El agua

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El agua
El agua, además de hidrógeno y
oxígeno, contiene otras muchas
sustancias en su composición. No
todas las aguas se parecen ni
convienen a todos por igual.
El agua es indispensable para la vida y
cada día debemos ingerirla en una
cantidad mínima de 2,5 litros, de los que
una parte puede llegar a través de los
alimentos y la otra ha de ser
proporcionada por los líquidos.
Cuando hablamos de agua, conviene
hacer una primera distinción fundamental
entre el agua de la red pública o de
distribución, es decir, la que sale del grifo,
y las aguas embotelladas, que se pueden
comprar en el supermercado.
El agua de distribución
El agua del grifo es responsabilidad de
la Administración, que debe ocuparse de
su transporte, acondicionamiento y
canalización hacia los consumidores
(particulares, industrias...), así como de la
posterior depuración de las aguas
residuales, que una vez limpias se
reincorporan a los cauces de donde
inicialmente se tomaron. En España, un
tercio del agua de distribución procede de
los acuíferos subterráneos y los dos
tercios restantes de las aguas superficiales
(ríos, pantanos), más expuestas a la
contaminación y al deterioro.
Lo normal es que el agua no sea
potable cuando se recoge, pues contiene
microorganismos e impurezas que
podrían perjudicar al hombre. Para
sanearla, se usan diversos procedimientos:
– En primer lugar las aguas se liberan
de las partículas sólidas que contienen
mediante cribas y filtrados.
– En segundo lugar, se desinfectan
para eliminar la presencia de
microorganismos: lo más barato y usual es
que se utilicen el cloro y sus compuestos,
salvo que el agua tratada contenga
demasiadas sustancias orgánicas capaces
de reaccionar con el cloro y originar
olores y sabores desagradables o
compuestos tóxicos. En tal caso, se
emplean tratamientos de "ozonización" o
de exposición a rayos ultravioleta,
complementados con un clorado suave.
– Para ablandar las aguas "duras",
ricas en partículas de calcio y magnesio,
pueden utilizarse técnicas de precipitación
OCU
y adsorción. Un agua dura se reconoce
fácilmente porque cuece peor los
alimentos y hace poca espuma al lavar.
El agua embotellada
Las aguas envasadas deben ajustarse a
los mismos requisitos de salubridad que el
agua del grifo, referidos, entre otras cosas
a su olor, color y sabor, y a la presencia
eventual de amoníaco, metales pesados,
etc. en su composición. La OCU considera
que algunos de los límites impuestos a
estas sustancias son muy permisivos: por
ejemplo, los nitritos y los nitratos
admitidos en España pueden quintuplicar
los valores recomendados por la OMS.
Las aguas envasadas se distinguen por
la cantidad y el tipo de minerales que
contienen. Los más frecuentes son el
cloro, los sulfatos, los bicarbonatos, los
fluoruros, el sodio, el magnesio, el hierro,
el calcio y el dióxido de carbono.
Etiquetado
El etiquetado de las aguas envasadas
tiene algunos puntos débiles que pueden
confundir al consumidor:
• No hace falta expresar la composición
mineral mediante los nombres comunes
de los minerales (calcio, sodio, etc), sino
que puede indicarse mediante fórmulas
químicas (Ca++, Mg++...), ininteligibles
para la mayoría de los usuarios.
• La ley establece una lista de
menciones que pueden colocarse en la
etiqueta en función del contenido mineral
del agua: por ejemplo, un agua con
menos de 20 mg/l de sodio puede
anunciarse como "indicada para dietas
pobres en sodio". Sin embargo, hay tres
menciones que pueden ponerse sin que
se les haya adjudicado una composición
mineral determinada, por lo que en
realidad cualquier agua puede usarlas:
"puede tener efectos laxantes", "puede
ser diurética" y, lo que es peor, "indicada
para la preparación de alimentos
infantiles" (como veremos, no todas las
aguas convienen a los bebés).
Saber comprar
Si consume habitualmente agua mineral,
fíjese en la composición de su extracto
seco (es decir, en las sustancias que deja el
agua una vez evaporada), y en su grado de
mineralización (muy débil, débil, media o
fuerte). De estos factores, depende que el
agua sea más o menos indicada para
algunas personas en concreto:
• Para preparar biberones y papillas
infantiles están indicadas las aguas de
mineralización débil o muy débil, pobres
en sodio (que podría sobrecargar los
riñones inmaduros del niño) y en
sulfatos (tienen efectos laxantes).
Además, los niños no deben tomar
habitualmente aguas fluoradas, ya que
su organismo asimila el flúor con
facilidad y puede acumular el exceso en
los huesos, lo que alteraría su
crecimiento normal.
OCU
• Al riñón de los ancianos tampoco le
convienen las aguas muy mineralizadas.
• Quienes tengan necesidad de
aumentar su ingesta de calcio
encontrarán útiles las aguas cálcicas.
• Las personas con problemas renales
deben prescindir de las aguas ricas en
sales minerales (sodio, cloro, etc.) y los
hipertensos, de las aguas ricas en sodio.
• Las personas con problemas gástricos
no deben tomar aguas carbonatadas sin
recomendación médica, ya que influyen
en la acidez del estómago (a veces, son
recomendables); todos los enfermos
deben tener presente que las aguas con
más de 1 g/l de sulfatos pueden tener
efectos laxantes.
• Los adultos sanos pueden consumir
las aguas que prefieran.
En cuanto al agua del grifo, si le
interesa informarse acerca de la calidad
que tiene en su zona concreta de
abastecimiento, diríjase a los Servicios de
Aguas Municipales.
Por otra parte, no se fíe de las aguas
que usted pueda sacar de pozos y
manantiales; si tiene algún interés especial
en consumirla, lleve una muestra a
analizar a un laboratorio oficial o privado
(le costará dinero). Recuerde: no basta
con hervir el agua para que sea potable.
Cómo conservar
GRADO DE MINERALIZACIÓN
DEL AGUA SEGÚN SU CANTIDAD
DE EXTRACTO SECO
Fuerte
(más de 1.500 mg/l)
Media
(de 500 a 1.500 mg/l)
Débil
(de 100 a 500 mg/l)
Muy débil
(menos de 50 mg/l)
El agua con más de...
...500 mg/l de residuo seco
no conviene a:
personas con problemas
renales, ancianos, bebés
...20 mg/l de sodio o Na+
personas con problemas
renales, ancianos, bebés
...1 mg/l de fluoruros o F niños
...10 mg/l de nitratos o NO 3 bebés y embarazadas
Algunas personas no deben
consumir habitualmente
ciertas aguas (no pasa nada
por tomarlas de vez en
cuando). Para
descartarlas, léase la
etiqueta.
El agua debe mantenerse en un lugar
fresco, seco y alejado de la luz del sol,
aunque las botellas de agua mineral
empezadas es mejor meterlas en el
frigorífico. Si guarda agua del grifo,
tápela para que no tome olores extraños.
– Si vive en una casa con cañerías
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antiguas o lleva un tiempo fuera de casa,
no beba el primer agua que salga del
grifo (aprovéchela para regar, fregar...).
– Si el agua del grifo sale turbia o
amarronada es mejor que no se la tome.
La presencia de tierra puede deberse a
obras en las canalizaciones o a riadas que
hayan afectado al agua de captación. Si el
problema persiste, contacte con la
empresa distribuidora o con el
Ayuntamiento. Si el agua apenas está
turbia y no le queda más remedio que
bebérsela, déjela reposar para que se
sedimente la suciedad y échele unas gotas
de lejía apta para uso alimentario.
– Si el agua huele o sabe a
cloro, déjela unas horas
destapada en el frigorífico para
que el cloro se volatilice o añádale
unas gotas de limón.
– Casi todos los olores que
ocasionalmente emanan
del agua del grifo están
tipificados y se conocen
los compuestos que los
generan: olor a pepino,
flores o geranio (algas), a
patata (mohos), a pescado, hierba y
hongos (vegetación pútrida), etc. Cuando
estos olores se detectan, se conoce
rápidamente el origen del problema y
puede dársele una solución más eficaz.
Qué riesgos
En el apartado "Saber comprar", le
explicamos las contraindicaciones de
ciertas aguas envasadas.
En cuanto al agua del grifo, sus riesgos
vienen de la degradación de las aguas
subterráneas y superficiales originales, por
culpa de las fugas
de aguas
residuales de los
centros de
población, los
restos de
tratamientos
agrícolas
(fertilizantes, pesticidas...), la filtración de
excrementos animales de las explotaciones
ganaderas, los escapes y vertidos
industriales, la intrusión de aguas marinas
en los acuíferos sobreexplotados (el agua
dulce retrocede y los lechos se salinizan)...
– Esto explica que el agua contenga
nitratos y residuos pesticidas (vea las
fichas nº 3 y nº 14).
– Los residuos industriales de la minería
del uranio pueden elevar la presencia de
radionucleidos en el agua, al igual que las
centrales nucleares. También puede existir
radiación natural en el agua que discurre
por los lechos ricos en uranio. Por eso, es
necesario realizar controles periódicos en
las zonas de riesgo, de forma que se
pueda cortar el suministro de agua si se
detecta una contaminación anómala (vea
la ficha nº 6).
– El cloro que se emplea como
desinfectante puede reaccionar con
algunas sustancias presentes en el agua y,
en el peor de los casos, generar
trihalometanos, como el cloroformo; estas
sustancias han demostrado tener
propiedades mutagénicas en animales de
laboratorio. Para evitarlas, se intenta
reducir la presencia de materia orgánica
en la planta potabilizadora y se ajusta la
concentración de cloro; cuando se estima
que el riesgo es mayor, se escoge otro
sistema de desinfección.
Información elaborada por el equipo de
OCU
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