Borges y Doyle: Transgenericidad ensayo-relato

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Borges y Doyle: Transgenericidad ensayo-relato
Gerardo Centenera
Université Paris Sorbonne – Paris IV
[email protected]
No multipliques los misterios
[…] Éstos deben ser simples
«Abenjacán el bojarí, muerto en su laberinto»
El hábito literario es asimismo el hábito
de intercalar rasgos circunstanciales
«Ulrica»
Resumen: Los textos, para ser considerados como pertenecientes a un género, deben
obedecer a ciertas reglas que los definen como tales. Por otro lado, existe la tendencia a
dilatar o violar esos límites, desde el punto de vista del autor, o ambigüedades desde el punto
de vista del investigador, que crean cierta tensión que puede llegar a producir géneros mixtos.
Este artículo defiende que esa tensión es particularmente intensa entre la narración policial y
el ensayo, a los que considera géneros adyacentes. Con este fin subraya elementos comunes
entre ambos, tomando características comunes (concisión, predomino de la información sobre
la circunstancia novelesca, etc.) y paralelismos entre los ensayos de Borges y los relatos
policiales de Conan Doyle, sin olvidar los relatos del autor argentino que pueden ser
considerados como ficción policial. Además de sus puntos comunes, también busca las
particularidades que permiten definirlos como géneros diferentes.
Palabras clave: Doyle, Borges, Holmes, Policial, Transgenericidad
0.0. Introducción: el interés de Borges por el relato policial y por Doyle
Hoy en día consideramos a Jorge Luis Borges una cima de la literatura erudita; esto resulta
irónico si tenemos en cuenta que él siempre reivindicó géneros habitualmente considerados
menores o populares, como la ciencia ficción, el de aventuras y el policíaco, del que nos
ocuparemos aquí y, particularmente, de sus vínculos con el detective creado por Arthur Conan
Doyle.
El relato policial despierta el interés de Borges por las restricciones que le rigen, por su
brevedad y por que pide la participación del lector.
0.1. La restricción genérica
Los géneros del s. XVI —novela pastoril, bizantina, de caballerías, etc.— se regían por
convenciones que pueden parecernos demasiado inflexibles; quizá hoy sólo la novela enigma
pueda aspirar a tal grado de disciplina. Este rigor hace el interés del género para el teórico,
puesto que utiliza los mismos artificios literarios que los otros, pero los muestra de manera
más evidente. Borges, por su parte, siempre mostró interés por géneros de férreas reglas
formales, como las kenningar o el haiku. Del relato fantástico, frente al realista, afirma
He distinguido dos procesos causales: el natural, que es el resultado incesante de incontrolables
e infinitas operaciones; el mágico, donde profetizan los pormenores, lúcido y limitado. En la
2
novela, pienso que la única posible honradez está con el segundo. Quede el primero para la
simulación psicológica1.
Por otro lado, esto mismo hace que las posibilidades de combinación sean limitadas2, lo
que podría cansar al lector, en palabras del propio Borges, «es un género que se vuelve
fácilmente mecánico»3. Pero la repetición con leves variaciones es también un tema esencial
en la visión borgiana de la literatura y del mundo.
0.1.1. La brevedad
La brevedad está directamente relacionada con la restricción genérica:
Los rusos y los discípulos de los rusos han demostrado hasta el hastío que nadie es imposible:
suicidas por felicidad, asesinos por benevolencia, personas que se adoran hasta el punto de
separarse para siempre, delatores por fervor o por humildad... Esa libertad plena acaba por
equivaler al pleno desorden. Por otra parte, la novela ‘psicológica’ quiere ser también novela
‘realista’: prefiere que olvidemos su carácter de artificio verbal y hace de toda vana precisión (o
de toda lánguida vaguedad) un nuevo toque verosímil4.
Frente a la prolijidad y el realismo, Borges prefiere la concisión y el artificio del género
«acaso más artificial de cuantos la literatura comprende»5.
0.2. La participación del lector
El whodunit propone un desafío al lector, un juego —evidente en la castellanización del
término, «novela enigma», aunque éste tiene el inconveniente de incluir la palabra «novela»,
lo que dificulta aplicarlo al relato breve—. La importancia del lector en el hecho literario
aparece así de manera ineludible. Borges reflexiona sobre la percepción y el papel del lector
en diferentes ocasiones; un caso claro es «Pierre Menard, autor del Quijote», donde muestra la
diversidad de las lecturas según el receptor, pero también «Un teólogo en la muerte», donde
nos ofrece como cuento fantástico un fragmento que Swedenborg había escrito como teología.
Anticipa así la estética de la recepción de Jauss, el lector modelo de Eco, etc. Atribuye la idea
a Berkeley;
El sabor de la manzana (declara Berkeley) está en el contacto de la fruta con el paladar, no en la
fruta misma; análogamente (diría yo) la poesía está en el comercio del poema con el lector, no
en la serie de símbolos que registran las páginas de un libro. Lo esencial es el hecho estético, el
thrill, la modificación física que suscita cada lectura6.
0.3. Alusiones a Doyle en la obra de Borges
Por todo ello, Borges multiplica las alusiones al género y a los escritores que lo cultivan; Poe,
Wilkie-Collins, Chesterton, Ellery Queen y, por supuesto, Conan Doyle.
Sherlock Holmes es el detective por antonomasia; «a veces me parezco a Sherlock
Holmes» se jacta Montenegro en «Las noches de Goliadkin»7. «Acercamiento a Almotásim»
1
«El arte narrativo y la magia» Discusión
El grupo Oulipo ha creado una matriz que recoge todas las combinaciones posibles, según Eco en su Apostilla
al Nombre de la Rosa.
3
Entrevista RTVE, programa A fondo, por Joaquín Soler Serrano, 1976, 77'25''
4
Prólogo a La invención de Morel.
5
«The Four of Heards, de Ellery Queen», reseña recogida en Textos cautivos.
6
Obra poética, prólogo. Trata el asunto, prescindiendo de la referencia a Berkeley, entre otros lugares, en «Nota
sobre (hacia) Bernard Shaw», Otras inquisiciones o en el prólogo de Para las seis cuerdas.
7
Seis problemas para don Isidro Parodi.
2
3
es la reseña de una supuesta novela que tiene algo «de aquellas novelas policiales que
inevitablemente superan a John H. Watson [...]»; unas páginas más adelante se menciona el
tabaco de Trichinópoli, una de las variedades descritas por Holmes en El signo de los cuatro.
A veces hace un paralelo entre los personajes de Doyle y los de Cervantes; «Conan Doyle
toma ese tema […] de la amistad entre dos personas distintas, que viene a ser, de alguna
forma, el tema de la amistad entre don Quijote y Sancho»8 o con otro asunto de su
predilección, la teología, cuando considera a Watson «evangelista» de Holmes. La referencia
más famosa de Borges al detective de Baker Street, prueba de que conservó su afecto durante
toda su vida, la encontramos en el poema que le dedica en Los conjurados, 1985; «Pensar de
tarde en tarde en Sherlock Holmes es una/ de las buenas costumbres que nos quedan».
Más allá de las alusiones directas, podemos encontrar ciertos motivos argumentales
comunes a Doyle y Borges.
Uno de los esquemas argumentales más visitados por Doyle pone en escena un personaje
que se ha enriquecido de manera ilícita en un lugar exótico; se instala en la civilización con su
fortuna hasta que un personaje de su pasado trae consigo el castigo. Lo vemos entre otros, en
El signo de los cuatro, «La Gloria Scott» o «Black Peter», etc. Borges lo utiliza en
«Abenjacán el bojarí, muerto en su laberinto»9 o en «La prolongada busca de Tai An»10. La
reescritura del motivo por Lord Dunsany en, «Una noche en una taberna» formará parte de la
Antología de la literatura fantástica que recopiló en colaboración con Casares y Ocampo. En
el mismo libro encontramos otro tópico del género, el de la habitación cerrada, en el relato
«Punto muerto»11, que Doyle ensaya en «La casa vacía» y que Borges menciona en
numerosos ensayos. En otra recopilación, Los mejores relatos policiales12, incluye «La liga de
los pelirrojos». El problema policial de la localización de documentos robados, Borges lo
visita en el «primer problema» de Parodi, y Doyle en «La aventura de la segunda mancha» y
en «Escándalo en Bohemia», entre otros. El personaje del detective de sillón, que participa del
prejuicio clásico que considera superior la especulación pura a los trabajos manuales, es capaz
de resolver los casos sin moverse de casa, con medios únicamente intelectuales. Sherlock está
basado en ese arquetipo; «Soy, esencialmente un cerebro, todo lo demás es un apéndice»13; y
aún más su hermano Mycroft Holmes, de mayor talento, pero cuya misantropía y agorafobia
le mantienen confinado en su club. En Borges, la inmovilidad del detective se perfecciona
haciendo de Parodi un prisionero; también Erik Lönnrot «se creía un puro razonador» y, más
adelante, «quería pasear, quería descansar de tres meses de sedentaria investigación».
Otro asunto capital en Borges es el de la identidad y del doble, Doyle también lo aborda.
En «Un problema de identidad» vemos a un personaje que es dos y, mejor aún, en «El
hombre del labio retorcido», la supuesta víctima resulta ser la misma persona que su supuesto
asesino bajo un disfraz, como en el «tercer sacrificio» de «La muerte y la brújula». Más
refinado todavía, en «Abenjacán el bojarí, muerto en su laberinto», la supuesta víctima es
realmente el asesino, quien desaparece dejando a la verdadera víctima —a la que todos
tomarán por él— con el rostro destrozado para permitir el equívoco. El recurso está tomado
directamente de la novela corta El valle del terror.
Estos argumentos comunes no tienen por qué representar una influencia directa puesto que,
como hemos señalado, las combinaciones del género son limitadas y repetitivas.
8
«El cuento policial», conferencia recogida en Borges oral.
El Aleph.
10
Seis problemas para don Isidro Parodi.
11
De Barry Perowne, pseudónimo del británico Philip Atkey (1908-1985).
12
1943, en colaboración con Bioy Casares.
13
«La piedra de Mazarino».
9
4
El argumento del enriquecido de manera ilícita perseguido por la venganza ya lo
encontramos en La piedra lunar14 de Wilkie-Collins —considerada por muchos la primera
novela policíaca15—. La búsqueda de cartas desaparecidas procede de Poe, también de él y de
Zangwill16 el motivo de la habitación cerrada y el detective de sillón, no es otro que Dupin.
Otro tanto ocurre con los procedimientos estilísticos que Borges llama astucias. Fijémonos
no obstante en una de las que comparte con Doyle, particularmente importante en este tipo de
relato, que consiste en hacer que el narrador cumpla su papel sin comprender completamente
lo que está narrando17. Borges dice haber aprendido el truco en Kipling y en las sagas de
Irlanda, pero otros autores, como Eco18 y Knox19 lo consideran un recurso propio de la novela
enigma.
1.0. Ensayo y narración novelesca en Doyle y Borges
Hay otro punto común entre estos dos autores sobre el cual centraremos aquí nuestro interés:
ambos fueron escritores de narraciones breves y de ensayos y en ambos existe cierta tensión
entre los dos géneros.
Un indicio de esta tensión son las frecuentes alusiones a otros textos, a menudo
ensayísticos, dentro de las narraciones: a veces, directamente interpolado, otras con un sucinto
resumen u otra indicación sobre su contenido. Otras veces, más sintéticamente todavía, se
limitan al título. En ese caso, Borges podría recordar Los tres impostores, «Ese libro
quimérico ejerció un influjo considerable, ya que su virtud residía en el nombre y en lo que
involucraba ese nombre, no en las ausentes páginas»20. En la tablas siguientes vemos
ejemplos, sin ánimo de exhaustividad, de los ensayos aludidos por uno y otro autor.
1.1. Ejemplos
Tabla A: ensayos atribuidos por Borges a sus personajes retomados por él mismo
Autor de ficción
Jaromir Hladík
Nils Runeberg
Hereje anónimo
Dr. Yarmolinsky
Alejandro Ferri
14
Título en el interior de la narración
Vindicación de la eternidad
Primera versión de Judas
Herejía de los anulares
Una vindicación de la cábala
Breve examen del idioma analítico de
John Wilkins
Ensayo de Borges
«Historia de la eternidad»
«La secta de los treinta»
«Nueva refutación del tiempo»
«Una vindicación de la cábala»
«El idioma analítico de John Wilkins»
WILKIE-COLLINS, William, The Moonstone, 1868.
T. S. ELIOT, a propósito de The Moonstone; «the first, the longest, and the best of modern English detective
novels [...] in a genre invented by Collins and not by Poe» citado por Deirdre David en The Cambridge
companion to the Victorian novel [Los crímenes de la calle Morgue aparecen en 1841].
16
The Big Bow Mystery (1895).
17
«simular pequeñas incertidumbres, ya que si la realidad es precisa la memoria no lo es; narrar los hechos (esto
lo aprendí en Kipling y en las sagas de Islandia) como si no los entendiera del todo». Prólogo a Elogio de la
sombra, 1969.
18
Apostilla al Nombre de la rosa, 1984.
19
Los diez mandamientos de la novela policíaca, citados por Boileau-Narcejac en Le Roman policier (1964).
20
Borges sigue a numerosos autores que consideraron que tal libro no existía. Las primeras versiones de la
leyenda sobre un obra de ese título, que rebatiría a Moisés, a Jesús y a Mahoma y haría apología del ateísmo,
circulaban desde finales s. XIII. Conocemos un texto con ese título que data de finales del XVII. Para su edición
crítica, Françoise Charles-Daubert ha cotejado más de 70 versiones manuscritas. Le Traité des trois imposteurs
et L’Esprit de Spinoza. Philosophie clandestine entre 1678 y 1768. Textos presentados y editados por F. CharlesDaubert, Oxford,Voltaire Foundation, 1999.
15
5
Tabla B: ensayos atribuidos por Doyle a sus personajes
Ensayos atribuidos a Holmes
sobre materias no policiales
«El libro de la vida»
Manual práctico de apicultura
Sobre los motetes polifónicos de Lassus
Sobre las raíces caldeas de la antigua lengua de Cornualles
Ensayos atribuidos a Holmes
sobre materias policiales
Sobre los tatuajes
Sobre el rastreo de Huellas
Estudios sobre la influencia de una profesión sobre la forma de la mano
Simulación de enfermedades
Sobre las variedades de orejas humanas
La máquina de escribir y su relación con el crimen
Escrituras secretas
El uso de los perros en el trabajo detectivesco
Ensayos atribuidos a otros
personajes del ciclo holmesiano
Dinámica de un asteroide, profesor James Moriarty
Caza mayor en el Himalaya occidental (1881)
Tres meses en la jungla (1884), Coronel Moran
Aclaraciones sobre Horacio, Dr. Thorneycroft Huxtable
Monografía acerca de oscuras lesiones del sistema nervioso, Dr. Percy Trevelyan
También citan narraciones. Si el caso precedente lo podemos interpretar como una
aproximación del ensayo a la narrativa, al insertar aquel en ésta, aquí podemos interpretar que
la narración tiende al ensayo, ya que la información sobre el relato, cuando se indica su
contenido, al estar expuesto sumariamente toma forma ensayística. En Borges son habituales
los relatos protagonizados por escritores, en Doyle abundan y representan un terreno fértil
para la especulación y el pastiche: «La rata gigante de Sumatra», «El cormorán amaestrado»,
«La locura del Coronel Warburton», « El Capitán Cansado» y un largo etcétera.
Hablamos aquí únicamente de las obras aludidas de ficción y de las compuestas por Doyle
o Borges, pero que se atribuyen en la narración —completa o aproximadamente— a
personajes ficticios, que pueden ser en mayor o menor medida un alter-ego del autor.
Excluimos pues las referencias a autores reales, que también comparten: Carlyle, Hafiz,
Ovidio, Goethe, Samuel Johnson, etc.
1.1.2. Finalidad del recurso
Estas alusiones a obras cumplen diferentes funciones:
-Descriptiva:
Pueden ser un atributo del personaje: en el caso de Moriarty, nos da una idea de su altura
intelectual, en el caso de Pierre Menard, la lista de sus escritos es «un diagrama de su historia
mental» otro tanto se puede decir de Runeberg o de los contendientes de «Los teólogos». Es
una manera de describir las capacidades o intereses de los personajes sin necesidad de
presentarlas en la acción: por ejemplo, no vemos a Holmes trabajando en una colmena, ni
tenemos necesidad de leer los sonetos de José Fernández Irala en «El congreso». Sin
embargo, ambos procedimientos no se excluyen: tras haber atribuido a Alejandro Ferri el
Breve examen del idioma analítico de John Wilkins, se le presenta trabajando sobre lenguas
artificiales en la biblioteca de Museo Británico.
6
-Informativa:
A veces un personaje lee un fragmento de una enciclopedia u otra obra para introducir
información sin necesidad de desarrollarla narrativamente. La lectura es un subterfugio para
interpolar un texto, en este caso un ensayo, que ya usaba Cervantes para introducir alguna de
las novelas breves que aparecen en el Quijote. En el caso de Doyle, encontramos un
fragmento del ensayo filosófico «El libro de la vida» en Estudio en escarlata, la entrada de
una enciclopedia sobre los nativos de las islas Andamán en El signo de los cuatro o la
descripción de la Cyanea Capillata de un libro de historia natural en «La melena de león».
-Esbozo o reelaboración:
Otra finalidad, la que más nos interesa aquí, puesto que es la que mejor ilustra la tensión entre
la forma ensayística y el relato, es esbozar o retomar ideas y temas queridos por los autores.
El procedimiento se explicita en el prólogo de Ficciones:
Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en quinientas
páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos. Mejor procedimiento es
simular que esos libros ya existen y ofrecer un resumen, un comentario. [...] Más razonable, más
inepto, más haragán, he preferido la escritura de notas sobre libros imaginarios.
Hace referencia a «Acercamiento a Almotásim» y a «Examen de la obra de Herbert Quain».
En el primero, el comentario ocupa todo un ensayo, en el segundo, como ocurre con «Pierre
Menard autor del Quijote», ofrece comentarios más breves de varias obras. En «Tres
versiones de Judas» o «El milagro secreto» las digresiones ensayísticas que resumen obras
están interpoladas en la ficción.
Otras veces las indicaciones sobre el contenido de la obra aludida son mucho más sucintas,
hasta llegar a dar únicamente el título. Queremos subrayar aquí los casos en los que las obras
recuerdan o anuncian una del autor.
Aunque en ocasiones las aventuras mencionadas por Watson se refieren a casos ya
publicados, de manera que contribuye a dar coherencia y verosimilitud a su mundo ficcional,
en otras, como hemos mencionado más arriba, se trata de aventuras nunca escritas. También
pueden prefigurar otras que escribirá más tarde. Es el caso de la «Aventura de la segunda
mancha», de la que nos dice en «El rostro amarillo», que, pese haber Holmes fracasado,
ofrecía, nos dice Watson «rasgos de interés». En la elaboración final del relato, publicado en
1904, cambiará la idea inicial, ya que Holmes resuelve satisfactoriamente el caso.
Una idea que apasiona a Doyle es la posibilidad de atentar contra alguien a través del
correo. La ensaya en diversas ocasiones: prefigurada de la manera sucinta que indicamos en el
caso no escrito de «Isadora Persano y la sanguijuela roja»21, la desarrolla en relatos como «La
Gloria Scott» o «El detective moribundo». La versión breve es mucho más evocadora, ya que
escatima la solución del enigma y, como dice uno de los personajes de «Abenjacán el bojarí,
muerto en su laberinto», «el enigma es siempre superior a su solución» o Doyle «Como ha
mostrado a menudo el doctor Watson, una solución explicada es un misterio estropeado»22.
De la misma manera, Borges apunta una idea para una novela policial sin tener que
molestarse en ejecutarla: el detective llega a una conclusión errónea, mientras que el lector, en
una segunda lectura, llega a la verdadera. La atribuye a Herbert Quain y a su The God of the
Labyrinth. Como Doyle, atribuye ideas que le interesan a un personaje y él mismo las
desarrolla en otro lugar, hemos visto algunos ejemplos más arriba: Jaromir Hladík escribe
Vindicación de la eternidad cuyo «primer volumen historia las diversas eternidades que han
21
22
Relato no escrito mencionado en «El problema del puente de Thor».
Arthur CONAN DOYLE, Memorias y aventuras.
7
ideado los hombres, desde el inmóvil Ser de Parménides hasta el pasado modificable de
Hinton» Borges intenta esa empresa en Historia de la eternidad. Ya hemos mencionado el
ejemplo de Alejandro Ferri, cuya obra es eco del ensayo «El lenguaje analítico de John
Wilkins», publicado en Otras inquisiciones.
2.0. Diferencia formal entre ensayo y relato novelesco
Ya hemos visto cómo Borges propone tener en cuenta la recepción como criterio de
clasificación genérica. Vuelve sobre la idea en un texto posterior, en el que se refiere en
particular al relato policial:
los géneros literarios dependen, quizás, menos de los textos que del modo en que éstos son
leídos. El hecho estético requiere la conjunción del lector y del texto y sólo entonces existe. Es
absurdo suponer que un volumen sea mucho más que un volumen. Empieza a existir cuando un
lector lo abre. Entonces existe el fenómeno estético, que puede parecerse al momento en el cual
el libro fue engendrado.
No obstante, ha de existir un elemento formal en el interior del texto que defina el género,
puesto que su lector modelo fue creado por Poe «Hay un tipo de lector actual, el lector de
ficciones policiales. Ese lector ha sido [...] engendrado por Edgar Allan Poe»23. Intentemos
definir el relato policial como género narrativo y frente al ensayo.
2.1. La concisión como rasgo
Dado lo restrictivo de sus reglas, no debería ser difícil dar con ese elemento formal y ya las
hemos insinuado en la introducción; diversos autores han intentado definir las reglas del
género: los diez mandamientos de Knox, las leyes de la novela policial de Van Dine, etc.
también lo hace Borges, cuando considera que «los primeros requisitos del género» son:
«declaración de todos los términos del problema, economía de personajes y de recursos,
primacía del cómo sobre el quién, solución necesaria y maravillosa, pero no sobrenatural»24.
En todas estas preceptivas se subraya la importancia de la búsqueda de la síntesis; el relato
policial perfecto ha de prescindir en lo posible de la adición de circunstancias novelescas. Si
la brevedad y la concisión son, por definición, lo que diferencia al relato de la novela, en el
caso del policial lo hacen muy particularmente.
Quizá por ello, Doyle, que cultivó también géneros largos como la novela histórica,
prefirió el relato breve para su detective; explica esta preferencia por oposición al folletón,
que desarrollaba la acción por entregas y dejaba al lector en suspense al final de cada una de
ellas:
Pensaba desde hace tiempo que el folletón tradicional tenía más inconvenientes que ventajas,
pues un lector que se perdiera un número podría desinteresarse de la revista. La mejor solución
consistía en mantener sólo un personaje, guardando la autonomía de cada entrega. El comprador
estaba así seguro de no perderse nada. Creo haber sido el primero en advertirlo y The Strand
Magazine la primera revista en aplicarlo25.
No obstante, estas razones comerciales no explican por qué las cuatro novelas holmesianas
son tan breves y, en dos de ellas, la trama detectivesca sólo ocupa la mitad, dejando la otra
para narrar los antecedentes.
23
«El cuento policial», 1978, conferencia recogida en Borges oral.
Reseña a Half-Way House, de Ellery Queen, Textos cautivos.
25
Arthur CONAN DOYLE, Memorias y aventuras.
24
8
Borges, por su parte, expresa así su aversión por el policíaco en forma de novela: «rara vez
me parece justificado […]. En ella me incomodan la extensión y los inevitables ripios. […]
viene a ser un cuento alargado»26.
Los tópicos argumentales del género vienen también dados por este afán de economía: La
habitación cerrada y el detective de sillón, no son más que las unidades de lugar y de acción
llevadas al extremo.
Una idea frecuente en Borges es que a una estructura narrativa pueden convenirle diversos
rasgos circunstanciales, más o menos intercambiables.
Considera el abuso de estos como una característica de la novela: «En las novelas hay
mucho de inservible. Tienen que ponerle paisajes, digresiones, intervienen las opiniones del
autor»27. Un relato, pues, tiene menos rasgos circunstanciales que una novela.
Holmes le reprocha a menudo a Watson, a propósito de sus escritos, que abusa de
elementos novelescos. Lo hace con mayor desarrollo en El signo de los cuatro a propósito de
Estudio en escarlata, en el primer ejercicio metaliterario del ciclo holmesiano:
Lo he hojeado —dijo— Honestamente, no puedo felicitarlo. La detección es, o debería ser, una
ciencia exacta y debe ser tratada de la misma manera fría y cerebral. Ha intentado usted de dar
un tinte novelesco, lo que produce el mismo efecto que si insertara usted una historia de amor o
un rapto de doncella en el quinto postulado de Euclides. —¡Pero lo novelesco estaba ahí! —
protesté— no puedo tergiversar los hechos. — Algunos hechos han de ser suprimidos, o, al
menos, mesurados hasta su justa medida: el único punto digno de mención era el curioso
razonamiento analítico de los efectos a las causas que me permitió resolverlo28.
Si filtramos los hechos novelescos, como propone Holmes, nos quedaría un ensayo. De
hecho, se explicita unos párrafos más adelante, cuando Watson, picado, le reta a escribir él
mismo sobre sus casos; Holmes replica mostrándole sus monografías sobre técnicas
detectivescas. Podemos pensar que la recopilación el Arte de la detección de Holmes,
contiene la misma información que los relatos completos del Dr. Watson expurgados de los
rasgos circunstanciales. Es decir, si la economía define el relato corto policíaco frente a las
novelas, extremar todavía más esa economía nos llevaría al ensayo: «Usted ha rebajado lo que
debería haber sido un curso de conferencias hasta reducirlo a una serie de novelas29».
Si aceptamos esto, podemos entender la tensión entre la necesidad de concisión y el peligro
de caer en lo ensayístico que amenaza el género. Sólo traicionando en cierta medida la
concisión que lo define, el policial es posible como narración.
Holmes empieza definiéndose como un analista puro:
— Tengo un oficio muy particular, sospecho que único en el mundo. Soy detective asesor...
Verá ahora lo que ello significa. En Londres abundan los detectives comisionados por el
26
«Dos novelas policiales». Reseña sobre Drop to his Death, de John Rhode y Carter Dikson y The Stoneware
Monkey de R. Austin Freeman, reseña recogida en Textos cautivos.
27
Entrevista publicada en César HILDEBRANDt, Cambio de Palabras Iquitos, Tierra nueva (2008) págs. 147-155.
28
«I glanced over it», said he. «Honestly, I cannot congratulate you upon it. Detection is, or ought to be, an exact
science and should be treated in the same cold and unemotional manner. You have attempted to tinge it with
romanticism, which produces much the same effect as if you worked a love-story or an elopement into the fifth
proposition of Euclid». «But the romance was there», I remonstrated. «I could not tamper with the facts». «Some
facts should be suppressed, or, at least, a just sense of proportion should be observed in treating them. The only
point in the case which deserved mention was the curious analytical reasoning from effects to causes, by which I
succeeded in unravelling it». Difícil no relacionar este fragmento con «El ridículo razonamiento...» del tercer
capítulo de la segunda parte del Quijote.
29
«Las hayas cobrizas»
9
gobierno, y no son menos los privados. Cuando uno de ellos no sabe muy bien por dónde anda,
acude a mí, y yo lo coloco entonces sobre la pista.
Suelen presentarme toda la evidencia de que disponen, a partir de la cual, y con ayuda de mi
conocimiento de la historia criminal, me las arreglo decentemente para enseñarles el camino.
Existe un fuerte aire de familia entre los distintos hechos delictivos, y si se dominan a la
menuda los mil primeros, no resulta difícil descifrar el que completa el número mil uno.
Lestrade es un detective bien conocido. No hace mucho se enredó en un caso de falsificación, y
hallándose un tanto desorientado, vino aquí a pedir consejo.
— ¿Y los demás visitantes?
— Proceden en la mayoría de agencias privadas de investigación. Son gente que está a oscuras
sobre algún asunto y acude a buscar un poco de luz. Atiendo a su relato, doy mi opinión, y
presento la minuta.
— ¿Pretende usted decirme —atajé— que sin salir de esta habitación se las compone para poner
en claro lo que otros, en contacto directo con las cosas, e impuestos sobre todos sus detalles,
sólo ven a medias?
— Exactamente. Poseo, en ese sentido, una especie de intuición.
Pocas páginas más adelante, abandona el papel de detective de sillón por el de hombre de
acción, lo que favorecería la ulterior aparición de Mycroft30.
El detective de «La muerte y la brújula» tenía el mismo problema: «Lönnrot se creía un
puro razonador, un Auguste Dupin, pero algo de aventurero había en él y hasta de tahúr».
Efectivamente, Dupin es el más fiel al papel del detective puramente analítico; por ello «La
carta robada» y «Los crímenes de la rue Morgue» tienden al ensayo; «luego tenemos el otro:
El misterio de Mary Roget, que es el más extraño de todos y el menos interesante para ser
leído»31, nos dice Borges. Efectivamente, resulta más duro para el lector, porque es
prácticamente un ensayo. Si el anónimo amigo de Dupin desempeñaba el papel de mero
subterfugio narrativo en los otros relatos, aquí se le reduce a una función sintáctica, sin
contenido semántico, como si de una preposición se tratara. Poe no solo crea el género32, sino
que lo agota, encontrando sus límites; no en vano comienza «Marie Roget» disculpándose por
reincidir en él:
Cuando, en un artículo titulado «Los crímenes de la rue Morgue», me daba, hace cosa de un
año, a describir los notables rasgos del carácter mental de mi amigo, el Caballero Auguste
Dupin, nunca se me hubiera ocurrido que volvería sobre el mismo asunto. Esa descripción era
mi finalidad, que se había colmado a través de la extraña serie de circunstancias que mostraron
la idiosincrasia de Dupin. Hubiera podido aportar más ejemplos, pero no hubiera probado nada
nuevo33.
30
Otras referencias a Holmes como detective de sillón en «Los seis napoleones» y «La piedra de Marzarino».
Vemos a Microft en «El intérprete griego» y en «Los planos del Bruce Partinton».
31
«El cuento policial» conferencia, en Borges Oral, 1979.
32
«De un solo cuento suyo que data de 1841, ‘The Murders in the Rue Morgue’ [...] procede todo el género
policial: Robert Louis Stevenson, William Wilkie Collins, Arthur Conan Doyle, Gilbert Keith Chesterton,
Nicholas Blake y tantos otros» (En Biblioteca personal. Prólogos; Edgar Alan Poe: Cuentos).
33
When, in an article entitled «The Murders in the Rue Morgue», I endeavored, about a year ago, to depict some
very remarkable features in the mental character of my friend, the Chevalier C. Auguste Dupin, it did not occur
to me that I should ever resume the subject. This depicting of character constituted my design; and this design
was thoroughly fulfilled in the wild train of circumstances brought to instance Dupin's idiosyncrasy. I might
have adduced other examples, but I should have proven no more.
10
2.2. La distribución de la información
Pero la economía no es la única diferencia formal entre el ensayo y la narrativa. Si puede
contener la misma información, excluyendo los rasgos circunstanciales, no se exponen en el
mismo orden. El ensayo puro suele declarar un plan global al inicio para desarrollar las partes
enunciadas a continuación:
Hablemos de la Poética en sí y de sus especies, de la potencia propia de cada una, y de cómo es
preciso construir las diez fábulas si quiere que la composición poética resulte bien, y así mismo
del número y naturaleza de sus partes, e igualmente de las demás cosas pertenecientes a la
misma investigación, comenzando primero, como es natural, por las primeras34.
El comienzo de la Poética es un caso paradigmático. Por su parte, la narrativa tiende a
presentar la información, de manera paulatina. Borges, a través de su personaje y alter ego
Alejandro Ferri, lo explicita así en «El Congreso», aunque atribuyendo esta estrategia, en
particular, al realismo: «Descreo de los métodos del realismo, género artificial si los hay;
prefiero revelar de una buena vez lo que comprendí gradualmente».
También Doyle hace una reflexión similar, aunque en sentido contrario, a través de
Watson:
La historia, según creo, ha sido contada varias veces en los periódicos, pero, como todas las
narraciones de este tipo, el efecto es menos fuerte cuando se organizan en bloc, en media
columna impresa, que cuando los hechos evolucionan lentamente ante tus propios ojos y el
misterio se aclara gradualmente, a medida que cada nuevo descubrimiento permite un nuevo
paso hacia la verdad completa35.
O de Holmes: «Estoy cayendo, Watson, en su misma retorcida costumbre de hacer un
relato empezando por el final»36.
3.0. Conclusión
De manera general, la tensión entre las restricciones que dan su identidad a cualquier género y
la tendencia a dilatar los límites de éstas, podría explicar las innovaciones que experimentan o
su evolución hacia otras formas de escritura. Cervantes ensayó y fracasó en todos los géneros
de su tiempo: hubo de renunciar al punto de vista autobiográfico en la picaresca, dejó
inacabada la Galatea, hubo de llevar a la parodia la novela de caballerías; su teatro no
triunfaba porque no supo plegarse a las convenciones que esperaba el público, las del Arte
nuevo de escribir comedias. Sólo en la novela bizantina triunfó; en su vejez, llegó a escribir la
obra que le satisfizo, perfectamente coherente con las reglas del género. Hoy el Persiles es de
las más olvidadas, quizá precisamente por haber conseguido esa perfección genérica: «No
importa el mérito esencial de las obras canonizadas; importan la nobleza y el número de los
problemas que suscitan»37.
La particularidad del relato policíaco en relación con esta tensión, es que consiste en su
proximidad con el ensayo.
34
ARISTÓTELES Poética, Madrid, Gredos, Valentín García Yebra (ed.), 1974.
«La aventura del pulgar del ingeniero».
36
«El enigma del puente de Thor».
37
«Sobre los clásicos», revista Sur, nº 85, octubre 1941.
35
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