Resistencia y liberación ante la guerra psicológica de la derecha

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Resistencia y liberación ante la guerra psicológica de la derecha mexicana
Autor(a): Edgar Baltazar Landeros
Seudónimo: Noam Tecuapetla
Nota introductoria
Este ensayo pretende evidenciar la guerra psicológica instrumentada por la derecha mexicana, para
posteriormente concluir con el esbozo de alternativas de resistencia y liberación ante la misma. Para tal
fin, se definirá teóricamente: 1) el significado político de la derecha, 2) las características de una
guerra psicológica y 3) las alternativas de resistencia y liberación. Con esos referentes, se presentará de
manera general a la derecha mexicana y sus prácticas de guerra psicológica, terminado el ensayo con
propuestas prospectivas para la resistencia y una futura liberación que nulifique los objetivos de la
guerra psicológica que comandan los grupos hegemónicos del país.
La derecha
En el espectro político, el lado opuesto a la izquierda puede tomar fachadas liberales o conservadoras.
La derecha es liberal al defender el libre mercado y enfatizar los derechos individuales por sobre los
colectivos; es conservadora cuando se fundamenta en el tradicionalismo, las jerarquías y la disciplina.
La derecha conservadora pugna por la preservación de un orden social, principalmente desde una
perspectiva democristiana que enfatiza los valores y la moral cristina en pleno rechazo al laicismo. La
derecha liberal es defensora del librecambismo, el individualismo y la democracia liberal-burguesa,
anteponiendo así la competencia sobre la solidaridad.
Entendiendo a la acción política como la construcción de discursos antagónicos, la identificación
de posiciones de derecha es indispensable para el entendimiento de los juegos agonistas de poder.
Entendiendo al agonismo, en términos de Chantal Mouffe, como la legítima confrontación de
adversarios políticos, en éste caso, izquierda y derecha1. Esto no obstante, como bien denuncia
1
Escribe ésta autora: “la oposición izquierda-derecha es la manera en que el conflicto legítimo adquiere forma y en el cual
se institucionaliza”. Mouffe, Chantal, “Democracia, ciudadanía y la cuestión de la pluralidad” en: Álvarez, Lucía, San Juan,
Carlos y Sánchez, Cristina (Coords.) Democracia y exclusión. Caminos encontrados en la Ciudad de México. CEIICHUNAM, UAM-A, UACM, INAH, Plaza y Valdés, México, 2006.
Sánchez Vázquez, a que la misma derecha pretenda borrar la línea divisoria que la divide de la
izquierda, presentándose como “centro” y disfrazándose de “civilizada” y “democrática”.2
La derecha se ha empeñado en negar los espacios colectivos (no tanto así los individuales, basada
en un darwinismo social) de libertad, igualdad, democracia y justicia, de ahí que, como el mismo
Sánchez Vázquez señala, ésta se familiariza con la “política sin moral”3, es decir, con el realismo
político pragmático y maquiavélico. La izquierda, entonces, se distingue de la derecha al prescindir de
la política sin moral y adoptar como fines las negaciones del polo antagonista: “igualdad y justicia
social, democracia real, libertades efectivas, dignidad humana y defensa de los derechos humanos”4.
El fascismo es quizás la máxima expresión de la barbarie de derecha, pues proclama, tal como lo
muestra Walter Montenegro al retomar algunas citas de Benito Mussolini:
(…) la inmutable, benéfica y provechosa desigualdad de clases; el derecho
inmanente de los mejores a gobernar; la predestinación de las élites a manejar los
asuntos de la colectividad; el derecho privilegiado de esas élites a ocupar las
posiciones de mando; la absoluta e indiscutible supremacía de Estado, encarnado
en las élites, sobre el individuo; los principios inviolables de la disciplina, la
autoridad y la jerarquía; la misión de sacrificio y heroísmo de las élites, inspirada
en el heroísmo y la santidad; la actitud de renunciación a la comodidad y al
bienestar, a cambio de vivir peligrosamente, en busca de la superación; la
supeditación de los valores materiales de la vida a los del espíritu.5
El fascismo sentó las bases de un estado corporativo, orgullo de la derecha actual. Con base en el
liberalismo individualista, la doctrina fascista consideraba a “la empresa privada el más efectivo y útil
instrumento para los intereses de la nación”6. El fascismo también rechazó a los sindicatos como
instrumento de lucha de los trabajadores contra la explotación de las empresas. Estas coincidencias
permiten hacer un claro parangón entre el fascismo y la actual política neoliberal enarbolada por la
derecha. Esa misma derecha que recupera cada vez más espacios en países como (sólo por mencionar
algunos casos) Italia, Francia, Alemania, México y Colombia, intentando demostrar que la izquierda
nunca llegó para quedarse y el fascismo no es cosa del pasado.
La guerra psicológica
2
Sánchez Vázquez, Adolfo, Ética y política. FCE, México, 2007, p.15.
Sánchez, Vázquez, Adolfo, Op. Cit., p.28.
4
Ibídem. p.23.
5
Montenegro, Walter (1956), Introducción a las doctrinas político-económicas, FCE, México, 1973, p.179.
6
Montenegro, Walter, Op. Cit., p.185.
3
Wilhelm Reich define al fascismo como “la expresión de la estructura irracional de los hombres
masa”7, pues ésta política derechista impone sus ideas (como el odio racial en el caso alemán) por
medio de estrategias de psicología de masas. Dichas estrategias llegan a conformar una guerra
psicológica.
Guerra psicológica, de acuerdo con uno de sus teóricos pioneros, Maurice Mégret, es un término
que comienza a cuñarse después de la segunda guerra mundial8 (lo que no significa que anteriormente
muchas de sus características no se ejecutaran). Dicha guerra, siguiendo al mismo autor, es una “lucha
generalizada de las mentes”9, que se presenta inicialmente como sustituto de la violencia para después,
con el uso de la propaganda, convertirse en multiplicador de la violencia sistematizada.
La guerra psicológica puede instrumentarse sin necesidad de violencia física, basta una avalancha
de desinformación para manipular a la opinión pública. Así se construyen los mitos del enemigo con
nombre pero sin rostro (ayer el comunismo, hoy el terrorismo) y se invierte la premisa clásica de
Clausewitz, haciendo de la política la continuación de la guerra por otros medios. Dos de esos medios
son la propaganda y la agitación, el primer medio es un “armazón ideológico” y el segundo
corresponde a una “técnica educativa de las masas e instrumento de la lucha política de clases”10. La
guerra psicológica también se puede presentar como acompañamiento de una intervención militar,
pues un conflicto armado es conducido tanto política como psicológicamente.
El uso persuasivo de la propaganda, de acuerdo con Pastor Petit, obedece a cinco reglas:
1. Cuestión previa a toda persuasión psicológica por medio de la propaganda es la
creación y orquestación de un coro de vehementes aplaudidores.
2. Los mensajes propagandísticos del adoctrinamiento político recurren a fértiles
imágenes: paz, guerra, unidad, grandeza de la patria, necesidad de espacio vital,
vengar ofensas del enemigo, combatir el hambre o la desvertebración nacional,
resucitar el imperio, destruir los monstruos que asechan contra el país, combatir o
preservar la religión, y en ocasiones se reavivan viejas inquinas y enemistades locales
o fantasmas del pretérito.
3. La repetición constituye un principio de oro.
4. Los mensajes propagandísticos se centran en dos objetivos: alabanzas fogosas al líder
–a él y a nadie más del régimen- y cantos y aureolas a su política.
7
Reich, Wilhelm, Psicología de masas del fascismo, Bruguera, España, 1980, p.20.
Mégret, Maurice (1956), La guerra psicológica, Paidós, Buenos Aires, 1959, p.7.
9
Mégret, Maurice, Op. Cit., p.12.
10
Ibídem. p.30.
8
5. La propaganda del adoctrinamiento político repelará la oposición clandestina
mediante la acción –sobre todo en artículos, conferencias y libros- encaminada a
desvirtuar los hechos más palmarios, y hasta enmascarando la Historia; pero también
calumniando, minimizando, subestimando incluso ridiculizando al enemigo.11
A éstas cinco reglas se agregan siete principios tácticos: 1) inteligente uso de la censura en
los medios de comunicación, 2) masivo empleo de la propaganda en sus distintas vertientes, 3)
adoctrinamiento general, 4) mitos y símbolos, 5) elecciones amañadas y controladas, 6)
legislación tomada de etapas bélicas y 7) espionaje nacional-internacional.
Con el fin de evitar cualquier sentimiento de culpa en la dirección de una guerra psicológica,
se tribuye la culpa del conflicto al enemigo, interno o externo (por ejemplo otro estado o un
movimiento social). Tal es el caso de la judicialización de la política, la cual consiste en
criminalizar la protesta social y hacer de toda acción política un delito, como en el caso de
persecución de los movimientos indígenas en América Latina mediante acciones tales como:
“desplazamiento
forzado,
amenazas,
acusaciones
penales,
homicidios,
señalamientos,
estigmatizaciones y allanamientos ilegales por parte de la fuerza pública; masacres,
desapariciones forzadas, secuestros y confinamiento colectivo por parte de grupos armados
ilegales e insurgentes; detenciones arbitrarias de sus líderes y autoridades tradicionales”12.
Estados Unidos es quizás el país que más ha hecho uso de la guerra psicológica, esto
mediante sus Operaciones Psicológicas (PSYOP). Las cuales parten de un conocimiento del
perfil psicosocial del enemigo para dar paso a tres tipos de intervención: Tactical PSYOP,
Strategic PSYOP y Cosolidation PSYOP13. Tactical PSYOP consiste en la localización de un
grupo enemigo específico, para inducir en él la ejecución de alguna acción que afecte en un corto
plazo la situación de la confrontación. Strategic PSYOP se presenta tras una campaña
cuidadosamente planeada en contra de una audiencia mayor que la atacada por medio de Tactical
PSYOP. Finalmente, Consolidation PSYOP tiene como misión la consolidación de las ganancias
obtenidas por las dos anteriores operaciones, manteniendo la ley y el orden.
Estados Unidos ha empleado las operaciones psicológicas en sus intervenciones bélicas,
como en Vietnam, Corea, Panamá y recientemente en Afganistán e Irak. En todos esos casos, el
gobierno norteamericano postula un enemigo, lo sataniza y lo ubica como principal amenaza
11
Petit, Pastor, La guerra psicológica en las dictaduras, Tangram, España, 1994, p.91.
Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas, “Criminalización de las demandas de los pueblos indígenas” en:
Memoria No. 227, México, Febrero de 2008, p.51.
13
Véase: Rouse, Ed, “Psychological Operations/Warfare” en: http://www.psywarrior.com/psyhist.html
12
para el mundo libre14. La misma estrategia se sigue actualmente en contra del gobierno de Hugo
Chávez en Venezuela; ejemplificado esto con la incursión militar estadounidense-colombiana en
una base de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ubicada en Ecuador. El
gobierno norteamericano califica de terroristas a las FARC y acusa al mandatario venezolano, sin
ninguna prueba, de brindarles apoyo y promover así el terrorismo15.
EU ha hecho de la guerra un asunto de relaciones públicas, valiéndose de empresas de
comunicación como Rendon Group16. Esta empresa trabaja para el Pentágono en la articulación
de una guerra psicológica basada en estrategias mediáticas. No está de más recordar que los
sistemas de comunicación de masas son un medio de control primigenio para la preservación de
los intereses de los oligarcas económicos. Esos mismos intereses que defiende el fascismo del
siglo XXI bajo una concepción guerrerista de la soberanía, entendiendo por ésta “el derecho
otorgado a uno para amedrentar a los demás”17.
Resistencia y liberación
Para Étienne de la Boétie, “es una desgracia extrema estar sujeto a un amo del cual no se puede
asegurar jamás que sea bueno puesto que, si así lo desea, siempre tiene la posibilidad de ser malvado;
así como estar sujeto a varios amos, tantos como tantas veces se puede ser extremadamente
desgraciado”18. Para este autor, los individuos desdeñan la libertad, pues sirven gustosos: “nacen
siervos y son educados como tales”19. Cuatro siglos después, Paulo Freire propone un proceso de
liberación de los oprimidos, como clase explotada, fundamentado en la concientización20.
Si para Freire la libertad del oprimido puede basarse en una pedagogía concientizadora, Bernard
Lonergan no tiene una opinión diferente, pues para él la libertad “surge de a captación inteligente, de la
reflexión racional y de la voluntad”21. Esta perspectiva es opuesta al liberalismo de derecha, pues
concibe a la libertad como responsabilidad racional y no como competencia salvaje. Tal postura fue
14
Véase: Samaniego, Fidel, “Se vive guerra psicológica” en: El Universal, México, 18 de octubre de 2001.
Véase: Guerra Cabrera, Ángel, “Tambores de guerra yanquis contra América Latina” en: La Jornada, 27 de marzo de
2008.
16
Véase: a) Steinsleger, José, “Grupo Rendón: guerreros de la información I” en: La Jornada, México, 30 de julio de 2008.
b) Steinsleger, José, “Grupo Rendón: guerreros de la información II” en: La Jornada, México, 6 de agosto de 2008.
17
Fornari, Franco, Psicoanálisis de la guerra, siglo veintiuno editores, México, 1972, p.55.
18
De la Boétie, Étienne (1553), Discurso de la servidumbre voluntaria, Sexto piso, México, 2003.
19
De la Boétie, Étienne, Op. Cit., p.33.
20
Freire, Paulo, Las iglesias, la educación y el proceso de liberación humana en la historia. Editorial la Aurora, Buenos
Aires, 1974. pp.13-19.
21
Lonergan, Bernard, “Libertad y liberación” en: Lonergan, Bernard y Doran, Robert (Antología de textos), Libertad,
Sociedad e Historia, Universidad Iberoamericana, México, 1995, p24.
15
retomada por la “teología de la liberación”22, es decir, por una teología basada en una reflexión crítica
de la praxis a la luz de la fe. Es a finales de los años setenta cuando dicha teología se consolida en
comunidades marginadas de América Latina, conformando Comunidades Eclesiales de Base, donde
los miembros entraban en un proceso de mediación socioanalítica, hermenéutica y práctica, que les
permitía ver, juzgar y actuar ante su realidad de opresión. Este ejemplo nos demuestra el carácter
eminentemente político de los procesos de liberación, entendiendo a al política no como actividad
exclusiva de las élites hegemónicas sino como herramienta socialmente útil.
El proceso de liberación es inseparable a la resistencia. La globalización neoliberal trae consigo un
fortalecimiento de la derecha, pero también permite diversas formas de organización y resistencias a la
exclusión23. Dicha resistencia puede encontrar inéditas formas de lucha al hacer de la política (no
estatal) un arma libertaria. Eugene Gogol nos presenta cuatro ejemplos latinoamericanos, significativos
de esas luchas:
1. Los Zapatistas24: El Ejército Zapatista de Liberación Nacional ha logrado forjar un
discurso basado en la dignidad, la identidad y la memoria en contra del silencio. Los
zapatistas pugnan por un mundo donde quepan todos los mundos, ejercitando así una
política fundada en el mandar obedeciendo y no en el dominio explotador.
2. Las luchas indígenas (Ecuador y Bolivia)25: Las luchas latinoamericanas por la liberación,
en las últimas tres décadas, han tenido frecuentemente un origen indígena. En la
insurrección ecuatoriana de 1999-2000 se demostró la viabilidad de una sociedad
plurinacional dentro de los límites del capitalismo. Esta lucha es democrática, no en el
sentido burgués del simple voto y la delegación del poder, sino en el sentido de la
reciprocidad y la solidaridad. Así se forjó también la lucha indígena boliviana, desde el
ascenso del Movimiento Katarista hasta el triunfo contundente de Evo Morales, cabeza
visible de un movimiento democrático, liberador y con antecedentes de resistencia de
largo plazo.
3. Madres de la Plaza de Mayo: “Las Madres” argentinas siguen teniendo un papel relevante
en la resistencia, pues en los años de democracia formal su lucha se ahonda, basadas en
22
Véase: Legorreta Zepeda, José de Jesús, “Iglesia y movimientos sociales” en: Legorreta Zepeda, José de Jesús (comp.)
La Iglesia Católica en el México de hoy, Universidad Iberoamericana, México, 2000.
23
Véase: Ventre, Marta, “La globalización y las nuevas formas de control social” en: Subjetividad y Cultura, No 18,
México, agosto de 2002, pp.7-45
24
Gogol, Eugene, El concepto del otro en la liberación latinoamericana. La fusión del pensamiento filosófico emancipador
y las revueltas sociales, Casa Juan Pablos, México, 2004, pp.221-249.
25
Gogol, Eugene, Op. Cit., pp.251-289.
una nueva generación y un nuevo concepto de lo político, es decir, de la política hecha en
el espacio público no estatal.
4. Movimiento de los Sin Tierra: El MST brasileño encabeza un proceso de liberación por
medio de la apropiación de un modo de vida colectivo, un sistema de educción basado en
el método del trabajo y el estudio, además del respeto a la diversidad de perspectivas en
resistencia.
La liberación del oprimido, desde la perspectiva de Dussel, parte de la fenomenología para llegar a
la epifanía, es decir, inicia en el horizonte del mundo para arribar a la exterioridad metafísica (a poner
en cuestión lo dado)26. El proceso de liberación se pone en marcha con la proximidad ante el rostro del
oprimido, ese otro que clama justicia y provoca a la libertad. La acción liberadora es entonces un
trabajo a favor del otro. Mediante la liberación se construye una nueva formación social, un nuevo
orden más justo.
La derecha en México
México tiene una fuerte carga histórica de grupos derechistas católicos, liberales y ultras. El
sinarquismo y el movimiento cristero en los años 30s y 20s del siglo pasado son un antecedente de los
grupos de derecha que, aún hoy en día, aspiran con convertir a México en una dictadura de dios en la
tierra; sobre todo desde su renovada fuerza ante la canonización de mártires cristeros por parte del
papa anticomunista Juan Pablo II. La derecha mexicana ha tratado de conciliar su conservadurismo
católico con su ambicioso pragmatismo liberal. Ejemplo de esto es la estrecha relación que guardan
grupos empresariales con organizaciones religiosas.
La derecha mexicana, como señala Monsivais27, resiente dos derrotas históricas: la Reforma
juarista y la Revolución; movimientos con aristas anticlericales y de liberación. Se trata de grandes
derrotas para una derecha caracterizada precisamente por su religiosidad y oposición a la liberación,
ejerciendo la dominación como estrategia sistemática. Desde esa posición, los grupos dominantes de
derecha, por ejemplo, controlan la mayor parte de la alta dirección en el gobierno con egresados de
universidades privadas vinculadas a los grupos empresariales y religiosos, además de promover
posturas genocidas e intolerantes, como en el caso de su oposición a la interrupción legal del embarazo
26
Véase: Dussel, Enrique, Filosofía de la liberación, Editorial Edicol, México, 1977, p.25.
Monsivais, Carlos, “No estamos en contra de la libertades sino de su ejercicio. Sobre la derecha en México” en: Letra S,
Suplemento de La Jornada, 2 de diciembre de 1999.
27
bajo cualquier causal y al uso del condón como método anticonceptivo y de protección ante
enfermedades de transmisión sexual, incluida la pandemia del SIDA.
Vicente Fox, el primer presidente de la República emanado de la filas del derechista Partido
Acción Nacional (PAN), llevó su religiosidad al grado de hacer poco claros los límites del estado
laico28. Por ejemplo, Fox empleó a la virgen de Guadalupe como estandarte en su campaña electoral y
ya como presidente electo acudió a la Basílica para “agradecer” su triunfo; excediéndose aún más con
la introducción de un crucifijo en su toma de posesión y con el beso al anillo papal ya como presidente.
Fox representó el ideal católico de la antigua sociedad tradicional, es decir, la instauración del orden
social-cristiano. Esto en conjunción al modelo neoliberal, configuró un gobierno fundamentado en la
libertad económica individual, el espíritu empresarial y la apología de la privatización de las funciones
estatales.
La derecha mexicana concentrada, por simpatía o militancia, principalmente en el PAN, exacerbó
su intolerancia y falta de ética al emprender una campaña de linchamiento legaloide y mediático en
contra de Andrés Manuel López Obrador, quién primero, como Jefe de Gobierno del Distrito Federal,
fue sometido a un proceso de desafuero con el objetivo de sacarlo de la carrera presidencial hacia el
2006 y, posteriormente, como candidato presidencial, fue calificado como “un peligro para México” a
través de una campaña negativa de perfil fascista. Estos eventos pusieron al descubierto, como lo
señala Álvaro Delgado, las discrepancias entre la predica y la práctica de un partido con discursividad
demócrata-cristiana y con un pragmatismo propio de la política amoral del fascismo29. Muestra de ello
fue el apoyo de José María Aznar, uno de los principales líderes del fascismo del siglo XXI, a la
candidatura presidencial de Felipe de Jesús Calderón.
Las alianzas con grupos neofascistas jugaron un papel importante en la campaña presidencial
panista de 2006, como aquella con el Centro de Liderazgo y Derechos Humanos (Celiderh), que
financió el promocional que comparaba a López Obrador con Hugo Chávez; además de la histórica
relación con las organizaciones derechistas-radicales Comité Nacional Provida y la Unión Nacional de
Padres de Familia. Tales juegos de poder ejemplifican claramente la relación del panismo con los
grupos religiosos hegemónicos y con un empresariado dispuesto a todo con el fin de preservar sus
privilegios. El Consejo Mexicano de Hombres de Negocios y el Consejo Coordinador Empresarial son
dos ejemplos para comprobar que el PAN es una auténtica “trinchera del capitalismo”30.
28
Véase: Blancarte, Roberto, Entre la fe y el poder, Grijalbo, México, 2004.
Véase: Delgado, Álvaro, El engaño. Prédica y práctica del PAN, Grijalbo, México, 2007.
30
Delgado, Álvaro, Op. Cit., pp.191- 202.
29
Televisa, Televisión Azteca y los grandes grupos radiofónicos son otros aliados significativos de la
derecha mexicana, tal como lo demostraron con su parcialidad en la elección presidencial de 2006.
Aquél proceso electoral donde el mismo presidente de la República hizo campaña a favor del
candidato de su partido y Elba Esther Gordillo, representante destacada de la mafia sindical,
contribuyó con maniobras políticas que favorecieron al candidato derechista. Un candidato de manos
sucias, quien no tuvo reparo en emplear programas sociales con fines electorales31, ni en declarar con
descaro, posteriormente a su cuestionado triunfo, que su victoria fue “haiga sido como haiga sido”.
La corriente radical de la derecha mexicana, tal como lo destacó Álvaro Delgado en un trabajo que
le valió el Premio Nacional de Periodismo, se concentra en la Organización Nacional del Yunque32;
grupo ultracatólico que en 1961 conformó el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación
(MURO), antecesor del Frente Universitario Anticomunista (FUA) fundado en Puebla en 1955. Hoy
en día, ésta organización también cuanta con fachadas de tipología fascistas, como el caso de la
asociación Mejor Sociedad-Mejor Gobierno, presidida por Guillermo Velasco Arzac, dirigente
histórico de la ultraderecha mexicana y quién recientemente financiara la transmisión de un spot que
comparaba a Andrés Manuel López Obrador con Pinochet, Hitler, Huerta y Mussolini; además de
denunciar ante la Procuraduría General de la República a los estudiantes mexicanos que acudieron al
segundo congreso de la Coordinadora Continental Bolivariana, de los cuales algunos fueron asesinados
en las incursión militar de Colombia al campamento de las FARC en Ecuador.
Los ideólogos de la derecha mexicana, como bien señala John Ackerman, “privilegian la
estabilidad y el orden por encima de la justicia y la participación social”33. Dichos ideólogos, también
reconocidos como intelectuales oficialistas o prosistémicos, promueven la derechización de los
partidos políticos mexicanos, no sólo del PAN, sino también de un nuevo Partido Revolucionario
Institucional (PRI) socialdemócrata y de un Partido de la Revolución Democrática dominando por una
corriente de izquierda colaboracionista, pacífica y dialogante con los intereses hegemónicos. No
obstante, es con las dos últimas administraciones panistas en el gobierno federal, que la derecha
mexicana adquiere incluso una trascendencia internacional. El expresidente Fox, por ejemplo, es
copresidente de la Internacional Demócrata de Centro (antes Internacional Demócrata y Cristina) y el
expresidente del PAN, Manuel Espino, ocupa la presidencia de Organización Demócrata Cristiana de
América. Además es notable la labor de la derecha en México, en alianza con grupos afines en Estados
Unidos y Colombia, respecto a la lucha política en contra de gobiernos progresistas en el continente,
31
Véase: Reveles, José, Las manos sucias del PAN. Historia de un atraco multimillonario a los más pobres, Planeta,
México, 2006.
32
Véase: Delgado, Álvaro, El Yunque. La ultraderecha en el poder, 2da reimpresión, De Bolsillo, México, 2006.
33
Ackerman, John, “Fascismo” en: La Jornada, 21 de abril de 2008.
tales como Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y aún gobiernos de izquierda moderada-reformista
como los de Brasil y Argentina.
La guerra psicológica de la derecha mexicana
La derecha mexicana ha empleado estrategias de guerra psicológica con el fin de abatir las disidencias
a su hegemonía. Dicha guerra psicológica se abre terreo gracias a un coro de ideólogos, quienes
principalmente desde los medios de comunicación dominados por los grupos de poder, aplauden las
acciones del neofascismo. Esto se hace bajo un propagandismo con fines de adoctrinamiento,
enfatizando en figuras retóricas como el estado de derecho, la paz, las instituciones, la ley y el orden.
Así, por ejemplo, la derecha y su coro de aplaudidores lamentaron la toma de tribuna por parte de una
fracción parlamentaria, lo cuál permitió abrir un debate en torno a la reforma petrolera, evitando así un
albazo legislativo. Ese uso de la propaganda también se exacerbó con lo que Monsivais llamó “una
orgía de venganza pueril”34: el spot donde se comparaba al ex candidato presidencial perredista con
dictadores fascistas, aunque no con Francisco Franco, líder ideológico de la derecha mexicana.
El discurso del poder hegemónico llega a calificar de enemigos de la democracia y la libertad a
todas aquellas voces ajenas a la ideología dominante. Esto se intensifica con una transposición de los
errores propios en el adversario, en este caso las diversas vertientes de izquierda, que son calificadas
de violentas e intransigentes al no incorporarse al juego de las simulaciones de una democracia
procedimental fundamentada en la rotación de élites mediante una vía electoral siempre dudosa en su
perfectibilidad. También se reconoce, en ésta imposición de la hegemonía derechista, la desfiguración
de los hechos, pues ante el lente de los medios oligárquicos, cualquier insurrección social en pro de la
libertad y la justicia es calificada como una amenaza grave: un peligro para México. Aparte de
exagerar la peligrosidad del adversario, la derecha aplica el principio del silencio ante voces de
reclamo que, al no ser trasmitidas por medios de alcance masivo, forman parte de un México ajeno a la
realidad teledirigida, víctima de la censura.
Hoy en día, aún existe una política represiva del estado en contra de la disidencia; las
desapariciones forzadas, torturas, violaciones sexuales y detenciones arbitrarias no son temas de un
extinto pasado autoritario, tal como promocionan los creyentes en la transición. Se estima que entre
1992 y noviembre de 2007 se reportaron 155 personas víctimas de desaparición forzada; de inicios de
la década de los 90 a finales de 2007, 1 718 detenciones ilegales, teniendo ya 1 480 presos políticos
34
Várgas, Á.; Camacho, F.; Jiménez, A. y Montaño, E., “<Estúpida y vergonzante> nueva campaña de odio contra
AMLO” en: La Jornada, 19 de abril de 2008.
liberados pero aún 238 en prisión; además, durante el primer año de gobierno de Felipe de Jesús
Calderón, fueron encarcelados 267 luchadores sociales, mientras que durante todo el periodo de Fox la
cifra fue de 61435.
La fuerza represiva del estado mexicano se presentó ante el movimiento social encabezado por la
Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). El conflicto entre el grupo disidente-pacífico y
la violencia física y psicológica del estado se desató desde el desalojó que sufrieron profesores y
organizaciones sociales el 14 de junio de 2006. Esto detono una embestida mediática que calificó a los
miembros de la APPO de bándalos desestabilizadores y la fuerza represiva del gobierno federal y
estatal, que resultó en 23 asesinatos y más de 400 detenidos. Mientras en los medios de difusión
oligárquicos se lanzaban llamados a la paz y a la permanencia del gobernador Ulises Ruiz Ortiz en el
cargo, el pueblo oaxaqueño organizado era víctima en una de las batallas de la guerra encabezada por
la hegemonía mexicana.
Igualmente víctima ya lo había sido el pueblo de San Salvador Atenco ante la brutal represión de
los días 3 y 4 de mayo de 2006; días en que más de 3 mil 500 elementos de las fuerzas represivas del
estado arrestaron ilegalmente a mas de 200 personas (entre ellas nueve menores de edad), las cales
fueron golpeadas, torturada e incluso 47 mujeres de este grupo sufrieron abusos sexuales36. Los
militantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra que aún siguen presos en el penal del Molino
de las Flores y en el penal de alta seguridad de Almoloya, son tratados y juzgados como secuestradores
y miembros de la delincuencia organizada, recibiendo así penas máximas como en el caso de los
líderes Ignacio del Valle, Felipe Álvarez y Héctor Galindo. Mientras tanto, el oficialismo disfraza sus
abusos con el manto del imperio de la ley y el estado de derecho, equiparando la protesta social con la
delincuencia organizada, consolidando así un escenario de miedo y control social desencadenante de la
barbarie represiva; esa misma que, sólo por mencionar otro par de casos, se presentó en Cananea
(cobrando un saldo de 40 heridos y cinco desaparecidos en un enfrentamiento entre trabajadores y
elementos de las fuerzas represivas) y en el puerto Lázaro Cárdenas (resultando aquella vez dos
mineros muertos).
Los abusos perpetrados por los elementos de las fuerzas represivas del estado son legitimados bajo
el discurso de la guerra contra la delincuencia organizada, una estrategia de populismo punitivo que
tiene como objetivo la desnaturalización del derecho penal; esto mediante la creación de miedo e
35
Olivares, Emir “Tortura, desapariciones y agresiones sexuales, comunes contra disidentes” en: La Jornada, 25 de enero
de 2008.
36
Véase: Instituto para la Seguridad y la Demoracia AC y Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez AC,
De Atenco a la reforma policial democrática. Una mirada propositiva en clave de reforma policial democrática y derechos
humanos, México, 2006.
inseguridad en las personas para que estas legitimen las arbitrariedades estatales37. Así, la derecha
mexicana en el poder, judicialaza los conflictos sociales y antepone la violencia al diálogo, violando
los derechos humanos y legitimando sus acciones bajo estrategias de control social.
Actualmente, la estrategia más importante de legitimación de la mano dura gubernamental lo es la
llamada guerra contra el narcotráfico, basada en las viejas estrategias de guerra psicológica de la
construcción del miedo y la fabricación de nuevos enemigos. Bajo esta estrategia se ha instrumentado
la militarización del país, con elementos castrenses cumpliendo funciones de seguridad pública y
además inmunes a la justicia, pues sus abusos son juzgados, si es que lo son, por los propios tribunales
militares. Esta guerra ha costado la muerte de más de 500 policías y militares y 4 mil personas como
consecuencia de enfrentamientos o ejecuciones38. Mientras el estado genera tal violencia, sus acciones
de guerra psicológica intentan ganar legitimidad mediante el engaño y la manipulación, haciendo creer
que el camino de la mano dura es el único y necesario.
Prospectivas de resistencia y liberación
Para hacer frente a los ataques de guerra psicológica orquestados por la derecha mexicana, es
importante consolidar un nacionalismo no chovinista sino defensor de la soberanía nacional, sobre
todo ante el entreguismo del gobierno actual. Ese sería un gran paso en la lucha contra la militarización
y la represión, pues de esa forma se manifestaría el rechazo, por ejemplo, al Plan Puebla Panamá, la
Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) y la Iniciativa Mérida,
acuerdos afines a la subordinación de México respecto a los intereses estadounidenses y a la violación
sistemática de los derechos humanos.
Resulta también importante la denuncia de la crisis civilizatoria desatada por el modelo neoliberal,
exigiendo su fin y proponiendo alternativas que busquen una mejor distribución de la riqueza. La
denuncia de los daños provocados por el neoliberalismo salvaje, tales como la concentración de la
riqueza en unas cuantas manos y los contratos de compraventa de México firmados con las
privatizaciones de empresas paraestatales, será un contrapeso a la propaganda oficialista que promueve
al liberalismo económico como la única opción válida.
Si bien es cierto que el poder de los medios de propaganda de la hegemonía mexicana puede
manipular masivamente las conciencias no críticas, no puede olvidarse que existen medios de
37
38
Véase: Concha, Miguel, “Desnaturalización del derecho penal” en: La Jornada, 22 de marzo de 2008.
Negroponte, J., “Guerra psicológica” en: El Siglo de Durango, México, 4 de junio de 2008.
comunicación alternativos que deberán ser promovidos para romper el cerco informativo y hacer de la
comunicación una característica fundamental de la movilización social. No debe olvidarse que tan sólo
en los últimos 7 años, se ha reportado el asesinato y desaparición de 41 periodistas, profesionales, casi
todos, ajenos a los medios voceros de la desinformación.
La resistencia ante la embestida psicológica de la derecha debe complementarse con procesos de
liberación, iniciando desde la educación popular y el fortalecimiento de las universidades públicas,
puntos concéntricos del pensamiento crítico y solidario. Esto servirá también de contrapeso a la
intentona oficialista de privatizar la educación y promover la competencia salvaje. El proceso de
liberación también debe acompañarse de una apropiación del espacio público, el rescate de la
soberanía alimentaria y energética, el respeto a la autonomía, la promoción de la participación política
de grupos otrora silenciados, como indígenas y mujeres; además de la instrumentación de esquemas de
economía solidaria. La orquestación de estos elementos puede ser tan poderosa que su impacto social
sea mayor que cualquier impacto mediático oficialista.
La derecha mexicana ostenta el poder y lo legitima por medio de sus voceros en los medios, no
obstante, tales huestes de ideólogos podrían ser desenmascarados si la intelectualidad de izquierda
forma un verdadero frente antifascista que, con la fuerza de la razón, deshaga cada una de las mentiras
de los repetidores del discurso demoliberal. Un verdadero contrapeso a los voceros ideológicos de la
derecha no se limita a un simple intercambio epistemológico en medios impresos, sino a un
posicionamiento de las posturas antagónicas ante la luz pública. Ejemplo destacado de esta alternativa
lo fue el foro sobre la reforma energética que se dio en el Senado, donde todas y cada una de las
mentiras del oficialismo privatizador fueron echadas abajo por intelectuales y expertos comprometidos
con una causa unificada. México requiere no sólo de experimentos aislados de unificación (dentro de
la diferencia) de la intelectualidad de izquierda, sino de una alianza permanente en contra de la mentira
y la manipulación de la derecha y sus propagandistas.
La vía institucional ha sido secuestrada por las fuerzas derechistas, sin embargo, la ruta de la
izquierda social es aún una alternativa para el arribo a la justicia social. La derecha domina y
promueve una democracia procedimental que le permite rotar a sus representantes de manera
periódica, sin embargo, a esa imposición se puede contraponer una democracia sustantiva más allá de
la electoral, es decir, una democracia construida con la participación política de la sociedad y no con la
delegación pasiva. La sociedad civil, instituida o no, puede apropiase del espacio público no estatal, es
decir, de aquella esfera de oportunidades políticas para el cambio de las condiciones del mercado y del
propio estado. Cabe destacar que en la actualidad las formas de lucha social se ubican en un nuevo
espectro de la política, ajeno éste a la formalidad de la democracia liberal y cercano a la práctica de la
política como un instrumento social. La política no debe ser un rasgo único de las instituciones
estatales y sus representantes, sino también una opción para una red de luchas sociales convergentes
que lleven sus demandas al terreno de lo público.
Es urgente la exigencia de una ley de amnistía que libere a todos los presos políticos del país y
llame a cuentas a todos los miembros de la delincuencia política organizada, por ejemplo, los
responsables directos de la represión en Atenco y Oaxaca. Con esto se daría un paso importante para la
desarticulación de la política de criminalización de la lucha social.
Como acción inmediata y acorde a la coyuntura, no debe caerse en el juego de la guerra contra el
narcotráfico y, en su lugar, debe promoverse un tránsito de la seguridad pública punitiva hacia la
seguridad ciudadana preventiva, basada ésta en la participación social, incluida la protesta. No está de
más señalar que la protesta social es un derecho y la represión un delito. La guerra psicológica de la
derecha mexicana podrá dominar los medios masivos, pero no la conciencia social de sujetos
solidarios y críticos ante la lluvia de mentiras.
Comentario final
La derecha mexicana ha asaltado el poder pero no ha monopolizado aún la acción política, pues ésta es
aún una alternativa de lucha social. La guerra psicológica que los grupos hegemónicos dirigen en
contra de la sociedad dominada, hará agua en el momento que la sociedad oprimida entre en un
proceso de resistencia y liberación, rompiendo así las cadenas forjadas por la derecha dominante. Tal
proceso será posible sólo si se define claramente qué es la derecha, quienes la conforman, cuáles son
sus fines y de qué medios se valen para alcanzarlos. Éste ensayo ha pretendido ser un aporte para la
identificación del opresor y sus ataques psicológicos, además de una propuesta de lucha pacíficaracional ante tales embates.
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