(Libro de Acuerdos Nº 56, Fº 2966/2971, Nº 844). San... los dieciocho días del mes de diciembre el año dos...

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(Libro de Acuerdos Nº 56, Fº 2966/2971, Nº 844). San Salvador de Jujuy, República Argentina, a
los dieciocho días del mes de diciembre el año dos mil trece, los señores jueces del Superior
Tribunal de Justicia, Dres. María Silvia Bernal, Sergio Ricardo González, Clara Aurora De Langhe de
Falcone y las juezas de la Sala III de la Cámara en lo Civil y Comercial doctora Norma Beatriz Issa, y
de la Sala I del Tribunal del Trabajo doctora Ana Cecilia Albornoz de Nebhen, bajo la presidencia de
la nombrada en primer término, vieron el Expte. Nº 9866/13 caratulado “Recurso de
Inconstitucionalidad interpuesto en expte. 13217/13 (Sala II - Cámara de Apelaciones Civil y
Comercial) Ordinario por nulidad de testamento – declaración de indignidad: QUEVEDO DE
JENEFES, Eulalia c/ Quevedo Carrillo, Marcelo; Quevedo de Ricotti, María Teresa”.
La Dra. Bernal dijo:
En la causa principal el Dr. Francisco A. M. Ferrer, en representación de Marcelo Quevedo Carrillo
y María Isabel Quevedo Pasquini, solicitó que se declarara la incompatibilidad del Dr. Guillermo
Raúl Jenefes para ejercer la profesión de abogado en razón de detentar el cargo de
Vicegobernador de la provincia.
Como fundamento de tal petición sostuvo que el mencionado letrado no podía actuar en la causa
en representación de su esposa - Eulalia Quevedo de Jenefes – porque el artículo 4 de la ley
3329/76 que así lo permitía se encontraba en pugna con lo previsto en el artículo 131 de la
Constitución provincial, cláusula esta que había sido sancionada con posterioridad, en la reforma
constitucional de 1986; en mérito de ello, planteó la derogación tácita y la inconstitucionalidad de
aquella norma.
La Jueza de primera instancia, en audiencia de fecha 7 de marzo de 2013 (fs. 1683/1684 principal),
rechazó el planteo formulado por extemporáneo, en tanto el Dr. Jenefes siguió interviniendo en la
causa luego de asumir el cargo de vicegobernador (10 de diciembre de 2011) sin que su actuación
mereciera objeciones. Sin perjuicio de ello, consideró que el letrado se encontraba habilitado para
representar a su cónyuge en virtud de lo dispuesto en el artículo 4 de la ley 3329.
Deducida apelación en contra de lo decidido, la Cámara de Apelaciones, por sentencia de fecha 20
de mayo de 2013, rechazó el recurso.
Para así decidir entendió el tribunal, en lo sustancial, que la cuestión constitucional debía
plantearse en el mismo momento en que se cuestionaba la aplicación de la ley, y que ello ya
estaba en juego al intervenir con anterioridad el letrado.
Dijo, además, que el Colegio de Abogados de la Provincia de Jujuy mediante resolución Nº 22/12,
agregada a la causa, dejó aclarado que la clasificación del Dr. Guillermo Raúl Jenefes conforme al
artículo 24 inc. c de la Ley 3329 (abogado con funciones o empleo incompatibles con el ejercicio de
la profesión) lo era sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo 4 de la citada ley, por lo que se
encontraba habilitado para ejercer la profesión de abogado en causa propia o en defensa del
cónyuge, padres, hijos y hermanos.
En orden a la inconstitucionalidad y derogación tácita de la referida norma, sostuvo que no se
advertía conculcada ninguna cláusula constitucional, que el artículo 169 de la Constitución
Provincial referido a los jueces estipula que no pueden ejercer la profesión, salvo que se tratare de
la defensa de sus intereses personales o los de su cónyuge, hijos, padres o hermanos;
entendiendo, que la excepción que alcanza a los jueces debía hacerse extensiva al vicegobernador
dado que la Constitución debe interpretarse en su integridad.
Asimismo, expresó, nada impedía que la ley que reglamenta el ejercicio de la profesión, en el caso
el Estatuto de la Abogacía, estableciera limitaciones y excepciones que eran compatibles con el
espíritu de nuestra Constitución provincial; que no aparecía irrazonable o contrario al interés
público comprometido que se pueda ejercer la profesión de abogado en causas concernientes a
familiares directos, en el caso la cónyuge.
Agregó que los fundamentos esenciales de las incompatibilidades son garantizar un sistema de
división de poderes, el propósito de obtener una dedicación eficaz e integral al cargo, y el principio
ético de que dicho cargo exige una independencia de criterio y de actuación que puede resentirse
por el desempeño simultáneo de otras ocupaciones o empleos oficiales o privados, lo que no se
vulneraba con el precepto cuestionado.
Por otra parte, señaló que de ninguna manera se veía afectado el principio de igualdad ante la ley,
pues en el debido proceso legal las partes tienen derecho a un juez imparcial que es quien debe
asegurar este principio, y en su caso, podían hacer uso del instituto de la recusación cuando
consideraran afectada esta garantía de imparcialidad, que es inherente a la función judicial.
Por último, expresó el tribunal que en el debido proceso toda persona tiene derecho a defenderse,
a nombrar un defensor conforme el artículo 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos,
a las Constituciones nacional y provincial y a las leyes que reglamentan el ejercicio de la abogacía.
Disconforme con esta decisión Marcelo Quevedo Carrillo, con el patrocinio letrado del Dr.
Francisco Ferrer, interpone recurso de inconstitucionalidad por sentencia arbitraria (fs. 8/14).
Alega la inexigibilidad del requisito de planteamiento oportuno de la inconstitucionalidad, por
tratarse de una cuestión de gravedad institucional.
Atribuye al ad quem improcedente equiparación de la situación del vicegobernador a la de los
jueces, señalando que se trata de funciones radicalmente distintas, dado que el primero interviene
en el nombramiento de jueces y funcionarios y, por tanto, el ejercicio profesional afecta
potencialmente la imparcialidad e independencia de la justicia y desequilibra la igualdad que debe
regir entre las partes.
Refiere que si el constituyente hubiese querido flexibilizar la regla impeditiva que afecta al
vicegobernador, lo hubiese establecido como ocurrió con los jueces; que cuando se aprobó el
artículo 131 de la Constitución provincial el constituyente lo hizo por unanimidad, sin comentario
alguno y sin que nadie propusiera excepciones.
Endilga a la sentencia tratamiento superficial y dogmático del planteo sobre la vigencia e
inconstitucionalidad del artículo 4 de la ley 3329 formulado por su parte.
Finalmente, se agravia por violación del principio de igualdad y la garantía de defensa en juicio,
dada la posición jerárquica y preponderante del Dr. Jenefes en razón del alto cargo público que
inviste, y que coloca a su parte en una posición de desigualdad en el litigio. Manifiesta, además,
que el padre de la Jueza a-quo es asesor de la presidencia de la Legislatura provincial, ejercida por
el vicegobernador, y que la solución a ello no es la recusación por tratarse de una cuestión
institucional y política que afecta a todos los organismos jurisdiccionales.
En relación a cada uno de estos agravios agrega mayores consideraciones, a las que me remito en
honor a la brevedad.
Sustanciado el recurso lo contestan los Dres. Juan Sebastián Jenefes y Guillermo Jenefes en
representación de la actora del principal (fs. 28/40) quienes, por las razones que exponen,
solicitan su rechazo.
Cumplidos los trámites correspondientes, a fs. 61/63 se expide el Sr. Fiscal General, aconsejando el
rechazo del recurso.
En primer lugar, entiendo que la sentencia recurrida si bien no es definitiva, en tanto no pone fin
al pleito, es equiparable a tal porque sobre lo decidido no hay posibilidad de futuro
cuestionamiento; por tanto, el agravio que provoca es de imposible o insuficiente reparación
ulterior.
Ahora bien, luego de estudiada la causa, advierto que en la especie no se verifican los
presupuestos necesarios para considerar operada la derogación tácita del articulo 4 de la ley 3329,
así como tampoco aquellos que permitan tacharlo de inconstitucional.
Conviene recordar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha resuelto, reiteradamente, que
para que una ley derogue implícitamente disposiciones de otra, es necesario que el orden de cosas
establecido por ésta sea incompatible con el de aquélla (Fallos 258:267; 260:62; 295:237; 318:567,
330:304, entre otros), porque la derogación de las leyes no puede presumirse (Fallos 183:470).
Asimismo, ha expresado el Alto Tribunal que “una ley general no es nunca derogatoria de una ley
o disposición especial, a menos que aquélla contenga alguna expresa referencia a ésta o que exista
una manifiesta repugnancia entre las dos en la hipótesis de subsistir ambas y la razón se encuentra
en que la legislatura que ha puesto toda su atención en la materia y observado todas las
circunstancias del caso y previsto a ellas, no puede haber entendido derogar por una ley general
superior, otra especial anterior, cuando no ha formulado ninguna expresa mención de su intención
de hacerlo así” (Fallos 330:304).
Entiendo, conforme a tales postulados, que en el caso de autos no puede tenerse por derogada la
ley especial, que rige el ejercicio de la abogacía, por la norma constitucional sobre las
incompatibilidades que pesan sobre el vicegobernador, pues ninguna referencia a ello se realiza en
esta última. Además, la norma impugnada no aparece como irrazonable ni contradice el precepto
constitucional.
Por otra parte, considero que al constituyente de la reforma de 1986 no le pasó inadvertida la
cuestión de las incompatibilidades para el ejercicio de la profesión de abogado, fundada en la
presión que los representantes de los otros poderes pudieran ejercer sobre los jueces, por el
contrario, el tema mereció expreso tratamiento y de ello no resultó derogado ningún artículo de la
ley 3329, y menos aún tildado de inconstitucional.
Llego a esta conclusión luego de repasar el Diario de Sesiones de la Convención Constituyente que
sancionó la reforma del año 1986.
En aquel momento, en la sesión del 17 de octubre de 1986, al debatirse sobre el inciso 1 del
artículo 122 del Proyecto de Reforma (actual 107 inc. 1), referido a las incompatibilidades de los
diputados, los constituyentes ingresaron en forma directa y expresa al tema del ejercicio de la
profesión de abogado.
En efecto, un grupo de ellos consideraba que el ejercicio de la abogacía debía ser incompatible con
el cargo de diputado, alegando en sustento de esta postura razones éticas, dado el trato directo y
cotidiano que los abogados tenían con los jueces en cuyo nombramiento intervenía la Legislatura,
y para evitar que el diputado abogado fuera a utilizar esa función ejerciendo presiones incorrectas
sobre los magistrados (Domínguez, Car, De Aparici); algunos, si bien adherían a esta tesis,
propusieron que se hiciera excepción en los casos de la defensa de intereses personales o de los
de sus familiares directos (Snopek, Noceti, González); y otros directamente estimaron que la
incompatibilidad debía alcanzar a cualquier profesión (Pedicone, Giubergia, Baranovsky, Calizaya).
Sin embargo, en postura contraria a declarar tal incompatibilidad (Figueroa, Legal, Sánchez,
Carrillo, Ceballos, Ubeid, Zamponi) se esgrimieron interesantes argumentos, de los cuales –y en lo
que aquí interesa- merecen destacarse los siguientes.
El convencional Carrillo sostuvo sobre la influencia o presión que pudiera ejercer un abogado
diputado, que con tales argumentaciones se estaba subestimando a los integrantes del Poder
Judicial; que en su parecer no se podía menoscabar a los jueces, diciendo que serían presionados,
sino que lo que debían hacer era pensar, por sobre todas las cosas, que los jueces no las
aceptarían.
El convencional Figueroa recordó al cuerpo que la ley provincial 3329, del ejercicio de la abogacía,
ya traía prohibiciones.
Luego de intercambiar opiniones, de analizar diferentes aristas de la cuestión, y de debatirla
incluso en forma privada en un cuarto intermedio, decidieron votar el texto como venía redactado
en el proyecto, esto es sin que se incluyera la incompatibilidad para el ejercicio de la abogacía (ni
de ninguna otra profesión).
Antes de llevarse a cabo la votación, el convencional Noceti dijo “En orden a las incompatibilidades
profesionales, me parece que con las opiniones vertidas en el recinto el problema ha quedado
superado y me imagino que el legislador, en cada ley que regule el ejercicio de cada profesión,
sabrá adoptar como una incompatibilidad del ejercicio de la misma cuando así lo crea
conveniente”.
Realizada la votación, obvio resulta a tenor del texto del actual artículo 107 inciso 1 de la
Constitución provincial, la norma fue aprobada sin que se estableciera incompatibilidad
profesional alguna y sin que resultara derogado ninguno de los artículos de la ley 3329.
Como se advierte, la objeción sobre la que el quejoso asienta su planteo de derogación e
inconstitucionalidad del artículo 4 de la ley 3329, esto es, en pocas palabras, el quebrantamiento
de la imparcialidad e independencia de la justicia y la posible ventaja que podrían tener ante los
jueces los funcionarios que intervienen en la designación de los mismos si se les permite el
ejercicio de la profesión de abogado, fue ampliamente tratada y debatida por los autores de la
Reforma al referirse a los diputados.
A su vez, cuando los constituyentes trataron el artículo 149 del Proyecto de Reforma (actual 131),
en la sesión del 20 de octubre de 1986, sin discusión o debate alguno, dispusieron la
incompatibilidad del cargo de gobernador y vicegobernador con cualquier actividad profesional.
Ello, en mi opinión, no significa que en este último caso quedara derogada la excepción para el
caso de defensa propia, del cónyuge, padres, hijos y hermanos prevista en la ley 3329, pues tal
interpretación es contraria a la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre
derogación tácita o implícita de las leyes, a la que me he referido líneas arriba.
Por otra parte, no puede inferirse que la ausencia de debate sobre la cláusula de incompatibilidad
de gobernador y vicegobernador obedezca a la intención del constituyente de derogar esa ley.
En relación a ello, interesa destacar que la contemporaneidad en el tratamiento de las normas
referentes a incompatibilidades de diputados y de gobernador y vicegobernador excluye la
posibilidad de que aquella ley quedara derogada respecto de los miembros del Poder Ejecutivo y
no ocurriera lo propio con los diputados, pues ello importaría una inconsistencia del
constituyente.
Por otra parte, una interpretación de tal naturaleza es incompatible la doctrina que sobre
interpretación de las leyes ha elaborado la Corte nacional, pues la sola falta de mención
constitucional de una situación, de excepción por cierto, que aparece expresamente regulada en
una ley especial anterior, no puede llevarnos a concluir lisa y llanamente en la pérdida de vigencia
de esta última norma.
Menos aún en este caso en el que el constituyente, pudiendo hacerlo, no derogó esa ley ni la
reputó inconstitucional. Resulta insoslayable el hecho de que la intención del constituyente,
puesta de manifiesto al debatir sobre las incompatibilidades de los diputados, fue la de respetar la
regulación especial contenida en la ley 3329 sobre el ejercicio de la abogacía; ello quedó
inequívocamente plasmado en el debate que precedió a la aprobación del inciso primero del
actual artículo 107 de la Constitución provincial.
Y a ello cabe que nos atengamos en razón de que, como reiteradamente lo ha expresado nuestra
Suprema Corte, la primera fuente de interpretación de la ley es su letra, pero la misión judicial no
se agota en ello porque los jueces, en cuanto servidores del derecho para la realización de la
justicia, no pueden prescindir de la intención del legislador y del espíritu de la norma (Fallos
312:2382, 327:5295, entre otros).
Finalmente, en relación al agravio por violación al principio de igualdad y defensa en juicio,
fundado en la posición jerárquica y preponderante en que se encuentra el Dr. Jenefes en virtud del
cargo que ocupa y en sus amplias vinculaciones políticas, entre ellas con el padre de la jueza de
grado, el mismo resulta conjetural e hipotético. En efecto, no advierto que se hayan invocado
razones fácticas sobre la efectiva vulneración de tales principios.
Además, la imparcialidad e independencia de los jueces es una cualidad inherente al ejercicio de la
magistratura, por lo que no puede admitirse que sea puesta en tela de juicio como una mera
probabilidad, a lo que agrego que nuestra Constitución y leyes provinciales prevén los mecanismos
correspondientes para evitar y sancionar su quebrantamiento.
Por todo lo expresado corresponde rechazar el recurso de inconstitucionalidad interpuesto en
autos, con costas a la vencida (art. 102 Código Procesal Civil).
Los honorarios profesionales de los Dres. Juan Sebastián Jenefes y Guillermo Raúl Jenefes se
regulan en la suma de pesos quinientos ($500) para cada uno de ellos, y los del Dr. Francisco A. M.
Ferrer (patrocinante) en la suma de pesos cuatrocientos sesenta y seis ($466), por aplicación de lo
dispuesto en acordada 16/2011 y artículos 2 y 7 de la ley 1687, con más el impuesto al valor
agregado si correspondiera.
Los doctores González, De Langhe de Falcone, Issa, y Albornoz de Nebhen adhieren al voto que
antecede.
Por ello, el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Jujuy,
RESUELVE:
1°) Rechazar el recurso de inconstitucionalidad interpuesto por Marcelo Quevedo Carrillo, con el
patrocinio letrado del Dr. Francisco A. M. Ferrer, con costas.
2º) Regular los honorarios profesionales de los Dres. Juan Sebastián Jenefes y Guillermo Raúl
Jenefes en la suma de pesos quinientos ($500) para cada uno de ellos, y los del Dr. Francisco A. M.
Ferrer (patrocinante) en la suma de pesos cuatrocientos sesenta y seis ($466) con más el impuesto
al valor agregado si correspondiera.
3º) Registrar, dejar copia en autos y notificar por cédula.
Firmado: Dra. María Silvia Bernal; Dr. Sergio Ricardo González; Dra. Clara Aurora De Langhe de
Falcone; Dra. Norma Beatriz Issa (Habilitada); Dra. Ana Cecilia Albornoz de Nebhen (Habilitada).
Ante mí: Dra. María Elena Cáceres – Secretaria Relatora
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