para los refugiados

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S E R V I C I O
JE SUITA
A
REFUGIADOS
NO 5 1
integración local
y hospitalidad
para los refugiados
de Papúa Occidental
El P. General Adolfo Nicolás SJ habla sobre la hospitalidad
60 aniversario de la Convención de la ONU para los Refugiados
Chad
Etiopía
Educación: Afganistán
acompañar | servir | defender
S E R V I C I O J E S U I TA A R E F U G I A D O S - N Ú M E R O 5 1
en esta edición
Servir es una publicación gratuita del
Servicio Jesuita a Refugiados (JRS),
que sale tres veces al año en inglés,
español, francés e italiano..
Editorial
03
Afganistán
Alimentando la esperanza
para un mañana mejor 04
Chad
Educación: en el corazón de la esperanza
06
Etiopía
Reconstruyendo vidas
09
Papúa Nueva Guinea
Las lentas olas del cambio
11
MARZO DE 2011
acompañar
servir
F O T O D E P O R TA D A
Refugiados de Papúa Occidental
(JRS Internacional)
DIREC TOR
Peter Balleis SJ
defender
EDITORA
Danielle Vella
Universal
La Convención de la ONU para los refugiados:
¿sigue siendo válida?
15
DISEÑADOR
Malcolm Bonello
reflexión
El Jesuit Refugee Service es una
organización católica internacional
creada en 1980 por el P. Pedro Arrupe
SJ. Su misión es acompañar, servir y
defender la causa de los desplazados
forzosos.
La hospitalidad alienta la reconciliación
18
Llamamiento (contraportada)
Jesuit Refugee Service
Borgo S. Spirito 4, 00193 Rome, Italia
TEL: +39 06 6897 7465
FAX: +39 06 6897 7461
[email protected]
www.jrs.net
02
acrónimos
Estos son los utilizados en esta edición
ACNUR Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados
ONG Organización No Gubernamental
PNG Papúa Nueva Guinea
editorial
Hospitalidad: 60 años de la
Convención de Ginebra
“M
e pregunto cómo el JRS podría defender y promover
de una manera más activa el valor del Evangelio de
la hospitalidad en este mundo de fronteras cerradas
y de creciente hostilidad hacia los extranjeros.” El P. General, Adolfo
Nicolás SJ, planteó esta pregunta al JRS con motivo del 30 aniversario
de la organización, en un contexto de cierre de fronteras a los
refugiados y solicitantes de asilo, cuando la Convención de 1951 de la
ONU para los refugiados ya no está garantizada. El derecho de asilo se
ha erosionado en esos mismos países que, hace 60 años, aprendieron
una lección dolorosa: que las personas perseguidas por motivos de
raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social o por sus
opiniones políticas necesitan protección.
Acompañando a los refugiados y solicitantes de asilo – incluidos
los detenidos – defendiendo sus derechos mediante, entre otras
cosas, servicios legales y amplias campañas de advocacy, hacemos
de la Convención de Ginebra y otros tratados internacionales la base
de nuestras acciones, usando la definición más amplia, dada por la
Iglesia, de los refugiados de facto. Para el JRS, las leyes internacionales
son una expresión del profundo valor del Evangelio de la hospitalidad,
que abraza al extranjero “simplemente porque – como dijo el P.
General – es un ser humano que merece ser acogido y respetado.”
Podemos acogerle a largo plazo integrándole en la comunidad de
acogida o reasentándole. Papúa Nueva Guinea comenzó a recibir gente
de Papúa Occidental hace más de 25 años. Muchos encontraron un
nuevo hogar allí, pero conseguir un estatuto permanente tarda. Otros
refugiados en el mundo se benefician de soluciones duraderas como
la integración local. Y nuestra experiencia nos dice que muchos más
podrían hacerlo.
La integración local fue la respuesta al drama de los refugiados tras
la II Guerra Mundial. En 1945-46, millones de alemanes huyeron de
las fuerzas comunistas o se vieron desplazados por la fuerza por los
regímenes prosoviéticos del Este de Europa. Necesitaban protección,
comida, alimentos. Los aliados distribuyeron a los refugiados en
aldeas rurales en Alemania Occidental. Mis padres, recién casados,
alojaron a tres parejas en su pequeña granja de Bavaria durante seis
años. Mi padre y mi madre, mis hermanos y hermanas mayores,
compartieron con ellos comida, vivienda y trabajo. Su amistad duró
toda la vida y la hospitalidad fue una bendición para nuestra familia
y para el país, porque los refugiados contribuyeron enormemente a la
reconstrucción de Alemania. La hospitalidad y la integración son una
bendición para todos.
Peter Balleis SJ
Director Internacional del JRS
03
acompañar
Afganistán
Deseosos de una plaza en el programa de formación intensiva de invierno del JRS, los estudiantes están absortos en responder el test de
acceso. El techo de su aula es el cielo de Daikundi. (Taqi Delsoz)
alimentando la esperanza
para un
Stan Fernandes SJ, director del
JRS en Afganistán, describe las
tareas estratégicas de su equipo
de jesuitas del sur de Asia para
colaborar en el futuro de este
volátil país mediante la educación
y el acompañamiento a los
refugiados.
04
mañana mejor
La joven Faranhaz comparte su
profundo deseo de paz en un
encuentro de estudiantes de nuestro
programa de Acceso al Inglés en
Herat: “Estoy cansada de esta
situación. Quiero vivir tranquila,
segura, y creo que algún día todos
los afganos se unirán para seguir la
senda de la paz y del conocimiento.”
Cree que es la juventud quien
debe liderar la reconstrucción del
país, levantar el Afganistán de sus
sueños.
Con un legado de décadas de
conflicto, la esperanza de que
Afganistán pueda alcanzar la
estabilidad parece un sueño lejano.
Pero los seis millones de niños de
este país, que a veces caminan
millas para llegar a la escuela,
mantienen la promesa de un futuro
mejor. Para estos niños, sin escuela
durante años, la educación es su
sueño y la llave para la paz y un
desarrollo sostenible.
Un equipo de jesuitas de la
Asistencia del Sur de Asia trabaja
en Afganistán desde abril de 2005,
principalmente en el campo de la
educación, bajo la bandera del JRS.
Nuestras primeras tareas fueron
el acompañamiento y convertir la
Escuela Técnica Superior de Herat
en una institución modélica para
el oeste de Afganistán. Hoy, 600
alumnos (450 chicos y 150 chicas)
se pueden formar en electricidad,
electrónica o construcción, lo que
Afganistán
les asegura un empleo en el futuro.
Desde 2006, enseñamos inglés,
informática, biología y física a más
de 3.000 estudiantes universitarios
en Herat y Bamiyán. Impulsar la
formación intensiva del personal
de la escuela superior también ha
resultado muy eficaz en Herat,
Kabul, Bamiyán, Chagcharán y
Daikundi. Este programa da a los
maestros una fluidez básica en
inglés y les prepara como docentes.
Entre nuestros 1.600 alumnos hay
profesores de escuelas públicas y de
institutos privados, y estudiantes
de magisterio de escuelas y
universidades.
Entusiasmado por la formación,
Khaled está resuelto a marcar la
diferencia: “Estamos determinados
a salir de la oscuridad a la luz, de
la ignorancia al conocimiento.
Los jóvenes afganos buscan cómo
desarrollar su potencial. El JRS llegó
como una estrella a nuestro cielo,
ayudándonos a cultivar nuestros
talentos. Ahora tenemos que
compartir nuestros conocimientos
y nuestra preparación con otros
jóvenes que no han tenido esta
oportunidad.”
Khaled y otros de nuestros
antiguos alumnos forman parte
de nuestro equipo de formadores
comprometidos. Participantes de
nuestro programa de dos años de
Acceso al Inglés, nos ayudan a llegar
a los que están más lejos, formando
a 150 jóvenes con problemas, de
entre 14 y 18 años, en Guzarah,
Karizak y Sheydai, aldeas de los
alrededores de Herat. También
enseñan a 500 niños, incluidas 300
niñas, en aldeas lejanas de Bamiyán,
y a 60 en el orfanato de Marastoo,
en las afueras de Kabul.
Un joven jesuita expresó
su profunda felicidad en esta
misión: “Ahora es cuando más
nos necesitan. La ayuda que les
ofrecemos no tiene precio. Siento
el plan y el poder de Dios en
nuestra empresa. Tres de nosotros
impartimos 30 horas de clase a la
semana cada uno. Es cansado, pero
estamos felices. Algunas chicas
dicen que a veces no se sienten
seguras al regresar a casa después
de clase. Sin embargo, quieren
aprender cueste lo que cueste. Esto
me toca y me anima.”
En otra iniciativa, trabajar
con familias retornadas para
transformar el pueblo de Sohadat,
a 35 km de Herat, en una vibrante y
emprendedora comunidad, ha sido
un reto desde que comenzamos
juntos nuestro viaje en 2007. Los
progresos de 180 niños en la escuela
del pueblo son una fuente de alegría
y plenitud. La clínica del JRS ofrece
atención primaria a más de 250
pacientes semanales, algunos de
los cuales viajan millas desde las
aldeas de los alrededores. Junto
a los programas de medios de
subsistencia, el JRS ha creado tres
grupos femeninos de autoayuda,
para ayudar a las mujeres a creer
más en si mismas, a asumir un
papel más activo en la planificación
y en la toma de decisiones dentro
de la comunidad. Dos grupos
han puesto en marcha tiendas de
alimentos y un tercero ha creado
acompañar
una empresa de jabón. Todo ello
contribuye al desarrollo de la aldeas.
Trabajando junto a grupos como
el nuestro y con la comunidad local,
especialmente en el campo de la
educación, sabemos que haremos
la diferencia. Vemos nuestra
presencia como la levadura que
hace crecer la esperanza y permite
a la gente visualizar un mañana
mejor. Son pequeños pasos. Pero en
Afganistán, cada paso que lleve al
desarrollo sostenible y a la paz es
importante.
POR FIN, EL HOGAR
(P.A.Chacko SJ/JRS)
Meena Yusuf es la líder de uno de
los grupos de mujeres en Sohadat.
“Regresamos a Afganistán hace
tres años y fuimos una de los ocho
primeras familias que llegamos a este
asentamiento,” dice. “Ahora esta es
nuestra tierra y nuestro hogar, y nos
sentimos felices.”
Jóvenes estudiantes comienzan su viaje de esperanza a un mañana mejor – Escuela de
Sohadat (Jerome Sequeira SJ/JRS)
05
accompany
servir
Asia Pacific
Chad
Habile 1, una escuela de primaria para desplazados en Koukou (Don Doll SJ/JRS)
educación: en el corazón
de la esperanza
Alix Nijimbere, responsable de
comunicación y advocacy
del JRS Chad
06
“Proyectos que signifiquen un
progreso verdadero para aquellos
a quienes servimos”, este podría
ser el lema de los programas de
educación del JRS en el este del
Chad. Nuestra última iniciativa
es prueba de ello: una minirevolución en las actividades
educativas y recreativas para los
jóvenes en cuatro campamentos
para refugiados sudaneses. Se
imparten clases de inglés, francés,
informática, empresariales,
biblioteconomía, periodismo
y teatro. Ya son más de 800 los
beneficiarios y algunos ya están
muy ocupados impulsando revistas
como Sot Al Ladji (la Voz de los
Refugiados) o Al Nour (La Luz).
El JRS ha estado presente
en el este del Chad desde 2006,
manteniendo viva la esperanza
entre la gente realmente afectada
por los conflictos en la región.
Este año se están implementando
ocho proyectos educativos
entre poblaciones tan diversas
como los refugiados sudaneses,
los desplazados chadianos, las
comunidades de acogida, los
nómadas y los retornados. Como
parte integral de los proyectos
están los servicios relacionados con
la educación: escolarización de las
niñas, ex niños soldados huérfanos,
etcétera. Nuestra presencia ha ido
aumentando con el tiempo, desde
Abéché, Goz Beïda y Guéréda, a
Iriba y Koukou, convirtiendo al JRS
en una de las contrapartes clave
para UNICEF (Fondo de Naciones
Unidas para la Infancia), ACNUR
y los ministerios nacionales de
Educación y Asuntos Sociales.
Asia Pacific
Chad
Condiciones duras
Hablar de educación podría
parece utópico en esta región que
ha conocido tanta devastación
y sufrimiento, y donde los retos
diarios son terribles. Sin embargo,
responder a estos retos da sentido a
la vida de estas personas sometidas
y afectadas por esta situación, así
como a quienes les apoyan.
En el corazón de África, Chad es
un extenso país con una población
de cerca de 12 millones, que, en
los últimos años, han vivido el
más trágico y sangriento período
de su historia. El este quedó
gravemente afectado. Debido al
conflicto civil, 168.000 chadianos
se vieron desplazados y ahora
viven en 38 asentamientos. Es más,
desde 2003 la crisis que golpeó
a la vecina Sudán ha llevado a
250.000 personas de Darfur a
buscar refugio en el Chad, donde
viven en 12 campamentos. No hay
que olvidar a las comunidades de
acogida, unas 150.000 personas,
que sufren la misma precariedad
que los refugiados y desplazados.
De preescolar a
educación secundaria
En los pasados cuatro años, el
JRS ha puesto en marcha centros
de educación preescolar, ha
gestionado escuelas de primaria
y comenzado con la secundaria.
En Goz Beïda, por ejemplo, el
preescolar ha permitido que 3.000
niños chadianos se preparen para
la primaria. El programa promueve
el desarrollo físico, cognitivo y
afectivo, y garantiza que tengan
la mejor posibilidad de seguir con
su educación. Ver como los niños
salen cada mañana camino de la
escuela es una visión hermosa. Sin
embargo, a pesar de sus resultados
positivos, la educación preescolar
sigue siendo una rareza en el Chad.
Las escuelas primarias se pusieron
rápidamente en marcha y están
más estructuradas: el JRS apoya
30 escuelas para desplazados
y comunidades de acogida en
Koukou y Goz Beïda, que cuentan
con unos 20.000 estudiantes.
Los servicios de preescolar y
primaria se ofrecen también en
dos campamentos para refugiados
sudaneses y la educación
secundaria en cuatro.
En los 12 campamentos de
refugiados sudaneses, más de 900
maestros han sido formados y la
distribución anual de suministros
escolares mejora las condiciones
de aprendizaje.
accompany
servir
PUNTO INFO
JRS Chad
• Presente en 5 áreas
• 8 proyectos
• 20 voluntarios
• 120 trabajadores locales
• Más de 900 maestros formados
• Más de 40.000 beneficiarios
Más allá del mero acceso
a la escuela
Los proyectos del JRS no consisten
sólo en crear escuelas, sino en
ofrecer servicios de calidad. Ya sea
formando maestros o apoyando
escuelas, las actividades del JRS
están encaminadas a asegurar que
los logros alcanzados perduren.
Desde 2009, el JRS ha establecido
baremos para regular la calidad
de la educación en cuatro
campamentos para refugiados
sudaneses en Guéréda e Iriba. A
la formación de maestros le sigue
la supervisión, acompañando
a los docentes que reciben los
Asentamiento para desplazados en Goz Beïda (JRS Internacional)
07
accompany
servir
Ukraine
Chad
materiales didácticos necesarios;
hay una preocupación real en
mejorar el entorno educativo.
Consciente de los males
sociales prevalentes, el JRS
promueve temas como la limpieza,
la protección de las niñas, y la
educación para todos. Los niños,
maestros y padres han entendido
la importancia de tener escuelas
acogedoras y bonitas, lugares de
aprendizaje y de descubrimiento.
Los premios a “la clase o la escuela
más bonita del campamento”
fomentan el interés.
Un impacto duradero
“Durante el taller del JRS, aprendí
a reconocer los muchos recursos y
capacidades a nuestro alcance que
pueden ser utilizados en nuestros
contextos específicos. Ahora tengo
más herramientas para trabajar y
esperar mejores resultados.” Rubén
Babou Deguelo, director del Centro
ministerial para la Educación
Continua de Kalaït Ennedi, dijo esto
tras acudir al curso de educación
en situaciones de emergencia,
organizado en asociación con el
Ministerio nacional de Educación
y UNICEF. Esta formación será una
contribución duradera al desarrollo
del Chad; unas 130 personas han
acudido y esperamos que cuando
regresen a casa, se conviertan en
sólidos pilares de la educación en
sus aldeas.
Una experiencia
para la vida
Formación de maestros en Goz Beïda (JRS Internacional)
“
“
TESTIMONIO
“Para mí, educación significa conocer
mis derechos y deberes, saber que
tengo que ser respetuoso con los
demás; que quiero aprender, adquirir
conocimientos, reflexionar y trabajar
por el cambio. Espero ser maestro y
enseñar a mis hermanos y hermanas
a leer y escribir y a hablar en francés
08
correctamente. Quiero también
cuidar de mis padres para que vivan
cómodamente. Y quiero colaborar en el
desarrollo de mi país.”
Adam, 15 años, alumno de la escuela
primaria de Habilé 3, desplazado en
Koukou
Durante años, el JRS Chad ha
acogido a muchos voluntarios:
novicios jesuitas, sacerdotes, laicos,
y otros. El espíritu de nuestros
equipos a menudo deja impronta en
ellos, como Yves Wendi Ouedraogo,
director del proyecto del JRS en
Guéréda, quien vino desde Burkina
Faso: “Al unirme a la familia del
JRS, sabía que este trabajo me
gustaría. Pronto aprendí nuestra
manera de hacer las cosas: estar
siempre dispuesto a acompañar,
servir y defender a los desposeídos.
Otra cosa que realmente me
sorprendió es la sencillez: ni medios
ostentosos ni demasiado personal,
sólo pequeños equipos entregados
a su labor.” Actualmente, hay
unos 20 voluntarios y más de
100 personas locales trabajando
infatigablemente, a quienes
agradecemos y alentamos para
que sigan así: sin su esfuerzo, sería
imposible cumplir nuestra
misión.
Tanzania/Burundi
Etiopía
accompany
servir
Hogar en el campamento de Mai-Aini
(Frido Pflueger SJ/JRS)
reconstruyendo
vidas
Eric García Velandria SJ, director
del proyecto del JRS en MaiAini, escribe sobre una de las
más recientes tareas del JRS:
construir comunidad a través de
la educación y la animación en
un campamento para
refugiados eritreos.
“
¿Cómo podemos construir algo
duradero, que fortalezca la
humanidad de aquellos para quienes
trabajamos? ¿cómo podemos
ayudarles a sentir y caminar hacia la
reconciliación, a curar las profundas
heridas que suelen estar vinculadas
al desplazamiento violento, para que
surjan comunidades de paz?
P. General Adolfo Nicolás SJ
“Felicidades, sus construcciones
son maravillosas. Me asombra que
tardaran tres meses en levantar
algo que a nosotros nos hubiera
llevado un año. Estamos felices
por todo lo que el JRS nos ha
enseñado: desde construir casas
hasta música, deportes, teatro
y asesoramiento.” Estas fueron
las palabras del líder refugiado
eritreo, Mesghina, durante la
inauguración del centro de
aprendizaje comunitario del
campamento de Mai-Aini, en
el norte de Etiopía, el 26 de
noviembre de 2010.
En agosto de 2010, el JRS
empezó a trabajar en las
estructuras comunitarias y físicas
del campamento. Los refugiados
se reunieron para formarse en
capacitación comunal mientras
construían tres edificios de
ladrillo. Tres meses después,
sobre un terreno de 3.600 m2
cedido por el gobierno, se habían
levantado una pequeña biblioteca,
una sala de profesores, una de
conferencias, tres aulas, un
espacio para actividades al aire
libre y aseos. Para entonces, 125
refugiados habían completado
con éxito su formación.
Aunque los equipamientos son
insuficientes para responder a
las necesidades de educación no
formal y recreativas de los 11.971
refugiados eritreos (inscritos por
el ACNUR, hasta noviembre de
2010), las iniciativas del JRS les
han dado fe y esperanza.
Las condiciones en su país han
erosionado la fe y la esperanza de
los eritreos: el opresivo gobierno
del presidente Isayas Afewerki, los
abusos a los derechos humanos,
el servicio militar obligatorio y
el deterioro de las condiciones
económicas. Cerca de un millar
de eritreos llegan cada mes al
campamento de Mai-Aini. El
gobierno etíope, el ACNUR y otras
agencias ofrecen alojamiento,
agua, saneamiento, asistencia
médica, raciones alimentarias,
educación primaria y seguridad.
Con las necesidades básicas
cubiertas por otros, el JRS
enfocó su labor en el aprendizaje
comunitario, para animar a los
refugiados y restaurar su sentido
de dignidad humana mientras
reconstruyen sus vidas.
El reto para cada uno es
reconstruir una vida estable
aunque sea en un asentamiento,
09
“
servir
Etiopía
aprender a vivir superando el
trauma de ser un refugiado. El
JRS apoya este proceso creando
estructuras en el campamento
para mejorar la calidad de vida
mediante cursos regulares
de música, deportes, terapias
básicas, teatro y danza. Profesores
profesionales preparan las
lecciones y las imparten de lunes
a viernes de 9 a 12 y de 3 a 5. Los
estudiantes se preparan para
pruebas periódicas, ejercicios
prácticos, exámenes escritos y
una presentación pública sobre
los conocimientos adquiridos.
La mayoría de los graduados
son líderes en sus iglesias y
asociaciones y usarán su recién
adquirida formación en beneficio
de los demás. Lo que han
aprendido les ayudará a salir de
la dependencia y del abatimiento,
para dar pequeños y simples
pero esenciales pasos que les
harán sentirse ganadores – ya
no vencidos – que controlan su
propio destino.
Personas que deciden,
libremente, mejorar su vida.
Sin embargo, las metas en la
reconstrucción de la propia vida,
caminar hacia la excelencia
y mantener la dignidad sólo
tienen sentido en el contexto
de la comunidad. Así, cuando
pensamos en el nombre para las
instalaciones del JRS, decidimos
reflejar en él nuestros sueños
para el campamento de MaiAini: Centro de Aprendizaje
Comunitario del JRS. La etiqueta
refleja nuestra creencia de que
el compañerismo facilita el
aprendizaje. El centro sirve como
símbolo de unidad, aunando
a todas las personas de buena
voluntad. Nuestro deseo es formar
hombres y mujeres para los demás,
que busquen la excelencia para
construir una comunidad mejor.
Cuando el JRS llegó al
campamento de Mai-Aini, en
agosto de 2010, el gobierno
etíope adoptó una política que
permitía a los refugiados eritreos
estar fuera del campamento si
tenían el apoyo de parientes o
amigos. Pueden trabajar en el
sector informal y acogerse a
las oportunidades educativas
ofrecidas por el sistema nacional
de universidades. Pero no todos
tienen alguien que les apoye fuera
del campamento.
Si los fondos son suficientes, el
JRS ofrecerá educación superior
a los refugiados cualificados
del campamento a través del
programa de educación a
distancia de la Universidad de
Axum, un instituto nacional muy
receptivo a nuestra visión. El
programa combina la educación
por correspondencia con la
instrucción presencial. Dado el
contexto agrario de Mai-Aini,
un curso probable será el de
agronomía y como requisito
para la graduación estará el
servicio comunitario. Éste
podría convertirse en un medio
para la integración social en la
comunidad de acogida.
En respuesta al agradecimiento
de Mesghina al JRS por su
presencia en Mai-Aini, nos
corresponde trasladar su
gratitud a nuestros benefactores
y amigos que creyeron en la
visión de reconstruir sus vidas
con fe y esperanza. Es cierto que
se necesita hacer mucho más
para cumplir este sueño, pero
no tenemos miedo ya que nos
afirmamos en las palabras de
Jesús: Todo es posible con Dios
(Marcos 10:27). Y sabemos y
creemos en el amor de Dios por
nosotros.
PUNTO INFO
Eritrea: Se mire como se mire, el
gobierno no elegido del Presidente
Isayas Afewerki es opresivo. No da
espacio a la autonomía personal
en ningún entorno – político,
económico, o religioso -. Hay cada
vez más arrestos arbitrarios,
torturas, y trabajos forzosos.
Muchos eritreos concluyen que sólo
pueden evitar la opresión huyendo
del país poniendo en riesgo sus
vidas… El reclutamiento indefinido
también obliga a muchos a huir.
Residentes en el campamento de Mai-Aini (Frido Pflueger SJ/JRS)
10
Informe Mundial 2011 de Human
Rights Watch
Papúa Nueva Guinea
defender
Los precarios hogares de los refugiados
de Papúa Occidental (JRS Internacional)
las
lentas
olas del
cambio
Wren Chadwick, que fue
responsable de información y
advocacy del JRS en Papúa
Nueva Guinea, escribe sobre los
refugiados de Papúa Occidental
que llevan 25 años en el exilio.
Desde las orillas del río Fly, en la
ciudad industrial de Kiunga, veo
a Martina (no es su nombre real)
inmóvil, guardando un equilibrio
perfecto sobre la canoa que se
desliza hacia mí. Me admira su
apariencia digna cuando el Sol
hace relucir las gotas de agua
sobre sus cabellos, como una reina
recién salida de su palacio. Pero, en
realidad, Martina ha salido de su
humilde casa de madera, plástico
y planchas metálicas, que ella y su
familia han ido recogiendo con el
paso de los años. A pesar de estar
construida sobre largos y finos
troncos que la levantan del suelo,
la crecida del río por las fuertes
lluvias en las montañas han puesto
el agua a pocos centímetros del
piso. Con una media de lluvias de
más de ocho metros anuales, esto
no es algo inusual.
Mientras el joven primo de
Martina maniobra ágilmente la
canoa, me sorprende el ingenio
de estas comunidades que han
construido sus casas en tierras
que nadie quiere. La de Martina
se encuentra en una hilera de 25
casas construidas sobre un canal
del río Fly, junto a la principal
carretera de Kiunga en la provincia
occidental de Papúa Nueva Guinea
(PNG). Con el 97% de las tierras de
PNG gestionadas por los pueblos
autóctonos, y el 80% de la población
dependiendo del campo para sus
necesidades diarias, apenas queda
terreno para comprar (incluso
si uno tiene dinero). Así que los
refugiados que llegan a la ciudad se
instalan en esas tierras que nadie
quiere.
Martina es una más de los 800
refugiados de Papúa Occidental
que viven en esta remota ciudad
de PNG. Sus padres cruzaron la
frontera entre Indonesia y PNG
junto a otros 12.000 refugiados
entre 1984 y 1986. Quienes huían
eran gente tan diversa como
activistas estudiantiles, insurgentes
y campesinos junto a sus familias.
Algunos refugiados lo hicieron para
salvar sus vidas ya que estaban
señalados por su activismo político,
otros buscaron refugio por las
11
defender
Papúa Nueva Guinea
Líderes comunitarios y eclesiales de los refugiados de Papúa Occidental (JRS Internacional)
amenazas y la violencia tanto del
ejército indonesio como de los
insurgentes del Operasi Papua
Merdeka (OPM – Movimiento
Papúa Libre), algunos escaparon de
las políticas opresivas del régimen
indonesio, que dejó a los papúes
como ciudadanos de segunda clase
en su propia tierra, otros querían
llamar la atención internacional
sobre su resistencia a la ocupación.
A su llegada a PNG, los
solicitantes de asilo levantaron
campamentos improvisados cerca
de la frontera tanto en la Provincia
Occidental como en la norteña
Provincia de Sandaun. Al principio
el gobierno de PNG pensó que
regresarían voluntariamente y
incluso se planteó la deportación
de algunos. Pero las precarias
condiciones de los campamentos
(incluyendo la muerte de 90
personas en uno de ellos) llevó
al gobierno a aceptarlos como
refugiados ‘prima facie’, a firmar
la Convención de la ONU para
los Refugiados de 1951 (con
algunas reservas) y a permitir que
12
el ACNUR, las ONG y la Iglesia
Católica les ofrecieran ayuda.
Desde hace más de 25 años,
unos 10.000 refugiados de Papúa
Occidental permanecen en PNG.
Unos 2.500 viven en East Awin, el
campamento oficial establecido
por el gobierno de PNG en un
intento de alejar a los refugiados
de la frontera y calmar a su vecino
indonesio. Los 15 kilómetros
de camino de tierra hasta el
asentamiento fueron ganados a la
jungla. Estos refugiados disponen
de puestos de ayuda, un centro
de salud, escuelas elementales
y de primaria, con unos niveles
parecidos a los de sus vecinos
locales.
Unos 5.000 refugiados
rechazaron las órdenes del
gobierno de PNG de ‘o ir a East
Awin o regresar a Indonesia’,
prefiriendo quedarse en las áreas
fronterizas. Y siguen ahí, a pesar
de que ya no hay ni servicios
gubernamentales ni del ACNUR.
Hoy, la Diócesis Católica de DaruKiunga es la principal proveedora
de salud básica y de servicios
educativos a los refugiados.
Los refugiados de la frontera,
como los locales de la zona,
sobreviven cultivando batatas,
bananas, mandioca, maní y sagú.
Pero a diferencia de los autóctonos,
no reciben las compensaciones
que la mina de OK Tedi paga a las
comunidades que viven a lo largo
de los ríos contaminados por ella.
Si bien los refugiados se lamentan
de lo injusto de esta situación, los
observadores remarcan que, sin
estos recursos, las comunidades
han crecido gracias a su
laboriosidad.
En la mayoría de las
comunidades fronterizas, los
refugiados pertenecen al mismo
grupo tribal que las comunidades
locales. A pesar de esta cercanía, las
relaciones con los locales son tensas
en algunas áreas. Los propietarios
de tierras, que en su momento les
acogieron como parientes, sienten
que los refugiados se han quedado
más tiempo de la cuenta. En
algunos lugares, las comunidades
Papúa Nueva Guinea
responsables de información
y advocacy del JRS visitaron
los remotos asentamientos
de la frontera para recabar
información, realizaron talleres
de formación con el personal
diocesano, publicaron boletines
para los refugiados, y trabajaron
con el ACNUR y con el gobierno
para identificar y dar respuesta
a los temas que preocupan a los
refugiados.
Las ruedas giran lentamente
en PNG, pero un cambio positivo
puede llegar a largo plazo. La
política de ‘integración limitada’
de 1996, que creó dos clases de
refugiados – los que quisieron
reubicarse en East Awin, y los que
prefirieron quedarse en la frontera
– está desde hace tiempo pendiente
de revisión. A favor del gobierno de
PNG, cabe decir que nunca trató de
aplicar la política por la fuerza.
¿Cuál es la solución a esta vieja
situación? Muchos refugiados
han regresado a Papúa Occidental
en ejercicios de repatriación
organizados entre PNG e Indonesia.
Indonesia promueve los retornos
voluntarios para mostrar a la
comunidad internacional que los
papúes occidentales no tienen por
qué buscar refugio.
“
La integración local es la
solución duradera más
probable. Después de más
de 25 años, ésta ya
se encuentra en marcha
“
refugiadas que han crecido
rápidamente superan a las de
acogida, y cada vez necesitan más
tierras para sostenerse.
Otros 2.500 refugiados están
repartidos por las ciudades y
pueblos de PNG. Los que están
en Kiunga lo hacen para estar
más cerca de escuelas, hospitales,
mercados y tener mejores
perspectivas laborales, aunque es
difícil encontrar trabajo. Muchos,
como la familia de Martina,
dependen de los pequeños ingresos
que les da la venta de rosquillas,
nueces o helados en un puesto que
tienen en la carretera, con lo que
pagan comida, ropa y los costes
escolares.
La Iglesia Católica tiene
una larga historia de ayuda a
los refugiados en PNG. Como
principal contraparte en las
primeras tareas de ayuda, trabajó
muy duro para que el gobierno
tratase con humanidad a los
refugiados. La Diócesis de DaruKiunga sigue, junto a las ONG,
incluido el JRS, defendiendo a los
refugiados y, mediante programas
de formación de maestros, salud
materna, alfabetización de adultos
y becas escolares, asegurándose
de que sus necesidades básicas
estén cubiertas. Durante años, la
Diócesis tuvo un programa especial
para refugiados. Reconociendo
la importancia de facilitar la
integración local, los refugiados hoy
se han incorporado a la estructura
de la parroquia.
Desde 2008, el JRS ha estado
trabajando en colaboración con
la Diócesis de Daru-Kiunga para
ofrecer información detallada a
los refugiados sobre sus derechos y
opciones de futuro, para fortalecer
la capacidad de la diócesis de
defender a los refugiados, y con el
Obispo Gilles Côté, para defender
sus derechos a nivel nacional e
internacional. Con este fin, los
defender
Muchos refugiados de Papúa Occidental han construido sus propias casas en esta densa
jungla. (JRS Internacional)
13
defender
Papúa Nueva Guinea
El ACNUR no cree que se den las
condiciones necesarias para el
retorno voluntario, y no apoyó estos
ejercicios. Dado que periodistas
y organizaciones de derechos
humanos tienen prohibida la
entrada a Papúa Occidental, es
difícil saber cómo están estos
refugiados.
La mayoría de los refugiados de
Papúa Occidental no regresarán
voluntariamente, al menos hasta
que logren su aspiración de una
Papúa Occidental independiente.
La integración local es la solución
duradera más probable. Después
de más de 25 años, esta integración
ya está en movimiento. Como
dijo el Obispo de Daru-Kiunga:
“el gradual y silencioso estilo
melanesio de integración a través
de luchas de poder, intercambios,
alianzas y matrimonios ya está
teniendo lugar.” Sin embargo, la
integración presenta sus retos. El
acceso permanente y regularizado
a la tierra, por ejemplo, es un
tema de preocupación tanto para
los refugiados como para las
comunidades de acogida, sin fácil
solución.
El acceso a la ciudadanía de
PNG es otro obstáculo, aunque
de solución más sencilla. A pesar
de cumplir con los ocho años
de residencia requeridos para la
ciudadanía, el coste de 10.000 kinas
(unos 2.625 euros) es prohibitivo
para la gran mayoría de los
refugiados. Además, los refugiados
de la frontera no pueden optar a
este estatus porque su situación
no fue regularizada. Esto preocupa
a muchos. Un refugiado dijo
que “si ellos no pueden darme la
ciudadanía, ya soy viejo, que no me
la den, pero den a mis hijos un país
al que pertenecer.”
Aparte de los temas específicos
de los refugiados, la vida en la
Provincia Occidental no es fácil.
Ésta cuenta con los índices de
Un mercado de refugiados de Papúa Occidental (JRS Internacional)
14
pobreza más altos del país, y
está entre los más bajos en salud
y educación. Como muchos
refugiados y locales, Martina forma
parte del 40% de estudiantes del
décimo grado que no consiguió
pasar de curso. Martina no se
amilana. Aprovecha cualquier
oportunidad: acude a los talleres
de periodismo del JRS para
elaborar los contenidos del boletín.
Mejorar su inglés la ha animado
a terminar su escolarización
por correspondencia. Espera
obtener una plaza en la escuela de
maestros.
Dos semanas después estuve
visitando la comunidad de Martina
de nuevo, y esta vez el nivel del
agua había bajado, dejando el suelo
seco con sólo unos charcos como
recuerdo del diluvio reciente. Los
niños corren, gritando felices sobre
la tierra, contentos de tener de
nuevo su campo de juego, al menos
por ahora.
Universal
defender
Haití: campamento de AutoMeca en Port-au-Prince, para desplazados del terremoto del
12 de enero de 2010. (JRS Internacional)
la
convención
ONU para
los refugiados
¿sigue siendo
válida?
Este año, el ACNUR
conmemora el 60 aniversario
de la Convención de 1951
para los Refugiados. Amaya
Valcárcel, coordinadora de
advocacy del JRS Internacional,
hace una valoración de la
ley en el contexto actual del
desplazamiento forzoso.
Punto Info
El concepto “refugiado” se aplica
a cualquier persona que teniendo
fundados temores de ser perseguida
por motivos de raza, religión,
nacionalidad, pertenencia a
un determinado grupo social u
opiniones políticas, se encuentre
fuera del país de su nacionalidad y no
pueda o, a causa de dichos temores,
no quiera acogerse a la protección de
su país.
Convención de la ONU relativa al
estatuto de los refugiados
La Convención de la ONU de
1951 relativa al estatuto de los
refugiados se considera, con razón,
la piedra angular de la protección
del refugiado. Sin embargo, 60
años después de su aplicación,
muchos se preguntan si la ley está
desfasada. En efecto, su definición
de quién es un refugiado no
cubre todas las situaciones de
desplazamiento de hoy en día.
La categoría legal de ‘refugiado’,
establecida en la Convención, se
propuso en un momento muy
particular de la Historia y trató
de responder a la apremiante
situación de las víctimas
del Holocausto, a la de otros
refugiados de la II Guerra Mundial
y a los nuevos refugiados de
Europa Central y del Este. Si bien
fue mejorada por el Protocolo de
1967, la definición sigue siendo
relativamente restringida,
abarcando sólo a personas que
huyen de una persecución personal
por parte de sus gobiernos.
Si bien su alcance es limitado, la
Convención surge de reconocer
que cuando los estados no pueden
ofrecer protección de facto o de jure
a sus ciudadanos, es la comunidad
internacional quien está obligada
a ofrecerla. En la práctica, sin
embargo, la definición de la
Convención nunca ha recogido la
totalidad de las circunstancias
amenazantes que obligan a las
personas a abandonar su hogar y
su país.
Una visión más amplia
El JRS sabe de primera mano
que muchas personas que huyen
de situaciones desesperadas no
pueden acceder a la protección que
ofrece la Convención. En su carta
para conmemorar su 30 aniversario
del JRS, el Superior General de los
jesuitas, P. Adolfo Nicolás SJ, habló
de las “muchas nuevas formas de
desplazamiento, muchas nuevas
experiencias de vulnerabilidad y
sufrimiento”. El propio ACNUR
reconoce que hay un abanico de
‘personas en movimiento’ que,
necesitadas de protección, quedan
fuera de la competencia de la
Convención.
Otras definiciones de refugiado
tienen un mayor alcance: es
el caso de la Convención de la
Organización para la Unidad
Africana (OUA) y la Declaración
de Cartagena, cuyas disposiciones
se respetan en América Central.
La Iglesia también tiene un
punto de vista más amplio. Un
documento del Vaticano de 1992
titulado Refugiados: un reto a
la solidaridad ofrece una nueva
definición de refugiado, que fue
15
defender
Universal
Los “boat people” de hoy se encuentran con que es muy difícil entrar en un territorio para buscar asilo. Esta foto muestra a unos
boat people rohingyas (de Birmania) que se perdieron de camino a Tailandia desde Bangladesh a principios de enero de 2009. Los
supervivientes fueron detenidos en las islas de Andamán. (Sanjib Kumar Roy)
adoptada por el JRS: “No entran
en las categorías de la Convención
Internacional las víctimas de los
conflictos armados, de las políticas
económicas erróneas o de los
desastres naturales. Por razones
humanitarias, hay una tendencia
cada vez mayor de reconocer a
estas personas como refugiados
de facto, dada la naturaleza
involuntaria de su emigración …
Un gran número de personas se
han visto desarraigadas de sus
hogares sin cruzar las fronteras
nacionales … Por razones
humanitarias, estos desplazados
deberían ser considerados como
refugiados de la misma manera que
aquellos que han sido reconocidos
formalmente por la Convención ya
que son víctimas del mismo tipo de
violencia.”
Un realidad compleja
La apabullante retahíla de
definiciones y conceptos utilizados
para describir a la gente que va de
aquí para allá refleja la complejidad
del desplazamiento de hoy en
día: refugiados, solicitantes de
asilo, emigrantes económicos
voluntarios, emigrantes que
buscan sobrevivir, inmigrantes
indocumentados, los que llegan
16
por mar, apátridas, desplazados
internos… La determinación
del estatuto oficial de refugiado
también se ha hecho cada vez más
compleja. Una persona reconocida
como refugiada en África podría
no estar calificada para recibir
protección en Europa. Muchos
reciben formas subsidiarias de
protección pues, aunque no pueden
regresar a su casa, no reúnen
los criterios de la Convención.
Otros no están calificados, o no
pueden acceder, a ningún nivel
de protección aun cuando la
necesitan, y se vuelven ‘invisibles’
a la comunidad internacional,
que ha mostrado una incapacidad
sistemática para responder a sus
necesidades.
Algunos académicos se refieren
a una categoría más amplia de
personas desplazadas por la
fuerza – aparte de los desplazados
internos – como ‘emigrantes de
supervivencia’: personas que huyen
de una amenaza a sus vidas contra
la que no hay solución interna.
El éxodo de unos dos millones
de zimbabwenses a países de
África austral entre 2005 y 2009
ejemplifica este concepto; huyeron
por una amalgama de razones – el
colapso masivo de los medios de
subsistencia, el hundimiento del
estado, la represión y la catástrofe
medioambiental. Para muchos,
emigrar era la única posibilidad
de supervivencia. Sin embargo,
el reconocimiento de refugiados
en Sudáfrica, destino de muchos
de ellos, sigue estando por debajo
del 10%. No es un caso aislado: en
todas partes, muchos congoleños,
somalíes, haitianos, afganos,
iraquíes, etc, han pasado por la
misma experiencia.
Unos 26 millones de
desplazados también han quedado
fuera de la protección de la
Convención. Su drama encontró
eco, en cierta forma, gracias al
desarrollo global de los Principios
Rectores sobre el Desplazamiento
Interno que han permitido la
negociación de tratados regionales.
La respuesta institucional asume
un enfoque de ‘grupo’ por el que
cada agencia humanitaria se
responsabiliza de responder a
alguna de las necesidades de los
desplazados.
Otra preocupación creciente
que queda fuera del alcance
de la Convención es la cifra de
personas afectadas adversamente
y desplazadas por el cambio
climático y otros factores
Universal
medioambientales: sequía,
degradación de la tierra, desastres
naturales…
Nuevos retos
También podemos ver que la
Convención está desfasada
respecto a los grandes retos a que
se enfrenta esta gente errabunda
hoy en día. Más de la mitad de los
refugiados del mundo vive en áreas
urbanas; a menudo sin registrar e
indocumentados, corren el riesgo
de ser detenidos, deportados,
explotados o de sufrir actos
xenófobos.
En efecto, a la cabeza de los
retos está la creciente hostilidad en
un mundo en el que, como dijo el P.
Nicolás en su carta de aniversario,
“muchos son los que cierran sus
fronteras y sus corazones, por
miedo o resentimiento, a aquellos
que son diferentes.” Esta actitud
se refleja en las leyes aplicadas con
el propósito expreso de restringir
el acceso a los procesos de asilo
y con las frecuentes excepciones
a la aplicación del principio
de no deportación, junto al
endurecimiento de los regímenes
de detención. La detención de
solicitantes de asilo sigue siendo
una causa de gran sufrimiento en
todo el mundo. Una investigación
del JRS Europa revela que casi
todos los detenidos tienden a sufrir
depresiones graves y un deterioro
en su bienestar.
El menguante acceso a la
protección se debe también a
un aumento en la preocupación
por la seguridad nacional, que
desequilibra la balanza contra los
derechos de los refugiados. A veces
esto significa literalmente el cierre
de las fronteras a los solicitantes
de asilo, un enfoque hostil que
se ilustra en el trato a los ‘boat
people’.
Los peligrosos viajes por mar de
los inmigrantes indocumentados
han aumentado en los últimos
años. A menudo son interceptados
y devueltos o se les niega el
desembarco, son detenidos o
sufren abusos cuando llegan a
tierra. Y, sin embargo, cuando
consiguen entrar al territorio y
tramitar su solicitud de asilo, un
gran porcentaje de los solicitantes
que llegan en barca obtienen la
protección.
Desarrollar los principios
de la Convención
El régimen de protección de los
refugiados construido alrededor
de la Convención sigue siendo
tan importante y relevante
como siempre, pero dado que el
mundo ya no es como la Europa
de 1951, se hacen necesarias
medidas suplementarias para que
los refugiados de facto tengan
protección y asistencia como parte
de un marco global.
Alexander Betts y Esra
Kaytaz, de la Universidad de
Oxford, subrayan dos elementos
en un documento de 2009
titulado Respuestas nacionales
e internacionales al éxodo
zimbabwense: implicaciones para
el régimen de protección, que fue
publicado en la serie del ACNUR,
Nuevos temas en la Investigación
sobre Refugiados. El primer
elemento es un marco normativo
basado en un acuerdo multilateral
que regule la protección
subsidiaria de aquellos que quedan
fuera de la competencia de la
Convención de 1951. Este marco
recurrirá a los compromisos
estatales existentes bajo la
ley internacional de derechos
humanos. Hasta la fecha, la
práctica de garantizar protección
subsidiaria se ha hecho ad hoc
y variando radicalmente de un
país a otro, dejando importantes
lagunas en cuanto a protección.
El segundo elemento es un marco
defender
institucional que establezca una
clara división del trabajo; un
acuerdo de colaboración para
compartir responsabilidades entre
actores relevantes como el ACNUR,
la Organización International
para las Migraciones (OIM), y la
Federación Internacional de la
Cruz Roja y del Creciente Rojo
(FICR).
La Convención de 1951 ha
salvado millones de vidas en
todos estos años. Confiamos
en que el 60 aniversario de este
valioso instrumento sirva para
apuntalar el régimen de protección
internacional a través de la
reafirmación y de una evolución
práctica de sus principios. Al fin y
al cabo, como dice el Vaticano en
su documento de 1992, “los Estados
que firmaron la Convención habían
expresado la esperanza de que éste
tendría ‘un valor ejemplar más allá
de lo contractual’.
Refugiados iraquíes en Damasco, la
capital de Siria. Más de la mitad de los
refugiados del mundo viven en áreas
urbanas, donde se enfrentan a muchos
peligros. (JRS Internacional)
17
reflexión
Al final, nos damos cuenta de cómo
aquellos a quienes servimos nos cambian
profundamente. En la fotografía, Elise Joisel,
que gestiona la formación de maestros en el
Chad, mientras hace un nuevo amigo.
(JRS Internacional)
la hospitalidad
alienta
la reconciliación
Mensaje del Superior General de
los jesuitas, P. Adolfo Nicolás SJ,
al JRS en su 30º aniversario, 14
de noviembre de 2010.
El P. General, flanqueado (a la derecha) por
el director del JRS Irlanda, Eugene Quinn, y
(a la izquierda) por Rico Edmoon, de Iraq. El
JRS promueve activamente la integración en
Irlanda y en el resto de Europa. (Press 22)
18
Me complace felicitar al Servicio
Jesuita a Refugiados (JRS) con
motivo del trigésimo aniversario
de su fundación por el P. Pedro
Arrupe. Desde 1980, el JRS ha
recibido muchas bendiciones, por
lo que me uno a todos aquellos
que han formado parte de la
familia del JRS dándole gracias al
Señor. Juntos agradecemos a Dios
el crecimiento del JRS, que, desde
sus modestos inicios, ahora está
trabajando en más de 50 países.
También estamos agradecidos por
los frutos de su labor: el JRS ha
tocado miles de vidas, y ha sido el
instrumento del Señor en llevar
la vida más plena del Evangelio
a aquellos que perdieron sus
hogares y su esperanza.
Además, estoy seguro de que
muchos colaboradores y jesuitas
que han estado en el JRS se unirán
a mí en el agradecimiento al
Señor por la transformación que
nuestro servicio ha producido en
nosotros. Queremos ayudar, pero
al final nos damos cuenta de que
aquellos a quienes servimos y con
quienes servimos nos enseñaron
mucho más y nos cambiaron
profundamente. Finalmente,
juntos agradezcamos al Señor
que la historia de los pasados 30
años no sea un simple registro
de logros, sino quizás algo más
profundo, un tapiz de muchas
amistades y asociaciones
duraderas en la misión.
Me siento también contento
al saber que esta celebración del
30º aniversario no ha sido sólo
un motivo para mirar atrás, sino
para hacerlo hacia adelante. No es
mi papel discernir por vosotros,
pero permitidme compartir una
reflexiones para el viaje del JRS en
los próximos 30 años.
Como sabéis, el mundo de los
desplazados a los que el JRS quiere
servir cambia rápidamente. Desde
los ‘boat people’ que inspiraron
la primera respuesta compasiva
del P. Arrupe en nombre de la
reflexión
Compañía, muchas nuevas formas
de desplazamiento han surgido,
muchas nuevas experiencias de
vulnerabilidad y sufrimiento.
Vosotros lo sabéis mejor que
yo: las víctimas de los desastres
naturales y medioambientales,
los que perdieron sus tierras y
hogares por la avidez del mundo
por los minerales y los recursos
naturales, la creciente cifra de
refugiados urbanos, sólo por citar
unos pocos. ¿Cómo puede el JRS
promover tanto el espíritu como
las estructuras de la libertad
ignaciana para responder con
agilidad a quienes apelan a
nuestra compasión?
En nuestro servicio a los
refugiados, les pregunto cómo el
JRS puede construir comunidades
participativas. La larga tradición
de depender de la ayuda de los
otros podría impedir que aquellos
a quienes servimos asuman la
responsabilidad de sus propias
necesidades. Ayudar a la gente
a hacer lo correcto, sin que
dependan de nadie del exterior,
que puedan hacerlo mejor y más
rápido, requerirá poner distancia
y paciencia; pero a largo plazo
será más efectivo. Queremos
responder a sus necesidades.
Es cierto. Pero ¿cómo podemos
construir algo más duradero, algo
que fortalezca la humanidad de
aquellos para quienes trabajamos?
¿cómo podemos ayudarles a sentir
y caminar hacia la reconciliación,
a curar las profundas heridas
que suelen estar vinculadas al
desplazamiento violento, para que
surjan comunidades de paz?
También me pregunto cómo
el JRS puede defender y promover
más activamente el valor de la
hospitalidad del Evangelio en un
mundo de fronteras cerradas y
de una creciente hostilidad hacia
los extranjeros. La hospitalidad
es aquel valor profundamente
humano y cristiano que reconoce
el clamor de alguien no porque
sea miembro de mi familia o de
mi comunidad o de mi raza o de
mi fe, sino simplemente porque
es un ser humano que merece ser
acogido y respetado. Es la virtud
del buen samaritano, que vio en
el hombre del camino no a un
miembro de otra raza, sino a un
hermano que le necesitaba. Este es
un valor que en el JRS sabéis que
se está perdiendo en el mundo de
hoy, en la cultura y en las políticas,
porque son muchos los que temen
“al otro”. Muchos cierran sus
fronteras y corazones, por miedo
o resentimiento, a aquellos que
son diferentes. El JRS, al servir a
los refugiados, es la hospitalidad
del Evangelio en acción; pero,
quizás, debamos preguntarnos
cómo podríamos, de forma
creativa, efectiva y positiva, influir
sobre los valores cerrados y poco
acogedores de las culturas en las
que trabajamos.
Mientras JRS mira atrás
agradecido, mientras reflexiona
sobre las lecciones aprendidas
en estas tres décadas, y
trata de escuchar las nuevas
interpelaciones del Espíritu
de Dios hablando en nuestro
tiempo, yo le doy mis gracias,
mi aliento y mis plegarias. Rezo
para que podáis continuar con
este buen trabajo; para que
podáis responder con libertad
y creatividad a los nuevos
retos; para que construyáis
comunidades de hospitalidad que
fomenten la reconciliación entre
todos aquellos a los que estáis
sirviendo como un signo del Reino
en nuestro mundo.
El valor del Evangelio de la hospitalidad: la Hna. Mercy Mbuguah del programa de emergencia
para refugiados urbanos del JRS en Nairobi, intercambia un cálido saludo con una refugiada.
(JRS Internacional)
19
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Comenzar de nueva una vida en un país extranjero es duro, especialmente si no entiendes el idioma, si no
tienes un hogar, ni trabajo, ni apoyo, ni amigos. Y lo peor, eres el blanco de las hostilidades. El JRS trabaja
para cambiar esta terrible realidad, la experiencia de tantos refugiados y solicitantes de asilo en todo el
mundo. Nuestros equipos organizan la ayuda legal, los servicios sociales, clases de idiomas, alojamiento y
ayuda para encontrar empleo. Más que nada, acogemos a los refugiados.
Su colaboración a la integración – defendiendo y ampliando la hospitalidad,
mediante el servicio voluntario o el apoyo económico – pueden marcar
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