Apocalipsis de papel

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X JORNADAS SOBRE ALTERNATIVAS RELIGIOSAS EN LATINOAMÉRICA
Buenos Aires , 3-6 de octubre de 2000
Apocalipsis de papel:
El milenio en los medios de comunicación
de Argentina.
(NOTA: Una versión algo diferente de este paper salió publicada en la revista Ciencia Hoy
no. 53 . La ponencia fue escrita unos meses antes de que terminara 1999 y analiza sólo las
notas aparecidas hasta septiembre de ese año. Las tendencias aquí señaladas, sin embargo,
se mantuvieron durante el resto de la cobertura sobre el milenio y serán analizadas
íntegramente en una segunda versíon de este trabajo).
Alejandro Frigerio
(CONICET / Universidad Católica Argentina)
Milenio, como todos sabemos, es un periodo de mil años. En la concepcion cristiana,
sin embargo, el término no se refiere a un período cualquiera de mil años. Denota a los mil
años durante los cuales Cristo , tras su segunda venida, reinará en la tierra junto a los justos
y luego de los cuales sobrevendrá el Juicio Final. Aunque en el libro del Apocalipsis de San
Juan –que relata estos acontecimientos futuros- no se mencionen fechas de cuándo esto
supuestamente sucederá, algunas interpretaciones hacen coincidir el período bíblico de los
mil años con un período histórico de igual duración. Es así que la palabra milenio adquiere
las significaciones inquietantes que a veces se le asignan.
Ideas similares acerca de la importancia de la segunda venida del mesías se encuentran
en las tradiciones judías e islámicas, según algunos estudiosos como resultado de la
influencia del Zoroastrismo persa. Tomada algo más generalmente, como un cambio radical
en el orden social que - mediante la intervención divina - llevará a un mundo de paz y
justicia, la idea se encuentra presente en muchas culturas alrededor del mundo.
Concepciones más secularizadas de la misma idea, que reemplazan la intervención divina
por la humana, se pueden apreciar en numerosos movimientos sociales contemporáneos.
En la Argentina de 1999 la importancia del fin del milenio no es enfatizada, como
algunos esperaban, principalmente por movimientos religiosos marginales con
preocupaciones apocalípticas, sino por el contrario, por la industria cultural secular y los
medios de comunicación que transforman al fin de milenio en un evento de relevancia y
anhelo social. En los medios, la expectativa milenarista está presente, en su faz utópica, en
los innumerables avisos que promocionan productos como especialmente apropiados para
la nueva era tecnológica que el flamante milenio inauguraría, y, en su faz apocalíptica, en
las numerosas y agoreras notas que versan sobre las consecuencias sociales que el crash de
las computadoras puede acarrear para nuestra sociedad.
1. Milenarismo y apocalipsis en la tradición cristiana
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Dentro de la tradición cristiana –especialmente la protestante, que fue la que más se
preocupó por estas cuestiones- dos son las maneras más populares de concebir los últimos
días y la llegada del reino de Jesús a la tierra. Según la corriente posmilenarista, la acción
exitosa de los cristianos en la expansión de los ideales y la ética de su religión instaurará
un período de mil años de convivencia armoniosa en la tierra, al término de los cuales se
producirá el regreso de Cristo. Quienes se enrolan en la corriente premilenarista, sin
embargo, no son tan optimistas respecto de la capacidad humana de vencer al mal, y creen
que sólo la segunda venida de Cristo –con una armada celestial- permitirá vencer al
Anticristo en la batalla de Armagedón, y recién entonces dar inicio a su reinado milenar.
Para la primer corriente, los cristianos tienen un rol importante a cumplir en el
establecimiento del reino de Dios en la tierra. Para la segunda, es poco lo que pueden hacer
–salvo predicar y convertir a otros - ya que Cristo vendrá “como un ladrón en la noche” y
su accionar -aunque importante para aumentar la cantidad de gente que podrá salvarse- no
podrá adelantar o atrasar su llegada. Dentro de este grupo hay diferencias respecto de si los
creyentes sufrirán los penares de vivir en carne propia el reino del Anticristo, o si les será
evitado este sufrimiento y serán llevados por Cristo al cielo antes de este período de pena
conocido como La Gran Tribulación.
Durante mucho tiempo, la posición premilenarista caracterizó a los evangélicos
fundamentalistas -tanto a los norteamericanos como al creciente número de
latinoamericanos entre sus filas. La idea de que los humanos poco podemos hacer para
adelantar o retrasar la segunda llegada de Cristo y la batalla final explicaba, entre otros
motivos, su apoliticismo y retracción de la sociedad, así como su énfasis en la conversión y
la salvación individuales . En las últimas dos décadas, sin embargo, la situación ha
cambiado, y la posición posmilenarista fue ganando adeptos entre los evangélicos
(bautistas, pentecostales), que han aumentado su participación política y social . Ejemplos
de esto son la creciente influencia, en la política y en la cultura, de la derecha religiosa en
EEUU y la activa participación política de los pentecostales en numerosos países
latinoamericanos –algunos de los cuales, como Brasil, cuentan con varios diputados
pentecostales. Vastos sectores del protestantismo ahora creen que pueden –y deben –
dedicarse a construir el reino de Dios en esta tierra .
La concepción cristiana, aunque no es la primera ni la única que se plantea el problema
del final del mundo, puede ser tomada como un ejemplo arquetípico de una cosmovisión
milenarista. Resulta particularmente relevante porque varias de sus ideas, imágenes y
símbolos serán retomadas por otros movimientos religiosos e influirán también en
movimientos sociales seculares, y aún en la manera en que los científicos sociales los han
estudiado.
La visión cristiana de los últimos días
- describe cómo terminará el mundo
- provee a la historia de un sentido , ya que la ordena de acuerdo con ese fin
- interpreta el sentido de la historia como una lucha entre el bien y el mal
- contiene un elemento de intensa tensión : la compenetración de la idea del final con la
del nacimiento de un nuevo orden social y cósmico.
- resalta la importancia de la venida de un mesías que anunciará o acelerará el proceso.
2. Movimientos milenaristas y ciencias sociales
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Según el historiador británico Norman Cohn , el fin del mundo no parece haber
interesado a nadie hasta después del año 1500 a. c. Para civilizaciones como los egipcios,
los sumerios o los babilonios, el mundo, al haber sido establecido por los dioses, seguiría
siendo vigilado por ellos, y no padecería transformaciones de importancia. A partir del año
1500 a. c. , sin embargo, el profeta iraní Zaratustra - comúnmente conocido, según la
versión griega de su nombre, como Zoroastro- rompió con esta visión estática y postuló
que su mundo contemporáneo, imperfecto e inestable, sería reemplazado por otro nuevo y
perfecto. Esta transformación vendría a través de la lucha entre dos deidades, una cuidadora
del orden absoluto del universo y otra sostenedora del principio del desorden, de la
destrucción. La victoria del primero sobre el segundo inauguraría un período eterno de
dicha del que –resurrección de los cuerpos y juicio final mediante- sólo gozarían quienes
durante su vida hubieran servido al principio del orden. En el siglo VI a. c., el zoroastrismo
se convirtió en la religión oficial del primer imperio iraní , y, a través de sus 14 siglos de
existencia (hasta la conquista musulmana en el siglo VIII d. c. ) tuvo una fuerte influencia
en otras culturas. Según Cohn, Zoroastro no sólo fue el primer profeta milenarista, y su fe
la primera en proponer una visión del final de los tiempos, sino que ejerció una gran
influencia entre los judíos y luego entre los primeros cristianos.
Aún cuando pueda resultar difícil y discutible encontrar un primer y único referente
para ella, la idea de la inminencia de la transformación que puede llevar al final o a un
nuevo principio del orden social y cósmico vigentes se ha encontrado en varias culturas a lo
largo de distintos períodos históricos.
Esta constatación llevó a los investigadores a tomar la idea del milenio católico, y
abstrayendo algunos de sus elementos principales, a utilizar la idea de milenarismo o
movimiento milenarista para denotar fenómenos sociales que tuvieran ciertas características
en común. Según la muy utilizada definición de Cohn en su clásico libro “En Pos del
Milenio” (recientemente reimpreso en español), los grupos milenaristas siempre
conceptualizan a la salvación como:
a) colectiva : será disfrutada por los fieles como una colectividad
b) terrestre : será realizada en esta tierra, y no en otro mundo
c) inminente : vendrá pronto y de repente
d) total : transformará la vida en la tierra totalmente, la nueva vida no solo será mejor
sino perfecta
e) milagrosa : será realizada por, o con la ayuda de, agentes sobrenaturales.
Los movimientos que pueden ser calificados de milenaristas, entonces, son aquellos
que consideran que el orden (social, en ocasiones cósmico) actual será radicalmente
transformado en un corto plazo –de días, meses, a veces años. Esta transformación total,
que a veces se visualiza como resultado de una catástrofe o de una lucha entre las fuerzas
del bien y el mal, traerá aparejada la creación de un nuevo orden, un mundo perfecto en el
cual habrá paz, justicia y plenitud. Lo que caracteriza a estos grupos es el proclamar que
esta salvación es terrena -no celestial- y de índole colectiva . El mundo perfecto se logra a
través de la acción grupal, y es alcanzado por todos sus miembros . Los creyentes no
procuran escapar de este mundo sino perfeccionarlo .
Cuando en el grupo ocupa un rol central la actividad de un líder que recibe las
revelaciones sobre el nuevo orden que se aproxima, o cuando de sus actividades depende la
llegada de este orden, se dice que este es un movimiento mesiánico . No todos los
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movimientos milenaristas son mesiánicos, ya que algunos grupos que propugnan o esperan
cambios radicales no dependen de las visiones de un líder carismático ni esperan la llegada
de un mesías de poderes sobrehumanos.
Los grupos milenaristas frecuentemente realizan un quiebre con las antiguas formas de
vida, en casos extremos abandonando inclusive sus actividades productivas diarias.
Rechazando el viejo orden, pero sin haber creado aún uno nuevo, estos grupos tienen una
existencia liminar - viven entre dos mundos, uno viejo que han rechazado y uno nuevo que
aún no llegó. Por esto sus formas de organización social suelen ser inestables, volátiles y
caracterizadas por un estado de excitación y expectativa. Es común que realicen una
división dicotómica del mundo, clasificando a los individuos entre quienes serán salvos (y
por lo tanto representan al bien, al nuevo orden y al futuro) y aquellos que no lo serán,
identificándolos entonces con el viejo orden, el mal, el pasado y la injusticia.
3. Movimientos milenaristas tradicionales
La gama de movimientos que reúnen estas características y que han sido estudiados,
principalmente por antropólogos e historiadores, es inmensa. Entre ellos, mencionando
sólo algunos de los casos más famosos, podemos enumerar:
- El movimiento de rebelión campesina liderado por el anabaptista alemán Thomas
Munzer durante la Edad Media, examinado por Engels y por el historiador británico
Norman Cohn. Muntzer predicaba contra la Iglesia que consideraba corrupta y el
sacerdocio y pregaba por el establecimiento del reino de Dios en la tierra, un reino sin
diferencias de clase, propiedad privada ni autoridades centrales.
- El movimiento de los Lazarettistas, campesinos italianos de la región de Toscana,
estudiado por el historiador inglés Eric Hobsbawn. En la década de 1870, un grupo de
campesinos, liderados por Lazaretti, quien se presentaba como el Rey anunciado por los
profetas medievales, se rehusó a pagar los impuestos al gobierno, y a ceder a los
terratenientes la porción que les correspondía de la cosecha . Al frente de un grupo de tres
mil campesinos, el profeta fue asesinado en un enfrentamiento con los carabinieri. Su
muerte, por él mismo profetizada, inauguraría el Reino de Dios. Hobsbawn pudo
comprobar que en 1948 un grupo de campesinos aún esperaba su vuelta.
- Los cultos de cargo de Melanesia de principios de siglo, estudiados por el
antropólogo Peter Worsley, en los cuales los nativos esperaban la vuelta de sus ancestros en
un inmenso barco cargado de mercancías de los blancos quienes, por haberse rehusado a
compartir sus bienes con los nativos, serían destruídos por un cataclismo. De acuerdo con la
región en la cual se desarrollaban estas creencias, los nativos debían apurar este proceso
rezando y cantando en los cementerios, construyendo muelles para la llegada de los barcos
o sentándose alrededor de una mesa con floreros, vistiendo ropas europeas, esperando que
los barcos –o en algunos casos, los aviones- arribaran.
- La danza de los espíritus (ghost dance ) entre los indígenas de la llanura
norteamericanos a fines del siglo XIX, estudiados por el antropólogo Anthony Wallace.
Según los participantes en este movimiento, el mundo pronto sería destruído por medio del
fuego y de inundaciones, y tanto los blancos como los indígenas que siguieran sus
costumbres serían eliminados. Sólo quienes continuaran fieles a las costumbres nativas y
participaran de las danzas sagradas de los espíritus sobrevivirían.
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- El movimiento de Antonio Conselheiro, en el nordeste brasilero, descripto entre otros
por Euclides da Cunha en Os Sertões y por Mario Vargas Llosa en La Guerra del Fin del
Mundo. El más famoso líder mesiánico brasileño reunió, a fines del siglo pasado, a varios
miles de fieles en torno suyo en el interior del sertão pernambucano. Fervoroso defensor de
la monarquía, denunció a la naciente república brasileña como el reinado del Anticristo, y
como indicio seguro del fin del mundo. Según sus profecías, la vuelta del mítico rey
portugués Don Sebastián introduciría el paraíso terrestre, del cual disfrutarían sus
seguidores de Canudos. Su creciente influencia regional y oposición al gobierno hizo que
éste enviara tropas que destruirían al poblado en 1897.
Las explicaciones de los cientistas sociales ante esta gama de movimientos en distintas
culturas han sido múltiples, dependiendo principalmente de las disciplinas de las cuales
provienen, y de las perspectivas teóricas que adopten. Es común que los conciban como
respuestas a situaciones sociales conflictivas, usualmente de dominación de un grupo sobre
otro, basado en privilegios de clase, étnicos o de dominación colonial –o de una
combinación de estos factores. Varía bastante, sin embargo, la evaluación que de estos
movimientos se realiza. Algunos estudiosos como Hobsbawn o Worsley –retomando la
perspectiva de Engels en Las Guerras Campesinas en Alemania - , los conceptualizan
como incipientes movimientos políticos , con una base étnica o de clase que pueden ser
considerados antecesores de los movimientos políticos revolucionarios modernos rebeldes primitivos , para utilizar el título del libro de Hobsbawn. Cohn, en la primera
edición de En Pos del Milenio (1957) prefirió enfatizar los aspectos fantasiosos o
irracionales de estas creencias y el supuesto carácter patológico de las mismas. En la última
edición de su obra (la versión inglesa es de 1970), sin embargo, siguiendo lo que parece ser
la tendencia actual, prescinde de los adjetivos y la retórica sicologista y concuerda con las
interpretaciones de los otros autores.
Actualmente parece haber dos lineas de interpretación principales. En la primera
prevalecen en la interpretación de estos movimientos las privaciones materiales ; el entorno
social conflictivo en el que surgen (dominación cultural, desastres naturales, abruptos
cambios sociales) o la marginalidad social de sus integrantes que sumergirían a los
individuos en crisis de sentido o mostrarían la inviabilidad de la forma antigua de
organización social. Según perspectivas más recientes, es necesario tomar en cuenta no sólo
las situaciones conflictivas y de privación sino también, y sobre todo, las características de
la retórica milenarista , en cuanto un discurso con poder argumentativo que logra que
ciertas condiciones o ciertos hechos históricos , más que causar la expectativa milenarista,
resulten explicados por ésta . Esta perspectiva, desarrollada por O’Leary en su libro
Arguing the Apocalypse , es especialmente adecuada para explicar la atracción de esta
retórica en movimientos de clase media cuya situación no es fácilmente asimilable a la de
los grupos campesinos desheredados o de indígenas reaccionando al sometimiento colonial
-que fueron habituales objetos de los estudios clásicos.
4. Milenarismos Latinoamericanos
Como en otras partes del planeta, en Latinoamérica también se han desarrollado –y
continúan haciéndolo- movimientos milenaristas de distinto cuño. Como afirma la
antropóloga argentina radicada en México, Alicia Barabas, “las creencias milenaristas
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forman parte de numerosas cosmovisiones mítico –religiosas de los indios de América,
incluso antes del contacto con el cristianismo” (en su reseña “Movimientos SocioReligiosos y Ciencias Sociales”, aparecida en la revista Religiones Latinoamericanas,
editada en México). El caso más conocido es el de los grupos tupí-guaraníes, quienes en
distintas ocasiones migraban en búsqueda de la Tierra Sin Mal. Este era un lugar geográfico
concreto en alguna parte de la selva -al cual se podía llegar sin pasar por la muerte- adonde
se había retirado el dios creador y en el cual vivían los antepasados en medio de la
abundancia. El contacto con los misioneros cristianos de diversas iglesias brindó a los
indígenas otra versión milenarista de la cual podían extraer elementos y combinar con los
propios, facilitando así que la expectativa milenarista se constituyera, en diversos países y
momentos, en una respuesta frecuente a la situación de contacto colonial.
Junto con las utopias indias (para utilizar las palabras del título de uno de los libros
clásicos de esta autora sobre el tema) sin embargo, se desarrollaron también movimientos
similares entre poblaciones campesinas, criollas y, en menos ocasiones, migrantes. El
crecimiento en las últimas décadas de Evangélicos, Pentecostales, Testigos de Jehová,
Adventistas, Mormones y aún del movimiento New Age –entre otros- en las distintas
ciudades del continente ha hecho que las expectativas milenaristas se expandan en sectores
bien diferentes de aquellos en los cuales han sido tradicionalmente estudiadas.
Dentro del Cono Sur, Brasil ha sido, y es, una tierra fértil en distintos tipos de
mesianismos. Aunque el movimiento liderado por Antonio Conselheiro es el más conocido
internacionalmente (luego de la novela de Vargas Llosa, y de una película brasileña
reciente), han surgido en ese país un sinnúmero de movimientos mesiánicos entre
campesinos, indígenas, colonos alemanes y hasta espiritistas. La zona en que está ubicada
la ciudad de Brasilia es aún hoy una especie de tierra prometida para muchas agrupaciones
con inquietudes milenaristas.
Aunque estos movimientos no han sido, en Argentina, tan ubicuos como en Brasil ,
también han existido –y aún hoy lo hacen- varios, que fueron estudiados por antropólogos
locales. El grupo más importante de estudios dentro de esta área corresponde sin duda al de
los movimientos milenaristas indígenas de la región del Chaco estudiados por los
antropólogos argentinos Edgardo Cordeu y Alejandra Siffredi y por el antropólogo
americano Elmer Miller . Según la reseña de Barabás en el trabajo citado anteriormente,
luego de la conquista del desierto los indígenas del área Chaqueña , originalmente
cazadores-recolectores, se vieron obligados a establecerse en una localidad y a trabajar
como peones asalariados en plantaciones de algodón.
“En estas condiciones de explotación, cambio de modo de vida y fricción
interétnica, se gestaron varios movimientos: el Mocoví de 1905, donde los
chamanes profetizaban el fin del mundo conocido y el de los blancos, prometiendo
a sus adherentes la inmunidad a las balas. El de Napalpí en 1924, liderado por el
“Dios Gómez”, un mesías toba que anunciaba el retorno de los antepasados y con
ellos la recuperación de la tierra, la desaparición de los blancos y la apropiación de
su ganado. La cualidad chamánica les daba a los líderes no sólo el poder de
comunicación con las deidades sino el poder de curar y hacer daño, mediante el
cual prometían invulnerabilidad a los fieles y muerte a los desobedientes. En 1933
se registraron nuevos episodios en Zapallar y Pampa de Indio. (En este último
caso)… un culto de cargo, los iniciados, guiados por un líder que profetizaba
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mediante el sueño, se concentraban en la espera de aviones cargados de
mercancías que les serían entregadas en compensación de sus penurias”.
Algunos movimientos incluían a más de una etnia. Tal fue el caso del “movimiento del
Dios Luciano” , estudiado por Pablo Wright, Patricia Vuoto y Anatilde Idoyaga Molina,
que incluyó a tobas y pilagás de Formosa en la década de 1950. Dicho movimiento surgió
luego del cierre de un ingenio y el aumento de la desocupación en el área e incluyó en su
ideología a la vez elementos bíblicos y de la tradición shamánica pilagá. Finalizó con la
represión y muerte de muchos de sus integrantes por los gendarmes.
Un caso menos común fue el del Gaucho Solané en Tandil, en 1872, estudiado por el
historiador Hugo Nario y el antropólogo Lorenzo Macagno. Según la descripción de los
hechos de este último, a comienzos de 1872 un peón de la estancia donde Solané llevaba a
cabo su actividad de curandero, convocó a medio centenar de gauchos y anunció que éste
había venido al mundo para proteger y otorgar felicidad a los argentinos , pero que para que
se cumpliera el mandato divino era necesario matar a todos los masones y extranjeros.
Predijo que en el lugar marcado por la piedra movediza, surgiría un nuevo pueblo donde los
integrantes del movimiento vivirían ricos y felices. Protegidos por divisas punzó que creían
los volverían inmunes a las balas, el grupo de gauchos irrumpió en el pueblo de Tandil y
comienzó a matar inmigrantes, liquidando a 37 de ellos. Luego de un enfrentamiento con la
guardia nacional, varios de los integrantes del grupo –incluído el convocante originalmurieron . Solané , que no había participado directamente de los hechos, fue encarcelado y
asesinado por desconocidos en el calabozo mientras esperaba declarar ante el juez.
En la actualidad, las creencias milenaristas parecen haberse desplazado hacia las
ciudades, y aparecen principalmente en algunos nuevos movimientos religiosos, como los
Testigos de Jehová, los Adventistas de Séptimo Día, los Mormones y algunas agrupaciones
pentecostales (estudiadas por los antropólogos Ceriani y Spadafora) que confían en que ya
han nacido quienes verán la segunda llegada de Cristo. Una visión milenarista algo menos
tradicional, que por lo general no se preocupa tanto con la segunda venida de Cristo, pero
que sí cree en la llegada de un nuevo orden cósmico y social (la era de Acuario) es la
sostenida por algunas de las muchísimas agrupaciones e individuos que forman la laxa red
del complejo alternativo conocido en los medios como la New Age, estudiada en nuestro
país por la antropóloga María J. Carozzi
5. Nuevos milenarismos –seculares y religiosos
Como se pudo notar por los ejemplos reseñados hasta ahora, son muchos y muy
diversos los movimientos que han sido y son estudiados bajo el rótulo de milenarismos.
Esta diversidad de grupos tiene en común, como vimos, que sostiene la creencia en una
radical transformación del orden cósmico y social existente, que dará origen a una nueva
sociedad en la que no habrá penurias y en la que los que se hayan apegado a las enseñanzas
del grupo vivirán en plenitud. Aunque esta transformación frecuentemente se ve como
producto de la intervención divina o de poderes sobrehumanos, el nuevo orden no se
realizará en un “más allá” celestial, sino en la tierra. Propuse que gran parte del atractivo de
estas creencias, reside en que brindan un sentido a la historia, proveen una temporalidad en
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la cual el grupo se puede insertar como parte de un plan mayor de lucha entre el bien representado por el grupo- y el mal -encarnado en sus opresores o perseguidores.
Las cosmovisiones milenaristas contienen , además, una intensa tensión interna: la
interpenetración de la idea del final con la del nacimiento de un nuevo orden social y
cósmico. Estos dos elementos que siempre están juntos, sin embargo, no son recalcados de
manera similar en todos los movimientos. En algunos movimientos, el énfasis está puesto
no tanto en la idea del final, sino en la del nuevo comienzo. El elemento central que guía la
acción es la nueva comunidad que se establecerá, en tanto se minimiza el conflicto que
puede llevar a ella. En otros, por el contrario, el énfasis está puesto en la gravedad del
conflicto final, y no en la buenaventura que habrá de sucederlo–en casos extremos, el mero
sobrevivir es considerado una recompensa.
La socióloga americana Catherine Wessinger (1997) ha propuesto la utilidad de
distinguir entre ambos tipos de movimientos, y llamar a los primeros progresistas
(progressive ) y a los segundos catastróficos o apocalípticos . Quizás la palabra utópicos –
por su énfasis en la comunidad ideal, libre de conflictos y rebosante de plenitud- sea más
adecuada, en español, para caracterizar a los progresistas. Son los movimientos
milenaristas apocalípticos los que más frecuentemente poseen un liderazgo carismático,
autoritario; tienen una visión dualista del mundo y pueden dar lugar a episodios de
violencia. Usualmente una determinada tradición religiosa contiene elementos que pueden
apoyar ambas versiones, y dependerá de los énfasis que cada líder y sus seguidores hagan
que el grupo se incline por un tipo u otro.
Las expectativas milenaristas también están presentes, de manera creciente, en
movimientos sociales seculares . Estudios recientes muestran que –al menos- subgrupos
dentro de los movimientos ecologistas , feministas y aún racistas adoptan supuestos,
imágenes e ideas apocalípticas o utópicas para inspirar en sus seguidores un fervor que se
aproxima al de los milenarismos clásicos. Esto sucede principalmente en Estados Unidos,
donde la influencia del protestantismo como matriz cultural hace que el milenarismo
funcione como una fuente de metáforas, de recursos simbólicos que se pueden utilizar para
interpretar nuestra época histórica y proponer futuros (optimistas o pesimistas) posibles.
Debido a la gran influencia de los movimientos sociales norteamericanos en sus símiles de
otros países, sin embargo, es probable que éstos hereden parte de la retórica milenarista que
puede no hallarse presente en su cultura original.
En estos movimientos se enfatiza la importancia de la agencia o de la actividad humana
(y ya no divina) en el cambio social, y se visualiza al mal no como una entidad sobrenatural
sino como los oponentes humanos que se enfrentan a la ideología grupal. Pero sigue
habiendo un sentido de urgencia respecto de un cambio social que se percibe como
necesario, inminente y que coronará la evolución histórica. Algunos de los estudios clásicos
como el de Cohn ya señalaban esta conexión y proponían que grandes ideologías políticas
de esa época (como el nazismo o el marxismo) podían y debían ser comprendidas dentro de
este marco.
La retórica milenarista provee una adecuada motivación para los movimientos sociales
porque socava la autoridad del orden social existente, reordena la noción colectiva del
tiempo y sugiere una línea de acción frente a lo que el movimiento define como el mal .
Ofrece tanto una definición del orden social como injusto, como una explicación de las
razones de tal injusticia y una esperanza para el futuro cambio del estado de las cosas.
Pueden constituirse, por lo tanto en una importante fuente de comportamiento orientado
hacia el cambio social.
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Ultimamente han cobrado mayor visibilidad (y también importancia numérica,
especialmente en Estados Unidos) grupos que podríamos denominar intermedios que
combinan elementos religiosos y seculares, como las milicias americanas, los movimientos
de reivindicación racista neo-arios, o aún ciertos grupos ecologistas extremistas (en la línea
del Unabomber) para quienes el mal está representado por el gobierno y las empresas
norteamericanas, los medios de comunicación y el nuevo orden mundial emergente. Estos
grupos tienen una visión apocalíptica ya que esperan un inminente colapso de la
civilización a través de la degradación ambiental, guerras raciales o el caos económico y
social. En ocasiones este carácter intermedio se funda en el hecho de que las agrupaciones
de estos movimientos tienen sus raíces en iglesias rurales cristianas.
De manera similar, y en una versión ya no apocalíptica sino utópica, ciertas
agrupaciones feministas y ecologistas fuertemente influenciadas por elementos de la New
Age basan su activismo social en la teologìa de la Diosa o en la concepción de la Tierra
como un gigantesco organismo viviente y auguran el advenimiento de una nueva era de
entendimiento entre los sexos o entre las especies .
Otros tipos intermedios en franco crecimiento son las religiones platillistas, que centran
su esperanza de salvación en la inminente llegada de seres extraterrestres y en el desarrollo
de la tecnología, tanto terrena como alienígena. Aunque numéricamente pequeños, existe
una enorme variedad de estos grupos presentes en todos los países del mundo . Uno de los
grupos con mayor presencia internacional es el de los Raelianos, quienes sostienen que la
humanidad fue creada a partir de DNA en un laboratorio extraterrestre. La misión de su
líder, el último de los cuarenta profetas (entre quienes se encuentran Jesús, Buda y
Mahoma) es avisar a la humanidad que hemos entrado en la era del apocalipsis y que
tenemos la posibilidad de optar por destruirnos con armas nucleares o desarrollar una
conciencia planetaria que nos permitirá heredar los conocimientos científicos de nuestros
creadores. Los más devotos podrán obtener también la inmortalidad a través de la
clonación. Este tipo de agrupaciones crece también en nuestro país donde, como muestran
los estudios de Alejandro Agostinelli, profetas locales sostienen que existen varias bases
extraterrestres, y hasta una ciudad subterránea. En su faceta utópica, la llegada de las naves
extraterrestres inaugura una era de paz universal, y en su faz apocalíptica, estas naves
rescatan a los creyentes del caos que se avecina –o en su versión más extrema, al mejor
estilo de la película Independence Day, lo originan.
6. Argentina al final del milenio
Como en otros países, la fiebre del fin del milenio parece estarse instalando también en
Argentina. Quienes esperaban hordas de penitentes por la calle clamando y reclamando
arrepentimientos antes del fin, , sin embargo, se equivocaron. Más que en las conciencias
de los argentinos, donde sí parece haberse instalado con fuerza el milenio es en los medios
de comunicación. Intermitentemente desde los últimos meses de 1998, y con mucha más
frecuencia en 1999, han aparecido numerosas notas en diarios y revistas donde, en tonos
que se extienden entre lo grave y lo jocoso, se hace referencia al evento que se aproxima.
Utilizando la jerga de los comunicólogos, el milenio entró en la agenda de los medios.
Lo ha hecho de maneras diversas, aunque no por ello menos identificables. Hubo algunas
notas que reflexionan sobre los cambios de milenio como fenómeno social y acerca del
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milenarismo como comportamiento social. Estas resaltan la irracionalidad de las
expectativas milenaristas, dan por sentado el “pánico del año mil” –tema que es debatido
por los historiadores- y esperan la multiplicación de comportamientos similares para estos
días. Las noticias sobre alguna “secta” en algún lugar del mundo preocupada con el
advenimiento del 2000 presagiaría, según sus autores, la aparición de muchas más. Según
el copete de un artículo sobre el tema aparecido en una revista semanal, “A medida que se
aproxima el año 2000 se multiplican las sectas y los autodenominados mesías que de tanto
creer en el fin del mundo están dispuestos a hacer un modesto aporte al apocalipsis ”. Una
preocupación similar esboza un editorial del diario Clarín, en la misma semana de enero de
1999.
Sin embargo, la escasez de toda actividad milenarista real , contrasta con la fuerte
importancia que el tema adquiere en los medios. Estos se encargaron de transformarlo en
un evento social digno de atención y de participación : han dedicado varias notas a
describir cómo se preparan las distintas ciudades para celebrar la llegada del nuevo siglo o
los premios que se darán para el primer bebé del milenio. Para quienes , perturbados por
preocupaciones más urgentes y cotidianas aún no habían pensado en el fin de año, los
medios se encargaron de resaltar que el 31 de diciembre de 1999 será especial.
Los medios del grupo Clarín han enfatizado particularmente la importancia de este
evento. Bajo el lema “Grupo Clarín: con la gente en el tercer milenio ” han iniciado una
campaña institucional que parece tener la llegada del milenio como tema central. Ya en
agosto de 1998 un aviso a toda página con un gran reloj de arena señalaba que : “Falta muy
poco para el año 2000 ” . El grupo no sólo ha producido reiteradas publicidades (gráficas y
televisivas) que señalan que canal 13 es “la televisión del 2000 ” , sino que en su noticiero,
Telenoche, un pantalla digital informa cada noche cuántos días faltan para el nuevo
milenio, cuenta que también lleva y muestra la segunda hoja del diario Clarín.
Si el centro de la producción mediática señala la importancia del cambio de siglo, otros
géneros muestran qué podemos esperar en esta fecha. En la serie de culto Millenium
(emitida durante parte de 1999 poco por Telefé y durante todo ese año por el canal de cable
Fox), Frank Black, su protagonista, debe combatir asesinos seriales, seres demoníacos o
comprender apariciones marianas y nacimientos de madres vírgenes. Black se ve
involucrado con el misterioso grupo Millenium, rama contemporánea de una secta esotérica
cristiana, que declara dedicarse a prevenir el triunfo del mal y el apocalipsis que se avecina
. De manera similar a lo que sucede con los espectadores de Telenoche, en cada episodio, al
entrar en su computadora la pantalla lo recibe con la imagen de la serpiente que se muerde
la cola (símbolo del principio y el fin) y la frase, “Bienvenido, faltan (tantos) días para el
milenio ”.
La ficción televisiva vernácula también se (pre)ocupa del tema. En la popular miniserie
“Por el nombre de Dios”, Adrián Suar, como futuro padre de un niño que descubrirá el
centésimo nombre de Dios, combate al casi inmortal inquisidor medieval que personifica
Alfredo Alcón y a las huestes satánicas que comanda, para impedir que ellos descubran este
nombre. Según relatan los propios personajes de la novela, la lucha entre el bien y el mal
por el poder absoluto que brindaría conocer el último nombre de Dios ya se había
producido en el año 999, y sólo podía volver a repetirse en a fines de 1999.
El milenio se hace presente, de manera repetida, en otro género mediático. Son
numerosas las publicidades de productos que los anuncian como especialmente adecuados
para el milenio que se aproxima. Estos avisos presuponen que la llegada del milenio traerá
un cambio cualitativo en el estado de las cosas y que los productos que anuncian están
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especialmente adaptados para esta era diferente que se inicia. Algunos servicios y
productos anticiparían la entrada en el nuevo milenio(“Nuevos Esso servicentro. Venga a
conocerlos y se dará cuenta que el nuevo milenio ya dejó de ser futuro”; “Unicenter: Una
manera de entrar al nuevo milenio es esperar más de 400 dias . La otra es venir al nuevo
Unicenter”) ; en tanto otros acompañarían en el “cruce del umbral” entre ambas épocas
(“Sienta (radio) Continental rumbo al 2000 . Estamos en las puertas de un nuevo milenio.
Nos proponemos acompañarlo junto a todo nuestro elenco con renovada tecnología y el
afecto de siempre”). Significativamente, algunas piezas publicitarias proponen que este
umbral sólo será atravesado por “ los elegidos” que compren los productos o hagan uso de
los servicios ofrecidos (“Qué tecnología me brindará la velocidad que necesito para entrar
en el nuevo milenio? ” ; “ Todavía estás a tiempo para aprender computación e ingresar
al nuevo milenio de la mano de la red de educacion IBM ” ; “ En 16 meses empieza el
2000 y yo no se computacion. Que hago? ”).
La idea del umbral que separa el presente de una nueva y mejor época también se
encuentra representada en las imágenes que acompañan los avisos. Son comunes fotos de la
tierra vista desde el espacio, y con un sol o un amanecer que se insinúa por detrás de ella
(Continental, Arcor, Compaq) o un cielo estrellado por amanecer (Esso). Estas publicidades
evocan las antiguas visiones milenaristas tecnológicas o cientificistas prevalentes
principalmente durante la década de los 50, que imaginaban el futuro como un lugar donde
la ciencia y la tecnolotgía habrían logrado resolver los principales problemas de la
humanidad. Uno de ellos lo señala explícitamente :
“ Cuando pensábamos en el año 2000, nos imaginábamos gente con brillantísimos
trajes plateados subiéndose a naves espaciales superdinámicas y abriendo heladeras
como ésta” . Heladeras Whirlpool , 3/99.
No sólo los productos relacionados con la tecnología de avanzada (como la
computación) hacen uso de la imagen del milenio. La gama de productos que procuran
vincularse con esta idea es bastante amplia: golosinas, shoppings, zapatos, diccionarios
enciclopédicos, enciclopedias pediátricas y radios anticipan o participan de esta nueva
época que se acerca. Así la publicidad, contribuye a construir la idea de que la llegada del
nuevo milenio es una acontecimiento de importancia, llamado a tener un impacto
significativo en la vida social. Reflejan también -aunque de una manera no articulada- una
visión sugestivamente similar a la aquí he considerado utópica del milenio : un futuro
mejor, una sociedad más avanzada tecnológicamente -pero en este caso, algo más
restrictiva, ya que sólo participarían de ella quienes realicen las elecciones de consumo
correctas.
Esta visión utópica del milenio tiene su contrapartida apocalíptica en la gran cantidad
de notas que han aparecido en diarios y revistas, con cada vez mayor frecuencia, sobre los
posibles efectos del pasaje hacia el año 2000 en las computadoras, y las consecuencias
nefastas que esto podría traer para la vida social. Las notas sobre “el efecto 2000”, “la
bomba del 2000” o la “crisis del 2000” han ocupado varias páginas en prácticamente todas
las secciones de los diarios más importantes. En los primeros meses de este año han
aparecido, también, en la tapa de revistas dominicales o suplementos específicos. Por
ejemplo, en la revista dominical de La Nación
(“ 01/01/2000: Apocalipsis
informático? ” – 14/2/99), en el suplemento del mismo día de Página 12 (Radar 31/1/99) o
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en el suplemento informático de Clarín (“ Prepárese para el 2000 ” , 24/3/99). Muchos de
los artículos tienen varias páginas de extensión, y algunas series de notas han aparecido en
la primera página de La Nación o de Clarín . Este último diario le acaba de dedicar una
serie de 8 notas diarias (de domingo a domingo) al tema.
Las notas destacan las enormes dificultades que habrá que enfrentar para paliar el
efecto del bug, sus enormes costos financieros, y los efectos que la falla podría tener si no
es subsanada a tiempo. Aunque las notas son meramente descriptivas de un problema
técnico, los títulos que las encabezan, que incluyen frases como “Apocalipsis informático
” ; “ Crisis del 2000 : cerca del juicio final ” ; “La bomba del 2000 ” ; “Caos en el 2000 ” o
“Los sobrevivientes del año 2000 ”, les brindan una resonancia apocalíptica.
La visión apocalíptica también se refleja en el hecho de que las notas más generales
sobre el tema se acompañan usualmente de descripciones de las reacciones que se suscitan
en EEUU : individuos que acumulan comida, construyen refugios especiales, o empiezan a
dejar las ciudades. También la resonancia apocalíptica se observa en los interrogantes que
se plantean respecto de si el problema podrá ser subsanado en la Argentina, que se presenta
como uno de los países de mayor riesgo:
“ Un informe del senado norteamericano ubica a la Argentina entre los paises de
mayor riesgo.
Una consultora internacional estima que el 50 por ciento de las computadoras
fallarán. Se teme por el funcionamiento de aparatos vitales como respiradores y
tomógrafos. Habrá problemas con el suministro de energía. Los registros
bancarios pueden volverse locos. Muchos organismos oficiales no llegarán a
tiempo para compatibilizar sus sistemas ”. (copete de la nota “ La crisis
informatica del 2000: Lo atamo con alambre ”. Revista XXI, 25/3/99)
Llama la atención el hecho de que, en la mayor parte de las notas, esta es una historia
que no parece avanzar. Desde al menos la segunda mitad de 1997 (y posiblemente antes) en
que los diarios se han ocupado del tema, el tenor de la cobertura ha sido muy similar . Se
describe el origen del problema, sus posibles consecuencias sociales y las dificultades para
su solución, como si siempre fuera la primera nota al respecto. Las notas presentan una
crisis que se avecina, pero no las soluciones para ella. Aún la detallada serie de notas
diarias realizada por el diario Clarín entre el 30 de mayo y el 6 de junio de 1999, en la que
se estima el porcentaje de unidades dentro de cada rubro de servicios que está preparada o
preparándose para el cambio de milenio, deja siempre flotando la idea de que en realidad no
se sabe qué es lo que puede suceder. La propia tradición de la cobertura periodística (“hay
dos lados para cada historia”) facilita que por cada estimación optimista haya una opinión
crítica de lo realizado y de los efectos no anticipados de la falla computacional.
7. Milenarismo y cultura
De lo reseñado hasta ahora surge que, para quien se proponga reflexionar sobre el
milenio en la Argentina , la mayor preocupación por el tema no parece provenir, como
podría haberse esperado, de la esfera religiosa. Por el contrario parecen ser actores
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seculares quienes se han apropiado de la idea del milenio y la han convertido en un
acontecimiento social. Los medios de comunicación, especialmente, han tematizado el
milenio (lo han convertido en noticia) y le han otorgado una realidad pública que no parece
hallar correspondencia en las preocupaciones cotidianas de los individuos que conforman la
sociedad. Encontramos en los medios, alternativamente, visiones milenaristas utópicas
principalmente en los avisos que se refieren al próximo milenio como una nueva época
cualitativamente distinta de ésta, y visiones apocalípticas en las numerosas notas que hacen
referencia a los posibles efectos del bug del milenio.
El modelo religioso mayoritario que prevalece en la sociedad argentina, aún para
quienes se declaran ateos o agnósticos, es el de la Iglesia Católica, y muchas de nuestras
nociones religiosas tienen ese origen. La tradición católica, a diferencia de la protestante,
siempre tuvo un gran rechazo a las ideologías milenaristas, aún las surgidas de cierta
lectura de algunos libros de la Biblia. Por ende, el lugar de las ideas milenaristas en nuestra
sociedad ciertamente será menor que el que encuentra en otras como la norteamericana,
fuertemente influenciada por la matriz cultural protestante. La escasa tolerancia a la
diversidad religiosa que nos caracteriza también dificulta la aparición (y sobre todo la
actividad) de profetas milenaristas a diferencia de lo que puede suceder en el vecino Brasil.
Por otro lado, también es necesario tomar en cuenta que, en general, para las
tradiciones milenaristas religiosas, los últimos tiempos se aprecian, usualmente por señales
y signos portentosos y no tanto por la aproximación numérica a un cierto valor calendárico.
Es comprensible que la cultura secular sea la que más identifique al milenio con el pasaje
calendárico, ya que los actores religiosos tienen un marco simbólico de referencia mas
amplio y complejo .
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