0 Rev Consejo Editor - Facultad de Ciencias Sociales

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Revista de Ciencias Sociales
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
Revista de Ciencias Sociales
Año XVI - N° 21 - AGOSTO 2003
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
DECANO: Luis Bértola
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
PRESENTACION
Homenaje a Alfredo Errandonea
Presentación
Este número de la Revista de Ciencias Sociales, que se me ha encargado organizar, se
ha dedicado al Prof. Alfredo Errandonea (h) que ha fallecido hace ya dos años.
Ello me llevó a revisar y a reflexionar sobre las revistas o libros de autores múltiples
dedicados a otros sociólogos y otros pensadores sociales, de origen nacional o internacional. En términos generales, lo que se realiza es un agrupamiento ordenado de artículos en
torno a un tema relevante sobre el cual el docente a quien se dedica el número ha hecho
aportes sustantivos, o si no, se recopilan un conjunto de artículos que comentan desde
distintas perspectivas, la producción intelectual del homenajeado.
Ninguno de estos formatos me convencía plenamente. Pienso que el homenaje que
Errandonea se merece se orienta a dar cuenta de otros aspectos además de su producción
intelectual publicada, o la recopilación de artículos sobre un tema que le fuera caro. Su
legado a generaciones futuras de intelectuales no pasa solamente por sus trabajos editados
sino por su actitud frente al mundo y la vida, por su posición frente a las instituciones, en
particular la Universidad, y sus convicciones y pasiones en torno a la sociedad y la Sociología, entre otras cuestiones.
Es por ello que nos pareció que la mejor forma de dar cuenta de estas dimensiones de
su personalidad y la trayectoria de sus ideas es a través de testimonios de personas que, en
distintas circunstancias y por diversas razones, estuvieron cerca de Errandonea en alguna
etapa de su vida y/o cooperaron con él en algún proyecto. El formato, por lo tanto elegido
fue el de los testimonios, que ocupan una parte importante de los artículos y constituyen la
técnica que mejor se adecua, a mi entender, a este tipo de investigación. Creemos que los
distintos testimonios de personas muy diferentes, que en muchos casos no se conocen entre
sí, permitiría al lector la construcción de una semblanza de una personalidad remarcable y
quizás un modelo a seguir o al menos para inspirarse y reflexionar. Presentamos pues, en
primera instancia una serie de testimonios en sentido estricto, luego dos trabajos inéditos
del propio Errandonea y luego, cuatro trabajos de cercanos colaboradores del mismo en
distintos proyectos académicos, docentes o de investigación, que además del valor intrínseco de sus trabajos, dejan también un testimonio indirecto del propio trabajo académico de
Errandonea.
Me quedaba la duda si el tipo de artículo acumulado en la Revista, en particular la
cantidad de testimonios realizados en la primera parte, hacían que el número globalmente
considerado se alejase del estilo general de los otros números de la revista. De hecho este
riesgo existe. Sin embargo, no porque ello lo aleje de la producción sociológica sino porque
lo aleja del tipo de producción sociológica que usualmente producen los sociólogos uruguayos. En efecto, si nosotros revisamos la segunda edición del “Handbook of Qualitative
Research” de Norman K. Denzin y Yvonna S. Lincoln (ed.) Sage publications, 2000, veremos
que entre los once nuevos artículos que incorpora a la primera versión del Tratado se presenta un artículo de John Beverley que se denomina “Testimonio, Subalterity, and Narrative
Authority”, donde el autor pone de relieve la pertinencia para las Ciencias Sociales y Humanas de este tipo de relato y la retórica que conlleva, para dar cuenta de culturas subalternas. El testimonio, definido como una narrativa de una “novella”, es un texto impreso,
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Homenaje a Alfredo Errandonea
PRESENTACION
relatado en primera persona por un narrador que también es un protagonista real o testigo
de los eventos que cuenta. Se ha transformado, en los años recientes, en una forma de
relato particularmente buscada porque combina dos modos cognitivos, “el deseo de objetividad” y “el deseo de solidaridad”- que caracteriza Richard Rorty - en el propio acto de
producción circulación y recepción del relato.
Beverley utiliza la palabra castellana de testimonio y no el término inglés de testimony
que existe, y ello no es inocente. Lo atribuye, aunque sin argumentarlo plenamente, a que
justamente el Testimonio es un tipo de relato latinoamericano por excelencia, que no aparece con las mismas características en los países anglosajones. Es decir una técnica retórica y
de investigación que justamente se adapta, particularmente, tanto a las condiciones estructurales de América Latina (el grado de analfabetismo, por ejemplo), como culturales y al
peso de la retórica católica en nuestras culturas. Yo argumentaría que, en nuestros países
en donde la continuidad cultural es muchas veces subterránea, debido a nuestra subalternidad,
el testimonio puede ser la forma más idónea para dar cuenta de ciertas realidades, en
particular en el plano de las ideas.
Los testimonios se dan sobre ese plano, el de las ideas y valores, y el problema popperiano
de la verosimilitud, definido como “aproximación a la verdad”, no se da en el plano de la
exactitud fáctica –temporal y espacialmente situada- de lo que se relata, sino en la consistencia de lo que trasmite el que testifica, en su convicción de que “las cosas son así”. El
recurso al señalamiento de lugar, espacio y tiempo son simples artificios argumentativos o
también el soporte de lo que se quiere decir. Ello para dar mayor verosimilitud a lo que se
quiere transmitir.
El testimonio es en general una “narración de urgencia” o una “narración emergente”,
generalmente involucrada a problemas de represión, pobreza, marginalidad, explotación o
simplemente sobrevivencia, pero siempre ligada a un mundo que se pierde, que se desvanece, que puede dejar, y de hecho deja, trazos en las generaciones futuras pero perdiéndose el
origen de los mismos. Los testimonios intentan darle visibilidad a dichos trazos. El sentido
de los testimonios buscados en este trabajo no se ajustan ortodoxamente a las situaciones
antes descriptas y, sin embargo, creo que todos los que produjeron en este trabajo sienten
que con la desaparición de Errandonea se pierden referentes que, si no se hacen explícitos
en textos escritos, de una u otra forma, en poco tiempo, el de nuestras memorias personales, nadie se hará cargo de ellas. Y ello porque la voz y los emprendimientos de Errandonea,
que perdió miles de batallas y en muchos campos, persiste en todos nosotros como ecos o
como deudas pendientes e incluso en alguna medida, como imperativos morales.
Pudieron buscarse otros testimonios que hubiesen enriquecido la semblanza lograda en
los testimonios presentados pero las restricciones propias de espacio de la edición lo impidieron. Quizás hubiese sido necesario un mayor desarrollo de una faceta u otra de su
personalidad o trayectoria. De hecho, en la selección de los distintos autores de los testimonios y artículos ya hubo una selección de los mismos en función de un diseño original
personal de aquellos aspectos que consideré importante resaltar de Errandonea. Sin embargo me pareció, en honor al carácter testimonial que quería darle al contenido del número de
la revista, necesario brindar total libertad a los autores. Que evocasen y eligiesen en sus
respectivos artículos los aspectos que consideraban más salientes y que emergían o los
inspiraba más espontáneamente de sus recuerdos de Errandonea.
Creo que la revista será lograda y el homenaje será pleno en la medida en que los
lectores se inspiren en las páginas de los artículos o sientan la necesidad de ampliar sus
lecturas sobre los trabajos de Errandonea.
Marcos Supervielle
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SEMBLANZAS
Homenaje a Alfredo Errandonea
El Libertario
Mario Wschebor *
Sociólogo, escritor, periodista, profesor universitario, polemista, Alfredo fue desde su
adolescencia un militante libertario. Honrar su memoria, me parece, es explicar ésa su condición
esencial, esa práctica que ejerció con devoción durante toda la segunda mitad del siglo XX y
que dio continuidad y coherencia a su vida desde que tuvo uso de razón.
El eje de su pensamiento y de su acción
estuvo vinculado, desde el principio hasta el final, a una visión anarquista clásica de la cuestión del poder. Esto se reflejó, sin duda y antes
que nada, en su resistencia a las injusticias del
capitalismo y de la acción de los Estados en los
que le tocó vivir. Siempre fue considerado, y vaya
que lo era, como un enemigo del sistema político vigente. Enfático, polemista temible, nunca
utilizó la violencia física para defender sus opiniones o imponer sus puntos de vista.
Con el paso de los años, la rebeldía juvenil
contra la injusticia se mezcló con la sutileza y
el saber del profesor de Sociología, sin que hubiera perdido el ardor y la frescura y sobre todo,
la indignación. Aunque naturalmente, el debate
sobre la cuestión del poder se manifestó de manera especial en el seno de la izquierda, en la
que militó siempre y cuyos conflictos vivió intensamente.
En lo que podríamos llamar el terreno estrictamente ideológico, Alfredo Errandonea se
sentía parte de la discusión que se prolongaba
desde mediados del siglo XIX en los movimientos revolucionarios sobre la relación entre el individuo, el Estado y los partidos políticos, sobre
reforma y revolución, sobre poder e iniciativa
social. El mundo había cambiado y nos había
cambiado, aunque probablemente los dilemas
fundamentales en estas materias eran bastante
parecidos.
La tenacidad de Alfredo en torno a los principios básicos, en torno a cuestiones doctrinarias,
solía suscitar naturalmente la impaciencia de muchos de sus interlocutores. Al fin y al cabo, le
dijeron tantas veces, la Historia hace lo suyo
con prescindencia de los debates apasionados
de los pequeños círculos interesados en la evolución de las ideas. Siempre le vi un rechazo a
ese pragmatismo que escuda la búsqueda de la
influencia y del poder por si mismo y que su
olfato libertario supo detectar antes que otros.
El movimiento anarquista se había debilitado en todos los frentes y en todos los países,
en los sindicatos, en la vigencia de sus ideas
entre los jóvenes. Si bien ello había ocurrido a
lo largo de un período prolongado, desde el último tercio del siglo XIX, la tragedia de la guerra
de España había contribuido decisivamente a quitarle perspectivas y ello tuvo una influencia
particular en nuestros países.
Cuando Alfredo comenzó a militar como estudiante, hacia mediados de la década de 1950,
primero en la Federación de Estudiantes del Interior (FEI) y luego en la Federación de Estu-
* Matemático — [email protected]
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Homenaje a Alfredo Errandonea
SEMBLANZAS
diantes Universitarios del Uruguay (FEUU), si
bien los anarquistas habían perdido mucho peso
en el movimiento sindical – un movimiento basado fundamentalmente en la clase obrera industrial – conservaban una influencia considerable en algunos gremios poderosos, por su número y por su papel en la economía y en la sociedad: la Federación de la Industria de la Carne
y Afines, el Sindicato de Artes Gráficas y el Sindicato de FUNSA. En el movimiento estudiantil
uno encontraba militantes anarquistas aunque,
en mi opinión, el peso real de sus ideas iba bastante más allá de su número y de su precaria
organización; las opiniones dominantes en la
mayoría de los militantes, que no eran
anarquistas, solían ser muy próximas en estilo y
en espíritu a la de los militantes libertarios: obstinada defensa de la participación, rechazo a toda
forma de autoritarismo político; eso nos enfrentaba con el verticalismo estructural e ideológico
de “los bolches”, sumergidos en una organización stalinista que funcionaba como una verdadera secta. Y sobre todo, la gran desconfianza
hacia toda actividad política, itinerario hacia el
poder, fuente de los apetitos que teníamos el
deber de combatir.
Es la época del Tercerismo, del cual el movimiento estudiantil uruguayo fue un exponente significativo, anti-capitalista y anti-imperialista y, con el mismo vigor, opuesto al régimen
soviético, a su expansión imperial y a sus representantes locales. Una gran parte de la energía
del movimiento estudiantil estaba enfocada a
los temas de la política internacional, a establecer el paralelismo entre la intervención norteamericana en Guatemala para derrocar al gobierno de Jacobo Arbenz (1954) y la intervención
soviética en Hungría, para hacer lo propio con
Imre Nagy (1956).
En 1958 Alfredo fue nombrado Secretario
General de la FEUU y ese fue el año de la gran
huelga por la Ley Orgánica universitaria. El proyecto de ley había sido preparado durante un
largo período de más de 5 años de discusión
interna en la Universidad. Desde el punto de
vista de la mayoría de los militantes, los temas
universitarios propiamente dichos ocupaban
hasta entonces un lugar secundario. Sin
embargo, la huelga encendió una cadena de
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reacciones sociales y políticas sin precedentes
en la historia del país. La alianza con los sindicatos obreros, la sensación de fragilidad del sistema político y sobre todo, la espontánea participación de miles de jóvenes en un movimiento de este tipo, sin que los partidos políticos
tuvieran intervención alguna en la definición
de su estrategia o de su organización, parecían
la imagen perfecta de un movimiento contra el
poder, desde la pura base. Uno podía tener la
impresión de que estaba frente a la materialización histórica, ante sus propios ojos, de las
polémicas clásicas entre marxistas y anarquistas
acerca del tema de la Huelga General.
No es éste el lugar para interpretar esos
hechos desde la mirada actual. Lo cierto es que
para Alfredo, ese período de su juventud fue de
una plenitud incomparable. Varias décadas después, en un apasionado debate retrospectivo sobre ese pasado, le escuché decir que la Federación de Estudiantes de esa época era la organización más democrática y participativa de nuestra historia.
Corpulento, impulsivo y apasionado, en la
cabeza de algunos, tenía en esa época una imagen que poco se relacionaba con la realidad. En
el seno de los grupos a los que perteneció, profesionales, gremiales o políticos, tenía una gran
influencia, era muy organizado, con una capacidad de trabajo sin límites. Se le encontraba,
después de largas vigilias, tecleando con dos
dedos en su vieja máquina de escribir marca
Remington, extensos y detallados informes que
eran la osatura de las opiniones y posiciones
más diversas.
Puesta en vigencia la ley a fines de 1959,
Alfredo fue electo en la primera delegación estudiantil al Consejo Directivo Central. Eso también implicó para él un cambio personal importante: para cumplir esa función se convirtió en
un experto en la cuestión universitaria e hizo la
amalgama entre su condición militante y la reflexión sobre la actividad intelectual, a la que
habría de dedicar más tarde su vida profesional.
A partir de 1960, la irrupción de la Revolución Cubana y su identificación con el bloque
soviético, trajo como consecuencia una gran ex-
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SEMBLANZAS
pansión de la influencia de los comunistas en
la izquierda del continente, también en el Uruguay, a lo cual no quedó ajeno el movimiento
estudiantil. Mientras permaneció en él y después en las otras esferas de su actividad, Alfredo
continuó combatiendo por los mismos principios, en condiciones cada vez más estrechas,
dada la expansión de un dogmatismo fácil y
exitista, el polo opuesto de su manera de ver
las cosas.
También hubo modificaciones en el movimiento anarquista uruguayo, que deben considerarse efectos colaterales del mismo proceso.
Algunos grupos de anarquistas intentaron una
amalgama de sus ideas tradicionales con el marxismo y se organizaron como partidos políticos.
Pero Alfredo no los acompañó: su rechazo a la
posibilidad de que el poder estatal pudiera constituirse en un instrumento de liberación social
se mantuvo sin cambios.
A partir de la recuperación democrática en
1985, Alfredo Errandonea pasó a ser un sociólogo de dos orillas. Había establecido lazos personales y profesionales en Buenos Aires y hacía
regularmente el vaivén. En Montevideo tuvo una
influencia importante para la creación de la Facultad de Ciencias Sociales y debió abordar luchas nuevas, que para él también tenían sabores viejos. Cuando nos encontramos nuevamente, y ahora no se trataba de la sociedad entera,
sino solamente de la universidad, comprobé su
rechazo a los nuevos estilos de la real-politik,
adaptaciones de las viejas maneras de acercarse
a la tibieza del poder, a veces disfrazadas de
consideraciones doctrinarias, pero que herían de
igual manera su sensibilidad libertaria y
principista. Esto le generaba un toque amargo,
porque la universidad era ésa que él había contribuido a soñar en aquellos años.
Homenaje a Alfredo Errandonea
Sin embargo, y aquí estaba sin duda el viejo luchador que escudriña el horizonte para detectar la resistencia al poder establecido, al mismo tiempo, algunas veces que conversamos sobre los nuevos problemas de la sociedad actual,
hablaba con optimismo de los movimientos de
rechazo al poder concentrado y a la globalización controlada por los dueños del mundo, todavía incipientes y con rumbo incierto, pero que
expresaban una corriente profunda y quizá duradera. Allí vio el aliento para el renacimiento
de sus ideas anarquistas, la búsqueda de la libertad bajo nuevas formas y respondiendo a
nuevas situaciones.
Ahora que recuerdo esos brillos de esperanza que aparecían en algunos de nuestros diálogos, también me viene que a lo largo de décadas, en aquellos debates que para algunos parecían estar fuera de la vida real, las objeciones
principales a los puntos de vista de Alfredo aludían a su falta de programa y a la imposibilidad
de dar contenido a esas ideas en la práctica social. Los stalinistas solían expresarlo mediante
la clásica fórmula de que esas ideas irían a dar
«al basurero de la Historia», lo que, en todo caso,
nos recuerda una vez más, cuán conveniente
suele ser la prudencia cuando predecimos el destino de nuestros adversarios.
Alfredo nos enseñó a desconfiar del poder,
a elegir, a decidir por nosotros mismos, sin Dios
ni César. A principios de 2001, en un mensaje
colectivo a sus amigos, dijo que le habían anunciado que estaba enfermo y que debía luchar
para vivir. Eso hizo una vez más, con el mismo
regimiento unipersonal, sin grados ni jerarquías,
que había utilizado en todos sus combates. Esa
última batalla duró ocho meses, pero la otra, la
que le llevó toda la vida, no creo que finalice, ni
que deje de tenerlo presente.
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Homenaje a Alfredo Errandonea
SEMBLANZAS
La libertad como deseo,
como problema y como proyecto
Ruben G. Prieto *
Fuimos parte de una
generación, que alguien
denominó “la generación
crítica”.(1) Nos sentíamos
militantes, pero desde una
dimensión nueva que nos
hacía y a la que, a nuestra vez, íbamos dando forma. Nos diferenciábamos
del creyente que se definía por fines heterónomos, determinados por
instancias sagradas siempre referidas a autoridades jerárquicas, o del partidario que radicaba su
seguridad y la explicación
Alfredo Errandonea junto a Luce Fabri, Eduardo Colombo (psicoanalista argentino) y Ruben Prieto.
del mundo en la voluntad
del Partido y en la concepción dogmática que le garantizaba el conociber disfrutado del privilegio de encontrarlo en tiemmiento de las metas de la historia.
pos de creatividad y de esperanzas. Pero nos invaAmbos –creyentes y partidistas- justificaban
de también el sentimiento de que es mucho lo que
su acción en la convicción, dogmática aunque
quedó inacabado, al momento de su muerte, lo que
pretendidamente científica, de un fin determinanos mueve a tratar de fijar alguna de sus huellas
do por leyes que escapaban a la voluntad de los
para mantenerlas vivas y rescatarlas del olvido
seres humanos.
posible.
El movimiento estudiantil en los años 50 fue
Allí, en el seno del movimiento estudiantil,
el escenario para el encuentro, marcado por una
una generación se modeló y dio forma a una conpráctica cargada de sentido, que en el caso de
dición de compañeros. Juntos vivimos una avenAlfredo nos dio la oportunidad para una amistad
tura arriesgada, que sólo era posible en la solidariprofunda y respetuosa que se acrecentó con el tiemdad que cubría un arco que integraba una crítica
po. Al recordarlo nos sacude la convicción de haradical a lo dado, un proyecto igualmente radical y
* Integrante de la Federación de Estudiantes Universitarios (1950/65), participó en la creación de la Asociación de Estudiantes de Bellas Artes (1953), forma parte
de la Comunidad del Sur desde su fundación en 1955, ha participado activamente dentro del movimiento ecologista y del cooperativismo. — [email protected]
1-
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Rama, Angel. La generación crítica. Montevideo, Editorial Arca, 1972.
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SEMBLANZAS
por lo tanto utópico, y que en la medida en que
nos definíamos como revolucionarios debíamos
imaginar, proyectar y anticipar en todo lo que intentáramos en el seno de la sociedad. Aprendimos
a rechazar la idea de vanguardias elitistas, seguros
de que el cambio que deseábamos sólo podía realizarse desde la libre experimentación autoorganizada
y autogestionada por la sociedad misma, desde sus
organizaciones de base. El acento estaba en la creatividad y en la voluntad constructiva, y no en la
elaboración de teorías deterministas ni en la obediencia inherente a la condición de criaturas atadas a leyes históricas. A contrapelo de otras tendencias cantábamos una canción que nos recordaba: «desafíliate... de cualquier bandera, de cualquier partido, iglesia e incluso de costumbre y tradiciones familiares”.
Era el tiempo de la explosión de las concepciones existencialistas. Una generación situada en
el aquí y ahora que se enriqueció con las polémicas que Sartre y Camus sostenían en Paris en la
primera mitad de los 50. «El hombre rebelde» nos
marcó profundamente. Así como también los ecos
de la Revolución Española que nos había legado
exiliados orgullosos, historias heroicas y un rico
cancionero revolucionario, que acompañaban nuestras fiestas y nuestras luchas. “Hijos del pueblo”
nos preparaba el ánimo, cada Primero de Mayo,
para recordar a los Mártires de Chicago.
Aquella impronta existencialista nos dio el coraje para asumirnos como libertarios: “el hombre
está signado por la libertad, estamos obligados a
ser libres”. Esa conciencia de existir asumiéndonos
como proyecto nos puso frente a la ineludible tarea de implicarnos en la historia, para cambiarla,
para curvarla en el sentido que determinaban nuestro deseos, confrontados y compartidos. Lejos del
individualismo, pero centrados en la singularidad
inédita de cada ser humano, considerábamos que
el carácter social del individuo no es la negación
de la individualidad, de la misma manera que la
pertenencia a la comunidad humana no nos ahoga
en el anonimato impersonal.
El Sportman cobijó largas horas de conversaciones, alrededor de un cafecito, en las que con
fervor dilucidábamos las coordenadas ideológicas
para una acción consecuente. Teníamos claro que
la realidad, desde una perspectiva libertaria no
puede recibir los fines ni desde instancias jerárquicas, externas, ni desde una supuesta condición
humana troquelada antes y fuera de nuestra conciencia. La libertad es el único origen, el único
fundamento del proyecto autonómico.
2-
Homenaje a Alfredo Errandonea
Autonomía fue, a la vez, consigna y clave que
motivaban tanto la acción en que comprometíamos el cuerpo, al manifestar por 18 de Julio o al
ocupar la Universidad, como el lenguaje con el
que mapeábamos la realidad tratando de entenderla y con el que construíamos los discursos, inventando las alternativas que superaran la perversidad de la sociedad dominante. Por otra parte esas
alternativas, al mismo tempo que las pensábamos,
las experimentábamos ya, en la urgencia inmadura
y con los elementos disponibles, anticipando o prefigurando la sociedad que queríamos.
La lucha por la autonomía de la Universidad
fue la afirmación de la participación directa, en
todos los niveles. Queríamos convertir la vida, nuestras vidas, en una obra de arte, resolverlas en un
rico tejido de formas orgánicas, equilibradas, en
una gestalt que fuera a un mismo tiempo expresión inacabada y provisoria de un querer inaplazable: la libertad.
Y así descubrimos un principio organizativo,
fundante de un orden imprescindible e ineludiblemente no autoritario, que a la vez teníamos que
aprender, como quien aprende un idioma nuevo, y
que emergía en cada instancia social de ruptura,
atravesando el hacer de los movimientos sociales.
Cada huelga, cada ocupación de fábrica, cada ocupación de los centros de estudio ponía al desnudo
los atributos adormecidos de solidaridad y de
autogestión: las ollas populares, el miedo compartido frente a la represión, las tareas de extensión
de las misiones pedagógicas. A ese caudal de ideas
y vivencias, indeterminado y cargado de incertidumbres, tuvimos que darle color –el rojo y negro
que flameara desde la Comuna de París a la Nicaragua del Ejército de Sandino, así como en las milicias y las colectividades de la Revolución Española- y adjudicarle un signo significante para nombrarlo: “socialismo libertario o anarquismo”.
Color y forma, sentimiento y palabra, necesarios para mantener un referente nítido, que nos
permitiera resistir las desviaciones burocráticas del
poder y las apetencias individualistas en el saber
y en el tener, predominantes en la escena política
y social. Al mismo tiempo alentó el diseño de «un
espacio público en el que los seres humanos puedan reconocerse libres e iguales», y en el cual fuese posible la diversidad de construcciones históricas, promoviendo la capacidad instituyente de todos, partiendo «de lo que ellos quieren y de lo que
ellos hacen». (2)
La Escuela de Bellas Artes, que finalmente se
incorporó a la Universidad rompiendo la hegemo-
Colombo, Eduardo. El espacio política de la anarquía. Montevideo, Editorial Nordan-Comunidad, 2000.
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Homenaje a Alfredo Errandonea
SEMBLANZAS
nía de lo científico, fue para algunos de nosotros
la oportunidad de conocer, comprobar y experimentar la emergencia de otras miradas, de otras
imágenes, de otros mundos. «El arte es un sustituto en tanto sea inalcanzable la belleza de la vida»,
impulsó y a la vez relativizó nuestra tendencia
vocacional. Lo importante era la belleza de la vida,
la sociedad era la materia más plástica en la posibilidad de la creación humana, resuelta en cultura.
Mientras tanto Alfredo buceaba otro territorio en el que, en un intento complementario,
Compte, Durkheim, Simmel, Max Weber, Veblen, y
tantos otros, rasgaban las apariencias de la sociedad, tratando de dibujar las diferentes morfologías
sociales, apoyándose en los diferentes modos de
agregación humanas -grupo, comunidad, sociedad,
humanidad-; en procura de las formas y factores
que los constituyen: el régimen político, la organización económica, las estructuras jurídicas.
En aquellas circunstancias Wright Mills fue
otra referencia significativa, aportada por Alfredo
que lo apreció como «prototipo de sociólogo comprometido con su época... que desde su condición
de técnico no podía inhibir la responsabilidad militante de cada hombre”. Al punto de que, al compartir la redacción de la revista Tarea, editada por
el Centro de Acción Popular, incluimos un capítulo
de «La imaginación sociológica», como “una perspectiva que ayuda nuestra reorientación ideológica
y nos da energía para enfrentar las horas negadoras
que el país ha comenzado a vivir».(3)
Seguramente aquel texto elegido funcionaba,
sin nuestra total conciencia, como una expresión
que aunaba la imaginación creadora inherente al
pensar y al sentir, y el origen de la acción
transformadora, como más tarde nos mostrara
Castoriadis, en ocasión de su visita en 1993, tanto
en la construcción de subjetividades, como en la
creación de las alternativas que íbamos construyendo en el aquí y ahora, con la mira en una sociedad basada en la autonomía y la solidaridad.
También nos brindó –para el hacer estético y
para el conocer la realidad social- un fundamento
crítico para el análisis “objetivo” del mundo de las
formas estéticas y de las formas sociales. Transitábamos por una época que acumulaba innumerables crisis, y que comenzaba a cuestionar la fe en
el progreso y en la cientificidad.
“La creciente racionalización de la sociedad,
la contradicción entre esa racionalidad y la razón,
la quiebra de la supuesta coincidencia de razón y
34-
12
libertad, estos hechos están detrás de la aparición
del hombre «con» racionalidad pero sin razón, que
cada vez es más auto-racionalizado y cada vez se
encuentra más a disgusto ...Esta adaptación del
individuo y sus efectos sobre el medio y su yo tiene
por consecuencia no sólo la pérdida de su oportunidad y, con el tiempo de su capacidad y su voluntad
para razonar; afecta también a sus oportunidades
y su capacidad para obrar como un hombre libre.»
Aquel texto cayó como un multiplicador de
efectos explicativos, propositivos y impulsores de
la acción social.
“El interés del investigador social en la estructura social no se debe a ninguna opinión de
que el futuro esté estructuralmente determinado.
...necesitamos estudiar y discernir las alternativas
dentro de las cuales la razón humana y la libertad
pueden hacer historia ahora. ...(pero) la libertad
no es meramente la oportunidad de que uno actúe
como se le plazca ...el problema de la libertad es el
problema de cómo se tomarán las decisiones acerca de los asuntos humanos y quién las tomará. En
el aspecto de la organización, es el problema de
una maquinaria justa de decisión. Moralmente, es
el problema de la responsabilidad política. Intelectualmente, es el problema de cuáles son ahora los
posibles frutos de los asuntos humanos. ...se nos
ha hecho evidente que no todos los hombres quieren por naturaleza ser libres; que no todos los hombres están dispuestos o son capaces de esforzarse
en adquirir la razón que la libertad exige. Desde
esa perplejidad surgen interrogantes inquietantes
anticipando la necesidad de los cambios necesarios:
¿En qué condiciones llegan los hombres a querer ser libres y capaces de obrar libremente? ¿En
qué condiciones están dispuestos y son capaces de
soportar las cargas que la libertad impone?
Pero la formulación de todo problema requiere que enunciemos los valores implicados y la amenaza que pesa sobre ellos.
«No conozco respuesta para la cuestión de la
irresponsabilidad política en nuestro tiempo.... Pero,
¿no es evidente que quienes deben afrontarlos son,
más que nadie, los investigadores sociales? ...Que
muchos de ellos no lo hagan es con toda seguridad
la mayor omisión humana cometida por hombres
privilegiados en nuestros tiempos”.(4)
Esas consideraciones que cerraban aquel texto de W. Mills, nos permiten un trabajo arqueológico que puede explicar los caminos seguidos por
los que formábamos parte de aquella generación.
Presentación de Razón y libertad, de C. Wright Mills. Tarea, año 1, no.4, revista mensual del Centro de Acción Popular. Montevideo, octubre de 1965.
Mills, C. Wright. Razón y libertad. En Tarea, año 1, no.4, revista mensual del Centro de Acción Popular. Montevideo, octubre de 1965.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
SEMBLANZAS
Lo que sí es evidente es que encontraron eco en la
conciencia fértil de Alfredo y se convirtieron o
coincidieron con el núcleo duro de su compromiso
intelectual, moral y práctico.
Su capacidad en la elaboración teórica y conceptual lo impulsó a trabajar, con el rigor científico de que era portador, los conceptos «explotación
y dominación», que sirvió de título al pequeño libro que publicáramos, bordeando ya la dictadura
militar, bajo el pie de imprenta Editorial Acción
Directa, marcando un sentido claro para el hacer
social.
“A manera de prólogo” reiteraba el compromiso del sociólogo, ya compartido con W. Mills:
«Quizás interese al lector saber que este trabajo, como orientación teórica, y de manera muy
general, está dirigido a concretar un perspectiva
inspirada en valores libertarios... Lo cual me ha
significado algunos inconvenientes en mi actuación
cotidiana. Ellos constituyen el costo de querer pensar libre y creativamente en medio de una sociedad
opresora e intolerante; en progresivo proceso de
facistización.
El planteo enfrenta los esquemas escolásticos
más difundidos; y creemos que es susceptible de
constituirse en alternativa explicativa. El evitar su
difusión parece ser el designio de algunos grupos,
especialmente activos en la subcultura intelectual
y las organizaciones que la sustentan».(5)
Epocas difíciles, doblemente difíciles, exigían
honestidad y entereza, virtudes que ya había mostrado en su militancia estudiantil y al ocupar la
secretaría general de la Federación de Estudiantes
en los años 60. En ese mismo libro hace referencia, con un tono de franqueza y de energía típica
de la época, «al conjunto de estereotipos y palabrerío
de folleto al que llaman «marxismo», constituido
en un cuerpo de creencias cuasi religioso, en un
verdadero dogma».
Años después, retornados de nuestro exilio
en Suecia, el reencuentro nos permitió volver a
trabajar juntos en la planificación de la colección
“Piedra Libre”, centrada en el pensamiento libertario contemporáneo, y en particular en la edición
de su «Sociología de la dominación», elaboración
madura y ampliamente desarrollada, a partir de
aquel primer «borrador» temprano.
Como él mismo lo definiera, ese libro había
sido concebido en la convergencia de las esperanzas de un cambio radical y de una multiplicidad de
movimientos revolucionarios, en los primeros pu567-
Homenaje a Alfredo Errandonea
jos de la pesadilla represiva que se abatió sobre
toda América Latina. Pasión y temor alentaron su
impulso creador y sobre todo la conciencia de que
“las propias ciencias sociales se debatían en el estancamiento y la imposibilidad de explicar... se
institucionalizaban y profesionalizaban. En aquellas circunstancias, en medio de un clima intelectual asfixiante, llegamos a convencernos de que
había que replantear radicalmente toda la problemática de la teoría social. ...Lo decidimos hacer a
partir del fenómeno de las clases sociales y su papel en el cambio social, porque nos parecía la temática estratégica. Y lo encaramos con total apertura,
con decidida vocación revisora”. El compromiso que
compartía con W. Mills le exige mostrarlo al lector,
exponiendo además los valores -“razón y libertad”en que funda su análisis.
“Es cierto, nuestro punto de partida serían ciertas premisas de matriz libertaria, pero con verdadero espíritu libertario: sin otras fronteras
limitativas que las de la razón y el examen reflexivo, contra toda inhibición de “vacas sagradas”,
cualquiera fuera su signo”.
Su intención fue, desde una epistemología
libertaria, evitar “una teoría cerrada que incluya
una “receta” universal... Tendría que ser sí, un
cuadro instrumental teórico, con la suficiente flexibilidad como para asumir la variabilidad histórica del acontecer, que no se deja encasillar tan fácilmente por los sociólogos, ni por otros cientistas
sociales, ni por ningún ideólogo doctrinario de la
realidad.” (6)
Cabría rastrear esa doble presencia de teoría
e implicación sociales en sus otros libros, que también presentan su intencionalidad liberadora y
libertaria, pero es evidente que coincidimos en que
el conocimiento científico no puede “imaginarse”
como un ejercicio omnipotente y vanidoso de imposibles “neutralidades valorativas”, ya que siempre es expresión de un sujeto sujetado a las pautas
que lo definen y que definen sus elecciones “libres”. (7)
En esta comprobación de la matriz libertaria,
que elige como destinataria de los conocimientos
construidos, merece ser rescatado un largo y silencioso esfuerzo teórico, que aunque más recostado
al trabajo solidario y en el ámbito de la responsabilidad militante, presenta un perfil que escapa al
campo académico. Una serie de pequeños ensayos, generalmente destinados a publicaciones periódicas o a su participación en coloquios y en-
Errandonea, Alfredo. Explotación y dominación. Montevideo, Editorial Acción Directa, 1972.
Sociología de la dominación. Montevideo, Editorial Nordan-Comunidad, 1989.
Spósito, Rafael. Adiós y bienvenida a una travesía inconclusa. In memoriam Alfredo Erradonea. Comunicación a la Red de Cultura Libertaria. Montevideo,
2001.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
13
Homenaje a Alfredo Errandonea
SEMBLANZAS
cuentros, fueron siempre la oportunidad para aportes valiosos y sobre todo fermentales. (8)
Por haber participado en distintos momentos
de su elaboración, por nuestra condición de amigos y compañeros, nos detendremos en la ponencia que presentara, cerrada ya la dictadura militar,
en el Encuentro que organizáramos en 1985 con
motivo del 30º aniversario de Comunidad del Sur,
y en los prólogos que hiciera para varios libros de
nuestra editorial.
Todos esos trabajos de alguna manera se resuelven como un conjunto que vuelve a aunar la
tarea científica de análisis conceptual, referencial
–herramienta sociológica-, y la proyección operativa –proyecto de cambio consecuente- reiterando
la inseparabilidad de “razón y libertad”, de pensamiento y acción.
“Apuntes para una teoría de la participación
social” fue la ponencia que Alfredo “nos regalara”
para aquel encuentro abierto, pero intencionalmente libertario y comunitario. Su propósito fue
escribir respecto al papel de las “alternativas” en
el cambio social en un sentido liberador. Pero fuertemente anclado en su convicción de una necesidad explicativa fundada científicamente –la cuota
de razón imprescindible- pensó que “debía ser precedido por otro, que le diera sustento teórico, sobre
la conceptualización de la participación”. El itinerario conceptual parte de la cuestión planteada por
Weber: “¿por qué hay quienes obedecen mandatos?”
Pero allí asoma la importancia de los valores desde
los que se investiga, ya que apunta a un paradigma libertario, optando por la participación como
“un atributo de la condición humana, por lo tanto,
se trata de una categoría universal; aunque sus formas, manifestaciones y dimensiones sean variables... la participación máxima generalizada que
logra sustituir totalmente a la dominación, implicaría una sociedad igualitaria y liberada...
“De todo lo precedente, debe deducirse que el
cambio social en dirección liberadoras es el que resulta del crecimiento de la participación en detrimento de la dominación. También debe deducirse
que la configuración estructural esencial de la sociedad (de dominación) es la de su conformación
en clases sociales, las cuales se articulan una con
otras mediante mecanismos que implementan la
dominación... el proceso liberador consiste en una
lucha constante librada en las distintas esferas y
ámbitos de la sociedad; en todo lugar donde se hacen presentes relaciones de dominación.“
“La configuración concreta que asumen en una
sociedad dada esa configuración de agregados contrapuestos y relacionados, es la estructura de clases de la sociedad en cuestión. La dominación ejercida por unos y la participación realizada y/u opuesta por los otros, constituye una confrontación constante.” (9)
En la segunda parte de su aporte señala que
actualmente surgen “nuevas y más sofisticadas formas de dominación... con renovadas técnicas, que
reproducen las viejas mentiras de la “representatividad”, sistemáticamente tramposas del
protagonismo popular, que lo manipulan y anulan
desde el atricheramiento en elites de “dirigentes”,
“técnicos”, “partidos” y otras pirámides inescalables
para la gente común. Una estrategia militante para
un cambio liberador tiene que partir, “pese a la
ilusión tan habitual al respecto, (que) el cambio
liberador no se ha de producir de un golpe y globalmente... tampoco que consistirá en decretos o proclamas, asumidas por un grupo que las declara formalmente para todos... La liberación consiste en el
ejercicio efectivo de la participación.”
“La verdadera revolución social no se escribe
con mayúscula, no es singular sino plural. No ocurre de un día para el otro, sino que va acaeciendo
todos los días, en cada situación en que en determinadas relaciones de dominación se obtienen modificaciones estructurales que maximizan la participación ... una historia que, en realidad, no tiene
fin.”
“...Nuestra acción en dirección transformadora
no puede centrarse en la competencia imposible con
los grupos y organizaciones que se disputan el predominio del poder del “podio”, que procuran ensanchar su lugar en la arena político-partidista.
...Cierto frente de la lucha está allí. No para disputar esos espacios de poder, sino para atacar a éste
en su madriguera logística.” (10)
El tema se desliza hacia las áreas para “una
acción militante libertaria”, que reitera en un pla-
8-
Ponencia presentada en la Exposición Internacional de Anarquismo, Barcelona, octubre de 1993;
La Universidad en la encrucijada, Montevideo, Editorial Nordan-Comunidad, 1998;
El espacio público en el siglo XXI. Ponencia presentada en el Coloquio Internacional “¿Tiene un futuro el anarquismo?”, realizado en la Universidad de
Toulouse-Le Mirail, octubre de 1999;
Al compañero Lourau - Presentación del libro Los intelectuales y el poder, de René Lourau. Montevideo, Editorial Nordan-Comunidad, 2001.
Comunicación para la Red de Cultura Libertaria, marzo de 2001.
9- Errandonea, Alfredo. Apuntes para una teoría de la participación social. Ponencia presentada en el Encuentro “Alternativas en América Latina”, organizado por Comunidad del Sur, con motivo de su 30º aniversario, Montevideo, agosto de 1985. Publicado en “Comunidad”, no.50. Estocolmo, setiembreoctubre 1985.
10- Consideraciones para una estrategia militante para un cambio liberador. Segunda parte de la ponencia presentada en el Encuentro “Alternativas en
América Latina”. Publicado en “Comunidad”, no.51. Estocolmo, enero-febrero 1986.
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
SEMBLANZAS
no teórico la praxis que compartimos y que tuvieron los puntos de inflexión en las expresiones solidarias de la Federación de Estudiantes en 1956
en relación a la intervención yanqui en Guatemala
y la intromisión rusa en la Revolución Hungara; el
impulso que culminó con la creación del Departamento de Extensión Universitaria; en el intento de
organizar desde la Universidad la emergencia frente a las inundaciones que asolaron al Uruguay en
1958; las actividades junto al Comité Popular del
Barrio Sur, a principios de los años 60; en la
reelaboración y difusión del pensamiento libertario a través de la revista Tarea del Centro de Acción Popular, de Comunidad publicada en Estocolmo
durante nuestro largo exilio, o de las ediciones
encaradas desde Comunidad del Sur.
El prólogo al libro de René Furth que tituló
“¿Que es el anarquismo?”, desarrolla con mayor
rigor metodológico, aunque quizás con menos pasión, los mismos elementos, a punto de partida de
las preguntas que considera básicas, y que “desde
el fondo de la historia, desde mucho antes que el
anarquismo fuera anarquismo, el hombre se ha hecho”:
“Es deseable y alcanzable la igualdad ente los
hombres?, y ¿cómo lograrla?”
“Es deseable y posible la libertad?, y ¿cómo
garantizarla?” (11)
Finalmente reafirma el optimismo realista que
siempre lo caracterizó, al reconocer que “un conjunto de filósofos, cientistas sociales y pensadores
contemporáneos, que en su mayor parte no se reconocen tributarios del pensamiento anarquista, se
pronuncian por la descentralización antiautoritaria,
el socialismo autogestionario o democrático (en un
sentido bien distinto a “socialdemocracia”), las
soluciones participativas, y la preocupación por el
protagonismo del hombre común.”
Más recientemente aún, en el prólogo que
presenta “La sociedad contra la política”, Alfredo
continua el desarrollo de sus ideas a partir de lo
socio-histórico pero apuntando hacia la capacidad de hacer la historia, contra la historia, si asumimos la responsabilidad de ser en el mundo y
con los otros. Otra vez razón y libertad instalándose como parámetros fundantes.
Homenaje a Alfredo Errandonea
“Son tiempos de transcendentes cambios, de
múltiples crisis, y de problematización teórica. Que
han terminado de destruir los dogmas en boga hasta hace muy poco tiempo; que consagraron la rebelión de la realidad contra las teorías que pretendían encasillarla esquemáticamente; que no toleran más las formulaciones sacralizadas hace más
de un siglo. ...Tiempos que también parecen haberse sumergido en la confusión generalizada...que
a la vez en medio de un vaciamiento general, configuran la oportunidad desafiante de proyectar y construir el camino hacia un futuro más justo y más
libre, desde aquellos valores fundamentales. Que
demandan la fuerza, la capacidad, la inteligencia y
la imaginación constructiva para edificar la alternativa militante, intelectual y científica de reconstruir la utopía libertaria.” (12)
Con esta afirmación y con ese deseo alimentó
su vida, que le quedó chica para contener la pasión con que la entregó en el amplio abanico de su
pensar, de su hacer y de su ser.
Todavía resuena con un dejo de dolor el mensaje que, poco tiempo antes de morir, nos enviara
desde Aguas Dulces donde se refugiaba en el silencio de la naturaleza:
“Quiero vivir 20 años más y estoy en la lucha...”.
Como siempre, comentamos calladamente,
pero angustiados por la amenaza.
Una mañana fría, 11 de agosto de 2001, confirmados nuestros temores, enviamos una noticias
escueta a amigos y compañeros:
Su cuerpo que había resistido infinidad de situaciones de violencia represiva, se quedó sordo frente a ese reclamo. Pero, quedamos nosotros, un cuerpo
extenso de solidaridad, en sentimientos e ideas, para
mantener el deseo de una vida libertaria, amasada
por el esfuerzo, la alegría y las ganas de todos.
Nos queda también este sabor triste de derrotas y de fracasos, que sin embargo son el origen de
la renovación del deseo: libertad, solidaridad y autonomía, desplegadas más allá de los límites de
aquellos que procuramos realizarlas.(13)
11- ¿Qué es el anarquismo? En Furth, René. Formas y tendencias del anarquismo. Montevideo, Buenos Aires, Tupac Ediciones y Editorial Nordan-Comunidad,
1988.
12- La sociedad contra la política. Montevideo, Editorial Nordan-Comunidad, 1993.
13- Comunidad del Sur. Noticias de ninguna parte. Correo electrónico enviado desde Montevideo el 12 de agosto de 2001.
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Homenaje a Alfredo Errandonea
SEMBLANZAS
Sus pasos en Argentina
Mario Margulis *
Conocí a Alfredo en 1986 y fuimos muy buenos amigos hasta su prematura muerte en 2001.
Reflexionando ahora, tomo conciencia de que
no transcurrieron tantos años, si bien la intensidad social y política que los caracterizó me
hacen sentir que nuestra amistad abarcó un período mucho más largo.
En 1986 yo estaba a cargo de la Carrera de
Sociología, de la Universidad de Buenos Aires
que, en ese entonces, era una unidad autónoma
dependiente del Rectorado. Años después fue
una de las bases sobre las que se constituyó la
Facultad de Ciencias Sociales, junto con otras
carreras (Ciencias Políticas, Ciencias de la Comunicación, Trabajo Social y Relaciones del Trabajo) cuya situación en la UBA era similar.
En la Universidad de Buenos Aires,1986 fue
un año de transición: sobre todo en el ámbito
de las Ciencias Sociales -muy perjudicadas por
el Proceso- en que se iniciaban nuevas carreras
y se estaba reconstruyendo la Carrera de Sociología. Se trataba de una tarea compleja que había pasado ya por varias etapas difíciles. Cuando
me fue encomendada la dirección de Sociología
(el título era Delegado del Rector e incluía lo
académico y lo administrativo) yo hacía pocos
meses que había regresado de un largo exilio.
Mi reinserción en la Argentina post-proceso militar coincidió con el inicio de mis actividades
en lo que quedaba de la Carrera donde había
cursado mis estudios muchos años atrás. En ese
contexto, y dedicado junto con otros profesores
a la ardua tarea de continuar una reconstruc-
ción sobre ruinas de diferente índole, es que
conocí a Alfredo.
Errandonea estaba en la Carrera desde hacía algún tiempo. Ya había regresado a su país y
vivía en Montevideo, pero conservaba una fuerte inserción en Buenos Aires, donde había encontrado refugio ante la persecución política en
su país. Todavía, en 1986, desempeñaba algunos trabajos profesionales (investigación de mercado, consultoría) que le habían ayudado a
ganarse la vida al tener que abandonar su país,
y también conservaba un departamentito que
había alquilado en la calle Cangallo, en pleno
centro de Buenos Aires. En la Carrera de Sociología (UBA) dictaba Metodología de la Investigación Social y alternaba varias asignaturas en
la Universidad del Salvador.
Creo que lo que contribuyó a que nos hiciéramos amigos fue alegría, su buen humor, su
espíritu jovial, la risa fácil. Alfredo tenía una
personalidad fuerte, su energía desbordante coincidía con su cuerpo corpulento y su espíritu
emprendedor. Era una persona amable, y actuaba con espíritu positivo y voluntad de construir
en las frecuentes discusiones y conflictos que
atravesaban el proceso de reconstrucción de la
carrera de Sociología.
En los años 1986 y 1987 continuamos e intensificamos un proceso de transformación, comenzando por asignaturas y contenidos, tratando de terminar con las deformaciones y deterioros instalados por el Proceso. Se incorporaron
* Sociólogo. Profesor Consulto de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Ex Decano Organizador de esa
Facultad. — [email protected]
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
SEMBLANZAS
nuevos profesores, muchos de ellos también retornados de su exilio y, asimismo, a otros que
habían logrado, con grandes esfuerzos y dificultades, continuar con su tarea intelectual en el
país. La Carrera de Sociología se renovó, y sobre
la base de una reconstrucción de hecho debimos
encarar la confección y aprobación de un nuevo
Plan de Estudios que legalizaran esos cambios e
iniciaran su proyección hacia el futuro. No era
tarea fácil, y traigo a colación ese recuerdo por
la importante participación que tuvo Alfredo
Errandonea en la gestación del nuevo plan de
estudios.
Todavía hoy, el esquema con que se presenta el plan de estudios de la Carrera, su representación gráfica, en que en forma ordenada y
de fácil apreciación se presentan los diferentes
ciclos, las materias obligatorias y optativas, las
materias básicas y las sociologías especiales, en
fin los distintos matices del Plan de Estudios de
la Carrera de Sociología, aun hoy vigente, ese
esquema que contribuyó a la discusión del Plan
y su posterior aprobación, fue obra de Alfredo.
Un sábado por la mañana nos reunimos en mi
casa, yo le expuse las dificultades que afrontábamos para ordenar y sistematizar un nuevo
proyecto, para el cual contábamos ya con ciertas decisiones, y Alfredo, rápidamente, con asombrosa facilidad, esbozó el esquema del Plan, que
con pocas modificaciones fue finalmente aprobado por todos los sectores de la Carrera que
intervinieron activamente en su discusión.
A partir de distintas materias que se dictaban se reordenó el Area de Metodología de la
Investigación Social. Se implentaron dos Cátedras de Metodología, una para el turno mañana
y otra para el turno noche. Cada Cátedra estaría
dividida en tres materias obligatorias y correlativas entre sí (Metodología 1, Metodología 2 y
Metodología 3). Además, la Cátedra podría
implementar, lo que efectivamente sucedió, cursos optativos complementarios centrados en temas especiales. Alfredo quedó a cargo de las
Metodologías que se dictarían en el turno noche, y consecuentemente tuvo un gran número
de alumnos a su cargo y la responsabilidad de
dirigir a un importante equipo de profesores,
jefes de trabajos prácticos y ayudantes de cátedra. Esta organización fue perdurable y Alfredo
Homenaje a Alfredo Errandonea
puso en marcha su capacidad de organización y
de enseñanza para realizar con éxito esta tarea
hasta que la enfermedad, en los últimos meses
de su vida le impidió seguir viajando a Buenos
Aires.
Grande era su capacidad de trabajo y la energía que debió desplegar. Debía viajar desde Montevideo, donde reinstaló su residencia, y dirigir
un equipo docente complejo, dictar numerosas
clases y mantenerse actualizado. Siempre estuvo activamente vinculado con la vida de la Facultad de Ciencias Sociales y con los debates que
se llevaban a cabo en la Carrera de Sociología.
Mientras tanto también desarrolló una importante tarea de enseñanza e investigación en
Montevideo, escribía libros y artículos, sobre todo
en Uruguay, y producía con regularidad informes y artículos periodísticos. En los últimos años
también comenzó a desarrollar tareas de investigación en la Universidad de Buenos Aires, ingresó al Instituto Gino Germani y dirigió un equipo de investigación relacionado con sus actividades de Cátedra.
Era querido y respetado por sus colegas y
discípulos. A su gran experiencia en el área de
la metodología de la investigación social, unía
una buena formación epistemológica y la frecuentación de los autores clásicos de la teoría
sociológica. Leía permanentemente y conocía
muy bien a Marx, Simmel, Durkheim y Weber, y
ejemplificaba en las clases con textos tomados
de estos autores. Fue muy importante su contribución a la formación de nuevos investigadores
y de integrantes de equipos docentes. Siempre
brindaba generosamente su tiempo y atendía con
afabilidad y buena disposición a quienes le solicitaban ayuda o consejo. Era un gran conocedor
de la obra de Popper, y en ocasión de la muerte
de este importante filósofo y epistemólogo, publicó en Montevideo una nota en su homenaje.
En la formación de Alfredo fueron importantes los años pasados en Chile. Con frecuencia, en las sobremesas, conversaba acerca de sus
experiencias en 1966 y 1967, período en que
cursaba la Maestría en Sociología, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO) en Santiago de Chile. Era un período
en que, primero el golpe militar en Brasil y lue-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
17
Homenaje a Alfredo Errandonea
SEMBLANZAS
go el ocurrido en Argentina, con la toma del
poder por militares encabezados por el General
Onganía, habían contribuido a la concentración
en Chile de sociólogos, politólogos y economistas sudamericanos ya consagrados y, también,
de jóvenes promisorios que encontraban espacio en las diferentes organizaciones internacionales y centros de enseñanza que entonces se
concentraban en Santiago. Entre ellas podríamos citar a CEPAL, CELADE, FLACSO, Ecolatina.
Estas circunstancias contribuyeron a la radicación de importantes proyectos de investigación
en esa ciudad.
Muchos investigadores jóvenes, que más
tarde fueron figuras destacadas en las Ciencias
Sociales de América Latina, estaban entonces
en Santiago. Entre ellos se puede citar a Cardoso,
Faletto, Nun, Murmis, Rui Mauro Marini, junto
con figuras de la generación anterior, como
Sergio Bagú o Aldo Solari. En ese contexto,
Alfredo, y la cohorte de jóvenes que en ese entonces cursaron la Maestría en FLACSO, no solo
contaron con profesores destacados, como Johan
Galtung, Peter Heinz, Fernando Cortés y Alain
Touraine, también participaron de un ambiente
intelectual muy rico y tuvieron la posibilidad de
interactuar con algunos de los mejores intelectuales de América Latina en un clima de reflexión
y cuestionamiento de los saberes consagrados.
La actividad que Alfredo Errandonea desarrolló en la Argentina fue importante y no
puede reducirse a un simple detalle de su obra.
Nos hemos concentrado en las huellas que dejó
en las instituciones en que actuó, principalmente en la Carrera de Sociología de la Facultad de
Ciencias Sociales. Pero también se recuerda su
paso como profesor en la Facultad de Ciencias
Políticas de la Universidad del Salvador, Buenos
Aires, en que dió clases entre 1977 y 1955. En
esta institución, que en los años más duros del
Proceso brindó espacio a muchos sociólogos para
los que se habían cerrado las puertas de las universidades nacionales, Alfredo dictó diferentes
cursos, entre ellos: Teoría de la Investigación,
Teoría de las Decisiones y Técnicas de la Investigación II. También fue profesor en la Licenciatura de Comunicación Social de la Escuela
Superior de Periodismo y Comunicación Social
de la Universidad Nacional de La Plata, Repú18
blica Argentina (1985), cargo ganado por concurso de oposición y méritos, y coordinador de
la especialidad en Metodología de la Investigación Social en los cursos de Maestría de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO), sede Buenos Aires, en la que dictó
cursos de posgrado de Técnicas de Investigación y de Análisis de Datos; entre 1986 y 1990.
Además, es muy recordado por sus cursos de
Metodología para Sociólogos y su importante
cooperación y estímulo en el Colegio de Graduados en Sociología de Buenos Aires. Asimismo colaboró con el Colegio de Graduados en
Sociología de La Plata.
En los años en que vivió en Buenos Aires,
y con menor intensidad, cuando ya había regresado al Uruguay, Alfredo desarrolló una intensa
actividad, no solamente en el campo docente,
también en el de la investigación científica y en
labores profesionales de consultoría, quedando
testimonios de su trabajo en numerosas publicaciones realizadas en Buenos Aires que suman
a su extensa obra realizada en Uruguay.
Excede las posibilidades de este breve artículo enumerar su frecuente participación en
eventos científicos y su integración a comisiones y grupos de trabajo universitarios o,
en general, a dar detalle de su intensa presencia en la vida académica e intelectual. A
continuación se enumeran las principales publicaciones realizadas por Alfredo Errandonea
en la Argentina:
“Condiciones sociales para la integración
subregional de áreas fronterizas en la Cuenca
del Plata”, CEINAR, Buenos Aires, República Argentina,1977-9. (Publicación en forma de artículos en la Revista Argentina de Relaciones Internacionales, Nº 10 y Nº 11, 9).“Condiciones para la integración local en
áreas de construcción de grandes obras hidroeléctricas en la Cuenca del Plata” INCASUR, Buenos Aires, República Argentina,1978-9. En colaboración;
Política Económica y Estructura Ocupacional en el Cono Sur, INCASUR, Buenos Aires, Re-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
SEMBLANZAS
pública Argentina, 1982.- El Cid Editor-Incasur,
Buenos Aires, 1984, 160 pags.
“Cambio social y político en el Gran Buenos Aires”, Universidad de Buenos Aires, Carrera de Sociología.- 1984 y en 1985.- Trabajo inédito.
“Hacia una definición operacional del concepto de integración”; en Revista Argentina de
Relaciones Internacionales, CEINAR, Buenos Aires, Nº 9, 1977.
Homenaje a Alfredo Errandonea
publicación Interna de la Cátedra de Metodología de la Carrera de Sociología de la Universidad
de Buenos Aires, 1988.
“Efectos de la política monetarista sobre la
estructura ocupacional de los países del Cono
Sur”; INCASUR, “Notisur”, Nº 18, Buenos Aires,
1982.
Política económica y estructura ocupacional en el Cono Sur, El Cid Editor - Incasur, Buenos Aires, 1984 (160 pp.).
“Condiciones sociales para la integración
subregional de áreas fronterizas en la Cuenca
del Plata: la frontera Argentina-Uruguay”, en
Revista Argentina de Relaciones Internacionales, Nº12, CEINAR, Buenos Aires, 1978.
“Fuerzas sociales y grupos políticos”;
INCASUR, Buenos Aires, Agosto de 1984.
“La integración subregional en áreas fronterizas y sus condiciones sociales”, en revista
“Integración Latinoamericana”, INTAL, Buenos
Aires, Nº 30, 1978.
“Algunas hipótesis sobre el cambio sociopolítico en la Argentina Actual”; en Daniel García
Delgado (compilador), Los cambios en la sociedad política (1976-1986), Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1987.
“Uruguay en la encrucijada”; en revista
“Utopía”, Nº 4, Buenos Aires, 1985.
“A los 10 años del acuerdo de Cartagena: la
Argentina y las condiciones para la integración
andina”; en Revista Argentina de Relaciones Internacionales”, CEINAR, Buenos Aires, Nº 14,
1979.
Sociología de la dominación; Co-edición
Nordan(Montevideo) y Tupac (Buenos Aires),
1988-9 (147 pags.).
“Das La-Plata-Becken - eine alternative
integrationestrategie für Lateinamerika”; en revista “Lateinamerika Berichte”, Munich, marzoabril, 1980.
“A manera de Prólogo” en La sociedad contra la política; Prólogo a edición española del
libro indicado, integrado por trabajos de
Bookchin, Castoriadis, Lefort, Colombo y otros.
Co-edición Nordan (Montevideo) y Altamira (Buenos Aires), 1993.
Colección de “Guías de Clase de Metodología de la Investigación Social” (1 a 9),Publicación Interna de la Cátedra de Técnicas de Investigación I, de la Carrera de Ciencia Política de la
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
del Salvador; Buenos Aires,1980. Reeditada como
“En defensa de la metodología científica”;
Ponencia presentada en las Jornadas de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires (UBA), Buenos Aires, 1998.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
SEMBLANZAS
La Sociología como pasión
Rafael Paternain *
I
El Paraninfo de la Universidad estaba casi
vacío. Corría el año 1987, y no más de diez jóvenes esperaban tranquilos en sus asientos. Un
hombre corpulento, de pelo blanco con reflejos
amarillentos, entró a toda prisa. Se ubicó delante de la gran mesa de disertaciones y comenzó a
hablar de pie. Lanzó una risotada y se disculpó
por la demora. Hablaba con las manos, fumaba
incesantemente, y en su rostro pugnaban tanto
una expresión amenazadora como una cálida ingenuidad. Los que estábamos allí teníamos entre 18 y 20 años, y nos proponíamos estudiar
sociología. El hombre corpulento, que continuaba
hablando, tenía la misión de explicarnos de qué
se trataba tal disciplina y de persuadirnos de
que nuestra opción era la mejor de todas las
posibles. Mientras sostenía un cigarrillo que parecía eterno, soltaba sus interrogaciones: “¿ustedes están seguros de que quieren seguir sociología?, ¿conocen algún sociólogo exitoso
profesionalmente?, ¿saben que optar por la sociología implica un voto de pobreza?” Y de inmediato, cada pregunta era coronada por una
risotada que inundaba la desierta solemnidad
de aquel Paraninfo.
El hombre corpulento nos hablaba de todo.
De asuntos que comprendíamos y de cosas que
se nos escapaban sin remedio. Muchos nos habíamos acercado a la sociología respondiendo a
*
20
los más altos impulsos políticos, pero nada escuchábamos en ese sentido. Los que de adolescentes habíamos absorbido el marxismo como
sinónimo de postura crítica y recelábamos –por
formación y por intuición- de todo economicismo, se nos aparecía ahora una sociología
cuyo principio de realidad palpitaba al ritmo de
las exigencias profesionales. Para quienes hacíamos de la lectura un precepto de vida y de
oposición, y la sociología era un pasaporte hacia la historia, la filosofía, la lingüística y la
literatura, no nos gustaba que aquel hombre corpulento nos asustara con los fantasmas de las
matemáticas, la estadística y la computación.
El cigarrillo, por fin, se había consumido. Se hizo un enorme silencio. El hombre corpulento propuso hablar de la sociología como
teoría social. Mencionó a los clásicos, dibujó
escuelas y corrientes, se entusiasmó con célebres polémicas y advirtió sobre la relatividad
de cada teoría. Su rostro estaba tenso, y en
su ánimo se adivinaban la prisa y la confusión. Se adivinaba, también, en toda su persona, un caudal inagotable de conocimientos.
Descubrimos en el momento, y para siempre,
que la sociología era un juego intrincado e
infinito de problemáticas teóricas. La disciplina que habíamos elegido estaba perlada por
todo tipo de contradicciones. El hombre corpulento dio por concluida aquella clase especial de “introducción a la sociología”. A todos
Profesor Asistente del Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales; Master en Ciencias Humanas, Facultad de Humanidades, Universidad de la República — [email protected]
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
SEMBLANZAS
Homenaje a Alfredo Errandonea
nos deseó fortuna y nos despidió con otra risotada.
Así conocí a Alfredo Errandonea. Aquella
charla fue para mí el primer contacto serio con
la sociología. Lo que hallé en sus palabras no
era lo que yo sabía, ni siquiera lo que me esperaba. La disciplina por la que había optado era
una enorme piedra que contenía tesoros insospechados. Una piedra que había que cincelar con
el esfuerzo y horadar con la pasión.
II
La trayectoria intelectual de Alfredo
Errandonea coincide con la historia de la sociología en el Uruguay. Al menos, con la historia
de una sociología que liga las posibilidades teóricas con los requisitos de la investigación empírica. Una coincidencia, en primer lugar, de carácter institucional. El nombre de Errandonea
se asocia a cada uno de los momentos, en los
últimos treinta años, por autonomizar, consolidar y proyectar a la sociología como disciplina
de naturaleza científica. Hombre con una definida vocación docente, dictó clases en las más
diversas asignaturas y en los más variados lugares, influyendo notablemente también en la
Universidad de Buenos Aires. Enseñó e investigó en el viejo Instituto de Ciencias Sociales –
enquistado en plena Facultad de Derecho- y contribuyó a delinear el famoso plan 71, interrumpido por el golpe de Estado y restaurado luego
durante los años ochenta. Lideró, además, la independencia de la sociología del yugo abogadil,
esfuerzo que cristalizó en el controvertido proyecto de la Facultad de Ciencias Sociales. Por su
parte, en los tiempos oscuros de la dictadura, le
sobró energía para iniciativas profesionales privadas, dirigiendo empresas de opinión pública y
de investigación de mercados.
En segundo lugar, la coincidencia es temática y sustantiva. La etapa formativa de Alfredo
Errandonea transcurrió en pleno auge del Uruguay neobatllista. Durante los años cincuenta
pudo absorber algunos rasgos del llamado enfoque de la modernización, el cual nació en el
mundo académico norteamericano, se difundió
por América Latina –con brillantez y originalidad- a través de la figura de Gino Germani y
halló en Aldo Solari el representante uruguayo
más destacado. En el comienzo de su carrera,
Errandonea fue ayudante de Solari, quien lo acercó a una vertiente de la sociología francesa que
entendía la noción de estructura como “nexo de
sociabilidad” sustentado sobre bases “físicas”,
“biológicas” y “psíquicas”. Es muy probable también que el propio Solari lo haya guiado por el
estructural-funcionalismo de Parsons y Merton.
Del mismo modo, las preferencias de Solari por
el tópico de la “estratificación social” y sus análisis sobre las clases sociales y los conflictos
funcionalmente institucionalizados, ejercieron
una notable influencia sobre Errandonea.
Tanto por motivos ideológicos como teóricos, Errandonea tomó distancia de la sociología
de Solari. En muchos puntos, observaba en ella
“optimismo autocomplaciente”, debilidad
metodológica y ausencia de apoyo empírico. Sin
embargo, en juicio reciente, Errandonea reconocerá que la modernización de la sociología uruguaya dependió, en medida trascendente, de los
aportes de Solari. Con el tiempo, Errandonea
aquilató el perfil de una incipiente sociología
nacional capaz de sentenciar sobre la centralidad de las clases medias (con los consiguientes
componentes de “igualitarismo” y escasa distancia social entre los estratos), y en paralelo percibir el retroceso y deterioro de sus características. Una sociología que no vacilaba en adherir
con entusiasmo al “desarrollismo” en boga, aunque de a ratos mostraba lucidez ante la problemática de la dependencia. Una sociología, por
fin, que incorporó una porción importante del
conceptualismo teórico moderno, pero que supo
abrirse en desarrollos específicos, tales como la
sociología de la educación, la sociología rural,
la sociología del desarrollo, la sociología política, etc.
La década del sesenta fue, en todas partes,
un tiempo de divisiones. En aquellos años, con
una sociología carente de recursos metodológicos
y de investigaciones empíricas, Errandonea no
pudo escapar a la influencia de figuras tales como
Juan Pablo Terra (a quien juzgó como el “mayor
realizador de investigaciones sociales que tuvo
el país”) y Dionisio J. Garmendia, quien se destacó por incorporar al ámbito universitario –a
partir de su Seminario de Investigaciones Sociológicas en la Facultad de Humanidades y Ciencias- los principales avances metodológicos de
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
21
Homenaje a Alfredo Errandonea
SEMBLANZAS
la época (Lazarsfeld, Stouffer, Kendall, Zetterberg, Coleman, Gutman, Festinger, etc.).
Simultáneamente, la realidad del país imponía sus condiciones y, como en tantos otros
casos de la época, la especialidad de cada uno
no podía ser ajena a las pretensiones políticas.
Años en los que el intelectual “académico” era
opacado por el intelectual “crítico”, “militante”
o “revolucionario”. La crisis, el deterioro, las
confrontaciones, el auge de los movimientos
obrero, estudiantil y guerrillero, fueron los otros
escenarios por donde la pasión de Errandonea
buscó su verdad.
El “gordo” Errandonea fue un hombre contradictorio. Lo fue por formación, por vocación
y, tal vez, por utopía. Con seguridad, en aquellos años dramáticos para el Uruguay, sus pasiones encontradas no le dieron tregua. En tiempos más actuales, sus contrasentidos podían llevar a pensar que se trataba de unos de los sociólogos más completos. Y quizá de los más representativos, pues la sociología es eso, un campo
de fuerzas, un ámbito en perpetua tensión.
III
Luego de aquel inicial encuentro en el Paraninfo de la Universidad, volví a ver a
Errandonea como profesor de metodología cuantitativa primero, como docente de teoría sociológica más tarde y, por fin, como Director del
Departamento de Sociología cuando pasé a integrar sus planteles. Sus clases constituían todo
un desafío: gobernadas por el caos, por la ausencia de disciplina expositiva, el alumno debía
mantenerse atento a las digresiones, a las salidas laterales, pues allí afloraban las reveladoras
enseñanzas del virtuoso. Cuando me tocó cursar
la metodología cuantitativa, acababa de publicar uno de sus trabajos más importantes: Las
clases sociales en el Uruguay. No perdía la oportunidad de listar los ingredientes de su obra y
de referirse a las mil piruetas para obtener un
indicador complejo que arrojara alguna luz. En
busca de luz, precisamente, muchos alumnos
acudíamos a sus fichas metodológicas o apuntes
de clase, y hallábamos lo mismo: desorden general, redacción deficiente, pero detalles impresionantes –como destellos involuntarios- que nos
aclaraban la lógica del procedimiento, los fun-
22
damentos de la técnica y el alcance de la interpretación.
Sus características se mantenían cuando le
tocaba exponer sobre cuestiones de teoría sociológica. Sin embargo, recuerdo que en este
punto los alumnos lo podíamos seguir con otra
fluidez. Formado bajo la impronta de la noción
de estructura, no le eran ajenas la tradición francesa y la corriente del estructural-funcionalismo
de timbre parsoniano (aunque con este último
profesaba mayor afinidad en las derivaciones
metodológicas que en las consecuencias teóricas). Recuerdo, también, sus observaciones sobre los clásicos, sus incursiones por los estudios
teórico-empíricos de la Escuela de Chicago y sus
clases algo desconcertantes sobre el interaccionismo de Goffman. Para los alumnos cautivados por la teoría social alemana –en especial, la
Escuela de Frankfurt-, por la novedosa e
inasimilable “teoría de la acción comunicativa”
de Habermas, así como por las diversas líneas
postestructuralistas y postmodernas, las clases
de Alfredo Errandonea nos revelaban otro mundo teórico. Un mundo abigarrado, construido más
en el caos y en la acumulación que en la síntesis
y en el deslinde. Un mundo teórico compuesto
de aportes complejos y variados, que muchas
veces cerraba sus fronteras y, con cierta impertinencia dogmática, proclamaba: “lo que ustedes ven aquí dentro, ¡eso es la sociología!”
Por otra parte, cuando me tocó la oportunidad de participar en proyectos de investigación en el Departamento de Sociología que él
dirigía, apreciamos sus aportes en los más diversos ámbitos de estudio. En particular, en el
área de sociología política. Sus investigaciones,
sus artículos y sus reflexiones –que nunca despreciaban la difusión periodística- se sucedían
sin descanso. Muchas veces, llamaba la atención
la abundante bibliografía que epilogaba trabajos relativamente breves. A todos los integraba
y con todos –explícita o implícitamente- polemizaba. En un terreno plagado de voces – de las
académicas y de las otras-, en donde asistimos
al crecimiento de la ciencia política en el país,
Errandonea no dejó de insistir acerca de las determinaciones y los condicionamientos de lo estrictamente sociológico sobre la dinámica política.
A la luz de lo narrado, alguien podría afirmar que Alfredo Errandonea representó otra épo-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
SEMBLANZAS
Homenaje a Alfredo Errandonea
ca de la sociología, otra manera de comprender
lo social. Tal vez. Pero la influencia de las generaciones no se cancela por mandato automático.
La sociología es una disciplina demasiado abierta a la discrepancia y la contradicción como para
darle crédito a los pueriles parricidios o a las
tonterías de muchos doctorandos deslumbrados
por la “novedad”.
IV
La muerte de Alfredo Errandonea nos ha
sorprendido a todos. Ha dejado todavía más huérfana a la comunidad sociológica de este país. El
golpe es más ostensible porque en los últimos
años su pasión por la sociología no parecía tener sosiego. Ese hombre polémico, muchas veces resistido, buscó nuevas zonas de peligro. El
metodólogo cuantitativo se sintió interpelado
por las exigencias epistemológicas de la metodología cualitativa, y ordenó sus opiniones sobre asuntos de “fronteras” en un recordado artículo con Marcos Supervielle. El sociólogo por antonomasia, el infatigable luchador por la autonomía y por la identidad de la profesión, fue
tentado por los debates acerca de los alcances
de la interdisciplina y la transdiciplina.
Sin embargo, las exploraciones arriesgadas
fueron dando paso, en tiempos más recientes, a
proyectos singulares. Errandonea dedicó el último impulso de su pasión a hurgar en la historia
intelectual de nuestro país. Quería detalles y
minucias sobre los autores y los textos de la sociología en el Uruguay. Murió mirando al pasado, en dura lucha contra el olvido. Una forma
de reconocer el aporte de los otros, y una forma
de dar las gracias también.
¿Buscar en la tradición lo que no se puede
hallar en la sociología actual? ¿Acaso una astucia amable y provechosa para tomar distancia
de una disciplina cada vez más profesionalizada
y empobrecida? No tengo respuestas para tales
preguntas. Uno tiene la sensación de que semejante proyecto debe pasar a manos de las nuevas generaciones. En esas manos, también, habrá que depositar el imponente legado de Alfredo
Errandonea. No es tarea sencilla. Conspiran contra ello, la desmemoria, la ingratitud, la ambición fútil y el pálido anhelo de una sociología
tan especializada como autista.
La figura de Alfredo Errandonea persistirá
como la de un universitario comprometido y generoso. El tiempo le dará un lugar junto con
hombres de la talla de Carlos Real de Azúa, Arturo
Ardao, Aldo Solari y Juan Pablo Terra. Quedará
como ese hombre corpulento que supo aunar –
con inefable talante- conocimiento y pasión.
La última vez que vi a Alfredo Errandonea
fue en un partido de Nacional, otra de sus pasiones. El resultado no había sido bueno, y yo le
reseñaba indignado un sinfín de incidencias del
partido. El no dijo nada, o casi nada. Me invitó a
que no me amargara, me dio una palmada en el
hombro y me despidió con una risotada.
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Homenaje a Alfredo Errandonea
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SEMBLANZAS
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INEDITOS
Homenaje a Alfredo Errandonea
Historia institucional
de la Sociología
Alfredo Errandonea
El siguiente trabajo de Alfredo Errandonea está inconcluso. Trata de la Historia Institucional de
la Sociología en el Uruguay y es el resultado de una inmensa investigación bibliográfica sobre la producción sociológica que coordinaba en el Departamento de Sociología. Desafortunadamente falleció
antes de haber culminado la investigación dejando estas conclusiones sin terminar. De todas formas,
por lo avanzado del trabajo y por la riqueza de la información que subyace a éstas conclusiones, nos
parece importante darle a luz.
Marcos Supervielle
Capítulo I.
Introducción
1. El comienzo
de la historia
acumulativa de
la Sociología
nacional
Con muy contadas,
aisladas y bien conocidas
excepciones anteriores, el
proceso de construcción
acumulativo del conocimiento sociológico sobre
la sociedad uruguaya, con
una perspectiva científica,
se inició académicamente
en el país exactamente
cuando promediaba el presente siglo. Al punto de
que puede tomarse a 1950
como el primer año en que
comienzan a realizarse y aparecer trabajos publicados sobre nuestra sociedad que merezcan figurar en
una historia acumulativa del conocimiento de este
tipo construido en el país. Lo que no invalida el mérito de las principales de aquellas obras antecedentes
que, aisladas y no sistematizadas en trabajo
acumulativo, las habían precedido, como pioneras en
la historia del conocimiento social de la realidad del
país en el Uruguay.
A la vez, este medio siglo transcurrido desde
ese comienzo sistemático y acumulativo, parece ser
el del lapso temporal en que la sociedad uruguaya,
luego de haber alcanzado su mayor desenvolvimiento
social sobre las bases en que se construyó el Uruguay
moderno; y a partir de la alteración de ciertas condiciones del contexto internacional que lo hizo posible,
experimenta un cambio de rumbo en la dinámica de
su consolidación como sociedad nacional. Cambio que
sus intelectuales viven como prolongada crisis en busca
aún inconclusa de un nuevo modelo. Sea como sea,
parece claro que durante ese período -más sobre el
comienzo de él- ocurre en el país una inflexión de su
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Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
proceso social; y que la mayor parte de los aspectos
de la realidad estructural actual, remiten a transformaciones importantes acaecidas en él para su cabal
comprensión. Justamente, este es el contexto en que
se desarrolla el trabajo sociológico nacional.
Este lapso temporal estratégico en el proceso
social uruguayo, coincide entonces con la institucionalización profesional científica de la Sociología en
el país.
2. Periodización
Durante la segunda mitad del siglo XX, en que
tuvo lugar todo el desarrollo del ámbito académico y
profesional de la Sociología en nuestro país, necesariamente tienen que distinguirse etapas, que deberían constituir períodos con características propias.
Si se toman en consideración las características
de la producción, las formas de construir el conocimiento sociológico, y las etapas en la conformación
de la organización institucional académica de la disciplina en el país, así como las condiciones políticas,
sociales e institucionales generales de la nación para
esa producción, podemos hacer una subdivisión temporal en los siguientes períodos, que coincide y se
inspira en la que realizamos en un trabajo anterior
dedicado a un análisis provisorio de las características de la realización de trabajos de limitada dimensión:
1º) Período fundacional: 1950 - 1967.- Entre
1950 y 1955 se produce el comienzo de una actividad
continua de preocupación por la sociedad nacional,
realizada desde las posiciones docentes, con muy escasa producción escrita publicada, pero durante la
cual se asienta ya un trabajo continuo de reflexión y
observación científica sobre nuestra realidad. Podría
distinguírselo como “sub-período” de desarrollo “desde
las cátedras”.
A partir de 1956 y hasta 1967, se organizan y
fundan algunos grupos e instituciones dedicadas a la
investigación y se inicia la realización de grandes trabajos empíricos. En torno a todo ello, comienzan a
aparecer jóvenes que se incorporan a las tareas y que
desarrollan vocación sociológica; algunos de los cuales van al exterior a cursar estudios específicos. El
resultado es la aparición de informes de investigación y libros, y el inicio de publicaciones periódicas
dedicadas a la disciplina.
Fue un período en el cual el país todavía vivía
del esplendor del “Uruguay batllista”, con su extensión mas o menos artificial durante una década; pero
en el que se produjo el cambio de las condiciones
internacionales que lo hicieron posible, y se experimentaba la crisis que conduciría a su quiebre.
La principal y más estable de aquellas instituciones de investigación, se creó en la órbita de la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales a iniciativa
26
de la cátedra de Sociología. Fue el Instituto de Ciencias Sociales; que comenzó a funcionar en 1958.
2º) Período de institucionalización académicouniversitaria: 1968 - 1973.- A partir de 1968 se opera
la reorganización del Instituto de Ciencias Sociales
como instituto central de la Universidad; se proveen
por concurso de oposición sus cargos con una nueva
generación de sociólogos de formación específica, realizada en muchos casos en el exterior; y se crea la
carrera de Sociología en el país.
Pero son años convulsionados, en los cuales el
sistema institucional comienza a autoritarizarse y se
multiplican las tensiones sociales, hasta la ruptura
del golpe de estado y la intervención de la Universidad en 1973. Sin embargo, fue este el período de
mayor institucionalización académico-universitaria
de la Sociología; que se retomará luego de la dictadura.
3º) Período de interrupción de institucionalidad
universitaria y de emergencia de los “centros privados”: 1974 - 1984.- A fines de octubre de 1973, la
dictadura interviene a la Universidad. La Intervención cerrará al Instituto de Ciencias Sociales, y creará
en su lugar al Instituto de Estudios Sociales, directamente dependiente del Rector interventor. Las condiciones de trabajo sociológico en el país son altamente restrictivas; y como en otras disciplinas sociales,
muchos de los sociólogos en actividad se ven obligados a emigrar.
Los que consiguen quedarse organizan centros
académicos privados, en los cuales se produce un
desarrollo y crecimiento de la disciplina en el país,
pese a las restricciones existentes. El ambiente constituido en el período precedente había sembrado en
el Uruguay el germen de este desarrollo.
Luego del plebiscito de 1980, que significó una
gran derrota para el régimen dictatorial y el
preanuncio de la aproximación de su fin aún para sus
personeros, las condiciones de trabajo sociológico se
liberalizaron en cierto grado, y los centro privados
afirmaron su trabajo y desarrollaron docencia de la
disciplina. Fue una “transición de hecho”, que las
condiciones dictatoriales permitieron.
4º) Período de la profesionalización y consolidación académica y profesional: 1985 - 1989.- Al regreso de la institucionalidad democrática, se restablecieron las autoridades universitarias autónomas
legitimas, y se reconstituyó la organización institucional académica de la disciplina como lo estaba el
día antes de la Intervención. Pero ahora el ambiente
sociológico estaba considerablemente acrecido. La
reapertura de la Licenciatura convocó a cientos de
jóvenes en vez de las decenas del período
predictatorial. Volvieron muchos de los sociólogos
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
emigrados y aparecieron otros enteramente formados
en el exterior; todos los cuales se sumaron a los que
se habían formado durante la dictadura en los centros privados. Estos continuaron su actividad, y se
gestaron empresas que actuaron en el mercado proporcionando puestos de trabajo profesional sociológico.
Desde 1986, la Universidad inició un proceso de
reorganización institucional de la Ciencias Sociales
en su ámbito; el cual culminaría en 1990 con el
nacimiento y comienzo de funcionamiento de la Facultad de Ciencias Sociales, a la cual se trasladarían entre otros organismos docentes- el Instituto de Ciencias Sociales transformado en su Departamento de
Sociología.
Por ello, puede considerarse a 1990 como el
punto de arranque de un segundo sub-período de este
período de profesionalización y consolidación académica, o como un 5º adicional, centrado en el hecho
de la actividad de la novel Facultad y sus consecuencias. Pero razones prácticas de nuestro trabajo, llevaron a detener nuestra indagación en el momento de
constitución de ella; dejando afuera de su universo
temporal a la década de los noventa.
Capítulo II. Primer período: 1950-1967
1. El escenario de la emergencia
El período que nos ocupa en este primer capítulo, abarca desde 1950 hasta 1967 inclusive. Es decir,
desde la fecha en que comenzaron a realizarse y aparecer publicados con cierta continuidad trabajo sociológicos sobre la realidad del país, que denotan la
presencia de una actividad investigativa académica
estable (como se verá, esto ocurre de manera más
estable y densa desde 1956, por lo que marcamos ese
año como límite entre dos subperíodos1 ; hasta que
en 1967 se produce una renovación importante de los
elencos principales de investigadores y se agota la
extensión de la “paz institucional” de que el país gozó
durante la vigencia del “modelo batllista”, quebrado
sobre mediados de la década anterior.
La primera mitad del siglo XX se caracterizó por
la larga vigencia de ese “modelo batllista”, durante el
cual la sociedad uruguaya se modernizó en base al
papel de un estado intervencionista y protector, de
modalidad socialdemócrata y políticamente liberal,
que produjo un “welfare state” muy consensual, gracias a una coyuntura internacional favorable. De alguna manera, se puede decir que la década de los
cincuenta configuró “el esplendor de la decadencia”,
en el sentido de que la sociedad uruguaya vivía aún
en el auge de su “estado de bienestar” cuando las
bases que lo sustentaban se estaban agotando, y co1
Homenaje a Alfredo Errandonea
menzaba a incubarse la larga crisis que le seguiría. Y
la década siguiente fue la del lento crecimiento de las
tensiones sociales consecuentes; las que se hacen
manifiestas desde fines de 1967 y 1968.
Porque, en el escenario internacional, en los
primeros años de la década de los cincuenta, efectivamente desaparecerán las últimas estribaciones de
una larga coyuntura mundial que había hecho posible un desarrollo relativamente autónomo de los países como el Uruguay, aún en su caso con un pequeño
mercado interno al cual dedicó su industrialización
por sustitución de importaciones (en la industria liviana) y durante la cual pudo acumular y gastar el
excedente que le produjo su sector agroexportador
con ventajosas condiciones en sus términos de intercambio. Después del final de la guerra de Corea (19501953), el centro capitalista mundial (ahora desplazado a EE.UU, en un esquema bipolarizado de rígida
división de áreas de influencia, en el cual toda la
región estaba asignada a la norteamericana), reasumió
su rol de productor internacional de manufacturas,
desde una estructura que deterioraría definitivamente la relación de términos de intercambio en nuestro
perjuicio. Cuando promediaba la década del 50', en el
país estancó el crecimiento de su PBI, y lentamente
se iría introduciendo en una larga crisis que haría
insustentable al modelo batllista. Desde luego, ya no
sería posible para la región mayores saltos industriales mas o menos autónomos para acceder a la industria pesada. Lo que se haría desde entonces en ese
terreno sería, a lo sumo, en los países mayores de la
región, asumir el papel de sede con mano de obra
barata, para el establecimiento de empresas extranjeras multinacionales para atender su mercado interno
y otros; de presencia o retiro por decisiones que les
eran totalmente ajenas. Y ni si quiera ese era el caso
para un país de mercado tan pequeño como el nuestro.
Cuando los efectos de este cambio de coyuntura
internacional se hicieran sentir y el modelo batllista
se resquebrajara, ello tendría su traducción en la progresiva pérdida de la tan preciada estabilidad política. Y si bien la elite política del país se las ingeniaría
para aplazar y mitigar los efectos sociales de este cambio; era inevitable que su ‘política de parches’ tendría
una flexibilidad temporal acotada. La “Suiza de América” y el país de Maracaná, tenía los días contados.
El primer síntoma fue la derrota electoral batllista de
1958, y la sucesión de dos gobiernos blancos de diferente signo, en búsqueda del modelo sustitutivo. La
reforma constitucional de 1967, que buscó fortificar
al Poder Ejecutivo, y la elección presidencial de un
general con prestigio de buen administrador, austero
y honesto, con que volvieron los colorados al gobierno -votados en 1966-, fue el último intento antes del
golpe de timón a la derecha en la política económica.
Que implicaría el comienzo de la pérdida de consenso
Cf. Errandonea (h.), 1988.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
del sistema. Ese cambio de rumbo se dio bajo la presidencia de Jorge Pacheco Areco (desde fines de 1967),
mediante la autoritarización neta del sistema; que
culminaría en el golpe de estado militar de 1973. Pero
este proceso ya corresponde al siguiente de los períodos que hemos trazado.
2. Características generales
Los tres lustros largos (1950-1967) que ocupan
este primer período, constituyen el escenario donde
se desarrollan los primeros trabajos sociológicos
realizados de manera mas o menos continua, donde
comienza y crece la organización académica de la investigación social en el país, en proceso acumulativo.
Su transcurso fue el contexto social que recogen las
investigaciones de la época.
Ello ocurre en un proceso social de toma de
conciencia por parte de la intelectualidad nacional,
del agotamiento del muy peculiar modelo uruguayo
del estado de bienestar, que suele ser designado como
“el Uruguay batllista”; y del desarrollo del pensamiento crítico post batllista. Era la percepción de las
perspectivas de dificultades que se le abrían al futuro
del país, en medio de la constatación que se comenzaba a sentir del estancamiento y crisis del Uruguay
conocido hasta entonces.
En el imaginario de los uruguayos, el país seguía siendo el de “como el Uruguay no hay” y de la
“Suiza de América”; por lo menos, hasta bien entrado
el período. Pero entre los intelectuales ya se comenzaba a hacer conciencia de la crisis, e incluso a
preguntarse si el país era viable. Era el inicio de la
reflexión post-batllista. Sus actores fueron aquellos
que en literatura se designaron como la “generación
del 45”.
Los intelectuales asumían mayoritariamente una
actitud crítica de izquierda, que le costaba encontrar
eco en los niveles populares. El semanario “Marcha”
se había convertido en la concreción del alma de esta
perspectiva crítica; era leído por toda la elite, pero
cuando intentó traducir esa penetración en la vertiente
política y se postuló como opción electoral, no
consiguió alcanzar ninguna representación
parlamentaria.
La oposición de izquierda siguió estando limitada a una presencia parlamentaria muy minoritaria y
testimonial, y a la influencia en las organizaciones
sindicales y populares.
La traducción de esta visión crítica en el ambiente académico sociológico, como también en la
Economía, por aquellos años, asumió en el país la
inspiración desarrollista que estaba de moda en el
ámbito regional, fundamentalmente en su versión
cepalina. Es decir que comenzaría por una orientación mas moderada que la que estaban imprimiendo
los intelectuales de izquierda, en auge en el país. La
28
académica era una visión más ingenua, dirigida
voluntaristamente a “corregir” el proceso; pero más
compartida, con mayor consensualidad entre las diferentes perspectivas de la época. La idea de que una
planificación que se pusiera como meta el desarrollo
económico y social, y superara las estructuras tradicionales defendidas por los viejos grupos de poder
locales, encontró eco hasta en la política exterior
norteamericana (cuya mayor expresión fue la
kennediana “Alianza para el Progreso”).
Andando los años sesenta, este punto de vista
empezó a ser fuertemente polemizado desde el planteo de la dependencia. Pero el cambio de prevalencia
de perspectiva en el ámbito académico, recién se producirá en el período siguiente.
3. Confrontaciones de orientaciones
Interpretada de una u otra manera, lo cierto es
que en general predominaba en la época una perspectiva teórica que, sin dejar ya entonces, de hacer
conciencia de la crisis en que se internaba el país,
trasmitía la idea de que ella era afrontable desde la
voluntad política de planificar el desarrollo y superar
los obstáculos que a él le imponían las circunstancias; y que ello era posible con ciertos cambios estructurales, cuyo emprendimiento estaba al alcance
de la propia sociedad nacional y sin alteraciones
traumáticas demasiado fuertes, en la medida en que
se adoptaran medidas tendientes “al desarrollo” (es
el “desarrollismo”, procedente desde la Economía).
Entonces, ya consciente de la situación crítica,
pero aún optimista; la propuesta desarrollista consistía en una planificación timoneada desde el Estado,
que se pusiera como meta el desarrollo económico y
social, y superara los obstáculos estructurales y las
resistencias institucionales, detrás de los cuales se
parapetaban los viejos intereses oligárquicos. Ello no
sólo se presentaba como posible, sino de acceso a la
voluntad política de la elite gobernante, a la cual los
técnicos debían convencer de que constituía la única
vida de salida para estos países, si pretendían no
quedar al margen de la historia moderna. En ello
consistía precisamente la modernización. La propia
elite política norteamericana estaba convencida de
que este era el camino, para un cambio no traumático;
y, en plena guerra fría, para eludir lo que percibían
como el “peligro comunista” después del éxito de la
Revolución Cubana.
Cuando promediaban los años sesenta, a partir
de la incidencia mucho más crítica de los intelectuales de la época, con una creciente influencia de las
corrientes intelectuales marxistas y neo-marxistas
europeas; y, sobre el final del período, este proyecto
comenzó a ser duramente cuestionado, y desembocó
en el debate sobre la dependencia. Pero el cambio de
hegemonía de cosmovisiones en el ámbito académi-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
co, ocurrirá recién en el período siguiente de los trazados para este estudio.
Sin embargo, antes, desde los años cincuenta y
entre los autores de la mencionada orientación
prevalente en aquel entonces, aunque no demasiado
explícitamente, por cierto que estaban en debate las
tendencias teóricas de tradición europea, con la acometida de las corrientes analíticas anglosajonas, las
que habían cobrado especial relevancia internacional
con el estructural-funcionalismo norteamericano desde los años treinta. En el país, esta naciente conformación de la sociología nacional, asumirá una cierta
complejidad adicional.
En realidad, en la producción sociológica de la
época habrán de cruzarse varias dimensiones de
incidencias que influyeron tanto en la organización
institucional de la disciplina como en su producción.
Que no pueden quedar al margen de una exposición
como la que nos proponemos, si pretende ser comprensible para el lector de nuestros días. Son cruces
generacionales, de procedencia profesional, filosófico-religiosos, ideológicos y políticos.
4. Los sociólogos del período
Probablemente, la característica más saliente de
la generación de sociólogos que ocuparán la escena
en este período es la procedencia desde otras formaciones y actividades que precedieron a su dedicación
a la disciplina. Esta fue asumida por ellos luego de un
cierto recorrido intelectual y profesional previo; y,
por lo tanto, a no demasiada temprana edad. Lo que
implicaba una heterogeneidad de puntos de partida y
de influencias que operarían desde sus formaciones
iniciales, generalmente autodidactas. Lo que dio la
tónica de una plural y heterogénea conformación del
personal dedicado a la disciplina. Este fue uno de los
cambios más radicales que se producirá en la nueva
generación que se asomará a la dedicación sociológica en el período siguiente.
Aunque ya no era la única sede de cultivo de la
Sociología, en este período las cátedras de la disciplina en la Facultad de Derecho y C. Sociales constituían
el centro académico de su presencia en el país; a las
que lo acompañarían el Instituto de Ciencias Sociales
creado en la misma Facultad. Sus catedráticos, Isaac
Ganón y Aldo Solari fueron los personajes centrales
de su cultivo nacional, y los directores sucesivos del
Instituto durante el período.
La más vieja y tradicional de las cátedras universitarias de Sociología era la de la Facultad de Derecho, inaugurada en 1915. Fue la única por muchas
décadas. Y durante mas aún, desempeñaron su titularidad abogados, que no habían abandonado para
hacerlo su ejercicio profesional original. Ese fue el
caso de Ganón, que era su Profesor Titular al comienzo de nuestro primer período. Hasta 1967, también
Homenaje a Alfredo Errandonea
fue el caso de Solari, que fue adjunto de Ganón y
luego fue el primer Titular de la segunda cátedra de
la Facultad de Derecho: la encargada del dictado de la
materia en la carrera de Notariado, iniciada en 1958.
Varios otros sociólogos que trabajaron alrededor de
ellos, eran abogados en ejercicio (Horacio Martorelli,
Ricardo Yelpo, Néstor Campiglia, entre otros). Y también lo eran Carlos Rama y Dionisio Garmendia que
hicieron su principal cultivo sociológico fuera de la
Facultad de Derecho. Pese a que comenzó su actuación sociológica como ayudante de Solari en su cátedra de la Facultad de Derecho, no lo era Germán Rama
(hermano menor de Carlos), que había recibido formación sistemática como profesor de Historia.
Aunque con mucha mayor implicación práctica
e imbricación mutua con su profesión de origen, otro
tanto ocurrió con Juan Pablo Terra, arquitecto, político democristiano, y Profesor Titular de la cátedra
de Sociología de la Facultad de Arquitectura.
Dado el peculiar ambiente de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en los años cincuenta, era
un secreto a voces de la época que la titularidad de
sus dos cátedras de Sociología gozaron de cierta protección masónica. Por lo pronto, fue un hecho notorio que en el desplazamiento de Ganón en beneficio
de Solari en la dirección del Instituto de Ciencias Sociales que había fundado aquel, a parte de las fuertes
críticas estudiantiles, tuvo que ver un cierto conflicto interno de esa tendencia. Sin perjuicio, claro está,
del reconocimiento que se hacía, de idoneidad y nivel
a ambos profesores. Los cuales, por otra parte, como
queda dicho, serían en el período los considerados
como más importantes sociólogos de la época.
J.P.Terra y Garmendia, además, procedían de una
filiación cristiana que no dejaría de tener peso en su
trabajo sociológico. Y los trabajos de Carlos Rama,
trasuntaban una toma de posición política de izquierda, con influencia reconocida del socialismo y del
anarquismo.
Por otra parte, mediante el desempeño de cátedras de Sociología en diversos ámbitos, también
contribuyeron a la producción sociológica de la época Ramón Oxman (Facultad de Ciencia Económicas) y
Walter González Penela (Instituto Normal -magisterio).
También se produjo aporte al trabajo sociológico de varios economistas en escritos que no dejaban
de ser de su especialidad (Mario Bucheli, Luis
Faroppa,Israel Wonsewer, etc.); así como la incursión
mas o menos importante por la Sociología de
antropólogos y geógrafos humanos (Daniel Vidart,
Germán Wettstein, Renzo Pi Hugarte), y de cultivadores de otras disciplinas con puntos de contacto con
la nuestra (Héctor Hugo Barbagelata, Julio Fabregat,
Antonio M. Grompone, Ricardo Martínez Ces, Alberto
Methol Ferré, Pedro Olmos, Juan Luis Segundo).
En la época, hubo otros autores que, sin dedicarse a la disciplina ni tener una formación socioló-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
29
Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
gica, incursionarían con trabajos que aportaron conocimiento acumulable en el área (Guillermo
Bernhard, Vicente Rovetta, Carlos Tosar, Vivian Trías,
entre otros). Con formaciones muy disímiles, sus obras
contribuyeron a heterogeneizar el conjunto de la producción del período.
Vale decir que efectivamente existió una heterogeneidad tal de procedencias de aportes, que tal
hecho se constituyó en una característica distintiva
del período. Lo que resulta muy lógico si se piensa
que la construcción inicial de la sociología del país
fue hecha desde inclinaciones y vocaciones generadas en ámbitos externos a la disciplina, en una época
en la cual el país carecía de instituciones de formación sistemática en ella.
En cambio, los sociólogos que advinieron a los
primeros planos desde fines de la década de los sesenta, van a ser formados en instituciones académicas sociológicas (primero del extranjero, luego en el
país) y se dedicarán íntegramente a la profesión sociológica. Tendrán una mayor homogeneidad
generacional, de formación sistemática, de buena preparación técnica para la investigación, y hasta de influencias de las fuentes a cuyo abrigo realizaron su
formación. Ellos pasarán a ocupa la escena en el período siguiente, aunque alguno de ellos ya haya tenido alguna incursión inicial en éste. Será una generación más profesionalizada en la Sociología.
5. La producción sociológica
Desde el punto de vista de la producción sociológica nacional, el relacionamiento internacional y
las actividades de investigación, 1956 fue el punto
de partida de una febril actividad fundacional; que
implicó un salto cualitativo con respecto al quinquenio anterior en que se incubó todo este clima académico. En ese año de 1956 comenzaron a funcionar
unos seminarios en la cátedra de Ganón, que reunieron jóvenes interesados en la disciplina. En 1958
comenzó a funcionar el Instituto de Ciencias Sociales
de la Facultad de Derecho, fundado por Ganón y heredero de los seminarios citados. Por esos años estaba
en funcionamiento el grupo de los Equipos del Bien
Común; y en 1958 se funda el Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH), el cual en ese mismo año comienza a editar la primera publicación periódica de ciencias sociales del país, denominada “Cuadernos Latinoamericanos de Economía Humana”. En
1959, Ganón organizaba en Montevideo el V Congreso Latinoamericano de Sociología de la A.L.A.S. También en 1959 el Centro de Estudiantes de Notariado
publica en tres tomos la versión mimeográfica del curso
de Aldo Solari de 1958, año de inauguración de la
cátedra de Sociología de la carrera de Notariado; obra
que incluyó el análisis de la sociedad nacional con la
información de que el autor disponía en ese momen30
to, y que tendría una gran influencia en el país por
constituirse de hecho en el manual mas usado. Además, también se edita su Sociología Rural Nacional
de 1953 (Tesis para acceder a Profesor Agregado, y
Primer Premio de Obras Sociológicas de la Universidad). En 1961, Bon Espasandín comenzará a editar
una publicación periódica, aunque de irregular aparición, que se tituló “Boletín Uruguayo de Sociología”.
Y en 1966 Ganón publica su “Estructura social del
Uruguay” (Su anterior libro –“Resumen de Sociología
General”- , utilizado como manual en su cátedra, era
una exposición teórica de su curso, casi sin referencia a la sociedad nacional). Ya en 1964, Solari había
organizado y realizado en Montevideo, con la copresidencia de Lipset, un Seminario internacional
sobre el tema de las Elites; que luego reuniría sus
‘papers’ en un reader publicado en Estados Unidos.
En 1960 y 1961, organizados por Isaac Ganón,
se llevan a cabo en el Instituto de Ciencias Sociales
los Cursos Superiores de Ciencias Sociales, primero
cursos regulares y sistemáticos de formación sociológica, que sólo tuvieron una sola promoción. Desde
1962, bajo la dirección de Dionisio Garmendia, funciona en la Facultad de Humanidades y Ciencias un
Seminario de Investigaciones Sociológicas, centrado
en la enseñanza de Metodología y que se desarrollará
durante varios años.
Y en ese período se realizan importantes investigaciones empíricas que fundarían el mejor conocimiento de la realidad del país, rectificando una situación anterior de muy generalizada ausencia de información empírica sobre la sociedad nacional. En gran
parte, ese impulso es el resultado de la convicción de
la necesidad de estudiar la realidad nacional, ante la
creciente conciencia y percepción del estancamiento
y la crisis en que el país se estaba internando. También de la asunción por parte de las incipientes Ciencias Sociales nacionales, de su papel de contribución
científica a su enfrentamiento, y del convencimiento
de la posibilidad de hacerlo.
En 1956, los Equipos del Bien Común realizaron
una encuesta por muestreo sobre la Familia en
Montevideo. En 1959 el Instituto de Ciencias Sociales
lleva a cabo la Encuesta sobre Estratificación y Movilidad Social en Montevideo, en coordinación con otras
replicadas en Buenos Aires, Río de Janeiro y Santiago
de Chile. En 1960 el Instituto de Ciencia Sociales realiza el Registro Universitario (primer censo de estudiantes universitarios). En 1963, la gente del CLAEH,
bajo la denominación de CINAM, contratados por el
Ministerio de Ganadería y Agricultura, realiza un gran
estudio sobre el Uruguay Rural, con una encuesta
nacional por muestreo. También en ese año se realizó
el Censo Nacional de Población y Vivienda, luego de
55 años de no hacerse. (En 1951, 1956, 1961 y 1966
se realizaron Censos Agropecuarios, que brindaron
importante información sobre la sociedad rural). En
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
1965 se hace y publica el Estudio de la Comisión
Interministerial de Desarrollo Económico (CIDE), con
la correspondiente parte sociológica. En 1966 la Comisión Coordinadora de los Entes de la Enseñanza
realiza un estudio sobre el estado de la Educación en
el país.
Todas estas fueron grandes investigaciones y
estudios sobre la realidad social nacional que se emprendieron a partir de 1956; lo que, como se ha dicho, nos llevó en un trabajo anterior a subdividir este
período en dos.
6. La temática
¿Qué preguntas fundamentales se hicieron los
autores que produjeron hallazgos sociológicos en este
período? Y, ¿qué cuestiones que hoy consideramos
importantes, no se plantearon entonces?
Lo que probablemente más les preocupaba era
identificar los factores que habían producido el estancamiento de una sociedad que consideraban comparativamente como la más moderna, integrada y progresista de América Latina; factores que obviamente
no le habían impedido alcanzar esa condición, pese a
sus limitaciones de tamaño y escasa población. Pensaron naturalmente que la información empírica disponible sobre ella era muy insuficiente, y dedicaron
parte importante de su esfuerzo a construirla. Pero
se orientaron optimistamente a encontrar las trabas
que obstruían el desarrollo, para removerlas. Alguno
se llegó a plantear la duda sobre la viabilidad nacional; pero la gran mayoría, sin ignorar la existencia
del cuestionamiento, lo pasaron por alto, descartándolo, dando por sentado que el país podía “completar” su desarrollo, si asumía inteligentemente la voluntad política de hacerlo y dedicaba el esfuerzo nacional con esa meta. Lo que suponía una planificación que subordinara las diferentes esferas con ese
objetivo (lo que fue muy claro, por ejemplo, en sus
reflexiones sobre la educación). Aunque sobre el final del período, comenzara a cuestionarse esta manera de encarar el problema.
Por otra parte, desde una percepción altamente
conformista sobre la democratización social de su estructura (“país de clases medias”, con baja distancia
social entre los estratos y considerable
interpenetración mutua, con relativamente baja
marginalidad, sin mayores estridencias en los extremos de la pirámide social, y con alta estabilidad institucional); buscaron ratificar esta perspectiva y analizaron su sociedad con cánones europeos. Su funcionamiento democrático estaba fuera de toda duda, y
el enfoque de la incipiente sociología política nacional se orientaba hacia el funcionamiento del sistema
político y su “funcionalidad” con el sistema social. A
partir de una gran cobertura educativa reconocida,
preocupaba mas la eficacia en términos de rendimiento
Homenaje a Alfredo Errandonea
(desgranamiento, deserción) y sus relaciones funcionales con las metas de desarrollo. A partir de la constatada estructura demográfica envejecida, de reducido volumen y lento crecimiento, que la caracterizaba
como moderna, ya existieron algunos apuntes sobre
los eventuales problemas futuros de ella; aunque se
estaba lejos de sospechar la magnitud de la problemática hoy vigente del peso del sostén de los pasivos.
No estaba en cuestión entonces como lo está
ahora la viabilidad del “welfare state” tan peculiar
que caracterizó al Uruguay batllista. Ni por supuesto
la estrategia de industrialización por sustitución de
importaciones; ni las dimensiones del Estado que
amortiguaban las rigideces ocupacionales del país. En
realidad, estas preocupaciones sobrevinieron en el
mundo unos años mas tarde, con la expansión de las
teorías económicas neoliberales y el posterior fenómeno de la globalización. En el fondo, se pensaba
que el modelo de crecimiento que había operado el
país era corregible y rescatable; con las rectificaciones y planificaciones que sus estudios propusieran.
Se puede discutir si esto en realidad no denunciaba
la aún insuficiente conciencia sobre el calado del quiebre del modelo batllista.
Es en este escenario de pensamiento que se
producirá el primer tramo del desarrollo de la investigación sociológica en el país.-
Capítulo III. Segundo período: 1968-1973
1. La renovación del personal
En 1967, Aldo Solari renunció a la Dirección del
Instituto de Ciencias Sociales y se fue a Santiago de
Chile a asumir un cargo de la CEPAL. Desde fines de
ese mismo año, comenzarían a regresar al país sociólogos uruguayos formados sistemáticamente en el
exterior e íntegramente dedicados a la que se constituyó en su única profesión. Coincidentemente, se instalaron en el país algunos otros sociólogos extranjeros jóvenes de formación sistemática. Desde un poco
antes, habían comenzado a retirarse de la labor sociológica algunos de quienes habían participado en
ella, especialmente se desvincularon del Instituto de
Ciencias Sociales y de la Facultad de Derecho y C.S.
(Germán Westtein para dedicarse a la Geografía Humana; Néstor Campiglia que se reintegró a su ejercicio profesional como abogado, aunque lo compartiría
con actividad productiva sociológica; poco tiempo
después Germán Rama también emigraría a la CEPAL;
entre otros). Isaac Ganón se mantuvo en el desempeño de su cátedra, pero apartado de las tareas de investigación, y casi sin publicar. Dionisio Jorge
Garmendia y Horacio Martorelli -este sin dejar de publicar-, trabajaban en sociología aplicada en un orga-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
31
Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
nismo estatal dedicado al desarrollo de comunidades
(CONAC, que luego paso a denominarse ACOR). Juan
Pablo Terra estaba dedicado a la labor política y parlamentaria, compatibilizando tales tareas con su permanencia en la cátedra de la Facultad de Arquitectura y en el CLAEH, y la realización de algunos trabajos.
Carlos Rama, en conflicto con los estudiantes y en
brusca disminución de su producción escrita, se eclipsó
en los ámbitos académicos.
Es decir, que en el entorno de 1967 se produjo una renovación bastante generalizada del personal
dedicado a la investigación sociológica académica;
especialmente en el Instituto de Ciencias Sociales
donde el cambio de elenco fue prácticamente total.
Quienes tomaron la posta, estaban específicamente
formados como sociólogos, con estudios de postgrado
en la disciplina, e íntegramente dedicados a su desempeño; lo que marcó una diferencia importante en
cuanto a al grado de profesionalización con la generación anterior.
2. La reorganización
En esta nueva etapa se encargo la Dirección del
Instituto de Ciencias Sociales a A.M. Errandonea; abogado retirado de ese ejercicio profesional y dedicado
a la Ciencia Política que por ese entonces comenzaba
a cultivarse en la Facultad de Derecho y C.S. Su asunción fue concebida para reorganizar al Instituto; tarea a la que dedicó los tres años que permaneció en el
cargo. Y lo hizo en medio de un clima universitario
de vientos reformistas, bajo el Rectorado de Oscar
Maggiolo y con su Plan de reorganización de la Universidad en base a Institutos Centrales, inspirado por
las propuestas de Darcy Ribeiro. El Instituto de Ciencias Sociales -al igual que el de Economía- serían declarados Institutos Centrales; aunque permanecerían
en su dependencia de las respectivas Facultades (de
Derecho y C.S. y de C. Económicas).
Puede decirse que esta reorganización del Instituto sentó las bases de la institucionalización académica de la Sociología en el país y aglutinó al primer
núcleo de sociólogos sistemáticamente formados y
dedicados íntegramente a su disciplina. Es este el dato
que signa y justifica al período, que se extendió hasta
su abrupta interrupción por la Intervención dictatorial
en 1973. Se trata, pues, de una etapa breve e
institucionalmente fecunda, para la Sociología del
país.
3. Un escenario tensional
Sin embargo, este período no fue de una tranquila construcción de esa institucionalidad. Por el
contrario, fue una agitada etapa en la vida del país,
32
en proceso de descaecimiento de su organización democrática. Y también fue un convulsionado tiempo
en el desarrollo de la Sociología latinoamericana y
nacional.
La Revolución Cubana, su bloqueo norteamericano y la declaración de Fidel Castro de marxistaleninista, la “crisis de los misiles”, la guerra de Vietnam, el ‘recalentamiento’ de la “guerra fría”, habían
preparado un terreno de confrontación en los años
previos. La gesta boliviana y la muerte del Che
Guevara, el mayo francés y las revueltas estudiantiles
de 1968, el “onganiazo” y el “cordobazo” argentinos
y el golpe de estado en Brasil, entre otros acontecimientos simultáneos o previos, habían levantado la
temperatura latinoamericana y juvenil a los revueltos años de éste período.
Mientras tanto, luego de una década de ‘políticas de parches’ con que el personal político uruguayo
buscó aplazar los efectos del agotamiento del modelo
de sustitución de importaciones del Uruguay batllista,
el clima político comenzó a enrarecerse. El acceso de
Jorge Pacheco Areco a la Presidencia de la República
en diciembre de 1967, y la inauguración por parte de
él de un nuevo estilo autoritario de conducción del
Poder Ejecutivo (clausura de diarios, proscripción de
grupos políticos, gobierno por decreto con Medidas
de Seguridad, etc.), transitando por la cornisa de la
Constitución -con frecuencia, con su clara transgresión sustantiva- para imponer una política económica popularmente resistida, desató alta conflictividad
social; que dio lugar a lo que algunos llaman “el 68
uruguayo”, en invocación al “mayo” francés. Lo cierto es que en ese año -1968-, por primera vez, la represión callejera cobra una vida estudiantil; a la que
seguirían otras. Como lo hace notar Héctor Rodríguez,
las “Medidas Prontas de Seguridad” previstas constitucionalmente para “imprevistas conmociones”, se
redoblaron en su aplicación para reprimir los bien
previsibles conflictos sindicales durante este período.
Simultáneamente, el Movimiento de Liberación
Nacional (Tupamaros) que hasta entonces había constituido una organización clandestina de folklórico
accionar “robinhoodiense”, de pequeñas dimensiones
y limitadas posibilidades, crece y se convierte en una
guerrilla urbana que evidencia gran eficacia y pone
en jaque a las fuerzas de seguridad del Estado. El
movimiento popular y las huelgas se incrementan. Se
consolida la unidad sindical en torno a la C.N.T. Luego
de algunos intentos precedentes fallidos de unificación
política de las izquierdas, en 1971 se funda el Frente
Amplio; y en los comicios de ese año, por primera
vez, la izquierda salta su barrera electoral histórica.
Unida, duplica sus mayores votaciones sumadas del
pasado. De allí se inicia un crecimiento electoral que
no se ha de detener hasta el presente; destinado ya
desde entonces a romper el bipartidismo aparente
uruguayo clásico.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
Cuando se agotó la capacidad de la elite política
para aplazar la crisis que la pérdida de sustento del
estado de bienestar batllista por el cambio de la coyuntura internacional de los años cincuenta había
provocado, la opción fue para el establecimiento un
drástico golpe de timón hacia la derecha. Eran los
años en que comenzaban a imponerse en todo el
mundo políticas económicas neoliberales, inspiradas
en la entonces novel escuela de Chicago, y mediante
el monitoreo del F.M.I. como efectivo administrador
de las renovaciones de créditos de las crecientes deudas externas. Era la época del inicio de la conducción
de los Ministerios de Economía mediante las “cartas
de intenciones”.
El acceso de Pacheco Areco a la Presidencia a
fines de 1967, constituyó en el Uruguay la decisión
política de asumir este camino. Pero el hacerlo significó enfrentar al clima consensual de que había gozado el sistema político hasta entonces, y desmontar
las instancias y mecanismos amortiguadores de las
tensiones que el sistema había ido creando a lo largo
de décadas (desactivación de los Consejos de Salarios,
las mediaciones laborales parlamentarias, etc.). Lo que
se tradujo en la resistencia popular abierta y en el
comienzo del deterioro de la clásica institucionalidad
democrática uruguaya.
La vulnerabilidad del sistema se evidenció en su
proceso de pérdida de legitimidad. Que se hizo visible
primero en Montevideo -único centro urbano de importancia del país-, con el comienzo de la emigración
de sectores políticos y de votos tradicionales hacia la
izquierda cuestionadora. También la había comenzado a marcar la inédita opción para muchos jóvenes
inquietos por la vía guerrillera.
Fueron años de progresiva aceleración del proceso, que desembocaron en los pronunciamientos de
febrero de 1973, en el golpe de estado de junio, y en
la intervención de la Universidad en octubre. La consecuencia para la disciplina sería el cierre del Instituto de Ciencias Sociales -su principal ámbito académico- y la emigración de muchos sociólogos y el trabajo
muy autocensurado de los que se quedaron (y/o pudieron hacerlo). Pero este ya es un capítulo posterior
al período.
4. Las confrontaciones
Estos tampoco fueron años apacibles en lo cultural, lo intelectual y lo ideológico. Frente a un pasado reciente de interpretaciones más o menos optimista de la crisis, como problemática en definitiva
superable del desarrollo económico y la modernización, aparecieron con gran vigor las explicaciones
mucho más rupturistas, antes sólo sustentadas por
los círculos de izquierda. El antiimperialismo de tradición nacionalista, se hizo mucho más marxista, y
especialmente en versión leninista. La estrategia so-
Homenaje a Alfredo Errandonea
cialista tradicional y socialdemócrata para las democracias demoliberales, sustentada clásicamente por
parte de la izquierda; comenzó a ser rechazada en
ella, y sustituida por la propuesta insurreccional. Y
dentro de ésta, estallaron fuertes polémicas, ideológicas, estratégicas y tácticas.
Más importante aún resulta el estilo de estas
polémicas intelectuales e ideológicas. En él, quedó
de lado el debate racional y reflexivo, para ser sustituido por la intolerancia de la “lucha ideológica”.
La cultura de la confrontación tendió a invadirlo
todo. Y las ciencias sociales no podían quedar al margen. En ellas, abundaron las propuestas de embanderamiento doctrinario de las disciplinas. También, del
lado de la ‘ciencia respetable’, se cultivó el ignorar el
trabajo hecho desde ópticas “ideologizadas”, que fue
considerado viciado en su validez desde su raíz misma; y se reivindicó la “neutralidad valorativa” como
condición indispensable del abordaje científico.
5.
Características de la producción y los
sociólogos de la época
Muchos trabajos sociológicos de la época se caracterizaban por la presencia en sus autores de una
formación más sistemática y profesional, que se traducía en parte de ellos en un manejo más solvente de
la lógica de la investigación, de nociones
epistemológicas, y de técnicas estadísticas (En el período anterior, son pocos los autores que evidencian
manejos metodológicos sofisticados). Sin embargo,
también en otra buena parte de ellos hay ausencia de
tratamientos empíricos y excesiva especulación teórica, desde perspectivas monocordes. No faltan, tampoco, los que presentan una peculiar mezcla de ambas características, en inferencias teóricas abusivas a
que sus datos no habilitan, suplidas con supuestos
teórico-ideológicos que se dan por sentado.
En materia de orientación, lo prevalente en este
período es la crítica al desarrollismo, a la sociología
de la modernización y al estructural-funcionalismo,
que habían predominado en el precedente. Esta es
una tendencia latinoamericana, que se manifiesta
también en la nueva generación de sociólogos uruguayos. También resultan puestas en tela de juicio
algunas otras perspectivas sociológicas analíticas,
como la psicosociológica formulación de Heintz
asumida por muchos sociólogos latinoamericanos formados en FLACSO durante la dirección de este autor.
La propuesta alternativa fue el planteo de la
Dependencia. Su formulación estaba haciendo furor
en América Latina. Con su versión más marxista en
André Gunder Frank (“Chile: el desarrollo del subdesarrollo”), o la visión con tono historicista de Cardoso
y Faletto (“Dependencia y desarrollo en América Latina”), o su integración a la teoría de la explotación
de clases, regiones y naciones en Pablo González Ca-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
33
Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
sanova (“Sociología de la Explotación” y sus trabajos
sobre “colonialismo interno”), o el tratamiento como
“polo marginal de la economía” de Aníbal Quijano.
En esta línea, fueron innumerables los trabajos de
esos años en la región. Incluso sus versiones más literarias, abundantemente leídas por los estudiantes
de Sociología y los jóvenes profesionales, como “Las
venas abiertas de América Latina” de nuestro Eduardo Galeano. En esta materia, los sociólogos uruguayos de entonces, si se exceptúa la discusión hecha
por Errandonea sobre la definición del fenómeno, en
general, no hicieron aportes originales sino que fueron ‘tomadores’ de la producción regional.
Pero en el período que nos ocupa, existieron otras
influencias y fenómenos que operaron de maneras
diversas en la formación de la nueva generación de
sociólogos uruguayos. Los nuevos trabajos en Historia,
a partir de las primeras obras de Barran y Nahum,
entre otros investigadores que le dieron un giro más
social a la disciplina; aquellos otros que introdujeron
la perspectiva del “revisionismo histórico”; la
producción de la nueva generación del Instituto de
Economía (sumada alguna influencia anterior, como
la de Luis Faroppa); la presencia en Montevideo de
Jorge Graciarena y de Darcy Ribeiro, ambos dedicados
aquí al estudio y discusión sobre la Universidad; la
aparición de algunas editoriales uruguayas que se
dedicarían principalmente a estudios sobre el país
(Banda Oriental, Arca, Alfa); la edición de una
colección de fascículos coleccionables que contenían
ensayos inteligentes sobre la problemática del país y
algunos trabajos académicos (Enciclopedia Uruguaya); los Cuadernos de Marcha con alguna similitud
con la edición de esta última publicación, pero con
mayor sesgo ensayístico; entre otros fenómenos que
impactaron al ambiente intelectual, y con él, al de
las ciencias sociales.
6. Las influencias
Los referidos primeros trabajos históricos de
Nahum y Barran fueron un mojón en la historiografía
nacional e influyeron a otras disciplinas. Aún a través de sus fuertes filiaciones doctrinarias, fueron
importantes los trabajos de Lucía Salas, Julio
Rodríguez y otros historiadores marxistas, los intelectuales “revisionistas históricos”, o la interpretación que sobre el país hizo el Instituto de Economía
con su “Proceso Económico del Uruguay”; para sólo
citar algunos ejemplos de peculiar incidencia en la
Sociología de la época. Sobre la cual también tuvieron influencia los ensayos de un grupo de intelectuales que pasaron por las páginas de “Marcha”, algunos
con dedicación también académica a algunas ciencias
sociales afines (Carlos Quijano, Arturo Ardao, Carlos
Real de Azúa, Julio Castro, entre otros).
34
En esta breve revisión de las incidencias en la
Sociología uruguaya del período, no puede omitirse
el hecho de que la confrontación de cosmovisiones
teóricas en la disciplina tenía dimensión regional.
Especialmente el planteo de la Dependencia como visión alternativa a la perspectiva desarrollista de versión cepalina. Desde dentro de la propia CEPAL, en
1969 aparece el libro de Cardoso y Faletto (“Dependencia y desarrollo en América Latina”) que estaba
destinado a convertirse en la más importante formulación de este punto de vista y a influir decisivamente en las elaboraciones sociológicas de la época. A
partir de él, son innumerables las obras dedicadas al
tema en la región por esos años.
6. Los grandes debates
Entonces, el período fue característico académicamente por la rispidez de las discrepancias, en un
debate que no llegaba a sustanciarse como tal, pero
que tenía puntos álgidos perfectamente
identificables.- Veamos una somera referencia a un
par de ellos.
Uno de los aspectos que más caracterizaron al
período fue la radical discrepancia sobre la naturaleza y conceptualización de la noción de clases sociales
y su estructura, o del sistema de estratificación social; disenso casi totalmente ausente en el precedente, en el cual el tema había sido empíricamente muy
importante.
Una mayoría de investigadores del I.C.S. liderados
por Gerónimo de Sierra, Enrique Cárpena y Liliana de
Riz, asumieron la conceptualización marxistaleninista, a partir de la definición de Lenin. En muchos
de ellos, en su versión ortodoxa; a través de la lectura
althuseriana o con toques poulantzianos. Y, en algún
caso, con la revalorización gramsciana de la actividad
política, que comenzaba a volverse a poner de moda
en la época, y que facilitaba el análisis del caso
uruguayo de tradicional peculiar independencia
relativa del personal político y su esfera. Creyeron
que con esa postulación se desentrañaba la verdadera
naturaleza esencial del fenómeno, de la cual dependía
en última instancia toda la variabilidad con que él se
manifestaba.
Los Errandonea (padre e hijo, especialmente
éste), interpretaron al fenómeno como sistema de
dominación (poder institucionalizado), que opera y
responde mediante una ecuación concreta de factores (económicos, políticos, etc.), con los cuales se da
cuenta de la realidad del país. Pensaron que era una
adecuada síntesis de los diversos aportes de la teoría
sociológica, más ajustada para el análisis de una realidad social más variada y compleja que la del siglo
XIX, que sin embargo la englobaba, además de
epistemológicamente más correcta; y resistieron el
embanderamiento en la matriz de Marx, a la que con-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
cedieron el papel de no más que una de las más importantes vertientes que contribuyeron básicamente
a la construcción de ese conocimiento.
Otros recogen la manera anglosajona más habitual de trabajo en el tema a través de dimensiones;
que, por otra parte, constituía la práctica común en
el período anterior; y, a la hora de realizar investigación, la manera concreta en que casi todos operaban
de hecho. En esta perspectiva había un mayor reconocimiento a la complejidad fáctica del fenómeno, de
verdadera naturaleza multidimensional, irreductible
a factores esenciales; aunque tal postura implicaba
una cierta abdicación explicativa general, en beneficio de un enfoque más descriptivo que se representaron como más fiel y científico. Desde luego que todo
ello se resolvía en un fuerte sesgo empirista; que le
hacía perder fuerza a la idea explicativa del cambio a
través del conflicto de clases. En Aldo Solari, esta
asunción le permitía análisis explicativos concretos
desde una orientación funcionalista. Germán Rama
siguió una línea similar, que en su caso no oculta una
valoración optimista de la continuidad del modelo
batllista. También Néstor Campiglia sigue la línea
solariana, aunque en su caso con una mayor fidelidad a la ortodoxa teórica general del estructuralfuncionalismo y sin la connotación optimista de G.
Rama. Carlos Filgueira y algún otro investigador, incorporan con fuerza explicativa el planteo de la dimensión horizontal como configuración estructural
de status, en la perspectiva heintziana. Por otra parte, la peculiar flexibilidad de accesos y permeabilidad
e interpenetrabilidad entre los estratos sociales, confrontada a la progresiva traba para la movilidad ascendente, configuraban una situación del sistema de
estratificación proclive a análisis mas matizados (Véase
Numeral 44a del texto).
Cada una de las referidas interpretaciones, inspiraron sus trabajos. Pero en puridad, no se produjo
un debate dialogado entre ellas en el período. En el
cual, además, continuaron las discrepancias del período anterior sobre la distribución numérica de la
estructura de clases; pero también prácticamente sin
debate académico confrontativo.
La otra de las fuertes discrepancias que marcaron al período, fue la referida a la interpretación de
la situación del país en cuanto a su supuesto desarrollo y el estancamiento que su proceso parecía evidenciar. Fue el debate sobre las ideas de “estancamiento”, “subdesarrollo”, “dependencia”.
Mientras que algunos siguieron insistiendo en
el planteo del subdesarrollo como incapacidad o dificultad para encontrar los caminos del desarrollo y sus
consecuencias, incentivada por la coyuntura internacional; aparece en otros la explicación ‘dependentista’,
validada no sólo para toda la región sino para la generalidad del mundo periférico. Universalidad de explicación que arrastraba el inconveniente de no dar
Homenaje a Alfredo Errandonea
cuenta por sí de importantes diferencias manifiestas
para una misma determinación; lo que obligaba a la
introducción de otras variables o elementos adicionales, generalmente de naturaleza histórica. Entonces,
en ambos tipos de explicación existieron evidentes
entrecruzamiento de observaciones y argumentos;
radicando su diferencia esencial en la opción por los
factores determinantes fundamentales.
Para los primeros, la sociedad uruguaya, destacada en la región por un singular y temprano proceso
de modernización sociológica, encuentra dificultades
para avanzar en grados de desarrollo hacia el óptimo
del crecimiento autosustentado, por dificultades de
su estructura social, ausencia de condiciones para la
formación de capital, carencias propias en la planificación y en el esfuerzo que el proceso requeriría. También por la desaparición de la coyuntura internacional que le hizo posible el avance anterior (cese de la
política de libre importación por parte de Inglaterra que la guerra había amortiguado-, retracción europea
en sus importaciones por la creación de su Mercado
Común, pérdida de complementariedad en el comercio exterior por el novel ordenamiento mundial de la
postguerra, deterioro de los términos de intercambio,
restablecimiento de la competencia exterior en su
mercado industrial interno que vulneraba el esquema
de la sustitución de importaciones, etc.), y la reinstalación omnipresente de las limitaciones naturales
que las dimensiones del país y su mercado le implicaban. Hasta retumbaba la incógnita ya planteada en el
período anterior sobre la viabilidad del país.
Además de la propia concepción teórica general
inspirada principalmente en las prevalentes orientaciones en el mundo anglosajón; esta claro el peso que
en estas argumentaciones tenían las teorías cepalinas
en boga en la época. Con algunas variantes, pueden
ser filiados en estas líneas Solari, Germán Rama,
Campiglia, Terra, Martorelli, entre otros. Alguno de
ellos (Filgueira) hicieron notar el retroceso del país
en el sistema internacional de estratificación
(“atimia”) y el peculiar desequilibrio estructural de
status de su sistema interno de estratificación social,
más apto para generar conflicto y protesta que para
producir acumulación de capital. Y la consiguiente
pérdida de la capacidad de absorción de tensiones
que el sistema había evidenciado, ya sugerida antes
de manera algo diferente en los ensayos de Carlos
Real de Azúa.
Entre la mayoría de estos autores, tendía a predominar la idea muy cepalina de que una adecuada
planificación políticamente orientada para el desarrollo, constituía la vía por la que nuestras sociedades debían optar.
Por otro lado, se levantó la explicación ‘dependentista’ entonces en fuerte boga regional, que se
agravaba en el caso uruguayo por su segunda subordinación a los “gendarmes” regionales del sistema
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
35
Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
continental. No es que no tomaran en cuenta muchas
de las anotaciones señaladas por el precedente contingente de autores; sino que en general ellas tendían a ser explicadas por la condición de dependencia estructural de la sociedad nacional, como las demás de la periferia del sistema internacional. Incluso, no faltaron posiciones con gradaciones atribuidas
en la cadena de determinación a muchos de tales fenómenos. La propia idea de la relativa capacidad política nacional potencial de afrontar las condicionantes
de la dependencia, matizaba en muchos el planteo.
Por eso mismo, para varios autores e intelectuales de la época, el camino seguido por la Revolución
Cubana demostraba la posibilidad de una vía independiente, que manejara en su provecho la bipolaridad
mundial que la postguerra había establecido. En esta
interpretación, la sujeción de las clases dominantes
al sistema con centro norteamericano, constituía la
traba principal para cualquier proceso de verdadera
emancipación. Y la vía posible para removerlo era la
alteración radical del poder societal, encarable por
vía política.
Obviamente, este planteo tenía su vertiente
política específica en los esfuerzos por construir una
alternativa electoral, que culminaría en la constitución del Frente Amplio en 1971. Y contaba con el
apoyo de una intelectualidad nacional cada vez más
volcada a él. Pero también tenía su vertiente académica en la Sociología de la época, con principal fundamento en el marxismo-leninismo, que había hecho
su emergente eclosión como corriente disciplinaria.
En este planteo se incurrió habitualmente en el error
lógico de definir al fenómeno por su propuesta de
explicación.
Esta perspectiva tenía su epicentro más ortodoxo en la mayoría de los investigadores del Instituto de Ciencias Sociales, liderados por de Sierra,
Cárpena, y De Riz; pero no faltaron otros de formación más plural que compartían en lo esencial este
planteo.
Obviamente y como queda dicho, tales vertientes tendían a yuxtaponerse, sumarse y mezclarse en
muchos de sus actores sociológicos.
7. La reorganización institucional
Ya se ha dicho que éste período se inicia en la
disciplina con la Dirección de A.M. Errandonea del
Instituto de Ciencias Sociales. En ella, se reorganizó
la estructura del Instituto. Para lo cual, Errandonea
contó con la colaboración de Jorge Graciarena, conocido sociólogo argentino, entonces venido al país por
la UNESCO, en apoyo de la Oficina de Planeamiento
de la Universidad.
Se realizaron concursos con tribunales internacionales para proveer todo su cuadro técnico; se
organizó su Biblioteca; se iniciaron cursos de forma36
ción sociológica específica que se convirtieron en la
Licenciatura de Sociología, conducida desde el propio
Instituto; y se le dio a éste una organización de
cogobierno, mediante una Ordenanza aprobada por
el Consejo Directivo Central de la Universidad, que le
confería carácter de Instituto Central previsto en el
Plan Maggiolo de reforma universitaria (influido por
las ideas de Darcy Ribeiro, antropólogo y universitario brasileño, por entonces también en el país); aunque mantenía su dependencia de la Facultad de Derecho. Con esta última medida, el Instituto asumió la
docencia de Sociología en diversas Facultades (como
materia introductoria o de apoyo a las respectivas
profesiones); además de realizar la formación especializada de grado en Sociología.
La Dirección del Instituto, conjuntamente con
el Centro de Estudiantes de Derecho y otros docentes
de la Facultad de Derecho y C. Sociales, se embarcaron en la tarea de proceder a modificar los Planes de
Estudios de Abogacía y Notariado, a partir de la concepción del Derecho como ciencia social; con instalación de un Ciclo Básico compuesto por las ciencias
sociales que entendían constituían la base donde se
fundaban las ciencias jurídicas. (Sociología, Historia
de las Ideas, Economía y Ciencia Política). Este Ciclo
Básico también fue común para los estudiantes de
Sociología; y más tarde, para los de Relaciones Internacionales, cuando se constituyó esta carrera como
Licenciatura.
Simultáneamente, y a iniciativa del propio
Errandonea como Presidente de la Comisión de Investigación Científica y consejero de la Facultad de Derecho, se crearon los “Grupos Docentes de Investigación” de cada materia con los propios docentes de
ellas. Estaban destinados a ser el germen de los futuros Institutos, a imagen y semejanza del de Ciencias
Sociales. Entre tales, se creó el Grupo Docente de Investigación en Ciencia Política; que comenzó a realizar investigaciones y encuestas políticas; antecedente del actual Instituto de Ciencia Política que constituye el Departamento de esa disciplina en la Facultad
de Ciencias Sociales, a la cual se incorporó desde su
creación.
Este rico período de consolidación de la disciplina sociológica en la academia universitaria, continuaría con la gestión colectiva de dirección
cogobernada del Instituto de Ciencias Sociales, bajo
la dirección de Mario Otero, quien sucedió a A. M.
Errandonea; y algunos interinatos posteriores a él.
En el período, incluso, se obtuvo la asignación de un
local propio para el Instituto (el de Rodó 1866).
Hasta que la Intervención dictatorial de octubre de 1973, interrumpiría el proceso y lo clausuraría.
Pero el ambiente de consolidación disciplinaria había
quedado sembrado; y salieron a escena una primera
promoción de sociólogos formados sistemáticamente
en el país.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
Capítulo IV. Tercer período: 1974-1984
1. Las circunstancias
Para este período (1974-1984), sobresale la condición que lo ubica y delimita: la dictadura militar
imperante en él, que fija los parámetros de la atmósfera intelectual en que debió desarrollarse la actividad sociológica en el país.
2. Los antecedentes
Después de una década larga de agotado el modelo batllista como consecuencia de la desaparición
de la larga coyuntura internacional que le dio sustento, tras un período de “política de parches” ensayada por la clase política para aplazar sus consecuencias, el país se reorientó en rumbo a la derecha, en
políticas de contención de las demandas populares y
desmontaje del especial “estado de bienestar” batllista.
Para hacerlo, debió recurrir a la autoritarización del
sistema; pues las resistencias no se hicieron esperar
y el clima conflictivo social se tensó al máximo.
Primero con una reforma constitucional que
reforzaba las potestades del Poder Ejecutivo (1967);
luego con un ejercicio presidencial en la cornisa de la
Constitución, gobernando por decreto en base a “Medidas Prontas de Seguridad”, en el ejercicio de la primera magistratura de Jorge Pacheco Areco (desde fines de 1967); para después desembocar en la dictadura militar abierta (1973). Este último acontecimiento interrumpió el clima necesario para el desarrollo
libre de la institucionalidad académica de la Sociología en la Universidad de la República.
3.
Los acontecimientos
en la vida universitaria
En febrero de 1973, se produjo el pronunciamiento militar; el 27 de junio de ese mismo año,
por decreto del Presidente Bordaberry se disolvieron las Cámaras y se inauguró formalmente el período de facto. El 29 de octubre, otro decreto presidencial intervino a la Universidad de la República, apartando de sus funciones a sus autoridades
autonómicas legítimas e instalando en su lugar a
un Rector Interventor.
Este va a decretar el cierre del Instituto de Ciencias Sociales y de la Licenciatura de Sociología que
funcionaba en su órbita, aunque se les formaría mesas de exámenes a los alumnos que estaban próximos
a recibirse, para que lo hicieran. Con lo cual apareció
la primera generación de sociólogos formados
sistemáticamente en el país; aunque muchos de ellos
debieron migrar.
Homenaje a Alfredo Errandonea
Además, se separará de sus cargos a todo su personal docente; parte del cual emigró del país y el
resto desplazó su actividad sociológica a la esfera privada. Para sustituir al Instituto de Ciencias Sociales,
se creo el Instituto de Estudios Sociales directamente
dependiente del Rector Interventor; al cual se le transfirieron sus pertenencias; incluida la Biblioteca, luego de una enérgica depuración.
Este Instituto funcionó durante todo el período
dictatorial, en la mayor parte del cual fue dirigido
por Ulises Graceras, sociólogo uruguayo que cursó sus
estudios en el exterior y que no había tenido contacto con el ambiente académico nacional. Aunque en él
se realizaron cursos, durante todo el período de facto,
no se restableció la Licenciatura de Sociología como
Carrera. Acompañaron a Graceras en las funciones
docentes y de investigación un limitado grupo de
colaboradores, en general poco profesionalizados en
la disciplina. La labor académica de este grupo fue
esencialmente docente, con muy poco trabajo creativo
y de muy limitada calidad. Prácticamente, puede
decirse que de este núcleo no se registra labor
investigativa empírica que merezca revistar en este
compendio, salvo algunos pocos trabajos aislados, que
sí fueron incluidos.
También fue clausurado el Grupo Docente de
Investigación en Ciencia Política y prácticamente toda
otra actividad universitaria en Ciencias Sociales.
La mayoría de los principales sociólogos de la
época, debieron emigrar. Buena parte de la generación intermedia formada en el período anterior, también debió hacerlo y completar sus estudios en el
exterior. Algunos de ellos, con estudios de posgrado,
pudieron volver al país antes del fin de la dictadura;
y se incorporaron al nuevo ambiente sociológico nacional justo cuando los síntomas de la próxima apertura se multiplicaban. Pero la mayor parte continuaron su actividad académica y profesional fuera del
país; y los trabajos de su producción referidos a la
realidad nacional, en la gran mayoría de los casos, no
pudo aún ser relevada para incorporarse a este
relevamiento por las obvias dificultades implicadas
en hacerlo (aunque no hemos renunciado a su realización, postergada para alguna etapa futura). Así que
el trabajo sociológico analizado aquí es el realizado
en el país durante el período. No obstante, la sorpresa es grande cuando se advierte que ese trabajo sociológico realizado en el Uruguay durante la dictadura adquiere la magnitud que revela el relevamiento
realizado.
4.
La Sociología fuera
de los ámbitos oficiales
Pero, curiosamente, ello no significó la clausura
de la actividad sociológica en el país. Ya a esa altura
estaba movilizada una inquietud por el trabajo en la
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37
Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
disciplina que lograría generar sus propios nichos
donde continuar realizándola; pese a la sangría que
significó la emigración de muchos profesionales.
Los sociólogos que permanecieron en el país, en
condiciones ostensiblemente adversas, radiados casi
en su totalidad de los ambientes académicos oficiales, se las ingeniaron para generar un ambiente sociológico nacional nuevo, sustentado fundamentalmente en centros privados.
No sólo consiguieron forjar un mercado académico y profesional de operación externa al circuito
oficial, sino que también consiguieron nuclear a una
nueva generación cuyas vocaciones catalizaron, y
hasta pudieron brindarle formación especializada, a
través de la propia actividad investigativa de los centros y la labor docente que ellos asumieron. Claro:
ello fue posible porque en el período anterior quedó
sembrada una apertura hacia el desarrollo de la vocación por la disciplina; la cual se tradujo en el paradójico aumento de los dedicados a ella en el período de
facto.
Los sociólogos emigrados, prácticamente desaparecerán del escenario de la producción nacional hasta
el fin del período dictatorial, aunque con frecuencia
siguieron produciendo en los lugares a los que los
llevó su exilio. Pero en el país se mantendría e
incrementaría la producción sociológica en centros
privados creados entonces, donde fue gestándose una
nueva generación sociológica.
Ya en el año anterior al establecimiento de la
dictadura había iniciado su actividad el Centro de
Investigaciones Sociales de Montevideo (CISMO), que
realizaba relevamientos para investigaciones de mercado y mediciones de audiencia, lo que proporcionaba una base empírica para llevar a cabo ciertos trabajos académicos, y que publicaba una revista (Revista
Uruguaya de Ciencias Sociales).
La situación política del país le cerró a tal grado
esta estrategia de financiación que finalmente se
disolvió y algunos de sus miembros también debieron
emigrar. Algunos otros de ellos, formaron una nueva
consultora con el nombre de “Marketing Investigadores Asociados”, que aún actúa como importante
empresa investigadora de mercado y de opinión
pública.
Por otro lado, se reactivó el Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH) creado en los años
cincuenta, el cual obtuvo una financiación exterior
estable de origen en fundaciones europeas cristianas.
El CLAEH lograría desarrollar una intensa actividad,
tanto aplicada de promoción social como de
investigación, consiguió adquirir un local y desarrollo la salida de una revista académica de aparición
regular (los “Cuadernos del CLAEH”), que aún hoy se
publica y que constituye la revista técnica más antigua de aparición regular en el país. El CLAEH continúa hoy sus actividades.
38
Detrás de ellos vinieron otras experiencias sumamente interesantes. Un grupo de sociólogos que
quedaron en el país, crearon el Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay (CIESU), que fue consiguiendo financiaciones externas para proyectos académicos, logrando llevar a cabo numerosas investigaciones y publicaciones, nuclearon en su alrededor a
un grupo de jóvenes que se formaron en él; y llegaron también a adquirir un local. Este Centro continúa
actualmente en funciones. En actividades o disciplinas conexas, también se desarrollaron instituciones
privadas que, de alguna manera, participaron de este
proceso (OIKOS, CINVE, IPRU, etc.).
En un esquema similar, se creó otro también
c o n s i ng u l a r é x i to : e l C e nt ro de E s t ud i o s
Interdisciplinario sobre el desarrollo (CIEDUR), que
aglutinó a sociólogos y economistas. También logró una fluida financiación externa para sus proyectos académicos, consiguió adquirir un local, y
continúa en la actualidad su actividad. Con base a
la experiencia frustrada del CISMO, algunos de sus
miembros formaron otra institución dedicada al
ejercicio de actividad profesional en el mercado
nacional, pero sin ninguna vinculación formal con
CIEDUR; para resolver el problema del sustento de
sus miembros. Fue “Equipos de Investigadores Asociados”, que llegó a convertirse en una de las principales consultoras del medio; la cual hoy sigue
desarrollando una actividad de primera línea bajo
el nombre de “Equipos Mori”.
Dos experiencias más de corte especializado
desarrollaron líneas de trabajo definidas obteniendo
financiación externa para sus proyectos: el Centro de
Investigación y Experimentación Pedagógica (CIEP),
dedicado a la Sociología Educacional y la Pedagogía;
y el Grupo de Estudios sobre la Condición de la Mujer
en el Uruguay (GRECMU) destinado a estudios de género y mujer. En ambos casos, produjeron importantes investigaciones y publicaciones; aunque en el
período posdictatorial de la reapertura democrática,
languidecieron mas que en otros casos sus posibilidades de financiación.
En el caso del CISMO, del CLAEH, de CIESU y del
CIEP, además desarrollaron actividades docentes
sistemáticas (CLAEH y CIESU, durante mas tiempo y
más consistentes); de las que resultaron una nueva
generación de sociólogos, que luego se reciclarían en
la actividad académica oficial.
Vale decir que durante el período dictatorial, y
pese a las clausuras oficiales, se producirá un desarrollo y crecimiento inusitado de la actividad académica en Sociología y Ciencias Sociales; basado en la
actividad de los Centros privados. Y se logró desarrollar todo un mercado profesional privado. Al punto
de que una manera de caracterizar al período que nos
ocupa podría ser el de designarlo como “el de los centros y agencias privadas”.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
5. Las características
Claro que este desarrollo va a estar signado por
limitaciones ostensibles en la atmósfera política del
país. Lo cual tenderá a sesgar los estudios que se realizan durante él, con elusión de los grandes temas
macrosociológicos, y desde luego los referidos al sistema político. La característica prevalente en la gran
mayoría de ellos tiende a ser su carácter puntual y/o
concreto. Lo que no impidió una muy considerable
acumulación empírica, de que da cuenta el volumen
de registros que para esta etapa tiene nuestro trabajo. Aunque tales limitaciones hayan disminuido su
operación luego de 1980, como consecuencia del aflojamiento en el cual debió ingresar el régimen militar
luego de su derrota en el plebiscito de ese año.
El relevamiento de nuestra investigación para
éste período, registra esta multiplicación de incorporaciones al trabajo sociológico durante la década dictatorial. Pero, desde luego, el trabajo sociológico asume en el período esta modalidad bien diferente a la
del precedente a que hacíamos referencia: los trabajos serán análisis de temas concretos, estudios puntuales que evitarán la trascendencia al tratamiento
de los aspectos más generales de una estructura social profundamente afectada por las circunstancias
de la coyuntura política dictatorial. Además, circularan por las temáticas que encontraron vías de financiación externa capaces de sustentar la actividad de
los centros privados. La combinación de la
“autocensura” que se impusieron y de los objetos de
estudio para los cuales obtuvieron financiación, le
dieron un perfil característico a la producción del
período.
Por otra parte, esta década larga coincide en el
terreno internacional de la disciplina, con el comienzo de lo que dio en llamarse “la crisis de los
paradigmas”. O sea, la puesta en cuestión de las teorías sociológicas y las cosmovisiones sociales más generales y con mayor vocación de predicción
macrosociológica. Una de las repuestas a esta crisis
podía ser (y lo fue) la mayor especialización, el acotamiento de las temáticas de investigación, el abandono de los proyectos empíricos más ambiciosos, y la
preocupación por un mayor rendimiento aplicado de
la disciplina. En el caso uruguayo, esta manera de
responder a dicha crisis venía como anillo al dedo
para una generación que se estaba formando en el
trabajo empírico concreto y puntual, mas al abrigo
del clima represivo imperante en el país, y que ofrecía salidas profesionales en el mercado local.
Entonces, el país vivió un relativo gran desarrollo de la actividad de investigación social con orientación especializada y puntual, que discriminaba el
trabajo de las nuevas generaciones con el realizado
por las anteriores de perspectiva mucho más
generalista.
Homenaje a Alfredo Errandonea
Desde el punto de vista intelectual, a ello ayudaba el retroceso general que en el mundo experimentaban las orientaciones de izquierda, que solían
inspirar las perspectivas más macrosociales. Y, desde
luego, la mucho más empinada caída de las utopías
revolucionarias sudamericanas, en una región sembrada de feroces dictaduras militares que hacían añorar
a las benevolentes “democracias demoliberales burguesas”, con su incipiente “estado de bienestar”, antes tan denostadas.
Sin embargo, a la hora de evaluar las realizaciones del período en el ámbito académico nacional , no
puede dudarse en anotar el progreso científico que
posibilitó a las ciencias sociales nacionales. La acumulación de conocimiento que fue posible y la especialización que implicó esta modalidad, fueron funcionales al desarrollo de la Sociología en el país en
esta etapa. Además de que la adversidad de las condiciones del ambiente nacional, la percepción de ser
objeto de una latente y sutil hostilidad oficial, los
peculiares cuidados que fue necesario asumir por parte
de todos en el cultivo académico, y la ausencia de
grandes debates generales confrontativos entre
cosmovisiones en conflicto (característico del período anterior), estimularon un desarrollo de la solidaridad profesional; pese a que la obtención de fondos
siempre fue fuente de competencia.
Obviamente, en el período no existieron en el
país debates generales; lo que no implica una abstinencia intelectual de los que se desarrollaban en el
mundo. Pero en el ámbito internacional, el período
coincide con la extensión de la percepción de la llamada “crisis de los paradigmas”; que bajó la temperatura de las grandes polémicas de los años cincuenta y
sesenta. Y en el Uruguay, los jóvenes que se incorporaron al trabajo sociológico ya no estaban fuertemente
motivados por el atractivo de proyectos políticos que
los comprometiesen; y cuando surjan condiciones
nacionales que puedan inspirarlos en ese sentido (en
la apertura de hecho ocurrida en el final del período,
después del plebiscito de 1980 y de las elecciones
internas de los partidos en 1982), lo serán en procura
de una meta compartida unánimemente: la reconquista de la institucionalidad democrática perdida. Y
muchos de ellos ya tendrán su perfil profesional definido.
En el país, pues, afloraba una nueva generación
de sociólogos que, por mas de una razón, no serían
herederos de los desacuerdos de alto registro de
decibeles, como en el pasado. Las discusiones académicas fueron, entonces, mucho más puntuales y técnicas.
En conclusión: puede decirse que en la penumbra de libertades conservada en el período dictatorial, se forjó toda una nueva producción sociológica
en el país que fue posible por la siembra hecha en el
período anterior. Y que, en definitiva, explica el he-
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39
Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
cho de que de las decenas de cultivadores y estudiantes sorprendidos por la dictadura, se pase a las centenas que poblaron la Carrera de Sociología y los ámbitos académicos y profesionales, después del restablecimiento democrático.
6. Los sociólogos del período
Ya se ha dicho. Muchos sociólogos de los sorprendidos en plena actividad académica por el golpe
de estado, marcharon al exilio. La mayoría volverán
pasada la dictadura; algunos ya no lo harán, y se sumarán a algunos otros que ya estaban en exterior.
Entre los trabajos de unos y otros realizados fuera del
país, los habrá referidos a su realidad; pero serán muy
pocos de ellos que revisten en nuestro inventario.
También hubo otros sociólogos que lograron
quedarse en el país y construir sus “nichos” para su
producción profesional, los cuales lograron convertirse en sede de un nuevo ambiente académico nacional ajeno a la órbita oficial. Ambiente que albergó la
incorporación y formación de una nueva generación
científica social del país. Finalmente, también en la
órbita oficial se produjeron algunos trabajos sociológicos.
Juan Pablo Terra lideró un grupo de cientistas
sociales que se aglutinaron en el remozado Centro
Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH). Carlos Filgueira organizó el Centro de Informaciones y
Estudios del Uruguay (CIESU), con Héctor Apezechea
y Suzana Prates; y ésta constituirá mas adelante al
Grupo de Estudios sobre la Condición de la Mujer en
el Uruguay (GRECMU).- Al primero se incorporarán
Carlos Real de Azúa, Mario Lombardi, Diego Piñeiro,
Danilo Veiga, Enrique Mazzei, Juan Rial y Rafael Bayce,
entre otros. Bayce y Apezechea trabajarán también
en el Centro de Investigación y Experimentación Pedagógica (CIEP), surgido en el ámbito de los educadores; y Nea Filgueira lo hará en el GRECMU. Cesar Aguiar,
Gustavo Cosse en un comienzo y algunos economistas que realizaron trabajos muy linderos con lo sociológico (Danilo Astori, Jorge Notaro, Carlos Pérez
Arrarte), organizaron el CIEDUR. Aguiar también fue
gestor de la agencia de investigación de mercado y
opinión pública “Equipos Consultores”, que hoy persiste con el nombre de “Equipos Mori”. En cambio,
uno de los primeros de estos centros, el intento del
Centro de Investigaciones Sociales de Montevideo
(CISMO), luego de tres años, fracasó, y Alfredo
Errandonea (h.) debió emigrar; otros que lo integraban (Juan José Cha, Sergio Fernández) lo continuaron con una nueva institución convertida totalmente
en agencia de investigación de mercado y de opinión
(“Marketing Investigadores Asociados”). Otros siguieron produciendo en colaboración con algunos de estos centros privados, otras instituciones o en labor
personal (Horacio Martorelli, Dionisio Jorge
40
Garmendia, Antonio Pérez García, Agustín Cisa, Antonio Viña, Carmen Rico). Mientras tanto, en el ámbito oficial, el Instituto de Estudios Sociales que creó
la intervención dictatorial de la Universidad para sustituir al Instituto de Ciencias Sociales, realizó algunos trabajos bajo la dirección de Ulises Graseras, en
los cuales participaron Gastón Labadie, León Gimeno
y Alvaro Gascue.
Alfredo Errandonea (h.), Gerónimo de Sierra,
Gustavo Cosse, Jorge Mernies, José Luis Petruccelli,
Rosario Aguirre, Luis Eduardo González, Marcos
Supervielle, Graciela Taglioretti, Adela Pellegrino,
Graciela Prat, Teresa de Sierra, Roberto Soldinger, Julio Abulafia, Miriam Mitjavila, Beatriz Lovesio, entre
muchos otros, además de los argentinos que trabajaban en el Uruguay Liliana De Riz y Enrique Cárpena,
fueron al exterior. Algunos de ellos ya no volverán
(los argentinos citados, Cosse, Mernies, Petruchelli,
Teresa de Sierra, Soldinger, Abulafia), sumándose a
quienes desde antes estaban radicados fuera del país
(Aldo Solari, Germán Rama, Rolando Franco, Nelson
Minello, Teresa de Barbieri). Otros se retiraron definitivamente del ejercicio profesional sociológico (Néstor
Campiglia, Ricardo Yelpo, Ricardo Capeletti, Alberto
Guidobono, Nélida Genisans, Jorge Ures, etc.).
Pero el período fue rico en la incorporación de
muchos nuevos cultivadores en el país, entre los cuales
pueden citarse a vía de ejemplo: Gisella Argenti, Nelson
Argones, José Arocena, Graciela Bardallo, Marcelo
Boado, Agustín Canzani, José Luis Castagnola, Juan
Carlos Fortuna, Augusto Longhi, Pablo Mieres,
Constanza Moreira, Nelly Niedworok, Jorge
Papadopulos, Horacio Pérez, Francisco Pucci, Alberto
Riella, Oscar Roba, Ernesto Rotondaro, etc. Algunos
de ellos, salieron del país a realizar algún posgrado y
regresaron inmediatamente.
7. Los aportes
El país había establecido ya un sistema de
relevamientos estadísticos sistemáticos, que se continúa y afirma en éste período. El Censo General de
Población y Vivienda que se reitera en 1975, la continuidad de los censos agropecuarios, los censos industriales, el Índice de Precios al Consumidor, el establecimiento de la Muestra Permanente de Hogares, entre
otros registros adquieren, una regularidad que permite también la elaboración de series temporales. Los
cientistas sociales incorporan la utilización de toda
esta información, elaboran índices y tasas, las incluyen como instrumentos estratégicos en sus estudios,
y se constituyen con ellos bancos de datos. Así se
construyen una serie de indicadores sociales que comienzan a ser prolíficamente utilizados en los trabajos académicos. También los usa la Demografía Social,
dotada ahora de un instrumental adecuado para su
cultivo, se desarrolla ya como especialidad discipli-
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INEDITOS
naria, con tratamiento analítico mucho más técnico
(Aunque se nota la novedad de su utilización en varias inconsistencias de cálculos y estimaciones de diferentes autores). Los estudios socioeconómicos, como
ocurrió con los de economía, también acceden a este
tipo de instrumental.
La preocupación que generan los datos sobre
la debilidad demográfica de la población del país convertido en emigratorio-, y las consecuencias
sociales del drástico cambio de orientación en política económica (desocupación, desindustrialización, marginalidad, etc.), puestas de manifiesto especialmente después de 1980 cuando se inicia de hecho el inevitable proceso de apertura y
cede considerablemente la autocensura de los académicos, hace nutrir a los estudios en éstas áreas
con el dispositivo estadístico desarrollado.
Pero, desde luego, salvo en los años finales
del período, la producción sociológica sobre aspectos estructurales pierde en tratamiento general y asume la consideración de temas puntuales;
lo que inclina a los investigadores sociales a una
especialización en ramas y áreas específicas. Que
habrá de marcar el perfil de la nueva generación
de sociólogos; los que -por otra parte- se forman
en la época de la internacionalmente denominada
“crisis de los paradigmas”, desestimulante de los
análisis más globales. Tanto que esta tendencia
persistirá con fuerza en la postdictadura.
También sobre el final del período, reapareció públicamente la preocupación de los sociólogos por la temática política, estimulada por la inquietud de los efectos que tendría sobre el sistema político del ya próximo restablecimiento de la
democracia, el haber vivido una década de dictadura. Y, por cierto, las condiciones en que habría
de operarse la transición.
Capítulo V. Cuarto período: 1985-1989
1. Restitución democrática
Pese a las condiciones limitantes con que se
hicieron (proscriptos), con las elecciones nacionales de noviembre de 1984, se restituyó la normalidad institucional. Entre otros restablecimientos, se restituyó la autonomía universitaria, devolviéndole a la Universidad de la República sus
autoridades legítimas. Entonces, 1985 fue el año
de la recomposición democrática. Desde luego, ya
muchas cosas no podrían volver a ser iguales a
antes de la dictadura; habían pasado once años...
Pero el país entero, quiso creer que sí. En esta
normalización, predominó la idea de restauración;
con la ilusión de volver al “Uruguay feliz”, embellecido en la memoria de los uruguayos. Entre otras
Homenaje a Alfredo Errandonea
cosas, la experiencia dictatorial nos había dejado
un nuevo actor político: las Fuerzas Armadas. Fracasadas en su experimento, pero ya nunca volverían a la histórica total prescindencia que habían
tenido clásicamente en el país.- Por lo pronto, lograron revestirse de una coraza que las protegiera
de la acción de la Justicia contra sus responsabilidades penales; incluso ratificada en plebiscito popular.
2.
Hacia la reorganización de las
Ciencias Sociales en la Universidad
Autónoma
1.- El arranque del proceso.- Luego del restablecimiento de la autonomía universitaria y la restitución del gobierno universitario a sus autoridades legítimas en 1985; se comenzó a gestar la toma
de conciencia sobre los efectos destructivos y
retardatarios de la Intervención sobre nuestra
Universidad de la República. El Rector Samuel
Lichtensztejn convocó a sus cultivadores de ciencias sociales a un “Encuentro universitario sobre
la problemática de las Ciencias Sociales en la Universidad”, que se llevó a cabo los días 12 y 13 de
diciembre de 1986. En él, los asistentes evaluaron
la situación de las ciencias sociales como una de
las áreas del conocimiento mas perjudicadas por
la dictadura y la intervención, y concluyeron en
la necesidad de plantearse un proceso de reorganización universitaria que las integrara institucionalmente y posibilitara el emprender un desarrollo moderno. Para ello, le propusieron al
Consejo Directivo Central la creación de un Programa de Desarrollo de las Ciencias Sociales. El
Consejo aprobó esta iniciativa e integró un Grupo
de Trabajo interdisciplinario que lo condujera, integrado Lucía Sala de Tourón (historiadora; luego
sería sustituida por el historiador Carlos Zubillaga),
Juan Carlos Dean (economista), Alfredo Errandonea
(sociólogo) y Raúl Trajtenberg (economista, Asistente del Rector), más un delegado estudiantil (la
FEUU nombraría luego a Gabriel Oddone) y uno
profesional (que no se integró).
2.- Creación del CEIPOS.- A propuesta de este
Grupo de Trabajo de Ciencias Sociales (GTCS), el Consejo Directivo Central de la Universidad creó el Centro
de Investigación y Posgrados en Ciencias Sociales de
la Universidad de la República (CEIPOS) el 22 de setiembre de 1987, le asignó un local, le nombró una
Comisión Directiva interdisciplinaria y asumió su dirección el propio Rector Lichtensztejn, quien quedará en ese desempeño luego de su cese como Rector.
Este Centro, creo una Maestría de Economía Internacional, y comenzó a considerar la creación de otra
sobre Población (demográfica). Además de comenzar
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
41
Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
a pensar en la posibilidad de crear otras Maestrías,
para las cuales había que imaginar todo un sistema
de posgrados.
Sin embargo, la única que efectivamente comenzó a funcionar fue la de Economía Internacional. De hecho, este centro (el CEIPOS) dejó de funcionar como tal (sin resolución que lo disolviera) y,
por imperio de que todos sus cargos rentados estaban
afectado al posgrado de Economía y a sus tareas de
investigación; también de hecho se transformó en el
Departamento de Economía de la Facultad, incluyendo su local.
3.- La decisión de crear la Facultad de Ciencias Sociales.- A partir de 1987, en el seno del
Grupo de Trabajo, se inició la consideración de la
creación de la Facultad de Ciencias Sociales; la que
rápidamente desembocó en un debate sobre la integración de dicha Facultad y la afectación que
ella provocara en otras preexistentes. Finalmente
se transó en que Historia y Antropología quedarían en la que se convertiría en Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (su anterior
parte de “Ciencias”, pasaba a integrar la nueva
Facultad de Ciencias); Economía, Sociología, Servicio Social, el CEIPOS y Ciencia Política, integrarían la Facultad de Ciencias Sociales. Cada una de
esas disciplinas como un Departamento, a los cuales se le agregaría otro que sería la “Unidad
Multidisciplinaria”, con propósito de “provincia
marca” para nuevas áreas y para actividades
interdisciplinarias. Pero cuando este era ya un
acuerdo homologado por el Consejo Directivo Central (21/VIII/89), la Facultad de Ciencias Económicas y Administración rectificó su posición y se
opuso a la integración de sus servicios de Economía a la nueva Facultad. En definitiva, en esta
quedaría un nuevo Departamento de Economía y
la Maestría de Economía Internacional (que luego
se ampliaría).
4.- La puesta en marcha de la nueva Facultad.- En lugar del Grupo de Trabajo en Ciencias
Sociales, comenzó a actuar una nueva comisión
denominada “Comisión de la Facultad de Ciencias
Sociales”, que actuaría provisoriamente como “Consejo” de la nueva Facultad (Raúl Trajtenberg, Jorge Lanzaro, Jorge Landinelli, Enrique Iglesias,
Gabriel I nc h a s t i , N i c o l á s Re i g , y A l f re do
Errandonea, quien desempeñó la Secretaría de la
Comisión). Entre diciembre de 1989 y julio de 1990,
se puso en funcionamiento unificado la nueva Facultad de Ciencias Sociales; dejando en suspenso
hacia un plazo futuro la incorporación de los servicios de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración. Este último paso nun42
ca se dió, y esos servicios quedaron en su Facultad de origen.
Finalmente, el Consejo Directivo Central designó un primer “Consejo provisorio” y un “Decano provisorio” de la Facultad; que estarían en funciones hasta las siguientes elecciones universitarias, en las cuales se elegiría las autoridades definitivas por el procedimiento normal.
Entre las decisiones adoptadas, se procedió a
comprar un clásico edificio construido por Vilamajó
que nunca había sido concluido, en Constituyente
y Martínez Trueba; el cual se habilitó inmediatamente, sin perjuicio de la continuidad de las obras
emprendidas para su conclusión, que se desarrollaron en paralelo, para agregarle cinco plantas
mas.- En él pasaron a funcionar las Oficinas Centrales de la Facultad, el Consejo y el Decanato y
la mayor parte de las aulas de clase; incluyendo
todas las de la Licenciatura de Sociología.
3.
La reapertura y reorganización
del Instituto de Ciencias Sociales
1).- La reapertura del Instituto.- Entre las medidas restitutivas de la normalidad institucional,
en 1985 la Universidad de la República procedió a
reabrir el Instituto de Ciencias Sociales, en la órbita de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,
devolviéndole los bienes que le habían pasado al
que la Intervención designó como Instituto de
Estudios Sociales en la órbita del Rectorado. Pero
hubo cosas que no pudieron ser restituidas, como
la “depuración” de la Biblioteca que habían hecho.
A los cargos, fueron restituidos quienes habían sido dejados cesantes por la Intervención dictatorial, pero algunos de ellos ya no volvieron a
desempeñarlos. Parte de ellos, no volvieron al país;
y los que sí lo hicieron, en muchos casos optaron
por un camino profesional diferente. Pero sí vinieron y se incorporaron al ambiente académico
otros sociólogos formados durante la dictadura o
que en ese tiempo completaron su formación, en
los centros privados del país, o fuera de él, en el
exilio. Los cuales se sumaron a los que sí se reincorporaron, produciendo una gran renovación del
personal académico universitarios de la Sociología y las demás Ciencias Sociales.
2).- La gremial profesional.- Sobre el final de
la dictadura, los nuevos jóvenes sociólogos fundaron la Asociación de Sociólogos del Uruguay. Su
actividad se aletargó, hasta que dejó de funcionar. Una nueva promoción de sociólogos jóvenes
fundó luego el Colegio de Sociólogos del Uruguay,
para cumplir las funciones que la Asociación había abandonado.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
3).- La actividad del Instituto.- Elección de
Director: Alfredo Errandonea –1986- (re-elección,
-1988-).-Revista de Ciencias Sociales.- Actividades del ICS (Jornadas rioplatenses –1986-, relacionamiento y coordinación con centros privados,
XVII Congreso de ALAS en Montevideo –diciembre de 1988-, restablecimiento de Licenciatura,
cursos en Salto, Censo Universitario –1988-, proceso de reorganización de las ciencias sociales).
(REDACTAR)
4).- Integración a Facultad de Ciencias Sociales.- Consolidación institucional, presupuestal
y locativa.- Locales: el anterior y el del “I. De Estadística”, local de la Facultad.- Departamento de
Sociología de la F.C.S (conversión de I.C.S. en Departamento de Sociología); presupuesto departamental.- Estructura y Proceso de provisión de cargos.5).- Las políticas del I.C.S. Políticas asumidas por el I.C.S. y continuadas luego de su transformación en Departamento de Sociología de la
nueva Facultad: a) Participación activa y en la
gestión, en el referido proceso de reorganización
de las Ciencias Sociales en la Universidad, con la
presencia permanente de un delegado de G.T.C.S.
b) Funcionamiento normal de la Licenciatura que
ahora alberga a cientos de estudiantes, en vez de
las decenas de antes de la dictadura. c) Revalidación académica de estudios y asignaturas a los
estudiantes que los realizaron durante la dictadura (Para ello, una comisión técnica designada –
Aldo Solari, Carlos Filgueira y Alfredo Errandoneaelaboró una tabla de equivalencias de los diversos
cursos y estudios de distintos ámbitos realizados
durante la dictadura, para validarlos por materias
del Plan de Estudios de la Licenciatura), para que
pudieran completar su curricula académica y optar por el grado de Licenciados. d) Fomento y
facilitación de cursados de posgrados en el exterior, a los egresados de la Licenciatura de buena
perfomance. e) Participación activa en los programas de la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad, con la presencia de académicos de ciencias sociales en sus diversas instancias de gestión (integración de la Comisión, de
las Subcomisiones de los diversos Programas, de
las Comisiones asesoras, y de un buen número de
evaluadores propuestos); y la presentación de
muchos proyectos y aspiraciones por parte de sociólogos, con la obtención de financiación de numerosos proyectos de investigación, complementos de becas para posgrados, realización y asistencias a eventos científicos, y regímenes de dedicación total. f) Política de convenios por los
cuales se contrataba y realizaban investigaciones
Homenaje a Alfredo Errandonea
para entidades públicas y privadas, que las financiaban (En el Departamento de Sociología: Banco
de Previsión Social, Ministerio de Trabajo, Delegación uruguaya a Comisión Binacional del Puente
Colonia-Buenos Aires, FANAPEL, etc.). g) Publicación de las investigaciones realizadas en libros,
en artículos de las Revista, en Informes de Investigación y en Documentos de Trabajo editados en
la Facultad. h) Relacionamiento internacional a
través de la participación en eventos de ese carácter y en las actividades de CLACSO.
6).- La conversión de Departamento de Sociología.- Designación de Marcos Supervielle como
Director del Departamento de Sociología de la nueva Facultad de Ciencias Sociales (1990). En 1992,
designación de Alfredo Errandonea como Director;
al que seguirán Gerónimo de Sierra (1995) y Rosario Aguirre (1999).
4.
Características de la Sociología
profesional del período
Entre los cientistas sociales provenientes del
exterior y los formados en los centros privados del
país, los que concluyeron sus estudios en la Universidad en los primeros años posdictatoriales, y
los que cursaron íntegramente su grado en la recientemente reinstitucionalizada Licenciatura, el
número de profesionales creció muy rápidamente.
Y la producción de “papers”, artículos y trabajos
también se multiplicó. La frecuencia de seminarios y eventos, los que los asistentes se sintieron
obligados a presentar ponencias; la salida en el
país de revistas especializadas (Cuadernos del
CLAEH, Revista de C. Sociales del Instituto de Ciencias Sociales), la edición de Documentos de Trabajo por parte del los institutos y centros académicos, y la propia edición de libros; permitieron y
“generaron” una multiplicidad de trabajos escritos y de autores.
En general, esta múltiple producción mantuvo y hasta acentuó la característica de temas puntuales y áreas especializadas; probablemente en
demasía para un país con un mercado profesional
necesariamente chico, en que los cambios de oportunidades y de empleo, requirieran habitualmente mudanza de especialización. La multiplicación
de demandantes de puestos de trabajo profesionales en un mercado sociológico, que si bien se había forjado y crecido, encontró rápidamente sus
límites, acentuaron la competencia. Para afrontarla se convirtió en un imperativo el acceder a
posgrados en el exterior; y comenzó a aparecer la
presión para realizarlos en el país.
El reverdecimiento de las tecnologías cualitativas, la revolución informática con la incorpo-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
43
Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
ración al trabajo cotidiano de los sociólogos de PC
y de paquetes estadísticos, el mejoramiento de las
series de datos y de las estadísticas en el país, y
la proliferación de trabajos realizados, produjeron
una variabilidad de usos metodológicos, que no
siempre tuvieron adecuada formalización.
Desde luego, todo lo dicho implica una consolidación del mercado profesional en el ámbito
privado, y una moderada apertura de la demanda
pública de sociólogos; además de la enseñanza
-tanto terciaria como secundaria- que siguió cons-
tituyendo un limitado mercado de tiempo parcial.
Sin duda, desde este punto de vista, la situación
posdictatorial era muy diferente a la predictatorial.
Pero este mercado existente y consolidado, se
mostró rápidamente con límites estrechos cuando
los egresados de la Licenciatura se comenzaron a
contar por cientos.
Hasta aquí llega el artículo en preparación
de Alfredo Errandonea por desgracia inconcluso.
RESUMEN
El autor analiza cuarenta años (1950-1989) de construcción del conocimiento sociológico sobre la
sociedad uruguaya y de la institucionalización profesional científica de la Sociología del país. A través de
una subdivisión temporal desarrolla las etapas en la conformación de la organización institucional académica de la disciplina, las características y formas de producción sociológica. En este marco, expone las temáticas, aportes y debates, y menciona a los sociólogos de cada período, a la vez que señala la producción
sociológica, los acontecimientos en la vida universitaria, la sociología fuera de los ámbitos oficiales y la
reorganización de las Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma. Todo ello en el contexto de las condiciones políticas, sociales e institucionales generales del país.
DESCRIPTORES: Ciencias Sociales / Historia / Siglo XX / Estructura Social / Uruguay
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
Homenaje a Alfredo Errandonea
Anarquismo para el Siglo XXI
Alfredo Errandonea
“La institucionalización de una relación social concreta, en la cual unos deciden lo que implica
a los otros y/o a todos, constituye una relación de dominación. Sea cual sea el mecanismo a través
del cual se lo hace. La aceptación no cuestionada de esta relación por sus actores,
constituye su legitimación; y estatuye su límite”. Por el carácter epicéntrico del Estado en el
establecimiento y sostén de la dominación, la respuesta más transgresora y sustancialmente
revolucionaria fue siempre antiestatista; por más abundantes y mayoritarias que sean las versiones
de reformismo que confían en la vía gubernamental. La revolución del siglo XXI asoma
como un proceso complejo, seguramente de acaecer plural, con mayores y desiguales tiempos de
realización, que posibilite la constitución de organizaciones capaces de asumir la gestión
en una sociedad lo más libertaria posible. De allí la importancia de actividades de reflexión y
elaboración colectiva, una tarea de revisión y de reubicación teórica y doctrinaria. “Es una hora de
reflexión; por lo tanto de fuerte inclinación a la labor intelectual”.
I - La decadencia “movimientista”
del anarquismo
Desde sus orígenes, el anarquismo fue un movimiento sociopolítico revolucionario que, consecuente con su postulación antiestatista y antiautoritaria, desdeñó el camino de la conquista del poder
societal centralizado, en beneficio de la colectivización autogestiva del poder descentralizado.
Asumía así la opción más difícil, porque se la representó como la más
real y auténtica.
Pero, también desde sus orígenes, el anarquismo fue un movimiento intelectual
crítico, cuyos teóricos reunieron la
doble condición de
pensadores y militantes; y su producción inspiraba,
fundaba y orientaba la acción revolucionaria.
Su prestigio proletario y su predominio en algunos de los países centrales llegó a ser tal que no
importaba la mayor dureza de sus opciones tácticas
y estratégicas. Y el capitalismo salvaje de la época
era su mayor justificación.
Vale decir que, históricamente, el anarquismo
emergió como movimiento sociopolítico que se proponía cambiar a la sociedad; y, a la vez, como corriente crítica intelectual desde el campo revolucionario. Lejos de constituir una opción, el ‘movimientismo’ y la ‘postulación intelectual’, no sólo
convivían sino que
se integraban
armónicamente.
Ambos aspectos
representaban la
manifestación de
una alternativa de
cambio para la sociedad. Así fue durante las últimas
décadas del siglo
XIX y primeras del
siglo XX.
Alfredo Errandonea y Luce Fabri.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
45
Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
Bien entrado el siglo XX, el capitalismo evolucionó. Esquemáticamente dicho, operó su propia
“revolución interior” como consecuencia del cambio
tecnológico que hizo crecer más la productividad -y
por lo tanto, la oferta- que la capacidad adquisitiva
generalizada para el consumo en la demanda. El problema ya no era más la cuota de ganancia mediante
la plusvalía, sino la necesidad de aumentar el mercado para que la demanda acompañara el crecimiento de la oferta por multiplicación del producto. O
sea: encontrar la forma de aumentar el “gasto” de lo
producido, sin afectar a la plusvalía.
El sistema capitalista encontró la solución al
problema por una doble vía: guerras masivas de destrucción universal, que consumen gran parte del
sobreproducto; y la incorporación al mercado de masas de consumidores, que serán los mismos integrantes del proletariado y, desgajados de él, de nuevos
estratos en posición intermedia, multiplicando las
nuevas “clases medias dependientes”, de cuello blanco. El camino es el crecimiento del Estado; que de
“juez y gendarme”, custodio los intereses de la clase
dominante -y sin dejar de serlo-, pasó a ser el sostén
de una nueva versión capitalista. Fue el gran actor
de las nuevas guerras de involucramiento total; y el
ejecutante de una política de ampliación del mercado, con creación de empleo y financiación de nuevas actividades creativas de ocupación, además de
garante de la mejora de los niveles de vida en que
ese crecimiento debía traducirse; y el que asume
nuevas funciones estatales en función de la modernización del consumo (establecimiento de más
servicios, proveedor de educación, atención de la
salud, organizador de la complejidad de la vida
urbana abruptamente acrecida, y productor de bienes y servicios en nuevas áreas). Las disputas
interimperialistas, y el keynesianismo con su consecuente “welfare state”, operaron la revolucionaria
transformación del capitalismo del siglo XX; sin perjuicio del proceso de concentración del capital ya en
dimensiones transnacionales.
Un proceso diferente al de las previsiones marxistas. Pero que descoloca la estrategia del anarquismo, diseñada para la sociedad del capitalismo salvaje
con el viejo Estado prescindente.
Desde entonces, el clásico proletariado ya no
tendría solo las cadenas a perder. Ahora, su incorporación al consumo lo había integrado al sistema, con
intereses inmediatos asociados a él. A partir de lo
cual, de manera progresiva y sostenida, el anarquismo fue perdiendo su fuerza “movimientista”; especialmente en el movimiento sindical, donde más la
había logrado arraigar.
Una serie de acontecimientos precipitaron la
caída de la opción anarquista. La rápida evolución
46
de la revolución rusa hacia un capitalismo de estado, totalitario y de proyección imperialista, que logró la estalinización en varios países y otorgó un
sustento decisivo a la acción de los Partidos Comunistas de Occidente; el acceso de sectores de origen
socialista a la coparticipación en parlamentos y gobiernos burgueses, con abandono de principios clásicos y moderación de su acción política, a través de
la socialdemocracia; el ascenso del fascismo en Europa
al tiempo que afloraban allí posibilidades
revolucionarias; y la derrota republicana en la guerra civil española, en cuya retaguardia se estaba
forjando la primera revolución social exitosa de signo libertario.
La ilusión socialdemócrata de la reforma social
por evolución “progresista” del capitalismo, no iba a
durar demasiado. Reordenado el mundo de postguerra, el capitalismo lograría operar una aceleración
exponencial del progreso tecnológico; cuya sofisticación intensificó el costo en capital y produjo el
nuevo fenómeno de la desocupación tecnológica a
escala universal. Una fuerza de trabajo conformada
a la organización ‘taylorista’, que afronta una reestructuración ‘toyorista’ y un proceso de
‘desalarización’, minando su fuerza sindical. La deliberada búsqueda de ese debilitamiento y del abatimiento de los costos salariales. Y la imposición de
una nueva división internacional del trabajo, que
traslada a la periferia a las industrias tradicionales
para abaratar salarios; fenómeno extendido luego a
muchas de las industrias más modernas.
La concentración del capital transnacional también cobró acelerada velocidad; y las empresas
trustificadas transformadas en grandes grupos económicos de capital, adquirieron dimensiones multinacionales gigantescas. La nueva organización que
adquirió el capitalismo, sobredimensionó al capital
financiero que se hizo estratégico y subordinó a la
propia actividad específicamente productiva. Esta
transformación secundarizó la importancia y poder
de los Estados Nacionales -la mayoría de ellos, de
menor magnitud que muchos grupos económicos-;
que comenzaron a endeudarse con los nuevos aparatos financieros internacionales; los cuales gobernaron las políticas económicas del mundo a través del
condicionamiento que les imponían, a cambio de la
apertura y continuidad de sus líneas de crédito.
Nuevamente la ganancia capitalista se volvía
el móvil principal de la dinámica del sistema, ahora
en forma de plusvalía financiera. El consenso democrático requerido por los gobiernos de las sociedades pluralistas, empezó a importar cada vez menos.
El keynesianismo y su “estado de bienestar” se convirtieron en malas palabras. Una nueva corriente teórica económica (el neoliberalismo de Milton Fridman,
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
y de otras versiones) apareció para reivindicar las
máximas de las teorías clásicas capitalistas liberales.
La apertura de los mercados, el abandono del
intervencionismo estatal, la privatización de muchas
de sus actividades, el restablecimiento de la inseguridad laboral, la intemperie para la libre operación
de las fuerzas económicas bajo la supuesta ley de la
oferta y la demanda, constituyeron los lemas
centrales de la plataforma de la llamada “revolución
conservadora”. En términos económicos, era el
avance incontenible hacia la denominada “globalización”. En realidad, significaba la reimplantación
del “capitalismo salvaje” del siglo XIX, ahora en
versión edulcorada por el acceso mayor al confort
generalizado que la nueva tecnología hacía posible
y por la asunción de ciertas políticas asistenciales
focalizadas hacia las más agudas formas de miseria
del “mundo civilizado”; mientras la proporción de
pobreza en la población del planeta siguió creciendo
exponencialmente sin obstáculo alguno.
Cualquiera sean las sofisticaciones matemáticas con que se presenten hoy sus modelos, siempre
están construidos sobre la falsedad del comportamiento económico supuestamente racional como ley
suprema de asignación de recursos. Y detrás de este
postulado -insostenible para la ciencia social moderna- , como rebaño de borregos, transitan la pléyade de economistas yuppies contemporáneos; los
que además suponen la obediencia ciega a él de
cualquier fenómeno social, sea del orden disciplinario que sea. Por supuesto: no interesan aquí los
errores epistemológicos de los intelectuales al servicio del neocapitalismo contemporáneo, más que como
respuesta al argumento de autoridad con que suelen
contestar cualquier crítica a sus aciertos. Interesa sí
desenmascarar la supuesta “neutralidad valorativa”
de científico de que se sienten investidos estos economistas, cuyo producto no tiene nada de “científicamente neutral”. Sólo cumplen con la función de
fundar y justificar la imposición de las políticas económicas decididas por el imperio, como si fueran
premisas de un ordenamiento natural.
En el proceso, cayó la última traba para el desarrollo completo de estas tendencias, que había sido
la competencia de poder del mundo bipolarizado y
los resquicios que ella dejaba para las alternativas
más o menos autónomas en quienes no integraban
ninguno de los polos. Luego de brutales represiones
para sustentarse como tal, el ensayo estatista y
autoritario del mal llamado “socialismo real” se
desintegró ante los ojos asombrados de la gran mayoría de la izquierda internacional que, de alguna
manera, se había acostumbrado a confiar en él. Y
con este fracaso, la desesperanza y el retroceso de
toda ella.
Homenaje a Alfredo Errandonea
Esta última crisis no afectó específicamente al
anarquismo (más allá de algunos trasnochados, en
proceso de leninización), que nunca creyó en la alternativa soviética. Pero su presencia “movimientista” ya había sido prácticamente eliminada en todo
el proceso anterior. No pudo o no supo enfrentarlo
con la actualización de su doctrina. Persistió como
crítica intelectual en algunos de sus nuevos
pensadores, pero sin mayor incidencia en la vida
cotidiana de las organizaciones populares; las cuales
también decayeron como formas de participación o
se marginizaron en nuevos movimientos sociales con
mucha menor centralidad en el conflicto social (barriales o comunales, cooperativos, ecologistas, juveniles, de desocupados, feministas, etc.), en un mundo
avasallado por la fuerza de la tendencia referida.
En este fin de siglo, el panorama que exhibe
el anarquismo contemporáneo es la presencia de una
renovada crítica intelectual y la rebelde postulación
filosófica enfrentada al rumbo general que impera
en el mundo en las últimas décadas. Visión opositora radical contra una potente dirección del dominio
universal de imposición de las formas más crudas de
la explotación, el autoritarismo, el racismo, el militarismo, el terrorismo de estado y la intolerancia
religiosa; las que avanzan pisoteando las resistencias vencidas de una izquierda política fracasada y
en desbande; que solo logra subsistir cuando se
camufla de tal manera que deja de ser izquierda.
Una casi solitaria visión crítica que se resigna
a un papel testimonial de aparente exclusiva incidencia intelectual.
El escenario finisecular parece evidenciar el que
nos está tocando vivir uno de esos golpes del péndulo histórico hacia la derecha. Reaccionarismo y
autoritarismo que lo penetra todo, hasta la reflexión
académica y el pensamiento intelectual. Y mucho
más el ambiente político general y las inclinaciones
de la opinión pública y de los electorados. Auge de
las ultraderechas, terrorismos de estado, nacionalismo y racismo responsables de “limpiezas étnicas” y
de absurdas guerras localizadas, reaparición de movimientos nazifascistas, desmovilización de los
sindicatos y de las organizaciones populares,
insensibilización ante la miseria y el hambre del
tercer y “cuarto” mundo, reivindicación de
fundamentalismos teológicos de estilo shiita, etc.
Quizás no sea tan así, y junto a tales fenómenos, se ven también algunos otros acontecimientos
de distinto signo (la rebelión zapatistas, el movimiento brasileño de los “sin tierra”, etc.); y hasta es
posible que ya se haya iniciado el regreso de ese
movimiento pendular. Pero, sea como sea, esta claro
que predomina la sensación de vivir un mundo
derechizado. Y frente a él, la profesión de fe revolu-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
47
Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
cionaria parece totalmente a contrapelo. Lo que
empuja defensivamente hacia el refugio de los valores profesados a la vida personal y grupal. El anarquismo no puede escapar a esta percepción. Más que
ninguna otra cosmovisión ideológica. Tiende a ser
sentido como actitud; casi como solución de
conciencia y conducta individual.
La realidad del ya largo marginamiento
‘movimientista’ del anarquismo, acentúa esta sensación. Y, debemos ser conscientes, ella implica la abdicación real de todo propósito de cambio social en
su dirección. Su sustitución con un inconformismo
y protesta perennes; refugio conscientemente
utópico, de un real “conformismo” con su reducción
a un imaginario grupal ghetizado.
II - La razón del anarquismo
en la actualidad
Sin embargo, toda esta realidad no ha hecho
más que darle la razón a los postulados esenciales
del anarquismo. Si olvidamos por un momento la
falta de eficacia actual de su estrategia de lucha -a
esta altura, plenamente demostrada desde hace
tiempo- y nos centramos en los postulados fundamentales y básicos de su doctrina, debemos concluir
que ellos expresan la más acertada y completa crítica
del sistema que la humanidad padece, en todas sus
variantes. Y a la vez, que ellos apuntan a la
explicación más eficiente de la realidad en que tal
sistema se concreta.
Los vertiginosos cambios tecnológicos y las
transformaciones en el sistema, hacen posible la edificación de modalidades de explotación capitalista
mucho más eficientes que las del pasado. Aquellos y
estas suponen la concentración del poder a nivel
planetario en la llamada “globalización”; despojan
de trascendencia a la vida social de la comarca, destruyendo la participación y la solidaridad de sus complejas redes de cotidiano interrelacionamiento; e imponen la mayor asimetría y la institucionalización
del autoritarismo generalizado en las relaciones
sociales. O sea: atentan contra las bases de la
sociabilidad sobre las cuales se edifica la civilización humana. Este es el efecto de lo que se ha dado
en denominar la “revolución conservadora”. La más
elemental sensibilidad social no puede dejar de advertir la brutal regresión histórica que implica, más
espectacular cuando ella ocurre -y se sirve- de los
más impactantes progresos tecnológicos alcanzados.
Tampoco puede concebirse escenario más desfavorable para la acción libertaria clásica. Pero, justamente, en su acaecimiento, nada puede darle mayor
vigencia a los principios y valores anarquistas; que
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son los únicos que se orientan en la dirección exactamente opuesta del proceso emprendido. El cual,
por cierto, no es el resultado de una natural evolución
de la humanidad y su economía, sino de la orientación deliberada desde los cada vez más eficientes
aparatos de poder, por un sistema de dominación
universal; contra el cual de nada han servido los
intentos de acceder a él.
Vale decir que en la peor frustración para los
valores y la acción libertaria, radica también la demostración de la razón anarquista.
Durante décadas, los marxistas creyeron respaldar su razón en la realización del “mundo socialista”, como le llamaron. El acceso leninista al poder
del Estado, y desde él, les había permitido organizar
una sociedad supuestamente ordenada con fidelidad
a los principios socialistas.
Por muy sabida, no vale la pena detenerse en
el análisis de tal mentira. Que se tradujo en el otorgamiento de los privilegios sociales desde el poder;
en la realización de la acumulación capitalista a
fuerza de represión y hambre; en el montaje de un
estado policíaco de persecución implacable de la
disidencia, o simplemente de las posibilidades de
competencia al liderazgo; en las purgas y asesinatos
estalinistas; en la imposición imperialista del modelo
a otras sociedades ocupadas, y el ahogo de sus
rebeliones al paso de sus tanques invasores; en fin,
en el establecimiento de la dominación de clases y
la injusticia a través del Estado-Partido, es decir del
poder concentrado, en vez de por la propiedad de
los medios de producción. Toda una contrastación
empírica negativa de la hipótesis marxistas; así como
de confirmación de las anarquistas.
Después de las siete largas décadas que había
durado esta “dictadura del proletariado”, el sistema
se desplomó. De la arrogante competencia bipolar
con Estados Unidos, cayó como castillo en la arena
barrido por el agua. Con él, y como prueba irrefutable de su dependencia imperialista, se desintegraron
los regímenes de los países en que la ocupación soviética los había instalado. Los mismos personajes
soviéticos que en nombre del comunismo dirigieron
su último tramo, fueron los instaladores en su lugar
de endebles sistemas capitalistas. Una ironía histórica difícil de igualar.
Nuevamente aquí la historia le dio razón a la
crítica anarquista: el método autoritario de la conquista del poder no conduce al socialismo, sino a
otra forma de explotación.
Otra alternativa planteada como socialista fue
la opción reformista socialdemócrata. Inspirada en
la idea de que la transformación social socialista
podía alcanzarse mediante el acceso al poder en las
democracias capitalistas, mediante la acción política, bajo sus reglas del juego.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
Es cierto que esta opción no asumió la responsabilidad directa de los crímenes y represiones
con que cargó el camino soviético (salvo algunos,
menores en comparación con los de los Partidos Comunistas). E, inicialmente, como consecuencia de la
vigencia del “welfare state” keynesiano (funcional
al proceso capitalista, como vimos), al cual se asoció,
pareció rendir cierta eficacia en las mejoras legales
de las condiciones de la clase trabajadora. Algunas,
no desdeñables por cierto para los intereses
inmediatos de las clases populares. Incluso, la social
democracia asumió gobiernos en Occidente, en ese
período que le resultó favorable.
Pero esa misma asunción de responsabilidades
de gobierno o parlamentarias, desdibujaron completamente sus supuestas metas socialistas finales. Cada
vez más se convirtieron en pieza del sistema capitalista. Y cuando el timón internacional puso proa hacia la derecha, también acompañaron el proceso; con
alguna que otra salvaguardia en tributo a su pasado
socialista.
Hoy pretenden encarnar una supuesta “tercera
vía”, que no es otra cosa que la asunción de las doctrinas económicas conservadoras y sus consecuentes líneas políticas, acompañadas de algunos
paliativos adicionales de sensibilidad social; los cuales, claro está, no alcanzan a revertir la tendencia
más general de la orientación económica aceptada,
y justamente por eso mismo, pueden llegar a ser
incorporados. Nada de esto puede si quiera recordar
el origen socialista de sus sostenedores; quienes en
lo sustancial han asumido el destino capitalista.
Por otra parte, tampoco esta opción parece lograr detener la polarización económica, el crecimiento incontenible de la pobreza, la desocupación, la
marginación y la exclusión; sino tan solo, en el mejor
de los casos, enlentecerlas algo. Ni tiene chance alguna de revertir la autoritarización del sistema
“globalizado”, ni la anulación de la participación que
él provoca.
Entonces, también la opción de alterar al sistema por la vía del acceso democrático al poder no ha
producido otra cosa que la alteración derechizante
de quienes la intentan. La aproximación al poder
cambia a los actores que la operan y no al sistema.
Otra vez, la confirmación empírica de una premisa
anarquista.
Esencialmente, anarquismo significa rechazo a toda autoridad (del griego: “no gobierno”). Como
postulación política, desde que se la formula como
tal, el anarquismo asigna toda injusticia de la organización social entre los humanos al fenómeno del
poder (entendido como la capacidad de determinar
la conducta de otros, aún contra su voluntad). Especialmente le adjudica al poder en cualquier sociedad
la gestación de la estructura de clases sociales y la
Homenaje a Alfredo Errandonea
opresión de unas por otras. En el capitalismo originario esta se da básicamente a través de la explotación, mediante la posesión de los medios de producción por parte de unos, para los cuales deben trabajar los otros. Este poder económico, dada la centralidad del trabajo asalariado en este tipo de sociedades, es la base de la dominación general ejercida por
una clase. La cual se vale del Estado (entonces, mero
“juez y gendarme”), para su respaldo; cualquiera sean
las abstracciones que traten de justificarla.
En el surgimiento de su postulación política
más orgánica, el anarquismo se propone la construcción de una sociedad basada en la libertad y la
solidaridad entre los humanos, organizada por la
propiedad común, especialmente de los medios de
producción, sustituyendo las relaciones de autoridad por las de cooperación. Es decir, un socialismo
libre. Y, obviamente, este tipo de organización social que despoje a los dominantes de su capacidad
de serlos, sólo podía obtenerse revolucionariamente;
arrebatándole los medios de producción a sus poseedores, destruyendo al Estado que era su aparato de
fuerza, asumiendo directamente por los trabajadores la gestión de los asuntos comunes, especialmente la propia producción.
Las ideas de la socialización de los medios de
producción, destrucción del Estado burgués, realización de todo ello por los propios trabajadores, reunió a anarquistas y marxistas en la Primera Internacional. Pero bien pronto los separaría por la propuesta de éstos de hacerlo por medio de la “conquista temporaria” del Estado, para desde su aparato centralizado llevar a cabo la transformación mediante
la “dictadura del proletariado”. La respuesta
bakuninista no se hizo esperar: quienes asuman “en
representación” del proletariado tal ocupación del
poder institucionalizado del Estado, se constituirán
en nueva clase dominante, forjarán otra sociedad
opresora.
Como hemos visto, y como a esta altura resulta
evidente, esto es exactamente lo que ocurrió con la
Revolución Rusa. Y la tan pregonada eficacia del método marxista fue tan limitada, que además de no
haber logrado en 73 años ninguna forma de vigencia
real del socialismo finalmente llevó al colapso de la
Unión Soviética y sus satélites, sin que mediara ninguna guerra, sin que los esbirros de los capitalistas
disparan un sólo tiro para lograrlo; siendo los propios
dirigentes “comunistas” de la URSS los que hicieran
el tránsito de regreso a la organización capitalista.
Pero la esencia de la postulación política del
anarquismo no es en sí mismo la destrucción del
Estado (como muchos parecen creerlo), sino en tanto poder institucionalizado que organiza y garante
la opresión. Sin duda de que de ello era sinónimo
del Estado “juez y gendarme” del siglo XIX. Pero no
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Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
puede decirse lo mismo de la compleja organización
del sector y el espacio público, que ha llegado a ser
el Estado del siglo XX; aunque conserve en ella también el papel del respaldo de la fuerza en beneficio
del orden social y la concentración de decisiones
colectivas que corresponden a toda la sociedad. Son
estos aspectos de su realidad y no toda su composición la que sigue mereciendo la propuesta de eliminación de los anarquistas, como veremos.
La postulación esencial del anarquismo es la
abolición de la autoridad, la destrucción del poder
como capacidad de dominar a otros. En este sentido,
el anarquismo representa la tendencia antiautoritaria
de la humanidad. Y es ella la que debe constituir su
fuente de orientación general.
Probablemente, la misma idea de revolución
apocalíptica, con que soñaron todos los revolucionarios de las diversas tendencias en el siglo XIX, no
tenga tampoco cabida en nuestra época. La Revolución Social con mayúscula, llevada a cabo como culminación de un proceso, pero consistente en un sólo
acto insurreccional, que evoca a la Comuna de París
de 1871 y sus barricadas, ha pasado a la historia
como imagen romántica. Irrepetible en el mundo contemporáneo, no sólo por el trazado de Houseman de
las grandes avenidas de París, que permiten el desplazamiento rápido de tropas y artillería. Es
irrepetible por el inmenso cambio ocurrido desde
entonces en el mundo, por sus actuales dimensiones
y comunicaciones, por la transformación de la
tecnología, por la complejidad que implica hoy el
cambio del poder social. Mucho menos si se la concibe
como la erradicación de un orden autoritario,
sustituido por otro libertario. Las transformaciones
anarquistas revolucionarias en varias áreas españolas
en 1936 y 1937, en plena guerra civil, ya constituyeron un buen ejemplo del cambio de condiciones para la insurrección revolucionaria clásica. Y
desde entonces, mucha agua ha pasado bajo los puentes...
Solo golpes de estado militares o insurrecciones violentas más o menos populistas, y en algún
caso sublevaciones revolucionarias ante regímenes
en descomposición, en sociedades del tercer mundo
considerablemente subdesarrolladas, asumieron formas similares a las de aquel pasado. Y ninguna de
ellas constituyen ejemplos de revoluciones sociales
modernas; mucho menos de modalidades imitables
para una revolución anarquista.
III - Volver a las fuentes ideológicas
La presente, me parece una oportunidad para
el debate de cómo replantear el anarquismo hacia el
futuro, si es que ello es posible. Hoy, muchos de los
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compañeros militantes siguen repitiendo planteos
pensados y formulados para una realidad muy diferente a la actual, como si ellos fueran piezas de un
catecismo inmutable. Y justamente el anarquismo
debería haberles inspirado el libre análisis de las nuevas realidades desde su plataforma básica de valores.
Porque no hay recetas únicas, y mucho menos inmutables. El creerlo produce esclerosis en cualquier
planteo ideológico; por consiguiente, incapacidad
para actuar ante las nuevas situaciones y
circunstancias.
Tengo la impresión de que el movimiento anarquista padece desde hace bastante tiempo de este
tipo de ineptitud. Frente a ella, corresponde volver
a las fuentes y buscar la expresión de nuestros objetivos en los fundamentos teóricos básicos; desde los
cuales trazar la orientación que los tiempos requieren. Cuyo logro no puede ser más que una orientación general que en cada situación permita elegir el
camino concreto a seguir, apto para ella. Por eso
digo que esta es una buena oportunidad de hacerlo.
Y estas líneas tienen la intención de ayudar a provocarlo.
Para ello, creo inevitable partir de la consideración teórica más general. Construida de manera
tal que, parta del fenómeno cuyo enjuiciamiento
implica el valor más básico del anarquismo -el poder-; que, a la vez, no avance más allá de la formulación de premisas muy generales como para inspirar análisis concretos aptos para las más diversas
realidades, y que simultáneamente posea la precisión conceptual requerida para emprenderlos en
forma adecuada.
Para ello, me siguen pareciendo pertinentes las
afirmaciones que hice en trabajos que escribí hace
uno cuantos años.” La institucionalización de una
relación social concreta, en la cual unos deciden lo
que implica a los otros y/o a todos, constituye una
relación de dominación. Sea cual sea el mecanismo a
través del cual se lo hace, el procedimiento utilizado,
la ubicación de los que lo llevan a cabo y el contenido
de ellas, en una palabra, la configuración sistemática de la adopción de decisiones constituye un sistema
de dominación.” Por otra parte, “la dominación es
bilateral, constituye siempre una relación de
dominación, involucra necesariamente al dominante
(o dominantes) y dominado(o dominados),y es
normativa; consiste en una `probabilidad’ compuesta por expectativas mutuas internalizadas -que se
hacen comunes- las cuales configuran contenidos
posibles de mandatos.”... La aceptación no cuestionada de esta relación por sus actores, constituye su
legitimación; y estatuye su límite. “Más allá de él ,
el mandato será obedecido o no. Pero la reiteración
de mandatos de ese orden que resultan obedecidos
incorpora ese contenido a las expectativas mutuas de
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
la relación de dominación, se institucionalizan como
`materia’ de la dominación -integran su `contenido’y terminan por ser `legitimados’. Se habría `corrido´
ampliatoriamente el `límite’.” En el sentido inverso:
contenidos legitimados de la dominación...no
utilizados en mandatos específicos, tienden a
desinstitucionalizarse, a excluirse como mandatos
posibles por desaparición en las expectativas mutuas,
a perder legitimidad. Aquí se habría corrido
restrictivamente el límite de la dominación. Es decir
que una relación de dominación requiere su constante actualización por medio de su ejercicio.” De todo
ello. deducía:”la dominación tiene una contrapartida que -además- configura su límite: la participación. La dominación -que es poder concretado e
institucionalizado- se manifiesta en la imposición de
la propia voluntad a otro(u otros) lo cual implica
una limitación de la voluntad del otro (u otros) y un
exceso de capacidad decisoria que afecta más allá de
la propia persona que la ejerce. La capacidad de decisión sobre la propia persona -esa misma que resulta
limitada por la dominación de otro (u otros)-, el
`poder sobre sí mismo´, es participación. Como se ve,
la dominación es, a la vez, la continuación de la
`participación’ más allá de sí mismo, y tiene en ella
su contrapartida porque en la exacta medida de aquella es que se resta campo a ésta. O sea: a mayor
participación, menor sometimiento a la dominación.”
Volvamos a los hechos que nos traen hasta este
presente del fin de siglo, convocante de la reflexión.
Luego de un período relativamente prolongado en el
cual el intervencionismo estatal, el “welfare state”,
y la doctrina keynesiana, habían concurrido a socorrer con su expansión del consumo, al exponencial
crecimiento de la productividad y de la oferta en el
mercado en las sociedades más avanzadas, y
subsidiariamente a proporcionar “legitimidad democrática” al orden capitalista; abruptamente, se opera
un regreso al pasado.
En efecto, en las últimas décadas, el mundo ha
asistido a la refundación del “capitalismo salvaje”.
No otra cosa es la imposición generalizada del
neoliberalismo como doctrina económica y como política de obligado seguimiento por casi todos los gobiernos del planeta, mediante los ya clásicos mecanismos de la dependencia; auxiliados ahora por el
desnudo condicionamiento de la renovación de créditos de la deuda externa y la continuidad de la asistencia financiera. Tampoco es otra cosa la general
aplicación de una de sus premisas básicas: la exigencia universal de las privatizaciones; que significan el regreso a manos del capitalismo privado -ahora
internacional- de los medios de producción que los
estados habían asumido en nombre de sus sociedades. Y, por cierto, también es regreso al “capitalismo
salvaje” el descarnado barrido de los obstáculos que
Homenaje a Alfredo Errandonea
podían interponerse a la “libre” dominación universal del capitalismo internacional, en lo que se ha
dado en denominar “globalización”; fenómeno para
cuya concreción se han utilizado gran parte de los
acelerados progresos tecnológicos.
En realidad, este mundo “neoliberalizado”, privatizado y “globalizado”; es una nueva versión,
tecnificada y mucho más perfecta, del crudo capitalismo del siglo XIX.
IV - La cuestión del Estado
En esta reseña histórica que nos trae a nuestros días, se encierra un desafío teórico que los
anarquistas no podemos rehuir. El siglo XX ha sido
el del crecimiento y decadencia posterior de un Estado intervencionista; más aún en la doctrina
hegemónica que en la realidad concreta, pero también en ésta de manera muy manifiesta. Y en ese
proceso es donde el anarquismo movimientista encontró gran parte de su ‘descolocación’ en cuanto a
las premisas para su acción y a su fundamento teórico. En esta instancia de repensar nuestra situación, no nos podemos hacer los distraídos. Volvamos, pues, al plano conceptual que nos permita repensar el fenómeno.
Al contrario de lo privado, de lo cual se distingue, el espacio social está constituido por aquellas actividades y posesiones compartidas, que para
su realización o utilización se requiere de otros, y
para los cuales los otros deben tener vocación y acceso; o sea que unos y otros concurren a ocuparlo
en tanto espacio común, “social”. En cambio, lo privado es lo que compone el universo individual, particular o doméstico; las actividades o posesiones que,
para el individuo, le son exclusivamente propias o
de su familia; lo que sólo pasiva e indirectamente
puede referir a los demás, a los extradomésticos. Es
el terreno de la privacidad e intimidad; de los objetos sociales sobre los cuales no es lógico el acceso de
otros.
La delimitación entre espacio privado y espacio social es relativa: su límite varía de sociedad en
sociedad, y según las épocas. Pero esa frontera
consensualmente compartida es muy importante; y
requiere su garantización. Al punto de que esta
garantización de “lo social” del espacio, reclama su
visualización física (el ágora de los griegos), su “publicidad” o carácter público. Es cierto que en nuestras sociedades, no todo lo social es público, ni mucho menos; pero tiene vocación de serlo. Es que lo
público es tan colectivamente comunitario, que es
de todos; y por lo tanto no puede ser privativo de
nadie. Por eso es el más perfecto espacio social. Vale
decir que el espacio público viene a ser el mayor
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Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
grado de institucionalización del espacio social. Puede decirse que la sociedad como tal, toma bajo su
responsabilidad colectiva el desarrollo de ciertas actividades o la atención de ciertas necesidades o el
cumplimiento de determinados servicios, que su
conciencia común concibe como requerimientos de
todos, a los que entiende como derecho de todos,
por lo que su prestación asume carácter colectivo.
Ellos no son patrimonios de nadie ni pueden ser
apropiados por ningún sector de ella. Constituyen
“cosa pública”.
El cumplimiento cabal de los fines y funciones
que de ellos son requeridos en la sociedad, no se
compadecen con la lógica del mercado. Esta lógica
que funciona en base a mercancías demandadas y
ofertadas que asumen el correspondiente valor de
cambio, la cual radica su dinámica en el móvil del
lucro; sólo se compadece con “lo privado”, que puede ser objeto de propiedad, sobre aquello que es
susceptible de inhibírsele el acceso a otros, que es
disponible por mera voluntad patrimonial. Claramente se trata de una lógica que no es susceptible de
aplicarse a objetos como las plazas y parques o servicios como la administración de justicia.
Si el objetivo y la justificación de la organización social es el servicio destinado a todos, los instrumentos para su realización y las necesidades básicas para todos ellos, cada vez serán mayores y más
complejos. Cuanto más evolucionada es una sociedad, más aspectos y actividades de ella tendrán este
carácter, más amplia será la esfera de “lo público”,
más abarcativa será la lógica respectiva. Contra lo
que suele suponerse, en el gran trazo, el espacio
público nítidamente garantizado ha ido creciendo a
través de la historia; desde una indefinición en que
todo se confundía con el espacio patrimonial de los
poderosos, de la clase dominante. El ejercicio
secularizante de separar lo público del patrimonio
privado de quien realiza su gestión, al título que
sea, de hecho, fue todo un proceso histórico emancipador; de construcción de “la modernidad”. Y en
esa segregación del “dominio público” de lo patrimonial del dominante, radica una de las garantías
de la efectiva colectividad progresiva, con real acceso a su ámbito, igualitario para todos los miembros
de la sociedad, de imposibilidad de inhibir para unos
por la voluntad de los otros.
O sea, cuanto más ocupa efectivamente el espacio social, si está garantizado por su carácter público, más igualitaria es una sociedad (es más correcto decir “menos desigualitaria”). Porque la diferenciación susceptible de privilegio es propia del
espacio privado, es función de él. Y cuantos más
aspectos, actividades y objetos estén sustraídos a la
capacidad privada de inhibir el acceso a ellos de otros,
cuantos más objetos sociales (materiales o
52
inmateriales) son efectivamente accesibles a todos,
no sólo la sociedad es más igualitaria (“menos
desigualitaria”), sino que también son más realmente
libres sus miembros, en tanto efectivamente disponen de mayor capacidad de opción a accesos. Y, por
cierto, justamente por ello, que el contenido concreto de la materia que se incluye en el espacio
público es uno de los principales objetos de debate
ideológico actual entre izquierdas y derechas.
Desde esta perspectiva, la idea de resolver los
problemas del espacio público transfiriendo la mayor cantidad de segmentos de él al espacio privado
(que es lo que quiere decir “privatizar”); es, sencillamente, una de las formas de abdicación del destino humano liberador. Más allá de toda adjetivación
subjetiva, objetivamente se trata de una política verdaderamente retrógrada; con destino de regreso a
los tiempos del “capitalismo salvaje”.
La gestión de lo social, especialmente cuando
es público, requiere decisiones. Grandes y generales
decisiones de orientación; y decisiones cotidianas,
orientadas por aquellas. Unas y otras oponen alternativas entre las cuales elegir. Especialmente sobre
las primeras, pero en general para todas ellas, la cuestión de las alternativas trae consigo la toma de partido por opciones. Como las decisiones deben
adoptarse, y el no hacerlo es también una forma de
decisión, la sociedad no puede sustraerse a la actividad decisoria. Y para hacerlo es que está constituido
el sistema político. O sea, que el espacio de lo político es parte del espacio público, y por lo tanto también parte del espacio social. En general, a través de
la historia, las sociedades han resuelto esta necesidad de adoptar decisiones del espacio público, junto
a la regulación del conjunto societal, por medio de
los gobiernos. Estos han constituido en ellas el producto y el objeto de la acción política. De allí la
fuerte tendencia a identificarlos.
Sistemas de gobierno y espacios políticos -así
como sus relaciones recíprocas- los ha habido de los
más diversos tipos, y han asumido gran variedad de
formas concretas. Sin embargo, la variedad de regímenes concretos, no ha sido arbitraria. Existe una
cierta relación con la estructura y organicidad de las
sociedades a las cuales pertenecen.
A partir de cierto “clik” histórico, en las sociedades que fueron más complejas y dinámicas, que
asumieron la vanguardia en la transformación de sus
estructuras, aquellas que fueron capaces de engendrar al capitalismo que habría de emprender su proceso de universalización; también se desarrolló una
tendencia histórica a ensanchar los márgenes de generalización participativa; y, por lo tanto, una apertura de espacios de acción social y política ajenos a
lo gubernamental, aunque en parte su actividad
pueda orientarse hacia su incidencia sobre actos de
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INEDITOS
gobierno, pero siempre en referencia a una actividad fuera de él, propia de la gente. O sea que una
dimensión de la modernidad ha sido la vigencia
creciente del espacio político no-gubernativo, que
ha estado implicado en el constante crecimiento de
la participación, garante y fuente de legitimidad
democrática pluralista.
Es cierto que, aunque con fuertes variantes pero
en todas ellas, la autodenominación de “democracias” se debió sustancialmente más al establecimiento
del tipo de legitimidad a invocar y a los mecanismos
que la sustentaron (no menospreciables, por cierto),
que a un efectivo “gobierno del demos”. Y que ese
proceso está muy lejos de haber sido lineal; que ha
sabido de fuertes “baches históricos”, espectacularmente visibles en este siglo que concluye (los nazifascismos, los estalinismos, las dictaduras militarburocráticas en sociedades modernizantes y otros
autocratísmos contemporáneos). Pero también es
cierto que, en términos relativos y en la gran línea
histórica, los grados de libertad fueron creciendo
sostenidamente en el proceso histórico de ese tipo
de sociedades más dinámicas de la humanidad. Y
que, como hoy lo sabemos muy bien, ha sido en el
seno de sociedades de su tipo, en que la calidad de
vida de la generalidad de sus poblaciones ha podido
alcanzar los mejores niveles relativos; pese a lo lejos
que ellos puedan estar del modelo de sociedad realmente igualitario y libre al que aspiramos, y pese al
proceso de crecimiento incesante de la miseria en el
planeta.
Debe concluirse, pues, que el crecimiento del
espacio político no-gubernamental, se correlaciona
con el de las condiciones sociales en tendencia
libertaria, por lejos que pueda llegar a situarse de
esta meta (No porque uno sea efecto del otro, sino
porque ambos participan de un proceso común).
La complejidad creciente que fue adquiriendo el espacio público en la medida en que se desarrolló, y el incremento de los requerimientos
societales en la organización de los sistemas de dominación que se conforman en todas estas sociedades, demandaron la presencia de un gran cuadro
administrativo, de un aparato funcionarial-burocrático de magnitud. Mayor cuanto más aspectos y actividades abarcó el espacio público. El instrumento
histórico que asumió ese cuadro administrativo fue
el Estado. Por supuesto, más que incluirlo, el gobierno fue el epicentro del Estado. Y desde él, se
organizó siempre la ‘garantía’ del sistema de dominación vigente. Fue el brazo ejecutor y armado de la
implementación de la dominación de clase (como lo
vieron Marx y Bakunin), y de la conculcación de
aquellas libertades que el sistema no admitió. Por
ese carácter epicéntrico del Estado que tuvo el go-
Homenaje a Alfredo Errandonea
bierno -mucho más en los tiempos del “juez y gendarme”-, la respuesta más transgresora y
sustancialmente revolucionaria fue siempre
antiestatista; por más abundantes y mayoritarias que
sean las versiones de reformismo socialista que confiaron en la vía gubernamental.
Pero en su proceso de crecimiento y abarcabilidad incremental, además de muy complejo y
segmentalmente diversificado, el Estado incluyó muy
diversos aspectos organizativos del espacio público.
De ese espacio, cuyo crecimiento fue justamente función de los márgenes de libertad y participación. El
que llegó a ser muy distinto en el siglo XX en relación
al del siglo XIX. Al punto de que las actividades y
presencias estatales tendieron a descentralizarse
funcionalmente; aunque la dimensión represiva aumentara su centralidad. Se fueron forjando las autonomías estatales. Y con éstas crecieron las
diferenciones mutuas, inconsistencias recíprocas, la
pluralidad del sector público. Y hasta el obstáculo
para ciertos grados de desarrollo de la dinámica
supercapitalista. (Es interesante constatar, hasta en
medio del apogeo keynesiano, la persistencia de la
requisitoria del centralismo ideológico contra “las
repúblicas dentro de la República”). Por lo que hoy,
la reacción conservadora, sintiendo que le llegó su
mejor hora, se orienta decididamente contra la expansión multidimensional y diversificada del sector
público en que el Estado se ha convertido; por lo
menos contra gran parte de esa compleja magnitud,
la que tiende a cobrar desconcentración o autonomía.
Una de las dimensiones más tensionales del conflicto social de nuestros días, es justamente la arremetida conservadora contra muchos de los espacios
configurados ya como sector público. Así, la enseñanza pública, la salud pública, la seguridad social,
entre otros aspectos de la actividad del Sector Público, son objeto en la actualidad de constantes embates “privatizadores” por parte de las clases dominantes. Arremetidas resistidas popularmente, casi
con una “conciencia instintiva” de que lo que está
en juego es la pérdida de importantes espacios
conquistados a lo largo del último siglo.
Es cierto que las tendencias ‘moderadoras’ del
capitalismo y de tibias reformas de la social democracia, que prevalecieron en una cantidad de países
durante buena parte del siglo XX, estaban basadas
en la ampliación del rol del Estado, como administrador de la “cosa pública”, sin que éste dejara de
seguir constituyéndose en el principal aparato de
dominación política. Más aún: que las sociedades
que ensayaron otras vías de organización social, tomaran el atajo de la organización totalitaria por parte
del Estado. No sólo las llamadas de “socialismo real”;
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Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
sino incluso los breves ensayos de los estados fascistas. La corta y nefasta experiencia de éstas, y el
derrumbe por inviable vía muerta de aquellas; demostraron el error y desvío del camino autoritario. Las varias experiencias reformistas, de ninguna
manera convalidaron al capitalismo, como lo
pretenden los “realistas” argumentadores sobre el
triunfo del “capitalismo” sobre el “socialismo”. Pese
a ellas, el capitalismo cada vez más condena a una
mayor proporción de los habitantes del globo a las
más inaceptables condiciones de vida. Y tampoco,
por cierto, la caída del supuesto “socialismo real”,
puede hacer mella sobre la alternativa de la organización de un socialismo libre y autónomo; como el
que postulamos desde siempre en contra del “socialismo de estado” de la ortodoxia marxista-leninista.
Pero en este asunto del Estado hay matices que
hoy no tenemos derecho a confundir. El Estado como
organización política destinada a mantener y administrar al sistema de dominación, siempre recibió la
condena de los anarquistas. En la época de sus teóricos clásicos, en que el Estado se concretaba en su
forma de “juez y gendarme”, el juicio fue neto y en
bloque. El Estado era la concreción del poder y la
dominación, que los anarquistas rechazaron permanentemente.
Sin embargo, especialmente en el siglo XX, el
Estado se fue haciendo mucho más complejo. En la
medida que fue asumiendo otras funciones, a la vez
que creció en su estructura burocrática, también se
matizó en una serie de organizaciones públicas que
tendieron a desconcentrarlo. Absorbió las muy anteriores autonomías municipales y universitarias. Y
agregó las instituciones de enseñanza y de salud públicas, destinadas a asistir a la generalidad de la población. Además de otros servicios públicos, en buena
cantidad de países, Incorporó los monopolios naturales y otras grandes empresas productivas. Y ocupó
a una parte considerable de su población activa.
Por cierto que de la mano de este crecimiento,
vino la utilización del Estado en el más eficaz mantenimiento de la dominación en su implementación
política, la más explícita justificación de su existencia burocrática, el parasitismo político, el
“clientelismo” y la corrupción. Pero también con
él, el ensanchamiento de la presencia del “espacio
público”, la legitimidad de la existencia de servicios y bienes sociales colectivos destinados a todos; aunque su funcionamiento fuera ineficaz y
deficitario.
Es este “espacio público” del cual el nuevo capitalismo salvaje del neoliberalismo quiere deshacerse; de cuya responsabilidad busca desentenderse;
y lo procura mediante la conversión de todo él en
“propiedad privada”, de la entrega de su gestión a
las empresas para que lo oferten en el mercado como
54
mercancías. Sin que importe la enorme marginalidad
social de “lo público” de quienes no puedan acceder
a él.
Sin duda, más allá de tales embates, el Estado
moderno está en crisis. Probablemente, de manera
principal, por el desarrollo de la contradicción intrínseca entre la funcionalidad administradora de la
dominación clasista requerida a su epicentro gubernamental y la de garantización del creciente espacio
público en servicios y de derechos sociales a la generalidad de la población. Pero con el importante
ingrediente de una lógica perversa que sustenta específicamente a la clase política, por la cual tiende
cada vez más a la pérdida de eficiencia y a su
burocrático crecimiento paquidérmico, ya sin
correlato alguno con la muy necesitada funcionalidad
de servicio que su ampliado sector público requiere.
Mientras, desde luego, el sistema económico de
dominación resiste su financiación.
En el tema planteado como “reforma del estado”, se trata justamente del desmontaje del sector
público ampliado por desarrollo del correspondiente
espacio público; para volver sin tapujos al “juez y
gendarme” del capitalismo salvaje. Mientras desde
el sector privado emerge una asistencia corruptora
del personal político, para lograr ocupar segmentos
del sector público mediante la compra de
malbaratadas empresas estatales, supuestamente
para “ahorrarle pérdidas” al fisco...
Más allá de la espuriedad de la forma de ocupar
estatalmente “lo público” en su provecho por la ‘clase
política’, los anarquistas no podemos aceptar pasivamente el regreso a la negativa total de los derechos
populares a los bienes y servicios que ya habían sido
reconocidos como “sociales”, por más de que ese reconocimiento llegara por la vía estatal. Pensemos a
todos ellos como “Sector Público”, como el espacio
del cual debe apropiarse el colectivo social. Para hacerlo, obviamente, el camino no son “las
privatizaciones”, que significan su regreso liso y llano a la propiedad capitalista. Para hacerlo, el camino
más anarquista pasa por la autonomización y descentralización; por llevar su gestión a manos de los
propios interesados. De quienes trabajan esos medios
y de quienes se sirven de ellos; de sus “productores”
y de sus “consumidores”.
En realidad, no importa si la denominación que
los designa alude a su condición “estatal” o a cualquier otra abstracción; lo que sí importa es que su
real conducción esté en manos de la gente. Si se
convierten en cooperativas, en organizaciones comunitarias o en entes públicos, lo mismo da; siempre y cuando, su gestión sea asumida por los directos interesados, con total autonomía de la clase
política, de la clase burguesa, de la clase burocrática, o de cualquier otra.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
INEDITOS
Para ello, en cada caso, debe asumirse la forma
más accesible de lograr ese objetivo. Y debe hacérselo
desde el ejercicio directo de la incidencia de los destinatarios. Los anarquistas, pues, debemos reivindicar
la participación para reducir la dominación. Por los
medios y presiones que sean; en la mayor medida
que se pueda. La lucha es por la participación
efectiva.
V - En conclusión: propuestas de
orientación
Dentro de un panorama general de disminución de la participación social y política que afecta
hoy a toda la vida social contemporánea, y el cual
involucra por igual a todas las tendencias y organizaciones que actúan en el campo de la izquierda;
existe además una perdida de centralidad en el conflicto social global de las organizaciones y movimientos sociales que constituyen escenarios de participación, tanto de los tradicionales como de los nuevos,
incluido por supuesto el clásico movimiento sindical
que llegó a ser el campo más propicio de la actuación
anarquista en otra época. Contra esta tendencia hay
que luchar decididamente; como si volviéramos a
estar en los tiempos de su primera construcción.
Lucha que debe volver a incluir su elaboración y
organización o reorganización; así como su
involucramiento en la vida social y política de la
sociedad, en la gestión de las actividades, decisiones e intereses sociales y públicos; ya sea en el sector
público como en el social no público. Incluso ganar
espacios para tales movimientos y protagonismos
arrancados al sector privado, allí donde sea posible
la confluencia de actividad colectiva popular, en
cualquier segmento de la vida social. En realidad,
no hay alternativa para cualquier forma de acción
militante.
En esa presencia, lucha y participación, no
vamos a estar solos. Ni es bueno que lo estemos.
Dada nuestra magnitud actual, nuestra presencia
solitaria sería indicador de casi seguro marginamiento; que acentuaría negativamente nuestro
aislamiento, salvo probables excepcionales y muy
breves situaciones, en que pudiéramos jugar un papel de iniciativa. En todo caso nuestra actitud y
orientación debe ser la de la mayor apertura posible, sin discriminación alguna y en función
integrativa; y su reivindicación radical cuando otros
la nieguen. Es decir que nuestra actuación en la
organización popular, en primer lugar, debe propugnar su naturaleza pluralista.
Nuestra presencia y acción debe estar orientada a la asunción colectiva constructiva de respon-
Homenaje a Alfredo Errandonea
sabilidades y capacidades de decisión, a la incidencia de tales organizaciones en la vida social y solidaria. Y la concepción de esa participación tiene que
estar dirigida hacia una inteligente combinación de
descentralización y participación, que erradique las
“delegaciones de competencias”, las pérdidas de
protagonismos de la generalidad, la conformación
de elites o capas dirigentes. El logro de la participación y el compromiso de los más, de la generalidad,
es una meta esencial y totalmente prioritaria para
un tipo de ámbitos que se pretenden como unidades
de la organización social futura. Y, por supuesto, la
reivindicación de esas formas de democracia directa
para la organización de la vida social en general.
Este tipo de orientación y el combate a su
desvirtuación, es la que debe signar ideológicamente nuestra actuación.
Ya se ha dicho: la idea de la Revolución Social como acto insurreccional apocalíptico y abrupto, solo es una imagen romántica de la historia del
siglo XIX. La revolución del siglo XXI será un proceso complejo, seguramente de acaecer plural, con
mayores y desiguales tiempos de realización. Que
puede o no vivir instancias de violencia
insurreccional; lo que dependerá de las resistencias
que en las diversas circunstancias el sistema oponga
a la asunción de capacidades y responsabilidades
decisorias. Pero en todos los casos tendrán que ser
culminaciones de procesos de alto consenso, que
depongan ostensibles obstáculos a sus naturales
desarrollos. Casi meros derribes de endebles tabiques
de muy visible absurda obstrucción.
Dadas las tendencias del mundo actual, es
inevitable que aparezcan y se multiplique los escenarios para esas actuaciones revolucionarias en los
más diversos lugares, en las más distintas situaciones. Sobretodo cuando y donde los procesos
movimientistas populares de participación logren la
integración y participación generalizada, y la
madurez que los conduzca naturalmente a ello. Y
allí será vital nuestra presencia y la defensa más
radical de su carácter de pluralistas y de participación democrática directa, de los principios antes
aludidos.
Históricamente, el anarquismo como movimiento tuvo importantes períodos de presencia
gravitante en el movimiento popular de muchas sociedades. En general, en ellos existió o un predominio tal que el movimiento popular que integraba se
confundía con el movimiento específico como organización ideológica definida; o coexistió con la existencia de una organización específica de quienes se
definían ideológicamente como tales, además de su
importante y generalmente hegemónica presencia
en organizaciones populares de vocación general. En
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
55
Homenaje a Alfredo Errandonea
INEDITOS
estos casos, la organización específica y la popular
de vocación general tendieron a tener relaciones recíprocas fuertes; incluso hasta orgánicas de
semifusión (como la CNT-FAI española). Este hecho
tuvo considerable incidencia en la existencia de
movimientos sociales (casi siempre, sindicales) divididos, paralelos a la existencia de otras organizaciones populares con otras hegemonías ideológicas. Lo
que se constituyó en factor negativo en la medida
de que la correlación de fuerzas entre las corrientes
ideológicas en el movimiento popular comenzaron a
sernos desfavorables.
El punto de partida de esta reflexión final es
que prácticamente no existe casi presencia del anarquismo en los movimientos populares de las diferentes sociedades; y que son pequeños, sin gravitación general y ghetizados, los movimientos
anarquistas específicos hoy subsistentes. Algo que
debe quedar muy claro en cualquier análisis
autocrítico, es que las organizaciones populares (especialmente los sindicatos) donde el anarquismo
resistió su definición pluralista, terminaron por
desaparecer como tales; y que hoy no son viables
esos grados de definiciones ideológicas para las organizaciones populares. No sólo por la pequeñez del
volumen de los militantes anarquistas y su entorno
de fuerte simpatía; sino porque las condiciones sociales de la militancia popular son muy adversas para
los clásicos requerimientos de definición ideológica,
y porque está lógicamente impuesta la perspectiva
de integración pluralista de cualquier organización
popular, aún aquellas en que son ostensiblemente
hegemonizadas por algún partido político. Este
hecho, de por sí, se convierte en poderoso motivo
de rechazo hacia ella, de estigma de sectarización;
y, en fin, de motivo de su frustración como
organización popular. Y, además, es bueno que así
sea si lo que queremos es constituir organizaciones
populares capaces de asumir la gestión social en una
sociedad lo más libertaria posible. Porque no es
pensable este tipo de organizaciones con vocación
general dominadas por ninguna forma de segmento
social; y ello nos incluye como corriente ideológica.
Este de la definición ideológica de las organizaciones populares con vocación general, es un sentido
definitivamente descartable en la orientación a asu-
mir, para la organización de cualquier movimiento
popular que quieran inspirar a los anarquistas.
Desde luego, por definición, este no es el caso
de la existencia de organizaciones específicas que,
al igual que los partidos políticos, se organicen para
mejor administrar la orientación definidamente anarquista. En este caso, la pregunta que cabe hacerse
es si tales tipos de organizaciones son necesarias.
Si es que se pretende dotar al anarquismo de
una capacidad dinámica, si se quiere afrontar la problemática de su aggiornamiento, si es que se siente
necesario actualizar y profundizar el análisis de su
posicionamiento frente a los tiempos que corren y
en los diferentes lugares, si se cree importante coordinar la actuación de sus militantes en las diversas organizaciones populares, si se siente la necesidad de realizar actividades de reflexión y elaboración colectiva como el presente Encuentro, si es que
se comprende que toda esta actividad requiere de
organización y financiación, necesariamente debe
concluirse en una respuesta afirmativa.
Como lo dije al principio, el actual momento,
la situación de nuestros días, impone como prioritaria una tarea de revisión y de reubicación teórica y
doctrinaria, de análisis de las sociedades de nuestro
tiempo. Es una hora de reflexión; por lo tanto de
fuerte inclinación a la labor intelectual. Pero aún
para ella, es muy importante recomponer la existencia ‘movimientista’ en lo específico.
Pero aún en estas circunstancias, para no caer
en desviantes ghetizaciones, para experimentar la
vivencia de esa realidad social en la que pretendemos restablecer nuestra presencia, y porque en definitiva es en ese campo que debemos encarar nuestra
actuación; también es importante comenzar a
ensanchar nuestra muy debilitada presencia en el
movimiento popular de vocación general. Aunque
en muchos casos ello implique comenzar desde la
nada.
Simplemente, debemos asumir la responsabilidad de esa presencia allí donde nuestra inserción y
ubicación social no los indique y habilite. Y comenzar a desarrollar con esa participación, una capacidad reproductiva de nuestra militancia, un reclutamiento y socialización de quienes están predispuestos a participar de nuestra sensibilidad ideológica.
DESCRIPTORES: Anarquismo / Historia / Movimientos Populares / Participación Social
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
ARTICULOS
Homenaje a Alfredo Errandonea
El análisis de Paul Lazarsfeld
en las clases de Alfredo Errandonea
Verónica Filardo *
El artículo refiere al modelo Lazarsfeld, una técnica que Alfredo Errandonea enseñó ampliamente
en las clases de análisis multivariado, en su Cátedra de Metodología III de la carrera de Sociología.
Un valioso material de apoyo docente junto a la profunda reflexión metodológica e interpretativa
que caracterizó a la docencia del homenajeado.
Agradezco la invitación a participar en una revista que se publica en homenaje a Alfredo Errandonea,
para escribir en referencia a una técnica que él enseñara en sus cursos: el modelo de Lazarsfeld. Dada la
consigna, este artículo se propone dos objetivos: El
primero es difundir en un formato más formal que
sus tradicionales y excepcionales “guías de clase” que
aún se utilizan, una tipología construida por Alfredo
Errandonea, y que enseñara en sus clases de análisis
multivariado en su cátedra de Metodología III de la
carrera de Sociología. Básicamente pretende entonces que su circulación deje de ser exclusivamente las
fotocopias de sus guías escritas en la Olivetti, y con
las gráficas dibujadas de su puño y letra. Estas guías
más allá de constituir un apoyo docente, son el producto de su reflexión metodológica y de su preocupación constante de compartir éstas con los estudiantes.
“Durante varios años de docencia de Metodología y Técnicas de Investigación en la Argentina (carreras de C. Política y de Sociología de la Universidad del
Salvador -1976/1984’ y de sociología de la Universidad de Buenos Aires – desde 1985-, principalmente,
en la organización y dictado de las clases, fui trabajando un desarrollo interpretativo de este instrumental de análisis multivariado. Al punto de que circulan
versiones de apuntes de clase con fines docentes en
una Guía de Clase (Errandonea 1982 última versión
1987). (Errandonea, RCS)
El segundo es rendirle un homenaje, a partir de
este modesto propósito a su larga y fértil labor docente, que desarrolló en varias universidades de América Latina, básicamente - aunque no sólo - en el área
de la metodología de la investigación social.
Errandonea fue docente de muchas generaciones de
estudiantes de ciencias sociales, que tuvimos la suerte de tenerlo de profesor. Algunos de nosotros pudi*
mos incluso empezar nuestra carrera docente con él,
como ayudantes o asistentes en sus cursos. No sólo
aprendimos entonces los contenidos de esas materias. Alfredo dedicaba mucho tiempo a reuniones de
coordinación de los equipos de trabajo y discutía con
nosotros criterios de corrección de las evaluaciones,
el armado de los contenidos de los cursos, distribuía
las clases, sostenía largas charlas acerca de los procesos de aprendizaje de los estudiantes, etc., cuestiones todas que respondían a una práctica que tenía
incorporada: la formación docente de los que nos incorporábamos recién en la tarea. El impulsó y lideró
la conformación del área de metodología en el Instituto de Ciencias Sociales (hoy Departamento de Sociología), con el objetivo de mejorar la formación y
optimizar los procesos de aprendizaje de los estudiantes integralmente, intentando favorecer la coordinación de las distintas cátedras involucradas. Es obvio
que su trayectoria en la política universitaria, excede
en mucho estas iniciativas referidas estrictamente a
la docencia en metodología (una de los tanto aspectos que manejaba simultáneamente) pero a la que no
haremos referencia ya que serán abordados en otros
artículos aquí presentados.
Paul Lazarsfeld
Paul Lazarsfeld nació en Viena en 1901, y allí se
licenció en matemáticas (1925). En su juventud militó en el Partido Socialista, sus padres eran socialistas
activos y su casa era un punto de encuentro cultural
y político en una Viena constituida en centro intelectual y científico de relevancia europea. Ese contexto estimula a que Lazarsfeld “aun estudiando matemática pura (...) se interese más tarde por los problemas de la sociología y la psicología”. (Picó, 1998:54)
Profesora Adjunta del Departamento de Sociología, Master en Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la
República — [email protected]
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
57
Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
En esta etapa, algunos de sus referentes son
Alfred Adler, (psicólogo) con quien desarrolla un análisis estadístico de test mentales., y el empiriocritisismo de Mach en física, reforzado por la tradición
positivista austríaca representada por el Círculo de
Viena que funcionan como su filosofía de referencia.
Trabajando con los Bühler, incursiona en psicología
social aplicada a la juventud de clase media, perfeccionando los métodos de investigación. En 1927, habiendo antes sido profesor de liceo en el 1927 entra a
la universidad como profesor asistente de psicología
social y psicología aplicada y estadística. En 1928 es
responsable de un Instituto propio de psicología aplicada. Allí escribe el volumen de estadística para psicólogos, donde compiló no sólo las herramientas estadísticas y metodológicas sino que presenta algunas
de sus primeras investigaciones en el área. Es a partir
de este instituto, que Horkeimer y la escuela de
Frankfurt le encargan la parte empírica en Austria de
su estudio sobre “ Autoridad y Familia” en colaboración con Erich Fromm. (Picó, 1998)
No obstante el punto de inflexión en la vida
intelectual y política de Lazarsfeld se ubica en el
momento en que emigra a los Estados Unidos, con el
apoyo de una beca de la Fundación Rockefeller (1932),
en un momento difícil por la emergencia del nazismo, en particular para el mundo intelectual y científico.
Allí se conecta con Robert Lynd, profesor de
sociología de la Universidad de Columbia y con su
ayuda obtiene un puesto en la Universidad de Newark.
En 1936 la Universidad crea un centro de investigación y lo nombra director. Horkheimer lo contrata en
su Instituto. Es así que desarrolla una serie de investigaciones en un contexto en que la sociología americana tiene la impronta de las universidades de Columbia y Chicago. Por otro lado el New Deal que articulaba investigaciones científicas y policy makers,
funciona como un contexto favorable para el desarrollo de las actividades enmarcada en la sociología empírica, de investigaciones aplicadas sobre todo en ciencias sociales. En 1937 Lazarsfeld es nombrado director del Office of Radio Research, de la Fundación
Rockefeller que en 1941 se traslada a la Universidad
de Columbia, en intensa colaboración con Merton. En
1944 el Bureau of Applied Social Research se integra
la Universidad y el empirismo tiene un ascenso considerable, incluso en el campo universitario, que generó una estrecha conexión con el ámbito privado
Lazarsfeld aporta en los años sesenta la mitad del
presupuesto de la Universidad de Columbia que proviene de contratos de investigación (Picó, 1998).
“A partir del fin de los años cuarenta el Bureau
of Applied Social Research y la Universidad de Columbia fueron los centros más prestigiosos de estados Unidos y a él llegaron toda una serie de generaciones de sociólogos. Mientras la sociología de Parsons
58
conoció un declive a partir de fin de los años cincuenta, la sociología de Lazarsfeld, el Bureau of
Applied Social Research y la universidad de Columbia
impusieron su hegemonía mucho más allá de 1960. “
(Picó, 1998)
La lógica de investigación aplicada y empírica
que promueve Lazarsfeld se extiende a nivel internacional, y se expande el “avance técnico” americano.
El análisis de Lazarsfeld
Lazarsfeld desarrolla un modelo de análisis
multivariado para variables cualitativas, entre otros,
y es éste el que se trabajará aquí. La función principal de este modelo es estudiar como inciden tercera o
terceras variables en una relación bivariada.
Errandonea, incorpora en sus cursos este modelo de análisis y escribe las guías de clase a que hacíamos referencia antes, para apoyar su dictado. En consecuencia se convierte en un difusor de esta técnica
en América Latina, aplica este modelo en las investigaciones que realiza, a pocos años de distancia de su
desarrollo. En consecuencia y por su intermedio, las
generaciones de estudiantes que él forma, tienen acceso a esta técnica de análisis de datos. Hoy a pesar
de la existencia de nuevos desarrollos técnicos y
metodológicos más sofisticados para el análisis
multivariado de datos, esta técnica continúa en los
contenidos de los cursos de la licenciatura de sociología, en gran medida por la claridad y simplicidad de
la lógica de control de variables que presenta, lo cual
permite captar con sencillez la noción del control ex
post de variables, resultando de gran utilidad desde
el punto de vista pedagógico. El propio Errandonea
justifica la utilización de esta técnica:
“Más allá de las modas me sigue pareciendo altamente reivindicable para la mayor parte de los análisis que hacen los cientistas sociales cuando se manejan con un número limitado de variables el clásico
procedimiento multivariado de control por parciales,
tan utilizado desde los tiempos de Durkheim, que
Lazarsfeld, formalizara a partir de 1946 (Lazarsfeld,
en Lazarsfeld, y Rosemberg, 1955, Lazarsfeld, and
Lerner, 1959). Porque se trata de un procedimiento
que permite discriminar los papeles lógicos de cada
variable, hasta donde ello es posible hacerlo
estadísticamente, cualquiera sea la naturaleza de las
variables y de las relaciones. Y porque la artesanalidad
que la elaboración requiere e implica, lejos de constituir un inconveniente, le otorga la ventaja de consistir
en una lectura mucho más analítica de los datos, que
entrega observaciones desagregadas, con mayor elocuencia descriptiva de las relaciones involucradas. Y
éstas, a partir de ciertas asunciones teóricas, posibilitan las inferencias explicativas que procura el investigador”. (Errandonea, fecha:43)
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
ARTICULOS
Homenaje a Alfredo Errandonea
Alfredo Errandonea no es simplemente un “divulgador, o difusor” del modelo de análisis que desarrolla Lazarsfeld, sino que avanza en el análisis que
dicho autor propone, elaborando una tipología de
casos empírica y lógicamente posibles, - en los que
Lazarsfeld no profundiza- , los que llama “tipos de
elaboración mixta”.
Este artículo pretende justamente exponer este
“plus” que Errandonea adiciona al modelo desarrollado por Lazarsfeld, extremadamente útil para el trabajo empírico. Por lo tanto, y básicamente sólo organiza lo que el propio Errandonea expone en sus guías
de clase, y presenta un ejemplo, tal y como se presenta en los cursos de Metodología III.
1. El análisis multivariado para variables
cualitativas propuesto por Lazarsfeld
Este tipo de análisis de datos corresponde a la
estadística no paramétrica, es decir aquella que trabaja con variables no intervales. Introduce la posibilidad de trabajar con más de dos variables simultáneamente, y se propone estudiar como afecta una
relación bivariada otra u otras variables a dicha
relación
En sus guías de clase Errandonea anota:
“En un trabajo originariamente presentado en
1946 al Congreso de Cleveland de la Sociedad Americana de Sociología, y que luego se convirtió en texto
obligado para todo el mundo para la técnica de análisis multivariado, Lazarsfeld se propuso desarrollar una
metodología para el análisis de mas de dos variables
no intervales que hiciera las veces de la correlación
parcial del análisis paramétrico. Tenía el valioso an-
I
x1
II 1
t1
x2
x1
x2
y1 a
b
a´
b´
y2 c
d
c´
b+d
a´+c´
a+c
tecedente del tratamiento clásico trivariado que
Durkheim realiza en “el suicidio”, en el cual notoriamente se inspiró. La propuesta de Lazarsfeld se ha
revelado -a 4 décadas de su formulación- como un
procedimiento sumamente eficaz para el tratamiento
de variables como las que manejamos en las ciencias
sociales, que entrega bastante información más que
la propia correlación parcial como para una elaboración artesanal de la interpretación” (Errandonea, s/f)
Mediante este modelo, lo que se busca es determinar la influencia de una tercer variable en una relación entre dos variables (la relación original), y en
este sentido, lo que debe hacerse es “neutralizar sus
efectos”. En definitiva se obtendrá la relación bivariada
con una medida más depurada, si se consiguen aislar
los efectos de la variable de control de la relación
original.
La incorporación de una tercera variable:
“Puede imaginarse la incorporación de una tercera variable a un cuadro que contiene dos, según lo
muestra la Fig. 7: en el cuadro I aparece un cuadro
bivariado (variables “X” e “Y”) con sus celdas, a las
que denominamos “a”, “b”,”c” y “d”. Cada una de
ellas puede ser desagregada (desdoblada) en función
de una tercer variable (“t”), con lo que “a”, se convierte en “a´ ” (II1) y en “ a´´” (II2), según tenga “t1”
o “t2”; y así sucesivamente con el resto de las celdas
originales (“b”, “c”,y “d”). La suma matricial de I1 y
II2 recompone el cuadro original bivariado (III). En
los cuadros II se ve la relación originaria bivariada al
interior de los valores de “t”, es decir “controlada”
por “t”. Esta es la idea en la que se basa el modelo
Lazarsfeld de Análisis Multivariado.
II 2
t2
x1
X2
a´+b´
a´´
B ´´
d´
c´+d´
c´´
b´+d´
n1
a´´+c´´
III
x1
x2
a´´+b´´
a´+ a´´
b´+b´´
a´+a´´
+b´+b´´
D´´
c´´+d´´
c´´+c´´
d´+d´´
c´+c´´
+d´+d´´
B´´+d´´
n2
a´+c´+
a´´+c´´
b+d´
b´´+d´´
n
Donde se deduce que I = III
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
La ecuación de Lazarsfeld
Como hemos visto, la conformación de las cinco
relaciones bivariadas que es posible obtener a partir
de un cuadro trivariado puede ser representado de la
siguiente manera:
La ecuación que propone Lazarsfeld es la siguiente:
XY = ( xy, t1) + ( xy, t2) n2/ n + (xt) (ty)
T
“Esta fórmula dice que la relación originaria entre
las variables “X” e “Y” (RO) es igual a la suma ponderada de la relación “xy” en el valor “t1” de la variable t (Primer parcial, P1: “ xy, t1”), más la relación
“xy” en el valor “t2” de la variable t (Segundo parcial,
P2: “ xy, t2”), más el producto de la relación divariada
“Xt”, (subtotal) por la relación divariada “tY” (marginal)” .
ST
M
P1
X
P2
Y
RO
La ponderación supone que el primer parcial esté
multiplicada por el coeficiente n1/ n y el segundo
parcial por n2/ n. Es obvio que n1 + n2 = n. Puesto que
n1 es el total de observaciones que pertenecen a t1 y
n2 es el total de observaciones que pertenecen a t2.
La suma de ambas es el total de observaciones (n).
Si no se cumple la igualdad en la ecuación
“Lazarsfeld se interesa exclusivamente por la
consideración analítica de cada término y no por
la fórmula en general. (…) Si la igualdad que
expresa la ecuación no se cumple, debe presumirse
distorsión en alguno o algunos de sus términos.
Ella puede obedecer al carácter espurio, por
ejemplo, de algunas de las relaciones que
constituyen términos de la ecuación. Si así fuera
existiría alguna variable fuera del modelo que en
realidad debería haber sido incluida en él, y que
por alguna razón no visible con su exclusión, sólo
se hace presente a través de su espuriedad. En este
caso (no cumplimiento de la igualdad en la
ecuación) puede afirmarse que el conjunto de las
variables consideradas – y por lo tanto, el modelo
puesto a prueba es inadecuado 1 . Pero esta prueba
de adecuación es asimétrica: tan sólo descarta
modelos inadecuados, pero no permite presumir
adecuación en modelos no descartados. Por lo tanto
su eventual utilidad práctica es demasiado relativa”.
(Errandonea, RCS)
“Si no hay variables externas que expliquen, la
igualdad es aproximadamente cierta pero en el análisis de Lazarsfeld en realidad la utilidad de la fórmula
está en que se opere con cada uno de sus elementos
para interpretarlos”. (Errandonea, guías de clase)
1
2
60
Y es el fenómeno que se quiere explicar (variable dependiente) X es la variable independiente
(a partir de la cual se pretende explicar Y) y t es
la variable de control (de la cual se quiere estudiar
el papel que cumple en la relación XY) y que “se
hipotetiza como no relacionada, interviniente, antecedente, co-determinante, verdaderamente determinante)
Interpretación del modelo Lazarsfeld
Como hemos visto antes, la ecuación de
Lazarsfeld sostiene que la relación originaria puede
descomponerse en la suma ponderada de los
parciales y el producto de los marginales. Estos
términos son los que requieren consideración
analítica por parte del /la investigador /a, para la
interpretación del modelo. Por tanto están en juego
(en el caso de que la variable de control sea
dicotómica2 ), 4 relaciones: el primer parcial (xy,
t1), el segundo parcial (xy, t2), el subtotal (Xt) y
el Marginal (tY).
Errandonea presenta el siguiente esquema básico para la interpretación:
Podríamos también decir “el modelo no está bien especificado”.
Recordemos que hay tantos parciales como categorías tenga la variable de control
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ARTICULOS
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Homenaje a Alfredo Errandonea
Todo este apartado es trascripción textual del anexo de la Guía de clase N° 9 de Alfredo Errandonea, s/f
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
Hacia una tipología interpretativa
No obstante, más adelante él realiza un “desarrollo lógico del modelo Lazarsfeld, en base a las magnitudes de las relaciones, que se transcribe íntegra
en este apartado.
“En base a la consideración de la igualdad de la
fórmula de Lazarsfeld y teniendo en cuanta las magnitudes de cada una de las relaciones (originaria, parciales, subtotal y marginal), he desarrollado una
tipología de casos lógicos posibles. El precedente apartado sólo plantea algunos casos más habituales sin
hacer hincapié en las magnitudes de las relaciones.”
(errandonea, s/f)
En este caso, “t” está especificando la relación
originaria. La hace más débil en alguno de sus valores, y mas fuerte en algún otro (o algunos otros); la
acentúa o la atenúa. En el límite, esta especificación
puede convertirse en condición, si alguno (o algunos) de su (s) parcial(es) se convierte en “0”.; pero
ello es difícil que ocurra sin que “t” tenga relación
alguna con “Y” (también lo es si la especificación de
“t” es fuerte).
En segundo lugar, la igualdad también puede
cumplirse si todas las relaciones parciales son iguales
o similares a la relación originaria:
(XY)= (xy,t1) nt1 + (xy,t2) nt2
....... donde .... (XY) = (xy,t1)= (xy,t2)
Los principios para un desarrollo tipológico3 :
A. Errandonea escribe un anexo en las Guía de
clase N° 9, en donde expone en detalle los fundamentos de la tipología que construye y que es nuestro objetivo, documentar aquí. A estos fines se
transcribe textualmente dicho anexo.
1) Elaboración por parciales
Si el modelo no es inadecuado, la suma ponderada de los parciales es igual o inferior a la medida de
la relación original. No puede superarla y sólo la iguala
si la variable de control no juega algún papel explicativo (especificación, de intermediación, co-determinación, etc.) que se manifieste en las relaciones marginales, en cuyo caso, si efectivamente no juega ese
papel, el último término de la fórmula de Lazarsfeld
se anularía al convertirse en ´0´.
Si hay mera especificación pura, sin papel explicativo propio en ningún grado, el último término
de la fórmula se anula (los dos o uno de los dos coeficientes de él, consisten en “cero”), o si “t” nada tiene que ver con la relación (ambas relaciones originales son “0” y los parciales son similares entre í) la
suma ponderada de los parciales será igual a la relación originaria.
Pero, como se acaba de sugerir, esta igualdad
puede cumplirse de dos maneras
En primer lugar, porque alguna (o algunas) de
las relaciones parciales es superior a la originaria en
el grado en que compensen lo menor que lo es (o lo
son) la otra (u otras)...
Aquí, en cambio, “t” se revela como irrelevante
en la relación originaria entre “X” e “Y”. Sus parciales
“no acusan” de ninguna manera su presencia.
Sin embargo habría una tercer manera de cumplirse esta igualdad de la suma ponderada de parciales con la relación originaria. Es cuando ella se opera
algebraicamente: la relación originaria es “0” o próxima y cada parcial tiene signos contrarios, de manera
tal que se compensan. En este caso la variable original constituye un cambio de contextos que implica
una alteración del sentido de la relación originaria,
lo que le hace a esta globalmente encubierta, no visible a primera vista al análisis bivariado (si fuera más
significativa) y en todo caso es su lógica.
Por supuesto que si los marginales tienen valores, y el último término es distinto de “O” – siempre
y cuando el modelo no sea inadecuado-, entonces la
suma ponderada de los parciales será inferior a la relación originaria. Pero allí se reproducen las variantes de la comparación entre los parciales que hemos
visto (más algunas más) y en ellas juega la lógica
considerada. La diferencia estriba que para la interpretación de lo que ocurra en los parciales tiene relevancia lo que ocurra en los marginales. Es una suerte
de “elaboración mixta” en la que juegan los parciales, marginales y sus magnitudes relativas.
Antes, sin embargo, corresponde considerar la
lógica de la incidencia de los marginales y sus pesos
cuantitativos, en lo que se ha dado en denominar
“elaboración por marginales”.
(XY) = (xy,t1) nt1 + (xy,t2) nt2
....... donde ... (xy,t1) < (XY) < (xy,t2)
n
n
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
ARTICULOS
2) Elaboración por marginales
Continuando con el supuesto que el modelo no
es inadecuado, si concentramos ahora nuestra atención en los marginales (o marginales y subtotales como
también suelen llamarse) el producto de ellos solo
puede ser igual o inferior a la relación originaria. Sólo
será igual si ambos parciales son iguales a cero: como
la ubicación de los parciales en la ecuación (formula
general) es en suma, basta que uno sea diferente de
cero para que el producto de los marginales tenga
que ser inferior a la relación originaria. Entonces, lo
mas habitual es que sea inferior a ella. Y si no lo es
en suficiente grado como para que la relación “tY”
también lo sea – no olvidar que el producto entre
fracciones de 1 reducen ambos términos-. Habrá que
controlar la eventualidad de que “t” no sea la verdadera determinante, girando la relación.
Por lo tanto tenemos dos situaciones básicas:
Homenaje a Alfredo Errandonea
El que sea uno u otro caso es una cuestión teórica. Sin embargo hay algún indicio empírico que
puede colaborar en a interpretación a partir de las
magnitudes.
En efecto: para el segundo caso que es de
INTERMEDIACION se requiere que ambos marginales
(o marginales y subtotales) sean individualmente por
lo menos similares a la relación originaria si es que
ellos sucesivamente van a conducir la determinación
que “x” tiene sobre “Y”. Por la misma razón que dos
cables que sucesivamente tienen que transferir una
determinada corriente eléctrica cada uno de ellos
debe ser capaz (tener la dimensión suficiente) para
transmitir el total de la corriente que sucesivamente
conducirán, so pena de fundirse cualquiera de los dos
que no cumplan esa condición. En ese caso, por lo
tanto, la magnitud estará entre la de “XY” para la
menor de las marginales, como mínimo, y la igualdad
que su producto debe arrojar con relación a “XY”.
a)
(XY) = (Xt).(tY) .... en cuyo caso: (xy,t1) = 0 ...y (xy, t2) =0
b)
(XY) = (Xt).(tY) .... en cuyo caso: (xy,t1) =/= 0 ...y/o
En el caso b)
(Xt).(tY) = (XY) – [(xy,t1) (nt1 /n)+ (xy,t2)( nt2/n )]
En la primera de las situaciones (a) la intervención de “t” diluye totalmente la relación originaria
detectada –nivel bivariado-, Y ello puede deberse a
dos razones:
En primer lugar, puede ocurrir que la relación
originaria bivariada se debía que ambas variables principales son efectos de “t”, que es su verdadera determinante. Al exponerse a la relación aparente bivariada
“XY” a los parciales de “t”, en ellos desaparece. Evidencia su naturaleza espúrea. Es el clásico caso de
“espuriedad” de tradición durkheimiana, el del risueño o absurdo ejemplo de la existencia de cigüeñas
y las tasas de natalidad. ...
En segundo lugar, este resultado también puede
deberse a que toda la relación originaria pase a través de “t”. En este caso “t” es la variable intermediaria, o sea, -y no es un juego de palabras-, que “t” es
la variable independiente de la variable dependiente
“Y” y a la vez es variable dependiente de la variable
independiente “X”. El que toda la varianza de Y que
explica X pase a través de “t” hace que cuando “XY”
sea controlada por “t” la relación “XY” de los parciales de “t” desaparezca.
(xy, t2) =/= 0
Pero esta condición – la que la menor de las
marginales no sea inferior a “XY” no es suficiente
para definir la INTERMEDIACION, aunque sí es necesaria. Se trata de una contribución asimétrica a la
interpretación; aunque su incumplimiento hace descartar la INTERMEDIACION su cumplimiento no prueba que sea este el papel de “t”. Máximo si se tiene en
cuenta que para la otra alternativa, la de la
ESPURIEDAD, el requerimiento de la igualdad del
producto de los marginales con la relación originaria
y el propio hecho de que la determinación en ambos
casos debe ser lo suficientemente fuerte como para
hacer que exprese relación bivariada “XY”, supondrá
muchas situaciones en que AMBOS marginales superen individualmente a la relación original.
En la segunda de las situaciones planteadas como
básicas en este párrafo – que será mas frecuente -, el
producto de los marginales es menor a la relación originaria. Vale decir que algo de ella, por lo menos se
“retiene” en los parciales. Por lo tanto, ni la explicación determinante se debe íntegramente a “t”, (como
en el caso de espuriedad) ni toda la explicación de
“X” sobre “Y” pasa por “t”. (como en el caso de la
intermediación). Aquí habría alguna intervención de
“t”, que no da cuenta mas que de una parte de la
relación originaria: la de la proporción que constituye el producto de los marginales sobre “XY”, o, lo que
es lo mismo, la que significa la porción restante de
sustraerle la suma ponderada de los parciales a la relación originaria.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
En esta segunda situación, la intervención de
“t” puede ser en diferentes papeles, como interviniente o antecedente, que especifica o condiciona
a la relación originaria, como intermediaria parcial,
en casos de doble vía de determinación.
En todos estos casos, el dirimir el papel que realmente cumple “t” se requiere de una suerte de enfoque que implique elaboración mixta: elaboración MP
o PM.
Como se ha visto, en muchos casos se requiere
focalizar el análisis en ambos tipos de relaciones (parciales y marginales) en vez de un centramiento
prevalente en alguna de ellas. Lo denominaremos
“ELABORACION MIXTA”.
Si se tiene en cuenta la magnitud relativa de las
relaciones de los parciales y marginales, siempre suponiendo el cumplimiento de la igualdad de la fórmula general por tratarse de un modelo adecuado,
tendremos básicamente dos situaciones en que los
parciales serán equilibrados:
a) todas las relaciones tienen valores, entonces
XY>(xy,t1) nt1 + (xy,t2) nt2
n
n
b) Alguno de los marginales o menos no tienen
relación, con lo cual su producto es cero:
Entonces;
‘
XY= (xy,t1) nt1 + (xy,t2) nt2
n
n
Además si los parciales no son iguales, se reproducen estas alternativas, pero en todos los casos allí
ellos reiteran la forma “especificación” o “condición”
vistas en la elaboración por parciales ya vista por lo
que nuestro enfoque de elaboración mixta lo
circunscribimos a las dos situaciones básicas mencionadas que parten de la igualdad entre parciales.
En la situación “a” el mantenimiento de relación en los parciales en la exposición a “t” confirma
la relación XY, pera la presencia de los marginales y
el menor valor de la suma ponderada de los parciales
con respecto a la relación originaria, denotan la presencia de t en la relación. Presencia que no es
especificante, y menos condicionante, porque ambos
parciales se mantienen similares.
Si suponemos como parece obviamente necesario que Y es variable dependiente de X en estas rela-
64
1) que supongamos que X determina a “t” y ésta a Y
, en cuyo caso tenemos una DOBLE VÍA DE DETERMINACIÓN a Y, directamente y a través de
“t”,
2) que supongamos que “t” determina tanto a “Y”
como a “X” , en cuyo caso tenemos la situación
de RESULTANTES RELACIONADAS
3) Elaboración Mixta:
4
ciones y asumimos la responsabilidad teórica de optar por la dirección de “las flechas” en las restantes,
de acuerdo a la opción que hagamos, se presentan
las siguientes alternativas:
3) Si suponemos que “t” determina a “x” pero que
es determinada por “Y”, estaremos presenciando
un SISTEMA CIRCULAR AUTOSUSTENTADO
(X-’ Y’ t’ X)
En la situación b) cuando la relación ausente en
los marginales que anula su producto, es “TY” debe
suponerse que la relación presente “Xt” significa determinación de X sobre “t” (de lo contrario, habiendo
relación XY tY a nivel bivariado debería haber relación, en cuyo caso “t” o “Y” serían EFECTOS INDEPENDIENTES DE X.
Cuando la relación ausente en los marginales
que anula su producto, es “Xt”, no puede suponerse
que “t” sea dependiente de “Y”, que entonces
bivariadamente debería haber relación “Xt”, por lo
tanto “t” debe ser determinante de “Y”, y en otro
caso, estamos en presencia de DETERMINANTES INDEPENDIENTES entre sí (“X” y “t”) del efecto “Y”.
Por fin, si la nulidad del producto de los marginales se debe a que ninguna de esas dos relaciones (ni
“Xt”, ni “tY”) existen y teniendo en cuenta la similitud de los parciales entre sí, y con la relación originaria.
EJEMPLO:
A continuación se presenta un ejemplo4 , para
aplicar esta técnica, siguiendo un esquema similar al
utilizado en el dictado de las clases de Metodología
III, al introducir el modelo Lazarsfeld de análisis de
datos.
Se quiere estudiar si el sexo de los estudiantes
de ciencias sociales se asocia con que éstos aprueben
o reprueben metodología III en el primer período de
examen.
SEXO
→
APRUEBA
METODOLOGIA III
construido a partir de datos ficticios
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Homenaje a Alfredo Errandonea
Ambas variables son dicotómicas y nominales,
por lo tanto para determinar el nivel de asociación
entre ellas debe utilizarse un coeficiente de asociación. Consideremos el coeficiente PHI. 5
ESTUDIANTES QUE APRUEBAN METODOLOGÍA III
EN EL PRIMER PERIODO POR SEXO
SEXO
TOTAL
APRUEBA
no aprueba
aprueba
TOTAL
mujer
hombre
13
26
39
48,1%
76,5%
63,9%
14
8
22
51,9%
23,5%
36,1%
27
34
61
100,0%
100,0%
100,0%
El valor del coeficiente PHI es -,29, lo que señala una relación moderadamente fuerte entre sexo y
aprobación de Metodología III. De la lectura porcentual del cuadro6 , se desprende que: entre los que no
aprueban se encuentra el 48,1 % de las mujeres y el
76,5% de los hombres, entre los que aprueban se encuentra casi el 52% de las mujeres y menos de uno de
cada cuatro hombres.
De esta tabla, por tanto se desprende que las
mujeres aprueban la materia metodología III en el
primer período en mayor proporción que los varones.
Una vez obtenidos esto debe “interpretarse” esta
relación. ¿Esta prueba que se ha realizado, permite
5
sostener entonces que las mujeres son más inteligentes que los hombres y por eso aprueban la materia en
mayor proporción que sus compañeros varones?
Probablemente sea necesario “aislar” los efectos que pudieran producir otras variables y que afectaran la relación entre sexo y aprobación de metodología III en el primer período, antes de sacar conclusiones aventuradas.7
Se cuenta con una encuesta realizada a los estudiantes de la materia, en la que se pregunta si trabajan, y cuantas horas semanales lo hacen. Se decide
estudiar como afecta a la relación original (sexo—
aprobación) el hecho de trabajar 8 horas o más, o
trabajar menos de 8 horas, y aplicar un modelo
Lazarsfeld para ello.
Por ejemplo, el investigador podría suponer que
el tiempo que los estudiantes trabajen puede afectar
el tiempo de estudio dedicado a la materia y en consecuencia la aprobación de ésta en el primer período.
Por otra parte es probable que la proporción de estudiantes que trabajen 8 horas o más sea diferencial
por sexo. Si este fuera el caso la variable “trabaja 8
horas o más”, podría estar distorsionando la relación
entre sexo y aprobación de metodología III en el primer periodo.
Dado lo cual debe buscarse una manera de “aislar los efectos de la variable trabajar 8 horas o más y
permitir que la relación original (sexo ____ aprobación Metodología III) se pueda expresar sin la perturbación que el hecho de trabajar pueda provocar.
Esto puede realizarse fragmentando el universo
de análisis en tantas categorías tenga la variable de
control o factor de prueba, y estudiando la relación
original en cada una de estos “subuniversos”. En el
ejemplo se prueba la relación original (sexo— aprobación) en los dos subuniversos. Estudiantes que trabajan 8 horas y más y el subuniverso estudiantes que
no trabajan 8 horas y más.
Errandonea aconsejaba en sus cursos que cuando el investigador se enfrente a la elección del coeficiente de asociación de una relación divariada en las
que ambas son variables dicotómicas, utilizar el coeficiente Phi frente al Q de Yule, justificando que el último tienen alta sensibilidad rinconal, es decir
es muy sensible (incrementa rápidamente su valor) en el caso de una distribución observada en la que exista una celda (de los rincones de la tabla) que
tenga una frecuencia cero o cercana a cero. Cortes en cambio ( ) discute la elección del coeficiente a utilizar en función de criterios más deductivos,
es decir debe determinarse con anterioridad al cálculo de los mismos, la “distribución esperada” de las frecuencias, en función de la hipótesis que guía
la investigación. En el caso que la distribución esperada sea de este tipo:
Se recomienda utilizar el coeficiente PHI
Si en cambio la distribución esperada es de este tipo:
Se recomienda utilizar Q de Yule
Para la discusión y fundamentación de este criterio se recomienda la lectura de Cortés y Ruvalcaba “Métodos estadísticos de
6
7
“. Colegio de México.
La lectura porcentual es indispensable para la interpretación del modelo y para determinar cuales son los atributos de la variable dependiente y de la
independiente que se dan conjuntamente. Recordemos que la porcetualisación se realiza en función de las categorías de la variable independiente, y se
lee en función de las categorías de la variable dependiente.
Recordemos la noción de “validez interna”. La variable hipotetizada causal debe ser verdaderamente causa de la variable dependiente, ésta no debe ser
producida por “otras” variables. De allí, justamente es que es necesario controlarlas. La noción de “control” de variables alude permanentemente a la
validez interna.
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
Es obvio que al interior de estos dos subuniversos
la relación original (sexo aprobación) no puede ser
afectada por la variable “número de horas de trabajo”
puesto que ésta no varía (en cada uno de los
subuniversos la situación laboral es la misma: o todos
trabajan 8 horas o más, o todos no trabajan 8 horas y
más por día). La relación original medida en cada
uno de estos subuniversos se denomina “parcial”8 .
Por lo tanto en cada uno de los parciales la relación
original se manifiesta sin las perturbaciones que pueda
estar generando en la relación el hecho de trabajar 8
horas o más o menos de 8 horas.
Siguiendo este esquema teórico se construye la
tabla trivariada, considerando número de horas de
trabajo como variable de control, sexo como variable
independiente y aprobación de metodología III en el
primer periodo como variable dependiente.
Estudiantes por número de horas que trabaja y sexo según aprueba o no aprueba
Metodología III en el primer periodo
Trabaja 8 horas y más
Mujeres
Hombres Subtotal
No trabaja 8 horas y más
Mujeres
TOTAL
Hombres Subtotal
Aprueba Met III
1
(14,3%)
2
(8,3%)
3
(9,7%)
13
(65%)
6
(60%)
19
(63,3%)
22
No aprueba Met III
6
(85,7%)
22
(91,7%)
28
(90,3%)
7
(35%)
4
(40%)
11
(36,7%)
39
Total
7
(100%)
24
(100%)
31
(100%)
20
(100%)
10
(100 %)
30
(100%)
61
(100%)
De la construcción de la tabla trivariada se desprenden:
Los parciales:
P1: la relación original (sexo—aprueba Met III) para
los que trabajan 8 horas o más. Recuadrado en
Mujeres
Hombres
Subtotal
Aprueba
Met. III
1
(14,3%)
2
(8,3%)
3
(9,7%)
No aprueba
Met. III
6
(85,7%)
22
(91,7%)
28
(90,3%)
Total
7 (100%)
8
66
24 (100%) 31 (100%)
P2: la relación original (sexo—aprueba Met III) para
los que no trabajan 8 horas y más.
Mujeres
Hombres
Subtotal
Aprueba
Met. III
13
(65%)
6
(60%)
19
(63,3%)
No aprueba
Met. III
7
(35%)
4
(40%)
11
(36,7%)
Total
20 (100%) 10 (100 %) 30 (100%)
Habrán tantos parciales como categorías tenga la variable de control. Vale la pena volver sobre algo casi elemental: el total de observaciones de cada
parcial corresponde al total de observaciones de cada categoría de la variable de control. En el ejemplo: el total del P1 (n1) es 31 que corresponde al
número de estudiantes que trabajan 8 horas o más . El total del P2 (n2) es 30 y corresponde al total de estudiantes que no trabajan menos de 8 horas
por día. El total de estudiantes es 61 y es la suma de n1 +n2 = n
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Homenaje a Alfredo Errandonea
Marginal: es la relación tY (trabaja— aprueba)
que se construye con los subtotales de los parciales.
Trabaja 8 hs.
y más
No trabajan
8 hs. y más
TOTAL
Aprueba
Met. III
3
(9,7%)
19
(63,3%)
22
(32,1%)
No aprueba
Met. III
28
(90,3%)
11
(36,7%)
39
(63,9%)
Total
31 (100%)
30 (100%)
61(100%)
Subtotal: es la relación Xt (sexo—trabaja) que
se construye con las filas sombreadas:
MUJERES
Trabajan
8 hs. y más
7 (25,9%)
HOMBRES
TOTAL
24 (70,6%) 31 (50,8%)
No trabajan 20 (74,1%) 10 (29,4%) 30 (49,2%)
8 hs. y más
27 (100%)
34 (100%) 61 (100%)
Interpretación:
Ha sido el /la investigador/a quien le ha atribuido el “sentido” a las relaciones, es decir quien ha
colocado el sentido de las flechas. La estadística no
permite determinar el sentido de determinación de
las variables. Es en función de la teoría que el investigador asume esta responsabilidad. Uno de los criterios más claros para determinar el sentido causal es
la antecedencia temporal de las variables. En este caso
es obvio que el sexo es antecedente al hecho de trabajar o no 8 hs o más por día. Por lo tanto JAMAS un
investigador podría asumir una relación inversa a la
planteada (el hecho de trabajar 8 hs o más no puede
determinar el sexo).
El sentido de la relación entre trabajar 8 hs o
más por día y la aprobación de metodología III, también se despeja por antecedencia temporal: el estudiante trabaja o no 8 hs por día antes de aprobar la
materia.
Analicemos ahora el modelo planteado a la luz
de las magnitudes de los coeficientes de asociación
PHI calculados para las relaciones: Partimos de una
relación original sexo aprobación de 0.29 lo cual puede interpretarse como una asociación moderadamente fuerte, y que a partir de la lectura porcentual,
manifiesta que las mujeres aprueban en mayor proporción que los hombres. Al controlar esta relación
Cálculo de los coeficientes para cada una de las relaciones construidas:
PHI de la Relación Original (RO) sexo—aprueba = 0.29
PHI del P1: (RO para los que trabajan 8 hs y más) = - 0.084
PHI del P2 (RO para los que no trabajan 8 hs y más= = -0.049
PHI del Marginal (M) ( TY) Trabaja—aprueba = 0.55
PHI del Subtotal (ST) (XT) Sexo—trabaja = -0.44
Esquema del Modelo:
Trabajan (T)
ST = -0.44
M = 0.55
P2 = -0.04
Sexo (X)
P1 = -0.08
Aprueban (Y)
RO = 0.29
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por la variable número de horas que trabaja (T), se
consigue “neutralizar” los efectos que esta variable T
pueda estar ejerciendo sobre la relación original.
Recordemos que si lo que se pretende es neutralizar los efectos de una tercera variable en una relación original de dos variables, debe buscarse un mecanismo en la que ésta no opere. Tal es así que se
mide esa relación original, para los subuniversos definidos por las categorías de la variable de control. Al
interior de cada uno de los subuniversos, la variable
de control permanece fija, por lo tanto no puede intervenir en la relación original.
La relación original medida en los dos parciales,
bajan considerablemente considerando la RO. Ambos
son cercanos a 0. Lo cual significa que al ser controlada
por T, la relación original entre sexo y aprobación de
Metodología III en el primer periodo desaparece.
Como habíamos visto antes, la igualdad en la
ecuación de Lazarsfeld queda entonces referida al
término del producto de los parciales. Veamos:
y número de horas que trabajan es de .44, mucho
mayor incluso al pHI de la relación original.
Incluso, más aún, dado que el marginal es superior en magnitud (el valor absoluto del coeficiente)
que la relación original, podríamos estar en condiciones de “girar el cuadro”. El giro hace referencia a cambiar las variables de posición, es decir ubicar la variable T (de control) como independiente y la variable
independiente (X) como de control.
Bibliografía
-
Cortés, F: Rubalcava, R.M. “Métodos estadísticos
aplicados a la investigación en Ciencias Sociales.
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-
Errandonea, Alfredo. Guias de Clase.
-
Errandonea,
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Multivariado
marginales”
pgs. 43-49.
-
Galtung, J. “Teoría y Métodos de la investigación
social”. EUDEBA Bs.As. 1978. Tomo I Cap 1 y 2.
-
García Ferrando, M. “Estadística descriptiva III:
Tres o más variables” En Socioestadística :
Introducción a la Estadística en Sociología”
Editorial Alianza Universidad Textos. España 1er
ed.1985.
-
Kendall, Patricia. “Introducción a las variables
adicionales y la elaboración del análisis” En
Hyman,H “Diseño y análisis de encuestas sociales”. Amorrortu Buenos Aires 1984. (Pags 339-400).
-
Lazarsfeld, Paul. “Interpretación de las relaciones estadísticas como métodos de investigación.
FCU N° 61
-
Lazarsfeld, P; Menzel, H. “Sobre la relación entre
las propiedades individuales y colectivas. En
Boudon y Lazarsfeld. Metodología de las Ciencias
Sociales. Análisis empírico de la Causalidad”.
Editorial Laia. Barcelona, 1966 (Vol II 59-76)
-
Simiand, Francois. “Sobre la explicación” (extraído de Le Salaire, l´evolution sociale et la mennaie,
Paris, 1932. En Boudon y Lazarsfeld “Metodología
de las Ciencias Sociales”. Tomo III. Análisis
empírico de la causalidad. Editorial Laia, 1966.
XY = ( xy, t1) + ( xy, t2) n2/ n + (xt) (ty)
Alfredo. “El papel lógico de las
de las relaciones en el análisis
de la asociación con parciales y
Revista de Ciencias Sociales. N° 4
En nuestro ejemplo:
.293 = (-.084) 31/61 + (-0.049) 30/61 + (0.55)(- 0.44)
-.293 = (-0.04) + (-0.02) + (- 0.24)
-.293 ~ -.30
A partir de ello, podemos afirmar que la igualdad se cumple y aceptar que el modelo planteado es
adecuado. Y además situarnos en un análisis del tipo
“elaboración por marginales” dado que ambos parciales tienden a 0.
Dado el sentido de las flechas (que representan
el sentido de determinación de las variables) estamos
en un caso de intermediación. Esto se interpreta como
que en realidad toda la relación que aparece (empíricamente) entre el sexo y la aprobación a Metodología
III, en realidad está intermediada por el número de
horas que trabajan los estudiantes. Es en realidad esta
variable la “verdaderamente determinante”, ya que
al medir la relación original en los parciales ésta prácticamente desaparece.
De esta forma, podemos concluir que a pesar
que se encuentra en la relación bivariada entre sexo
y aprobación, una proporción de las mujeres superior
a la de los varones que aprueban Metodología III, esto
se debe a que las mujeres trabajan en una proporción
menor que los varones más de ocho horas diarias. El
coeficiente de asociación PHI de la relación entre sexo
DESCRIPTORES: Sociología / Metodología / Análisis multivariado / Modelo Lazarsfeld
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
La creación de un instrumento específico:
la muestra probabilística
en ciencias sociales
Gabriel Errandonea Lennon
*
La condición reflexiva y voluntarista de ciertas unidades de análisis, en contraposición con las de los objetos
inanimados, nos llevan a plantear que la implementación del mismo instrumento en diferentes dominios disciplinarios, tiende a desdibujar las diferencias entre una y otra aplicación. La equiprobabilidad estadística de incorporación de casos en la muestra, garantizada por los procedimientos de selección aleatoria, es una realidad solamente cuando nuestras unidades de análisis no tienen la capacidad de afectar nuestra capacidad de seleccionarlas y de indagarlas. Las posibilidades y deseos de evadir la participación en nuestros estudios, debe suponerse
fuertemente conectada con las características personales de los individuos, grupos o, incluso, instituciones con
que nos encontremos trabajando. De manera que sus respuestas pueden tener un sesgo común y desconocido. De
manera que la participación en la muestra y el tipo de respuestas que quienes participan deciden no contestar, se
encuentra naturalmente sesgada por nuestro accionar técnico: es decir mediante la selección aleatoria. Visto en
esta forma, el muestreo probabilístico introduce debilidades de diseño que convendría minimizar. Nos encontramos abriendo formalmente una polémica que intuimos necesita mucho esfuerzo y reflexión aún para generar
acuerdos epistemológicos y metodológicos, que avalen y acrediten procedimientos específicos y adecuados a los
objetos con que normalmente tropiezan los investigadores en ciencias sociales.
Introducción
Según Jacinto Rodríguez Osuna (1996), para el
conocimiento de las características de una población
existen métodos alternativos al del censo, cuyo coste
económico y de tiempo se reducen considerablemente1 . En este sentido es que normalmente se plantean
las muestras probabilísticas en los distintos tipos de
investigación. Se trata así de un instrumento pensado
para la construcción de datos estadísticos, cuyo fin
es dar cuenta, es decir estimar, los valores o parámetros
correspondientes al universo de referencia, del cual
se extrajo dicha muestra. Se ha buscado contar,
ecuación costos-beneficio mediante, con un
instrumento que permita aproximaciones de buena
calidad y bajo margen de equivocación, a una realidad que de otra manera resultaría muchas veces inaccesible.
Como lo señala Mohammad Naghi Namakforoosh
(2000):
“No es conveniente medir todos los elementos de
una población en estudio por varias razones.
1. La medición de todos los elementos de una población requiere mucho dinero y tiempo.
2. Como la medición de todos los elementos de
una población requiere de mucho tiempo, cuando termina la etapa de recopilación de datos, la información captada no tendrá la misma validez, debido a
posibles cambios.
3. El censo paralizará todo el proceso normal de
la vida de la población; por ejemplo, si se decide probar la durabilidad de todas las lámparas producidas
por una fábrica, se paralizará la salida de toda la producción al mercado.”2
* Licenciado en Sociología, Diplomado en Investigación Social Aplicada a Estudios de Publicidad, Opinión Pública y Mercado, FCS-UDELAR.
Profesor Asistente, Dpto. de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República. — [email protected]
1
2
Rodríguez Osuna, 1996. Pág. 365.
Namakforoosh M. N. (2000). Pág. 186.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Ahora bien, el sentido último que acabamos de
citar, se enmarca en el entendido que dicha muestra
responde, con cierto grado de aproximación y error, a
una fotografía fiel de la población a la cual se busca
conocer; y que bastará con amplificar adecuadamente
los resultados obtenidos para contar con un
conocimiento confiable sobre la población de referencia.
Cuando los economistas y expertos en administración, como Namakforoosh, planifican muestras para
el control de calidad de un producto, por ejemplo de
bombitas en una línea de producción de una sección
de producción determinada, el objetivo es el mismo.
La selección sistemática de bombitas y su
sometimiento a controles de diferente tenor, supone
una manera de aproximarse al estado general de las
bombitas producidas en dicha sección. Es impensable,
como el autor lo demuestra con su ejemplo, contar
con un censo de las mismas. Pero además tiene muy
poca utilidad, en comparación con los altísimos costos
de hacer pasar a toda la producción de la sección por
dicho examen, aunque dicha prueba refiera a otras
características y no necesariamente a su durabilidad.
En la medida en que tenemos la suficiente seguridad que la muestra tomada, dará una vista
confiable del todo, de nada sirve, y en algunos casos
simplemente no es posible, intentar un relevamiento
exhaustivo. Las pruebas de sangre son un ejemplo
contundente de lo expuesto. Aunque en este caso
interviene otro factor, que por no ir al centro de la
cuestión aquí no discutiremos, y que refiere al grado
de variabilidad de la distribución del atributo
estudiado en la población, o parámetro poblacional3 .
Se entiende que este grado es bajísimo en el ejemplo
de la sangre, posibilitando una relación muy fiel entre
la distribución de atributos en los elementos
incorporados en la muestra y los integrantes de la
población de la cual fue extraída, aún habiendo
tomado como muestra un conjunto escasísimo de
elementos: es claro, como dice el dicho, que en este
último ejemplo, para muestra vale un botón. O, en
sentido metafórico y para manejar un ejemplo en el
ejercicio vulgar de la vida cotidiana: si se encuentra
bien revuelto, bastará una cucharada para estimar el
nivel de azúcar presente en el café con leche.
En ciencias sociales, no solamente los atributos
no se distribuyen tan homogéneamente como en algunos objetos de estudio de la biología, sino que además, las unidades de análisis que integran sus poblaciones tienen características bien diferentes, a las que
podamos encontrar en cualquier línea de producción.
Nos encontramos centrando nuestro interés en la condición reflexiva y voluntarista de estas unidades de
3
4
70
análisis, en contraposición con las de los objetos inanimados que normalmente preocupan a ciertas investigaciones.
De manera que la condición específica de ciertos objetos de estudio, entendemos nosotros, determinará fuertemente la utilidad y aplicabilidad del
instrumento de medición. Como se verá, la fiabilidad
y la confiabilidad del dato resultante se encuentran
implicadas en la afirmación anterior y será este el
centro de interés del presente esfuerzo.
El muestreo probabilístico
en su aplicación
específica en ciencias sociales.
La implementación del mismo instrumento en
diferentes dominios disciplinarios, tiende a desdibujar
las diferencias entre una y otra aplicación. Como se
sabe, uno de los supuestos detrás de todo muestreo
probabilístico, es que la probabilidad de inclusión en
la muestra para cada unidad de análisis es conocida.
Es decir, se parte del supuesto que es manipulable
por el científico, en el momento del diseño y de la
selección de la muestra, la probabilidad de
participación para los diferentes elementos integrantes
de la población. De tal manera que luego, y de forma
acrítica, se estiman los parámetros poblacionales
partiendo de las estadísticas muestrales y de su ajuste
a dichas probabilidades de inclusión.
Veamos cómo define y describe Namakforoosh,
el muestreo probabilístico, en comparación con las
metodologías determinísticas de muestreo:
“El muestreo probabilístico es un muestreo en el
cual todos los elementos de la población tienen posibilidad de ser seleccionados. (...) No hay manera de
asegurar que el muestreo sea representativo. Todas las
técnicas muestrales determinísticas están basadas en
el juicio personal del investigador. En efecto, es posible que estos juicios personales sean una buena estimación de las características de la población, pero los
modelos determinísticos de muestreo no permiten evaluar su grado de exactitud”4
“Por sus características, el muestreo probabilístico es más objetivo que el determinístico, pero también es más costoso, requiere de más tiempo y es más
difícil de aplicar; además no hay ninguna garantía de
que el muestreo probabilístico sea más representativo.
La ventaja principal del método probabilístico de tomar un muestreo es que se puede estimar el error
muestral o grado de precisión asociado con los datos
recopilados; en otras palabras, como el procedimiento
“Un parámetro de la población finita U puede definirse como una función de los valores poblacionales Y de la variable de estudio y resume el valor de una
i
característica para los N elementos de una población. Los parámetros vendrán determinados por diversos
factores: la población definida, la naturaleza de
las variables empleadas y el método de observación utilizado. Ejemplos de estos parámetros son el total, la media, el total de clase y la proporción.”
(Martínez, V. 1999; página 3)
Namakforoosh, op. cit. Pág. 187.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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de seleccionar elementos de la población para el estudio es probabilístico, todo el procedimiento está sujeto a leyes de probabilidad, o sea que se puede calcular
el intervalo de confianza.”5
Y es en este aspecto que queremos detenernos.
Los científicos sociales que normalmente realizan
sondeos mediante encuesta, implementan una
variedad importante de estrategias tendientes a
garantizar estos extremos, sabiendo la mayoría de
ellos, que la única garantía real se encuentra fuera
del laboratorio, fuera de su capacidad de instrumentación y control.
Las más de las veces, y cuando esto es posible,
estas garantías se buscan en la regularidad de los
sondeos, es decir mediante el permanente registro de
datos con sucesivas y diferentes muestras, y por la
simultánea indagación sobre las mismas poblaciones,
llevada adelante por diferentes equipos de investigación, que, si bien con objetivos y procedimientos
diferentes, buscan conocer los mismos aspectos sobre
las mismas o similares poblaciones. Esto ocurre
sistemáticamente en la investigación sobre conducta
electoral, que además cuenta con la virtud, poco común en otros objetos de investigación, de la contrastación irrefutable en el comportamiento electoral final.
Los investigadores especializados en opinión
pública o en conducta electoral, organizan los sondeos
en conocimiento de estos problemas y permanentemente controlan sus datos con los previamente
obtenidos por ellos mismos y por los publicados por
sus colegas. Ahora, cuál es el problema de fondo y
cómo debe ser conceptualizado para el ajuste y
resignificación del instrumento encuesta, es uno de
los problemas que pretenderemos poner de manifiesto, por lo menos de manera introductoria.
La utilización de la información generada mediante encuesta a muestras probabilísticas de individuos, supone de parte de investigadores, consultoras
y clientes, y por el público en general, la inversión de
importantes dosis de confianza. Confianza en que los
supuestos epistemológicos detrás del instrumento
concuerdan con la construcción del objeto al cual fue
aplicado, confianza en el purismo y en la excelencia
de los procedimientos realizados, confianza en la honesta declaración de problemas y sesgos y, finalmente, confianza en la honradez y experticia que animan
los análisis y contenidos comunicados. Todo este despliegue de confianza requiere que los resultados no
entren en flagrante contradicción con la realidad que
pretenden iluminar y que, cuando lo hagan, se responda con exigidas indagaciones y aclaraciones que
5
6
Homenaje a Alfredo Errandonea
pongan de relieve las causas del suceso y reparen las
sospechas sobre la validez del instrumento. De otra
manera, dicha confianza tendería a quebrarse dando
por tierra con las pretensiones de quienes luego quisieran ampararse, para su producción de conocimiento, en dichas técnicas.
Visto así, la problemática adquiere dimensiones
éticas que no nos corresponden y no queremos abordar
aquí. Pero también recoge problemas metodológicos
que, si bien conocidos por la mayoría de los que hacen
uso habitual de estas técnicas de investigación social,
no necesariamente se encuentran sistematizadas ni
divulgadas entre quienes esporádicamente la aplican,
una vez aquí y otra allá, perdiendo además, aún en
conocimiento, el resguardo técnico que señalábamos
sirve a aquellos especialistas cuyos temas generan
permanentes sondeos. Sin duda son desafíos bien
diferentes el indagar la intención de voto político
partidario de los habitantes de Montevideo, que
pretender conocer el nivel de ingreso y la proporción
y características del empleo de los egresados
universitarios no amparados por el sistema previsional
profesional de nuestro país6 . En un caso se vuelve
sobre los mismos aspectos, y toda gran desviación
sugiere y dispara procedimientos de control, avalados
en una historia de relevamientos y procesos
electorales, que para bien o para mal, ponen sobre
aviso a los investigadores de los parámetros límite en
que se desenvuelve la realidad que estudian. En el
segundo ejemplo, podrían pasar desapercibidos
gruesos sesgos, simplemente por no contar con
precedentes sobre la distribución de las variables de
interés. Así, por disparatados que parezcan los
estimadores resultantes de la muestra, aunque la
mayor parte de las veces tampoco lo parecen, en la
medida en que perfectamente podrían responder a
las formas sociales de esa realidad, se corre el riesgo
de tomar un estimador y un determinado intervalo
de confianza para el mismo, estimándose equivocadamente el valor del parámetro poblacional correspondiente. Sin saberlo se pone en jaque la veracidad
de las conclusiones a que se arribe, y, con ellas, el
buen juicio y reputación del investigador responsable. Por ejemplo, sabemos que hay profesiones particularmente masculinas o particularmente femeninas,
y a menos que nuestro relevamiento nos de una alta
proporción de “parteros” o de “ingenieras”, toda distribución puede estar reflejando una realidad y resultaría muy negativo e inmovilizante el sospechar de
todos y cada uno de los resultados estadísticos logrados.
¿Cómo logro márgenes de referencia para mis
parámetros muestrales? ¿Cómo evito que mi muestra
Idem. Pág. 191.
Uruguay cuenta con dos cajas de jubilación específicamente “universitarias”: la Caja de Jubilaciones y Pensiones de Profesionales Universitarios y la Caja
Notarial. Se encuentra en este momento en discusión parlamentaria una ley que permita la ampliación de la cobertura de la C.J.P.P.U. a todas la
profesiones universitarias; mientras esto no ocurra existe una cobertura parcial, dejando a una importante proporción de egresados universitarios en
desamparo específico (siendo amparados previsionalmente por otras cajas no específicamente concebidas para profesionales universitarios).
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
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caiga en la cola de la distribución sin enterarme? Los
instrumentos estadísticos se enfrentan en todos los
casos con el mismo problema: estiman bajo supuestos probabilísticos que no se corresponden con las
características de los objetos de estudio más frecuentes en ciencias sociales, ya que suponen la aplicabilidad de la igual probabilidad de participación de
todos los sujetos en las muestras posibles.
La temática de fondo sugiere muchas puntas y
abordajes y sería estéril enumerar por la negativa todas
las perspectivas que dejaremos de lado. Baste con
aclarar que no transitamos un camino asimilable al
de las objeciones y prevenciones señaladas por
Bourdieu, que muy acertadamente descarga sobre el
instrumento encuesta de opinión pública en general.
En este punto las diferencias de sentido resultan
relevantes a nuestra definición y por ello
detengámonos un poco en ellas.
Bourdieu, en un célebre discurso oral destinado
a no especialistas (Bourdieu, 1972), atacó tres
postulados de las encuestas de opinión:
1. Todo el mundo es capaz de formular una opinión.
2. Todas las opiniones tienen el mismo peso.
3. Hay acuerdo, o consenso, sobre las preguntas que
vale la pena plantear.
Ataca a la encuesta de opinión por tratarse de
un instrumento de acción política:
“... su función más importante consiste, quizá,
en imponer la ilusión de que existe una opinión pública como sumatoria puramente aditiva de opiniones
individuales. (...) Esta opinión pública es un simple y
puro artefacto cuya función es disimular que el estado
de la opinión en un momento dado es un sistema de
fuerzas, de tensiones, y que no hay nada más inadecuado para representar el esta de la opinión que un
porcentaje.”7
Bourdieu discute la problemática del “no contesta” como indicativa de los problemas de formulación y ubicuidad de las preguntas, y señala que en
realidad, elegir entre opiniones, es elegir entre opiniones constituidas, es decir sostenidas por grupos:
“elegir entre opiniones es, claramente, elegir entre
grupos”8 . Pero no solo no discute el problema de la
selección de los casos, sino que lo desestima como
problemática de poco interés:
“A menudo se le hacen reproches técnicos a las
encuestas de opinión. Por ejemplo, se cuestiona la
representatividad de las muestras. Pienso que, en el
estado actual de los medios utilizados por las empre7
8
9
10
11
12
72
sas que realizan encuestas, la objeción apenas tiene
fundamento.”9
Claro que la precedente reflexión de Bourdieu
debe ser entendida en el marco, ya referido más arriba,
de la periodicidad de los relevamientos y de la
acumulación de elementos de juicio que permite,
parafraseándolo, “en el estado actual de los medios
utilizados por la empresas que realizan encuestas” ,
detecatar posibles desviaciones importantes de los
registros obtenidos. Pero todo esto no es aplicable, y
así deja en su total vigencia la preocupación planteada,
a la utilización del instrumento “muestra
probabilística” en forma puntual y hasta esporádica,
a un objeto específico del interés científico.
Lo que nos interesa señalar aquí, por lo menos
inicialmente, tiene que ver con el fuerte e inevitable
desfasaje entre el universo, la población, el marco
muestral y la muestra finalmente examinada de
unidades de análisis, normalmente confundidos uno
con el otro y sustantivamente diferentes en cualquier
estudio a muestra probabilística sobre poblaciones
conformadas por individuos o grupos de individuos
socialmente determinados. Pero primero, antes de
adentrarnos en lo medular del asunto, revisemos
algunos conceptos metodológicos centrales.
Algunas precisiones conceptuales
Universo y Población:
Como lo señalan Azorín y Sánchez-Crespo10 , según el diccionario de Kendall y Buckland, se llama
población (o universo) a cualquier colección finita o
infinita de individuos o elementos. Para Blalock, en
este mismo sentido, “los términos de población y
universo (universe) suelen ser intercambiables en la
literatura estadística”.11 A su vez Namakforoosh, formalmente declara este mismo principio de
indiferenciar ambas expresiones, generalizando en su
texto el uso de la expresión población.
Pero el asunto parece ser un poco más complejo
y delicado. Si bien Namakforoosh se refiere a la población como la “especificación de los sujetos de quienes se desea obtener la información”12 , en un evidente esfuerzo de generalización en la implementación
de la expresión, luego recurre a complementos expresivos para diferenciar su uso para diferentes tipos de
grupos de elementos. Observemos, por ejemplo, el siguiente párrafo (los subrayados son nuestros):
Bourdieu, P. (1972). Página 222.5 Idem. Pág. 191.
Ibid. Página 229.
Ibid. Página 221.
Azorín F. y Sánchez-Crespo J. L. (1986). Página 17 y 18.
Blalock H. M. (1960). Página 119.
Namakforoosh, op. cit. Página 77.
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“En otras palabras, la población es el total del
caso del estudio. Es importante definir la población
en estudio, hasta el nivel de grupo específico dentro
de una población, (...) además de especificar qué
unidades de la población hay que excluir; es decir,
fijar un mínimo de límite geográfico y de período.”13
Al parecer, entre los elementos de la “población”
es posible delimitar geográfica y temporalmente, pero
eventualmente con cualquier atributo discriminante
de interés, un subgrupo de ésta que recibiría el
denominativo de “población en estudio”.
Por su parte Azorín y Sánchez-Crespo, antes de
incorporar la expresión “población” en forma
indistinta, se ocupan de exponer algunas diferencias
de acepción que estos términos han ocasionalmente
adquirido:
“A veces se ha dado distinto significado a los
términos universo y población, indicando con el primero un conjunto de elementos, individuos, unidades,
seres y objetos, y con el segundo un conjunto de números obtenidos midiendo o contando ciertos caracteres de los mismos. De este modo, de un sólo universo,
según el carácter o caracteres que se midan, podrán
obtenerse poblaciones uni o pluridimensionales.”14
En este sentido, parece que universo se asimila
a población y población a matriz de datos en el sentido de “marco”. En esta forma se juega una suerte de
evasión que deja intacto el problema. Este punto queda
claramente expuesto en el siguiente esfuerzo por
determinar los diferentes aspectos del problema
nominativo (nuevamente los subrayados son nuestros):
“La población que se intenta investigar o población objetivo, puede considerarse como un modelo cuya contrapartida en el mundo real estaría formado por otro conjunto en el que existen omisiones,
duplicaciones y unidades extrañas. Por otro lado, la
información no podrá obtenerse de algunas unidades
por diferentes motivos, como la inaccesibilidad para
unos medios dados, las negativas a colaborar o las
ausencias, (…) todo esto hace que el conjunto que
realmente es objeto de la investigación y al que denominamos población investigada, difiera de la población objetivo. (…) Al conjunto de unidades a partir
del cual se selecciona la muestra lo denominaremos
población marco. (…) A su vez la población investigada podría deducirse de la población marco si se
conociesen las unidades de las que, con unos recursos
dados, no podría obtenerse información. (…) Marco,
en este sentido restringido, es un listado de unidades,
13
14
15
16
Homenaje a Alfredo Errandonea
mientras que en un sentido amplio incluye toda la
información que puede ser utilizada en los procesos
de estratificación, selección y estimación”15
Entonces parece que, además de haber una
diferencia importante entre los elementos del “mundo
real” y la población objetivo, existe una suerte de
geografía de conjuntos y subconjuntos consecutivos,
que viene siendo descrita en todos los casos con el
denominativo “población” más un término
especificador. Así la “población” difiere y contiene a
la “población objetivo”, que a su vez difiere y contiene
a la “población marco”, que finalmente es capaz de
proveernos de entre sus filas los elementos necesarios
para conformar la “población investigada”. Lo que en
la jerga cotidiana conocemos como “universo”, “población”, “marco muestral” y “muestra”, respectivamente.
Como se comprenderá, queda de manifiesto la
compleja y necesariamente distinguible relación entre la idea comúnmente indiferenciada de universo o
población, el marco muestral y la muestra.
En el contexto de este trabajo, es de vital importancia detectar claramente estas distancias en
su dimensión metodológica y operativa, ya que es en
la lógica práctica de la investigación que queremos
pararnos para recomponer un panorama extremadamente abstracto en sus definiciones y recomendaciones operacionales, que luego se traduce en procedimientos que la propia ciencia no ha dado lugar a discutir y sistematizar.
Marco Muestral:
Namakforoosh describe el marco muestral como
la “lista de los elementos de la población de los cuales se toma el muestreo”.16 Como acabamos de ver
para Azorín y Sánchez-Crespo, se trata de un listado
de unidades, o en el sentido más amplio una matriz
de datos que incluye la caracterización de las mismas
en términos de los atributos conocidos y considerados de utilidad para el mejor ajuste de la muestra a
seleccionar. Por su parte Abad y Servín (1978) nos
facilitan una definición más amplia que creemos conveniente presentar aquí:
“Marco de referencia muestral o marco muestral
es una manera o medio de representar e identificar a
los elementos o unidades en la población. En el caso
de los trabajadores de una fábrica, el marco puede
estar formado por la nómina más reciente. Lo mismo
puede ser válido para los empleados de alguna institución gubernamental. (...)
Idem. Páginas 185 y 186.
Azorín y Sánchez-Crespo op. cit. Página 17.
Idem. Página 18.
Namakforoosh, op. cit. Página 187.
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Homenaje a Alfredo Errandonea
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Existen casos en los cuales el marco queda representado por un conjunto de fotografías aéreas o de
mapas, en los que se han identificado segmentos de
área o manzanas de ciudades. A menudo, además de
identificar a las unidades muestrales se les suele añadir algunas características de interés, como pueden
ser medidas de su tamaño, es decir, atributos de ellas
que nos permiten saber lo importante que es cada
unidad para algún estudio específico. (...)
Es deseable que el marco contenga a todas las
unidades muestrales que son de nuestro interés, y que
no incluya unidades falsas, o sea, elementos que son
ajenos o que dejaron de pertenecer a la población.”17
En cualquier caso, parece haber un acuerdo
mayor entre todos los autores consultados que el alcanzado para las ideas de universo y población, y esto
nos habilita a un uso preciso del término: el marco
muestral es siempre, una depuración de las unidades
componentes de la población, o de la manera en que
se distribuyen espacialmente en un determinado
espacio, en términos tales que puede utilizase como
base operacional para la selección de los casos integrantes de la muestra. Todo esto supone un listado
que cuente entre sus campos, con una variable de
identificación individualizante, normalmente la
numeración de 1 a N de todos los elementos pertenecientes a la población o de las unidades espaciales
que contienen a dichos elementos, de manera tal que
depura duplicaciones, faltantes y elementos no pertenecientes.
Como paso en el proceso de investigación, esta
determinación resulta de la mayor importancia y,
normalmente, representa el espacio operacional donde se concentran las mayores dificultades operativas
reales para la determinación efectiva de los casos que
finalmente brindarán la información necesaria.
formación, es en sí diferente del grupo de casos seleccionado para ser indagado18 ; como decíamos al principio, sustantivamente diferente en la mayoría de los
objetos de estudio de las ciencias sociales.
Los problemas del método probabilístico
Retomando todo el asunto y para examinarlo a
la luz de las implicancias existentes en términos
probabilísticos, debemos referirnos a él desde un
lenguaje un poco más matemático. En teoría de probabilidades, y consiguientemente en teoría de
muestreo probabilístico, la probabilidad de que la
unidad ui pertenezca a una muestra de n unidades es:
Si definimos una variable aleatoria cualquiera,
por ejemplo “x”, que para un muestreo sin reposición
tome los valores:
Y siguiendo la exposición de Azorín y SánchezCrespo al respecto19 , tendremos que su esperanza
matemática es:
entonces, considerando la característica poblacional:
Muestra:
Tampoco parece haber demasiados problemas
para la definición de la idea de “muestra”; a menos
claro que nos internemos en las diferentes clasificaciones de tipos de muestra. De todas maneras, todas
las discrepancias parecen tener base nominativa y
carecen de relevancia en el presente trabajo. Baste
con decir que la muestra es el conjunto de elementos
de la población, que finalmente brindó la información
requerida para los fines y objetivos de investigación.
Igualmente remarcaremos más adelante la importancia
de esta distancia: por tratarse de una suma de casos
“logrados”, la muestra que brinda finalmente la in17
18
19
74
y su estimador lineal:
y, tomando esperanzas sobre la única variable
aleatoria, xi, tenemos:
Abad y Servín (1978). Páginas 21 y 22.
A su vez, la muestra final siempre difiere del listado o muestra inicial, resultante de la extracción de casos del marco muestral. Normalmente ya se
anticiparon los problemas de rechazo e incapacidad de ubicación, mediante la selección de listados sustitutivos. La muestra final, es entonces una
combinación de elementos de ambos listados (muestra inicial y listados de sustituciones).
Azorín y Sánchez-Crespo op. cit. Página 57 y ss.
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Homenaje a Alfredo Errandonea
^
Todo lo cual nos lleva al θ insesgado cuando:
Siguiendo este razonamiento, nos encontramos
con que:
De manera que es necesario que se verifique una
distribución aleatoria para la variable xi, de manera
que la característica poblacional θ resulte estimable
^
insesgadamente por θ. Y como la relación de
estimación sigue un razonamiento tautológico, por
el cual la proporción entre N y n son la parte y la
garantía del asunto, estamos enfrentados a un solo
elemento garante de la exactitud de nuestra
estimación: el efecto, probabilísticamente neutralizador de los sesgos, del azar.
Pero como cuando queremos relevar la información referida a la unidad uj, y la unidad uj tiene
que ser sustituida porque ha sido inubicable o porque
dicha unidad declinó proporcionar la información
necesaria, entonces la remplaza la unidad uj+1. Cuando
esto se confirma se entra en conocimiento que la
unidad uj tenía una probabilidad cero de participar
de nuestra muestra20 .
Así la probabilidad de la unidad uj+1 deviene la
suma de su propia probabilidad más la de la correspondiente a uj y la población inicial
se transforma en la
y el total
pasaría a ser:
Si pudiéramos determinar la relación entre el
rechazo o la inubicabilidad de la unidad uj y el
parámetro de X que se busca conocer, estaríamos en
20
condiciones de establecer el grado y tipo de sesgo en
la diferencia entre X’ y X y el sesgo “B” se determinaría por
Pero ocurre que no tenemos este dato. La
estrategia general es suponer la mutua compensación
de estos sesgos, nuevamente basándonos en su distribución aleatoria. En otras palabras, si las diferencias entre uj y uj+1 son producto del asar, es decir que
las unidades que no tenían oportunidad de ser incorporadas en la muestra no tienen nada en común vinculable a dicha incapacidad corroborada de indagarlas, entonces puede esperarse que la suma de los sesgos
tienda a cero.
Pero en definitiva el hecho es que no sabemos
nada respecto de estas relaciones. Y el supuesto reseñado no es otra cosa que un instrumento para no
inmovilizarnos.
En realidad tendríamos que suponer lo opuesto:
en la mayoría de los casos, la variable en estudio
sostiene relaciones de determinación variable con los
factores que dificultan la incorporación de ciertas
unidades de análisis en la muestra. Si la producción
de conocimiento responde al rigor científico de
someter a las más rudas pruebas nuestros hallazgos,
de manera de incrementar las probabilidades de no
rechazar nuestras hipótesis nulas, corriendo el riesgo
de descartar explicaciones posibles pero tendiendo a
no correr el riesgo de aceptar explicaciones erróneas,
entonces el supuesto base tiene que problematizar y
complejizar nuestro abordaje y no simplificarlo
excesivamente.
En definitiva estamos ante una encrucijada que
los estadísticos más acérrimos se niegan a reconocer.
La equiprobabilidad estadística de incorporación de
casos en la muestra, garantizada por los procedimientos de selección aleatoria, es una realidad solamente
cuando nuestras unidades de análisis no tienen la
capacidad de afectar nuestra capacidad de seleccionarlas y de indagarlas. En la mayoría de los objetos
de investigación en ciencias sociales, esta doble problemática caracteriza peligrosamente a las unidades
de análisis. Normalmente los individuos y los grupos
tienen posibilidades y deseos diferentes de evadir su
participación en nuestras muestras y como lo señala
magistralmente Bourdieu (1972), además las probabilidades de que el comportamiento responda a la
actitud tampoco son iguales ni conocidas, de un individuo a otro, en tanto que el instrumento muestra
probabilística supone lo contrario. Claro que este
último elemento se encuentra lateralmente ligado a
nuestro planteamiento, teniendo que postergar para
otra oportunidad su tratamiento.
Idem. Página 55.
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Homenaje a Alfredo Errandonea
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Pero queda de manifiesto que la peligrosidad
señalada tiene además como complemento, el hecho
de que las posibilidades y deseos de evadir la
participación en nuestros estudios, debe suponerse
fuertemente conectada con las características
personales de los individuos, grupos o, incluso, instituciones con que nos encontremos trabajando. De
manera que sus respuestas pueden tener un sesgo
común y desconocido.
Entonces, tanto las posibilidades como los
deseos, son atributos que se relacionan fuertemente
con aspectos centrales en toda investigación social y
dicha relación nos es ajena y, en muchos casos,
inaccesible. De manera que la participación en la
muestra y el tipo de respuestas que quienes participan deciden no contestar, se encuentra naturalmente sesgada por nuestro accionar técnico: es decir mediante la selección aleatoria. Visto en esta forma, el
muestreo probabilístico introduce debilidades de diseño que convendría minimizar.
Es aquí donde jugamos nuestra mayor apuesta,
donde corremos el riesgo de sofocar con la validez
per sé del instrumento, los requerimientos epistemológicos del objeto, y de torcer la realidad involuntariamente, y, por ello, no críticamente. Este es el corral
de ramas, donde se juega el partido de la certeza
técnica y de la futura credibilidad del instrumento.
Y es por eso que tenemos que comenzar a discutir
académicamente, los instrumentos que por la vía de
los hechos se encuentran ya en práctica. Es que demorar esta discusión, sólo puede justificarse mediante el temor a agitar las aguas de los procesos
metodológicos reales de implementación de esta técnica. Y contamos con el convencimiento que el único
camino razonable para ajustar, y en definitiva crear,
el instrumento “muestra probabilística” adecuado a
los objetos que normalmente enfrenta el investigador en ciencias sociales en su tarea cotidiana, es el
del debate metodológico profundo y el del ajuste por
círculos concéntricos de los procedimientos más adecuados y aceptados por la comunidad científica toda.
Este es un camino de legitimación del instrumento y de aportar lo fundamental en la acumulación de conocimiento, es decir de poder brindar
comunicación explícita del cumplimiento de procedimientos satisfactorios, compartibles y reproducibles,
en la generación de conocimiento científico sobre la
realidad social.
Es en este sentido que queremos iniciar una
discusión técnica al respecto. Y decimos iniciar, justamente por que las prácticas cotidianas han resuelto individualmente estos problemas por la vía de los
hechos y toda la polémica académica al respecto no
ha dejado de ser un teléfono descompuesto. Las relaciones interpersonales, de gran utilidad para la resolución de lo cotidiano, son sin embargo inadecuadas
para la crítica de los instrumentos y más aún para la
76
validación, sistematización y generalización de procedimientos nuevos y, en alguna medida, de ruptura
con los procedimientos formalmente aún sostenidos
por la academia.
Si estamos en lo cierto, la realidad es que el
objeto de investigación en ciencias sociales, es un
objeto cuya definición teórica y conceptual requiere
de cierta mirada pragmática. Si hay unidades de
análisis que tienen muy baja probabilidad de participar en un relevamiento, probabilidades diferenciales
que no responden a mecanismos de estratificación de
laboratorio, entonces es necesario discutir los procedimientos adecuados y los límites metodológicos que,
de ignorarse, inefablemente se volverán contra los
propios objetivos de investigación socavándolos en
sus cimientos.
El Muestreo Probabilístico
y Representativo por Cuota
El procedimiento necesario a que hacemos
referencia, instalado sin embargo hace tiempo en la
práctica diaria de la investigación social aplicada, no
es posible encontrarlo en ningún manual de muestreo
o metodología de la investigación social.
Quienes tienen la necesidad de cotidianamente
pensar y poner en práctica relevamientos, por ejemplo,
de opinión o actitudes de consumo, acuden a una
singular combinación metodológica: cuotifican sus
muestras probabilísticas, utilizando como medio de
determinación de las proporciones fijas, la propia
variable estratificadora en un cruce múltiple con otra
u otras variables de base (como ser Sexo y Tramo de
edad, pero también variables como Condición de actividad laboral o Área de Conocimiento Profesional).
La mayor probabilidad de obtener casos con
determinadas cualidades específicas, potenciada por
la particular tendencia de algunas personas a negarse
a dar respuesta al cuestionario o a la entrevista, hace
que la instrucción de campo que limita la cantidad de
casos de este tipo por encuestador o entrevistador,
siempre resulte necesaria.
¿Qué ocurre en estos relevamientos con los
principios de aleatoridad? ¿Qué garantiza que los
diferentes intervalos de confianzas calculados tienen
validez? Entre otros problemas, no existen procedimientos avalados por la comunidad científica que
puedan ser seguidos, lógicamente conspirando así
mismo en su comunicación. Pero además no existen
procedimientos de estimación adecuados, que
permitan a su vez avalar los intervalos de confianza
calculados.
Pero de todas maneras, las distribuciones resultantes, no por ignorar los sesgos tras los inubicables
y los rechazos, se tornan probabilísticamente
determinables. En otras palabras, los instrumentos
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
ARTICULOS
probabilísticos que todos los autores recomiendan
como medio idóneo para controlar los márgenes en
que los parámetros pueden ser estimados, se
encuentran fuera del alcance del investigador, cuando
éste enfrenta un objeto de estudio de las características que aquí viene preocupándonos. Todo esfuerzo
técnico convencional se encuentra condenado al
fracaso antes de su despliegue. Y toda rigurosidad
técnica deviene entonces un rezo.
Creemos que existen dos fuentes de problemas
que conviene diferenciar. Por una parte, con unos
medios determinados, partimos de la existencia de
probabilidades diferentes de inclusión en la muestra,
entre las unidades de análisis aparentemente igualadas
en sus probabilidades de selección mediante los
procedimientos convencionales. En este sentido es que
proponemos la incorporación formal del instrumento
“cuota” en el diseño mediante muestra probabilística,
para tender a igualar estas probabilidades,
disminuyendo los problemas de sesgo, sólo detectables
(cuando lo son) con posterioridad al relevamiento y
garantizando la representatividad, por lo menos para
los espacios de propiedades definidos por las cuotas.
Representatividad que nunca fue capaz de garantizar
el método probabilístico.
La otra fuente de problemas tiene que ver
con la inclusión teórica en la población, de unidades de análisis que no cuentan con ninguna
probabilidad de ser incluidas en una muestra. Este
extremo representa problemas de una seriedad
diferente. Es evidente que en la mayoría de los
casos será muy difícil identificar a estos elementos
a priori. Por otra parte, y para el caso en que se
identificaran total o parcialmente (dependiendo
del caso y para unos medios determinados),
correspondería su exclusión formal de la población.
Esto trae todo tipo de problemas conceptuales, de
diseño y para el posterior análisis. Aunque claro
está, su no tratamiento no mejora las cosas, simplemente las oculta.
En este contexto se hace difícil y cuestionable
la acumulación, quedando exageradamente bajo
resortes de confianza interpersonal, la validez última
de los resultados de investigación. Las aguas se verán
tarde o temprano agitadas por una necesaria especificación y homogeneización de procedimientos y garantías. Avance que necesariamente requiere del intercambio, crítica y acumulación propios de la
reflexión científica.
En este sentido es que estamos “remando”,
abriendo formalmente una polémica que intuimos
necesita mucho esfuerzo y reflexión aún para generar
acuerdos epistemológicos y metodológicos, que avalen
y acrediten procedimientos específicos y adecuados a
los objetos con que normalmente tropiezan los
21
Homenaje a Alfredo Errandonea
investigadores en ciencias sociales. Es claro que no se
trataría de una negación de los procedimientos hasta
ahora entendidos como válidos. Más bien proponemos
su circunscripción a objetos de investigación
específicos, incapaces de resistirse a la observación.
Para los demás tipos de interés, recomendamos incorporar instrumentos de diseño de sondeos adecuados
y limitar las poblaciones expresamente a límites, ya
no sólo geográficos o temporales, sino también sociales, en función de la real capacidad de lograr su participación en las muestras.
La posibilidad de integrar los métodos
probabilístico y determinista, en una combinación que
nadie puede sostener novedosa, ya que de hecho viene
resolviendo en la práctica las dificultades de ubicar,
por ejemplo, a hombres o a personas especialmente
activas o a personas asistidas por cuadros técnicos y
administrativos medios, que filtran y comprometen
seriamente la real probabilidad de su incorporación
en una muestra concreta con medios determinados.
El diseño determinístico, permite en su variante de muestreo por cuotas, asegurar la representación directa de grupos comúnmente caracterizados, y
aún, permite al interior de estos espacios la selección
por azar de los casos, brindando, mediante la teoría
de las probabilidades, todas la herramientas de estimación necesarias, comenzando por el intervalo de
confianza.
Claro que esto obliga a la determinación de
un “n i” mínimo por espacio de propiedad definido
o cuota, obligando en muchas oportunidades a la
estratificación no proporcional de las muestras y
a la consiguiente complicación de los procesos de
cálculo posteriores. Pero resultaría un medio
generalizable y reproducible de indagación científica. De todas maneras, y si estamos en lo cierto,
las garantías convencionales son más un deseo o
una legitimación ideológica, que un recurso
científico veraz.
El problema radica entonces en aceptar la
especificidad del objeto de investigación en ciencias
sociales y lanzarse en la búsqueda del instrumento
más adecuado a él, por complejo que éste resulte.
Como lo expone brillantemente Beltrán:
“La sociología no ha de tomar como modelo a
las ciencias físico-naturales: las ciencias sociales son,
efectivamente, ciencias, pero de diferente manera en
que lo son ‘las otras’, las ciencias por antonomasia.”21
“... ha de afirmarse al condición a la vez empírica y normativa de la sociología, del mismo modo que
han de tener cabida en ella la hermenéutica y la
explicación causal (...) y todo por la peculiaridad de
su objeto, que no exige menos para ser descrito y, si
cabe, explicado. (...)
Beltrán, M. (1986). Página 17.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
77
Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
Lo que importa (...) es apreciar hasta qué punto
se trata de una realidad peculiar, tanto que genera la
especificidad de todas las teorías y métodos que han
de habérselas con ella.”22
“... la afirmación del pluralismo cognitivo y
metodológico en Sociología (...) es una exigencia
epistemológica derivada de la peculiaridad de su objeto, la realidad social, extremadamente complejo y
heterogéneo.”23
Proponemos un camino, en modo alguno
contamos con respuestas concluyentes aún, aunque
por la vía de los hechos estos problemas, como en
realidad en la práctica diaria no admiten dilaciones,
han encontrado vías de resolución independientemente de la atención puesta en ellas por la academia.
Cuando un relevamiento incorpora con facilidad
a “amas de casa” y requiere, bajo la forma de una
instrucción de campo, la limitación para estas, en
realidad se ha cuotificado sobre la marcha la muestra,
por lo menos, en dos grandes cuotas: se diferencia a
las “amas de casa” de los “otros”, de manera de garantizar una cierta participación de “otros” en el
relevamiento. Es claro entonces que, o se proceso un
importante cambio en la composición de la población,
es decir que existe una proporción mucho más alta de
“amas de casa” de la conocida, o en realidad la
probabilidad de inclusión en una muestra de unos y
otros se encuentra mediada por factores desconocidos e incontrolados.
Todos estamos en conocimiento que este último
aspecto es una condición asumida por las empresas
que realizan encuestas de opinión y que refiere una
dificultad para el trabajo de campo verificada
sistemáticamente por las mismas en su desempeño
cotidiano. Hasta qué punto un objeto de investigación específico, al cual se enfrenta puntualmente
un investigador bien intencionado, es abordable con
el instrumento muestra probabilística de manera
fiable resulta, tal vez, una discusión estéril; pero la
capacidad de diseño a que puede acceder para
disminuir el riesgo, en modo alguno lo es. Este es el
emprendimiento de interés; es el esfuerzo que proponemos.
Bibliografía consultada:
Abad, Adela y Servín Luis A. (1978). Introducción al Muestreo. Editorial Limusa S.A. de C.V.
Grupo Noriega Editores, México, D.F. (1993).
Azorín, Francisco y Sánchez-Crespo José Luis
(1986). Métodos y aplicación del muestreo. Editorial
Alianza, Madrid.
Beltrán, Miguel (1986). “Cuestiones previas
acerca de la Ciencia de la Realidad Social”. En: El análisis de la realidad social. Métodos y técnicas de investigación. García Ferrando, Ibáñez, Alvira (comp..).
Madrid, Editorial Alianza (1986).
Blalock, Hubert M. Jr. (1960). Estadística Social. Fondo de Cultura Económica, México (1986).
Bourdieu, Pierre (1972). “La opinión pública
no existe”. Conferencia impartida en Noroit (Arras),
publicada en: Cuestiones de sociología. Ed. Istmo
(2000).
Galtung, Johan (1965). Teoría y métodos de la
investigación social – Tomo I. Editorial Universitaria
de Buenos Aires, Ediciones Previas / Sociología,
Buenos Aires (1966).
Martínez, Valentín (1999). Curso de Postgrado
1999-2000, “Formación de Especialistas en Investigación Social Aplicada y Análisis de Datos”: Métodos
de Muestreo - Módulo I: Diseño de una investigación
social. Centro de Investigaciones Sociológicas. Maestría en Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales
de la Universidad de la República, Montevideo (2000).
Namakforoosh, Mohammad Naghi (2000).
Metodología de la Investigación. Editorial Limusa S.A.
de C.V. Grupo Noriega Editores, México, D.F. (2001).
Rodríguez Osuna, Jacinto (1996). “La muestra: teoría y aplicación”. En: El análisis de la realidad
social. Métodos y técnicas de investigación. Compilación de García Ferrando M., Ibáñez J. y Alvira F. Alianza
Editorial, Madrid (1996). Págs. 365 a 398.
DESCRIPTORES: Muestreo / Muestra por cuotas / Metodología / Investigación
22
23
78
Idem, página 18.
Idem, página 26.
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ARTICULOS
Homenaje a Alfredo Errandonea
Los estudios de la mujer y de los jóvenes
en la construcción del conocimiento
sociológico uruguayo
Beatriz Lovesio* — Nilia Viscardi**
El artículo analiza la producción sociológica uruguaya referida a dos segmentos sociales específicos:
el de las mujeres y el de los jóvenes. A través del desarrollo de cada uno de los temas, a lo largo del
período 1950-1989, se busca mostrar la emergencia de la discusión y su recorrido dentro de la
Sociología Nacional: desde las investigaciones más importantes y sus autor@s, pasando por las
principales discusiones, enfoques y metodologías adoptadas hasta los ámbitos en que tuvieron lugar.
De esta manera, el énfasis está puesto en recuperar la construcción de estas dos áreas de
conocimiento, observando cómo se pasa de la existencia de un segmento social, sobre el que se
producen datos, a la generación de un corpus teórico con conceptos propios y definiciones sociológicas
de la categoría, asociada al análisis de problemas y temas específicos, considerados claves en la
comprensión de la situación social de las mujeres y los jóvenes uruguayos.
Introducción
El artículo que aquí se presenta se enmarca
en el Proyecto “El proceso social de la sociedad
uruguaya en la segunda mitad del siglo XX, según
sus sociólogos”1 , que se desarrolló en el Area de
Estructura Social del Uruguay del Departamento
de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales, y
fue financiado, casi en su totalidad, por la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC).
A grandes rasgos, el objetivo general consistía en conocer y analizar la producción de conocimiento científico social generado en el Uruguay
en el campo de las Ciencias Sociales, desde 1950
hasta 1989, de forma de colectivizar
acumulativamente la misma. En esta dinámica, la
atención estuvo dirigida a dos cuestiones principales que tuvieron como propósito: por un lado,
examinar las diferentes preocupaciones manifes-
tadas por los estudiosos e investigadores, a lo largo del tiempo, rescatando el enfoque dado a las
mismas; y, por otro, reconstruir, entender e interpretar la evolución de la estructura social del país
en esa segunda mitad del siglo XX.
Para ello, se creó una base de datos, con el
propósito de montar una infraestructura organizada, que contemplara la revisión de los trabajos
publicados sobre la sociedad uruguaya, en el período mencionado, y brindara elementos asertivos
y útiles al debate mantenido por la comunidad
académica. Se trata de trabajos que tuvieron alguna inserción académico-institucional o profesional,
contribuyendo al conocimiento sociológico de nuestra sociedad con una perspectiva científica.
La información, procesada y codificada, se ingresó mediante fichas2 en las cuales además de los
datos generales de los trabajos publicados, están
registradas las hipótesis, hallazgos y/o conclusio-
*
Profesora Adjunta del Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República. Doctora en Sociología
UnB, Brasilia, Brasil. — [email protected]
** Profesora Asistente del Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República. Master en Sociología
por el IFCH-UFRGS, Brasil. — [email protected]
1
2
Este proyecto estuvo a cargo del Prof. Alfredo Errandonea, desde sus inicios en 1993 hasta su fallecimiento ocurrido en el mes de agosto del 2001.
Las fichas fueron ingresadas en el programa de almacenamiento de datos ISIS y cada una de ellas constituye un registro –MFN- identificado numéricamente.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
79
Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
nes que expresan el pensamiento de l@s autor@s.
A partir de su sistematización y análisis se buscaría responder cuestiones tales como, por ejemplo,
qué tipo de preocupaciones predominaron en la
sociedad uruguaya durante esos años, sobre qué
base científica se interpretó y analizó el proceso
social, dentro de qué entorno permanecieron, cambiaron o emergieron los énfasis temáticos o
paradigmáticos, entre otros aspectos relevantes que
contribuyeran a mostrar la dinámica social por la
que transitó la sociedad uruguaya en esos períodos.
De esta manera, el material relevado se organizó temáticamente en base a dos grandes agrupamientos -Estructura Social e Integración Social- y
su correspondiente desagregación. Así, parte de
este acervo (hallazgos y conclusiones) se ordenó
para su edición y se establecieron unidades temáticas que sirvieron de guía para los cuatro volúmenes publicados3 . Esa tematización, en gran parte
recostada a la forma en que Alfredo Errandonea
pensaba la sociedad uruguaya (véase “Historia Institucional de la Sociología” en esta misma Revista), estuvo definida bajo una concepción de estructura social abarcativa de dimensiones sociales
tales como demografía, clases sociales, espacios
sociales, subsistema económico, etc.
En este marco, y de acuerdo a la periodización
establecida inicialmente, la preparación y edición
de los volúmenes fue mostrando, en esos cuarenta años de desarrollo de la sociología en nuestro
país, el surgimiento de temas y autores, las principales discusiones, las investigaciones más importantes, los ámbitos en que tuvieron lugar así
como los enfoques y metodologías adoptadas. De
la relectura de este proceso, puede observarse que
la organización temática dada a la producción sociológica uruguaya podría ser modificada y
readecuada -al menos en algunos temas- discusión que, lamentablemente, quedó en el debe del
equipo.
El análisis global de la información relevada
en el período 1950-1989 mostró que, en gran parte de la producción sociológica, el énfasis estuvo
puesto en los aspectos estructurales macrosociales.
Asimismo, en las primeras décadas de la segunda
mitad del siglo XX, la idea generalizada entre los
autores (Ganón, 1966; Solari, SRN, 1958, 1959;
Garmendia, 1960) de que la sociedad uruguaya
3
4
80
gozaba de un alto grado de integración, tuvo como
resultado que casi no existieran análisis empíricos
sobre la integración social, a excepción de los referidos a clases sociales. Al respecto, Alfredo
Errandonea (2000a:89) dice que, integración social debe entenderse como el grado de cohesividad
global que presentan los diversos componentes de
una estructura social, por diferenciada que ella sea.
Y agrega “... por el tratamiento que ellos [los autores antes citados] hicieron de sus diferentes aspectos, era evidente que la diferencialidad de prácticas
y atributos de muchos de sus sectores componentes, implicaban concebirla como considerablemente
segmentada” 4
Posteriormente, aparecieron algunas referencias a ciertos segmentos de la sociedad y más tarde “...las circunstancias dictatoriales desestimularán los estudios académicos sobre la integración social de la sociedad uruguaya”. [Sin embargo, se trata de una etapa señalada como] “... del
comienzo de la constitución en el país de ciertas
especializaciones sociológicas” (Errandonea, et. al.,
2001:138).
A partir de entonces, variadas son las circunstancias que fueron modificando la manera en que
el trabajo sociológico se venía desarrollando: “...
la producción sociológica sobre aspectos estructurales pierde en tratamiento general y asume la consideración de temas puntuales...”, proporcionándole un perfil que marcará nuevas tendencias futuras (ibid.:169). Se tratarán aspectos más específicos en donde, el abordaje más micro de la temática estructural, dará paso también al análisis de
los conflictos y tensiones, de la desintegración
social (marginalidad, crisis), de la participación
social (organizaciones sociales, movimientos sociales), etc.
Entendemos que la precedente constatación
realizada en los análisis preliminares de Alfredo
Errandonea sobre la producción sociológica nacional del período permite comprender los rumbos que
ha tomado la producción nacional, insertándola a
su vez en el contexto de los cambios históricos
sucedidos en el país. Por este motivo, hemos optado en el presente trabajo por centrarnos en el análisis de la producción referida a Integración Social
en el Uruguay, deteniéndonos en el estudio de dos
segmentos sociales específicos: el de las mujeres y
el de los jóvenes.
Cada uno de estos cuatro volumenes responde a los períodos en que, de acuerdo a criterios preestablecidos, se subdividió la producción sociológica
nacional: 1) Período fundacional: 1950 a 1967; 2) Período de institucionalización académico-universitaria: 1968 a 1973; 3) Período de interrupción de
institucionalidad universitaria y de emergencia de los “centros privados”: 1974 a 1984; 4) Período de la profesionalización y consolidación académica:
1985 a 1989 (Errandonea, et. al., 2000a:iii)
“Sociológicamente, se entiende por segmentación el proceso por el cual cualquier cuerpo, entidad o conjunto social caracteriza, delimita y especifica con
sus propiedades o peculiaridades a algunas o todas sus partes componentes diferenciadas. Aunque la noción tiene tradición sociológica durkheimiana,
es en las décadas más recientes que su uso ha alcanzado cierta frecuencia en algunas áreas temáticas” (ibid.:90)
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
ARTICULOS
Emergencia de nuevos temas:
mujeres y jóvenes
La Sociología de Género y los estudios sobre
Juventud constituyen dos áreas temáticas de menor trayectoria institucional que la Sociología Nacional incorpora de forma tardía a su debate. En
este sentido, será recién a mediados de la década
del setenta que encontraremos un conjunto de referencias amplio y sistemático en estos campos. Al
respecto, para el período 1974-1984, Alfredo
Errandonea señala: “Mientras que no se registran
hallazgos de investigación en el período, sobre la
integración social como tal, sí aparecieron estudios
sobre diferentes segmentos societales. Cabe desatacar, en primer lugar, lo que puede considerarse el
nacimiento de la Sociología de Género en el país,
con numerosos estudios especializados sobre Mujer
que abundaron en la segunda mitad del período y
en los que jugó un rol destacado el centro privado
“Grupo de Estudios sobre la Condición de la Mujer
en el Uruguay” (GRECMU), fundado en 1979. También en este período se realizaron estudios sobre
profesiones (escribanos, médicos; los que también
pudieron revistar en la temática del Trabajo); sobre
los intelectuales como sector social; sobre los jóvenes; sobre ancianidad y “tercera edad”, entre otros.
Vale decir que se produjo una apertura hacia la especialización en temas focalizados en sectores sociales” (Errandonea, et. al., 2001:162)
Esta apertura tiene como antecedente el
cuestionamiento que, en la década de los 60 y 70,
se hiciera al androcentrismo predominante en las
ciencias sociales en general que al partir, en sus
elaboraciones teóricas, del varón adulto como modelo que encarnaba el universal, desatendía a otros
grupos de personas con características sociales que
no correspondían a ese modelo masculino. Es así
que mujeres, jóvenes, ancianos, negros, minorías
étnicas, etc., aparecen como referentes marginales convirtiéndose en las “otras” categorías que se
diferencian del modelo, las que raramente se contemplan, salvo cuando se hace expresa mención.
Desde aquí podemos establecer que, en el Uruguay contemporáneo, las mujeres y los jóvenes
constituyen dos grupos que han sufrido la consecuencia de la ruptura de lazos de integración social. Reconociendo al interior de ambos grupos o
segmentos sociales la inserción en diferentes estratos de clase y la existencia de situaciones diferenciales, no obstante un conjunto importante de
las mujeres y de los jóvenes, han sido marcados en
su experiencia social por los efectos de un modelo
de sociedad que no consigue integrar al conjunto
Homenaje a Alfredo Errandonea
de su población y que ha tenido efectos perjudiciales en la misma.
Tal como lo muestra la producción sociológica del período, podremos observar cómo han sido
cuestionadas las bases sociales que permitieron, a
lo largo de las primeras décadas de la segunda mitad del siglo, hablar del Uruguay como de un país
socialmente integrado. En este sentido, a través
del análisis de la producción científica de los
sociológos uruguayos, se ponen de manifiesto las
dificultades experimentadas por los jóvenes y las
mujeres en las condiciones de inserción al mundo
del trabajo, de participación política, de acceso al
sistema educativo o de salud, entre otros. Este proceso, desde nuestro punto de vista, muestra cómo
se efectivizó en la segunda mitad del siglo XX y en
estos dos segmentos sociales lo que Alfredo
Errandonea denominó como “emergencia y consolidación de la crisis” (Errandonea, Milstein, Viscardi,
1999).
Sin embargo, dicho proceso no sólo es producto de la crisis del modelo social uruguayo implantado a principios de siglo, sino que también es
inherente a las transformaciones propias de las
sociedades contemporáneas marcadas por la globalización de los procesos económicos y la
mundialización de nuevas cuestiones sociales. En
esta última, la posición social de las poblaciones
más directamente afectadas por la globalización
se caracteriza por las desigualdades en las oportunidades de vida, esto es, un acceso diferencial a
los recursos y la existencia de situaciones sociales
desiguales, las cuales refieren específicamente a
salud, habitación, trabajo, educación, relaciones
de sociabilidad, información y conocimiento, seguridad y participación política (Tavares dos Santos, 2002; Therborn, 2001). Es en este contexto,
también, que puede pensarse el proceso experimentado en la sociedad uruguaya actual por mujeres y jóvenes.
El análisis que a continuación se realiza tiene
como insumo principal los hallazgos y conclusiones que, como ya se mencionó, específicamente
fueron catalogados en el item “Segmentos sociales” (Jóvenes, Mujeres) del capítulo VIII- Integración Social Uruguaya, contenidos en los volúmenes publicados. Ahora bien, dado que los registros
sobre estos temas son casi inexistentes, en los primeros períodos analizados, por conformar áreas de
conocimiento que comienzan a ser estudiadas como
tales a partir de mediados de la década de los setenta, fue necesario flexibilizar el objeto de estudio. Por ello es que, además de ese material se
incorporan otros, que contribuyen al análisis y que
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
81
Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
refieren de forma indirecta, a mujeres y jóvenes,
aportando datos y referencias de importancia. Se
incluye así: a) toda otra información, vinculada a
estos temas, pero no publicada, contenida en la
base de datos como, por ejemplo, la síntesis del
contenido de la publicación referida y/o las hipótesis encontradas y b) los hallazgos y conclusiones
que, por su importancia temática, fueron clasificados en otros capítulos, pero contienen aspectos
que pueden contribuir a iluminar el proceso de
conocimiento de estos temas; los que, si bien tuvieron una menor atención desde el punto de vista
de la producción de conocimientos y en la generalidad de las situaciones fueron considerados como
simples variables descriptivas, no por ello son menos importantes, máxime cuando de integración
social se trata.
Desde el punto de vista de la organización
del análisis, hemos respetado un eje temporal, mostrando la emergencia de la discusión a lo largo de
la serie histórica 1950-1989, dividida en los cuatro períodos de referencia. En el desarrollo de cada
uno de los temas se mostrará cuál ha sido el modo
en que la Sociología Nacional los ha tratado en
cada período; recorrido que permitirá observar cómo
se van construyendo estas nuevas áreas de conocimiento en la producción sociológica del país. Esto
es, cómo se pasa de la existencia de un sector o
segmento social, sobre el que se producen datos, a
la generación de un corpus teórico con conceptos
propios y definiciones sociológicas de la categoría, asociada al análisis de problemas y temas específicos, considerados claves en la comprensión
de la situación social de las mujeres y los jóvenes
uruguayos.
Cabe precisar que las citas utilizadas corresponden a la información registrada en cada uno
de los tomos (Errandonea, Lovesio, et. al., 2000a,
2000b, 2001, 2002) y no a la obra del autor. Esto
se debe a que la metodología de trabajo implica la
utilización de la información sistematizada en los
mencionados informes de investigación. En tanto
ello, los datos e información en los que se apoya
el artículo corresponde a lo expresado por l@s
autor@s referenciados, y no se discuten o señalan las diferencias que puedan surgir entre ell@s.
Asimismo, debido a que la densidad de los conceptos y de los hallazgos aportados por l@s
sociólog@s presenta diferencias de importancia,
en algunos casos los aportes son más extensos
que en otros.
5
82
A continuación se desarrollan cada uno de los
temas mencionados: I) Los Estudios de la Mujer en
el Uruguay y II) Los jóvenes en la Sociología Uruguaya.
I) Los Estudios de la Mujer
en el Uruguay
En el Uruguay, como se mencionó antes, el
desarrollo de la Sociología de Género se produce
tardíamente: la producción sociológica incorpora
los estudios de la mujer fundamentalmente a partir de mediados de la década de los setenta5 , momento en que paradójicamente se suceden un conjunto de factores tanto internos como externos al
país.
Así, mientras el país pasaba por los efectos
del agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, la pérdida del sustento del estado de
bienestar, y en consecuencia el deterioro de las
condiciones de vida de la población, vivía también
sus años de dictadura militar. Este tiempo fue casi
coincidente con la década de la mujer (ONU) iniciada en 1975 con el Año Internacional de la Mujer y con el desarrollo -como reflejo de lo que sucedía especialmente en los países del norte- de nuevas perspectivas feministas en la región, lo que
contribuyó a prestar una mayor atención a la problemática de la mujer uruguaya.
Tampoco se debe olvidar que esta década “...
coincide en el terreno internacional de la disciplina
(sociológica o de las Ciencias Sociales) con el comienzo de lo que dio en llamarse ‘la crisis de los
paradigmas’”. Esta crisis, al cuestionar la investigación social de orientación generalista, estimula
una mayor especialización y acotamiento de las
temáticas de investigación, situación que, en nuestro país, redunda en beneficio de la nueva generación que se estaba formando en el trabajo empírico concreto y puntual y que se desarrolla principalmente en la actividad académica privada
(Errandonea, et. al., 2001:iii).
Posteriormente, desde finales de 1984, con la
recuperación de la democracia y restituida la normalidad institucional, el debate se intensifica y
repercute en una transformación de las instituciones académicas que, con el ingreso de masa crítica
(cientistas sociales provenientes del exterior y, en
particular, mujeres formadas en los centros priva-
Cabe recordar que, en la primera mitad del siglo XX, la lucha por la igualdad civil y política de la mujer uruguaya constituyó un tema de debate políticoideológico; una vez consagrados legalmente estos derechos (mediados de la década del 40) la reflexión sobre la condición social de la mujer desaparece
por algunas décadas (Rodríguez Villamil , S.:1990).
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
ARTICULOS
dos del país y egresadas recientes), desarrollan diversas líneas de investigación que tienen como resultado una creciente producción sociológica y en
consecuencia una multiplicidad de trabajos escritos.
De modo general, este es el escenario donde
se procesa el desarrollo institucional de la Sociología de Género en nuestro país.
Ahora bien, previo a introducirnos en los aspectos que nos interesa desarrollar, se considera
necesario realizar algunas precisiones en relación
a esta área de conocimiento, con el propósito de
delinear la lectura propuesta.
En primer término, hablaremos aquí de Estudios de la Mujer y no de Sociología de Género o
Estudios de Género, por considerar que es más apropiado a la producción sociológica que se va a examinar, en tanto la reflexión desde una perspectiva
de género6 stricto sensu está escasamente presente en la misma. Si bien, en el último período contemplado en este trabajo (1985-1989), la dimensión de género -que reconoce a las mujeres y a los
hombres como categoría sociales diferentes- comenzó a ser incorporada con mayor frecuencia en
la construcción de conocimientos teóricos (hasta
entonces más usada en análisis empíricos), cabe
explicitar que al hacer un balance de su uso en las
MFN, se observa una reducida presencia de la misma.7
En segundo lugar, aunque la propuesta inicial consistió en examinar la producción sociológica que toma a la mujer como punto focal de su
análisis, también se consideró pertinente revisar
aquellos estudios que, sin tener como eje central
de preocupación la situación de la mujer refieren a
aspectos que introducen elementos útiles para reflexiones posteriores. En este sentido, la información relativa a la condición de la mujer (natalidad,
fecundidad, migración, población rural-urbana,
participación económica, educación, etc.) que, en
su generalidad, ha sido incorporada en forma descriptiva, es decir como un dato más de la realidad
que estaba siendo analizada, también permite establecer tendencias vinculadas al comportamiento
de algunas variables y es con éste propósito que se
6
7
8
9
Homenaje a Alfredo Errandonea
incluye.8 Se trata de estudios que contemplan diversas preocupaciones y “grandes temas” y en donde el objeto de investigación “mujer” está ausente
de las inquietudes de l@s sociólog@s de esas primeras décadas, en que toma impulso la actividad
académica sociológica del país; son tiempos de silencio en lo que a la temática de la mujer concierne.
Al respecto, Suzana Prates (1987:10) decía que “Desde la llamada perspectiva “científica”, la investigación y la reflexión teórica no le otorgan a la mujer un
status propio”, y definía a esta situación como de
“patriarcalismo científico”.
Ya para finales de la segunda mitad de los
años setenta, los trabajos comienzan a incorporar
un marco interpretativo feminista que procura indagar y explicar la situación social de las mujeres;
situación que es de desventaja y de discriminación9 en relación a la de los hombres, como se aprecia -principalmente- a partir del abordaje del tercer período (1974-1984). Dicho marco
interpretativo no es ajeno a la influencia del desarrollo internacional de los movimientos feministas, así como tampoco escapa a la difícil situación
por la que en esos años atravesaba la sociedad uruguaya.
Desde esta orientación, comienza a construirse
un “nuevo” objeto de estudio que busca rescatar la
importancia que tienen en el análisis las jerarquías
de género y la división sexual del trabajo, en tanto
determinantes de la subordinación femenina. En
esa trayectoria de construcción de conocimientos,
los esfuerzos realizados por conceptualizar el “género” como categoría de análisis recorre un amplio debate, en el cual los abordajes teóricos y conceptuales continúan modificándose y
complejizándose cada vez más, lo que se evidencia
por la pluralidad de enfoques existentes (Lovesio,
2001).
Finalmente, cabe señalar que, partir de las
publicaciones contenidas en la base de datos, introduce algunas limitaciones para el análisis de los
estudios de la mujer, en cuanto -como ya se mencionó- sólo está referida a la producción de conocimientos sociológicos. Esto ocurre, particularmen-
Distintos trabajos han constatado que un número importante de estudios de investigación hacen uso de términos tales como perspectiva, enfoque o
estrategia de género para hacer referencia al sexo femenino; “género” aparece así como una categoría sólo aplicable a las mujeres. Otros significados
también han sido dados a la categoría de “género”, en su pasaje por diferentes usos y conceptualizaciones, según las distintas corrientes feministas,
disciplinas teóricas, etc., discusión que no corresponde introducir aquí. (véase Lovesio, 2001)
Esta situación también ha sido confirmada para otros países, siendo numerosas las autoras que hablan de trabajos gender-blinded. Por ejemplo, Abramo
(2000) confirma esta informacion para Brasil, a través de un balance de 37 investigaciones realizadas en la segunda mitad de los años 80, sobre temas
relacionados a la sociología del trabajo.
La inclusión de esta información no significa ignorar que “... los estudios de la mujer tuvieron como carácter definitorio el intento de borrar los límites
disciplinarios tradicionales y, como consecuencia, pretendieron constituirse como interdisciplinarios. En tal sentido [se destaca] la importancia de las
raices del término women’s studies, (...) que lleva a poner en tela de juicio el poder de las disciplinas científicas por considerarlas una fragmentación de
la experiencia social y un modo masculino de explicar el mundo físico y cultural.” (Roulet; Santa Cruz, 2000:63).
“Discriminación contra la mujer significa toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo y que tenga por objeto o resultado perjudicar o anular
el reconocimiento, gozo o ejercicio para la mujer, independiente de su estado civil, con base en la igualdad del hombre y de la mujer, de los derechos
humanos y libertades fundamentales en los campos político, económico, social, cultural y civil o en cualquier otro campo” (Convención de la CEDAW,
ONU, 1979).
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
te, porque al tratarse de un ámbito del conocimiento en donde la intervención de otros trabajos
académicos, originados por disciplinas diferentes
(historia, antropología, psicología, economía,
etc.)10 que también toman a la mujer como centro
del análisis, así como otros aportes provenientes,
por ejemplo, del debate político-ideológico, podrían
ser sustanciales para contribuir a la reflexión en
torno a este tema.
En este entorno es que se lleva a cabo el esfuerzo por recuperar, de los trabajos producidos en
esa época, aquella información que -a nuestro entender- brinde algún conocimiento sobre las condiciones de las mujeres uruguayas, aún cuando no
pretenda incorporar teoría feminista. Se busca con
esto establecer algunas tendencias en un período
de “invisibilización” de los estudios de la mujer en
el ámbito académico nacional.
De esta manera, en una estrategia por inclusión y otorgando flexibilidad a nuestro objeto de
estudio, se analiza a continuación el proceso que
durante cuarenta años, tuvo la construcción de la
temática. Con esta perspectiva, se reconocen: a)
los estudios elaborados con fines diversos, que no
incorporan a la mujer como categoría primaria de
análisis y en los cuales la palabra “sexo” es utilizada apenas como una variable, refiriéndose así a la
condición orgánica (anatomo-fisiológica); b) las
investigaciones en donde la mujer aparece como
centro del análisis y c) aquellas que toman en consideración las relaciones de poder entre mujeres y
hombres y las desigualdades de género existentes
en la sociedad. Al respecto, será recién en algunos
de los trabajos de la década de los ochenta que el
término “género” es adoptado para destacar el carácter de construcción socio-cultural (y
subsidiariamente, como significante de un vector
del orden social), enfoque que tendrá amplio desarrollo posterior.
I.1) Hacia la construcción de la categoría
A mediados del siglo XX, cuando se inicia la
reflexión e investigación científica sobre nuestra
sociedad, la “cuestión femenina” que había formado parte de los planteos ideológicos-políticos, hasta
la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de la
Mujer (1946), pasa por tiempos de silencio e
“invisiblidad”, que se extenderán hasta mediados
de los años 70. Durante esas dos décadas, la temá10
11
84
tica sobre la condición social de la mujer no concitaba la atención de los autores y tampoco parecía
ser importante para el conocimiento de la realidad
de la sociedad uruguaya11 .
De hecho, en los volúmenes I y II, correspondientes a los períodos de 1950-1967 y 1968-1973,
sólo aparece documentado un hallazgo (Solari,
1958), que proporciona información sobre la distribución de las actividades de la población según
sexo y el predominio femenino en las ciudades,
producto de la migración interna y del decaimiento de la inmigración internacional, que favorecía
el predominio masculino. Además, en el segundo
período mencionado, de escasa producción académica en general, casi no se registra información
desagregada por sexo.
Se encuentra así, como ya se adelantó, que la
situación de la mujer era considerada en relación a
procesos sociales referidos a diversas disciplinas: estructura demográfica, relacionamiento espacio rural-urbano, estratificación social, sistema educativo, etc., y eventualmente a alguna otra dimensión
(religión, política). Al incursionar por éstas áreas, la
información sobre el comportamiento de uno y otro
sexo es básicamente descriptiva; sin embargo, en
algunos aspectos, se registra un cierto interés por
su análisis e interpretación, relacionada a las preocupaciones del momento.
Si bien, en los años posteriores, esta orientación se mantiene, ya es posible identificar trabajos
en los que la condición de la mujer pasa a ser el eje
a partir del cual se reflexiona. “Su primera expresión -totalmente pionera e inusual en el país en esa
etapa- fue la obra de Ofelia Machado Bonet “Hacia
la Revolución del Siglo” (1972) (...) con un enfoque decididamente feminista” (Rodríguez Villamil,
S., 1990:15). Desde entonces, los estudios sobre el
tema van apareciendo en forma gradual, dando
lugar a una nueva vertiente sobre fines de los años
70, para alcanzar un flujo más o menos continuo,
en el transcurso de la década de los ochenta (que
se mantiene en los años siguientes), tal como lo
documentan los registros de los Volúmenes III y
IV, correspondientes a los períodos 1974-1984 y
1985-1989 respectivamente.
En ese proceso se construye un nuevo objeto
de estudio mujer, que se inicia durante el período
de “interrupción de institucionalidad universitaria y de apertura de los ‘centros privados’”, los que
tienen un papel fundamental en el desarrollo del
“Por definición, otra característica de los estudios de mujeres fue su inter, intra o multidiscipinariedad, es decir se fue gestando como un campo de
estudio que se nutre de los aportes de varias disciplinas y por lo tanto no encaja fácilmente dentro de la estructura académica tradicional organizada en
departamentos que generalmente representan disicplinas” (Navarro, 2001: 109)
La mayoría de los estudios sociológicos abordaron principalmente la diferenciación y el relacionamiento entre el espacio rural y el espacio urbano, con
fuerte énfasis en la estructura social, la estratificación social y las clases sociales.
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trabajo sociológico, que sufría las consecuencias
de las restricciones dictatoriales. En particular, la
Fundación Grupo de Estudios sobre la Condición
de la Mujer en el Uruguay (GRECMU) creado en
1979, se va a dedicar específicamente a los estudios de la mujer en el ámbito de las ciencias sociales con una perspectiva interdisciplinaria; también
otros centros de investigación incorporarán la temática a su quehacer institucional y algunos como
CIEDUR creará un programa específico (1986) sobre la temática. En el ámbito de la esfera oficial y
especialmente de la Universidad de la República,
se realizaron seminarios y estudios sobre algunos
temas (situación jurídica, mujer en el medio rural,
derecho al trabajo), ampliándose paulatinamente
las líneas de trabajo y de investigación, principalmente a partir de mediados de los años 80 con la
recuperación de la democracia.
Desde entonces, la construcción de conocimientos sobre la situación de la mujer se incrementó
significativamente, lo que se refleja en la diversidad de aspectos que son abordados (participación
económica, educación, historia oral, salud y sexualidad, políticas sociales, participación política, violencia, etc.) y en la cantidad de trabajos publicados y actividades (seminarios, cursos) que se llevan a cabo en distintos espacios de actuación, desde
la década de los noventa.12
A continuación, se desarrolla la información contenida en la Base de Datos de manera
cronológica13 buscando construir su recorrido temáticamente el que se centra principalmente en
los aspectos demográficos, la educación y la participación económica. A través de ellos se observarán los cambios en las formas de abordaje y los
enfoques con que se llevó a cabo la producción
sociológica de estudios de la mujer en el país.
I.2) Las visiones globales y sus contradicciones: Antifamiliaridad vs. madre y
ama de casa
La población del país, el equilibrio de los sexos
y su distribución geográfica, fueron temas ampliamente tratados durante los años cincuenta y sesenta (que corresponden a los dos primeros períodos del análisis). Y cuando el Censo de 1963 (que
ocurre después de más de cincuenta años del anterior) permitió fijar el dato de 99.3 hombres por
cada 100 mujeres, para la población total del país,
se constató que la presencia femenina era menor
en las zonas rurales que en las urbanas, tanto de
12
13
Homenaje a Alfredo Errandonea
Montevideo como del interior del país, lo que tenía como resultado una mayor proporción de hombres en el medio rural (129,6 hombres por cada
100 mujeres). En este desbalance, si bien podían
incidir factores vinculados a la edad (tasas de natalidad, esperanza de vida), el fenómeno fundamental -que se mantendría posteriormente- fue la
emigración de las mujeres de las zonas rurales a
las urbanas.
La declinación del sexo femenino en las áreas
rurales ya había sido registrada desde la primera
mitad del siglo pasado por Solari (1958) quién la
atribuía a la naturaleza de la ocupación rural y al
carácter selectivo de la inmigración. Para Terra
(1963) lo que ocurre es una selección que expulsa
a la mujer a los medios urbanos reteniendo en el
rural sólo a los hombres solteros o separados de
sus familias. Esta situación de “antifamiliaridad de
estructura rural” (Errandonea et. al., 2000a:23)
surge del análisis de la distribución de los sexos,
según categoría socio-profesional, al observarse entre otras cuestiones- que la expulsión de la familia y la mujer estaba ligada a la forma de contratación: “... el patrón elegía al peón libre liberándose de las complicaciones y las responsabilidades
sociales que arrastraba una familia” (CINAM, 1963).
La Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE, 1965), preocupada por la magnitud, precocidad y femineidad de la emigración campo-ciudad, señalaba que “... las mujeres se iban
más temprano y en mayor proporción que los varones y que cuando emigraban parecían llevarse consigo a las hijas mujeres, o bien eran las familias
con hijas mujeres las más proclives a emigrar” y
agregaba que en su mayoría irían a trabajar al servicio doméstico por carecer de calificación.
A finales de los años sesenta, los núcleos urbanos continúan atrayendo más a las mujeres que a los
hombres, mientras el medio rural retiene a la mano
de obra masculina (Martorelli, 1969). Esta tendencia, es explicada por una situación de reciprocidad
entre el tipo de producción (ganadería extensiva)
que predomina en las áreas rurales y las mayores
oportunidades de empleo para las mujeres en las áreas
urbanas.
Se evidencia así que las preocupaciones por
la migración rural-urbana femenina y su participación en la actividad económica son dos temas
que, aunque no aparecen como centro de atención
de los trabajos de la época, introducen algunos
aspectos que son significativos para los estudios
de la mujer y su posterior desarrollo.
Sobre éstos años no nos extendemos, dado que -como ya se señaló- la información de referencia para este artículo llega hasta el año 1989.
Cabe recordar que, en la gran mayoría de las situaciones, la información contenida en los trabajos publicados se refieren a estudios que analizan años
anteriores, lo que en ocasiones altera el orden cronológico y dificulta la regularidad de la coherencia temática.
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
En lo que tiene que ver con el empleo femenino las primeras indagaciones, realizadas por
los Equipos del Bien Común (1956), registraron
para Montevideo que el 23% de las mujeres
desarrollaban actividades remuneradas mientras
que el 46% se dedicaban a las labores domésticas (no remuneradas), un 14% eran estudiantes
y un 17% inactivas. Se decía que “... era indudablemente un esfuerzo por aumentar las exiguas entradas el que provocaba este volumen de
trabajo femenino”, constatándose además que
los ingresos femeninos tenían una “... enorme
diferencia con los ingresos masculinos (...) poniendo a las claras el motivo compensador del
trabajo femenino”. Es interesante observar que,
ya en éstos tiempos, se argumentaba que las
mujeres realizaban trabajo remunerado para contribuir a cubrir las necesidades de la familia:
diferencial de ingresos con los hombres y motivo compensador (o trabajo secundario) parecían
ser dos caras de una misma moneda.
En ese entonces, Solari (1966) señalaba que
el máximo de actividad femenina se daba entre
los 20 y 24 años de edad, lo que atribuía al matrimonio y nacimiento de los hijos y sobre lo
cual Campiglia (1971) argumentaría que eso se
explicaba “... por las ideas imperantes en las
diversas clases sociales: la clase baja piensa que
el hogar es el lugar de la mujer casada, lo cual
representa la supervivencia de una idea tradicional que la clase media ha ido abandonando”.
Otros trabajos publicados posteriormente
(González Altez et. al., 1976; CIEP, 1977) que
analizan la evolución de las tasas de actividad
femenina, de esas primeras décadas, coinciden
en sostener esta interpretación. De igual modo,
Veiga (1976) cuando examina los datos censales,
en forma detallada de la estructura y el volumen de la población activa e inactiva por sexo
(en área urbana y rural), señala que las tasas
de actividad femenina “... guardan relación con
influencias socioculturales, más que a la distribución por edades” y agrega que el desarrollo
de enseñanzas técnicas o especializadas, contribuyó en los grupos de 20-29 años, a incrementar la participación de las mujeres en la esfera productiva, debido a su creciente grado de
capacitación.
Esto nos lleva a recordar que, desde muy
temprano, para los sociólogos uruguayos “... la
educación constituía el vehículo principal de socialización e integración social” (Errandonea,
Milstein, Viscardi, 1999), lo que se evidencia a
través de la abundante información existente
86
sobre todo el sistema educativo, (tema que se
desarrollará más adelante en relación a la producción referida a juventud).
En lo que se refiere específicamente a la
participación de las mujeres en los diferentes
niveles de enseñanza, los primeros hallazgos,
documentados en la base, se refieren a Montevideo (Equipos del Bien Común, 1956): el número de mujeres con enseñanza primaria era
superior al de los hombres, siendo similar en la
enseñanza media y significativamente menor en
la enseñanza superior (el número de hombres
duplicaba al de las mujeres en la enseñanza superior incompleta y las triplicaba entre quienes
hicieron los cursos completos).
Una década después, la Comisión Coordinadora de los Entes de la Enseñanza (1966) publica un amplio informe sobre el estado de la
educación en el país, que contiene un análisis
pormenorizado de los distintos niveles de la
enseñanza contemplando la distribución de las
mujeres y de los hombres en ellos (analfabetismo, matrícula escolar, etc.). De los fenómenos
que fueron señalados, una de las preocupaciones era la alta deserción masculina en la enseñanza primaria, lo que se decía estar relacionado con”... la concepción de un modelo masculino muy semejante a la representación viril de
tipo tradicional, por lo que los padres estimulaban al varón a separarse de la vida de los adultos, a asumir conductas independientes, a realizar actos que implicaran una clara distinción de
la conducta femenina, repercutiendo en la eficacia del proceso educativo.” A la vez, la Enseñanza Secundaria pasaba por un proceso de extensión generado fundamentalmente porque el
sexo “... femenino ingresaba progresivamente en
mayor proporción ...”. Asimismo, se decía que
llamaba la atención, la alta participación de
mujeres mayores de 18 años en la Enseñanza
Técnica (UTU): “... Para la sociedad tradicional
la formación femenina tenía como objeto la preparación para atender con eficacia el hogar”. Esta
concepción de considerar a la mujer poco importante en la definición del status social familiar en donde la inversión de grandes esfuerzos
en sus carreras no estaba justificada, prevalecería en los años siguientes. Por ejemplo, Fortuna
(1976) en un trabajo sobre la estructura del sistema educativo uruguayo, va a argumentar que
algunos de estos cursos no son técnicos, en el
sentido estricto del término, y que tienen una
finalidad profesional muy discutible (corte, lencería, tejido, lana rústica, etc.)”... son
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manualidades que para los valores sociales predominantes, aseguran una formación de la personalidad, que en el caso de la mujer, contribuyen a un mejor cumplimiento del rol de madre y
ama de casa”. Esta apreciación valorativa no es
compartida en otros análisis de esos años que
entienden que la mayor inserción femenina, en
el mercado de trabajo, estaría actuando en sentido contrario al desempeño de ese rol.
En 1977, el Centro de Investigación y Experimentación Pedagógica (CIEP) elaboró un
diagnóstico del sistema educativo realizando un
extenso y pormenorizado estudio de los diferentes niveles de enseñanza, en donde además
analiza la dominante masculina o femenina de
los grupos ocupacionales, según la correlación
existente entre nivel educativo y categoría ocupacional. Con respecto a la Enseñanza Técnica,
examina la disminución de la matrícula (período 1966 a 1972) y el comportamiento por sexos,
entendiendo que “... es difícil que para un período de tiempo tan corto pueda suponerse que
la declinación de los volúmenes femeninos en la
enseñanza media técnica resida en una “mutación” y regresión cultural hacia formas tradicionales de evaluar el desempeño del rol de la mujer en la sociedad”, máxime cuando ocurre una
participación creciente de las mujeres en el mercado de trabajo, signo de “modernidad” cultural del Uruguay. También se argumenta que las
mujeres tenderían a retraerse para realizar cursos por “... la percepción de la estructura del
mercado de empleo, por el bajo nivel de
competitividad con el hombre por cargos disponibles o por la migración del Interior hacia Montevideo.”
En cuanto a la participación de las mujeres en la Universidad, en los años sesenta, se
registraba que de cada cinco estudiantes dos
eran mujeres y que, a diferencia de los varones,
se concentraban más en las escuelas que en las
facultades, orientándose hacia las carreras de
menor prestigio social. Esa participación de las
mujeres, se relacionaba con el origen social de
los estudiantes universitarios afirmándose que
razones tradicionales y de estereotipos sociales
eran definidores de su mayor o menor inserción.
De esta manera, las familias de las clases altas
priorizaban la concurrencia de sus hijos a la
universidad y sostenían en menor proporción a
sus hijas, en el entendido de que no se veían
obligadas a seguir una carrera universitaria para
mantener su status; en cambio, en las familias
de las clases medias, la Universidad era vista
Homenaje a Alfredo Errandonea
como un factor de movilidad social ascendente,
tanto para los hijos como para las hijas. Las familias de las clases bajas, que podían enviar sus
hijos a la Universidad, preferían que la estudiante fuera la hija mujer, dado que el trabajo
era considerado la obligación principal del hombre (Registro Universitario, 1961; Instituto de
Ciencias Sociales, 1961; Comisión Coordinadora
de los Entes de la Enseñanza, 1966). En sentido
similar, son distinguidas las categorías socioprofesionales de los padres (industriales y comerciantes, personal de servicio, empleados y
obreros) y sus aspiraciones de elección de carrera para con sus hijos varones o mujeres, de
acuerdo a su posición en la estratificación social (Rama, G., 1968).
“Sin perjuicio de esta incidencia cultural;
¿no será que es a las mujeres que pueden destinar al estudio por la necesidad del trabajo del
varón, más demandado en el mercado?; ¿no puede ser que las “carreras-oportunidades” -carreras menos largas: escuelas universitarias- sean
más accesibles para las mujeres -Servicio Social,
Auxiliares médicos y Enfermería- por reproducir
roles tradicionales asignados socialmente?; o ¿no
influirán las representaciones de ciertas disciplinas como más asociadas a un complemento
de la formación femenina, como en el caso del
Conservatorio de Música o la Escuela de Bellas
Artes?” (Errandonea, 2000a:6).
Otros estudios señalan la incidencia de ciertos factores en las opciones profesionales. Por
ejemplo, el origen geográfico: “... las jóvenes
rurales se orientaban más a las profesiones
paramédicas o el servicio social” (Instituto de
Ciencias Sociales, 1961) y la inserción laboral
de los estudiantes universitarios “... la proporción de los que viven de su salario personal en
general es mayor en las escuelas, y mucho mayor entre los hombres que se inscriben a ellas
(54%) que las mujeres de las facultades (18%)”
(Graciarena, Errandonea (h.), 1968).
En 1968 (censo de alumnos que ingresan),
los hombres continúan concentrándose en las
facultades (63%) pero se registra un cambio de
cierta importancia en la distribución de la población femenina de las escuelas que”... baja de
77% a 73% y asciende al mismo tiempo en las
facultades [de 61% inscriptas en 1961 pasa a
72% en 1968]. Hay un desplazamiento femenino hacia las carreras largas (...) que puede deberse a un cambio en la imagen del rol profesional de la mujer en las capas ocupacionales superiores” (Graciarena, 1968).
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
En el período 1960 a 1974, la matrícula universitaria femenina pasa del 41% al 45%, observándose que las mujeres predominan en las
carreras más cortas, mientras que las carreras
más largas, que se relacionan con la industria y
la actividad agraria, son de predominio masculino. Sin embargo, al considerarse el tiempo de
permanencia en la universidad de las estudiantes mujeres, son observados cambios en la participación que “... podrían indicar una leve redefinición en los roles profesionales femeninos
(...). También se señala que, a medida que aumenta la edad, la participación femenina disminuye y que hay una sobrerepresentación de
las mujeres solteras en comparación a las casadas. La fuente principal de ingresos de la población femenina sigue siendo la ayuda familiar
(61%), registrándose una mayor situación de
dependencia para la mujer que para el hombre
(Labadie, 1980).
I.3) Expulsión rural femenina y emigración internacional masculina
Avanzada la década de los setenta (y en
correspondencia con el período 1974-1984), el
estudio de los aspectos demográficos toma impulso, favorecido por la posibilidad de comparar datos censales (1908, 1963 y 1975), lo que
se evidencia en el interés de distint@s autor@s
por analizar la dinámica poblacional en su conjunto. Así mientras, por un lado a) se da una
continuidad de los trabajos que plantean las
características de la sociedad rural uruguaya y
profundizan en la emigración femenina a las
áreas urbanas, por otro b) se desarrollan aquellos que refieren principalmente a la fuerte emigración internacional ocurrida en esos años y
que, como es sabido, no fue ajena a la dictadura militar que soportaba el país.
a) Los primeros, corroboran básicamente información ya registrada, en los períodos anteriores, pero con más elementos explicativos. En
este sentido, se aporta que si bien el latifundio
ganadero, más que la empresa media y el minifundio autónomo, presenta mayores niveles de
fecundidad y la tasa bruta de natalidad es más
alta, la fuerte emigración femenina resta mujeres en edad fértil del conjunto de su población,
debido a la selectividad de la demanda de mano
de obra de la estructura productiva dominante
(Niedworok, Prates, 1977; Prates, 1977; Fortuna, De Mello, et. al., 1983).
88
La situación social de las mujeres del medio rural es analizada ampliamente por Martorelli
(1980) quien señala que el medio rural uruguayo ha agotado, desde mediados del siglo veinte,
su capacidad de absorber el crecimiento
vegetativo femenino y coincide en afirmar que
los grandes establecimientos constituyen un
factor decisivo en el éxodo femenino, el que es
menos acentuado donde predominan los cultivos agrícolas intensivos. En este sentido, encuentra que la mejora en los niveles de vida, la
extensión y penetración ininterrumpida del sistema educativo, contribuye a la integración de
la mujer a la fuerza de trabajo, aún cuando las
oportunidades de empleo son escasas y, en la
mayoría de los casos, desempeña tareas no remuneradas en la empresa-familiar alternando sus
actividades de ama de casa con aquellas de producción. El autor analiza ampliamente -entre
otras cuestiones- los modos de inserción y el
tipo de actividades que realizan las mujeres de
bajos ingresos en el mercado de trabajo de zonas rurales (ganadería extensiva, de producción
lechera y de agricultura, de cultivos intensivos)
y centros poblados del interior del país, y cómo
dicha inserción afecta el desempeño de los roles tradicionales de las mujeres.
En este entorno, Piñeiro y Veiga (1980), al
analizar las “estrategias de sobrevivencia” del
pequeño productor rural en un contexto de cambio social, observan que el proceso de involución del productor rural aumenta las formas de
subsistencia, modificándose la división del trabajo familiar: las mujeres pasan a realizar tareas en su propia chacra o se emplean en trabajos zafrales o en servicio doméstico en pueblos
vecinos.
En términos generales, Martorelli y Moreira
(1983) señalan que la desproporción entre los
sexos se mantiene causando [al igual que veinte años antes]”... graves deficiencias de integración familiar: la falta de mujeres, el régimen
contractual que exige del peón la libertad respecto de cargas familiares con las cuales el gran
patrón no quiere cargar...”; situación que parece no ocurrir de la misma forma en el minifundio, donde la proporción de mujeres y de
hombres es similar y los problemas están más
recostados a la poca capacidad de producción,
el exceso de potencial activo, etc. Sin embargo,
unos años después, Pereyra (1985) encuentra
que también en las explotaciones más pequeñas, de carácter familiar, se producen importantes desproporciones y se preguntará ¿dónde
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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están las mujeres que faltan? sugiriendo que el
grueso de ellas residen en núcleos urbanos de
menor tamaño relativo del interior del país.
Estudios más específicos, sobre los departamentos de Colonia y Treinta y Tres, analizan distintos aspectos de la población femenina en edad
fértil (niveles de paridez, nivel educativo, área de
residencia) y argumentan que el despoblamiento
de las zonas rurales no es “...imputable exclusivamente a la emigración sino a la incapacidad misma de la comunidad para constituir nuevas familias y asegurar cuando menos su nivel de reemplazo” (Niedworok, García Selgas, et. al., 1986). También otros autores examinan distintas situaciones
(bajos ingresos, convivencia familiar completa,
nivel de instrucción) como factores impulsores o
limitantes en la predisposición a emigrar, encontrando que hay un conjunto de personas que, sin
dejar definitivamente la explotación familiar, “salen” a trabajar fuera del predio. “Especialmente
las mujeres parecen preferir este tipo de alejamiento
temporario” (Camou, Martínez Bengoechea, et. al.
1987).
b) Los estudios que abordan la problemática
de la emigración uruguaya hacia el exterior -emigración internacional- registran que ésta fue altamente selectiva en términos de sexo y edad: emigraron más hombres (54.5%) que mujeres (45.5%),
lo que resulta en un descenso del índice de masculinidad que, para Montevideo, se sitúa en 88
hombres por cada 100 mujeres en 1975 (Petruccelli,
Fortuna, 1976; Aguiar, 1978; Seguí González,
1979). Dicha emigración, mayoritariamente de
activos hombres, incidirá fuertemente no sólo en
aspectos relacionados a la fuerza de trabajo sino
también en los niveles de fecundidad y natalidad.
Ello, aunado al aumento en la esperanza de vida
al nacer, mayor en las mujeres que en los hombres
(71.6 y 65.5 respectivamente), resulta en un proceso de envejecimiento demográfico, lo que además redunda en elevados niveles de demanda en
servicios de asistencia, especialmente en la población de mujeres ancianas (Gaudiano, 1976;
ANEPA, 1978).
Algunos trabajos analizan las consecuencias de la emigración, su impacto en el volumen
y composición de la fuerza de trabajo (en Montevideo) destacándose además la significativa
pérdida de recursos humanos de alta capacitación (Equipo de Promoción en Salud, 1983;
Aguiar, Cravotto, 1983); más tarde otros lo harán en relación a las características generales
de dichos emigrantes, los países de destino y su
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inserción en ellos, e inclusive su posterior retorno y reinserción en el país (Wonsever, Teja,
1985; Fortuna, Niedworok, 1987; Pellegrino,
1987).
I.4) Oportunidades educativas ¿opciones
igualitarias?
En lo que concierne a educación, se observa
que aunque “... fue una de las actividades sociales
fuertemente afectadas por la dictadura militar”
(Errandonea, et. al. 2001:125), la producción mantuvo su continuidad durante esos años. En general, se llevaron a cabo diversos estudios que analizan los distintos niveles del sistema educativo
formal, fundamentalmente desde el punto de vista cuantitativo, en los cuales la diferenciación por
sexo es examinada sólo en algunos de ellos.
Al respecto, Gimeno (1979) analiza la expansión del sistema educativo en base a datos censales
y señala las tasas de escolarización de mujeres y
varones. Otro estudio, busca demostrar la igualdad (no reconoce la desigualdad) de oportunidades entre mujeres y hombres en el ámbito educacional, analizando datos del Censo de 1975 y de
otras instituciones educativas. Es así que, muestra el crecimiento de las mujeres matriculadas en
la educación secundaria (de 52,4% en 1962 a 56,9%
en 1978) y argumenta que, en la educación técnica y profesional, no existe la discriminación, ya
sea porque las mujeres asisten a cursos típicamente
masculinos o porque la Universidad del Trabajo
“... ha venido impartiendo cursos destinados al
mejor desempeño del rol femenino [y] En los institutos de formación docente se refleja el hecho de
que la educación es una fuente importante de trabajo para la mujer” o porque en la universidad, se
da un crecimiento de la población femenina entre
1968 y 1974. Esta información es interpretada
como que “... en el Uruguay no existe ningún tipo
de discriminación, sean los ciudadanos hombres o
mujeres (...) Las oportunidades educativas se brindan por igual y conjuntamente a hombres y mujeres” (Pigni, Bujater, Guffanti, 1980).
Dentro de la constatación, relacionada con
el aumento de personas con instrucción media y
superior, Bayce (1984) habla del “... fenómeno de
‘vuelta a las aulas’ provocado por el mercado laboral, la ‘feminización de la asistencia’ originado en
la situación económica y en la liberación de la mujer, ‘envejecimiento’ de la asistencia a Primaria y
‘rejuvenecimiento’ en Media y Superior (...). De
hecho, se registra un “... incremento significativo
en el nivel medio, superior y en la Universidad en
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
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donde el porcentaje de mujeres llega a duplicarse
y en el área rural casi a triplicarse” (Lovesio, 1985).
En este sentido, es de destacar que el
alumnado total universitario crece en forma notable, observándose un importante proceso de
feminización (pasa de 45% a 58% entre 1974 y
1988) y de cambios en las opciones profesionales
“... que estarían vinculados a las variables ocurridas en el mercado de empleo y a la emigración de
jóvenes en las últimas décadas”. Para 1988, la población universitaria no se distribuía equitativamente entre las facultades (85,3%) y las escuelas
(14,7%), siendo que en éstas últimas las mujeres
representaban las 3/4 partes del total y en las
facultades el 54,4%. En lo que se refiere a las opciones profesionales, las áreas de predominio femenino continuaban siendo principalmente Servicio Social (91%), Bibliotecología (89%) y Tecnología Médica (82%), con un importante porcentaje de participación, proporción superior en las
carreras de Enfermería (93,5%), Nutrición (98%),
Parteras (100%). Otras que también se encuentran en este grupo son Psicología (81,5%) y Auxiliares de Odontología (70%) y aquellas como Derecho y Ciencias Sociales (65%) y Odontología
(68,5%) que antes se ubicaban dentro de las carreras con “paridad de sexos”. Entre las carreras
que en 1974 figuraban con mayor contingente de
población masculina sólo quedan 3 en 1988 (las
más técnicas): Agronomía (25,5%), Ingeniería
(22%) y Veterinaria (40,5%), desplazándose Medicina, Ciencias Económicas y Arquitectura a las
de “paridad de sexos”. Aún en las de predominio
masculino se da un incremento de la población
femenina, pudiéndose incluso incorporar Veterinaria al grupo de las de “paridad de sexos”
(Lovesio, 1989). También se destaca que el porcentaje de personas del sexo femenino que ingresan a las escuelas permanecieron estables en torno al 75%, mientras que el de ingresadas a las
facultades aumentó levemente, aunque no en la
misma proporción que el “stock” representado en
la matrícula. Este fenómeno de feminización del
ingreso a las facultades se estabiliza para los últimos años, salvo para Ingeniería donde la participación de la mujer aumenta año a año (Labadie,
Filardo, C., 1989).
I.5) Participación laboral femenina
en tiempos de crisis
Para explicar la expansión de la participación de la mujer en el mercado de trabajo, se partía del supuesto de que la misma estaba determi90
nada “... en última instancia por la crisis del estilo
de desarrollo [y no como resultado] de una continuación del progreso económico y la modernización social que el país conoció acumulativamente
a lo largo de la primera mitad del siglo [XX] ...”
(Taglioretti, 1981). Esa participación, indicada
como históricamente creciente (desde 1908), experimenta un notorio incremento en la década
intercensal 1963-1975, período en que disminuye
la participación relativa de los hombres. Ello responde a factores demográficos y socio-económicos, dado el proceso migratorio que afectó en
mayor grado a la mano de obra masculina y también a la necesidad de incrementar los ingresos
familiares deteriorados por la caída del salario real,
que habrían inducido a un alto porcentaje de
mujeres antes inactivas, a incorporarse a la fuerza
de trabajo (Niedworok, Jauge, 1979).
Al respecto, Prates y Taglioretti (1978) expresan que “... contradiciendo muchas expectativas se encuentra que en ausencia de dinamismo, y
es más, en presencia de regresión económica, la
participación laboral de la mujer acentúa aún más
su crecimiento que es muy particular ...”: las mujeres que predominan en el mercado de trabajo,
por su tramo de edad (20 a 45 años), normalmente están casadas y con hijos pequeños en una alta
proporción. Este cambio ocurrido en el perfil de
las mujeres que participan del trabajo remunerado fundamentado en las “estrategias de
sobrevivencia” de las familias, es también indicativo de modificaciones en las pautas socioculturales hasta entonces vigentes.
Desde entonces -mediados de la década de
los setenta- la tasa de participación femenina registra un enorme avance y rompe con la continuidad del crecimiento regular que experimentó en
los períodos anteriores, situación considerada
atípica de acuerdo a la evolución seguida en otros
contextos latinoamericanos. No es de olvidar que
la aplicación de políticas neoliberales bajo el régimen autoritario uruguayo, y la consecuente pérdida del poder adquisitivo del salario, fueron centrales en el aumento de la participación de la mujer
en el mercado de trabajo (Terra, 1985).
En este entorno, la readecuación de la estructura ocupacional a dichas políticas reflejan “...
el desplazamiento de una fuerza de trabajo primaria (constituida por jefes de hogar y hombres en
edad inactiva) por una fuerza de trabajo de reemplazo o secundaria representada en gran medida
por mujeres” (Filgueira, C., 1986).
Sobre el tema y considerando el proceso de
reducción del salario real, varios autores del pe-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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ríodo (Apezechea, 1982; Fortuna, 1982; Longhi,
1983) analizan las reacciones y estrategias de las
familias vinculadas al incremento del trabajo de
la mujer, sus características y formas.
Prates y Taglioretti, reconocidas como iniciadoras de la construcción de un nuevo objeto de
estudio dentro de la producción académica sociológica relativa a la condición de la mujer, publicarán diversos trabajos en donde analizan ampliamente la participación femenina en el mercado de
empleo. Entre las explicaciones brindadas, acerca
de las transformaciones ocurridas, señalaron: por
un lado, la importancia de la “modernización social” que posibilitó la disponibilidad eventual de
conjuntos femeninos con educación relativamente superior y socializados en una ideología de legitimidad del trabajo remunerado de la mujer; en
segundo término, “la magnitud de la crisis” y con
ella la deprivación relativa por el deterioro del
salario real y el consecuente deterioro del nivel
de vida; deprivación que además contribuyó al proceso de “emigración internacional” (ya mencionado) que al restar hombres en edad activa genera
condiciones estructurales para un proceso de movilidad por reemplazo. A ello se agrega, la prescindencia que caracterizó la dinámica rural de ese
estilo de desarrollo que generó desde siempre “expulsión poblacional”, en particular femenina. En
términos generales, la participación femenina, en
el interior urbano y en el interior rural (tipo de
inserción, trabajo doméstico remunerado, trabajo
familiar, etc.), si bien presenta algunas características que la diferencian de la de Montevideo,
tiene como resultado una creciente visualización
de la importancia económica del trabajo de la mujer
(Taglioretti, Prates, 1978; Taglioretti, 1981, 1984).
En el transcurso de la década de los ochenta (en particular, el período 1985-1989), diversas
fueron las preocupaciones en torno a las características que venía asumiendo esa mayor participación femenina en la fuerza de trabajo, llevándose a cabo distintos estudios que tuvieron el propósito de indagar sobre el perfil de las mujeres
trabajadoras, las condiciones y las características
en que se producía la inserción laboral femenina.
Los trabajos publicados estuvieron básicamente relacionados a: la informalidad, el servicio doméstico, el trabajo a domicilio y el sector servicios, en
particular la banca. El tema de la doble jornada y
el trabajo doméstico no remunerado también fueron objeto de atención de l@s autor@s del período.
De modo general, se observó que ese crecimiento continuo, registrado en la participación
Homenaje a Alfredo Errandonea
de la mujer en el mercado de trabajo, estuvo alimentado básicamente por mujeres casadas y en
unión libre, siendo su posición en el núcleo familiar la de cónyuge, lo que “... sugiere que la “doble
jornada” caracterizó la evolución de la situación
de la mujer en la década” siendo que además “...
se lanzaron al trabajo de mercado en todas aquellas actividades capaces de generar un ingreso
monetario, en y desde la esfera del hogar” (Prates,
1983, 1986). Dentro de esta idea Klaver (1986)
analiza “Las interferencias entre el trabajo doméstico y el trabajo remunerado” y señala que “... en
1985 gran parte (41%) de las mujeres de la P.E.A.F.
de Montevideo está a cargo del trabajo doméstico
y casi la mitad es cónyuge (20,1%)”, lo que indica
que un importante número de mujeres tienen una
doble jornada de trabajo. El nivel de educación de
las económicamente activas es alto (63% de las
que tienen secundaria y 71,5% de las universitarias); más de la mitad trabajan en la categoría de
empleadas y obreras en el sector privado y se concentran en servicios personales, la industria manufacturera y en menor grado el comercio (53,3%,
21,8% y 15,5% respectivamente para 1985), existiendo segregación entre los sexos al trabajar las
mujeres en tareas tradicionalmente femeninas. A
ello se agrega que en su mayoría ocupan lugares
en el sector informal, que no requieren mucha capacitación, en los cuales existe poca estabilidad
laboral y que no están protegidas por la seguridad social, percibiendo bajos ingresos: el trabajo
se realiza en talleres pequeños o en el domicilio,
lo que daría flexibilidad y posibilidad de combinar su trabajo remunerado con las obligaciones
domésticas.
Con perspectiva similar, Aguirre (1985) realizó un amplio estudio sobre la naturaleza y evolución del sector informal, en donde menciona
que las mujeres y los jóvenes se encuentran más
disponibles para ingresar al mercado de trabajo
informal. En trabajo posterior, junto con Méndez
(1987), referido más específicamente a la fuerza de trabajo femenina (volumen, edad, educación, ingresos, ocupación, desocupación,
subocupación) aprecia un incremento de la informalidad (19% de los ocupados en 1968 a 29%
en 1986) que “... se debe fundamentalmente a
la ocupación de las mujeres”, las que también
aumentan más que los hombres en la categoría
de “asalariados” (en las ramas industriales más
dinámicas -pesca, vestimenta, cuero- promovidas en el período). A ello se agrega la segregación sexual del mercado de trabajo (que ya fuera señalada antes) la que se advierte al estudiar
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
la evolución de la ocupación femenina por rama
de actividad; por otra parte, el alto porcentaje
de mujeres que se encuentran en la categoría
de trabajadores no remunerados y de cuenta
propia con local, sugiere que podría “... deberse
a la necesidad de las mujeres-madres de compatibilizar empleo remunerado y trabajo doméstico, así como también a la valoración social del
trabajo femenino como secundario...”
Dentro de este marco, y a través de los resultados de una encuesta aplicada a trabajadoras informales, son constatados “... algunos aspectos de
la preferencia de las mujeres entrevistadas, por el
trabajo a destajo, a domicilio y en pequeños talleres, frente al trabajo más estable”. Esa decisión
por trabajos de tipo informales se relaciona a la
valoración del rol de madre y esposa en tanto le
permite “... al mismo tiempo llevar adelante lo que
para ellas es su responsabilidad, el hogar, a costa
de una doble jornada muy extensa”. Los ingresos
son bajos y están destinados la mayoría de las
veces a los hijos, a la compra de alimentos o al
hogar en general: es así visto como un complemento del ingreso familiar (Aguirre, Rostagnol,
Torres, 1987). En esos años se produce una
“feminización” del sector informal que si bien incorpora mujeres de muy diversos niveles
socioeconómicos, el componente principal “... lo
constituyen las mujeres provenientes de estratos
pobres” (Longhi, 1988).
El trabajo doméstico remunerado ha sido una
de las opciones laborales tradicionales de las mujeres de los sectores populares urbanos (Prates,
1983) siendo la ocupación que llegó a concentrar
el mayor número de mujeres del conjunto de la
población económicamente activa femenina del
país. En base a entrevistas realizadas a trabajadoras del servicio doméstico de algunos departamentos (Montevideo, Paysandú y Maldonado) en donde su representatividad era alta, Rostagnol (1988)
indaga sobre las modalidades de la relación laboral (empleadas de casa particular, de empresas de
limpieza, otras), su perfil socio-demográfico (edad,
nivel educativo, mujeres solas y sin hijos o mujeres sin pareja con hijos), las condiciones de trabajo (horario, movilidad laboral) así como también
acerca de las principales dificultades como lo son:
el aislamiento y carencia afectiva, la falta de
privacidad, la doble jornada y el problema del tiempo libre.
El trabajo remunerado a domicilio (out-work),
en el cual las mujeres tuvieron un papel preponderante, formó parte de la estrategia de exportación manufacturera no tradicional, que se extien92
de hasta mediados de los años ochenta. Las manufacturas que tuvieron mayor desarrollo fueron
el tejido, realizado por la mujer habitante de pequeños predios rurales (Taglioretti, Canapale,
1981) y/o núcleos urbanos próximos a la ciudad
capital (Lovesio, 1987) y la industria del calzado.
Al respecto, Prates (1984, 1987) indaga ampliamente sobre las trabajadoras domiciliarias en la
industria del calzado y señala que, entre los factores que posibilitaron su auge, fue fundamental
“... la calificación, en particular de la mujer en la
operación más resistente a la mecanización -el
aparado- y la prevalencia de pautas patriarcales
en la organización familiar y de la ideología de
género, legitimando roles y esferas de “privilegio”
para la mujer, que aseguraron una reserva de fuerza de trabajo concentrada en la esfera pre-capitalista del hogar que actuó como factor de ajuste”.
La autora concluye además que las transformaciones económicas del país se intersectan con las
transformaciones de la familia, en que el ciclo de
vida familiar aparece como central en la necesidad de una estrategia de dobles generadores de
ingreso.
El cambio técnico en el sector servicios y sus
efectos sobre el empleo femenino fue estudiado
por Argenti (1985) en base -entre otras cuestiones- a la relevancia que el mismo tenía en el país
(40% de la población activa en 1982). Con esta
misma inquietud, en un análisis sobre el sector
bancario, la autora observa que “... el mantenimiento de altos niveles de desempleo -aún en momentos de crecimiento económico- parece revelar
una tendencia de tipo estructural vinculada a procesos de cambio técnico (...) los rasgos del trabajo femenino anotados, apuntan a subrayar la mayor vulnerabilidad frente a los cambios de este segmento de la fuerza de trabajo” (Argenti, 1988).
Posteriormente, junto con Rostagnol (1989), en
un análisis sobre la banca privada encuentran que
no se registra “desocupación tecnológica” dado a
que en Uruguay las mujeres ingresan a la banca
en el mismo período que las nuevas tecnologías,
todo esto en el marco de la expansión del sector;
destacando sí que las nuevas tecnologías reafirman la tradicional división sexual del trabajo la
cual discrimina a la mujer, creando y recreando la
subordinación.
El trabajo doméstico no remunerado, realizado -generalmente- por las amas de casa, es estudiado en tanto trabajo necesario para la reproducción y el mantenimiento de la población. Algunas
autoras estiman que puede calcularse “... una tasa
de participación en la producción social conside-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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rando que gran parte de las mujeres “inactivas” se
encuentran en realidad ocupadas, trabajando en
la producción doméstica no remunerada” (Méndez,
1988). Diversas hipótesis han sido planteadas a
los efectos de medir esa carga de trabajo como por
ejemplo el tipo de unidad doméstica (familia nuclear, ampliada), las variables derivadas de la organización social tales como acceso a los servicios
(salud, saneamiento, educación, agua, luz, etc.),
al tamaño y la ubicación de la vivienda, etc. Otros
conceptos que también son considerados claves
para la comprensión del tema se refieren a la subordinación (relaciones de poder, aspectos ideológicos y culturales) y explotación de la mujer (apropiación de una parte del trabajo del ama de casa,
por el sistema en su conjunto), destacándose la
invisibilidad social y económica del trabajo doméstico, el que siendo asumido “... como “responsabilidad de la mujer” (...) no es valorado por los
individuos como un “trabajo” ni tampoco por las
que lo realizan cotidianamente” (Torres, 1988)
Dentro de esta crónica, también cabe mencionar que algunos otros autores (Petruccelli, 1987;
González Ruiz, 1989) continuaron realizando estudios más macro, en donde examinaron el comportamiento de la tasa de actividad por tramo de
edad y sexo, y la tasa de desocupación (buscan
trabajo por primera vez y desocupados propiamente
dichos), por sectores de actividad, grupos profesionales y categoría ocupacional, en base a información estadística. También la CEPAL (1988, 1989)
va a observar los comportamientos diferenciados
en las mujeres de altos y bajos ingresos, -utilizando la educación como aproximación a los mismosanalizar la persistencia de altas tasas de desempleo en mujeres y jóvenes y señalar el importante
número de jefes mujeres desempleadas. Al respecto, varios de los trabajos citados antes (por ejemplo: Klaver, Aguirre y Méndez) coinciden en mencionar que la desocupación femenina presenta
tasas superiores a las masculinas, de igual modo
que el subempleo visible femenino. Además
Méndez (1988) señala que un alto porcentaje de
mujeres (encuestadas) opinan que están empleadas por debajo de sus calificaciones (28%) lo que
tiene como agravante que perciben una menor remuneración por sus tareas que los hombres y que,
en las ramas industriales “femeninas”, los salarios son inferiores, lo que tiene como resultado la
discriminación salarial. Portillo (1989) asociando
la estructura de los hogares con su nivel de ingresos verifica -entre otras cuestiones- que los hogares con una mujer sin cónyuge como jefe en un
47,8% se halla en condiciones de extrema pobre-
Homenaje a Alfredo Errandonea
za. Esta situación lo lleva a concluir que “La alteración de la tradicional división social del trabajo
en la familia, en donde el hombre accedía a un
salario y la mujer cumplía con la actividad doméstica (trabajo del hogar, cuidado y educación de los
hijos), desarticula totalmente las funciones de reproducción social que tan intensamente se concentraban en dicho núcleo familiar.”
Otros estudios prestan atención a la actividad económica femenina en su vinculación a la
maternidad y los hijos pequeños destacando la escasa infraestructura en guarderías y los pocos apoyos institucionales en general. Sin embargo, aspectos tales como el aumento de la calificación
por el crecimiento de la población femenina en
liceos y UTU, la expansión de las actividades de
servicio que demandan mano de obra femenina y
el uso creciente de electrodomésticos que facilitan las tareas del hogar, contribuyen a explicar el
incremento de la participación económica de la
mujer (Hintermaister, 1988), “... que pasa, en Montevideo del 28.1% en 1973 al 32.7% en 1975, y
sigue ascendiendo ininterrumpidamente hasta el
46.9% en 1987, (...) [aún después] del mejoramiento del salario real al reiniciarse la normalidad
democrática. Hay aquí un cambio que, desencadenado por factores crasamente económicos, ha producido un cambio de pautas culturales, difícilmente reversibles ...” (Machado, Pérez García, et. al.,
1989).
Sin embargo, este será un proceso lento y como fue observado en un estudio con trabajadoras fabriles del sector textil (Lovesio, 1988)- la
permanencia de ciertos mecanismos obstaculizan
la participación laboral femenina: el contexto doméstico y familiar son fundamentales, combinándose diversas situaciones derivadas del estado civil y los hijos, la trayectoria de la familia de origen, las características socio-demográficas de los
hogares, en las que se incluyen las relaciones de
parentesco, etc.; “... mecanismos que condicionan
a las mujeres trabajadoras a asumir o no conciencia de su subordinación genérica y de explotación
económica”. Si bien, la inserción de la mujer en el
mercado de trabajo redunda en una mejora relativa de los ingresos familiares, las limitaciones para
su actuación en la vida social, política y/o sindical se mantienen hasta tanto no ocurra una “...
revaloración como persona frente a la ideología
patriarcal y la división sexual del trabajo”. Son
espacios “públicos” que se oponen a los espacios
que la cultura le ha asignado a la mujer (madre,
esposa y ama de casa) en donde su presencia ha
sido legitimada.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
I.6) La singularidad del discurso:
¿apología o mito?
El desarrollo precedente muestra las distintas propuestas y aspectos que emergieron como
relevantes para el análisis de la situación de las
mujeres uruguayas, en el período 1950-1989 y
permite reconocer los diferentes momentos por los
que transitó la construcción del conocimiento sociológico relativo a los Estudios de la Mujer en el
Uruguay.
En esa trayectoria, el desafío principal fue
romper con las categorías biologizantes, en que
se apoyaba el análisis y en el cual tuvieron fuerte
incidencia los ensayos de Parsons (escritos a mediados del siglo XX) basados en “... la visión muy
común entonces de la modernización que sostenía que los papeles de género tienen un fundamento biológico y que el proceso de modernizacion
había logrado racionalizar la asignacion de esos
papeles (...)”(Conway, Bourque y Scott, 1996:21).
En las primeras décadas, los análisis están
centrados en los sesgos sexistas, implícitos en las
teorías tradicionales, en donde las explicaciones,
en apariencia neutrales, esconden un punto de
vista que es básicamente masculino, postura que
no ha sido ajena a la producción sociológica en
general. Si bien, desde una perspectiva más
igualitaria, ese saber es cuestionable, también es
válido en la medida en que, a partir de su crítica,
permite contar con elementos para construir un
conocimiento que tenga sentido para tod@s (no
sólo para las mujeres).
En este entorno, muchos de los estudios
macrosociales que se realizan en distintas áreas
(item 3. Las visiones globales y sus contradicciones) no establecen una caracterización de las mujeres como un sector social específico. De hecho,
analizan e interpretan el comportamiento diferente entre uno y otro sexo como valores distintos de una misma variable independiente (sexo más tarde género), sin darle el contenido de una
construcción social compleja, contemplando sólo
la diferencia sexual anátomo-fisiológica (De
Barbieri, 1992). Asímismo, este modo de abordaje
-que continúa presente en muchos de los trabajos
posteriores- lejos de ser interdisciplinario, aparece como una sumatoria de disciplinas científicas
cuyo resultado no son más que experiencias sociales fragmentadas.
A ello se agrega que, las preocupaciones -no
exentas de contradicciones- están estrechamente
relacionadas con la familia y su importancia para
el funcionamiento de la sociedad, donde el origen
94
social y la educación, parecen operar como variables de ajuste en el continuo campo-ciudad, producción-reproducción, hombres-mujeres, según se
desprende de los argumentos de l@s autor@s. En
este sentido, mientras por un lado, es funcional
que las mujeres emigren del campo a la ciudad,
promocionando que los hombres estén libres de
responsabilidades familiares y sociales para su
mejor desempeño laboral, fundamentado en el tipo
de producción (ganadería extensiva); por otro, se
acentúa la nuclearización de la familia asociada al
proceso de modernización y a la ideología de la
domesticidad, destacándose los valores de madre
y ama de casa y su preparación para el mejor desempeño de las tareas reproductivas y domésticas.
Esta idea predominante en el discurso de la época
-bajo el supuesto de que la familia se sustentaría
en una clara diferenciación entre los sexos, donde
el hombre debería ser el proveedor económico de
la familia- justificaba la menor remuneración
percibida por las mujeres en sus actividades de
mercado así como la denominación de trabajo secundario al empleo femenino (concepción ésta que
ha seguido un amplio debate, tanto a nivel nacional como internacional).
La década de los setenta transita por la construcción de un nuevo objeto de estudio “mujer”,
que se da (con mayor énfasis) a finales de la misma y tiene su mayor expresión en el estudio de la
masiva incorporación femenina al mercado laboral
y las transformaciones ocurridas siendo coincidente
con un período de retroceso en cuanto a “... condiciones de vida, libertades públicas y respeto por
los derechos humanos” (Filgueira, N., 1991).
La vinculación entre desarrollo económico y
participación femenina en el largo plazo (apoyada en datos estadísticos), su relación con la transición demográfica (que se ha expresado en el menor número de hijos por mujer en edad
reproductiva) y la evolución de la cobertura educativa, serían el centro para identificar las características de la población femenina económicamente activa y observar las variaciones en el empleo
de las mujeres en relación a los cambios en la coyuntura económica y social (deterioro del salario
real, estrategias de sobrevivencia, emigración internacional, etc.).
En esos años, los trabajos sobre educación,
constatan que las mujeres alcanzaron mejores niveles educacionales lo que, si bien, señaló una
democratización en las oportunidades de acceso,
y llevó a algun@s autor@s a entender que esto
era sinónimo de “opciones igualitarias”, ello no
representaba necesariamente una variación de los
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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roles de género que la sociedad establece para
ambos sexos. En estudios posteriores, que indagan acerca de las disciplinas por las que las mujeres optan preponderantemente, se puede apreciar
que en la educación superior subsisten barreras
entre los sexos y que, en general, el sistema educativo estaría contribuyendo a reproducir la ideología de género más que generando un cambio
cualitativamente favorable -en este sentido- para
las mujeres. Sin embargo -y aunque las limitaciones sociales fuertemente internalizadas presionan
de manera continua en el desempeño profesionalse observa que, esa situación cambia lentamente
produciéndose, sobre finales de la década del 80,
una incorporación importante de las mujeres a las
opciones de tipo más científico-técnico, de
predominancia masculina.
En la década de los ochenta, particularmente en la etapa de restauración democrática, la producción sociológica sobre la problemática femenina señala una tendencia creciente que mantiene su continuidad en los años siguientes. Se va
conformando un cuerpo de conocimientos, se
amplía el debate teórico-conceptual y se asiste a
una diversidad de enfoques, que tiene como consecuencia el desplazamiento de “mujer” a “género” (tema que no incursionamos aquí), perspectiva que es incorporada a los Estudios de las Mujer.
En este marco, nuevos paradigmas teóricometodológicos contribuyen a innovar en la práctica teórica en general: del énfasis en lo cuantitativo al uso de herramientas cualitativas (estudios
de caso, entrevistas en profundidad); de la investigación diagnóstica a un conocimiento más reflexivo de la realidad y a la identificación de situaciones nuevas o hasta el momento
“invisibilizadas”, comprendidas desde una perspectiva de género.
En este período, el acento estuvo puesto en
indagar acerca del trabajo femenino remunerado,
su naturaleza e importancia, y en profundizar acerca de las diferentes formas de inserción laboral (trabajo a domicilio, doméstico, informal, cambio técnico), sus características y consecuencias así como
el tema de la doble jornada y el mundo privado. Se
trata de estudios que comienzan a señalar la relación de poder diferencial existente entre mujeres
y hombres y a tomar en consideración la experiencia de las mujeres, con una actitud crítica frente a
la supuesta objetividad del conocimiento y al carácter universal del sujeto, mostrando así la situación de desventaja de las mismas.
Los estudios y el debate en torno a los Estudios de la Mujer se intensificará en los años si-
Homenaje a Alfredo Errandonea
guientes y continuará extendiéndose hasta la actualidad. En la construcción de ese conocimiento,
y a través de las diferentes propuestas que analizan los distintos aspectos de las mujeres uruguayas, se ampliarán los campos de indagación de las
disciplinas ya existentes y profundizará en áreas
poco incursionadas hasta el momento -desde el
punto de vista sociológico-, tales como: familia,
participacion política, salud y sexualidad, mujer
rural, historia, etc. Al respecto, por estar este texto
circunscrito a la producción relevada en la Base
de Datos, se “ignoró” la existencia de otros trabajos que pudieran existir en relación a la temática
abordada.
De manera general, se puede señalar que, desde un punto de vista teórico, la Sociología de Género se constituye básicamente a partir del momento en que el análisis privilegia la perspectiva
de género como marco interpretativo plausible para
explicar las situaciones de igualdad-desigualdad
existentes en la sociedad entre mujeres y hombres.
Finalmente, cabe señalar que la construcción
del conocimiento de los Estudios de la Mujer en el
Uruguay reconoce ámbitos diversos de realización.
Los trabajos iniciales -que perseguían fines diversos- fueron llevados a cabo en distintos espacios
institucionales (gubernamentales y universitarios),
luego adquiere relevancia la producción académica de los centros privados -la mayoría de ellos originados a raíz de la dictadura- destacándose la
creación de GRECMU (1979) y el Area Mujer de
CIEDUR (1986), en lo que al desarrollo de líneas
de investigación sobre la temática compete. Otros
trabajos fueron desarrollados a nivel de organismos públicos y algunos realizados en forma individual. En el ámbito de la Universidad, será con la
recuperación de la autonomía universitaria en 1985
que el status institucional de los Estudios de la
Mujer tomará impulso: se inician algunas investigaciones referidas a la mujer en el Instituto de
Ciencias Sociales (también tienen continuidad algunas líneas y trabajos en las Facultades de Derecho y Humanidades y en el Instituto de Economía), y posteriormente se creará el Area Mujer en
el Dpto. de Sociología (FCS). La constitución y legitimación de la temática pasa también por el
ámbito estatal con la creación, por ejemplo, en
1987 del Instituto de la Mujer (hoy Instituto Nacional de la Familia y la Mujer, en la órbita del
MEC) y la Comisión de la Mujer (IMM), así como la
importancia de los estudios de organismos internacionales tales como, la CEPAL y la OIT, entre
otros.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
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Aguas Dulces: su lugar en el mundo (Pintado por Alvaro Errandonea).
II) Los jóvenes en la Sociología
Uruguaya: construcción
de la categoría en la producción
del período 1950-1989.
Hacia una sociología de la juventud en
un país “envejecido”.
Desde el punto de vista de la organización
del análisis, hemos respetado un eje temporal, mostrando la emergencia de la discusión a lo largo de
la serie histórica 1950-1989, dividida en los cuatro períodos de referencia. En cada período, se
mostrará cuál ha sido el modo en que la sociología
nacional ha tratado el tema de la juventud y cómo
este recorrido no muestra tanto la modificación en
el tratamiento de un tema, sino la construcción de
un área nueva de conocimiento en la producción
sociológica del país. Esto es, cómo se pasa de la
existencia de un sector o segmento social, sobre el
que se producen datos, a la generación de un corpus teórico con conceptos propios y definiciones
sociológicas de la categoría, asociada al análisis de
problemas considerados claves en la comprensión
de la problemática social de los jóvenes uruguayos.
Antes de ello, es importante contextualizar
el marco de nuestra discusión en lo que refiere a
las características de la población uruguaya. Es interesante constatar que los estudios iniciales sobre Población, que incorporaban variables básicamente demográficas, no hacen referencia a los jó96
venes, siendo, por el contrario, el problema básico
de la estructura social uruguaya el del envejecimiento de su población. Efectivamente, “la evolución demográfica se traducía en una alta proporción de población activa y de personas mayores de
60 años y una baja de menores de 15 años; descripto
como el fenómeno de “envejecimiento” de la población”. (Errandonea, Lovesio et al., 2000, p. 2) Ello
se traducía en el problema del excesivo peso económico de los pasivos. Lo mismo se constataba en
la evolución demográfica del país en el segundo
período (1968-1973), en que se profundiza el lento crecimiento poblacional y la estructura etaria
envejecida. Sin embargo, a partir de los años 70,
emerge una nueva que se transformará en uno de
los problemas básicos de la población uruguaya y
de los jóvenes en especial: la de la emigración internacional.
Efectivamente, en el período 1974-1984,
Petruccelli (1976) constata que “Una emigración
creciente y del orden de las 270.000 personas a lo
largo de la última década, constituida predominantemente por hombres de edades jóvenes, es la explicación mejor fundada de la evolución sufrida por el
conjunto de los habitantes del país”. Esta tendencia se confirma en los trabajos de Seguí González
(1979), Prates, Niedworok y Filgueira (1976) y de
Aguiar (1978), estudios todos que muestran la existencia de una selectividad migratoria que hace fluir
hacia el exterior a personas jóvenes, con niveles
de instrucción correspondientes a la enseñanza
media o superior y con calificaciones altas para el
desempeño de actividades laborales. Ello da origen
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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al denominado proceso de “brain drain”, y es uno
de los problema centrales en una sociedad en que
se instalan “El aumento de la pobreza, y la adopción de estrategias de supervivencia consistentes
básicamente en la emigración de jóvenes y el aumento de salarios por familia. El resultado es la
polarización, pese a la emigración.” (Errandonea,
Lovesio, 2001, p. 24). De 1985 a 1989 el problema
de la emigración joven permanece (Terra, 1985; Fortuna, Niedworok, 1987) y emerge, vinculada a la
cuestión de la fecundidad, el problema de la “reproducción biológica de la sociedad”, esto es, de
las altas tasas de fecundidad de madres jóvenes y
adolescentes, identificado como una de las causas
de la pobreza y de sus formas de reproducción
(CLAEH-UNICEF, 1989).
En una sociedad envejecida en la que la emigración de jóvenes en edad activa constituye uno
de los procesos estructurales de la dinámica social
¿cómo no pensar que la cuestión de los jóvenes es
una cuestión central? ¿cómo eludir que esta dinámica produce conflictos generacionales en la lucha por acceder a posiciones sociales?
II.1) Los estudios globales: estructura,
diferenciación y modos de vida
(1950-1967).
Los autores que, en el primer período, trabajaron el tema juventud fueron Barbagelata y
Solari. Barbagelata (1955) lo hace con una publicación que contenía los resultados obtenidos en
una encuesta realizada por el Seminario Libre de
Sociología de los Institutos Normales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. La encuesta
realizada en 1952 aporta datos relativos a acceso a
la información, uso del tiempo libre, estudios y
vocación de los jóvenes uruguayos. En relación a
la información se concluye que existe una crisis de
curiosidad y de atención en los jóvenes uruguayos, aunque el problema no sea exclusivo ni de la
generación que participó del estudio, ni de los jóvenes uruguayos. Respecto de las diversiones, la
preferencia la tienen los espectáculos cinematográficos, apareciendo postergados los espectáculos deportivos, detrás de los paseos campestres, la
práctica de los deportes y el baile. Respecto de las
opciones vocacionales, se destaca que un 71,7%
tiene preferencia por actividades predominantemente intelectuales y 26% por actividades manuales.
Por otra parte, Solari publica dos trabajos: en
1959 una investigación relativa a los problemas
socioeconómicos de la juventud uruguaya, y en
Homenaje a Alfredo Errandonea
1965 un artículo sobre Educación y Desarrollo de
las Elites que incluimos por hacer referencia explícita a la cuestión de los jóvenes. El primero de sus
aportes refiere a la existencia de proceso de diferenciación interna entre los jóvenes: no hay un
problema socio-económico de una juventud, sino
problemas socio-económicos de diversos grupos
juveniles, según se considera el medio urbano, las
clases altas, medias u obrera. Solari (1959) muestra de este modo que existen diferencias entre los
jóvenes que se explican por su inscripción social:
regional (urbano-rural) o de clases (altas, medias
u obreras), diferencias que rompen la “unidad” del
segmento.
En su artículo sobre Educación y Desarrollo
de las Elites, Solari (1965) analiza los problemas
centrales de la sociedad uruguaya; los vínculos
entre el desarrollo económico y la educación; la
estructura del país y su sistema político y los problemas socio-económicos de la juventud uruguaya. En este sentido establece que, en aquella época, en muchos países de América Latina la enseñanza secundaria era privilegio de una ínfima minoría, siendo un sistema instrumental para la perpetuación de las élites existentes. Sin embargo,
para Solari, el Uruguay no se encontraba entre dichos países dado que, de los aptos para concurrir,
un 32% de los jóvenes se encontraban matriculados en Secundaria. En función de ello concluía que
las sociedades en que la urbanización era acompañada de un alto nivel de ingreso per cápita y de un
mayor porcentaje de clases medias, caso del Uruguay, habían desarrollado un sistema de enseñanza que, cuantitativamente, se aproximaba al de
muchos países europeos. No obstante, Solari observaba la selección interna del sistema como siendo
desfavorable a los estratos inferiores de la sociedad: los estudiantes de clases bajas representaban
el 27% en el primer curso y sólo el 13% en el cuarto y último; asimismo las calificaciones guardaban
una fuerte correlación con la estratificación.
Así, frente al estancamiento del modelo
económico, el sistema educativo no alcanza a
romper las desigualdades de origen, generadas
en la estructura social, y ello a pesar del proceso de expansión que se verifica en él. El tribunal educativo tiende entonces a reproducir las
desigualdades de la estructura, y esto configura, para Solari, el principal problema de la juventud uruguaya: el de la movilidad social por
vía de la educación. De este modo, su análisis
que sitúa en términos globales y estructurales,
elementos estos propios de la Sociología del
período.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
II.2) Emergencia social de los jóvenes:
los estudiantes como actores políticos
(1968-1973).
En el segundo período, la producción cambia
de signo y es de tipo ensayística, por lo que no se
producen datos específicos respecto de los jóvenes. Encontramos publicaciones llevadas a cabo por
Copelmayer y Díaz (1968) y por Ares Pons (1968).
En el trabajo de Copelmayer y Díaz se analiza el
pensamiento y la acción política de los jóvenes.
Inscriptos en el marco de la movilización política
del período, en que los jóvenes se transformaron
sin lugar a dudas en un actor central, la reflexión
se centra en el análisis de su comportamiento político, interpretado como expresión de la crisis global del país. “El pensamiento y la acción de los
jóvenes confirma, a las claras, la transformación
del Uruguay.”
Por otra parte Ares Pons (1968), en “Aproximaciones a la problemática de nuestra juventud”,
procura los elementos que determinan la inscripción social de los jóvenes, con elementos que los
unifican y los separan. Al analizar el modo en que
la crisis económica del país afecta las posibilidades de movilidad social existentes en Uruguay, en
un nuevo contexto marcado por el fin de la “movilidad ascendente”, el autor identifica la existencia
de un proceso de estancamiento en la estructura
social que es clave para la proyección e inserción
de los jóvenes. Identificando a los jóvenes de clase
media como los más afectados por la nueva situación, muestra cómo las generaciones de jóvenes de
fines de la década del 60 llevan a cabo su proceso
de inserción y proyección social en condiciones
mucho más dificultosas y desfavorables que aquellas verificadas hasta mediados de siglo. Este elemento, podríamos decir, distingue a esta generación de las precedentes, instalando una ruptura
en la experiencia social de continuidad y ascenso
social que se verificaba en el país.
Esta diferenciación de los jóvenes respecto
de las anteriores generaciones no responde solo
a una coyuntura histórica, pues representan visiones del mundo que están en conflicto que
las de sus predecesores. Esto es lo que postula
el autor cuando hipotetiza que pueden distinguirse tres generaciones claramente perfiladas
en los últimos cincuenta años de vida del país:
“La más antigua, la de los abuelos, estaba compuesta por los hombres que pelearon o pudieron
pelear en 1904, y participaron en el esfuerzo
creador conjunto que dio por resultado las transformaciones de la segunda y tercera décadas de
98
este siglo. La segunda generación que se hallaba en aquel entonces en la madurez, la de los
padres, que heredaron de los anteriores un camino, un sentido del progreso basado en unas
cuantas realidades y otras tantas ilusiones. La
tercera generación que tomó contacto con el vasto
mundo que rodea al islote del hogar paterno posteriormente a 1933. Resulta difícil distinguir
entre los rasgos peculiares de la problemática
juvenil del Uruguay y los de esa problemática en
el conjunto de la civilización occidental.” En este
sentido, la inscripción generacional permite una
inscripción universal, configurando problemas
que son comunes a los de otras sociedades.
Por otra parte, el autor analiza también el
locus específico de sociabilidad juvenil –como elemento en que se configura y construye cotidianamente la identidad de los jóvenes-, identificando a
la barra como centro del mismo, por oposición al
Club o al gremio. Las mismas se vinculan al barrio,
a los lugares de trabajo o de estudio y aparecen
como núcleos débiles de sociabilidad por la facilidad con que se deshacen, y como elementos
“antisociales”, ya que se definen por una cohesión
interna basada en la oposición a los otros.
Pero, si bien la generación en si, el momento
histórico y el locus de identidad pueden emerger
como elementos que dan unidad a la experiencia
social de los jóvenes, existen diferenciaciones internas entre ellos referidas a la clase social que
comprometen la posibilidad de “vivir” esta juventud. Efectivamente, para Ares Pons “El problema
juvenil es fundamentalmente un problema de clase
media y sectores adyacentes. Entre los obreros la
etapa juvenil es más corta y menos típica. Salvo en
situaciones especiales (por ejemplo la crisis de desocupación) pasan de la adolescencia a la madurez
con escasa transición.” Esto introduce lo que más
adelante será el concepto de Moratoria Social: la
idea de que la juventud constituye el período transición más o menos extendido previo a la inserción
social definida básicamente como instalación de
una familia e inserción en el mundo del trabajo
(asunción de roles adultos).
II.3) El trabajo y la desocupación como
expresión del estancamiento de la
estructura social (1974-1984).
Al analizar los registros del período, llama
la atención el hecho de que si la última publicación es de 1968, la primera en esta etapa es
de 1978, por lo que la producción quedó interrumpida durante 10 años. En esta instancia,
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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emerge alguna definición nueva de juventud y
la producción se centra en los temas de mercado de trabajo y ocupación, medios de comunicación y participación política.
El trabajo de Rodríguez, de 1978, plantea
una definición de juventud, entendiéndola como
un fenómeno pluridimensional que incluye factores biológicos, psicológicos y sociales. Realizando un análisis sociológico de la problemática, determina que “Por encima de todos los criterios posibles, la juventud es el producto de la
sociedad en que se inserta”. Entre los problemas
que más afectan a los jóvenes uruguayos identifica la falta de oportunidades laborales que
obliga a la migración y la transmisión de pautas individualistas y acríticas por parte de los
agentes de socialización (familia, grupo de pares, sistema educativo y medios de comunicación de masas) que llevan a la falta de promoción de su participación en organizaciones de
diversa índole. Nuevamente, la emergencia del
estancamiento social uruguayo es colocada en
el centro de la problemática juvenil: “Los jóvenes uruguayos se encuentran detrás de una pirámide de personas de mediana edad que vivirán y se mantendrán todavía muchos años en el
mercado de trabajo, creando problemas serios de
desocupación para los jóvenes que, teniendo niveles adecuados de capacitación, deben mirar
más allá de las fronteras nacionales para planificar su vida en adelante.”
Más allá de esta definición, los ejes de discusión de la cuestión juvenil priorizan, en primer instancia, el problema de la ocupación y
del mercado de empleo. En este sentido se encuentran las contribuciones de Rodríguez en el
trabajo mencionado (1978) y de Boado (1983).
Para 1976 se constata que casi la mitad de los
desocupados (146.000) estaba constituida por
jóvenes de entre 14 y 24 años (Rodríguez, 1978).
Asimismo se destaca que durante la década de
los 70 los jóvenes ejercen una fuerte presión
sobre el mercado de trabajo, lo que hace que se
registre un sostenido crecimiento en la tasa de
actividad. Esta presión que ejerce la fuerza de
trabajo juvenil es acompañada de altas tasas de
desempleo juvenil (que, por ejemplo, en 1977
es de 14,6% para los hombres de entre 20 y 24 y
de 23,4% para las mujeres de ese tramo de edad).
Por otra parte, los diferentes niveles de la desocupación juvenil en los años ’70 en Uruguay
entre los 2 sexos sugieren que los hombres jóvenes enfrentan menores obstáculos para su
inserción laboral que las mujeres (Boado, 1983).
Homenaje a Alfredo Errandonea
Una segunda dimensión refiere a Medios de
comunicación. En este sentido, Castagnola
(1981) encuentra que los sectores juveniles, en
lo que refiere a niveles de exposición a diversos
medios de comunicación (teleaudiencia y lectura de diarios fundamentalmente), reproducen los
perfiles de la población global. Por último, el
trabajo de Pucci y Papadópulos (1983) llega a
conclusiones similares en relación a participación política. Observan que en las elecciones
internas de los partidos en 1982, el perfil de los
jóvenes no se apartó decisivamente de la pauta
general de los grupos de mayor edad. Por ello,
según los autores, “no hubo una alternativa juvenil propia.”
II.4) De los movimientos sociales a la
exclusión y la violencia (1985-1989).
Podemos identificar estos últimos años como
los años de constitución de una Sociología de la
Juventud, hecho que puede verificarse en el aumento de trabajos relativos al tema, en la generación sostenida de datos en la materia y en la emergencia de conceptos teóricos claves para la reflexión
sociológica. Los temas desarrollados refieren básicamente a participación y movimientos sociales,
trabajo y ocupación, educación, exclusión y violencia.
Los de Terra y Rodriguez constituyen entonces un primer conjunto de trabajos cuyo referente
es el de la participación social y política y de los
movimientos sociales. En su artículo sobre “La juventud uruguaya, en el proceso nacional de los
últimos 20 años” Terra (1985) analiza la problemática generada por la crisis del modelo tradicional
uruguayo, la interacción de un régimen burocrático autoritario y la transición a la democracia, en
referencia a la participación de las generaciones
juveniles. Señala así la existencia de un proceso
marcado por el estancamiento social producto de
la crisis que se agudiza a fines de los años 60.
Frente a la modificación de una situación que se
caracterizó por, como lo menciona el autor, una estructura de roles muy estable, en la que el ascenso
en las jerarquías adquirió un alto grado de institucionalización, donde la educación formal y la antigüedad resultaban factores dominantes, surge el
movimiento universitario, representado en la FEUU.
Este movimiento es analizado como producto de la
confrontación ideológica que caracterizó a la izquierda universitaria uruguaya y por los conflictos
propios de la sociedad uruguaya, en que un polo
intelectual y técnico cuestionaba los polos tradi-
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
cionales del poder económico y político. Frente a
la represión política la juventud no sólo desarrolló
una actitud de rechazo al régimen autoritario, a
sus valores y a sus prácticas, sino que se manifestó
en forma muy nítida y muy viva portadora de los
valores políticos tradicionales de la sociedad uruguaya.
Sin embargo, tanto Terra (1985), como
Rodríguez (1985) señalan una división al interior
de los movimientos sociales de jóvenes. Para Terra
existen dos tipos de irrupciones diferentes de los
jóvenes en el proceso social uruguayo: la primera
que expresa la confrontación del 68 (la juventud
relegada o sumergida), la segunda que aparece
como expresión de una causa nacional e idealiza
los valores tradicionales identificándose con la sociedad civil. Para el caso de los movimientos juveniles que analiza (estudiantil, rural, cooperativo,
sindical), Rodríguez (1985) muestra que estos han
manifestado su rechazo y oposición al neoliberalismo económico y al autoritarismo político. Las
posturas más radicales han sido planteadas en el
plano estudiantil y las más moderadas en los movimientos de juventudes rurales. En el caso del movimiento estudiantil universitario su rol ha sido
fundamental para la concreción de adecuadas articulaciones entre la Universidad y las fuerzas políticas y sociales14 .
Otro conjunto significativo de la producción
aborda el problema del trabajo y la ocupación que
se consolida en esta instancia como uno de los
temas centrales, lo cual se verifica en el aumento
de la producción y en el apoyo sostenido de instituciones como la Cepal para la investigación en el
área Juventud y Trabajo. Efectivamente, son centrales en este momento sus estudios (1988, 1989)
que analizan la tasa de actividad y desocupación
de los jóvenes, junto con los de Rama (1989) y
Diez de Medina (1989). Sólo el trabajo de Petruccelli
(1987) emerge en el marco del Instituto de Ciencias Sociales. Entre los procesos identificados por
los autores se señalan un nivel de desocupación
alto y ventajas relativas menores caracterizando la
situación de los jóvenes respecto de los mayores,
sin perspectivas de mejora ni en el corto ni en el
medio plazo. Por otra parte, se señalan también
desequilibrios entre lo que demanda el mercado
laboral y lo que el sistema de educación formal
posibilita en términos de capacitación.
Al observar el aumento del porcentaje de jóvenes que participan del mercado laboral, Rama
(1989) destaca diversos factores que caracterizan
su participación: la tendencia propia de las ciudades modernas a la mayor participación laboral femenina; las estrategias de los hogares de incorporar a la ocupación a los jóvenes como forma de
enfrentar la caída de los ingresos laborales, que en
Uruguay se agudizó desde 1973; los “vacíos” que
en la estructura ocupacional generó la emigración
internacional (que afectó fundamentalmente a los
tramos etarios de adultos jóvenes) y que fueron
llenados con jóvenes de ambos sexos y mujeres, en
la medida en que se incrementó la actividad económica y la ocupación. Para Rama, el empleo juvenil tiene por función incrementar los ingresos de
los hogares y constituye una estrategia fundamental de los mismos, explicando en parte considerable la muy fuerte oferta de trabajo joven que registra Uruguay en la comparación latinoamericana.
En lo que refiere a la condición de inactividad, se establece que esta se asocia con la edad, el
sexo, la asistencia escolar y el ingreso del hogar,
siendo el factor de más peso la asistencia escolar.
La existencia de Desocupados Propiamente Dichos
entre los jóvenes, especialmente de los que no asisten a centros educativos, indican la condición de
un sector de juventud excluida. Por oposición a
estos se sitúan aquellos que a la vez que trabajan
asisten a un centro de enseñanza, subconjunto que
comprende entre una cuarta parte y la mitad de
los jóvenes. La magnitud del fenómeno sólo podría
explicarse por la importancia del fenómeno en las
estrategias de sobrevivencia de los hogares, por la
laxitud horaria y de exigencias de las instituciones
educativas, pero no por un desarrollo adecuado de
los sistemas para la atención de esta población
(Rama, 1989).
La problemática del trabajo juvenil, unida o
no a la de la educación, lleva entonces a conclusiones que apuntan a mostrar cómo se diferencian
entre sí los jóvenes y cómo la condición juvenil
está íntimamente marcada por la trayectoria social. Hacia esto confluyen también las conclusiones de Diez de Medina (1989) quien resalta que, al
analizar las características espaciales que rodean
la inserción de los grupos más jóvenes de la fuerza
de trabajo en el mercado uruguayo, se rompe la
14 Entendemos que estos trabajos conjugan una línea de reflexión de importancia en la época, que es la de la Sociología de la Acción Social y de los
Movimientos Sociales, con la necesidad histórica de analizar y comprender los procesos sociales y políticos de un pasado cercano que es el de la dictadura
y del período predictatorial en que los jóvenes, como se mencionó, se transformaron en actor social y político, otorgando una visibilidad social al sector
que no había existido hasta entonces. Es importante señalar que varios de los cientistas sociales que se reinsertaban en estos años a sus tareas
académicas, fueron protagonistas de esta historia que comenzó a analizarse desde un punto de vista “científico”.
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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concepción de la existencia de un colectivo genérico denominado juventud. Para el autor, esta concepción a veces puede llevar a engaños dado que
la supuesta homogeneidad no es tal y puede estar
ocultando aspectos más complejos que contar con
menos de 25 años de edad.
En tercer lugar, encontramos los trabajos referidos a Educación, tema que no aparecía explícitamente unido al de Juventud desde el primer período. En este marco, la preocupación central se
ubica en la comprensión del modo en que se efectuó el proceso de universalización del Sistema Educativo, las desigualdades en el acceso al mismo y
la conformación de trayectorias escolares diferenciales15 . El conjunto de los autores coincide en señalar la existencia de un proceso de reproducción
de las desigualdades sociales que el proceso de
expansión y universalización del Sistema Educativo no alcanzó a modificar. Sin embargo, este proceso es descripto de diversas formas por los mismos.
Solari (1989), en su análisis de “La educación
preescolar, básica y media”, indica que la característica básica de nuestro sistema educativo es el
de haberse extendido a toda la población, señalando como uno de los problemas centrales de dicho sistema el de la igualdad en su funcionamiento, el cual genera fenómenos extremadamente complejos. Respecto de las características de la expansión del Sistema Educativo, Terra (1985) muestra
que en la enseñanza primaria se constata un progreso cuantitativo importante, con una cobertura
muy amplia en el medio rural, una reducción en la
repetición y consecuentemente de la extraedad lo
cual, insiste, no señala de por si un mejoramiento
cualitativo. Para este último, la universalización
significa un factor de igualación formal, pero de
carácter relativo ya que oculta importantes desigualdades, significativas según el origen social y
geográfico. El concepto que objetiva este proceso
de desigualdad del sistema es el de fracaso escolar:
el hecho de que cerca de un quinto de la población
que ingresa a Primaria no egrese se debe, sobre
todo, a la importancia de la repetición que se sitúa
en un 11.4% para 1986 y que se vincula también
al problema de la extraedad. Esto se explica por las
graves dificultades que determinados grupos sociales tienen para superar las exigencias del medio
escolar (Solari, 1989)
Homenaje a Alfredo Errandonea
En este sentido van los aportes de Rama
(1989) quien, a partir la Encuesta de Hogares de
Montevideo de 1987, muestra las diferencias existentes en las trayectorias escolares estableciendo
correlaciones entre los logros alcanzados en el sistema educativo (asistencia y calificaciones básicamente) y el origen social de los jóvenes. Partiendo del hecho de que prácticamente todos los
niños terminan la enseñanza primaria, también
señala que las desigualdades derivadas del origen
social no han desaparecido totalmente y se han
vuelto más sutiles ya que se constatan en la edad
del egreso o en las calificaciones y ya no en el
egreso mismo.
Para Rama (1989), las desigualdades, que sobreviven aun en aquellas zonas en que el sistema
funciona de manera aparentemente más
igualitaria, son de variada índole. Cuestionando
que la principal causa explicativa se sitúen en las
diferencias que provienen del patrimonio cultural
familiar frente a las exigencias de la escuela, postula la crítica a una “cultura escolar” como un
ideal que debe ser alcanzado por todos so pena de
perecer 16 . Así, la educación institucionalizada
opera como sistema de selección y estratificación
de la población, aunque sus fallos negativos se
originen en razones académicas y tenga como función preservar una formación de mínima calidad.
Por ello, el autor defiende que un sistema que
ofrece el mismo tipo de servicio para todos, o que
ofrece menor cantidad y calidad de servicios a los
sectores populares, cuando sus educandos están
estratificados en lo sociocultural, necesariamente
descarta una mayor proporción de los sectores de
más débil participación en el ingreso y la cultura.
Por otra parte, al abordar de forma conjunta
el problema de la educación y el trabajo, Rama
analiza un fenómeno nuevo en relación a la discusión sobre Juventud, que es el de la exclusión.
Si bien algunos autores venían mostrando la existencia de realidades sociales diferentes entre los
jóvenes, la emergencia en estos años del problema de la pobreza lleva a la construcción del problema de la exclusión. Fuera de la delimitación
conceptual del problema que realiza a efectos de
determinar cuáles y quiénes son los jóvenes excluidos en Uruguay, entendemos que este fenómeno se traduce en la emergencia de dos problemas sociales nuevos que surgen en la época en
15 Cabe señalar que estas preocupaciones sí aparecen como una constante en los cuatro períodos en los estudios relativos a educación.
16 Esta última crítica es clave ya que denota la introducción de los aportes llevados a cabo por las corrientes de Sociología de la Educación imperantes en
la época, mostrando cómo el sistema educativo constituye un tribunal que refrenda y reproduce las desigualdades que se producen a nivel social por vía
de la reproducción de los valores y la cultura de ciertos sectores sociales, esto es, que sus juicios, aparentemente universales, constituyen en realidad el
reforzamiento de la cultura, saberes y valores de las clases medias y medias altas. Estas ideas serán incorporadas de forma crítica por el autor, pero en
textos que corresponden a una producción posterior al período analizado.
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
relación a los jóvenes: la violencia (menores delincuentes) y la maternidad adolescente.
Así, Rama (1989) plantea que existen dos
grandes grupos de jóvenes excluidos socialmente.
Un segmento, no cubierto por ninguna información disponible, que es el de los jóvenes rurales, a
los que el sistema institucional ofrece muy escasas
ofertas y que pertenecen a hogares con elevados
porcentajes de pobreza y necesidades básicas insatisfechas. Por otro lado, un segmento urbano perteneciente a los hogares de ingresos más bajos de
la sociedad, con edades entre 14 y 19 años, que no
asiste a centros de enseñanza y no completó el
Ciclo Básico. Las dos categorías anteriores se encontrarían bastante excluidas de la interacción
social que tienen los jóvenes que participan tanto
de la “moratoria” de la juventud como de las expectativas de integración acordes con los cambios
que se están registrando en la sociedad nacional,
o la internacional, ya que figura la emigración como
una alternativa razonable de realización individual.
Los estudios de Portillo (1989) cambian entonces el foco de la discusión e instalan el tema de
la criminalidad, tema que en la década de los 90
estará fuertemente vinculado al de la juventud.
En su trabajo sobre Estado y Minoridad en Uruguay, identifica el perfil de los jóvenes criminales,
que tienden a cometer sobre todo delitos contra la
propiedad, que han pasado por instituciones estatales de protección a la infancia y que son de origen urbano predominantemente. Asimismo, muestra la existencia de una minoría altamente peligrosa por el grado de violencia que es capaz de
desplegar y establece una crítica a las dependencias del Consejo del Niño por su mal funcionamiento.
Portillo también señala la existencia de una
“situación límite”, que es la de los nacimientos
ilegítimos, de los cuales nacen cada vez más el
grupo de niños más expuestos y con mayores
dificultades de vivir y sobrevivir, constituyendo un grupo particularmente débil y agredido.
Respecto de este tipo de maternidades indica
que “... particularmente en madres menores de
24 años por lo general se trata de una maternidad no deseada, que sumada a las condicionantes
del medio social, exacerba las carencias de todo
tipo del menor. Hay, entonces, un primer tramo
de la niñez -entre 1 y 5 años- donde el desamparo es muy fuerte. La falta de tradición y políticas al respecto determinan una existencia totalmente marginal de servicios públicos (gratuitos)
de atención a preescolares.” (Errandonea,
Lovesio et al., 2002, p. 155)
Finalizamos la construcción sociológica del período introduciendo la definición que utiliza Rama
para determinar la condición juvenil, que es el de
Moratoria social y que se constituye como el período social concedido por la sociedad como etapa
de transición entre la salida de la infancia y la
integración al mundo adulto (inserción laboral,
culminación de los estudios de tercer nivel, formación de una familia, etc.). Rama concluye que si la
juventud es una “moratoria” para formarse cabe
afirmar que esta condición se volvió ampliamente
mayoritaria para los jóvenes menores de 20 años y
de peso significativo entre los montevideanos entre
20 y 24 años, mientras que es una situación excepcional para los jóvenes del interior. Así, debe
enfatizarse que este proceso de moratoria no es
homogéneo en todos los sectores sociales, siendo
evidente que en la sociedad uruguaya existen elementos como son la asistencia educativa y los ingresos de los hogares que tienden a integrar o a
excluir a la población de 14 a 24 años de una similar condición de juventud17 .
II.5) Los jóvenes en la producción sociológica uruguaya: de la integración a la
exclusión.
Para aproximarnos al modo en que los jóvenes fueron pensados como “problema social” o, si
se quiere, el modo en que fueron abordados los
problemas sociales de los jóvenes uruguayos, analizaremos los temas que fueron emergiendo en el
análisis de los diversos autores que se ocuparon de
la problemática desde los inicios de la sociología.
En los primeros años de la disciplina, de 1950 hasta 1967, el problema central es el de la Educación
y los jóvenes son, ante todo, estudiantes. Esto se
refleja en los estudios de Solari (1959) de la época
17 Estas ideas se reafirmarán más tarde en el trabajo de Filgueira y Rama “Los jóvenes de Uruguay: esos desconocidos. Análisis de la encuesta Nacional de
Juventud” (1991). Aquí la problemática de los jóvenes se centra en dos esferas que son la del trabajo y la educación y la de los conflictos de carácter
intergeneracional y cuestiones políticas. De un lado, se concluye que no hay un involucramiento del joven con la política y no se espera de la
movilización política solución a los grandes problemas que los afligen: su futuro depende exclusivamente de su esfuerzo personal y sus preocupaciones
pasan por como lograr una capacitación que los habilite para el empleo. Por otra parte, se señala que hay problemáticas juveniles y juventudes
claramente diferentes de acuerdo al origen social y cultural del joven. La fase juvenil es corta en los jóvenes de nivel socioeconómico bajo pues la
mayoría de estos asumen tempranamente roles adultos que tienen su correspondencia en el plano subjetivo. Esto se da principalmente en la clase baja,
en el hombre y en el contexto urbano del interior respecto a Montevideo. Así, la información prueba en su conjunto la existencia de juventudes
estratificadas socialmente. A esto se agrega una mayor desigualdad femenina entre sectores de mujeres de status social bajo, que tienen hijos a edades
muy tempranas y carentes de la protección social del matrimonio, y mujeres que pueden dilatar la formación de una familia e invertir en educación
(Filgueira, Rama, 1991).
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y también en los de Barbagelata (1955) los cuales,
más allá de aportar información sobre los gustos,
preferencias y grado de acceso a la información de
los jóvenes, sitúan como centro de su definición la
cuestión de la vocación y la proyección social. Asimismo, la primer problematización sociológica vincula Educación a las características y problemas de
la estructura social del país (movilidad social y
estancamiento, envejecimiento y clases sociales
como procesos centrales de la estructura).
A fines de los años 60, en el período
predictatorial, los jóvenes aparecen, básicamente,
como militantes estudiantiles, la cuestión política
se transforma en la cuestión del período junto con
el problema del estancamiento social, explicando
ambos la emergencia de este actor social y el sentido de su actuación política (Ares Pons, 1968;
Copelmayer, Díaz, 1968). En los años de la dictadura, los jóvenes son electores y espectadores de
los medios masivos de comunicación, pero son fundamentalmente personas que se integrarán al mercado de empleo con diferencias entre ellos y oportunidades diversas, en un contexto en que el problema de estancamiento social y de la falta de oportunidades que brinda la estructura sigue siendo la
problemática clave para los mismos (Boado, 1983;
Papadópulos, Pucci, 1983; Rodríguez, 1978).
En el período de democratización, de 1985
a 1989, algunos trabajos vuelven a problematizar
la actuación de los diversos movimientos sociales
de jóvenes de fines de los 60 (Rodríguez, 1985;
Terra, 1985). Sin embargo, no podemos decir que
en este período los jóvenes sean considerados esencialmente como militantes, ya que estos análisis
buscan sobre todo saldar la comprensión histórica
de los acontecimientos del período pre-dictatorial.
Son también considerados como trabajadores o futuros trabajadores, siendo muchos de ellos
desempleados, como estudiantes, menores peligrosos y madres adolescentes (Cepal, 1988, 1989;
Filgueira, Rama, 1991; Diez de Medina, 1989; Rama,
1989; Solari, 1989). Los jóvenes son, entonces, un
sector social que enfrenta diversos problemas -la
violencia, la educación, el trabajo, la conformación de una familia, la sexualidad-, en una comprensión que abandona el problema del “estancamiento social y la falta de oportunidades de ascenso” para abordar el de la “exclusión”. Esta inflexión hace que muchos trabajos dejen de centrarse en el problema de la movilidad social y en el
análisis global de la sociedad, para pasar a un punto
de vista fragmentado, que analiza específicamente
determinados sectores sociales (los más carenciados) y las problemáticas que sufren.
Homenaje a Alfredo Errandonea
La complejización de los temas que expresan las problemáticas juveniles permite una cierta
genealogía en la construcción del espacio social de
los jóvenes, espacio en el que el discurso sociológico también actúa al construirlo y consolidarlo
como objeto de preocupación social. De este modo,
el discurso sociológico asume un doble papel: así
como expresa la evolución social de la temática,
incide en la elaboración de la misma. En esta evolución, la condición de joven deja de adscribirse
únicamente a una condición institucional que es
la educativa.
Este proceso implica la comprensión, como lo
resalta Lenoir (1998), del proceso de surgimiento
de un problema social el cual resulta, según el autor,
de tres series de factores: de las transformaciones
que afectan la vida cotidiana de los individuos en
una secuencia de hechos sociales cuyos efectos
difieren según los grupos sociales; del hecho de
que estas condiciones objetivas apenas dan origen
a un problema social cuando este llega a recibir
una formulación pública (lo que implica un trabajo de evocación, de imposición y de legitimación);
y del proceso de institucionalización que tiende a
inmovilizar y fijar las categorías según las cuales
el problema fue colocado y resuelto al punto de
tornarlo evidente para todos (Lenoir, 1998, p. 95).
En este sentido, algunos hechos muestran cómo el
problema de la juventud, como problema social,
pasó por determinadas instancias de legitimación
académica, profesional y pública.
Respecto de las instituciones y organizaciones desde las que se abordó la problemática, puede observarse cómo se transitó desde la Universidad, como centro académico hasta inicios del período dictatorial, hasta los Centros de Investigación generados en la dictadura e imperantes en el
tercer período así como Organismos Internacionales tales como la Cepal, claves la restauración democrática. De este modo, se retrata una evolución
que va desde la academia hasta los organismos
internacionales, lo que demuestra el nivel de visibilidad social adquirido por el tema. Por otra parte, deben mencionarse, en los años 90, diversas
instancias de legitimación en el ámbito estatal de
la problemática, lo cual se expresa en la creación
de Organismos Gubernamentales tales como Instituto Nacional de la Juventud o en el impulso
de políticas para el sector por parte de la Intendencia Municipal de Montevideo. Asimismo, es
importante mencionar la emergencia ONG´s específicas, tales como el Foro Juvenil en 1981,
que reconocen y legitiman la existencia del problema.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
II.6) Los jóvenes como problema
sociológico: cambios en la definición.
Para determinar el modo en que los jóvenes
se constituyeron en problema sociológico analizaremos de forma comparativas las diversas definiciones de la categoría juventud halladas en el conjunto de la producción sociológica. En los primeros años, no aparecen elementos relativos a una
discusión sociológica o problematización de las
características que hacen que ciertos sectores sociales sean considerados jóvenes. Por ese motivo,
la delimitación es etarea, fisiológica o demográfica, dependiendo de los diversos trabajos
(Barbagelata, 1955; Solari, 1959). En cambio, en
el período predictatorial, la emergencia de los jóvenes como actor social y el nivel de conflictividad
política se traducen en la aparición de una definición social de la categoría pautada por una oposición conflictiva en relación a las demás generaciones. Aquí, los jóvenes se sitúan como un sector
con una experiencia social determinada por su inscripción generacional que los hace portadores de
una visión del mundo que se opone a la de las
anteriores generaciones. Esta visión del mundo, en
los estudios de Ares Pons (1968), parece ser la única
que capta y expresa la crisis social del momento,
con elementos que son compartidos por los jóvenes de otros países, lo que le confiere un cierto
carácter universal y elementos identitarios propios
del Uruguay, tales como la “barra”, locus de identidad específico.
En los años de la dictadura, la definición
retoma elementos propios de una sociología estructural funcionalista. Los jóvenes, en este momento, son definidos como el grupo social en etapa de
inserción y socialización (internalización de normas y valores), cuyo proceso de integración social
se ve afectado por las disfuncionalidades de la estructura, las cuales se remiten al estancamiento
social y la crisis del proceso de movilidad ascendente que existía en Uruguay, y se expresan básicamente en el problema del trabajo o, mejor dicho, de la falta de trabajo, además de la inadecuación de la formación - capacitación- para el trabajo (Rodríguez, 1978).
En período de la restauración democrática, la
definición de la condición juvenil tiene por eje el
concepto de Moratoria en tanto espacio temporal
de transición que la sociedad brinda a un determinado sector social, espacio situado entre la infancia y la edad adulta y cuyo fin está pautado por la
conformación de una familia, la consolidación de
un empleo y la finalización de los estudios (Rama,
104
1989). Dado que en los diversos sectores sociales
el acceso al empleo, la consolidación de una familia y la realización de los estudios no se dan del
mismo modo, este proceso de moratoria es más o
menos prolongado en cada grupo social al interior
de una misma sociedad. Por eso la juventud es una
construcción social (no demográfica ni psicológica) que se prolonga más o menos en el tiempo.
Esta definición retoma elementos de la definición
de corte estructural funcionalista, en tanto el ingreso a la edad adulta se define por la asunción de
roles, cuyo desempeño y posibilidad de acceso depende de las posibilidades que brinda una determinada estructura social, la cual en el caso de Uruguay, se señala, tiende a la generación de desigualdades y exclusiones.
Sin embargo, estas conceptualizaciones excluyen el hecho de que la definición de una generación también se vincula con la oposición a otras
generaciones y que el desempeño de determinados
papeles también refiere a determinadas concepciones del mundo y a ciertas visiones de lo que
supone “estar capacitado” para desempeñar determinados roles. En este sentido, como muestra
Lenoir, lo que estructura las relaciones entre las
diversas generaciones en cada sociedad se vincula
al momento en que los más jóvenes obligan a las
generaciones más viejas a retirarse de las posiciones de poder para ocuparlas, pretexto éste de las
luchas entre las generaciones. Así, la determinación de la faja etárea implica la redefinición de los
poderes ligados a los diversos momentos del ciclo
de vida peculiar de cada clase social (Lenoir, 1998,
p. 68).
En este contexto, entendemos que las definiciones de corte estructural funcionalista, si bien
permiten mostrar cómo determinados procesos estructurales generan déficits o capacidades en las
posibilidades de los sectores jóvenes de acceder a
determinadas posiciones, ocultan los procesos conflictivos que también están por detrás del otorgamiento de papeles y del desempeño de roles en lo
que se refiere a los procesos sociales de legitimación de los mismos. Estos procesos, que son los
que emergen en la definición de Ares Pons de 1968,
refieren a la existencia de conflictos entre grupos
sociales y a los procesos de conformación de determinadas visiones del mundo.
De este modo, podemos establecer que, desde un punto de vista teórico, encontramos elementos que permiten decir que, en el período 19501989, los jóvenes pasaron de ser un “segmento
social” a ser una categoría sociológica en tanto la
definición del sector reconoce elementos que son
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relativos al modo en que se estructuran socialmente las relaciones entre una generación y otra
y, específicamente, a los procesos sociales que
definen que determinados sectores sociales sean
considerados jóvenes. Sin embargo, son pocos los
elementos que abordan estos procesos como procesos relacionales entre unas generaciones y otras,
centrándose básicamente en los efectos que el contexto (“la estructura”), tiene sobre las posibilidades de los jóvenes de integrarse socialmente.
Respecto de los procesos y conflictos sociales que se hacen presentes en la categoría, observamos que, desde el inicio, los conflictos de
clase y los procesos de diferenciación
socioeconómicos de la estructura social son reconocidos por los autores como un eje de diferenciación fuerte entre los jóvenes. Esto se debe, entendemos, a que este constituye uno de los ejes
fundantes de la sociología desde sus inicios y así
lo marcan los trabajos de Solari (1959, 1965, 1985),
Ares Pons, (1968) y Rama (1989), entre otros. Sin
embargo, este eje siempre es utilizado para mostrar las diferencias entre los jóvenes, y no para
mostrar cómo en determinadas clases o grupos
sociales las relaciones entre generaciones son diferentes, explicando ello el proceso por el cual la
Juventud es un problema de las “clases medias y
sectores adyacentes” (Ares Pons, 1968), o porqué
el proceso de moratoria “no es homogéneo en todos los sectores sociales” (Rama, 1989).
Por otra parte, una de las divisiones que
comienza a introducirse en el análisis sobre jóvenes es la de género. Esta emerge como expresión
de vivencias diferenciales entre los jóvenes únicamente en 1989 en el trabajo de Rama, obedeciendo ello a la evolución de la cuestión de género en la Sociología Nacional. Esta diferenciación,
entendemos, se introduce como criterio prácticamente “fisiológico” de distinción entre los jóvenes, estando en falta una verdadera sociología de
género que se abocara a comprender las relaciones existentes entre hombres y mujeres jóvenes.
En este sentido, lo que encontramos en el período
refiere a mujeres jóvenes de sectores carenciados,
discusión ésta que se vincula sobre todo a pobreza y familia (condiciones de “reproducción biológica de la sociedad”) (CLAEH-UNICEF, 1989). Finalmente, en comparación con lo que ocurre en
otras sociedades, no existen referencias a los conflictos raciales ni religiosos, de gran incidencia en
otros contextos.
En lo que refiere, finalmente, al modo en
que este “objeto sociológico”, -la juventud- ha sido
construido por parte de los sociólogos uruguayos,
Homenaje a Alfredo Errandonea
entendemos que el mismo refleja lo que es la tradición sociológica del país, pautada por dos elementos. En primer lugar, como lo establece
Errandonea (1999), la sociología uruguaya buscó,
desde sus orígenes, comprender las raíces de la
crisis del modelo social que triunfara hasta mediados de siglo, resquebrajándose desde entonces
sin que fuese propuesto un modelo alternativo que
sacara al país del estancamiento social que vive
desde los años 60. Para Errandonea el nacimiento
de la disciplina sociológica se vincula a la necesidad de comprender “la crisis social”, siendo contemporánea su emergencia y los inicios
fundacionales de la sociología. Esta constituye,
de algún modo, la dimensión política bajo la que
es preciso comprender este proceso de construcción. Y en este marco, los jóvenes como sector
social fueron constituyéndose en un grupo que,
en un país envejecido, fue modelándose a la luz
de los diversos procesos sociales de emigración,
desempleo y exclusión que el modelo generó. Sin
embargo, la construcción de esta problemática no
es, por parte de los sociólogos, únicamente producto de un análisis objetivo de la realidad, sino
también de una voluntad política, de mostrar la
crisis que, desde mediados del siglo XX, sufrió el
país, en el agotamiento de un modelo de sociedad
triunfante y aún presente en la memoria colectiva.
Y esta dimensión política, en segundo lugar, se conjuga con una tradición analítica que,
en sus diversas variantes, siempre se situó en un
análisis de corte estructural, apuntando a la
objetivación de los procesos sociales globales que
genera una determinada dinámica estructural. En
este sentido, respecto del tipo de datos en que
basaron sus inferencias los autores del período, la
mayoría de los trabajos con referencias empíricas
utilizaron datos estadísticos fueran ellos de corte
primario o secundario. Ello se refleja también en
la falta de estudios que abordaran los procesos
interpretativos y comprensivos de los jóvenes. Nada
más lejano, entonces, de los estudios propios de
la tradición pragmática en Sociología que sólo penetrará en el país en la década del 90.
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ARTICULOS
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ARTICULOS
Homenaje a Alfredo Errandonea
Aportes para su análisis
La reforma educativa en Uruguay
Renato Opertti*
—
Alberto Villagrán**
El artículo plantea que los cambios operados en el sistema educativo uruguayo a partir del año 1995
tiene características reformadoras atendiendo a algunos de los resultados primarios del proceso:
(i) accesibilidad de nuevos grupos poblacionales; (ii) extensión y obligatoriedad de los años de
escolarización; (iii) innovaciones de estructuras curriculares. Asimismo analiza el proceso de reforma
en perspectiva histórica, atendiendo a los principales hitos del desarrollo del sistema, y a los cambios
o transformaciones recientes. Por último, desarrolla una serie de condiciones necesarias para la
sustentabilidad del proceso de reforma. Los autores fueron Ayudantes Honorarios de la Cátedra de
Metodología III que dictaba Alfredo Errandonea en el Instituto de Ciencias Sociales y colaboradores
directos en la formulación e implementación del Censo de Estudiantes Universitarios de 1988, del que
Errandonea realizó la coordinación general.
I. Aspectos conceptuales
Este artículo tiene por propósito establecer bases conceptuales para el análisis del proceso de reforma educativa que viene desarrollando el país a partir
de 1995. Referirse a la reforma educativa equivale a
atender un caso particular de política educativa, la
que generalmente se expresa en una ley o conjunto
de leyes que conllevan una modificación sustancial
del sistema educativo. En tal sentido, cabe preguntarse si la reforma educativa del sistema uruguayo
responde a un cambio de política orientada a generar
transformaciones en el sistema escolar o es puramente un cambio incremental, por ejemplo, sobre estrategias de ordenamiento, asignación de inversiones o
adecuaciones curriculares1 .
*
Al menos tres condiciones son necesarias identificar para reconocer un proceso de reforma educativa2 :
1. Accesibilidad a determinada actividad, servicio o
bien material de un grupo de personas. Este bien,
actividad o servicio eran previamente inexistentes
o bien eran inaccesibles para ese grupo que ahora
tiene acceso. Esta condición también puede formularse en sentido negativo, esto es, la pérdida
de posesión parcial o total de un bien material o
el acceso libre a una determinada actividad o servicio. Un ejemplo de ello, lo constituye la expansión de la cobertura educativa, a través de políticas orientadas a la incorporación de nuevos sectores o segmentos poblacionales.
Sociólogo. Exprofesor adjunto de la cátedra del Prof. Alfredo Errandonea “Metodología III” de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de la República. Actualmente desempeña funciones en la Administración Nacional de Educación Pública, como Coordinador General del Programa de Modernización de la Educación Media y la Formación Docente (MEMFOD).
** Sociólogo. Exprofesor adjunto de la cátedra del Prof. Alfredo Errandonea “Metodología III” de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de la República. Actualmente es docente y miembro del Instituto de Sociología Jurídica de la Facultad de Derecho de la
Universidad de la República y responsable de la Unidad de Programación, Seguimiento y Monitoreo del Programa MEMFOD de la
Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). — [email protected]
1
2
Se toma como referencia conceptual para explicar procesos de reforma educativa el trabajo de Frances Pedró e Irene Puig “Las reformas educativas. Una
perspectiva política y comparada”. Ediciones Paidós. Barcelona, 1998.
Pedró, Francesc e Irene Puig. Op.cit.
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
2. Obligatoriedad conferida a un organismo público
o bien a un grupo de personas para que realice
alguna actividad o actuación. En el sector educativo, los ejemplos más claros de ello refieren a la
obligatoriedad de ciertos años de escolarización,
normatización del calendario escolar sobre la base
de determinadas horas de enseñanza a cubrir, o
las condiciones de trabajo de los docentes.
3. Cualquiera de las condiciones señaladas precedentemente deben estar operativas y en vigor durante un suficiente plazo de tiempo para que puedan ser evaluados y precisados los efectos de los
cambios introducidos. En caso contrario estaríamos en presencia de una reforma abortada. Ciertamente, cualquier reforma implica un proceso que
como tal está sujeto a revisiones, constituye un
campo de experimentación3 cuyos efectos o cambios actúan en períodos de largo aliento. Tal es la
concepción que subraya C. Filgueira4 al referirse
al proceso de reforma del sistema educativo uruguayo “parece prudente señalar que la urgencia
por evaluar procesos que recién se han
implementado, para decir qué está bien y qué está
mal, no resulta una buena consejera. No deberíamos colocar rápidamente en tela de juicio las consecuencias o resultados de la reforma; no debemos dejarnos dominar por la urgencia: ni magnificar logros, ni subestimar los cambios cuando los
resultados no aparezcan rápidamente, puesto que
la educación supone siempre procesos graduales,
lentos no inmediatos”.
No es poca la documentación bibliográfica y las
referencias estadísticas elaboradas desde la propia
administración educativa del Uruguay como de organismos o instituciones externas, para advertir que la
reforma educativa se sustenta en orden a los tres
lineamientos o condiciones manejadas anteriormente.
En primer lugar, el proceso de reforma educativa responde a una política educativa, sus objetivos se
plasman en el Proyecto de Ley Presupuestal de la ANEP
para el período 1996-2000, así como en la continuidad y extensión del planteo y proceso de reforma en
la Ley Presupuestal para el período 2001-2005. Estos
objetivos responden a tres bases conceptuales: (i)
consolidación de la equidad social; (ii) mejoramiento
de la calidad de los aprendizajes; (iii) mejoramiento
de la formación docente y dignificación de su función; (iv) fortalecimiento de la gestión institucional.
3
4
5
6
En segundo lugar, las acciones educativas de la
reforma priorizan la expansión de la cobertura en la
educación inicial, mediante acciones focalizadas que
tienen por propósito incorporar al sistema educativo
a niñas y niños provenientes de sectores de menores
ingresos. La política educativa adopta para el caso
uruguayo acciones que responden o enfrentan situaciones de fracturas en la integración social, fenómenos de desintegración, marginalidad y concentración
de pobreza especialmente en niños entre 0 y 5 años5 .
Esta centralidad de la política educativa, colocando al Estado en un papel muy activo en la promoción de la oferta en este ciclo, confluyó en la sanción
de la ley de obligatoriedad de la educación inicial
para todas las niñas y los niños de cinco años, fijándose como meta el año 2002 para alcanzar la universalidad en el acceso para esta franja etaria.
La reforma produjo acciones también en el campo curricular, operando transformaciones en el propio sistema escolar. Ello se tradujo en la creación de
un nuevo plan de estudios para el primer ciclo de
enseñanza media (fase final de la obligatoriedad educativa, sobre un total de 11 años de escolarización),
tanto en el ámbito de la educación secundaria como
en la formación técnica y profesional. Sus
lineamientos, muy esquemáticamente, serían los siguientes6 : (i) combinación de la currícula sobre la
base de áreas del conocimiento (ciencias de la naturaleza, ciencias sociales, informática, expresión, espacio tecnológico para el desarrollo de proyectos y
prácticas en base al modelo de “aula galileo”) y asignaturas específicas que reúne los programas y las prácticas docentes en las disciplinas de matemáticas, lengua materna e inglés; (ii) nuevo “modelo de centro”
caracterizado por una permanencia de los estudiantes por más tiempo en los centros educativos, concentración de las horas docentes en un mismo centro
(mínimo de 30 horas semanales), instancias de coordinación a nivel del cuerpo docente y de la dirección
(cinco horas semanales pagas a los docentes para esta
función), y mayor nivel de autonomía del centro educativo para la disponibilidad de recursos financieros.
Estos cambios en la estructura curricular del
primer ciclo de enseñanza media, fueron acompañados por la creación de una nueva modalidad de formación docente (Centros Regionales de Profesores,
CERP), con el propósito de mejorar la relación existente entre el número de personas que ejercen la do-
En: Opertti, Renato, (red.pal). “Una visión integral del proceso de reforma educativa en Uruguay 1995-1999” (págs. 53 y 54). ANEP, Impresores
Asociados, febrero de 2002.
Opertti, Renato, (red.pal). Op.cit.
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
ARTICULOS
cencia y la cantidad de profesores titulados. Los CERP
buscan mediante el establecimiento de enclaves culturales de carácter regional, facilitar el acceso de la
población del interior del país a la carrera del profesorado y favorecer la permanencia de docentes y estudiantes en sus departamentos de procedencia. Responden pues a una estrategia de descentralización
en la oferta de formación inicial de profesores, históricamente montevideana, sobre la base de una propuesta curricular de alto contenido académico, con
una precisa selección y reclutamiento de los
formadores, y una alta carga horaria de aula y práctica de los estudiantes7 .
En tercer lugar, las orientaciones que emergen
de la Ley Presupuestal de la ANEP para el período
2001-2005, reafirman y amplían las propuestas de las
autoridades educativas del período precedente, suponen el seguimiento y la expansión del Plan Curricular
para el primer ciclo de enseñanza media (como meta
se establece que para el año 2005 todos los centros
educativos apliquen este Plan), proponiendo además
como política educativa transformar el segundo ciclo
de enseñanza media, así como el desarrollo de una
nueva modalidad que permita mejorar el promedio de
años de escolarización de la población joven (esto
tiene que ver con la propuesta orientada a jóvenes
entre 15 y 18 años que no han completado el Ciclo
Básico obligatorio y que se encuentran fuera del sistema educativo formal).
Este último punto es importante porque señala
una dirección que es histórica en el Uruguay: la iniciativa que toma, y en parte le es conferida por el
conjunto societal, al sistema educativo para enfrentar situaciones que atentan contra los principios de
equidad y accesibilidad de la población a canales de
movilidad. En tal sentido, son importantes los diagnósticos que dan cuenta de procesos económicos y
sociales que, en las últimas décadas, tienen como resultado el deterioro del modelo integrador, igualitario, caracterizado por una estructura social sin pronunciados desniveles en materia de la distribución de
riquezas y posibilidades de acceso al conjunto de bienes y servicios. En particular, ello se refleja para el
sistema educativo en las elevadas tasas de abandono
escolar, en la persistencia de un importante contingente de jóvenes que no trabajan ni estudian, configurándose un proceso de “desafiliación” o distanciamiento institucional8 . Para un sistema educativo como
el uruguayo que, a diferencia de la mayoría de los
países de América Latina, se ha caracterizado por un
desarrollo prematuro, en términos de cobertura e in7
8
9
Homenaje a Alfredo Errandonea
corporación de amplios sectores de la población a la
formación básica, esas señales constituyen desafíos
de atención y de respuestas exigidas desde distintos
ámbitos y sectores.
Esta conformación histórica del sistema educativo uruguayo, confiere un marco que posibilita explicar la reforma y, a su vez, identificar debilidades
que pueden conducir al fracaso del proceso. Abordaremos este último aspecto al final del artículo.
Todo intento de tipologizar el proceso de reforma educativa en un encuadre teórico, conlleva riesgos importantes, precisamente porque se trata de un
proceso dinámico, donde los cambios se operan sobre
cambios. Sin embargo, parecería razonable entender
la reforma uruguaya como un conjunto de adaptaciones e innovaciones para dar respuesta a desequilibrios
entre demandas y necesidades de la sociedad y lo
que ofrece el sistema educativo: “La reforma se produciría como resultado de la interacción entre sistema social y sistema educativo en la búsqueda de un
equilibrio o como disfuncionalidad emergente del propio sistema educativo. Atendiendo a ello la reforma
comprendería los siguientes hitos: (i) aparece una
nueva necesidad social en el país; (ii) se le asigna al
sistema educativo la responsabilidad de satisfacción
o atención de esa demanda; (iii) se reforma el sistema para acomodarla a la nueva funcionalidad; (iii) el
sistema asume el nuevo rol; (iv) como consecuencia,
se producen cambios latentes y manifiestos en la sociedad”9 .
Seguidamente haremos la presentación de los
principales hitos históricos de la educación uruguaya, luego nos centrarnos en las principales adaptaciones o innovaciones de la reforma vista desde los
objetivos o propósitos planteados, por último concluiremos con algunos apuntes sobre debilidades o
desafíos que presenta todo intento reformador, particularmente la uruguaya en el contexto actual.
II. La educación uruguaya
en perspectiva histórica
Desde su constitución como nación independiente, la sociedad uruguaya ha promovido intensamente
el desarrollo de la Educación bajo tres órdenes de desafío como signos distintivos de sus políticas públicas: en primer lugar, la formación y la consolidación
de una ciudadanía política democrática, pluralista y
abierta a la diversidad; en segundo lugar, el fortaleci-
Careaga, Adriana, 2002. “La Formación Inicial de Profesores de Educación Media en Uruguay en el ámbito de los CENTROS REGIONALES DE PROFESORES.
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Pedró, Francesc e Irene Puig. Op.cit.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
113
Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
miento de los lazos y las cercanías culturales, sociales y políticas como forma de construir una sociedad
adecuadamente integrada y en tercer lugar, el logro
de niveles razonables de desarrollo y crecimiento de
alcance universal.
Este proceso se inicia con la fundación por parte José Gervasio Artigas, de la primera escuela pública en 1815. Durante ese siglo, tres hitos fundamentales marcan la voluntad y el deseo de construir una
nación en base a un pujante y democrático sistema
educativo: la creación del Instituto de Instrucción
Pública en 1847 para atender el desarrollo de la Educación Primaria, la ley Larrañaga que integra la Educación Media a la Universidad y la constitución de la
Escuela de Arte y Oficio en 1849.
En este marco, la primera reforma del sistema
educativo uruguayo se inicia en el S. XIX con José
Pedro Varela, quien como Inspector Nacional de Instrucción Pública, desarrolla los principios y los conceptos que constituyen la matriz filosófica, política e
institucional del sistema educativo: bajo la idea de la
complementariedad entre los valores de democracia y
solidaridad, se establecen los principios de obligatoriedad y gratuidad de la Educación Primaria y asimismo, se forja una orientación laica entendida como un
instrumento estructurador de pacificación e integración de la sociedad.
Esta matriz se consolida fuertemente durante la
primer mitad del siglo XX bajo la acción de un estado
que intenta contribuir a lograr bases sostenibles de
progreso y modernización social. Con la creación de
los liceos cabeza departamento en 1912, se logra un
exitoso intento por asentar el desarrollo de un país,
visto en su conjunto, en base al crecimiento de la
escolaridad de su población. Asimismo se profundiza
el concepto de igualdad de oportunidades, ampliando la gratuidad de la educación a los niveles medio y
superior así como se establece una enseñanza secundaria e universitaria para mujeres con el cometido de
educarlas y liberarlas de la enseñanza dogmática a
las hijas de familias tradicionales que no aceptaban
la coeducación10 .
Conforme avanzamos en la segunda mitad del
siglo XX, la acción de la sociedad, y en particular del
estado, por continuar el proceso democratizador e
igualador de la educación, se ve trastocado por los
diferentes órdenes de crisis política, social y económica que sacuden al país. El rol del estado se ve limitado como forjador del desarrollo colectivo y
compensador de desigualdades sociales.
No obstante, en la década del cincuenta el sistema educativo alcanza la universalización de la Educación Primaria, logro absolutamente inédito en ese
momento en perspectiva comparada a nivel regional.
Asimismo hacia los sesenta se consolida el proceso de
incorporación de las clases medias a la Educación Secundaria, y a partir de fines de los ochenta, se incorporan al Ciclo Básico de Educación Media los sectores
más carenciados socioeconómica y culturalmente aun
cuando no se trata de un crecimiento lineal. Históricamente, la educación técnico-profesional ofreció
oportunidades educativas a los sectores relativamente más carenciados, cumpliendo una destacada función de amortiguación y compensación social.
El freno a los impulsos constatados a lo largo de
casi un siglo de expansión de la matrícula educativa
se torna muy evidente entre los años 1973-1984, período éste de gobierno militar dictatorial en que el
sistema educativo sufre un acentuado proceso de deterioro (vinculado entre otros factores, al hecho que
el gasto público de la Administración Nacional de
Educación Pública (ANEP) cayó, hacia el final de período, por debajo del 1.7% del PBI).
Desde el retorno al régimen democrático de gobierno en 1985, el sistema educativo pudo empezar a
amortiguar el desgaste sufrido apoyado en una sólida
matriz institucional, cultural, social y política del país
forjada desde la segunda mitad del siglo XIX. Varios
aspectos jerarquizan un período donde se busca, por
un lado, recrear las condiciones de convivencia y pluralidad democrática tratando de eliminar y compensar las situaciones de arbitrariedad y de discriminación generadas durante el período militar, entre las
que figura la primaria reformulación de la estructura
institucional de la Educación Pública (ley 15.739 de
1985), y por otro lado, analizar y abordar los problemas de inequidad y de deterioro de la calidad de los
aprendizajes generados en los diferentes niveles educativos.
Los esfuerzos de transformación y cambio tuvieron un referente significativo en un conjunto de
diagnósticos sobre el estado de la educación promovidos por la ANEP, entendidos como una forma necesaria de conocer la realidad en sus diferentes dimensiones. Ello permitió generar reflexión, análisis e información sobre las asignaturas y los desafíos pendientes del sistema educativo, particularmente vinculados a las diferencias culturales, sociales e institucionales en el acceso y en las condiciones de funcionamiento de los servicios educativos así como cuantificar la insuficiencia de aprendizajes y la miríada de
factores asociada a la misma.
10 Para el análisis de este punto, véase Rama, Germán / La democracia en Uruguay. Una perspectiva de interpretación. Buenos Aires : Gupo Editor
Latinoamericano, 1987. P. 32
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
ARTICULOS
En el marco de una preocupación por avanzar
sustantivamente en mejorar la equidad y la calidad
del sistema, se implementan una serie de cambios
como son por ejemplo, la extensión horaria de las
clases de primaria a los días sábados, la formulación
inicial de modelo de escuela de tiempo completo, el
Plan 1986 de Ciclo Básico de Educación Media, una
serie de medidas de mejoramiento de la calidad en la
Educación Secundaria, la microexperiencia de Bachillerato Secundario (1993) y el Plan 1992 de formación de maestros de Educación Primaria. Estas y otras
experiencias, que lograron diferentes grados de concreción y de resultados, constituyeron claros mensajes de la voluntad del sistema de responder
proactivamente a una sociedad en permanente proceso de transformación que requería una reformulación
de las relaciones entre educación, desarrollo y crecimiento. El común denominador a estos procesos de
cambio radicó en la preocupación por sustentarlos,
desde una perspectiva curricular, pedagógica y docente así como también desde las condiciones de infraestructura física y de equipamiento.
A pesar de estos cambios, se constató, hacia la
primer mitada de la década de los noventa, un lento
crecimiento de la cobertura de la Educación Inicial,
altas tasas de repetición en los primeros grados de
Educación Primaria, un Ciclo Básico de Educación
Media con matrícula estacionada y problemas crecientes de deserción y un fuerte deterioro de los aprendizajes en la Educación Primaria y Media. Asimismo, la
disminución de la matrícula de formación de maestros y profesores, así como el alto abandono registrado en este nivel terciario, daban cuenta de un panorama dominado por los problemas de inequidad social
y de deterioro en los resultados educativos.
Homenaje a Alfredo Errandonea
educativa, la dignificación de la formación y la función docente y el fortalecimiento de la gestión institucional en base a acuerdos políticos amplios sobre la
necesidad de reformar la Educación.
No obstante los esfuerzos realizados y los avances registrados en aumentar las condiciones de equidad social, en mejorar la calidad de los procesos de
enseñanza y de aprendizaje, en diversificar y adecuar
las ofertas educativas, en profesionalizar y capacitar a
los docentes y en modernizar la gestión, el sistema
educativo continúa mostrando señales preocupantes de
déficit en materia de formación de recursos humanos
de calidad. Uruguay, constituye un caso particular en
perspectiva comparada con los demás países de América Latina. Participa junto con Argentina y Chile del
conjunto de naciones que tienen un perfil educacional
relativamente más desarrollado cualquiera sea el indicador que se adopte (alfabetización, cobertura, años
de escolarización, etc.), pero al mismo tiempo, continúa teniendo niveles más bajos que los países desarrollados debido a la presencia del tipo de problemas generales que son comunes a la región en materia de
“drop-out” o abandono temprano. Diez o más años de
escolarización promedio de la población joven entre 25
y 30 años es un resultado pobre cualquiera sea la comparación regional que se ensaye y a la vez, indicativo
de los problemas de retención, a lo cual suma dificultades en lograr niveles de suficiencia en aprendizajes básicos como Lengua Materna y Matemáticas. No obstante lo cual, las evaluaciones realizadas sobre la calidad
de los aprendizajes, indican, principalmente a nivel de
la Educación Primaria, mejoras que deberían ser apuntaladas y potencializadas a través de acciones educativas centradas en la interrelación entre las prácticas pedagógicas de los centros educativos y de las aulas de
clase.
En el período 1995-1999, el proceso de transformación del sistema educativo se acelera y profundiza con un marcado acento en la necesidad de enfrentar las situaciones de inequidad, fuertemente
signadas por la aparición de crecientes síntomas de
fragmentación de la sociedad uruguaya y la consolidación de sectores sociales que tienden a instalarse
en condiciones de marcada marginalidad. Los problemas centrales de la falta de equidad y de deterioro de
la calidad de los aprendizajes son el sustento del inicio de un proceso de transformaciones a muy diferentes niveles dentro del marco de una visión integrada
del rol que la educación debe cumplir en el logro de
mayor niveles de igualdad social y de competitividad
de la sociedad uruguaya.
En parte por ello y por la necesidad de avanzar
en el logro de una mayor calidad conjugada sobre la
actualización curricular, pedagógica y tecnológica, las
autoridades de la ANEP consideraron necesario otorgar un impulso al proceso de reforma educativa iniciado, el que se traduce en la propuesta de Ley
Presupuestal elevada al Parlamento Nacional para el
período 2001- 2005 y en la solicitud de apoyo técnico
y financiero a organismos internacionales para completar una segunda etapa a través de la consolidación y ampliación de los programas de cooperación
externa (financiados por el BID y el Banco Mundial)
en Educación Primaria, Media y Formación Docente.
Es en la Ley Presupuestal para el período 19962000 donde la ANEP plasma los objetivos de la transformación educativa orientados a la consolidación
de la equidad social, el mejoramiento de la calidad
Hacia fines de la década de los noventa, el Uruguay logra avances en la democratización de las oportunidades de acceso a la educación. Los avances se
reflejan en cuatro aspectos entendidos como funda-
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Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
iii.-el crecimiento de la matrícula del Ciclo Básico entre
1995 y 1999 alcanza al 7.6% (de 106.211 a
114.297), lo cual se sintetiza en 1999 en una tasa
bruta de matrícula superior al 85% respecto a la
población entre 12 y 14 años. Este aumento matricular se sustenta en la progresiva incorporación de grupos de población con las mayores carencias sociales y en el mejoramiento de la capacidad de retención del Ciclo Básico que inicialmente se constata a partir de la aplicación del
nuevo Plan (1996).
mentales:
i.- la incorporación de aproximadamente 30.000 niños a la Educación Inicial en las edades de 4 y 5
años entre 1995 y 1999, lo cual permitió alcanzar
una cobertura próxima a la universalización y asimismo, según estimaciones realizadas a partir de
la Encuesta de Hogares del año 1998, la mitad de
los nuevos alumnos incorporados residen en hogares ubicados en el quintil de más bajos ingresos;
iv.- entre 1995 y 1999, la matrícula de Formación Docente para Profesorado y Magisterio creció un 75.7%
(de 7.306 a 12.838). Los 5.532 nuevos alumnos se
distribuyen en 1.005 en los nuevos Centros de Formación de Profesores a tiempo completo (CERPs),
2.831 en los institutos tradicionales de formación
de profesores a tiempo parcial (Instituto de Profesores Artigas –IPA- en Montevideo e Institutos de
ii.- la matrícula de Educación Primaria se ha
incrementado en más de 18.000 alumnos entre
1995 y 1999, lo cual, en virtud del muy escaso
crecimiento de la población en edad escolar, refleja básicamente un abatimiento de la deserción
y una mejora en la permanencia del estudiantado
proveniente de los hogares más carenciados;
Matrícula de la Educación Pública (ANEP) y tasa de crecimiento anual (en %) por años seleccionados
(1985-2000) según subsistema y tipo de oferta.
Matrícula
Tasa de crecimiento anual en %
1985
1990
1995
2000
1985-1990
1990-1995
1995 - 2000
Total
547.455
571.444
578.469
682.818
0,88
0,25
3,61
Primaria
354.030
345.164
343.826
404.256
- 0,50
- 0,08
3,52
40.979
46.201
46.618
87.607
2,5
O,17
17,6
Primaria Común y especial 313.051
299.143
297.208
316.649
- 0,89
- 0.13
1,31
Secundaria
132.184
167.034
165.879
205.294
5,27
- 0,14
4,75
Secundaria Ciclo Básico
78.203
94.767
92.390
114.771
4,24
- 0,50
4,84
Secundaria Bachillerato
53.981
72.267
73.849
90.523
6,77
0,44
4,52
Técnica-Profesional
52.966
53.009
61.458
59.716
0,01
3,19
- 0,57
Ciclo Básico
23.728
15.966
18.131
14.700
- 6,54
2,71
- 3,78
Otras ofertas
29.238
37.043
43.327
45.016
5,34
3,39
0,78
Formación Docente
8.275
6.156
7.306
13.352
- 5,1
3,74
16,6
Magisterio
5.287
2.361
3.545
4.581
- 11,1
10,0
5,8
Profesorado
2.988
3.795
3.761
8.771
5,4
- 0,18
33,3
Inicial (jardines de
infantes y escuelas)
Fuente : Unidad Ejecutora de los Programas de Educación Media y Formación Docente en base a los registros estadísticos de ANEP.
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Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
ARTICULOS
Formación Docente en el Interior – IFD-) y 1.696
en la carrera de maestros de educación primaria.
Este fuerte aumento amplía notoriamente las posibilidades de acceso de los grupos relativamente más
pobres a oportunidades de formación terciaria en
el interior del país. Aproximadamente, la mitad de
los nuevos alumnos incorporados estudian en Institutos del Interior (2.553).
Las ofertas brindadas por ANEP han crecido, en
su conjunto, un 11.6% entre 1995 y 1999 (de 574.672
a 642.385), lo cual implicó la incorporación de 67.713
nuevos alumnos en la primer etapa del proceso de
reforma. Este aumento de cobertura se explica
mayoritariamente por la puesta en marcha de las estrategias impulsadas por el proceso de transformación educativa (por ejemplo, extensión de la Educación Inicial en las edades de 4 y 5, Plan 1996 en el
Ciclo Básico de Educación Media, Bachilleratos Tecnológicos en la Educación Media Superior y Centro Regionales de Profesores en la Formación Docente), en
donde se busca lograr una mayor equidad con una
educación de más calidad. Esto es, el incremento de
las coberturas va acompañado de la puesta en marcha de nuevas estrategias educativas que tienen como
punto de referencia el mejoramiento de la calidad bajo
condiciones de más equidad.
III. Transformaciones educativas recientes
Innovaciones en la Educación Media
Los nuevos escenarios tecnológicos, las condiciones económicas y los niveles de escolaridad de la
población en los diversos países demandan la necesidad de cambiar y adecuar continuamente los sistemas de formación. Uruguay no ha permanecido ajeno
a este proceso, experimentando en el sistema educativo una considerable transformación y modernización.
En tal sentido cabe dar cuenta de dos innovaciones de importancia a nivel de la educación media:
(i) el Plan 1996 que transforma el primer ciclo de
educación media obligatoria, y (ii) la implementación
de los Bachilleratos Tecnológicos en la educación técnico-profesional.
La experiencia de reforma del Ciclo Básico
implementada a través del Plan 96, constituye una
fuerte innovación que surge como una respuesta frente
a los déficits de los aprendizajes observados. Este plan,
se ha ido extendiendo gradualmente desde sus inicios, alcanzando en la actualidad a un total del 65%
de los centros educativos de Enseñanza Media. El Plan
se articula en cuatro componentes básicos:
Homenaje a Alfredo Errandonea
1. Régimen de Enseñanza por áreas. La enseñanza
pasa a estructurarse en torno a las siguientes áreas
disciplinarias:
- Ciencias sociales
- Ciencias de la Naturaleza
- Area instrumental (matemática, idioma
español, inglés)
- Informática
- Expresión
- Espacio de curriculum abierto
2. Mayor permanencia del docente en el centro educativo. Se busca que los docentes permanezcan
treinta y seis horas semanales en los centros, (lo
que incluye cinco horas de coordinación con otros
colegas) de modo de reforzar el sentido de pertenencia y de mejorar el vínculo con los estudiantes, a partir de una mayor estabilidad de la actividad laboral docente
3. Mayor carga horaria del curriculum. Se
incrementan en seis horas semanales, pasando a
treinta y ocho horas respecto con las treinta y
dos que tenía antes.
4. Fortalecimiento de las instancias de participación
y discusión, internas y externas al centro educativo. Este aspecto se relaciona con el reconocimiento del papel central que los aspectos propiamente institucionales (cultura institucional, canales de comunicación, existencia de un proyecto
de centro, etc.) juegan en los resultados educativos, entendidos en un sentido amplio.
La asignatura de informática en el primer y segundo año del Ciclo Básico de Educación Media, constituyó una de las innovaciones de mayor importancia
en el proceso de reforma implementado. En tal sentido, se incorporaron a los centros educativos el sistema conocido como “aulas de informática”. Cada seis
grupos se estableció un aula de informática con no
menos de dieciséis terminales cada una. Junto a ellas,
se instalaron terminales docentes que permiten al
profesor controlar la ejecución de la enseñanza impartida al estudiante. Con las aulas informáticas se
persiguen dos objetivos generales:
(i) facilitar el desarrollo de contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales que posibiliten la construcción del conocimiento a través de los
entornos tecnológicos e informatizados de la sociedad en que vivimos; (ii) desarrollar el proceso
cognitivo de los alumnos mediante la creación de
nuevos e innovadores entornos de aprendizaje que
favorezcan el desarrollo de destrezas, habilidades y la
construcción de conocimientos.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
117
Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
Bachilleratos Tecnológicos
Las actuales transformaciones sociales, económicas y productivas del país y del mundo muestran la
constante presencia de los cambios, no sólo en las
formas de realizar las rutinas y tareas del trabajo,
sino también en la desaparición de las ocupaciones
conocidas y en la aparición de nuevas alternativas.
Por ello, la formación específica para un tipo de tarea
u ocupación no se concibe como el objetivo principal
de la formación técnica, sino que el esfuerzo debe
estar dirigido a otorgar a sus estudiantes la capacidad para aprender a aprender, aprender a ser y a aprender a actuar como forma de asegurarles la autonomía
necesaria para buscar e incorporar los nuevos saberes
y competencias que el devenir tecnológico y productivo vaya reclamando.
Dicha capacidad requiere de:
-
-
-
Una sólida educación de base
El dominio de métodos y conocimientos científicos para poder comprender, interpretar y manejar
los fenómenos naturales y sociales
La adquisición de competencias matemáticas para
adquirir metodología y dominio de estrategias para
identificar problemas y solucionarlos
El aprendizaje de una cultura tecnológica que facilite la integración de los y las jóvenes en el mundo de la producción y el trabajo y la comprensión
de sus dimensiones técnicas y sociales.
En este contexto se inició en 1997 la implementación de los Bachilleratos Tecnológicos los que, en
su condición de ciclo post-básico de formación científico-tecnológica, están destinados a constituir la
base intelectual, técnica y de habilidad manual, que
mediante la integración de contenidos y enfoques
interdisciplinarios y transversales, prepare a los jóvenes para desempeñarse en distintas áreas del quehacer productivo.
La progresiva implementación de los Bachilleratos Tecnológicos atendió a las siguientes orientaciones:
-
Administración y Servicios
Procesamiento y Mantenimiento Informático
Química Básica e Industrial
Tecnología Agraria
Termodinámica (Frío/Calor)
Electromecánica y Electrónica (Mecatrónica)
Diseño y tecnología de la construcción
Para el diseño y puesta en marcha de estas orientaciones se consultó a los diferentes sectores productivos y gremiales para asegurar una debida articula118
ción entre los ámbitos productivos y educativos. Por
otra parte se priorizó la preocupación pedagógica y
la búsqueda de aprendizajes potentes y de calidad.
Los Bachilleratos Tecnológicos tienen una duración de 3 años, con una carga horaria semanal aproximada de 36 horas y su estructura curricular ha sido
concebida de acuerdo a las siguientes pautas:
1. Un tronco común, cuyo objetivo es el logro de
una sólida base intelectual y cultural que, simultáneamente atienda a la formación integral del
educando, le aporte el dominio de los códigos
instrumentales básicos para el desempeño social,
ciudadano y laboral y sirva de apoyatura para la
adquisición de las competencias científico-tecnológicas de la orientación específica. Dicho tronco común tiene una carga horaria aproximada de
20 horas semanales y lo integran en el primer
año, las siguientes áreas: Ciencias Sociales, Análisis y Producción de Textos, Matemática, Inglés,
Ciencias Experimentales e Informática. El área de
Ciencias Sociales se inicia con un enfoque histórico del mundo actual, para continuar en segundo año con el abordaje de las estructuras económicas y concluir con la perspectiva sociológica
en el tercer año.
2. Un componente tecnológico, destinado a la enseñanza-aprendizaje de los principios científico-tecnológicos y de las destrezas y habilidades propias
de cada orientación. Este componente tiene una
carga horaria semanal de entre 16 y 18 horas.
3. Un módulo de orientación ocupacional dirigido a
facilitar la vinculación de los educandos con el
mundo del trabajo, a través del apoyo para el desarrollo personal y profesional, para la adquisición de una cultura del trabajo de herramientas
en materia de búsqueda y autogestión de empleo
y formación en gestión empresarial.
A su vez, se puso especial énfasis en la consolidación de un equipo directivo y docente especialmente
capacitado para llevar adelante un proyecto educativo innovador y comprometido con el logro de aprendizajes de calidad y pertinentes, abierto al medio económico y social, en el que se estimule la iniciativa y
creatividad en términos pedagógicos y de respuesta a
los requerimientos de los diferentes actores
involucrados.
El proceso viene siendo acompañado con acciones de capacitación docente que promuevan espacios
de reflexión que permitan ir evaluando y ajustando
tanto los procesos de enseñanza-aprendizaje como el
propio currículo.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
ARTICULOS
Por otra parte, se puso especial énfasis en el
desarrollo de un vínculo sólido y permanente de los
centros educativos con los sectores productivos
involucrados en forma de apoyarse mutuamente en el
desarrollo y transferencia de conocimientos y tecnologías.
Innovaciones en la formación docente
Desde el siglo pasado, el Uruguay encaró la formación de maestros de Educación Primaria como sustento necesario de la universalización del acceso al
nivel primario, bajo el entendido que todo maestro
debe recibir una formación profesional. Es recién a
partir de los comienzos de los cincuenta, con la creación del Instituto de Profesores Artigas (IPA) en Montevideo, que se concibe a la formación de profesores
de Educación Media con un claro sentido
profesionalizante y de elevada exigencia curricular
(entre los requisitos iniciales de ingreso, figuraban
aprobar un examen de ingreso sobre el programa de
la asignatura elegida y aprobar un examen que denote manejo de un idioma moderno). La formación de
profesores de alta calidad permeó la acción del IPA,
lo cual se fue desdibujando en la medida en que no se
logró una adecuada sintonía con las necesidades de
expansión de la Educación Media, que en los años
sesenta incorporó de manera significativa a los sectores de clase media. Asimismo, a partir también de
los cincuenta, se crean con un claro sentido
democratizador de las oportunidades de acceso a la
educación terciaria, los Institutos de Formación Docente (IFD) en el interior del país, que además de
ofrecer la posibilidad de cursar la carrera de maestros, permiten cursar en régimen semi-libre los profesorados (cursan las asignaturas generales en el propio IFD y las propias de la especialidad en el IPA). La
duración prevista de la carrera en el IPA como en los
IFD es de cuatro años.
La combinación de los egresos de ambas ofertas
–IPA e IFD- no han resultado nunca suficientes para
atender las necesidades de profesores para una educación media que en los sesenta incorporó, como se
señaló, a los sectores de clase media y hacia fines de
los ochenta a sectores sociales medios-bajos y bajos.
El déficit notorio de profesores titulados (según el
Censo de 1995, 30.6% de los profesores de Secundaria tienen título), que se acentúa en el interior del
país (19,6% contra 44,4% en Montevideo) y en las
áreas de las ciencias (13,3% en Matemática y 34,9%
en Química), constituye una nota históricamente
dominante de nuestro sistema educativo. Ya en los
sesenta, se señalaba en el diagnóstico de la CIDE so-
Homenaje a Alfredo Errandonea
bre la Educación11 , que “la carrera docente en el Uruguay no tiene los incentivos de una alta remuneración ni el prestigio social de las profesiones liberales”.
En la identificación de los elementos que explicarían la falta de profesores titulados en Educación
Secundaria, debe también mencionarse los problemas
de baja eficiencia que han caracterizado a las ofertas
tradicionales de profesorado. Un estudio de seguimiento de la cohorte que ingresó al IPA en 199612 , indica
que de un total de 1.080 alumnos, en 1999 solamente 376 se encontraban cursando al menos una materia. El desgranamiento matricular es muy preocupante, lo cual es aun mayor en asignaturas tales como
Física, Ciencias Biológicas, Educación Cívica y Filosofía. Por otra parte, es muy baja la tasa de egresos de
profesores de los IFD dadas las dificultades que tienen los estudiantes de trasladarse a Montevideo para
cursas las asignaturas específicas de su especialidad.
Centros Regionales de Profesores (CERP)
Frente a la carencia de profesores titulados para
atender las necesidades crecientes de expansión de la
Educación Media, se pusieron en marcha, en la primer etapa de la reforma, los Centros Regionales de
Profesores (CERPs) en el interior del país (funcionan
actualmente seis que cubren las diferentes regiones
del país), con el objetivo de brindar una formación de
tiempo completo en tres años con una carga de 4800
horas (en el IPA como en los IFD son 2400). Se busca
generar un ámbito de formación complementaria a la
oferta tradicional de profesorado que estaba excesivamente centralizada en Montevideo, que permita
responder a los cambios curriculares introducidos en
la Educación Media (Plan 1996 de Ciclo Básico) en el
marco de su progresiva universalización. Los docentes se desempeñan a tiempo completo mientras que
los estudiantes con mayores carencias sociales son
becados (cerca del 50% de los estudiantes reciben
beca).
Los primeros CERPs se pusieron en funcionamiento en 1997 y han tenido hasta el presente, una muy
fuerte receptividad de parte de la sociedad. El total
de estudiantes suman más de 1.800 en el 2001; teniendo en cuenta los resultados de la primer generación de egresados de dos CERPs (1999), se constata
que dada la sensible mayor tasa de egresos registrada
en los CERPs, el costo por hora lectiva de egresado es
la mitad del constatado en los IFD.
Las ofertas de formación de profesores se han
desarrollado bajo diferentes formatos – académicos,
11
Informe del Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social. Comisión Coordinadora de los Entes de Enseñanza. CIDE (Comisión de Inversiones y
Desarrollo Económico). Informe sobre el estado de la Educación en el Uruguay. Montevideo. 1965.
12 Unidad Ejecutora de los Programas de Educación Media y Formación Docente. ANEP. Análisis de la Generación 1996 del IPA, seguimiento de una cohorte
de estudiantes (1996-1999). Montevideo. 2000.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
119
Homenaje a Alfredo Errandonea
ARTICULOS
institucionales y de funcionamiento - sin un adecuado eje articulador que sirva de común denominador a
dichas ofertas. Cabe indicar que las diferencias además de las curriculares, implican variadas concepciones sobre cómo encarar los procesos de enseñanza y
de aprendizaje, la inserción de los docentes y los estudiantes en el centro educativo, la gestión de los
directores y la vinculación con la comunidad, entre
otros aspectos relevantes. El perfil del alumnado así
como sus expectativas son diferentes, lo cual también contribuye a explicar las diferencias de enfoque
y de estrategia. Precisamente, la diversidad de ofertas puede ser un factor positivo en la medida que
estimule la libertad de movimiento de los estudiantes
siempre y cuando exista una debida integración y
comunicación conceptual y operativa entre las ofertas, aprovechando las ventajas comparativas de cada
una de ellas.
La integración de un sistema de formación docente se refleja finalmente en una ubicación institucional que debe construida colectivamente sobre la
diversidad de caminos amparados en objetivos comunes. Parecería ser que una de las opciones posibles es
ir concentrando progresivamente los IFD del interior
en centros de excelencia en la formación de maestros, jerarquizar institucional y curricularmente la
importancia estratégica del IPA en la formación de
profesores para los procesos de cambio que se están
gestando en la Educación Media, articular acuerdos
de complementación entre los CERPs y los IFDs, diversificar la función de los CERPs para que también
ofrezcan oportunidades de acceder a profesorados bajo
regímenes intensivos de cursado, principalmente para
aquellos que han aprobado los primeros dos años en
los IFD y de ser también promotores permanentes de
capacitación de docentes que no tienen formación
pedagógica.
Se apuesta a la formación de docentes de
alta calidad bajo formatos variados y flexibles, que
permitan en un horizonte de tiempo de por lo
menos 15 años, lograr un cuerpo de docentes totalmente profesionalizado. Los CERPs contribuyen
de manera significativa a este proceso, ya que según las estimaciones sobre egresados, se podría
llegar a un mínimo de 450 egresos por año en el
2005 pero esto no alcanza; es absolutamente necesario incrementar la cantidad de egresados del
IPA y de los IFD, lo cual implica trabajar en planes de mejoramiento de la eficiencia que involucren
y comprometan a los diferentes actores. Este crecimiento del cuerpo docente debe ser acompañado de acuerdos de mediano y largo alcance que
mejoren las condiciones de trabajo de los docentes.
120
Capacitación de equipos técnicos
La profesionalización de los cuerpos técnicos es
un asunto de alta prioridad. En los últimos años, se
ha avanzado en la generación de oportunidades de
capacitación para mandos medios altos y altos de la
ANEP, bajo la necesidad de brindar conceptos e instrumentos sobre planificación, gestión y evaluación.
No obstante lo cual, una de las mayores carencias del
sistema es la debilidad de las instancias y de los procesos de planificación, tanto entre los cuerpos jerárquicos, los mandos inspectivos y las direcciones y
docentes de los centros así como al interior de éstos
últimos. No se trata únicamente de la actualización
tecnológica, sino fundamentalmente de entender y
visualizar la importancia de una planificación estratégica que permita encarar la realización de objetivos
educativos con mayor capacidad de éxito. La consolidación del Instituto Superior de Docencia, creado por
ANEP, debería permitir generar una cultura de la capacitación permanente, pensada sobre esquemas flexibles que sean a medida de las necesidades de los usuarios y cubran de manera amplia y plural, diferentes
enfoques y estrategias sobre los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
IV. Apuntes para la sustentabilidad
de la Reforma
En un contexto de una profunda recesión y contracción de la economía uruguaya, caracterizada en
los últimos años una caída continua del PBI, un nivel
creciente de desempleo, y una fuerte restricción del
gasto público, hace que los procesos de transformación se tornen particularmente complejos para garantizar plenamente el conjunto de condiciones necesarias para la sustentabilidad del proceso de reforma.
No se pretende presentar un conjunto de recetas, pero si mencionar aspectos que resultan decisivos para que las transformaciones puedan sostenerse
y profundizarse, más allá de los frenos, impulsos o
ajustes que son propios o inherentes a todo proceso
de cambio. Estos aspectos constituirían un basamento estructural sobre el que se sustentan las innovaciones en el sistema escolar.
En primer lugar, es importante señalar que la
reforma educativa tiene que ser sustentada en una
amplia e integral una reforma social, a la que en definitiva está subordinada. Sin tener presente ello,
fácilmente puede cometerse el error de atribuirle a la
educación más objetivos y funciones de los que puede conseguir. Ello no significa que deba adoptarse
una actitud de prescindencia o de espera de cambios
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
ARTICULOS
Homenaje a Alfredo Errandonea
que se procesen en otros ámbitos. Es más la educación cumple y ha cumplido particularmente en el país
una función amortiguadora y compensatoria de las
diferencias sociales, así como forjadora del desarrollo
colectivo.
de la Generación 1996 del IPA, seguimiento de una
cohorte de estudiantes”.
En segundo lugar, es necesario un fuerte compromiso del sector político y de los organismos centrales del Estado para la movilización y asignación
eficiente de los recursos en torno a una política educativa orientada a introducir importantes cambios en
su estructura.
ANEP, Programas MESyFOD y UTU/BID, 2001. “Un
análisis acerca de los jóvenes que no trabajan ni estudian”. Cuadernos de Trabajo Nº VIII.
En tercer lugar, toda reforma educativa que se
plantee es de carácter esencialmente técnico, para lo
cual es central la constitución de un organismo con
claros propósitos de diseño, planificación y evaluación. Es importante que este organismo tenga la capacidad de interaccionar directamente con las unidades escolares y con los actores del sistema, para que
la reforma se formule sobre bases sólidas de compromiso. Ese carácter técnico no debe entenderse como
inhabilitante de diversas instancias de participación
activa y decisiva de los diferentes actores, evitando
la constitución de espacios meramente nominales.
En cuarto lugar, la reforma debería apoyarse en
claros mecanismos de control, evaluación y comunicación de resultados y de las etapas por las que pasará, significando prioridades en los cambios que se
pretende introducir, identificación de problemas y
propuestas de soluciones.
En quinto lugar, ya se ha mencionado la importancia de procesar los cambios en forma gradual y no
de manera explosiva, atendiendo al hecho que todo
proceso requiere de ajustes, revisiones y evaluaciones sobre la implantación.
ANEP, 2001. “Aportes para el desarrollo curricular
del Plan 1996”. Cuadernos de Trabajo No.2
BID, 2000. “Uruguay: El sistema educativo uruguayo: Estudio de diagnóstico y propuestas de políticas educativas para el sector”.
Careaga, Adriana, 2002. “La Formación Inicial
de Profesores de Educación Media en Uruguay en el
ámbito de los Centros Regionales de Profesores. Una
tensión entre la tradición y la innovación”. Unesco,
Conferencia Regional “El Desempeño de los Maestros
en América Latina y el Caribe: Nuevas Prioridades.
Isuani, Ernesto; Lo Vuolo R.; Tenti E, 1991. “El
Estado benefactor: Un paradigma en crisis”.
Kaztman, Ruben; Filgueira, Fernando, 2001. “Panorama de la Infancia y la Familia en Uruguay. IPES,
Universidad Católica del Uruguay.
Ministerio de Instrucción Pública y Previsión
Social. Comisión Coordinadora de los Entes de Enseñanza. CIDE (Comisión de Inversiones y Desarrollo
Económico), 1965. “Informe sobre el estado de la Educación en el Uruguay”.
Opertti, Renato (red.pal.), 2000. ANEP “Una visión integral del proceso de reforma educativa en Uruguay 1995-1999”.
Pedró Francesc; Puig Irene, 1998. Las reformas
educativas. Una perspectiva política y comparada”.
Paidós, Barcelona.
Bibliografía de Referencia
ANEP, Unidad Ejecutora de los Programas de Educación Media y Formación Docente, 2000. “Análisis
Rama, Germán, 1987. “La democracia en Uruguay. Una perspectiva de interpretación”. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano.
DESCRIPTORES: política educativa / planificación educativa; / reforma educativa / sistema educativo.
Revista de Ciencias Sociales ≈ Departamento de Sociología ≈ Año XVI / Nº 21 ≈ AGOSTO 2003
121
Homenaje a Alfredo Errandonea
122
ARTICULOS
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Indice
HOMENAJE A ALFREDO ERRANDONEA
pág.
Presentación _________________________________________________________________ 5
Marcos Supervielle
SEMBLANZAS
El Libertario _________________________________________________________________ 7
Mario Wschebor
La libertad como deseo, como problema y como proyecto __________________________ 10
Ruben G. Prieto
Sus pasos en Argentina _______________________________________________________ 16
Mario Margulis
La Sociología como pasión ____________________________________________________ 20
Rafael Paternain
INEDITOS
Historia institucional de la Sociología __________________________________________ 25
Alfredo Errandonea
Anarquismo para el Siglo XXI _________________________________________________ 45
Alfredo Errandonea
ARTICULOS
El análisis de Paul Lazarsfeld en las clases de Alfredo Errandonea __________________ 57
Verónica Filardo
La creación de un instrumento específico:
La muestra probabilística en Ciencias Sociales ___________________________________ 69
Gabriel Errandonea Lennon
Los estudios de la mujer y de los jóvenes
en la construcción del conocimiento sociológico uruguayo _________________________ 79
Beatriz Lovesio - Nilia Viscardi
La reforma educativa en Uruguay
Aportes para su análisis _____________________________________________________ 111
Renato Opertti - Alberto Villagrán
Descargar