actores?
SERGIO.- [Engolado.] Perdón, pero veníamos todos o no aceptábamos su invitación.
Mauricio N., un buen actor, personifica magistralmente al Edgardo, el hijo bueno de
Gloucester en El Rey Lear; es amigo de Margot, mi hija, la dulce Cornelia. Álvaro,
mi hijo, el Edmundo, el hijo malo de Gloucester. Y Esmeralda, la actriz que
personifica a Regania, la hija mala del rey Lear. [Olvida a María.] Perdón, mi esposa
María, quien actúa como Gonerilda, la otra hija mala del rey Lear.
MILLONARIO.- [Como si no hubiera escuchado la presentación.] Quiero una
representación del El Rey Lear, ahora.
Todos.- ¿Ahora?
MILLONARIO.- No toda la obra, solamente una pasajes. ¿Cuánto ganan por noche?
SERGIO.- [Mintiendo.] $25,000 por noche. [Todos se sorprenden.]
Millonario.- ¿Recibió los $ 10,000 que le envié?
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SERGIO.- Sí, gracias.
MILLONARIO.- Mañana recibirá la diferencia.
MAURICIO.- [A media voz, a Margot.] Ahora comprendo el entusiasmo por venir.
MILLONARIO.- Quiero escuchar unos pasajes de El Rey Lear.
SERGIO.- ¿Cuáles?
MILLONARIO.- Antes pasen a la mesa. ¿Cómo dice el rey Lear cuando menciona una
cena?
SERGIO y ÁLVARO.- "Que no haya... [continua el parlamento Sergio, quien muestra
enfado por la interrupción.] Que no haya de esperar la cena un solo minuto;
encargad que la preparen al momento.
MILLONARIO.- Sírvanse lo que apetezcan, que el telón está por abrirse y su único
público --yo-- espera impaciente. [Todos obedecen. El Millonario bebe en
abundancia durante los siguientes parlamentos.]
MARGOT.- El pathé se ve deliciosos. [El público puede constatar que los supuestos
manjares son papas fritas.]
SERGIO.- ¿Habrá manjares más ricos que estos?
ESMERALDA.- ¿Qué es eso negro?
MARÍA.- Caviar, querida, caviar.
MILLONARIO.- La champaña está aquí para el que guste. [Ni la botella coincide.]
ESMERALDA.- [Sensual.] ¡Ah, champaña!
ÁLVARO.- ¿Qué pasajes de El Rey Lear quiere ver?
MILLONARIO.- [Dudando un poco.] El principio del acto primero, desde donde el rey
Lear reparte su reino entre sus dos hijas mayores, dejando sin nada a la menor.
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SERGIO.- [Entrando mecánicamente en el papel.] "Ahora vamos a manifestar
nuestras más secretas resoluciones..."
ESMERALDA.- [Interrumpe con la boca llena.] ¡Qué bien sabe el caviar!
MAURICIO.- ¡Pss! [Algunos ríen por lo bajo.]
MARGOT.- [llamando la atención de Mauricio; es susurro.] ¡A esto llamo felicidad!
MARÍA.- ¡Silencio, todos, que la representación ya comenzó!
MILLONARIO.- [A Sergio con sequedad.] ¡Siga, siga!
Los textos de Shakespeare son recitados en forma declamatoria. Poco a poco
los personajes van entrando en papel.
LEAR-SERGIO.- "Sabed que hemos dividido nuestro reino en tres partes. De los
motivos que a ello nos deciden, el primero es aliviar nuestro vejez del peso de las
tareas y negocios públicos, para asentarlo en hombros más jóvenes y robustos; y así,
aligerados de tan onerosa carga, caminar sosegados hacia nuestra tumba.
El rey Lear habla a personajes imaginarios.
Cornouailles, hijo querido, y vos, duque de albania, que no amáis menos a vuestro
padre, nuestra firma voluntad es asignar, públicamente en este día a cada una de
nuestras hijas su dote, a fin de prevenir con ello todos los debates futuros. Los
príncipes de Francia y de Borgoña, rivales ilustres en la conquista de nuestra hija
menor, han permanecido largo tiempo en nuestra corte, donde el amor los retiene;
hay que contestar a sus peticiones. Hablad, hijas mías; ya que hemos resuelto
abdicar en este instante a las riendas del gobierno, entregando a nuestros dominios y
los negocios de estado, decidme cuál de vosotras ama más a su padre. Nuestra
benevolencia prodigará sus más ricos dones a aquélla cuya gratitud y bondadoso
natural más lo merezcan. Vos, Gonerilda, primogénita nuestra contestad la primera".
Durante estos parlamentos, los actores siguen comiendo; actúan sin alma.
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GONERILDA-MARÍA.- "Yo os amo, señor, más tiernamente que la luz, al espacio y a la
libertad, muchísimo más que a todas las riquezas y las preciocidades del mundo. Os
amor tanto, cuanto se puede amar la vida, la salud, la belleza y todos los honores y
los dones todos; tanto, cuanto jamás hija amó a su padre; en fin, con un amor que la
voz y las palabras no aciertan a explicar.
CORDELIA-MARGOT.- [En un Aparte.] ¿Qué hará Cordelia? Amar y callar. [El
Millonario bebe.]
LEAR-SERGIO.- Te hacemos soberana de todo este recinto desde esta línea hasta ese
límite, [señala en el aire], con todo cuanto encierra, frondosos bosques, y vasallos
que lo pueblan. Sean tu dote y herencia perpetua de los hijos que nazcan de ti y del
duque de Albania. ¿Qué contesta nuestra segunda hija, nuestra querida Regania,
esposa de Cornouailles?
REGANIA-ESMERALDA.- Formada estoy de los mismos elementos que mi hermana, y
mido mi afecto por el suyo en la sinceridad de mi corazón. Ha definido, con verdad,
el amor que os profesa, padre mío. Pero aún quedó corta, pues yo me declaro
enemiga de todos los placeres que la vista, el oído, el gusto y el olfato pueden dar, y
sólo cifro mi felicidad en un sentimiento único; el tierno amor que por vos siento.
CORDELIA-MARGOT.- [En un Aparte.] ¿Qué te queda, pues, pobre Cordelia? ¿Pobre?
No; estoy segura que mi corazón siente más amor que el que mis labios pueden
expresar.
LEAR-SERGIO.- [A Regania-Esmeralda.] Tú y tu posteridad, recibid en dote
hereditario esta vasta porción de mi reino; no cede en extensión, en valor, ni en
atractivo a la que he donado a Gonerilda. Ahora Cordelia, tú, que hiciste sentir a tu
padre el postrero, aunque no el más tierno trasporte de gozo; tú, cuyo amor buscan y
ambicionan los viñedos de Francias y el néctar de Borgoña, ¿qué vas a contestar
para recoger una tercer dote, más rico aún que el de tus hermanas? Habla.
CORDELIA-MARGOT.- Nada, señor.
LEAR-SERGIO.- ¿Nada?
CORDELIA-MARGOT.- Nada.
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LEAR-SERGIO.- De nada sólo puede resultar nada. Habla de nuevo.
CORDELIA-MARGOT.- Desgraciada de mí que no puede elevar mi corazón hasta mis
labios. Amo a vuestra majestad tanto como debo, ni más ni menos.
LEAR-SERGIO.- ¿Cómo, cómo, Cordelia? ¡Rectifica tu respuesta, si no quieres perder
tu fortuna!
El Millonario sigue de cerca las palabras y bebe con fruición.
CORDELIA-MARGOT.- [Dulce.] Vos, Padre mío, me disteis la vida, me habéis nutrido
y me habéis amado. Yo, por mi parte, os correspondo, tributándoos todos los
sentimientos y toda la gratitud que el deber me impone; os soy sumisa, os amo y os
respeto sin reserva. Mas ¿por qué si mis hermanas tienen maridos, dicen que es
vuestro todo su amor? Tal vez cuando yo me case, el esposo que reciba mi fe
obtendrá con ella la mitad de mi ternura, la mitad de mis cuidados y la mitad de mis
deberes; de seguro, jamás me casaré como mis hermanas para dar a mi padre todo mi
amor.
LEAR-SERGIO.- ¿Está de acuerdo tu corazón con tus palabras?
CORDELIA-MARGOT.- Sí, padre mío.
LEAR-SERGIO.- ¡Cómo! Tan joven y ¡tan poco tierna!
CORDELIA-MARGOT.- Tan joven y tan franca, señor.
LEAR-SERGIO.- ¡Está bien! Quedaros con la verdad por dote; pues por las sagradas
razones del sol..."
MILLONARIO.- ¡Alto! No quiero continuar.
SERGIO.- [Sorprendido; ahora actúa con naturalidad.] ¿No le gusta?
MILLONARIO.- No los he invitado por gusto, sino por necesidad. [A GonerildaMaría.] ¿Quieres a tu padre?
MARÍA.- [Seca.] ¿A mi padre o al de Gonerilda?
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MILLONARIO.- [Con fuerza.] ¿Quieres a tu padre?
MARÍA.- No, nunca lo quise.
MILLONARIO.- ¿Por qué?
MARÍA.- [Con ira contenida.] ¡Por que no!
MILLONARIO.- Gonerilda debió tener razones para odiar a su padre, por algo se
aprovechó cuando el rey Lear ya estaba viejo, a pesar de que la había heredado
generosamente en vida. ¡Ella y su hermana no debieron tratar tan mal al pobre rey
Lear!
MARÍA.- Gonerilda tuvo sus razones... y yo también.
MILLONARIO.- No me importas tú, me importa Gonerilda.
MARÍA.- [Altiva.] Gonerilda soy yo.
MILLONARIO.- ¿Por qué traicionaste a Lear? ¿A tu padre?
MARÍA.- Shakespeare no lo supo, pero yo lo sé. Lear no luchó por ser su padre,
solamente por ser su rey.
MILLONARIO.- ¿Y no es suficiente?
MARÍA.- No lo sé.
MILLONARIO.- [A Esmeralda.] ¿Y tú?
ESMERALDA.- [Inicia mutis.] Yo me voy. No me interesa quedarme.
MAURICIO.- Me voy contigo. [Lo intenta.]
SERGIO.- ¡Y la representación de El rey Lear!
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MAURICIO.- [Hiriente.] Usted sabe todos los papeles, pude recitar todo El rey Lear de
memoria. Aunque nunca lo entenderá.
SERGIO.- [Autocrático.] ¡Soy el director de la compañía! Todos se quedan.
Silencio de todos los presentes.
SERGIO.- [Aparentando calma.] ¿Dónde nos quedamos?
MILLONARIO.- No quiero oír toda la obra.
SERGIO.- El tercer acto es preciosos; la escena de la locura y la tormenta.
MILLONARIO.- [Por primera vez humano.] Hay una parte en ese acto que me interesa;
una parte donde Lear lleva a sus hijas a un tribunal.
SERGIO.- [Tratando de recordar.] No me acuerdo. Aunque un tribunal no hubiera
podido hacer nada. Porque, mire, Lear entregó a sus dos hijas mayores todo su reino,
creyendo tontamente en su hipocresía, y no a la tercera, en castigo injusto por su
cruda sinceridad.
MILLONARIO.- [Con ira contenida.] Legalmente Lear no podría recuperar su reino,
pero debía haber una ley suprema que le permitiera enmendar su tontería. Eso le
faltó a Shakespeare.
SERGIO.- [Tratando de ser conciliador.] ¿No sé a qué pasaje de la obra se refiere?
ÁLVARO.- [Rápido con el parlamento solicitado.] "Veamos antes su proceso. Traigan
a los testigos..."
SERGIO.- [Interrumpe.] ¡Ese parlamento es de Lear, y por lo tanto mío!
ÁLVARO.- Trataba de darte la entrada, papá, y nada más.
SERGIO.- [Inmediatamente en papel.] "Veamos antes el proceso, traigan a los
testigos. [A Mauricio] Tú, magistrado, ocupa tu sitio. [A Álvaro.] Y tú, colega suyo,
uncido al yugo de la equidad, siéntate a su lado. [A los demás] Vos formáis parte del
tribunal, sentaros también. Comparezca primero la hija mayor, Gonerilda. [El
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Millonario sigue con suma atención los movimientos.] Afirmo bajo juramento, ante
tan honrada asamblea, que la avisada expulsó al rey su padre, a puntapiés".
[Desconcierto porque Álvaro no se sabe el parlamento del Bufón.]
ÁLVARO-BUFÓN.- ¡Ah! Este, perdón, no me sé el papel del bufón... "Adelante, señora,
¿es vuestro nombre Gonerilda?
SERGIO-LEAR.- No puedo negarlo.
ÁLVARO-BUFÓN.- Perdonad, os tomaba por un escabel.
SERGIO-LEAR.- Mirad, aquí llega otra hija, Regania, cuyos ojos huraños denuncian el
temple de su corazón. ¡Detenedla! ¡Armas, armas, espadas, llamas! ¡La corrupción
se ha infiltrado en ésta! ¿Por qué la dejaste huir, pícaro juez? [Silencio; de nuevo
Álvaro olvida el parlamento del Bufón. ]
MARÍA.- [Apunta a Álvaro.] Guarde Dios...
ÁLVARO-BUFÓN.- Guarde Dios, tus cinco sentidos naturales..." [Contrariado
interrumpe.] No me sé el papel del bufón.
SERGIO.- [Cubriendo el papel del Bufón.] ¡Ea!, que disequen a mi hija Regania,
veamos de qué elementos se formaba su corazón. ¿Hay razones en la naturaleza que
pueda volver tan duros esos corazones?
MILLONARIO.- [Muy interesado.] ¡Repita es frase despacio!
SERGIO-BUFÓN.- ¿Hay algo en la naturaleza que pueda volver tan duros esos
corazones? [Silencio.]
MILLONARIO.- ¿Hay algo? [Con mayor fuerza.] ¿Hay algo que pueda volver tan
duros esos corazones? [Nadie contesta; solamente se escucha a Margot que come.]
¡Tú contesta!
MARGOT.- [Con descaro.] No sé.
MILLONARIO.- [Con autoridad.] ¿Abandonarías a tu padre?
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MARGOT.- [Hipócrita.] No, nunca. [Mira complaciente a su padre.]
MILLONARIO.- [A Álvaro.] ¿Y tú? ¿Abandonarías a tu padre?
ÁLVARO.- [Con gran sinceridad.] No lo sé.
MILLONARIO.- Esa no es respuesta. Podrías llegar a abandonarlo, ¿o no?
ÁLVARO.- [Tras un momento de indecisión, para luego salir a la defensiva.] Usted
nos invitó a representar El Rey Lear, no para hablar de nuestra vidas.
MILLONARIO.- [Mira a Álvaro con enojo; luego mira a Sergio.] ¿Qué sigue?
SERGIO-Bufón.- [Dirige el diálogo a Mauricio.] "Señor, os alisto en el número de mis
cien caballos..."
MILLONARIO.- [Interrumpe.] No sigas. ¿Ahí termina el juicio de las hijas del rey
Lear? [Se le ve desilusionado.]
SERGIO.- Sí.
MILLONARIO.- Vamos a ver. ¿Cómo se llama la hija mayor del rey Lear?
MARÍA.- Gonerilda.
MILLONARIO.- Tú, Gonerilda, ¿por qué te aprovechaste de la generosidad de tu
padre?
MARÍA.- Mi nombre es María, no Gonerilda, ya se lo dije, y no le sé.
MILLONARIO.- [Burlesco.] ¿Cómo puedes darle vida a un personaje si no lo
comprendes?
ÁLVARO.- [En defensa ajena.] Como mi madre lo dijo, Shakespeare no lo menciona
en su obra.
MILLONARIO.- Pero si el rey Lear le hubiera preguntado a su hija, ¿Qué le hubiera
respondido? [Silencio; se dirige a Sergio-Lear.] A ver, Lear, pregunta a Gonerilda.
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SERGIO.- [Incómodo pregunta a María-Gonerilda.] ¿Por qué me odias?
MARÍA.- Porque... [Sergio la anima.] porque... no supiste... darme... cariño. [Su voz
mecánica llegó a un silencio.]
MILLONARIO.- [A Sergio-Lear] Pregúntale algo ¡Anda!
SERGIO-LEAR.- ¿Por qué... no me lo dijiste antes?
MARÍA-Gonerilda.- Porque... no podrías comprenderlo.
MILLONARIO.- [A ambos.] ¡Hablen! ¡Hablen!
MARÍA-GONERILDA.- Es que nunca podemos conversar. Tú... en tus asuntos de ser...
rey, y yo...
MILLONARIO.- Para eso estaba tu madre, ella te dio cariño.
ÁLVARO.- [Defensivo.] Shakespeare no menciona a la madre.
MILLONARIO.- Pero la hubo, ¿no es cierto? Ella debió darles cariño.
MARÍA-Gonerilda.- Ella no me lo dio... [Mirando al Millonario.] por eso ya no te
quiero más.
MILLONARIO.- [Desviando la mirada.] ¿Y tú, Regania?
ESMERALDA-REGANIA.- [Fue tomada por sorpresa.] ¿Yo? Yo nunca quise a mi padre,
porque... nunca... me hizo sentir que yo era importante para él. [Habló sin emoción.]
MILLONARIO.- ¿Importante? ¿Por qué crees que te di... [corrige de inmediato] que
Lear te dio la mitad de sus bienes?
ESMERALDA-REGANIA.- [Con desparpajo.] Porque no sabía qué hacer con ellos.
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MILLONARIO.- [Colérico.] ¿Crees que no sabías qué hacer con ellos? ¡Ilusa!
[Corrige.] Lear pudo haber tirado sus bienes a la calle, ahí hay gente que siempre
necesita algo.
ESMERALDA-REGANIA.- Tanto como yo.
MILLONARIO.- [Fatuo.] Tú no requieres dinero, en toda tu vida no te acabarías lo que
se te ha dado.
MARÍA-GONERILDA.- [Atacando abiertamente.] ¡Nada nos diste! ¡Todo era nuestro!
MILLONARIO.- ¡Mentira! ¡Mentira! Hablas como Florencia. [Señaló a Esmeralda y se
dio cuenta que habló de más.]
ESMERALDA-REGANIA.- Yo no soy Florencia; me llamo Esmeralda y represento a
Regania.
MILLONARIO.- [Con gran ira.] ¡Todas las hijas son iguales!
MARÍA.- Florencia debe ser una buena mujer.
MILLONARIO.- ¿Lo crees? ¡La belleza no es todo, se va, se esfuma más rápido que la
felicidad. Ahora ella solamente lucha por preservar su belleza, pero muchos lechos
no son prueba de su belleza, sino de su lujuria!
ESMERALDA.- ¿Usted qué sabe de lujuria?
MILLONARIO.- [Despectivo.] Poco, porque no he profundizado en la sensualidad,
pero tú si has profundizado; se te lee en los labios.
ESMERALDA.- Quizá, pero soy feliz, no tengo que recurrir a parodias teatrales para
poder hablar de mi hija.
MILLONARIO.- ¡Ah, tienes una hija! ¡Te comerá los ojos!
ESMERALDA.- [Con gran cariño.] Quizá, pero aún es una niña, y es mi felicidad.
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MILLONARIO.- [Sincero.] Así era mis dos niñas, bellas y puras como dos maximilianos de oro. ¡Bueno, quizá ustedes no han visto esa moneda de oro tan hermosa!
SERGIO.- ¿Tiene dos hijas?
MILLONARIO.- No, tres. Una fue de otra relación, pero poco la veo.
MARÍA.- Debe ser la mejor.
MILLONARIO.- [Violento.] ¿Por qué?
MARÍA.- Porque su influencia sobre ella será poca.
MILLONARIO.- [Con tristeza.] ¡Ninguna!
MARÍA.- Es la primera cosa razonable que usted ha dicho esta noche.
MILLONARIO.- Ella no es razonable, ella es... terca. Tan obstinad y tan objetiva como
yo.
ESMERALDA.- Por eso debe ser la mejor de sus hijas.
MILLONARIO.- ¿La mejor? ¡Es la peor! La más lejana... la más fría... la más sincera...
y la más feliz.
MARÍA.- [Cae en la cuenta.] ¡No me diga que a ella no le dio herencia!
MILLONARIO.- No...
MARÍA [Y todos.].- ¡qué malo! ¿Por qué? ¡Como el rey Lear!
MILLONARIO.- ... pero yo le di algo valioso. Algo tan grande que no me di cuenta. Le
di la libertad, y con ella la oportunidad de ser... feliz.
MARÍA.- ¡Cuéntenos más de esa hija! ¿Cómo se llama?
MILLONARIO.- Caridad.
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ESMERALDA.- Bonito nombre.
MILLONARIO.- [Seco.] Yo no escogí. Fue su madre.
ÁLVARO.- No lo entiendo.
MILLONARIO.- Es que Caridad... ¡Bueno! nació de una aventura... Su madre era
costurera y...
ESMERALDA.- [Con picardía.] ¡Y en ese momento usted fue feliz!
MILLONARIO.- ¿Feliz? Es posible. La madre preparaba buena comida.
ESMERALDA.- Y la niña buena cama.
MILLONARIO.- ¡No! Era ingenua... Fui su primer hombre. No duramos muchos
tiempo juntos, unas semanas.... y luego...
ESMERALDA.- [Jovial.] ¡Voló! Como todos lo hacen.
MILLONARIO.- [Por primera vez sonríe.] ¡Volé como vuelan todos! [Bebe un gran
trago.]
ESMERALDA.- ¿Porque era hija de una costurera?
MILLONARIO.- No, porque yo... ambicionaba mucho en la vida y ella poco.
MARÍA.- [Vehemente.] Ella había alcanzado todo lo que ambicionaba, usted y una
hija.
MILLONARIO.- Quizá, hace medio siglo de eso, y poco lo recuerdo.
ESMERALDA.- ¿Qué fue ella?
MILLONARIO.- Llegó a casarse. Murió hace años. Gorda y vieja, me dijeron. Por
cierto que pagué su entierro. ¡Claro que anónimamente!
ESMERALDA.- ¿Y su hija? ¿Caridad?
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MILLONARIO.- Cargada de hijos y de deudas. El marido bebe.
MARÍA.- ¿No le da ayuda?
MILLONARIO.- No, porque se casó en contra de mi voluntad... con un bohemio, por
no decir otra cosa; uno que se cree poeta y compone canciones.
MARGOT.- [Quien había estado distraída.] ¿Canciones?
MILLONARIO.- Réquiem, más bien, de una época romántica. Guitarras inútiles y
falsas palabrerías.
MARÍA.- ¿Cuántos nietos tiene?
MILLONARIO.- Tres de mis hijas... y siete de Caridad.
MARÍA.- Diez nietos. ¡Qué felicidad! Yo aún no he tenido nietos. Cada nieto es una
puerta a la alegría.
MILLONARIO.- O a la tristeza.
SERGIO.- ¿Ve a menudo a sus nietos?
MILLONARIO.- Sí, a los de mis hijas, a los otros, nunca.
MARÍA.- ¿No los conoce?
MILLONARIO.- ¿Para qué? No valen la pena.
MARÍA.- ¿Y si valieran?
MILLONARIO.- Lo único que pueden heredar de su padre es el gusto por la poesía.
ÁLVARO.- [Espontáneo] ¡Yo soy poeta! [Cohibido.] Bueno, escribo poesía y teatro.
MILLONARIO.- La poesía sólo sirve para ablandar la voluntad y el teatro para nublar
el entendimiento.
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ÁLVARO.- [Polémico.] ¡No, el teatro...!
SERGIO.- ¡No interrumpas al señor! [Al Millonario.] ¿Decía?
MILLONARIO.- Ya me perdí.
SERGIO.- Son hermosos sus nietos.
MILLONARIO.- Tan bellos como mis hijas.
MARÍA.- Son tan felices como usted.
MILLONARIO.- [Mira detenidamente a María.] No, son más. ¡Deben ser más!
MARÍA.- [Sarcástica.] Con su dinero lo serán.
MILLONARIO.- [Mecánicamente.] Con mi dinero no lo serán.
ESMERALDA.- [Descubriendo la verdad.] Apuesto a que heredó en vida a sus dos
hijas. Como el rey Lear, ¿cierto?
MILLONARIO.- [Responde con lentitud.] Sí. Todo les di. y como Lear me equivoqué.
Yo mismo precipité mis males. Como dice el rey Lear: "El diente ponzoñoso de la
sierpe... [Interrumpe y Sergio sigue la cita.] es menos desgarrador, menos cruel que
el dolor de tener un hijo ingrato". [Dolido.] Yo mismo le di el veneno a la sierpe!
ESMERALDA.- Y la sierpe lo mordió.
MILLONARIO.- [Mira es Esmeralda con odio.] Te da gusto. En el fondo no te importo,
¿verdad?.
ESMERALDA.- [Fría.] Le pregunté porque espero recibir algo del dinero que el dio a
Sergio.
MILLONARIO.- [Iracundo.] ¿Piensas tú igual?
MARÍA.- No.
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MILLONARIO.- ¿Me comprendes?
MARÍA.- Comprendo al rey Lear.
MILLONARIO.- ¿Cuál de los dos Leares? El que reparte el reino o el que muere en paz
consigo mismo.
MARÍA.- El Lear solitario.
MILLONARIO.- ¿Me crees solitario?
MARÍA.- Usted sabe mejor que yo la respuesta.
MILLONARIO.- Es que... [se le quiebra la voz] no sé qué hacer. ¡No lo sé!
MARÍA.- ¿En qué puedo ayudarlo?
MILLONARIO.- ¡Váyanse! Nada pueden hacer. [Lloriquea.] ¡Ni yo! Más vale olvidar.
¡Váyanse! Mañana recibirán un cheque mío.
MARÍA.- Yo no me voy. Usted necesita hablar con alguien. Yo soy Gonerilda.
Cuando mi padre, el rey Lear, me dio poder, perdí el equilibrio en mi vida, porque
nunca obtuve una respuesta en la búsqueda del sentido de mi existencia, y llegué a
olvidar mis deberes de esposa y madre, y busqué el amor de otro hombre, el mismo
que mi hermana amaba, y acabé matándola y matándome.
MILLONARIO.- [Desesperado.] ¿Por qué?
MARÍA.- El poder corrompe. En El Rey Lear se dice: "Generalmente la prosperidad
nos ciega y engaña, inspirándonos falsas seguridades, y en cambio nuestras
privaciones vienen a ser nuestras ventajas".
MILLONARIO.- A mí no me corrompió el poder.
MARÍA.- Pero le endureció el corazón.
MILLONARIO.- ¡Yo no quiero que mis hijas acaban como las de Lear!
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ESMERALDA.- ¿Qué fue de Florencia?
MILLONARIO.- [Con gran amor.] Florencia, mi preferida. Todo fue un mundo de
vanidades. Ahora comprendo, pero entonces parecían tan felices. Jóvenes y llenas de
ilusiones, pero todo lo tiraron por la borda. Florencia está hecha una vieja. Ahora se
dedica a buscar ilusiones podridas y brazos que le hagan sentir que todavía es bella.
Cuando joven, era pura y sencilla. ¡Yo la amaba! Recuerdo que después del trabajo
platicábamos. ¡Yo intenté ser un buen padre, pero en algún momento, no sé cuándo,
cometí el error!
MARÍA.- ¿Y su otra hija?
MILLONARIO.- Estela... Ella es buena, pero todos abusan de su bondad. La mimamos
tanto de niña que no le enseñamos a tener dignidad. Su hijo mayor --mi nieto
primogénito-- murió hace unos meses de veintiocho años. ¿Saben de qué murió?
Sobredosis de drogas. ¿Cómo voy a sentirme satisfecho de mi vida! ¡No puedo! ¡Y
ya no hay remedio! ¡Oh Dios, castígame, pero salva a mis hijas! ¡Todo lo daría por
bien perdido, si tuvieran al menos una oportunidad de ver la luz! [Se hace un
silencio.]
MAURICIO.- ¿Por qué heredó en vida?
MILLONARIO.- ¿Por qué lo hizo Lear? No le sé. Quise aparentar ser generoso, pero en
el fondo mis negocios me cansaban. Antes fueron mi vida, pero algo pasó cuando la
muerte de mi mujer. Quizá fue entonces que me di cuenta de que también yo voy a
morir. Comencé a gastar dinero en ayuda de los demás. Visité un asilo de ancianos,
y al mes, ya lo sostenía; después una escuela, y un hospital, y una beca para un
poeta. Fue entonces cuando mis hijas mayores hablaron conmigo. Ellas y sus
maridos querían administrar los negocios, y así yo podría dedicarme a mis obras de
caridad. Me pareció un buen cambio.
MARGOT.- [Superficial.] No era mala idea.
MILLONARIO.- La idea no era mala, no; lo mala era la intención. Heredé legalmente, y
por unos meses fui feliz. Después comenzaron a disminuir los fondos para mis
caridades. Que los negocios andaban mal, que había que invertir más, y así, igual
que al rey Lear. Hasta que solamente me dan para vivir.
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SERGIO.- ¿Y el cheque que nos dio?
MILLONARIO.- No se preocupen, mis hijas pagarán, no creo que me manden a la
cárcel. [Pausa breve.] Hace unos días vi la puesta en escena de El Rey Lear con su
compañía, y fue como un golpe seco. Volví todos los días, tarde y noche, pero no he
alcanzado a entender mi error aunque sé que es el mismo del rey Lear. [Sincero.]
¡Ayúdenme a encontrar la verdad!
MARÍA.- ¿Y los hijos de Caridad?
MILLONARIO.- [Aparentemente frío.] Me dicen que son buenos. Los menores tienen
carrera, trabajan... no tengo información.
MARÍA.- [Cálido.] Busque a su hija Caridad; en ella está su salvación.
MILLONARIO.- ¿Caridad? No, no puedo. ¿Cómo voy a buscarla después de tantos
años, ahora que soy pobre?
MARÍA.- Ella sabrá perdonarlo. A de, vaya, con ella encontrará calor de familia y
tranquilidad de alma.
MILLONARIO.- [Con gran esperanza.] ¿Crees que me perdonará?
MARÍA.- Estoy segura.
MILLONARIO.- [Cariñoso.] Caridad tiene los ojos azules, como Shakespeare dice que
los tenía Cordelia, la hija pequeña de Lear, la buena. ¡Cómo me gustan sus
parlamentos!
MARÍA.- Anda, Margot, dile algunos.
MARGOT-CORDELIA.- [Es la única que no se ha emocionado.] "¡Mi querido padre!
Por ti mi duelo ha entristecido a Francia, y mis inagotables lágrimas han excitado su
piedad. No arma nuestras manos la loca ambición, sino el amor [el Millonario se
enternece], el tierno amor a un padre anciano y querido. Vamos a combatir en
defensa de tus derechos. ¡Cuánto me tarda el verte y el oír tu voz!"
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MILLONARIO.- [Con lágrimas.] ¡Hija mía, me perdonas! Nunca podré darte lo que
merecías. ¡Perdóname todos estos años de abandono! ¡Te pude haber dado tanto!
MARGOT-CORDELIA.- "¡Padre querido! Derrame la salud un bálsamo desde mis
labios, y repare este beso el trastorno y el desorden con que mis hermanas afligieron
tu sagrada cabeza". [Besa a Millonario.]
MILLONARIO.- Caridad, ¿de verdad me perdonas?
MARGOT-CORDELIA.- "Aún cuando no fueseis su padre, ¿cómo no excitaron su
piedad vuestros blancos cabellos?".
MILLONARIO.- ¡Caridad, niña, ven a mis brazos!
El Millonario intenta abrazar a su hija. En ese instante, un hombre de
entre el público se incorpora e intenta subir ruidosamente al
escenario. Es un Amigo del verdadero Millonario. Todos los actores se
sorprenden. Hasta este momento la obra deberá haber mostrado
superficialidad y melodramatismo en las actuaciones, mala dirección,
y poco gusto en la puesta en escena. semejando a otras obras que
quizá se estén representando esa misma noche en la ciudad. El actor
que ha personifica al Millonario ha sido obviamente el mejor. Desde
este momento hasta el final de la obra, existe un cambio total; hemos
abandonado el teatro caduco y, por unos minutos, incursionamos en el
teatro vitalista. La calidad de los medios dramáticos será excelente
par hacer notorio el contraste entre la falsedad relativa de la primera
parte y la gran veracidad que continúa. A pesar del realismo
alcanzado a partir de este instante, parece que por momentos algo
mágico flota en el teatro, algo que solamente se percibe cuando los
actores, el autor y el público vibran al unísono.
AMIGO DEL MILLONARIO.- ¡Mentira! ¡Todo es falso! ¡Todo es una farsa de mal gusto!
[Ya arriba del escenario, se dirige al público con voz impersonal como en un
noticiario.] Señores y señoras, me es muy penoso interrumpir esta obra para dar una
información que considero muy importante para todos. ¡Esta obra es un parodia! Es
una vergüenza que ustedes se presten a presenciar una obra que no solamente carece
de méritos literarios, sino que ridiculiza a una persona que merece todo nuestro
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respeto. Sí, es verdad que está inspirada en un hecho real, pero ha sido falseado y
melodramáticamente presentado...
SERGIO.- [Al máximo de la ira.] ¿Quién es usted?
AMIGO DEL MILLONARIO.- Soy un amigo del verdadero "Millonario". [A los actores.]
El que ustedes conocieron aquella noche no fue el millonario, como ustedes lo
llaman, sino una persona de su confianza. La verdadera persona observaba todo
detrás de un espejo. [Al público.] Con todo derecho, vengo a pedir que esta obra no
vuelva a ser representada. Sergio N., quien se dice autor de esta obra, ha sido por
años un mediocre actor de vodevil, que son la vergüenza de nuestro teatro. Y ahora
no solamente montó El Rey Lear con pésimo gusto, sino que se ha atrevido a sacar a
la luz un momento que debe ser conservado, por sigilo profesional, en la intimidad.
SERGIO.- ¡Usted está saboteando mi obra, y eso lo va a pagar caro! [A Álvaro.]
Llama a la policía. [Álvaro hace mutis; mientras Sergio se dirige al público.]
Señoras y señores, mi querido público, quiero que todos ustedes sean testigos de que
mi obra es bien intencionada, y que no tengo por qué soportar que se me difame. [Al
Amigo.] ¡Haga el favor de abandonar este teatro!
AMIGO DEL MILLONARIO.- [Al público.] No pienso irme hasta que no diga todos lo
que sé de este hombre. Por años ha timado al teatro mexicano, y ya abusado del
buen sentido del humor de ustedes. Tan poco le importa el rey Lear y hacer justicia a
un padre, que dejó morir en la pobreza a su verdadero padre en un asilo. [Sergio
intenta interrumpir, sin éxito.] ¡No lo niegue, que tengo manera de demostrarlo! [De
nuevo al público.] El certamen que ganó fue un premio de segunda clase. [Se
pueden citar algunos hechos reales de la vida privada del actor, para aumentar la
credibilidad.] Ha sido arrestado dos veces por ebriedad y hay una demanda en su
contra por incumplimiento de contrato. Tiene una amante con la que ha procreado
una hija. [María se sorprende.]
SERGIO.- [A gritos.] ¡No tengo ninguna necesidad de oír esas calumnias. [A toda la
compañía de actores.] ¡Ayúdenme a sacarlo! [Nadie lo ayuda.] ¡El público mexicana
me quiere, sea como sea!
AMIGO DEL MILLONARIO.- El público lo soporta, como lo hacen su mujer y sus hijos.
MARÍA.- [Fría.] No hable por mí. Yo no voy a negar lo que usted dice...
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SERGIO.- ¡María!
MARÍA.- ... pero aquí estoy yo para velar por mis derechos.
MARGOT.- [Hipócrita abraza a Sergio.] Todo es mentira, yo quiero a mi padre.
ACTOR DE MILLONARIO.- [Se verdadera personalidad es apocada y tímida. En persona
see ve como disminuido.] Yo no entiendo qué está pasando aquí, pero quiero
agregar un cargo. He trabajado en comedia y en televisión, pero nada ha valido la
pena. Sergio me ofreció el papel de "El Millonario" para esta representación, y
acepté por la única razón de que no me habían ofrecido un papel en dos años. Esta
obra apesta a mediocridad, como apestamos y todos en esta compañía.
SERGIO.- ¡Cállate! ¡Te prevengo! [La amenaza no impide el siguiente diálogo.]
ACTOR DE MILLONARIO.- Esta obra reventó, y yo no la voy a salvar. Sergio, ¿No te
acuerdas de tu primer éxito, tu único verdadero éxito? Segismundo, en La vida es
sueño, de Calderón de la Barca, cuando fuiste mencionado por la crítica como el
actor más promisorio del año. ¡Era mi papel! Y a pesar de haber pasado casi treinta
años, yo no te lo perdono. [Al público.] Yo había sido elegido para representarlo, y
Sergio lo quería; me calumnió para obtener el papel. Y ahora me ha invitado a
representar una obra inspirada en El Rey Lear, en la que un hijo calumnia a otro por
ansia de poder.
El actor que personificaba al Millonario se ha transformado. Es un
hombre profundo y pleno de sinceridad.
El teatro no es ejemplar. El teatro solamente nos permite adentrarnos por un instante
en el misterio de la libertad humana, y comprender un poco más la condición
temporal de la humanidad. [Se dirige al Amigo del millonario.] Me hubiera gustado
creen en usted como en un verdadero amigo del millonario, hubiera sido un gesto de
amor humano, que me obligaría a creer de nuevo en la esperanza. ¡Pero yo te
reconocí! Eres un actor pagado, lo sé porque hemos compartido escenario.
El actor que personifica al Amigo del Millonario intenta huir. Lo sujetan
Mauricio y Sergio.
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SERGIO.- [Al público mientras sujeta al actor farsante.] Señoras y señores, ha
quedado demostrado que todo fue un sabotaje para destruir mi obra, pero hoy esta
obra tendrá que continuar hasta el final, y seguirá en escena. [Al actor Amigo del
Millonario.] ¡Esto lo pagarás muy caro!
ACTOR AMIGO DEL MILLONARIO.- Creí que era una broma. Él me pagó para que
saboteara la representación.
SERGIO.- ¿Quién te pagó?
ACTOR AMIGO DEL MILLONARIO.- Una persona me contrató en nombre del que ustedes
llaman El Millonario. Me entregaron un curriculum suyo y un boleto para esta
representación.
SERGIO.- [Reaccionando con agilidad.] ¡Entonces el verdadero Millonario está aquí
en la sala! ¡Tiene que haber venido a disfrutar su triunfo! [Al público.] ¡A ver si
tiene el valor de hablar por sí mismo! [Con voz atronadora.] ¡Tú, millonario de
pacotilla! ¡Tú, Lear de vecindad! [Baja a la escalinata que comunica con el
lunetario.] ¡Sé que estas aquí y que me escuchas! [Se dirige a algunos hombres
maduros entre el público.] ¡Cobarde! ¡Gallina! Querido público, aquí está el
culpable y nos está oyendo, y no tiene la valentía para dar la cara. ¡Cobarde, por eso
tus hijas te odian! ¡Por cobarde! ¡Que se pudran Florencia y la otra, por mediocres!
¡Mediocridad es lo que heredaron de su padre! ¡Tú morirás pronto, pero mi obra
seguirá señalando tu estupidez! ¡Tú hija Caridad reventará de asco!
De entre el público sale un hombre de setenta años, muy corpulento,
con caminar seguro y voz potente plena de autoridad. Su presencia
tiene un aura mágica a pesar de es una persona.
MILLONARIO VERDADERO.- ¡No calumnies a Caridad! ¡A ella, no!
SERGIO.- [Como víbora se acerca a donde está el Millonario real. El lugar es visible
para todo el público.] ¡Ah, eres tú, el millonario de opereta! ¡Sabía que lograría
descubrirte! [Sergio regresa a la escalinata del proscenio.] ¡Señoras y señores, ahí
tienen al rey Lear sin Shakespeare! ¡Al millonario idiota!
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El verdadero Millonario se acerca con grandes pasos a Sergio, lleva
una pistola en la mano. Dispara dos tiros casi a quemarropa. Sergio
cae hacia atrás, sobre la escalinata. Toda la compañía corre en su
auxilio, menos Margot que se refugia en los brazos de Mauricio. De
entre bambalinas sale Álvaro.
ACTOR AMIGO DEL MILLONARIO.- [Al público.] ¡No se asusten! ¡Es una pistola de esas
que se usan en teatro! ¡Querían que yo lo hiciera, pero no me atreví a tanto!
SERGIO.- [Se incorpora pesadamente e intenta subir al escenario con la ayuda de
Álvaro.] ¡La policía! ¿La llamaste? Ese hombre está loco.
ÁLVARO.- ¡No la llamé!
SERGIO.- [Estupefacto.] ¡Ayúdame!
ÁLVARO.- Nada puedo hacer por ti.
SERGIO.- ¡Entonces, vete! ¡No quiero volver a ver a un hijo desagradecido! ¡Lárgate!
Álvaro mira a su padre una vez más e inicia mutis con resolución.
MARÍA.- Si se va Álvaro, yo también me voy.
SERGIO.- ¡Lárgate tú también! ¡Me tienen harto!
Álvaro sale, seguido de María y del actor que personificó al Millonario en la primera parte.
MILLONARIO VERDADERO.- [Con gran seguridad.] ¡Todos te abandonan, como al rey
Lear! ¿No quieres escribir una obra autobiográfica?
SERGIO.- [Con pavor.] ¡Lárguese!
MILLONARIO VERDADERO.- [Subiendo al escenario.] Me iré hasta cuando me excuse
con el público. Señores y señoras, existe el derecho de autor, pero no el derecho que
proteja a quien le sirvió de inspiración. No hay ley que impida que este hombre
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escriba sobre mi intimidad, como tampoco que impida al rey Lear venir a defender
sus derechos.
SERGIO.- [Reaccionando.] ¿Derechos? ¿Y qué hay de los derechos que se han
pisoteado aquí hoy? [Al público] ¡Los derechos del público! ¡Mis derechos! ¡Los
derechos de aquéllos que fueron pisoteados por él para hacer millonario!
MILLONARIO VERDADERO.- [Burlesco.] ¡Usted está acabado como actor y como
hombre! ¡Yo respondo que así sea!
SERGIO.- ¡Pero mis hijos me quieren!
MILLONARIO VERDADERO.- ¿De verdad?
SERGIO.- ¡Y son de valía!
MILLONARIO VERDADERO.- Yo no he visto eso, y el público lo sabe. ¿O no es cierto,
señores?
SERGIO.- Si hubiéramos terminado la obra, verían que es noche él [lo señala] decidió
humillarse ante Caridad, como Lear ante Cordelia, ¡pero Caridad no es Cordelia!
¡Su hija no lo aceptó y fracasó! ¿Verdad?
MILLONARIO VERDADERO.- ¡No es cierto!
SERGIO.- Yo los sé. Caridad lo odia.
MILLONARIO VERDADERO.- ¡Cállese! ¡No sabe de qué habla!
SERGIO.- ¡Caridad odia a su padre! ¡Lo odia!
MILLONARIO VERDADERO.- [Con menor seguridad.] ¡No es así!
SERGIO.- [Al público.] ¡Caridad no lo aceptó! ¡Ustedes también saben que no pudo
aceptarlo!
MILLONARIO VERDADERO.- [Intenta mentir.] Yo no soy el millonario, son un actor
pagado que...
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SERGIO.- ¡Eso es mentira! Ahora sí sé que usted es el millonario. ¡Usted fracasó y
nunca tendrá reposo!
MILLONARIO VERDADERO.- [Sincero.] No lo merezco.
SERGIO.- [Triunfante.] ¡Caridad lo repudió! ¡Yo lo sabía!
MILLONARIO VERDADERO.- [Al público.] No me he atrevido a tocar a su puerta.
SERGIO.- [Al público.] Era su última tabla de salvación, pero la hija nunca lo hubiera
aceptado. ¡Ja, ja, porque está loco! [Niega el Millonario.] ¡Lear recuperó la razón
con el cariño de Cordelia, pero usted ya no tiene salvación!
MILLONARIO VERDADERO.- [Débil.] ¡No quiero oír más!
SERGIO.- [Ganando en el campo de batalla.] ¡Caridad odia a su padre!
MILLONARIO VERDADERO.- ¡Ya es demasiado!
SERGIO.- ¡Y con gusto lo mataría!
MILLONARIO VERDADERO.- ¡No soporto más!
SERGIO.- ¡Sus nietos le tiene lástima!
MILLONARIO VERDADERO.- ¡Yo no quiero dar lástimas a nadie!
SERGIO.- ¡A todos [señala al público] nos da compasión! ¡Ahora somos su público!
MILLONARIO VERDADERO.- [Al público.] ¿Verdad que no? ¿Verdad que no inspiro
lástima como Lear? Caridad aún puede quererme.
SERGIO.- Ya no hay amor para usted. Caridad no tiene el corazón de Cordelia,
porque su hija heredó su impasible corazón.
MILLONARIO VERDADERO.- [Casi llora.] ¡No puedo seguir con mi vida! ¡Por meses he
soñado con acercarme a Caridad, pero... no sé qué decir! ¡No sé! ¡De verdad no sé!
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SERGIO.- [Al público.] ¡Está loco! ¡Tan loco como Lear! Ustedes lo están
comprobando.
MILLONARIO VERDADERO.- [Sin certeza.] ¡No lo estoy! ¡A veces no pienso con la
claridad de antes... pero no estoy loco! ¡Tengo miedo de perder la razón como el rey
Lear! ¡Necesito tanto un poco de paz!... [Baja al lunetario.] ¡"Mísero el hombre que
se arrepiente tarde"! Está bien, usted tiene la razón, la tuvo su pieza... ¡Hablaré con
Caridad! ¡Solamente ella tiene el secreto de la felicidad! ¿Por qué Lear llegó a tener
paz y yo no? [Sale por entre el público repitiendo su murmullo.] ¡Caridad...
Cordelia... Caridad... Cordelia... Caridad... Cordelia... !
SERGIO.- Se va tan fácilmente como apareció. Y yo. ¿qué? Trabaja uno toda la vida,
y poco consigue. Y él, que todo lo tuvo, ¡mírenlo ahora dado lástimas!
Mientras Sergio sigue con su parlamento, Mauricio invita a señas a
Esmeralda para que juntos se vayan; ella le dice que no, por apoyo a
Sergio; entonces Margot, que ha seguido cada uno de sus movimientos, toma la mano de Mauricio y juntos, sigilosamente, hacen
mutis.
Ustedes no saben lo que es ser actor. Trabajar en teatro no es un juego. Para ustedes
es muy fácil, vienen y gustan de una obra como si fuese un platillo, y no les apetece
porque no tiene hambre en el espíritu. El teatro no es un pasatiempo, es una
búsqueda conjunta del autor, el director, los actores y el público de una verdad
interior. [Sarcástico.] Hoy la obra no resultó, y se van dormir tan tranquilos.
[Por primera vez habla con sinceridad.] ¡Yo nací para personificar a Lear, a
Segismundo, a Fausto, y miren lo que he hecho, comedias ligeras y farsas vacías,
para un público que se ha reído del mismo chiste por generaciones! ¿Es eso el
teatro? ¿Y saben por qué no lo he abandonado el teatro? Porque por un momento el
calor de los aplausos me hace sentir apreciado, valioso. ¡Por el aplauso solamente!
¡Por el mezquino, magro y ridículo aplauso! ¡Lo amo! [Aplausos sembrados entre el
público.] ¡Por estos aplausos, poco generosos a veces, los actores damos la vida!
[Más aplausos.] ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Los actores vivimos del aplauso! [Hipócrita.]
¡Por eso el público de esta ciudad [la nombra] es uno de mis favoritos, por sus
aplausos generosos y espontáneos!
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Si algunos del público intentara abandonar la sala, Sergio los detiene
diciendo que esperan un minuto más. Margot ha regresado; se le ve
llorosa.
MARGOT.- [Habla con timidez frente al público.] Papá, vámonos.
SERGIO.- [Con reproche.] Creí que te habías ido con Mauricio.
MARGOT.- ¿Con él? ¡No! [Hipócrita.] Pensé en ti y regresé. Quiero estar contigo. Mi
madre y Álvaro se fueron, ya no nos acompañarán más.
SERGIO.- ¿Y Mauricio?
MARGOT.- [Sin poder ocultar el resentimiento.] Me he dado cuenta de que no vale la
pena, él es para otro tipo de mujer.
SERGIO.- [Cariñosos.] No esté triste. Estamos tú y yo... Y el público. Eso nos basta.
[Al público.] Yo no soy como el rey Lear, ni como ese millonario, que se
equivocaron en la elección. Yo escojo a mi hija buena y juntos triunfaremos.
[Abraza a la hija.] Señoras y señores, en mis cuarenta años de actor [o los que sean],
nunca he dejado comenzada una obra. Pero hoy no habrá telón final, ni aplauso,
porque la vida tiene que seguir. Así lo quiero, que se salga en silencio, sin aplausos.
Si alguna persona siente que lo que pasó aquí esta noche no valió la pena, que pase a
la taquilla por el importe de su entrada. ¡Buenas noches!
Mutis de Sergio, seguido por Margot. Algún aplauso sembrado. Margot
obliga a regresar a Sergio. El público ve su brazo y parte de su cuerpo, el
resto queda fuera del escenario. Antes de que el público reaccione, la escena
es hechizada por un cambio de luz y por introducción de una pista sonora
inusitada. Por el lugar menos esperado, aparece Sergio de nuevo, a pesar de
que Margot aún detiene la manga. [Otro de los actores ha doblado a Sergio].
Por el modo de caminar y de mirar, el público se percata que a pesar de que
el actor que personifica a Sergio está frente a ellos, es ahora otra persona.
Como si alguien se hubiera puesta una máscara con el rostro de Sergio.
Hemos abandonado el teatro realista y, por unos instantes, incursionamos en
el teatro fantástico. El físico es de Sergio, pero los movimientos recuerdan al
que antes fuera el joven Álvaro. Su voz es emotiva y melancólica. Es Álvaro
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de cincuenta años y actor que ha representado hasta este momento a su
padre, Sergio. Margot y la manga han desaparecido.
ÁLVARO.- [Con gran pathos.] Hace muchos años que sucedió que lo han visto. Le
pasó a mi padre. Yo soy Álvaro, y tengo la edad que mi padre tenía entonces.
Muchas veces ha pensado en él y en los que vivimos esa noche infausta que ustedes
han presenciado. Casi todos han muerto; mi padre murió en la oscuridad aún
pretendiendo ser actor. Se equivocó como el rey Lear y como el Millonario, escogió
a la hija equivocada, y ella se convirtió en una mezcla de Gonerilda y de Regania,
y... ¡para qué seguir, si "el tiempo es el supremo árbitro"!
¡El teatro debe perdurar por una razón: porque la humanidad aún no ha aprendido a
no equivocarse! Pasan miles de años y los hombres volvemos a cometer los mismos
errores, una y otra vez; porque la esencia del hombre está en decidir y decidir es
arriesgar a errar. ¡Por eso el teatro es un homenaje a la libertad y un canto a la
humana tontería!
Aquella noche fue la última vez que vi a mi padre y nunca la he olvidado. Ahora la
he dramatizado porque tengo que meditar una decisión. Ustedes se han equivocado
y han sufrido su error. ¿Quién puede levantarse y decir que no se ha equivocado por
lo menos una vez? Nadie. Pero hay decisiones que marcan un rumbo en la existencia
y, en ésas, no puede haber error. ¡Ahora no me puedo equivocar, como se
equivocaron el rey Lear y el Millonario y mi padre y tantas y tantos!
¡Todos vivimos el drama de la libertad y la tragedia de nuestra fragilidad! Por eso
podemos decir, con el ánimo pleno de esperanza que en los más íntimo de nuestro
ser, TODOS SOMOS EL REY LEAR. [Pausa.] ¡Buenas noches!
El actor sale rápidamente por entre los telones. El escenario ha
quedado vacío, parecería que es un ente que ha muerto. Las luces de
la sala se encienden y las del escenario se apagan. Quizá un voz
electrónica pudiera interrumpir el momento y decir mecánicamente:
"La salida se hará por las puertas laterales, etcétera", con la finalidad
de destruir cualquier sensación de irrealidad que aún flotara en la
sala. Los actores no salen a agradecer los aplausos, si los hay. Fin de
la pieza.
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Monterrey, Nuevo León - New York
Enero de 1979
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