MEMORIAL LITERARIO. ¿"Vi BIBLIOTECA PERIÓDICA NUM. XX

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MEMORIAL LITERARIO.
BIBLIOTECA
¿"Vi
PERIÓDICA
DE CIENCIAS Y ARTES.
NUM. XX.
Julio, d¡a 20, (Afío iSog.) Tercer trimestre.
CIENCIAS.
FILOSOFÍA
MORAL.
He la inconseqüencia de nuestras
esperanzas.
1 odos los hombres tienen sus miras para en adelante , todos se alimentan
por decirlo así con la esperanza; pero la
mayor parte suelen hallarse engañados
al fin de la ¡ornada, y esta esperanza,
TOM. iir.
á
JO
que tanto tiempo los ha entretenido, se
desvanece en un momento, siendo ciertamente mayor el niimero de los que son
infelices por esto , que por los males reales que los afligen, 'f ¿ Qué cosa mas natural , dice Epicteto , que el que salgan
con su empresa los que no perdonan fatiga ninguna para coiiseguir el fin que se
propusieron? Aquel se ha afanado para
obtener grandes puestos, tú has gastado
tu vida en estudiar los principios de la
sana filosofía y de la recta moral, el
otro ha conseguido ser rico á costa de
mil desvelos y de continuos afanes, tú
has llegado á saber usar convenientemente de cada cosa, según se debe. Ahora dime, i si estos tales te llevan ventaja
eo lo que tú sabes, y que ellos despre->
cían ? Si aquel ha obtenido altos puestos,
si el otro está lleno de riquezas, y tú no
tienes ni lo uno ni lo otro, ¿podrás decirme quál es la razón ? Claro está: que
tú no has puesto los medios para lograr
ninguna de estas cosas, quando ellos han
hecho todo lo posible. Dícesme á esto.
5»
que por la razón de que te has esmc-,
rádo en adquirir buenos principios , era
natural que lograses tener poder, ser respetado, &c., y yo te respondo que ciertamente debe ser así; pero con relación
tan solo á lo que has trabajado, y á los
frincifios que tienes-. Por lo tanto, dexa
que los dejnas sobresalgan y adelanten
en aquellas cosas á que con mayor ánS'a se dedican, ó si no pruébame, que
porque tienes buenos principios manejas
el arco con mas destreza que un flechero,
o sabes adovar el hierro mejor que un
herrero."
Seguramente no está en el orden regular de las cosas, que un hombre consiga á su antojo lo que quiera, sin hiber
puesto todos los medios para conseguirlo. En esto no hay duda; todos conoce-,
nio$ 6 creemos, á lo menos conocer las
leyes del mundo (isicp , y aunque hallemos algunas cotitradicciones, rara vez
nos«ngañamos en nuestros deseos y proyectos .,reljit¡vaniente á estas leyes, y así
?s que ninguno cree poder cultivar en el
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clima menos caluroso de España las frutas delicadas de la América Meridional,
y el que siembra ó planta, por exemplo,
un melocotón ó un peral, está firmemente
persuadido de que se ha de pasar mucho tiempo antes que coma los frufos áe
«stos árboles, ¿Y esto por qué? porque
el hombre se somete á la necesidad, y
nuestros deseos ccan al momento que
conocemos ser absolutamente imposible
el satisfacerlos. Ahora bien; si echamos una
ojeada con rePexíon sobre el gobierno moral del universo, y sobre el orden del
sistema intelectual, hal'arémos en ellos
tinas leyes tan fixasy tan invariables como
los prifícipios de la filosolia de Newton.
Efectivamente tan incierto es el modo
con que se hace la vegetaeron y su curso , como e l m o d o que guarda, en sus
progresos la costutnbre; y el poder de la
atracción no está mejor demostrado que
la-fuerza de la afección , 6 el iiíflsxo del
éxemplo. De consiguSetJte, el hombre
que eswdiare bien las operaciones de la
naturaleza, tanto en «I mundo intelectual
Í3
como en el fisico, pondrá citfrta medida
á sus deseos, y siempre dirigirá con moderación sus súplicas á la providencia.
Este tal nunca saldrá ensañado ni con relacion á sí, ni con relación á los otros,
siempre obrará con exactitud y precisión,
y solo esperará de su trabajo y de sus
esfuerzos el efecto que naturalmente deben producir.
Por no haberse aplicado á este esradio , se ven expuestos muchos hombres
de mérito á censurar las disposiciones d«
la Divina Providencia, quando ven que
logran ciertas ventajas sobre ellos algunas personas despreciables, aunque no
ignoran que han adquirido esta superioridad , valiéndose de medios indignos de
una alma noble. ¿ Cómo pues se podrá
tener una cosa, si no se quiere pagar lo
que cuesta ? Podemos considerar el mund o , como un gran mercado, donde la
fortuna pone de venta sus mercaderías,
como las riquezas , la tranquilidad ,, la
reputación, la integridad, la ciencia, &c.
En este mercado cada cosa tiene su prc-
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cío fixo é inalterable, y el tiempo» el
trabajo y el genio son los géneros de
cambio, ó las monedas con que se compran. Examinemos, comparemos, escojamos , despreciemos; pero una vez comprada la cosa, atengámonos á isuestrá
elección , y no hagamos lo que los muchachos , que siempre se acuerdan con
sentimiento Justamente de aquello que no
quisieron comprar.
£s tal la fuerza de una industria bien
arreglada, que si iempleamos con energía
y constancia nuestras facultades para
conseguir una cosa qualquiera, regular^
mente siempre la conseguimos. ¿ Quieres
por exemplo ser rico ? ¿ cíees que la riqueza ¿nicamente merece que hagas un
sacrificio de todo lo demás ? Pues tú serás rico sin duda ninguna. ¡Quintos bao
llegado á amontonar grandes tesoros á
fuerza de trabajo, de paciencia, de di, ligencia y atención en los artículos mas
despreciables del gasto y de las ganancias ! Pero para esto se han privado aun
del mas ne.cesario reposo, y de los pía-
ceres qne ofrece la" tranquilidad del espíritu , y han abandonado tal vez el sendero de la justicia y de la virtud, no
cuidando tampoco, en conseqüencia, de
su reputación y buena fama. Si te portas
siempre con la mayor integridad j llegarás á tener una probidad grosera, en
cierto modo j y tu honradez y hombría
de bien serán comunes > pórqiíe deberán
sufrir necesariamente mucha alteración
las nociones delicadas^ y las sublimes
ideas de mor^l que has adquirido con
la educación y eí estudio i y siempre estarán aconípáñadas dé una prudencia
austera y irigurpsá. Aprenderás á hacer,
sino in)üsticías, á lo menos cosas muy
duras, y tendrás que desprenderte quanto antes de tu disposición franca y generosa. Ademas de esto, deberás cerrar
la entrada de tu corazón á las musas, y
alimentar tu entendimiento cob ías toscas
•verdades, digámoslo así, y con las pesadas reglas del manejo y del tráfico.
Finalmente, no podrás pensar en exten-der tus ideas, ni en perfeccionar tu gus-
to, ni en afinar tas sentimientos, y te
hallarás condenado á-seguir el camino
trillado, sin volver los ojos ni »una parte
ni á otra. Dirás que^jo te puedes semeter á semejantes condiciones, porqqe tienes mas noble el alma; pues bien, renuncia para siempre tus proyectos, y no
te aflijas en lo sucesivo, si no llegas á
ser rico.
Si por ventura es la ciencia el objeto
de tu ambición, puedes en efecto adquirirla á costa de una aplicación continuada, con el estudio y la reflexión, reti-:
rado del bullicio del mundo. ''Pero, dice
el sabio , ¿ no es cosa para perder el jui-<
CÍO* ver tantos que no saben traducir
al idioma nativo los títulos de sus armas , y qoe á pesar de esto viven en la
opulencia, con la mayor profusión, quaooo yo apenas tengo las cosas necesarias
para la vida?" ^Et ubi magna taiisX
¿Acaso has pasado en la soledad y el te.íiro los mejores años de tu vida, para
juntar inmensas riquezas? íó te has puesto
descolorido , velando, á una escasa luí,
y has pasado las noches enteras destilando , por decirlo así , el espíritu da
Greda y de Roma, para hacer una gran
fortuna? Si ha sido con este objeto , seguramente no has seguido el camino que
debías, y has perdido el tiempo y el trabajo. Tal vez me dirás: ¿y qué recompensa he logrado por tanfos afanes? ¡Qué
recompensa 1 El haber ennoblecido tu
alma, el haber conseguido una dulce
tranquilidad, el verte libre de las preocupaciones vulgares, el hallarte capaz de
Juzgar de las obras de los hombres, y
«e admirar con reflexión y conociínieiuo
las del Criador, el haber cultivado y enriquecido tu entendimiento > el tener en
tí mismo mil recursos de diversión, y
un manantial innagotable de ideas nuev a s , de pensamientos dulces, el haber
llegado á conocer tu dignidad y á comprehender-en algnn modo la esencia del
Supremo Hacedor. ¿ Qué echas pues de
niénos teniendo todas estas cosas ? Adamas, tu aplicación y tu estudio no pueden menos de proporcionarte el pasar la
5»
vida en una feliz medianía, si haces de
ellos el uso que debes.
"¿Y qué diremos de la economía de
ia Providencia f qllando vemos que utt
hombre vil y despíéciablé ha adquirido
riquezas Suficiehteá para comprar la mitad de üiia nación?'* ¿Qu¿ hemos de decir
iino qué ésta Divina Providencia ordena
las cosas de ün ttiódo qué no podemos
tomprehender, y ademas, iió sabemos
íjue este hombre j éste avaro t se ha hecho
vil y despreciable á los ojos de todos,
para amontóhar elbró que Solo le sirve de
peso ? Ha comprado Sus riquezas; ¿ pero
qué ha d^do por ellas? su conciencia^
Su libertad y su salud s ahora mira si debes envidiarle la compra que ha hecho.
¿Serias capa2 de baxar los ojos y de avergonzarte en Su presencia, porque le ves
rodeado del fausto y de la magnificencia ? Levanta, levanta la cabeza con noble orgullo, y di dentro de tu corazón:
Verdad es qué yo carezco de todo esto;
péío carezco de ello, porque poseo otras
tosas mqores, y estoy muy contento de
59
iiaber gastado el tiempo para adquirirlas.
Si eres un hombre modesto, si amas
él reposo y una lícita independencia,
si tu carácter es reservado, si tienes cierta
delicadeza que ite impide ir anunciando
por todas partes tu mérito; vive tranquilo en tu retiro, contentándote con la
estimación de tus amigos, y con'los sentimientos que hacen nacer en los otros
un corazón lleno de honradez, y un entendimiento delicado 6 ingenioso; pero
dexa los puestos brillantes del mundo á
los que quieren y saben comprarlos. {Se
Concluirá).
6o
TEOLOGÍA.
Instituciones de Teología Pastoral, 6
tratado dd Oficio y Obligaciones del
Párroco. Componíale el Padre Maestro Fray Lorenzo Antonio Marin^
Asustiniano, en el convento de San
Felipe el Keal. Ionio i.° en 4.'' Se
hallará en la Librería de Fuentenebro,
calle de las Carretas.
EXTRACTO.
x\an quando en el siglo xvili no
se hubiera progresado mas que en el atinado método que se ha establecido en
las obras d^tinadas á la enseñanza, bien
sean concernientes á las ciencias, bien á
la literatura, ó bien á las artes, bastaría
para reputarle por uno de los siglos mas
ilustrados. ¿Yquién negará'que sin método es imposible adelantar en ninguna
carrera ?... Esta proposición es demasiado
6s
conocida, para que nos detcsngamos ¡ea
su demostración. Tratamos ahora de decir algo al público sobre el mérito d^ U
obra que anunciamos, y de la que solo
se ha publicado el tomo i.° Parece que
el designio primero del autor fu.é, se-r
gun dice en el prólogo, dar .traducida fieU
mente una Teología Pastoral que llegó á
sus manos, qne escribló.en Alemán Fran^
cisco Gíftstchutz, y que publicó en la^
tin Josef Zola; pero á persuasión de aU
gunos amigos suyos, que reconocen qua
un talento como el del Maestro Marin,
debía extenderse á mas, y presenur la
mencionada obra para la utilidad del pú->
blico, baxo otra forma mas ventajosa, se
resolvió á la empresa, aun quando rpcis-.
lando de sus propias luces, en virtud d«
lu modestia. Se puede asegurar que su.
obra es original-, aun quando se, hay^
valido , conío él mismo dice, en diver-r
sas ocasiones de la obra dei citado Gift-,
«chutz, y de la del célebre Lovanlense
Juan Opstraet, titulada Pastor bonus, y
de la. del Alemán Josef Laubet Institutior
62
fies Tkeologia Pastoralis Compendiosit'
E a efecto, el Maestro Mari n es acreedor
á los elogios universales, por lo bieo
que desempeña el plan que se había
propuesto , y porque sin detenerse en
ridiculas controversias, solo trata aquellos puntos qué son dé.un ínteres conocido é indispensable, para que un
buen Párroco cumpla con las funciones'
que su ministerio le prescribe. Igualmente
da otras nociones generales sobre la religión, y ciertos puntos concei-niehtesí á
la Christiandad, de donde resulta que
esta obra es útil para toda clase de gentes. No nos podemos negar á la satisfac-»
cion de copiar el primer párrafo del capítulo xxni del libro i.**, tanto por el
asuntó i que está encaminado, como por el
sencillo y hermoso lenguage con que está
escrito: trata de la necesidad que hay de
quitar al vicio la máscara con que se
oculta , y dice así: "mochísimas veces se
Tiste el vicio del trage de U virtud. Son
muchas las acciones buenas en la apariencia, ilustres, excelentes, que tienen
63
pn origen impuro y vergonzoso. Descábrase este en general, sin hacer aplicaciones, y como que solo se teme , recocomend^ndo al mismo tiempo á }os oyentes aqqelU bondad de corazón , aquella
probidad y rectitud verdadera é interna
que aconseja Christo y manda. A.'í s§
quitará en algún modo el disfraz coi»
que se ocultan los hipócritas; y también
se puede pelear alguna vez contra ello?
con las mismas armas con que comba-^r'
fió el Salvad9r á los Fariseos y sus falaces virtudes." Pudiéramos muy bien presentar todavía mejores pasages tomados
de esta obra j pero hemos escogido este
por su concisión, y por tratar una materia mas acomodada á la común ¡n.^.
teligencia que las demás que eti ella se
tratan. En el libro tercero se habla de la
predicación y modo de hacer los sermor
nes. Presenta primeramente el autor un
rápido bosquexo de la historia de la predicación desde sus principios, es decir,
desde la época de Moyses," Josué, &c.
tasta el tiempo presente ; posteriormente
64
da reglas generales para componer sermones , y luego se detiene en hablar de
las homilías, pláticas, panegíricos, oraciones fúnebres, &c.; y en los dos últittiós capítulos del libro trata de la pronunciación • acción' o gesto, y de la memoria , condojendo con ua apósírofe á
los predicadores.
El tomo termina con el análisis del
libro qnarto de Doctrina Christiana, compuesto por el gran Padre de la Iglesia
San Agustín. El autor alemán Giftstchut»
solo una vez se acordó, y esto muy fríamente de San Agustín, en la sección segunda de su obra, según dice el Maestro
Marín, lo qual no pudo mirar con indiferencia el Editor latino, y la incluió en
la traducción hecha en este idioma; y
en español no se ha omitido, ni de ningún modo se debia omitir , pues cont?ene
reflexiones sumamente interesantes, y enseña la teoría de la predicación con el
mayor magisterio y profundidad.
Finalmente, la presente obra se puede ásegaraf que es completa en la mate-
6y
fia que trata, y muy necesaria í los Párrocos para el exacto cumplimiento de
5U obligación. Nosotros nos alegramos
de que el Maestro Marín haya empleado
tart ventajosamente sus talentos en una
empresa tan ardua , y en un asunto de
entidad que tan felizmente ha desempeñado.
M. C.
LITERATURA.
Principios de Retórica y Poética' por
Don Francisco Sánchez, entre los Arcades Floralbo Corintio. Un tomo
en 8.° marquilla. Se vende en las librerías de Bengoechea, calle de Car' reías, y de Cerro , calle de Alfalá.
' EXTRACTO nE t A PlHMERA PARTB.
Siempre han deseado todos ver reducidas á sus mas sencillos principios
lá Retórica y Poética, libres de la pesaTOM. III.
e
66
dez y del fárrago de reglas con qn*
hasta aquí han sido tratadas, y sin que
incurrieran en la obscuridad, ¿fueran inútiles por lo breve y árido de sus preceptos. Mucho tiempo ha que se echaba menos en nuestras escuelas pábli(:as, y ea
la enseñanza privada, un tratado, qu^
reuniendo estas apreciables qualidades,
proporcionase á los jóvenes estudiar con
facilidad,, gusto y aprovechamiento la
Retórica y Poética, pues aunque tenemos algunas traducciones de autores franceses é ingleses, que han expuesto la materia magistralmente, y alguno también
original que merece aprecio: con-todo,
fe paedie asegurar que, ó por ser muy
difusos, ó por no estar desprendidos-de
ciertas preocupaciones heredadas de nuestros antepasados, no son propios para la
primera instrucción de los jóvenes, y solo
pueden servir para los hombres que. se
hallan en estado de juzgar de las cosas.
Parece que estaba reservado al Señor
Sánchez el dar una nueva forma al estar
^ o de estas aobilísimas artes ; y ea
«7
jefecto , ha seguido un método diferente , y ha mostrado el camino menos escabroso y mas corto , para llegar
á ser un consumado Retórico, y un excelente Poeta. Para esto considera lo primero de todo á la naturaleza como la basa
de la eloqüencia, y el origen de todos
los sentimientos, deduciendo de ella la»,
reglas generales de la oratoria y de la
poética, y desechando toda la serie de
lugares comunes que tan difusamente,
dice, "explicaron los antiguos, mas bien
para fascinar que para instruir, mas para
hacer sofistas y charlatanes que filósofos.".... No faltará, prosigue mas abaxo»
quien acrimine mi osadía , porque abiertamente me opongo á lo que enseñaron
unos hombres tan célebres; mas sepa,
que ni siempre fueron sensatos, ni siempre sabios^: respeto su mérito, no sus
extravíos ni sus niñerías. En materias de
razón, no la autoridad, sino la razón
es Ja que dicta leyes: la razón se convence , no se tiraniza: á ella sigo NulUus addictus jurare in verba ntagistri^*
< 3
Ya se dexa conocer que un hombre despreocupado hasta este punto, un hombre que después de haber hecho un p r o fundo estudio sobre los autores de mejor nota, escoge lo bue^no que encuentra
en ellos, y dexa lo malo, sin sujetarse
á la autoridad , necesariamente ha de
atiriar, si no se separa de la naturaleza.
j Y quál es el ñn que se propone e l ? e ñor Sánchez en sus principios de Retórica y Poética ? Veamos como se explica
en el último periodo con que concluye
el capítulo primero. "Mi ambición, dice,
quedará satisfecha, y mis deseos abundantemente,coronados, si uniendo la precisión con^ la claridad , inspiro el buen
gusto á los jóvenes, les incito á estudiar
los modelos, les enseño á pensar, pico
sn curiosidad, señalando los pasages que
deben estudiar, despierto su imaginación
y sentimientos, les liberto de la fastidiosa lectura de otros tratados recargados de preceptos áridos é inútiles, y les
rescato la preciosa porción de tiempo
que ahora malgastan."
69
Si hubiéramos de detarjernos á hacojr
un extracto circunstanciado, de esta obra,
tal vez pasaríamos los límites prescritos á
un periódico, y por otra parte apenas
hay en ella cosa que no. merezca una
atención muy particular: por tanto^i^eguir^mos, exponiendo brevemexite el plan
del autor, y citando alguno que otro
pasage, aunque quisiéramos poder, insertar todos los que son dignos de Icer^
especialmente..
En el capítulo segundo habla el autor de los tropos , dando su definición;
y explicando en qué consiste la Metomoya , Sinécdoque, Comparación y M^•táfora , Alegoría, Tronía , Hipérbole,
Repetición y Disyunción, presenta excn?plos selectos de todos estos tropos, p
bien sean figuras. El capítulo terceijo
contíejie: aligujiay reflexiot^fes^ muy ap(Cciables sobre el capítulo anterior. Por
ellas .Jjace-.ver el seqor Sánchez, oponiéndose directamente, pero con mucha,
solides, al célebre Dumarsais, qu8 los
tropos rio son figuras de palabras, de
70
suerte qne mudadas estas, desaparezcan
aquellos, pues aunque *'ao dándose palabra que no envuelva una idea, es cierto que mudadas las palabras, desaparece» los tropos } porque desaparecen las
ida», si en lugar de las palabriis que hacen tropo, se substituyen otrasj qué '
exactamente despiden las inismas ideas,
• permanecerá el tropo, j y por qué ? porque se conservan las ideas." Esto lo confirma con un exemplo del mt^moDuMar$a¡s(i). Si por quilla entiendo nave,
•aflie este, quando en vez de quilla, digo
/nave, se acaba el trofo sin alterarse el
pensamiento. £1 autor hace ver que el
pensamiento se varia por ser la idea principal én el exemplo dado la quilla, y
como accesoria la de la nave, y substituyendo esta en vez de la otra, no debe
quedar tan clara la idea del todo, como
lo estaba la de la parte que nos récor^
daba la de aquel al mismo tiempo. Este
• (I) Du-Marsai* dice vela por nave nonillajpero de todos modos subsiste la d¡-
Scultaa; •'•'--'. •' '
7'
capítulo está escrito con mucho juicio,
y con una muy sana crítica.
Él Paralelo, Hipótíposis, Antítesis,
Suspensión , Corrección , Gradación ó
Climax, Reticencia , Preterición Sujeción ó Anteocupacion son el objeto del
capítulo quarto. En el quinto se contienep ia Exclamación, Confesibn, Deprecación , Conminación j Imprecación, Interrogación, Amplifítíácíoñ j Apostrofe,
Personificación, Prosopopeya, y en él
ciertamente da á conocer el autor que
sabe lo mismo, que enseña, como se puefle.ver en la excelente traducción que
ofrece del pasagé del libro '^azxto de la
Eneyda, en quei Dido^ sabiendo que Eneas
ha resuelto abandonarla j y después de
haber procurado disuadirle por todos los
medios posibles: ''la n)ismáÍ>ido, que poco hace hemos visto tímida, llorosa, suplicante y derribada á las plantas de Eneas,
entretanto que perdido todo género de
esperanza, oye sus frivolas disculpas, y
«1 mandamiento de Apolo, le mide con
su vista de alto á abaxo i y de un lado
V
á o t í ó , hasta que al fin, no pndienda
contenerse , rompe en estas expresiones
coléricas."*'No, pérfido, no desciendes tú,
de Dardano, ni es tu madre ia hermosa
VéQus ^ el horrible Caucaso te engendra
J é s u s mas duras rocas, y las tigres hircanas te criaron á sus pechos. Después
de tantos menosprecios y ultrajes, ¿ quó
puedo ya esperar ? j por ventura ha sus->
pffado una vez siquiera? ¿ha derramado
una lágrima al verme llorar? ¿ha dado
señal de sentimiento al oir mis plegarias
doiorosas ? ¿ se ha dignado mirarme "i
Me habla de Apolo, de oráculos, de
agüeros, y para apresurar su partida el
embaxador de los Dioses ha descendida
á él desde ia bóveda de los Cielos. ¡Dignos cuidados por cierto de los Señores
del mundo! por cierto que la importan-»
cía de este viage habrá turbado su pro-»
funda quietud!
;
Parte, parte, crtiel, busca tu Italia
Pof medio d^ ^os piélagos ventoso*;
73
Parte; yo espero, s¡ hayan Dios deliüsto
Terrible vengador, que tu castigo
Hallarás entre rígidos escollos;
A Dido llamarás, á Dido ausente
Allá tendrás con su espantosa tea:
Y después que la muerte dividido
Del alma hubiere mis cansados miembros,
Delante me verás en negra sombra
Acosarte do quier, seré vengada
i O perverso! de tí: tan grata nueva
Me llevará la fama voladora
Alimperio del báratro profundo, \ v.
El trozo siguiente, y el que empiee»
IO sal que en luz eterna al mundo aclafas\ son igualmente dignísimos de leerk.
N o ponemos la amplificación que el señor Sánchez hace, hablando de esta fjgg.r a , por no alargarnos demasiado, aunque lo sentimos por sec un excelente exeinplo.
El estilo, sus calidades permanentes,
y ius modos accidentales, son la materia
del capítulo sexto, tratado con el mismo
tino que los anteriores, si bien es de sen-
"74
tlr que estén algo escaseados los exéhiplos, aunque no por eso es meóos digno
de elogio. No obstante, como estamos
en la obligación de hablar con la mayor
ingenuidad, no pedemos menos de decir al Señor Sánchez j que el exemplo
^ué ofrece del pensániientó vivo, no nos
parece el mas propio; Copiaremos sus
palabras.... "Así j quando á Medea dic»
su nodriza i qué nada le queda contra
tantos enemigos) y ella responde, Medeá queda t eti ia-respuesta está la viveza ; tai es eí diálogo qué pasa entre las
'tíos." Pudiera creerse que esta respuesta,
inas bien que viveza^ tiene sublimidad,
"pues el carácter de esta , según el mismo
Señor Sánchez, es íá nobleza, la dignidad y magestad..i..exáltar fuertes pasiones,
pintar grandes caracteres , desenvolver
grandes causas, celebrar acciones extraordinarias...he aquí el empleo del sublime.»*
Seguramente Séneca no podía pintar el
altivo carácter de Medea, ni las grandes pasiones que la agitaban de otro
modo mejor, que poniendo en su boca
ísta respuesta, que nos dá á conocer la
extensión de sus proyectos, y de que
era capaz Medea quando no la intimidaba verse sin sus Cólcds en poder de
un esposo j cuya fidelidad le era sospechosa, y privada de todo auxilio al
paracer ^ pues á pesar dé ésto responde,
Medea queda ^ como si dixera, Medea
es superior á las desgracias qué la cercan,
Medea sabe allanar t()das las dificultades,
i Medea nada la acobarda. Este es nuestro parecer j el qual estamos prontos á
retractar si acaso fuere errado.
£1 capítulo: séptimo trat» de la Melodía, Número y^f ihonía'del éstiío. Ha-blando de la Árríioiiía; dice éi autor:
"ninguno iguala á Virgilio en la poesía
imitativa: ¿ describe la carrera de las galeras? el verso es yá vivo^ ya pesado:
se precipita con la de CloantOj tf coa
la de Mnestéó, se romp« y arrastra con
la de Sergesto. £b la lucha de Dares y
de Entelo los versos pintan todos los esfuerzos, todas las actitudes de los robustos Atletas, y parecen evitar ó de-
7^
tener los golpes dados alternativa-mente
por ellos: levantarse con la flexibilidad
de sus brazos, « c a e r con el peso deí
cesto i.en una pjlabra , todos-los movimientos se hacen írtiágencs. Aquí se alzan,
allí se encorvany'>aUá se encogen, aquí
se alargan, alli',sf detienen, y acullá se
apresuran." ¿ Q v í mejor cxemplo de la.
armonía imitativa que este periodo?
lia elocución pública ocupa el capítulo octavo y l^s reglas que en él da el
autor son excelentes, y tomadas, de la
misma naturaleza. "¿Deseáis, d¡ce,,poett ^ y oradoref, ser justamente aplaudidos
-«iiürc les presentes,. y qvie vuesjros nom:br«s- respetables corfao á la par de U>s
siglos ?• Convenced, el entendimiento,'y
cautividad la voluntad.... ¿Preguntáis de
.•qü¿ maeeí-a habéis de convencer, de quré
i»aner4 persuadir? Estando vosotros coor
•encidos y persuadidos de lo mismo. En"
yaoo^fcadiréis al arte, quando sé opoffe
-k naturaleza. ¿Ni cómo,podréis convcn?•eer i,otfos quando vosotros no lo estaip?
¿Cóino; excíur las pasiones, hallándoos
77
apáticos?.... Ninguno da lo que no tiene.... Sabéis que de. la pasión, es decir,
del estado del alma vivamente agitada é
inflamada", nace la eloqüencia: y dado
que alguna vez logréis conocer y persuadir por razones; empero , aquel grado
de eloqüencia que se lleva los aplausos
de los hombres, y que tan vehem^ente
como el uracan, tan penetrante como el
rayo , y tan rápido como nn torrente
trastorna, hiere y arrebata, creedme, no
se puede , no se puede conseguir sin
una violenta pasión. La pasión exalta las
potencias, y comunica al ánimo una luz,
una valentía no conocida en los momentos de calma." Este es sin duda nin«una
el verdadero método para arreglar como
se debe un discurso, este el medio de
que la locución pública tenga toda la
dignidad y energía que la competen, y
este el seguro camino que conduce al
templo de la gloria.' ¿ Qué valen én comparación de estos sencillos preceptos,
aquella cáfila de reglas acinadas las unas
«obre las otras, que tanto tiempo han
78
hecho perder á los jóvenes hasta aquí?
Ésto no puede remediarse ; pero al menos consolémonos con que el estudio de
la Retórica y Poética tendrá en adelante
un aspecto enteramente nuevo, y que
lejos de asustar á los principiantes , los
atraerá, y los convidará con la dulzura
de sus modales, depuesto aquel rígido
ceño eon que antes los atemorizaba.
Los dos siguientes capítulos tratan
de las diferentes especies de Locución
publica, y de la disposición y conducta
de un discurso. En el último expone
con la níayor claridad el Señor Sánchez,
qué cosa sea Exordio, Narración, Pruebas , Refutación, Peroración ó Conclusión. Quando habla de las pruebas , critica justísimamente á los que creen po^
der prescribir al orador las de que ha.
de valerse, como si este no debiera saber mejor que nadie quáles son las qns
le convienen, y quáles no. "Si este está
convencido ¿no sabrá , dice el Señor
Sánchez, exponer los fundamentos y razones desQ convencimiento? No sabrá
79
expresar lo que siente, herir al contrario,
con las armas que le suministra la naturaleza. ¿Esperará por ventura á que venga un Retórico, y le diga; aquí planta
un silogismo cornuto, allá una amplift-;
cacion, en este parage ingiere una gradación , en el otro lo que resulta de la
ley, de los indicios, de la deposición de
testigos ?..« Lógica , lenguage castizo,,
correcto, elegante, fluido, natural, delicadeza de oido, sentimiento , imaginación , cop^encimiento , instrucción, he
aquí las principales dotes que forman al
Orador, y de que apenas hacen mérito.
los retóricos.'?
El capítulo siguiente habla del pa-.
tético , en el qual hate ver el autor,
que el patético cabe, en qualquiera
parte del discujso , contra la opinión
de algunos que pretenden fixarle un lugar determinado, ó ignoran donde se
debe colocar, "Preguntan no pocos au-,
tores, dice , ¿en qué parte del discurso
se ha de colocar el patético?,,.. Yo te
Pregunto, ¡ ó preguntador! quando ua
So
objeto mueve, hiere y agita tu corazón
extraordinariamente , quando te miras
transportado fuera de tí mismo con la
2dmiracion ó la sorpresa, quando tu
alma está arrebatada , tu entendimiento
convencido, subyugada tu voluntad, finalmente , quando eres víctima de una
pasión irresistible, j dexarás , aunque no
quieras, de estar poseído de la admiración y de la sorpresa, arrebatado por
el entusiasmo y la pasión poderosa ? ¿ Dexarás de expresarte en su. lenguage? ¿Y te
atreves á preguntar dónde se debe colocar el patético ?.... Respondo: en donde
quiera que se exciten fuertes conmociones, sea en el exordio exabrupto , sea en
las pruebas, sea en la peroración, &c.'*
Después hace ver que la narración ci
también susceptible del. patético, y p r e senta un exemplo de esta verdad en una
d é l a s oraciones que Cicerón pronunció
contra el famoso Pretor de Sicilia.
En el capitulo doce pasa á tratar de
las disposiciones y calidades del orador,
probidad, ciencia, pronunciación, físoao-
mía, gesto, todo está explicado con el
mayor acierto. Hablando del gesto, no
duda en separarse de la opinión deBlair,
quien cree se debe aprender, imitando los gestos y miradas de los demás,
quando expresan las diversas pasiones
que los agitan, y establece ser mejor el
estudiarse uno á sí, ó por mejor decir,
ser inútil estudiar lo que hacen los demas , quando se siente lo mismo que se
dice, pues la naturaleza nos dicta entonces aquello que vemos hacer á los otro?
en iguales circunstancias. "Siimitas, dice , es claro que finges y no sientes; sino
sienten, guárdate de hablar en público,
y si sientes, á ninguno necesitas acudir
para aprender el lenguage de acción."
Las cartas, los escritos didácticos, la
historia, y los romances y novelas ocupan los quatro capítulos siguientes, todos
dignos de'la mayor atención, especialmente los que tratan de las obras de hisitoria, y de ios romances y novelas.
¿ 1 capítulo diez y siete , y último d©
los principios de Retórica, contiene unas
TOM. III.
/
82
reflexiones muy juiciosas sobre ella, en
las quales prueba mas y mas lo que se
propuso en el principio de la obra; á sa' b e r , que la verdadera eloqüencia con^
siste en el sentimiento , en la imaginación
y en las pailones, en una palabra , en la
naturaleza-, no en las reglas, que si bien
debe haberlas, es solo para que sirvan,
digámoslo así, de freno. "Ellos (los preceptistas) dicen: Cicerón ó Virgilio enseñan , deleytan, mueven, usando de
estos ó de los otros giros: luego, el que
los imite , enseñará , deleytará , moverá....Yo digo, Cicerón ó Virgilio en tal
pasage estaban agitados de esta pasión ó
dé la otra , luego su lenguage debió ser
este, y no otro, porque es el lenguage
de la naturaleza. Dividen la Retórica,
dice mas abaxo, " en invención,
disposición , locución , pronunciación y memoria. ¿ Con que la Retórica enseña á
inventar, á disponer? ¿con que de ella
depende la pronunciación y la memo*
ría? ¿con que los que no se dedican á
está facultad, quedarán irremisiblemente
83
privados de tan relevantes prendas?"
De ene modo continua criticando coa
el mayor tino á los que pretenden ser
eitceiente retórico el que mas reglas sabe
y mas nombres griegos de figuras conserva en la memoria en fuerza de un
trabajo ímprobo é ImM , y concluye
diciendo : ''de mí nada hablo: el público
ilustrado é imparcial juzgará si he comprehendido en qué conti>te la Retórica,
si la he presentado baxo su verdadero
punto de vista , si la he confinado dentro de sus limites, y si he simplificado su
método." Creernos que en esta parte t o dos pensarán como nosotros, pues basta
leer una vez estos principios de Retórica,
c^'Crttos con tal método, con un lenguage
tan castizo , tan adequado á los asuntos
que trata , y que varía, según estas difieren , para convencerse de que el señor
Sánchez ha desempeñado el plan que se
propuso, acreditando que posee á fondo
la materia que expore. Bien pueden los
jóvenes abandonar aquellas obras r e cargadas de preceptos fastidiosos, que
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solo sirven para hacerles perder tiemp o , y si quieren saber Retc5rica, estudien continuamente los principios del señor Sánchez, pues en ellos ademas de la
teoría encontrarán, como hemos visto,
la práctica.
B. ***
^LITEFLATURA ESPAÑOLA,
Tratado de educación. Lectura con método. Segundo v'tage de Robinson , ó
continuación del de Campe, traducido del francés for Don Francisco
de Clemente y Miro, Teniente-de Na^
vio. Tres tomos en 8." con láminas.
Se hallarán en el Despacho de la Imprenta Real, y en las Librerías deRa. mos, calle de Carretas, y Carrera de
San Gerónimo.
(NOTICIA CRÍTICA.)
jQuántas obras se han publicado en
poco tiempo sobre la educación; y qu¿
pocas ó ningunas ventajas se han cxperi-
niefttado ? Desengañémonos: la basa de
Ja educación no consiste únicamente en
la teoría: esta es variable al infinito: en
la práctica es donde principalmente debe
buscarse el germen de las virtudes que se
rectifican, arreglándose á los principios
de una sana filosofia. ¿ De qué sirven
tantos y tan ridículos principios como
se han establecido respecto de la educación tanto moral como fisica, sí estos no pueden prevalecer, pues en cada
individuo son susceptibles de modificaciones , en virtud de su complexión , de su carácter, de su constitución,
y aun de su disposición orgánica ? Asi,
pues, reprobando tantas irreflexionadas
teorías como continuamente se publican,
aprobamos aquellas obras, que estableciendo los principios de la verdadera moral, de las ciencias, de las artes, &c., baxo
el atractivo velo del deleyte, encaminan
á los jóvenes por la senda de la virtud,
y Jos ponen en disposición de ser aigun
día unos ilustres sabios, ó unos asoml>rosos artistas.
S6
BaKo este aspecto, no podemos menos de elogiar la obra que ahora anunciamos: en efecto, en ella se dan unas
nocione"! exactas de ciertos puntos de
Geografía en general, y particularmente
de los viages hechos al mar del Sur: noticias m u y interesantes respecto de las
costumbres, de los usos, de las ceremonia«, &c. de los pueblos que describe:
de la botánica, refiriéndose á las producciones que se crian allí; y al mismo
tiempo unas rectas ¡deas de virtud esparcidas en todo el curso de la obra, que es
tanto mas apreciable, quanto la traducción está desempeñada con mucho aciert o , y con aquella precisión que ÍOIO un
marino obíervador y curioso podría executar. Tendremos ocasión para hablar
mas detenidamente del señor Miro dentro
de poco ; y entonces, que trataremos de
una obra de mas fundamento y digna de
- atención, reconocerán nuestros lectores sí
hemos tenido la desgracia de equivocarnos en nuestro dictamen, ó razón para
elogiar'el mérito. La ediwion y las lamí-
8?
ñas con que está a d o r n a d a , son m u y lind a s , y hacen tanto mas gustosa la lectura
¿e esta obrita.
M. C.
POESÍA.
óeñores editores: muy señores mios.
Vn amigo, á quien deseo complacer, no cotí'
tentó con la aprobación y elogios que algunas personas inteligentes han dado á las adjuntas poesías-, y respetando el voto de
"vníds. en esta materia^ espera le hagan el
honor de decirle abiertamente su sentir;y
si es que tienen algún mérito, y gustan
de insertarlas en iu periódico, tendrá en
ello mucha complacencia su afecto
servidor JQ. S. M. B., üc.
Á lA
KSPOSA D E
U N AMIGO CON
LA CRLBBRIOAD D B SUS
MOTIVO
»B
OÍAS.
ODA.
V u a l suele, en pos de tenebrosa noche,
•enir en su esplendente carro el bello
hermano de la casta cazadoraj
S8
tal para la amistad, que á saludarte
corre á tí jubilosa,
luce tu dia, 6 joven virtíiosa.
Tu dia bienhadado, el almo dia
angelical, cuyo sagrado nombre
del Olimpo baxara, y que mereces,
qual si fueras alegre moradora
del azul pavimiento:
¡ seas con él feliz afios sin cuento!
Y lo serás, que en tu virtud se libra»
de bienes mil las ciulces esperanzas:
virgen un dia, esposa y madre ahora,
¿quién vi¿ jamas que la florida senda
del negro vicio hollaras,
ó víctima en su altar sacrificaras ?
Venid , corred, volad padres felkef
que le disteis el ser, y tú su amante
esposo, y vos hijuelos, también hijos
de la inocencia, que sa augusto trono
en vuestro pecho alzaraj
llegad, y saludad mi amiga cara.
Y alegría y amor, y mil placeres
rian en vuestras frentes, que su seno,' .
que su candido seno en gozo inundeoj
y mas y mas feliz hagan *» dia:
yo lo veré, y ea tanto
osaré celebrarla con mi canto: °
«9
Yo lo veré, que en torno rodeada
de su familia la fresca, qual rosa,
de flores mil en el fecundo prado,
en faz modesta escucha sus loores,
y los oye la fama,
y vuela, y por el orbe los derrama.
Su trompeta sonó, y ¡oh! ¿quántasgraciaf
y dones, y virtudes de mi amiga
va publicando por el mundo todo:
resonó, resonó: la envidia fiera,
crinada de serpientes,
álzase y cruge los agudos dientes.
La fama, mientras con volar gracioso
llega á su templo, dó en brillantes aras
de los héroes recibe los inciensos
para siempre vivir: la ninfa corta
su vuelo rozagante,
y ábrensele las puertas de diamante.
Dentro se ven en láminas de oro
los nombres de mil bellas heroínas^
y allí también tu nombre glorioso,
para nunca morir , Angda tierna,
quedaráse grabado,
de los hombres y el tiempo venerado.
Todo perece: alcázares, murallas,
colosos y pirámides, dó acaso
de algjín tirano los despojos yertos
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reposaban; ¿ y adonde están sus ruinas?
¡ Ay ¡también han caído
con su memoria en sempiterno olvido.
Cayeron, sí, las obras del orgullo,
por el vicio ideadas j solo existen
en medio de las bastas soledades
de la santa virtud los monumentos:
velos el tiempo cano,
y no osa alzar su descructura mano.
¡O amiga virtuosa! triunfa, triunfa:
goza de tu vivir : que se dilate
á par de mis deseos. Tus virtudes
ensalzan hoy tu nombre: vive llena
de mil felicidades,
y se la admiración de las edades.
BtOGlO OBL HÓMBRB JPOK lA GRANDEZA Á QOC
•PVUOB ASPIRAR, ACERC^HOOSB SIGNAMEMTB Á
RBCUIK LA EUCARISTÍA.
ODA.
C/1 cielo truena: por lis alus nubes
«1 carro del Sefior rodando viene.
Un grupo de Querubes
es el trono de Dios: su diestra tiene
9í
mil ravos-que lanzar; los lanza , y brillan
por el ayre mil pálidas centellas.
J3el Sinay se estremecen y se humillan
las CJ'iibres: tú las huellas,
Oiii:iipotente Dius, y entre el espanto,
das la Ley que esc ibió tu dedo santo.
i Inefable poder! Tu-vista airada
arruina ti uiiiverso: tu voz suena,
y el mundo de la nada
vuelve á nacer: de tu poder se llena
e' cielo: el es , Sefior, tu augusta silla,
y alfombra de tus pjts toda la tierra.
£1 abismo, doblando la rodilla,
i tu nombre se aterra;
y bramando su principe, y mordiendo
las cadenas, tu gloria está diciendo.
¡O morral bienhadado! cada dia
tu mismo corazón es la morada
de este Dios. jCon fe pia,
a), pie de los altares, la sagrada
Hostia recibe, y goza tu esplendente
sublime dignidad! ¡Dios y el cristiano!
¡Maravillosa unión! Eternalinente,
jó Arcángel soberano!
la verás con envidia, envidia santa,
que al hombre débil sobr* tí levanta.
£n torco del voUndy amor divino.
9*
y virtudes y gracias,qual si fuer»
del orbe cristalioo,
alegre morador, la basa esfera
con desden mira , pisa sus honores,
su saber y riqueza, y pompa y fama,
y triunfa de la muerte y los iiorrores
que pot do quier derrama. .
Su frente;corooad,'ó ceiestiales
ministros), con laureles inmortales.
La maldad desparece: el tenebroso
vicio de ante su fas avergonzado
huye, y el cavernoso
infierno lo sepulta : y ¿cómo osado
delante del mortal, puro, inocente,
que al Segor en su peclio ha recibido^
alzar pudiera la ominosa frente?
Su templo destruido
para siempre cayé: sobre sos minas
levantan el de Dios manos divinas.
¡ O magostad! ¡ <S gloria! ¿ Y obstentara '
mas Adán en aquel solemne dia
que el Señor lo sacara
del polvo y de la noche en que yacia,
vistiéndolo de candida inocencia;
¿ el ángel 'que soberbio, aoo en sQ trono
negarle osó al Eterno la obediencia
con infernal encono?
93
j O dignidad del hombre ! jó eficacia
del amor celestial y de la gracia!
Salve, humano felizj en tu grandeza
hónrese jubiloso todo el mundo:
goce naturaleza
del rico don que en su saber profundo
le destinó su Autor omnipotente;
y tú eres este don; mas ¡ay! que el suelo
jamas ha merecido tal presente.
Virtud, hfja del cielo,
y caridad hermosa y fuego santo
te arrebatan del valle del quebranto.
Y nos dexas en fin, y qual dorada
"ube, subiendo en alas de los vientos,
Ves la eterna oaorada,
do escuchas los suavísimos acentos
que tres veces á Dios Sonto pregonan;
y el rostro del Altísimo gozando,
tus amorosos raptos se coronan;
jpere quál eco blando,
por la esfera esparciendo su sonido,
con dulce modular hiere mi oido ?
¡ Delicia! ¡suavidad! las harpas de oro,
el empíreo llenando de dulzura,
«uenao , y el almo coro
celebra, ensalza , canta la ventura
íel hombre, y el amor y la fineza
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del Eterno: al oír su melodía
calla el orbe, la gran naturaleza
suspende la armonía
de su girar perpetuo ; y entretanto
cánticos mil renueva el coro santo.
Y atónitas sin voz las criaturas
llevan su vista en pos del candoroso
mortal, que allá en las puras
eternales estancias, venturoso
se gozó, y hasta el solio del Eterno
llegara, y lo besara enagenado
mil veces estampando el labio tierno:
y habiéndolo adiiiirado,
súbito se le rinden y le acatan,
y en elogios sus, lenguas se desatan.
Ciezans.
VARIEDADES.
.
CHISTE DE UN MARINO.
U n oficial de marina que había manifestado su valor en varias ocasiones, fjé
nombrado Capitán d«í un navio; y habiendo perdido una pierna en un ataque, se
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tuvo que mandar hacer otra de palo; perol
á poco tiimpo sucedió,que en otro combate
se la llevó una bala de cafion , dexándole
caer en la cubierta donde estaba mandando la maniobra. Viéndolo un Marinero, y
creyendo que su Capitán estaba fierido mortalments , eaipezó á llamar á voces al C i rujnno; pero él, levantándose muy sosegado
sobre la pierna sana, le dixo con la mayor
serenidad: ¿ para qué llamas al Cirujano , si
á quien yo necesito es al Carpintero?
LA ESPOSA VIRTUOSA.
Quando el poeta Asmai iba desde Bagdad
á la i\^eca, pasó junto á un campo de los
árabes del desierto : en él halló á una mugen de una belleza extremada, la qual, cumpliendo las leyes de la hospitalidad, le convidó á que fuese á descansar á su tienda;
mientras estaba hablando con su linda huéspeda, llegó un negro de una figura espantosa,
y tomó parte en la conversación: la muger
se levantó inmediatamente, y acercándose
í él con la mayor ternura y sumisión, le
limpió el rostro, y permaneció en una postura muy humilde ante aquel hombre que,
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según sus trazas, no debia ser ni siquiera
su esclavo. Luego .que se retiró el negroj
(porque los árabes del desierto no son taa
zelosos como los demás) Asmai manifestó si: sorpresa é indignación á la hermosa
. iñuger: "Sí^fior, le respondió ella, este hom)>re que acaba de irse, es mi esposo : Dios
me le ha dado para servirle y complacerle,
y el Profeta manda nos sujetemos á las obligaciones de nuestro estado j mi marido no
es tan interesante como yo desearla ; ¿ pero
quién ha conseguido en esta vida todo lo
que apetece?"
NECROLOGÍA.
El dia 17 de Marzo murió en Clagenfurth , en Carinthia , el Barón de Wulfen,
celebre naturalista. Entre las muchas obras
suyas que dexa, dignas todas del mayor
aprecio, una de ellas es la Flora Nírica, que
ha comprado el Gobierno Imperial á ia familia del difunto á un precio muy excesivo.
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