Teatro A puesta en escena de la última obra de Buero Vallejo supone Yes IJ1a experiencia Mística inquietante que constituye eso que antes se llamaba •un acontecimiento teatral•. Este último Buero rrmtiene los rasgos que han cc.racterizado siempre su disru'so, logra con ellos un máximo nivel de simbolizaciones convincentes, potenda el slngular litismo de algunas estructuras, explora ruevas posll:)lidOOes de su lenguaje dramatlrgk:o, da dinamismo a su anterior sistema de articuladas recurrencias, Introduce eficientes rect.ISOS expresivos y proyecta, sobre lo aparentemente sinple, U'la visión panóptica que atraviesa la faz más clara de su superfrcie y pone al descubierto el complejo tejido de su ¡:rofuncfldad Teatro abisal que nos lleva hasta los límites del mismo, •Las trampas del azar• podrfa definirse como una tragedia histórica colectiva representada en el microoosmos y los tiempos de 1.m concreta saga familiar. Considerada así, la obra quedaría clrcunsctita a lo que el mismo subtítulo entre paréntesis nos marca: ·Dos tiempos de 1.m crtrica·' y nada hay que impida interpretarla asr. Sin embargo, •Las trampas del azar• son bastante más que una simple crónica narrada al filo de las diferencias de sus tiempos: son una tragecfl8 -incluso con catarsis- que Suero reconvierte y transforma en drama de la naturaleza ht.mana y en relato objetivo de nuestra misma condición. moral. 8l esto -y no en lo inmediato de su historia- esttiba y reside toda la conmoción de su grandeza. Lo inmediato de la hstotia funciona -y ft.nc:iclla sólo- como marco referencial. •las trampas del azaro están sujetas al vértigo del tiempo, e indagan e investigan en él como L o 14 Por JAIME SI LES memotia y de salvación por el amor. Ur18 obra teatral -que habría podido discuTT en un atmósfera casi d'l9)oviana o en un relato escénico al modo en que teatraliza el tiempo Thomton Wilder- converge aquf hacia una situad6n de tesitura trágica que cumple la ftrei6n de la tragedia griega pero que, inopinada • y modernamente, se resuelve, sln embargo, en drama. Este me parece uno de sus rnáxmos logos: el piu'al tratamento de la acdón, la exacta convergencia de la escena, el ritmo que la rige, la materfa misma que la sustenta... Eso, y el haber tomado como clave del terna 1.m anécdota mlrima que sostiene la historia y que es su catalizador. •Las trampas del azar• nos enset\a a •ver claro dentro de nosotros msmos• y a someter a juicio ruestros más i'mediatos modelos de conducta. 8l nuestra convivenda hay •una henda cerrada en falso que se debe cuidar•. Suero paisaje que acompaña a la Imagen contrasta con la doble actividad que la muestra. ITléNII de la vida. Sin embargo su las dos rrujeres -Matilde y PatriciaTodos somos responsables de tiempo no es el tiempo sino el ser en acaban desplegando en el final. La todo: incluso de los involuntatios el tiempo y, sobre todo, nosotros función social de la mujer es uno de efectos de otra acción hecha mismos que somos el movimiento los signos más lúcidamente tratados también por otro. Todos somos ese de ese ser. La posición del en la obra. La acción del hootlre es otro y todos tenernos ~.m teja que dramatugJ en ella es la de un causa u origen del azar e queremos tiar. ¿contra QUén? testigo homérico, que ese era el involuntaiamente, éste coincide con contra nosotros mismos. •Las sentido asignado al histotiador. ser aquélla; la reflexl6n de la mujer se trampas del azar• distingue entre lo testigo visual, saber porque se ha enfrenta a las consecuendas dramatúrgk:o y lo escénk:o; en lo visto. Pero no es una historización lo der'ivOOas de ello y ~ efectos, S9Ql.rdo subrayo lo poético; en lo de un rncx:lo u otro, vienen a sufrir prtnero, pone lo más que Suero hcce ~· No, nada de eso. Lo que Suero aqul expone, los dos. profundamente teatral: el despliegue Indica y realiza es una síntesis de los Los personajes masculinos del yo frente al sr mismo. •Las proiJierlm técnicos de casl un siglo -Usardo, Gabriel, Gabi- como los trampas del azar• son gran teatro; de moderna cmnaturgia, y en esa héroes de la tragada gJega se son gran Suero, también. Habrá slntesis coodensa soluciones de ofusc:a1 y son incapaces de ver: ya quienes disfruten con su tema: yo fondo y propuestas para formas no perciben y entran en el error, admiro la gran cultura de su técnica: sometidas a una continua variación. pennanecen en él y encaman el su teatralidad, su quehacer. Este Los símbolos de •Las trampas del conflicto a que los conduce su teatro de Suero es relativo en lo azar• son tan delgados como el ai'e errónea postura que no es otra cosa absoluto; merece la alegía de un ' y téW1 fTmes como él ta'nbién: tienen que su mala versión. Suero juega mayúsculo si: es una reflexión sobre la fueiZa de lo durativo y la con la versl6n de los hechos, con el la más reciente convivencia y es una. . consistencia de lo natural; son destino y con el azar como Url8 Invitación a crear las bases del naturaleza y son historia. Suero los ingenua trampa tal vez también sin verdadero convivir. • dispone en series binarias, saM:> en c:Upa y tal vez también sn remisión. el caso del violinista, en el que lo Sus símbolos confluyen en una biriStio no es la setie sino lo dual de violencia del horizonte que nos su condición: la doble función que conmueve, golpea y purifica: que como personaje desempei'\a. ilt..mina meandros de la reciente Slmbolo y pefSOOélje foonan una · hstoria y pone en f'TlO'oliníento el rfo correspondencia que fusiona lo de imágenes sin tiempo que vemos histórico concreto y lo simbólk:o real. fluir en el plano extemo de la escena La diferenda de los géneros y en el plano intimo de nuestro experimenta en su ¡:roceso una propio interior. La función catártica también profunda variaci6n: la se logra por una especie de redoble pasMdad de la mujer en principio de conciencia, de ataque de LAS TRAMPAS DEL AZAR