Comentario sobre la resolución del Comité de Competición de la

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COMENTARIO SOBRE LA RESOLUCION DEL COMITÉ DE
COMPETICION DE LA RFEF RELATIVA A LA
SANCION AL
FUTBOLISTA DEL SEVILLA FC SAD S. N. EXPULSADO DURANTE
EL ENCUENTRO DISPUTADO CONTRA LA UD ALMERIA SAD.
( Alberto Alonso Gutiérrez – Asesor Jurídico de la F.F.M )
El día 15 de mayo de 2010, se celebró el partido correspondiente al
Campeonato Nacional Liga de Primera División, disputado entre los equipos de
la UD Almería SAD y el Sevilla FC SAD, actuando en el mismo un trío arbitral
adscrito al Comité de Madrid (Sr. R. P como árbitro principal y Srs. Y.J y A.M
como árbitros asistentes).
El árbitro del partido redactó en el apartado 1.B del acta
EXPULSIONES:
“Sevilla FC SAD: en el minuto 65 el jugador (x) Sr. N. fue expulsado
por el siguiente motivo: dirigirse al árbitro asistente nº 1 en los siguientes
términos :¡ me cago en tu puta madre”¡
El día 18 de igual mes y año el Comité de Competición dicta resolución
en la que expresa literalmente, los siguientes Fundamentos Jurídicos:
Primero.- Se han recibido y examinado por este Comité las alegaciones
del club en las que se insta, como pretensión principal, la consideración de que
la acción es incardinable en el artículo 111.1 c) del Código Disciplinario de la
RFEF, en cuanto constitutivo de un acto de desconsideración hacia el primer
asistente, al que se dirigen las reprochables expresiones del jugador, que
argumenta su falta de intencionalidad y como causa de justificación el contexto
en el que se producen las expresiones en el último partido de la temporada.
Segundo.- Apreciando el conjunto de razones y circunstancias
concurrentes, acorde con el principio de proporcionalidad como rector
necesario del Derecho sancionador, tal como reclama la jurisprudencia
constitucional y ordinaria, el Comité acuerda que la acción es incardinable en el
artículo 111.1.c) del Código Disciplinario y en consecuencia la sanción
procedente es la de amonestación.
Deseo manifestar que cuando escuche en los medios de comunicación
la decisión adoptada por el Comité de Competición no daba crédito a lo que
oía, me quedé perplejo porque no alcanzaba a comprender como una ofensa
de tal naturaleza dirigida a uno de los componentes del trío arbitral (máxima
autoridad del partido) podía ser objeto de calificación por el órgano sancionador
como acción encuadrable en el artículo 111.1.c) del Código Disciplinario de la
RFEF, esto es, “amonestación por formular observaciones o reparos al árbitro
principal, a los asistentes o al cuarto”.
En el orden penal constituye una doctrina ya reiterada que para la
existencia de falta/delito de injurias, cuyo bien protegido lo constituye el honor
inherente a la dignidad de la persona, se requiere la concurrencia de dos
elementos fundamentales: uno objetivo, constituido por actos o expresiones
que tengan en sí la suficiente potencia para lesionar la dignidad de la persona,
menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación.
El elemento subjetivo del injusto en la injuria lo constituye lo que se ha
venido denominando “animus injuriandi”, que como dolo específico de esta
infracción penal, eminentemente tendencial, implica la intención de causar un
ataque a la dignidad personal, de menoscabar la fama de la persona o atentar
contra su propia estima. La jurisprudencia ha venido admitiendo la presunción
“iuris tantum” del referido ánimo cuando las frases empleadas evidencian y
revisten en si mismas trascendencia difamatoria; de modo que ciertas
expresiones son de tal modo insultantes o difamantes que el ánimo de injuriar
se encuentra ínsito en ellos.
La expresión “me cago en tu puta madre” es evidente que ostenta, por
sí, una virtualidad ofensiva suficiente para lesionar la dignidad de cualquier
persona, faltando al mínimo respeto del que es merecedor cualquier persona
en atención a su dignidad personal.
En mi opinión, la frase proferida por el jugador Sr. N. hacia el árbitro
asistente nº 1, en ningún caso puede ser considerada como una observación al
mismo y para incardinarlo el Comité de Competición en el precitado artículo
111.1.c) del Código Disciplinario, resulta evidente que admite la alegación del
Sevilla FC SAD basada en la falta de intencionalidad del jugador, y como causa
de justificación, el contexto en que se producen la expresión.
Me pregunto, que decisión adoptarían las autoridades académicas
competentes en el expediente disciplinario incoado contra el alumno que en un
examen oral, cuando el alumno finaliza su intervención y el docente le indica
que su nota es suspenso, este le espeta, “me cago en tu puta madre”.
O bien, que medida correctora se impondría en el supuesto que en la
vista de juicio oral, en la que el Magistrado-Juez dicta sentencia “in voce” en
sala, el acusado al escuchar la misma como no resulta de su complacencia, le
dice al Magistrado “me cago en tu puta madre”.
En ambos casos, en que contexto se encuadraría las expresiones
producidas.
Parece evidente que el jugador ha utilizado una expresión
inequívocamente insultante e innecesaria y formalmente vejatoria. En cualquier
contexto, excede de cualquier comentario a la posible actuación técnica que
haya podido ser adoptada por el arbitro asistente nº 1 suponiendo un daño
injustificado a la dignidad del árbitro asistente que además, no solo puede
inferirse su sentido de ofensa o de vilipendio, sino que además pone de
manifiesto la entidad de ataque, pues rebasa con creces el lindero de los
comentarios que se producen a lo largo del partido entre todos los participantes
en el juego. De ninguna manera cabe admitir que por la actividad que el trío
arbitral desarrolla durante el partido, deba soportar cualquier ofensa de
cualquier índole que se dirijan frente al mismo, siendo evidente que, si bien la
condición de director de la contienda o supervisor del cumplimiento de las
reglas del juego durante el partido, puede determinar la obligación de soportar
ciertas críticas de las aficiones o seguidores de los equipos a la labor realizada,
pero, en ningún caso, se deban rebasar dichos límites, y menos que tengan
que soportar de los intervinientes en el mismo expresiones evidentemente
injuriosas y ofensivas como la dirigida por el jugador Sr. N al árbitro asistente
nº 1 “.
Por otra parte, señalar que la infracción de desconsideración hacia el
árbitro, como se invocó por el Sevilla FC SAD en las alegaciones al acta del
partido, tal tipo de infracción no se contempla directamente en el Código
Disciplinario de la RFEF, si bien en su artículo 106, recoge como infracción los
comportamientos y actos de menosprecio o desconsideración a una persona
en relación con su origen racial o étnico, su religión, discapacidad, etc.
El Comité de Competición tenía una salida fácil a la cuestión planteada,
el artículo 114.1 del citado Ordenamiento es contundente al especificar que
cuando un jugador cometa una falta y con ello determine su expulsión directa
del terreno de juego, será sancionado con suspensión durante un partido, salvo
que el hecho fuere constitutivo de infracción de mayor gravedad.
En mi opinión, los términos en que se dirige el futbolista al árbitro
asistente nº 1 son claramente calificables de insulto u ofensa verbal a un
componente del trío arbitral y tal infracción que se encuentra recogida en el
artículo 94 del citado Ordenamiento, lleva aparejada una sanción de cuatro a
doce partidos.
En otro orden de cosas y a modo de reflexión diré, que el ejercicio del
arbitraje deportivo constituye por definición, una función técnica dentro del
deporte, en tanto reconoce su razón de ser en la aplicación de las reglas del
juego que constituyen el deporte de que se trate. Supone un elemento
consustancial e imprescindible tanto para la consecución del régimen de
garantías de los intervinientes en el desarrollo de los partidos, encuentros o
pruebas en cuanto al orden y ajuste a las reglas o normas que rigen ese
deporte y que debe prevalecer en el desarrollo de los mismos.
El compromiso de la organización arbitral con el buen funcionamiento
que debe regir las competiciones, hoy mas que nunca puede apreciarse desde
una doble perspectiva:
a)
Desde la óptica del Comité Técnico de Arbitros como órgano
federativo que organiza y gestiona, a través de los Comités
b)
territoriales, la captación, formación y titulación de los árbitros
que garantiza su buen funcionamiento y su continuidad y, en
definitiva, la calidad y preparación de los componentes del
colectivo arbitral para su intervención en los encuentros que
les sean designados.
Desde la perspectiva del propio árbitro, de cada uno de los
miles de árbitros que actualmente desempeñan su labor en los
Comités territoriales o a disposición del propio Comité Técnico
de la RFEF, sobre cuyas espaldas recae una parte importante
del peso del sistema competicional que se constituyen en la
autentica piedra angular del mismo y que con su trabajo y
dedicación hacen posible el desarrollo de miles de partidos en
todo el territorio nacional.
En definitiva, es un deber de quienes, de una u otra forma
guardan relación con el mundo federado poner en valor la figura del
árbitro en sus justos términos, sin incurrir en autocomplacencia ni
tampoco omitir la autocrítica en lo que sea necesario, pero, en todo
caso, con reconocimiento al gran servicio que el colectivo arbitral presta
al mundo del deporte. A nadie se escapa que es una figura, en no pocas
ocasiones injustificadamente tratada y sobre la que afloran tópicos y
perjuicios, que nada o poco tienen que ver con la realidad.
Fomentemos el respeto hacia dicho colectivo para que puedan
ejercer adecuadamente su labor que ello redundará en un mejor
desarrollo de la competición. Desde el ente federativo debemos reiterar
la vocación de colaborar activamente en esa recuperación del respeto a
la legitimidad institucional arbitral, tan necesaria para seguir avanzando
desde la responsabilidad, la cordura y el sentimiento común, pero ello
exige también la misma actitud por parte de todos los actores que
intervienen en el mundo federado del que los órganos disciplinarios
también forman parte.
Por último, señalar que resulta gratificante observar que en la votación
del Comité de Competición hubo un voto discrepante y además debo indicar
que afortunadamente la casi totalidad de los acreditados juristas que
conforman los órganos disciplinarios de la RFEF no comparten el criterio que,
en este supuesto, ha mantenido el Comité de Competición.
Debemos pues esperar, a ver que criterio va a mantener de futuro dicho
Comité en sucesos análogos al ahora planteado, pues entiendo que la
“autoridad” del árbitro no puede quedar maltrecha como en esta ocasión ha
ocurrido.
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