¿Dobles o espíritus? - Asclepio

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Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia
66 (1), enero-junio 2014, p035
ISSN-L:0210-4466
http://dx.doi.org/10.3989/asclepio.2014.09
ESTUDIOS / RESEARCH STUDIES
¿DOBLES O ESPÍRITUS?
LAS TEORÍAS DEL DESDOBLAMIENTO FRENTE AL ESPIRITISMO EN
LA ESPAÑA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
Andrea Graus
Centre d’Història de la Ciència (CEHIC), Universitat Autònoma de Barcelona
[email protected]
Recibido: 7 febrero 2013; Aceptado: 27 mayo de 2013.
Cómo citar este artículo/Citation: Graus, Andrea (2014), “¿Dobles o espíritus? Las teorías del desdoblamiento frente al espiritismo en la
España de principios del siglo XX”, Asclepio 66 (1): p035, doi: http://dx.doi.org/10.3989/asclepio.2014.09
RESUMEN: El presente artículo aborda la relación entre las teorías del desdoblamiento y el espiritismo en España. Se exponen dos
casos acontecidos a principios del siglo XX. El primero describe el desdoblamiento de la personalidad que el médico Víctor Melcior
atribuyó a la médium Teresa Esquius. El segundo trata la polémica, entre el astrónomo Josep Comas y el espiritista Jacint Fornaguera,
respecto al desdoblamiento corporal en la médium Carmen Domínguez. Se argumenta que esta clase de debates favorecieron el
estudio científico de la mediumnidad.
PALABRAS CLAVE: Desdoblamiento; Espiritismo; Mediumnidad; Metapsíquica; Doble Personalidad.
DOUBLES OR SPIRITS?
DISSOCIATION THEORIES AGAINST SPIRITISM IN SPAIN AT THE BEGINNINGS OF THE 20TH CENTURY
ABSTRACT: This paper discusses the relation between dissociation theories and spiritism in Spain. It shows two cases that took place
at the beginnings of the 20th Century. The first describes the mental dissociation that the physician Víctor Melcior attributed to the
medium Teresa Esquius. The second shows the polemic, between the astronomer Josep Comas and the spiritist Jacint Fornaguera,
in regard to the bodily dissociation in the medium Carmen Domínguez. It is argued that these kind of debates favoured the scientific
study of mediumship.
KEY WORDS: Dissociation; Spiritualism; Mediumship; Psychical Research; Secondary Self.
Copyright: © 2014 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons
Attribution-Non Commercial (by-nc) Spain 3.0.
ANDREA GRAUS
INTRODUCCIÓN
A lo largo del siglo XIX despertó el interés por los
fenómenos del desdoblamiento de la personalidad,
los cuales fueron relacionados con los campos del
magnetismo y el espiritismo (Véase, por ejemplo:
Plas, 2012; Wolffram, 2012; Méheust, 1999; Crabtree, 1993; Shamdasani, 1993, 1994; Oppenheim,
1985). Como mostró Ellenberger (1976) en su clásico The discovery of the unconscious, el auge del
espiritismo contribuyó al desarrollo de las distintas
nociones sobre el inconsciente, como la idea del subconsciente de Pierre Janet. Al teorizar sobre la disociación psicológica y la formación de segundas personalidades, Frederic W. H. Myers, Edmund Gurney,
Théodore Flournoy, Alfred Binet o Pierre Janet se
basaron en casos propios de la mediumnidad y el sonambulismo natural (Sommer, 2011; Alvarado, 2002,
2010; Léblanc, 2001; Shamdasani, 1994; Ellenberger,
1976). Como argumentaré en este artículo, en España la definición de Janet del desdoblamiento de la
personalidad, en relación al espiritismo, fue la más
difundida. Se encargaron de promoverla médicos y
psiquiatras interesados por los fenómenos mediúmnicos, como Víctor Melcior y Farré o Antonio Gota
Casas (Gota, 1909a, 1909b; Melcior, 1904, 1900).
Aparte del desdoblamiento en sentido psicológico,
investigadores de los fenómenos paranormales como
Albert de Rochas d’Aiglun defendieron la existencia
de un desdoblamiento físico o corporal. En su grado
máximo, el individuo fluídico o doble se desprendía
del cuerpo del médium o, en su caso, del sujeto hipnotizado (Rochas, 1897). La exteriorización del doble
permitía, según Rochas (1897), explicar fenómenos
físicos propios del espiritismo, como la levitación o
los aportes, sin la intervención de los espíritus. Así
lo defendieron Hector Durville o Hyppolite Baraduc,
investigadores en el campo del magnetismo, en el
Congreso de Psicología de París de 1900. En este, los
temas relacionados con los fenómenos espiríticos
tuvieron una hostil acogida debido a la oposición de
algunos asistentes, como el neurólogo alemán Oskar
Vogt (Brower, 2010; Plas, 2000). En España, aunque
las teorías de Rochas no tuvieron una gran acogida,
fueron defendidas por médicos como Abdón Sánchez
Herrero (1852-1904), amplio conocedor de los fenómenos del hipnotismo trascendental.
La historiografía sobre el hipnotismo y la metapsíquica1 ha destacado la importancia de las teorías del
desdoblamiento en las primeras sociedades dedicadas al estudio de los fenómenos mediúmnicos, como
la Society for Psychical Research o la Société Psychologique Physiologique (Lachapelle, 2011; Wolffram,
2009a; Edelman, 2006a; Owen, 2004; Méheust, 1999).
En el contexto español se hallan trabajos notables sobre el espiritismo (González de Pablo, 2006a; Abend,
2
2004; Horta 2001, 2004), el magnetismo e hipnotismo
(González de Pablo, 2006b; Montiel & González de Pablo, 2003) y la metapsíquica (Mülberger & Balltondre,
2012, 2013; Mülberger, 2008; Roca, 1986). Sin embargo, la influencia de las teorías del desdoblamiento, en
relación al estudio científico de la mediumnidad, sigue inexplorada. El propósito del presente artículo es
profundizar en este tema.
Según argumentaré, el desdoblamiento, ya fuera
en sentido físico o psicológico, cuestionaba la hipótesis espiritista. El médium dejaba de ser considerado como un mediador entre los vivos y los desencarnados. Sus fenómenos se creían producto de fuerzas
inconscientes y desconocidas. Para comprender la
importancia de esta cuestión se relatarán dos controversias, hasta ahora no estudiadas, en torno a
la disociación y la mediumnidad. Ambas polémicas
representan dos ejemplos notables del impacto de
las teorías del desdoblamiento en España a principios del s. XX. Como se verá, dichas teorías fueron
presentadas por algunos médicos como la explicación racional de la posesión espiritual. Esta actitud,
sostenida por psicólogos como Pierre Janet o Julian
Ochorowicz, y generó importantes debates en la línea de los que se van a exponer (Véase, por ejemplo:
Brower, 2010; Plas 2000). Asimismo, los espiritistas
españoles tampoco fueron ajenos a esta clase discusiones, como mostraré en este artículo.
El primer caso que expondré se refiere a la médium Teresa Esquius, a quien el médico Víctor Melcior y Farré (1860-1929) diagnosticó un desdoblamiento de la personalidad. Este desdoblamiento
fue sanado mediante terapia hipnótica por parte de
Melcior. El segundo caso trata de la polémica, entre
el astrónomo Josep Comas y Solà (1868-1937) y el
espiritista Jacint Fornaguera, respecto al desdoblamiento corporal en la médium Carmen Domínguez.
En ambos casos, muy polémicos entre los espiritistas, se observarán las implicaciones que supone refutar la hipótesis espírita y entender la mediumnidad
como producto de un desdoblamiento. Finalmente,
argumentaré que este debate contribuyó a fomentar
el estudio científico de la mediumnidad.
LA «VERDADERA» MEDIUMNIDAD
El desdoblamiento de la personalidad, así como
otros fenómenos relacionados con el inconsciente,
como la autosugestión, fueron percibidos por muchos espiritistas como una amenaza. Quintín López
Gómez (1864-1934), espiritista reconocido y amigo
de Melcior, defendió la necesidad de distinguir los
fenómenos del desdoblamiento y la autosugestión
de la «verdadera» mediumnidad, o sea, aquella en la
que intervenían los espíritus (López, s.d. 1919?). Esta
cuestión fue debatida en el Segundo Congreso Espiri-
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¿DOBLES O ESPÍRITUS? LAS TEORÍAS DEL DESDOBLAMIENTO FRENTE AL ESPIRITISMO EN LA ESPAÑA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
tista y Espiritualista, celebrado en París en 1900. Entre
las circulares que publicó la comisión del congreso en
relación a los temas que se tratarían en el encuentro,
se planteó que los hechos del desdoblamiento obligaban a los espiritistas a reemprender el estudio de
la mediumnidad tendiendo en cuenta factores humanos como la memoria o la autosugestión. De este
modo, se pretendía establecer «la diferencia entre el
automatismo y la mediumnidad» para «distinguir los
verdaderos fenómenos espiritistas de aquellos que no
tienen de tales más que la apariencia» (Comisión de
organización de la sección espiritista, 1900, p. 85).
patologización fue el mayor escollo que hallaron los
médiums para su consideración. En España, Estrany
los trató de histéricos y Tolosa Latour tachó a Home, el
famoso médium escocés, de neurósico (Tolosa, 1884;
Estrany, 1908). Sin embargo, no todos se conformaron
con estas etiquetas. Este fue el caso del médium Jacint Fornaguera, quien polemizó con Comas respecto
a la teoría sobre el desdoblamiento corporal, como
veremos más adelante.
Para los espiritistas, probar la existencia de la «verdadera» mediumnidad era necesario para diferenciar
los médiums de los sonámbulos, las teorías espiritistas de las animistas, los fenómenos espiríticos de
los del hipnotismo trascendental (Méheust, 1999;
Wolffram, 2012; Edelman, 2006a; González de Pablo,
2003; Bensaude-Vincent & Blondel, 2002;). El médico
y espiritista Eugenio García Gonzalo intentó calmar los
ánimos de sus correligionarios afirmando que aquellos científicos interesados por el espiritismo, como
Zöllner, terminarían por clasificar los fenómenos mediúmnicos y desvelar «cuáles son debidos exclusivamente a nuestro organismo, cuáles a nuestra fuerza
psíquica, y cuáles a la intervención espiritual ultraterrestre» (García, 1897, p. 298).
Para ilustrar la teoría del desdoblamiento de la personalidad, aplicada a la mediumnidad, expondré el caso,
aún no tratado por ningún historiador, de la joven Teresa Esquius. Esta joven médium de Terrassa fue supuestamente sanada, alrededor de 1900, por Víctor Melcior,
un médico leridano afincado en Barcelona.
Con el mismo propósito de probar la existencia de
la «verdadera» mediumnidad obró el médium Segundo Oliver. Alrededor de 1900 convocó un premio,
que pasó de 3.000 a 20.000 pesetas, para quien demostrara que uno de los fenómenos que producía,
el retrato de personas muertas desconocidas, podía
explicarse mediante una teoría que no fuera el espiritismo de Kardec (Esteva, 1901; Oliver, 1901). Entre
las muchas teorías recibidas, las cuales Oliver rechazó, se hallaba la del desdoblamiento de la personalidad (Oliver, 1901).
Para médicos como Víctor Melcior (1904) o Antonio
Gota (1909a, 1909b), las teorías relacionadas con el
desdoblamiento eran las mejor aceptadas por miembros de la comunidad científica como Enrico Morselli
(1908) o Charles Richet (1923). En palabras del astrónomo Josep Comas: «Todos los autores que han
estudiado seriamente el asunto [del espiritismo] sin
prejuicios están conformes en que tales fenómenos
podrían explicarse en principio por un desdoblamiento del médium» (Comas, 1908, p. 78).
Como argumenta Edelman (2006b), el desdoblamiento de la personalidad no solo amenazaba la «verdadera» mediumnidad, sino que representaba una
lacra para los médiums. Las teorías de Janet (1889)
sobre la desagregación psicológica, promovidas por
Melcior, partían de la concepción del médium como
un ser enfermo y desequilibrado. Junto al fraude, la
EL DESDOBLAMIENTO DE LA PERSONALIDAD: UNA
MÉDIUM BAJO TERAPIA
Melcior estaba vinculado al círculo espiritista de
Quintín López, colaborador de la Revista de Estudios
Psicológicos. Desde este círculo se creó, en 1895, la
Clínica Hidro-Magnética, un consultorio médico de
caridad. Melcior fue su fundador junto al médico José
Cembrano. Durante diez años, ambos asistieron desinteresadamente a enfermos entre dos y tres días a la
semana. La curación mediante el magnetismo y la hipnosis no solo fue presencial sino también por correspondencia, a nivel peninsular y continental, mediante
el envío de libritos de papel magnetizado (Melcior,
1895; Anónimo, 1895).
Amplio conocedor del hipnotismo y el espiritismo,
Melcior estaba interesado por los trastornos de la
personalidad y su relación con el inconsciente. En su
libro Los estados subconscientes y las aberraciones de
la personalidad (1904) narra el desdoblamiento de la
joven Teresa Esquius.
Teresa, nacida en Terrassa en 1876, de constitución
débil, sufría crisis histéricas desde los trece años a raíz
de una discusión con Dolores, una compañera de la
fábrica donde trabajaba. Movido por la superstición,
su padre consultó con tarotistas y curanderos, los cuales le dijeron que Teresa era víctima del mal de ojo.
Ante el estado de salud de su hija amenazó a Dolores
con matarla a ella y a su marido si no le quitaba el mal
en tres días. Pasado este tiempo los síntomas desaparecieron, pero se presentaron una nueva serie de fenómenos más extraños todavía: los muebles levitaban
alrededor de Teresa, se oían ruidos o crujidos y aparecían dibujos de cruces y objetos cotidianos grabados
en las paredes (Melcior, 1904).
Los fenómenos preocuparon a las autoridades locales y en Terrassa empezó a correr el rumor de que
Teresa estaba embrujada. Tras consultar el padre con
el doctor Cadevall, director del Real Colegio Tarrasen-
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ANDREA GRAUS
se, se concluyó que los fenómenos los producía Teresa inconscientemente. Después de que ningún tratamiento médico diera resultado, Cadevall aconsejó a
la familia probar con la terapia hipnótica, para la cual
acudieron a Melcior, quien rápidamente observó el
desdoblamiento del yo:
Llevaron a Teresa a mi consulta, la hipnoticé desde
la primera sesión, y a poco se demostró en ella una
especie de convivencia entre dos seres, cuyo total formaba la personalidad de la enferma.
De manera que hallándose Teresa durmiendo con
sueño sonambúlico, respondía a las preguntas que se
le hacían no como Teresa en sí, es decir, no como la
sujeto que en estado de vigilia era designada con dicho nombre, sino con el nombre de Teresina. Este diminutivo lo aplicaba a la personalidad subconsciente,
y también a su cuerpo. (Melcior, 1904, p. 306).
Teresa estaba convencida de que Teresina era un
espíritu que se posesionaba de ella para producir los
fenómenos. Según Melcior, confundir estos hechos
con comunicaciones de ultratumba era fácil, ya que
durante el trance los médiums solían hablar de ellos
mismos en tercera persona: «de ahí que, muchas
personas crédulas, den como auténtica comunicación de espíritus del espacio, lo que en resumen de
cuentas no es más que una conversación inter-vivos»
(Melcior, 1904, p. 324).
Aunque Melcior admitía sentirse seducido por algunos puntos relacionados con la doctrina espiritista,
como la reencarnación, consideraba que la explicación espírita a los cambios de personalidad «estaba
desposeída de fundamento científico» y era «soberanamente ridícula» (Melcior, 1904, p. 262). A través
de la sugestión en estado hipnótico destruyó la personalidad de Teresina repitiéndole a Teresa la siguiente
consigna: «Cada vez que te hipnotizo, Teresina va perdiendo fuerzas. Esta operación es para ella lo mismo
que para ti sería una sangría» (Melcior, 1904, p. 309).
De este modo, convenció a Teresa de que no prestara
su fuerza psíquica a Teresina, tras lo cual los fenómenos desaparecieron en pocas semanas. Para Melcior,
quedaba probado que el caso de mediumnidad de
Teresa no era consecuencia de ningún espíritu y que
Teresina era producto de su inconsciente.
El fenómeno del desdoblamiento de la personalidad
ya había sido observado por los magnetizadores; pero
el desdoblamiento en sentido psicopatológico fue teorizado por Pierre Janet. Entre otros casos, Janet (1889)
se basó en el de Lucie, una de sus pacientes histéricas
que presentaba una segunda personalidad, Adrienne,
con quien Janet lograba comunicarse mediante la escritura automática (Bacopoulos-Viau, 2012; Léblanc,
2001; Crabtree, 1993a;). Esta visión psicopatológica
del desdoblamiento, muy extendida en el contexto francés, era contraria a la que defendió Myers en
4
el contexto inglés. Para Myers (1903), las segundas
personalidades podían ser superiores e incluso más
creativas (Shamdasani, 1993). La terapia consistiría
en integrar ambas personalidades en vez de eliminar
la subconsciente, tal y como proponían Janet (1889)
y Melcior (1904). Dada la importancia que tuvo para
Melcior la teoría de Janet sobre el desdoblamiento
de la personalidad, aplicada a la mediumnidad, se relatarán los puntos más importantes para después ver
cómo Melcior los relacionó con el caso de Teresa.
Janet (1889) opinaba que, cuando el médium entraba en trance su yo se disgregaba y aparecía una
personalidad subconsciente que lo dominaba. En
este sentido, creía que la autosugestión era el mecanismo del desdoblamiento y que la formación de
segundas personalidades era el punto esencial del
espiritismo. Los medios que estas personalidades
emplearan para manifestarse –raps, escritura automática etc.– le parecían secundarios.
La expresión que para Janet mejor describía el estado de trance era la de hémisomnambulisme, acuñada
por Charles Richet (1923). En este estado el médium
era capaz de mantener dos existencias simultáneas, la
de su personalidad conocida y la de su subconsciente. Según Janet (1889), los médiums representaban el
tipo de desdoblamiento más completo, en el cual las
dos personalidades se ignoraban entre ellas y se desarrollaban de forma independiente. La mediumnidad
no era, según él, más que un síntoma de un estado
mórbido análogo al de la histeria.
En la explicación que da Melcior (1904) del desdoblamiento de la personalidad de Teresa se observa
una clara influencia de las teorías de Janet. Melcior, al
igual que Janet, concebía el desdoblamiento como un
estado enfermizo que solo podía afectar a individuos
desequilibrados, pues dependía de una ruptura en la
coordinación física y psicológica de la persona. Para
Melcior (1904), Teresa no solo padecía una «miseria
fisiológica» debida a sus malas condiciones de vida,
derivadas del hecho de pertenecer a la clase obrera,
sino también una debilidad moral o misère psychologique, por ponerlo en términos de Janet (1889). Esa
fragilidad mental era, según Melcior, la culpable de
que, tras el incidente con Dolores, se constituyera en
la mente de Teresa «un estado de idea fija, caracterizado por representaciones mentales de una mujer
(Dolores) que la quiere mal» (Melcior, 1904, p. 312).
Se observa aquí otro término usado por Janet, el de
idea fija. Janet (1889) la definió como un fenómeno
psicológico que se desarrolla de forma automática,
natural e inconsciente, fuera de la voluntad y de la
percepción personal, como una autosugestión influenciada por causas accidentales. Melcior siguió al
pie de la letra esta definición, pues creyó que el incidente con Dolores fue la causa de que Teresina se
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constituyera como «una creación psicológica de la
propia Teresa» (Melcior, 1904, p. 323). Es decir, que
Teresa creó a Teresina mediante la autosugestión, tal
y como lo había planteado Janet en el caso de Lucie
(Janet, 1889).
Melcior atribuyó a estos fenómenos hay que ir un
paso más allá del desdoblamiento de la personalidad
y situarnos en el que, según Melcior (1904), representaba su «grado máximo»: el desdoblamiento corporal.
Según Melcior, la influencia del entorno social tuvo
un papel fundamental en la confusión del desdoblamiento de la personalidad de Teresa con un caso
propio del espiritismo. En palabras de Melcior, Teresa
se vio «sugestionada por deudos, amigos y desconocidos, empeñados en reconocerla víctima inocente
de un fatal embrujamiento» (Melcior, 1904, p. 314).
Al manifestarse los primeros fenómenos, el padre de
Teresa consultó con un espiritista, quien le dijo que
su hija se hallaba poseída por un espíritu maligno.
Cuando el caso se conoció en Terrassa, este tipo de
teorías triunfaron en un ambiente donde el espiritismo ganaba adeptos día a día entre la clase obrera
(Horta, 2001, 2004). Prueba de ello es que a finales
del siglo XIX se fundaron, solo en Terrassa, al menos
cuatro centros espiritistas que estén documentados.
Entre ellos, dos de renombrada importancia: el Centro
Espiritista Fraternidad Humana y la Federación Espiritista del Vallés. Al mismo tiempo, Terrassa fue la sede
de varias publicaciones espiritistas, de entre las cuales
destaca la revista Lumen, dirigida por Quintín López.
EL DESDOBLAMIENTO CORPORAL O LA EXTERIORIZACIÓN DEL DOBLE
Aunque para Melcior el caso de Teresa Esquius no
formaba parte del espiritismo, sí que se incluía dentro
de la mediumnidad. Para ejemplificar esta distinción
merece la pena citar la opinión de Ochorowicz respecto a Eusapia Palladino y su supuesto espíritu guía,
John King. En 1894, el psicólogo polaco dirigió unas
sesiones con la famosa médium en Varsovia. Tras no
hallar pruebas a favor de la hipótesis espiritista, la primera conclusión que extrajo fue: «“John” no es para
mí otra cosa que un desdoblamiento psíquico de la
médium. Por consiguiente, yo soy “mediumnista” y no
“espiritista”» (Cita de Ochorowicz en: Rochas, 1897,
p. 130). Mediante esta clase de afirmaciones la mediumnidad dejó de ser un terreno exclusivo del espiritismo. El proyecto científico encargado de estudiar
sus fenómenos, la metapsíquica, sería el abanderado
de esta definición no espiritista, sino psicológica, de la
mediumnidad (Sobre la metapsíquica en España ver:
Mülberger & Balltondre, 2012).
Como Ochorowicz (1887), Melcior (1904, 1900) opinaba que el origen de los fenómenos mediúmnicos no
debía buscarse en el espiritismo, sino en los propios
médiums, en su psicología. La teoría del desdoblamiento de la personalidad planteada por Janet servía
para explicar la desagregación psicológica sufrida por
Teresa, pero no justificaba los fenómenos físicos que
producía. Como se ha comentado, estos fenómenos
incluían la levitación de muebles y la aparición de grabados en las paredes. Para entender las causas que
El desdoblamiento no solo podía ser psicológico sino también físico o corporal. En este caso iba
supuestamente acompañado de la irradiación, por
parte del médium, de una fuerza natural, aunque
desconocida, la cual provocaba fenómenos extraordinarios en distinto grado. Dicha fuerza había recibido varias designaciones, cada una con sus matices
(Alvarado, 2006), aunque científicos como Melcior,
Comas o Tolosa Latour tendían a equipararlas. En
palabras de Comas: «Llámese a esta fuerza: fuerza
psíquica [de Crookes], fuerza ódica [de Reichenbach], fuerza néurica [de Baréty], lo cierto es que en el
fondo hay concordancia en admitir una emanación
por parte del médium» (Comas, 1908, p. 316). Mientras Melcior (1904, 1900) solía utilizar la designación
de «fuerza psíquica», popularizada por Crookes, a
Comas (1908) le parecía más adecuada la noción de
«fuerza ecténica» de Thury.
Según Melcior (1904), la irradiación de la fuerza psíquica no siempre se manifestaba con igual intensidad.
En grados menores producía crujidos, movimientos
de objetos, levitaciones o la aparición de luces. Por
último: «en el grado superior del desdoblamiento,
se desprende el cuerpo fantásmico de un vivo, trasladándose a sitios más o menos remotos, llegando a
ser reconocido por la persona o personas a quienes
aparece» (Melcior, 1904, pp. 316-317). Este «cuerpo
fantásmico» que se desdoblaba del médium recibía
muchos nombres. Para los ocultistas y los teósofos se
trataba del cuerpo astral, los magnetizadores lo solían llamar cuerpo o doble fluídico, los espiritistas lo
designaban como periespíritu y otros, como Durville,
preferían hablar del «fantasma de un vivo» (Melcior,
1904; Durville, 1909; Kardec, 2009).
En palabras del periodista, político y escritor Santiago Valentí y Camp (1875-1934), lo que se desdobla
del médium «no son personas, aunque tienen algunas
apariencia de personalidad, y están en relación con
las imágenes, conceptos y sentimientos del médium,
de tal manera, que hasta cierto punto pueden calificarse de doble del mismo, a pesar de ser fragmentario
y parcial» (Valentí & Masseguer, 1912, p. 252). Como
se verá más adelante, Comas hace una definición semejante del doble.
A este grado de desdoblamiento llegó Teresa ya
que, según Melcior: «la propia enferma dice haber
visto a Teresina penetrar en una habitación, mientras
ella (Teresa), permanecía dormida con sueño sonam-
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búlico en una silla» (Melcior, 1904, p. 325). Solo mediante la exteriorización del doble podían explicarse,
según Melcior (1904), los fenómenos físicos producidos por Teresa como los grabados o la levitación de
objetos y muebles.
Según relata Melcior (1904), los grabados se hallaban en la parte alta de las paredes, por lo que Teresa
hubiera necesitado de una escalera para tallarlos, y en
su casa no había ninguna. Por otro lado, los fenómenos de levitación fueron presenciados por los médicos tarrasenses Pous y Cadevall. Para asegurarse de
que no se trataba de un fraude, Pous colocó un duro
sobre el cuerpo de Teresa, tendida en la cama, de manera que la moneda cayera con el menor movimiento. Nada más alejarse de la enferma vieron repetirse
«la danza de mesas, sillas y bastón» (Melcior, 1904, p.
303), pero ni Teresa ni el duro se movieron de su sitio.
Aunque el caso de Teresa sirve para ejemplificar
la teoría del desdoblamiento corporal, para profundizar en el tema se relatará la polémica entre el
astrónomo Josep Comas y el espiritista Jacint Fornaguera. Ésta tuvo lugar en 1908, es decir, cuatro
años después de que Melcior narrará el caso de Teresa Esquius en su libro. La discusión con Fornaguera
partió de las sesiones que Comas había mantenido
con la médium Carmen Domínguez, a quien se refiere como «médium Z» en su recopilación de artículos
titulada El espiritismo ante la ciencia (1908). La polémica entre Comas y los espiritistas, en relación a la
publicación de dicho libro, ya fue tratada por Roca
(1986). Sin embargo, merece la pena recordar algunas cuestiones para comprender la controversia, aún
no estudiada por ningún historiador, en torno al desdoblamiento corporal en la médium Carmen.
A principios de 1907, José Cembrano comunicó a
Jacint Esteva Marata, presidente de la Liga Espiritista
Española, la existencia de una médium que producía
asombrosos fenómenos. Entre ellos, el más controvertido: la materialización corpórea de un espíritu llamado Leonor (Esteva, 1908). La médium era Carmen
Domínguez, con quien Comas ya había compartido
sesiones en 1906. Carmen formaba parte del servicio
de la casa de Antonio de Sard, director de los encuentros y protector de Carmen (Estrany, 1908). El médico
Jeroni Estrany (1908), quien había asistido a algunas
sesiones con Carmen entre 1906 y 1907, opinó que
los fenómenos eran fraudulentos, pero exculpó a la
médium aduciendo que el artífice era de Sard.
Como ha destacado Owen (2004), si bien la mediumnidad no era un terreno exclusivo de las mujeres
fue significativo en cuanto las elevó a un posición de
poder espiritual y cultural. Aunque fuera mediante
«otras inteligencias» o espíritus, algunas encontraron
la manera de pronunciarse respecto a temas sociales
y espirituales, ganándose una autoridad difícil de con-
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seguir en otros círculos. En España, uno de los casos
más destacados fue el de la espiritista Amalia Domingo Soler (1835-1909) (Horta, 2001, 2004).
Tras las sesiones de 1907, Comas quiso quemar las actas de los fenómenos obtenidos con Carmen para que
estos no trascendieran, pues los tachó de fraudulentos
(Esteva, 1908). Sin embargo, la materialización de Leonor reportó fama internacional a la médium y asombró
hasta a Cesare Lombroso. En Los fenómenos de hipnotismo y espiritismo (1993) cita a Leonor como un caso excepcional de materialización de cuerpo entero2, el único
hasta entonces conocido junto con Katie King, el espíritu
materializado por la médium Florencia Cook.
Tanto Comas (1908) como Estrany (1908) lamentaron el entusiasmo de Lombroso ante lo que consideraron un fraude. Como se verá a continuación, Comas
se valió de la teoría del desdoblamiento corporal para
negar la existencia de Leonor.
Leonor: ¿doble o espíritu?
A raíz de sus experiencias con Carmen, Comas
clasificó los fenómenos mediúmnicos en tres grupos: los ciertos, los dudosos y los falsos. Entre los
primeros incluyó pequeños fenómenos físicos, como
los raps o los efectos luminosos; en los segundos las
materializaciones fluídicas de pies o manos; y en los
últimos, los falsos, las materializaciones corpóreas
–como Leonor– y «muy especialmente la mediumnidad en su sentido verdadero, esto es, como acción
intermediaria entre los desencarnados y los vivientes» (Comas, 1908, p. 76).
En las sesiones espiritistas, la prueba de la materialización fluídica de un miembro solía obtenerse mediante la impresión de su huella en un molde de cera
o sobre papel ahumado. Este tipo de evidencia fue la
que sirvió a Comas y Fornaguera para discutir sobre el
desdoblamiento corporal en la médium Carmen; pero
antes de analizar el caso, veamos cómo entiende Comas el desdoblamiento en sentido físico:
La transe significaría, por consiguiente, el alejamiento
de un elemento del cuerpo del individuo, la separación de uno de los individuos elementales invisibles e
imponderables, si es que existen varios de este orden.
En fin, el nuevo individuo imponderable e invisible,
alejado total o parcialmente del médium, llevaría las
mismas fuerzas y la misma mentalidad del médium
pero necesariamente aminoradas (como aminoradas
quedan las facultades del médium en transe) y sus superficies de contorno (forma) serían iguales a las del
médium; obrarían sobre la fuerza ponderable y produciría fenómenos físicos más o menos intelectualizados (Comas, 1908, p. 88).
Este «individuo invisible» que se desdobla del médium es otra forma de llamar al doble de las ya nom-
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¿DOBLES O ESPÍRITUS? LAS TEORÍAS DEL DESDOBLAMIENTO FRENTE AL ESPIRITISMO EN LA ESPAÑA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
bradas. Para Comas, el doble «representa el cuerpo
invisible de este segundo yo» (Comas, 1908, p. 79).
Se trataba, como opinaba Melcior (1904), de un desdoblamiento de la personalidad llevado a su grado
máximo. Como se expone en la cita, para Comas
(1908) el origen de los fenómenos intelectualizados
–como la escritura automática– se explicaba porque
el doble poseía la misma mentalidad del médium,
aunque aminorada. Melcior opinaba de manera similar, pues creía que «a la exteriorización de la fuerza psíquica le acompaña tácitamente la inteligencia»
(Melcior, 1904, p. 320).
Como Teresa Esquius no formaba parte de ningún
grupo espiritista convencerla de que Teresina era
una creación de su inconsciente no fue complicado,
pues ante todo quería deshacerse de los fenómenos
que producía sin control (Melcior, 1904). Más difícil
era el caso de Carmen. Al estar vinculada a los círculos espiritistas no le convenía plantear que Leonor
era producto de un desdoblamiento. Sin embargo,
Comas no dudó en concluir que «ninguno de los fenómenos físicos e intelectuales producidos [por Carmen] revela la acción de otro ser distinto de la médium» (Comas, 1908, p. 76). La prueba que aportó
para sostener su afirmación fue la huella de un pie,
supuestamente de Leonor, impresa sobre papel ahumado. Curiosamente, el médium y espiritista Jacint
Fornaguera (1908a, 1908b) había usado antes esta
misma prueba para afirmar lo contrario.
La huella del pie se había obtenido durante una
de las sesiones de 1907. Fornaguera (1908b) destacó las condiciones inmejorables y poco frecuentes
en las que se llevó a cabo. En esa ocasión había «la
suficiente luz para distinguirla [a Carmen] en todo
momento» (Fornaguera, 1908b, p. 21). Los asistentes y la médium se reunieron en torno a una mesa
con las manos sobre ella, como en los inicios del espiritismo con las mesas giratorias y parlantes (Véase: González de Pablo, 2006a). El papel ahumado
se hallaba en un cajón dentro del gabinete oscuro,
situado detrás de la médium, a quien también sujetaron los pies (Fornaguera, 1908b).
La huella del pie fue presentada como una prueba
irrefutable de la existencia de Leonor en la publicación espiritista Los Albores de la Verdad. Para argumentar que pertenecía al espíritu de Leonor y no al
pie de la médium, Fornaguera aludió a determinadas
diferencias físicas. La más significativa era que «la
huella dejada por el pie de Leonor (espíritu) es cerca
dos centímetros más corta que la del pie de la médium» (Fornaguera, 1908b, p. 21).
Lo primero que hizo Comas al hallar la huella fue
pedir permiso a de Sard, director de las sesiones, para
compararla con el pie de la médium. La única diferencia que advirtió fue la que aludió Fornaguera respecto
a la longitud de la planta, discrepancia que, según Comas, «era perfectamente explicable por la variación
de presión del pie sobre el papel ahumado» (Comas,
1908, p. 113). Del mismo modo opinó el médico Pedro
Farreras (1908), quien remitió una carta a Comas con
sus notas comparativas entre el pie de Carmen y la
huella obtenida en la sesión.
Comas no tachó el fenómeno de fraudulento, pues
no era capaz de explicarse la superchería, pero tampoco aceptó la explicación espiritista de Fornaguera.
En su opinión, el fenómeno coincidía con la teoría
del desdoblamiento tal y como se ha visto que él la
entiende. De este modo, concluyó Comas, «si el fenómeno fuese legítimo, constituiría una brillante confirmación de mi hipótesis de la mediumnidad, pues,
según ella, todas las huellas o imágenes plásticas de
miembros fluídicos e invisibles deben ser una reproducción exacta de los de la médium» (Comas, 1908,
p. 114) –en cuanto son producto del «individuo invisible» desdoblado.
Esta no era la primera vez que la coincidencia de
las huellas del médium con las del supuesto espíritu
se interpretaba como una prueba a favor del desdoblamiento. En las sesiones de Roma (1893-1894) con
Eusapia Palladino, bajo la dirección de Siemiradski y
Ochorowicz, se llegó a la misma conclusión al ver que
la huella de la mano del supuesto espíritu coincidía
con la de la médium (Gota, 1909b). Esta clase de pruebas materiales fueron de suma importancia para traducir los fenómenos observados en hechos concretos
a favor de una determinada hipótesis. Para algunos
espiritistas, las imágenes de ectoplasmas emanados
por el médium representaban una prueba irrefutable
de su existencia (Brower, 2010; Edelman, 2006a). Asimismo, la fotografía donde Florence Cook aparece al
lado del fantasma de Katie King fue presentada por
Crookes como una prueba de la materialización de dicho espíritu (Brock, 2008).
Fornaguera no estaba dispuesto a aceptar la teoría
del desdoblamiento, ni el caso de Carmen ni en sentido general. Según él, el problema de las sesiones con
Carmen fue que Comas se había negado a acatar las
condiciones requeridas. Uno de los principios básicos
para el estudio de los fenómenos del espiritismo era
que los observadores tenían que mostrarse benevolentes y confiados, de no ser así se «empujaba» al
médium a cometer un fraude (Blondel, 2002). A este
hecho se refiere Fornaguera al apuntar:
¿Qué opina el Sr. Comas y Solá de estas acciones
inteligentes sobre objetos, si niega la acción de los
desencarnados con los vivos?. Quizás supone que el
médium, desdoblándose, puede hacerlo? Y aunque
así fuera, no serían precisas, para ello, ciertas condiciones (negadas por el Sr. Comas, que si no las niega
por lo menos dice ignorar el por qué) de afinidad, armonía, etc.? (Fornaguera, 1908b, p. 20).
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ANDREA GRAUS
Tras criticar los controles exigidos por Comas, Fornaguera rebatió la teoría del desdoblamiento del médium de la manera siguiente:
rigir aquello que demuestra desconocer?, opina tal vez
que nosotros seremos tan mentecatos de ir a su casa
para ello?, lo cree natural? (Fornaguera, 1908a, p. 60).
Y si la inteligencia del médium pudiera manifestarse
fuera del mismo, no demostraría esto que la inteligencia (espíritu) fuera del cuerpo se relaciona con
los vivos? Y un médium, si quisiera voluntariamente
hacerlo, necesitaría tener un conocimiento grande de
los elementos etéreos (invisibles) para manejarlos a
su antojo.
Como predijo Fornaguera, pasados tres meses ningún médium se ofreció voluntario (Comas, 1908).
Bien sabe el Sr. Comas y Solá que los médiums por
él estudiados no poseen este conocimiento tan indispensable en el caso que nos ocupa. (Fornaguera,
1908b, p. 20).
Los argumentos de Fornaguera se resumen en uno:
los fenómenos del espiritismo solo puede producirlos
un ser inteligente, pero este no puede ser el médium,
pues desconoce cómo lograr que su inteligencia se
manifieste fuera de su cuerpo. Entonces, se debe suponer que esta inteligencia es la de un espíritu. Se observa aquí el principal punto de confrontación entre
la teoría espiritista y la del desdoblamiento que, sin
negar los fenómenos mediúmnicos, refuta la hipótesis espírita (Boirac, 1910). Comas lo dejó claro al dar
por falsa la mediumnidad en su sentido espiritista, es
decir, como agente mediador con los desencarnados:
«la mediumnidad, si es que existe, es un fenómeno
natural como cualquier otro, y, como todos, sujeta
a la misma ley o escala de probabilidades o de frecuencias, o mejor, de continuidad» (Comas, 1908, p.
124). Esta opinión no difería de la Morselli (1908) o
Richet (1923); sin embargo, las leyes que gobernaban
la mediumnidad eran difícilmente deducibles, ya que
sus fenómenos eran espontáneos y ni siquiera se conocían la mayoría de condiciones favorables para su
producción (Blondel, 2002).
Tras las polémicas sesiones con Carmen, Comas
se ofreció a experimentar en su casa con el médium
que se presentase voluntario. La única condición que
impuso fue que las sesiones se hicieran, en palabras
de Comas: «bajo mi sola autoridad y procediendo
con todo el rigorismo y valiéndome de todos los controls que se me ocurran (inofensivos por supuesto)»
(Comas, 1907, sin numeración). De no hallar fraude
alguno, Comas prometió hacerlo público «en bien de
la Ciencia y para honra del médium» (Comas, 1907,
sin numeración).
Según Fornaguera (1908a), el ofrecimiento de Comas era consecuencia de una conversación, supuestamente airada, que habían mantenido en la redacción
de La Actualidad. Visiblemente molesto, el médium y
presidente del centro «Amor Universal» adujo:
¿Cómo quiere el Sr. Comas que nos prestemos los verdaderos médiums a ser examinados bajo su dirección si
él ha demostrado no poseer lo que se requiere para di-
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APUNTE FINAL: HACIA UN ESTUDIO CIENTÍFICO DE
LA MEDIUMNIDAD
La mediumnidad definida mediante términos como
el desdoblamiento de la personalidad o la exteriorización del doble era muy distinta de la defendida por los
espiritistas. Quienes la entendieran del primer modo,
como Melcior o Comas, difícilmente podrían estudiarla dentro de un grupo espiritista que únicamente abogara por la comunicación espiritual. Como opinaban
Antonio Gota (1910) y Emile Boirac (1910), el científico que quisiera emprender el estudio imparcial del
espiritismo debía basarse únicamente en su fenomenología. En este sentido, existía la creencia positivista
de que estos fenómenos podían ser estudiados de forma neutral y empírica. Comas así lo habría intentado
si algún médium, después de Carmen Domínguez, se
hubiera prestado voluntario.
Como Schrenck-Notzing, Comas (1908) y Estrany
(1908) opinaban que los médiums no estaban entrenados en la experimentación científica sino en
las sesiones espiritistas, por lo que tenían que ser
«reeducados». En el laboratorio parapsicológico de
Schrenck-Notzing médiums como Schneider tuvieron que acostumbrase a obrar controlados por aparatos que registraban su pulso o sus movimientos
(Wolffram, 2009a, 2009b). En este sentido, el médium pasó a estar sometido al investigador, a diferencia de lo que ocurría en las sesiones espiritistas,
donde gobernaba la sesión.
La indignación de Fornaguera respecto a los controles exigidos por Comas es comprensible. ¿Por qué
iba un «verdadero» médium a ceder ante Comas si,
según Fornaguera, ni siquiera era un «experto» en la
materia? Además, si la mediumnidad, en el sentido
de la comunicación espiritual, representaba parte del
sustento del médium –como en el caso de Carmen–,
¿para qué someterse a unas experiencias que partían
de hipótesis contrarias a la espírita? Incluso, si tras
experimentar con Comas u otros, no se descubría
fraude alguno, ¿acaso los espiritistas, sus principales
«clientes», se interesarían por un médium en cuyos
fenómenos no intervinieran los espíritus? Estos son
solo algunos de los motivos que llevaron a médiums
espiritistas, como Jacint Fonraguera o Segundo Oliver,
a enfrentarse a las teorías del desdoblamiento en pro
de la «verdadera» mediumnidad.
Es posible que si Comas hubiera ofrecido una retribución económica algún médium hubiera aceptado so-
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¿DOBLES O ESPÍRITUS? LAS TEORÍAS DEL DESDOBLAMIENTO FRENTE AL ESPIRITISMO EN LA ESPAÑA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
meterse a sus controles. No hay que olvidar que, entre
otros, Eva C. fue pagada por sus sesiones con Piéron
en la Sorbonne (Lachapelle, 2011). El peligro de la retribución era el mismo que conllevaba experimentar
con médiums públicos: aumentaba la posibilidad del
fraude. De no hallar superchería alguna, la promesa
de Comas fue hacerlo público «en bien de la Ciencia
y para honra del médium» (Comas, 1907, sin numeración). Pero, de nuevo, ¿de qué clase de honra se trataba?, ¿la de sufrir un desdoblamiento de la personalidad
que, mediante la irradiación de una fuerza desconocida, producía fenómenos propios del espiritismo? Si se
aceptaba la teoría del desdoblamiento en el sentido
psicopatológico de Janet la conclusión lógica era «curar» al médium, como hizo Melcior con Teresa Esquius.
Planteado de esta manera, más «honroso» le podía
parecer a un médium creerse posesor de una facultad
que le permitiera comunicarse con los espíritus.
Para médicos como Melcior, interesado en estudiar
la mediumnidad mediante las teorías del desdobla-
miento, la hipótesis espírita solo había conseguido
ahuyentar la comunidad científica. En su opinión, si
desde el inicio el caso de Teresa Esquius se hubiera
asociado con el desdoblamiento, en vez de con el espiritismo, más hombres de ciencia se habrían interesado por el origen de los fenómenos. En este sentido,
para Melcior las teorías del desdoblamiento fueron
una herramienta para desvincular la mediumnidad de
su pilar espiritista.
Al definir la mediumnidad de Carmen y Teresa mediante el desdoblamiento, ya fuera físico o mental,
Comas y Melcior contribuyeron a que ésta se estudiara científicamente. Usando la expresión de Ochorowicz (en: Rochas, 1897, p. 130), fueron «mediumnistas»
antes que espiritistas. De este modo, se situaron en
la línea de contemporáneos como Morselli (1908) o
Richet (1923). Como ellos, buscaron alejarse de la hipótesis espírita y repensar la mediumnidad mediante
explicaciones físicas y psicológicas, especialmente vinculadas a la noción del inconsciente.
NOTAS
1 Richet define la metapsíquica como «una ciencia que tiene por
objeto de estudio la producción de fenómenos, mecánicos o psicológicos, debidos a fuerzas que parecen inteligentes, o poderes desconocidos, latentes en la inteligencia humana». Richet,
(1923), p. 4, la cursiva es del original. En este artículo usaré la
versión traducida de la obra.
2 Así describe Lombroso a Leonor: «En Barcelona, Marata, con la
médium Carmen Domínguez, en la cuarta sesión se le apareció
Leonor, fantasma completamente materializado que saludó a
los presentes con voz un poco velada. Desapareció a los pocos
minutos, volvió a entrar y salir muchas veces de la cámara y una
vez permaneció entre los espectadores casi una hora, revelando
una inteligencia poco común. Se sentó tres o cuatro veces en
una silla que trajo de la cámara mediúmnica, dio la mano a los
presentes, permitió que le tocaran su negra cabellera y su blanca vestimenta, que pareció a todos de finísimo tul con reflejos
luminosos». Lombroso (1993), p. 235.
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