Agradezco a aquél que me dejó como tarea leer el prólogo al Cromwell de Víctor Hugo. Mientras que muchos han encontrado en dicho texto de manera acertada un referente de la ideología romántica, yo he encontrado una propuesta de lectura que se centra en el tema de lo grotesco. Por lo anterior, me propongo a hacer la revisión de Polifemo como personaje grotesco a lo largo del tiempo. Pienso tomar en cuenta principalmente la obra de Teócrito, de Ovidio, de Luis Carrillo Sotomayor y de Luis de Góngora, y de manera secundaria a Homero y Virgilio. Este es un trabajo muy reducido dadas las condiciones que hay para presentarlo y soy consciente de que un análisis de esta naturaleza requiere de mayor extensión. Para no tardarme mucho con Víctor Hugo y entrar en materia, quiero citar dos frases de su prólogo para partir de ellas. Nos dice que “lo bello no tiene más que un tipo; lo feo, mil”1. También asegura que “he aquí la cima poética de los tiempos modernos. Shakespeare es el Drama; y el drama que funde en un mismo aliento lo grotesco y lo sublime, lo terrible y lo bufo”2. Lo grotesco en efecto va a ofrecer una gama de posibilidades enorme para su desarrollo, es cierto que en el principio de los tiempos se caracterizó por quedarse con todas las fealdades del mundo, pero en algún momento ya no fue suficiente y ya en tiempos de Shakespeare como he leído, se fundió con lo sublime. Polifemo jamás podría ser considerado como un arquetipo de belleza, podemos etiquetarlo como un personaje grotesco fácilmente. Es importante tomar en cuenta la primera aparición del gigante pues sin duda va condicionar su desarrollo. En La Odisea, Ulises nos dice de Polifemo que es: un pastor, tiene grave voz, es impío pues no teme a los dioses, antropófago, de aspecto monstruoso, y fuerza descomunal pues “cerró la puerta con un pedrejón grande y pesado que llevó a pulso y que no hubiesen podido mover del suelo veintidós sólidos carros de cuatro ruedas”3. Sin duda es un personaje temible y sin embargo bobo y me atrevo a decir, ingenuo. Prueba de ello es la argucia con la que Ulises logra salir de la gruta del cíclope. Ulises le da vino a Polifemo y cuando este ya está ebrio, demanda el nombre de Ulises, este le responde que se llama Nadie. Cuando Polifemo duerme, Ulises y sus hombres le clavan una estaca en el ojo para enceguecerlo. Furioso, el jayán pide ayuda a sus amigos cíclopes y demuestra su ingenuidad pues dice “¡Oh, amigos! “Nadie” me mata con engaño, no con fuerza” 4, a lo que ellos 1 Víctor Hugo, Prólogo al Cromwell, p. 44. Ibid, p. 47. 3 Homero, La odisea, p. 64. 4 Ibid, p. 66. 2 lógicamente responden “Pues si nadie te hace fuerza, ya que estás solo, no es posible evitar la enfermedad que envía el gran Zeus”5. Es Ulises quien se burla de nuestro personaje, más podemos reír del cíclope que temerle. Otra muestra de su ingenuidad es el episodio en que Ulises sale de la cueva del Cíclope escondido en un carnero y el gigante, ya ciego, le dice: ¡Carnero querido! ¿Por qué sales de la gruta el postrero del rebaño? Nunca te quedaste detrás de las ovejas, sino que andando a buen paso, pacías el primero las tiernas flores de la hierba […] mas ahora vienes, por el contrario, el último de todos. Sin duda echarás de menos el ojo de tu señor, a quien cegó un hombre malvado […]6 La crítica a menudo ha señalado que existe cierto humor en los primeros textos que tienen que ver con Polifemo. Esta característica junto con algunas otras, se va perdiendo en el camino que hay desde el Polifemo de Teócrito hasta el Polifemo de Góngora. Mientras en los inicios había que burlarse y vencer al cíclope, con Góngora hay que sentir el enorme contraste que existe entre el enamoramiento de Polifemo y su amor no correspondido. Me propongo analizar una serie de detalles que permitirán probar que el Polifemo gongorino, sin dejar de ser un personaje grotesco, ya puede participar de la belleza, fundirse en lo sublime, participar del discurso amoroso, mientras que con Teócrito y Ovidio tal concesión parece inimaginable, de hecho en el texto de Teócrito el canto del gigante tiene errores métricos lo que lo hace aun más risible7. Con Luis Carrillo el personaje a mi gusto todavía no termina de cuajar. Empecemos con el canto. Don Luis para iniciar la canción del cíclope invoca y pide “referidlo, Pïérides, os ruego”8. Es un detalle importante, el poeta necesita ayuda de las musas para recrear el canto de Polifemo pues es un canto bello, es un canto inspirado. Vilanova señala que la figura de las piérides ya se encontraba en Teócrito y es cierto “ninguna otra medicina, Nicias, hay contra Amor, ni ungüento, creo yo, ni polvo alguno, sólo las Piérides”9, pero como bien se puede observar, funcionan como sinécdoque del canto, nunca se sugiere que directamente hayan inspirado a Polifemo. En las otras versiones no hay tal mención. En el canto del gigante hay cambios radicales en la forma de halagar a Galatea. En Teócrito tenemos alabanzas que describen a Galatea como “más tierna que el cordero, más alegre 5 Ibid. Ibid, p. 67. 7 Cfr. Idilio XI, p. 126, nota 3. 8 Luis de Góngora, Fábula de Polifemo y Galatea, ed. de Alexander A. Parker, p. 149, v. 360. 9 Teócrito, Idilio XI, trad. de Manuel García Tejeiro et al, pp. 124-125, vv. 1-5. 6 que una ternerilla, más lozana que la uva verde”10. En Ovidio tenemos “más florida que el prado, más que aliso / alto eres alta, más que el cristal brillas, / espantadiza más que el cabritillo, / […] mejor que las manzanas, más erguida / que el plátano, luciente más que el hielo, / como uva dulce […] y si no huyeras / de mí, más bella que el regado huerto.”11 Carrillo rompe con la estructura más que pero retoma los temas ovidianos “no la envidia del cielo, el prado hermoso, / ya por mejor color, ya por bordado / de hermosas flores, ni con cuello hojoso / el ciprés a las nubes encumbrado; / no del arroyo aquel color lustroso, / ya en aguas libre, ya en cristal atado, / ni juntos ciprés, prado, cristal frío, / igualan la beldad del dueño mío./ Y si mis quejas, ninfa hermosa, oyeras, / […] jardín, flores vencieras”12. Con Góngora en cambio, la primera estrofa del canto se concentrará en alabar la suavidad y la blancura de la piel de la ninfa y posteriormente sus ojos. '¡Oh bella Galatea, más süave que los claveles que tronchó la aurora; blanca más que las plumas de aquel ave que dulce muere y en las aguas mora; igual en pompa al pájaro que, grave, su manto azul de tantos ojos dora cuantas el celestial zafiro estrellas! ¡Oh tú, que en dos incluyes las más bellas! Bien señala Vilanova que tanto la suavidad como la blancura estaban presentes en las otras versiones pero veamos de que manera. En Teócrito, Polifemo le dice a Galatea “más blanca eres a la vista que la leche cuajada”13. En Ovidio “más blanca, Galatea, que la alheña”14. En este texto aparece el tema de la suavidad, pero degradado, si bien se compara al principio con la suavidad de una pluma, después se iguala a la nata “como pluma suave / o cual leche cuajada” 15. Es hasta Carrillo donde aparece la comparación con el cisne “Compite al blando viento su blandura / -de cisne blanca pluma- y en dudosa / la iguala de la leche pura / la nata dulce y presunción hermosa”16. Góngora compara no la suavidad, sino la blancura del cisne con la piel de Galatea. La suavidad en cambio se compara con claveles. Es importante resaltar además, que 10 Ibid, p. 127, vv. 20-25. Ovidio, Metamorfosis, lib. XIII, trad. de David West, en Luis de Góngora, Fábula de Polifemo y Galatea, p. 167, vv. 789-797. 12 Luis Carrillo, Obras, ed. de Rosa Navarro Durán, p. 207-208, vv. 81-104. 13 Teócrito, op. ci.t, p. 127. 14 Ovidio, loc cit. 15 Ibid. 16 Luis Carrillo, loc cit. 11 mientras con Carrillo se igualan los términos pues éstos “compiten” y sólo vencerá Galatea si escucha sus palabras, con Góngora no existe esa competencia ni está condicionado el triunfo, retoma la estructura más que pero las comparaciones son infinitamente superiores a las de sus antecesores. Con respecto a los ojos, tenemos una de las innovaciones de Góngora pues no está en las demás versiones y hay que recalcar que no sólo dice que los ojos de su amada son estrellas, sino que son las más bellas de todas. Siguiendo la exaltación de los ojos de Galatea, el Polifemo gongorino también dirá “cuando niega la luz un carro de oro, / que en dos la restituye Galatea”17, es decir, que cuando no esté el Sol, puede Galatea sustituirlo con sus dos ojos, sus dos soles. La petición que hace Polifemo a la ninfa de que salga del agua está presente en todos los testimonios, pero hay que examinar las formas. En Teócrito la forma es burda “[…] os gusta vivir en el fondo de los mares. ¡Sal fuera, Galatea, y, tras salir, olvídate, como ahora yo, aquí sentado, de volver a tu casa”18. En Ovidio más refinada “tu clara frente del oscuro ponto / saca, mi Galatea”19. Mejor la versión de Carrillo que pide “sosiega el rostro de la mar airado / con el divino tuyo, ninfa mía; / merezca, si lo puede un desdichado, / con sólo verte un rato de alegría”20. Don Luis a pesar de las crónicas mejorías, supera a todos: 'Deja las ondas, deja el rubio coro de las hijas de Tetis, y el mar vea, cuando niega la luz un carro de oro, que en dos la restituye Galatea. Pisa la arena, que en la arena adoro cuantas el blanco pie conchas platea, cuyo bello contacto puede hacerlas, sin concebir rocío, parir perlas. No sólo el mar está descrito de una manera mucho más bella sino que invita a Galatea a caminar sobre la playa y dice que con el sólo contacto de su pie, las conchas podrán parir perlas, detalle único de esta versión. Vilanova a pesar de ello, señala que pudiera ser un eco remoto del poema de Ovidio en donde dice que Galatea es “más suave que la concha que el mar pule”21. Más acertado me parece señalar como fuente a Luis Carrillo que menciona el pie de Galatea pues dice “mira que quien no teme el rayo airado / tiembla a tu blanco pie, mi dueño amado” 22, pero en 17 Luis de Góngora, op. cit., vv. 371-372. Teócrito, op cit., p. 128, vv. 64-65. 19 Ovidio, op cit., p. 171, vv. 838-839. 20 Luis Carrillo, op cit., p. 208, vv. 113-116. 21 Ovidio, op. cit., p. 167, v. 793 22 Luis Carrillo, op cit., p. 213, vv. 183-184. 18 realidad, poco tiene que ver pues la capacidad de engendrar perlas en las conchas sólo aparece en el canto del Polifemo gongorino. Con esta serie de halagos y descripciones, podemos darnos cuenta de que en efecto el personaje grotesco a lo largo del tiempo, ha podido apropiarse de un discurso amoroso que nada le pide a los protagonistas de los poemas pastoriles, en efecto, Polifemo es un enamorado bucólico que expresa sus sentimientos, no sólo ya sin errores métricos, sino con gran maestría. En la caracterización que hace Polifemo de sí mismo en el canto, podremos ver también algunos cambios que nos darán idea de cómo ha evolucionado y de que su fealdad reconoce de manera dudosa los límites con la belleza. Al final de la estrofa 48 Polifemo le pide a la ninfa “[…] escucha un día / mi voz, por dulce, cuando no por mía”23. Al respecto de ello, un famoso comentarista de la Fábula de don Luis, Salcedo Coronel, nos refiere a un pasaje del poema de Teócrito, pero bien señala Vilanova que la relación es forzada pues dicho pasaje dice “sé tocar la siringa como aquí ningún Cíclope la toca, cuando te canto a ti, dulce manzana mía”24. No se puede negar que en ambos pasajes se menciona que Polifemo realiza bien su tarea, pero para empezar, el Polifemo gongorino habla de su voz, mientras que el de Teócrito habla de su siringa. Sin embargo, lo que es importante aclarar aquí es el sentido de esas palabras. A mi parecer Polifemo quiere decir 'escucha mi voz un día, en primer lugar porque es mía, sino por eso, porque además es dulce', es la clásica estructura cuando no A, entonces B. Hay entonces un juicio de valor, Polifemo considera que su voz merece ser escuchada porque es suya. El linaje del jayán es otro tema recurrente, su padre es Neptuno. La estrofa gongorina dice: Del Júpiter soy hijo, de las ondas, aunque pastor; si tu desdén no espera a que el monarca de esas grutas hondas en trono de cristal te abrace nuera, Polifemo te llama, no te escondas, que tanto esposo admira la ribera cual otro no vio Febo más robusto del perezoso Volga al Indo adusto. El linaje aparece desde Ovidio cuando dice “y además, en el mar que habitas reina / mi 23 24 Luis de Góngora, op. cit., p. 150, vv. 383-384. Teócrito, op. cit., pp. 127-128, vv. 38-40. padre: tal te ofrezco como suegro”25. Carrillo amplia apenas un poco el pasaje ovidiano “suegro te doy a aquel que el ancho suelo / abraza altivo de uno a otro polo; / tu rey es y señor”. Vilanova dice adecuadamente: Todos los traductores e imitadores de Ovidio coinciden unánimemente, desde Barahona a Carrillo, en la repetición del concepto ovidiano, según el cual Polifemo le dice a Galatea que le dará por suegro a Neptuno. El único que da a este concepto una forma nueva y que pone en boca del cíclope una expresión menos jactanciosa y al propio tiempo mucho más hábil para tentar la femenil vanidad de Galatea es Stigliani, en cuyo poema Polifemo advierte a la ninfa que si acepta su amor, será nuera del gran Neptuno. El hecho de ser éste el único precedente del pasaje gongorino que estamos estudiando, que en este punto coincide exactamente con él, permite aventurar casi la segura hipótesis de que la fórmula empleada por Góngora, te abrace nuera, es una reminiscencia directa del verso de Stigliani.26 Incluso comparado con Stigliani, el verso del personaje gongorino es mejor, más sutil, y en palabras de Vilanova, es “una expresión menos jactanciosa y al propio tiempo mucho más hábil para tentar la femenil vanidad”. En esta misma estrofa, Polifemo hace una hipérbole con respecto a su tamaño y pone al Sol de testigo; afirma que no hay esposo más robusto que él. Su tamaño siempre ha sido tema importante, aparece en Ovidio cuando dice “Admira mi tamaño: ni ese Júpiter / de quien dices que reina entre los dioses / ha un cuerpo como el mío”27. Carrillo dice más o menos lo mismo “mira que grande soy: no está en el cielo / Júpiter –que decís arroja, airado, / rayos al mundo- tal, ni el ancho suelo / tal le pintó cuando le ve enojado”28. Desde la séptima estrofa gongorina se nos ha dicho que Polifemo “un monte era de miembros eminente”29, pero si la hipérbole ya comentada no es suficiente, la estrofa LII lleva al extremo el tamaño de Polifemo Sentado, a la alta palma no perdona su dulce fruto mi robusta mano; en pie, sombra capaz es mi persona de innumerables cabras el verano. ¿Qué mucho, si de nubes se corona por igualarme la montaña en vano, y en los cielos, desde esta roca, puedo escribir mis desdichas con el dedo? La primera hipérbole es modesta si la comparamos con las otras tres. El cíclope aunque esté sentado, puede tomar los dátiles de la palma. Si está de pie, su sombra puede cubrir innumerables cabras, como las que sabemos que tiene. Una montaña, en vano intenta igualarlo en 25 Ovidio, op. cit., p. 171, vv. 853-854. Antonio Vilanova, Las fuentes y los temas del Polifemo de Góngora, t. 2, p. 561. 27 Ovidio, op. cit., p. 171, vv. 842-843. 28 Luis Carrillo, op. cit., p. 213, vv. 169-171. 29 Luis de Góngora, op. cit., p. 135, v. 49. 26 tamaño a pesar de coronarse con nubes y finalmente nuestro personaje alcanza el cielo con su dedo. Es cierto que el Polifemo gongorino no se compara con Júpiter, pero hay que mencionar que a Góngora no le interesa resaltar la impiedad del jayán, además de que no podemos creerle al Polifemo de Ovidio o de Carrillo pues es ridículo pensar que es mayor que Júpiter, es una de esas hipérboles demasiado desproporcionada mientras que con el Polifemo gongorino, por la excelente construcción, sólo podemos quedarnos perplejos. Polifemo además, ahora ha cambiado su forma de ser. La estrofa LIV dice Registra en otras puertas el venado sus años, su cabeza colmilluda la fiera cuyo cerro levantado de helvecias picas es muralla aguda; la humana suya el caminante errado dio ya a mi cueva, de piedad desnuda, albergue hoy, por tu causa, al peregrino, do halló reparo, si perdió camino. Si bien los cazadores adornan sus puertas con cabezas de venados y jabalíes, Polifemo lo hacía con cabezas humanas, pero ya no, por el amor que a Galatea profesa, ahora es una gentil persona que ofrece hospedaje a peregrinos perdidos. Es cierto que Polifemo en otros textos se ha visto ablandado por el amor. En el texto de Ovidio, Galatea cuenta que “en efecto, aquél, cruel y horrible para los mismos bosques y no visto por extranjero alguno sin castigo y despreciador del gran Olimpo y de sus dioses, conoció qué es el amor y, preso por su deseo hacia mí, se abrasa olvidándose de sus animales y de sus cuevas”30. Sin embargo, reconocemos entre las consecuencias del enamoramiento que una persona mude su actuar y deje de desempeñar sus tareas, que es lo que pasa en el texto ovidiano, pero el Polifemo gongorino no sólo se ablanda, ha cambiado radicalmente de aquel Polifemo homérico que come humanos, ahora no sólo les da hospedaje sino que además les da fruta como vemos en las siguientes estrofas: 'Segunda tabla a un ginovés mi gruta de su persona fue, de su hacienda; la una reparada, la otra enjuta, relación del naufragio hizo horrenda. Luciente paga de la mejor fruta que en hierbas se recline, en hilos penda, colmillo fue del animal que el Ganges sufrir muros le vio, romper falanges: 'arco, digo, gentil, bruñida aljaba, obras ambas de artífice prolijo, 30 Ovidio, Metamorfosis, ed. de Consuelo Álvarez et al, lib. XIII, vv. 760-764. y de Malaco rey a deidad Java alto don, según ya mi huésped dijo. De aquél la mano, de ésta el hombro agrava; convencida la madre, imita al hijo: serás a un tiempo en estos horizontes Venus del mar, Cupido de los montes.' Polifemo nos cuenta como un genovés al que socorre después de un naufragio, en agradecimiento a la fruta que le da, le regala un arco y una aljaba de marfil. De esta manera no sólo somos testigos del cambio en la personalidad de Polifemo, también lo somos de la oferta de un regalo excelso, el gigante le propone a Galatea que ahora también sea “Cupido de los montes” al aceptar el arco y la aljaba que como hemos visto fueron fabricados por un prolijo artífice y digno regalo para una deidad de Java, aunque los comentaristas se decantan por decir que en realidad se trata de una reina. Sea como fuere este regalo me parece muy superior al del Polifemo de Ovidio cuando dice “dos cachorros de osa / encontré en la montaña, tan iguales / que entre sí distinguirlos no podrías: / 'Para mi dueña', dije, 'he de guardarlos'”31. Por último quiero hablar del momento en que Polifemo se ve al agua. Esto aparece desde Teócrito y estará en todas las demás versiones. En este primero dice “al fin y al cabo, no soy tan feo como dicen, que el otro día, cuando había bonanza, miréme en el mar, y mi barba y mi única pupila, a mi juicio, lucían hermosas, y el agua reflejaba el brillo de mis dientes más blanco que el mármol de Paros”32. En Ovidio se amplia “me vi sobre las aguas / reflejado, y gustóme mi figura. / […] Mis cabellos / la faz dominan, a los hombros sombra / dan como un bosque; y no reputes toscas / las muchas cerdas que mi cuerpo cubren: / frondas el árbol tiene, crin el potro, / las aves plumas, lana las ovejas: / propias del hombre son barbas y cerdas. / Un ojo solo tengo, mas parece / un gran escudo; ¿acaso desde el cielo / no mira todo el sol, sólo con uno?” 33. Luis Carrillo una vez más, apenas adapta el pasaje ovidiano “Testigo me es el agua hermosa y clara / del odio injusto que a mi rostro tienes, / pues corre murmurando después ella / de que no me quisieses, ninfa bella. / […] Sirve a mis hombros de espacioso velo / el áspero cabello derramado, / ¿y quién no estar al hombre bien confiesa / el vello grueso y duro y barba espesa? / Ciñe mi larga frente un ojo; el cielo, / como el hermoso sol, lo alumbra solo”34. Góngora nos regala una 31 Ovidio, Metamorfosis, lib. XIII, trad. de David West, en Luis de Góngora, Fábula de Polifemo y Galatea, p. 169, vv. 834-837. 32 Teócrito, op. cit., Idilio VI, p. 97, vv. 34-39. 33 Ovidio, op. cit., p. 171, vv. 840-852. 34 Luis Carrillo, op cit., pp. 211-212, vv. 165-178. estrofa excelente: 'Marítimo alcïón roca eminente sobre sus huevos coronaba, el día que espejo de zafiro fue luciente, la playa azul, de la persona mía. Miréme, y lucir vi un sol en mi frente, cuando en el cielo un ojo se veía: neutra, el agua dudaba a cuál fe preste, o al cielo humano, o al cíclope celeste. Para empezar, el mar calmado está descrito bellamente. El Polifemo gongorino se olvida de detalles capilares, se concentra en describir su ojo. A mi juicio aquí es donde lo grotesco se funde con lo sublime, donde la fealdad de Polifemo se esconde y se presenta su belleza. Su ojo, hará dudar al agua, no podrá decidir entre prestar fe al ojo de Polifemo o al ojo del cielo, es decir al Sol. En realidad la inversión de los términos “vi un sol en mi frente, / cuando en el cielo un ojo se veía” quiere decir que el ojo es más bello que el Sol mismo. Revisemos rápidamente lo que dicen los cíclopes antecesores. Como ya dije, en Ovidio dice tener un solo ojo, pero también alega que el cielo solo tiene un sol y eso le basta. Es cierto, en términos de suficiencia ambos cumplen sus funciones, pero la comparación no existe en términos de belleza. En La Eneida de Virgilio tenemos que “perforamos con aguzada estaca el único ojo que escondía bajo la torva frente, / como un escudo de Argos o lámpara de Febo”35. En este pasaje ya existe la comparación pero no el triunfo que sugiere la inversión de términos ya mencionada. En Carrillo la situación es similar, “Ciñe mi larga frente un ojo; el cielo, / como el hermoso sol, lo alumbra solo”, la comparación existe a través de un como que en el mejor de los casos, iguala, pero no declara un ganador. Es cierto, en el de Góngora no hay un juicio de valor claro, pero a través de la prosopopeya que hace al agua dudar, nos llega claro el mensaje, el ojo de Polifemo bellísimo. Espero que con esta revisión que apenas es un esbozo de lo que debe ser en realidad este trabajo, hayan compartido conmigo la tesis que me parece está comprobada, concluyo que efectivamente a lo largo del tiempo Polifemo crece tanto como personaje grotesco, que tiene que apropiarse de algunas características de lo bello para estar completo. 35 Virgilio, La Eneida, trad. de Javier de Echave-Sustaeta, lib. III, p. 101, vv. 636-637.
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