1 Foro Europa Agradecimiento Foro Nueva Tribuna Carlos Berzosa

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Foro Europa
Agradecimiento Foro Nueva Tribuna
Carlos Berzosa
La última vez que di una conferencia fue a las puertas de unas elecciones, en
este caso al Parlament de Catalunya.
Ahora, doy esta conferencia sin elecciones a la vista, pero enmarcada en una
crisis social, económica y democrática sin precedentes. Entendiendo que
estamos ante un cambio de época, no sólo ante una época de cambios.
Hablo desde la condición de una izquierda verde, catalana, que tiene vocación
política más allá de Catalunya, porque no hay proyecto de emancipación si no
recuperamos Europa. Formando parte de la familia del Partido Verde Europeo,
y a la vez desde una tradición nítida y claramente de izquierdas. Hablo teniendo
relaciones, como tenemos, con la Izquierda Plural, con Equo, con Compromís.
Y a la vez, compartiendo el Grupo, como lo hacemos, con IU, en el marco de la
Izquierda Plural. Esa Europa que, desde parte de la izquierda italiana, Nichi
Vendola asocia a revolución francesa, a movimiento obrero y a lucha contra los
autoritarismos. Hablo reivindicando esa Europa que se ha vinculado a un
contrato social. Y que, lamentablemente, hoy va ligada a una Troika que
impone la agenda y los intereses del capital financiero cada vez que insiste en
el mantenimiento de una inútil política de recortes, o en una reforma laboral
más dura, o ahora en la (interesada) reforma del sistema de pensiones.
La pregunta hoy es: ¿cuánta desigualdad puede soportar la democracia?
¿Cuántos discursos cargados de resignación, que repiten que NO HAY
ALTERNATIVA, aguanta una democracia que se precie de serlo?
Mi objetivo hoy es identificar al responsable del desastre, que no es sólo el
modelo político y económico neoliberal, sino aquellos que se han dejado llevar
por un discurso tecnocrático que no da alternativas. Y plantear un horizonte
donde haya una respuesta política, donde seamos capaces de sumar a la
movilización la expresión democrática y electoral, lanzando un mensaje claro,
democrático y rotundo. No aspiramos a crecer electoralmente, aspiramos a
vencerles. Y a vencerles mediante aquello que no pueden parar, que es la
fuerza de las urnas.
Vengo, por tanto, a hacer una reflexión: las elecciones europeas son una
fantástica oportunidad para lanzar un mensaje claro.
Vengo a trasladar una propuesta: con unidad y con novedad, con novedad y
con unidad, los valores, las propuestas, las ideas que hoy están en las
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antípodas de ese pacto entre PP-PSOE-CiU-UPyD, en la antípodas del artículo
135 de la CE, que están en las antípodas del NO HAY ALTERNATIVA, pueden
aspirar no sólo a crecer, sino a vencer.
1. ¿QUÉ HA PASADO Y POR QUÉ? DIAGNÓSTICO.
Conviene empezar realizando un breve pero realista y descarnado diagnóstico.
a) Fracaso económico.
La UE sólo recomienda dolor: menos sueldos, menos pensiones, menos
servicios públicos, menos prestaciones... Un dolor profundamente injusto, pues
el problema no ha sido nunca un exceso de gasto público, ni el mercado de
trabajo, ni las pensiones… sino los desmanes del sistema financiero. Esa
enorme deuda privada que el Estado ha acabado asumiendo, ese es el
problema.
Un dolor insolidario: porque mientras unos países no encuentran financiación,
otros la obtienen casi gratis. Y para los bancos, no hay problema.
Y además, dolor inútil: las consecuencias son desastrosas en términos
económicos (PIB), sociales (paro) y humanos (pobreza y extrema pobreza).
En España, como en Grecia, en Italia o en Portugal, el balance no puede ser
otro que el del fracaso de la austeridad. Hasta el punto de que sus
consecuencias están afectando al conjunto de países: Francia ya ha entrado en
recesión, Alemania está al borde de ella.
El problema ya no es la enfermedad (la crisis), es la medicina que se está
suministrando (la austeridad salvaje).
Pero, si hoy la austeridad no se sustenta ni en la teoría ni en la práctica,
¿por qué la mantienen?
Sólo se sostiene por lo que algunos ganan con el mantenimiento de
dichas políticas: la austeridad permite desmantelar el Estado del Bienestar y
están deseosos de hacer negocio a partir de su degradación.
¿Cómo, si no, se explica esta indolencia, esta insistencia en el error? Porque
detrás del dolor de una mayoría, hay quien gana mucho.
¿Cuánto va a resistir Europa y el mismo Euro en un escenario de degradación
social, democrática y económica?
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a) Fracaso político y democrático.
La crisis afecta al corazón de la convivencia, al corazón de la democracia.
¿Se puede hablar de democracia cuando las decisiones vienen impuestas por
instituciones y organismos que la ciudadanía no ha elegido, como el FMI, la
Comisión o el BCE?
¿Se puede hablar de democracia cuando aquellos a los que sí ha elegido, sus
parlamentos o el PE, tienen un papel secundario en el mejor de los casos?
Aquellos a los que hemos votado no deciden, y a los que deciden no los hemos
votado.
Además, la acción de las principales instituciones de la UE en los últimos años
ha sido insensible y prepotente con sus propios miembros más necesitados:
ahí quedan los cálculos electorales de Merkel para retrasar el primer rescate a
Grecia; las condiciones draconianas impuestas a los países rescatados,
imposibles de cumplir; la amenaza ante el amago de referéndum de
Papandreu; la imposición del gobierno tecnócrata de Monti; la histeria ante el
posible triunfo de Syriza, o la despreciable reciente actuación ante el rescate de
Chipre. La verdad: con socios como estos…
Y el contexto da pie a que los enemigos del Estado del Bienestar no
desaprovechen la ocasión de una buena crisis para desmontarlo todo.
Ahí tenemos al Gobierno Rajoy. Lo que les impone Europa les sirve para casi
todo: mercantilizar la sanidad, degradar la educación, recentralizar como
nunca. La mezquindad llega al extremo de expulsar a los hijos de los
trabajadores de la educación, llevándonos a los modelos educativos de antes
del franquismo.
Así, las instituciones europeas son utilizadas como coartada. Son utilizadas y
se dejan utilizar. Como dice Ignacio Torreblanca, “no es que los ciudadanos
hayan abandonado el proyecto europeo, es la UE quien los está abandonando
a ellos”.
Así, la UE está en manos de una derecha que sólo creyó en la UE como
un instrumento para aplicar un programa económico.
Por desgracia, la socialdemocracia tampoco ha sabido construir una alternativa
y perdió el liderazgo que había tenido. Y hoy es difícil confiar en que representa
una alternativa cuando sus gobiernos callan y acatan. ¡Qué gran decepción,
Hollande! Por no hablar de los representantes en la UE, del Partido Socialista
con
Almunia,
que
impulsan
las
políticas
más
regresivas.
El ejemplo más doloroso: la modificación exprés del artículo 135 de la CE, tan
intocable para otras cosas.
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El último ejemplo: el pacto PP-PSOE. Este pacto es un rescate, el suyo, ante la
evidente caída libre en las encuestas. Y por supuesto, abunda en el error.
Aplicar medidas de creación de empleo joven mientras se sigue exigiendo más
austeridad, es contradictorio y absurdo. En realidad, es un placebo, un souvenir
que presentar a su vuelta de Europa, pero con efectos reales nulos.
2. ¿QUÉ DEBEMOS HACER?
No es cierto que no haya alternativa. Pero, para hacerla realidad, es
necesaria la derrota política e ideológica del neoliberalismo y la
austeridad salvaje.
No basta con la movilización. A los mercados hay que derrotarlos en
aquello que tanto desprecian: la democracia.
El objetivo: forzar un cambio de color político en Europa, combinado con
una alianza de gobiernos que se planten ante la política de austeridad
salvaje. No es fácil, pero es imprescindible.
Hoy, las opciones en Europa son tres: colaborar con la austeridad (PP),
rendirse a ella (PSOE) o rebelarse (izquierda verde alternativa). Colaborar,
rendirse o rebelarse. Para nosotros, está claro lo que hay que hacer.
Esa llamada a la rebeldía la expresaba hace unas semanas Alexis Tsipras en
El País. Y considero que, también aquí, esa es hoy la opción más sensata de
todas. Y que lo más irresponsable es no hacer nada. Como ciudadanos y como
representantes de los ciudadanos, hoy es un deber plantar cara a la austeridad
salvaje y a la derecha neoliberal que domina.
Esta rebeldía cívica ya está en la calle. Pero hay que saber trasladarla. Y en
este contexto, las próximas elecciones europeas son una oportunidad:
-
Porque hoy, en realidad, la UE es más importante que nunca si
queremos no sólo salir de la crisis, sino hacerlo evitando que las fuerzas
del mercado sigan doblegándonos. Nos enfrentamos a un poder
económico transnacional; necesitamos un poder político transnacional.
-
Así es: sin la UE será imposible, pero con esta UE también lo es. Por
eso estas elecciones deben servir para visualizar la crítica a la UE y
sobre todo, la existencia de una alternativa política.
-
Para decir que la prioridad es reducir el paro, no el déficit.
Ahora bien, para conseguir todo esto hace falta sumar fuerzas. Es
imprescindible una alianza con toda la gente que está implicada en este mismo
sentido, una gran mayoría, que pide un cambio de rumbo. La fuerza de la gente
es imprescindible, sí, pero su articulación política es absolutamente necesaria.
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ICV celebró el pasado mes de abril su X Asamblea, con un eslogan muy claro y
directo: juntos, juntas, podemos cambiarlo todo. Es un compromiso honesto y
una oferta sincera. Y queremos empezar a concretarla.
Por eso quiero aprovechar este Foro para lanzar la propuesta y nuestro
compromiso particular de formar un Frente de Izquierdas y Ecologista,
que hoy se traduce en un Frente sobre todo democrático, para las
próximas elecciones europeas. Una nueva plataforma política que sume la
multitud de fuerzas sociales que han emergido en los últimos años, así como
los diferentes partidos del espacio alternativo y que esté abierto a
socialdemócratas de izquierdas.
Una oferta, no para incorporarse a nada ni a nadie, sino para construir
algo nuevo, y sobre todo, mejor y más grande que lo que hemos conocido
hasta ahora.
Y un proyecto que tenga como objetivo cambiarlo todo, que pretenda
plantarse frente a las imposiciones de la austeridad salvaje y a favor de una
Europa social y sostenible.
No se trata de crecer, o aparecer, o existir. Se trata de entender que, en un
momento excepcional, necesitamos fórmulas excepcionales. Desde la
generosidad y la trascendencia del momento.
3. CÓMO HACERLO.
En la movilización hay ya confluencia de partidos, sindicatos, asociaciones y
movimientos de manera creciente.
Esa confluencia ya se está dando en la calle, y se está dirigiendo a las
instituciones utilizando todos los mecanismos posibles y sumando el esfuerzo
de todos: huelga general, ILP sobre la dación en pago, las mareas
ciudadanas…
Necesitamos espacios de confluencia política, también. Las elecciones
europeas son una oportunidad. Sabemos que no es fácil, pero que es posible.
En este contexto, las encuestas son esperanzadoras e indican una buena
tendencia; pero también conllevan el peligro de que caigamos en el
conformismo.
La ambición no es sólo incrementar los resultados, sino definir un polo que sea
una alternativa.
La aspiración no puede ser sólo crecer. Porque la alternativa hay que
construirla antes de que se lo “carguen” todo.
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Y por ello debemos tener la ambición de querer construir una alternativa
grande, una alternativa a la derecha representada por la izquierda alternativa y
verde, con capacidad no sólo de influir, sino de convertirse en gobierno, en una
nueva mayoría, tanto aquí como en Europa.
Crecer o vencer: esa es la cuestión.
Y lo cierto es que hoy es posible. De nuevo, miremos a Grecia: donde sí se ha
conseguido ha sido donde se han sumado esfuerzos, como en Syriza.
Necesitamos unidad. Entendiendo que nadie sobra y que nadie tiene que
renunciar a lo que es. Y necesitamos novedad, con nuevos actores e
interlocutores. La novedad, sin embargo, por sí misma no pude aspirar a
construir una alternativa. La unidad puede multiplicar, pero necesita un plus
para dar un salto.
No es fácil, hace falta generosidad. Y eso significa saber renunciar a las
diferencias insalvables. Hace falta amplitud de miras, intentando aglutinar el
activismo social alternativo y a socialdemócratas de izquierdas. Y hace falta
empatía: sin apriorismos ni sectarismos, sin pedirle a nadie, de entrada, que
renuncie a lo que es.
Un programa de mínimos.
Intentar una candidatura unitaria de la izquierda alternativa es el primer
objetivo. Pero sabiendo que no es fácil, no debemos caer en la frustración. La
confluencia es un proceso y no debemos renunciar a la primera dificultad.
Por ello, si no es posible en esta ocasión, sí debe serlo por lo menos conseguir
coincidir en un programa de mínimos compartido que marque las grandes
líneas de acción que creemos necesarias.
Un programa que nos comprometamos a promover entre nuestros respectivos
socios europeos y nos obliguemos a impulsar conjuntamente en las
instituciones europeas y allí donde estemos presentes.
Un programa que debemos trabajar y acordar también conjuntamente, pero
sobre el que lanzo una propuesta inicial con seis puntos:
1. Fin de la austeridad e impulso de estímulos a la economía para crear
empleo. Ello implica también suprimir la famosa “regla de oro”, que pone
como prioridad limitar el déficit.
2. Fiscalidad justa: lucha contra los paraísos fiscales y unión fiscal.
3. Deuda y sistema financiero. BCE al servicio de la recuperación y el
empleo: reducción de tipos de interés y compra de deuda de los países
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que lo necesiten. Unión bancaria. Reestructuración de la deuda: quita y
mejores condiciones.
4. Cambio de modelo, hacia un progreso sostenible que no explote el
medio ambiente, que apueste por la economía verde, que luche contra el
cambio climático, que cambie el paradigma del crecimiento por el del
bienestar.
5. Unión política: para construir una UE más democrática, donde el PE sea
el centro y el protagonista y que además promueva y refuerce las
democracias de los Estados miembros y del mundo entero.
6. Y el pleno reconocimiento al derecho a decidir, siendo esta una
propuesta de recorrido democrático.
Creemos que es un programa razonable, que da respuesta a los problemas
que afrontamos sin necesidad de multiplicar el sufrimiento de la mayoría. Una
mayoría de la ciudadanía en la que nos veríamos representados.
Este programa de mínimos, que cada uno defendería con sus acentos y sus
formas, nos identificaría a todos. Podríamos generar una marca conjunta a
partir de ello. Su promoción y la actividad política posterior podría suponer un
primer punto de enganche para colaboraciones más estrechas.
7. UNA COALICIÓN EN EUROPA.
En la consecución de ese programa no estamos solos, ni en España ni en
Europa.
Es importante no perder de vista la dimensión internacional de lo que aquí
planteo, porque el objetivo es un cambio de las hegemonías políticas más allá
de nuestro país.
Tenemos aliados en Europa, desde Grecia a Portugal, pasando por Italia y
Francia. Es cierto que hoy no son mayoría, pero procesos de confluencia y
unión de la izquierda alternativa pueden hacerlo posible. El resultado es mayor
que la suma de las partes.
Podemos y debemos conformar un frente antiausteridad. Un frente anti-Merkel,
sí. Un frente que convierta las urnas de Atenas a Salónica, de Roma a Bolonia
o Palermo, Barcelona y Madrid, Porto y Lisboa, París… en un clamor por la
justicia social. Su suerte es también la nuestra.
Es evidente que no habrá salida de los Estados miembros sin un proyecto
europeo alternativo. O salimos todos o no saldremos.
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