nota eze vedoya- 14 de septiembr

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El Tribuno CAMPO
Domingo, 14 de Septiembre de 2014
OPINION
EZEQUIEL VEDOYA
Secretario de PROGRANO
“Hecha la Ley, hecha la
trampa”: ¿Salta de pie o
de rodillas?
Dijo el Quijote De La
Mancha: “…cada uno es artífice de su
propia ventura…”
Los últimos días del año
2008 dejaron en Salta cicatrices que
aún hoy no cierran. La tan mentada ley
de Bosques y el Ordenamiento
Territorial de los bosques nativos de la
provincia, derivó en una serie de tira y
aflojes tan absurdos y desprolijos, que
bien pudieran ser parte de alguna
telenovela venezolana (¿será casualidad
o causalidad?).
Desde el sector productivo,
con PROGRANO a la cabeza, se
presentó en aquel momento el único
proyecto serio que contemplaba el
desarrollo sustentable de la provincia,
con 3 millones de hectáreas de color
verde orientativo, de las cuales solo 360
mil tenían como destino la producción
agrícola y poco más 1,4 millones de
hectáreas la producción ganadera. Las
1,2 millones de hectáreas restantes de
color verde serían cortinas, módulos de
conservación y parte de los corredores
ambientales que cumplirían la función
de asegurar la conectividad entre los
distintos ambientes. Otras 3 millones de
hectáreas se planteaban con color
amarillo que incluían producciones
ganaderas con conservación de monte;
y más de 1,5 millones de hectáreas eran
de color rojo, correspondiente a las
yungas propiamente dichas, que por ser
laderas de cerros, cuencas de recarga de
acuíferos de relevancia y por la
pendiente de sus suelos, nunca debían
ni deben ser explotadas.
En contraposición de la
ideológica mentira discursiva de la
“conservación de la Yungas”, el
proyecto contemplaba la conservación
absoluta de las mismas, y hacía la
diferenciación entre Yungas de alto
valor de conservación y el Bosque
Chaco-Salteño,
pasible
de
ser
productivo en forma ordenada y
sustentable. Este estudio contó con el
aval y el trabajo de instituciones ligadas
a los distintos sectores como
FUNDESNOA, UNSA, el INTA y con
la opinión y aporte de técnicos
especializados en la materia como el
Ingeniero Roberto Neumann. Vale
decir que era un proyecto de
conservación de bosques como exigía la
nación y no una ley social, como
muchos quisieron y
aún siguen
interpretándola.
Aparecieron
entonces
legisladores públicos y secretos
funcionarios privados, que en el afán de
figurar pintaron “a dedo” los bosques,
sin criterio alguno y mucho menos
pensando en la sustentabilidad del
sistema como opción primaria del
desarrollo. Así, entre idas y vueltas, se
aprobó en la Legislatura Salteña, en
diciembre del 2008 la ley 7543, que
contemplaba poco más de 5 millones de
hectáreas de color verde. Ante
semejante disparate, la presión sobre la
provincia se tornó insostenible y fue así
que el gobernador de Salta, Juan
Manuel Urtubey reglamentó la ley
mediante el decreto 2785/09, que
curiosamente iba en sentido contrario al
espíritu original de la propia ley, con
solo 1,5 millones de hectáreas verdes.
Meses después, durante el
año 2010 y ante la ya evidente
paralización del interior de la provincia,
se crea el decreto 2211/10 que permite
a la Secretaría de Ambiente,
acogiéndose a los criterios básicos de la
ley, y tomando como base el carácter
meramente orientativo de los colores
definidos
como
criterio
de
conservación, poder definir a nivel
predial las áreas productivas a habilitar.
Dentro de este marco legal (desprolijo
por cierto, pero legal al fin) se fueron
otorgando recategorizaciones a nivel
predial, y en los últimos años, con
audiencias públicas de por medio y con
el seguimiento constante de la
secretaría de Ambiente de la Provincia
se habilitaron legalmente para el
desarrollo, entre 85.000 y 125.000
hectáreas. Esto implica un promedio de
solamente entre 20 mil y 30 mil
hectáreas por año. Bastante poco, si
pensamos en la capacidad de
crecimiento y desarrollo potencial que
el chaco salteño tiene.
Hoy la provincia, que había
empezado a desandar el camino hacia el
desarrollo, lento pero seguro, se ve
paralizada de nuevo por las presiones
de organismos a los que poco les
importa la conservación de los bosques,
y por los temores, posiblemente
electoralistas, de quienes tienen la
responsabilidad de devolver al interior
de Salta los años de crecimiento
perdidos. Se invita luego, sin criterio
alguno, desde la Secretaria de
Ambiente a Greenpeace a sentarse en
una mesa de diálogo y esta ONG
rechaza
la
invitación
autoproclamándose como el custodio
soberano del Yaguareté (Suponemos
que ahora si hablan del verdadero
yaguareté y no de ternero con collar),
desairando a la misma secretaría a la
que obligó a frenar el desarrollo.
Absurdo… por donde se lo mire.
Sin embargo no hemos visto
a estas organizaciones luchar contra los
desmontes verdaderamente ilegales; Y
si en cambio, se presentan como los
salvadores de las Yungas, frenando
“supuestamente” desmontes que si son
legales y cuentan con los permisos
pertinentes sobre bosques de bajo valor
de conservación, altamente degradados
y cuya capacidad de incidir sobre el
equilibrio del carbono en las atmosfera,
a estas alturas, seguramente es muy
inferior a una pastura que se renueva
todos los años.
Tampoco hemos escuchado
a ninguno de estos organismos, que de
la noche a la mañana “crean” supuestos
originarios y que utilizan fondos
públicos para usurpar campos y violar
la propiedad privada, protestar o frenar
la tala indiscriminada de árboles de alto
valor de conservación en la “verdadera
zona de Yungas” (A la cual no acceden
y desconocen). Otra vez, como hace 5
años, los Salteños tenemos que
escuchar a un montón de obtusos,
sentados en escritorios a miles de
kilómetros de la provincia, opinar y
sugerir que los pueblos originarios
deben permanecer como hasta ahora.
Relegados, sin las necesidades básicas
satisfechas, sin acceso a agua potable,
sin educación ni vivienda digna. Los
rubrican como “cazadores recolectores”
de un bosque nativo que se degrada año
a año y pretenden abandonarlos en el
más absoluto de los olvidos, mientras
las “verdaderas Yungas” que ocupan
más de 1,5 millones de hectáreas en la
provincia, son esquilmadas por la tala
indiscriminada
y
los
incendios
forestales que nadie puede apagar por
falta de recursos.
Tampoco hemos escuchado
a estos organismos, ni a nadie (y
cuando decimos “a nadie” nos
referimos a quienes más deberían gritar
en este caso) quejarse por el
incumplimiento flagrante por parte del
gobierno nacional con la Ley Nacional
de Bosques, que en su capítulo 11 crea
el
“Fondo
Nacional
para
el
Enriquecimiento y la Conservación de
los Bosques Nativos”. Tomando como
ejemplo solo el año 2013, la nación
envió a Salta solo el 8% de los fondos
contemplados para la “conservación de
los bosques nativos”, ya que el resto de
las partidas presupuestarias que debían
destinarse para este fin fueron a parar al
“futbol para todos”. En el 2014 la
ecuación es la misma, deberían llegar a
Salta para tal fin más de 4.500 millones
de pesos, que también se gastarán
discrecionalmente en el más popular de
los deportes, que es de todos y todas.
Está claro que poco les
importa, ni al gobierno nacional, ni a
estas ONG la conservación de los
bosques nativos, ni las comunidades
originarias que los habitan, ni el
desarraigo, ni el hambre y la miseria en
la que el interior de Salta hoy se
encuentra sumergido.
Y ahora resulta que los que
antes se presentaban como querellantes
en la corte suprema de la nación, hoy
reconocen que necesitan crecer,
producir y darles una educación digna a
sus hijos, mientras que aquellos que
entonces los apañaron en sus denuncias
pretenden seguir usándolos para que
sigan
usurpando
tierras
y
manteniéndolos en el destierro más
absoluto.
Los salteños deben definir
su propio futuro, sin aceptar presiones
externas que atenten contra los
derechos autónomos de la provincia
implícitos en la constitución nacional.
Salta merece mucho más que esta
exposición falaz y denigrante ante la
opinión pública, y los salteños estamos
dispuestos a defender los derechos de
quienes habitan esta bendita tierra, al
menos por la memoria de quienes
hicieron grande a esta Provincia y
permitieron
y
custodiaron
la
independencia de toda una nación. De
nosotros depende.
Unos pocos temerarios en
moto disfrazados de gatos no pueden ni
deben tener prioridad sobre los
derechos básicos de los habitantes de
Salta, porque ya decía el Quijote De La
Mancha: “…La verdad adelgaza y no
quiebra, y siempre nada sobre la
mentira como el aceite sobre el agua,
¿o acaso no sabéis, que no es valentía
la temeridad?”.
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