revista ilustrada. Año 33, n. 769 [ie 770] - Gobierno

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Aflo XXXIII
Pamplona 8 de abril de 1927
- ÓRGANO —
DE LA "BIBLIOTECA CATÓLICO-PROPAGANDISTA1
LA VIL NEUTRALIDAD DE PONCIQ PILATO
Núm. 769
ADMINISTRACIÓN, ESLAVA, 3
DIRECCIÓN, NAVAS DE TOLOSA, 23, 2.»
tenía, para imponer su autoridad, la fuerza de las armas;
aquel populacho se hubiera dispersado a una orden dada
a los legionarios. Pero Pilato se sintió cobarde, porque
era egoísta, cuando se oyó acusar también de desafecto
NTRE los dramáticos episodios de la Pasión de
al poder de Tiberio.
Cristo Jesús hace latir las sienes, con oleadas
de indignación, la conducta del infame juez,
De un lado estaba aquel hombre que no había comePretor de la Judea.
tido delito, en cuyos actos y palabras no existía causa
alguna para condenarle, pero cuya vida pedía el Sanhe—No encuentro causa para condenar a este
drin, y de otro estaba la posibilidad de que el César deshombre, dice, contestando a las acusaciones, a los dictetituyera al Pretor y de que Poncio Pilato perdiera su
rios, invectivas e injurias que escupe la plebe, azuzada
cargo, su posición social, su bienestar, su comodidad...
por los Fariseos y los escribas.
Para no poner en riesgo todo ello era necesario sucumHay en el Pretorio, en el momento en que habla Ponbir a las exigencias de aquedo Pilato, silencio de muerNAVARRA
llos
doctores, caciques del
te. Llegó hasta él, precedida
populacho,
y sacrificar la
de un rumor sordo, que luepropia
conciencia.
go fue acentuándose y creciendo hasta llenar el atrio
Pilato mandó azotar at
de gritos rabiosos, la mucheacusado; le expuso, ensandumbre ebria de odio satánigrentado y vilipendiado, a la
co, el populacho que, poco
vista de aquellas turbas, esdespués, había de reclamar,
perando despertar su comciego y maldito, que la sanpasión; pero, fracasado el ingre del Justo cayera sobre
tento, y ya vulnerada la ley
sus cabezas. Aquel oleaje de
y burlada la justicia en lo
encrespadas pasiones se aplamenos, recorrió todo el cacó al verse frente al Pretor,
mino de su egoísmo, de su
y cuando el romano hizo
cobardía y vilipendio, y enademán de silencio para hatregó indefenso al Hombre a
blar, pudo oírse el acelerado
- la furia deicida de sus eneYERRI.-Granja de Alloz
' ,
palpitar de los ruines coraFoto. Laureano Landa
migos.
zones.
Y buscando un medio de
—Quiere destruir el Templo, es sedicioso, se ha detranquilizar su conciencia, queriendo ser ajeno a tan
clarado enemigo del César, es reo de muerte, habían dimagno crimen—el mayor que cometieron los nacidos—
cho los acusadores. E interrogado Cristo, aquel funciopidió una jofaina con agua, se declaró neutral y se lavó
nario, en quien existía el sentimiento de la justicia inmalas manos.
nente, extendió el brazo, y en medio del silencio absoluto, declaró:
Numerosa ha sido la descendencia de Poncio Pilato,
—Yo no encuentro causa para condenar a este hombre.
En la lucha entablada por los enemigos de Cristo y de
su Iglesia a través de tos tiempos, y que durará hasta el
Pilato no tenía miedo a las turbas. Ejercía el poder;
74
LA AVALANCHA
fin de los siglos, las turbas que hoy, como ayer, reniegan
del Justo, inspiradas por el espíritu del Infierno; al grito
de libertad, que no quiere ni Dios ni Ley ni Amo, llegan
al Pretorio todos los días. Allí, en la plaza pública, en la
cátedra, en la prensa y en la tribuna popular, blasfeman
de Dios, le niegan sus derechos sobre la sociedad, rechazan su reinado. Alguna vez, alzando los puños apretados
contra la Iglesia de Cristo, exclaman, rojos de impotencia
y de ira: ¡Aplastemos a la infame!
Otras declaran su aspiración de apagar "las luminarias
del cielo,,.
Y no queriendo ver a Cristo entre ellos, le arrojan de
la vida colectiva, de los parlamentos, de las cátedras, de
las industrias, del gobierno de los pueblos, con el deseo
fervoroso de arrojarle de los hogares y de reducir a escombros el Altar.
Los descendientes de Pilato miran alternativamente a
la Iglesia y a la Revolución, al Justo y a la plebe deicida.
Tienen el sentimiento de la justicia. No ignoran donde
está la Verdad. Pero entre la Verdad—que es camino de
abrojos y que significa luchas y riesgos—y las exigencias
de la Revolución, está la conveniencia, la posición social,
los cargos, la vanidad, los provechos económicos, la "carrera». ¿Qué hacer? ¿Cómo conciliar la conciencia con
la conveniencia? Lo "prudente,, es declararse neutral y
lavarse las manos.
¡Para qué atraerla enemistad y el odio y la persecución de los que gritan!
Y se inventa la fórmula: la expansión de los sentimientos, para el recinto del templo y del hogar, donde no se
vea. Y en la vida pública, allí donde todos lo ven, la jofaina llena de agua y el lavatorio.
—Nosotros—dicen—no nos metemos en nada. Somos
neutrales.
Y así aparece y se extiende lo que Pío X llamó "vil
neutralidad,,, que en suma se reduce a "dejar hacer», es
decir, a cooperar por omisión a la obra destructora.
No piden, ni quieren que caiga sobre sus cabezas la
responsabilidad; que les alcancen las salpicaduras de la
sangre: se lavan las manos...
Pero quedan incursos en la responsabilidad, porque el
agua de Pilato no es agua lustral, sino agua que, en vez
de limpiar, tiñe también de sangre las manos cobardes
que en ella se sumergen...
A. DE MlRABAL.
TEOLOGÍA POPULAR
Cuestiones acerca de Jesucristo
Cuestión 13.—¿Cómo se demuestra la infinita Bondad de Dios?
No hay en el mundo bondad como la del corazón de
una madre. ¿Quién es capaz de decir los cuidados y finezas de amor con que está criando al hijo de sus entrañas? Saldrá después obediente o díscolo; mas si por sus
travesuras el padre le castiga y le condena a dormir sin
cenar, la madre le llevará secretamente a la cama algo de
comer; y aunque venga a hacerse tan malo y contumaz
que injurie mil veces hasta a su pobre madre, ella estará
siempre dispuesta a perdonarle, sin poder desear otra cosa que el mayor bien y dicha de su hijo. Es madre, y está explicado todo.
Pues, ¿qué te parece ahora, amado lector? Si tan bueno es el corazón de una madre, ¿no será aun mucho más
bondadoso el corazón de Dios, que es quien ha puesto
esa bondad natural en el corazón de las madres? Cuanto
más que los hombres son (como decíamos) mucho más
hijos de Dios que de sus propias madres. ¿Quieres, pues,
saber con cuanto amor nos ha criado? La madre recibe
siquiera nuevo gozo y satisfacción del hijo que le nace, y
espera que más tarde hallará en él su descanso y el báculo de su vejez; pero el amor de nuestro Criador es tan
puro y tan ajeno de todo interés, que no pretende ni espera de nosotros ningún provecho propio. Porque, ¿qué
necesidad tiene de nosotros el que es Infinito y era tan
bienaventurado desde toda la eternidad como lo es ahora después de crear el mundo? ¿Qué utilidad puede sacar de los hombres, si Él se basta a sí mismo y es la fuente original de donde mana todo bien? Resplandece, pues,
aquí una grandísima fineza de amor de nuestro Padre
celestial; a saber: que nos ha criado, no por su propio
provecho, sino por solo amor y provecho nuestro. Eternamente nos amó, eternamente pensó en cada uno de
nosotros, y nos creó en el tiempo, obrando para ello mil
prodigios de su omnipotencia y sabiduría, y sólo por
nuestro amor sacó también de la nada todas las demás
criaturas del cielo y de la tierra, ordenadas a nuestro
provecho y servicio.
¡Por Dios, hermano mío!: si nunca habías considerado
esta verdad, comienza ahora a reconocer el amor de tu
Criador y Padre amabilísimo.
Descubramos otro misterio de su divina Bondad en la
conservación de los hombres. Yo no sé si en esos innumerables mundos que pueblan la inmensidad del espacio
tiene Dios oirás razas de criaturas racionales que acaso
le sean más fieles y agradecidas que la raza de Adán; pero la verdad es que esta familia humana que mora en la
Tierra le ha salido harto mala y ruin. Y a pesar de ser
tanta la iniquidad y la malicia de los hombres, mira cómo Dios hace salir el sol para los buenos y los malos, y
llueve sobre ¡os justos y pecadores, para que no falte a
todos el necesario sustento. Pues, ¿qué bondad de madre
con su hijo indócil y protervo se puede comparar con la
bondad que usa Dios con tantos hijos desnaturalizados y
prevaricadores, que de todos sus beneficios hacen armas
para ofenderle? ¿No te parece extremada y hasta excesiva semejante bondad?
Pero lo que más espanta es esa infinita paciencia con
que tolera sus pecados, y ese infinito amor con que
siempre está dispuesto a perdonarles. Porque tolera que
muchos le blasfemen a cada palabra, sin herirles los rayos del cielo; que cometan enormes sacrilegios, sin permitir que se los lleven los demonios; que se hagan maestros de toda impiedad y desvergüenza, sin abrirles la Tierra para que se los trague vivos; y que hasta tomen ocasión de esta tan grande paciencia de Dios para mofarse y
hacer escarnio de su Justicia, viendo que por más que
pequen no les castiga. Mas como toda la malicia de los
hombres no es más que una gota de agua cotejada con el
océano de su bondad y misericordia, Dios, en lugar de
castigarles, les llama a sí blandamente, ya con santas inspiraciones y hablas interiores, ya con humillaciones y
desengaños, ya con buenos ejemplos y consejos, ya con
la lectura de buenos libros, y muchas veces alumbrando
repentinamente las tinieblas de su alma, o trocando maravillosamente sus corazones, como vemos que lo ha hecho con tantos impíos y francmasones que en nuestros
tiempos se han convertido, de los cuales podríamos ya
poner aquí una lista interminable.
Finalmente, si consideras que a todos los hombres del
mundo y a todos los pecadores, por malos y rematados
que sean, extiende el Señor los brazos de su inmensa
Bondad, y que hasta el postrer instante de su vida les
abre el seno de su infinita Misericordia, y les convida como a hijos suyos con la herencia del reino de los cielos,
verás que no hay en las mujeres entrañas tan blandas y
maternales que puedan compararse con las entrañas de
nuestro Padre celestial, por lo cual decía Jesucristo en
el Evangelio: Nadie es bueno sino sólo Dios. (Marcos, X, 17.)
LA
AVALANCHA
75
fieles, no solo en la prosperidad, sino también en el infortunio; no solo gozando de salud, sino también estando
enfermos; no solo viviendo en la abundancia, sino también padeciendo pobreza y falta de cosas necesarias; no
solo viéndonos estimados y tenidos en mucho de los
hombres, sino también siendo humillados, afrentados y
perseguidos de muerte por causa de la virtud. Y porque
hasta aquí puede llegar la fidelidad del hombre y el colmo de sus méritos, no solo le agrada a Dios que haya
en su familia humana hijos pródigos arrepentidos y bueno£ ladrones que se conviertan una hora antes de morir,
sino también que haya Lázaros resignados, y Jobs pacientes, y mártires gloriosísimos a quienes pueda dar la
más alta gloria y bienaventuranza de los cielos. No te escandalices, pues, como los impíos, de que permita Nuestro Señor muchos males en el mundo, siendo tan cierto,
como dice San Agustín, que no los permitiera si no quisiera sacar de ellos mayores bienes. Y si los malos su-
Objeción.—El prisma de los impíos
Los impíos miran estas cosas con otro prisma, que es
tan obscuro como e! cristal ahumado con que los muchachos miran ios eclipses del sol; y claro está que así io
ven todo negro, y al considerar los males que Oíos permite en el mundo, blasfeman diciendo que Dios no es
padre ni madre, sino tirano de los hombres.
Siempre han de ser los peores quienes blasfeman de
la bondad de Dios. Esos malditos diablos que sólo merecen el infierno, son precisamente los que quisieran tener
su cielo en la tierra, y gozar mucho sin padecer nada, y
alcanzar la felicidad sin ningún mérito ni sacrificio.
Pero esto, ni aun el amor de la más bondadosa madre
podría consentirlo. Porque, ¿qué madre, por cariñosa
que sea, no ve con singular contento cómo su hijo estudia, cómo trabaja, cómo se afana, cómo se mortifica por
cumplir con su deber y mirar por su porvenir y labrarse
su dicha futura? Pues, ¿qué pretenden de la bondad de Dios esos imNAVARRA
píos? ¿Que les colme de bienes para
que puedan vivir como unos holgazanes, llenos de iniquidades y vicios?
¿Por ventura es Dios algún pastor
que desde lo alto del cielo haya de
estar apacentando un vil rebaño de
hombres ociosos e inmundos, para
que nazcan, engorden y mueran sin
ningún provecho sobre la tierra? Y
con todo, ¡parece imposible!, a esto
se viene a reducir el bello ideal de
los impíos y demás gente desbaratada y sin Dios. Este es su sueño dorado y la ilusión bestial de su vida.
Mas si queremos pensar como hombres, ¿qué cosa más natural y razonable que la obligación de trabajar,
luchar y padecer algún tiempo, para
poder después descansar, triunfar y
gozar del fruto de nuestras fatigas y
merecimientos? ¿Y qué mayor bondad de Dios podemos pretender que
la que usa con los hombres, limitando el tiempo de sus luchas y méritos
al corto plazo de unos pocos años
DE URBASA.—Amigable banquete, a la sombra de un hayedo, de simpáticos estelleses
que dura esa vida mortal, para go- SIERRA
.
• • ,
i
-'
zar después de su bienaventuranza
divina por siglos sempiternos? ¿Es esto una crueldad?
¿Es esto una tiranía? ¿No es más bien una infinita bondad y una infinita misericordia propia del corazón de
Dios, y digna de ser alabada por todos los siglos de
los siglos?
¡Oh! ¡Cuánto más trabajan por su cuenta y se mortifican voluntariamente los hombres por mezquinos intereses y cosas de paja! Mira a los comerciantes, devanándose los sesos, sin reposar de día ni de noche, para alcanzar un puñado de oro que llega a sus manos cuando ya
están trémulas por la vejez y no pueden retenerlo; mira
a ios soldados, salir valerosos al encuentro de los enemigos, por la sola esperanza de una cruz de honor que a
veces se reduce a un pedazo de plomo que se les pega
en el pecho más de lo que quisieran, y les deja tendidos
y muertos en el campo de batalla; mira a los navegantes,
desafiar a las olas y a los vientos por la codicia de unos
tesoros de los cuales, tal vez, se hará depositario el profundo mar, dando con sus dueños en las fauces de los tiburones que rodean el navio.
Pues si a todos estos trabajos y peligros se ponen voluntariamente los hombres por unos bienes tan inciertos,
miserables y transitorios, ¿por qué han de querer de
balde los bienes inmortales y eternos que se prometen a
la virtud? ¿Por qué han de aborrecer con tanta ojeriza
las cruces y trabajos de esta vida mortal, que son los únicos manantiales de su salud y de su vida perdurable?
Sabe Dios muy bien que el hombre puede dar mucho
de sí, si quiere de veras; y Dios quiere a su vez darle
también la mayor recompensa posible conforme a sus
merecimientos. Sabe que, si queremos, podemos serle
•
"
.
.'
Foto. Laureano Latida
cumben en esta prueba, culpa suya es, porque tanto o
más que ellos padecen los buenos, y permanecen firmes
y constantes hasta la muerte. ¿Para qué hemos de estimar esta vida mortal, sino para merecer la eterna vida?
Si los justos del cielo pudieran sentir alguna pena, tendríanla de no haber acrecentado sus merecimientos, aunque fuera a trueque de padecer todos los males de este
mundo que dan a ios impíos ocasión de blasfemar contra
la bondad de Dios. Y si tú mismo, lector amado, llegases
a penetrar bien estas cosas que vas leyendo, no te podrías contener de dar voces de alegría y de alabanza, proclamando la magnífica bondad de Dios, que por unos pocos años de fidelidad en sti servicio, y a veces por una
lágrima y un gemido del corazón, nos abre las puertas de
su paraíso y nos da como de balde aquella soberana y
eterna felicidad para la cual se dignó crearnos.
FRANCISCO DE P. MORELL,
S.J.
(Continuará)
Suicidio de un joven por el foot-ball.—Vemos en
los periódicos de San Sebastián, que el domingo último,
día 3 del corriente, se suicidó en Rentería un joven porque no le dejó su padre ir a Bilbao, a ver un partido de
foot-ball.
¡Dios le haya perdonado!
A este propósito, publicó anteayer nuestro estimado
colega local "El Pensamiento Navarro», con el título "El
deporte y la cultura,, un oportuno artículo con el cual
estamos muy conformes.
76
LA AVALANCHA
RASGOS DÉLA PATRIA
Los predicadores
N la sagrada cátedra resuena,
más o menos elocuente, la voz
apostólica que penetra, dulce y
persuasiva, en el fondo de las almas cristianas que la meditación y la penitencia enfervorizan
en este provechoso tiempo de
Cuaresma.
Es la palabra divina que por
mandato de Jesucristo predica el
sacerdote a todas las criaturas
del mundo, para combatir el pecado y abrir las puertas del Cielo a los buenos hijos de Dios que
peregrinan por este miserable
valle de lágrimas. La predicación de la Fe Católica es
uno de los apostolados más sublimes del sacerdocio, y
tan importante y eficaz en la conquista de las almas, que
la Iglesia la reservó en los primeros siglos del Cristianismo tan solo a los Obispos, o en su representación, a algún ministro del Altísimo de ciencia y virtud sobresalientes. Y aunque los Concilios particulares de Arles y
Meaux mandaron a los párrocos que predicaran en sus
iglesias, sin embargo, éstos solo fueron autorizados por
el Tridentino para que, como auxiliares de sus Prelados, dirigieran la palabra a los feligreses por lo menos
en tiempo de ayunos. Adviento, Cuaresma y días festivos,
ordenando que los demás sacerdotes no predicaran sino
con la licencia correspondiente, en la forma dispuesta por
los Cánones.
La predicación en los principios de la Iglesia consistió
en pláticas u oraciones familiares, y después la oratoria
sagrada conoció las pláticas sencillas o los sermones preparados: aquéllas, acomodadas especialmente a la manera de ser del pueblo, y éstos, destinados a las funciones
solemnes y brillantes.
Parece que es de una antigüedad remotísima predicar
en la Cuaresma y en algunos días santos del año, y que
los fieles escuchaban la palabra divina, en África, puestos
de pie, como señal de respeto al orador, y en Europa,
sentados, como para meditar mejor y obtener más provecho de la predicación.
Los oradores sagrados deben ser eclesiásticos; pero en
circunstancias excepcionales parece que también predicaron algunos seglares, como por ejemplo, Roberto de
Ñapóles, de quien se dice que habló a los fíeles en el
Colegio Apostólico para ensalzar las virtudes de Santo
Tomás de Aquino en la fiesta de su canonización; y aun
hay historiadores que afirman que el emperador Carios IV, como ungido del Señor, "revestido de dalmática
y con la estola diaconal cantó solemnemente el Evangelio el día de Navidad», como para ayudar a los sacerdotes a propagar la verdad por el mundo. Por lo menos así
lo dice un libro muy leído, y bajo su responsabilidad publico estos datos, como lo hago siempre que divulgo antecedentes que no proceden de la divulgación propia.
La Iglesia Católica ha tenido innumerables predicadores notabilísimos desde los Apóstoles y Santos Padres
hasta nuestros días. En la lengua griega, San Clemente
y San Justino demostraron una elocuencia sobresaliente,
superada quizá por San Gregorio Nacianceno y San Juan
Crisóstomo, llamado Boca de oro. En lengua latina fue
Tertuliano un gran predicador, mejorado tal vez por los
colosos de la oratoria, San Ambrosio, San Jerónimo y
San Agustín, y aun también por San Cesáreo y San Gregorio Magno, papa.
Entre muchísimos oradores sagrados de tiempos posteriores merecen ser citados, por su grandilocuencia famosa, San Francisco de Asís, Bossuet, Fenelón, Bourda-
loue, Marsillon, Bridaine, el portugués Vieira, y los más
modernos Lacordaire, Montsabré y otros.
Merecen los mayores elogios los predicadores españoles de lengua latina como San Paciano de Barcelona, San
Leandro, San Isidoro, San Eulogio, San Vicente Ferrer
y otros; y en castellano, San Pedro Pascual, Santo Domingo de Guzmán, Fr. jacobo de Benavente, Ramón Lull
o el Doctor Iluminado, Fr. Hernando de Talavera, Fray
Luis de Granada, Fr. Luis de León, el P. Rivadeneira, el
incomparable Fr. Diego de Cádiz, ei P. Claret, Monescillo, el P. Cámara y muchísimos más.
Entre los más notables predicadores navarros deben
ser recordados San Fermín y San Francisco Javier, de
fama universal; Carranza, predicador ante el papa León X;
Oronauspe, orador que se distinguió con un sermón elocuentísimo en el Concilio de Trento; el P. Francisco de
Pamplona, que con su hermosa palabra cautivó a los
auditorios de Valencia, Barcelona, y especialmente de
Zaragoza; el V. Palafox, el P. Barace, Malón de Chaide, Fr. Diego de Estella, el P. jesuíta Goldáraz, de Pamplona; el P. Raimundo de Aguirre, también jesuíta, de
Tudela, que predicó la oración fúnebre de la reina doña
Isabel de Farnesio, mujer de Felipe V; el P. Calatayud,
preclaro tafallés, de la Compañía de Jesús y apóstol del
Sagrado Corazón en España, cuya devoción propagó con
su pluma brillante, y sobre todo con su palabra persuasiva; y no cito más para no entrar en la época contemporánea que todos conocemos.
Por la predicación de estos hombres meritísimos y
por la de otra multitud de legiones de oradores sagrados
que no se nombran, y gracias a la asistencia de Dios, la
Fe Católica se ha extendido por todo el mundo y no
cesará de propagarse, al través de las generaciones, hasta
la consumación de los siglos.
JUAN P. ESTEBAN y CHAVARRIA.
¡NI DIOS NI AMO!
NOVELA SOCIAL
(Conclusión)
Llegó finalmente la mañana. Gildo se desperezó, estirando morosamente los brazos y piernas, y sintió que la
dureza y humedad de la cama le habían dejado los lomos un tanto molidos.
Incorporóse, se lavó, recogiendo en el hueco de la mano un poco de agua que había en un cántaro, y se sentó
en el banquillo, pensando cuánto iba a durar aquella encerrona.
Ya estaba bien aburrido de pasearse, sentarse, echarse y cambiar todas las posturas y ejercicios posibles en
aquel estrecho cuchitril, cuando oyó en el corredor los
benditos pasos que anuncian al preso la aproximación de
otro ser humano.
Esta vez era un soldado, que invitó a Gildo a que le
siguiera, sin cuidarse de cerrar el calabozo, y le guió por
largos corredores a una habitación en que había un retén
de soldados.
En el fondo se veía una puerta cerrada con mampara,
detrás de la cual se oían las voces de varias personas.
A los pocos instantes le pareció a Gildo distinguir entre ellas la de don Lucas, y luego, la del señor Antón.
¡Qué suavidad causaron en su ánimo aquellos acentos
conocidos!
A poco se abrió la mampara, y vio Gildo que daba a
una pieza mayor, en que estaban sentados a una larga
LA A V A L A N C H A
mesa varios oficiales, como formando un tribunal o sala
de audiencia.
Salió un sargento con un papel en la mano, y pronunció con voz clara:—¿Hermenegildo Montes?
—¡Presente!—dijo Gildo; y obedeciendo a un ademán
del sargento, penetró en la sala de la audiencia.
Con una rápida ojeada se hizo cargo de las personas
que allí estaban, y vio con infinito solaz a sus dos amigos, el señor Antón y el bonísimo don Lucas, retirados
hacia un ángulo.
El presidente del tribunal le invitó a sentarse en un
taburete que estaba delante de la larga mesa, y le hizo
algunas preguntas de cajón para identificar su persona.
Interrogóle después sobre la causa por qué había acudido el día anterior a la Casa del Pueblo, contra la prohibición del bando oñcial publicado aquella madrugada.
Gildo explicó, con acento de inconfundible sinceridad,
todo lo que había ocurrido; y entonces el presidente, dirigiéndose a don Lucas y al señor Antón, les preguntó si
era aquel el joven tipógrafo por quien se habían interesado, dando de él tan buenos informes.
Don Lucas se adelantó, y por toda respuesta dio a Gildo, delante del maravillado tribunal, un cariñoso abrazo.
El señor Antón no estuvo menos afectuoso. Y así, el presidente mandó extender el pase para que los tres pudieran retirarse y salir libremente de la fortaleza cuando les
pareciese.
No fue menester reiterar las órdenes. Don Lucas estrechó calurosamente la mano del coronel que allí presidía, y que había calado la candorosa sencillez de nuestro
simpático orientalista. El señor Antón hizo su cortesía.
Gildo dio las gracias por la prontitud con que se le devolvía la libertad, y los tres salieron a la calle y se metieron en un coche de alquiler que había tomado el señor
Antón para toda aquella urgente diligencia.
Media hora después estaban en casa Gildo, y la seña
Nicolasa, más aliviada, aunque en cama todavía, recibía
el apretado abrazo de su hijo y las lágrimas que de los
ojos de Gildo corrían hasta el rostro de su madre.
Entonces contó don Lucas la casualidad pueril de que
Dios se había valido para que él pudiese acudir en auxilio de su joven amigo en ocasión tan oportuna.
XIV
Las gafas del doctor
.
Había, pues, acontecido que*don Lucas, fastidiadísimo
por la interrupción que sufría la impresión de su "Comentario» sobre Job, resolvió ir en busca de Gildo, para
llevárselo al Parque, como el día anierior, y filosofar con
él en aquella soledad amenísima.
Pero cuando llegó a su casa encontró que el pájaro
no estaba ya en el nido. Se retiraba de allí, contrariado,
cuando observó que un señor de bastante edad llamaba
a la puerta de Gildo con cierto apresuramiento, corno de
persona que sufre una necesidad urgente.
Como el mismo don Lucas había estado llamando buen
rato, sin efecto, condolióse del desconocido, y le dijo lo
que pasaba: Que los habitantes de aquella casa debían
haber salido, pues él mismo había estado llamando inútilmente.
—¿Cómo puede ser esto—replicó el señor apresurado—si la madre está en cama con un calenturón?
Y a renglón seguido, le dijo que él era médico, que había visitado a la enferma aquella mañana, y después de
recetar se había olvidado sobre la mesa sus anteojos, sin
los cuales le era imposible escribir una receta por su excesiva presbicia. Por eso, en cuanto hizo otra visita y
fue a recetar, los echó de menos y volvía apresuradamente para recobrar aquel instrumento, sin el cual le resultaba inútil toda la ciencia de Hipócrates.
Así, pues, Gildo habría salido tal vez a buscar la receta, y no tardaría en volver. La impaciencia del médico,
atascado en su visita matinal por la pérdida de sus gafas,
ayudó para que don Lucas aguardara menos impaciente
y sin desistir de su propósito de ver a Gildo, no ya para
llevárselo de paseo, sino para ofrecerle sus servicios en
su necesidad familiar.
77
Pasó un cuarto de hora, media hora, y el mozo no venía. Entonces se le ocurrió a don Lucas ir a la farmacia,
para saber allí si Gildo había ido por la medicina. Nadie
supo dar razón de él, aunque el doctor añadía el dato de
la poción que se había debido ir a buscar.
Durante esta espera, el doctor, que se enteraba de estas cosas en su visita a varias familias obreras, refirió a
don Lucas los excesos cometidos por los huelguistas y
las medidas de rigor adoptadas por la autoridad. Y como
Gildo no venía, sospechó don Lucas que habría sido dete nido.
Esta probabilidad y la urgencia con que el doctor necesitaba sus gafas para continuar aliviando a la humanidad doliente, los decidió a apelar a una medida extrema.
Llamaron a los pisos del lado, y averiguaron que era
posible y fácil penetrar en la morada de la seña Nicolasa por las galerías traseras. Se decidieron, pues, a perpetrar un allanamiento de domicilio, con la intención
sanísima de acorrer a una necesidad grave.
Así, entraron en el cuarto donde estaba en cama la pobre Nicolasa; el médico recobró sus anteojos, y don Lucas, sin darle más explicaciones, le dijo que había venido
en busca de Gildo, y que éste había tenido que acudir
apresuradamente a otra diligencia.
El buen comentarista de Job prestó a la Nicolasa los
servicios que de momento se le ofrecieron, y luego se
fue a la Imprenta Manuziana para consultar con el señor
Antón lo que se podría hacer en aquel dificultoso negocio.
En la imprenta tuvo un encuentro con que no contaba.
El A'ragonés, para evitar las pesquisas de la policía, que
buscaba a los delegados del Sindicato, no había hallado
mejor expediente que acudir al trabajo como esquirol.
Había dicho al señor Antón que él detestaba aquel
movimiento huelguista, y que en prueba de ello se presentaba dispuesto a trabajar, si su principal lo consentía.
El señor Antón entendió la treta; pero como era incapaz de rencor, recibió al hijo pródigo en los senos de su
paternal misericordia.
Cuando llegó don Lucas preguntó si había ido allá Gildo, y se quedó estupefacto al oir del esquirol que estaba
detenido en la Casa del Pueblo. El Aragonés, sabedor de
la ratonera que allí se preparaba, le había visto dirigirse
a ella y no había tenido por prudente avisarle, porque
podía haber llamado la atención sobre sí, parándose por
aquellos barrios a hablar con otro obrero.
Esta perfidia rebasó los límites de la paciencia del señor Antón. Declaró que le era necesario cerrar el taller,
y despidiendo al Aragonés, salió en compañía de don Lucas, para ir a trabajar por la libertad del pobre Gildo y
el auxilio de su madre enferma.
Lo que luego pasó lo saben ya sustancíalmente nuestros lectores.
Encargaron a una buena mujer que cuidara de la seña
Nicolasa, a la cual dijeron que Gildo había tenido que
alejarse momentáneamente para evitar los peligros de la
represión huelguista. Y en seguida comenzaron a dar pasos con las autoridades, para probar la inocencia de sn
amigo.
Cuando éste oyó semejante relación, hecha con la mayor ingenuidad por don Lucas, volvió a abrazar a su madre, y luego miró sonriente a sus bienhechores.
—Ahora sí que me he persuadido—dijo con alegre
ironía,—de que los enemigos del obrero son los que decía Lucio: Dios y el amo. Pues, si el amo Sindicato y su
dios el revólver no nos hubieran traído a este punto, no
hubiera sido menester que el sacerdote de Jesucristo me
fuera a consolar en mi calabozo, ni el señor Antón me
mostrara sus entrañas de padre.
Y dicho esto, Gildo se levantó, tomó la mano del señor
Antón, y la besó con piedad filial, como la noche anterior había besado la del capellán de la fortaleza.
Luego abrazó a don Lucas, que estaba tan dulcemente
emocionado, que en aquel momento no se acordaba de su
"Comentario sobre Job» ni de los trabajos hercúleos de
aquella impresión en que tenía cifradas todas sus esperanzas...!
•'.
'«
FIN
-
-
LA
-.-78.
AVALANCHA
Al limo. Sr. D. Manuel Irnrita
a su entrada en su pueblo natal '
Ya sé que es atrevimiento,
ya sé que es valor y audacia
el que la voz, tan pequeña,
de esta niña de la Ulzama,
ante vos lance sus notas,
aun en verso disfrazadas.
Pero... señor ¡lustmimo,
al corazón, ¿quién le manda?
¿quién le dice que se calle
si de hablar siente las ganas,
Y desea demostraros
los amores que le abrasan?
Perdonad, pues, si por esto
al pueblo donde nacisteis, .
con la Frente ya nimbada
de un reflejo de los cielos
que era un signo de esperanza;
a este pueblo, tan sencillo,
de gentes de la Montaña
que por eso, por humildes,
por modestas y por llanas,
acaso, señor, no acierten
a expresar todas sus ansias
de entusiasmo y regocijo,
de emoción sincera y santa,
y que quizás por lo mismo
hacia los campos extensos
de vuestra grey catalana,
no os olvidéis por eso
de estas ove ¡i tas blancas
que quedan en este aprisco
con su maestra adorada;
y a la Diviña Pastora,
la del perfume que embriaga,
la del rostro que enamora,
la de los ojos que encantan,
pedidle que no nos deje
a nuestra suerte entregadas,
pues dicen que por los montes
hay ciertos lobos que clavan
en la virtud e inocencia
sus torpes y ñeras garras.
:
Y bendecidnos a todos
con vuestra mano sagrada,
y su madre, con el gozo
que vierte risas y lágrimas,
le da sus besos benditos,
y le acaricia y le abraza,
y le arrulla con los ecos
de sus más dulces palabras,
y de vez en cuando tiende
a la Virgen sus miradas,
de gratitud muy rendida
por el bien que le regala.
Y es así como este pueblo
os recibe a vuestra entrada:
con los brazos muy abiertos,
y abiertas también sus casas,
y abiertos los corazones
por el amor que os guardan.
Y es este nuestro homenaje,
de un afecto todo llamas,
NAVARRA
LARRÁINZAR.—Vista parcial del pueblo donde nació el limo. Sr. Obispo de Lérida, Dr. D. Manuel Irurita
Foto. Aquilino Oarcia Deán
peco y soy tan descarada
que quiera, en vuestra presencia,
hacer vibrar mi garganta.
¿Y por qué no? Gran motivo
de alegría muy cristiana
mueve nuestros nobles pechos
y rebosa en nuestras almas.
Y es que vos, Prelado insigne,
hijo de esta tierra brava,
arribáis a vuestro pueblo,
al pueblo que tanto os ama
a vuestro pueblo querido,
donde, una hermosa mañana,
puso el sol sus resplandores
de purpurina y de nácar
porque a él venia un niño
que iba a ser gloria navarra;
no acojan vuestra llegada
con el fastuoso homenaje
de fiestas muy soberanas
y un recibimiento propio
de dignidad tan preclara
y de la ilustre persona
que por su valer la encarna.
Pero, venid a nosotros,
venid con la confianza
de quien regresa a los brazos
de su madre idolatrada,
tras muchos años de ausencia
por ciudades muy lejanas;
de quien torna a su regazo
lleno de riquezas magnas,
de riquezas de lo Alto,
no de riquezas mundanas,
* Versos originales de nuestro colaborador Baldomero Barón,
recitados por un* niña de la escuela de Larráinzar que dirige la ilustrada profesora doña Isidora Goñi, el día de la entrada del Ilustrísimo
Prelado de Lérida en el pueblo de su nacimiento.—N. de la R,
'
que si no sabe de cosas
de relumbrón y elegancia,
sabe, empero, de estas otras
que valen más, por más francas,
y porque salen de adentro,
con cariño que no engaña...
Venid, venid a este pueblo,
y si entráis en sus moradas,
ya veréis cuánto os quieren
y con qué ternura os hablan.
Venid, venid a este pueblo
de vuestra risueña infancia,
al pueblo donde las chicas
de mi escuela, con constancia,
a San Pedro, su Patrono,
le envían muchas plegarias
porque logre conservaros
la vida plena de gracias,
para honra de la Iglesia
y orgullo de nuestra Patria.
Y pues sois Pastor que ahora
iréis a emprender la marcha
,
y hacedlo todos los días
desde Lérida la hidalga,
para que Dios nos proteja
y nos dé sus bienandanzas...
a fin de que se aminore
uu tanto la pena amarga
de que no estéis con nosotros,
sino a tan larga distancia...
Y tú, amado pueblo mío,
tierra fecunda y lozana,
luce todas tus bellezas,
viste tus mejores galas,
lanza al viento tu jolgorio,
canta tus sentires, canta,
y entona un himno de triunfo
cual Te Deam de alabanzas;
y esparce tus armonías,
y voltea las campanas,
que don Manuel Irurita,
un hijo de tus entrañas,
con vestiduras de Obispo
subió del altar las gradas.
LA
AVALANCHA
Jesús curará la debilidad moderna
AS personas débiles necesitan alimentarse con frecuencia y tomar manjares substanciosos; de lo contrario, se
exponen a irse debilitando más cada
día, a caer enfermas y a morir por
último. Cotidianamente veréis, en los
diarios, anuncios de reconsiituyentes
para las naturalezas enclenques; en
las esquinas de las calles encontraréis carteles en los que se dan a conocer al público específicos contra la anemia y la endeblez, tónicos, vinos y licores y productos de varias clases para fortificar las naturalezas pobres.
El gran maJ del siglo, amados cristianos, es la debilidad o anemia, es decir, la flojedad. La flojedad de corazón y de espíritu ambiente es notoria, y por eso todo el
mundo habla de ella. Cada uno propone su remedio, cada uno quiere dar su explicación de cual es la causa ds
semejante decadencia; pero la gente no se entiende, y
Cada médico explica y aconseja un sistema curativo dife-
la enfermedad de las pasiones y vicios, a que tan proclive se muestra la naturaleza humana. Y no tenemos que
inventar ningún específico, medicina o substancia para
ordenar el régimen de vida, el alimento que conservará
la salud del alma y el honesto bienestar de la vida, y
que después de esta existencia transitoria nos proporcionará la salvación eterna de nuestro espíritu inmortal; nosotros los cristianos no reconocemos sino un Médico de
las almas, que es y será Médico de todas las generaciones humanas; por cambios que sufra la faz del mundo,
la vida espiritual del hombre no tendrá otro Médico apto
sino el nuestro, nuestro adorable Redentor Jesús.
Siempre abundan los curanderos, y siempre tendrán
partidarios. Se propalan numerosos específicos, remedios y claves y recetas para hacer felices a los hombres
y a los pueblos; mas el espíritu continúa enfermo, los sufrimientos y amarguras del corazón no disminuyen, la
felicidad interior no aumenta, y el término y fin de la vida aparece más tenebroso cada día.
Por eso no queda más solución qué tornar al Médico
inmortal de las almas, Jesucristo Nuestro Señor, único
consuelo, único remedio y única salvación del hombre.
Sin ser profeta, abrigo la seguridad de que los hombres volverán en sí, que les pasará la fiebre, que ahora
PAMPLONA.- Piquete de soldados romanos en la procesión de Viernes Santo
-
4
.
foto. Roldan
rente; y aun, muchas veces, el sistema de los unos es
contrario al sistema de los otros. Este os dirá que lo mejor es el régimen nutritivo a base de carne; aquél os
aconsejará, como más adecuado y conveniente a vuestra
naturaleza, el régimen de frutas, legumbres y verduras;
uno sostendrá que en invierno se debe ir vestido y forrado de lana; otro propugnará que nada aprovecha a la salud como vestirse de hilo.
Pero Nos no debemos ni sabríamos daros normas para remediar la debilidad corporal; somos médicos de las
almas, y a nuestro ministerio incumbe curar la debilidad
espiritual, la flojera del hombre, que fácilmente contrae
1
El inolvidable y piadosísimo Obispo de Vich, Dr. Torras y Bagés (q. e. g. e.), publicó el Viernes de Dolores, abril de 1906, una
hermosa Pastoral digna de aquel sanco Prelado, considerado por la
solidez de su doctrina, unción y sencillez, un Padre de la Iglesia con•temporánea. De dicha Pastoral es este capítulo.— (N. Je la R.i
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domina a tantos hombres, de buscar remedios vanos,
consuelos y dichas de faramalla, quincallería vistosa de
periódicos, oradores y literatos, y que llegará un día
cuando, sobre todas estas vanidades desacreditadas, Jesucristo Nuestro Señor volverá a reinar, a ser Rey del espíritu público y Médico universal de los hombres.
La ciencia, la industria, el trabajo y el discurso de los
hombres encontrarán medios de suavizar la vida corporal, de contrarrestar las miserias humanas (que van en
aumento según la humanidad va envejeciendo); pero el
director espiritual de los hombres, el consejero, el consolador, el eterno amigo de la humanidad y su alimento
espiritual (que satisfaga a las almas), su Pan substancial,
cotidiano y sempiterno, no es, no será ni podrá ser sino
Nuestro Señor Jesucristo. El mismo lo ha dicho: "Yo
soy el Pan de vida.,
DR. D. JOSÉ TORRAS Y BAGÉS.
71* ,\"^ J " ^ 1 . ; ^ , ;•;#-+&.;
80
LA
EL
AVALANCHA
A R T E R.SIVIO-IOSO
Cuadros de la Pasión
os artistas más célebres de! mundo han grabado con sus mágicos
pinceles las escenas patéticas de
la Pasión y Muerte del Redentor,
y sus cuadros, obras maestras, se
hallan en los museos y pinacotecas principales de las naciones.
Los museos de Florencia, de Roma, la pinacoteca de Munich, el
• Kaiser Museum de Berlín, el Real
Museo de Amberes, el del Louvre, de Londres, de Nueva York,
el Museo del Prado de Madrid,
poseen cuadros preciosos representando la crucifixión de Nuestro Señor.
En la galería de Florencia existe un notable trabajo titulado "El
Crucificado,,, obra del Beato Angélico de Fiessole. Cuando este maestro pintaba un crucifijo era tal su sensibilidad que las lágrimas rodaban
por sus mejillas. No se ha conocido pintura más ascética
que la de los santos pintados por Fr. Angélico. No pintó
jamás historias profanas, y antes de comenzar cualquier
obra se arrodillaba y pedía al Altísimo le diese la piedad
y pureza necesarias para que sus pinceles trazaran acertadamente el cuadro que proyectaba. La obra aquí citada
representa a Cristo pendiente de la Cruz, entre las dos
Marías. La hace el artista con tal naturalidad que se ven
ios coágulos de sangre que caen de las manos y pies y
de Iii herida del costado. La figura de Cristo, por su espiritualidad sobrehumana, hace sospechar si serían milagrosos sus pinceles al trazar con tan gran sentimiento
místico este delicado cuadro. Los rostros de las dos mujeres, trazados con exquisita condolencia, en actitud orante, dan idea del talento artístico de Fr. Angélico.
En la galería de la Pitti, de Florencia, se conserva un
hermoso cuadro de Fr. Bartolomé della Porta, titulado
*Llanto sobre el cadáver de Cristo,,. Este gran pintor
florentino retrata a la Virgen con un gesto de amor y dolor contenido que emociona, sosteniendo la cabeza y un
brazo del cadáver y posando sus labios en la frente del
Hijo inanimado. El cadáver del Señor es de belleza verdaderamente divina. A un lado de la Madre se ve el fino
rostro de San Juan, que apoya su mano sobre la sacratísima llaga del costado, y vuelve el rostro, pleno de sentimiento, para no ver la explosión de dolor y amor de la
Madre. La Magdalena, arrodillada a los pies, abraza contra su pecho el divino cadáver de Jesús.
El cuadro *La Piedad, de Rubens, existente en el Museo Reai de Amberes, es un tríptico en cuyo centro pinta
el artista el cuerpo del Redentor en los brazos de José
de Arimatea, rodeado de las piadosas mujeres. El cadáver del Salvador es de un realismo emocionante, encajado con gran patetismo entre las figuras sollozantes que
le rodean. El horror de un cuerpo robusto martirizado
aparece aquí patente. Representa el cuadro toda la emoción dramática de la tragedia cristiana. El dolor desbordante de María está artísticamente retratado. En el mismo Museo Real de Amberes existe otro cuadro de Rubens titulado "La Lanzada,. Representa el Calvario, y
Cristo entre los dos ladrones. El soldado que da la lanzada en e! costado del Redentor moribundo es de forma
salvaje y brutal. Todo el apasionamiento, todo el sentido
espiritual con que puede sentirse artísticamente esta escena están expresados en el cuadro; un escorzo de dolor
profundo hace volver la vista, en un sentido magistralmente hecho, a San Juan y las mujeres, que están cerca
de la Cruz. La carnación pálida de los cuerpos desnudos
de los crucificados, las convulsiones que hacen sus
músculos son de tal realismo que parece estarse viendo
la escena dramática.
En la galería de los Uffíci, de Florencia, existe un hermoso cuadro de Rogier Van der Weiden, titulado "El
Enterramiento de Cristo,,. Se ve en esta composición el
panorama de Jerusalén con el monte Calvario, y en él,
las tres cruces. En las faldas del mismo se ve una roca,
abierta como nicho sepulcral, y la losa que ha de cerrarlo. El cadáver de Cristo, con la rigidez de la muerte,,
está perfectamente pintado. La Virgen María, anegada en
llanto, sostiene el brazo derecho, y San Juan, el izquierdo. Detrás se encuentra José de Arimatea y un criado
suyo. La Magdalena, arrodillada ante el cadáver, se deshace en lágrimas. El colorido de los tonos de este cuadro es de técnica magistral, admirable.
Otros bellos cuadros, composiciones de la Pasión del
Redentor, pintados por Carpacio, el Peruggino, Juan Van
Dik, Rafael, Murillo, Andrea del Sano, el Greco, Tiéppolo y otros maestros de la pintura clásica, demuestran la
gran impresión producida en los preclaros artistas por
las escenas sublimes, plenas de sentimentalismo, de la
Pasión y Muerte del Salvador.
La escultura ha simbolizado también, en magníficos
bajo relieves e imágenes preciosas, los actos de la Pasión. El grupo marmóreo "La Piedad,, de Miguel Ángel,
existente en la iglesia de San Pedro de Roma, es una
maravilla del arte. El maestro, celoso de la obra, grabó
su nombre en la cinta que cruza el pecho de la Virgen,
pues el grupo escultórico representa a Cristo en los brazos de su Madre.
Becerra hizo la magnífica Virgen de la Soledad de la
Catedral de Madrid. En Valladolid existen varias notables esculturas de la Virgen de las. Angustias, labradas
por el escultor Hernández. Martínez Montañés hizo una
infinidad de imágenes piadosas que se conservan en Sevilla, y muchas de ellas son exhibidas en las procesiones
de Semana Santa. Ei Cristo de Montañés que se exhibe
en la procesión de Sevilla tiene la particularidad de que,
cuanto más se le mira, más veces quiere vérsele.
Berruguete, Juan de Juani, Viguri, Cano, Pedro de
Mena, Salcillo, Susillo, Suñof, han labrado con sus hábiles cinceles multitud de imágenes de la Pasión y Muerte
del Salvador, que anualmente se exhiben en las magnificas procesiones de Semana Santa que la España católica
celebra con inusitada pompa y esplendor.
MIGUEL ANCIL.
Un deber de los padres de familia
's muy corriente el creer que los padres han
cumplido su mayor obligación para con los
hijos cuando les han dado cariño, alimento
i y un oficio cualquiera para que no mueran
^ de hambre. Los padres hacen poco, si sólo
hacen esto en bien de sus hijos. El lobo de las montañas
hace cosa igual con sus cachorros. El hombre debe hacer más.
El lobo alimenta a sus lobeznos; y tanto los quiere,
que hasta respeta el ganado del sitio donde cría. Después, los saca a campaña, y de tos lobatos podemos decir, que "quien anda entre lobos, a aullar aprende,,. Tienen que salir los cascos a la botija; cosa muy natural.
Los padres, si no quieren parecerles a los lobos en el
magisterio (servatis servaríais), deben encaminar sus hijos al cielo.
En el buen ejemplo que los padres den, encontrarán
los hijos un discreto y luminoso guía para no perder el
camino de la gloria.
Horroriza el pensar que cuando Dios, en el juicio particular, pregunte a un hijo "¿quién te ha extraviado?,,, el
hijo diga: "¡Mi padre!. Desgraciadamente, no poces hijos
se habrán condenado porque sus padres han tenido la
E
81
LA AVALANCHA
culpa. La blandura en quien ha de guiar a otros, es simiente de perdición; ia tiesura discreta y prudente ha
salvado a muchas almas.
No puedo sustraerme a referir cierto suceso ejemplar.
Negaba una madre mil pesetas a un hijo vicioso—histórico, lectores—, y como éste dijera que se arrojaría por
un balcón a la calle, la madre abrió las puertas del balcón, diciendo:
—"Cuenta con el corazón de tu madre; pero no con su
dinero para vicios. Ya puedes arrojarte, cuando quieras.„
Y lloraba la madre como lloran las madres buenas. El
hijo no se suicidó.
Yo no sé ponerle nombre a lo que da cuando los padres ven a sus hijas bailando como se baila hoy. Estuve
en un baile—guardadme el secreto—, y vi bailar el charlestón—no sé si lo escribo bien—. Una madre me preguntó que qué decía yo de aquello.
— De esto digo que si, casado yo, Dios me hubiera dado hijas, con más gusto las habría enterrado que verlas
en brazos de un hombre, dando saltos y sin una linde
entre los cuerpos.
Puede que algunos digan, después de leer este artículo, que no soy hombre sociable.
Yo afirmo que los padres deben quitar piedras del camino que los hijos han de recorrer para que no se convierlan en diablos los ángeles que pone Dios bajo su
cuidado y dirección.
Muchos hijos han llorado amargamente el dolor de no
haber conocido a sus padres; otros deben a los suyos la
pena de no tener corazón y de tener, por lo mismo, envilecida el alma.
Debe ser mortificante en extremo el que unos padres
vean a sus hijos bajo los ripios del hundimiento moral
que estos hijos se ocasionaron; pero será inefable el tormento de los padres que, a solas con su conciencia, se
vean causadores de la podredumbre que llevan sus hijos
en el corazón; debe ser inenarrable el remordimiento de
los que digan: "Hemos condenado a nuestros hijos, por
no haberlos apartado de las charcas del hediondo cieno
que el mundo ofrece a la juventud.„
Nadie puede mandar que todos los hijos vayan al convento; pero Dios manda que todos vayan al cielo y se lo
manda principalmente a los padres, bien que no a ellos
solos.
¿Que tienen que caer, para dar gusto a Dios, escotes,
faldas cortas, libertad en los varones y otras mil cosas?
¡Caiga todo esto para que no caiga sobre padres e hijos
la ira de Dios!
I. VARGAS.
MARÍA AL PIE DE LA CRUZ
El dolor no tiene grados,
nadie ha medido el dolor...
el último que sentimos
es siempre el dolor mayor.
hermosas estrofas a nadie pueden ser
aplicadas con más propiedad que a María.
Aunque Simeón le profetizó aquellos dolores
que más tarde había de pasar, y Ella, iluminada con luz divina, ilustrada con la misma
sabiduría de Dios, los sintió en su corazón, y la sombra
de la Cruz la siguió y acompañó por todas partes; aunque sufrió toda la vida, y a medida que pasaban los años
debió de sentir en su alma mayor angustia y mayor dolor porque se iba aproximando al fin, sin embargo, poseía a Jesús, gozaba de su amor, del consuelo de verle,
de oírle, de vivir con El bajo el mismo techo. Pero el último dolor, aquel dolor de ver a su Hijo santísimo clavado y muerto en la Cruz, fue sin duda el mayor de toSTAS
dos, porque, aunque subió al Calvario, "subió con Elw,
pero al dejarlo allí, bajó "sin E1J
¡Cómo recordaría en su memoria y en su corazón
aquellos días de Nazaret, en que la pobre y modesta casita era el Cielo porque la llenaba El! Con razón podía
exclamar: "Mirad y ved si hay dolor igual a mi dolor,.
Sin embargo, aquel Hijo divino que tanto la amaba, tuvo un amigo íntimo y fiel, un discípulo predilecto a quien
también amó con predilección; un discípulo virgen, un lirio en carne humana en cuya alma resplandecían la pureza y la blancura de su Maestro, hecho ya Hostia blanca y purísima para regalo del hombre; y a ese discípulo
tan amado, sobre cuyo pecho reclinó su cabeza, le confió
a su Madre para que, en cuanto fuera posible, llenara el
vacío que El dejaba en su corazón, la consolara y la
amara.
Dejemos por unos días las cosas del mundo, las diversiones, las visitas, y subamos con Jesús y con María
al Calvario. Estemos con Ella al pie de la Cruz, que allí
fue donde nos recibió por hijos suyos a la palabra de
Cristo. ¡El ya consumó su obra de amor por nosotros!
Bajemos del Calvario con nuestra Madre, sigámosla,
acompañémosla hasta la casa de Juan, entremos en ella,
y quedémonos allí dándole pruebas de nuestro amor,
hasta que Magdalena,Mas otras santas mujeres y los Apóstoles nos digan:—Cristo ha resucitado! ¡Cristo vive! ¡Y
entonces vayamos al encuentro de Cristo, y dejando las
cosas de aquí abajo, no suspiremos si no por las de allá
arribal
MARÍA TERESA OIZ Y TRONCOSO.
BIBLIOGRAFÍA
E l c r i s t i a n o y s t x e d e b e r e s . Lecturas predicables.
—El ilustre P. Constancio Eguía, que tantos admiradores tiene entre
nuestros lectores navarros, ha prestado a los señores sacerdotes un
servicio eminente con este hermoso libro. Pero no se limita a los
predicadores la utilidad de esta obra, sino que en ella encontrarán
saludable lectura espiritual todas las personas cultas que deseen suplir o completar el provecho que sacan de los sermones.
Con el fin de que puedan apreciar nuestros amigos la importancia
de la nueva obra del P. Eguía, copiamos los títulos de las diversas
conferencias: Primera parte. Religión y culto: El sacerdote y la mayor gloria de Dios. — El sacerdote y la catequeüis popular.— El sacerdote y su cruz.—El culto externo del Cristianismo.—La llamada al
templo. — El altar del Sacrificio. — El despertar del cristiano. —El Sacrificio del aliar.—Parte segunda. Familia y allegados: El hogar cristiano.—La cruz en la vida cristiana.—La orfandad de un padre cristiano.—La piedad del amo cristiano.—El bien hablar del cristiano.—
Parte tercera. Vida social y pública: La asociación y el espíritu cristiano.—El valor católico.—Aliento a los peregrinos.— El sentido cristiano de la pobreza.—La ingeniosidad en la limosna.—Las calamidades y la Providencia.
La recomendamos con gusto. Un tomo de cerca de 400 páginas,
muy bien editado por la Librería Religiosa, de Barcelona, Aviñó, 20,
4 pesetas el ejemplar.
* **
La misma acreditada Librería Religiosa ha editado la interesante
obra "Breve explanación de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola,,, dispuesta para los Ejercicios de ocho o diez días, por
el R. P. Ruiz Amado, S. J.—Libro útilísimo para las personas que
hacen los Ejercicios Espirituales sin director, y para los mismos directores que quieran dirigirlos con seguridad y fruto.
Esperamos que ha de penetrar en las almas, por lo mismo que sale del alma y resume más de cuarenta años de experiencia en la vida
espiritual.
La amenidad del estilo, la claridad de las ideas y la intimidad y
dulzura de los afectos, abrirán camino a este libro entre los numerosos de su clase que ya existen y andan en manos de las personas
piadosas.
Háganse con él nuestros amigos; lo merece. De venta en las principales librerías, a 3 pesetas.
, . .
LA
82
AVALANCH A
NUESTROS GRABADOS
Granja de Aiioz, en Yeni.—El pueblo de Alloz,
perteneciente al valle o ayuntamiento de Yerri, se encuentra a la distancia de 42 kilómetros de Pamplona, en
la carretera que de esta ciudad conduce a Lorca por
Echauri, Salinas de Oro y Arizala.
En su término municipal se halla una dilatada granja,
cruzada por el río Salado, y en la cual se producen variedad de frutos.
Se halla en posesión de esta granja, desde hace ocho
o diez años, una Comunidad de Religiosas de la Orden
del Císter.
Amigable banquete a la sombra de un hayedo, en la Sierra de Urbasa.—Se halla esta gigantesca sierra, unida a la de Andía, en los términos de las
Améscoas alta y baja; su parte norte, muy poco poblada,
casi desierta, está dedicada a tos pastos y al pastoreo,
motivo por el cual aparecen en ella cubiles y chaolas.
Vista parcial de Lar'ráinzar.—El lugar de Larráinzar, compuesto de 36 edificios y 218 habitantes, pertenece al valle o municipio de Ulzama, y se encuentra a
la distancia de 24 kilómetros de Pamplona, en la carretera que de esta capital conduce al pueblo de Elzaburu,
pasando por Ainzoáin, Eguaras, Lizaso y Auza.
En Larráinzar nació, el 9 de agosto de 1876, el nuevo
obispo de Lérida, limo. Sr. ür. O. Manuel Irurita y Aimándoz. En la iglesia parroquial de este pueblo, donde
fue bautizado, celebró su primera misa el 6 de agosto de
1900, y últimamente, el 29 de marzo próximo pasado,
celebró su primera misa pontifical en esa misma iglesia,
cuatro días después de haber recibido la consagración
episcopal en la Catedral de Pamplona, de manos del
Excmo. Sr. Nuncio de Su Santidad Mons. Tedeschini.
Piquete de soldados romanos en la procesión
de Viernes Santo, en Pamplona.—La procesión
del Santo Entierro, que así se llama la que se celebra en
nuestra ciudad en la tarde del día de Viernes Santo, lleva
en cabeza, abriendo marcha, un piquete de soldados romanos que es el que representa nuestra fotografía.
MESA REVUELTA
Testamento original.—Un agente de cambio que
acaba de morir en Roma, ha dejado el testamento siguiente, que prueba un gran espíritu. He aquí textualmente:
"A mi hijo dejo el placer de ganarse su vida durante
veinticinco años: ha creído que este placer era para mí
solo: era un error. Dejo a mi ayuda de cámara los vestidos que me ha robado metódicamente durante muchos
años, lo mismo que mi pelliza de castor, con la cual se
pavoneaba el invierno pasado cuando yo estaba de viaje.
A mi chofer dejo mis automóviles. El casi completamente les ha estropeado. Le doy el gusto de terminar lo
que él ha comenzado bien.
A mi socio dejo el consejo de encontrar lo más pronto
posible una persona inteligente para sustituirme, si tiene
negocios que realizar.,,
Por otra parte, este hombre de espíritu, antes de morir había dado todo su patrimonio a obras pías. Y así hizo imposible todo proceso con motiva de su sucesión.
Cifras curiosas.—Tomamos de la excelente revista
de Valencia "Oro de Ley»:
"El estipendio de una misa, 3 pts.; una butaca de ópera, 5, y una preferencia de 1.' fila de foot-ball, 2O.W
¡Valor índice de los liemposl El Ayuntamiento ha
querido favorecer a las familias numerosas: ha resultado
que para un censo de más de trescientos mil habitantes
sólo hay en Valencia 183 familias con ocho o más hijos.
Antes, con menos censo, sumaban los hogares prolíficos,.
centenares.
¿Ha entrado aquí también el horror a los hijos?
El pobre Cond^ de Romanones ha dejado de ser el
primer propietario urbano de Madrid.
Solo paga de contribución pesetas 78.361 '91. El Marqués de Fontalba satisface 108.135 y don Tomás Allende, 87.135.
Otra cifra curiosa: de cinco académicos nombrados
como representantes de las lenguas regionales hay dos
sacerdotes y un religioso. ¡Serán oscurantistas e ignorantes!,,
¡Está tan lejos!—Eso deben decirse los católicos españoles cuando se les habla de Méjico: ni se organizan
ni se preparan en esta época de paz, de orden y de garantía de los verdaderos derechos.
¿Creen que, si aquí gobernaran determinados elementos, no podríamos llegar a situación parecida?
Un amigo nuestro nos repetía; con espanto, una conversación con cierta persona de carrera, en que volcaba
sus odios sectarios manifestando los más sanguinarios
propósitos.
Leemos en una carta de un párroco mejicano, publicada en "Ciencia Tomista,,, que la prensa de Méjico ha publicado un cablegrama de Madrid dirigido a Calles, felicitándole por su política nacional.
Ese mensaje iba firmado por el Conde de Romanones,
Sánchez Guerra, General Aguilera, Osorio Gallardo,
Marcelino Domingo y otros.
Nos resistimos a creerlo, y esperamos con ansiedad
ver desmentida la noticia.
¡Alerta!—El Boleiín eclesiástico de la Diócesis publica un aviso diciendo sabe que en varios pueblos de la
Ribera, entre otros Villafranca y Miranda, se han presentado viajantes de casas editoriales de Barcelona, ofreciendo libros, nada baratos por cierto, de doctrinas protestantes, condenadas por la Iglesia; y advierte a los que
los hayan adquirido la obligación que tienen de entregarlos a los párrocos.
También en nuestro colega "El Norte de Tara.zonaB
hemos leído esta noticia: Días pasados estuvo en nuestra
ciudad un individuo vendiendo la obra titulada "Los heraldos del porvenir,,, profusamente ilustrada con grabados de gran parte de inventos modernos. Esto hizo que
algunos la comprasen de buena fe, siendo inicuamente
engañados, pues se trata de una obra protestante que no
pueden ni deben conservar los que la han adquirido, sino presentarla a la autoridad eclesiástica.
Ya "El Noticiero,, de Zaragoza había dado ¡a voz de
alerta y excitaba a todos a denunciar al vendedor, porque
así lo deseaba el señor Gobernador Civil, que se proponía evitar tal propaganda.
Reproducimos estas noticias para conocimiento de
nuestros lectores, y sepan rechazarlos con energía si se
presentan algunos de esos desgraciados agentes del protestantismo.
Peregrinación navarra a Nuestra Señora del Pilar.
—La Archicofradía de la Corte de honor de Señoras y
la Cofradía de Nuestra Señora del Pilar de esta capital
han organizado una peregrinación a la Santísima Virgen
del Pilar de Zaragoza.
Saldrá de Pamplona el día 3 de mayo, a la una y media de la tarde, y regresará de Zaragoza el día 6, a las
ocho y media de la noche.
Los precios, incluidos todos los gastos de tren, fondas,
etc., son: en 1.a, 95 ptas.; en 2.a, 75; en 3.', 53; en clase
especia), 44.
Se espera resultará muy brillante esta peregrinación de
Navarra al Pilar de Zaragoza.
Cuente la celosa Junta organizadora con la modesta
cooperación de L A AVALANCHA.
LA AVALANCHA
Los abusos sportivos.—Leemos en "La Croix,, de
París:
"Otra vez hemos de registrar dos casos desgraciados
de desequilibrio, ocasionados por el olvido de la ley cristiana por ta actual sociedad.
En Lézignan (Heraul) el foot-ba!lista Wiser, desesperado por la derrota de su club, se fue muy abatido a su
casa. Se encerró en su cuarto y se disparó el revólver en
la boca, quedando herido gravfsimamente, con pocas esperanzas de vida.
En Chateauroux, una joven de 15 años llamada Consuelo Larry, después de haber asistido a una representación cinematográfica, dejó escritas dos palabras en las
que anunciaba su intención de arrojarse al agua. Su cadáver fue encontrado poco después en el Indre.
Desde el primer hombre del mundo la vida está sembrada de penas. Toda educación tiene por objeto ayudar
a cada uno a adoptar el medio mejor que se pueda para
sortear las dificultades del viaje, guardando la dirección
marcada por la fe cristiana.
El movimiento impuesto a las costumbres por el abuso de las excitaciones cinematográficas y sportivas, ¿no
será responsable, en gran parte, de los males que se han
apoderado de las imaginaciones juveniles, haciéndoles
perder de vista el objeto real de la vida?,,
I51EMPRE EL DRAMA DIVfNOI
Jueves Santo.
El día de las efusiones eucarísticas, el del Getsemaní
pavoroso y sangriento, el del beso traidor, el del poder
de las tinieblas...
Jueves Santo.
En sus horas, henchidas de pasión y misterio, reviven
las figuras del divino drama, aparecen con asombrosa
actualidad los personajes de las parábolas y relatos evangélicos, cual si la mirada penetrante de Jesús, abatido en
la gruta de la agonía, al irse posando sobre todas las grandes miserias y sobre todas las flacas virtudes de los hombres, hubiese proyectado a través de los siglos haces de
luz serena, indicadora...
Jueves Santo.
* **
Ha llegado el momento de la comunión.
La iglesia, rebosante de fieles, palpita en amoroso anhelo y en humilde súplica:
¡Domine, non suin dignus!,..
En la blanca solemnidad del Parasceve tiene el Pan
celestial un sabor nuevo... Sabe a gozo, y a la vez, a tristeza; sabe a unión más fuerte, y a la vez, a despedida de
Cenáculo; sabe a ternuras de regazo y a desnudez de
cruz...
Ascienden hasta el altar los sacerdotes, para recibirlo
de rodillas; cerca el pueblo la mesa celestial.
—Tomad y comed.
Y entre los que comulgan está Pedro, prometiendo a
Jesús que nunca jamás se apartará a Él; y Juan también
está, tembloroso de amor al sentirse llamado al casto
éxtasis; y Felipe, suplicando ai Maestro que ie muestre
las grandezas de Dios; y Tomás, afanoso por dar con la
vía segura; y los demás Apóstoles, temerosos de hacer
traición a su Señor; y ¡udas, ¡oh, sí!, también está allí
Judas, renovando su maldito sacrilegio, comulgando en
pecado por no tener dolor, por no tener propósito de
enmienda, por llegarse al celestial banquete en frío cumplimiento, por no querer romper con la avaricia que
le consume, con la impureza que le abrasa, con la soberbia que le ciega...
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Por las calles hay luz, hay sol radiante, hay estremecimientos de primavera en los rosales de los jardines y
en los árboles de las grandes avenidas.
83
La multitud, el rebaño de siempre, anda, corre, se agita, acaso indiferente al misterio admirable del sublime
jueves:
—¿Vienes de paseo?
—Me esperan en el café unos amigos.
Acaso irrespetuosa y befadora:
—¡Chico, lo que yo.gozo hoy por las iglesias!
—Mira qué cura... Fíjate en aquella mujer que se
arrodilla...
Acaso diabólica y perversa:
—¡El Sol! ¡La Voz! ¡El Liberal!
Y la turba soez y descreída, aulla en torno de Cristo,
o se aparta de Él, avergonzada de su credo y doctrina.
Los mismos improperios, iguales bofetadas y rabiosas
burlas caen sobre el dulce y benigno Jesús Nazareno.
Y hay discípulos que huyen y se esconden, y plebe que
lo insulta, y espectadores insensibles y fríos, y espíritus
fuertes y orgullosos que se ríen de sus enseñanzas y
sus obras.
Los labios del Maestro, preso y escarnecido, exhalan
esta queja:
—¡Pueblo mío! ¿qué te hice, o en qué te contristé?...
** •
Es en la suave penumbra de un templo solitario, cuyos desnudos muros infunden, en esta noche santa, una
sensación extraña, indefinible, dolorosa.
El monumento, al fondo de la iglesia, irradia, cual
constelación pálida, en lucecillas alargadas, ondulantes,
inquietas.
Y entre llamas de cirios y búcaros de flores reposa la
dorada urna, cerrada y misteriosa.
De vez en cuando entra un grupo de gente que reza,
curiosea, habla y se va de nuevo.
Alguna devota suspira en largos gemidos angustiosos.
En un rincón del templo permanece humillada e inmóvil la figura harapienta de un hombre pobre.
Los ojos en el suelo, muda la lengua, ora su alma así;
—¡Señor, ten piedad de mí, miserable pecador!... Señor a quien tantas veces crucifiqué en mi corazón, tened
compasión de mí, dadme lágrimas para llorar mis pecados... ¡Dios mío, sedme propicio!
Los brazos abiertos y misericordiosos de Jesús acaso
se han cerrado sobre este humillado publicano, para
apretarlo contra el llagado pecho.
Esta es la Magdalena, rompiendo a los pies del Salvador el vaso vivo de su corazón, desbordante de contrición y de amoroso anhelo... Un instinto certero y delicado la lleva a ornar los sagrarios más pobres, y para honor y gloria del Santísimo Sacramento del Altar, prodiga
los tesoros de su rendido afán y se multiplica en derroches santos que el mundo no comprende.
Estas son las Marías, reclusas del amor tras de las rejas austeras del monasterio blanco que fundó Santa Teresa, del monasterio negro que fundó Santa Juana Francisca. Van siempre tras de la cruz del Esposo sangriento
y amado, por la senda empinada de la renunciación, de
la pobreza, del abatimiento, de la santa y penitente castidad... Permanecen, magnánimas y fuertes, junto al Hijo
enclavado, junto a la Madre yerta de dolor.
Esta es la piadosa mujer que se llamó Verónica, la que
se llegó a Cristo para enjugarle la nublada faz llena de
polvo, de sangre y de sudor; la que hoy, la que ahora
enjuga otros rostros, los de los pobres, los de los huérfanos, los de los tristes; la que se inclina sobre los miembros vivientes del gran Llagado, sobre los hijos enfermos de la Iglesia, para aliviarlos con el fino y albo lienzo
de su candad, para ungirlos con el bálsamo de su compasión, para llorar con ellos las lágrimas que confortan y
curan.
* *•
...
1
Jueves Santo...
'
En sus horas, henchidas de pasión y misterio, reviven
las figuras del divino drama.
J. LE BRUN.
PAMPLONA.—Imprenta, Librería y Centro de suscripciones de Jesús García, calle de la Estafeta, número 31
f*.-
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LA AVALANCHA
84
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