17 Cartas de amor

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17 Cartas de amor
17 Cartas de amor
Jackeline C. Lucas
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17 Cartas de amor
Para mi madre Mónica y mi padre Juanjo.
Mis mejores amigos Romina y Franco.
Mis hermanos Javier y Jesica.
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“Pero llegamos tarde,
te vi me viste.
nos reconocimos enseguida,
pero tarde.
Maldita sea la hora
que encontré lo que soñé
Tarde.”
-Tarde (sin daños a terceros). Ricardo Arjona.
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17 Cartas de amor
Índice
Prólogo……………………………………………………………….Pág. 5
Carta número 1…………………………………………………..Pág. 13
Carta número 2…………………………………………………..Pág. 30
Carta número 3…………………………………………………..Pág. 41
Carta número 4…………………………………………………..Pág. 50
Carta número 5…………………………………………………..Pág. 62
Carta número 6…………………………………………………..Pág. 77
Carta número 7…………………………………………………..Pág. 92
Carta número 8………………………………………………….Pág. 110
Carta número 9………………………………………………….Pág. 128
Carta número 10……………………………………………….Pág. 149
Carta número 11……………………………………………….Pág. 168
Carta número 12……………………………………………….Pág. 186
Carta número 13……………………………………………….Pág. 202
Carta número 14……………………………………………….Pág. 218
Carta número 15……………………………………………….Pág. 232
Carta número 16……………………………………………….Pág. 249
Carta número 17……………………………………………….Pág. 266
Epílogo……………………………………………………………….Pág. 268
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17 Cartas de amor
Prólogo
Elizabeth volvía cansada a su casa después de un largo
día en el trabajo. Sus pacientes le daban poco minutos
libres los cuales los ocupaba para analizar todos los
casos que le llegaban al consultorio, pero no se
arrepentía de nada, amaba la profesión que había
elegido, saber que había ayudado a alguien con
problemas a encontrar un poco de luz la reconfortaba
siempre cuando se sentía agotada.
Al llegar a su casa advierte que le está esperando un
paquete en la puerta, extrañada lo levanta y observa
que tenía por remitente a su mejor amigo Ángel. Se
preguntaba que le podría haber mandado, quizás fuera
algún regalo, algo para saber que el siempre estaría
presente mas allá de que se encontraban a kilómetros
de distancia y no se veían desde hace un año.
Elizabeth mentiría si dijera que no extrañaba a Ángel, él
era su mejor amigo desde los 10 años cuando él fue el
único que le habló al ingresar al colegio. Todos sus
compañeros la trataban mal por su aspecto pero Ángel
nunca lo hizo, el se mostró amigable desde el principio
y por eso se convirtió en el mejor amigo que tenía,
desde esa primera vez que se vieron se convirtieron en
inseparables, salvo ese año en el que ella se había
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17 Cartas de amor
mudado a otra ciudad por cuestiones laborales, esa fue
la primera vez en diecisiete años de amistad que se
habían separado por tanto tiempo y si bien seguían en
contacto por medio de las redes sociales, para Elizabeth
no era lo mismo que tenerlo cerca, ya que cuando se
encontraba triste o superada por sus problemas solo le
hacía falta el abrazo de su amigo para sentirse mejor,
ahora solo se tenía que conformar con una video
llamada que no era lo mismo que tenerlo a su lado.
La verdad es que ella quería muchísimo a Ángel, era la
persona más importante en su vida. Cada día que
pasaba lo extrañaba más, pero bueno solo era cuestión
de acostumbrarse a estar sin su fiel apoyo.
Abrió el paquete esperando algún regalo típico de su
amigo, un portarretratos con una foto de ambos, un
libro o un perfume, pero no se encontró con nada de lo
que se imaginaba, dentro de la caja se encontraban
una gran cantidad de cartas, 17 para ser exactos. Pero
lo que más le llamo la atención a Elizabeth fue la
pequeña nota que encontró por encima de todas
aquellas cartas. La cual decía
“Lizi:
Estas cartas te las escribí todos los días durante este
último año, allí encontrarás plasmado todo lo que
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siento por ti. Esta es mi forma de confesarte todo lo
que me vengo callando desde hace diecisiete años.
Con cariño Ángel”
Elizabeth al principio no comprendió que quería decir
con aquella carta, pero pronto cayó en la cuenta sobre
el significado que tenía. No podía creerlo, ¿su mejor
amigo enamorado de ella?, no podría ser verdad, ellos
no eran más que amigos, ella lo veía como un
hermano. No albergaba ningún sentimiento hacia el
salvo el de un gran cariño. Sin leer las cartas Elizabeth
llamó a Ángel para aclararle la cuestión. Al segundo
tono su amigo atendió
-¡Hola Liz!- dijo su amigo contento
-¿Ángel que es esto que me mandaste?
-¿Lo leíste?- preguntó Ángel, Elizabeth noto un poco de
preocupación en su voz
-No hace falta que lo lea Ángel, sabes que es lo que
siento por ti, eres mi mejor amigo en el mundo y te
quiero muchísimo, pero ese es el único sentimiento que
tengo- Elizabeth oyó un suspiro desde el otro lado de la
línea.
-Sabía que iba a obtener esa respuesta, pero no quería
hacer nada hasta que supieras lo que siento por ti.
Sospeché que la nota te iba a hacer entender sobre lo
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que se trataban las cartas, pero lo mismo quiero que
las conserves así tengas un pequeño recuerdo sobre lo
que siempre sentí.
-Los siento mucho Ángel, de verdad te quiero mucho,
pero no de la forma que a ti te gustaría, pero
¿Seguimos siendo amigos?
Ángel se dio cuenta que Elizabeth no había entendido lo
que él quiso decirle, pero prefirió no aclararle nada, ya
iba a entender tarde o temprano y lo iba a perdonar,
esa era la única esperanza que tenía
-¿Estás ahí Ángel? ¿Estás enojado?
-Ehh, no, no estoy enojado para nada, de verdad- dijo
Ángel procurando mantener un tono de voz normal
-¿Seguimos siendo amigos?
-Siempre
-Te quiero muchísimo, espero que lo sepas.
-Y yo te amo, me tengo que ir adiós.
Y colgó el teléfono antes de oír la contestación de
Elizabeth, lo último de la lista ya estaba hecho, le
confesó
que la
amaba
y
al
saber
que
no
era
correspondido ya no había nada que trabara sus planes.
Elizabeth quedó preocupada, temía haber perdido a su
único mejor amigo, lo notó raro en el teléfono, pero
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supuso que ya se le iba a pasar. Decidió irse a dormir
sin abrir ninguno de los sobres que se encontraban
dentro de aquella caja. Planeaba llamarlo al otro día,
cuando estuviera más calmado, pero lo que no sabía
era que ya no iba a tener ninguna posibilidad de volver
a hablar con él.
A la mañana siguiente la despertó el timbre incesante
de su teléfono, a regañadientes se levantó de la cama
para atender.
-¿Diga?
-¿Elizabeth?- dijo la voz desde el otro lado de la línea
-Si soy yo, ¿Quién habla?
-Soy Carmen, la mamá de Ángel- Elizabeth reconoció la
voz de la madre de su mejor amigo, pero noto que se
encontraba quebrada, como si estuviera aguantando las
lágrimas
-Hola Carmen, ¿Como está?, ¿ocurre algo?
-Veras lo que pasa es que Ángel…
A Elizabeth se le cayó el teléfono de las manos, no
podía creer lo que estaba escuchando, no podía ser
verdad. Todo era un sueño, nada más que un sueño del
que pronto despertaría. Ángel no podía estar muerto,
era imposible.
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Lagrimas caían por sus mejillas, su mejor amigo ya no
estaba, nunca más volvería a escuchar su dulce voz, no
volvería a sentir esos abrazos tan reconfortantes, ni sus
bromas por
teléfono, ni
su
risa
tan
contagiosa.
Elizabeth se negaba a aceptar la verdad, su amigo
nunca la abandonaría, nunca lo haría.
“¿Qué voy a hacer sin él?” se repetía la pregunta en su
cabeza, no se podía imaginar un mundo sin su querido
Ángel, ese chico que siempre había estado allí para ella,
que siempre la había aceptado tal cual era más allá de
sus problemas. ¿Cómo iba a seguir adelante sin el
apoyo de Ángel? El era la persona más importante que
tenía desde que sus padres murieron, el era su ángel
guardián como ella siempre le decía y ahora se había
convertido en uno real.
Elizabeth tomó el primer avión que la llevo hacia donde
se iba a ofrecer el entierro, no podía creer que la
primera vez que iría a su hogar luego de un año de
ausencia fuera para enterrar a su mejor amigo. Le
resultaba
imposible
de
creer.
Se
quedó
en
el
cementerio hasta que todos se fueron, necesitaba un
tiempo a solas para despedirse de aquel amigo que
siempre estuvo para ella.
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Se arrodillo en su tumba y sin poder contenerse
comenzó a llorar como hace mucho que no lo hacía, las
lágrimas caían incesantes sobre sus mejillas
-No puedo creer lo que hiciste Ángel, la verdad es que
no te entiendo. ¿Por qué tomaste esa decisión sin
pensar en nosotros? ¿Acaso no pensaste en mi?, Ángel
no sabes cuánto te necesito, no sabes lo mucho que me
haces falta, siempre fuiste mi mejor amigo y saber que
ya no te veré más me mata- Elizabeth volvió a sollozar
antes de continuar- Te voy a extrañar mi angelito de la
guarda, siempre vas a estar en mi mente y en mi
corazón, te quiero muchísimo y espero que por fin
hayas encontrado la paz que necesitabas, esa paz que
yo no supe darte como amiga que era. Te voy a
extrañar Ángel, adiós para siempre.
Y llorando se fue del lugar donde su mejor amigo
descansaría eternamente.
Ya en el hotel se desplomo sobre su cama, no había
parado de llorar desde el entierro, parecía que sus
lágrimas eran inagotables, ya no le quedaba nada, no
tenía a sus padres y ahora había perdido al único amigo
que tenía, al mejor amigo que podría haber tenido. Solo
le quedaban sus fotos, sus recuerdos y aquellas 17
cartas que le había mandado y que ella se había
negado a leer.
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Se levanto de la cama y sacó de su valija aquella caja
que contenía los sentimientos más profundos de su
amigo, abrió la primera carta y al leerla no pudo
contener las lágrimas que le brotaban de sus ojos.
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Carta número 1
“Querida Lizi:
Seguro que esto te resultará raro, no todos
los días te llega un paquete con 17 cartas en su interior
y menos de tu mejor amigo del que seguro crees que
sabes todo, y eso puede ser cierto, pero hay una cosa,
un gran y enorme secreto que no sabes sobre mí.
Ese secreto lo vengo guardando desde hace 17 años,
desde el primer día que atravesaste la puerta de mi
salón con tu hermosa sonrisa, si es así, desde el primer
día que te vi quede completamente enamorado de ti y
con cada año que pasaba te amaba más y más. Nunca
te lo dije por temor a perderte, porque para mí siempre
fue mejor tenerte como amiga que no tenerte.
No te das una idea de lo que me costó tomar la
decisión de decirte todo lo que siento, busqué miles de
formas de hacerlo y esta me resultó la más factible, ya
que al no mirarte evitaría que me arrepintiera de
decirte todo esto, y también resulta mejor escribirte
esto para lograr contarte todos los detalles de este
intenso amor. Espero que aceptes esta caja y que leas
lo que hay en su interior.
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¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? Por mi parte
yo lo recuerdo con lujos de detalles, cuando cierro los
ojos las imágenes aparecen en mi cabeza como si se
tratara de una película que quedó grabada a fuego en
mi cerebro.
Ese
día
estabas
absolutamente
preciosa,
cuando
apareciste por aquella puerta fue como si el mundo se
silenciara a mi alrededor, eras como un pequeño ángel,
uno hermoso, más de lo que alguien se podría
imaginar.
Por si no recuerdas ese día permíteme, por favor,
refrescarte un poco la memoria, quiero que a partir de
estas cartas tu recuerdes cada momento significativo
en nuestra amistad, pero principalmente quiero que
vuelvas a vivir estos momentos desde mi mirada así
logres comprender por qué se me hizo tan fácil amarte
desde el primer día.
Esa vez, hace ya diecisiete años fue el día en el que mi
vida cambió por completo. Yo me encontraba sentado
solo en un banco compartido ya que, como bien sabes,
nunca se me dio muy bien todo esto de la socialización,
estaba sumergido en un pequeño cuento, no prestaba
atención a los murmullos ni a la lección de la maestra,
hasta que un tímido golpe en la puerta me saco de mi
ensoñación.
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17 Cartas de amor
Mi mirada se dirigió al lugar de donde provenía dicho
sonido, no daba crédito a lo que estaba observando.
Eras como un ángel con tus cabellos dorados que
llegaban hasta la cintura recogidos en una media cola,
tus ojos azules como el mar demostraban el terror que
sentías y con la timidez con la que parecía te dejabas
llevar; tus manos presionaban fuertemente sobre el
corazón todos tus cuadernos como si fueran un escudo
que te protegerían de cualquier cosa que quisiera
hacerte daño. Tus mangas se resbalaron de tus brazos
mostrando pequeñas marcas que asomaban en tu
perfecta piel blanca, marcas que a diferencia de hacerte
menos hermosa realzaban esa perfección que mis ojos
siempre vieron en ti.
Quizás era muy joven como para comprender porque
mi corazón se paralizó cuando te vi, porque todo el
mundo desapareció dejándonos solo a nosotros dos y
porque dejé olvidado ese cuento que tanto me estaba
atormentado últimamente.
Ya desde ese día tenías el poder de hacerme olvidar
todo
lo
que
me
rodeaba,
tu
presencia
volvía
insignificante las cosas.
Recuerdo que al no haber asientos disponibles la
maestra dispuso que te sentaras a mi lado, parecías
flotar cuando te acercabas hacia mi lugar y mi corazón
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17 Cartas de amor
palpitaba a mil por hora, parecía a punto de salirme del
pecho. Yo había procurado no mirarte, fijando mi vista
en aquella hoja donde intentaba escribir mi cuento, te
sentaste a mi lado y yo te ignoré de manera evidente.
Así pasó la primera hora, recuerdo que siempre me
reclamaste el no haberte prestado atención ese día,
pero siempre estuviste equivocada, mis cinco sentidos
estuvieron puestos en ti.
Recuerdo verte absorta en un dibujo que estabas
realizando con mucho empeño. Ese día descubrí los
gestos típicos de cuando te concentras. Presionabas con
fuerza el lápiz contra la hoja que hasta parecía que se
iba a romper, fruncías el ceño de una manera muy
graciosa y sacabas la lengua hacia el costado. Cuando
te equivocabas y tenías que borrar lanzabas un gran
suspiro de frustración. Eras la viva imagen de la
concentración.
Así que te equivocaste, claro que te prestaba atención,
para mí no existía nadie más en ese salón de clases. El
problema era que no sabía cómo acercarme a ti, era
muy tímido, creí que una hermosa criatura como tú
jamás me haría caso, jamás querría a un chico como yo
y, en parte, sé que tuve la razón ya que nunca te
fijaste en mí más que como un amigo…”
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Elizabeth recordaba aquel día como si no hubieran
pasado tantos años, ese suceso fue un antes y un
después en su vida.
…
Aquel era el tercer colegio al que iba en un término de
dos
años,
no
duraba
en
ninguno
porque
sus
compañeros nunca la aceptaban, siempre la aislaban y
la trataban mal. A los 10 años Elizabeth era una niña
muy solitaria que se escondía del mundo con ropa que
le tapaban sus brazos y con la mirada siempre en el
suelo.
Ese día cuando se abrió la puerta de aquel salón de
clases el cuerpo de Elizabeth se encontraba tenso,
temía a
lo
que se podía
encontrar, sus brazos
temblaban ante el temor, para procurar que nadie
notara aquello sujetó sus libros con fuerza sobre su
corazón sin notar que sus mangas se habían resbalado
mostrando así aquellas cicatrices que eran las pruebas
de años de sufrimiento.
Sus
compañeros
al
ver
aquello
comenzaron
a
murmurar por lo bajo, riéndose de la pobre niña nueva.
Elizabeth al ver el motivo de sus risas bajó rápidamente
las mangas para procurar que no sean visibles, pero ya
era tarde, aquellos niños tan crueles las habían visto y
comenzaban a burlarse de aquello. Todos menos una
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17 Cartas de amor
sola persona, un niño que se encontraba al fondo del
salón con la mirada fija en ella, aquellos ojos grises la
tranquilizaron por completo. Cuando la maestra le dijo
que se sentara al lado de aquel niño tan extraño, que
no se reía de ella, Elizabeth se sentía feliz. Tenía la
sensación de que algo iba a cambiar en ese año.
Pero durante toda la hora de clases ese maravilloso
chico no le había dirigido la palabra, se encontraba
concentrado escribiendo algo, así que ella hizo lo
mismo, sacó su cuaderno de dibujo y comenzó a
realizar trazos sin parar aislándose así del mundo
entero. Cuando terminó admiró su obra, era el retrato
de aquel chico que se encontraba a su lado, con la
mirada fija en aquella hoja y con una lapicera en la
mano, al ver su dibujo Elizabeth deseó con todas sus
fuerzas que aquel niño tan diferente se hiciera su
amigo.
Por suerte su pedido había sido escuchado.
…
“… ¿Recuerdas nuestra primera charla?, estábamos en
el recreo, yo me había quedado en el salón procurando
terminar por fin mi cuento.
Cuando
salí
para
comprarme
un
refresco
te
vi
acurrucada debajo de las escaleras, llorando un mar de
lágrimas. Mi corazón se hizo más pequeño al verte de
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esa forma, sin saber porqué me vi acercándome hacia
dónde estabas. En silencio me senté a tu lado y te
escuché sollozar, cuando te hubiste calmado me animé
a preguntarte que te sucedía pero no respondías, solo
te limitaste a abrazarme y yo me quedé petrificado, no
estaba acostumbrado a que nadie me tocara. Al parecer
tú te diste cuenta y me soltaste de inmediato y
secándote las lágrimas me contaste que nuestros
compañeros se habían burlado de tu apariencia, esa
que a mí me parecía perfecta, y que habían pactado no
acercarse para no contagiarse.
Me habías dicho que no tenías ningún amigo y yo, por
extraño que me haya parecido, te dije que a mí me
encantaría ser tu amigo, que no me importaba tu
apariencia ni tus cicatrices, y como prueba de que
hablaba en serio te había regalado un chocolate. Tu
abriste los ojos como platos y me miraste con
incredulidad y en tus hermosos ojos azules noté la
esperanza que nacía en tu interior. Me sonreíste y
aceptaste el chocolate…”
Las lágrimas no cesaban de caer por las mejillas de
Elizabeth, no podía creer como Ángel se acordaba de
tantos detalles sobre su primer encuentro. Ella siempre
había recordado ese día porque fue el momento más
significativo de su vida.
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Para Elizabeth ese día era aquel en el que Dios le había
mandado un angelito a cuidar de ella. Y ahora saber
que su mejor amigo lo recordaba también como algo
significativo por alguna razón había llenado de felicidad
su corazón.
…
El timbre que indicaba el comienzo del primer receso
había sonado, Elizabeth se levantó muy despacio de su
mesa procurando ser la última en salir de allí, procuró
que su dibujo quedara bien guardada y antes de irse se
fijó en su compañero que seguía concentrado en
aquella hoja. Al ver que no tenía intenciones de
levantarse, Elizabeth se fue.
Cuando salió se encontró con un grupo de sus
compañeros que la miraban fijamente, la niña bajó la
mirada escondiendo sus ojos de aquellas personas e
intentaba mantener sus mangas bien abajo, comenzó a
caminar hacia el centro del patio cuando una voz la
detuvo.
-¿Qué te pasó en los brazos?
Elizabeth no contestó, seguía con la mirada baja,
temiendo a lo que venía a continuación.
-¿Por qué no contestas?-preguntó uno de aquellos
niños
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-Es que no lo ves, es un monstruo y los monstruos no
hablan-le contestó otro
-Tienes razón, no hay que acercarnos, seguro que es
contagioso.
Todos los compañeros asintieron al mismo tiempo y
comenzaron a reírse, señalando a Elizabeth y cantando
al unísono “monstruo feo, monstruo feo”. En un
momento ya no lo resistió y se fue corriendo, se refugió
debajo
de unas
escaleras, allí
comenzó
a
llorar
desconsoladamente.
No sabía hacia cuanto tiempo se encontraba allí,
llorando, quizás habían pasado minutos u horas, la
verdad que no lo sabía. Una voz a su lado la sobresalto.
-Oye, ¿Qué te pasa?- le preguntó aquel maravilloso
niño de ojos grises.
Elizabeth no sabía en qué momento había llegado ese
niño, pero le estaba agradecida. En lugar de contestarle
lo abrazó, este se tensó ante su contacto así que lo
soltó inmediatamente y secándose las lágrimas con el
dorso de su brazo le dijo.
-Los chicos se burlan de mi, dicen que soy un monstruo
y muy contagioso así que nadie se acerca a mi.-Le dijo
volviendo a llorar.- No tengo amigos
-Yo puedo ser tu amigo.-Le contestó titubeante.
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17 Cartas de amor
-¿De verdad?-Preguntó Elizabeth con los ojos brillando
de la emoción.
Éste se limitó a asentir y regalarle un chocolate, como
muestra de que hablaba en serio.
…
Elizabeth se levantó de la mesa, fue al baño a secarse
las lágrimas, se preparó un café bien cargado ya que
estaba decidida a pasar la noche en vela leyendo la
carta de Ángel, y recordando junto a él todo aquello por
lo que pasaron. Ese día, como nunca, se encontraba
interesada por conocer los sentimientos de su mejor
amigo.
Volvió a tomar la carta y acariciándola suavemente se
dispuso a continuar leyendo.
…
“… A partir de ese día supe que íbamos a ser grandes
amigos. Tú fuiste la primera persona con la que me
atreví a entablar una amistad después de dos años, yo
no confiaba en absolutamente nadie.
Como bien sabes me costaba abrirme a las personas,
me refugiaba en mis libros y en mis escritos, pero tu
tenias algo muy especial, había algo en tu persona que
me empujaba a confiar en ti.
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17 Cartas de amor
Continuamos sentados bajo las escaleras hablando,
quizás cosas triviales, como cual era nuestro color
favorito o que sabor de helado nos gustaba más.
Ese día pude conocer cosas sobre ti, cosas que para
muchos resultarían tontas, pero que para mí eran muy
importantes. Yo quería conocer absolutamente todo
sobre tu vida, y quería contarte todo sobre la mía.
Yo quería contarte todo sobre mi, y lo hice, te conté
absolutamente todo…”
Elizabeth sonrió, había algo que él había mantenido en
secreto durante 17 años. En todo ese tiempo no se
había atrevido a confesarle sus sentimientos. ¿Acaso le
tenía miedo? ¿O estaba tan seguro de su rechazo que
no se animó a declararse?
Sintió una punzada de culpa, ahora creía entender
porque Ángel había tomado aquella decisión, pero
procuró no sacar ninguna conclusión acerca de eso.
Primero debía leer las 17 cartas.
“… pero lamentablemente había algunos secretos que
los guardé para mí, pero que ahora que por fin tomé el
valor que necesitaba procuraré contártelos a lo largo de
estas cartas. Espero que sepas entender porque decidí
callarme y desearía que me perdonases.
El primer secreto es que ese día, apenas volví a casa
tomé un papel color rojo y allí escribí todo lo que me
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17 Cartas de amor
contaste sobre ti, así nunca correría el riesgo de
olvidarme algún detalle importante.
Ahora que lo veo en perspectiva, es medio obsesivo de
mi parte, incluso vergonzoso, Dios no tendría que
habértelo contado. Pero bueno, prometí contarte todo y
aquí estoy, confesándote lo más vergonzoso que hice
en mi vida.
Por si no me crees por favor revisa el sobre que se
encuentra al final de la caja, yo te estaré esperando
amor mío, no continúes leyendo si no abriste el otro
sobre…”
Buscó el paquete y tomó el último sobre, lo abrió y se
encontró con una hoja color roja doblada en cuatro. La
desplego y no pudo contener las lágrimas.
COSAS IMPORTANTES DE ELIZABETH
CUMPLEAÑOS: 21 de noviembre
COLOR FAVORITO: rojo (preferencia escarlata)
CANTANTE
FAVORITO:
Ricardo
Arjona
(importante: averiguar quién es y escuchar alguna
canción suya)
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17 Cartas de amor
COMIDA FAVORTIA: hamburguesa con muuuuchas
papas fritas
HOBBIE: leer (perfecto) y dibujar
DULCE FAVORITO: cualquier tipo de chocolate (creo
que es chocoadicta)
SABOR DE HELADO FAVORITO: dulce de leche
(¡Igual que yo!)
QUE QUIERE SER DE GRANDE: sicologa (creo que
le gusta los locos)
MEJORES AMIGOS: no tiene (espero convertirme en
uno)
QUE LE GUSTA QUE LE REGALEN: nada de ropa,
solo libros, lápices, pinceles, lienzos (importante no
olvidar esto)
La joven psicóloga no paraba de llorar, no podía creer
que Ángel hubiera hecho eso, para nada resultó
obsesivo. Era un gesto hermoso de un nene de diez
años.
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17 Cartas de amor
Una pequeña luz se encendió en el corazón de
Elizabeth, pero no supo interpretar que significaba.
Se secó las lágrimas, dio un sorbo a su café que ya se
encontraba helado, se acurrucó en el sofá y se dispuso
a continuar leyendo.
…
“… Espero que no te hayas reído tanto al ver esta
pequeña muestra de obsesión mía, comprende que
estaba enamorado por primera vez en mi vida y no
sabía cómo actuar.
En esa semana nos transformamos en grandes amigos,
no hacíamos nada separados. Recuerdo que, en el
colegio, nos trataban como si fuéramos mutantes, pero
nosotros
hacíamos
oídos
sordos
a
todos
esos
comentarios.
Un día te había preguntado a que se debían tus
cicatrices, la curiosidad me estaba matando porque
esas no eran marcas producidas por una enfermedad,
mi mamá me lo había dicho, eso había sido infringido
por un tercero o por vos misma, y la verdad me
torturaba
el
hecho
de
que
alguien
te
estuviera
lastimando. Así que saqué valor de donde no tenía y te
lo pregunté, nunca me habría imaginado que tuvieras
tan mal carácter, me golpeaste el hombro y te fuiste
corriendo con tu dorado cabello agitándose en el viento
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17 Cartas de amor
mientras te alejabas. Yo estaba congelado, no sabía
como de algo tan pequeño salía tanta fuerza…”
Elizabeth no pudo evitar reírse, recordaba ese día como
si hubiera sido ayer.
…
Estaban sentados debajo de las escaleras, su lugar
especial, compartiendo un chocolate aunque ella se
estaba comiendo la mayor parte sin darse cuenta. No
hablaban mucho y ella ya se iba acostumbrando al
silencio de su amigo, pero ese día decidió abrir la boca.
-¿Te puedo preguntar algo Liz?- Ella siempre odió que
le dijeran así, pero había algo en la forma en la que
Ángel pronunciaba ese diminutivo que le encantaba.
-Aja- fue lo único que contestó, estaba extrañada que
su amigo quisiera iniciar una conversación.
-¿Cómo te hiciste esas cicatrices?
Elizabeth había quedado petrificada dejando a medio
camino el chocolate, sin saber porque se enojó con
Ángel y lo golpeó en el hombro con todas sus fuerzas y
se fue corriendo dejando solo a su mejor amigo.
Recuerda que ella no estaba lista para hablar con nadie
sobre el origen de aquellas marcas, pero era raro que
se
hubiera
molestado
tanto
ya
que
estaba
acostumbrada a las constantes burlas y preguntas
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17 Cartas de amor
acerca de sus cicatrices. Lo que nunca había entendido,
a pesar de haber pasado tantos años, fue porque se
había molestado por el hecho de que Ángel se haya
fijado en aquello que la hacía tan horrible.
No llegó a comprender porque nunca había querido que
el notara sus defectos, siempre había intentado ser
perfecta ante los ojos de su amigo. Y ese día ella creyó
que Ángel la veía igual que los demás, un monstruo
lleno de cicatrices, y eso de verdad le había dolido en lo
más profundo.
…
Elizabeth había cambiado de humor repentinamente.
De reírse ante el recuerdo a ponerse triste al recordar
los pensamientos que la habían inundado ese día.
“… Cuando te fuiste supe que había preguntado algo
que no debía y me arrepentí al instante. No te iba a
presionar para que me cuentes algo si no estabas lista
para ello.
Había pasado una semana y tú no te acercabas a
hablarme, creí que no me ibas a volver a dirigir la
palabra nunca más. Tenía miedo de haber perdido a la
única amiga que tenía, no entendía porque te habías
vuelto tan imprescindible en mi vida en tan poco
tiempo.
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17 Cartas de amor
Y si, antes que lo digas en voz alta, se que estás
pensando porque, si te extrañaba tanto, no me había
acercado y te confieso que no lo hice por temor a tu
reacción, no sabía cómo ibas a actuar, o si yo iba a
decir alguna otra tontería. Así que me limité a esperar a
que tú te acercaras.
Pasaron dos semanas y continuabas sin hablarme,
hasta que un viernes a la tarde, cuando yo me
encontraba sentado afuera de mi casa escribiendo, vi
como un ángel se acercaba, un bello angelito de
cabellos dorados. Yo me hice el que no se había dado
cuenta y continué escribiendo, pero, como siempre me
pasaba, mis cinco sentidos estaban puestos en ti.
Te sentaste a mi lado y sin decir ni una palabra me
diste un chocolate y yo acepté sabiendo que eso era
una ofrenda de paz. En ese momento te juro que mi
corazón comenzó a latir nuevamente.
Ese día me prometí a mi mismo que nunca haría nada
por lastimarte o hacer que te alejaras de mí.
Bueno, esos es todo por ahora amor mío, hasta la
próxima carta.
Te ama… Tu Ángel.”
Elizabeth sujeto con fuerza sobre su corazón aquella
primera carta, se acurrucó en el sofá y se sumió en un
sueño profundo.
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17 Cartas de amor
Carta número 2
Elizabeth se encontraba debajo de las escaleras de su
antiguo colegio, no entendía que hacía allí pero se
encontraba llorando, cuando un pequeño niño de
cabello negro azabache y ojos grises se le acercó y se
sentó a su lado. Este pequeño esperó hasta que ella
terminara de llorar, cuando se hubo calmado ese
precioso niño, que a ella tanto le recordaba a Ángel, le
pregunto
-Oye, ¿Qué te pasa?
Y sin darse cuenta ella se vio respondiendo
-Mi mejor amigo murió y me dejó sola
-Tranquila, el nunca te dejaría sola, estoy seguro que
esté donde esté siempre te estará cuidando.
-Pero ya no está a mi lado y nunca podré saber porque
tomó esa decisión y ni si yo podría haberlo salvado- al
decir esto Elizabeth volvió a llorar.
-Si quieres saber esas respuestas continúa leyendo las
cartas
El pequeño niño le dejó un chocolate en el regazo, se
levanto y se fue corriendo.
30
17 Cartas de amor
Elizabeth se despertó sorprendida, era un sueño muy
vívido el que había tenido. Ese hermoso niño le había
recordado mucho a Ángel a la edad de 10 años, aunque
pensándolo bien, realmente era su mejor amigo que
una vez más había aparecido para consolarla, aunque
solo haya sido en sueños.
Se levanto decidida de la cama, se dirigió al baño a
darse una ducha. Una vez hubo salido se vistió y
procuró salir, no sin antes tomar la segunda carta.
Había decidido que las leería en lugares especiales que
había compartido con Ángel.
Con paso decidido se dirigió hacia el parque donde
pasaban
horas
en
los
columpios
charlando
o
simplemente meciéndose. Ese era su lugar especial
cuando tenían 11 años.
Elizabeth se sentó en uno de los columpios y comenzó a
impulsarse cerrando los ojos, imaginándose que Ángel
estaba allí a su lado. Sintió como que alguien la
columpiaba con una manera muy similar a la que lo
hacía su mejor amigo, abrió los ojos para buscarlo pero
el lugar estaba desierto.
Un poco decepcionada sacó la carta de su bolso, la
admiró un segundo y procedió a leer.
“Querida Liz:
31
17 Cartas de amor
Amor mío, antes de comenzar con la carta quiero
aclararte que en cada una de ellas encontrarás los
sucesos especiales que marcaron cada año de nuestra
amistad. Son hechos que a mí me marcaron y que
lograron que te amara mas con cada año que pasaba.
Como te imaginarás, en esta carta hablaré de nuestro
segundo año de amistad. Ese hermoso año en el que
decidí, por fin, contarle a alguien ajeno a mi familia mi
más profundo secreto.
Yo siempre había sido muy tímido, no confiaba en nada
y no permitía que me tocaran. Nadie entendía que
había de malo en mí ya que hasta los ocho años yo
había sido un nene normal. Siempre recordé el día en el
que les conté a mis amigos lo que me había pasado y
porque no asistí a clases por más de tres meses.
Cuando les hube contado ellos se rieron de mí y me
llamaron
marica,
a
partir
de
ese
día
quedé
absolutamente solo. Mis amigos me habían dado la
espalda y yo no podía soportar tener a alguien cerca.
Me había convertido en un solitario, y me gustaba, de
verdad que lo hacía.
Pero cuando te conocí, mi angelito, todo cambió. Por
primera vez en dos años había aceptado tener a alguien
cerca, fuiste mi salvación, el ángel que Dios me había
32
17 Cartas de amor
mandado para que siguiera en este lugar que ya no
tenía sentido para mi…”
Elizabeth ahogó un pequeño grito, así que él desde esa
edad ya pensaba en el suicidio. No entendía porque
nunca se lo había contado, ella lo habría ayudado con
mucho gusto, nunca hubiera querido que su Ángel
luchara solo con ese sentimiento.
“… Antes de continuar con los recuerdos hay algo que
debo aclararte, o mejor dicho confesarte, este es otro
de los secretos que nunca te conté.
Una semana antes de contarte todo yo había pensado
en acabar con mi vida, se que tan solo tenía 11 años,
que no entendía nada sobre la vida y la muerte. Pero
tú, más que nadie, sabes lo horrible que es sentirte tan
solo, no encajar en ninguna parte y, a demás de todo,
no soportar que ni tus padres te toquen, era un calvario
que había decidido ponerle fin antes que hablara
contigo.
No sé que habrá pasado por mi mente el día que te
confesé
todo,
¿recuerdas
que
fue
el
día
que
descubrimos ese hermoso juego de columpios que
pronto se convertiría en nuestro lugar especial?...”
Como olvidar ese día, habían salido a dar un paseo por
la cuadra cuando vieron los columpios, ella lo retó a
una carrera hacia ellos y comenzaron a mecerse.
33
17 Cartas de amor
Elizabeth recuerda como Ángel tenía la mirada perdida,
como que algo estaba pasando por su cabeza así que
no pudo contenerse y le pregunto
-¿Qué te pasa Ángel?
-No me pasa nada
-No me mientas, ¿Qué te pasa?
Ángel se había quedado en silencio como pensando que
decir o como hacerlo. Elizabeth estaba a punto de
intervenir cuando él la interrumpió.
-Liz si te lo cuento, ¿me prometes que no dejarás de
ser mi amiga?
-Te lo prometo
-Bueno- dijo con un enorme suspiro- vos sabes que yo
soy un chico muy callado y que no tengo amigos y a
demás no dejo que nadie se acerque ¿verdad?
-Aja
-No siempre fui así
-¿De verdad?- Elizabeth no había podido creerlo, su
amigo nunca había sido sociable y ella pensaba que era
algo de nacimiento, así que se sorprendió cuando él le
contó lo sucedido
-Si, yo
a los ocho
años tenía
amigos, siempre
jugábamos juntos, hasta que un día que estábamos
34
17 Cartas de amor
jugando al futbol en la calle un hombre se acercó para
jugar con nosotros y luego nos prometió que íbamos a
ir a tomar un helado a su casa. Así que cuando
terminamos mis amigos se tenían que ir y yo no quería
dejar al hombre solo porque no quería que se sintiera
triste.
Elizabeth se mantenía en silencio, parecía que le
costaba confesar aquello, y ella no lograba comprender
que le quería decir. Luego de un corto silencio prosiguió
- Cuando quedamos solos el me ofreció ir a su casa al
frente para tomar el helado y yo acepte, cuando
entramos a su casa el cerró la puerta y me dijo que no
tenía que tener miedo, yo no entendía nada- en ese
momento su voz se quebró- se acercó, me acarició la
mejilla y me dijo que era muy lindo. Comenzó a
acariciarme- tragó saliva- ahí abajo y yo me hice para
atrás, el me agarró fuerte y me dijo que no tenía que
resistirme, me bajó los pantalones y de ahí no recuerdo
nada.- dijo esto y comenzó a derramar unas pocas
lágrimas.
-¿Qué te hizo?
Luego
de
un
silencio
muy
largo
que
solo
interrumpido por los sollozos de Ángel dijo
-Me violó
35
era
17 Cartas de amor
Ella al principio no entendía la palabra, hasta que
recordó que una vez la había escuchado en la televisión
y le preguntó a su papá que significaba, él le había
explicado que querían decir cuando utilizaban ese
término.
Cuando Elizabeth comprendió que quería decir su
amigo abrió mucho los ojos, no sabía que decir así que
simplemente lo abrazó. Ángel por alguna extraña razón
se vio devolviendo aquel abrazo con mucha fuerza.
Pasado un rato él se apartó y comenzó a secarse las
pocas lágrimas que tenía en sus mejillas.
-Soy un tonto por llorar así.
-Está bien que llores.-Le contestó Elizabeth.
-No, no está bien, yo me prometí que nunca volvería a
llorar, nadie volverá a hacerme llorar.
Elizabeth no sabía que contestar a aquello, así que
para volver a pisar terreno seguro le dijo
-¿Te diste cuenta que me dejaste que te abrazara?
-Si.-Contestó tímidamente.- Yo no dejo que nadie me
abrace, le tengo miedo a que me toquen, pero contigo
es diferente.
-¿No
te
molesta
mi
abrazo?-Preguntó
Elizabeth
extrañada.
36
17 Cartas de amor
-No,
me
hace
sentir
bien.-
Contestó
poniéndose
colorado en el momento.
Ella sonrió y se acercó a él y lo abrazó con muchas
fuerzas.
-Hace mucho tiempo que quería hacer esto.-le dijo
sonriendo y volviendo a sentarse en el columpio.
Ángel se levantó y se ubicó detrás de ella y comenzó a
columpiarla. Elizabeth se encontraba feliz, y mientras
se balanceaba no podía evitar reír.
…
Ese recuerdo la llenaba de tristeza, las lágrimas volvían
a descender por sus mejillas. Aunque ya habían pasado
16 años desde que Ángel le había confesado aquello no
podía evitar la tristeza y el odio que sentía ante lo que
le habían hecho a ese niño tan tierno y bueno. Le
habían quitado su inocencia y su confianza en la gente.
“… Tenía mucho miedo a contártelo, temía que te
alejaras de mi vida. Tú habías sido ese pequeño rayo
de luz en la oscuridad que era mi vida.
Cuando me abrazaste me sentí seguro por primera vez
en tres años, yo le temía al contacto pero había algo en
tus brazos que me relajaban. Desde ese día supe que
era a ti donde pertenecía. Tu abrazo a diferencia de
resultarme incomodo, se me hacía reconfortante.
37
17 Cartas de amor
Y sé que tú no lo sabes, pero ese día me salvaste la
vida. Si no fuera por tu abrazo y por tu comprensión yo
habría optado por acabar con todo mi dolor. Si yo
continué fue por ti, Elizabeth, tú eras el cable que me
mantenía conectado a este mundo.
Analizándolo bien, creo que ya desde ese entonces
sabía que haría cualquier cosa por ti, y si me quedé fue
porque te amaba y había albergado la esperanza de
que tu también sintieras algo por mi…”
Elizabeth miró al cielo y le agradeció en silencio a Ángel
por haberse quedado, porque sin él ella no habría
podido seguir. Era su roca, su sostén, sin él la vida
habría sido vacía.
Pero a la vez lo maldijo porque no tenía derecho a
dejarla sola, ella lo necesitaba, quizás más que al aire
que respiraba. Se estremeció ante ese pensamiento, no
sabía la magnitud que tenían los sentimientos hacia su
mejor amigo, ¿acaso sentía algo más hacia él que un
cariño puramente platónico? Eliminó rápidamente ese
pensamiento de su cabeza, era algo absurdo, ella no
podía estar enamorada de él ¿verdad?
Para no seguir pensando en eso continuó leyendo la
carta, quería ver que más tenía Ángel para decirle
38
17 Cartas de amor
“…
Luego
de
confesarte
todo
y
saber
que
me
comprendías y no me juzgabas me quitó un gran peso
de encima.
Tú, amor mío, me diste la confianza que necesitaba
para poder abrirme más a esta amistad y no recurrir
constantemente al silencio, y por eso te voy a estar
eternamente agradecido.
A partir de ese día el columpio se volvió en nuestro
lugar habitual, allí hablábamos de todo, yo te podía
contar todo sobre mi vida, ya que habías demostrado
que aceptarías todo lo que te contara y nunca me
juzgarías.
Ese columpio es muy especial para mí, recuerdo que te
sabía columpiar y que vos te reías con todas tus fuerzas
al elevarte. Ese era el sonido más hermoso que había
escuchado en mi vida, siempre me había encantado
escucharte reír y me prometí a mi mismo que trataría
siempre de sacarte una sonrisa, en la medida que se
me fuera posible.
Mi misión ya no era solamente cuidarte, en ese año se
agregó una más: procurar verte sonreír, porque el
mundo se iluminaba con solo una sonrisa tuya.
Hasta la próxima carta amor mío
Te ama… Tu Ángel”
39
17 Cartas de amor
Elizabeth sonrió al leer el último fragmento de la carta,
miró al cielo y dijo
-Una vez más cumpliste con tu misión.
Guardó la carta, cerró los ojos e imaginando que volvía
a tener 11 años comenzó a balancearse como si Ángel
la estuviera columpiando.
40
17 Cartas de amor
Carta numero 3
Al día siguiente Elizabeth había llamado a la clínica
donde trabajaba para poder pedir una licencia de dos
semanas, no podía sentarse en su consultorio a
escuchar problemas ajenos cuando no podía ni con los
propios. Por suerte en el trabajo le concedieron su
petición.
Quería pasara esas dos semanas en su pueblo, sola con
las cartas de Ángel, quería leerlas con paciencia,
absorbiendo cada una de las palabras que tenía que
decirle su amigo.
Ese día se dirigió a la heladería donde, en el verano de
su tercer año de amistad, se había convertido en el
lugar donde iban a pasar el rato todos los días. Ya que
Ángel le había especificado que en cada una de las
cartas se haría alusión a cada año de amistad, Elizabeth
procuró ir a aquellos lugares que habían marcado sus
días con él.
Se sentó en la mesa que siempre había compartido con
Ángel y pidió, como de costumbre, un helado de dulce
de leche. Luego de saborear la primera cucharada tomó
el tercer sobre tratando de adivinar que había marcado
a Ángel en aquel año.
41
17 Cartas de amor
“Querida Liz:
Aquí estoy de nuevo escribiéndote esta tercera carta.
Te confieso que cada vez que tomo un papel para
escribirte una nueva, mi mente se inunda de recuerdos,
de palabras que quiero decirte, palabras que hace 17
años vengo callando.
Espero poder expresar todos mis sentimientos en estas
cartas y explicarte con lujos de detalles como siempre
me hiciste feliz. Y este es el tema de la carta, sobre la
felicidad que me brindaste en el tercer año de amistad.
Lo que hizo especial ese verano fue que tú no te
habías ido como las veces anteriores. Lo que más feliz
me hizo fue que te quedaste y por fin iba a pasar un
verano acompañado, no iba a estar solo…”
Elizabeth recordó ese verano, por un lado fue especial
porque estuvo acompañada por Ángel, pero por el otro
fue muy triste porque ese año su mamá había
empeorado y con ella la cantidad de marcas que
adornaban la piel de Elizabeth.
“…
Recuero
que
en
la
segunda
semana
de las
vacaciones yo me encontraba tumbado en el césped del
jardín de mi casa leyendo un poco, cuando sentí que
una mirada se clavaba en mí, a regañadientes levante
la vista y te vi. Como siempre estabas preciosa, tus
42
17 Cartas de amor
hermosos cabellos recogidos en una coleta despejaban
tus perfectos rasgos.
Toda tu belleza se veía opacada por unas lágrimas que
descendían sobre tus mejillas. Me levanté bruscamente
y te pregunté qué sucedía, y como era típico en ti
cuando estabas triste, no respondiste y te lanzaste a
mis brazos para poder verter más lágrimas, te devolví
el abrazo con fuerza, esa era mi forma de protegerte…”
…
Era la segunda semana de vacaciones y Elizabeth se
encontraba empacando sus cosas para el viaje, estaba
concentrada escuchando a Ricardo Arjona cuando su
padre irrumpió en la habitación.
-Cielo, ¿tienes un momento?
Elizabeth se dio la vuelta para enfrentarse a su padre,
pero apenas lo vio supo que algo no andaba bien.
-¿Pasó algo papá?- éste tomó las manos de su hija con
lágrimas que brillaban en sus ojos. Un miedo le recorrió
por el cuerpo pero decidió quedarse callada esperando
que su padre hablara.
Pasado un momento que a Elizabeth le pareció eterno
su padre comenzó a hablar.
-Cariño, me temo que este año no podremos viajar
como teníamos previsto
43
17 Cartas de amor
-¿Le pasó algo a mamá?- a Elizabeth no le importaba
las vacaciones, lo único que le había pasado por la
cabeza en ese momento fue su madre.
-Tu mamá volvió a sufrir otro ataque- Suspiró- Al
parecer no estaba tomando la medicación.
-¿Pero está bien?
-Los médicos lograron estabilizarla, pero no debemos
correr el riesgo de que vuelva a recaer, tenemos que
cuidarle.
Lágrimas comenzaron a brotarle, su padre se las iba
secando a medida que caían, cuando pudo articular
palabras le preguntó
-¿Algún día se pondrá bien?
-Lo dudo mi cielo, es una enfermedad que puede ser
controlada, pero no curada.
-Eso quiere decir que morirá- dijo en un susurro
Elizabeth, su padre la abrazó y besando el cabello de su
hija le dijo
-Todos morimos en algún momento, venimos a la tierra
con los días contados, pero no te preocupes cariño, yo
haré todo lo posible para lograr que tu madre siga con
nosotros un largo tiempo.
-¿Me lo juras?- dijo ella abrazándolo con fuerza. El la
tomó por los hombros y mirándola a los ojos le dijo
44
17 Cartas de amor
-Te lo juro por mi vida.
Pasado un rato el padre de Elizabeth se fue al hospital
para ver como seguía su mujer. Como no tenía ganas
de desempacar, la pequeña de 12 años se puso sus
pantalones deportivos, una remera, se hizo una coleta
y se dispuso a correr para olvidarse de todo.
Sin darse cuenta se encontró frente a la casa de Ángel,
lo vio recostado en el césped leyendo, la visión de su
amigo la llenó de paz. Ángel alzó la mirada de su libro,
su
expresión
denotaba
sorpresa,
se
levantó
rápidamente y le preguntó.
-Liz ¿Qué pasa?
Esas tres palabras fueron suficientes, se acercó a su
amigo y lo abrazó con fuerzas, vertiendo todas las
lágrimas que tenía.
“… Recuerdo que me habías dicho que estabas triste
porque no te ibas de viaje, por supuesto no te creí
porque tu no eras una chica superficial, pero decidí no
decirte nada porque ya estabas lo suficientemente mal
como para que yo te lo recordara.
Por suerte pude distraerte de lo que sea te estuviera
afectando. Ya que estabas vestida de forma deportiva
saqué mi pelota que, durante mucho tiempo, estuvo
guardada porque yo había desarrollado un gran temor a
ese deporte y te convencí para que jugáramos al futbol.
45
17 Cartas de amor
Fue una
tarde absolutamente perfecta, solo nos
detuvimos para tomar un jugo que mi madre nos había
preparado. Por fin tu perfecta sonrisa había vuelto y yo
estaba dichoso por verla nuevamente, sabía que tu
tristeza no había desaparecido, pero me alegró el hecho
de que te hice olvidar por un momento de ella.
Bueno amor mío, ahora llega el momento de una
nueva confesión. Estoy seguro que sonara egoísta de
mi parte, pero resulta que yo estaba muy feliz de que
te quedaras, se que estabas triste, pero saber que la
persona por la que sonreía y por la que me levantaba
cada mañana se encontraría todo el verano a mi lado
me llenaba de una profunda alegría, y me había
propuesto contagiarte un poco de ella para que te la
pasaras tan bien como yo la estaba pasando. Espero
haber cumplido mi propósito…”
Elizabeth sonrió al leer esto, como siempre Ángel había
cumplido con su misión. A pesar de que su madre había
estado muy mal en ese año, ese verano también
resultó perfecto para ella. Su amigo sabía cómo hacerla
olvidar de todo lo malo que pasaba en su vida, y lo que
más le gustaba a Elizabeth es que Ángel nunca le
preguntaba el motivo de su tristeza, solo se limitaba a
estar a su lado y a hacerla reír cada vez que tenía
oportunidad.
46
17 Cartas de amor
Intentó tomar una cucharada de su helado pero éste ya
estaba derretido. Ese era el efecto que tenían en ella
las cartas de Ángel, la hacían olvidar de todo lo que la
rodeaba.
“… El resto del verano fue absolutamente perfecto,
claro que eso se debía a que tú te encontrabas a mi
lado.
Lo único que había opacado esa perfección fue cuando,
un día en la heladería, tú levantaste la mano y se te
corrió la manga, en ese momento visualicé unas
marcas en tu brazo, y no eran cicatrices, eran heridas
recientes…”
Elizabeth cerró los ojos al recordar aquello, al recordar
el dolor que había sentido en aquel verano.
…
Con el pasar de las vacaciones Elizabeth se sentía cada
vez más triste, su madre había empeorado y su padre
casi ni se encontraba cerca de ella. Se sentía sola en
aquella casa tan grande, extrañaba a su mamá, pero
principalmente extrañaba a su padre que siempre había
estado ahí para ella, para reconfortarla cuando se
sentía triste.
Si
bien
cuando
desaparecía,
a
la
estaba
hora
con
de
Ángel
volver
la
a
angustia
su
hogar,
absolutamente sola, la tristeza volvía de la peor
47
17 Cartas de amor
manera. El silencio era su peor enemigo y en esa casa
abundaba el silencio.
Recorría la casa por completo, viendo el espacio vacío
en cada rincón, buscaba recuerdos de días felices pero
nunca los encontraba, en su casa solo se encontraba la
tristeza. Su ritual de cada día era sentarse en alguna
habitación y comenzar a dibujar todo lo que allí se
encontraba, pero en lugar de dibujar la habitación vacía
agregaba imágenes de ella junto con sus padres, con
sonrisas en sus labios y la felicidad impresa en sus
ojos. Elizabeth fabricaba sus propios recuerdos felices.
Luego de aquello se dirigía a su habitación y pegaba
aquel dibujo a su pared, observándolo por mucho
tiempo deseando que fuera todo verdad. Pero al ver
que sería imposible se recostaba en su cama y lloraba
por una vida llena de felicidad que nunca conocería.
Cuando la tristeza ya sobrepasaba su límite Elizabeth
tomaba un cúter del cajón de su mesa de luz y se
realizaba
cortes en sus brazos que le permitían
concentrarse en el dolor físico y no en el de su corazón.
…
“…Mi pecho sintió una punzada de dolor al imaginarme
que alguien estuviera haciéndote daño, pero no dije
nada porque esto era algo que me tenías que contar
por voluntad propia, así que me guardé todo el dolor y
48
17 Cartas de amor
el odio que sentía hacia cualquiera que te estuviera
lastimando.
Aguardé a que me lo dijeras, pero ese día nunca llegó.
Por lo menos en ese verano.
Bueno amor mío, eso es todo lo que tengo que decirte
en esta carta, así que hasta la próxima mi principessa.
Te ama… Tu Ángel”
49
17 Cartas de amor
Carta numero 4
Elizabeth no pudo pegar un ojo en toda la noche, los
recuerdos la inundaban, no podía sacarse de la cabeza
las cartas de Ángel. Estas le despertaban sentimientos
que no sabía que tenía, aunque no podía determinar
que
significaban,
era
tan
fácil
comprender
los
sentimientos de sus pacientes pero era tan difícil
comprender los propios.
Al ver que no había ninguna posibilidad de dormir
durante esa noche decidió levantarse, se puso una bata
color rosa y se fue a preparar un café, se sentó en el
sofá con la taza en la mano, al apoyar sus codos en la
pequeña mesa una de sus mangas se resbaló de sus
brazos y pudo visualizar una de sus tantas cicatrices.
En ese momento apareció en su mente el día en el que
descubrió esa forma de escapar del dolor en el que se
había convertido su vida.
…
Fue a los 9 años cuando internaron por primera vez a
su mamá, Elizabeth se encontraba levantando los
trozos de vidrios que había en el suelo, producto de uno
de los tantos ataques de su madre, cuando se cortó el
dedo. Fue un pequeño momento de dolor, Elizabeth
50
17 Cartas de amor
observaba embelesada como el líquido color carmesí se
derramaba, gota por gota hasta caer al suelo. Con ese
primer corte sintió que algo se liberaba en su interior.
Era muy pequeña como para entender la magnitud de
lo que, en ese momento, se iba a convertir en su
pequeña vía de escape.
La nena de 9 años tomó un trozo de vidrio y se encerró
en su habitación, se arremangó la manga de su
camiseta y se hizo el primer corte en su brazo, este
había sido más doloroso y por ende también más
liberador.
Realizaba este ritual cada vez que se sentía triste que,
lamentablemente, eran casi todos los días. Pero ese
hábito había comenzado a cesar cuando conoció a
Ángel, él siempre le hacía olvidar de todo, intentaba
constantemente hacerla reír y eso, menguaba su deseo
de ver correr la sangre de sus brazos.
…
Elizabeth tomó lo último de su café y, sin resistirse, sin
pensar en ir a un lugar especial tomó la cuarta carta de
su amigo, en ese momento, con el recuerdo de su
antiguo dolor, necesitaba de sus palabras para no
recaer en viejas costumbres.
“Querida Liz:
51
17 Cartas de amor
Yo nunca creí en mi fortaleza, o mejor
dicho no sabía que la tenía hasta que ese grupo de
insensibles quisieron hacerte daño.
Perdón amor mío por comenzar de esta manera la
carta, pero como me conoces sabes que cuando se
viene una idea a mi cabeza, o en este caso un
recuerdo, tengo que escribirlo inmediatamente. Como
ahora no puedo o no tengo tiempo para reescribir esta
carta espero que logres comprender lo que quiero
decirte…”
Elizabeth quedó pensativa ante aquella primera parte
de la carta, ¿Por qué Ángel no tenía tiempo para
reescribir aquello?
Por supuesto sabía que Ángel, al tener alma de
escritor, no podía dejar ninguna idea librada al azar,
todo lo que aparecía en su mente debía ser anotado en
su
pequeña
libreta,
ese
lugar
donde
tenía
mil
anotaciones de diferentes cosas y que solo él entendía.
¿Por qué no anotó allí aquello?, ¿acaso tenía una fecha
límite para escribir esas 17 cartas? Elizabeth entendía
cada vez menos todo aquello, así que continuó leyendo,
esperando que allí estuvieran plasmadas las respuestas
que necesitaba.
“…Volviendo al tema de esta carta, debo decirte que,
gracias a ti, yo descubrí la fuerza que llevo dentro mío.
52
17 Cartas de amor
No sé si tu recordaras, amor mío, pero yo como cada
cosa especial que pasamos juntos, lo tengo grabado a
fuego en mi cabeza.
Nunca olvidaré el terror que reflejaban tus ojos aquel
día, y mucho menos olvidaré la forma en la que te
encontré mas tarde en tu casa. Creo que jamás sentí
tanto odio como aquella vez.
Hasta el día de hoy tengo pesadillas sobre aquel
suceso, sobre como no supe defenderte de aquellos
animales que teníamos de compañeros, como fui el
espectador de esa maldita tortura que te hicieron
pasar. Tuve que ver cómo te hacías daño a ti misma
para poder reaccionar, tuve que observar cómo te
brotaba la sangre de tus bellos brazos para comprender
el daño que te estaban causando. Nunca me perdonaré
el no haberte ayudado a tiempo…”
-Tú fuiste el único que me ayudó Ángel-dijo Elizabeth
entre sollozos.
Esta carta le había abierto una herida, una que ya
pensaba que tenía curada. Cerró los ojos con fuerza y
visualizó aquel horrible día.
…
Había empezado la mañana como cualquier otra,
desayunó sola ya que su padre se había ido a trabajar
muy temprano, se terminó de preparar y se fue al
53
17 Cartas de amor
colegio. Como siempre sus compañeros la ignoraron de
manera muy evidente. Todo era muy normal, hasta que
llego el recreo.
Elizabeth se encontraba, como siempre, debajo de las
escaleras hablando tonteras con Ángel, cuando dos de
sus compañeras se les acercaron y con una sonrisa
maliciosa en sus labios, una de ellas dijo:
-Hola monstruito
-¿Cómo está la hija de Chucky?- preguntó la otra.
Elizabeth se limitó a ignorarlas, bajó la mirada y no la
despegó del suelo.
-¿No sabes hablar o tienes la lengua cortada?- al decir
esto las dos compañeras comenzaron a reírse como
tontas.
Una de ellas la quiso tomar del brazo, pero Elizabeth
intentó apartarlo bruscamente, lamentablemente la
manga de su camisa se corrió dejando a la vista sus
marcas
más
recientes.
Al
verlas,
sus
maliciosas
compañeras incrementaron las burlas.
-¡Acérquense, acérquense! Nos encontramos ante la
presencia de algo nunca antes visto, de algo cuya
existencia no se conocía. ¡Acérquense para contemplar
a la hija de Chucky!-dijo una de ellas en forma circense
54
17 Cartas de amor
Al escucharla sus compañeros se fueron acercando a
observar, como si de un pequeño espectáculo se
tratara. Algunos solo reían, otros quedaban en silencio
y, los más crueles, se encargaban de tirarle el cabello o
escribirle frases groseras en la ropa. Sin decir palabras
Elizabeth solo se limitó a llorar.
Ángel
no
pudo
contenerse
más
y
se
levantó
bruscamente para enfrentarse a aquellos espectadores,
alzando la voz les dijo:
-¡Déjenla en paz!
Uno de ellos, el ex amigo de Ángel, le contestó
-Tu no te metas marica- dicho esto lo empujó.
Ese pequeño toque dejó paralizado a Ángel, no estaba
preparado para que alguien lo rozara, se quedó
congelado sin poder reaccionar, observando cómo
torturaban a su mejor amiga.
Elizabeth había retrocedido hacia la esquina de las
escaleras
y
se
ubicó
en
posición
fetal
llorando
desconsoladamente, ¿Qué había hecho para merecer
aquello?, las burlas seguían resonando en sus oídos, se
los tapó con las manos intentando acallar aquellas
palabras tan hirientes.
55
17 Cartas de amor
-Por favor cállense, por favor cállense- repetía ese
mantra una y otra vez entre sollozos. Al escuchar eso
sus compañeros aumentaron las burlas.
-Miren como llora
-Aii, ¿la bebé quiere a su mamita?
-No me digas que ya te volviste loca
-Aparte de monstruosa, loca. No sé qué haces en este
colegio
Uno de ellos le levantó la cabeza y le escribió en la
frente, con letras bien grandes, la palabra “LOCA”.
Parecía que esa tortura no tenía fin, con los oídos aún
tapados seguía recitando su mantra. Sin darse cuenta,
todo estaba en silencio y solo una voz se escuchaba.
-¿Elizabeth?- a escuchar esa voz abrió lentamente los
ojos y se encontró con la imagen de la directora que la
observaba con cara preocupada.- Cariño ya todo pasó,
intenta relajarte.
Poco a poco se fue secando las lágrimas e intentando
relajarse, pero no podía sacarse de la cabeza esas
palabras tan hirientes.
-Debido a lo ocurrido te puedes ir a tu casa, ¿quieres
que llame a tu papá?
56
17 Cartas de amor
-No gracias, puedo ir sola, ya estoy mucho mejor
aparte no vivo muy lejos de aquí.
Elizabeth se secó las lágrimas de sus ojos, ingresó a su
salón de clases para recoger sus cosas. Al entrar todas
las miradas se dirigieron hacia ella, era consciente que
estaba hecha un desastre, con toda la ropa escrita y
con la palabra “Loca” que aún resaltaba en su frente.
A paso lento y con la mirada baja se dirigió hacia su
asiento y comenzó a acomodar sus cosas, cuando se
dispuso a colgarse la mochila la mano de su amigo le
sostuvo su muñeca.
-¿Estás bien?-Le preguntó con los ojos rebosantes de
preocupación.
Ella se limitó a negar con la cabeza como respuesta,
tenía miedo de hablar porque si lo hacían las lágrimas
volverían a brotar.
-Esta tarde iré a verte.
Elizabeth asintió, se colgó la mochila, se dio media
vuelta y se fue. Durante todo el camino hacia su casa
revivía
en
su
mente
todos
los
acontecimientos
sucedidos momentos antes, pero reprimía sus lágrimas
hasta llegar a su casa.
Como era de esperar su padre estaba trabajando, así
que se dirigió directamente hacia el cuarto de baño, se
57
17 Cartas de amor
miró en el espejo, al verse de aquella forma no pudo
reprimir las lágrimas, era un absoluto desastre. Abrió el
grifo de agua y comenzó a limpiarse con mucha fuerza
aquella palabra de su frente, ya las lágrimas eran un
mar imposible de controlar, no entendía porque le
habían hecho aquello, porque la habían humillado de
aquella manera.
Elizabeth era consciente de que no era una niña
normal, tuvo que madurar de golpe por causa de su
complicada realidad, sabía que no era como los demás
niños y eso era lo que más la entristecía, que no podía
vivir una vida normal y los demás se daban cuenta de
aquello por eso la torturaban, por eso se burlaban de
ella. Nunca podría encajar en la sociedad porque la
misma sociedad nunca se lo permitiría, porque su
realidad no lo haría.
Sin poder reprimir aquel dolor tomó la máquina de
afeitar de su padre y arrancó el filo que este contenía,
sin pensarlo dos veces realizó un profundo corte en su
brazo, el dolor la embargó de repente. Ahora su cuerpo
sentía lo mismo que su alma.
…
Volviendo al presente Elizabeth corrió por un vaso de
agua, tenía la boca seca, se volvió a sentar y continuó
leyendo la carta de Ángel.
58
17 Cartas de amor
“…Cuando Enrique me tocó quedé paralizado, no podía
reaccionar. Quisiera haberte ayudado, te veía tan
indefensa en aquel rincón que mi corazón se partió en
dos.
Intenté que mi cerebro le mandara señales a mi
cuerpo para reaccionar, pero me parecía imposible.
Solo observé cómo te maltrataban, no hice nada al
respecto y hasta el día de hoy me siento muy culpable
y te pido perdón.
Lo que empeoró todo fue cuando, esa tarde, fui a
visitarte y te encontré en tu habitación llorando un mar
de lágrimas, mientras que con un cúter te rasgabas tu
perfecta piel. Eso me obligó a reaccionar por fin, abrí la
puerta con todas mis fuerzas y entré a tu habitación,
arranqué de tus manos aquel objeto y lo avente lo más
lejos posible, te obligué a mirarme pero tú no me dijiste
nada, solo me abrazaste y yo te repetía una y otra vez
que no lo volvieras a hacer, que todos los que te había
obligado a hacer aquello la pagarían, yo me encargaría
de eso…”
Elizabeth sonrió, pero no una sonrisa producto de un
buen recuerdo, porque era claro que aquello no lo era.
Sino que era una sonrisa de agradecimiento a la
persona que la había ayudado a enfrentar lentamente
59
17 Cartas de amor
su problema. Si no hubiera sido por Ángel no sabía
cómo habría terminado todo.
…
Elizabeth se había trasladado del baño a su habitación,
allí arrodillada en el suelo se hería ambos brazos,
viendo caer lentamente la sangre al suelo. No era
consciente de que alguien había entrado a su casa
hasta que vio una mano que le arrancaba el cúter y lo
aventaba lejos. Cuando alzó la mirada se encontró con
los ojos grises de su amigo.
-¡¿Qué estás haciendo?!-Preguntó entre gritos Ángel.
Ella no contestó, se limitó a llorar, solamente a eso. Al
ver que ella no contestaba la abrazó, sin importarle
mancharse con la sangre de Elizabeth.
-¿Por qué te haces esto?
-Porque es la única forma de olvidarme del dolor de mi
alma.-Contestó
Elizabeth
entre
sollozos,
sin
desprenderse de sus brazos.
Allí en el suelo abrazando a su mejor amigo se sintió
en
paz,
una
paz
que
hacía
mucho
tiempo
no
experimentaba. Ángel era la mejor cura contra el dolor
de en su alma. Lo había descubierto en ese momento
pero nunca se lo había dicho.
…
60
17 Cartas de amor
“…Esa tarde mi dediqué a curarte las heridas una por
una y te obligue a prometerme que nunca más lo
harías, por supuesto sabía que no lo prometías en serio
pero yo me encargaría que cumplieras.
Ya a la noche te acostaste para dormir y me susurrarte
algo que no logré comprender muy bien. Observé cómo
te quedaste dormida y ese día me prometí que nunca
dejaría que alguien volviera a hacerte daño.
Aunque debo admitir que algo positivo salió de todo ese
maldito drama, y es que aquello me hizo sentirme más
cerca de ti y, a partir de ese día, supe que nunca me
iba a separar de tu lado.
TE AMA…TU ÁNGEL”
Elizabeth se secó las lágrimas y se fue a la cama, unos
segundos antes de rendirse al sueño susurro las
mismas palabras que aquel día, esperando que esta vez
Ángel la oyera.
-Gracias mi ángel guardián
61
17 Cartas de amor
Carta numero 5
El sonido de su celular despertó a Elizabeth que, a
regañadientes, se levantó para contestar. “Micaela” se
leía en la pantalla luminosa, esa chica era muy buena
amiga suya pero hacía más de un año que no se veían
ni hablaban.
-¿Hola?-contestó Elizabeth
-¡Elizabeth! ¿Cómo estás?
-Bien, va un poco dormida ¿vos como estas?, ¿pasó
algo?
-Me enteré de lo de Ángel, ¿Cómo lo vas llevando?
Claro, se tendría que haber imaginado que ella la
llamaría, durante muchos años Micaela había sido muy
amiga de ambos, pero nunca pudo integrarse del todo,
ya que entre Elizabeth y Ángel había algo muy especial
que no permitía que nadie se acercara lo suficiente.
-Intento sobrellevarlo, es muy difícil comprender que
ya no está ¿sabes?
-Sí, lo sé, a mí también me cuesta muchísimo aceptar
todo esto. Yo estaba de viaje cuando pasó. La verdad
es que todavía no comprendo nada, no había ninguna
señal.
62
17 Cartas de amor
-¿Tu
lo
veías
últimamente?-
preguntó
extrañada
Elizabeth, su amigo no le había dicho nada al respecto.
-Sí, durante este último año nos hicimos muy unidos
-Ah- fue lo único que podía contestar Elizabeth muda
ante la sorpresa.
<<Durante
este año
me
encontró
un
reemplazo
fácilmente>> pensó, pero inmediatamente lo alejó de
su mente, claro que Ángel no la había reemplazado, eso
era imposible. Pero no podía negar esa sensación de
celos que crecía en su interior, intentó ignorarlo pero no
pudo ¿Qué significaba aquello?
-¿Sigues en la ciudad o ya te fuiste?-preguntó su amiga
desde el otro lado de la línea
-Sigo aquí por otras dos semanas, tengo asuntos
pendiente- o mejor dicho, un solo asunto pendiente,
conocer los sentimientos de Ángel.
-¡Excelente! ¿Quieres tomar un café en uno de estos
días?
-Me encantaría, yo te llamo ¿Está bien?
-Claro, estaré esperando tu llamada… besos
-Besos
Y así terminó la conversación, Elizabeth no tenía
ningún deseo de hablar con Micaela, no es que no le
63
17 Cartas de amor
callera bien, es que ahora al saber que ella estuvo en
aquel último año muy cerca de Ángel le molestaba y
mucho.
No entendía porque aborrecía la imagen de ellos dos
juntos, así que para sacarse eso de la mente decidió
llamar a uno de sus pacientes que, al ver la cantidad de
llamadas perdidas suyas, supuso que se encontraba en
una crisis.
Llegado el mediodía se fue al local de hamburguesas
favoritas de Ángel para almorzar. Una vez que hubo
ordenado sacó el quinto sobre y comenzó a leer.
“Querida Liz:
‘Tu mi piano, mi papel, mi tinta china, verso y
todo. Mi mejor musa, mi guitarra y mis intentos
de canción. Mi alfabeto en español, mi mejor
inspiración…’1
Estoy completamente seguro de que reconociste la
canción de Ricardo Arjona, este es el fragmento que
mejor expresa lo que tú siempre significaste para mí.
Tú fuiste mi inspiración, cuando apareciste en mi vida
comencé a escribir mucho mejor. Claro que mis
mejores escritos eran aquellos que trataban sobre ti.
1
Fragmento canción “Tu”. Autor Ricardo Arjona, álbum “Lados B”
64
17 Cartas de amor
¿Recuerdas aquel concurso literario que gané en
nuestro nuevo colegio?...”
Se había olvidado por completo de ese concurso y que
raro que lo hubiera hecho, ya que esa fue la “primera
salida al público”, por así decirlo, que había tenido
Ángel.
Elizabeth recordaba que en ese año había cambiado de
colegio, no podía seguir siendo compañeros de esas
personas que, cada vez que tenían la oportunidad, se
burlaban de ellos o le hacían la vida imposible.
Por suerte en ese nuevo colegio todos la trataban bien,
Elizabeth pudo hacerse amiga de casi todos sus
compañeros, por fin Ángel y ella habían encontrado un
lugar que no los juzgaban por ser diferentes. Claro que
ninguno de ellos se comparaba con su Ángel, nadie
nunca lo haría.
“…Era la última semana antes de las vacaciones y
estábamos nosotros y nuestra amiga Micaela en el
recreo, tu y ella se encontraban charlando alegremente
y
yo,
como
siempre
aislado,
me
encontraba
escribiendo, cuando la directora colocó un cartel en la
puerta de nuestro salón de clases y como siempre tu,
mi pequeña curiosa, te acercaste a leer que contenía.
Extremadamente emocionada viniste corriendo hacia
mí contando que se trataba de un concurso de historias
65
17 Cartas de amor
cortas para chicos de nuestra edad y me sugeriste que
yo participara. Por supuesto que yo no quería, nadie iba
a leer algo escrito por mí, lo consideraba algo muy
personal, como una puerta para que conozcan mi alma.
Pero tú como siempre me insististe muchísimo para
que participara y, no sé porque sospecho que tú sabías
que haría cualquier cosa por ti. Te aprovechaste de eso
angelito…”
Elizabeth sonrió abiertamente, claro que sabía que lo
iba a convencer, el siempre la escuchaba y hacía todo
lo que ella le aconsejara. Por esa vez fue un poco más
difícil, pero no imposible.
…
-¡Ángel!, a que no sabes lo que dice el cartel-dijo
Elizabeth muy emocionada.
-La verdad es que no-respondió Ángel en un tono que
denotaba indiferencia.
Elizabeth molesta ante la actitud de su amigo se cruzó
de brazos y lo observó fijamente, él continuaba
escribiendo sin problema alguno. Pero lentamente el
aludido fue levantando la mirada hasta que sus ojos
grises quedaron posados en los ojos azules de ella.
-¿Qué pasa Liz?, ¿Por qué me miras así?-preguntó
Ángel preocupado
66
17 Cartas de amor
-Porque eres muy mal educado-contestó Elizabeth con
el seño fruncido. Su amigo abrió los ojos como platos.
-¿Por qué mal educado?
-Porque yo venía súper emocionada a contarte una
linda noticia y tú me ignoraste.-dicho esto se dio media
vuelta y le dio la espalda.
Ángel la hizo girar para poder abrazarla, cuando
estuvo en sus brazos le dijo al oído.
-No sabía que era tan importante ¿Me perdonas
angelito?
Como siempre cuando Ángel la llamaba de esa forma y
la abrazaba para pedirle perdón ella no podía no
hacerlo,
simplemente
era
imposible.
Suspirando
contestó.
-Sí, te perdono, ¿pero ahora me vas a escuchar?
-Por supuesto-contestó con una gran sonrisa en el
rostro.
Ángel la soltó y se volvió a sentar al lado de Micaela.
<<Mierda nos olvidamos que ella estaba aquí>> pensó
Elizabeth, no sabía porque pero casi siempre se
olvidaba de los demás cuando Ángel se encontraba
cerca.
67
17 Cartas de amor
-Micaela, tu si quieres escuchar ¿verdad?- le preguntó
como para que no pensara que la ignoraron aunque en
realidad si haya sido así.
-Claro que si-contestó su amiga con una hermosa
sonrisa.
Ahora que sus dos amigos la escuchaban procedió a
contar lo del concurso y a sugerirle a Ángel de que
participara.
-Para nada.-Dijo su amigo con un tono de voz que
demostraba que estaba decidido- Ni lo sueñes
-¿Por qué no?- preguntó Elizabeth.
-Porque no, nadie va a leer nada que yo haya escrito.
Sabes que considero algo muy personal eso.
-Pero seguro que ganarás, escribes muy bien.-Intervino
Micaela poniendo su mano en el brazo de Ángel, éste se
tensó ante su contacto él continuaba sin soportar que
alguien lo tocara, salvo que se tratara de Elizabeth.
Para ayudarlo en esa situación lo tomó de la mano y lo
obligó a levantarse, lo abrazó con fuerzas y le dijo.
-Vamos, participa en el concurso, yo se que tienes un
gran futuro en esto, pero no vas a triunfar si no le
muestras al mundo tu talento.- Lo miró a los ojos y
haciendo un puchero dijo- Hazlo por mí… por favor.
68
17 Cartas de amor
-No me hagas eso.-Contestó Ángel abrazándola con
más fuerzas- Sabes que no me puedo negar cuando me
pides las cosas así.
Elizabeth dejó de abrazarlo y con una sonrisa triunfal
en los labios comenzó a saltar y a gritar.
-¡Te convencí!, ¡Soy una genia!- volviéndolo a abrazar
le dijo al oído.- Se que ganarás, yo creo en ti mi Ángel.
…
“..Tú siempre confiaste en mí, en mi talento, siempre
creíste que algún día triunfaría en el ámbito literario.
Estoy seguro que si no hubiera sido por ti yo no me iba
a dedicar a esto qué es lo que más amo en el mundo,
después de ti claro está amor mío.
Y no solamente fuiste mi gran apoyo, también fuiste
mi musa. Cada vez que cierro los ojos y te imagino con
tus hermosos cabellos dorados cayendo cual cascada
por tus hombros, con una mano extendida hacia mí,
pidiéndome que me acerque mas y mas a ti mientras
que tus ojos azules como el mar no cesan de mirarme y
tu sonrisa de dientes perfectos que me dan la confianza
que tanto necesito, las palabras vienen solas y mi
mente imagina miles de historias, de aventuras y de
realidades diferentes donde la protagonista es una
joven hermosa de cabellos dorados, ojos azules; una
69
17 Cartas de amor
sonrisa arrebatadora y, principalmente, con un corazón
enorme.
Si, es así, la protagonista de todos mis escritos siempre
fuiste tú. Todas eran distintas adaptaciones tuyas, ya
que tu siempre fuiste la protagonista de mi vida no
podía no convertirte una en mis historias.
Ese pequeño escrito, con el cual participé en aquel
concurso hace ya 12 años, hablaba todo sobre ti, por
eso me negué a que tu lo leyeras, no quería que te
enteraras
de
mis
sentimientos
más
profundos
y
recuerdo que te enojaste mucho ya que no era propio
de mi el ocultarte cosas…”
Cuando Ángel apareció en su casa una tarde de
sábado, sin previo aviso, Elizabeth supuso que venía
con una noticia sobre el concurso, ya que sabía que
pronto iban a anunciar a los ganadores.
Abrió la puerta y se encontró con aquellos ojos grises
tan especiales y una sonrisa de triunfo en los labios,
con solo verlo Elizabeth supo cual había sido el
resultado. Sin pensarlo dio un grito de felicidad y se
abalanzó sobre Ángel, este abrió sus brazos con mucho
gusto para recibir el abrazo de su amor platónico.
Giraron en el lugar riendo como tontos, cuando por fin
se separaron Elizabeth dijo.
-Sabía que ganarías.
70
17 Cartas de amor
-Tú siempre confiaste en mi y eso que no leíste mi
relato.-Le contestó con una sonrisa.
-Se acerca de tu talento, no hace falta que lo lea para
saber que es maravilloso.-Hizo una breve pausa y lo
miró fijamente-Ahora me dejaras leerlo ¿verdad?
-Perdón, pero no.
-¿Por qué no?-Preguntó enojada.
-Porque no, este no es el momento para que leas la
historia. Quizás más adelante.
-Como quieras.-Contestó Elizabeth mirando hacia otro
lado.
Ángel la abrazó y le dijo al oído:-No te enojes por
favor angelito… te prometo que más adelante lo vas a
leer.
…
“…Bueno amor mío, llegó la hora de que leas esa
historia que escribí hace tantos años y quiero que sepas
que esa historia te pertenece, como todas aquellas que
alguna vez escribí.
Espero que te guste amor mío.
Te Ama…Tu Ángel.”
Elizabeth tomó la hoja adjunta a la carta y la sostuvo
un momento sobre su corazón, pero no la leyó en ese
71
17 Cartas de amor
momento. Quería leerla en un lugar tranquilo donde el
murmullo
de la gente no la
distrajera. Deseaba
absorber cada palabra de aquella historia.
Pago la cuenta y comenzó a caminar sin rumbo, hasta
que se encontró en el lago. <<El lugar perfecto>>
pensó Elizabeth, se sentó en la orilla inspiró aquel aire
profundamente y, sintiendo la presencia de Ángel a su
lado se dispuso a leer aquella historia que hacía 12
años que la tenía intrigada.
“Leandro se encontraba arrodillado en el suelo de una
calle desierta, su ropa estaba rasgada. Moretones y
cortes se encontraban dispersos por todo su cuerpo,
pero él ya no sentía ningún dolor.
Le habían quitado su capacidad de sentir, un gran
vacío dominaba su alma, un vacío que pensó que nunca
se iba a llenar. Con dificultad se levantó del suelo y,
haciendo uso de las pocas fuerzas que le quedaban,
comenzó a caminar hacia un lugar que no sabía que
buscaba.
72
17 Cartas de amor
Leandro
caminó
por
horas
cayéndose
cuando
el
cansancio o su cuerpo ya no podían más, pero, como
había aprendido de Cristo, ante cada caída se levantaba
aunque le costara horrores, él quería vencer el dolor, no
dejarlo ganar. No quería que aquellos que buscaban que
se
rindiera,
que
cayera
muerto
por
las
heridas
producidas, ganaran.
Si iba a morir lo haría con dignidad, no preso de la
humillación que le hicieron vivir. Siguió caminando
hasta llegar al puente, justo cuando ya comenzaba a
amanecer, se apoyó en la barandilla y observó a la
ciudad iluminada por las primeras luces del día. Era
simplemente hermoso.
Se tomó un minuto para grabar esa última imagen en
su cabeza y, con un profundo suspiro, procedió a
subirse a la barandilla, contento porque por una vez en
su vida iba a tomar una decisión por él mismo.
73
17 Cartas de amor
Cerró los ojos y cuando se dispuso a saltar una voz
dulce como el chocolate lo detuvo.
-No lo hagas, por favor.
Leandro lentamente abrió los ojos y giró la cabeza para
ver de dónde provenía aquella voz. Se sorprendió al ver
a esa hermosa criatura que lo observaba con la cara
llena de preocupación. Intentando ignorarla volvió a
mirar hacia el vacío.
-Vete, nada cambiará mi decisión.-contestó él
-Yo sé que es difícil continuar pero no puedes acabar
así con tu vida, ¿no pensarás en la gente que te quiere
y necesita?
-Nadie me necesita.-Contestó Leandro cerrando los
ojos nuevamente.
-Yo te necesito.-Dijo aquella extraña chica.
Sorprendido ante esas palabras volvió a girar la cabeza
y la vio allí parada con sus hermosos cabellos dorados
74
17 Cartas de amor
que caían por sus hombros, unos ojos azules como el
mar que lo miraban con preocupación y una mano
extendida en su dirección.
Sin saber muy bien porque, Leandro se vio sujetando su
mano y volviendo a pisar el suelo de aquel puente sin
despegar en ningún momento los ojos de aquel ángel
que apareció para salvarlo.
Cuando estuvo a salvo ese angelito de cabellos dorados
le regaló una sonrisa que derretiría a cualquiera y sin
decir ni una sola palabra lo abrazó. Leandro se quedó
sorprendido, hacía mucho tiempo que nadie le regalaba
aquella muestra de afecto y sin comprenderlo se vio
devolviendo aquel abrazo con mucho entusiasmo.
-¿Quién eres angelito?-Le preguntó sin soltarla en
ningún momento.
-Soy Elizabeth.-Contestó ella sobre su pecho-Por favor
no me dejes nunca… te necesito.
75
17 Cartas de amor
Sin ser consciente de ello Leandro se vio contestando
-Nunca te dejaré mi Elizabeth.
Ángel Abbatucci.”
Elizabeth se secó una lágrima que se le escapó y,
mirando hacia un costado, pretendiendo que Ángel
estaba a su lado dijo:
-Ahora entiendo porque ganaste, es absolutamente
hermoso. Me llegó al alma… Te quiero Ángel.
Y como respuesta una pequeña brisa le acarició la piel.
Con una sonrisa en el rostro cerró los ojos y se recostó
en la arena.
76
17 Cartas de amor
Carta número 6
La sensación del agua sobre sus pies despertó a
Elizabeth, le costó un poco comprender que se había
quedado dormida en la arena. Estirándose se fijo la
hora en su reloj y vio que pasaban de la 8 de la noche.
-Dormí
por
mucho
tiempo.-Exclamó
a
nadie
en
particular.
Tomó su bolso y se dirigió al hotel para darse un baño
y revisar unos trabajos que le habían enviado por
correo. Cuando hubo terminado con todo se debatió
entre
acostarse a
dormir
o
leer
la
sexta
carta
acompañada por su fiel compañero: el café.
-No te desesperes Elizabeth, las cartas de Ángel
seguirán allí mañana.-Se dijo a sí misma, así que a
regañadientes se preparó para dormir.
Una vez en la cama sintió como que algo le hacía falta.
Pensando se dio cuenta de que se trataba aquello, se
levantó y se fue a buscar la caja que tenía guardada en
su bolso aún sin deshacer, de allí extrajo la sexta carta
y apresuradamente volvió a la cama, abrazando con
fuerza aquel sobre se quedó profundamente dormida.
…
77
17 Cartas de amor
Una suave mano le acariciaba su mejilla, lentamente
abrió los ojos y se encontró con Ángel que la observaba
con aquella hermosa sonrisa de dientes perfectos.
-Estás aquí.-Murmuró Elizabeth
-Nunca me fui completamente angelito-Le contestó sin
borrar la sonrisa de su rostro.-Eres hermosa cuando
duermes, ¿lo sabías?
Ella
sonrió
bajando
la
mirada
hacia
la
sabana
sintiéndose tímida de repente. Aquello era muy raro,
Ángel siempre le había dicho cosas lindas y ella nunca
se sintió tímida.
-Seguro que parezco una loca con todo el pelo revuelto.
-Siempre fuiste una loca, con o sin el pelo revueltocontestó Ángel con una sonrisa irónica.
-Jaja que gracioso.-Replicó ella fulminándolo con la
mirada.
-Angelito, solo vine a ver si estabas bien… ahora me
tengo que ir.
-¿Por qué? Recién llegas… yo te extrañé mucho.Contestó haciendo un puchero.
Él le acarició lentamente el labio, lo cual provocó que
el rostro de Elizabeth se tornara de un rojo intenso,
78
17 Cartas de amor
-Sabes que nunca me resisto cuando pones esa cara,
pero me es imposible quedarme. Solo te digo que
continúes leyendo las cartas y recuerda que cada vez
que abras un sobre yo estaré a tu lado aunque no me
puedas ver.
Lágrimas
comenzaron
a
brotar
de
los
ojos
de
Elizabeth.
-¿Por
qué
lo
hiciste?-Preguntó
entre
sollozos
y
volviendo a bajar la mirada hacia la sábana.
Ángel la tomó por la barbilla y la obligó a mirarlo, fue
secando cada lágrima que se le escapaba. Estuvieron
así por un largo rato, ojos grises contra ojos azules.
Ángel fue el primero en romper el contacto deslizando
su mirada a los labios de Elizabeth y suspirando dijo:
-Solo lee las cartas.
Y dicho esto se fue acercando lentamente hasta que
sus labios estuvieron unidos por completo. Elizabeth sin
pensarlo dos veces le devolvió el beso colocando sus
manos el cuello de su amigo. Nunca se había sentido
tan bien en su vida. Él la tomó por la cintura y la acercó
más a su cuerpo con un fervor que ella no sabía que
tenía.
Elizabeth sintió como si el mundo hubiera desaparecido
a su alrededor, no quería dejar de besarlo nunca, pero
79
17 Cartas de amor
Ángel cortó aquel maravilloso beso y acariciándole
dulcemente la mejilla le dijo en un susurro.
-Te amo mi hermoso angelito.
Con estas últimas palabras Elizabeth se despertó, todo
había sido un sueño, pero tan real que le era imposible
pensar
que
todo
hubiera
sido
producto
de
su
imaginación. Alzó su mano para tocarse los labios,
todavía sentía el hormigueo que había provocado el
beso
de
Ángel.
<<
¿Qué
habrá
significado
ese
sueño?>> se preguntó a sí misma.
Pasado unos segundos volteo su cabeza hacia donde
Ángel había estado, en su lugar se encontraba la carta.
Elizabeth la tomó y sin esperar ni un segundo más la
abrió.
“Querida Liz:
Cada día que pasa me emociono más al
escribirte, desde la primera carta los recuerdos no
cesaron de llegar y si, es verdad que tenemos muchos
recuerdos feos, pero para mí son perfectos porque tú
estabas en ellos.
El suceso que recuerdo en esta carta es sumamente
especial para mí, quizá el más hermoso, junto con el
que leerás en la carta número 7.
80
17 Cartas de amor
Pero no te preocupes amor mío, porque no adelantaré
nada aquí. La carta de esta ocasión va a tratar sobre
tus 15 años, el día que con mas ansias esperabas, creo
que nunca te había visto tan emocionada desde que te
conocía, y la verdad es que verte de esa forma me
encantaba ya que gracias a la preparación de ese
evento tú te olvidabas de los problemas que llenaban tu
realidad. La tristeza que siempre veía en tus ojos
desaparecían en el momento en el que comenzabas a
hablar
de
tu
gran
fiesta,
el
brillo
en
tus ojos
demostraba la felicidad que sentías al poder cumplir tu
sueño de cuando eras una nena y yo estaba feliz por
poder ser parte de todo eso.
Te quiero agradecer por dejarme participar en ese día
tan
especial
para
ti,
la
verdad
es
que
fui
completamente feliz a tu lado en ese hermoso evento.
Lo único que lamento de esto es el hecho de que me
vieras solo como un amigo, quizás como un hermano,
pero nunca como algo más que eso…”
Sus 15 años, el momento más esperado por Elizabeth,
por supuesto que lo recordaba.
Ella siempre había soñado con ese día pero nunca lo
había visto posible porque hasta cosa de dos años
antes ella solamente tenía un solo amigo, el mejor de
81
17 Cartas de amor
todos, de eso no había dudas. Pero con una sola
persona no podía realizar la fiesta que tanto anhelaba.
Por suerte en su nuevo colegio pudo hacer muchos
amigos, los suficientes como para festejar sus dulces
15 años.
Elizabeth sonrió ante ese recuerdo, la verdad es que
sus 15 fueron inolvidables.
“…Ante la ausencia de tu madre, que por motivos que
no me habías explicado hasta el momento, no se
encontraba presente me pediste ayuda, justo a mí que
era un desastre para esas cosas.
Pero nunca dudé en ayudarte y por suerte ante
nuestra incapacidad de organizar una buena fiesta se
nos
ocurrió
algo
de
verdad
grandioso…
¿Lo
recuerdas?...”
-Como olvidarlo-murmuró Elizabeth.
…
Los dos amigos se encontraban en la mesa del
comedor de ella con muchas revista desparramados por
todas partes. Ángel golpeó su cabeza contra la mesa de
manera muy dramática.
-¡Me rindo!-Exclamó
-Vamos,
no
puedes
rendirte,
algo
seguro
encontraremos.-Respondió Elizabeth sin apartar los
82
17 Cartas de amor
ojos de una revista de vestidos de fiesta.-Solo tengo
que encontrar el vestido y el color, al decidir eso lo
demás será muy fácil.
-Estoy cansado, aquí no hay nada que sea de tu
agrado.
-Entonces vístete con lo que tienes puesto y perfecto.Dijo Ángel con la frente aún apoyada en la mesa.
Elizabeth levantó la mirada de su revista y se quedó
observando fijamente a su amigo, éste al sentir los ojos
clavados en él levantó finalmente la cabeza.
-¿Qué?-Preguntó
-¿De verdad quieres que me ponga esto?-Dijo Elizabeth
señalando su ropa.
Ángel la miró de arriba abajo, cuando volvió a subir la
mirada
lo
hizo
lentamente,
comenzando
por
sus
zapatillas deportivas negras, su short negro y su
remera entallada color rojo. Éste se quedó demasiado
tiempo con la vista posada allí.
Al notar eso Elizabeth levantó sus brazos y tapó sus
pechos.
-¿Qué miras pervertido?-Dijo enojada.
Él la volvió a mirar a los ojos con una sonrisa en sus
labios y dijo.
83
17 Cartas de amor
-No estoy mirando lo que tu mente sucia cree.
-¿Entonces?
-Estoy observando la inscripción de tu camiseta “I Love
Books” y se me ocurrió una idea.
-¿A sí?-Preguntó Elizabeth sin creer ni una sola palabra¿Cuál?
-¿Si, en lugar de elegir un color, tu eligieras la temática
de un libro?
-No te sigo-contestó sin comprender absolutamente
nada.
-Que hagas la ornamentación de tu libro favorito y tu
vestido sería lo que use la protagonista del libro, o algo
similar.
Los ojos de Elizabeth brillaron al entender lo que su
amigo quiso decirle.
-¡Me encanta!-Exclamó- Lo puedo hacer sobre “Romeo
y
Julieta”2,
mi
libro
favorito.-Dijo
comenzando
a
revolver las revistas y hojearlas rápidamente.
-¿Qué haces?-Preguntó Ángel extrañado.
2
Romeo y Julieta es una tragedia de William Shakespeare. Cuenta la
historia de dos jóvenes enamorados que, a pesar de la oposición de
sus familias, rivales entre sí, deciden casarse de forma clandestina y
vivir juntos.
84
17 Cartas de amor
Elizabeth
continuó
revolviendo
todo
hasta
que
encontró lo que buscaba. Satisfecha se apoyó en el
respaldo de su silla con los brazos cruzados y le dijo a
su amigo.
-Mira.
Él se acercó a su lado y observó el vestido que
aparecía en la revista, sonriendo besó en la mejilla a
Elizabeth.
-Es perfecto.
“…Luego de la tortura que fue el elegir el tema de tu
vestido lo siguiente fue muy fácil, y muy divertido
también.
Recuerdo que el salón era la representación exacta de
la obra de Shakespeare, con el balcón donde se produjo
el encuentro clandestino entre Romeo y Julieta. Mi
parte favorita de la obra, por ese balcón tú aparecerías
para deslumbrar al mundo con tu belleza.
Nunca había visto a una quinceañera más hermosa que
tu amor mío, recuerdo que ese vestido color rosa viejo
al estilo princesa pero con un toque de Julieta te
quedaba pintado, ni a la modelo de la revista le
quedaba tan bien como a ti.
Tu hermoso cabello, que siempre me encantó, se
encontraba semirrecogido hacia un costado con bucles
85
17 Cartas de amor
que caían sobre tus hombros y un maquillaje sencillo
que resaltaban tus perfectos rasgos y tus bellos ojos
azules. La verdad que Julieta no era nadie a tu lado.
Cuando te fui a ver antes de que comience la fiesta, la
imagen que vi me impactó. La forma en la que te
encontrabas era digna de ser escrita, el contraste entre
tu imagen física, como la de una princesa tan bella y
perfecta, y las lágrimas que corrían por tus mejillas
deshaciendo tu maquillaje era absolutamente poético…”
Elizabeth sonrió ante el recuerdo, solo Ángel podía
encontrarla hermosa cuando era un absoluto desastre.
Recordaba que él se encontraba muy guapo, tenía 15
años y era el chico más lindo que había conocido, con
su traje, camisa y corbata, todo color negro, que
resaltaba por completo su piel blanca. El cabello
revuelto por las veces que sus manos pasaban por allí y
con aquellos ojos grises que parecían poder ver su
alma. Hasta la fecha Elizabeth no había conocido a
alguien tan bello como él.
…
Ella se encontraba en la habitación trasera del salón
preparándose para su fiesta cuando la imagen que vio
en el espejo le mostró lo horrenda que se veía, sin
poder contenerse Elizabeth comenzó a llorar, se sentó
86
17 Cartas de amor
en la silla y con el rostro hundido en sus dos manos
comenzó a verter todas las lágrimas que tenía.
Una voz proveniente de la puerta le preguntó.
-Oye, ¿Qué pasa?
Elizabeth no respondió y continuó llorando. Ángel se
acercó y la abrazó.
-¿Por qué estas llorando angelito?
-Estoy horrible.-Contestó ella entre sollozos
-¿Qué estás diciendo? Yo aquí estoy viendo a una
hermosa chica con un hermoso vestido.
Bruscamente Elizabeth se puso de pie y echando fuego
por los ojos dijo.
-¿Es que acaso no me ves?
-No te entiendo.
-Mira mis brazos.-Extendió uno de ellos hacia donde se
encontraba su amigo.- Estas asquerosas marcas me
hacen parecer un monstruo.
Ya enojado ante aquella actitud ángel le dijo.
-¡Nunca más vuelvas a tratarte de esa manera! ¡Tú no
eres ningún monstruo!
Elizabeth bajó la mirada todavía llorando, Ángel la
tomó por la barbilla obligándola a mirarlo.
87
17 Cartas de amor
-Quiero que se te quede grabado en la cabeza que tú
eres hermosa, perfecta y que esas cicatrices en tus
brazos solo resaltan tu belleza, porque con ellas
muestras que caíste pero que tuviste la suficiente
fuerza para levantarte y continuar hacia adelante.-En
ese instante la abrazó.-Nunca te avergüences de tus
marcas porque ellas ti hicieron lo que eres ahora.
-¿Y
que
soy
ahora?-Le
preguntó
a
su
amigo
abrazándolo con más fuerza.
-Eres la persona a la cual admiro profundamente, y te
admiro no solo por tu belleza, sino porque yo fui el
testigo de cómo te hundiste en lo más profundo, yo vi
como la sangré corría por tus brazos y también fui el
testigo de cómo tu sola te levantaste y le mostraste al
mundo que, a pesar haber caído en lo más profundo de
los pozos no te quedaste allí, sino que, poco a poco,
comenzaste a salir.
Elizabeth continuó sollozando sobre el traje de Ángel,
él la tomó por los hombros y secándole lentamente las
lágrimas de sus mejillas le dijo.
-Como tu ídolo dice… “Hoy es un buen día para olvidar todas
aquellas cosas que me hicieron llorar y dejarlas atrás lo mejor será
empezar”3 así que hazle caso y olvídate del dolor del
3
Fragmento de “Olvidarte”. Autor Ricardo Arjona, álbum “Sin daños
a terceros”
88
17 Cartas de amor
pasado para disfrutar tu día y todos los que vendrán
después.
Ella lo besó dulcemente en la mejilla y lo volvió a
abrazar.
-Gracias Ángel, eres el mejor.
-No tienes nada que agradecer… ahora quiero que te
seques esas lágrimas y abras mi regalo.
Con una hermosa sonrisa en el rostro Ángel le entregó
su regalo, Elizabeth lo abrió y no pudo ocultar la
sonrisa de su rostro.
-Yo sabía que ibas a tener una crisis, así que te compre
eso.
En el paquete se encontraban unos preciosos guantes
color rosa viejo que llegaban hasta cerca de la axila,
eran perfectos para ocultar las cicatrices y contrastaban
con su vestido.
Sin decir ni una sola palabra se los puso y miró su
reflejo en el espejo, ahora si se encontraba perfecta.
Lágrimas de felicidad brotaron de sus ojos y solo pudo
decir.
-Son perfectos, gracias.
“…Yo era consciente de que te iba a disgustar el ver tus
brazos tan expuestos así que no dudé en comprarte
aquellos guantes.
89
17 Cartas de amor
Al ver tu cara de felicidad ya me sentía completo. Eras
una Julieta perfecta y a mí me hubiera encantado ser tu
Romeo.
Te voy a contar un secreto, hasta el día de hoy
mantengo guardada aquella fotografía nuestra bailando
el vals en tu fiesta. Cada vez que estoy con falta de
inspiración
tomo
esa
fotografía
y recuerdo aquel
momento. Como mi brazo se aferraba a tu cintura y
nuestras
manos
se
encontraban
entrelazadas,
tu
perfume se sentía en el ambiente y nuestros ojos se
encontraban fijos en los del otro, como si nadie se
encontrara a nuestro alrededor.
Recuerdo como tus ojos brillaban llenos de felicidad
repitiendo miles de veces la palabra gracias y como
gracias a mi te veías hermosa.
Pero esa belleza que mostraste no tenía nada que ver
conmigo, tú tenías luz propia, yo solamente te había
regalado unos guantes, por eso en ese momento opté
por recitarte una frase de Romeo. “El brillo de su rostro
afrenta al del sol. No merece la tierra tan soberano prodigio. Parece entre
las otras como palomas entre grajos (…) Nunca como esta vieron mis
ojos…”4
4
Fragmento de “Romeo y Julieta”
90
17 Cartas de amor
Cada vez que evoco esa escena la inspiración vuelve a
mí, porque tu belleza aquel día solo era comparable con
el de aquella princesa de los cuentos.
Te Ama… Tu Ángel.”
-Mi Ángel, gracias a ti tuve un cumpleaños inolvidable…
gracias por ser parte de mi vida.-Dijo Elizabeth al aire,
esperando que Ángel estuviera allí para escucharla
como le había prometido en su sueño.
91
17 Cartas de amor
Carta número 7
Luego de haber leído esa última carta Elizabeth se
dispuso a ir hacia la ducha, necesitaba un baño
relajante para así poder aclarar un poco sus ideas.
Mientras el agua descendía por su cuerpo la cabeza de
Elizabeth no paraba de pensar, tenía muchas preguntas
que se iban incrementando a medida que avanzaba con
las cartas.
La pregunta que mas rondaba por su mente era: <<
¿Por qué decidió decirme todo esto cuando tuvo 17
años para hacerlo?>> y a esa la seguía otra << ¿Por
qué quiso decírmelo por medio de cartas?>>.
Si bien en aquellas cartas Ángel le decía que lo hacía
porque no se iba a animar a hacerlo de frente,
Elizabeth sospechaba que había otro motivo oculto.
-¿Pero cuál?- se preguntó a ella misma.
De repente una idea asomó por su cabeza, o mejor
dicho una frase, <<Durante este año nos hicimos muy
unidos>>, las palabras de su amiga Micaela le dieron
una posibilidad. Si era verdad lo que ella decía.
-¡Seguro algo debe saber!
92
17 Cartas de amor
Rápidamente salió de la ducha, se tapó con una toalla
y fue a buscar su celular, buscó entre sus contactos el
nombre de Micaela y sin demorar ni un segundó marcó
su número, al tercer tono su amiga contestó.
-¡Hola Elizabeth!
-Hey, ¿Cómo estas Mica?- Preguntó Elizabeth.
-Bien, en un descanso del trabajo ¿y tú?
-Estuve mejor.-Hizo una breve pausa y continuó-¿Sigue
en pie lo del café?
-Por supuesto que sí, ¿Cuándo puedes?
-¿Te parece bien esta tarde?
-¡Perfecto!-Contestó una entusiasmada Micaela
<< ¿Está tan contenta siendo que Ángel murió hace
muy poco?>> pensó Elizabeth
-Bueno, nos encontramos en mi hotel y de aquí vamos
¿Quieres?
-¡Claro! Mándame por mensaje el hotel en el que te
alojas. A las 5 en punto estaré allí. Besos amiga
-Chau.-Contestó
secamente
Elizabeth,
no
se
encontraba de ningún humor para soportar tanto
entusiasmo, y menos para fingirlo.
Desde que Ángel había muerto Elizabeth solamente
sonreía de verdad cuando leía sus cartas y recordaba
93
17 Cartas de amor
viejos tiempos. Fuera de eso el mundo se había vuelto
opaco, los colores solo volvían cuando abría un nuevo
sobre, solo así sentía que la felicidad volvía a hacer su
aparición, pero cuando terminaba de leer la oscuridad
se apoderaba de todo.
Se vistió y se maquilló, ya había hecho un plan acerca
de cómo ocuparía su tiempo antes de la hora en la que
se encontraría con Micaela.
Como un homenaje para su mejor amigo se fue de
compras, iba a recorrer todas las librerías de la ciudad
para abastecerse de libros. Eso era lo que ellos siempre
hacían para divertirse. Comprar libros era una hermosa
forma de recordar a Ángel.
A medida que caminaba por la ciudad se topó con la
librería favorita de su mejor amigo, miró por el vidrio y
una escena se le vino a la cabeza.
…
Era un día de verano en el que los dos se encontraban
muy aburridos en casa de Ángel, estaban recostados en
el césped mirando el cielo, sin decir ni una sola palabra.
-¿Si damos un paseo?-Preguntó Ángel rompiendo el
silencio
-Claro.-Contesto ella con una gran sonrisa en los labios.
94
17 Cartas de amor
Ambos se levantaron, se limpiaron el césped de sus
ropas y se dirigieron a dar un paseo. Mientras
caminaban se toparon con una gran librería, Elizabeth
vio como los ojos de Ángel brillaban ante tal visión. Sin
decir ni una sola palabra ingresó a aquel local, como si
una fuerza extraña lo obligara. Ella sin saber que
sucedía entro detrás de su amigo.
Definitivamente era una gran librería, había libros de
todos
los
tipos,
divididos
en
diversas
secciones,
comenzó a caminar por todo el local embelesada por
aquella visión. Tomó un libro de la estantería y se
dispuso a leer. Se encontraba tan absorta en la lectura
que no se dio cuenta quien se encontraba detrás suyo.
Cuando una mano se posó en su hombro Elizabeth dio
un respingo y se giró para encontrarse con la mirada
llena de entusiasmo de su amigo, al observarlo bien no
pudo contener una carcajada.
-¿Te llevarás todo eso?-Preguntó señalando la gran pila
de libros que sostenía Ángel.
-¿Tu qué crees?, este lugar es el paraíso
Elizabeth volvió a soltar una carcajada, cuando se
tranquilizó dirigió una mirada llena de ternura hacia su
amigo.
-Pareces un nene en una dulcería.
95
17 Cartas de amor
Él no contestó, se limitó a asentir sin borrar la sonrisa
de su rostro, se dio media vuelta y se dirigió a la
sección de caja.
-¿De verdad comprarás todo eso?-Preguntó sorprendida
Elizabeth.
-Claro que si, será dinero bien gastado.
-Eres un caso de estudio.-Se dio media vuelta y se
dirigió hacia afuera para esperarlo.
Al cabo de diez minutos Ángel salió del local con una
gran sonrisa en el rostro. Tenía varias bolsas en sus
manos, cuando se acercó a ella le tendió dos bolsas que
contenían tres libros cada una.
-¿Quieres que te ayude a cargar tus compras?-Preguntó
alzando una ceja, él se limitó a negar con la cabeza.
-¿Entonces?-Preguntó ella
-Estos libros son para ti, sé que no tienes libros propios
porque tu padre no quiere comprártelos, así que yo te
ayudaré a armar tu biblioteca.
…
Elizabeth sonrió ante aquel recuerdo, su padre nunca
quiso comprarle libros porque decía que eran una
distracción,
lo
que
no
comprendía
era
que
ella
necesitaba distraerse y nada era mejor que un libro
para esa labor. Como su padre se rehusaba a comprarle
96
17 Cartas de amor
libros ella se vio obligada a acceder a la biblioteca o a
los libros que le prestaba su mejor amigo.
Pero Ángel al saber que Elizabeth necesitaba una
distracción de su tristeza comenzó a regalarle libros
para armar su propia biblioteca, que la tenía escondida
en su cuarto para que su padre no la viera. Con ese
pequeño gesto su amigo la ayudó un poco a olvidarse
de los cortes de sus brazos y le estaba eternamente
agradecida por ello.
Así que en honor a aquellos recuerdos ingresó a
aquella grandiosa librería.
Volvió al hotel una hora antes de que Micaela llegara,
así que se dirigió a su habitación, tomó la séptima carta
y bajó al lobbie del hotel, se acomodó en un sofá y
comenzó a leer.
…
“Querida Liz:
¿Alguna vez te conté sobre mi primer
beso?
Creo que te dije que había sido a los 14 años con una
de nuestras compañeras, que había sido en una fiesta a
la que, o casualidad, tu no habías asistido.
97
17 Cartas de amor
Si recuerdas que te conté eso, pues temo confesarte
que te mentí. Así es amor mío, mi primer beso no fue a
los 14, sino a los 16.
Lo bueno de aquello es que lo tuve con el amor de mi
vida, si amor mío, tu no solo fuiste mi primer (y único)
amor, sino que también fuiste mi primer beso. Fue en
ese día en el que el tarado de tu novio te dejó por otra,
fue ese día en el que me pediste el favor de jugar a que
éramos novios. Debo confesarte que en mi interior yo le
rogaba a Dios de que aquello no se tratara solamente
de un juego, pero al parecer Dios tenía cosas más
importantes que cumplir.
Pero la verdad es que esa fue una noche mágica para
mi, absolutamente inolvidable a pesar de que todo
hubiera sido fingido…”
Elizabeth sí que se acordaba de aquel día, era uno de
los recuerdos que más le habían marcado.
…
Ella
llevaba
ya
5
meses
con
su
primer novio,
Alejandro, él había sido el primer chico al que había
besado, pero nunca lo había amado.
Un día Alejandro había aparecido en la puerta de su
casa unas horas antes de una fiesta a la que asistirían
juntos.
98
17 Cartas de amor
Sorprendida Elizabeth abrió la puerta y se encontró
con un Alejandro muy nervioso.
-Hola
gordo,
¿sucede
algo?-Preguntó
Elizabeth
preocupada.
-Tenemos que hablar.
Elizabeth sintió como su corazón se hizo más pequeño
al escuchar aquellas tres palabras. Sus amigas le
habían dicho que esa frase no traía nada bueno y,
sumándole a eso la actitud nerviosa de Alejandro el
resultado sería catastrófico.
-¿Qui…quieres pasar?-Preguntó tartamudeando.
-No, mejor aquí, total no creo demorar mucho con esto.
Se sentaron en el escalón de la entrada y un silencio
los embargó por un tiempo que se hizo eterno.
-¿De qué quieres hablar?
-Mira Elizabeth, tú eres una persona maravillosa y de
verdad te quiero mucho…
-¿Pero?- Preguntó ella sabiendo lo que vendría a
continuación.
-Pero estoy enamorado de otra persona, quiero estar
con ella sin nada que se interponga.-Tragó saliva-Así
que quiero que terminemos.
99
17 Cartas de amor
Elizabeth sintió como si una puñalada le atravesaba el
corazón, una vez más se sintió rechazada. Se produjo
un largo silencio.
-¿Estás bien?-Preguntó Alejandro intentando posar una
mano en el hombro de Elizabeth, esta se aparto
bruscamente y se levantó.
-Sí, estoy bien no te preocupes.-Contestó con la mirada
distante.
Alejandro se levantó y se acerco a ella.
-Si quieres te explico bien como son las cosas.
-No hace falta, de verdad entiendo todo, así que te
deseo que seas muy feliz.
Dicho eso cerró la puerta y, apoyándose contra ella,
las lágrimas brotaron sin cesar, el dolor se hizo muy
fuerte, casi insoportable.
Sin siquiera pensarlo se fue a su habitación y se hizo el
primer corte luego de casi un año de no hacerlo.
…
Volviendo al presente Elizabeth no pudo evitar pensar:
<<Uno siempre vuelve a caer en viejas costumbres>>,
tomó el papel que había posado en su regazo y
continuó leyendo.
100
17 Cartas de amor
“… Esa tarde tú me llamaste, las lágrimas impedían que
te expresaras del todo bien. Me pediste que fuera a
verte, que no te sentías bien, sin dudarlo ni un segundo
deje todo y me fui a tu casa.
Cuando me contaste lo de Alejandro yo sentía un
deseo de ir a buscarlo y hacerlo entrar en razón a base
de golpes. Nunca entró en mi cabeza como ese chico te
había dejado, tú eras perfecta. Tenía que ser un tonto
para dejarte ir.
Recuerdo que mientras llorabas sobre mi hombro yo
pensaba que si túhubieras sido mía no te iba a dejar
escapar de mis brazos, siempre buscaría la forma de
hacerte feliz y nunca dejaría que derramases una sola
lágrima y menos por mi culpa. Si hubieras sido mía yo
te iba a dar motivos de felicidad, nunca de tristeza.
Cuando tu crisis hubo pasado comenzamos a hablar
sobre el tema hasta que una sonrisa malvada, que yo
conocía tan bien, asomó por tus labios. Me propusiste
que hiciéramos un juego, uno peligroso para mí porque
sabía que si jugaba terminaría lastimado…”
-¡Pero cuanta concentración!-dijo una voz femenina.
A regañadientes Elizabeth levantó la mirada y se topó
con una mujer esbelta de cabello corto colorado, unos
ojos verdes deslumbrantes y una sonrisa de dientes
101
17 Cartas de amor
perfectamente blancos. Elizabeth no podía negar que su
amiga era hermosa.
-Te
lo
explico
en
el
café.-Contestó
sonriendo
falsamente y se levantó para abrazar a Micaela.
-Te eché mucho de menos.-Dijo su amiga.
-Yo también.-Y sin poder resistirse Elizabeth comenzó a
llorar.
La verdad era que necesitaba ser abrazada, desde que
Ángel había muerto nadie la abrazó, ni siquiera en el
funeral. Elizabeth no se había dado cuenta de cuánto
necesitaba el contacto humano, y más aún de alguien
que la quisiera. En el abrazo de Micaela ésta demostró
que de verdad la quería y se alegraba de verla.
-Cariño, ¿estás bien?-Le preguntó su amiga con cara de
preocupación.
-Sí,
solo
necesitaba
un
abrazo.-Dijo
Elizabeth
secándose las lágrimas, Micaela la abrazó nuevamente.
-Lo extrañas ¿Verdad?
-No te das una idea de cuánto, la vida ya no es la
misma sin el-un sollozo la interrumpió-Lo necesito
tanto.
Micaela no dijo nada, ella se daba cuenta por lo que
estaba pasando Elizabeth, había perdido a su mejor
amigo y, posiblemente, al hombre de su vida. Salvo
102
17 Cartas de amor
que ella todavía no se había dado cuenta de lo
segundo.
Estuvieron abrazadas por un largo rato, las dos amigas
estaban en silencio que solo era interrumpido por los
sollozos de Elizabeth.
En un determinado momento Elizabeth soltó a su
amiga, se secó los ojos e imprimiendo una sonrisa en
su rostro dijo.
-¿Vamos por ese café?
…
Elizabeth y Micaela estuvieron hablando por horas,
recordando viejos tiempos, riendo y llorando juntas.
Cuando ya faltaba poco para despedirse Elizabeth se
armó de valor y le preguntó a su amiga.
-¿Sabes algo sobre las cartas de Ángel?
-Estaba esperando que me preguntes por eso.
-Entonces si sabias.
-Claro que sabía, yo lo convencí para que lo hiciera.Contestó Micaela con una gran sonrisa.
Elizabeth estaba confundida, ella pensaba que eso
había sido idea de él que ya no aguantaba más eso
callado. Pero resultaba que lo había hecho porque lo
103
17 Cartas de amor
empujaron a eso, no porque lo deseara. Una profunda
decepción la embargó.
-Así que tu lo obligaste.-La decepción había teñido la
voz de Elizabeth y al parecer su amiga lo había notado.
-Yo no lo obligué a nada, él estaba decidido a decirte
todo, pero no sabía cómo.-Tomó un sorbo de su agua y
continuó-Un día vino con esa idea en la cabeza pero no
estaba decidido a hacerlo, yo solo le di un pequeño
empujón.
-¿Y por qué decidió hacerlo por medio de cartas?
-El me dijo que tenía dos razones para hacerlo de esa
forma.
-¿Cuáles?
-La primera era que si te contaba por cartas lo que
sucedía contigo te iba a poder explicar todo con
detalles, y la otra que…
Micaela quedó en silencio, su había puesto pálida como
si hubiera visto un fantasma, sus ojos se abrieron por
completos y en ellos brillaban la compresión.
-¿Cuál es la otra?-Preguntó impaciente Elizabeth.
Su amiga se tapo el rostro y comenzó a llorar-¿Cómo
no me di cuenta?-Decía entre sollozos.
-¿De qué?-Preguntó Elizabeth sin poder entender nada.
104
17 Cartas de amor
Micaela levantó la mirada y con los ojos llenos de
lágrimas dijo:
-La otra razón era que si todo salía como él creía tu
ibas a necesitar un recuerdo suyo… para que nunca lo
olvidaras.
-¿Y con eso no te diste cuenta que era lo que Ángel
planeaba?-Preguntó enojada Elizabeth.
-Es que no lo relacioné en ese momento.-Dijo entre
gritos Micaela-Yo creí que lo decía porque pensaba que
ya no lo ibas a querer ver más luego de eso.
Elizabeth se tranquilizó, sabía que su amiga no tenía la
culpa de no haberse dado cuenta, nadie sabía acerca de
las tendencias suicidas de Ángel, ni siquiera ella lo
sabía que era su mejor amiga. Le tomó la mano a
Micaela y le dijo.
-Perdón por enojarme, tú notienes la culpa de no haber
comprendido, si te soy sincera yo tampoco me habría
dado cuenta.-Forzando una sonrisa agregó-Las estoy
leyendo.
Micaela la miró con los ojos desorbitados ante la
sorpresa.
-¿Te las entregó?
105
17 Cartas de amor
-Un día antes de que se suicidara.-Los ojos de Elizabeth
se llenaron, una vez más, de lágrimas-La verdad es que
son hermosas, las mejores cartas que leí en mi vida.
-¿De verdad?, ¿en qué carta vas? Ya que por lo que le
entendí a Ángel él te iba a entregar 17.
-Es como te dijo, voy por la mitad de la séptima.-Una
sonrisa se iluminó en el rostro de Elizabeth-La verdad
esta es la que más me gusta hasta el momento.
-¿De qué habla?
-¿Recuerdas la vez que Ángel y yo jugamos a ser
novios?
-¿Trata sobre eso?-Micaela soltó una carcajada-La
verdad es que yo ese día pensé que todo era real.
-Ahora que revivo ese momento en mi mente te
confieso que yo también lo sentí real.
-Termínala de leer-La animó su amiga-Cuando termines
la comentamos ¿quieres?
Elizabeth asintió y sin esperar ni un solo segundo más
tomó la hoja y continuó leyendo.
…
“…Me pediste que te acompañara a la fiesta de esa
noche, pero no como tu amigo, sino haciéndome pasar
por tu novio. Como nunca me pude negar a un pedido
106
17 Cartas de amor
tuyo acepté, aun sabiendo que estaba jugando con
fuego
y
que
era
muy
probable
que
terminara
quemándome.
Sinceramente fue una hermosa noche para mi, una de
las más perfectas de mi vida. Recuerdo que me dijiste
que más tarde fuera a buscarte ya que querías verte
deslumbrante. Por supuesto no para mí.
Cuando te vi salir por la puerta de tu casa no podía
creer lo hermosa que estabas, cierro los ojos y veo
claramente tu ropa. Unos jeans claros bien ajustados
que se amoldaban perfectamente a tu figura, una
camiseta de mangas largas entallada color rojo con un
escote que dejaba ver lo justo y que mostraba tu
ombligo, unos zapatos negros de tacón que estilizaban
tu perfecta figura, un maquillaje que no era suave,
como el que sabías utilizar, sino uno que resaltaban
aún mas tus bellos rasgos; y tu cabello suelto que caían
en ondas sobre tus hombros.
No solo estabas hermosa, también estabas muy sexy,
me resultaba complicado mantener la boca cerrada
para no babear. Fuimos a la fiesta y entramos de la
mano, todos los ojos se posaron en nosotros y
extrañamente
sonriendo
al
ver
nuestras
manos
entrelazadas.
107
17 Cartas de amor
Así estuvimos toda la noche, sin despegarnos el uno
del otro, tú me hablabas al oído y yo hacía lo mismo
diciéndote cosas que te hacían reír de manera muy
seductora.
Que no hubiera dado por escuchar esa risa por el resto
de mi vida, cada vez que te reías o me hablabas al oído
yo me derretía un poquito más.
Cuando pusieron una música lenta yo te llevé al centro
de la pista, pusiste tus manos en mi cuello y yo las
mías en tu cintura, pegándote más a mí, estuvimos así
un rato, meciéndonos al ritmo de la música mirándonos
a los ojos casi hipnotizados.
Alejandro se encontraba a unos pasos de nosotros,
observándonos y tu acercaste tus labios a mi oído y me
pediste que te besara para que el nos viera.
Los nervios me inundaron por completo, era mi primer
beso y nada menos que con el amor de mi vida. Te
miré a los ojos, estuvimos así un rato hasta que yo
rompí el contacto visual para posar mi mirada en tus
hermosos labios esculturales y lentamente me fui
acercando hasta que mis labios quedaron a escasos
centímetros de los tuyos y tú completaste el camino.
El mundo había desaparecido a mí alrededor, ya no
había parejas en la pista, solo nosotros dos y nuestros
labios.
108
17 Cartas de amor
Este era el tipo de beso del que hablaban los libros que
leía, ese tipo de beso que te hacen olvidar de todo, que
produce que una corriente eléctrica recorra por todo tu
cuerpo. Era ese tipo de beso que te hace comprender,
de una vez por todas, que esa otra persona es la
indicada.
Nunca volví a sentir esa sensación en los labios de otra
mujer, solo tú lograste que me derritiera por completo
con solo un beso. Solo tú lograste que mi corazón
latiera rápido y lento al mismo tiempo.
Solo tu amor mío.
Te Ama… Tu Ángel”
109
17 Cartas de amor
Carta número 8
Los ojos de Elizabeth brillaron ante aquel recuerdo y
comenzó a esbozar una sonrisa. La voz de su amiga la
sacó de su ensoñación.
-¡Que sonrisa! ¿Qué te escribió?
-Esta parte es sobre el beso que nos dimos en aquella
fiesta.-Contestó a su amiga sin borrar la sonrisa de su
rostro.
-Lo recuerdo, fue el beso más romántico que vi.Micaela hizo una breve pausa-Parecían de verdad
enamorados.
-Él si lo estaba, aquí me dice que sintió como si el
mundo desaparecía y solo nos encontrábamos nosotros
dos.
-¿Y tú que sentiste?-Le preguntó Micaela.
Elizabeth quedó en silencio, pensando, cerró los ojos y
evocó aquella imagen. Los dos abrazados en la pista,
sus labios fundidos en un tierno beso. De repente
Elizabeth recordó que ella no quería que aquello
terminara, todo había desaparecido también para ella,
Alejandro no existía, solo ellos dos y sus labios.
-Creo que sentí lo mismo que él.
110
17 Cartas de amor
-Me lo imaginaba.-Dijo su amiga sonriendo.
-¿Qué imaginabas?
-Que tú siempre estuviste enamorada de él
Elizabeth quedó atónita ante la afirmación de Micaela,
de algo estaba segura y era que ella nunca estuvo
enamorada de Ángel, ¿verdad?
-Nunca
estuve
enamorada
de
él.-Contestó
sin
convicción-Era mi mejor amigo.
-¿Y qué significa lo que sentiste por aquel beso de hace
10 años?
-Que estaba muy concentrada en hacerle creer a
Alejandro que no sentía nada por él,-hizo una pausapor eso ignoré todo y me concentré solo en Ángel.
Micaela negó con la cabeza, no podía creer la
terquedad de su amiga, ¿Cómo no se daba cuenta que
siempre lo amó?
Por lo visto el trabajo se iba a complicar, el día que
llamo a Elizabeth por teléfono ella había soñado con
Ángel que le decía que debía ayudar a su amiga en el
camino de descubrimiento de su amor que iba a
emprender, al principio pensó que no era más que un
sueño, aun así la llamo y ahora que la tenía frente suyo
no podía dejar de intentarlo.
111
17 Cartas de amor
Pero el caso era que hacerle ver la realidad a Elizabeth
iba a ser una tare muy, muy difícil. <<Espero que tus
cartas me ayuden>> pensó.
-Eres psicóloga, ¿no te das cuenta que estás en un
proceso de negación?
Elizabeth ladeo un poco la cabeza sin terminar de
comprender a su amiga.
-¿Por qué lo dices?
-Porque está claro que estas enamorada de él y que
siempre lo estuviste, pero no lo quieres ver.
-¿De dónde sacas esa idea?
Sin contestar Micaela miró la hora en su reloj, se
levantó deprisa y dijo.
-Me tengo que ir, te lo explico luego ¿si?
Elizabeth se levantó a su vez.
-¿Me lo prometes?-Le preguntó.
-Te lo prometo.-Micaela la abrazó-Si quieres mañana
nos vemos y hablamos de la octava carta.
-Me encantaría- Elizabeth abrazó fuertemente a su
amiga-Gracias por estar conmigo.
-Siempre.-Micaela la soltó, la besó en la mejilla y
agregó-Te quiero.
112
17 Cartas de amor
-Yo también.
…
Ya pasaban de las 8 de la noche cuando Elizabeth salió
de aquel café. Como no se encontraba de ánimos para
volver al hotel se dispuso a caminar para intentar
comprender todo lo que había ocurrido aquel día.
Mientras caminaba lo primero que se le vino a la
mente fue aquello último que le dijo Micaela <<Tu
siempre estuviste enamorada de él>>. ¿De dónde
había sacado aquella idea?
Era bastante claro que ella lo había querido mucho, fue
su mejor amigo, el que siempre la ayudó en todo, el
estuvo ahí cuando más lo necesitaba.
Ella siempre prefirió su compañía antes que la de
cualquier otra persona, le encantaba charlar con él
hasta altas horas de la madrugada. Sus abrazos eran
los únicos que siempre la reconfortaban y cuando la
miraba con aquellos ojos grises Elizabeth no podía
mentirle, la
verdad salía a
borbotones ante esa
penetrante mirada.
¿Acaso eso era amor? Pensó pero inmediatamente lo
negó con la frase <<Ángel fue la única persona que me
acepto sin juzgarme, lo quiero como se quiere a un
hermano>>, pero hasta ella notaba cierta vacilación en
aquella afirmación.
113
17 Cartas de amor
Elizabeth continuó caminando pensando en lo que
había significado Ángel en su vida y cada vez que la
palabra
amor
asomaba
por
su
cabeza
ella
inmediatamente la hacía a un lado.
Cuando se cansó del paseo se dirigió a su hotel,
necesitaba dormir para no pensar en nada, su cabeza
ya le dolía de tanto pensar en Ángel.
Se acostó pensando en lo que iba a encontrar en la
siguiente carta, que nuevos sentimientos aparecerán en
ella y, principalmente, en como esa carta iba a seguir
cambiando la forma en la que Elizabeth veía a su
amigo.
Con
ese
último
pensamiento
se
durmió
profundamente.
A la mañana siguiente se levantó con la mente
despejada, al parecer había podido dormir del todo bien
como no lo hacía desde que Ángel había muerto.
Salió de la cama y se fue a duchar, cuando estuvo
cambiada procedió a salir a desayunar. Tenía antojos
de un café con unos buenos panqueques con dulce de
leche, el desayuno favorito de su amigo.
Tomó su bolso, guardó el octavo sobre en él y se
dispuso a salir. Una vez ubicada con su desayuno al
lado comenzó a leer la carta.
114
17 Cartas de amor
“Querida Liz:
Esta carta es un poco difícil de escribir ya
que trata sobre un recuerdo bastante doloroso para mí.
En esa época las drogas se convirtieron en algo
esencial, la primera vez que lo probé el efecto que
produjo en mi era justo lo que yo necesitaba, no
soportaba la realidad por lo tanto busqué una forma de
escaparme de ella.
Y allí estaba aquel polvo de ángel que había aparecido
par hacerme olvidar de todo aquello que me hacía
sufrir. Un día sin sus efectos era una tortura que
simplemente no podía soportar.
Tú no sabías nada al respecto, ese era un secreto que
lo guardaba solo para mí y para mi proveedor.
Esa droga me llevaba a lugares desconocidos, aquellos
lugares donde prefería estar, lejos de las peleas y los
llantos que siempre se escuchaban en casa y que era
por mi culpa.
La verdad es que en esa época yo me sentía bien,
seguía escribiendo y aquel polvo de ángel me hacía
alejarme de todo lo malo que había en mi vida. Hasta
que vino la debacle, ese día en el que todo salió a la
115
17 Cartas de amor
luz, cuando tu amor mío te enteraste de mi reciente
adicción al PCP5…”
Elizabeth recordó el día en el que había recibido la
llamada de un Ángel desesperado.
…
Ella se encontraba en su casa viendo televisión
tranquilamente cuando el sonido del teléfono la obligó a
levantarse, descolgó el auricular y dijo.
-¿Hola?
-El…Elizabeth-Oyó la voz jadeante de Ángel desde el
otro lado de la línea.
-Ángel, ¿Qué sucede?-Preguntó preocupada.
-¿Me puedes venir a buscar?-Tras una breve pausa
dijo-Te necesito angelito.
En ese momento Elizabeth se preocupó de verdad, su
amigo solo le decía angelito cuando realmente la
necesitaba.
Sin
dudarlo
le
preguntó
donde
se
encontraba, tomó las llaves del auto de su papá y se
dispuso a ir a buscarlo.
5
PCP, droga ilegal que comenzó a desarrollarse en los años 50 del
siglo XX como anestésico general. Se clasifica dentro del grupo de los
"anestésicos disociativos", debido a que el consumidor se encuentra
"desconectado" de su entorno: sabe dónde está, pero no siente que
forme parte de ese sitio.
116
17 Cartas de amor
No podía creer el estado en el que se encontraba
Ángel, estaba tirado en la vereda de una calle muy
poco concurrida, tenía la ceja partida, sangre salía a
borbotones por su nariz; con sus manos se sujetaba
fuertemente las costillas. Elizabeth sin dudarlo fue
corriendo a su encuentro, lo tomó en brazos y haciendo
a un lado sus mechones de cabellos empapados en
transpiración le dijo.
-Ángel te tengo que llevar a un médico.
-No hace falta, son solo unos pequeños golpes.Contestó jadeando
-Parece más que solo unos pequeños golpes, necesitas
que te revisen.
-De verdad que no es nada.
Elizabeth suspiró, iba a ser imposible llevarlo a u
medico, así que buscó otra táctica.
-Está bien, no te llevaré al hospital, pero si te debo
acompañar a la casa de tus padres.-Lo ayudó a
levantarse para dirigirse al auto, cuando se levantó
Ángel no pudo evitar una mueca de dolor.
-No puedo ir así a casa, ¿no me puedo quedar unos
días contigo hasta que se curen un poco las heridas?
Elizabeth no vaciló e inmediatamente le dijo que si, iba
a estar más tranquila si lo cuidaba ella misma.
117
17 Cartas de amor
El viaje hasta su casa transcurrió en silencio solo
interrumpido una que otra vez por los sonidos de dolor
que se escapaban de los labios de Ángel.
…
Ese recuerdo no le gustaba para nada a Elizabeth,
odiaba la imagen de Ángel aquella noche, se había
preocupado mucho por su amigo, sus heridas le dolían
también a ella, cuando le veía brotar la sangre era
como si la suya propia se derramara. Queriendo olvidar
ese recuerdo continuó leyendo la carta que tenía en la
mano.
“…Tú fuiste la primera y única persona que se me cruzó
por la mente cuando me encontraba tirado en el suelo
con la sangre descendiendo por mi ceja y mi nariz.
Estaba completamente seguro que tú acudirías de
inmediato a mi ayuda, sin preguntar los motivos por los
cuales me encontraba en ese estado y sin juzgarme por
ello.
Como siempre tú actuaste como mi ángel de la guarda,
sin preguntar porque me llevaste a tu casa y me
curaste las heridas, mucho no me acuerdo de ello
porque esa noche me encontraba bajo los efectos de
ese polvo de ángel. Tengo recuerdos borrosos de esa
noche, lo único que tengo claro es la imagen de cuando
bajaste de auto de tu papá. Tenías tus cabellos dorados
118
17 Cartas de amor
sueltos con un pantalón deportivo y una remera suelta.
Pero lo que más recuerdo de aquel día era ese halo de
luz que te rodeaba y el par de alas de ángel que salían
de tus omóplatos. Sé que esa imagen era producto del
PCP que recorría por mis venas, pero era justo la forma
en la que yo te veía en mis más hermosos sueños.
Cuando te vi acercarte el dolor comenzó a desaparecer
de a poco, tu presencia era mejor que cualquier droga
que pudiera consumir, pero al no contar en esa época
con tu compañía tuve que acudir a otro tipo de droga
sin tener el mismo resultado…”
Elizabeth al leer esta parte de la carta se sintió
inmediatamente culpable, ese año lo había dejado de
lado para prestarle toda su atención al novio de aquella
época ya que este se encontraba celoso del tiempo que
pasaba con su mejor amigo. Se había olvidado por
completo de la única persona que siempre estuvo allí
para ella y la cual conocía todo sobre su vida, tanto lo
bueno como lo malo y no la juzgaba nunca por ello.
“…Me llevaste a tu cuarto y me ayudaste a sentarme en
tu cama, trajiste los diversos químicos para curarme las
heridas y comenzaste a trabajar.
Todavía tengo grabada en mi mente la imagen de tus
ojos azules que me miraban llenos de preocupación
119
17 Cartas de amor
mientras
tus
hábiles
manos
iban
limpiando
mis
recientes heridas.
Estoy seguro que lo que te voy a decir a continuación
debió de ser producto de mi imaginación, nunca me
atreví a preguntarte si había sido real. Recuerdo o
imagino mejor dicho que cuando estabas terminando
de limpiar mi última herida yo murmuré algo que quiso
ser una especie de agradecimiento y posé mis labios en
los tuyos sellándolos con un beso y caí dormido…”
-Definitivamente no fue tu imaginación-dijo en voz alta.
…
A Elizabeth le había costado llevar a su amigo hacia su
habitación, lo ayudó a sentarse en la cama y cuando
procuró que se encontraba bien solo se dirigió al cuarto
de baño para buscar alcohol, algodón y algo para
desinfectarle las heridas.
Cuando volvió lo vio sentado con los ojos cerrados
murmurando algo para sí mismo. Lentamente se fue
acercando y de la forma más suave posible le dijo.
-Ángel déjame curarte.
Él abrió los ojos de golpe y la observó, había algo raro
en aquella mirada, no estaban esos ojos grises tan
penetrantes
que a
ella
le
encantaban,
estos
encontraban dilatados por completo.
120
se
17 Cartas de amor
Comenzó a limpiarle las heridas, no podía ignorar las
muecas de dolor de Ángel, lágrimas se le escapaban a
Elizabeth, no soportaba ver así a su Ángel.
Cuando estaba terminando con la última herida su
amigo la miró fijamente a los ojos, su rostro a
centímetros del suyo, sin apenas fuerzas Ángel levantó
la mano y comenzó a acariciarle la mejilla, Elizabeth no
reaccionó, estaba hipnotizada por aquella mirada.
-Gracias angelito…Te amo.-Dijo en un susurro y acto
seguido la besó lentamente y ella se vio devolviendo
aquel beso.
Poco a poco se fueron separando y Ángel esbozó una
sonrisa, cerró los ojos y cayó en la cama en un sueño
profundo.
…
Elizabeth instintivamente llevo su mano a sus labios
igual
que
había
hecho
aquella
noche.
Nunca
comprendió porque le había devuelto el beso, porque
no había corrido la cara cuando vio sus intenciones.
¿Acaso
deseaba
aquel
beso?,
<<Imposible>>
se
contestó inmediatamente, solo había aceptado aquello
porque se encontraba con la guardia baja, si hubiera
estado con todos sus sentidos alerta seguro que no le
habría devuelto aquel beso. ¿O si lo habría hecho de
todos modos?
121
17 Cartas de amor
La cabeza de Elizabeth no paraba de dar vueltas y
vueltas, tenía una mezcla de sentimientos y no sabía
cuál era real y cual no. Para acallar sus pensamientos
optó por terminar de leer aquella carta.
“…Había
pasado
mucho
tiempo
desde
que había
dormido tan profundamente como en aquella noche,
una paz me embargaba por completo y sabía que se
debía a que tú estabas a mi lado amor mío. Morfeo solo
hacía su aparición cuando tú te encontrabas cerca de
mí, pero de eso me di cuenta unos años mas tarde.
Recuerdo que me había despertado de un hermoso
sueño en el que un ángel igual a ti había aparecido para
rescatarme y cuidó de mí hasta que me sentí mejor. Al
abrir los ojos el dolor de la frente y mis costillas me
dijeron que aquello no había sido un sueño y al ver el
lugar en el que me encontraba pude comprobar que lo
sucedido la noche anterior no había sido producto de
las alucinaciones.
Como pude me levanté de tu cama y me acerqué a tu
silla donde dormías como un bebé. Eras incluso más
hermosa mientras dormías. Lentamente fui despejando
de tu cara los mechones de cabello que allí se
encontraban, definitivamente eras muy hermosa, tanto
dormida como despierta. Me sentía un privilegiado al
verte de esa forma, la más vulnerable de tus facetas.
122
17 Cartas de amor
Poco
a
poco
fuiste
abriendo
los
ojos,
instintivamente me aparté y me fui
así
a la
que
cama
reprimiendo un grito de dolor que luchaba por salir.
Cuando te despejaste del todo tu expresión de
preocupación volvió, odiaba ser el motivo de esa cara.
Me fuiste a buscar algo para desayunar y llegó el
momento que más temía: el interrogatorio. Intenté
inventar alguna excusa pero me era imposible mentirle
a aquellos hermosos ojos azules.
La verdad salió a borbotones y tu no me interrumpiste
en ningún momento, te conté primero sobre la pelea
con nuestros ex compañeros…”
-¿Qué peleaste con quien?-Preguntó con los ojos muy
abiertos ante lo que su amigo le había contado.
-Con Enrique y los chicos que se habían burlado de ti
en nuestro último año en aquel colegio.
-Pero
¿Por
qué
lo
hiciste?-Preguntó
extrañada
Elizabeth, su amigo no era de actuar así.
-No sé si recuerdas que te prometí que algún día
pagarían lo que te hicieron.-Ángel hizo una breve
pausa-Ayer se presentó la oportunidad.
Los ojos de Elizabeth se empañaron por las lágrimas y
sin dudar se acercó a Ángel y con mucho cuidado lo
abrazó y lo besó en la mejilla.
123
17 Cartas de amor
-Gracias Ángel por cuidarme tanto, eres el mejor.-El
muchacho sonrió tímidamente, Elizabeth continuó-Tú
no estás a favor de la violencia, ¿Por qué tomaste esa
determinación?
-Bueno hay algo más que debo contarte…
“…Luego llegó la peor parte, el contarte sobre mi
adicción al PCP, te conté como un día, por casualidad,
un conocido mío me introdujo en ese mundo. Estaba en
un periodo muy feo en mi vida, en mi familia las peleas
iban en aumento, mis padres se culpaban entre ellos
por mi poca socialización y porque solo me dedicaba a
tolerar su contacto. No podía acudir a ti porque tu vida
giraba en torno a tu novio y no te culpo por eso, era
consciente de que tu vida no se reducía a ser mi amiga.
Pero en ese momento me sentía solo, desesperado y
así fue como entró en mi vida ese polvo de ángel.
Ya la escritura o la lectura no funcionaban en mí, ya ni
siquiera eran mi vía de escape. Necesitaba de manera
urgente olvidarme de todo, este conocido mío se había
dado cuenta de lo que me pasaba y así me ofreció
aquella droga.
Te conté todo aquello y vos me escuchaste muy atenta
y cuando terminé no dijiste nada, solo procuraste
abrazarme con mucha fuerza y decirme al oído que
todo estaría bien, que tú me ayudarías a salir de aquel
124
17 Cartas de amor
mundo, yo me negué diciendo que necesitaba de
aquella droga para seguir de pie y fue en ese momento
que me dijiste algo que nunca más olvidaría.
„Ángel tu no necesitas de la droga para sentirte bien,
solo necesitas a alguien que te quiera y yo te quiero,
mucho… Te guste o no vas a salir de ese mundo y yo
estaré contigo en todo momento.‟
Esa frase permanece en mi mente cada vez que quiero
recaer.
Gracias
a
ti
deje
el
PCP,
ese
camino
autodestructivo en el que me había metido…”
Elizabeth aún recordaba el tortuoso camino por el que
Ángel debió pasar para poder librarse de su adicción,
ella había prometido acompañarlo en todo momento, y
así lo hizo.
…
-No quiero ir a ese lugar.-Dijo Ángel
-Pero tienes que ir
-¿Para qué? Si hace semanas que no me drogo
-Puede que tengas razón, pero encontré esto en tu
habitación.-Elizabeth levantó la bolsa que contenía
aquel polvo de ángel-. Y perdón que te lo diga pero me
parece que la compraste recientemente.
-Eso quedó de la última vez, no volví a comprar.Contestó sin apartar los ojos del suelo.
125
17 Cartas de amor
-Ángel mírame a los ojos y repite lo que me acabas de
decir.
Su amigo levantó la vista y posó sus ojos en los de
Elizabeth, y como si fuese arrastrado por una fuerza
superior se vio diciendo la verdad.
-Está bien, lo compre hace un par de días pero te juro
que ni lo toque.
-¿Entonces para que lo compraste?
-Solo es una pequeña reserva, por si acaso
-¿Para qué quieres tener una reserva?
-Por si me vuelvo a sentir solo y desesperado de
nuevo.-Contestó Ángel bajando la mirada.
A Elizabeth comenzaron a brillarle los ojos, se acercó a
Ángel y lo abrazó.
-Nunca más volverás a estar solo.-Le susurró al oído-.
Yo estaré contigo en todo momento, te lo prometo… No
necesitas de esa basura para sentirte bien.
El alzó la mirada y sonrió.
-Está bien, iré a esa estúpida reunión, lo intentaré solo
por ti.
-¿Y qué harás con esto?-Preguntó Elizabeth levantando
la bolsa del suelo.
126
17 Cartas de amor
-Tírala, si tú estás conmigo no necesito nada más.Contestó sonriendo.
…
”…Una vez más tu, amor mío, me habías dado un rayo
de esperanza, una nueva razón para seguir en pie.
Como siempre tú fuiste aquella soga que mantuvo
atado a este mundo.
Gracias amor mío por haberme salvado tantas veces.
Te Ama… Tu Ángel.”
Una lágrima brillaba en la mejilla de Elizabeth y en voz
baja dijo.
-Perdón por no salvarte esta vez.
Y dicho eso se derrumbó por completo, no podía parar
de llorar y no le importaba para nada que la gente en
aquella cafetería la mirara como si fuera un bicho raro.
Solo le importaba su Ángel y como no había podido
salvarlo.
127
17 Cartas de amor
Carta número 9
Elizabeth continuaba sollozando ignorando la presencia
de la persona que hacía cinco minutos se encontraba a
su lado. Cuando esta se aclaró la garganta por tercera
vez para llamar su atención la joven psicóloga levantó
la mirada y se encontró con los ojos verdes de su
amiga.
Elizabeth no comprendía que hacía allí Micaela, cómo la
encontró cuándo ella no le había dicho nada sobre
donde desayunaría.
Se miraron por un largo rato y sin decir ni una sola
palabra Micaela sacó de su bolso un paquete de
pañuelos descartables y se los tendió a su amiga.
Elizabeth lo aceptó y comenzó a secarse las lágrimas
que asomaban por sus mejillas.
-Por lo visto aún no te encuentras bien.-Dijo Micaela
sentándose frente a Elizabeth.
-Estoy lejos de encontrarme bien… ¿Cómo supiste que
estaba aquí?- Preguntó extrañada mientras terminaba
de secarse las lágrimas.
-Lo que pasa es que te llamé varias veces y no me
atendiste
así
que
pensé
que
debías
estar
muy
concentrada con las cartas de Ángel.-Hizo una breve
128
17 Cartas de amor
pausa, le sonrió a su amiga y continuo-. Por lo visto no
me equivoqué al respecto.-Una nueva pausa-. Como te
conozco lo suficiente me imaginé que ibas a estar en
algún lugar que te recordara a Ángel para sentirlo más
cerca, como era hora del desayuno me arriesgue a
venir aquí porque Ángel amaba los panqueques con
dulce de leche.
Elizabeth al escuchar
aquella explicación no pudo
reprimir una carcajada.
-¿Dedujiste todo eso porque no atendí el celular?Preguntó entre risas.
-La verdad es que si.-Contestó Micaela sonriendo, le
gustaba ver a su amiga reír aunque solo fuera por un
muy breve momento.
-No te creo.
-¿No me crees?-Dijo su amiga posando una mano en el
pecho simulando encontrarse herida ante aquellas
palabras.
-No, no te creo. Es imposible que dedujeras todo eso
por una simple llamada no atendida.-Dijo Elizabeth algo
más tranquila pero con una sonrisa aún dibujada en su
rostro.
-Bueno, la verdad es que te fui a buscar al hotel y me
dijeron que habías salido, cuando les pregunte si sabían
129
17 Cartas de amor
a donde no supieron decírmelo pero si me señalaron la
dirección que tomaste, así que solo fue cuestión de
seguir tu rastro y observar el interior de las cafeterías.
-Sabía que me habías mentido.-Dijo Elizabeth sin
ocultar su sonrisa- ¿No es más fácil decir la verdad?
Micaela simuló que pensaba y luego de un breve
momento contestó con una sonrisa.
-No.
Ambas comenzaron a reír, cuando se calmaron Micaela
tomó la palabra.
-Me alegra escuchar tu risa.
-Lo necesitaba.-Dijo secándose las lágrimas, esta vez
producto de la risa-. Luego de tanto llorar necesitaba
sonreír.
-¿Y cuál es el motivo de tu llanto esta vez?
Elizabeth como respuesta levantó el octavo sobre y se
lo mostró a su amiga.
-Me lo imaginaba, ¿quieres comentarlo?
-Por
favor.-Hizo
una
breve
pausa-.
Pero
mejor
salgamos a caminar.
-Me
parece
una
genial
idea.-Contestó
Micaela
sonriendo.
130
17 Cartas de amor
Elizabeth pagó la cuenta y las dos amigas salieron
juntas de la cafetería.
Caminaron por horas mientras Elizabeth le contaba
todo con respecto a la última carta que Ángel le había
escrito, durante todo ese tiempo Micaela la escuchaba
atentamente sin creer lo que le contaba. En un
determinado momento del mediodía las amigas se
fueron a almorzar, cuando estuvieron ubicadas y
hubieron pedido continuaron con su charla.
-¿Cómo lo ayudaste a salir de ese mundo?-Le preguntó
Micaela.
-Simplemente estando a su lado, lo acompañé a las
sesiones de terapia en grupo y estuve con él en todo el
proceso de desintoxicación.
Al decir esto Elizabeth recordó lo doloroso que había
sido la primera semana en la que Ángel había dejado
aquel polvo de ángel, vomitaba constantemente, su
cuerpo temblaba producto de la falta de aquella droga y
se encontraba muy demacrado. A Elizabeth le dolía en
el alma verlo de aquella forma, pero nunca lo había
abandonado.
-¿Y qué hiciste con tu novio?-La pregunta de Micaela la
sacó de aquel recuerdo.
-¿Mi novio?-Le preguntó extrañada.
131
17 Cartas de amor
-Sí, tu novio, me dijiste que ese año tú estabas muy
ocupada con tu novio y por eso no te habías dado
cuenta lo de Ángel.
-A él-Elizabeth quedó en silencio recordando lo que
había pasado con su novio.
…
-No puede ser que no puedas salir conmigo por estar
con ese amiguito tuyo.-Dijo enojado Nahuel
-Primero, no es un “amiguito”, es mi mejor amigo.Elizabeth suspiro y lo tomó a su novio por la mano-.
Segundo, no salgo contigo hoy porque él de verdad me
necesita.
-Pero
no
se
soltándole la
trata
mano
de
hoy
con un
solamente.-Contestó
gesto
brusco-. Hace
semanas que lo vienes priorizando.
-Ángel está pasando por un momento muy complicado
de su vida y me necesita.
-¿Y qué le sucede que es tan importante como para que
dejes plantado a tu novio por él?
-No te lo puedo decir.- Dijo bajando la mirada.
-Lo que pienso es que algo pasa entre ustedes más que
una simple amistad, es algo que siempre sospeché y
que estos días me vienes confirmando.
132
17 Cartas de amor
-¿Cuántas veces te lo tengo que decir? Ángel solamente
es mi amigo, yo te quiero a ti.
-Entonces si me quieres ven conmigo.-Dijo mirándola
con ojos suplicantes.
-Ya te dije que no puedo Nahuel.-Contestó Elizabeth
cada vez mas enojada.
-Elige, Ángel o yo.
-No puedes estar hablando en serio
-Créeme cuando te digo que no bromeo.
Elizabeth
quedó
mirando
a
su
novio,
no
podía
comprender porque se había puesto en ese papel,
¿acaso nunca había tenido un amigo que lo necesitara?
-Estoy esperando.-Dijo impaciente Nahuel
-Ángel.-Contestó en un susurro
-¿Cómo?-Preguntó sin creer lo que había oído.
-Lo elijo a Ángel, así de simple.
-No puedo creer que lo elijas a ese por encima de tu
novio.
-Ángel siempre estuvo ahí para mi, cuando yo no tenía
a nadie él estaba a mi lado, me conoce más que
cualquiera.-Hizo una pausa y observó furiosa a Nahuel-.
Si piensas que yo dejaré a mi mejor amigo por un novio
de paso estás muy equivocado.
133
17 Cartas de amor
Él la quedó observando por un largo rato, su rostro
demostraba que se encontraba herido, nunca había
imaginado que iba a elegir a su amigo, estaba
completamente seguro que lo elegiría a él.
-Entonces será mejor que me vaya.
-Me parece que si.-Contestó Elizabeth sosteniendo la
puerta, cuando Nahuel estuvo fuera se dio media vuelta
y dijo
-Adiós Elizabeth.
Sin siquiera contestar ella cerró la puerta detrás de sí,
sabía que había tomado la decisión correcta, nunca iba
a abandonar a Ángel ni por Nahuel ni por nadie.
…
-¿Y?-Una vez más Micaela la devolvió al presente.
-Cortamos porque él no soportaba que pasara tanto
tiempo con Ángel. Me dio a elegir entre él y mi mejor
amigo.
-¿Y tú que le dijiste?
-Que la elección era muy simple, estaba más que claro
que lo escogería a Ángel.
-¿Y por que la respuesta era tan clara?
134
17 Cartas de amor
-Fácil, Ángel siempre estuvo conmigo y yo no lo iba a
abandonar y menos por un novio de paso.-Le contestó
sin dudar Elizabeth.
-También porque lo amabas-Dijo Micaela mientras
acercaba un trozo de salmón a su boca.
Al oír aquello Elizabeth se atragantó con el lenguado
que estaba comiendo, como la tos no pasaba tuvo que
tomar un sorbo de agua. Cuando el ataque hubo
quedado atrás le dijo a su amiga.
-De nuevo con esto, ¿Por qué piensas eso?
-Simple, nadie deja a su novio por un amigo.
-Los buenos amigos sí.
-Puede ser, pero en todo caso primero intentarían hacer
entrar en razón a su novio. Tu lo dejaste todo por
Ángel, no te importó nada, solo él. Te guste o no eso es
amor.-Micaela hizo una pequeña pausa, quería que lo
siguiente quedara grabado en la cabeza de su amiga-.
Nadie deja todo de lado si no amara a la otra persona.
Elizabeth
no
supo
que
contestar
ante
aquella
afirmación de su amiga, ¿tenía razón?, ¿no la había
movido
solamente
la
amistad?
Si
ella
estaba
enamorada de Ángel se habría dado cuenta o ¿había
estado ciega todo ese tiempo?
135
17 Cartas de amor
Elizabeth ya no entendía absolutamente nada, su
cabeza estaba hecha un lío, ni que hablar de su
corazón.
Ninguna de las dos volvieron a hablar del tema durante
lo que quedaba del almuerzo, tocaron cosas triviales,
compartiendo
una
que
otra
broma,
pero
los
pensamientos de ambas no se encontraban en aquella
conversación. Por un lado la cabeza de Elizabeth no
paraba de dar vueltas sobre aquella frase que le había
dicho su amiga, ¿lo que sentía por Ángel era amor?
<<Imposible>> se contestaba una y otra vez sin
convicción. Por el otro lado Micaela pensaba en la forma
de convencer a su amiga de sus sentimientos hacia
Ángel, ella necesitaba que Elizabeth fuera consciente de
su amor para lograr su objetivo, por lo visto era una
tarea muy difícil ya que su amiga era la persona más
terca que había conocido, pero aún así no se iba a
rendir, debía cumplir su misión.
Luego del almuerzo ambas se separaron con la
promesa de verse al día siguiente para seguir hablando
sobre las cartas, eso ayudaba muchísimo a Elizabeth ya
que le permitía desahogarse, pero lo malo residía en el
hecho de que cada vez que hablaba con Micaela su
cabeza y su corazón se confundían más y más.
136
17 Cartas de amor
El resto del día Elizabeth se dedicó a llamar a sus
pacientes, ver si necesitaban ayuda o simplemente
hablar un rato. Le sorprendió el hecho de que apenas
escuchaba a sus pacientes, cosa que nunca le había
sucedido, ya que en su cabeza solo rondaba Ángel. Ese
día lo extrañó más que nunca, lo necesitaba a su lado,
necesitaba ver su hermosa sonrisa.
Así que mientras su paciente hablaba desde el otro
lado de la línea Elizabeth rebuscó en su bolso y dio con
la foto de Ángel, la observó detenidamente trazando
con su dedo los rasgos de su amigo, era innegable que
era un hombre muy lindo con aquellos ojos grises tan
penetrantes, el cabello negro alborotado, una sonrisa
que derretiría a cualquiera y un cuerpo muy bien
trabajado. Definitivamente Ángel era un regalo para la
vista.
Pero a Elizabeth lo que más le gustaba era su
personalidad, su inteligencia, su tan característico
humor irónico, que siempre tenía las palabras justas en
el momento indicado, y el hecho de que era fuerte y
sensible a la
vez. Esas características lo
hacían
perfecto, pero solo lo veía como a un amigo ¿verdad?
Elizabeth ya no estaba del todo segura al respecto.
…
137
17 Cartas de amor
La noche pasó sin que Elizabeth pudiera pegar un ojo,
los recuerdos aparecían todo el tiempo, no la dejaban
dormir. Ángel estaba presente en su cabeza, su sonrisa,
sus ojos, sus abrazos tan reconfortantes y que tanto
necesitaba.
Su mente fue vagando por las primeras ocho cartas de
su amigo, no se había dado cuenta pero necesitaba de
esas cartas para mantenerse en pie, para sentir que él
continuaba a su lado, necesitaba de esas palabras para
acceder a un pequeño momento de felicidad, que eran
escasos ahora que Ángel no se encontraba allí. ¿Qué
pasaría luego de que se terminara la última carta?, no
quería ni imaginárselo.
La alarma sonó y Elizabeth se levantó necesitando las
palabras de Ángel, así que antes de hacer cualquier
cosa tomó el noveno sobre y comenzó a leer.
…
“Querida Liz:
Seguro que ya estás más que cansada de
leer mis cartas y no te culpo, sabes que cada vez que
comienzo a escribir me es muy difícil parar. Pero no te
preocupes amor mío que ya falta cada vez menos para
terminar y al fin podrás conocer absolutamente todos
mis sentimientos.
138
17 Cartas de amor
Esta carta es un poco difícil de escribir ya que trata de
un recuerdo bastante doloroso para ti. La muerte de tu
mamá…”
Elizabeth suspiró, sabía que tarde o temprano se
tocaría el tema de su madre, ese fue un antes y un
después en su vida y Ángel un gran protagonista en
aquel momento. Cerró los ojos unos segundos para
prepararse por lo que venía a continuación.
“… Cuando ese día recibí tu llamada no me imaginaba
lo que me ibas a decir, tu llanto hacía difícil entender lo
que me decías, intenté que te calmaras para que me
pudieras explicar bien que era lo que sucedía, pero era
imposible hacer detener tu llanto. Lo que si había
entendido bien era que me dijiste que me necesitabas y
sin duda deje todo lo que estaba haciendo para ir
contigo.
No me importaba todo lo que tenía que hacer para la
universidad, solo me interesaban tú y tu dolor. Tomé el
auto y me dirigí directo a tu casa, recuerdo haber
llegado justo a tiempo para evitar que te hicieras un
corte en tu brazo. Obligue que lo tiraras y cuando te
diste cuenta que era yo el que se encontraba a tu lado
te limitaste a abrazarme y llorar sobre mi hombro…”
Elizabeth recordaba ese día como si hubiera sido ayer
cuando en realidad ya habían pasado 8 años.
139
17 Cartas de amor
…
Ella se encontraba estudiando para un gran examen
sobre la historia de la psicología cuando el teléfono, que
no cesaba de sonar, la distrajo, con desgana se fue a
atender. En el otro lado de la línea Elizabeth escuchó el
llanto de su papá e inmediatamente se preocupó.
-¿E…Elizabeth?-El llanto hacía casi inaudible la voz de
su padre.
-Papá ¿le pasó algo a mamá?
Un nuevo sollozo se oyó al otro lado de la línea y
Elizabeth ya temía lo peor.
-Lamento tener que decirte esto por teléfono, pero creo
que me sería imposible ver tu reacción.
-¡Papá
dime
de
una
vez
que
pasó!-Exigió
ya
exasperada Elizabeth.
-Tu mamá murió en la madrugada.-Dijo su papá con la
voz quebrada.
-No puede ser verdad.-Elizabeth comenzó a sollozar
-Lamento decirte que si es verdad, al parecer tu mamá
no tomaba los medicamentos, se los escondía debajo
de la lengua y cuando nadie la veía lo guardaba en un
pequeño hueco escondido en su habitación. Cuando
reunió una buena cantidad de tranquilizantes decidió
140
17 Cartas de amor
tomarlos.-El llanto ya era incontenible-. Por lo menos
no sufrió.
Elizabeth colgó el teléfono sin decir ninguna palabra,
se apoyó contra la pared sin comprender nada hasta
que algo hizo clic en su interior.
-No es verdad… No puede ser verdad… No, no, ¡No!Gritó Elizabeth sujetando su cabello con fuerza-. ¡No
puedes haberte ido mamá! ¡¿Por qué?!
El llanto ya se había hecho incontenible, se tiró de
rodillas al suelo y gritó como nunca lo había hecho en
su vida. No podía aceptar que su madre ya no estuviera
viva, le era imposible de creer.
Se sentía completamente sola, desgarrada por dentro.
Sin saber siquiera lo que hacía tomó su teléfono y
marcó el número de Ángel, pero el llanto que no cesaba
le impidió hablar, colgó el teléfono y continúo llorando
sobre el helado suelo. Pasado unos minutos o quizás
horas, Elizabeth no lo sabía, se levantó sin apenas
fuerzas, se dirigió a su habitación, abrió uno de sus
cajones y sacó un cúter del interior, necesitaba liberar
todo ese dolor.
Cuando estaba a punto de realizarse el primer corte
una mano le quitó aquel objeto cortante y lo obligó a
mirarlo. Al reconocer aquellos ojos grises sintió un gran
141
17 Cartas de amor
alivio, envolvió sus brazos en el cuello de Ángel y
comenzó a llorar con todas sus fuerzas.
…
El
sonido del
Elizabeth,
se
teléfono devolvió a la realidad a
fijó
quien
era
el
que
la
llamaba,
lamentablemente era un paciente suyo, se secó las
lágrimas y tratando de tranquilizarse contestó. El
tiempo pasó volando durante aquella terapia telefónica,
cuando hubo colgado ya era casi la hora de almorzar,
no tenía muchas ganas de salir así que pidió servicio a
la habitación. Mientras esperaba continuo leyendo.
“…Pasó un largo tiempo hasta que te hubiste calmado,
nunca te había visto llorar tanto, se me partía el
corazón en dos al verte en ese estado. No sabía que
decir o como actuar para hacerte sentir mejor, yo no
sabía
qué
era
lo
que
sucedía
pero
estaba
completamente seguro que era algo grave.
Como no sabía qué hacer me limité a abrazarte el
tiempo que fuera necesario. Esa fue una imagen por
demás literaria, los dos abrazados en el suelo de tu
habitación,
tu
llorando
desconsoladamente
y
yo
abrazándote mientras te acariciaba el cabello.
Pasó un rato para que te calmaras y cuando lo hiciste
comenzaste a contarme que había sucedido, lo hacías
142
17 Cartas de amor
con tal dolor que yo no pude evitar sentir lo mismo que
tu sentías…”
…
Elizabeth
no
sabía
cuánto
tiempo
había
pasado
llorando en los brazos de Ángel. Cuando creía que ya
no le quedaban más lágrimas levantó la mirada y la
posó
en
aquellos
ojos
color
gris
que
tanto
la
tranquilizaban, la presencia de su amigo era lo que más
necesitaba en ese momento.
-Gracias por estar aquí.-Dijo con la voz ronca producto
de los gritos.
Ángel le sonrió secando con sus dedos las lágrimas de
Elizabeth y le dio un tierno beso en la mejilla
-No tienes nada que agradecerme Liz, sabes que
siempre voy a estar para ti.-Colocando detrás de la
oreja un mechón suelto de su amiga le preguntó-.
¿Ahora me puedes decir que sucedió?
-Mi
mamá
murió
anoche.-Contestó
Elizabeth.
Las
lágrimas comenzando a asomar nuevamente en sus
ojos.
Ángel no podía creer lo que estaba escuchando, la
abrazó con fuerza.
-Al final la enfermedad pudo con ella.-Dijo Elizabeth
sollozando en los brazos de su amigo.
143
17 Cartas de amor
-Sabía que estaba internada, pero no conocía la
gravedad de su estado.
-Mi mamá tenía esquizofrenia.
Ángel abrió mucho los ojos ante lo dicho por su amiga,
ella nunca le había contado sobre la enfermedad de su
madre.
-Ella escuchaba voces que le decían que era fea, que no
servía para nada y que era mejor para todos que
muriera.-Un sollozo se le escapó cortando el relato,
Ángel
no
decía
nada,
quería
que
Elizabeth
se
descargara-. Cuando yo tenía nueve años intentó
suicidarse pero mi papá la detuvo a tiempo y fue ahí
cuando la internaron por primera vez, salió varias veces
del psiquiátrico. Siempre encontraba la forma de eludir
la medicación, así que hace cosa de dos años la
internaron definitivamente.-Las lágrimas comenzaron a
brotar con más fuerza-. Parece que al final cumplió con
su cometido.
Dicho esto Elizabeth comenzó a llorar nuevamente,
Ángel se limitó a abrazarla. Cuando se calmó un poco
volvió a tomar la palabra.
-Yo no sé que es tener una madre de verdad, la mía no
actuaba como tal, pero yo la amaba más que a nada en
el mundo.-Hizo una breve pausa-. La veía poco pero
esos pequeños momentos eran los que me hacían
144
17 Cartas de amor
feliz.-Volvió a abrazar a Ángel-. ¿Ahora qué voy a hacer
sin ella?
-Seguir con tu vida, tu mamá no estará físicamente,
pero siempre va a estar aquí.-Dijo señalando la cabeza
de
Elizabeth-.
Y
principalmente
aquí.-Señaló
su
corazón-. Y estoy seguro que a ella le gustaría que
siguieras adelante. No te voy a decir que será fácil, que
no dolerá o que no te tropezaras en el intento, pero
quiero que sepas que yo te voy a acompañar durante
todo el camino.
-Gracias.-Dijo Elizabeth con los ojos llenos de lágrimas. Te quiero mucho.
“…Cuando sacaste todo aquello hacia afuera, luego de
tantos años de habértelo callado, noté que te relajabas,
como si fuera que te hubieras sacado un gran peso de
encima. No sé por cuánto tiempo estuvimos allí
sentados en el suelo de tu habitación en silencio,
interrumpidos por el sonido de tu llanto. Odiaba verte
en ese estado, completamente derrumbada, la chica
que brillaba con su sonrisa había desaparecido por
completo.
Cuando tu papá llamó para decirte donde sería el
funeral me pediste que te acompañara, que estuviera
contigo en todo momento. Te confieso que no hacía
145
17 Cartas de amor
falta que me lo pidieras porque bajo ningún motivo te
dejaría sola.
Estuve contigo durante todo el oficio, tú no me soltaste
la mano en ningún momento y cada vez que te sentías
flaquear
me
la
apretabas
fuertemente.
Para
tranquilizarte te besaba dulcemente la mejilla.
Durante todo el tiempo estuviste muy tranquila, con la
mirada perdida en el vació, hasta que llegó el momento
más doloroso de todos. Cuando enterraron a tu madre,
creo que nunca se me borrará esa imagen tan
desgarradora…”
Elizabeth siempre tenía aquella imagen en la mente,
nunca
pudo
olvidar
el
sentimiento
que le había
embargado en aquel momento.
…
Durante
todo
el
día
Elizabeth
se
encontraba
extrañamente calmada, como si fuera que aquello era
algo de todos los días. No pensaba, no sentía, solo era
un ser sin alma. Lo único que la traía a la realidad era
el sentir la mano de su mejor amigo entrelazada con la
suya. Le agradecía a Dios tenerlo allí a su lado.
Todo había pasado de manera muy tranquila, aceptaba
las condolencias de las personas, asentía cada vez que
alguien decía lo buena persona que era su madre y que
lamentaban la forma en la que había terminado.
146
17 Cartas de amor
Sinceramente Elizabeth ni los escuchaba, su cabeza y
su corazón se encontraban muy lejos de allí.
Hasta el momento en el que bajaron el féretro de su
madre a aquel frío agujero, fue en ese momento en el
que comprendió que nunca más la iba a volver a ver.
Impulsada por una extraña fuerza se acercó hacia aquel
lugar y se dejó caer de rodillas. Ya no pudo reprimir las
lágrimas, éstas estallaron cual catarata por sus ojos.
-¡No te vayas mamá por favor! ¡Te necesito!-Gritó con
todas sus fuerzas sin recordar que estaba rodeada de
personas, ni que su padre se encontraba a su lado igual
de devastado que ella.
Éste la tomó por los hombros e intentó alejarla de allí
pero ella se zafó de su brazo y volvió a caer de rodillas
sobre la tumba de su madre.
-Por favor levántate, vamos mamá despierta.-Dijo
entre sollozos-. Necesito uno de tus abrazos especiales,
por favor.
Una persona se acercó a ella y, en lugar de alejarla de
aquel lugar la abrazó susurrándole al oído.
-Todo estará bien angelito, vamos a levantarnos, ponte
de pie y has que tu madre se sienta orgullosa de ti
Elizabeth continuaba sollozando pero calmándose cada
vez más al escuchar la voz de Ángel.
147
17 Cartas de amor
-Yo estaré siempre contigo, no te voy a dejar caer.
…
“...No pude aguantar viendo esa imagen por mucho
tiempo, así que con lágrimas que asomaban en mis
ojos me arrodillé a tu lado y te dije al oído que te
levantaras, que siguieras de pie, que yo iba a estar a tu
lado y que nunca te iba a dejar sola. Fue en ese
momento en el que me miraste a los ojos y me dijiste
que te lo prometiera y yo sin dudarlo lo hice.
Esa era una promesa que me esforcé por cumplir.
Te Ama… Tu Ángel.”
Esta vez el llanto no apareció, en cambio Elizabeth
miró al techo y muy furiosa gritó.
-¡¿Tanto te costó cumplir esa maldita promesa?!
148
17 Cartas de amor
Carta número 10
Por primera vez en su vida Elizabeth se encontraba
furiosa con Ángel, no podía creer que su amigo no
hubiera podido cumplir con una simple promesa. Como
nunca soltó una serie de insultos contra Ángel.
Otra vez el sonido de su celular la distrajo, harta ya de
que estuvieran llamando cada cinco minutos atendió
furiosa si mirar quien era la persona que la llamaba.
-¡¿Si?!-Dijo con un grito.
-¿Hablo en un mal momento?-La voz de Micaela al otro
lado de la línea logró que se calmara un poco.
-Perdón Mica, lo que pasa es que estoy un poco furiosa.
-¿Con algún paciente?-Preguntó su amiga.
-No, con Ángel.
-¿Con Ángel?, y ¿que hizo o mejor que escribió para
ponerte así?
-Lo que sucede es que no pudo cumplir con una simple
promesa.
Se produjo un pequeño silencio en el cual Micaela
trataba de imaginarse cual habría sido esa promesa que
Ángel no había cumplido.
149
17 Cartas de amor
-¿Quieres dar un paseo y hablar sobre el tema?
-Me encantaría Mica, pero ¿podría ser en un lugar
tranquilo sin gente y sin celulares?
Micaela soltó una carcajada.
-¿Tus pacientes no te dejan tranquila?
-No te das ni una idea.-Dijo Elizabeth cerrando los ojos. Necesito desconectarme un poco.
-Tengo el lugar ideal, en treinta minutos te busco.
-Ok, gracias amiga.
-De nada nena, hasta ahora.
-Hasta ahora.-Contestó más tranquila.
…
Pasada la media hora Elizabeth se encontraba en el
vestíbulo del hotel, se había puesto un vestido fresco
de tirantes que le llegaba hasta la rodilla, unas
sandalias cómodas sin tacón y sus largos cabellos
dorados los tenía sujetos en una cola alta. De repente
Micaela apareció por la puerta con un pantalón largo,
una remera sin tirantes y el cabello corto bien peinado.
Se acercó a Elizabeth con una gran sonrisa y la saludó
con un sonoro beso en la mejilla.
El camino hacia su destino había durado un 20
minutos, cuando bajó del auto de su amiga quedó
150
17 Cartas de amor
sorprendida, hacía mucho tiempo que no iba a aquel
lugar. Era un enorme parque rodeado de árboles, era el
sitio más tranquilo de su ciudad. Micaela la condujo
hasta el lugar más apartado junto a una laguna,
extendió un mantel en el césped y acomodó la
merienda.
Ambas se sentaron y comenzaron a disfrutar de la
soledad. Pasado un largo rato Micaela tomó la palabra.
-Ahora que te encuentras más tranquila sin el ruido de
la ciudad y los celulares, ¿me contarás porque estás
molesta?
-Te dije que fue porque Ángel no cumplió con una
simple promesa.-Contestó Elizabeth sin abrir sus ojos.
-¿Pero cuál fue la promesa?
Elizabeth dirigió su mirada hacia su amiga y le dijo.
-Cuando mamá murió Ángel me prometió que nunca
me iba a dejar sola.-Lágrimas comenzaron a brillar en
sus ojos-Y sin siquiera pensarlo la rompió.
Micaela suspiró.
-Pero no fue su culpa el no haber cumplido aquella
promesa.
Elizabeth se sentó bien de golpe y llena de furia
contestó.
151
17 Cartas de amor
-¿Cómo que no fue su culpa?
-No lo fue.
-No hubiera sido su culpa si me hubiera abandonado
por causa de una enfermedad o un accidente, él fue el
que tomó la decisión de romper con su promesagritando con todas sus fuerzas y mirando al cielo dijo-,
¡fuiste tú el que decidió ponerte esa soga al cuello,
fuiste tú el que decidió dejar este maldito mundo!-Y con
un sollozo continuó-. Fuiste tú el que decidió dejarme
sola.
Y dicho aquello comenzó a llorar desconsoladamente,
Micaela se acercó a ella, la abrazó con fuerzas y en un
susurro le dijo.
-Quizás no tuvo otra opción.
-¿Cómo?-Preguntó Elizabeth apartándose del abrazo de
Micaela.
-Estoy segura que no pudo ver otra salida.
-Me podría haber dicho algo.
-¿Es que acaso no lo hizo?
-No te entiendo.
Micaela estaba cada vez mas exasperada.
152
17 Cartas de amor
-¡Te escribió esas 17 cartas! Te confesó su amor,
seguro que te dio la posibilidad de saber lo que tenía
planeado pero tú no lo viste.
-Vamos, soy psicóloga, ¿acaso no crees que me había
dado cuenta sobre eso?
-Tú no te das cuenta de nada con respecto a Ángel.
-Perdón, ¿Qué dijiste?-Elizabeth estaba cada vez mas
furiosa-. Yo sé todo sobre mi mejor amigo.
-Y estoy segura de que tienes razón, sabes todo sobre
él.-Micaela hizo una breve pausa para tranquilizarsepero no sabías que él te amaba, nunca te diste cuenta
de eso y no porque él no te lo hubiera demostrado, sino
porque tu no quisiste ver la realidad.
Elizabeth hizo ademán de tomar la palabra pero
Micaela no la dejó.
-Y no solo estuviste ciega con eso, sino también con
respecto a tus propios sentimientos. ¡Abre los ojos de
una maldita vez!
-Yo no lo amo, no de esa forma.
-Deja de negarlo, lo tuyo vas más allá de una simple
amistad.
Dicho eso Micaela se levantó y se fue dejando sola a
Elizabeth y sus pensamientos.
153
17 Cartas de amor
…
Elizabeth se encontraba arrodillada sobre la tumba de
su madre llorando un mar de lágrimas. Una mano le
tocó el hombro y al alzar la cabeza se topó con la
mirada de Ángel, pero esta vez ella no le sonrió sino
todo lo contrario, lo ignoró completamente. Éste se
sentó a su lado.
-¿Por qué estás enojada angelito?
-¿Es que no recuerdas la promesa que me hiciste en
este mismo lugar hace ya ocho años?-Le dijo Elizabeth
sin mirarlo.
-Claro que la recuerdo.-Le acarició lentamente el
cabello-. Todavía existe una pequeña posibilidad de que
la pueda cumplir.
Elizabeth lo miró
sorprendida y Ángel le sonrió
dulcemente.
-¿Cómo?-Preguntó un poco emocionada.
-Solo lee las 17 cartas.-Su amigo se levantó y comenzó
a alejarse.
-Pero no entiendo.-gritó.
Ángel se dio media vuelta y de lejos le dijo.
-Solo lee las cartas.
154
17 Cartas de amor
Elizabeth se levantó sobresaltada, miró la hora en su
reloj, ya pasaban las tres de la madrugada, intentó
volver a dormir pero le fue imposible, las palabras de
Ángel daban vueltas en su cabeza, ¿Qué dirá en las
ocho cartas restantes?, ¿Cómo podría cumplir aquella
promesa que me hizo hace tanto tiempo? Eran aquellas
preguntas las que rondaban sin cesar.
Cuando fue consciente de que Morfeo no haría su
aparición esa noche se levantó y fue a prepararse un
café, mientras este se terminaba de hacer fue en busca
del décimo sobre.
Con el café en la mano y acurrucada en el sofá
comenzó a leer.
“Querida Liz:
‘Me colgué de tu mirada, me resbalé en tu nariz, y
salté de la catapulta de tu quijada, después de
echarme un chapuzón entre tus labios, sin más
locomoción que la imaginación.
Fui a parar a tu cuello y de tu cuello a tu blusa, y
me colé por el orificio de un botón, después de
echarle un buen vistazo al corazón en alas de un
avión que es pura ilusión.
Y ya dentro de tu blusa fui bordeando tu figura.
Midiendo beso a beso la extensión de tu estatura.
Y tropecé con un cinturón que se ajustaba a tu
155
17 Cartas de amor
figura, que me devolvió a mi posición, a siete
metros de tu ubicación.’6
Este fragmento de la canción de Ricardo Arjona
describe exactamente como me sentí en aquel verano
del
2006,
en
nuestro
primer
viaje
juntos,
¿lo
recuerdas?
Había sido idea mía, quería alejarte de los problemas
con tu padre que habían comenzado luego de la muerte
de tu madre. Pensé mucho sobre el lugar al que
podríamos viajar, no podía ser a la playa ya que tu no
querías exponer tus cicatrices. No te das una idea amor
mío de lo mucho que pensé para esas vacaciones,
hasta que la idea apareció en mi cabeza…”
Elizabeth
sonrió
vacaciones, Ángel
ante
el
recuerdo
de
aquellas
siempre se las ingeniaba
para
hacerla olvidar de todo lo malo.
…
Ella se encontraba acostada en su cama mirando al
techo sin pensar en nada como ya era costumbre en su
vida, cuando recibió un mensaje en su móvil, el cual
decía: <<Te espero en nuestras hamacas en 20
minutos>>. Elizabeth no entendía mucho aquello,
habían pasado muchos años de que fueron a ese lugar,
6
Fragmento de “A siete metros”. Autor Ricardo Arjona, álbum “Sin
daños a terceros”.
156
17 Cartas de amor
inmediatamente contestó << ¿Para qué??>>, Pasó
menos de un minuto y recibió su respuesta. <<Tú solo
ve>>
Extrañada Elizabeth fue hacia aquel lugar, pasado
exactamente 20 minutos ya se encontraba frente a
aquellas hamacas que le traían recuerdos de tiempos
donde todo era mucho más fácil.
Al ver que no había rastro de su amigo hizo lo que
hacía mucho tiempo no hacía, se sentó en uno de los
asientos y comenzó a balancearse. En un determinado
momento alguien la detuvo por detrás y una mano se
posó a escasos centímetros de su cara, éstas sostenían
unos boletos. Al principio Elizabeth no entendía bien de
que se trataba aquello, pero cuando pudo leer las
palabras impresas abrió mucho los ojos, se levantó de
golpe y miró a su amigo, éste tenía una hermosa
sonrisa en su rostro.
-No.-Dijo Elizabeth con la voz ronca por la emoción.
-Si.-Contestó Ángel sin borrar la sonrisa de su rostro.
Elizabeth emitió un agudo grito de emoción y se
abalanzó hacia los brazos de su amigo.
…
“…Era un viaje al país donde nació nuestro escritor
favorito, Shakespeare, treinta días para disfrutar de
157
17 Cartas de amor
Inglaterra, un país que siempre habíamos soñado en
conocer.
Nunca me borraré de la mente aquella sonrisa que se
te dibujo en el momento en el que viste los dos boletos
en mis manos y comprendiste que significaba. Yo vivía
para esas sonrisas, los consideraba como pequeños y
hermosos regalos que los mantenía guardados en mi
memoria y mi corazón.
Recuerdo que nuestro vuelo salía la semana siguiente,
nunca te había visto tan emocionada en tu vida. Me
ponía muy feliz verte tan alegre y ya con eso yo estaba
muy satisfecho.
Desembarcamos en Inglaterra casi a la madrugada,
por lo cual no pudimos disfrutar mucho. Fuimos al hotel
por nuestras reservaciones y fue en ese momento en el
que comenzó mi dulce tortura…”
…
-Esto debe ser una broma.-Dijo Ángel observando la
cama matrimonial que se encontraba en el medio de la
habitación.
Elizabeth también observaba la habitación pero sin
comprender que podría haber allí que le molestara a
Ángel.
-¿Qué pasa?, ¿Qué es una broma?
158
17 Cartas de amor
-¿Es que no lo ves?-Dijo señalando la cama.
-Lo que veo es una cama matrimonial aparentemente
cómoda, ¿Qué tiene eso de malo?
-Lo malo es que yo pedí una habitación con dos camas,
¿Dónde se supone que dormiré ahora?
-Ahí.-Dijo Elizabeth señalando la gran cama.
-¿Y tú?
-Ahí. Volvió a señalar el mismo lugar.
Ángel la quedó mirando con los ojos muy abiertos sin
dar crédito a lo que escuchaba. Elizabeth se sentó en la
cama y mirándolo fijamente dijo.
-¿Tienes miedo de dormir conmigo?
-No,-Ángel tragó saliva-no es eso.
-¿Pateas mientras duermes?-Preguntó Elizabeth con
una gran sonrisa, aparentemente disfrutando aquella
situación.
-No.
-¿Roncas?
-No.-Contestó Ángel con un esbozo de sonrisa.
-La opción que queda es que muerdes dormido.Elizabeth abrió mucho los ojos con falso asombro.
-No hago nada de eso.
159
17 Cartas de amor
Elizabeth soltó una carcajada.
-Entonces no hay problema, podemos dormir juntos.
-¿Estás segura?
-Claro
tonto.-Le sonrió
de forma
tranquilizadora-.
Confió en ti y sé que no me violaras, ¿verdad?
Ángel la miró con ojos lascivos y le sonrió de forma
seductora. Elizabeth abrió muchos los ojos y con una
sonrisa comenzó a retroceder, Ángel se abalanzó sobre
ella y comenzó a hacerle cosquillas. Los dos reían como
tontos y cuando comenzaron a relajarse quedaron
mirándose fijamente, sus rostros a escasos centímetros
de distancia. Ángel fue el primero en romper el
contacto, se levantó de un salto y mirando hacia
cualquier parte menos a ella dijo.
-Me voy a preparar para dormir.
-Yo igual.-Elizabeth se levantó y sonriendo a su amigo
corrió hacia el baño y cerró la puerta detrás de sí.
-Eres una tramposa.-Gritó entre risas.
-Igual me quieres.-Gritó del otro lado Elizabeth.
-Es verdad, te quiero con locura.-Dijo para sí mismo.
…
“…Dormir en la misma cama contigo era algo que
siempre había soñado, pero lamentablemente no de esa
160
17 Cartas de amor
forma, los dos acostados en la los extremos opuestos
de la cama sin siquiera tocarnos no había formado
parte de mi sueño, pero aquello era más de lo que
podría haber pedido.
Recuerdo que aquella noche no pude dormir, te
observaba allí acostada durmiendo tranquilamente y
me decía a mi mismo que eras la mujer más hermosa
que había conocido. Hasta durmiendo parecías un ángel
que había bajado del cielo. Creo que en esa noche supe
que nunca iba a conocer a alguien más hermosa que tú
amor mío, y estaba completamente seguro de que
ninguna mujer me haría sentir lo mismo con solo estar
a mi lado.
Tenerte acostada al lado mío todas las noches ya se
había convertido en una gran tortura. Que estuvieras al
lado mío y no poder tocarte o besarte se me hacía
insoportable, ¿pero que iba a hacer yo?, solo aceptaba
lo que tu estuvieras dispuesta a darme. Así que era
sumamente feliz con dormir a tu lado y tenerte solo
para mi durante treinta días, aunque solo hubiera sido
como amigos
Definitivamente
nunca
olvidaré
ese
viaje,
fue
absolutamente perfecto, tú lograbas que todo fuera
perfecto. Nada ni nadie iban a arruinar nuestras
161
17 Cartas de amor
vacaciones, era algo que me había propuesto. Pero
nunca había contado con la aparición de ese tal John…”
Elizabeth se puso colorada ante aquel recuerdo de
John. Ella nunca había sido chica que pasaba la noche
con un desconocido, pero estaba de vacaciones en otro
país donde nadie la conocía ni se acordarían de ella y
John era de verdad atractivo, ¿Qué podía pasar de
malo?, por lo visto muchas cosas.
…
Era su última noche en Inglaterra y Ángel y Elizabeth
decidieron ir a tomar algo, lo consideraban como una
buena despedida.
A unas pocas cuadras de su hotel se encontraba un
pub hermoso así que decidieron entrar allí para tomar
una copa y quizás bailar un rato. Desde que entraron
los ojos no se despegaban de la pareja.
Bailaron un rato y en el proceso muchas mujeres se
fueron acercando a Ángel, éste bailaba unos minutos
con ellas y luego se acercaba a Elizabeth. Ella no podía
estar más contenta, a él no le importaba pasar la noche
con alguna desconocida, solo le importaba ella.
Hasta que apareció aquella rubia despampanante que
le
bailaba
seductoramente a
Ángel,
éste
parecía
hechizado y Elizabeth los observaba furiosa, no podía
162
17 Cartas de amor
ser posible que su amigo la abandonara por aquella
mujer de plástico.
-Hola preciosa.-La voz masculina la distrajo de aquella
repugnante imagen.
-Hola.-Contestó con una tímida sonrisa, aquel hombre
era sumamente atractivo, medía aproximadamente un
metro ochenta, rubio con unos ojos celestes como el
mar cristalino y una sonrisa con la que cualquier chica
caería rendida a sus pies.
-Soy John.
-Y yo Elizabeth.-Extendió la mano para estrechar la de
aquel muchacho pero este la tomó y se la llevó a los
labios. Elizabeth casi se derritió ante aquel gesto.
-¿Te podría invitar una copa?
-Me encantaría.-Contestó Elizabeth procurando sonar lo
más seductora posible.
Aquel muchacho inglés la guió hasta uno de los
asientos disponibles.
-¿Alguna bebida en especial?-Le preguntó.
-Lo que tu tomes estará bien para mi.-Contestó
Elizabeth agitando las pestañas.
John se dirigió a la barra, al cabo de 5 minutos regresó
con una bebida en cada vaso.
163
17 Cartas de amor
-Espero que te gusten los Cosmopolitan
-Me encanta.-Contestó ella con una tímida sonrisa.
Hablaron durante un
rato mientras tomaban las
bebidas, bromeaban y coqueteaban. En un momento
John se acercó más a ella y susurrándole al oído le dijo.
-¿Quisieras ir a un lugar más tranquilo?
Elizabeth sonrió y cuando estaba a punto de negarse
observó una imagen que le revolvió el estómago, Ángel
estaba
besando
descaradamente
a
esa
rubia
de
plástico, así que en lugar de negarse dijo.
-Claro, podemos ir al hotel donde me alojo que se
encuentra a unas pocas cuadras de aquí.
Ambos se levantaron y se fueron. Cuando llegaron a su
habitación Elizabeth se encontraba un poco tímida.
John se acercó por atrás y comenzó a besarle el cuello,
ella ladeo la cabeza para darle un mayor acceso a
aquella parte, ya sentía que se estaba relajando en
manos de aquel ingles.
-Eres de verdad hermosa.-Susurró mordiéndole el
lóbulo de la oreja.
En un rápido movimiento la dio vuelta y le beso de
lleno en la boca, Elizabeth emitió un gemido ante la
sorpresa y John aprovecho el momento para meter su
lengua y jugar con la suya. <<El inglés sí que sabe
164
17 Cartas de amor
besar>> pensó Elizabeth mientras colocaba sus brazos
alrededor de su cuello. John profundizó el beso y la
acercó más a él, mientras sus manos recorrían sus
curvas por encima de la ropa.
Las copas de más ayudaron a que se desinhibiera,
comenzó a desabrocharle la camisa, se la sacó y la tiró
al suelo. Cuando él hizo lo mismo con el bléiser de
Elizabeth la quedó observando como si no diera crédito
a lo que veía. Ella se había olvidado de sus cicatrices y
cuando se dio cuenta que era eso lo que John miraba
inmediatamente se volvió a poner el bléiser, éste
recogió su camisa y murmurando una disculpa se fue.
Elizabeth se encontró en aquella habitación sola y
humillada.
…
“…Cuando pude apartarme de aquella rubia que, te
confieso, no recuerdo su nombre te busqué por todo el
pub y no te encontré.
Asustado me fui al hotel con la esperanza de que
estuvieras allí, si te ocurría algo yo me moría. Corrí
como nunca antes y en menos de cinco minutos ya me
encontraba en el ascensor, entré rápidamente en la
habitación y allí te encontré llorando como un bebé. Me
acerqué lentamente y te pregunté qué ocurría.
…
165
17 Cartas de amor
Cuando John se fue Elizabeth se tiró sobre la cama y
comenzó a llorar, al pasar unos cuantos minutos sintió
que la puerta si abrió de golpe, no tenía fuerzas para
levantar la cabeza y enfrentarse a Ángel.
Sintió como se hundía el lado opuesto de la cama y la
mano de Ángel se posaba en su espalda.
-¿Qué sucede Liz?-Preguntó en un susurro.
-Volví a ser rechazada.-Contestó volteando la cabeza
hacia Ángel.
-¿Quién te rechazó?
-Un tipo que conocí en el pub.
-¿Trajiste a un tipo que ni siquiera conoces a nuestra
habitación? ¡¿Estás loca?! Pudo haber sido peligroso.
-No fue peligroso, era un tipo confiable, la estábamos
pasando muy bien hasta que vio mis marcas y salió
corriendo.-Un sollozo se le escapó-. Soy repugnante
para los demás.
-Tú no eres para nada repugnante, son ellos los ciegos
que no saben apreciar tu belleza.
Al escuchar aquello Elizabeth se levantó y se abrazó a
Ángel, allí en sus brazos se sentía protegida.
…
166
17 Cartas de amor
“…Me contaste todo sobre John y como éste te rechazó.
La sangre hervía en mis venas, tenía deseos de salir a
buscarlo y matarlo, ¿Cómo era posible que alguien te
rechazara por una simples cicatrices?, si hubiera sido
por mí yo me habría encargado de besar y adorar cada
una de esas marcas, te susurraría al oído cosas dulces,
diciéndote lo hermosa y lo perfecta que eres ante mis
ojos.
Si me hubieras dado la más mínima oportunidad yo te
habría demostrado cuanto te amaba y como, cuando
estoy contigo, no existe ninguna otra mujer en el
mundo.
Lamentablemente nunca me diste esa oportunidad,
aquella por la que cada noche soñaba con obtener.
Aquel último día en Inglaterra mientras llorabas en mis
brazos me propuse intentar demostrarte, por todos los
medios posibles, cuanto te amaba.
Te Ama… Tu Ángel”
167
17 Cartas de amor
Carta número 11
Elizabeth se despertó de un sueño profundo, tomó su
celular y comprobó que tenía quince llamadas perdidas.
Al ver la hora que era se levantó de un salto, ya
pasaban de las tres de la tarde, ¿en qué momento se
había quedado dormida?, lo último que recordaba era
que terminó de leer la décima carta y había cerrado los
ojos por un momento para absorber cada hermosa
palabra, al parecer fue en ese momento en el que se
quedó completamente exhausta.
Se
dio
una
ducha
rápida,
cuando
terminó
de
prepararse tomó su celular y comenzó a devolver todas
las llamadas. Al terminar con la última ya pasaban de
las siete de la tarde, su estómago rugía del hambre, no
había probado bocado desde la merienda del día
anterior. Decidió llamar a Micaela, no le apetecía para
nada comer sola.
Al tercer tono su amiga contestó.
-¡Elizabeth!, pensé que ya no me llamarías.
-¿Por qué pensaste eso?-Preguntó extrañada
-Por lo que te dije ayer y porque me fui dejándote sola.
-Ah eso, no te preocupes ya pasó.
168
17 Cartas de amor
-¿Estamos bien?
-Por supuesto amiga-Elizabeth suspiró-. Te llamaba
para preguntarte si estabas libre esta noche.
-Para vos siempre amiga.
Elizabeth sonrió, le alegraba saber que contaba con su
amiga para no estar sola en medio de ese lío.
-Entonces ¿quieres cenar conmigo?
-¿Me estas pidiendo una cita?-Preguntó Micaela.
-Me atrapaste… entonces ¿aceptas salir conmigo?-Dijo
Elizabeth siguiendo el hilo de la broma.
-Creo
que
vamos
muy
rápido,
tendríamos
que
conocernos primero.
-Por favor no me rechaces, me destrozas el corazón.Dijo Elizabeth simulando tristeza.
-No te pongas triste por favor.-Micaela suspiró y
haciéndose
la
resignada
continuó-.
Acepto
cenar
contigo.
-No te arrepentirás Mica.-E intentando imitar la voz de
un hombre dijo-. Te haré pasar la mejor noche de tu
vida.
Ambas comenzaron a reírse, había pasado mucho
tiempo de que Elizabeth no bromeaba de aquella forma
y la verdad era que extrañaba eso.
169
17 Cartas de amor
-A las nueve paso por tu hotel.
-Buenísimo, nos vemos a esa hora amiga.
-Adiós nena.
-Hasta luego.
Ambas colgaron al mismo tiempo.
Alrededor de las nueve y treinta Elizabeth y Micaela ya
estaban sentadas en la mesa de una de un restaurante
muy concurrido, al parecer allí hacían la mejor pizza de
la ciudad por lo que no dudaron en ordenar eso. En un
determinado momento Micaela preguntó.
-¿Pensaste sobre lo que te dije ayer?
Elizabeth tomó un sorbo de su gaseosa antes de
contestar.
-¿Qué cosa de todo?
-Sobre tu ceguera ante todo lo relacionado con Ángel.
-¿Sobre sus sentimientos?-Hizo una breve pausa-.
Tienes razón, de eso nunca me di cuenta y él de verdad
me lo demostró muchas veces.-Comió un trozo de
pizza-. Luego de leer las 10 primeras cartas y de que tú
me dijeras lo de ayer llegué a la conclusión de que la
verdad estuve ciega todo este tiempo y no entiendo
porque.
Micaela quedó observando fijamente a Elizabeth.
170
17 Cartas de amor
-Quizás tú no querías verlo.
-No te entiendo.
-Que quizás tú no querías ver lo que Ángel sentía por ti
por temor a descubrir lo que aquello te produciría.
Elizabeth dejó a medio camino el trozo de pizza, volvió
a dejarlo en el plato.
-¿Me estás queriendo decir que yo no quise darme
cuenta de los sentimientos de Ángel por temor a
enamorarme de él?
-No exactamente, lo que quiero decir es que tu siempre
estuviste enamorada de él pero ignoraste por completo
ese sentimiento y por ende también los de Ángel.
-¿Por qué haría eso?
-Por temor.
-¿Temor a que?
-A iniciar una relación con él.
Elizabeth abrió mucho los ojos ante la afirmación de su
amiga.
-Eso no tiene sentido, ¿Por qué tendría miedo de estar
con Ángel?... Él era guapo, divertido e inteligente.-Hizo
una pausa y continuó-. ¿Qué habría perdido estando
con él?
171
17 Cartas de amor
-Te arriesgabas a
perder su
amistad, porque si
permitías que pasara algo más con él y no salía bien
podrías haberlo perdido completamente.
La joven psicóloga se quedó pensando sobre lo que le
dijo Micaela, ¿había reprimido sus sentimientos porque
no quería perder su amistad? Todo aquello parecía una
locura, pero por alguna extraña razón también tenía
sentido, porque ahora que leía las cartas y recordaba
viejos tiempo habían aparecido sentimientos ya difíciles
de ignorar. Quizás si lo quería más que como un amigo,
pero estaba casi segura de que no se trataba de amor,
probablemente
hubiera
sido
solo
atracción
física,
porque no iba a negar que Ángel resultara una
tentación para cualquiera, incluso para ella. <<Seguro
que es eso. >> pensó.
-Ya leí la décima carta.-Comentó Elizabeth para salir
del tema de los sentimientos.
-¿Ajam?-Contestó Micaela con la boca llena, tomó un
sorbo de su bebida y continuo-. ¿Qué te puso allí?
Elizabeth le contó todo con respecto a aquella carta,
hasta el inconveniente en su último día en Inglaterra.
Lo que no le había contado era el sentimiento que la
embargo aquella noche, tenía miedo a las conclusiones
que podría sacar de aquello.
-¿De verdad dejó a aquella rubia por buscarte?
172
17 Cartas de amor
-Si.-Sonrió ante aquello.
-Si eso no es amor no seque será.
Elizabeth no contestó, se quedó pensando en aquella
noche.
…
Cuando el drama ya hubo pasado Ángel y Elizabeth se
encontraban tirados en la cama mirando el techo cada
uno en el extremo opuesto.
-¿Tienes sueño?-Preguntó Ángel.
-La verdad es que un poco.
-¿Y si dormimos el poco tiempo que nos quedan antes
de que amanezca?
-Creo que sería lo mejor.
-Está bien, ¿te cambiarás la ropa?
-Si.-Elizabeth se levantó y se dirigió al cuarto de baño.
Cuando volvió Ángel ya se encontraba acostado en su
extremo de la cama como una sonrisa en su rostro.
-Eres hermosa, con o sin cicatrices Liz.-Le dijo él al
verla con su pijama de mangas cortas.
-Solo tú ves belleza aquí.-Dijo señalando su cuerpo-.
Pero gracias por mentirme.
Se dirigió a la cama y se acostó en su lado.
173
17 Cartas de amor
-No te miento y lo sabes.-Contestó Ángel apagando la
luz.
Elizabeth no se resistió por mucho tiempo y se ubicó al
lado de su amigo, ubicando la cabeza en su pecho, al
principio él se tensó ante la sorpresa pero luego se
relajó y la abrazó.
-¿Sucede algo angelito?-Preguntó.
-Nada, solo necesitaba dormir abrazada con alguien
que me quiera.-Contestó Elizabeth acurrucándose cada
vez más.
Durmieron abrazados toda la noche, ella no se lo había
dicho, pero nunca se había quedado dormida en
los
brazos de un chico.
…
De vuelta en el presente Elizabeth pensaba que si bien
no había pasado nada con Ángel, Elizabeth había
descansado muy bien acurrucada con su amigo, con él
a su lado se sentía segura como nunca le habían hecho
sentir otros hombres. ¿Qué significaba aquello?
-¿En qué te quedaste pensando?
La voz de Micaela la sacó de su ensimismamiento.
-Si te lo cuento ¿prometes no hacer un escándalo?
-Te lo prometo.
174
17 Cartas de amor
Elizabeth inspiró profundamente sabiendo que su
amiga no cumpliría con su promesa.
-Ángel fue el primer chico con el que dormí abrazada y
estaba recordando que nunca me había sentido tan
bien como aquella noche.-Elizabeth hizo una pequeña
pausa y cerró los ojos antes de soltar aquello-. El
dormir en los brazos de Ángel me daba una seguridad
que nunca nadie me dio.
Se
produjo
un
largo
silencio
luego
de
aquella
confesión, Micaela había abierto mucho los ojos sin
poder creer lo que estaba escuchando.
-Lo sabía.-Dijo por fin-. Sabía que estabas enamorada
de él.
-Pero no te estoy diciendo que estaba enamorada, todo
esto tiene una explicación lógica.
-Si, que lo amabas.-Dijo Micaela con una sonrisa.
-No.-Elizabeth rodó los ojos-. La explicación es que
Ángel sabía todo de mi y de mis marcas, a él no le
importaba verlas, ni siquiera tocarlas. Con él podía ser
yo misma sin temor a que me juzgaran. Seguro que por
eso dormí tan bien.
-Como digas.
Micaela no creía ninguna palabra que había dicho su
amiga y sospechaba que ella tampoco lo hacía. Por lo
175
17 Cartas de amor
visto Elizabeth poco a poco iba descubriendo sus
sentimientos hacia Ángel, lo que hacía más fácil su
trabajo.
…
“Querida Liz:
Lentamente nos vamos acercando al final
de estas cartas y te admito que no se qué haré luego
de esto ya que el escribirte cada día se convirtió en una
rutina, algo que me hace sentir muy bien a pesar de la
tristeza que abunda en mi vida.
Bueno el tema de esta carta es sobre mi primera
novia, ¿te acuerdas de ella?...”
Como olvidarse de esa chica, Elizabeth nunca la quiso,
ella no se lo merecía a Ángel como novio pero él estaba
ciego con su noviecita y Elizabeth nunca lo comprendió
ya que era muy poca cosa para él.
“…Aquel fue un noviazgo inesperado para mí ya que no
andaba en busca de pareja, como tú siempre estuviste
en mi mente y mi corazón amor mío nunca se me había
ocurrido mirar a otra persona.
Hasta que un día luego de la clase de crítica literaria
Sabrina se me acercó, comenzó a hablarme sobre
temas triviales de la materia en cuestión. No te voy a
negar que fuera muy linda, simpática e inteligente.
176
17 Cartas de amor
Pero
tenía
un
gran
defecto
que
me
impedía
enamorarme y era que simplemente ella no era mi
Elizabeth, o sea tu.
Sabrina fue la que dio el primer paso pidiéndome una
cita, yo dudaba sobre aquello, no tenía ánimos de de
conocer a ninguna mujer porque tú eras todo lo que yo
necesitaba y anhelaba, pero pensando y pensando
había llegado a la conclusión de que no haría nada
intentar algo con ella. Tenía la ligera esperanza de que
quizás si lo intentaba con otra persona te podría sacar
de mi mente, pero ese fue mi gran error, el pensar que
te podría sacar de mi cabeza y mi corazón.
Salimos un par de veces y la verdad es que me caía
muy bien, tenía una gran personalidad. Un humor
irónico que me encantaba y principalmente tenía algo
que me atraía mucho pero no había podido descubrir de
que se trataba hasta que, analizándolo bien me di
cuenta que lo que me gustaba de ella era que tenía un
aspecto similar a tuyo. Largos cabellos dorados pero no
tan sedosos como el tuyo, ojos azules pero no tan
profundos como los tuyos y una sonrisa que derretiría a
cualquiera menos a mí.
Pasamos unas cuantas semanas saliendo en citas, una
noche cuando la dejé en su casa y la estaba por
despedir me detuvo y me preguntó si quería ser su
177
17 Cartas de amor
novio. Yo dudé pero terminé accediendo ya que
pensaba que no tenía nada que perder. Antes de entrar
a su casa me regaló un beso, sus labios no eran
comparables con los tuyos y no sentí ni la cuarta parte
de lo que había sentido con tu beso, pero me imaginé
que sentiría cosas con el tiempo, pero una vez más
estuve equivocado al respecto.
Luego vino el día que más temía, el de presentarte a
Sabrina. Desde el momento en el que la viste me di
cuenta que no te caía bien y nunca pude entender
porque…”
…
Elizabeth dio un sorbo a su café y una mordida a su
muffing. Comenzó a recordar aquel día en el que Ángel
le había presentado a esa tal Sabrina.
…
-¡Hola Ángel!-Dijo Elizabeth a través del teléfono.
-¡Hola Liz! ¿Cómo estás?
-Muy bien ¿y tú?
-Bien.-Ángel tragó saliva-. Hay algo que debo contarte.
-Ok, cuéntame.
-Me puse de novio.-Soltó Ángel de una vez.
178
17 Cartas de amor
Elizabeth quedó muda ante aquello, las palabras
hacían eco en su cabeza. Ángel finalmente se había
puesto de novio pero, en lugar de sentirse contenta por
su amigo, se sentía mal y no sabía la razón.
-Liz, ¿estás?-La voz de Ángel la sacó de su ensoñación.
-Si.-Elizabeth
carraspeo-.
Si
aquí
estoy.-Tragando
saliva y tratando de imprimir felicidad en su voz dijo-.
Estoy muy feliz por ti.
-Gracias, me encantaría que la conocieras.
Elizabeth sabía que Ángel le pediría aquello tarde o
temprano, aunque no sentía ningún deseo de conocer a
esa chica no podía negarse a un pedido de su amigo.
-Claro, ¿Cuándo quieres que la conozca?
-¿Esta noche te parece bien?
-Si, me parece estupendo. ¿Por qué no vienen a casa
esta noche que mi papá no estará?
-Buenísimo, entonces nos vemos mas tarde.
-Listo.
-Adiós angelito.
Elizabeth colgó sin despedirse de Ángel, se encontraba
molesta con él por un motivo que hasta a ella le parecía
absurdo. ¿Cómo se iba a molestar por el hecho de que
su amigo se pusiera de novio? Definitivamente era una
179
17 Cartas de amor
locura. <<Seguro que fue por el impacto de la
noticia>> pensó Elizabeth.
-Ya
me
pasará.-Dijo
en
voz
alta
para
poder
convencerse de aquello.
Se dirigió hacia el teléfono y ordenó la cena para
aquella noche, eso le serviría para tranquilizar un poco
su mal humor.
Como a las nueve de la noche apareció Ángel en su
puerta, sin siquiera pensarlo lo abrazó con fuerza y él
como un acto reflejo envolvió sus brazos en la cintura
de Elizabeth. Cuando por fin salieron de su propio
universo personal cayeron en la cuenta de que Sabrina
estaba a su lado la cual mostraba una expresión de
pocos amigos.
-¿No
nos
presentarás?-Preguntó
Sabrina
con
mal
humor.
-Claro Sabrina ella es mi mejor amiga Elizabeth, Liz ella
es mi novia Sabrina.
Ambas mujeres se saludaron secamente, Elizabeth los
invitó a pasar, no sin antes observar desde la punta de
los pies hasta el último de los cabellos de aquella chica.
El análisis dio como resultado que se trataba de una
chica muy linda lo cual le molestó aún más.
180
17 Cartas de amor
La cena transcurrió de forma tranquila, como siempre
la conversación giraba en torno a Ángel y Elizabeth.
Cada vez que ambos compartían una broma privada
Sabrina abrazaba y besaba a Ángel lo cual producía que
a Elizabeth se le hirviera la sangre. Esa chica no le caía
para nada bien y lo que más odiaba era que sus
asquerosas manos recorrían el cuerpo de su amigo, no
le gustaba que hiciera eso frente a ella, ¿acaso no
existía la privacidad?
Definitivamente esa tal Sabrina nunca le caería bien,
intentó esforzarse para lograr lo contrario pero le fue
imposible.
…
“…Desde esa primera cena Sabrina se dio cuenta que
algo sucedía entre nosotros, mejor dicho que algo me
pasaba a mi contigo, intenté negarlo con todas mis
fuerzas pero me era imposible evitar que todo el mundo
desapareciera cuando tú te encontrabas cerca.
Estuvimos juntos por casi un año y durante ese tiempo
parece
ser
que
ella
se
enamoró
de
mí
y
lamentablemente yo no pude corresponder a su amor.
Había intentado que las cosas funcionaran con ella,
quería amarla pero no fue posible ya que mi corazón te
pertenecía por completo.
181
17 Cartas de amor
Definitivamente ella no se merecía lo que yo le daba.
Sabrina me había entregado su corazón pero yo no
pude darle el mío ya que tú lo tenías desde los diez
años. Así que un mes antes de nuestro aniversario
terminé con ella y para mi sorpresa no se enfadó, sino
todo lo contrario, me había dicho que ya se imaginaba
que lo nuestro terminaría tarde o temprano. Yo le había
pedido perdón por no haberla amado como se merecía
pero Sabrina no me perdonó porque según ella no
existía nada que perdonar…”
Elizabeth recordaba el día en el que se enteró de la
ruptura
de
su
mejor
amigo
con
Sabrina,
lo
sorprendente de eso era que se había enterado por
boca de ella y no de él.
…
El sonido del celular distrajo a Elizabeth de una película
que estaba viendo en la televisión, el número era
desconocido, dudaba entre contestar o no hacerlo.
Cuando iba a dar buzón de vos contestó rápidamente.
-¿Si?
-Elizabeth soy Sabrina.
-¿La novia de Ángel?-Preguntó extrañada.
-Ex novia.-Dijo en un suspiro-. Mira no te hablo para
discutir sobre eso, estoy muy segura que debes estar
182
17 Cartas de amor
muy contenta y la verdad es que no me interesa en
absoluto. Solo te llamo para decirte que hagas feliz a
Ángel, procura no hacerlo sufrir nunca porque él es una
gran persona que merece lo mejor del mundo y al
parecer tú eres lo mejor para él.
Sabrina no le dio oportunidad para que contestara ya
que colgó antes de que Elizabeth pudiera recuperar el
habla.
Cuando por fin pudo reaccionar marcó velozmente el
número de Ángel.
-¿Hola?
-Ángel, me acabo de enterar que terminaste con
Sabrina, ¿Qué pasó?
-¿Cómo te enteraste?-Preguntó extrañado ya que él no
le había contado a nadie al respecto.
-Ella me llamó.
-¿Para qué?
-Para decirme que terminaron y otras cosas
-¿Qué otras cosas?
-Nada importante, fueron las frases típicas de una chica
dolida. ¿Tú como te encuentras al respecto?
183
17 Cartas de amor
-Bastante bien, es como si me hubiera sacado un peso
de encima. Yo no la amaba y ella se merecía algo
mejor.
Elizabeth pensaba todo lo contrario, era él quien se
merecía a alguien mejor.
-Te entiendo.-Mintio-. ¿Quieres que vaya a hacerte
compañía?
-No gracias angelito, necesito estar solo un rato.
-Está bien.-Contestó Elizabeth procurando ocultar su
decepción-. Si me necesitas solo debes marcar mi
número.
-Lo sé, te quiero Liz.-Contestó Ángel.
Elizabeth no había entendido el verdadero significado
de aquel
te quiero
que había
recibido, así
que
equivocadamente respondió.
-Yo también te quiero amigo.
…
“…Recuerdo que con Sabrina nos abrazamos y antes de
separarnos me dijo una frase que todavía no olvido.
„Lucha por tu amor por Elizabeth, demuéstrale que la
amas… por favor nunca dejes de luchar por ella‟,
cuando terminó me guiño un ojo y se fue. Luego de ese
día no volví a hablar con ella, pero su consejo no dejó
de rondar por mi cabeza.
184
17 Cartas de amor
Como te habrás dado cuenta nunca le hice caso, hasta
este momento. Solo espero que no sea demasiado
tarde.
Te Ama…Tu Ángel.”
Elizabeth se secó una lágrima que se le había escapado
y en un susurro dijo.
-¿Por qué tardaste tanto en hacerle caso?
185
17 Cartas de amor
Carta numero 12
Terminó el desayuno y se dirigió al hotel, durante el
trayecto no podía dejar de pensar en aquella novia de
Ángel, principalmente se preguntaba porque Sabrina le
había aconsejado a su ex novio que luchara por ella. No
es que fuera raro que le aconsejara a alguien que luche
por su amor, lo raro era que si se aconsejaba aquello se
lo hacía creyendo o sabiendo que la otra persona
también sentía algo similar, cosa que era imposible que
pensara ya que Elizabeth no sentía nada por Ángel más
que un cariño platónico.
¿Acaso quería hacerle daño a Ángel obligándolo a
confesarle su amor sabiendo que ella lo rechazaría?,
pero la pregunta más importante era, ¿si Ángel le
hubiera confesado su amor en ese momento se habría
negado?
Si
se hubiera
preguntado
aquello
días antes la
respuesta habría sido muy sencilla <<Claro que me
negaría… Ángel era mi amigo>>. Ahora la respuesta no
era para nada clara.
Llegó a su habitación y se tiró en la cama mirando el
techo, sin ánimos de pensar pero le era imposible no
hacerlo, las palabras de Ángel no salían de su mente y
186
17 Cartas de amor
se
preguntaba
porque
él
se
había
rendido
tan
fácilmente, porque había aceptado un no por respuesta.
-¿Por qué te rendiste?- Preguntó en un susurro.
-Si luchaba, ¿habría cambiado algo?
La voz de Ángel provocó que Elizabeth se sentara de
un único salto, cuando lo vio no podía creer que se
encontraba allí a su lado, tan guapo como siempre. Ella
se levantó y se acercó a él pero Ángel dio un paso hacia
atrás.
-Respóndeme, ¿Si hubiera luchado por ti la respuesta
habría sido distinta?
-Probablemente.-Logró contestar Elizabeth sin apartar
los ojos de los de Ángel.
-¿Habría cambiado algo?, ¿si o no?
-¡No lo sé!, si me lo hubieras preguntado hace unos
días mi respuesta habría sido no.-Dijo comenzando a
llorar, él se le acercó y secando sus lágrimas le
preguntó.
-¿Y ahora?
Elizabeth levantó la mirada y quedó observando
aquellos ojos grises que tanto extrañaba y de pronto la
respuesta se hizo un poco más clara.
-Creo...creo que sí.
187
17 Cartas de amor
Ángel le sonrió dulcemente y le regaló un beso en la
mejilla.
-Eso no es suficiente.
-¿Cómo?-Preguntó extrañada.
-Necesito que tus sentimientos sean claros.
-Pero ¿para qué?
-Cuando descubras lo que de verdad sientes por mí lo
sabrás.
Ángel le sonrió y acercándose lentamente le depositó
un casto beso en los labios.
…
Elizabeth abrió los ojos y buscó a su amigo con la
mirada pero él no estaba allí, al parecer se había
quedado dormida y había soñado aquel encuentro.
No podía ignorar esa charla, ¿Por qué Ángel necesitaba
que sus sentimientos fueran claros?
El
rugido
de
su
estomago
la
distrajo
de
sus
pensamientos, al consultar la hora en su reloj vio que
faltaba unos pocos minutos para que dieran la una de
la tarde. Se levantó de la cama y se fue a almorzar.
Durante la comida Elizabeth no pudo sacarse de la
cabeza a Ángel, ya estaba harta de pensar en todo,
solo quería desconectarse un rato, sacar por unos
188
17 Cartas de amor
minutos a Ángel y a sus confusos sentimientos de la
cabeza. Así que se le ocurrió ir a nadar un rato en la
piscina del hotel, eso siempre le ayudaba a sacarse
todo de la cabeza.
Al salir del restaurante se dirigió a una tienda para
comprarse un traje de baño. Buscando dio con uno de
dos piezas que le trajo muchos recuerdos. Lo compró y
se fue al hotel.
Ya en su habitación se lo puso y se miró al espejo. Al
ver su imagen reflejada con aquel bikini se le vino a la
mente un recuerdo de cuando tenía 20 años.
…
Elizabeth se encontraba sentada en el césped del
jardín de su casa en un caluroso día de verano, tenía
puesto una camiseta manga larga que siempre usaba
sin importar el tiempo.
Ese día unos excompañeros del colegio la habían
invitado a una fiesta en la piscina, Elizabeth se había
negado sabiendo que sería imposible utilizar un traje de
baño, así que por esa razón se encontraba sentada en
el jardín de su casa mirando hacia la nada.
Estaba tan perdida en su mundo que no se había dado
cuenta que Ángel se había sentado a su lado, cuando
este carraspeo para llamar su atención Elizabeth se
encontró con la hermosa sonrisa de su amigo.
189
17 Cartas de amor
-¿Por qué no estas preparada?
-Preparada ¿para qué?-Contestó confusa.
-Para ir a la piscina de Alicia.
-No voy a ir.
-¿Por qué no?
Elizabeth
quedó
mirando
fijamente
a
Ángel
sin
entender porque le había hecho esa pregunta, él sabía
perfectamente la razón.
-Tú sabes porque.-Contestó finalmente.
-La verdad es que no lo sé.-dijo Ángel con un dejo de
irritación en su voz.
Elizabeth no contestó, en cambio bajó la cabeza
escapando de la mirada de su amigo. Éste al ver que no
contestaba le dijo.
-Dime porque no quieres ir.
-¡Porque no quiero que vean mis malditas marcas!-Los
ojos de Elizabeth se empañaron por las lágrimas-. No
quiero que se burlen de mí, ya sé que son asquerosas y
no necesito que nadie me lo recuerde.
-Me cansé de todo esto.-Dijo Exasperado Ángel.
-¿Perdón?
190
17 Cartas de amor
-Estoy cansado de que te menosprecies Elizabeth, estoy
cansado de que te ocultes del mundo. ¿Acaso no te das
cuenta de lo hermosa que eres?
-Eso no es lo que los demás piensan.
-¿Y tú que sabes que es lo que los demás piensan?Ángel cerró los ojos intentando calmarse un poco-. La
única persona que te juzga por tus marcas eres tú, la
única que te condiciona para mostrar tus brazos eres
tú. Si los demás te critican es porque tú les das pie a
eso no valorándote. Debes mostrar al mundo que no te
impórtalo que piensen o digan de ti.-Hizo una pausa
para enfatizar las siguientes palabras-. Tu eres la
dueña de tu propia vida y debes hacer lo que se te
antoje sin que te importe lo que digan los demás, sin
que te importe las miradas ajenas-suspiró-, tu eres
hermosa con o sin marcas y es hora de que te des
cuenta de ello.
Ángel se levantó y sin mirar atrás se fue, Elizabeth
había quedado helada ante el arrebato de su amigo, él
nunca le había dicho nada parecido. Ella creía que
entendía su reticencia a mostrar sus cicatrices, pero al
parecer estaba muy equivocada.
Al levantarse del césped notó que había un paquete en
el lugar donde Ángel estaba sentado anteriormente, lo
191
17 Cartas de amor
levantó intrigada y leyó la nota que se encontraba
unido a la caja.
“Anímate a mostrarle al mundo que eres bella con o sin
marcas.
Te Quiere, Ángel.”
A Elizabeth se le había escapado una lágrima, tomó un
regalo y se fue a su habitación. Al abrirlo se encontró
con un traje de baño de dos piezas totalmente
hermoso, se lo puso y se dirigió a la casa de Alicia.
Cuando llegó todos sus amigos estaban en la piscina,
al verla la animaron a que se metiera. Elizabeth
dudaba, tenía miedo de quitarse la camiseta frente a
todos, pero una sonrisa en medio de aquellas personas
le dio ánimo para continuar.
Se sacó la camiseta y el short, sus amigos ahogaron
un exclamación y hablaban por lo bajo pero a Elizabeth
no le importó, por primera vez en muchos años se
sentía libre. De un salto se metió en la piscina.
Ángel se le acercó nadando con una sonrisa que
rebosaba orgullo, y sin importarle nada la abrazó con
todas sus fuerzas y susurrándole al oído le dijo.
-Estoy muy orgulloso de ti angelito.
…
192
17 Cartas de amor
Elizabeth se secó las lágrimas producto de aquel
recuerdo. Gracias a Ángel ella ya no se apenaba por sus
marcas y no le molestaba los pensamientos de los
demás. Él le había enseñado a quererse y valorarse y le
estaba eternamente agradecida por ello.
Se puso un vestido y se fue a nadar un poco para
olvidarse de todo por un rato.
Estuvo en la piscina por horas y no pensó en nada que
no fuera la sensación del agua sobre sobre su piel, eso
era justo lo que necesitaba, desconectarse de todo.
Cuando salió su mente se encontraba mucho más
clara. Mientras se secaba el agua del cuerpo llegó a la
conclusión de que trataría de averiguar cuáles eran sus
sentimientos hacia Ángel. Con esa idea en la cabeza se
dirigió a su habitación y tomó la doceava carta.
…
“Querida Liz:
Como ahora ya debes saber yo estuve
enamorado de ti desde los diez años, pero durante ese
tiempo
hubo
alegando
que
momentos
quizás
en
los
era
un
que
yo
dudaba,
capricho
o
un
enamoramiento pasajero lo que yo sentía hacia ti.
Hasta que llegó la confirmación aquel fatídico día en el
que perdiste a tu padre.
193
17 Cartas de amor
Creo que nunca demostraste tanta fortaleza y entereza
como ese día, fue en aquel momento en el que me di
cuenta que no solamente te amaba por tu belleza o
inteligencia, sino que era esa fuerza que mostrabas
ante los desafíos de la vida lo que más me atraía.
El ver como hacías frente a todo lo que venía detrás de
la muerte de tu padre sin derrumbarte, como otras
personas lo habría hecho, me demostraste lo valiente
que eras y eso produjo que te amara mas si era
posible...”
Elizabeth sonrió ante aquello, si había sido fuerte y se
había mantenido en pie fue porque Ángel se encontraba
a su lado, sin él ella dudaba que pudiera haber seguido
adelante.
“…El decirte que recuerdo ese día como si hubiera sido
ayer es decir una redundancia, porque todo lo que pasé
contigo son recuerdos imposibles de olvidar, tanto los
buenos como los malos.
Aquel día fue uno de esos en los que nos habíamos
divertido como nunca. Recuerdo que habíamos salido
bien temprano en la mañana para ir a desayunar
juntos, luego nos habíamos dirigido a pasar el día en el
parque de diversiones.
194
17 Cartas de amor
Te había dejado en tu casa cuando había anochecido y
me fui, sin siquiera imaginar lo que te encontrarías al
entrar…”
…
Ángel la había dejado en la puerta de su casa y esperó
a que ella entrara para irse.
-¡Papá ya llegué!-Gritó al cerrar la puerta detrás de sí.
Se dirigió a la cocina para servirse un vaso de agua, lo
bebió y volvió a gritar.
-¡¿Papá?!
Al ver que no había respuesta se dirigió a la habitación
de su padre para ver si se encontraba allí, golpeo la
puerta
y
al
ver
que
nadie
contestaba
la
abrió
lentamente y vio a su padre acostado durmiendo, se
fue sin hacer ningún ruido para no despertarlo.
A las diez de la noche Elizabeth ya había terminado de
preparar la cena así que fue a levantarlo, entró
cautelosamente y se le acercó.
-Papá despierta, ya está la cena.
Nada, ni un movimiento, Elizabeth se acercó aún más
y lo sacudió un poco pero su padre no se despertaba.
Asustada lo sacudió con más fuerza pero no se produjo
ninguna respuesta. Entre un movimiento y otro se le
195
17 Cartas de amor
cayó de la mano un pote vacío, al levantarlo Elizabeth
descubrió que se trataban de pastillas para dormir.
-Por
favor
papá.-Dijo
entre
sollozos-.
Por
favor
despierta, no me dejes tú también, te necesito.
Al ver que no se producía ninguna respuesta gritó con
todas sus fuerzas.
-¡Papá despierta ya!
Cuando notó que no había posibilidad de que se
despertara llamó a la ambulancia, pero ya era tarde, el
corazón de su padre había dejado de latir.
…
“…Yo estaba terminando de cenar cuando recibí tu
mensaje en el que me pedías que fuera cuanto antes a
tu casa, sin dudarlo me dirigí hasta allí.
El espectáculo que vi afuera me produjo un gran
temor. Una ambulancia y un desfile de autos de la
policía, sin importarme nada corrí hacia la puerta de
entrada, allí estabas tú parada, bien erguida y sin
derramar ni una sola lágrima. Cuando me viste tus ojos
se iluminaron y corriste a mis brazos que ya se
encontraban abiertos para recibirte, te sostuve por un
largo rato sospechando que es lo que había ocurrido,
cuando salieron con una camilla cubierta con una bolsa
negra comprendí absolutamente todo.
196
17 Cartas de amor
Te llevé a mi casa esa noche porque no te quería
dejar sola. En ningún momento articulaste palabra
alguna y yo lo comprendía, pero no sabía cómo actuar
al respecto ya que ni siquiera podía consolarte porque
no habías derramado ninguna lágrima.
Ya en mi habitación te acostaste en mi cama y una vez
ubicada allí me pediste algo que me era imposible
negarte…”
Elizabeth quedó pensando sobre aquél horrible día de
su vida, el encontrar a su padre muerto es una imagen
que nunca se pudo borrar por más que lo quisiera.
…
Elizabeth sentía como si le hubieran arrancado el
corazón, se sentía vacía por dentro. Por suerte su
mejor amigo se encontraba a su lado.
El estuvo con ella en todo momento sin importarle que
no quisiera hablar en absoluto, la llevó a su casa y le
ofreció su cama. Cuando Elizabeth se encontraba
cómoda y un poco más tranquila pudo hablar.
-Duerme conmigo.
-¿Cómo?-Preguntó Ángel.
-Quiero que duermas conmigo.-hizo una breve pausa y
lo miró con ojos suplicantes-. Te necesito conmigo.
197
17 Cartas de amor
Sin volver a dudarlo Ángel se sacó sus zapatillas y se
acostó al lado de Elizabeth, ésta se acercó más a él y lo
abrazó. Unos segundo más tarde a punto de dormirse
dijo.
-Gracias por estar conmigo.
-Siempre angelito.-Fue lo único que contestó
…
“…A la mañana siguiente te ayudé con todos los
preparativos para el funeral, en ningún momento te vi
flaquear. Ni cuando escogiste el féretro o seleccionaste
la fotografía que utilizarías, en todo momento te vi
tranquila, como si fuera que se trataba de una cuestión
de todos los días.
Llegado el momento del último adiós me tomaste de la
mano apretándola con todas tus fuerzas, pero ni en ese
momento soltaste una sola lágrima y yo te admiraba
por
eso,
pero
también
me
preocupaba
que
no
demostraras el dolor que yo sabía que llevabas por
dentro…”
-Intentaba hacerme la fuerte pero no lo fui en
absoluto.-Dijo en un susurro.
…
Elizabeth había tratado de hacerse la fuerte, no quería
demostrarle al mundo lo destrozada que se encontraba
198
17 Cartas de amor
por dentro. Aparte tenía el pensamiento de que su
padre no merecía sus lágrimas porque no había
pensado en ella antes de suicidarse, ¿Por qué entonces
tenía que llorar por una persona a la que no le importó
su única hija?
Estaba enojada, muy enojada, no podía comprender
porque sus padres la habían abandonado de esa
manera, << ¿Tan poco valía yo para ellos?, ¿acaso no
me querían como me decían?>>, se hacía esas
preguntas una y otra vez. Sentía como si nadie la
quisiera, salvo Ángel que había sido el único que se
había quedado a su lado y la cuidaba de todo lo malo.
Cada vez que sentía que las lágrimas asomaban por
sus ojos se aferraba fuertemente a la mano de Ángel
para tener donde aferrarse. En ese momento su mejor
amigo se había convertido en su único sostén.
…
“…Recuerdo que me pediste que te acompañara a tu
casa para recoger un poco de ropa y allí encontraste,
encima de tu escritorio, un sobre cerrado con tu
nombre impreso, lo abriste con manos temblorosas. Al
leer lo que contenía comenzaste a derramar todas las
lágrimas que tenías guardadas.
Me tendiste aquel papel y cuando leí la parte que iba
dirigida a mi no pude evitar derramar una lágrima y en
199
17 Cartas de amor
silencio le prometí que haría todo lo posible para
cumplir con su pedido.
Te Ama…Tu Ángel.”
Derramando unas pocas lágrimas Elizabeth recordó lo
que su padre había escrito en aquella nota.
…
“Mi cielo:
Perdón por dejarte sola, pero me es imposible
vivir en un mundo donde tu madre no esté presente, ella
era mi mundo y ahora que no está todo se encuentra
completamente vacío.
Te quería pedir perdón por no haber cumplido con aquella
promesa que te hice cuando tenías apenas doce años, de
verdad que intenté cumplirla, pero la situación se me
escapó de las manos.
Pero quiero que sepas una cosa y que se te quede grabado
en la cabeza para siempre y es que yo te amo muchísimo,
eres la mejor hija que un padre podría tener y lamento no
haber sido el padre que te merecías. Espero que seas feliz
200
17 Cartas de amor
en tu vida y se consciente de que yo siempre estaré
orgulloso de mi princesa.
Nos vemos mi cielo y espero que no sea pronto.
Te ama tu papá.
P/D: Dile a Ángel que cuide de ti princesita, porque si yo
elegí irme fue porque sé que él siempre estará a tu lado y
nunca será tan cobarde como yo para dejarte sola.”
…
Al acordarse de aquello Elizabeth comenzó a llorar
desconsoladamente preguntándose una y otra vez
porque Ángel no había cumplido con lo que le prometió
a su padre.
201
17 Cartas de amor
Carta número 13
El insomnio una vez más hizo su aparición, Elizabeth
daba vueltas y más vueltas pero era imposible cerrar
un solo ojo.
Como se dio cuenta que el sueño se le era esquivo
decidió levantarse y leer uno de los libros que había
comprado días anteriores, tomó uno que se lo había
recomendado Ángel. Se llamaba “Inferno”7 cuyo autor
es Dan Brown. Elizabeth había leído la sinopsis y le
resultaba interesante la trama de aquel libro.
Se sentó cómodamente y se dispuso a leer, aquella
historia la atrapó desde un principio, no podía detener
la lectura, se sumergió tanto en aquel libro que cuando
terminó de leer la última página ya pasaban de las ocho
de la mañana.
Elizabeth se sorprendió al ver la hora en su reloj,
hacía mucho tiempo que no se quedaba en vela leyendo
y era una sensación que extrañaba muchísimo, el
sumergirse tanto en una historia que el mundo deja de
existir, el sentirte un personaje más, llorar y reír con
los protagonistas, la sensación de vacío que te produce
7
Novela de misterio y suspenso del escritor estadounidense Dan
Brown, basada en la simbología oculta en la Divina Comedia, obra
clásica de Dante Alighieri.
202
17 Cartas de amor
al llegar al final de un libro que se te metió bajo la piel
desde un principio. Esas eran las sensaciones que
Elizabeth amaba de la lectura, pero lo que más le
gustaba era saber que por un tiempo podía escaparse
de todo sin moverse del lugar.
Completamente renovada, como si no hubiera pasado
la noche en vela. Se dirigió a darse un buen baño,
durante todo ese tiempo Elizabeth no paraba de revivir
la historia que acababa de leer, su cabeza se había
despejado por completo dándole la sensación de que
ahora si podría aclarar su confusión.
Ya seca, envuelta en una toalla se miró al espejo y
recordó una frase que Ángel le había dicho hace ya
mucho tiempo.
<<Cuando mi cabeza está hecha un completo lío y
tengo la sensación de que no puedo con mis problemas
tomo un libro cualquiera y comienzo a leer. Es
impresionante como, luego de haberlo terminado, se
me aclara la cabeza y comienzo a ver y analizar los
problemas desde otro punto de vista.
El sumergirme en la lectura es la mejor forma que
encuentro para escaparme de esta realidad que muchas
veces me resulta absurda.>>
Elizabeth nunca había entendido lo que Ángel quería
decirle, si bien a ella le gustaba leer no lo tomaba como
203
17 Cartas de amor
una vía de escape, siempre le había gustado tener los
pies en la tierra, a diferencia de su amigo. Pero ahora
comprendía cada palabra que Ángel le había dicho
porque esta vez no solamente se sintió parte de la
historia, como siempre le sucedía, sino que además la
ayudó a despejar los problemas de su cabeza.
Ella leía por placer, cuando se encontraba tranquila y
nada sucedía a su alrededor, pero ese día por primera
vez
en
su
vida
leyó
completamente rebosada
un
libro
con
de problemas
su
mente
y sucedió
exactamente lo que Ángel siempre le había dicho.
-Nunca es tarde para seguir tu consejo mi Ángel.-Dijo a
su reflejo.
El celular sonó para indicarle a Elizabeth de que tenía
un mensaje, corrió para ver quien se lo había enviado
aunque ya se imaginaba de quien se trataba.
<< ¡Hola desaparecida!, ¿estás bien? Me preocupé
porque no te comunicaste ayer. ¿Todo bien con las
cartas de Ángel?, si quieres hoy nos vemos y hablamos
del tema… Te quiero amiga. >>
Elizabeth sonrió ante el mensaje de Micaela, le
alegraba saber que se preocupaba por ella, no esperó
mucho tiempo para contestarle.
204
17 Cartas de amor
<< ¡Hola Mica!, perdón por no comunicarme ayer,
necesitaba un tiempo para pensar en todo, si quieres
nos vemos esta tarde y damos un paseo. >>
La respuesta de Micaela no se hizo esperar por mucho
tiempo.
<<Suena genial, ¿A dónde quieres ir?>>
<<Ven al hotel a las 17:00, quiero ir a un lugar
especial>>
<<Mmmm me dejaste con la intriga pero está bien, a
las 17:00 nos vemos… besos>>
<<Te espero, besos>>
Elizabeth guardó el celular y dedicó toda la mañana a
salir de compras.
A las cinco en punto Elizabeth se encontraba en la
entrada del hotel con un maletín en la mano que
contenía todo lo que necesitaría aquella tarde. Un
minuto después apareció Micaela con una sonrisa en su
rostro, abrazó fuertemente a su amiga y le dijo.
-¿Cómo va todo?
-Mucho mejor.
-¿De verdad?-Preguntó dudosa.
-Si, pasé toda la noche leyendo un gran libro y cuando
terminé mi cabeza quedó completamente despejada.
205
17 Cartas de amor
-¿Despejada de qué?
-Tú ya sabes, de la confusión de sentimientos que
tengo hacia Ángel.
Micaela abrió los ojos como platos, no podía creer que
Elizabeth
por fin
haya
confesado
que tiene una
confusión.
-Entonces ya tienes claro que es lo que sientes.-Dijo
con esperanza que teñía su voz.
-No, por supuesto que no, pero ahora tengo la cabeza
un poco más libre como para analizarlo todo.
-Oh.-Dijo Micaela con cierta decepción, creía que
Elizabeth por fin se había dado cuenta de su amor por
Ángel, pero al parecer estaba equivocada, aunque el
hecho de haber admitido su confusión le daba cierta
esperanza de que pronto se daría cuenta de todo-.
Entonces ¿Dónde vamos?
-A un lugar muy especial.
Las amigas caminaron por casi veinte minutos hasta
que llegaron a una pequeña plaza con un juego de
columpios.
-¿Es aquí?-Micaela no veía nada extraordinario allí.
-Si.-Contestó Elizabeth colocando el maletín frente a los
columpios-.
Este
era
el
lugar
especial
que
compartíamos con Ángel,-comenzó a sacar un cuaderno
206
17 Cartas de amor
de dibujo y un lápiz-, estuve aquí hace días y mientras
me balanceaba me sucedió algo que quiero plasmarlo
en un dibujo.
Micaela se sentó al lado de su amiga intrigada sobre
aquello.
-¿Y qué es lo que te sucedió?
-Cuando termine el dibujo lo sabrás.-Contestó Elizabeth
con una sonrisa e inmediatamente prestó atención a
aquella hoja en blanco.
Sus dedos comenzaron a realizar bocetos como si
tuvieran
vida
propia,
nunca
había
tenido
tanta
inspiración como aquel día. Estuvo casi una hora
sentada allí sin soltar el lápiz.
-Voy
a
comprar
algo
para
beber.-Dijo
Micaela
levantándose y estirándose-. ¿Quieres algo?
Elizabeth alzó la cabeza y con aire ausente contestó.
-Una Coca-Cola light por favor.
Diez
minutos
después apareció
Micaela
con
sus
bebidas y se encontró con su amiga mirando el
cuaderno con una sonrisa en sus labios y una lágrima
en su mejilla. Se sentó a su lado y le preguntó.
-¿Qué ocurre?
207
17 Cartas de amor
Elizabeth
miró a su amiga con una gran sonrisa
dibujada en su rostro.
-Lo terminé.-Le tendió el dibujo a Micaela.
Ésta ahogó un grito, el dibujo era absolutamente
hermoso, tan real que hasta parecía que iba a cobrar
vida. Allí se veía claramente el columpio que tenía
frente suyo pero en el dibujo no se encontraba vacío,
sino que uno de los asientos estaba ocupado por una
mujer de largos cabellos dorados que se mecía con
total alegría, detrás suyo alguien la columpiaba, era un
muchacho alto con su cabello negro alborotado y una
sonrisa
por demás perfecta. Este joven tenía la
particularidad de que dos enormes alas sobresalían de
sus omóplatos.
Lo que más le llamó la atención a Micaela fue que
estos dos personajes no miraban al frente, sino que sus
ojos estaban posados en los del otro completamente
compenetrado.
Sus
rostros
estaban
a
escasos
centímetros de distancia dando la ilusión de que en
cualquier instante sellarían el momento con un beso.
-¿Son Ángel y tú?-Preguntó con la voz ahogada.
-Si, somos nosotros dos.-Contestó Elizabeth con una
gran sonrisa.
208
17 Cartas de amor
-Es tan real.-Micaela hizo una pausa porque no podía
evitar
quedar
contemplando
aquel
dibujo-.
¿Qué
significa?
-Hace días vine a este lugar para leer la segunda carta
y mientras me columpia tuve la sensación de que
alguien me columpiaba por detrás de una forma similar
a la que Ángel lo hacía.
-Y esta es la imagen que se te vino a la mente.Completó Micaela.
-Exacto, pero no solamente significa eso.-Elizabeth se
levantó y comenzó a caminar alrededor del juego-. Yo
siempre lo vi de esa forma, como mi ángel guardián
que me protegería de todo lo malo… Entró en mi vida
en un momento complicado,-hizo una breve pausa-,
cando nadie quería tenerme cerca el se ofreció a ser mi
amigo, me dijo que nunca me juzgaría y nunca lo hizo,
me ayudó más de una vez.
-Creo que esa es una gran demostración de amor.-Dijo
Micaela aún sentada en el suelo.
-Claro que lo fue, él intentó demostrarme más de una
vez que me amaba pero yo siempre estuve ciega al
respecto.
-Pero ahora sabes lo que Ángel siente.-Micaela se puso
de pie y depositando una mano en el hombro de su
209
17 Cartas de amor
amiga dijo-. La pregunta es ¿Qué es lo que tú sientes
por él?
Elizabeth la miró a los ojos y por primera vez en días
contestó con honestidad.
-No lo sé, pero creo que falta poco para que lo
descubra.
…
“Querida Liz:
Esta carta quizás sea más breve que las
anteriores, pero no por falta de recuerdos, sino todo lo
contrario, por abundancia de ellos.
Esta vez voy a hablar sobre el año en el que nos
fuimos a vivir juntos, ¿lo recuerdas?, fue al año
siguiente de la muerte de tu padre, tu no soportabas el
vivir sola así que propusiste una idea por demás
descabellada para mi…”
Elizabeth sonrió al recordar aquello, ese fue un año
lleno de cambios pero a la vez también de alegrías. Se
acurrucó aún más en su cama y comenzó a rememorar
aquel año.
…
-Ángel se me ocurrió una idea genial.
210
17 Cartas de amor
-¿Si?, ¿Cuál?-Contestó su amigo con la cabeza apoyada
en su regazo.
-Vivamos juntos.
Ángel se levantó sobresaltado al escuchar aquello, no
podía creer lo que oía.
-¿Cómo?
-Eso, que vayamos a vivir juntos.-Contestó sonriendo
Elizabeth. Al ver que su amigo no contestaba continuó-.
No niegues que es una gran idea, yo no soporto vivir
sola en aquella casa tan llena de recuerdos y tú,-dijo
señalándolo-, podrás alejarte de tus padres que no te
dejan en paz. Es la solución perfecta a nuestros
problemas.
Ángel había quedado pensando aquella proposición
pero no tardó mucho en contestar.
-¿Estás segura?
-Claro que si, ¿Qué es mejor que vivir con tu mejor
amigo?-Elizabeth levantó un dedo para que Ángel no
contestara-. Déjame contestar por ti: Nada.
-Puede que tengas razón, no perdemos nada con
intentarlo.
-¿Eso quiere decir que aceptas?
211
17 Cartas de amor
Como respuesta su amigo solo se limitó a asentir,
Elizabeth soltó un grito de emoción y se abalanzó sobre
Ángel feliz porque finalmente algo le salía bien.
…
“…Claro está que no era una locura el vivir con tu mejor
amigo, pero sí lo era el hecho de vivir con la persona
que mas amas en el mundo, verla todos los días al
despertarte, antes de dormir y no poder decirle cuanto
la amas, encontrarse tan cerca sin poder tocarla como
quieres. Más que locura era una total y completa
tortura.
Al recordar todo esto se me viene a la mente el
fragmento de una canción de Arjona: ‘Como duele
tanta distancia, aunque te escucho respirar y
estas a cientos de kilómetros, y duele quererte
tanto, fingir que todo está perfecto mientras
duele…’8, esta parte se amolda perfectamente a como
me sentí ese tiempo viviendo contigo. Me dolía en el
alma el tenerte cerca todo el tiempo y no poder tocarte
o besarte como deseaba, pero como siempre me
conformaba con la que tú quisieras darme.
La mudanza fue algo muy divertido, recuerdo que
tardamos más de una semana en desempacar todo
8
Fragmento de canción “Como duele”. Autor Ricardo Arjona, álbum
“Quinto piso”.
212
17 Cartas de amor
porque más nos dedicábamos a divertirnos que a otra
cosa….”
Elizabeth ahogó una carcajada recordando el desastre
que habían hecho al desempacar las cosas.
…
El departamento se encontraba rebosante de cajas en
la cocina, el comedor y las dos habitaciones.
-Odio desempacar.-Dijo en un suspiro Elizabeth-. ¿Tu lo
podrías hacer por mi?- Le preguntó agitando las
pestañas a su amigos.
-Ni lo pienses, hagas lo que hagas no me vas a
convencer.
-Por favor.-Dijo haciendo un puchero.
-No.-Contestó de manera terminante
-Entonces hagamos esto divertido.
-¿Cómo?
-Lo primero que desempacaremos será el equipo de
música, lo conectaremos y pondremos un Cd de Ricardo
Arjona a todo volumen.
-Y luego desempacaremos lo demás.-Completó Ángel,
-Si, pero invertiremos las cosas, yo voy a desempacar
lo tuyo y tu lo mío.
213
17 Cartas de amor
-¿Y si no quiero que veas mis cosas?-Preguntó su
amigo con una sonrisa.
-¿Y qué es lo que tienes que yo no puedo ver?-Retrucó
Elizabeth con las manos en las caderas.
-Está bien, está bien tu ganas.-Dijo resignado Ángel.
Así ambos amigos comenzaron con la tarea que tenían
por delante, habían puesto un Cd de Arjona a todo
volumen
y ocuparon la
mayor parte del
tiempo
cantando y bromeando entre ellos por lo que no
desempacaron mucho ese día.
La mañana siguiente si se habían puesto las pilas,
Elizabeth se encontraba en el cuarto de Ángel y
viceversa.
-¡Pero qué cosa más tierna!-Gritó Elizabeth desde el
cuarto de su amigo.
El aludido se apresuró para llegar hasta allí temiendo
que su amiga hubiera encontrado algo que demostrara
su amor hacia ella.
-¿Qué?-Preguntó desde la puerta.
-No sabía que utilizabas ropa interior de superhéroes,
es tan tierno.-Dijo Elizabeth sosteniendo un bóxer de
súperman en el aire.
-Eso es de cuando era niño.-Contestó poniéndose
colorado al instante.
214
17 Cartas de amor
-¿Y
por
qué
es un
talle
para
adultos?-Preguntó
reprimiendo una carcajada.
-¡Eso no te importa!-Contestó Ángel arrancándole la
ropa interior de las manos y volvió al cuarto a
desempacar.
-¡No te enojes si es lo más tierno que vi en mi vida!Gritó Elizabeth sin poder evitar la risa.
Pasado aproximadamente una hora Elizabeth sintió
una carcajada bien alta proveniente de la habitación
donde se encontraba su amigo, extrañada fue a ver qué
era lo que sucedía.
-¿Qué es tan gracioso?
-No habías contado de tu colección de hilo dental.
Elizabeth se puso roja instantáneamente.
-¿Qué haces viendo eso?-Preguntó avergonzada.
-Tú dijiste que tenía que acomodar tus cosas.-contesto
de inmediato Ángel, y volviendo su mirada a la caja
sacó un hilo dental con un corazón en la parte trasera y
soltando otra carcajada dijo-. ¿Esto es lo único que se
ve?, mmm es sexy.
Elizabeth furiosa le arrancó la ropa interior de la mano.
-Deja eso tranquilo y quita esa maldita sonrisa de tu
cara, nunca me verás con una puesta.
215
17 Cartas de amor
-No hay problema, mi imaginación ya está trabajando
lo suficiente.
-Pervertido.-Dijo enojada y se alejó de allí.
…
“… Nunca me había divertido tanto como en aquella
semana, fue genial burlarme de tus cosas y verte poner
colorada por la rabia o la vergüenza. Ese rubor en tu
mejilla te hacía más hermosa. Me encantaba hacerte
poner de ese hermoso color.
Sinceramente ese fue el mejor año de mi vida, nunca
había sido tan feliz como lo era viviendo contigo, tu le
ponías mas color a mi vida. Me levantaba feliz porque
sabía que iba a verte con tu pijama y el pelo revuelto
producto de una noche de sueño profundo.
Amaba verte cada mañana con esa hermosa sonrisa
adormilada, amaba escucharte cantar desde la ducha,
amaba lavar los platos junto a ti y mojarnos en el
proceso; amaba verte llorar por un película de amor.
Básicamente amaba vivir junto a ti, cada momento era
hermoso, cada risa, pelea o silencio era perfecto si lo
compartía contigo.
Me encantaría volver el tiempo atrás y vivir
eternamente a tu lado, solo eso pido, estar contigo
hasta el fin de mi vida.
216
17 Cartas de amor
Te Ama… Tu Ángel.”
217
17 Cartas de amor
Carta número 14
Elizabeth se encontraba sentada a la orilla del lago
contemplando la puesta de sol, le encantaba aquella
mezcla de colores y la paz que le transmitía aquello.
Una sombra detrás suyo la distrajo y, alzando la
mirada, vio a un hombre alto con el cabello negro
azabache, un cuerpo bien trabajado, una sonrisa
hermosa de costado y unos ojos grises penetrantes que
la miraban desde arriba.
-Ángel.-Dijo con la voz ronca.
Él se sentó a su lado y comenzó a contemplar el ocaso.
-Es hermoso.
-Si, muy hermoso.-Contestó Elizabeth contemplando a
su amigo, éste al sentirse observado giró su cabeza
hacia ella.
-¿Cómo estás?-Preguntó con una sonrisa deslumbrante.
-¿Te digo la verdad?
-Por supuesto, recuerda que yo sé cuando mientes.
-Estoy confundida.
-¿Confundida por qué?
218
17 Cartas de amor
-Por esta mezcla de sentimientos.-Contestó Elizabeth
dirigiendo nuevamente su mirada al horizonte-. Yo
siempre creí tener claro que te quería solo como un
amigo hasta que comencé a leer tus cartas. Ellas
despertaron en mí sentimientos nuevos que no se
ponerles un nombre.
-¿No sabes o no quieres ponerle un nombre?-Le
preguntó Ángel colocando un mechón de cabello detrás
de la oreja de Elizabeth.
-Sinceramente no quiero darle un nombre porque
todavía no tengo bien claro que significan.-Hizo una
breve pausa-. Pero hay algo que no puedo negar.
-¿Y qué es eso?
-Que te extraño muchísimo y que te necesito a mi
lado.-Contestó y una lágrima se le escapó.
-Yo también te extraño Liz, más de lo que te puedes
imaginar.
-Entonces, ¿Por qué te fuiste?
-Por que ya no aguantaba más, sin ti mi vida era vacía.
-¡Pero si me tenías!-Gritó Elizabeth sin contener las
lágrimas.
-Pero no de la forma que yo lo necesitaba. Yo te amaba
con locura y fue esa misma locura la que me llevó a
hacer lo que hice.
219
17 Cartas de amor
-Pero podrías hacer luchado.
-Tienes razón, lo podría haber hecho pero no me
garantizaba la victoria.
-¿Y si la respuesta era la que tu esperabas?
-¿Me estás queriendo decir que podría hacer recibido un
sí como respuesta?
-Quizás.-Se limitó a contestar Elizabeth.
-Necesito seguridad en tu respuesta.
-Otra vez con eso, ¿para que la necesitas?
-No te lo puedo decir, pero te repito que cuando lo
descubras sabrás a que me refiero angelito.
Ángel se acercó y abrazó a Elizabeth, eso era algo que
ambos necesitaban, los brazos del otro.
-Estas muy cerca de descubrirlo.-Le susurró al oído.
Y con esa última frase Elizabeth se despertó.
…
El día pasó volando entre las llamadas de sus
pacientes, pero la cabeza de Elizabeth no se encontraba
allí sino en el sueño que había tenido, cada vez más
seguido soñaba con Ángel y le sorprendía saber que lo
esperaba ansiosa, esa era una forma de sentirse más
cerca de él.
220
17 Cartas de amor
Cerca del mediodía había llamado a Micaela para
almorzar
juntas,
ahora
que
quería
aclarar
sus
sentimientos necesitaba de toda la ayuda que su amiga
pudiera darle.
Aproximadamente a la una de la tarde Elizabeth y
Micaela
se
encontraban
comiendo
unas
deliciosas
hamburguesas.
-Entonces, ¿Cómo vas con las cartas de Ángel?Preguntó por fin Micaela.
-Creando confusión a medida que avanza.
-¿Qué clase de confusión?
-Ya no estoy tan segura de que quiero a Ángel solo
como amigo.-Confesó finalmente.
Micaela se atragantó con una papa frita, no podía creer
que Elizabeth hubiera confesado aquello.
-¿Finalmente te diste cuenta que lo amas?
-No, pero si se que lo deseaba.
-¿Cómo?-Preguntó extrañada Micaela.
-Lo deseaba, deseaba sus abrazos, sus besos y sus
caricias.-Dijo Elizabeth poniéndose colorada de repente.
-¿Y eso no es amor?
-No, es algo físico solamente.
221
17 Cartas de amor
-O sea que sigues sin querer darte cuenta de las cosas.
-¿Por qué lo dices?
-Porque tanto tú como yo sabemos que no era algo
puramente físico lo que sentías por él, deja de
engañarte.
-Pero…
-Nada de peros Elizabeth, tienes que darte cuenta de
que lo amas, no puedes ser tan ciega.
-¿Y qué sugieres que haga?
-Primero termina de leer las cartas.
-¿Por
qué
todos
me
dicen
lo
mismo?-Preguntó
exasperada Elizabeth.
-¿Todos?-Micaela no entendía muy bien lo que su
amiga quería decir.
-No me hagas caso.-Se corrigió-. ¿Pero por qué tengo
que terminar de leer las cartas?
-Porque fueron ellas las que te despertaron esos
sentimientos y quizás sean esas mismas cartas las que
te lo aclaren.
-Eso quiere decir que no me vas a ayudar.
-Solo tú puedes aclarar tus sentimientos, pero si
quieres comentar las cartas aquí me tienes.-Contestó
Micaela con una sonrisa tranquilizadora.
222
17 Cartas de amor
-Gracias por estar conmigo.
-Sabes que siempre contaras con mi apoyo.
Elizabeth
sonrió
cariñosamente,
se
levantó
rápidamente diciendo a su amiga que debía leer la
catorceava carta, no quería esperar ni un minuto más
para descubrir que era lo que le sucedía con Ángel.
Ambas
amigas
se
despidieron
afectuosamente
y
prometieron verse esa misma noche para hablar sobre
aquello.
…
Elizabeth quería estar en un lugar tranquilo para leer,
pero no le apetecía para nada encerrarse en la
habitación del hotel. Caminó y caminó sin rumbo
definido hasta que se encontró frente a “Utopía”, una
librería café que parecía muy acogedora, al entrar
respiró un ambiente de profunda tranquilidad.
-Justo lo que necesito.-Susurró.
Se sentó en una mesa vacía y le pidió a un simpático
camarero un cortado. Mientras esperaba sacó la carta
numero 14
“Querida Liz:
Cada vez nos vamos acercando al final de
esta travesía y te confieso que me muero de ganas por
saber cómo vas reaccionando con el pasar de las
223
17 Cartas de amor
cartas, espero que te lo tomes para bien y no me odies
por esto.
En esta carta hablaré sobre la forma en la que me
convertiste en la persona más feliz del planeta
cumpliendo uno de mis preciados sueños.
Si antes te amaba, con ese regalo que me hiciste para
mi cumpleaños número 24 ya te amaba con cada
partícula de mí ser. No sé cómo fue que te enteraste
que había escrito un libro, y mucho menos como
accediste a él, pero me alegro profundamente que lo
hubieras hecho…”
-No fue muy difícil averiguar que estabas escribiendo
un libro.-Dijo Elizabeth con una sonrisa al escuchar
aquello.
…
Ángel se encontraba muy distraído últimamente, no se
concentraba
por
más
de
diez
minutos
en
una
conversación, Elizabeth lo encontraba muy seguido con
la mirada perdida y todo eso podía significar una sola
cosa y era que su amigo se encontraba escribiendo una
de sus famosas historias.
Como había pasado ya más de un mes y medio con
esas actitudes Elizabeth se intrigó mucho sobre que era
aquello que Ángel escribía con tanto fervor.
224
17 Cartas de amor
Un día en el que no se encontraba en la casa Elizabeth
aprovechó para ver si encontraba algo, se dirigió
directamente a la habitación de su amigo y lo primero
que hizo fue prender su computadora y ver si allí
encontraba algo.
La registró de punta a punta pero no encontró nada,
ya exasperada buscó en el armario, en los cajones y
hasta debajo de la almohada, pero nada.
Ya a punto de rendirse se le ocurrió registrar el único
lugar que le quedaba: debajo de la cama. Allí encontró
una caja grande y al abrirla se encontró con varias
hojas escritas a mano.
-¡Bingo!-Exclamó.
En esas hojas se encontraban los primero ocho
capítulos
del
primer
libro
de
Ángel,
sin
poder
contenerse Elizabeth comenzó a leer.
No podía creer lo hermosa que era aquella historia,
había quedado atrapada desde el principio, Ángel
escribía como los dioses.
Desde ese día Elizabeth comenzó a leer todos los
avances de aquel libro sin que su amigo se enterara.
Había pasado aproximadamente otro mes y medio y
Ángel por fin había escrito el final.
225
17 Cartas de amor
Definitivamente aquel era el mejor libro que había
leído y, conociendo a su amigo, seguramente lo
mantendría escondido
privando al
mundo de tan
hermosa historia, así que se le ocurrió una gran idea.
…
“…Ni siquiera se me ocurrió enojarme contigo por haber
metido tu nariz en mis cosas, ese fue un gesto hermoso
que nunca voy a olvidar.
Recuerdo que era el día de mi cumpleaños y yo me
había levantado súper expectante porque por primera
vez en catorce años iba a pasar el día completo contigo.
Me habías dicho que no hiciera planes con nadie y como
me iba a negar a ese pedido tuyo.
Fui hacia el comedor y allí me recibiste con una
preciosa sorpresa, me habías preparado mi desayuno
favorito,
con
globos
de
todos
los
colores
desparramados en el suelo y un gran cartel de “Feliz
cumpleaños” colgado en el centro del salón, todo era
absolutamente perfecto y lo que hizo todo aún mejor
fue que tú estabas en la esquina en pijama y con una
clara expresión de incertidumbre. Pero cuando aparecí
tu cara cambió por completo, una sonrisa te iluminó y
corriste hacia mi encuentro. Me abrazaste con fuerza
deseándome
un
feliz
cumpleaños,
definitivamente
nunca olvidaré ese desayuno…”
226
17 Cartas de amor
Elizabeth se había levantado muy temprano aquel día,
quería hacerle vivir el mejor cumpleaños de su vida, así
que comenzó con el desayuno. Le preparó unos
panqueques con dulce de leche, una taza de café recién
molido, había buscado por internet la receta del muffing
que tanto le gustaba a Ángel y le hizo jugo de naranja
exprimido. Una vez terminado el desayuno se dispuso a
inflar
los
globos
y
colgar
el
cartel
de
“Feliz
cumpleaños”.
Aproximadamente a las ocho de la mañana ya tenía
todo preparado y Elizabeth se encontraba en una
esquina esperando que su amigo se levantara. En esos
minutos de descanso comenzó a reflexionar sobre la
verdadera sorpresa que tenía para Ángel, temía que a
él no le gustara o se enojara con ella por haberse
metido donde no la llamaban.
Un ruido la distrajo de sus pensamientos y al alzar la
mirada se encontró con un Ángel recién despierto, con
los ojos desorbitados por la sorpresa y una sonrisa que
comenzaba a dibujarse en su rostro.
-¿Qué es esto?
Elizabeth no lo dejó terminar, sin resistirse ni un
segundo más se abalanzó a los brazos de su amigo y
susurrándole en el oído le dijo.
-Feliz cumple mi Ángel.
227
17 Cartas de amor
“…A partir de ese momento el día no hizo más que
mejorar. El
desayuno
fue exquisito, nunca había
conocido tus habilidades culinarias amor mío, hasta
aquel día. El desayuno había pasado volando entre
bromas y recuerdos. Estoy completamente seguro que
nunca había tenido un comienzo de día tan perfecto
como aquel.
Luego del desayuno cada uno nos fuimos a trabajar y
me dijiste que te esperara para el almuerzo ya que
tenías otro regalo para mí. Estuve ansioso todo el día
tratando de imaginarme que tenías planeado para mí,
no podía creer que te hubieras preocupado tanto por
hacerme pasar tan bien el cumpleaños.
Con cada cosa linda que hacías por mí se me hacía
cada vez mas imposible el dejar de amarte…”
…
Alrededor del mediodía Elizabeth había pasado a
buscar a Ángel para un almuerzo de cumpleaños al aire
libre.
Hicieron un picnic en el lugar más alejado del parque
para desconectarse un rato de todo. Extendieron un
mantel, sacaron la comida de la cesta y se sentaron
para disfrutar de un almuerzo tranquilo.
-Gracias.-Dijo Ángel rompiendo el silencio.
228
17 Cartas de amor
-Gracias ¿Por qué?
-Por hacerme pasar el mejor cumpleaños de mi vida.
-No tienes nada que agradecer. Esto,-dijo señalando el
picnic-, es lo mínimo que puedo hacer por ti, tu siempre
estuviste ahí para mis sin importarte nada, y todo esto
es una forma de agradecerte por formar parte de mi
vida.
Ángel se levantó y se acercó a su amiga, la abrazó con
mucho sentimiento y le besó en la mejilla.
-Gracias a ti por dejarme formar parte de tu vida, eres
muy importante para mí y sin ti nada tiene sentido.
Elizabeth
no
contestó,
solo
se limitó
a
abrazar
nuevamente a su amigo.
…
“…El almuerzo se había extendido bastante, recuerdo
que cada vez que te decía para irnos tu me insistías
para
que
nos
quedáramos,
yo
no
entendía
absolutamente nada y tu no querías aclararme las
cosas. Estaba completamente seguro de que querías
volverme loco y lo peor de todo fue que disfrutabas de
aquello…”
-Por supuesto que lo disfrutaba.-Susurró Elizabeth al
recordar el aspecto que tenía Ángel cuando intentaba
descubrir que era lo que sucedía.
229
17 Cartas de amor
“…Por fin había llegado el momento de la verdad, luego
de haber levantado
los restos del
almuerzo
me
vendaste los ojos, te mentiría si te dijera que no había
sentido temor ante lo que podría suceder.
El recorrido hasta el lugar donde me esperaba la
sorpresa
había
durado
aproximadamente
treinta
minutos y con ello mi ansiedad aumentaba cada vez
más. Por fin habíamos llegado a aquel misterioso lugar,
me ayudaste a bajar del auto y entramos a una especie
de habitación, todo
se encontraba
en
silencio
y
entendía cada vez menos.
Lentamente me sacaste la venda de los ojos, cuando
me fui acostumbrando a la luz caí en la cuenta de que
encontrábamos en una librería cerrada, no veía nada
especial allí.
Recuerdo que ingenuamente te había preguntado si la
sorpresa era que me dejabas que escogiera tranquilo
una serie de libros que tú me regalarías. Tú te reíste de
mi
ocurrencia
encontraba
y me dijiste que mi
en una
sorpresa
se
esquina, el único lugar bien
iluminado.
Lentamente me fui acercando hasta que quedé a
escasos centímetros, no podía creer lo que veían mis
ojos, allí se encontraban bien expuestos decenas de
230
17 Cartas de amor
ejemplares del libro que había terminado de escribir
aproximadamente tres meses atrás.
No sabía cómo lo habías logrado, pero en el término de
esos
meses
tú
habías
conseguido
una
editorial
interesada en mi escrito y lograste que lo publicaran el
día de mi cumpleaños.
Sin poder ocultar mi alegría me acerqué hacia ti y te
abracé haciéndonos girar en el lugar.
Nunca había sido tan feliz en mi vida, tu amor mío
cumpliste mi sueño, el sueño que había tenido desde
los nueve años cuando había descubierto esa pequeña
vía de escape. Gracias a ti el mundo supo de mí y de mi
pasión. Gracias a ti amor mío me convertí en escritor.
Nunca voy a terminar de agradecerte por haber hecho
mi sueño realidad.
Te Ama… Tu Ángel.”
-Lo volvería a hacer mil veces más si con eso lograba
ver esa hermosa expresión de felicidad que tenías aquel
día.-Dijo sonriendo.
231
17 Cartas de amor
Carta número 15
Como a las nueve de la noche Micaela hizo su aparición
en la habitación de Elizabeth, en una mano sostenía
una bolsa de comida mexicana y en la otra una llena de
dulce de todos los tipos.
-Ya que nos quedaremos aquí hablando toda la noche
se
me
ocurrió
traer
provisiones.-Dijo
Micaela
extendiendo las bolsas.
-Eres una genia, piensas en todo.-Contestó Elizabeth
tomando las bolsas.
Micaela entró en la habitación y se tiró sobre la cama.
-¿Recuerdas
las
pijamadas
que
hacíamos
en
la
secundaria?-Preguntó.
Elizabeth acomodó la comida en una pequeña mesa en
el centro de la habitación.
-Claro que si, eran noches maravillosas, solos tu, Ángel
y yo.-Dijo Elizabeth con una gran sonrisa en los labios.
-Pero más parecía una pijamada entre Ángel y tú.
-¿Por qué dices eso?
-Porque era así, ustedes dos parecían tener un mundo
aparte donde no dejaban ingresar a nadie.
232
17 Cartas de amor
Elizabeth meditó lo que Micaela había dicho mientras
mordía un trozo de aquel delicioso taco mexicano.
-Ángel
y
yo
teníamos una
amistad especial, no
podíamos imaginar el dejar de ser amigos. Pero eso no
implicaba que no quisiéramos tener otros… Tú eres un
gran ejemplo de eso.
-Me permitieron se su amiga, pero nunca me dejaron
ingresar a su propio mundo.
-No se dé donde sacas esa idea.-Dijo Elizabeth un tanto
confundida.
-¿Necesitas que te lo explica?
-Me encantaría.
Micaela se levantó de la cama y se sentó en el suelo
frente a su amiga, agarró un taco de la mesa y le dio
un gran mordisco antes de hablar.
-Cuando veíamos una película los tres sentados en el
suelo ustedes dos se encontraban pegados con tu
cabeza en su hombro o la suya en tu regazo.-Volvió a
morder el
taco-. En
todo
momento
se sonreían
cómplices como si tuvieran un secreto que solo ustedes
conocían,
las
conversaciones
siempre
terminaban
siendo entre los dos.-Hizo una pausa y sonrió a su
amiga-. ¿Está bien ahí o necesitas más ejemplos?
233
17 Cartas de amor
-No, está bien, pero sigue sin explicar porque piensas
que teníamos nuestro propio mundo.
-Cuando se abrazaban parecía como si el mundo
desapareciera a su alrededor, no importabas quienes se
encontraban a su lado… Solo existían Ángel y tú.
Elizabeth quedó en silencio, Micaela tenía razón,
cuando abrazaba a Ángel sentía como que el mundo
dejaba de existir, el dolor desaparecía, los problemas
parecían insignificantes en los brazos de su amigo, ellos
eran el único refugio con que contaba y lo extrañaba
muchísimo.
-Puede que tengas razón Mica, pero dime ¿Qué mejores
amigos no tienen un mundo aparte donde solo ellos se
entienden?
-En eso tienes razón, pero la diferencia entre cualquier
pareja de mejores amigos y ustedes es que ellos crean
otros mundos con otros amigos. En cambio tú y Ángel
tenían su propio mundo y no creaban otros para sus
amigos o parejas.
-Ya estás diciendo cualquier cosa.-Exclamó Elizabeth
poniendo los ojos en blanco.
-Claro que no, a ver analicemos.-Micaela comenzó a
reflexionar-. ¿Por qué terminaste con la mayoría de tus
novios?
234
17 Cartas de amor
-Por incompatibilidad.-Contestó rápidamente Elizabeth.
-No me vengas con eso… dime la verdad.
Elizabeth dudó un poco antes de contestar, sabía que
si le decía la verdad a Micaela ésta armaría un
escándalo.
-¿Y?- Insistió su amiga.
-Ok, te lo diré.-Suspiró-. La mayoría de mis ex me
dejaron por mi amistad con Ángel, no soportaban que
pasara tanto tiempo con él o que cancelara una cita
porque él me necesitara.
-Y ahí tienes tu respuesta amiga, no podías establecer
una verdadera relación de amistad o pareja porque en
tu mente solo se encontraba Ángel y todo giraba en
torno a él.
Elizabeth no contestó a aquello, sabía que su amiga
tenía razón, nunca pudo separar su amistad con Ángel
de sus relaciones, todo su tiempo era dedicado a su
amigo. Siempre había pensado que cambiaría el día que
se enamorara de alguien, cosa que aún no había
sucedido.
-¿Recuerdas cuando le publiqué a Ángel el libro?
Micaela sonrió ante el evidente cambio de tema de
Elizabeth, se había dado cuenta que lo que le había
235
17 Cartas de amor
dicho despertó algo en su corazón, lo que quería decir
que se estaba acercando cada vez más a la verdad.
-Como olvidarlo si durante meses me taladraste la
cabeza con aquello.
-¡Que exagerada!
-¿Exagerada?, todas las noches me hablabas para que
te dijera que lo que estabas haciendo era correcto.
-Solo
necesitaba
seguridad.-Dijo
Elizabeth
encogiéndose de hombros.
-Claro, seguridad.-Micaela hizo una breve pausa-. ¿De
eso se trataba la carta?
-Si.-Sonrió de oreja a oreja-. Nunca lo había visto tan
feliz.
-Es que gracias a ti el cumplió su sueño.
-Él lo habría cumplido con o sin mi ayuda, solo le di un
pequeño empujón. Si no hubiera escrito tan bien yo no
habría conseguido nada, fue su talento lo que hizo
cumplir su sueño.-Dijo melancólica.
-Y también que la mujer que amaba creyó siempre en
él.
-¿Cómo?
236
17 Cartas de amor
-Él me hablaba de esto y siempre repetía que si había
continuado escribiendo fue porque tu siempre confiaste
en él, sin tu apoyo el no habría escrito nada.
-¿De verdad pensaba eso?-Preguntó Elizabeth con los
ojos llenos de lágrimas.
-Si.
-Pensé que era la única.-Exclamó ya sin poder contener
las lágrimas.
-¿La
única
en
qué?-Preguntó
sin
comprender
demasiado.
-Yo estudié psicología gracias a Ángel.-Hizo una breve
pausa-. Él fue el que me dijo que lo hiciera, que sería
una gran psicóloga… Él fue el único que siempre creyó
en mí, gracias a Ángel ahora trabajo en lo que más
amo.
Micaela abrazó a su amiga que había comenzado a
llorar desconsoladamente.
-¿Cómo no te diste cuenta de que son el uno para el
otro?-Le susurró al oído.
Esa pregunta fue la perdición de Elizabeth, no pudo
contestar porque el llanto se lo impedía, pero en su
corazón ya tenía la respuesta.
…
237
17 Cartas de amor
Las dos amigas se habían quedado profundamente
dormidas luego de una noche rebosante de emociones.
Elizabeth daba vueltas en la cama aparentemente
soñando.
…
Se encontraba nadando en una piscina enorme, no
pensaba en nada salvo en el sonido de sus brazadas, se
apoyó en el borde para recuperar el aliento, a su
alrededor todo era silencio, <<Hermoso y perfecto
silencio>> pensó Elizabeth con los ojos cerrados.
El sonido de un cuerpo tirándose al agua la distrajo de
sus pensamientos, se dio la vuelta y vio a alguien
acercándose a toda velocidad, por el estilo Elizabeth
supo que se trataba de Ángel, lo conocía bastante bien.
Éste salió a la superficie a escasos centímetros de
donde se encontraba ella, se acercó y le regaló un dulce
beso en la mejilla lo que logró que Elizabeth se
estremeciera por completo.
-¿Estas decidido a aparecer en todos mis sueños?-Dijo
Elizabeth sonriendo.
-Mmm si.-Contestó él con una sonrisa en los labios-. Si
te molesta me voy.-Hizo ademán de salir de la piscina,
Elizabeth le agarró la mano y lo obligó a quedarse.
238
17 Cartas de amor
-Obvio que no me molesta tonto, sino todo lo contrario,
me encanta que estés aquí.-Se puso colorada y bajó la
mirada.
Ángel la tomó por la barbilla y la obligó a mirarlo.
-Y a mí me encanta estar a tu lado.-La abrazó con
fuerza-. Te extraño mucho Liz.
-Y yo a ti Ángel.-Elizabeth se apartó un poco de su
amigo y le preguntó-. ¿Cómo estás?
-Ahora bien porque estoy contigo.-Contestó acariciando
suavemente su mejilla-. ¿Y tú? ¿Cómo vas con tu
confusión?
-Cada vez todo se va haciendo más claro.
-Pero todavía no tienes una respuesta.
-Lamentablemente no, pero pronto la tendrás Ángel.
Él la tomó de la mano y besó delicadamente los
nudillos de Elizabeth.
-Lo sé angelito, todavía hay un poco más de tiempo.Hizo una pausa y la miró fijamente a los ojos
acercándose tanto que al hablar su aliento rozaba los
labios de Elizabeth-. Te voy a dar una ayuda para que
aclares todo.
Y dicho eso la besó, y no fue un beso dulce, sino
cargado de pasión. Éste la acercó aún mas y Elizabeth
239
17 Cartas de amor
respondió enterrando sus dedos en el cabellos de Ángel
devolviéndole el beso con igual fervor, sentía que se
derretía en sus brazos, nunca la habían besado de esa
forma, o mejor dicho nunca se sintió de esa manera al
besar a otra persona, jamás se había desarmado como
en ese momento con Ángel, ¿Qué significaba aquello?
Cuando
ambos
se
quedaron
sin
respiración
se
separaron, Ángel le acarició la mejilla y sonriéndole le
dijo.
-Lee las tres cartas que faltan.
Estas últimas palabras despertaron a Elizabeth que se
levantó
apresuradamente
de
la
cama,
tomo
la
decimoquinta carta y se encerró en el baño ya que no
quería despertar a Micaela con la luz.
“Querida Liz:
‘Duele verte con un tipo al que le
faltan las ideas y le sobran argumentos’9
Perdón amor mío pero debía poner esa frase ya que
fue lo primero que pensé cuando me presentaste a
Fabián, tu último novio y debo decir que el peor de
todos. A mí nunca me cayeron bien ninguno de tus
novios por obvias razones, pero éste no solo no me
agradaba en lo más mínimo, sino también me parecía
9
Fragmento de canción “Duele verte”. Autor Ricardo Arjona, álbum
“Santo pecado”
240
17 Cartas de amor
que no era para ti por causas que saltaban a la vista
pero que tú te negabas a ver.
Recuerdo el día en el que me lo presentaste, yo no
podía creer que estaba viendo, era un chico alto de
cabello castaño bien peinado e iba impecablemente
vestido. Cuando me saludó quedó clarísimo que aquel
tipo no era un hombre para ti, apenas lo vi supe que te
haría daño y ya lo odiaba por eso…”
…
Elizabeth se puso roja de vergüenza al recordar
aquello, la verdad es que aún no entendía como no se
había dado cuenta antes sobre Fabián, no comprendía
cómo había podido ser tan ciega.
…
Aún se acordaba de aquella vez que se lo había
presentado
a
Ángel,
se
iban
a
reunir
en
su
departamento a cenar, Elizabeth se encontraba muy
nerviosa ya que las dos personas más importantes de
su vida se iban a conocer finalmente.
Se había
sandalias
cabello
puesto
su
vestido
rosa
favorito, unas
blancas sin tacón, se había recogido el
en
una
coleta
y
se
había
maquillado
suavemente. Cuando comprobó que se encontraba
presentable
se
dirigió
encontraba
Ángel
hacia
preparando
el
la
comedor,
mesa,
allí
se
éste
se
241
17 Cartas de amor
encontraba vestido con un jean azul oscuro y una
camisa negra, la verdad su amigo era muy guapo y no
solo eso, también era sexy con su cabello alborotado,
aquellos ojos grises tan intrigantes y su sonrisita de
costado. Elizabeth no comprendía porque todavía no
tenía novia, un chico así no tenía que andar solo.
Ángel levantó la mirada y le sonrío abiertamente, se
acercó a ella y la besó dulcemente en la mejilla.
-Estás hermosa Liz.-Dijo en un susurro.
-Y debo decir que tu muy guapo.-Contestó Elizabeth
con una sonrisa. Se quedaron concentrados el uno en el
otro sin apartar ni un segundo la mirada.
El timbre los sacó de su ensoñación, ambos se habían
olvidado por completo de que Fabián haría su aparición.
Elizabeth miró en dirección a la puerta sonriendo de
repente.
-Es él.
-Por fin conoceré a tu famoso novio.-Dijo malhumorado
Ángel mientras se dirigía a la cocina para controlar que
la comida no se quemara.
Pasado cinco minutos Elizabeth llamó a Ángel para que
conociera a su novio, éste de mala gana se dirigió hacia
donde estaba la pareja, cuando estuvo frente a ellos
242
17 Cartas de amor
abrió por completo los ojos y un amago de sonrisa se
dibujó en su rostro.
-Fabián te presento a mi mejor amigo en todo el
mundo, Ángel él es mi novio.-Dijo Elizabeth.
Fabián se soltó del abrazo de Elizabeth y se dirigió
hasta donde Ángel se encontraba, sonriendo de oreja a
oreja. En lugar de darle la mano lo besó en la mejilla.
-Un gusto conocerte.-Dijo Ángel.
-El gusto es todo mío.-Contestó Fabián.
…
“…Durante toda la noche lo observé fijamente, mejor
dicho los estuve observando a los dos sin poder
comprender como tú no te dabas cuenta sobre cómo
era él en realidad.
Se notaba a la distancia que era una persona muy
amable además de simpático, pero el hecho de saber
que te estaba engañando de aquella manera hizo que
no me cayera para nada bien.
Lo que más me molestaba de todo eso fue que tú
estabas completamente enamorada de él, se notaba en
tu forma de mirarlo cuando él hablaba o como
buscabas sus manos o simplemente estar cerca de él y
me dolía en el alma ver que le entregabas el amor que
tendría que ser para mí a una persona que no lo
243
17 Cartas de amor
valoraba en absoluto y que quedaba claro que no te
correspondería nunca.
Yo soñaba con que algún día me miraras de esa forma,
con ese brillo de admiración en tus ojos, pero nunca lo
hiciste, en cambio se lo entregaste todo a Fabián sin
siquiera pensar en las consecuencias.
Estuviste con él unos nueve meses, hiciste oídos
sordos a las palabras de tus amigos que querían
protegerte del daño que ese tipo tarde o temprano te
iba a hacer, te tenía encandilada y no entendía porque.
Todavía recuerdo el día en el que viniste súper
emocionada con un anillo de compromiso en el dedo,
fue ahí cuando ya no me pude resistir mas y te dije lo
que pensaba acerca de él…”
…
Elizabeth y Fabián cumplían nueve meses de novios,
ella le había comprado una serie de regalos, pero él se
encontraba raro, distante y Elizabeth suponía lo peor,
éste le había dicho que fuera a su casa para hablar. Por
la experiencia que ella tenía de sus relaciones pasadas
eso no significaba nada bueno.
Cuando fue a su casa se encontró con que todo estaba
oscuro, como la puerta estaba abierta se animó a
entrar, escuchó que sonaba “lady in red”. Se dirigó al
244
17 Cartas de amor
salón y allí se encontró con una escena que le quitó el
habla.
Había globos rosas esparcidos por toda la habitación y
decenas de corazones colgados por todas partes, el
lugar se encontraba iluminado
solamente por un
camino de velas donde al final se encontraba Fabián,
Elizabeth cruzó ese camino y se abalanzó a los brazos
de su amado, éste la miró y se arrodilló.
-Hermosa
Elizabeth,
¿quieres
casarte
conmigo?-
Preguntó.
-Si.-Fue lo único que logró contestar Elizabeth.
Ya a la medianoche Elizabeth volvió a su departamento
y sin poder contenerse se dirigió a la habitación de su
amigo, encendió la luz y pegó un salto hacia la cama de
Ángel, este asustado se despertó sin comprender que
sucedía.
-¿Qué…que pasó?-Preguntó confundido.
-¡Despierta Ángel!-Exclamó emocionada Elizabeth.
Al escuchar su voz Ángel activó rápidamente sus cinco
sentidos.
-¿Qué sucede Liz?, ¿estás bien?
-Mejor que nunca.-Hizo una pausa-. Mira.-Y le enseñó
el anillo de su dedo.
245
17 Cartas de amor
-¿Significa lo que creo?
-Fabián me pidió matrimonio y le dije que si, ¿no es
genial?
-Pues no.-Contestó muy serio.
La burbuja de felicidad de Elizabeth se había hecho
pedazos.
-¿Por qué no?
-Porque ese tipo no te conviene Liz, ¿es que no te das
cuenta?, él no es hombre para ti.
-Estoy cansada de que todos me digan lo mismo.
-Y si todos te lo decimos será porque algo de razón
tenemos.
-No.-Dijo
Elizabeth
levantándose
de
la
cama
y
dirigiéndose hacia la puerta-. Fabián es perfecto para
mí y me casaré con él tanto si te gusta como si no.
…
“…Pero no quisiste escucharme, ignoraste todo lo que
te dije como venías haciendo hacia nueve meses. Yo
sabía que saldrías lastimada de todo esto pero no podía
ayudarte si tú te negabas a recibir mi ayuda.
Pasaron
dos
meses
más
luego
de
ese
dichoso
compromiso y las cosas entre Fabián y tu comenzaron a
empeorar, recuerdo que me contabas que él se
246
17 Cartas de amor
encontraba distante y muy frio contigo, yo sospechaba
que sucedía pero no te lo iba a decir para no molestarte
una vez más.
Los días pasaron y te preocupabas aún más. Recuerdo
que ya te habías cansado de aquella actitud y fuiste a
exigirle que te contara que sucedía. Volviste a las dos
horas con el rostro empapado por las lágrimas, me
viste y te refugiaste en mis brazos para sollozar
tranquila…”
…
Había pasado más de una hora desde que Elizabeth se
encontraba llorando sobre el hombro de su amigo sin
decir ni una palabra. Cuando ya no le quedaban más
lágrimas que derramar levantó la cabeza y mirando a
Ángel dijo.
-Me lo confesó todo.-Un sollozo la interrumpió-. ¿Cómo
no me di cuenta antes?, ¿Por qué no te escuché a
tiempo?, ¡Soy una estúpida!
Ángel la abrazó con todas sus fuerzas y le dijo.
-No eres ninguna estúpida, no es tu culpa que él fuera
gay.
…
“…Pasaste meses deprimida por ese tema, nunca te
había visto tan mal, salvo cuando tus padre murieron.
247
17 Cartas de amor
Tú te culpabas por aquello creyendo que por tu causa
él era quien era, pero nunca entendiste que nada de
eso fue por tu culpa, él ya sabía que era gay mucho
antes de estar contigo.
El que se tendría que haber sentido culpable era
Fabián porque fue él el que engañó a la mejor persona
del mundo, fue él el que jugó con tu corazón cuando lo
tendría que haber cuidado y adorado porque tanto tú
como tu corazón son únicos en su especie.
Te Ama…Tu Ángel.”
248
17 Cartas de amor
Carta número 16
-¿Amiga estás ahí?- preguntó Micaela golpeando la
puerta sin cesar.
Los golpes despertaron a Elizabeth que se había
quedado dormida en la bañera abrazando con fuerza la
carta de Ángel. Como pudo se levantó y le abrió a su
amiga.
-¡Por fin! Estaba asustada
-¿Por qué?- preguntó Elizabeth reprimiendo un bostezo
-Porque estuve golpeando la puerta por mucho tiempo
y tu no abrías, pensé que te había pasado algo-hizo
una pausa- Ahora sal de aquí porque quiero entrar.
Dicho eso la empujó a su amiga fuera del cuarto de
baño y cerró la puerta con mucha fuerza, Elizabeth se
reía ante la desesperación de Micaela. Mientras
esperaba que su amiga saliera de allí comenzó a
cambiarse de ropa y a acomodar un poco la habitación,
cuando ya estaba todo listo se abrió la puerta del baño.
-Bueno ya era hora que salieras de allí, ¿te hicieron mal
los tacos?- pregunto sonriendo Elizabeth.
249
17 Cartas de amor
-Perdón, pero no fui ya la que se quedó encerrada allí
toda la noche, ¿no te enseñaron que el baño no es para
dormir?
-Es que la bañera es tan cómoda
-Me imagino-contestó Micaela- ¿Nos vamos a
desayunar?
-Claro.
Las dos amigas salieron del hotel y se dirigieron a una
cafetería, Micaela ordenó un cortado con dos
medialunas y Elizabeth un cappuccino con pan tostado,
dulce de leche y mermelada de frutilla.
No hablaron durante mucho tiempo, ambas disfrutaban
del desayuno en silencio. Elizabeth, luego de tomar un
último sorbo de su cappuccino le dijo a su amiga.
-¿Recuerdas a Fabián?
-Como olvidarlo, tú estabas loca por él y nunca pude
comprenderlo, saltaba a la vista sus preferencias
sexuales.
-No te voy a negar que es verdad, yo me di cuenta de
eso luego de que terminamos.
-Y una vez más fuiste total y completamente ciega con
respecto a cuestiones del corazón.
250
17 Cartas de amor
-La verdad es que sí, creo que es parte de mi
personalidad-dijo Elizabeth sonriendo.
-No hay dudas con respecto a eso- contestó Micaela
igual de sonriente- ¿Y qué pasa con Fabián? ¿Por qué te
acordaste de él?
-Yo no me acordé de él, la verdad es que no pienso en
Fabián desde hace años… Ángel me escribió sobre él en
la carta.
-Me lo imaginaba, recuerdo que no lo quería para nada
a tu novio
-¿Y a que novio mío quería Ángel?- preguntó Elizabeth
alzando una ceja
-Touché- dijo Micaela- pero no solo lo odiaba por ser tu
novio, la principal razón era porque ese tipo te estaba
engañando y de la peor manera
-Puede que sea cierto, pero no veo la razón para que
Ángel lo odiara tanto, si está bien me engañó con
respecto a su sexualidad, pero yo lo entendí porque
cuando estuvimos de novios el estaba confundido,
sentía cosas por mí por eso siguió conmigo
-¿Y tú le creíste?
-Claro, ¿porque no?, no es la primera vez que pasa
-Pero te mintió descaradamente- dijo Micaela sin poder
creer que su amiga le hubiera creído a aquel tipo
251
17 Cartas de amor
-¿Y tu como sabes?
-¿Acaso Ángel no te contó lo que ese dichoso novio
tuyo había intentado hacer un día que se quedó a
dormir en tu departamento?– al ver que su amiga no
respondía supo que Ángel no le había contado nada, así
que continuó- Una noche Ángel estaba con insomnio,
ya sabes cabeza de artista, así que se encontraba en la
mesa del comedor escribiendo cuando Fabián apareció
solamente vestido con unos bóxer, se saludaron y este
se fue a la cocina, al minuto apareció y se sentó al lado
de Ángel sonriéndole de oreja a oreja, hablaron un poco
de trivialidades, ya que como sabes Ángel no es muy
bueno en las conversaciones-hizo una pausa para
tomar otro sorbo a su bebida- Resumiendo, palabra va,
palabra viene tu novio se abalanzó sobre Ángel e
intento besarlo, por supuesto él se aparto bruscamente
y le preguntó que hacía, este le explico que no podía
resistirse a su linda cara, Ángel se enfureció y le
propino un puñetazo en la barriga y mientras se
retorcía en el suelo le dijo que más le valía decirte la
verdad porque no iba a permitir que el ni nadie te
hiciera daño.
Elizabeth no podía creer lo que acababa de escuchar,
Ángel nunca le había contado aquello, cosa rara porque
él le contaba todo ya sea malo o bueno, si tanto la
quería proteger de Fabián ¿Por qué no le contó todo
252
17 Cartas de amor
aquello? Decidió buscar la respuesta preguntándoselo a
Micaela porque, al parecer, sabía muchas cosas que ella
ignoraba y, por alguna extraña razón eso le molestaba
y mucho
-¿Por qué Ángel no me lo conto?, si tanto intentaba
protegerme ¿Por qué no me lo dijo en el momento?
-Porque él sabía que si te lo contaba tu no le ibas a
creer, Elizabeth estabas ciega con respecto a ese chico.
-Pero si Ángel me lo decía yo le iba a creer- Elizabeth
tomo aire- Él era al único al que escuchaba
-¿De verdad?-Micaela entornó los ojos- Nos conocemos
mucho y bastante amiga, y ambas sabemos que eso no
es verdad
-¡Tú no sabes!- dijo Elizabeth cada vez más exasperada
-El hecho de que tú no escucharas a Ángel cuando te
dijo que no podías casarte con él e hicieras lo que
creías bien es una gran forma de demostrar que me
acabas de mentir
-¿Ángel te contó eso? La verdad es que no entiendo,
parece ser que tu sabes más de Ángel que yo-sus ojos
comenzaron a empañarse por las lágrimas- Creí que yo
era su mejor amiga pero parece que me equivoqué ya
que tu sabes más de él que yo
253
17 Cartas de amor
-¿Estas celosa?- pregunto extrañada Micaela con los
ojos desorbitados, Elizabeth solo bajó la cabeza y no
contestó-. No puedo creer que estés celosa
-¿Y cómo no estarlo? El se refugió en ti cuando yo me
fui, me reemplazo fácilmente. Tu sabes más cosas
suyas que yo y la verdad me duele, tú fuiste la que por
un año disfruto de sus abrazos y sus bromas que
siempre me pertenecieron a mi- Elizabeth se levanto de
su asiento y antes de irse dijo una última cosa- Claro
que estoy celosa, porque la única que tenía que estar a
su lado era yo… ni tu ni nadie más.
Dicho esto se fue a toda prisa de aquella cafetería,
mientras caminaba se secaba furiosamente las lágrimas
que descendían por sus mejillas, se dirigió directo al
parque ya que sabía que a esa hora no habría nadie por
allí, y necesitaba tranquilidad para pensar.
A medida que caminaba sentía que se iba
tranquilizando y su mente se iba aclarando, ¿Por qué le
había dicho todo eso a Micaela?, sus celos no tenían
nada que ver con el hecho de que Ángel le contara
muchas cosas a ella, bueno quizás un poco sí. Pero la
verdad era que ella se había sentido celosa desde
aquella frase que le había dicho su amiga <<En este
último año nos hicimos muy unidos>>, se los
imaginaba los dos solos compartiendo un desayuno
254
17 Cartas de amor
mientras ríen con complicidad, tal como ellos lo hacían
antes de que se mudara, o quizás caminando
tranquilamente por la calle cuando de repente a Ángel
le agarraba un súbito ataque de ternura y la abrazaba
con fuerza y le depositaba un suave beso en la mejilla.
Se le revolvía el estómago con solo pensarlo, esos
momentos le pertenecían a ella no a Micaela.
-Nunca dejaron de pertenecerte- dijo la voz de Ángel
que se encontraba caminando a su lado
-Dejaron de pertenecerme en el mismo instante en el
que decidiste regalarle esos momento a Micaela- dijo
Elizabeth sin apartar su mirada del suelo
-¿Por qué supones que te cambié por ella?
-Porque así fue, ella se hizo tu mejor amiga cuando me
fui, tú le contaste muchas cosas a ella que nunca se te
cruzó por la mente contarme.
-Ella no sabe ni la cuarta parte de lo que tú sabes de
mí, yo solo le conté a ella sobre mi amor por ti, nada
más que eso
-¿Y lo de Fabián que tiene que ver con tu amor hacia
mí?
-No podía contártelo, o mejor dicho temía hacerlo
-¿A que le tenías miedo?
255
17 Cartas de amor
-A que te enojaras conmigo por decírtelo, a que no me
creyeras y principalmente a que te alejaras de mí
pensando que yo solo quería separarte de él
-Tú siempre quisiste separarme de mis novios- dijo
Elizabeth en un susurro
-No Liz, yo quería separarte de la infelicidad, sabía que
esas personas no lograrían hacerte feliz nunca
Tras un largo silencio Elizabeth contestó- ¿Y tu si?
-Eso te lo tienes que contestar tu angelito- dijo Ángel
con una sonrisa de costado- Bueno, me tengo que ir
amor mío ya estuve demasiado tiempo aquí, espero
que logres responder todas esas preguntas- le depositó
un suave beso en la mejilla y dijo- Termina las cartas,
te amo
Elizabeth miró a su alrededor y Ángel ya no estaba allí,
se sentó en un banco que se encontraba cerca, de su
bolso extrajo el decimosexto sobre y comenzó a leer.
“Querida Liz:
La tristeza comenzó a embargarme nuevamente ya que
soy consciente de que solamente me queda ésta carta y
una más por escribirte. Mi distracción y mi motivo por
levantarme cada mañana terminarán y no sé qué
sucederá luego.
256
17 Cartas de amor
Estas dos últimas cartas quizás no resulten tan largas
como las otras, ya que es algo que sucedió hace tan
poco tiempo que dudo que no lo tengas en tus
recuerdos, lamento amor mío de que en está
decimosexta carta no me notes tan animado como en
las anteriores, pero es que no puedo ocultar la tristeza
que embarga mi vida, esta maldita tristeza que me
impide avanzar, que me impide hasta escribir el libro
que tengo prometido. La tristeza es mi peor enemigo,
me atormenta día y noche obligándome a enfrentarme
en una batalla que ya no me interesa ganar.
Tú sabes cómo luché contra esta maldita tristeza,
batalla tras batalla ganando la mayoría de ellas, pero
temo que en esta guerra no saldré victorioso. Ya no
tengo deseos de seguir peleando, mis fuerzas me
abandonaron el día en el que decidiste alejarte de esta
ciudad. Alejarte de mi…”
Las lágrimas volvieron a brotar por los ojos de
Elizabeth, el desconsuelo de aquella carta comenzó a
embargarla, claro que ella sabía por la tortura que
Ángel pasó para ganarle a la tristeza, ella siempre
estuvo allí, para ayudarlo a pelear, a levantarse cada
vez que caía. Cuando se fue de su ciudad creyó que él
ya se encontraba bien, nunca se imaginó que la tristeza
una vez más haría su aparición en la vida de su amigo,
y esta vez mucho peor que antes.
257
17 Cartas de amor
“… Intenté borrar de mi memoria aquel día en el que te
acercaste a mí y me diste la peor noticia de todas, te
mudabas.
Recuerdo que me explicabas que ya no podías vivir aquí
donde los recuerdos de Fabián te inundaban, donde te
habías sentido humillada de la peor manera, y en parte
entendía tu sentimiento pero odiaba el hecho de que te
alejaras de mí.
Tú siempre fuiste la única que le daba color a mi vida,
antes de que aparecieras en mi camino la vida era de
un color blanco y negro y ahora que te ibas temía que
esa monotonía volviera, y no me equivoqué al respecto.
La verdad es que te amo tanto que no me importó el
hecho de quedarme solo sin la felicidad que tu sola
presencia me otorgaba, siempre y cuando tú volvieras a
sonreír como antes, antes de que Fabián te rompiera el
corazón. Tu felicidad es lo único que siempre me
importó y, si el irte lejos de esta ciudad, de mí, te hacía
feliz yo no era quien para impedírtelo.
Pero debo confesarte que en todo esto hay algo que
me hirió profundamente, y fue el saber que te ibas
porque creías que aquí ya no te quedaba nada, como si
fuera que yo no era importante para ti…”
Elizabeth cerró los ojos al recordar aquello, se acordaba
cada palabra que le había dicho a Ángel aquel día, y se
258
17 Cartas de amor
arrepentía de cada una de ellas. Actuó sin pensar, solo
llevada por el dolor del engaño y la humillación.
…
Ángel se encontraba en su habitación totalmente
compenetrado en lo que estaba escribiendo, cuando
Elizabeth irrumpió lentamente y se sentó al borde de la
cama, éste al notar su presencia cerró la computadora
portátil y le dirigió una sonrisa a Elizabeth.
-¿Pasa algo?- preguntó su amigo
-¿Por qué piensas eso?
-Porque te conozco Liz-dijo suspirando- Cuando vienes
y entras tímidamente a mi cuarto y te sientas lo más
lejos posible es porque algo pasa, así que dime
-Hay veces que odio que me conozcas tanto
-Te conozco tanto como tú a mí, estamos en igualdad
de condiciones- contestó con una sonrisa- Ven aquídijo extendiendo los brazos, sin dudarlo Elizabeth se
refugió en ellos- Cuéntame que es lo que sucede
angelito
-Me voy de la ciudad
Ángel se puso tenso al escuchar aquella frase, pasaron
varios minutos y su amigo seguía sin contestar,
Elizabeth ya estaba empezando a preocuparse.
259
17 Cartas de amor
-¿Ángel?- preguntó
-¿Si?
-¿No piensas decir nada al respecto?
-Me voy al baño
Y dicho eso se levantó y se dirigió directo al cuarto de
baño sin siquiera mirar atrás, a Elizabeth todo aquello
se le antojó raro, esperaba que su amigo dijera algo al
respecto, incluso esperaba que se pusiera a gritar o
algo así. Esa no era una actitud que ella haya previsto
de Ángel. Al ver qué pasaba el tiempo y él no volvía
Elizabeth se levantó de la cama de su amigo y se dirigió
a preparar un café, porque sabía que Ángel explotaría
en cualquier momento.
Al parecer no se equivocó con el pensamiento, porque
al cabo de unos minutos sintió que la puerta del baño
se abría y Ángel entraba rápidamente en la cocina.
-No entiendo porque quieres irte- dijo por fin.
Elizabeth sirvió el café en dos tazas, las puso sobre la
mesa y se sentó en una de las sillas, miró a Ángel
instando a que se siente, necesitaban estar tranquilos
para hablar sobre aquello, ella quería que él la
entendiera, necesitaba irse de ese lugar para olvidarse
de todo lo malo que le pasó.
-Tenemos que hablar- dijo finalmente Elizabeth
260
17 Cartas de amor
-Creo que deberíamos
-Conseguí trabajo en otra ciudad, me pagan bien y es
algo que ayudará enormemente a mi carrera… es una
oportunidad que no debo desaprovechar
-¿Olvidaste que te conozco bien Elizabeth?-dijo Ángel
dirigiendo su mirada hacia ella- Sé que no es por lo del
trabajo que decides irte, así que por favor dime la
verdad
-Realmente odio que me conozcas tanto ¿No puedo
ocultarte nada?-contestó Elizabeth bajando la mirada
-No, no puedes, se cuándo estas mintiendo-hizo una
breve pausa- Mírame a los ojos y dime la verdad
Elizabeth levantó la mirada y se topó con los hermosos
ojos grises de su amigo, cada vez que lo miraba no
podía evitar decirle la verdad, aquellos ojos ejercía un
extraño poder sobre ella. Así que antes siquiera de
pensar lo que estaba haciendo, le dijo
-Necesito irme de aquí Ángel, no soporto seguir
viviendo en esta ciudad llena de recuerdos, de testigos
de mi humillación y de mi tristeza
-¿Te vas por Fabián?- preguntó incrédulo
-No es solo por él Ángel, sino por todo, en esta ciudad
murieron mis padres de una manera terrible, no
víctimas de una enfermedad mortal o un accidente,
261
17 Cartas de amor
sino de sus propias manos, me abandonaron sabiendo
que lo hacían, todavía no logro perdonarlos por ello.Sus ojos comenzaron a empañarse producto de las
lágrimas-. Pienso que si me alejo de aquí mi corazón
pueda sanar de una vez por todas. Y con respecto a
Fabián también me voy por él porque él fue el que
terminó por destruir mi corazón, me regaló esta
inseguridad como mujer, este temor por iniciar algún
tipo de relación con un hombre, debo alejarme de aquí
porque cada esquina me recuerda la humillación que
viví.
Comenzó a llorar desconsoladamente, Ángel se acercó
de inmediato y comenzó a secarle las lágrimas,
depositó un brazo sobre su hombro y la estrechó contra
sí mismo, esperando a que se calmara para poder
continuar, aún tenía una pregunta importante que
hacerle. Cuando Elizabeth se calmó Ángel se alejó un
poco pero sin quitar el brazo que se encontraba en su
hombro. El la miró a los ojos y le preguntó
-¿No existe ningún motivo que te impida irte?
-No Ángel, aquí ya no me queda nada
Él cerró los ojos tratando de procesar lo que Elizabeth
acababa de decirle, suspiró e imprimiendo una falsa
sonrisa en su rostro le dijo
-Está bien, si es lo que necesitas para ser feliz hazlo.
262
17 Cartas de amor
Elizabeth lo abrazó con fuerzas, nuevamente su amigo
la entendía, necesitaba de su apoyo para arriesgarse a
emprender ese nuevo viaje en su vida, completamente
sola, tal como se venía sintiendo desde que todo había
terminado con Fabián. Mientras la abrazaba Ángel
intentaba no llorar, quería esconder sus lágrimas, pero
su esfuerzo no dio frutos ya que una lágrima
comenzaba a descender por su mejilla.
“…Creíste que aquí ya no tenías nada, cuando yo
siempre estuve frente a ti y nunca lo notaste, creo que
fue en ese momento en el que me resigné a que lo
nuestro jamás podría ser, ya que tú nunca sentiste
nada por mí, más allá de un simple cariño de amigos.
Debía dejarte ir, dejarte formar una nueva vida de la
que yo no iba a ser partícipe, siempre creí que tu
felicidad se encontraba a mi lado, pero quizás me había
equivocado y tu felicidad se encontraba lejos de mí.
Tú te ibas a ir al cabo de dos meses, luego de año
nuevo, el 1° de enero iba a comenzar un nuevo año de
felicidad para ti, y un nuevo año lleno de tristeza para
mí, pero no te lo demostré. Intenté que me vieras feliz
por ti, por tu partida, cuando en realidad me estaba
muriendo por dentro.
Todas las noches el insomnio hacía su presencia, no
podía dormir pensando en los pocos días que me
263
17 Cartas de amor
quedaban a tu lado, en que ya no volvería a ver esos
ojos azules como el mar, en que ya no desayunaría con
la compañía de tu sonrisa adormilada, ya no escucharía
tu canto desafinado en la ducha ni tu emoción cuando
salías a divertirte.
Tú le dabas ese toque de diversión y alegría a mi vida,
creo que nunca fui tan consciente de lo indispensable
que eras para mí hasta que te vi partir, aquel 1° de
enero. Te acompañe al aeropuerto dos horas antes para
despedirme de ti, ya en esas horas antes de tu partida
te extrañaba con locura. Tenía ganas de gritarte que no
te fueras, que te quedaras conmigo, que me eligieras
para hacerte feliz, pero como ya era costumbre en mí,
calle esos sentimientos que hasta el día de hoy me
carcomen lentamente. Sintiéndome muerto por dentro,
pero con una falsa sonrisa en mis labios te vi subir a
ese avión que te alejaba de esta ciudad, de tu pasado,
de mí.
Cuando llegué a casa la soledad me embargó, tu olor
permanecía en el ambiente, aún creía oír el eco de tu
risa en las paredes. Si ya se, todo esto era muy
melodramático, tu no habías muerto, pero si una gran
parte de mí. Había entrado a tu habitación ya vacía por
completo, salvo por aquella cama sin sabanas, me
recosté allí e hice lo que me prometí que nunca volvería
a hacer desde aquella vez que ese infeliz me violó.
264
17 Cartas de amor
Lloré, lloré desconsoladamente, como un pequeño al
que acababan de quitar un dulce.
Llore por ser un cobarde y no decirte todo lo que sentía
por ti, lloré por haberte dejado ir, lloré por el futuro que
me esperaba sin tu compañía, lloré porque mi vida ya
no tenía sentido sin ti a mi lado.
Te Ama…Tu Ángel”
Elizabeth comenzó a llorar, como si alguien hubiese
abierto un grifo que hacía desprender un torrente de
lágrimas de sus ojos.
<<Yo comencé a extrañarte en el mismo instante en el
que subí al avión, fui una estúpida por dejarte Ángel,
una total y completa estúpida>> Fue el pensamiento
que cruzó por la cabeza de Elizabeth mientras se
derrumbaba en el banco de aquel parque desierto.
265
17 Cartas de amor
Carta número 17
Elizabeth continuaba en aquel banco, sollozando
secándose las últimas lágrimas que salían de sus ojos,
ella también había sufrido enormemente al subir a
aquel avión, alejándose de la única persona que de
verdad la quería, pero realmente en ese momento
necesitaba alejarse de todo para encontrarse a sí
misma, para superar todo aquel dolor que venía
acumulando hace tantos años.
Lo que Elizabeth no había tenido previsto era el hecho
de que extrañaría tanto a Ángel, hasta llegar al punto
de recordar todas las noches todo lo que vivieron para
lograr dormir tranquila, para intentar tenerlo un poco
más cerca. Ella se había escapado de aquella ciudad
con la necesidad de encontrar la felicidad y la calma
que tanto necesitaba pero que hasta ese momento no
había encontrado.
Los fantasmas del pasado la seguían atormentando, no
había día que no recordara la muerte de su madre, de
su padre o la humillación vivida, solo en los pequeños
instantes en los que hablaba por teléfono con Ángel o
se comunicaba por medio de una video llamada era
266
17 Cartas de amor
cuando Elizabeth se encontraba en paz, se relajaba y se
permitía ser ella misma. Ángel de verdad se había
hecho indispensable en su vida, tanto que no podía
pasar un solo día sin hablar por teléfono o por chat con
él.
¿Cómo había pasado por alto aquella necesidad que
sentía por Ángel?, ¿Por qué se había empeñado tanto
por mantenerlo solo como amigo?, ¿Por qué se había
alejado de él?; ¿Por qué no había descubierto antes sus
sentimientos? Eran las preguntas que rondaban por la
cabeza de Elizabeth, ahora tenía la cabeza más clara y
los sentimientos en orden, pero el problema era que no
sabía qué hacer al respecto.
El sonido del celular la distrajo de sus pensamientos, al
observar la pantalla comprobó que era una de sus
pacientes más jóvenes, de unos 17 años. Tratando de
tranquilizarse y que no se le notara en la voz que
estuvo llorando atendió.
-Hola Melisa
-Licenciada Bennett qué bueno que la encuentro, ¿Está
ocupada?
-Claro que no Melisa, ¿Qué necesitabas?-contestó
Elizabeth conteniendo las ganas de decirle que quería
estar sola, su paciente la necesitaba y ella tenía que
dejar de lado lo que le pasaba para poder ayudarla.
267
17 Cartas de amor
-¿Recuerda a Federico?
Claro que lo recordaba, Federico era el mejor amigo de
la infancia de Melisa, ella venía de una familia muy
complicada, su padre la había abandonado cuando ella
tenía 13 años y desde ese día su madre se había vuelto
alcohólica, no le importaba ni su hija ni nada, solo su
dolor que lo ahogaba en litros y litros de alcohol. Melisa
era hija única, por lo tanto no tenía con quien compartir
sus problemas, salvo por Federico, su mejor amigo
desde que tenían 5 años, él la apoyaba en todo, la
escuchaba cuando lo necesitaba y siempre la ayudaba
en todo, era su roca, aquella tabla que la mantenía a
flote. Por alguna razón esa historia le recordaba mucho
a su amistad con Ángel.
-Claro que lo recuerdo, ¿pasó algo con él?
-Sí, hace unos días me confesó que estaba enamorado
de mí.
Elizabeth quedó congelada ante aquello, esa historia le
recordaba cada vez más a Ángel y ella.
-¿Y tú que le dijiste?
-Que yo no sentía lo mismo por él
-¿Y eso es verdad?- preguntó Elizabeth, presintiendo
cual iba a ser la respuesta, se produjo un silencio
268
17 Cartas de amor
prolongado al otro lado de la línea- ¿Melisa?- dijo
instándola a que contestara.
-Si…- contestó Melisa titubeando
-¿Segura?
-Claro, ¿Por qué no habría de estarlo?- preguntó
molesta
-Porque si estuvieras tan segura como me dices no me
habrías llamado para hablar sobre el tema
Se produjo otro largo silencio, Elizabeth podía notar
cómo le costaba confesar aquello a su paciente, así que
no dijo nada y esperó hasta que ella volviera a hablar.
-El es mi mejor amigo, el único que siempre estuvo ahí
para mí, no creo poder verlo de otra forma.
-A ver, te lo pregunto de una manera diferente, ¿Qué
es lo que sientes por él?
-Yo lo quiero mucho, cuando estoy con él todos mis
problemas desaparecen, sabe cómo hacerme reír, sabe
como abrazarme cuando estoy triste-Se produjo otro
pequeño silencio- La verdad es que sus abrazos son los
únicos que siempre me tranquilizan.
-¿Y eso que significa Melisa?
-¿Que quizás no lo veo solo como amigo?
269
17 Cartas de amor
-¿Me lo estas preguntando o me lo estás afirmando?,
Melisa solo tú sabes lo que pasa por tu corazón, intenta
acceder allí y dime que te dice.
-Que quizás estoy enamorada de él- dijo tan despacio
que a Elizabeth le costó entender que le decía- ¿Qué
hago entonces? El se enojó conmigo cuando le dije que
no sentía lo mismo por él, temo que no vuelva a
hablarme, no soporto la idea de perderlo.
Elizabeth cerró los ojos al escuchar lo que su paciente
le dijo, era exactamente como sentía ella en aquel
momento, pero en este caso Melisa tenía la oportunidad
de recuperarlo, de decirle lo que sentía, así que en ese
momento salió de su papel de psicóloga y le dijo.
-Lo que debes hacer es ir a buscarlo en donde sea que
esté y confesarle todo lo que sientes por él, no te
quedes ahí sentada con los brazos cruzados viendo
pasar a la felicidad, la verdad es que es muy difícil
encontrar esa clase de amor, no te des el lujo de
perderlo Melisa.
-Gracias licenciada, haré eso, no voy a perder a
Federico-contestó una entusiasmada Melisa
-Mucha suerte en eso, cuéntame todo después.
-Claro que lo haré… De nuevo gracias
270
17 Cartas de amor
Y dicho eso Melisa colgó, Elizabeth quedó allí sentada
mirando hacia la nada, pensando en lo que acababa de
decirle a su paciente. Deseaba tener la misma
oportunidad que ella, pero ya era tarde. Se levantó de
aquel banco y con una nueva determinación se fue de
allí
…
Una hora después se encontraba frente a la tumba de
Ángel que todavía se encontraba rodeada de flores de
aquellos seres queridos que lo iban a extrañar
profundamente, pero no tanto como ella. De su bolso
sacó la decimoséptima carta, la desplegó y antes de
comenzar a leer dijo.
-Quiero que esta última carta la leamos los dos juntos
“Querida Liz:
Antes de comenzar con esta última
carta quiero dejarte la letra de esta canción de Ricardo
Arjona que explica palabra por palabra como me siento
en este momento.
‘El problema no fue hallarte,
el problema es olvidarte.
El problema no es tu ausencia,
el problema es que te espero.
El problema no es problema,
el problema es que me duele.
271
17 Cartas de amor
El problema no es que mientas,
el problema es que te creo.
El problema no es juegues,
el problema es que es conmigo.
Si me gustaste por ser libre,
quien soy yo para cambiarte.
Si me quedé queriendo solo,
cómo hacer para obligarte.
El problema no es quererte,
es que tú no sientas lo mismo.
Y cómo deshacerme de ti si no te tengo,
cómo alejarme de ti si estás tan lejos,
cómo encontrarle una pestaña a lo que nunca
tuvo ojos,
cómo encontrarle plataformas a los que siempre
fue un barranco,
cómo encontrar en la alacena los besos que no me
diste.
Como deshacerme de ti si no te tengo,
cómo alejarme de ti si estás tan lejos
Es que el problema no es cambiarte.
El problema es que no quiero.
El problema no es que duela,
272
17 Cartas de amor
el problema es que me gusta.
El problema no es el daño,
el problema son las huellas.
El problema no es lo que haces,
el problema es que lo olvido.
El problema no es que digas,
el problema es lo que callas
Y cómo deshacerme de ti si no te tengo,
cómo alejarme de ti si estás tan lejos.
El problema no fue hallarte,
el problema es olvidarte,
el problema no es que mientas,
el problema es que te creo
el problema no es cambiarte
el problema es que no quiero.
El problema no es quererte
es que no sientas los mismo
el problema no es que juegues
El problema es que es conmigo.’10
Estoy aquí sentado, en una noche lluviosa, con una
copa de vino en una mano y en mi equipo de música
repitiendo una y otra vez esta canción. No puedo creer
10
Canción “El problema”. Autor Ricardo Arjona, álbum “Santo
pecado”.
273
17 Cartas de amor
haber llegado al final de esta confesión sin haberme
arrepentido en ningún momento.
Sé que con cada palabra, con el pasar de cada carta me
encuentro cada vez más cerca de que tu descubras la
verdad, aquella verdad que hace 17 años que vengo
callando. Te voy a admitir que estoy muy temeroso
ante tu reacción a esto, pero ni ese miedo logra
hacerme retroceder en mi determinación.
Ya no me queda mucho por decirte amor mío, mi
corazón se encuentra plasmado en estas 17 cartas,
todo mi amor por ti lo confesé por escrito, aunque no
existen palabras para expresar todo lo que siento hacia
ti mi angelito. Es un sentimiento tan fuerte que ya no
entra en mi corazón.
Te amo, como nunca pude amar a nadie, tu eres mi
vida, mi principio y mi final, eres todo lo que siempre
busque y lo que necesite para ser feliz, eres la pieza
faltante en el rompecabezas de mi vida, eres el aire que
necesito para respirar y el sol que me caliente los días
de mucho frio. Eres eso y mucho mas mi Elizabeth.
Si sonrío es gracias a ti, si escribo es por ti, si estoy
aquí escuchando sin cesar una canción de tu cantante
favorito es por ti. Todo lo que hago, todo lo que digo y
todo lo que pienso es por ti, por nadie más. Vivo por
esas llamadas telefónicas antes de dormir, vivo por
274
17 Cartas de amor
escuchar tu risa desde el otro lado de la línea, por esos
iconos estúpidos que son hermosos solo porque tú los
envías, vivo por verte a través de esa pequeña pantalla
de mi computador. Vivo en este mundo que se me
antoja absurdo solo porque tu habitas en el mi
principessa.
Estoy aquí sentado frente a la ventana de mi
habitación, con la lluvia por testigo, escribiendo esta
última carta que puede tener dos finales, por un lado el
descubrir que tú sientes lo mismo por mi otorgándome
la felicidad que tanto anhelo y por el otro lado
enfrentarme a tu rechazo, te diría que aceptaría vivir
en este mundo solo con tu amistad, pero te estaría
mintiendo descaradamente, no puedo vivir sin ti amor
mío, no puedo aceptar una simple amistad cuando mi
corazón pide más que eso. Te amo y acepto cualquier
decisión tuya. Y en base a eso espero que aceptes la
decisión que yo tome a partir de eso.
Si me rechazas no quiero que te sientas culpable, el
corazón simplemente decide, como el mío decidió
amarte desde aquella vez que te vio entrar en aquel
salón cuando solo tenía 10 años y no sabía lo que la
palabra amor significaba. Tú me devolviste mis ganas
de vivir, me diste una felicidad que había creído
perdida, mi vida cambió por completo el día en el que
275
17 Cartas de amor
me abrazaste por primera vez cuando yo no toleraba el
contacto. Gracias a ti soy quien soy.
Tú fuiste aquella estrella que brillo en aquel cielo oscuro
que era mi realidad, y por eso decidí regalarte una de
ellas, dentro de este sobre encontraras un certificado
en el que queda constancia que una de esas estrellas
que brillan en el firmamento te pertenece amor mío…”
Elizabeth, con manos temblorosas sacó aquel papel que
se encontraba dentro del sobre, efectivamente era un
certificado constatando que en aquel cielo había una
estrella con su nombre, nuevas lágrimas comenzaron a
descender, y antes de que el llanto volviera con todas
sus fuerzas continúo leyendo.
“… Quiero que esto quede como prueba de lo profundo
que es mi amor por ti, quisiera regalarte el universo por
completo, no solo una estrella, porque tú te mereces
más, mucho más mi angelito.
Solo me queda por decir que espero que estas cartas te
aclaren todo y que no me odies por no haberte
confesado nunca antes todo esto.
Te amo mi angelito, mi principessa, mi vida, mi todo.
ÁNGEL.”
Elizabeth cayó de rodillas sobre la tumba de Ángel, de
aquella persona que por tanto tiempo lo considero solo
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17 Cartas de amor
como un amigo, pero que ahora significaba mucho más.
Con la cabeza mirando el suelo y las manos arañando el
césped, el llanto comenzó a hacer nuevamente su
aparición y entre sollozos susurró
-Yo también te amo mi Ángel.
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17 Cartas de amor
Epílogo
Elizabeth se encontraba derribada sobre la tumba de
Ángel llorando sin parar, ahora que había descubierto
sus sentimientos no sabía qué hacer con aquel dolor
que sentía, si su corazón ya estaba roto ante el
pensamiento de haber perdido a su mejor amigo, ahora
se encontraba destrozado al darse cuenta que había
perdido al hombre de su vida. ¿Qué iba a hacer ahora?,
sentía como que el mundo se desplomaba bajo sus
pies.
Ángel le había dicho que terminara de leer las cartas, y
así lo hizo, le dijo que al descubrir la respuesta algo iba
a ocurrir, ¿pero qué? No sabía que sucedería a
continuación si es que algo sucedía. Seguía sollozando
en el césped cuando sintió que su teléfono vibraba en
su bolsillo, no tenía ganas de hablar con nadie, pero
aun así se secó las lágrimas y sacó su celular. En la
pantalla se veía que quien la llamaba era Micaela,
<<Justo cuando más la necesito>> pensó Elizabeth,
inspiró todo el aire que pudo y contestó
-Hola Micaela- dijo con la voz quebrada
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17 Cartas de amor
-Elizabeth, ¿estás bien? No supe de ti desde que te
fuiste de improviso en el desayuno y ya pasan de las 8
de la noche
-No estoy para nada bien Micaela-contestó sollozando
Elizabeth
-¿Qué sucedió?
-Que por fin me di cuenta que amo a Ángel con toda mi
alma, que la verdad es que siempre lo hice,-tragó
saliva-, y que no puedo hacer nada para recuperarlo.
Micaela no se encontraba sorprendida, supo desde el
momento del ataque de celos de Elizabeth que solo le
faltaría leer la última carta para descubrir el
sentimiento que tenía guardado desde hace 17 años,
cuando entro en aquel salón de clases temerosa por lo
que se iba a enfrentar, pero tranquilizándose en el
momento que sus ojos encontraron los de Ángel, los de
su alma gemela. Sonrió para sus adentros, porque
ahora si podría terminar su parte del trabajo.
-¿Dónde estás?- preguntó Micaela
-En… en el cementerio, frente a la tumba de Ángelcontestó sin detener el llanto
-¡Perfecto!
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17 Cartas de amor
-¿Cómo perfecto?-dijo Elizabeth secándose las
lágrimas- ¿No escuchaste? Estoy frente a la tumba de
Ángel, mi Ángel
-Mira Elizabeth, quiero que me prestes atención-dijo
Micaela
-Bueno-contestó Elizabeth sin entender nada
-Quiero que te arrodilles frente a la lápida, digas en voz
alta todo lo que sientes por Ángel, cuando termines
cierra un momento los ojos
-¿Para qué?
-Tú solo haz lo que te digo, saca de tu corazón todos
tus sentimientos y cierra los ojos, es lo único que
puedo decirte. Solo confía en mí
-Está bien, confiaré en ti
-Gracias, adiós Elizabeth, te quiero mucho amiga y me
encantó ayudarte
Micaela colgó sin darle la oportunidad a Elizabeth de
contestarle. ¿Por qué se había despedido de aquella
manera? La verdad es que no entendía nada, pero no
quería analizarlo en ese momento, solo quería hacer lo
que su amiga la dijo.
Se arrodillo frente a la lápida, alzó una mano y
comenzó a trazar con sus dedos las letras impresas en
aquella lápida <<ÁNGEL ABBATUCCI… AMADO HIJO Y
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17 Cartas de amor
AMIGO>>, cerró los ojos un momento visualizando a su
amado Ángel frente suyo, con aquella sonrisa que tanto
amaba y extrañaba, de pronto las palabras vinieron
solas. Miró aquella fría lápida y comenzó a hablar.
-Ángel, tu siempre fuiste mi mejor amigo, la persona
que siempre estuvo allí para salvarme, del mundo, de
mi misma. Tú te convertiste en mi única familia, en la
única persona que necesitaba para ser feliz. Me
ayudaste muchísimo sin pedir nada a cambio, tus
abrazos eran lo único que me reconfortaban y tu
sonrisa lo único que me alegraba el día-un sollozo se
escapó de su garganta-. Siempre te dije que eras mi
mejor amigo, sin darme cuenta que en realidad eras mi
alma gemela, el ángel guardián que Dios me había
enviado para salvarme del tormento que era mi vida.
Antes de ti mi vida era un desastre, era un tormento
que se reflejaba en los cortes de mis brazos, pero
cuando apareciste todo se volvió perfecto, contigo
sentía que todo iba a estar bien, a pesar de que el
mundo se desmoronaba a mi alrededor, solo necesitaba
de tus palabras o tu sonrisa para ser feliz, y nunca me
había dado cuenta que eso era amor… de que te amaba
más que a nadie en el mundo.
Elizabeth comenzó a llorar sin poder continuar
hablando, esperó unos cuantos minutos para que sus
lágrimas cesaran de caer para continuar.
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17 Cartas de amor
-Te amo desde el día en el que entre en ese salón de
clases por primera vez, tú fuiste lo primero que mis
ojos visualizaron, y con solo verte supe que te quería
en mi vida, pero fui una estúpida al no darme cuenta
de todo esto antes. Te rechacé sin siquiera escuchar lo
que tenías para decirme, estaba tan ciega que no me di
cuenta que el amor de mi vida se encontraba frente a
mí, disfrazado de mi mejor amigo- nuevos sollozos la
interrumpieron- Perdóname mi amor por no darme
cuenta antes de todo esto, haría cualquier cosa por
volver el tiempo atrás, para decirte en la cara que te
amo con locura, que eres tú lo que necesito en mi vida,
que mi felicidad está contigo y con nadie más. Desearía
volver el tiempo atrás para darte todos aquellos besos
que nos negué durante 17 años, para abrazarte y
nunca más soltarte. Te amo Ángel.
Dicho esto cerró los ojos un momento, tal como lo dijo
Micaela, y al hacerlo sintió como si una brisa le
acariciaba la mejilla dulcemente. Poco a poco fue
abriendo los ojos y se sorprendió al ver que se
encontraba en su consultorio, completamente sola, con
la computadora prendida frente suyo. ¿Se había
quedado dormida? ¿Acaso todo aquello no había sido
más que un sueño?
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17 Cartas de amor
Un sonido proveniente de su computadora le avisó que
tenía un mensaje en el chat, dirigió su mirada hacia la
pantalla y ahogó un grito al ver quien le había escrito
ÁNGEL: Liz, ¿estas ahí?
Sin pensar que hacía Elizabeth contestó
ELIZABETH: Ángel, ¿de verdad eres tú?
ÁNGEL: Claro que soy yo, ¿Quién más?
Elizabeth no contestó, se encontraba en estado de
shock, no podía creer que estuviera hablando con él, no
podía creer que el continuara vivo. Al parecer todo
había sido un sueño.
ÁNGEL: ¿Te volviste a quedar dormida en tu
consultorio angelito?
ELIZABETH: Al parecer sí
ÁNGEL: Tienes que tomarte un descanso, vas a
terminar colapsando y no podrás ayudar a tus
pacientes.
ELIZABETH: Quizás tengas razón, será mejor que
me vaya… te hablo cuando esté en casa ¿Si?
ÁNGEL: Esta bien, espero tu llamada
Elizabeth cerró sesión sin despedirse, debía ir
rápidamente a su casa. Durante todo el trayecto no
dejaba de revivir todo su sueño, había sido tan real que
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17 Cartas de amor
le costaba creer que lo había soñado todo. Cuando llegó
a su casa bajo del auto sin dejar de pensar en todo,
pero se detuvo en seco al comprobar que frente a su
puerta se encontraba aquel paquete. Sin demorar ni un
solo segundo lo tomó, entro a su casa y lo abrió. Agarro
el papel que se encontraba por encima de todos
aquellos sobres y leyó lo que estaba escrito
“Liz:
Estas cartas te las escribí todos los días durante este
último año, allí encontrarás plasmado todo lo que
siento por ti. Esta es mi forma de confesarte todo lo
que me vengo callando desde hace diecisiete años.
Con cariño Ángel”
Al parecer no había sido un sueño, Dios le estaba dando
aquella oportunidad que le había pedido y no pensaba
desaprovecharla. En lugar de llamarlo por teléfono
como había hecho aquella vez, se dirigió al aeropuerto
y se subió al primer avión que la llevaría hacia su
ciudad, hacia el encuentro con el amor de su vida.
Cuando llegó se dirigió directamente al departamento
que había compartido con Ángel, y con las manos
temblorosas producto de los nervios que sentía en
aquel momento tocó el timbre. Espero unos segundos
pensando si estaba haciendo bien, quizás se había
equivocado al ir allí, pero cuando la puerta se abrió y al
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17 Cartas de amor
ver aquellos ojos grises que siempre había amado,
todas las dudas desaparecieron.
-Elizabeth ¿Qué haces aquí?
Ella no dijo nada, solo sonrió y se abalanzó a sus
brazos, depositando sus labios en los de Ángel, este se
encontraba confuso, pero no tardó mucho tiempo en
corresponderle el beso con igual fervor. Elizabeth se
alejó lo suficiente para poder decir algo, sin poder
ocultar la sonrisa de su rostro, pero Ángel habló
primero
-No me contestaste, ¿Qué haces aquí angelito?- le
volvió a preguntar acariciando suavemente su mejilla
-Vine para decirte que yo también te amo mi Ángel,
desde el primer día que te vi, te amo tanto que duele
-¿De verdad?- preguntó con los ojos empañados por las
lágrimas
-Nunca fui tan sincera en toda mi vida
-Esto debe ser un sueño, un hermoso sueño-dijo sin
poder creer lo que ocurría
-No es un sueño, nunca más será un sueño- contestó
Elizabeth con una gran sonrisa en sus labios
-Solo hay una forma de comprobarlo
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17 Cartas de amor
Ángel se acercó lentamente y la besó dulcemente,
demostrándole en aquel beso cuanto la amaba, ella le
correspondió pegándose mas a él, colocando sus brazos
alrededor del cuello de su amor. Cuando ya no les
quedaba aire se separaron, Ángel pegó su frente a la de
Elizabeth y en un susurro le dijo
-Te prometo que te haré feliz.
-Tu siempre me hiciste feliz mi amor
Él cerró los ojos ante las palabras de Elizabeth, nunca
había pensado que la escucharía diciendo eso, creía que
lo estaba imaginado, pero al abrirlos se dio cuenta que
todo era real, ella se encontraba allí a su lado, y sin
poder reprimir la felicidad que sentía le dijo
-Te amo angelito
-Yo también te amo mi ángel guardián.
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