Observatorios Urbanos Catalina Elizabeth Cejudo Ramos*

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Observatorios Urbanos
Catalina
Elizabeth Cejudo Ramos*
El reconocido periodista Abelardo Casanova la describió en tres palabras: expresiva,
vehemente y arrolladora. La historiografía local no tiene adjetivos para Catalina Acosta
de Bernal, escritora, profesora, funcionaria y locutora. La contribución de esta mujer
sonorense a la educación en el estado y a la lucha femenina por entrar a los espacios
públicos, exclusivos en el primeras décadas del siglo XX a lo masculino, es evidente al
realizar un estudio somero de su obra, sin embargo, su nombre ha sido escasas veces
mencionado por quienes sistematizan nuestra memoria.
Nacida en Hermosillo, Sonora, inició sus estudios para convertirse en profesora en
1915, al egresar de la Escuela Normal para Maestros y Maestras, se dedicó a la
docencia. Fue durante los años treinta que tuvo una presencia importante en la prensa
local, además en la incipiente radio hermosillense, donde conducía un programa
auspiciado por la entonces Dirección General de Educación.
Catalina era de ideas firmes y creía, o al menos eso expresaba en sus publicaciones, en
el proyecto nacional pos revolucionario, pero además en las nuevas posibilidades de lo
femenino en la época que le tocó vivir. Como ejemplo, un extracto de algún texto
publicado en el periódico El Pueblo el 22 de septiembre de 1936: “Es necesario poseer
un espíritu mediocre y contradictorio para negar a la mujer el importante papel que en
todas las épocas ha desempeñado en la realización de las conquistas y es necesario
también, estar dispuesto a obstaculizar su elevación cultural, como presta medida de
amenazadora competencia en todas las actividades. …Todavía en nuestros tiempos, hay
quien argumente que una mujer preparada para la lucha ha perdido por eso su feminidad
y yo declaro: “SE ES MÁS FEMENINA CUANTO MÁS CULTA SE ES” se puede ser
digna ama de casa, amorosa madre a la vez que culta escritora, dinámica empresaria,
talentosa legisladora u obrera activa”.
Este tipo de pensamiento permeó la obra de Catalina Acosta de Bernal, quien en muchas
ocasiones reproducía los textos que publicaba en los periódicos para sus programas de
radio, donde ponderaba la importancia de la educación para lograr la tan anhelada
modernidad y el progreso, que sentían tan cercano.
Como funcionaria pública, Catalina Acosta es reconocida por haber creado el Sistema
Estatal de Escuelas Secundarias en nuestro estado, y fue evidente su esfuerzo al anotar
que de 1937 a 1951 se crearon bajo su tutela 22 escuelas secundarias a lo largo de la
geografía estatal. Para Catalina, la labor del profesor no se limitaba a impartir
conocimientos dentro del aula, según la también literata, “en todas sus épocas el
maestro, para cumplir su misión con eficacia y dignidad, se ha visto obligado a cumplir
difícilmente con su cometido; a interesarse profundamente por despertar la vocación de
los adolescentes; de afirmar su carácter; en adiestrarlos en el manejo de los instrumentos
de enseñanza; en despertarlos en el estudio y la investigación, y en el amor a las raíces
de su nacionalidad”.
Catalina continuó su labor periodística y literaria durante las décadas consiguientes,
junto con Enriqueta de Parodi y Armida de la Vara, fundó la revista Cauce, en la década
de los cincuentas. En 1968 aparece su novela Griselda la desconocida, editada por el
Gobierno del estado de Sonora, la cual hace alusión al romance y al amor maternal, y
como las novelas de esta década, no toma en cuenta los problemas políticos que
ocurrieron en el estado en 1967.
A manera de homenaje, una escuela secundaria en Huatabampo, Sonora, lleva su
nombre como garantía de que su recuerdo continúe en la memoria colectiva. Me parece
insuficiente. La aportación de Catalina Acosta de Bernal al entramado de la historia
sonorense tiene muchos visos: por un lado, su contribución a la educación de miles de
jóvenes, por otra parte, el convertirse en una figura de opinión pública a través de sus
reflexivos textos que difundía tanto en prensa como en radio, medio del cual podemos
considerarla pionera. Sin duda, la historiografía de Sonora tiene una deuda con ella y
con otras protagonistas, paradójicamente anónimas, que abonaron a la construcción de
nuestra sociedad actual.
*Asistente del Programa de la Maestría en Ciencias Sociales de El Colegio de Sonora
[email protected]
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