CONCURSO DE MICRORRELATOS “DÍA DEL LIBRO 2014” MICRORRELATOS GANADORES LA COSA Y la biblioteca desapareció conmigo dentro. Cuando recuperé la consciencia estaba todo oscuro y en silencio. No había nadie. Cogí la linterna del suelo y me dirigí hacia el pasillo más cercano cuando de repente escuché un grito desgarrador. Fui al lugar donde provenía aquel chillido y encontré al culpable de todo esto: una sombra. Esta criatura era la responsable del desvanecimiento del edificio. Quería devorar los libros. No podía dejar que esto sucediera. Corrí hacia la sala de estudio y me tropecé con un libro. Rápidamente lo cogí y me escondí debajo de una mesa. Cuando lo abrí me di cuenta que estaba en blanco. De allí había salido el ser. Era su libro y debía hacerlo regresar. Fui hacia donde estaba la sombra y lo abrí de par en par. Ésta se volvió rugiendo y fue absorbida lentamente. Lo cerré y suspiré: la pesadilla había terminado. CAROLINA CABALLERO GARCÍA (16 AÑOS) YA NO PUEDO LEER MÁS Ya no puedo leer más… es lo que pensé antes de romper la carta. No aguanté más reproches, ser la mala y la temida. Además, de la injusta o la que viene demasiado pronto. Y lo peor de todo, es de quien recibí la carta. De ella, la deseada, nadie ha pensado que también tiene sus defectos. Acaso no hay quien nace príncipe y mendigo en la misma milésima. Quien nace rico en el paraíso o pobre en un vertedero. Y qué me dicen de quién nace ciego ¿Qué alguien me diga por qué yo soy la injusta? Parece que ella, la vida, todo lo hace bien; pero se le terminó el protagonismo porque acabo de hacer lo que mejor sé. Yo, la muerte, he dado fin a la vida. Lo peor de todo es que ahora me siento vacío, parece que me falta algo. ANTONIO ABRAHAM MORA REAL SE VEÍAN EN LA BIBLIOTECA Se veían en la biblioteca... aquel edificio ruinoso que había en el parque, mi abuelo dice que se llamaban libros y que antes los usaban todos. -Pero abuelo ¿Para que sirven? -Para contar cosas Ana, me decía. Nunca entendí el cariño que sentía por aquellos montones de papel. Se pasaba horas mirándolos fijamente, descifrando aquel lenguaje escrito que ya pocos entendían. - Pero abuelo conéctate, ya verás, no te hará falta leer. - Ya lo se Ana, pero me gusta leer CARLOS BOLLO SÁENZ Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife EL RESTO DE MICRORRELATOS PRESENTADOS LOS LIBROS QUE RECOMENDABAN PERSONAS Se veían en la biblioteca. Sin preparación, solo se encontraban. Nunca cruzaron palabra, bastaba con una mirada certera y una sonrisa que hablara por los dos. Se veían jueves, viernes y fines de semana. Nunca supieron qué hacía el otro el resto de días. Nunca hizo falta. Simplemente se caían bien. Se gustaban. Se amaban. Vivían una relación muda entre recomendaciones literarias: Estratégicamente colocado sobre la mesa, Peter Pan contra los miedos, El juego de Ender para viajes intergalácticos. El primer ‘te quiero’, Cyrano; la primera discusión, un Austen poco apreciado. Memorizó su letra gracias a las glosas al margen de Joyce. Por eso, aquella mañana supo reconocer que era de ella la dirección y la copia del billete de avión. Hoy, jueves, 365 días después, ha seguido su última recomendación. Sentado en esta nueva y lejana biblioteca sabe que el Neruda que tiene enfrente exclama: “Te esperaba”. ANDREA PADRÓN VILLALBA SITUACIÓN DE ESPERA Ya no pudo leer más… El niño rebotaba sus piececitos contra las baldosas del salón. La madre iba detrás. Iban y venían. Le corría y le pinchaba con un dedito. El niño sentía el contacto y se contorsionaba locamente. Gritaba su felicidad incapaz de lenguaje. La madre sonreía satisfecha… Intentó retomar la lectura… Pero simplemente no podía dejar de mirar esa escena. Inocente. Fresca. Fresca como un día de playa. Mirando el agua ir y venir… Como el nene y su madre… Como si nene y madre fuesen una sustancia amorfa y líquida que en su ir y venir sonríen empapados de felicidad... Como si dos trocitos de plastilina que uno amasa para luego poder dibujar la propia cara feliz… Un nuevo grito lo sacó de su fantasía. Extendió con asombroso disimulo una pierna. El niño tropezó y lloró. La madre lo calmó y calló. Retomó su lectura. Sonreía. Satisfecho. NICOLÁS BRAGGIO NOVOA VOLVER Ya no pudo leer más… la letra era imposible. Sacudió la cabeza. Puso la carta en el montón de la derecha. Agarró otra. Ésta estaba un poco mejor. Un muñeco de acción con la espada y el tigre que es amigo y hace grrrr cuando aparecen los Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife malos. Muy bien. Puso la carta en el montón de la izquierda. Había desarrollado un sistema. Las cartas que le costaba leer las apilaba a la derecha para hacer un nuevo intento más tarde. Y así hasta que lograba descifrar todas y cada una. Afuera, la nieve era un frío susurro. El hogar chispeaba y el olor a madera colmaba el aire con su suave presencia. Un invierno antiguo confundía el día con la noche. Leyó otra carta. La letra era clara. Una escritura madura. Una mano firme empuñando una pluma temblorosa. Una frase. Leyó otra vez: Quiero volver a creer en vos. NICOLÁS BRAGGIO NOVOA CAOS Ya no pudo leer más… la historia que estaba pasando por delante de sus ojos, aquella que podía leer con perfecta claridad, la estaba destruyendo por dentro, su mundo estaba siendo llevado a los límites del caos. Su propia corrupción estaba siendo sentenciada. Las páginas del capítulo que se esforzó en escribir eran arrancadas lentamente ante ella. Pasado, presente y futuro fueron carroña. Las personas que conformaban su mundo se acercaron, pero ella puso un confín. Los secretos se apoderaban de su universo. Las personas empezaban a desaparecer lentamente conforme la oscuridad de los secretos iba conociéndose. Así, ella advirtió que la vida que estaba escribiendo no eran más que palabras de oscuridad. Las entes arremolinadas a su alrededor empezaron a devorar la carroña. No todas chupaban energía de los restos… Unas pocas permanecían al lado de ella, porque sabían que el caos tiene fin. Y los secretos un motivo. BORJA IBRAHIM RODRÍGUEZ SÁNCHEZ ESTANTERÍAS MENTALES Ya no pudo leer más: le fastidiaba muchísimo empezar un libro y encontrarse una historia vacía y un autor con ideas nada originales. Esto le ocurría cuando elegía obras recomendadas en revistas especializadas, ya que no confiaba en la opinión de amigos y conocidos: pero se había convencido que solo los críticos y analistas podían aconsejar desde la posición que les daba haber comenzado sus carreras como escritores. Sabía cómo se llamaban la mayoría de premios literarios y manejaba mucha información sobre la fórmula del bestseller, la obra perfecta para el gran público. Pero desconocía el malditismo de los poetas franceses, el snobismo de algunas novelas inglesas, ... El día que, por error, se llevó El lobo estepario de la biblioteca se dio a sí mismo una oportunidad. Luego llegarían La caida, Las flores del mal, ... y ya nada volvió a ser igual en sus estanterías mentales. YURENA GONZÁLEZ HERRERA GRANDES ESPERANZAS Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife Y la Biblioteca desapareció: los recortes y demás políticas económicas del Gobierno en cultura dieron sus tristes frutos. Todos los lectores ávidos y fieles perdieron el hogar de sus horas de ocio, donde iban cada día, donde ya les saludaban por su nombre y leían entre líneas cuando compartían sus vivencias. Tanto conocimiento perdido y tantas experiencias, actividades, talleres, ciclos y conferencias encerrados en aquellas paredes que pronto desaparecerían. Cuando el dinero escasea y la cultura no interesa, unir fuerzas es la única opción: recoger firmas no fue suficiente, manifestarse frente a las instituciones tampoco; anunciarlo en redes era ya la única opción. El día en que el edificio sería definitivamente derruido, la ciudad entera asistió a la llamada... y la cultura volvió a casa y todos recuperaron su hogar. YURENA GONZÁLEZ HERRERA APRENDIZAJE VITAL Se veían en la Biblioteca cada fin de semana: como becarios, se encontraban con usuarios conocidos cuyas preferencias ya conocían y que centraban sus conversaciones: best-sellers, biografías, reservas pendientes que no llegan, etc... Era para aquellos estudiantes su tercera casa, (tras la propia y la facultad) donde podían leer novelas rusas y consultar en busca de antiguas noticias sobre poetas asesinados. Solían reunirse a veces tras la jornada laboral para compartir experiencias y apoyarse mutuamente ante las carencias del sistema y los recursos, para comentar las anécdotas del día y las excentricidades de algún que otro usuario: era su pequeño ritual de supervivencia para llegar al lunes con las pilas cargadas. En ocasiones se encontraban con personas con carencias que los libros no podían llenar: un abrazo fue la más extraña de las peticiones que recibieron. Comprensión fue lo único que pudieron prestar aquel día. YURENA GONZÁLEZ HERRERA Ya no pudo leer más. Le costaba hasta la tinta, si era la que dibujaba mi historia. Un café nos bastó, solo dos nos separan y tres nos suplican. Nunca había existido una combinación tan débil como sus manos y mi historia, que juntas daban vida, la mía. El enredo de pelo, moca y palabras no era bueno si se trataba de tiempo, del que no disponíamos. ¿Cuántos desayunos siguen esperándonos? ¿Cuánta verdad le arrebataría de las manos al silencio? No existe otro remedio que seguir escribiéndome. Continuar por los cientos de lecturas que buscarían responsables. Con tan solo dos culpables, sus manos y mi historia. La luz debe leer esas verdades que más que meras palabras son gritos de socorro, de aviso. Letras escritas en la oscuridad de un país donde con apenas nueve primaveras, me llevó al altar un hombre que para nada era un príncipe azul. IVORY SAMOS ACOSTA BIBLIÓFAGO Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife Ya no pudo leer más. No había peor castigo para alguien que se ganaba la vida editando escogidas obras literarias, para un lector compulsivo al margen de la obligación. En el hospital proyectó sobre la pantalla negra de sus ojos imágenes de lo ocurrido: conducía su coche por una carretera comarcal que atravesaba un paisaje idílico, de aquellos que la gente llama “de postal”, y un gato asilvestrado se le cruzó por delante, trató de salvarlo, pero no fue lo suficiente rápido o hábil, estruendo, granizada de cristales, hierros retorcidos, pedazos de plástico, un penetrante olor a gasoil y la oscuridad de la que ya no salió, Irreversible, le diagnosticó el especialista, Sin vuelta de hoja, aceptó él en un regüeldo de humor agrio... Hasta que unos fotogramas intrusos desplazaron los volitivos... Aterrado, se percató de que eran más antiguos..., de que eran las imágenes cronológicas de toda su vida. JOSÉ EMILIO SANTISTEBAN APOKALYPSIS Y la Biblioteca desapareció… La mujer y la niña, de su mano, se detuvieron ante la pavorosa cavidad. Parecía el cráter de un volcán. Se diría que hasta la tierra que pisaban en aquel momento guardaba calor de lava incandescente. Pero, no, no era la naturaleza, sino la estúpida maldad humana la que desencadenó el desastre. Ni rastro del lugar donde la mujer había trabajado tantos años. Después de un silencio que duró un tiempo que no pudo medir, recalcó: Y la Biblioteca desapareció… Con un brusco tirón, la niña se desprendió de su mano y corrió hacia una piedra. Escarbó un poco y extrajo un montón de papel chamuscado. La mujer, entre incontrolables sollozos, logró leer: “...la segunda muerte…”, “...el libro sellado con siete sellos...”, “...la llave del pozo del abismo...”, “...el número de la bestia es el número del hombre...”, “...el humo del tormento sube para siempre jamás...”. JOSÉ EMILIO SANTISTEBAN FURTIVOS Se veían en la biblioteca. Siempre alrededor de las doce. Ambos, ella y él, envueltos en un aire subrepticio. Escogían, felices, la mesa más discreta. Se sentaban cada uno ante un volumen, dos ejemplares de la misma obra, que abrían por igual página y cerraban, una vez completada la jornada de lectura, por otra idéntica. Devotos como si asistieran a una ceremonia religiosa. Entregados como en una comunión. Sin un descanso, sin rozarse, mudos, si bien, no se privaban de intercambiar sutiles miradas de complicidad, sonrisas placenteras o muecas de desaprobación ante los distintos pasajes. Miradas, sonrisas y muecas que, asombrosamente, coincidían. Se separaban alrededor de la una: ¿Mañana? Comenzaremos los Cuentos de Chéjov. Y se dirigían a sus domicilios en pisos sin libros y aguardaban el regreso de sus respectivos Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife cónyuges: ¿Qué tal? Nada nuevo, respondían, pero en su interior alborotaba fogosa Madame Bovary, que habían terminado de leer. JOSÉ EMILIO SANTISTEBAN Se veían en la biblioteca. Ambos sumidos en la cotidianeidad de sus vidas, jamás repararon el uno en el otro. Nadie podía culparles, pues un enorme abismo de sesenta años de vida les separaba. ¿Cómo podrían entenderse dos seres tan dispares? ¿Cómo podría el joven caminar sobre los pasos del otro y comprender las lecciones que sólo el tiempo sabe dar? ¿Cómo aprender de cada surco en su tez, de cada cana, de sus manos temblorosas? ¿Cómo podría el anciano volver la mente atrás, a sus años de juventud, y recordar cómo late el corazón cuando aún se tiene tanto por aprender y conocer? ¿Cómo verse reflejado en aquellos ojos inexpertos, en su vitalidad e ingenuidad? Lo comprendieron cuando sus manos se rozaron un breve instante al coger el mismo libro. No eran tan distintos al fin y al cabo. JENNIFER MARTÍN CÓRDOBA Y la biblioteca desapareció. Así terminaban siempre los relatos de la bisabuela. Muchos creían que estaba loca, otros simplemente lo atribuían a la edad. Después de todo, aquello sólo era un viejo cuento, una fantasía demente creada por una anciana solitaria. ¿Cómo podría existir un lugar semejante, un edificio entero lleno de libros? Pero ella repetía la misma historia una y otra vez, glorificando aquel paraíso perdido, aquellas cuatro paredes que albergaban toda la sabiduría del mundo. Extrañaba compartir relatos y poesía. Añoraba los momentos de silencio y concentración, la sensación de aprender, de progresar. Ahora el único sitio hacia el que avanzaba era aquel del que nunca se regresa, y el pitido constante del soporte vital le impedía disfrutar del silencio. El corazón le decía que su bisabuela no mentía, pero aquello era una completa locura. Al fin y al cabo, ¿quién necesitaba leer? JENNIFER MARTÍN CÓRDOBA Ya no pudo leer más. Las últimas páginas del diario se convirtieron en cenizas entre sus temblorosas manos. El incendio había desolado la ciudad y el único superviviente había sido el diario de aquella joven enamoradiza y amante de la poesía. No la conocía y ya jamás tendría la oportunidad de ver su rostro o conversar con ella. A pesar de ello, sabía hasta el último de sus secretos. Ella, por el contrario, nunca había sido gran amante de la literatura. Sin embargo, se dio cuenta de que, ahora que aquella joven no estaba, su diario permanecería como un recuerdo inmortal. Porque, aunque pasaran años, alguien conservaría ese diario en algún rincón y ella seguiría viva en la mente de alguien. Tan pronto como llegó a casa comenzó a escribir: Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife Querido diario… JENNIFER MARTÍN CÓRDOBA Ya no puedo leer más… es lo que pensé antes de romper la carta. No aguanté más reproches, ser la mala y la temida. Además, de la injusta o la que viene demasiado pronto. Y lo peor de todo, es de quien recibí la carta. De ella, la deseada, nadie ha pensado que también tiene sus defectos. Acaso no hay quien nace príncipe y mendigo en la misma milésima. Quien nace rico en el paraíso o pobre en un vertedero. Y qué me dicen de quién nace ciego ¿Qué alguien me diga por qué yo soy la injusta? Parce que ella, la vida, todo lo hace bien; pero se le terminó el protagonismo porque acabo de hacer lo que mejor sé. Yo, la muerte, he dado fin a la vida. Lo peor de todo es que ahora me siento vacio, parece que me falta algo. ANTONIO ABRAHAM MORA REAL Se veían en la biblioteca… desde el día de su inauguración. Aquel día era melancólico pero ese detalle no fue importante. Los primeros entusiastas ocuparon sus asientos y el destino los situó a uno cerca del otro. Él se prendó de su milimétrico bordado y del susurro que emanaba con el discurrir de su armónico cuerpo. A ella le pareció un héroe capaz de dar la vida por amor. Surgió la pasión entre la poesía y el aventurero. Anhelaban los dedos que le acariciaban y maldecían las manos que los alejaban contra su voluntad. Envejecieron y sus cuerpos perdieron brillo. Lo que podría ser una tragedia se convirtió en un hermoso premio. Los libros viejos de la biblioteca terminaron en un mercadillo. Fue el día más feliz de su vida cuando un coleccionista los compró y los ubicó uno junto al otro en su estantería. ANTONIO ABRAHAM MORA REAL Y la biblioteca desapareció... Como lo está oyendo. Fui a devolver el libro y no estaba, en su lugar un hoyo por donde caí durante horas hasta que llegué a esta nube. No dice nada, usted debe de haberse caído por el mismo precipicio ¿Es mudo acaso? Ay que joderse. Todo por la mierda de libro este que casi quemo cuando me dejé dormir fumando ¿Qué hace? Estese quieto. Y la biblioteca desapareció, como lo está oyendo. Caí por un precipicio hasta que llegué a una nube, allí un tío con gafas de culo botella me tiró y ahora estoy en esta nube con usted señorita. ANTONIO ABRAHAM MORA REAL Ya no pudo leer mas…. sus ojos se cerraban, su voluntad la abandonaba, sus manos no aguantaban, Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife luchaba con todas sus fuerzas por resistir, pero el precipicio esperaba. Sus dedos ya casi no le tocaban, el hilo invisible que los unía se rompía. Ella lloraba y él caía, sólo el silencio y la oscuridad cabían. Amanece y con la primera luz llega el alba, su mano palpa sin abrir los ojos, y a su lado siente sus hojas rebujadas. Es su libro, su amigo, el confidente que espera paciente a que ella despierte. MARÍA JOSÉ HENRÍQUEZ SANTANA EL ANSIA Y la Biblioteca desapareció, la había dejado varias calles atrás, pero también durante casi un mes no volvería a pisarla, cada vez que iba era tanta su ansia, que pedía títulos y títulos, se ponía en espera para conseguir leer lo último, lo que le habían recomendado, la última novela de su autor preferido. Pero le podía la avaricia, cogía demasiados, leía rápido, saboreando cada relato, deleitándose en cada palabra, en cada idea, pero ¿cuatro libros para tres semanas? era una pasada, no los devolvía a tiempo y la sancionaban. Luego se desconsolaba pensando el tiempo que tendría que pasar sin su querida biblioteca, sin sus preciados tesoros, era justo, pero al entregar los últimos libros y escuchar no puedes sacar ninguno hasta…… se iba cabizbaja, reprochándose caer siempre en lo mismo, no compensaba, y se convenció que esa sería la última vez que le volvería a pasar. MARÍA DEL CARMEN GONZÁLEZ MENÉNDEZ EVASIÓN Ya no pudo leer más, se negaba a terminarlo, solo quedaban dos páginas, se había metido tanto en la historia. Caminaba por las calles con Miguel y Ana, sentía en su carne el amor que se profesaban, se preocupaba con sus problemas, sobretodo cuando quiso interponerse Elena entre ellos. Qué iba a hacer ahora, cerró el libro suavemente y meditó, estaba tumbada en el sofá, el libro descansaba sobre su pecho, de vez en cuando lo tocaba, lo acariciaba, se negaba a que terminase, qué momentos mas felices, qué vida más plena, no podía permitirlo lo alargaría, acariciaría sus tapas varios días, tenía que retener las sensaciones, esos momentos de felicidad ajena que la hacían sentir y recordar que esa felicidad existía, evadirse, no pensar y perderse en otras vidas, y siguió en el sofá tumbada negándose a volver a su realidad, a su vacío, a su hastío. MARIA DEL CARMEN GONZÁLEZ MENÉNDEZ Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife ARREPENTIMIENTO Se veían en la Biblioteca, él la evitaba, pero a distancia notaba sus ojos perforándole, hubiera preferido no tener que ir, pero los exámenes eran lo primero, estaba acostumbrado a estudiar allí, iba por el silencio, el espacio, la motivación de ver gente estudiando. Pero la paz que se respiraba y que siempre sentía, ahora se veía perturbada por la presencia de ella. Le costaba concentrarse con Ana allí. Era historia pasada, Pero aún percibía en sus ojos lágrimas cuando le miraba ¿por qué? ella lo quiso así. El amor era otra cosa, pensó, se demostraba. No había vuelta atrás, ni amor, ni confianza, sólo una brecha enorme entre ellos, insalvable. Y deseó vivir en una ciudad grande, con muchas bibliotecas, para no encontrársela, pero allí solo había una, cogió los apuntes y empezó a leer, de vez en cuando se sacudía y notaba como se desprendían sus miradas. MARIA DEL CARMEN GONZÁLEZ MENÉNDEZ Se veían en la Biblioteca, en aquella la cual lo conoció. En la cual le dijo su primera palabra, su primer beso, su primera lágrima y su alegría mas intensa que llenaron sus ojos completamente de esperanzas. Pero no era más que un cuento, que al llegar a las doscientas páginas su final se decía: " Hasta aquí hemos llegado, pero aquí también nos volveremos a encontrar, posdata Te Amo". YASMANY PASÍN GUERRA Ya no puedo leer más, era tan intensa aquella historia. Dos chicos caminando que no sabían a donde iban, sino que solo pensaban en el momento, en su momento, en aquel momento. Pero no, ellos no se amaban. Solo eran dos adolescentes que iban en busca de un tiempo lejano, y que no tenían más remedio que refugiarse en un libro cuyo título le dio su autor: " Leer por el camino perdido, con la voz de tu silencio". YASMANY PASÍN GUERRA Y la Biblioteca desapareció, y con ella aquellos chicos y chicas que habían dejado su mano durante miles de años, en escribir sus historias mas célebres. La escritura se acab’o y aquellas tantas palabras también. Estamos en el siglos de la tecnología, ya la expresión verbal del corazón no importa. Sólo nos queda la escritura de nuestro sentimiento más profundo, el de evadirnos en nuestra propia letra. YASMANY PASÍN GUERRA Ya no pudo leer más desde que tras bajar del barco se le habían caído sus gafas al agua. Hasta que Efrén la conoció a ella. Tenía una voz agradable, aterciopelada, decir que era cercana a los ángeles caía en lo cotidiano a la hora Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife de elogiar una voz, pero en éste caso también en un acierto. En éste caso, ella le había encontrado a él, la crisis que azotaba la región la había llevado a buscar un trabajo, y él solo iba a estar de paso, así que ya compraría una nueva montura una vez volviera. Ella le leía multitud de libros en inglés traídos de la biblioteca. Ambos defendían que la biblioteca era un bien común; las letras no tienen precio. Finalmente, un amor cedió a otro, y el amor que sentía por las letras pasó a ser el que sentía por ella, pero eso ya es otra historia... AITOR RAMOS Y la biblioteca desapareció, no era de extrañar, la educación obligatoria que solo daba lugar a analfabetos funcionales que sabían leer y escribir, pero que no leían ni escribían, había acabado por dar sus frutos. Grandes obras clásicas tomaban polvo y sombra mientras obras comerciales echas para el público juvenil eran desempolvadas a cada rato como si representaran una exquisitez cultural simplemente por tener una edición física y muchas letras escritas sin ton ni son. La muerte de la biblioteca era un amargo recuerdo para los amantes de la lectura, que no veían espacio ni capital suficiente para captar nuevas obras. Como decía la leyenda, quizás cuando el dinero deslocalizado por corruptos en paraísos fiscales volviera, se plantearan reabrir una nueva. AITOR RAMOS FATÍDICO FINAL Ya no pudo leer más versos de Borges, palabras oníricas de Neruda y sobretodo esas metáforas eróticas de Allende. La realidad de su vida nada tenía que ver con sentimientos desmesuradamente idealizados, fantásticos e insoportablemente irreales. La vida, descubrió, no estaba ni cerca de sus expectativas, al contrario, era una caja de verdades grotescas que vale más ignorar. No es ninguna novedad pero para ella, poseedora de una increíble facilidad para volar a la altura de las nubes y con la mirada clavada en una luna imaginaria, la perspectiva de sucesos sin ningún tipo de censura era una primicia, dolorosa e insufrible. Sin otras soluciones viables, se dejó caer al abismo del que nadie tiene conjeturas sólidas y fue así como soltó su último aliento desprovisto de la diáfana nobleza de antaño. BRIGGITH BAUTISTA GONZÁLEZ EL MISTERIO DE LA BIBLIOTECA Se veían en la biblioteca luces siniestras cada noche. Lucas, que vivía al otro lado de la calle, siempre las observaba y de vez en cuando escuchaba algún que otro ruido. Una fría mañana de otoño, lleno de curiosidad, decidió ir a visitarla. La biblioteca estaba vacía, solo había un par de libros desperdigados por el suelo. Intrigado, cogió el primero que vio y comenzó a leerlo. Las horas pasaron Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife volando y pronto anocheció. De repente las luces del edificio empezaron a parpadear como el chico había visto desde su casa. Cuando decidió salir de la biblioteca, giró el pomo de la puerta y una fuerte corriente lo arrastró de nuevo hacia el interior, haciendo que ésta se cerrase. Lucas, asustado, imaginó decenas de fantasmas danzando en la oscuridad, pero de pronto escuchó unas risas y se volvió para ver a su amigo Pedro. ¡Todo había sido una broma! HUGO DE SOUSA SANTANA PERSPECTIVAS Ya no pudo leer más. El diagnóstico fue claro: ceguera permanente. El mundo era un gran libro, o eso creía él. Pensar que tras ese escaparate opaco en el que se habían convertido sus ojos se escondía una gran historia que él nunca podría terminar... Se le hacía insoportable. El tiempo pasaba, y no normalmente, sino por encima de él, al menos desde su paradójico punto de vista. Pero un día sucedió: un sabor, un sonido, una textura, un olor. Secretos sutiles que pocos se atreven a descubrir. Fue como si renaciera, como volver a ver la luz. Aprendió a leer sin los ojos, descubrió como ver más allá, con los sentimientos, con el alma, y una vez libre de todos esos prejuicios que el aspecto físico suele implicar, pudo seguir leyendo. Y su perspectiva fue diferente. Diferente y preciosa. REBECA DE SOUSA SANTANA EL METRO Ya no pudo leer más, el estruendo que salía del túnel le anunciaba la llegada del metro, aquel lugar estaba atestado y no quería llegar tarde a la consulta, entre empellones se hizo hueco en el vagón, sacó la tablet y la miró, no estaba segura de seguir leyendo, desde que supo la noticia, buscaba ávidamente información sobre la enfermedad y en ella, el consuelo, pero hoy no, hoy en algún lugar, en alguna mesa, quizás en un sobre, ya estaba escrito su destino e imaginaba que el señor de bata blanca, le daría, ahora sí, mucha información, pero ¿ Dónde encontrará ahora el consuelo? NIEVES DAIDA BETHENCOURT GARCÍA POLVO Y la biblioteca desapareció, y un peso intangible cayó sobre mí, al ver aquella habitación en penumbra, vacía, sin alma, una luz tenue y burlona me mostraba como todos los libros que antes la poblaran, los textos que se apilaban y sus ideas e ingenios, sus historias, sus personajes, sus verdades y sus fantasías, los ideales, el amor, los héroes y las victorias, la esencia y la vida, todo había desaparecido, en los estantes solo quedaba polvo, polvo como en el fin, el polvo y nada. NIEVES DAIDA BETHENCOURT GARCÍA Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife ATRAGANTAMIENTO LITERAL Ya no pudo leer más, aquel párrafo lo había atragantado. Pocos saben que la palabra escrita puede ser mortal, aquel que descubre esta característica suele dejar de respirar en pocos segundos. Tosía violentamente, aterrado miraba a su alrededor, sus ojos imploraban auxilio. Su empeño en inspirar empujaba al fondo de su tráquea aquellas palabras emponzoñadas. Dejó de respirar. Sintió un abrazo, una extraña ingravidez, unos puños presionaron su diafragma, salieron disparadas de su boca aquellas palabras malditas. Volvió a respirar, a bocanadas, el aire rebosó en sus pulmones. Atiborrado de oxígeno dio las gracias, su salvador se puso los auriculares y siguió corriendo por el parque restando así importancia a lo ocurrido. Recogió el libro, lo abrió despacito, con miedo, temía que algo saltara de su interior. Allí estaba aquel párrafo, húmedo, sanguinolento, desordenado, escupido de vuelta sobre el papel. Decidió denunciar al libro por homicidio en grado de tentativa. RUBÉN VERA KOSTER EL LIBRO DE MIS SUEÑOS Y la biblioteca desapareció sin dejar rastro. Apenas me lo podía creer. Avancé en mitad de la noche sin hacer ruido dejando atrás el lugar. Subí las escaleras de mi casa y me encerré en mi cuarto. Me dirigí hacia la estantería y cogí aquel misterioso cuaderno. Allí estaba todo, incluido lo de la biblioteca. Esto no podía estar pasando, no podía dar ninguna explicación de lo que acaba de ocurrir. Simplemente era magia. Entonces comprendí lo que podía hacer con este libro. Escribiera lo que escribiese, se cumpliría. Cerré los ojos y sonreí. Ya no tendría miedo a nadie. Ya no ocurriría nada malo en el mundo. Todo sería perfecto. Todo sucedería como yo quisiese. Las guerras, el hambre, los desastres naturales, las crisis… todo desaparecería con solo un deseo y tinta. CAROLINA CABALLERO GARCÍA UN DULCE FINAL Ya no pudo leer más. Las palabras se le atragantaban. Se le veía triste. Cogí aquel libro y leí las últimas líneas. Las lágrimas empezaron a descender. Sentí que me rompía en mil pedazos. Miré a mi hermano. Estaba observando distraídamente el horizonte. Le cogí la mano. Faltaban apenas un par de horas para el desastre. No había vuelta atrás. No había solución. La gente más rica había conseguido salir del país mientras el resto se quedaba atrapado. El reactor nuclear explotará en cualquier momento y yo solo quería pasar mis últimos minutos con la persona que más quería. Este libro era nuestro favorito, pues tenía un final feliz. Sin embargo, ya da igual, ya no importa nada. Ahora solo queda esperar y ver el sol descender. CAROLINA CABALLERO GARCÍA Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife VALOR Ya no pudo leer más. Unas lágrimas silenciosas se deslizaban por sus mejillas empañando su vista como si de una cortina de humo se tratase. Para ella fue como un alivio. Había estado en tensión desde la primera página y ya no aguantaba más. Aquella novela era tan real y, a la vez, contada de una manera tan extraña… En cualquier momento podían ocurrir hasta los sucesos más insospechados. A las anteriores, se sumaron dos goterones que cayeron sobre la almohada, pero estos con un mensaje diferente: VALOR. Decidió ser fuerte. Cogió aire y retomó el libro. Para entonces, la niebla se había disipado de sus ojos. LARA NIEBLA CAÑETE EL AMOR NO EXISTE Ya no pudo leer más… Las gafas se le empañaron y las letras emborronadas de la carta se difuminaron de forma tan fulminante como su esperanza. No había existido. Su amor por él había sido únicamente cosa de su imaginación delirante. Por un momento no supo qué hacer con aquel folio. Pensó que si al menos hubiese estado escrito a mano, con una caligrafía artesanal y delicada, habría valido la pena conservarlo. No era el caso. Se levantó de la mesa de la Biblioteca donde garabateaba apuntes sin sentido y fue directo a la papelera con la carta arrugada como su corazón. Antes de tirarla, un impulso le llevó hasta una estantería. Sacó un libro al azar: Arthur Rimbaud: ‘Una temporada en el Infierno’, decía. Lo abrió por una página cualquiera y abandonó la carta a su suerte, por si a alguien le servía de algo. RAQUEL MARTÍN CARABALLO MÁS ALLÁ DEL FUEGO Y la Biblioteca desapareció… Antes de que César pudiera dirigir sus tropas hacia el Puerto, las llamas se extendieron como dioses inclementes sobre una Alejandría reducida a cenizas ante sus ojos. Se sintió más poderoso que nunca. Una certeza vertical se elevó sobre la columna de humo negro a sus espaldas: ahora, sin duda, la memoria de los hombres le pertenecía. RAQUEL MARTÍN CARABALLO ENTRE LÍNEAS Se veían en la Biblioteca… Cada jueves, a la misma hora, él dejaba sobre su puesto el último libro que acababa de leer, sabiendo que ella se lo devolvería puntual a la semana siguiente, siempre en jueves, con sus notas escritas a lápiz en los márgenes. Así fue como él le prestó los versos de Pessoa, las novelas de Baricco, los cuentos de Monterroso, los diálogos de Platón … El primer jueves que ella faltó a la cita él había elegido un préstamo especial. Pensaba confesarle que se había acostumbrado a aquellos intercambios de una forma casi enfermiza. Y Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife para ello había seleccionado El túnel, de Ernesto Sábato. Ella debió intuir el tamaño de aquel amor. Nunca más nadie la vio por allí. RAQUEL MARTÍN CARABALLO LEER DE NOCHE Ya no pudo leer más. Hacía rato que las palabras bailaban ante sus ojos. Con una mano apagó la lámpara de la mesilla y con la otra dejó caer el libro al suelo. Estaba sentada en una cafetería muy elegante, con níveas mesas de mármol y una taza de té impaciente. A través de la cortina de encaje veía caer la lluvia En ese instante, alguien empujó discreto la puerta del local. Clavó su mirada en ella. El recuerdo de sus ojos y de los ansiosos labios le hizo perder por un segundo la compostura. Marlowe, sintió algo parecido. Se hundió, sin remedio, en aquellos profundos pozos negros. Llegó a la mesa, la saludó con un firme apretón de manos y quitándose el sombrero y los guantes, le preguntó cortante: aquí estoy señora Cavendish ¿qué es eso tan urgente que tiene que contarme? BELÉN VALIENTE NO REGRESÓ Ya no pudo leer más, así que salió a comprar folios para escribir. Absorta con la música que brotaba de su iPod, subió las escaleras de aquel pequeño centro comercial hasta llegar a la papelería. Necesito folios, le dijo a la dependienta. Voy a llamar a la policía, respondió ella. Extrañada, salió fuera a ver por qué iba a llamar y miró al lado izquierdo del pasillo. Había muchos cadáveres colgados por cuerdas y un hueco en el techo del que sobresalían todo tipo de miembros. Corrió lo más rápido que pudo a su casa para contarle todo a su madre. Su madre le contestó: tu hermano no regresó a casa anoche. LAURA CABRERA DE LA ROSA YO SOLO SÉ QUE NO SÉ NADA Y la Biblioteca desapareció con cada mirada de complicidad que se echaban. Cada vez que levantaban la cabeza de los libros que estaban leyendo, solo recordaban los ojos del otro. Por más que trataban de comprender su lectura, no podían, llegando a la conclusión de que yo solo sé que no sé nada, salvo que se enterrarían en las profundidades de las pupilas del uno y del otro. LAURA CABRERA DE LA ROSA VIDA DE BIBLIOTECA Se veían en la Biblioteca, entre las estanterías más recónditas y escondidas. Se veían y siempre estaban cuerpo a cuerpo, lomo a lomo, respirando el mismo aire, el mismo oxígeno. Se veían en el mismo lugar de la Biblioteca, pero cuando Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife se separaban y estaban al menos unos quince días sin verse, se echaban mucho de menos. Cuando uno vive en el mismo lugar durante años, con la misma atmósfera a su alrededor, si algo de ésta desaparece, por momentos se siente un vacío. Es lo que tiene convivir con otros libros en la misma estantería de siempre. LAURA CABRERA DE LA ROSA SIEMPRE Se veían en la Biblioteca. Todos los días a las cinco de la tarde era la cita. Ella se sentaba al fondo y él a tan sólo dos mesas de distancia. Miradas tímidas que, entre línea y línea, recruzaban, labios que no eran capaces de disimular sonrisas y manos nerviosas que constantemente pasaban las páginas aún cuando todavía no se habían leído. Él no aguantó más la saludó por primera vez y se sentó a su lado. Estudiaban, leían libros, consultaban revistas, ojeaban periódicos… día a día, juntos. Se consagró entre ellos una unión que jamás había sido escrita. Te quiero –le dijo ella al fin- y él la besó. Al día siguiente en las escaleras, una vez más, él la esperaba. No apareció. Durante una semana la esperó y nunca apareció. Entonces, con dolor, lo entendió todo. Jamás volvería. No entendía por qué. Era injusto. Lloró. ¿Y si vuelve algún día? Por si vuelve, él aún sigue esperando. GUÁRDAME Ya no pudo leer más, cerró el libro y lo tiró contra la pared. Estaba enfadado con el mundo, con la vida y con Dios. Era incapaz de ojearlo, de mirarlo colocado en la estantería o de incluso tocarlo. Lo repugnaban. Sus letras, una a una, eran reproducidas en su mente con el sonido de aquella voz. Una voz dulce y tenue, con una calidez que te invitaba a soñar, con un ritmo tan melódico que acaricia constantemente la audición. Era la voz de su abuela. La echaba mucho de menos y no soportaba tener cerca nada que la recordara. Ella le leía todas las noches. Ella le enseñó a imaginar, a inventarse nuevos mundos, a evadirse y a tener esperanza de que existe algo más. De pronto, miró el libro tirado en el suelo. Se arrepintió. Corrió hacia él llorando y lo abrazó. Era lo único que tenía de ella. Era lo único que le permitía seguir con vida. Jamás se apartó de él. RECUERDOS OLVIDADOS Y la Biblioteca desapareció. El último vestigio del pasado del ser humano se convirtió en una inmensa nube de polvo que anegó el aire y cegó a los asistentes. Paradójica imagen e hija fiel de la época que me ha tocado vivir: una sociedad en la que sólo tiene valor lo presente, una en la que no es necesario girarse para vislumbrar lo pasado, las miles de historias que han fenecido a lo Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife largo de nuestro paso por el mundo y que no son más que sombras en el camino. En este proceso, incluso los grandes héroes griegos han sucumbido, ya no son más que nombres en un cielo cada vez más oscuro. SATURNINO EXPÓSITO REYES VIDAS PARALELAS Se veían en la Biblioteca todos los días, siempre a la misma hora. Uno frente al otro, inmersos en sus papeles y pensamientos. Dos vidas paralelas que jamás se llegarán a rozar. SATURNINO EXPÓSITO REYES SURGIÓ EL AMOR Se veían en la Biblioteca. Ella es hija de un noble escritor francés. Él de los barrios medios de Tours. Sinceramente, no les relacionaba nada, lo único que les gustaba era investigar. Se conocieron cuando leían el caso Burdeos, pero él la vio por primera vez cuando era periodista de su ciudad. A través de los libros, ambos han estado en varios países, han sido detectives, periodistas… Ahora analizaban el mismo caso y fueron a tomar copas a una tasca de la ciudad y empezaron a hablar. Ese día sólo le importaba ella. Quiere vivir a su lado, no va a morir solo, la quiere. No quiere olvidar su pasado, pero quiere que forme parte de él, de su presente y de su futuro. No piensa en tonterías. Y sumergidos en la misma historia del caso Burdeos, surgió su historia de amor. TOMÁS JORGE GONZÁLEZ CONTRERAS Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. C/ Comodoro Rolín nº 1 38007 Santa Cruz de Tenerife TEL. 922 479 309 / FAX 922 479 338 www.bibliotecaspublicas.es/tenerife