Nueva Crónica 144

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CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / 2da. quincena de mayo 2014 / Nº 144 / Bs 10
El incierto futuro de la minería y el auge de los cooperativistas
Persistencia del capitalismo de camarilla
Debate
Tres expertos responden:
El confuso presente y el incierto futuro
de la minería en Bolivia, 4-5
Contrapuntos / Aldea Global
Isidoro Belzu (Palomino, artista fotográfico)
José María Linares
Diego Ayo:
Hacia una economía “plural”. El capitalismo
de camarilla en Bolivia: De cooperativistas y
caterings, 6-7
Carlos Alborta:
El chenko de la coca (I), 7
Wilder Molina:
Identidad y nación: Beni, un recuerdo republicano, 8
Fernando L. García Yapur:
Ciudadanía y devenir Estado de los campesinos
indígenas en Bolivia, 9
Marcelo Quezada:
Escenas de una historia de cuatro décadas.
El Frente Amplio uruguayo: ¿una excepción?, 10
Carlos Antonio Carrasco:
Una historia del terrorismo, 11
James Dunkerley:
Historia de un libro: Primera parte
Bolivia, hoy, 30 años después, 12-13
Patricia Flores Palacios:
La misoginia de Percy Fernández: O cuando una
patología tiene poder, 14
Libros / Arte
Fernando Molina:
Una crítica conservadora a la modernidad:
Sobre Oscurantismo subversivo
de Juan Pablo Neri, 15
Tzvetan Todorov:
Tzvetan Todorov lee Cien años de soledad, 16-17
Lucía Querejazu Escobari:
Para verte mejor. El hacer arte de Andrés Bedoya:
En torno a la muestra Todo lo contrario, 18
Narciso Campero E. Courret (Lima, Perú)
Mariano Baptista
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/3
editorial
Mayo 2014 / Nº 144
¿Traición a la patria?
E
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Horst Grebe López
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ISSN: 1996-4420
l gobierno anda buscando a un traidor. No un traidor común y corriente, una de esas innumerables personas acusadas de traición al “proceso de cambio” por haber expresado
una opinión disidente o apartarse de las filas del MAS. El que se
busca ahora es un traidor a la patria que ha puesto en peligro la
seguridad del Estado.
Este nuevo traidor no ha sido identificado aún y forma parte
del reducido equipo de profesionales y políticos encargado de la
sustentación de la demanda boliviana en La
Haya. El delito que se le atribuye es haber
filtrado a la prensa ciertos detalles sobre la
elaboración de la Memoria que el gobierno de Evo Morales presentó el mes pasado
ante la Corte Internacional de Justicia.
La información proporcionada por el
infidente sirvió para la elaboración de una
crónica publicada por Ricardo Aguilar en
el periódico La Razón bajo el título: “De
cómo en la demanda marítima triunfó la
idea de los actos unilaterales”. Inmediatamente, el gobierno le solicitó a Claudia
Benavente, directora de ese medio, revelar la fuente. Amparada en la Ley de Imprenta, ella se negó a hacerlo y entonces el
gobierno decidió pasar a la ofensiva.
Primero fue la denuncia del propio
presidente Morales, un día después de la
presentación de la Memoria en La Haya:
“Lo que hizo La Razón es un daño al
pueblo boliviano. No cometan ese error.
Estoy entendiendo que no solamente hay
un periódico prochileno (supuestamente el diario Página Siete),
creo que (ahora) hay dos periódicos prochilenos”. Acto seguido,
el Procurador del Estado, y a su vez miembro del equipo que
sustenta la demanda ante la Corte, inició un juicio penal contra
el periodista por “espionaje y revelación de secretos de Estado” y
a la directora del periódico por “complicidad”.
Unos días después, el vicepresidente García Linera explicó que no se trataba de perjudicar a La Razón –diario acusado de pertenecer al grupo de medios paraestatales controlados
por la Vicepresidencia (véase Nueva Crónica Nº 142)– sino de
identificar al infidente. Y para que no quepan dudas sobre los
alcances de la acción penal, Wálter Chávez, prominente asesor
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L
del gobierno, aclaró que: “no se busca escarmentar a ningún
periodista. Se trata más bien de encontrar en la delegación boliviana al personaje (o los personajes) que hoy traiciona a su país
entregando documentos a un periodista y mañana puede elevar
la dimensión de su traición divulgando –o traficando– otros
términos del proceso judicial que durará todavía varios años. Y,
claro, no se puede aspirar al triunfo teniendo dentro del equipo
a un buzo, un quinta columnista, un traidor”.
En efecto, la crónica de Ricardo
Aguilar no ocasionó ningún “daño al pueblo boliviano” ni reveló ningún secreto de
Estado que pudiera perjudicar la demanda presentada ante la Corte de La Haya.
El daño mayor de esta precipitada acción
penal es para el propio gobierno. Gracias
a su denuncia, la atención de la prensa internacional estará dividida entre el seguimiento de la demanda misma y la cacería
del traidor.
Con esta acción el gobierno ha demostrado su poca profesionalidad en el
tratamiento de una causa que requiere el
mayor cuidado y discreción en las declaraciones públicas. ¿Cómo puede entenderse que para el presidente Morales los
dos principales periódicos de la sede de
gobierno sean “prochilenos” sin aportar
prueba alguna de esa denuncia? ¿Y que en
su equipo de mayor confianza haya “un
buzo, un quinta columnista, un traidor”
La Paz, 1919
como afirmó Chávez?
Con esta acción, el gobierno ha dado nuevas muestras del
control vertical que quiere ejercer sobre los medios de prensa y
la poca profesionalidad con la que actúa la diplomacia plurinacional. Si se llega a descubrir al “traidor”, podemos imaginar la
escena que montará Evo Morales para escarmentar a uno de sus
propios colaboradores. También hay la posibilidad de que prevalezca la Ley de Imprenta y no se descubra al infidente con lo que
las sospechas recaerán sobre todo el equipo, en el que figuran
dos ex Presidentes, el Canciller y dos ministros, entre otros. El
tema debió merecer una discreta averiguación y una llamada de
atención interna, y no una denuncia pública de traición como las
que se escuchan con frecuencia en las asambleas sindicales.
La visión que falta de la minería
as leyes que establecen el marco regulatorio de los grandes sectores de
la economía tienen una importancia
fundamental. La finalidad de dichas leyes
consiste en proporcionar seguridad jurídica a las empresas, poner en vigencia un esquema tributario equitativo y determinar
la arquitectura institucional encargada de
administrar las políticas de corto, mediano
y largo plazo en relación a la formación de
capital, las relaciones laborales, la articulación entre los diferentes eslabones de las
cadenas de valor y el cumplimiento de las
normas ambientales en general.
La ley de minería que está en discusión en la Asamblea Legislativa no parece
cumplir a cabalidad con tales funciones, a
pesar de que Bolivia ha sido un país estructurado en su economía y su política por las
actividades mineras.
Aunque en el último medio siglo se
han incorporado otros sectores, ni los hidrocarburos ni la agroindustria del Oriente
y mucho menos la incipiente actividad in-
dustrial, están en condiciones de proporcionar la columna vertebral de la economía de Bolivia. El país seguirá siendo por
consiguiente por mucho tiempo todavía un
país minero, y más aún cuando se pongan
en marcha las explotaciones del hierro del
Mutún y del litio en el Salar de Uyuni.
Precisamente por dicho carácter estratégico de la minería, el Estado tendría
que contar con una visión acertada de
largo plazo que le imprima su impronta
programática a la ley del sector, tomando
en cuenta que la industria minera a nivel
mundial está en una época de grandes
transformaciones tecnológicas y de organización de las actividades de prospección,
extracción, refinación y comercialización.
Es cierto que el hiperciclo de precios
internacionales ha concluido, pero siguen
abiertas grandes oportunidades para que
Bolivia amplíe su oferta de minerales y
metales en los mercados internacionales.
A tal efecto se requiere sin embargo definiciones claras sobre los objetivos maes-
tros del sector, así como sobre el rol de los
diferentes tipos de empresas que operan
dentro de él. Y no es ocioso mencionar
en esta ocasión que se necesitan enormes
inversiones para recuperar las décadas perdidas en materia de prospección minera.
Para generar excedentes que le proporcionen sostenibilidad a largo plazo, se
requiere un orden minero en forma, que
es lo que no tiene la ley de minería que se
discute en estos momentos.
La demanda mundial de minerales y
metales mantendrá niveles relativamente
elevados por mucho tiempo, aunque es
también previsible que ocurran importantes cambios en la composición específica
de dicha demanda, lo cual requerirá de
nuevos acomodos internos. En tal contexto, sería importante contar con escenarios
prospectivos sobre las tendencias de la demanda internacional. Bolivia cuenta con
una intelligentsia minera que no está siendo
aprovechada y eso puede tener consecuencias deplorables.
4/
debate
Mayo 2014 / Nº 144
Tres expertos responden:
El confuso presente
y el incierto futuro de la minería en Bolivia
Bolivia vive desde 2003 un auge minero. Auge impulsado por los altos precios internacionales de los minerales (y no por significativas
mejoras en la productividad de la industria). Los mejores precios duraron hasta 2008. Después, han descendido, aunque todavía se
mantienen por encima de los niveles previos al auge. En este contexto, se ha negociado una nueva ley minera. ¿Pero se discutió realmente el
futuro de la minería en Bolivia, su organización, sus problemas, sus límites? Contribuimos a esta discusión con un cuestionario que responden
tres expertos: Rolando Jordán, Pedro Mariobo y Jaime Villalobos.
¿
Cuáles son hoy los principales problemas
del sector minero?
Rolando Jordán: Los principales problemas del
sector minero tienen relación con un deterioro
paulatino de las condiciones de productividad, derivadas de la escasez de inversiones en el desarrollo de reservas, capacidad productiva, así como nuevas tecnologías. Esto se refleja en la creciente informalización de la
producción. En condiciones de precios altos, aunque en
proceso de aterrizaje suave, ésta limitación sólo posterga la emergencia de problemas sociales y presiones por
subsidios para mantenerse en el mercado, en particular
por parte del sector informal, el de las cooperativas.
Pedro Mariobo: Uno de los principales problemas, sino el principal, es su estancamiento con tendencia a decrecer. Esto por: a) falta de exploraciones
para incrementar las reservas; b) falta de renovación
tecnológica (la única con tecnología actualizada es San
Cristóbal); c) falta de inversiones (la anterior Ley de
Inversiones, neoliberal, perdió vigencia con el nuevo
gobierno, más aún con la nueva cpe); recién el 4 de
abril de 2014, se aprobó la nueva Ley de Inversiones
Nº 316 con la pretensión de atraer las inversiones; d)
falta de actualización del Código Minero o su reemplazo por una nueva y verdadera Ley de Minería; e)
demasiado lento el proceso de industrialización que de
los atisbos no pasa. f) Para el empresariado privado nacional, en su estamento más “progresista”, la industrialización solamente es la producción de metálicos. Para
mí la industrialización es la transformación industrial
de los minerales en bienes de uso acabados con el mayor valor agregado posible.
Jaime Villalobos: Actualmente en Bolivia coexisten
dos estilos de minería: Una minería formal y empresarialmente organizada, que procura el aprovechamiento
óptimo de los recursos minerales, con inversiones, cierto
grado de innovación tecnológica, productividad, empleo
formal y cumplimiento de normas laborales, medioambientales y de seguridad industrial. Este tipo de minería
emplea y forma mano de obra calificada, paga sus impuestos y genera un efecto multiplicador en la economía
regional y nacional. Sin embargo, pese a que esta minería contribuye con la mayor parte de las exportaciones
e ingresos fiscales, está en retroceso y extinción debido
a un entorno político y social francamente adverso y se
limita actualmente a unas pocas empresas y operaciones
mineras. La otra es una minería artesanal y de supervivencia, caracterizada por un elevado grado de informalidad, pobreza y contaminación, que emplea intensivamente mano de obra en condiciones deplorables. Este
sector está representado mayormente por cooperativas
mineras, que explotan selectivamente vetas angostas y
placeres auríferos con elevados contenidos de metales de
alto valor en el mercado internacional. Históricamente,
el origen y expansión de las cooperativas mineras están
estrechamente ligados a las crisis cíclicas de la minería
Oruro, 1922
desde los tiempos de la Colonia; su crecimiento ha sido
compulsivo con cada crisis. A estos dos estilos de minería, se debe agregar el resurgimiento de la minería
estatal, mediante la comibol, con algunas operaciones
minero-metalúrgicas en proceso de producción y desarrollo. Lamentablemente, en la entidad minera estatal
parece que se repiten hoy en día los mismos elementos
de burocracia e injerencia de intereses políticos ajenos al
giro minero que condujeron a la bancarrota de la comibol en los primeros años de la década de 1980. El panorama descrito muestra, de manera general, una minería
no sustentable, poco competitiva, enfocada en el corto
plazo y renuente a invertir en exploración y desarrollo
de reservas, protección ambiental, tecnología y bienestar
de sus trabajadores.
¿Cómo podría formularse un desarrollo
de la minería boliviana en un horizonte
de largo plazo?
Rolando Jordán: El desarrollo minero debiera estructurarse definiendo con claridad los objetivos a largo plazo
de la explotación de recursos naturales no renovables:
La minería debe generar excedentes de manera sostenible como objetivo prioritario y sólo indirectamente
empleo. Generar empleo directo a través de la minería
supone empleo de baja calidad y enormes externalidades
negativas para la economía y sociedad. Esto plantea la
necesidad de reformular el modelo de desarrollo vigente
en el país, con un nuevo modelo que genere empleo de
calidad y permanente en el sector manufacturero exportador muy intensivo en uso de mano de obra.
Pedro Mariobo: Una visión estratégica sobre las
perspectivas de desarrollo de la minería tendría que
formularse sobre los siguientes criterios: El mundo aún
no prescindirá de los minerales como base y símbolo
del desarrollo de los pueblos, naciones y Estados. El
plástico, el vidrio y otros, sustituyen en parte el uso
de minerales pero los minerales van adquiriendo nuevos usos que los hacen todavía imprescindibles para la
humanidad y su desarrollo. Bolivia tiene casi todos los
minerales hasta hoy conocidos; para darse cuenta de
la cantidad y variedad de riqueza mineralógica, la pregunta correcta no es qué minerales tiene Bolivia, sino
qué minerales no tiene Bolivia. Tenemos minerales no
metálicos como el litio para “toda la vida” (al decir de
los expertos japoneses), para el presente y el futuro en
milenios, junto a otros que aún no están prospectados,
menos explorados. Desarrollar la tecnología boliviana, tanto la “reversa”, como la innovación y creación,
para que en diez años máximos ya no dependamos de
la tecnología de los países altamente desarrollados, con
quienes aún tenemos que negociar las condiciones de la
transferencia tecnológica (tiempo y calidad) y el grado
de participación en las utilidades por ello.
Jaime Villalobos: Necesariamente con la participación serena y no corporativista ni demagógica de todos
los ciudadanos e instituciones involucrados. Se debería,
entre otros aspectos, mirar lo que ocurre en algunos países exitosos y líderes en minería, entre ellos, sin ir más
lejos, Chile y Perú al otro lado de nuestras fronteras. Será
también necesario considerar los errores y aciertos del
pasado. Un país minero no es aquel que vive de la mine-
Mayo 2014 / Nº 144
debate
/5
ría sino el que sabe hacer minería sustentable y logra provecho de ella en beneficio de sus habitantes. La formulación de una visión de largo plazo requiere además de un
cambio cultural: una actitud de los actores sectoriales que
obligue a pensar no solo en la minería y sus impactos,
sino también en el papel de la industria en el desarrollo
local, regional y nacional, en el bienestar humano.
¿Cuáles deberían ser los principios rectores
del nuevo orden minero en el país?
Rolando Jordán: Si por “nuevo orden minero” se entiende una minería altamente intensiva en uso de capital,
tecnología y capacidad empresarial, con elevados niveles de productividad y costos que permitan sobrevivir
en el próximo ciclo de baja de precios (que podría ser
profundamente recesivo en precios), entonces la política de aliento a la inversión pública y privada (de riesgo
e industrial) debe venir acompañada por regulaciones
tributarias que aseguren al Estado captar las rentas de
recursos cuando los precios son altos, alta sostenibilidad
y regulaciones ambientales efectivas y una política de
regulación de mercados que eviten la manipulación de
precios de insumos en un sector minero en el que tiene
gran o dominante poder la demanda interna de bienes
y/o servicios. La estabilidad jurídica es también un requisito de política, sin embargo, si bien la experiencia del
régimen de concesiones mineras liberal ha sido no exitosa, el ingreso a un régimen estatal de contratos como
medio para generar derechos mineros no es la solución.
En efecto, la negociación de los términos contractuales
en ausencia de información geológica, tecnologías adecuadas y mercados, sólo va a generar un ambiente de
discrecionalidad y alta corrupción.
Pedro Mariobo: El primero, es el principio de
soberanía sobre los recursos naturales; a las soberanías
política y territorial, hay que sumarle la soberanía sobre los recursos naturales, sin lo cual no tendríamos
base para el desarrollo nacional y sostenible. Los otros
principios son los ya constitucionalizados (Art. 306.
iii.) de complementariedad, solidaridad e igualdad que
considero los principales de entre los 10 principios que
establece la cpe para el modelo de economía plural.
Jaime Villalobos: La minería mundial está afrontando grandes cambios y desafíos en los ámbitos económico, científico, tecnológico, ambiental y social, los cuales marcarán su desarrollo en el siglo xxi. El futuro de
la producción minera y metalúrgica transcurrirá dentro
de una perspectiva de continua innovación tecnológica
y productiva y de integración de valor agregado. Esta
tendencia de la minería está relacionada con el uso de
alta tecnología, el empleo de mano de obra altamente
calificada y especializada y con la creación de condiciones propicias para la comercialización, coadyuvada
con entornos favorables a las inversiones nacionales y
extranjeras en los países productores. El adecuado uso
de los recursos minerales requiere, además del cambio
tecnológico, de una correspondencia cultural y social en
el que la sociedad tienda a utilizar los recursos no renovables de manera cada vez más eficiente. Bolivia no debería ser ajena a esta visión de largo plazo. Consecuentemente, para Bolivia, una minería sostenible significa el
aprovechamiento óptimo y racional de sus recursos minerales, en términos económicos, ambientales y sociales.
¿Qué diferencias tendrían que
contemplarse en cuanto a la tributación
de los diferentes subsectores mineros:
comibol, empresas transnacionales,
mineros medianos y pequeños, y mineros
cooperativistas?
Rolando Jordán: La tributación debe ser universal, eliminando tratamientos de excepción. El régimen mixto
de una regalía básica y un régimen de impuesto sobre
las utilidades debiera complementarse corrigiendo las
rigideces derivadas del hecho de que el Estado obliga
Oruro. Plaza principal, 1922
a pagar altos impuesto cuando los productores pierden
dinero y deja de cobrar las rentas cuando los precios y
rentas mineras son altos. Además, el régimen tributario
debe desalentar la salida de capitales fuera del país e
incentivar la reinversión de utilidades.
Pedro Mariobo: Si los actores y operadores mineros son tres y uno expectable (las empresas sociales
comunitarias mineras o agromineras), y si los tres son
diferentes, cabe una política tributaria también diferenciada, bajo el principio de que “el que gana más que
pague más”. Mi sugerencia sería esta escala de arriba
para abajo: a) las transnacionales, b) la minería privada nacional diferenciada entre mediana y chica; y c)
las cooperativas. Las empresas sociales comunitarias
mineras, en caso de lograr su reconocimiento como el
cuarto operador minero, éstas no podrán desarrollarse
sin el apoyo franco y directo del Estado por lo menos
durante 10 años, hasta lograr la auto sustentabilidad.
Jaime Villalobos: Ninguna. Todos los actores productivos mineros deberían regirse por un único y universal sistema impositivo. Donde sí debería haber diferencias
es en las políticas, planes y programas de fomento y apoyo
a las cooperativas, en los campos crediticio, de gestión
empresarial, asistencia técnica, laboral, medioambiental y otros, para procurar una adecuada gestión minera.
Las empresas transnacionales, al igual que todos, deberían sujetarse a un importante impuesto a la remisión de
dividendos, que fomente la reinversión en el país. Las
cooperativas, siendo entidades “sin fines de lucro” pero
dedicadas a una actividad lucrativa como la minería, no
pueden generar y distribuir utilidades; deberían reinvertir
sus excedentes económicos, si los tuvieran, en el mejoramiento de las condiciones de vida de sus asociados.
¿Cuáles tendrían que ser las
condiciones para que se realicen las
inversiones necesarias en las etapas de
prospección, preparación, explotación
y comercialización de los diferentes
minerales en el país?
Pedro Mariobo: Poco podríamos hacer por cuanto la
Ley de Promoción de Inversiones Nº 516 del 4 de abril
de 2014 ya establece las reglas con las que se pretende atraer las inversiones. Sin embargo, como el proceso
que vive Bolivia es de transición del Estado neoliberal al
Estado plurinacional, con tendencia al “socialismo comunitario” (por lo menos declarativamente), me temo
que esta Ley tampoco se convertirá en el instrumento
de atracción de inversiones privadas extranjeras. Cuando
las Corporaciones Transnacionales (ctn) exigen “reglas
claras” y “seguridad jurídica”, con lo que están de acuerdo los empresarios privados nacionales, entre Estado y
empresariado privado, están hablando dos idiomas que
obedecen a dos concepciones de desarrollo, a dos sistemas económicos, donde la transición de uno al otro aún
no encuentra los caminos para su viabilidad. Es por eso
que la Ley Minera ha demorado varios años. Cuando
desempeñaba función pública, respondí a las preocupaciones del Banco Mundial que reclamaba reglas claras y
seguridad jurídica para las inversiones. Expliqué que el
término “seguridad jurídica” en boca del empresariado
privado significaba seguridad exclusiva para ese sector;
que ahora el concepto tiene el significado democrático de seguridad jurídica para todos: Estado, Privados y
Cooperativas. Se fueron satisfechos y decididos a insertar esta explicación a través de sus medios de difusión.
Jaime Villalobos: Las condiciones mínimas para
que en un país se realicen las inversiones necesarias
para el desarrollo de una industria minera y sostenible son: que el territorio nacional posea un potencial
mineral atractivo; estabilidad y paz social; reglas claras
y estables; legislación apropiada; recursos humanos; y
tributación equitativa y universal. De estas condiciones, la única que se cumple actualmente es la primera.
¿Qué instancia tendría que cumplir con la
función rectora del sector?
Rolando Jordán: La función rectora debe ser ejercitada
por el Ministerio de Minería y Metalurgia, pero a partir de un personal técnico profesional con elevado nivel
de calificación y experiencia.
Pedro Mariobo: Debe ser el Ministerio de Minería
y Metalurgia con todos los apoyos técnicos y servicios
necesarios para esta función rectora con centralización y
planificación. La actual dispersión y multiplicidad de funciones, desarticuladas entre sí, no ha dado buen resultado;
y si algún resultado existe es la dispersión, desigualdad,
contradicciones y competiciones intersectoriales neutralizantes entre sí. La comibol no debe ni puede cumplir
de manera eficiente, ecuánime y neutral y a nombre del
Estado esta tarea, porque sería (y lo ha sido en la historia)
juez y parte; esto complicó a esa entidad como cómplice
del crecimiento de la minería privada transnacional y nacional a su sombra. Mi sugerencia para la comibol es
que se transforme en cime, Corporación Industrial Minera del Estado, para que pueda cumplir lo que en la cpe
tiene carácter prioritario: la industrialización.
Jaime Villalobos: Un técnica y humanamente bien
pertrechado Ministerio de Minería y Metalurgia, con
sus entidades de apoyo y servicio a la minería, en estrecha colaboración y coordinación con los ministerios
del Medio Ambiente y Aguas y del Trabajo.
[Cuestionario de Horst Grebe López].
6/
contrapuntos
Mayo 2014 / Nº 144
Hacia una economía “plural”
El capitalismo de camarilla en Bolivia:
De cooperativistas y caterings
Diego Ayo*
“Lo que sucedió con la cuñada del vicepresidente García Linera o lo que sucede ahora con los cooperativistas mineros amerita –sostiene Ayo en
este ensayo– una reflexión sobre el modelo económico que parece ya consolidarse en Bolivia. La hipótesis que ensayamos aquí es que comienza a
delinearse una economía plural, sí, pero una que lo es de un modo específico: es ‘plural’ en tanto pone en escena variaciones de un capitalismo de
camarilla o capitalismo político, que persigue la consecución de objetivos políticos: la perpetuación (o al menos su prolongación) de la clase política”.
N
uestro propósito, por tanto, es
comprender este modelo, el del
“capitalismo plural de camarilla”, además de su impacto en
el crecimiento económico. Esto último –
determinar su impacto en el crecimientoes no menos necesario en vista a lo que
sugiere el sentido común: si los parientes
o los aliados se quedan con los pedazos
más grandes de la torta, ¿qué pasa con el
resto de los bolivianos? Aprovecho, en lo
que cabe, un marco teórico derivado del
estudio de los modelos económicos de
Corea del Sur y Filipinas.1
Corea del Sur y Filipinas
Esta tesis tiene dos componentes. Por un
lado, la certeza de que en ambos países,
Corea del Sur y Filipinas, prospera un
capitalismo de camarilla, aquel de beneficio a cuñadas y socios políticos. Por otro
lado, y sin embargo, la comprobación de
que este mecanismo no necesariamente
deriva en un crecimiento negativo. Si
bien esta última posibilidad caracteriza
al modelo filipino, no sucede lo mismo
con Corea del Sur, un país a todas luces
económicamente exitoso. La pregunta
obvia es la siguiente: ¿qué permite que
un modelo orientado a beneficiar a ciertas camarillas, más que a la mayor parte
de los ciudadanos, logre en un caso sobresalir económicamente y en otro caso
no? La respuesta la ofrece la resultante de
combinar la fuerza del Estado con la fuerza
de los actores económicos.
Dentro del Estado se visualizan dos
tendencias según su fuerza: o se trata de
un Estado fracturado o de un Estado coherente. Este último supone la existencia
de un Estado con capacidad estratégica
(qué sepa a dónde apunta), coordinación
intergubernamental horizontal y vertical
(entre ministerios y/o entre el gobierno
central y las unidades territoriales desconcentradas y/o desconcentradas) e independencia (que implica que cada actor estatal sepa su rol y lo practique sin
interferencia de algún nivel, en especial
el gobierno central); un Estado fracturado no tiene esa capacidad estratégica,
1 David C. Kang, Crony Capitalism. Corruption and Development in South Korea and
Philippines (Capitalismo de camarilla. Corrupción y desarrollo en Corea del Sur y Filipinas), Cambridge University Press, 2002.
Ismael Montes en el Congreso
no coordina e incentiva la dependencia
hacia el gobierno central.
Dentro de los actores económicos
se visualizan igualmente dos tendencias
según su fuerza: o se trata de un conjunto
de actores económicos dispersos o de actores
económicos concentrados. Esta última opción supone la presencia de un conjunto
de actores con capacidad de actuar orgánicamente frente al Estado como interlocutores representativos de la gama
de actores económicos existentes; su par
disperso no tienen esa solidez orgánica,
lo que supone la presencia de múltiples
actores que se auto-representan.
El siguiente esquema resume estas
opciones.
Coherencia
I
ESTADO
Fracturado
empate estratégico
II
rentista
Concentrado
EMPRESAS
III
predatorio
IV
residual
Disperso
En el cuadrante i, se observa el
submodelo de “empate estratégico”
entre un Estado coherente y un conjunto de actores económicos concentrados.
En esta situación lo que predomina es el
apoyo mutuo entre el Estado y los actores económicos, que se redistribuyen la
renta de modo concertado. En la medida en que no hay una parte, sea estatal
o empresarial, que se imponga sobre la
otra, el uso del excedente económico
resulta equitativo. Además, y es lo más
sobresaliente, el control mutuo impide
que la corrupción avance. Ese control
relativamente parejo posibilita que la
injerencia política sea regulada. No desaparece el capitalismo de favores pero
éstos no se “salen del cauce” establecido.
En el cuadrante ii, vemos el submodelo “rentista”. Se caracteriza por
la presencia de un Estado fracturado y
una sociedad económica concentrada.
En este escenario lo que encontramos
es un uso del excedente de “abajo hacia
arriba”. Vale decir, son los actores económicos los que tienen la sartén por el
mango y presionan al Estado para que
se les otorgue el excedente sólo a ellos
o con prioridad a ellos. El Estado, por
su parte, está relativamente maniatado.
En el cuadrante iii, tenemos el
submodelo “predatorio”. Ofrece la
imagen inversa del modelo previo. Se
caracteriza por la presencia de un Estado coherente y una sociedad económica
dispersa. En este escenario lo que impera es un uso del excedente de “arriba
hacia abajo”. Es decir, es el Estado esta
vez quien tiene la sartén por el mango
en desmedro de una sociedad económica marginal. Por lo tanto, es el Estado
el que decide quién se queda con el excedente, partiendo de la tesis de que su
mayor fuerza respecto a la sociedad económica y la consecuente falta de control
de abajo hacia arriba, determina que los
recursos fluyan con un destino: consolidar a la fracción estatal dominante.
Finalmente, en el cuadrante iv,
vemos el submodelo “residual”. Se
caracteriza tanto por la presencia de un
Estado débil como de una sociedad económica dispersa. En este escenario, lo
que predomina es la escasez de una renta excedentaria que pueda ser disputada
por los polos descritos. Se da mayormente en situaciones de crisis económica donde las fracciones estatales quedan
huérfanas de guía política y la sociedad,
en general, se desbanda.
De acuerdo a la investigación mencionada, Corea del Sur optó por el submodelo de “empate estratégico”, al igual
que Taiwan o Indonesia, logrando un
desarrollo económico consistente, con
empresas que, si bien reciben favores,
pagan impuestos, desarrollan tecnología, impulsan el surgimiento de recursos humanos, etc. Filipinas, en cambio,
deambuló entre el cuadrante ii y el iii,
logrando que la renta o se quede en
fracciones estatales o se vaya hacia fracciones económicas corporativas. De ese
modo, quedó poco para invertir en el
beneficio común. Baste recordar que el
presidente Marcos, con los 40 mil millones que robó de las arcas estatales, es
considerado uno de los 5 cleptócratas
más destacados de la historia mundial.
Si este es el marco teórico, ahora
es necesario discutir dónde se encuentra
el país. Antes de hacerlo conviene mirar
hacia atrás: ¿en el periodo neoliberal la
situación era diferente?
Periodo neoliberal
Creo que lo que se vivió en este periodo,
el neoliberal, fue el acoso empresarial a
un Estado débil. El siguiente esquema
esquematiza esta hipótesis.
Coherencia
I
ESTADO
Fracturado
empate estratégico
Concentrado
II
rentista
Empresas privadas,
transnacionales,
minería mediana
agroindustria y banca
EMPRESAS
III
predatorio
IV
residual
Disperso
La realidad boliviana estuvo lejos
de la ficción de la libre competencia. Lo
que en verdad caracterizó este periodo
fue la privatización de este excedente con
orientación empresarial. Los subsidios
Periodo actual
Creo que lo que se vive hoy tiene una
triple orientación. Veamos el esquema.
I
ESTADO
Fracturado
empate estratégico
Concentrado
Fracción Burguesa
Cruceña
EMPRESAS
III
Disperso
predatorio
II
rentista
Cooperativistas,
cocaleros, gramialistas,
fracciones ilegales
(contrabando y narcotráfico),
transportistas, maestros,
militares y demás
IV
residual
ypfb, boa, papelbol
y demás
En mi criterio, el cuadrante i ya no
queda vacío. El reciente pacto entre la empresa privada cruceña y el gobierno central no supone la capitulación de ningún
lado. Los empresarios se dieron cuenta de
que no pueden ningunear al gobierno si
quieren ganar plata. Al hacerlo, lograron
tener un rédito económico que supera
los 4 mil millones de dólares de 2006 en
adelante, frente a los 2 mil millones en
similar periodo antes de esa fecha. El gobierno, a su vez, se percató de que nunca
va a ganar Santa Cruz si sigue peleándose
con ellos. Asimismo, se dio cuenta de que
gran parte de la canasta familiar boliviana
se abastece con productos del agro cruceño. Mejor, por tanto, quedarnos todos
callados y aplicar el modelo propio de
Corea del Sur. Modelo o submodelo que,
en todo caso, posibilita un margen de desarrollo económico consistente.
El cuadrante ii revela algo crucial:
ya no son las empresas privadas las que
acosan al Estado sino las propias fracciones corporativas aliadas al gobierno,
de variados actores, desde los cooperati-
vistas hasta los militares. En mi criterio,
teniendo en cuenta que en este periodo es
la economía la que está al servicio de la política, no será extraño atestiguar la paulatina
consolidación hasta de empresas militares
(e.g.: el “Comando de la Construcción del
Ejército”). En este cuadrante se observa
un Estado acosado y una sociedad económica sólida, con un uso del excedente
económico de “abajo hacia arriba”. Queda poco para el Estado mismo y, por ende,
menos para el conjunto de los bolivianos.
El cuadrante iii tampoco queda vacío. En el afán, reiteradamente sugerido
por el vicepresidente García, de “fortalecer al Estado como el actor económico más fuerte pasando de un manejo de
aproximadamente el 5% del pib al 30%
y más”. Las estatizaciones, la creación de
empresas públicas y/o la orientación de
la inversión pública (más del 30%) hacia
este tejido empresarial son pruebas de
la consolidación de este actor. Sin embargo, como ya lo demuestra un último
informe de la Cámara de Industrias, hay
una disminución del 40% en la actividad
industrial boliviana: el Estado ha copado
espacios que antes le estaban reservados
a esa industria. Este solo dato basta para
comprobar que el Estado empieza a fagocitar el excedente frente a una sociedad empresarial más dispersa que nunca,
entre aquella acosada (por ejemplo Aerosur), quebrada (Ametex), nacionalizada
(ya son 16), cooptada (diversas facciones)
o puesta en segundo plano (frente a determinado apoyo preferencial a pequeños
productores campesinos, por ejemplo).
Ajedrez económico
El chenko de la coca (I)
Carlos Alborta*
L
a coca es una compañera de la
historia del país. Y ha sido la actriz principal de más de un controversial debate. Pero hoy, es escaso
el debate sobre este tema. Acaso porque sus aristas son muchas y su comprensión, abigarrada.
Coca: poco debate y escasa información. El debate público sobre la
coca ha estado en Bolivia en los últimos seis años. Se lo discutió brevemente en una comisión de la Asamblea
Constituyente y, recientemente, cuando el gobierno del mas finalmente
permitió el conocimiento del estudio
de la coca realizado por Naciones Unidas (un estudio escasamente difundido y carente de socialización técnica).
Aquí trataremos (en un artículo en dos
partes; esta es la primera) el tema de la
producción de la coca sobre la base de
información existente. Se ha utilizado
una encuesta sobre la producción de
coca legal en una zona tradicional, en
el marco de la Ley 1008. La encuesta
utilizada tiene 41 boletas. Se visitaron
hogares en los Municipios de Cajuata
(26%) e Irupana (74%) en 2007. No ha
sido posible acceder a información in
situ más reciente.
El futuro próximo
Resumo: lo sucedido con los cooperativistas y/o con la cuñada revela la construcción de una economía “plural”: rentista, predatoria y de empate estratégico.
Si seguimos la nomenclatura del marco
teórico sugerido, el desarrollo económico seguirá adelante en Santa Cruz según
el submodelo coreano del sur, beneficiará a facciones corporativas impulsando
mayor desigualdad (según el modelo
rentista boliviano neoliberal aunque con
otros rentistas) y/o consolidará “burguesías burocráticas” escasamente eficientes
y altamente inclinadas a enriquecer a familiares, amigos y militantes (como en
el periodo filipino de Marcos).
Predio cocalero en los Yungas: escasa tierra y creciente especialización. En los hogares rurales encuestados se reporta el piso de tierra en 49%
de los casos. El resto de los hogares
tiene piso con otros materiales (ladrillo, cemento u otro). Todos los encuestados reportan techo de calamina. El
73% indica paredes de adobe y estuco.
El 90% indica acceso a red eléctrica y
un 73% cocina a gas y leña de manera
combinada. De manera contrastante
con el altiplano, todos reportan acceso
al riego. La tenencia de la tierra oscila
en lotes de entre 1.4 y 2.4 hectáreas.
El promedio de tenencia de la tierra
en la muestra es de 1.7 hectáreas por
hogar. La tenencia de la tierra no tiene una curva normal de distribución;
al contrario, pese a que es poca tierra
por hogar, los predios muestran cierta
tendencia a la concentración.
*Politólogo y escritor.
Sucre, 1918
recurrentes a la empresa agroindustrial
cruceña (por ejemplo del diesel) o el pago
impositivo de sólo el 18% de parte de las
empresas transnacionales (ellas se quedaban con el 82%) son prueba de ello. No
es necesario ofrecer más ejemplos. Quede, sin embargo, la tesis de que en ese
periodo la política estuvo al servicio de
la economía. Un servicio que no logró
salir de este cuadrante ii. Quizás de 1998
a 2002 se podría pensar que se “avanzó”
hacia el cuadrante iv. Esta posibilidad
puede ser motivo de un investigación.
Por ahora, se puede decir que el rasgo
dominante de nuestro neoliberalismo fue
el de un capitalismo de camarilla de beneficio empresarial privado.
Coherencia
/7
contrapuntos
Mayo 2014 / Nº 144
Ingreso cocalero yungueño. La extensión del cultivo de la coca en Los
Yungas tiene un rango entre 0.956
(has.) y 1.067 (has.) por hogar. Si se
compara este promedio con la tenencia de la tierra, se encuentra que los
ingresos de hogares de los cocaleros
son poco diversificados; y, en el decurso de los años, han migrado su vo-
cación productiva de frutales (cítricos
principalmente) a la coca.
El ingreso anual por hogar cocalero varía grandemente y está sujeto a
diversos factores como (a) la inversión
realizada en los surcos; (b) los jornales
disponibles en el hogar; ( c) el costo
local del jornal y (d) la disponibilidad
de fertilizantes y otros insumos. Se ha
determinado una gran variabilidad en
los ingresos cocaleros: algunos hogares
muestran un mínimo anual por hogar
de Bs. 5.500, otros, de casi Bs. 24.000.
Para dar una idea del promedio se estima que el ingreso anual oscila entre Bs.
11.847 y Bs. 16.834 por hogar cocalero.
Resalta poderosamente que esta media
es mayor en casi un 60%, e inclusive
duplica, lo que reportan los ingresos
de hogares rurales no cocaleros. Para
la ilustración, interesa contrastar estos
datos con los de Eyzaguirre (2005: 80),
para quien el promedio de los ingresos
anuales por hogar en el Chaco es de
Bs. 7.491 y de Bs. 8.538 en el altiplano,
con desviaciones estándar muy altas
que también reflejan gran dispersión,
como en el caso cocalero.
Estimación del ingreso cocalero.
Los modelos no siempre calzan con
la realidad; sin embargo, es necesario
tener elementos de juicio para emitir
una valoración informada. Se ha realizado un ejercicio lineal de regresión
por mínimos cuadrado ponderados por
tenencia de la tierra. Este modelo tiene una bondad de explicación del 41%
de la variación de ingresos; ello indica
que hay todavía muchos factores que
afectan en los ingresos cocaleros que
esta estimación no contempla. El modelo tiene un poder explicativo limitado
pero incluye resultados estadísticamente significativos. Se ha encontrado que
los ingresos empiezan con una renta de
la tierra de Bs. 1.494 anual que equivaldría al costo de oportunidad del alquiler
de una hectárea de tierra de cultivos no
cocaleros. De allí en más, por cada hectárea cultivada de coca, el ingreso anual
por hogar se incrementa en Bs. 4.082;
en cambio, por cada hectárea regada de
cultivos no cocaleros el ingreso aumenta en Bs. 2.191 como ingreso anual (con
un nivel de significación al 7%). En esta
diferenciación se encuentra una clave
explicativa sobre por qué los cocaleros
prefieren la coca respecto a los productos no cocaleros. Como puede verse, es
doblemente más ventajoso meterse a la
coca que a cultivos no cocaleros.
*Economista
8/
contrapuntos
Mayo 2014 / Nº 144
Identidad y nación: Beni, un recuerdo republicano
Wilder Molina*
La investigación “Lejos del Estado, cerca de la nación. Identidad boliviana con Estado Plurinacional entre los llanos de Mojos y las selvas del
norte amazónico” de Wilder Molina, Denise Cortez y Evangelio Muñoz persigue responder algunas preguntas sobre la identidad nacional
en el Beni. Y lo hace, además, pensando en los hechos políticos que han marcado la vida beniana en el período 2003-2012. Esta investigación
fue apoyada por el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB).
El Beni y lo plurinacional
Hoy en el Beni, cuando nos concentramos en las expresiones simbólicas de la
relación entre identidad regional e identidad nacional, lo que descubrimos son
escasos cuestionamientos al Estado Plurinacional pero numerosos a los riesgos
de distorsión en su construcción, es decir, a cómo ese Estado se expresa en los
hechos. El reconocimiento de la Bolivia
multiétnica está en proceso de consolidación pero, al mismo tiempo, se exige
una puesta en práctica de ese reconocimiento en condiciones de igualdad para
todas las culturas. La lealtad nacional no
está en discusión, pero se insiste sobre
los riesgos de distorsión en el cumplimiento de ciertos principios, entre ellos,
el respeto a la diversidad cultural y a las
aspiraciones de autonomías, departamental e indígena.
Es así que el nacionalismo estatal de los benianos supone una lógica
contradictoria de origen, expresada en
una doble relación de tensión entre una
voluntad de adhesión nacional, que busca borrar toda sospecha de desunión,
y una búsqueda de reconocimiento de
identidades regionales que, en algunos
grupos, se convierte en un regionalismo que choca con los valores del Estado
Plurinacional, pero sobre todo con el
gobierno de Evo Morales.
La identidad boliviana en el Beni se
sostiene en una voluntad de pertenencia
nacional, expresada en un sentimiento
en común: la ausencia o indiferencia del
Estado en la dotación de servicios básicos, frente a otros departamentos. Al
mismo tiempo, se explicita una desconfianza frente al Estado, marcada por la
conciencia de una deuda histórica con el
Beni y a sus regiones, deuda que, según
numerosos sectores, debe pagarse ahora.
El factor regional en el
sentimiento nacional
José Luis Roca, historiador de origen
beniano, sostiene que la identidad boliviana en cada región es diferente por los
determinantes propios de la conformación regional. Roca plantea que Bolivia
se transformó por las luchas regionales y
que este es el motor más efectivo de los
cambios en la organización estatal a lo
largo de la historia nacional. La vigencia
de esa hipótesis, hoy, respecto a lo que
ha sucedido con el proceso político beniano en los últimos treinta
años, no puede asumirse de
manera absoluta, si consideramos la trayectoria de
las luchas sociales y políticas contemporáneas en el
departamento, protagonizada por actores indígenas
que incluso cuestionaron,
en ciertas coyunturas, la
legitimidad democrática de
los movimientos regionales. Las hipótesis de Roca
son el argumento que proyecta el regionalismo como
una ideología efectiva y
eficiente, en la medida que
moviliza a una diversidad
de actores en torno a un
discurso que unifica; pero
eso no quiere decir que la
región demuestre una unidad hermética.
El proceso político
beniano de las autonomías
ha generado una doble
reacción, en algún sentido
aparentemente contradicBrijida Verreira, 1867
L
a creación del departamento del
Beni como una unidad políticoadministrativa fue ya, de entrada,
parte de los proyectos derivados
de la construcción del Estado-nación.
Pero esa política de construcción –que
suponía extender la presencia de alguna
función estatal– nunca se concretó realmente en la extensión de servicios, carreteras, escuelas y comunicación. Más
bien derivó en una forma de autoridad
concentrada en la regulación impositiva
respecto a los recursos naturales.
Como territorio estatal y como
identidad, el Beni es una construcción
sociohistórica de la vida republicana,
aunque su configuración actual, como
un territorio y conjunto de regiones,
proviene de una serie de eventos y decisiones que nos remiten inicialmente
a los proyectos de conquista española y
posteriormente al nacimiento de la República. Dicho de manera figurada, el
Beni es un recuerdo republicano, tanto
por la forma en que sus actores se remiten a la creación del departamento,
reconocen la figura de un héroe republicano encarnado por el presidente José
Ballivián y valoran los símbolos nacionales que provienen de aquella etapa.
Fuentes iniciales del
nacionalismo
Los antecedentes de un
nacionalismo específico
a esta región –siempre
pensada lejana desde la
ideología estatal y distante del poder estatal
desde sus pobladores– se
encuentran, según Pilar
Gamarra, historiadora
riberalteña, en la expansión del comercio cauchero que supuso a su
vez la presencia brasilera.
Desde entonces, la idea
de Beni estará asociada a
la de guardián de la heredad patria y de su futuro
promisorio. Allí se encontraría una suerte de
nacionalismo fundacional en los pioneros colonizadores que hablaban y
actuaban en nombre de
la patria. Sin presencia
efectiva del Estado, serán
ellos los que siembren
una lealtad a la comunidad nacional mientras
Asencia Saravia
aseguran sus propios intereses económicos y consolidan su dominación, una dominación que prospera
en los huecos dejados por la autoridad
del Estado.
toria: primero la autonomía, es decir,
el conjunto de acciones del movimiento autonómico, es un factor influyente
en la actualización de una identidad regional con tendencias al regionalismo;
segundo, movidos por las oposiciones
políticas, cada actor asume una voluntad
renovada de pertenencia nacional, a su
modo, en una necesidad de adscribirse a
una noción de lo políticamente correcto
frente al destino del país.
Amor y odio, distancia y acercamiento, olvido y recuerdo marcan las
dos caras de la medalla a la hora de interpretar la pertenencia nacional y la
forma de mirar al Estado (sea republicano, nacionalista o plurinacional) desde el
Beni. Unión y distancia: Unión respecto
a lo boliviano, movidos sea por alguna
racionalidad práctica y las circunstancias; pero también distancia respecto a
lo cultural-andino como un hilo conductor común a todos.
En una sociedad donde aún se siente y reclama un déficit de la presencia
estatal –pese a que existe hoy más Estado en el Beni–, llama la atención que
se invoque esa función de provisión por
encima de cualquier otra. Es menos visible el énfasis en la función del Estado en
tanto garante de un estado de derecho.
*Sociólogo.
/9
contrapuntos
Mayo 2014 / Nº 144
Ciudadanía y devenir Estado
de los campesinos indígenas en Bolivia
Fernando L. García Yapur*
¿Qué hay detrás de la participación de las poblaciones indígenas campesinas en la vida política? ¿Qué idea y proyecto de ciudadanía e
identidad política suponen esas formas de participación? ¿Cómo ocurren? Un equipo de investigación formado por Alberto García,
Marizol Soliz y Fernando García, buscó dar respuesta a estas cuestiones en la investigación “Las facetas entrecruzadas
del MAS-IPSP”, realizada en el marco de una convocatoria del Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB).
Aquí se resumen los resultados.
Identidad ciudadana
“compuesta” y devenir Estado
En respuesta a las lecturas y visiones dicotómicas, sostenemos que existe una doble
adscripción a la condición de ciudadanía.
La identidad de ciudadanía es compuesta:
“inclusiva” y “exclusiva”. Los indígenas
campesinos se mueven indistintamente
en ambos registros de vinculación, ejercicio y ambición de la ciudadanía. Deviene “inclusiva” cuando los indígenas
campesinos son y buscan ser parte de una
identidad común, el “decir nosotros los
bolivianos”, un proyecto de comunidad
nacional al que (siempre) los indígenas
campesinos buscaron vincularse y establecer una relación de intercambio político.
Esta búsqueda de identidad de ciudadanía
permitirá la dilucidación, construcción y
el desarrollo, por ellos mismos, de un instrumento político para acceder a la representación política y, consiguientemente,
al poder político: el MAS-IPSP.
Es “exclusiva”, puesto que la participación política de los indígenas
campesinos tiene un asidero de visibilización ciudadana en estructuras y dinámicas político-institucionales “propias”, cuya fuerza y dinámica precede
y excede al Estado-nación. No es sólo
una identidad de orden “étnico-cultural”, “simbólico” o “culturalista”, es
un hecho de fuerza. En ese sentido, la
identidad es exclusiva: “el decir nosotros los indígenas campesinos” expresa
la existencia de múltiples formatos y
nodos de identidad ciudadana de base
comunitaria y territorial. Desde ahí,
“un-otro” pluralismo, es que se procesan las estrategias políticas. Un devenir
Estado-nación en “clave plurinacional”
canalizado por el MAS-IPSP.
Facetas entrecruzadas
del MAS-IPSP
Por ello, el MAS-IPSP encarna facetas
que a primera vista parecerían incomprensibles o ambiguas. Una es la de ser el
recurso de mediación entre la identidad
“exclusiva” de los campesinos indígenas,
el amplio espectro de formas de autogobierno comunitario con base territorial
(sindicatos agrarios, organizaciones comunitarias), y la identidad “inclusiva” de
pertenencia y vinculación de los individuos con el Estado-nación. En el MASIPSP y mediante él se posibilita el acomodo entre las dinámicas de democracia
comunitaria que suceden al interior de
las organizaciones campesinas indígenas
con la dinámica de representación política de la democracia representativa. Acoplamiento a través de tres dispositivos
que logran la correspondiente validación
y legitimidad del poder político: igualdad (jurídica) de los sujetos expresada en
la condición de “un voto, un ciudadano”,
aplicación del “principio de mayorías”
para las decisiones colectivas con efectos
vinculantes y la representación territorial. En otras palabras, no existe una relación binaria entre un formato y el otro:
los campesinos indígenas organizados en
sindicatos y estructuras corporativas, en
el marco de la democracia representativa, descubrieron que además de ejercer
poder jurisdiccional de hecho en unidades territoriales bajo su control, son
mayorías efectivas como suma de sujetos
individuales a través de un instrumento
político: el MAS-IPSP.
Otra faceta es la que expresa la articulación social a partir del performance
y el desempeño de Evo Morales como
el representante y actor político que navega entre dos mundos: el “exclusivo”
de los indígenas campesinos y el “inclusivo” de la democracia representativa.
Evo Morales articula a la organizaciones sociales de base territorial y, simultáneamente, condensa las dinámicas
nacional-populares. Ello garantiza un
amplio campo de intercambios políticos
en el que confluyen, además de las organizaciones campesinas indígenas, otras
organizaciones corporativas que en los
hechos son factores reales de poder e influencia políticas.
Por último, la faceta del devenir
Estado de los campesinos indígenas en
la concreción de una identidad nacional
de ciudadanía compuesta: “exclusiva” e
“inclusiva”, que proyecta la edificación
del Estado-nación en “clave plurinacional”. Ya que no existe una relación binaria entre el imaginario del viejo Estado-
nación, que busca la “ciudadanización”
de Bolivia, y el Estado plurinacional
comunitario, la búsqueda de los campesinos indígenas del reconocimiento de
sus estructuras de autogobierno y su diferencia civilizatoria: la “indianización”
del país. La oscilación entre uno u otro
imaginario es performativa: una apuesta
ético-política.
*Politólogo, coordinador del equipo de investigación del PIEB: Las facetas entrecruzadas del
MAS-IPSP.
Eufrasia Carbajal, 1877
Morales, un indígena campesino, ocupa
el centro de poder político y, desde ahí,
despliega un conjunto de acciones de
visibilización ciudadana y gestión hegemónica del poder político.
Eulogia. A. Rodriguez (Lima)
L
a problemática:
ciudadanía e identidad
política
Este es uno de los asuntos recurrentes del debate político en el país:
los efectos políticos, sociales e institucionales de la participación política de
los indígenas campesinos. En general,
las distintas explicaciones y lecturas
reproducen visiones lineales y dicotómicas que sostienen la “conversión”
paulatina e irreversible de los indígenas
campesinos en ciudadanos, o bien, la
resistencia y rebelión de estas poblaciones en pos de una verdadera liberación
y emancipación que anuncia la descolonización del Estado y la sociedad.
Hay una narrativa binaria: o una ciudadanía vinculada a la tradición políticocultural del liberalismo decimonónico
basada en el principio de la igualdad
jurídica de los individuos y el “lenguaje de los derechos” o las tradiciones
político-culturales de las comunidades
indígenas campesinas en las que la ciudadanía tiene carácter étnico-cultural,
comunitario y/o corporativo.
En consecuencia, se hace evidente
la división entre un proyecto de Estado-nación pensado y formulado por
las élites tradicionales, y el proyecto de
Estado Plurinacional comunitario pensado y puesto en marcha por los campesinos indígenas contemporáneos. O
un despliegue colonizador o imperial
del liberalismo y de las tradiciones occidentales que permean a los distintos
proyectos de Estado-nación formulados por las elites, o la resistencia y
rebelión de los indígenas campesinos,
entendidos como actores “subalternos”, “invisibilizados” o laminados por
el poder y la dominación neocolonial
que hoy irrumpe con su proyecto de
descolonización. En el fondo, se imagina una disputa irreconciliable entre dos
proyectos civilizatorios: “ciudadanizar”
Bolivia o “indianizarla”.
Pero estas lecturas y/o respuestas
construidas desde diversas posiciones, a
pesar de su riqueza descriptiva y reflexiva, no logran resolver satisfactoriamente
la comprensión de las intrincadas relaciones de los indígenas campesinos con
la política y con el Estado. Menos todavía, en el contexto actual, cuando Evo
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aldea global
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Escenas de una historia de cuatro décadas
El Frente Amplio uruguayo: ¿una excepción?
Marcelo Quezada*
Quezada reconstruye aquí escenas de una historia de más de cuatro décadas: la del Frente Amplio uruguayo, ese proyecto que Pepe Mujica
definió como “una excepción en la historia de la izquierda mundial”. Y quizá Mujica tenga razón en esto: “Es casi imposible pensar que en
otras partes se pueda lograr un sistema de alianzas que esté mucho más allá de las coyunturas electorales, que dure 30 años y que haya sido
capaz de generar una cultura y hasta una tradición”.
N
ace el Frente Amplio
El 5 de Febrero de 1971, el general Líber Seregni firma el acta de fundación del
Frente Amplio. El 26 de marzo del mismo
año Seregni da su primer discurso como candidato
presidencial, ante una sorpresiva e inusual multitud
que se concentró en frente de la explanada municipal
de Montevideo. En las elecciones de ese mismo año
alcanza un 18% de los votos. Un buen comienzo: se
iniciaba así el fin del bipartidismo uruguayo. “Líber
Seregni, para las izquierdas, pasó a ser un ídolo. Para
la mayoría de sus camaradas militares, un traidor”.1
Años de cárcel
Era el tiempo en que la guerrilla tupamara avanzaba con espectaculares acciones: la Policía sola no
podía contenerla. Pero la idea del Frente Amplio
seguía su curso. El 27 de junio de 1973, el general
Seregni fue sometido a la justicia militar y acusado
de “subversión” y traición a la Patria. Su primer
periodo de prisión: de julio de 1973 a noviembre de
1974. Salió libre, pero Seregni en lugar de asilarse
optó por quedarse en el país y correr el riesgo: el 11
de enero de 1976 volvió a ser detenido y se le quitó
el grado de general. Y así. Este periodo acaba quizá
el 19 de marzo de 1984, cuando finalmente liberan
al general Seregni. Se agilizan los procesos de los
presos políticos. El 14 de marzo de 1985 liberan
a los últimos detenidos por una Ley de Amnistía.
Reconsideraciones
Desde la cárcel Sendic había diseñado la construcción del Frente Grande. Tanto él como Pepe Mujica y los viejos estaban convencidos de que había
otro camino: “Antes vivíamos una percepción falsa:
como crecíamos, a pesar de lo que perdíamos, teníamos una sensación de éxito. Era un éxito tramposo, se
estaba dando a costa de la calidad”. Reflexionando en
la cárcel sobre esa dinámica, el Pepe Mujica le escribió
al Bebe Sendic: “Somos grandes, pero no fuertes, somos
un elefante pero nos hemos quedado sin estrategia. Estábamos llevando al país a la guerra, pero nosotros no
actuábamos con dinámica de guerra. La derecha nos
respondió con el susto que tenía, con la represión”.
La muerte de Sendic
1989, 6 de mayo: Fallece en París Raúl Sendic. “Sendic
fue velado en París por un puñado de sus compañeros.
Recibió un homenaje póstumo de algunas personalidades francesas, Danielle Mitterrand y Régis Debray,
entre otros. En la capilla del hospital destacaba una
corona de flores de la Presidencia de Francia. Una muchedumbre se congregó en el aeropuerto de Carrasco
cuando el cuerpo de Sendic fue repatriado, un sábado,
y una marea humana de dolor lo acompañó desde el
centro hasta el cementerio de la Teja, un domingo. Fue
1
Quién es quién en el Gobierno de Mujica. Nelson Fernández, Ed.
Fin de Siglo.
Los tupamaros en el poder
El 1 de marzo del 2005, Tabaré Vásquez asume como
primer presidente de la izquierda del Uruguay. El
Frente Amplio había triunfado. Sería un año histórico para la izquierda, porque Tabaré Vásquez ganaba la elección nacional sin necesidad de segunda
vuelta. Aquella jornada tuvo un significado especial
para los tupamaros. José Pepe Mujica, como Primer
Senador, presidía la Asamblea General Legislativa, y
por ese cargo debió tomar el juramento a los nuevos
senadores, entre los que se encontraban un fundador
del mln-t, Fernández Huidobro, y otra guerrillera
y compañera de vida, Lucía Topolansky. Nora Castro, otra tupamara, juraba como presidenta de diputados, ambos pasaron revista al Batallón Florida
en el homenaje a la inauguración de una legislatura.
Ese Batallón había sido el que lo capturó cuando dirigía el “estado mayor militar” tupamaro en 1972. Y
le preguntaron:
En algún momento tú has hablado de lo inédito de
nuestra izquierda. ¿Qué cosas la diferencian de otras izquierdas? Pepe Mujica: “La construcción del Frente
Amplio es una excepción en la historia de la izquierda mundial. La izquierda no acepta las diferencias,
cada agrupación de izquierda tiene definido hasta el
color de los calzoncillos. Eso impide toda unión. Es
casi imposible pensar que en otras partes se pueda lograr un sistema de alianzas que esté mucho más allá
de las coyunturas electorales, que dure 30 años y que
haya sido capaz de generar una cultura y hasta una
tradición. Porque hay una masa no despreciable de
gente que va para uno y otro lado, pero que está ahí.
Ése es un capital amortizado que no se va de allí. Eso
no lo tiene la izquierda de ninguna otra parte. Es sinEvaristo Valle
gular del Uruguay y, bueno, el Frente Amplio es un
el silencio más estruendoso que algunos han sentido en instrumento maravilloso, hijo de la historia y la cultura
toda su vida. En el Senado, Hugo Batalla le rindió un uruguayas. Hasta las palabras usadas para nombrarlo son
homenaje. Muchos senadores blancos y colorados se adecuadas. Con la palabra Frente se reconoce la diferenausentaron de sala y otros pidieron la palabra para con- cia. Con la palabra Amplio, la necesidad de un horizonte
denar al hombre que había osado empuñar las armas. y una horizontalidad sin prejuicios”.
El país se dio el lujo de ignorar a Sendic; el país institucional, el país de los discursos, el país de las estructuras, Mujica, el excéntrico
el país que se doblegaba ante la impunidad. Pero por 2009. Llovía copiosamente cuando Pepe Mujica, el
alguna extraña razón la gente, la gente que no cono- presidente electo, saludó a la multitud. El estrado hacía su trayectoria, intuía que había muerto un hombre bía sido levantado en plena rambla de Montevideo. El
extraordinario y que se producía una gran pérdida. La viejo guerrillero aplaudía, no podía parar de aplaudir al
gente que acompañaba el féretro por las calles de la pueblo, como asombrado de que aquello fuese cierto.
capital empezaba a sentir que quedaba huérfana, que
—Estoy preocupado –había dicho hace un rato,
ese hombre los representaba, representaba el quijote cuando aún era posible acercársele.
de cada quien batiéndose por utopías impostergables,
—¿Por qué?
era el rescoldo de la montonera que cada uno atesora
—Es que el Evo (Morales) medio se va a calentar
muy dentro de sí, para sentirse parte indisoluble de un conmigo.
proyecto de patria grande, de tierra para quien la traba— ¿Contigo?
je, de patria para todos. Sin saber muy bien por qué, la
—Y sí; ¡fíjate que ahora el tipo excéntrico… voy
gente intuía que algún día sería necesario dimensionar a ser yo!!!2
su ejemplo, cómo será ineludible rescatar su ausencia.
Entonces, el Bebe volverá del silencio, no del olvido”.
*Ex-embajador.
2
“Pepe Mujica, de Tupamaro a Presidente”, María Esther Gilio.
Le Monde Diplomatique.
/ 11
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Mayo 2014 / Nº 144
Una historia del terrorismo
Carlos Antonio Carrasco*
Tamaña audacia la del francés Michaël Prazan: escribió en 523 páginas, editadas por Flamarion (2012), la historia del terrorismo
(Une histoire du terrorisme). Este es un comentario y, sobre todo, un resumen de las contribuciones de Prazan
(que, además de escritor, es un conocido documentalita filo-sionista).
P
orque el crimen político existió desde siempre y
es, en parte, componente recurrente de la lucha
por el poder. Entonces se explica que el autor se
concrete al recuento de este fenómeno, a partir
de la Segunda Guerra Mundial, sin detenerse en hechos más distantes como las acciones de los zelotas, los
hassasins y los anarquistas. Prazan divide su historia así:
los años de la liberación, los años de la pólvora y los
años Jihad o sea la insurgencia islamista. En ella, relata
en menudo detalle, los eventos más espectaculares que
podrían encuadrarse dentro de una amplia definición
de terrorismo que, supongo, es el uso sistemático del terror para coaccionar a las sociedades o los gobiernos en la
adopción de determinados objetivos.
El común denominador de esas tres épocas, en todas las regiones del mundo, en que se hubiesen perpetrado los violentos hechos, es que los protagonistas que
fueron estigmatizados como terroristas ayer, al acceder a puestos gubernamentales, se transforman hoy en
personajes enteramente respetables. Otros, con menor
suerte, purgan largas penas de cárcel, algunos fueron
ahorcados o fusilados y los menos se acogieron a una
jubilación sin mayores sobresaltos.
Prazan nos ofrece bien documentadas biografías
de quienes ocuparon sus días y sus noches colocando
bombas, secuestrando aviones, barcos o gente, destruyendo edificios y, en todo caso, sin merced alguna por
las bajas civiles, cuyo mayor número aumenta la notoriedad de los perpetradores, pues sus acciones sólo
persiguen captar los titulares de la prensa, exaltar sus
hazañas y publicitar la causa de su combate.
Prazan juzga oportuno comenzar por referirse al
IRGUN y la HAGANAH, cuyos esfuerzos, basados en
el terror, culminaron con la instauración del Estado
de Israel, una vez desalojada de ese espacio la tutoría
En los años sesenta, entidades tales como el SDS
(Students for a Democratic Society) y los Black Panters en
Estados Unidos mostraron su influencia en Alemania
con otra SDS o la banda Baader Meinhoff y llegaron hasta el Japón en contactos con la fracción del Ejército
Rojo.
Pero en este libro el concepto de terrorismo es
tan elástico que Prazan incluye en él la acción guerrillera de Che Guevara en Cuba, de Carlos Mariguella
en Brasil (uno de cuyos epígonos fue Dilma Rouseff,
ahora presidenta de ese país), a los tupamaros del Uruguay (uno de ellos, José Mujica, es primer mandatario
desde 2010).
Un capítulo cojitranco revisa la Operación Cóndor en el cono sur, sin revelación alguna. Tampoco está
ausente el venezolano Illich Ramírez Sánchez, alias
Carlos, a quien se acusa de, al final de su carrera, convertirse en veleidoso mercenario.
Como no podía ser de otra manera, la historia
finaliza relatando pormenores de la caza y ejecución
sumaria de Osama Bin Laden en Paquistán. Sorprenden los datos que consigna acerca de su pasantía como
empresario en Sudán, junto a sus 4 mujeres y sus 17
hijos. Más aún, la bio-data sobre su lugarteniente, el
egipcio Ayman al Zawahiri, revela pormenores poco
conocidos.
Termina el libro con una tenebrosa alerta sobre
Irán, a través de un comentario recogido en Gaza, de
labios del Dr. Mahmoud al-Zahar, alto dirigente del
HAMAS, quien francamente reconoce que si un día
obtuvieran armas nucleares, sería para usarlas, no para
retratarse con ellas.
británica. Terroristas como Menahem Begin o Yitzak
Shamir devinieron gobernantes. Pero pronto Israel
tuvo y tiene que lidiar con otras redes terroristas como
HAMAS­ y el HEZBOLLAH, que, a su vez, aspiran también a fundar un estado propio: el palestino.
La guerra de Argel, librada contra el despiadado
colonialismo francés en los 60, llena decenas de páginas
en las que sobresale la carismática Zohra Drif, que a
sus 19 años inició la contienda colocando una bomba
en el Milk bar de Argel en 1962. Condenada a muerte, fue absuelta, y hoy es la vicepresidenta del Senado
argelino.
El ejemplo más emblemático es el recorrido de
Yasser Arafat que impulsó AL FATAH, desviando aviones y terminó entablando negociaciones con Israel, en
la Casa Blanca. Ganó incluso el Premio Nobel de la
Paz.
En el texto, frecuentemente se cita al psiquiatra
martiniqués Frantz Fanon: considera su libro Los condenados de la Tierra la “biblia negra” de los comandos
terroristas por su incitación a la violencia como la única
vía hacia el cambio.
Algo que se deja en claro es que los terroristas son
instrumentos de sus financiadores, generalmente los
llamados “estados-paria”, objeto de cuidadoso escudriñamiento por parte de Washington y las potencias centrales. Esas células clandestinas no están nunca libres
de manipulaciones en uno y otro sentido por parte de
los respectivos servicios de inteligencia.
En ese nivel, la instauración del régimen teocrático en Irán, seguido en 1979 por la toma de la embajada
americana en Teherán, implantó una red de aguerridos
terroristas que operaban en países adversos a los ayatolás,
tendencia que mantiene aún a ese país en la lista negra.
*Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas.
Virginia de Franco (M.F. Olivares, 1877)
Mariana Virreira (hija), 1871
Juana Mansilla. García y Hnos. (Cochabamba, 1888)
12 /
contrapuntos
Mayo 2014 / Nº 144
Historia de un libro: Primera parte
Bolivia, hoy, 30 años después
James Dunkerley*
El historiador inglés James Dunkerley reconsidera aquí el contexto y el texto mismo de un libro clásico en la interpretación de la Bolivia
moderna, Bolivia, hoy compilado y editado por René Zavaleta Mercado en 1983. Y, para hacerlo, convoca, en esta primera parte, las
trayectorias intelectuales de los autores de los capítulos: Zavaleta Mercado, claro, pero además Luis H. Antezana, Horst Grebe López, Silvia
Rivera Cusicanqui y Guillermo Lora. Luego retrata, ya en la segunda parte (que aparecerá en el siguiente número de Nueva Crónica), las
condiciones políticas y el clima intelectual de América Latina en la última fase de la Guerra Fría (además de proponer que, no obstante los
cambios del país después de 1983, gran parte del aparato analítico de Bolivia, hoy sigue siendo útil). Este texto fue publicado en inglés en el
número 10 de la revista Bolivian Research Review. La traducción es de Virginia Ruiz P.
Hnos. Morant, 1870
Jacinto 7 Sosalía Virreira. (A. Sterling, 1880)
Modestino Virreira, Isaac Eduardo y Octavio Rengel, (1875)
l jueves 15 de diciembre de 1983
las prensas de Gráfica Panamericana en la Colonia del Valle de
Ciudad de México terminaron
la impresión de las 3.000 copias de Bolivia, hoy. Publicada por Siglo xxi, esta
colección de ensayos de 240 páginas
fue editada por René Zavaleta Mercado
(1937-84), que contribuyó al volumen
dos ensayos propios, además de su introducción a textos de Luis H. Antezana
(1943), Horst Grebe López (1943), Silvia Rivera Cusicanqui (1949) y Guillermo Lora (1922-2009).
El día en que las 3.000 copias del
libro salían de las prensas en el Distrito
Federal sólo su editor vivía en México,
aunque en ese momento ya tenía el plan
de volver a Bolivia para seguir de cerca
la rápida evolución de la crisis sociopolítica boliviana, esa que lo había llevado a escribir su capítulo “Las masas en
noviembre”. Ese extraordinario ensayo
de 50 páginas, que tomó la crisis de noviembre de 1979 como leitmotiv para un
audaz estudio de la vida nacional contemporánea, abre Bolivia, hoy (11-60) y
sería, de ahí en adelante, el texto más íntimamente relacionado con Zavaleta en
el mundo entero. De hecho, “Las masas
en noviembre” ya había sido publicado
en La Paz en junio de 1983 por la Editorial Juventud, en un libro que también
incluía otros dos ensayos de Zavaleta:
‘‘Forma clase y forma multitud en el
proletariado minero en Bolivia”, que
es el capítulo final de Bolivia, hoy (219240), y “Cuatro conceptos de la democracia”, que había sido publicado en
1981 en Bases 1, el número único de una
revista dedicada a las “expresiones del
pensamiento marxista boliviano”, editada por Zavaleta junto a Carlos Toranzo,
Rivera Cusicanqui y Grebe López, (este
último un colega de la flacso: Grebe
López enseñaba economía).1
Ese número único de Bases, que no
ofrece detalles de publicación pero que
probablemente apareció en junio o julio de 1981, también incluía la primera
versión de “Sistema y proceso ideológicos en Bolivia (1935-1979)”, ensayo que
apareció apenas alterado 18 meses después en Bolivia, hoy (60-84) y que, como
es sobre todo evidente en los textos del
mismo Zavaleta y de Rivera, ejerció una
considerable influencia en la colección
como totalidad. Antezana, que en realidad no conoció a Zavaleta, cumpliría
posteriormente un rol clave en la interpretación del muchas veces denso, alusivo y conceptualmente desafiante trabajo
de su distante editor.2
E
1
Cuando exista más de una versión de un texto –como es muy frecuente con los autores
de esta colección–, citaré la publicada en Bolivia, hoy: es el tema de este ensayo. De 1988
en adelante, Los amigos del Libro comenzó
a publicar las (incompletas) Obras completas
de Zavaleta Mercado. Ninguna de esas publicaciones incluyó material de Bolivia, hoy.
En 2011 Plural editores publicó, en la edición de Mauricio Souza Crespo, el primer
volumen de Obra completa, que reúne libros,
artículos, ensayos y panfletos del período
1957-1974. El volumen II cubre el período
1975-1984, es decir, mucho del material discutido en este trabajo. Este ensayo le debe
mucho a los consejos, y al préstamo de materiales, de Winston Moore, un vecino del
norte de Londres.
2 Luis H. Antezana, Ensayos escogidos, 19762010, La Paz: Plural editores, 2011, 649-651;
La diversidad social en Zavaleta Mercado, La
Paz: CEBEM, 1991; Dos conceptos en la obra de
René Zavaleta Mercado: Formación abigarrada y
democracia como autodeterminación, Maryland:
Latin American Studies Center, 1991; “La
crisis como método en René Zavaleta Mercado”, Ecuador Debate, 77, Agosto 2009, 107124. Antezana escribió el prólogo al estudio
más extenso y detallado del pensamiento de
Zavaleta: Luis Tapia Mealla, La producción del
conocimiento local. Historia y política en la obra
de René Zavaleta Mercado, La Paz: Muela del
Diablo, 2002. Luis Tapia, un lector de considerable lucidez, es sin duda un buen ejemplo
Para Rivera, que había estado en
México ocasionalmente (y que pasó buena parte del período 1980-1982 exilada
en Colombia), su capítulo en Bolivia,
hoy, “Luchas campesinas contemporáneas en Bolivia: El Movimiento ‘Katarista’, 1970-1980” (129-168) era algo así
como un punto intermedio entre una
pieza breve y reflexiva en Bases, “Memoria colectiva y movimiento popular:
notas para un debate”, que se abre con
una larga cita de Walter Benjamin y no
se ocupa de Bolivia en absoluto, y la publicación en La Paz en octubre de 1984
de Oprimidos pero no vencidos. Luchas del
campesinado aymara y qhechwa, 19001980. Este libro-panfleto, que lleva un
prólogo de Antezana, ampliaba notablemente el rango cronológico del texto de Rivera para Bolivia, hoy. El libro
proponía al final la breve aplicación de
una teoría de la memoria colectiva a la
experiencia de los indígenas de Bolivia:
distingue entre una memoria ‘larga’ (colonial) y una ‘corta’ (la del 52). Fue un
trabajo que llegó a ejercer una influencia
realmente extraordinaria, tanto en los
círculos académicos como en los políticos, en las décadas siguientes.3
La publicación de Oprimidos pero
no vencidos se produjo dos años después
del fin de los gobiernos militares y en
medio de una crisis del gobierno de la
udp, encabezado por Hernán Siles
Zuazo, que había ganado las elecciones
de 1980, y que, de acuerdo a Zavaleta,
se había comportado a lo largo del período 1978-1982 como “un parásito del
estruendo campesino y obrero” (34).
3
de la adscripción al “borramiento del autor y
al triunfo del texto”: ofrece, en más de 500
páginas, sólo la más mínima información biográfica posible.
La edición original fue publicada, junto con la
Tesis Política de la csutcb de 1983, en La Paz
por Hisbol y en Ginebra por unrisd, que
también publicó traducciones al inglés (1987)
y al japonés (1998). Una nueva e importante
introducción, escrita durante la crisis de Octubre de 2003 fue añadida a la tercera edición
de 2003. En reconocimiento a las cualidades
pioneras de este trabajo Rivera ganó el premio
Guggenheim. En la edición de 2003 (68, nota
3) Rivera anota que leyó el trabajo “Memoria colectiva” en un taller sobre participación
popular en México, en agosto de 1982, al que
también asistió Zavaleta.
contrapuntos
Mayo 2014 / Nº 144
Zavaleta, que había pertenecido en diferentes momentos a todos los partidos
políticos que componían la coalición de
la udp (mnr –del que salía el mnri–,
mir, pcb), había rechazado la invitación a servir como ministro de minería
–posición que había ocupado (a los 27
años) para el mnr entre abril y noviembre de 1964.4 Su co-autor y compañero
de militancia Horst Grebe López, con
un doctorado de Berlín Oriental y más
acostumbrado al “socialismo realmente
existente”, ya había estado ejerciendo
funciones en ese gobierno (en el cargo
de Ministro de Trabajo y Minería) desde
noviembre de 1983, un mes antes de la
publicación de Bolivia, hoy. Grebe López
dejó el gabinete el 21 de noviembre de
1984, día en que todos los ministros del
pcb renunciaron; el partido se fracturó
en su V Congreso, en febrero de 1985,
dividido por una profunda discrepancia
sobre cómo reaccionar a la crisis del ‘Estado del 52’.
Zavaleta, sin embargo, no vivió
para ver este desenlace de las luchas
internas del partido del cual había sido
siempre más un miembro formal que
un militante activo. Tampoco, de hecho, fue testigo, en agosto de 1985, del
colapso de todo el paradigma político
que había estado tratando de entender y
cambiar por más de dos décadas. Como
Fernando Mayorga escribiría cinco años
más tarde:
En 1984 retorna, finalmente, a Bolivia, pero en el mes de junio sufre los
primeros síntomas de una enfermedad
desconocida y es trasladado a México a
ser atendido. Permanece en estado de
coma durante casi seis meses y fallece el
23 de diciembre.5
4
5
Zavaleta ofrece un vívido recuento de las etapas finales de su turbulenta “carrera” ministerial en “La caída del mnr”, texto escrito en
Oxford en marzo de 1970, publicado por Los
Amigos del Libro en 1995 e incluido en Obra
completa I, 217-332.
El pensamiento de Zavaleta Mercado, Cochabamba: ciso, 1989, introducción sin número
de página. La causa precisa de la muerte de
René Zavaleta Mercado sigue siendo un misterio. Tuvo que ver sin lugar a dudas con una
dolencia cerebral y puede que haya estado
relacionada, como sostiene Filemón Escobar,
con una lesión sufrida durante su arresto en
1968, cuando asistía, como expositor, a un
El papel, central, de René Zavaleta
en la configuración de Bolivia, hoy exige, claro, que volvamos más adelante a
una discusión detallada de su legado (en
la segunda parte de este ensayo), pero
que quede registrado aquí y antes que,
en el momento de su fallecimiento, sus
colaboradores recorrían senderos considerablemente divergentes. Antezana,
orureño como Zavaleta, luego de un
doctorado obtenido en Lovaina en 1974,
radicaba en Cochabamba y era catedrático en un campo que podría ser descrito
como “estudios culturales”, terreno en
el que aplicaba sus formidables habilidades en filología, su interés (y apetito)
por la cultura popular –particularmente
la música, el cine y el fútbol–, todo esto
de una manera no sectaria y con una no
muy común modestia en la aplicación
del post-estructuralismo francófono
(¿tal vez esa modestia era una virtud
belga?).6
Grebe, como hemos visto, era
parte del gobierno de la UDP e inevitablemente se enfrentó a las realidades
prácticas de trabajar para el Estado
en una posición de mando: chocó con
ex-camaradas y apoyó empresas capitalistas, como la compañía de zapatos
Manaco, en contra de los trabajadores.7
Para Lora, un militante trotskista por
6
7
foro público en el que se criticó las políticas
del gobierno de Barrientos en el tema del gas
natural. Marcelo Quiroga Santa Cruz, que
sería asesinado en el golpe de Estado de julio de 1980, fue detenido al mismo tiempo
y mandado también a un campo de confinamiento en Alto Madidi. F. Escobar, De la
Revolución al Pachakuti, La Paz: Garza Azul,
2008, 62.
Mi idea sobre Bélgica no es del todo caprichosa y merece una mayor consideración
de la que es posible otorgarle aquí. Como
veremos más adelante, Antezana y Zavaleta fueron influidos por su contemporáneo
argentino Ernesto Laclau, que estuvo en
Oxford con Zavaleta en 1969-70 y que trabajó muy de cerca con la belga entrenada en
Lovaina Chantal Mouffe, su esposa, muy específicamente en el libro Hegemony and Socialist Strategy. Towards a Radical Democratic
Politics, Londres: Verso, 1985, traducido al
inglés por Paul Cammack, que había vivido
en Bolivia bajo el banzerato; y por Winston
Moore, boliviano con un doctorado supervisado por Laclau y cuyo propio trabajo de
finales de los años 70 formó parte integral
de lo que podríamos llamar el “marxismo
crítico” común en el pensamiento radical
boliviano. Antezana cita el manuscrito de
Moore “Política y visión en los Andes bolivianos” en “Sistema y proceso ideológicos” (77). Para una versión publicada, véase
Cambios en el agro y el campesinado boliviano,
La Paz: musef, 1982, 157-172. Tal vez
más influyente fue la tesis para Lovaina de
Javier Hurtado (1955-2012) publicada por
Hisbol en 1986 con el título El Katarismo,
un ya vital componente empírico de las
“Luchas campesinas” de Silvia Rivera. Además de la influencia general de Lovaina en
la ideología cristiana, particularmente en el
mir, véase la tesis de doctorado de Roxana
Liendo, Participación popular y el movimiento
campesino aymara de 2009.
Aquí, 154, 22-28, septiembre 1984. Jeffrey
Webber, que considera casi toda la clase política boliviana contemporánea como ‘liberal’
de una tendencia o de otra, describe a Horst
Grebe como un “conservador”. From Rebellion to Reform in Bolivia, Chicago: Haymarket, 2011, 161-2.
/ 13
René Zavaleta
40 años, autor de la Tesis de Pulacayo, y
con la experiencia de toda una vida dedicada a la vituperación de todos y cada
uno de los fenómenos políticos que se
ubicaran a su derecha, no era ninguna
sorpresa que se produjera, con la UDP,
tal convergencia entre el “estalinismo”
y el “nacionalismo”. El capítulo de
Lora en Bolivia, hoy (“La clase obrera
después de 1952”) es en realidad un
“préstamo” y compendio elaborado por
Zavaleta a partir de los muchos textos
del autor sobre el tema. Lora fue también el menos involucrado, intelectual
o políticamente, en los evidentes gestos
de innovación y renovación analítica
del libro. Su participación en él derivaba de una iniciativa de Zavaleta, que
había sido su adversario político en varios grados y varias coyunturas por más
de 25 años.
En contraste, el retorno de Silvia
Rivera Cusicanqui a Bolivia en 1983
marcó su firme giro hacia un intenso activismo político. Al romper por completo con la visión centralista, monocultural y Estado-dependiente de los partidos
de izquierda, Rivera apoyó el llamado a
un gobierno de los trabajadores y campesinos a partir de la COB y la CSUTCB:
En la COB no se disuelven las especificidades y las diversas prácticas sociales
de mineros, campesinos quechua-aymaras, amas de casa, etc. La lucha por una
sociedad multicultural coexiste con la lucha por ampliar la democracia obrera… 8
El 13 de noviembre de 1983, justo
un mes antes de la publicación de Bolivia, hoy, Rivera tuvo un papel central
en la creación del Taller de Historia
Oral Andina (THOA), que durante las
siguientes dos décadas promovería la
investigación y difusión de una “historia indígena desde abajo”, trabajo que
transformó cualitativamente los parámetros conceptuales y políticos de esa
disciplina en el país.9
8Aquí, 101, 20-26, agosto 1983.
9 Marcia Stephenson, ‘Forging an Indigenous
Counterpublic Sphere; The Taller de Historia Oral Andina in Bolivia’, Latin American
Research Review, 37:2, 2002, 99-118.
Cualquiera fuera su residencia en
1982-3 o cualquiera fuera la trayectoria
política precisa de los autores, es un hecho que Bolivia, hoy le debía mucho al
hecho de formar parte de la serie “historia inmediata” publicada por la editorial
Siglo XXI de México. Precedida por volúmenes de similar formato dedicados a
Colombia, Ecuador y Argentina, el libro
editado por Zavaleta se parecía sobre
todo al primero de la serie, Centroamérica, hoy, compilado por el cientista político nicaragüense Edelberto Torres Rivas.10 De la misma manera en que, años
más tarde, Luis Antezana se imaginaría
a Zavaleta leyendo el Felipe Delgado de
Jaime Saenz, puedo ahora yo imaginar
su interés en el libro de Torres Rivas,
que explicitaba una idea vital compartida con Bolivia, hoy.11
Los trabajos contenidos en este volumen han sido escritos por diversos especialistas… el proyecto no tiene, como
podrá verse, unidad teórica ni un marco
metodológico común… 12
Aunque en Bolivia, hoy esta divergencia es más visible en el caso del estudio de Lora y pese a que hay un grado
perceptible de influencia de Antezana
en los trabajos de Zavaleta y Rivera,
todos los capítulos ofrecen tonos y procedimientos expositivos diferentes pero
complementarios.
(Continuará…)
* Historiador. Catedrático de la Universidad
de Londres.
10 Edelberto Torres Rivas (ed.), Centroamérica,
hoy, México: Siglo XXI, 1975; Mario Arrubla
(ed.), Colombia, hoy, Bogotá: Siglo XXI, 1978;
Gerhard Drekanja (ed.), Ecuador, hoy, Bogotá: Siglo XXI, 1981; Alain Rouquié (ed.), Argentina, hoy, Buenos Aires: Siglo XXI, 1982.
Para un delicado estudio sobre el contexto
político-literario en México en ese momento,
véase John King, The Role of Mexico’s Plural in
Latin American Literary and Political Culture,
New York: Palgrave, 2007.
11 ‘Zavaleta leyendo Felipe Delgado’, en Maya
Aguiluz Ibargüen y Norma de los Ríos (eds.),
René Zavaleta Mercado. Ensayos, testimonios,
y re-visiones, Buenos Aires: Miño y Dávila,
2006, 163-170.
12 Centroamérica, hoy, 7.
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contrapuntos
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La misoginia de Percy Fernández:
O cuando una patología tiene poder
Patricia Flores Palacios*
Como los muertos en accidentes de tránsito (ocasionados por conductores borrachos o flotas en mal estado), como los rutinarios actos de
corrupción estatales (aunque algunos se consuelen imaginando que hoy los ladrones “son otros”), como los inexistentes programas políticos
del oficialismo y la oposición: la violencia contra la mujer en Bolivia tiene el mismo aire de deja vu, de repetición, de fatalidad que vuelve
y vuelve, una y otra vez. Y ninguno como Percy Fernández para ilustrar nuestra impotencia: ¿Qué significa sino que un funcionario
público, con total impunidad, vuelva a las andadas misóginas como parte de un folklore grotesco y deprimente? “¿Pasará algo esta vez?”, nos
preguntamos hasta el siguiente incidente. Patricia Flores se ocupa en este texto de discutir lo que debería suceder (y que no sucede hasta hoy).
¿
Los propios oprimidos
Simone de Beauvoir (1908-1986)
Virginia
Qué es la misoginia?
La misoginia, es decir, el odio a las
mujeres por el simple hecho de que lo
sean, es uno de esos rasgos perversos
de la humanidad. Acaso uno de los signos
del primitivismo arraigado en hombres
que se siguen viendo y sintiendo como
“dueños” y “cuidadores” de las mujeres.
Animalidad sustentada en la fuerza
para dominar a las personas que se consideran inferiores. En Bolivia, la vemos
cotidianamente en hechos como el protagonizado por el alcalde cruceño Percy
Fernández (uno de varios en su caso) o
el de cientos de hombres que cotidianamente ejercen violencia extrema contra
las mujeres hasta causarles la muerte;
animalidad y misoginia exentas de racionalidad que se traduce en el ejercicio una
supuesta superioridad biológica y social.
A la luz de la psicología, la violencia misógina podría comprenderse
como “un desorden mental caracterizado por un trastorno de la personalidad,
de pérdida del contacto con la realidad y
causa del empeoramiento del funcionamiento social normal”, señala el Diccionario médico de Stedman.
¿Qué hacer con Percy
Fernández?
Primero, hay que tratar este caso como
un asunto legal. Fernández es un servidor público que ha atentado contra los
mandatos de la Constitución Política del
Estado y la normativa vigente de manera
reiterada.
Segundo, hay que tratar su caso
como un problema de salud pública: no
concentrarse sólo en el alcalde sino también en ese su entorno que celebra estos
hechos violentos y reiterados: en manos
de esos servidores y servidoras públicas
se supone que está la defensa de la dignidad de las personas.
Desde la perspectiva legal el alcalde
ha vulnerado los derechos humanos de
la periodista Guzmán. Según la Ley 348
Artículo 7, habría ejercido varios tipos
de violencia contra ella: violencia física;
psicológica; simbólica y/o encubierta al
reproducir y consolidar relaciones de dominación, exclusión, desigualdad y discriminación, naturalizando la subordinación
de las mujeres; violencia contra la dignidad, la honra y el nombre, al ofender, desacreditar, descalificar, desvalorizar, degradar su reputación; violencia laboral porque
discrimina, humilla, intimida y obstaculiza
el ejercicio de sus funciones; violencia po-
de haber sido reprimido en el ejercicio de
su sexualidad en la niñez o en la adolescencia. Problemas que no fueron tratados en
su momento y que derivan en inconductas
a lo largo de toda la vida adulta.
Mariana vda. de Virreira
Percy Fernández: una patología
social
Por lo que agredir y violentar a las mujeres de manera reiterada convertiría al hecho en una patología y no sólo del alcalde
sino de todo un entorno edil que celebra,
ríe a carcajadas y aplaude hechos violentos. Incluso de sectores de una sociedad
que siguen considerándolo una persona
idónea para ejercer esa función pública, al
grado de otorgarle más del 80% de aprobación, o que organiza manifestaciones
públicas y callejeras de apoyo.
El alcalde cruceño, luego de violentar físicamente a la periodista Mercedes
Guzmán, al ser consultado por un periodista sobre la entrega de obras en su gestión, respondió señalando su bragueta.
Estas agresiones –que se suman y suman–
no sólo son expresiones de un desorden
mental, sino de un problema patológico
de magnitud. Un problema que debería
ser abordado de manera integral.
El opresor no sería tan fuerte
Si no tuviese cómplices entre
lítica; violencia institucional, no sólo el
alcalde sino también el entorno de servidores públicos que celebran la agresión,
porque actúan de manera discriminatoria,
prejuiciosa, humillante y deshumanizada
que retarda, obstaculiza y menoscaba su
derecho al trabajo y porque esas formas de
violencia dañan su dignidad, integridad y
violan sus derechos humanos.
Finalmente, sólo entonces, se debería considerar el abordaje psicológico
integral de los desórdenes mentales de
Percy Fernández.
La misoginia como problema
de salud
Para la Organización Mundial de la Salud
e instituciones defensoras de los Derechos
Humanos la violencia machista es un problema patológico que perpetúa como normal la dominación del hombre y la subyugación de la mujer. Y que simplemente
refuerza otros desórdenes psicológicos: la
megalomanía, por ejemplo, caracterizada
por delirios de grandeza, de poder y omnipotencia, y acentuados por la impunidad.
La misoginia y la megalomanía, para
entendidos en la materia, como Mario
Zumaya, psiquiatra y psicoterapeuta, tienen su origen fundamentalmente en traumas de infancia no superados y que podrían vincularse posiblemente al hecho de
no haber contado con la figura paterna, de
haber sido objeto de la hostilidad materna,
La misoginia tiene una historia
Es necesario que también la misoginia se
comprenda desde la perspectiva histórica,
como una manifestación de enajenación
de los hombres traducida en los privilegios
de género. Por el solo hecho de haber nacido hombres, y que desde tiempos inmemoriales, estos privilegios alimentaron y
fortalecieron una serie de prerrogativas
y ventajas, como la expropiación monopolizadora de los recursos creados por la
humanidad y la construcción de una especie de monopolio masculino universal,
con sus reglas y sus normas a las que deben someterse todas, incluidos –los débiles, los pobres, los casi hombres–.
Llunkerío y misoginia
Amparados en estas construcciones sociales y en su patología, el misógino no
siente remordimiento, culpa o dolor por
el daño que inflige: tiene la convicción
que las mujeres lo merecen por el hecho
de ser mujeres o porque transgredieron
reglas de conducta o porque justifican
de alguna manera el maltrato.
Percy Fernández, que es un caso
de manual, se desentiende de su culpa
al afirmar más bien sentirse indignado porque “algunos medios de prensa
y personas interesadas en manchar su
imagen utilizaron de forma malintencionada hechos que han sido sacados
fuera de contexto, que son irrelevantes, en
una maniobra del más bajo nivel político, dañando dignidades ajenas al quehacer político diario”. La violencia contra
las mujeres es un hecho irrelevante.
El hecho ha generado una serie de
protestas a nivel nacional. Pero lo que
sorprende es que todavía exista tanta gente –funcionarios, aliados políticos– que lo
disculpan o defienden. Quizá la misoginia dejaría de ser un “hecho irrelevante
en Bolivia” si el poder, regional o nacional, no exigiera la presencia y respaldo de
estos séquitos de personas genuflexas.
*Feminista queer y comunicadora social.
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libros
Una crítica conservadora a la modernidad:
Sobre Oscurantismo subversivo de Juan Pablo Neri
Fernando Molina*
Reseña y comentario crítico de un libro de Juan Pablo Neri, joven escritor al que Molina llama “una de las promesas del ensayismo radical
del país”, acaso porque, cree, Neri “escribe relativamente bien” (hecho que no hay que minimizar en Bolivia, sobre todo entre nuestros
ensayistas radicales). Pero cuestiona el hecho de que el planteamiento central de Neri en este libro no sea en realidad de Neri.
J
uan Pablo Neri es un joven ensayista boliviano que,
en la senda de Luis Tapia, y para la misma editorial, Autodeterminación, ha publicado un libro de
filosofía política titulado Oscurantismo subversivo
(2013). En lo nuclear, el libro critica la crítica de izquierda o progresista de la modernidad, es decir, de la
sociedad en la que vivimos y puede caracterizarse de
muchas maneras complementarias: capitalismo, sociedad de la tecnología, del consumo, “globalización”,
edad ilustrada o de la razón científica, “sistema”, etc.,
así como la concepción de la historia que predomina en
ella, que atribuye a ésta un carácter necesario, causalmente determinado, y a veces finalista o determinado
por un propósito preestablecido. Usando la extendida jerga postestructuralista,
Neri señala que esta crítica a la modernidad falla porque está inscrita en el mismo orden discursivo de la
modernidad; rechaza sus efectos (por ejemplo la explotación de los trabajadores), pero repite su misma lógica
instrumentalista, su necesidad de “resolver problemas”,
de “progresar”, de hacer que lo existente corresponda
cada vez más con lo racional.
En uno de los mejores pasajes de su ensayo, Neri
recurre a Walter Benjamin para denunciar el natural
insidioso del pensamiento de la Ilustración, que no solo
deforma el futuro, convirtiéndolo en el punto de llegada de una carrera, sino también el pasado, que no
se acepta más que fragmentaria y selectivamente; no
reconforma el todo acontecido, entonces, sino aquellos elementos de éste que se pueden insertar en determinada narración coherente, justificadora de lo que
la sociedad hace en cada momento; el presente (y su
proyección futuriza) remodelan el pasado para que les
convenga. Así lo convierten, por ejemplo, en lo abominable, si lo que quieren es justificar lo moderno (y por
eso la carga peyorativa que normalmente soporta el
“oscurantismo” medieval), o en un mero antecedente
de los desarrollos ulteriores.
Esta es la actitud teórica de Marx, dice Neri,
con su indiferencia ante a la destrucción de los modos precapitalistas de producción como resultado de la
expansión de una forma superior de organización económica; con su confianza en el curso “científico” de la
historia desde lo inferior (el pasado) hasta lo superior
(el futuro). Se olvida que lo antiguo puede ser “genial”.
En oposición a la izquierda materialista y progresista, Neri considera que una verdadera resistencia a la
modernidad parte de una aceptación integral del pasado, incluyendo sus aspectos “oscurantistas”, tales como
la religiosidad, el contacto místico entre el hombre y
la tierra que supuestamente se conserva en el mundo
rural precapitalista, la comunidad, la ritualidad antigua,
y otros conocidos tópicos del romanticismo. Aún más,
propone la “reconformación” de este pasado, lo que
no equivale exactamente a su repetición, ya imposible,
sino a su evocación –más bien mística– en el presente.
Neri quiere aferrarse a los núcleos de “oscurantismo”,
es decir, a las áreas aún no destruidas por la modernización capitalista (que, siguiendo a Deleuze, define
como procesos de “territorialización”, de apropiación
de lo ajeno. Si la modernidad es una suerte de
maquinaria que todo lo arrasa, lo mismo que un
grupo de madereros que deforesta un bosque y
se lo apropia, los pueblos que siguen viviendo en
el bosque –y eventualmente lo defienden– son
los “oscurantistas”, los que se oponen o no se
suman al progreso maquinista moderno, y por
tanto ocupan una genuina posición de subversión respecto de la sociedad progresista moderna).
Una crítica
Neri escribe relativamente bien y su texto lo
coloca entre las promesas del ensayismo radical
del país. Sin embargo, su planteamiento, como
no se esconde ni siquiera para él mismo, no es
propio: la crítica a la ilustración desde la cultura, y al marxismo y a la izquierda materialista
por los rasgos ilustrados y antropocentristas que
contiene, es una de las preocupaciones permanentes de la filosofía política desde que estas dos
corrientes (la ilustración y el marxismo) nacieran.
Neri equivoca su estrategia expositiva. En
realidad quiere apoyarse en el mencionado bagaje para criticar a la izquierda indianista y “reformista” que gobierna y hegemoniza el pensamiento político del país, pero se demora en
éste y deja que encubra o, mejor, minimice su
argumentación más original.
En contra de esta izquierda dice Neri que
es doblemente peligrosa, porque halaga el pasado al mismo tiempo que trabaja activamente,
con sus políticas desarrollistas, para destruirlo;
porque enrola a los indígenas en una causa, que
no es otra que la del desarrollo nacional, la cual acabará
extendiendo el capitalismo (y su racionalidad inmanente, que es la ilustrada) a todos los confines. Tampoco es
una noticia de último momento, pero una exploración
más detallada de estas ideas hubiera sido más relevante
para nosotros y más interesante para la teoría política
misma.
Hay que decir, finalmente, que Neri se equivoca con los mismos errores de todos los indianistas.
Así como la crítica a la modernidad está inscrita en
el ámbito discursivo moderno, la crítica de la crítica,
también. Nadie puede salirse de la sociedad en la que
habita. Plantearse esto es plantearse una aporía. Por
eso las propuestas de Neri para encontrar un camino
alternativo al desarrollismo, las cuales procuran no ser
modernas, son finalmente funcionales al desarrollismo:
unas cuantas comunidades que hagan “agroecología” y
conserven sus ritualidades no van a detener y ni siquiera desviar la extensión y el triunfo final de la razón instrumental, con su maquinismo, su eficacia, su promesa
de una vida mejor; si Neri quisiera hacer una propuesta seria en contra del avance de la sociedad moderna,
tendría que usar recursos modernos, con lo que caería
de nuevo en el “ámbito discursivo” al que no quiere
pertenecer.
Natalia Monrroy (Natalio Bernal, La Paz, 1869)
Su llamado a superar el antropocentrismo es puramente retórico, excepto si ponemos en el centro, en
lugar del hombre, a dioses, los que, por cierto, no son
más que una proyección hiperbólica de la humanidad.
El antropocentrismo no es una invención de la modernidad, es la condición básica de la identidad de la especie; los pueblos primitivos que –se afirma– valoraban
por igual a todos los seres vivos, e incluso a los objetos
inanimados, no hacían otra cosa que antropomorfizar
la naturaleza, es decir, la recreaban a su imagen y semejanza.
El argumento “definitivo” de Neri, la oposición
entre dos concepciones del tiempo: una lineal, moderna, y otra holista y circular, tradicional de los indígenas,
es apenas retórico. Hay vestigios de esta segunda concepción en la actividad cultural (festividades, ritos), al
igual que los hay del antropomorfismo antiguo y otras
pervivencias, pero estos vestigios carecen de operatividad alguna en la vida cotidiana de los indígenas, que
en su inmensa mayoría son tan modernos como los no
indígenas, con las mismas expectativas del futuro, y con
la misma necesidad (quizá ilusoria) de controlarlo.
*Escritor y periodista.
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libros
Mayo 2014 / Nº 144
Tzvetan Todorov lee Cien años de soledad
Tzvetan Todorov*
La muerte de García Márquez ha sido ocasión de un lamentable pero no infrecuente fenómeno: la aparición en escena de un periodismo
(español y latinoamericano) semi analfabeto, sólo capaz de regresar a los lugares comunes, a las frases hechas, a las apreciaciones prestadas.
Es así que, en estos días de luto, se ha escrito mal, con pocas excepciones, de casi todo el generoso legado de García Márquez. Habrá que
esperar la próxima y urgente intervención de plumas más inteligentes. Mientras esperamos esos textos, rescatamos uno, del legendario y
todavía activo crítico búlgaro Tzvetan Todorov, que se ocupa de Cien años de soledad y que ofrece una de las definiciones más lúcidas de
los mecanismos del “realismo mágico”. Este texto fue publicado en 1978 por la revista Texto Crítico (de la Universidad Veracruzana de
México), en una traducción del francés del escritor boliviano Renato Prada Oropeza. El texto nunca apareció en francés.
T
odos diferentes, todos parecidos
Todos los libros son diferentes; todos los libros
son (deben ser) parecidos: he ahí dos principios
extremos –y contrarios– que se encuentran en
conflicto en la estética literaria contemporánea, conflicto que presupone , sin embargo una cierta complicidad.
Sólo hay diferencias: desde que los románticos
erigieron lo individual en la cima de los valores artísticos, no se cansan de repetirnos que cada autor es inimitable, que cada obra, que cada línea de esta obra es
irreductible a las categorías más generales: se comete
un sacrilegio al tocar lo individual.
Todo debe devenir semejante: tal es inevitablemente la doctrina, muy a menudo, implícita; aunque
algunas veces también explícita, como en el “realismo
socialista”, fórmula menos cómoda de lo que parece: y,
¿si ser realista no condujera a “ser socialista”?
Principios contrarios y, sin embargo cómplices,
puesto que cada uno quisiera presentar al otro como
la única alternativa (amenazante) de sí mismo: se trata
de hacerse admitir jugando al miedo o a la aversión que
suscita la elección opuesta.
Lo novelesco y lo épico
Digan lo que digan los defensores de lo uno y del todo,
la literatura contemporánea conoce varios géneros; y
ahora, a mi parecer, una de las oposiciones genéricas más fecundas en el seno de la literatura narrativa, es la que opone las obras cuyo sujeto es individual
a aquellas que tienen un sujeto colectivo. Tradición
novelesca, por una parte, XVII y XVIII, y por allí a la
afirmación del papel dominante de la conciencia individual, la cual alcanza una especie de paroxismo en la
autobiografía; tradición más bien épica, por otra parte, que, lejos de seguir una evolución continua, parece
resurgir en intervalos irregulares, bajo formas bastante diferentes.
Quiero detenerme aquí sobre una de esas transformaciones modernas, tomando como punto de apoyo
Cien años de soledad de Gabriel García Márquez; transformación, se verá, que resulta del conflicto entre los
dos géneros, y que participa, en consecuencia, de cada
uno.
Menos presente que la primera en la conciencia
del lector contemporáneo, esta segunda tradición posee también sus propios “clásicos”, los cuales a su vez
inauguran una subtradición; por ello, después de un
primer contacto con Cien años de soledad, uno tiene ganas de decir que esa novela es un poco Los Buddenbrooks
de Thomas Mann reescrita por Rabelais.
Una saga familiar excesiva
Los ingredientes de estas dos subtradiciones son fáciles de identificar. Por una parte, es, como en Los
Buddenbrooks, la crónica de una familia, extendida sobre varias (seis) generaciones, con la tendencia, además particular de un feliz y sano crecimiento inicial
a un estado de decadencia más y más refinado. José
Arcadio Buendía, el iniciador, es zafio pero sano; Aureliano Babilonia, el último eslabón de la familia, es
un intelectual condenado al muerte precoz. Úrsula,
la primera madre, no encontrará jamás reemplazante
digno de ella: “Ninguno de sus descendientes había
heredado su fortaleza”.
Pero, por otra parte, esta crónica familiar y burguesa ha sido reescrita por Rabelais: la indicación está dada
por el mismo libro, y se tiene a veces la impresión de que
Márquez, antes de escribir su novela, había leído el libro
de Bajtín sobre Rabelais: de tal modo su obra parece conforme a la descripción que el primero hace del segundo.
Tres términos ayudan a circunscribir esta continuidad:
la risa (esta especie de humor está ausente de la crónica
de Thomas Mann); lo excesivo (habría que enumerar aquí
una cantidad de rasgos particulares, desde las dimensiones del sexo de José Arcadio hasta las comidas de Aureliano Segundo, la edad de Pilar Ternera o la complejidad de
la clave empleada por Melquíades para contar la historia
de la familia Buendía: “La había redactado en sánscrito,
que era su lengua materna, y había cifrado los versos
pares con la clave privada del emperador Augusto, y los
impares con claves militares lacedemonias”; lo corporal,
finalmente: presencia persistente de lo sexual, de lo físico,
de lo alimentario, de lo excremencial.
Pero descubrir de este modo las huellas del pasado en la obra de hoy no nos capacita para comprenderla totalmente: además de ser extraño que un autor
antiguo (Rabelais) reescriba un libro moderno (Los
Buddenbrooks), se siente que el interés del libro viene
precisamente de esta combinación, anteriormente imposible, a la cual no se hace justicia si se la reduce a los
elementos primeros. Es mejor atender directamente al
libro mismo, sin prejuzgar su originalidad o su fidelidad a una cierta tradición, sin saber tampoco que lo que
se ve en ella caracteriza ese texto o autor, o su país, o su
tiempo (que resulta ser también el mío).
Un libro contada desde el punto de vista
de su auditorio
Evoqué el sujeto colectivo de los textos de la tradición
“épica” y, por tanto, de Cien años de soledad. Esta pluralidad tiene una manifestación evidente puesto que el
libro no cuenta la historia de un solo individuo, sino
de seis generaciones de una familia, de modo que se
acuerda una importancia semejante a no menos de 24
miembros de la familia (sin contar los dieciséis Aurelianos, hijos ilegítimos del coronel Aureliano) y a un
buen número de sus amigos, tales como Melquíades o
Gerineldo Márquez. Pero al lado de esta pluralidad de
los sujetos del enunciado, que, por otra parte, no se halla
exenta de ambigüedad, se muestra otra pluralización,
más sutil: la que concierne al sujeto del enunciación. Cien
años de soledad es un libro contado desde el punto de
vista de su auditorio (más que desde el de sus lectores,
puesto que recrea el ambiente de la realización oral);
ahora bien, su auditorio no es solamente, y en todo instante, múltiple, sino, además, evoluciona con el tiempo, a medida que cambian los mismos personajes.
*Teórico y ensayista búlgaro-francés.
Mayo 2014 / Nº 144
Los hechos sobrenaturales de este realismo
El sujeto de la enunciación es inestable, movible, fluctuante –como lo es también el auditorio imaginario de
esta narración. Se pueden extraer múltiples índices del
sujeto colectivo y fluctuante de la enunciación. Uno de
los más claros es el que deja lo sobrenatural en el libro,
o mejor, la manera cómo ello se encuentra tratado.
La presencia de elementos sobrenaturales es uno
de los aspectos más sobresalientes de Cien años de soledad desde la primera lectura; ahora bien, las justificaciones más ocurrentes de lo sobrenatural en literatura
parecen inaplicables aquí. Ese elemento sobrenatural
no es tratado aquí como en la literatura maravillosa, la
de los cuentos en que habitan las hadas y los elfos, los
genios y los vampiros, puesto que el libro de García
Márquez representa nuestro mundo y no otro.
Pero tampoco se trata de lo fantástico, ese elemento sobrenatural cuyos indicios provocan dudas y vacilaciones en el testigo incrédulo, puesto que nadie pone
en duda aquí la realidad de los hechos sobrenaturales.
Y sin embargo, no se trata de ese elemento fantástico
con respecto al cual uno se adapta (y al cual nos ha habituado la literatura del siglo XX, de Kafka a Cortázar y a
la literatura de ciencia-ficción), donde el suceso sobrenatural inicial es integrado poco a poco en la realidad
cotidiana. ¿Se tratará entonces de una simple burla del
realismo, una subversión de la ambición de verdad que
implica todo texto representativo?
Hay hechos “mágicos” porque los personajes
creen en ellos
García Márquez se ha explicado bien en una entrevista: “Era necesario abolir la línea divisoria entre lo que
parece real y lo que parece sobrenatural puesto que en
el mundo que yo quería encarnar esta barrera no existía”. Aquí lo sobrenatural da lugar a lo fabuloso: existe en
cuanto las gentes creen en ello. Dicho de otra manera, el
narrador del libro participa de las opiniones de aquellos
de quienes habla –y, más aún, de aquellos a quienes habla
(en este sentido, la historia es contada por su auditorio).
Ahora bien, como este último cambia, la narración se
pega a su objeto (de este punto de vista), y el auditor-narrador cambia a medida que evolucionan sus personajes.
Así, en los tiempos del patriarca José Arcadio
Buendía los niños aprenden “que en el extremo meridional del África había hombres tan inteligentes y
pacíficos que su único entretenimiento era sentarse a
pensar, y que era posible atravesar a pie el mar Egeo
saltando de isla en isla hasta el puerto de Salónica”;
mientras que, seis generaciones más tarde, Aureliano
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libros
Babilonia se halla tan familiarizado con la geografía
europea como lo estamos nosotros mismos. El hielo y
los imanes son verdaderos milagros cien años antes, así
como la gallina de los huevos de oro y el elixir que hace
invisible; ¿cómo se podía saber en esa época que el futuro iba a confirmar lo uno y rechazar lo otro?
Los muertos que sobreviven en los vivos
Lo mismo para los muertos que no cesan de retornar
entre los vivientes: lo seguirán haciendo en tanto continúen determinando la vida de éstos. Así Prudencio
Aguilar para José Arcadio Buendía; o Melquíades para
Aureliano Babilonia, a quien debe conducir al desciframiento de su manuscrito; o los médicos invisibles,
los únicos confidentes del lenguaje velado de Fernanda, Aureliano y Amaranta Úrsula, condensación
de toda la historia anterior de la familia, escuchan la
agitación nocturna de todos los que habitaron la casa
e influyen todavía en sus vidas: “Y entonces aprendieron que las obsesiones dominantes prevalecen contra
la muerte”. Recíprocamente, cuando se rechaza la
realidad de un acontecimiento, como la masacre de
los huelguistas, los seres terminan por ya no existir
propiamente, así como cuando la mirada del oficial
no encuentra nada en el lugar donde está sentado José
Arcadio Segundo.
Las cosas son lo que aparecen a los ojos de sus
contemporáneos; de allí lo sobrenatural fabuloso; y la
voz que cuenta ese mundo es tan cambiante como el
mundo mismo.
El tiempo sirve para comprender el presente
No se trata de desmenuzar la complejidad cronológica del relato de García Márquez ni de admirarla en sí
misma, sino de ver sus justificaciones y, por medio de
ellas, sus implicaciones. El esquema de la crónica, que se
podría resumir en: infancia de Aureliano Segundo-matrimonio-nacimiento del hijo-vejez y muerte de Aureliano Segundo, se encuentra alterado por la elección de
un momento privilegiado que es el bautismo de su hijo.
Tal es el hecho-eje que evoca el narrador delante de su
auditorio. Pero para hacer comprender ese momento, se
ve obligado a remontar hacia atrás, a la infancia de Aureliano, a la de su hermano y de su hermana, a la familia
entera; y, para permitir que se esclarezca un episodio, el
narrador debe marchar hacia adelante, esclarecer el pasado por el futuro. Las numerosas prospecciones no son
un juego sabio con el tiempo, sino instrumentos de la
comprensión del presente. Para explicarnos lo que siente
Meme, el narrador nos dice: “Más tarde había de recordar...”: es preciso que el presente se haga pasado para
que, desde un punto situado en el futuro, se pueda hacer
plenamente inteligible el mismo presente.
Una epopeya moderna
Si Cien años de soledad es una epopeya, se trata de una
epopeya moderna: escrita en la época de la novela y
“corrupta” por ella. Los héroes de nuestro tiempo son
individuos, a diferencia de la población de las antiguas
epopeyas. Los Buendía son todos parecidos, y al mismo tiempo cada uno es irreductiblemente individual:
el auditor, o el lector, del relato no corre el riesgo de
confundirlos, aun cuando ellos vivan aventuras idénticas. Pero esta individualidad alcanza una especie de paroxismo en la soledad, que conduce a su vez al incesto y
a sus consecuencia macabras. Es como si los personajes
de la novela se encontraran traspuestos al marco épico;
por ese cambio de perspectiva, su destino se hace inevitablemente trágico; el individualismo triunfante del héroe novelesco se transforma aquí en el aspecto solitario
de un Buendía. Pero no hay, al lado de esos individuos
solitarios, otros que serían la población “natural” de la
epopeya: ya no queda nadie.
[Traducción de Renato Prada Oropeza].
Fondo de ojo
Oscuridad temible
A
mí, francamente, me tiene sin cuidado las cochinadas del viejo verde de Santa Cruz. ¿Por
qué? Porque las señoritas y señoras que el
alcalde toquetea o besuquea, finalmente, podrían
sacudirse de él, pararse e irse o, finalmente, armar
escándalo y exponerlo. En fin. Algunos me dirán:
“Pero hay una ‘psicología de la acosada’ que paraliza a las mujeres –incluso cuando están ellas en
situación de poder–, y no les permite hacer eso”.
Sí, efectivamente. En todo caso, creo que la cobertura mediática se ha concentrado demasiado
en algo que no es sino la punta del iceberg. Y que
tiene que ver con el costado menos grave de un
problema estructural tan serio, que es ofensivo con
las verdaderas víctimas de la violencia.
Mientras veía en las noticias y leía en el periódico la sobredimensión dada al incidente del
toqueteo de pierna en Santa Cruz, me contaba
Laura, residente de El Alto, que Elena, su vecina y
amiga, había quedado embarazada del enamorado
y que, por lo tanto, tenía que renunciar a su anhelo
de iniciar sus estudios post-escolares los primeros
días de mayo. Elena tiene 19 años y había terminado por fin su bachillerato el año pasado. Se había
antojado de hacer la carrera completa de la Escuela
de Hotelería. Pero sobrevino el embarazo. Laura
me cuenta, como de pasada, que Elena había sido,
cuando era mucho más joven, violada por su cuñado. Elena tiene dos hermanos y cuatro hermanas, tres de las cuales han emigrado a la Argentina.
El esposo de la hermana mayor la había violado.
Cuando las hermanas supieron que Elena estaba
embarazada por la violación (¿las violaciones?) y
era tan jovencita, le hicieron hacer un aborto. Añade Laura: uno de los hijos de una de las hermanas
que viven en la Argentina es de ese mismo cuñado.
¿Qué medio de comunicación habla de esto?
De la violación naturalizada en el seno mismo de
las familias –en la que hay una madre, unos hermanos que miran, saben y quedan silenciosos–. De
unas hermanas que sufren la violencia del cuñado,
que sigue casado con la mayor –y aquí no pasó
nada–. De una de ellas que dio a luz al producto de
la violación. De estito quisiera yo escuchar hablar
a los medios. De una sociedad que le ha dado la
seguridad a sus machos que tienen todo el derecho
de usar a las hembras que quieran y como quieran
y que su lugar en la familia, en la comunidad, no se
verá afectado en lo más mínimo.
De esto quiero leer en los periódicos. Insistente, persistentemente. Quiero ver un sistema comunicativo general inmisericorde con los violadores, los acosadores, los asesinos, los secuestradores.
Los cientos y cientos de embarazos no deseados.
Los viejos verdes en este contexto caerían por su
propio peso. Hay una oscuridad temible que se
propaga libre, irrestricta por las casas, los parques,
los colegios y escuelas, las oficinas, las universidades. Hay grupos de amigos que para ponerle más
picante a su fiesta el fin de semana, secuestran a
una chiquilla y la violan grupalmente una y otra
vez. De ello debe tratar el trabajo de la prensa, y
ser absolutamente inclemente con esa oscuridad.
Porque está visto que al gobierno, a la policía, ¿a
nosotros?, todo ello nos tiene sin cuidado.
Ana Rebeca Prada
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artes
Mayo 2014 / Nº 144
Para verte mejor
El hacer arte de Andrés Bedoya:
En torno a la muestra Todo lo contrario
Lucía Querejazu Escobari*
Cuentan los biógrafos que algún periodista despistado le preguntó a Samuel Beckett si se consideraba un escritor inglés. “Todo lo contrario”,
respondió. Y es ese mismo “Todo lo contrario” el nombre de la última exposición del artista contemporáneo Andrés Bedoya. “Un nombre tan
sugerente –escribe Querejazu en esta apreciación– que predispone al espectador a darle al menos dos vueltas de pensamiento a lo que ve”. Son
precisamente un resumen de esas vueltas de pensamiento las que se ofrecen en este texto.
T
odo lo contrario es el título de la última exposición de Andrés Bedoya en la galería Nube
de Santa Cruz. Un nombre tan sugerente que
predispone al espectador a darle al menos dos
vueltas de pensamiento a lo que ve. Por ello fue la primera pregunta hecha al artista.
El por qué del título
Acaso por la duradera influencia del arte conceptual de
los años 60, en el arte contemporáneo el concepto pesa
mucho. Durante décadas, de hecho, hubo un matrimonio feliz entre arte y teoría. Pero esto ha llevado a que
los artistas prescindan a veces de la forma o al menos
que ésta adquiera un papel casi secundario. Por ello no
es extraño que la producción contemporánea no siempre
tenga una articulación elocuente entre imagen e idea. En
muchos casos, los conceptos son buenos pero las formas
no llegan a potenciarlos, que es la clave de ese mentado
matrimonio feliz. El ideal es que forma e idea se fundan
ante los ojos y el pensamiento del espectador (que por
supuesto hace mucho más que sólo mirar).
La razón de la valoración del trabajo conceptual reside en que, a través de su inclusión en el trabajo visual,
el arte adquiere una infinidad de nuevas posibilidades.
Ahora bien, la consecuencia lógica es que los artistas
hagan menos y piensen más. Esto ha generado muchas
críticas del tipo: “hoy en día cualquiera es artista” o “yo
también podría hacer eso”. Lo que antes definía a un artista, a saber, la capacidad de hacer algo con maestría, ha
desaparecido. Los artistas piensan, los artesanos hacen…
en algo así ha acabado el panorama en este pequeño círculo de artistas que se llaman contemporáneos. Existe,
por otro lado, una gran cantidad de artistas con enorme
talento que no quieren participar de este sistema y se
dedican a la tradicional (no por ello hoy menos revolucionaria) y fantástica tarea de hacer arte.
Por ahí empieza la reflexión de Andrés Bedoya:
hacer el trabajo como un artesano y despojarse del concepto de “ser artista”, ese concepto con más brillos que
méritos automáticos. Bedoya es un artista contempo-
ráneo, pero uno de los que hace obra, que no por ello
busca la fácil ejecución: es evidente, por ejemplo, que
el trabajo que demandan sus proyectos postula, en su
ritualidad, las claves para apreciar “lo conceptual” de
su obra. El contacto físico con el material es parte trascendental de la construcción de cada pieza. Los materiales son escogidos por su significado o bien por lo
que dicen del contexto, es decir, como productos de las
interacciones de la gente con el entorno. En resumen,
en palabras de Bedoya: “El hacer refleja la cultura de
nuestra vida: la clase alta no sabe hacer nada, los demás
todos saben hacer algo”.
Elaborar la propia obra tiene connotaciones sociopolíticas también, no como un elemento motivador sino como escenario de una constante toma de
conciencia. Se hace así contacto con una realidad más
extensa que la que le tocó vivir al artista o posibilita
reflexionar acerca de los privilegios sociales o de las carencias. Bedoya escoge por eso entrar en la lógica de
los otros para intentar cambiar el punto de percepción.
Este gesto lo lleva a trabajar con las manos y escoger
cueros, pieles, o bordar objetos metálicos y jugar con
el valor del metal en sus diferentes formas. Este trabajo
artesanal de los talleres de bordadores y talabarteros es
retomado y variado en esta obra.
Nacen así piezas tan dispares como un cubo dibujado (armado) con alambre retorcido (ver foto), esculturas de cuero, o monedas aplicadas, como lentejuelas,
sobre una piel (ver foto). Los vínculos entre este objetos los encontraremos en las maneras de hacer que los
hacen posibles, en el proceso de un saber hacer.
Todo lo contrario es un título que resume tal vez
este rechazo a cierta idea sobre lo que es un artista:
por ejemplo, la del artista en tanto demiurgo que “sabe
siempre sabe lo que está haciendo”, que tiene la claridad de los planes y conceptos fijos. Dice Bedoya: “El
titulo juega un poco con la idea de poder cambiar de
parecer, de darme el derecho a contradecirme y por ultimo inventarme significados sin necesidad de decir la
‘verdad’. Es una manera de generar libertad dentro del
marco de la obra acabada, después incluso
del proceso de creación”.
Bulla y silencio
La muestra de Bedoya reúne obras trabajadas durante los tres años que el artista lleva
viviendo en La Paz. Todo lo que se ve en la
galería ha sido pensado y hecho en Bolivia:
son obras que responden a ese contexto y
resultan de una interacción con el entorno.
Es una muestra que demanda que las obras
sean vistas, “observadas”, como si fueran las
obras de una pinacoteca. Es decir, no son
obras interactivas y la experiencia que implican no es participativa.
A través de la textura y la saturación, las obras de
esta exposición empujan al espectador a moverse de la
ausencia a la recarga (o al revés), de la bulla al silencio,
todo a partir de una saturación sensorial boliviana. En
algunos casos, como en los cueros, la forma necesita de
un bastidor, que se justifica en la medida en que facilita la observación del material. Las formas elegidas y
sus técnicas surgen de la búsqueda de herramientas que
lleven de la contemplación del material a la reflexión
sobre sus condiciones de posibilidad compositiva.
El describir la muestra como un desde esto hacia lo
otro habla de obras que son de transición, de diálogo,
que facilitan o permiten la lectura de los opuestos. En
la pieza de las monedas, por ejemplo, la repetición (y
saturación) de un mismo elemento logra un efecto de
este tipo: se presenta como una alegoría tanto de valor como de la desvalorización. Se opone a esta obra el
cubo de alambre, una pieza transparente, de pocas líneas que generan un volumen que no existe y que en la
proyección de sus líneas encuentra una nueva corporalidad. O los cueros, en los que constrasta su tratamiento material perfecto con la cuadratura de su formato.
La muestra es Todo lo contrario, una negación circular que genera pensamiento. Es una muestra que
destaca en el arte contemporáneo boliviano por su clara
rigurosidad.
*Historiadora de arte.
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libros
Mayo 2014 / Nº 144
René Poppe responde:
¿Cuáles son las 10 mejores novelas
de la literatura boliviana?
Historia de la fotografía en Bolivia. Tomo II
Las bien amadas de los presidentes de Bolivia
Vértigos. Antología del cuento fantástico boliviano
Fernando Suárez Saavedra
A la venta en Librerías Plural
Fernando Suárez Saavedra
A la venta en Librerías Plural
Averanga y Ruiz Plaza, comps.
El Cuervo / A la venta en Plural editores
Este es el esperado segundo tomo de
la Historia de la fotografía de Suárez
Saavedra, que cubre, como señala el
subtítulo, desde “1900 hasta nuestros
días”. Las fotos que ilustran la portada
y la contraporta son magníficas,
aunque habría que cuestionar que
el autor haya decidido arruinarlas
añadiéndoles, con bastante impericia
en el manejo del photoshop, fetiches de
“nuestros días” (computadora, celular,
etc.). El libro es sin duda informativo:
amontona datos sobre fotógrafos,
temas y tendencias. Y se incluyen no
pocas imágenes memorables (e.g.:
una de García Meza y Arce Gómez
arrinconando a un mujer en un baile).
Pero, por otra parte, es un libro con
las debilidades del anterior: misceláneo
y desorganizado, más recopilación de
materiales que reflexión sobre ellos.
Algo más: como en tantos libros en
Bolivia, la identificación de las fotos es
deficiente. (M.S.)
Del prolífico Suárez Saavedra, autor de
historias de esto y de lo otro en Bolivia
(fotografía, sexualidad, hostelería,
pintura, etc.), aparece este directorio de
las esposas, parejas y compañeras de los
presidentes de Bolivia, desde Bolívar a
Evo Morales. Lo más interesante del
libro son las fotos de algunas de ellas, en
la página 6. En cuanto a lo que se dice
de estas mujeres, todo es producto de
una recopilación de fuentes secundarias,
la mayor parte de ellas no consignadas.
Habría que preguntarse la utilidad, en
tiempos de la Internet, de un texto mal
redactado que reúne información de
segunda mano. Y, pese a que se imagina
pro feminista, el autor ensaya ideas
dignas de un misógino decimonónico:
“Las esposas de los presidentes de
Bolivia guardaron en muchos casos
dignidad y discreción. La mayoría se
abstuvo de inmiscuirse en problemas
políticos prefiriendo consagrar su
atención a sus hogares”. (M.S.)
Pese al título, se antologa aquí el cuento
fantástico contemporáneo, es decir, de
autores vivos y en ejercicio. Son 25 los
antologados, el más viejo de ellos Pedro
Shimose (nacido en 1940) y los más
jóvenes Ayda Carrillo y Elías Ghosn
(nacidos en 1984). En la contratapa
leemos: “¿Qué tiene de especial la
literatura fantástica en Bolivia, donde a
veces la realidad es tan asombrosa como
la ficción más delirante? El género
fantástico sirvió de catalizador para
que la literatura boliviana recuperara su
autonomía –secuestrada por el realismo
social hasta hace 50 años– y permitió
extender nuestros horizontes narrativos”.
A lo que podría responderse: esta visión
de las cosas no es sino una capitulación
al lugar común y a la repetición de ideas
falsas. Por lo pronto, nunca hubo tal
secuestro del “realismo social”, como lo
prueban la existencia de Arzáns, Gorriti,
Jaimes Freyre, Chirveches y una largo,
muy largo etcétera. (M.S.)
Iris
Control remoto
Tampoco es sudoku
Edmundo Paz Soldán
Alfaguara / A la venta en Plural editores
Raúl Peñaranda
A la venta en Plural editores
Antonio Vera Jordán
Mano de Mono / La Perra Gráfica
Novela de ciencia ficción o, según
Wilmer Urrelo, la novela minera que
Paz Soldán todavía no había escrito y
que finalmente escribe. Leemos en
una solapa que Iris es “una distopía
descomunal” (Giovanna Rivero)
y una novela “sobre el presente
hispanoamericano transfigurado”,
en una transfiguración que debemos
reconocer multiplicada “a la sexta o
séptima potencia” (Alberto Chimal).
La nota de contratapa, por su parte,
no ayuda mucho a despertar el interés,
quizá porque está mal redactada o su
redacción consiste en poner en fila
una serie de frases hechas: leemos que
la novela “es un paso adelante en la
trayectoria de Paz Soldán” (¿esto es
un elogio? ¿“adelante” de qué?), que
construye “una distopía arrolladora
e hipnótica” (¿no es este un blurp de
afiche hollywoodense?), que es “un
relato esperanzador sobre la lucha por
la libertad” (idem). (M.S.)
Ya en una quinta reimpresión –que lo
convierte acaso en el libro boliviano
más vendido en lo que va del año–,
Control remoto busca probar que
“el gobierno boliviano ha logrado
constituir una red de medios que en
este texto son llamados paraestatales
siguiendo la definición de la RAE:
‘Dicho de una institución que, por
delegación del Estado, coopera a los
fines de éste sin formar parte de la
administración pública’.” Y Peñaranda
identifica los medios que forman esa
red: ATB, PAT, Full TV, La Razón y
el canal Abya Yala. Además, el libro
es uno de crónicas: se cuenta, con
cierto detalle narrativo, las maniobras
y gestiones que llevaron a la compra
o a la “toma” de algunos medios.
Hay escenas secretas en hoteles,
en restaurantes bonaerenses, en
ministerios, etc. Hasta hoy, que se
sepa, no ha habido ninguna respuesta
de los medios mencionados. (M.S.)
El crítico y profesor Antonio Vera
–otrora también esforzado editor
periodístico– tenía guardado un
secreto: escribe también novelas.
Hasta hoy, le conocíamos textos
sueltos (generalmente de crítica) y una
estupenda monografía sobre la obra
de Ricardo Jaimes Freyre. Ese corpus
es ahora enriquecido con esta novela,
que en su texto de contratapa anuncia
ya por lo menos algo: que está bien
escrita. Dice: “Sobre un tres habían
escrito un seis, luego un dos, luego un
ocho. En todos los cuadrados había
ocurrido lo mismo. Ensayos, errores,
intentos cuya huella no había sido
borrada. ¿Cómo era posible completar
así una de esas tediosas tablillas?
El resultado era extraño, parecía
un cúmulo de signos sin sentido,
un mensaje en clave en un alfabeto
inventado…”. Mención aparte merece
la hermosa edición, con tapa impresa
en serigrafía, diseño de Frank Arbelo.
René Poppe (La Paz, 1943) es novelista, cuentista
y antologador. Es el autor de algunos clásicos de la
literatura minera boliviana: La khola (1975), El
paraje del río y otros relatos mineros (1979),
Cuentos mineros (1985) e Interior mina (1986).
En 1983, respondió a una encuesta de Carlos Mesa
sobre “las 10 mejores novelas de la literatura boliviana”. Esta fue su selección:
1. Historia de la Villa Imperial de Potosí (1736). Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela. Novela hasta
hoy insuperada en América. Meritoria además
por su intención de abarcar la totalidad del
mundo de su época y universalizar ese mundo.
2. Juan de la Rosa (1884). Nataniel Aguirre. El
iniciador republicano de la gran novela boliviana y de su vertiente histórica.
3. Páginas bárbaras (1913). Jaime Mendoza. Inauguró la idea de la naturaleza (la selva) como
devoradora del hombre.
4. Más allá del horizonte (1951). Joaquín Aguirre
Lavayén. De excelencia itinerante, de gran
escritura y estructuración.
5. Caucho (1938). Diómedes de Pereira. Novela
sobre el oro cuajado y sobre la esclavitud que
produce en el siringuero.
6. El monte negro [The Black Mountain] (1933).
Alan Hillgath. Porque insiste en la vuelta al
mundo cultural andino en una época de desprecio y explotación del indígena. También por su
formidable cuestionamiento al régimen liberal.
7. Aluvión de fuego (1935). Óscar Cerruto. Por
su intención de querer abarcar o postular la
totalidad conflictiva de la realidad boliviana.
8. Aguafuertes (1928). Roberto Leitón. Por su
prosa, que se adelanta con mucho al tratamiento actual de la escritura y porque expresa
plenamente el derrumbe de un mundo burgués que carece de ideas vitales.
9. Yahuarninchij (1959). Jesús Lara. El primero –y hasta hoy el único– retrato del nuevo
modo de explotación surgido en el campo
después de la reforma agraria.
10. Felipe Delgado (1979). Jaime Saenz. Por su escritura poética, el diseño de una ciudad y por
la exploración de temáticas paceñas inéditas
en la novela boliviana.
Carlos Mesa Gisbert
20 /
Mayo 2014 / Nº 144
La otra orilla
Artista invitado
Comprensión e incomprensión
Por qué coleccionar
fotografías u otras cosas
Arnold Hauser (1892-1978)
C
abe preguntarse qué consecuencias tiene para la interpretación
de procesos históricos el partir
de las propias posibilidades de experiencia y vivencia, es decir, en qué medida la imagen histórica está en cada
momento condicionada, desplazada
o desfigurada por esta presuposición.
Una comprensión que parte de los
fines y puntos de vista del que comprende está expuesta claramente al peligro de la incomprensión. Las cuestiones que de aquí surgen no pueden
responderse de una manera unívoca.
Una tesis científica puede comprenderse o incomprenderse totalmente,
mientras que una manifestación anímica, es decir, una exteriorización
emocional o una descripción de uno
mismo no puede ser ni completamente comprendida ni –presuponiendo
que tenga lugar una reacción espontánea– completamente incomprendida. Ningún contenido anímico puede
reconstruirse plenamente, partiendo
de signos exteriores, pero toda expresión anímica es en cierto sentido
“responsable” del efecto que provoca. Al carácter negativo incondicionado de la incomprensión frente a
una proposición teórica corresponde,
en relación con la obra de arte, una
falsa resonancia, es decir un embotamiento, un vacío: no tanto un desconocimiento de lo que pueda haberse
querido significar con la obra, cuanto
un desconocimiento de que con ella se
haya querido significar algo.
Ya Goethe pudo tener la sensación de haber colaborado con Shakespeare en el Hamlet, y Friedrich Schlegel pudo sentir algo semejante en
relación con Don Quijote, a pesar de
que es Dilthey quien primero expresa
la exigencia de “comprender mejor al
artista de lo que él mismo se comprendió” y de que Unamuno se atribuía a
sí mismo el mérito de haber extraído
de Don Quijote un sentido en el que
Cervantes no podía haber pensado.
(…) Salvar la distancia entre [arte
del pasado y el del presente] cuenta
entre los más importantes cometidos
de la historia del arte; una tarea en la
que el éxito es escaso, como lo pone
de manifiesto no sólo la tensión que
subsiste aquí entre sentir y saber, sino
también el hecho de que los resultados de la investigación tienen que ser
revisados constantemente sin que por
eso se hagan mejores. (…) ¿Se comprende hoy mejor, por ejemplo, a
Rafael, se ve su personalidad más clara, unitaria y directamente que hace
cien, doscientos o trescientos años,
Ilustramos este número de Nueva Crónica con fotografías de una
colección familiar heredada por el ensayista boliviano h.c.f.
Mansilla. Buena parte de estas imágenes corresponden a un
género hoy desaparecido: son “tarjetas de visita”, acaso la manera
dominante de la difusión de la fotografía en la segunda mitad del
siglo xix. Entre ellas, una de las pocas imágenes fotográficas del
presidente Manuel Isidoro Belzu, tomada seguramente poco antes de
que cayera acribillado por Melgarejo y sus tropas en 1865.
sólo porque ha dejado de ser la figura
luminosa que fue para sus contemporáneos? (…) Su arte se ha convertido
para nosotros en la suma del ideal formal clásico, de la misma manera que
valoramos la tragedia griega como
la forma dramática perfecta y que
apreciamos la Divina comedia como
una ficción alambicada aunque grandiosa. (…) A menudo llegamos a una
“comprensión” de las creaciones de
la cultura sólo arrancando un motivo
de su conexión originaria y situándolo en el contexto de nuestra propia
concepción del mundo. Pasa así en el
arte algo semejante a lo que pasa en
la filosofía, en la cual, como se ha observado, aun cuando coincidamos con
un autor precedente, la mayoría de las
veces echamos de ver que éste quería
expresar algo completamente distinto
que nosotros y que en su sistema cada
una de las ideas tenía una función.
(…) El pasado carece en sí de
sentido y de forma, y sólo referido a
un presente concreto adquiere significación y contorno determinado. Por
ello, todo presente tiene un pasado
distinto, por ello tiene que escribirse
la historia siempre de nuevo, tienen
que interpretarse de nuevo las obras
de arte y tienen que traducirse de nuevo las obras de la literatura universal;
por eso no es tampoco tan absurdo
afirmar que toda comprensión del pasado histórico es en cierto modo una
“incomprensión”. El punto de vista
desde el que se considera la historia
no se encuentra fuera de la historia; la
consideración del pasado es ella misma un producto de la historia [y] en
todas nuestras consideraciones históricas no podemos escoger otro punto
de vista que el del presente.
Cf. Arnold Hauser (1958). Philosophie
der Kunstgeschichte, München, Beck.
(Trad. cast. de Felipe Gonzáles Vicen:
Introducción a la historia del arte,
Madrid, Ediciones Guadarrama, 1973, pp.
315-323).
L
a sociedad boliviana se percibe a sí
misma como precaria y frustrada,
pero esta visión, por más extendida que sea, no corresponde del todo a
la realidad. La conciencia intelectual de
la nación ha sido teñida de pesimismo
por la historia trágica de sus guerras, el
desempeño mediocre de sus clases dirigentes y las expectativas de desarrollo
nunca satisfechas. La realidad, aunque
no da pie a un optimismo radiante, es
siempre más compleja y por ello abierta
a pequeñas sorpresas. Por ejemplo: una
mentalidad escéptica puede ser vigorosa
y creativa. Combinamos nuestro talante
pesimista con el anhelo de conservar lo
que nos parece valioso, y así coleccionamos todo aquello que sirve para asegurar
nuestra identidad grupal e individual.
Es de justicia recordar a determinados autores bolivianos que pusieron
su grano de arena al magno empeño de
construir la identidad nacional, autores
que por avatares históricos han quedado
al margen del reconocimiento público.
Sobre ellos se ha extendido el cómodo
manto del olvido y del silencio. Entre
ellos se halla el novelista y político cochabambino Mariano Ricardo Terrazas
(1833-1878), que militó en el Partido
Rojo y fue agente diplomático en Europa. Pertenece a los escritores adscritos al
romanticismo. Sus novelas, incluyendo su
obra más lograda, Misterios del corazón, no
han concitado el interés de sus compatriotas. En este contexto hay que llamar la
atención sobre su crónica novelada El sitio
de París, de la cual sólo existe una reducidísima edición del siglo XIX, de acceso
casi imposible. Este libro, que describe
escenas y problemas de la vida parisiense
durante la guerra franco-prusiana (18701871) y el consiguiente sitio de la ciudad,
nos ofrece una interesante perspectiva
que hoy calificaríamos como un intento
de comparación y evaluación de culturas.
Menciono a Terrazas a causa de la originalidad de su perspectiva y la agudeza de
sus observaciones y también porque él
inició una modesta colección de fotografías, algunas de ellas de la primera mitad
del siglo XIX, probablemente las más antiguas de Bolivia. Por vínculos familiares
heredé de él esa curiosa colección, que
fue ampliada, de modo fortuito, por la generación de mi abuelo paterno. De esta
familia cochabambina tengo un recuerdo
entrañable: eran católicos practicantes y
conservadores, pero, simultáneamente,
cultivaban un buen gusto memorable en la
configuración de la vida cotidiana y en la
elección de objetos que debían ser preservados de generación en generación. Las
fotografías que hoy se publican muestran,
a veces de manera indirecta, la calidad de
la ejecución técnica y el amor por el detalle. Es decir: el designio de crear belleza,
aunque sea de manera inconsciente. Son
los esfuerzos consagrados a pervivir en el
tiempo. Estos productos no quieren ser
la travesura ocasional, la destreza en las
relaciones públicas o un mero mensaje
ideológico y, por lo tanto, constituyen la
contraposición frente a las inclinaciones
relativistas de nuestros días. El tiempo
arruina casi todo, pero aun así queremos
perdurar llevados por un ímpetu romántico. Por ello guardamos objetos preciosos
como las fotografías que nos vinculan con
nuestro propio pasado, pues, como dice
Hannah Arendt, “al término de nuestra
vida sabemos que sólo es verdad aquello
a lo cual le pudimos conservar la lealtad
hasta el final”.
H. C. F. Mansilla
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