Mujeres….género femenino María Cristina Iturralde “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin saber que sois la ocasión de lo mucho que culpáis…” Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) La concepción de la mujer: Desde el relato bíblico, Dios crea a la mujer desde una costilla del hombre y eso marca en el cuerpo masculino un tajo, que a través de la historia, casi siempre duele. En tal grave situación, no puede ignorar que ese “dos”, en que el género humano se encuentra dividido, no lo hace al hombre señor de todo. En el simbolismo religioso greco-romano doce eran los dioses, tres de ellos eran mujeres: Diana, Venus y Minerva. Pareciera que allí reinaba también la supremacía masculina. En una historia de la época arturiana, el rey Arturo debe responder una adivinanza “¿Qué es lo que las mujeres desean más que nada en el mundo”? Durante un año y medio el rey y un sobrino caballero interrogan a cuantos se cruzan con ellos. Algunos dicen: “La pereza”, otros “La riqueza”; otros más:”Un marido”. Una damisela horrenda y repulsiva, sabiendo que no recibiría una mirada amorosa de ningún caballero, da un giro a la pregunta y la vuelve a un deseo que quiere que suceda, pero sabe imposible por su fealdad. Entonces responde a la adivinanza y dice: “L o que desea la mujer es dominar a los hombres” .He aquí, el deseo de la mujer de este relato: dese o de poder y de triunfo. Pero a partir de esta historia, nace otra pregunta, que a lo largo de los tiempos, ha surgido no sólo en la novelística sino en la existencia misma de las mujeres: “¿Qué sabemos de lo que queremos?” La mujer -¿alguien puede negarlo?- ha estado por siglos en el mundo, pero en exilio, según expresa Pusini, Nadia (2004) Si la mujer quiere el mundo, en él encuentra al hombre, siendo con él, porque ambos fueron arrojados al lado y próximos. Pero aceptar ser dos, no es fácil, significa entre otras cosas, confrontarse con lo ignoto, que es próximo, existe y aparece tal como es. La mujer a través de la historia: La cultura occidental como la oriental se han impuesto como patriarcales y falocéntricas, porque sólo reconoce en la mujer la “cosa materna”, el “cuerpo materno”, “el útero” porque el destino era convertirse en madres y criar hijos virtuosos. Sin embargo, hubo mujeres como Cleopatra, Juana de Arco, Ana Bolena, Rosa Luxemburgo, Camila O’Gorman, Juana Azurduy, Isadora Duncan, Hannah Arendt, Eva Duarte, Indira Ghandi, Golda Meyer, Frida Khaló, Virginia Wolf, Melanie Klein, Teresa Vives… y no nos olvidamos de otras tantas, que desde la política, el arte, la literatura , la trasgresión a la moral de la época, el psicoanálisis , recorrieron un camino de escollos, halagos y vituperios, aún desde sus mismas congéneres, pero se transformaron en arquetipos y las generaciones futuras enarbolaron sus pensamientos y sentires en la lucha por la reinvidicación de la mujer en el mundo patriarcal. María Milagros Rivera Garretes (1994) expresa:…”el patriarcado no ha llenado de sí toda la historia y toda la civilización…..” Simone de Beauvoir, en 1949 en “El segundo sexo” con la célebre declaración: “Una no nace, sino que se convierte en mujer…..” contribuye a instalar el concepto de género como categoría de las Ciencias Sociales. Pero hasta la década del 70, este concepto no cobra consistencia en el mundo intelectual feminista. En México y en el resto de América Latina es a partir de los 80 cuando se siente el impacto de la “perspectiva de género” en el mundo de las mujeres. Los cientistas sociales, antropólogos, sociólogos, etnólogos y aún filósofos conceptualizan el género como una construcción social; como un conjunto de ideas, representaciones, prácticas y prescripciones que una cultura desarrolla desde la diferencia anatómica entre los sexos, para simbolizar lo que es propio de los hombres – lo masculino – y lo que es propio de las mujeres – lo femenino – Lamas, Marta (2000) Es posible encontrar acepciones que suponen, erróneamente, que género constituye una manera más académica de decir “mujer”.Existen distintas definiciones de este concepto, algunas hacen hincapié en la dimensión simbólica que cada cultura elabora sobre la diferencia sexual; otras subraya n la desigualdad de poder que está presente sistemáticamente en esta construcción cultural. Pero de algún modo, se encuentran coincidencias, ya que unas y otras plantean que el género supone al mismo tiempo la construcción de identidades plasmadas en relaciones sociales signadas por jerarquías. Bourdieu, Pierre (1998). Según este mismo autor, el notable éxito que ha logrado mantener durante siglos “la dominación masculina”, se relaciona con el trabajo que a lo largo de la historia, fueron desempeñando, interconectadas socialmente, instituciones como, la familia, la iglesia, el Estado, los medios de comunicación, la práctica de deportes. Muchos han sido los aportes de la categoría de género para el análisis del complejo mundo de lo social. El problema no eran entonces “las mujeres”, sino las relaciones de poder desigual entre varones y mujeres, cuya cotidiana afirmación construía y construye identidades y vínculos marcados por una simetría simbólica y material. Una feminista italiana expresa que los movimientos feministas han dado vida a un proceso de atribución de sentidos nuevos a la figura de la mujer, a sus sentimientos, a sus infelicidades, a sus goces, a la historia de sus padres, a “su ser en el mundo”. Toda ésta es la tarea que nos hemos asignado cuando nos dirigimos a nosotras mismas la pregunta “¿Qué es una mujer”? En este estar en el mundo, signado por avances y retrocesos, ha provocado la incorporación de las mujeres al debate político, filosófico y a los movimientos sociales, a partir de la segunda mitad del siglo XX. Scott, Joan (1986) autora renombrada en cuestiones de género, lo define de la siguiente manera : …”el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder…” La importancia del género como un parámetro crucial en el análisis socio-cultural y económico reside en que no compite con las variables de clase, propiedad, ocupación, ingreso y condición familiar, sino que las complementa. La posición inferior de las mujeres dentro y fuera de la familia en muchas sociedades apunta a la necesidad de tratar el género como una fuerza específica en el análisis del desarrollo socio-económico-cultural. La pobreza económica de hogares encabezados por mujeres es tanto un problema de privación femenina , como de pobreza familiar. Concentrarse únicamente en la pobreza familiar sin considerar el género puede ser engañoso, en función tanto de la causalidad como de las consecuencias. Para otras interpretaciones acerca de este mismo desarrollo, no tomar en cuenta el género, es muy plausible en ciertos contextos. La pobreza, la desnutrición, la morbilidad y la mortalidad evitable atacan tanto a los hombres como a mujeres y la vida de lo seres que viven en esos estratos sociales muy humildes, están plagados de severas privaciones. La escasa posibilidad de desarrollo personal y social, en otras áreas de las vidas de estas mujeres, educativa, deportiva, artística o cultural, sumada a un contexto de creciente desempleo, va acompañada por una alta valoración de la maternidad en edades tempranas .Faur, Eleonor Para Sen, Amartya (1990) se hace necesaria una clasificación basada en el género. Como expresamos en párrafos anteriores, el género complementa las variables de análisis de los distintos estratos sociales. Aunque las corrientes feministas han subrayado cómo las relaciones entre hijos, hijas, madres y padres en las familias nucleares típicas moldean la personalidad según pautas de género y perpetúan relaciones jerárquicas, hoy reconocen la omnipresencia de estas relaciones en todos los aspectos de la vida social. Sabemos de la lucha que desde hace años, las mujeres hemos mantenido no sólo dentro de la familia, sino en los ámbitos laborales, las asociaciones profesionales, los sindicatos, en los partidos políticos. Instituciones éstas dominadas durante siglos por hombres, que excluyeron a las mujeres de empleos calificados y redujeron sus oportunidades para valerse por sí mismas. Elena, 54 años, casada, de profesión contadora, dos hijas relata que cuando queda embarazada por primera vez, su marido que ejerce la misma profesión le imponía abandonar el trabajo y dedicarse exclusivamente a la crianza del bebé, porque según él, las mujeres debían cuidar a sus hijos, estar en la casa…no tendría tiempo para nada más….Elena enfrenta esta postura “machista y autoritaria”, estos son los términos que ella usa, casi durante todo el embarazo y le explica que ser madre no significa anu lar su vida profesional. Si bien llegan a un entendimiento, cuando las hijas presentaban algún problema, su marido le recordaba que ella pasaba horas fuera de su casa, aunque siempre contó con la colaboración de sus suegros. La criminalización del aborto es uno de los tantos ejemplos que también han reforzado la dependencia de las mujeres y que aún es un campo de confrontación, no solamente desde lo religioso sino de una cuestión de género. Otra de las cuestiones a señalar es que tanto a nivel nacional como mundial, el poder está localizado en anclajes masculino en las cúspide de las organizaciones. Para Pateman, Carole (1986) la ficción política que hablaba del individuo o ciudadano universal, que es fundamental para las ideas de la democracia y del control social, excluía a las mujeres pues las juzgaba sin las capacidades necesarias para participar en la sociedad civil. En Argentina, la sanción en 1991 de la ley 24.012, que garantizó un cupo mínimo de mujeres en las listas de candidatos para elecciones nacionales, reinstaló la polémica acerca de la relación entre las mujeres y la política y entre las mujeres y el poder. Las preguntas que suscitaron la polémica fueron: "Mujeres en política, ¿para qué? ¿Aportarán algo específico, 'diferente', por esencia o por cultura, al campo de la política ¿? Las mujeres, ¿representan a mujeres? ¿Las elegidas por la ley de cupos deberían asumir un compromiso especial con las políticas de género?” En el campo de la política, esto plantea el proble ma concreto de cómo construir esta representación de las mujeres y cómo elaborar proyectos que reivindiquen y pongan en práctica los derechos de éstas en tanto grupo social. La insistente búsqueda de un sujeto adecuado que exprese el sentir de todas promovió una cantidad y varie dad importantes de teorías feministas, por lo que hoy no podemos decir que hay un feminismo, sino feminismos; pero esta diversidad por momentos nos deja sin políticas específicas a la hora de acordar estrategias de acción en conjunto. En Argentina, durante la década de los '90, el crecimiento del feminismo y del movimiento de mujeres, la conversión de muchos grupos en organizaciones no gubernamentales, las alianzas, los subsidios y la penetración en instituciones, insospechadas décadas atrás, han generado una mayor difusión social de ideas y prácticas que cuestionan la subordinación de las mujeres. Las entidades que representan el colectivo se han multiplicado, y sus intervenciones en el campo de la política se han vuelto demasiado puntuales y esporádicas como, para canalizar una praxis realmente significativa en el marco de la fragmentación social. Para Scott, Joan (1992) otra contribución importante es la deconstrucción propuesta por Derrida, la cual ha permitido a las feministas ser críticas de las formas, las ideas, los discursos que usamos para expresar nuestros objetivos políticos. Creemos, como señala Nari, Marcela (1997) que las feministas argentinas compartimos un horizonte de significados (la injusticia de la subordinación social y subjetiva de las mujeres), pero que éste resulta aún demasiado exiguo en la presente coyuntura para producir articulaciones entre agentes sociales cuyos compromisos con otros grupos específicos parecieran ser más fuertes. Por ejemplo, el establecimiento de derechos reproductivos y la despenalización del aborto son una de las luchas de mayor consenso en los últimos años, pero "este consenso no indica ningún tipo de homogeneidad teórica, política o filosófica al respecto," Desde una mirada de la etnología podemos afirmar con conceptos de Augé, Marc (2000) los “no lugares” o “espacios del anonimato”, a los que hoy, en el siglo XXI, todavía estamos sometidas las mujeres. Los oficios de las mujeres: Esposas, madres, amantes, maestras, médicas, psicólogas, contadoras, empresarias, empleadas domésticas, juristas, prostitutas, políticas, sindicalistas, ministras, cartoneras, integrantes de movimientos sociales populares, presidentas, detenidas, desaparecidas, esclavas sexuales…. son algunos de los tantos oficios que a lo largo de la historia, hemos construido socialmente. Oficios que nos han permitido, a su vez, legitimar nuestro género ante la “masculinidad” de los machos humanos. En las tradiciones académicas, muchas de estas profesiones estaban signadas por la hegemonía masculina. En cambio, ser maestra o asistente “visitadora” social eran profesiones para mujeres. En el imaginario colectivo, la escuela era el “segundo hogar” y la maestra, nuestra “segunda mamá”. ¿Quiénes debían asistir a los pobres, recorrer las zonas carecientes, las villas de emergencia, entregarles ropa, medicamentos, tramitarles documentos de identidad? Las entonces denominadas asistentes sociales, reconocidas por la población recurrente a las diferentes instituciones donde se desempeñaban, como “visitadoras”. Como señala Grassi, Estela (1985) antropóloga y trabajadora social, esta profesión nacida a posteriori de la Revolución Industrial del siglo XVIII, estaba identificada con la caridad, la beneficencia y la filantropía. A partir de los 70, podemos recordar históricamente nuevos escenarios políticos y sociales en nuestro país y en América Latina, lo que significó nuevas concepciones, nuevas praxis sobre los conceptos de hombre y de mujer y de sus oficios. Ya no se habla de la maestra como “segunda madre” sino que se le asigna el correcto sentido al ejercicio de esta profesión. La mamá estaba en la casa o no, de cada uno de los alumnos/as. La Asistencia Social, mediante la lucha de graduadas, estudiantes y profesores con otra visión de la disciplina, amplía la curricula universitaria. En el año 1968 se graduaron en la Carrera de Asistencia Social, denominada así en esos años: 276 mujeres y 4 hombres. No queríamos ser solamente “repartidoras” de insumos que el Estado proveía, no sólo como clientelismo político fuera el gobierno que fuese que estuviera en el poder – tampoco las manos del Estado como estrategia de acallar las voces de los desposeídos. Somos, hoy, Trabajadoras Sociales, una profesión, con metodología científica, de hombres y mujeres, que actuamos junto a los otros para intentar transformar la realidad. Como decía Baudieu, Alan (2003) los profesionales de cualquier área deben trabajar para “lograr la emancipación del género humano”. Otra de las luchas para nuestro género fue el comienzo en la militancia sindical y política de los 70 en un número significativo y como desde esos ámbitos, las mujeres éramos subestimadas; estábamos iniciando un camino que había sido y es privilegio hegemónico de los hombres. En la entrevista realizada a Carmen, 62 años, socióloga, trabajaba en un organismo oficial para la atención de familias y menores y en un equipo psicopedagógico escolar en el conurbano bonaerense, militó en un sindicato de empleados estatales y en un partido político, destacamos los desafíos de la diferencia de género: “Cuando nos reunimos con todas las integrantes del equipo interdisciplinario del Consejo de Minoridad y ante nuestro escalafón diferenciado, decidimos recurrir a uno de los gremios de trabajadores estatales, para recabar orientación y poder discutir con fundamentos legales nuestros reclamos. Optamos por afiliarnos para dar mayor respaldo a nuestros petitorios. Éramos entre 12 y 15 profesionales mujeres, de distintas profesiones, algunas de nosotras compañeras de graduación, otras por compartir mismas funciones en las escuelas conurbano. Al presentarnos en el gremio, el cuerpo directivo nos atiende con cortesía .A medida que empezamos a constituirnos en delegadas gremiales por el voto del resto de compañeras y algunos hombres y concurrir más asiduamente al sindicato, la cortesía se transformó en variadas actitudes: seducción a algunas de nosotras con el propósito de obtener una relación sexual; como ninguna sucumbió al acecho, empezaron a burlarse de nuestras ideologías políticas. Algunas compañeras pertenecían al mismo partido del sindicato, pero no les bastaba a los dirigentes porque las discusiones tenían el mismo nivel en las argumentaciones. De ahí, comenzaron con burlas y persecuciones verbales, frases como : “chicas llegaron, por fin vamos a descansar, ¿vamos a la esquina a tomar un café?... “ahí llegaron las zurditas…ustedes son guevaristas…. ¿no pensaron en viajar a Cuba y pedirle ayuda a Fidel?”…… Si bien los tonos de voz nos inquietaban, seguimos concurriendo a las asambleas y reuniones en el sindicato. Hasta que con la aparición en escena de la Triple A, nuestro grupo comienza a tomar otros rumbos. Burlas por ser mujeres, persecuciones por ideas políticas diferentes. En el grupo y con la caída del gobierno constitucional y de una mujer, además, se produjeron renuncias, exilios, detenciones y desapariciones. Por eso creo que la ley sancionada para el cupo de las mujeres en las listas de los partido s, debiera aplicarse también a las corporaciones gremiales, ámbitos donde las mujeres nos hemos afiliado y también pudimos y podemos demostrar que tenemos capacidad de conducción……..” Lo que denota este relato, que los desafíos de la diferencia de género, no es algo dado, que se “tiene” o se “pierde”, sino una arena móvil de permanente confrontación y pugna hegemónica, teórica, cultural, ética y política. Arfuch, Leonor (2002). Durante los años de la dictadura militar 76-83, la denuncia contra la desaparición de miles de ciudadanas/os, fue tarea exclusiva de dos agrupaciones de mujeres: Madres de Plaza de Mayo y Abuelas; sobre el resto del país parecía haberse extendido un pesado silencio y una cortina de invisibilidad. El número de mujeres fue creciendo hasta constituirse en una presencia inquietante para los representantes del terrorismo de Estado. Aunque estas mujeres se constituyeron como nuevos sujetos políticos que han adquirido influencia para nuevas subjetividades en la escena pública, las integrantes de estas asociaciones debieron enfrentarse con inequidades en instituciones gobernadas por hombres en su mayoría. Jelin, Elizabeth (1998). Otras mujeres, cuyos hijos fueron asesinados por el “gatillo fácil” o fueron maltratados por ciertos miembros de fuerzas de seguridad, conformaron otro grupo: el de Madres del Dolor; como así también se unieron aquéllas cuyas hijas fueron víctimas y hasta muertas por violaciones, casos algunos, en que la Justicia todavía no ha dado respuesta; los violadores siguen libres. Para Dietz, Mary (1999) es innegable que los contextos en los que vivimos nos condicionan pero también es cierto, que somos portadoras de nuestras construcciones políticas y sociales que podemos cambiarlas, si estamos resueltas a hacerlo. Así ha ocurrido y ¿¿ocurre?? En territorios de predominancia masculina como es el Derecho y la Medicina. En ambos ámbitos hemos debido desafiar el dualismo entre masculino y femenino. Los hombres identificados con lo racional, lo activo, el pensamiento, la razón, el poder, lo objetivo. Las mujeres proyectadas hacia lo opuesto: lo irracional, lo pasivo, la emoción, la sensibilidad, lo subjetivo. Las prácticas que constituyeron el Derecho y la Medicina fueron durante épocas llevadas a cabo, exclusivamente , por hombres. Los desafíos más interesantes contra este orden dominante de pensamiento fueron hechos por los movimientos feministas. En 1851, Taylor Mill, Harriet afirma que: “Las mujeres, adjetivadas como irracionales y pasivas , son causa de la educación y la forma de vida obligadas a llevar por el modelo patriarcal. Lo que se pretende para las mujeres son derechos iguales, igual acceso a todos los privilegios sociales, no una posición aparte, una especie de clero sentimental….” Esta concepción en relación con la igualdad de las mujeres es abierta y fuertemente sostenida en nuestros días. Desde hace décadas los campos profesionales de dominio masculino han concedido la inclusión a partir que , las mujeres “somos sujetos de derechos”. Si algún aprendizaje podemos extraer del pasado, es seguramente la de evitar los dualismos entre géneros , como forma de desterrar la discriminación. Cuando titulamos los oficios de las mujeres, citamos entre ellos el de la prostitución - ¿una elección?- ¿una opción condicionada? Oficio, y nos volvemos a remontar a los relatos bíblicos, estaba simbolizado en María Magdalena. Vamos a entextualizar fragmentos de una Historia de Vida, recopilada en un barrio de emergencia, zona oeste de la Ciudad de Buenos Aires Lucy, 40 años, soltera, un hijo de 24 años, ejerce la prostitución desde los 18 años, completó la escuela primaria cuando vivía en una localidad del conurbano bonaerense. A los 15 años se relaciona con un joven de 25 años con el cual convivió hasta que quedó embarazada, él no quería hijos y la abandona. Forma otra pareja, él tenía 20 años, se trasladan al barrio de emergencia, actual domicilio. A los pocos meses, vuelve a ser abandonada. “…Me dijo que tenía que laburar mucho para mantenernos los tres; empezaron los malos tratos, me decía que era una putita, porque me había acostado con un tipo que me llevaba 10 años. En mi casa éramos muchos hermanos, mis viejos laburaban los dos, pero no alcanzaba para comer, vestirnos. Durante la semana comíamos en la escuela, pero sábados y domingos, la panza nos chiflaba . Así que cuando me fui la primera vez, fue con la idea de tener una vida mejor...La verdad que nunca me cuidé, mi primera pareja, a veces, usaba forro. Con el segundo, fui al Hospital para que me dijeran cómo hacer para no tener más h ijos. A mí los pibes me gustan, quiero mucho a mi hijo, pero no podía mantenerlo sola. Empecé a ejercer la prostitución, acá en este barrio, otras lo hacen. Así pude mantenernos, mi hijo y yo. Él lo entendió, nunca me cuestionó mi trabajo, me respeta y me quiere mucho. Pero con los tipos, no permito que me maltraten.....soy una mina como cualquier otra…..me las rebusqué de esta manera…” Estigmatizadas y víctimas muchas de ellas por su procedencia de estratos de pobreza, la sociedad las injuria cuando este oficio se ejerce en todos los niveles sociales. La desaparición de mujeres, niñas y adolescentes, es una vieja cuestión no resuelta en nuestro país. Cuando la Patagonia estaba poblada exclusivamente por hombres y muy pocas familias, debido al tipo de trabajo que se desarrollaba en esa región: extracción del petróleo y otros, las mujeres eran llevadas a los prostíbulos que allí se construyeron, como modo de diversión para la sexualidad masculina. Algunas iban por consentimiento, otras fueron coaptadas por las redes de tratas, cuyo negocio es el tercero más redituable del mundo, después del narcotráfico. Cuando en Tucumán desaparece Marita, su madre se pregunta hoy “¿dónde está?”, al igual que las otras jóvenes desaparecidas en Entre Ríos, en Buenos Aires….en todo el país. Según la Organización Internacional para las Migraciones, Argentina es uno de los países con mayor compra y venta de personas. Diario “El Argentino”, 24/9/08 La ficción televisiva “Vidas Robadas” instala en la pantalla esta cruda temática; ha sido considerada como programa de interés social, por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. A partir de ella, en avenidas céntricas de la ciudad, hemos podido observar afiches con las fotos de las jóvenes desaparecidas y que tuvieron mayor resonancia pública por la forma en que fueron secuestradas. A través de sus nombres, se reflejan los cientos de mujeres, adolescentes y niñas que son reclutadas por las redes de prostitución con el objeto de convertirlas en esclavas sexuales. En octubre de 2007, la Presidencia de la Nación firmó un decreto creando el Programa Nacional de Prevención y Erradicación de la Trata de Personas y Asistencia a las Víctimas. Al cumplirse un año, el decreto que pasó del Ministerio del Interior al de Justicia y Derechos Humanos, todavía no se puso en marcha. Tampoco tiene funcionarios y partidas asignadas. ¿Será entonces, que a la ficción debemos darle crédito, cuando denuncia en sus capítulos, la trama de funcionarios de distintos organismos que avalan estas redes?..... El 23 de septiembre pasado, Día Internacional contra la Explotación Sexual de Mujeres, Niñas y Niños, organizaciones de mujeres salieron a reclamar por la vida de los cientos de víctimas de las redes de prostitución que operan en el país. La Campaña “Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución” presentó al Congreso de la Nación un pedido de reforma de la norma, entre los que figura la necesidad de avanzar en una ley que penalice al tratante, tal cual lo hizo Suecia y que no obligue a las víctimas a probar que fueron víctimas, es decir que las revictimiza. Es la vieja teoría del Código Penal que centra su atención en investigar la calidad de la víctima y deja de lado al proxeneta. Red No a la Trata (2008). . “Creemos que de a poco se va concientizando sobre esta problemática y se va logrando que lo tomen como problemática las organizaciones sociales y los organismos de derechos humanos. Al igual que de a poco se va logrando que la gente tome conciencia. Aposta mos mucho a esto y principalmente en las estudiantes, que es para nosotras la franja más expuesta al delito, por eso enfocamos nuestro trabajo en las escuelas” dicen tres amigas de Florencia , desaparecida en Neuquén y que integran la organización SIN CAUTIVAS. “Basta de explotación sexual de la mujer”, así se tituló el primer volante elaborado por el movimiento de mujeres. Transcurrieron 24 años. Algunas cosas cambiaron, otras se mantienen intactas. El término “trata de blancas” fue reemplazado por el de “trata de personas”. Los prostíbulos – y sus eufemismos más comunes como whiskerías, saunas y casas de masajes– no sólo continúan existiendo, sino que ampliaron sus redes por todo el país. Las víctimas siguen siendo las mismas, pero ya no son rostros anónimos y lejanos, sino que tienen nombres, historias. Una ley federal, recientemente sancionada y criticada por obligar a las mujeres a probar que no consintieron su propia explotación, un programa nacional de asistencia a las víctimas que nunca se puso en marcha, una telenovela que instala cada noche en la pantalla esta temática y las iniciativas locales de ONG, familiares de víctimas y especialistas que buscan concienciar a la población son, algunas de las realidades que marcan la lucha contra este delito en la Argentina. Corresponde al gobierno nacional y provinciales de acuerdo a sus responsabilidades, elaborar una planificación estratégica de prevención para evitar estos delitos, como así también un programa de asistencia a las víctimas. De lo contrario, esta no efectivización de los decretos antes citados , y la falta de políticas públicas en esta área, nos lleva a estos dos interrogantes: ¿indiferencia? o ¿complicidad? “Gordas, feas, lindas, flacas, casadas, solas, profesionales o sin educación, mujeres que hemos recorrido un largo camino…. ¿te acordás de aquella publicidad de cigarrillos con nombre de mujer que decía eso, del largo camino…? Hoy te digo que los trayectos han sido largos, con trabas, a veces, burlas por parte de los hombres, pero a nosotras no nos doblega; nos queda mucho por trabajar para que esta sociedad de machos, entienda de una vez, que todas, en cualquier lugar que estemos, en los cargos que desempeñemos, somos mujeres con derechos, no solo un orificio vaginal… y vamos a seguir la lucha por las reinvidicaciones que consideramos justas para nuestro género. Maribel, integrante de una ONG Por último, el compromiso que las mujeres hemos asumido como un proyecto de vida propio, ha resultado central como factor de cambio en las relaciones de género. Es pertinente señalar que, en América Latina las transformaciones socio-económica -culturales han apuntado hacia una flexibilización del modelo tradicional de familia, más que a una crisis de la institución familiar, es decir, familias nuevas en lugar de “no familias”. Es por eso que votamos para que el poder entre el hombre y la mujer sea más igualitario y que los hijos, hijas crezcan intelectual y emocionalmente en un mundo de expectativas de género más equilibradas. Bibliografía • • • • • • • • • • • • • • • • • • • Pusini, Nadia – “Hombres y Mujeres” Editorial Losada – Bs.As.- 2004 Rivera Garretes, Ma. 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