Número de registro: 17913 Novena Época Instancia: Pleno Fuente

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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
Número de registro: 17913
Novena Época
Instancia: Pleno
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XIX, Enero de 2004
Página: 335
CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL. ENTRE LAS SUSTENTADAS POR EL
DÉCIMO PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER
CIRCUITO Y LA ANTES TERCERA SALA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA
DE LA NACIÓN Y EL SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL
SEXTO CIRCUITO, EL TERCER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DÉCIMO SEXTO
CIRCUITO Y EL PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL
SÉPTIMO CIRCUITO.
MINISTRO PONENTE: JOSÉ DE JESÚS GUDIÑO PELAYO.
SECRETARIA: CARMINA CORTÉS RODRÍGUEZ.
CONSIDERANDO:
CUARTO. Los criterios materia de análisis, en lo que a esta contradicción de tesis interesa,
se transcriben a continuación.
a) La ejecutoria dictada por el Décimo Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del
Primer Circuito, al resolver el juicio de amparo en revisión número 16/2002, es del tenor
literal siguiente:
"El recurrente alega en el quinto agravio que la Juez de Distrito determinó en forma
incorrecta que los artículos 128 y 129 de la Ley Orgánica del Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal sí podían aplicarse supletoriamente a la materia mercantil. Que esa
afirmación es incorrecta porque al respecto no operaba la supletoriedad prevista en los
artículos 1054 y 1063 del Código de Comercio, porque dicho ordenamiento legal establece
un mecanismo completo para determinar las costas, que se encuentra regulado en el libro
quinto, título primero, capítulo séptimo en los artículos 1081 al 1089 y que al haberse
legislado exhaustivamente sobre la materia no cabe supletoriedad alguna.
"Este argumento es infundado porque, si bien es cierto que la institución de costas se
encuentra prevista en el Código de Comercio en los artículos que cita la recurrente, sin
embargo, su regulación es deficiente y, por ende, debe acudirse a la supletoriedad.
"En efecto, el artículo 1085 del Código de Comercio establece que las costas serán reguladas
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por la parte a favor de quien se hubieren declarado; el artículo 1086 del citado código señala
que con el escrito incidental se dará vista por tres días a la contraria para que exprese su
conformidad o inconformidad. El artículo 1088 señala que tomando en cuenta lo que las
partes hayan manifestado, el Juez resolverá lo que estime ‘justo’ dentro del tercer día.
"Ahora bien, los preceptos aludidos señalan la forma en que se tramitará el incidente de
costas respectivo, pero no establecen las bases para su cuantificación; y si se toma en cuenta
que la cuestión relativa a las costas debe resolverse conforme a lo que el juzgador estime
‘justo’, por ende, éste debe recurrir a la supletoriedad de la ley y atender a su ley orgánica en
la que se establecen bases para que su ejercicio, al justipreciar las costas, sea apegado a la
equidad y la justicia; de tal manera que, por ende, resulta legal la aplicación de los artículos
128 y 129 de la Ley Orgánica del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, en la que
se puede apoyar para resolver justamente la cuestión planteada.
"En efecto, la obligación de fallar en justicia en materia de costas por parte del Juez, debe
entenderse en el sentido de que no pueden fijarse o regularse éstas en forma arbitraria por las
partes, sino que debe existir un procedimiento de carácter legal para formularlas y, en su
caso, calcularlas, y es ahí donde se presenta el problema lógico jurídico de la integración de
la norma, es decir, en el caso, al ser ésta una cuestión de orden público como lo es toda
condena, se debe estar a lo que la ley disponga al respecto. En consecuencia, si el Código de
Comercio no establece las bases para cuantificar las costas y los mecanismos de
cuantificación no pueden quedar al arbitrio de las partes, entonces, a fin de integrar la norma
incompleta se tiene que recurrir a la figura de la supletoriedad en materia mercantil, prevista
en los artículos 1054 y 1063 del Código de Comercio, que remiten a la ley procesal común de
la cual forma parte en algunos aspectos la ley orgánica precitada y así, con base en la
complementación, llenar la laguna de la ley mercantil. Por ende, si las bases para la
cuantificación de las costas se encuentran en una legislación diversa, no es óbice que se tenga
que recurrir a ella para integrar a la norma mercantil y así resolver la problemática aludida.
Por tanto, la decisión de la Juez de Distrito fue apegada a derecho, ya que si el Código de
Comercio no contiene numeral alguno que establezca las bases para calcular las costas, se
debía recurrir entonces a la ley anotada.
"Cobra aplicación la tesis de jurisprudencia I.4o.C. J/58 emitida por el Cuarto Tribunal
Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, visible en la Gaceta del Semanario Judicial
de la Federación, tomo 76, abril de 1994, página 33, que dice:
"‘SUPLETORIEDAD DE LA LEY. REQUISITOS PARA QUE OPERE. Los requisitos
necesarios para que exista la supletoriedad de unas normas respecto de otras, son: a) que el
ordenamiento que se pretenda suplir lo admita expresamente, y señale el estatuto supletorio;
b) que el ordenamiento objeto de supletoriedad prevea la institución jurídica de que se trate;
c) que no obstante esa previsión, las normas existentes en tal cuerpo jurídico sean
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insuficientes para su aplicación a la situación concreta presentada, por carencia total o parcial
de la reglamentación necesaria, y d) que las disposiciones o principios con los que se vaya a
llenar la deficiencia no contraríen, de algún modo, las bases esenciales del sistema legal de
sustentación de la institución suplida. Ante la falta de uno de estos requisitos, no puede
operar la supletoriedad de una legislación en otra.’
"Cobra aplicación al caso la tesis de jurisprudencia 277 emitida por la entonces Tercera Sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en el Apéndice de 1995, Tomo IV, Parte
SCJN, página 187, que a la letra dice:
"‘LEYES SUPLETORIAS EN MATERIA MERCANTIL. Si bien los Códigos de
Procedimientos Civiles de cada Estado, son supletorios del de Comercio, esto no debe
entenderse de modo absoluto, sino sólo cuando falten disposiciones expresas sobre
determinado punto, en el código mercantil, y a condición de que no pugnen con otras que
indiquen la intención del legislador, para suprimir reglas de procedimientos o de pruebas.’."
b) Por su parte, la Tercera Sala de la antigua integración de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, al resolver el juicio de amparo directo número 436/86 sustentó, en lo que a esta
contradicción de tesis interesa, lo siguiente:
"Sin perjuicio de lo que ha quedado dicho, el pago de costas sí es procedente conforme a lo
dispuesto por el artículo 11 del Código de Procedimientos Civiles de Guanajuato, aplicado
supletoriamente al de Comercio, por disposición del artículo 1051 de este último. Ambos
preceptos son del tenor siguiente: ‘Artículo 11. La parte que pierde debe reembolsar a su
contraria las costas del proceso. Se considera que pierde una parte cuando el Juez acoge,
parcial o totalmente, las pretensiones de la parte contraria. Si dos partes pierden
recíprocamente, el Juez puede exonerarlas de la obligación que impone el párrafo primero, en
todo o en parte; pudiendo imponer un reembolso parcial contra una de ellas, según las
proporciones de las pérdidas. Las costas del proceso consisten en la suma que, según la
apreciación del Juez y teniendo en consideración las disposiciones arancelarias, ha debido
desembolsar la parte que obtenga, excluido el costo de todo acto o forma de defensa que se
consideren superfluos. Todo gasto inútil que una parte ocasione a la contraria, será a cargo de
la primera; sea que gane o pierda el juicio.’. ‘Artículo 1051. El procedimiento mercantil
preferente a todos es el convencional. A falta de convenio expreso de las partes interesadas se
observarán las disposiciones de este libro, y en defecto de éstas o de convenio, se aplicará la
ley de procedimientos local respectiva.’.
"Teniendo en cuenta que el fallo resultó desfavorable al quejoso, es evidente que se
materializó la hipótesis prevista por el dispositivo de mérito y, en consecuencia, aunque por
motivos diferentes, debe estimarse que sí se dieron los presupuestos para que la condena en
costas de primera instancia sea procedente.
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"No está por demás una última consideración sobre la aplicación de la legislación local en
este caso; en primer lugar, cabe hacer notar que lo relacionado con esta figura está previsto en
los artículos 1081 a 1090 del Código de Comercio, pero dentro de ellos no hay
reglamentación referida a cuando se intenta el juicio ordinario sin obtener sentencia
favorable; no obstante, estando reconocidas por el propio código como un modo de resarcir
las erogaciones permitidas, que hubieron de efectuarse al demandar lo que en derecho
corresponde o para defenderse del proceso injustamente entablado, la procedencia de aplicar
supletoriamente las legislaciones locales es manifiesta, pues no surge ninguna contradicción
con la ley mercantil ni hay razones para considerar que las costas se quisieron excluir
específicamente de este tipo de casos, más aún si se tiene en cuenta que de no optar por esta
solución, el sujeto que sin ninguna culpa fue involucrado en un procedimiento judicial o que
se vio obligado a promoverlo, tendría que soportar los desembolsos que en mayor o menor
grado fue necesario afrontar con motivo de la contienda.
"Es pertinente señalar que este Alto Tribunal, en la jurisprudencia y la tesis que a
continuación se reproducen, respectivamente, ha sostenido: ‘LEYES SUPLETORIAS EN
MATERIA MERCANTIL.’ (se transcribe)."
De la ejecutoria anterior derivó la siguiente tesis aislada:
"Séptima Época
"Instancia: Tercera Sala
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"Volúmenes: 217-228, Cuarta Parte
"Página: 83
"COSTAS EN EL JUICIO ORDINARIO MERCANTIL. APLICACIÓN SUPLETORIA DE
LOS CÓDIGOS DE PROCEDIMIENTOS CIVILES DE LOS ESTADOS. Lo relacionado
con las costas está previsto en los artículos 1081 a 1090 del Código de Comercio, pero dentro
de ellos no hay reglamentación referida, a cuando se intenta el juicio ordinario sin obtener
sentencia favorable; no obstante, estando reconocidas por el propio código como un modo de
resarcir las erogaciones permitidas, que hubieron de efectuarse al demandar lo que en
derecho corresponde o para defenderse del proceso injustamente entablado, la procedencia de
aplicar supletoriamente las legislaciones locales es manifiesta, pues no surge ninguna
contradicción con la ley mercantil ni hay razones para considerar que las costas se quisieron
excluir específicamente de este tipo de casos, más aún si se tiene en cuenta que de no optar
por esta solución, el sujeto que sin ninguna culpa fue involucrado en un procedimiento
judicial o que se vio obligado a promoverlo, tendría que soportar los desembolsos que en
mayor o menor grado fue necesario afrontar con motivo de la contienda.
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"Amparo directo 436/86. Multibanco Comermex, S.N.C. 22 de enero de 1987. Unanimidad
de cuatro votos. Ponente: Mariano Azuela Güitrón. Secretaria: María del Carmen Arroyo
Moreno.
"Séptima Época, Cuarta Parte:
"Volúmenes 205-216, página 58. Amparo directo 7175/85. Miyai de México, S.A. 12 de
junio de 1986. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Mariano Azuela Güitrón. Secretario:
Carlos G. Ramos Córdova."
c) El antes Segundo Tribunal Colegiado del Sexto Circuito, ahora Segundo Tribunal
Colegiado en Materia Civil del propio circuito, al resolver el juicio de amparo directo número
473/89, emitió la siguiente tesis aislada:
"Octava Época
"Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"Tomo: XIV, julio de 1994
"Página: 522
"COSTAS. SUPLETORIEDAD IMPROCEDENTE, EN JUICIOS EJECUTIVOS
MERCANTILES. Si bien el artículo 1054 del Código de Comercio, establece que los juicios
mercantiles se regirán por las disposiciones del libro quinto de ese ordenamiento y que en su
defecto se aplicará la ley de procedimientos local respectiva, sin embargo, es improcedente la
aplicación supletoria del artículo 1533 (sic) del Código de Procedimientos Civiles del Estado
de Puebla, al Código de Comercio, respecto del pago de costas tanto en primera como en
segunda instancias, pues en relación a ello se encuentra el capítulo VII del libro quinto del
Código de Comercio, que regula las costas en los juicios mercantiles, por lo tanto, no opera la
supletoriedad.
"SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.
"Amparo directo 473/89. José Hernández Mata por conducto de su rep. 27 de noviembre de
1989. Unanimidad de votos. Ponente: Gustavo Calvillo Rangel. Secretario: José Mario
Machorro Castillo."
El mismo criterio sostuvo al fallar el juicio de amparo directo número 383/93, promovido por
Banco de Oriente, Sociedad Nacional de Crédito, por unanimidad de votos, el nueve de
septiembre de mil novecientos noventa y tres.
Asimismo, dicho Tribunal Colegiado de Circuito, al resolver el juicio de amparo en revisión
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número 266/91, sustentó la siguiente tesis aislada:
"Octava Época
"Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"Tomo: IX, febrero de 1992
"Página: 164
"COSTAS EN EL PROCEDIMIENTO MERCANTIL. HONORARIOS DE ABOGADOS.
En materia mercantil, tratándose de la regulación de costas, no tiene aplicación supletoria la
legislación procesal civil local porque el Código de Comercio en el capítulo VII, del título
primero, del libro quinto, contempla las normas a que deben sujetarse las costas en esta
materia. Así, el artículo 1083 de este último ordenamiento preceptúa como requisito
indispensable para el cobro en costas, de honorarios de abogado, que éste sea titulado; y si el
interesado no demostró este extremo fue correcto el proceder de la responsable al negarle ese
derecho.
"SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.
"Amparo en revisión 266/91. Unión de Crédito al Constructor, S.A. de C.V. 26 de junio de
1991. Unanimidad de votos. Ponente: Gustavo Calvillo Rangel. Secretario: Humberto
Schettino Reyna."
d) El Tercer Tribunal Colegiado del Décimo Sexto Circuito, dictó sentencia en el juicio de
amparo directo número 174/2002, que en lo que a esta contradicción de tesis interesa, es del
tenor literal siguiente:
"QUINTO. La parte quejosa expresó como conceptos de violación los siguientes: La
resolución reclamada, misma que se impugna mediante el presente juicio de garantías, es
violatoria de la garantía de legalidad consagrada en los artículos 14 y 16 constitucionales.
Cabe señalar que los agravios expuestos se centrarán, fundamentalmente, respecto de los
razonamientos vertidos por el Magistrado responsable en el considerando tercero, por ser
dicho considerando el que causa violación a las garantías individuales. Una vez expuesto lo
anterior, es de señalarse lo que dispone el último párrafo del artículo 14 (catorce)
constitucional que dice: ‘En los juicios del orden civil, la sentencia definitiva deberá ser
conforme a la letra o a la interpretación jurídica de la ley, y a falta de ésta se fundará en los
principios generales del derecho.’. Ahora bien, señala el Magistrado responsable que el
artículo 11 (once) del Código de Procedimientos Civiles del Estado no es supletorio al de la
legislación mercantil, en virtud de que este último ordenamiento contiene suficientemente las
reglas para hacer pronunciamiento al respecto. Contrariamente a lo determinado por el
Magistrado responsable, se niega que la legislación mercantil, en particular el Código de
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Comercio, contenga suficientemente las reglas para hacer pronunciamiento respecto de todas
las situaciones concernientes a costas, como sucede en el presente caso, cuando la parte
actora intenta el juicio ordinario mercantil sin obtener sentencia favorable que acoja sus
pretensiones, de ahí que se insista sí se actualiza el supuesto previsto en el artículo 1054 (mil
cincuenta y cuatro) del Código de Comercio, para así permitir la supletoriedad adjetiva.
Luego entonces, si el Código de Comercio no contiene reglamentación respecto de la
condena en costas para la parte que no obtiene sentencia favorable, deberá aplicarse la
supletoriedad de la ley adjetiva o, en su defecto, fundarse en los principios generales del
derecho; situación que omitió tener en consideración el Magistrado responsable, pues no
percibe que no puede llevarse injustificadamente a juicio por la parte actora, y que si se
entabla una demanda que conlleva a iniciar una maquinaria judicial, es con la finalidad de
obtener una sentencia que acoja parte de las pretensiones que se plantean en la demanda pues,
de no ser así, equivaldría a afirmar que el Poder Judicial da trámite a demandas que en un
momento dado, aun cuando no se tenga la razón en la misma, en nada perjudicaría a la parte
actora al no condenársele al pago de las costas y, por tanto, tal situación resultaría ser
violatoria al principio de igualdad entre las partes y al principio de economía procesal, puesto
que la parte demandada no tiene por qué absorber los gastos y costas de un juicio que, en
síntesis, es injustificado, sea porque la actora no haya probado uno de los elementos de la
acción o porque no haya aportado ninguna prueba para justificar su acción; de ahí que,
contrariamente a lo aseverado por el Magistrado responsable, sea aplicable al asunto que nos
ocupa lo dispuesto por el artículo 11 (once) del Código de Procedimientos Civiles del Estado
y, en consecuencia, la parte que no obtenga sentencia favorable debe reembolsar a su
contraria las costas del proceso y, por ende, en el asunto que nos ocupa es procedente la
condena en costas, máxime que la parte actora pretendía un cobro por la cantidad de
$799,658.68 (setecientos noventa y nueve mil seiscientos cincuenta y ocho pesos 68/100
M.N.), así como también pretendía el pago de los gastos y costas, según se desprende del
inciso e) del apartado denominado de las prestaciones de su escrito inicial de demanda, amén
de ser una prestación exigida en el punto petitorio tercero del escrito de contestación de
demanda. Sirve de apoyo la tesis de la Séptima Época. Instancia: Tercera Sala. Fuente:
Semanario Judicial de la Federación. Volúmenes: 217-228, Cuarta Parte. Página: 83, bajo el
rubro y texto siguientes: ‘COSTAS EN EL JUICIO ORDINARIO MERCANTIL.
APLICACIÓN SUPLETORIA DE LOS CÓDIGOS DE PROCEDIMIENTOS CIVILES DE
LOS ESTADOS. Lo relacionado con las costas está previsto en los artículos 1081 a 1090 del
Código de Comercio, pero dentro de ellos no hay reglamentación referida, a cuando se
intenta el juicio ordinario sin obtener sentencia favorable; no obstante, estando reconocidas
por el propio código como un modo de resarcir las erogaciones permitidas, que hubieron de
efectuarse al demandar lo que en derecho corresponde o para defenderse del proceso
injustamente entablado, la procedencia de aplicar supletoriamente las legislaciones locales es
manifiesta, pues no surge ninguna contradicción con la ley mercantil ni hay razones para
considerar que las costas se quisieron excluir específicamente de este tipo de casos, más aún
si se tiene en cuenta que de no optar por esta solución, el sujeto que sin ninguna culpa fue
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involucrado en un procedimiento judicial o que se vio obligado a promoverlo, tendría que
soportar los desembolsos que en mayor o menor grado fue necesario afrontar con motivo de
la contienda.’. Ahora bien, en lo que respecta a las aseveraciones vertidas por el Juez
responsable, en el sentido de que no se actualiza en la especie la fracción I (primera) del
artículo 1084 (mil ochenta y cuatro) del Código de Comercio, pues señala que una cosa es
que la actora no haya probado uno de los elementos de la acción, y otra que no haya aportado
ninguna prueba para justificar su acción; en efecto, de la lectura del resolutivo segundo de la
sentencia de primera instancia se desprende que la parte actora no probó los elementos
constitutivos de su acción ... pero de ninguna manera se desprende que la parte actora no haya
probado uno de los elementos de la acción; de ahí que se insista que la parte actora no haya
aportado ninguna prueba para justificar que su poderdante se encontraba legitimado para
demandar, al no haber aportado prueba alguna que acreditase la notificación al deudor de la
cesión de derechos; en consecuencia, es de señalarse que se actualiza la fracción I (primera)
del artículo 1084 (mil ochenta y cuatro) del Código de Comercio, al no rendir prueba alguna
que justificara la acción de que la parte actora tiene derecho al pago de las prestaciones
exigidas en su escrito inicial de demanda. Prosigue el Magistrado responsable determinando
el concepto de costas, así como expone los principios de tratadistas del derecho procesal civil
respecto de las costas, advirtiendo para ello tres distintas épocas de evolución del derecho
procesal civil para efectos de la aplicación de las costas judiciales, las cuales son ilustrativas
para el asunto planteado, concluyendo, para comprender el problema jurídico planteado, con
la transcripción del artículo 1084 (mil ochenta y cuatro) del Código de Comercio, a la luz de
la jurisprudencia emitida por la Primera Sala del más Alto Tribunal del país. Y al respecto, se
comparten las consideraciones expuestas en la misma, pues el artículo referido expone cada
una de las hipótesis en que forzosamente debe existir condena al pago de costas, y que bajo
otros determinados supuestos la condena dependerá del juicio del juzgador, quien para tal
efecto deberá determinar si se ha procedido con temeridad o mala fe al sustanciarse el
proceso. Sin embargo, es de señalarse que la facultad de la condena en costas por parte del
juzgador debe ser justa y, en el caso que nos ocupa, se estima que se trata de una resolución
que viola lo dispuesto por el artículo 14 (catorce) constitucional al no resolver el juicio con
base en las leyes aplicables, y las que aplica al interpretarlas incorrectamente, pues de las
constancias que integran el toca, no sólo se advierte una simple sospecha de que la parte
actora actúa con temeridad o mala fe, sino que se advierte fehacientemente la mala fe, pues la
temeridad o mala fe, consisten en el conocimiento de la ausencia de una justa causa para
litigar, y la parte actora no se conformó con la primera instancia, sino que, por el contrario,
recurrió en alzada el fallo que se analiza, y en ese sentido puede sostenerse, con base en lo
dispuesto por el artículo 82 (ochenta y dos) del Código de Procedimientos Civiles del Estado,
de aplicación supletoria al asunto que nos ocupa, que la actora procedió con temeridad o mala
fe, al iniciar un juicio a sabiendas que no tenía realizada a su favor la notificación de la cesión
del crédito, pues así se desprende de la lectura de los agravios. Ahora bien, es cierto que el
Código de Comercio contempla una condena en costas objetiva y una condena en costas
subjetiva, pero desde el punto de vista que se analice, en el asunto que nos ocupa se da la
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condena en costas desde el punto de vista objetivo y desde el punto de vista subjetivo, de ahí
que no sea válido sostener que el Magistrado responsable no percibe temeridad o mala fe en
la conducta procesal de la parte actora, pues la temeridad no se traduce necesariamente en
promociones improcedentes con falta de veracidad encaminadas a entorpecer o dilatar el
procedimiento sino que, en el caso que nos ocupa, se traduce en intentar un juicio a sabiendas
que no está legalmente notificada la parte deudora de la cesión de derechos, pues así se
expresa en el escrito de agravios; y la afirmación del Magistrado responsable deviene en
infundada cuando afirma que la parte actora sostuvo una pretensión justa, pues si no se entró
al estudio de las pretensiones, no se puede determinar si es o no justa, sino lo que se
cuestiona es si la actitud de la actora fue correcta o maliciosa a sabiendas de no contar con la
respectiva notificación legal o extrajudicial de la cesión de derechos, derivada del crédito que
pretende hacer exigible, criterio que compartió la Segunda Sala Civil del H. Supremo
Tribunal de Justicia en el Estado, consideraciones respecto de las cuales el Magistrado
responsable fue omiso en tener en consideración al momento del dictado de la resolución
señalada ahora como acto reclamado. Motivos suficientes para sostener que al no realizarse
en la especie la condena en costas, definitivamente la resolución de segunda instancia es
contraria a derecho, en violación de las garantías de seguridad y legalidad previstas en los
artículos 14 (catorce) y 16 (dieciséis) constitucionales, motivo por el cual es procedente la
concesión del amparo solicitado para el solo efecto de condenar a la parte actora al pago de
los gastos y costas. Por tanto, solicito se conceda el amparo y protección de la Justicia
Federal a efecto de que se sirva modificar la resolución recurrida y se ordene al Magistrado
responsable deje insubsistente la resolución que se reclama, y en otra que dicte, decida sobre
la procedencia de la condena en costas. ..."
"SÉPTIMO. Son por una parte infundados y por otra inoperantes, los conceptos de violación
propuestos.
"Es infundado el concepto de violación en el que la quejosa sostiene que tratándose de juicios
ordinarios mercantiles, tiene aplicación supletoria para la condena en costas, el código
adjetivo civil local.
"En efecto, el capítulo VII del título primero del libro quinto del Código de Comercio,
contempla las normas a que deben sujetarse las costas en materia mercantil, por tanto,
contrariamente a lo que indica la impetrante de garantías, la legislación procesal civil local no
tiene aplicación supletoria.
"En este sentido, se comparte la tesis sustentada por el Segundo Tribunal Colegiado del Sexto
Circuito, consultable en la página 164 del Tomo IX, febrero de 1992, Octava Época del
Semanario Judicial de la Federación, que dice: ‘COSTAS EN EL PROCEDIMIENTO
MERCANTIL. HONORARIOS DE ABOGADOS. En materia mercantil, tratándose de la
regulación de costas, no tiene aplicación supletoria la legislación procesal civil local porque
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el Código de Comercio en el capítulo VII, del título primero, del libro quinto, contempla las
normas a que deben sujetarse las costas en esta materia. Así, el artículo 1083 de este último
ordenamiento preceptúa como requisito indispensable para el cobro en costas, de honorarios
de abogado, que éste sea titulado; y si el interesado no demostró este extremo fue correcto el
proceder de la responsable al negarle ese derecho.’
"También tiene aplicación la tesis VII.1o.C.46 C, sustentada por el Primer Tribunal
Colegiado en Materia Civil del Séptimo Circuito, misma que se comparte, consultable en la
página 516 del Tomo IX, abril de 1999, Novena Época del Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, que dice: ‘COSTAS EN MATERIA MERCANTIL. NO ES
APLICABLE EL CÓDIGO ADJETIVO LOCAL PARA DETERMINAR LOS
HONORARIOS DE LOS ABOGADOS PATRONOS (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE
VERACRUZ). El Código de Comercio, en sus artículos del 1081 al 1089, contiene un
sistema completo de normas que rigen la institución de las costas, entre las que se
comprenden obviamente los honorarios de los abogados patronos, no sólo en lo referente al
procedimiento concerniente a su regulación, sino también a las bases que deben observarse
para cuantificar su monto. En consecuencia, en los juicios mercantiles no es aplicable
supletoriamente el artículo 104, párrafo tercero, del Código de Procedimientos Civiles del
Estado, que establece que para determinar los honorarios de los abogados patronos se estará
al contrato de prestación de servicios profesionales respectivo y en defecto de éste al arancel,
ya que el Código de Comercio contiene disposiciones que rigen tal aspecto.’."
e) Finalmente, el Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Séptimo Circuito, al dictar
sentencia en el juicio de amparo en revisión número 927/97, sostuvo las siguientes
consideraciones:
"Ahora bien, de las constancias de autos precisadas con antelación se pone de relieve, en
contra de lo que afirman los quejosos en sus agravios, que el acto reclamado no es transgresor
de sus garantías individuales, puesto que a través de ese acto, o sea, la resolución dictada por
el tribunal responsable, en la que se confirmó la de primer grado que no aprobó las plantillas
de liquidación de costas formuladas por los quejosos, por pretender el cobro de ellas con
apoyo en un contrato de prestación de servicios profesionales que acompañaron los ahora
recurrentes a sus escritos de contestación de demanda, mismo contrato que no puede servir de
base para la pretensión de los demandados, en virtud de que en los juicios mercantiles la
regulación de costas debe realizarse conforme al Código de Comercio, criterio que fue
sustentado por la Juez de Distrito en la sentencia que se revisa y que a no dudar se encuentra
ajustado a derecho ya que, efectivamente, de la detenida lectura de las planillas de
liquidación visibles a fojas ciento veintitrés, ciento treinta y cuatro, ciento cuarenta y cuatro y
ciento cuarenta y seis del juicio de amparo indirecto se advierte, en síntesis, que por concepto
de costas los quejosos piden el pago, cada uno de ellos, de ciento sesenta y dos mil doscientos
veinticuatro pesos con sesenta y tres centavos, que resulta acorde con los contratos de
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prestación de servicios profesionales que los quejosos celebraron con Luis Emilio Fuster
Jiménez, Luis Emilio Fuster Montiel, Rubén Jesús Fuster Montiel y María Teresa Betancourt
Cordero, en los que se estableció que a título de honorarios se les cubriría a estos últimos el
equivalente al veinte por ciento sobre el importe de las prestaciones que se reclamaron en el
juicio ejecutivo mercantil, lo que implica que los ahora quejosos, al pretender el cobro de
esas costas en términos de lo que al respecto se dispone en los párrafos primero y tercero del
artículo 104 del código adjetivo civil local, que en lo conducente establecen lo que sigue:
‘Artículo 104. Siempre será condenado al pago de gastos y costas que incluirán los
honorarios del abogado patrono de la contraparte, el litigante que no obtuviere resolución
favorable, ya en lo principal, ya en los incidentes que surgieren. ... Para determinar los
honorarios de los abogados patronos se estará al contrato sobre prestación de servicios
profesionales respectivo, siempre que el mismo haya sido exhibido anexo a la demanda,
contestación y reconvención en su caso, y su monto no exceda al veinte por ciento sobre la
suerte principal del negocio. ...’; pretensión de los demandados que carece de asidero legal,
como bien se consideró en la sentencia recurrida, toda vez que, en la especie, no es aplicable
el aludido artículo 104 de la ley adjetiva en consulta, pues es claro que en tratándose de
costas en los juicios mercantiles, el aspecto relativo se encuentra previsto, y por ello no
resulta aplicable de manera supletoria el numeral citado que permite, para determinar los
honorarios de los abogados patronos, estar al contrato de prestación de servicios
profesionales respectivo cuando éste haya sido exhibido anexo a la demanda, contestación y
reconvención, en su caso, y su monto no exceda del veinte por ciento sobre la suerte principal
del negocio, ya que en los artículos 1082, 1083, 1085, 1086, 1087, 1088 y 1089 del Código
de Comercio, textualmente se señala: ‘Artículo 1082.’ (se transcribe). ‘Artículo 1083.’ (se
transcribe). ‘Artículo 1085.’ (se transcribe). ‘Artículo 1086.’ (se transcribe). ‘Artículo 1087.’
(se transcribe). ‘Artículo 1088.’ (se transcribe). ‘Artículo 1089.’ (se transcribe).
"De lo expuesto se advierte, contrario a lo que se sostiene en los agravios que se analizan,
que las costas que en su caso tuviere que cubrir la parte actora en el juicio mercantil se
encuentran reguladas por el Código de Comercio, en los términos previstos en los preceptos
transcritos, en donde se contiene un sistema completo para obtener el pago de dicha
prestación no sólo en lo referente al procedimiento concerniente a su regulación, sino
también en lo relativo a que su monto no debe cuantificarse de acuerdo con el contrato de
prestación de servicios profesionales, en apoyo de lo cual conviene invocar la tesis
jurisprudencial número 1100, visible en la página un mil setecientos setenta de la Segunda
Parte, Volumen IV del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1988, que
literalmente expresa: ‘LEYES SUPLETORIAS EN MATERIA MERCANTIL.’ (se
transcribe). Así también, es aplicable al caso la tesis del más Alto Tribunal del país,
consultable en la página un mil ochocientos treinta, Tomo LXX, Quinta Época del Semanario
Judicial de la Federación, que reza: ‘COSTAS EN LOS JUICIOS EJECUTIVOS
MERCANTILES, LEY QUE LAS RIGE.’ (se transcribe). Igualmente, es aplicable en la
especie la tesis de ese propio tribunal que se localiza en la página un mil quinientos noventa y
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
siete, Tomo XXVI, Quinta Época del Semanario Judicial de la Federación, que dice:
‘COSTAS EN MATERIA MERCANTIL. INAPLICABILIDAD DEL ARTÍCULO 2012
DEL CÓDIGO CIVIL DEL ESTADO DE COAHUILA.’ (se transcribe).
"Criterio similar al aquí sostenido ha sido ya emitido por este Tribunal Colegiado en el juicio
de amparo directo civil número 583/95, promovido por el Banco Nacional de México,
Sociedad Anónima, fallado en sesión de treinta de noviembre de mil novecientos noventa y
cinco; y en el amparo en revisión número 809/97, interpuesto por Arturo Segura Toledano,
resuelto el nueve de octubre de mil novecientos noventa y siete.
"Es verdad que en la sentencia recurrida no se alude a cuáles son las bases para calcular las
costas en los juicios mercantiles; sin embargo, dicha omisión no influye en su revocación o
modificación, ya que como se dijo antes, para la cuantificación de las costas debe estarse al
Código de Comercio.
"Por último, el agravio relativo a que en autos del juicio natural se acreditó que el abogado
patrono de los recurrentes es licenciado titulado y, por ende, tiene derecho a cobrar los
honorarios respectivos, es del todo ineficaz para conducir a la revocación o modificación de
la sentencia recurrida, pues aun en el supuesto de ser cierta la afirmación de los recurrentes,
de todas maneras quedaría subsistente el acto reclamado, ya que la negativa a aprobar las
planillas de liquidación de costas se apoyó, fundamentalmente, en que se pretende el cobro de
honorarios con base en un precepto de la ley adjetiva local que no tiene aplicación supletoria
al caso, mismo argumento que, como ya se vio, resulta ajustado a derecho.
"Sentado lo anterior, debe confirmarse la sentencia que se revisa y negar a los quejosos el
amparo solicitado."
De las consideraciones anteriores se emitió el siguiente criterio:
"Novena Época
"Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: IX, abril de 1999
"Tesis: VII.1o.C.46 C
"Página: 516
"COSTAS EN MATERIA MERCANTIL. NO ES APLICABLE EL CÓDIGO ADJETIVO
LOCAL PARA DETERMINAR LOS HONORARIOS DE LOS ABOGADOS PATRONOS
(LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE VERACRUZ). El Código de Comercio, en sus artículos
del 1081 al 1089, contiene un sistema completo de normas que rigen la institución de las
costas, entre las que se comprenden obviamente los honorarios de los abogados patronos, no
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
sólo en lo referente al procedimiento concerniente a su regulación, sino también a las bases
que deben observarse para cuantificar su monto. En consecuencia, en los juicios mercantiles
no es aplicable supletoriamente el artículo 104, párrafo tercero, del Código de
Procedimientos Civiles del Estado, que establece que para determinar los honorarios de los
abogados patronos se estará al contrato de prestación de servicios profesionales respectivo y
en defecto de éste al arancel, ya que el Código de Comercio contiene disposiciones que rigen
tal aspecto.
"PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SÉPTIMO CIRCUITO.
"Amparo en revisión 927/97. José Luis Mariz Pérez y otros. 6 de noviembre de 1997.
Unanimidad de votos. Ponente: Alfonso Ortiz Díaz. Secretario: José Atanacio Alpuche
Marrufo.
"Nota: Sobre el tema tratado existe denuncia de contradicción número 48/2002, pendiente de
resolver en la Primera Sala."
El criterio establecido en la tesis anterior también fue invocado en la ejecutoria dictada por
ese mismo Tribunal Colegiado de Circuito en el juicio de amparo en revisión número
349/2000.
QUINTO. A continuación debe determinarse si en el caso existe la contradicción denunciada,
pues sólo en tal supuesto es dable que este Tribunal Pleno emita un pronunciamiento en
cuanto al fondo.
Al respecto, debe tenerse en cuenta el contenido de la jurisprudencia sostenida por el Pleno
de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, que señala lo siguiente:
"Novena Época
"Instancia: Pleno
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: XIII, abril de 2001
"Tesis: P./J. 26/2001
"Página: 76
"CONTRADICCIÓN DE TESIS DE TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO.
REQUISITOS PARA SU EXISTENCIA. De conformidad con lo que establecen los artículos
107, fracción XIII, primer párrafo, de la Constitución Federal y 197-A de la Ley de Amparo,
cuando los Tribunales Colegiados de Circuito sustenten tesis contradictorias en los juicios de
amparo de su competencia, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o la Sala
que corresponda deben decidir cuál tesis ha de prevalecer. Ahora bien, se entiende que
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
existen tesis contradictorias cuando concurren los siguientes supuestos: a) que al resolver los
negocios jurídicos se examinen cuestiones jurídicas esencialmente iguales y se adopten
posiciones o criterios jurídicos discrepantes; b) que la diferencia de criterios se presente en
las consideraciones, razonamientos o interpretaciones jurídicas de las sentencias respectivas;
y, c) que los distintos criterios provengan del examen de los mismos elementos.
"Contradicción de tesis 1/97. Entre las sustentadas por el Segundo y el Primer Tribunales
Colegiados en Materia Administrativa, ambos del Tercer Circuito. 10 de octubre de 2000.
Mayoría de ocho votos. Ausente: José de Jesús Gudiño Pelayo. Disidentes: José Vicente
Aguinaco Alemán y Genaro David Góngora Pimentel. Ponente: Sergio Salvador Aguirre
Anguiano. Secretario: Francisco Olmos Avilés.
"Contradicción de tesis 5/97. Entre las sustentadas por el Tercer Tribunal Colegiado en
Materia Administrativa del Primer Circuito y el Cuarto Tribunal Colegiado del Sexto
Circuito. 10 de octubre de 2000. Unanimidad de diez votos. Ausente: José de Jesús Gudiño
Pelayo. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretario: Carlos Mena Adame.
"Contradicción de tesis 2/98-PL. Entre las sustentadas por el Segundo y Tercer Tribunales
Colegiados en Materia Civil del Tercer Circuito. 24 de octubre de 2000. Once votos. Ponente:
Sergio Salvador Aguirre Anguiano. Secretario: José Carlos Rodríguez Navarro.
"Contradicción de tesis 28/98-PL. Entre las sustentadas por el Segundo Tribunal Colegiado
en Materia Administrativa del Primer Circuito, el Primer Tribunal Colegiado del Sexto
Circuito, el Cuarto Tribunal Colegiado del Sexto Circuito, el Segundo Tribunal Colegiado del
Octavo Circuito y el Tercer Tribunal Colegiado del Sexto Circuito. 16 de noviembre de 2000.
Unanimidad de nueve votos. Ausentes: Guillermo I. Ortiz Mayagoitia y José Vicente
Aguinaco Alemán. Ponente: Juan N. Silva Meza. Secretario: Rubén D. Aguilar Santibáñez.
"Contradicción de tesis 44/2000-PL. Entre las sustentadas por el Segundo Tribunal Colegiado
en Materia Penal del Segundo Circuito y el Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal del
Primer Circuito. 18 de enero de 2001. Mayoría de diez votos. Disidente: Humberto Román
Palacios. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretario: José Luis Vázquez
Camacho.
"El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy veintinueve de marzo en curso,
aprobó, con el número 26/2001, la tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito
Federal, a veintinueve de marzo de dos mil uno."
De conformidad con la jurisprudencia transcrita, para que exista contradicción de tesis deben
reunirse los siguientes elementos:
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
A) Que al resolver los negocios se examinen cuestiones jurídicas esencialmente iguales y se
adopten posiciones o criterios jurídicos discrepantes;
B) Que la diferencia de criterios se presente en las consideraciones, razonamientos o
interpretaciones jurídicas de las sentencias respectivas; y,
C) Que los distintos criterios provengan del examen de los mismos elementos.
En la especie, se acreditan los extremos a que se refieren los incisos anteriores sólo por lo que
respecta a los criterios sustentados por el Décimo Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil
del Primer Circuito y el Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Séptimo Circuito,
por las razones que se exponen a continuación:
a) Tanto el Décimo Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, al
resolver el juicio de amparo en revisión número 16/2002, como el Primer Tribunal Colegiado
en Materia Civil del Séptimo Circuito, al resolver el juicio de amparo en revisión 927/97,
examinan una misma cuestión jurídica, consistente en determinar si son o no aplicables
supletoriamente las legislaciones adjetivas comunes al Código de Comercio para cuantificar
la condena de costas en los juicios mercantiles.
Al respecto, cada uno de los tribunales adoptó un criterio distinto, ya que el Décimo Primer
Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito sostuvo que debe aplicarse de
manera supletoria al Código de Comercio la ley adjetiva común, en específico la Ley
Orgánica del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal; en cambio, el Primer Tribunal
Colegiado en Materia Civil del Séptimo Circuito consideró que tratándose de costas en el
procedimiento mercantil, en específico la cuantificación de las mismas, no tiene aplicación
supletoria al Código de Comercio la legislación procesal civil local.
Con base en lo anterior, la materia de la presente contradicción de tesis se sustentará
básicamente en el análisis de la ejecutoria dictada en el amparo en revisión número 16/2002
por el Décimo Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito y a las
dictadas en los amparos en revisión 927/97 y 349/2000 por el Primer Tribunal Colegiado en
Materia Civil del Séptimo Circuito, en los cuales, como se dijo, se plantea un problema de
aplicabilidad supletoria de la legislación adjetiva común al Código de Comercio con respecto
a la cuantificación de las costas en un procedimiento mercantil.
b) Para sostener sus respectivos criterios, cada uno de los tribunales hizo sus propias
consideraciones e interpretaciones jurídicas en sus correspondientes ejecutorias:
i) El Décimo Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito estableció que
con base en la interpretación sistemática de los artículos 1081 al 1090 del Código de
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
Comercio, la regulación en materia de cuantificación de costas es deficiente y, por ende, debe
acudirse a la supletoriedad dispuesta en los artículos 1054 y 1063 del mismo ordenamiento y
así aplicar los artículos 128 y 129 de la Ley Orgánica del Tribunal Superior de Justicia del
Distrito Federal; lo anterior, toda vez que consideró que la obligación de fallar en justicia que
establece el artículo 1088 de la legislación mercantil, se entiende como el deber de éste de
formular y cuantificar las costas a través de un procedimiento de carácter legal, por lo que
debe estarse a lo que la ley disponga al respecto, pero que si la legislación de la materia no lo
establece, es aplicable supletoriamente la legislación que sí lo establezca.
ii) En cambio, el Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Séptimo Circuito estableció
que en los juicios mercantiles no es aplicable supletoriamente el artículo 104, párrafo tercero,
del Código de Procedimientos Civiles del Estado de Veracruz, ya que el Código de Comercio
contiene disposiciones (artículos 1081 al 1089) que rigen las costas, como los honorarios de
los abogados patronos, tanto en el procedimiento concerniente a su regulación como en las
bases para su cuantificación.
c) En cuanto a que los diferentes criterios provienen del examen de los mismos elementos, se
aprecia lo siguiente:
i) Como ya se dijo, el Décimo Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer
Circuito, al resolver el amparo en revisión número 167/2002 que dio lugar a su tesis aislada,
interpretó lo establecido en los artículos 1081 al 1089 del Código de Comercio, para
establecer que de acuerdo con los artículos 1054 y 1063 del mismo ordenamiento, eran
aplicables supletoriamente los artículos 128 y 129 de la Ley Orgánica del Tribunal Superior
de Justicia del Distrito Federal al caso concreto.
ii) En cuanto al criterio sostenido por el Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del
Séptimo Circuito, en el amparo en revisión 927/97 que dio lugar a la publicación de la tesis
aislada, éste se sustentó en la interpretación y aplicación de los artículos 1081 al 1089 del
Código de Comercio, para no aplicar los artículos 1054 y 1063 del mismo ordenamiento y,
por ende, no aplicar supletoriamente el artículo 104 del Código de Procedimientos Civiles del
Estado de Veracruz a los casos concretos.
Por tanto, este Tribunal Pleno aprecia que los tribunales contendientes analizan los mismos
preceptos, es decir, los artículos 1081 al 1089 del Código de Comercio.
De conformidad con lo expuesto queda de manifiesto que, en la especie, sí existe la
contradicción de criterios denunciada y que la misma estriba en determinar si son o no
aplicables supletoriamente las legislaciones adjetivas comunes al Código de Comercio para
cuantificar las costas en los juicios mercantiles.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
SEXTO. El criterio que sustenta este Tribunal Pleno y que se desarrolla en la presente
ejecutoria, el cual debe prevalecer con el carácter de jurisprudencia, parte del estudio de los
siguientes temas:
a) La ubicación de las costas procesales dentro del derecho positivo mexicano;
b) La delimitación de dos temas diversos sobre las costas: su procedencia y su cuantificación;
c) Los sistemas de cuantificación que contempla la doctrina;
d) La interpretación sistemática de los artículos 1081 al 1089 del Código de Comercio para
determinar el sistema de cuantificación que adopta nuestro orden jurídico; y,
e) Con base en lo anterior, determinar si procede la supletoriedad de la legislación local con
respecto al citado Código de Comercio.
El segundo párrafo del artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos es el que hace referencia a las costas judiciales, en los siguientes términos:
"Artículo 17. ...
"Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que estarán
expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus
resoluciones de manera pronta, completa e imparcial. Su servicio será gratuito, quedando, en
consecuencia, prohibidas las costas judiciales."
El servicio que prestan los tribunales en nuestro país debe ser gratuito y, por tanto, la
Constitución prohíbe las costas judiciales. Esto quiere decir que los tribunales no pueden
cobrar a los particulares contribuciones por su labor.
Sin embargo, ello no quiere decir que toda la actividad procesal, en sí misma, sea
completamente gratuita. En efecto, existen gastos y erogaciones que se originan con motivo
de un proceso, mismas que serán soportadas por quien las realiza o por la parte a quien
condena el Juez. Por tanto, dentro del derecho mexicano, no se deben cobrar costas
judiciales, aunque el Juez tiene la facultad de determinar si procede o no condenar a alguna
de las partes a pagar los gastos de la contraparte.
Dentro de nuestro orden jurídico se advierte que el tema de los gastos y costas procesales se
encuentra regulado en diversos ordenamientos jurídicos, tanto federales como locales, pues
dependerá del proceso judicial al cual se haga referencia; sin embargo, en el caso a estudio,
nos interesa definir dos ámbitos en especial: el mercantil, que es de orden federal y que se
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
encuentra previsto en el Código de Comercio, así como el civil, regulado por las diversas
codificaciones estatales que sobre el particular emitan las Legislaturas Locales.
Los artículos 1081 al 1089 del Código de Comercio son los que norman el tema de los gastos
y costas. Y para analizar su contenido será conveniente hacer referencia al texto vigente y al
anterior a su reforma, publicada en el Diario Oficial de la Federación el día veinticuatro de
mayo de mil novecientos noventa y seis, toda vez que de las constancias que obran en autos
no se advierte cuál fue el texto aplicado por los tribunales contendientes; sin embargo, ello no
altera en nada el estudio que sobre el tema se realizará en la presente contradicción, según se
advertirá de la misma:
"Capítulo VII
"De las costas
"Artículo 1,081. Por ningún acto judicial se cobrarán costas, ni aun cuando se actuare con
testigos de asistencia o se practicaren diligencias fuera del lugar del juicio."
(Texto vigente, reformado, D.O. 24 de mayo de 1996)
"Artículo 1,082. Cada parte será inmediatamente responsable de las costas que originen las
diligencias que promueva, en caso de condenación en costas, la parte condenada indemnizará
a la otra de todas las que se hubieren causado, cuando hubiese opuesto excepciones o
recursos frívolos o improcedentes con el propósito de retardar el procedimiento.
"La condenación no comprenderá la remuneración del procurador, ni la del patrono, sino
cuando fuere abogado recibido; cuando un abogado fuere procurador, sólo comprenderá sus
honorarios la condenación, cuando el mismo se haya encargado de la dirección del juicio sin
recurrir al patrocinio de otro abogado."
(Texto anterior a la reforma)
"Artículo 1082. Cada parte será inmediatamente responsable de las costas que originen las
diligencias que promueva: en caso de condenación en costas, la parte condenada indemnizará
a la otra de todas las que hubiere anticipado. La condenación no comprenderá la
remuneración del procurador, sino cuando fuere agente de negocios titulado, ni la del patrono
sino cuando fuese abogado recibido; cuando un abogado fuere procurador, sólo comprenderá
sus honorarios la condenación, cuando él mismo se haya encargado de la dirección del juicio
sin recurrir al patrocinio de otro abogado."
"Artículo 1,083. En los juicios mercantiles no se necesita que los litigantes se asistan de
abogado; pero si lo ocupan y hay condenación en costas, sólo se pagarán al abogado con
título."
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
"Artículo 1,084. La condenación en costas se hará cuando así lo prevenga la ley, o cuando a
juicio del Juez se haya procedido con temeridad o mala fe.
"Siempre serán condenados:
"I. El que ninguna prueba rinda para justificar su acción o su excepción, si se funda en hechos
disputados;
"II. El que presentase instrumentos o documentos falsos, o testigos falsos o sobornados;
"III. El que fuese condenado en juicio ejecutivo y el que lo intente si no obtiene sentencia
favorable. En este caso la condenación se hará en la primera instancia, observándose en la
segunda lo dispuesto en la fracción siguiente;
"IV. El que fuere condenado por dos sentencias conformes de toda conformidad en su parte
resolutiva, sin tomar en cuenta la declaración sobre costas. En este caso, la condenación
comprenderá las costas de ambas instancias.
(Adicionada, D.O. 24 de mayo de 1996)
"V. El que intente acciones o haga valer cualquier tipo de defensas o excepciones
improcedentes o interponga recursos o incidentes de este tipo a quien no solamente se le
condenará respecto de estas acciones, defensas, excepciones, recursos o incidentes
improcedentes, sino de las excepciones procesales que sean inoperantes."
"Artículo 1,085. Las costas serán reguladas por la parte a cuyo favor se hubieren declarado."
"Artículo 1,086. Presentada la regulación de las costas al Juez o tribunal ante el cual se
hubieren causado, se dará vista de ella por tres días a la parte condenada, para que exprese su
conformidad o inconformidad."
"Artículo 1,087. Si nada expusiere dentro del término fijado la parte condenada, se decidirá el
pago. Si en el término referido expresare no estar conforme, se dará vista de las razones que
alegue a la parte que presentó la regulación, la que dentro de igual término contestará a las
observaciones hechas."
"Artículo 1,088. En vista de lo que las partes hubiesen expuesto conforme al artículo anterior,
el Juez o tribunal fallarán lo que estimen justo dentro de tercero día. De esta decisión se
admitirán los recursos que procedieren, según la instancia en que se encontrare el juicio y
según la cantidad que importase la total regulación."
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
"Artículo 1,089. Si los honorarios de los peritos o de cualesquiera otros funcionarios no
sujetos a arancel, fueren impugnados, se oirá a otros dos individuos de su profesión. No
habiéndolos en la población de la residencia del tribunal o Juez que conozca de los autos,
podrá recurrirse a los de los inmediatos."
El artículo 1081 está en adecuada congruencia con el artículo 17 constitucional, que eleva a
la categoría de garantía individual el derecho de todo gobernado a obtener una administración
de justicia gratuita.
El artículo 1082 estima que si no hay condena en costas cada parte soporta el peso de lo que
haya erogado en el juicio. Sin embargo, si se produce la condenación en costas, éstas son a
cargo de una de las partes y a favor de su contraria. Y agrega la reforma publicada en el
Diario Oficial de la Federación el día veinticuatro de mayo de mil novecientos noventa y seis,
que tal condena se llevará a cabo si se cumple con un requisito: cuando la parte condenada
hubiese opuesto excepciones o recursos frívolos o improcedentes con el propósito de retardar
el procedimiento. Éste es el primer caso en el que la ley determina a quién hay que condenar
en costas.
Continuando con otros supuestos de procedencia de condena en costas, se advierte que el
artículo 1084 hace referencia a los dos grandes criterios que justifican la condena en costas y
que son, a saber:
a) El criterio subjetivo, que se funda en la temeridad y mala fe de aquel que litiga a sabiendas
de que carece de razón, cuya conducta se sanciona obligándole a pagar a su contraria los
gastos que le ocasionó el proceso.
b) El criterio objetivo que establece, como regla general, que el vencido en juicio debe pagar
las costas del mismo, independientemente de que su conducta haya sido de buena o mala fe,
temeraria o no. Las costas representan así una indemnización debida al vencedor de los
gastos que, al obligarlo a litigar, le ha ocasionado al vencido.
La aplicación del criterio subjetivo, por su naturaleza misma, es difícil, pues no siempre es
posible calificar de temerario al litigante vencido.
En cambio, las fracciones I a la V del citado artículo 1084 hacen referencia a un criterio
objetivo, independientemente de que en las hipótesis previstas en las fracciones I y II se
presupone la mala fe.
Con base en lo anterior, debe destacarse que en cuanto a la procedencia de la condena en
costas, el derecho mercantil brinda una mayor preferencia a la voluntad de la ley que al
criterio del juzgador.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
Una vez decretada la procedencia de la condena en costas, aún es necesario determinar cuáles
son los gastos y honorarios que deben comprenderse dentro de la planilla. Para tal fin, debe
sustanciarse un incidente de liquidación de costas.
Sobre este tema, el Código de Comercio dedica tres artículos, del 1085 al 1088, inclusive, de
los cuales se advierten los siguientes principios:
Las costas son reguladas (en cuanto al "qué" y "cuánto") por la parte a cuyo favor se hubieren
declarado.
La parte condenada puede expresar su conformidad o inconformidad con respecto a dicha
planilla, en un término de tres días.
Si nada expusiere la parte condenada, el Juez o el tribunal decidirán el pago.
En caso de que la parte condenada sí exprese algo, también se le dará vista a la parte que
presentó la planilla, quien en tres días contestará tales objeciones.
Con base en tales exposiciones, el Juez o el tribunal fallarán lo que estimen justo dentro del
tercer día.
Dentro del tema de las costas procesales, no sólo es dable preguntarse a quién se debe
condenar en costas, sino cuáles son los conceptos por los que debe condenársele. Y en este
punto, resulta conveniente retomar la definición de costas procesales. Como se dijo en líneas
anteriores, se trata de los gastos y erogaciones que se originan con motivo de un proceso y
que serán soportados por quien los realiza o por la parte a quien condena el Juez.
Sin embargo, la doctrina aporta a esta definición un elemento de suma importancia: que tales
gastos y erogaciones estén reconocidos dentro de la legislación aplicable. En este sentido, la
doctrina señala que las costas no son cualquier gasto realizado por el vencedor con ocasión o
por consecuencia del pleito, sino que debe existir una estrecha relación de causa-efecto, así
como de necesidad, la cual, expresándola en forma negativa, quiere decir que no sean
innecesarias o superfluas. Las costas han de ser motivadas por el deseo de obtener la
declaración del derecho y, sólo si fueron necesarias para ello, también deben ser declaradas
por el mismo derecho. Por ejemplo, no sería susceptible de cobrarse como costas algún gasto
que hubiere sido anterior a la violación del derecho que originó el pleito o que se hubiera
hecho de un modo culpable o caprichoso. Pero, en todo caso, éstos son los criterios que debe
tomar en cuenta el legislador para determinar tales gastos y costas.
Por ejemplo, el artículo 1082 del Código de Comercio (antes y después de su reforma)
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
establece que la condena en costas sólo comprenderá la remuneración del procurador cuando
éste sea agente de negocios titulado y la del abogado patrono cuando éste ya se haya recibido.
Asimismo, dispone que cuando el abogado fuere procurador, la condenación sólo
comprenderá sus honorarios cuando él mismo se haya encargado de la dirección del juicio sin
recurrir al patrocinio de otro abogado.
Por su parte, el artículo 1083 reitera que sólo se pagarán costas al abogado con título.
Según se advierte, éstos son los únicos artículos del Código de Comercio que se refieren al
tipo de honorarios o gastos que deberán ser cubiertos en costas, en donde se aprecia una
primera laguna, pues debe suponerse que pueden existir otras erogaciones derivadas de un
juicio.
En cuanto a la determinación del monto de tales costas debe señalarse que, como quedó
transcrito en páginas anteriores, el artículo 1088 del Código de Comercio establece que en
vista de lo que las partes hubiesen expuesto, el Juez o tribunal fallarán lo que estimen justo.
Éste es el punto medular sobre el que versa esta contradicción de tesis: ¿Qué es lo que debe
entenderse por "aquello que se estime justo"?
Como se recordará, uno de los tribunales contendientes se orienta por lo que podríamos
denominar un criterio objetivo, al considerar que sólo el derecho positivo puede brindar con
certeza el monto de tales costas procesales, esto es, lo que se considera "justo" y, por ello,
remite a la aplicación supletoria de las codificaciones civiles, en particular, a los aranceles.
En cambio, el otro tribunal considera que el citado artículo 1088 brinda la solución al caso y,
por tanto, que no deben aplicarse los ordenamientos locales en la materia; por ende, de alguna
manera atribuye un contenido propio al término "justo", aunque no lo define el citado
tribunal.
Sobre este tema debe decirse que la cuantificación de las costas exige una investigación, la
cual tiene por objeto, en cada pleito, comprobar cuánto se gastó durante su tramitación,
comparando lo gastado con las exigencias del pleito en sí. Pero este trabajo resulta
sumamente simplificado con la existencia de los aranceles.
En efecto, entre las atribuciones del poder público se encuentra la de fijar la retribución
adecuada a la prestación de ciertos servicios, ya sea porque son de uso general, por su
naturaleza o porque quienes los prestan forman parte de la organización general del Estado.
Así, pueden existir aranceles para los abogados, notarios, peritos, árbitros, intérpretes,
registradores u otros profesionistas o prestadores de servicios. Por tanto, siempre que un
gasto resulta incluido expresamente en el arancel, éste sirve de norma para su tasación y, en
cuanto a los no comprendidos, la cuantía de ellos resultará de la prueba que se aduzca, que
puede ser muy variable por su naturaleza y que podría tasarse con arreglo a las costumbres o
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
al buen criterio del Juez. Por eso se comprende la importancia que para la condena en costas
representa la formación de los aranceles y la dificultad de su redacción.
Sin embargo, el Código de Comercio no prevé aranceles. El anteriormente citado artículo
1088 del Código de Comercio establece que el Juez o el tribunal deben fallar lo que estimen
justo. Sin embargo, ¿qué debe entenderse por este último término?
El tema de la justicia y de lo justo no puede abordarse sin remitirse a la filosofía del derecho
e, inclusive, a la moral. Desde la época de Ulpiano se define a la justicia como la constante y
perpetua voluntad de dar a cada quien lo suyo. Sin embargo, esa definición supone un
discernimiento acerca de lo que es "suyo" y lo que no lo es. Por tanto, esta definición
contempla a la justicia como una virtud moral. Y es en este punto en donde la doctrina
discute sobre si es posible o no contar con criterios objetivos, independientes de la voluntad
del legislador o, inclusive, del Juez, para conocer lo que es justo e injusto en situaciones
concretas.
Así, algunos estudiosos distinguen entre la "justicia del moralista" y la "justicia del jurista".
Para los primeros, la justicia es ante todo una virtud, es decir, un hábito que hace bueno al
acto humano y perfecciona al hombre mismo que lo posee. Cuando un jurista pretende llegar
a una solución "justa" bajo esta tendencia moral, lo hace buscando en su conciencia moral lo
que tienen derecho a exigir cada una de las partes en un conflicto.
La justicia moralista encuentra su mejor expresión en el derecho antiguo y, particularmente,
en el derecho romano. Como se recordará, éste era antes que nada obra de Jueces, pretores y
jurisprudentes, es decir, de aquellos que están más cerca de los conflictos sociales. En
cambio, el derecho moderno está más relacionado con la justicia del jurista, toda vez que es
principalmente obra de gobernantes y cámaras legisladoras, más preocupadas por las
soluciones generales que unifican y planifican la conducta social que por la solución de un
conflicto concreto aislado.
Ahora bien, tanto el moralista como el jurista, para valorar un caso concreto, tienen que
concluir o determinar, partiendo de los principios generales, y de ellos determinar los valores
más precisos de justicia que son aplicables al caso. Pero en los derechos antiguos esta
conclusión y determinación es principalmente obra del Juez, el que se guía sobre todo por su
sentido moral de la justicia; en cambio, en los derechos escritos modernos, el papel del Juez
está subordinado a la ley y, por tanto, cobra especial relieve lo "justo legal" de lo cual ya
hablaba Aristóteles.
La principal explicación del cambio de enfoque en la consideración del derecho es la realidad
del Estado moderno, el cual es más complejo, activo y planificador que el antiguo. Bajo tales
circunstancias, los valores o bienes jurídicos tutelados se introducen al orden jurídico general.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
Por tanto, el Juez se subordina a la legislación. Al limitar el papel del Juez, el derecho
moderno no procede injustamente, sino que construye lo justo legal, que tanto ha madurado,
en defensa del individuo. La validez formal se convierte en una garantía para todos los
súbditos, porque el derecho positivo se ha perfeccionado lo suficiente (gracias a que ha
incorporado numerosas valoraciones que antes eran sólo morales) para poder asegurar a todos
los ciudadanos un orden justo.
Dicho en otros términos, la seguridad jurídica se ha convertido en uno de los pilares
fundamentales del Estado de derecho. Nuestro propio orden constitucional así lo reconoce en
el artículo 14 de la Carta Magna, el cual establece lo siguiente:
"Artículo 14. A ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna.
"Nadie podrá ser privado de la vida, de la libertad o de sus propiedades, posesiones o
derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales previamente establecidos, en el que
se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento y conforme a las leyes expedidas
con anterioridad al hecho.
"En los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por simple analogía, y aun por
mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada por una ley exactamente aplicable al
delito de que se trata.
"En los juicios del orden civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme a la letra o a la
interpretación jurídica de la ley, y a falta de ésta se fundará en los principios generales del
derecho."
Ahora bien, ¿cómo ha evolucionado el orden jurídico en materia de costas? La doctrina
sostiene que esta evolución va desde el respeto al previo acuerdo entre el mandante y el
profesional, a la regulación judicial y, finalmente, a la regulación legal, que es la que
actualmente impera en el Estado moderno.
Para advertir estos cambios, podemos acudir al derecho comparado. Así tenemos, por
ejemplo, que el Fuero Juzgo -Ley VII- establecía que antes de comenzar el pleito, el
personero contratase con el señor del pleito cuánto debía pagarle.
Las Partidas de Alfonso X El Sabio, también admitían los acuerdos entre el "personero" y el
representado:
"... e si el personero oviese fecho alguna postura con el señor del pleyto, en razón de las
despensas ... dezimos que le debe ser guardada."
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
Y también se recogía el derecho del procurador para que se le reintegrasen los desembolsos o
gastos realizados:
"Otrosi dezimos, que todas las despensas que tal personero fiziese, se siguiendo aquel pleyto,
que sean derechas e con razón, que es tenudo el que lo fizo su personero, de gelas dar."
Posteriormente, se evoluciona de la libre concertación -entre cliente y procurador- a un
sistema de control y determinación judicial, tal como se recogió en España, por ejemplo, en
las Odenanzas de Medina, criterio reiterado y recogido tanto en la Nueva como en la
Novísima Recopilación.
De las Odenanzas de don Fernando y doña Isabel (los Reyes Católicos), se transcribe lo
siguiente:
"... Por cuanto es cosa razonable que los honorarios de los abogados y relatores y escribanos
y procuradores sean moderados, ordenamos y mandamos que en cuanto toca a los abogados y
procuradores, porque esto es cosa que no se puede poner tasa cierta, que después de fenescido
el pleyto, el nuestro presidente y oidores se informes, por juramento de las dichas personas, o
en otra quialquier manera que mejor pudieren, que es lo que ha dado cada uno a su abogado y
procurador; y considerada la calidad de la causa y la calidad de las personas pleytantes y el
trabajo que tomasen, tasen y moderen el salario y según aquella moderación sean pagados los
abogados y procuradores, quier sean uno o muchos ...
"Y mandamos, que no se pueden pagar dichos salarios de otra manera que sean más en
provecho de los abogados; pero si en fin del pleyto paresciese que merezcan más o menos
según la calidad o cantidad de la causa, y el tiempo que trabajó, que se lo tasen después de
dada la sentencia ... y lo que tasaren, lleve el dicho abogado y no más ..."
Finalmente, se ha llegado a un sistema de fijación legal de los honorarios (denominados
anteriormente derechos y hoy honorarios) de los procuradores, a través del establecimiento de
aranceles, aprobados por el Estado, consistentes en la fijación de un escalado variable en
función de la cuantía y tipología de procedimiento; de tal suerte que en el derecho extranjero,
como por ejemplo, en la Ley de Enjuiciamiento Civil Española vigente, se prevé que la
tasación de costas debe hacerse conforme al arancel.
Y en cuanto al derecho positivo mexicano, conviene referirse, de manera comparativa, a la
regulación de costas en materia civil.
En algunos Estados de la República, como lo son Durango, Aguascalientes, Chihuahua,
Colima, Estado de México, Guanajuato, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro,
Sinaloa, Veracruz, Baja California, Morelos, Tlaxcala, Puebla, Jalisco, Hidalgo y el Distrito
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
Federal, existen disposiciones específicas que regulan los aranceles y costas judiciales. Otras
entidades federativas también se refieren a ese tema pero dentro de sus Códigos Civiles o de
Procedimientos Civiles, como lo son Tamaulipas, San Luis Potosí, Tabasco, Guerrero,
Chiapas, Sonora, Quintana Roo, Zacatecas y Campeche. Estas últimas entidades federativas
aplican diversos sistemas que van desde los aranceles, el convenio entre el abogado y la parte
interesada o, en su defecto, juicio de peritos, la costumbre, el lugar, la importancia de los
trabajos prestados, la del asunto, la capacidad pecuniaria de la persona que reciba el servicio,
la reputación de quien lo haya prestado y, en su caso, que se compruebe que las erogaciones
realizadas no son excesivas ni superfluas.
Por su parte, hay Estados como Oaxaca y Baja California Sur que son omisos en establecer
algún mecanismo para que el Juez o tribunal determine el monto de las costas.
Hasta este momento podemos concluir, en síntesis, lo siguiente:
De acuerdo con la doctrina, las costas son los gastos y erogaciones que se originan con
motivo de un proceso y que serán soportados por quien los realiza o por la parte a quien
condena el Juez; en la inteligencia de que los mismos deben estar reconocidos en la
legislación aplicable. Lo anterior implica que éstos no pueden ser caprichosos o dejarse al
arbitrio de las partes, pues en todo caso debe ser el propio ordenamiento legal el que
determine su existencia y procedencia, con base en criterios de oportunidad y de causa y
efecto con respecto al procedimiento que los genere.
En el Código de Comercio, en específico en su artículo 1084, predomina un criterio objetivo
para condenar en costas, siendo más difícil la aplicación de un criterio subjetivo en el que le
corresponda al Juez determinar, a conciencia, la mala fe del litigante.
c) Por su parte, el artículo 1088 del Código de Comercio establece que en vista de lo que las
partes hubiesen expuesto, el Juez o el tribunal fallarán lo que estimen justo.
d) Puede tomarse en cuenta el concepto de la justicia moralista y la justicia legal o del jurista
como una referencia doctrinal. La primera puede entenderse como una virtud, un hábito que
hace bueno el acto humano y perfecciona al hombre mismo que lo posee. Este tipo de justicia
inspiró al derecho antiguo, el cual es obra de Jueces, pretores y jurisprudentes básicamente.
En cambio, la justicia legal es obra de gobernantes y cámaras legisladoras, más preocupadas
por las soluciones generales que unifican y planifican la conducta social que por la solución
de un conflicto concreto aislado. Este enfoque legal, mismo que proporciona certeza y
seguridad jurídicas, es el que impera en el Estado moderno.
e) En materia de costas, la evolución del derecho que las regula va desde el respeto al
acuerdo previo entre el mandante y el profesional, a la regulación judicial y, finalmente, a la
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
regulación legal, que es la que impera, incluso, a nivel internacional.
f) En este último aspecto, el Estado se ha abocado al establecimiento de aranceles, que
consisten en la fijación de un escalado variable en función de la cuantía y tipología del
procedimiento.
g) En el Código de Comercio no existen aranceles; sin embargo, en numerosas entidades
federativas sí existen o, por lo menos, se refieren expresamente a otros mecanismos legales
para cuantificar las costas, como lo son, por ejemplo, el respeto al acuerdo de voluntades
entre las partes, el juicio de peritos, la costumbre, el lugar, la importancia de los trabajos
prestados, la del asunto, la capacidad pecuniaria de la persona que reciba el servicio o la
reputación de quien lo haya prestado.
Con base en lo antes expuesto, podemos retomar la interpretación del capítulo de costas
contenido en el Código de Comercio y, particularmente, en su artículo 1088.
Como se recordará, el referido precepto establece que el Juez o tribunal deben fallar lo que
estimen justo dentro del tercer día. De su lectura se obtiene como primera impresión que el
juzgador tiene facultades discrecionales para determinar el monto de las costas.
Sin embargo, de la interpretación histórica y doctrinaria que se le ha brindado a la palabra
"justicia" y, por ende, a la palabra "justo", así como de la evolución que ha sufrido la materia
de costas en el derecho comparado, este Tribunal Pleno considera que debe hacerse
referencia a la justicia legal y, por tanto, en materia mercantil, el Juez o tribunal deben aplicar
supletoriamente y en primer orden, la legislación procesal local que exista en materia de
costas, la cual, en la mayoría de los casos, hace referencia a los aranceles.
El artículo 1054 del Código de Comercio, que se encuentra inserto en el libro quinto, De los
juicios mercantiles, dispone lo siguiente:
"Artículo 1054. En caso de no existir compromiso arbitral ni convenio de las partes sobre el
procedimiento ante tribunales en los términos de los anteriores artículos, salvo que las leyes
mercantiles establezcan un procedimiento especial o una supletoriedad expresa, los juicios
mercantiles se regirán por las disposiciones de este libro y en su defecto se aplicará la ley de
procedimientos local respectiva."
Por tanto, en cuanto a las normas procesales mercantiles, únicamente cabe la supletoriedad en
defecto de convenio entre las partes y cuando la institución se encuentra regulada de manera
deficiente en el Código de Comercio.
Sirve de apoyo a lo anterior la siguiente tesis aislada del Tribunal Pleno:
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
"Séptima Época
"Instancia: Pleno
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"Tomo: 121-126, Primera Parte
"Página: 157
"SUPLETORIEDAD DE LAS LEYES PROCESALES. PRINCIPIOS QUE LA RIGEN. La
aplicación de las leyes supletorias sólo tienen lugar en aquellas cuestiones procesales que,
comprendidas en la ley que suplen, se encuentren carentes de reglamentación o
deficientemente reglamentadas.
"Amparo en revisión 276/76. Guanos y Fertilizantes de México, S.A. 6 de febrero de 1979.
Unanimidad de diecinueve votos. Ponente: Antonio Rocha Cordero.
"Véase: Semanario Judicial de la Federación, Quinta Época, Tomos CX y CXI, páginas 1755
y 1022 respectivamente, tesis de rubro: ‘LEYES SUPLETORIAS, APLICACIÓN DE
LAS.’."
En consecuencia, este Tribunal Pleno considera conveniente establecer la regla general de
que ante la falta de un arancel o mecanismo para determinar el monto de las costas en materia
mercantil, se debe acudir a la legislación local respectiva.
De otro modo, esto es, si se concluyera que el artículo 1088 del citado código es completo
porque hace referencia a un concepto de justicia moral, ello daría lugar a una interpretación
que ya no se ajusta al orden jurídico actual y, sobre todo, a los principios de certeza y
seguridad jurídicas elevadas a nivel constitucional.
Inclusive, existen precedentes aislados en la Quinta Época de la Tercera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, en los que se establece que como el Código de Comercio no
dispone nada sobre cómo han de cuantificarse las costas, debe aplicarse la legislación común
de manera supletoria. Tales precedentes se transcriben a continuación:
"Quinta Época
"Instancia: Tercera Sala
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"Tomo: XLVI
"Página: 4754
"COSTAS EN EL PROCEDIMIENTO MERCANTIL. Como el Código de Comercio nada
dispone sobre como hayan de estimarse, en cuanto a su procedencia y cuantía, las costas a
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
que se contrae el capítulo VII, título I, de su libro quinto, la legislación común debe suplir la
omisión, y como el Código de Procedimientos Civiles del Estado de Michoacán, derogó el
arancel de abogados que regía con anterioridad, instituyendo, a su vez, la indemnización
civil, no cabe duda que la condenación en costas en dicho Estado, envuelve el pago de esa
indemnización, con tanta más razón, cuanto que el Código Civil vigente en la propia entidad,
en su artículo 1483, contenida en el capítulo relativo a responsabilidad civil, es claro y
preciso al respecto, cuando dice que el pago de las costas judiciales será a cargo del que
faltare al cumplimiento de la obligación, y se hará en los términos que establezca el código de
procedimientos.
"Amparo civil directo 2385/33. Chávez Esther. 29 de noviembre de 1935. Unanimidad de
cinco votos. La publicación no menciona el nombre del ponente."
"Quinta Época
"Instancia: Tercera Sala
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"Tomo: XXVII
"Página: 1318
"COSTAS. El artículo 1087 del Código de Comercio, no ordena que el pago de las costas
debe decretarse en los términos exigidos por el que presenta la regulación, pues el artículo
1088 del mismo ordenamiento, da facultades al Juez o tribunal que conocen del incidente
respectivo, para fallar lo que estimen justo, en vista de lo que las partes hubiesen expuesto, y
aun si nada expusieren, como lo prevé el artículo primeramente citado, pues de otra manera
serían inaplicables los preceptos que prevén los casos en que no debe hacerse condenación en
costas, y además, sería imposible la aplicación del Código Civil, que fija las reglas para
regular los honorarios de los que presten servicios profesionales. No es exacto que en nuestro
sistema procesal haya una presunción contra la parte que no conteste una vista, o un traslado,
de estar conforme con las reclamaciones de su contrario; sino que el sistema es que se le
tenga por no conforme; en consecuencia, la condenación en costas no puede basarse en la
voluntad tácita de la parte a quien se le reclaman, y debe resolverse en los términos legales y
no de acuerdo exclusivamente con las pretensiones del demandante.
"Amparo civil en revisión 1612/29. Baca G. José. 26 de octubre de 1929. Mayoría de cuatro
votos. Disidente: Francisco Díaz Lombardo. La publicación no menciona el nombre del
ponente."
Por tanto, lo "justo" respecto a la determinación de la cuantía de las costas debe obtenerse de
lo que disponga la legislación supletoria correspondiente.
Esta interpretación se ve reforzada si atendemos al contenido del artículo 1089 del mismo
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
Código de Comercio, que dispone lo siguiente:
"Artículo 1089. Si los honorarios de los peritos o de cualesquiera otros funcionarios no
sujetos a arancel, fueren impugnados, se oirá a otros dos individuos de su profesión. No
habiéndolos en la población de la residencia del tribunal o Juez que conozca de los autos,
podrá recurrirse a los de los inmediatos."
De donde se advierte que la intención del legislador es que, por regla general, las costas se
regulen con base en aranceles y, sólo en su defecto, que se recurra a mecanismos de
valoración diferentes a los estrictamente previstos en ley.
Para concluir este tema, es muy importante advertir que aun la legislación local puede ser
omisa en cuanto a aranceles o mecanismos de determinación de la cuantía de las costas. Sin
embargo, ello no debe ser impedimento para que el Juez o el tribunal resuelva sobre la
condena en costas, toda vez que los artículos 18 y 19 del Código Civil Federal establecen los
lineamientos necesarios para pronunciarse judicialmente. Dichos preceptos señalan lo
conducente:
"Artículo 18. El silencio, obscuridad o insuficiencia de la ley, no autorizan a los Jueces o
tribunales para dejar de resolver una controversia."
"Artículo 19. Las controversias judiciales del orden civil deberán resolverse conforme a la
letra de la ley o a su interpretación jurídica. A falta de ley se resolverán conforme a los
principios generales de derecho."
Sólo en los casos de omisión antes apuntados es cuando este Tribunal Pleno considera que
debe operar la interpretación subsidiaria del artículo 1088 del Código de Comercio, en el
sentido de que el Juez o tribunal deben fallar "lo que estimen justo" como parte del ejercicio
de una facultad discrecional que, como tal, debe ser fundada y motivada, para no convertirse
en una decisión arbitraria.
El ejercicio de dicha facultad discrecional se debe apoyar en criterios objetivos y útiles que se
advierten de la legislación civil local, como son el respeto al acuerdo adoptado entre quien
presta el servicio y el cliente, el juicio de peritos, la costumbre, el lugar, la importancia de los
trabajos prestados, la del asunto, la capacidad pecuniaria de la persona que reciba el servicio,
la reputación de quien lo haya prestado; sin dejar de tomar en cuenta criterios tales como el
de que las erogaciones realizadas no deben ser excesivas ni superfluas, esto es, atender a la
utilidad y relación directa entre los gastos y costas con el litigio, con base en la información
que provenga de las constancias de autos.
De manera ilustrativa, se transcribe a continuación el artículo 2607 del Código Civil Federal,
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2003-PL.
que recoge varios de los principios expuestos con anterioridad:
"Artículo 2607. Cuando no hubiere habido convenio, los honorarios se regularán atendiendo
juntamente a las costumbres del lugar, a la importancia de los trabajos prestados, a la del
asunto o caso en que se prestaren, a las facultades pecuniarias del que recibe el servicio y a la
reputación profesional que tenga adquirida el que lo ha prestado. Si los servicios
profesionales estuvieren regulados por arancel, éste servirá de norma para fijar el importe de
los honorarios reclamados."
En las relatadas condiciones, deberá prevalecer, con carácter de jurisprudencia, el criterio que
sustenta este Tribunal Pleno en la presente resolución, debiendo quedar redactado con los
siguientes rubro y texto:
COSTAS EN MATERIA MERCANTIL. PARA SU CUANTIFICACIÓN DEBEN
APLICARSE SUPLETORIAMENTE LOS MECANISMOS QUE REGULA LA
LEGISLACIÓN LOCAL RESPECTIVA Y, EN SU DEFECTO, EL JUZGADOR DEBERÁ
RESOLVER DISCRECIONALMENTE.-De conformidad con el artículo 1054 del Código de
Comercio, para determinar el monto de las costas en los juicios mercantiles, se debe acudir de
manera supletoria a la legislación local respectiva que regule mecanismos legales para tal
cuantificación, en el entendido de que sólo a falta de tales mecanismos, particularmente en la
legislación local, el Juez o tribunal deberán fallar discrecionalmente, tomando en cuenta,
entre otros aspectos: el acuerdo adoptado entre quien presta el servicio y el cliente, el juicio
de peritos, la costumbre, el lugar, la importancia de los trabajos prestados, la del asunto, la
capacidad pecuniaria de la persona que reciba el servicio, la reputación de quien lo haya
prestado, así como la utilidad y relación directa entre los gastos y costas del litigio, con base
en la información proveniente de las constancias de autos, elementos todos que se advierten
del propio marco legislativo civil local. Lo anterior se corrobora si se atiende al contenido del
artículo 1089 del aludido código, en el cual se advierte que la intención del legislador es, por
regla general, que las costas se regulen con base en aranceles, y sólo en su defecto se recurra
a mecanismos de valoración diferentes.
Finalmente, en términos de lo dispuesto en el artículo 195 de la Ley de Amparo, la tesis
jurisprudencial que se sustenta en este fallo deberá identificarse con el número que le
corresponda y remitirse a la Coordinación General de Compilación y Sistematización de
Tesis para su publicación en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, así como a
la Primera y Segunda Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a los Tribunales
Colegiados de Circuito y a los Juzgados de Distrito para su conocimiento.
Por lo expuesto y fundado, se resuelve:
PRIMERO.-Sí existe contradicción de tesis entre el Décimo Primer Tribunal Colegiado en
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Materia Civil del Primer Circuito y el Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del
Séptimo Circuito, según se señala en el considerando quinto de esta resolución.
SEGUNDO.-Debe prevalecer, con carácter de jurisprudencia, el criterio sustentado por este
Tribunal Pleno, conforme a la tesis que ha quedado redactada en la parte final del último
considerando de esta ejecutoria.
TERCERO.-Remítase de inmediato la tesis jurisprudencial que se sustenta en la presente
resolución a la Coordinación General de Compilación y Sistematización de Tesis para su
publicación en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, así como a la Primera y
Segunda Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a los Tribunales Colegiados y
Unitarios de Circuito y a los Juzgados de Distrito, para su conocimiento.
Notifíquese; y, en su oportunidad, archívese el toca.
Así lo resolvió el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en sesión del
día siete de octubre de dos mil tres, por unanimidad de diez votos, de los señores Ministros:
Sergio Salvador Aguirre Anguiano, Genaro David Góngora Pimentel, Juventino V. Castro y
Castro, Juan Díaz Romero, José Vicente Aguinaco Alemán, José de Jesús Gudiño Pelayo,
Guillermo I. Ortiz Mayagoitia, Humberto Román Palacios, Olga Sánchez Cordero de García
Villegas y presidente Mariano Azuela Güitrón. Fue aprobado el proyecto y ponente el señor
Ministro José de Jesús Gudiño Pelayo.
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