i ^ ^ ^ .^^^. ALIMAÑAS MENORES MADRID NOVIEMBRE 1959 N.° 21-59 H COMdDRf1AS 9 GARDUÑAS Eugenio Morales Agacino Colaborador del Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas. Grupo de comadrejas del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. (Taxidermista: L. Benedito.) MINISTERIO DE AGRICULTURA DIRECCION GENERAL DE COORDINACION, CREDITO Y CAPACITACION AGRARIA • SECCION DE CAPACITACION En la serie de Hojas divulgadoras sobre animales dañinos, publicamos ésta referente a las comadrejas y garduñas, alimañas de tanto interés en muchas comarcas rurales españolas, y cuyos daños, aunque menos espectaculares que los de los lobos y zorros, son más continuos y gravan la economía de las explotaciones avícolas, ganado menor y caza. LA COMADREJA ^'' Este carnívoro es el más 1>equeño de nuestros mustélidos, ofreciendo una alzada meciia de sólo cinco centímetros; su cuerpo, largo y clelgacío, mide junto con la cabeza unos 22 centímetros; la long•itud de su corta cola gira alredecíor cíe los seis, y la cíe sus extremidades, bien reducidas por cierto, sobre los tres a cuatro centímetros. A tan pequeño tamaño corresponcle, como es bien natural, tm peso total poco elevado, siendo éste aproximadamente del orden cíe los 120 gramos. Fl pelaje es compacto y suave, y su brn-ra aparece bien oculta bajo el pelo. La coloración de las 1^artes superiores es cle un tono castaño más o menos amarillento, algunas veces algo arcilloso y otras tirando a un claro cancla ; la de la región ventral es de un blanco puro, y la línea cíe separación entre ésta y la anterior se manifiesta ondulada e irreg•ular en la forma que habita las Baleares y el norte y centro peninsular, y claramente recta en la que se <íispersa por las comarcas andaluzas. Yosee casi siemhre la l^rimera una mancha del color dorsal cletrás de la colnisura bucal, así como lig•eramente blanquecinos los declos de las l^atas anteriores ; la otra, por el contrario, no of rece nunca la 1>recitada mancha, ^- g•ran parte de sus cuatro ehtremidacles, así cotno la reg-ibn interior de ellas, son cíel Inismo blanco níveo qtte tnuestra el vientr^. El raro hallazgo cle ejem1>lares albinos no presupone que éstos puedan confuncíirse ron una fase invernal cle clicho color para los ejemplares e^pañoles, cosa que en realicíad no acontece en ellos y sí es bien norlnal para los que habitan las regiones boreales ^(1) Nombre científico: Mu.rtela ^nivalis Linné, para la forma que habita el norte, centro y región murciana, así como las islas de Mallorca y Menorca, ^^ d4ustela ibérica (Barret-Hamilton) para la andaluza o que se encuentra en el sur dc la Península. Nombres vulgares: corrwdreja, papialbillo y pattialbillo, en castellano; pani<^uesa, en Aragón; donosilla, en Salamanca; garridiña, doñina, donosiña y dorai^uela, en gallego; Ilira y liria, en astur; mustrela, en Lérida; pan qaaes^lla y santandera, en alavés ; erbiiaudeo, oguigaztada y aradereigerra, en vascucnce ; annstela, en valenciano; mostel, en mallorqiúu, y dorei^nha, en Porhigal. -^m^uitañ^^sas del resto de Ettropa. Los casos de melanismo son 1^ien i-ar-os, l^ero se conocen algunos procedentes de distintas l^^ralidacles de la Península. ^US COtiTLJMBREti. I^.iitra la comaclreja en celo sobre el mes de marzo, duran^lo poco el acto de la cópula aun cuando éste se repita varias veces; la g^estación ocupa unas cinco semanas y da a luz de tres a cinco hijos; sin embargo, no es raro encontrarse con crías de ellas en octubre, lo que hace suponer. bien que exista un seg^undo período cle celo en agosto para Líne^e de separación de los tonos del dorso y ventral de las comadrejas ibéricas: A), si>rrroso en la corriente o del Norte y Ccntro; B), rectilí^raeo en la andaluz^ o rncridiona]. las henlbras n^^ iecundaclas en la priniavera, o^lue las que ^^ercíieron la camada en dicha época debido a ctialquier acci<lente, la rectit>eren en esa estación estival. ^ I)urante los días de la lactancia, las crías son cuidado- - S - saiiiente vigiladas poi- la in^^lre, y- cuailcl^^ ésta s^^sj.>echa ^jtie hueclen estai- en peligro poi- haberse ciesetibiei-to la g^uari^l^i en l^ que se encuentran, las cog-e con sunlo cuiclado c^^n la boea, transhortáncl^^las a otro esconclrijc^ inás seg^tn-o. }ate hecho, ya observado hor el vulgo, ha sido inter^^reta^l^^ l^^r él conio c^ue ella ^are ^or la boca^. Las jóvenes c•ou^aclrejas hrocedentes clel parto cle éj^oca noril^al sig^uen crni su m^tcli-e dtirante todo el vei-ano, abandonánd^^la hacia finales ciel mismo, que es cuan^lo, poco n^ás o menos, son }-a aptas hara aliiuentarse por sí solas. Gusta cle vivir en las llantiras cubiertas de matoi-ral, o siinpleinente cultiv^das, eligiendo como lug^ar de refug^io la oquedad cle cualquier tronco, un mero hacinamiento de leña, cttalquiei• g^alería abandrnzada de un t^^^^o o r^^ecl^^r silve,tre, o el rincón que r-ree más seguro ^le una ^le tantas cabañas aban^i^nadas que aparecen en la zona que ella cc^nsiclera como ^^rivativa para su caza. Esta vai-ieclacl de al^^j ainientos hace que, en invierno sobre todo, no ^lesdeñe e^ acercarse ^ las construcoiones huinanas, instal^ín<iose c^^n t^xla libertacl en cualquiei- paja^^, granei-o, leñera o teja<1^^, clonde permanece hasta que es ahuyentacla o ve hor com1>leto agotadas las ^^osibilid^des alimenticias ^le las cercanías de su ^^ómoda residencia. Co^no aniinal cai-nívoro que es, se alimenta casi e^cltisivainente cle ratas, ratones, topillos v t^Pos, a quienes per^i;;ue ettan<1^^ es p^^sible hasta clentrc^ <ie sus ^.^ismas ^-alerías, y- de l^^s cuales, por lo berlet-^1, c^^ine con especial regocleo lo> ^^j^^s ^- el cerebro. ^e ati-eve incluso c^^n seres ^le ^11ay<^res climensi^mes, c^mo el conejc^ yr l^ liebre, a los <7tle l^arece ser 1^^^;-ra derribar tras clesenfrena^la carrera en la que ella, c^^m^^ sin^rular jinete, los hace sucumbir al cortarlcs con unc^s j>ocos m^^rclis^^^^s la caróticla ^^ la }-u^;^ular. Caza a las aves <le hequeñ^^ y median^> tatn^ñ^^, ciejan<l^^ impresas s^^bre stis hechugas las htiellas de sus finos a^ln:illos, seP^raclos entre sí unos seis a siete inilímetros. N^^ ^icsdeña l^^s hnevos de las mism^s, destruyendo gran canticj^,cí de ni^los ^i^l repai-ai- en su em^^lazamiento, es decir, ^-a estén re^^^s^ndo ellos s^^bre el suelc^, o enclavados eii cualquier teja^lo - 6 - o rama de arbusto o árbol a no muy gran altura; éstos los recoge con la boca, los cambia de lugar y absorbe su contenido a través de unos agujeritos que hace en sus cáscaras. 1_a capttu-a cíe las ranas talnbién cuenta entre sus menesteres y de ahí que sea ella una ekcelente nadadora ; gusta, finalmente, de las frutas, y con cleleite come la miel que pueda encontrar. Como tónica general, cuando tiene la comadreja que cazar en pleno día, usa más del sistema de aproximación a la presa que del de persecución de la misma. Para ello aprovecha combinadas sus facultades visuales y olfativas, éstas sobre todo, y junto con su extrema agilidad y una perfecta adaptación al terreno, se va acercando a ella paulatinamente, evita hasta el menor obstáculo, de vez en cuando se incorpora para observar con rapidez a su presunta víctima, y cuancío calcula que ésta está bien segura, se lanza sobre la misma, sangrándola casi siempre por la nuca. La huella de sus patas, debido a su pequeño tamaño, suele señalarse poco, ^3is A.i ^ `^:1 !f ^^^^ . ^^^ P. i Huella aislada de la comadreja; a la derecha, impresión de su andadura; A. i.J, de la pata anterior izquierda; A. d.), ídem de la derecha; P. i.J, dc la pata posterior izquierda; P. d.), ídem de la derecha. (Todas ellas aumentadas.) y cuando ella aparece, bien clara mttestra la impresión cle los cinco dedos ^> la del trilobulado talón ; más o menos ovalada como configuración general, no suele pasar del centímetro de ancho por otro y medio de largo. Su f reza o deyecciórt es neg-ra, alargada, cle unos tres a cuatro centíme- -^tros de longitud por medio de diámetro, termínando en punta cuando es cle tuerte consistencia y a veces en un meclio aglutinado mechón de pelos, demostrativo de lo que acaba de injerir. Seg^ún tocíos los detalles expuestos, se ve bien claro que a este animal puede considerársele como magnífico auxiliar cle la ^lgricultura, por destruir gran cantidací de roedores, sobre todo en las épocas y lugares en que él exista y sean éstos molesta plaga, pero también no es menos cierto que ella, por atacar a liebres, conejos y otras especies de interés rinegético, causa en las comarcas dedicadas a la caza perjuicios que superan a los benefi^ios que pudiera rendir. Su cAZn. La caza de la comadreja no es nada fácil, dadas sus costumbres y relativa abttndancia. El empleo de las armas de fuego es bastante aleatorio; su pequeño tamaño y vivacidad extrema no la presentan como fácil blanco, y el uso contra ella del veneno o del gas sólo puede calificarse como accidental y problemático. Cepo colocado en el desagiie de una cerca, que debe cubrirse cuidadosamente para evitar sea descubierto. -$- El más reproductivo de los métodos de caza es el basado en el empleo de cajas-trampas y de cepos que, juiciosamente colocados en los sitios o pasos por los que siente querencia, dan buenos resultados. Una batería de las primeras, estratégicamente distribuídas en las entradas ^- salidas de las zonas donde se saben merodean, puede dar e^celentes capturas; la colocación de éstas-las de tamaño aln-c^piado, las que por lo menos tienen medio metro de larg-o por medio palmo de anchura y uno de alto-en las gateras, desagiies de las tapias, hacinamientos de paja, leña, ^n^^ntones de cantos acumulados en las tierras de labor ^- parecidos lugares, así como la de cepos metálicos de mediano tamaño, dan, cuando con cuidado y toda clase de precauciones son plantados, cazas en buen número de tan grarioso animalejo. LA GARDUÑA ('^ La garduria puede considerarse com^ el más g-rande de l^^s mustélidos ibéricos, con una alzada media de un^s dos decíuietros y una longitttd total-no inclttída la cola-cercana al medit^ metro. I?1 apéndice caudal mide más de los clos decímetros, y sus patas, bien desarrolladas-sobre t^^do las p^steriores-, alcanzan el decímetr^. ^u peso, salvo excepciones o circunstancias especiales, gira alrededt^r de los 1.500 a 2.000 gramos. Su pelaje es largo v lustroso, ^- la abundante y también larga borra se nuiestra bien clara a poc.o que se levante aqttél. El color g^eneral es entre sepia ^- pardo, siendo negro en las patas y cola; la cabeza, más clara, presenta las orejas bordeadas de blancuzco, eaistiendo en la gar^anta una clara mancha irregular de un blanc^ níveo st^bre la que a veces destacan aisladas una o dos manchitas pardas ; hay también raros ejemplares en lt^s que una (1) Nombre científico: Martes foina (Schreber) para la que habita ]a mitad norte de la Península y Martes foina mediterranea (Barret-H;imilton) para la de la porción meridional. Nombres vulgares: garduña, garduño, guarduño, papialbi!]o y/uina, e^n castellano; fuina, en Andalucía; giiina, en Aragón; fagina y fusina, en catal^m; fushina y ubina, en valenciano; mierlea y biztia, en vascuence; martaraña y martuxa, en gallego, y fuina, fuinha, papalvo, toiyao y tonsao, cn Portugal. - ^ - La mart^ti y 1^ garduña son muy parecidas; sólo s^^ diferencian prácticamente en qae una tiene ]a mancha pectoral amarilla y Ia otra blanca. (F_jemplar del Museo Nacional de Cienci.^s Naturales. T.^^idermisia, L. I3enedito.) - 10 - pequetia mancha blanca se presenta junto a la comisura bucaL La borra es de color gris claro. Estas características de coloración son poco más o menos las correspondientes a la f.orma típica, que en la Penínsttla se distribuye por su mitad norte y algo hacia el sur, pero nosotros tenemos también otra,. que ocupa algo del área de la anterior y sobre todo la región meridional, que en relación con el pelaje y borra muestra las siguientes peculiaridades : el primero es algo más largo, pero menos espeso, de ahí que deje ver con mayor claridad a la borra; la cola, bastante poblada, forma un grueso hopo. Su color general es el achocolatado, más tilaro en la cabeza y lo contrario en patas y colas ; el borde de las orej as, como en la f orma anterior, blancuzco, y la mancha inferior del cuello de un blanco amarillento tirando a crema; presenta, como la otra, ciertas raras pequeñas manchas pardas en esa zona clara, y la borra, en vez de ser gris pálido, es de un tono blanco lechoso. l^To se tienen datos ibéricos sobre casos de melanismo y albinismo, pero es posible que algunos sumamente raros se encuentren. El celo en las garduñas no suele durar más de dos o tres semanas y tiene lugar en verano, acoplándose ambos sexos en julio-agosto y abandonando los machos a su pareja poco después. Unos ocho meses suele durar la gestación, y hacia los meses de abril o mayo del siguiente año acontece el parto. La camada, no muy numerosa, la forman generalmente dos o tres crías, a veces cuatro, que vienen al mundo sobre mullido nido que con anterioridad arregló la madre. Las pequeñas garduñas, que ofrecen durante su primer mes de vida un aspecto ratonil, tienen ya a tan temprana edad bastante pelo y bien señalada la característica mancha clara de su garganta. Su lactancia no clura más de mes y medio, permaneciendo ellas junto a la madre hasta la llegada del otoño, época en que, ya adiestradas por ella para buscarse el sustento, se dispersan cada una por su lado. A la garduña le apetece vivir durante el buen tiempo en el monte y bosques cercanos a las granjas, cortijadas y pueblos pequeños, eligiendo como refugio la oquedad de - 11 - cualquier árbol, un zarzal o el abandonado nido de una rapaz, picaza o ardilla. Ln la invernacla cambia generalmente estos apacibles lug-ares por otros que le permitan pasar mejor los rig-ores de esa mala estación, utilizancío entonces con tnayor asiduidad los que están más o nienos liga^los al hombre, siencio tanto así, que ruinas, cabañas, cuevas y escondrijos naturales los alterna con aislados pajares y cámaras cle las casas de campo, desde donde, con tranquilidad y cuan<lo sea menester, parte hacia sus carniceras correrías. En la primavera y verano se alimenta de una variedad enorme cíe prodttctos; la caza menor-conejos }- pájaros-- Huella de la garduña; el quinto dedo sólo rarcis veces aparece bien marcado. de ahí que pueda confundirse con la del gato. Sin ernbargo, en la de éste no se señalan las iinpresiones de sus uñ ^s. forma su principal sustento, capturando a los primeros con ttn sistema tnuy similar al utilizaclo por el hurón, es decir, acorralándolos en sus madrigueras, donde se introduce para tnatarlos. Sorprende a las aves durante su reposo, atrapa a la ágil ardilla, no desdeña las jugosas larvas de muchos insectos xilófagos, y con paciencia y habilidad inusitadas cal^tura peces en arroyos y lagunas. Los huevos cle las aves le ^-ustan con deleite, explorando para conseguirlos cuantos nidos ve, estén éstos situados en el lugar que sea; se los roba incluso a las hembras que estén enlpollándolos, y con singular maña se los quita y transporta entre sus dientes sin que ellos lleguen a romperse, aunque ciejando, desde - 12 - lueg^^, iml^resa en la c:áscara l^ huella de sus cuatro c.oltnillos. En ot^^ño c^lme las 1 rutas macluras que encuentra, ^-a sean silvestl-es <^ rttltivaclas, y- la sabl-osa lniel, cuando c<11^ ella tl-opieza, la haladea con gloton^ satisfacción. I?n esta estación y en la que le sigue es singularmente claiiina, pcnsei- en ellas cuanclo sus ataques se dil-igen con pl-eferencia hacia gallineros _v huertos. Sanguinat-ia en extremo, pr^^duce vercl^deras «hecatombes» al asaltar cualquier palomal-, col-l-al cle g^^llinas o de conejos doinésticos, matandc^ a diestra }- siniestra ^- hartándose de sangre m^s que de car- ^- cepo Cepo contra, la garduña colocado en el lomo de una cerca. Como para el de la comadreja, debe cubrirse con cuidado para que no sea descubierto. ne ; sin eluh^rg^l, alg^o se lleva a título de hrevisión, ocultánd^^lo en elegi^lo esc^>n^ll-ij^^, al que retol-na a devol-arl^^ cuanclo n^l tiene ^^tra lnejor pl-esa a>nano. lle las ave^ hequerias stlele sól^^ cíejar tl-ozos de hlumón, las alas ti- la^ hatas, ^- clc las ^-randes, pedazos de buen tamaño, debi^l<^ a que gusta especialmente de la cabeza, el pecho y el ^-ientre. Las j^iezas qtte deja abandonadas se notan han si^l^> muertas Ixn- la g-arduña por o^irecer en la nuca o en el cuello l^s orificios causados Por stts colmillos superiores, distantes entre sí de uno ti^ lnedio a dos centímetros. La pl-esencia de la g-ardttña es fácil de conocer, no sól^> po1- sus devasta^loras consecuencias, sino tanlbién p^^r la huella física de su paso. Su impronta es clara, deja ver con precisión la marca de cuatro dedos con sus respectivas uñas, raras veces también la <lel nlás pequeiio, siendo casi similares las de ailihos l^ares de patas, si bien son algo may-ores las del anterior. 1lproximadainente nliden ttnos cttatro por tres centímetros }- medio las primeras ^- s^lo cuatro por tres las opuestas. I:1 no poseer las uñas retráctiles hac.e que sti impresiól^ la clistingan ^le las del g-ato comínl, <hie por tenerlas así, no presentan nunca la inarca de ella:^. Corno stiele progresar clando saltos, no inttti• ^^rancles por cierto y del orclen del medio n^etro al inetro _v niedio, stts htiellas al^arecen cn g-rul>os distanciados un^^s de otros p^r esas cifi-as, y en los árboles clonde se afianza ^lespués de unu ^lc ellos o en aquellos en que acosttnnbra afilarse las tirias, aparecen los araiiazos y rasgaduras por ellas orasionad^s. La fre^a o de}ección es alargada, en forma cle salchirha, ti^ de un centímetro de g^rosor por seis a ocho cle lon^itud. No poseen iiingún olor característico, siendo negras rttando injirió sang^re, moraclas cuando conlió nloras y rojizas cuando se atracó de bayas del rosal silvestre. Las depositadas en alto son, en stt inmensa nla^oría, pertenecientcs a los niachos. No se recomien^la la caza ^le la gar^luria con g^as ^^ veneno, }=a due a su poco resultado se tine iin claro peligro para los habitantes de las cercanas viviendas. La a efectuar r.r,n armas de fuego, casi deportiva por cierto, es por ello muy interesante, pero ^íe e^ectos prácticos muy reducidos. Priinero debe tenerse en caienta si se ^^a a realizar en la huena o en la mala estación ; luego, stt previa localización p^^r diestros perros ; clespués, su expulsión del refugio en <<ue se encuentre por me<lio del sist'eina adecuado (humo de h^^jarascas, ^-as ^le pajuelas, etc.), ^-, finalmente, el acertacío disparo qtte la abata a trav ^s del ra^naje, zarzales y cleinás obstáculos - sobre toclo para el eazador - que ella aprovecha en sti rápida htú^la. Ll trampeo contra las garduñas da en g^eneral buenos resttltados, ya se eCectiie contra ejemplares que vivan separados de las c;onstrttcciones humanas o se realice contra los que las inerodeen. Para los primeros se impone el básico estudio de las querencias v la implantaci^ín en ellas - 14 - de los cepos de plancha o portahuevo ; para los otros es clásico el que aprovecha su costumbre de deslizarse sobre el lomo de cercas y tejados, lo que permite situar en ellos cepos adecuados, en los que con relativa facilidad caen atrapacías. Para la colocación de éstos se rebaja la parte de esa zona de la cerca o se arregla la del tej ado en que se van a poner y, después de observar reiteradamente que el animal pasa confiadamente por ella en sus desplazamientos, se coloca el cep^^ con todas las garantías necesarias que evitell sea cíescubierto; acto seguido, sólo queda esperar con paciencia a que funcione y capture a la consiguiente garduria. Resulta también útil el trampeo efectuado por medio de cepos protegidos por cajas de madera que, con un orificin de regular tamaño en cada lado menor, aprovecha la querencia de ellas por las entradas angostas y evita al mism^ tiempo la caícía en ellos de animales domésticos. I?stas cajas protectoras, a las que f.alta un costado, que es por e1 que se aplican sobre el cepo, deben tene.r unas medicías de 70 X 40 X 40 y los orificios indicados no más del cíecímetro de diámetro. Su emplazamiento depende de muchas circunstancias, y puede ser él o bien directamente sobre el suelo, dentro de un montón de paja, leña o piedras, enterrado en el suelo, pero siempre, y sea cual fuere, dejando libres tocíos los accesos a ella y no olvidancío nunca el afianzarlo bien al suelo con el fin de que la presa no huya incluso con el cepo. OTROS MiJSTP;LIDOS IBÉRICOS. En la Península, además de la comadreja y la garcíuña. tenemos otros mustélidos, tales como el tejón, el hurón, el armiño y la marta, que sólo aquí enumeramos, si bien indicando que las raras formas albinas de las comadrejas podrían tal vez confundirlas alguien con jóvenes armiños -a pesar de presentar éstos y no aquéllas la extremidad cíe la cola negra-, y que la preciada marta semeja bastante a la forma norteña de la garduña, aunque claramente distinta pol- su pelaje más lustroso y ofrecer amarilla la mancha clara que lleva debajo del cuello. - 15 - Por último, terminaremos estas páginas mencionancío la presencia en nuestro solar del visón, mustélido también de apreciadísima piel que, ya sea debido, bien a su rareza o a su esporádica aparición y procedente entonces de la vecina Francia, ha sido cazado durante estos últimos años en señaladísimos lug-ares del País Vasco. Este animal, de tamaño algo inferior al de la garduña y que no presenta la característica mancha clara de la garganta y sí sólo fileteado de blanco el labio inferior, es hoy día objeto de cuidacíosa eaplotación peletera, existiendo en España una serie de granjas ubicaclas en lugares apropiados que lanzan anualmente al mercado unos cuantos miles de stts codicia<las pieles. DEPOSITO LEGAL, M. 3.109-1958. GRÁF'ICAS UGUINA- MADRID LIBROS INTERESANTES PARA CAZAD ORE S PUEDE PED[RLOS CONTRA REEMBOLSO LIBRES DE TODO GASTO DE ENVIO A: LIBRfRIA ^GRIfOLA Fernando VI, núm. 2 MADRID