Contrato 001-32

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CAPÍTULO III
EL CONTRATO DE SUMINISTRO
I. CONCEPTO DE SUMINISTRO. ESPECIAL CONSIDERACIÓN
DEL LEASING
La primitiva redacción de la LCAP ofrecía un concepto del suministro en su artículo 172, al decir que «A los efectos de esta Ley se entenderá por contrato de suministro el que tenga por objeto la compra, el arrendamiento o la adquisición de
productos o bienes muebles, salvo los relativos a propiedades incorporales y valores
n egociables, que se regirán por la legislación patrimonial de las Administraciones
Públicas aplicable a cada caso». El precepto, tras la modificación operada por la
Ley 53/1999, introduce —como veremos— el arrendamiento financiero y el arrendamiento con opción de compra.
De entrada, se articulaba el suministro partiendo de un concepto amplio, que la
L ey trataba de matizar a lo largo de su articulado, y que comprendía varias operaciones de diferente naturaleza, tales como la compra o adquisición y el arrendamiento de bienes muebles. Más adelante veremos qué ocurría con el l e a s i n g, prohibido en la primera redacción de la LCAP, dado que ésta excluía el aplazamiento del
precio.
El artículo 173 1 señala que se entendían comprendidos en el concepto genérico
de suministro:
— Los contratos en los que el empresario se comprometa a entregar una pluralidad de bienes de forma sucesiva y por precio unitario, sin que la cuantía total se
defina con exactitud al tiempo de celebrar el contrato, por estar subordinadas las entregas a las necesidades de la Administración.
— La adquisición y el arrendamiento de equipos y sistemas para el tratamiento
de la información, sus dispositivos y programas y la cesión del derecho de uso de
estos últimos, así como de equipos y sistemas de comunicaciones.
— Los contratos de fabricación, por los que la cosa o cosas que hayan de ser
entregadas por el empresario deban ser elaboradas conforme a características peculiares fijadas previamente por la Administración, aun cuando ésta se obligue a aportar total o parcialmente los materiales precisos.
Sin embargo, la LCAP excluía del concepto de contrato de suministro la adquisición de programas de ordenador hechos a medida, que se reputaría contrato de servicios, conforme al párrafo 2.º, y ello es lógico, dado que en la elaboración de un
programa a medida, a efectos de calificación del contrato, tiene indudablemente más
1
Cuyo apartado b) del párrafo 1.º fue también modificado por la LMLCAP.
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peso el trabajo de programación realizado, es decir, el servicio prestado, que el resultado o producto final que de él se deriva. En la actualidad se mantiene idéntica
regulación en el artículo 172.2 TRLCAP.
También es de destacar la inclusión de las tareas de mantenimiento como integrantes del contrato de suministro, cuando aquéllas se contraten conjuntamente con
la adquisición de equipos y sistemas informáticos, debiendo especificarse en estos
casos, al concretar el tipo de licitación, la parte destinada a adquisición de equipos y
la parte imputable a mantenimiento.
Por lo que se refiere al arrendamiento de bienes muebles, el artículo 175 señalaba que el empresario arrendador debería asumir la obligación de hacerse cargo del
mantenimiento del objeto arrendado, aunque cabía la posibilidad de trasladar dicho
coste a la Administración, dado que la propia Ley señalaba que «las cantidades que,
en su caso, deba satisfacer la Administración en concepto de canon de mantenimiento se fijarán separadamente de las constitutivas del precio del arriendo». Y en
cuanto a la duración del contrato, sólo cabía la prórroga expresa, lo que requería
acuerdo o resolución en ese sentido del órgano de contratación competente, debiendo tenerse en cuenta que la prórroga adoptada no podía exceder de la mitad del período inicial de vigencia del contrato. De nuevo el TRLCAP se ha limitado a transcribir la regulación anterior, como puede comprobarse si acudimos al artículo 174.
Pero es la posibilidad de los arrendamientos con opción de compra la cuestión
que más dudas suscitó con la primera redacción de la LCAP: por un lado, según vimos al detenernos en el concepto de suministro que ofrecía antes de la reforma el
artículo 172 LCAP, el objeto del contrato era «la compra, el arrendamiento o la adquisición de productos o bienes muebles», sin duda, se trataba de un concepto más
restringido que el establecido en el artículo 1 de la Directiva 93/36/CEE de 14 de junio de 1993, sobre coordinación de los procedimientos de adjudicación de contratos
públicos de suministro, que entiende por suministro aquel contrato que tenga por
objeto «la compra, el arrendamiento financiero, el arrendamiento o la venta a plazos
de productos» entre un proveedor, por una parte, y un poder adjudicador, por la otra.
La LCAP excluyó inicialmente, por lo tanto, la figura del arrendamiento financiero o leasing, distinta de la compra y también del arrendamiento en sí, puesto que
se trata de una fórmula de financiación mediante la cual una entidad financiera (l e a sing financiero) o un proveedor (l e a s i n g operativo) cede el uso de un bien al usuario
durante un período concreto de tiempo, a cambio del pago de un canon o alquiler
que incluye una opción de compra al finalizar dicho período por el importe del valor
residual del bien objeto del contrato, por lo que puede calificarse como una operación de financiación que conlleva una obligación de pago diferida, es decir, una operación de crédito.
En el fondo el leasing viene a convertirse en una compra a plazos, si bien la naturaleza jurídica de la relación negocial es en primer término propia del arrendamiento, para luego, al vencimiento del contrato, transformarse en una relación de
c o m p r a - venta. Desde el punto de vista presupuestario la diferencia es clara, puesto
que el importe de las cuotas —normalmente mensuales— derivadas del arrendamiento deberá imputarse al Capítulo II del estado de gastos, mientras que el montante derivado de la opción de compra, caso de ejercerse ésta, deberá ser imputado
al Capítulo VI (inversiones reales), dado que es en ese preciso instante cuando la
Administración adquiere el dominio del bien objeto del contrato, debiendo ser éste
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dado de alta en el inventario. Pues bien, a primera vista parecía que la anterior
LCAP no oponía inconvenientes a este tipo de operaciones, que en principio son
sólo arrendamientos, pero el artículo 14.3 anterior a la reforma, al prohibir el pago
aplazado en los contratos de las Administraciones Públicas —salvo que una Ley lo
autorizara expresamente—, suponía un escollo evidente a esa interpretación.
Si no cabía el pago aplazado, no podía diferirse obligación de pago alguna, por
lo que sólo cabía concluir que la posibilidad del leasing no existía en la primitiva redacción de la LCAP, y así lo confirmó, en efecto, la Junta Consultiva de Contratación
Administrativa2, que dejó claramente establecida la imposibilidad de celebrar contratos de arrendamiento con opción de compra ateniéndonos al antiguo artículo 172
LCAP, y ello cualquiera que fuese la legislación anterior a éste, por lo que los intentos de dar cobertura a la figura citada —a través de la más o menos tácita aceptación
de los suministros de bienes informáticos mediante arrendamiento con opción de
compra por parte de la legislación inmediatamente anterior a la primera redacción
de la LCAP— simplemente debían quedar excluidos.
Consciente de esa absoluta inadecuación de la Ley a la realidad y a las demandas
de la práctica contractual pública, el legislador ha rectificado en este punto, y dicha
rectificación se tradujo en la LMLCAP, que, como hemos visto, sigue la línea de incluir el leasing dentro del concepto de contrato de suministro, al entender como tal
«el que tenga por objeto la compra, el arrendamiento financiero, el arrendamiento
con o sin opción de compra, o la adquisición de productos o bienes muebles, salvo los
relativos a propiedades incorporales y valores negociables, que se regirán por la legislación patrimonial de las Administraciones Públicas aplicable a cada caso».
Y, claro, no sólo el artículo 172 LCAP que resultó de la reforma operada por la
LMLCAP admitió el arrendamiento financiero y el arrendamiento con opción de
compra, sino que, además y de manera simultánea, también el artículo 14 LCAP
permitió, como excepción, el aplazamiento del precio en esos casos al establecer la
prohibición del pago aplazado del precio en los contratos, excepto en los supuestos
en que el sistema de pago se establezca mediante la modalidad de arrendamiento fi nanciero o mediante el sistema de arrendamiento con opción de compra, y en los
casos en que una Ley lo autorice ex p resamente.
Como decimos, tanto el TRLCAP como el RGLCAP siguen la estela anteriormente descrita, y así lo corroboran los artículos 14.2, 171 TRLCAP y 189.d) RGLCAP —que determina el modo de calcular el precio del contrato—.
II. PREPARACIÓN DEL EXPEDIENTE: LA IMPORTANCIA
DEL PLIEGO DE PRESCRIPCIONES TÉCNICAS
Por supuesto, a los expedientes de contratos de suministro les es plenamente de
aplicación toda la normativa general recogida en el Libro I del TRLCAP, por lo que
debe hacerse aquí una remisión a todo lo visto en relación con las posibilidades
de tramitación del expediente (ordinaria, urgente o de emergencia), órgano competente para la aprobación de los pliegos, adjudicación y resolución de incidencias, requisitos de las empresas, etc.
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Vid. Informe 46/96, de 22 de julio de 1996.
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Como en todo contrato, los pliegos son de vital importancia, ya que definen las
o b l i gaciones y los derechos de las partes contratantes («la ley de contrato»), pero en
el caso del suministro, reviste especial relevancia el pliego de prescripciones técnicas, ya que es el que con mayor precisión define el objeto del contrato: ya se trate de
una adquisición de mobiliario, de equipos informáticos o de cualquier otro tipo de
bienes muebles, el pliego de prescripciones técnicas debe especificar con claridad y
con suficiente detalle las características mínimas que han de reunir los bienes suministrados, sin que ello suponga una identificación tan exhaustiva que limite el acceso a una marca determinada, lo que iría en contra de los objetivos de libre competencia establecidos por el Derecho Comunitario.
Por ello, la primera cuestión a plantearse al abordar la redacción del pliego de
prescripciones técnicas es cómo establecer esas características técnicas sin violentar
la ordenación comunitaria. Cabe decir, conforme al artículo 52 TRLCAP, que los
poderes adjudicadores deben establecer las especificaciones técnicas de sus contratos, bien con referencia a normas o especificaciones nacionales que traspongan normas europeas (p. ej., AENOR en el caso de España), bien con arreglo a documentos
europeos de idoneidad técnica, o bien con sujeción a especificaciones técnicas comunes, sin perjuicio, claro está, de la aplicación de las normas nacionales obliga t orias en tanto en cuanto éstas no contrave n gan el Derecho Comunitario. En defecto
de todo lo anterior, las especificaciones técnicas deberán referirse a normas nacionales que traspongan normas internacionales aceptadas en el país de la contratación,
normas nacionales del mismo o por referencia a otras normas.
Si bien debe realizarse un estudio pormenorizado de las necesidades públicas
antes de proceder a la contratación del suministro, una vez identificado el tipo de
bienes que son necesarios para la Administración contratante, con más razón debe
analizarse qué factores habrán de ser de mayor importancia a la hora de proceder
a la adjudicación; por ejemplo, habrá que decidir si importa más la calidad del producto que un buen precio, o si lo más relevante es obtener el bien objeto del contrato en el más corto período de tiempo posible; a tal fin, se deben definir los criterios de adjudicación de forma objetiva, tomando en consideración todos los
factores técnicos que concurran en el suministro, las posibles reducciones de los plazos de entrega, los compromisos de ampliación de la garantía mínima y de atención preferente, los compromisos de formación al personal destinatario de los bienes sobre su correcta utilización (decisivo en materia informática, por ejemplo, o
en aquellos supuestos en los que el suministro tiene por objeto máquinas o dispos i t ivos de funcionamiento complejo), así como el precio ofertado o las dive r s a s
alternativas ofrecidas en caso de que los pliegos admitan la introducción de variantes.
III.
LOS ACUERDOS MARCO EN EL CONTRATO DE SUMINISTRO
La Directiva 90/531/CEE señaló la posibilidad que tienen las Administraciones
Públicas de celebrar «acuerdos» con uno o varios suministradores o contratistas, con
objeto de fijar los términos de los contratos que se hayan de formalizar en un período dado, en particular en lo relativo a los precios y a las cantidades demandadas.
Asimismo, recogió la Directiva aludida, en su artículo 5, la facultad que se otorga b a
a las entidades contratantes, en el sentido de considerar el acuerdo marco suscrito,
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como un contrato, en bloque, y adjudicarlo conforme a los procedimientos de adjudicación en ella reg u l a d o s .
Sin embargo, a la vez la propia Directiva advierte que «las entidades contratantes no podrán recurrir a los acuerdos marco de una manera abusiva que tenga como
efecto impedir, restringir o falsear la competencia», y ello porque los contratos formalizados sobre la base de un acuerdo marco pueden ser adjudicados mediante convocatoria sin licitación previa. Ahora bien, hay que hacer constar que la adve r t e n c i a
es tan exigua, que en la práctica es muy difícil vigilar la pureza de la competencia
cuando los procedimientos no están sujetos a publicidad.
La LCAP realizó (y el TRLCAP recoge) una trasposición más o menos fiel de la
Directiva, y podría decirse que reguló los contratos formalizados sobre la base de
los acuerdos marco de una manera bastante confusa: así, el anterior artículo 173.1.a)
[actual 172.1.a) del TRLCAP] estableció que se entenderán incluidos en el concepto de suministro «aquellos (contratos) en los que el empresario se obligue a entrega r
una pluralidad de bienes de forma sucesiva y por precio unitario, sin que la cuantía
total se defina con exactitud al tiempo de celebrar el contrato, por estar subordinadas las entregas a las necesidades de la Administración».
Del mismo modo que hemos visto en la normativa comunitaria, en cuanto a la publicidad o no de la licitación de los acuerdos marco, el artículo 183 LCAP (modificado por la LMLCAP), actual 182 TRLCAP, recogía como uno de los supuestos del
procedimiento negociado sin publicidad en los contratos de suministro, en su apartado l), «las adjudicaciones derivadas de un acuerdo o contrato marco, siempre que este
último haya sido adjudicado con sujeción a las normas de esta Ley». Conforme a ello,
la adjudicación propiamente dicha del contrato o acuerdo marco, ordinariamente deberá hacerse mediante la figura del concurso público, o mediante procedimiento negociado sin publicidad si su presupuesto es inferior a las cuantías establecidas en el
artículo 182.i) TRLCAP 3, es decir, 30.050,61 euros (5.000.000 de pesetas), y
48.080,97 euros (8.000.000 de pesetas) para los supuestos comprendidos en el artículo 172.1.c).
En definitiva, los objetivos que se persiguen con la técnica de los acuerdos marco
son fáciles de intuir: por un lado, simplificar las operaciones burocráticas y los procedimientos en contratos muy repetidos en el tiempo, sobre todo de cara a la reducción de los plazos de tramitación, que serían realmente interminables si se adjudicaran los diversos contratos independientemente unos de otros; y, por otro lado,
al adjudicar todo el paquete en bloque, obtener un precio final más ventajoso, así
como los mejores plazos de entrega posibles y la mejor asistencia técnica.
El precio puede determinarse de distintos modos: puede establecerse un precio
fijo por unidad durante un período de tiempo determinado, un precio dado susceptible de revisión mediante la oportuna fórmula de actualización periódica, o un precio
tipo sobre el que se aplicará la correspondiente bonificación ofertada.
H u e l ga decir que para la buena marcha del contrato, que al fin y a la postre debe
ser el fin último al que tienda la Administración para situarse en condiciones de dar
satisfacción al interés público, será muy útil facilitar al suministrador o suministradores una estimación de los consumos a título meramente indicativo, para que puedan planificar sus compras o sus procesos de fabricación de cara a ofrecer una eficaz ejecución de las sucesivas entrega s .
3
Cfr. Informe de la JCCA 23/98, de 11 de noviembre de 1998.
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Cabe plantearse, sin embargo, cuál será la trascendencia que puedan tener los
acuerdos marco en las Corporaciones Locales: por una parte, pueden tener gran importancia, en cuanto que suponen grandes ventajas a la hora de contratar suministros
de diversos tipos, por ejemplo, productos alimenticios para centros asistenciales de
diversa índole (residencias para la tercera edad, guarderías, hospitales, centros de
día...) gestionados fundamentalmente por Ayuntamientos y Diputaciones. Pero también pueden ser decisivos en Entidades de pequeño tamaño, ya que también en éstas
hay contratos de suministro que se ajustan perfectamente al perfil expuesto4. Por
otra parte, ante la ya crónica falta de medios existente en las pequeñas Corporaciones, y sobre todo como consecuencia de la escasa tendencia a la modernización administrativa de muchas Entidades locales, puede suceder que la técnica —un tanto
especializada— de los acuerdos marco quede relegada a un segundo plano en beneficio de los sistemas de contratación tradicionales; es un riesgo que el tiempo confi rmará o desmentirá.
IV.
LA ADJUDICACIÓN
Una vez elaborado y emitido el informe-propuesta por la Mesa de Contratación,
se aborda una fase que ya se desenvuelve por sí sola; por decirlo de una manera gráfica, acaba la cuesta arriba del expediente y éste ya se desliza por su propio peso,
dado que la mayor dificultad en los contratos de suministro estriba en la confección
de los pliegos y en la valoración de las ofertas; el informe de la Mesa deberá pasar
a dictamen de la comisión informativa correspondiente, y el informe-propuesta
oportunamente dictaminado se elevará al órgano de contratación competente en
cada caso.
Otra cosa será la ejecución del contrato, que en principio no deberá presentar
mayores problemas si los pliegos están bien redactados; y por ello precisamente, en
aquellos casos en que sea posible, será de gran utilidad exigir a los licitadores, antes
de la finalización del plazo de presentación de proposiciones, la presentación de una
muestra obligatoria de los productos a suministrar (siendo posteriormente devuelta a
las empresas no adjudicatarias, y reteniéndose la entregada por el empresario seleccionado como adjudicatario del contrato con el fin de confrontar la calidad de la
muestra con la calidad de los productos efectivamente suministrados).
V. EL CONTRATO MENOR DE SUMINISTRO Y EL PRO C E D I M I E N TO
NEGOCIADO SIN PUBLICIDAD
Como no podía ser de otro modo, y al igual que ya hizo la LCAP, el TRLCAP
contempla supuestos en los que la escasa trascendencia económica del suministro
hace que resulte demasiado costosa la tramitación de un procedimiento abierto o
restringido, por lo que permite la aplicación de la figura, ya vista con anterioridad,
del contrato menor, que podrá utilizarse, a tenor del artículo 176, cuando el presu4
Así, por ejemplo, los contratos de suministro de combustible para calefacción de las dependencias corporativas.
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puesto del contrato no exceda de 12.020,24 euros (2.000.000 de pesetas), a ex c e pción de aquellos a los que se refiere el artículo 183.1 (bienes de contratación centralizada, cuyo régimen jurídico queda regulado por el art. 193.3 RGLCAP).
El contrato menor no plantea excesivos problemas en el caso del suministro,
dado que se ajusta perfectamente al esquema general regulado en el artículo 56; únicamente cabría reseñar —al igual que sucede con las obras o con los servicios— la
prohibición que impone el ordenamiento contractual público de fraccionar el objeto
del contrato para eludir los requisitos de procedimiento o de publicidad, fraccionamiento que podría disimularse a través de la sucesiva formalización de contratos
menores; y dado que los contratos menores normalmente estarán fuera del alcance
fiscalizador del Tribunal de Cuentas, como ya hemos señalado en otras ocasiones,
será misión del órgano interventor de la Corporación5, el control de dichas contrataciones para evitar cualquier tipo de actuación camuflada, que únicamente reve r t i r í a
en un fraude a los principios de igualdad y libre concurrencia, y en una mala gestión
técnica del contrato, amén de generar un riesgo innecesario de ineficaz terminación
de la ejecución del contrato. Ahora bien, todo ello teniendo en cuenta que el órgano
interventor debe encontrar el equilibrio entre la eficacia del control y la necesidad
de proteger el interés público al que tiende el contrato, por lo que una actuación fi scalizadora exageradamente rigurosa tampoco es, a mi entender, de recibo.
Las posibilidades de utilización del procedimiento negociado sin publicidad, similares a las ya analizadas para el contrato de obras, se recogen en el artículo 182
TRLCAP [cuyo precedente en la LCAP resultó modificado por la LMLCAP en sus
letras a), f) e i), y al que se adicionaron dos nuevas letras destinadas a regular la adquisición de productos consumibles, perecederos o de fácil deterioro de cuantía inferior a 10.000.000 de pesetas, y contratos formalizados como consecuencia de la
aplicación del artículo 223.1.b) del Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea,
respectivamente].
Los supuestos mencionados sí que dan mayor juego a la hora de elegir la neg ociación como forma de adjudicación, además de en los casos ya conocidos (los supuestos de urgencia en la contratación, los contratos secretos o que exijan especiales
medidas de seguridad, los contratos en los que sea obligatoria la protección de derechos de exclusiva, los contratos en los que concurra especificidad técnica o artística
del objeto, los supuestos de no presentación de licitadores o no admisión de proposiciones6), sobre todo en determinados contratos que revisten características especiales, tales como aquellos que consistan en la producción de bienes destinados en exclusiva a la experimentación, estudio o desarrollo (caso éste de difícil aplicación a la
Administración Local); o aquellos otros en los que se deban producir entregas complementarias efectuadas por el proveedor inicial a título de reposición o extensión
5
Sobre las dificultades y peculiaridades del control interno en las Corporaciones Locales, vid.
J. L.VICENTE IGLESIAS, «La fiscalización interna de los expedientes de gasto corriente en las Corporaciones Locales», La Ley-Actualidad Administra t i v a, n.º 11, semana del 10 al 16 de marzo de 2003.
6
Recordemos que la omisión en que incurría el art. 183.a) LCAP al no mencionar expresamente el
hecho de que se presenten ofertas pero sean desechadas por ser inaceptables, como lo hacía el art.
1 4 1 .a) para el contrato de obras, fue subsanada tras la entrada en vigor de la LMLCAP. Sin embargo, a
mi entender debía entenderse incluso antes de la reforma que ese supuesto era también aplicable al suministro, de conformidad con la cláusula de supletoriedad de las disposiciones reguladoras del contrato
de obra establecida en el ya derogado art. 238 RGCE.
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del suministro y en los que el cambio de suministrador motive graves perturbaciones
a la Administración (en concreto, la necesidad de adquirir elementos nuevos con características técnicas diferentes que provoquen incompatibilidades o dificultades de
uso, o gastos de mantenimiento desproporcionados), siempre y cuando dichos contratos no tengan una duración total o superior a tres años, como señala el párrafo e)
del artículo 182; o también, aquellos contratos cuyo objeto consista en el suministro
de bienes cuya uniformidad haya sido declarada por la Administración y sean necesarios para su utilización común por ésta, siempre que la elección del tipo de bien se
haya ve r i ficado mediante previo concurso público: es decir, que si un Ayuntamiento,
por ejemplo, desea contratar la adquisición de un sistema de control de entradas y
salidas de los trabajadores para irlo instalando progresivamente en todos sus centros
y dependencias, debería convocar un concurso público para elegir qué tipo de sistema quiere dentro de los existentes en el mercado (fi c h a j e mediante tarjeta magnética,
huellas digitales, etc.); y una vez adjudicado el concurso, y declarada la necesaria
uniformidad del bien adquirido7, podrá ir contratando mediante procedimiento neg ociado con la empresa adjudicataria del mismo la adquisición de cuantos sistemas de
control de accesos le sean necesarios.
Para concluir este breve repaso al procedimiento negociado en el contrato de
suministro, hay que aludir al párrafo i) del artículo 182, que recoge el supuesto
de negociación del contrato en función del presupuesto del mismo, permitiendo la
aplicación del procedimiento citado cuando la cuantía del contrato sea inferior
a 30.051,61 euros (5.000.000 de pesetas), cuantía que podrá ser elevada hasta
48.080,97 euros (8.000.000 de pesetas) para aquellos supuestos comprendidos en el
artículo 172.1.c), es decir, los contratos de fabricación en los que los bienes a suministrar deben ser elaborados conforme a las características técnicas fijadas de antemano por la Administración. Por tanto, podrían encuadrarse en este supuesto multitud de contratos que se salen por su cuantía de la figura del contrato menor, desde
un suministro de señales de tráfico, hasta una adquisición de semáforos, por ejemplo, siempre que la cuantía máxima sea la expresada de 48.080,97 euros, y siempre
que sea la Corporación la que determine previamente las cualidades de carácter técnico que deban reunir los bienes, dado que sin ese requisito lo que procede, en principio, es contratar el suministro mediante procedimiento abierto o restringido.
Conviene destacar, por último, dos prevenciones que ya establecía la LCAP (y
que reproduce el TRLCAP) en relación con la ejecución del contrato: primero, la
posibilidad de que, cuando existan razones técnicas o económicas justificadas, los
bienes suministrados no se paguen por la Administración únicamente en dinero,
sino en parte en dinero y en parte en otros bienes de la misma clase, ya usados,
siempre que éstos no excedan del 50 por 100 del total, y debiendo incluirse como
criterio de adjudicación en los pliegos la puntuación que se otorgue a las valoraciones que de dichos bienes hagan los licitadores en sus ofertas8, si bien en mi opinión
no es correcto que la Ley encuadre tal posibilidad dentro de los preceptos destinados a la ejecución del contrato, dado que se trata de una cuestión claramente relativa
al expediente de contratación, que debe justificarse en el informe jurídico que ha de
realizarse sobre los pliegos, incluirse al menos en el pliego de cláusulas administra7
Declaración que inicialmente debería ser competencia del Pleno, sin perjuicio de su delega c i ó n
en otro órga n o .
8
Cfr. art. 187 TRLCAP.
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tivas, y que afecta incluso al momento inicial de la retención de crédito, puesto que
ésta deberá hacerse por el importe a pagar en metálico; por lo demás, se trata de una
posibilidad nada despreciable en determinados contratos, como, por ejemplo, los de
adquisición de vehículos, en los que la Corporación puede deshacerse de sus vehículos usados obteniendo una economía a cambio, que puede valorarse con carácter mínimo en el pliego, en cuyo caso deberían ser desechadas las ofertas que no cubran
ese mínimo fijado previamente para los vehículos usados.
Y segundo, las facultades que según el artículo 188 posee la Administración en
orden a controlar, inspeccionar y ser informada del proceso de fabricación o elaboración del producto que le vaya a ser entrega d o9, pudiendo incluso efectuar ensayos,
pruebas o análisis, o implantar sistemas de control de la calidad. Facultades, todo
hay que decirlo, cuyo ejercicio real será más o menos alcanzable según la mayor o
menor cualificación técnica del personal al servicio de la Corporación encargado de
supervisar la ejecución, y que serán de imposible aplicación en la mayoría de las
Entidades locales de nuestro país mientras muchas de las carencias actuales no sean
remediadas, y de muy dudosa aplicación en las demás, a causa principalmente de la
falta de mentalización administrativa acerca de los modernos sistemas de control de
calidad, más propios de la empresa privada.
9
Prerrogativa especialmente útil en supuestos de fabricación de productos con características peculiares (v. gr., vehículos de policía, extinción de incendios, etc.).
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