La fuerza subjetiva del conjuro en la terapéutica tradicional

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LA FUERZA SUBJETIVA DEL CONJURO EN LA TERAPÉUTICA TRADICIONAL
La fuerza subjetiva del conjuro en la terapéutica tradicional
Isabel Jáidar Matalobos
RESUMEN.
Se presentan algunos resultados del estudio acerca del conjuro como práctica
curativa y otros usos en la terapia tradicional en México, revisando su fuerza simbólica,
cultural y lingüística. Dicho estudio forma parte de las investigaciones que se han venido
desarrollando sobre el curanderismo y otras prácticas chamánicas. La fuerza subjetiva del
conjuro es comprendida dentro de su contexto cultural, social y por lo tanto mítico-religioso,
atendiendo, entre otras, a concepciones teóricas de la disciplina de la etnopsicología, la cual
está basada en la propuesta de que la cultura tiene un papel fundamental en la estructuración
psíquica y subjetiva de los seres humanos; postura opuesta a la noción de una psique universal
o una naturaleza humana universal.
ESTE ESCRITO PRESENTA algunos avances de la investigación sobre metaterapias
psicoespirituales o psicológicas, la cual atiende, entre otras, concepciones teóricas de
la etnopsicología, que parte de que la cultura tiene un papel fundamental en la
estructuración psíquica y subjetiva de los seres humanos, postura opuesta a la noción
de una psique universal o una naturaleza humana universal. Así, en lo que respecta
a las prácticas de curación “psicológica” en la medicina tradicional en México existen
maneras de concebir la enfermedad y la curación muy distintas a las de la medicina
oficial; cada cultura ha evolucionado y dado a sus integrantes una estructura psicológica
específica y esta estructura desarrolla psiquismos y subjetividades que determinan
la manera como sus integrantes miran y “conciben” su realidad y, dentro de ésta, la enfermedad y el dolor psíquico. La cultura, en efecto, determina el modo en que la
psique individual trabaja, y esto trae por consecuencia maneras particulares de “vivir”
el propio cuerpo, la salud, la enfermedad física y psíquica y los caminos para aliviar el
dolor. Dentro de las múltiples elaboraciones y conocimientos desarrollados para este
fin, el conjuro ocupa un lugar de significativa incidencia dentro de las curaciones
chamánicas o las “brujerías” en diferentes culturas del mundo. De ahí el interés por
estudiarlos como parte de un escenario cultural dentro del cual toman significación
y fuerza psicológica. La exploración del conjuro que planteo en este trabajo es incipiente,
se inscribe dentro de un conjunto de elementos que interactúan en las situaciones
chamánicas, relacionados intersubjetivamente dentro de las redes culturales en las
cuales se gestan.
ANUARIO 2001 • UAM-X • MÉXICO • 2002 • PP. 219-227
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Consideraciones teóricas
Acudo, entre otras miradas teóricas, a la etnopsiquiatría, la cual, ante la riqueza de
los análisis de sistemas tradicionales, considera cada vez menos los aspectos terapéuticos
de estos tratamientos como procedimientos mágicos y más como procesos culturales
y sociales altamente significativos.
Dentro de esta corriente, Devereux (1970), Nathan (1991) y Zempleni (1985)
señalan cómo el nuevo proceso de la etnopsicología y etnopsiquiatría toma los materiales
culturales imprescindibles cuidadosamente “desubjetivizados” de la etnología clásica.
Básicamente este proceso concibe el contexto cultural dentro del cual se significan los
sujetos singulares y las condiciones de sus significaciones, referidos generalmente dentro
de la relación que el etnógrafo entabla con sus interlocutores.
Bajo esta mirada teórica, los tratamientos y técnicas empleados para la curación
psicoesperitual de la medicina tradicional de origen náhuatl, adquieren una vigencia
y fuerza subjetiva derivada de culturas milenarias y tradiciones que continúan
construyendo subjetividades y psiquismos individuales.
Como medicina tradicional entiendo una concepción, sentido y significación de la
enfermedad y de la muerte gestados dentro de un contexto cultural inicial de origen
prehispánico, pero que de ninguna manera se ha quedado detenido en el tiempo; por
el contrario, ha tenido y tiene grandes procesos sociales, culturales e históricos que le
han llevado a tener importantes modificaciones. La medicina tradicional se ha ido
adaptando al mundo actual en forma mezclada o sincrética con la religión católica y la
medicina alópata. Esta concepción de la medicina, significada con gran intensidad
afectiva dentro de redes sociales, culturales, religiosas y mágicas, persiste en grandes
grupos culturales de nuestro país y responde a tradiciones culturales y realidades simbólicas de orígenes centenarios y aun milenarios que sólo pueden ser entendidas, al
menos parcialmente, si se contextualizan en un conjunto tanto conceptual, operativo
y simbólico, como en la amplitud y multiplicidad de sus significados.
Como parte de nuestra realidad social, la medicina tradicional y su terapeútica,
encarnan un proceso cultural altamente significativo: cumplen una función de
identidad social y cultural muy importante, sostenida por un proceso histórico estructural de las comunidades.
Los diferentes elementos curativos tienen un significado fundamental en la cultura
y se han convertido en vínculos que vehículizan (pasaje, según Lévi-Strauss) las
relaciones entre la naturaleza, lo biológico y el mundo espiritual y cultural, son un
medio de expresión simbólica del mundo interior y la construcción subjetiva del
cuerpo, de la vida y de la muerte.
En este sentido no existen elementos aislados dentro de la medicina tradicional
sino que pertenecen a diferentes conjuntos culturales tanto conceptuales, simbólicos
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LA FUERZA SUBJETIVA DEL CONJURO EN LA TERAPÉUTICA TRADICIONAL
y operativos. Cualquiera de estos elementos son parte de la visión del mundo construida
por el grupo cultural al que pertenecen, son partes de una organización cósmica
simbólica y significativa. El ser humano ocupa un lugar en este universo, el dolor y
la enfermedad física y psíquica lo enfrenta a lo efímero e incierto de la vida, a situaciones
límite, a desequilibrios con la naturaleza y el universo. Cualquier aspecto de la medicina tradicional tiene como finalidad corregir el desequilibrio.
En tradiciones de origen náhuatl prevalecen creencias y conceptualizaciones que
sitúan por encima de la causa física, “natural”, la fuerza de lo espiritual y mágico
sobre el cuerpo y la mente. Herederos de creencias acerca de múltiples dioses que en
su cólera o desagravio enfermaban o castigaban de diferentes maneras a los humanos,
el factor decisivo en la etiología de la mayor parte de las enfermedades físicas o
psíquicas se siguen atribuyendo a fuerzas sobrenaturales o al poder colectivo del
“mal”. Para su curación, por lo tanto, es importante conocer el origen de la enfermedad
en estos terrenos y conjurarlo de alguna manera.
El conjuro y la oración
Actualmente existen dentro de la medicina tradicional múltiples acciones de índole
mágica o psicoespiritual para obtener la curación. Estas manifestaciones operan dentro
de contextos rituales y míticos; se encuentran, por decirlo de alguna manera, dentro de
este horizonte donde tienen el sentido y significado de un todo, adquieren su
singularidad y efectividad dentro de estructuraciones de redes rituales y míticas. Se
trata de procesos completos y cerrados en sí mismos, sistemas de creencias y de pensamiento que significan y enuncian la colectividad y los sujetos singulares. Entre
éstos y para el caso que nos ocupa de los conjuros, opera, en cuanto a su aspecto
mágico, el principio de la magia por semejanza, es decir “lo semejante produce lo
semejante” (Frazer, 1989).
La oración o rezo, que en la medicina tradicional actual ocupa un lugar predominante, está estrechamente relacionada con los mecanismos psíquicos del conjuro,
sin embargo presenta caminos opuestos. Tiene frecuentemente un importante valor
colectivo y una enorme fuerza individual, pero, a diferencia del conjuro que intenta
controlar y dominar al mundo sobrenatural, la oración presenta una actitud de
sometimiento a Dios o a los dioses.
Diferente a esta concepción, en la terapéutica tradicional y en los tratamientos
mágicos, así como los pertenecientes al campo de la brujería, los conjuros ocupan un
lugar importante para el tratamiento de problemas de índole psicoespirituales, pero
en lugar de suplicar a los dioses o fuerzas de la naturaleza, se les ordena, amenaza e
intimida. El terapeuta, mago, brujo, curandero, por medio del conjuro se dirige a
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seres y poderes sobrenaturales para imponer por medio de la palabra su voluntad,
ordenando que alivien o enfermen al sujeto, o que suceda tal o cual situación; intenta,
mediante entonaciones, gestos y rituales someter a las fuerzas que han dañado, sea al
organismo como a la mente o al alma del enfermo. Es en sí misma una especie de
logoterapia, es decir curar por medio de la palabra.1 El conjuro lo consigue en ocasiones
porque ejerce una fuerte sugestión en el enfermo que lo lleva a un estado de transición
entre lo que está encapsulado en su imaginación o inconsciente, del mundo innombrable
de los miedos, de los terrores, del caos, al mundo controlado por el poder de la palabra.
El conjuro no falta nunca en estos tratamientos mágicos, es asimismo una integración
del mundo mágico-imaginario y prohibido, al mundo de lo definible, nombrable, lo
que pone orden. Tiene códigos que, a mi consideración, son la vía que enlaza el mundo
consciente con el inconsciente, el racional con el intuitivo, el del pensamiento con el
emocional. El mundo “natural” con el “sobrenatural” del imaginario.
El conjuro en su descripción más general consiste en un conjunto de frases o
palabras que se pronuncian con determinadas entonaciones, gestos e intenciones. La
estructura del conjuro, la manera en que se acomodan frases y palabras, su correcta
entonación, gestos y momento adecuado, responde a creencias míticas, religiosas y
mágicas, palabras significantes arquetípicas que se considera poseen poderes
sobrenaturales. Numerosos grupos culturales de nuestro país, como los huicholes,
creen que el conjuro no sólo puede eliminar el mal cuando es correcta y positivamente
usado, sino que mal utilizado o con incorrectas entonaciones puede causar daño e
incluso causar la muerte.
El lenguaje utilizado en los conjuros suele ser arcaico y no siempre comprensible,
incluso para el conjurador. En algunos casos no tiene sentido. Sin embargo la mayoría
de las veces, el lenguaje, las palabras y las frases están directamente relacionadas de
manera simbólica, metafórica e imaginaria con la finalidad que persiguen; llevan
una red de significaciones, que en la organización semántica de cada lengua y en
cada sujeto, parece evocar las primeras organizaciones discursivas. En su contenido
simbólico, por analogías, metáforas y similitudes representan una “imitación” de los
caminos que la naturaleza y el cuerpo humano siguen en sus cursos naturales de la
enfermedad o el daño. Por ejemplo, un conjuro en las costas del Pacífico para ayudar
a las mujeres a parir, les habla de la flecha que lanza el arco, de la flor que brota en
primavera, de la luz del amanecer.
En bendiciones o maldiciones se considera que el poder del conjuro está conectado
con el poder mágico y sagrado de las palabras. El conjuro es acompañado de ritos y
1
Así como la cura psicoanalítica actúa por medio de la palabra y llega a niveles inconscientes, el conjuro
también sigue caminos similares, pero en lugar de intentar hacerlos conscientes opera en un registro
preconsciente sobre los mecanismos que originaron el padecimiento.
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gestos llenos de significado, por ejemplo para curar partes específicas del cuerpo o de
la mente, se palmea o se gesticula, mostrando poder para sacar el mal, se sopla, se
asusta con ruidos, etcétera.
Los conjuros entre los antiguos nahuas
Los nahuas daban el nombre de nahuallatolli a estas maneras simbólicas de
comunicación con todo lo intangible, maneras de dar significado a lo que es difícil
nombrar, a las fuerzas invisibles. Nahuallatolli significa “palabra secreta”, deriva de
nahuali (“lo oculto, lo encubierto”) y tlatolli (“discurso, palabra”). El conjuro a
quien lo sabe manejar da poder; en el caso de las curaciones psicoespirituales, lucha
contra los demonios y el mal, contra los sentimientos negativos y las fuerzas de la
oscuridad.
Nos dice López Austin:
Es interesante comprobar que frecuentemente los nombres secretos hacen referencia
a la creación del mundo. Según las creencias de los mesoamericanos, los seres de
este mundo no habían sido creados en un momento único, sino a lo largo de un
proceso inscrito en un ciclo calendárico. Como consecuencia de lo anterior, una
buena parte de los nombres secretos eran nombres calendáricos. Los árboles, por
ejemplo se llamaban Ce-Quiahuitl (1-lluvia), los venados eran Chicome-Xochitl (7flor) y el fuego, Nahui-Acatl (4-caña) [1991:16 y s.].
No debe extrañar que en algunos casos los nombres saludan más directamente
a los mitos de origen. Puede citarse el caso de un conjuro médico recogido por
Hernando Ruíz de Alarcón ya en la época de la Colonia. El cuerpo de paciente fue
llamado Chicomostoc, el nombre de la gran montaña de la que nacieron al mundo
diversos grupos humanos. El cuerpo del hombre y sus cavidades se equiparaban a
la gran montaña de origen y a sus siete cuevas.
Sin embargo, aunque exista la referencia al mito, ésta no siempre es clara. Debe
recordarse que el lenguaje del conjurador es oscuro y que todavía buena parte de él es
incomprensible para los investigadores y, por otra parte, que muchos de los antiguos
mitos mesoamericanos no fueron registrados en el sistema fonético de la escritura
castellana.
Los conjuros de origen nahua y maya muestran y enseñan sobre la fuerza de la
palabra primordial. Muchos conjuros son de difícil comprensión, pero de inmediato
se capta en ellos que, tras su hermetismo, existen códigos con los que el conjurador
intenta comunicarse con los seres de una realidad que creen tan presente como oculta.
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CULTURA Y TRADICIÓN
La fuerza del conjuro
El conjuro es un acto psíquico primario, una puesta en acto de las alienaciones más
primitivas de los seres humanos, con amplias resonancias en el campo de la afectividad.
Se habla desde el deseo individual enlazado con los “deseos” colectivos sociales y
culturales, con las resonancias milenarias de los orígenes míticos, de la fuerza simbólica,
subjetiva de la palabra primordial, de la entonación, de la fuerza fonética, que alude
a los valores y construcciones significantes fundamentales: vida-muerte, bien-mal,
dolor-placer, etcétera. Es la voz del deseo, pero el significante de lo imposible. De la
eterna falta, del terror, de la impotencia y la negación de todo ello por medio del
conjuro. El conjuro puede convertirse en un poderoso instrumento cultural y social,
en alienación y dominio, producto de las profundidades de nuestro inconsciente, de
las capas más hondas y determinantes de nuestro psiquismo. El conjuro es una
especie de detonante de todo tipo de representaciones fantasmagóricas. La relación
con la naturaleza es difícil, y a veces ésta se ensaña con nosotros de un modo brutal
y violento, empleando todas sus fuerzas implacables y destructoras. Nuestro cuerpo
condenado a la aniquilación y decadencia, se resiente una vez más contra el dolor y
la enfermedad... la sociedad se impone sobre nosotros con multiformes limitaciones
para nuestras aspiraciones de placer y de libertad. Si consideramos los sufrimientos
psíquicos vemos que también son cuantiosos, la neurosis y la psicosis. El conjuro
imita a la naturaleza en su fuerza implacable, brutal y violenta, pareciera que sigue
sus caminos en el intento de controlarla y desviarle en todo caso, para ello la representa,
la significa en palabras que como dice Benveniste:
La lengua es instrumento para ordenar el mundo y la sociedad, se aplica a un
mundo considerado “real” y refleja un mundo “real”. Pero aquí cada lengua es
específica y configura el mundo a su manera propia [1988:82].
El conjuro ordena este mundo terrible de la naturaleza, refleja este mundo “real”,
y tiene fuerza y significado en las primeras construcciones lingüísticas específicas de
la cultura a la que pertenezca.
El conjuro en la terapéutica tradicional se relaciona con el misterio de la vida y la
muerte, el dolor y el no dolor, la enfermedad y la salud. Es un vínculo interpersonal,
de invocación, poder y depositación simbólica, permite al sujeto que lo recibe volver
a transitar, metafóricamente, el pasaje entre la naturaleza y la cultura. Las construcciones singulares se apropian de diferentes significados del conjuro, abre un camino
para aflorar la afectividad que acompaña a los procesos fundantes de la subjetividad.
Se conjugan, comunicación, sometimiento por miedo, poder de la eficacia simbólica,
como nos enseña Lévi-Strauss (1949), en el conjuro se conjuntan modalidades de
relación y transgresión de lo prohibido con el misterio para desbordar la realidad y en224
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trar en contacto con lo sobrenatural. Cada sujeto, al ser portador de la palabra, lleva
inscrita la cultura en su cuerpo y en su psique, en su salud, en su enfermedad y su
muerte. Así, la palabra constituye una estructura fundamental de la subjetividad,
del psiquismo, es por eso que la palabra de cada sujeto trae siempre otras voces y otros
ecos, es siempre singular y colectiva, y trasciende a ambos niveles.
El efecto del conjuro es psicológico pero su resonancia es fonética, los sonidos que
maneja tienen efectos sobre el cuerpo y la mente, con fuerte carga afectiva, “enfrenta
al mal y ordena a los dioses”, siempre y cuando el enfermo crea en la mitología de la
que es producto el conjuro, y esté inserto en una cultura que acepta y significa estas
maneras terapéuticas. La autoridad y poder del “curador o brujo” y su conjuro remiten
al enfermo a una regresión a la infancia en la que se somete al orden establecido por
las figuras de autoridad y la cultura. El conjuro es la contraparte del maleficio, si éste
se encuentra imbricado en las creencias míticas, mágicas y religiosas del enfermo es
un continuo de “creencias” y significaciones; en este escenario, el conjurar equivale a
tener el poder de romper el hechizo o maleficio o el mal hecho por otro poder, por lo
tanto tiene una eficacia simbólica que en la terapéutica tradicional opera en muchos
casos aliviando el mal, principalmente cuando es de bases psicológicas.
Dicho el conjuro para bendecir o maldecir, su eficacia se encuentra en la creencia
de que las palabras en sí mismas tienen el poder. El conjuro se acompaña con actos y
gestos que refuerzan este poder, por ejemplo en la bendición poner las manos sobre
la cabeza del que se bendice. En un maleficio o maldición se gesticula o se utilizan
animales o muñecos y se “actúa” el daño que se desea hacer.
El análisis e interpretación de los conjuros, vistos desde un enfoque hermeneútico
tomando éste como el “arte de la comprensión” y de la interpretación que parte de la
experiencia a la comprensión de la misma y finalmente a una manera de interpretación
con ciertos elementos de análisis que en este caso propongo desde un enfoque primero
de relación hombre-cultura-naturaleza, donde el mito y el rito operan de mediadores
para la construcción psíquica. En la comprensión de que el efecto terapéutico deriva
de que el enfermo crea en todo el tratamiento, y esté inserto en un todo, el conjuro
sea un conjunto con el contexto cultural. Por lo tanto no planteo interpretaciones o
lecturas aisladas, dado que cada cultura gesta sus propias maneras y significaciones.
Como plantea la etnopsicología, la cultura es la fundamental estructuración psíquica
y subjetiva de los seres humanos, por lo tanto en esta investigación al analizar cualquiera
de los elementos propuestos por la terapeútica tradicional, y en este caso el conjuro,
es necesario conocer los mitos, creencias, tradiciones, etcétera, que forman la trama
donde el conjuro toma presencia y poder. En la actualidad el choque entre los
tratamientos mágicos, la medicina tradicional y la medicina oficial entre ellas las
psicoterapias, manifiestan el choque cultural en el que viven muchas comunidades
y grupos marginados.
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CULTURA Y TRADICIÓN
A manera de ejemplo del análisis hermeneútico de un conjuro
El siguiente ejemplo de conjuro está tomado de un texto de López Austin, para
curar diferentes males, dicho conjugro data del siglo XVII:
Ea! Serpiente blanca,
serpiente obscura, serpiente amarilla,
ya dañas nuestra cuerda de carne,
nuestros intestinos de carne.
Allá va ahora el águila blanca, el águila obscura.
viene a destruirte.
Y si no me obedeces llamaré al sacerdote venerable aguilucho;
Te arrastrará tu intestino...
Podemos entender de una manera hermenéutica el significado de la serpiente
como dañina y del águila como liberadora espiritual. Como decíamos anteriormente,
en los mecanismos del pensamiento mágico de que lo semejante crea lo semejante.
Consideraciones finales
El estudio del conjuro y su poder dentro de las curaciones de la medicina tradicional
en diferentes grupos de nuestro país, aporta conocimiento sobre los planos fundantes
de la cultura, la subjetividad y su materia esencial que es la palabra. Nos habla de
procesos estructurales en la ordenación simbólica y lingüística más primitiva de los
grupos culturales en donde emergen. Representan un material semántico rico en
entramados simbólicos, concepciones cósmicas y de la “realidad”, que permiten estudiar
procesos de subjetivización social, por un lado, y por otro, el universo del lenguaje.
Bibliografía
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