Enlace a publicación - Museo Arqueológico Nacional

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GUIA
.
L
DE LAS
,
INSTALACIONES DE 1940
.
,
MADRID, 1940
-
Hauser y Menet - Ballesta. 28 - Madrid
E n la vida del Museo Arqueológico Nacional, la
guerra impuso un paréntesis de signo negativo que ha
sido forzoso saluar con organizaciones provisionales, e n
v e z de mometer desde el día feliz de su término. la reirzstalación definitiva.
El 28 de marzo de 1939, al conquistar Madrid el
Ejército Nacional, la instalación de este Museo casi
centenario estaba anulada, los objetos recogidos e n
almacenes, el mobiliavio de exposición retirado de sus
salones y todos los espacios libres ocupados con las
piezas que había reunido el Servicio de Recuperación
Artística que actuó durante el período rojo. Rápidamente se pudo desocupar como una octava parte del
edificio y e n ese espacio, con miras a que el Museo cumpla su finalidad doiente el tiempo &e dure la devolución de lo almacenado por aquel Servicio, con piezas
selectas y representativas se ha formado un Museo
sintético de Antigüedddes espñoias.
Ello motiva Id publicación de esta Guía destinada,
como las Salas a que alude, a tener corta vida y nos ha
movido a redactarla más con sentido de cartilla-vulgarizadora que de Catálogo abreviado de loS objetos expuestos.
Cuando, e n plazo corto, vuelva u ocupar el Museo la
totalidad de su edificio y estas piginas ya no sirvan
para conducir al visitante a través de la's instalaciones
inauguradas e n 1940, aspi~amosa que aún puedan ser
útiles como elemental resumen de Arqueología espaGola.
SALA DE PREHISTORIA
Croduis
de distribución de vitrinas
Plano 1
y objetos
SALA PRIMERA
PREHISTORIA
En la sucesión de períodos geológicos que integran la
historia de la corteza terrestre, la aparición del hombre
sólo se puede considerar seguras durante el Cuaternario,
precedente del actual. Las que se han aducido como
pruebas de que ya existió en el Terciario, cuentan hoy
con muy pocos adeptos.
Durante los muchos milenios que hipotéticamente. se
calcula la duración del período Cuaternario, por causas
aún mal precisadas (variaciones en la oblicuidad de la
eclíptica, migraciones del perihelio, paso del sistema
solar por espacios interestelares con diferencias térmicas, etc.), la superficie del planeta sufrió por cuatro
veces violentos cambios d e temperatura, que en los períodos fríos formaron sobre Europa gigantescos sudarios
d e hielo (glaciares) que alcanzaban desde el círculo
polar al centro de Alemania y en los países mediterráneos cubrieron sólo las cimas d e las altas montañas,
como los Apeninos o los Pirineos.
En los intervalos. d e las glaciaciones nuestro Continente disfrutó un clima cálido y húmedo ( 1 6' d e temperatura media anual, en la región del Sena, que hoy
tiene solamente 1 1 O ) , que elevó el límite de las nieves
perpetuas 400 m. sobre el nivel actual y permitió vivir
al hipopótamo en todo el litoral mediterráneo y al gran
elefante antiguo, de piel desnuda, en la Europa Central
y meridional. Sus restos óseos, procedentes de Torralba
y Ambrona, yacimientos de la alta meseta castellana, se
exponen en esta Sala.
Plano I
n.os 1 y 2
,
España acusa huellas de exis.tencia humana, restos d e
la actividad d.21 hombre como fabricante de instrumentos y creador de formas artísticas, desde el momento
más antiguo del Cuaternario, desde el primer período
interglaciar.
El estudio de estas épocas constituye la Ciencia prehistórica, disciplina moderna que cuenta apenas cien
años, fruto feliz del consorcio de las Ciencias naturales
y la Arqueo!ogía, nacida en territorio francés, sobre sus
yacimientos y con sus nombres, aún conservados pese
al generil reconocimiento d e la necesidad d e modificarlos.
Como ley biológica universal se aceptan, sin embargo, las grandes etapas evolutivas del progreso humano:
la Edad du la piedra tallada o Paleolítica, que hoy s e
cree comprende los cuatro períodos glaciares ( d e Günz,
de Mindel, de Rics y de Würm), el período d e tranción o Mesolítico, correspondiente al epiglaciar: la
Edad de la piedra plimentada o Neolítica, ya dentro
del período geológico actual y la de transición a los
metales O Eneolítica: la del Bronce y la del HierTO.
La Edad de la Piedra tallada
(Paleolítica)
Plano í
N.O
3
La Edad Paleolítica presenta en su cronología relativa, con la se.guridad que ofrecen la superposición de
capas en la excavación de los terrenos, dos períodos:
e! Paleolítico inferior y el superior.
En el Paleolítico inferior se emplean instrurr
de pedernal, material que puede tallarse a la ve
percusión y presión hasta lograr útiles puntiagul
de filos cortantes y en el que se producen dos ripos
quizá c r ~ n o l ó ~ i c a m e nsucesivos,
te
los tallados por ambas caras (industrias bifaciales de Breuil), en que se
hacen grandes hachas que se utilizaban a mano sin
auxi!io d e mango y al que corrt
i los periodos
clásicos Chelense (Abbevilienee)
ulense (Leva-
Iloisiense y Micoquiense) y el de lascas toscas, frag~or
del númentos de pedernal d e ~ ~ r e n d i d o s . percusión
cleo originario, de tamaño generalmente más pequeño,
tallados por una sola cara, de tipos más especializados (puntas, raederas, perforadores, etc.), posiblemente usados con mango de madera, que no se ha
conservado, y que caracterizan el período Musteriense
(que en su fase antigua se denomina Tayacmse), con
el que se alcanza el comienzo del momento álgido de
la cuarta glaciación en una antigüedad entre los 30.000
y 25.000 años antes de nuestra Era.
El hombre de estos períodos o Paleoanthropus (Momo
Heideibsrgensis, primero, y Homo Neanderthalensis,
después, en el Musteriense), era de frente huída y aplanada, maxilar superior prominente y ahocicado, robusto
toro ciliar, órbitas casi circulares, cabeza grande y piernas arqueadas: su aspecto sería bestial, infrahumano.
El Peleolítico superior se desarrolló durante la última g-laciación, y es producido por un tipo racial (el
Neoanthropus, precursor del Momo sapiens) de esqueleto semejante al actual. Sus industrias de la
piedra se caracterizan por el abandono total. de los
gruesos tipos bifaciales (hacha de mano), por el
empleo de lascas escogidas, delgadas y largas, llamadas hojas, y por la ~erfeccióny especialización progresiva d e los tipos de instrumentos líticos, h n t o a los
.
cuales ya utiliza materias como el hueso y el asta:
La estratigrafía puede ahora estudiarse>con seguridad en algunas cavernas (singularmente -en la del Castillo, Santander) , y permite establecer una sucesión de
períodos : el Auriñaciense, que parece proceder del
Asia Occidental, el Solaatrenaz, caracterizado por las
hojas llamadas ((de laurel)), finas y cuidadosamente retocadas y el Magdaieniense en que la industria del
hueso alcanza el mayor desarrollo al fabricar ctazagayas)) ((arpones))y ((bastonesde niando)). Estas indiistrias
penetraron en España por el Pirineo, se establecieron
densamente en la.zona Cantábrica y llegaron de modo
\
OSA
Parte
srior
Muros
CY D
Parte
'"perior
sporádico hasta el Sur de la Península, al l I l 1 s L 1 I U L i c l i l po que por el Sur y Levante se extendía otra industria
auriñaciense d e clara procedencia africana, que muy
pronto fué sustituída por una nueva importación norteafricana d e gran fuerza ekpansiva, la industria llamada
Capsiense, que se infiltra por el Norte llegando a cruzar
e! Pirineo, al mismo tiempo que ocupa Italia (RomaneIliense) sustituyendo en el Mediterráneo al Solutrense
y Magdaleniense europeos y sin llegar a pasar al Mesolítico.
En el Paleolítico Superior aparecen las artes figurativas, pintura, grabado y escultura, no como consecuencia de un afán de recreo estético, sino con una finalidad
utilitaria mágica para lograr la caza de que dependía
su sustento. Las paredes rocosas d e la caverna de Altamira, constituyen el conjunto más perfecto de pinturas que han dejado en Europa los cazadores magdalenienses, figuras policromadas de especies hoy extinguidas, copiadas con sorprendente realismo impresionista.
La diferencia que Fe aprecia en los tipos industriales
e la zona cantábrica y la levantina se acusa también
1 el arte, aunquexon mutuas penetraciones. En la pri[era utilizan las paredes y bóvedas rocosas del inteor de las cavernas, muchas veces de lugares recóndi)S, para pintar aisladas grandes figuras de animales
tales, Altamira, Castillo o la Pasiega), mientras en
levantina ' las emplazan en simples abrigos o rocas
aire libre, las figuras son más pequeñas y, generalente, forman escenas en que con frecuencia intervienen cazadores adornados con plumas, o mujeres vestidas con faldas acampanadas y tocadas d e alto peinado,
ta! la de Prado del Navazo, Cogul (Teruel), Val del
Charco del Agua Amarga, etc. En el yacimiento levantino de la Cueva de Parpalló, con industrias d e tipo
europeo, se han encontrado muchos cantos pintados
con animales, en los que parecen verse representados
ambos estilos. A vueltas con dis
rzonamie:ntos
geológicos, el Profesor Obermaier
como ftecha
aproximada terminal de las cuiLuias del
perior el año 12.000 a. de J. C.
PaicvlLLicu
su-
La Edad de transición
(Mesolítica)
1
1
,
Ya dentro de la Edad geológica actual, como última
evolución d e los períodos anteriores, dentro del mismo
modo de vida, según demuestran los restos. animales y
acredita la industria, como un ((Paleolíticoque muere)),
h.iy un período que viene denominándose Epipaleolíti1, en que (aparte del Magdaleniense final de los años
2.000 a 9.000 antes d e J. C.) se aprecian dos fases
ulstintas, en la zona cantábrica el Aziliense, que tiene
como instrumento típico el arpón plano de hueso o asta,
y en la cuenca mediterránea el Tardenoisíense antiguo,
rsracterizado. por silex pequeñísimos d e formas regures llamados ctmicrolitos geométricos),. Se supone
le, aproximadamente, abarca este período los años
,.O00 a 6.000 a. de J. C., pero las últimas investigaones tienden a reducir esta última cifra en cuanto a
~ p a ñ ase refiere.
Ahora, el arte sufre un cambio total de concepción.
La tendencia al esquematismo que pudo apreciarse ténuemente junto al arte naturalista, pero que éste sofocó
y redujo, logra ya total predominio y las figuras d e
liombres o animales se limitan a líneas esenciales hasta
convertirse en verdaderos símbolos, comenzando un
proceso de ccgeometrización)), de donde ha d e salir la
escritura. Su centro principal fueron los abrigos rocosos
de Sierra Morena.
También en este período d e transición entre las Edades de la piedra tallada y pulimentada, como prólogo de
lo que va a ser el Neolítico. y dentro de su cuadro de
vida, .considera Obermaier la industria Asturiense que
va por el litoral y Norte peninsular, desde la desembocadura del Miño a Vizcaya y Gerona y tiene en Asturias
su mayor densidad. Era una cultura pobre, d e pescado-
Piano 1
N." 3
res y recolectores de mariscos y cazadores de especies
salvajes, que vivió en el período de clima óptimo postglaciar y ha dejado restos de su mísera industria, lascas
de silex, puntas de hueso y profusos ejemplares del Ilamado ((pico asturiense)), canto rodado oval aguzado en
un extremo, útil para despegar a golpe los mariscos
adheridos a las rocas. Sincrónicas a ella son las cult~lras del Tardenoisiense reciente y el Neolítico inicial.
La Edad de la Piedra pulimentada y el Cobre
(Neo-eneolítico)
La Edad Neolítica acusa un cambio radical en la vida
del hombre. Ahora inventa la Agricultura, que le libera
de épocas anuales de escasez,. la fabricación de cerámica, que le permitirá cocer sus alimentos, se establece en
Plano 1 . el suelo en viviendas fijas, cría ganado y domestica a
los animales, Ello representa sustituir las pasadas cul,.o5
turas de cazadores y recolectores por una civilización
sedentaria.
La piedra sigue siendo el material predominante
sus instrumentos, pero trabajada de modo más perf
to, pulimentándola. En el final de este período, ri
mento de su mayor esplendor, se extiende por roda
Europa, desde el próximo Oriente donde se logró en
el quinto milenio a. de J. C. el conocimiento del cobre
.
como metal úti!, y se produce un nuevo cambio de
vilización; fase de !a Historia de la Humanidad, c
se denomina período En-lítico
o CaIcolítico, pc
como en muchos yacimientos ha sido imposible aiferenciar las culturas de l a piedra pulimentada y de!
cobre se ha impuesto para ambos el empleo del término conjunto de Neo-eneolítico. Hoy, en España, se siipone que alcanza !os años 3000 a 1 700 a. de J. C., y
que nuestra Peninsula fué uno de los primeros Centros
europeos de explotación del cobre, al .menos en yacimientos al aire libre.
Esta civilización parece haber llegado a la Península
aída desde las costas meridionales del Mediterráneo
hara
(Breuil) , por gentes nuevas procedente:;
ImeAfricano (Bosch). En el poblado d e El Ce
ría), se encuentran, con hachas de piedra
tadü
y típicas puntas de flecha, .microlitos geométricos
tipo tardenoisiense.
El hombre del Neolítico vive en terrenos fértiles
cabañas entretejidas de ramaje y en parte excavadas
en el suelo; como animales domésticos tiene al perro,
el buey, el cordero, la cabra, el cerdo y el caballo; en
piedra fabrica hachas, cuchillos, puntas de flechas, etc.;
en hueso o asta construye punzones, leznas, anzuelos y
peines; de fibras vegetales tejía cestos y esteras, sin
duda utilizaba también la lana y el lino y sobre frutos
acalabazados mo!deaba recipientes de barro, que al
cocerlos al fuego y destruirse la materia orgánica le servían d e vasos. La cerámica nacida por este procedi-.
miento se independizó pronto del molde y produjo
formas relativamente variadas, que e n un principio fueron lisas y luego decoradas con incisión o pintura.
Junto a la industria adelantada que se acusa en la
riferia peninsular, en el Neolítico final y aún e
Eneolítico, en la zona central, en cuevas na.turales,
rece ruda cerámica adornada con cordones de .barro
de impresiones digitales o unguiculares que forman
círculos o guirnaldas (fácilmente confundible con piezas de la primera Edad del Hierro) -y asociada a tosco
instrumental de silex y algún hacha pulimentada. Es la
llamada cultura de las cuevas que pese a su aspecto arcáico, más que primitiva parece corres.ponder a un estado regresivo de elementos .de población de vida muy
pobre.
I
.
En pleno ~Lolíticonacen en el Centro y Liuorte
le
- r-Portugal los grandes sepulcros colectivos hechos con
piedras sin labrar y formando una cámara s.ubterriLnea
. denominados dólmenes, construcción la más signific:ada
de la arquitectura megalíti,ea. Prim ero son sencillos, solamente de cámara (como el de Eguilaz en Alava),
Plano 1
n.' 5
Plano I
n.Os 4 y 5
(
ano 1
O 16
Plano I
n017
luego su planta se amplía con un corredor de acces
(Cueva de Menga, Dólmen de Soto), y en última fas
la cámai-a va cubierta de la llamada ((falsacúpula)) ( M
tarrubilla). Desde Portugal, a la par que el cobre, :
P~OF
hacia Andalucía por el Sur y hacia Cal!cia,
renaica, Francia e Islas Británicas por el
Nort
,on su apogeo en el Eneolítico y en Bretaña
e Inglaterra perduraron hasta comienzo del Bronce.
A la misma cultura megalítica corresponden los
menhires, altas y rudas piedras frecuentemente esculPiano I
1 o pidas, que se interpretan como figuras d e antepasados
y lugares de descanso del alma del muerto. En los dólmenes portugueses y con mayor abundancia en los de
Extremadura, aparecen frecuentemente ccplaquitas ídslos)) con esquematizaciones rectangulares de la figu.
Plano I humana que se supone fueron también imágenes c
nO
. 7 *antepasados o representaciones anímicas.
Durante el período Eneolítico se origina en el valle
del Guadalquivir un florecimiento industrial y artístico
caracterizado por el típico producto cerárnico de que recibe su nombre: cultura del vaso campaniforme. Sus
antecedentes remotos están en el Neolítico africano ((de
las cavernas)) y los próximos en cuevas andaluzas
donde aparece con cerámica pintada cuya técnica sobrevivirá en algún caso (Marchena) en la campaniforme. Caracterizan estos vasos, además del perfil d e camI invertida, la 'decoración por zonas incisas, muchas
:S rellenas de pasta blanca de yeso.
n Almería, a la cultura representada por El Garcel
sucede la de Almizaraque, donde ya se benefician filones de plata. La caracterizan la figura humana
d.olménica de cabeza de lechuza y el ídolo bitriangular,
y Breuil la clasifica como perteneciente al estadio ctd-1
Eneolítico mediterráneo oriental, incluso Egipto)).
En todo este período la Península Ibérica desempei
papel transcendente en las relaciones comerciales y
movimiento de pueblos de Occidente. Desde Alric
llegan a nuestro suelo el marfil y los huevos de ave
!
truz. Audaces navegantes, salidos de la costa portuguesa, en viaje regular, llevan hasta la Penír
Jutlandia el vaso campaniforme (joya de '
tria
occidental) y la idea d e la técnica dolménic
n a
España el ámbar báltico y el azabache inglés. La ruta
marítima de entonces, como la medieval de los vikingos, bordeaba el Norte de Escocia que recibió su civilización como fruto del comercio entre las dos Penír-*ylas (Childe) y descansaba en Irlanda dejando prof
da huella (Breuil). Hasta las tierras del centro de Ei
pa, nuestro vaso campaniforme es llevado por un pue
nómada de arqueros cazadores dotado d e extraordin;
mobilidad y fuerza de expansión.
La Edad del Bronce
El uso del bronce, aleación de cobre y estaño mucho
más dura que el cobre nativo, era probablemente conocido en el Eneolítico final. Su metalurgía debió nacer
sobre los yacimientos de estaño de Armenia y el Irán
puesto que le vemos usado en Egipto por la dinastía XII (Semper) hacia el año 2.000 a. d.e J. C.,
pero la escasez de yacimientos occidentales, que a partir del de Cornualles (Inglaterra) irían lentamente descubriéndose, hacía del estaño un complicado y difícil
comercio y explica la frecuente presencia de instrumentos y armas de cobre dentro de conjuntos más evolucionados (Siret) .
El primer período del conocimiento del bronce en
nuestra Península, debió corresponder al momento de
los sepulcros de cúpula d e Andalucía y Alcalar, y a la
cultura de los Millares en Almería, caracterizada por
sus curiosos ídolos de mármol v hueso y l a cerámica en
que aparecen todavía tipos campaniformes junto a otros
de variados galbos y decoración incisa que recuerdan
los grabados y pinturas esquemáticas. Los largos viajes
marítimos del período anterior prosiguen todavía y los
grabados dolménicos, las puntaS de flecha portuguesas
Plano
n." 9
I
Plano 1
númerc)S
1 2 a l5
y ios .punaiitos de silex, llegan hasta Irlanda llevad(
por un comercio al que favorecen las corrientes marínas (Breuil y Bosch), mientras los instrumentos de
marfil y los tipos de ídolos demuestran las intensas relaciones mediterráneas. Estas culturas corresponden
c r ~ n o l ó ~ i c a m e n at elas proximidades del año 2000 antes de J. C., y son en realidad el apogeo de una civilización esencialmente eneolíti ca.
Pocó después el comercio exterior queda reducido
un minúsculo tráfico entre el Noroes te penínsular e 1
- -.- - - ,landa y ambas civilizaciones siiicruriicas,
almeriense v
megalítica, desaparecen sustituídas por nuevas costur
bres y tipos industriales en que las características d e
Edad del Bronce se acusan más claramente. Quizá lc,
impcxtaron gentes nuevas venidas del centro de Europa
(Sir'et) o los primeros ligures llegados a España (HuLa"+
uLrr)
O acaso la produjo tan solo una reacción de los
anteriores pueblos almerienses ante 1
,dad de la
dominación portuguesa (Bosch) .
El nuevo modo de vida tiene sus restos más expresivos en los poblados y necrópolis de la cuenca del río
Almanzora (explorados por los hermanos Siret) y singularmente el de El Argar, que ha dado nombre a toda
la época.
Eran gentes.guerrcsras, que habitaban en cabezos fortificados y e:nterrabain cuidadosamente sus muertos en
cistas de losas o en tinajas ovales de arcilla. Tenían armas metálicas que frecuentemente enriquecían con plata en clavos y remaches; hachas planas, alabardas y
puntas de flecha, casi siempre de cobre, cuchillos-puñales, indistintamente de cobre o bronce y espadas de
hoja ancha y plana de bronce; en anillos y brazaletes
usabas tanto uno como otro metal y su cerámica, muy
caracterizada por formas y técnica, era morena, de pasta
Sna, superficie pulimentada y gran perfección en los
galbos, pese a estar fabricada sin auxilio de torno. El
silex ya sólo se utilizó para fabricar sierras y hoces.
La civiIización argárica se va extendiendo por la Pe
.
1,
1
1 1
i
ínsula y degenerando rápidamente. Al espléndido florecimiento de los megálitos y el vaso campaniforme sucede un período de varios siglos de atonía, como si la
vida peninsular se hubieka amortiguado al quedar fuera
del comercio mundial y sólo en las proximidades del .
año 1200 a. de J. C. (Leeds) se encuentra un nuevo
testimonio de tráfico marítimo, las perlas vítreas egipcias de esmalte azul halladas en Fuente Alamo.
Nuevamente, al entrar en actividad los yacimientos
de estaño del N. O, de la Península, el comercio se
reanima y empezamos a ver otras formas de armas e
instrumentos, pero en hallazgos aislados, no ,en un yacimiento típico que permita dar nombre geográfico a .
este período final de la Edad del Bronce.. Por excep- -Plano I
números
ción, al dragar en 1923 la ría de Huelva, aparecieron
los restos de la carga d e un barco que allí se hundiera 14 Y 15
en los siglos IX-VI11 a. de J. C., un interesantísimo conjunto de espadas de tipos nórdico y occidental, puntas y
regatones de lanza, fíbulas acodadas de tipo siciliano,
flechas, etc., hallazgo que explica el camino de penetración de las piezas extranjeras aisladas encontradas generalmente a orillas de los ríos. En el N. O. se encuentran con frecuencia hachas de talón con anillas, modificación española del ccpalstave))europeo, importadc
duda, por los comerciantes del estaño.
En las 1slzLs Baleares, en este período final del B
ce, se desarrolla una especial cultura mediterránea de
origen sardo a !a que se deben los grandes monumentos ciclópeos: talayots o torres circulares defensivas de
las viviendas que las circundan, navetas o grandes sepulturas colectivas, y las taulas de Menorca, mesas
enormes de piedra posiblemente expositorios d e cadáveres. En estas ruinas, junto a es.padas y hachas d e
bronce de tipo tardío, aparecen frecuentemente algunos adornos y pequeños objetos d e hierro. Dentro de la
inseguridad del cálculo cronológico de estas remotas
épocas, hoy se supone que la Edad de Bronce esp;
la alcanza desde el año 1700 al 800 antes de- J. C
SALA
DE LA EDAD DEL HIERRO
Croduis
de distribución cle
vilriiias y objetos
-.
Sala- JJ a
Plano TI
SALA SEGUNDA
LA EDAD DEL HIERRO
.
La Prehistoria de la Península Ibérica se cierra con
esta época que en el ámbito europeo se caracteriza p(
la llegada a una cultura superior, particularista p_rimei
y universalista después, de diversos pueblos de idiorr
indo-europeo. Los dorios, que por el año 1200 inauguran en Grecia el período geométrico; los celtas, que
hacia el 450 extienden su dominio desde el Mar Negro
hasta nuestra Península; más tarde los romanos, la rama
latina de los itálicos, que forman el Imperio mediterrá-'
neo, 'no logrado por griegos ni púnicos; y por último
los germanoe, que al hundir el Imperio de Roma
.inauguran con el mundo medieval los destinos d e las
actuales naciones europeas.
La Edad del Hierro europea abarca, aproximadamente, el primer milenio antes de J. C., dividido en dos
grandes culturas, la de Hallstatt (necrópolis en el Salzberg austriaco) y la de La Tene (fortaleza céltica y
probable peaje en las orillas del lago de Neuchatel). En
España. más frecuentemente, se denominan primera y
segunda Edad de Hierro, alcanzan hasta el año 500 y
el 133 antes de J. C., respectivamente y d.urante ellas
sufre nuestro suelo las colonizaciones púnica y griega
y la conquista romana.
Primera Edad del Hierro
La difícil metalurgía del hierro fué conocida en
Oriente hacia mediados del segundo milenio y en el
2
S. E. europeo hacia el año 1200. En España, su prime.
Plano II
núms.
14 a 16
,-.
ra aparición fueron los adornos y pequeños objetos
hallados en los megálitos baleares y las hachas planas
de talón rectangular (tipo oriental) del yacimiento de
Campotejar, en la provincia de Granada.
Los restos arqueológicos más significados de esta
primera Edad del Hierro son los cementerios. de urnas
catalanes, semejantes a los del Rhin, la cerámica excisa
(Kerbschnittart) que va apareciendo en el Ebro y la
Meseta, singularmente la de El Redal (Logroño), las
espadas d e antenas de Galicia y el interesante conjunto
del
del Roquizal del Rullo (Fabara-Zaragoza) ,
donde junto a vasos d e dibujo exciso, estampillados y
cordonados, aparecieron moldes para la fundición d e
objetos d e bronce.
Etnicamente parecen en su mayor parte corresponder a la primera invasión céltica ocurrida en la Península desde una fecha discutida que oscila entre el
900 y el 800 antes de J. C., y por su arte ser consecuencia d e una parte de la cultura de los palafitos
suizos y de otra de aquella de los túmulos renanos y
franceses y de los campos de urnas. Terreno todavía,
impreciso es el de estos primeros siglos célticos en España, pero no obstante mucho más seguro que la debatida colonización etrusca de hacia el año 1 100 antes d e
Jesucristo, contradicha principalmente por la fecha de
sus primeros hallazgos no anteriores al siglo VI, y nuevamente propugnada por el estudio de inscripciones
tyrsenas halladas en el territorio que dominaba la nebulosa Tartessos.
Colonización púnica
Aunque noticias de historiadores clásicos hacen remontar la fundación de Cádiz por los fenicios al año
1 100 antes de J. C., hasta hoy los restos púnicos más
antiguos hallados en la Península no van más allá del
siglo VIl. Cartago, nacida en el 8 14, siguió pronto las
huellas de su antigua metrópoli Tiro, y el año 654 estableció en Ibiza una base naval que apoyara sus empresas comerciales mediterráneas, se apoderó pronto de
los emporios penínsulares tirios, fundó otros como Cartagena y según la tradición cuenta explotó intensamente las riquezas mineras del país.
Desde mediados del siglo VI al 111 antes de J. C. los
cartagineses, a veces en alianza con Etruria, ejercen la
ccthalassocracia)), el imperio marítimo, en el Mediterráneo occidental, y cuando surge su segunda lucha con
Roma, en compensación de la pérdida d e Sicilia, utilizan
cuanto pueden nuestra Península como base de aprovisionamiento y recluta de soldados. Durante doce años y
hasta el 206 antes de J. C. en que Magón evacua Cádiz,
última plaza cartaginesa en España, fué la Península
teatro de s.u guerra con Roma.
La civilización cartaginesa fué un complejo d e elementos dispares, donde lo etrusco tuvo destacado papel,
y se extendió por las costas S. y E. de España sin penetrar al interior. Su interés mayor reside en la influencia que parece haber ejercido, en concurrencia con la
de los griegos, en el florecimiento de la cultura indígena de Levante.
El núcleo más importante de hallazgos arqueológicos
procede de Ibiza: En la Isla Plana, a la entrada del
puerto, y en Puig de Molins, se encontraron un pequeño templo rectangular con multitud de figuritas d e barro
que parecen datar de los tiempos más antiguos del establecimiento cartaginés y unas 3.000 sepulturas excavadas. en la roca: la necrópolis debe haber pertenecido, como otra de Cartago que se excava actualmente,
a un santuario de Tanit, diosa oriental de la fecundidad en cuyo honor se sacrificaban víctimas humanas, y
estuvo en uso mucho tiempo, probablemente desde los
siglos VI-V antes de J. C. hasta la época romana.
Entre los ajuares funerarios tienen mayor interés
las figuras de barro: unas son del estilo llamado ccegiptizanten, que en realidad sería greco-oriental o rhodio,
Plano II
A.
lano 11
riai10 11 B.
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lano 11
"a0
'O
otras de tipo cartaginés, algunas parecen originales
griegas y otras son de tipo helenizante. Entre las d e
tipo cartaginés destaca la llamada ((Dama de Ibiza))
cuyos aderezos tienen analogía con los, del busto d e
Elche'y que es probablemente ya del tiempo de la dominación romana en la Isla.
En el resto de los ajuares funerarios hay joyas de oro,
utensilios de bronce como navajas de afeitar, alguna
con decoración grabada de tipo egipcio, ricos collares
d e pasta vitrea y barro esmaltado, cerámica con vasos
..
de formas animales, vas;os polícromos de vidrio moldeado, los característicoz; huevos de avestruz pintados
con decoraciones geoméitricas en rojo y gran cantidad
, 11
de ((escarabeos))con entalles
en los que aparecen, a l .
lado de viejísimos motivos asiáticos y egipcios, otros del
arte griego más depurado.
Mención aparte merecen por su importancia y por
haberse hallado en la Península, el llamado ((Tesoro de
Aliseda)), compuesto d e joyas de oro de arte fenicio
del siglo VI antes de J. C., con delicadas labores de
filigrana y granulado, y la figurita de alabastro de Galera (Granada), divinidad femenina sedente en un trono
entre esfinges aladas que tiene en sus brazos la fuente
donde. recoge el líquido, que saldría de sus pech os. en
las ceremonias de ofrendas o libaciones. La figuira, en
cuyo arte hay reminiscencias del jónico arcáico, tiene
claro paralelo con otra incompleta d e la Isla de Ibiza.
m
Colonización griega
Las luchas de los fenicios con Babilonia ofrecieron
ocasión a los griegos para disputarles las rutas marítimas del Mediterráneo occidental. Los focenses fundan
hacia el año 600 antes d e J. C. el gran emporio d e
Massalia (Marsella), adonde por el Ródano afluye el
mercado del Centro de Europa y desde él se extienden
por las costas d e España creando Emporion (Ampurias), al comenzar la segunda mitad del siglo VI. Otros
.
grupos de navegantes focenses y samios establecieron
factorías en la costa SE. de España y según Herodoto
cuenta llegaron a entablar relaciones con el fabuloso
Argantonio, el rey de la misteriosa Tartessos, ciudad
infructuosamente buscada en el bajo Guadalquivir.
Las colonias griegas no penetraron en el interior de
la Península y, con excepción de Ampurias, fueron
poco importantes. Las piezas de arte griego halladas en
España, son en buen número debidas al comercio cartaginés.
Segunda Edad del Hierro
La civilización característica de la Edad del Hierro
no parece haber llegado a la Península sino en el momento final del período de Hallstatt (siglo VI antes de
Jesucristo), traída por nuevas oleadas de pueblos célticos procedentes de la Aquitania francesa. Dos culturas distintas se dibujan entonces en nuestra población:
una indoeuropea, céltica, que ocupa principalmente la
Meseta y Norte y Noroeste de la Península, y otra indígena, la conocida como ibérica que tiene por fondo
gentes de la cultura de Almería, de remota procedencia africana y que encontramos extendida por las zonas levantina y andaluza. Ambas habían d e influirse
mutuamente y aún sus gentes fundirse en el pueblo
celtíbero que tuvo a raya las legiones romanas en la
heróica resistencia de Numancia.
La cultura Ibérica
que designamos con el nombre genérico
LOS
de iberos, se repartían por lo menos en dos grandes
grupos: el propiamente ibérico, centrado en Levante y
Cataluña y extendido por el Sur de Galia y Norte d e la
Meseta y Portugal, y el tártésico, englobando todas las
tribus .andaluzas. Uno y otro parecen haber experimen-
Plano 11 B.
n.os12y13
Plano l l C.
- 7 7 - . 31
Plano I I
n.O 44
Plano
n.'
A
Plano II
n.0~46
y 47
tado fuertes influencias de las culturas púnica, etrusca
y griega que, junto con el fondo indígena, dieron lugar
a la formación d e un arte original cuyo momento de
apogeo fué en los siglos V al IV antes d e J. C.
Estos iberos fueron gentes belicosas, que combatieron
como mercenarios de griegos y cartagineses, después
como auxiliares de las legiones romanas y tenían un idioma no indoeuropeo, acaso conservado en el vasco, que
escribían con alfabeto propio. Sus armas características
eran un sable puntiagudo, como el tracio, griego o
etrusco y posiblemente recibido d e este último pueblo,
llamado faicata, un venablo forjad? totalmente en
hierro al que los latinos llamaron solliferreum y aun el
puñal de antenas que habían recibido de los celtas. SU
yacimiento más significado es la necrópoli de Almedinilla (Córdoba) .
La escultura ibérica es un producto de la fecundación .del genio griego en las culturas tribales levantina y andaluza y logra su obra maestra en el b u s ~ o
universalmente conocido con el nombre de La Dama
de Elche, retrato de una mujer íbera de elevada alcurnia, ricamente adornada, tallado posiblemente por un
escultor griego de los siglos V al 1V antes de J. C. Junto a ella las figuras del Cerro de los Santos (Albacete) ,
encontradas cerca de las ruinas de un templo donde
apareció un capitel de tipo jónico, muestran más clalamente el sustrato indígena; consisten en una interesantísima escultura de mujer, portadora de un vaso de
~ f r e n d a sy multitud de figuras más pequeñas cuyos
trozos aparecieron confundidos y luego se
>n
con falsificaciones que han obligado a larga
in
de autenticidad.
Las figuras de animales fantásticos, singularmente el toro androcéfalo de Balazote, obra greco-ibérica
del siglo V al IV, los leones de Nueva Carteya, Córdoba
y Baena, las esfinges de Villacarrillo y Agost, constitiiyen una'modalidad indígena que debe poco a Orien
y mucho a Grecia a través d e Italia. Los relieves d e guerreros y de escenas de luchas son igualmente obra indígena influída por Grecia. La misma influencia directa
helénica puede notarse en las joyas de oro que forman
el tesoro de Jávea, con su diadema de labor exquisita
y consumada perfección técnica y collares de oro retorcido en que puede reconocerse el modelo de los ricos
aderezos de la Dama de Elche y de las figuras del Cerro
de los Santos.
Muy interesantes son las pequeñas figuritas de bronce
que en grandes cantidades depositaron en los santuarios
andaluces (Collado de los Jardines, Castellar d e Santistéban) y levantinos (Santuario de la Luz, Murcia),
figurzis que se hicieron sin interrupción desde el siglo V
hasta la época romana y aunque muy desiguales en mérito artístico, tienen siempre un alto interés d e documentación indumentaria; cuando en ellas aparece una
preocupación estgtica, se aprecia también mezcla de elementos griegos y orientales tal vez transmitidos por los
etruscos.
Plano ll C.
n.0~17~21
La cerámica ibérica,se desarrolla desde el siglo VI o
V antes d e J. C. hasta fecha avanzada de época romana. Sirven para datarla los vasos griegos de figuras. rojas
de los siglos V al IV y la cerámica helenística del 111 con
que a veces aparece mezclada así como su presencia
en el cementerio cristiano de -Tarragona.
En su variado conjunto son al parecer las piezas más
antiguas, d e la segunda mitad del siglo VI, los vasos d e
Los Alcores (Carmona), de perfiles influidos por los
cartagineses y decorados con sencillas fajas pintadas;
por su exuberancia y pompa ernamental destacan los
de la región d e Archena y EIche, con foIIajes y animales fantásticos de gran amplitud y sentido artístico, donde se acusa el horror vacui ibérico, y por aparecer la figura humana en complicadas escenas, tienen excepcional interés los vasos de Archena, 01'
gularmente
iscripciones
los de San Miguel de Liria, tan ric
Plano II D.
n . 0 ~ 2 23
2~
Plano II
E. n.O 32
Plano II B.
n.O 11
Planoll C.
"*O20
ibéricas. La última fase brillante d e esta cerámica corresponde al Ebro, en Azaila, población romanizada que
alcanzó hasta la guerra sertoriana y cuyos vasos, pese a
no ser más antiguos del siglo 11 antes d e J. C., ostentan
motivos arcaicos..
La cerámica ibérica nació en el Sur y S. E. de España, desde donde la afición a ella y su técnica se extendieron a otras regiones, llegando con densidad hasta
Celtiberia y muy ténuemente al Occidente peninsular.
Abandonada la imposible hipótesis de s.u origen micénico hoy se busca en la cerámica griega, singularmente en la final del período orientalizante y en la jónica.
Nuestra Península fué en la antigüedad el país d e la
plata, explotado por cartagineses y romanos directamente en sus filones argentíferos o exigiendo a los indígenas cuantiosos tributos de este metal, lo que tuvo
como natural consecuencia el desarrollo extraordinario
de la orfebrdría ibérica en el último período de la Edad
del Hierro. De ello dan razón los muchos tesorillos encontrados; los de Mogón y Perotitos, en Jaén, la región
presidida por el ctMons Argentariusn, donde se funden caracteres indígenas con influencias helenistico-romanas-o el d e Abengibre (Albacete) d e grandes platos
de plata con inscripciones ibéricas, obra de los siglos VIV antes d e J. C., y otros muchos.
En todos abundan los vasos cónicos sin pie y los tor;
ques funiculares y, en general, la fecha de reunión de
tales objetos, en escondrijos codiciosos, es el último
tercio del siglo 1 antes d e J. C., muy señaladamente la
época de la guerra sertoriana.
Las culturas Céltica y Celtibérica
En el período final de la primera Edad del Hierro,
hacia el año 600 antes de J. C., cuando los núcleos célticos de la primera invasión se habían disuelto y fundido en la población indígena, una nueva y mucho más
I'
I
1
1
l
poderosa oleada céltica se extiende por la Península
amenazando celtizarla por completo. Eran pueblos de
cultura hallstattica procedentes del Rhin, que arrastraron consigo los núcleos germánicos más tarde citados
por Plinio en Sierra Morena, y que a través d e Francia
y Roncesvalles penetraron en España.
Durante la segunda Edad del Hierro esta cultura celta
de viejos tipos hallstatticos. evolucionó sobre sí misma,
recibiendo escasas influencias d e la Europa céltica que
vivía ya la civilización de La Tene y a esta modalidad,
supervivencia de la cultura anterior, viene denominándosele post-hallstattica. A su momento más antiguo corresponden los típicos puñales llamados de herradura
que como piezas aisladas se han encontrado en Cali
y aún en Aguilar de Anguita (Guadalajara), pero e
primer instante anterior a la diversificación de lo cé
co penínsular en variedades locales (tipos d e Las Cogotas, Miraveche, Aguilar de Anguita, ktc.), es aún
mal conocido.
En cambio, la información arqueológica del medio
puramente post-hallstattico de los siglos V al 111 antes
de J. C. es muy profusa. Establecían sus poblados en
eminencias naturalmentb defendidas, ceicadas de muralla (castros) y las más antiguas de la región del
Duero se protegían además contra los ataques d e la caballería con un anillo exterior de piedras hincadas; c11
el NW. peninsular vivían en chozas de mamposte:ría
circulares u oblongas y en la España central en cabalñas
construídas principalmente con ramaje; de modo compensado se dedicaban a la ganadería y agricultura y en
las comarcas montañosas al pastoreo trashumante y
quemaban los cadáveres enterrando sus cenizas en un
vaso de barro que rodeaban con las armas o adornos
indumentarios del difunto. Estos castros abundan extraord.inariamente en Galicia y las provincias d e Soria y
Avila y las necrópolis en Soria (Osma, Cormaz, etc.) y
Guadalajara (Aguilar de Anguita, Luzaga, etc.)
Pla
--
Pla
E
Los aju
los enterramientos consienten una
división tipológica en dos grupos, uno de los siglos V
al IV caracterizado por la cerámica morena y el predominio de la espada de antenas más o menos desarrolla:
das y otro del siglo IV y la primera mitad del 111, donde
ya hay cerámica roja más fina, se encuentra la espada
larga y recta propia de la cultura céltica de La Tene y
en su final aparece el ouñal de mango doblegbbular.
Los diferentes tipos d e imperdibles (fíbulas) y broches
de cinturón permiten precisar más las fechas de los cementerios.
no 11
.O
d8
Hacia el final del siglo IV, en la parte oriental de la
meseta se produce la fusión del invasor celta con el
más antiguo habitante íbero, formándose el pueblo celtíbero. Con ello coincide la aparición de la cerámica
pintada, d e origen ibérico en la técnica, pero céltica en
la concepción artística de sus figuras estilizadas. Como
Numancia demuestra, lo céltico entre los celtíberos es
una aristocracia dominadora que impone sus gustos y
organización.
Los poblados se asentaban en altozsnos estratégicos
que protegían con una sola línea de gruesa muralla de
parapetos en talud coronada por camino de ronda y
ocupaban superficies reducidas. La mayor parte de los
conocidos miden menos de diez hectáreas (Catalañazor, Ventosa de la Sierra, Ocenilla, etc.), y sólo 1-0
grandes ciudades llegan a pasar de veinte.
Junto al tipo normal de construcciones de mam
tería o tapial, usaron por excepción el excavar sus
viendas o tallar'las defensas del poblado en las masas
pétreas de la montaña, dando lugar a un interesantísimo sistema de arquitectura rupestre, que si bien no fué
exclusivo de Celtiberia tiene en ella sus mejores ejemplos (Innestrillas, Castro, y singularmente, Termancia) .
Numancia fué la ciudad más extensa y mejor urbanizada d e Celtiberia. Estaba surcada por dos grandes
calles en sentido del eje mayor de la colina y cruzada
i
umerosas de E. a 0. que para mejor defenPor
sa del viento producían escalones en los encuentros; sus
cauces s e pavimentaban con canto rodado e iban bordeados de aceras y cruzados por piedras pasaderas.
Las viviendas eran de una sola planta, se cubrían con
ramaje y uniformemente tenían una habitación subterránea destinada a guardar las provisiones en tinajas d e
barro.
El ajuar celtibérico es principalmente cerárnico, vasos
negros o ahumados decorados por estampación con
círculos concéntricos, o rojos de fina técnica y
. profusas
pinturas policromas o negras de escenas, animales Y
temas decorativos, tan estilizados en un gc:ometrisin o
1
Lon eilos
rectilíneo que resultan difíciles de interpretar. 0
aparecen trompetas de barro, herramientas d e hierro,
variadísirnas fíbulas de La Tene, tosquísimas figuritas
de barro (paralelos de los bronces de Despeñaperros),
collares o pendientes de bronce y armas viariadas, en
que abunda la lanza y el puñal doble globular.
El arte y la cultura celtibéricos se: hallaba n en pleno
apogeo al ocurrir la heroica destruccion a1e Numancia
el año 133 antes de J. C., y su personalidad se sostuvo
todavía, ya en curva decadente, hasta la guerra sertoriana (Izana) . El tradicionalismo hispánico ae resistía
en, Celtiberia a sustituir su <
1dígena por la unihabía irnpuesto en
verealista que ya el pueblo
casi toda la Península.
-
- - -
Plano II F.
SALA ROMANA
Croduis
de
distribiieión de vitrinas y objetos
Plano 111
)
1
1
1
SALA TERCERA
LA ESPANA ROMANA
El primer contacto de Roma con nuestra Península
debió ocurrir a través d e las colonias griegas estabkcidas en el. litoral ibérico, posiblemente sus aliadas y
enemigas d e Cartago y la intervención militar comienza con la segunda guerra púnica, el año 2 18 antes
de J. C., durando en la primera etapa hasta el año 206
que Magón evacuó Gades. Ello señala aquí el fin del
poderío cartaginés y el nacimiento d e Hispania como
>vinciaraomana, I ncorpor:ida desde el 1 97 al régimen
ministrat ivo norrnal de 12I metrópoli, dividida en los
ritorios (<Citerioi. y Ulter iorn con límite común en el
ct Saltus Castulonensis» .
La resistencia nacional al nuevo mando extranjero
se acusa principalmente en la Meseta, donde durante
los años 153 a 133 los celtíberos sostienen tenaz guerra,
y en territorio de lusitanos en que la lucha de independencia dé los años 154 a 139 se hace bajo el mando
.L11"
-'- un jefe celta, Viriato : poco después, Décimo Ju-:uto, apellidado el Gallego, puede recorrer el mi!sterio so occidente penínsular, fin de la tierra, por do1?de
rn'
--rre el temido Lethes (Limia), que los soldados romanos rehusan atravesar temerosos d e olvidar fam
y patria.
Durante el siglo 1, a. de J. C., la Península es sólo
ceriario de luchas r,omanas en que los indígenas tonnan
Pa rti& : la S de Sertorio, primero, y las de César y los
Po mpeyanc3s después. El último grito d e independerlela
iispánica e,S la guerra d e cántabros :y astures
le.rrotados y somet idos por Octavic).
Plano 111
n.O
,
7
-
La romanización, casi lograda en el E. y S. penínsular desde el siglo 11, comienza para el centro y N. con
Augusto. Era la incorporación a una lengua, un derecho
y una cultura superior heredadas del-helenismo, la cesión de riquezas en beneficio romano y la prestación
de hombres para llenar los cuadros de las I,egiones que
llevaban cada vez riiás lejos los límites del Imperio.
Vespasiano, concediendo los derechos latinos a las tribus del oentro, N. y O. d e España, faci!itaba la recluta
de buenos soldados aún a trueque de ser acusado d e
((barbarizar>) el ejército.
España se incorpora rápida~fientea esta cultura universal y con la construcción de redes de caminos y el
crecimients d e las ciudades crea los vínculos d e su unidad. La Bética fué pronto (cuna pe&eña Italia en España,~y desde Augusto la tierra de promisión d e la colonización itálica; el S. y Levante, comarcas de tradición urbanística púnica y griega y de suelo riquísimo
en viñedos y olivares, son asiento de las primeras grandes ciudades romanizadas, Gades y Emporion; el valle
del Ebro y S. d e Lusitania, d e favorab!es condiciones
agrícolas, se romanizan también rápidamente; en cambio las frías tierras altas de la Meseta, N. y N, O. sólo
son ocupadas por establecimientos de carácter militar
(León) o administrativo (Astorga, Lugo y Braga) y
los recuerdos de la romanización se acusan siempre en
ellas más tardíos y pobres.
La profundidad de la huella romana sobre la p<
ción indígena se acredita considerando que ni la i
sión germánica, ni la africana islamita que ahogaron ia
cultura latina en otra floreciente provincia romana, lograron anular!a en España.
A Roma se debe la introducción d e la vida urbana
en al Península, con refinamientos sólo superados en la
6ltima centuria y e! gran desarrollo d e las obras púb!icas en uso hasta el siglo XVIII y algunas hasta r
tros días. Acueductos, cloacas y la tupida red de
minos con que cruzaron España; las gigantescas obras
de ingeniería como los puentes de Alcántara y Mérida
o el acueducto de Segovia; los edificios. para espectáculos públicos como los teatros de Mérida, Sagunto y
Acinipo; los palacios urbanos como el helenístico de
Clunia o las villas rústicas de explotación agrícola como
la de Cuevas d e Soria, todo ello acusa la monumentalidad y el karácter utilitario de la idea de Roma.
Esta última es en planta uno d e los mejores ejemplares conservados de villa con ~eristilo,gran ~ a t i od e
pórtico rodeado por las crujías de habitaciones; al saliente las de terminación absidal, centrado al oecus, el
gran salón d e reunión, al mediodía otras rectangulares
que tienen en medio el triclinio, comedor de la vivienda, en el lado opuesto dependencias para servicios y en
el ángulo suroeste, con cámaras construídas sobre pilastritas de ladrillo para la circulación de aire caliente
(hipocaustos), las termas domésticas constituídas por
numerosas habitaciones que responden a la complicada práctica del baño en las costumbres romanas. Mil
quinientos metros cuadrados d e mosaicos polícromos
pavimentan esta vivienda y son claro exponente de la
suntuosidad de la vida romana.
Restos constructivos romanos ~ u e b l a nnuestros Museo:: fustes, capiteles, principalmente de orden corintio
y enorme tamaño procedentes de los Capitolios, trozos
de molduras, estucos pintados y singularmente mor-:
cos arrancados d e los pavimentos, desde los primiti
de ogus signinum hasta los más complicad~sd e tec
llas vidriadas.
En este arte del mosaico, pintura para la eternidad,
parece que pueden destacarse dos modalidades regionales, una andaluza, influída por los talleres de la costa
de i frica Menor, d0nd.e acaso se fabricarían sus emblemas, caracterizada por los tonos claros y la frecuencia del color verde manzana, y otra central y nórdica, severa y aún sombría de color, menos frecuente en figuras humanas y abundantísima en temas geomé-
Piano III
n.O
.
27
Plano III
n.oslOy25
o III
2 ~
Plano III
n.o 3
tricos a la que acaso los emblemas serían traídos de
Italia.
Tiene singular interés entre los mosaicos el que representa a Vertumno, dios de la vegetación, que preside la sucesión d e estaciones coronado de frutos, que
se dice hallado en Aranjuez; y son clara muestra del
arte musivario provincial la cabeza femenil cubierta con
manto, representación del Invierno y las perdices, hallados en Quintana del Marco (León).
La escultura hallada en España es en gran parte, como
la italiana, reflejo de la helenística y no parece haberse
d.ado aquí con la intensidad que en las provincias de
la Galia y Germania donde este arte romano adquiere
carta provincial de naturaleza. No obstante las escuelas locales d e Mérida, Itálica y Tarragona, donde la
primera logra singular desarrollo en el arte del retrato,
es lo cierto que la escultura, principalmente en el centro
de España, es poco profusa, aunque reproduzca con frecuencia las deidades capitolinas, o a Venus, Diana y
Baco o las divinidades de cultos orientales traídos por
las legiones, como Mithra. Junto a ellos son más frecuentes los pequeños'bronces de divinidades familiares,
singularmente los lares.
Interesantes obras de plástica provincial romana
son las cabezas de bronce halladas en Azaila, segu4 ramente de período augusteo e interpretadas como
retratos de Augusto y de Livia, hechos el año S 1
antes de J. C., cuando aquél tenia 23 años (Cabré,
Curtius). También d e la época de Augusto y al parecer obra tardía de la tendencia arcaizante, debe ser la
figura femenil vestida, hallada en Huétor (Granada),
cuya interpretación queda dudosa todavía.
A período más avanzado, al siglo 11 de J. C., corresponde la figura de Baco con la pantera, al parecer copia
no muy selecta de un bronce griego de los siglos V-IV
antes de J. C., y la de Diana Cazadora, procedente de
Mérida. Al mismo siglo corresponde también, el sarcófago con relieves de la leyenda de Orestes, encon-
trado en Husillos (Palencia), réplica de otrcD d e tiei
.-!
po de Adriano, que se conserva en el Museo a1 e 1Lerran.
De su grado de progreso material y técnico se han
hallado en la España romanizada frecuentes muestras:
cubos de explotaciones mineras, una bomba aspiranteimpelente, utensilios quirúrgicos, etc., y d e su adelanto
científico interesantísimas tablas de bronce con textos
legales, la disciplina más adelantada del pueblo rey.
De técnica industrial son los mejores exponentes los
vidrios y la cerámica, ambas manufacturas de extensión universal. Los vidrios se distribuyen por todo el
Imperio desde el siglo 1 de J. C., en que par ece habf
se generalizado en Siria la técnica del soplad o y e n ESpaña se encuentran con todas sus variedades , milefiori,
irisados, con relieves,. diatreta, etc.
La cerámica a su vez es el indicio más ténue y extenso de romanización y el de cronología más segura,
singularmente la terra sigillata, cerámica industria"
zada de superficie roja hecha a molde decorado cc
punzones, que erróneamente se vino llamando ct bar
saguntino N. Fué comenzada a fabricar en Arezzo,
empezar el siglo 1 antes d e J. C., imitada y superac
hacia mediados del siglo 1 de J. .C., por las fábricas g
las de La Graufesenque, Lezoux, Benasac y Montar
que llevan s.us productos desde España hasta el Eufr
tes, e imitada en nuestra península aunque no en gri
escala.
Junto a ella se hacía otra cerámica d e cocina, tos
y ordinaria y como industria local, d e gran difusic
sin embargo en todo su convento jurídico, se fabric
ban en Clunia vasos de barro
por el proce<
miento indígena.
r n o III
n.' r l r ;
PIcrno III
".(> 28
p l ~ , ,,,
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rno III
' 21
xno III
' 21
SALA DE EDAD MEDIA
Crocfiiis
de distribución <le vitrinas y objetos
Plano
TV
SALA CUARTA
EDAD
MEDIA
El paso de la antigüedad romana española a la Ed--'
Media no es, naturalmente, brusco, sino lento y se
acentuando en una evolución larga de ideas y de mod
de vida, durante un espacio de tiempo que abarca des
el siglo IV hasta casi el VI de J. C.
Dos son los fenómenos más característicos del m
mento en el aspecto histórico, desarrollándose amb
con intens.idad divergente: es el primero la decadenc
progresiva, que tiende hacia el olvido completo d e 1
tradiciones políticas y artísticas que habían dado c
rácter a nuestro mundo romano; es el segundo el afia
zamiento cada vez más intenso del Cristianismo, q
se había introducido desde bien pronto en España y
:er lo que caracterice fundamentalmente a los nuev
los medievales. Los focos políticos y artísticos q
ían estado presentes en toda la evolución del mu
a o romano son desplazados, y su puesto se ocupa por
otros nuevos que van surgiendo en el lento caminar
los centros vitales hacia Oriente, que caracteriza
nr;~cipiode la Edad Media.
isí es como se refuerza cada vez más la prepondle:ia del Imperio Romano de Oriente, o sea del Irno Bizantino, de donde vienen la' mayor parte (de
las iniciativas artísticas en los comienzos de la Edz
Media, teniendo en el siglo VI un momento d e gri
esplendor, y compartiendo más tarde su influencia cc
focos musulmanes que en cierta forma son discíp
suyos. El Occidente, mientras tanto, queda supe
'
(
riviendo .a ias ~radicionesromaIias, y recibe el
-ermento que suponen los pueblos germ;ánicos en sus
nvasionr::s.
Plc>nolV
Seirtor A
eríodo paleo-cris
La cri:jtiandad primitiva españcola tuvo su impc
cia histórica considerable, manifestada en verda
luminares intelectuales que influyeron y estuvieror
gentes en muchos de los aspectos más vitales del ci
"
nismo primitivo, como Osio, Orosio, Idacio,
'
1 eo dosio
e! emperador, la peregrina Eteria, etc., tocdos los cmales
nos dan en sus vidas la relación constan1:e con RLoma,
:---d l ~
.-Sizancio y la floreciente cristiandad n o ,r*..~-1-~
iai ~
e
1d
1l
orno a San Agustín. En España se celebrzLron Conicilios
lue casi tuvieron categoría de ecuménico5S, como el de
Ilvira, donde se promulgó el famoso Canon 2'2 0 ,
.ente a la prohibición o por lo menos gran ca utela,
icerca de las representaciones de imágenes de culto
lentro d e los templos, que parece hubo de tene r tan
;ran infl uencia en la trac
itiicóniccL que en . ciera forma domina todo nuc
e de la 1~rimeraImitad
le la Ed,ad Medi a.
Los restos arqueológicos ~paleo-cristianos ha1lados
en España, aunque muy fragmentarios en muchc)S casos, nos confirman perfectamente estas mismas relaciones constante5; con Kcoma y los muncjos orieintales
que son apreciab,les en 1<1s propios hechos históri cos y
en las figuras repiresentatiivas del período. Las tra dicio.-- .
.L? --1
en la forma basilical a1e 10s
nes romanas se rriaririenen
edificios, en la disposición de los cementerios, como el
famoso de Tarragona, que es uno de los más considerables de todo el mundo cristiano, y en la multitud d e
sarcófagos semejantes a los d e Galias y Rc
n que
no faltan representaciones originales nuestr,
rcófaao
- de Berja-).
- .
Es ab.undante tambiéni la serie d e egíi
merarios y co'nmemorativos, S
os. Ln c iertos
O
-
Plc3no IV
n." 4
casos, y con abundancia que no tiene par sino en cementerios africanos, se han hallado tumbas cubiertas
con Iápidas de mosaico en que, entre adornos, se representaba la imagen del difunto y se consignaban su
epitafio y aun sus datos familiares (laude de Ursicino,
hallada en Alfaro). En cuanto a decoraciones escultóricas, se abandonan progresivamente las tradiciones
del modelado redondo romano, y se empieza a emplear una técnica de labra en biseles, en busca de un
claroscuro intenso, tanto en piezas de ~ i e d r acomo en
ladrillos moldeados, que es de origen oriental y bizantino. Y en objetos netamente manuables, se hallan
abundantes lucernas con Crismon y otros símbolos cristianos, y hasta alguna representación suelta del Cristo
como Buen Pastor, siguiendo la iconografía de aquel
tiempos,
Período visigodo
Plano 1V
n." 13
Pla
Mu
Plano IV
rina 6
Plano IV
Sector A
El hecho histórico que en España, como en toda Europa, marca el comienzo efectivo de la Edad Mer3ia,
es la llegada de las gentes nuevas que por ellas se extienden en la llamada Epoca de las emigraciones d e Pia
los pueblos germánicos. Varias oleadas de estos puel:
bárbaros, o extraños a lo romano, llegan a Españi
pasan sobre ella, pero en definitiva son sólo los visi
dos los que aquí afincan, desde su entrada por Catz
ña a las órdenes d e Ataúlfo, en 4 10, hasta el hur
miento de su poderío en Guadalete en 7 1 1.
Con estas gentes desaparece de hecho y casi por cc
pleto la organización anterior romana, aunque ellos
,vieron en un principio poca influencia en el país, fu
de establecer sus puestos de dominio y de vivir d e ,-riquezas, (pero manteniéndose relativamente aislados
sobre sus características de nómadas, en las que no
habían ejercido demasiado influjo sus largos contactos con el mundo romano. Hacia el final de
iban siendo cada vez más ganados por el
fl
dígena, pero esta atxorcion no iiega a efectuarse aei
todo, al ser cortada por el final de su po
Durante la dominación visigoda, las tic
ña conocen fenómenos artísticos originaxGU.
yuG La,
arquitectura s,e nos manifiestan con el empleo coinstante d e ciertas formas peculiares nuestras, que en 1c proano I V pio hispano-romano han tenido representaciones, comoiqueta
son el arco de herradura poco cerrada, y la talla de las
12
piedras decoradas con una labra en biseles y e n do1s planos
fuertemente acentuados, d e lo que quedan mues]no IV
tras abundantes en Mérida, Córdoba, Toledo, y sobre
n.cs 1,2,3,
5, 7, 8,10 .todo en el grupo d e iglesias cruciformes erigidaS por
y l1
tierras castellanas y leonesas en el último terci'o del
siglo VII, a la cabeza d e 'las cuales va San Juan d.e BaPlcino IV ños, en Palencia, erigida por Recesvinto, San Ped ro d e
Mqi].fa 12 Nave, en Zamora, de estructura muy interesante, etc.
rnc I V
(3tras ve:ces precJominan las influencias basilical es lan.O2 t:inas, coimo en Cabeza del Griego (Cuenc:a) y en mulino IV t:itud d e capit ele,S d e tierras andaluzas, inspiradc3s en
1 - 1 - -- 1,o$
1
_ -1 _ 1 - clasicos.
.1!
:
10s -Irioaeius
Todo ello casi sin paraiaio
€:uropeo contemporáneo.
El acervo más original de restos visigocdos espa
Plcino
, - IV
2s el proporcionado por los dos grandes iesorcrc
Vit rina 9 (>uarrazar y de Torredonjimeno, por la serie d e ajuares
Plcino IV cle adors O personal hallados en sepulturas y por alguVit rina 6 rI ~ Sp l c ~ d ssueltas d e uso litúrgico. Los dos tesorc>S ciados, que desgraciadamente en parte miuy considera>le,se deshicieron tras de sus respiectivos clescubrimienos, tenían gran número de coronas suspendidas d e caC!enas en oro, a veces con letreros que indicab;In el
Pla;no I V rinonarca que las había ofrecido, ,a más dle alguna cruz
Vitirina 9
)rocesional, etc. Su decoración e ra osten tosa, con in- rustaciones de granates y piedras sin labrarr, perlas , etc.
Iilndo gran riqueza d e policromía
Las piezas procedentes de sepuilturas h¿in propc~rciolado, mediante excavaciones de cementerios, un ac
aportani:ísimo de objetos que tienen caracteres dt
inalidad muy importantes dentro de los semejantt
1-
I
11.
1
6
.e-
...
-%.
--
otros pueblos bárbaros. Inhumaban los visigodos a sus
cadáveres, pero alhajados con todas sus más ricas preseas, y ásí suelen hallarse entre sus restos zarcillos, collares de ámbar y vidrios, fíbulas de bronce d e diversas
clases, ya sean las llamadas de puente, o las d e águila,
redondas, ciervitos, etc., que sujetaban el manto; gr andes broches de cinturón cuya forma varía según las é:POcas, ya lleven placa rectangular con decoración sobrepuesta, o incrustaciones de vidrios y granates, o ya sean
solamente grabados en bronce, pulseras, anillos, etc. Es
considerable el número de estas necrópolis visigorJ-e
excavadas, a cuya cabeza van las de Carpio d e Te
Herrera de Pisuerga, -Daganzo de Arriba, Castiltiei
Taniñe, Deza, Hinojar del Rey, etc., repartidas c
todas por la meseta central de España. En cuantc a
otras piezas asignables a este periodo, son interesanites
ciertos jarritos y patenas de bronce, que suelen halla,,,
por parejas, y parece que tuvieron uso en el Bautisnno;
bocados y piezas de jaez de caballo; algunos ejemr)lares insignes de vidrios, y cerámica que no pasa d e ser
tosca y sin vidriar, como la de uso vulgar ro
que tiene ciertos caracteres originales.
bés
Pla
Vi+l
DI-
riuno IV
Vitirina
Plu
Sec
El fenómeno histórico más importante de .toda la
,primera mitad de la Edad Media lo constituye la I:)redicación del Islam por Mahoma y las rapidísimas conquistas que a ella siguen con la difusión del m a h one~
tismo, y como consecuencia la constituc:A- -1mundo musulmán que, además de incluir
parte considerable del Asia, hasta llegar
abarca casi todas las costas asiáticas y africanas del h e-diterráneo, con lo que introduce en este meir un nuc3VO
factor político que no tiene coíitrapeso en e:1 área cristians sino en el Imperio Bizantino,
En 7 1 1 , con la rota del Cuadalete, Españ a queda iniída casi totalmente dentro de est e mundc musuln~ á n
7,-
-
6
:, si bien impone una religión y una organización política, deja en cambio intactas todas las características
raciales y d e costumbres, al no ser sino escaso el número
de los conquistadores y al fundirse ellos mismos con los
elementos indígenas. Así, dentro de lo islámico, que no
tiene tradiciones artísticas concretas, sobre todo en los
aspectos plásticos, son focos fecundos aquellos en que
hay tradiciones vivas anteriores, como Siria, Persia y
España entre otros.
Artísticamente, nuestro mundo musulmán constituye un foco con personalidad definida, el hispano-magrebí, que incluye !a parte superior de Africa en contacto
con nuestras costas y expansión natural nuestra. Políticamente, la supervivencia de un núcleo cristiano septentrional independiente, introduce en nuestra Edad
Media una política d e balancín, de equilibrio inestable,
en que son simultáneas las decadencias del factor isláo o cristiano, con los esplendores del foco antagó3 cristiano o musulmán. Tras un período de titubeos,
nero con el Emirato independiente, y más tarde con
:alifato Cordobés, proclamado por Abderrahmán 111
929, lo hispano-musulmán adquiere una vitalidad
raordinaria que se refleja en su metrópoli, Córdohaciendo de ella en el siglo X el polo occidental del
ilibrio mediterráneo, émulo y parigual de Bizancio,
es el foco oriental del momento. Córdoba tiene entonces una vida extraordinaria, es centro intelectual
magnífico, agrupa una población que llega al medio millón de almas, y tiene en su Mezquita Aljama uno de
Mapa Idel
,--l:L.
~uiiiilto los santuarios más ricos y venerados y en su palacio de
IV Medina Azzahra el más espléndido del Islam.
) E
Del arte califa1 arquitectónico cordobés, .heredero de
varias de las más puras tradiciones españolas, como el
D de herradura, que usa más acentuado, y creador de
arrollos de él en arquerías cruzadas y bóvedas sabias,
emos muestrario exquisito, no sólo en Córdoba, sino
en multitud de restos y piezas decorativas en mármol,
ya se trate de capiteles o d e relieves adornados con
I
f
I
temas vegetales finísimos, a que llamamos atauriques.
Pero nuestra civilización del califato se extiende a
todos los aspectos de la vida, embelleciéndola, y de ello
son muestras insignes el famoso taller cordobés de marfiles tallados, en joyeros y arquetas, hechos para el califa y altos dignatarios, como el famoso bote de Zamora;
las piezas de bronce, que muchas veces se doraban y
siempre se grababan y tallaban minuciosamente, ya se
tratase de figuras estilizadas d e animales, que sirvieron
d e surtidores en fuentes o pilas de mármol, como la de
Azahira, o de piezas de uso corriente, arquetas, Iámparas, candeleros, y hasta candiles; y las piezas de cerámica sabiamente decoradas sobre fondo blanco con
trazo verde y negro, que inauguran el desarrollo d e nuestra cerámica típica vidriada o esmaltada medieval, en
que no cedemos la palma ni a los focos per,=as y en
cuyas obras nos destacamos por encima d e todo cuanto
en el momento se hacía en Europa, e incluso en Bizancio. Todos los restos que de ello han quedado, aliados
a los datos históricos consignados por las crónicas hispano-musulmanas, nos hablan de un nivel de vida refinad,
y alto, sobre ciertas características muy peculiares nues
tras, que hasta en ciertos aspectos concretos, como el
el huir de representaciones naturalistas de hombres
de animales, tienen su precedente en costumbres h
panas.
Mientras, la vida dura del foco septentrional ha renido sus manifestaciones artísticas en edificios asturianos como los del Monte Naranco y Santa Cristina de
Lena, y en algunas magníficas piezas d e orfebrería, como
las cruces d e los Angeles y de !a Victoria, que más bien
miran hacia los focos. europeos y bizantinos.
N.O
14
Vitrina 15
Vitrina 15
NO
. 19
Vitrinas
15 Y 16
\
Los Reinos de Taifas
El derrumbamiento del Califato cordobés en 1 0 1 3,
tras su momento de mayor ~ o d e r í omilitar con el Emir
Almanzor, supone una catástrofe política para el Islam
Piano IV
Sector B
un resu
S
Estadc
.nos
1 Norte que, desde el punto de vista intelectual, no
.Plan
Mur
rlan,o IV
Fragnnento: Mu roC
N. 17
.O
S.,
0.
,
ne consecuencias demasiado radicales en el mundo
rpanomusulmán. Sustituyen al Califato de Córdoba
a serie de Reinos de Taifas que, faltos de unidad y
verdadero poder político y militar, son dominados
estos aspectos por los Estados cristianos, pero en los
las disciplinas intelectuales y artkticas siguen 'mdo gran predicamento.
A la cabeza de ellos van: el d e Toledo, siempre o1rigi1, que ve un desarrollo grande arquitectónico en qu-C SC
-iplean las formas tradicionales cordobesas con nuevos
temas de aparejo, basados en el empleo abundante
la mampostería y el ladrillo, visibles en el Cristo de
Luz o la Puerta de Visagra; el d e Zaragoza, donde
cia la mitad del siglo se hace el magnífico Palacio
la Aljafería, del que no nos han llegado sino ruinas
y fragmentos que nos lo muestran lleno de riquísimas
decoraciones en yeso, con material en el que las fantasías d e arcos cruzados y finos atauriques pueden tener
desarrollo extraordinario, y con un nuevo tipo d e capitel, retallado con atauriques, d e proporción más esbelta
que los califales; el d e Cuenca, donde, en manos d e
---a dinastía de artistas, los Aben-Zeyán, sigue el desrollo de la talla de arquetas d e marfil durante toda la
imera mitad del siglo XI; los d e Córdoba y Granada,
,ande hallazgos y excavaciones van poniendo a la luz
eslabones perdidos en el desarro'llo de nuestras arquitectura y cerámica; el d e Sevilla, el de Murcia, etc.
El Arte Mozárabe
Las peculiares condiciones políticas en que se hizo
difusión del mahometismo por España tras la conista, dieron d e sí la existencia en la propia Córdoba '
núcleos aspañoles cristianos, .que conservaron su religión y vivían dentro del Islam gozando de una cic---tolerancia; son éstos los llamados «mozárabes». EI
.
siglo X, y aun antes, su vida se hizo dificultosa dentro
del mundo musulmán, y, puestos en la alternativa d e
abjurar o d e apartarse de los centros más intensos.
como Córdoba, en momento coincidente con la expansión cristiana del Norte y la existencia no sólo d e territorios conquistados que habían de irse repoblando por
cristianos, sino de una verdadera tierra d e nadie, existente en la meseta de Castilla la Vieja y León, por ambos lados del Duero, que fué la frontera durante bastante tiempo, hacia esas tierras emigran, llevando con
ellos su religión y su vida intelectual cristiana, pero
también sus costumbres semejantes a las musulmanas y
sus acervos artísticos perfectamente califales.
Así nace en toda aquella zona un arte muy original,
el mozárabe, que construye iglesias pequeñas y sabias,
abovedadas, en donde los elementos empleados, como
el arco d e herradura, las bóvedas por cruzamiento de
arcos, los detalles decorativos, etc., son de acento califal. De ellas nos queda una serie bastante abundante,
fechada en todo el siglo X y parte del XI, en que se
destacan Santa María de Melque, en Toledo; San
guel de Escalada y Santiago d e ~ e ñ a l b a en
, León; Si
Cebrián de Mazote, en Valladolid; San Miguel d e Cel
nova, en Orense; Santa María de Lebeña, en Santander; San Baudel, en Casillas de Berlanga (Soria), por
no citar sino unas cuantas.
De sus artes decorativas nos quedan pocos restos, splvo algunos bronces semejantes a los musulmanes, pe
con letreros cristianos; marfiles que se inspiran clar
mente en los cordobeses (Ara de San Millán), ciert
piezas de orfebrería (Caja de las Agatas, de San Isidoro de León), y una serie d e manuscritos con el Comentario d e San Beato de Liébana al Apocalipsis d e San
Juan, que llamamos por antonomasia «Beatos» y son
una de las manifestaciones más originales de nuestra
miniatura, aparte de multitud de inscripciones de bellí. .
simc
o.
Plano
IV
Mapa,
Muro C
Plan
Vitri
-
Planc>
IV
S
- -e-r .t r~ r
C
o román
Poco después de empezar 21 siglo XI comienza en
toda la Europa occidental un renacimiento efectivo de
las artes y d e la vida, en el que parece que correspo:nde
papel no pequeño a lo español; es el período que se
llamado románico y que se extiende casi hasta fin;
del siglo XII. En España es en la primera mitad del
cuando adquieren por vez primera conciencia clara de
su poderío los estados cristianos norteños, coincidiendo con el momento de decadencia política de los musulmanes durante el período d e los Reyes de Taifas. El
mcnarca impulsor de este renacimiento es Sancho el
Mayor de Navarra (f 1035), pero el llevarlo a sus
consecuencias en el terreno del arte es misión reservada
fundamentalmente a dos reinas: Doña Sancha, mujer
de Fernando 1 de Castilla y León, y Doña Felícia, en las
tierras aragonesas. El momento definitivo d e crisis lo
marca el reinado de Alfonso VI y fundamentalmente
la toma d e Toledo en 1085 que abre verdaderamente
el. camino de Andalucía para los castellanos, al paso que
las relaciones de la casa real con Francia S,on decisiivas
en la introducción de una fuerte influencia cwropea que
se manifiesta,en el arraigo de los Monjes (:luniacer lses
de la Orden d e San Benito, en la sustitución del rito
propio español por el romano, dentro d e la liturgia, y
en e! abandono de la letra peculiar, que llaman visigótica y su siustitución por la francesa.
El rena,cimiento artístico cristiano com ienza eri el
ca mpo de las artes industriales poco después d e me1diac..
11
do el siglo XI con la escuela de marfiles de 1Leon,
aonde se hacen varios d e los más ricos ejemplares donados
por
Fernando y Sancha en 1063 a su regia fundación
Plano iv
de
San
Isidoro en León, como su famoso Crucifijo, ar14' -022
q u e t a ~(la d e ((las Bienaventuranzas~)
) , et'
i la
Vitrinc1 21
escuela riojana, donde se fabrican las dos A
reli,I \ I auias d e San Millán d e la Cogolla, una pahd ci u ~ o ~ i o
n Millán, antes de 1067, y otra para San Felices, h;acia
190. Todas ellas son obras originalísimias, d e rieto
- --
.m
- 45
acento per:sonal nu[estro, que unen tradicicones esy>a-. .
601%
as con infiujos europeos y que se distinguen por
algilnos carilcteres curiosos, como el dotar dle ojos pc3sO de arr: intiza1s negros a sus figuras, amén d e ser el punt~
a1e una nueva iconografía.
,a orfebrería tiene también un esplendor grande, ya
acompañando a las mismas piezas de marfil, ya sea
obras tan extraordinarias como el Arca de las reliqtiias de 5jan Isidoro, o la famosa Arca Santa de la
Cat.edral d e Oviedo, donde los influjos andaluces
rnuesLra? no sólo en las técnicas empleadas, sino
ta en la presencia de letreros seudo-árabes. Al mistiempo, comienza una nueva arquitectura, que es
lamada románica, manifestada ya en algún preceden te de ti1empos de Sancho el Mayor, como la parte
mo derna d,e la Cripta de San Antolín, en Palencia,
hecha bastainte antes de mediar el siglo XI, y desarro..
llacla luego en una serie de monumentos originales a
CUY a cabeza van el Monasterio de San Isidor o d e Lec5n.
la (3atedral de Jaca, San Martín de Frómist a, etc., ICOcn
q
nzados casi todos en los decenios de 1 Obu
y II n
u7O.
i'odas estas iniciativas culminan en la gran obra de
~ortancia mundial de la Catedral de Santiago de
mpostela, comenzada en 1 075, y cuya construcc;An
ibe su mayor impulso en el tránsito del siglo XI al
, bajo el Pontificado del Arzobispo Diego Celimi, que es el primer6 y uno de los más insignes en
nue:stra gran lista de prelados protectores de las ar
Y <3e la cultura. La Catedral de Santiago plasma
cornpletamente todas las características de la arquit
a román ica, con su tipo de gran iglesia de tres nal
i planta d e cruz, totalmente abovedada, con sus na; laterale:S dividicdas en altura y con tribu:nas o triiforio en el piso alto, y con una riquísima dec:oración
cultórica que anim-i con figuras y escenas, al tien
qu's son caprichos más o menos fantástico:s, todos
elementos susceptibles de decoración, como son c:
te1es, basa$; y porta
C .A l
."L.
Plano
IV
Vaciado
"-O 28
..-no lv
4 0 33
24
IV
'"''
70
10
IV
Adquieic aai ~n gran Cicoa~iviiv
= u b u i r u i a ~.ionulenta1 que había comenzado en San Isidoro de 1León
en la Catedral de Jaca, al mismo tiempo qule en
obras sueltas d e gran originalidad, como la lápidi3 sepulcral d e Alfonso Ansúrez, muerto en 1093, y pirocedente de Sahagún, o en la Virgen en Majestad del mismo lugar, fechada hacia 1 1 00, y que tiene prontio un
artista genial en el Maestro de !a Puerta de las Platerías,
de Santiago, cuya personalid.ad domina la plástica de la
transición entre los siglos XI y XII, cual sucede con las
~ l u m n a shistoriadas de San Payo d e Antealtares
:ompostela.
EL
Camino de Santiago y el arte románico del sigla
tor C
La influencia d e los monjes cluniacenses en la
mera mitad del siglo XII, como encauzadores de
,da la vida religiosa del tiempo, tiene una d e sus más
nportantes manifestaciones en la organización d e la
,eregrinación a Santiago de Compostela, que gania en
nportancia a la de Roma, y que E:S pareja , aunque: pafica y pcIr tierras todas cristianas , d e lo caue significa,n en el mundo medieval las C ruzadas o peregirinaones armadas a los Santos Lugares. Nobles, artisras,
:eratos y hombres de ciencia de toda la Europa occi:ntal, y aun de Bizancio y del cercano Oriente, parti'pan en la peregrinación a Santiago, y su camino e
31, a .cuyas dos puertas por el Pirineo d e Roncesv,
Jaca afluyen cuatro grandes ví'as desde Francia, t
111ás intensa arteria cultural del momento, por la
circulan ideas, riquezas, obras artísticas, etc. El Can
de Santiago tiene incluso su guía, semi-turística, S,emilnna
piadosa, conservada en el Códice Calixtino, y se ja'----de construcciones, ya sean hospederías, ya sean monasterios, iglesias, etc., en todas las cuales se mani fiesta, con más o menos riqueza, el arte románico que h abía
iI1ad.o su más eli
propia Catedra'
ompostela.
-L-
-
Con todo ello, la primera mitad del siglo XII es períc
e monumentos casi innumerables, llenos de esculti
loctrinadora usada por los monjes benedictinos co
ejemplares, para lo que se representaban escene
variadísimas, no sólo de vida celeste, sino también d e
alegorías de vicios y virtudes, d e premios y castigos,
que sirvieran para la ilustración del pueblo. Un campo
muy propicio para el desarrollo d e este arte lo formt
ban aquellas construcciones indispensables en todo Mc
nasterio que, aun teniendo carácter religioso, no lo tc
nían completamente sagrado, como ocurre con los claubtros, y donde por tanto podían representarse más ho
gadamente escenas que pudieran parecer profana
Ejemplos tardíos en los capiteles del claustro de Sant
María, en Aguilar de Campóo, fechados hacia 12 1 0.
Junto a ello, por tierras d e Castilla al sur del Cam
no, que empiezan entonces intensamente a repoblars,
se van fundando parroquias que en lugar de claustr
tienen galerías adyacentes a ellas como lugar d e de
canso y reposo para los feligreses, e incluso como siti
d e reunión de los primitivos Concejos o Ayuntamiei
tos, y tales galerías se organizan como partes d e clau
tro, con capiteles esculpidos con escenas o figuras c
gran variédad.
L¿il evolución románica hacia mediados delI siglo X
tradiIce influjos bizantinos, a los cuales debe n de obc
.
. ,.
decer ciertos fenómenos artísticos, como el gusro
qi.
entonces empieza por las pinturas murales en las igliesias, el desarrollo extrae-dinario de los ejemplaies e:n
esmalte, que en contra de lo que se ha venido dandI n
como probado siempre parecen tienen su origen en E
paña ,donde hay piezas tan excepcionales como el Froi
tal d.el Monasterio de Silos o el de San Miguel in E.
celsis; con un nuevo estilo d e manuscritos en el. que sin
embargo siguen persistiendo las tradiciones de nuestros
Beatos Mozárabes, como en el de San Isidoro d e León,
Y ca,n profus;ión de imágenes, sobre todo d e
Mar fa entro.nizada con .el Niño sobi'e sus rc
Planc
Vitrii
Plon'
Vitrii
riano IV
Muro E
,
Planc iv
20 , 26
n.os
30
~ , ,IV
a
Sector D
,,
madera pintada, o Calvarios d e Cristos majestuosos y
rígidos acompañados de imágenes dolientes de la Virgen y San Juan.
Mediado el siglo XII, la Orden benedictina evoluciona con la Reforma d e San Bernardo, y son entonces
los monjes blancos Cistercienses quienes introducen
nuevas normas de vida en monasterios aislados d e población, que casi son verdaderas ciudades, pues que
han de subvenir a todas las necesidades de su existencia, sobre normas de una gran austeridad. Proscríbese
entonces la multitud de esculturas decorativas y hácense los edificios deliberadamente sencillo^.^ sobrios, p
con estructuras arquitectónicas más complicadas y e
lutivas, con el uso normal del arco apuntado, que vic
por influjo oriental, y con el empleo de bóvedas
ogivas, en forma que anticipan el paso a las solucio
peculiares de la arquitectura gótica. Es el momento
los grandes monasterios, como Poblet, Veruela o Santa
María de Huerta, y también en España el d e la prim era
serie de catedrales, como Zamora, la vieja de Salamanca, y la Colegiata de Toro, en las que se crea un t .original de cimborio o cúpula sobre el crucero, a (
suele llamarse .Torre del Gallo)). Por último, de e
tiempo son las primeras obras de rejería artística es
ñola, hechas con tiras de hierro forjado en volutas.
E1 período gótiico
El último tercio del siglo XIl es en España uno
los momentos d e mayor esplendor, sobre todo en
npo de la escultura monumental, y en é'1 con lig'era
erencia d e años coincide la actividad crea,dora de itres
istas tan valiosos y originales como el Miiestro df : la
Cámara Santa d e Oviedo, el Maestro de San V i c e i i ~ ~
de Avila y el Maestro Mateo de Santiago de Compostela. Todos tres trabajan sobre las tradiciones escultóas románicas, pero llevándolas a sus últimas COI=*mcias y destacando Maestre Mateo por el acento
-
-
-L..
realismo y vida interior visible en las figuras de su
magno Pórtico de la Gloria en la catedral compostelana. Al mismo tiempo todos hacen también arquitectura, y en este sentido quien descubre mayor excelencia es el Maestro de San Vicente de Avila, que parecri
seguro se llamaba Fruchel y era de origen francés, auto;
de los abovedamientos d e la iglesia de San Vicente y
de la parte de la cabecera d e la Catedral de Avila qi-junto con su compañera d e Santo Domingo de la C,
zada, es una de las construcciones más tempranas
fecha del nuevo arte gótico que por entonces comie..
za a desarrollar su personalidad.
Esta arquitectura gótica, caracterizada por el empleo
constante del arco apuntado y de la bóveda construída
sobre arcos destacados que la sostienen y entre los que
son fundamentales los diagonales u ogivas, así como
por el rico molduraje de sus elementos, los ventanales
calados, e! uso d e una nueva flora naturalista en sus
capiteles, .las vidrieras, la elegante esbeltez de sus imágenes y el predominio de la verticalidad en sus edificios, tiene ,un desarrollo ininterrumpido desde los siglos XIII, al XVI y se nos aparece como el producto
más típico del genio francés de su época, irradiando
sobre los demás países d e la Europa occidental y central. Coincide con una nueva organización política, casi
por completo extraña a lo español, que es el feudalismo, y con el nacimiento y constitución d e grandes núcleos urbanos de tipo civil perfectamente organizados,
que vienen a sustituir a la anterior organización monástica. Es entonces la Catedral y no el Monasterio el
monumento por excelencia.
En España el gótico franicés pene:tra profundamente
en el siglo XIII, aunque en 1,la iiiayur parte de los molentos sufra contaminaciones de andalucii
es;. Es hacia la mitad del siglo cuando se
.an
tres grandes catedrales castelllanas, León
; Y
*Toledo, de las que la primera es la más francesa y
mismo tiempo la más homogénea y rápidamente hecl
m,,,,
4
Plano IV
Maq.ta 25
.
-1
,
Planc I V
nO
. S 36, 38,
40 Y' 4 1
Planc) IV
Muro F
Planc) I V
n.' '37
de vid1
un para
cor
francés, y las otras dos siguen construyéndose dura nte
siglos y acumulando en ellas artes y riquezas al pasar d e .
los tiempos. Pero nunca pierde entre ncsotios esta
uitectura gótica un cierto matiz de imposición aris
rata, ya que durante todo el tiempo de su desarrc
L verdaderamente popular incluso por su baratur?
adecuación a nuestras condiciones, es la morisca.
cambio en la escultura campea sin rival el goticisr
con su elegancia francesa, pero teñida casi siempre
un matiz realista que es ibérico. Lo mismo ocurre <- - - la pintura, que tiene también un desarollo consideirable (sepulcro de Cuéllar).
La región levantina, en los estados d e la Corona de
Ar;agón, tiene un cierto matiz de gótica, de: desarrc,110
un poco posterior, más semejante a lo medit,erráneo :Ya
lo iitaliano que a lo norteño, caracterizado p or una rnayor simplicidad constructiva junta con una mayor esbeltez d e los elementos, y con mayores preocupaciones
de policromía en su escultura, al tiempo que en la pin.
tur a se transparentan desde más pronto los
lial10s.
1Lo que tiene de integral el arte gótico s;e denun cia
~ b i é nen las artes industriales, teñidas siempre 1
tiz arquitectónico, ya sea en piezas de orfebre:
?de persisten los esmaltes como equivalencia de
.-,rieras arquitectónicas, o en marfiles, bronces, armiua,
rejeria, códices, etc. De ello tenemos mue:&ras en la
vitrina número 39 donde entre otras pieza S, se ex]PO.- . - - .
-.
un. cinen: el báculo esmaltado del Antipapa Luna;
iliz
i esmaltes y otras piezas de la industria de Limoges,
nás d.e dos típicas cruces piocesionales; un códice
estilo francés, procedente de las Huelgas de Buri; un precioso díptico de marfil francés; azabach
Inces; una espada de P ~ r n o ~ e ~ m a l t aetc.
d . ~En
, ca
en tejidos parece que dominan sin rival los mu:
nes del tiempo, m.ientras que hay un cier to estilo
.dado. cc3mo tapiz, al que se ha llamado ((,anglicant
.
L--
Plano I V
Vitrina 39
-
~
N
-
----
S
que tenemos en cspana alguna muestra conside- PlaF
rable, cual la famosa Capa d e Daroca.
,
~ . O L
.
La última evolución del gótico en el siglo XV, en
sentido de preciosismo barroco, prepara ya la 'transición al estilo típico de tiempos de los Reyes Católicos, Plan
Mur
que preludian algunas obras en chapa calada de hierro.
n.O 1
El período
i
La decadencia que suponen los Reinos de laiias ~
lifales lleva consigo la presión de los estados cristian
norteños, que amenaza en los finales del siglo Xl cc
dar al traste con el dominio musulmán en España,
contra ello se reacciona políticamente merced a la ay
da africana, que tiene caracteres absorbentes y de i
vasión -verdadera con el primer conato de los Almor
le los P
vides ( 1 08 6 ) , y 'con el dominio el
mohades ( 1 1 56- 1 2 2 8 ) . Desplázase entonces, el cent
1
,
de
de! mundo hispano-musu~man hacia
Africa, con la capitalidad española en Sevilla , y los c
racteres de austeridad e intransigencia que :ron disti
tivos en lo religioso de los Almohades se tr,aducen t
decorati vas y p'
terreno de arte por simplific
lisuras que nr> excluyen un impulso monunlenta1 t¿
extraordinario como el que llevó a la erecc:ión d e
1
A 1
Mezquita Aljama sevillana y cie su gran ~ ~ m i n i r?u
,.
sistente en la hermosísima Giralda. Las artes menor
siguen más apegadas a las tradiciones hispano-califale
aunque con simplificación de sus elementos y forma
sobre todo en lo que toca a las decoracione s y e n e
pecial a l i s vegetales o atauriques, en que se (zrnplea I
'
nuevo tipo de hoja elegante, pero sencilla y 1lisa,
a
como un alfabeto cúfico muy esbelto. Muestra d e el
son algunas arquetas y estuches en latón o azófn
Adquiere también en e s t ~período un gran dezarrol
ecoración sobre temas !geométriC C C , me:rced a i
tividad abstracta., tan acmorde cori el espí-ritu de i~
1
d
-
Plano IV
n.O 46
Plano IV
Sector E
transigencia purista que caracteriza a los almohades,
d e manera tal, que en el arte del tejido, donde en tiempos califales o inmediatos a ellos, se habían hecho composiciones de medallones enlazados con animales estilizado~.
entre ellos, ahora se hacen t d a s riquísimas de
sedtis y oro dispuestas en cuadrículas rellenas d e composiciones puramente geométricas, cual ocurre con las
vestiduras con que se enterró en Villalcázar de Sirga al
Infante D. Felipe, hijo de San Fernando, y con algunos otros ejemplares.
El período granadino
Tras la derrota de las Navas de Tolosa ( 1 2 1 2) ,
que comienza a hundirse el poderío almohade, qu
libre el camino de Andalucía, y con las conauistas
San Fernando d e Córdoba ( 1236) y Sevilla ( 1248: . por Jaime el Conquistador de Murcia ( 1 2 6 6 ) , llega el
momento de crisis más grave del mundo hispano-musulmán, cuando queda el ámbito peninsular dominado
por el Islam reducido simplemente a poco más dt
Andalucía Alta, en torno a la actual provincia d e (
nada y a las regiones serranas de las de Córdoba, J¿
Málaga y Almería.
Parece que la reconquista total d e la península
cosa completamente decidida y de poco tiempo,
hacen que ello no sea así de una parte el comienzo
las empresas mediterráneas d e Aragón, y de la otra,
una cierta visión política de San Fernando que le 11eva
:
a apreciar la necesidad inmediata del dominio dell 111toral africano, como garantía de seguridad para la península totalmente reconquistada, o d e lo contrario,
la conveniencia d e mantener un estado feudatario AAbil mahometano, que no pueda ser en ningún mome
amenaza sino que esté a la devoción d e Castilla, y
que se recojan aquellos elementos islámicos que, al c
servar su religión, podían constituir un factor ingirato
en Ia deseable cohesión de la España cristiana. Es así
como nace el Reino Granadino en tierras andaluzas,
cuyo trono ocupa Mohamed Ben Alahmar (
imposición d e Castilla.
Hasta la caída de Granada en 1492, por oDra a e I
Reyes Católicos, subsiste en aquella región un estado
político disminuído, de economía precaria y sobrepoblación angustiosa que parecía condenado a vivir pobremente, y en el que, quizá por estas m i snas concliciones difíciles se da un desarrollo artístico or iginalí:simo en que la base fecunda no puede ser, natiuralment:e,
1
la riqueza intrínseca de los materiales, sino 1la aDu
dancia y la perfección de la mano de obra, aliada cc
exquisiteces de trazado y ion fantasías decorativas qi
nunca ha alcanzado el arte musulmán fuera de aqu
momento.
Son ejemplo insigne de todo' ello los Pallacios gr
nadinos, con la Casa Real de la Alhambra y. e- i1 fu-e-n..
larife a su cabeza, donde la pobreza d e los materi
tles empleados, que no pasan de tapial de tierra ay
sonada para los muros; maderas para las estructura
escayola para los arcos y paños decorativos; cerámic
para los revestimientos; piedra para las pue:rtas y el
mentos fuertes de las fortificaciones;; contac3as' piez
de mármol para columnas, etc., se enmascara complet
mente en una arquitectura de ensueño llena de delic
dezas, y aliada íntimamente con recursos natural
de vegetación. Son elementos característicos de ella 1
nuevo tipo de capitel almohadillado en su parte s
perior sobre una sola fila de hojas, altos cimacio
-- - - - acdi
- -- fu\stes llenos de anillas o armilas; basas niuy
panadas; témpanos de yeserías esculpidas, pintad
y doradas, cuajadas de menuda decoración de ror
bos, como última evolución posible de los arcos cr
zados, entre los que se combinan hojas y letreros e
tilizados cúficos o en alfabeto nesji o cursivo; tech,
d e armadura de lazo en madera; zócalos de piezas m
nudias de cerámica I
i , cada iAna d.e su color,
los cque llam amos ali
etc. La expansiión de es
:e netamente granadino en ei area cristiana de la Pen;ula da lugar a varias de las ramas más int.21-esantes
nuestro arte mudéjar, y aún persiste hasta tiempcs
steriores a la desaparición del Reino Granadino, con
m.orisco.
Las artes menores syanadin
or E
Núrne!ros
46 \, 49
, IV
nos
'48
n que tuvo su desimiento de la ci
ante los siglos XIV
el reino de Crar
arr
- <V, fundamentalmente, es apreciílble quiz
YO^
ar ,do aún que en las artes monumimtales, i
vas
itectura, en aquellas &ras que 11: imamos
1
1
0 1nenores, de las cuales nos han queaaao a ~ u n a a n t e s
ve:;tigios, cifrados unas veces en piezas sueltas que hasta
no:jotros se han conservado, y atras muchas en modas
-. .naneras d e hacer que han persistido mucho tiempo
lue a tra vés d e riuestro arte morisco han ejercido un
go influjO en nui~ s t r osiglo XVI.
1
En contra a1 e la
creencia corriente respecto a la regnancia de los musulmanes por la representación de
Iras humanas, son varios los casos dentro d e la misAlhambrsi de pinturas exquisitamente hechas que
ones nos denuncian mano cristiana,
si en algun
como en 1z
Sala de los Reyes, en otras, como
3 del Parta1 o Torre d e las Damas,
en las de u
no:s dan obra musulmana perfecta, según las más finss
trsmdiciones de la miniatura.
Algo semejante ocurre con la orfebrería, ya se trate
de utensilios de latón o cobre, fundidos y decorados
con finos atauriques y lazos grabados, amén del dorado del ejemplar; o de espadas y puñales llamados
' e orejas)) por su forma, cuyos puños se adornaban
1 composiciones grabadas y esmaltadas sobre co: dorado y con cachas de marfil, como la llamada
San NIarceIo, d e León, o de piezas de armaduy arnés, también doradas o esmaltadas y hasta a veadornadas con ricas borlas de pasamanería. De joyas
se conservan varios tesorillos, quizá. correspondientes a
las postrimerías del período, en que sobre la base de una
corta cantidad de metal rico, ya sea oro o plata, se logran espléndidos colgantes, collaresi zarcillos, ajorcas,
etcétera, mediante el ~ a b i oempleo de la filigrana, el
repujado y el esma!te, en unas ocasiones, y en otras,
tratándose de arquetas, joyeros, etc., el damasquinado
y la incrustación (joyas halladas en Bentarique, Mondújar, etc.)
.
La talla del marfil y la incrustación d e piezas menudas de maderas finas y de diverso color en otras chapas
d e madera selecta, formando composiciones gemétricas e inscripciones, que es a lo que se llama taraoea,
tiene entonces también un desarrollo extraordinario,
inaugurando una técnica que se usaba en finos mueblecitos o arquetas, que pasa luego a nuestros focos moriscos posteriores, y que casi sobrevive, como la de la filigrana, hasta nuestros días.
Pero entre todas las artes menores, 'es quizá una (
las más importantes y fecund.as la cerámica, de ti
gloriosa tradición en lo hispano-musulmán desde 1
tiempos del Califato d e Córdoba. Sigue en siglos gr
nadinos el procedimiento normal anterior del vidri
do de 1-as vasijas d e uso corriente para hacerlas impe
meables con un verdadero esmalte metálico, que c
rrientemente era el plomo. Mas junto a ello aparecl
otras piezas más finas y delicadas, sobre todo en forn
de jarritas de dos asas, que se decoran simplemente cc
pinturas negras sobre el tono general blanco dado a
vasija por engobe (como algunas halladas en Almería
Pero donde se destaca más la excelencia d e la cerán
r a granadina es en dos casos principa!es: primero, I
su aplicación a la arq~itectura,y segundo, en la llam
da «loza dorada)) y comúnmente de reflejo metálico.
La cerámica arquitectónica es lo que llamamos ~alicatado)), o sea, una composición hecha con trozos en for- de cintas, estrellas o polígonos, recortadc
vidriadas de un solo color, con paleta q
Plano IV
Vitrina
Plan
Vitri
48
Plano IV
n.- 50
Vitrina 47
Plano IV
.vitrina
,.. . 48
erde, azul, blanco, negro, pajizo y hasta rosado i
algún ejemplo excepcional, que luego se armaban f c
mando composiciones geométricas polícromas y se fij
ban a la parte baja de las paredes, constituyendo 1
zócalos que llenan las estancias de los palacios gran.ad.inos.
En cuanto a la loza dorada, constituye una técriica especial, cuyos precedentes son orientales y d e
que hay ejemplos españoles desde tiempos del Calif
to, pero que tiene su desarrollo espléndido en Málai
y Granada. Se trata de vasijas totalmente recubiert
d e blanco, sobre el que se trazaba la decoración cc
azul de c~bal-to
y sales de plata y cobre que al hori
se fijaban en depósito metálico superficial de color (
oro más o menos pálido. Encabezan la serie, por
importancia, los llamados Jarrones de Ia Alhambr
parte de los cuales debieron d e hacerse en Málaga,
algunos aliceres de allí mismo, y tal cual estela sepulcral de curiosa forma, para continuar con los primeros
platos de tipo de ((braserillo)),que ya parecen hacer-en Manises, en tieri.as valericianas, luego dc la dec
dencia granadina de:1 siglo KV, cuando las vicisitud
..-m
ustiosas por que ,,e,
,
-1 último resto de poder m
,,,,
:
~ á espa
n ñol, lleva a los alfareros granadinros a tierr
Levante en busca de la protección de Ia marii
,..
rara mantener sus exportaciones mediterr
neas
C)tro aspe:cto exccSISO de las artes menore'S granacJi-nas es el de 1los x-!:J
rejidos de seda con~composiciuii~s
g c 0mét.ricas y letreros polícromos, logrados mediante tramas de diverso color que aparecen en el haz d e la tela
en r:1 momento necesario, y que quedan en reserva en
el envés, constituyendo una tela complementaria cua
do no se utilizan para decorar, y en los que es típica
disposición d e las composiciones en fajas o tiras. Tar
o granac
bién son numerosas las muestras de
mtor mi
no, hecho con sedas polícromae, y c
*--e"-
a r a r ;;viir;oa
;.
IV
49
-
característicos que, aparte de sus dibujos, los distinguen
claramente.
Mudéjar y morisco
t
Uno de los fenómenos más típicos de la segunda mitad de la Edad Media española lo constituye el reflujo
de las costumbres y la civilización musulmina sobre las
gentes cristianas, que da lugar a multitud d e casos tan
conocidos como el de la vida medio musulmana de Alfonso VI, o los círculos intelectuales en torno a Alfonso X, o las vestiduras musulmanas con que se entierran
el Infante Don Felipe, hijo de San Fernando, y el gran
Arzobispo Don Rodrigo Jiménez de Rada, o el magnífico Alcázar de Sevilla, hecho por artistas toledanos y
granadinos para el Rey Don Pedro el Cruel. Fruto de
esto, durante los siglos XII al XVI tiene diversas manifestaciones un arte de acento bastante popular en el
que se alían influencias musulmanas y cristianas, ya le
. llamemos «mudéjar» cuando está hecho por artistas
musulmanes sometidos o no políticamente, pero al servicio de cristianos, o «morisco», cuando es obra d e los
((cristianosnuevos)) que, salvo en ideas religiosas, pprmanecen fieles a sus tradiciones. Este arte arraigó p
fundamente en los gustos españoles y llegó a imprq
nar completamente ciertos aspectos de la vida, sol
todo en la arquitectura civil, sobre especialidades
albañilería, cerámica, decoración en yeso, y carpin
ría, principalmente.
Se desarrolla el arte morisco en diversos focos. El
toledano comienza como continuación insensible de las
tradiciones locales desde el propio siglo XI y sigue una
evolución peculiar, pero semejante, a la del propio arte
hispano-musulmán, sin perjuicio de acusar originalida-'
des que en él mismo influyen, sobre todo en decoración
en yeso y en obras de carpintería, con !os llamados
artesonados, para terminar hacia el siglo XV crean-
PlanoIV
Sector F
Plai
Mq
pla
Mui
un cierto tipo cie yeserias con roiiajes góticos y
figuras, muy original. Por Castilla la Vieja y León :
.desarrolla durante los siglos XII y XIII otro foco muy ii
tenso sobre tradiciones califales, que crea un tipo senc
110 y barato de iglesias d e ladrillo compañeras de las rt
mánicas en piedra. El foco de Aragón edifica tambii
multitud de iglesias de ladrillo, más alhajadas y ric:
niip las castellaniis, en las que se emplea decorativate la cerámica, y crea un tipo original de torres que
uciona desde las magníficas d e Teruel del siglo XIII
terminar con otras ya completamente del F:lla5, a
glo XVí. Por tierras andaluzas y principalmente en S
villa,, se desarrolla otro ciclo morisco que empieza
trah
.__
_ajar en iglesias y torres sobre tradiciones almohadf
del siglo XII, y que en el XIV recibe nueva sabia cc
el Alcázar del Rey Don Pedro, sobre modelos granac
noa. Por último, tras la conquista de Grsnada, siguf
;trucciones que prolonga n la dec
haci éndose ;
mpleados anteriormentr, Y que Pe
den(zia de lo:
sirte:n a tod,
;o d d siglo XVI, al inarjgen de 1
LP renacientes de Siloée y Machuca, en 1: i arquite
civii.
os mayores timbres de gloria los tiene e 1 arte m
.
3 en maderas, cerámica y telas. L3 carpinteria m
i tipo de techo a que llamamos artesonad
a, cuya estructura sabia es original y cuy
elerrieiicos se decoran con tallas profusas de atauriau
y en otros casos con pinturas en que se trarisparenti
IV modelss cristianos, d.e todos los cuales nc
,J
=h-ndantes ejemplos completos d e edificios y tragme
tos nu-nerosísimos de otros destruídos. Junto a ellos
Plano IV des;irrolla un rica serie d e muebles, ya simplemen
n .cs58 C.-. cii3arnblad.o~ (armario toledano y puerta andaluza
ibiertos de taracea, sobre modelos musulrnanes ( E irPlono
arquimesas, silla de caderas), o llenos dc2 la llamian.os 57, !
.l..
da
labor
de ctclaraboyas)), característica de los uitim
os
54 Y 36
incluso en siller
60 tienipos del
tos, etc.
-
:
.
ica sigue las tradiciones musulmanas, ya s
en la loza 1dorada, que se 1lace prii'~cipalmenteen los
alfclres de Manises, en el Reino <le Valencia, y en
a sea con la caraclos d e Teru'el y Mut$1, en Al
.
n .
teristica
loza a1 e raterna,
decoraaa en verde y mang
neso sobre fondo blanco; o bien en la rica serie d e grc
des t5najas y brocales de pozo toledanos, muchas ve<
sin vidriar y casi siempre decorados en relieve con 6,tampillas impresas o temas grabadc1s a cuchillo; o en
las consecuencias de los aliicatados granadinos visib'les
.
1
seca)) y de ctarict
en los llamados azulejos d e ctcueraa
decorados con temas de lazo en los talieres granadinos , sevillanos y toledanos; o, por último, en los típicos
azulejos valencianos pintados en cobalto sobre fondo
blainco, y eni los característicos [,soca]rratsn de tema erninen temente popular hechos en rojo 3r negro :sobre ble
co. Los tejid[os, por su parte, siguen ti~ m b i é n1as tradic.iones granadinas de tela doble decorada a listas, don
suelen utilizarse temas lanceolados que en rnuchos <
sos transparentan influjos góticos.
Plar
?
'
,
n.o5
'lano
'"
n.O 59
Plano IV
n.O !
Plar
n." !
SALA
DE EDAD MODERNA
Croduis
de distribución
de
Plano
vitrinas y objetos
v
SALA QUINTA
EDAD MODERNA
Plano v
Desde el siglo XVI en adelante, el número d e res.-del pasado que se conservan crece en gran proporción,
y esto mismo, junto con el carácter de obra netamente
artística que a la mayoría distingue, hace que se hayan
incorporado preferentemente en otras col ecciones Y
museos especiales, cuando no han seguido e n uso en
1
SUS destinos primeros. Imposible, por tanto, la visiión
de conjunto en esta Sala. Lo expuesto se reduce a ejemplares d e artes menores, junto a tal cual muestra d e
pintura y escultura que completen algo el ambiente ar. tístiLCO,
asoc
n los muebles y con los itapices clue
adcjrnan lo:
El conjunto se centra en torncI a
uncIS cuantc
1s monográficos, detallad[OS a COI itinuación.
4
*
'
L a época de los Reye
,",U#
La unidad española, y con ella el tránsito
!ad
Moderna, es misión encomendada por la Prc
1 a
los Reyes Católicos en momento de anarquia y a e dificultades interiores, a la vez que d e diversidad d e actividades externas, hacia el Mediterráneo, por un lado, y
hacia América por el otro. De todo ello se triunfa y así
nace nuestro Imperio Español que había de culmirlar
casi, en cuanto a extensión, hacia los mediados del SIglo XVI. Algo semejante ocirrre en el campo de las 1be-llas artes dc~ n d eel g:ran impulso corresponde tambiér l a
Fer nando e Isabel, (>n cuyo tiempo se desarrc)lla nues tro
BY
'
Malpa so-
-
bre puerta
entivada.
.uliar y gran renacim.iento, no en sentido de vueltz
lento crítico en que
lo c:lásico greco-romano, sinc
esplendores en la
cuajan multitud de iniciativ
lo Isabel)).
creiación de un arte original
En él se juntan d e manera armónica los insobornables
impulsos
moriscos, ya fuesen en cerámica, en
artesonados o en telas; los últimos desarrollos góticos,
vivificados
3istellano por artistas norteños. fla:nte, que vinieron aquí en familias
mencos pri.
gas, los Cuas o los Colonia; los prienteras, cor
meros balbuceos a e tipo renaciente italiano, que nos llegan de la mano d e obras y artistas traídos de allá por
grandes familias aristocráticas, como la d e los Mendoza,
-o.erced a nuestros tradicionales contactos con Italia
parte de la Corona de Aragón; un renacer d e nuesnaturalismo escultórico vivificado con obras y artisL ~ Sborgoñones, alemanes o flamencos, que encontraban gran campo de transacciones en las famosas ferias
castellanas d e Medina del Campo, donde también afluyen las obras pictóricas de los primitivos flamencos, desridores del óleo, cuyo realismo detallista afinca tar
re nosbtros y era tan del gusto de la Reina Isab
nera coleccionista de tablas flamencas.
Así comienza un período de verdadera fiebre cons-.
tructiva, durante el cual se IIena el suelo de España de
obras en que campea el escudo de los Reyes, sostenido por el Aguila de San Juan y flanqueado por
las gloriosas divisas del yugo p de las flechas. Pero a
su lado, las artes menores tienen así mismo un extraordinario esplendor; es el gran tiempo de nuestras prim.eras custodias procesionales, sobre tipo creado por
Enrique de Arfe, y de nuestras cruces erizadas d e cresterias y figurillas; el de máximo desarro110 de nuestra
ctloza dorad.an de Manises, timbrada con escudos nobles y a veces con las divisas regias, que inunda con
sus productos gran parte de Europa; el comienzo de
nuestro gran arte del muebl
is primeras espléndidas sillerías d e coro; el dt
lor de la tapicería,
-
Murcs
B Y'
A
,re
3
2
,5
Vitrinc, 2
,3
tiene si1 mayor
iando F1
'ntimas relaciones con lo español, qué fué su cliente
; importante, etc., etc.
lacia el final del reinado d e los Reyes Católicos, la
acti vidad artística se amplía aún y se diversifica, sobre
ampo d.e la arquitectura, (donde ccbnviven 1OS
nacentistas introducidos por ur1 Loren zo
-1- P-..- ......L1v azqucz, eri Valladolid, un Alonso ae Lovarruuias, en
Toledo, o un Diego de Siloée, en Granada, con las ú1timas catedra!es góticas, como las de Segovia y nuev?
.Salamanca, de Maestre Juan Gil, con los cimborrine
moriumentales que ailían tracliciones góticas 37 morisci
conio la Capilla del Condestable d.e Burgos,, el d e 7
-1 .l--1 L---rue! , el de Tarazona- -.
y e
1 i~iismode la cateci~diu u l s
lesaL, y con el mal llamado «estilo plateresco», con!
cueincia de la riqueza decorativa del Isabel, pero
s3b1re fórmulas seudo-clásicas, en manos de un Rodri
Gil de Hon tañón. Pisí se constituye el panoirama de
mit;ad del siglo XVI , en el que las ar%esmencares sigu
teni endo uri papel importa nte: custodias y obras
.
-.
plat a de los; Becerri1 de Cuenca (cBiliz y cu,charilla d e
la vritrina 5: otras obras del XVI en la vitrin a 7 ) , Y de
los Arfe; te rciopelois labrados riva!e s de los genoves
1
enecianos; lozas de Talavera émulas de las de 'IJr1; etc. Todo ello, sin perder de vista que es el irLOito en que nuestra pintura, con Domenico el Grec:o,
llegan
Y Iiuestra escultura, con Alonso Berru.guete,
alg[mos de sus máss origineiles y piU ~ O S acentos esy
ñolt-9.
-
-
1
.,
Vitri
5y
1
iiu+iGxi
fundamental de antigüe~aucacnpucaLcra de
siglos XVI y XVII, lo constituye,n las.lo:
azra. Con10 simples recuerdos de: otras .
l el
1
un retam ito
npo, se han intercalado algunas oDras:
esmalte:
eses de!
o tercio
71;
lapintura
.ante del
illas en
Piar
Mur
Ey
N.o
Mur
Muros: D, dera del XVI y XVII; vidi
de hier
.
C ~ n . ~ ~dos
l ~de
t los típicos ctvargueños,,, o e5icritorios ; un .
Iier
riberesco; una selección de ejempl ares de nuestra
Vitrina 13 dustria del vidrio, desde los tipos nioriscos y catalai
del XVI, hasta las obras de Cadalso y 1La Granja, ya
nas del XVIII; y unos cuantos ejemplares de joyas esmal' 26
tadas y d e sabor popular, correspondientes a esta época.
Como serie homogénea, destaca la que sigue.
Vitrinas
12 y 14
Murc> E,
bre
"as
Las lozas de Talavera
La cerámica renaciente en España tiene como f <
principal los alfares de Talavera de la Reina (Toledi
Sus obras, que siempre acusan un cierto acento po]PUlar, se inspiran en un principio en modelos italian os,,
fundamentalmente de Urbitio, donde se venían haciendo bellos ejemplares policromados con escenas cc
pletas pintadas sobre ellos, y ésta misma de ser F
tada es la ~ r i n c i ~ acaracterística
l
técnica que <
gue a la loza de Talavera de la cerámica t
ional morisca, tanto de azulejos como d e y
d e reflejo metálico. Cambia también no sólo
procedimiento de fabricación, que no necesita de
cochura múltiple para los colores, como en lo moris
sino el mismo concepto de belleza a que han de obe
cer las piezas, pues al buscarse en ellas la mayor su^ ficie posible para pintar, se hace 1~
delibera damente lisa y se huye de toda comr
escultórica
o de superficies.
La paleta empleada por los artistas de Talave:ra,
nprende, además del esmalte general blanco d e esLo, el azul d e cobalto, el anaranjado de hierro, el
verde de cobre, el amarillo de antimonio y el negro de
manganeso. Es típico de este centro e! emy)leo de (distintos matices d e un solo color, como e n el caso de las
piezas azules hechas al clar~scuro,i
los vercles,
que varían desde el malaquita al oli
de los aina, L A
y aliaianjados, eon cuyos distintos tonos pretende
rem ediarse la carencia del rojo, tan esencial para una
cromía naturalista, y que no aparece en obras occiJenl
,-.- al es hasta la divulgación de los procedimientos de
la Porcelana en el siglo XVIII.
Las obras, de Talavera abarcan desde el primer momen!to tres S:ampos distintos: de una parte, la cacharrería vulgar, decorada con gran simplicidad dle tonos Y
muchas veces en un solo color; en segundo lugar, 1a3
vasijas de más o menos lujo, de formas miis exqui:sitas, en que hay tipos absolufamente ~rivativos,como
el de los grandes cuencos hondos, los de ~ i l a sbautismales y los jarrones, cuya decoración es siempre rica
--Y -01icromada;
y, por último, los azulejos, que tienen
P'
una inmensa importancia, como que son casi las piezas
más selectas.
.
1
1 -1
1.
-as primeras obras, correspondienres a ia miraa ael
siglc XVI, parece que deben considerarse una serie (l e
prec:iosas piezas de pequeño. tamaño, decoradas po 1í.-...,.v
7
Liv,namente con grutescos al estilo italiano, como frteril:os y az.ucareros , Y algunos pañ os de a:zulejos (Je
regillar tam año, delcorados también1 con girutescos Y
3 tonos, azul y ocre, u ticart elas me diante clos solo<
lizados al claroscuro en variedad de matices, que hrllegado a tribuirse a modelos de Gaspar Becerra o (
Lucchetto. Poco más tarde, pero ya en el últin
cual,to del -;el- XVI, se hacen multitud d e gra
des paños de azulejc)s con figuras de: Santos sobre fo
do (-le paisa:ie y dentro de uina gran cartela d e revuc
-.
- -1
-r ui~~ctónicas,
CII YIKC I C S ~ I L ~ I CI
I
Las- volutas a-----cob,alto con que va casi totalmente ejecutado el c
bujc> en todas sus líneas y el pajizo intenso que sir.
n a v a tonos planos y rellenos d e fondo, mientras que ,
.
le oliva aparece en sitios muy contados.
1 siglo de oro talaverano es el XVII, en que tienen
lezarrollo paralelo dos series equivalentes: la azul
:n que son muy abunda
lanca, y
n diversos tono5i, 10s ve
los azul,
Plan1
Vitrii
12 Y
--'L_
,
L-
, ,,
DI,,
Vitri~
L-.
Plan
Vitril
,es oliváceos y de malaquita, los coiitornos de
leta muy oscuro, y gran cantidad de toques de ¿imarillo, anaranjado y ocre. En uno y otro ca,=o es muy
típica la manera d e ejecutar los dibujos, sobre todo
en los árboles y en los fondos; los primeros perfilan sus troncos en manganeso y los rellenan con
ocres y amarillos, que sustituyen por distintos tonos de
~ r d een las hojas, hechas impresionistamente sin deillar; en cuanto a los fondos, se hacen con frotados
tules, ocres y verdes, borrando casi completamente el .
blanco. De manera semejante, pero con solo azul, se
hace la otra serie.
. .
En el siglo XVIII. desaparece casi completamente el
matizado azul de los fondos, y se sustituyen los árb-1-de maciza fronda y dibujo plumeado por arbusto
gran número de ramas, muy perfiladas y destacada
manganeso, con sus hojas y flores rellenas de azul, verde corrido, malaquita y ocre o amarillo.
En 1759, los despoblados talleres de Talavera,
venían de antes decayendo, no podían ya en ma
alguna sostener la competencia con los de
) del
Buen Retiro.
El siglo X
Con el advenimiento a España de la casa de Bor
son modas principalmente francesas y siempre extranas
las que acaban por imponerse, como ocuri
caso
de tejidos y bordados, miniaturas, abanil
:bles
y espejos de la Fábrica Real de La GrariJd o ut: D
1\ccuenco, a despecho d e la vitalidad española aún Fuerte en alguna industria muy nuestra, como la d e los guadamecíes, o cordobanes, con su dorado barroqui
Mas el arte menor que señorea en el siglo XVIII, ies la
porcelana y los intentos por hallar su secreto. En este
campo, lo español tuvo dos muestras extraordina~rias.
R m n
La cerámica de Alcora
,
En la primera mitad del s i g : ~XVIII, con la excepción de Talavera, nuestras industrias cerámicas están
en plena decadencia, perdidas las gloriosas tradiciones
moriscas y refugiadas en manufacturas netamente popula.res, que no dejan de te ner encanto. En la prop
Talelvera la decadencia se a centúa cada vez más. Li
cambioe poliiticos experiment ados en España ccon la in
tauración d e los Borbones y su orientación pirimera n
tamente francesa, sobre todo en sentido de arte, h:
contribuído también a este desvío por nuesitras loza
I ellas, 16 mismo que ,en otros muchos astpectos, i
ende cre,ar un arte guiado por la.S modas; extraña
no es si no una manifestación m,ás del dlespotisn
3C..
l.*-*..-- .
L-ls.
rauo.
drlrgen
así una serie de inc<us~~ms
iqUC, l d l L #
rerdadero calor y d e arraigo, no duran sirlo el tier
le la vida o d e la protección del noble cI casa qi
1.p- Clió
. el ser.
no d e los casos más interesantes es el de la fabricaci,Dn d e lozas en Alcora, en la provincia de Castellón,
pert
_
eneciente al Señorío del Conde Aranda, donde
había unos modestos alfares d e vasijas corrientes, y
d0nd.e la voluntad señorial cre6 en 1727 una fabricación de cerámica que pudiera competir con los productos franceses, principalmente de Marsella y Mous~ier,
que habían sido su encanto.persona1. La obra se completa con el establecimiento de una ac
d e dibujo
para los obreros y a prendices, y con varios privilegios
y franquicias; que acixerda la Corona.
En el asp ecto téci~ i c o ,se echa de ver desde el prir
mer instante en 1la rabricación
de Alcora bna preparación minuciosa y perfecta en-las pastas, finísimas y sin
impurezas, y un cocid.0 perfecto de las mismas. Su dis+;-;ón respecto de las francesas es difícil, salvo por
un cierto tono genera11 rosado que se transparenta a través del barniz blancc3, Y por el empleo d e una A como
.,
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Plano V
Vitrina 18
8
a.
Vitrir'a 18
,,larca. Otra nota característica en su estáuu a L L u a r
que las piezas han solido cuartearse o descascarillarse
a veces, por una cierta diferencia en las dilataciones
entre la pasta y el barniz que la recubre. En cuanto al
specto decorativo, dominan los dibujos minuciosos d e
rutescos y rocalla, con tonos muy puros azules y amalillos, los chinescos y las composiciones menudas d e
figuras polícromas, como miniaturas. Las formas siguen
la modas generales del barroco y rococo.
La historia de la fábrica tiene tres épocas distintas:
la primera, llamada d e la loza, abarca desde 1727 hasta
1749; la segunda, llamada de la ~ o r c e l a n a ,porque se
intenta su fabricación en ella, va desde 1749 hasta
1 798; en la tercera, cuando la fábrica es heredadaL por
los Duques d e Híjar, las circunstancias imponen una
decádencia cada vez más acentuada, hasta su decSaparición a mediados del siglo XIX.
En la primera época se hacen fundamentaln
piezas d e vajilla y de adorno de mesa, y la formi
-eral d e las vasijas es más bien sencilla y sobria,
ontornos lobulados, y decoración en azul o amarillo,
iuy minuciosa, como hecha a pluma. Los principales
-rtistas d e este momento son los Bérain, José Olerys,
Francisco Grangel y Cristóbal Cros. A todos excede el
conquense Miguel Soliva, de quien son una serie de
pequeñas placas ochavadas con escenas religio,Gas, y policromía muy completa, pero sin rojo.
En la segunda época domina en las piezas la M:roca]la)), que tiene una cierta derivación pec uliar coiI las
obras de Vicente Alvaro, cuya entonación gener?
los dibujos es muy amarillenta, Se hacen en loza
serie de grandes piezas escultóricas, como bustos
*
.
fundador, etC., y ;
n gran bloga las cc terrinas
forma d e animal,
ían para presentiw en la mesa
los asados, en cu
:lado se distinguiieron CIristó.~
bal Más y Clemente riixarr. 1La tradición
a1e 1~
las p 1laca3
de Soliva se sigue en otras con marcos de rocalla. Clesde
175 1 se emplean pastas caolínicas con las que se proLvLL
,,I
r
-
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duce una verdadera porcelana, haciendo una serie de
figuritas en blanco, encantadoras.
La decadencia de la tercera época no introduce novedades, sino supervivencias e imitaciones de los modelos ingleses de Chelsea, con sus obras caladas, muy
bien hechas en pasta fosforosa. Siguen,haciéndose también algunos ejemplares de porcelana.
rica de Porcelanas del Buen Retiro
Plan
La introducción comercial en Europa de ejemplares
de porcelana china, comenzada en el siglo XVII, se intensifica en el XVIII y fruto de la admiración que ellos
suscitan se entabla un pugilato entre las cortes europeas
del momento por hallar el secreto de su fabricación,
principalmente en Sajonia, Francia e Inglaterra, sin
que se llegue a su descubrimiento sino de manera casual y en Sajonia, donde se mantuvo el secreto .celosamente oculto. Las cualidades externas d e la porcelana
en cuanto a sonoridad, finura extraordinaria de paredes,
lisura y perfección de las superficies, minucia y preciosismo de la decoración, pureza de tonos en el colorido, etc., hacen que se plantee equivocadamente el problema, creyendo que se trata d e algo que sustancialmente no es sino loza, y que por el camino del afinamiento y la depuración de las cerámicas ya conocidas
se quiera conseguir la verda'dera por
El camino
es erróneo, pero el deseo de
ón hace que aquella idea sea el motor más c v l ~ ~ i u cI.1-i a v iJ
ut:
c- depuración
y perfeccionamiento de la cerámica en el siglo XVI
se obtenga o no porcelana. El secreto chino es simpl
mente el empleo del ctkaolínn o arcilla pura, como el
mento plástico infusible, aliado al feldespato como fundente, y la temperatura muy elevada de cocción. Las
imitaciones europeas sobre base de loza son lo que se
ccporceleina tiern. \.
, siendo Rey de
había emparent
Y 25
n.o=
1
T.
L , ,,
,
Plano v
ditrina 21
piezas
25
do con el Elector de Sajonia por matrimonio c
hija María Amalia, y había recibido de su suegro, entre
los regalos de boda, cantidad de auténticas ~ o r c e l a n a s
sajonas, de donde le nace el deseo de crear una fábrica
propia, para la que el suegro le proporciona incluso
cbreros, pero no el secreto. Así nace la fábrica de Capodimonte, en- 1743. Al venir a España en 1759, una
de las preocupaciones del nuevo Rey es el traslado d e
la fábrica napolitana, que se hace íntegro, con técnicos,
obreros, maquinaria y hasta pastas, instalándose en Madrid en el Buen Retiro, en lugar aproximado al que
ahora ocupan la Glorieta y estatua del Angel Caído.
La historia de la fábrica del Buen Retiro es casi la
misma d e los continuos ensayos en busca de la porcelana dura, que sólo se consigue accidentalmente, y se
extiende desde 1 760 hasta 1 8 12, en que fué destruída
por los ingleses. Pueden distinguirse en ella tres épocas: la p rimera abarca desde 1 760 hasta 1 804 y en ella
ocupan sucesivamente la dirección de los talle]res el
modelad or José Gricci, el químico Carlos %hepl Iers y
Carlos y Felipe Gricci. Durante toda esta época predominan las piezas d e forma y los preciosos grupos escultóricos, siendo la manufactura exclusivamente real y
trabajando para los Palacios de Madrid y Aranjuez,
donde se hacen los magníficos g-abinetes d e la (zhina,
aparte de intentar continuamente la vajilla para la mesa
de Palacio. En 1784 descubre Carlos Cricci una -pas~ci
vítrea, muy distante de la verdadera porcelana, pero de
calidad muy superior a la hasta entonces empleada.
Por deseo d e Carlos 111 llegó a abrirse una tienda en la
calle del Turco para !a venta de productos secundarios
de la fábrica. En todo este período se siguen las modas
napolitanas en grupos y escenas, o se pretenden copiar
lo8 modelos sajones, también en grupos y en piezas d e
vajilla, y los franceses de Sévres, o los ingleses d e Wedgwood, en jarrones y en placas con escenas modeladas en
blanco sobre fondo azul. Es la más rica
toda la fábrica.
-L-
v
Iano
itrinas
1 Y 24
1
1
'
da época comienza en 1804 al regreso de
Sévres a e ~ a r t o l o m éSureda, quien ha estado allí cerca
de dos años, enviado por Carlos IV, e implanta en el
Buen Retiro una fabricación más industrial, sigue in-7--5gaciones en busca de materiales del país, y logra
clase de porcelana de poco peso, que si bien no
ipite con la de Sajonia o China, sobresale de lo con-_,lid0 en Sévres y en los demás centros europeos.
Las piezas se siguen marcando con la flor de Lis o con
Md coronadas. Las formas de las vasijas suelen ser de
estilo imperio, y sus paredes finísimas; se usan engarces
de metal, como en Sévres, y los bizc ochos son d e estilo
neoclásico y de pasta de muy poco 1seso.
Después de la destrucción d e la fábrica, se intenta
revivirla en la Moncloa, con vida muy precaria y poca
Plan
Vitri
plan-
,
Vitr~
ina 24
Croduis
de distribrieión de vitrinas y objetos
Plano VI
SALA, SEXTA
GABINETE
NUMISMATICA Y GLIP
La suntuosa estantería, del más d epurado gusto nt
clásico que, procedente d e la antiguci farmacia del RI
Palacio, cubre los muros del Gabinete Numismátic
irda en sus armarios las 165.000 monedas, 15.0
dallas y 5 00 piedras grabadas, aproximadamen te,
' \
: integraban la Sección (según la Guía de 192t
':vitrinas; planas centrales y numeradas se exy
una se1ección de estos fondos de Numsismátic
1
r,
[lograrla
y Gliptica ( 1 ) , y por encima de las =ala
terías, a lo largo de los muros, se de
de
léndida serie de nueve tapices, v a l i c ~ o
Excma. Sra. Duquesa J- Villahermos-., - - _los
__
;
cartones
pintac
egún
los
Hechos de los Apóstoles, S
por Rafael y tejidos en Bru celas poir encargo del Pa
-1 - - - - .
León X, que los destinaba a uccordl
la Capilla Sixtiiia.
Esta serie famosa, obra capital de la tap icería, d espertó extraordinaria admiración y como ccmsecuenlcia
se reprodujo en copias numerosas. La que motiva estas
líneas fué t ejida tarnbién en Brusela
;iglo X'L'11.
Sus autores , según (ronsta en los let:ceros de los pañ 0%
fueron: Guillermo van Laefdale, quie en 165 6 traba ja-
.,
) No siempre ha sido posible armonizar el orden que se sigue
.Sta Guía con lo que permiten los elementos materiales utiliza<los,
--do lugar a algunas alteraciones, pero aún sin necesidad de, t
ertencia, sierán fácilnlente. subsanables m'erced a la s indicacic
se consignian en los lugares resipectivos.
DCt3
Plano VI
Muros
a para el Condestable de Castilla, Gobern:
Países Bajos; Everardo Leyniers, maestro famoso que
murió en 1680 y Gerardo Peemans, perteneciente a una
familia de renombrados tapiceros y uno de los ocho faL-:cantes que quedaban en Bruselas al comenzar el siXVIII, que tenía cinco telares y del cual consta que
1683 ejecutó una tapicería de los Actos de los Após--.-S
que se conservaba en Madrid. t Esta acaso ?
Los asuntos representados son los siguientes, sien
SU distribución en los muros la que se indica en los 1
réntesis de acuerdo con el la no.
sa (C- 1 ) . La institución del Papa,do
La pesca
en la perso
imón Pedro (D-1 ) . El milagro del
astigo y muerte de Ananías (C-.2 ) .
paralítico (
Ma rtirio d e San Esteban ( A ) . Conversión de San 1'ablo (B- 1 ) . Castigo y ceguera de Elymas (B-2 ) . Ejan
Palb!o y San Bernabé en Listra (D-3 ) y la Predicac ión
San Pabló en el Areópago de Atenas ( E ) .
1
Monedas de Grecia antigua (
Plano
Vtr. '
''
de cultura a que habían llegado las ciutdaen tiempos muy anteriores a las guer
dicas, les permitió dar un paso tan imr)ortante
mecanismo de los cambios como es el que rep
- _ - ~ t la
a invención de la moneda. En el siglo VI1 a.
de J. S., Creso, rey de Lydia, acuñó sus creseidas de
oro y de plata y por ese tiempo, según una tradición, Fidón, rey de Argos, emitió. en Egina sus dracmas con el
3 de la tc3rtuga de mar, de que tomaron el nombre
lassitas. Estas monedas, aparecidas simultáneamen
no respclndiendo a una necesidad sentida por el
, u, ,,,,ia
V I E
-
--
1
(1) En la ordenación de las monedas de esta vitrina y de las del
sector A de la número 2, se ha conservado la que se sigue en la
<<Guíadel Salón de Numismática (Catálogo Sumario del Museo Arqueológico Nacional), por 1. Calvo y C. M. del Rivero, conservad^-c
de la Sección)). Madrid, 1926. Unic:amente se altera por los meno
bos a que antes se ha hecho refere ncia.
mercio de aquellas regiones, representan los orígenes
de una institución que había d e perdurar a través de los
siglos y cuya evolución no ha terminado aún.
La extensión de la moneda griega por todo el litoral mediterráneo, a través de las colonias que difundieron la civi1izació.n helénica, se refleja en el número
extraordinario de ejemplares que pueblan las colecciones. En el orden cronológico su vitalidad alcanza hasta
la época del Imperio Romano y aún se prolonga, merced a las concesiones hechas por los Emperadores a
las antiguas ciudades y colonias, hasta fines del siglo 111
de J. C.
En el estudio de la Numismática griega se han establecido varios períodos. El primero alcanza hasta el
fin de las guerras médicas y corresponde al arcaismo
del arte que está representado por las acuñaciones d e
las florecientes ciudades asiáticas, en la Grecia propia
por las de Atenas, Egina, Corinto, etc., y singularmente por las de Magna Grecia.
Con las victorias sobre los persas.y la afirmación de
la independencia de los estados griegos en ambos continentes se produce un florecimiento esplendoroso en
la cultura helénica; es el período clásico que se extiende hasta la primera mitad del siglo V, y a cuya cabeza
figura la república de Atenas.
La Numismática de este período se caracteriza por la
gran extensión .que alcanza el sistema monetario ático,
la extraordinaria variedad d.e tipos y la constante
~ e r a c i ó nartística de los. troqueles, convertidos en oE
maeetras, que lleva a ciertos grabadores a consignar
ellos sus nombres.
El advenimiento de Filipo de Macedonia señala un
cambio radical en la constitución helénica; el de la instauración del gobierno personal afianzado con Alejandro Magno y continuado bajo los Diadocos, sus sucesores, que crean entre otras las dilatadas dinastías de
los Ptolomeos y Seleucidas. La avarición de los retratos
ipos o sc:{los de 1
das
Plano VI
Vitr. 1 B
,.
..
favorece el
to d e un arte rea lista aco rde
.COIn la tendencia señalada en otras manifestaciones de
la plástica y aún cuando la conquista de Grecia por los
rornanos señala su decadencia política, no estorba, sin
embargo, a la evolución general de la cultura griega,
que aún produce obras notables e influye en la d e sus
dominadores, continuando bajo los Emperadores de
Qvma con las Monedas Imperiales griegas, emitidas
r las ciudades en virtud d e la autc)nomía que aquéllos
conceden.
Se distingue esta serie tamo por la originalidad de
tip os, aparte la efigie imperial que campea en el anverso, como por las leyendas escritas en griego y cronológicarnente alcanza en Occidente hasta tiempo d e Nerón
3rovincias orientales h a ~ t aAureliano ( 2 7 0
C.
Monedas romanas, de la República,
llamadas consulares
Planc
Vitr.
pueblos itálicos resolvieron el inevitable pro1 '
del cambio de un modo gradual que va señalz
r la creación del aes rude, del grave y del signat
a cuya familia pertenecen los later o cuadriláteros (
la representación de un animal y el valor de cuatrc
cinco ases.
,
La sustitución de sus instrumentos de cambio por
os discos circulares d e valores constantes y con
.antía de sus sellos o representaciones, constituyó
portante perfeccionamiento. El sistema a que cori
ndían estas ya verdaderas mGkedas era el de la li bra
nana d e doce onzas o aes Iibrale y formaban un
rdadero sistema que partiendo de la pieza uniteiria
COInprendía una serie dé múltiplos y otra c1.2 divisolr<zs
de seis, cuatro, tres, dos y una on zas (sernis, trier te,
cui~drante,sextante y uncia). A la vez quc2 estas rno-das indí!
- genas, 1z
icia ejerlcida por la cult ura
lénica a i
mias g r i?gas
~
de 1a Italia IneLOS
I
ridAULlu,
YUL aL acuñasen las monedas que en atenLses.
ción a su origen fueron llannadas ca
n Roma., la
El año 268 a. d e J. C. ha ce su a p
iadas dracmoneda de plata (exceptucindo las
mas campanienses) con el denario, cuyo valor era 10 *
ases y ello señala e! segundo ~ e r í o d od e la Numismática
Conzular, que llega hasta el año 154 a. de J. C., y S: caracteriza por la reducción del as al valor del rexiante primero, y después al de la onza (s listema ,uncial). E! auge de las familias patr,icias y, como c'on-.L - _ L _ .
---L1llsecuencia, el interés que inspiraban los
IasLvs g
c~l~~:l~eos
trascendió a los tipos monetarios en los que se representaron directa o simbólicamente muchos acontecimientos, haciendo de esta serie una preciosa ilustraciAn
d e la historia y las antigüedades romanas.
La lucha entre Mario y Sila por el predon ninio polIíti- - .
co determina un último período en la historia de la 1Repúb!ica Romana, que se inicia el año 89 y acaba c3011
la instauración del Imperio por César Octaivio Aug:us1
1
to, en 2 7 a. d e J. C. En él aparece la moneaa a e oro
(aureos) y se realizan grandes e:misioness d e denarios, donde se ven no sólo los nonlbres de numerosos
personajes, aparte h s magistrado S moneltarios, Sino
-s retrato:s de muc:has de ellos.
tar
IIILiV
1
M onedas cle los Ennperadoi
nos
Forman una larga serie que .se extiend e dcsc!e el
a. de J. C., que el Senaclo confirió a Octiavio el t ítuA
- ~A-.->
1-1
, , ,TiLI i i p L
.4-1 A 7
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* A
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3 el últi mo
al ser despuesto por el estrogcdo Odoacr~
reprezentante d e los Emperadores d e Occide:nte, Rórnu1
* -....lo Augustulo. Tiene esta serie granae
inreres
no sólo
por per magnífica galería de retratos de los soberanos
y d- muchos de sus familiares, sino por las leyenda.S Y
la: representaciones de los reversos donde puede e!stu-.
arte y tantas oltras
irse la rtdigión, 1a arquec
da civilización.
~nifestaci
iones de aquella
-
Pla
Vit
Numismática hispánica
Plano VI
Vitr. 2 B
'
Las primeras monedas acuñadas en la Península ibérica fueron los óbolos que emitió hacia el 480 a. de J. C.
la colonia focense de Emporion. A éstas siguieron las
dracmas y divisores de la misma ciudad y las de Rode
y Arse-Sagunto. La magnífica serie púnica de Cartasonova, así como la de Gadir y la. menos num.zrosa d e
Ebusus, se refieren con bastante precisión a lbs años
236 a 206 a. de J. C., los de la dominación de los Barkidas en España.
Al abandonar éstos nuestro suelo, los romanos prosiguieron contra las tribus indígenas la guerra por el
dominio d e la Península. Las condiciones geográficas y
sociales de la Bética favorecieron el establecimiento
rápido de núcleos romanos en sus ciudades sometidas y
la emisión d e monedas, que corresponden en la talla
al sistema del as en las sucesivas reducciones, llevan
tipos originales en que abundan los mitológicos inspira- .
dos en la iconografía del panteón greco-romano y leyendas latinas, con excepción de las acuñadas en la
opulenta Obulco, donde aparece el alfabeto turdetano.
En colonias y establecimientos del país d e los bástulos, a lo largo de la costa, ~ e r d u r ala tradición fenicia
en los tipos y en las leyendas escritas en su alfabeto propio o en la variante llamada libio fenicia, y tienen sus
acuñaciones tan grandes analogías con las de la costa
septentrional de Mauritania Tingitana que nos han forzado a incluir en !a Exposición monedas de Tingis, Zilis, Lixus, Tamusia y Semes.
***
Plano VI
Vitr. 3 A
Las monedas hispánicas d.e la Citerior muestran clara
filiación helénica en el arte y la forma de las leyendas
expresivas del nombre de la nación o tribu que las emitió o de la ciudad en que funcionaba la ceca, escritas
en los llamados caracteres ib6ricos. Pueden muy bieil
agruparse en regiones numismáticas, atendiendo a la
etnología y a la historia, siendo representativas d e cada
una las emisiones de los Indigetcs y Cosetanos en la
región ibérica, las de los Ilergavones y Edetanos e n la
levantina, la de los Ilergetes y los Vascones en la pirenaica y las de los Celtíberos en la región central.
Lo mismo que sucedió en Grecia, los Emperadores
romanos autorizaron a determinado número de Coloniis o Municipios de nuestra Península para continuar
acuñando; ello duró hasta Calígula; en el anverso de
estas piezas aparecen constantemente las cabezas de los
Emperadores, Un grupo directamente derivado de los
tipos de la República Romana, forma e! período de
transición (Carteya, Cartagonova, Sagunto, Valencia).
Plano VI
Vitr. 3 B
Plano "1
Vitr. 4 B
Numismática medieval ( 1 )
Al producirse la irrupción de los pueblos germanos Plano VI
en las provincias del Imperio romano ocupaba el solio Vltr. 5 A
de Bizancio, Arcadio, y el de Roma, Honorio, sucesores de su padre Teodosio el Grande y mientras el Imperio de Oriente se mantuvo más o menos amenazado
y aún floreciente bajo la dinastía Justinianea y d e los
Heraclios, el de Occidente sufría la invasión de los
godos que llegaban a Roma. La Numismática d e la
Edad Media inaugúrase pues con las emisionesemonetariss de los pueblos germánicos, las cuales siguen la
tradición romana, pero con la tossuedad d e todas las
producciones de los vis,igodos, anglosajones, frt
cos, etc.
'
Las m.onedas bizantinas bajo los sucesores de An
tasio, representan la decadencia del arte monetallv
iniciada a partir de Constantino Magno. Las de Heraclio ,
sirvieron de modelo de las primeras acuñaciones de los
(1) Esta vitrina contiene sólo el comienzo de una Exposición de
tipos monetarios europeos desde el siglo V al XVI, que se desenvolvía con gran riqueza de ejemplares en una vitrina central larga que
existía en el Salón. La necesidad de reorganizar y reducir ciertas ir
laciones y los menoscabos sufridos han motivado esta modifica(
en el plan.
Plan
7 7 . .
"Ir'.
ti
alifas árabes de Damasco para 1.0s Peluses, así como
as sasánidas para los dirhemes, que se emitieén en Alándalus dursnte el Emirato.
iglo IX se produce la restauración del Imperio de Occidente bajo Carlo Magno y sus sucesores. En
la Numismática se representa este período por el establecimiento del patrón monetal de plata con el dinero
y el óbolo como monedas efectivas, y la libra y el sueldo como d e cuenta. Este sistema se generalizó en Francia, Italia y Alemania bajo los princípes Carlovingios
y SUS sucesores los Emperadores de la Casa d e Franconia, extendiéndose a la Marca Hispánica donde
ciudades de Barcelona y Gerona acuñaron moneda
esta clase bajo los primeros Car!ovingios.
La creación por Abderrahmen 111 del Califato cordobés, o de Occidente, fué seguida de la acuñación en
gran escala de monedas d e oro, dinares, continuando
la d e dirhemes en las ceca.S d e Alándalus (Córdoba) y
Medina-Azzahara y tambi én en !as a f r i c a ~ a sbrijo el
referido príncipe y sus sucesores.
El Imperio bizantino estuvo ahora regido por los
último sucesores de Heraclio y por los de las diniistía
Macedónica, inaugurada por Basilio 1.
Monedas españolas de los siglo
n VI
XVI
La Numismática hispano-cristiana, si se exceptúan
monedas catalanas -a que ya nos hemos referido,
rne sus primeras manifestaciones en el siglo XI, con
S dineros d e vellón, única moneda que de este perío3 c o n o c e m o ~ p r i m e r oen Navarra y después en León,
astilla y Aragón.
1
Son etapas importantes en la evolución d e la Numismhtica castellano-leonesa la aparición del maravedí
de oro cristiano, bajo Alfonso VIII, y los coetáneos monarcas leoneses; en el siglo XIII, bajo la influencia de
los ,árabes se realiza la acuñación.de las do1>lascasta
nas y sus piezas mayores, sucesoras del rnaravedi
S
oro; y con Alfonso X, la introducción de la moneda de
plata, los burgaleses y los sueldos, de que deriva-n los
reales d e plata de Pedro 1 y d e los Reyes de la Casa de
Trastamara, que pasan a las acuñaciones de los Reyes
Católicos y llegan a nuestros días, .hasta la introducción
del sistema decimal. Las reformas de los Reyes Católicos tienen particular interés en lo refereste al oro, en que
se 'acuñan los excelentes, que por la Pragmática d e
1497 se acomodan al sistema del ducado, generalizado en toda Europa.
En Aragón y los estados de su Corona, continuó la
acuñación de los dineros, Pedro 111 introdujo la moneda
de plata con los croats barceloneses que siguieron
emitiendo sus sucesores y Pedro IV, acuña por primera
vez, el oro con los florines de Aragón, que Alfonso V
y Juan 11 sustituyen por los timbres, hasta la introducción d.el ducado.
El Reino de Nav arra tuvO monecJa propia desde la
acuñación d e dinerc>S hecha por Saricho el Mayor, los
que continuaron hassta que .(,arios 111 agregó a esta es. 1...
pecie los florines d e oro y
los grosos
d e plata.
Los Estados árabes o Reinos de Taifas, surgidos a la
caída del Califato cordobés, siguieron acuñando dinares y dirhemes, mas perdiendo su ley hasta hacerse d e
oro bajo y de vellón. Los almoravides, en numerosas
cecas y cantidades considerables, restauraron el dinar
llamado morabetino, que de ellos se llamó ma~avedí,y
sus suces.ores los almohades sustituyeron- el maravedí
por la dobla, que continúo acuñándose después d e la
extinción de la dinastía por los Reyes de Murcia. Las
d.oblas del reino granadino d e los Beni-Nasar, prolongaron las acuñaciones mahometanas hasta fines del siglo
Plano VI
Vitr. 6 B
-.
-
- - -
'
xv.
Numismática del Imperio Español
en los siglos XVI a XVIII
s los Reinos de la Penínsiula, d e 1'os
Plan
Vitr.
Estados de Italia anejos de antiguo a la Corona de Aragón, del Ducado de Milán y los territorios del Ducado de
Borgoña, de los inmensos territorios de las Indias occidentales
de las colonias portuguesas que con 'la
anexión de la metrópoli se sumaron a la Corona d e España, constituyeron bajo el cetro de Felipe 11 el Imperio
más dilatado que desde tiempos d e Roma había exisD
tido.
La Numismática'de este Soberano ofrece un magnífico panorama de que sólo podemos presentar un aspecto parcial: el de las acuñaciones llevadas a cabo por los
Monarcas españoles en cecas d e Italia, de los Países
Bajos y d e las Colonias Americanas, desde sus comienzos a su emancipación y en aquéllos hasta el Tratado
de Utrech.
MEDALLAS
Medallas de Alfonso V de Aragón, y de personajes
contemporáneos
(Siglo XV)
ano VI
Vitr. 9
La medalla propiamente dicha, d e carácter exclusivamente conmemorativo, fué creación del Renacimiento y tuvo por intérprete al genial artista Víctor Pisano,
conocido por el Pisanello (Verona, 1 33 0- 1 45 0 ) . Entre
los Soberanos de la época sobresalía por su grandeza
e ingenio Alfonso V de Aragón, Rey de Nápoles, prototipo del príncipe renacentis~a, apasionado del arte
en todas sus manifestariones y coleccionista entusiasta
de monedas antiguas. No es pues, extraño, que entre
las obras más acabadas de Pisanello figuren varias medallas en que aparece el busto de Alfonso, unido a interesantes composiciones que ocupan los reversos con
leyendas alusivas a su grandeza y aficiones.
De su nieto y sucesor Alfonso 11, siendo aún Duque
de Calabria; del Condestable D. Iñigo Davalos; d e Juan
Palomar, Predicador del Rey y su Embajador en la
Corte de Borgoña; de Giovanni Gioviano Pontano. Se-
.'
cretario de Fernando 11 de Nápoles y Preceptor del
Duque de Calabria, etc., existen medallas debidas a
Guazzalotti, Pisanello, Cándida, así como otras de Alfonso V, d e Cristóforo Hieremia.
También los príncipes italianos se dieron con entusiasmo a encargar la ejecución de medallas y así los
Gonzaga las tienen de Sperandio y J. Cristóforo ROmano; Pisanello las hizo de los señores de Rimini, Ferrara y d e los Visconti; Enzola y Caradoso de los Sforza; Bertoldo y Antonio del Palaiuolo, d e los Médicis;
el Antiguo, de los Dogos de Venecia, Foscari y Moro;
y Guazzalotti, Bertoldo, etc., de varios Pontífices.
De otros muchos soberanos nos han quedado medallas de gran valor; de Fernando el Católico; de los Pontífices Calixto 111, Julio 11, Alejandro VI, etc.; d e Cristian 1 d e Dinamarca; Carlos VI11 y Luis XII de Francia;
de Mohamed 11 Sultán d e los Turcos; de Carlos el Temerario Duque de Borgoña y su hija María; el Emperador Maximiliano, etc.
'
Medallas del Emperador Carlos V,
y de personajes de su época
(Siglo XVI)
La figura excelsa de Carlos V atrajo a los artistas
más ilustIes de su tiempo y no fueron excepción los
grabadores de medallas; Schaepher, Durero, Neufert,
Reinhart, Starnper, Leoni, etc., ejecutaron numerosas
obras con el retrato del Emperador o de personajes d e
su familia, como la Emperatriz Isabel y sus hijas Juana
de Portugal y María de Bohemia y el esposo d e é s t a
Maximiliano 11.
Por- las medallas conservadas y expuestas conocemos también los retratos de los Marqueses del Guasto
y de Pescara (de C. da Bagno y Fontana) ; del Márgues
le Trivulcio (Fontana) ; de J . B. Castaldi, Marqués de
Piedena (Fontana); de Jacobo de Médicis, Marqués
Plano VI
Vitr. 9 B
de Mariñan (P. P. Galeotti); del Canciller Mercurio
d e Gattinara; del Secretario Gonzalo. Pérez; d e Andrea
Doria (Leoni), etc. Además se presentan también en
la vitrina medallas de los Reyes Matías Corvino d e
Hungría; Francisco 1 de Francia (Nassaro y Cellini);
León X; Clemente VI11 (Cellini) ; Critti y -Contareno,
Dogoa d e Venecia; Federico de Sajonia (H. Reinhart)
y entre otros personajes ilustres en diferentes actividades: Alberto Durreo (Gabel), Miguel Angel (L. Leoni),
. León Leoni (por el mismo) y el Cardenal Bembo (Ce-
,
Ilini)
.
Medallas de Felipe 11, de sus sucesores
y de sus contemporáneos
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El magnífico constructor d e El Escorial, bajo cuyo
cetro alcanza España la hegemonía d e Europa, reunió
entre los artistas más eminentes de su tiempo numerosos medallistas que han dejado hermosas obras relativas al Soberano y la Real familia. Los ~ e o n i ,J. da
Trezzo y D. y G. P. Poggino, principalmente, modelaron
famosas medallas de Felipe 11, y el último acometió
en módulo reducido una como historia metálica
del soberano, con representaciones alusivas a su elevación al trono, a su lucha contra la heregía, a la
anexión d e Portugal y sus colonias, matrimonios con
Isabel de Francia y Ana de Austria; Paz de ChateauCambresis, etc., etc. A la pérdida d e la gran Armada
contra Inglaterra (mal llamada La Invencible), alude
una medalla pequeña con el lema sic erat in fatis de
Jacome Trezzo, La batalla de Lepanto constituye el
motivo d e varias medallas del flamenco 1. van Melón y
de 1. A. Rosi y de Pallante.
De los tres últimos Reyes de la Casa de Austria, se
exponen medallas así como de los monarcas europeos
coetáneos: Enrique IV y Luis XIII de Francia (Dupré),
Gustavo Ad,olfo y Cristina de Suecia (Meybus) ; Bernardo de Sajonia (Dadler); Leopoldo 1, Emperador de
stria; Juan Sobieski de Polonia, María Estuardo, etc.,
y de los Pontífices Pío V, Paulo IV, Julio 111, Sexto V,
Alejandro VI1 e Inocencio X.
Son numerosas también las medallas d e personajes
españoles, o al servicio de España, entre ellas las de
Margarita de Parma y Alejandro Farnesio; Manupl
Filiberto, Duque d e Saboya; Duque de Alcalá; D. Luis
de la Cerda, Duque d e Medinaceli; D. Pedro Girón, el
Gran Duque de Osuna; Juan d e Herrera Arquitecto d e
El Escorial; el Secretario Liévana; Honorato Juan; Jacome Trezzo; Juanelo Turriano, etc., etc.
Medallas de los Reyes Españoles de la Casa de
Borbón y de personajes g sucesos del siglo XVIII
I
La Guerra d e Sucesión española tiene sus antecedentes en acontecimientos políticos que se remontan a
la segunda mitad del siglo anterior y se hallan relacionados en la historia monetaria de Luis XIV el Grande,
formada por una larga serie d e medallas grabadas por
Bernardo Mauger, Entre éstas figuran las del nacimiento de Felipe, Duque d e Anjou y después Rey d e España
( 1 683 ) , la de su marcha para ocupar el trono d e España; la del casamiento de Carlos 11 con María Luisa d e
Orleáns ( 1 679) ; d e las bat'allas de Almansa y la naval
d e Málaga; de la toma de Gerona, etc., y fuera de la
serie las de la batalla de Villaviciosa y varias del Archiduque Carlos de Austria (Haust, Hortelano, Otto
Hamerano). Las medallas de Felipe V y sus dos mujeres, son obra del grabador español Párraga y d e Saint
Urbain, Vismara y Antonio de Januario.
Los reinados d e Fernando VI y Carlos 111, desde que
obtuvo el Principado d e Parma y el Reino d e Nápoles
y d e su hijo Carlos IV se hallan Profusamente ilustrados por numerosas medallas de Prieto, Dassier, L. V.
Schega, G. Gil, Casanova, Bolzarromanos, Sáa, etc.,
donde se conmemoran los fastos de la Familia Real o
PlanoVl
Vitr. 11 B
los acontecimientos políticos y de la administración
pública en estos florecientes reinados.
Se expone también a título d e curiosidad, la tan conocida y por todos conceptos lamentable, serie (le medallas inglesas relativas a la gloriosa y eficaz defensa
de Cartagena de Indias por D. Blas d e Lezo contra la
escuadra británica del Almirante Vernón (Pinchbeck)
y las que conmemoran la ejecución de Luis XVI y María
Antonieta (C. H. Kuchler).
También figuran las medallas de Francisco d e Lorena y María Teresa (A. Morell) ; de los Reyes de Inglaterra Ana y Jorge 111 (1. Crocher); d e Jacobo 111 y la
Reina Clementina (O. Hamerano) ; Federico d e Suecia
(Hedlinger) y Carlos XII; el Emperador Jos6 11 de
Austria (1. C. H o l t z h e ~ ;) Carlos Manuel de Cerdeña
(Dassier) y de loa casamientos de las princesas españolas Ana Victoria y María Luisa, respectivamei-ite, con
Luis X V (Blanc) y el Archiduque Leopold.~ (Wideman)
.
Plano VI
Vitr. 7 B
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Complemento d e la Numismática son los. útiles, enseres e ingenios d e acuñación, de que se exponen algunos troqueles y cuños de medallas, y otras d e estas en
que aparecen representados volantes, hacen mención de
métodos perfeccionados para realizar las labores, conmemoran visitas regias a las Casas de Moneda, etc.
A título de curiosidad figura una hucha que fué encontrada llena de monedas de las llamadas Agnus Dei, que
se emitieron en el reinado de Juan 1 d e Castilla ( 1379-
1390).
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Vitr. 8 A
La bibliografía numismática figura en esta exposición con algunos manuscritos y ejemplares de las obras
publicadas por e1 erudito D. Francisco Pérez Bayer, que
con el P. Flores, el'Infante D. Gabriel, D. Diego Josef
Velázquez y tantos otros, representa el importante movimiento científico del siglo XVIII, en que se ha cimentado el estudio metódico de la Numismática Española.
,
También y en relación con las ricas y características encuadernaciones de dichos libros se exhiben varios estuches para conservar series de monedas, forrados de tafilete rojo con escudo y adornos de oro.
PIEDRAS GRABADAS
La Glíptica, cuyas obras fueron tan apreciadas siempre y singularmente en la antigüedad, comprende dos
géneros de objetos: camafeos y entalles. Los primeros
d e carácter decorativo y suntuario cuentan en nuestras
colecciones piezas importantes como el fragmento que
representa una cabeza barbada, con gorro frigio
(Eneos ? ) ; un trozo de ónice con Tritones y Nereidas; un ópalo de gran tamaño y con montura antigua
con el busto de Zeus y una sardonica con un busto d e
F~UIIO.
De la época romana es notable un ónice d e dos
capas, que figura en perfil una cabeza de matrona con
peinado d e tiempo de los Antoninos, y entre los de
épora moderna descuella por su mérito un medallón de
ágata de dos capas guarnecido con primorosa armadura, que representa un admirable busto de mujer y en el
reverso lleva. una inscripción en griego. Más la pieza
capital de esta colección es, sin duda, el vaso votivo
tallado en ágata con la representación de un Sileno,
hallado en un sepulcro romano de Mérida.
E:n la sección de escarabeos, figuran varios egipcios
y bastantes de arte etrusco y griego arcaico, algunos
con montura antigua.
Los entalles tuvieron el aspecto útil de ser anillos signatsrios y en ellos también se esmeró el arte d e los gra- .
badores lapidarios En la colección expuesta destaca
uno muy notable de carácter oriental y otros antiguos
también que reproducen obras escultóricas y retratos
de Emperadores romanos. Una serie de numerosos
ejemplares ,que por representar cabezas de un limitado
número de tipos y sólo por excepción escenas, parece
que puedan corresponder a u.na manufactura local,
vienen siendo tradicionalmente atribuidos a los talleres
Plano IV
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A-C-D
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de Cluniá, cabeza de Convento jurídico donde los
adquirían las personas que allí acudieran con sus guejas y pl:eitos, lo que explica la difusión que tuvieron
por gran parte de España.
-,
También tiene singular interés un grupo, no muy numeroso, d e las llamadas abraxas, con representaciones
cabalísticas y de monstruos que entrañan un sentido talismánico ( 1 )
.
SIGILOGRAFIA
Los sellos continúan en la Edad Media el arte del
grabado en hueco, sustituyendo en su destino a los entalles y trabajándose en una técnica semejante a la d e
los cuños monetarios. Por ello, nuestro Gabinete Numismático posee una sección sigilográfica, que en cierto modo y en el ciclo artístico respectivo puede considerarse como prolongación .de la Glíptica.
De sellos pendientes eclesiásticos, empleados al
principio en los documentos Pontificios, que precisamente recibieron de ellos- el nombre de bullas, se presenta una interesante serie que comprende ejemplares
desde Lucio 11 ( 1 144) hasta Pío lX, y otra d e sellos
Reales d e plomo también, que comienzan en Fernando 111 y alcanzan hasta los Reyes Católicos y sus sucesores, siendo curioso uno grande, acaso de los últimos
que se emplearon, correspondiente a Fernando VlI,
Entre los sellos municipales figuran algunos de cera,
medievales, d e Córdoba, Baena y Puigcerdá, y en la
misma vitrina se hallan expuestos otros de plomo medievales extranjeros como los de la República de Venecia.
(1) Para ampliar estas noticias puede verse la Sección dedicada a
esta materia en la ((Guía Histórica y Descriptiva del Museo Arqueológico Nacional)), Madrid, 1917.
Páginas
Sala Primera: Prehistoria
..................
5
La Edad de la Piedra tallada (Paleolítica), pág. 6.-La
Edad
de transición (Mesolítica), pág. 9.-La
Edad de la Piedra
pulimentada y el Cobre (Neoeneolítica), pág. 10.-La
Edad
del Bronce, pág. 13.
Sala Segunda: La Edad del Hierro
............
17
PRIMERA
' EDAD DEL HIERRO, pág. 17.-Coionizzción
púnica,
página 18.-Colonización
griega, pág. 20.-SEGUNDA EDAD
DEL HIERRO,pág. 21.-La
cultura Ibérica, pág. 21:-Las
tul.
turas céltica y celtibérica, pág. 24.
Sala ~Arcera:~ aEspaña
'
Romana
Arquitectura, pág. 30.-Mosaico,
mol y bronce, pág. 32.-Artes
mica, pág. 33.
Sa!a Cuarta: Edad Media
............
29
pág. 31.-Escultura en márindustriales: vidrios y cerá.
..................
35
Período paleo-cristiano, pág. 36.-Período visigodo, pág. 37.El Califato Cordobés, pág. 39.-Los reinos de Taifas, pág. 41.
42.-Perrodo Román:co, pág. 44.El Arte Mozárabe, pá:.
El Camino de Santiago y el arte románico del siglo XII,
pág. 46.-E1 periodo gótico, pág. 48.-E1 período Almohade,
pág. 51.-E1 período granadino, pág. 52.-Las
artes meno.
res granadinas, pág. 54.-Mudéjar y morisco, pág. 57.
Sala Quinta: Edad Moderna .................. 6 1
La época de los Reyes Católicos, pág. 61.-La época de la Casa
de Austria, pág. 63.-Las
lozas de Talavera, pág. 64.-E1
siglo XVIII, pág. 66.-La
cerámica de Alcora, pág. 67.-La
Keal fábrica de Porcelanas del Buen Retiro, pág. 69.
ala Sexta: Gabinete de Numismática y GIígtica.
Ionedas :
.
1
oneaas
a.,e urecia ariugua, pag. Ir.-rviulmuda ruiiidiida, de la
República, llamadas Consulare:;, pág. 76.-Monedas
de los
Emperado.res romanLOS, pág. 77.-Nuni ismática hispánica,
. ,
'79.--Monedas
pág. 78.-~umismatica mediel111. nda.
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ñolas de 1<JS siglos x1 al XVI, p ág. 80.-N lumismátic.a del Imperio Esp: iñol en los; siglos xv r a XVIII,1
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Ledallas:
edallas de AltonSO v' de Aragón y de personajes contemporaneos iaielo
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del Emperador Car"
,. aáz, 82.-Medallas
los v y cle persona jes de su época (Sig;lo XVI),pág. 83.Medallas cle Felipe 11, de sus :sucesoyes 1I de sus contemporáneos, pág. 84.-Me :dalias de 1os Reyes EIspañoles de la Casa
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el año 964.
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Monedas españolas: 1 a 6 hispcinicas; 7 a 10 arhbigas;
11 a 15 cristianas.
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