Posición apostólica sobre el cuidado de la creación

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Posición apostólica sobre el cuidado de la creación
La generación Avatar
Avatar es la película más reciente del cineasta canadiense James Cameron y representa la crónica de la
prepotencia humana. Avatar retoma diversas creencias ancestrales de culturas milenarias para proyectar
un futuro catastrófico, haciendo referencia a la reencarnación de un dios, para contarnos el peligro que
corre la mayor de las divinidades: la madre naturaleza.
Avatar presenta a los humanos deshumanizados que ponen en peligro lo más sagrado del planeta tierra y
los planetas vecinos: el equilibrio ecológico.
Los defensores del futuro, los avatares (plural de avatar), son aquellos que tienen su hogar en el árbol de
la vida, el origen de todo.
Definición del término
El término avatar significa: encarnación terrestre de un dios. En idioma sánscrito, el término significa
“el que desciende”.
Palabra usada en la lengua de la religión hindú y en las culturas brahmánicas.
Hollywood al rescate
Una vez más, la cinematografía retoma la labor de crear una conciencia ecológica y rescatar el cuidado
de la tierra, pero desde un discurso plagado de panteísmo, donde todas las cosas y nosotros mismos
formamos parte de la divinidad.
Entre colores, sonidos y efectos especiales, nos inseminaron con una visión administrativa de la tierra,
divorciada del plan original de Dios.
Ya no tenemos padre, ahora es una madre y para colmo hay que adorarla. Se nos olvidó que la crisis de
la tierra se originaron cuando el hombre le dió la espalda a Dios y renunció al dominio y gobierno de la
creación. Siempre que el hombre se separa de Dios se atrofia. Hay una humanidad huérfana de padres,
carente de identidad y propósito, tratando de salvar su hábitat.
Todos los intentos que nos transmiten las cumbres sobre la tierra, los congresos para la conservación y el
cuidado del medio ambiente, son excelentes; pero lamentablemente carecen del conocimiento del
mandato administrativo sobre la creación.
Génesis 1:26-30: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y tenga
dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado, y en toda la tierra, y sobre todo animal
que se desplaza sobre la tierra. Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó;
hombre y mujer los creó. Dios los bendijo y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos. Llenad la tierra;
sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se
desplazan sobre la tierra. Dios dijo además: He aquí que os he dado toda planta que da semilla que está
sobre la superficie de toda la tierra, y todo árbol cuyo fruto lleva semilla; ellos os servirán de alimento.
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Y a todo animal de la tierra, a toda ave del cielo, y a todo animal que se desplaza sobre la tierra, en que
hay vida, toda planta les servirá de alimento. Y fue así”.
Millones de seres humanos ignoran que deben administrar algo. Ignorantes de la identidad de su
Creador, las personas no pueden administrar la tierra desconociendo los principios que rigen el Reino de
Dios.
Lamentablemente, la gente ni siquiera se da cuenta de la posibilidad de ser ciudadanos de un Reino, por
tanto nos urge revelar el mandato de la administración.
Por eso la Creación gime esperando la manifestación de los hijos de Dios y no de los avatares, para eso
es necesario ir a la fuente para retomar el mandato administrativo.
I. El mandato de la administración
Administración sin revelación
Si intenta gerenciar el cuidado de la Creación pero sin revelación, la Iglesia terminará siendo un
movimiento ecológico más. Por eso es necesario crear una conciencia ecológica, pero primero hay que
tomar el mandato administrativo.
Efesios 3:2-3: “así que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con
vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente”.
No se puede poseer la tierra prometida sin la revelación de Cristo. El pueblo hebreo no vio a Cristo en el
maná y en la roca durante su peregrinación en el desierto. El Apóstol Pablo dice: “y la roca que les
seguía era Cristo”, por eso un pueblo sin revelación está destinado a morir en el desierto. Los lugares
secos, inhóspitos y sin productividad, son el resultado de ignorar el mandamiento administrativo.
Es importante examinar el mandamiento de la creación
El pasaje de Génesis 1:26-28 deja en claro que Dios crea al hombre semejante a Él, con la capacidad de
gobernar en su lugar. Al hombre se le entregó el mandato de poblar la tierra.
Mandato social: “fructificad y multiplicaos, llenad la tierra”. Este es el mandato social de poblar la
tierra y debemos llenarla, pero no sólo de consumidores si no de co-creadores.
Mandato de desarrollo: “sojuzgad y señoread sobre la tierra”. Esto implica tener dominio o autoridad.
Dios colocó al hombre en un huerto y depositó en el un potencial de desarrollo para construir la ciudad
del gran Rey. El mandamiento administrativo deja en claro que el hombre tiene responsabilidad en la
riqueza o la pobreza de la tierra.
Los dos libros de Dios
Francis Bacon, quien lideró la revolución científica en el Siglo XVII, dijo: Dios escribió dos libros:
1. El libro de sus obras: “La Naturaleza”.
2. El libro de sus Palabras: “Las Escrituras”.
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En su primer libro, nos reveló su gloria: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, la tierra está llena de su
gloria”. Podemos ver la gloria de Dios en el libro de sus obras.
En su segundo libro, la Escritura nos reveló su gracia: El camino de la salvación es Jesucristo y sólo
se podrá gerenciar correctamente la Creación con una revelación completa. No podemos administrar la
Creación sin el conocimiento científico, mientras los científicos se mantengan ajenos al conocimiento
divino. Ambos conocimientos, la ciencia y la teología, son revelación de Dios.
La ciencia es un intento de los seres humanos por entender y sistematizar lo que Dios reveló en la
naturaleza.
La teología es un intento de los seres humanos por entender y sistematizar lo que Dios reveló en la
escritura.
Johann Kepler dijo: “tanto en la Escritura como en la naturaleza, pensemos los pensamientos de Dios
después de Él”.
II. Cosmovisiones de la administración de la tierra
El animismo (panteísmo ecológico)
En la perspectiva animista, el mundo físico está animado por espíritus o dioses donde el bien más alto
del hombre y su meta final es regresar a la unidad espiritual. En la época postmoderna se caracterizó por
su visión cosmocéntrica, con una sacralización de la naturaleza, donde este culto contemporáneo a la
naturaleza se desarrolla por medio de la exaltación la madre tierra. Este nuevo panteísmo, basado en
planeamientos ecologistas que pretenden explicar la unidad universal de todo lo que existe, donde el
universo, la tierra y la naturaleza se divinizan, las creencias animistas pueden infectar cualquier
cosmovisión.
Definición de panteísmo: El cosmos es un cuerpo infinito del cual Dios es el espíritu, por tanto, todas
las cosas y nosotros mismos formamos parte de la divinidad.
El secularismo (Humanismo ecológico)
Este sistema ve al mundo fundamentalmente físico y limitado, controlado por la operación ciega o
mecánica de las leyes naturales e impersonales: el tiempo y el azar. El hombre aparece como
conquistador de la naturaleza, ocupando un lugar en la cima de la pirámide ecológica, el lema de los
secularistas es “todo es Dios” o sea, el secularismo tiene una visión antropocéntrica donde el hombre
es sacralizado.
Estas dos cosmovisiones dejan fuera al Creador, donde Dios es el gran ausente. La era moderna dió a luz
el antropocéntrismo y la era postmoderna al cosmocentrismo.
Es importante señalar que el hombre porta la imagen de Dios y es corona de la Creación. La Escritura
habla de la Creación como algo bueno y es incorrecto considerarla como algo de poco valor, tanto así
que Dios castigará a los que destruyen la tierra.
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Apocalipsis 11:18: “Y se airaron las naciones y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y
de dar el galardón a tus siervos los profetas, los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a
los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra”.
Pero no hay nada divino en la Creación, ni siquiera el hombre debe divinizarse. Lo único divino es Dios
y su Hijo Jesucristo.
III. Re-ingeniería del cuidado de la Creación
Una ética ecológica
La palabra “ecología” procede de dos raíces griegas, Oikos (casa/hogar) y logos (estudio). Su estudio
comprende tanto el hogar de los organismos, como las relaciones entre estos. El lugar y las relaciones
mantienen un equilibrio, pero en el momento que agentes extraños intervienen en el ecosistema, se
pierde o se altera la armonía.
La falta de conocimiento ecológico proporcionó:
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La actividad desordenada del ser humano sobre la Creación.
Una explotación de los recursos naturales, sin planificación destructora dañina y sin respeto por
el medio ambiente.
Un avance tecnológico agresor y una ciencia sin conciencia.
Muy bien podríamos llamar a esto: Mentalidad Ecocida.
1. Mentalidad ecocida
Es la actitud inadecuada del hombre ante la naturaleza que dio como origen a la crisis ambiental.
En una mentalidad que considera la naturaleza desde un punto de vista utilitario económico y
simplemente considera los recursos naturales para satisfacer las necesidades humanas.
Recordemos las palabras del Dr. José Batista Ph.D en su libro “Mas allá de la Inteligencia
Emocional”, donde dice que el hombre perdió el pacto de dominio y no reconoció su
mayordomía. Así se dispararon una serie de necesidades donde hay ausencia de respeto y falta de
sensibilidad sobre todo lo que Dios colocó en las manos del hombre, dando como resultado una
vida mediocre.
2. Los ecopecados
 La polución ambiental:
La polución ambiental es quizá el factor que más reacciones despierta en la opinión
pública porque afecta a los elementos como el aire y el agua, esenciales para la vida. La
emisión de gases contaminantes a la atmosfera, sobre todo el dióxido de carbono que se
produce por la combustión de los hidrocarburos (carbón, petróleo o gas), contribuye a
elevar la temperatura global de la tierra. Si la tendencia actual continúa, el deshielo de los
casquetes polares con la consiguiente elevación del nivel medio de los océanos, puede
hacer desaparecer miles de ciudades e islas en todo el mundo.
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El agotamiento de recursos naturales:
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El agotamiento de los recursos naturales es una realidad que se pone de manifiesto cada
vez que un satélite artificial realiza fotografías de la tierra desde es el espacio. La
deforestación se detecta por la progresiva disminución de las manchas verdes de
vegetación en tales imágenes, mientras la desertificación aumenta el color claro en las
tomas.
En los últimos 35 años desaparecieron más bosques y selvas que en toda la historia de la
humanidad. Por otro lado, los desiertos del mundo extienden cada año sus fronteras.

La sobrepoblación:
Este aumento de la población incide sobre la miseria y la degradación del medio
ambiente. Más del noventa por ciento de los nacimientos ocurren en países en desarrollo
que no están preparados para soportar sus consecuencias. En la actualidad, un cuarto de la
humanidad vive en condiciones que le impiden cubrir sus necesidades básicas de
alimentación, alojamiento y vestido. La población en los países en vías de desarrollo
carece de agua potable segura, lo que provoca la proliferación de múltiples infecciones
microbianas. Más de quince millones de niños menores de cinco años mueren cada año
por culpa del hambre o las dolencias fáciles de prevenir y curar en el primer mundo.
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La carrera armamentista:
Todo el mundo reconoce los perjuicios que vienen cargando. Según los datos del World
Armaments and Disarmament Yearbook, con el presupuesto que gastan en armamento
cada día países como Estados Unidos, sería posible alimentar a medio millón de niños al
año. Pero los gobiernos pobres tampoco se quedan atrás. Los países en vías de desarrollo,
en lugar de invertir más dinero en energía o bienes de consumo básico, duplican
constantemente su presupuesto militar. Como escribe Ruiz de la Peña, esta especie de
“fiebre enloquecida en un sábado por la noche, pero sin domingo de resurrección” que
supone el gasto en armas, constituye el mayor pecado ecológico de nuestro mundo
contemporáneo.
Quiero acentuar que nuestra tarea no es asumir posturas radicales donde se condena la sacralización de
la naturaleza, sino más bien considerar una mentalidad ecológica sana, responsable, Escritural y
Cristocéntrica. 1 Corintios 1:15 presenta a Cristo no sólo “como la imagen del Dios invisible, si no
como el primogénito de toda creación”. Por tanto, el domino humano sobre la naturaleza debe someterse
siempre al señorío de Cristo, sólo así llegará el momento donde se producirá la liberación de la
“esclavitud de la corrupción” a la cual está sometida la Creación.
El dominio sobre la Creación incluye sojuzgar y señorear, esto no es un dominio despótico, tirano,
porque se encuentra dentro de un contexto de responsabilidad y cuidado, implica una mayordomía sabia
y justa de los recursos que Dios puso a nuestra disposición.
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El triángulo ético
El hombre debe adorar y servir HOMBRE
al Creador, Dios tiene el derecho de propiedad sobre la creación y al
hombre le entregó la tarea de administrar todo lo que hizo. El hombre es el administrador de Dios, su
siervo, su vice-gobernante en su misión, pero en autoridad sobre el mundo y sus recursos.
Teología de dominio
Las soluciones que aporte la Iglesia para el cuidado de la tierra, tendrán que ser con un claro
conocimiento del Reino de Dios. El liderazgo apostólico debe trabajar fuertemente en una
reingeniería del pensamiento para poder asentar una mentalidad de dominio o gobierno y para ello es
necesario tener un enfoque correcto acerca de Dios, el hombre y la naturaleza.
Un enfoque correcto de Dios: para esto debemos contestar una pregunta básica, ¿a quién le pertenece
la tierra? Según el Salmo 24:1, dice que es el Creador y dueño, esta posición descarta al panteísmo que
pone énfasis en que todo es Dios. Mientras la creación es finita y limitada, Dios es infinito e ilimitado.
Un enfoque correcto del hombre: aquí hay otra pregunta básica a contestar, ¿cuándo se originó la
crisis ambiental? Cuando el hombre le dió la espalda a su asignación. En el Salmo 115:16 o en Génesis
1:26-28, queda claro que la tierra nos pertenece. Dios nos dió dominio sobre la tierra y nuestro dominio
se debe a nuestra relación con Dios. Él puso un orden, incluso una jerarquía, en la Creación. Puso al ser
humano en entre Él como Creador y el resto de la Creación, pero nos distinguimos de la naturaleza,
porque nos creó a su imagen y nos dio dominio sobre ella. El apóstol Pablo dijo: “somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, somos al mismo tiempo obra de la mano de Dios y obreros de
Dios”.
Dios comenzó la historia plantando un huerto y la terminará construyendo una Ciudad. Nos entregó el
privilegio de ser co-creadores porque nos hizo a su imagen, por eso tenemos la tarea de dar a luz todo el
potencial de la Creación. Somos los vicegobernadores del Dios eterno, administradores, colaboradores
de su Reino, jardineros de su huerto, constructores de su Ciudad y actores en su historia.
Un enfoque correcto de la creación: Esto impedirá la nocividad de la nueva era y sus conceptos
panteístas, pero también demanda al hombre que reconozca que todo lo que Dios creó es bueno y en su
plan para la redención está incluida toda la Creación, los arboles, los ríos y los animales. Será parte del
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Reino y esto confirma que la Creación es buena e importante y un día cesará su gemido porque será
transformada y libertada de la esclavitud de la corrupción hacia la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Educación ecológica
Queda muy claro que todavía no sabemos cómo proteger adecamente a las comunidades porque desde
una tecnología defectuosa hasta un sencillo error humano, puede ocasionar desastres en la ecología. Hoy
más que nunca se debe fomentar la educación ecológica desde la casa de gobierno hasta los hogares.
Gubernamental
Hay muchos proyectos patrocinados por el gobierno y una de las mejores maneras de participar es
involucrarse en los comités que planifican actividades de carácter ecológico.
La iglesia guardó silencio por demasiado tiempo acerca de este asunto. Hemos dejado que personas sin
revelación tomen el cuidado de la Creación y asumieran nuestra tarea. Pienso que en lugar de tildarlos,
tenemos esa oportunidad para relacionarnos con la gente que no conoce al Creador y sólo está
preocupada por la Creación.
Hay infinidad de proyectos, actividades y organizaciones, entre ellos las “ciudades verdes”. Esto no
tiene que ver con que un espíritu panteísta nos invada, es simplemente embellecer nuestro lugar de
residencia. Podemos presentar un proyecto en las municipalidades donde trabajemos en conjunto con las
fuerzas públicas.
*Plantar un árbol (Los departamentos de forestación tienen los arbustos disponibles).
*Recuperar espacios verdes.
*Participar en los sistemas de reciclado.
Profesional
Promover las carrearas universitarias que tengan que ver con las Ciencias agro-biológicas. Estas carreras
están abandonadas pero próximamente tendrán una gran demanda y para ello, podemos crear un fondo
para becar a todo estudiante que ingrese a esas carreras. Fundar centros de carreras tecnológicas en áreas
rurales para educar a los jóvenes de zonas marginadas para que cuenten con los avances de la tecnología
para el desarrollo y el progreso de sus pueblos y familias.
Comunitaria
Participar con la agencia de planeamiento y desarrollo de las municipalidades para que a las nuevas
áreas de construcción se les exija áreas verdes en cada vivienda o conjunto residencial. Organizar
campañas de inspección para limpieza, embellecimiento y el cuidado ambiental de la ciudad.
Aprovechar fechas como el día de la tierra para que toda comunidad tenga un módulo de información
sobre cómo contribuir al cuidado de la naturaleza, el cuidado del agua y el suelo.
Participar en los programas de reciclado (creando incentivos para los participantes).
Promover la visión a favor del medio ambiente en nuestras comunidades.
Empresarial
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Aprovechar el espíritu emprendedor de nuestra gente para crear empresas familiares con productos que
su fuente sea de materiales reciclados, desde una calidad de diseño industrial hasta un trabajo artesanal.
Debemos invertir en la industria agrícola con técnicas de cuidado ambiental.
Familiar
Crear una cultura de administración en casa, evitando el derroche de los recursos como el uso del agua y
el cuidado de la energía. Debemos enseñarles a nuestros hijos a cuidar aspectos domésticos para que en
todo su ciclo de vida tengan una conciencia administrativa y cuiden los recursos naturales.
Escolar
Fomentar una enmienda en el pensum académico de todas las instituciones educativas para que se
agregue como requisito una materia sobre el cuidado de la tierra. Esto debe incluir actividades fuera de
las aulas, visitar lugares como granjas agrícolas, porcinas, lecherías, campos de cultivos etc. El objetivo
es crear conciencia en los niños donde sin campo no hay ciudad.
Eclesial
La Iglesia debe ser instruida con una teología de dominio para recuperar todos los reinos que se
perdieron. Sólo así dejará de espiritualizar su misión y no satanizará las actividades que se desarrollan
sobre el cuidado de la Creación.
Mayordomía vanguardista
No sólo debemos ver el cuidado de la Creación y ser buenos mayordomos porque tenemos que
sobrevivir, hay que aplicar una mayordomía pragmática.
Debemos ejercer una buena mayordomía porque esto honra a Dios cuando cuidamos la obra divina de
arte donde mostramos nuestro amor y respeto por Dios. Cuidar la Creación es mostrar que nos importa
el futuro de nuestras generaciones. Además, cuidar la Creación es una manera de cuidarnos a nosotros
mismos.
La tierra es la casa que Dios diseñó para que en ella cumpliéramos su propósito. Sus aromas, su sombra,
su sustento, los ríos, las montañas, los lagos, los mares, las praderas, los bosques y las selvas, son la
decoración de esta casa llamada Tierra. Cuando tenemos la perspectiva de Dios y ejercemos con
responsabilidad la ecología, esto se convierte en una mayordomía con un imperativo moral.
Los cristianos debemos estar a la vanguardia ecológica que consiste en reconocer que la belleza llamada
tierra es un regalo que debemos administrar, no con programas humanistas sino con los principios del
Reino de Dios.
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