2014 Entrevista a Angélica Thumala, Roy Hora y Ana María Almeida

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Educación
FLACSO ARGENTINA
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
[email protected]
ISSN 1995- 7785
ARGENTINA
41
2014
Entrevista a Angélica Thumala, Roy Hora y Ana María Almeida
La investigación sobre los procesos de formación de las elites.
Diálogos entre Argentina, Chile y Brasil,
por Sebastián Fuentes, Victoria Gessaghi y Florencia Luci,
Propuesta Educativa Número 41 – Año 23 – Jun. 2014 – Vol 1 – Págs 55 a 62
Entrevista a Angélica Thumala1, Roy Hora2 y Ana María Almeida3
La investigación sobre los procesos de
formación de las elites. Diálogos entre
Argentina, Chile y Brasil.
Sebastián Fuentes*
Victoria Gessaghi**
y Florencia Luci***
En el marco de la II Reunión internacional sobre Formación de las Elites,
realizada en octubre del año pasado por el Núcleo de Estudios sobre Elites
y Desigualdades Educativas (NEEDS)4, los investigadores conversaron sobre la producción acedémica en cada país en torno de las características de
las elites, sus modos de reclutamiento y la contribución de la escuela a la
reproducción de las desigualdades sociales. También analizaron las transformaciones que atravesaron a dichos grupos en cada contexto nacional y
ensayaron algunas claves para la comparación regional.
Entrevista
Angélica Thumala (AT): Hoy en día [en Chile] existe investigación desde la
ciencia política, la historia y la sociología que ha estudiado a los políticos
y a los empresarios, y lo que se ha buscado es identificar principalmente
cuatro cosas: los fundamentos de su constitución como elite, cuál es el
origen social de los miembros de ambas elites, los grados de renovación o
de estabilidad y el asunto de la legitimidad, es decir, qué tipo de discursos
producen para legitimar su accionar. Hay una convergencia en los abordajes hacia la literatura francesa: en el caso de la legitimación, hay un uso
transversal de Bolstanski y Thèvenot, de la sociología de las controversias
de Callon, además, por supuesto, de todas las tradiciones en la historia,
en la sociología, pero es interesante observar esa tendencia común de la
teoría. Con respecto a los métodos, hay una ausencia total de estadística.
Tal vez por la formación profesional de la gente que está haciendo estos
trabajos. Aunque los cientistas políticos y algunos sociólogos tradicionalmente se han dedicado a hacer análisis cuantitativo, pero afectados
principalmente a estudios de trayectoria de carreras políticas en base a
documentos y datos secundarios de entrevistas en profundidad, en el
análisis de redes, de observar las interconexiones entre miembros de directorios y análisis históricos o de trayectoria histórica de las elites. Y lo
que aparece recurrentemente en términos de los resultados es la impor-
* Lic. en Filosofía, Universidad del Salvador; Mg. en Ciencias Sociales con mención en Educación, FLACSO Argentina. Doctorando en Antropología Social, IDAES-UNSAM. Becario Doctoral del CONICET, con sede en FLACSO
Argentina. Investigador y docente UNTREF. E-mail: [email protected]
** Lic. en Ciencias Antropológicas, Universidad de Buenos Aires; Mg. en Ciencias Sociales con mención en Educación, FLACSO Argentina; Dra. en Antropología Social, Unievrsidad de Buenos Aires. Investigadora CONICET/
UBA-FLACSO. E-mail: [email protected]
*** Lic. en Sociología, Universidad de Buenos Aires; Mg. en Ciencias Sociales con mención en Sociología, Universidad de Buenos Aires; Dra. en Sociología, L’École de Hautes Études en Sciences Sociales de Paris. Investigadora
CONICET/IIGG-UBA. E-mail: [email protected]
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DOSSIER / ENTREVISTA / ARTÍCULOS / RESEÑAS
Nos gustaría, en primer lugar, si pueden trazar un panorama del estado de la
investigación sobre las elites en sus respectivos países -Chile, Brasil y Argentina- y en sus respectivas disciplinas.
Entrevista a Angélica Thumala, Roy Hora y Ana María Almeida
tancia de la figura del experto, en particular del tecnócrata con formación en economía y un
doctorado en economía fuera de Chile. Hay una discusión sobre las consecuencias políticas
que tiene la influencia del tecnócrata porque es una persona que no es elegida, no compite
en eleccciones, sino que tiene una influencia política en atención a su condición de experto, a
manejar un conocimiento que es escaso. Esto me parece muy interesante porque también es
algo transversal. Hay muchos trabajos en cuanto a la influencia que tienen estos expertos y,
personalmente, encuentro que es un asunto que llama a incorporar la variable relacional dentro de las elites. Ninguno de los trabajos recientes se ocupa de cómo se constituye la elite en
relación con otros. Son trabajos que estudian los factores de constitución y de justificación al
interior de la elite, entre sí o para sí mismo, pero no en relación con trabajadores, empleados,
ciudadanos, etc. Es necesario corregir esta ausencia visible, importante. Sobre todo en el contexto del predominio del experto porque uno podría decir que una democracia que funciona
requiere que todos puedan participar en ese espacio público, aunque no tengan esas credenciales que son tan exclusivas -de doctorado en economía, la universidad- .Una sociología que
tiene un impacto reflexivo en la sociedad puede hacer más visible el rol de los no expertos,
de los legos; cuál es la posición entre los legos y el sistema político o qué rol pueden cumplir
personas que no son escuchadas, que no tienen conocimientos técnicos. Lo que ha pasado
en Chile últimamente es que la discusión sobre la solución de los problemas sociales se ha
ido desplazando desde el ámbito propiamente político, de los acuerdos y las negociaciones
entre actores políticos, a propuestas supuestamente técnicas y neutras que no tienen un peso
político, pero que sí lo tienen. Entonces se está dando un estudio sobre las elites que es interdisciplinario o, más bien, variado. No es que haya colaboración entre las disciplinas, sino que
hay varias disciplinas que abordan el estudio de las elites.
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Ana María Almeida (AMA): El análisis de los grupos dominantes atrae fuertemente en el Brasil,
pero no está ampliamente representado y durante buena parte del período de consolidación
de la universidad era un objeto muy negado -incluso políticamente negado- por la mayor
parte de los practicantes de sociología y de los miembros de las ciencias políticas. Recientemente adquirió cierta fuerza. Pasó a ser tomado en un mayor número por los estudiantes de
posgrado. El problema es la dificultad para constituir una masa crítica en torno de la cuestión,
porque era negada: se decía que los jóvenes no tenían mucho interés en estudiarla y era visto
como de derecha. A pesar de eso, se constituyeron algunas líneas que hasta ahora son muy
activas, hay algunos nombres, algunas instituciones. Entonces, hay una ciencia política que es
hecha desde la Universidad de San Pablo (USP), que usa mucha bibliografía norteamericana.
La USP tiene también sociología de los intelectuales, hay un movimiento fuerte en el campo.
En Río de Janeiro, en términos intitucionales, tiene producción de UFPR, tambien tiene orientación más norteamericana y una sociología de los intelectuales que está ligada a un accionar
nacional que es hecho también por los antropólogos. En Brasil hay una diversidad bastante
grande, y una acumulación progresiva. En Río de Janeiro también está la Fundación Getulio
Vargas, que produjo el diccionario histórico-geográfico, la producción de ciencia política, hay
grupos trabajando con intelectuales, artistas, movimientos de artistas. Hay grupos trabajando
con las elites políticas de varias maneras. Hay grupos trabajando con empresarios, tambien
de diversas maneras. Mirando en términos de linajes intelectuales, creo hay una competencia
entre una ciencia política más norteamericana y una sociología más francesa, y ahí es muy
interesante ver algunos de esos movimientos actuales. La impresión que yo tengo sobre este
proceso es que se está tornando un objeto más legítimo. Progresivamente hay un grupo más
diversificado que trabaja y un grupo que dialoga entre sí, que conversa entre sí. En el campo
de la educación, que es donde yo tengo mayor contribución, lo que se ve es un tratamiento
muy limitado del tema, un número muy limitado de investigadores y una constitución del
problema de investigación muy dirigida hacia la operación de los sistemas de enseñanza.
Es una cuestión que tiene poca conexión con la investigación propiamente dicha sobre los
grupos dominantes, me parece que tiene poco diálogo. Otra cosa, que encuentro curiosa,
es la manera progresiva, más fina, más sofisticada de mirar la dimensión internacional. La
circulación internacional como un problema constitutivo de esta investigación creo que ha
alimentando las explicaciones más potentes. Inclusive se piensa la constitución de América
Latina como un área. Brasil tiene mucha historia, de pensarse como un caso, como una excepción. Hoy se percibe un intento interesante, una constitución del estudio de las elites también
pensando en Brasil como parte de esa área que es América Latina.
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Entrevista a Angélica Thumala, Roy Hora y Ana María Almeida
Roy Hora (RH): Yo quisiera señalar un conjunto de similitudes en cuanto a la trayectoria más general de los estudios sobre las elites, que seguramente tienen mucho que ver con el hecho de que
hay una agenda internacional y esa agenda internacional tiene alguna incidencia en la definición
de los objetos de la investigación. A mí me parece que en la Argentina, en particular en los estudios históricos, hay dos momentos. Uno es hasta los años setenta, donde, en líneas generales, este
no es un problema interesante. Es un problema sospechoso, en el sentido de que quienes se ocupan de esta mirada son pasibles de ser considerados demasiado empáticos hacia esos actores y es
probable que algo de eso haya en cuanto a quienes se ocuparon. Por ejemplo, hay un libro muy
famoso de Jose Luis de Imaz que se llama Los que mandan, donde él que es sociólogo del mundo
católico, que en este momento se está profesionalizando, dice: el problema de la Argentina es
que ha perdido sus elites tradicionales. Cuando uno mira en general, en el siglo veinte, este es un
objeto sospechoso y poco significativo en la propia representación que se hacen los investigadores. También hay cierto interés respecto del periodo anterior porque se supone que la Argentina
tuvo sí una elite muy poderosa, que a veces se denomina la generación del ochenta o de manera
similar. Entonces cuando uno mira los estudios de historia, en general, el núcleo central es el siglo
diecinueve. El siglo veinte, generalmente, se cuenta como una historia más democrática. Son otros
los actores que están en el centro del escenario: las clases medias, los sindicatos, y [los estudios
sobre elites] tiene menos interés. Ahora bien, cuando uno mira la manera en que los historiadores,
pero también sociólogos, se aproximan al problema, me parece que el dato más relevante ahí es el
hecho de que la elite es fundamentalmente pensada como un dato; no es objeto de interrogación.
No se preguntan cómo se construye ese actor.
Los estudios que se plantean la construcción de las elites como un problema son más capaces
de mirar a los actores con mucha más frescura. Pueden mirar especificidades regionales, colocarlas en un contexto más amplio, mirar campos específicos que tienen su propia lógica: la
cultura, la educación, la política, etc. Mi impresión es que si uno tuviera que decir qué es lo que
falta en esa agenda, es el hecho de que esas elites tienen que legitimar sus pretenciones de
eminencia en relación con otros actores. En líneas generales, está menos presente en los trabajos la pregunta por cómo son vistos los sectores que ocupan las cumbres de distintos campos
-económicos, cultural, políticos- por aquellos que están más abajo. Cómo se construyeron esas
posiciones de poder no solo a partir de la premisa de que esto fue una construcción, sino en
relación con aquellos actores con los cuales ejercen esa hegemonía.
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Los relatos sobre las transformaciones que experimenta la sociedad argentina en el siglo diecinueve -que fueron muy importantes- parten en muchos casos de la premisa de que esto fue
construido desde arriba. La elite es vista como un actor que es exterior a ese proceso. Creo
que eso es lo que hoy se ha renovado en esencia. Es decir, ha habido, en los últimos veinte
años, un renacimiento del interés por las elites en el sentido muy amplio que comprende a
investigadores que están en muy distintas disciplinas; y ese renacimiento del interés también
tiene que ver con elementos que son externos a la agenda de investigación. La Argentina
se ha vuelto una sociedad más desigual entonces tenemos un interés mucho más grande
en saber cómo funciona nuestro país en ese contexto, qué es lo que está sucediendo allí. En
particular, este renacimiento del interés se construye a partir de la premisa de que las elites
argentinas tienen que ser colocadas en el marco de los enormes procesos de transformación
que experimentó este país en los últimos dos siglos. Acá, comparando con Brasil y Chile, creo
que saltan a la luz algunas diferencias. Aquello que se veía como un grupo muy consolidado,
muy poderoso, una oligarguía terrateniente y una oligarquía dominante del sistema político,
hoy se mira como un actor que se construyó o que fue producto de procesos de transformación -que son muy difíciles de remontar- del periodo colonial y, en algunos casos, de la
primera mitad del siglo diecinueve. Me parece que los trabajos más interesantes son aquellos
que se interrogan por los procesos que dieron lugar a la formación de elites nuevas, que en
muchos casos presentaron una visión de sí mismas a partir de la construcción de un linaje y
de antecedentes muy remotos. Las investigaciones más originales son aquellas que parten de
la premisa de cómo se construyó un grupo de referencia para el resto de la sociedad. En una
sociedad en la que, por ejemplo, en Buenos Aires entre 1860 y 1920 más de la mitad de los
varones -casi tres cuartos del total de los varones en edad activa- eran extranjeros. Tenemos
una sociedad completamente renovada, sin un legado patricio o colonial que contribuyera a
construir las posiciones de poder y prestigio de los que están arriba.
Entrevista a Angélica Thumala, Roy Hora y Ana María Almeida
¿Es posible trazar una caracterización de las elites en la Argentina, su especificidad, para luego ver
cómo se caracterizan en Chile y en Brasil?
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RH: Yo creo que uno de los rasgos más notables de la Argentina como sociedad es precisamente
el enorme dinamismo que tiene desde la segunda mitad del siglo diecinueve y este es un problema para las elites, pero al mismo tiempo abre un conjunto muy grande de oportunidades
para aquellos que están en condiciones de construir algún tipo de saber, de autoridad, de poder.
Cuando uno mira el mundo de los grandes empresarios, uno de los rasgos más notables es que
muy pocos pueden rastrear sus orígenes una generación atrás. Muchas de las grandes familias
argentinas no tienen 50 años de permanencia en la cumbre y creo que este es un rasgo más
general que uno podría pensar también para mirar, por ejemplo, las elites en el campo cultural.
La Argentina abrió por lo menos hasta los años treinta o cuarenta -y ahí viene la cuestión de las
clases medias- muchas oportunidades para que actores ambiciosos, talentosos, con una enorme capacidad como para presentarse como dueños de un saber, hicieran carreras fenomenales.
El ejemplo que rápidamente viene a la mente es el de Paul Groussac, árbitro de la alta cultura, de la alta literatura argentina. Este señor vino de Francia sin haber completado el colegio
secundario y fue una figura importantísima. Durante más de 30 años director de la Biblioteca
Nacional, su palabra era capaz de arruinar una trayectoria literaria en ascenso. Yo creo que en el
mundo de la cultura, cuando uno mira el universo de las clases propietarias -y la alta sociedad
que en parte está articulado con ese actor- la cultura no desempeña un papel muy signficativo.
Es un elemento de distinción, tiene a veces funciones ornamentales, pero no encontramos ahí
vocaciones muy volcadas sobre este terreno. Cuando uno mira la elite política, se observan, con
algunas diferencias, fenómenos similares. Hoy sabemos más sobre este punto porque hemos
aprendido mucho más sobre el carácter, sobre la complejidad de la política argentina, uno de
cuyos rasgos más importantes es la dimensión federal y el hecho de que -si bien es el centro
del país- Buenos Aires es el único lugar de residencia de sus elites. A diferencia de Brasil, acá no
hay distintas elites regionales, por lo menos hay una que tiene claramente una envergadura
muy superior. La elite económica y la elite social son fundamentalmente criaturas porteñas, de
residencia porteña. La política es muy compleja y se hace en el conjunto del territorio y, en general, los líderes políticos más exitosos desarrollan carreras nacionales que culminan en Buenos
Aires, pero que no necesariamente se alimentan de recursos de Buenos Aires. Uno observa en
la política, hace mucho tiempo atrás, desde que se formó un Estado Nacional, la presencia de
provincianos como actores fundamentales de las cumbres del Estado que
van a empezar a entroncarse con las elites porteñas. Esto claramente le da
una complejidad al actor que no se observa en sociedades donde existe una
Un rasgo de la retórica política
mayor unidad tanto de orígenes sociales como en términos de procesos de
argentina y de la percepción
socialización en distintos sectores de la elite.
que los argentinos tenemos de
nuestra sociedad es el hecho
de que éste es un país en donde
hay elites poderosas y de que a
la vez siempre hubo un discurso
antioligárquico fundamental
en nuestra cultura política. Yo
tomaría la existencia de ese discurso antioligárquico no como
un síntoma de la existencia de
una elite muy poderosa, sino
AT: Me interesó esto que dijiste, que en la Argentina hay un periodo en que
no se estudiaba las elites porque era visto, en el fondo, como apoyo a la
cuestión de dominio porque, al menos para el caso chileno, por lo menos
desde el siglo XIX, ha habido una crítica sistemática a la elite como conductora de un país en el que hay pobreza, que hay desigualdad. Entonces hay
una crítica desde el interior de la elite, de miembros de la elite, de ovejas
negras, digamos, que escriben sobre la tendencia al despilfarro y al ocio, la
decadencia moral, la tendencia frentista, la poca disciplina política. Luego,
durante los sesenta, todo el discurso desarrollista de la CEPAL que busca los
motivos del subdesarrollo y asigna a la elite un rol central en términos de
que no invierte en el agro, que tienen una mentalidad cortoplacista, que
les gusta el proteccionismo estatal, que en el fondo es un estado rentista.
Entonces te quería preguntar qué pasa ahí en ese periodo, especialmente en
ese periodo cepaliano de las teorías del desarrollo porque yo tenía entendido que había algún tipo de análisis del rol de la elite como agente de cambio
acá en Argentina, de las elites políticas y empresariales.
precisamente de las aspiraciones democráticas de nuestra
sociedad.
RH: Una cosa que señalaría ahí es que un rasgo de la retórica política argentina y de la percepción que los argentinos tenemos de nuestra sociedad es el
hecho de que éste es un país en donde hay elites poderosas y de que a la vez
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Entrevista a Angélica Thumala, Roy Hora y Ana María Almeida
AT: Es importante remarcar [la diferencia] entre elite y clases sociales porque precisamente la vía,
por ejemplo, de participar en el ejército -ser un oficial del ejército- te permite ser parte de la elite,
pero eso no quiere decir que todas las elites son la clase alta oligárquica, terrateniente. Ustedes
tienen, como tú dices, la importancia de los actores medios y más bajos del orden social. Nosotros tenemos elites que más o menos coinciden con la clase alta. Esa coincidencia en la Argentina no corre tanto como en el caso chileno, yo creo que en Brasil es un poco más movil también.
AMA: En Brasil, una característica fundamental de la conformación de las elites en la actualidad
es la existencia de procesos de diversificación. Creo que tal vez la característica importante del
momento más reciente sea la diversidad. Entonces, en el Brasil, a mi modo de ver, si trabajas con
[el concepto de] campos de poder se entiende más claramente. Progresivamente se va construyendo el espacio de grupos que son específicos: el espacio de los intelectuales, por ejemplo, que
tienen una lucha, que es una lucha que se constituye en torno a la universidad, con su modo de
definición de qué es un grupo dominante, la elite, la lucha por los principios de clasificación. Las
características sociales de esos grupos se van diferenciando. Es decir, no es el mismo grupo que
se va a constituir como elite económica. Hoy, progresivamente, el espacio se ha diferenciado y se
tiene, entonces, una autonomización mayor del espacio. No puedes hablar más de elite. La propia noción de elite es un poco complicada, yo concuerdo completamente con ustedes. Cuando
uno se embarca usando ese término, en una discusión a partir de la elite, uno tiene que separar
la elite del resto. El movimiento es ese. Nuestros países tienen un nivel de complejidad de las
relaciones sociales, una multitud de espacios que tienen su propia autonomía, reglas y, lo que es
importante aquí, una organización institucional que permite que suceda esa autonomía. Entonces en cada universidad -que es lo que yo estudio más- a partir de un movimiento que sucedió
durante el régimen militar, se manifiesta un empoderamiento de la institución universitaria en
términos de garantía de la carrera, los salarios, la manera como se va constituyendo la posibilidad de que las personas consigan profesionalizarse allí y no depender más de tener un mecenas.
Un sujeto constituye una carrera intelectual, como en el momento anterior precisabas tener
el apadrinamiento de alguien o venir de una familia rica. Esto ya no se ve más. Puedes ser un
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siempre hubo un discurso antioligárquico fundamental en nuestra cultura política. Yo tomaría
la existencia de ese discurso antioligárquico no como un síntoma de la existencia de una elite
muy poderosa, sino precisamente de las aspiraciones democráticas de nuestra sociedad. Desde,
por lo menos, comienzos del siglo XX hay una crítica permanente, sistemática incluso, de las
formaciones políticas conservadoras a las clases propietarias que, en parte, se formulan en un
lenguaje que por ahí uno encuentra en otros lugares -ociosas, rentistas-, y que va cambiando
en sus tonalidades según inspiraciones ideológicas diversas. Hay momentos que adopta, entre
los treinta y los cuarenta, una inspiración más nacionalista. En los años cincuenta y sesenta, esa
retórica puede adoptar inflexiones desarrollistas. La retórica de la burguesía terrateniente, la
oligarquía que impide que la Argentina se desarrolle, está presente. Esa retórica es muy importante en el peronismo. Ahora, el escenario que construye esa retórica de una elite extremadamente poderosa es un mito que ya en la década del veinte había perdido relevancia. En parte
por la renovación política: la Argentina tiene un sistema democrático que desde muy temprano
golpea a las elites. Hay un trabajo muy importante de Leandro Losada que muestra que entre
los años diez y veinte, el momento oligárquico de la Argentina pasó. Pasó en términos de la alta
sociedad como un universo de referente social. Ese grupo también perdió cierta preeminencia
económica y, por supuesto, perdió relevancia política. Esos tiempos tienen, cada uno, su propia
especificidad: hay momentos de avance y de retroceso de esa historia. Pero si uno tiene que
escribir la historia de la Argentina política en el siglo XX, los actores que tienen que estar más
en el centro del escenario son fuerzas que no se reúnen en el Jockey Club. Es una historia que se
puede contar hablando de militares -que en la Argentina significa, sobre todo, reclutamiento de
clase media-, clases medias, sindicatos y partidos que son predominantemente partidos cuyo
electorado es un electorado popular y de clase media. En ese sentido hay diferencias importantes con Chile. Sobre todo en el hecho de que uno no encuentra dinastías políticas que vengan
del siglo XIX. Probablemente con Brasil también. No hay Errázuris. No hay figuras con grandes
nombres oligárquicos que ocupen un lugar en la política democrática ya desde los años veinte.
No tenemos Anchorena, no tenemos Unzué. No tenemos ninguno de esos nombres emblema
de ese breve y esplendoroso antiguo régimen, cuyo esplendor fue consecuencia de la enorme
riqueza de esa gente.
Entrevista a Angélica Thumala, Roy Hora y Ana María Almeida
gran intelectual y venir de una familia de estratos medios o, eventualmente -a veces ocurre- de
grupos populares, como el caso de Florestan Fernandez que es un sociólogo muy importante. El
caso de Fernando Henrique [Cardoso] es un caso ejemplar: un intelectual que migra a la arena
política propiamente. Eso se va tornando cada vez más difícil porque para ser hoy un intelectual
respetado en Brasil tienes que dedicarte en cuerpo y alma a ese trabajo, no se tiene tiempo. Y
para el político es lo mismo, la carrera está cada vez más profesionalizada. Hay una autonomización en ese sentido. Entonces me parece que, en medio de la discusión de cuál es el motor del
cambio está el problema de la amplia competencia entre elites. Brasil va detrás de un discursito
de motor de cambio: tendrás dentro de las elites, en algunos momentos, dueños de tierra diciendo que el problema son los empresarios. Los bandos industriales diciendo: que el problema,
señores, son los dueños de tierra. También los grupos medios diciendo que el problema son las
elites pero también la clase trabajadora -ignorante, no civilizada, etc.-, los grupos populares en
ascenso. Me parece que la complejidad del proceso es tal que Brasil está lejos de poder atribuir
un papel a las elites a largo plazo. Tal vez a corto plazo sí, en algunos momentos específicos.
Probablemente sí en Chile, donde había coincidencia entre la elite y la clase alta.
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AT: Hay en términos de definición, obviamente, una elite de origen militar, elite en el sentido de
que hay una fuente de poder que no está determinada por la riqueza, sino en este caso por la
posicion en el ejército. Pero el resto de las elites -yo diría, incluso, las elites culturales- coinciden
[con la clase alta]. También en Chile ha habido renovación, por lo menos a nivel de los empresarios. Porque parece que Chile fuera un país donde no hay ningún tipo de movilidad social y
donde predominan esas familias oligárquicas desde siempre. Pero algo ha habido de renovación. Claro, en un primer momento una familia de immigrantes que llegan a finales de siglo
XX no son miembros de la elite. Pero se unen a la elite a través del éxito económico a través de
empresas financieras, de la industria minera o del comercio, después en la creación de la banca,
y se van renovando. Pero hoy en día, si sacamos una foto estática, hay una coincidencia entre
la elite empresarial y la clase alta o, por lo menos, hay una aspiración. Porque la elite tiene un
componente material, pero también un componente simbólico. Uno podría decir que hay empresarios a quienes les ha ido muy bien, pero que no logran penetrar en el núcleo duro de lo que
se considera la elite de Santiago. La clase alta de Santiago -y ésta es equivalente- tiene códigos
sumamente rígidos de pertenencia, en términos de la manera como se habla, de la religión que
se practica, de la ropa que se usa, del gasto, de donde se mide, a qué colegio van los niños y eso
es sumamente notorio y es excluyente. Ahora, eventualmente se entra. Pero hay un caso, que yo
menciono en mi libro de familias, el caso del Club de Golf de Leones, donde hasta el día de hoy
no entran ni judíos ni árabes. Los judíos y los árabes han gastado fortunas considerables y aún
así, no. Pueden a través de lazos matrimoniales formarse nuevas configuraciones de clase, pero
hay una parte de la elite chilena que, si bien se ha renovado, al mismo tiempo tiende a naturalizar el nuevo estado, a decir: ah no, los verdaderos miembros de la elite somos fulanito, sultanito
y menganito. A lo mejor en cincuenta años lo harán. Los judíos van a estar
en la misma. Entiendo que se formó un club de golf para miembros de la
comunidad judía, no sé cuánto excluyen ellos. Pero yo creo, no hay ninguna
El retorno de la educación [en
duda, que nuestra sociedad es muchísimo más homogénea que Argentina
y Brasil, de eso no hay dudas, con mucho menos recambio, mucha menos
Chile], en términos de ingreso,
diversidad en términos de los orígenes, de las posturas, a nivel ideal, de las
es altísimo. Pero ahora tenemos
ideas y, en el fondo, de lo que está disponible.
la cuestión de la calidad de la
educación, al ser universal. Tú
tienes, como en el caso de Brasil,
que la educación pública es
muy mala y la educación privada muy buena. Por lo tanto,
la movilidad social por la vía
educativa es regular.
Acerca de las escuelas, uno podría pensar la contribución o los usos del sistema educativo, de las credenciales educativas, como aspectos claves o no para
la formación de las elites. ¿Cómo tematizan ustedes esto? ¿Cómo piensan en sus
respectivos países la relación entre la formación de las elites y el rol que juega
el trayecto por el sistema educativo, es decir, los usos que hacen las elites del
sistema educativo?
AMA: En Brasil, cada vez más, es un tanto chocante, porque Brasil tiene una
distribución educativa muy mala. La universalización de la escuela primaria en Brasil tuvo lugar en los años ochenta. Hasta los años ochenta, una
parte enorme del pueblo estaba fuera de la escuela primaria. Hoy tenemos
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Entrevista a Angélica Thumala, Roy Hora y Ana María Almeida
un 19% de una cohorte completando la educación superior. Está muy concentrado. Tradicionalmente la regresividad de la distribución educacional ha sido una explicación para la desigualdad
brasilera. Paradojalmente, las credenciales escolares son los principales indicadores del valor de
una persona en Brasil. Entonces, cualquier trayectoria que te permite llegar a una posición de
clase media hoy está cerrada para quien no tiene diploma superior. Estamos en un momento de
gran crecimiento económico y de falta de mano de obra y las personas que hacen el secundario
consiguen tener una renta que les permita vivir como el brasilero piensa que es la vida de una
persona de clase media: es decir, colocar un hijo en una escuela privada, tener un coche, un plan
de salud privado y una casa propia. Este es un retrato de la clase media. Para tener eso tienes
que tener diploma de estudio superior. Entonces es una sociedad en la cual el “retorno”, dicen los
economistas del capital humano, el retorno de la inversión en educación es el más alto del mundo. Dicho esto, a partir de acompañar trabajos de mis compañeros sobre estos grupos, entiendo
que el diploma es una condición cada vez más necesaria en todos esos espacios de elite. En el
campo intelectual, en el científico, pero también en la elite empresarial porque se ha asitido a la
profesionalización de las empresas de los grandes grupos familiares. Muchas grandes empresas
que surgieron como empresas familiares están cada vez más profesionalizadas y han entrado en
la bolsa. Es un momento de gran profesionalización a través del diploma. Lo que hace para esas
familias más complicado pasar el control del negocio a sus hijos.
AT: En chile es igual. El retorno de la educación, en términos de ingreso, es altísimo. Pero ahora
tenemos la cuestión de la calidad de la educación, al ser universal. Tú tienes, como en el caso
de Brasil, que la educación pública es muy mala y la educación privada muy
buena. Por lo tanto, la movilidad social por la vía educativa es regular.
Tradicionalmente la regresiviAMA: Al final, en Brasil el diploma termina siendo una vía de conversión:
el hijo del empresario se transforma en un intelectual o el hijo de profesor
va a actuar con grandes altos ejecutivos. Es una cosa que asusta porque es
una cuestión de trayectorias, no de movilidad. La educación no alcanza para
llegar en Brasil.
dad de la distribución educacional ha sido una explicación
para la desigualdad brasilera.
Paradojalmente, las credencia-
RH: El panorama que ustedes pintan es un panorama global. Si mal no recuerdo hay un trabajo de Daniel Filmus donde muestra que el mejor predictor del nivel de ingreso es el nivel educativo. Hace unos años de esto. Parece que eso no ha cambiado y no sería sorprendente que fuese así. En este
sentido, la desigualdad tiene una tendencia a reproducirse. Es muy difícil de
afectar, precisamente, por la segmentación de la oferta educativa y de las
posibilidades de acceso a una educación de calidad de manera democrática.
Y eso, probablemente, hoy sigue siendo el gran productor de desigualdades. Señalando otras cosas, y para volver a la discusión sobre las elites, yo
comparto lo que se señalaba respecto a la complejidad del escenario contemporáneo en cuanto que hay elites. Hay que hablar de elites en plural y
esas elites corresponden a campos específicos. Mirando el caso argentino,
Propuesta Educativa, Año 23 Nro. 41, pág. 55 a 62, Junio 2014
les escolares son los principales
indicadores del valor de una
persona en Brasil. Entonces,
cualquier trayectoria que te
permite llegar a una posición
de clase media hoy está cerrada
para quien no tiene diploma
superior.
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Entonces, lo que se percibe desde el punto de vista de quien se ocupa de estudiar la relación
entre educación y producción de desigualdad en Brasil, como es mi caso, se va tornando un
tanto chocante. Persiste muy fuertemente esta representación del diploma como algo que te da
la legitimidad para ocupar una posición dominante. Porque como en Brasil tenemos un cierre
de la entrada en el ciclo universitario, el primer diploma está muy positivamente correlacionado
con la posición anterior. Como nosotros tenemos un sistema de enseñanza completamente segmentado, privado y público -el privado en niveles primario y secundario otorga el diploma más
prestigioso-, hay una asociación muy fuerte entre situación de la familia, el lugar de los demás
y la condición social. Es el diploma, es la escuela o el uso que las familias del grupo dominante
consiguen hacer de la escuela, lo que produce esos enclaves. Uno de los desarrollos más interesantes de la sociedad brasilera de los últimos diez años es la modificación de la enseñanza superior, es su redefinición. Hay una diversificación. Pero las estructuras son muy fuertes. El sistema
de enseñanza público no consigue, salvo en sectores muy pequeñitos, aparecer como una vía
de movilidad social. Entonces las familias realmente dependen de lo privado y eso depende de
su situación económica.
Entrevista a Angélica Thumala, Roy Hora y Ana María Almeida
en el campo político cualquier identificación de un actor político con las clases propietarias y
con el alto mundo es, más que una ventaja, un handicap, un impedimento. No hay muchos que
puedan invocar esas credenciales y seguramente que en un contexto competitivo no tendrían
la posibilidad de ir demasiado lejos. Creo que ahí hay un elemento muy democrático. Y también
en la dimensión social. Esa elite que en Chile todavía ves como un grupo de referencia, acá hace
mucho años que no lo es. En un punto uno puede decir, la fortaleza de una elite, sobre todo
de una elite social, tiene que ver con el hecho de que sea capaz de convertirse en un grupo de
referencia y tiene que ser relativamente permeable, de modo de saber incorporar talento que
surge de algún lugar y socializarlo en la cultura de las elites. Pero su reproducción en el tiempo
depende, en gran medida, de que logre -sobre todo si no tiene privilegios legales estatutariossumar a su grupo a aquellos talentos que surgen de otros lugares de la sociedad y hacerlos propios. Entonces, desde el punto de vista del prestigio social, la clase alta argentina hace mucho
que viene para atrás, aunque siempre conservó prestigio residual. Es como la manifestación más
sofisticada del buen vivir, pero no tiene significación para la mayoría. Sí existen lugares donde
claramente se construye una clase alta desde el punto de vista del ingreso y del capital. Yo he
trabajado en una universidad privada de elite y ahí claramente uno ve que esos chicos son los
que en el futuro van a ser, probablemente, los que gobiernen los timones de la economía argentina. Ahí probablemente haya circuitos bien consolidados, bien aceitados, de reproducción
de los segmentos más poderosos del empresariado, pero en otros campos, en el campo de la
cultura, claramente provenir de una familia tradicional es más un handicap que otra cosa.
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Notas
1
Dra. en Sociología de la Universidad de Cambridge, Inglaterra; Mg. en Filosofía y Teoría Social de la
Universidad de Warwick, Inglaterra y Socióloga de la Universidad Católica de Chile. Prof. del Instituto de
Sociología de la Universidad Católica de Chile. E-mail: [email protected]
2
Historiador. Se doctoró en la Universidad de Oxford. Es investigador del CONICET y Profesor en la Univerisdad Nacional de Quilmes. Obtuvo el Premio Bernardo Houssay en Ciencias Sociales y Humanidades.
E-mail: [email protected]
3
Dra. en Educación y Mg. en Sociología. Ha sido profesora invitada e hizo posdoctorado en la Ecole
des Hautes Etudes en Sciences Sociales de Paris y de la Universidad de Stanford, EE.UU. Es profesora de la Universidad de Campinas (UNICAMP) y Co-coordinadora del grupo FOCUS (Grupo de investigación sobre institución escolar y organizaciones familiares) de la misma Universidad. E-mail: ana.
[email protected]
4
El NEEDS está radicado en el Programa de Educación, Conocimiento y Sociedad de FLACSO Argentina
y esta íntegrado por los/las investigadores/as Emilia Di Piero, Sebastián Fuentes, Victoria Gessaghi, Florencia Luci, Alicia Villa y Sandra Ziegler.
Propuesta Educativa, Año 23 Nro. 41, pág. 55 a 62, Junio 2014
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