MENCIÓN HONORÍFICA CON RECOMENDACIÓN PARA PUBLICACIÓN Resistencia y liberación ante la guerra psicológica de la derecha mexicana Autor(a): Edgar Baltazar Landeros Seudónimo: Noam Tecuapetla Nota introductoria Este ensayo pretende evidenciar la guerra psicológica instrumentada por la derecha mexicana, para posteriormente concluir con el esbozo de alternativas de resistencia y liberación ante la misma. Para tal fin, se definirá teóricamente: 1) el significado político de la derecha, 2) las características de una guerra psicológica y 3) las alternativas de resistencia y liberación. Con esos referentes, se presentará de manera general a la derecha mexicana y sus prácticas de guerra psicológica, terminado el ensayo con propuestas prospectivas para la resistencia y una futura liberación que nulifique los objetivos de la guerra psicológica que comandan los grupos hegemónicos del país. La derecha En el espectro político, el lado opuesto a la izquierda puede tomar fachadas liberales o conservadoras. La derecha es liberal al defender el libre mercado y enfatizar los derechos individuales por sobre los colectivos; es conservadora cuando se fundamenta en el tradicionalismo, las jerarquías y la disciplina. La derecha conservadora pugna por la preservación de un orden social, principalmente desde una perspectiva democristiana que enfatiza los valores y la moral cristina en pleno rechazo al laicismo. La derecha liberal es defensora del librecambismo, el individualismo y la democracia liberal-burguesa, anteponiendo así la competencia sobre la solidaridad. Entendiendo a la acción política como la construcción de discursos antagónicos, la identificación de posiciones de derecha es indispensable para el entendimiento de los juegos agonistas de poder. Entendiendo al agonismo, en términos de Chantal Mouffe, como la legítima confrontación de adversarios políticos, en éste caso, izquierda y derecha1. Esto no obstante, como bien denuncia 1 Escribe ésta autora: “la oposición izquierda-derecha es la manera en que el conflicto legítimo adquiere forma y en el cual se institucionaliza”. Mouffe, Chantal, “Democracia, ciudadanía y la cuestión de la pluralidad” en: Álvarez, Lucía, San Juan, Carlos y Sánchez, Cristina (Coords.) Democracia y exclusión. Caminos encontrados en la Ciudad de México. CEIICHUNAM, UAM-A, UACM, INAH, Plaza y Valdés, México, 2006. Sánchez Vázquez, a que la misma derecha pretenda borrar la línea divisoria que la divide de la izquierda, presentándose como “centro” y disfrazándose de “civilizada” y “democrática”.2 La derecha se ha empeñado en negar los espacios colectivos (no tanto así los individuales, basada en un darwinismo social) de libertad, igualdad, democracia y justicia, de ahí que, como el mismo Sánchez Vázquez señala, ésta se familiariza con la “política sin moral”3, es decir, con el realismo político pragmático y maquiavélico. La izquierda, entonces, se distingue de la derecha al prescindir de la política sin moral y adoptar como fines las negaciones del polo antagonista: “igualdad y justicia social, democracia real, libertades efectivas, dignidad humana y defensa de los derechos humanos”4. El fascismo es quizás la máxima expresión de la barbarie de derecha, pues proclama, tal como lo muestra Walter Montenegro al retomar algunas citas de Benito Mussolini: (…) la inmutable, benéfica y provechosa desigualdad de clases; el derecho inmanente de los mejores a gobernar; la predestinación de las élites a manejar los asuntos de la colectividad; el derecho privilegiado de esas élites a ocupar las posiciones de mando; la absoluta e indiscutible supremacía de Estado, encarnado en las élites, sobre el individuo; los principios inviolables de la disciplina, la autoridad y la jerarquía; la misión de sacrificio y heroísmo de las élites, inspirada en el heroísmo y la santidad; la actitud de renunciación a la comodidad y al bienestar, a cambio de vivir peligrosamente, en busca de la superación; la supeditación de los valores materiales de la vida a los del espíritu.5 El fascismo sentó las bases de un estado corporativo, orgullo de la derecha actual. Con base en el liberalismo individualista, la doctrina fascista consideraba a “la empresa privada el más efectivo y útil instrumento para los intereses de la nación”6. El fascismo también rechazó a los sindicatos como instrumento de lucha de los trabajadores contra la explotación de las empresas. Estas coincidencias permiten hacer un claro parangón entre el fascismo y la actual política neoliberal enarbolada por la derecha. Esa misma derecha que recupera cada vez más espacios en países como (sólo por mencionar algunos casos) Italia, Francia, Alemania, México y Colombia, intentando demostrar que la izquierda nunca llegó para quedarse y el fascismo no es cosa del pasado. La guerra psicológica 2 Sánchez Vázquez, Adolfo, Ética y política. FCE, México, 2007, p.15. Sánchez, Vázquez, Adolfo, Op. Cit., p.28. 4 Ibídem. p.23. 5 Montenegro, Walter (1956), Introducción a las doctrinas político-económicas, FCE, México, 1973, p.179. 6 Montenegro, Walter, Op. Cit., p.185. 3 Wilhelm Reich define al fascismo como “la expresión de la estructura irracional de los hombres masa”7, pues ésta política derechista impone sus ideas (como el odio racial en el caso alemán) por medio de estrategias de psicología de masas. Dichas estrategias llegan a conformar una guerra psicológica. Guerra psicológica, de acuerdo con uno de sus teóricos pioneros, Maurice Mégret, es un término que comienza a cuñarse después de la segunda guerra mundial8 (lo que no significa que anteriormente muchas de sus características no se ejecutaran). Dicha guerra, siguiendo al mismo autor, es una “lucha generalizada de las mentes”9, que se presenta inicialmente como sustituto de la violencia para después, con el uso de la propaganda, convertirse en multiplicador de la violencia sistematizada. La guerra psicológica puede instrumentarse sin necesidad de violencia física, basta una avalancha de desinformación para manipular a la opinión pública. Así se construyen los mitos del enemigo con nombre pero sin rostro (ayer el comunismo, hoy el terrorismo) y se invierte la premisa clásica de Clausewitz, haciendo de la política la continuación de la guerra por otros medios. Dos de esos medios son la propaganda y la agitación, el primer medio es un “armazón ideológico” y el segundo corresponde a una “técnica educativa de las masas e instrumento de la lucha política de clases”10. La guerra psicológica también se puede presentar como acompañamiento de una intervención militar, pues un conflicto armado es conducido tanto política como psicológicamente. El uso persuasivo de la propaganda, de acuerdo con Pastor Petit, obedece a cinco reglas: 1. Cuestión previa a toda persuasión psicológica por medio de la propaganda es la creación y orquestación de un coro de vehementes aplaudidores. 2. Los mensajes propagandísticos del adoctrinamiento político recurren a fértiles imágenes: paz, guerra, unidad, grandeza de la patria, necesidad de espacio vital, vengar ofensas del enemigo, combatir el hambre o la desvertebración nacional, resucitar el imperio, destruir los monstruos que asechan contra el país, combatir o preservar la religión, y en ocasiones se reavivan viejas inquinas y enemistades locales o fantasmas del pretérito. 3. La repetición constituye un principio de oro. 4. Los mensajes propagandísticos se centran en dos objetivos: alabanzas fogosas al líder –a él y a nadie más del régimen- y cantos y aureolas a su política. 7 Reich, Wilhelm, Psicología de masas del fascismo, Bruguera, España, 1980, p.20. Mégret, Maurice (1956), La guerra psicológica, Paidós, Buenos Aires, 1959, p.7. 9 Mégret, Maurice, Op. Cit., p.12. 10 Ibídem. p.30. 8 5. La propaganda del adoctrinamiento político repelará la oposición clandestina mediante la acción –sobre todo en artículos, conferencias y libros- encaminada a desvirtuar los hechos más palmarios, y hasta enmascarando la Historia; pero también calumniando, minimizando, subestimando incluso ridiculizando al enemigo.11 A éstas cinco reglas se agregan siete principios tácticos: 1) inteligente uso de la censura en los medios de comunicación, 2) masivo empleo de la propaganda en sus distintas vertientes, 3) adoctrinamiento general, 4) mitos y símbolos, 5) elecciones amañadas y controladas, 6) legislación tomada de etapas bélicas y 7) espionaje nacional-internacional. Con el fin de evitar cualquier sentimiento de culpa en la dirección de una guerra psicológica, se tribuye la culpa del conflicto al enemigo, interno o externo (por ejemplo otro estado o un movimiento social). Tal es el caso de la judicialización de la política, la cual consiste en criminalizar la protesta social y hacer de toda acción política un delito, como en el caso de persecución de los movimientos indígenas en América Latina mediante acciones tales como: “desplazamiento forzado, amenazas, acusaciones penales, homicidios, señalamientos, estigmatizaciones y allanamientos ilegales por parte de la fuerza pública; masacres, desapariciones forzadas, secuestros y confinamiento colectivo por parte de grupos armados ilegales e insurgentes; detenciones arbitrarias de sus líderes y autoridades tradicionales”12. Estados Unidos es quizás el país que más ha hecho uso de la guerra psicológica, esto mediante sus Operaciones Psicológicas (PSYOP). Las cuales parten de un conocimiento del perfil psicosocial del enemigo para dar paso a tres tipos de intervención: Tactical PSYOP, Strategic PSYOP y Cosolidation PSYOP13. Tactical PSYOP consiste en la localización de un grupo enemigo específico, para inducir en él la ejecución de alguna acción que afecte en un corto plazo la situación de la confrontación. Strategic PSYOP se presenta tras una campaña cuidadosamente planeada en contra de una audiencia mayor que la atacada por medio de Tactical PSYOP. Finalmente, Consolidation PSYOP tiene como misión la consolidación de las ganancias obtenidas por las dos anteriores operaciones, manteniendo la ley y el orden. Estados Unidos ha empleado las operaciones psicológicas en sus intervenciones bélicas, como en Vietnam, Corea, Panamá y recientemente en Afganistán e Irak. En todos esos casos, el gobierno norteamericano postula un enemigo, lo sataniza y lo ubica como principal amenaza 11 Petit, Pastor, La guerra psicológica en las dictaduras, Tangram, España, 1994, p.91. Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas, “Criminalización de las demandas de los pueblos indígenas” en: Memoria No. 227, México, Febrero de 2008, p.51. 13 Véase: Rouse, Ed, “Psychological Operations/Warfare” en: http://www.psywarrior.com/psyhist.html 12 para el mundo libre14. La misma estrategia se sigue actualmente en contra del gobierno de Hugo Chávez en Venezuela; ejemplificado esto con la incursión militar estadounidense-colombiana en una base de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ubicada en Ecuador. El gobierno norteamericano califica de terroristas a las FARC y acusa al mandatario venezolano, sin ninguna prueba, de brindarles apoyo y promover así el terrorismo15. EU ha hecho de la guerra un asunto de relaciones públicas, valiéndose de empresas de comunicación como Rendon Group16. Esta empresa trabaja para el Pentágono en la articulación de una guerra psicológica basada en estrategias mediáticas. No está de más recordar que los sistemas de comunicación de masas son un medio de control primigenio para la preservación de los intereses de los oligarcas económicos. Esos mismos intereses que defiende el fascismo del siglo XXI bajo una concepción guerrerista de la soberanía, entendiendo por ésta “el derecho otorgado a uno para amedrentar a los demás”17. Resistencia y liberación Para Étienne de la Boétie, “es una desgracia extrema estar sujeto a un amo del cual no se puede asegurar jamás que sea bueno puesto que, si así lo desea, siempre tiene la posibilidad de ser malvado; así como estar sujeto a varios amos, tantos como tantas veces se puede ser extremadamente desgraciado”18. Para este autor, los individuos desdeñan la libertad, pues sirven gustosos: “nacen siervos y son educados como tales”19. Cuatro siglos después, Paulo Freire propone un proceso de liberación de los oprimidos, como clase explotada, fundamentado en la concientización20. Si para Freire la libertad del oprimido puede basarse en una pedagogía concientizadora, Bernard Lonergan no tiene una opinión diferente, pues para él la libertad “surge de a captación inteligente, de la reflexión racional y de la voluntad”21. Esta perspectiva es opuesta al liberalismo de derecha, pues concibe a la libertad como responsabilidad racional y no como competencia salvaje. Tal postura fue 14 Véase: Samaniego, Fidel, “Se vive guerra psicológica” en: El Universal, México, 18 de octubre de 2001. Véase: Guerra Cabrera, Ángel, “Tambores de guerra yanquis contra América Latina” en: La Jornada, 27 de marzo de 2008. 16 Véase: a) Steinsleger, José, “Grupo Rendón: guerreros de la información I” en: La Jornada, México, 30 de julio de 2008. b) Steinsleger, José, “Grupo Rendón: guerreros de la información II” en: La Jornada, México, 6 de agosto de 2008. 17 Fornari, Franco, Psicoanálisis de la guerra, siglo veintiuno editores, México, 1972, p.55. 18 De la Boétie, Étienne (1553), Discurso de la servidumbre voluntaria, Sexto piso, México, 2003. 19 De la Boétie, Étienne, Op. Cit., p.33. 20 Freire, Paulo, Las iglesias, la educación y el proceso de liberación humana en la historia. Editorial la Aurora, Buenos Aires, 1974. pp.13-19. 21 Lonergan, Bernard, “Libertad y liberación” en: Lonergan, Bernard y Doran, Robert (Antología de textos), Libertad, Sociedad e Historia, Universidad Iberoamericana, México, 1995, p24. 15 retomada por la “teología de la liberación”22, es decir, por una teología basada en una reflexión crítica de la praxis a la luz de la fe. Es a finales de los años setenta cuando dicha teología se consolida en comunidades marginadas de América Latina, conformando Comunidades Eclesiales de Base, donde los miembros entraban en un proceso de mediación socioanalítica, hermenéutica y práctica, que les permitía ver, juzgar y actuar ante su realidad de opresión. Este ejemplo nos demuestra el carácter eminentemente político de los procesos de liberación, entendiendo a al política no como actividad exclusiva de las élites hegemónicas sino como herramienta socialmente útil. El proceso de liberación es inseparable a la resistencia. La globalización neoliberal trae consigo un fortalecimiento de la derecha, pero también permite diversas formas de organización y resistencias a la exclusión23. Dicha resistencia puede encontrar inéditas formas de lucha al hacer de la política (no estatal) un arma libertaria. Eugene Gogol nos presenta cuatro ejemplos latinoamericanos, significativos de esas luchas: 1. Los Zapatistas24: El Ejército Zapatista de Liberación Nacional ha logrado forjar un discurso basado en la dignidad, la identidad y la memoria en contra del silencio. Los zapatistas pugnan por un mundo donde quepan todos los mundos, ejercitando así una política fundada en el mandar obedeciendo y no en el dominio explotador. 2. Las luchas indígenas (Ecuador y Bolivia)25: Las luchas latinoamericanas por la liberación, en las últimas tres décadas, han tenido frecuentemente un origen indígena. En la insurrección ecuatoriana de 1999-2000 se demostró la viabilidad de una sociedad plurinacional dentro de los límites del capitalismo. Esta lucha es democrática, no en el sentido burgués del simple voto y la delegación del poder, sino en el sentido de la reciprocidad y la solidaridad. Así se forjó también la lucha indígena boliviana, desde el ascenso del Movimiento Katarista hasta el triunfo contundente de Evo Morales, cabeza visible de un movimiento democrático, liberador y con antecedentes de resistencia de largo plazo. 3. Madres de la Plaza de Mayo: “Las Madres” argentinas siguen teniendo un papel relevante en la resistencia, pues en los años de democracia formal su lucha se ahonda, basadas en 22 Véase: Legorreta Zepeda, José de Jesús, “Iglesia y movimientos sociales” en: Legorreta Zepeda, José de Jesús (comp.) La Iglesia Católica en el México de hoy, Universidad Iberoamericana, México, 2000. 23 Véase: Ventre, Marta, “La globalización y las nuevas formas de control social” en: Subjetividad y Cultura, No 18, México, agosto de 2002, pp.7-45 24 Gogol, Eugene, El concepto del otro en la liberación latinoamericana. La fusión del pensamiento filosófico emancipador y las revueltas sociales, Casa Juan Pablos, México, 2004, pp.221-249. 25 Gogol, Eugene, Op. Cit., pp.251-289. una nueva generación y un nuevo concepto de lo político, es decir, de la política hecha en el espacio público no estatal. 4. Movimiento de los Sin Tierra: El MST brasileño encabeza un proceso de liberación por medio de la apropiación de un modo de vida colectivo, un sistema de educción basado en el método del trabajo y el estudio, además del respeto a la diversidad de perspectivas en resistencia. La liberación del oprimido, desde la perspectiva de Dussel, parte de la fenomenología para llegar a la epifanía, es decir, inicia en el horizonte del mundo para arribar a la exterioridad metafísica (a poner en cuestión lo dado)26. El proceso de liberación se pone en marcha con la proximidad ante el rostro del oprimido, ese otro que clama justicia y provoca a la libertad. La acción liberadora es entonces un trabajo a favor del otro. Mediante la liberación se construye una nueva formación social, un nuevo orden más justo. La derecha en México México tiene una fuerte carga histórica de grupos derechistas católicos, liberales y ultras. El sinarquismo y el movimiento cristero en los años 30s y 20s del siglo pasado son un antecedente de los grupos de derecha que, aún hoy en día, aspiran con convertir a México en una dictadura de dios en la tierra; sobre todo desde su renovada fuerza ante la canonización de mártires cristeros por parte del papa anticomunista Juan Pablo II. La derecha mexicana ha tratado de conciliar su conservadurismo católico con su ambicioso pragmatismo liberal. Ejemplo de esto es la estrecha relación que guardan grupos empresariales con organizaciones religiosas. La derecha mexicana, como señala Monsivais27, resiente dos derrotas históricas: la Reforma juarista y la Revolución; movimientos con aristas anticlericales y de liberación. Se trata de grandes derrotas para una derecha caracterizada precisamente por su religiosidad y oposición a la liberación, ejerciendo la dominación como estrategia sistemática. Desde esa posición, los grupos dominantes de derecha, por ejemplo, controlan la mayor parte de la alta dirección en el gobierno con egresados de universidades privadas vinculadas a los grupos empresariales y religiosos, además de promover posturas genocidas e intolerantes, como en el caso de su oposición a la interrupción legal del embarazo 26 Véase: Dussel, Enrique, Filosofía de la liberación, Editorial Edicol, México, 1977, p.25. Monsivais, Carlos, “No estamos en contra de la libertades sino de su ejercicio. Sobre la derecha en México” en: Letra S, Suplemento de La Jornada, 2 de diciembre de 1999. 27 bajo cualquier causal y al uso del condón como método anticonceptivo y de protección ante enfermedades de transmisión sexual, incluida la pandemia del SIDA. Vicente Fox, el primer presidente de la República emanado de la filas del derechista Partido Acción Nacional (PAN), llevó su religiosidad al grado de hacer poco claros los límites del estado laico28. Por ejemplo, Fox empleó a la virgen de Guadalupe como estandarte en su campaña electoral y ya como presidente electo acudió a la Basílica para “agradecer” su triunfo; excediéndose aún más con la introducción de un crucifijo en su toma de posesión y con el beso al anillo papal ya como presidente. Fox representó el ideal católico de la antigua sociedad tradicional, es decir, la instauración del orden social-cristiano. Esto en conjunción al modelo neoliberal, configuró un gobierno fundamentado en la libertad económica individual, el espíritu empresarial y la apología de la privatización de las funciones estatales. La derecha mexicana concentrada, por simpatía o militancia, principalmente en el PAN, exacerbó su intolerancia y falta de ética al emprender una campaña de linchamiento legaloide y mediático en contra de Andrés Manuel López Obrador, quién primero, como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, fue sometido a un proceso de desafuero con el objetivo de sacarlo de la carrera presidencial hacia el 2006 y, posteriormente, como candidato presidencial, fue calificado como “un peligro para México” a través de una campaña negativa de perfil fascista. Estos eventos pusieron al descubierto, como lo señala Álvaro Delgado, las discrepancias entre la predica y la práctica de un partido con discursividad demócrata-cristiana y con un pragmatismo propio de la política amoral del fascismo29. Muestra de ello fue el apoyo de José María Aznar, uno de los principales líderes del fascismo del siglo XXI, a la candidatura presidencial de Felipe de Jesús Calderón. Las alianzas con grupos neofascistas jugaron un papel importante en la campaña presidencial panista de 2006, como aquella con el Centro de Liderazgo y Derechos Humanos (Celiderh), que financió el promocional que comparaba a López Obrador con Hugo Chávez; además de la histórica relación con las organizaciones derechistas-radicales Comité Nacional Provida y la Unión Nacional de Padres de Familia. Tales juegos de poder ejemplifican claramente la relación del panismo con los grupos religiosos hegemónicos y con un empresariado dispuesto a todo con el fin de preservar sus privilegios. El Consejo Mexicano de Hombres de Negocios y el Consejo Coordinador Empresarial son dos ejemplos para comprobar que el PAN es una auténtica “trinchera del capitalismo”30. 28 Véase: Blancarte, Roberto, Entre la fe y el poder, Grijalbo, México, 2004. Véase: Delgado, Álvaro, El engaño. Prédica y práctica del PAN, Grijalbo, México, 2007. 30 Delgado, Álvaro, Op. Cit., pp.191- 202. 29 Televisa, Televisión Azteca y los grandes grupos radiofónicos son otros aliados significativos de la derecha mexicana, tal como lo demostraron con su parcialidad en la elección presidencial de 2006. Aquél proceso electoral donde el mismo presidente de la República hizo campaña a favor del candidato de su partido y Elba Esther Gordillo, representante destacada de la mafia sindical, contribuyó con maniobras políticas que favorecieron al candidato derechista. Un candidato de manos sucias, quien no tuvo reparo en emplear programas sociales con fines electorales31, ni en declarar con descaro, posteriormente a su cuestionado triunfo, que su victoria fue “haiga sido como haiga sido”. La corriente radical de la derecha mexicana, tal como lo destacó Álvaro Delgado en un trabajo que le valió el Premio Nacional de Periodismo, se concentra en la Organización Nacional del Yunque32; grupo ultracatólico que en 1961 conformó el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), antecesor del Frente Universitario Anticomunista (FUA) fundado en Puebla en 1955. Hoy en día, ésta organización también cuanta con fachadas de tipología fascistas, como el caso de la asociación Mejor Sociedad-Mejor Gobierno, presidida por Guillermo Velasco Arzac, dirigente histórico de la ultraderecha mexicana y quién recientemente financiara la transmisión de un spot que comparaba a Andrés Manuel López Obrador con Pinochet, Hitler, Huerta y Mussolini; además de denunciar ante la Procuraduría General de la República a los estudiantes mexicanos que acudieron al segundo congreso de la Coordinadora Continental Bolivariana, de los cuales algunos fueron asesinados en las incursión militar de Colombia al campamento de las FARC en Ecuador. Los ideólogos de la derecha mexicana, como bien señala John Ackerman, “privilegian la estabilidad y el orden por encima de la justicia y la participación social”33. Dichos ideólogos, también reconocidos como intelectuales oficialistas o prosistémicos, promueven la derechización de los partidos políticos mexicanos, no sólo del PAN, sino también de un nuevo Partido Revolucionario Institucional (PRI) socialdemócrata y de un Partido de la Revolución Democrática dominando por una corriente de izquierda colaboracionista, pacífica y dialogante con los intereses hegemónicos. No obstante, es con las dos últimas administraciones panistas en el gobierno federal, que la derecha mexicana adquiere incluso una trascendencia internacional. El expresidente Fox, por ejemplo, es copresidente de la Internacional Demócrata de Centro (antes Internacional Demócrata y Cristina) y el expresidente del PAN, Manuel Espino, ocupa la presidencia de Organización Demócrata Cristiana de América. Además es notable la labor de la derecha en México, en alianza con grupos afines en Estados Unidos y Colombia, respecto a la lucha política en contra de gobiernos progresistas en el continente, 31 Véase: Reveles, José, Las manos sucias del PAN. Historia de un atraco multimillonario a los más pobres, Planeta, México, 2006. 32 Véase: Delgado, Álvaro, El Yunque. La ultraderecha en el poder, 2da reimpresión, De Bolsillo, México, 2006. 33 Ackerman, John, “Fascismo” en: La Jornada, 21 de abril de 2008. tales como Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y aún gobiernos de izquierda moderada-reformista como los de Brasil y Argentina. La guerra psicológica de la derecha mexicana La derecha mexicana ha empleado estrategias de guerra psicológica con el fin de abatir las disidencias a su hegemonía. Dicha guerra psicológica se abre terreo gracias a un coro de ideólogos, quienes principalmente desde los medios de comunicación dominados por los grupos de poder, aplauden las acciones del neofascismo. Esto se hace bajo un propagandismo con fines de adoctrinamiento, enfatizando en figuras retóricas como el estado de derecho, la paz, las instituciones, la ley y el orden. Así, por ejemplo, la derecha y su coro de aplaudidores lamentaron la toma de tribuna por parte de una fracción parlamentaria, lo cuál permitió abrir un debate en torno a la reforma petrolera, evitando así un albazo legislativo. Ese uso de la propaganda también se exacerbó con lo que Monsivais llamó “una orgía de venganza pueril”34: el spot donde se comparaba al ex candidato presidencial perredista con dictadores fascistas, aunque no con Francisco Franco, líder ideológico de la derecha mexicana. El discurso del poder hegemónico llega a calificar de enemigos de la democracia y la libertad a todas aquellas voces ajenas a la ideología dominante. Esto se intensifica con una transposición de los errores propios en el adversario, en este caso las diversas vertientes de izquierda, que son calificadas de violentas e intransigentes al no incorporarse al juego de las simulaciones de una democracia procedimental fundamentada en la rotación de élites mediante una vía electoral siempre dudosa en su perfectibilidad. También se reconoce, en ésta imposición de la hegemonía derechista, la desfiguración de los hechos, pues ante el lente de los medios oligárquicos, cualquier insurrección social en pro de la libertad y la justicia es calificada como una amenaza grave: un peligro para México. Aparte de exagerar la peligrosidad del adversario, la derecha aplica el principio del silencio ante voces de reclamo que, al no ser trasmitidas por medios de alcance masivo, forman parte de un México ajeno a la realidad teledirigida, víctima de la censura. Hoy en día, aún existe una política represiva del estado en contra de la disidencia; las desapariciones forzadas, torturas, violaciones sexuales y detenciones arbitrarias no son temas de un extinto pasado autoritario, tal como promocionan los creyentes en la transición. Se estima que entre 1992 y noviembre de 2007 se reportaron 155 personas víctimas de desaparición forzada; de inicios de la década de los 90 a finales de 2007, 1 718 detenciones ilegales, teniendo ya 1 480 presos políticos 34 Várgas, Á.; Camacho, F.; Jiménez, A. y Montaño, E., “<Estúpida y vergonzante> nueva campaña de odio contra AMLO” en: La Jornada, 19 de abril de 2008. liberados pero aún 238 en prisión; además, durante el primer año de gobierno de Felipe de Jesús Calderón, fueron encarcelados 267 luchadores sociales, mientras que durante todo el periodo de Fox la cifra fue de 61435. La fuerza represiva del estado mexicano se presentó ante el movimiento social encabezado por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). El conflicto entre el grupo disidente-pacífico y la violencia física y psicológica del estado se desató desde el desalojó que sufrieron profesores y organizaciones sociales el 14 de junio de 2006. Esto detono una embestida mediática que calificó a los miembros de la APPO de bándalos desestabilizadores y la fuerza represiva del gobierno federal y estatal, que resultó en 23 asesinatos y más de 400 detenidos. Mientras en los medios de difusión oligárquicos se lanzaban llamados a la paz y a la permanencia del gobernador Ulises Ruiz Ortiz en el cargo, el pueblo oaxaqueño organizado era víctima en una de las batallas de la guerra encabezada por la hegemonía mexicana. Igualmente víctima ya lo había sido el pueblo de San Salvador Atenco ante la brutal represión de los días 3 y 4 de mayo de 2006; días en que más de 3 mil 500 elementos de las fuerzas represivas del estado arrestaron ilegalmente a mas de 200 personas (entre ellas nueve menores de edad), las cales fueron golpeadas, torturada e incluso 47 mujeres de este grupo sufrieron abusos sexuales36. Los militantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra que aún siguen presos en el penal del Molino de las Flores y en el penal de alta seguridad de Almoloya, son tratados y juzgados como secuestradores y miembros de la delincuencia organizada, recibiendo así penas máximas como en el caso de los líderes Ignacio del Valle, Felipe Álvarez y Héctor Galindo. Mientras tanto, el oficialismo disfraza sus abusos con el manto del imperio de la ley y el estado de derecho, equiparando la protesta social con la delincuencia organizada, consolidando así un escenario de miedo y control social desencadenante de la barbarie represiva; esa misma que, sólo por mencionar otro par de casos, se presentó en Cananea (cobrando un saldo de 40 heridos y cinco desaparecidos en un enfrentamiento entre trabajadores y elementos de las fuerzas represivas) y en el puerto Lázaro Cárdenas (resultando aquella vez dos mineros muertos). Los abusos perpetrados por los elementos de las fuerzas represivas del estado son legitimados bajo el discurso de la guerra contra la delincuencia organizada, una estrategia de populismo punitivo que tiene como objetivo la desnaturalización del derecho penal; esto mediante la creación de miedo e 35 Olivares, Emir “Tortura, desapariciones y agresiones sexuales, comunes contra disidentes” en: La Jornada, 25 de enero de 2008. 36 Véase: Instituto para la Seguridad y la Demoracia AC y Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez AC, De Atenco a la reforma policial democrática. Una mirada propositiva en clave de reforma policial democrática y derechos humanos, México, 2006. inseguridad en las personas para que estas legitimen las arbitrariedades estatales37. Así, la derecha mexicana en el poder, judicialaza los conflictos sociales y antepone la violencia al diálogo, violando los derechos humanos y legitimando sus acciones bajo estrategias de control social. Actualmente, la estrategia más importante de legitimación de la mano dura gubernamental lo es la llamada guerra contra el narcotráfico, basada en las viejas estrategias de guerra psicológica de la construcción del miedo y la fabricación de nuevos enemigos. Bajo esta estrategia se ha instrumentado la militarización del país, con elementos castrenses cumpliendo funciones de seguridad pública y además inmunes a la justicia, pues sus abusos son juzgados, si es que lo son, por los propios tribunales militares. Esta guerra ha costado la muerte de más de 500 policías y militares y 4 mil personas como consecuencia de enfrentamientos o ejecuciones38. Mientras el estado genera tal violencia, sus acciones de guerra psicológica intentan ganar legitimidad mediante el engaño y la manipulación, haciendo creer que el camino de la mano dura es el único y necesario. Prospectivas de resistencia y liberación Para hacer frente a los ataques de guerra psicológica orquestados por la derecha mexicana, es importante consolidar un nacionalismo no chovinista sino defensor de la soberanía nacional, sobre todo ante el entreguismo del gobierno actual. Ese sería un gran paso en la lucha contra la militarización y la represión, pues de esa forma se manifestaría el rechazo, por ejemplo, al Plan Puebla Panamá, la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) y la Iniciativa Mérida, acuerdos afines a la subordinación de México respecto a los intereses estadounidenses y a la violación sistemática de los derechos humanos. Resulta también importante la denuncia de la crisis civilizatoria desatada por el modelo neoliberal, exigiendo su fin y proponiendo alternativas que busquen una mejor distribución de la riqueza. La denuncia de los daños provocados por el neoliberalismo salvaje, tales como la concentración de la riqueza en unas cuantas manos y los contratos de compraventa de México firmados con las privatizaciones de empresas paraestatales, será un contrapeso a la propaganda oficialista que promueve al liberalismo económico como la única opción válida. Si bien es cierto que el poder de los medios de propaganda de la hegemonía mexicana puede manipular masivamente las conciencias no críticas, no puede olvidarse que existen medios de 37 38 Véase: Concha, Miguel, “Desnaturalización del derecho penal” en: La Jornada, 22 de marzo de 2008. Negroponte, J., “Guerra psicológica” en: El Siglo de Durango, México, 4 de junio de 2008. comunicación alternativos que deberán ser promovidos para romper el cerco informativo y hacer de la comunicación una característica fundamental de la movilización social. No debe olvidarse que tan sólo en los últimos 7 años, se ha reportado el asesinato y desaparición de 41 periodistas, profesionales, casi todos, ajenos a los medios voceros de la desinformación. La resistencia ante la embestida psicológica de la derecha debe complementarse con procesos de liberación, iniciando desde la educación popular y el fortalecimiento de las universidades públicas, puntos concéntricos del pensamiento crítico y solidario. Esto servirá también de contrapeso a la intentona oficialista de privatizar la educación y promover la competencia salvaje. El proceso de liberación también debe acompañarse de una apropiación del espacio público, el rescate de la soberanía alimentaria y energética, el respeto a la autonomía, la promoción de la participación política de grupos otrora silenciados, como indígenas y mujeres; además de la instrumentación de esquemas de economía solidaria. La orquestación de estos elementos puede ser tan poderosa que su impacto social sea mayor que cualquier impacto mediático oficialista. La derecha mexicana ostenta el poder y lo legitima por medio de sus voceros en los medios, no obstante, tales huestes de ideólogos podrían ser desenmascarados si la intelectualidad de izquierda forma un verdadero frente antifascista que, con la fuerza de la razón, deshaga cada una de las mentiras de los repetidores del discurso demoliberal. Un verdadero contrapeso a los voceros ideológicos de la derecha no se limita a un simple intercambio epistemológico en medios impresos, sino a un posicionamiento de las posturas antagónicas ante la luz pública. Ejemplo destacado de esta alternativa lo fue el foro sobre la reforma energética que se dio en el Senado, donde todas y cada una de las mentiras del oficialismo privatizador fueron echadas abajo por intelectuales y expertos comprometidos con una causa unificada. México requiere no sólo de experimentos aislados de unificación (dentro de la diferencia) de la intelectualidad de izquierda, sino de una alianza permanente en contra de la mentira y la manipulación de la derecha y sus propagandistas. La vía institucional ha sido secuestrada por las fuerzas derechistas, sin embargo, la ruta de la izquierda social es aún una alternativa para el arribo a la justicia social. La derecha domina y promueve una democracia procedimental que le permite rotar a sus representantes de manera periódica, sin embargo, a esa imposición se puede contraponer una democracia sustantiva más allá de la electoral, es decir, una democracia construida con la participación política de la sociedad y no con la delegación pasiva. La sociedad civil, instituida o no, puede apropiase del espacio público no estatal, es decir, de aquella esfera de oportunidades políticas para el cambio de las condiciones del mercado y del propio estado. Cabe destacar que en la actualidad las formas de lucha social se ubican en un nuevo espectro de la política, ajeno éste a la formalidad de la democracia liberal y cercano a la práctica de la política como un instrumento social. La política no debe ser un rasgo único de las instituciones estatales y sus representantes, sino también una opción para una red de luchas sociales convergentes que lleven sus demandas al terreno de lo público. Es urgente la exigencia de una ley de amnistía que libere a todos los presos políticos del país y llame a cuentas a todos los miembros de la delincuencia política organizada, por ejemplo, los responsables directos de la represión en Atenco y Oaxaca. Con esto se daría un paso importante para la desarticulación de la política de criminalización de la lucha social. Como acción inmediata y acorde a la coyuntura, no debe caerse en el juego de la guerra contra el narcotráfico y, en su lugar, debe promoverse un tránsito de la seguridad pública punitiva hacia la seguridad ciudadana preventiva, basada ésta en la participación social, incluida la protesta. No está de más señalar que la protesta social es un derecho y la represión un delito. La guerra psicológica de la derecha mexicana podrá dominar los medios masivos, pero no la conciencia social de sujetos solidarios y críticos ante la lluvia de mentiras. Comentario final La derecha mexicana ha asaltado el poder pero no ha monopolizado aún la acción política, pues ésta es aún una alternativa de lucha social. La guerra psicológica que los grupos hegemónicos dirigen en contra de la sociedad dominada, hará agua en el momento que la sociedad oprimida entre en un proceso de resistencia y liberación, rompiendo así las cadenas forjadas por la derecha dominante. Tal proceso será posible sólo si se define claramente qué es la derecha, quienes la conforman, cuáles son sus fines y de qué medios se valen para alcanzarlos. Éste ensayo ha pretendido ser un aporte para la identificación del opresor y sus ataques psicológicos, además de una propuesta de lucha pacíficaracional ante tales embates. Bibliografía Ackerman, John, “Fascismo” en: La Jornada, 21 de abril de 2008. Blancarte, Roberto, Entre la fe y el poder, Grijalbo, México, 2004. Concha, Miguel, “Desnaturalización del derecho penal” en: La Jornada, 22 de marzo de 2008. Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas, “Criminalización de las demandas de los pueblos indígenas” en: Memoria No. 227, México, Febrero de 2008, p.51. De la Boétie, Étienne (1553), Discurso de la servidumbre voluntaria, Sexto piso, México, 2003. Delgado, Álvaro, El Yunque. La ultraderecha en el poder, 2da reimpresión, De Bolsillo, México, 2006. Delgado, Álvaro, El engaño. 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