Página Dice Debería decir 13 “En Marzo del año 2008, en votación dividida, el TC sólo acogió este requerimiento en lo que se refería a anticoncepción de emergencia estableciendo la prohibición de entregarla en los servicios públicos de salud (excepto en casos de violación), fundamentado su decisión en que se ha demostrado fehacientemente que no sea abortiva.” Esto no corresponde a lo que efectivamente se resolvió por el Tribunal Constitucional. En efecto, el fundamento último de la decisión del Tribunal, por el cuál declaró inconstitucional la norma reglamentaria en cuestión, tiene que ver con el hecho de que NO se demostró que los fármacos en cuestión NO fueran abortivos, persistiendo la duda en relación con su efecto específico. Ante la existencia de la duda razonable sobre si este sería el efecto por la ingesta las llamadas “píldoras del día después”, el Tribunal sostuvo que era necesario abstenerse de permitir su distribución si existía un peligro real de que ello resultara en la muerte del feto. El fallo en cuestión, en el voto de la mayoría, dice: “Esta magistratura sóñlo puede constatar que la evidencia científica allegada al presente proceso no permite excluir, en términos categóricos y concluyentes, la posibilidad de que la ingesta de la denominada “píldora del día después”, ya sea en su versión de progestina pura o en el método combinado o de Yuzpe, no sea capaz de afectar la implantación de un óvulo fecundado o de un embrión o, en definitiva, de un ser humano, en los términos que se han definido por la propia ciencia médica” (considerando 39, sentencia Rol Nº 740 del Tribunal Constitucional). 15 4. Compromisos internacionales suscritos El voto de mayoría estima que la duda razonable referida “debe llevar…a privilegiar aquella interpretación que favorezca el derecho de la persona a la vida frente a cualquier otra interpretación que suponga anular ese derecho” (Considerando 67). Existe un tratamiento indebido de los antecedentes que se enuncian en esta sección. En efecto, se mencionan como instrumentos internacionales que el país ha suscrito y que comprometen al Estado a 20 20 1.2 Derechos Humanos y Anticoncepción. “Acuerdos jurídicamente vinculantes de las Naciones Unidas obligan, desde hace 40 años, al Estado chileno a “incorporar la diversidad de opciones disponibles y perspectivas valóricas en sus políticas públicas de sexualidad y reproducción” “En 1968, la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos realizada en Teherán (Resolución XVIII de la Asamblea General de las Naciones Unidas) señala que “Las parejas tienen el derecho humano fundamental de decidir el número y espaciamiento de sus hijos y el derecho a obtener la educación y los métodos necesarios para hacerlo”. Este principio ha sido ratificado en las diversas Conferencias Internacionales que la ONU ha realizado en materias de Población y Desarrollo, de Derechos Humanos y sobre la Mujer. Otros instrumentos internacionales importantes sobre estas materias que comprometen a nuestro país, ya mencionados, son la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD, El Cairo 1994), la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer (Beijing, 1995), la Resolución WHA 55.19 de la Asamblea Mundial de la Salud 2002 y las Metas para el Milenio de la Naciones Unidas.” entregar servicios de control de fertilidad las Conferencias de Cairo (1994) y de Beijing (1995), así como las metas para el Milenio y la resolución WHA 55.19. Ninguno de estos antecedentes constituye en estricto sentido un instrumento internacional de carácter vinculante para el Estado de Chile, más allá de ser declaraciones políticas que demuestran una determinada intención de actuar de parte de la comunidad internacional. Pero no son una fuente de obligación propiamente tal. Omitir esta importante aclaración induce a la confusión y le da a los instrumentos citados un alcance indebido. ¿De dónde surge la cita entre las comillas? Dicha afirmación no responde al texto expreso de ninguno de los tratados a los que ahí se hace referencia. ¿De dónde viene la cita? Mismo error jurídico ya señalado en forma previa. El texto es confuso pues la sección 1.2 se inicia haciendo una referencia general a normas jurídicas vinculantes que comprometen a nuestro país, pero en seguida se refiere a declaraciones y conferencias que no tienen dicho poder vinculante. Incluir ambos tipos de antecedentes bajo un mismo marco, sin hacer la distinción básica en el tipo de norma y su carácter vinculante sólo se presta para confusiones y es jurídicamente incorrecto. REVISIÓN NORMAS NACIONALES SOBRE REGULACIÓN DE FERTILIDAD 2014 NOMBRE REVISOR: José Tomás Henríquez Carrera INSTITUCION: Corporación Comunidad y Justicia FECHA: 24/julio/2014 OBSERVACIONES GENERALES Sobre las consideraciones generales en relación a la anticoncepción para adolescentes. En la página 132 se afirma como argumento para que los médicos y demás profesionales de la salud deben resguaradr la privacidad y confidencialidad de los adolescentes en materia de sexualidad. Al respecto, hay que aclarar las siguientes afirmaciones: - El Código Penal sanciona la revelación del secreto profesional. Esta afirmación es genérica y en cierto sentido imprecisa. El art. 247 del Código Penal sanciona al profesional con título universitario que “revelen los secretos que por razón de ella [profesión] se les hubieren confiado”. Pero como explica la doctrina penal especializada, el secreto no es absoluto, sino relativo. En ciertos casos el profesional está obligado, por razones de interés público, a revelar un secreto. Es, precisamente, lo que exige el art. 2 inciso final de la Ley 20.418 al establecer la obligación del funcionario o facultativo de informar, posteriormente, al padre o madre del menor o al adulto responsable que la menor señale, sobre la entrega de anticonceptivos de emergencia. Dicha obligación legal califica como causal justificante del art. 10 Nº 10 del Código Penal, obrar en cumplimiento de un deber. En consecuencia, no existe violación del secreto profesional en el caso que se analiza (Cfr. Garrido Montt, 2010; Labatut, 1976). - El Código Procesal Penal Chileno en su artículo 303 excusa a las personas de deponer sobre hechos que conocieron en ocasión del ejercicio de su profesión u oficio y sólo en lo que respecta al secreto. Es importante que quede claro sobre este punto que la excusa a deponer se encuentra establecida en relación con la participación como testigos del juicio oral. Se refiere por lo demás solamente a aquello que se encuentra resguardado por el secreto, el que incluye todo aquello que su paciente le ha informado y respecto de aquello que ha conocido dentro del contexto de la relación médico paciente. No existe contradicción entre esto y el hecho de que el médico o facultativo cumpla con su deber legal, contemplado en el mismo Código Procesal Penal, de denunciar los delitos que conoce con ocasión del ejercicio de su profesión. - Se señala que La Convención Internacional de los Derechos del Niño, en su Observación General Nº 4, párrafo 11, precisa que los trabajadores de salud tienen obligación de asegurar la confidencialidad de la información médica. Esa información sólo puede divulgarse con consentimiento del o de la adolescente o sujeta a los mismos requisitos que se aplican en el caso de la confidencialidad de adultos. Sobre esto dos observaciones. Lo primero es que se está apelando a un elemento de carácter no vinculante para dejar sin efecto el texto expreso de la ley 20.418. Si nos vamos al texto de la Convención misma, que es el instrumento verdaderamente vinculante, su artículo 16 (desde el que se desprende la observación general recogida) establece la prohibición de las injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada. A contrario sensu, no hay vulneración de derechos cuandos las mismas son razonables, establecidas por ley y justificadas por un interés público y de bien común, como lo es el derecho de los padres a tener conocimiento de la situación de salud de sus hijos. Por lo tanto, no hay contradicción entre la ley 20.418 y la Convención. A mayor abundamiento, debemos insistir en que el Ministerio yerra jurídicamente, y actúa en forma antijurídica, si es que genera una política como ésta en la que deja sin efecto tanto la letra y espíritu de la Convención, como la de nuestra propia Constitución y Legislación. La observación a la que se echa mano no es una norma vinculante. Es una interpretación de la Convención, la que en cualquier caso no puede oponerse a la propia Constitución, ni al texto mismo de la Convención, que es la que contiene las obligaciones asumidas por el Estado. Las nuevas NNRF son enfáticas en señalar que existe una situación de hecho por la cual existen proveedores/as de salud que se niegan a indicar un método anticonceptivo sin conocimiento de los padres. No es esta la oportunidad para debatir nuevamente si debe primar el derecho a la información de los padres sobre esta materia. Por lo pronto, basta con reafirmar el hecho de que dicha constatación fáctica sobre las ocurrencia de estos episodios no pasa de ser una afirmación que carece de un sustento empírico. Y si el sustento de la afirmación existe, no se ha señalado debidamente en el borrador de las nuevas NNRF. Por otra parte, en forma correcta y de conformidad a la ley 20.418, se señala que no se ha de condicionar a lo aprobación de sus padres la entrega de anticoncepción a los adolescentes, puesto que ello no sería coherente con los principios éticos que inspiran el proyecto. Nuevamente, sin discutir los principios éticos sobre los cuales se funda la determinación, señalamos que no tenemos objeción alguna con respecto de esta idea, simplemente porque eso es lo señalado por la ley 20.418 antes citada, y los actos del Ministerio, incluido este, deben ser coherentes con lo prescrito por la ley. Pero nos parece que el Ministerio se toma atribuciones indebidas y adopta conclusiones generales respecto del tipo de relaciones familiares entre papás e hijas e hijos que no le corresponde realizar. Y partir de la premisa de que no existe confianza entre padres de hijos para tocar estos temas de sexualidad se traduce en la materialización de un directo perjuicio de todos aquellos en los que la confianza existe, pero que necesitan tener conocimiento de las acciones de sus hijos para profundizar en la comunicación. Al mismo tiempo, partir de la premisa de que la madurez de un adolescente se ve manifestada en el hecho de que consulta por métodos anticonceptivos es un salto lógico insalvable. Y esto es especialmente así en aquellos casos en que se consulta por la llamada anticoncepción de emergencia, precisamente porque se recurre a ella en circunstancias en que, o no se previeron de ninguna manera las posibles consecuencias de sus actos, o no se actuó con la adecuada diligencia y prudencia que se podría esperar de su parte para evitar el resultado de un potencial embarazo. Nuevamente, el asumir como posición de que todo adolescente es maduro por el sólo hecho de realizar una consulta es una actitud de peligro y que no se condice con la inmensa diversidad de posibilidades que existen en la realidad sobre el grado de madurez y preparación de un adolescente para enfrentar su propia sexualidad y la responsabilidad por los propios actos. Aspectos legales. Tenemos una seria y grave objeción con las conclusiones a las que arriba el proyecto de las NNRF en lo que dice relación con las disposiciones del código procesal penal y el deber de informar por parte de los médicos o facultativos que notaren en una persona señales de envenenamiento o de otro delito (artículo 175 letra d del Código Procesal Penal). El borrador señala, en su página 135 que “los y las profesionales de la salud están obligados a hacer una denuncia a la fiscalía correspondientes cuando existan señales de un delito en el cuerpo de la presunta víctima. Es decir, están obligados/as a hacerlo cuando se confirma un embarazo en una niña menor de 14 años.” La conclusión a la que se llega no se deriva de la premisa en la que se funda. En efecto, señalar que tan sólo existe el deber de denunciar una vez que se verifica el embarazo en la menor de 14 años no se condice con el texto mismo de la ley, y resulta en una actitud extremadamente peligrosa y perjudicial para las menores de edad. Pues si el Ministerio de Salud pretende que se haga la vista gorda hasta que no se verifique un embarazo ¿qué certeza tiene de que la menor no está siendo violada, conforme a los términos del artículo 362 del Código Penal? Lo cierto es que no tiene ninguna. Y si guarda silencio y no denuncia está encubriendo la existencia del delito. Es cierto que cuando él o la adolescente concurren a un centro de salud para pedir anticoncepción no de emergencia no hay prueba de que ya esté teniendo relaciones sexuales. Pero cuando se trata de la solicitud de anticoncepción de emergencia no puede sino llegarse a esa conclusión. Partiendo por el hecho de que, como consignan las mismas orientaciones de salud que se señalan en este borrador, no se trata de un mecanismo de anticoncepción de uso regular, sino que estrictamente de emergencia post coital. Si una persona pide la píldora del día después sin haber tenido relaciones sexuales ex ante no se le debiera entregar el medicamento, pues avalaría su uso regular y no de emergencia. Y si la persona tuvo relaciones sexuales y se trata de una menor de edad entonces no cabe ninguna duda que ella ha sido víctima de un delito. Aquí un punto clave. Se señala en el borrador que esto no necesariamente es así pues es posible que la menor haya tenido relaciones sexuales con su pareja menor de 18 años y, en la medida de que no exista más de dos años de diferencia entre uno y otro, entonces en este caso no se trataría de un delito. Esto no es así. Aun cuando la Ley Nº 20.084 sobre responsabilidad penal de adolescentes, en su artículo 5º, dispone que “no puede procederse penalmente” en relación con un eventual delito de violación impropia del artículo 362 del Código penal, cuando no concurran las circunstancias de la violación o el estupro, a menos que entre la persona menor de 14 años y el imputado exista una diferencia de a lo menos de dos años de edad, esa disposición no excusa del deber de denunciar al que se ha aludido. Y ello por dos razones: i. En primer lugar, porque ni siquiera está claro el efecto jurídico de dicha disposición, esto es, si elimina el carácter delictivo del hecho o si, únicamente, consagra una regla sobre su punibilidad o procesabilidad. Si es esto último, puede afirmarse que el delito resulta de todos modos configurado, y obviamente, el deber de denunciarlo subsiste. ii. En cualquier caso, no resulta pertinente imponer al facultativo o funcionario el deber de averiguar las circunstancias o características particulares de la relación sexual de la que ha tenido noticia, cuando una menor de 14 años solicita un método anticonceptivo de emergencia. El tiene el deber de denunciar cuando ha notado en una persona “señales de un delito” (según el artículo 175 del Código Procesal Penal) o cuando “es posible presumir la existencia de un delito sexual en la persona del solicitante o para quien se solicita” (artículo 5º de la ley 20.418). No es el rol del médico o facultativo tratante investigar las circunstancias específicas de las relaciones sexuales sostenidas por la persona menor de 14 años. Esto se encuentra expresamente reservado como competencia del Ministerio Público, que conforme a la legislación vigente tiene la obligación de “investigar con igual celo no sólo los hechos y circunstancias que funden o agraven la responsabilidad del imputado, sino también los que la eximan de ella, la extingan o la atenúen” (principio de objetividad) (artículo 3 de la Ley Orgánica Constitucional del Ministerio Público, Nº 19.640). Si se quiere ser coherente con la idea de que la denuncia a la fiscalía tiene por finalidad proteger a la posible víctima, entonces el médico debe cumplir con su deber y poner en conocimiento del Ministerio Público el hecho de que una menor de 14 años ha tenido relaciones sexuales. El médico o facultativo carece tanto de la competencia legal como de las herramientas de investigación para indagar en forma acabada las circunstancias que rodean el hecho objetivo de las relaciones sexuales, las que siempre son delictuales cuando esa es la edad del menor. Y si de hecho se tratara de un caso en que las relaciones sexuales son sostenidas con la pareja, dentro de los límites previstos por la ley Nº20.084, es deber del Fiscal a cargo de la investigación acreditar dicha circunstancia y abandonar la persecución penal, no del médico. Insistimos en que no reconocer esto y persistir en la idea de que los equipos de salud decidan conforme a su criterio cuando denunciar y cuando no implicaría vulnerar el texto expreso de la ley 20.418, y daría pie a eventuales nuevos requerimientos legales en contra de las NNRF. Omisiones en las NNRF. Finalmente, cabe destacar que a juicio de estos informantes existe una grave omisión en el texto de las NNRF. Como se ha visto, el borrador que se comenta establece ciertos lineamientos altamente cuestionables desde el punto de vista legal, en relación con el deber de informar a los padres de los menores de edad que solicitan la anticoncepción de emergencia. Siendo necesario que esto sea rectificado para que no queda duda de que se ha de cumplir con el deber legal impuesto tanto por el Código Procesal Penal como por la ley 20.418 (inciso final del artículo 2º), de todas formas queda pendiente la regulación específica que se ha de observar para cumplir con el deber de informar al padre, madre o adulto responsable que el o la menor señale, ante la entrega de la anticoncepción de emergencia (AE). A falta de mayor información, observamos que hasta hoy no existe un protocolo claro por el cuál se deban guiar los operadores del sistema para cumplir con este deber. No se sabe a ciencia cierta si en la actualidad se cumple con este deber legal; si existe un registro de los menores de 14 años que hayan solicitado la entrega de la AE; si se consignan los datos señalados por dichos menores con relación a quienes son sus padres, madres o adultos responsables; no existe señalamiento del medio de comunicación por el cuál se ha de tomar contacto con ellos, si basta con informarles por teléfono, por carta o si se requiere su presencia física; ni existe tampoco registro por el cuál se deje expresa constancia de que quienes han sido identificados como padres, madres o adultos responsables de los menores hayan sido notificados del hecho que su hijo o hija ha recibido la anticoncepción de emergencia. Todo esto resulta indispensable para que se de plena operatividad al mandato del legislador, y para que exista una forma efectiva de control por parte de la ciudadanía, y en particular de los padres y madres, sobre el hecho de cumplirse con esta Ley de la República. En este sentido, la entrada en vigencia de estas nuevas NNRF son la oportunidad precisa para que ésta omisión sea subsanada y se incluya dentro de su texto un protocolo específico para dar cumplimiento al deber de informar. Así, y siguiendo como ejemplo lo prescrito en este mismo borrador de la NNRF para el consentimiento informado en casos de esterilización quirúrgica voluntaria, se sugiere a las autoridades del Ministerio la inclusión de la siguiente “acta de toma de conocimiento” para que sea utilizada en todos los servicios de salud ante la entrega de la AE a menores de 14 años. *** ACTA DE TOMA DE CONOCIMIENTO DE ENTREGA DE ANTICONCEPCIÓN DE EMERGENCIA A MENORES DE 14 AÑOS Yo_____________________________________________________________(nombre completo del padre, madre o adulto responsable a cargo de él/la menor solicitante), RUT: _______________________, __________________________(descripción de la relación con él/la menor solicitante) de_______________________________ (nombre completo del/de la menor solicitante) he sido informado con esta fecha por el personal asistencial del __________________________________ (nombre del centro de salud en que se hizo entrega de la AE) que el/la menor antes individualizada, a quien tengo bajo mi cuidado, ha recibido de parte del personal habilitado la Anticoncepción de Emergencia _____________________________ (señalamiento del mecanismo específico recibido). Esta información me ha sido proporcionada con posterioridad a la entrega del mismo, en cumplimiento con el mandato legal del artículo 2, inciso final, de la ley 20.418 que fija las normas sobre información, orientación y prestaciones en materia de regulación de la fertilidad. En......................., a...........de..............................de............... ...................................................................... Nombre, fecha y firma del Profesional responsable Nota: .......................................... Firma del padre, madre o adulto responsable que ha sido informado. Si la persona no sabe leer, el o la proveedor/a de servicio será encargado/a de leer las observaciones anteriores. Enviar a: Miriam González - [email protected] /