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Revista La Nación Siglo XX 249 12/12/1999
El siglo del magnicidio
OBJETIVO: ELIMINAR AL DE ARRIBA
Esta es una cronología diferente: la de los grandes crímenes políticos. Leerla es un
desafío a la memoria y también la impresionante comprobación de que violencia y
poder se cruzaron más que frecuentemente en esta centuria
Esta centuria que se extingue, tan pródiga en portentos y desdichas, podrá ser
identificada en el mañana con varios y antagónicos rótulos, pues parece admitirlos
todos. Desde el siglo de la explosión del conocimiento hasta el siglo fundacional de la
aldea global y el siglo de la aventura del espacio, pasando por el siglo del triunfo
planetario del ideario democrático, el siglo de los totalitarismos, el siglo del genocidio y
tantas otras caracterizaciones igualmente pertinentes.
También podría ser recordado como el siglo del magnicidio porque, como nunca antes,
su centenar de años produjo una incesante vendimia amarga de asesinatos de
emperadores, reyes, presidentes, dictadores, primeros ministros, estadistas... Ya no se
trataba, como en el pasado, de vidas arrebatadas por el enemigo triunfante, sino, en su
gran mayoría, de ofrendas cobradas por ideologizaciones y creencias exasperadas,
llevadas al fanatismo criminal.
La muerte sigue al poder como la hiena al león herido, y todo sirve para la eliminación
del poderoso: dinamita, plomo, acero, soga; la conjura tramada como ciencia o la
desesperación o la locura del solitario; sirven la traición o la imposibilidad de una
lealtad llevada más allá de la razón. Siempre ha sido así, desde luego; la lectura de la
Biblia y textos igualmente milenarios alecciona suficientemente al respecto. Lo que tal
vez impregne el alma de desaliento (y es admisible también la ira) es la evidencia de
que los años se acumulan sobre los años y las centurias sobre las centurias, pero el
poder no consigue desprenderse de las sombras, ni de la sombra que lo persigue con la
paciencia pavorosa de la hiena.
Si el siglo se inicia en el 1900, como postula una de las tesis, la nómina de víctimas
sería encabezada por Umberto I de Italia, asesinado por un anarquista el 29 de julio de
ese año. (Un puñado de semanas antes, como fatal preanuncio de lo que sobrevendría, el
10 de noviembre de 1899, murió en Suiza, apuñalada por un anarquista italiano, la bella
emperatriz austrohúngara Elisabeth, Sissi.) En 1901, otro anarquista mató al presidente
de los Estados Unidos William McKinley. En 1903, amotinados partidarios del clan de
los Karageorgevich asesinaron al rey de Serbia Alexander I, del clan rival de los
Obrenovich, y a su esposa, Draga Mashin. Sus cadáveres fueron salvajemente vejados.
Una suerte similar, aunque con algo de respeto por los despojos mortales, sufrieron en
1908 el rey Carlos I de Portugal y su hijo, el príncipe Luis Felipe, a manos de
enardecidos opositores que deseaban apurar la decadencia y caída de la casa de los
Braganza, reinante desde 1640.
Previamente, el 15 de agosto de 1907 había sido mortalmente herido el primer ministro
de Persia (hoy Irán), el reaccionario Atabegi Azam. El 26 de octubre de 1909 es
asesinado por un nacionalista coreano el primer ministro de Japón, príncipe Ito
Hirobumi. El 20 de febrero de 1910 es muerto el primer ministro de Egipto Butros
Ghali, cristiano copto, antepasado del homónimo ex secretario general de la ONU. El 14
de septiembre de 1911, un socialista revolucionario mata en el Teatro de la Opera de
Kiev, y a un puñado de metros del zar Nicolás II, al primer ministro de Rusia, Piotr
Stolypin (el 28 de julio de 1904, los socialistas revolucionarios habían ultimado al
temible ministro del Interior, Viacheslav Plehve). Y el 12 de noviembre de 1912 es
asesinado el presidente del gobierno de España, José Canalejas.
En 1913, el 23 de febrero, fueron derrocados y fusilados el presidente y el
vicepresidente de México, Francisco Madero y José Pino Suárez, respectivamente. El 18
de marzo de ese mismo año perdió la vida el rey Jorge de Grecia, ultimado por un
desequilibrado mientras hacía su diaria caminata, y el 11 de junio los Jóvenes Turcos
eliminan al gran visir Mahmud Shejvet Basha. El 28 de junio de 1914 un grupo
nacionalista serbio asesinó en Sarajevo al archiduque Francisco Fernando, heredero de
la corona austrohúngara, y a su esposa, Sofía Chotek, magnicidio que dos meses
después desencadenó la Primera Guerra Mundial.
El 30 de diciembre de 1916, nobles y aristócratas reaccionarios mataron en San
Petersburgo al santón Gregori Rasputín, que había profetizado que si era muerto por un
miembro de la familia real, como así ocurrió, el zar Nicolás II y toda su familia
perecerían. La terrible profecía se cumplió inexorablemente: el 12 de julio de 1918, los
bolcheviques, que habían tomado el poder en octubre de 1917, asesinaron al autócrata; a
la zarina Alexandra; a sus hijas, las princesas Olga, Tatiana, María y Anastasia, y al
heredero del trono, el zarevich Alexis. El 14 de diciembre, en el convulsionado
Portugal, que buscaba encauzarse hacia el sistema republicano tras el derrumbe de los
Braganza, es asesinado el presidente Sidonio Paes, cuyas últimas palabras fueron
desconcertantes: "Muero bien".
El 19 de febrero de 1919 matan al rey Habibhullah Khan, de Afganistán, y dos días
después un estudiante nacionalista mata a Kurt Eisner, fugaz primer ministro y
presidente de la efímera República Soviética de Baviera.
En 1920, el 20 de mayo es el turno del presidente de México Venustiano Carranza,
ultimado por un católico llevado a la desesperación y el umbral de la demencia por la
violenta persecución religiosa que la revolución consumaba en esos días. El 8 de marzo
de 1921, un grupo anarquista asesina al presidente del gobierno de España Eduardo
Dato Iradier; el 29 de agosto, sombras ominosas en el horizonte de la República de
Weimar se elevan desde el cadáver del máximo líder del partido del centro católico
alemán, Matthias Erzberger, y el 4 de noviembre cae mortalmente herido el primer
ministro de Japón Takashi Hara, primer plebeyo que presidió un gobierno nipón.
El 16 de diciembre de 1922 un anarquista mata al presidente de Polonia, Gabriel
Narutowicz. Se cabalga fácilmente el tigre de la violencia: Michael Collins, el
legendario jefe del IRA, primer ministro de la naciente República Libre de Irlanda, fue
muerto en una emboscada el 22 de agosto de 1922 por un grupo armado disidente, y el
13 de noviembre Demetrios Gounaris, primer ministro de Grecia, y otros cuatro
ministros y jefes militares son acusados de alta traición y ejecutados.
El 14 de junio de 1923 se aplica la ley de fuga al destituido primer ministro de Bulgaria,
Alexander Stambolinsky. El 10 de marzo de 1924, el presidente de Honduras Rafael
López Gutiérrez pierde la vida al intentar rechazar una invasión opositora, apoyada por
un desembarco de marines de los Estados Unidos, y el 20 de noviembre es asesinado sir
Lee Stack, comandante en jefe del ejército británico acantonado en Egipto y gobernador
general de Sudán.
El 10 de julio de 1927, el IRA mata a Kevon O´Higgins, principal figura del gobierno
inglés en irlanda. El 17 de julio de 1928 es el turno del presidente electo de México,
Alvaro Obregón. El 16 de octubre de 1929, otro magnicidio en Afganistán: el de Basha
I Shaquao, que se había proclamado Ghazi Habibhullah.
El 14 de noviembre de 1930, otro primer ministro de Japón, Yuko Hamaguchi, sucumbe
por acción de un magnicida (y menos de dos años después, el 15 de mayo de 1932, cae
su sucesor, Ki Inukai). El 31 de abril de 1933, un joven mata a la salida del hipódromo
de Lima al presidente del Perú general Luis Sánchez Cerro (tanto odio había despertado
que al día siguiente de su muerte las paredes clamaban: "A Sánchez Cerro lo mataron
como a un perro"); un refugiado ruso mata el 6 de mayo al presidente de Francia Paul
Doumer, y el 8 de noviembre elementos antibritánicos ultiman al primer ministro de
Afganistán Mohammed Nader Shah.
En 1934, el 25 de julio los nazis austríacos, con la colaboración de los nazis alemanes,
asesinan al canciller de Austria Engelbert Dollfuss. El 9 de octubre de ese mismo año,
un comando croata mata en Marsella al rey Alejandro de Yugoslavia, que había
impuesto una administración fuertemente centralizada y hegemonizada por los serbios,
y al canciller de Francia Louis Barthou, que había acudido a la ciudad portuaria a
tributar la bienvenida oficial al soberano. El 20 de febrero de 1936 se extiende la lista de
premiers nipones ultimados: cae el vizconde Makoto Saito, y el 11 de agosto es
asesinato el general Bakr Sidqi, jefe del gobierno del reino de Irak.
En 1940, el 20 de agosto, el sicario stalinista Ramón Mercader del Río mata en
Coyoacán, México, a Leon Trotski.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las matanzas a escala planetaria parecieron llamar
a sosiego a los magnicidas (al parecer, los tiempos de guerra son los más seguros para
quienes detentan el poder, cualidad que suele perderse en caso de derrota).
Entre 1939 y 1945, se sumaron al trágico inventario estos principales episodios: el 13 de
octubre de 1940 es fusilado el ex presidente de la Generalitat de Cataluña, Lluis
Companys. El 4 de junio de 1942, un grupo comando checoslovaco, adiestrado por los
británicos, ultima al Reichsprotektor de Bohemia-Moravia, Reynhardt Heydrich; el 1º
de diciembre de ese año, un joven mata al jefe del Estado de Africa del Norte Francesa,
almirante Jean François Darlan.
El 24 de febrero de 1945, elementos nacionalistas asesinan al primer ministro de Egipto,
Ahmed Pasha, y el 28 de abril Benito Mussolini es ultimado junto a su amante Claretta
Petacci por un grupo de partisanos, mientras trataba de huir a Suiza.
El 9 de junio de 1946 es encontrado sin vida el rey de Tailandia, Ananda Mahidon; su
cadáver presentaba una herida de bala; el 21 de julio, linchamiento del presidente de
Bolivia, general Gualberto Villarroel. El 19 de julio de 1947 es el turno de U Aung San,
jefe del gobierno provisional de Birmania.
En 1948, el 30 de enero, un fanático mata al mahatma Gandhi; el 9 de abril, el líder
populista colombiano Jorge Eliecer Gaitán es asesinado por un pistolero que será
despedazado por la multitud enardecida, que da así comienzo al Bogotazo (en tres días
de enfrentamientos, saqueos y destrucciones morirán más de cinco mil personas); el 17
de septiembre de ese año, un comando israelí ultima al conde sueco Folke Bernadotte,
mediador de las Naciones Unidas en el conflicto árabe-israelí, y el 28 de diciembre es
ultimado el primer ministro de Egipto Nokrashi Pasha. El 14 de agosto de 1949 es
depuesto y muerto el presidente de Siria Hosni Zaim. En 1951, el 20 de julio,
nacionalistas jordanos asesinan al rey Abdullah ibn Hussein; el 16 de octubre de ese año
es muerto el primer ministro de Paquistán Liquat Ali Khan. El 17 de diciembre de 1953
se anuncia en Moscú la ejecución de Lavrenti Beria, el todopoderoso jefe de la policía
secreta soviética, que había desaparecido de la escena el 10 de julio, tras la muerte del
dictador Josip Stalin. Beria, el hombre más temido de la URSS, luego de Stalin,
infamará la historia de esta centuria con su obra maestra como administrador del terror:
el archipiélago Gulag.
El 26 de febrero de 1956 muere el dictador de Nicaragua Anastasio Somoza, baleado
ocho días antes por un miembro de su custodia (similar final cruento tendrá su hijo
Anastasio, derrocado por la revolución sandinista: morirá exiliado en Paraguay, el 17 de
septiembre de 1980, a manos de un comando extremista encabezado por el argentino
Enrique Gorriarán Merlo). También en 1956, el 26 de septiembre, un monje budista
mata al primer ministro de Ceilán Solomon Bandaranaike. Otro custodio presidencial
mata en Guatemala al presidente Carlos Castillo Armas, el 26 de julio de 1957.
En 1958, el 16 de junio fue ejecutado por orden del Kremlin el ex primer ministro
(1953/1955) de Hungría, Imre Nagy, que había retornado al poder durante la histórica
rebelión de Budapest, en octubre de 1956. El 14 de julio, en un sangriento golpe de
Estado encabezado por Abdel Karim Kassem son asesinados el rey Feisal de Irak y su
hermano, el príncipe Abdullah. Al día siguiente es ultimado el ex primer ministro Nuri
es Said. (A su vez, Kassem, ultranacionalista que rechazó una alianza con Nasser, es
derrocado y ejecutado en febrero de 1963. Fue el primer jefe de Estado cuyo cadáver
ensangrentado se exhibió por televisión inmediatamente después de su ejecución,
privilegio que ciertamente lo dejó frío...) En 1961, el 17 de enero, es brutalmente vejado
y asesinado Patrice Lumumba, primer mártir de la liberación africana; el 30 de mayo es
el turno de Rafael Leónidas Trujillo Molina, dilatado dictador de la República
Dominicana.
En 1963, el 13 de enero matan al primer presidente de Togo, Silvanus Olimpio, y el 2
de noviembre, militares en rebelión, con la complicidad de la CIA, eliminan al
presidente de Vietnam del Sur, Ngo Dinh Diem, y a su hermano, Ngo Dihn Nhu. La
viuda de Diem acusa a los Estados Unidos y desde lo profundo de su ira y su tristeza
augura a Jacqueline Kennedy que padecerá los mismos sufrimientos que vivía ella.
Exactamente veinte días más tarde, John Fitzgerald Kennedy es asesinado en Dallas.
Excepto el fatal augurio, no hay conexión vietnamita en este magnicidio.
En 1965, el 21 de enero, asesinato del primer ministro de Irán,Hassan Ali Mansour; el
fundamentalismo comienza a mostrar sus dientes. El 23 de marzo de 1966 desaparece el
miembro del Politburó del PC chino Pen Chen, primera víctima de la Revolución
Cultural lanzada por Mao, que cobrará decenas de millones de muertos por hambre,
asesinatos y suicidios, y el 6 de septiembre se fotografía en directo el acuchillamiento y
muerte en un acto público del primer ministro de Sudáfrica Hendrik F. Verwoerd.
El 8 de octubre de 1967 se crea en una humilde escuela rural de Bolivia uno de los
iconos del siglo XX: Ernesto Guevara. (Dos años más tarde, en un extraño accidente de
aviación, muere el presidente boliviano René Barrientos.) En 1968, caen Martin Luther
King y Robert Fitzgerald Kennedy (4 de abril y 5 de junio, respectivamente), en uno de
los momentos más oscuros de los Estados Unidos en esta centuria. El 29 de mayo de
1970, la Argentina suma su aporte al inventario de tragedias con el asesinato por los
montoneros del ex presidente Pedro Eugenio Aramburu. El 13 de septiembre, día
probable, de 1971, es ejecutado Lin Biao, primer vicepresidente de China, considerado
el delfín de Mao, que promovía un acercamiento con la URSS.
El 28 de noviembre de 1971 es abatido el primer ministro de Jordania, Wasfi Tal. El 5
de abril de 1972 se produce el asesinato del vicepresidente de Tanzania Abeid Karume.
El 11 de septiembre de 1973, el suicidio del presidente de Chile Salvador Allende
ahorra al trágico inventario de este siglo un seguro magnicidio. El 20 de diciembre de
1973, la organización terrorista vasca ETA asesina al presidente del gobierno español
almirante Luis Carrero Blanco. El 13 de noviembre de 1974 es depuesto y ejecutado el
jefe del gobierno provisional de Etiopía, Aman Andom. El 11 de febrero de 1975 un
activista de la oposición mata a balazos al presidente de Madagascar Richard
Ratsimandrava; ese mismo año, en un incidente palaciego, el príncipe Musad Abdel
Aziz mata al rey Faisal, de Arabia Saudita; el 15 de agosto es derrocado y asesinado el
presidente de Bangladesh, Mujibur Rahman, derrocado dos meses antes.
En 1976, el 13 de febrero, es ahorcado el jefe del Estado de Nigeria general Murtala
Ramat Mohamed. El 1º de junio, el ex presidente de Bolivia general Juan José Torres es
asesinado en Buenos Aires por una organización terrorista de extrema derecha. El 28 de
julio es ejecutado su sucesor, el general Johnson Aguiyi-Ironsi. El 18 de marzo de 1977
pierde la vida en un atentado terrorista el presidente del Congo (Brazaville) Marien
Ngouabi, y ese mismo día es ejecutado el ex presidente Alphonse Massemba-Debat. La
explosiva situación en ambos Yemen produce tres magnicidios en breve lapso: el 17 de
octubre de 1977 muere en un atentado el presidente de Yemen del Norte Ibrahim
Mohammed el Hamdi, y en los seis primeros meses de 1978 son muertos su sucesor
Ahmed el Ghashmi, y el presidente de Yemen del Sur Salem Alí Rubai.
El 9 de mayo de 1978 aparece asesinado por las Brigadas Rojas el ex primer ministro
italiano Aldo Moro. En 1979, el 29 de septiembre, el presidente de Corea del Sur Park
Chung Hee y sus seis custodios mueren en un atentado planificado y ejecutado por el
jefe de la CIA surcoreana, Kim Jae Kiu. Ese mismo día es ejecutado el ex presidente de
Guinea Ecuatorial Francisco Macías Nguema, derrocado el 3 de agosto; ese mismo año,
dos magnicidios en Afganistán, el 14 de septiembre es muerto el presidente Noor
Muhammad Taraki, y el 27 de diciembre las fuerzas soviéticas que invaden el país
eliminan al presidente Hafizullah Amin.
El 12 de abril de 1980, se produce un golpe militar en Liberia y muere su presidente
William R. Tolbert. En 1981, el 6 de octubre, el presidente de Egipto Anwar el-Sadat
muere baleado por un soldado mientras asiste a un desfile militar. En 1982, el estallido
de una bomba aniquila al presidente electo del Líbano Bashir Gemayel. En 1984, el 31
de octubre, dos sikhs de su escolta matan a la primera ministra de la India, Indira
Gandhi, confirmándose así una de las leyes de hierro de la historia, según la cual los
guardias de corps cumplen siempre una de estas dos misiones: a) suministrar
información de primera mano acerca de cómo fue asesinada la persona cuya vida debían
proteger, o b) asesinar a la persona cuya vida debían proteger.
En 1986, el 28 de febrero, el primer ministro de Suecia Olof Palme es asesinado en
circunstancias no totalmente aclaradas. En 1988, el 16 de abril, un comando israelí
elimina al jefe militar de la OLP Khalid Wazir (Abu Jihad); el 1º de junio, Rachid
Karami, primer ministro del Líbano, es destrozado por una bomba en el helicóptero
donde viajaba. El 18 de agosto de 1989 el candidato presidencial del Partido Liberal
Colombiano Luis Carlos Galán es muerto en plena campaña electoral por
narcotraficantes, y el 22 de noviembre el presidente del Líbano René Moawad es
asesinado mediante la detonación a distancia de una carga explosiva.
El 23 de diciembre el oprobioso ex dictador de Rumania Nicolae Ceausescu y su
poderosa esposa, Elena, son sometidos a juicio sumario, condenados a muerte y
ejecutados frente a las cámaras de televisión.
El 22 de marzo de 1990, el candidato presidencial por la Unión Patriótica de
Colombia,Bernardo Jaramillo Ossa es abatido por narcotraficantes. El 21 de mayo de
1991 el ex primer ministro de la India Rajiv Gandhi es destrozado por una bomba
mientras presidía un acto proselitista. En 1992, el 29 de junio, un ejecutor solitario mata
al presidente de Argelia Mohammed Boudiaf. En 1993, el 1º de mayo, el presidente de
Sri Lanka (Ceilán) Ranasinghe Premadasa, muere al ser alcanzado por el estalllido de
una carga explosiva.
El 24 de marzo de 1994 el candidato a la presidencia de México Luis Donaldo Colosio,
es asesinado durante la campaña electoral. El 6 de abril se produce el más espectacular
de los magnicidios: los presidentes de Burundi, Cyprien Ntaryamira, y de Ruanda,
Juvenal Habyarimana, mueren al ser derribado el avión en que viajaban en un atentado
terrorista que desencadena el genocidio de hutus y tutsis (800.000 muertos).
En 1995, 4 de noviembre, un integrista israelí asesina al ex primer ministro Yitzhak
Rabin. El 2 de octubre de 1996 un pistolero solitario mata a Andrei Lukanov, ex primer
ministro de Bulgaria.
El 23 de marzo de 1999 es asesinado en Asunción el vicepresidente de Paraguay Luis
Argaña, y el 27 de octubre un grupo de ultranacionalistas que irrumpió en el Parlamento
de Armenia mató al primer ministro Vasguen Sarkisian y a otros siete altos funcionarios
gubernamentales.
Millares de nombres más, directa o indirectamente vinculados con el poder, pueden
añadirse al Gotha del magnicidio. Baste con mencionar (al azar de la memoria, diría
Borges): Augusto César Sandino, Amílcar Cabral, Emiliano Zapata, Ben Barka, Nikolai
Bujarin, Gregori Zinoviev, Lev Kamenev, Laszlo Rajk, Mijail Tujachevsky, Karl
Liebknecht, Rosa Luxemburg, Walter Rathenau, Corneliu Codrenau, Jean Jaurés,
Joaquín Calvo Sotelo, Giacomo Matteotti, Galeazzo Ciano, Erns Röhm, Jan Masaryk,
Rudolf Slansky, Draza Mijailovich, Dag Hammarskjold...
Que el siglo XXI dé paz a sus memorias... y a nuestras vidas.
Juan F. Marguch
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