Alice Walker Poetisa, escritora de cuentos, novelista, ensayista, antologista, profesora, redactora, editora, feminista y activista, Alice Walker nació el 9 de febrero de 1944 en Georgia, EE.UU. Walker creció en el seno de una familia bien avenida, a finales de la Gran Depresión. Aunque sin demasiado recursos, era una familia donde había cariño y perspectivas de futuro. Después de terminar el bachillerato, Walker se matriculó en el Spelman College de Atlanta, donde se involucró en el movimiento por los derechos civiles. La literatura de ficción de Alice Walker le ha convertido en una figura principal del renacimiento de la literatura femenina afro americana de la década de los setenta, así como una importante figura de la literatura americana. En 1982, Walker se convirtió en la primera mujer afro americana en ganar el premio Pulitzer de ficción por su novela El Color Púrpura. La obra de Walker se ha traducido a más de dos docenas de idiomas. Como autora de gran éxito de ventas, se han vendido más de diez millones de copias de sus libros. Alice Walker dio su autorización para la inclusión de algunos extractos de uno de los libros más populares del mundo, diciendo: "Es un esfuerzo maravilloso. La lectura es la ventana más grande que existe, comparable a la contemplación de los árboles." Con cariño, Alice F Extractos de EL COLOR PÚRPURA... Alice Walker Querida Celie, *** Recuerdo que en una ocasión me dijiste que te sentías tan avergonzada de tu vida que ni siquiera podías hablar de ello con Dios y tenías que escribirlo, por muy mal que escribieras. Bien, ahora entiendo lo que querías decir. Y tanto si Dios lee cartas como si no, sé que seguirás escribiéndolas, lo que supone una guía suficiente para mí. De todos modos, cuando no te escribo, me siento tan mal como cuando no rezo, encerrada en mi misma y con el corazón ahogado. Estoy tan sola, Celie. El motivo de encontrarme en África se debe a que una de las misioneras, que se suponía que iba a ir con Corrine y Samuel para ayudar con los niños y con la fundación de una escuela, se casó de pronto con un hombre que tuvo miedo de dejarle ir y se negó a venir a África con ella. De manera que se encontraron con todo dispuesto para irse y con un billete de más y sin ninguna misionera a quién dárselo. Por otra parte, me estaba siendo imposible encontrar ningún trabajo en la ciudad. ¡Aunque nunca soñé con venir a África! Ni siquiera había pensado que fuera un lugar real, aunque Samuel y Corrine, e incluso los niños, hablaran de ella continuamente. *** Esa mañana, empecé a hacer preguntas sobre África y comencé a leer todos los libros que Samuel y Corrine tenían sobre el tema. ¿Sabías que en África hubo grandes ciudades, más grandes que Milledgeville o incluso Atlanta, hace miles de años? ¿Que los egipcios que construyeron las pirámides y esclavizaron a los israelitas eran de color? ¿Qué Egipto está en África? ¿Que la Etiopía sobre la que leemos en la Biblia significaba el conjunto de África? Bueno, leí y leí hasta que pensé que se me iban a salir los ojos. Leí que los africanos nos vendieron porque amaban al dinero más que a sus propias hermanas y hermanos, cómo llegamos a América en barcos y cómo nos hicieron trabajar. No sabía que era tan ignorante, Celie. ¡Lo poco que sabía de mí misma no habría servido ni para llenar un dedal! ¡Y pensar que la señorita Beasley siempre decía que yo era la alumna más brillante que había tenido nunca! Pero hay algo que le agradezco de verdad y es que me enseñara a aprender por mi misma, a leer, estudiar y escribir con letra clara. Y que mantuviera vivo en mí el deseo de aprender. Así que, cuando Corrine y Samuel me preguntaron si quería venir con ellos y ayudarles a construir una escuela en medio de África, les dije que sí, pero sólo si me enseñaban todo lo que sabían para convertirme en una misionera útil y en alguien de quien no se avergonzaran de tener como amiga. Aceptaron esta condición y en ese momento empezó mi verdadera educación. Han cumplido completamente su palabra. Y estudio todo lo que puedo día y noche. *** Tu hermana, Nettie EFEFE Querida Celie, Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que tuve tiempo para escribir, pero siempre, haga lo que haga, te estoy escribiendo. Querida Celie, me digo para mis adentros, en misa, a mitad de la noche, mientras cocino, querida, querida Celie. Y me imagino que recibes mis cartas y me contestas: Querida Nettie, ésta es la vida que llevo. Aquí, nos levantamos a las cinco, tomamos un desayuno ligero de gachas de mijo y fruta e impartimos las clases de la mañana. Enseñamos a los niños inglés, lectura, escritura, historia, geografía, aritmética y relatos de la Biblia. A las once, hacemos un descanso para comer y para hacer las labores de casa. De la una a las cuatro hace demasiado calor como para moverse, aunque algunas madres se sientan detrás de sus chozas y cosen. A las cuatro, enseñamos a los niños más mayores y, de noche, enseñamos a los adultos. Algunos de los niños más mayores se han acostumbrado a venir a la escuela de la misión, pero no los más pequeños. A veces, sus madres los traen a rastras, gritando y pataleando. Son todos niños. La única niña es Olivia. Los Olinka creen que las niñas no deben recibir educación. Cuando le pregunté a una madre por qué pensaba de esta forma, me respondió: una muchacha no es nada por si misma; sólo puede convertirse en algo a través de su marido. ¿En que puede convertirse? Pregunté. En qué, me respondió, en la madre de sus hijos. Pero yo no soy la madre de los hijos de nadie, contesté, y soy alguien. No eres mucho, me dijo. La esclava del misionero. Es verdad que aquí trabajó más duramente de lo que nunca habría soñado trabajar y que barro la escuela y ordeno todo después de la misa, pero no me siento una esclava. Me sorprendió que esta mujer, cuyo nombre cristiano es Catalina, tuviera esa impresión de mí. Tiene una niña, Tashi, que juega con Olivia después de la escuela. Adam es el único niño que habla con Olivia en la escuela. No se portan mal con ella, es sólo que - ¿Qué es? Que, como ella se encuentra donde ellos están haciendo ‘cosas de niños’, es como si no la vieran. Pero no temas, Celie, Olivia tiene tu obstinación y perspicacia, y es más inteligente que todos ellos juntos, incluido Adam. ¿Por qué no puede Tashi venir a la escuela?, me preguntó. Cuando le dije que los Olinka no creen en la educación de las niñas, me contestó rápida como una bala, Son como la gente blanca de nuestro país, que no quieren que la gente de color aprenda. Es brillante, Celie. Al final del día, cuando Tashi consigue terminar todas las tareas que su madre le asigna, ella y Olivia se refugian en mi choza y Olivia comparte con Tashi todo lo que ha aprendido. Para Olivia, en esos momentos, Tashi es África; el África que esperaba encontrar, sonriendo mientras cruzaba el océano. **** EFEFE Querida Celie, La madre y el padre de Tashi acaban de irse. Estaban disgustados porque su hija pasa mucho tiempo con Olivia. Está cambiando, está cada vez más tranquila y demasiado pensativa, decían. Se está convirtiendo en otra persona; su rostro empieza a mostrar el espíritu de una de sus tías, que vendieron a un comerciante, porque no encajaba en la vida de la aldea. Esta tía se negó a casarse con el hombre elegido para ella. Se negaba a inclinarse ante el jefe. No hacía otra cosa que tumbarse, cascar nueces de cola entre los dientes y reírse a lo tonto. Querían conocer que hacen Olivia y Tashi en mi choza, mientras el resto de las niñas ayudan a sus madres. ¿Es Tashi holgazana en casa? Pregunté. El padre miró a la madre. Ella respondió, No, al contrario, Tashi trabaja más que la mayoría de las niñas de su edad. Y es más rápida en terminar su trabajo. Pero sólo lo hace porque quiere pasar las tardes con Olivia. Aprende todo lo que le enseño como si ya lo supiera, dijo la madre, pero este conocimiento no entra en su alma verdaderamente. La madre parecía perpleja y temerosa. El padre, enfadado. Pensé: ¡Ajá!. Tashi sabe que está aprendiendo una manera de vivir que nunca vivirá. Pero no lo dije en alto. El mundo está cambiando, dije. Ya no es un mundo sólo para niños y hombres. A nuestras mujeres se les respeta aquí, dijo el padre. Nunca les dejaríamos que se fueran a patear el mundo como hacen las mujeres americanas. Siempre hay alguien que cuide de una mujer Olinka. Un padre, un tío, un hermano o un sobrino. No se ofenda, hermana Nettie, pero nuestra gente se compadece de las mujeres como usted, que ha sido desterrada, no sabemos de dónde, a un mundo que le es desconocido, donde debe luchar completamente sola, por si misma. Entonces, soy objeto de compasión y desprecio, pensé, tanto para los hombres como para las mujeres. Además, dijo el padre de Tashi, no somos tontos. Sabemos que hay lugares en el mundo donde las mujeres viven de una forma diferente a como viven nuestras mujeres, pero no aprobamos esa forma diferente para nuestras hijas. Pero la vida está cambiando, hasta en Olinka, dije. Nosotros estamos aquí. El hombre escupió en el suelo. ¿Quiénes son ustedes? Tres adultos y dos niños. En la estación de lluvias, alguno de ustedes morirá probablemente. Ustedes no aguantan mucho en nuestro clima. Y si no mueren, se debilitarán por las enfermedades. Ah, sí. Esto ya lo hemos visto otras veces. Ustedes, los cristianos, vienen aquí, se esfuerzan en cambiarnos, se enferman y regresan a Inglaterra, o de donde vengan. Sólo se queda el comerciante en la costa e incluso cada año es un hombre blanco diferente. Lo sabemos porque le enviamos mujeres. Tashi es muy inteligente, dije. Podría ser maestra. O enfermera. Podría ayudar a la gente de la aldea. Aquí no hay lugar para que una mujer haga esas cosas, dijo. Entonces, nosotras nos deberíamos ir, le respondí. La hermana Corrine y yo. No, no, contestó. ¿Hay que enseñar sólo a los niños? Pregunté. Sí, dijo, como si la pregunta fuese un acuerdo. Hay una forma que tienen los hombres de hablar con las mujeres que me recuerda mucho a papá, escuchan lo suficiente como para dar instrucciones. Ni siquiera miran a las mujeres cuando ellas hablan. Miran al suelo e inclinan la cabeza en esa dirección. Las mujeres tampoco ‘miran en la cara de un hombre’, como ellas dicen. ‘Mirar en la cara de un hombre’, es una conducta descarada. En cambio, miran en dirección a los pies o las rodillas del hombre. ¿Y qué puedo decir de esto? De nuevo, es así como nos comportábamos con papá. La próxima vez que Tashi aparezca en su puerta, envíela de nuevo a casa, dijo el padre. A continuación, sonrió. Su Olivia puede visitarle y aprender labores de mujeres. Yo sonreí también. Olivia debe aprender a adquirir educación sobre la vida allá donde pueda encontrarla, pensé. Su oferta será una oportunidad espléndida. Adiós, hasta la próxima vez, querida Celie, de parte de una mujer digna de lástima y desterrada, que puede morir durante la estación de lluvias. Tu hermana que te quiere, Nettie EFEFE F Lea el libro más famoso de Alice Walker: El Color Púrpura *** Texto omitido UNA VEZ LEÍDO ESTE RELATO, OFREZCA A OTRA PERSONA LA OPORTUNIDAD F Anote su nombre en favor de las personas que no saben leer www.campaignforeducation.org/bigread (Si no puede hacerlo on-line, utilice la plantilla al final del libro)