CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / 2da. quincena de mayo 2014 / Nº 144 / Bs 10 El incierto futuro de la minería y el auge de los cooperativistas Persistencia del capitalismo de camarilla Debate Tres expertos responden: El confuso presente y el incierto futuro de la minería en Bolivia, 4-5 Contrapuntos / Aldea Global Isidoro Belzu (Palomino, artista fotográfico) José María Linares Diego Ayo: Hacia una economía “plural”. El capitalismo de camarilla en Bolivia: De cooperativistas y caterings, 6-7 Carlos Alborta: El chenko de la coca (I), 7 Wilder Molina: Identidad y nación: Beni, un recuerdo republicano, 8 Fernando L. García Yapur: Ciudadanía y devenir Estado de los campesinos indígenas en Bolivia, 9 Marcelo Quezada: Escenas de una historia de cuatro décadas. El Frente Amplio uruguayo: ¿una excepción?, 10 Carlos Antonio Carrasco: Una historia del terrorismo, 11 James Dunkerley: Historia de un libro: Primera parte Bolivia, hoy, 30 años después, 12-13 Patricia Flores Palacios: La misoginia de Percy Fernández: O cuando una patología tiene poder, 14 Libros / Arte Fernando Molina: Una crítica conservadora a la modernidad: Sobre Oscurantismo subversivo de Juan Pablo Neri, 15 Tzvetan Todorov: Tzvetan Todorov lee Cien años de soledad, 16-17 Lucía Querejazu Escobari: Para verte mejor. El hacer arte de Andrés Bedoya: En torno a la muestra Todo lo contrario, 18 Narciso Campero E. Courret (Lima, Perú) Mariano Baptista Artista invitado: Colección fotográfica de H.C.F. Mansilla. Más novedades para la XV Feria del libro de Santa Cruz Librería La Paz: Rosendo Gutiérrez 595 esq. Ecuador Tel. 2411018 / Casilla 5097 / email:[email protected] Librería Cochabamba: Nataniel Aguirre Nº 354 / Tel. 4511547 / Santa Cruz: Tel. 72168839 /3 editorial Mayo 2014 / Nº 144 ¿Traición a la patria? E Consejo editorial: Joan Prats (†) Manuel de la Fuente Horst Grebe López José Antonio Quiroga T. Director: Mauricio Souza Crespo www.nuevacronica.com Instituto PRISMA Calle 21 Torre Lydia Piso 2 Of. 201, Calacoto Tel: 2799673 [email protected] www.institutoprisma.org Plural editores c. Rosendo Gutiérrez 595 esq. Ecuador Tel: 2411018 [email protected] www.plural.bo ISSN: 1996-4420 l gobierno anda buscando a un traidor. No un traidor común y corriente, una de esas innumerables personas acusadas de traición al “proceso de cambio” por haber expresado una opinión disidente o apartarse de las filas del MAS. El que se busca ahora es un traidor a la patria que ha puesto en peligro la seguridad del Estado. Este nuevo traidor no ha sido identificado aún y forma parte del reducido equipo de profesionales y políticos encargado de la sustentación de la demanda boliviana en La Haya. El delito que se le atribuye es haber filtrado a la prensa ciertos detalles sobre la elaboración de la Memoria que el gobierno de Evo Morales presentó el mes pasado ante la Corte Internacional de Justicia. La información proporcionada por el infidente sirvió para la elaboración de una crónica publicada por Ricardo Aguilar en el periódico La Razón bajo el título: “De cómo en la demanda marítima triunfó la idea de los actos unilaterales”. Inmediatamente, el gobierno le solicitó a Claudia Benavente, directora de ese medio, revelar la fuente. Amparada en la Ley de Imprenta, ella se negó a hacerlo y entonces el gobierno decidió pasar a la ofensiva. Primero fue la denuncia del propio presidente Morales, un día después de la presentación de la Memoria en La Haya: “Lo que hizo La Razón es un daño al pueblo boliviano. No cometan ese error. Estoy entendiendo que no solamente hay un periódico prochileno (supuestamente el diario Página Siete), creo que (ahora) hay dos periódicos prochilenos”. Acto seguido, el Procurador del Estado, y a su vez miembro del equipo que sustenta la demanda ante la Corte, inició un juicio penal contra el periodista por “espionaje y revelación de secretos de Estado” y a la directora del periódico por “complicidad”. Unos días después, el vicepresidente García Linera explicó que no se trataba de perjudicar a La Razón –diario acusado de pertenecer al grupo de medios paraestatales controlados por la Vicepresidencia (véase Nueva Crónica Nº 142)– sino de identificar al infidente. Y para que no quepan dudas sobre los alcances de la acción penal, Wálter Chávez, prominente asesor www.cesu.umss.edu.bo La versión digital de los números pasados de la revista pueden ser obtenidos en la siguiente dirección: www.institutoprisma.org Los lectores de Nueva Crónica pueden escribir al correo electrónico [email protected] Las colaboraciones no solicitadas serán sometidas a la consideración del Consejo Editorial Contactos: [email protected] Tel. 4511547 [email protected] Tel. 72168839 L del gobierno, aclaró que: “no se busca escarmentar a ningún periodista. Se trata más bien de encontrar en la delegación boliviana al personaje (o los personajes) que hoy traiciona a su país entregando documentos a un periodista y mañana puede elevar la dimensión de su traición divulgando –o traficando– otros términos del proceso judicial que durará todavía varios años. Y, claro, no se puede aspirar al triunfo teniendo dentro del equipo a un buzo, un quinta columnista, un traidor”. En efecto, la crónica de Ricardo Aguilar no ocasionó ningún “daño al pueblo boliviano” ni reveló ningún secreto de Estado que pudiera perjudicar la demanda presentada ante la Corte de La Haya. El daño mayor de esta precipitada acción penal es para el propio gobierno. Gracias a su denuncia, la atención de la prensa internacional estará dividida entre el seguimiento de la demanda misma y la cacería del traidor. Con esta acción el gobierno ha demostrado su poca profesionalidad en el tratamiento de una causa que requiere el mayor cuidado y discreción en las declaraciones públicas. ¿Cómo puede entenderse que para el presidente Morales los dos principales periódicos de la sede de gobierno sean “prochilenos” sin aportar prueba alguna de esa denuncia? ¿Y que en su equipo de mayor confianza haya “un buzo, un quinta columnista, un traidor” La Paz, 1919 como afirmó Chávez? Con esta acción, el gobierno ha dado nuevas muestras del control vertical que quiere ejercer sobre los medios de prensa y la poca profesionalidad con la que actúa la diplomacia plurinacional. Si se llega a descubrir al “traidor”, podemos imaginar la escena que montará Evo Morales para escarmentar a uno de sus propios colaboradores. También hay la posibilidad de que prevalezca la Ley de Imprenta y no se descubra al infidente con lo que las sospechas recaerán sobre todo el equipo, en el que figuran dos ex Presidentes, el Canciller y dos ministros, entre otros. El tema debió merecer una discreta averiguación y una llamada de atención interna, y no una denuncia pública de traición como las que se escuchan con frecuencia en las asambleas sindicales. La visión que falta de la minería as leyes que establecen el marco regulatorio de los grandes sectores de la economía tienen una importancia fundamental. La finalidad de dichas leyes consiste en proporcionar seguridad jurídica a las empresas, poner en vigencia un esquema tributario equitativo y determinar la arquitectura institucional encargada de administrar las políticas de corto, mediano y largo plazo en relación a la formación de capital, las relaciones laborales, la articulación entre los diferentes eslabones de las cadenas de valor y el cumplimiento de las normas ambientales en general. La ley de minería que está en discusión en la Asamblea Legislativa no parece cumplir a cabalidad con tales funciones, a pesar de que Bolivia ha sido un país estructurado en su economía y su política por las actividades mineras. Aunque en el último medio siglo se han incorporado otros sectores, ni los hidrocarburos ni la agroindustria del Oriente y mucho menos la incipiente actividad in- dustrial, están en condiciones de proporcionar la columna vertebral de la economía de Bolivia. El país seguirá siendo por consiguiente por mucho tiempo todavía un país minero, y más aún cuando se pongan en marcha las explotaciones del hierro del Mutún y del litio en el Salar de Uyuni. Precisamente por dicho carácter estratégico de la minería, el Estado tendría que contar con una visión acertada de largo plazo que le imprima su impronta programática a la ley del sector, tomando en cuenta que la industria minera a nivel mundial está en una época de grandes transformaciones tecnológicas y de organización de las actividades de prospección, extracción, refinación y comercialización. Es cierto que el hiperciclo de precios internacionales ha concluido, pero siguen abiertas grandes oportunidades para que Bolivia amplíe su oferta de minerales y metales en los mercados internacionales. A tal efecto se requiere sin embargo definiciones claras sobre los objetivos maes- tros del sector, así como sobre el rol de los diferentes tipos de empresas que operan dentro de él. Y no es ocioso mencionar en esta ocasión que se necesitan enormes inversiones para recuperar las décadas perdidas en materia de prospección minera. Para generar excedentes que le proporcionen sostenibilidad a largo plazo, se requiere un orden minero en forma, que es lo que no tiene la ley de minería que se discute en estos momentos. La demanda mundial de minerales y metales mantendrá niveles relativamente elevados por mucho tiempo, aunque es también previsible que ocurran importantes cambios en la composición específica de dicha demanda, lo cual requerirá de nuevos acomodos internos. En tal contexto, sería importante contar con escenarios prospectivos sobre las tendencias de la demanda internacional. Bolivia cuenta con una intelligentsia minera que no está siendo aprovechada y eso puede tener consecuencias deplorables. 4/ debate Mayo 2014 / Nº 144 Tres expertos responden: El confuso presente y el incierto futuro de la minería en Bolivia Bolivia vive desde 2003 un auge minero. Auge impulsado por los altos precios internacionales de los minerales (y no por significativas mejoras en la productividad de la industria). Los mejores precios duraron hasta 2008. Después, han descendido, aunque todavía se mantienen por encima de los niveles previos al auge. En este contexto, se ha negociado una nueva ley minera. ¿Pero se discutió realmente el futuro de la minería en Bolivia, su organización, sus problemas, sus límites? Contribuimos a esta discusión con un cuestionario que responden tres expertos: Rolando Jordán, Pedro Mariobo y Jaime Villalobos. ¿ Cuáles son hoy los principales problemas del sector minero? Rolando Jordán: Los principales problemas del sector minero tienen relación con un deterioro paulatino de las condiciones de productividad, derivadas de la escasez de inversiones en el desarrollo de reservas, capacidad productiva, así como nuevas tecnologías. Esto se refleja en la creciente informalización de la producción. En condiciones de precios altos, aunque en proceso de aterrizaje suave, ésta limitación sólo posterga la emergencia de problemas sociales y presiones por subsidios para mantenerse en el mercado, en particular por parte del sector informal, el de las cooperativas. Pedro Mariobo: Uno de los principales problemas, sino el principal, es su estancamiento con tendencia a decrecer. Esto por: a) falta de exploraciones para incrementar las reservas; b) falta de renovación tecnológica (la única con tecnología actualizada es San Cristóbal); c) falta de inversiones (la anterior Ley de Inversiones, neoliberal, perdió vigencia con el nuevo gobierno, más aún con la nueva cpe); recién el 4 de abril de 2014, se aprobó la nueva Ley de Inversiones Nº 316 con la pretensión de atraer las inversiones; d) falta de actualización del Código Minero o su reemplazo por una nueva y verdadera Ley de Minería; e) demasiado lento el proceso de industrialización que de los atisbos no pasa. f) Para el empresariado privado nacional, en su estamento más “progresista”, la industrialización solamente es la producción de metálicos. Para mí la industrialización es la transformación industrial de los minerales en bienes de uso acabados con el mayor valor agregado posible. Jaime Villalobos: Actualmente en Bolivia coexisten dos estilos de minería: Una minería formal y empresarialmente organizada, que procura el aprovechamiento óptimo de los recursos minerales, con inversiones, cierto grado de innovación tecnológica, productividad, empleo formal y cumplimiento de normas laborales, medioambientales y de seguridad industrial. Este tipo de minería emplea y forma mano de obra calificada, paga sus impuestos y genera un efecto multiplicador en la economía regional y nacional. Sin embargo, pese a que esta minería contribuye con la mayor parte de las exportaciones e ingresos fiscales, está en retroceso y extinción debido a un entorno político y social francamente adverso y se limita actualmente a unas pocas empresas y operaciones mineras. La otra es una minería artesanal y de supervivencia, caracterizada por un elevado grado de informalidad, pobreza y contaminación, que emplea intensivamente mano de obra en condiciones deplorables. Este sector está representado mayormente por cooperativas mineras, que explotan selectivamente vetas angostas y placeres auríferos con elevados contenidos de metales de alto valor en el mercado internacional. Históricamente, el origen y expansión de las cooperativas mineras están estrechamente ligados a las crisis cíclicas de la minería Oruro, 1922 desde los tiempos de la Colonia; su crecimiento ha sido compulsivo con cada crisis. A estos dos estilos de minería, se debe agregar el resurgimiento de la minería estatal, mediante la comibol, con algunas operaciones minero-metalúrgicas en proceso de producción y desarrollo. Lamentablemente, en la entidad minera estatal parece que se repiten hoy en día los mismos elementos de burocracia e injerencia de intereses políticos ajenos al giro minero que condujeron a la bancarrota de la comibol en los primeros años de la década de 1980. El panorama descrito muestra, de manera general, una minería no sustentable, poco competitiva, enfocada en el corto plazo y renuente a invertir en exploración y desarrollo de reservas, protección ambiental, tecnología y bienestar de sus trabajadores. ¿Cómo podría formularse un desarrollo de la minería boliviana en un horizonte de largo plazo? Rolando Jordán: El desarrollo minero debiera estructurarse definiendo con claridad los objetivos a largo plazo de la explotación de recursos naturales no renovables: La minería debe generar excedentes de manera sostenible como objetivo prioritario y sólo indirectamente empleo. Generar empleo directo a través de la minería supone empleo de baja calidad y enormes externalidades negativas para la economía y sociedad. Esto plantea la necesidad de reformular el modelo de desarrollo vigente en el país, con un nuevo modelo que genere empleo de calidad y permanente en el sector manufacturero exportador muy intensivo en uso de mano de obra. Pedro Mariobo: Una visión estratégica sobre las perspectivas de desarrollo de la minería tendría que formularse sobre los siguientes criterios: El mundo aún no prescindirá de los minerales como base y símbolo del desarrollo de los pueblos, naciones y Estados. El plástico, el vidrio y otros, sustituyen en parte el uso de minerales pero los minerales van adquiriendo nuevos usos que los hacen todavía imprescindibles para la humanidad y su desarrollo. Bolivia tiene casi todos los minerales hasta hoy conocidos; para darse cuenta de la cantidad y variedad de riqueza mineralógica, la pregunta correcta no es qué minerales tiene Bolivia, sino qué minerales no tiene Bolivia. Tenemos minerales no metálicos como el litio para “toda la vida” (al decir de los expertos japoneses), para el presente y el futuro en milenios, junto a otros que aún no están prospectados, menos explorados. Desarrollar la tecnología boliviana, tanto la “reversa”, como la innovación y creación, para que en diez años máximos ya no dependamos de la tecnología de los países altamente desarrollados, con quienes aún tenemos que negociar las condiciones de la transferencia tecnológica (tiempo y calidad) y el grado de participación en las utilidades por ello. Jaime Villalobos: Necesariamente con la participación serena y no corporativista ni demagógica de todos los ciudadanos e instituciones involucrados. Se debería, entre otros aspectos, mirar lo que ocurre en algunos países exitosos y líderes en minería, entre ellos, sin ir más lejos, Chile y Perú al otro lado de nuestras fronteras. Será también necesario considerar los errores y aciertos del pasado. Un país minero no es aquel que vive de la mine- Mayo 2014 / Nº 144 debate /5 ría sino el que sabe hacer minería sustentable y logra provecho de ella en beneficio de sus habitantes. La formulación de una visión de largo plazo requiere además de un cambio cultural: una actitud de los actores sectoriales que obligue a pensar no solo en la minería y sus impactos, sino también en el papel de la industria en el desarrollo local, regional y nacional, en el bienestar humano. ¿Cuáles deberían ser los principios rectores del nuevo orden minero en el país? Rolando Jordán: Si por “nuevo orden minero” se entiende una minería altamente intensiva en uso de capital, tecnología y capacidad empresarial, con elevados niveles de productividad y costos que permitan sobrevivir en el próximo ciclo de baja de precios (que podría ser profundamente recesivo en precios), entonces la política de aliento a la inversión pública y privada (de riesgo e industrial) debe venir acompañada por regulaciones tributarias que aseguren al Estado captar las rentas de recursos cuando los precios son altos, alta sostenibilidad y regulaciones ambientales efectivas y una política de regulación de mercados que eviten la manipulación de precios de insumos en un sector minero en el que tiene gran o dominante poder la demanda interna de bienes y/o servicios. La estabilidad jurídica es también un requisito de política, sin embargo, si bien la experiencia del régimen de concesiones mineras liberal ha sido no exitosa, el ingreso a un régimen estatal de contratos como medio para generar derechos mineros no es la solución. En efecto, la negociación de los términos contractuales en ausencia de información geológica, tecnologías adecuadas y mercados, sólo va a generar un ambiente de discrecionalidad y alta corrupción. Pedro Mariobo: El primero, es el principio de soberanía sobre los recursos naturales; a las soberanías política y territorial, hay que sumarle la soberanía sobre los recursos naturales, sin lo cual no tendríamos base para el desarrollo nacional y sostenible. Los otros principios son los ya constitucionalizados (Art. 306. iii.) de complementariedad, solidaridad e igualdad que considero los principales de entre los 10 principios que establece la cpe para el modelo de economía plural. Jaime Villalobos: La minería mundial está afrontando grandes cambios y desafíos en los ámbitos económico, científico, tecnológico, ambiental y social, los cuales marcarán su desarrollo en el siglo xxi. El futuro de la producción minera y metalúrgica transcurrirá dentro de una perspectiva de continua innovación tecnológica y productiva y de integración de valor agregado. Esta tendencia de la minería está relacionada con el uso de alta tecnología, el empleo de mano de obra altamente calificada y especializada y con la creación de condiciones propicias para la comercialización, coadyuvada con entornos favorables a las inversiones nacionales y extranjeras en los países productores. El adecuado uso de los recursos minerales requiere, además del cambio tecnológico, de una correspondencia cultural y social en el que la sociedad tienda a utilizar los recursos no renovables de manera cada vez más eficiente. Bolivia no debería ser ajena a esta visión de largo plazo. Consecuentemente, para Bolivia, una minería sostenible significa el aprovechamiento óptimo y racional de sus recursos minerales, en términos económicos, ambientales y sociales. ¿Qué diferencias tendrían que contemplarse en cuanto a la tributación de los diferentes subsectores mineros: comibol, empresas transnacionales, mineros medianos y pequeños, y mineros cooperativistas? Rolando Jordán: La tributación debe ser universal, eliminando tratamientos de excepción. El régimen mixto de una regalía básica y un régimen de impuesto sobre las utilidades debiera complementarse corrigiendo las rigideces derivadas del hecho de que el Estado obliga Oruro. Plaza principal, 1922 a pagar altos impuesto cuando los productores pierden dinero y deja de cobrar las rentas cuando los precios y rentas mineras son altos. Además, el régimen tributario debe desalentar la salida de capitales fuera del país e incentivar la reinversión de utilidades. Pedro Mariobo: Si los actores y operadores mineros son tres y uno expectable (las empresas sociales comunitarias mineras o agromineras), y si los tres son diferentes, cabe una política tributaria también diferenciada, bajo el principio de que “el que gana más que pague más”. Mi sugerencia sería esta escala de arriba para abajo: a) las transnacionales, b) la minería privada nacional diferenciada entre mediana y chica; y c) las cooperativas. Las empresas sociales comunitarias mineras, en caso de lograr su reconocimiento como el cuarto operador minero, éstas no podrán desarrollarse sin el apoyo franco y directo del Estado por lo menos durante 10 años, hasta lograr la auto sustentabilidad. Jaime Villalobos: Ninguna. Todos los actores productivos mineros deberían regirse por un único y universal sistema impositivo. Donde sí debería haber diferencias es en las políticas, planes y programas de fomento y apoyo a las cooperativas, en los campos crediticio, de gestión empresarial, asistencia técnica, laboral, medioambiental y otros, para procurar una adecuada gestión minera. Las empresas transnacionales, al igual que todos, deberían sujetarse a un importante impuesto a la remisión de dividendos, que fomente la reinversión en el país. Las cooperativas, siendo entidades “sin fines de lucro” pero dedicadas a una actividad lucrativa como la minería, no pueden generar y distribuir utilidades; deberían reinvertir sus excedentes económicos, si los tuvieran, en el mejoramiento de las condiciones de vida de sus asociados. ¿Cuáles tendrían que ser las condiciones para que se realicen las inversiones necesarias en las etapas de prospección, preparación, explotación y comercialización de los diferentes minerales en el país? Pedro Mariobo: Poco podríamos hacer por cuanto la Ley de Promoción de Inversiones Nº 516 del 4 de abril de 2014 ya establece las reglas con las que se pretende atraer las inversiones. Sin embargo, como el proceso que vive Bolivia es de transición del Estado neoliberal al Estado plurinacional, con tendencia al “socialismo comunitario” (por lo menos declarativamente), me temo que esta Ley tampoco se convertirá en el instrumento de atracción de inversiones privadas extranjeras. Cuando las Corporaciones Transnacionales (ctn) exigen “reglas claras” y “seguridad jurídica”, con lo que están de acuerdo los empresarios privados nacionales, entre Estado y empresariado privado, están hablando dos idiomas que obedecen a dos concepciones de desarrollo, a dos sistemas económicos, donde la transición de uno al otro aún no encuentra los caminos para su viabilidad. Es por eso que la Ley Minera ha demorado varios años. Cuando desempeñaba función pública, respondí a las preocupaciones del Banco Mundial que reclamaba reglas claras y seguridad jurídica para las inversiones. Expliqué que el término “seguridad jurídica” en boca del empresariado privado significaba seguridad exclusiva para ese sector; que ahora el concepto tiene el significado democrático de seguridad jurídica para todos: Estado, Privados y Cooperativas. Se fueron satisfechos y decididos a insertar esta explicación a través de sus medios de difusión. Jaime Villalobos: Las condiciones mínimas para que en un país se realicen las inversiones necesarias para el desarrollo de una industria minera y sostenible son: que el territorio nacional posea un potencial mineral atractivo; estabilidad y paz social; reglas claras y estables; legislación apropiada; recursos humanos; y tributación equitativa y universal. De estas condiciones, la única que se cumple actualmente es la primera. ¿Qué instancia tendría que cumplir con la función rectora del sector? Rolando Jordán: La función rectora debe ser ejercitada por el Ministerio de Minería y Metalurgia, pero a partir de un personal técnico profesional con elevado nivel de calificación y experiencia. Pedro Mariobo: Debe ser el Ministerio de Minería y Metalurgia con todos los apoyos técnicos y servicios necesarios para esta función rectora con centralización y planificación. La actual dispersión y multiplicidad de funciones, desarticuladas entre sí, no ha dado buen resultado; y si algún resultado existe es la dispersión, desigualdad, contradicciones y competiciones intersectoriales neutralizantes entre sí. La comibol no debe ni puede cumplir de manera eficiente, ecuánime y neutral y a nombre del Estado esta tarea, porque sería (y lo ha sido en la historia) juez y parte; esto complicó a esa entidad como cómplice del crecimiento de la minería privada transnacional y nacional a su sombra. Mi sugerencia para la comibol es que se transforme en cime, Corporación Industrial Minera del Estado, para que pueda cumplir lo que en la cpe tiene carácter prioritario: la industrialización. Jaime Villalobos: Un técnica y humanamente bien pertrechado Ministerio de Minería y Metalurgia, con sus entidades de apoyo y servicio a la minería, en estrecha colaboración y coordinación con los ministerios del Medio Ambiente y Aguas y del Trabajo. [Cuestionario de Horst Grebe López]. 6/ contrapuntos Mayo 2014 / Nº 144 Hacia una economía “plural” El capitalismo de camarilla en Bolivia: De cooperativistas y caterings Diego Ayo* “Lo que sucedió con la cuñada del vicepresidente García Linera o lo que sucede ahora con los cooperativistas mineros amerita –sostiene Ayo en este ensayo– una reflexión sobre el modelo económico que parece ya consolidarse en Bolivia. La hipótesis que ensayamos aquí es que comienza a delinearse una economía plural, sí, pero una que lo es de un modo específico: es ‘plural’ en tanto pone en escena variaciones de un capitalismo de camarilla o capitalismo político, que persigue la consecución de objetivos políticos: la perpetuación (o al menos su prolongación) de la clase política”. N uestro propósito, por tanto, es comprender este modelo, el del “capitalismo plural de camarilla”, además de su impacto en el crecimiento económico. Esto último – determinar su impacto en el crecimientoes no menos necesario en vista a lo que sugiere el sentido común: si los parientes o los aliados se quedan con los pedazos más grandes de la torta, ¿qué pasa con el resto de los bolivianos? Aprovecho, en lo que cabe, un marco teórico derivado del estudio de los modelos económicos de Corea del Sur y Filipinas.1 Corea del Sur y Filipinas Esta tesis tiene dos componentes. Por un lado, la certeza de que en ambos países, Corea del Sur y Filipinas, prospera un capitalismo de camarilla, aquel de beneficio a cuñadas y socios políticos. Por otro lado, y sin embargo, la comprobación de que este mecanismo no necesariamente deriva en un crecimiento negativo. Si bien esta última posibilidad caracteriza al modelo filipino, no sucede lo mismo con Corea del Sur, un país a todas luces económicamente exitoso. La pregunta obvia es la siguiente: ¿qué permite que un modelo orientado a beneficiar a ciertas camarillas, más que a la mayor parte de los ciudadanos, logre en un caso sobresalir económicamente y en otro caso no? La respuesta la ofrece la resultante de combinar la fuerza del Estado con la fuerza de los actores económicos. Dentro del Estado se visualizan dos tendencias según su fuerza: o se trata de un Estado fracturado o de un Estado coherente. Este último supone la existencia de un Estado con capacidad estratégica (qué sepa a dónde apunta), coordinación intergubernamental horizontal y vertical (entre ministerios y/o entre el gobierno central y las unidades territoriales desconcentradas y/o desconcentradas) e independencia (que implica que cada actor estatal sepa su rol y lo practique sin interferencia de algún nivel, en especial el gobierno central); un Estado fracturado no tiene esa capacidad estratégica, 1 David C. Kang, Crony Capitalism. Corruption and Development in South Korea and Philippines (Capitalismo de camarilla. Corrupción y desarrollo en Corea del Sur y Filipinas), Cambridge University Press, 2002. Ismael Montes en el Congreso no coordina e incentiva la dependencia hacia el gobierno central. Dentro de los actores económicos se visualizan igualmente dos tendencias según su fuerza: o se trata de un conjunto de actores económicos dispersos o de actores económicos concentrados. Esta última opción supone la presencia de un conjunto de actores con capacidad de actuar orgánicamente frente al Estado como interlocutores representativos de la gama de actores económicos existentes; su par disperso no tienen esa solidez orgánica, lo que supone la presencia de múltiples actores que se auto-representan. El siguiente esquema resume estas opciones. Coherencia I ESTADO Fracturado empate estratégico II rentista Concentrado EMPRESAS III predatorio IV residual Disperso En el cuadrante i, se observa el submodelo de “empate estratégico” entre un Estado coherente y un conjunto de actores económicos concentrados. En esta situación lo que predomina es el apoyo mutuo entre el Estado y los actores económicos, que se redistribuyen la renta de modo concertado. En la medida en que no hay una parte, sea estatal o empresarial, que se imponga sobre la otra, el uso del excedente económico resulta equitativo. Además, y es lo más sobresaliente, el control mutuo impide que la corrupción avance. Ese control relativamente parejo posibilita que la injerencia política sea regulada. No desaparece el capitalismo de favores pero éstos no se “salen del cauce” establecido. En el cuadrante ii, vemos el submodelo “rentista”. Se caracteriza por la presencia de un Estado fracturado y una sociedad económica concentrada. En este escenario lo que encontramos es un uso del excedente de “abajo hacia arriba”. Vale decir, son los actores económicos los que tienen la sartén por el mango y presionan al Estado para que se les otorgue el excedente sólo a ellos o con prioridad a ellos. El Estado, por su parte, está relativamente maniatado. En el cuadrante iii, tenemos el submodelo “predatorio”. Ofrece la imagen inversa del modelo previo. Se caracteriza por la presencia de un Estado coherente y una sociedad económica dispersa. En este escenario lo que impera es un uso del excedente de “arriba hacia abajo”. Es decir, es el Estado esta vez quien tiene la sartén por el mango en desmedro de una sociedad económica marginal. Por lo tanto, es el Estado el que decide quién se queda con el excedente, partiendo de la tesis de que su mayor fuerza respecto a la sociedad económica y la consecuente falta de control de abajo hacia arriba, determina que los recursos fluyan con un destino: consolidar a la fracción estatal dominante. Finalmente, en el cuadrante iv, vemos el submodelo “residual”. Se caracteriza tanto por la presencia de un Estado débil como de una sociedad económica dispersa. En este escenario, lo que predomina es la escasez de una renta excedentaria que pueda ser disputada por los polos descritos. Se da mayormente en situaciones de crisis económica donde las fracciones estatales quedan huérfanas de guía política y la sociedad, en general, se desbanda. De acuerdo a la investigación mencionada, Corea del Sur optó por el submodelo de “empate estratégico”, al igual que Taiwan o Indonesia, logrando un desarrollo económico consistente, con empresas que, si bien reciben favores, pagan impuestos, desarrollan tecnología, impulsan el surgimiento de recursos humanos, etc. Filipinas, en cambio, deambuló entre el cuadrante ii y el iii, logrando que la renta o se quede en fracciones estatales o se vaya hacia fracciones económicas corporativas. De ese modo, quedó poco para invertir en el beneficio común. Baste recordar que el presidente Marcos, con los 40 mil millones que robó de las arcas estatales, es considerado uno de los 5 cleptócratas más destacados de la historia mundial. Si este es el marco teórico, ahora es necesario discutir dónde se encuentra el país. Antes de hacerlo conviene mirar hacia atrás: ¿en el periodo neoliberal la situación era diferente? Periodo neoliberal Creo que lo que se vivió en este periodo, el neoliberal, fue el acoso empresarial a un Estado débil. El siguiente esquema esquematiza esta hipótesis. Coherencia I ESTADO Fracturado empate estratégico Concentrado II rentista Empresas privadas, transnacionales, minería mediana agroindustria y banca EMPRESAS III predatorio IV residual Disperso La realidad boliviana estuvo lejos de la ficción de la libre competencia. Lo que en verdad caracterizó este periodo fue la privatización de este excedente con orientación empresarial. Los subsidios Periodo actual Creo que lo que se vive hoy tiene una triple orientación. Veamos el esquema. I ESTADO Fracturado empate estratégico Concentrado Fracción Burguesa Cruceña EMPRESAS III Disperso predatorio II rentista Cooperativistas, cocaleros, gramialistas, fracciones ilegales (contrabando y narcotráfico), transportistas, maestros, militares y demás IV residual ypfb, boa, papelbol y demás En mi criterio, el cuadrante i ya no queda vacío. El reciente pacto entre la empresa privada cruceña y el gobierno central no supone la capitulación de ningún lado. Los empresarios se dieron cuenta de que no pueden ningunear al gobierno si quieren ganar plata. Al hacerlo, lograron tener un rédito económico que supera los 4 mil millones de dólares de 2006 en adelante, frente a los 2 mil millones en similar periodo antes de esa fecha. El gobierno, a su vez, se percató de que nunca va a ganar Santa Cruz si sigue peleándose con ellos. Asimismo, se dio cuenta de que gran parte de la canasta familiar boliviana se abastece con productos del agro cruceño. Mejor, por tanto, quedarnos todos callados y aplicar el modelo propio de Corea del Sur. Modelo o submodelo que, en todo caso, posibilita un margen de desarrollo económico consistente. El cuadrante ii revela algo crucial: ya no son las empresas privadas las que acosan al Estado sino las propias fracciones corporativas aliadas al gobierno, de variados actores, desde los cooperati- vistas hasta los militares. En mi criterio, teniendo en cuenta que en este periodo es la economía la que está al servicio de la política, no será extraño atestiguar la paulatina consolidación hasta de empresas militares (e.g.: el “Comando de la Construcción del Ejército”). En este cuadrante se observa un Estado acosado y una sociedad económica sólida, con un uso del excedente económico de “abajo hacia arriba”. Queda poco para el Estado mismo y, por ende, menos para el conjunto de los bolivianos. El cuadrante iii tampoco queda vacío. En el afán, reiteradamente sugerido por el vicepresidente García, de “fortalecer al Estado como el actor económico más fuerte pasando de un manejo de aproximadamente el 5% del pib al 30% y más”. Las estatizaciones, la creación de empresas públicas y/o la orientación de la inversión pública (más del 30%) hacia este tejido empresarial son pruebas de la consolidación de este actor. Sin embargo, como ya lo demuestra un último informe de la Cámara de Industrias, hay una disminución del 40% en la actividad industrial boliviana: el Estado ha copado espacios que antes le estaban reservados a esa industria. Este solo dato basta para comprobar que el Estado empieza a fagocitar el excedente frente a una sociedad empresarial más dispersa que nunca, entre aquella acosada (por ejemplo Aerosur), quebrada (Ametex), nacionalizada (ya son 16), cooptada (diversas facciones) o puesta en segundo plano (frente a determinado apoyo preferencial a pequeños productores campesinos, por ejemplo). Ajedrez económico El chenko de la coca (I) Carlos Alborta* L a coca es una compañera de la historia del país. Y ha sido la actriz principal de más de un controversial debate. Pero hoy, es escaso el debate sobre este tema. Acaso porque sus aristas son muchas y su comprensión, abigarrada. Coca: poco debate y escasa información. El debate público sobre la coca ha estado en Bolivia en los últimos seis años. Se lo discutió brevemente en una comisión de la Asamblea Constituyente y, recientemente, cuando el gobierno del mas finalmente permitió el conocimiento del estudio de la coca realizado por Naciones Unidas (un estudio escasamente difundido y carente de socialización técnica). Aquí trataremos (en un artículo en dos partes; esta es la primera) el tema de la producción de la coca sobre la base de información existente. Se ha utilizado una encuesta sobre la producción de coca legal en una zona tradicional, en el marco de la Ley 1008. La encuesta utilizada tiene 41 boletas. Se visitaron hogares en los Municipios de Cajuata (26%) e Irupana (74%) en 2007. No ha sido posible acceder a información in situ más reciente. El futuro próximo Resumo: lo sucedido con los cooperativistas y/o con la cuñada revela la construcción de una economía “plural”: rentista, predatoria y de empate estratégico. Si seguimos la nomenclatura del marco teórico sugerido, el desarrollo económico seguirá adelante en Santa Cruz según el submodelo coreano del sur, beneficiará a facciones corporativas impulsando mayor desigualdad (según el modelo rentista boliviano neoliberal aunque con otros rentistas) y/o consolidará “burguesías burocráticas” escasamente eficientes y altamente inclinadas a enriquecer a familiares, amigos y militantes (como en el periodo filipino de Marcos). Predio cocalero en los Yungas: escasa tierra y creciente especialización. En los hogares rurales encuestados se reporta el piso de tierra en 49% de los casos. El resto de los hogares tiene piso con otros materiales (ladrillo, cemento u otro). Todos los encuestados reportan techo de calamina. El 73% indica paredes de adobe y estuco. El 90% indica acceso a red eléctrica y un 73% cocina a gas y leña de manera combinada. De manera contrastante con el altiplano, todos reportan acceso al riego. La tenencia de la tierra oscila en lotes de entre 1.4 y 2.4 hectáreas. El promedio de tenencia de la tierra en la muestra es de 1.7 hectáreas por hogar. La tenencia de la tierra no tiene una curva normal de distribución; al contrario, pese a que es poca tierra por hogar, los predios muestran cierta tendencia a la concentración. *Politólogo y escritor. Sucre, 1918 recurrentes a la empresa agroindustrial cruceña (por ejemplo del diesel) o el pago impositivo de sólo el 18% de parte de las empresas transnacionales (ellas se quedaban con el 82%) son prueba de ello. No es necesario ofrecer más ejemplos. Quede, sin embargo, la tesis de que en ese periodo la política estuvo al servicio de la economía. Un servicio que no logró salir de este cuadrante ii. Quizás de 1998 a 2002 se podría pensar que se “avanzó” hacia el cuadrante iv. Esta posibilidad puede ser motivo de un investigación. Por ahora, se puede decir que el rasgo dominante de nuestro neoliberalismo fue el de un capitalismo de camarilla de beneficio empresarial privado. Coherencia /7 contrapuntos Mayo 2014 / Nº 144 Ingreso cocalero yungueño. La extensión del cultivo de la coca en Los Yungas tiene un rango entre 0.956 (has.) y 1.067 (has.) por hogar. Si se compara este promedio con la tenencia de la tierra, se encuentra que los ingresos de hogares de los cocaleros son poco diversificados; y, en el decurso de los años, han migrado su vo- cación productiva de frutales (cítricos principalmente) a la coca. El ingreso anual por hogar cocalero varía grandemente y está sujeto a diversos factores como (a) la inversión realizada en los surcos; (b) los jornales disponibles en el hogar; ( c) el costo local del jornal y (d) la disponibilidad de fertilizantes y otros insumos. Se ha determinado una gran variabilidad en los ingresos cocaleros: algunos hogares muestran un mínimo anual por hogar de Bs. 5.500, otros, de casi Bs. 24.000. Para dar una idea del promedio se estima que el ingreso anual oscila entre Bs. 11.847 y Bs. 16.834 por hogar cocalero. Resalta poderosamente que esta media es mayor en casi un 60%, e inclusive duplica, lo que reportan los ingresos de hogares rurales no cocaleros. Para la ilustración, interesa contrastar estos datos con los de Eyzaguirre (2005: 80), para quien el promedio de los ingresos anuales por hogar en el Chaco es de Bs. 7.491 y de Bs. 8.538 en el altiplano, con desviaciones estándar muy altas que también reflejan gran dispersión, como en el caso cocalero. Estimación del ingreso cocalero. Los modelos no siempre calzan con la realidad; sin embargo, es necesario tener elementos de juicio para emitir una valoración informada. Se ha realizado un ejercicio lineal de regresión por mínimos cuadrado ponderados por tenencia de la tierra. Este modelo tiene una bondad de explicación del 41% de la variación de ingresos; ello indica que hay todavía muchos factores que afectan en los ingresos cocaleros que esta estimación no contempla. El modelo tiene un poder explicativo limitado pero incluye resultados estadísticamente significativos. Se ha encontrado que los ingresos empiezan con una renta de la tierra de Bs. 1.494 anual que equivaldría al costo de oportunidad del alquiler de una hectárea de tierra de cultivos no cocaleros. De allí en más, por cada hectárea cultivada de coca, el ingreso anual por hogar se incrementa en Bs. 4.082; en cambio, por cada hectárea regada de cultivos no cocaleros el ingreso aumenta en Bs. 2.191 como ingreso anual (con un nivel de significación al 7%). En esta diferenciación se encuentra una clave explicativa sobre por qué los cocaleros prefieren la coca respecto a los productos no cocaleros. Como puede verse, es doblemente más ventajoso meterse a la coca que a cultivos no cocaleros. *Economista 8/ contrapuntos Mayo 2014 / Nº 144 Identidad y nación: Beni, un recuerdo republicano Wilder Molina* La investigación “Lejos del Estado, cerca de la nación. Identidad boliviana con Estado Plurinacional entre los llanos de Mojos y las selvas del norte amazónico” de Wilder Molina, Denise Cortez y Evangelio Muñoz persigue responder algunas preguntas sobre la identidad nacional en el Beni. Y lo hace, además, pensando en los hechos políticos que han marcado la vida beniana en el período 2003-2012. Esta investigación fue apoyada por el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB). El Beni y lo plurinacional Hoy en el Beni, cuando nos concentramos en las expresiones simbólicas de la relación entre identidad regional e identidad nacional, lo que descubrimos son escasos cuestionamientos al Estado Plurinacional pero numerosos a los riesgos de distorsión en su construcción, es decir, a cómo ese Estado se expresa en los hechos. El reconocimiento de la Bolivia multiétnica está en proceso de consolidación pero, al mismo tiempo, se exige una puesta en práctica de ese reconocimiento en condiciones de igualdad para todas las culturas. La lealtad nacional no está en discusión, pero se insiste sobre los riesgos de distorsión en el cumplimiento de ciertos principios, entre ellos, el respeto a la diversidad cultural y a las aspiraciones de autonomías, departamental e indígena. Es así que el nacionalismo estatal de los benianos supone una lógica contradictoria de origen, expresada en una doble relación de tensión entre una voluntad de adhesión nacional, que busca borrar toda sospecha de desunión, y una búsqueda de reconocimiento de identidades regionales que, en algunos grupos, se convierte en un regionalismo que choca con los valores del Estado Plurinacional, pero sobre todo con el gobierno de Evo Morales. La identidad boliviana en el Beni se sostiene en una voluntad de pertenencia nacional, expresada en un sentimiento en común: la ausencia o indiferencia del Estado en la dotación de servicios básicos, frente a otros departamentos. Al mismo tiempo, se explicita una desconfianza frente al Estado, marcada por la conciencia de una deuda histórica con el Beni y a sus regiones, deuda que, según numerosos sectores, debe pagarse ahora. El factor regional en el sentimiento nacional José Luis Roca, historiador de origen beniano, sostiene que la identidad boliviana en cada región es diferente por los determinantes propios de la conformación regional. Roca plantea que Bolivia se transformó por las luchas regionales y que este es el motor más efectivo de los cambios en la organización estatal a lo largo de la historia nacional. La vigencia de esa hipótesis, hoy, respecto a lo que ha sucedido con el proceso político beniano en los últimos treinta años, no puede asumirse de manera absoluta, si consideramos la trayectoria de las luchas sociales y políticas contemporáneas en el departamento, protagonizada por actores indígenas que incluso cuestionaron, en ciertas coyunturas, la legitimidad democrática de los movimientos regionales. Las hipótesis de Roca son el argumento que proyecta el regionalismo como una ideología efectiva y eficiente, en la medida que moviliza a una diversidad de actores en torno a un discurso que unifica; pero eso no quiere decir que la región demuestre una unidad hermética. El proceso político beniano de las autonomías ha generado una doble reacción, en algún sentido aparentemente contradicBrijida Verreira, 1867 L a creación del departamento del Beni como una unidad políticoadministrativa fue ya, de entrada, parte de los proyectos derivados de la construcción del Estado-nación. Pero esa política de construcción –que suponía extender la presencia de alguna función estatal– nunca se concretó realmente en la extensión de servicios, carreteras, escuelas y comunicación. Más bien derivó en una forma de autoridad concentrada en la regulación impositiva respecto a los recursos naturales. Como territorio estatal y como identidad, el Beni es una construcción sociohistórica de la vida republicana, aunque su configuración actual, como un territorio y conjunto de regiones, proviene de una serie de eventos y decisiones que nos remiten inicialmente a los proyectos de conquista española y posteriormente al nacimiento de la República. Dicho de manera figurada, el Beni es un recuerdo republicano, tanto por la forma en que sus actores se remiten a la creación del departamento, reconocen la figura de un héroe republicano encarnado por el presidente José Ballivián y valoran los símbolos nacionales que provienen de aquella etapa. Fuentes iniciales del nacionalismo Los antecedentes de un nacionalismo específico a esta región –siempre pensada lejana desde la ideología estatal y distante del poder estatal desde sus pobladores– se encuentran, según Pilar Gamarra, historiadora riberalteña, en la expansión del comercio cauchero que supuso a su vez la presencia brasilera. Desde entonces, la idea de Beni estará asociada a la de guardián de la heredad patria y de su futuro promisorio. Allí se encontraría una suerte de nacionalismo fundacional en los pioneros colonizadores que hablaban y actuaban en nombre de la patria. Sin presencia efectiva del Estado, serán ellos los que siembren una lealtad a la comunidad nacional mientras Asencia Saravia aseguran sus propios intereses económicos y consolidan su dominación, una dominación que prospera en los huecos dejados por la autoridad del Estado. toria: primero la autonomía, es decir, el conjunto de acciones del movimiento autonómico, es un factor influyente en la actualización de una identidad regional con tendencias al regionalismo; segundo, movidos por las oposiciones políticas, cada actor asume una voluntad renovada de pertenencia nacional, a su modo, en una necesidad de adscribirse a una noción de lo políticamente correcto frente al destino del país. Amor y odio, distancia y acercamiento, olvido y recuerdo marcan las dos caras de la medalla a la hora de interpretar la pertenencia nacional y la forma de mirar al Estado (sea republicano, nacionalista o plurinacional) desde el Beni. Unión y distancia: Unión respecto a lo boliviano, movidos sea por alguna racionalidad práctica y las circunstancias; pero también distancia respecto a lo cultural-andino como un hilo conductor común a todos. En una sociedad donde aún se siente y reclama un déficit de la presencia estatal –pese a que existe hoy más Estado en el Beni–, llama la atención que se invoque esa función de provisión por encima de cualquier otra. Es menos visible el énfasis en la función del Estado en tanto garante de un estado de derecho. *Sociólogo. /9 contrapuntos Mayo 2014 / Nº 144 Ciudadanía y devenir Estado de los campesinos indígenas en Bolivia Fernando L. García Yapur* ¿Qué hay detrás de la participación de las poblaciones indígenas campesinas en la vida política? ¿Qué idea y proyecto de ciudadanía e identidad política suponen esas formas de participación? ¿Cómo ocurren? Un equipo de investigación formado por Alberto García, Marizol Soliz y Fernando García, buscó dar respuesta a estas cuestiones en la investigación “Las facetas entrecruzadas del MAS-IPSP”, realizada en el marco de una convocatoria del Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB). Aquí se resumen los resultados. Identidad ciudadana “compuesta” y devenir Estado En respuesta a las lecturas y visiones dicotómicas, sostenemos que existe una doble adscripción a la condición de ciudadanía. La identidad de ciudadanía es compuesta: “inclusiva” y “exclusiva”. Los indígenas campesinos se mueven indistintamente en ambos registros de vinculación, ejercicio y ambición de la ciudadanía. Deviene “inclusiva” cuando los indígenas campesinos son y buscan ser parte de una identidad común, el “decir nosotros los bolivianos”, un proyecto de comunidad nacional al que (siempre) los indígenas campesinos buscaron vincularse y establecer una relación de intercambio político. Esta búsqueda de identidad de ciudadanía permitirá la dilucidación, construcción y el desarrollo, por ellos mismos, de un instrumento político para acceder a la representación política y, consiguientemente, al poder político: el MAS-IPSP. Es “exclusiva”, puesto que la participación política de los indígenas campesinos tiene un asidero de visibilización ciudadana en estructuras y dinámicas político-institucionales “propias”, cuya fuerza y dinámica precede y excede al Estado-nación. No es sólo una identidad de orden “étnico-cultural”, “simbólico” o “culturalista”, es un hecho de fuerza. En ese sentido, la identidad es exclusiva: “el decir nosotros los indígenas campesinos” expresa la existencia de múltiples formatos y nodos de identidad ciudadana de base comunitaria y territorial. Desde ahí, “un-otro” pluralismo, es que se procesan las estrategias políticas. Un devenir Estado-nación en “clave plurinacional” canalizado por el MAS-IPSP. Facetas entrecruzadas del MAS-IPSP Por ello, el MAS-IPSP encarna facetas que a primera vista parecerían incomprensibles o ambiguas. Una es la de ser el recurso de mediación entre la identidad “exclusiva” de los campesinos indígenas, el amplio espectro de formas de autogobierno comunitario con base territorial (sindicatos agrarios, organizaciones comunitarias), y la identidad “inclusiva” de pertenencia y vinculación de los individuos con el Estado-nación. En el MASIPSP y mediante él se posibilita el acomodo entre las dinámicas de democracia comunitaria que suceden al interior de las organizaciones campesinas indígenas con la dinámica de representación política de la democracia representativa. Acoplamiento a través de tres dispositivos que logran la correspondiente validación y legitimidad del poder político: igualdad (jurídica) de los sujetos expresada en la condición de “un voto, un ciudadano”, aplicación del “principio de mayorías” para las decisiones colectivas con efectos vinculantes y la representación territorial. En otras palabras, no existe una relación binaria entre un formato y el otro: los campesinos indígenas organizados en sindicatos y estructuras corporativas, en el marco de la democracia representativa, descubrieron que además de ejercer poder jurisdiccional de hecho en unidades territoriales bajo su control, son mayorías efectivas como suma de sujetos individuales a través de un instrumento político: el MAS-IPSP. Otra faceta es la que expresa la articulación social a partir del performance y el desempeño de Evo Morales como el representante y actor político que navega entre dos mundos: el “exclusivo” de los indígenas campesinos y el “inclusivo” de la democracia representativa. Evo Morales articula a la organizaciones sociales de base territorial y, simultáneamente, condensa las dinámicas nacional-populares. Ello garantiza un amplio campo de intercambios políticos en el que confluyen, además de las organizaciones campesinas indígenas, otras organizaciones corporativas que en los hechos son factores reales de poder e influencia políticas. Por último, la faceta del devenir Estado de los campesinos indígenas en la concreción de una identidad nacional de ciudadanía compuesta: “exclusiva” e “inclusiva”, que proyecta la edificación del Estado-nación en “clave plurinacional”. Ya que no existe una relación binaria entre el imaginario del viejo Estado- nación, que busca la “ciudadanización” de Bolivia, y el Estado plurinacional comunitario, la búsqueda de los campesinos indígenas del reconocimiento de sus estructuras de autogobierno y su diferencia civilizatoria: la “indianización” del país. La oscilación entre uno u otro imaginario es performativa: una apuesta ético-política. *Politólogo, coordinador del equipo de investigación del PIEB: Las facetas entrecruzadas del MAS-IPSP. Eufrasia Carbajal, 1877 Morales, un indígena campesino, ocupa el centro de poder político y, desde ahí, despliega un conjunto de acciones de visibilización ciudadana y gestión hegemónica del poder político. Eulogia. A. Rodriguez (Lima) L a problemática: ciudadanía e identidad política Este es uno de los asuntos recurrentes del debate político en el país: los efectos políticos, sociales e institucionales de la participación política de los indígenas campesinos. En general, las distintas explicaciones y lecturas reproducen visiones lineales y dicotómicas que sostienen la “conversión” paulatina e irreversible de los indígenas campesinos en ciudadanos, o bien, la resistencia y rebelión de estas poblaciones en pos de una verdadera liberación y emancipación que anuncia la descolonización del Estado y la sociedad. Hay una narrativa binaria: o una ciudadanía vinculada a la tradición políticocultural del liberalismo decimonónico basada en el principio de la igualdad jurídica de los individuos y el “lenguaje de los derechos” o las tradiciones político-culturales de las comunidades indígenas campesinas en las que la ciudadanía tiene carácter étnico-cultural, comunitario y/o corporativo. En consecuencia, se hace evidente la división entre un proyecto de Estado-nación pensado y formulado por las élites tradicionales, y el proyecto de Estado Plurinacional comunitario pensado y puesto en marcha por los campesinos indígenas contemporáneos. O un despliegue colonizador o imperial del liberalismo y de las tradiciones occidentales que permean a los distintos proyectos de Estado-nación formulados por las elites, o la resistencia y rebelión de los indígenas campesinos, entendidos como actores “subalternos”, “invisibilizados” o laminados por el poder y la dominación neocolonial que hoy irrumpe con su proyecto de descolonización. En el fondo, se imagina una disputa irreconciliable entre dos proyectos civilizatorios: “ciudadanizar” Bolivia o “indianizarla”. Pero estas lecturas y/o respuestas construidas desde diversas posiciones, a pesar de su riqueza descriptiva y reflexiva, no logran resolver satisfactoriamente la comprensión de las intrincadas relaciones de los indígenas campesinos con la política y con el Estado. Menos todavía, en el contexto actual, cuando Evo 10 / aldea global Mayo 2014 / Nº 144 Escenas de una historia de cuatro décadas El Frente Amplio uruguayo: ¿una excepción? Marcelo Quezada* Quezada reconstruye aquí escenas de una historia de más de cuatro décadas: la del Frente Amplio uruguayo, ese proyecto que Pepe Mujica definió como “una excepción en la historia de la izquierda mundial”. Y quizá Mujica tenga razón en esto: “Es casi imposible pensar que en otras partes se pueda lograr un sistema de alianzas que esté mucho más allá de las coyunturas electorales, que dure 30 años y que haya sido capaz de generar una cultura y hasta una tradición”. N ace el Frente Amplio El 5 de Febrero de 1971, el general Líber Seregni firma el acta de fundación del Frente Amplio. El 26 de marzo del mismo año Seregni da su primer discurso como candidato presidencial, ante una sorpresiva e inusual multitud que se concentró en frente de la explanada municipal de Montevideo. En las elecciones de ese mismo año alcanza un 18% de los votos. Un buen comienzo: se iniciaba así el fin del bipartidismo uruguayo. “Líber Seregni, para las izquierdas, pasó a ser un ídolo. Para la mayoría de sus camaradas militares, un traidor”.1 Años de cárcel Era el tiempo en que la guerrilla tupamara avanzaba con espectaculares acciones: la Policía sola no podía contenerla. Pero la idea del Frente Amplio seguía su curso. El 27 de junio de 1973, el general Seregni fue sometido a la justicia militar y acusado de “subversión” y traición a la Patria. Su primer periodo de prisión: de julio de 1973 a noviembre de 1974. Salió libre, pero Seregni en lugar de asilarse optó por quedarse en el país y correr el riesgo: el 11 de enero de 1976 volvió a ser detenido y se le quitó el grado de general. Y así. Este periodo acaba quizá el 19 de marzo de 1984, cuando finalmente liberan al general Seregni. Se agilizan los procesos de los presos políticos. El 14 de marzo de 1985 liberan a los últimos detenidos por una Ley de Amnistía. Reconsideraciones Desde la cárcel Sendic había diseñado la construcción del Frente Grande. Tanto él como Pepe Mujica y los viejos estaban convencidos de que había otro camino: “Antes vivíamos una percepción falsa: como crecíamos, a pesar de lo que perdíamos, teníamos una sensación de éxito. Era un éxito tramposo, se estaba dando a costa de la calidad”. Reflexionando en la cárcel sobre esa dinámica, el Pepe Mujica le escribió al Bebe Sendic: “Somos grandes, pero no fuertes, somos un elefante pero nos hemos quedado sin estrategia. Estábamos llevando al país a la guerra, pero nosotros no actuábamos con dinámica de guerra. La derecha nos respondió con el susto que tenía, con la represión”. La muerte de Sendic 1989, 6 de mayo: Fallece en París Raúl Sendic. “Sendic fue velado en París por un puñado de sus compañeros. Recibió un homenaje póstumo de algunas personalidades francesas, Danielle Mitterrand y Régis Debray, entre otros. En la capilla del hospital destacaba una corona de flores de la Presidencia de Francia. Una muchedumbre se congregó en el aeropuerto de Carrasco cuando el cuerpo de Sendic fue repatriado, un sábado, y una marea humana de dolor lo acompañó desde el centro hasta el cementerio de la Teja, un domingo. Fue 1 Quién es quién en el Gobierno de Mujica. Nelson Fernández, Ed. Fin de Siglo. Los tupamaros en el poder El 1 de marzo del 2005, Tabaré Vásquez asume como primer presidente de la izquierda del Uruguay. El Frente Amplio había triunfado. Sería un año histórico para la izquierda, porque Tabaré Vásquez ganaba la elección nacional sin necesidad de segunda vuelta. Aquella jornada tuvo un significado especial para los tupamaros. José Pepe Mujica, como Primer Senador, presidía la Asamblea General Legislativa, y por ese cargo debió tomar el juramento a los nuevos senadores, entre los que se encontraban un fundador del mln-t, Fernández Huidobro, y otra guerrillera y compañera de vida, Lucía Topolansky. Nora Castro, otra tupamara, juraba como presidenta de diputados, ambos pasaron revista al Batallón Florida en el homenaje a la inauguración de una legislatura. Ese Batallón había sido el que lo capturó cuando dirigía el “estado mayor militar” tupamaro en 1972. Y le preguntaron: En algún momento tú has hablado de lo inédito de nuestra izquierda. ¿Qué cosas la diferencian de otras izquierdas? Pepe Mujica: “La construcción del Frente Amplio es una excepción en la historia de la izquierda mundial. La izquierda no acepta las diferencias, cada agrupación de izquierda tiene definido hasta el color de los calzoncillos. Eso impide toda unión. Es casi imposible pensar que en otras partes se pueda lograr un sistema de alianzas que esté mucho más allá de las coyunturas electorales, que dure 30 años y que haya sido capaz de generar una cultura y hasta una tradición. Porque hay una masa no despreciable de gente que va para uno y otro lado, pero que está ahí. Ése es un capital amortizado que no se va de allí. Eso no lo tiene la izquierda de ninguna otra parte. Es sinEvaristo Valle gular del Uruguay y, bueno, el Frente Amplio es un el silencio más estruendoso que algunos han sentido en instrumento maravilloso, hijo de la historia y la cultura toda su vida. En el Senado, Hugo Batalla le rindió un uruguayas. Hasta las palabras usadas para nombrarlo son homenaje. Muchos senadores blancos y colorados se adecuadas. Con la palabra Frente se reconoce la diferenausentaron de sala y otros pidieron la palabra para con- cia. Con la palabra Amplio, la necesidad de un horizonte denar al hombre que había osado empuñar las armas. y una horizontalidad sin prejuicios”. El país se dio el lujo de ignorar a Sendic; el país institucional, el país de los discursos, el país de las estructuras, Mujica, el excéntrico el país que se doblegaba ante la impunidad. Pero por 2009. Llovía copiosamente cuando Pepe Mujica, el alguna extraña razón la gente, la gente que no cono- presidente electo, saludó a la multitud. El estrado hacía su trayectoria, intuía que había muerto un hombre bía sido levantado en plena rambla de Montevideo. El extraordinario y que se producía una gran pérdida. La viejo guerrillero aplaudía, no podía parar de aplaudir al gente que acompañaba el féretro por las calles de la pueblo, como asombrado de que aquello fuese cierto. capital empezaba a sentir que quedaba huérfana, que —Estoy preocupado –había dicho hace un rato, ese hombre los representaba, representaba el quijote cuando aún era posible acercársele. de cada quien batiéndose por utopías impostergables, —¿Por qué? era el rescoldo de la montonera que cada uno atesora —Es que el Evo (Morales) medio se va a calentar muy dentro de sí, para sentirse parte indisoluble de un conmigo. proyecto de patria grande, de tierra para quien la traba— ¿Contigo? je, de patria para todos. Sin saber muy bien por qué, la —Y sí; ¡fíjate que ahora el tipo excéntrico… voy gente intuía que algún día sería necesario dimensionar a ser yo!!!2 su ejemplo, cómo será ineludible rescatar su ausencia. Entonces, el Bebe volverá del silencio, no del olvido”. *Ex-embajador. 2 “Pepe Mujica, de Tupamaro a Presidente”, María Esther Gilio. Le Monde Diplomatique. / 11 aldea global Mayo 2014 / Nº 144 Una historia del terrorismo Carlos Antonio Carrasco* Tamaña audacia la del francés Michaël Prazan: escribió en 523 páginas, editadas por Flamarion (2012), la historia del terrorismo (Une histoire du terrorisme). Este es un comentario y, sobre todo, un resumen de las contribuciones de Prazan (que, además de escritor, es un conocido documentalita filo-sionista). P orque el crimen político existió desde siempre y es, en parte, componente recurrente de la lucha por el poder. Entonces se explica que el autor se concrete al recuento de este fenómeno, a partir de la Segunda Guerra Mundial, sin detenerse en hechos más distantes como las acciones de los zelotas, los hassasins y los anarquistas. Prazan divide su historia así: los años de la liberación, los años de la pólvora y los años Jihad o sea la insurgencia islamista. En ella, relata en menudo detalle, los eventos más espectaculares que podrían encuadrarse dentro de una amplia definición de terrorismo que, supongo, es el uso sistemático del terror para coaccionar a las sociedades o los gobiernos en la adopción de determinados objetivos. El común denominador de esas tres épocas, en todas las regiones del mundo, en que se hubiesen perpetrado los violentos hechos, es que los protagonistas que fueron estigmatizados como terroristas ayer, al acceder a puestos gubernamentales, se transforman hoy en personajes enteramente respetables. Otros, con menor suerte, purgan largas penas de cárcel, algunos fueron ahorcados o fusilados y los menos se acogieron a una jubilación sin mayores sobresaltos. Prazan nos ofrece bien documentadas biografías de quienes ocuparon sus días y sus noches colocando bombas, secuestrando aviones, barcos o gente, destruyendo edificios y, en todo caso, sin merced alguna por las bajas civiles, cuyo mayor número aumenta la notoriedad de los perpetradores, pues sus acciones sólo persiguen captar los titulares de la prensa, exaltar sus hazañas y publicitar la causa de su combate. Prazan juzga oportuno comenzar por referirse al IRGUN y la HAGANAH, cuyos esfuerzos, basados en el terror, culminaron con la instauración del Estado de Israel, una vez desalojada de ese espacio la tutoría En los años sesenta, entidades tales como el SDS (Students for a Democratic Society) y los Black Panters en Estados Unidos mostraron su influencia en Alemania con otra SDS o la banda Baader Meinhoff y llegaron hasta el Japón en contactos con la fracción del Ejército Rojo. Pero en este libro el concepto de terrorismo es tan elástico que Prazan incluye en él la acción guerrillera de Che Guevara en Cuba, de Carlos Mariguella en Brasil (uno de cuyos epígonos fue Dilma Rouseff, ahora presidenta de ese país), a los tupamaros del Uruguay (uno de ellos, José Mujica, es primer mandatario desde 2010). Un capítulo cojitranco revisa la Operación Cóndor en el cono sur, sin revelación alguna. Tampoco está ausente el venezolano Illich Ramírez Sánchez, alias Carlos, a quien se acusa de, al final de su carrera, convertirse en veleidoso mercenario. Como no podía ser de otra manera, la historia finaliza relatando pormenores de la caza y ejecución sumaria de Osama Bin Laden en Paquistán. Sorprenden los datos que consigna acerca de su pasantía como empresario en Sudán, junto a sus 4 mujeres y sus 17 hijos. Más aún, la bio-data sobre su lugarteniente, el egipcio Ayman al Zawahiri, revela pormenores poco conocidos. Termina el libro con una tenebrosa alerta sobre Irán, a través de un comentario recogido en Gaza, de labios del Dr. Mahmoud al-Zahar, alto dirigente del HAMAS, quien francamente reconoce que si un día obtuvieran armas nucleares, sería para usarlas, no para retratarse con ellas. británica. Terroristas como Menahem Begin o Yitzak Shamir devinieron gobernantes. Pero pronto Israel tuvo y tiene que lidiar con otras redes terroristas como HAMAS­ y el HEZBOLLAH, que, a su vez, aspiran también a fundar un estado propio: el palestino. La guerra de Argel, librada contra el despiadado colonialismo francés en los 60, llena decenas de páginas en las que sobresale la carismática Zohra Drif, que a sus 19 años inició la contienda colocando una bomba en el Milk bar de Argel en 1962. Condenada a muerte, fue absuelta, y hoy es la vicepresidenta del Senado argelino. El ejemplo más emblemático es el recorrido de Yasser Arafat que impulsó AL FATAH, desviando aviones y terminó entablando negociaciones con Israel, en la Casa Blanca. Ganó incluso el Premio Nobel de la Paz. En el texto, frecuentemente se cita al psiquiatra martiniqués Frantz Fanon: considera su libro Los condenados de la Tierra la “biblia negra” de los comandos terroristas por su incitación a la violencia como la única vía hacia el cambio. Algo que se deja en claro es que los terroristas son instrumentos de sus financiadores, generalmente los llamados “estados-paria”, objeto de cuidadoso escudriñamiento por parte de Washington y las potencias centrales. Esas células clandestinas no están nunca libres de manipulaciones en uno y otro sentido por parte de los respectivos servicios de inteligencia. En ese nivel, la instauración del régimen teocrático en Irán, seguido en 1979 por la toma de la embajada americana en Teherán, implantó una red de aguerridos terroristas que operaban en países adversos a los ayatolás, tendencia que mantiene aún a ese país en la lista negra. *Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas. Virginia de Franco (M.F. Olivares, 1877) Mariana Virreira (hija), 1871 Juana Mansilla. García y Hnos. (Cochabamba, 1888) 12 / contrapuntos Mayo 2014 / Nº 144 Historia de un libro: Primera parte Bolivia, hoy, 30 años después James Dunkerley* El historiador inglés James Dunkerley reconsidera aquí el contexto y el texto mismo de un libro clásico en la interpretación de la Bolivia moderna, Bolivia, hoy compilado y editado por René Zavaleta Mercado en 1983. Y, para hacerlo, convoca, en esta primera parte, las trayectorias intelectuales de los autores de los capítulos: Zavaleta Mercado, claro, pero además Luis H. Antezana, Horst Grebe López, Silvia Rivera Cusicanqui y Guillermo Lora. Luego retrata, ya en la segunda parte (que aparecerá en el siguiente número de Nueva Crónica), las condiciones políticas y el clima intelectual de América Latina en la última fase de la Guerra Fría (además de proponer que, no obstante los cambios del país después de 1983, gran parte del aparato analítico de Bolivia, hoy sigue siendo útil). Este texto fue publicado en inglés en el número 10 de la revista Bolivian Research Review. La traducción es de Virginia Ruiz P. Hnos. Morant, 1870 Jacinto 7 Sosalía Virreira. (A. Sterling, 1880) Modestino Virreira, Isaac Eduardo y Octavio Rengel, (1875) l jueves 15 de diciembre de 1983 las prensas de Gráfica Panamericana en la Colonia del Valle de Ciudad de México terminaron la impresión de las 3.000 copias de Bolivia, hoy. Publicada por Siglo xxi, esta colección de ensayos de 240 páginas fue editada por René Zavaleta Mercado (1937-84), que contribuyó al volumen dos ensayos propios, además de su introducción a textos de Luis H. Antezana (1943), Horst Grebe López (1943), Silvia Rivera Cusicanqui (1949) y Guillermo Lora (1922-2009). El día en que las 3.000 copias del libro salían de las prensas en el Distrito Federal sólo su editor vivía en México, aunque en ese momento ya tenía el plan de volver a Bolivia para seguir de cerca la rápida evolución de la crisis sociopolítica boliviana, esa que lo había llevado a escribir su capítulo “Las masas en noviembre”. Ese extraordinario ensayo de 50 páginas, que tomó la crisis de noviembre de 1979 como leitmotiv para un audaz estudio de la vida nacional contemporánea, abre Bolivia, hoy (11-60) y sería, de ahí en adelante, el texto más íntimamente relacionado con Zavaleta en el mundo entero. De hecho, “Las masas en noviembre” ya había sido publicado en La Paz en junio de 1983 por la Editorial Juventud, en un libro que también incluía otros dos ensayos de Zavaleta: ‘‘Forma clase y forma multitud en el proletariado minero en Bolivia”, que es el capítulo final de Bolivia, hoy (219240), y “Cuatro conceptos de la democracia”, que había sido publicado en 1981 en Bases 1, el número único de una revista dedicada a las “expresiones del pensamiento marxista boliviano”, editada por Zavaleta junto a Carlos Toranzo, Rivera Cusicanqui y Grebe López, (este último un colega de la flacso: Grebe López enseñaba economía).1 Ese número único de Bases, que no ofrece detalles de publicación pero que probablemente apareció en junio o julio de 1981, también incluía la primera versión de “Sistema y proceso ideológicos en Bolivia (1935-1979)”, ensayo que apareció apenas alterado 18 meses después en Bolivia, hoy (60-84) y que, como es sobre todo evidente en los textos del mismo Zavaleta y de Rivera, ejerció una considerable influencia en la colección como totalidad. Antezana, que en realidad no conoció a Zavaleta, cumpliría posteriormente un rol clave en la interpretación del muchas veces denso, alusivo y conceptualmente desafiante trabajo de su distante editor.2 E 1 Cuando exista más de una versión de un texto –como es muy frecuente con los autores de esta colección–, citaré la publicada en Bolivia, hoy: es el tema de este ensayo. De 1988 en adelante, Los amigos del Libro comenzó a publicar las (incompletas) Obras completas de Zavaleta Mercado. Ninguna de esas publicaciones incluyó material de Bolivia, hoy. En 2011 Plural editores publicó, en la edición de Mauricio Souza Crespo, el primer volumen de Obra completa, que reúne libros, artículos, ensayos y panfletos del período 1957-1974. El volumen II cubre el período 1975-1984, es decir, mucho del material discutido en este trabajo. Este ensayo le debe mucho a los consejos, y al préstamo de materiales, de Winston Moore, un vecino del norte de Londres. 2 Luis H. Antezana, Ensayos escogidos, 19762010, La Paz: Plural editores, 2011, 649-651; La diversidad social en Zavaleta Mercado, La Paz: CEBEM, 1991; Dos conceptos en la obra de René Zavaleta Mercado: Formación abigarrada y democracia como autodeterminación, Maryland: Latin American Studies Center, 1991; “La crisis como método en René Zavaleta Mercado”, Ecuador Debate, 77, Agosto 2009, 107124. Antezana escribió el prólogo al estudio más extenso y detallado del pensamiento de Zavaleta: Luis Tapia Mealla, La producción del conocimiento local. Historia y política en la obra de René Zavaleta Mercado, La Paz: Muela del Diablo, 2002. Luis Tapia, un lector de considerable lucidez, es sin duda un buen ejemplo Para Rivera, que había estado en México ocasionalmente (y que pasó buena parte del período 1980-1982 exilada en Colombia), su capítulo en Bolivia, hoy, “Luchas campesinas contemporáneas en Bolivia: El Movimiento ‘Katarista’, 1970-1980” (129-168) era algo así como un punto intermedio entre una pieza breve y reflexiva en Bases, “Memoria colectiva y movimiento popular: notas para un debate”, que se abre con una larga cita de Walter Benjamin y no se ocupa de Bolivia en absoluto, y la publicación en La Paz en octubre de 1984 de Oprimidos pero no vencidos. Luchas del campesinado aymara y qhechwa, 19001980. Este libro-panfleto, que lleva un prólogo de Antezana, ampliaba notablemente el rango cronológico del texto de Rivera para Bolivia, hoy. El libro proponía al final la breve aplicación de una teoría de la memoria colectiva a la experiencia de los indígenas de Bolivia: distingue entre una memoria ‘larga’ (colonial) y una ‘corta’ (la del 52). Fue un trabajo que llegó a ejercer una influencia realmente extraordinaria, tanto en los círculos académicos como en los políticos, en las décadas siguientes.3 La publicación de Oprimidos pero no vencidos se produjo dos años después del fin de los gobiernos militares y en medio de una crisis del gobierno de la udp, encabezado por Hernán Siles Zuazo, que había ganado las elecciones de 1980, y que, de acuerdo a Zavaleta, se había comportado a lo largo del período 1978-1982 como “un parásito del estruendo campesino y obrero” (34). 3 de la adscripción al “borramiento del autor y al triunfo del texto”: ofrece, en más de 500 páginas, sólo la más mínima información biográfica posible. La edición original fue publicada, junto con la Tesis Política de la csutcb de 1983, en La Paz por Hisbol y en Ginebra por unrisd, que también publicó traducciones al inglés (1987) y al japonés (1998). Una nueva e importante introducción, escrita durante la crisis de Octubre de 2003 fue añadida a la tercera edición de 2003. En reconocimiento a las cualidades pioneras de este trabajo Rivera ganó el premio Guggenheim. En la edición de 2003 (68, nota 3) Rivera anota que leyó el trabajo “Memoria colectiva” en un taller sobre participación popular en México, en agosto de 1982, al que también asistió Zavaleta. contrapuntos Mayo 2014 / Nº 144 Zavaleta, que había pertenecido en diferentes momentos a todos los partidos políticos que componían la coalición de la udp (mnr –del que salía el mnri–, mir, pcb), había rechazado la invitación a servir como ministro de minería –posición que había ocupado (a los 27 años) para el mnr entre abril y noviembre de 1964.4 Su co-autor y compañero de militancia Horst Grebe López, con un doctorado de Berlín Oriental y más acostumbrado al “socialismo realmente existente”, ya había estado ejerciendo funciones en ese gobierno (en el cargo de Ministro de Trabajo y Minería) desde noviembre de 1983, un mes antes de la publicación de Bolivia, hoy. Grebe López dejó el gabinete el 21 de noviembre de 1984, día en que todos los ministros del pcb renunciaron; el partido se fracturó en su V Congreso, en febrero de 1985, dividido por una profunda discrepancia sobre cómo reaccionar a la crisis del ‘Estado del 52’. Zavaleta, sin embargo, no vivió para ver este desenlace de las luchas internas del partido del cual había sido siempre más un miembro formal que un militante activo. Tampoco, de hecho, fue testigo, en agosto de 1985, del colapso de todo el paradigma político que había estado tratando de entender y cambiar por más de dos décadas. Como Fernando Mayorga escribiría cinco años más tarde: En 1984 retorna, finalmente, a Bolivia, pero en el mes de junio sufre los primeros síntomas de una enfermedad desconocida y es trasladado a México a ser atendido. Permanece en estado de coma durante casi seis meses y fallece el 23 de diciembre.5 4 5 Zavaleta ofrece un vívido recuento de las etapas finales de su turbulenta “carrera” ministerial en “La caída del mnr”, texto escrito en Oxford en marzo de 1970, publicado por Los Amigos del Libro en 1995 e incluido en Obra completa I, 217-332. El pensamiento de Zavaleta Mercado, Cochabamba: ciso, 1989, introducción sin número de página. La causa precisa de la muerte de René Zavaleta Mercado sigue siendo un misterio. Tuvo que ver sin lugar a dudas con una dolencia cerebral y puede que haya estado relacionada, como sostiene Filemón Escobar, con una lesión sufrida durante su arresto en 1968, cuando asistía, como expositor, a un El papel, central, de René Zavaleta en la configuración de Bolivia, hoy exige, claro, que volvamos más adelante a una discusión detallada de su legado (en la segunda parte de este ensayo), pero que quede registrado aquí y antes que, en el momento de su fallecimiento, sus colaboradores recorrían senderos considerablemente divergentes. Antezana, orureño como Zavaleta, luego de un doctorado obtenido en Lovaina en 1974, radicaba en Cochabamba y era catedrático en un campo que podría ser descrito como “estudios culturales”, terreno en el que aplicaba sus formidables habilidades en filología, su interés (y apetito) por la cultura popular –particularmente la música, el cine y el fútbol–, todo esto de una manera no sectaria y con una no muy común modestia en la aplicación del post-estructuralismo francófono (¿tal vez esa modestia era una virtud belga?).6 Grebe, como hemos visto, era parte del gobierno de la UDP e inevitablemente se enfrentó a las realidades prácticas de trabajar para el Estado en una posición de mando: chocó con ex-camaradas y apoyó empresas capitalistas, como la compañía de zapatos Manaco, en contra de los trabajadores.7 Para Lora, un militante trotskista por 6 7 foro público en el que se criticó las políticas del gobierno de Barrientos en el tema del gas natural. Marcelo Quiroga Santa Cruz, que sería asesinado en el golpe de Estado de julio de 1980, fue detenido al mismo tiempo y mandado también a un campo de confinamiento en Alto Madidi. F. Escobar, De la Revolución al Pachakuti, La Paz: Garza Azul, 2008, 62. Mi idea sobre Bélgica no es del todo caprichosa y merece una mayor consideración de la que es posible otorgarle aquí. Como veremos más adelante, Antezana y Zavaleta fueron influidos por su contemporáneo argentino Ernesto Laclau, que estuvo en Oxford con Zavaleta en 1969-70 y que trabajó muy de cerca con la belga entrenada en Lovaina Chantal Mouffe, su esposa, muy específicamente en el libro Hegemony and Socialist Strategy. Towards a Radical Democratic Politics, Londres: Verso, 1985, traducido al inglés por Paul Cammack, que había vivido en Bolivia bajo el banzerato; y por Winston Moore, boliviano con un doctorado supervisado por Laclau y cuyo propio trabajo de finales de los años 70 formó parte integral de lo que podríamos llamar el “marxismo crítico” común en el pensamiento radical boliviano. Antezana cita el manuscrito de Moore “Política y visión en los Andes bolivianos” en “Sistema y proceso ideológicos” (77). Para una versión publicada, véase Cambios en el agro y el campesinado boliviano, La Paz: musef, 1982, 157-172. Tal vez más influyente fue la tesis para Lovaina de Javier Hurtado (1955-2012) publicada por Hisbol en 1986 con el título El Katarismo, un ya vital componente empírico de las “Luchas campesinas” de Silvia Rivera. Además de la influencia general de Lovaina en la ideología cristiana, particularmente en el mir, véase la tesis de doctorado de Roxana Liendo, Participación popular y el movimiento campesino aymara de 2009. Aquí, 154, 22-28, septiembre 1984. Jeffrey Webber, que considera casi toda la clase política boliviana contemporánea como ‘liberal’ de una tendencia o de otra, describe a Horst Grebe como un “conservador”. From Rebellion to Reform in Bolivia, Chicago: Haymarket, 2011, 161-2. / 13 René Zavaleta 40 años, autor de la Tesis de Pulacayo, y con la experiencia de toda una vida dedicada a la vituperación de todos y cada uno de los fenómenos políticos que se ubicaran a su derecha, no era ninguna sorpresa que se produjera, con la UDP, tal convergencia entre el “estalinismo” y el “nacionalismo”. El capítulo de Lora en Bolivia, hoy (“La clase obrera después de 1952”) es en realidad un “préstamo” y compendio elaborado por Zavaleta a partir de los muchos textos del autor sobre el tema. Lora fue también el menos involucrado, intelectual o políticamente, en los evidentes gestos de innovación y renovación analítica del libro. Su participación en él derivaba de una iniciativa de Zavaleta, que había sido su adversario político en varios grados y varias coyunturas por más de 25 años. En contraste, el retorno de Silvia Rivera Cusicanqui a Bolivia en 1983 marcó su firme giro hacia un intenso activismo político. Al romper por completo con la visión centralista, monocultural y Estado-dependiente de los partidos de izquierda, Rivera apoyó el llamado a un gobierno de los trabajadores y campesinos a partir de la COB y la CSUTCB: En la COB no se disuelven las especificidades y las diversas prácticas sociales de mineros, campesinos quechua-aymaras, amas de casa, etc. La lucha por una sociedad multicultural coexiste con la lucha por ampliar la democracia obrera… 8 El 13 de noviembre de 1983, justo un mes antes de la publicación de Bolivia, hoy, Rivera tuvo un papel central en la creación del Taller de Historia Oral Andina (THOA), que durante las siguientes dos décadas promovería la investigación y difusión de una “historia indígena desde abajo”, trabajo que transformó cualitativamente los parámetros conceptuales y políticos de esa disciplina en el país.9 8Aquí, 101, 20-26, agosto 1983. 9 Marcia Stephenson, ‘Forging an Indigenous Counterpublic Sphere; The Taller de Historia Oral Andina in Bolivia’, Latin American Research Review, 37:2, 2002, 99-118. Cualquiera fuera su residencia en 1982-3 o cualquiera fuera la trayectoria política precisa de los autores, es un hecho que Bolivia, hoy le debía mucho al hecho de formar parte de la serie “historia inmediata” publicada por la editorial Siglo XXI de México. Precedida por volúmenes de similar formato dedicados a Colombia, Ecuador y Argentina, el libro editado por Zavaleta se parecía sobre todo al primero de la serie, Centroamérica, hoy, compilado por el cientista político nicaragüense Edelberto Torres Rivas.10 De la misma manera en que, años más tarde, Luis Antezana se imaginaría a Zavaleta leyendo el Felipe Delgado de Jaime Saenz, puedo ahora yo imaginar su interés en el libro de Torres Rivas, que explicitaba una idea vital compartida con Bolivia, hoy.11 Los trabajos contenidos en este volumen han sido escritos por diversos especialistas… el proyecto no tiene, como podrá verse, unidad teórica ni un marco metodológico común… 12 Aunque en Bolivia, hoy esta divergencia es más visible en el caso del estudio de Lora y pese a que hay un grado perceptible de influencia de Antezana en los trabajos de Zavaleta y Rivera, todos los capítulos ofrecen tonos y procedimientos expositivos diferentes pero complementarios. (Continuará…) * Historiador. Catedrático de la Universidad de Londres. 10 Edelberto Torres Rivas (ed.), Centroamérica, hoy, México: Siglo XXI, 1975; Mario Arrubla (ed.), Colombia, hoy, Bogotá: Siglo XXI, 1978; Gerhard Drekanja (ed.), Ecuador, hoy, Bogotá: Siglo XXI, 1981; Alain Rouquié (ed.), Argentina, hoy, Buenos Aires: Siglo XXI, 1982. Para un delicado estudio sobre el contexto político-literario en México en ese momento, véase John King, The Role of Mexico’s Plural in Latin American Literary and Political Culture, New York: Palgrave, 2007. 11 ‘Zavaleta leyendo Felipe Delgado’, en Maya Aguiluz Ibargüen y Norma de los Ríos (eds.), René Zavaleta Mercado. Ensayos, testimonios, y re-visiones, Buenos Aires: Miño y Dávila, 2006, 163-170. 12 Centroamérica, hoy, 7. 14 / contrapuntos Mayo 2014 / Nº 144 La misoginia de Percy Fernández: O cuando una patología tiene poder Patricia Flores Palacios* Como los muertos en accidentes de tránsito (ocasionados por conductores borrachos o flotas en mal estado), como los rutinarios actos de corrupción estatales (aunque algunos se consuelen imaginando que hoy los ladrones “son otros”), como los inexistentes programas políticos del oficialismo y la oposición: la violencia contra la mujer en Bolivia tiene el mismo aire de deja vu, de repetición, de fatalidad que vuelve y vuelve, una y otra vez. Y ninguno como Percy Fernández para ilustrar nuestra impotencia: ¿Qué significa sino que un funcionario público, con total impunidad, vuelva a las andadas misóginas como parte de un folklore grotesco y deprimente? “¿Pasará algo esta vez?”, nos preguntamos hasta el siguiente incidente. Patricia Flores se ocupa en este texto de discutir lo que debería suceder (y que no sucede hasta hoy). ¿ Los propios oprimidos Simone de Beauvoir (1908-1986) Virginia Qué es la misoginia? La misoginia, es decir, el odio a las mujeres por el simple hecho de que lo sean, es uno de esos rasgos perversos de la humanidad. Acaso uno de los signos del primitivismo arraigado en hombres que se siguen viendo y sintiendo como “dueños” y “cuidadores” de las mujeres. Animalidad sustentada en la fuerza para dominar a las personas que se consideran inferiores. En Bolivia, la vemos cotidianamente en hechos como el protagonizado por el alcalde cruceño Percy Fernández (uno de varios en su caso) o el de cientos de hombres que cotidianamente ejercen violencia extrema contra las mujeres hasta causarles la muerte; animalidad y misoginia exentas de racionalidad que se traduce en el ejercicio una supuesta superioridad biológica y social. A la luz de la psicología, la violencia misógina podría comprenderse como “un desorden mental caracterizado por un trastorno de la personalidad, de pérdida del contacto con la realidad y causa del empeoramiento del funcionamiento social normal”, señala el Diccionario médico de Stedman. ¿Qué hacer con Percy Fernández? Primero, hay que tratar este caso como un asunto legal. Fernández es un servidor público que ha atentado contra los mandatos de la Constitución Política del Estado y la normativa vigente de manera reiterada. Segundo, hay que tratar su caso como un problema de salud pública: no concentrarse sólo en el alcalde sino también en ese su entorno que celebra estos hechos violentos y reiterados: en manos de esos servidores y servidoras públicas se supone que está la defensa de la dignidad de las personas. Desde la perspectiva legal el alcalde ha vulnerado los derechos humanos de la periodista Guzmán. Según la Ley 348 Artículo 7, habría ejercido varios tipos de violencia contra ella: violencia física; psicológica; simbólica y/o encubierta al reproducir y consolidar relaciones de dominación, exclusión, desigualdad y discriminación, naturalizando la subordinación de las mujeres; violencia contra la dignidad, la honra y el nombre, al ofender, desacreditar, descalificar, desvalorizar, degradar su reputación; violencia laboral porque discrimina, humilla, intimida y obstaculiza el ejercicio de sus funciones; violencia po- de haber sido reprimido en el ejercicio de su sexualidad en la niñez o en la adolescencia. Problemas que no fueron tratados en su momento y que derivan en inconductas a lo largo de toda la vida adulta. Mariana vda. de Virreira Percy Fernández: una patología social Por lo que agredir y violentar a las mujeres de manera reiterada convertiría al hecho en una patología y no sólo del alcalde sino de todo un entorno edil que celebra, ríe a carcajadas y aplaude hechos violentos. Incluso de sectores de una sociedad que siguen considerándolo una persona idónea para ejercer esa función pública, al grado de otorgarle más del 80% de aprobación, o que organiza manifestaciones públicas y callejeras de apoyo. El alcalde cruceño, luego de violentar físicamente a la periodista Mercedes Guzmán, al ser consultado por un periodista sobre la entrega de obras en su gestión, respondió señalando su bragueta. Estas agresiones –que se suman y suman– no sólo son expresiones de un desorden mental, sino de un problema patológico de magnitud. Un problema que debería ser abordado de manera integral. El opresor no sería tan fuerte Si no tuviese cómplices entre lítica; violencia institucional, no sólo el alcalde sino también el entorno de servidores públicos que celebran la agresión, porque actúan de manera discriminatoria, prejuiciosa, humillante y deshumanizada que retarda, obstaculiza y menoscaba su derecho al trabajo y porque esas formas de violencia dañan su dignidad, integridad y violan sus derechos humanos. Finalmente, sólo entonces, se debería considerar el abordaje psicológico integral de los desórdenes mentales de Percy Fernández. La misoginia como problema de salud Para la Organización Mundial de la Salud e instituciones defensoras de los Derechos Humanos la violencia machista es un problema patológico que perpetúa como normal la dominación del hombre y la subyugación de la mujer. Y que simplemente refuerza otros desórdenes psicológicos: la megalomanía, por ejemplo, caracterizada por delirios de grandeza, de poder y omnipotencia, y acentuados por la impunidad. La misoginia y la megalomanía, para entendidos en la materia, como Mario Zumaya, psiquiatra y psicoterapeuta, tienen su origen fundamentalmente en traumas de infancia no superados y que podrían vincularse posiblemente al hecho de no haber contado con la figura paterna, de haber sido objeto de la hostilidad materna, La misoginia tiene una historia Es necesario que también la misoginia se comprenda desde la perspectiva histórica, como una manifestación de enajenación de los hombres traducida en los privilegios de género. Por el solo hecho de haber nacido hombres, y que desde tiempos inmemoriales, estos privilegios alimentaron y fortalecieron una serie de prerrogativas y ventajas, como la expropiación monopolizadora de los recursos creados por la humanidad y la construcción de una especie de monopolio masculino universal, con sus reglas y sus normas a las que deben someterse todas, incluidos –los débiles, los pobres, los casi hombres–. Llunkerío y misoginia Amparados en estas construcciones sociales y en su patología, el misógino no siente remordimiento, culpa o dolor por el daño que inflige: tiene la convicción que las mujeres lo merecen por el hecho de ser mujeres o porque transgredieron reglas de conducta o porque justifican de alguna manera el maltrato. Percy Fernández, que es un caso de manual, se desentiende de su culpa al afirmar más bien sentirse indignado porque “algunos medios de prensa y personas interesadas en manchar su imagen utilizaron de forma malintencionada hechos que han sido sacados fuera de contexto, que son irrelevantes, en una maniobra del más bajo nivel político, dañando dignidades ajenas al quehacer político diario”. La violencia contra las mujeres es un hecho irrelevante. El hecho ha generado una serie de protestas a nivel nacional. Pero lo que sorprende es que todavía exista tanta gente –funcionarios, aliados políticos– que lo disculpan o defienden. Quizá la misoginia dejaría de ser un “hecho irrelevante en Bolivia” si el poder, regional o nacional, no exigiera la presencia y respaldo de estos séquitos de personas genuflexas. *Feminista queer y comunicadora social. Mayo 2014 / Nº 144 / 15 libros Una crítica conservadora a la modernidad: Sobre Oscurantismo subversivo de Juan Pablo Neri Fernando Molina* Reseña y comentario crítico de un libro de Juan Pablo Neri, joven escritor al que Molina llama “una de las promesas del ensayismo radical del país”, acaso porque, cree, Neri “escribe relativamente bien” (hecho que no hay que minimizar en Bolivia, sobre todo entre nuestros ensayistas radicales). Pero cuestiona el hecho de que el planteamiento central de Neri en este libro no sea en realidad de Neri. J uan Pablo Neri es un joven ensayista boliviano que, en la senda de Luis Tapia, y para la misma editorial, Autodeterminación, ha publicado un libro de filosofía política titulado Oscurantismo subversivo (2013). En lo nuclear, el libro critica la crítica de izquierda o progresista de la modernidad, es decir, de la sociedad en la que vivimos y puede caracterizarse de muchas maneras complementarias: capitalismo, sociedad de la tecnología, del consumo, “globalización”, edad ilustrada o de la razón científica, “sistema”, etc., así como la concepción de la historia que predomina en ella, que atribuye a ésta un carácter necesario, causalmente determinado, y a veces finalista o determinado por un propósito preestablecido. Usando la extendida jerga postestructuralista, Neri señala que esta crítica a la modernidad falla porque está inscrita en el mismo orden discursivo de la modernidad; rechaza sus efectos (por ejemplo la explotación de los trabajadores), pero repite su misma lógica instrumentalista, su necesidad de “resolver problemas”, de “progresar”, de hacer que lo existente corresponda cada vez más con lo racional. En uno de los mejores pasajes de su ensayo, Neri recurre a Walter Benjamin para denunciar el natural insidioso del pensamiento de la Ilustración, que no solo deforma el futuro, convirtiéndolo en el punto de llegada de una carrera, sino también el pasado, que no se acepta más que fragmentaria y selectivamente; no reconforma el todo acontecido, entonces, sino aquellos elementos de éste que se pueden insertar en determinada narración coherente, justificadora de lo que la sociedad hace en cada momento; el presente (y su proyección futuriza) remodelan el pasado para que les convenga. Así lo convierten, por ejemplo, en lo abominable, si lo que quieren es justificar lo moderno (y por eso la carga peyorativa que normalmente soporta el “oscurantismo” medieval), o en un mero antecedente de los desarrollos ulteriores. Esta es la actitud teórica de Marx, dice Neri, con su indiferencia ante a la destrucción de los modos precapitalistas de producción como resultado de la expansión de una forma superior de organización económica; con su confianza en el curso “científico” de la historia desde lo inferior (el pasado) hasta lo superior (el futuro). Se olvida que lo antiguo puede ser “genial”. En oposición a la izquierda materialista y progresista, Neri considera que una verdadera resistencia a la modernidad parte de una aceptación integral del pasado, incluyendo sus aspectos “oscurantistas”, tales como la religiosidad, el contacto místico entre el hombre y la tierra que supuestamente se conserva en el mundo rural precapitalista, la comunidad, la ritualidad antigua, y otros conocidos tópicos del romanticismo. Aún más, propone la “reconformación” de este pasado, lo que no equivale exactamente a su repetición, ya imposible, sino a su evocación –más bien mística– en el presente. Neri quiere aferrarse a los núcleos de “oscurantismo”, es decir, a las áreas aún no destruidas por la modernización capitalista (que, siguiendo a Deleuze, define como procesos de “territorialización”, de apropiación de lo ajeno. Si la modernidad es una suerte de maquinaria que todo lo arrasa, lo mismo que un grupo de madereros que deforesta un bosque y se lo apropia, los pueblos que siguen viviendo en el bosque –y eventualmente lo defienden– son los “oscurantistas”, los que se oponen o no se suman al progreso maquinista moderno, y por tanto ocupan una genuina posición de subversión respecto de la sociedad progresista moderna). Una crítica Neri escribe relativamente bien y su texto lo coloca entre las promesas del ensayismo radical del país. Sin embargo, su planteamiento, como no se esconde ni siquiera para él mismo, no es propio: la crítica a la ilustración desde la cultura, y al marxismo y a la izquierda materialista por los rasgos ilustrados y antropocentristas que contiene, es una de las preocupaciones permanentes de la filosofía política desde que estas dos corrientes (la ilustración y el marxismo) nacieran. Neri equivoca su estrategia expositiva. En realidad quiere apoyarse en el mencionado bagaje para criticar a la izquierda indianista y “reformista” que gobierna y hegemoniza el pensamiento político del país, pero se demora en éste y deja que encubra o, mejor, minimice su argumentación más original. En contra de esta izquierda dice Neri que es doblemente peligrosa, porque halaga el pasado al mismo tiempo que trabaja activamente, con sus políticas desarrollistas, para destruirlo; porque enrola a los indígenas en una causa, que no es otra que la del desarrollo nacional, la cual acabará extendiendo el capitalismo (y su racionalidad inmanente, que es la ilustrada) a todos los confines. Tampoco es una noticia de último momento, pero una exploración más detallada de estas ideas hubiera sido más relevante para nosotros y más interesante para la teoría política misma. Hay que decir, finalmente, que Neri se equivoca con los mismos errores de todos los indianistas. Así como la crítica a la modernidad está inscrita en el ámbito discursivo moderno, la crítica de la crítica, también. Nadie puede salirse de la sociedad en la que habita. Plantearse esto es plantearse una aporía. Por eso las propuestas de Neri para encontrar un camino alternativo al desarrollismo, las cuales procuran no ser modernas, son finalmente funcionales al desarrollismo: unas cuantas comunidades que hagan “agroecología” y conserven sus ritualidades no van a detener y ni siquiera desviar la extensión y el triunfo final de la razón instrumental, con su maquinismo, su eficacia, su promesa de una vida mejor; si Neri quisiera hacer una propuesta seria en contra del avance de la sociedad moderna, tendría que usar recursos modernos, con lo que caería de nuevo en el “ámbito discursivo” al que no quiere pertenecer. Natalia Monrroy (Natalio Bernal, La Paz, 1869) Su llamado a superar el antropocentrismo es puramente retórico, excepto si ponemos en el centro, en lugar del hombre, a dioses, los que, por cierto, no son más que una proyección hiperbólica de la humanidad. El antropocentrismo no es una invención de la modernidad, es la condición básica de la identidad de la especie; los pueblos primitivos que –se afirma– valoraban por igual a todos los seres vivos, e incluso a los objetos inanimados, no hacían otra cosa que antropomorfizar la naturaleza, es decir, la recreaban a su imagen y semejanza. El argumento “definitivo” de Neri, la oposición entre dos concepciones del tiempo: una lineal, moderna, y otra holista y circular, tradicional de los indígenas, es apenas retórico. Hay vestigios de esta segunda concepción en la actividad cultural (festividades, ritos), al igual que los hay del antropomorfismo antiguo y otras pervivencias, pero estos vestigios carecen de operatividad alguna en la vida cotidiana de los indígenas, que en su inmensa mayoría son tan modernos como los no indígenas, con las mismas expectativas del futuro, y con la misma necesidad (quizá ilusoria) de controlarlo. *Escritor y periodista. 16 / libros Mayo 2014 / Nº 144 Tzvetan Todorov lee Cien años de soledad Tzvetan Todorov* La muerte de García Márquez ha sido ocasión de un lamentable pero no infrecuente fenómeno: la aparición en escena de un periodismo (español y latinoamericano) semi analfabeto, sólo capaz de regresar a los lugares comunes, a las frases hechas, a las apreciaciones prestadas. Es así que, en estos días de luto, se ha escrito mal, con pocas excepciones, de casi todo el generoso legado de García Márquez. Habrá que esperar la próxima y urgente intervención de plumas más inteligentes. Mientras esperamos esos textos, rescatamos uno, del legendario y todavía activo crítico búlgaro Tzvetan Todorov, que se ocupa de Cien años de soledad y que ofrece una de las definiciones más lúcidas de los mecanismos del “realismo mágico”. Este texto fue publicado en 1978 por la revista Texto Crítico (de la Universidad Veracruzana de México), en una traducción del francés del escritor boliviano Renato Prada Oropeza. El texto nunca apareció en francés. T odos diferentes, todos parecidos Todos los libros son diferentes; todos los libros son (deben ser) parecidos: he ahí dos principios extremos –y contrarios– que se encuentran en conflicto en la estética literaria contemporánea, conflicto que presupone , sin embargo una cierta complicidad. Sólo hay diferencias: desde que los románticos erigieron lo individual en la cima de los valores artísticos, no se cansan de repetirnos que cada autor es inimitable, que cada obra, que cada línea de esta obra es irreductible a las categorías más generales: se comete un sacrilegio al tocar lo individual. Todo debe devenir semejante: tal es inevitablemente la doctrina, muy a menudo, implícita; aunque algunas veces también explícita, como en el “realismo socialista”, fórmula menos cómoda de lo que parece: y, ¿si ser realista no condujera a “ser socialista”? Principios contrarios y, sin embargo cómplices, puesto que cada uno quisiera presentar al otro como la única alternativa (amenazante) de sí mismo: se trata de hacerse admitir jugando al miedo o a la aversión que suscita la elección opuesta. Lo novelesco y lo épico Digan lo que digan los defensores de lo uno y del todo, la literatura contemporánea conoce varios géneros; y ahora, a mi parecer, una de las oposiciones genéricas más fecundas en el seno de la literatura narrativa, es la que opone las obras cuyo sujeto es individual a aquellas que tienen un sujeto colectivo. Tradición novelesca, por una parte, XVII y XVIII, y por allí a la afirmación del papel dominante de la conciencia individual, la cual alcanza una especie de paroxismo en la autobiografía; tradición más bien épica, por otra parte, que, lejos de seguir una evolución continua, parece resurgir en intervalos irregulares, bajo formas bastante diferentes. Quiero detenerme aquí sobre una de esas transformaciones modernas, tomando como punto de apoyo Cien años de soledad de Gabriel García Márquez; transformación, se verá, que resulta del conflicto entre los dos géneros, y que participa, en consecuencia, de cada uno. Menos presente que la primera en la conciencia del lector contemporáneo, esta segunda tradición posee también sus propios “clásicos”, los cuales a su vez inauguran una subtradición; por ello, después de un primer contacto con Cien años de soledad, uno tiene ganas de decir que esa novela es un poco Los Buddenbrooks de Thomas Mann reescrita por Rabelais. Una saga familiar excesiva Los ingredientes de estas dos subtradiciones son fáciles de identificar. Por una parte, es, como en Los Buddenbrooks, la crónica de una familia, extendida sobre varias (seis) generaciones, con la tendencia, además particular de un feliz y sano crecimiento inicial a un estado de decadencia más y más refinado. José Arcadio Buendía, el iniciador, es zafio pero sano; Aureliano Babilonia, el último eslabón de la familia, es un intelectual condenado al muerte precoz. Úrsula, la primera madre, no encontrará jamás reemplazante digno de ella: “Ninguno de sus descendientes había heredado su fortaleza”. Pero, por otra parte, esta crónica familiar y burguesa ha sido reescrita por Rabelais: la indicación está dada por el mismo libro, y se tiene a veces la impresión de que Márquez, antes de escribir su novela, había leído el libro de Bajtín sobre Rabelais: de tal modo su obra parece conforme a la descripción que el primero hace del segundo. Tres términos ayudan a circunscribir esta continuidad: la risa (esta especie de humor está ausente de la crónica de Thomas Mann); lo excesivo (habría que enumerar aquí una cantidad de rasgos particulares, desde las dimensiones del sexo de José Arcadio hasta las comidas de Aureliano Segundo, la edad de Pilar Ternera o la complejidad de la clave empleada por Melquíades para contar la historia de la familia Buendía: “La había redactado en sánscrito, que era su lengua materna, y había cifrado los versos pares con la clave privada del emperador Augusto, y los impares con claves militares lacedemonias”; lo corporal, finalmente: presencia persistente de lo sexual, de lo físico, de lo alimentario, de lo excremencial. Pero descubrir de este modo las huellas del pasado en la obra de hoy no nos capacita para comprenderla totalmente: además de ser extraño que un autor antiguo (Rabelais) reescriba un libro moderno (Los Buddenbrooks), se siente que el interés del libro viene precisamente de esta combinación, anteriormente imposible, a la cual no se hace justicia si se la reduce a los elementos primeros. Es mejor atender directamente al libro mismo, sin prejuzgar su originalidad o su fidelidad a una cierta tradición, sin saber tampoco que lo que se ve en ella caracteriza ese texto o autor, o su país, o su tiempo (que resulta ser también el mío). Un libro contada desde el punto de vista de su auditorio Evoqué el sujeto colectivo de los textos de la tradición “épica” y, por tanto, de Cien años de soledad. Esta pluralidad tiene una manifestación evidente puesto que el libro no cuenta la historia de un solo individuo, sino de seis generaciones de una familia, de modo que se acuerda una importancia semejante a no menos de 24 miembros de la familia (sin contar los dieciséis Aurelianos, hijos ilegítimos del coronel Aureliano) y a un buen número de sus amigos, tales como Melquíades o Gerineldo Márquez. Pero al lado de esta pluralidad de los sujetos del enunciado, que, por otra parte, no se halla exenta de ambigüedad, se muestra otra pluralización, más sutil: la que concierne al sujeto del enunciación. Cien años de soledad es un libro contado desde el punto de vista de su auditorio (más que desde el de sus lectores, puesto que recrea el ambiente de la realización oral); ahora bien, su auditorio no es solamente, y en todo instante, múltiple, sino, además, evoluciona con el tiempo, a medida que cambian los mismos personajes. *Teórico y ensayista búlgaro-francés. Mayo 2014 / Nº 144 Los hechos sobrenaturales de este realismo El sujeto de la enunciación es inestable, movible, fluctuante –como lo es también el auditorio imaginario de esta narración. Se pueden extraer múltiples índices del sujeto colectivo y fluctuante de la enunciación. Uno de los más claros es el que deja lo sobrenatural en el libro, o mejor, la manera cómo ello se encuentra tratado. La presencia de elementos sobrenaturales es uno de los aspectos más sobresalientes de Cien años de soledad desde la primera lectura; ahora bien, las justificaciones más ocurrentes de lo sobrenatural en literatura parecen inaplicables aquí. Ese elemento sobrenatural no es tratado aquí como en la literatura maravillosa, la de los cuentos en que habitan las hadas y los elfos, los genios y los vampiros, puesto que el libro de García Márquez representa nuestro mundo y no otro. Pero tampoco se trata de lo fantástico, ese elemento sobrenatural cuyos indicios provocan dudas y vacilaciones en el testigo incrédulo, puesto que nadie pone en duda aquí la realidad de los hechos sobrenaturales. Y sin embargo, no se trata de ese elemento fantástico con respecto al cual uno se adapta (y al cual nos ha habituado la literatura del siglo XX, de Kafka a Cortázar y a la literatura de ciencia-ficción), donde el suceso sobrenatural inicial es integrado poco a poco en la realidad cotidiana. ¿Se tratará entonces de una simple burla del realismo, una subversión de la ambición de verdad que implica todo texto representativo? Hay hechos “mágicos” porque los personajes creen en ellos García Márquez se ha explicado bien en una entrevista: “Era necesario abolir la línea divisoria entre lo que parece real y lo que parece sobrenatural puesto que en el mundo que yo quería encarnar esta barrera no existía”. Aquí lo sobrenatural da lugar a lo fabuloso: existe en cuanto las gentes creen en ello. Dicho de otra manera, el narrador del libro participa de las opiniones de aquellos de quienes habla –y, más aún, de aquellos a quienes habla (en este sentido, la historia es contada por su auditorio). Ahora bien, como este último cambia, la narración se pega a su objeto (de este punto de vista), y el auditor-narrador cambia a medida que evolucionan sus personajes. Así, en los tiempos del patriarca José Arcadio Buendía los niños aprenden “que en el extremo meridional del África había hombres tan inteligentes y pacíficos que su único entretenimiento era sentarse a pensar, y que era posible atravesar a pie el mar Egeo saltando de isla en isla hasta el puerto de Salónica”; mientras que, seis generaciones más tarde, Aureliano / 17 libros Babilonia se halla tan familiarizado con la geografía europea como lo estamos nosotros mismos. El hielo y los imanes son verdaderos milagros cien años antes, así como la gallina de los huevos de oro y el elixir que hace invisible; ¿cómo se podía saber en esa época que el futuro iba a confirmar lo uno y rechazar lo otro? Los muertos que sobreviven en los vivos Lo mismo para los muertos que no cesan de retornar entre los vivientes: lo seguirán haciendo en tanto continúen determinando la vida de éstos. Así Prudencio Aguilar para José Arcadio Buendía; o Melquíades para Aureliano Babilonia, a quien debe conducir al desciframiento de su manuscrito; o los médicos invisibles, los únicos confidentes del lenguaje velado de Fernanda, Aureliano y Amaranta Úrsula, condensación de toda la historia anterior de la familia, escuchan la agitación nocturna de todos los que habitaron la casa e influyen todavía en sus vidas: “Y entonces aprendieron que las obsesiones dominantes prevalecen contra la muerte”. Recíprocamente, cuando se rechaza la realidad de un acontecimiento, como la masacre de los huelguistas, los seres terminan por ya no existir propiamente, así como cuando la mirada del oficial no encuentra nada en el lugar donde está sentado José Arcadio Segundo. Las cosas son lo que aparecen a los ojos de sus contemporáneos; de allí lo sobrenatural fabuloso; y la voz que cuenta ese mundo es tan cambiante como el mundo mismo. El tiempo sirve para comprender el presente No se trata de desmenuzar la complejidad cronológica del relato de García Márquez ni de admirarla en sí misma, sino de ver sus justificaciones y, por medio de ellas, sus implicaciones. El esquema de la crónica, que se podría resumir en: infancia de Aureliano Segundo-matrimonio-nacimiento del hijo-vejez y muerte de Aureliano Segundo, se encuentra alterado por la elección de un momento privilegiado que es el bautismo de su hijo. Tal es el hecho-eje que evoca el narrador delante de su auditorio. Pero para hacer comprender ese momento, se ve obligado a remontar hacia atrás, a la infancia de Aureliano, a la de su hermano y de su hermana, a la familia entera; y, para permitir que se esclarezca un episodio, el narrador debe marchar hacia adelante, esclarecer el pasado por el futuro. Las numerosas prospecciones no son un juego sabio con el tiempo, sino instrumentos de la comprensión del presente. Para explicarnos lo que siente Meme, el narrador nos dice: “Más tarde había de recordar...”: es preciso que el presente se haga pasado para que, desde un punto situado en el futuro, se pueda hacer plenamente inteligible el mismo presente. Una epopeya moderna Si Cien años de soledad es una epopeya, se trata de una epopeya moderna: escrita en la época de la novela y “corrupta” por ella. Los héroes de nuestro tiempo son individuos, a diferencia de la población de las antiguas epopeyas. Los Buendía son todos parecidos, y al mismo tiempo cada uno es irreductiblemente individual: el auditor, o el lector, del relato no corre el riesgo de confundirlos, aun cuando ellos vivan aventuras idénticas. Pero esta individualidad alcanza una especie de paroxismo en la soledad, que conduce a su vez al incesto y a sus consecuencia macabras. Es como si los personajes de la novela se encontraran traspuestos al marco épico; por ese cambio de perspectiva, su destino se hace inevitablemente trágico; el individualismo triunfante del héroe novelesco se transforma aquí en el aspecto solitario de un Buendía. Pero no hay, al lado de esos individuos solitarios, otros que serían la población “natural” de la epopeya: ya no queda nadie. [Traducción de Renato Prada Oropeza]. Fondo de ojo Oscuridad temible A mí, francamente, me tiene sin cuidado las cochinadas del viejo verde de Santa Cruz. ¿Por qué? Porque las señoritas y señoras que el alcalde toquetea o besuquea, finalmente, podrían sacudirse de él, pararse e irse o, finalmente, armar escándalo y exponerlo. En fin. Algunos me dirán: “Pero hay una ‘psicología de la acosada’ que paraliza a las mujeres –incluso cuando están ellas en situación de poder–, y no les permite hacer eso”. Sí, efectivamente. En todo caso, creo que la cobertura mediática se ha concentrado demasiado en algo que no es sino la punta del iceberg. Y que tiene que ver con el costado menos grave de un problema estructural tan serio, que es ofensivo con las verdaderas víctimas de la violencia. Mientras veía en las noticias y leía en el periódico la sobredimensión dada al incidente del toqueteo de pierna en Santa Cruz, me contaba Laura, residente de El Alto, que Elena, su vecina y amiga, había quedado embarazada del enamorado y que, por lo tanto, tenía que renunciar a su anhelo de iniciar sus estudios post-escolares los primeros días de mayo. Elena tiene 19 años y había terminado por fin su bachillerato el año pasado. Se había antojado de hacer la carrera completa de la Escuela de Hotelería. Pero sobrevino el embarazo. Laura me cuenta, como de pasada, que Elena había sido, cuando era mucho más joven, violada por su cuñado. Elena tiene dos hermanos y cuatro hermanas, tres de las cuales han emigrado a la Argentina. El esposo de la hermana mayor la había violado. Cuando las hermanas supieron que Elena estaba embarazada por la violación (¿las violaciones?) y era tan jovencita, le hicieron hacer un aborto. Añade Laura: uno de los hijos de una de las hermanas que viven en la Argentina es de ese mismo cuñado. ¿Qué medio de comunicación habla de esto? De la violación naturalizada en el seno mismo de las familias –en la que hay una madre, unos hermanos que miran, saben y quedan silenciosos–. De unas hermanas que sufren la violencia del cuñado, que sigue casado con la mayor –y aquí no pasó nada–. De una de ellas que dio a luz al producto de la violación. De estito quisiera yo escuchar hablar a los medios. De una sociedad que le ha dado la seguridad a sus machos que tienen todo el derecho de usar a las hembras que quieran y como quieran y que su lugar en la familia, en la comunidad, no se verá afectado en lo más mínimo. De esto quiero leer en los periódicos. Insistente, persistentemente. Quiero ver un sistema comunicativo general inmisericorde con los violadores, los acosadores, los asesinos, los secuestradores. Los cientos y cientos de embarazos no deseados. Los viejos verdes en este contexto caerían por su propio peso. Hay una oscuridad temible que se propaga libre, irrestricta por las casas, los parques, los colegios y escuelas, las oficinas, las universidades. Hay grupos de amigos que para ponerle más picante a su fiesta el fin de semana, secuestran a una chiquilla y la violan grupalmente una y otra vez. De ello debe tratar el trabajo de la prensa, y ser absolutamente inclemente con esa oscuridad. Porque está visto que al gobierno, a la policía, ¿a nosotros?, todo ello nos tiene sin cuidado. Ana Rebeca Prada 18 / artes Mayo 2014 / Nº 144 Para verte mejor El hacer arte de Andrés Bedoya: En torno a la muestra Todo lo contrario Lucía Querejazu Escobari* Cuentan los biógrafos que algún periodista despistado le preguntó a Samuel Beckett si se consideraba un escritor inglés. “Todo lo contrario”, respondió. Y es ese mismo “Todo lo contrario” el nombre de la última exposición del artista contemporáneo Andrés Bedoya. “Un nombre tan sugerente –escribe Querejazu en esta apreciación– que predispone al espectador a darle al menos dos vueltas de pensamiento a lo que ve”. Son precisamente un resumen de esas vueltas de pensamiento las que se ofrecen en este texto. T odo lo contrario es el título de la última exposición de Andrés Bedoya en la galería Nube de Santa Cruz. Un nombre tan sugerente que predispone al espectador a darle al menos dos vueltas de pensamiento a lo que ve. Por ello fue la primera pregunta hecha al artista. El por qué del título Acaso por la duradera influencia del arte conceptual de los años 60, en el arte contemporáneo el concepto pesa mucho. Durante décadas, de hecho, hubo un matrimonio feliz entre arte y teoría. Pero esto ha llevado a que los artistas prescindan a veces de la forma o al menos que ésta adquiera un papel casi secundario. Por ello no es extraño que la producción contemporánea no siempre tenga una articulación elocuente entre imagen e idea. En muchos casos, los conceptos son buenos pero las formas no llegan a potenciarlos, que es la clave de ese mentado matrimonio feliz. El ideal es que forma e idea se fundan ante los ojos y el pensamiento del espectador (que por supuesto hace mucho más que sólo mirar). La razón de la valoración del trabajo conceptual reside en que, a través de su inclusión en el trabajo visual, el arte adquiere una infinidad de nuevas posibilidades. Ahora bien, la consecuencia lógica es que los artistas hagan menos y piensen más. Esto ha generado muchas críticas del tipo: “hoy en día cualquiera es artista” o “yo también podría hacer eso”. Lo que antes definía a un artista, a saber, la capacidad de hacer algo con maestría, ha desaparecido. Los artistas piensan, los artesanos hacen… en algo así ha acabado el panorama en este pequeño círculo de artistas que se llaman contemporáneos. Existe, por otro lado, una gran cantidad de artistas con enorme talento que no quieren participar de este sistema y se dedican a la tradicional (no por ello hoy menos revolucionaria) y fantástica tarea de hacer arte. Por ahí empieza la reflexión de Andrés Bedoya: hacer el trabajo como un artesano y despojarse del concepto de “ser artista”, ese concepto con más brillos que méritos automáticos. Bedoya es un artista contempo- ráneo, pero uno de los que hace obra, que no por ello busca la fácil ejecución: es evidente, por ejemplo, que el trabajo que demandan sus proyectos postula, en su ritualidad, las claves para apreciar “lo conceptual” de su obra. El contacto físico con el material es parte trascendental de la construcción de cada pieza. Los materiales son escogidos por su significado o bien por lo que dicen del contexto, es decir, como productos de las interacciones de la gente con el entorno. En resumen, en palabras de Bedoya: “El hacer refleja la cultura de nuestra vida: la clase alta no sabe hacer nada, los demás todos saben hacer algo”. Elaborar la propia obra tiene connotaciones sociopolíticas también, no como un elemento motivador sino como escenario de una constante toma de conciencia. Se hace así contacto con una realidad más extensa que la que le tocó vivir al artista o posibilita reflexionar acerca de los privilegios sociales o de las carencias. Bedoya escoge por eso entrar en la lógica de los otros para intentar cambiar el punto de percepción. Este gesto lo lleva a trabajar con las manos y escoger cueros, pieles, o bordar objetos metálicos y jugar con el valor del metal en sus diferentes formas. Este trabajo artesanal de los talleres de bordadores y talabarteros es retomado y variado en esta obra. Nacen así piezas tan dispares como un cubo dibujado (armado) con alambre retorcido (ver foto), esculturas de cuero, o monedas aplicadas, como lentejuelas, sobre una piel (ver foto). Los vínculos entre este objetos los encontraremos en las maneras de hacer que los hacen posibles, en el proceso de un saber hacer. Todo lo contrario es un título que resume tal vez este rechazo a cierta idea sobre lo que es un artista: por ejemplo, la del artista en tanto demiurgo que “sabe siempre sabe lo que está haciendo”, que tiene la claridad de los planes y conceptos fijos. Dice Bedoya: “El titulo juega un poco con la idea de poder cambiar de parecer, de darme el derecho a contradecirme y por ultimo inventarme significados sin necesidad de decir la ‘verdad’. Es una manera de generar libertad dentro del marco de la obra acabada, después incluso del proceso de creación”. Bulla y silencio La muestra de Bedoya reúne obras trabajadas durante los tres años que el artista lleva viviendo en La Paz. Todo lo que se ve en la galería ha sido pensado y hecho en Bolivia: son obras que responden a ese contexto y resultan de una interacción con el entorno. Es una muestra que demanda que las obras sean vistas, “observadas”, como si fueran las obras de una pinacoteca. Es decir, no son obras interactivas y la experiencia que implican no es participativa. A través de la textura y la saturación, las obras de esta exposición empujan al espectador a moverse de la ausencia a la recarga (o al revés), de la bulla al silencio, todo a partir de una saturación sensorial boliviana. En algunos casos, como en los cueros, la forma necesita de un bastidor, que se justifica en la medida en que facilita la observación del material. Las formas elegidas y sus técnicas surgen de la búsqueda de herramientas que lleven de la contemplación del material a la reflexión sobre sus condiciones de posibilidad compositiva. El describir la muestra como un desde esto hacia lo otro habla de obras que son de transición, de diálogo, que facilitan o permiten la lectura de los opuestos. En la pieza de las monedas, por ejemplo, la repetición (y saturación) de un mismo elemento logra un efecto de este tipo: se presenta como una alegoría tanto de valor como de la desvalorización. Se opone a esta obra el cubo de alambre, una pieza transparente, de pocas líneas que generan un volumen que no existe y que en la proyección de sus líneas encuentra una nueva corporalidad. O los cueros, en los que constrasta su tratamiento material perfecto con la cuadratura de su formato. La muestra es Todo lo contrario, una negación circular que genera pensamiento. Es una muestra que destaca en el arte contemporáneo boliviano por su clara rigurosidad. *Historiadora de arte. / 19 libros Mayo 2014 / Nº 144 René Poppe responde: ¿Cuáles son las 10 mejores novelas de la literatura boliviana? Historia de la fotografía en Bolivia. Tomo II Las bien amadas de los presidentes de Bolivia Vértigos. Antología del cuento fantástico boliviano Fernando Suárez Saavedra A la venta en Librerías Plural Fernando Suárez Saavedra A la venta en Librerías Plural Averanga y Ruiz Plaza, comps. El Cuervo / A la venta en Plural editores Este es el esperado segundo tomo de la Historia de la fotografía de Suárez Saavedra, que cubre, como señala el subtítulo, desde “1900 hasta nuestros días”. Las fotos que ilustran la portada y la contraporta son magníficas, aunque habría que cuestionar que el autor haya decidido arruinarlas añadiéndoles, con bastante impericia en el manejo del photoshop, fetiches de “nuestros días” (computadora, celular, etc.). El libro es sin duda informativo: amontona datos sobre fotógrafos, temas y tendencias. Y se incluyen no pocas imágenes memorables (e.g.: una de García Meza y Arce Gómez arrinconando a un mujer en un baile). Pero, por otra parte, es un libro con las debilidades del anterior: misceláneo y desorganizado, más recopilación de materiales que reflexión sobre ellos. Algo más: como en tantos libros en Bolivia, la identificación de las fotos es deficiente. (M.S.) Del prolífico Suárez Saavedra, autor de historias de esto y de lo otro en Bolivia (fotografía, sexualidad, hostelería, pintura, etc.), aparece este directorio de las esposas, parejas y compañeras de los presidentes de Bolivia, desde Bolívar a Evo Morales. Lo más interesante del libro son las fotos de algunas de ellas, en la página 6. En cuanto a lo que se dice de estas mujeres, todo es producto de una recopilación de fuentes secundarias, la mayor parte de ellas no consignadas. Habría que preguntarse la utilidad, en tiempos de la Internet, de un texto mal redactado que reúne información de segunda mano. Y, pese a que se imagina pro feminista, el autor ensaya ideas dignas de un misógino decimonónico: “Las esposas de los presidentes de Bolivia guardaron en muchos casos dignidad y discreción. La mayoría se abstuvo de inmiscuirse en problemas políticos prefiriendo consagrar su atención a sus hogares”. (M.S.) Pese al título, se antologa aquí el cuento fantástico contemporáneo, es decir, de autores vivos y en ejercicio. Son 25 los antologados, el más viejo de ellos Pedro Shimose (nacido en 1940) y los más jóvenes Ayda Carrillo y Elías Ghosn (nacidos en 1984). En la contratapa leemos: “¿Qué tiene de especial la literatura fantástica en Bolivia, donde a veces la realidad es tan asombrosa como la ficción más delirante? El género fantástico sirvió de catalizador para que la literatura boliviana recuperara su autonomía –secuestrada por el realismo social hasta hace 50 años– y permitió extender nuestros horizontes narrativos”. A lo que podría responderse: esta visión de las cosas no es sino una capitulación al lugar común y a la repetición de ideas falsas. Por lo pronto, nunca hubo tal secuestro del “realismo social”, como lo prueban la existencia de Arzáns, Gorriti, Jaimes Freyre, Chirveches y una largo, muy largo etcétera. (M.S.) Iris Control remoto Tampoco es sudoku Edmundo Paz Soldán Alfaguara / A la venta en Plural editores Raúl Peñaranda A la venta en Plural editores Antonio Vera Jordán Mano de Mono / La Perra Gráfica Novela de ciencia ficción o, según Wilmer Urrelo, la novela minera que Paz Soldán todavía no había escrito y que finalmente escribe. Leemos en una solapa que Iris es “una distopía descomunal” (Giovanna Rivero) y una novela “sobre el presente hispanoamericano transfigurado”, en una transfiguración que debemos reconocer multiplicada “a la sexta o séptima potencia” (Alberto Chimal). La nota de contratapa, por su parte, no ayuda mucho a despertar el interés, quizá porque está mal redactada o su redacción consiste en poner en fila una serie de frases hechas: leemos que la novela “es un paso adelante en la trayectoria de Paz Soldán” (¿esto es un elogio? ¿“adelante” de qué?), que construye “una distopía arrolladora e hipnótica” (¿no es este un blurp de afiche hollywoodense?), que es “un relato esperanzador sobre la lucha por la libertad” (idem). (M.S.) Ya en una quinta reimpresión –que lo convierte acaso en el libro boliviano más vendido en lo que va del año–, Control remoto busca probar que “el gobierno boliviano ha logrado constituir una red de medios que en este texto son llamados paraestatales siguiendo la definición de la RAE: ‘Dicho de una institución que, por delegación del Estado, coopera a los fines de éste sin formar parte de la administración pública’.” Y Peñaranda identifica los medios que forman esa red: ATB, PAT, Full TV, La Razón y el canal Abya Yala. Además, el libro es uno de crónicas: se cuenta, con cierto detalle narrativo, las maniobras y gestiones que llevaron a la compra o a la “toma” de algunos medios. Hay escenas secretas en hoteles, en restaurantes bonaerenses, en ministerios, etc. Hasta hoy, que se sepa, no ha habido ninguna respuesta de los medios mencionados. (M.S.) El crítico y profesor Antonio Vera –otrora también esforzado editor periodístico– tenía guardado un secreto: escribe también novelas. Hasta hoy, le conocíamos textos sueltos (generalmente de crítica) y una estupenda monografía sobre la obra de Ricardo Jaimes Freyre. Ese corpus es ahora enriquecido con esta novela, que en su texto de contratapa anuncia ya por lo menos algo: que está bien escrita. Dice: “Sobre un tres habían escrito un seis, luego un dos, luego un ocho. En todos los cuadrados había ocurrido lo mismo. Ensayos, errores, intentos cuya huella no había sido borrada. ¿Cómo era posible completar así una de esas tediosas tablillas? El resultado era extraño, parecía un cúmulo de signos sin sentido, un mensaje en clave en un alfabeto inventado…”. Mención aparte merece la hermosa edición, con tapa impresa en serigrafía, diseño de Frank Arbelo. René Poppe (La Paz, 1943) es novelista, cuentista y antologador. Es el autor de algunos clásicos de la literatura minera boliviana: La khola (1975), El paraje del río y otros relatos mineros (1979), Cuentos mineros (1985) e Interior mina (1986). En 1983, respondió a una encuesta de Carlos Mesa sobre “las 10 mejores novelas de la literatura boliviana”. Esta fue su selección: 1. Historia de la Villa Imperial de Potosí (1736). Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela. Novela hasta hoy insuperada en América. Meritoria además por su intención de abarcar la totalidad del mundo de su época y universalizar ese mundo. 2. Juan de la Rosa (1884). Nataniel Aguirre. El iniciador republicano de la gran novela boliviana y de su vertiente histórica. 3. Páginas bárbaras (1913). Jaime Mendoza. Inauguró la idea de la naturaleza (la selva) como devoradora del hombre. 4. Más allá del horizonte (1951). Joaquín Aguirre Lavayén. De excelencia itinerante, de gran escritura y estructuración. 5. Caucho (1938). Diómedes de Pereira. Novela sobre el oro cuajado y sobre la esclavitud que produce en el siringuero. 6. El monte negro [The Black Mountain] (1933). Alan Hillgath. Porque insiste en la vuelta al mundo cultural andino en una época de desprecio y explotación del indígena. También por su formidable cuestionamiento al régimen liberal. 7. Aluvión de fuego (1935). Óscar Cerruto. Por su intención de querer abarcar o postular la totalidad conflictiva de la realidad boliviana. 8. Aguafuertes (1928). Roberto Leitón. Por su prosa, que se adelanta con mucho al tratamiento actual de la escritura y porque expresa plenamente el derrumbe de un mundo burgués que carece de ideas vitales. 9. Yahuarninchij (1959). Jesús Lara. El primero –y hasta hoy el único– retrato del nuevo modo de explotación surgido en el campo después de la reforma agraria. 10. Felipe Delgado (1979). Jaime Saenz. Por su escritura poética, el diseño de una ciudad y por la exploración de temáticas paceñas inéditas en la novela boliviana. Carlos Mesa Gisbert 20 / Mayo 2014 / Nº 144 La otra orilla Artista invitado Comprensión e incomprensión Por qué coleccionar fotografías u otras cosas Arnold Hauser (1892-1978) C abe preguntarse qué consecuencias tiene para la interpretación de procesos históricos el partir de las propias posibilidades de experiencia y vivencia, es decir, en qué medida la imagen histórica está en cada momento condicionada, desplazada o desfigurada por esta presuposición. Una comprensión que parte de los fines y puntos de vista del que comprende está expuesta claramente al peligro de la incomprensión. Las cuestiones que de aquí surgen no pueden responderse de una manera unívoca. Una tesis científica puede comprenderse o incomprenderse totalmente, mientras que una manifestación anímica, es decir, una exteriorización emocional o una descripción de uno mismo no puede ser ni completamente comprendida ni –presuponiendo que tenga lugar una reacción espontánea– completamente incomprendida. Ningún contenido anímico puede reconstruirse plenamente, partiendo de signos exteriores, pero toda expresión anímica es en cierto sentido “responsable” del efecto que provoca. Al carácter negativo incondicionado de la incomprensión frente a una proposición teórica corresponde, en relación con la obra de arte, una falsa resonancia, es decir un embotamiento, un vacío: no tanto un desconocimiento de lo que pueda haberse querido significar con la obra, cuanto un desconocimiento de que con ella se haya querido significar algo. Ya Goethe pudo tener la sensación de haber colaborado con Shakespeare en el Hamlet, y Friedrich Schlegel pudo sentir algo semejante en relación con Don Quijote, a pesar de que es Dilthey quien primero expresa la exigencia de “comprender mejor al artista de lo que él mismo se comprendió” y de que Unamuno se atribuía a sí mismo el mérito de haber extraído de Don Quijote un sentido en el que Cervantes no podía haber pensado. (…) Salvar la distancia entre [arte del pasado y el del presente] cuenta entre los más importantes cometidos de la historia del arte; una tarea en la que el éxito es escaso, como lo pone de manifiesto no sólo la tensión que subsiste aquí entre sentir y saber, sino también el hecho de que los resultados de la investigación tienen que ser revisados constantemente sin que por eso se hagan mejores. (…) ¿Se comprende hoy mejor, por ejemplo, a Rafael, se ve su personalidad más clara, unitaria y directamente que hace cien, doscientos o trescientos años, Ilustramos este número de Nueva Crónica con fotografías de una colección familiar heredada por el ensayista boliviano h.c.f. Mansilla. Buena parte de estas imágenes corresponden a un género hoy desaparecido: son “tarjetas de visita”, acaso la manera dominante de la difusión de la fotografía en la segunda mitad del siglo xix. Entre ellas, una de las pocas imágenes fotográficas del presidente Manuel Isidoro Belzu, tomada seguramente poco antes de que cayera acribillado por Melgarejo y sus tropas en 1865. sólo porque ha dejado de ser la figura luminosa que fue para sus contemporáneos? (…) Su arte se ha convertido para nosotros en la suma del ideal formal clásico, de la misma manera que valoramos la tragedia griega como la forma dramática perfecta y que apreciamos la Divina comedia como una ficción alambicada aunque grandiosa. (…) A menudo llegamos a una “comprensión” de las creaciones de la cultura sólo arrancando un motivo de su conexión originaria y situándolo en el contexto de nuestra propia concepción del mundo. Pasa así en el arte algo semejante a lo que pasa en la filosofía, en la cual, como se ha observado, aun cuando coincidamos con un autor precedente, la mayoría de las veces echamos de ver que éste quería expresar algo completamente distinto que nosotros y que en su sistema cada una de las ideas tenía una función. (…) El pasado carece en sí de sentido y de forma, y sólo referido a un presente concreto adquiere significación y contorno determinado. Por ello, todo presente tiene un pasado distinto, por ello tiene que escribirse la historia siempre de nuevo, tienen que interpretarse de nuevo las obras de arte y tienen que traducirse de nuevo las obras de la literatura universal; por eso no es tampoco tan absurdo afirmar que toda comprensión del pasado histórico es en cierto modo una “incomprensión”. El punto de vista desde el que se considera la historia no se encuentra fuera de la historia; la consideración del pasado es ella misma un producto de la historia [y] en todas nuestras consideraciones históricas no podemos escoger otro punto de vista que el del presente. Cf. Arnold Hauser (1958). Philosophie der Kunstgeschichte, München, Beck. (Trad. cast. de Felipe Gonzáles Vicen: Introducción a la historia del arte, Madrid, Ediciones Guadarrama, 1973, pp. 315-323). L a sociedad boliviana se percibe a sí misma como precaria y frustrada, pero esta visión, por más extendida que sea, no corresponde del todo a la realidad. La conciencia intelectual de la nación ha sido teñida de pesimismo por la historia trágica de sus guerras, el desempeño mediocre de sus clases dirigentes y las expectativas de desarrollo nunca satisfechas. La realidad, aunque no da pie a un optimismo radiante, es siempre más compleja y por ello abierta a pequeñas sorpresas. Por ejemplo: una mentalidad escéptica puede ser vigorosa y creativa. Combinamos nuestro talante pesimista con el anhelo de conservar lo que nos parece valioso, y así coleccionamos todo aquello que sirve para asegurar nuestra identidad grupal e individual. Es de justicia recordar a determinados autores bolivianos que pusieron su grano de arena al magno empeño de construir la identidad nacional, autores que por avatares históricos han quedado al margen del reconocimiento público. Sobre ellos se ha extendido el cómodo manto del olvido y del silencio. Entre ellos se halla el novelista y político cochabambino Mariano Ricardo Terrazas (1833-1878), que militó en el Partido Rojo y fue agente diplomático en Europa. Pertenece a los escritores adscritos al romanticismo. Sus novelas, incluyendo su obra más lograda, Misterios del corazón, no han concitado el interés de sus compatriotas. En este contexto hay que llamar la atención sobre su crónica novelada El sitio de París, de la cual sólo existe una reducidísima edición del siglo XIX, de acceso casi imposible. Este libro, que describe escenas y problemas de la vida parisiense durante la guerra franco-prusiana (18701871) y el consiguiente sitio de la ciudad, nos ofrece una interesante perspectiva que hoy calificaríamos como un intento de comparación y evaluación de culturas. Menciono a Terrazas a causa de la originalidad de su perspectiva y la agudeza de sus observaciones y también porque él inició una modesta colección de fotografías, algunas de ellas de la primera mitad del siglo XIX, probablemente las más antiguas de Bolivia. Por vínculos familiares heredé de él esa curiosa colección, que fue ampliada, de modo fortuito, por la generación de mi abuelo paterno. De esta familia cochabambina tengo un recuerdo entrañable: eran católicos practicantes y conservadores, pero, simultáneamente, cultivaban un buen gusto memorable en la configuración de la vida cotidiana y en la elección de objetos que debían ser preservados de generación en generación. Las fotografías que hoy se publican muestran, a veces de manera indirecta, la calidad de la ejecución técnica y el amor por el detalle. Es decir: el designio de crear belleza, aunque sea de manera inconsciente. Son los esfuerzos consagrados a pervivir en el tiempo. Estos productos no quieren ser la travesura ocasional, la destreza en las relaciones públicas o un mero mensaje ideológico y, por lo tanto, constituyen la contraposición frente a las inclinaciones relativistas de nuestros días. El tiempo arruina casi todo, pero aun así queremos perdurar llevados por un ímpetu romántico. Por ello guardamos objetos preciosos como las fotografías que nos vinculan con nuestro propio pasado, pues, como dice Hannah Arendt, “al término de nuestra vida sabemos que sólo es verdad aquello a lo cual le pudimos conservar la lealtad hasta el final”. H. C. F. Mansilla