La aparición del Criticismo Histórico

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La aparición del Criticismo Histórico
Oscar Wilde
Traducción y prólogo de Lourdes Pascual Gargallo
Colección Letras
Autor
© Oscar Wilde
Título original: The rise of Historical Criticism
© de la edición
Ellago Ediciones S.L.
© de la traducción y prólogo: Lourdes Pascual Gargallo, de la versión inglesa
publicada en Collins Complete Works of Oscar Wilde. Centenary Edition.
HarperCollins Publishers, Glasgow, 1999.
Maquetación: Carolina Hernández Terrazas
La aparición del Criticismo Histórico
Oscar Wilde
Ellago Ediciones S.L.
C/ Perot de Granyana, 11, bajos - 12004 Castellón
Tel. 964 227 051
[email protected]
www.ellagoediciones.com
Primera edición, octubre 2006
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse de ninguna forma, ni por ningún medio,
sea éste eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia,
sin la previa autorización escrita por parte de la Editorial.
ISBN - 10: 84-96720-00-4
ISBN - 13: 978-84-96720-00-8
Impreso en España
Índice
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Parte 1. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Parte 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
25
Parte 3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
49
Parte 4. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
73
Prólogo
It is to criticism that the future belongs
(Oscar Wilde, «The critic as an artist», Intentions, 1891)
Algunos autores han afirmado que las obras de
Oscar Wilde no necesitan ninguna introducción
porque se explican a sí mismas. Por este motivo,
dicen, siempre suponen un reto para la ingenuidad
de editores y comentaristas y, en mi opinión, este
reto se ve acrecentado cuando la introducción se
escribe desde el punto de vista de la traductora,
como es el caso. Ítalo Calvino asevera que «traducir es la manera de leer de verdad un texto»,
y, por ello, a pesar de las recomendaciones sobre
lo contrario, me atreveré a aportar algunos apuntes y notas marginales que fui realizando durante
la lectura y la traducción de este ensayo. Estas
anotaciones personales, que empezaron como un
intento de estudiar el contexto, la estructura y el
estilo, se convirtieron para mí en un testimonio
de la brillantez de esta obra tan breve como densa
y compleja. En cada una de ellas, me descubro
cautivada ante la elegancia y la sutileza del texto,
ante la habilidad y la profesionalidad del autor,
ante la profundidad y el conocimiento de causa
con que se trata la materia. Así pues, considero
imprescindible rendir el debido tributo de honor
a un escritor que se caracterizó por su búsqueda constante de la verdad y por poseer la misma
iluminación intelectual que él atribuye a los antiguos habitantes de Grecia.
Oscar Wilde nació el 16 de octubre de 1854
en Dublín. Entre 1871 y 1874 asistió al Trinity
College, donde fue un destacado estudiante y
ganó diversos premios, incluyendo la Berkeley
Gold Medal for Greek. Esta condecoración era
el reconocimiento más elevado que se podía
conceder a los estudiantes de griego y latín del
Trinity College. Posteriormente, se le concedió
una beca para estudiar en el Magdalen College
de Oxford. The Rise of Historical Criticism vio la
luz en 1879. Wilde presentó el texto al premio
de ensayo Chancellor’s English Essay Prize de
Oxford bajo el título Historical Criticism amongst
the Ancients («El Criticismo Histórico entre los
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antiguos»), pero el jurado no lo consideró merecedor de tal distinción. Como el espíritu griego, el
ensayo permaneció olvidado durante años, hasta
después del fallecimiento del autor.
Tras la muerte de Wilde en 1900, su gran amigo Robert Ross, cuyas cenizas descansan junto a
las del escritor en su tumba de Père Lachaise, se
convirtió en su albacea literario y en editor de
sus obras. Esta tarea no fue fácil porque significó localizar y adquirir los derechos de todos los
textos de Wilde, que se habían vendido junto con
todas sus pertenencias cuando el autor se declaró en bancarrota. Ross tuvo que luchar también
contra la proliferación de obras de Wilde en el
mercado negro que se produjo tras su arresto,
y especialmente contra la publicación de libros,
normalmente de temática erótica, que el autor no
había escrito pero que se publicaron ilegalmente
bajo su nombre.
The Rise of Historical Criticism apareció por
primera vez, incompleto, en 1905, en un volumen denominado Miscellanies. En concreto, el
fragmento que se publicó corresponde a la cuarta parte de la versión que ahora presenta Ellago
Ediciones. Robert Ross explica en la introducción
que, al parecer, cuando Miscellanies ya estaba en
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prensa, descubrió las partes restantes del ensayo
escritas del puño y letra del autor. Además de
este hecho, como prueba añadida de la autenticidad del manuscrito Ross aporta la referencia a un
pasaje concreto de la obra, que identifica como
característico de Wilde:
For, it was in vain that the middle ages strove to guard
the buried spirit of progress. When the dawn of the Greek
spirit arose, the sepulchre was empty, the grave clothes
laid aside. Humanity had risen from the dead.
El texto íntegro de The Rise of Historical Criticism
apareció por primera vez en 1908, en la primera
edición de las obras completas de Oscar Wilde en
14 volúmenes editada por Ross y publicada por
Methuen. En la edición de 1966 de Collins, cuyo
prólogo fue escrito por Vyvyen Holland, hijo del
autor, Ross afirma acerca de este ensayo que es una
obra muy temprana, aunque singularmente avanzada y madura, y que posiblemente fue escrita cuando
Wilde se hallaba o bien en Dublín o bien en Oxford.
Además, insiste en que la obra tiene un carácter
singular que la diferencia del resto de la producción
del autor como dramaturgo y pone de manifiesto
que en ocasiones su interpretación es oscura. Según
explica, tuvo que recurrir a especialistas para que
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establecieran la autenticidad del texto y corrigieran
las pruebas, porque parece ser que una persona o
personas desconocidas habían publicado el ensayo
de forma ilegal.
El valor de este texto que ahora presentamos
radica en que es una de las obras más desconocidas del autor y que apenas ha tenido difusión en
nuestro país. Además, por tratarse de una obra de
juventud, es un compendio de todos los motivos
que aparecerán de manera recurrente en su obra
posterior, entre los cuales destacan la búsqueda
de la verdad, la firme apuesta por los postulados
de la antigüedad griega como forma de vida y,
sobre todo, su faceta como crítico.
En concreto, el ensayo se centra en la crítica de la Historia. La Historiografía alcanzó su
perfección científica durante el siglo xix, que ha
sido denominado «el siglo de la Historia». Sin
embargo, el interés del ser humano por conocer
sus raíces ya proviene de la antigüedad, y Oscar
Wilde se dedicó a recoger una tradición cultural
que formaba parte de la civilización de Occidente.
The Rise of Historical Criticism refleja el nacimiento
de uno de los métodos que se utiliza para la investigación histórica, el Criticismo Histórico, y su
evolución posterior, y focaliza nuestra atención
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muy especialmente en las épocas griega y romana, de las cuales, como ya hemos visto, Wilde era
un gran conocedor.
El autor aborda en esta obra dos de los puntos
que más interés han suscitado en Historiografía
y que han sido fuente de acalorados debates a lo
largo del tiempo: los métodos de investigación
histórica y la pregunta sobre el sentido total que
tiene la Historia, a la cual intentó dar respuesta la
Filosofía de la Historia. La finalidad principal de
la Historia, como exigencia científica, es la búsqueda de la verdad en la reconstrucción del pasado, y la metodología de la investigación histórica
dicta precisamente las reglas para la búsqueda
de esta verdad. Por su parte, la Filosofía de la
Historia se cuestiona cuál es la unidad más adecuada para estudiar el pasado del ser humano (el
individuo, la ciudad, la civilización, la especie…)
y qué patrones podemos distinguir en el estudio
de nuestro pasado (progreso, ciclos...).
El ensayo se divide en cuatro partes. En la primera, el autor comienza destacando el gran valor
del Criticismo Histórico como factor de progreso
en la Historia de la humanidad y subraya por encima de todo la importancia de la metodología que
lo sustenta. Adscribe su origen a la civilización
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griega, y para estudiar su evolución distingue entre la Historia sagrada y la Historia profana. En
cada caso, proporciona una relación de los autores
cuyas aportaciones contribuyeron al progreso del
Criticismo Histórico. Esta estructura (presentación
de una idea y aportación de los autores que la abordaron) se mantiene a lo largo de todo el texto.
La segunda parte del ensayo se centra en el
tratamiento que el Criticismo Histórico proporcionó al mito y la leyenda en la esfera de la
Historia sagrada y subraya la evolución desde la
fe hasta la ciencia que experimentó la sociedad
griega. Seguidamente, pasa a tratar la presencia
en la Historia profana del Criticismo Histórico y
reflexiona sobre su espíritu racionalista.
En la tercera parte se abordan el origen de la
sociedad y la Filosofía de la Historia. Wilde pondera aquí la cientificidad de diferentes métodos de
investigación, compara diversas teorías sobre la génesis de la humanidad y resalta la importancia de
los conceptos de ley y orden y de causa y efecto.
En la cuarta y última parte, el autor establece
cuáles son las premisas que debe seguir el estudio
científico de la Historia. A modo de conclusión,
Wilde avanza desde Grecia hasta la civilización
romana, de la cual destaca la ausencia total de
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método en su investigación histórica y su nula contribución al progreso intelectual, que se extendió a
la Edad Media. Tras ella, el Renacimiento supuso
un retornar a las formas de pensar griegas, y en su
progresión temporal llega hasta la sociedad de su
época («nosotros, ‘los modernos’»), a la cual censura
que apenas haya aportado ningún método nuevo a
la ciencia del Criticismo Histórico. En último lugar,
propone honrar a los pioneros, la civilización griega, cuyo legado más importante, fundamental para
nuestros días, fue el espíritu crítico.
Cerraré esta introducción con algunos apuntes
acerca de la traducción de The Rise of Historical
Criticism, que he titulado La aparición del Criticismo
Histórico. El original en que nos basamos para realizarla es el publicado en 1999 dentro del volumen
Collins Complete Works of Oscar Wilde. Centenary
Edition, de la editorial HarperCollins.
El principal escollo que planteó la traducción
provenía del nivel de erudición del ensayo, de los
vastísimos conocimientos clásicos que el autor
plasma sobre el papel. Una buena muestra de ello
son las abundantes referencias en griego, y también en francés y alemán, que contiene el original, las cuales se han mantenido en la traducción
junto con las notas del autor. Para hacer frente a
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estas y otras cuestiones, fue necesario recurrir a
una no menos amplia documentación.
Los textos literarios se caracterizan porque se
recrean en el uso estético de la lengua, particularidad que Wilde domina con una maestría más
que evidente, y por el hecho de que son capaces
de generar emociones en la persona que los lee.
Aunque en nuestro caso nos hallemos ante un
ensayo, básicamente expositivo, podemos descubrir en él una riqueza de matices que espero que
no pase inadvertida. Estas dos premisas fueron
las que adopté como punto de partida a la hora de
enfrentarme al encargo de la traducción de este
texto que muy acertadamente seleccionó Ellago
Ediciones para su publicación.
Ahora sí: dejemos que la obra se explique a sí
misma y recojamos el testigo de esa llama sagrada, que nos alumbra en esta búsqueda incesante
de la verdad que es la Historia, que los griegos
fueron los primeros en prender y que Oscar Wilde
se encargó de mantener encendida, al tiempo que
avivó la potencia transformadora de su luz como
instrumento de cambio social.
Lourdes Pascual Gargallo
Castelló de la Plana, 22 de agosto de 2006
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1
El Criticismo Histórico no se manifiesta nunca
como un hecho aislado en la civilización o en la
literatura de ningún grupo humano, sino que forma parte de ese complejo avanzar hacia la libertad
que podría bautizarse como la sublevación contra
la autoridad. Se trata simplemente de un aspecto
más del carácter especulativo propio de todas las
innovaciones, que en la esfera de la acción tiene
como resultado la democracia y la revolución, y
en la del pensamiento está emparentada con la
Filosofía y la Ciencia Física. Su importancia como
factor de progreso no radica tanto en los efectos
que produce como en la forma de pensar que representa y en el método a través del cual actúa.
Por este motivo, porque es el resultado de fuerzas esencialmente revolucionarias, no lo hallaremos en el mundo antiguo entre los despotismos
materiales de Asia o la estacionaria civilización de
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Egipto. Los cilindros de arcilla de Asiria y Babilonia
o los jeroglíficos de las pirámides no conforman la
Historia, sino que son el material para el estudio de
la Historia.
Los anales chinos, que se remontan hasta las
formas de vida primitivas que habitaban en los
bosques de esta nación, están caracterizados por
una sobriedad de juicio y una libertad de invención que casi no tienen parangón en los escritos
de ninguna otra civilización. Sin embargo, el espíritu protector tan característico de este pueblo
resultó ser tan funesto para su literatura como
para su comercio: allí, el libre Criticismo es tan
desconocido como el librecambismo. A su vez, los
hindúes prefieren emplear su aguda inteligencia,
analítica y lógica, en el Criticismo Gramatical y
en la Filosofía que en la Historia o la Cronología.
De hecho, en Historia dieron rienda suelta a su
imaginación: la leyenda y la realidad están tan
indisolublemente entremezcladas que cualquier
intento de separarlas resulta vano. Si prescindimos de la identificación del griego Sandracoto
con el indio Chandragupta, no tenemos absolutamente ningún indicio mediante el cual demostrar
la veracidad de sus escritos o verificar su método
de investigación.
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La verdadera historia y los comienzos del Criticismo Histórico los encontramos en la rama helénica de la raza indogermánica, concretamente
en la extraordinaria estirpe de arios primitivos a
quienes denominamos «griegos» y a los que, como acertadamente ya se ha apuntado, debemos
todo lo que existe en nuestro mundo excepto las
fuerzas ciegas de la naturaleza.
Desde el día en que abandonaron las frías mesetas del Tibet y viajaron como pueblo nómada
hasta las orillas del Egeo, el rasgo más característico de la naturaleza de esta raza ha sido la
búsqueda de la luz. Los principios del Criticismo
Histórico son un reflejo de esa extraordinaria
Aufklärung o iluminación intelectual que irrumpió en la civilización griega como una gran inundación de luz alrededor del siglo VI a. C.
L’esprit d’un siècle ne naît pas et ne meurt pas
à jour fixe,1 y por ello el primer crítico es quizá
tan difícil de descubrir como el primer hombre. El
espíritu del Criticismo adopta de la democracia su
intolerancia hacia la autoridad dogmática; de la
Ciencia Física las sugestivas analogías de la ley y
el orden, y de la Filosofía la concepción de una
1
El espíritu de una época no nace y no muere en un día determinado.
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unidad esencial que subyace a las manifestaciones
complejas de los fenómenos. El Criticismo aparece en sus inicios más como una nueva actitud
mental que como un principio de investigación, y
sus primeras influencias se reflejan en el estudio
de las escrituras sagradas.
Así pues, los hombres comenzaron a dudar primero en cuestiones religiosas y después en asuntos de interés más secular. En las últimas fases
de su evolución, la naturaleza de los principios
del Criticismo Histórico no se reduce simplemente
a ser un método empírico para averiguar si un
acontecimiento tuvo lugar o no, sino que atañe
también a la investigación de las causas de los
acontecimientos y las relaciones generales que
los fenómenos de la vida mantienen unos con
otros. Al final, pasa a formar parte del ámbito
más global de la Filosofía de la Historia.
Los efectos que produjo el Criticismo Histórico
en estas dos esferas, la de la Historia sagrada y la
de la no inspirada, son esencialmente manifestaciones de los mismos principios. No obstante, sus
métodos en cada caso son tan variados, sus listas
de pruebas tan diferenciadas, y sus motivos tan
inconexos, que para obtener una estimación clara
del progreso del pensamiento griego deberíamos
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analizar cada una de estas dos esferas completamente por separado. Para cada una de ellas, aportaré
una sucesión de escritores en orden cronológico para representar el orden racional, aunque la sucesión
temporal no es siempre la forma en que se suceden
las ideas, ni la dialéctica se mueve siempre en la
línea recta en que Hegel concibe su avance. En el
pensamiento griego, como en cualquier otro, hay
periodos de estancamiento y retrogresión aparente, aunque su desarrollo intelectual, no solamente
respecto al Criticismo Histórico, sino también en
su arte, su poesía y su filosofía, parece tan esencialmente normal, tan libre de todas las molestas
influencias externas, tan peculiarmente racional,
que si seguimos las huellas del tiempo progresaremos necesariamente en el orden sancionado por
la razón.
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