la antorcha. - Biblioteca del Congreso Nacional de Chile

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LA ANTORCHA.
N.° 9 .
Santiago, i O de febrero de 1 8
SOCIEDAD
PATRIÓTICA.
La lojia o club que se lia bautizado con
el pomposo nombre de Sociedad patriótica,
estiende su círculo de acción a algunas otras
cosas mas que a trabajar por el acierto en las
elecciones. D. Joaquin Campino, su digno
intérprete, como autor de la Noticia, hace
en ella varias indicaciones, que deben considerarse como otras tantas reformas que
meditan para ponerlas en planta, luego que
tenga efecto el soñado trastorno que ahora
los ocupa. Entre ellas figura particularmente
la de la milicia cívica, a l a cual prodigan
toscos insultos, hijos del despecho con que
miran en esta institución una garantía de la
libertad, del orden y de la tranquilidad pública. La reforma concebida consiste en estos tres imajinarios fundamentos. Primero ,
en que su réjimen está calculado para servir
de instrumento a un gobierno despótico; segundo, en que los oficiales son nombrados
por el gobierno, y tercero, en que gozan los
milicianos de los privilejios del fuero de
guerra. Tal es el patrótico modo de pensar
del intérprete de la titulada Sociedad patriótica, y tal debe ser, para que esté en consonancia con la inspirada cabeza de D. Bernardo Toro, y con la desorganizadora pertinacia de los demás coaspirant.es nue reúne
X
í
en su casa.
Tiempo hace a que los cívicos ocupan a
estos pretendidos patriotas; conocen mui
bien que están decididos por la estabilidad
de las leyes, del orden y de la libertad, pues
que saben apreciar estas ventajas sociales en
su verdadero valor. No ignoran que emplearán en su defensa las armas que les ha confiado la Nación, y que al hacer uso de su sufrajio, no lo prestarán en favor de los que va
tantas veces se han declarado enemigos de
su patria, y han sido el azote de sus conciudadanos. ¡Bien a costa suya lian tocado ya
los anarquistas este merecido desengaño!
Un real.
La milicia cívica está destinada en todos
los países donde existe, a formar una valla
impenetrable contra los avances (¡ue tienden
a perturbar el orden legalmente establecido.
Nuestra Constitución, en su artículo ciento
cincuenta y seis, dió a los pueblos esta inestimable garantía de sus derechos, al mismo
tiempo que quiso que fiasen en ella su seguridad, y que sirviese para formar un justo
equilibrio del poder.
Nadie ignora ni puede ignorar el objeto
de esta institución ; y el mismo D. Joaquin
Campino, que en su mal redactada Noticia,
se lia propuesto deprimir todo lo bueno que
puede tener un pais para su perfecta administración, se vé obligado a convenir con
nosotros sobre ese objeto ; pero como él y
su lojia han tomado sobre sí el patriótico
propósito de desmoralizar a los pueblos, haciéndoles entender que la verdadera libertad es la licencia, y que el desenfreno y desencadenamiento de todos los vicios y pasiones son el principio fundamental de que depende el bienestar de los hombres en sociedad, no desconocemos que tiene sobrada
razón para expresarse como lo hace contra
nuestra milicia cívica. Pero, guiados nosotros por mejores principios, pensamos de
distinto modo. Creemos que seria aquella
inútil, si no se procurase aleccionarla en el
manejo de las armas (¡ue se han puesto en
sus manos; y que seria perjudicial,si por medio de leyes particulares nq estuviese sometida a una autoridad exclusiva y adecuada.
Mediante esto, el celodelos jefes respectivos,
V el entusiasmo de los soldados, nuestra milicia cívica ha llegado a ser uno de los mejores ornamentos de nuestra República, lo
que incomoda sobremanera a la Sociedad
patrótica v a su torpe pregonero; y aunque
ya hemos dado la razón, proseguiremos.
Chile es mal gobernado,dice el tal D. Joaquín, porque la guardia cívica se halla montada bajo el pié de la tropa de línea; los oficiales son de nombramiento del gobierno,
debiendo ser elejidos por los soldados; se sujeta a éstos al fuero privilejiado del ejército
v a todo el rigor de las leyes penales, y, lo
<pie es peor (por ser contra la práctica de los
Estados Unidos), se les hace concurrir cada
oclio días a los ejercicios doctrinales y se les
exijen otros servicios, haciendo que la República parezca un cuartel jeneral.
Si no son otros los defectos que nota la
sociedad antipatriótica en nuestra milicia
cívica, confesamos con ella que son insoportables, y que si no se remedian, la seguridad y tranquilidad pública se perpetuarán
de tal manera, que jamas se podrán ver realizadas sus esperanzas. No importa que la
brillante guardia cívica chilena se anide,
que ni se conozca que la liai, con tal que de
ello resulte nuestro provecho. ¡Qué tal patriotismo!
Por un efecto natural de esle mismo patriotismo, es igualmente necesario convenir
en que no debe permitirse que la República
establezca por sí misma mejora alguna. Para la regularidad y buen servicio de la guardia cívica debemos tomar por modelo a los
E. U., y para los trabajos electorales, lo que
se observa en Inglaterra, sin atender a la diferencia de paises, ni a la influencia de diversas circunstancias en la aplicación de las
prácticas que se recomiendan, sino a los intereses privados de los individuos que han
formado la sociedad antipatrótica. Nada
importa, repetimos, el que defraudemos así
los trabajos de nuestros conciudadanos ,
cuando podemos traer del extranjero instituciones mas favorables a nuestras miras.
No liemos viajado por los Estados Unidos,
pero podemos asegurar que a efecto del mal
arreglo de las milicias de este pais y de la
gran dificultad de realizarlo sobre otras bases mas adecuadas, viene a ser allí casi inútil semejante institución, y por esto su gobierno se ha visto en la necesidad de aumentar la tropa veterana, para poder así llenar el
servicio militar que demanda su seguridad.
Sabemos asimismo que varios particulares y
empleados norte americanos lian admirado
los progresos y disciplina de nuestra guardia cívica, y expresado su deseo de que en
su pais se viese la milicia en igual grado de
perfección.
Los gobiernos, mientras vayan de acuer-
do con los intereses del pueblo, 110 pueden,
aunque quieran, emplear la fuerza cívica para arrebatarle su libertad. De su mal arreglo, de su insubordinación a la autoridad,
y de su defectuosa disciplina puede sí esperarse el que obre en razón inversa de su verdadero objeto; y de estas dos verdades tenemos a la vista indubitables ejemplos. La
Francia debió en un tiempo a su guardia
nacional grandes progresos en su libertad
civil; mas luego que el poder de la corona,
se vió bastante afianzado por las otras potencias,fué disuelta porque formaba un poderoso obstáculo a los pasos de la arbitrariedad. La Nación francesa pudo al cabo sacudir el yugo de la tiranía de su gobierno;
elijió otro nuevo mas acorde con sus libertades, y lo primero que se hizo fué restablecer la guardia nacional bajo las leyes mas
estrictas en órden a la disciplina. Luis Felipe dió en esto una célebre prueba de su
popularidad, y la nación armada desde su
advenimiento al trono, lo conserva en él en
medio de los embales revolucionarios, y de
las asechanzas de los asesinos. Este era el
ejemplo que debia citarnos D. Joaquín Campillo.
Ya en otro tiempo nos habló en un congreso de una jurisprudencia revolucionaria;
y ahora nos propone un réjimen revolucionario pava la guavdia cívica, porque de otro
modo no se alterará la paz pública a impulso de las tramas de la sociedad a que pertenece. Bien se infiere por lo que dice en la
Noticia, que 110 quiere que tenga un centro
de acción, v que el gobierno de quien debe
depender la seguridad pública, debe estara
merced de las facciones armadas que obedezcvi a sus respectivos caudillos. ¿Y podrá haber así libertad ? Fijemos nuestra vista sobre el triste cuadro que nos presenta
la desgraciada Polonia, que tuvo su milicia
montada en este pié. La Pospolita polaca,
sin órden, sin disciplina, sin subordinación
ni experiencia, dividida en facciones dispuestas a pro tejer los partidos que constantemente ajítaban la República, nunca sirvió
para favorecer las libertades públicas que la
nación procuraba conservar, y que era lo
que formaba su mayor orgullo. La libertad
de Polonia fué de dia en dia en decadencia,
y exaló por fin el último aliento con la paz
de la Europa, y los polacos lian quedado
reducidos a la mas espantosa esclavitudDos poderosos imperios se distribuyeron
sus despojos; y en el dia muchos de aquellos, privados hasta de su nombre, pueblan
Jos helados desiertos de la Siberia.
En vano afean, pues, los titulados patriotas el servicio de nuestros cívicos. La buena
voluntad y entusiasmo con que se han prestado a arrostrar los peligros del combate,
siempre que algún caudillo de conspiradores lia tomado una actitud hostil contra las
leyes o contraía libertad de los ciudadanos,
es uno de sus timbres mas brillantes. Si
rindieron a un enemigo de la libertad en
Coquimbo, y si en el Barón los coronó una
esplendida victoria conLra el mas alevoso
traidor, lejos de insultarlos, tributémosles
la gratitud debida a servicios tan señalados.
D. Diego Benavente, toda su lojia, y el redactor de sus despropósitos, D. Joaquin
Campillo, ceben su encono contra la guardia cívica hasta donde alcance la rabia que
los devora, que ella despreciará sus impotentes denuestos.
SOCIEDAD PATRIÓTICA POR A N T I F R A S I S .
Para no omitir cosa alguna , daremos
principio al presente artículo por el nombre que se ha querido dar a esta junta inspirada. Llámasele reunión pa trófica, y nosotros creemos con fundamento que no puede
convenir tan precioso atributo a un cuerpo
disforme en que nada vemos que se parezca
al patriotismo. A este, como es claro, pertenecen aquellas obras cuyo objeto exclusivo
es el bien de la patria: no pued§ de modo
alguno encontrarse en una reunión que al
nacer principia sembrando las semillas de
la discordia y de la mala intelijencia, y que
en su cuna deja ya ver los planes desorganizadores y liberticidas que medita. Mucho
menos podemos formar idea alguna de bien,
cuando observamos que los primeros ataques se dirijen con impudencia contra la
verdad.
Hemos dicho que la junta o reunión ha
nacido sembrando las semillas de la discordia, y la verdad de esta proposicion no
necesita otros comprobantes que la lectura
déla Noticia. ¿Qué puede esperarse de los
que se juntan bajo el pretexto de hacer que
las elecciones recaigan en sujetos dignos, a
maldecir de todas las operaciones de una adC.VRA.CTF.R Y OBJETO I)E LA
ministración, en cuyo fav or está el espíritu
público según ellos mismos confiesan? j\o
puede haber espíritu público en favor de un
gobierno, sin que sus actos sean del todo
conformes con la opinion sana de los gobernados,- y, d'gase l o q u e se quiera, la opinion que no se gana momentáneamente ni
por ilusiones, es un medio infalible casi
siempre para juzgar con acierto sobre los abusos o arreglado ejercicio del poder. Ahora bien, los intentos de derrocar esta opinion, los pasos dirijidos a conseguir tal fin,
¿pueden darse sin introducir la discordia
en el pueblo? ¿Pueden tener lugar sin desfigurar los hechos, sin verter la ponzoña que
debe abundar en el corazon que abriga proyectos tan criminales ? Si de todo esto no
ha de seguirse por necesidad la desunión
entre los ciudadanos, el fomento de innobles pasiones; si no lia de ser el oríjende suposiciones falsas, intelijencias erradas, pretensiones siniestras; sí no ha de abrir el
campo a los malos, esto es, a los que no tienen el espíritu público, ni la opinion jeneral; si, diremos en fin, no es esto lo que
tiende a causar los trastornos mas perjudiciales; no sabemos que otra cosa pueda tener influjo mas ominoso sobre la tranquili-.
dad de la República, sobre esa paz interior,
fuente fecundísima de tantos bienes. Digamos, pues, que por eonfesion del mismo
autor de la Noticia, la reunión, como opuesta al gobierno que tiene en su favor el espíritu público, es el manantial mas abundante de males imponderables.
La acusamos de antipatriótica por sus ataques conocidos a la verdad : ya se atienda
a lo que por la Noticia se sabe, que se habló en la primera sesión, ya a lo que el noticioso ha agregado. Con solo recordar los
sucesos que tuvieron lugar a fines del ano
veinte y nueve y principios del treinta, tenemos lo bastante para desmentir cuanto se ha
supuesto respecto a los principios del nuevo
orden de cosas que nació en aquellos tiempos de la opinion mas justiíicada, mas pronunciada y la mas jeneral; de la opinion
que tuvo su primer oríjen en los males que
sufríamos en su último término; de la opinion que se propuso por fin los bienes de
que gozamos en el dia, y que no pueden negarse porque saltan a la vista. La época a
que nos referimos no es tan lejana : habla
inos a los mismo:; que vivieron en ella, v
<[ue tomaron parte en unos acontecimientos que pura ningún ciudadano pueden ser
indiferentes. Todos vieron entonces la lucha sostenida de la fuerza moral contra ciertos hombres que pusieron la República al
borde de su ruina. Todos presenciaron los
procedimientos de esos hombres en las cámaras lejislativas,cuya historia se conservará
siempre para su oprobio ; todos tocaron el
desprecio con que fué bollada por ellos mismos la Constitución del año veinte y oclio ;
y esa misma Constitución será eternamente
un documento por el que se pruebe, que
bajo su imperio, la Nación debió llegar precisamente al término a que se vió reducida.
Todos supieron el año de veinte y nueve que el
mismo Presidente de la República echó en
cara públicamente a los desorganizadores,
las infracciones que habian cometido, y las
nulidades de que adolecia su reunión en
el congreso. ¿Fueron estos males de poco momento? ¿Pudo hacerse mas, no ya
para aflojar, sino para romper todos los
resortes de la administración, y echar a tierra el edificio social? ¿Pudo tener un principio mas glorioso el gobierno que felizmente ha rejido la República desde entonces, que la restitución del órden, y el sacarla de las manos de conocidos e incontenibles perturbadores? ¿No fué este el voto unánime de todos los habitantes de Chile, a
excepción de unos pocos demagogos? ¿Cómo, pues, ala vista de la misma nación , se
quiere del modo mas impudente atribuir ese
feliz cambio a principios innobles, a la violencia y a la suerte? ¿ No es esto faltar a la
buena fé del modo mas escandaloso?¿Se puede llamar- reunión patrótica la que , impugnando de tal suerte la verdad, da principio
a sus trabajos? ¿Pueden ellos prometer al
estado la apariencia sola de un bien ?
(Continuará)
La Respuesta de D. Joaquín Campino
a lo que dijimos en el número anterior,
escrita en la misma jerigonza que la Noticia, ha corroborado todo lo que hemos dicho sobre el espíritu de patriotismo que le
anima, y sobre el objeto de la lojia que se
reúne en e-asa del bendito inspirado D. Bernardo Toro. Queriendo contradecirnos, 110
lia hecho mas (pie empeorar su pésima
causa, quedando su papel reducido solo al
encabezamiento.
Dando pues, por concedido todo lo que
no ha negado, vamos a ocuparnos de lo
que ha dicho con esta intención. Para desahogar su despecho principia por llamar
insultos soeces, calumnias y chismes malignos las verdades mas reconocidas y los
hechos que todos lian presenciado,a excepción de los cuatro necios barbilindos que lo
rodean, y a los cuales tiene embaucados,
porque no lo conocen. Si quisiéramos insultarlo, diríamos que su torpe pluma se
halla vendida (aunque al fiado) a ciertos
conspiradores que demasiado conoce , y
contra quienes lia estado en guerra abierta,
como se verá mas adelante.
Niega D. Joaquín el beclio de haber dicho de D. Diego José Benavente que habia
recibido cuarenta mil patacones de los empresarios del estanco, porque dice, 110 lo
sabia, y porque no acostumbra decir sino
lo que sabe. ¡Que rectitud! Este miserable
efujio es propio solo de quien lo emplea,
que en ninguna cosa puede dar paso sin cojear. Ahora nosotros le preguntaremos,
¿ por qué siti saber nada ejercitaba su mordacidad contra un hombre que estaba libre
de un cobecho tan vergonzoso como horrible? Y si no lo ha asegurado así, ¿ por qué
ha estado en entredicho con él por el espacio de trece años ? ¿ Qué motivo le impele
ahora para dar una satisfacción tan tardía
¿Será el patriotismo? ¡Qué patriotismo! No
liai cosa que obre mayores prodijios! Desde aliora sabemos que D. Joaquín Campino se posee de tal furor patriótico al tiempo
de las elecciones, que lo hace sacrificar su
honradez y sinceridad, reuniéndose con
un hombre que por espacio de trece años
ha tenido por el mayor criminal, y adhiriéndose a la causa de los pipíalos, de quienes él mismo decia que eran mas criminales
cpie los presidarios de Juan Fernandez. (Sus
mismas expresiones.) Estamos seguros de
que también nos negará esto, como lo de
los cuarenta mil patacones ; pero nosotros
le citaremos testigos, y le presentaremos
las pruebas mas irrefragables para convencerlo. Conocemos a D. Joaquín Campizio
desde que figura én Chile ; y aseguramos
que no hemos dicho ni diremos de él cosa
alguna que no podamos comprobar,
¡ sidc-ncia, a la cual aspiró para poder mejor
i encadenarlo, v al salir de ella, como cansa¡ ito de que hubiese existido por demasiado
ü e m p o , forjó una conspiración para pedir
que se disolviese, y presentó una mocion al
electo. Al sostenerla dejó oir el discurso
mas escandaloso que puede oírse en la tribuna de un congreso. En él dijo estas notables palabras que resuenan aun en Sos oídos de los que asistieron a esta célebre sesión. YO POR 311 PARTE HARE TODO LO P O S I -
En su malhadada Respuesta nos atribuye
haber empleado un artificio para alarmar
a las jentes relijiosas, respecto a lo que observamos sobre el despojo que se hizo de
los bienes de los regulares, a título de reforma, en el tiempo que tuvo ascendiente
en el Gobierno. Nosotros diremos que el
-artificio está de su parte, en querer encubrir o disfrazar lo que dijo en la Noticia ;
pero es un artificio usado con tan poco arte, que por mas que se empeñe no hace
sino confirmar lo que dijimos de los
principios irrelijiosos de que hace alarde.
Pretende haber solo recordado un hecho
notorio y una medida aprobada por el Congreso mas independiente que ha tenido la
República , y tratando de evadirse de la
cuestión,sobre la justicia de tal medida, descarga su saña impotente contra los institutos regulares, vertiendo contra ellos las mas
atroces invectivas ; pero este es un efecto
necesario del despecho con que ve progresar estos institutos, y frustradas las miras irrelijiosás de una reforma pecuniaria que lé
produjo algunos patacones, mas reales y efectivos quizá, que los que aseguraba recibió D. Diego Benavente por la fundación
del Estanco.
Nos cita D. Joaquín como una autoridad
irrefragable al congreso de 1 8 2 4 , llamándolo el mas independiente; Pero, ¿ ubinam
sumus? ¿No estamos en la capital que fué
el teatro de todas las anomalías políticas
én aquel tiempo ? ¿ Y tiene D. Joaquin
Campino la impavidez necesaria para llam a r independiente y el mas independiente
este congreso ? El que esto escribe perteneció a él, y cada dia se avergüenza mas de
que haya pesado sobre Chile el yugo ferreo
del despotismo de Campino, Benavente, y
de otros que despues nos darán materia para nuestras investigaciones políticas. El
congreso de 1 8 2 4 puede llamarse el oprobio de los congresos, y debe principalmente a D. Joaquin Campino este dictado.
Instalado en 2 2 de noviembre de 1 8 2 4 ,
por los entorpecimientos y embarazos que
ponia aquel a su marcha, no pudo acordar
su Reglamento interior hasta el 2 3 de ene- ;
ro siguiente. Pasó un mes mas, bajo su pre- <
BLE PARA QUE SE DISUELVA , Y EX CASO QUE
NO SE CONSIGA
POR
LA RESISTENCIA DE
LOS
DIPUTADOS , IRE Y ACONSEJASE AL G O B I E R N O
OLE
EN
EL ULTIMO EXTREMO A BAYONETAZOS
No se disolvió, no
porque fuesen impotentes las bayonetas
para estos atentados en aquel tiempo, sino
por que D. Joaquin Campino no se atrevió
a dar este consejo. En fin, despues de inútiles trabajos por romper las trabas que
Campino y otros como él, le ponían, consiguieron por sus intrigas que se verificase lo
que tanto deseaban.
*
Estos hechos bastarán para probar que la
mentira y el engaño reinan en las obras de
D. Joaquin Canqjino , y que su decantado
patriotismo solo consiste en sus aspiraciones. ¡Creámosle sobre su palabra y seremos
víctimas de su perfidia!
DISUELVA EL CONGRESO.
En este Congreso el mas independiente
que l n tenido la República según él , encuentra lejitimada la medida de quitar a los
regulares la administración de sus bienes;
medida ciertamente mui oportuna y de ningún modo estéril ; pues viniendo a sus manos la administración de estas temporalidades , logró un sueldo de tres mil pesos
anuales por mucho tiempo.
Grande es el descrédito en que han caído
las instituciones monacales entré nosotros,
dice D. Joaquin Campino ; y para probarlo, observa, aunque de paso, que a ninguna persona apreciable se le ocurre meterse
fraile , y nos cita los ejemplos de D. Rafael
Valdivieso votros. ¡Quétal lójica! ¡De hechos
aislados se sacan consecuencias jeneralesí
Mucho pudiéramos decir nosotros a este respecto , si nuestras columnas tuviesen mas
extensión. Por esto nos limitáremos á observar, también de paso, que si D. Jaoquin
Campino tuviese influencia, como la tuvo én
otro tiempo, no solo estarían desacredita-
das las órdenes reiijiosas, sino que se baila- ;
rían enteramente anuladas . pues a esto lo J
conducirla siempre la maniática aversión ]
que profesa a estas corporaciones.
1
Para citar hechos particulares en órden !
a las personas apreciables que pretenden seguir la carrera monacal, elejirémos al mismo D. Joaquín, que en otro tiempo, no mui
distante, pretendió hacerse relijioso en la
Recoleta dominica, y que lo hubiera logrado, si la prudencia y virtud del digno prelado, Fuenzalida, no lo hubieran sometido a
una prueba a que no pudo resistir. ¡ Quiza nace de aquí el odio mortal que profesa
a los regulares! ¿ Seguiremos examinando
las inconsecuencias y nulidades de D. Joaquín Campino? La respuesta nos dará materia en otra ocasion.
• Pueblos! Este es el corifeo de la oposicion al Gobierno; este el que, asociado a un
astuto intrigante , igual a él, pretende participar del poder para sumiros en las desgracias que en otro tiempo habéis sufrido. El
patriotismo con que disfraza sus ambiciosas miras está muí distante y jamás se ha
acercado a su corazon, devorado por la mas
torpe ambición. Conocedle
No os dejeis
seducir por sn perfidia si quereis gozar de
un modo permanente de la quietud y prosperidad que habéis adquirido a fuerza de
tantos sacrificios.
(Continuará.)
Cuatro Palabras
AL
15 i AISLO P O L I T I C O .
Para no ser descorteses contestaremos a
las que nos lia derijido en su número veinte y seis, mucho mas cuando debemos estarle agradecidos, pues le somos deudores
del título de licenciados que a otros cuesla
muchos años de estudio y de desvelos. Hétenos aquí , del dia a la noche, licenciados
hechos y derechos, merced al poder del
Diablo. Esta nueva condecoracion con que
nos ha favorecido,hará que nos esforcemos
doblemente por no irnos tan pronto al
panteón como lo desea, en bien nuestro sin
duda para que nos convirtamos en diosa.
¡ Bello proyecto ! S I N EMBARGO, roa AHORA
(vuelta a revolver mostruosameníe lo que
la gramática del Diablo separa : esto es escribir peor que Borques, Zamora,etc.; juntar advervios con preposiciones, ¡ donde se
ha visto ! Que baya entre ellos o no algún
signo ortográfico, poco importa para el
Diablo : él lo suprime y adelante. Que llame preposiciones lo que se le antoja, tampoco vale nada : es preciso que en todo sea
orijinal). Sin embargo, por ahora, decíamos, no queremos consentir en la metamorfosis, sino estarnos tiesos que tiesos con la
pluma en la mano ; pues aunque no se nos
ha puesto en la cabeza contemplarnos Cicerones, ni creemos que nuestros escritos
valgan algo, nos reputamos bastante capaces para luchar con el pobre Diablo, y con
otros pobres de su ralea, los lojianos, v. g.
Esto 110 debe darles cuidado , porque es
insignificante tenérselas con 1111 enemigo
que ha perdido el sentido común , tonto
( ¡ qué lenguaje tan digno!) , estólido, idiota, que escribe como una berrulera, etc., etc.
TODO ESTO SON LOS EDITORES DE LA ANTOF.CHA.
Ya ve, Sr. Diablo, que reimprimimos sus
producciones, que nos interesamos en darles la posible publicidad. Mas queremos
hacer por correspondencia, y es darle un
buen consejo : sien su número 2 6 nos ha
dicho cinco desvergüenzas en veinte renglones, en el siguiente díganos cuarenta de
marca mayor en cinco líneas. Así manifestará su fecundía, acabará de desacreditar
a la persona a quien V. se dirija, y a nosotros nos dará que reír y material para
el num. próximo de la fúnebre Antorcha.
Impr. v Lit. del Estado.
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