MARRUECOS Marruecos: encarcelamiento político MAYO DE 1994 RESUMEN INDICE AI: MDE 29/01/94/s -------------------------------------------------------------DISTR: SC/C0/G Centenares de presos políticos condenados en juicios sin las debidas garantías, incluidos más de 130 presos de conciencia, permanecen encarcelados en Marruecos. Muchos llevan más de 10 años en prisión, cuando no deberían haber sido recluidos ni tan siquiera un día. Su permanencia en prisión supone una infracción de la legislación internacional de derechos humanos y el incumplimiento del compromiso expreso de las autoridades marroquíes de mejorar la situación de los derechos humanos. Amnistía Internacional ha acogido con satisfacción las medidas positivas adoptadas por el gobierno marroquí durante los tres últimos años, entre ellas la excarcelación de más de 40 presos de conciencia desde 1991, la puesta en libertad, ese mismo año, de cientos de «desaparecidos» procedentes de centros de detención secretos, la designación de un ministro de Derechos Humanos en 1993 y la conmutación de 193 condenas a muerte en 1994. La organización reitera a las autoridades marroquíes su llamamiento de que pongan fin de una vez y para siempre al cuadro de encarcelamiento político poniendo inmediatamente en libertad incondicional a todos los presos de conciencia y los presos políticos condenados en juicios injustos, salvo si son procesados nuevamente con prontitud de acuerdo con la normativa internacional para juicios con las debidas garantías. Este informe resume el documento titulado «Marruecos: Encarcelamiento político» (Indice AI: MDE 29/01/94/s), publicado por Amnistía Internacional en mayo de 1994. Las personas que deseen más información o emprender acciones sobre esta cuestión deberán consultar el documento completo. PALABRAS CLAVE: PRESOS DE CONCIENCIA1 / TORTURA/MALOS TRATOS1 / JUICIOS1 / DETENCION EN REGIMEN DE INCOMUNICACION1 / CONDICIONES PENITENCIARIAS1 / HUELGA DE HAMBRE1 / ENCARCELAMIENTO POR UN PERIODO PROLONGADO / CONFESIONES / DESAPARICIONES / ARRESTO DOMICILIARIO/EN UNA LOCALIDAD / MALA SALUD / SALUD MENTAL / CENSURA / PROSCRIPCION / PRESOS POLITICOS / ESTUDIANTES / MAESTROS / SINDICALISTAS / GRUPOS RELIGIOSOS-MUSULMANES / ARTISTAS / INGENIEROS / EMPLEADOS DE OFICINA / ACTIVISTAS DE DERECHOS HUMANOS / DESEMPLEADOS / MUJERES / POLICIA / HUELGAS / MANIFESTACIONES / AMNISTIAS / EXCARCELACION / REAPARICION / CONMUTACION / LEGISLACION / DECLARACIONES DE LOS PRESOS / AI Y LOS GOBIERNOS / FOTOGRAFIAS 2 SECRETARIADO INTERNACIONAL, 1 EASTON STREET, LONDON WC1X 8DJ, REINO UNIDO TRADUCCIÓN DE EDITORIAL AMNISTÍA INTERNACIONAL MARRUECOS Encarcelamiento político Introducción La permanencia en prisión de los presos de conciencia proyecta una oscura sombra sobre el historial de derechos humanos de Marruecos. Más de 130 presos de conciencia y centenares de presos políticos cumplen condenas hasta de cadena perpetua. Algunos de los presos de conciencia, encarcelados únicamente a causa de la expresión no violenta de sus convicciones profundas, llevan en prisión más de 10 años. Torturados mientras estuvieron recluidos en régimen de incomunicación durante prolongados periodos, firmaron, bajo coacción, confesiones antes de ser condenados en juicios en los que se infringieron las normas internacionales para un juicio con las debidas garantías. Centenares de presos acusados de actos violentos o manifestantes detenidos tras manifestaciones violentas o disturbios han sido encarcelados también tras ser sometidos a juicios que constituyeron, igualmente, parodias de la justicia. Para que los derechos humanos sean una realidad en Marruecos, las autoridades deben adoptar medidas concretas para romper totalmente con el pasado y traducir sus palabras a hechos. Las autoridades marroquíes han manifestado recientemente su disposición a reparar las violaciones de derechos humanos ocurridas en el pasado. La situación ha mejorado en los tres últimos años. No obstante, decenas de marroquíes que no han cometido delito alguno, salvo oponerse pacíficamente al gobierno o a la monarquía, permanecen en prisión. Se sigue deteniendo y recluyendo a críticos del gobierno y manifestantes pacíficos. Mientras el cuadro de encarcelamiento político y el legado de pasadas injusticias continúe, las declaraciones marroquíes relativas a un nuevo respeto por los derechos humanos caerán en saco roto. Amnistía Internacional tiene, desde hace tiempo, otras preocupaciones en Marruecos. Sigue sin conocerse la suerte de cientos de saharauis y de marroquíes que «desaparecieron» tras ser detenidos; se cree que se encuentran en centros de detención secretos. En el Sahara Occidental siguen usándose la detención en régimen de incomunicación durante periodos prolongados y las torturas. En las prisiones, los malos tratos, la ausencia de atención médica y el hacinamiento son habituales. Sin embargo, este informe se centra en la permanencia en prisión de los presos de conciencia y el cuadro de encarcelamiento político en Marruecos. Los casos de ocho de los más de 100 presos de conciencia marroquíes ilustran un sistema que debe desaparecer. Con este informe, Amnistía Internacional insta a las autoridades marroquíes a que pongan inmediatamente en libertad sin condiciones a todos los presos de conciencia y a que excarcelen a todos los presos políticos condenados en juicios injustos, salvo si se les procesa nuevamente sin dilación 2 en juicios conformes a la normativa internacional para un juicio con las debidas garantías. Información general La prisión política se ha utilizado durante décadas en Marruecos para castigar a la oposición política y a los críticos del gobierno. La libertad de expresión está limitada por tres ámbitos prohibidos: la institución monárquica (por ejemplo, no puede solicitarse el establecimiento de una república o criticarse al rey), la integridad de la nación (por ejemplo, está prohibido defender la independencia del Sahara Occidental, gobernado por Marruecos desde 1975) y el Islam. Muchos presos de conciencia son marxistas que solicitaron cambios en el sistema de gobierno y propugnaron la autodeterminación del Sahara Occidental e islamistas, pues se considera que su exigencia de un Estado islámico socava la posición del rey como supremo dirigente islámico. Pero otros no han criticado ninguno de los tres temas tabú en Marruecos. Entre ellos figuran estudiantes que tomaron parte en manifestaciones en favor de mejores condiciones de estudio o que negociaron la concesión de derechos a su sindicato, o sindicalistas que organizaron huelgas. Hombres y mujeres, miembros, partidarios o presuntos simpatizantes de grupos de oposición, sindicalistas, maestros, estudiantes, escritores, artistas, trabajadores, campesinos, obreros y otras personas se encuentran en prisión porque eran críticos u opositores del gobierno, o se les consideraba como tales. En la década de 1970 se había desarrollado ya un cuadro de encarcelamiento político en Marruecos: tras la detención, que a menudo se producía con violencia y sin una orden de detención, los sospechosos eran recluidos en régimen de incomunicación, en ocasiones durante meses, en comisarías de policía y centros de detención secretos, donde se les torturaba y maltrataba sistemáticamente para obligarles a firmar confesiones y atestados. Sólo se les informaba de los cargos existentes contra ellos cuando comparecían ante el fiscal o el juez de instrucción. Los tribunales aceptaban sistemáticamente las declaraciones obtenidas mediante torturas, que con frecuencia constitutían la única prueba contra el acusado. Los jueces no investigaban las denuncias de que se había empleado la tortura para extraer las confesiones a los detenidos, y no se permitía a los abogados defensores citar a testigos que pudieran poner en entredicho el contenido de los atestados. Los juicios políticos tenían lugar muchas veces en un ambiente de intimidación a los detenidos, sus familiares y los abogados defensores. Aunque, en la actualidad, fuera del Sahara Occidental se ha reducido mucho el empleo de torturas y malos tratos, las personas condenadas en el pasado sobre la base de confesiones obtenidas mediante torturas permanecen en prisión. Igualmente, continúan las detenciones arbitrarias y los encarcelamientos de presuntos opositores políticos tras juicios injustos. La gravedad de los delitos de que se acusa a los presos y la severidad de las sentencias que se les imponen dependen más de la situación política que de sus presuntos delitos. Durante los años setenta y ochenta, se 3 impusieron a opositores políticos fuertes condenas por actos que actualmente ni siquiera suscitarían comentarios. Pero el ejercicio arbitrario del poder forma parte desde hace largo tiempo de los encarcelamientos políticos en Marruecos, lo que ha dado lugar a que se detenga a algunos críticos del gobierno por declarar lo que otros manifiestan con impunidad. Incluso en tiempos de relativa libertad de expresión se ha utilizado la cárcel para castigar a quienes cruzan los límites de lo que se considera críticas aceptables de los ámbitos prohibidos. Es posible que en tales casos se pretenda también disuadir a otras personas de que crucen dichos límites. Leyes que conducen al encarcelamiento de presos de conciencia Los presos de conciencia marroquíes se dividen en tres categorías: ─ Muchos se encuentran en prisión por delitos que no cometieron ni pensaron cometer. Acusados de utilizar la violencia o de incitar a ella, de agresiones contra personas y propiedades durante manifestaciones o de conspirar para empuñar las armas contra el gobierno, se les condena fundándose únicamente en confesiones obtenidas bajo coacción y de las que posteriormente se retractan. ─ A otros se les ha encarcelado en aplicación de leyes que permiten la reclusión de presos de conciencia por delitos como criticar u ofender al rey o a las autoridades, distribuir folletos o pertenecer a organizaciones no autorizadas. ─ Otro grupo se encuentra en prisión en virtud de una legislación muy general que permite la imposición de penas de prisión por cargos tan difusos como «alterar el orden público». Antes, a las personas que cometían delitos políticos solía acusárselas de tentativa de modificar el sistema monárquico (Artículos 169 a 171 del Código Penal) o de delitos contra la seguridad interna del Estado (Artículos 201 a 207 del Código Penal). Según otros artículos (171 y 204 del Código Penal), a los miembros de un grupo se les puede imponer la misma pena que a su dirigente, mientras que el Artículo 170 estipula que un delito existe desde el momento en que se intenta cometerlo. A la mayoría de los reclusos procesados antes de 1987 que permanece en prisión se les juzgó en virtud de uno o varios de estos artículos. El Artículo 179 del Código Penal, que estipula una pena máxima de cinco años de prisión y una multa de hasta 1.000 dirhams por delitos contra el rey o el príncipe heredero, se utiliza también para condenar a los miembros de la oposición política. Hassan Al-Hajjaji, un estudiante de 28 años, fue detenido en marzo de 1987 junto con decenas de personas. La policía registró su casa, donde encontró un cuaderno en el que había escritos a mano versos de un poema del poeta tunecino Belkacem Chabbi. En uno de ellos la palabra «cadenas» había sido sustituida por la palabra «trono», por lo que decía «hay que romper el trono» en lugar de «hay que romper las cadenas». Le procesaron 4 en julio de 1988 y le condenaron a siete años de prisión y 100.000 dirhams de multa por insultar al rey y a las autoridades y alterar el orden público. Quedó en libertad el 23 de marzo de 1994, tras cumplir la condena. En los últimos años ha aumentado la utilización de este artículo del Código Penal. Con frecuencia se condena a opositores políticos y otras personas por presuntos insultos proferidos, en ocasiones, en el calor de una discusión o de los que se retractan después. Un sindicalista, Driss Ghenimi, fue condenado a cinco años de prisión en mayo de 1992 por insultos al rey, presuntamente proferidos durante una acalorada discusión entre sindicalistas rivales; salió de la cárcel en julio de 1993, tras una campaña mundial. Zoulikha Lakhdari, esposa del preso de conciencia Said Tabal, fue detenida en mayo de 1993 y encarcelada junto con su bebé recién nacido durante varios días por insultar al rey delante de la prisión cinco meses antes. Los guardias que la acusaron no testificaron ante el tribunal y fue absuelta después de otra campaña mundial contra su detención. Muchas veces se utilizan decretos (dahirs), que a veces se remontan al periodo colonial francés, para procesar a las personas por el ejercicio no violento de su derecho a la libertad de expresión. Se suele utilizar un decreto de 1935 para imponer condenas por «alterar el orden público». Tres decretos de 1958 (modificados, para hacerlos más restrictivos, en 1973), que constituyen el Código de Prensa y regulan las reuniones públicas y el derecho de asociación, sirven para imponer condenas por escribir, poseer o distribuir literatura considerada «subversiva», manifestar ideas consideradas ofensivas o subversivas, asistir a reuniones no autorizadas o pertenecer a una organización ilegal. En abril de 1992, Noubir Amaoui, secretario general de la Confederación Democrática del Trabajo fue condenado a dos años de prisión por «difamación» en aplicación del Codigo de Prensa, en relación con las críticas al gobierno marroquí que había manifestado en una entrevista que había concedido a un periódico español. Cumplió 15 meses de condena antes de salir en libertad en julio de 1993 en virtud de una amnistía real. Ciertos artículos del Código Penal y del Código de Enjuiciamiento Criminal, en los que los términos «complicidad» e «intención» (de delinquir) se definen en términos muy amplios, permiten el encarcelamiento por delitos que no se han cometido. En virtud de los Artículos 129 y 130 del Código Penal, a un cómplice se le puede imponer la misma pena que al principal agente de un delito. Las autoridades aplican esta ley para procesar a personas presentes en manifestaciones por los delitos cometidos por algunos manifestantes. Según informes, tras una sentada pacífica celebrada en diciembre de 1991 en la Universidad de Fez para solicitar el reconocimiento de la Unión Nacional de Estudiantes Marroquíes (UNEM), se acusó a 35 estudiantes de provocar lesiones a otras personas (Artículos 400 y 401 del Código Penal) o de «complicidad» en tales delitos (Artículos 129 y 130 del Código 5 Penal). Se les impusieron penas de hasta dos años y medio de prisión. Legislación internacional El encarcelamiento de presos de conciencia, la tortura de detenidos y el uso como prueba de confesiones obtenidas bajo coacción infringen los tratados internacionales de los que Marruecos es Estado parte. Las libertades de expresión, de reunión pacífica y de asociación están garantizadas en los Artículos 19, 21 y 22 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP). En el Artículo 19(2) se afirma: Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección. El Artículo 21 estipula que Se reconoce el derecho de reunión pacífica. 6 Y según el Artículo 22(1): Toda persona tiene derecho a asociarse libremente con otras, incluso el derecho a fundar sindicatos y afiliarse a ellos para la protección de sus intereses. Al detener y encarcelar a personas por el ejercicio pacífico de su derecho a la libertad de expresión, de reunión y de asociación, Marruecos infringe estas normas internacionales. La Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de las Naciones Unidas, ratificada por Marruecos en 1993, prohíbe que se utilicen contra los acusados declaraciones efectuadas como resultado de torturas. En el Artículo 15 se afirma: Todo Estado Parte se asegurará de que ninguna declaración que se demuestre que ha sido hecha como resultado de tortura pueda ser invocada como prueba en ningún procedimiento, salvo en contra de una persona acusada de tortura como prueba de que se ha formulado la declaración. El cuadro de encarcelamiento político en Marruecos se caracteriza por la condena de opositores o manifestantes sobre la única base de confesiones obtenidas mediante torturas. El Artículo 14 del PIDCP, en el que se estipulan las normas para los juicios con las debidas garantías ─entre ellas, que deben ser públicos, reconocer la presunción de inocencia del acusado y su derecho a defenderse ─ se infringe sistemáticamente en los jucios políticos de Marruecos. Condiciones penitenciarias A menudo para los centeneres de presos políticos recluidos en las prisiones marroquíes, la huelga de hambre es la única arma de que disponen para protestar contra su detención, tortura y maltrato, y para presionar para que mejoren sus condiciones de vida. A lo largo de los años, los presos de conciencia y los presos políticos han conseguido algunas mejoras en sus condiciones penitenciarias sólo tras una larga serie de huelgas de hambre que, en ocasiones, han tenido como resultado la muerte de algunos reclusos. Dos presos de conciencia, Boubker Douraidi y Mustafá Belhouari, que pertenecían al mismo grupo que Habib Lakdour (caso 2), fallecieron en el hospital los días 28 y 29 de agosto de 1984 durante una huelga de hambre que habían emprendido el 4 de julio de ese mismo año en protesta por las penosas condiciones de reclusión y la ausencia de cuidados médicos después de las torturas. Otros dos miembros del grupo, que se declararon en huelga de hambre ilimitada en 1985, la mantuvieron hasta que quedaron en libertad en virtud de una amnistía decretada por el rey en 1991. Estuvieron seis años atados a la cama, en habitaciones separadas del Hospital Averroes de Casablanca, donde los alimentaron mediante sondas gástricas. 7 Otro preso de conciencia, Abdelhaq Chbada, murió en agosto de 1989, un mes antes de la fecha prevista para su salida de prisión, como resultado de la huelga de hambre que había emprendido junto con otros tres reclusos de la prisión Laalou, de Rabat, en junio de ese año. Los otros tres presos mantuvieron la huelga de hambre hasta febrero de 1990. Los presos han seguido protestando mediante huelgas de hambre por su reclusión ininterrumpida y las condiciones de ésta. En 1993, los presos de conciencia y los presos políticos de varias prisiones se pusieron en huelga de hambre para protestar por el deterioro de las condiciones penitenciarias tras el nombramiento de un nuevo Director de Administración Penitenciaria en 1992. Protestaban, sobre todo, por la eliminación de las visitas de sus familiares directos, derecho que habían adquirido tras largas y reiteradas huelgas de hambre, y por los recortes en los cuidados médicos. La atención médica que reciben los presos marroquíes es insuficiente e inadecuada. En la mayoría de las prisiones, se limita a la visita semanal o quincenal de un médico, incluso en cárceles con más de 2.000 internos. Por tanto, la mayoría de los reclusos prácticamente no tiene acceso a la atención médica. Los médicos únicamente pueden extender recetas y la administración de las prisiones no suele proporcionar medicinas a los presos. Por consiguiente, incluso el reducidísimo número de presos que consigue ser reconocido brevemente por un médico, no recibe tratamiento médico si sus familiares no le compra las medicinas. Las condiciones de reclusión de los presos comunes son considerablemente peores, pues padecen una situación antihigiénica en celdas superpobladas. Amnistía Internacional ha recibido numerosos informes de presos que se ven obligados a dormir unos encima de otros en pasillos y servicios sanitarios. La labor de Amnistía Internacional en Marruecos Amnistía Internacional trabaja en favor de la excarcelación de los presos de conciencia marroquíes desde las detenciones generalizadas de principios de los años sesenta. En los años setenta y ochenta, los Grupos adoptaron a cientos de marroquíes detenidos por manifestar su oposición al gobierno del país. Representantes de Amnistía Internacional han visitado Marruecos en diversas ocasiones para llevar a cabo investigaciones y discutir las preocupaciones de la organización con las autoridades. En 1990, Amnistía Internacional tuvo la oportunidad de exponer directamente sus inquietudes al jefe del Estado, el rey Hassan II. Entre 1990 y 1993 las preocupaciones de Amnistía Internacional en Marruecos se plantearon en varios informes, y en 1991 la organización lanzó una campaña internacional tras la publicación del informe titulado «Marruecos: Detenciones políticas, desapariciones y torturas». En mayo de 1993, al cabo de tres años en los que se negó a Amnistía Internacional el acceso para realizar pesquisas en el país, representantes de la organización pudieron mantener conversaciones 8 pormenorizadas en Rabat con el Consejo Consultivo sobre Derechos Humanos, una comisión de derechos humanos fundada por el rey en 1990. Sus miembros son designados por el monarca y representan a diversas organizaciones, incluidas las profesionales, los sindicatos, los partidos políticos y dos movimientos de derechos humanos. Durante estas conversaciones, Amnistía Internacional examinó con detalle los casos de los presos de conciencia marroquíes y solicitó su liberación inmediata. El Consejo aseguró a la organización que «se pasaría la página» de las violaciones de derechos humanos ocurridas en el pasado y que se examinarían nuevamente los casos de todos los presos políticos. Posteriormente, la organización envió al Consejo Consultivo los nombres de más de 150 presos de conciencia encarcelados por la expresión no violenta de sus creencias profundas. Al mismo tiempo, remitió los nombres de 500 presos políticos recluidos tras juicios sin las debidas garantías (entre ellos, presos de conciencia, así como personas detenidas después de los violentos disturbios que se produjeron en Fez y otras ciudades en diciembre de 1990). En agosto de 1993, Amnistía Internacional envió una lista de 485 saharauis y 79 marroquíes «desaparecidos» tras su detención por los servicios de seguridad. Todas estas listas se enviaron también a Driss Basri, ministro del Interior. En julio de 1993, dos presos de conciencia quedaron en libertad en virtud de una amnistía real; desde entonces no se ha excarcelado a ningún otro preso de conciencia. Los delegados de Amnistía Internacional en Marruecos se reunieron en 1993 con el recién designado ministro de Derechos Humanos, Omar Azziman. Le entregaron listas actualizadas de presos de conciencia, presos políticos y «desaparecidos»; posteriormente le enviaron listas más detalladas. Se les aseguró que los casos se estudiarían cuidadosamente. En marzo de 1994 salieron en libertad 138 presos comunes en virtud de una amnistía decretada por el rey para conmemorar el Ramadán. No se excarceló a ningún preso político. Las amnistías: un regalo arbitrario La mayoría de los centenares de presos políticos condenados en los últimos 30 años han cumplido la totalidad de sus condenas. Sin embargo, algunos presos de conciencia y presos políticos han quedado en libertad antes de cumplir sus condenas como consecuencia de amnistías decretadas por el monarca. Cincuenta presos políticos quedaron en libertad tras una amnistía concedida por el rey en 1989 y otros 41 figuraron entre los excarcelados como consecuencia de las amnistías reales de 1991. Se desconocen las razones por las que, al concederse las amnistías, determinados presos de un grupo quedaron en libertad y otros, condenados por los mismos delitos en los mismos juicios, permanecen en prisión. La amnistía de agosto de 1991 supuso la excarcelación de 11 reclusos de un grupo de 26 presos de conciencia detenidos en octubre de 1985. Seis hubieran salido de prisión tres meses después al cumplirse las sentencias de seis años que les habían sido impuestas, mientras que a los demás los habían condenado a 10, 12 y 20 años de cárcel. No se observar ninguna razón para la excarcelación de 9 una parte del grupo y la permanencia en prisión del resto, aparte del deseo de perpetuar una atmósfera de arbitrariedad e incertidumbre. Mohamed Nacereddine, que había sido condenado a 12 años de prisión en el mismo proceso, figura entre los que siguen en prisión. De un grupo de cinco presos de conciencia detenidos en Tetuán en 1984 y condenados en el mismo juicio a 20 años de prisión por delitos contra la seguridad del Estado y el orden público, dos quedaron en libertad como consecuencia de una amnistía decretada por el rey en 1991, mientras los otros tres permanecen en prisión (véase el caso de Mohcen al Khatib). 10 Los portavoces del gobierno marroquí, incluido el Consejo Consultivo sobre Derechos Humanos (CCDH), declaran, con frecuencia, públicamente que los excarcelados por las amnistías habían solicitado el indulto al rey, y que los demás saldrían en libertad si hicieran lo mismo. Sin embargo, los reclusos que salieron de prisión en 1991 desmintieron que hubieran solicitado el indulto real. Los presos de conciencia afirman que, como no han cometido ningún delito, se niegan a solicitar el indulto al monarca. Omar Boudaoui y Said Karoui en la Prisión Central de Tánger. Mientras que Said Karoui (a la derecha) fue excarcelado como consecuencia de una amnistía en 1991, Omar Boudaoui permanece en prisión. Recientes mejoras en la situación de los derechos humanos en Marruecos Durante los tres últimos años se han producido algunos cambios positivos en la situación de los derechos humanos en Marruecos. En 1991 quedaron en libertad más de 300 «desaparecidos» que habían pasado hasta 18 años en centros de detención secretos en condiciones inhumanas; centenares más murieron durante ese tiempo. En 1991 se promulgó una ley que limita el tiempo que un detenido puede ser recluido en garde à vue (en régimen de incomunicación) con anterioridad al juicio. Este último año no se han recibido informes de detenciones garde à vue prolongadas, excepto en el Sahara Occidental, y se ha reducido el número de denuncias por malos tratos o torturas. El primer ministro de Derechos Humanos de la historia de Marruecos, nombrado en noviembre de 1993, y el Consejo Consultivo 11 sobre Derechos Humanos han afirmado recientemente que las autoridades se han comprometido a reparar las violaciones de derechos humanos ocurridas en el pasado. A principios de 1994 se informó a las personas excarceladas de la prisión secreta de Tazmamert en 1991 que recibirían una compensación por los 18 años que habían pasado en régimen de incomunicación en condiciones que ponían en peligro su vida, la mayoría después de que cumplirse sus condenas. Más adelante las autoridades les concedieron una asignación mensual, aunque no explícitamente una compensación. Entre ellos figuran 14 presos políticos condenados en juicios sin las debidas garantías. Se cree que aún hay condenados a muerte que aguardan a que el Tribunal Supremo revise sus casos mediante un procedimiento de casación. Se han producido notables mejoras. No obstante, continúan en la cárcel presos de conciencia que no deberían haber sido recluidos ni siquiera un día; algunos llevan más de 10 años de prisión injusta. Además, la prisión y la detención por motivos políticos siguen utilizándose para intimidar y silenciar temporalmente a la oposición política y a los críticos del gobierno. En 1993 se detuvo y condenó a estudiantes, sindicalistas y otras personas después de las manifestaciones que se produjeron en universidades y centros de trabajo. Otros permanecieron recluidos meses a la espera de juicio tras manifestaciones pacíficas de protesta por la presunta manipulación de los resultados de las elecciones generales de 1993. Continúan las detenciones y los encarcelamientos por motivos políticos En Marruecos sigue utilizándose la detención política, aunque las sentencias suelen ser ahora más breves y, a veces, condicionales. En junio de 1993, cientos de personas fueron detenidas en relación con las manifestaciones pacíficas generalizadas de protesta por la presunta manipulación de los resultados electorales que tuvieron lugar en varios pueblos y ciudades. La mayoría de los detenidos quedaron en libertad sin cargos o bajo fianza y varios fueron absueltos, pero a decenas se les impusieron penas de hasta dos años de prisión, y a otros condenas condicionales y multas. Siete personas detenidas en Bouznika en junio de 1993 permanecían encarceladas a la espera de juicio a finales de marzo del año siguiente. Muchos detenidos denunciaron que en las comisarías les habían propinado golpes e infligido malos tratos. Continúa condenándose a las personas en aplicación del Artículo 179 del Código Penal. Mustapha Chai, quien, al parecer, padece desequilibrios mentales, fue condenado a cinco años de prisión en septiembre de 1993. Le habían detenido delante de la nueva Mezquita de Hassan II, de Casablanca, según los informes por insultar al rey cuando los guardias le impidieron entrar en el edificio. A menudo se detiene a sindicalistas durante las huelgas; suelen quedar en libertad tras cumplir condenas breves. Decenas de personas fueron detenidas en febrero de 1994 por participar en una huelga organizada por los sindicatos y por distribuir folletos. A varias 12 se les impusieron penas de hasta 45 días de prisión en Azilal, Beni Mellal y otras ciudades. Uno de los detenidos denunció que los agentes de policía que lo detuvieron en su domicilio durante la noche le habían golpeado y maltratado. El movimiento de derechos humanos en Marruecos En Marruecos existe un fuerte movimiento de derechos humanos, a pesar de la represión y de los hostigamientos que sufren con frecuencia los activistas de derechos humanos, los ex presos de conciencia y los familiares de los presos de conciencia, los presos políticos y los «desaparecidos». Hay en el país varias organizaciones de derechos humanos: la Liga Marroquí para la Defensa de los Derechos Humanos, fundada en 1972; la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, fundada en 1979; la Organización Marroquí de Derechos Humanos, fundada en 1988, y el más reciente Comité para la Defensa de los Derechos Humanos, registrado oficialmente en marzo de 1993. Además de estos movimientos, están también la Asociación de Familiares de Desaparecidos, Presos de Conciencia, Presos Políticos, Mártires y Exiliados, y el Comité para la Liberación de los Presos Políticos y Sindicales y los Desaparecidos, creado, en un principio, como comité de apoyo a Noubir Amaoui, y que últimamente realiza actividades públicas, entre ellas conferencias de prensa y reuniones públicas sobre presos de conciencia y «desaparecidos». Madres de presos de conciencia en una reunión Julio de 1993 Al presionar a las autoridades para que pongan fin a las violaciones de derechos humanos y aumentar la conciencia sobre los derechos humanos en el país, estas organizaciones y asociaciones han contribuido a modificar la situación de los derechos humanos en Marruecos. También han prestado apoyo y aliento a los presos y a sus familiares. 13 Conclusión y recomendaciones Amnistía Internacional ha acogido con agrado la evolución positiva que se ha producido en Marruecos durante los últimos años, como la promulgación de una ley limitando el plazo de detención garde à vue, la excarcelación de algunos presos de conciencia y «desaparecidos» y la designación de un ministro de Derechos Humanos. No obstante, la organización siente una profunda inquietud porque permanecen en la cárcel presos de conciencia y presos políticos condenados en juicios sin las debidas garantías. Hay presos de conciencia que no deberían haber pasado en prisión ni un solo día y que llevan encarcelados más de 10 años. Amnistía Internacional insta ahora al gobierno marroquí a que erradique de una vez por todas el cuadro de encarcelamiento político y a que: *ponga inmediatamente en libertad incondicional a todos los presos de conciencia; *adapte los códigos de leyes a las normas internacionales ratificadas por Marruecos aboliendo los artículos de los dahirs, el Código Penal y el Código de Enjuiciamiento Criminal que permiten el encarcelamiento de presos de conciencia; *ponga en libertad a todos los presos políticos condenados en juicios injustos si no son juzgados de nuevo con prontitud de acuerdo con las normas internacionales para un juicio con las debidas garantías. Casos En los casos que se destacan a continuación sólo figuran algunos de los presos de conciencia encarcelados actualmente en Marruecos. Algunos fueron condenados individualmente, otros como parte de distintos grupos. Se les detuvo entre 1983 y 1992 y sus casos figuran por orden cronológico. 1) Mohamed HAKIKI fue condenado a cadena perpetua en 1984 por colocar carteles en los que se atacaba a la monarquía. Mohamed Hakiki era, en 1983, un estudiante de 23 años perteneciente a una organización islamista ilegal, Shabiba Islamiya (Juventud Islámica). El 21 de junio de 1983, sus miembros colocaron banderas y carteles con consignas contra la monarquía en su ciudad natal de Mohammedia para conmemorar a los 14 centenares de víctimas de una huelga general y de unos disturbios que murieron como consecuencia de los disparos efectuados por las fuerzas gubernamentales en Casablanca el 21 de junio de 1981. Tras la detención de algunos miembros del grupo, se pegaron más carteles y se distribuyeron folletos como protesta. La oleada de protestas y detenciones duró de junio a septiembre de 1983. Siete agentes de policía que carecían de una orden judicial registraron la casa de Mohamed Hakiki el 20 de agosto de 1983. Destrozaron las sillas y le confiscaron los libros y los cuadros que había pintado. Por voluntad propia se presentó ese mismo día en la comisaría de policía y después desapareció durante cinco meses. El día de mi detención y durante mi estancia en la comisaría de policía de Mohammedia me infligieron diversas torturas: golpes, suspensión por los pies y las muñecas, falaqa, asfixia con trapos empapados de detergente... las torturas eran salvajes, brutales y arbitrarias, puesto que no buscaban obtener ninguna confesión, ya que disponían de toda la información sobre mí, sino que se trataba de una venganza, de represión pura y simple. Al cabo de cuatro días de reclusión y tortura en la comisaría, fue trasladado, al igual que otros islamistas del mismo grupo detenidos anteriormente, al centro de detención secreto de Derb Moulay Cherif. Allí, Mohamed Hakiki y otros miembros de Juventud Islámica hubieron de permanecer tumbados boca abajo, con los ojos vendados, durante cinco meses y 23 días. Tenían prohibido hablar. Si desobedecíamos nos castigaban con severidad golpeándonos en las plantas de los pies y obligándonos a permanecer en pie, apoyados en un solo pie, con los brazos por encima de la cabeza. Los interrogatorios eran espantosos. Día y noche oíamos los gritos de los torturados. Después de las manifestaciones generalizadas contra el gobierno que se celebraron en muchas ciudades marroquíes en enero de 1984, el grupo compareció en febrero ante el juez instructor junto con otros miembros de Juventud Islámica detenidos el mes anterior por distribuir folletos entre los participantes de la Organización de la Conferencia Islámica. Se les acusó de conspirar para derrocar a la monarquía y se les obligó a firmar atestados cuyo contenido desconocían. Sólo entonces, tras más de cinco meses de detención en régimen de incomunicación y torturas, tuvo acceso Mohamed Hakiki a un abogado. El tribunal rehusó ordenar una investigación de las denuncias formuladas por los acusados de que habían sido torturados durante la reclusión secreta. Aunque en las consignas de las paredes y en los carteles habían atacado a la monarquía (llamando «faraón» al rey) y algunos habían instigado a la intifada (levantamiento) o a la jihad (guerra santa), no existían pruebas de que ninguno 15 de ellos hubiera conspirado realmente para derrocar a la monarquía ni para ejecutar actos violentos. Todos los acusados negaron cualquier intención violenta. En los folletos que se presentaron ante el tribunal no se instigaba a la violencia. Según los informes, cuando uno de los abodados defensores explicó en el tribunal al fiscal que para una conspiración hacían falta municiones y armas, mientras que los acusados sólo disponían de folletos, pancartas y periódicos, el fiscal respondió que, cuando fallan las armas de fuego, las opiniones pueden derrocar a un sistema. El proceso se celebró en julio. A trece de los acusados se les condenó a muerte (a siete de ellos in absentia). Mohamed Hakiki y otras 33 personas (13 de ellas in absentia) fueron condenadas a cadena perpetua, y al resto se les impusieron penas de hasta 20 años de prisión. En Marruecos no existe la remisión por buena conducta. Cumplirán la totalidad de las condenas. Mohamed Hakiki y el resto de los condenados a penas de prisión han realizado más de 20 huelgas de hambre como protesta por las pésimas condiciones penitenciarias. Durante un tiempo estuvieron en la prisión de Safi, situada tan lejos de sus hogares que sus familiares no podían visitarlos con regularidad. Posteriormente se les trasladó a la prisión de Casablanca. Mohamed Hakiki escribió en 1993: Un islamista no siempre es un terrorista, un extremista... Yo defiendo mis principios, y los defenderé, sin utilizar la fuerza o la violencia... A menudo paso horas contemplando a través de los barrotes hombres, mujeres, vacas, la naturaleza, el azul del mar. Es terrible privar a una persona de su derecho a vivir en libertad; se trata, en mi opinión, de la cumbre del sadismo... Ocho personas del grupo quedaron en libertad tras cumplir condenas de 10 años de prisión. Otra, como consecuencia de una amnistía real. Mohamed Hakiki y otros 35 presos de conciencia islamistas permanecen en la cárcel. 2) Habib LAKDOUR, estudiante que tomó parte en manifestaciones, se encuentra en prisión desde hace 10 años; una huelga de hambre de 58 días le provocó perturbaciones mentales. Habib Lakdour fue detenido con decenas de personas en enero de 1984, cuando era estudiante, después de las huelgas y manifestaciones que se produjeron a finales de diciembre de 1983 y en enero de 1984 en Marrakech. Las protestas generalizadas comenzaron entre los estudiantes de las escuelas secundarias, a los que se unieron los universitarios y otros sectores de la población. En varias ocasiones la policía disolvió las manifestaciones. Se 16 detuvo a varios personas. centenares de En otras ciudades de Marruecos se produjeron disturbios similares, así como enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. Según las estadísticas oficiales, 29 manifestantes resultaron muertos y varios cientos heridos; se cree que las cifras reales son mucho más elevadas. En un discurso emitido por televisión el 22 de enero de 1984, el rey Hassan II atribuyó los disturbios a la agitación de marxistas, jomeinistas y sionistas. Entre las personas detenidas entonces figuraron también opositores y posibles opositores del gobierno que, al parecer, no habían tomado parte en las manifestaciones. Habib Lakdour y otras 38 personas fueron procesadas en Marrakech en mayo de 1984, tras pasar hasta dos meses en detención secreta, tiempo durante el cual permanecieron con los ojos vendados, les torturaron y les obligaron a firmar confesiones. Se les acusó de conspiración para derrocar el sistema de gobierno, posesión de panfletos amenazadores para el orden público y la seguridad interna, participación en manifestaciones o incitación a ellas, ofensas a la persona del rey y daños a propiedades públicas. 17 En el proceso se infringieron las normas internacionales para un juicio con las debidas garantías. Los acusados manifestaron ante el tribunal que las confesiones se habían obtenido mediante torturas, pero el tribunal las aceptó como prueba principal y no ordenó que se investigasen las denuncias de torturas. No se concedió a los abogados defensores tiempo suficiente para preparar los casos. A cuatro miembros del grupo se les condenó a 15 años de prisión; a Habib Lakdour y otras dos personas se les impusieron penas de 12 años, entre nueve y 10 años y entre cuatro y ocho años, respectivamente, y al resto, penas de entre uno y cinco años. Ocho de ellos salieron en libertad como consecuencia de amnistías en agosto de 1991 y otros al cumplirse sus condenas. Habib Lakdour y otras tres personas continúan cumpliendo sentencias de hasta 15 años en la prisión de Marrakech. Habib Lakdour está gravemente enfermo y necesita atención médica. Su salud física y mental se vio fuertemente afectada por una larga huelga de hambre que llevó a cabo en 1984 y que provocó la muerte de dos de sus compañeros. Habib Lakdour entró en coma el 58º día. En la actualidad está siendo tratado de una psicosis y de manía persecutoria y depresión; muestra, asimismo un comportamiento agresivo. Le han recetado fármacos antipsicóticos y tranquilizantes, pero últimamente se niega a tomarlos. Durante los últimos meses se le han presentado problemas musculares. Al parecer únicamente recibe una visita de sus familiares al año, porque son pobres y proceden de Tiznit, que dista unos 400 km. de la cárcel. 3) A Mohcen al KHATIB se le impuso una pena de más de 20 años de prisión por tomar parte en manifestaciones; antes padeció torturas y fue sometido a un juicio sin las debidas garantías. Mohcen al Khatib, maestro de escuela primaria de Larache nacido en 1957, era miembro activo del partido socialista y del Sindicato Nacional de Profesores (SNE). El 24 de enero de 1984 le interrumpieron durante una clase y le pidieron que acudiera urgentemente a la gendarmería. De allí le trasladaron a la comisaría, donde durante tres días le interrogaron sobre su presunta participación en la organización de las manifestaciones contra los altos precios que tuvieron lugar en Tetuán en enero de 1994. Oi que decían mi nombre, entre otros; algunos los conocía. Me hicieron ponerme de cara a la pared, con las manos esposadas a la espalda; después me levantaron y sentí como si me llevaran en volandas entre golpes que llovían desde todas las direcciones. «Habla, cabrón. Lo sabemos 18 todo. Tus amigos han confesado.» Un objeto pesado me golpeó en la cabeza y la rodilla, y sentí que estaba mojado, de sangre o de agua. Me echaron por la cara algo que olía a orina y me desmayé... Mohcen al Khatib pasó 16 días detenido en régimen de garde à vue en la comisaría de policía de Tetuán. Tras obligarle a firmar un atestado mediante tortura, le condujeron ante el juez instructor, donde protestó por su detención, prolongada ilegalmente, y las torturas que le habían infligido, pero el juez hizo caso omiso de sus denuncias. Le procesaron junto con cuatro estudiantes por realizar actividades en el seno de organizaciones ilegales de izquierdas y organizar en las escuelas de segunda enseñanza una huelga cuyo presunto resultado habían sido manifestaciones y agresiones contra la propiedad privada (Artículos 590 y 129 del Código Penal). La policía rodeó el tribunal durante el juicio y no se permitió la entrada al público, incluidos los familiares de los acusados. Además, los policías que habían torturado a los acusados en la comisaría los custodiaron ante el tribunal, generando una atmósfera de terror. El tribunal aceptó sus confesiones como prueba, aunque los acusados declararon que les habían sido arrancadas mediante torturas. El tribunal tampoco hizo caso de las pruebas de que se habían falsificado las fechas de las detenciones y se negó a ordenar una investigación de las denuncias de torturas. A los cinco acusados se les impusieron penas de 20 años de prisión. Dos de ellos quedaron en libertad en agosto de 1991, tras cumplir más de siete años de condena, como consecuencia de una amnistía. Mohcen al Khatib, Taoufik Ziou Ziou y Omar Boudaoui continúan cumpliendo sus sentencias en la prisión de Tánger. 4) Mohamed NACEREDDINE fue condenado a 12 años de prisión en 1986 por pertenecer a una organización ilegal. Mohamed Nacereddine nació en Settat en 1955. Finalizó sus estudios de ingeniería civil en 1979 y, antes de su detención, ocurrida el 29 de octubre de 1985 trabajó en el Ministerio de Obras Públicas. La primera vez que lo detuvieron, en 1975, sólo tenía 20 años y estuvo recluido sin juicio durante un año. Tras la detención de octubre de 1985 lo condujeron a Derb Mulay Cherif, el mismo centro de tortura donde había pasado anteriormente cinco meses. Le acusaron de distribuir folletos de un grupo marxista ilegal, Ila al Amam (Adelante), y le infligieron descargas eléctricas y la tortura denominada «el avión» (tayyara), consistente en colgar a la víctima, con las manos atadas a la espalda y los pies amarrados también, de una barra, suspendida, por lo general, entre dos caballetes, y, una vez así, golpearla. Tras las torturas, firmó una confesión cuyo contenido no pudo leer. Entre las 50 personas detenidas con él figuraba su prometida, Nezha al Bernoussi. En febrero de 1986, Mohamed Nacereddine fue procesado en Casablanca junto con otras 26 personas por conspiración contra la seguridad del Estado, pertenencia a una organización ilegal y distribución de folletos no autorizados. Fue condenado a 12 años de prisión; a su prometida se le impuso una pena de seis años de cárcel. Aunque todos los acusados se retractaron de sus confesiones ante el tribunal y declararon que las habían efectuado bajo tortura, y aunque no se presentó una sola prueba ─ni siquiera un folleto─, todos los 19 acusados, excepto uno, fueron condenados a penas de entre uno y 20 años de cárcel. El juez pasó por alto la reclusión ilegal en régimen de incomunicación y se negó a que se efectuasen reconocimientos médicos para investigar las denuncias de torturas. No se concedió a los acusados derecho a apelar; únicamente pudieron solicitar ante el Tribunal Supremo la revisión del proceso mediante un procedimiento de casación, que únicamente tiene en cuenta los procedimientos y no los hechos. Los miembros del grupo (denominado, a menudo, «Grupo de los 26») efectuaron hasta 1993 muchas huelgas de hambre para obtener mejores condiciones penitenciarias y el derecho a estar juntos. Como muchos presos políticos marroquíes, Mohamed Nacereddine realizó estudios universitarios en prisión y se licenció en Economía. Su prometida, Nezha, estudió la misma carrera y cada año, cuando se examinaban juntos, podían hablar durante algunos minutos. En 1990 se concedió a Nacereddine permiso para casarse con ella. En una carta enviada desde prisión en 1987, Mohamed Nacereddine habla de la vida en prisión y de la tortura y la muerte en Derb Moulay Cherif de su amigo Amine Tahani, detenido al mismo tiempo que él: A principios de este mes los musulmanes celebran Aid El Moulid, el cumpleaños del profeta Mahoma... La prisión no podía impedirnos que celebráramos ese día. Transformamos, entonces, nuestras húmedas celdas para la fiesta. Tomamos té y leche y repartimos pasteles a los presos comunes de las celdas vecinas. Celebramos el 5 de noviembre, Aid El Moulid. Pero, para nosotros, el seis de noviembre era el día para recordar nuestra lealtad a nuestros principios y comunicar a quienes nos prohibían que respirásemos el aire de nuestro país que la prisión no nos «corregiría». Ese día conmemoramos el segundo aniversario de la muerte de nuestro camarada Tahani Amine, que falleció la noche del 5 al 6 de noviembre de 1985 como consecuencia de las torturas que le infligieron unos agentes de policía. Tahani, gran amigo y camarada mío, era ingeniero en una refinería de petróleo; su esposa, Maryam, también era ingeniero, y su hijo, Aymane, tiene ahora dos años. Algunos de los 26, incluida Nezha Bernoussi, quedaron en libertad tras cumplir condena, y otros salieron con las amnistías de 1989 y 1991. Mohamed Nacereddine y otras 11 personas continúan cumpliendo penas de hasta 20 años de cárcel en la prisión de Oukacha, Casablanca. 5) Mohamed Amin AL GHALBOUZOURI, condenado a 10 años de prisión por complicidad con un movimiento político ilegal. A Mohamed Amin Al Ghalbouzouri lo detivieron cerca de su casa 20 de Tetuán el 10 de abril de 1987, nueve días después de su vigésimotercer cumpleaños. Acababa de regresar de España y pensaba volver a Europa a estudiar música. Estuvo incomunicado durante 19 días en la comisaría de policía de Tetuán y en el centro de detención secreto de Derb Moulay Cherif junto con otras cuatro personas detenidas unos días antes. Todos afirmaron que los habían torturado y obligado a firmar atestados. El 29 de abril comparecieron ante un juez de instrucción y se les trasladó a prisión a la espera del juicio. Durante ese tiempo, la prensa de oposición marroquí publicó sus declaraciones e hizo un llamamiento al ministro de Justicia, protestando por las torturas que habían sufrido bajo custodia policial e instando a que se les procesara inmediatamente o se les pusiera en libertad. El juicio se celebró en diciembre de 1987. Entre los procesados con él figuró Mustapha Bouzinab, conocido suyo desde la infancia y miembro activo del movimiento ilegal Ila al Amam (Adelante), al igual que el hermano de Mohamed Amin Al Ghalbouzouri. Mustapha Bouzinab fue acusado de atentar contra la seguridad interna del Estado (en aplicación del Artículo 201 del Código Penal) y de conspirar contra el Estado (Artículos 174 y 175 del Código Penal), y condenado a 12 años de prisión. A Mohamed Amin Al Ghalbouzouri le acusaron de complicidad en dichos cargos, según establece el Artículo 129 del Código Penal, que estipula que la complicidad en un delito es punible con la misma pena que el delito, y le condenaron a 10 años de prisión. Otro acusado fue condenado a dos años de cárcel, y dos fueron absueltos. Las únicas pruebas existentes contra los acusados eran los atestados que les obligaron a firmar bajo tortura. A Mustapha Bouzinab le acusaron de pertenecer a Ila al Amam, leer las públicaciones de la organización y otros estudios sobre la situación económica y política de Marruecos y discutir las teorías marxista-leninistas en reuniones con otras personas, y de planear la creación de una célula de Ila al Amam en Tetuán. A Mohamed Amin Al Ghalbouzouri, que le conocía desde la infancia, le acusaron de conocer las actividades de la célula de Tetúan de Ila al Amam, albergar a dos de sus activistas que escaparon a Ceuta y haber estado a punto de incorporarse a la célula, puesto que conocía y compartía los objetivos de la organización. Después de su detención, Mohamed Amin Al Ghalbouzouri tuvo que renunciar a su proyecto de ir a Europa a estudiar música y estudia Derecho y Economía desde prisión, pero mantiene su interés por la música. En una carta que envió a unos amigos en 1991 habló de su detención e interrogatorio: Muchas preguntas, nombres que nunca había oído. Según mi atestado, soy activista de Ila al Amam... proyectos y acciones que nunca llevé a cabo, y por los que me han condenado a 10 años de prisión; es una locura... Tengo 27 años, he perdido algunos dientes, y estoy perdiendo pelo, encanto, vitalidad, y los mejores años de mi vida, mi juventud, mis veinte años... Deseo estudiar música, pero no puedo pagar las cintas, los instrumentos y los libros... Mis 21 sueños se desmoronan sobre mí sin que yo pueda hacer nada. Qué doloroso resulta convivir, a un tiempo, con la injusticia, la indiferencia y las necesidades insatisfechas. Siete años después de su detención, Mohamed Amin Al Ghalbouzouri y Mustapha Bouzinab siguen cumpliendo condena en la prisión de Tánger. 6) Abdessalem YASSINE se encuentra bajo arresto domiciliario, sin cargos ni juicio, desde 1990. Abdessalem Yassine es el líder espiritual de una asociación islámica, al Adl wal Ihsan (Justicia y Caridad). Privada del derecho a existir como partido político, la organización se ha constituido en asociación de caridad y sus miembros sufren frecuentes persecuciones. El objetivo de la organización es islamizar a la sociedad moderna en lugar de modernizar el Islam. Abdessalem Yassine declaró en 1989: Somos contrarios a cualquier tipo de violencia. Se trata de un principio básico... Nos basamos en la elección del pueblo. Nuestra ambición es llegar al poder por consenso popular. En 1989 y 1990, la policía detuvo a decenas de miembros de Justicia y Caridad. Algunos quedaron libres tras ser interrogados, pero a varios se les acusó de establecer una organización ilegal y se les procesó. El 13 de enero de 1990 cinco miembros del órgano directivo de la asociación fueron detenidos delante de la casa de Abdessalem Yassine, en Sale, y él mismo quedó confinado en su domicilio, situación en la que permanece desde entonces. La mayor parte del tiempo ni siquiera le permiten que le visite su hija. En 1993 se autorizó a su abogado a visitarle, pero otros dos dirigentes de Justicia y Paz que intentaron verle en agosto resultaron detenidos durante un breve periodo. 7) Mohamed AZIZI fue condenado a cinco años de prisión en 1991 por una caricatura que no dibujó. Mohamed Azizi, un profesor de dibujo de 43 años y presidente de una asociación de pintores de El Jadida, fue detenido en octubre de 1991 acusado de dibujar, reproducir y enviar a las autoridades locales una caricatura del rey. El tribunal de primera instancia de El Jadida le procesó y le condenó en octubre de 1991, en aplicación del Artículo 179 del Código Penal. También le acusaron de estar en posesión de material obsceno en su domicilio y de consumo de drogas, pero no se presentaron pruebas que corroborararan estos cargos. Se le impuso la pena máxima de cinco años de prisión, según lo estipulado en el Artículo 179, y se le desterró de El Jadida durante otros cinco años. Parece ser que la acusación de que Mohamed Azizi había dibujado una caricatura obscena se basaba únicamente en el hecho de que era profesor de dibjo y el único pintor de la zona. El atestado de Mohamed Azizi, un calígrafo, aparece firmado con la huella digital del 22 pulgar, y él afirma que le obligaron a hacerlo mediante torturas. Aunque, según las leyes marroquíes, no puede aceptarse una huella digital como firma de una persona que sepa escribir, la «confesión» del atestado de Mohamed Azizi se aceptó como prueba. El juez se negó a ordenar un reconocimiento médico y que se investigasen las denunciar de torturas, aunque eran visibles sus señales. El tribunal ordenó un estudio grafológico, pero hizo caso omiso de los resultados, según los cuales Mohamed Azizi no podía ser el autor de los dibujos. Antes de la conclusión del juicio se detuvo al verdadero autor de las caricaturas. No obstante, Mohamed Azizi fue condenado el 21 de octubre de 1991 a cinco años de prisión. El mismo tribunal de El Jadida procesó después por los mismos cargos a El Hadi Quezzi, autor confeso de las caricaturas, y le condenó a cinco años de prisión. A la mujer que había fotocopiado la caricatura en la librería donde trabajaba, y que aportó la información que ayudó a la policía a encontrar al verdadero autor, se le impuso también una pena de dos años de prisión. El 4 de noviembre de 1991, el Tribunal de Apelación confirmó las condenas y las penas impuestas a los tres acusados. Mohamed Azizi y El Hadi Quezzi continúan recluidos en El Jadida. 8) Ahmed BELAICHI fue condenado a tres años de prisión tras participar en un debate televisivo sobre la emigración ilegal. Ahmed Belaichi, de 35 años, director de la oficina de El Hoceima de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, es maestro. Tras ser condenado a dos años de prisión en 1987 por delitos contra la seguridad del Estado no pudo volver a su antiguo trabajo y se empleó como maestro en un jardín de infancia privado. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos publicó en agosto de 1992 las declaraciones de cuatro personas que sobrevivieron a un accidente de barco en el que murieron otras 20 personas durante una travesía ilegal hacia España. En noviembre de ese año, Ahmed Belaichi participó en un debate en el canal de televisión independiente del país. Durante el programa, Ahmed Belaichi declaró que Marruecos se había convertido en «el guardián de Europa Occidental» y manifestó su preocupación por la «militarización del norte de Marruecos» en el contexto del acuerdo firmado por Marruecos y España en 1992 que estipula una mayor vigilancia de las fronteras para impedir la entrada ilegal de marroquíes y otros africanos en este último país. Lo detuvieron a las 10 de la noche del 20 de noviembre de 1992 en su domicilio de El Hoceima; registraron su casa y confiscaron sus libros y los manuscritos de sus poemas. Ahmed Belaichi fue procesado en Casablanca en enero de 1993, acusado de ofender a la institución del ejército, en aplicación de los Artículos 263 y 265 del Código Penal, y de difundir información encaminada a socavar la moral del ejército, en virtud de los Artículos 43 y 45 del Código de Prensa. El 4 de enero de 1993 le condenaron a tres años de prisión y 1.000 dirhams de multa, y se le denegó la libertad bajo fianza mientras esperaba el resultado de la apelación. El Tribunal de Apelación confirmó la sentencia 23 en marzo y se encuentra recluido en la prisión de Oukacha, Casablanca. Ahmed Belaichi (tras los barrotes) durante una visita que recibió en la prisión. Prisión política tras juicios injustos En las listas de Amnistía Internacional, además de más de 100 presos de conciencia, figuran cientos de presos políticos condenados en juicios sin las debidas garantías. Algunos ─incluidos muchos detenidos durante las manifestaciones generalizadas de 1981, 1984 y 1990─ podrían ser presos de conciencia; la organización no ha podido comprobar si estas personas realizaron los actos de que se les acusa. Pero, prácticamente sin excepción, incluso en los casos de los que emplearon la violencia o la propugnaron, se les condenó en juicios flagrantemente injustos. Los tres presos que figuran a continuación tenían 19 años cuando les condenaron a penas de entre 15 y 20 años de prisión en juicios sin las debidas garantías por su presunta participación en manifestaciones violentas: A Azzeddine FAKKI, nacido en 1962, le detuvieron en Casablanca durante la huelga general de 1981 cuando los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes provocaron cientos de muertos, heridos y detenidos en Casablanca. Más de 12 años después, ocho manifestantes siguen en prisión; a tres les condenaron a 20 años de cárcel; a Azzedine Fakki y a otros cinco se les impusieron penas de cinco años de prisión. Abdellatif BENAZZOUZ, nacido en 1965, procede de una familia pobre del norte del país. Las manifestaciones de 1984 contra los aumentos de precios que tuvieron lugar en la principal localidad de la provincia, El Hoceima, se difundieron, dos días después, a la pequeña ciudad de Temassint, situada a 36 kilómetros, donde la mayoría de los jóvenes eran obreros, pequeños comerciantes y 24 desempleados. Durante la manifestación acudieron los gendarmes, armados de ametralladoras; los manifestantes reaccionaron arrojándoles piedras. Hubo disparos, y varias personas, cuyo número se desconcoe, resultaron muertas o heridas; las demás huyeron. Al día siguiente detuvieron a un grupo de jóvenes de la ciudad, a los que, al parecer, golpearon y posteriormente procesaron. En El Hoceima, los profesores y compañeros de los detenidos emprendieron una huelga en favor de los estudiantes detenidos y todos, excepto cuatro, quedaron en libertad. Pero, entre los miles de detenciones que se practicaron en casi todas las principales ciudades, la detención y el posterior procesamiento a puerta cerrada de unos jóvenes desempleados de Temassint prácticamente no llamó la atención. A 24 detenidos se les impusieron penas de entre cuatro meses y 20 años de prisión. Más de 10 años después de la manifestación, seis de ellos, condenados a 15 años de cárcel ─incluido Abdellatif Benazzouz─ siguen recluidos en la Prisión Central de Tánger. Keltoum Lounat Ahmed LABEID trabajaba como secretaria cuando los saharuis de Smara empezaron a manifestarse en favor de la autonomía del Sahara, en septiembre de 1992. Decenas de manifestantes fueron detenidos y, según informes, a algunos los torturaron y recluyeron ilegalmente en régimen de incomunicación durante periodos prolongados. Siete jóvenes fueron procesados en julio de 1993, uno de ellos in absentia, en dos procesos celebrados ante el Tribunal Militar de Rabat, por «atentar contra la seguridad externa del Estado». A Keltoum Lounat la juzgaron junto con otras tres personas por estar en posesión de banderas del Frente Polisario y latas de gasolina, y por prenderle fuego a unos coches. Otro acusado y ella rechazaron los cargos; los otros dos los admitieron. El juicio se celebró a puerta cerrada, a pesar de las protestas del abogado defensor. El juez demostró su antagonismo durante todo el proceso, ordenando a los acusados que no efectuaran declaraciones políticas y se limitaran a responder «sí» y «no», aunque permitió al fiscal que pronunciara un largo discurso político. Los siete jóvenes fueron condenados a 20 años de prisión. Las autoridades marroquíes han declarado que se encuentran en la prisión de Agadir, pero, según algunos informes, podrían estar recluidos en otro sitio.