Lecturas de la semana Fecha: ____________________________

Colegio San José de Lampa
Subsector de Lenguaje
Primero básico
Lecturas de la semana
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Ludovico viajaba esa mañana muy cerca de la Tierra. ¡Qué
extraño, pensó, he pasado por acá casi 300 millones de veces en
los últimos dos siglos y no conozco ese planeta!
Observó su dispositivo de tiempo y todavía quedaba medio
siglo para derrochar antes de comenzar sus actividades
rutinarias.
Con la picardía propia de un jovencito de 380 años
decidió aventurar, por lo que aterrizó en el planeta desconocido.
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Mientras descendía observó con asombro la belleza del lugar y
exclamó: ¡por las dieciocho lunas de Kabul! ¡Nunca en mi corta
existencia había visto cosa semejante!
Y es que nuestro personaje aterrizó en una hermosa playa de
Chile.
Con sus censores visuales al máximo se preguntaba: “¿Cómo
es posible que el agua no se trague a la tierra?” Es inaudito que
exista aire salado, no puede ser cierto que..., en ese instante sus
pensamientos fueron interrumpidos por la mirada curiosa de un niño
chileno.
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Por su parte Aquiles, así se llamaba el niño, también estaba
sorprendido al ver a aquel ser verde, totalmente calvo, con la boca
en medio de la frente, un ojo azul intenso debajo de la boca, una
sola oreja en la parte superior de la cabeza, y para completar sólo
dos dedos en cada mano.
Sin saber por qué, ambos niños sonrieron. Sin hablar se
comunicaron y sintieron empatía. Nació así, de la nada, la amistad:
sencilla, sincera, bonita, eterna pero sobre todo espacial y
galáctica.
Aquiles de 13 años y Ludovico de 380. Aunque no lo
crean tenían la misma edad, porque 380 años en el planeta de
Ludovico, son equivalentes a 13 años terrestres.
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Jugaron en la playa y aprendieron a entenderse. Aquiles supo
como decía su nombre en el idioma de su amigo y por su parte el
extraterrestre entendió que su nombre en español era Ludovico.
Ludovico se enteró de las raras costumbres que tenían en el
planeta de su amigo, como por ejemplo que se alimentaban tres
veces al día y que recargaban sus energías durante la noche, y
que ,para poder casarse debían tener cumplidos apenas 18 años...
Por su parte, Aquiles quedó impresionado al saber que Ludovico se
alimentaba una vez cada dos años, que recargaba sus energías en
15 minutos y que para casarse tenía que haber cumplido 6480
años.
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A pesar de las marcadas diferencias se convirtieron en buenos
amigos; Ludovico aprendió a jugar al emboque, trompo, bolitas y
otros juegos más. Aquiles, por su parte, viajó por galaxias enteras
con su mente, se comunicaba con los animales, hacía flotar objetos
por el aire, en fin… Así se pasaron mucho tiempo haciendo un
intercambio de entretenimientos.
Esta preciosa amistad la
mantuvieron en secreto pues ambos estaban seguros que los
adultos no los entenderían y quizás se opondrían.
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Pasaron dos años y Aquiles entró en la etapa de la
adolescencia, Ludovico notó con tristeza el cambio de su amigo y
le dijo: - Aquiles dentro de poco serás un adulto y tus intereses van a
cambiar, considero conveniente que nos separemos.
- ¿Por qué? ¿Acaso no soy tu mejor amigo?
- Si que lo eres y lo seguirás siendo por siempre. Cada vez que
quieras verme puedes llamarme con el pensamiento y aquí
estaré. Además sabes que los años luz que nos separan son nada
en comparación con nuestra amistad.
Dicho esto Ludovico y
Aquiles se abrazaron fuertemente para despedirse. Quizás nunca
se volverían a ver pero estaban seguros que siempre estarían en
contacto.
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