GUIA . L DE LAS , INSTALACIONES DE 1940 . , MADRID, 1940 - Hauser y Menet - Ballesta. 28 - Madrid E n la vida del Museo Arqueológico Nacional, la guerra impuso un paréntesis de signo negativo que ha sido forzoso saluar con organizaciones provisionales, e n v e z de mometer desde el día feliz de su término. la reirzstalación definitiva. El 28 de marzo de 1939, al conquistar Madrid el Ejército Nacional, la instalación de este Museo casi centenario estaba anulada, los objetos recogidos e n almacenes, el mobiliavio de exposición retirado de sus salones y todos los espacios libres ocupados con las piezas que había reunido el Servicio de Recuperación Artística que actuó durante el período rojo. Rápidamente se pudo desocupar como una octava parte del edificio y e n ese espacio, con miras a que el Museo cumpla su finalidad doiente el tiempo &e dure la devolución de lo almacenado por aquel Servicio, con piezas selectas y representativas se ha formado un Museo sintético de Antigüedddes espñoias. Ello motiva Id publicación de esta Guía destinada, como las Salas a que alude, a tener corta vida y nos ha movido a redactarla más con sentido de cartilla-vulgarizadora que de Catálogo abreviado de loS objetos expuestos. Cuando, e n plazo corto, vuelva u ocupar el Museo la totalidad de su edificio y estas piginas ya no sirvan para conducir al visitante a través de la's instalaciones inauguradas e n 1940, aspi~amosa que aún puedan ser útiles como elemental resumen de Arqueología espaGola. SALA DE PREHISTORIA Croduis de distribución de vitrinas Plano 1 y objetos SALA PRIMERA PREHISTORIA En la sucesión de períodos geológicos que integran la historia de la corteza terrestre, la aparición del hombre sólo se puede considerar seguras durante el Cuaternario, precedente del actual. Las que se han aducido como pruebas de que ya existió en el Terciario, cuentan hoy con muy pocos adeptos. Durante los muchos milenios que hipotéticamente. se calcula la duración del período Cuaternario, por causas aún mal precisadas (variaciones en la oblicuidad de la eclíptica, migraciones del perihelio, paso del sistema solar por espacios interestelares con diferencias térmicas, etc.), la superficie del planeta sufrió por cuatro veces violentos cambios d e temperatura, que en los períodos fríos formaron sobre Europa gigantescos sudarios d e hielo (glaciares) que alcanzaban desde el círculo polar al centro de Alemania y en los países mediterráneos cubrieron sólo las cimas d e las altas montañas, como los Apeninos o los Pirineos. En los intervalos. d e las glaciaciones nuestro Continente disfrutó un clima cálido y húmedo ( 1 6' d e temperatura media anual, en la región del Sena, que hoy tiene solamente 1 1 O ) , que elevó el límite de las nieves perpetuas 400 m. sobre el nivel actual y permitió vivir al hipopótamo en todo el litoral mediterráneo y al gran elefante antiguo, de piel desnuda, en la Europa Central y meridional. Sus restos óseos, procedentes de Torralba y Ambrona, yacimientos de la alta meseta castellana, se exponen en esta Sala. Plano I n.os 1 y 2 , España acusa huellas de exis.tencia humana, restos d e la actividad d.21 hombre como fabricante de instrumentos y creador de formas artísticas, desde el momento más antiguo del Cuaternario, desde el primer período interglaciar. El estudio de estas épocas constituye la Ciencia prehistórica, disciplina moderna que cuenta apenas cien años, fruto feliz del consorcio de las Ciencias naturales y la Arqueo!ogía, nacida en territorio francés, sobre sus yacimientos y con sus nombres, aún conservados pese al generil reconocimiento d e la necesidad d e modificarlos. Como ley biológica universal se aceptan, sin embargo, las grandes etapas evolutivas del progreso humano: la Edad du la piedra tallada o Paleolítica, que hoy s e cree comprende los cuatro períodos glaciares ( d e Günz, de Mindel, de Rics y de Würm), el período d e tranción o Mesolítico, correspondiente al epiglaciar: la Edad de la piedra plimentada o Neolítica, ya dentro del período geológico actual y la de transición a los metales O Eneolítica: la del Bronce y la del HierTO. La Edad de la Piedra tallada (Paleolítica) Plano í N.O 3 La Edad Paleolítica presenta en su cronología relativa, con la se.guridad que ofrecen la superposición de capas en la excavación de los terrenos, dos períodos: e! Paleolítico inferior y el superior. En el Paleolítico inferior se emplean instrurr de pedernal, material que puede tallarse a la ve percusión y presión hasta lograr útiles puntiagul de filos cortantes y en el que se producen dos ripos quizá c r ~ n o l ó ~ i c a m e nsucesivos, te los tallados por ambas caras (industrias bifaciales de Breuil), en que se hacen grandes hachas que se utilizaban a mano sin auxi!io d e mango y al que corrt i los periodos clásicos Chelense (Abbevilienee) ulense (Leva- Iloisiense y Micoquiense) y el de lascas toscas, frag~or del númentos de pedernal d e ~ ~ r e n d i d o s . percusión cleo originario, de tamaño generalmente más pequeño, tallados por una sola cara, de tipos más especializados (puntas, raederas, perforadores, etc.), posiblemente usados con mango de madera, que no se ha conservado, y que caracterizan el período Musteriense (que en su fase antigua se denomina Tayacmse), con el que se alcanza el comienzo del momento álgido de la cuarta glaciación en una antigüedad entre los 30.000 y 25.000 años antes de nuestra Era. El hombre de estos períodos o Paleoanthropus (Momo Heideibsrgensis, primero, y Homo Neanderthalensis, después, en el Musteriense), era de frente huída y aplanada, maxilar superior prominente y ahocicado, robusto toro ciliar, órbitas casi circulares, cabeza grande y piernas arqueadas: su aspecto sería bestial, infrahumano. El Peleolítico superior se desarrolló durante la última g-laciación, y es producido por un tipo racial (el Neoanthropus, precursor del Momo sapiens) de esqueleto semejante al actual. Sus industrias de la piedra se caracterizan por el abandono total. de los gruesos tipos bifaciales (hacha de mano), por el empleo de lascas escogidas, delgadas y largas, llamadas hojas, y por la ~erfeccióny especialización progresiva d e los tipos de instrumentos líticos, h n t o a los . cuales ya utiliza materias como el hueso y el asta: La estratigrafía puede ahora estudiarse>con seguridad en algunas cavernas (singularmente -en la del Castillo, Santander) , y permite establecer una sucesión de períodos : el Auriñaciense, que parece proceder del Asia Occidental, el Solaatrenaz, caracterizado por las hojas llamadas ((de laurel)), finas y cuidadosamente retocadas y el Magdaieniense en que la industria del hueso alcanza el mayor desarrollo al fabricar ctazagayas)) ((arpones))y ((bastonesde niando)). Estas indiistrias penetraron en España por el Pirineo, se establecieron densamente en la.zona Cantábrica y llegaron de modo \ OSA Parte srior Muros CY D Parte '"perior sporádico hasta el Sur de la Península, al l I l 1 s L 1 I U L i c l i l po que por el Sur y Levante se extendía otra industria auriñaciense d e clara procedencia africana, que muy pronto fué sustituída por una nueva importación norteafricana d e gran fuerza ekpansiva, la industria llamada Capsiense, que se infiltra por el Norte llegando a cruzar e! Pirineo, al mismo tiempo que ocupa Italia (RomaneIliense) sustituyendo en el Mediterráneo al Solutrense y Magdaleniense europeos y sin llegar a pasar al Mesolítico. En el Paleolítico Superior aparecen las artes figurativas, pintura, grabado y escultura, no como consecuencia de un afán de recreo estético, sino con una finalidad utilitaria mágica para lograr la caza de que dependía su sustento. Las paredes rocosas d e la caverna de Altamira, constituyen el conjunto más perfecto de pinturas que han dejado en Europa los cazadores magdalenienses, figuras policromadas de especies hoy extinguidas, copiadas con sorprendente realismo impresionista. La diferencia que Fe aprecia en los tipos industriales e la zona cantábrica y la levantina se acusa también 1 el arte, aunquexon mutuas penetraciones. En la pri[era utilizan las paredes y bóvedas rocosas del inteor de las cavernas, muchas veces de lugares recóndi)S, para pintar aisladas grandes figuras de animales tales, Altamira, Castillo o la Pasiega), mientras en levantina ' las emplazan en simples abrigos o rocas aire libre, las figuras son más pequeñas y, generalente, forman escenas en que con frecuencia intervienen cazadores adornados con plumas, o mujeres vestidas con faldas acampanadas y tocadas d e alto peinado, ta! la de Prado del Navazo, Cogul (Teruel), Val del Charco del Agua Amarga, etc. En el yacimiento levantino de la Cueva de Parpalló, con industrias d e tipo europeo, se han encontrado muchos cantos pintados con animales, en los que parecen verse representados ambos estilos. A vueltas con dis rzonamie:ntos geológicos, el Profesor Obermaier como ftecha aproximada terminal de las cuiLuias del perior el año 12.000 a. de J. C. PaicvlLLicu su- La Edad de transición (Mesolítica) 1 1 , Ya dentro de la Edad geológica actual, como última evolución d e los períodos anteriores, dentro del mismo modo de vida, según demuestran los restos. animales y acredita la industria, como un ((Paleolíticoque muere)), h.iy un período que viene denominándose Epipaleolíti1, en que (aparte del Magdaleniense final de los años 2.000 a 9.000 antes d e J. C.) se aprecian dos fases ulstintas, en la zona cantábrica el Aziliense, que tiene como instrumento típico el arpón plano de hueso o asta, y en la cuenca mediterránea el Tardenoisíense antiguo, rsracterizado. por silex pequeñísimos d e formas regures llamados ctmicrolitos geométricos),. Se supone le, aproximadamente, abarca este período los años ,.O00 a 6.000 a. de J. C., pero las últimas investigaones tienden a reducir esta última cifra en cuanto a ~ p a ñ ase refiere. Ahora, el arte sufre un cambio total de concepción. La tendencia al esquematismo que pudo apreciarse ténuemente junto al arte naturalista, pero que éste sofocó y redujo, logra ya total predominio y las figuras d e liombres o animales se limitan a líneas esenciales hasta convertirse en verdaderos símbolos, comenzando un proceso de ccgeometrización)), de donde ha d e salir la escritura. Su centro principal fueron los abrigos rocosos de Sierra Morena. También en este período d e transición entre las Edades de la piedra tallada y pulimentada, como prólogo de lo que va a ser el Neolítico. y dentro de su cuadro de vida, .considera Obermaier la industria Asturiense que va por el litoral y Norte peninsular, desde la desembocadura del Miño a Vizcaya y Gerona y tiene en Asturias su mayor densidad. Era una cultura pobre, d e pescado- Piano 1 N." 3 res y recolectores de mariscos y cazadores de especies salvajes, que vivió en el período de clima óptimo postglaciar y ha dejado restos de su mísera industria, lascas de silex, puntas de hueso y profusos ejemplares del Ilamado ((pico asturiense)), canto rodado oval aguzado en un extremo, útil para despegar a golpe los mariscos adheridos a las rocas. Sincrónicas a ella son las cult~lras del Tardenoisiense reciente y el Neolítico inicial. La Edad de la Piedra pulimentada y el Cobre (Neo-eneolítico) La Edad Neolítica acusa un cambio radical en la vida del hombre. Ahora inventa la Agricultura, que le libera de épocas anuales de escasez,. la fabricación de cerámica, que le permitirá cocer sus alimentos, se establece en Plano 1 . el suelo en viviendas fijas, cría ganado y domestica a los animales, Ello representa sustituir las pasadas cul,.o5 turas de cazadores y recolectores por una civilización sedentaria. La piedra sigue siendo el material predominante sus instrumentos, pero trabajada de modo más perf to, pulimentándola. En el final de este período, ri mento de su mayor esplendor, se extiende por roda Europa, desde el próximo Oriente donde se logró en el quinto milenio a. de J. C. el conocimiento del cobre . como metal úti!, y se produce un nuevo cambio de vilización; fase de !a Historia de la Humanidad, c se denomina período En-lítico o CaIcolítico, pc como en muchos yacimientos ha sido imposible aiferenciar las culturas de l a piedra pulimentada y de! cobre se ha impuesto para ambos el empleo del término conjunto de Neo-eneolítico. Hoy, en España, se siipone que alcanza !os años 3000 a 1 700 a. de J. C., y que nuestra Peninsula fué uno de los primeros Centros europeos de explotación del cobre, al .menos en yacimientos al aire libre. Esta civilización parece haber llegado a la Península aída desde las costas meridionales del Mediterráneo hara (Breuil) , por gentes nuevas procedente:; ImeAfricano (Bosch). En el poblado d e El Ce ría), se encuentran, con hachas de piedra tadü y típicas puntas de flecha, .microlitos geométricos tipo tardenoisiense. El hombre del Neolítico vive en terrenos fértiles cabañas entretejidas de ramaje y en parte excavadas en el suelo; como animales domésticos tiene al perro, el buey, el cordero, la cabra, el cerdo y el caballo; en piedra fabrica hachas, cuchillos, puntas de flechas, etc.; en hueso o asta construye punzones, leznas, anzuelos y peines; de fibras vegetales tejía cestos y esteras, sin duda utilizaba también la lana y el lino y sobre frutos acalabazados mo!deaba recipientes de barro, que al cocerlos al fuego y destruirse la materia orgánica le servían d e vasos. La cerámica nacida por este procedi-. miento se independizó pronto del molde y produjo formas relativamente variadas, que e n un principio fueron lisas y luego decoradas con incisión o pintura. Junto a la industria adelantada que se acusa en la riferia peninsular, en el Neolítico final y aún e Eneolítico, en la zona central, en cuevas na.turales, rece ruda cerámica adornada con cordones de .barro de impresiones digitales o unguiculares que forman círculos o guirnaldas (fácilmente confundible con piezas de la primera Edad del Hierro) -y asociada a tosco instrumental de silex y algún hacha pulimentada. Es la llamada cultura de las cuevas que pese a su aspecto arcáico, más que primitiva parece corres.ponder a un estado regresivo de elementos .de población de vida muy pobre. I . En pleno ~Lolíticonacen en el Centro y Liuorte le - r-Portugal los grandes sepulcros colectivos hechos con piedras sin labrar y formando una cámara s.ubterriLnea . denominados dólmenes, construcción la más signific:ada de la arquitectura megalíti,ea. Prim ero son sencillos, solamente de cámara (como el de Eguilaz en Alava), Plano 1 n.' 5 Plano I n.Os 4 y 5 ( ano 1 O 16 Plano I n017 luego su planta se amplía con un corredor de acces (Cueva de Menga, Dólmen de Soto), y en última fas la cámai-a va cubierta de la llamada ((falsacúpula)) ( M tarrubilla). Desde Portugal, a la par que el cobre, : P~OF hacia Andalucía por el Sur y hacia Cal!cia, renaica, Francia e Islas Británicas por el Nort ,on su apogeo en el Eneolítico y en Bretaña e Inglaterra perduraron hasta comienzo del Bronce. A la misma cultura megalítica corresponden los menhires, altas y rudas piedras frecuentemente esculPiano I 1 o pidas, que se interpretan como figuras d e antepasados y lugares de descanso del alma del muerto. En los dólmenes portugueses y con mayor abundancia en los de Extremadura, aparecen frecuentemente ccplaquitas ídslos)) con esquematizaciones rectangulares de la figu. Plano I humana que se supone fueron también imágenes c nO . 7 *antepasados o representaciones anímicas. Durante el período Eneolítico se origina en el valle del Guadalquivir un florecimiento industrial y artístico caracterizado por el típico producto cerárnico de que recibe su nombre: cultura del vaso campaniforme. Sus antecedentes remotos están en el Neolítico africano ((de las cavernas)) y los próximos en cuevas andaluzas donde aparece con cerámica pintada cuya técnica sobrevivirá en algún caso (Marchena) en la campaniforme. Caracterizan estos vasos, además del perfil d e camI invertida, la 'decoración por zonas incisas, muchas :S rellenas de pasta blanca de yeso. n Almería, a la cultura representada por El Garcel sucede la de Almizaraque, donde ya se benefician filones de plata. La caracterizan la figura humana d.olménica de cabeza de lechuza y el ídolo bitriangular, y Breuil la clasifica como perteneciente al estadio ctd-1 Eneolítico mediterráneo oriental, incluso Egipto)). En todo este período la Península Ibérica desempei papel transcendente en las relaciones comerciales y movimiento de pueblos de Occidente. Desde Alric llegan a nuestro suelo el marfil y los huevos de ave ! truz. Audaces navegantes, salidos de la costa portuguesa, en viaje regular, llevan hasta la Penír Jutlandia el vaso campaniforme (joya de ' tria occidental) y la idea d e la técnica dolménic n a España el ámbar báltico y el azabache inglés. La ruta marítima de entonces, como la medieval de los vikingos, bordeaba el Norte de Escocia que recibió su civilización como fruto del comercio entre las dos Penír-*ylas (Childe) y descansaba en Irlanda dejando prof da huella (Breuil). Hasta las tierras del centro de Ei pa, nuestro vaso campaniforme es llevado por un pue nómada de arqueros cazadores dotado d e extraordin; mobilidad y fuerza de expansión. La Edad del Bronce El uso del bronce, aleación de cobre y estaño mucho más dura que el cobre nativo, era probablemente conocido en el Eneolítico final. Su metalurgía debió nacer sobre los yacimientos de estaño de Armenia y el Irán puesto que le vemos usado en Egipto por la dinastía XII (Semper) hacia el año 2.000 a. d.e J. C., pero la escasez de yacimientos occidentales, que a partir del de Cornualles (Inglaterra) irían lentamente descubriéndose, hacía del estaño un complicado y difícil comercio y explica la frecuente presencia de instrumentos y armas de cobre dentro de conjuntos más evolucionados (Siret) . El primer período del conocimiento del bronce en nuestra Península, debió corresponder al momento de los sepulcros de cúpula d e Andalucía y Alcalar, y a la cultura de los Millares en Almería, caracterizada por sus curiosos ídolos de mármol v hueso y l a cerámica en que aparecen todavía tipos campaniformes junto a otros de variados galbos y decoración incisa que recuerdan los grabados y pinturas esquemáticas. Los largos viajes marítimos del período anterior prosiguen todavía y los grabados dolménicos, las puntaS de flecha portuguesas Plano n." 9 I Plano 1 númerc)S 1 2 a l5 y ios .punaiitos de silex, llegan hasta Irlanda llevad( por un comercio al que favorecen las corrientes marínas (Breuil y Bosch), mientras los instrumentos de marfil y los tipos de ídolos demuestran las intensas relaciones mediterráneas. Estas culturas corresponden c r ~ n o l ó ~ i c a m e n at elas proximidades del año 2000 antes de J. C., y son en realidad el apogeo de una civilización esencialmente eneolíti ca. Pocó después el comercio exterior queda reducido un minúsculo tráfico entre el Noroes te penínsular e 1 - -.- - - ,landa y ambas civilizaciones siiicruriicas, almeriense v megalítica, desaparecen sustituídas por nuevas costur bres y tipos industriales en que las características d e Edad del Bronce se acusan más claramente. Quizá lc, impcxtaron gentes nuevas venidas del centro de Europa (Sir'et) o los primeros ligures llegados a España (HuLa"+ uLrr) O acaso la produjo tan solo una reacción de los anteriores pueblos almerienses ante 1 ,dad de la dominación portuguesa (Bosch) . El nuevo modo de vida tiene sus restos más expresivos en los poblados y necrópolis de la cuenca del río Almanzora (explorados por los hermanos Siret) y singularmente el de El Argar, que ha dado nombre a toda la época. Eran gentes.guerrcsras, que habitaban en cabezos fortificados y e:nterrabain cuidadosamente sus muertos en cistas de losas o en tinajas ovales de arcilla. Tenían armas metálicas que frecuentemente enriquecían con plata en clavos y remaches; hachas planas, alabardas y puntas de flecha, casi siempre de cobre, cuchillos-puñales, indistintamente de cobre o bronce y espadas de hoja ancha y plana de bronce; en anillos y brazaletes usabas tanto uno como otro metal y su cerámica, muy caracterizada por formas y técnica, era morena, de pasta Sna, superficie pulimentada y gran perfección en los galbos, pese a estar fabricada sin auxilio de torno. El silex ya sólo se utilizó para fabricar sierras y hoces. La civiIización argárica se va extendiendo por la Pe . 1, 1 1 1 i ínsula y degenerando rápidamente. Al espléndido florecimiento de los megálitos y el vaso campaniforme sucede un período de varios siglos de atonía, como si la vida peninsular se hubieka amortiguado al quedar fuera del comercio mundial y sólo en las proximidades del . año 1200 a. de J. C. (Leeds) se encuentra un nuevo testimonio de tráfico marítimo, las perlas vítreas egipcias de esmalte azul halladas en Fuente Alamo. Nuevamente, al entrar en actividad los yacimientos de estaño del N. O, de la Península, el comercio se reanima y empezamos a ver otras formas de armas e instrumentos, pero en hallazgos aislados, no ,en un yacimiento típico que permita dar nombre geográfico a . este período final de la Edad del Bronce.. Por excep- -Plano I números ción, al dragar en 1923 la ría de Huelva, aparecieron los restos de la carga d e un barco que allí se hundiera 14 Y 15 en los siglos IX-VI11 a. de J. C., un interesantísimo conjunto de espadas de tipos nórdico y occidental, puntas y regatones de lanza, fíbulas acodadas de tipo siciliano, flechas, etc., hallazgo que explica el camino de penetración de las piezas extranjeras aisladas encontradas generalmente a orillas de los ríos. En el N. O. se encuentran con frecuencia hachas de talón con anillas, modificación española del ccpalstave))europeo, importadc duda, por los comerciantes del estaño. En las 1slzLs Baleares, en este período final del B ce, se desarrolla una especial cultura mediterránea de origen sardo a !a que se deben los grandes monumentos ciclópeos: talayots o torres circulares defensivas de las viviendas que las circundan, navetas o grandes sepulturas colectivas, y las taulas de Menorca, mesas enormes de piedra posiblemente expositorios d e cadáveres. En estas ruinas, junto a es.padas y hachas d e bronce de tipo tardío, aparecen frecuentemente algunos adornos y pequeños objetos d e hierro. Dentro de la inseguridad del cálculo cronológico de estas remotas épocas, hoy se supone que la Edad de Bronce esp; la alcanza desde el año 1700 al 800 antes de- J. C SALA DE LA EDAD DEL HIERRO Croduis de distribución cle vilriiias y objetos -. Sala- JJ a Plano TI SALA SEGUNDA LA EDAD DEL HIERRO . La Prehistoria de la Península Ibérica se cierra con esta época que en el ámbito europeo se caracteriza p( la llegada a una cultura superior, particularista p_rimei y universalista después, de diversos pueblos de idiorr indo-europeo. Los dorios, que por el año 1200 inauguran en Grecia el período geométrico; los celtas, que hacia el 450 extienden su dominio desde el Mar Negro hasta nuestra Península; más tarde los romanos, la rama latina de los itálicos, que forman el Imperio mediterrá-' neo, 'no logrado por griegos ni púnicos; y por último los germanoe, que al hundir el Imperio de Roma .inauguran con el mundo medieval los destinos d e las actuales naciones europeas. La Edad del Hierro europea abarca, aproximadamente, el primer milenio antes de J. C., dividido en dos grandes culturas, la de Hallstatt (necrópolis en el Salzberg austriaco) y la de La Tene (fortaleza céltica y probable peaje en las orillas del lago de Neuchatel). En España. más frecuentemente, se denominan primera y segunda Edad de Hierro, alcanzan hasta el año 500 y el 133 antes de J. C., respectivamente y d.urante ellas sufre nuestro suelo las colonizaciones púnica y griega y la conquista romana. Primera Edad del Hierro La difícil metalurgía del hierro fué conocida en Oriente hacia mediados del segundo milenio y en el 2 S. E. europeo hacia el año 1200. En España, su prime. Plano II núms. 14 a 16 ,-. ra aparición fueron los adornos y pequeños objetos hallados en los megálitos baleares y las hachas planas de talón rectangular (tipo oriental) del yacimiento de Campotejar, en la provincia de Granada. Los restos arqueológicos más significados de esta primera Edad del Hierro son los cementerios. de urnas catalanes, semejantes a los del Rhin, la cerámica excisa (Kerbschnittart) que va apareciendo en el Ebro y la Meseta, singularmente la de El Redal (Logroño), las espadas d e antenas de Galicia y el interesante conjunto del del Roquizal del Rullo (Fabara-Zaragoza) , donde junto a vasos d e dibujo exciso, estampillados y cordonados, aparecieron moldes para la fundición d e objetos d e bronce. Etnicamente parecen en su mayor parte corresponder a la primera invasión céltica ocurrida en la Península desde una fecha discutida que oscila entre el 900 y el 800 antes de J. C., y por su arte ser consecuencia d e una parte de la cultura de los palafitos suizos y de otra de aquella de los túmulos renanos y franceses y de los campos de urnas. Terreno todavía, impreciso es el de estos primeros siglos célticos en España, pero no obstante mucho más seguro que la debatida colonización etrusca de hacia el año 1 100 antes d e Jesucristo, contradicha principalmente por la fecha de sus primeros hallazgos no anteriores al siglo VI, y nuevamente propugnada por el estudio de inscripciones tyrsenas halladas en el territorio que dominaba la nebulosa Tartessos. Colonización púnica Aunque noticias de historiadores clásicos hacen remontar la fundación de Cádiz por los fenicios al año 1 100 antes de J. C., hasta hoy los restos púnicos más antiguos hallados en la Península no van más allá del siglo VIl. Cartago, nacida en el 8 14, siguió pronto las huellas de su antigua metrópoli Tiro, y el año 654 estableció en Ibiza una base naval que apoyara sus empresas comerciales mediterráneas, se apoderó pronto de los emporios penínsulares tirios, fundó otros como Cartagena y según la tradición cuenta explotó intensamente las riquezas mineras del país. Desde mediados del siglo VI al 111 antes de J. C. los cartagineses, a veces en alianza con Etruria, ejercen la ccthalassocracia)), el imperio marítimo, en el Mediterráneo occidental, y cuando surge su segunda lucha con Roma, en compensación de la pérdida d e Sicilia, utilizan cuanto pueden nuestra Península como base de aprovisionamiento y recluta de soldados. Durante doce años y hasta el 206 antes de J. C. en que Magón evacua Cádiz, última plaza cartaginesa en España, fué la Península teatro de s.u guerra con Roma. La civilización cartaginesa fué un complejo d e elementos dispares, donde lo etrusco tuvo destacado papel, y se extendió por las costas S. y E. de España sin penetrar al interior. Su interés mayor reside en la influencia que parece haber ejercido, en concurrencia con la de los griegos, en el florecimiento de la cultura indígena de Levante. El núcleo más importante de hallazgos arqueológicos procede de Ibiza: En la Isla Plana, a la entrada del puerto, y en Puig de Molins, se encontraron un pequeño templo rectangular con multitud de figuritas d e barro que parecen datar de los tiempos más antiguos del establecimiento cartaginés y unas 3.000 sepulturas excavadas. en la roca: la necrópolis debe haber pertenecido, como otra de Cartago que se excava actualmente, a un santuario de Tanit, diosa oriental de la fecundidad en cuyo honor se sacrificaban víctimas humanas, y estuvo en uso mucho tiempo, probablemente desde los siglos VI-V antes de J. C. hasta la época romana. Entre los ajuares funerarios tienen mayor interés las figuras de barro: unas son del estilo llamado ccegiptizanten, que en realidad sería greco-oriental o rhodio, Plano II A. lano 11 riai10 11 B. n.os y lo lano 11 "a0 'O otras de tipo cartaginés, algunas parecen originales griegas y otras son de tipo helenizante. Entre las d e tipo cartaginés destaca la llamada ((Dama de Ibiza)) cuyos aderezos tienen analogía con los, del busto d e Elche'y que es probablemente ya del tiempo de la dominación romana en la Isla. En el resto de los ajuares funerarios hay joyas de oro, utensilios de bronce como navajas de afeitar, alguna con decoración grabada de tipo egipcio, ricos collares d e pasta vitrea y barro esmaltado, cerámica con vasos .. de formas animales, vas;os polícromos de vidrio moldeado, los característicoz; huevos de avestruz pintados con decoraciones geoméitricas en rojo y gran cantidad , 11 de ((escarabeos))con entalles en los que aparecen, a l . lado de viejísimos motivos asiáticos y egipcios, otros del arte griego más depurado. Mención aparte merecen por su importancia y por haberse hallado en la Península, el llamado ((Tesoro de Aliseda)), compuesto d e joyas de oro de arte fenicio del siglo VI antes de J. C., con delicadas labores de filigrana y granulado, y la figurita de alabastro de Galera (Granada), divinidad femenina sedente en un trono entre esfinges aladas que tiene en sus brazos la fuente donde. recoge el líquido, que saldría de sus pech os. en las ceremonias de ofrendas o libaciones. La figuira, en cuyo arte hay reminiscencias del jónico arcáico, tiene claro paralelo con otra incompleta d e la Isla de Ibiza. m Colonización griega Las luchas de los fenicios con Babilonia ofrecieron ocasión a los griegos para disputarles las rutas marítimas del Mediterráneo occidental. Los focenses fundan hacia el año 600 antes d e J. C. el gran emporio d e Massalia (Marsella), adonde por el Ródano afluye el mercado del Centro de Europa y desde él se extienden por las costas d e España creando Emporion (Ampurias), al comenzar la segunda mitad del siglo VI. Otros . grupos de navegantes focenses y samios establecieron factorías en la costa SE. de España y según Herodoto cuenta llegaron a entablar relaciones con el fabuloso Argantonio, el rey de la misteriosa Tartessos, ciudad infructuosamente buscada en el bajo Guadalquivir. Las colonias griegas no penetraron en el interior de la Península y, con excepción de Ampurias, fueron poco importantes. Las piezas de arte griego halladas en España, son en buen número debidas al comercio cartaginés. Segunda Edad del Hierro La civilización característica de la Edad del Hierro no parece haber llegado a la Península sino en el momento final del período de Hallstatt (siglo VI antes de Jesucristo), traída por nuevas oleadas de pueblos célticos procedentes de la Aquitania francesa. Dos culturas distintas se dibujan entonces en nuestra población: una indoeuropea, céltica, que ocupa principalmente la Meseta y Norte y Noroeste de la Península, y otra indígena, la conocida como ibérica que tiene por fondo gentes de la cultura de Almería, de remota procedencia africana y que encontramos extendida por las zonas levantina y andaluza. Ambas habían d e influirse mutuamente y aún sus gentes fundirse en el pueblo celtíbero que tuvo a raya las legiones romanas en la heróica resistencia de Numancia. La cultura Ibérica que designamos con el nombre genérico LOS de iberos, se repartían por lo menos en dos grandes grupos: el propiamente ibérico, centrado en Levante y Cataluña y extendido por el Sur de Galia y Norte d e la Meseta y Portugal, y el tártésico, englobando todas las tribus .andaluzas. Uno y otro parecen haber experimen- Plano 11 B. n.os12y13 Plano l l C. - 7 7 - . 31 Plano I I n.O 44 Plano n.' A Plano II n.0~46 y 47 tado fuertes influencias de las culturas púnica, etrusca y griega que, junto con el fondo indígena, dieron lugar a la formación d e un arte original cuyo momento de apogeo fué en los siglos V al IV antes d e J. C. Estos iberos fueron gentes belicosas, que combatieron como mercenarios de griegos y cartagineses, después como auxiliares de las legiones romanas y tenían un idioma no indoeuropeo, acaso conservado en el vasco, que escribían con alfabeto propio. Sus armas características eran un sable puntiagudo, como el tracio, griego o etrusco y posiblemente recibido d e este último pueblo, llamado faicata, un venablo forjad? totalmente en hierro al que los latinos llamaron solliferreum y aun el puñal de antenas que habían recibido de los celtas. SU yacimiento más significado es la necrópoli de Almedinilla (Córdoba) . La escultura ibérica es un producto de la fecundación .del genio griego en las culturas tribales levantina y andaluza y logra su obra maestra en el b u s ~ o universalmente conocido con el nombre de La Dama de Elche, retrato de una mujer íbera de elevada alcurnia, ricamente adornada, tallado posiblemente por un escultor griego de los siglos V al 1V antes de J. C. Junto a ella las figuras del Cerro de los Santos (Albacete) , encontradas cerca de las ruinas de un templo donde apareció un capitel de tipo jónico, muestran más clalamente el sustrato indígena; consisten en una interesantísima escultura de mujer, portadora de un vaso de ~ f r e n d a sy multitud de figuras más pequeñas cuyos trozos aparecieron confundidos y luego se >n con falsificaciones que han obligado a larga in de autenticidad. Las figuras de animales fantásticos, singularmente el toro androcéfalo de Balazote, obra greco-ibérica del siglo V al IV, los leones de Nueva Carteya, Córdoba y Baena, las esfinges de Villacarrillo y Agost, constitiiyen una'modalidad indígena que debe poco a Orien y mucho a Grecia a través d e Italia. Los relieves d e guerreros y de escenas de luchas son igualmente obra indígena influída por Grecia. La misma influencia directa helénica puede notarse en las joyas de oro que forman el tesoro de Jávea, con su diadema de labor exquisita y consumada perfección técnica y collares de oro retorcido en que puede reconocerse el modelo de los ricos aderezos de la Dama de Elche y de las figuras del Cerro de los Santos. Muy interesantes son las pequeñas figuritas de bronce que en grandes cantidades depositaron en los santuarios andaluces (Collado de los Jardines, Castellar d e Santistéban) y levantinos (Santuario de la Luz, Murcia), figurzis que se hicieron sin interrupción desde el siglo V hasta la época romana y aunque muy desiguales en mérito artístico, tienen siempre un alto interés d e documentación indumentaria; cuando en ellas aparece una preocupación estgtica, se aprecia también mezcla de elementos griegos y orientales tal vez transmitidos por los etruscos. Plano ll C. n.0~17~21 La cerámica ibérica,se desarrolla desde el siglo VI o V antes d e J. C. hasta fecha avanzada de época romana. Sirven para datarla los vasos griegos de figuras. rojas de los siglos V al IV y la cerámica helenística del 111 con que a veces aparece mezclada así como su presencia en el cementerio cristiano de -Tarragona. En su variado conjunto son al parecer las piezas más antiguas, d e la segunda mitad del siglo VI, los vasos d e Los Alcores (Carmona), de perfiles influidos por los cartagineses y decorados con sencillas fajas pintadas; por su exuberancia y pompa ernamental destacan los de la región d e Archena y EIche, con foIIajes y animales fantásticos de gran amplitud y sentido artístico, donde se acusa el horror vacui ibérico, y por aparecer la figura humana en complicadas escenas, tienen excepcional interés los vasos de Archena, 01' gularmente iscripciones los de San Miguel de Liria, tan ric Plano II D. n . 0 ~ 2 23 2~ Plano II E. n.O 32 Plano II B. n.O 11 Planoll C. "*O20 ibéricas. La última fase brillante d e esta cerámica corresponde al Ebro, en Azaila, población romanizada que alcanzó hasta la guerra sertoriana y cuyos vasos, pese a no ser más antiguos del siglo 11 antes d e J. C., ostentan motivos arcaicos.. La cerámica ibérica nació en el Sur y S. E. de España, desde donde la afición a ella y su técnica se extendieron a otras regiones, llegando con densidad hasta Celtiberia y muy ténuemente al Occidente peninsular. Abandonada la imposible hipótesis de s.u origen micénico hoy se busca en la cerámica griega, singularmente en la final del período orientalizante y en la jónica. Nuestra Península fué en la antigüedad el país d e la plata, explotado por cartagineses y romanos directamente en sus filones argentíferos o exigiendo a los indígenas cuantiosos tributos de este metal, lo que tuvo como natural consecuencia el desarrollo extraordinario de la orfebrdría ibérica en el último período de la Edad del Hierro. De ello dan razón los muchos tesorillos encontrados; los de Mogón y Perotitos, en Jaén, la región presidida por el ctMons Argentariusn, donde se funden caracteres indígenas con influencias helenistico-romanas-o el d e Abengibre (Albacete) d e grandes platos de plata con inscripciones ibéricas, obra de los siglos VIV antes d e J. C., y otros muchos. En todos abundan los vasos cónicos sin pie y los tor; ques funiculares y, en general, la fecha de reunión de tales objetos, en escondrijos codiciosos, es el último tercio del siglo 1 antes d e J. C., muy señaladamente la época de la guerra sertoriana. Las culturas Céltica y Celtibérica En el período final de la primera Edad del Hierro, hacia el año 600 antes de J. C., cuando los núcleos célticos de la primera invasión se habían disuelto y fundido en la población indígena, una nueva y mucho más I' I 1 1 l poderosa oleada céltica se extiende por la Península amenazando celtizarla por completo. Eran pueblos de cultura hallstattica procedentes del Rhin, que arrastraron consigo los núcleos germánicos más tarde citados por Plinio en Sierra Morena, y que a través d e Francia y Roncesvalles penetraron en España. Durante la segunda Edad del Hierro esta cultura celta de viejos tipos hallstatticos. evolucionó sobre sí misma, recibiendo escasas influencias d e la Europa céltica que vivía ya la civilización de La Tene y a esta modalidad, supervivencia de la cultura anterior, viene denominándosele post-hallstattica. A su momento más antiguo corresponden los típicos puñales llamados de herradura que como piezas aisladas se han encontrado en Cali y aún en Aguilar de Anguita (Guadalajara), pero e primer instante anterior a la diversificación de lo cé co penínsular en variedades locales (tipos d e Las Cogotas, Miraveche, Aguilar de Anguita, ktc.), es aún mal conocido. En cambio, la información arqueológica del medio puramente post-hallstattico de los siglos V al 111 antes de J. C. es muy profusa. Establecían sus poblados en eminencias naturalmentb defendidas, ceicadas de muralla (castros) y las más antiguas de la región del Duero se protegían además contra los ataques d e la caballería con un anillo exterior de piedras hincadas; c11 el NW. peninsular vivían en chozas de mamposte:ría circulares u oblongas y en la España central en cabalñas construídas principalmente con ramaje; de modo compensado se dedicaban a la ganadería y agricultura y en las comarcas montañosas al pastoreo trashumante y quemaban los cadáveres enterrando sus cenizas en un vaso de barro que rodeaban con las armas o adornos indumentarios del difunto. Estos castros abundan extraord.inariamente en Galicia y las provincias d e Soria y Avila y las necrópolis en Soria (Osma, Cormaz, etc.) y Guadalajara (Aguilar de Anguita, Luzaga, etc.) Pla -- Pla E Los aju los enterramientos consienten una división tipológica en dos grupos, uno de los siglos V al IV caracterizado por la cerámica morena y el predominio de la espada de antenas más o menos desarrolla: das y otro del siglo IV y la primera mitad del 111, donde ya hay cerámica roja más fina, se encuentra la espada larga y recta propia de la cultura céltica de La Tene y en su final aparece el ouñal de mango doblegbbular. Los diferentes tipos d e imperdibles (fíbulas) y broches de cinturón permiten precisar más las fechas de los cementerios. no 11 .O d8 Hacia el final del siglo IV, en la parte oriental de la meseta se produce la fusión del invasor celta con el más antiguo habitante íbero, formándose el pueblo celtíbero. Con ello coincide la aparición de la cerámica pintada, d e origen ibérico en la técnica, pero céltica en la concepción artística de sus figuras estilizadas. Como Numancia demuestra, lo céltico entre los celtíberos es una aristocracia dominadora que impone sus gustos y organización. Los poblados se asentaban en altozsnos estratégicos que protegían con una sola línea de gruesa muralla de parapetos en talud coronada por camino de ronda y ocupaban superficies reducidas. La mayor parte de los conocidos miden menos de diez hectáreas (Catalañazor, Ventosa de la Sierra, Ocenilla, etc.), y sólo 1-0 grandes ciudades llegan a pasar de veinte. Junto al tipo normal de construcciones de mam tería o tapial, usaron por excepción el excavar sus viendas o tallar'las defensas del poblado en las masas pétreas de la montaña, dando lugar a un interesantísimo sistema de arquitectura rupestre, que si bien no fué exclusivo de Celtiberia tiene en ella sus mejores ejemplos (Innestrillas, Castro, y singularmente, Termancia) . Numancia fué la ciudad más extensa y mejor urbanizada d e Celtiberia. Estaba surcada por dos grandes calles en sentido del eje mayor de la colina y cruzada i umerosas de E. a 0. que para mejor defenPor sa del viento producían escalones en los encuentros; sus cauces s e pavimentaban con canto rodado e iban bordeados de aceras y cruzados por piedras pasaderas. Las viviendas eran de una sola planta, se cubrían con ramaje y uniformemente tenían una habitación subterránea destinada a guardar las provisiones en tinajas d e barro. El ajuar celtibérico es principalmente cerárnico, vasos negros o ahumados decorados por estampación con círculos concéntricos, o rojos de fina técnica y . profusas pinturas policromas o negras de escenas, animales Y temas decorativos, tan estilizados en un gc:ometrisin o 1 Lon eilos rectilíneo que resultan difíciles de interpretar. 0 aparecen trompetas de barro, herramientas d e hierro, variadísirnas fíbulas de La Tene, tosquísimas figuritas de barro (paralelos de los bronces de Despeñaperros), collares o pendientes de bronce y armas viariadas, en que abunda la lanza y el puñal doble globular. El arte y la cultura celtibéricos se: hallaba n en pleno apogeo al ocurrir la heroica destruccion a1e Numancia el año 133 antes de J. C., y su personalidad se sostuvo todavía, ya en curva decadente, hasta la guerra sertoriana (Izana) . El tradicionalismo hispánico ae resistía en, Celtiberia a sustituir su < 1dígena por la unihabía irnpuesto en verealista que ya el pueblo casi toda la Península. - - - - Plano II F. SALA ROMANA Croduis de distribiieión de vitrinas y objetos Plano 111 ) 1 1 1 SALA TERCERA LA ESPANA ROMANA El primer contacto de Roma con nuestra Península debió ocurrir a través d e las colonias griegas estabkcidas en el. litoral ibérico, posiblemente sus aliadas y enemigas d e Cartago y la intervención militar comienza con la segunda guerra púnica, el año 2 18 antes de J. C., durando en la primera etapa hasta el año 206 que Magón evacuó Gades. Ello señala aquí el fin del poderío cartaginés y el nacimiento d e Hispania como >vinciaraomana, I ncorpor:ida desde el 1 97 al régimen ministrat ivo norrnal de 12I metrópoli, dividida en los ritorios (<Citerioi. y Ulter iorn con límite común en el ct Saltus Castulonensis» . La resistencia nacional al nuevo mando extranjero se acusa principalmente en la Meseta, donde durante los años 153 a 133 los celtíberos sostienen tenaz guerra, y en territorio de lusitanos en que la lucha de independencia dé los años 154 a 139 se hace bajo el mando .L11" -'- un jefe celta, Viriato : poco después, Décimo Ju-:uto, apellidado el Gallego, puede recorrer el mi!sterio so occidente penínsular, fin de la tierra, por do1?de rn' --rre el temido Lethes (Limia), que los soldados romanos rehusan atravesar temerosos d e olvidar fam y patria. Durante el siglo 1, a. de J. C., la Península es sólo ceriario de luchas r,omanas en que los indígenas tonnan Pa rti& : la S de Sertorio, primero, y las de César y los Po mpeyanc3s después. El último grito d e independerlela iispánica e,S la guerra d e cántabros :y astures le.rrotados y somet idos por Octavic). Plano 111 n.O , 7 - La romanización, casi lograda en el E. y S. penínsular desde el siglo 11, comienza para el centro y N. con Augusto. Era la incorporación a una lengua, un derecho y una cultura superior heredadas del-helenismo, la cesión de riquezas en beneficio romano y la prestación de hombres para llenar los cuadros de las I,egiones que llevaban cada vez riiás lejos los límites del Imperio. Vespasiano, concediendo los derechos latinos a las tribus del oentro, N. y O. d e España, faci!itaba la recluta de buenos soldados aún a trueque de ser acusado d e ((barbarizar>) el ejército. España se incorpora rápida~fientea esta cultura universal y con la construcción de redes de caminos y el crecimients d e las ciudades crea los vínculos d e su unidad. La Bética fué pronto (cuna pe&eña Italia en España,~y desde Augusto la tierra de promisión d e la colonización itálica; el S. y Levante, comarcas de tradición urbanística púnica y griega y de suelo riquísimo en viñedos y olivares, son asiento de las primeras grandes ciudades romanizadas, Gades y Emporion; el valle del Ebro y S. d e Lusitania, d e favorab!es condiciones agrícolas, se romanizan también rápidamente; en cambio las frías tierras altas de la Meseta, N. y N, O. sólo son ocupadas por establecimientos de carácter militar (León) o administrativo (Astorga, Lugo y Braga) y los recuerdos de la romanización se acusan siempre en ellas más tardíos y pobres. La profundidad de la huella romana sobre la p< ción indígena se acredita considerando que ni la i sión germánica, ni la africana islamita que ahogaron ia cultura latina en otra floreciente provincia romana, lograron anular!a en España. A Roma se debe la introducción d e la vida urbana en al Península, con refinamientos sólo superados en la 6ltima centuria y e! gran desarrollo d e las obras púb!icas en uso hasta el siglo XVIII y algunas hasta r tros días. Acueductos, cloacas y la tupida red de minos con que cruzaron España; las gigantescas obras de ingeniería como los puentes de Alcántara y Mérida o el acueducto de Segovia; los edificios. para espectáculos públicos como los teatros de Mérida, Sagunto y Acinipo; los palacios urbanos como el helenístico de Clunia o las villas rústicas de explotación agrícola como la de Cuevas d e Soria, todo ello acusa la monumentalidad y el karácter utilitario de la idea de Roma. Esta última es en planta uno d e los mejores ejemplares conservados de villa con ~eristilo,gran ~ a t i od e pórtico rodeado por las crujías de habitaciones; al saliente las de terminación absidal, centrado al oecus, el gran salón d e reunión, al mediodía otras rectangulares que tienen en medio el triclinio, comedor de la vivienda, en el lado opuesto dependencias para servicios y en el ángulo suroeste, con cámaras construídas sobre pilastritas de ladrillo para la circulación de aire caliente (hipocaustos), las termas domésticas constituídas por numerosas habitaciones que responden a la complicada práctica del baño en las costumbres romanas. Mil quinientos metros cuadrados d e mosaicos polícromos pavimentan esta vivienda y son claro exponente de la suntuosidad de la vida romana. Restos constructivos romanos ~ u e b l a nnuestros Museo:: fustes, capiteles, principalmente de orden corintio y enorme tamaño procedentes de los Capitolios, trozos de molduras, estucos pintados y singularmente mor-: cos arrancados d e los pavimentos, desde los primiti de ogus signinum hasta los más complicad~sd e tec llas vidriadas. En este arte del mosaico, pintura para la eternidad, parece que pueden destacarse dos modalidades regionales, una andaluza, influída por los talleres de la costa de i frica Menor, d0nd.e acaso se fabricarían sus emblemas, caracterizada por los tonos claros y la frecuencia del color verde manzana, y otra central y nórdica, severa y aún sombría de color, menos frecuente en figuras humanas y abundantísima en temas geomé- Piano III n.O . 27 Plano III n.oslOy25 o III 2 ~ Plano III n.o 3 tricos a la que acaso los emblemas serían traídos de Italia. Tiene singular interés entre los mosaicos el que representa a Vertumno, dios de la vegetación, que preside la sucesión d e estaciones coronado de frutos, que se dice hallado en Aranjuez; y son clara muestra del arte musivario provincial la cabeza femenil cubierta con manto, representación del Invierno y las perdices, hallados en Quintana del Marco (León). La escultura hallada en España es en gran parte, como la italiana, reflejo de la helenística y no parece haberse d.ado aquí con la intensidad que en las provincias de la Galia y Germania donde este arte romano adquiere carta provincial de naturaleza. No obstante las escuelas locales d e Mérida, Itálica y Tarragona, donde la primera logra singular desarrollo en el arte del retrato, es lo cierto que la escultura, principalmente en el centro de España, es poco profusa, aunque reproduzca con frecuencia las deidades capitolinas, o a Venus, Diana y Baco o las divinidades de cultos orientales traídos por las legiones, como Mithra. Junto a ellos son más frecuentes los pequeños'bronces de divinidades familiares, singularmente los lares. Interesantes obras de plástica provincial romana son las cabezas de bronce halladas en Azaila, segu4 ramente de período augusteo e interpretadas como retratos de Augusto y de Livia, hechos el año S 1 antes de J. C., cuando aquél tenia 23 años (Cabré, Curtius). También d e la época de Augusto y al parecer obra tardía de la tendencia arcaizante, debe ser la figura femenil vestida, hallada en Huétor (Granada), cuya interpretación queda dudosa todavía. A período más avanzado, al siglo 11 de J. C., corresponde la figura de Baco con la pantera, al parecer copia no muy selecta de un bronce griego de los siglos V-IV antes de J. C., y la de Diana Cazadora, procedente de Mérida. Al mismo siglo corresponde también, el sarcófago con relieves de la leyenda de Orestes, encon- trado en Husillos (Palencia), réplica de otrcD d e tiei .-! po de Adriano, que se conserva en el Museo a1 e 1Lerran. De su grado de progreso material y técnico se han hallado en la España romanizada frecuentes muestras: cubos de explotaciones mineras, una bomba aspiranteimpelente, utensilios quirúrgicos, etc., y d e su adelanto científico interesantísimas tablas de bronce con textos legales, la disciplina más adelantada del pueblo rey. De técnica industrial son los mejores exponentes los vidrios y la cerámica, ambas manufacturas de extensión universal. Los vidrios se distribuyen por todo el Imperio desde el siglo 1 de J. C., en que par ece habf se generalizado en Siria la técnica del soplad o y e n ESpaña se encuentran con todas sus variedades , milefiori, irisados, con relieves,. diatreta, etc. La cerámica a su vez es el indicio más ténue y extenso de romanización y el de cronología más segura, singularmente la terra sigillata, cerámica industria" zada de superficie roja hecha a molde decorado cc punzones, que erróneamente se vino llamando ct bar saguntino N. Fué comenzada a fabricar en Arezzo, empezar el siglo 1 antes d e J. C., imitada y superac hacia mediados del siglo 1 de J. .C., por las fábricas g las de La Graufesenque, Lezoux, Benasac y Montar que llevan s.us productos desde España hasta el Eufr tes, e imitada en nuestra península aunque no en gri escala. Junto a ella se hacía otra cerámica d e cocina, tos y ordinaria y como industria local, d e gran difusic sin embargo en todo su convento jurídico, se fabric ban en Clunia vasos de barro por el proce< miento indígena. r n o III n.' r l r ; PIcrno III ".(> 28 p l ~ , ,,, ,~ rno III ' 21 xno III ' 21 SALA DE EDAD MEDIA Crocfiiis de distribución <le vitrinas y objetos Plano TV SALA CUARTA EDAD MEDIA El paso de la antigüedad romana española a la Ed--' Media no es, naturalmente, brusco, sino lento y se acentuando en una evolución larga de ideas y de mod de vida, durante un espacio de tiempo que abarca des el siglo IV hasta casi el VI de J. C. Dos son los fenómenos más característicos del m mento en el aspecto histórico, desarrollándose amb con intens.idad divergente: es el primero la decadenc progresiva, que tiende hacia el olvido completo d e 1 tradiciones políticas y artísticas que habían dado c rácter a nuestro mundo romano; es el segundo el afia zamiento cada vez más intenso del Cristianismo, q se había introducido desde bien pronto en España y :er lo que caracterice fundamentalmente a los nuev los medievales. Los focos políticos y artísticos q ían estado presentes en toda la evolución del mu a o romano son desplazados, y su puesto se ocupa por otros nuevos que van surgiendo en el lento caminar los centros vitales hacia Oriente, que caracteriza nr;~cipiode la Edad Media. isí es como se refuerza cada vez más la prepondle:ia del Imperio Romano de Oriente, o sea del Irno Bizantino, de donde vienen la' mayor parte (de las iniciativas artísticas en los comienzos de la Edz Media, teniendo en el siglo VI un momento d e gri esplendor, y compartiendo más tarde su influencia cc focos musulmanes que en cierta forma son discíp suyos. El Occidente, mientras tanto, queda supe ' ( riviendo .a ias ~radicionesromaIias, y recibe el -ermento que suponen los pueblos germ;ánicos en sus nvasionr::s. Plc>nolV Seirtor A eríodo paleo-cris La cri:jtiandad primitiva españcola tuvo su impc cia histórica considerable, manifestada en verda luminares intelectuales que influyeron y estuvieror gentes en muchos de los aspectos más vitales del ci " nismo primitivo, como Osio, Orosio, Idacio, ' 1 eo dosio e! emperador, la peregrina Eteria, etc., tocdos los cmales nos dan en sus vidas la relación constan1:e con RLoma, :---d l ~ .-Sizancio y la floreciente cristiandad n o ,r*..~-1-~ iai ~ e 1d 1l orno a San Agustín. En España se celebrzLron Conicilios lue casi tuvieron categoría de ecuménico5S, como el de Ilvira, donde se promulgó el famoso Canon 2'2 0 , .ente a la prohibición o por lo menos gran ca utela, icerca de las representaciones de imágenes de culto lentro d e los templos, que parece hubo de tene r tan ;ran infl uencia en la trac itiicóniccL que en . ciera forma domina todo nuc e de la 1~rimeraImitad le la Ed,ad Medi a. Los restos arqueológicos ~paleo-cristianos ha1lados en España, aunque muy fragmentarios en muchc)S casos, nos confirman perfectamente estas mismas relaciones constante5; con Kcoma y los muncjos orieintales que son apreciab,les en 1<1s propios hechos históri cos y en las figuras repiresentatiivas del período. Las tra dicio.-- . .L? --1 en la forma basilical a1e 10s nes romanas se rriaririenen edificios, en la disposición de los cementerios, como el famoso de Tarragona, que es uno de los más considerables de todo el mundo cristiano, y en la multitud d e sarcófagos semejantes a los d e Galias y Rc n que no faltan representaciones originales nuestr, rcófaao - de Berja-). - . Es ab.undante tambiéni la serie d e egíi merarios y co'nmemorativos, S os. Ln c iertos O - Plc3no IV n." 4 casos, y con abundancia que no tiene par sino en cementerios africanos, se han hallado tumbas cubiertas con Iápidas de mosaico en que, entre adornos, se representaba la imagen del difunto y se consignaban su epitafio y aun sus datos familiares (laude de Ursicino, hallada en Alfaro). En cuanto a decoraciones escultóricas, se abandonan progresivamente las tradiciones del modelado redondo romano, y se empieza a emplear una técnica de labra en biseles, en busca de un claroscuro intenso, tanto en piezas de ~ i e d r acomo en ladrillos moldeados, que es de origen oriental y bizantino. Y en objetos netamente manuables, se hallan abundantes lucernas con Crismon y otros símbolos cristianos, y hasta alguna representación suelta del Cristo como Buen Pastor, siguiendo la iconografía de aquel tiempos, Período visigodo Plano 1V n." 13 Pla Mu Plano IV rina 6 Plano IV Sector A El hecho histórico que en España, como en toda Europa, marca el comienzo efectivo de la Edad Mer3ia, es la llegada de las gentes nuevas que por ellas se extienden en la llamada Epoca de las emigraciones d e Pia los pueblos germánicos. Varias oleadas de estos puel: bárbaros, o extraños a lo romano, llegan a Españi pasan sobre ella, pero en definitiva son sólo los visi dos los que aquí afincan, desde su entrada por Catz ña a las órdenes d e Ataúlfo, en 4 10, hasta el hur miento de su poderío en Guadalete en 7 1 1. Con estas gentes desaparece de hecho y casi por cc pleto la organización anterior romana, aunque ellos ,vieron en un principio poca influencia en el país, fu de establecer sus puestos de dominio y de vivir d e ,-riquezas, (pero manteniéndose relativamente aislados sobre sus características de nómadas, en las que no habían ejercido demasiado influjo sus largos contactos con el mundo romano. Hacia el final de iban siendo cada vez más ganados por el fl dígena, pero esta atxorcion no iiega a efectuarse aei todo, al ser cortada por el final de su po Durante la dominación visigoda, las tic ña conocen fenómenos artísticos originaxGU. yuG La, arquitectura s,e nos manifiestan con el empleo coinstante d e ciertas formas peculiares nuestras, que en 1c proano I V pio hispano-romano han tenido representaciones, comoiqueta son el arco de herradura poco cerrada, y la talla de las 12 piedras decoradas con una labra en biseles y e n do1s planos fuertemente acentuados, d e lo que quedan mues]no IV tras abundantes en Mérida, Córdoba, Toledo, y sobre n.cs 1,2,3, 5, 7, 8,10 .todo en el grupo d e iglesias cruciformes erigidaS por y l1 tierras castellanas y leonesas en el último terci'o del siglo VII, a la cabeza d e 'las cuales va San Juan d.e BaPlcino IV ños, en Palencia, erigida por Recesvinto, San Ped ro d e Mqi].fa 12 Nave, en Zamora, de estructura muy interesante, etc. rnc I V (3tras ve:ces precJominan las influencias basilical es lan.O2 t:inas, coimo en Cabeza del Griego (Cuenc:a) y en mulino IV t:itud d e capit ele,S d e tierras andaluzas, inspiradc3s en 1 - 1 - -- 1,o$ 1 _ -1 _ 1 - clasicos. .1! : 10s -Irioaeius Todo ello casi sin paraiaio €:uropeo contemporáneo. El acervo más original de restos visigocdos espa Plcino , - IV 2s el proporcionado por los dos grandes iesorcrc Vit rina 9 (>uarrazar y de Torredonjimeno, por la serie d e ajuares Plcino IV cle adors O personal hallados en sepulturas y por alguVit rina 6 rI ~ Sp l c ~ d ssueltas d e uso litúrgico. Los dos tesorc>S ciados, que desgraciadamente en parte miuy considera>le,se deshicieron tras de sus respiectivos clescubrimienos, tenían gran número de coronas suspendidas d e caC!enas en oro, a veces con letreros que indicab;In el Pla;no I V rinonarca que las había ofrecido, ,a más dle alguna cruz Vitirina 9 )rocesional, etc. Su decoración e ra osten tosa, con in- rustaciones de granates y piedras sin labrarr, perlas , etc. Iilndo gran riqueza d e policromía Las piezas procedentes de sepuilturas h¿in propc~rciolado, mediante excavaciones de cementerios, un ac aportani:ísimo de objetos que tienen caracteres dt inalidad muy importantes dentro de los semejantt 1- I 11. 1 6 .e- ... -%. -- otros pueblos bárbaros. Inhumaban los visigodos a sus cadáveres, pero alhajados con todas sus más ricas preseas, y ásí suelen hallarse entre sus restos zarcillos, collares de ámbar y vidrios, fíbulas de bronce d e diversas clases, ya sean las llamadas de puente, o las d e águila, redondas, ciervitos, etc., que sujetaban el manto; gr andes broches de cinturón cuya forma varía según las é:POcas, ya lleven placa rectangular con decoración sobrepuesta, o incrustaciones de vidrios y granates, o ya sean solamente grabados en bronce, pulseras, anillos, etc. Es considerable el número de estas necrópolis visigorJ-e excavadas, a cuya cabeza van las de Carpio d e Te Herrera de Pisuerga, -Daganzo de Arriba, Castiltiei Taniñe, Deza, Hinojar del Rey, etc., repartidas c todas por la meseta central de España. En cuantc a otras piezas asignables a este periodo, son interesanites ciertos jarritos y patenas de bronce, que suelen halla,,, por parejas, y parece que tuvieron uso en el Bautisnno; bocados y piezas de jaez de caballo; algunos ejemr)lares insignes de vidrios, y cerámica que no pasa d e ser tosca y sin vidriar, como la de uso vulgar ro que tiene ciertos caracteres originales. bés Pla Vi+l DI- riuno IV Vitirina Plu Sec El fenómeno histórico más importante de .toda la ,primera mitad de la Edad Media lo constituye la I:)redicación del Islam por Mahoma y las rapidísimas conquistas que a ella siguen con la difusión del m a h one~ tismo, y como consecuencia la constituc:A- -1mundo musulmán que, además de incluir parte considerable del Asia, hasta llegar abarca casi todas las costas asiáticas y africanas del h e-diterráneo, con lo que introduce en este meir un nuc3VO factor político que no tiene coíitrapeso en e:1 área cristians sino en el Imperio Bizantino, En 7 1 1 , con la rota del Cuadalete, Españ a queda iniída casi totalmente dentro de est e mundc musuln~ á n 7,- - 6 :, si bien impone una religión y una organización política, deja en cambio intactas todas las características raciales y d e costumbres, al no ser sino escaso el número de los conquistadores y al fundirse ellos mismos con los elementos indígenas. Así, dentro de lo islámico, que no tiene tradiciones artísticas concretas, sobre todo en los aspectos plásticos, son focos fecundos aquellos en que hay tradiciones vivas anteriores, como Siria, Persia y España entre otros. Artísticamente, nuestro mundo musulmán constituye un foco con personalidad definida, el hispano-magrebí, que incluye !a parte superior de Africa en contacto con nuestras costas y expansión natural nuestra. Políticamente, la supervivencia de un núcleo cristiano septentrional independiente, introduce en nuestra Edad Media una política d e balancín, de equilibrio inestable, en que son simultáneas las decadencias del factor isláo o cristiano, con los esplendores del foco antagó3 cristiano o musulmán. Tras un período de titubeos, nero con el Emirato independiente, y más tarde con :alifato Cordobés, proclamado por Abderrahmán 111 929, lo hispano-musulmán adquiere una vitalidad raordinaria que se refleja en su metrópoli, Córdohaciendo de ella en el siglo X el polo occidental del ilibrio mediterráneo, émulo y parigual de Bizancio, es el foco oriental del momento. Córdoba tiene entonces una vida extraordinaria, es centro intelectual magnífico, agrupa una población que llega al medio millón de almas, y tiene en su Mezquita Aljama uno de Mapa Idel ,--l:L. ~uiiiilto los santuarios más ricos y venerados y en su palacio de IV Medina Azzahra el más espléndido del Islam. ) E Del arte califa1 arquitectónico cordobés, .heredero de varias de las más puras tradiciones españolas, como el D de herradura, que usa más acentuado, y creador de arrollos de él en arquerías cruzadas y bóvedas sabias, emos muestrario exquisito, no sólo en Córdoba, sino en multitud de restos y piezas decorativas en mármol, ya se trate de capiteles o d e relieves adornados con I f I temas vegetales finísimos, a que llamamos atauriques. Pero nuestra civilización del califato se extiende a todos los aspectos de la vida, embelleciéndola, y de ello son muestras insignes el famoso taller cordobés de marfiles tallados, en joyeros y arquetas, hechos para el califa y altos dignatarios, como el famoso bote de Zamora; las piezas de bronce, que muchas veces se doraban y siempre se grababan y tallaban minuciosamente, ya se tratase de figuras estilizadas d e animales, que sirvieron d e surtidores en fuentes o pilas de mármol, como la de Azahira, o de piezas de uso corriente, arquetas, Iámparas, candeleros, y hasta candiles; y las piezas de cerámica sabiamente decoradas sobre fondo blanco con trazo verde y negro, que inauguran el desarrollo d e nuestra cerámica típica vidriada o esmaltada medieval, en que no cedemos la palma ni a los focos per,=as y en cuyas obras nos destacamos por encima d e todo cuanto en el momento se hacía en Europa, e incluso en Bizancio. Todos los restos que de ello han quedado, aliados a los datos históricos consignados por las crónicas hispano-musulmanas, nos hablan de un nivel de vida refinad, y alto, sobre ciertas características muy peculiares nues tras, que hasta en ciertos aspectos concretos, como el el huir de representaciones naturalistas de hombres de animales, tienen su precedente en costumbres h panas. Mientras, la vida dura del foco septentrional ha renido sus manifestaciones artísticas en edificios asturianos como los del Monte Naranco y Santa Cristina de Lena, y en algunas magníficas piezas d e orfebrería, como las cruces d e los Angeles y de !a Victoria, que más bien miran hacia los focos. europeos y bizantinos. N.O 14 Vitrina 15 Vitrina 15 NO . 19 Vitrinas 15 Y 16 \ Los Reinos de Taifas El derrumbamiento del Califato cordobés en 1 0 1 3, tras su momento de mayor ~ o d e r í omilitar con el Emir Almanzor, supone una catástrofe política para el Islam Piano IV Sector B un resu S Estadc .nos 1 Norte que, desde el punto de vista intelectual, no .Plan Mur rlan,o IV Fragnnento: Mu roC N. 17 .O S., 0. , ne consecuencias demasiado radicales en el mundo rpanomusulmán. Sustituyen al Califato de Córdoba a serie de Reinos de Taifas que, faltos de unidad y verdadero poder político y militar, son dominados estos aspectos por los Estados cristianos, pero en los las disciplinas intelectuales y artkticas siguen 'mdo gran predicamento. A la cabeza de ellos van: el d e Toledo, siempre o1rigi1, que ve un desarrollo grande arquitectónico en qu-C SC -iplean las formas tradicionales cordobesas con nuevos temas de aparejo, basados en el empleo abundante la mampostería y el ladrillo, visibles en el Cristo de Luz o la Puerta de Visagra; el d e Zaragoza, donde cia la mitad del siglo se hace el magnífico Palacio la Aljafería, del que no nos han llegado sino ruinas y fragmentos que nos lo muestran lleno de riquísimas decoraciones en yeso, con material en el que las fantasías d e arcos cruzados y finos atauriques pueden tener desarrollo extraordinario, y con un nuevo tipo d e capitel, retallado con atauriques, d e proporción más esbelta que los califales; el d e Cuenca, donde, en manos d e ---a dinastía de artistas, los Aben-Zeyán, sigue el desrollo de la talla de arquetas d e marfil durante toda la imera mitad del siglo XI; los d e Córdoba y Granada, ,ande hallazgos y excavaciones van poniendo a la luz eslabones perdidos en el desarro'llo de nuestras arquitectura y cerámica; el d e Sevilla, el de Murcia, etc. El Arte Mozárabe Las peculiares condiciones políticas en que se hizo difusión del mahometismo por España tras la conista, dieron d e sí la existencia en la propia Córdoba ' núcleos aspañoles cristianos, .que conservaron su religión y vivían dentro del Islam gozando de una cic---tolerancia; son éstos los llamados «mozárabes». EI . siglo X, y aun antes, su vida se hizo dificultosa dentro del mundo musulmán, y, puestos en la alternativa d e abjurar o d e apartarse de los centros más intensos. como Córdoba, en momento coincidente con la expansión cristiana del Norte y la existencia no sólo d e territorios conquistados que habían de irse repoblando por cristianos, sino de una verdadera tierra d e nadie, existente en la meseta de Castilla la Vieja y León, por ambos lados del Duero, que fué la frontera durante bastante tiempo, hacia esas tierras emigran, llevando con ellos su religión y su vida intelectual cristiana, pero también sus costumbres semejantes a las musulmanas y sus acervos artísticos perfectamente califales. Así nace en toda aquella zona un arte muy original, el mozárabe, que construye iglesias pequeñas y sabias, abovedadas, en donde los elementos empleados, como el arco d e herradura, las bóvedas por cruzamiento de arcos, los detalles decorativos, etc., son de acento califal. De ellas nos queda una serie bastante abundante, fechada en todo el siglo X y parte del XI, en que se destacan Santa María de Melque, en Toledo; San guel de Escalada y Santiago d e ~ e ñ a l b a en , León; Si Cebrián de Mazote, en Valladolid; San Miguel d e Cel nova, en Orense; Santa María de Lebeña, en Santander; San Baudel, en Casillas de Berlanga (Soria), por no citar sino unas cuantas. De sus artes decorativas nos quedan pocos restos, splvo algunos bronces semejantes a los musulmanes, pe con letreros cristianos; marfiles que se inspiran clar mente en los cordobeses (Ara de San Millán), ciert piezas de orfebrería (Caja de las Agatas, de San Isidoro de León), y una serie d e manuscritos con el Comentario d e San Beato de Liébana al Apocalipsis d e San Juan, que llamamos por antonomasia «Beatos» y son una de las manifestaciones más originales de nuestra miniatura, aparte de multitud de inscripciones de bellí. . simc o. Plano IV Mapa, Muro C Plan Vitri - Planc> IV S - -e-r .t r~ r C o román Poco después de empezar 21 siglo XI comienza en toda la Europa occidental un renacimiento efectivo de las artes y d e la vida, en el que parece que correspo:nde papel no pequeño a lo español; es el período que se llamado románico y que se extiende casi hasta fin; del siglo XII. En España es en la primera mitad del cuando adquieren por vez primera conciencia clara de su poderío los estados cristianos norteños, coincidiendo con el momento de decadencia política de los musulmanes durante el período d e los Reyes de Taifas. El mcnarca impulsor de este renacimiento es Sancho el Mayor de Navarra (f 1035), pero el llevarlo a sus consecuencias en el terreno del arte es misión reservada fundamentalmente a dos reinas: Doña Sancha, mujer de Fernando 1 de Castilla y León, y Doña Felícia, en las tierras aragonesas. El momento definitivo d e crisis lo marca el reinado de Alfonso VI y fundamentalmente la toma d e Toledo en 1085 que abre verdaderamente el. camino de Andalucía para los castellanos, al paso que las relaciones de la casa real con Francia S,on decisiivas en la introducción de una fuerte influencia cwropea que se manifiesta,en el arraigo de los Monjes (:luniacer lses de la Orden d e San Benito, en la sustitución del rito propio español por el romano, dentro d e la liturgia, y en e! abandono de la letra peculiar, que llaman visigótica y su siustitución por la francesa. El rena,cimiento artístico cristiano com ienza eri el ca mpo de las artes industriales poco después d e me1diac.. 11 do el siglo XI con la escuela de marfiles de 1Leon, aonde se hacen varios d e los más ricos ejemplares donados por Fernando y Sancha en 1063 a su regia fundación Plano iv de San Isidoro en León, como su famoso Crucifijo, ar14' -022 q u e t a ~(la d e ((las Bienaventuranzas~) ) , et' i la Vitrinc1 21 escuela riojana, donde se fabrican las dos A reli,I \ I auias d e San Millán d e la Cogolla, una pahd ci u ~ o ~ i o n Millán, antes de 1067, y otra para San Felices, h;acia 190. Todas ellas son obras originalísimias, d e rieto - -- .m - 45 acento per:sonal nu[estro, que unen tradicicones esy>a-. . 601% as con infiujos europeos y que se distinguen por algilnos carilcteres curiosos, como el dotar dle ojos pc3sO de arr: intiza1s negros a sus figuras, amén d e ser el punt~ a1e una nueva iconografía. ,a orfebrería tiene también un esplendor grande, ya acompañando a las mismas piezas de marfil, ya sea obras tan extraordinarias como el Arca de las reliqtiias de 5jan Isidoro, o la famosa Arca Santa de la Cat.edral d e Oviedo, donde los influjos andaluces rnuesLra? no sólo en las técnicas empleadas, sino ta en la presencia de letreros seudo-árabes. Al mistiempo, comienza una nueva arquitectura, que es lamada románica, manifestada ya en algún preceden te de ti1empos de Sancho el Mayor, como la parte mo derna d,e la Cripta de San Antolín, en Palencia, hecha bastainte antes de mediar el siglo XI, y desarro.. llacla luego en una serie de monumentos originales a CUY a cabeza van el Monasterio de San Isidor o d e Lec5n. la (3atedral de Jaca, San Martín de Frómist a, etc., ICOcn q nzados casi todos en los decenios de 1 Obu y II n u7O. i'odas estas iniciativas culminan en la gran obra de ~ortancia mundial de la Catedral de Santiago de mpostela, comenzada en 1 075, y cuya construcc;An ibe su mayor impulso en el tránsito del siglo XI al , bajo el Pontificado del Arzobispo Diego Celimi, que es el primer6 y uno de los más insignes en nue:stra gran lista de prelados protectores de las ar Y <3e la cultura. La Catedral de Santiago plasma cornpletamente todas las características de la arquit a román ica, con su tipo de gran iglesia de tres nal i planta d e cruz, totalmente abovedada, con sus na; laterale:S dividicdas en altura y con tribu:nas o triiforio en el piso alto, y con una riquísima dec:oración cultórica que anim-i con figuras y escenas, al tien qu's son caprichos más o menos fantástico:s, todos elementos susceptibles de decoración, como son c: te1es, basa$; y porta C .A l ."L. Plano IV Vaciado "-O 28 ..-no lv 4 0 33 24 IV '"'' 70 10 IV Adquieic aai ~n gran Cicoa~iviiv = u b u i r u i a ~.ionulenta1 que había comenzado en San Isidoro de 1León en la Catedral de Jaca, al mismo tiempo qule en obras sueltas d e gran originalidad, como la lápidi3 sepulcral d e Alfonso Ansúrez, muerto en 1093, y pirocedente de Sahagún, o en la Virgen en Majestad del mismo lugar, fechada hacia 1 1 00, y que tiene prontio un artista genial en el Maestro de !a Puerta de las Platerías, de Santiago, cuya personalid.ad domina la plástica de la transición entre los siglos XI y XII, cual sucede con las ~ l u m n a shistoriadas de San Payo d e Antealtares :ompostela. EL Camino de Santiago y el arte románico del sigla tor C La influencia d e los monjes cluniacenses en la mera mitad del siglo XII, como encauzadores de ,da la vida religiosa del tiempo, tiene una d e sus más nportantes manifestaciones en la organización d e la ,eregrinación a Santiago de Compostela, que gania en nportancia a la de Roma, y que E:S pareja , aunque: pafica y pcIr tierras todas cristianas , d e lo caue significa,n en el mundo medieval las C ruzadas o peregirinaones armadas a los Santos Lugares. Nobles, artisras, :eratos y hombres de ciencia de toda la Europa occi:ntal, y aun de Bizancio y del cercano Oriente, parti'pan en la peregrinación a Santiago, y su camino e 31, a .cuyas dos puertas por el Pirineo d e Roncesv, Jaca afluyen cuatro grandes ví'as desde Francia, t 111ás intensa arteria cultural del momento, por la circulan ideas, riquezas, obras artísticas, etc. El Can de Santiago tiene incluso su guía, semi-turística, S,emilnna piadosa, conservada en el Códice Calixtino, y se ja'----de construcciones, ya sean hospederías, ya sean monasterios, iglesias, etc., en todas las cuales se mani fiesta, con más o menos riqueza, el arte románico que h abía iI1ad.o su más eli propia Catedra' ompostela. -L- - Con todo ello, la primera mitad del siglo XII es períc e monumentos casi innumerables, llenos de esculti loctrinadora usada por los monjes benedictinos co ejemplares, para lo que se representaban escene variadísimas, no sólo de vida celeste, sino también d e alegorías de vicios y virtudes, d e premios y castigos, que sirvieran para la ilustración del pueblo. Un campo muy propicio para el desarrollo d e este arte lo formt ban aquellas construcciones indispensables en todo Mc nasterio que, aun teniendo carácter religioso, no lo tc nían completamente sagrado, como ocurre con los claubtros, y donde por tanto podían representarse más ho gadamente escenas que pudieran parecer profana Ejemplos tardíos en los capiteles del claustro de Sant María, en Aguilar de Campóo, fechados hacia 12 1 0. Junto a ello, por tierras d e Castilla al sur del Cam no, que empiezan entonces intensamente a repoblars, se van fundando parroquias que en lugar de claustr tienen galerías adyacentes a ellas como lugar d e de canso y reposo para los feligreses, e incluso como siti d e reunión de los primitivos Concejos o Ayuntamiei tos, y tales galerías se organizan como partes d e clau tro, con capiteles esculpidos con escenas o figuras c gran variédad. L¿il evolución románica hacia mediados delI siglo X tradiIce influjos bizantinos, a los cuales debe n de obc . . ,. decer ciertos fenómenos artísticos, como el gusro qi. entonces empieza por las pinturas murales en las igliesias, el desarrollo extrae-dinario de los ejemplaies e:n esmalte, que en contra de lo que se ha venido dandI n como probado siempre parecen tienen su origen en E paña ,donde hay piezas tan excepcionales como el Froi tal d.el Monasterio de Silos o el de San Miguel in E. celsis; con un nuevo estilo d e manuscritos en el. que sin embargo siguen persistiendo las tradiciones de nuestros Beatos Mozárabes, como en el de San Isidoro d e León, Y ca,n profus;ión de imágenes, sobre todo d e Mar fa entro.nizada con .el Niño sobi'e sus rc Planc Vitrii Plon' Vitrii riano IV Muro E , Planc iv 20 , 26 n.os 30 ~ , ,IV a Sector D ,, madera pintada, o Calvarios d e Cristos majestuosos y rígidos acompañados de imágenes dolientes de la Virgen y San Juan. Mediado el siglo XII, la Orden benedictina evoluciona con la Reforma d e San Bernardo, y son entonces los monjes blancos Cistercienses quienes introducen nuevas normas de vida en monasterios aislados d e población, que casi son verdaderas ciudades, pues que han de subvenir a todas las necesidades de su existencia, sobre normas de una gran austeridad. Proscríbese entonces la multitud de esculturas decorativas y hácense los edificios deliberadamente sencillo^.^ sobrios, p con estructuras arquitectónicas más complicadas y e lutivas, con el uso normal del arco apuntado, que vic por influjo oriental, y con el empleo de bóvedas ogivas, en forma que anticipan el paso a las solucio peculiares de la arquitectura gótica. Es el momento los grandes monasterios, como Poblet, Veruela o Santa María de Huerta, y también en España el d e la prim era serie de catedrales, como Zamora, la vieja de Salamanca, y la Colegiata de Toro, en las que se crea un t .original de cimborio o cúpula sobre el crucero, a ( suele llamarse .Torre del Gallo)). Por último, de e tiempo son las primeras obras de rejería artística es ñola, hechas con tiras de hierro forjado en volutas. E1 período gótiico El último tercio del siglo XIl es en España uno los momentos d e mayor esplendor, sobre todo en npo de la escultura monumental, y en é'1 con lig'era erencia d e años coincide la actividad crea,dora de itres istas tan valiosos y originales como el Miiestro df : la Cámara Santa d e Oviedo, el Maestro de San V i c e i i ~ ~ de Avila y el Maestro Mateo de Santiago de Compostela. Todos tres trabajan sobre las tradiciones escultóas románicas, pero llevándolas a sus últimas COI=*mcias y destacando Maestre Mateo por el acento - - -L.. realismo y vida interior visible en las figuras de su magno Pórtico de la Gloria en la catedral compostelana. Al mismo tiempo todos hacen también arquitectura, y en este sentido quien descubre mayor excelencia es el Maestro de San Vicente de Avila, que parecri seguro se llamaba Fruchel y era de origen francés, auto; de los abovedamientos d e la iglesia de San Vicente y de la parte de la cabecera d e la Catedral de Avila qi-junto con su compañera d e Santo Domingo de la C, zada, es una de las construcciones más tempranas fecha del nuevo arte gótico que por entonces comie.. za a desarrollar su personalidad. Esta arquitectura gótica, caracterizada por el empleo constante del arco apuntado y de la bóveda construída sobre arcos destacados que la sostienen y entre los que son fundamentales los diagonales u ogivas, así como por el rico molduraje de sus elementos, los ventanales calados, e! uso d e una nueva flora naturalista en sus capiteles, .las vidrieras, la elegante esbeltez de sus imágenes y el predominio de la verticalidad en sus edificios, tiene ,un desarrollo ininterrumpido desde los siglos XIII, al XVI y se nos aparece como el producto más típico del genio francés de su época, irradiando sobre los demás países d e la Europa occidental y central. Coincide con una nueva organización política, casi por completo extraña a lo español, que es el feudalismo, y con el nacimiento y constitución d e grandes núcleos urbanos de tipo civil perfectamente organizados, que vienen a sustituir a la anterior organización monástica. Es entonces la Catedral y no el Monasterio el monumento por excelencia. En España el gótico franicés pene:tra profundamente en el siglo XIII, aunque en 1,la iiiayur parte de los molentos sufra contaminaciones de andalucii es;. Es hacia la mitad del siglo cuando se .an tres grandes catedrales castelllanas, León ; Y *Toledo, de las que la primera es la más francesa y mismo tiempo la más homogénea y rápidamente hecl m,,,, 4 Plano IV Maq.ta 25 . -1 , Planc I V nO . S 36, 38, 40 Y' 4 1 Planc) IV Muro F Planc) I V n.' '37 de vid1 un para cor francés, y las otras dos siguen construyéndose dura nte siglos y acumulando en ellas artes y riquezas al pasar d e . los tiempos. Pero nunca pierde entre ncsotios esta uitectura gótica un cierto matiz de imposición aris rata, ya que durante todo el tiempo de su desarrc L verdaderamente popular incluso por su baratur? adecuación a nuestras condiciones, es la morisca. cambio en la escultura campea sin rival el goticisr con su elegancia francesa, pero teñida casi siempre un matiz realista que es ibérico. Lo mismo ocurre <- - - la pintura, que tiene también un desarollo consideirable (sepulcro de Cuéllar). La región levantina, en los estados d e la Corona de Ar;agón, tiene un cierto matiz de gótica, de: desarrc,110 un poco posterior, más semejante a lo medit,erráneo :Ya lo iitaliano que a lo norteño, caracterizado p or una rnayor simplicidad constructiva junta con una mayor esbeltez d e los elementos, y con mayores preocupaciones de policromía en su escultura, al tiempo que en la pin. tur a se transparentan desde más pronto los lial10s. 1Lo que tiene de integral el arte gótico s;e denun cia ~ b i é nen las artes industriales, teñidas siempre 1 tiz arquitectónico, ya sea en piezas de orfebre: ?de persisten los esmaltes como equivalencia de .-,rieras arquitectónicas, o en marfiles, bronces, armiua, rejeria, códices, etc. De ello tenemos mue:&ras en la vitrina número 39 donde entre otras pieza S, se ex]PO.- . - - . -. un. cinen: el báculo esmaltado del Antipapa Luna; iliz i esmaltes y otras piezas de la industria de Limoges, nás d.e dos típicas cruces piocesionales; un códice estilo francés, procedente de las Huelgas de Buri; un precioso díptico de marfil francés; azabach Inces; una espada de P ~ r n o ~ e ~ m a l t aetc. d . ~En , ca en tejidos parece que dominan sin rival los mu: nes del tiempo, m.ientras que hay un cier to estilo .dado. cc3mo tapiz, al que se ha llamado ((,anglicant . L-- Plano I V Vitrina 39 - ~ N - ---- S que tenemos en cspana alguna muestra conside- PlaF rable, cual la famosa Capa d e Daroca. , ~ . O L . La última evolución del gótico en el siglo XV, en sentido de preciosismo barroco, prepara ya la 'transición al estilo típico de tiempos de los Reyes Católicos, Plan Mur que preludian algunas obras en chapa calada de hierro. n.O 1 El período i La decadencia que suponen los Reinos de laiias ~ lifales lleva consigo la presión de los estados cristian norteños, que amenaza en los finales del siglo Xl cc dar al traste con el dominio musulmán en España, contra ello se reacciona políticamente merced a la ay da africana, que tiene caracteres absorbentes y de i vasión -verdadera con el primer conato de los Almor le los P vides ( 1 08 6 ) , y 'con el dominio el mohades ( 1 1 56- 1 2 2 8 ) . Desplázase entonces, el cent 1 , de de! mundo hispano-musu~man hacia Africa, con la capitalidad española en Sevilla , y los c racteres de austeridad e intransigencia que :ron disti tivos en lo religioso de los Almohades se tr,aducen t decorati vas y p' terreno de arte por simplific lisuras que nr> excluyen un impulso monunlenta1 t¿ extraordinario como el que llevó a la erecc:ión d e 1 A 1 Mezquita Aljama sevillana y cie su gran ~ ~ m i n i r?u ,. sistente en la hermosísima Giralda. Las artes menor siguen más apegadas a las tradiciones hispano-califale aunque con simplificación de sus elementos y forma sobre todo en lo que toca a las decoracione s y e n e pecial a l i s vegetales o atauriques, en que se (zrnplea I ' nuevo tipo de hoja elegante, pero sencilla y 1lisa, a como un alfabeto cúfico muy esbelto. Muestra d e el son algunas arquetas y estuches en latón o azófn Adquiere también en e s t ~período un gran dezarrol ecoración sobre temas !geométriC C C , me:rced a i tividad abstracta., tan acmorde cori el espí-ritu de i~ 1 d - Plano IV n.O 46 Plano IV Sector E transigencia purista que caracteriza a los almohades, d e manera tal, que en el arte del tejido, donde en tiempos califales o inmediatos a ellos, se habían hecho composiciones de medallones enlazados con animales estilizado~. entre ellos, ahora se hacen t d a s riquísimas de sedtis y oro dispuestas en cuadrículas rellenas d e composiciones puramente geométricas, cual ocurre con las vestiduras con que se enterró en Villalcázar de Sirga al Infante D. Felipe, hijo de San Fernando, y con algunos otros ejemplares. El período granadino Tras la derrota de las Navas de Tolosa ( 1 2 1 2) , que comienza a hundirse el poderío almohade, qu libre el camino de Andalucía, y con las conauistas San Fernando d e Córdoba ( 1236) y Sevilla ( 1248: . por Jaime el Conquistador de Murcia ( 1 2 6 6 ) , llega el momento de crisis más grave del mundo hispano-musulmán, cuando queda el ámbito peninsular dominado por el Islam reducido simplemente a poco más dt Andalucía Alta, en torno a la actual provincia d e ( nada y a las regiones serranas de las de Córdoba, J¿ Málaga y Almería. Parece que la reconquista total d e la península cosa completamente decidida y de poco tiempo, hacen que ello no sea así de una parte el comienzo las empresas mediterráneas d e Aragón, y de la otra, una cierta visión política de San Fernando que le 11eva : a apreciar la necesidad inmediata del dominio dell 111toral africano, como garantía de seguridad para la península totalmente reconquistada, o d e lo contrario, la conveniencia d e mantener un estado feudatario AAbil mahometano, que no pueda ser en ningún mome amenaza sino que esté a la devoción d e Castilla, y que se recojan aquellos elementos islámicos que, al c servar su religión, podían constituir un factor ingirato en Ia deseable cohesión de la España cristiana. Es así como nace el Reino Granadino en tierras andaluzas, cuyo trono ocupa Mohamed Ben Alahmar ( imposición d e Castilla. Hasta la caída de Granada en 1492, por oDra a e I Reyes Católicos, subsiste en aquella región un estado político disminuído, de economía precaria y sobrepoblación angustiosa que parecía condenado a vivir pobremente, y en el que, quizá por estas m i snas concliciones difíciles se da un desarrollo artístico or iginalí:simo en que la base fecunda no puede ser, natiuralment:e, 1 la riqueza intrínseca de los materiales, sino 1la aDu dancia y la perfección de la mano de obra, aliada cc exquisiteces de trazado y ion fantasías decorativas qi nunca ha alcanzado el arte musulmán fuera de aqu momento. Son ejemplo insigne de todo' ello los Pallacios gr nadinos, con la Casa Real de la Alhambra y. e- i1 fu-e-n.. larife a su cabeza, donde la pobreza d e los materi tles empleados, que no pasan de tapial de tierra ay sonada para los muros; maderas para las estructura escayola para los arcos y paños decorativos; cerámic para los revestimientos; piedra para las pue:rtas y el mentos fuertes de las fortificaciones;; contac3as' piez de mármol para columnas, etc., se enmascara complet mente en una arquitectura de ensueño llena de delic dezas, y aliada íntimamente con recursos natural de vegetación. Son elementos característicos de ella 1 nuevo tipo de capitel almohadillado en su parte s perior sobre una sola fila de hojas, altos cimacio -- - - - acdi - -- fu\stes llenos de anillas o armilas; basas niuy panadas; témpanos de yeserías esculpidas, pintad y doradas, cuajadas de menuda decoración de ror bos, como última evolución posible de los arcos cr zados, entre los que se combinan hojas y letreros e tilizados cúficos o en alfabeto nesji o cursivo; tech, d e armadura de lazo en madera; zócalos de piezas m nudias de cerámica I i , cada iAna d.e su color, los cque llam amos ali etc. La expansiión de es :e netamente granadino en ei area cristiana de la Pen;ula da lugar a varias de las ramas más int.21-esantes nuestro arte mudéjar, y aún persiste hasta tiempcs steriores a la desaparición del Reino Granadino, con m.orisco. Las artes menores syanadin or E Núrne!ros 46 \, 49 , IV nos '48 n que tuvo su desimiento de la ci ante los siglos XIV el reino de Crar arr - <V, fundamentalmente, es apreciílble quiz YO^ ar ,do aún que en las artes monumimtales, i vas itectura, en aquellas &ras que 11: imamos 1 1 0 1nenores, de las cuales nos han queaaao a ~ u n a a n t e s ve:;tigios, cifrados unas veces en piezas sueltas que hasta no:jotros se han conservado, y atras muchas en modas -. .naneras d e hacer que han persistido mucho tiempo lue a tra vés d e riuestro arte morisco han ejercido un go influjO en nui~ s t r osiglo XVI. 1 En contra a1 e la creencia corriente respecto a la regnancia de los musulmanes por la representación de Iras humanas, son varios los casos dentro d e la misAlhambrsi de pinturas exquisitamente hechas que ones nos denuncian mano cristiana, si en algun como en 1z Sala de los Reyes, en otras, como 3 del Parta1 o Torre d e las Damas, en las de u no:s dan obra musulmana perfecta, según las más finss trsmdiciones de la miniatura. Algo semejante ocurre con la orfebrería, ya se trate de utensilios de latón o cobre, fundidos y decorados con finos atauriques y lazos grabados, amén del dorado del ejemplar; o de espadas y puñales llamados ' e orejas)) por su forma, cuyos puños se adornaban 1 composiciones grabadas y esmaltadas sobre co: dorado y con cachas de marfil, como la llamada San NIarceIo, d e León, o de piezas de armaduy arnés, también doradas o esmaltadas y hasta a veadornadas con ricas borlas de pasamanería. De joyas se conservan varios tesorillos, quizá. correspondientes a las postrimerías del período, en que sobre la base de una corta cantidad de metal rico, ya sea oro o plata, se logran espléndidos colgantes, collaresi zarcillos, ajorcas, etcétera, mediante el ~ a b i oempleo de la filigrana, el repujado y el esma!te, en unas ocasiones, y en otras, tratándose de arquetas, joyeros, etc., el damasquinado y la incrustación (joyas halladas en Bentarique, Mondújar, etc.) . La talla del marfil y la incrustación d e piezas menudas de maderas finas y de diverso color en otras chapas d e madera selecta, formando composiciones gemétricas e inscripciones, que es a lo que se llama taraoea, tiene entonces también un desarrollo extraordinario, inaugurando una técnica que se usaba en finos mueblecitos o arquetas, que pasa luego a nuestros focos moriscos posteriores, y que casi sobrevive, como la de la filigrana, hasta nuestros días. Pero entre todas las artes menores, 'es quizá una ( las más importantes y fecund.as la cerámica, de ti gloriosa tradición en lo hispano-musulmán desde 1 tiempos del Califato d e Córdoba. Sigue en siglos gr nadinos el procedimiento normal anterior del vidri do de 1-as vasijas d e uso corriente para hacerlas impe meables con un verdadero esmalte metálico, que c rrientemente era el plomo. Mas junto a ello aparecl otras piezas más finas y delicadas, sobre todo en forn de jarritas de dos asas, que se decoran simplemente cc pinturas negras sobre el tono general blanco dado a vasija por engobe (como algunas halladas en Almería Pero donde se destaca más la excelencia d e la cerán r a granadina es en dos casos principa!es: primero, I su aplicación a la arq~itectura,y segundo, en la llam da «loza dorada)) y comúnmente de reflejo metálico. La cerámica arquitectónica es lo que llamamos ~alicatado)), o sea, una composición hecha con trozos en for- de cintas, estrellas o polígonos, recortadc vidriadas de un solo color, con paleta q Plano IV Vitrina Plan Vitri 48 Plano IV n.- 50 Vitrina 47 Plano IV .vitrina ,.. . 48 erde, azul, blanco, negro, pajizo y hasta rosado i algún ejemplo excepcional, que luego se armaban f c mando composiciones geométricas polícromas y se fij ban a la parte baja de las paredes, constituyendo 1 zócalos que llenan las estancias de los palacios gran.ad.inos. En cuanto a la loza dorada, constituye una técriica especial, cuyos precedentes son orientales y d e que hay ejemplos españoles desde tiempos del Calif to, pero que tiene su desarrollo espléndido en Málai y Granada. Se trata de vasijas totalmente recubiert d e blanco, sobre el que se trazaba la decoración cc azul de c~bal-to y sales de plata y cobre que al hori se fijaban en depósito metálico superficial de color ( oro más o menos pálido. Encabezan la serie, por importancia, los llamados Jarrones de Ia Alhambr parte de los cuales debieron d e hacerse en Málaga, algunos aliceres de allí mismo, y tal cual estela sepulcral de curiosa forma, para continuar con los primeros platos de tipo de ((braserillo)),que ya parecen hacer-en Manises, en tieri.as valericianas, luego dc la dec dencia granadina de:1 siglo KV, cuando las vicisitud ..-m ustiosas por que ,,e, , -1 último resto de poder m ,,,, : ~ á espa n ñol, lleva a los alfareros granadinros a tierr Levante en busca de la protección de Ia marii ,.. rara mantener sus exportaciones mediterr neas C)tro aspe:cto exccSISO de las artes menore'S granacJi-nas es el de 1los x-!:J rejidos de seda con~composiciuii~s g c 0mét.ricas y letreros polícromos, logrados mediante tramas de diverso color que aparecen en el haz d e la tela en r:1 momento necesario, y que quedan en reserva en el envés, constituyendo una tela complementaria cua do no se utilizan para decorar, y en los que es típica disposición d e las composiciones en fajas o tiras. Tar o granac bién son numerosas las muestras de mtor mi no, hecho con sedas polícromae, y c *--e"- a r a r ;;viir;oa ;. IV 49 - característicos que, aparte de sus dibujos, los distinguen claramente. Mudéjar y morisco t Uno de los fenómenos más típicos de la segunda mitad de la Edad Media española lo constituye el reflujo de las costumbres y la civilización musulmina sobre las gentes cristianas, que da lugar a multitud d e casos tan conocidos como el de la vida medio musulmana de Alfonso VI, o los círculos intelectuales en torno a Alfonso X, o las vestiduras musulmanas con que se entierran el Infante Don Felipe, hijo de San Fernando, y el gran Arzobispo Don Rodrigo Jiménez de Rada, o el magnífico Alcázar de Sevilla, hecho por artistas toledanos y granadinos para el Rey Don Pedro el Cruel. Fruto de esto, durante los siglos XII al XVI tiene diversas manifestaciones un arte de acento bastante popular en el que se alían influencias musulmanas y cristianas, ya le . llamemos «mudéjar» cuando está hecho por artistas musulmanes sometidos o no políticamente, pero al servicio de cristianos, o «morisco», cuando es obra d e los ((cristianosnuevos)) que, salvo en ideas religiosas, pprmanecen fieles a sus tradiciones. Este arte arraigó p fundamente en los gustos españoles y llegó a imprq nar completamente ciertos aspectos de la vida, sol todo en la arquitectura civil, sobre especialidades albañilería, cerámica, decoración en yeso, y carpin ría, principalmente. Se desarrolla el arte morisco en diversos focos. El toledano comienza como continuación insensible de las tradiciones locales desde el propio siglo XI y sigue una evolución peculiar, pero semejante, a la del propio arte hispano-musulmán, sin perjuicio de acusar originalida-' des que en él mismo influyen, sobre todo en decoración en yeso y en obras de carpintería, con !os llamados artesonados, para terminar hacia el siglo XV crean- PlanoIV Sector F Plai Mq pla Mui un cierto tipo cie yeserias con roiiajes góticos y figuras, muy original. Por Castilla la Vieja y León : .desarrolla durante los siglos XII y XIII otro foco muy ii tenso sobre tradiciones califales, que crea un tipo senc 110 y barato de iglesias d e ladrillo compañeras de las rt mánicas en piedra. El foco de Aragón edifica tambii multitud de iglesias de ladrillo, más alhajadas y ric: niip las castellaniis, en las que se emplea decorativate la cerámica, y crea un tipo original de torres que uciona desde las magníficas d e Teruel del siglo XIII terminar con otras ya completamente del F:lla5, a glo XVí. Por tierras andaluzas y principalmente en S villa,, se desarrolla otro ciclo morisco que empieza trah .__ _ajar en iglesias y torres sobre tradiciones almohadf del siglo XII, y que en el XIV recibe nueva sabia cc el Alcázar del Rey Don Pedro, sobre modelos granac noa. Por último, tras la conquista de Grsnada, siguf ;trucciones que prolonga n la dec haci éndose ; mpleados anteriormentr, Y que Pe den(zia de lo: sirte:n a tod, ;o d d siglo XVI, al inarjgen de 1 LP renacientes de Siloée y Machuca, en 1: i arquite civii. os mayores timbres de gloria los tiene e 1 arte m . 3 en maderas, cerámica y telas. L3 carpinteria m i tipo de techo a que llamamos artesonad a, cuya estructura sabia es original y cuy elerrieiicos se decoran con tallas profusas de atauriau y en otros casos con pinturas en que se trarisparenti IV modelss cristianos, d.e todos los cuales nc ,J =h-ndantes ejemplos completos d e edificios y tragme tos nu-nerosísimos de otros destruídos. Junto a ellos Plano IV des;irrolla un rica serie d e muebles, ya simplemen n .cs58 C.-. cii3arnblad.o~ (armario toledano y puerta andaluza ibiertos de taracea, sobre modelos musulrnanes ( E irPlono arquimesas, silla de caderas), o llenos dc2 la llamian.os 57, ! .l.. da labor de ctclaraboyas)), característica de los uitim os 54 Y 36 incluso en siller 60 tienipos del tos, etc. - : . ica sigue las tradiciones musulmanas, ya s en la loza 1dorada, que se 1lace prii'~cipalmenteen los alfclres de Manises, en el Reino <le Valencia, y en a sea con la caraclos d e Teru'el y Mut$1, en Al . n . teristica loza a1 e raterna, decoraaa en verde y mang neso sobre fondo blanco; o bien en la rica serie d e grc des t5najas y brocales de pozo toledanos, muchas ve< sin vidriar y casi siempre decorados en relieve con 6,tampillas impresas o temas grabadc1s a cuchillo; o en las consecuencias de los aliicatados granadinos visib'les . 1 seca)) y de ctarict en los llamados azulejos d e ctcueraa decorados con temas de lazo en los talieres granadinos , sevillanos y toledanos; o, por último, en los típicos azulejos valencianos pintados en cobalto sobre fondo blainco, y eni los característicos [,soca]rratsn de tema erninen temente popular hechos en rojo 3r negro :sobre ble co. Los tejid[os, por su parte, siguen ti~ m b i é n1as tradic.iones granadinas de tela doble decorada a listas, don suelen utilizarse temas lanceolados que en rnuchos < sos transparentan influjos góticos. Plar ? ' , n.o5 'lano '" n.O 59 Plano IV n.O ! Plar n." ! SALA DE EDAD MODERNA Croduis de distribución de Plano vitrinas y objetos v SALA QUINTA EDAD MODERNA Plano v Desde el siglo XVI en adelante, el número d e res.-del pasado que se conservan crece en gran proporción, y esto mismo, junto con el carácter de obra netamente artística que a la mayoría distingue, hace que se hayan incorporado preferentemente en otras col ecciones Y museos especiales, cuando no han seguido e n uso en 1 SUS destinos primeros. Imposible, por tanto, la visiión de conjunto en esta Sala. Lo expuesto se reduce a ejemplares d e artes menores, junto a tal cual muestra d e pintura y escultura que completen algo el ambiente ar. tístiLCO, asoc n los muebles y con los itapices clue adcjrnan lo: El conjunto se centra en torncI a uncIS cuantc 1s monográficos, detallad[OS a COI itinuación. 4 * ' L a época de los Reye ,",U# La unidad española, y con ella el tránsito !ad Moderna, es misión encomendada por la Prc 1 a los Reyes Católicos en momento de anarquia y a e dificultades interiores, a la vez que d e diversidad d e actividades externas, hacia el Mediterráneo, por un lado, y hacia América por el otro. De todo ello se triunfa y así nace nuestro Imperio Español que había de culmirlar casi, en cuanto a extensión, hacia los mediados del SIglo XVI. Algo semejante ocirrre en el campo de las 1be-llas artes dc~ n d eel g:ran impulso corresponde tambiér l a Fer nando e Isabel, (>n cuyo tiempo se desarrc)lla nues tro BY ' Malpa so- - bre puerta entivada. .uliar y gran renacim.iento, no en sentido de vueltz lento crítico en que lo c:lásico greco-romano, sinc esplendores en la cuajan multitud de iniciativ lo Isabel)). creiación de un arte original En él se juntan d e manera armónica los insobornables impulsos moriscos, ya fuesen en cerámica, en artesonados o en telas; los últimos desarrollos góticos, vivificados 3istellano por artistas norteños. fla:nte, que vinieron aquí en familias mencos pri. gas, los Cuas o los Colonia; los prienteras, cor meros balbuceos a e tipo renaciente italiano, que nos llegan de la mano d e obras y artistas traídos de allá por grandes familias aristocráticas, como la d e los Mendoza, -o.erced a nuestros tradicionales contactos con Italia parte de la Corona de Aragón; un renacer d e nuesnaturalismo escultórico vivificado con obras y artisL ~ Sborgoñones, alemanes o flamencos, que encontraban gran campo de transacciones en las famosas ferias castellanas d e Medina del Campo, donde también afluyen las obras pictóricas de los primitivos flamencos, desridores del óleo, cuyo realismo detallista afinca tar re nosbtros y era tan del gusto de la Reina Isab nera coleccionista de tablas flamencas. Así comienza un período de verdadera fiebre cons-. tructiva, durante el cual se IIena el suelo de España de obras en que campea el escudo de los Reyes, sostenido por el Aguila de San Juan y flanqueado por las gloriosas divisas del yugo p de las flechas. Pero a su lado, las artes menores tienen así mismo un extraordinario esplendor; es el gran tiempo de nuestras prim.eras custodias procesionales, sobre tipo creado por Enrique de Arfe, y de nuestras cruces erizadas d e cresterias y figurillas; el de máximo desarro110 de nuestra ctloza dorad.an de Manises, timbrada con escudos nobles y a veces con las divisas regias, que inunda con sus productos gran parte de Europa; el comienzo de nuestro gran arte del muebl is primeras espléndidas sillerías d e coro; el dt lor de la tapicería, - Murcs B Y' A ,re 3 2 ,5 Vitrinc, 2 ,3 tiene si1 mayor iando F1 'ntimas relaciones con lo español, qué fué su cliente ; importante, etc., etc. lacia el final del reinado d e los Reyes Católicos, la acti vidad artística se amplía aún y se diversifica, sobre ampo d.e la arquitectura, (donde ccbnviven 1OS nacentistas introducidos por ur1 Loren zo -1- P-..- ......L1v azqucz, eri Valladolid, un Alonso ae Lovarruuias, en Toledo, o un Diego de Siloée, en Granada, con las ú1timas catedra!es góticas, como las de Segovia y nuev? .Salamanca, de Maestre Juan Gil, con los cimborrine moriumentales que ailían tracliciones góticas 37 morisci conio la Capilla del Condestable d.e Burgos,, el d e 7 -1 .l--1 L---rue! , el de Tarazona- -. y e 1 i~iismode la cateci~diu u l s lesaL, y con el mal llamado «estilo plateresco», con! cueincia de la riqueza decorativa del Isabel, pero s3b1re fórmulas seudo-clásicas, en manos de un Rodri Gil de Hon tañón. Pisí se constituye el panoirama de mit;ad del siglo XVI , en el que las ar%esmencares sigu teni endo uri papel importa nte: custodias y obras . -. plat a de los; Becerri1 de Cuenca (cBiliz y cu,charilla d e la vritrina 5: otras obras del XVI en la vitrin a 7 ) , Y de los Arfe; te rciopelois labrados riva!e s de los genoves 1 enecianos; lozas de Talavera émulas de las de 'IJr1; etc. Todo ello, sin perder de vista que es el irLOito en que nuestra pintura, con Domenico el Grec:o, llegan Y Iiuestra escultura, con Alonso Berru.guete, alg[mos de sus máss origineiles y piU ~ O S acentos esy ñolt-9. - - 1 ., Vitri 5y 1 iiu+iGxi fundamental de antigüe~aucacnpucaLcra de siglos XVI y XVII, lo constituye,n las.lo: azra. Con10 simples recuerdos de: otras . l el 1 un retam ito npo, se han intercalado algunas oDras: esmalte: eses de! o tercio 71; lapintura .ante del illas en Piar Mur Ey N.o Mur Muros: D, dera del XVI y XVII; vidi de hier . C ~ n . ~ ~dos l ~de t los típicos ctvargueños,,, o e5icritorios ; un . Iier riberesco; una selección de ejempl ares de nuestra Vitrina 13 dustria del vidrio, desde los tipos nioriscos y catalai del XVI, hasta las obras de Cadalso y 1La Granja, ya nas del XVIII; y unos cuantos ejemplares de joyas esmal' 26 tadas y d e sabor popular, correspondientes a esta época. Como serie homogénea, destaca la que sigue. Vitrinas 12 y 14 Murc> E, bre "as Las lozas de Talavera La cerámica renaciente en España tiene como f < principal los alfares de Talavera de la Reina (Toledi Sus obras, que siempre acusan un cierto acento po]PUlar, se inspiran en un principio en modelos italian os,, fundamentalmente de Urbitio, donde se venían haciendo bellos ejemplares policromados con escenas cc pletas pintadas sobre ellos, y ésta misma de ser F tada es la ~ r i n c i ~ acaracterística l técnica que < gue a la loza de Talavera de la cerámica t ional morisca, tanto de azulejos como d e y d e reflejo metálico. Cambia también no sólo procedimiento de fabricación, que no necesita de cochura múltiple para los colores, como en lo moris sino el mismo concepto de belleza a que han de obe cer las piezas, pues al buscarse en ellas la mayor su^ ficie posible para pintar, se hace 1~ delibera damente lisa y se huye de toda comr escultórica o de superficies. La paleta empleada por los artistas de Talave:ra, nprende, además del esmalte general blanco d e esLo, el azul d e cobalto, el anaranjado de hierro, el verde de cobre, el amarillo de antimonio y el negro de manganeso. Es típico de este centro e! emy)leo de (distintos matices d e un solo color, como e n el caso de las piezas azules hechas al clar~scuro,i los vercles, que varían desde el malaquita al oli de los aina, L A y aliaianjados, eon cuyos distintos tonos pretende rem ediarse la carencia del rojo, tan esencial para una cromía naturalista, y que no aparece en obras occiJenl ,-.- al es hasta la divulgación de los procedimientos de la Porcelana en el siglo XVIII. Las obras, de Talavera abarcan desde el primer momen!to tres S:ampos distintos: de una parte, la cacharrería vulgar, decorada con gran simplicidad dle tonos Y muchas veces en un solo color; en segundo lugar, 1a3 vasijas de más o menos lujo, de formas miis exqui:sitas, en que hay tipos absolufamente ~rivativos,como el de los grandes cuencos hondos, los de ~ i l a sbautismales y los jarrones, cuya decoración es siempre rica --Y -01icromada; y, por último, los azulejos, que tienen P' una inmensa importancia, como que son casi las piezas más selectas. . 1 1 -1 1. -as primeras obras, correspondienres a ia miraa ael siglc XVI, parece que deben considerarse una serie (l e prec:iosas piezas de pequeño. tamaño, decoradas po 1í.-...,.v 7 Liv,namente con grutescos al estilo italiano, como frteril:os y az.ucareros , Y algunos pañ os de a:zulejos (Je regillar tam año, delcorados también1 con girutescos Y 3 tonos, azul y ocre, u ticart elas me diante clos solo< lizados al claroscuro en variedad de matices, que hrllegado a tribuirse a modelos de Gaspar Becerra o ( Lucchetto. Poco más tarde, pero ya en el últin cual,to del -;el- XVI, se hacen multitud d e gra des paños de azulejc)s con figuras de: Santos sobre fo do (-le paisa:ie y dentro de uina gran cartela d e revuc -. - -1 -r ui~~ctónicas, CII YIKC I C S ~ I L ~ I CI I Las- volutas a-----cob,alto con que va casi totalmente ejecutado el c bujc> en todas sus líneas y el pajizo intenso que sir. n a v a tonos planos y rellenos d e fondo, mientras que , . le oliva aparece en sitios muy contados. 1 siglo de oro talaverano es el XVII, en que tienen lezarrollo paralelo dos series equivalentes: la azul :n que son muy abunda lanca, y n diversos tono5i, 10s ve los azul, Plan1 Vitrii 12 Y --'L_ , L- , ,, DI,, Vitri~ L-. Plan Vitril ,es oliváceos y de malaquita, los coiitornos de leta muy oscuro, y gran cantidad de toques de ¿imarillo, anaranjado y ocre. En uno y otro ca,=o es muy típica la manera d e ejecutar los dibujos, sobre todo en los árboles y en los fondos; los primeros perfilan sus troncos en manganeso y los rellenan con ocres y amarillos, que sustituyen por distintos tonos de ~ r d een las hojas, hechas impresionistamente sin deillar; en cuanto a los fondos, se hacen con frotados tules, ocres y verdes, borrando casi completamente el . blanco. De manera semejante, pero con solo azul, se hace la otra serie. . . En el siglo XVIII. desaparece casi completamente el matizado azul de los fondos, y se sustituyen los árb-1-de maciza fronda y dibujo plumeado por arbusto gran número de ramas, muy perfiladas y destacada manganeso, con sus hojas y flores rellenas de azul, verde corrido, malaquita y ocre o amarillo. En 1759, los despoblados talleres de Talavera, venían de antes decayendo, no podían ya en ma alguna sostener la competencia con los de ) del Buen Retiro. El siglo X Con el advenimiento a España de la casa de Bor son modas principalmente francesas y siempre extranas las que acaban por imponerse, como ocuri caso de tejidos y bordados, miniaturas, abanil :bles y espejos de la Fábrica Real de La GrariJd o ut: D 1\ccuenco, a despecho d e la vitalidad española aún Fuerte en alguna industria muy nuestra, como la d e los guadamecíes, o cordobanes, con su dorado barroqui Mas el arte menor que señorea en el siglo XVIII, ies la porcelana y los intentos por hallar su secreto. En este campo, lo español tuvo dos muestras extraordina~rias. R m n La cerámica de Alcora , En la primera mitad del s i g : ~XVIII, con la excepción de Talavera, nuestras industrias cerámicas están en plena decadencia, perdidas las gloriosas tradiciones moriscas y refugiadas en manufacturas netamente popula.res, que no dejan de te ner encanto. En la prop Talelvera la decadencia se a centúa cada vez más. Li cambioe poliiticos experiment ados en España ccon la in tauración d e los Borbones y su orientación pirimera n tamente francesa, sobre todo en sentido de arte, h: contribuído también a este desvío por nuesitras loza I ellas, 16 mismo que ,en otros muchos astpectos, i ende cre,ar un arte guiado por la.S modas; extraña no es si no una manifestación m,ás del dlespotisn 3C.. l.*-*..-- . L-ls. rauo. drlrgen así una serie de inc<us~~ms iqUC, l d l L # rerdadero calor y d e arraigo, no duran sirlo el tier le la vida o d e la protección del noble cI casa qi 1.p- Clió . el ser. no d e los casos más interesantes es el de la fabricaci,Dn d e lozas en Alcora, en la provincia de Castellón, pert _ eneciente al Señorío del Conde Aranda, donde había unos modestos alfares d e vasijas corrientes, y d0nd.e la voluntad señorial cre6 en 1727 una fabricación de cerámica que pudiera competir con los productos franceses, principalmente de Marsella y Mous~ier, que habían sido su encanto.persona1. La obra se completa con el establecimiento de una ac d e dibujo para los obreros y a prendices, y con varios privilegios y franquicias; que acixerda la Corona. En el asp ecto téci~ i c o ,se echa de ver desde el prir mer instante en 1la rabricación de Alcora bna preparación minuciosa y perfecta en-las pastas, finísimas y sin impurezas, y un cocid.0 perfecto de las mismas. Su dis+;-;ón respecto de las francesas es difícil, salvo por un cierto tono genera11 rosado que se transparenta a través del barniz blancc3, Y por el empleo d e una A como ., *-u u L..'b* Plano V Vitrina 18 8 a. Vitrir'a 18 ,,larca. Otra nota característica en su estáuu a L L u a r que las piezas han solido cuartearse o descascarillarse a veces, por una cierta diferencia en las dilataciones entre la pasta y el barniz que la recubre. En cuanto al specto decorativo, dominan los dibujos minuciosos d e rutescos y rocalla, con tonos muy puros azules y amalillos, los chinescos y las composiciones menudas d e figuras polícromas, como miniaturas. Las formas siguen la modas generales del barroco y rococo. La historia de la fábrica tiene tres épocas distintas: la primera, llamada d e la loza, abarca desde 1727 hasta 1749; la segunda, llamada de la ~ o r c e l a n a ,porque se intenta su fabricación en ella, va desde 1749 hasta 1 798; en la tercera, cuando la fábrica es heredadaL por los Duques d e Híjar, las circunstancias imponen una decádencia cada vez más acentuada, hasta su decSaparición a mediados del siglo XIX. En la primera época se hacen fundamentaln piezas d e vajilla y de adorno de mesa, y la formi -eral d e las vasijas es más bien sencilla y sobria, ontornos lobulados, y decoración en azul o amarillo, iuy minuciosa, como hecha a pluma. Los principales -rtistas d e este momento son los Bérain, José Olerys, Francisco Grangel y Cristóbal Cros. A todos excede el conquense Miguel Soliva, de quien son una serie de pequeñas placas ochavadas con escenas religio,Gas, y policromía muy completa, pero sin rojo. En la segunda época domina en las piezas la M:roca]la)), que tiene una cierta derivación pec uliar coiI las obras de Vicente Alvaro, cuya entonación gener? los dibujos es muy amarillenta, Se hacen en loza serie de grandes piezas escultóricas, como bustos * . fundador, etC., y ; n gran bloga las cc terrinas forma d e animal, ían para presentiw en la mesa los asados, en cu :lado se distinguiieron CIristó.~ bal Más y Clemente riixarr. 1La tradición a1e 1~ las p 1laca3 de Soliva se sigue en otras con marcos de rocalla. Clesde 175 1 se emplean pastas caolínicas con las que se proLvLL ,,I r - bll -~ duce una verdadera porcelana, haciendo una serie de figuritas en blanco, encantadoras. La decadencia de la tercera época no introduce novedades, sino supervivencias e imitaciones de los modelos ingleses de Chelsea, con sus obras caladas, muy bien hechas en pasta fosforosa. Siguen,haciéndose también algunos ejemplares de porcelana. rica de Porcelanas del Buen Retiro Plan La introducción comercial en Europa de ejemplares de porcelana china, comenzada en el siglo XVII, se intensifica en el XVIII y fruto de la admiración que ellos suscitan se entabla un pugilato entre las cortes europeas del momento por hallar el secreto de su fabricación, principalmente en Sajonia, Francia e Inglaterra, sin que se llegue a su descubrimiento sino de manera casual y en Sajonia, donde se mantuvo el secreto .celosamente oculto. Las cualidades externas d e la porcelana en cuanto a sonoridad, finura extraordinaria de paredes, lisura y perfección de las superficies, minucia y preciosismo de la decoración, pureza de tonos en el colorido, etc., hacen que se plantee equivocadamente el problema, creyendo que se trata d e algo que sustancialmente no es sino loza, y que por el camino del afinamiento y la depuración de las cerámicas ya conocidas se quiera conseguir la verda'dera por El camino es erróneo, pero el deseo de ón hace que aquella idea sea el motor más c v l ~ ~ i u cI.1-i a v iJ ut: c- depuración y perfeccionamiento de la cerámica en el siglo XVI se obtenga o no porcelana. El secreto chino es simpl mente el empleo del ctkaolínn o arcilla pura, como el mento plástico infusible, aliado al feldespato como fundente, y la temperatura muy elevada de cocción. Las imitaciones europeas sobre base de loza son lo que se ccporceleina tiern. \. , siendo Rey de había emparent Y 25 n.o= 1 T. L , ,, , Plano v ditrina 21 piezas 25 do con el Elector de Sajonia por matrimonio c hija María Amalia, y había recibido de su suegro, entre los regalos de boda, cantidad de auténticas ~ o r c e l a n a s sajonas, de donde le nace el deseo de crear una fábrica propia, para la que el suegro le proporciona incluso cbreros, pero no el secreto. Así nace la fábrica de Capodimonte, en- 1743. Al venir a España en 1759, una de las preocupaciones del nuevo Rey es el traslado d e la fábrica napolitana, que se hace íntegro, con técnicos, obreros, maquinaria y hasta pastas, instalándose en Madrid en el Buen Retiro, en lugar aproximado al que ahora ocupan la Glorieta y estatua del Angel Caído. La historia de la fábrica del Buen Retiro es casi la misma d e los continuos ensayos en busca de la porcelana dura, que sólo se consigue accidentalmente, y se extiende desde 1 760 hasta 1 8 12, en que fué destruída por los ingleses. Pueden distinguirse en ella tres épocas: la p rimera abarca desde 1 760 hasta 1 804 y en ella ocupan sucesivamente la dirección de los talle]res el modelad or José Gricci, el químico Carlos %hepl Iers y Carlos y Felipe Gricci. Durante toda esta época predominan las piezas d e forma y los preciosos grupos escultóricos, siendo la manufactura exclusivamente real y trabajando para los Palacios de Madrid y Aranjuez, donde se hacen los magníficos g-abinetes d e la (zhina, aparte de intentar continuamente la vajilla para la mesa de Palacio. En 1784 descubre Carlos Cricci una -pas~ci vítrea, muy distante de la verdadera porcelana, pero de calidad muy superior a la hasta entonces empleada. Por deseo d e Carlos 111 llegó a abrirse una tienda en la calle del Turco para !a venta de productos secundarios de la fábrica. En todo este período se siguen las modas napolitanas en grupos y escenas, o se pretenden copiar lo8 modelos sajones, también en grupos y en piezas d e vajilla, y los franceses de Sévres, o los ingleses d e Wedgwood, en jarrones y en placas con escenas modeladas en blanco sobre fondo azul. Es la más rica toda la fábrica. -L- v Iano itrinas 1 Y 24 1 1 ' da época comienza en 1804 al regreso de Sévres a e ~ a r t o l o m éSureda, quien ha estado allí cerca de dos años, enviado por Carlos IV, e implanta en el Buen Retiro una fabricación más industrial, sigue in-7--5gaciones en busca de materiales del país, y logra clase de porcelana de poco peso, que si bien no ipite con la de Sajonia o China, sobresale de lo con-_,lid0 en Sévres y en los demás centros europeos. Las piezas se siguen marcando con la flor de Lis o con Md coronadas. Las formas de las vasijas suelen ser de estilo imperio, y sus paredes finísimas; se usan engarces de metal, como en Sévres, y los bizc ochos son d e estilo neoclásico y de pasta de muy poco 1seso. Después de la destrucción d e la fábrica, se intenta revivirla en la Moncloa, con vida muy precaria y poca Plan Vitri plan- , Vitr~ ina 24 Croduis de distribrieión de vitrinas y objetos Plano VI SALA, SEXTA GABINETE NUMISMATICA Y GLIP La suntuosa estantería, del más d epurado gusto nt clásico que, procedente d e la antiguci farmacia del RI Palacio, cubre los muros del Gabinete Numismátic irda en sus armarios las 165.000 monedas, 15.0 dallas y 5 00 piedras grabadas, aproximadamen te, ' \ : integraban la Sección (según la Guía de 192t ':vitrinas; planas centrales y numeradas se exy una se1ección de estos fondos de Numsismátic 1 r, [lograrla y Gliptica ( 1 ) , y por encima de las =ala terías, a lo largo de los muros, se de de léndida serie de nueve tapices, v a l i c ~ o Excma. Sra. Duquesa J- Villahermos-., - - _los __ ; cartones pintac egún los Hechos de los Apóstoles, S por Rafael y tejidos en Bru celas poir encargo del Pa -1 - - - - . León X, que los destinaba a uccordl la Capilla Sixtiiia. Esta serie famosa, obra capital de la tap icería, d espertó extraordinaria admiración y como ccmsecuenlcia se reprodujo en copias numerosas. La que motiva estas líneas fué t ejida tarnbién en Brusela ;iglo X'L'11. Sus autores , según (ronsta en los let:ceros de los pañ 0% fueron: Guillermo van Laefdale, quie en 165 6 traba ja- ., ) No siempre ha sido posible armonizar el orden que se sigue .Sta Guía con lo que permiten los elementos materiales utiliza<los, --do lugar a algunas alteraciones, pero aún sin necesidad de, t ertencia, sierán fácilnlente. subsanables m'erced a la s indicacic se consignian en los lugares resipectivos. DCt3 Plano VI Muros a para el Condestable de Castilla, Gobern: Países Bajos; Everardo Leyniers, maestro famoso que murió en 1680 y Gerardo Peemans, perteneciente a una familia de renombrados tapiceros y uno de los ocho faL-:cantes que quedaban en Bruselas al comenzar el siXVIII, que tenía cinco telares y del cual consta que 1683 ejecutó una tapicería de los Actos de los Após--.-S que se conservaba en Madrid. t Esta acaso ? Los asuntos representados son los siguientes, sien SU distribución en los muros la que se indica en los 1 réntesis de acuerdo con el la no. sa (C- 1 ) . La institución del Papa,do La pesca en la perso imón Pedro (D-1 ) . El milagro del astigo y muerte de Ananías (C-.2 ) . paralítico ( Ma rtirio d e San Esteban ( A ) . Conversión de San 1'ablo (B- 1 ) . Castigo y ceguera de Elymas (B-2 ) . Ejan Palb!o y San Bernabé en Listra (D-3 ) y la Predicac ión San Pabló en el Areópago de Atenas ( E ) . 1 Monedas de Grecia antigua ( Plano Vtr. ' '' de cultura a que habían llegado las ciutdaen tiempos muy anteriores a las guer dicas, les permitió dar un paso tan imr)ortante mecanismo de los cambios como es el que rep - _ - ~ t la a invención de la moneda. En el siglo VI1 a. de J. S., Creso, rey de Lydia, acuñó sus creseidas de oro y de plata y por ese tiempo, según una tradición, Fidón, rey de Argos, emitió. en Egina sus dracmas con el 3 de la tc3rtuga de mar, de que tomaron el nombre lassitas. Estas monedas, aparecidas simultáneamen no respclndiendo a una necesidad sentida por el , u, ,,,,ia V I E - -- 1 (1) En la ordenación de las monedas de esta vitrina y de las del sector A de la número 2, se ha conservado la que se sigue en la <<Guíadel Salón de Numismática (Catálogo Sumario del Museo Arqueológico Nacional), por 1. Calvo y C. M. del Rivero, conservad^-c de la Sección)). Madrid, 1926. Unic:amente se altera por los meno bos a que antes se ha hecho refere ncia. mercio de aquellas regiones, representan los orígenes de una institución que había d e perdurar a través de los siglos y cuya evolución no ha terminado aún. La extensión de la moneda griega por todo el litoral mediterráneo, a través de las colonias que difundieron la civi1izació.n helénica, se refleja en el número extraordinario de ejemplares que pueblan las colecciones. En el orden cronológico su vitalidad alcanza hasta la época del Imperio Romano y aún se prolonga, merced a las concesiones hechas por los Emperadores a las antiguas ciudades y colonias, hasta fines del siglo 111 de J. C. En el estudio de la Numismática griega se han establecido varios períodos. El primero alcanza hasta el fin de las guerras médicas y corresponde al arcaismo del arte que está representado por las acuñaciones d e las florecientes ciudades asiáticas, en la Grecia propia por las de Atenas, Egina, Corinto, etc., y singularmente por las de Magna Grecia. Con las victorias sobre los persas.y la afirmación de la independencia de los estados griegos en ambos continentes se produce un florecimiento esplendoroso en la cultura helénica; es el período clásico que se extiende hasta la primera mitad del siglo V, y a cuya cabeza figura la república de Atenas. La Numismática de este período se caracteriza por la gran extensión .que alcanza el sistema monetario ático, la extraordinaria variedad d.e tipos y la constante ~ e r a c i ó nartística de los. troqueles, convertidos en oE maeetras, que lleva a ciertos grabadores a consignar ellos sus nombres. El advenimiento de Filipo de Macedonia señala un cambio radical en la constitución helénica; el de la instauración del gobierno personal afianzado con Alejandro Magno y continuado bajo los Diadocos, sus sucesores, que crean entre otras las dilatadas dinastías de los Ptolomeos y Seleucidas. La avarición de los retratos ipos o sc:{los de 1 das Plano VI Vitr. 1 B ,. .. favorece el to d e un arte rea lista aco rde .COIn la tendencia señalada en otras manifestaciones de la plástica y aún cuando la conquista de Grecia por los rornanos señala su decadencia política, no estorba, sin embargo, a la evolución general de la cultura griega, que aún produce obras notables e influye en la d e sus dominadores, continuando bajo los Emperadores de Qvma con las Monedas Imperiales griegas, emitidas r las ciudades en virtud d e la autc)nomía que aquéllos conceden. Se distingue esta serie tamo por la originalidad de tip os, aparte la efigie imperial que campea en el anverso, como por las leyendas escritas en griego y cronológicarnente alcanza en Occidente hasta tiempo d e Nerón 3rovincias orientales h a ~ t aAureliano ( 2 7 0 C. Monedas romanas, de la República, llamadas consulares Planc Vitr. pueblos itálicos resolvieron el inevitable pro1 ' del cambio de un modo gradual que va señalz r la creación del aes rude, del grave y del signat a cuya familia pertenecen los later o cuadriláteros ( la representación de un animal y el valor de cuatrc cinco ases. , La sustitución de sus instrumentos de cambio por os discos circulares d e valores constantes y con .antía de sus sellos o representaciones, constituyó portante perfeccionamiento. El sistema a que cori ndían estas ya verdaderas mGkedas era el de la li bra nana d e doce onzas o aes Iibrale y formaban un rdadero sistema que partiendo de la pieza uniteiria COInprendía una serie dé múltiplos y otra c1.2 divisolr<zs de seis, cuatro, tres, dos y una on zas (sernis, trier te, cui~drante,sextante y uncia). A la vez quc2 estas rno-das indí! - genas, 1z icia ejerlcida por la cult ura lénica a i mias g r i?gas ~ de 1a Italia IneLOS I ridAULlu, YUL aL acuñasen las monedas que en atenLses. ción a su origen fueron llannadas ca n Roma., la El año 268 a. d e J. C. ha ce su a p iadas dracmoneda de plata (exceptucindo las mas campanienses) con el denario, cuyo valor era 10 * ases y ello señala e! segundo ~ e r í o d od e la Numismática Conzular, que llega hasta el año 154 a. de J. C., y S: caracteriza por la reducción del as al valor del rexiante primero, y después al de la onza (s listema ,uncial). E! auge de las familias patr,icias y, como c'on-.L - _ L _ . ---L1llsecuencia, el interés que inspiraban los IasLvs g c~l~~:l~eos trascendió a los tipos monetarios en los que se representaron directa o simbólicamente muchos acontecimientos, haciendo de esta serie una preciosa ilustraciAn d e la historia y las antigüedades romanas. La lucha entre Mario y Sila por el predon ninio polIíti- - . co determina un último período en la historia de la 1Repúb!ica Romana, que se inicia el año 89 y acaba c3011 la instauración del Imperio por César Octaivio Aug:us1 1 to, en 2 7 a. d e J. C. En él aparece la moneaa a e oro (aureos) y se realizan grandes e:misioness d e denarios, donde se ven no sólo los nonlbres de numerosos personajes, aparte h s magistrado S moneltarios, Sino -s retrato:s de muc:has de ellos. tar IIILiV 1 M onedas cle los Ennperadoi nos Forman una larga serie que .se extiend e dcsc!e el a. de J. C., que el Senaclo confirió a Octiavio el t ítuA - ~A-.-> 1-1 , , ,TiLI i i p L .4-1 A 7 1" ur; U ~ U S ~hasta O , !a ~ X&: L-L:L L.. L L, uLi L ~~ i i uLi * A u, 3 el últi mo al ser despuesto por el estrogcdo Odoacr~ reprezentante d e los Emperadores d e Occide:nte, Rórnu1 * -....lo Augustulo. Tiene esta serie granae inreres no sólo por per magnífica galería de retratos de los soberanos y d- muchos de sus familiares, sino por las leyenda.S Y la: representaciones de los reversos donde puede e!stu-. arte y tantas oltras irse la rtdigión, 1a arquec da civilización. ~nifestaci iones de aquella - Pla Vit Numismática hispánica Plano VI Vitr. 2 B ' Las primeras monedas acuñadas en la Península ibérica fueron los óbolos que emitió hacia el 480 a. de J. C. la colonia focense de Emporion. A éstas siguieron las dracmas y divisores de la misma ciudad y las de Rode y Arse-Sagunto. La magnífica serie púnica de Cartasonova, así como la de Gadir y la. menos num.zrosa d e Ebusus, se refieren con bastante precisión a lbs años 236 a 206 a. de J. C., los de la dominación de los Barkidas en España. Al abandonar éstos nuestro suelo, los romanos prosiguieron contra las tribus indígenas la guerra por el dominio d e la Península. Las condiciones geográficas y sociales de la Bética favorecieron el establecimiento rápido de núcleos romanos en sus ciudades sometidas y la emisión d e monedas, que corresponden en la talla al sistema del as en las sucesivas reducciones, llevan tipos originales en que abundan los mitológicos inspira- . dos en la iconografía del panteón greco-romano y leyendas latinas, con excepción de las acuñadas en la opulenta Obulco, donde aparece el alfabeto turdetano. En colonias y establecimientos del país d e los bástulos, a lo largo de la costa, ~ e r d u r ala tradición fenicia en los tipos y en las leyendas escritas en su alfabeto propio o en la variante llamada libio fenicia, y tienen sus acuñaciones tan grandes analogías con las de la costa septentrional de Mauritania Tingitana que nos han forzado a incluir en !a Exposición monedas de Tingis, Zilis, Lixus, Tamusia y Semes. *** Plano VI Vitr. 3 A Las monedas hispánicas d.e la Citerior muestran clara filiación helénica en el arte y la forma de las leyendas expresivas del nombre de la nación o tribu que las emitió o de la ciudad en que funcionaba la ceca, escritas en los llamados caracteres ib6ricos. Pueden muy bieil agruparse en regiones numismáticas, atendiendo a la etnología y a la historia, siendo representativas d e cada una las emisiones de los Indigetcs y Cosetanos en la región ibérica, las de los Ilergavones y Edetanos e n la levantina, la de los Ilergetes y los Vascones en la pirenaica y las de los Celtíberos en la región central. Lo mismo que sucedió en Grecia, los Emperadores romanos autorizaron a determinado número de Coloniis o Municipios de nuestra Península para continuar acuñando; ello duró hasta Calígula; en el anverso de estas piezas aparecen constantemente las cabezas de los Emperadores, Un grupo directamente derivado de los tipos de la República Romana, forma e! período de transición (Carteya, Cartagonova, Sagunto, Valencia). Plano VI Vitr. 3 B Plano "1 Vitr. 4 B Numismática medieval ( 1 ) Al producirse la irrupción de los pueblos germanos Plano VI en las provincias del Imperio romano ocupaba el solio Vltr. 5 A de Bizancio, Arcadio, y el de Roma, Honorio, sucesores de su padre Teodosio el Grande y mientras el Imperio de Oriente se mantuvo más o menos amenazado y aún floreciente bajo la dinastía Justinianea y d e los Heraclios, el de Occidente sufría la invasión de los godos que llegaban a Roma. La Numismática d e la Edad Media inaugúrase pues con las emisionesemonetariss de los pueblos germánicos, las cuales siguen la tradición romana, pero con la tossuedad d e todas las producciones de los vis,igodos, anglosajones, frt cos, etc. ' Las m.onedas bizantinas bajo los sucesores de An tasio, representan la decadencia del arte monetallv iniciada a partir de Constantino Magno. Las de Heraclio , sirvieron de modelo de las primeras acuñaciones de los (1) Esta vitrina contiene sólo el comienzo de una Exposición de tipos monetarios europeos desde el siglo V al XVI, que se desenvolvía con gran riqueza de ejemplares en una vitrina central larga que existía en el Salón. La necesidad de reorganizar y reducir ciertas ir laciones y los menoscabos sufridos han motivado esta modifica( en el plan. Plan 7 7 . . "Ir'. ti alifas árabes de Damasco para 1.0s Peluses, así como as sasánidas para los dirhemes, que se emitieén en Alándalus dursnte el Emirato. iglo IX se produce la restauración del Imperio de Occidente bajo Carlo Magno y sus sucesores. En la Numismática se representa este período por el establecimiento del patrón monetal de plata con el dinero y el óbolo como monedas efectivas, y la libra y el sueldo como d e cuenta. Este sistema se generalizó en Francia, Italia y Alemania bajo los princípes Carlovingios y SUS sucesores los Emperadores de la Casa d e Franconia, extendiéndose a la Marca Hispánica donde ciudades de Barcelona y Gerona acuñaron moneda esta clase bajo los primeros Car!ovingios. La creación por Abderrahmen 111 del Califato cordobés, o de Occidente, fué seguida de la acuñación en gran escala de monedas d e oro, dinares, continuando la d e dirhemes en las ceca.S d e Alándalus (Córdoba) y Medina-Azzahara y tambi én en !as a f r i c a ~ a sbrijo el referido príncipe y sus sucesores. El Imperio bizantino estuvo ahora regido por los último sucesores de Heraclio y por los de las diniistía Macedónica, inaugurada por Basilio 1. Monedas españolas de los siglo n VI XVI La Numismática hispano-cristiana, si se exceptúan monedas catalanas -a que ya nos hemos referido, rne sus primeras manifestaciones en el siglo XI, con S dineros d e vellón, única moneda que de este perío3 c o n o c e m o ~ p r i m e r oen Navarra y después en León, astilla y Aragón. 1 Son etapas importantes en la evolución d e la Numismhtica castellano-leonesa la aparición del maravedí de oro cristiano, bajo Alfonso VIII, y los coetáneos monarcas leoneses; en el siglo XIII, bajo la influencia de los ,árabes se realiza la acuñación.de las do1>lascasta nas y sus piezas mayores, sucesoras del rnaravedi S oro; y con Alfonso X, la introducción de la moneda de plata, los burgaleses y los sueldos, de que deriva-n los reales d e plata de Pedro 1 y d e los Reyes de la Casa de Trastamara, que pasan a las acuñaciones de los Reyes Católicos y llegan a nuestros días, .hasta la introducción del sistema decimal. Las reformas de los Reyes Católicos tienen particular interés en lo refereste al oro, en que se 'acuñan los excelentes, que por la Pragmática d e 1497 se acomodan al sistema del ducado, generalizado en toda Europa. En Aragón y los estados de su Corona, continuó la acuñación de los dineros, Pedro 111 introdujo la moneda de plata con los croats barceloneses que siguieron emitiendo sus sucesores y Pedro IV, acuña por primera vez, el oro con los florines de Aragón, que Alfonso V y Juan 11 sustituyen por los timbres, hasta la introducción d.el ducado. El Reino de Nav arra tuvO monecJa propia desde la acuñación d e dinerc>S hecha por Saricho el Mayor, los que continuaron hassta que .(,arios 111 agregó a esta es. 1... pecie los florines d e oro y los grosos d e plata. Los Estados árabes o Reinos de Taifas, surgidos a la caída del Califato cordobés, siguieron acuñando dinares y dirhemes, mas perdiendo su ley hasta hacerse d e oro bajo y de vellón. Los almoravides, en numerosas cecas y cantidades considerables, restauraron el dinar llamado morabetino, que de ellos se llamó ma~avedí,y sus suces.ores los almohades sustituyeron- el maravedí por la dobla, que continúo acuñándose después d e la extinción de la dinastía por los Reyes de Murcia. Las d.oblas del reino granadino d e los Beni-Nasar, prolongaron las acuñaciones mahometanas hasta fines del siglo Plano VI Vitr. 6 B -. - - - - ' xv. Numismática del Imperio Español en los siglos XVI a XVIII s los Reinos de la Penínsiula, d e 1'os Plan Vitr. Estados de Italia anejos de antiguo a la Corona de Aragón, del Ducado de Milán y los territorios del Ducado de Borgoña, de los inmensos territorios de las Indias occidentales de las colonias portuguesas que con 'la anexión de la metrópoli se sumaron a la Corona d e España, constituyeron bajo el cetro de Felipe 11 el Imperio más dilatado que desde tiempos d e Roma había exisD tido. La Numismática'de este Soberano ofrece un magnífico panorama de que sólo podemos presentar un aspecto parcial: el de las acuñaciones llevadas a cabo por los Monarcas españoles en cecas d e Italia, de los Países Bajos y d e las Colonias Americanas, desde sus comienzos a su emancipación y en aquéllos hasta el Tratado de Utrech. MEDALLAS Medallas de Alfonso V de Aragón, y de personajes contemporáneos (Siglo XV) ano VI Vitr. 9 La medalla propiamente dicha, d e carácter exclusivamente conmemorativo, fué creación del Renacimiento y tuvo por intérprete al genial artista Víctor Pisano, conocido por el Pisanello (Verona, 1 33 0- 1 45 0 ) . Entre los Soberanos de la época sobresalía por su grandeza e ingenio Alfonso V de Aragón, Rey de Nápoles, prototipo del príncipe renacentis~a, apasionado del arte en todas sus manifestariones y coleccionista entusiasta de monedas antiguas. No es pues, extraño, que entre las obras más acabadas de Pisanello figuren varias medallas en que aparece el busto de Alfonso, unido a interesantes composiciones que ocupan los reversos con leyendas alusivas a su grandeza y aficiones. De su nieto y sucesor Alfonso 11, siendo aún Duque de Calabria; del Condestable D. Iñigo Davalos; d e Juan Palomar, Predicador del Rey y su Embajador en la Corte de Borgoña; de Giovanni Gioviano Pontano. Se- .' cretario de Fernando 11 de Nápoles y Preceptor del Duque de Calabria, etc., existen medallas debidas a Guazzalotti, Pisanello, Cándida, así como otras de Alfonso V, d e Cristóforo Hieremia. También los príncipes italianos se dieron con entusiasmo a encargar la ejecución de medallas y así los Gonzaga las tienen de Sperandio y J. Cristóforo ROmano; Pisanello las hizo de los señores de Rimini, Ferrara y d e los Visconti; Enzola y Caradoso de los Sforza; Bertoldo y Antonio del Palaiuolo, d e los Médicis; el Antiguo, de los Dogos de Venecia, Foscari y Moro; y Guazzalotti, Bertoldo, etc., de varios Pontífices. De otros muchos soberanos nos han quedado medallas de gran valor; de Fernando el Católico; de los Pontífices Calixto 111, Julio 11, Alejandro VI, etc.; d e Cristian 1 d e Dinamarca; Carlos VI11 y Luis XII de Francia; de Mohamed 11 Sultán d e los Turcos; de Carlos el Temerario Duque de Borgoña y su hija María; el Emperador Maximiliano, etc. ' Medallas del Emperador Carlos V, y de personajes de su época (Siglo XVI) La figura excelsa de Carlos V atrajo a los artistas más ilustIes de su tiempo y no fueron excepción los grabadores de medallas; Schaepher, Durero, Neufert, Reinhart, Starnper, Leoni, etc., ejecutaron numerosas obras con el retrato del Emperador o de personajes d e su familia, como la Emperatriz Isabel y sus hijas Juana de Portugal y María de Bohemia y el esposo d e é s t a Maximiliano 11. Por- las medallas conservadas y expuestas conocemos también los retratos de los Marqueses del Guasto y de Pescara (de C. da Bagno y Fontana) ; del Márgues le Trivulcio (Fontana) ; de J . B. Castaldi, Marqués de Piedena (Fontana); de Jacobo de Médicis, Marqués Plano VI Vitr. 9 B de Mariñan (P. P. Galeotti); del Canciller Mercurio d e Gattinara; del Secretario Gonzalo. Pérez; d e Andrea Doria (Leoni), etc. Además se presentan también en la vitrina medallas de los Reyes Matías Corvino d e Hungría; Francisco 1 de Francia (Nassaro y Cellini); León X; Clemente VI11 (Cellini) ; Critti y -Contareno, Dogoa d e Venecia; Federico de Sajonia (H. Reinhart) y entre otros personajes ilustres en diferentes actividades: Alberto Durreo (Gabel), Miguel Angel (L. Leoni), . León Leoni (por el mismo) y el Cardenal Bembo (Ce- , Ilini) . Medallas de Felipe 11, de sus sucesores y de sus contemporáneos O "' "A El magnífico constructor d e El Escorial, bajo cuyo cetro alcanza España la hegemonía d e Europa, reunió entre los artistas más eminentes de su tiempo numerosos medallistas que han dejado hermosas obras relativas al Soberano y la Real familia. Los ~ e o n i ,J. da Trezzo y D. y G. P. Poggino, principalmente, modelaron famosas medallas de Felipe 11, y el último acometió en módulo reducido una como historia metálica del soberano, con representaciones alusivas a su elevación al trono, a su lucha contra la heregía, a la anexión d e Portugal y sus colonias, matrimonios con Isabel de Francia y Ana de Austria; Paz de ChateauCambresis, etc., etc. A la pérdida d e la gran Armada contra Inglaterra (mal llamada La Invencible), alude una medalla pequeña con el lema sic erat in fatis de Jacome Trezzo, La batalla de Lepanto constituye el motivo d e varias medallas del flamenco 1. van Melón y de 1. A. Rosi y de Pallante. De los tres últimos Reyes de la Casa de Austria, se exponen medallas así como de los monarcas europeos coetáneos: Enrique IV y Luis XIII de Francia (Dupré), Gustavo Ad,olfo y Cristina de Suecia (Meybus) ; Bernardo de Sajonia (Dadler); Leopoldo 1, Emperador de stria; Juan Sobieski de Polonia, María Estuardo, etc., y de los Pontífices Pío V, Paulo IV, Julio 111, Sexto V, Alejandro VI1 e Inocencio X. Son numerosas también las medallas d e personajes españoles, o al servicio de España, entre ellas las de Margarita de Parma y Alejandro Farnesio; Manupl Filiberto, Duque d e Saboya; Duque de Alcalá; D. Luis de la Cerda, Duque d e Medinaceli; D. Pedro Girón, el Gran Duque de Osuna; Juan d e Herrera Arquitecto d e El Escorial; el Secretario Liévana; Honorato Juan; Jacome Trezzo; Juanelo Turriano, etc., etc. Medallas de los Reyes Españoles de la Casa de Borbón y de personajes g sucesos del siglo XVIII I La Guerra d e Sucesión española tiene sus antecedentes en acontecimientos políticos que se remontan a la segunda mitad del siglo anterior y se hallan relacionados en la historia monetaria de Luis XIV el Grande, formada por una larga serie d e medallas grabadas por Bernardo Mauger, Entre éstas figuran las del nacimiento de Felipe, Duque d e Anjou y después Rey d e España ( 1 683 ) , la de su marcha para ocupar el trono d e España; la del casamiento de Carlos 11 con María Luisa d e Orleáns ( 1 679) ; d e las bat'allas de Almansa y la naval d e Málaga; de la toma de Gerona, etc., y fuera de la serie las de la batalla de Villaviciosa y varias del Archiduque Carlos de Austria (Haust, Hortelano, Otto Hamerano). Las medallas de Felipe V y sus dos mujeres, son obra del grabador español Párraga y d e Saint Urbain, Vismara y Antonio de Januario. Los reinados d e Fernando VI y Carlos 111, desde que obtuvo el Principado d e Parma y el Reino d e Nápoles y d e su hijo Carlos IV se hallan Profusamente ilustrados por numerosas medallas de Prieto, Dassier, L. V. Schega, G. Gil, Casanova, Bolzarromanos, Sáa, etc., donde se conmemoran los fastos de la Familia Real o PlanoVl Vitr. 11 B los acontecimientos políticos y de la administración pública en estos florecientes reinados. Se expone también a título d e curiosidad, la tan conocida y por todos conceptos lamentable, serie (le medallas inglesas relativas a la gloriosa y eficaz defensa de Cartagena de Indias por D. Blas d e Lezo contra la escuadra británica del Almirante Vernón (Pinchbeck) y las que conmemoran la ejecución de Luis XVI y María Antonieta (C. H. Kuchler). También figuran las medallas de Francisco d e Lorena y María Teresa (A. Morell) ; de los Reyes de Inglaterra Ana y Jorge 111 (1. Crocher); d e Jacobo 111 y la Reina Clementina (O. Hamerano) ; Federico d e Suecia (Hedlinger) y Carlos XII; el Emperador Jos6 11 de Austria (1. C. H o l t z h e ~ ;) Carlos Manuel de Cerdeña (Dassier) y de loa casamientos de las princesas españolas Ana Victoria y María Luisa, respectivamei-ite, con Luis X V (Blanc) y el Archiduque Leopold.~ (Wideman) . Plano VI Vitr. 7 B <- # * X Complemento d e la Numismática son los. útiles, enseres e ingenios d e acuñación, de que se exponen algunos troqueles y cuños de medallas, y otras d e estas en que aparecen representados volantes, hacen mención de métodos perfeccionados para realizar las labores, conmemoran visitas regias a las Casas de Moneda, etc. A título de curiosidad figura una hucha que fué encontrada llena de monedas de las llamadas Agnus Dei, que se emitieron en el reinado de Juan 1 d e Castilla ( 1379- 1390). X X X Plano VI Vitr. 8 A La bibliografía numismática figura en esta exposición con algunos manuscritos y ejemplares de las obras publicadas por e1 erudito D. Francisco Pérez Bayer, que con el P. Flores, el'Infante D. Gabriel, D. Diego Josef Velázquez y tantos otros, representa el importante movimiento científico del siglo XVIII, en que se ha cimentado el estudio metódico de la Numismática Española. , También y en relación con las ricas y características encuadernaciones de dichos libros se exhiben varios estuches para conservar series de monedas, forrados de tafilete rojo con escudo y adornos de oro. PIEDRAS GRABADAS La Glíptica, cuyas obras fueron tan apreciadas siempre y singularmente en la antigüedad, comprende dos géneros de objetos: camafeos y entalles. Los primeros d e carácter decorativo y suntuario cuentan en nuestras colecciones piezas importantes como el fragmento que representa una cabeza barbada, con gorro frigio (Eneos ? ) ; un trozo de ónice con Tritones y Nereidas; un ópalo de gran tamaño y con montura antigua con el busto de Zeus y una sardonica con un busto d e F~UIIO. De la época romana es notable un ónice d e dos capas, que figura en perfil una cabeza de matrona con peinado d e tiempo de los Antoninos, y entre los de épora moderna descuella por su mérito un medallón de ágata de dos capas guarnecido con primorosa armadura, que representa un admirable busto de mujer y en el reverso lleva. una inscripción en griego. Más la pieza capital de esta colección es, sin duda, el vaso votivo tallado en ágata con la representación de un Sileno, hallado en un sepulcro romano de Mérida. E:n la sección de escarabeos, figuran varios egipcios y bastantes de arte etrusco y griego arcaico, algunos con montura antigua. Los entalles tuvieron el aspecto útil de ser anillos signatsrios y en ellos también se esmeró el arte d e los gra- . badores lapidarios En la colección expuesta destaca uno muy notable de carácter oriental y otros antiguos también que reproducen obras escultóricas y retratos de Emperadores romanos. Una serie de numerosos ejemplares ,que por representar cabezas de un limitado número de tipos y sólo por excepción escenas, parece que puedan corresponder a u.na manufactura local, vienen siendo tradicionalmente atribuidos a los talleres Plano IV Vitr. 10 A-C-D Pla Vitr. Plano VI Vitr. 10 B Plano VI Vitr. 8 B de Cluniá, cabeza de Convento jurídico donde los adquirían las personas que allí acudieran con sus guejas y pl:eitos, lo que explica la difusión que tuvieron por gran parte de España. -, También tiene singular interés un grupo, no muy numeroso, d e las llamadas abraxas, con representaciones cabalísticas y de monstruos que entrañan un sentido talismánico ( 1 ) . SIGILOGRAFIA Los sellos continúan en la Edad Media el arte del grabado en hueco, sustituyendo en su destino a los entalles y trabajándose en una técnica semejante a la d e los cuños monetarios. Por ello, nuestro Gabinete Numismático posee una sección sigilográfica, que en cierto modo y en el ciclo artístico respectivo puede considerarse como prolongación .de la Glíptica. De sellos pendientes eclesiásticos, empleados al principio en los documentos Pontificios, que precisamente recibieron de ellos- el nombre de bullas, se presenta una interesante serie que comprende ejemplares desde Lucio 11 ( 1 144) hasta Pío lX, y otra d e sellos Reales d e plomo también, que comienzan en Fernando 111 y alcanzan hasta los Reyes Católicos y sus sucesores, siendo curioso uno grande, acaso de los últimos que se emplearon, correspondiente a Fernando VlI, Entre los sellos municipales figuran algunos de cera, medievales, d e Córdoba, Baena y Puigcerdá, y en la misma vitrina se hallan expuestos otros de plomo medievales extranjeros como los de la República de Venecia. (1) Para ampliar estas noticias puede verse la Sección dedicada a esta materia en la ((Guía Histórica y Descriptiva del Museo Arqueológico Nacional)), Madrid, 1917. Páginas Sala Primera: Prehistoria .................. 5 La Edad de la Piedra tallada (Paleolítica), pág. 6.-La Edad de transición (Mesolítica), pág. 9.-La Edad de la Piedra pulimentada y el Cobre (Neoeneolítica), pág. 10.-La Edad del Bronce, pág. 13. Sala Segunda: La Edad del Hierro ............ 17 PRIMERA ' EDAD DEL HIERRO, pág. 17.-Coionizzción púnica, página 18.-Colonización griega, pág. 20.-SEGUNDA EDAD DEL HIERRO,pág. 21.-La cultura Ibérica, pág. 21:-Las tul. turas céltica y celtibérica, pág. 24. Sala ~Arcera:~ aEspaña ' Romana Arquitectura, pág. 30.-Mosaico, mol y bronce, pág. 32.-Artes mica, pág. 33. Sa!a Cuarta: Edad Media ............ 29 pág. 31.-Escultura en márindustriales: vidrios y cerá. .................. 35 Período paleo-cristiano, pág. 36.-Período visigodo, pág. 37.El Califato Cordobés, pág. 39.-Los reinos de Taifas, pág. 41. 42.-Perrodo Román:co, pág. 44.El Arte Mozárabe, pá:. El Camino de Santiago y el arte románico del siglo XII, pág. 46.-E1 periodo gótico, pág. 48.-E1 período Almohade, pág. 51.-E1 período granadino, pág. 52.-Las artes meno. res granadinas, pág. 54.-Mudéjar y morisco, pág. 57. Sala Quinta: Edad Moderna .................. 6 1 La época de los Reyes Católicos, pág. 61.-La época de la Casa de Austria, pág. 63.-Las lozas de Talavera, pág. 64.-E1 siglo XVIII, pág. 66.-La cerámica de Alcora, pág. 67.-La Keal fábrica de Porcelanas del Buen Retiro, pág. 69. ala Sexta: Gabinete de Numismática y GIígtica. Ionedas : . 1 oneaas a.,e urecia ariugua, pag. Ir.-rviulmuda ruiiidiida, de la República, llamadas Consulare:;, pág. 76.-Monedas de los Emperado.res romanLOS, pág. 77.-Nuni ismática hispánica, . , '79.--Monedas pág. 78.-~umismatica mediel111. nda. ,-, espa. ñolas de 1<JS siglos x1 al XVI, p ág. 80.-N lumismátic.a del Imperio Esp: iñol en los; siglos xv r a XVIII,1 .- -.. Ledallas: edallas de AltonSO v' de Aragón y de personajes contemporaneos iaielo XV). del Emperador Car" ,. aáz, 82.-Medallas los v y cle persona jes de su época (Sig;lo XVI),pág. 83.Medallas cle Felipe 11, de sus :sucesoyes 1I de sus contemporáneos, pág. 84.-Me :dalias de 1os Reyes EIspañoles de la Casa - - .. .. ,. de Borbón y de personales y sucesos del siglo XVIiI, pagi. ,P. .- . - 'Orn 2 d e Ibiza. Figura d8e barro dt "AUSER Y MENti ; C;. <: . -.. - . . . .. - :,. .c. . .; . . - -1 ,. , i. .. , ,, .L...;' l.. ' Y . :. 8. ' ... - -..; . .. . -. .8 - :. ' ,. . m u ! . . .... ...>* .' , . . . ,. . n -0 1. '. u L . . - .- . ..- . . .. . .... >,' .. 8 ó o ? X . . LU I . .: '- . , - . .-uo L 'al \ 0 + a u >. u u ..8 0 0 u .-.cQ 0 u .-u E 's! Lám. X FOTO HAUSER Y M E N E atua femenil de mármol de arte arcaizante, procedente de iuetor (Granada). Lám. X 3 HAUSER Y M i I m ina. Mármol greco-romano haiiaao en Meriaa .n. !Ir XII - FOTO 1HAUSER Y MEhIET Vertum - ..- -- -~ - - FOTO H A U S E R Y M E N E T Bote de marfil procedente de Zomoro, de arte califal, hecho en el tcller de Medina Azzohra, por orden de Alhoquem II el año 964. .03!UpWOJ aJJV ,901 ua uoel ap o~op!slUDS .a I opunu~aj ;a ap O!Je(SDUOW ID o q o u ~ s iop A I ~ I ~ J D Lap U o ! ~ J ! s ~ J ~ FOTO H A U S E R Y MENET rnaltado q ue tradiciisnalmenteI se cree perteneció )apa Luna. Arte gótico aragones del siglo XIV. Lám. XXll Monedas españolas: 1 a 6 hispcinicas; 7 a 10 arhbigas; 11 a 15 cristianas. . ,