Leyendas históricas - Actividad Cultural del Banco de la República

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LEYENDAS llISTORICAS
..
------. --
BOVES,
MORILLO,
LATORRE
I'(JU
CONSTANClO FRANCO Y.,
AUTOR D~; UNA IlISTomA
INDEI'ENDENQU
bOllar:
DE COLO)!lJL\";
L.l. " ¡;nmRA
y DE ¡,Ab"
DE LA
IHOGUAl"ÍAS
lJE LUS 1'¡:¡)t.:EI¡¡':~."
E~THEGA l'HL\IEIL\
BOGOTÁ
11lpnENTA
DE VAJ'Oll
DI';
Z.l.LAMEA
lIEnMANOB.
~885
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
LEYENDAS HISTÓRICAS.
---~~~~-~
..••..•....~--~
Josf~ TOMÁS
ROVES.
1
Ya que hemos hecho los Rasgos Bíog1yífic08 de
muchos de los más nobles y levantauos caracteres de
aquella magnífica generación de héroes y pensadores
que consagraron su vida entera. á la Independencia.
de la América meridional, nos imponemos ahora la
tarea de enseñar á la juventud estudiosa á los más
célebres Capitanes, que, opuestos CIl sentimientos y
en ideas tí. nuestros próceres y mG.rtires, lucharon
con mano fuerte en favor de la tiranía. Forzoso es
conocer la cantidad de heroísmo, de esfuerzos y de
constancia, empleados por los realistas para conservar
un despotismo de tres siglos, ú fin de poder apreciar
debidamente la tarea de los libertadorcs que funda.
ron la. Patria libre, haciendo sacrificios dignos de la
historia y de la inmortalidad!
.
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JosÉ TOMÁS nOVES.
Además, el mejor método conocido para hacer
didácticaOlc:lnte estudios históricos, es el biográfic<l.
La biografía da á conocer 0.1 hombre, que es el
autor de los acontecimientos que forman la parto
narrativa de la historia; quien representa así el
bien como el mal; todo lo que es noble y ruin; le,
que es elevado y, por consiguiente, sublime j 10 que,
es bajo y; en consecuencia, infame y execrable.
Sucede también que, ya por el genio, el heroís.
mo 6 por especiales circunstancias, uno ó pocos
hombres representan toda la historia de una época
dada, apareciendo como la encarnación viva. de los
sucesos que son dignos de la narración. Así se ve
que cada pueblo tiene un héroe 6 sabio á quien nom.
bra con profundo respeto, atribuyéndole el mérito
de las instituciones más alabadas y de los más fecundos
progresos, y tiene también, por contraposición, otro
\Í otros caudillos deshonrados por haber cometido
todas las maldades posibles.
Conocer por la biografía estos tipos, grandes por
la bondad 6 maldad de sus 'hechos, es aprender no
solamente la historia sino su filosof~a, porque bay
particularidades cuya trascendencia sirve al espíritu
para deducir consecuencias generales que sirven de
medida para poder comprender y apreciar lo que ha
sido un pueblo en un tiempo dado, y lo que puede
ser en el porvenir según las leyes inflexibles del
mundo moral.
A la luz de los conceptos anotados, para cono.
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JosÉ TOMÁS
naVES.
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cer la historia. de la revolución de la Independencia
de Colombia, bastaría inquirir á fondo la vida de
Bolívar, de Suere, de Páez, de Santander, de Nari.
ño y de otros héroes republicanos como éstos, aun.
que de distinto modo característicos, y saber asimis.
mo en sus detalles la de BaYES, Morilla, Latorre,
Monteverde, Antoñanzas, Zuazola, 'roIrá, Enrile,
Sámano, Canterac, Aimerich y otros caudillos del
despotismo, que dejaron honda huella en esa. viacrucis por la. cual pas6 la libertad en veinte años
de devastadora contienda..
II
Por qué al hacer la~ biografías de los realistas
que lucharon en la magna guerra á que nos hemos
referido, damos comienzo á nueBtra tarea con BOYES 1
Hé aquí las razones que para ello tenemos:
Porque Ha VES fué uno de los primeros que salien.
do á la arena revolucipnaria, sirvió á su causa con
un heroísmo tal que parecía tocar los límites de la.
demencia;
Porque este caudillo era, por inclinación natu.
ral, el tipo de la maldad, habiendo sido quien, en
menos tiempo, derramara é hiciera derramar más
sangre americana;
Porque dotado de pertinaz, astuto y osado in.
genio, fué el que dió más tormento ti la. República
naciente j y
í
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JosÉ TOMÁS BOVES.
Por último, porque aquel insigne malvado era el
más popular entre los bataUadores de su época,
habiendo llegado su fama á tal punto que, aun hoy
día, nadie quien lo nombre deja de aplicarle el cali.
ficativo de fiero, de infame 6 de sanguinario!
nI
era natural de Gij6n en Asturias, una de
las grandes regiones en que estaba dividida la pri.
mitiva España. Nació en el siglo pasado, hacia el
año de 1770.
Los asturianos descendientes de los antiguos li.
gures y amalgamados después con los celtas, here.
daron de éstos sus costumbres, sus hábitos y su ma.
nera de vivir frugal y sencilla, hasta tanto que
Augusto los oblig6 por la conquista á recibir la.
cultura romana.
Antes de Augusto, encerrado aquel pueblo por
una áspera y elevada cadena de montañas casi ina.c.
cesibles al Sur; y las embravecidas olas del mar
Cantábrico al Norte: al favor de sus encumbradas
corranías, selvas intransitables y caudalosos ríos, apeo
nas era. conocido de las naciones extranjeras; pero
tan luégo como fué presa de la avara Roma y los stLtra.
pas lo obligaron á descender de sus riscos para fijar.
se en los llanos, empezó uua existencia ruidosa, ha.
ciéndose en breve célebre por la. pasi6n que contrajo
á las a.rmas.
BOVES
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JosÉ TOMÁS BOVES.
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Invadido el país más luégo por los árabes, se
libraron los asturianos de su yugo en una. guerra
larga y desastrada dirigida por Pelayo, haciendo
inmortales su nombre y su heroísmo en la. jornada
de Covadonga. Siendo este país un Reino desde en.
tonces hasta el siglo X, en que Alfonso HI, apelli.
dado el Grande, lo redujo á provincia.
Con el tiempo, los asturianos, á la influencia be.
néfica.de una nueva. civilizaci6n, hubieron de abano
donar sus belicosas costumbres y se hicieron sufridos,
aunque conservaron la firmeza de su carácter; trabajadores y honrados hasta. hacer proverbial su virtud.
Fué de esta raza, la más noble de España, de la
que descendi6 BOVES, el cual no hered6 de las mu.
chas cualidades de sus ma.yores sino el valor, pues
que, por lo demás, todas las manifestaciones de su
instinto iban marca.das con el sello de la perversi6n.
Aquel hombre no era, como se ha creído, un
ignorante. Verdad es que tampoco tenía mayor
ilustración, pero es evidente que había apren.
dido en su niñez ti leer, escribir y contar; bastándo.
le estos conocimientos para ejercer la profesi6n y
hacer la cll.rrera.á que lo impulsaban sus inclinaciones.
Sábese de él que hasta la edad de veinte años
ejerci6 en Gij6n el oficio de comerciante, que era el
de su padre, y que á esta.edad, dando rienda suelta
á su ingenio, abandon6 la casa paterna y se dedicó á.
la vida de pilotín.
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JOSÉ' TmrÁS
naVES.
Buscando aventuras comerciales y guerreras, estu.
vo en esta profesión, no se sabe si honradamente 6
n6, por mucho tiempo; mas es lo cierto que apenas
aprendi6 el arte de navegar y tomó conocimiento de
los mares, el mal instinto recobr6 en su ánimo ~I
poder de un imperio irresistible, y de pilotín pasó ú
pirata.
De todos los hombres que han brillado en la
escena del vandalismo, los que más han lIamadc.
la atención son los que trabajan en el mar. Coloca.
dos en medio de dos infinitos, el agua y el cielo;
teniendo por asiento las olas embravecidas y por
único concierto los huracanes y la tempestad, la di.
versidad y grandeza de las facultades naturales y
artificiales que es preciso adquirir para ejercer el
crimen en presencia de Dios que está visible en lo
alto, sujetando al mismo tiempo la suprema fuerza
del elemento que está debajo, asombran y fascinan,
obligaudo á In. imaginación á poner esta especie de
bandidos por encima de los que trabajan en tierra.
Para desafiar en suelo firme In. ignominia y la
muerte, sólo se necesita. de ese heroísmo que tiene
en poco el honor y la vida; mas para desafiadas en
el Océano, además del valor que raya. en temerario,
son menester ciertas condiciones de inteligencia
y de carácter que ponen al hombre en aptitud de
reírse, no solamente del juicio de sus semejantes,
sino de las iras de la naturaleza y de las leyes di.
vinas.
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JosÉ TmL\S BOVES.
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En 1803 BOVES, que era. segundo de una cuadri.
lla de piratas que al mando de José Hubeny hacía
sus presas en el mar de las Antillas, asaltó y sostuvo
rudo combate con la tripulación de un buque mero
cante que venía con (lestino á 1n. isla de Curazao.
Preso el buque, después de haber sido trasladado su
cargamento 6.la embarcación aventurera, fué incendiado y degollados los tripulantes que no habían
perecido en la refriega.
A poco de este suceso, BOYES fué cogido y juzgado por las autoridades españolas por el hecho que
queda. referido y otros de no poca importancia, ron.
den6.ndosele al suplicio de la horca!
No se sabe por qué esta pena le fué conmutada.
por la de ocho años de prisión en las mazmorras de
Puerto-Cabello; mas sí se tiene conocimiento de
que algunos meses después de que el pirata asturia.
no estuvo cumpliendo su condena, ocurrió tÍ. unos
comerciantes españoles, apellidados los Joves, qne
trabajaban en la Guaira, y ií. quienes habÍ<l. servido
con lealtad en un tiempo, y que merced al influjo de
éstos en el Gobierno de Venozuela, dirigido por
Vasconcelos, salió do la prisión y fué confinado á
Calabozo.
En Calabozo, parece que por de pronto se operó
en la conciencia de aquel mal vado uu:\ tro.llsforma.
ci6n completa. Acord¡\ucloscprobablemente del ejem.
plo de su padre, que había sido un honrado trabaja..
dor, llamado Antinoo Roclríguez, la luz moral hizo
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JosÉ TOMÁS BOVES.
presi6n en el espíritu, y rompiendo
con su pasado
de una manera brusca y violenta, dió de mano tí sus
hábitos próximamente
cumplidos, y, como en su pri.
mera juventud, se dedicó á la profesi6n de mereero.
Tal debió ser su arrepentimiento,
que por verg-iien.
za de sus hechos recientes renegó hasta del apellido
que le babía dado su padre, y se puso el de HOVES
que ba conservado en la historia.
IV
Traficando se hallaba RavEs en cosas menudas y
de poca valía, pero no por esto con mala ó contrari.l.
suerte, cuando empez6 ú dejarse sentir el rumor do
la ola revolucionaria
qlle más tarde había de sucum.
bir con el Gobierno de la. Metrópoli en las Colonias
amencanas.
Aquilatado
el entusiasmo de IOR patriotas en
favor de la libertad,
en 1810 procedioron iÍ. quitar
del mando de la Capitanía
general de Y (mezuela á
don Vicente Emparán. BavEs, que se hallaba por
cualquier circunstancia en Caracas el día de la caída
de este Magistrado, 19 de Abril, formó entre la plebe
de los conjuradOR, y hay constancÍa en los archivos
de aquella ciudad, de que cuando el pueblo rodeó la
casa del Ayuutamiento
en donde los vocales iuaa á.
deponer al más alto de los Gobernantes de la Capitanía, apenas el Canónigo Cortés .Mndarriaga inform6
ú la multitud de que Emparán quedaba sin el mano
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JosÉ TmrÁS
nOVES.
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do, BOVES, lanzando su sombrero al aire, aplaudi6
la libertad naciente.
Sábese también que poco después, habiéndose
puesto en armas algunos pueblos de Venezuela en
favor de la causa del Rey, BOVES entró de soldado
en el Ejército que se puso á las órdenes del bene.·
mérito patriota :Marqués de Toro, y que al lado de
éste peleó briosamente en las jornadas de Coro y
Sabaleta, ocurridas el 28 y 30 de Noviembre del
año citado; acompnfíando luego en su calidad de
Oficial á otros Jefes repuhlicanos hasta fines de 1811
en que volvió ti Calabozo trayendo sobre sus hom.
bros las presillas de Capitán.
A principios de 1812, arrepentido de baber ser.
vido á la causa de la Independencia, volvió con el
frenesí propio de un renegado 6. tomar el puesto que
le correspondía en las filas realistas. i Cuál fué el
motivo ostensible que lo lanzara en el camino de la
deserción 1
Hélo aquí:
Habiendo sido nombrado Jefe civil y militar de
la plaza de Calabozo el Comandante Antonio Escalo.
no., con facultades omnímodas como era usanz:l. en
aquellos tiempos tempestuosos, cometi6 la injusticia
de llamar á BQVES al servicio militar en calidad de
soldado; éste, que tenía su grado de Capitún, bien
ganado en los campos de batalla, sinti6 humillado
su orgullo y rehusó entrar en la fuerza confundido
con la baja ralea. Escalona, hombre de mal genio,
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JosÉ TOMÁS nOVES.
lo redujo entollces á. prisi6n, le cometi6 n,lgunos
ultrajes personales y le confiscó parte de 1m pocos
bienes que tenía.
Indignado el asturiano con estas ofensas, encen.
dió en su pecho el fuego del odio y jur6 veU,jarse
de los patriotas, haciendo extensiva á. todos ellos su
ira irreconciliable. Así fué que, habiendo recobrado
su libertad en Junio del año aludido, abrazó con
toda decisión la carrera militar y se puso al scrv.\cio
de los realistas.
v
Forzoso es que antes de dar á conocer los hechos
guerreros de este hombre, convertido en el tipo
del furor; aborraciendo á todo el género hu.
mano y vengándose perpetuamente de él, como SI
todo él lo hubiera ofendido, enseñemos su fisonomía
material y moral, puesto que hay caudillos que exal.
tando la imaginación desean ser conocidos en todos
sus detalles.
BavEs era de regular estatura, huesoso, blanco
encarnado;
de espesa barba que sentaba muy
bien á su fisonomía; muñecas gruesas semejantes
al puño del tigre, y de grandes ojos chispeantes.
Tenía modales brnscos é imperativos; una voz
fuerte y bronca; hablaba poco y no se sonreía sino
en presencia de una gran catástrofe, de un gran
peligro 6 de una suprema desgracia.
Acostumbrado á la vida de marino, gozaba de
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JOS}; TmrÁS nOVES.
una agilidad muscular
porten tORO.:estirándose,
cogiénuose 6 doblúndose con sorprendente
en.
facilidad
según las circunstancias.
Respecto de su persona moral, era sanguinario
por instinto; mas desde el día en que fué ultrajado
se volvió cruel por sistema, espiando siempre el
momento de lavar COIl sangre Hua iujuria recibida.
Su crueldad,
que
no reconocía
límites,
ni se
paraba ante ninguna
consideración,
bizo escuela
entre los españoles americanos, contando entre sus
más afamados discípulos
zola, Morales, Cerveriz
ti Antoñanzas,
Yáñez, Zua.
y Puyo
Obedeciendo ú. sus naturales inclinaciones y creo
yendo, por otra parte, que en aquella aciaga y cala.
mitosa época, matar, incendiar y saquear era una
necesidad política, iba como un torrente á la destruc.
ci6n de todo cuanto se le oponía 6 creía inconve.
niente á sus fines. Empero, conservando por lo común
en medio de aquellos vértigos horribles su carácter
indolente de marino, pasaba adelante sin detenerse
ti gozar con ]0. expiación de sus víctimas, ni menos,
ti pesar de las costumbres de su juventud, á enri.
quecerse con sus despojos, los cuales abandonaba
sus parciales, pues que no gustaba de merodear
los surcos sembrados
á
en
de cadáveres.
Fundador en Venezuela de la verdadera tiranía,
tuvo Tenientes que se pusieron á su nivel, y á los
cuales, por esa especie de hermandad que el crimen
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JosÉ TOMÁS BOVES.
establece, tributaba las más sinceras simpatías y
prodigaba los más altos encomios.
A Zuazola, que era un mercenario vil, hubo de
elevarlo á una gran categoría militar y hasta :b.a.
cerle tributar veneración, por el hecho que vamos
en seguida á referir: en Marzo de 1813, después de
un triunfo que obtuvo este feroz vizcaino en el sitio
de Magueyes sobre un pequeño destacamento de republicanos, ocup6 la villa de Aragna, poblada de
pacíficas gentes, y en el acto, sin distinción alguna,
hombres y mujeres, ancianos y niños, fueron víeti.
mas de los más atroces suplicios. A quiénes hacía
quitar la cutis de los pies para que anduvieran sobre
cascos de vidrio; á quiénes hacía cortar de raíz la
nariz para mofarse luégo de su fealdad; á quiénes
hacía coser espalda con espalda; á quiénes manda.
ba. arrancar las orejas, variando y combinando los
suplicioil de mil maneras! !
En seguida de estas espantosas escenas sin segundo en la historia de la barbarie, envi6 como trofeos de su valor y celo en favor de la. causa reali,ta,
cajones de orejas y narices á varios de sus conm.ili.
tODes,y en especial á BavEs, quien agradeciendo y
encomiando la habilidad de ZuazoIa, puso en los
sombreros lIe sus soldados aquellas narices y aquellas
orejas chorreando sangre, haciéndoselas usar á seme.
janza de escarapelas!
BOVES era capaz de trepar en la escala del cri.
men hasta esas cimas horribles en que una espl~cie
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Josí; TOMÁS nOVES.
de demencia cínica, se apodera de los grandes malvados para enseñados como el prototipo de la perversión.
Hombre
atento ú. todo y penetrante,
silencioso,
medio sociable ó asaz uraño según las circunstancias;
siempre ue gran perspicacia, astutu en grado super.
lativo, era en cierto modo extraordinario.
Representación fiel de un bellaco de espíritu templado,
de esos que ni siquiera se cuidan do poner ba.jo la
máscara de la hipocresía ni sus instintos ni sus obras.
Infatigable, su conducta guerrera causaba asom_
bro á sus copartidarios y admiración tí sus enemigos.
Inteligente, combinaba con acierto y ejecutaba
de continuo evoluciones,
día su celebridad.
que aumentaban
Decidido por la carrera
con el poeta:
militar,
de día en
podía exclamar
" Mis arreos son las armas,
Mi descanso es el pelear."
Aquel caudillo en quien había algo de grande y
mucho de pequeño;
algo de gigante y mucho de
enano, siempre violento, no tan sólo con los hombres
sino con la Providencia, qne no lo había hecho Hércules para hundir ue un golpe de mano á la huma.
nidad, audaz y soez, jugaba en los acontecimientos
relativos á la guerra de la Independencia
de un
modo sorprendente,
de tal manera
que, á pesar
de
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JosÉ TOMÁS
ROVES.
no poderse, tal vez, dar cuenta, del por qué de lo
que á sus pies pasaba, de por qué obraba de este
ó de aquel modo, ni de la. significación verdadera de
aquella lucha titánica qne había de variar la forma.
do la civilización en todo un continente,
hubo mo.
mentos en que tuvo atada. á su propio destino la
suerte de millones do hombres!
Si BOYES hubiera sido virtuoso y tenido nó la
idea, que no le faltaha, sino la luz de la ciencia que
da vigor á la. idea, haciendo vivos y penetrantes
los
esplenuores del genio, empresa. mucho más dificil
hubiera. sido pa.ra los patriotas de la. antigua Colombia la. de ver lucir sobre sus cabezas el sol de la
lil)erta.d.
VI
Unido BOVES 6. Antoñanzas
ú. los pOCORdía:¡ de
su evasión de la cárcel de Calabozo, siguió con éste
para la provincia de Cumaná, de donde volvió en
seguida á Barcelona con el fin de servir á las órd,anes
del Mariscal de Campo don Juan Manuel Cajigal,
que defendía por esas tierras la causa del Rey, por
orden del entonces Capitán general de Venezuela,
don Domingo de Monteverde.
Perdidos Antoñallzas y Cajigal por consecuen.
cia del arrojo de ese grupo de valientes jóvenes; que
al mando del General
Santiago
Mariño
se prouun.
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JosÉ TOllÁS
llOVES.
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ciaron contra la tiranía en el islote de Chacacha.
care, ROVES, con una pcr¡\lefía fuerz:]. montada, convencido de que por sí misll'lo podía hacer la guerra,
pues que su instinto lo decía ser superior ú todos
los otros Jefes realistas, se internó á mediados de
1813 por los llanos de Caracas, resuelto á Ha obe.
decer otro dictamen qU3 el de su voluntad. Desde
este momento empi€7.u b ulo'l'ia para aquél lidiador
formidable, que, por fortuna. para la libertad, pas6
pronto como pasa el rayo, dejando In. huella de sus
estragos!
Jinete intrépido y ú8il
gún teatro más tí. propósito
raciones que el piélago de
gente mús al colmo del
empresas,
Y lancero poueroso, nin.
para dar cima ú. sus aspi_
las llanuras; ni ninguna.
deseo pan¡, SllS atrevidas
que los salvajes, sufricJos y valerosos habi-
tantes de los desiertos.
Atraer á los llaneros á su partido con toda especie de halagos y de promesas, fué el plan meditado
de BOVES. Resultado que DO em <lifícil, pues que no
siendo militar este cauJilIo, en la acepción genuina
de la palabra, ni gllstando del oruen en la organiza.
ción, poco esfuerzo tenía que emplear para. hacerse
seguir por aquellos hombres ú. quienes no iba tí. obli.
gar el régimen duro uo la disciplina ue los cuerpos
reglauos, ni ponía límites en el desorden y el pillaje.
De manera qna, ú principios de Septiembre,
BOVES recorrb}af> llanuras uel Apure con un cuerpo
considerable
de soldados ue caballería,
armados to.
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JOSB TOMÁ.S nOVES.
dos de lanzas y llevando algunos trabuco y e8:~ada,
vistiendo un corto calzón que apenas les pasaba ¿.e las
rodillas, una camisa ancha y holgada que les cubría
medio muslo y un sombrero redondo de gr~.ndes
alas.
Apenar, se sinti6 fuerte, pretenllió obrar sobre la
provincia de Caracas, con el fin de inquietar i; Bolíva.r, que por entonces creía salvada la República,
y embarazarlo en los planes de campaña que tenía
para la completa pacificación del paíR.
En efecto, hallándose el Coronel Carlos Padr6n
con setecientos infantes de línea en el caño de Santa
Catalina, BOVES le cayó el 27 del mes citado con mil
jinete.'l, é hizo terrible mortandad en los patric,tas ;
avanzando inmediatamente después sobre b villa.
de Cura, cuya.población fué desapiadadamente :puesta á saco.
De Cura pasó sin demora á Calabozo COIl el
ánimo de permanecer allí algunos días y levantar
un grande Ejército; pero el Libertador, que empezaba yá á sospechar de todo cuanto podía ser ea,paz
aquél aventurero si lo dejaba. organizarse cOllvenientemente, mandó con mil quinientos jineteó al
Coronel español Campo Elías, que era un hombre
tan activo y valeroso como BOVES, para que, unién_
dose á mil infantes que mandaba el Comandante
Miguel Uztáriz, fuera sin pérdida de tiempo en Sll
persecución.
BOVES, que como por encanto, había elevado su
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,
,
JOSB TOllAS nOVBd.
Ejército
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ú. dos mil hombre~ (le á caballo y quinientos
infantes, esperó ú. pie firme á Cu.mpo Elb.s el 14 de
Octubre en el ¡;itio de l\Iosquitero. Rcñida fué la
lucha, siendo al principio favomble á los realistas;
mas, hallándose en la ¡íltima extremidad
el Jefe
patriota, ordenó un ataque vigoroso, simultá.neo y
general sobre tod~" b.~ filn.~enemigas, yen dos horas
de horrible batalla <.le cuerpo ú cuerpo, en que
fueron muertos miÍs de dos mil combatieutes, HOVES
se retiró del campo con sólo treinta jinetes quo le
quedaban libres, dirigi~ndose al pueblo del Guayabal
sobre la orilla iu¡uierda del Apure.
Empero, más tardó esto insigno guerrerro en lier
destruído que en volver á. rehaccrse eu sus guaridas,
allegándose nuevos sohlados y recursos. Imposibilitados los patriotas
para perseguirlo por de pronto,
ú consecuencia de tener otras atenciones preferentes
é indeclinables,
el déspota asturiano,
clebido i sus
esfuerzos é ingenio, y merced á una circular que diú
ú todos los vientos, en la cual prometía el pillaje de
todas las poblaciones patriotas á los iudividuos que
se lo unieran, reunió prontamente cuatro mil jinetes, y cayó el 8 do Diciembre sobre el Coronel Al.
dao que, con mil quinientos
infantes,
resguardaba
el paso de San :Marcos del río Guárico, pereciendo
todos estos servitlores del derecho heróicamente,
y
ocupando BavEs en seguida y de nuevo ti Calabozo.
A partir de este triste y funesto suceso que puso
término
á los desastres de la guerra
de Venezuela.
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JosÉ l'OMÁ.S nOVES.
en el año de 13, Bolívar adquirió el pleno convenci.
miento de que BOVl!;s em un lidiador temible, a~í
por el prestigio que recobraba sobre las masas, quo
por miedo á. su feracidad 6 por admiración á SU3
hazafías llegn.ron :1 trilJlltarle culto, como por su in.
trepidez y actividad. Así, se penetró de quo ell ade.
lante era preciso é inuispensablo,
en cuanto lo pero
mitieran los movimientos generales de la campaña,
prestarle la debida atencióu, no fuera que por des.
cuido diera muerte á la revolución enseñoreálldosl~
de la República
naciente.
VII
Para fines de Enero de 1814, habiendo
reunido
BaYES en Calabo;-;o una fuer;-;a de siete mil hombres
de todas armas, emprelluió marclw. hacia la villa de
Cura con la osada pretensiún de tomar G. sangre :Y
fuego la herúica cimlad de Caracas, y dechrarse
allí, como lo babía hecho :llonteverde, Jefe Supremo
del Gobierno del país.
Sabedor Campo Elías de este movimiento de les
realistas, les ,<¡alióal encuentro con cuatro mil horr .•
bres, tomando el 2 de 1<'e1>roroposiciones ventajosns
en el sitio de In. Puerta. El 3 por 1;). madrugada,
BaYES acometió con singular arrojo tí. los republicD .•
nos, quienes COII extremada impavidez resistieron las
impetuosas cargas de sus enemigos; IDas á eso de ks
cuatro de la tarde todo Labía terminado, quedando la
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.rOS}; TmIÁS nOVEEl
21
victoria á favor <le los tirD.nos. La persecuci6n
que
se hizo á los vencidos que no murieron en In batalla
fuú horrenda; ceren. de mil fueron alanceados
bárbaramente;
desJlOll1'alldo BOVES en esta ocasi6n, más
que en otras, Sll triunfo y su heroísmo, pues que el
verdadero valor que por lo común es generoso aún
cuando se halle en pechos incultos, se compadece
siempre del infortunio, mirúndolo al través de las
leyes que consngran los sentimientos
humanitarios.
El vencedor, eu vcz de reposar en la. Puerta de
la rudn. faena porque acababa de pasar, mandando
da.r muerte á los heridos de su ejército que no
podían seguirlo, "á f111tIe evitarse el estorbo que
podían causarle," impetuoso se lauz(í en el acto
sobre la Victoria, plaza fuerte resguardada
por el
invicto General José :Félix Ri vas.
Llegado que hubo á ln.s inmediaciones
de esta
ci1ltlud, el 12 del mes citado, 1:1atacó á las ocho de
la maunna cen dascsi;Ctc.clo ":);0.'. Cnlcntn. fué esta
lucha par:t anbos c~H:b[lt¡cn~cs, pnc::; que la sangre
ue
inundó todas la" ca:Jcs
la. p01Jbeilín; puuieudo
haber triuufado los reuli~tas, ¡: pc~a ¡' del denuedo
y resignaci6n de SllS contrarios, quicnes estaban resueltos ií (lorenJor la plaza lJUsta b extremidad
del
sacrificio, si á las onco de la. maihua
del día siguiente fuerzas do repuesto no upn.recen á la retaguardia <le los acc:ucteuorcs, lOS ¡;l\~!es, en atenci6n
á esta nueva, se rctiraron en buen orden hacia Cura,
dejando mil muertos en el campo de batalla.
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22
JosÉ TmIÁS nOVES.
En Cura hizo BovF.s cita ti todos los Jefes realis.
tas que tenía. cercanos, con el propósito de formar
una gran masa de fuerza que arrojar sobre el I.i.
bertador, quien había tenido que retirarse del sit\o
de Puerto-Cabello, temeroso de lo que pasaba en
el centro de la provincia de Caracas, para establecE'r
su cuartel general en San Ma.teo, á donde llegó d
29 de Febrero COl! mil novecientos infantes y seis.
cientos jinetes.
BOVES, á quien los descalabros irritaban en ve2;
de inmutar flU valor, habiendo aumentado sus tropas
tom6 camino de San :Mateo con siete mil quinientos
hombres, en su mayor parte de caballería. El 25 del
mes en referencia llegó al pequeño pueblo de Cágua,
poniéndose á tiro de fusil de los republicanos, y al
rayar el alba del 28, después de baber estudiado el
campo enemigo y tenido con las avanzadas de éste
algunos combates parciales, arrojó gran parte de su
Ejército sobre la línea principal de los libres, que
comandaba el Libertador en persona. Violento y
desastroso fué el cboque, el cual, tomando á cada
instante un aspecto ,más aterrador y trágico, se hizo
general á eso ue las tres de la. tarde en todas las
líneas de batalla; alJD.ndonandoel caro po al acercar.
se la noche la fuerza rea)i~ta para situarse en las
alturas que al Occidente dominan la explanada de
San Mateo.
i Quién gan6 la batalla? En este particular ha
habido opiniones encontradas, pero es lo cierto que
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JosÉ TOMÁS BOVES.
23
el realismo no la perdi6. Bolívar mismo, ocupándose
de este suceso en un documento oficial, dice: "Tan
resueltas y constantes fueron las cargas que recibie.
ron nuestros cuerpos, y de tal manera se les agitó y
desangró, que si el enemigo no se retira, probable.
mente nos hubiéramos perdido." RaVES jamás había
estado tan espléndido como en aquella lucha: llevaba cogidas de los dientes las riendas de su brioso
corcel y peleaba con una lanza en cada mano; pero
dió tres caballos que montaba y puso término á la.
acción de aquel día, por consecuencia de haber recio
bido una grave herida de lanza hacia el lado izquierdo del pecho, que lo oblig6 á retirarse á Cura.
en busca de curación, después de haber alojado bien
sus tropas, con orden de que se mantuvieran firmes
en las posiciones que les fueron señaladas.
Uepuesto un tanto de SUb dolencias, volvi6 al
lado de los suyos el ID de Marzo siguiente, y al otro
día, no pudiendo contener la impaciencia que lo
atormentaba, empezó de nuevo sus cargas formida.
bles saliéndole siempre mal sus intentos.
Desesperado por la resistencia y escaso yá de
municiones, dispuso que en la madrugada del 25
una fuerte columna de tropas con él á la cabeza,
rompiendo á cualquier costo \lna línea de batalla,
penetrara en el campo de los patriotas y tomara el
ingenio de San :Mateo en donde estaba el parque 1
Esta arriesgada operaci6n fué ejecutada con tánta
pericia como audacia, y en el ánimo de los soldados
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24
JOSB TO~ÁS
nOVES.
libres hubo un momento de incertidumbre respecto
del éxito favorable de la contiend3.; mas cuando Bo.
VES creía cercano el t~rmino de su empresa y estaha
para. cosechar la victoria, se oyó una terrible deto.
nación que puso fin iÍ. aquel duelo glorioso! Ri.
caurte había puesto fuego al parque, y dando su
nombre á la inmortalidad, subía envuelto en luz al
cielo de los héroes predestinados, habiendo sfl·).vado
en aquel momento supremo la República. !! !
ROVES, si nó aterrado, porque su espíritu era
inaccesible á esta especie de conmoción, 6.lo menos
sorprendido de aquel acto heróico que hizo grande
estrago en sus tropas, mandó tocar retirada. á las doce
de la. mañana y desfiló en buen orden hacia su cam·
pamento.
Este acontecimiento y la circunstancia. de.haller.
tenido fidedigna noticia de que se aproximaba á
paso redoblado el Ejército de Occidente, comandado
por el ínclito GeneralllIariuo, lo obligaron á levan.
tar el 30 el sitio de San Mateo; no yá para volver
la espalda al enemigo sino pa.ra dirigirse sobre
aquella nueva fuerza con cuatro mil hombres que
aún le quedaban.
Mariño, que tenía poco más ó menos el mismo
número de soldados, tomó posiciones ventajosas en
el sitio de Bocachico, y con la altiva conciencia de
un lidiador sereno, esperó á su implacable adversa.
rio. El 31, á las nueve de la mañana, acometió el
frente y el ala derecha del enemigo, encontrando en
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25
JOSB .T01f,\S nOVES.
a.mbas partes una resistencia asaz heróica, y á eso de
las doce hizo extensiva la batalla al ala. izquenla
que dirigía. Mariño, haciendo en aquella. línea estra.
gas horribles con su caballería.
A las cinco de la
tarde, á semejanza del Cid Campen.dor, se batía el
atleta asturiano con un denuedo ¡¡¡in segundo, vién.
dose obligado, mal de su grado,
de la. noche, por carecer
{¡,
retirarse
absolutamente
á las seis
de municio-
nes, deja.ndo tendi{los en el campo tres mil muertos!
BOVES con mil doscientos jinetes que Ralvara, se
encaminó
á V ll.lencia, plaza sitiada ií.
Ejército
de Ceballos;
pero
111.
sll.z6n por el
al dla. siguiente
,le su
retirada. de Bocachico, el General Mariano Mantilla,
destacado de San Mateo por orden de Bolívar, le
picó la retaguardia,
molestúndolo de tal suerte, que
logr6 hacerle mús de doscientos muertos y trescien.
tos prisioneros.
El 3de Abril, después de mil contratiempos que
por cierto no llegaron á abatir la grandeza de su
ánimo, consigui6 unirse á Ceballos, que tenía. yá en
la última extremidad al afortunado
y benemérito
General Rafael Uruaneta,
que cro. quien defendía á
Valencia;
mas, apenas se combinaban aquellos dos
déspotas para dar un asalto 6. la plaza y tomarla á
cualquier
dor venía
prudente
la fuerza
donde se
costo, tuvieron
noticia de que el Libertaen defensa ue los sitiados, y les pareció
abandonar el campo; tomando BOVES con
que le pertenecía
la vía de Calabozo, en
rehizo con admirable
prontitud,
pues que
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26
JosÉ TOMÁS nOVES.
este hombre, ya por el prestigio que había adquirido,
y ya porque no se paraba en medios, reparaba fácil.
mente sus pérdidas y hacía la guerra {¡ la libertad
con una actividad que sus contrarios 00 podían evitar ni rivalizar.
Al promediar de J uoio, se movió de Calabozo
con cinco mil jinetes y tres mil infantes en busca
de Mariño, que comandaba
('1 Ejército libre mlÍs
cercano y mejor organizado.
Avisado éste de tal
movimiento, avanzó sobre el glorioso sitio de La
Puerta, á donde á su llegada se le unió Bolívar, y
haciendo ambos una fuerza de seis mil hombres,
esperaron i su implacable
enemigo. El 15, escar.
mentado el Jefe español COI:. los descalábros que el
Libertador le había dado en San Mateo y aleccio.
nado yiÍ en la escuela de la experiencia, dispuso mi.
litarmente sus cuerpos para la batalla, y:í las diez
del día atacó á los republicanoR con tal furia é im.
pulso, que tí las seis de In. tarde, después de haber
hecho tina gran mortandad, superior en mucho á la
de 'cualquier otro hecho de armas de aquella guerra
á muerte, obtuvo la más espléndida victoria de que
caudillo alguno se vanagloriara
jamás; salvándose
el Libertador,
Mariño y otroR Jefes de caer en poder
del enemigo, merced i la oSéuridud de la noche.
Mil trescientos prisioneros
de aquella jornada
desgraciada fueron pasados por las armas, y á más
oe
trescientos
filas realistas,
beridos baldados, pertenecicntes tí las
se les acabó de matar, "por un acto
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JOSB T01tl.ÁS nOVES.
27
de piedad, dijo BOVES, y para que no fueran obs.
táculo tí los rápidos movimientos del Ejército ~!"
En acto continuo el insigne guerrero marchó en
dirección tí la Victoria, población que ocupó e117.
destacando de allí una división con destino á la heróica
ciudad de Caracas; luégo de lo cual continuó su mar.
cha con el grueso de su fuerza sobre Valencia, ocupa.
da por aquel entonces por el valeroso Coronel Juan
Escalona. El 20 se puso al freute de la ciudad, (í
inmediatamente propuso uno. capitulación á los de.
fensores de la plaza, In.que habiendo sido rechazada,
dió lugar tí un sitio rigoroso, en que eran así de
terribles como ee frecuentes las acometidas de los
sitadores.
El 9 de Julio, habiendo perdido yá Escalona las
dos terceras partes de su fuerza, y falto de víveres
para atender tí la manutención de los f;oldados que
le quedaban, resolvió capitular, celebrándose al
efecto un Convenio en el cual se comprometía naVES
tí respetar la vida y las propiedades de todos cuantos
individuos estuvieran en la plaza.
Dos días después del Tratado, siendo usanza en
los caudillos realistas no cumplir jamás sus prome.
sas á. los patriotas, BavEs, volviendo la espalda al
compromiso contraído, ase;;inó á casi todos los ven.
cidos é infinidad de patriotas respetables de Valen.
cia, poniendo á saco la ciudad y permitiendo que
sus Tenientes y brutal soldadesca ejecutaran actos
de pillaje tales, que ni aun siquiera mereci6 respeto
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28
JosÉ TOMÁS ROVES.
el honor de las mujeres;
las cuales, en defensa de
su honra, se acogían á los templos, creyén<losl~ res.
guardadas en b casa de Dios, en donde eran 'riola.
das al pie de los altares, cuyas nra¡; fueron salpica.
das de sangre! !
Nublado el cielo de la Patria por los descalabros
últimamente referidos y por algunas otras victorias
cosechadas por los déspotas, BOVES, tí pesar de ser
Cajigal el Capitán general de Venezuela por aquella
época, se declaró Jefe ab;;olnto, civil y militar,
de
las provincias que habían conquistado
SllS arm;.l,S,
y empl;lz6 {¡ echar los cimientos de la más espantosa
tiranía que pueblo alguno haya sufriJo; ordenando
á sus conmilitones para que sin conmiseración algu_
na dieran muerte ú. todo patriota que cayera en sus
manos y le confiscaran sus bienes, "en defens¡~ y
por amor á la causa de su l\Iajestad el sercnísim{l
Rey su señor, don Fernando VII."
Gozaudo se hallalm de SlIS victorias, cuaudo 1:mpo
que el1l1alogrado
é intrépido Gelleral ;\Iallllel Piar
había obtenido algunos triullfos en jnri~dícción do
la provincia de Barcelona, merced ti los cuales lo.
grara poner una fuerza do dos mil hombres, é inmediatamente se lanzó sobre él con pasmosa celeridad,
y lo venció el 16 de Octubre en h\ SaOanadel Sala.
do, pereciendo casi todos los soldados republicanos,
acuchillados por sus enemigos.
En el acto, sin dar respiro á su gente, se vino
sobre Maturín. en donde los Generales Rivas y
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JOS}] TOMÁS llaVES.
29
Francisco Bermúdez ha.ulan hecho, dehido mús que
ú otra cosa, (L las per:ieCllcioncs r ferocidad del des.
potismo, uu acopio de cuatro mil homhres armados,
resucltos á morir en b contienda
lidiando como
buenos, ó á salva" la liLertad. Noticiosos los Generales l1atriolus dclmovilllieuto
de BOVES, salieron ú
su encuentro y lo esper::trou cn el valle de U rica.
El [) de Diciembre al amanecer, llegó (¡ este sitio el
feroz tirano y formó su Ejército constante de ~iÍete
mil hombres, en dos línea •• paralelas
é iguales de
infantes, con la cahallería ti los costados. Al ver
los Jefes patriotas esta!; disposiciones, y convencidos
de la superioridad de las fuerzas que iban á comba.
tir, comprendieron que era indispensable compensar
las ventajas del enemigo con un grande arrojo de
su parte, ofreciendo un grado á cada Oficial y una.
recompensa pecuniaria. :.í cada soldado si la batalla
se ganaba. BOVE8, inmóvil, aguardó el ataquc, y
apenas principió ésto á las ollce de la mañana, hizo
obrar f'imult{¡nearnente todas sus tropas, convirtién.
dose de acometido en acometedor;
pero halló tal
denuedo en los soldados libre ••, que á la una de la.
tarde e••taban perdidosos los realistas. Fué entonces,
al ver volver grupa tí. un cuerpo do su caballería,
cuando después de haber hecho los mayores esfuer.
zos para contener
ú. sus jinetes aterrados,
viendo un
pelotón de gente encima que abaleabll y lanceaba á
diestra y siniestra, !iintió encabritarse
su caballo,
haciéndose indúcil á la. voz y al freno, siendo éste el
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30
JosÉ TO:MÁS BOVES.
instante preciso en que un oscuro soldado republi.
cano le atravesó el pecho de un lanzazo, derribán.
dole en el acto al suelo. A poco muri(, lanzando
al cielo horrorosas blasfemias.
VIII
Por lo que se ha visto, BOVES,militar incorrecto,
toda vez que ignoraba por completo los principio:,
de la táctica y la estrategia, luchó contra los mú¡¡
hábiles, intrépidos y aleccionados Jefes republicanos,
venciéndoles en lid leal y franca gloriosamente.
Derrot6 á Bolívar, el vencedor en Boyac6.,Cara.
bobo y. J unín ; derrotó {i, Mariño, el héroe de Cu.
maná y Guayana; derrotó á Piar, el coronado por
la victoria en el J uncaly San lfélix ; derrotó á Rivas,
á Bermúdez y á muchos otros militares más, de alta
nombrl1día por sus hazañas admirables, su saber y
su valor indomable; debiendo tenerse presente que
en sus triunfos sobre estos preciaras lidiadores nunca.
us6 de la encrucijada, del asalto traidor, ui de nin.
gún otro medio infame.
BOVESno ocultaba sus movimientos al enemigo,
ni trataba nunca de sorprenderlo ; antes por el cou.
trario, frecuentemente le daba la. ventaja de tomar
posiciones, atrincherarse, formarse á su acomodo
para. la batalla, y luégo le caía como una centella
por el frente, por los flancos, por la espalda, hacien.
do estragos espantosos. Vencedor, no daba cuartel;
vencido, no lo pedía!
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31
Jas}; 'rollÁ.S naVES.
Lo. República naciente tuvo temor de aquél Sa..
tanás, y (Í fe que tCllÍD. r:1í1ún; pues que apenas se
incorporó al realismo, su nombre fué el centro vivo
de la insurrecci6n contra la libertad,
produciendo
por todas partes el efecto do un reguero de pólvora.
De modiados de 1813 á Diciembre de 1814, hizo
prodigios como guerrero, yendo de victoria en vic.
toria hasta adquirir una justa fama, que lo ha hecho
pasar tÍ la historia patria, ue la cllal no será posible
arrancar su nombre. "Casualidad,
dice Baralt, que
semejante enorme patán y feroz bandolero baya
podido tocar la gloria 1" Nó; nosotros creemos que
para trepar á ciertas cimas, yá se tome por el ca·
mino del bien, yá por el del mal, no basta Her es.
túpido, sino que se necesito. tener genio.
Napoleún grande, Washington
grande,
grande, esto no ofrece ninguna dificultad
Bolívar
para el
espíritu; pero cuando se trata de Ner6n, de Atila,
de Sila, de BavEs, el criterio se ofusca y les niega
la Huperioridad, lo que es una injusticia.
Bolívar era un héroe coloso; BaVES un héroe
monstruo. Así, toda la diferencia entre estos dos
guerreros gigantes, estriba en que el primero fué
más correcto que el segundo, y en quo la gloria
para el segundo es sombría, pertenece á las tinie.
bIas; en tanto que la gloria. del primero es brillante,
corresponde á la 1uzo
BavEs era tan espléndido
cruel en la victoria.
Perdido,
en la derrota,
se retiraba
como
del campo
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32
JosÉ TOMÁS llOVES.
de batalla á paso corto y con ánimo firme, á la som.
bra de un reguero de metralla
q uo lo persElguía;
y como Anteo, después ue una caída, volvía á le.
vantarse en el acto, rehaciéndose como por encanto.
Victorioso, acuchillaua
sin pieuad al vencido y
hacía que sus bárbaras legiones trituraran
con las
patas de sus caballos :i los muertos y ií los heridos,
hasta convertirlos en masa informe:
Incapaz,
n6 de amor, pero ni de mero
car:.ño en
favor de sus semejantes, jam:is llegó á enternecerlo
mas en presencia de las grandes catás.
trofes, soltaba cierta especie de carcajada
que lo
hacía horrible!
la desgracia;
N o obstante
esto, cuentan
las crónicas
de aq ue.
110s tiempos tormentosos, que en una ocasión ::lUbla.
ron las lágrimas sus expresivos y grandes ojos. Hé
aquí la causa de este Úngular enternecimiento:
BOVES amaba su caballo, una bestia negra de;. color
de su alma, :i la que llamaba Antinoo, en renuerdo
á la memoria de su padre. En este caballo, intrépido
como su amo, eu que libraua todas sus batallas, se
hallaba montado el 28 de :Febrero en la lucha de
San Mateo, y allí fué muerto de un balazo el brjoso
animal
que tántas escenl\S sangrientas
había presen-
ciado. Siendo esta la causa de las únicas lágrimas
que en Sll vida derramara aquel famoso adalid de
la guerra de nuestra Independencia,
á cuyo reeuerdo
van unidas, como merecido castigo, las maldi.ciones
de la posteridad
y la reprobación
de la historia.
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PABLO MOIULLO.
J
Dignos del noble orgullo patrio son todos los
acontecimiento;; que compoucn la magua guerra de
la Independencia de Colomuia. Parece que Dios
que, como á. los ilCmhrcs, SClillla tÍ las naciones el
rumbo que deben seguir en su marclm hacia el por.
venir, templó la salia implacable ue los mandatarios
peninsulares en el vivo fuego de la tiranía, y <lió al
mismo tiempo á los siervos de aqnellos hombres mi.
mados por la fortuna, el RD.CrOsllnto
sentimiento
del deber, para que puestos en intransigente anta.
gonismo, se sucediera. esa lucha colosal y por demús
sangrienta, que ha llenado al mundo con su fama, y
que figurará como uno de los principales episodios
hist6ricos en las evoluciones por que ha pasaJo la
humanidad.
En quince años de devastadora y pertinaz CODo
tienda, de 1810 tÍ 1825, quú variedad y granJeza de
sucesos, dignos todos de eterna recordaci6n! La li.
bertad y la virtud en liti abierta con el despotismo,
producen dos especies de hombres: los héroes y los
verdugos, que se chocan perpetuamente con intre'
piJe:6 inauJita, dejando para la historia páginas
de gran valor, monstruosas Uilas y otras esplén.
didas.
3
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34
PABLO MORILLO.
Después de trescientos años de ominosa servi.
dumbre, cuando aún las Colonias vivían en plena
oscuridad de los principios que consagran In digni.
dad y el derecho del hombre, ver levantarse unos
pocos adalides que, amantes de la justicia, arrojan
á la cara de sus tiranos el guante de la insurrección;
de una guerra á muerte 11la que ha de sobrevivir
6 la raza de los libres 6 la raza de los déspotas, es, sin
duda, provocar un duelo magnífico, cuya sublimi.
dad merece perpetua apoteósis.
y lo que más asombro inspira es que aquel gru.
po de invictos lidiadores y probos ciudadanos, al
incitar el colosal conflicto que había de variar por
completo los destinos de los pueblos de América,
no contaban con más recurso que aquel qua da á los
hombres de valeroso corazón y levantado espíritu,
la confia.nza en el porvenir y esa profunda fe qU·3
producen las grandes y generosas ideas.
Fué al impulso, pues, de un filantrópico senti"
miento, como nuestros ilustres progenitores con una
abnegación sin ejemplo y aceptando de antemano la
muerte, único premio que había de coronar sus po..
tri6ticos esfuerzos, asumieron la respoosabilidad de
esa .guerra. titánica, cuyo conjunto es maravilloso y
cuyos incidentes, yá horribles y yá magníficos, me·
recen alaba.n:¡a.
Empero, como los acontecimientos no se verifi.
ca.n por sí solos, toda vez que nada se mueve sin una
fuerza 6 voluntad superior que determine el movi.
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PABLO ¡\lORILLO.
35
miento, forzoso es, al considerar esas tremendas evo.
luciones sociales en las que la filosofía reconoce con
entera certidumbre In. a¡;ciún uirecLa de la Providencia, conocer la parte Cj'10 en los sucesos corresponde
ú ciertos hombres predestinados, y estudiar indivi.
dualmente el carácter de éstos, representado on su
vida activa, á fin do dar el respectivo relieve al cua.
dro general de la historia; en cuyo estudio adquiere
la experiencia las más fecundas ensefiamms.
Obedeciendo ú este concepto, nos proponemos
bacer la reseña biográfica de uon PABLO MORILLa,
desde luégo que este cauuillo representa un papel
de altísima importancia en la guerra ue nuestra. Independencia nacional, aharcn.nuo un periodo ue seis
afios, acaso el m(LS notable de aquella herúica lucha
á muerte, en que tállta sangre gellerOSu. se vertió
con una abnegación uiglla ue la causa ue la libertad
y del honor de la Patria.
Il
Don PABLO MORILLO,Conde de Cartagena, y
Lugar-Teniente General de los Ejércitos cspafioles,
condecorado con la Cruíl de honor de Isabel la Ca.
t6lica, vino al mundo en la Fuente de l\Iulva de la
Provincia de 'l'oro en España, en la noche del 27
de Octuure de 1777.
N ació de un matrimonio de paisanos, ó lo que es
lo mismo, de padres de humilde sangre según las
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36
P ATILO 1.1ORILLO.
preocupaciones aristocráticas de su época. Ro.zó.J.por
la cual no trajo al mundo otra posición que la muy
oscura de su familia, la cual se ocupaba en el cultivo de una. pequeña heredad que era todo su patrimonio.
En su niñez aprendió á leer y escribir; gé.
nero de ilustración, bastante reducida por derto,
que constituía las aspiraciones intelectuales del vulgo de su tiempo.
Hasta. 1795, siguiendo las prácticas é indicaciones del poder paterno, y sin otro horizonte
que el bien limitado de su condición, ojerció el
oficio de pastor, llevando una vida inocente y sencilla, propia de los humildes quehaceres á que estaba
sometido.
En 1796, debido á las influencias de un amigo
de su padre, fué enviado 14 Salamanca con el fin
de hacer algunos estudios literarios que lo prepararan para entra.r en la carrera eclesiástica; mas. cuan.
do su inteligencia empezaba á adquirir el desarrollo
natural que proporciona la enseñanza, hubo de cansarse de las letras, y separándose de los claustros
tom6 servicio en las tropas de la marina rl~al en
calidad de soldado.
MORILLO, al dar este paso, obedecía tan sólo tí sus
propios deseos. Faltándole vocaci6n para el sacerdocio, ministerio que requiere tántas y tan st.blimes
condiciones de espíritu y de carácter, no se sinti6
con fuerzas bastantes para ser misionero de esas
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P ATILO MORILLO.
37
grandes y generoEas ideas que purifican nuestra
alma elevtíndola por .encima de las miserias y vani.
dades del mundo; y dando corriente tí sus inspira.
ciones se lanzó en la carrera militar, en la cual cre.
y6 encontrar mejores horizontes para sus instintos.
Llega en breve la primer guerra de España con la
Francia; guerra á que diólugar la ciega y torpe política de Carlos IV, y la ambici6n del astuto Ministro
de este Monarca, don Manuel Godoy, Príncipe de
La Paz, y MORILLa, dotado de esa.inmensa cualidad
del valor, que ha trasformado tántas nulidades en
hombres de Estado, se bati6 briosamente en varios
encuentros, adquiriendo en esta campaña el grado
de Sargento.
Poco después, hallándose al servicio de la escua.
dra eHpañola que entr6 á Tol6n, cuando esta plaza
fué entregada por torpes combinaciones diplomáticas á los ingleses, se le ascendi6 á. Capitán de fragata, en atención á su inteligente y heróica actividad
en varias operaciones militares, en las que 1a fortuna,
esquiva para uuos hasta la crueldad y generosa para
otros hasta el cinismo, hubo de mostrársele pr6spera.
Desde entonces empieza para esto hombre rllla
vida enteramente nueva: vida de peripecias, de
triunfos y honores, sin que la mirada más perspicaz
pueda darse cuenta, ni siquiera suponerse, hasta
dónde aquel humilde pastor, metamorfoseado de
repente y por una casualidad en escolar y de es.
colar en guerrero, pueda escalar para su nombre
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38
PABLO 1I1ORILLO.
una. posici6n que lo ha hecho trágicamente cIne.
bre, dándole un puesto en la historia.
III
Sucede con frecuencia que el amor propio de nao
cionalidad imprime cierto carácter al escritor, que
le hace en ocasiones perder la imparcialidad, compa.
fiera inseparable de lu. historia, y en especial de
aquella parte que se refiere á retratar á los hom.
bres que han sido autores distinguidos en los acon.
tecimientos.
Ante el juicio de una crítica justiciera, dice .Mr.
de Lamartine: "Para la posteridad no debe ha.
ber ni compatriotas ni extranjeros, ni amigo!! ni
enemigos, ni vencedores ni vencidos, no debe ha.
ber más que obras y hazaíías," toda vez que, no rc.
conociendo la fama fronteras, de la conducta de los
elegidos para desempeíIar ciertos po.peles en el e:;ce.
nario de la ciencia, de la inteligencia 6 del heroís.
mo, es que se forman las glorias de la humanidad,
á las cuales la especie, por respeto Ú sí misma, debe
homenaje y en ocasiones hasta culto.
Hay también el error de creer que no se puede
ser grande sino cuando tomando por un determi.
nado camino, se trepa tí cierta cima. Para nosotros
hay la grandeza que da la virtud, como la que dan
la capacidad científica, el genio y el heroísmo; y
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PABLO MORILLO.
39
hay también, aunque tristemente célebre, la gran.
deza del crimen.
Sería una insensatez negar el dictado de grande
al piadoso Vicente de Paúl, como al sabio Newton,
al intrépido Bayardo 6 al sombrío Torquemada,
porque teniendo determinadas condiciones carecían
de otras, más 6 menos apreciables, según los juicios
de los hombres.
En España se hizo de la palabra grande un nuevo título de nobleza desde el tiempo del denodado
Carlos V ; título que se aplicaba especialmente lÍ. los
guerreros afortunados, á los cuales les era permitido
el honor de cubrirse en presencia del Rey y de re.
cibir un tratamiento especial. Costumbre que llegó
hasta el tiempo de Fernando VII, quien dividi6 á
los grandes de la N ación en tres clases, tocando en
suerte ú. MomT"T,o el pertenecer ú la segunda, que
era la de aquellos que tenían puesto en las ceremoniaH reales y Fodbn cubrirse debnte del Monarca
después de hallade lw,bbclo.
Ahora. hilj!l, tenieuuo el mérito SllS escalas, pues
que las cualidades humanas no estáu sujetas á
la misma medid;1, don P AnrD MORILLa, por más que
el criterio público se empeñe tan sólo en considerarlo
como un miserable, torpe y Jesvergonzado tiranuelo,
ávido de dinero y am.uicioso de mando, para los que
conozcan su vida será tenido, á. pesar de su mala
conducta, como un hombre notable, no solamente por
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PABLO MORILLO.
el valor que lo distinguía,
lento y la audacia.
sino también
por el ta_
Vulgo en su niñez, lleg6 á adquirir en su patria
una posici6n respetable, entrando en la nobleza que
lo distingui6
por una
larga vida de servicios
á la
Monarquía é instituciones de su país, á favor de las
cuales jug6 de continuo su existencia con admirable
abnegaci6n.
Habiendo pasado su ju ventud en la ignorancia,
llegó á convencerse de que para obtener un puesto
de alguna importancia en la escala de las distincio.
nes sociales, le era preciso cultivar su inteligencia, 'J'
á poco de haber sentado plaza de soldado, á pesar de
los continuos quehaceres de su profesi6n, se dedicó al
estudio y logró adquirir
bastantes
conocimielltOH
científicos en la carrera militar, llegando á ser ade.
más un escritor de redacción fácil y castiza.
Verdad es que en la guerra de América cometi6
grandes faltas y crímenes horrorosos, llevando en
Venezuela y Nueva Granada mucha gente al ea ..
dalso y al destierro, y empobreciendo
las poblacio.
nes con cuantiosos donativos superiores en mucho al
estado de su riqueza; pero estos hechos injustos, cometidos casi siempre con inaudita crueldad, si bien
le quitan la gloria de aparecer como bondadoso gue.
rrero y probo ~fagistrado, no oscurecen el brillo d'3
sus hazañas, ni borran los inmensos esfuerzos qU'3
prestó á la causa de sus convicciones.
Muerto á fines de 1814 José Tomás Boves, horn-
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P ARLO MORILLO.
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bre de gran prestigio guerrero,
de voluntad indomable, de heroísmo sin límites, activo hasta el prodigio, y cruel como pocos de cuantos pisaran las
Colonias americanas en aquellos tiempos aciagos y
tempestuosos
en que la muerte hacía tí. cada paso
abundantes
cosechas, apareció MORITJLO en 1815,
militar de las mismas aptitudes
de aquél é igualmente sanguinario, pero más correcto en todo, supuesto que se h~bía dado una mejor educación.
Gran trabajo costó á los patriotas vencer á Boves,
y su caída, que f\lé un derrumbamiento
para la
causa realista, se sucedió con su muerte, acaecida el 5
de Diciembre del año anotado, en la memorable
batalla de Urica. Del mismo modo, para triunfar
de MORILLO, poniéndolo en la necesidad de regresar
tí España admirado del heróico comportamiento
de sus contrarios,
tuvieron éstos que hacerle una.
larga campaña,
aceptando toda especie de contratiempos y resignados 6. todo sacrificio. Haber venci.
do á aquel renombrado y célehre caudillo, es precisamente una de las glorias de Bolívar y de cnantos á
ello contribuyeron;
pues que tal hombre, cuyo odio
á la libertad era irreconciliable,
era tan denodado y
pertinaz en la. guerra COIllO astuto en su conducta
política.
IV
La historia militar de don P ADW MORILLO em.
pieza tí acentuarse visiblemente desde el 21 de Octu-
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42
PARLa MORILLa.
bre de 1805, día en que las Escuadras combina.
das de Francia y España, pretendieron humillar el
honor inglés en el cabo de Trafalgar.
El eminente marino Horacio Nelson, que era
quien debía salvar la dignidad británica, en presencia
del enemigo, arengó á sus soldados con una sencillez
elocuente, recordándoles estas tres palabras que
conducen á los valientes á la cima del heroísmo: la
pat1'ia, el deber y la confianza en la victo1'ia; y al
instante mismo mandó al Comandante Hardy, su
Capitán de pabellón, forzar velas, cayendo éste como
un huracán sobre la línea francesa que ocupaba la
vanguardia.
Rota esta línea, los acometedores se lau zaron
sobre la fuerza de retaguardia española; teniendo en.
tonces lugar una lucha terrible en la que los navíos
se cruzaban unos á otros, causándose extraordi.
narios el;tragos, como jamás habían tenido lugar
sobre la superficie de las aguas!
A las ocho horas de batalla, cuando la victoria
parecía fluctuar, ya en favor de la Inglaterra y
ya en favor do las fuerzas coaligadas, ¿ las que
comandaba el valiente Almirante Villeneuve, que
fué por ~lgún tiempo juguete de las olas y blanco
de la metralla enemiga, el triunfo hubo de proteger
á NelsoD, coronando COIl su vida el hecho más sigo
nificativo para su nombre de cuantos guerrero alguno
haya obtenido jamás.
MORILLa peleaba en aquel día á bordo del navío
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PABLO MORILLa.
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Plutón, mandado por el intrépido Capitán Cosmao,
de quien era segundo, y cuando esta embarcaci6n,
cuyos mástiles destrozados por la metralla no podía.
sostener yá sus velas, permaneciendo como un tronco
desmembrado juguete de mortíferos fuegos, se botó
á nado y pasó lÍo mandar un bajel amigo, cuyo Jefo
habra muerto; salvando al grito de Viva la }JspafLa,
la bandera. de este navío que una hala acababa de
echar al [''jua, é iz{¡,ndoIu.
de nuevo en el lugar que
le corrc"pondía en medio de un vivo fuego.
Debido á increíbles golpes de audacia, MORILLa
evitó el ser prisionero en Trafalgar, y pudo regresar
con muchos de sus compañeros á España lleno de
laureles; recomendándosele como el más brioso soldado de cuantos compu;;ieran la Escuadra que asistió
á aquel duelo formidable.
Poco después, indignado con Carloa IV por ha.
ber cedido á Napoleón la Lui3iana, en pago del tí.
tulo de l~eina para su hija y de altos honores para
el Ministro Godo)'. ·;1.D que tan humillantes sacrifi.
cios impidieran 18, invasión del territorio español
por las tropas francesas, fué de los insurrcccionados
en Aranjuez con el Conde de Montejo en 1808; insurrecci6n que proclamG Rey :í Fernando VII, Prín.
cipe entonces de las Asturias.
En el año anotado, habiénuose instituído la
Junta suprema de Sevilla, con el fin de salvar
la dignidad y soberanía de la Naci6n tie la invasi6n
extranjera, fué nombrado Jefe de un Regimiento que
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P ADLO nORILLO.
se form6 en Agamonte, y allí colect6 mucho~: recursos de víveres y dinero, levantando al mismo
tiempo dos Divisiones de á tres mil hombres, quo
puso á 6rdenes del General Galuzo, que era quien
comandaba las fuerzas que iban á hacer la defen_
sa de España.
Galuzo hizo á MORILLa S:l Ayudante de campo COIl el título de Comandante, y le confió el m~ndo
de una columna de tropas ligeras, destinadas tí espiar los movimientos de los franceses y ti obrar so.
bre ellos en distintos radios. Comisión que desem_
peñó con sorprendente tino y arrojo, ha.ciendo ti 108
invasores en varios atrevidos encuentros un gran
número de prisioneros que llevó ti Sevilla, J' á
los cuales trató, ú pesar de las leyes á que la guerra
somete al enemigo extranjero, con marcada. benig_
nidad, como fué reconocido por el Coronel Bra.
monte que cayó en sus manos.
En virtud del comportamiento á que se aC8,ba
de hacer referencia, y tcniéndoscle ciega confiam;a,
se le envió á Galicia con seis mil hombres en per"ecuci6n del General Ney, m{LStarde Príncipe de
Moskowa; haciendo en esta vez una campaña tan
rápida y feliz que le mereció grandes encomios y el
título de Coronel efectivo.
MORILLO dió ú. las tropas del gran Marisc.1I
francés la heróica batalla de Vigo, que aun cuando
de escasos combatientes por no haber peleado en
ella más de diez mil hombres de una y otra parte ;
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PABLO MORILLO.
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fué famosa por los hechos de valor que en ella se
cometieron y los propicios resultados para la causa española; entre los cuales se encuentran la
toma de esta plaza, que era de suma importancia, y
la ocupación del puente de San Paya, magnífica posición militar. Viénuose Ney oblirauo, en vista de
estos contratiempos, 6.abandonar la Galicia.
Fué en esta época, 1810, cuando el valeroso soldado á que nos estamos refiriendo, organizó el B.egimiento de infantería llamado de La Unión, que
tánto se distinguió en la guerra de la Península,
peleando en más de cuarenta accioIies. Batallón que
en América, bajo el nombre de Valencey, hizo
ruda y larga faena, siendo el único cuyos restos se
salvaran en 1821 ee In. batalla de C:J.rabobo y volvieran, en parte, tí. España, tí dar testimonio del dcnuedo de los libres americanos.
Después de la campaña de Galicia, }IORILLO continuó sirviendo con distinción á su patria: primero
en Extremadura á la cabeza de algunos cuerpos de
guerrilleros, á quienes hacía ejecutar sorprendentes
evoluciones, pues que era extremada su pericia para
la guerra de partidas; después, al lado del intrépido
General Ballesteros en la provincia de Barcelona;
y luégo á órdenes del Marqués de 10. Romana y de
su sucesor Mendizabal, en la peligrosa campaña sobre
el Portugal contra el intrépido Mariscal Massena.
Cuando Mendizabal fué derrotado, 19 de Febrero
de lRll, en las alturas de Santa Engracia, el Regi.
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P ATILO 1IIOR1LLO.
miento de La Unión, comandado por MORILLO,
fué el sólo á quien cnpo en suerte librarse de caer en
poder del enemigo. Formado en cuadro, sostuvo en
retirada, por cuatro días consecutivos, diez y siete
cargas de caballería, y después de haber hecho €,s.
tragos en las filas de sus perseguidores, logró reJ,¡o
rarse á Elvas, cuarenta leguas distante del campo de
batalla, sin haber perdido más de una sexta parte
de las plazas que lo componían; logrando su Je:fe
en aquel poblado, reUlÚr los di~persos restos del
Ejército español y levantar de ligero nuevas tropa3,
que fueron entregadas al General Castaños.
Castaños envi6 á MOlULLO, ascendido yá á Bri.
gadier, sobre la provincia de Córdoba, con tres m:ll
hombres destinados (¡ entretener ií los franceses;
pero habiendo sido tomada la ciudad de Valencia
por el benemúrito General Suchet y además un:\
gran parte del territorio de b citada provincia, tuvo
que replegarse sobre Ex:tremadura; hallándose ell
seguida en la batalla del Arroyo de .Molinos, en
donde el General Girard fué batido por Castaños,
dejando en el campo siete mil muertos y tres mil
prisioneros, entre ellos al Duque de Aremberg.
De prinoipios de 1812 en adelante, :MORILLO tuvo
el honor de 5ervir á. la vanguardia de las fuerzas
españolas incorporadas al Ejército de Lord Wolling ..
ton, y frecuentemente mereci(í los elogios de este
hombre eminente, por su pericia, inteligencia mili.
tar, sumisión é intrepidez.
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PABLO :HOlULLO.
47
Acompauando ti \Vellington en su famosa marcha
hacia las frontera'! frn.nccF~s, por la que todos los
hombres peritos en p,Sl1utm Je gucrra lo han consi.
derado como uno da los primeros tácticos de su tiempo, se halló en la formidable y gloriosa batalla de la
Vittoria que puso fin {¡ lu. dominación francosa en
España; recibiendo en este duelo espantoso una
herida de metralla en el muslo de la pierna derecha
al rendir una llne[l.de cauones cuyos mortíferos fuegos diezmaban 6.sus compatriotas; por cuya hecho
mereció que se le otorgara sobre el campo de batalla el título de Mariscal.
Victoriosa y pacificada la Península, en todo lo
cual MORILLa había desempeñado un papel que
hará siempre honra ti su genio militar y {¡ su valor,
fué uno de los primeros que reconoció tÍ :Fernando
VII, vuelto all'rono de sus mayores, como Soberano
absoluto de ESPUUll é Indias, jurando como leal
vasallo las banderas de este Monarca, tan infeliz y
débil en sus combinaciones políticas como apasionado
en sus juicios.
v
Por lo expuesto se vé que no hay hasta aquí en
la vida de don PAllW MORILLO nada que pueda
merecer recriminaciones, ni siquiera ligera censura. No se cuenta que en sus campañas en defensa
del honor de su patria, nubiera cometido acto algu.
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PABLO YORILLO.
no que pueda hacerlo aparecer como un hombre
perverso ó malvado; antes por el contrario, hasta
1814, época en que fué nombrado Jefe del Ejército
expedicionario sobre Venezuela y Nueva Granada,
la historia lo elogia por mil títulos que le dieron
renombre, y en especial por haberse formado á sí
mismo debido ú. con~tantes esfuerzos.
i Cómo vino ef:.tecaudillo tí. América á comprometer su buen nombre, violando de COL tinuo el
deber y la virtud y cometiendo los más horribles
atentados contra el derecho de sus semejantes?
Fácil es comprenderlo.
En las guerras de la Independencia, los eriollos
americanos no eran para los monarquistas españoles
séres racionales pertenecientes á la raza humana.
Gobernadas por tres siglos las Colonias al rigor del
látigo y del más duro despotismo civil, los realistas
creían que debían manejar á los rebeldes contra las
instituciones de la madre Patria, como á bestia.s feroces; lo mismo que habían tratado á los indígenas
los conquistadores, que merecieron por esta conducta del noble padre Las Casas, Obispo de Chiapa, los
má.~terribles anatemas.
Acostumbrada la España á ser obedecida sin
réplica, el hecho de iu¡;¡urreccionarse contra ella (Ira
ti sus ojos la ingratitud más horrorosa, el delito más
inicuo de cuantos pudieran cometer los americano~: j
crimen sobre el cual debían venir terribles castigos,
yen especial el de la muerte, que según las antigug.,s
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PABLO
:lIIORILLO.
49
preocupaciones de la nobleza, em un derecho del
señor sobre el súbdito, del vencedor sobre el vencido.
Hase también, por otra parte, observado, que
los sentimientos humanitarios no caben en hombres
que por determinada educación se creen superiores
6.los demás y aUIl de distinta raza ó sangre, pues
como muy bien lo ha dicho un célebre historiador,
y de esto hay infinitos testimonio~, "b conmisera.
ción y ]1) piedad sólo tienen valor y se ejercen entre
iguales." Verdad es que los criollos de América des.
cendían de los españoles; i pero es que éstos recono.
cieron alguna vez, hasta tanto que ]a victoria los
obligó á ello, tal descendencia?
Don PABLO MORILLO, que estimaba como una
honra el hecho de haherse levantado de humilde
cuna; llevando en sus venas pura sangre española.
110 llegó jamás á pensar, á pesar de su nacimiento,
que los habitantes del Nuevo Mundo fueran otra
coaa que parias, cuyo único destino era sufrir y obe.
decer, sin tener siquiera ni el derecho de exhalar la
más humilde queja!
En infinidad de documentos oficiales dirigidos al
Gobierno de su paíl', vése con frecuencia que aquél
hombre daba ñ. los americanos los más duros califi.
cativos; apellidándolos constantemente de" cuadrilla
de estúpidos malvados," de " infame canalla, á quien
es necesario esterminar, pues que no sirve para
nada, ni siquiera merece el aire que respira."
El desdén más profundo del Gobierno peDin.
4
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50
P ARLO MORILLO.
sular para con sus Colonias, á las que no conside.
raba en el fondo sino como simples factorías, que
habían de suministrar á la Corona parte de lo que
necesitaba para sus cuautiosos gastos, atrajo sin duda
el desprecio individual de los españoles para eon los
americanos. De manera que, este menosprecio y el
odio que levantó en el alma de los caudillos €xtranjeros In. insurrección
que proclamaba
la Injependencia, pueden ser un huen indicativo del modo como
fueron tratados los rebeldes,
baja canalla,," por
¡;
otra parte, en el concepto poco piadoso
tiguos señores.
de sus an-
No había, pues, que exigir de 1\1olULLO, caudillo
enteramente
militar,
clemencia para con los crio_
llos, á quienes venía á sujetar á su antigua y larga
obediencia; una piedad, decimos, que no contribuía á
formar parte del espíritu nacioIi.al de su pa,ís. Así
es que, él llegó á América
con opiniones
de antema.
no prejuzgadas, y crey6 que debía tratar á los coloDOS
con el mismo látigo con que de continuo se les
había manejado en la paz, y con tanto mayor ruzón,
"cuanto que se exhibín.n ingratos para con la madre
de quien merecían todo, desde la vida hast:~ el estado civil."
Si las grandes faltas, como el crimen pn,medita.
do, merecen en alguna ocasión, no el ser justificadas,
porque para hacer el mal jamás hay derecno, sino
algún
viso de disculpa,
una buena educación,
es cuando por canmcia
la conducta 8e determina
de
bajo
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l' AllLO nIORILLO.
51
preocupaciones radicales que constituyen vicios de
inteligencia,
tanto más imperiosos cuanto que es
imposible sustraerse ú ellos ¡;in crecr que se comete
una gran traiciún iÍ h conciencia.
En el concepto de MORILLa, In.benevolencia para
con los rebeldes) lo repetimos, era un crimen; y su.
frienuo el engaño do todos cuantoR ea olvido de los
sentimientos humanitarios
se echan por el camino
siempre oscuro do In. tiranía, creYlí que era cortando cabezas corno vol vía tí los pueblos insurrecciona_
dos al regimen de la olJedicGcia. Este error, sin duda
lamentable, por los estragos que fueron su canse.
cuencia, le quitú definitivamente ii la España 01 dominio sobro sus Colonias.
Hagamos un ligero retrato moral de aquél hOlll_
bre, antes de verIo obrar cum pliclldo su cometido
en la Capitanía general de Velleliuela y el Nuevo
Reino de Granada.
VI
~abemos ya cuales fneron su nacimiento
y el
oficio que ejerció en su niñez. Conocemos asimismo
la educación que recibiera en su juventud, fuera de
la sociedad de buen tono y de los claustros.
El trato continuo con las personas de su clase y
la soldaJeoca, dió á sus modales cierta especie de
brusquedad que lo exhibía. con frecuencia soez; En
ocaSIOnes en el 1Jol'te y de continuo
en el lenguaJe.
Duro por naturaleza,
se dejaLa arrastrar
por
fI::: ,
~;8l,'....~
fhA.
-,;r
\,
f(f.
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52
PABLO HORILLO.
movimientos repentinos de cólera; y cuando estaba
dominado por la rabia era capaz de las más bajas
y criminales acciones.
Dotado de talento natural
y de alguna
imagina-
ción, obraba en ocasiones, cuando no se dejaba llevar por el odio, con cierta cordura, y fie expres:lba
con facilidad.
Estando de buen humor, 10 que no le era
frecuente, se manifestaba
Tenía una franqueza
jovial.
cínica que
muy
se hermanaba
con su brusquedad, pues á cada cual decía 10 que
de él pensaba sin ambajes ni reticencias.
Amigo de estudiar los tácticos y formado en los
campamentos, era severo sostenedor de la disciplina
y el orden en todos los ramos; gozando de cierta
dulzura estudiada para con sus soldados ú fin de
que le prodigaran
Hombre
movilidad,
su estimaci6n.
de organización
y de increíble
no tenía miedo ni de los climas, ni de las
estaciones, ni de las distancias.
Valeroso como el que más,
perioridad
fuerte
nunca
en el enemi~o, ni juzgaba
que pudiera
reconocía suen su vanidad
ser vencido por nadie.
No carecía
de cieucia para
no tenía el juicio
plan de campaña,
y de la audacia
la guerra,
y si ')ien
suficiente para dictar todo UD
gozaba de la malicia del caso
y el criterio suficientes, para
dirigir
los movimientos
vistos en el campo de
determinados
batalla.
é impre-
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PABLO MORILLO.
53
En su país no había sido ni pedante, ni cruel,
ni ambicioso, pero apenas pisó la América se engri6
tanto, se volvió tan inclemente y le devoró tal codi.
cia por el dinero, que se cree ver en él á uno de los
primitivos conquistadores ó colonizadores, semejan.
tes á los hermanos Pinzones 6 los Almagros.
Tenía un aire marcial acentuado, yero. un mili.
tar distinguido: bravo, activo, perseverante, calma.
doen el peligro, pronto á tomar un partido en los su.
premos momentos, fértil en recursos; infame ó recto
para emplear la violencia 6 la seducción según
conVlDlera.
Por 10general, á excepci6n de don Pascual En.
rile, su consejero, no razonaba nunca con nadie, ni
consigo mismo, pues que encerrado en sus ideas se
creía absoluto y bastaba que algo pensara para que
lo llevara á cabo sin réplica.
Magi3trado tiránico y de no muy alta visi6n políti.
ea, cabalgaba como un chalán sobre la autoridad que
tenía entre manos, creyéndose correcto en el Gobier.
no aun cuando sus decisiones llevaran impreso el
sello del absurdo.
Experimentaba de continuo, insistamos en ello,
c6leras horrendas, iras lúgubres, arrebatos de pasi6n
que 10 hacían temible, y cuando por consecuencia
de estos trasportes ascendía de déspota ó monstruo, no
se conformaba tan s6lo con atropellar la ley y la viro
tud, sino que iba en su delirio hasta gloriarse
de sus depravados procedimientos.
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54
P AULO MORILLa.
Cuando enviaba. al ca.dalso á un gran ciudadano,
"de esos hombres il~stres con cuya muerte siente
con mayor claridad nuestro espíritu los fecuudos
y celestes destinos de la inteligencia humana," t.enía
la singular osadía de ir á presenciar el suplicio y
hubo una. ocasión en que lleg6 á insultar á la
víctima que tenía por delante.
Su alma, al menos mientras estuvo en AmÚica,
no resonó jamás al choque de ninguna idea gene.
rosa, de Dingún pensamiento benévolo, y llegó á tal
punto su fatuidad, que habiéndolo reconvenido en
una ocasión el digno Mariscal don Miguel de La ;orre,
á fin de evitarle que cometiera una horrenda iujus.
ticia, concluyó diciéndole satisfecho de sí mismo:
"No de otro modo procedía César."
MORILLa llegó al través de mil aventura:; y de
innumerables dificultades, á la po:¡esión de lo que él
creía su genio, al conocimiento de Sil fuerza y de su
destino; y tan pronto como fué asediado por el
amor propio, que es un mal consejero, se dió á
obrar según sus lúgubres pensamientos, en completo
olvido de los principios morales que trazan á los
hombres la senda por donde se llega ti esa cima que
constituye la verdadera celebridad.
Su conducta en América, si, como hemos dicho
anteriormente, tiene la causa atenuante de las antiguas preocupaciones de raza y del derecho que
~enía la España sobre sus Colonias, DO podrá jamás ser
absuelta. Por su crueldad, que era más med:,tada y
1
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PABLO i\IORILLO.
55
horrenda que la de Boves, hubiera sido expulsado
de Grecia en tiempo del dominio de los siete tiranos.
Se dirá que no es justo pedir al hombre lo que
la naturaleza no le bi~o y condenarlo por no baber
tenido las cualidades propias de un cargo que la neo
cesidad ó la Providencia quiso cometer le; pero á
pesar de todo, forzoso es confesar que en narlie existe
el derecho al esterminio y que los verdugos son
siempre dignos de execración, y con más veras aquellos que no siendo estúpidos, como el animal que
destro7.a por instinto, tienen la conciencia de sus
actos.
Por lo demás, la personalidad guerrera de Moera, como dicen los geúmetras, "un término
medio ú un meuio proporcional," entre el vulgo y los
béroes ; entre lo rea.l y lo ideal. Jefe parecido á tantos
otros que enseña la historia de la¡l gnerras, que el
vulgo comprende por hallarlos en cierto modo semejantes á él, capaces de hacerse auoptar por las distintas especies que comprende la variedad humana;
y de mandar al pueblo, por cD.sualidau, en nombre
de los héroes verdaderos; y 1\ los héroes verdaderos,
por un hallazgo, en nombre del pueblo.
RlLLO
VII
La expedici6n encarga.da á don PABLO MORILLO
con el glorioso título de Pacificador, se di6 á la
vela en el puerto de Cádiz el 24 de Enero de 1815,
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PABLO lIfORILLO.
y arribó á Puerto Santo en las bellísimas costas de
Cumaná el 3 de Abril de dicho año.
Componías e dicha expedición de diez mil hombros
de desembarco, pertenecientes á las divisiones y Regi.
mientos más aguerridos y meritorios de cuantos
habían luchado contra los franceses en las guerra.s
promovidas por Napoleón I.
Venía la fuerza expedicionaria en el navío San
Pedro de Alcúntara, de sesenta y cuatro cañones j
tres fragatas j veintisiete buques menores de á diez
y ocho, y veinticinco navíos de armada.
Apenas hubo arribado el Pacificado,' á la Cm••
ta-firme, Francisco Tomás Morales, segundo que
había sido del sanguinario Boves, prestó al Jefe ex.
pedicionario ciega obediencia j poniendo á sus 6rde.
Des cinco mil hombres disciplinados y aguerridos
y veinte buques armados en guerra.
Impuesto MORILLO por Morales, de que era la
isla. de Margarita la línica provincia de Venezueln
que aún persistía en no reconocer el Gobierno real,
aceptado ti la sazón en toda la Capitanía á conse..
cuencia de los funestos contratiempos ocurridos~.
los libres en el año de 1814, resolvi6 dirigirse á
aquella isla, pasando al pueblo de Pampatar el 9
del mes citado.
Los patriotas margariteños, ti pesar del valor que
los distinguía, que por entonces era yá proverbial,
no contando con más de cuatrocientos hombres en aro
mas, resolvieron no presentar resistencia ti la. enor-
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PABLO
MORILLO.
57
me fuerza que iba tí acometerlos; y confiados, por
otra parte, en una Proclama de MORILLa en la que
les ofrecía el "perdón y el olvido por su participación en la revuelta," hubieron de sometérsele sin la
menor resi¡,tencia.
El Pacificador, después de mandar jurar obe.
diencia á Fernando VII en toda la isla, y de arreo
glar á su acomodo la administración pública, nombró á don Antonio Erraiz Gobernador de la pro.
vincia, y marchó luego con su Ejército en dirección
á Cumaná, dejando á Erraiz las siguientes instruc.
ciones :
" Que sacara á los margariteños que habían sido
desafectos á la causa del Rey, un empréstito en
metálico de ochenta mil pesos por ]0 menos;
"Que no permitiera salir de la isla, bajo ningún
pretexto, tí los emigrados que hubieran tomado parte en la revolución, ni á sus mujeres, ni á sus hijos;
" Que si ocurría un nuevo alzamiento en alguna
de las provincias de Veuezue]a, se apoderara y re·
dujera á prisión tí. todos los que habían sido insur.
gentes, y lÍo cuantos juzgara sospechosos; y
"Que formara un Consejo de guerra, para
juzga.r sumariamente á los que de pal~bra ó por
obras, manifestaran un espíritu poco adepto al Go.
bierno de su Majestad."
Con este progra.ma., que fuf cumplido a.l pie de
letra por Erraiz, empezaba el Pacificador á echar
los cimientos de la más dura tiranía que ha.ya pesa.
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58
PABLO 1lroRILLO.
do sobre los homures.
Despotismo que, á pes:u de
los males quo acarreaba á su cáusa, no desmintió un
s610 día durante su permanencia
en las Colonias
cuya. pacificación
se le había encomendado.
En Cumaná procedió lo mismo que en Margarita, y tan lllégo como hubo dictado por aquellos
lados las medidas que juzgó convenientes á la como
pleta subyugación de las provincias orientales de
Venezuela, para lo cual dejó á sus Tenientes las
instrucciones y el Ejército del caso, se dirigió á la
Guaira, embarcando en su EscuaJra
á Morales, á
quien recobró por su odio á los libres un gran cari.
fio, y cuatro mil soldados de la fuerza expedicionana.
De la Guaira, después de haber dejado otra.
parte de sus fuerzas en Puerto-Cabello,
se dirigió á
Caracas, en donde sus pobladores,
creyendo en la
magnanimidad
del Jefe realista, lo esperaban,'¡
116
con entusiasmo, porque esto era imposible en los hijos
de aquella libre y heróica ciudad, al menos resignados con la suerte que la Providencia les había depa.
rado por de pronto.
VIII
Al pisar MORII~LO á Caracas, se hizo carg;o del
empleo
de Capitán
General de Venezuela,
que
desempeñaba por entonces don Juan Manuel Caji.
gal ; y como Fernando
VII lo había autorizado
pIe.
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PABLO MORILLO.
59
namente "para obrar como lo juzgara más.conve.
niente á b. pacificación de sus amados señoríos,"
empez6 á gobernar discrecionalmente Y de acuerdo
con el odio que profesaba {¡, los rebeldes americanos.
Habiéndose perdido la Caja de guerra del
Ejército peninsular con el incendio del navío San
Pedro, ocurrido el 21 de Abril en la isla de Coche,
lo primero en que pensó fué en hacer¡;e 6.recursos
pecuniarios, exigiendo tle los patriotas caraqUl'ños,
en 19 de Mayo siguiente, una Contribuci6n de
guerra de trescientos cincuenta mil pesos en dinero.
Era esta una enorme ¡;urna en aquellos aciagos
tiempos. Caracas, capi.tal de la Capitanía, había
suministrado en cinco años consecutivos de lucha,
cerca de seis millones en numerario para hacer freno
te tí la revolución; i cómo pretender que sus hijos, y
ni siquiera todos, sino los que formaban en las filas
independientes, sacaran, en tan enorme cantidad,
moneda acuñada de donde no la. había? .....
Todavía mús: i era posible que en un plazo de
cinco días, como lo pretendía el Pacificador, se pu.
sieran á su disposición trescientos cincuenta mil
pesos? Se ofrecieron alhajas de plata y oro, y otros
bienes de esos en que las familias ponen su carifio,
ya por venir de sus abolengos 6 ya por alguna otra
circunstancia, pero nada de esto fué aceptado. El fin
era conseguir dinero y se consigui6 á fuerza de arbi.
trariedad por una parte y de sacrificios por otra j
la tiranía produce sus milagros l
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60
PABLO MORILLa.
Mas como esta Contribución no alcanzaba ni si.
quiera para llenar las exigencias del Ejército realista,
en quince días, MORILLO, dando de mano á toda humana consideración, creó una Junta llamada de Secues.
tros, que se instaló inmediatamente;
por objeto tomar y vender los bienes:
" Primero:
la revolución;
de todos
"Segundo:
contra el Rey;
de los que hubieran
la cual teníl'
los caudillos ó fautores
"Tercero:
de los que
trajado de obra, á algún
causa realista;
dEl
llevado arma:~
hubieran asesinado ó ul.
individuo amigo de ll¡
"Cuarto:
de los que hubieran promovido dl3
algún modo la rebelión contra S1I Majestad y lal)
instituciones de la Patria;
" Quinto: de los que, por cualquier medio, dan.
do recursos ó consejos, bubieran ayudado á la causa
de los independientes;
y
"Sexto: de los que hubieran emigrado del terri.
torio de la Capitanía, por miedo á las tropas reales."
Semejante criminal y estúpida providencia, quo
se llevó á cabo con un rigor superior al que usaban
los antiguos Emperadores romanos para castigar la:)
faltas de sus esclavos, llenó de lágrimas y de miseria
á las familias m{lS respetables de Venezuela; pere.
ciendo muchas de ellas de desesperación y de ham..
bre, al furor implacable
de la codicia realista.
Agrégllese á esta medida,
que no era
otra cosa
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PABLO MORILLO.
61
que un saqueo hecho á. mano armada bajo el patro.
cinio de la autoridad, la crear.ión de Consejos pero
manentes de guerra, compuestos de Oficiales expedi.
cionarios; los cuales Consejos tenían por mira juzgar
cualesquiera delitos de rebe1i6n, sin que en los proce.
sos pudiera tomar parte la Real Audiencia, insti.
tución antiquísima que MORILLO suprimió de un
puntapié por ser inútil á sus propósitos y estar por
demás en el nuevo mecanismo administrativo que
peD'Sabafundar, y se caerá en la cuenta de cómo los
venezolanos, á quienes tampoco se permitía apelar
á los Tribunales ordinarios, eran víctimas del más
horrendo despotismo militar.
Una vez que el Pacificador creyó arreglado el
Gobierno de Venezuela, para lo cual no hizo otra
cosa. que dictar medidas como las que hemos apun.
tado, nombró á don José Ceballos por Teniente
General del Rey en Caracas, y encargó al Briga.
dier don Salvador Moxo, hombre ruin, atrabiliario
y cruel, de la dirección de las fuerzas que queda.
ban en el territorio de la Capitanía. La que juzg6,
si n6 pacificada en absoluto, al menos en impotencia
para tornar nuevamente á la guerra; razón por la
cual hubo de despedirse de sus parciales como para
no volver más á aquella tierru, que dejaba sumida
en tan honda de,;gracia, pre"a de rapaces tira.
nuelos; en la esperanza de que seguiría humi.
llando á su arbitrio las demás Colonias, haciéndose
soberano de medio Continente.
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62
PABLO MORILLa.
Pretendiendo llevar á cabo sus propósitos, volvió
la punta de su espada en dirección al Nuevo Reino
de Granada, y el 3 de Julio partió de Caracas para
Puerto-Cabello, de donde se dió á la vela ellO para
Santa. Marta, con una expedición que debía obrar
en las costas de la Nueva Granada, compuesta de
nueve mil hombres: cuatro mil venezolanos escogi.
dos lÍ órdenes <leMorales, y cinco mil europeos bajo
la inmediata inspección del Mariscal Latorre.
Apenas hubo pisado el territorio patrio, dirigió
una proclama lÍ los granadinos en la cual les decía. :
" Apresurúos 6.arrojar de eutre vosotros á los auto.
res de vuestros males, tí aquellos qno viven y se go.
zan de la desgracia universal. Desaparezcan estes
miserables ú la vista de unas tropas qne no vienen
6.verter la sangre de sus hermanos, ni aun la de los
malvados, si se puede evitar. Ellas protegerán al
débil y sepultarán á los sediciosos."
Arreglado en Santa Marta el plan de campaña
sobre Cartagena, que era la plaza más fuerte de la
América del Sur, el Jefe expedicionario mandó por
tierra la vanguardia compuesta del Ejército vene.
zolano, dando órdenes á Morales, á quien había
cobrado mucho cariño y apelli<laba "El tC1"ror fk
l08 malvados,"
para que tomara determinadas po.
siciones y se diera á esperar á los soldados extran.
jeros que debían seguirlo.
Sabedortls los patriotas de la marcha del enemi.
go sob;re Cartagenat se prepararon para defender la
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P AfiLO MORILLO.
63
plaza, y merced á un alistamiento
general que se
hizo, se reunieron tres mil doscientos libres j quienes
poseÍ,los de la elevaua y cruenta misión que iban
á llenar en breve, hicieron la resolución de morir
como huenos y leales, antes de poner el cuello ti la
cuchilla de la tiranía.
El 14 do Agosto, cuando
~IORILLO juzgó á 110-
rales próximo tí. la Ciudad heróica en las posiciones convenidas, so embarcó haciendo rumbo bacia
ella, llevando por Sll segundo ti don Pascual En.
rile, Brigadier de la :Marina real.
Amigo de proclamar
y de hacerse sentir en
todas ocasiones, dirigió tí. los cartageneros
des do
las playas de Sabanilla
una enfática y amenazante
Proclama, en la cual se encuentra el siguiente acápite:
"Miserables:
si os hacéis sordos á lo que os
digo; si os atrevéis á volver vuestras armas contra
las de su Majestad, el Rey nuestro Señor, el país
será en breve convertido en un vasto desierto."
El 18 del mes citado las fuerzas realistas se pre.
sentaron á la vista de Cartagena y empezaron, con.
tra la. manifiesta. voluntad de Latorre,
á estrechar
la plaza por mar y tierra;
cometiendo el Pacificador actos de increíble crueldad, como el asesinato
del benemérito Coronel venezolano Pedro Villapol,
del comerciante
José ?lIaría Portocarrero,
y de
otros patriotas no menos distinguidos
que cayeron
inadvertidamente
en sus manos, á varios de los
cuales les mandú dar muerte clavándoles puntillas de
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64
P ARLO MORILLa.
hierro en el cráneo. Género de su plicio hasta entonces
desconocido y que mataba. de dolor ti las víctimas!
Después de dos meses de un bloqueo rigoroso
en el que los patriotas sufrieron toda especie decala.
midades, y entre ellas la
cialmente en los ancianos
que obligó á los pobladores
carne de caballo, de burro,
de res secos y en ocasiones
peste que se ceb6 espe.
y los niños, y el hambre
de Cartagena
tí. comer
de rata y hasta cueros
podridos, MORILLO em.
pezó el 25 de Octubre, con violencia inauditf~, el
bombardeo de la plaza; cometiéndose en el asecho,
por una y otra parte, proezas de incomparable he.
roísmo.
El 4 de Dicieulbre,
habiéndose agotado lÍ. los
sitiados todos los víveres y municiones de boca, em.
pezaron las gentes ti morirse de necesidad; habiendo
día en que perecieron hasta trescientas personas!
a,
El día
justamente
á los ciento ocho días
de principiado
el asedio, el Jefe español, de!lpués
de haber perdido tres mil hombres de sus tropas,
pudo entrar
á Cart<'lgena: debido á que los pa.
triotas, reducidos tí. una cuarta parte y escasos en
absoluto de comestibles,
evacuaron
la ciudad en
dirección {I J amaictl. y tí. los Cayos de San Luis.
Cartagena perdió en el sitio algo má3 de seis
mil personas de su población pasiva, que murieron
á los rigores de la peste y por falta de recursos ali.
menticios,
y cuando el Ejército
vencedor
la. ocupó,
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PABLO )[oRlLLO.
65
no cncontró por las calles !;ino esqueletos ambulan.
te¡; que tlctual.l<lalx\.Jlcompasiún.
No es do esto lligar el ocup:uoos de los inciden.
tcs de aquellaln.rga. contienda, en la que el heroísmo
y 01 hallar recorrieron tOllaS sus escalas dejando para
la. historia un mOllll1nento CllYO~;Jetalles y conjunto
forman la. página más hrillo.utc de unestros anales
patrios: dejamos solamente
consignado el hecho de
aquel gmn duelo que fué In. primer resistencia que
el patriotismo
naciente
hizo 6. MORiLLO en sus cam-
pañas de América.
Al día siguiente de la victoria, el Pacificad07'
envió 6. Morales ú. tomar posesión de los custillos de
Bocachica, y unn. ve? verificado esto, aquel feroz
malvado hizo PlluIícar un lxwdo ofreciendo perdón
y amnistia 6.todos los puisullos que se presentaran
dentro de tercero día ; los cnale¡; confiando en la pro.
mesa de scmcjante monstruo, que había llenado á
Venezuela de asombro por SU¡; crímcncs, se hicie.
ron visibles, y, reduciélllloseles á pri¡;ión inmediata.
mente, fueron uegollaJos en llllmero uc cuatrocientos
á. orillas del mar.
A pesar del mal estauo económico y social en que
ha.bían quedado lo¡; hauiw.ntes de Cartagena, que
por un favor de la Providencia ;>obrevivierou ií la. fu.
nesta catástrofe del ¡;itio y OCl! pación de la ciudad,
MORIJ.JLO se apoderó de toda lu. mercancía
que exis.
tía en la plaza; reparti6 é hizo efectivo, con sobra de
dureza, y usando del sistema del terror, un emprés.
ó
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66
PABLO MORILLO.
tito en dinero de doscientos cincuenta mil pe¡;os ;
levantó de nuevo el extinguido Tribunal de la In.
quisición; é instituyó, como en Caracas, el Consejo
permanente de guerra, para conocer de lo.scausas
por delitos de rebelión. Corporación que dirigida
por el Pacificador en persona, llenó las cárceles de
patriotas y llevó al patíbulo á muchos distinguidos
ciudadanos, y entre ellos al General Manuel Casti.
110; al distinguido ingeniero don Manuel Anguiano,
español europeo que había seguido la causa de la
Independencia;
á los doctores abogados Martín
Amador, Pantaleón Ribón, Antonio José Ayos,
José María García de Toledo y Miguel Granados; y
al gallardo ciudadano inglés Santiago Stuard : ha.
biéndoseles confiscado sus bienes íi las familias de
las ilustres víctimas.
A los dos meses de la ocupación de Cartagena,
MORILLO hubo de abandonada, dejando en la plaza
mil quinientos hombres de línea para que la custo.
diaran y vigilaran sobre las costas; dividiendo el
resto del Ejército en cuatro Columnas para atacar ti
la vez las provincias internas de la Nueva Granada.
Al benemérito Generl\l Latorre, hombre distinguido
por su benignidad, cultos modales, pericia. militar,
inteligencia y valor, lo envió de vanguardia en di.
rección ti Ocafia, punto en donde debía reunirse con
don Sebastián de la Calzada, que acababa de llegar
de Venezuela con algunas tropas; y él, con su Esta.
do Mayor y una fuerza de mil hombres, tom6
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PABLO MORILLO.
6
poco después la misma vía de Latorre en marcha
para Bogotá.
El Pacificador, en su saña implacable contra los
libres, opinaba que para subyugar las Colonias
volviéndolas al régimen de su pasada servidumbre
••era preciso obrar á sangre y fuego, sin considera.
ción alguna," y en este concepto, iÍ semejanza de
Sila, hacía rodar cabezas sin término, escogiendo las
más simpáticas é interesantes al porvenir de Co.
lombia.
Lo cierto es que en la naciente República no
había habido un realista tan terrible, ni tan temido,
y sobre todo, tan sanguinaríoy
despiadado. En su
viaje de Cartagena 6. Ocaña, entre infinidad de
hechos que cometió, dignos todos de un bárbaro de
los primitivos tiempos, di6 muerte á más de veinte
ciudadanos, haciendo descuartizar en lIompox al
célebre Jefe republicano Fernando Carabaño, después
de haberle mandado extraer los ojos; y en Ocaña, al
hermano de aquel desventurado, á. quien se le aplicaron antes del suplicio infinidad de tormentos.
El 6 de Mayo de 1816 Latorre y Calzada ocu.
paron sin resistencia alguna tí Bogotá, pues que los
patriotas en armas, impotentes para defenderse, se
habían dividido, tomando unos la vía del Sur en
compañía del Presidente de la Uniún, doctor José
J!'ernández Madrid, y otros, la de los llanos de Ca.
sanare, á órdenes del General Manuel Serviez.
Latorre, al ocupar la capital, convencido de que
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68
P AULO MORILLO.
no era. el terror el medio condncente para afianzar
la paz, sino la clemencia qne desarma todas las iras
y aplaca todos los odios, expidió un decreto de in.
dulto para todos los comprometidos en la revolución;
pro1?etiéndoles el olvido de lo pasado si se hacbu
partidarios del régimen español ó al menos no vol.
vían ti hostilizar el Gobierno real.
MORILLa, sabedor de (.sta conducta de Latorrll,
que lo hizo con justa razón bastante simpático tí. lo.>
independientes, hubo de improbárseb. desde Zipa.
quirá, dándole en el acto las órdenes más enérgicas
para que sin pérdida de tiempo "aprehendiera y asegurara en estrechas prisiones á cuantos hubieran
tenido parto ó figurado de algún modo en los tras.
tornos ocurridos j" mandato que aguel militar honra.
do no quiso llevar á cabo, pero al que diú fiel cum.
plimiento Calzada, reduciendo á prisión el 22 del
mes citado á más de trescientas personas notables.
MORILLa entró tí. Bogotá el 26, víspera del día
en que se le esperaba con regocijos públicos; dando
á comprender á los habitantes de la capital con esta
conducta sobrado despreciativa, que no debían esperar de él ningún rasgo de benevolencia. A lo que en
verdad no debían atenerse, pues que sobre ser la
piedad para con los americanos impropia de su
carácter, se hallaba aguijoneado en sus rencores por
don Pascual Eu rile, de quien diromos dos palabras
de paso, por ser este sujeto el principal instigador de los infames procedimientos del Jefe español.
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P ATILO :MORILLO.
69
IX
Era este Enrile natural de la Habana, é hijo de
padres distinguidos que goz&.ban de títulos de nobleza.
En su juventud se dedicó al estudio de la litera.
tura y de las ciencias naturaleR; y luégo al de la
jurisprudencia, alcanzando el grado de Bachiller.
Por los años de 1700 á 02 entró en la carrera
militar, que era por entonces oficio de nobles, y
comenzó á servir en claRa de Guarda. marino j hallúndose después en la Escuadra que tomó á Tolón,
en donde hizo relaciones con 1rORIf,LO.
De Tolón vino más tarde {¡, Santo Domingo con el
General Aristizahal, portándose en esta expedición
con energía y arrojo j y luégo regres6 tí la Península,
en donde continuó sirviendo en la Escuadra que
manualHl.el General l\Taza.rredo,siempre con' la reputación de experto y buen Oflcia1.
En la guerra tIe ESF,fía con los franceses hizo
parte del Ejército espafiol, y acabó de sentar su fama
de valoroso y diligente, obteniendo grados superiores en la milicia.
Al volver los Borboues al trono, merced en
gran parte á. los eRfuerzos del Coude de Wol1ing.
ton, Fernando VII lo nombró segullllo de In.expe.
dici6n enviada :í lo. Costa-firme y Comandante Ge.
neral de la Escuadra que 10 condujo.
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70
P ARLO MORILLO.
Ningún compañero mejor para MORILLO que
Enrile: astuto y solapado, no había empresa. por vil
y cruel que fuera que no le pareciese en el orden do
lo natural; y cuando arrojaba la. piedra con qUEI
había. de herir á alguien, escondía. la mano y seña.
laba otro culpable.
Tenía. un aire sombrío y la penetración propia
de un hombre que á la inteligencia cultivada, agre.
ga la malicia que da el conocimiento de la vida.
Gustaba de la adulación, yen especial de que se
le tuviese por un talento superior y se le consi.
derara consumado jurista.
La única cosa que amaba verdaderamente en el
mundo era el dinero, y no miraba los cargos públi.
cos como honores tributados {¡ la fortuna ó al méri.
to, sino como obligaciones necesarias para conseguir
rIquezas.
Odiaba {¡ la humanidad y especialmente á aquellos de sus miembros que sobresalían por el genio 6
el carácter, á todos los cuales hubiera querido coro
tar la cabeza de un solo golpe como lo deseaba el
Emperador Calígula del pueblo romano.
El día en que iba á ser ejecutado el eminente
Francisco José de Caldas, se le excit6 para que hi.
ciera suspender la ejecuci6n por unos pocos oías,
hasta tanto que el sabio terminaba unos trabajos
que estaba para concluír, útiles {¡ la ciencia, y tí. tan
justa. petici6n dió la siguiente respuesta: "Que se
cumpla sin demora la ser.tencia. La España no ne.
cesita. de sabios."
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PABLO MORILLa.
71
Sanguinario por excelencia y más leído é inte.
ligente que MORILLa, tenía sobre éste una poderosa
influencia, de la que usaba y abusaba. á su arbitrio
según convenía á sus miras.
Un mal instinto es temible, pero se ha observado
que cuando está abandonado á sí mismo, puede ser
susceptible de rasgos de generosidad. Dos malos ins.
tintos reunidos, complementándose el uno al otro,
hacen un monstruo siempre en acci6n é incapaz de
nada noble.
MORILLO y Enrile eran estos dos malos instintos,
unidos por las mismas ambiciones y el lazo del odio
hacia los demás. De aquí la raz6n por la cual, haciendo tánto mal y cometiendo tánto error, dejaran
mares de sangre y de lágrimas á su paso por la.
América, sin que nunca hubieran sentido el más
insignificante enternecimiento en presencia del in.
fortunio.
x
Una vez MORILLa en Bogotá, reprendi6 dura.
mente ú. Latorre por In benevolencia con que había
tratado á los republicanos, y aun á la poblaci6n en.
tera que le había dado culta acogida, é inmediata.
mente lo mand6 sobre los llanos de Casan are en
persecuci6n de Serviez.
El Pacificador deseaba á todo trance deshacerse
de Latorre ; hombre que por su firme y humanitario
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72
PABLO :MORILLO.
carácter se oponía siempre, con viril entereza, á las
medidas violentas y sobre todo al pillaje; por creer,
además, que semejantes procedimientos
emn irleon.
ducentes y aun perniciosos para el fiel cumplimiento de la ardua misión que en parte se le había con.
fiado.
Bajo la. suprema inspección de MORILLa las prisiones se multiplicaron,
así en la capital como en
todas las provincias del Reino, poniéndose entre
cadenas á hombres eminentes tí quienes se trataba
con excesiva dureza; y apellidando ?'ebeldes, lo Clue
constituía
un crimen sin igual para los déspot,'1S,
ti cuantos los realistas tenían á bien denunciar por
la. menor expresión, escrito particular ó documen;o
público, que se hallara. en los Archivos del Gobierno
General y del de CUl1dinn.marca, que por un descuido culpable dejaron en bs Oficinas los .Tefes iude ..
pendientes.
El Jefe espafiol se creía desde luégo en país con.
quistado,
y encerranJo el derecho de conquista en
aquella célebre frase de los Galos: Ay de l08 vencí.
cW8! juzgaba como los antiguos que, la muerte del
enemigo era un derecho ud vencedor sobre el venci.
do, al cual podía. dejársclo la viJa á beneplácito de
su dueño, por un benefICio especial, pero jamás la.
libertad ni los bienes.
Si en vez de este torpe critorio que lo condujo á
extremidades horrorosas, haciéndolo
pasar á la his.
tOrillocomo un Eróstrato digno de perpetua
ignomi.
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73
PABLO :MORII.LO.
nía, se contenta con ejercer la Soberanía, y conser.
va n. los hombres que creía conquistados la vida, la
libertad y la propiedad, In. gratitud pública lo hubiera colmllllo proLaulemente
de simpatías y dCLdole
elementos pn.rn. que llenara su misión; pero violan.
do á todo trance la justicia, tropezó al fin con lo que
menos esperaba, esa oposición sistemática,
diligente
y heróica que el patriotismo supo oponerle y ú que
tuvo que ceder, perdiendo su fama y sacrificando
su gloria y su causa.
Como en Caracas y Cartngena, :MORILLO est&bleció en Bogotá un Consejo permanente
guerra
para jm~gar á los patriotas, presidillo por el Gobernador de la cinJad, don Antonio Casano, de inmor.
tal memoria, y compuesto
como de costumbre de
Oficiales del Ejl:rcito espauol. En el modo de en.
juiciar breve y sumariamente
{Í. los rebeldes,
no era
10 más singular qne l:'US Jneces, dependientes Jel
déspota que los subyugaba, fneran parciales de los
supuestos reos, sino que no se permitiese á éstos
levantar pruebas en Sll jusÚflca.cióu, ni siquiera defenderse por escrito ó de palalm.L; pnuiendo contar
todo el que era llevado ante aquella especie de infa.
me pretorio, con que su flll cm. rellllir la vida en el
ue
patíbulo.
Instituyó tamhién el tiraDO otro Tribunal
mili.
tar, llamado Consejo de purificación, aute el cual
tenían que presentarso
los que ueHcaban obtener
indulto, por haber toma.uo directa ó indirectamente
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74
PABLOMORILLO.
la más leve participaci6n en la guerra; á l(,s cuales,
antes de amnistiarlos, se les castigaba con multas,
trabajos en los caminos públicos y hasta con la pena
de azotes, según la gravedad de sus co mpromisos en
la revoluci6n.
La tercera invenci6n de MORILLO en BoCtotá
fué el establecimiento, como 10 había hecho en '" Ve.
nezuela, de la Junta de secuestros, que tenía por
fin arrebatar ti los patriotas los bienes de fortuna
que tuviesen, poniendo á sus familias en el más
completo desamparo. A los que imploraban su
compasi6n para que les dejara siquiera una peque.
fía parte de sus haberes para atender á la subsis.
tencia, les decía con sobra de arrogancia: "V ues.
tros padres, vuestros hijos, hermanos y esposos ha.n
sido traidores al Rey, y por lo tanto deben perder
sus bienes y sus vidas."
El memorable Consejo de guerra empez6 sus
asesinatos el 8 de Junio del año últimamente cita.
do, con el fusilamiento del General de brigada don
Antonio Villavicencio, y continu6 causándole las
mayores pérdidas á la Patria, .matándole sus más
virtuosos, inteligentes y precIaras hijos.
Entre las víctimas de este Tribunal, 6 mejor
dicho, de MORILLOy Enríle, que alcanzan á más de
mil setecientas, figuran los eminentes patricios
Francisco José de Caldas, Camilo Tarros, Joaquín
Carnacho, José Gregario Gutiérrez, Miguel Pamba,
Crisanto Valenzuela, Frutos Gutiérrez, Jorge Lo-
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PABLO MORILLO.
75
zano, Francisco A. Ulloa, José María Dávila, José
María Cabal, Antonio Baraya, Custodio Rovira,
Liborio Mejía, y muchos mú'sde alta talla. moral,
dignos del reconocimiento de los pueblos agradecidos
y de la posteridad.
A las viudas é hijas de las víctimas, reducidas tÍ
la más lamentable miseria, se las confinaba á luga.
res lejanos de Bogotá, y el Gobernador Casan o las
recomendaba tÍ los Jueces y Curas párrocos de los
lugares del confinamiento, como impías, irrelígiosas
y de malas costumbres, para que fueran víctimas
de los continuos ultrajes del fanatismo religioso y
de la permanente fiscalizaci6n do las autoridades
civiles.
Otro de los medios de que se valió MORILLO
para desolar y afligir ti la Nueva Granada, fué la
apertura de caminos públicos. Deseando darlas de
progresista, á fin de conseguir nuevos honores apa.
rentando méritos para ante el Gobierno español, em.
prendió á In. vez trece extensas vías: "la de Girón al
Ped ral, sobre el río Sogamoso i la de Zapato ea al
Magdalena i una de Vélez al Carare i dos en la pro.
vinda de Tunja, que debían conducir á. los llanos
de Casanare, y otra de Cáqueza ti los de San Martín i
la de Sonsón á Margarita i la de San Luis á Cáceres,
sobre el río Cauca i la de Urrao al Atrato i la de
Ibagué á Cartago, atravesando el Quindío i la. de An.
chicayá ú. Buenaventura;
la de Pamplona. iÍ l'unja,
y la de Bogotá ú Honda."
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76
PABLO MORILLO.
Los granadinos que habían sido afectos á la causa
de la libertad,
estaban obligados tí trabajar en estas
vías; y hase calculado que debido á deletéreas
in.
fluencias c1imntéricns, á la mala alimoll tacitÍn y á lo
duro de los trabajos,
m urieroI1 en poco tiempo más
de tres mil operarios!
Esto sin utilidad para el país,
pues que algunos de los tales caminos, siendo como
es de pronta y vigorosa la vegetación de los climas
ardientes de 108 trópicos, en menos de un año estu.
vieron cerrados é intrnnsitables;
y otros no pu:lieron
conservars<J porque empobrecidos los pueblo:, COIl
enormes exacciones fiscalefl, el comercio dism¡nuy6
sobremanera y el poco movimiento de tráfico, que
aun permitía la tiranía, continuó haciéndose por las
antiguas
rutas.
Deseando, por último, el Pacijicado?' y En:~i1e,
"de"truír de raíz los heréticos principioR que proclamaba In. Independencia,"
mandaron
en 20 de
Septiembre,
im,talar con gran aparato, así en la
~omo en las provincias, el T?'ibunal del 8cmto Ofic-io; previniendo qle en un día
dado los padres de familia concurriesen
con Sl¡S
hijos, bajo las más severas penas si no lo hacían, ií
las respectivas iglesil\s parroquiales
á jurar nueva
protestación de fe, "que los hiciera para en ade.
lante buenos y obediente", como en su amor lo
deseaba su Majestnd el Rey."
capital del Reino
La. crueldad de MORILLO y Enrile tenía fieles
irnitndores
en todas las provincias
de la Nueva
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PAllLO NOlULLO.
77
Granada. Sus Tenientes, representantes de b. autoridad en Tunja, Socorro, l\In.riquita y Neiva, no
dejaron nada que pedir (¡ la tiranía en aquellas ju.
risdicciones políticas; pero la barbario llegó á su
apogeo en el Sur de In.Hepública, eu donde se distin.
guieron :Fraucisco \VarteIa, Carlos 'ro]rú, Ruperto
Delgado y Joaquín Valdés, quienes DO tan sólo se
conformaban con robar, confinar, apalear y asesinar
á los libres, sino que en el exceso del crimen, iban
hasta disponer por la. fuerza del honor de las mujeres.
Procedimiento propio de las antiguas hordas de bárbaros que invadieron la.Italia, y extraño entre gentes
que se preciaban de civilizadas; pues que siempre el
candor y 10. inocencia merecieror. respeto.
Es de Dotarse que el Pacificado',', ti pesar de titu.
larse hijo de Cristo, y de mostrarse ardoroso defen.
sor de la religión, no tuvo clemencia ui miramien.
to alguno par:1. con los ministros del culto, á quie.
nes injuriaha de continuo, quitaba por antojo sus
prebendas, arrancaba de sus curatos y mandaba al
destierro; habientlo en una ocasión ueportado para
España por Vene~uela, noventa y cinco sacerdotes,
muchos de eUos ancianos respetables, que habían
obtenido por el camino regulnr las más altas dig.
nidades de la Iglesia granadina !
Sabedor Fernando VII de la conducta observada.
por MORILLO, hubo de condecorarlo con la Gran
cruz de Isabel la Católica; nueva orden instituída
en España para premiar (,los Jefes que más se dis.
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78
PABLO MORILLO.
tinguieran por su celo y actividad en la pacificación
de las Américas.
XI
"Cuando Dios quiere perder á los Reyes y sal.
var á las Naciones, ha.dicho un célebre político, apu.
ra la.desgracia. en aquéllas haciendo á éstos tiranos."
Esta verdad confirmada por la historia de los pueblos
de Europa, se prueba plenamente en las guerras de
la Independencia de América.
Si la España gobierna sus posiciones ultramar.i..
nas bajo la regla de los principios humanitarios J
civilizadores, concediendo á sus habitantes los dere.
chos imprescriptibles del hombre, dentro de la li.
bertad é igualdad racionales, probablemente hubiern.
sido eterno su dominio en América, ya por el hecho
de la conquista que le daba cierto derecbo para ello,
ya porqne una buena. administración hubiera aho.
gado siempre toda tendencia revolucionaria, y ya,
en fiu, por los poderosos recursos de que gozaba la
madre Patria para subyugar sus Colonias. Pero,
cómo pretender el dominio de países uncidos al yugo
de la más durl\ y vil servidumbre ?. ..Ni cómo con.
tener una revolución como la de la Independencia,
si los que se creían vencedores, en vez de tratar con
benignidad á los vencidos, para ver de pacificarlos,
no pensaban en otra cosa que en arrebatarles sus
bienes y cavades ignominiosa tumba 1
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79
PABLO MORILLa.
Cómo calmar á padres y á esposos que veían vio.
ladas sus hijas y sus mujeres 1... Cómo á hijos que
miraban continuamente
en jaulas y aun en escar.
pias, en los caminos y las plazas públicas, las cabezas y los miembros mutilados de sus padres?
Poseyendo el déspota la voluntad y la fuerza,
puede toJo 10 que quiere. Su palabra es una ley
que ordena y un poder que obliga á la obediencia ¡
pero precisamente el hecho de que un hombre asuma
la Soberanía absoluta para gobernar á los demás según su capricbo, hace que el despotismo no sea una.
forma estable de Gobierno, porque si los hombres
gustan de obedecer por deber y en ocasiones por amor,
desean á todo trance un sistema 6 ley fija á que deban
regular sus actos, y esto no lo encuentran
en un ti.
rano que no tiene otra norma de conducta que sus
deseos, siempre propicios á su interés, y contrarios á
la felicidad de los pueblos á quienes se goza en humillar.
Sujetos los americanos
tí. un abominable despo.
tismo, cada vez más duro, y puestos por consi'
siguiente en el forzoso dilema de la muerte ignominiosa ó la gloriosa muerte, persistieron
en su
obra redentora, y merced á la crueldad de sus ene.
migas, hicieron con su her6ica pertinacia
la Patria
libre.
XII
MORILLO, después de
haber
gobernado
seis me·
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80
PABLO
MORILLO.
ses en Nueva Granada con u na crueldad sin ejem.
plo, mil veces peor q\le In. Jd tllltiguo Sultún (.Ie
Constantinopla,
partilí pam Venezueln. el 16 de
Noviembre
del cita(lo año de 16, dejúndose por
sucesor en el GobieJ'llo {¡ don Juan S¡¡mano, eaudi.
110 irritaule,
bárharo y soez, que aeostumbraua eseu·.
pir en la cara á las personas q ne lo contrariaban
(;
que de alguna manera le eran antipáticas.
El Pac'¡ficado?' tomó la vía de los llanos do
Casanare y Barinas, resohíéndose á dejar á Bogotá.
en donde se acomodaba, sabedor de que,.'Í. consecuen.
cia de la política de csterminio
y rapiña de sus
Tenientes en Venezueb,
entre los cuale;; figuraba
en primer término el infame Moxo, lr\ guerra se
había encendido de nuevo en la. Isla de ~fargarita y
en las vastas llanuras regadas por el Orinoco yel
Apure;
teniendo además noticia de que Bolívar,
infatigable
en sus prop\ísitos, preparaba
en Haití
una nueva expedición que en breve dehía arribar á
la Costa-firme.
En cuanto á Enríle, pocos días después de la
partida de MOlULLO se clírigí{í tí Cartagena y de allí
á España, cargado con medío millón de pesos en oro,
que le habíau reportado sus latrocinios, y llevándo.
se preciosos objetos del Museo y muchos documentos
de gran precio de los Archivos y de la Biblioteca;
entre ellos, varios trabajos sobre ciencias naturales
de su víctima, el eminente Caldas, y un Prono
tuario de Legislación
del jurisconsulto
']'orres.
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l'Al3LO
j)IORILLO.
Rl
Cuando el pacificado?' pisó á Venezuela,
tÍ. mediauosde
Enero do 1817, estaCa.pitanía
no era,
¡;eglín sus propias palabras, "la misma que había
dejado con fuerilas suficientes para mantener
su
integridad."
Margarita,
al poder de sus armas,
había expelido de su seno ii los realistas; las provincias de Curnanú y Barcelona,
y en gran parte
las llanuras de Caracas, estaban perdidas para los
españoles; entre el Arauea y el Apure obraba con
buen éxito el benemérito
General José Antonio
Púeíl ; y cn Guayalla se encontraba. el ínclito Manuel Piar con una considerable Columna de tropas.
Debido, como qucda dicho, ú.la conducta torpe, cínica y cruel que cm pleaba )foxo y algunos otros espa.
ñoles europeos que habían quetlatlo con el mantlo de
la CapitanÍl\ uurallte la permanellcia del Pacificad(J1'
en la. Nueva Granaua, la guerra, de civil que había
sido hasta entonces, se tornó en nacional, y los
PLleblos se levantaron en armas para refrellar la ti.
ranÍa que sin treglUt los saquenua y asesinaba;
no
tan sólo por hacer recaer sobre los patriotas el peso
de una tremenda venganza, sino en ocasiones hasta
por mero eJerclClO.
El 28 del mes próximamente citado, MORILLO se
incorporó á Latorre en un lugar del Apure, denominado Paso del frío, con precisión al día siguiente ue haber sido éste rechazauo por Páez en el
glorioso y sangriento encuentro de l\1ucuritas. Recio
combate que dió ú. conocer ú los españoles la mag_
6
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82
PABLO )[oRILLO.
nitud de los esfuerzos que tenían que hacer en adEI.
lante para vencer 6.los libres venezolanos.
En Paso del frío el Pacificador, uo muy bien
informado del estado en que se Imllab:m los p:~.
triotas, dictó su plan de campaña; del cual resu 1tú que él debía dirigirse sobre la. plaza de San Fer.
nando, con el fin de barrer tí. los insurgentes de las
llanuras de Caracas y de Calabozo, y que Laton'e,
bajando por el Apure y el Orinoco, debía caer sobre Guayana y apoderarse sin demora de Piar y de
la provincia, que era fértil en recursos y una buena. posición militar.
Desgraciadamente para el realismo, Latorre fué
derrotado por Piar apenas hubo pisado la Guayan!\,
en la cruenta cuanto espléndida jornada de San :3'é.
líx, y MORILLa, al saber tal nueva, que le era inesperada, se encaminó á Chaparro, desistiendo de las
operaciones que tenía entre manos, con el objeto de
reunirse á Aldama ; lo cual verificó el 13 de M(~yo
haciendo ambos una fuerza de seis miL hombres.
En esta situación varios partidos podía tomar el
Jefe español, útiles á su causa, pero dando rienda suelo
ta. á sus rencores contra los margariteños, prefirió
aceptar el menos conveniente. Es el caso que d:.vi.
diendo su fuerza en dos partes, envió tres mil hom.
bres sobre Barcelona, y con los tres mil restante:l se
di6 á obrar sobre Margarita, en la esperanza de vencer
á los bravos isleUos," en menos tiempo, decía, del
que necesito para pensado."
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l' ADLO ;\romLLO.
83
El 17 de Julio dcsemhHCú sin oposici6n alguna
en el Puerto de Varates con SI:;; vetcra.ua~ tropas
conducidas en veinte huques, en ocasión en que no
contaban los independientes
sino mil doscientos sol.
dados mal firmados, :i órdenes del Gobernador de la
isla, 01 ciudadano Fmncisco Esteban G6me;l,.
G6mez destacó de esta fuerza sobre l\IOnILLO,
cuatrocientos infantes y cincuenta
jinetes, y estos
briosos patriotas
al Jefe español,
disputal'OIl con sin igual valentía
palmo ú palmo, el terreno en las
alturas denominadas
Inicas;
oLligándolo
ú. pero
manecer por dos días en las playas del puerto.
Primera vez em ésta que peteaba el Pacificador
en Venezuela, y desde cntOllces se hizo cargo, como
experimentado
militar, de las poderosas dificu ltades
que tenía que vencer para llenar su cometido, si era
que no sucumbía al titánico esfuerzo de los que con
túnta razón luchaban por su libertad.
Pensaba ser fácil vencer y humillar á Margarita,
yal primer encuentro
nada miÍs, se convenció de
que em ardua tarea y de que tellía que proceder
como táctico para llegar á uu buen resultado. Merced, pues, ú. los muchos elementos de campaña de
que podía disponer, tom6 rumbo hacia el Sur de la
isla y empez6 ú. encerrarla
en un círculo ue hierro,
pretendiendo
apoderarse
de In. plaza de la Asunción, capital de la provincia.
Eu conocimiento los libres de este propósito del
enemigo, se dirigieron hacia la citada plaza. Siendo
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84
PABLO MORILLa.
atacados allí el 31 del mes indicado;
empezando el
encuentro desde el alto de l\fatasiete, media. legua
hacia el Oeste
de la población.
de su guerrera
energía y del
arrojo y pericia de sus tropas, no pudo toma:: en
este hecho de armas la Asunción, y después de once
MORILLa,
ti pesar
horas de sangriento combate, habiendo
chos muertos y heridos, se vió obligado
tenido mu.
ú. retirarse
al pueblo de Pampatar;
variando allí su plan de
ataque, persuadido de que no era por el lado que
lo había pretendido
que podía apoderarse
de la
plaza en referencia.
Así fué que, el 6 de Agosto, tomando
otra di.rec-
ción, march6 sobre el puerto de Juan Griego
ocupó el 8 en combinación con una Escuadrilla.
y lo
rea.
lista que había llegado á sus cercanías, no sin que
hubiera quedado, como en Matasiete, bien puesto
el honor de las armas republicanas,
pues qU(1 los
patriotas se mostraron en este nuevo encuentro más
heróicos y dignos de su fama que nunca; pereciendo
de cuatrocientos
que resguardaban
el puerto, doscientos setenta y cinco en el campo de batalla y setenta que fueron arcabuceados prisioneros \
Pronto, sin duda, iba á caer la Asunción,
no sin
que tuviera lugar otra cruenta y memorable jornada, en poder de los déspotas, más apenas se prt~pa.
raba MORILLa para tomarla tí. sangre y fuego, tuvo
fidedigna noticia de que Bolívar había entrado á
Guayana
con
algunas
tropas;
debido á lo cual se
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r ABLO
retiró ellO
85
MORILLO.
de tI uan Griego á Pampatar,
desocupan.
do la isla el17 para no volver jamás á ella.
MORILLa, según era usanza en los caudillos españoles en todo tiempo, pero en especial cuando
encontraban resistencia á sus miras, al retirarse de
Margarita hizo, en desquite de su desgraciada cama
paña, unos tantos fusilamientos,
y permitió que sus
soldados cometieran
toda serie de depredaciones,
dejando en los isleños perpetuo recuerdo do aquellas
escenas de horror que la historia refiere para eterno
bald6n de la tiranía.
XIII.
De .Margarita se dirigió el Pacificador' á Caracas,
y habiendo oido hablar de la actividad, denuedo é
inteligencia militar del Libertador, empez6 á levan.
tar más fuerzas de las qne tenía y tí enviarle divisiones ti los puntos que juzgaba convenientes,
quilarlo en primera oportunidad.
Desgraciadamente
dencia,
deseaba
ferencia
cuentes
mando,
de alta
para ani-
para. la. causa de la Indepen.
Bolívar no pudo obrar con la premura que
sobre las provincias meridionales y con pre.
sobre Caracas, 6. consecuencia
de los fre.
disgustos que por rivaliclades de gloria y de
tenían lugar entre algunos Jefes patriotas
graduación y no poca importancia, y en es-
pecial por la conducta
observada por
el indomable
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86
P .ATILO MORILLO.
cuanto desgraciado General Piar, quien creyéndose
soberano absoluto de la naciente ReplíblicJ1, no gns_
taba de obedecer á nadie. Y estos contratiempos
que entraba ron la acci6n del Ejército libre de Oua.
yana, dieron lugar tí MORILLO para bacer gran aco_
pio de tropas y elementos de guerra en vario$! pu n.
tos, y entre ellos en las llanuras de Calabozo. Dictando por aquellos lados un plan general de campaña, " bien acertado y científico," según el con.
cepto del Libertador, por el cual se mandaba obrar
casi simultáneamente sobre todos los revolucionarios
que militaban en el territorio venezolano.
Llega entre tanto el año de 1818, y á fin'~s de
Enero, Bolívar, libre yá de rencillas domé:,ticas,
pudo unirse á Páez en la plaza de San Fernando
con dos mil hombres de excelentes tropas org:miza_
das en Guayana, hacicndo su Ejército y el del
caudillo de Apuro un total de mil quinientos hombres entre infantes y jinetes; con los cuales, sin
pérdida de tiempo, se ejecLlt6 un rápido movimiento
sobre Calabozo, á tiempo en que el Pacificador no
tenía consigo más de dos mil soldados, á consecuencia
de las operaciones que se había visto forzado {~practicar en desarrollo de su plan de campaña.
La. fuerza de Páez, compuesta toda do aguerri.
dos jinetes, atac6 y destruy6 el 12 de Febrerc en el
sitio denominado }'lisi6n de Abajo, una legua
hacia el Sur de Calabozo, al Hegimiento realista
Húsares de Fernando VII, y MORILLO, á quien
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PABLO MORILLO.
87
cau¡;6 gran sorpresa esta pérdida, se retir6 á la población de Calabozo, reconociendo
la superioridad
de la caballería enemiga sobre sus infantes si se expo.
nía. á una batalla en la llanura.
Bolívar y Púez juzgaban que la pérdida. del Jefe
español era inevitable, bien permaneciera
encerrado
en la ciudad ó bien se moviese en cualquier dirección, pero ésto que era, como bemos dicho, hombre
de ingenio y de lances audaces en los momentos apurados, burlando
la vigilancia de sus contrarios, que
. lo querían atraer á campo llano, hizo un movimien.
to instantáneo á fin de tomar la serranía que hacia
el poniente dominaba la llanura de Calabozo;
con.
seguido lo cual nada tenía que temer de los jinetes
enemigos, puuiendo hacer obrar con buen éxito su
infantería,
que era de la de la expedición y por
consiguiente superior á la patriota por ser más vete.
rana y aguerrida.
Empero, :í pesar do la actividad en la m:ucba
de la. fuerza realista, los republicanos le dieron al.
cance en la noche del U en el sitio de Uriosa; em.
peñándose allí un her6ico combato de repliegue en
el que los realista,;, merced á hábiles movimientos,
logro.ron al cabo tomar la serranía y ocupar el pue_
blo del Sombrero,
en donde rechazaron el 15 á los
libres ea uslÍndoles grandes pérdidas.
MORILLa,
según los historiadores venezolanos,
en eminente peligro en esta ocasi6n, estuvo más
espléndido
que nunca:
"Conservando
una asombrosa
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88
PABLO lllORILLO.
serenidad de ánimo, dice el Libertador en un docu.
mento oficial, sangre fría á toda prueba, y h:\cieodo
ejecutar sorprendentes evoluciones de retirar.a (\ sus
tropas, á cuya cabeza se le veía soberbio, se burló de
nuestros designios y logró salvarse, continu:mdo su
repliegue sobro Valencia, en donde se le unieron dos
descansadas divisiones, quedando con tropa;; y pero
trechos suficientes para una batalla formal."
Desde los acontecimientos
referidos se penetró
m{LS y más el Pacificado?' de la necesidad en que
estaba de acabar cuanto antes con Bolívar, y sin.
tiéndose fuerte con los auxilios que había recibido
en Valencia, con virtiéndoso de acometido eu acome.
tedor, se vino en persecución del Ejército indepen_
diente y lo batió por completo el 14, 16 y 17 de
Mayo en la Cabrera, villa de Cura y la cuebráda
de Semen, respectivamente.
En esta última jornada, MORILLa se rortó con
el sorprendente
denuedo que lo acompañé en Tm.
fa.lgar; dirigió la batalla como un gran táctico;
perdió de sus tropas cerca de mil quinientos hom.
bres que quedaron sin vida en el campo, y recibió
una herida de bala en el pecho que puso e:J peligro
su existencia.
lierida
que preocupó mucho ú los
suyos, quienes inmutados
con la penosa situación
de su Jefe y entregados ú socorrerle, dieron tiempo
ú que se salvaran Bolívar, Páez, otros J'3fes y los
pocos Baldados libres
ba talla.
que
habían
sobrev:.vido á la
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
89
l' ABLO :MORILLa.
Mas no porque el Pacificador hubiera salido personalmente mal librado en la acción de Semen, dejó
por esto de COlltinuar en sus operaciones militares.
Hombre de inquebrn.ntable
voluntad,
haciéndose
trasladar en guando de poblado en poblado, según
lo exigían las necesidades de la guerra, continuó
obrando con sus Tenientes sobre los patriotas, y en
especial COIl Latorre y Morales, en quienes tenía
puesta toda su confianza;
peleando el primero de
éstos con Páez el G de Mayo en Cojedes con éxito
desgraciado para los inclependiclltes,
y derrotando
el segundo el 20 al intrépido General Manuel Cede.
ño en la Laguna
de los Patos.
Con estas pérdidas y otras de no poca significa.
ci6n, en que MORIT,LO no tuvo parto directa, se cierra
la campaña de 1818 en Venezuela, quedando el déspota español dueño del campo, casi de todo el país,
pues que el Libertador
se había vi~to precisado á.
regresar á Angostura con unos pocos brillantes Ofi.
ciales, de lo mejor entre los defensores de la Patria,
y Páez al alto Apure en busca do nuevOS soldados
y recursos.
víctima de su mala salud, pasó
Caracas los últimos meses del afío, ocupado en
rarse; en fusilar 6. los patriotas qne caían en
manos y en hacer nllevos aprestos por si la lucha
MORILLa,
guía,
pues que
serenísimo Rey,
la
"creía
terminada.
HU
sellar," según lo expresó
en
cusus
se-
en fa.vor del
en el
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90
PABLO MORILLa.
mes de Noviembre en un
habitantes de América.
Manifiesto
dirigido
lí los
Iluso! restablecidos en breve los patriotas, y
entre ellos Páez, que yá tenía fuerzas relativamllnte
considerables, y Bolíva.r, que bajaba al Orinoco con
un ejército superior, en dirección á las llanuraf; de
Apure, iba á recomenzar la guerra, que el P,1.ci.
ficador juzgaba
concluida, y á la cual hubiera podido, tal vez, poner término, si como hemos dieho,
emplea la clemencia y hace una mejor adminís·;ra.
cí6n en el Gobierno del país.
XIV
El16 de Enero de 1819, Bolívar y Páez se unie.
ron en San Juan de Payara y formaron una fuerza
de cuatro mil hombres, mitad de caballería y mitad
de infantería,
que el primero puso :i disposici6n del
segundo con las instrucciones del caso para la cam:Ja.
fía. Luégo de esto, regresó el Libertador á Angostura
en donde tenía otras preferentes atenciones, y en pu.
ticular la reunión del Congreso de la República,
que había convocado para el 15 de Febrero,
con el
fin de poner orden en el Gobierno liberal del pa,ís,
sujetando la revolución á principios definitivos.
No bien tuvo MORILLO noticia de la uni6n del
Ejército de Angostura
con el do Apure, voló á in.
corporarse á Latorre que se hallaba cerca de Sln
Fernando,
y haciendo las fuerzas de estos Jefes
un
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PABLO MORILLO.
91
total de seis mil hombrefl, marcharon por insistencia
del Pac'ijicaclol', en los primeros días de Febrero,
sobre Púez; retirándose éste sobre el Arauca, al paso
del Cuajaral en la llanura.
Frente en Cuo.jarallos realistas de los libres, el
Jefe patriota continuó, poco á poco y presentando
con su intrépida caballería continuas escaramuzas
al enemigo, su retirada hacia el Orinoco, á donde
lo siguieron sus contrarios desesperados de no po.
derlo obligar á combatir formalmente. Era el objeto de Páez, al practicar estos movimientos, can.
sar á los realistas en correrías por tierras despobladas y enfermizas, en las cuales tenían que con.
sumirse sin utilidad alguna para su causa.
Por último, ií. lilcuiudos ue Marzo, después de
más de cuarenta días de marcbas y contramarchas
estériles, el Pacificador, habiendo tenido en su
Ejército bajas considerables, regresó á Achaguas é
hizo allí su cuartel general; poniéndose i poco bastante desconfiado y mohíno n1 saller la reunión del Con.
greso do Angostura; b llegada de algunos cuerpos
reglados extranjeros {Í la isla de Margarita; y la
nueva incorporación del Libertador al Ejército ea.
mandado por Páez.
Debido ú las bajas qne había tenido en sus fuero
zas, MORILLO, afortunado guerrero en su patria, que
sufrió en las soIcdade~ de Apure grandes reveses y
burlas para su orgullo, y merced, por otra parte,
á los nuevos refuerzos traídos por Bolívar, se igua.-
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92
PABLO MORILLO.
laron los Ejército!; beligerantes, en términos de
hacer desear ti los patriotas una batalla formal y
decisiva.
Llevando á cabo los libres esto pensamiento, se
dirigieron á Achaguas, en cuyas cercanías, debido tí
la habilidad de MORILLa, tuvieron sus tropas de
avanzada algunos encuel1tros felices, que obligaron
á los patriotas á repasar el Arauea ti donde los si.
guieron sus contrarios; confiados más que todo en la
disciplina de ciertos cuerpos veteranos que habían ve.
nido de España, y que el Pacificador tenía si.empre
á su lado.
Fué por aquellos lados en donde tuvo lugar el 2
de Abril, el hecho sin segundo de las Queseras del
medio, en el que los españoles perdieron muchos
elementos de guerra y más de quinientos hombres
hechos prisioneros sobre las aguas; viéndosfl obligados á pregonar las glorias de Páez, y más que todo,
á vol ver la espalda al enemigo para dirigirse ~¡
Cala.
bozo.
Este movimiento di6 lugar á Bolívar á 'llevar á
cabo su pensamiento de libertar la Nueva Granada;
en cuyo propósito se movió para este país con una
divisi6n de briosos soldados, quedando el IJe6n de
Apure, como se llamaba al héroe de las Queseras, en
Venezuela, al frente de los realistas, con instfllcciones
para entretenerIos hasta tanto que la fuerza inva.
sora llenaba la patriótica misión que se había im.
puesto.
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PABLO 1ll0RILLO.
93
'l'arde supo !l10RlLLO la. marcha del Libertador
al Nuevo Reillo, é inmediatamente que tuvo conocimiento de ella, dando {¡ esta empresa la importancia merecida, dispuso que se moviera Latorre sobre
CtÍcuta, y envió fuerzas hacia el :Oriellte, dirigiéndose él á.Tocuyo para atender desde allí á Mérida y
Trujillo por un lado, 6.Barinas y Apure por el otro.
Temía que saliendo bien Bolívar de su nueva aventurada expedición, invadiese en la. hora menos peno
sada las dos primeras de aquellas provincias, y que
Páez cargase con sus temibles jinetes sobre las llalluras de las segundas. Y así fué en efecto: el prodi.
gioso caudillo de Apure siguiendo sus pasos al
Pacificador, lo inquiet6 sériamente por mucho
tiempo, mortificando de continuo su amor propio
con atrevidos golpes de audacia y no dejiíndolo obmr
como le convenía i en tanto que el Libertador, dando
mayor gloria á sus armas, reconquistaba. la Nueva.
Granada el 7 de Agosto en Boyac:1, y enviaba re·
fuerzos tí. su Patria nativa para acabar de combatir
al realismo.
Apenas fué informado :MORILLO de que Latorre,
en su marcha hacia Cúcuta, había sido derrotado en
las Cruces; de que en Boyacá había perdido el
Virrey Sámano, su sucesor, 10 mejor del Ejército
realista de Nueva Granada i y sobre todo, de que la
Convención de Angostura, tí. In.que apellidaba" Ga.
villa de necios," había constituido un Gobierno que
iba á tener el pláceme de los pueblos y hacía solio
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P ATILO :llORILLO.
daria la Independencia
en las americanas Colonias,
comprendió que su poder estaba minado por entero y
que tenía en adelante que bacer grandes esfuerzos
para llenar su misión; en cuyo cometido había perdido
en el año que estaba para terminar, gran parte d,~las
conquistas que babía lograuo, debido nó á su falta
de actividad y pericia, sino á la porfiada y enúr,5ica
entereza de los republicanos,
quienes estaban resueltos á arrancar á la tiranía los derechos que ésta se
empeñaba en negarles.
Para 1820, el Pacifwado?', cercado en Venezuela
por infinidad de divisiones de libros comalldadas por
espléndidos Jefes, se propuso conservar una actitud
defensiva, espectador inerme de los acontecimientos
'que se sucedían en aquel país y en el vecino. Para tal
hombre, voluntarioso y engreíuo de su fortuna gue.
rrera, qué de tormento estar encerrado por numero.
sas legiones en un círculo determinado, del cu[.l no
podía evadirse por de pronto sin gra.n peligro; "ien.
do que á tiempo que sus armas "e debilitaban las
de sus contrarios iban en progreso continuo, pare.
ciendo
acelerar
el final
griento
rica ~
que tánto hacía
desenlace
venía
del drama san_
desolando á la Amé-
Penetrado al fin de que la Nueva Granada estaba salvada del feroz despotismo que le había
impuesto en 1815, y convencido de que yá n:>en.
contraba en Venezueh
partidarios
para su causa,
pues que los pueblos antes sumisos á la servidum.
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PAllLO MORILLO.
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bre empezaban á abrir los ojos y deseando variar de
destino so afiliauan ti sm libertaclores, se dió á esperar nuevos refuerzos que ueuÍlln vOllirle de la Península para continuar lo.campaña. Pero sucedi6 á
la sazón, que habiéndose puesto en antagonismo las
Cortes y el Rey de EspuJlo.y levanttíclose el pueblo
contra su Soberano y en apoyo del Cuerpo Legisla.
tivo, éste viéndose sosteniclo por la opini6n, resolvi6
que la pacificación de las Américas se sucediese por
medios suaves en vez de emplear la fuerza, yen 11
de Abril recibió MORILLOen lug&.rde tropas, armas
y dinero, 6rdenes terminantes para restablecer la
paz en Venezuela y Nueva Granada por medio de
una reconciliación general; jurando y publicando
en estas Colonias la liberal Constitución de 1812,
que Fernando VII babía en mala hora desconocido.
El Pacificador so sintió con esta llueva, más
mortificado que nunca, yá porque para él quedaba
perdiaa toda esperanza de triunfo, y yi porque no
juzgaba con las Cortes, que la revolución de América concluía con la concesión á sus babitantes de
instituciones menos ofensivas para sus derechos que
las que habían tenido hasta. entonces. No obsta.nte
esto, mal de su agrado, se encamin6 de Tocuyo á
Caracas, y 01 7 de Julio proclamó con bastanto BOlemnidad el C6digo político de la Mona.rquía española.
Dado este paso, se dirigió oficialmente á los caudillos patriotas que tenía más cercanos y que lo
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96
l' AI3LO MORILLa.
amenazaban de continuo, proponiéndoles
un armis.
ticio ó suspensión de llOstilidades, mientras enviaba
comisionados al Congreso y al Libertador,
manifes.
tándoles su desoo de acabar con la guerra por medio
de un Tratado que asegurase la paz, bajo la egida
de una reconciliación general.
En esta virtud, el Congreso, cuyas sesiones se
habían suspendido poco há, fué convocado extraor.
dinariamente
para considerar el oficio en que MoRILLO le anullciaba el envío de SllS comisionados,
y
el 7 de Agosto contestó por medio de su Presidente:
" Que deseoso de establecer la paz, vería con gusto
todas las proposiciones que so lo lJicierun de parte
del Gobierno español, siempre que tuvierar
por
base el reconocimiento
de la Soberanía é Ind.epen.
dencia de Colombia."
En cuanto á Bolívar, que tenía su cuart·)l en
San Crist6bal, apenas supo que hacia allí Sf dirigían, á tiempo que tenía proyectado un viaje para
el Magdalena, los comisionados del Pacificado/', en.
comend6 á dos de sus Jefes para que se entendieran
con los emisa.rios realistas; rechazando
éstos el 20
del mes citado, como inadmisible, la propuesta que
se les hizo de sometimiento
constitucional
de la
nación á España. Era yú. tiem po de dar tí. la .América
vida independiente y libre, y con el reconocimiento
de un poder extranjero,
cualquiera
que él fuese,
siempre quedaba el amo y sub.;istían las mismas
cadenas.
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PABLO MORILLa.
97
Por las respuestas anotadas, vió MORILI.Q que la
guerra iba á continuar, y como yú. reconocía las ven.
tajas del Ejército patriota sobre las fuerzas que él
comandaba, y presenciaba. además los progresos de
la opinión en favor de le Independencia, compren.
di6, como experto que era, que debía envainar la
espada y echarse por el camino de la diplomacia.
Unico recurso que lo quedaba para salvar su nombre
de una derrota que le hubiera sido ignominiesa, y
aun su cabeza del cadalso.
Ello es que á fuerr.a do maña se dió trazas de
entendorse con el Libertador, reconociéndole todos
sus títulos, lo mismo que :í. los dem{¡sMagistrados re.
publicanos del orden militar y civil j y en el mes de
Septiembre, habiendo regresado aquel grande hom.
bre de su viaje al Magdalena, convino en entrar en
el armisticio que anteriormonte se le ho.bía propuesto, "siempre que se dieran á los ciudadanos de
Colombia, gran nacionalidad creada por el Congreso
de Angostura, las garantías y seguridades que tenían
derecho de exigir."
Después do largas y multiplicadas conferencias
entre los respectivos comisionados de Bolívar y de
M.oRILLa, se firmó en l'rujillo en la noche del 25 de
Noviembre un Tratado, en el cual se convenía en suspender las hostilidades por seis meses, "prorrogables
por el tiempo quo se creyera nocesario, siempre que
espirado el término prescrito, uo se hubiesen con.
'l
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PABLO MORILLO.
cluido las negociaciones que debían establecersEIpara
asegurar definitivamente la paz."
Terminado este arreglo, el Jefe español envió tÍ
manifestar al Libertador, el deseo ardiente que lo
animaba de tener con él una entrevista, lÍo lo que
éste accedió gustoso, dirigiéndose el 27 al pue'Jlo de
Santa Ana, en donde los dos caudillos se encorMaron
y trataron con marcada benevolencia; recibiendo
Bolívar grandes pruebas de estimaci6n de MORILLO,
quien quiso se levantara un monumento en el punto
preciso en donde se habían estrechado las manos,
"que perpetuara la memoria del fausto día en que
terminaba la guerra, <5al menos se regularhaba su.
jetándola á los principios que rigen las relaciones
de los pueblos civilizados."
El Pacificado?', con el desencanto dems frus.
tradas esperanzas, habiéndose hecho el irrevocable
prop6sito de regresar (\ su patria desde el mismo
momento en que las Cortes españolas deseab:m la paz
de la América por el camino de una reconciliación
en vez de la guerra, abandonó á Venezuela el 17 do
Diciembre de 1820, con menos gloria de la. que había traído tí las Colonias, pero con mayor experiencia, superiores ambiciones y más dinero.
xv
N o se dirigi6 MORILLO á la Península, c·)mo era de
su deber, á dar cuenta de su conducta en el cometido
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PABLO
j\[QRILLO.
99
que se le había confiado: se encaminó directamente
tí Francia y estacionó en París, en donde se puso á
hacer, asf Cil los salones como en los diario'!, mucho
alo.rde ue su campafia de América, asegurando al
mundo europeo la sujeción de hs Colonias al despó.
tico poder de la Mctrópoli; por cuya arrogancia y
cinismo mereció en varin.s ocasiones ue los republi.
canos fmnceses, ya en público y ya en privado,
rudos ataques, ;'Í. los cuales supo oponer esa gran
presencia de ánimo que lo ¡;alvn.ra en difíciles circunstancias, y que maestramente sabía emplear on
los lances supremos.
Además, por aquel tiempo hn.bía llegado 6. su
apojeo el malestar político de España, ú. consecuen.
cia de querer el Rey Fernando, á pesar de sus jura.
mentas, ejercer el pouer absoluto, en contra de las
Cortes que venían trabajando por sujetarlo al régimen
constitucional j y 6.JUORILLO, que variaba de opinio.
ne:. según las circunstancias, no le parecía bien ir á su
país sin estudiar antes de cerca las cuestiones que
lo agitaban, para decidir de su conducta política de
la manera más conveniente á sus propios intereses,
que era lo que más podía preocuparlo.
Durante su permanencia en la capital de Fran.
cia, fué sondeado por los enemigos del régimen legal,
que eran los partidarios del Rey, sobre sus disposi.
ciones respecto al asunto que mantenía en perpetua
exaltación los ánimos, y parece que se le contaba
entre los adversarios de las Cortes; porque i c6mo
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100
PABLO MORILLa.
suponerse que viniendo de hacer la guerra ti los
americanos, que combatían por su Independencia y
la República, fuera defe¡;.sor de los constitlCÍonales
de España, que lucbaban contra. las prerrogativas
reales y deseabau en el Gobierno un sistl3ma más
liberal 1
Su conducta al principio llena de astucia y de
reticencias y luégo clara y terminante, no dejó al
fin duda respecto de sus verdaderos sentirLÍentos;
mostrándose acérrimo enemigo de la libertad constitucional que amenazaba, si n6 destruir la :\:Ionarquía, al menos minarla en sus cimientos y hacerla
imposible para lo futuro como institución de d\~recbo
divino.
Resuelto, pues, á tomar partido en contra de las
Cortes, se dirigió al fin á Madrid, y no bien hubo
llegado allí, Fernando VII, que le profesaba S1.:: estimaci6n y le tenía gran confianza, lo nombró Oonde
de Cartagena, y primer Jefe de sus fuerzas dEl de.
fensa ; contribuyendo ti formarIa una posici6n mIcho
más ventajosa de la que tenía, haciéndolo su Conse.
jero y dándole validez en la Corte.
Fué entonces cuando se operó en el carácter de
MORILLO una transformaci6n radical. Nacido l·ara
los campamentos y habiendo alcanzado una bu'~na
posici6n militar, juzg6 que el soldado debía echarse
decididamente por el camino de la diplomacia y la
política, así como el pastor se había lanzado con
buena suerte en brazos de la milicia; y creyéndc;'1l6
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PABLO ~roRILLO.
101
competente para la Magistratura. civil aspir6, no
sin ocurrir 6.la intriga, 6. que el Rey lo nombrara.
Ministro de Gobierno, pretendiendo dirigir los nego.
cios de la Corona. Fortuna que no obtuvo, porque
por aquel entonces el poder del Monarca espafiol
estaba limitado por la Constituci6n en vigencia, y
las Cortes no le permitían al Soberado de la Naci6n
extralimitar sus atribuciones, procediendo conforme
á los dictados de su voluntad.
No era tampoco MORILLO capaz para asumir con
acierto la direcci6n del Gobierno. Verdad es que
tenía talentos naturales, pero carecía de la inteli.
gencia del caso para el objeto, y ni era hábil, ni
versado, ni práctico en los negocios 6 asuntos de
Estado; faltándole, además, la instrucci6n necesaria
en materias de política.
Su Magistratura en Nueva Granada. y Ve.
nezuela había sido desgraciadísima, pues que no
comprendi6 que se pudiera mandar 6. los habi.
tantes de estos países, sino tratúndolos como á
esclavos, por el camino del terror; negándoles el
derecho hasta á la luz que los alumbraba y al aire
que respiraban. i C6mo pretender ser Ministro de
Gobierno en España, careciendo de determinadas
cualidades y condiciones indispensables, y especialmente on tiempo de crisis política en que se necesi.
taba para arreglar las cuestiones palpitantes que
amenazaban desencadenar la guerra civil, más de
científicos achaques de diplomacia, que de la fuerza
bruta?
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102
PABLO MORILLO.
El 29 de Agosto de 1821, habiendo hecho al;ro-
pellar bárbaramente al pueblo que !'¡eagrupaba pacífico delante del Palacio del Rey, en la Gran.
ja, demandando de su Soberano algunas medida~ de
interés público, fué acusado por las Cortes de este
abuso injustificable, que costó más de cien vidas de
ciudadanos útiles, y en el acto hizo dimisión del
empleo que se le hr;\bíaconfiado, de primer Jefe de
las tropas reales; declarando que no volvería á tomar servicio mientras su conducta no fuera examinada por un Tribunal competente y se le declarara
inocente.
En efecto, habiendo tenido lugar la informaeión
y proceso del caso, con el objeto de averiguar la
parte de culpabilidad que MORILLO tuviera en el
hecho escandaloso y criminal de que se trata, ú pesar de que babía sido él el autor de semejante aten_
tado, encontró cómplices que lo justificaran y Magistrados venales que lo declararan víctima (,e la
envidia, tratándolo de poner por encima de toda
sospecha.
M(LS tarde, en la célebre jornada ocurri<.h en
Madrid el 17 de Julio de 1822, entre las fuerzas
constitucionales y las tropas reales, en extremo
hábil para el disimulo, representó un papel hipó'Jrita
y ambiguo, conduciéndose de manera de quedar bieu
con ambos partidos mientras podía convencerse de
qué lado venía la victoria.
Convencido al fin de que Fernando VII, si bien
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103
PABLO MORIlJLO.
lleno de ambición y de odio tí. la legalidad, no tenía
la firmeza de alma suficiente para sostener SUB pretensiones por In. fuerza, le hizo traición y se pasó al
partido de las Cortes, convirtiéndose
en verdugo de
sus amigos y copartidarios de la víspera.
Haciendo
entonces
vivas manifestaciones
de
adhesión 6. los constitucionales,
logró que se le nom.
brara á principios de 1823, por el nuevo Gobierno
provisional de b. revolución, Comandante
general
de Galicia y las Asturias, y Jefe del cuarto Ejército
de operaciones que debía obrar sobre la invasión
francesa que enviaba tí. España Luis XVIII, con la
mira de volver ú Fernando de Barbón al goce del
poder absoluto.
En el desempeño de este último cargo, MORILLO
cometi6 grandes y graves faltas. Habiendo traicionado á su Rey, nada más natural
que tí. su turno
traicionara también al nuevo partido á que se había.
afiliado, y en vez de proceder con la actividad y el
valor que acostumbraba,
del territorio
para rechazn.r ú los franceses
de Galicia de que se habían
apoderado,
paralizó los esfuerzos de las tropas que comandaba
destituyó á los Jefes republicanos
que estaban á sus
órdenes, y no ensayó ni siquiera oponer resistencia á
los enemigos
Decidido
extranjeros.
á abandonar
la causa de las Cortes,
prest6 solapada mente sus servicios al Conde de
Amarante, quien habiendo tratado de cambiar el ré.
gimen constitucional
y proclamar
el Gobierno
abso-
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104
PABLO MORILLO.
luto, acababa de refujiarse en España huyendo de
los constitucionales portugueses que lo habían derrotado y venían persiguiéndolo; d:índole á la vez
tiempo para que se reuniera con el Ejército franc¡;s.
Inutilizó igualmente las fuerzas que levantó Sir
Robert Wilson, destinadas á poner en estado de defensa la Galicia y las Asturias, obligándolas á PEro
derse en Coruña, á donde hubo de mandarIas en de.
sempeño de una comisión en la que él sabía habían de
sucumbir; y cuando supo que las Cortos habían %8pendido definitivamente á :Fernando VII del ejerci_
cio de sus funciones, hizo gala de sus recientes opiniones políticas, manifestando claramente su impro.
bación á este acto en las proclamas que dirigió al
Ejército que comandaba .
.Acosado por un insensato deseo de mando, pHr.
seguía. ú todo trance la victoria, en cuyas alas jl:IZgaba llegar á la cima del poder que era su más
ardiente aspiración.
Hombre, aunque astuto, de no muy clara visión
política, sin fe en las grandes y generosas ideas y víc_
tima de la más exagerada vanidad, creyó que volvien_
do la espalda al partido constitucional, que sin mere.
cerIo lo había colmado de atenciones, conservaría bl.stante imperio sobre las facciones y bastante crédito en
el Gobierno francés para ser el árbitro de la Espaja,
sojuzgando á. su patria é imponiéndola la voluntad
del soldado, que es la tiranía más oprobiosa de cuan.
tas se pueden ejercer sobre los hombres.
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105
PABLO MORILLO.
Empero, víctima al fin de la <;anci6n moral, siem.
pre implacable
y severa, no tard6 en desengafíarse,
viendo burladas todas sus esperanzas. Así fué que,
apenas hubo el Rey Fernando oC1Ipado de nuevo el
Trono, merced al auxilio extranjero,
destituy6 á
MORILLO de todos los cargos que tenía;
obligado, en Junio de 1824-, á buscar
Francia,
huyendo
viéndose éste
un asilo en
del desprecio, de las maldiciones
y de las venganzas de sus conciudadanos.
Yendo de nuevo á París, se propuso llevar
una
vida regalada, lejos de las lucbas do la política, y
entregado á los goces qlle le proporcionaba
la gran
fortuna que adquiri6 on América: y que supo acrecentar en España con los bienes de las iglesias, que
pusieron
en subasta
las Cortes
duranto
el corto
período del Gobierdo provisional.
De 1826 á 1830, escribi6 en varios diarios, y
di6 á luz dos obras que no dejaron do llamar la
atención pública: S'v.s '1'11e?1w1,ias 80U1'C la campaña
de .Á'l'lufrica, en las que hace justicia ú. los talentos y
carácter del Liborta<lor, ú quien juzga un homhre
de primera importancia como poJítico y guerrero;
y una Táctica militar fundada sobre los principios
de Montecucu1i, en la quo demuestra, según los conocedores, gran erudición en asuntos de .guerra.
De MORILLa, ql:C murilí en ParÍ:; el 17 de :Marzo
de 1837, tendrá que decir la historia, que si por una
parte merece elogios por haLerse formado á sí mismo á fuerza de perseverancia y de sacrificios, y más
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106
PABLO MORILLa.
aún, por el valor que lo distingui6 siempre, es digo
no, por otra parte, del anatema y execraci6n de la
posteridad, por haber sido un militar sanguinario,
un Magistrado voluntarioso y, en el último tercio
de su vida, un mal ciudadano.
Hé aquí los rasgos característicos de la vida de
aquel hombre que, por inescrutables desif:nios de
la. Providencia, logr6 remontarse á una altura, des.
de la cual, obrando el bien, ha podido dejar para
su nombre una fama honrosa é imperecedera, seme.
jante á la de aquellos afortunados varon,~s que,
merced ti los favores de la suerte, han sabido lu.
char por la justicia y los derechos de la humanidad;
pero que entregado ti la embriaguez de sus propias
pasiones, en las cuales predominaba el principio del
mal, no supo comprender que la ley de la conciencia es el honor, y que el espíritu humano en defini.
tiva, "s610 tiene verdadera admiración para la. Viro
tud," que á pesar de los errores y extravíos oe los
hombres, siempre regirá los destinos del mundo,
"porque nada hay debajo de los vastos cielm:, qua
no obedezca á una sobera.na ley de equilibrio, que
permite la vida á cuanto existe, fundando la uni.
versal armonía."
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1
En las primitivas
sociedades la idea del
Destino,
base de la teogonía de los griegos, era superior tÍ
todas las ideas morales y religiosas inventadas por
los filósofos y los poetas, para dar más amplios hori.
zontes á la inteligencia humana. El hombre á pesar
de ser un sér rr.cional, inteligente
y libre, si bien
tenía conforme al principio
pagano, racionalidad y
entendimiento para pensar en el fuero interno lo
que m:'Ís conviniera á su propio bien y felicidad, no
era UD sér que podía, en virtud de la misma libero
tad que se le había concedido, elegir entre el bien
y el mal, labrando con sus propias determinaciones
la suerte tí. que debía someterse. El Destino inflexible, como á la. humanidad,
enseñaba tí cada individuo su lecho de rosas
6 de espinas,
el rumbo que
debía seguir en su peregrinación
por la tierra;
sin
que nada ni nadie pudiera variur el encadenumiento
de los sucesos tí. cuyo influjo estabu irremisiblemente
sujeto el hombre. Antes, pues, de venir al mundo,
según las creencias paganas, cada cual tenía y6. mar.
cada su fortuna, y ni la virtud, ni lu moral, ni la
ciencia, ni el genio, podían apartar de su cabeza los
bienes 6 males que habían de favorecerle
6 de su·
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108
MIGUEL DE LATORRE.
cumbirlo, toda vez que nada dependía de la volun.
tad humana, desde luégo que el Destino, E:uperior ti
todas las deidades inventadas por la religi6n, deter.
minaba en su excelsa sabiduría no tan sólo el por.
venir de los mortales, sino también la sUHte de los
dioses.
El Cristianismo, elevado é ideal en todas sus ma.
nifeetaciones, sustituyó á esta creencia infl.exible, la
consoladora de la Providencia y del libre albedrío,
en razón de la cual cada uno es según sus obras;
mereciendo, de acuerdo con el mérito y demérito de
su conducta, la recompensa ó el castigo; quedando
así vencido con esta nueva y trascendental doctrina
el fatalif>mo de los antiguos.
Mas no obstante el ideal cristiano, que sin duda
ha civilizado al hombre obligándolo á proceder den.
tro de las leyes de la moralidad, con cuyc. cumpli.
miento adquiere la perfección que le e~ debida,
sucede con frecuencia que la pena y la recom.
pensa rara vez están en relación con nuestras
faltas y nuestras virtudes, pues que de continuo
miramos despreciado y envilecido el buen proceder,
yenaltecidas las malas acciones y en ocaciones el
crimen mismo.
Diráse que esto depende de una mala direcci6n
del elemento illtelectu:'\l de la humanidad; mas sea
de ello lo que fuere, prescindiendo de la, vida de
ultra-tumba, en la que la suprema justicia otorgará
á cada uno lo que le corresponda según sus obras,
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MIGUEL DE LA.TORRE.
109
tentado está el pensador ú. creer que ante el juicio
siempre apasionado de los hombres, el fatalismo
griego tenía. su razón de ser, y con tanto mayor
certidumbre, cuanto que nadie puede prever lo
que será de él una hora después de la. presente, y
que en las misteriosas evoluciones de la vida, ningu.
no sabe dó está ni para dónde va ; tropezando siem.
pre con un porvcuir contrario ú. aquel que le forjaran sus esperanzas.
En el Mariscal don MIGUEL DE LA.TORRE encontramos la corroboración de este aserto. Nadie tan
recto de coraz6n y de espíritu, ni con tántas condiciones naturales para ser feliz, ni en nadie se ceb6
tanto la injusticia como en este hombre, digno de la
posteridad.
Nació rico, y los acontecimientos no le permitie.
ron disfrutar de su fortuna;
Fué benévolo, y la socieda.d tuvo en poco su
clemencia;
Era sumiso al cumplimiento del deber, y la leal.
tad contribuy6 á labrarle su pérdida;
Am6 á su patria y la sirvi6 oon decisión, y el
Gobierno de su patria permitió que se lo oalumniara ;
lo deoepcion6 de la vida y puso sobre sus hombros
la oruz del sufrimiento ;
Era digno por su carácter, sn actividaa, sus he.
chos, su talento y su ciencia, do un puesto en la
Historia, y la Historia, si bien ha recogido su nombre,
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110
MIGUEL DE LATORRE.
no tiene las merecidas
para sus hazañas.
alabanzas
pa.ra su mérito
nI
Esto quiere decir que vino al mundo como se
dice conmunmente, "con mala ó contraria estrella,"
y que el Destino implacable
merecía, una víctima.
hizo do él, que tanto
II
Don MIGUEL DE LATORRE nació en Teruel, poblaci6n de España, en el mes de Octubre de 1780.
Era hijo de dOD 'l'omás de la Cruz Latorre, hombre de precIara alcurnia y de honrosísimos preGe.
dentes, que sirvió por muchos años al movimiento
intelectual de su patria en el profesorado de medio
cina de la Universidad de Valladolid.
Su madre, heredera
Montañeres, pertenEcía
de los antiguos Condes do
asimismo ti la nobleza, y
aport6 á su matrimonio
muchos y valiosos bienE's
de fortuna, que le proporcionaban
una renta mlÍs
que suficiente para atender á los cuantiosos gast03
que exigía la posici6n de una familia aristocrática,
relacionada con lo más distinguido
de su tiempo.
A los diez y seis años de edad,
desgracia
do que el
educaci6n
Instituto
entre la. sociedad
I.ATORRE tuvo llll
de perder á su padre, y su madre, desean ..
joven continuara
recibiendo la esmerada
en que se le había iniciado, lo mandó al
universitario
de Za.ragoza, que era por
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MIGUEL DE LATORRE.
111
entonces el mejor plantel de enseñanza científica
superior que existía en España; de moda en la
Península para los hijos de los nobles, COUlO lo
fueron más tarde los de Madrid y Salamanca.
Durante los años de 1796 á 1804, por ocho años
consecutivos, LATORRE estudió, con éxito poco
común, Ciencias políticas, Filosofía y IJiteratura,
formándose Ulla ventajosa posición intelectual, que
unida á su fortuna material y á los títulos de nobleza.
de los autores de sus días, le presagiaban nn puesto
respetable entre la primera sociedad, y un porvenir
feliz.
Cuando en 1804 puso su grado de doctor en Filosofía, por sus conocimientos en la historia de la
ciencia, sus elevadas y trascendentales ideas y un
manuscrito que presentó, intitulauo Disertaciones
80bre los libros de ilristóteles, el Consejo univer.
sitario de Zaragoza hubo de otorgarle la jfedalla de
lwnor y 9loria, que el Rey Carlos III, amante de
las letras, había instituído con el fin de premiar
á los cursantes de los Institutos científicos que más
se distinguieran por su aprovechamiento y talentos.
Deseando complementar su educación con las
lecciones objetivas que proporcionan los viajes por
el mundo culto, de principios de 1805 á fines de
1806, visitó la. Italia, la. Prusia y la Francia, repor.
tando de estos viajes grandes ventajas; pues que
sobre ser versado en lenguas tenía un espíritu suspicaz y observador.
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112
MIGUEL DE LATORRE.
De regreso á España, pensando dedicarse á la
carrera litera.ria, para lo cual con taba con ciencia y
con genio, tradujo del latín, en magníficos versos, y
di6 á la estampa. Las He1'oidas de Ovúlio, obra que
le mereció el aplauso de escritores sobresalientes,
como poco después obtuvo entusiasta acogida su
libro, El pode?' rnorisco, en el cual rinde su tributo
de justicia á los progenitores de su raza y verdade.
ros benefactores de la nación española.
LATORRE hubiera alcanzado por el camino de
las letras triunfos de no poca importancia para su
nombre, dándose una posición en la historia entre
los verdaderos servidores de la humanidad; entre
esos hombres bienaventurados que, formando la
magnHica legión de los pensadores, contribuyen á
ilustrar los siglos y á bacer el honor de la especie;
pero desgraciadamente un acontecimiento político
que minaba el porvenir de su patria presagiándola
la pérdida de su so~eranía é independencia, lo hizo
variar de carrera, señalándole un puesto entre los
defensores del derecho, el cual no podía eludir sin
ver humillado su nombre con la humillación que
se trataba de imponer á, su país.
III
Entre los grandes y poderosos sentimientos que
dominan el corazón del hombre, ninguno más domi.
nante que aquel que nos despierta el suelo en donde
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MIGUElJ DE LATORRE.
113
hemos nacido, en el que hemos formado nuestra
sangre, uuestra educación y nuestros hábitos.
Este 'ciltimiento que !la so localiza procisamente
al determinado lugar en uonde venimos á la vida,
sino qt:c se cxticn.> ';asta los límites de la nación á
que pertenecemos, cs lo que se llama amor patrio;
afecto vivo y puro de nuestra alma, que nos obliga,
con una abnegación sublime, ¡í los más grandes sacrificios: renunciando de todo, hasta de la familia y
de la propia existencia, en beneficio de In.nacionali.
dad á que nos han atado el nacimiento y la ley
civil.
Grande ó pequeña la patria, y bien seamos feli.
ces 6 desgraciados en ella, siempre la seguimos con
ardiente entusiasmo, haciendo nuéstros sus progresos, sus errores, sus faltas y hasta sus crímenes;
pues que considerándola como nuestra madre común,
la juzgamos parte de nuestra naturaleza física, in.
telectual y moral, creyéndonos, por tanto, obligados
á tributarle los homenajes que la gratitud rinde á
quien ha contribuido ú desarrollar nuestro sér y foro
mado nuestro carácter.
De aquí la razón por la cual el patriotismo, seno
timiento innato de acendrado y eterno cariño, que
llevan en su pecho los buenos patricios, los leales
patriotas, haya hecho ejecutar á los hombres de
todos los tiempos y de todos los pueblos tan nobles y levantadas acciones; poniendo á los humildes
de corazón y de espíritu 6. la altura de los héroes, y
8
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114
MIGUEL DE LATORRE.
dando á éstos proporciones tales, que más que séres
reales parecen ilusiones forjadas por nuestra. unaginación entusiasta.
Y, co~a singular, cuando el patriotismo toma
en nosotros mayores dimensiones, es cuando la
patria se vé ultrajada por la supeditación de
un poder extraño, en sus ideas, en sus glorias,
en sus tradiciones, en su historia (~ en su orf;u.
lIo; entonces al tratarse do defender el suelo en
donde están todas nuestras afecciones y recuerdos,
cada cual, elevado ú la. indignación, invoca como los
antiguos espartanos á los dioses guerreros para qee
le presten su valor indomable, y lucha contr1\ el
enemigo exterior hasta el sacrificio, abandonándolo
todo: riquezas, sosiego, hogar, esperanzas para lo
futuro, viva.s y fecundas simpatías del alma y pla.
ceres presentes.
Tal fué lo que aconteció á LA.TORRB. Napoleón,
ese gran tirano de las naciones, que en sus desmedida ambici6n pretendía la Monarquía. universal,
después del Tratado de Tilsit, á que dió lugar la
victoria que obtuvo en JeDa sobre la Prusia, y la
deFriedland sobre los rusos, deseando sujetar el mun.
do á su voluntad, dirigió sus miraclas tí. la Península
ibérica, y ocupando el Portugal con un numeroso
Ejército, sentó en el trono de San Fernando á su
hermano José Bonaparte, al mismo tiempo en que,
lanzando sobre toda la España cien mil franceses
á 6rdenes del intrépido Murat, con el título de Ge.
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MIGUEL
DE LATORRE.
115
neralísimo, hacía abdicar la corona 3.1 pusilánime
Carlos IV, "homhrc que no supo fier buen Hey, ni
buen esposo, ni buen padre, iJi siquiera buen ciuda.
dano," en favor de su hijo el Príncipe de las As.
turias.
El puehlo español, inui~natlo por semejantes
atentados, esperabu. ,:c sus Souci'anos y de los validos
de éstos, actos de vitalidad que salvaran el honor de
la naci6n; pero tales m::mdllt¡¡rios, tristes juguetes
del héroe glorioso de las Pirámitles, pasando el
tiempo en desgraciadas combinaciones, se vieron al
fin sujetos á rudo cautiverio en Valencey y Compiegne, después de haber rcnunciado el derecho que
tenían al Gobierno del país.
Al pueblo no le quedó entonces otro recurso que
ponerse en armas, para ver de salvar su Indepeudeneia, estallando el 2 de Marzo de 1808, entre
otros pronunciamientos, el heróico y temerario
de Madrid, en donde los amotinados fueron dura.
mente tratados por las fuerzas de Murat, que
mataron bárbaramente en las calles y las casas á
más de mil doscientos ciudadanos, víctimas de su
amor patrio y de su derecho.
No obstante el desgraciado resultado de este
acontecimiento, él agitó taJa la Península, de Norte
á Mediodía y de Oriente á Poniente, con la rapidez
y la fuerza de una conmoción eléctrica. Así fué que,
en todas las provincias estalló la iusurrecci6n ; reuniéndose por doquiera soldados para resL'ltir & los
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116
MIGUEL DE LATORRE.
invasores, y Juntas patri6ticas para ver de dar un
acertado movimiento á la revoluci6n.
Audaz parecía la empresa que el patriotismo
iba. á acometer, desde luégo que aqúellos soldados
que venían tí conquistar la España, habían domado
el orgullo y humillado la independencia de las no..
ciones que más consideración gozaban en Europa
por su poder y organización militar; y la Península,
por su parte, no había estado jamás tan enervada y
tan poco preparada para un gran esfuerzo como
el que tenía que obrar para salvarse de la domina.
ci6n en que iba pronto á caer. Sin embargo, el en.
tusiasmo popular, sin pararse á medir las dificulta.
des, quiso recibir con el hierro en la mano á. los
conquistadores, y probó al mundo que la constancia
del corazón, sostenida por la idea y la justicia, es
superior al fin de la fuerza.
LATORRE se encontraba el 2 de Marzo en Madrid, y conocedor de los desastrosos acontecimien.
tos de aquel día, sintió humillada su dignidad y
resolvió entregarse sin reserva alguna á su patria..
Los hechos que antes se habían cumplido venían
despertando su patriotismo, y sólo esperaba un nuevo
atentado para aaItllr tí la arena revolucionaria, dan.
do á la causa de la nación sus esfuerzos, su fortuna
y su sangre.
El suceso que hemos referido era. el nuevo golpe
que necesitaba, y al tener lugar, sintió sed de ven.
ganza, y trasformado en un nuevo Viriato, capaz
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MIGUEL DE LATORRE.
117
de toda empresa por difícil y arriesgada que fuese,
se lanz6 en la guerra resuelto á triunfar 6 á mOrIr.
IV
Dispuesto, pues, á. servir á la Independencia. y
libertad de su país, pens6 en el teatro que debía
elegir para ponerse en actividad, y acordándose proba.
blemente de que era en Zaragoza donde había culti.
vado su espíritu y en donde podía encontrar
amigos de la infancia, que, patriotas como él, lo
acompañaran al sacrificio, se dirigi6 á aquella he.
r6ica ciudad y di6 comienzo á BU tarea por formar
el entusiasmo de los zaragozanos; quienes estuvie.
ron en breve dispuestos á no permitir que los fran.
ceses ocuparan la poblaci6n.
El 2 de Junio del año anotado, sali6 de Pamplo.
na una división invasora. con el objeto de penetrar
en Zaragoza, y sus habitantes, yá organizados en
legiones y decididos á cumplir su deber, dirigidos
entre otros caudillos por Palafox: y LA'fORRI<J, ca.
balleros fuertes y valerosos pero ignorantes hasta
entonces en asuntos de guerra, salieron al encuen.
tro de sus enemigos, pensando en que les era fácil
arrollar en campo raso á las veteranas tropas que en
cien batallas habían demostrado su pericia y denue.
do; siendo rechazados en Tudela e114, después de
una acci6n larga y sangrienta y obligados ti replegarse á la ciudad.
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MIGUEL DE LA.TORRE.
El General Lefévre se presentó al siguiente día,
15, frente de Zaragoza, jurando quo entraría en ella
"tÍ pesar de los quince mil idiotas que se le opon.
drían. "
Los zaragozanos, sin obras de fortificaci6n, sin
gruesa artillería y sin ninguno do los poderosos medios de. ataque y de defensa que la ciencia de la
guerra ponía en manos de sus adversarios, resistioron her6icos los incesantes asaltos, que con su acro·
ditado valor, y dirigidos por Jefes de conocido desempeño, intentaron contra la ciudad las tropas
sitiadoras.
El día 4 de Agosto, después de haber arrojado
el cañón francés la destrucción y la muerte por la
desolada población en el espacio de cuarenta días, los
franceses lanzaron sobre ella sus columnas de ataque, decididos á perecer ó tí. penetrar en el recinto
de la plaza.
No decayó por esto el valor de los defensores,
quienes perdieron en un furibundo y horrible ata.
qne de siete horas, varios edificiofi importantes y
entre ellos el Convento del Carmen, en donde LA.TORRE, que se portó con admirable denuedo, tuvo
su primer bautizo de sangre, recibiendo en el cuello
una herida de sable, y quedando en poder del
enemigo.
El día 9 del mismo mes, desesperados los franceses de no poder vencer á los sitiados, Lefévre propuso á Palafox que era el primer Jefe de la defensa,
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MIGUEL DE LATORRE.
varias capitulaciones
que fueron
rechazadas
tí. pesar
de ser ventajosas para los españoles, y el 12 el GeDeral francés manifostó sériamente á LATORRE, dice
el historiador Toreno, quo sería fusilado en compañía de los demús prisioneros
importantes que tenía.
en su poder, si no hacía esfuerzos con sus demás como
pañeros en el sentido de que la ciudad se rindiese,
ú lo que éste hubo de contestarle:
"Zaragoza no se
rendirá
hasta que no muera el último do sus soldados. Entre mi vida y el honor de la patria, sálvese
siquiera el honor de la patria y que yo perezca."
Lefévre, admirado del valor de L.iTO.llRE, y más
que todo, de la energía y elevaci6n do su carácter,
le dió la libortad
en el acto: volviendo
aquel
pala-
dín á doude estaban los suyos lÍ. continuar la obra
empezada, tí pesar de su maIn. situación física.
Eu la noche del 13 0.114, se retiró el Ejército si.
°tiador quedando los zaragozanos dueños del campo,
si bien convertidos en ruina los más importantes y
hermosos etlilicios (~e 1:1 ciudatl.
Poco dl":ó en p~:~ í~a.;:agozn.. Pln.za codiciada por
los franceses, vohiú iIser acomctid:t el 21 de Diciembre por el General .Honcey, con diez y seis mil infantes y dos mil jinetes;
estando la dofensa, por se.
gunda vez, ií. cargo de LATORRF.y de Palafox.
lHoncey juzgó que un ataque Lrusco lo haría
dueño de la ciudad, y al efecto dividió sus tropas en
siete Columnas quo hizo precipitar á paso de carga.
sobre las baterías enemigas;
viéndose los acome-
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120
MIGUEL DE LATORRE.
tedores rechazados con gravísimas pérdidas después
de haber llegado ti las bocas de los cañones.
El ningún éxito de los asaltos á viva fuerza en.
señ6 en esta vez á los franceses, como en otro tiem.
po á los romanos ante N umancia, que si habían de
rendir á Zaragoza no sería seguramente
con la bayoneta sino con el zapapico y el mortero, y en este
convencimiento empezaron á prepararse
convenien.
temente, haciendo trincheras
de metralla.
para poder dar cargas
EllO de Enero de 1809 empezaron
las baterías
á lanzar bombas y granadas sobre la ciudad, diri.
giéndose el ataque por el Mariscal Lannes, militar
tan sabio como valiente y uno de los predilectos de
Napoleón;
mas á los sitiados no los intimaba ni la
metralla, á pesar de los estragos que les causaba, ni
las minas enemigas; sosteniendo intrépidos
rosos ataques que se les dirigían.
los vigo-
LATORRE, intrépido como Bayardo, verificando
salidas arrollaba
al enemigo con impetuosas cargas
que lo hicieron célebre, considerándosele
como el
más esforzado atleta de aquellas jornadas horrendas
y en extremo trágicas, en las que los españoles probaron gran altivez y el ser dignos de llevar en sus
venas la sangre de los romanos, sus primitivos con.
quistadores.
El hombre es primeramente
espíritu, y como es.
píritu, sólo tiene un soberano, la raz6n; s610 un
juez,
la conciencia;
sólo un C6digo,
la moral.
De
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MIGUELDELA.TORRE.
121
manera que al tratar de imponérsele lo. ignominia
de la servidumbre, se levanta audaz sobre el potro
de sus tormentos, reclamando su derecho, que es una
ley tan real y tan armoniosa como la ley que sos.
tiene con su atracción los orbes. Es del seno de estas
campañas en las que se lucha por una idea, de donde
nacen los héroes que hacen la gloria de los pueblos;
y en donde los pueblos, á costa de inmensos sacrifi.
cio'3,se educan para la libertad, que no es otra cosa
que el imperio de la raz6n en la conciencia humana.
Lannes, conmovido del espectáculo qne presenta.
ba Zaragoza, diezmada por la metralla y la peste,
envi6 un parlamentario tí Palafox y 6. LATORRE,
proponiéndoles que se rindieran, bajo bases honorí.
ficas y humanitarias, y al oír aqnellos dos Jefes las
propuestas del emisario francés, LATORREtom6 una
hoja. de papel y escribi6 la siguiente respuesta:
" Enero 24 do 180D. Al gran "Mariscal Lannes .
••Zaragoza
su deber.
Ha
se rindo; luchará hasta morir, es
" PALAIWX-LA'l'ORRK"
El 26, después de un terrible bombardeo, se
lanzaron al asalto catorce mil soldados que quedaban vivos. Al incendio causado por los proyectiles,
se unieron las expIaciones de las Ininas! Las casas
se hundían bajo los pies de los defensores; las humeantes ruinas eran tomadas y perdidas alternativam ente, y en medio de tántos indescriptibles ho-
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MIGUEL DE LATORRE.
rrores, a.umentados por el hambre y la epidemia, el
valor de los sitiados no se daba por vencido; rindien.
do los sitiadores extranjeros un tributo de admira.
ci6n á aquellos hombres estenuados y cadavéricos
que, sostenidos por sus creencias y su patriotismo,
sabían morir sin aceptar capitulaci6n.
El 28, habiendo caído gravemente enfermo Pa.
lafox, hallándose heridos y muertos casi todos los Je.
fes españoles, y teniendo la ciudad cerca de nueve mil
cadáveres insepultos, Lannos ocup6 tí Zaragoza; retirándose LA'l'ORRE de la plaza con unos pocos como
pañeros antes que rendirse al enemigo.
De Zaragoza se dirigió aquel formidable cam.
peón á Gerona; población que como todas las principales de España, se había puesto en armas con
viril entusiasmo, en defensa de la patria. Era Go.
bernador de la ciudad don Mariano Alvarez de
Castro, abogado distinguido y hombre de resuelto
y valeroso corazón.
Alofrecerle LATORRE á Alvarez de Castro sus
servicios, tu va lugar entre los dos, según el historiador, don Juan de la Cortada, el siguiente diálogo:
-Con quién hablo?
-Con MIGUElJ DE LATORRE.
-De dónde?
-De Teruel.
-Ha sido usted militar?
-No señor.
-Ha combatido usted alguna vez?
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123
MIGUEL DE LATORRE.
-Sí señor.
-Cuándo 1
-AlIado
-De
-En
y como segundo de Palafox.
Palafox!! 1
los dos sitios que
el Ejército
francés puso
á Zaragoza.
-Basta.
Queda usted nombrado
General de las
fuerzas de Garona.
El 6 de Mayo 5e presentó á la vista
un formidable
Ejército
francés,
de Gerona
al mando
del Ge"
neral en Jefe Saint-Cir;
quien después de haber
formalizado el sitio de la ciudad, dirigió principalmente sus ataques contm el castillo de Mant-juch,
que era la posición más fuerte de los sitiados.
Combatido 01 castillo por el fuego continuo
veinte
baterías,
se sostuvo, sin embargo, merced
de
á
la pericia é intrepidez de LATORRE, hasta el 20 de
Agosto siguiente, en que la guarnición que sobre.
vivía á una mortandad
do un;), de las dos terceras
partes, so retiró ú In. plaza,
dejaudo al enemigo los
escombros del edificio.
Tomado el castillo, creyeron los invasores que
bastaba otro esfuerzo para hacerse dueños de toda.
la ciudad, pero á pesar de continuos y resueltos
ataques, en los que los franceses perdieron cinco mil
hombres, ésta no fué tomada hasta el ] 1 de Diciembre, merced á haberla evacuado sus defensores,
quienes, reducidos á una cuarta parto, tuvieron que
abandonarla
por escasez
de elementos.
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MIGUEL DE LATORRE.
Como en Zaragoza, e115 de Octubre, propuso el
Jefe francés rendición á. los de Gerona por medio de
un parlamentario, á lo cual contestaron Alvarez de
Castro y LATORRE:
"Decid ti vuestro Jefe, que no queriendo no.
sotros tener trato ni comunicación con los enemigos
de la patria, recibiremos en adelante sus emisarios á
balazos. "
Después de Gerona, LATORRE,no pudiendo re.
sistir en rasa campaña á las legiones francesas, con.
tinuó su oposición tí. la dominación extranjera, haciendo la guerra. como guerrillero, hasta el 24 de
Septiembre de 1810, en que dejó la espada para
ocupar una curul en las Cortes que se reunieron
en la isla. de León.
En aquella. Asamblea que tenía por objeto dar
unidad á la revolución, convirtiendo en un sólo
respetable Cuerpo las muchas Juntas populares que
so habían levantado para la uefensa de la nación,
después de la. vergonzosa abdicación de Carlos IV y
de Fernando VII, aun cuando LATOllREcontribuyó
tí. declarar nula, como era lo natural, la cesión que el
último de estos dos Monarcas había hecho de la coro.
na á Napoleón, no quiso proclamarlo ni jurado, en
virtud de su débil conducta, como legítimo· Rey de
la. Península; votando al mismo tiempo el principio
de la soberanía nacional, quo daba una nueva foro
mil.á la política que se alzó tras la caída del Trono,
echando una nueva base al sistema de reformas y
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MIGUEL DE LATORRE.
125
mudanzas que desde entonces ha mantenido en agio
taci6n á la España.
v
Terminadas las primeras sesiones de las Cortes ,
las cuales declararon á LATQRltE,eutre otros caudi.
1I0s,Benenu;r'do de ia Patria, por su hcróico comportamiento en Zamgoza y Gerona; se incorporó
en 'rorres- Veclm¡;,por orden del General UaBtaños,
Duque de Bailén, en el Ejército de Lord Welling.
ton j peleando con heroísmo incomparable en aquel
lugar, en los días 12 y 15 de Marzo de 1811, contra
las fuerzas del Mariscal N ey.
Retirado Ney de Torres-Vedras, le cupo el
honor de ser elegido por Welliugton para picar la
retaguardia al Ejército francés hasta llegar á Al.
meida, poniendo sitio lÍo esta plaza, que hacía un año
estaba en poder de Massena, á quien obligó después de varios reñidos encuentros á abandonar la
ciudad.
El 17 de Julio de 1812, mandaba la derecha del
Ejército aliado en la famosa y cruenta batalla de
Salamanca, que di6 por resultado la retirada del
Duque Raguza hacia las orillas del Duero, y en
esta jornada. en que recibió otra herida. de sable en
la cabeza, fué considerado en la Orden general
del día como uno de los más expertos, intrépidos y
sufridos entre los Jefes vencedores j concedióndosele
el título de Mariscal.
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126
MIGUEL DE LATORRE.
Perseguido Raguza, tuvo lugar entre SUB tropua
y las contrarias, una serio de opern.ciones de marcha~:
y contramarchas que concluyeron con la batalla de
Arapiles, en la que LA.TORRE hizo honor más que
nunca á sus presillas y ti sus títulos; dando á We.
llington una. victoria fecunda en buenas consecuen.
cias para la Independencia de España, que le vali6
al,Jefe inglés el título de Marqués y un regalo
nacional de cien mil libras esterlinas.
Sirviendo siempre al lado de aquel notable hom.
bre, que lo distinguía entre los Jefes españoles, por
sus hazañas, inteligencia, subordinación y valor
cada vez más heróico, lo acompañó en 1813 hacia
las fronteras francesas, encontrándose en la gran
batalla de la Vittoria, que, como hemos dicho en
otra parte, puso fin á la dominaci6n francesa en
España.
Fué en esta memorable jornada en la que Morillo,
como testigo ocular, so dió cuenta del genio guerreo
ro, intrepidez é hidalguía de LA.'l'ORRE, á. quien
desde entonces, probablemente, por esa especie de ri.
validad, siempre insensata, que los talentos comunes
tienen á los talentos superiores, hubo de tributarle
aborrecimiento.
Zaragoza, Gerona, Torres- Vedras, Almeida, Sa..
lamanca, Arapiles y la Vittoria, ocho grandes bata.
llas y seis años consecutivos de operaciones militares,
dieron ti LATORRE una posición en la milicia, tal
vez superior á, la. que tenía como hompre intelec.
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MIGUEL DE LáTORRE.
127
tu al y pensador en el mundo de las letras; posici6n
que supo conservar siempre, pues que :i pesar de su
desgraciada. campaña de América, jamás desminti6
su valor indomable, ni otras condiciones que lo dis.
tinguieron como guerrero.
VI
Libre España del enemigo extranjero y vuelto
al Trono Fernando VII, fué su primer pensamiento,
como se sabe, la pacificación de las Colonias.
Nombrado .Morillo Supremo Director de esta
difícil cuanto arriesgada. empresa, forzoso era designar quien lo sostituyera en caso de muerte, y al
mismo tiempo quien lo ayudara en los penosos y
multiplicados trabajos que h8 bÍlJ. de exigirle su posición. El Rey y la Corte tenÍ<J.n,sin duda, muy alta
idea del carácter de este hombre y de sus talentos mi.
litares, pero por más ventajoso que fuera el concepto
con que lo favorecieran, no era posible creer que lo
considerasen capaz pam dirigir por 8Í s610 la políti.
ca con la misma. habilidad que lo podía hacer con
la guerra, y con tanto mayor razón, cuanto que
había pasado toda su vida en los campamentos, si
bien consagrado ti estudios concernientes 6.su profe.
si6n, sin pensar nunca en el modo como podía constituirse un Estado, cualquiera que fuerasu Gobierno,
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128
:MIGUEL DE LATORRE.
ni en los principios tutelares que consagran la so..
ciedad civil.
Adem{LS,en España. no se sabía el positivo esta.
do de las Colonias después de una guerra á muerte
de cinco años j teniéndose en poco á los Jefes que
las gobernaban, desde luégo que no habían podido
en tanto tiempo acabar con una revoluci6n cuyos
autores, suponían las pasiones políticas, faltas siem.
pre de un criterio recto y de cordura, eran un
puñado de bochittcheros sin valimiento alguno;
juzgándose, por otro parte, que el principal trabajo
que debía acometerse en los pueblos de América, no
era tanto el de sujetar á los rebeldes á la obediencia,
"lo cual se conseguiría como en los tiempos de la
conquista, á la simple vista de las tropas reales,"
sino el concerniente á la reorg¡mización administra.
tiva de las Colonias, mal dirigidas y peor gobernadas.
Por si la insurrección seguía, venía, pues, Morillo, ti quien se confiaba la dirección de la. guerra;
por si había que reconstituir fundamentalmente los
dominios americanos de la Península, se mandaba
á LATORRE, que era la idea y la ciencia.
Este al principio rehusó aceptar el puesto que se
le asignaba en la expedición, como había rehusado
poco antes el nombramiento de Virrey del Perú;
pero fueron tántas y tales las instancias que se le
hicieron, y especialmente por Wellington, para que
acompañase ti Morillo. que al fin tuvo la debilidad
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lIlIGUEL DE LA.TORRE.
129
de aceptar una misión que, encargada á él exclusi.
vamente, hubiera desempeñado con. acierto, pero
que acompañado uel titulado Pac'ificaLlor y del
pérfido Enrile, había de reportarle continuos y
grandes sinsabores.
Verdad es que por entonces aquellos dos hom.
bres gozaban de huena fama por SlI conducta pú.
hlica y los servicios bien acentllauos que habían
prestado tí. la causa de la Independencia de su
patria; pero LATOlmE, superior en todo á ambos,
meritorio bajo infinidad de conceptos y de mejor ca.
rácter, no ha debido consentir jamás en ser compa.
ñero de semejantes personajes: ambiciosos, ensimis.
m&.dos,avarOf:l,crueles é ingobernables; y mucho
menos si como hombre de genio se penetrara de que
la hora de la libertad, que como todas nuestras facul.
tades se de¡;,envuelve con los progresos de la hu.
manidad, se acercaba por designios de la Providen.
cia, que se manifiesta con más brillantez en las
revoluciones que cambian la faz del mundo, para los
pueblos de América.
Creer, por otra parte, que la revoluciún de la
Independencia. no era otra. cosa que un bochinche
sin otros resultados para los patriotas que el de
acabar de apretarse las cadenas que los 5ubyugaban,
era. un mal cálculo. Cuando Dios lanza al mundo
hombres como Bolívar, es para trazar á los pueblos
el camino que deben seguir, marcando con el sello de
su genio una nueva éra, para realizar en pocos años
9
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130
MIGUEL DE LATORRE.
el trabajo de varios siglos. Felices las naciones qne
los comprenden y los siguen! iAy de los hombres
que los desconocen y los combaten, porque no sabon
la impotencia de sus esfuerzos en tratar de suspen.
der el triunfo definitivo del bien, y no hacen mis
que retrasar por algún tiempo el progreso, dificul.
tando su inmediata y fecunda aplicación!
Insistimos en ello, L.iTORRE, hombre de senti.
mientos liberales, no ha debido prestarse á Sllr
instrumento de los déspotas; los cuales tendría,n
demasiadas ventajas sobre la verdad, si no se les
juzgara, como se hizo con el denodado y arrepentido
Carlos V, más que por el ruido de su nombre 6 el
deslumbramiento de su gloria; y menos, lo repeti.
mos, ha debido aquel gran ciudadano hombreame
con un caudillo que, como Morillo, era tan sólo I~l
representante de la fuerza bruta. que humilla y
esclaviza.
y ya que hemos hecho el retrato moral del Pac'i.
jicador, bueno es que, siguiendo nuestro propósito,
demos el del héroe que nos ocupa.
VII
Era L.A.TORRE de alta estatura y proporcionado
en sus formas.
Tenía la cabeza pequeña; el pelo castaño y rizo;
los ojos rasgados, vivísimos y muy móviles; la
frente espaciosa; la nariz recta y bien hecha; t31
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131
~IIGUF,L DE LA'l'ORRE.
color blanco y algo encarnado, en señal de salud;
y usaba un espeso bigote retorcido, que sentaba di.
vinamente tí. su fisonomía aristocráticn..
Ensefiaba dos honrosas cicatrices:
una en el
cuello hacia alIado
derecho, que, como se sabe,
había recibido en el primer sitio de Zaragoza;
y
otra en la cabeza al mismo lado de la anterior, que
lo interesaba el cartílago superior de In. oreja, la
cual cubría con un rizo de sus cabellos.
Su porte era. gallardo;
su andar tranquilo y
firme, y toda su persona revelaba algo
so y de atlético.
de podero-
Gozaba de modales en extremo cultos, y se pagaba mucho de la etiqueta,
cuyas reglas ohservaba
en todas sus relaciones y en todt\s circunstancias.
Vestía siempre con estudiado esmero;
mas s610
usaba el traje militar de su grado, cuando hallándose al frente del enemigo iba á entrar en combate.
Hidalgo, ~in pasar á ser quijotesco, se exhibía
siempre generoso, noble, humanitario,
pundonoro50,
ue
lleno
delicaúez.1l y de buenos sentimientos,
por consiguiente,
incapaz de rencor.
siendo,
Repudiaba absolutamente
la adulación y la bao
jeza; apreciando
mús la dignidad, lo que no es
común, que la 'lltorioud.
N o era propio l.:na las aventuras políticas; "pues
si estaba siempre pror.to tÍ.arriesgar su vida, jamás
lo estaba para tmcrífic.\r Sll~ ideas ni su obra':'
De firme carúDtel';
'::ndo
daba su palabra
la
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132
MIGUEL DE LATORRE.
cumplía, sin que nada, ni nadie, pudiera. hacerlo
volver atrás en un compromiso adquirido.
Estaba dotado de la observación, "pero le falta ba
la previsión de los grandes acontecimientos."
Hombre ilustrado, inteligente y pensador, tenía
principios i una convicción mor;).l y política, á 1a
cual sujetaba, á no ser por un error de entendimien.
to, todos sus procedimientos i sabiendo cuantos le
trataban y tenían que hacer con él á qll{ atenerse
respecto de su conducta y determinacioneH.
Era. enemigo del cadalso y de todas las penas
que tienen por objeto amenguar la dignidad del
hombre.
Aborrecía la rapiña; no alternaba nunca con
los rateros, ni contemporizaba jamás con el crimen,
cosa que lo impacientaba y ponía colérico.
Tenía desarrollado el sentimiento dol derecho,
r era, en consecuencia, fiel al deber.
Su alma de poeta y de fil6sofo sentía profundos enternecimientos en presencia de la ajena desgracia.
El distintivo especial de su carácter era la su.
prema. benevolencia i hallándose siempre dispuesto á
hacer el bien y á repeler cuanto pudiera perjudicar
á 108 demás.
Tranquilo y fuerte y de elocuente y seductora
palabra, se hacía tributar admiración y respeto.
A pesar de su nacimiento, de su posici6n, de su
talento y de su riqueza, no estaban en su espíritu
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MIGUEL DE LATORRE.
133
esas enfermedades propias de la nobleza, llamadas
orgullo, altanería, vanidad, &c., mostrándose siempre
humilde, y especialmente para con sus inferiores.
Amante del ;?rogreso, se mostraba pa.rtidario
del acrecentamiento de luz; y hubiera querido ha.
cer en América lo que Col6n con la brújula, en vez
de lo que Morillo ejecut6 con la. espada.
Como militar, á pesar de no haber tenido otra
escuela que la de la experiencia en los ca.mpamen.
tos, era correcto, minucioso, vigilante, sagaz é infa.
tigable; "reuniendo en sí todas las formas de la
intrepidez personal."
Sereno y entendido, no precipitaba jamás BUB
operaciones, y observaba fielmente las ordenan.
zas, pues creía, como lo dijo en una oeasi6n, "que la
ley se hacía para ser obedecida en toda circunstan.
cia, y que su violación, que era una gran fa.lta,
aparejaba tromendas responsabilidades."
Si á LATORR.E como primer Jefe se le encarga
la pacificación de l¿s Colonias, da.da la triste situa.
ci6n en que estaban los patriotas en el año de 15,
desangrados, aterrados, .míseros y proscritos, y en.
contl'ándose los pueblos en completa vacilaci6n en
cuanto á ideas políticas, por medio de la benigni.
dad y de la clemencia., calma probablemente todas
las iras, produce el sosiego practicando la justicia y
hace de la. revoluci6n de la Independencia, otorgan.
do su derecho á los americanos, una revuelta, por
de pronto, sin resultado alguno para los fines que se
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134.
MIGUEL DE LA.TORRE.
proponían sus principales homhres: el hacer de las
Colonias naciones libres é independientes, sin suje_
ci6n alguna á la corona de España.
Tan eminente y bueno era aquel caudillo, y,
debemos decirlo con franqueza, desempeñ6 su puesto
en América con tánto honor y justicia, que no
hay ningún historiador americano qua no le E.la.
be y rinda su tributo de estimación: Restrepo,
Baralt, Yanez, Austria, prontos están siempl'e á
encomiado, declarando que no hay en su vida uingún escándalo que pueda hacer vacilar el buen concepto que se tiene de sus hechos y de su memoria.
Dadas en LA TORRE las cualidades y condiciones
que hemos anotado, se comprenderá la malquerencia
que Morillo y Enrile habían de profesarle, J' los
esfuerzos de todo género que harían para perderlo;
tanto más, cuanto que comprendían que atado indio
solublemente tí. su deber, se mantendría siempre
firme en sus convicciones.
VIII
Vino LATORRE á América, nombrado Auditor
general de Guerra y Fiscal de Audiencias; COIl des.
tino ú ser Capitán General de Venezuela ó Virrey de
Nueva Granada, según su voluntad.
Hasta tanto que la. expedici6n lleg6 á la Costa
firme, conserv6 con Morillo sinceras relacioMs de
mutuo aprecio, y éste, aspirando á tener el) sus
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MIGUEL DE LATORRE.
135
manos el sumo poder militar y civil de las Colonias,
se propuso inspirade ciega confianza, hasta tanto
que dando al Ejército pacificador una organizaci6n
diferente á la que traía de España, lo ponía. en la
condici6n de una pasiva obediencia.
Sabía. Morilla que al dar este golpe, L ATORRE
que venía á América á prestar un servicio y n6 á
hacer fortuna ni tí. buscar fama, pues que de
ésta yá gozaba, y en cuanto á lo demás tenía. capital
suficiente para una viJa regalada, se sentiría herido
en su delicadeza y tomaría uno de dos partidos:
6 volvería para la Península, y en este caso se que.
daríl\ s610 el Pacificador en posesión de la auto.
ridad suproma, que era lo que deseaba, 6 lo obligaría
á aceptar un cargo militar subalterno, en el cual le
sería útil, pudiendo gobernarlo en su calidad de Jefe
de operaciones, como más le conviniera.
Para este efecto, dumnte el viaje de Cádiz á. las
costas de Oumaná, de 2:1 do Enero á 30 de Abril de
1815, Morilla hizo un estuJio tan serio como le
fué posible del que juzgaba su rival, y pudo como
prender, sin duda, con el auxilio del astuto Enrite,
sujeto siempre dispuesto á secundar todo lo malo,
que LATORRE tenía como militar y como ciudadano,
la virtud de ser sumiso á la autoridad superior, y
que en sus aspiraciones estaba exento de toda amo
bici6n de mando.
" Apenas pisamos la Costa-firme, dice LATORRE
en una. carta al Conde Toreno, Morillo vari6 comple-
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136
MIGUEL DE LATORRE.
tamente de conducta para conmigo; su trato dE.ama.
ble y a.tencioso que era, se tornó de repente er, desdeñoso y altivo. Evitaba de continuo el verme, Ú
la vez que no se apartaba de don Pascual Enrile, á
quien consideraba en mucho; y en sus determina.
ciones, por rareza inquiría mi opinión. En e1 pue.
blo de Pampatar de la isla de Margarita tllvimos
el primer serio desagrado, y hubimos ambos de
echar mano de la espada, pero hubo quien nos pu.
siera en acuerdo y todo terminó
"
LATORRE, después de Margarita, acompañó á
Morillo á Cumaná, de Cumaná á Puerto-Cabello y
de Puerto-Cabello á Caracas, en donde el .Pacifi.
cador, bien convencido del buen éxito, pensa.ba dar
ti su adversario el golpe decisivo que con tánta
mafia había premeditado.
Poco se dejó esperar éste, y poco tard6 Morillo,
por consiguiente, en ver coronados los fines que se
proponía. Desempefiaba don JuanManuel Cajigal,
según hemos dicho en otra parte, el empleo de Ca.
pitán general de Venezuela, cuaudo á los das días
de haber llegado el PacificadO'r á Caracas, ,in por
qué ni para qué, hubo de deponerlo de la Magistra.
tura, asumiendo él la autoridad que por real de.
creto correspondía á Cajigal ó á LATORR:~, Ri lo
quería. Este protestó contra tal atentado, q'le sobre
ser injusticia, causaba el desafecto en un buen ser.
vidor de la causa y en cuantos le fueran adeptos
por la amistad, la gratitud y las afinidades l>oIíticas,
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MIGUEL DE LATORRE.
137
y á tal protesta contest6 Morillo remontado en
c6lera, enseñando las Instrucciones, hasta. enton.
ces ignoradas, que tenía del Rey; en las cuales se le
facultaba ámpliamente para proceder en la suje.
ci6n de las Colonias insurreccionadas, como á bien
lo tuviese, "haciendo y deshaciendo sin otro conse.
jero que su voluntad."
En conocimiento LATORRE
tales Instruccio.
nes, comprendió que, h¡¡.bía sido engañado por el
Rey y la Corte; que su venida á América, bajo tan
tristes auspicios, había sido una debilidad de su
parte; y que en presencia de los poderes omnímodos
de que había sido revestido Morilla, no le quedaban,
como éste se lo había supuesto, más que dos deter.
minaciones que tomar: obedecer ó regresar á España.
Si optaba por la primera, tenía que aceptar la.
responsabilidau que anto su propia delicada concien.
cia, anto el mundo y ante la historia, le aparejaran
los actos y conducta de aquel hombre voluntarioso,
que por lo visto no respetaría nada, ni su propia
honra, ligándose, por otra parte, á un destino de
oprobio y de vergiienza. Si por la segunda, se diría
en su patria que su regreso no era otra cosa que
un acto de despecho; una muestra palpable de indo.
lencia por los asuntos relativos al bien de la nación:
cosas ambas que no hacían honra á b honorabilidad
de un carácter.
En semejante alternativa resolvi6 quedarse y
ue
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138
MIGEEL DE LATORRE.
guardar obediencia; reservándose sí el derecho de
protestar contra. todo aquello que de alguna manera
deshonrara su nombre y su causa, y fuera contrario
á sus ideas.
Aflí fué que LATORRE, fiel á sus propósitos, se
opuso en Caracas á la fundación de los Consejos de
Guerra, y especialmente al modo de enjuiciar; al
establecimiento de la Junta de Secuestros; á la su.
presión de la Audiencia, que contaba en América.
más de tres siglos de vida y era el único TriburLal
salvador de los derechos de los colonos; y á muct.as
otras providencias de Morillo, que tenían por ob.
jeto establecer el terror y fundar la. más oprobiCtsa.
é injustificable tiranía.
Penetrado el Pacificador de la resolución de
quedarse que había tomado LOTORRE, reorgani •••
ó,
como lo había pensado, en 15 de Junio del año á
que nos estamos refiriendo, las tropa~ aliadas de Es.
paña y Venezuela, é hizo á su rival Jefe de la ¡:rí.
mera división de las cinco en que dividió la fuena,
y, en atenci6n al grado que tenía, Comandante ge.
neral del real Ejército.
Arreglado, sobre nuevas bases, el Gobierno civil
y militar de Venezuela, LATORRE. siguió á Mori.lIo
en su invasión sobre las costas de la Nueva GraBa..
da, y cuando se trató de atacar á la heróica Carta.
gana, se opuso decididamente á esta medida que
juzgaba. á todas luces inconveniente:
ya porque
conocedor, por propia experiencia, de las dificultades
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MIGUEL DE LATORRE.
139
que presentaba la pretensi6n de tomar una plaza
fuerte por el rigor de las armas, quería economizar
el inútil derramamiento de sangre española y ame.
ricana.; ya porque juzgaba que á la. vista de las tro.
pas realistas, que podían encerrar la ciudad como
en un círculo de hierro, con un poco de paciencia. y
usando de benignidad, los patriotas se sujetarían tÍ
una. ca.pitulación que daría término ú. la guerra en el
Reino de Granada; y ya, en fin, porque creía que era
por medio de la paz como se debía volver á los ame.
ricanos al régimen de la obediencia.
No obstante estas convicciones, LATORRE que
era sumiso, una. vez resuelto el bloqueo de la.
ciudad, pele6 por mar los ciento ocho días que dur6
el asedio, portándose como lo había becho en Zara.
goza y Gerona, con un heroísmo sin límites; diri.
giendo sus fuerzas que eran cinco mil hombres, de
los cuales perdió cerca. do dos mil, con el acierto
de un militar entendido é inteligente, y distinguién.
dose sobre todos sus compañeros el 25 de Octubre
en el bombardeo de la plaza; por cuya intrepidez
mereci6 más tarde, del héroe inmortal del fuerte
de la Popa, General Judas Tadeo Piñango, los más
significativos encO!;livs.
Ocupada Cartagena, á la que Morilla en su saña
implacable pretendió reducir á cenizas en los pri.
meros momentos de su febril exaltación, evitó que
se cometieran este y otros crímenes horribles que el
Pacificador tenía proyectados; dió lugar á. que se
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140
salvaran,
MIGUEL DE LA.TORRE.
por agua, muchos
patriotas
que
estaban
sentenciados á muerte;
y prestó oportunos servidos
ti la población pacífica de la ciudad.
Cuando supo que el sanguinario
Morales había.
deshonrado la victoria, degollando
bárbaramente
á.
orillas del mar á los paisanos de Bocachica, se diri.
gió á donde éste cruel aventurero, y á pesar do su
clase y á costa de incomodarse sériamente
con Mo.
rillo, pretendió fusil arlo, le dió de golpes con la. es.
pada, y pidió que se le separara del Ejército.
No gustando el Pacificador de la clemente con.
ducta de LA'fORRE, lo envi6 á poco sobre Ocaña. en
dirección ti Bogotá, en el propósito de quedarse s610
para poder obrar de acuerdo con los consejos que
le inspiraba su odio á los americanos;
á los cuales
trataba bajo el influjo de Enrile, cual si los huhiera.
vencido en guerra larga y desastrada,
ganara la tierra palmo á palmo.
en la que
LATORRE, satisfecho de salir del lado de aquel in.
humano caudillo, á. quien por su cruoldad profesaba
una cierta reservada compasión y profundo despre.
cio, tomó el itinerario que se le había desig'lado,
dando garantías á los libres por donde quiera que pa.
saba; con lo cual se ganó las simpatías de los puoblos,
y especialmente el cariño de los patriotas de Bogo.
tá, á quienes ofreció seguridades y concedió amplio
indulto al ocupar la ciudad, 6 de Agosto de 1816.
El Pacificador, enemigo de estas medidas, á las
que llamaba "contemporizaciones
indebidas, hijas de
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MiGUEL DE LATORRE.
141
b. más refinada bobería," deseando á todo trance des.
hacerse de LATORRE,á. fm de poner en juego, como
siempre y con entera libertad, sus siniestras pasio.
nes, á su llegada á la capital del Reino, 26 del mes
anotado, habiendo improbado el indulto á que se ha.
hecho referencia, hizo de las suyas, y envió inme.
diatamente á LATOlUU]sobre Casan::tre en persecu'
ción del Genoral Servíe?; quien huyenuo de los
realistas se había internado por aquellos lados con
unos pocos ardientes y decididos republicanos, re.
suelto á continuar la campaña.
Sabidos son los actos de pillaje é inaudita
crueldad cometidos por Morilla y sus Tenientes en
108 seis meses que duró su Gobierno en la Nueva
Granada; hechos en los cuales no tuvo parte alguna
LATORRE,y que le valieron al Pacíficad01' y á En.
rile, en vez do la improbación del Monarca español,
los plácemes reales y una condecoración honorífica;
sirviendo la crueldad de que hacían gala para dar un
nuevo y fecundo impulso al entusiasmo patrio, por
entonces casi extinguido, abriendo una nueva éra re.
volucionaria en que la Providencia, que vela por la.
justicia y los fueros de la humanidad, señaló á los
libres oprimidos el camino que los condujo á la.
victoria.
IX
La guerra en Venezuela, debido á. las tropelías
cometidas en aquel país por los realistas, se había
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142
lIUGUEL DE LA'l'ORRE.
encendido nuevamente, presagiando funestas ci~tás.
trofes.
Sabedor ue esto Morillo, pa rti6 el ] 6 de No.
viembre hacia aquellas desgraciadas tierras, en el
convencimiento de que bastaba su presencia en
cualquier parte del territorio de la Capitanía, para
que los patriotas depusieran las armas y se sujeta.
ran á su voluntad como humildes esclavos
LATORRE, que presidía en su m~rcha al Pacifi.
cador y que había tomado la vía da Apure, en
cuyas llanuras se encontraba Páez, se unió á. Cal.
zada en Guasdualito á principios de Enero de lE 17.
Cuatro mil soldados de todas armas pusieron e:3tos
dos Jefes, y el primero, sobrado pundonoroso y om.
prendedor, se di6 en el intento de perseguir á Pitez,
quien se hallaba en el sitio denominado El Man.
tecal, con mil doscientos lanceros, sufridos y há.
biles como su Jefe para la guerra de partidas.
El 28 se avistaron patriotas y realistas en las
llanuras de Mucuritas y tuvieron un choque te,~ri.
ble, tan desventajoso para LATORRE como honoríllco
para Páez; pues que éste, mediante ciertas manio.
bras hábilmente practicadas, no pudiendo hal~er
frente á los veteranos infantes enemigos, logr6 sepa.
rar la caballería realista, constante de mil setecitm.
tos jinetes, y cuando estuvo á larga distancia de
la infantería, la carg6 y destruyó eu menos de tres
horas, salvándose apenas unos pocos hásares europeos.
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MIGUEL DE LATORRE.
143
En seguida volvió el Jefe republicano sobre la.
tropa de á pie, y tí fuerza de estrategia, 10gr6 llevarla al centro de unos pajonales que quedaban en un
extremo de la llanura, á los cuales hizo poner fuego,
pereciendo quemados mi'isue doscientos hombres y
sa.lvándose el resto por Ílaber llegado en columna
cerrada, resistiendo las intrGpidas cargas de los lanceros pa.triotas, hasta meterse en un pantano en donde se detu va el incendio.
LATORRE, sorprendido de semejante hazaña de
sus contrarios, llegada la noche emprendi6 una honrosa retirada, perseguido siempre por el enemigo
que continu6 dándole cargas violentas; adquiriendo
el convencimiento de que con tales hombres, que
peleaban casi desnudos y hacían rápidos y ágiles movimientos sobre sus briosos y ligeros caballos, no se
podía entrar en combate sin grandes ventajas.
Al día siguiente, Morilla se incorpor6 á LATORRE en el punto denominado Paso del Frío, y continuaron ambos su marcha hacia San Fernando,
atormentados de continuo por los jinetes de Páez.
De San Fernando mand6 el Pacificador á LATORRE, bajando el Apure y el caudaloso Orinoco,
en direcci6n á Guayana. Tenía por fin este movi.
miento el perseguir á Piar, caudillo tan audaz como
temido y valeroso, que corriendo mil peligros, había
logrado apoderarse de las Misiones de Caroní ; abundantes en recursos de todo género, y almac¿n de
provisiones de Angostura.
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144
MIGUEL DE LATOARE.
El 11 de Abril Piar, después de haber ejecutado
ciertos importantes y atrevidos movimientos,
esper6
ú los realistas á la falda de una pequeña altura,
entre los pueblos de San Miguel y San Félix; cu.
briendo la izquierda <.le sus soldados con una barranca profunda é inaccesible, y la derecha con la.
elevada. serranía que queua al Poniente del primero
de aquellos poblados.
Eran los libres dos mil d03cientos:
quinier.tos
armados de fusil, otros tantos de palos, ochocien.
tos de lanza y cuatrocientos
de caballería,
que
tenían por toda defensa agudas macanas. LATORRE
llevaba mil novecientos infantes y doscientos jine.
tes, tropa toda escogida y experimentada.
Serían las dos de la tarde próximamente,
cuando
libres y realistas se pusieron á tiro de fusil comlln,
y apenas se alineaban los segundos dando frente al
enemigo, el Coronel José María Landaeta, por orden
de Piar, dió á los republicanos
la voz de Fuego, y
El choque fué
carguen á la bayoneta y á garrote!
violento; las fuerzas de una y otra parte, á poco do
una viva carga de fusilería, encontrándose de cuerpo
á cuerpo, se asesinaban bárbaramente!
Piar en los momentos
supremos de la lucha,
c8oy6 sobre el enemigo con sus jinetes, "y en br!l'le,
dice Baralt, no había combate, sino horroroso degUello de realistas y en seguida una lúgubre calma !"
LATORRE, que tenía por costumbre retirarse el
último del camilO de batalla,
pudo salva.rse á. eso de
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145
MIGUEL DE LATORRE.
las nueve de la noche con unos diez y siete compañeros de su Estado ~[ayor, con los cnales se dirigió
hacia el puerto de las 'l'ablas en donde rocibió á poco
nuevos auxilios do tropas y elementos de guerra.
Tan sorprendido quedó el Jefe espafíol de esta
:lcción, como de la de lIIucuritas. "No son hombres,
dice á Morilla, aquellos enomigos. Su valor es ex.
cepcional. A nuestras balas contestaban
dándonos
de palos, y como fieras mataban ú. nuestros soldados,
sin que su denuedo y pericia. pudieran
evitar este
horrendo sacrificio. ,.
Del puerto
de las Tablas
regresó
LATORRE
á
Angostura
resuelto ti apoderarse de las Guayanas;
lo que no pudo llevar á cabo á pesar de las bri-,
llantes y audaces operaciones que practicó para
ello, por razón á ser hostilizado de continuo por
fuerzas mucho mayores en número.
Desesperanzado
al fin por no recibir nuevos
auxilios ni socorros de ninguna especie, se vi6 obli.,
gado 6. evacuar 6. Angostura;
siempre y por largo
tiempo perseguido, y siempre experto y atento ti
todo para no caer en poder de los libres, quienes
hicieron
enormes
esfuerzos
por vencedo.
,
Esta campaña de LATORRE sobre Guayana, d~
alta importancia
militar en la historia de las guerras de Venezuela, á pesar de no haber tenido lugar
ninguna gran batalla sino encuentros parciales que
poco 6 nada contribuyeron
al resultado general
de la revoluci6n
de la Independencia,
es la págin~
10'-
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146
MIGUEL DE LATORRE.
más brillante de la historia guerrera de aquel célebre
palad~n, tan caballeroso como simpático. Durante
seis meses ejecutó movimientos de estrategia y de
táctica, unas veces fuera de la vista del enemigo y
otras á. su vista, tan dignos de la ciencia de un gran
General, que, en pequeño, se cree ver en él á Aní.
bal en su campaña sobre Cartago ó á Napole6n en
la suya sobre el Austria.
Qué de marchas forzadas y de ligeras contm.
marchas 1 Qué de repliegues hábilmente sostenidos,
ti pesar del empuje vigoroso de sus adversario:, 1
Qué de movimientos preparatorios para. un gmn
combate que no se hab~a de dar! Qué de pequeños
encuentros tan bien dirigidos! Todo en esta faeDa.
de ciento ochenta días, es admirable en aquel lidia..
dar espléndido, que si bien no pudo conseguir BU
objeto, es porque el hombre, cualquiera que sea la.
faz de su actividad, y menos en la guerra, que como
decía Francisco 1 es un juego de azar," alcanza
taras veces lo que con más anhelo persigue.
En el mes de Noviembre se unió LATORRE á
Morillo en Calabozo; punto en donde el Pacifit:a.
dor tenía varias operaciones de primera. importan.
cia que practicar, y entre ellas, la de combatir á
Páez en el Apure, y la de atacar al denodado Gene.
ral Pedro Zaraza que mandaba la vanguardia de las
fuerzas de Guayana, compuesta de mil cien jin(ltes
y mil soldados de infantería, que intrépidamente
habia. a.vanzado hasta las llanuras de Caracas.
11
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MIGUEL DE LATORRE,
147
Para este último efecto mand6 á LATORRE sobre
Zaraza con mil doscientos veteranos de lo mlis
selecto del Ejército expedicionario j encontrándose
estos dos temibles guerreros el L° ue Diciembre á
las ocho de la mañana eu el sitio de Hogaza,
A las nueve, después de haberse alineado
convenientemente los contendores, el General español di6 principio á la batalla, en la. que patriotas y
realistas se disputarou con recomendable decisión
y energía el triunfo; obteniendo los segundos la
victoria después de quedar en el campo cerca de mil
seiscientos muertos.
L.A.TORRE recibi6 en esta jornada una pequeña
herida de lanza en un brazo, y otra de bala hacia el
lado izquierdo del est6mago que le causó, aunque
sin inutilizarlo para la campaña, grandes sufri.
mientos; mereciendo de Zaraza que lo llamara en
el parte que sobre tal desgraciado suceso dió al Li.
bertador "el valiente entre los valientes y el magná.
nimo entre los magnánimos," pues así como de
sereno é intrépido, estuvo de generoso para con los
prisioneros, ú quienes de Sargento para abajo puso
en libertad inmediatamente.
En Marzo de 1818, LATORRE, que por resultas
de la herida que recibiera Morilla en lu batalla de
la. Quebrada de Semen, había subrogado ú éste en el
mando del Ejército, se movió de Caracas, en donde
se encontraba, con mil quinientos infantes y unos
pocos jinetes, en dirección á la plaza de Ca.la.bozo,
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148
MIGUELDE LATORRE.
que había sido ocupada por Bolívar. El Libertador,
que tenía dos mil lanceros al mando de Páez y ochocientos soldados de infantería., en vez de aguarda-r
un ataque en poblado abandonó la ciudad y se di()
á esperar al enemigo en las llanuras. Empero,
comprendiendo el Jefe espafiol la superioridad de
BU adversario si se prestaba n una batalla formal en
campo plano y abierto, en donde los jinetes do
Páez podían, como de costumbre, maniobrar con ha.
bilidad ventajosa y sorprendente, emprendi6 á suvista una retirada gloriosa, militarmente dirigidat
hasta el sitio del Rastro, en el cual tuvo lugar un
combate indeciso de cinco horas, continuando LATO..
RRE su repliegue hacia la villa de Cura y Valencia,
á donde los republicanos no juzgaron prudente seguirlo.
Separados luégo al punto el Libertador y Páez,
LATORRE salió de Valencia sobre este último, que
había ocupado á San Carlos con mil hombres de
caballería y cuatrocientos de infantería, con los
cuales iba á habérselas con el Jefe español que lo
buscaba con doscientos jinetes y mil ochocientos infantes.
Páez, astuto en grado superlativo, abandon6 á.
San Carlos á fin de que pudieran obrar convenientemente sus lanceros; teniendo lugar el 2 de Mayo
una acci6n en extremo reñida, en la que ambos partidos se atribuyeron el triunfo, el cual fué, por sus
resultados, más favorable á los realistas que á los
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MIGUEL DE LATORRE.
149
republicanos, pues que si los últimos alancearon
horrorosa J completamente la caballería y parte de
la infantería de los primeros, éstos á su vez, con el
grueso de sus desmontados soldados, formados en
muros impenetrables, destruyeron, sin dejar uno
s610,los infantes patriotas.
Para 1819 volvi6 Morillo á tomar el mando en
Jefe del Ejército realista y se uni6 á LATORRE,
quien en el mes de Enero, en la tentaci6n de vencer
á Páez que era. el más peligroso de los lidiadores
libres, se había dirigido sobre San Fernando en
donde se hallaba el glorioso caudillo de Apure.
Era el plan de LATORRE atacar primero á este
héroe singular é invencible, y en seguida volver con
un grueso Ejército sobre Bolívar que venía. hacia
Sl\n Fernando j pero el Pacificador, en exceso testarudo y amigo de hacer su voluntad, se opuso á
esta. bien pensada operaci6n, dando lugar á que se
unieran las magníficr..s fuerzas que venían de An.
gostura con las que comandaba Páez.
En San Fernando, habiendo evacuado los li.
bres la plaza, Morilla y LA'l'OR3.E la ocuparon, y
pasando revista al Ejército real que estaba ú sus
inmediatas órdenes, hallaron que éste se componía
de seis mil quinientos hombres de excelentes condiciones, con los cuales se movieron en los primeros
días de Febrero sobre los patriotas que se habían
retirado, como queda dicho en otra parte, al otro
lado del Arauca á dilatadas llanuras.
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MIGUELDELATORRE.
LATORRE,que desde la acci6n de Mucuritas conocía.de cuánto era capaz el formidable Páez, yla superioridad de sus jinotes cuando peleaban en sus guaridas en campo abierto, y sabedor además de lodeletéreo
y malo del clima de las tierras sobre que se iba á
militar, se opuso á esta desgraciada campaña; pero
como Morillo se creía el pr~mero en la guerra, así
como se juzgaba el único en la paz, persisti6 en sus
miras, perdiendo, como ya se sabe, cerca de mes y
medio en marchas y contramarchas estériles para su
causa y sacrificando su gente en pequeños combates y
al rigor del clima, hasta tanto que la necesidad lo
oblig6 ti regresar á Achaguas y más luégo á Calabo.
ZO, en donde se di6 á pensar, colocado ya en una difícil y peligrosa situaci6n y rodeado de enemigos, el
partido que debiera tomar en semejante traba.josa
extremidad.
Fu6 durante este tiempo cuando el Libertador hizo
su marcha hacia la N lleva Granada on busca. do la
libertad de este país j enviando el Pacijieador, apenas supo que el Ejército patriota remontaba la cordillera andina, al benemérito LATORREen direcci6n
á los valles do Cúcuta i siondo derrotado por 01
General Carlos Soubletto, el 27 de Septiembre, en
el Alto de las Cruces.
A consecuencia de esta derrota, LATORREse vi6
obligado á retirarse á la Grita con unos pocos sol.
dados extenuados por la fatiga y el cansancio, y en
seguida á Mérida, en donde permaneci6 haciendcl
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MIGUEL DE LATORRE.
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gran presencia de ánimo hasta principios de 1820psin recibir auxilio alguno de lliorillo, quien, inmóvil
en Tocuyo, no podía hacer otra cosa que estar en es.
pectativa de Páez y de otros afortunados caudillos
que no le permitían un 8610 día de tranquilidad.
Para el mes de Mayo del año anotado, ha.
biéndose propuesto el Pacificad07' hacer el Tratado
de armisticio que se firmó en Trujillo, orden6 á LATORRE que se moviera sobre Calabozo, interesándolo
en tal arreglo, en el cual observ6 este Jefe una conducta recta, digna y en extremo diplomática, que
agrad6 mucho al Libertador, como hubo de mani.
festársolo personal y cordialmente en la entrevista
dol pueblo de Santana.
Concluída la negociaci6n de armisticio, la cual,
lo repetimos una vez más, facilitó á Morilla un
medio honroso de abandonar la tierra que había
empobrecido y en la.que había becho derramar tánta
y tan precios3. sangre, se dirigió con JJATORRE tí. Ca.
racas, y en 14 de Diciembre le entregó el mando
supremo de que estaba revestido, alejándose para
siempre de América.
En el Convenio :í que aludimos, se estipula.
ron, como era lo natural, las posiciones que debían
ocupar las tropas componentes de uno y otro Ejér.
cito, mientras so hacía. el Tratado que asegurara de.
finitivamente la paz. Y como LATORRE había opio
nado desde su llegada. á la Costa-firme 11 que la gue.
rra. debía hacerse más con política que con armas,
:J!.<t;
~".J
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i52
MIGUEL DE LATORRE.
y que lo que había faltado al Pacificado,. era, pre.
éisamente, la política," empezó á obrar con h ma.
yor cordura posible, poniendo en libertad 6.mllChos
prisioneros libres que aur. estaban retenidos .30 las
cárceles, y oruenando á sus tropas, concentradas en
Calabozo, Barquisimeto, Tocuyo, San Carlos :v Ca.
racas, y en los puertos de Cumaná, Marac:aibo,
Puerto-Cabello y la Guaira, un comportamiento
elecente y respetuoso al derecho de los patriota;3.
Mas, ti pesar de lo pactado en Trujillo, y de la
conducta moderada y 6.todas luces honrosa de LA.
TORRE, el 28 de Enero de 1821 se pronunció la
ciudad de Maracaibo en favor de la Independencia,
apoyada por las tropas que comandaba el General
Rafael Urdaueta, con violación flagrante del armis.
iicio, que tenía por base la suspensi6n de las hosti.
lidades por seis meses.
El Jefe español, deseando se cumpliera el Tratado que él había observado con religiosa exactitud,
se dirigió cortesmente á Urdaneta reclamándol'3 el
cumplimiento de un deber, y e:x:igiéndole permitiera que la fuerza. realista. que estaba de guarnición
en la citada plaza y que se había retirado de ella al
acercarse las tropas republicanas, volviera tí. oCt::par
su puesto, "atajando, por otra parte, la insurrección de Maracaibo, cuyo ejemplo podía ser fUMsto
en todo el país."
Urdaneta nada contestó tí. esta. exigencia, y .:< el
, Libertador, sin darse por entendido de ella, escribi6
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:MIGUEL DE LATORRE.
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al General español en 19 de Febrero, declarando
que después del movimiento espontúneo del pueblo
de Maracaibo, no devolvería la paz j" por razones
que él ámpliamente expuso y que, á la verdad, no
justifican el hecho de violar un compromiso faltando al respeto que se merece la fe prometida j á
no ser que se tenga en cuenta la impaciencia que
los patriotas tenían por acelerar el advenimiento de
la libertad, por la cual habían hecho tántos y tan
largos sacrificios y derramado mares de sangre.
LATORREcontestó al Libertador con la energía
y respeto del caso, "pidiéndole respueRta de su ofi.
cio dirigido á Urdaneta; pero cuaudo menos lo pensaba, recibi6 de Bolívar una iutimaci6n paT3.renovar las hostilidades en el término de cuarenta días."
Convencido entonces el J~fe español, de que el plan
de los libres era. el buscar su independencia 6.todo
trance, aprovechando para ello toda coyuntura y
cuanto los fuera. propicio, no crcyó <.lacorosopara
su dignidad insistir en mantener una trogua equívoca, más fatal parn. él que la misma guerra, y aceptó el reto que so le hacía seualalldo el 28 de Abril
para la apertura de la. campaña.
La situación de los realistas em, sin dnlla, tan
conflictiva, como ventajosa la de los independientes.
LAToRRE,hom1re de juicio recto y tranquilo, comprendi6 el peligro en que estaba su causa, la cual no
contaba yá con el apoyo de los pueblos, ni siquiera.
con el entusiasmo de los Jefes y Oficiales europeos,
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MIGUEL DE LA.TOBRE.
quienes lamentaban el no haber abandonado el pa.h
con Morillo ; pero para él la continuaci6n de l~ lu.
cha era, tí. pesar de todo, una cuesti6n de honor: 1::1,
salvaci6n de su reputaci6n y de la justa gloria mi.
litar de que gozaba, y a.ntes de entregarse haciend,)
caer sobre su nombre la ignominia consiguiente á se.
mejante debilidad, juzg6 16gico hacer un último
extraordinario esfuerzo y perecer como leal.
Las nuevas hostilidades le iban tí. ser desespera.
das, así por la brillante situaci6n de sus enemigos,
como porque varios de los Jefes del Ejército real, y
entre ellos el vizcaino Morales, 10 más perverso é
intrigante entre los nacidos, deReando vengarse de
LA.TORREpor el justo castigo que le hiciera en Bocachica en 1815, "y furioso de que hubiese sido
preferido por la Corte para ocupar un puesto á que
aspiraba su ambici6n," no perdonaba intrigas ILi
malas artes para perderlo en la opini6n de los puoblos y de las tropas. N o obstante todo esto, sin COD.tar para ello con la fortuna, pues que tenía bastante
inteligencia para verse abandonado de la suerto,
abri6 operaciones con los once mil hombres que eH.
taban á sus 6rdenes; proclamando antes á sus soldados, para que" en virtud de lo pactado sobre rllgularizaci6n de la guerra, y en honra tí. su causa y
á los principios humanitarios, fueran respetuosos de
la ajena propiedad, beFlévolos para con el enemigo
y clementes para con todos."
Desencadenada de nuevo la tempestad, se hioie.
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MIGUEL DE LATORRE.
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ron por una y otra parte increíbles y her6icos es.
fuerzos en busca de la victoria, obteniendo los pa.
triotas favorables resultados en varios atrevidos encuentros. LATORRE, que veía perder sus fuerzas en
combates parciales, resolvi6 al fin traer á su lado el
mayor número de tropas, y ocupando á principios de
Junio las llanuras de Carabobo, le pareci6 que debía
jugar en este campo, en una sola jornada, la suerte
de su causa.
Así fué que, tomando magníficas posICIOnes,
colocó su Ejército constante de cinco mil quinientos
hombres en puntos militarmente estudiados, y espe.
r6 ti Bolívar y tí. Páez que, con seis mil guerreros de
lo más notable de América, iban en su busca.
El 24 del mes indicado, ti eso de la una del día,
se di6 principio á la batalla, peleando realistas y
patriotas con un arrojo que no pinoda de criaturas
racionales, y especialmente parte del antiguo bata.
116n V alencey y los jinetes de Páez. :Mas, suce·
di6 que en el momento preciso en que la victoria fluctua.ba, cuando la caballería realista debía
cargar ti los lanceros de Apure, que apoyados por
la divisi6n Tiradores de Bolívar, hacían estragos en
la bizarra infanterÍ:1 española, Morales, que era
quien mandaba tlicha caballería y que preparaba
con la caída de LATORRE su propia elevación y poderío, consumando una vergonzasa traición, huy6
del campo arrastrando on su huida batallones ente-
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MIGUEL DE LATORRE.
ros, que cayeron en breve en poder de sus contrarios.
El Jefe español, que se había portado con la
intrepidez y sangre fría de siempre, poniéndo~,e en
semejante peligroso trance á la cabeza de una parte
del Valencey, que había quedado de reserva., se
retiró del campo por la vía que de Carabobo condu_
ce á San Carlos y Valencia, recbazando con admira_
ble intrepidez y mediante maestras evoluci:ones
militares, las terribles cargas de los jinetes republicanos, conducidos por sus mejores Jefes.
A las diez de la nocbe llegó al pie de la cordille.
ra de Puerto-Caballo, é bizo allí frente, espera.ndo
los dispersos del famoso Ejército expedicionario, reducido á su más mínima expresión.
Retirado en seguida á Puerto-Cabello y bloquea.
do en aquel punto, esper6, como hombre geneNso é
hidalgo, el resultado de la campaña en que aun estaban comprometidos algullos de sus copartidarios, ,í varios do los cuales envió, á pesar de su desesperada
situación, auxilios de hombres y de pertrecbos, Al
fin, el 12 de Diciembre, abandonó la plaza con mil
doscientos hombres que había logrado reunir, y desembarcando en los Teques se unió al realista Carrera, venciendo á los libres en dos reñidos encuentros
cuyos resultados le proporcionaron la ocupación de
Coro, en donde dejó á aquel Jefe algunos batallones,
ya que se obstinaba en continuar una guerra desespe.
rada que él creía definitivamente concluída.
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:MIGUEL DE LATORRE.
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A principios de Marzo de 1822 volvió á Puerto
Cabello, en donde permaneció hasta el 4 de Agosto, día en que entregó el mando á. :llorales, nombrado por el Gobierno español Capitán general de
Venezuela. : empleo por que intrigaba de mucho
tiempo atrás aql~el mal hombre, y que le fué con.
cedido en recompensa do su conducta atrabiliaria,
cruel y últimamente traidora.
x
Tal fué la campaña de LATORRE en América,
desgraciada por cierto, pero hábilmente dirigida;
pura de toda mancha y digna de su carácter y de la
elevación de sus ideas. Bolívar y muchos de SUli
compafíeros de armas, enemigos políticos de aquel
guerrero eminente, le reconocieron su acrisolada
probidad, su talento militar y otras dotes personales
que lo distinguían y que lo hicieron profundamente
simpático á los libres.
No hay que acusarlo, ni por qué recriminar su
memoria, por el sólo hecho de haberse prestado, lo
que personalmente no le convenía, á venir á la
guerra de América. Procedió él en esto en virtud de
una convicci6n sincera, tanto más respetable cuanto
honrada.
No se ha visto que ninguna nación se desprenda
de los beneficios que le reportan sus Colonias, ti las
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MIGUEL DE LATORRE.
que considera como parte integrante de Sll propio
territorio, bien las maneje por medio de los prinDi.
pios que aconsejan In. justicia y el respeto que se
merecen los hombres, cualesquiera que sean su es';a.
do moral, su cultura intelecctual y su físico desarro.
110,bien trate ti los pueblos como esclavos, sujetoll á
un poder tan ignominioso cuanto despótico.
La España, al conquistar y colonizar la Améri.
ea, consumió no poca parte de su población y de su
riqueza. La conquista, que empieza con el descu.
brimiento en 14D2, y acaba en 154D con la fundaci6n de la Audiencia, que fué el primer paso dado
por la madre Patria para el establecimiento del
Gobierno civil en sus posesiones ultramarinas,
le
cost6 grandes esfuerzos, ingentes recursos pecunia.
rios y muchas vidas.
En la colonización, que se extiende propiamente
desde la Audiencia hasta 17¡;1, en que tuvo lugar
la insurrección de los comuneros del Nuevo Reino
de Granada, no dejó tampoco de hacer grandes
trabajos, en el sentido de dar' á los a.mericanos, 6.
quienes había sujetado por el fuego yel hierro,
leyes y costumbres que cambiaran su condición sal.
vaje.
Verdad es que hubo dureza y barbarie en la con.
quista, así como en la colonización una pésima oro
ganizacición administrativa, crueldad refinada pIna
con los criollos, y mucha avaricia de dinero
por parte de los gobernantes. Pero, qué otra. CtlS80
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MIGUEL DE LATORRE.
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han hecho siempre las nacionos con sus Colonias,
sino manejar1as por el rigor y sujetadas á su insaciable codicia? Eu los tiempos actuales en que el
filantrópico criterio de la caridad domina, podemos
decirlo, todas las conciencias del orbe civilizado, no
es ésta la conducta que observa la Inglaterra, uno
de 108 pueblos má~ serios del mundo, en sus posesiones de la India?
Lógico y justo era que cuando las Colonias por
su civilizaci6n, por sus recursos propios, por poder
vivir con vida independiente, hubieron llegado á
su madurez, la Metrópoli hubiera abierto la mano
y trocado el imperio por el protectorado, la suje.
ci6n legal por la influencia moral, los deberes de los
hijos menores por la respetuosa deferencia de los
mayores emancipados, pero esto no aconteci6, como
tampoco que los Códigos de Indias, que son una
legislación inteligente y benéfica, monumento levantado en honor de los Reyes que la formaron,
llegara á tener debido cumplimiento en América:
no sucediéndose estas cosas, lo repetimos, porque
jamás el vencedor se extiende en su generosidad para
con el vencido á límites tan amplios que perjudiquen sus propios intereses.
Las naciones, como entidades políticas, juzgan
que Dios y la sociedad otorgan el derecho á aque.
llos á quienes dan la fuerza; y en esto concepto la
España, feudal desde su primitiva organización,
si no daba amplitud en la libertad á sus propios hi~
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MIGUEL DE LATORRE.
jos, menos podía permitir que fueran libres aque.
llos á quienes había conquistn.do. ~lás poderosa que
todas sus Colonias, opinaba sinceramente que 1enía.
derecho á ellas; un derecbo completo y perfecto, y
en esta. virtud los Reyes de lo. Península, desde el
tiempo de Fernando el Católico hasta Fernando VII,
tuvieron siempre la creencia de que para ser rectos
en el conjunto de SllS empresas, en cuanto ellas se
referían al Gobierno de sus dominios de allende los
mares, les era. permitido faltar á la justicia en los
detalles.
Teniendo, por otra parte, todo el que gobierna,
la. convicción de que la utilidad lo legitima todo,
los Monarcas españoles iban derecho ti sus flneH, esto
es, á sacar de sus Colonias el mayor provecho posible
en beneficio de la Metr6poli; y para obtener este
resultado no se paraban en medios, empleand.o las
medidas más violentas y depresivas al carácter de
los americanos.
La América española, como su propio nombre lo
indica, era, pues, de España. Tal idea tenían desde
el primero hasta el último de los peninsulares, y de
aquí la razón por la cual no hay por qué cenmrar á
los que vinieron á sucumbir la rebeli6u de las Colo.
nias, por este s610hecho, y mucho menos á ¡¡,quellos
que, como LAToRRE,procedieron en su cometido
dentro de la. clemencia. que demandan los fueros de
la humanidad.
Que Morillo merezca las recriminacionEis de
la.
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MIGUEL DE LATORRE.
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justicia y de la historia, esto no puede revocarse á
duda, no por haber aceptado la misión que se le
confió de sucumbir con la insurrección de que n08
ocupamos, sino porque desde el momento en que
lleg6 á. América, irrespetó la propiedad, vejó la
dignidad de todos cuantos creía enemigos de la
causa que defendía, llenó las cárceles de víctimas é
hizo del cadalso y del destierro sus principales
agentes de mando.
Durante su dominación en Venezuela y Nueva
Granada, hombres puros, ciudadanos íntegros, pa.
triotas irreprochables, que habían servido á la libertad, fueron perseguidos, al mismo tiempo que otros
calumniados de criminales, confundiendo así la ven.
ganza y la iniquidad sus golpes.
"No contento con atacar las cosas y los hechos,
llegó una época en la que, dando mayor impulso á su
fanatismo político, se puso á hacer la guerra á las
palabras, afanoso por destruir, no sólo todo lo que
era la revoluci6n, sino cuanto podía servir para
recordarla.
"En su criminal delirio, si por casualidad un
ciudadano, después de haber sido acusado sin motivo,
era puesto en libertad, se remontaba en ira y ponía
el grito de su indignación en el cielo. Contra el pe.
ligro de acabar con el terror, se armaba del crimen,
suscitando recuerdos y depurando cuanta hiel podían contener estos recuerdos, á fin de servirse de
los muertos para matar á los vivos.
11
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162
"El
poeta :
MIGUEL DE LA.TORRE.
ParJificador era impaciente, como dice el
" De Ia.var en sangre sus manos ensangrentadas."
Los horrendos atentados de Mario, de Sila. y de
Tiberio, fueron igualado!; por las proscripcicnes y
asesinatos de aquel héroe, que hizo por su conducta
que la venganza divina se mostrara frente á frente,
como una terrible acusaci6n, contra el despotismo
militar y político y los odios que engendran las preo.
cupaciones.
Digno de estigma es, pues, Morillo, por su i.nfame
proceder, pero á LATORRE que era. su antípoda, y que
no acept6 jamás esos hechos horribles que hacen es.
tremecer á las almas honradas y piadosas, la historia
imparcial debe sus homenajes, y los homl,res de
recto criterio sus simpatías.
XI
LA.TORRE
al dejar la Costa-firme iba no:nbrado
por la. Corte de Madrid Capitán general de la isla
de Puerto Rico. Este nombramiento, á lo que parece,
había sido una intriga de Morillo, n6 porque semejante hombre deseara favorecer el nombrado sacándolo de la peligrosa aituaci6n en que maliciosa.
mente lo había puesto; toda vez que le profesaba
sincera enemistad, sino por mantenerlo fuera de la.
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MIGUEL DE LATORRE.
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Península, á. fin de no tener en la Corte, de que era
por entonces valido, un testigo ocular, digno de en.
tero crédito, de sus hechos en Nueva Granada y
Venezuela.
Además, Morales á quien Morilla profesaba vivo
cariño, como Boves lo había tenido á Zuazola,
por su crueldad, su genio atrabiliario é irritable '1
su perverso carácter, deseaba la elevaci6n de aquel
inclemente caudillo á la primera Magistratura civil
y militar de la Capitanía venezolana, y hubo de
satisfacer esta aspiraci6n, que acab6 de consumar la
Independenoia de aquella tierra her6ica y desangrada.
LATORRE, n6 por súplica del Rey, sino por orden
del Rey, iba á desempeñar un Gobierno pacífico,
apartándose de la escena de la guerra de Colombia.
La isla de Puerto Rico estaba regida á la saz6n por
la misma Constítuct6n de la Península yero. man.
dada por un alto funcionario, llamado Gobernador
superior civil, que presidía los Tribunales superiores
de justicia.
La organizaci6n militar tenía por Jefe á un Ca.
pitán general, que era el mismo Gobernador de la
isla, quien tenía á sus 6rdenes Comandantes resi.
dentes en la capital de cada Departamento en que es.
taba dividida la Colonia. Entraba, pues, LATORRE en
Puerto Rico, en el ejercicio de un poder omnímodo,
casi absoluto, el cual desempeñ6 científica y hábil.
mente, á contentamiento de todo el país, durante
dos años: haciendo menos triste la condici6n de 108
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164
MIGUEL DE LATORRE.
esclavos, ó. quienes, contra el querer de sus sefíores,
otorg6 ciertos derechos que hacían menos pesada BU
condici6n, asemej:indolos á los hombres libres; oro
ganizando la hacienda pública. de manera que los
impuestos fiscales produjeran más rendimientos 8.l
Gobierno interior y á la Corona, con menos vejámenes para los ciudadanos y para 19. industria; y
sobre todo, acabando con el despotismo militar, que
había hecho de la administraci6n oficial de la isla su
patrimonio, en perjuicio de los intereses comunes.
"El mando del Mariscal don MIGUEL:DE LATORRE
en Puerto Rico, dice el escritor habanero José Neira
de Soto, fué de gran juicio y seso; muy propio para
la isla y de mucho progreso, tino y clemencia."
XII
A fines de 1824 volvió LATORRE á. Espafía, re.
suelto á abandonar In carrera pública y la azarosa
trida de los campamentos, para entregarse á los es.
tudios como en su juveutud, disfrutando con tran.
quilidad de la fortuna que aun le quedaba, pues
que había perdido gran parte de su haber á conse.
cuencia de las continuas guerras porque había pasado
la naci6n y el abandono que había hecho de sus in.
tereses. De América nada llevaba, fuera de la exce.
lente reputaci6n que le habían conquistado su he.
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MIGUEL DE LATORRE.
165
roismo, sus benévolos procederes y la cultura,
siempre firme, de sus modales.
Parece que al llegar á. Madrid no fué bien reci.
bido en la Corte. Morillo, que pes6 eternamente so.
bre aquel ciudadano como una maldici6n de Dios,
y que se gozaba en odiarlo, porque siempre la. per.
versi6n y la envidia han de andar en rencores con el
mérito modesto y la virtud, lo había puesto mal en
España y en especial en la opinión del Gobierno j
haciendo creer que habiéndolo dejado triunfante
en Venezuela, había perdido esta Colonia por su
conducta poco activa, contemporizadora y torpe j
contribuyendo asimismo á quitar ú la Metrópoli BUS
dominios de Nueva Granada, por falta de habilidad
y pericia, cuando á fines de 1819, enviado á. cortar
el paso al Libertador en su viaje hacia este pais,
fué derrotado en las Cruces por el General Sou.
blette, dando lugar á Bolívar ú llevar á buen término
su expedición.
Estas miserables acusaciones y calumnias que al
cabo llegaron á tomar serias proporciones con la
instrucci6n de un proceso contra L.A.TORRE,
ú quien
se llegó hasta acusar de traidor, mortifiCt\Ddoasí de.
sapiadadamente su orgullo y delicadez~, llevaron la
indignaci6n á su coraz6n, n6 contra sus detractores,
porque dotado do nobles y generosos sentimientos,
era incapaz de aborrecer ú. nadie, sino contra la in.
gratitud y la misma injusticia, que se gozan de
continuo en destruir reputaciones dignamente ad.
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MIGUEL DE LATORRE.
quiridas por el tra.bajo asiduo é inteligente y la:3con.
vicciones honradas.
Al principio cuando empez6 á deprimírsele,
viendo que la calumnia era el s610premio ¿:e SUB
esfuerzos, sacrificios y peligros, y convencido de que
el tiempo, juez incorruptible y severo, al fin le haría
la debida justicia, mir6 con desprecio ti sus Cletraotores; pero tan luégo como vi6 que tenía qU'i3como
parecer ante los Tribunales, DO pudo ser indiferente
á la trama que se le preparaba, sin desertar de un
puesto de bonor bien adquirido que hacía su gloria.
y á pesar de que no sabía adaptarse á la!! bajas
maniobras y adulaciones de la Corte, qui.so que
nadie tomara su defensa y se present6 él mismo á.
sincerar su conducta con la serenidad de espíritu de
quien nunca. había faltado al cumplimiento de BU
deber.
Como á Co16n á quien después de haber dado á
la Espafía. un mundo, se le arruin6 y encadenó ha.
ciéndolo morir de desesperación y de misoria, se
pretendían con LATORRE idénticos resultadoH, en re.
compensa de los servicios que babía hecho á su
patria en las guerras de la Independenci:J., y en
América. en defensa .de la causa espafíola.
Era lo cierto que LATORRE no bahía. queIido pro.
clamar ni jurar, en 1810, en las Cortes de Le6n, por
legítimo Rey de España á Fernando VII, Monarca que
había puesto su corona á los pies de Napoleén, y que
mientras los espafíoles derramaban su sangre para
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:MIGUELDE LATORRE.
167
conquistar el Trono que había miserablemente
abandonado, "él se humillaba ante el poderoso con.
quistador, á quien llamaba su augusto Soberano, y
le pedía yá un mando en BUS ejércitos, yú una. Princesa de su familia por esposa, yá el glorioso título
de hijo suyo adoptivo y Príncipe francés ; " y seme.
jante acto de lealtad de aquel eminente ciudadano á
sus convicciones y (¡ la dignidad do la nación, era
una ofensa que este Rey, tan ingrato cuanto vani.
doso é inepto, no podía perdoMr.
Al fin LATORREque no había vendido jamás ni su
espada, ni su conciencia, ni su inteligencia y que
tenía una posici6n bien cimentada, fué absuelto;
llevando, no obstante, en su alma, ese horrible desen.
canto que se apodera del hombre de bien, cuando se
penetra de que á su paso por el mundo tiene que
emplear toda su vida en combatir y salvarse de la
injusticia, que siempre encuentra en la conducta de
10B hombres de mérito, expedientes para mortificarIos
si n6 para perderlos.
Libre de toda infamia y de toda ruindad, lo que
más puede admirarse en aquel caudillo honorable,
es esa piedad afectuosa que tuvo hacia sus seme.
jantes, no entibiada nunca por ninguna circunstancia,
ni siquiera por su posici6n de guerrero.
Los tiempos de perturbaci6n social engendran
ordinariamente las pasiones sombrías, las acciones
bajas y violentas y las crueles venganzas, y no es el
menor de los delitos de las guerras, el deprava.r los
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MIGUEL DE LATORRE.
corazones con el odio y el desprecio de los hombres;
siendo privilegio de las almas grandes el conservar
en medio del vértigo que causan las revoluciones,
esa clemencia que sirve para ser honrado y para
evitar el mal en los demás.
Habiendo agotado LATORRE su salud por las largas fatigas que había tenido durante diez y seis años,
de 1808 á 1824, Y habiéndose, ndemás, apoderado de
su espíritu la ansiedad y la desilusi6n,á fines de 1825
se retir6 de Madrid á Teruel, y á pesar de que allí se
propuso llevar una existencia tranquila, entregado
á la meditaci6n como lo había pensado, dejó do existir en Febrero de 1826, encontrando su tumba al
lado de su cuna.
FIN DE LA ENTREGA PRIMERA.
BM!Cr .•'
lllLio¡.t;.....
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MONTEVERDE
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CONSTANClO
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J·J:'fí('E[{r-~!'.
FCJGCTÁ
1887
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
EL AUTOR
DEDICA EL PRESENTE TRABAJO
AL SEÑOR
CENERAL ALBERTO
DIRECTOR DEL "PAPEL
URDANETA,
PERIODICO ILUSTRADO,"
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LEYEN DAS HISTÓRICAS.
(CONTINUACIÓll) •
•••
DOMINGO DE MONTEVERDE.
1
Todo hombre no sirve para todo, ha dicho con
gran propiedad un proverbio árabe. La vocación,
que es esa inspiración sublime con que Dios dota. el
alma humana, pone 6.cada individuo de la especie
en vía directa para. seguir un derrotero que le está
trazado por la Providencia.
De la elecci6n de carrera, estado 6 profesi6n,
depende, pues, nuestra fortuna sobre la tierra, su.
puesto que mientras más nos aproximemos 6 aleje.
mas de aquello para que tenemos dotes naturales,
más 6 menos nulu. ó espléndida es In. acción de nues.
tra vida, y por consiguiente, más ó menos llenamos
la misión que tenemos impuesta.
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6
DOMINGO
DE MONTEVERDE.
Desde luégo que las dotes naturales nece,itan
de cultivo, pnes que ellas por sí solas no bastan para
conducirnos á un resultado determinado. Ni Pascal
ni Napoleón que siguieron tan distintas carreras,
á pesar de haher sido dotados de un gran corazón
y un gran talento, dos cosas que no siempre van
juntas, hubieran alcanzado el apojeo de la gloria,
obteniendo el aplauso de sus coetáneos V la admira.
ción de la posteridad, si su espíritu,· profundamemte
bien organizado, no hubiera sido sostenido en alas
de la meditación y del estudio de los hombres y cle
la.'lcosas.
Ayúdate que 'lj0 te ayudaré. Hé aquí una máxi.
ma que explica nuestro pensamiento. " Yo te he
dado la inteligencia, dice la naturaleza al hombre,
ahora tú préstala impulso, fecúndala, y sin contra.
riar mis leyes, toma el camino que te está.señalado., así
avanzarás en vez de retroceder y llegarás tí. la cima
que te está reservada."
En efecto, reflexionando un poco todos compreude.
mos que podemos salir adelante como el Gil Blaa de
Le Sage, mediante el estudio de nuestras inclinacio.
Des y una dosis de reflexión cotidiana. Gil Blas es un
hombre de nacimiento humilde, y hasta cierta eJad
de la vida se muestra cándido, crédulo, atolondrado
y superficial. Es víctima, como lo somos todos, de sus
defectos, y en algunas ocasiones hasta de sus mismas
cualidades, pagando frecuentemente el noviciadc en
todos sentidos; pero tiene el buen talento de no a:o.ti.
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DOMINGO
7
DE MONTEVERDE.
ciparse á la experiencia, de ponerse á estudiar para
qué sirve y de ayudarse con vivo entusiasmo,
dando
vuelo á todas sus aptitudes por medio del trabajo y
de una educación conveniente;
resultando en breve
un tipo que ha de servir de ejemplo
para todo
el que sea medianamente previsor, y no quiora de.
jar correr su vida, á tontas ó locas, ya al irn pulso
de la excitación febril dtl las pasiones momentáneas,
ya ti la fuerza que hacen en los eRpíritus irreflexivos
extrañas tÍ interesadas sujestiones.
Cuántos hombres superiores, por
cualidades
de todo género,
por esa falta de advertencia
se pierden
otra parte,
en
diariamente
que ha de enseñarles
lo
que son y para qué sirven!
Cuántos de simples medianías, atendiendo y vigo.
rizamlo sus inclinaciones,
suhen como la espuma y
escalan elevadas posiciones, en las cuales, si no se
agitan en la luz como el genio, al menos concluyen
por ser útiles!
y cuántos que habiendo
subido al impulso de sus
instintos al pináculo de la gloria, tántas veces soñada
y siempre ambicionada, en vez Je ennoblecerse en ella
con sus actos, para hacerse dignos de su fortuna y
conservar lo que C011 tánto esfuerzo y heroísmo han
alcanzado, caen por la tontería de su cond ucta entre
el desprecio y las maldiciones del público!
Dmlnwo ])F, MONTEVERDE es do estos últimos.
Tenía inclinaciones á la carrera militar y Ir. Rigni6
con bastante buen éxito; ambicionaba el paJel' y lo
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8
DOMINGO DE :\IO~TEVERDE.
obtuvo. Sólo que en aquella cima en la cual ha po.
dido hacer mucho bien, prorrogando su gloria y perpetuando su memoria, sufrió ulJa especie de horroro.
so alucinamiento
y se creyó, alma audaz, apto para.
todo y superior á todo, yendo en el vértigo de su des.
medida ambición hasta convertirse en autor de grao
ves faltas y en cómplice de horrorosos crímenes que
lo hundieron en el infortunio, quemándose como Íearo
las alas para desaparecer en el abismo!
Aquel caudillo, tí que va por una de esas casualidades de la suerte, atado el destino de un grande
hombre, y la primera etapa del renacimiento de, un
gr-all puehlo, meret:e ser estudiado, porque de él deriva
nuestra historia enseñanzas que no son para olvida.
das y que arrojan bastánte luz sobre hechos de no
poca importancia.
Ir
Nació MO~TEVEHDE
en Palmas,
Gran Canaria, en el año de 1788.
población
de la
Esta Gran Canaria perteneciente
tí las Canarias,
que hacen un grupo de islas que son un Archipiélago
del Océano Atlántico, es Hna regi6n pintoresca,
en
donde según las exploraciones ue HUlUboldt, la Flo.
ra y la Fauna son ricas y variadas y el clima en ex.
tremo delicioso.
Fue visitada
siglo XIV
por primera
por aventureros
vez bacia mediados del
franceses á cuya. cabeza
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9
DOMINGO DE i\IOXTEVEIWE.
estaba el gentiLhombre
gnscóu Juan de RetLencourt,
señor de Grainville,
pero no pndieron aquellos conquistadores cou~ervar el dOlLlinio de la isla, debiJo al
valor y pertinacia que desplegaron los aborígenes del
país, los cuales lucharon
largo tiempo por su libero
tad é independencia.
Setenta y ll'leve años después de la expedición de
Betbencourt,
la isla fue subyugada por el adelantado
don Alfonso FerniÍnuez de Lugo, habiendo sido desde
entonces
Colonia de la España como todfl.s las otras
que componen el Archipiélago.
La madre Po.tria impuso, pues, iÍ las Canarias su
lengua, sus costumbres, su religión y su política, y
civilizando
ti sus J¡a1italltes c.:ruz.ú con el tiempo
la
raza y les dió hC,L>itoscomerciales y gnerreros.
Eutre las islas Canurias, In. Gr:m Canaria era, por
su situación
tO:J0gnífica, las
riqllc:ws
del suelo y el
clirnn, la mils p'opicia
parn. el progreso, llegando tí
ser le. reilllt y SéUorn. entre sus hermam.s.
Siendo los climas 1111ltfUlluiúll de la temperatura
y del
poder
poder
te (le
estado !ii;;rOluétrico ue1 aire, uastl1 conocer el
de estos felltÍlllellos físiuos en la economía, para
ueuuci r la iI,{iucncia de est:J. [leuión modificl\n_
los climas en la parto físiuit y lDom1 del hom.
bre. Sauida es la euergía
caruuterístiea
y brillante
imaginacil)ll de los habit.antes ue las regiones dIidas,
así como la tcnaeiuad que en sus empresas demues.
tran generalmente
los de los países fríos.
Los hijos de Canaria, merceu ;j la temperatura de
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10
DO)fINGO
DE MONTEVERDE.
que gozaba.n, eran altivos y valerosos, ricos en inteli.
gencia tÍ insubordinados.
Trabajo le costó {¡ la. España someter definitiva.
mente esta Colonia y asimilárselll, y para hace:rlo
tuvo que invertir grandes sumas y manejada por mu.
cho tiempo con mano de hierro. Al fin la hizo su hu.
milde tributaría,
la educ6 especialmente, según bemas dicho, para el comercio, y la infundió gusto
por las armas, en la esperanza de formar soldados
que la sirvieran para sus empresas, 6 que al menos
supieran
defender la Colonia de la ambición de las
otras naciones conquistadoras que andaban buscando
al través de los mares pueblos ó tribus á quienes im.
poner su dominio y convertir
en feudos.
!II
.M:ONTBVERDE
era hijo único de un honrado y rico
labrador, quien á pesar de no ser hombre de letra~,
amaua todo lo que manifestara algún esfuerzo de b
inteligencia hacia el progreso.
Interesado aquel buen hombre
en que el solo sér
que constituía el amor de su vida, cnltivara su enten.
dimiento, lo mandó á la Península ú. que siguiera una
carrera científica;
estudiando en la Universidad
do
Almagro
desde 1804 basta 1809 inclusive, alguno~:
ramos de literatura y matemiÍticas.
'ruvo MONTEVERDE
en Almagro condiscípulos
des.
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11
DO:IIINGO DE MONTEVERDE.
tinados á ser más tarde honra y gloria de la Naci6n y
árbitros de los destinos tIcl país, y entre ellos al céle.
bre General tIon Baldomero Espartero, Duque tIe la
Victoria y de Morella, Conde de Luchana,
Príncipe
de Vergara y ex-regente
de España.
Según Espartero, á quien debemos algunafl noti.
cias biográficas
del
héroe que nos ocupa,
"MONTE.
fue un estudiante aplicado,
profuso en pala.
bras, generoso hasta el desprendimiento,
amigo de
buscar ruidos, y de revueltas,
intrépido y amante de
VERDE
llamar la atenci6n ll'l.cia su persona."
Era el prop6sito de MONTEVERDE,
en obediencia
6. su padre, el estudiar
ciencias políticas y, por úl.
timo, para coronar su carrera, hacer los respectivos
cursos de Derecho; pero la mala situación política de
España desde 1808, situací6n que presagiaba
revol.
verlo todo, atropellando,
como sucedi6 en seguida,
instituciones,
hombre"
é intereses,
lo hizo
variar
ue
prop6sito, y resolvió no sin un gran pesar para su corazón, abandonar la Península para regresar tí Sil pak
A principios de 1810 l\IONTgVERDE se hallaha en la
Gran Canaria allatIo
tle t;U padre. "No soy feliz,
escribía entonces tí. un amigo suyo, pues no he nacido
paru. cultivar la tierra, ni menos para dedicu.rrne ú.
los trabajos, siempre iguales, del comercio.
BURCO
unn. vida activa en la qne pneda ejercitar mi e¡;píritu,
y para cumplir mis deseaR pieuso en sulir pronto de
esta isla, en donde no hay osperu.uza pura mil; aspiraciones. "
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12
DOMINGO DE MONTEVERDE.
Muy pronto debía ver nuestro héroe cumplido
lo que tánto anhelaba. Llegaha precisamE'nte á. su
país en uu momento en que la ola. revobcionaria.
crecía. con incomparable vigor en casi todú,s las Co.
lonias españolas de lu.América del Sur. La Capita.
nía general de Venezuela y el Vírreinato do Nueva.
Granada, eran especialmente por aquella épooa el
centro de una tremenda insurrecci6n contra el des.
potismo peninsular, habiendo los libres arrojado del
mando en Granada á don Antonio Amar y Borb6n
y en Venezuela á don Vicente Emparan j haciendo
una guerra no rnt>nosentusiasta en la Presidencia de
Quito al sanguinario Ruiz de CastilIa.
Mandadas bloquear, á poco de tales sucesos, por el
Gobie?'no de le, Regencia establecido en Cádiz, estas
tres Colonias, don .Antonio Cortabarría, hombnl que
había sido miembro del Supremo Consejo de Indias
y que fue destinado á dirigir el bloqueo de Vene.
zuela, hall(í en Puerto-Rico á MO~TEVERDE y tl"at6
de comprometerlo en la por entonces temeraria em.
presa que se le habín. confiado. Este, que estaba, al
corriente de los triunfos obtenidos por las armas
republicanas en aq llella regi¡ín, rehusó tomar servicio y se puso n. la espera hasta conocer más á fono
do los resultallos y progresos de la naciente revolu •
.,
Clon.
Todo el año de 1811 lo pasó 1l0NTEVERDE, ya en
Puerto-Rico, ya en su tierra natal, aguardando á que
se desarrollaran los acontecimientos que lo mantenían
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DOmNGO
DE JlroNTEVERDE.
13
en febril impaciencia, y una coyunhlm que le sirviera
de pretexto para lanzn.rHcen esa viJa agitada á que
sus inclinacior.es lo arrastrahan.
Veamos ahora riÍpidamente lo que pasaba en Ve.
nezuela en el año últimamente citado, una vez que
fue aquella tierra heróica el teatro donde el singular
caudillo de que tratamob, uesarrolló su acti vidad é
hizo célebre su nombre en las brillal1tes púgiuas de
nuestros hist6ricos anales.
IV
Caído Emparan en Caracas el ID de Abril de
1810, Jueves Santo, 108 patriotas, sin pérdida de
tiempo, procedieron al establecimiento de un Gobier.
no propio que ejerciese la wberanÍa del país en nom.
bre del Rey de España. Providencia que comunica.
ron por medio de comisionados especiales á todas las
provincias en que estaba dividida la Capitanía: Coro,
Barinas, Maracaibo, Barcelona, Margarita, Cumaná
y Guayana.
Todas estas provincias, á excepción de las de Ma.
racaibo y Coro, que declararon como fieles súbditas
seguir la suerte de su :Monarcasometiéndose al Consejo
de la Regencia, que sustituía en el mando 1'1 :Fernando
VII, prestaron su asentimiento al movim¡ento revo.
lucionario de Caracas y prometieron su apoyo ú la.
causa de la Patria libre. Quedando mohínos los rea.
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14
listas
DOMINGO DE MONTEVERDE.
ante la audacia
de sus adversarios,
y mús aún
al penetrarse de que el nuevo partido que se levantaba reivindicando la Libertad por tres centurias humillada, estaba resuelto á luchar hasta la muerte en
favor de las nuevas ideas.
A excepción de algunos pronunciamientos
realis_
tas ocurridos en los últimos meses del año, y que fue.
ron sofocndos pronto.mente por las armas republica_
nas, á pesar de la poca habilidad
de los Jefes milita_
res que las comandaban,
poco digno de contarse OCllrrió en la Costa Firme basta el 2 de Marzo de 1811 ;
día en que se reunió el primer Congreso de Venezuela,
compuesto de lo más florido de la sociedad del país,
de ciudadanos ricos en dotes de alma, en extremo re.
sueltos y decididos á ofrendar
sus vidas por 13. Li.
bertad.
Esta Corporación, que debía dar al país institt:cio_
Des francas y decisivas que fijasen el verdadero s€nti.
do de la revolución y sirviesen de estela luminosa
al porvenir risueño de la naciente República, procediendo como los jacobinos de Fro.ncia, no paró m::en.
tes en consideración
alguna respecto del pasado, y
deseando romper de un solo golpe y decididamente
con la madre España, expidió un acto legislativo, el
Acta de su Indepelldencia,
en la cual declaraba que
rompía solemnemente sus vínculos do vasallaje de la
Metr6poli y se constituía
independiente.
Desde este momento
en Nación soberana,
todo lo que en
libre é
la revoluci6n,
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DOMINGO
DE
:MONTEVERDE.
15
asi como en los hombres, medio adeptos ó medio enemigos de ella, habia sido equi vaca, tomó un carácter
franco y so formaron dos partidos, intitulados el uno
Realista y el otro Independiente, qne lucharon á
porfia con heroísmo incomparable hasta el completo
aniquilamiento
de aquel que, defensor de las antiguas
tradiciones y atado al victorioso carro de la conquista,
juzgaba que era un crimen de lesa_majestad, unrt. infame traición contra todo principio,
el hecho de que un
país tratara de ser gobernado por sus propios hijos,
sin sujeción alguna á poderes extraños.
Hase criticado al Congreso de Venezuela el hecho
de esta ruptura brusca y atrevida con la España, en
momentos en que, siendo una de sus Colonias del
continente menos rica y poblada, el Gobierno carecía
de los recursos necesarios para hacer frente á la gue.
rra que había de desencadenarse
inmediatamente,
arrastrando, por otra parte, la opinión de que gozabaell
el pueblo, enemigo por lo general de toda innovación,
al partido realista; pero, á la verdad, los hombres de
aquella Asamblea,
convertida ya en poder público,
no podían hacer otra cosa ni obrar de otra manera
sin faltar á sus deberes y á sus ideas. Dado el primer
paso bacia la rebelión, preciso era seguir adelante á
costa d. perecer con ignominia al impulso de los primeros arranques
<.lelenemigo ofendido, del amo á.
quien se había tratado de poner {i. un lado con prescindencia de sus opiniones. Además, para los partidos políticos en acción, toda situación equívoca es
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16
DQ)IlNGO
más bien funesta
DE :MONTEVERDE.
que útil. La conciencia
pública no
se engaña fácil mente ni por mucho tiem po, ni es po.
sible formar partidarios
ardieutes y leales sino procediendo
con franqueza
y resolucióu.
Cuando
se u.efienden la verdau y la justicia, las reservas
mentales, como la falta de energía en la acc:ón, más
comprometen
la cUU¡;Udefendida que la favorecen.
Despues del Acta de l¡t Iu\lepellllencia, el Congreso procedió á expedir la Constitución, que acabó de
echar la línea divisoria entre la., idcas lllle,as y las
ideas viejas, y de tildar los dos partidos q uo habían
de comprometerse en la lucha cou furor implacable.
"Ningún código político, autiguo ui mod'3f!l0, se
aventaja al venezolano de 1811 en la filantropía
de
sus principios, en el respeto consagrado á l:>s derechos individuales y populares, en las precauciones to.
madas contra el despotismo." Pero jamás nación al.
guna adoptó una Ley constitucional menos 8,propiada 6. sus circunstancias,
intereses de actualidad,
más en contradicción
menos revolucionaria,
con sus
en fin.
El Poder Ejecutivo, á semejanza del primer Con.
sulado francés, se confió á tres individuos, en mamen.
tos en que era preciso entregar
toda la suma posible de autoridad,
ií un solo hombre
para buscar la uni.
dad y prontitud en la acción y poder contener'al ene.
miga en los límites de lo jU¡;to.
Se tomó por base del Gobierno, imitando d ejem.
plo de los Estados
federal,
Unidos, el sistema
en circunstancias
difíciles
represEmtativo
en que la Naci6n
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DmnXGO DE l\IOXTE'\ERDR.
17
ha uebido aparecer como 11 n to,lo com pacto, atenta al
mandato de un solo Gobierno, :í. fin cle evitarse rivali.
dades mezquinas
de soberanía
y de poder di&poner en
un momento dado, !iin polémicas estériles ni contra.
dicciones, de todos sus rccu rsos.
Y, por último, para no cansar tanto con el estu.
dio de aquella Ley funJamental,
se Jió tal latituu
al derecho individual, que ,L fuer;r,u Je querer hacer
ti los hombres demasiado liures de un solo golpe,
después de ulla servidumbre Je tres ¡;iglos, las gran_
des mayorías se asustaron de los derechos concedidos
á los ciudaJanos,
y fiuspiraron por la vuelta de sus
opresores, creyendO que se las arrastraba
quía y al pillaje.
á la anar.
El benemérito
General Francisco
Miranda, que
había de ser á poco la víctima expiatoria de semejan.
tes desaciertos, si se quiere suuliwes por su grandeza
y filantrópicos propósitos, y por la nobleza y lealtad de
sus autores en sacrificurse por ellos, firm6 como Vice.
presidente
del Congreso la COlJstitución, persuadido
de su ineficacia. y
COIl
reparos acerca de varios puntos,
que muy pronto hicieron
y á fill previsión.
honra
á su tino político
A IlO dudarlo, aun cuando el Congreso de Vene.
zuela no hubiera. expedido el Acta de Independencia. y
la Constitución á que aluJiwos, siempre la España ha.
bría tratado de sujetar la Colonia nI régimen á que la
tenía sometida. Pero es evidente q lI0 con u ti poco más
de cordura al constituír el país, so hubiera. evitado el
2
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18
DOMINGO DE MON'rEVERDE.
hecho de que se formara en el seno mismo de la Nación,
ese partido que por tánto tiempo luch6 contra la República, y que sirvió siempre de núcleo al enemigo
extranjero para una guerra tan desastrada y tan larga.
Apenas 6e tuvo conocimiento de las nuevas in:;ti.
tuciones, fueron los canarios residentes en las pro.
vincias de Venezuela, á pesar del íntimo converLCÍmiento que tenían de que esta Colonia era como
las otras de la América española, una factoría. mal
administrada, sujeta {( todas la restricciones posibles, los primeros que encendieron la hoguera clevas.
tadora de la guerra; recibiendo el 11 de Julio en la
llanura denominada de loe; Teques un buen escar.
miento por las tropas libres.
A los canarios sucedieron en la insurrección 1.os
paisanos de la provincia de Valencia; quienes desconocieron la autoridad del Congreso para dar insti.
tuciones al país; proclamaron la soberanía de Fernn,ndo VII y se armaron para sostener al Gobierno de la
Regencia.
'l'rabajo, y no poco, costó al nuevo Gobierno VEtncer este alzamiento, pero al fin de largas faenas el
General Miranda logró rendir tÍ. Valencia en donde se
había concentrado el enemigo, después de dos días de
sitio y á costa de más de novecientos muertos de ambas partes!
Este nuevo triunfo del Gobierno, en vez de delialentar á los desafectos les <lió mayor energía, y continuaron la insurrección en distintos puntos del territo.
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10
Do:i\fINGO DE 1.IONTEVERDE.
rio y con especialidad en bs provincias de Occidente,
sobre las cuales Cortabarrí!l,
en cumplimiento de su
cometido, enviaba desde Puerto-Rico
remesas de hom.
bres y de elementos de guerra.
Por aquellos lados empezó MONT~~VERDE su carre.
ra militar, hacia principios
del mes de Febrero de
1812, á las 6rdenes del Brigadier don Juan Manuel de
Cajigal.
Conveniente es que antes de entrar á relatar 108
hechos guerreros de aquel caudillo intrépido, á quien
la fortuna se manifestó por algún tiempo propicia,
demos á conocer su persona física y tracemos algunos
rasgos, los mús característicos,
acerca de su modo de
ser moral.
v
Así como el clima tiene
una
influencia
no poco
significativa en la parte física y moral del hombre, la
fisonomía del individuo ejerce un papel no menos im.
portante
en las simpatías y antipatías ajenas. Y es
porque desde que los hombres viven en sociedad y
la. destreza.
y la astucia
reemplazan
en eUos á la
violencia, han tenido necesidad de descubrir
por el
estudio de su físico los indicios de su carácter moral 6
interior. Tal es la importancia y dignidad del rostro
humano, que reúne en sí solo los órganos de todos 108
sentides, poniendo cada cual de relieve á laR ojos de
los demás I~s emociones ue que es susceptible.
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20
DOMINGODE ::1l0XTEVERDE,
MON1'EVERDE tenía un rostro varonil con todas
sus facciones simpáticas; distinguiélldose aq uella fi:,o.
nomía. en tres cosas: la nari'l que era aguileña 6 real,
como dice Plutarco quo la tellÍlt Ciro; los ojos muy
negros y grandes, vivos y penetrantes, y la frente ·as.
paclOsa.
Su talla. era delgada y alta; sus movimientos COl'.
porales vivos, in<.licatÍvo <.leun temperamento
exci:a.
ble y nervioso;
el tono de su voz grave, y su color
algo moreno, muy igual y delicado.
Tenía abundantes
caheIlos rizos;
muy poca.
barba, pues apenas cllseñaua un poblado aunque co/'to
bigote que no le alcn llzaua á cubrir el labio su periar,
y que por Sll negrura hacía contraste con el ma rfil
de sus dientes cuando sonreía.
Todo su porte cra gallar<.lo, y en su exterioridad
no había nada de desagradal>le, aun á. b. mirada más
exigente.
Habiendo vivido en España con recurS08 sufi.
cientes para ahrir¡;e lus puertas de la sociedad de buen
tono, adquirió con el roce de las gentes cultas
excelentes
maneras,
" y en los salones, especialme:lte
cuando estaba en compañía del bello sexo, dice J.
Bussi, daba encanto ver aquel hombre que tenía atraco
ciones y frases para todos, y una delicadeza de moda.
les cual UD príncipe de lo. sangre educado con esmero
en una sociedad regia."
Moralmente, al partir de sus becbos, MONTEVEltDE
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DOl\fINGO
21
DE :MONTEVERDE.
gozaba de grandes cualidades, así como era víctima de
graves defectos.
Para su edad, pues que apenas contaba veinticua.
tro años cuando llegó á las costas occidentales
nezuela, era bastante la instrucción
pues sabía varios idiomas, aIganos
de Ve.
de que gozaba:
ramos de las ma.
temáticas y era versa(lo en la literatura castellana.
Como escritor, han qUtda(lo do él algunas piezas
que si bien
carecen de importancia
que se refieren,
por el asunto
demuestra n q uo no lo faltaba
ginación.
Poseía una ingenuidad
á
ima.
no exonta do malicia;
y se
mo~traba en ocasiones sensible, sin afectar tristeza.
Joven,
se exhibí:. en In. f¡-C:;CIl
m de sus pasiones
franco y amlall, sin temor de nada ni de nadie, pues
que la mañana de la '.'icla no tu va en él hipocresías;
esos achaques propio,> de las alllla~; que declinan, bien
por cierto grado de exc:epticisll1o r¡ \le trae
vejez, ó bien por 01 conocimiento
consigo la
rllrc se adquiere
del muudo real, que IIlub todas las e"peranzas arran.
cando una á lina las ilusiol1e~ del corazón.
Aquel homhre no era de malos ó depravarlos instin.
tos, y si al través de un cortísimo período de su vicia lJe.
g6 á cometer errores de no poca importancia y graves
faltas; débese esto más que ti su voluntad ií crimina.
les consejeros que lo rodoaron y de qne él, como to.
dos los gobernantes que so dejan r.edllcir por el de.
monio <.lela adulación, no tuvo 01 valor de libertarse.
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22
DOMINGO
DE 1>fONTEVERDE.
En campaña era demasiado activo é intrépido, y
tenía golpes de vista decisivos.
Sabía retirar sus tropas del teatro ue las opera.
ciones en un momento dado, cuanuo así lo eKigía la
situación; y conocía cuándo y cómo debía arrojarlas
6 un determinado punto, para resolver la suerte de
las armas comprometida.
Su táctica militar era una intuición de SlI genio;
desde luégo que no había estudiado la teoría del arte
de la guerra, ni sido jamás experimentado en 108
campos de batalla.
Sus soldados lo estimaban porque en\ con ellos
amable y generoso, atendienuo siempre con gran so..
licitud á sus necesidades.
Alma de niño, frívola y superficial en casi toda
serie de asuntoil, gustaba mucho de los galones; creo
yendo que era al brillo de los dorados que hacía
más viso y atraía la atención hacia su individua.
lidad.
No codiciaba el dinero, y si ambicionaba. el mano
do, era mús bien por el honor de adquirir una posi.
ción que le diera un nombre, que por la triste idea
de asaltar las arcas públicas y llenarse de oro los
bolsillos.
Aun cuando le tenía horror á la sangre, como lo
mar.ifestó prácticamente en varias ocasiones, permi.
tió contra su educación y sus instintos, qlJe' ella
se derramara por viles asesinos. Luégo veremos
quiénes son los verdaderos responsables de esos negros
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DOMINGO
DE MONTEVERDE.
23
hechos, que empequeñecen tanto más su memoria, cuanto mús infames fueron y menos necesidad
tuvieron de cometerse.
Por supuesto que al disculparle en cierto modo,
nosotros no pretendemos borrar la acusaci6n que la
historia. le ba hecho por ciertos actos de su vida. pú.
blica, nó ; lo que nos proponemos al pretender ate.
nuar los cargos que se le hacen, es juzgarlo con es.
tricta justicia, distribuyendo los actos crirninosos de
que aparece autor, entre él y los hombres que lo
acompafíaroD, según la parte que á cada cual corres.
ponde.
Conociendo que todo hombre dotado de algunas
facultades, y nacido en un tiempo en que éstas
pueden tener aplicación, dehe (~ la sociedad un es.
fuerzo que esté en relaci()n con las necesidades y
exigencias de la época. si MON'l'EVERDlfl se decidió á to.
mar partido en la causa realista que. sio duda algu.
na, no era justa, !.lO es como dice Baralt" por odio
á los americanos que reclamaban su independencia
y sus derechos"; ni como afirma Urquinaona " por un
mal instinto que le ponía de manifiesto el éxito ;"
porque aquel caudillo ni tetiía esos rencores que
hacen proceder sin reflexión, al impulso brutal de las
pasiones; ni era de esos espíritus que sólo se deciden
cuando alcanzan á ver próximas sus propi:\s conve·
niencias. Hizo la guerra á la República. porque en
aquellos tiempos calamitosos, la República no era en
la. América meridional un sistema, sino una idea
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24
no.MI.NGO
DE l\IO~TEVERDE.
aventurada;
cuya sublimidad
zación, no era racionalmente
y posibilidad
comprendida
de reali.
sino por
unas pocas almas que subitmdo IÍ la cima del ap()~to.
la.do, qnerÍan romper abiertamente
con el pa:;ado
en beneficio común de los pueblos.
El hecho de que MONTEVERDE
haya sido reaLsta,
nada prueba contra sus buenas cualidades ni Stl carácter, ni amengua en lo más mínimo sus méril;os;
porque lo que empequeñece
al hombre son sus lOa.
los procederes, y en ninguna manera. la circunstan.
cia. de pensar de é~te ó aquel modo, siempre que t,)da
convicción sincera, por errada qne tí. nllestro juicio
parezca, tiene su grandeza y dehe ser respetada.
En resumen, MOX'l'EVElWE tenía méritos que le
dieron una posición respetable: entre ellos clara ín.
teligencia, valor á toda prucb'l.. gran acti vídad é i)s.
trucción regular,
en cuanto á su eda(l em posible.
Fue vanidoso, complaciente,
débil para COIl StlS ami.
gas y copartidarios,
y gustaba de la adulación, de.
fectos que lo llevaron al descrédito y acclemroll Sil
ruina;
pero, it¡uién pnede tirar la primera piedra
jactándose de perfecto I
VI
Cuando Cajiga! y
lIIONTEVERDE,
Capitán entoncl3S
sin haber militado, arrib:nou á Coro, h:~cía la guerra.
á los libres por aquellos lauo¡; don José Ceballos:
hombre
buello, sencillo, timorato y de pocos alcances'j
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DOmNGO
25
DE ~[ONTEVERDE.
incapaz de ningún acto intrépido, aun cuando no ca:
recía de valor, y cuyo Hi~tem~ era el de ponerse
siempre á bdefensivD.; " que si bieu conveuiente, como decía Napoleóu,
cuundo se lucha contra un ene.
miga avisado, superior en fuerr.:J,s y recursos, es pé.
sima y proporciona
grandes ventajas alll.d versario,
cuando se está con laR elementos del caso para tomar
la ofensiva."
Cajigal, más que disgu::;trulo, irritado
con Ceba.
lIos por la lentitud con que procedtil., lo qne le hacía
perder un tiempo precioso, desde Illégo que la celeri.
dad en los movimientos dispone en gran parte del éxito
de la campañfl, envi() ú. i\r(J~,(,¡';\'EltIJ¡.; al campamento
de aquel Jefe, á fin de qlle le iuflllldiera muyor áni.
mo y lo obligara ií ponerse en actividad, lanzándose
sobre las provincias
internas
de Vcne7.neb.
Bmpresa
que en <'.quel ticlnpo uo era terner.tria ni arriesgada,
dada In. sitnaci(íll au:irquica CIl q\\e ~e }¡allahan los
libres, debitlo ú b ineficaci,t de las illstitllciooes que
se habían da(lo, (¡ ri validados de ma lJ(lo entre los .T efes,
y al desharaju>;te que reinalJ:l. en el Gobierno.
MO~1'EVEn DE, ta n acti va como petu !ante, amigo de
la ostentaci6n y n.ficiouadbimo al manuo, empezó ti
sugestionar sobre el carácter pacato tle Ceballos ; pero
éste, firme en su inacción, y cadn. ver. más apegado á
Sil sistema
dcfemivo,
coutra un enemigo que ni
siquiera estaba cercano ni daha trazas de perseguirlo,
no tenía en naua ni daba valor algnno á. las indica-
-ciones q.uo so le hacían. "El Capitán
1\IONTEVERDE,
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26
DOMINGO
DE MONTEVERDE.
escribía tí Cajigal, no ahorra medio por meterme en
aventuras, que yo no acepto, porque no tenemos
para qué comprometer nuestra brillante situación."
Dos ó tres días después de conferencias inútiles,
en las cuale!;, al cabo no fueron raros 1011 ultrajes de
palabra que por una y otra parte se dirigieron aque.
llos dos .liscutidores tan opuestos en carácter é ideas,
el canario, juzgando, en lo que no se equivocaba, que
le era llegada la ocasi6n de mandar y hacer viso, di6
principio á su carrera bélica formándose un plan que
debía llevar á cabo inmediatamente.
Consistía éste en obligar á. Ceballos á protejnr
un pronunciamiento que á favor de la causa de Espa.
fia pretendían hacer los vecinos del pueblo de Síqu:i.
síque, cercano del campamento realista como á digo
tancia de una jornada de tropa. Protección qua
consistiría, como en efecto aconteci6, en enviar lí
aquel poblado al mismo MONTEVERDEcon ciento
cincuenta hombres reglados y algunos fusiles qUE!
debía poner en mano.
Vamos á ver en seguida lo que se proponía el
audaz isleño al comprometer á su inmediato Jefe
con este paso que, antes de tener algo de aventurado, era muy propio y común en las consiguientes
evoluciones de la campaña que proyectaba.
MONTEVERDE
lleg6 á Siquisique el17 de Marzo, y
con gran satisfacción suya, encontró que desde el 15
se babían acuartelado cerca de dO!;cientos hombres
que, aunque bizoños en asuntos de guerra, hacían
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27
DOMINGO DE MONTEVERDE.
ga.la de un poderoso entusiasmo, y parecían
tos á morir por su amado Rey, proscrito
trono de la Península.
Aprovechando la. coyuntura
oportuno para sus pretensiones,
resuelaún del
de un auxilio tan
organizó sin demora
aquella gente, la armó cuanto mejor pudo y se hizo
proclamar su Jefe; saltando de un solo brinco de Ca.
pit!m á General; títlllo que se hizo dar de sus parcia.
les sin embarazo ni rubor alguuo.
En extremo engreído y contando
con que
la es.
trella que guiaba su buena fortuna no le negaría aUII
resplandores, se hizo la resolución de ohrar por su
propia cuenta y riesgo, con prescindencia
absoluta
de Oajigal y de Caballos; y para que así se supiera
dirigió á este último la siguiente carta:
"Señor Brigadier don J086 Ccball08 :
Compat1'iota :
" El pronunciamiento
jor de lo e'lperado.
de Siquisique
ha salido me-
Mucha gente se ha puesto
á mis
órdene3, toda decídilla y al parecer valerosa. Con
esta fuerza, que está resuelta tí pelear, y la columua.
que usted puso ú. mis órdenes, pienso hacer sin de.
mora una excursión sohre las tierras de Ca.rora; en
donde espero hallar nuevos recursos y obtener algu.
na'l victorias que disciplinarán la trop:\ que comando,
preparándola
para entrar en campaña formal.
" Muy funesta es, mi querido Brigadier, la inac.
ci6n en la guerra.
Usted debe levantar
cuanto antes
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28
DOMINGO DE MONTEVERDE.
BU campamento
y seguirme á cortas jornadas,
guaro
dando mi espnlda y protegiendo,
ya mi lado dere.
cho, ya mi izquierdo,
del enemigo.
"Confíe
según el ca~o y las operaciones
usted en que saldré bien en todo, al me.
nos así lo espero, y no olvide tí. su afectísimo,
" DOMINGO DE MON1'EVERDE.
"Campo de Siquisique, á 19 de Mct1'zo de 1812."
Ré aquí convertido en veinticuatro horas, al que
había sido sim pIe servidor, en señor, al humilde su.
balterno, en Jefe. Y no siqniera en un Jefe pasivo,
de esos que á pesar de seutirse con aptitudes
para
ser algo más del papel que desempeñan, viven bajo
el peso de su boLonomía dentro de cierto radio, cie.
gas instrumentos de otros que, sin mayores méritos
ni cualidades, se les impouen; sino en un Jefe altivo,
que rnuuda, que se hace obedecer, que se impone, en
.fin, sin temer ningnua especie de responsabilidad.
Forzoso es confesar <¡ne para proceder de tal
manera, es necesario ser algo más que una me.
dianía. Semejaute especie de atrevimientos,
á que
un notable escritor del siglo califica de sublimes, son
.propios de los grandes corazones ; d~ esas alma!> que
creyendo en el destino, tienen, como decía Rume,
•• una visi(ín más 6 menos completa del porvenir, y
veu seguir delauto de ellos In. estrella
-espíritus su perio ros."
que guía. á los
..~.. Como MON1'EVERDE se lo anunció á Caballos en.la
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29
DO)IINGO DE ~IOl\TEYElmB.
carta trascrita, se puso en el acto en cn.mpaña Robre
laR tierras de Curara;
colocálldose al frente de b
plaza de este nombre el día 2-~ del citado mes de
Marzo al amanecer.
Carora estaua defendida por seiscientos hombres,
tropa toda colecticia, que dirigía el Comandante Pe.
dro Gil; quien sin esperar á ser atacado, se fue tí. ban.
deras desplegadas sobre los realistas, r¡lIe ocupaban
una pequeña cminencia
mamente
al ocaso uel poblado.
Pr<íxi.
serían las diez del día, cllanclo so rompie.
ron los fuegos
simultáneamente
haciéndose muy vivo el combate
hora en que los bisoños
por
iÍ
umbas partes;
eso de
las doce,
soldados de Siquisique
desfi.
laba.n del campo á trote largo, para ir ú refugiarse en
la serranía que al occidente domina el pueblo de
Carora.
lIONTEVERDE, que babfa hecho basta entonces
poderosa fatiga, comprendió que tenía perdida la acción, y que para restablecerla y salir cou honra, era.
preciso un golpe lle audacia sin pérdida de momento.
Así fue que, aceptullJo
una po~trera resolución y
dando mayor impulso tí. su brío, reunirí en un solo
grupo los ciento cincuenta homhres que babía recio
bido de Ceballos y cargó á la bayoneta sobre los pa.
triotas, los cuales se pusieron á poco en derrota
yendo
á guarecerse
en la misma colina á donde se habían
dirigido los de Siquisique.
Allí, derrotados de una y
otra parte, fueron hechos prisioneros en las primeras
horas de la tarde, y puestos en fila en medio de
los
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30
DOMINGO DE ~[()~TEVERDE.
soldados vencedores, entraron iuntos á Carora dando
vivas ti MON'l'EVERDE.
Respecto del Comandante Gil y de los Oficiales
patriotas que habían sobrevivido al combate, que
costó más de ochenta muertos de ambas partes, el
Jefe realista no quiso tomar venganza alguna; antes
por el contrario, (landa recomendables muestras de
su benevolencia, incorporó en sus filas, con el mismo
rango militar que tenían, á dos ó tres Capitanes que
quisieron seguirlo, lo mismo que á los soldados libres, y á los demá" los puso en libertad y les di6 di.
nero para que se dirigieran á doude á bien lo tu.
viesen.
Este primer triunfo de MONTEVERDE, que era á
la vez su cxtreno en los campos de batalla, lo hizo
crear, como era natural, una mayor confianza en su
propio genio y buena fortuna, y al partir de seme.
jante venturoso día, se crey6 invencible y cap'\z de las
más temerarias empresas guerreras.
Diligente, al tercer día de aquel en que tuvo 1'1gsr la acción de que acabamos de dar cuenta, había.
ya organizado un ejército de mil hombres, allegán.
dose suficientes recursos para continuar la campaña,
que pensaba dirigir sobre la provincia de Caracas,
~ pesar de la buena situación en que se encoIltraban
allí los independientes; quienes temerosos ya de la
nueva tempestad que se desencadenaba, amagando de
muerte la República que acababa de nacer, entraban
en mayor juicio y se tra.taban de organizar mejor,
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DOMI~CO DE MONTEVERDE.
31
para defender lo que llamaban" SIlS imprescriptibles
derechos, y las tutelares instituciones que se habían
dado."
En este estado las cosas, no fueron solamente los
hombres los que conspiraron contra la Lihertt\d y re.
generación de Venezuela., lo fue también la natura.
leza que-iracunda di<Íel 26 del mes en referencia
un golpe terrible á la Patria naciente, difundiendo
por todas partes el pavor, el estrago y la muerte.
Queremos hacer alusión al terremoto que tuvo lugar
este día, que sepultó bajo sus ruinas un considerable
número de personas pacíficas, convirtió las principa.
les ciudades de la República en pavesas, y hundió
bajo sus escombros las mejores tropas que los patrio.
tas tenían en Carr.cas, la Guaira, San Felipe y Bar.
quisimeto j sirviendo al fanatismo para debilitar la
opinión, ciego en probar que aquel ~acudimiento
de la tierra no había sido un fenómeno natural, Rino
un palpable y manifiesto castigo del cielo contra 108
patriotas, por haberse sustraído á la obediencia de su
católico Monarca. ; para cuyo efecto hicieron notar la
circunstancia de haber sucedido aquella. horrible ea.
tástrofe en Jueves Santo, día precisamente eu que
habían fido depuestas en 1810 las autoridades y Ma.
gistrados espafioles.
Movida por estas malas mañas la religiosa. credu.
lidad é ignorancia. de los pueblos, f{¡cil es presumir
el partido que del terremoto sacaran los realistas, á
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32
DO;-\I~GO
DE :JION'l'EVERDE
qlle de hombres y al'.
más de las pérdidas positivas
mas tuvieron lor-;patriotas!
MON'l'EVEIWE,
que !lO em homure dalla á despre.
ciar nada que pudiera fa~orecerlo, aprovechando
la
coyuntura que le hauíi\ pn;'cntado la cnsl\ali.lad, se
movió de C¡tfom sobro B:m.Juisimeto, y ocupó esta
(Jiudnd el 7 de Abril; deselltermlJ(lo do debajo de 1:\s
ruinas de los cuartele~,
chos y armamento,
una gran cunti,lad
con lo cual
equipar bien su ejército, que
plaza á dos mil hombres.
hiw
acabó
de pertr'3-
de armar
subir
y
en aquella
En seguida. continuó su marcha en dirección 6,
San Carlos, en busca del Coronel Diego Jalón que
estaba estacionado en aquella ciudad con mil infan_
tes y trescientos jinetea;
tropa toda, Como era lo natural en aquellos tiempos lle Rervilismo y profuuda
ignorancia,
r-;inmayor organización ni llisciplina.
El 25 por la mañana fue atacado JaU;n con recomen'ln.ble vehemencia,
y ti las cinco horas de como
bate, después de her,)icos esfuer7.os por u oa y otra.
parte,
la victoria estaba lle p;nte lle los libres;
mas
cuando é,ta iba tÍ decidirse, la cahallerÍa patriota hubo
de cometer
una. gran traición pasá.nllose al ene.
miga, y tal hecho, que costó
muchas
pérdidas á los
defensores de la Libertad,
dió un triunfo completo
á los realistas.
Esta victol'Ía que termina
la primera
campaña
de MON1'EVERDE,
además de Í<lvorecerlo con mayo.
res recursos,
hizo
que muchos pueblos de Occidente
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DOMINGO
DE lIIONTEVEHDE
33
se declararan por la causa del Rey, y que In. guerra
adquiriorn. una faz distinta de la que había tenido
hasta entonces.
VII
Apenas tuvo noticia el Gobierno republica.
no, creado por la Constituci6n <.le 1811, de esto últi.
mo triunfo sobre el benem~rito Jalún, empezó ú.
tomar medidas en~rgicas para contcnor In. invasi6n
que sobre Carucu5 intentaba el engreíJo canario.
Fue la primera de é~tas, acauar con el Ejecutivo
plural, toda vez que el Gobierno del triunvirato poco
provecho había reportado ú la causa; y la segunda,
declarar la Dictc¿dura. Cargo que so confi6 al
ciudadano Miranda; entregándolo además el mando
supremo del ejército, con el título do Genemlisimo.
Digamos algo acorca de esto héroe, para que se
vea con quién iba á entenderse pr6ximamente el
vencedor en C~Hora y San Carlos.
Miranda era de Oaracas. Nació de una familia
rica y de influjo hacia mediados do 1750.
Inclinado desdo su juventud á la carrera de las
armas, fue tí la Península ú seguir los e5tudios corres.
pondientes; y cuando la España y la Francia. deter.
minaron tomar parto en la guerra do la Gran Bre.
taña con sus Oolonias, Miranda formó parte del
ejército espafiol que fue destinado á la América del
Norte. Allí hizo la campaña con resignación y reco.
mendable valentía, y en aquella tierra clásica de la.
3
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34
DmfINGO
DE MONTEVERDE.
Libertad, en donde adquirió el grado de Coronel de
milicias, aprendió á amar' bs instituciones
republi_
canas, que desde entonces
lítico de Sll inteligencia.
Terminada
la guerra
constituyeron
de América,
á servir en la Isb. de Cuba, á órdenes
general, don Juan Manuel de Cajigal;
tinguió con su amistad
de campo.
el ideal po.
fue destinado
del Capitán
quien lo dis.
sincera y lo hizo su Ayudante
Después do alguuos años de residencia
y dándose á viajar, visitó
resolvió conocer la Europa;
sucesivamente
la
Inglaterra,
tria, la Italia
y la Turquía;
des utilidades
para su espíritu,
un talento
paciente
de primer
observador
los hombres.
De Turquía
en Cuba,
la
Prusia,
de lo cual
orden,
el
AWl.
reportó gran..
pues que sobre tener
era
de los hechos,
regresó á Francia,
muy
estudioso
:Y
de las cosas y de
y de allí pasó otro},
vez á Inglaterra,
en donde fue presentado al famas!)
Mr. Pitt, á quien
propuso un plan, como lo había.
hecho en Rusia á la Reina Catalina n, tendente á I;L
emancipación
política de las Colonias españolas de la
América del Sur.
En 1791 volvió á Francia atraído por la gran re.
volución que aquel pueblo eminente hacía contra la:l
instituciones monárquicas en favor de la Libertad uni..
versal, y una vez en París, fue invitado por el Minis ..
tro de Guerra
Servan,
ejército de la República;
para que tomase servicio en e1
lo que hizo con el grado dEl
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DmrrXGO
Mariscal,
(Í
tiempo precisamente
francés era invadido
35
DE ~IO~TEVERDE.
en que el torritorio
por oxtranjeruo
fucrzD.s.
En 1792 y 93 tuvo el honor de rcchu;r,ar alIado
de los mús notables
Generales
de Francia,
los ejér.
citas imperiales
prusianos, y el de conquistar
la
B~lgica ; ganúndo¡;e por Sll valor y pericia. milita!' el
grado de Teniento General.
Mas luégo, el mal élCito del
bloq !leo de Maes.
tricht y la pérdida de In. batalla de N emiuJe, en la
que mandaba el ala i7.quierda del ejército, lo perdie_
ron en la opinión;
teniéndosele
como cómplice en
la. traición ejecutada por Dnmouriez.
Llevado ante el abominable Tribt~nal
~'evolucio.
na?'Ío de París, su causa fue discutida
en once se.
siones consecutivas,
y desvaneciendo
con incompa_
rable altivez y digna energía todos los cargos que se
le hicieron, salvó su cabeza del cadal~o y fue lleva.
do en triunfo 6. su habitaci6n
por el pueblo entu.
siasta .
.Miranda concret6 desde entonces todo su pensa.
mien~oyactividad,
á buscar los medios de independi.
zar 6.su Patria;
sus conferencias
así es que, renovando on 1797 y 98
en Londres con Pitt sobre el particu-
lar, tuvieron buena acogido. sus proposiciones j pues
que en aquella época entraba en la política del Gabinete inglés) el plan de hostilizar
á la España en
sus posiciones ultramarinas.
El proyecto concertado
por
Pitt
pudo llevarse á cabo por consecuencia
y Miranda
no
de los cambios
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36
DmIINGO
DE lIfONTEVERDE.
constantes que por este tiempo sufría la poHtica
europea. ; pero en 1801 volvió á revivirlo nuestro hé.
roe ba.jo la. administración de lord Seymonth; fracasando también en esta ocasión, por la circunstancia
de haberse firmado los preliminares dell'ratado
de
la. paz de Amiens.
Varias otras diligencias practicó 1Iiranda acerca
de algunas Cortes europeas para obtener recur:;os
con qué llevar adelante su empresa, hasta que cansado de luchar en ualde en aquel Continente, vino
á los Estados Unidos á mediados de 1805, y allí form6 la famosa expedición que, dirigiéndose hacia la
Costa.Firme, fracasó en las Costas de Ocumare el 25
de Marzo de 1806, bajo el Gobierno de Vasconcelos.
De vuelto. entonces ti Europa, permaneció una.s
veces en :Francia y otras en Ingbterra, hasta 1810, en
que algunos compatriotas suyos le instaron para que
viniese á Caracas á tomar parte en la revolución quo
se había iniciado, contra el tiránico poder de la Me.
trópoli.
Era de este hombre, de tina erudición poco común\
práctico y demasiado entendido en asuntos de gue.
ra i enérgico, decidido, talentoso y de un va.lor á to'
da prueba, de quien el Gobierno constitucional de
Venezuela echaba mano pHa contener los progresos
de MONTEVERDE, entregándole sin reserva alguna la.
suerte de las armas y los destinos del país.
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37
DOMINGO DE MONTEVERDE.
VIII
Apenas
se encarg6
á reunir y organizar
racterística,
Miranda
del mando,
con la actividad
que le era ca.
y que su edad le permitía,
cientes para hacer frente á la amenazante
que se proyectaba
sobre Caracas.
Era la plaza de Valencia,
larse, el punto objetivo \le las
go; porque de su ocupación,
gran conquista, dependían en
dos movimientos
que le eran
empez6
tropas
sufi-
invasi6n
pronta siempre tÍ rebe.
operaciones del enemi.
que significaba una
gran parte determina.
en extremo favorables.
El Generalísimo, comprendiendo las ventajas de con.
servar aquella población, encargó Sil Jefensa al brioso
Coronol Miguel Uztariz.
Hombre éste do honor y experto' militar, se ha.
lIaba resuelto ti sostener In. plazfl hasta la última
extremidad,
pero á su pesar tres poderosas circuns.
tancias lo obligaron fÍ. abandonarla:
fue la primera,
el hecho tie que para el cumplido de su cometido no
se le habían dado sino mil 110mlJres, bizoños casi
todos, al paso que MONTEVX;RDE contaha ya con cua.
tro mil; la segunda, que los habitantes de la cilldad
estaban, por lo general, afiliados (Í la caur-;a del Rey,
y aunque desarmados,
no dejaban ue hostilizar á los
patriotas por cuantos medios les eran posibles; y la
tercera y principal, que siendo Valencia una ciudad
escueta,
necesitaba
para
ser defendida
por algún
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38
DOMINGO DE MONTEVERDE.
tiempo de artillería, y él carecía. de esta arma; ha.
llándose su salud, por otra parte, en un estado
deplorable.
MONTEVERDE, siempre animoso y emprendedor,
tomó sus disposiciones para una gran batalla sobre
la codiciada. Valencia, y dirigiéndose tí. ella so PUHO á
su frente tí. una legua de distancia, el día 2 de Mayo
al cerrarse la noche. Uztariz entonces se retir6 de
la ciudad en buen orden y en presencia del enemigo; quien no se atrevió á seguirIo juzgando que
este movimiento era más bien un acto estratégico
que una retirada; mas al día siguiente por la mafíana convencido de lo contrario, pues que los patriotas continuaban su marcha hacia la Cabrera, tomó
posesión de la plaza y senuí sus reales en ella; dá.n.
dose á estudiar mús seriamente el Jefe canario h !'li.
tuación en que su buena suerte lo habí¡\ colocado y
el modo como debía aprovecharla mejor.
Mucho contrarió ú ~'liranda la retirada de Uztariz, y para enmendar este error, envió al Coronel
Manuel de las Casas ú. decirle que volviera 6.recupe.
rar dicha ciudad; lo que aquel intrépido Jefe trató
de hacer, experimentando un revés, de no poca im.
portancia, el 4 de Mayo en el sitio del Morro. Mar.
chó entonces el Gencralísímo precipitadamente al
sitio denominado Maracay, en donde el peligro rocIa.
maba su presencia, y una vez allí, tomó disposicbnes
dignas de su pericia y genio guerrero, y dictó el plan
general de campaña que creyó conveniente.
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39
DOMINCO DE MONTEVERDE.
Era el punto principal
zas por distintos
de este plan,
enviar fuero
mdios sobre Valencia,
con el fin de
cubrir el flanco principal
de la plaza de Puerto Cabello, defendida por Bolívar;
quitade los recursos
á. 108 realistas; evitar que los pueblos comarcanOR
se pronunciamn
ú su fuvol;
y, por último, estre.
charlas en aquel lugar hasta ponerles sitio, batirlos y
rendirlos como lo había hecho el 27 de Julio de 1811.
El Generalísimo tenía Ull triste
concepto de
MONTEVERDE y de sus tropas:
"pronto cogeremos
á ese bandolerito de 1o.snarices," solía d~cir {i menudo; y esta opinión que no em aconsejad:Á por la pru.
dencia, que manda
estimar
en lo justo
conocido, y al enemigo dcsconociJo
en
al enemigo
mi͡;
de lo que
vale, fue, sin dud:1, el primero de 8U" desaciertos.
MONTEVERDE, babiendo
establecido un activo
inteligellte espionaje, al tener conocimiento
vimientos de S11S adversarios, resolvió, sin
por esto tí Valencia, di vidi r su ejército y
encuentro, poniéndose él en espectati va
sobre aquel
presencia.
frustrado,
punto
donde
Con esto,
el
el peligro
plan
reclamara
de }IiranJa
pues que varios de los cuerpos
cito, sin poderse D.uxiliar unos con otros,
é
Je los moauundonar
salides al
pam caer
su
quedó
do su ejér_
sufrieron
reveses continuados, ya debidos {L !as rápi(las marchas
de los realistas, ya al desaliento q uo cundió entre
algunos patriotas al ver que no era fácil vencer al
enemigo al primer esfuerzo, corno se les babía anun.
ciado, y ya. por ciertas rivalidades de mando que re.
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40
DOMINGO
DE M:ONTEVERDE.
viTieron de nuevo á pesar del peligro;
rivalidades
difíciles de aplacar, y que mantenían en perpE,tua.
contradicci6n
á los Jefes patriotas.
Miranda, al ver desvirtuado
su plan, así por los
acontecimientos,
como por sus mismos conmilito:aes,
resolvió, de acometedor que había sido, ponerse ,í la
defensiva; siguiendo las indicacione!> de algunos de
sus amigos que dieron en llevar á su espíritu la CODo
vicción de que este sistema era m(ls acertado.
No perjudican
menos á un ejército
consejos que la calidad de los Jefes. Al
mo se le había confia(lo la dirección
por consideración
á
Sll
antigua
los mt.loB
GeneraU8i.
de la campaña,
celebridad
y por res.
peto ti la majestad de S\1 persona; y él ha debido por
encima de toda consideración, puesto que iba ti sel' el
único responsable del éxito de la causa que se ha~)ía
confiado {¡, su valor y discernimiento,
organizar
me.
jor sus fuerzas, hacer respetar su posición y establecer el orden y la disciplina
entre sus subalternos.
Desgraciadameu
te hay reputaciones
tinadas ií. veces ú. ecbar
tí. pique
establecidas,
aquello
d'3S_
que se les
encomienda; porque, en efecto, no es posible dejar de
confiarles el mando, y una vez conferido éste, el público que descuure la insuficiencia bajo la auréola de
la gloria, en vez de subsanar lo hecho, 10 deja sub.
sistir y se poneú'
hizo necesaria.
censurar
la misma
elección
que él
Esto fue lo que sucedió, como lo vamos á ver E'n
breve, con el General
Miranda.
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41
DOMINGO DE lIONTEVERDE.
El hecho de no haber podido estrechar á Valencia y
coger allí á MONTIWERDE ; la circunstancia de haber.
se retirado del frente del enemigo para ponerse á la
defensiva, y la falta de energía para hacer cesar la
rivalidad entre los suyos, hizo que sus tropas le perdieran la confianza, que en lo sucesivo todos sus pro.
yectos fueran tímidos, que pereciera la República.
apena!! había sido alumbrada por los primeros rayos
del sol de la Libertad,
y que aquel varón egregio
fuera tí morir de desesperación y de miseria en el aro
senal de Carraca con una cadena al cuello!
Concentrado nuevamente el ejército patriota
en
Maracay, cerca de cuatro mil hombres, :Miranda, en la
seguridad
de que
sus adversarios
irían
{¡,
buscarlo,
se preparó para una defensa vigorosa, convencido
de que obtendría
la victoria. :Mas al tercero ó
cuarto día, viellllo que el enemigo no amagaba el
atacarlo,
Coronel
despachó una de sus divisiones al mando del
Antouio Flórez,ú practicar un reconocimien.
to á los alrededores
derrotada
ue Valeucia;
división
que fue
por MO~TEV:¡';ltDE el 8 de Mayo en el pue-
blo de los Guayos, á. consecuencia de haberse pasado
á. los realistas, en lo recio de la lucha, uno de 108 bata.
llones patriotas.
Al tener el Generalís'imo noticia de est.a nueva,
que le cost6 más de doscientos hombres muertos y
otros tantos heridos y prisioneros,
juzgó que el ejército republicano no estaba del todo bien colocado
en Maracay, y emprendió su retirada. con una parte
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42
DOMINGO DE MONTEVEBDE.
de él hasta el estrecho de la Cabrera, pretendiendo
extender su línea de defensa; con lo cual quedaba
el Jefe isleño en posesión de las ventajas que brinda,
según el arte de la guerra, la ofensiva discrecional.
mente combinada;
una vez¡ que deja libre la espon.
tánea elecci6n de los momentos y puntos de ataque,
y permito aprovechar
todas las circunstancias
favorecen aquella actitud en una campafía.
que
MONTEVERDE
intentó en seguida diversiones sobre
las fuerzas que quedaban
estacionadas en Maracay,
y algunas de sus columnas fueron rechazadas por tres
veces; lo que le di6 ~ comprender que no era tiempo
de comprometerse en un ataque formal por aquel lado.
Entonces resolvió que don Eusebio Antoñanzas,
cé.
lebre en los fastos de nuestra historia, por su singu.
lar crueldad y muchas malas mañas, hiciera u.na
entrada, burlando la vigilancia
del enemigo, en las
llanuras de Caracas;
lo que efectu6 con éxito feliz,
ocupando el día 20 á Calabozo, y el 23 á San J U'l.n
de los Morros.
Con este contratiempo,
que los independientes
supieron evitar, asaz angustiosa y desesperada
no
ora
la posición del GenemUsimo; tánto mIl!>critica, CUEln.
to que la opinión
que se había
creado
en favor
de
la Independencia
en tiempos más felices para la
Patria, continuaba
debilitándose á consecuencia de
los reveses sufridos; cosa que no es de extrañar;3o,
siempre que los pueblos acostumbrados á vivir bajo
el influjo de determinadas
instituciones,
no cambian
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DOMINGO DE MONTEVEBDE.
43
de rumbo basta ta.nto que el triunfo
definitivo de
una causa. contrario. no los obliga á ello, bajo el
imperio de leyes convenientes y la práctica. de la.
justicia; que es lo que más levanta el espíritu de 108
hombres y lo único que bonra á las naciones.
Promediaba el mes de Junio y ningún suceso fa.
vorable protegía las armas republicanas. MONTEVER.
DE, adueñado do toda la provincia de Valencia y de
algunos pueblos importantes de la de Caracas, acrecía
sus tropas, la..'!organizaba de una manera más militar,
debido á las lecciones que la experiencia de la cam.
paña le babía suministrado, y se preparaba para continuar su marcha ofensiva.
Al fin se movi6 ue Valencia sobre el sitio del
Magdalena, con tres mil hombres escogidos de todas
armas, atac6 las fuerzas de avanzada que los patriotas
habían puesto en aquel punto, y rochazándolas,
continuó su movimiento sobre Maracay, ocupando sin
mayor esfuerzo sus alturas; lo que decidió á Miranda
á nmnir todas sus tropas, y emprender con ellas,
en la noche del 17, una retirada hacia el pueblo de la
Victoria; en donde pensaba presentar batalla formal y por consiguiente decisiva.
El Jefe realista siguió este movimiento de sus
contr:l.rios que, aunque estratégico, tcuía todas las
apariencias de la fuga; haciélldolo cometer su en.
tusiasmo la temeridad do avanzar con unos mil hom.
bres de su ejército hacia San :NIateoy de allí á la
Victoria; en donde después de un largo y reñido como
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
«
DOMINGO DE MONTEVERDE.
bate, que hace honor á su nombre, fue rechazado
hasta el punto de Cerro. grande;
~itio á donde se rEltir6 en buen orden, con menos de la mitad de sus
datlos.
501_
Reforzado allí con las tropas que había dejado de
retaguardia, y viendo que no se le perseguia,
volvi6
el 29 sobre los republicanos, y encontrándolos á las
afueras de la Victoria en el sitio de Pautanero, lEIS
present6 una reñida acci6n en la cual perdi6 cerc~
de quinientos
hombres; viéndose obligado, por SElgunda vez, á volver tí sus posiciones
de, lo que
gre fría.
hizo
con intrepidez
de Cerro-gran_
é inalterable
san.
Si Miranda, aprovechando la ventaja obtenida,
persigue sin demora á los realistas, probablemente los
vence en un segundo encuentro, y salva con la victoria la Rep(íblica, ó al menos vuelve á hacer revivir
el amortiguado
entusiasmo
de los independienteH,
aHegándose nuevos recursos para continuar la campa.
ña; pero fi rme en su plan defensivo,
para
y ensanchar
reorgnnizarse
fuerzas que mandaba Antoñanzas,
habían quedado en Valencia.
A
108
les dió tiemp()
su ejército
con
1~.1I
y parte de las qu.e
seis días de la acción de Pantanero, supo Ell
que en las inmediaciones de Caracns
Generalísimo
había tenido lugar una insurrección
en favor de la cau-
sa real, y de otra en Puerto Cabello, que había triuIl_
fado de Bolívar
j
perdiendo
los patriotas
que allí tenían y una. plaza. de primera
el parque
illlportanch~.
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DOMINGO DE MONTEVERDE.
45
Con este último suceso, especialmente, tanto cuan.
to los realistas cobraron brío, decayeron de ánimo
los independientes, cundiendo la deserción en el ejército de Miranda; el cual, disgustado con la conducta
de varios de sus conmilitones, que calificaban de
traición sus operaciones, irrespetaban su persona y
lo abandonaban, propuso el ]2 de Julio á MONTEVERDE una suspensión de hostilidades.
El Jefe canario ofreci6 acceder tí una capitulaci6n, sin perjucio de que sus tropas, á quienes dos
días antes había puesto en movimiento, continuaran
las operaciones que se les habían ordenado .•• Tan
dura, desusada é insolente pretensión, dice Baralt,
fue tolerada, porque á todo trance se deseaba capitu.
lar, y así envi6 el Generalísimo comisionados al envanecido isleño para que arreglasen lo,>términos del
ajuste."
El ~4 recibió Miranda los términos de la capitulación celebrada por sus comisionados y MONTEVERDE; la cual fue firmada por ambas partes después de
algunas réplicas y contra réplicas y de varias enmien.
das. En dicho convenio se comprometía el GeneraUsimo á entregar al Jefe realista ••todas las pro.
vincias de Venezuela que aun permanecieran sujetas
al Gobierno republicano, así como el armamento,
pertrechos de guerra y cualquiera. otro artículo de
pertenencia nacional; obligándose el canario por BU
parte, á respetar la libertad, seguridad y propiedad
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46
DOMINGO DE ]lWNTEVERDE.
de las personas, cualquiera que hubiesen sido sus opio
niones y conducta. en la rev'oluciún."
Hizo también consignar MONTEVEltDE
en el ajus.
te, que la entrega de la ciudad de Caracas se le haría.
á él personalmente, y que la ejecución y cumplimiento
de todo lo pactado le pertenecía de derecho. Esto con
el objeto de burlar y minar el poder de los Jefes es.
pañoles que le eran superiores en mando, como Caji_
gal, Cortabarría y Ceballos; cuyas órdenes desde ql.e
salió de Coro, so pretexto de proteger la insurrecciún
de Siquisique, había desobedecido abiertamente.
IX.
Hase atribuído á Miranda, exclusivamente, el be.
cho de haberse perdido la. República de V enezue la
en 1812 ; calificando unos su conducta en la campa.
fin como una traición; y tildándolo otros de débil. é
insuficiente para el mando.
Por lo que á nosotros toca, creemos que es una
injusticia execrable el lanzar sobre la memoria de
este hombre, que tántas pruebas fidedignas dió de su
amor á la Libertad, el anatema de traidor.
El hombre no procede jam{\S sin móviles que de.
terminen su conducta, y menos cuando por la expe.
riencia y la educación, tiene una razón ilustrada C[ue
le enseña lo que le conviene y perjudica, ya en este
6 aquel otro sentido.
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47
DOMINGO DE MONTE\TERDE.
Qué podía perseguir Miranda. al pn.sa.rse á la causa de España 1 Si glorias, aquella naci6n no podía.
darle más de las que había conquistado en una larga.
•.ida, perseverante
en esfuerzos y sacrificios. Si ri.
quezas, él no era
pobre y ademá!'l había
bajo este punto de vista un desinterés
pre honra á su distinguida
memoria.
ofreci6
grandes
sumas
porque
demostrado
que hará siem.
Oatalina II le
viviese
en su Oorte
con el esplendor
del caso, fijando su residencia en
San Petersburgo, y apenas se prestó ú aceptarle
un
uniforme de Ooronel de la milicia rusa. Dant6n, el
célebre jacobino, siendo Procurador del Ayuntamien.
to de París, ponía á sus órdenes elevadas posiciones y
no pocas riquezas, porque lo acompafiara en una. em.
presa que él creía indigna de su nombre, y lo rehus6
todo, hasta la amistad, con varonil entereza.
Nada,
patriota
solamente
pues,
podía
tí cometer
mover
una
lo empequefiecía
tan
6. aquel
grave
falta,
ante su propia
acrisolado
qne
no
concien.
cia, sino también ante el juicio imparcial
de la
posteridad;
y es tanto más de creerse su lealtad
á la República, cuanto que es imposible para pechos
humanos colegir, que aquellos que sacaban tamafía utilidad de la traición supuesta,
se manejaran
con tan negra crueldad
puesto
bierno
tad de
apenas
é ingratitud
con el que había
en sus manos la victoria. Sahido es que el Go.
de Espafia haciéndose c6mplice de la desleal.
MONTEVERDE, mantuvo encarcelado tí Miranda
le fue entregado por los mismos que el día
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
48
DONINGO DE MONTEVERDE
antes habían sido sus amigos y copartidarios, y que la
ilustre víctima. fue en las cadenas hasta su muerte,
como toda.;; las almas elevadas, más grande por su
conducta. y amor á la Libertád, que jamás lo había
sido.
Forzoso es, pues, inclinarse ante aquella figura,
que es una ue las glorias más insignes de la América
meridional;
absolviendo
su memoria de toda sospecha,
y teniendo en cuenta que, ni al pasa.do ni á las nacio.
nes se les honra, sino honrando
á sus grandes hombres.
Por tanto, hay que atribuír
la pérdida de la cam.
paña de Venezuela á otros motivos, que á la verdad
no carecen de fundamento.
Miranda,
siendo un gran militar,
"no sabía
pelear,
como decía. :M:ontecuculy de Turena, con
pequeños
ejércitos."
En la guerra de la 1 udependen.
cia de los Estados Unidos, donde como se recordará,
adquiri6 por su comportamiento el grado de Coro.
nel, siempre combati6 con grandes masas de hombres;
y en las campañas á que se comprometió alIado
de
la Fra.ncia
revolucionaria,
nunca tuvo á su disposi.
ci6n menos de treinta y cinco mil soldados!
Con bastantes fuerzas, tenía aciertos dignos de todo
elogio y practicaba
cas tropas, y sobre
que él no estaba
ciencia militar
abundan
acostumbrado
se convertía
Este fen6meno
guerras
operaciones espléndillas. Con po.
todo, con tropa.s indisciplinadas,
á manejar,
toda
su
en letra muerta.
no es raro. En la historia
ejemplos de militares
de las
de alta DOro.
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
DmIINGO DE MON'rEVERDE.
49
bradía por sus conocimientos que, con mucha gente á
BUS 6rdenes, ejecutan prodigios por superior que sea.
la fuerza numérica del enemigo; y con poca, yerran
todas sus operaciones aunque su adversario sea infe.
rior en número y calidad. Napolcón, siguiendo el
ejemplo <le Francisco 1, se cuiualJa mucho de poner
ti las 6rdenes de sus Mariscales, ni más ni mellaS que
la.fuerza que pudieran poner en acción, sin dificultad
y con acierto.
Miranda nunca tuvo en Venezuela más de cinco
mil hombres, tropa por lo general colecticia j y aun
cuando á su lado se hallaban Jefes de un valor que
rayaba en temerario, no dejaban de ser un poco insubordinados, creyendo, por el excesivo amor que profesaban ti la Libertad, que á cada cual correspondía la
salvaci6n de la República. Era pues imposible que un
hombre acostumbrado á la disciplina y al orden, pudiera sacar avante una causa que necesitaba en los que
la defendían, mucho juicio y ejemplar 8ubordinaci6n.
Hay más, cuando Miranda llegó ú Venezuela, ea.
recía ya del vigor de la juventud, que lo hace todo
fácil 6 posible. Con sesenta y dos años de edad, y ha.
biéndose deteriorado un tanto su salud por las continuas fatigas que había tenido por más de cuarenta,
lógico era que los achaques de la vejez, y la falta de
actividad moral y material que ella trae consigo, 10
hicieran cometer desaciertos, que en ninguna manera
pueden ser imputables ti su voluntad.
En resumen, Miranda. anduvo débil al aceptar un
4
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
50
DOMINGO DE MO!l.""rEVERDE.
cargo que, dadas multitud de otras circunstancias que
no tenemos por qué anotar aquí, le era de difícil de.
sempeño; pero de esta debilidad nadie es culpable: no
él, porque si tomó el mando, fue por complacer 6.sus
copartidarios que juzgaron que su paso por el poder
era necesario; no sus amigos, porque lo iluRtre del
nombre de la víctima y sus glorias pasadas, abonaban
al Generalísimo para el Gobierno y la dirección de la
guerra suficientemente. Culpemos tí. las circunstancias,
y tí. aquellos difíciles tiempos, de semejante desastre,
que retardó nuestra Independencia; y creamos que
entonces no se triunfó, no por faltas deliberadas de
éste ó aquél hombre, sino porque en los grandes designios de la Providencia, que dirige los destinos de los
pueblos, no estaba aun decretada la victoria. de la
Libertad en la América meridional.
x.
Firmada la capituluci6n, l\fONTEVERDE
se dirigió
tí. Caracas y oculJó la ciudad el 2 de Agosto. Allí,
desconociendo la autoridad de l\fiYll.rés, que había
sido nombrado Capitán General de Venezuela. en sus.
titución de Cortabarría ; realizando su sueño dorado,
se declaró Jefe supremo civil y militar del país j
nombramiento que le otorg6 al punto el Gobierno es.
pañol, concediéndole además el título de Pacificador.
Tratábase de dar cumplimiento á lo pactado con
Miranda, y probablemente el nuevo Jefe del Gobier.,
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
51
DOMINCODE :MONTEVERDE.
no hubiera cumplido con su deber y respetado su
palabra, dando seguridad en SllS pen;onas y bienes al
partido vencido, pues quo hasta entonces no 1mbía sido
cruel, ni ejecutado acto alguJ10 opro\Jioso;
pero las
sugestiones de algunos malos sujetos que lo acampa.
ñaban, y entre ellos, del pérfido Antofianza~;
de
Zuazola, Puy y Cerveriz;
del t t'U.iLlo
e J- Lmil Nepomuceno
Quero, que había oiLlo Gobernador
de la
provincia de Caracas en tiempo del Gobierno repu.
blicano, y de algunos isleños de CUllar:,as q \lO habían
tomado
parte
activa
en la revolución,
lo hicieron
abusar de su fortuna y mancillar
su propio honor,
en olvido de sus promesas; sembrando con su conducta
en los corazones
americanos,
que dió lugar en Venezuela
esa saña implacable
á la guerra de extermi.
nio y horrores que principi6 en 1813; escándalo de
la civilización cristiana. y de la hisiorill..
Obligado MONTEVERDE por sus amigos tÍ trillar el
resbaladizo
camino del terrorismo,
los duuadanos
pa-
triotas más notables del país fueron encarcelados
unos, desterrados otros, y sus propiedades confiscadas
en beneficio del Gobierno,
y <.le aqnellos
que tenían
á bien medrar
con la riqueza \le las víctimas. " En el
país de los eafres, dijo en aquel entonces un Magis.
trado español de la Audiencia, no podían ser trata.
dos los hombres con más desprecio y vilipendio."
A la. verdad, los satélites del canario no se con.
tentaban
tan s610 con proscribir,
aprisionar y sa.
quear, sino que
iban en el frenesí de sus pasiones
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
52
DOMINGO DE MONTEVERDE.
hasta cometer otros crímenes que su Jefe dejaba per.,
petrar, por complacencia para con sus conmilitoneó'
é inexperiencia de la vida.
En esta calamitosa situación pronta estuvo á hun ..
dirse la Libertad cn la noche negra de los pasadofl
tiempos. Es el caso que Bolívar había. caído en poder
de SllS enemigos, quienes conociendo su importancia.
y previendo de lo qnc cra capaz en el porvenir, SEl
interesaban en sacrificarlo. Afírmase que Quero em
el más empeñado en salir de aquel caudillo, y que en
sus prop6sitos tramó varios proyectos secretos ten.
dentes ti su objeto. Mas dió la casualidad de que tan
infames designios llegaran á conocimiento de MON.
TEVERDE, quien instado por el español don Francis.
co !turbe, amigo del Libertador, puso una esquela al
Jefe de la plaza de Caracas concebida en estos tér.
minos :
le Señor Gobcrnador-Prcscnte.
" Procederá ustcd tÍ. poner en libertad, inmediata.
mente al titulado Coronel Simón Bolívar, y le expE:.
dirá pasaporte para Curazao. Tengo noticia de que
se trama contra la vida de este señor, y aun cuando
ha sido un pertinaz insurgente, un homicidio comE'.
tido en su persona, deshonraría nuestras armas, em..
pequeñeciendo al mismo tiempo nuestra causa.
" Queda la seguridad de Bolívar, hoy más que
antes y mientras resida en esta plaza, bajo la resparl·
sabilidad de usted.
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DOMINGO DE MONTEVERDE.
53
Espero que se cumplan mis órdenes inmediata.
mente.
CC
11
Señor Gobernador, Dios guarde á usted.
" DO:\TINGO DE !tfONTEVERDE.
CC
Oaracas, 2 de Septiembre de 1812."
" Así, dice Baralt, por uno de aquclIo~ juegos cap
prichosos de la. fortuna, que confunden con frecuen.
cia el saber humano, dos realistas dieron Libertad al
héroe que debía destruir el poder español en la AmtÍrica del Sur."
MO~TEVERDE,
insistimos en ello, no era cruel,
ni menos avaro de bienes materiales. Es verdad que
durante el corto ti.empo que uuró su Gobiemo, la
proscripción ins6nsata no dejeí !lada que pedir 6.la
venganza realista; que 1:1 prisi6n ¡.;ocOllvirtió en
sistema; que el derecho de propiedad, por lo que se
refiere ií. los patriotas, quedó borrado de la legislación civil, cometiéncloileen las provincias horribles y
escandalosos asesiD:1tos; pero de estos hechoil, que no
admiten justificación unte el criterio desapasionado
de las Runns i(leas, aquel hombre no flle el autor
principal, fue solamente el cómplice (L quieu la debi.
lidad y las exageraciones de In..época inmolaron, colocándolo en la cumbre de un despotismo horrible,
que otros dirigían y que él tuvo qne acoptar.
Envanecido con sus triunfos é impulsado por sus
pocos años y su carácter, ú la vid:),distraída y agrada.
ble del mundo galante, vivía de convite en convite,
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54
DOMINGO DE MONTEVERDE.
feliz con los aplausos que le tributaban la turba de
mercenarios que le seguían; Rin hacer mayor caso de
los deberes y funciones que le imponía el Gobierno.
Aficionadísimo por el amor, las damaR le quitaban gran parte de su tiempo, y no sabía sustraerse á
sus influencias, perniciosas casi siempre, pues quo si
las mujeres tienen el dún de amar, no por esto saben
aconsejar. CuiÍntas veces UDasonrisa á tiempo, obten.
dría del envanecido isleño, como obtenían de ¡,uis
XV sus cortesanas con una leve caricia, órdenes de
arresto, cuya trascendencia ignoraba el disoluto Hey,
como el vanidoso y afeminado joven, ebrio de ho.
nores y de petulancia.
Así, mientras MO);"TEVERDE trillaba la senda de
los placeres, hombres degradados por el crimefi y ma.
los por las pasiones, gohernaban á Venezuela; como
prometiendo con su proterva conducta el honor, digo
nidad y reputación de su Jefe, y la suerte del partido
á que pretendían Rervir.
No era, por otra. parte, el fatuo canario apto :para
el desempeño de la administraciún pública: nada
versado en negocios de Estado; ignorante en las
ciencias políticas j nulo en conocimientos respecto
de las tradiciones, cORtumbresy legislación del país
que gobernaba; falto de juicio político y de ese sensa.
to y calmado criterio que se necesita para dirigir á los
hombres, fácil es concebir que el Gobierno en sus
manos no podía ser sino un sofisma, y que, su
tren gubernativo no podría. dura.r mucho tiempo,
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DOMINGO DE MONTEVERDE.
55
desde luégo que un partido vencido y castigado con
oprobio, no se acaba, antes por el contrario, adquiere
fuerza y prosélitos para renacer vigoroso y her6ico.
Llega entre tanto el año de 1813, y la reacción
se presenta imponente.
Habiendo sido más que en otra parte, horrorosa
la persecución de los patriotas en la provincia de
Guayana, algunos independientes
que lograron es.
capar de la. saña realista, comanuauos por los en.
tonces Coroneles Santiago Mariño y Manllel Piar,
abrieron ruda y desesperada campaña al despotismo,
resueltos á vencer 6 á morir.
Activos, diligentes y, más que todo, audaces en
sus operaciones,
obtuvieron
en lo~ dos primeros
meses del año algunos triunfo~ en las Guayanas ;
acreciendo sus fuerzas con los despojos tomados tÍ los
vencidos.
Piar, aprovecJlando
su buena
situación,
demasia-
do emprendeuor y atrevido, se separó de Mariño, con
el fin de invadir la provincia de Bn.rcelona, de que
era Gobernador
don Lorenzo
de la Hoz, hombre de
valor y experimentado
militar.
El Jefe patriota,
resuelto á pelear, atac6 una
fuerza de la Hoz el 20 de Marzo en las inmediacio·
Des de MaturílJ, y la dió una derrott1 completa. Picado entonces el Gobernador, se vino en persecllcióu
de Pia.r, y éste lo esper6 ti pie firme cerca del puuto
á. donde babía luchado anteriormente,
y el 11 de
Abril, después de un sangriento
combate de ocho ho-
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56
DOMINGO DE MONTEVERDE.
ras, obtuvieron los libres otra espléndida aunque coso
tosísima victoria.
Furioso MONTEVERDE por los desastres sufridos,
y atribuyendo los triunfos obtenidos sobre sus par.
ciales á ineptitud y flojera do los Jefes que los (;0.
malldaban, resolvió abandonar la regalada vida que
llevara en Caracas y salir en persona al teatro de la
guerra, en la. íntima confianza do que sin mayor es.
fuerzo debelarÍa la nueva rebelión. De tal manera
confiaba en su buena. suerte, que habiendo llegado l\
Barcelona el 6 de Marzo, publicó una enfática. pro·
clama, en la cual dijo: "Con la misma facilidad
con que se disipa el humo al impulso del viento, así
desaparecerán los facciosos de Maturín por el valor y
fortaleza de los soldados del Rey, que tengo el honor
de conducir á la victoria."
En esta confianza se presentó el 25 del mes cits,do
con dos mil soldados frente del enemigo, y envió á decir tí Piar que" si en el término de dos horas no se
entregaba y reconocía con los suyos á su legítimo Soberano, serían abandonados al furor irresistible de
sus soldados;" tí. lo cual contestó el Jefe repuhli·
cano" que tanto él, como los demás Jefes, los solda_
dos de Sil ejército y el pueblo de MaLllrín, estaban
resueltos á perecer defendiendo su libertad."
Piar tenía á sus órdenes mil cuatrocientos hom·
bres, entre ellos cincuenta artilleros hábiles en el
manejo del cañón, y trescientos de caballería, bien
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DOMINGO DE :MONTEVERDE.
57
montados, amaestrados en las maniobras de la lanza
é intrépidos.
La. batalla dió principio á las siete de la mañana.
del 26, peleándose con firme energía por ambas partes hasta eso de las tres de la tarde, en que la fuerza
realist!loconociendo que no podía tomar la ciudad, defendida hábilmente por las fuerzas de la artillería,
intentó un repliegue en buen orden sobre las llanu.
ras del poniente de la. poblaci6n. Aprovechando esta
oportunidad, Piar que era. listo á todo, hizo obrar su
caballería, y lanzándola sobre el enemigo, se trab6
una lucha á muerto, en la que tanto realistas como
libres pelearon con incomparable heroísmo hasta el
anochecer, en que quedó el campo por los segundos
después de una mortandad horrible.
Los realistas tuvieron en esta batalla quinientos
ochenta muertos, y dejaron en poder de sus adversa.
rios mil prisioneros, sus brigadas, la Caja de guerra
con seis mil pesos, etc. De la persecución que fue
activa y bien dirigida, s610se salvaron MONTEVERDE
y unos tres oficiales, debido á haber encontrado un
prúctico que les sirvió de guía.
Derrotado el isleño en Maturín, se dirigió á Caracas
á marchas esforzadas é hizo allí, con actividad y energía, los esfuerzos del caso para rehabilitarse; po.
niéndose en seguida. en camino para. Valencia, en la
esperanza de alIegar nuevos recursos con que poder
dominar (¡ los independientes y seguir imponiéndose
al país.
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58
DOMINGO DE MONTEVERDE.
En este estado tuvo conocimiento de la llElgada
de Bolívar á. Venezuela, con los auxilios que :haMa
puesio en sus manos el Gobierno de Nueva Gral]ada,
en el prop6sito de contribuír á. libertar aquel pueblo
ber6ico que, merced á la altivez de sus hijos, empe.
zaba á recobrar nueva vida.
Grande fue el asombro de MONTEVERDE al Eaber
que el Libertador había cosechado triunfos esplén_
didos sobre su mejores Tenientes, en las pro_
vincias de TrujilIo y Barinas ; quedándose mohino al
tener noticia de la. esplénqida victoriA. obtenida el
31 de Julio en la sabana de Pegones sobre el Gene.
ral Izquierdo, uno de los Jefes más valerosos y pero
tinaces del realismo.
Este triunfo de Pegones, que le hizo perder todo
un ejército; las ventajas obtenidas por Marifio en
Occidente y las aceleradas marchas de Bolívar, 10
obligaron (¡ dojar á Valencia, retirándose á PuertoCabello con mil quien tos hombres que tenía t¡ la
mano.
Hase juzgado esta retirada. como un acto de co.
bardía, en vez de un movimiento aconsejado por la
necesidad. Nó, MONTEVERDE, y esto puede compro_
barse con las mismas opiniones de sus detractores,
nada tenía de pusilánime, antes por el contrario,
gozaba del valor de los héroes. Oolocado en t.na
situaci6n difícil y azarosa, proveniente del mal Go.
bierno que le habían hecho hacer la mayor pa.rte
de sus copartidarios, se había rodeado de enemig4)sj
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59
DOMINGO DE MONTEVERDE.
y la esperanza de rehacer su causa, lo mismo que la
suprema ley de la salvación personal, lo ponían en
el ineludible extremo de buscarse, por de pronto,
una retirada honrosa.
Dos días después de haberse marchado el Jefe cana.
rio de Valencia, 1.0 de Agosto, ocup6 esta ciudad el
Libertador, ó inmediatamente continu6 su viaje
hacia Puerto-Cabello en persecución de los realistas.
Colocado al frente de la plaza, su primer cuidado
fue enviar á MON'rEVERDE un parlamentario, propo.
niéndole un tratado de paz tan honroso como justo,
en el cual la base principal era el cumplimiento de
la capitulación hecha con Miranda; esto con el fin
de salvar la vida á muchos prisioneros del realismo,
condenados de hecho á perecer, en virtud del decre.
to de 'l'rujilIo, sobre guerra 6. muerte. El caudi.
110 isleño, siempre petulante, contestó á las proposiciones hechas, "que jamás consentiría, cualquiera
que fuese el resultado, ú. unas cláusulas impropias
del carácter y espíritu de la grande y poderosa N a.
ción á que tenía el honor de representar."
Irritado Bolívar por semejante respuesta, y sabiendo más que otro alguno que la plaza de PuertoCabello tenía suma importancia en la guerra, pues
que era la llave del país, dispuso que fuese bloqueada inmediatamente, y él en persona, acompañando al
ejército sitiador, comandado por el inmortal Girardot,
se dispuso á dirigir las operaciones.
Cerrada la. plaza por los repu blicanos el 28 de
J
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60
DONINGO DE MONTEVERDE
Agosto intentaron los realistas una salida, poniendo
en juego toda la artillería que tenían en los baluar.
tes; mas ti pesar de los grandes esfuerzos de 'ralor
hechos por MONTEVERDE y los suyos, fueron rl~cha.
zados y vueltos á sus posiciones después de mt:chas
pérdidas.
El día 31, repuestos de la reñida batalla del 28,
volvieron con poderosa energía sobre los patriotas,
y después de ocho horas de lucha que les costó mu.
chas vidas, recibieron un nuevo escarmiento.
No obstante eotas ventajas obtenidas por los E:itia.
dores, la toma de Puerto-Cabello presentaba no po.
ca's dificultades, ya porque la ciudad era un fuerte,
defensable aun con pocos soldados, ya porque Bolívar
no tenía ni los elementos, ni el ejército necesario para
apoderarse de aquella inexpugnable fortaleza.
El 16 de Septiembre, MONTEVERDE fue refor~jado
con una expedición que se le envi6 de la Penín.
sula, al mando del Coronel Salomón, compuesta. de
varios buques de guerra y otros de trasporte, con mil
doscientos hombres de desembarco, que componía:3 el
famoso Regimiento de Granada; cuyos soldados, ex.
perimentados en mil combates, eran capaces de las
más temerarias maniobras. Esta circunstancia hizo
que el Libertador, que tan s6lo contaba cou o(:ho.
cientos hombres, con los cuales no podía mantenerse
frente á frente de un enemigo cuádruplo en número,
levantara su campo en la mañana del 17 en retiTl\da
ha.cia Valencia; esperanzado en que MONTEVEE~DE
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DOMINGO DE 1lIONTEVERDE
61
saliera en su persecución, en cuyo caso la fuerza pa.
triota, á pesar de su inferioridad numérica, podía.
obrar en campo raso con alguna ventaja.
Las previsiones de Bolívar se realizaron. Los realistas, en número de mil doscientos, salieron de sus
trincheras el 24, si no en persecución directa del Li.
bertador, al menos tentando suerte á fin de conocer
su verdadera situación, y se acamparon en las alturas
del Bárbula. El 30, en extremo animados los libres,
volvieron sobre sus aclversarios, yempezaron desde
por la mafíana un ataque vigoroso en que cada soldado pareció trasformarse en oficial, y cada oficial
tornar las proporciones de esos séres fabulosos que
peleaban contra los dioses de JÚpiter. Girardot y D'
Elhuyar, cruzando por debajo de una lluvia de balas
que diezmaban á sus soldados, tenían la intrepidez y
sangre fría de Ney, cuando escalaba los muros de
San Juan de Acre; siendo su prop6sito poner la ban_
dera de la República sobre la. cumbre del Bárbula.
Muy vivo y bien dirigido estuvo el ataque, así
como formidable fue la resistencia; empero, después
de algunas horas, ante la marcha vencedora de los patriotas y sus certeros fuegos, cedieron los realistas, á
tiempo en que Girardot caía muerto de un balazo,
después de haber clavado su bandera. en la cima del
monte.
Se ba creído, así como se juzgó su salida. de Valencia, que la retirada de MONTE VERDE del Bárbula
fue un acto de pusilanimidad, lo que al decir verdad
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62
DOMINGO DE MONTEVERDE.
es un juicio errado, que ofende también á los vence.
dores. Aquel Jefe pele6 siete horas consecutiv,lS con
un denuedo digno de elogio, lo mismo que lucharon
con gran valor sus tropas; y si cedió el campo, consis.
tió en que jamás homLre alguno se había visto al
frente de adversarios más resueltos y abnegado:; para
hacer el sacrificio de la vida en favor de su caWia.
Si la retir!l.da de los realistas hubiera sido efecto
del pánico, de seguro que los patriotas, á pe,3ar de
la'i muchas y sensibles pérdidas que tuvieron, los hu.
bieran perseguido sin demora; pero necesitab:m reponerse del desastre, y el enemigo abandonaLa el
campo en buen orden, resuelto tí continuar la lucha
si se le perseguía.
MONTE VERDE hizo alto y frente
del Bárbula,
á poca dis'~ancia
en el sitio de las Trincheras,
y com.o allí .
se le reunieran
trescientos hombres de la fuer:~a ve.
terana del Coronel Salomón, resolvió esperar á sus
contrarios, que de seguro lo perseguirían. Estos, y en
especial el Libertador y otros Jefes granadinos
del
ejército, indignados por la muerte de Girardot" de.
seando vengar tan preciosa sangre para la Re;~úbli.
ea, marcharon sobre los realistas y se les pusieron á
tiro de fusil el día 2 de Octubre á la media noche.
El 3 á la madrugada,
MONTEVERDE que había.
dispuesto bien su tropa para la lucha, hizo r(imper
los fuegos sobre el ala derecha enemiga, empeñándo.
se á. poco los lidiadores en un combate de cuerpo á
cuerpo, en el cual hizo la muerte buena cosecha. Ha.
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DOMINGO DE MONTEVERDE.
63
biéndose hecho la acci6n general á eso de las nueve,
las compañías do ambos ejércitos se lanzaron impetuosas unas sobre otras, disputándose la victoria; la
cual fluctu6 por algún tiempo, quedando al fin el
campo en poder de los libres.
Bolívar di6 á conocer en esta jornada gloriosa,
mús que en cualquier otra de las en que se había encontrado, su juicio militar; determinando movimien.
tos dignos de un Capitán <leprimer orden.
Por su parte MONTEVERDE, que eligi6 con acier.
to el campo y dirigi6 bien las operaciones, pele6 con
heroísmo digno de encomio, y si dej6 el triunfo á los
independientes, retirándose á Puerto-Cabello, en don_
de hubo de encerrarse de nuevo, fue porque había
sido herido gravemente de un balazo en la cara; por.
que los patriotas que habían hecho la promesa de
vencer 6 morir, lucharon con un arrojo implacable;
y, en fin, porque ningún caudillo, por más alta que
Beasu talla militar y el amor que profese á la causa
que defiende con las armas, está obliga.do á triunfar en
todas ocasiones; desde luégo que la victoria, á quien
los antiguos pintaban ciega.como la fortuna, no hace
pacto con ningún mortal, asegurándole perpetuamente SUB favores.
XI
Los hombres como las Naciones tienen BUS perio.
dos de engranJecimiento y 10B tienen asimismo de
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64
DOMINGO
DEMONTEVERDE.
decadencia. Cuando los peninsulares del tiempo dt31
arrepentido Carlos V, envanecidos con sus conq uistas, decían "que nunca se pondría el sol en los dominios de España," no reparaban en que aquellas paLl.bras eran el primer preludio de declinación de 'la
gran Monarquía fundada por los Reyes católicos. De
la misma manera, cuando MoxTEvERDE,al marchM
sobre los republicanos reunidos en Maturín, juzgaba
que esos patriotas "desaparecerían á la vista de sus
tropas como el humo al impulso del viento," no pensaba que había llegado para él el período de la deca.
dencia. Joven, infatuado con los triunfos que había
cosechado, y sobre todo, con el poder, se imaginaba
que una creciente prosperidad le acompañaría de
continuo, y que los acontecimientos se sucederían tal
como los deseara.
Este ensimismamiento, que lo asemejaba en ciorto modo ti la antigua crédula pitonisa, que 3ugura,ba
el porvenir á la chusma cabizbaja entre flores é in.
cienRos, no era efecto de torpeza; porque yá. lo he.
mos dicho, no eran en aquel hombre nulas las dotes
del entendimiento; tenía su razón de ser en causas al
pa.recer naturales y que justifican su vanidad, si es
que la vanidad puede ser justificable.
Sintiéndose desde nifío con .inclinaciones á la ca.rrera militar, apenas tuvo oportunicl¡\d para desarro.
llar esta actividad de su naturaleza, lo hizo; y I~on
un pufi3do de hombres que le sirvieron de base de
un ejército, recorri6 á Venezuela desde Coro hSlsta
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DOMIXCO
Caracas,
65
DE l\fON'l'lWERDE.
y co~echó por doqllicrn
el triunfo,
derro.
tando á lo.; princirmles
homures Je la Repúbliea.!
Aml¡icionó el paJar, y llegó :í Capitán General del
país :1 que habían humillndo
SllS armas vencedoras,
haciewlo que fue::;o consagrada
su autoridad por el
Gobierno
de Espafía !
.
A los veinticuatro años, aquel caudillo, bien auxiliado por la Providencia, ó bien por iuspiraciones de
su propio. genio, tenía pues d¡;recho á creerse un sér
superior;
y ú. juzgar que su engrandecimiento,
con
mayor experiencia
de los hombros y de la vida,
sería estable é iría crecioll<lo con el tiempo, como la
planta á que favorecen el clima y las estaciones.
H:ise observauo que para las almas ensimismadas,
toda seria contradicci6n en su carrera, marca cierta
especie de entorpecimiento
qne las cOl1tienc en su mar.
cha hacia adelante y las hace vol ver hacia atrás, co.
locállllolas en ese período Hombría que se llama de de.
cadencia. Para MONTIi:V]o;¡WE, la pérdiua ue la bata.
lla de nIaturín fue un contratiempo
extraordinario.
Verso vencillo desp\l~s de estar acostuIllbrado
(¡ ven.
cer ; humillauo
cn vex do 11ll111ilbr, era para. tal
espíritu una tl'elllelld~, desgracia!
Mas, ti pesar de todo, continuó eilla lucha, desean.
do poner en saho liU honra militar y su posición de
gobernante.
De aquí los esfuerzo~ de Rárbula y las
Trincheras;
acto~ ]¡erúicos quo lo flleron fatales, y
por cuyos rcsult,\llos acabó Lle eomprenuer
que la
fortuna le ab::muonuLaj a.sí como lo abandonaban
los
5
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66
DOMINGO DE MONTEVERDE.
hombres que adeptos, por lo general, al éxito feliz,
son implacables
contra aquel que una hora antes
aplaudieran,
si la. desgracia viene á contenerIo en su
carrera bacia la. prosperidad y la gloria.
Encerrado de nuevo en Puerto-Cabello,
volvió el
Libertador á poner sitio á la ciudad;
el cual hubiera
tenido pronto feliz término, si libre el Jefe republi.
cano de otras atenciones, no hubiera tenido que enviar
parte del ejército que comandaba {¡ las provincia.;; de
Occidente, con el fin de hacer frente á Boves, que
apa.recía temible en el escenario de la guerra, y á Ya.
frez, Antoñanzas y otros rea.listas de prestigio que, con
actividad prodigiosa, hacían la campaña á los inde.
pendientes, en la seguridad
servidumbre.
de volverlos á su pasada
Ya por este tiempo se había apoderado de MON.
un profundo abatimiento.
Tardío en obra.r,
indeciso en sus ideas é imprevisor,
pudiendo con los
TEVERDE
recursos que tenía. inmedia.tamente
á sus órdenes
ejecutar algunafl operacione,q, que al menos embara.
zaran los movill1ientofl de sus contrarios,
colocando
á los suyos en mejor
todo
go y
siva;
Jefe
preciicarnento, se puso, como
militar que reconoce la superioridad del enemi.
que 110 espera vellcer, entera.mellte á la defen.
hasta tanto que el Gvneral Santiago Mariño,
de las regiones oriflotales de Venezuela, envió
al bizarro Piar, con 11 19t1nos buques,
sitio y bloqtleo de la plaza.
En semejante
crítica situación,
á ayudar
l\l
hizo el canario
SI~
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DQ;\UNGO
DE
~[QKTEVERDE.
67
lir de la ciudad, el 4 do Diciembre, novecientos hombres que aun le quedaban del famoso Regimiento
de Granada, dá.ndoles un itinerario tan desacertado
que, habiéndolo
seguido sin cOlltrauiccilín, so vieron á
poco cortados, teniendo que tornar el camino de Coro
para salvarse de un desastre; quedándoso, por tanto,
sin el poderoso auxilio de ostos vetern.nos tan aguerridos como intrépidos.
Tal desacierto y la. inacción en qne cayó el Jefe
isleño por el mal estado de su saluu, proveniente de
la berida que recibiera en el combate de las Trincbe.
ras, cansaron al fin la pacicncia de los defensores
de Puerto-Cabel.1o, y en 28 Jel mes anotado lo depusieron del mando con gran alborozo; declarándolo en
el acta que bicieron justificando la insurrección"
indigno de ser el Jefe de la causa tÍ cuya cabeza lo habían colocado las circunstancias."
Consternado
MONTEVEJWB
con semejante
acto
de ingratitud, por el cual se le uesconocían por sus
mismos copartidiuios
los importantes
servicios que
babía prestado al realismo, partió para Curazao el
18 de Enero de 1814, y allí murió en Abril de dicho
año, por consecuencia
de un(l. afección orgánica del
corazón;
que uesarrollaron
activamente
las pesadum-
bres de que fue víctima en los últimos días de
su existencia.
Así puso la Providencia
término á la vida de
aquel joven, que si como el Gil Bla8 de Le Sage, no
se adelanta
á la experiencia,
esperándoso á recibir una
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68
DOMINGO DE !llONTEVERDE.
mej~r educación
para salir al teatro del mundo,
cuyo escenario e~ tan complicado,
hubiera sido,
dadas las facultades que lo distinguían, un hombre
eminente, digno de la posteridad;
pues que la his.
toria, en vez de empequeñecer,
hubiera exaltado 1m
memoria, siempre que, como dijo un poeta, •• por ci.
ma de las revoluciones queJan la verdad y la justicil\,
como el cielo
tades .••
estrellado
por cima de las tempes-
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FRANCISCO 'l'OJIÁS MORALES.
1
No
todos
los
hombres
son
buenos,
ni
todos
malos. El Bien y el ?llal, que llenau
humana,
primero
la. conciencia
tienen cada cual SllS elegidos; sólo que el
cuenta uu núrnero mucho mayor de adep-
tos que el seguudo.
Si así no fuera, qué sería de la familia,
base de
la sociedad, y qué de In. sociedad misma? Cómo suponerse que entronizando
el J\InI ,\1 fllnosto imperio
en la mayoría de los hombro!';, pudieran existir ,in
la lihertad, In. uloral, la religión, la justici3. y el orden, ya el grupo uomÚ¡tico, ya In.comunidad social 6
públiea?
La noción del Bien e!';inherente al bomure, por
escasa que sea !';u facultad pensadora y limitadoR sus
conocimientos.
N o porque
éste sepa en ausoluto en
qué consiste lliclm idea, pues q\1C aun 1n.s mejores
inteligencias
la COlJoccn de unn. manera imperfecta,
sino porque estií. al meno!'; penetrado de que existe
una cosa superior ií. él, á la cllal se refiere su destino;
teniendo que arreglar su comluctft á cierto orden de
hechos, que lo conducen :í un estallo m(\s ú menos
relativo
lle perfección.
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70
FRANCISCO
TOMÁS MORALES.
« Empero, basta qne el hombre tenga un conoci.
miento del Bien, para que aparezca en su espíritu,
como afirma el célebre Platón, una idea, aun cuando
sea confusu. del ~ral j" porque á pesar de ser evidente,
agrega Clark, "que el primero puede existir sin '31
segundo, la existencia del Mal, que es una fatalida.d
en la condición humana, sirve á la inteligencia para
determinar la naturaleza del Bien y sus principales
propiedades. "
Es, pues, el Bien una ley de nuestro destino. El
Mal, un accidente en la humanidad. Accidente que
se empeña en destruír la civilización, corrigiendo llls
pasiones ó inclinaciones que le sirven de fundamen.
to y las causas que lo producen.
Estas inclinaciones ó instintos que sirven de PULto de partida al Mal, tienen, por apoyo, una fuente
de dando nace cuanto tiende á degradar la dignidad
humana: la ignorancia.
Sí, en la ignorancia encuentran la corrupción y
el crimen, á los hombres inventores de maléficos
proyectos, que trabajan bien por cuenta propia 6
bien por la ajena, en ese sombrío y gran escenari()
que empieza desde la simple ratería hasta el crimen
cínico y horroroso!
i Se acabará alguna vez esa fatal inconsciencil'
que la oscuridad trae consigo y que deja por doquie.
ra la huella de sus estragos 1.. .... Mejor dicho, ne.
podrán la religión, la filosofía, la política, la cien ..
cia, en fin, destruir el Mal que es, lo repetimos, un
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FRANCISCO T01tfÁS MORALES.
71
accidente y nó una ley de la naturaleza humana 1
Problema
es este que no corresponde
resolver,
probablemente,
á la humana inteligenda;
pero que
ella, interesada en el triunfo del Bien, plantea con
firme resolución, y trata. de explicar señalando el
valor de toJas sus cifras y el modo de llegar á una
solución, si no definitiva, al menos favorable.
Para salvar al individuo aisladu, el grupo doméstico y la construcción social, preciso es, ha dicho la
filosofía, que la religión y la moral comuatan en el
hombre los primeros gérmenes tIel mal instinto,
que elltregado á sí mismo, llega (L convertirse ell pa.
sión indomable; y que la ciencia, po r Sll parte, se em.
peñe en arrojar luz por todas p:ntes, (L fin de llevar
ti las almas ese grado de claridad
hombre
al término <.leSll
qlle condllce al
de>stino provillencinl,
que
es la virtud.
Quien trahaje en el scntiJo Je la moralidad inJi.
vidual y colectiva, favorecienJo
todo aquello que
pueda contribuir á desarrolLtr la dignitIad humana,
no solamente mereeerá aplausos, sino galardóu ; por.
que hay servicios cuyo valor es iucoll1parable, desde
luégo que S\lS provechos Re prolongan
indefiniJa.
meute,
siendo fuente
<.le bienes para la sociedad
en
general.
Entiéndase que cnando atribuirnoR á la ignoran.
cia, toLla la culpa y criminalidad de que los hombres
son capaces, no por eRto opinamus que el Mal Sel\ pa.
trimonio excluRivo de la estupide7., Ó que la perver.
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72
FRANCISCO Tmr,\S
MORALES.
sión tenga orígcn únicamclltc en 1:1 falta de ]uce~: nó ;
creemos como Leibnitz: " los vicios yel crimen, en
todas RUShorrorosas mnnifestacione;<, t.ienen su principio en n ¡¡cstras pasiones, y cuando los llamados á
corregirlos, y nosotros misl11os, !la ncs em peña mas en
repe]erlos trntanuo de formar nuestro earacter é im.
poniendo leyes tí ]a conciencia, uIJa vez que llegan á
pominarnos, difícil eR libramos de ellos, por más fe.
cundos que sean los medios de que podamos diHpo.
ner para alejar el espíritu de su poderosa y exigente
influencia. "
El mundo, esto que llamamos sociedad, ha e.sta.
do más ó menos, según los grados de civilización,
minado por todas purtes por el Mal. Así como
ha. habido el bandido
que trabaja
de]a
montaña
y del camino,
en la oscu rida¡l de ]a noche
ledad ; ha existido
la Corte, que hace
paciencia de los
ilustres, azotes de
y en la
so.
también el bandido del salón y de
su oficio en pleno db á ciencia y
espectadores.
¡ CntintoR malvados
In. moral y del género humano,
no vemos pasar por la historia
cutre claplauso
y ¡as
consideraciones de aqnellos q1le, domiuados por 'ln
extraviado criterio, no aprecian el vp,lor intrínseco
de los hombres, iiino bajo
el punto
de
vista
del
éxito'
Las muchedumbres,
sohre todo,
escasa~ de raz6n
por la oscuridad en que viven, tienen una tendenc::a
marcada tí tributar homenajes á cuantos, suficiento.
mento audaces para aLofetear
la virtud, coronan
SlIS
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FR..i.'\CISCO 'rm[AS )fOll..iLES.
73
proditorias empresas, trcpamlo t:ÍlJicos por la peno
diente del crimen.
No oustante, forzoso es confe;:~r que jamás la
perversión se cllseiíore:í tanto llo las geutes illlstradas
como de las inCl11tas; ni q 1\(' en ar¡uéllas
fue nu nca
másempcuornicb
y escallclalosa quc en éstas.
El :i\Ial Rostcuiclo por la ignOffitlcia, qué cosa más
tremenda!
Fu riow, ciego, c;rllel hasta la saciec!a.d, el
malvado estlípido ticne cierta Icígica tanto má. temible, cuanto que cerrad;~ S\l inteligencia
tí. todas las
claridades, así las qllC nos vienen llel cielo, como las
que nos da la. tierra, v;~ á In. dcstrllcci,)n y c"Iter.ninio
de todo cuanto codicia su ve;lgallil;~, Sll deseo,
su envidia y su odio, sin parar mieutes en la. intensi.
dad de la desdicha que siembra.
Ahora bien, al conoeer ciertos homhres, admira,
si se prescinde de su astil pidcil, C;ÓlllOha podido
amontonar
en ellos la fatalidad t(¡llta somora, tal
suma de maldad, que apare(;en
aptos para toda
especie do acciolles que tiendan
(L vulnerar
la.
piedad, la justic:ia y el derecho dc R\lS semejantes!
Pero es lo cierto (\UC hay sé re>" "engenuros,
como
dice Dante, de ilJftlrIl;t!es potel\ciu~, que por su
ignorancia, SOJl la rcpre"entaci()n
fiel del Mal, y en
cuya vida no hay UIl sólo ub que no tenga HU grande
escándalo 6 al lllenos su uafíaua intenciiín."
Entrando en el dominio de 1:1 vcrll:ul, que es el
de la histori:l, vemos qne el IJlllIU]O
wal, tal como él
se comprell(le bajo el punto
de vista
del progreso
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74
FRANCISCO TOMÁS MORALES.
moral, es imposihle, lejos del ideal científico y del
dominio en las almas del sentimiento verdaderamente
cristiano. La ciencia eleva el espíritu y da á la COIl.
ciencia la raz6n que compromete al Bien; la idea
cristiana, que es la más fecunda y mejor enseñanza
para las almas, obliga á todos los hombres á amarsa
mutuamente, y por consiguiente á respetarse en todos
sus derechos; desde los que les vienen de la natura.
leza, hasta los que les otorga la ley civil en virtud
la organización social.
de
Abogan, además, la ciencia y el cristianismo, por
la paz, que contribuye al triunfo del Bien; y comba.
ten, por lo tanto, la guerra; teatro en donde las malaH
pasiones, en vez de contenerse por temor á la sanci6n
y al castigo, se desarrollan dando lugar á que se foro
men esos malvados fantasmas,
terror de todo lo que
es justo y bal dún de la humanidad.
Vamos á conocer á uno de estos hombres, á quien
la ignorancia, por una parte, y el mal instinto,
por
otra, hicieron cometer los más altos prodigios en el
camino del delito; y á. quien la guerra de nuestra in.
dependencia
sirvió
de
teatro
para desarrollar
sus
negras pasiones de una manera tan colosal y horrible,
que aun hoy día, la benevolencia se resiste á creer
los hechos de aquel Satanás, que conmovi6 pro.
fundamente á nuestros mayores, y que nos sirve á no.
sotros de meditaci6n, enseñáudonos á conocer hasta
dónde puede llegar un mal instinto entregado á sus
propios impulsos.
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FRANCISCOTOMÁSMORALES.
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Nos ocupamos en este estudio de FRANCISCOTo.
MORALES.
llÁs
II
Medía este hombre seis pies de estatura, y tenía
pecho saliente y ancha espalda.
Sus brazos y piernas eran fornidos 6 membru.
dos; presentando su aspecto las proporciones que laR
reglamentos de Amadis de Gaula requerían para que
un hombre fuese admitido en la caballería anJunte,
en los tiempos primitivos de aquella célebre orden.
En efecto, el torso de aquel bellaco, sobre sus dos
piernas que parecían dos pilares de acero, era seme.
jante 11.1 de llO coloso j complementándose su atlético
talante con un cráneo abultado que exhibía un cabe.
110negro, abundante y corto, el cual armonizaba con
la barba, cuyos pelos parecían cerdas de jabalí.
La frente era deprimida. Los ojos saltados y de
un color gris. La nariz encorvada, gruesa y puntia.
guda. La boca grande con labios abultados. El color
moreno y encarnado, demostrando que aquella cons.
titución estaba dominada por el temperamento san.
guíneo.
Tenía el atleta apagada la mirad~, á pesar de lo
saliente de los ojos, por unas cejas espesas, del medio
de las cuales se destacaban, fuera de toda proporción
con los dem(LS,algunos pelos rectos y tiesos, y una
gran arruga, que demostraba ser hombre en cuyo
espíritu tronaba de continuo la cólera.
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FRANCISCO
To~d.s MORALES.
Lavater, estudiando
detenidamente
aquella fi.
sonomía, la hulJiera hallauo gran semejanza
con
una caLeza de buitre.
Lo que sobre todo (laminaba
en el rostro de Mo-
RALES, era que detriÍs de una ferocidaLi vulgar,
la del animal,
como
ellseñalm cierta especie de disposiciÓn
natural alodio, y se dejaba entrever
la pasión de la
envidia, que frecuentemente
lo exaltaba,
enseñando
toda la ferocidad de su carácter.
Agréguese á lo (Iicho que aquel hombre tenía la
voz gruesa, Rin lliugllna melodía en el acento; y una
respiraci\ln de caverna, y se comprenderá que la nao
turaleza lo haLín hecho, físicamente, un sl:r horroroso.
Si en lo físico aparecía
era lúgubre.
Inclinado
repugnante,
en lo moral
á to(los los furores, su alma que no
se parecía á ninguna
ferocidad épica.
otra
allha
humana,
tenía
la
Cuando se ponía rabioso, la sangre se le agolpa.
ba á las mejillas;
le chi,:peaba la mirada; manote'!.ba y pateaha como Ulla bestia bravía, y presentaba.
un aspecto siniestro.
Era iudomable {¡ la razÓn, tí la piedad, á la caddad y al estímulo; y !la cedía sino á lo. fuerza, úni'~a
sanción que reconocía y úllico dios tí que tributaba.
culto.
En extremo
sensual, ó mejor dicho, implídi,~o
y libidinoso, se deja\!:1 llevar sin resi~te!lcia alguna
de los apetitos carnales;
exhibiéndose
de tal manera.
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FRA~CISCO
'fO:ILÁ.S :liTORALES.
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lujl1rioso, que para él no reconocilí I1I111Cavalladar
alguno el hallar, la dignidad y la virtud del sexo con.
tra rio.
Todos los homhres
por perversos que sean, tienen,
en presencia de los grandes infort unios ajeno!!, ras.
gas de benevolencia, aun cuundo éstos no sean efecto
de la sinceridad, sino de
MORALES, llO gustando ni
pravación, jamú¡; se mostró
No tenía idea de nada.
una refinada hipocresía;
siquiera de ocultar su depio pam cou la desgracia.
El Bien le era tan pro'
fundamente desconocido, que no se cuidaba
la satisfacción ú de b. saciedad illdividval,
cual lo atropellaba todo.
Su crueldad no era á In. manera
sino de
ante la
Je In. del tirano,
sino á la manera de la de la hiena.
Tres cosas le llamaban ti cllal más la ater:ciún:
la sangre, la plata y las mujeres; no pudiendo comprender que la actividad de la viJa pudiera tener
otro objetivo qlle el asesinato, la molicie de la rique.
za y la satisfacción de los apetitos carnn.les.
Como militar,
era soldado valeroso y activo,
mas fuera de una diligencia é intrepidcz
realmente
admirables, tenía una cabeza pourÍsimu en todo gé.
nero de asuntoE concernientes ti J¡¡, ciencia de In. gue'
rra. Y, cosa singular, el batallador
qne en el como
bate iba á parar al heroísmo,
en la victoria
descendía
al asesinato y al rouo !
Aquel sér excepcional,
interior,
alcanzaba
á pesar de su oscuridad
á discernir que la bondad de la
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FRANCISCO TOMÁS MORALES.
guerra. no se podía juzgar sino por la cantidad dI)
mal que producía.
Así, triunfante, se dementizaba con el pillaje y
apuñaleaba sin piedad al prisionero y al vencido,
desba.lijando después ti la muerte cuanto la muerto
llevaba en los bolsillos! De esta manera se pagaba
el monstruo de sus servicios!
La vista de un moribundo conmueve ordinaria.
mente por más de una consideración, y por el hilo
sutil del pensamiento conduce rectamente á Dios.
N uestro héroe daba de patadas á la agonía, y se seno
tía dichoso de su bajeza delante de aquel tremendo
símbolo de la eternidad.
Era, á no dudarlo, malo entre lo más malo, y es.
túpido entre lo más estúpido.
En la batalla de la Puerta, ocurrida. el 15 de J u·
Dio de 1814, se dió el gusto de andar con espuelas al
taMn sobre los cadáveres; de pisar á los heridos sus
llagas; de patearleg sus piernas y sus brazos rotos,
hasta ponerlos furiosos y hacerse morder los za.
patos!
En Aragua, arrancó del seno de su madre á un ni.
ño de diez meses, lo bot6 con furia á lo alto, y al descender lo esperó en la punt~ de su puñal, atravesándolo por el estómago! El miserable no se detuvo ni
ante ese no sé qué de inefable qne tiene la infancia,
y que la hace adorable con todo el amor del alma.
Eo las cercanías de Maturín hizo atar de un
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FRANCISCO TOMÁS MORALES.
árbol, en 1817, una pobre mujer, á quien tomó
espía, y la mandó acribillar á balazos.
La vista de aquel
calofríos! !
miserable
bacía
por
experimentar
Nacido en Francia,
al principiar
su carrera
nada más, hubiera ido á parar ií. la Bastilla; en In_
glaterra, á la 'rorre de Londres;
en Alemania, á
Spielberg ; en Moscou, ti Kremlim ; y en Roma, á los
más negros calabozos de San Angelo.
Puede decirse que durante trece afíos, de 1810 á
1823, estuvo en plena actividad
en el teatro de la
guerra de nuestra independencia
nacional, y jamás
desmintió
su ferocidad, ni aprendió como militar
otra cosa que aquello
que
hubo
de ensefíarle
una
larga experiencia, á pesar de haber tenido altas grao
duaciones y del roce con gentes competentes.
Sin la guerra, dados sus malos instintos, hubiera
muerto en la horca. La guerra lo libró de la ignominia de la cuerda, y le dió una posici6n que, aunque horrorosamente
célebre, ha ]1echo inmortal
su
memoria.
Háse comparado
á MORALES con Boves;
la verdad es una injusticia, que amengua
del último de estos dos caudillos.
lo que á
el carácter
Boves, á no dudarlo, era crHel, poro no ratero.
Mataba por venganza. y muchas veces por precaución,
mas nunca por placer. MORALES asesinaba por ins.
tinto, porque le agradaba;
y era además un merodeador infame.
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FRANCISCO
TOMÁS :MORALES.
Antoñanzas, Cerveriz, Rosete, Puy, Zuazola y
tantos otros facineroso~ de nuestra guerra magna,
tenían negrísimas entrañas, pero almenas en ellos se
encuentran momentos ue piedad; :MOltALES fue siem.
pre igual en su cOlldLlCta,811 Lía Y bajaba perpetua.
mente de la base á la cima del delito, con imperturbable serenidad.
Ahora bien: para que se conozca la diferencia
que existe entre MORALES y Bove~, á quien se
ha juzgauo el más malvauo entre los nacidos, nos
permitiremos, para terminar este perfil, trascribir
aquí el paralelo que de estos uos hombres hace el
historiador Baralt.
"Nada puede verse, dice, más desemejante que el
caracter de estos dos caudillos, ú. pesar de algunos bechos aislados que parecían confundirlos. Boves era
sanguinario, feroz MORALES.
El primero pagaba
muerte con muerte; ejercía Ulla represalia autorizada.
por el funesto decreto ue Trujillo ; una necesidad política; el hábito que embota la sensibilidad j y acaso
una disposiciúll natural, sill el cual e!:iehábito raras
veces se adquiere; mas mataba y pasaba sin dete.
nerse tÍ. ver cómo espiraball las víctimas, ni menos se
apropiaba los despojos del vencido. MORALES era de.
sapiadado por l)lacer, cruel por instinto. Además
villano, unía á sus entrañas de fiera las de avaro, y
en ocasiones solamente por despojar destruía. Valiente, impetuoso y terrible, era siempre corno Bo.
ves e1"primero en el peligro. Su coraje se asemejaba
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FRANCISCO
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TOMÁS MORALES.
al del tigre, q l:O asechn su presa y so abalanza.
sobro ella y la devora. A~tllto en sumo graJo, activo
é infatigable,
debió úuieameute
al valor, la rápi(h
tre los suyos";
ayudado
é inmereciJa
mientras
y
á e~:i.as cualidades
fortuua
c¡ ue el atleta
que tuvo en.
asturiano
fue
además por el genio.
III
MORALES era oriundo
isla llamada
de Canarias. Nació en la
Lanzn.rote, !lacio..el año de 1778.
Nada se sabe de sus padres; pero es de colegirse
que fueran gentes humildes, poures é ignorantes.
De lo.. primera
juventud
del hombre que nos
ocupa, tampoco sc tiene conocimiento
alguno: pro.
bable es, casi seguro, que sus primeros años se deslio
zarau en meuio del ocio y de la miseria.
Vino
:MORALES
á Venezl1cJa
(¡, los
años, es decir, en 1802. Hombre
treinto.. y cuatro
Sil posiciún,
sin re-
cursos y siu luces, l)\lCS que apenas sabía leer y
escribir, se dirigi6 á nquclln. tierra, tal vez pr6fugo de lo..suyo.; tal vez juzgando
que la. 008taFirme le serb más propicia po..ra ejercer honradamente algum~ industria,
ó poder entregarse con
mejor ventura. á lo..triste
ban ¡¡UB inclinaciones.
Su
vida
mi~ióu
en VenezucIn.
tÍ
está
olvido, desde que pisó las costas
que lo impulsa.
envuelta.
en
el
de la Oolonia has.
6
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FRANCISCO TOMÁS MORALES.
ta. mediados de 1806, en que fue procesado en Barce.
lona por varios !lechos criminosos;
que demuestran
no haber sido su pasado <.ligno <.le consideraci¿n.
Absuelto de este juicio, no se sabe por qué artes
empeñadas en ello, aparece ú. principios de 1807 en.
tre la servidumbre
del Teniente-Coronel,
dou G~.s·
par de C~jigal, en calidad de simple sirviente.
Aleccionado probablemente
con 10 que le acabaha
de pasar, observó .MORALES al lado de Cajigal, hom.
bre instruído y probo, uuena conducta; captándose sin
duda, su aprecio y buena voluntad, pues que á mlldiados de 1809, libre de la tristísima condicióu de
paje, aparece de oficial en las tropas que comandaba.
el citado Coronel en Guayana.
El 19 de Abril de 1810, día en que, como se sabe,
fue arrojado del mando, en Caracas, el Capitán general de Venezuela, don Vicente Emparan, MORALES,
volviendo la espalda ií su protector,
y en ninguna
manera {¡ sus convicciones políticas, porque no es dEl
suponerse que tuviera ningnnas, formó, junto con
Boves, entre los patriotas
revolved ores ; llegando en
su audacia hasta penetrar
en la casa del Ayunta.
miento en donde los vocales depusieron á SllS anti.
guos señores; aplaudiendo
la revolución con vivo en.
tusiasmo, y lanzando amenazas contra el Magistrado
que acababa de caer y SllS parciales.
Hé aq uí la primera traición ejecutada por el ca.
nario. Traición tí que lo arrastró, seguramente, su ín.
dole perversa;
el deseo, puede decirse innato, en
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FRA.NCISCO
To:JIÁS
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MORALES.
los espfritus de la lJUjn. ralea, que forman cse grupo
sombrío del mecanismo social, Je r¡\le exi!;ta el de.
sorden para poder mcdrar con él ; saciar las vengan.
zas que les produce la cIlvidia del Lien 'ljeno, y dar
pábulo tí. todos los furores que les concitan sns malos
instintos y su ignorancia.
Escasos los patriotas, por aquella época, de vete.
ranas, y Iw.lliÍndose en la precisión lle levantar
tropas para defender b cnw;Q de 1:1 Libertad q\\e con
tanto
heroísmo
hdJÍ¡m
procb.mado,
elevaroll
{¡,
1110.
RALES á Teniente
de milicias urbanas. Sirviendo
este hombre á la República durante
dos años con
energfa é interés, hasta tanto que se le presentó
ocasión de ejecutar
una nueva traición, Jando
la
de
mano á la confianza que en él se babía depositado.
Corría el mes de J'unio de 1812, y el Gral. Miran.
da, Jefe militar de los libres y civil del Gobierno de
Vene1;\\clu, se ence utrabn. yo, :í. consecuencia
de los
progresos obtenidos por la invasión do l\IOXTEVERDE,
en la última extrcmidad lle Sil poder y de su gloria.
O btenidlls grumle:, \'cntajas por el realismo, y sabe.
dores de ellas los cspañoles residente:; cn Barcelona,
empezaron á tramar unll revolución, en el propósito
de restablecer el Gobierno del Hey; logra udo, al fin,
hacer un alzamiento el 4 ue Julio, no poco conside.
rabie;
el que creyeron deber debelar los patriotas
de la provincia de Cuml1.ná, poco al corriente
de la
apurada situaci6n de Miranda.
En efecto, llevando 6. cabo su idea con firme reso.
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FRANCISCO TmL{S :\10RALES.
luci6n, dispusieron
una
división de mil hombres y
diez y ocho buques armados en guerra, para someter
mas apenas hubo desembarcado esta
á Barcelona;
escuadra
en el pueblo de Píritu,
res tuvieron conocimiento
ciaci6n de paz iniciada
cuaudo
del principio
por ~Iiranda
los invaso_
de la nego·
tí :Nlo~TE_
VERDE.
Un Consejo de guerra dispuso entonces que la
fuerza cumanense regresara 6. la ca pital de la. provincia, en donde se daría á esperar el resultado do·
finitivo de la negociación que se ajustaba.
Mas apenas estaba efectuándose
el reembarco,
MORAL:~S y
unos treinta de sus peones, desaparecieron
de las fi.
las patriotas, y uniéndose á una fuerza realista que
se hallaba cercana, cayeron sobro una compañía de
libres, constante de setenta y cinco hom bres, que aun
quedaba en tierra, y la hicieron pri~iollera ; pasando
el feroz canario al día siguiente á filo de cuchillo, á.
cuarenta y dos de estos desgraciados!
Tal fue el extreno de este malvado en la causa
real; y tal el modo como demostró á sus nuevos
copartidal'Íos " la simpleza, decía, de haber servido tí.
los independientes."
Se recordará que cuando Boves abandon6 el partido republicano para formar al lado de los defenso_
res del despot.ismo, fue por vengarse de ofensas re';
cibidas, deseando lavar con sangre una injuria
q°:le
DO podía llevar en paciencia
un carácter violen~o
como el suyo.
MORALES, para
esta
negra traici6.o,
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FRA.NCISCO TOMÁS MORA "LES.
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no tuvo pretexto alguno, ni razón justificativa.
Los
libres se habían manejado bien con él, hasta el ex.
tremo de recompensar sus servicios con el grado de
Oapitán efectivo, que era á todo lo que tenía dere.
cho. Pero los principios
de la escuela política que
la Independencia
proclamaba,
no podían ser los de
aquel hombre, porque ya que no en su espíritu, en la
práctica, veía que no podían convenir:í sus detesta..
bles inclinaciones;
necesitando un campo en el que,
á la sombra de la impunidad
de aquellos tiempos
sin Dios ni ley, pudiera poner en acción sus naturales rencores, y satisfacer 6. mnnsalva todos sus horribles deseos.
Celebrada definitivamente
la capitulación á que
nos hemos referido, y desarmados poI' de pronto, en
virtud de su contenido, todas las fuerzas patriotas
que existían en el territorio
venezolano, MONTEVERDE, Capitán
general de la Colonia, nombró al
Coronel don Erneterio Urueña,
realista de índole
bondadosa
y afable y de coraíl6n humanitario,
Gober"
nadar do la provincia de Cumaná, hacia cuya capital
se dirigieron parte de los realistas alzados en Barce.
lona, llevando consigo (¡ MORALES;
á quien por lo
duro de Sll carácter y el odio Je que bacía gala con"
tra los libres, le hahían cobrado Ull gran cariño i
consiJerándolo,
á pesar de SlI reciente traición, como
uno de los só.bditos más fieles y esforzados de su
amado Monarca, dOll Fernando VII.
Urueña,
probo y justiciero,
respetando
su propia.
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FRANCISCO TO~ÁS MORALES.
honra, y
legalidad
Gobierno
e:dstián j
irritados,
convencido de que es bajo el imperio de la
que los pueblos se pacifican, empez6 su
declarando
vigentes las leyes que aún
calmando con actos de justicia los ánimos
y dando garantías á los patriotas,
que era.
por entonces los que más necesitaban,
en su condi.
ción de vencidos, de la defema enérgica de SU5 de.
rechos, por parte de la autoridad. Mas algunos realis_
tas, y entre ellos MORALE~, que empezaba á darse
todas las ínfulas do un gran personaje, dejándose
llevar por el odio quo profesaban ti SLlS adversarios,
á los cuales creían que no debían dejar sin castigo,
empezaron á molestarlos cruelmente;
hasta que lo.
granda,
en 15 de Diciembre,
que Urueña
fuera de.
puesto del mando, cayeron por sorpresa sohre 105
patriotas indefensos, llevando iÍ látigo á los cuarteles
y á las prisiones á cuantos
tiranicida rencor.
señale) la venganza
y el
IV
A principios de 1813, MORALES quedó á disposi.
ci6n de Antoñanzas, que reemplazó á Urueña en el
Gobierno deCuman<Í; acabando el canario de amaes.
trarse en la escuela
de aquel
mal hombre;
sobrepuj6 luégo al punto en el pillaje audaz
vergonzado.
Poco tiempo después, puesto Antoñanzas
caso de abandonar su puesto por consecuencia
al que
y des.
en el
de las
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FRA~CISCO TOMÁS MORALES.
81
exigencias de la campaña, el airado isleño vino á
hacer parte del ejército que comandaba don Juan
Manuel de Cajiga!. Hallándose con éste en varios
encuentros que acreditaron su valor y actividad, y
en los cuales, siempre que el realismo qued6 vence.
dar, no dej6 de dar oficio á fiU pufial, sacrificando
tí 101;1 vencidos que quedaban fuera de la vigilancia.
del Jefe de las operaciones; á quien, debemos decido
de paso, causaban gran disgusto estos asesinat{)s
inútiles.
Al fin, viéndose obligado Cajigal á retirarBe de
la provincia de Barcelona, en donde hacía la guerra,
á la de Guayana, Boves que bacía parte de su fuerza
y que comandaba un Regimiento de caballería, se
negó 6.acompafiu.r1o, y entrándose por los llanos de
Caracas con los jinetes que comandaba, se llev6
consigo á~loR.iLES; quien á ;;u turno desert6 con
cien hombres (le infantería. Era 1n verdad que estos
dos homhres, hez de la especie humana, no RebaIla.
ban bien al lac1.ode un Jefe de honorable conducta,
incapaz del latro~illio, 111 otros criminosos desmanes,
y amigo de la disciplina y el orden.
Repetimos con Baralt:
"Boves y }IORALEB
aun cuando tenían sus puntos de contacto, eran dos
caracteres o.esemejantes." En efecto, el primero
cruel por sistema, tenía cierta especie de desprecio
por el segundo, que era asesino por placer; y el
segundo, que gustaba de matar por inclinaci6n y
saquear por interés personal, veía que el primero
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88
FRANCISCO TOMÁS MORALES.
era, según su opinión, un hornb?'etirnorato, incapaz
por su buen corazón de servir como se debía á una
causa cuyos parciales necesitaban de hacer grandes
escarmientos sobre los rebeldes, "para evitar que la
sociedad presente y futura ~igaiera el ejemplo revo.
lucionario de los primeros patriotas, y lograr mau.,
tener á los pueblos ataJos al antiguo régimen."
" i C6mo cree usteu, preguntaba en una ocasilín
Boves á MORALES, que se puede escarmentar
á los
insurgentes?
"
Y éste contestó prontamente:
-" Matando á los
9abecillas, quitándoles
sus bienes y desterrando ¡¡
tierra extraña á sus descendientes."
No obstante las diferencias de carácter entre
aquellos dos perversos, la una fiera complementaba
á
la otra . .Así, Boves no concebía
RALES, ni éste se resolvía
{¡
plan alguno sin Mo.
nada sin Boves. El mal.
viviente, hecho dos carnes, no respiraba sino por UD
solo conducto. Empero, como alguno de los dos caudillos tenía que ser el Jefe de operaciones en la gue.
rra que por su cuenta y riesgo, y sin sujeci6n {¡ no..
die, iban ti hacer unidos á la República,
forzoso era
que alguno de los dos se resignara {¡ ser segundo ue
aquel á quien la suerte colocara en primer término.
Esta dificultad debía ser prontamente
zanjada.
En efecto, corría el mes de Septiembre, y habiendo
ya engrosado ambos lidiadores sus respectivas fuerzas
con peones de las llanuras de Apure y sus inmedia.
ciones,
pensaron
en acordar
un plan de campaña
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89
FRANCISCO TO:llÁS MORALES.
sobre la provincia
de Caracas, en la esperanza
de en.
torpecer los planes de Bo1ívar, que por aquella
época tenía en un pie brillante la causa de la revo.
lución.
Convenido cste plan en el sitio denominado La
J;1i1ita, se abordó en el acto la cuesti{Jn principal, tÍ sa.
ber: quién debía ser el Jefc Dircctor de la guerra 1
Para resolver tau i{rave asunto, so convocó un Con.
sejo de Oficiales;
optando unos por Boves para el
puesto, y otros por MORALES. Disolviéndose al fin el
tal Consejo ti pUñetazos entre sus miembros, sin ba.
ber hecho la elección.
Discutido luégo el asunto entre los dos caudillos,
cada cual por entonces con igual graduación militar,
expusieron \lila y otro los sacrificios que habían he.
cho en favor de la C:\1\S:1, .Y los títulos que tenían
para legitimar su aspi r;lci(Jn, hasta trrnto que cansa.
dos de oponer razones tí rnzones, sin que ninguna de
aquellaRcaup-zns <le hierro desistiera de RUpretenRión,
bu bieron ue di~r;llstarse. naves, remontado en ira y
m:'Ís ]¡~hil y astuto, comprr.u<lió qlle e!';~ lIegaJa la
ocasión de i¡¡¡ponerse por la fllerz'~ al que pretendía
ser Sil rival ; a~,í flle que, echando mano del sable que
llevara ti la cintura, amenazó :'Í :\TOR.\LE~, promctiendo cortarlo el pescuezo de 1111 solo tajo. Este, que
no cono~ía ellllicuo, lIO mCllos irritado, sacó también
su cuchillo con auemán alllen:l;t,ante, y ya iban ti aga.
rrarse aquellos dos atletas en luc.:ha ti n1\lerte, cnando
un pelotón
de la fuerza de Boves cntró
en escena, y
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90
FRANCISCO TOMÁS 1WRALES.
á una voz de su Jefe, se apoder6 de MORALES; el cual,
viéndose preso y desarmado, daba grandes gritos re.
montado en furia;
exhibiéndose indomable
fiera entre la trampa que la aprisiona.
como la
Al día siguiente se seguía á MORALES un Conse.
jo de Guerra"
por insurgente."
Siendo sus Jueces
Oficiales lIaneros, sin instrucción
alguna,
que tenían
gran respeto y adoracilín por Boves; los cuales pre.
tendían condenar al canario á sufrir la pena capital,
porque tal era la opinión del descorazonado
do asturiano.
MORALES,
conociendo
y atrevi.
su posici6n y viendo
que
tropas lo abandonaban, dió en calmarse, y cedió
al fin en sus pretensiones;
cortándoae el juicio me.
diante el siguiente convenio:
BUS
"Boves quedaría do primer Jefe de la fuerza y
Director de las operaciones de la guerra;
mandando
en batalla la cab'l.lIerío. MORALES sería su segundo
con el título de General, y dirigiría la infantería en
el combate.
"De
todo botín que se hiciera,
MORALES tendría
la mitad, y la otra se di vid iría por partes iguales entre
la Oficialidad y la tropa que constituían el ejército.
"Dada la muerte de Boves, MORALES lo sustituiría.
en el mando; comprometiéndose
{¡ seguir su misma
conducta hasta la completa pacificación del país y
exterminio total de los rebeldes."
Firmado el convenio, todo quedó en calma, " ver.
dad sabida
y buena
fe guardada,"
y el ejército
de
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91
FRANCISCO TOMÁS MORALES.
Apure se puso inmediatamente
desarrollo del plan de campaña
en movimiento,
en
que se había com-
binado.
v
Boves tomó la. vanguardia.
con mil
jinetes
y se
dirigi6 al calla ue Ranta. Cu.talina, rmguardado
por
seiscientos hombres que comandaim el valeroso Coro·
nel Carlos Padrón.. El 27 del último mes citado, Padrón fue atacl\lIo, y tí. pesar de su heroica resistencia,
destruido ¡ uniénllose MOltALES, qne llevaba la van.
guardia, el 28, con el vencedor, y continuando
el
ejército
su marcha
CaJauozo.
En este lugar
nn. noticia de que
en
dirección ú. Cura y de allí á
tuvieron
los realistas fidedigel urioso Coronel Campo Elía8
iba á su encuentro con dos mil quini.entos soldados
de todas armas, y como estabail resueltos Ú combatir I
salieron 6. esperarlo al sitio denominndo Mosquitero.
El ]·1 (le Octubre, (i eso de In. u na de la tarde, déspo"
tas é inclcpclluientcs
se pmieroll de frcnte unos de
otros, dando principio iLun rciíiuo y desastroso como
bate, en 4\1e la mucrte segaba ú. cada. paso las cabezas
de los lidiadores, como In. cortante hoz; Jel labrador
las espigas del cam po l
:MORALES que comandaba la infautcrlu,
constante
de quiuientos
peoucs, peleó uenoJadaOlente¡
pero
diendo todos sus soldados al empuje vigoroso é inteU-
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92
FRANCISCO TOMÁS MORALES.
gente de los jinetes enemigos, y por raz6n á los
pésimos movimientos que hubo de hacerles ejecutar.
En cambio, el valor que desplegó,
culpa ti su torpeza é ignorancia, pues
sirvió de disque si la. ac'
ci6n tuvo mal éxito por su culpa, trató de ha<:erse
matar; perdiendo
tres caballos bajo sus piernas y
recibiendo una herida de gravedad en el cuello.
Derrotados
los realii:;t:~K, Roves y MORALES se
retiraron á las seis de la lloche en dirección al pueblo
del Guayabal, sobre la banda. izquierda del Apure;
y allí, al cebo del latrocinio, empezaron á rehacerse
prontamente. Empero, faltándoles pertrechos con que
empezar de nuevo las operaciones, MORALES, aun.
que sufriendo mucho de su heríd1\, dotado como lo era,
de una constitución de hierro, insensible ti las esta.
ciones, ti los climas, y aun al dolor físico, marchó
aceleradamente
ú Glloyana; trayendo luégo al Apure
algunos oficiale~, cicn infantes veteranos, ochocientos
fusiles, nn cañón de grueso calibre y gran cantidad
de municiones.
Para fines de noviembre
tenían
ya el asturiano
y el infatigable
canario, cuatro mil jinetes y una
columna no poco numerosa de infantes, con los cua.
les se movieren sobre el Coronel Aldo.o, que con
mil quinientos hombres se encontraba en el río Guárico, en el paso de San Marcos.
El 8 de Diciembre cayeron los realistas como una
tempestad sobre sus enemigos, y a.un cuando éstos hi.
cieron á pie firme intrépida resistencia, que pudiéra.
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93
FRA:KCISCO 'l'mrÁs ~roRALr;S.
mos llamar criminal, toda vez que no es virtuol'lo, y
menos de parte de los Jefes, ningún saerifleio temerario que entregue ála muerte SllS ~old:;dol'l,perdieron la
acción; á lu. cual siguió por parte de :\lOltA.LES y
con el asentimiento
de Boves, un asesinato tan ho_
rrible y escandoloso, que ti ninguuo de los veneidos
que había sobrevivido
tÍ. In. lucha, y caído en poJer
de los vencedores, le fue perdonada la vida ! ~
Esta hazaña de jIOHALES le valió entre los suyos
el renombre de Fuerte é Invencible. Corriendo su
fama y gloria, de boca en boca y de campamento
campamento,
alabado con entusiasmo
en
por todos aque.
llos que, no teniendo mús lógica política, ni otra re.
gla revolucionaria
que el odio á los republicanos y
su consiguiente
exterminio,
trasformaban
en semi-
dioses á los mús insignes malvados.
Desgraciadas
épocas aquellas en que, faltos los
espíritus de sentimientos humanitarios,
norma y prez
de la conducta humana,
bay hombres con dominio
en la sociedad, que juzgan que esta no es otra cosa
que un rebaflo de carneros, á quienes hay derecbo
de degollar impunemente
Pobres de nuestros padres, que habiendo
tenido que
cruzar por la vía sangrienta que abrió á sus pies una
de las más colosales revoluciones
de los tiempos mo.
dernos, se entregaron
generosamente
á la muerte
por legarnos una Patria libre!
Afortunadamente
el amor ti la paz, que es uno de
los c::.racteres de la civilización moderna,
domina hoy
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94
FRANCISCO TOMÁS MORALES.
día nuestras almas, merced al triunfo de la justicia y
de la Libertad. Pues es fuera de duda que, {i pesar de
las transiciones revolucionarias de que aíín somos
víctimas, nuestros gustos, nuestros intereses son
pacíficos, y nuestros Hentimiellto.3 repugnan la efusi6n de sangre humana, bastil el extremo de CaIlS1J,f.
nos horror el permitir que la justicia derrame la de
los culpables.
La idea de la paz, penetrando en ln. conciencia,
bajo la. poderosa influencia del sentimiento cristiaro,
hará ya imposible esos a.3esinatos colectivos que,
semejantes 6.las antiguas hecatombes romanas, son
un insulto 6.Dios, y un anatema para los pueblos.
En adelante, la filosofía se apoderará del Dere.
cho y le comunicará notables desenvolvimientos,
llegando ú realizarf.e la sublime idea de Platón;
quien declaraba que el m¡Lyor bien de un Esta:io
era la paz, y que al organizar la. Repíiblica, para ser
buen político y sabio legislador, era preciso tratar
de hacer imposible la guerra, y dirigir las leyes á la
realización de aquel supremo bien, que constituye la
felicidad de los homhres, haciendo imposibles los
verdugos y toda especie de crueldades.
Continuemos.
Al día siguiente del combate de Guárico, los
vencedores tomaron el camino de Calabozo, con el
fin de situarse mejor para sus posteriores operaciones guerreras, reunir más soldados y darIes U:la
organización más militar y conveniente.
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95
FRANCISCO TOMÁS MORALES.
VI
Al terminarse Enero de 1811, Dovefi y MORALES
tenía.n un ejército de siete mil ]¡ arnu re:;, cinco mil
de caballería y dos mil tIc infantería, con los cuales
se pusieron en movimiento por el camino de Cura,
en la. pretensión de tomar á Caracas.
Informado Campo Elías ue esta. marcha,
encuentro
de los tiranos el 2 ue Febrero
¡:,alió a.l
al sitio de
La Puerta. El 3 al romper el <lía, MORALES, á la.
cabeza de sus infantes,
di6 principio
:í. la batalla,
atacando el flanco derecho enemigo. Habiendo sido
rechazado, 6. pesar del denuedo de sus soldados, fue
sostenido por Boves, quien cay6 con sus caballos
sobre todas las filas enemigas, cual un Atila sobre
los muros de Ravena, alanceando
por todas partes
á. sus contrarios, basta eso de las cuatro de la tarde
en que quedó victorioso.
con su crueldad,
"l\IORALES,
consecuente
mató con su propia mano un núme.
ro no poco considerahle
de pri:;ioncros, y tuvo la
triste celebridad de ejecutar
por mandato del pri.
mer Jefe, á ciento sesenta heridos del realismo que
queda.ron baldados en la lucha; justificando este in.
fame homicidio con aquella triste fraso que sali6 de
labios, el que
no sí1'Ve estorba, que sirvió
luégo al pertinaz Cerveri~ para cometer asesina.toll
IlUS
va
de semejante naturaleza.
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96
FRANCISCO TOMÁS MORALES.
Avidos de s'logre y de exterminio, uespués de La
Puerta, marcharon aquellos dos caníbales, de quienes
decía Antoñanzas
que e)'(ln la e8}Jwla de Dios i!OU'i'C
los malvados, en direccilJn á la V¡dorÍa; plaza. res.
guardada
por el ínclito General Jo<;é Félix Ribas.
Ribas, aunqne con dos terceras partes menos de
ejército que el de sus contrarios,
esper6 el ataque,
que empez6 el12 á las ocho de la mañana,
tía. singular;
habiendo
con Vl~len.
podido obtener el triunfo
los
rea.listas, si al día siguiente fuerza::; descansadas y
veteranas, que venían á socorrer ií los acometido~, no
se presentan tí retaguardia de lo::;aco'uetedores, obli.
gándolos á retirarse sobre la villa de Cllfa.
"Jamás, dice el Jefe patriota, ví pelear ií los ti.
ranos con más denuedo que en este día. El fiero Mo.
RALES hizo {¡ la cabeza de su infantería,
bravas c¡;:an.
to temerarias
acometidas.
Varias veces q ued6 en.
vuelto en el polvo que levantaban la,; balas de nuestros certeros cañones, y hubo una ocasión en la que
tuvo la. audacia de arrojarse basta mis puntos avan.
zados y apuñalear ú mis soldados en sus puestos."
Grande, en verdad, ha debido ser ell¡eroísmo del ca.
nario, cuando sus mismos enemigos le reconocieron
aquella intrepidez y sangre fría, en tiempos por de.
más tormentosos y brillantes, en que el valor era tan
común en todos los hombres que pisahan la arena re.
volucionaria.
En Cura rehicieron
los déspotas las pérdidas,
poco considerables, que su ejército babía sufrido
no
en
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la \¡at~:b
'IC;<1 "?ic!.on,l,
tW.rOIl lOcbrG Hol;v:~n, que
/ .::;) :l~:~O l:(InL!H10 :;0
bC }¡:¡uía
si6n do fij~.r su C'.1artel general
LES qLle, como
constante
In.
CIl
V;citO
lan.
precio
cn SUIl11atco . .MORA.
de GOlOtnmbre, llevaba lel. vanguardia,
en esta
VC~, tle
mil
soluado$ de infantería,
rompió sus fuegos d 28 sobre
las avanzadas
patrio-
tas, ~iendo tÍ. :roce :nn:iliaclo, por !'in ¡lerce1w y su izo
quienb, por do:; Lh,; Jc :;o.ballcn::, ',,:e 1YanZ:UOll
uo
con los in r:mtc~ .:;obre b h,ea ;::nillCL,;:d
lo:; libres,
á tiempo en qua ;.:o"c!'¡ ,'comot;;: co,' II ~c';tc cio sus
jinetes
lo:; plmtoE nccesorios
de1. C::\·CL1DO.
Violento fl1:c el at,\C1','C, 1." uacer:"ii.\ 00\)1' ¡UO he.
róica, luchr.n(~ose cú.5i :~L!E>:?O {: c:'~rl)O h".r;l,'~ :;.•s ~"cis
de la tarde; bOfe: .. C~l q"lC lr..~1 p!·~L:lcr::.~; ~OLl~L·J.·j c.le la
noche pusieroD t¡~rmiIlO {¡ r:.quel L'lCiG 'lOfrOrJSO. Validos los realistas
da la oscmidu.d,
bueD ordev. hasta
si',nurse
~¡C
ret~ral'on
en
en 1::\';:>1+nfD.s qnc :\1 occi.
dente dominan r.'. ;)cque.10 ].llano:le 13:1'1 1í~,tco. Si
Bovcs e!J ~st;\ ];¡c:u, cs'.\lVO ~s.1Iú·ldi.tl') ;.rOF,,~LE8
se mostró
nlflflO,
U.coé';S' o';:]. ,. ·,~..cú
'i!ttC~;
(,E~~
t;C
',C,':' .('.'
:'.:"·<í ..; ,~~~.(~(J;í
(
:;'~D
pl'iínl
en
. r; ·~·.::.::d;""'., (le3car ..
gaba sn~) CCfi/~.;.~0~(.c:" ~iC~; :""(iU; 2':'
'; !lLC:C>lC~ 0D cste
y aeuel pocto, :l::'i.¡',:t.:.c.o Gil .; "(,;c¡¡r;í(u de b vic.
toria ..
El 20 do :'L;'zc 'vo:v:urol1 ios,"c •.•iisL:1S
Ú
intentar
un segundo atar¡ uo; q uedaIldo en e~ta ve:.:, como en la
anterior, indeciso el triunfo. Desespera.dos a.l fin con
la resi¡;ten.cia¡ combinaron
un pluil de batalla, tan
audaz y militar,
cuan.to era posible en la cabeza
de
7
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98
FRA.KClSCO
TOMÁS MORALES.
aquelIofl Jefes así de valerosos como de salvajes, yel25
al amanecer el día, lo empezaron á poner en ejecuci6n con infernal coraje; peleando desesperadamente,
hasta tanto que el invicto Ricaurte puso término á
la lucha con el hecho extraordinario
que llenó de
gloria su nombre, haciéndolo acreedor {i la admira.
ci6n universal.
Este prodigioso acontecimiento
y la circunstan.
cia de baber sabido los realistas la aproximación
á
San Mateo del ejército de Occidente, comandado por
el General Mariño, los obligó á levar.tar su cam.
po de frente del de Bolívar, para ir á n.tacar ti aq !lel
nuevo enemigo; tí. quien encontmron
parapetado en
el sitio de Bocachico.
Apenas avistados el 31 realistas y libres, se dió
principio á la acción, que fue una de las· mús sangrientas de la guerra de lluestra ir.dependencia. Distinguiéndose
MORALES
por la intrepidez de sus CLr.
gas, pues que en este apurado trance, en que la fortuna flle aoversll á su partido, jU¡;Ó la vida con su.
blime desprendimiento.
El 3 de Abril Boves y cl cu,uario, con mil sold'!.dOil, que era toda la fuerza que les quedaba despu,~s
de los descalabros ue San Mateo y BOC':lchico, !'>euni,~.
ron á Ceballos qne sitia\¡a á Valenciá, defenuiJa peor
el General Rafael Urdaneta.
~Ias quiso la suerte que
apenas se prepamban pará drlr un postrer y decisivo
asalto á la. plaza, cuyos defensores estaball yá en h
última extremidad,
se aproximara
el Libertador
,í
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,'HAN'CISCO
99
'i'O~L(S ~iU]ULES.
ue su intento,
re·
tirándose Dovc~ y )'l.lH,\í,¡;S cou la tropa quo
pertenecía e!.l Jirccción (. C,\blJozo,
les
ella; razón
)101"
"
eua[ dc·;ii,ieron
En aquella tierra volvieron !Í. rehocerse con tal
prontitud,
que al promediar de Junio, habían levantado cinco mil jinetes y tres mil infante~, COlJ los
cuales marcharon sobre :Jlarifío 4ue, unido ti Bolívar,
les sali6 al cncucutro al rnemomble sitio do L:1 Puerta,
con sois mil cornb~Ltielltes.
Boves, el'.perime'l taJo
YJ po f los descalabros
recientemente su[ ridosj Ú pesar tic tener la conciencia
de poder destrui r tI S\lSall versa rio~; nI i m pu Iso hercú.
leo de sus masas, tomó 1Jl!enas y j lliciosas disposicio.
nes para la lllcJla. Convencido
de la dificultad que
tellí;¡.n ~us .JiUC'.e:i p'11"[1 'lcueer h~ fOl'l.llilhbles ea'
lumnas cerrau<l" de i";:t;¡tes 11l!C~e les opondrían,
entró el Lí Cll ~WGlÚ!lCOU ]o~ plloue~ ue (¡, pio: al
mauuo de :MO!{,\L';~: d~:;Jllcgil[]o ocsb fllcrza cuan.
to el terreno 10 i'crru'.Í:1, y apoyallllo sus alas y re.
taguardia
por lo~: cal.x');().,;,
HeÓa fllr. ;:l ucomt;~;~~'. y \'el'el~le!¡te b resisten.
cia: Los p:,l'-:C.";" :'~::~; '0'. ;:~:l c~ ':.'-rojc de los
treseie:Jtos n;r' "to."C)';;,;
pero (lcspué,; ~J li;;::, l;:
,j':)~"
elllloute Oeta ;
'.UVi~lOII que ceder,
l.: U!.l
,';:-:)!'('~;[1,
dejalluo en )lo,:cr del cT'c¡aip;u ~.l<tollo; Sll~~oldados.
llil tresue,¡' o~ l,ri·:iollcro:, ,:c aquella jornada
espantosa
fueron
ahlneeados,
y 1I.0RAM;S,
que en la
batalla se había disti nguido por su valor, perdiendo
ell ella uos caballos qlle montaba, i3eexllibi<:í más que
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100
FRANCISCO To)lÁS :lIIORALES.
nunca cruel;
matando por su propia mano, como
lo había hocho en otra ocasión ClI este mismo
sitio, mús de ciento cincuenta
rendidos, y h:lCiendo ejecutar
biírbaramente,
usando de la más negra ingratitud
y perfidia,
cerca <:le trescientos
heri-
dos del realismo
que quedahan
inutilizados
para
continuar la campaña!
Al otro día del triunfo, se (Iirigieron los venCí)dores con parte de sus fuerzas á V [delicia, en perse.
cución del Coronel Juan Escalona,
homl>re de ulla
resolución y brío á toda prueba. El 20 pusieron lo.
ciudad
ell
rigoroso
sitio, peleando
tanto los acome-
tedores como los acometidos con heroísmo singula!;
'distinguiéndose,
espeeialmente, los últimos, que mJrlan impasibles en SllS puestos, COIl la resignaci('1l
con que recibe este supremo sacrificio el varón fuerte
que cumple un deber sagrado.
El 9 de Julio, Jespl\l:s de veinte días cle COll';tante batallar, perdido E~calona por falta de municiones, y :í. eonsecuencia de ]a mortandad que hab':a
tenido en SlIS tropas, reducioas yá f... una tercera
parte, aceptó una suspensi()n de hostilidacles, que
dió lugar ú la. celebración de un convenio, en virttl(l
del cual la plaza de Valencia sería entregada tí. los
sitiadores, con la garantín de la vida para los sitiados
y el respeto por sus Lienes.
El modo como cumplieran
este ajuste los rea.
listas, es Lien conoe;iJo: al día siguiente de celebrado, los patriotas r¡ue moraban en la plaza fue-
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FRANCISCO Tmr.~S )!OHA U:S,
101
ron asesinad m; unOR y encarcelados otroR; las tropas
mataban en los hospitales 1Í. los heridos y ú los enfer.
mas, y cometían por laR ealIeR mil depredaciones
en
el indefenso vecitl\lario; las caRas de los libres fueron saqueadaR, apotleránr1o~e MORALES
ue más de
cincuenta mil pesos en n.lhajas y otros objetos de va.
lar; y lo quc es más criminal aúu, el honor de las
mujeres
no moreció respeto, pues que fueron muchas
de ellas tratadas
como lo fueron por laR romanos
del
tiempo de R(ímulo las mujeres sallinas ~
Todavía más: i'orzado el afligido bello sexo de
Valencia {¡ concurrir á un gran lmile que al quinto
db de la ocupaci(ín de la ciudad preparó la oficiali.
dad realista en obsequio (le sus .I des, mientras
duraha tan irritante
{ intl'oral fllnción, en In. que
las damas m{ts notables y llelicadas tenían que danzar <'Oll los m(ls kutak"
é irnplídicos sol(iados, "Mo.
RALES, con tina compañía que éllJamaba Los Venga.
dores, se dirigi6 n. las casas de las respetables señoras
Urloas, en JonJe esta han detenidos algunos oficiales
patriotas, y entre ellos el Tenicnte--Uoronel
grana.
dina J. París, y tí taJos los pasó tÍ cuchillo;" volvien.
do en seguilb al baile {¡ hacer gala Jc esta acción, con
loe¡ miembros palpitantes
y ensangrenta.dos de las
víctimas! ! !
Habiéndose d~chmdo
Bovcs por aqnel tiempo,
en desprecio d;:; (;uji¡;r.l, que hal,;a "ido llomurado
Capitán generi.ll L10 Venezuela,
.Jefe supremo del
país, ordenó que :'IIoRALEs
COlJ una
fuerte
división
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] 02
persiguiese
La Puerta
FRANCISCO
TOMÁS MORALES.
Bolívar, quien después de ln. derrota
había. vuelto pre-"l¡roso :í Caracr.s,
(¡
de
en
donde levantaLa nlleva~ tropas, rc:ir,índose en vis.
ta de los posteriores
acolltccimielJtos,
al pueLlo de
Aragua de Barcelona.
Allí, au¡(¡liado por lIa::iño
con mil hombres, elev!) su tropa :í dos mil,
COIl
cuya
fuerza Re resolvió, en el exce;.'o de la desesperación,
á
hacer frente á su implacahle
enemigo. Preparando
estaba algunas auras de fortiíicaci,íll para resistir con
mejor éxito, cllallllo el 18 de Agosto se present() el
canario á su freute con ocbo mil 110111bres.La lucha
fue sangrienh
y larga, y la victoria
estuvo indecisa,
pues que entre la pericia militar del Libertador y su
juicio guerrero, y las aptitudes del isleilo, no podía
establecerse comparación ulg'lUa. E[;lpero, qué ven.
taja podían obtener los patriotas, escasos de muni.
ciones, sobre las enormes masas enemigas?
All'in,
procediendo con cordura,
tuvieron que retirarse del
campo, después de haber matado en gloriosa lid má¡:;
de mil realistas
y herido
cerca de dos mil!
" Tomado Aragua, dice Baralt, MORALES pasS (,
cuchillo no solamente á los prisioneros que había hecho, sino una gran parte de In. vecindad, sin respetar
ni edad ni sexo; haciendo, como lo acostumbraba
Roseto, su matanza, hasta en el recinto mismo de la
iglesia; raz6n por In. cual alcanzaron 10-; muertos en
este aciago día á cuatro mil ¡;etecientos ! " ...
De Aragua volvió MORALES
busca de los Generales Francisco
sobre Yaturín,an
Bermúdez y Rivas,
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1<'RANCISCO T01L~S :'rfORALES.
103
que se encontraban
u\1í con mil jinetes, de lo más
escogido entre los liJiadorcs vcnezolanos, y doscientos
cincuenta illbntes aguerridos.
El 7 de Septiemhre se present\j el sanguinario
~eniente de Rovos cerca tic la plaza, é inmediatamllnte intim() su reudici(ín :í. los que lo. defendían.
Hal>iéndolc l:ontestauo Bernllídez " que su gente y el
pueblo de 1\laturín, preferían el exterminio á la igno_
minia de la esclavituu,"
el cau<lillo realista desple.
gó el 8 sus huestes en guerrillv,s, (¡ fin de hostilizar
la ciudad y ver si podía traer f llora de su recinto á
los patriotas.
Estos que loaliciaron
las intenciones
de MORAT.ES, sin abaudonar sus puestos principales,
sacaron grupos de lauceros, comandados por SlIS me_
jores Jefes, y Ú. ~\l turno hostilizahan (¡ SlIS contra.
rios, causú'mloles considerables pérdidas.
Al cauo, desp\l(;s ue clIatro días de esta brega, tÍ
impulsados
por un valor que rayaba en el delirio,
salieron 0112 eu formación
regular
caron de frente á illoRALES.
de batalla,
y ata-
El choque fue espanto.
mas tí la~;cinco horas de cOll1b:1.te¡í muerte, cia.
ron los realistas tÍ pesar del denueuo y energía de su
Jefe para contener!o¡;; outeniendo los libres la más
singular y e¡;pléndid¡L victorin. qlle la Libertad hubo
80;
alcanzado
en aquellos
tiempos herúicos :
pocos soldados que pudo salvar, huy6 por el camiuo de Barcelona ha8ta Urica;
en donde se detuvo aguardando á Boves que debía.
MORAL¡::S, con
iU>i
reunírsele.
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104
~'RA.NCISCO
TOMÁS
MORALES.
A poco se verific6 esta uni6n, y el f) de Diciem.
bre al amanecer,
salieron lo, dos tiranos con siete
mil soldados :11 voJlc ue aquel lJomore, con el ohjeto
de esperar lilos V3t'crdo,"e,; en ¡'Iuiulín qua ÍLjf\n con
cuatro milli·::iadorcs L.mosoo; :i S1\ encucntro.
Dispuesto,; los rc~ll¡stas p:ua la hatalla, agllarc.lnron impasible:, el ataque de los libres, qne cmpez(í
pr6ximamentc
á las once de la mañana. En saguida,
variando ue Iormaci(Jn, de acometidos q1\e bal,ían sido
se convirtieron cn r.cometeuores, y carganuo simultáneamente, Boves con el grucso dfl la ca')allería, y
MORALES
con In infautería., cllvolvieron las filas pa'
triotas, creycnuo olltcllcr la victoria con l:U solo sooerano impulso;
mas fné tal la serenidad de los republic.'1no~, qu'} H:B¡sticroll ~jll cch:n pie atrás
el furibundo empuje de los jinetes enemigos;
caro
gándolos en seguid¡¡, COIl tal furia q1\e los pusieron en
desconcierto;
e1 qnc llegó CL tomar c~~i ln.s propor.
ciones de u no. derrota con 1.\ In uorte ,:0 Boves.
Lo. acción, ha"ta. en este momento solemne, e~'
taba ganada por la Patria.; mas MOl~ALES que como
prendi6 lo peligroso de la situación,
re~tableció la
lucha, practicando
operaciones que hasta entonces
babía sido illcilpaz de \::jectuar ; merced á lo cllal ob.
tuvo el triunfo.
Victorioso, y vcngado con la sangre de los pri.
sioneros, reunió sin demora un Consejo de Onciale,>,
para hacerse reconocer como sucesor de Boves en el
gobierno civil y militar de las provincias que habírl.ll
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FIL\~CISCO TmL~S ~IORALES.
105
estipulado en 01
qlle ronsiguió sin
mayor Tesis~ell~::! ; '11'11](1:111(\0 as',' ,¡llar dÍ<\s después á
tres de sus'J'c ..1it:!~te", r;nc, t:1J1len,::os, Opil1HrOn en el
Consejo, que c;-~ Ú. C5;..j¡r;~1 (q\li"n
ccrmipondía
el
reconquistado
f;UR armas, según
ingenioso CCTJ.veulo de ln PiJitu.Lo
mando
Por
)0
que ::J ~e llsurpaha
CO 1\ 1,1;1. tor\o dereeho.
que se rcf~cre III formi,:a!,]e cn.lldillo asturia-
)0
no MOn.AT_},~ poco 6 nada sinticí SLl muerte. Dado Sil
c'Hácter, p" cel1'~s envidioso, probable eil que se alegrn.rn. del desp:treclI,]i,entc eJe SL illIuediato Jefe, :í.
quien ioa 6, S'.,'c(!Uer en c~ maudo, )' al que no po_
db ¡'i\1~1iznr :T' -':l~;t. ~;ie"'\c10 C·,i(¡ t:u,to m~s de cole.
girsa,
c~w j'~,O ':1' 3, cn y:st.\ de la
:;í 1,.IIHCi,íll
de Vene.
perdida por C'lt.O'1CeS el flD.rtido lndependiento,
abriga;]i" ci ~;'_~::.ric t~J e~ip8rc.i\.~n J.~ Pc~~ar (l ~er Sefo
íll1eb,
a 1)so!nto
~:~8'....C;:C7.11C":C.
En cu;;;tc !.I'; Cfll:~,V2f de no :()~,,;\1 sncesor, hnciéndolo e;l va ~v(:r ell U:ln. Lumilclc mnl!tu., mandó que
lIJl escaso cort().l0
fllL1e1.Jre lo trasbJam:i
Urica, y
rd Ií, en tierra ingrata, se le botó en u n hoyo de cna.
tro pies, sh m(¡,s ni m(\s, como r.. los restos de cual.
quier misernole, ql1e sufre con los de sn ralea la promisc\liJft(l de lr.s celli:~as!
.Tefe N,O~L.L¡:C:; del ejército y euol'gnllccido con la.
victoria, cmpr3lldióT'archa
hacia :\In.turín, llegando
al frente del '¡colado ellO Jel mes cit:l(!o. Esta plaza.
e::;tabr. reS¿;-ll' <¡.{!;-,,. :~or tl'e:..;(:i2:'.~O-~ i!' f<'d~Les é ~gual
número de jinetes, que escap:Hon (le Urica;
)08
cuales habían constl'uído
t:·cs t·erra plcues y tcnbn
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106
FRANCISCO
TOMÁS MORALES.
dos baterías que miraban tí. las principales avenidas.
El mencionado día por la noche intentaron
los realistas un asalto con mil quinientos hombres, y fueron
rechazados luégo de haber tenido no pocos muertos
y heridos.
A las siete de la mañana del siguiente,
ordenó M.ORALES un acometimiento
general sobre.
todos los puntos, y después de una lucha encarniza.
da y extraordinaria,
en la. que Rivas y Bermúdez
hicieron mn.yor honra. ¡í su valor tan celebrado,
tuvieron los libres que ceder, ya. llar falta de municio_
nes, ya porque eran pocos los que quedaban
"Apoderados,
refiere Austri[l" los enemigos
vivos.
de los
terraplenes y baterías, con una pérdida de mil hom.
bres, ocuparon á sangre y fuego el recinto de b ciudad;
degollando
sin distinción
de edades ni de pero
sanas."
A los pocos día;; de ocupado M[I,turín, MORALES
siguió tí. Carillco, y de ulIl tí. Carúpano y río Caribe,
reduciendo á paveslls el pueblo de Sorondo, luégo de
haber sido saqueados sus habitantes. En seguida. tomó
á sangre y fuego á Giiiria, llevando por todas partes,
cual un devastador
vengativo, la desolación y la
muerte!
VII.
Entrado el año, no menos fatal, de 1815, sabedor
el isleño de que había arribado {¡ la Costa-Firme
la
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FRANCISCO
'l'O;¡rÁs
;\[QRALES.
107
expe(lici6n que al manrlo del titnl¡l/lo Pac'ificador,
don Pablo MUfl lu, hal)ín enviado el Gouicf!lo de
España para Sli,il.ltar:l h~ oued;e,lci,l su:; pogesiones
ultramarinas,
sc rCUnil) á [¡lW~ LB Feurero con el
caudillo español;
¡lOllier,uo (\ SIIS l:rdenes cinco mil
hOlllhre~ e~(;c:;id(,s <t ue 1:eva 1m (;OIl~;gO,
Informado
~lo¡-illo por el atroíl canario, de que
era la hla Je ;'brgarita
el plinto general de reunión
de los patrioHls y la tierra. ill¡ís rel>elde al poder peninsular, comliuarou
los dos J efc~ las operaciones mili.
tares que dcbífl'l pr;¡cticarse f'oure ia hln, y llevando
tres mil hOTllbres de SIIS tr3)las, en veilltiulí~
~e dirigieron ii c'lla, arrilJando
al pueblo de
MORALES
velas,
Pampatar el U del mes de Mayo,
N o pudiendo re~i~lir los ll1argarit.eños en armas
á las tropas realc~, uno,~ se sometieron al Pacifica-
do?', y otros, m(¡~ avisados, desconfiando de la benevolencia de sus implacables
enemigos,
marcharon
á las
A ntillas. En cuanto á quince patriotas r¡lle, atenidos
á las promesas Je Morilla, se pusieron b;\jo la salva.
guarJia
de
MORALES,
en
bU
afán tie regresar
á bs
tierras de Bar¡;clonfl. dc donde eran, tudo~ fueron
á poco asesinados u(Lru:J.rarnente,
De Margalit1. rn;.sarOll lo; li~spotn.s (~Cllmau{L, de
Cumaná. á la o-l(<.:i1';',~'de ilquí': ;J8.ral.:.I~, de Jonde
el PaC'ijicad07', Je'i[lul~:; áe hdJCr u.1'reglado á su acomodo el Gobicmo <le Vene:mob, partió el :) de J lllio
para Puerto-Cabello;
<lindase á la vela ellO para
Santa Marta con una expedición de nueve mil hom-
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108
FRANCISCO TOMÁS llroRALES.
bres: cuatro mil vonezolanos ti órdenes de MORALES,
y cinco mil europeos al mando del generoso y denodado :Mariscal don )¡Iiguel de Latorre.
Ocupada esta población, el Jefe español confec.
cionó allí su plan de campaña sobre Cartagena,
que
era el punto objetivo de sus operaciones;
luégo delo
cl~al envió
á
ciudad;
con instrucciones
para
OC'l.
puntos, y darse en ellos á la espo.
par determinados
ra, mientras
por mar.
por tierra con la vanguardia
MORALES
hacia la citada
se acercaban
las tropas que
debían ir
i Por qué el Pacificador confiaba al canario una
comisión tan importante y peligro::>a 1 Debemos de.
cirIo: Morilla era hombre de talento y en extremo
vivo y sagaz. Acostumbrado á tratar {¡ los homhres,
si en ocasiones se dejaba engañar por la hipocresía y
la astucin, tenía el dón de apreciar,
ble tí. su inteligencia,
en cuanto era posi.
los méritos y defectos ajenos, y
daba á ca,Ia cual el puesto que merecía según sus títu.
los y las circunstancias. El sabía que MORA.LES era un
corazón degradado,
un alma depravada, en donde
ejercían
imperio todas las malas pasiones
puede ser susceptible la naturaleza humana,
de que
pero co-
nocía que en 'aquel hombre hahía un Hércules, capaz
de sobrellevar toda fntiga; un bandido lleno de reno
cores, desde ]03 que produce la enviJin hasta. los que
engendra el i:iClltlmi3uto de In. venganza
convertiuo
en sistema; y penetm(lo udemús, de que para el i¡¡.
leño no existíun
el peligro, ni el miedo,
pues que
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FRANCISCO
lO!)
TOMÁS ~(oRA.L¡;;S.
era capaz, como el ángel caído del D:mtc, de desn.fiar con ln. rnif;rnlL energía ]a i usti~~a de Dios que
todos
los rigores
del humano
inconveniente
en confiar
más temerarias
empresas.
coraje;
no
tenía
á semej8 nte sujeto
Desde
las
le conoció,
que
presentándose
á su vista avaro, delator, chismoso,
lleno de odios y sanguinario, si bicJI le recobró un
gran desprecio, lo juzgó neces:\rioj y apellidiíuuolo
El Terror de los malvados, lo tuvo como un iUlStru.
mento ciego, vengador ue las ofensas que lo:; rebeldes
hubÍan
hecho
al trono de sus mayorcfI, los católicos
Reyes de España.
El18 de Agos~o,
unidos
Morillo
y
~IOR.o\.LES,
empezaron ií. estrechar á CartagciliJ. }lar lilar y por
tierra, durando el¡.;itio ciento ocheut.t uía:;, hasta el
6 de Diciembre siguiente;
día en que los patriotas
que aun sobrevivían al hambre, ti la peste y al rigor
do las balas enemigas, evacuaron h ciLluad, entrando
en ella
10il
sitiadores.
que perdió de SLl hI8\'<la mil sete.
cientos hombres cutre muertos y llcritlos, "::;0 roa ..
MORALES,
nej6 durante
de encomio;
dad,
el sitio, dice lilorillo, C011 valor digno
p0rtánuose con r(lcomerdnlJlu
heroici.
especialmente,
en el bombardeo
de la plaza,
ocurrido con todo rigor, desde el 25 do Octubre hasta
el 15 de Noviembre,"
Al día siguiente
de la toma de Cartagena, el PaMORALES para que ocupara
cificador recomendó á
los Castillos de Bocachica,
y una vez verificado esto,
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110
"hizo
FRAXCISCO
el malvado
To~rÁs
publicar
~IORALES.
un
bando
ofreciendo
perdón y amnistía tÍ todos los p[1.isallos que se presentaran dentro <.letercero <.lía; los cuales confhndo
en la promesa de semejante monstruo, que acostum.
braba celebrar sus triunfos con suplicios, se hicieron
visibles, y, reduciéndose les ti prisión inmediatamente,
fueron degollados en número de cuatrocientos á orillas del mar!"
Esto horroroso crimen que Morilla
miró con pérfida indiferencia, pero que el Mariscal
Latorre no pudo llevar en paciencia, le costó al ca.
nario, por parto de este honrado caudillo, sendos gol.
pes de espada;
que el asesino, á pesar de sus iras,
tuvo que tolerar, en vista del alto carácter, probidad
y resolución del Jefe que le aplicaba tan merecido
castigo ..
Pacificada
la Costa de la Nueva
Granada,
Mori.
llo, en vía para In. capital del Virreinato, envió de
Ocaña á :MORALES con ¡.;oiscientos hombres sobre Yenezuela;
sabedor ue algullos prolll1nci~¡mientos que
habían tenido lugar en el paí~ uuraute su ausencia.
El canario lIeg,í á Valencia sin i:Jconvenientti al.
guno á fines de Junio de 181G, é iumediatamente
marchó en busca <.lelGcnern.1 Soublctte, que habien.
do tomado el camino de OC!lllulre, se situó en la
cumbre de los Aguacates,
en uonue se le reunió
Bo-
lívar con algunas tropas.
Incorporando
MOR.iLES á su fuerza trescientos
infantes que comandaba el 'l'eniente Coronel espa.
ñol, don Manuel
Bauzá, se fue soLre el enemigo;
y
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111
FRANCISCO TO:\IÁS ~IOl{ALES.
aun cuando las posiciones de éste eran al parecer
inexpugnables,
no vaciló un instante cn utucarlo. Re_
ñida fue la defensa q ne se hicieron las fuerzas libres,
pero al fin la acción se perdió y los patriotas tuvie.
ron que retirarse,
después de haher
tenido doscien.
tos cincuenta
muertos;
salvándose alguna
merced á la noche y ú. la poca importancia
vencedor dió al triunfo.
tropa,
que el
Ea Aguacates,
forzoso es confesarlo, tan inconveniente fue, á pesar de las ventajas del campo, la
direcci6n que se di6 á las fuerzas republicauas,
como
hábiles los movimientos de los realistas. MORALES
que, halilta su unión con ¡¡lorill o, no había sido otra
cosa que un soldadote atrevido,
que hacía estribar
todo el arte de la campaña en dar cargas sangrien.
tas, exponiendo su vida á cada pa~o y la de sus peo.
nes, luégo de haber estado
{¡
las órdenes del
cador, que era un militar aventajado,
malicioso,
práctico y perito,
Pacifi-
organizador,
se dió (, pellsar
que la
guerra era algo más que un juego de az;ar, en el que
con frecuencia los buenos rcsulta(lo~; Jependen
del
atrevimiento
y la fortuIta, cOllclll)'Clldo por conven.
cerse, en cuanto ora Jaule {¡ .~u estoiidcz é ignoran_
cia, de que para merecer el dictado lO 1>\10n Jefc, no
solamente era preciso el v:.dor que sirve para impo_
nerse al adversdl.rio, sino infinidad de otras cualida.
des, y entre ellas: del sentimiento y amor al orden,
que sirve para conservar la disciplina en las tropas;
de la paciencia, que no deja precipitar las operacio.
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112
dU~CISCU
TO:IlÁS "¡OlLlLES.
nes, cuando <.leello no hay necesidad;
y de 1:1 vigi.
lancia, que da tí conocer los movimientos
<.lelenemIgo.
La escuela de Morilla fue, pues, algo útil al ruuo
canario. Así es que, en adelante lo veremos, si no
menos cruel, porque el Jefe espn.ñol no era ;\docuado para in¡:pirar sentimientos de benevoleLcia,
siempre que nadie pue(b dar aqnello do que carece,
si más hábil en b Jireccióll de la cam paña, y IUE:nOS
impetuoso
en la pelea, cuaudo de ello no tenía 03ce.
sidad.
que había recibido instrucciones de
para apoderarse
tí todo trance de Bolí-rar,
MORALES,
Morilla
á quien el Pacificaclol'
cOlltaba como el alma d'3 la
revolución, lo siguió siIl descauso después de Aguacates hasta el puerto de Ocumare, y poco faltó para
que lo hubiera hecho su pri':iiollero;
recogiendo en
la. playa de aquel punto alguIlos elementos <.le guerra que los patriotas CIl su precipitad;). retimua habían tenido q ne dejar abrllldollauo..;,
ElltretelliJo se ~¡alla 1.);\ el J ere i~lei'jo en persecu.
ciones iIlútilc~,
cU:1u(lo'
S\¡PO
que al·.jullo;:; indopen-
dientes, y entre ellos el invicto Mauuel Piar, habÍ<m
obtenido triunfos de no poca importallcia en las provincias de Guayanay Curnaná ; ocupando COllun ejér.
cito bastante considerD hle para su desesperada situa_
ci6n, las tierras de Barcelona.
Alarma.do con semejante noticia., se puso en ca.
milla eOil una fuerte división, y tornó el pueblo :lel
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113
J'RANCIBCO TOlIÁS MORALES.
Pilar, distante seis leguas de Barcelona, el 25 de Septiembre i precisamente en momentos en que los patriotas, avisados de los movimientos del enemigo, se
retiraba.n hacia la llanura del Juncal.
Al día. siguiente por la tarde, avanzando MORA.
sobre los libres, se situ6 en el extremo sur de
esta llanura, casi á la misma hora en que Piar tomaba posiciones, muy cerca por cierto, de los reales
españoles. El 27, antes de la salida del sol, los inde.
pendientes, en número de dos mil, dieron el toque de
alarma, empezando sus tropas de infantería. el combate. La. formaci6n del ejército de MORALES, constan.
te de tres mil veteranos, era. á la verdad singular; con.
sistía en ~n triángulo de tres fuertes columnas de
infantes, hallándose resguardada la línea que daba
la cara. al enemigo por dos 6 tres piezas de artillería.
LES
La lucha que había dado principio cerca de las
seis de la mañana, duraba ya. más de seis horas sin
que ocurriese nada decisivo, cuando Piar, cuyo genio
guerrero era incomparable, protegiendo su infante.
da, que no había podido romper las filas realistas,
atac6 á un tiempo con su caballería los tres lados
enemigos, en momentos en que los cargaba á la bayo.
neta con sus fusileros. Nada puede compararse, según
testigos presenciales, al arrojo de los jinet~s de Piar:
" legi6n de centauros, atropellaban con los pechos
de sus caballos á. los adversarios, y luégo que les hu.
bieron hecho perder su formaci6n, cayeron cual una
8
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114
FRANOISCO TOMÁS MORA.LES.
tempestad de centellas sobre todos los cuerpos, po.
niéndolos á poco en retirada."
MORALES,haciendo un esfuerzo supremo, contu.
va algunas de sus tropas, y luch6 como una media
hora más con furia titánica. Mas el Jefe republicano
las carg6 al fin con todos sus jinetes, cayendo sobre
ellas ti semejanza de un cíclope, y las puso en ver.
gonzosa fuga.
El canario tom6 la vía de Uriche, y luégo se ~i.
rigi6 á la desembocadura del Tuy, en cuyas, coma...li-~
cas se entretuvo por algún tiempo cometiendo actW· \
de inaudita crueldad; hasta tanto que por orden de
Mox6, Capitán general de Venezuela, nombrado por
Morilla, se trasladó á Orituco para reunir allí, un
nuevo cuerpo de infantes.
Para fines de Febrero de 1817 tenía yá, en como
pañía del Coronel español don José Aldamn, tres mil
quinientos hombres; que por resolución del Gobior.
no fueron puestos á disposici6n del Brigadier don
Pascual Real, quien debía moverse con esta fuerz:a
en persecución de los libres, que continuaban la gue.
rra en la provincia de Barcelona.
Practicado el movimiento y rehusándose Real á
atacar la ciudad de aquel nombre, pretextando fal.
tarle artillería para ello; MORALES, hecho y6.Briga.
dier, por una parte; y Aldama, por otra, empezaron
ti intrigar contra Real; queriendo apoderarse cada
cual del mando del ejército. Esta intriga, en la CUfl!
los chismes y denuncios no escasearon, dió por resul.
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FRANCISCOTOMÁS
MORALES.
;i'.
115
tado la prisi6n del canario. Al que hizo trasladar
Mox6 á Caracas, con gran satisfacci6n de amigos y
enemigos, siguiéndosele allí un proceso criminal.
La. secuela de este juicio dur6 desde Abril del afio
últimamente anotado, hasta el mes de Septiembre si.
guiente, en que Morillo, habiendo ocupado nueva.
mente ti Caracas, hizo sobreseer en la causa; poniendo en libertad al reo, con restituci6n de todos sus
cargos y empleos!
Todo el que haya seguido el curso de esta narraci6n, puede colegir ~a especie de motivos que dieran
lugar ti la prisi6n y enjuiciamiento de MORALES.
Moxó, tan malo como era, cansado de tolerarlo, re.
solvió al fin, satisfaciendo el clamor general, ponerlo
tÍ disposición de la justicia, por el hecho que vamos,
en seguida á relatar ligeramente; el cual puso Alda.·
ma en desarrollo de SU!!! intrigas, en conocimiento de
la autoridad.
Prendado MORALESen Orituco de una dama no.
ble, ¡¡edió ti galanteada con el entusiasmo de aman.
te rendido, hasta tanto que viéndose desdefiado, no
pudiendo contenter su pasión, y picado en su amor
propio, resolvió alzarse con ella por la fuerza. Como
binado su plan, en la noche del 15 de Marzo llevó á
efecto el rapto, trasladando á la víctima á una casa
de campo no lejos del poblado.
Buscada la infeliz por sus allegados, al tercer día
la encontraron muerta, atravesado el pecho por una
bala. Quién la mató'l iFue el villano raptor después de
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116
FRANCISCOTOMÁSMORALES.
haber saciado su brutal apetito, 6 fue ella misma
quien se di6 la muerte, defendiendo su honor, como
la hermana de Lido ellacedemonio
L....
Cabeza del proceso este horroroso delito, á 61 se
agregaron
infinidad
de denuncios
robos y ma.
por
tanzas; ascendiendo los muertos hechos por mano de
MORALES á una cifra no poco considerable!
Era á este miserable,
vil como nadie,
á quien el
Pacificador sustraía de la sanci6n penal, para vol.
verIo, armado caballero, al seno de esa misma socie.
dad á que había llenado de duelo y horror; poniéndolo
otra vez á la cabeza. de una causa que tenía. tildada
de oprobio y de verguenza !
Exclamaremos aquí con Luis Blane: "No es la
política, pasto por lo común de los intrigantes y ma.
los, y menos la política revolucionaria,
arena donde
los hombres de bien y de elevado y recto criteri:o,
obtengan consideraciones y aplausos."
VIII
Para 1818, viéndose Morillo obligado ti atacar á
Bolívar en la Quebrada de Semen, di6 á MORALES
la vanguardia del ejército, y éste, en el afán de pro.
bar tí. su benefactor que era. digno de toda confianza
y demasiado útil á la causa que defendía, se lanzó
por su cuenta. y riesgo el 16 de Marzo
sobre las t,o.
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FRANCISCO TOMÁS MORALES.
117
pas libres, presentándolas una de las acciones más
reñidas y encarnizadas de cuantas tuvieran lugar
en aquel año. Acci6n que, á pesar de la pericia y
valor qne desplegó el canario, hubiera perdido el
realismo, si el Pacificador no se presenta en el
campo con fuerzas de repuesto, empeña de nuevo
el combate y obliga á los patriotas á retirarse, al
cabo de muchos desastres.
Pocos dias después de este desgraciado Buceso,en.
vi6 Morillo á MORALES á Calabozo, con el fin de
batir al infatigable Manuel Cedeño, que guerreaba
heróicamente por aquellos lados; lo que, en efecto,
logró el canario el 20 do M&.yoen la Laguna de los
Patos, luégo de un encuentro largo y por demás
glorioso para las armas republicanas. Degollando
doscientos cincuenta infantes que comandaba el
valeroso Coronel Pedro Le6n Torres, que cayeron
en sus manos por no haberlos podido sa.lvar ni este
Jefe, ni el valiente Cedeño, ú pesar de los esfuerzos
que para ello empeñaron.
La derrota de Cedeño, funesta en sumo grado
para los patriotas, no tomó todas lal; proporciones
que el enemigo esperaba, debido á que el General
PiÍez sorprendió á MORALES el 28 del mismo mes on
el pueblo del Guayabal; le mató, en herúica riña,
cerca de trescientos hombres; le cogi6 muchos prisio.
neros, armas y bagajes; y lo oblig6, finalmente, á
abandonar las llanuras de Calabozo, para reincor~
porarse de nuevo en el ejército del Pacificador,
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118
FRANCISCO T01t!ÁS MORALES.
Morillo, llegado ya el año de 19, molesto por no
haber podido vencer completamente á los libres, y
sabedor de que Bolívar y Páez habían reunido en
San J uao de Payara un ejército de cuatro mil hombres, mitad jinetes y mitad infantes, que el Libertador puso á órdenes del célebre caudillo de Apure;
marchó sobre esta región con seis mil veteranos,
juzgando, en su orgullo, que podía destruír á los Íudependientes en un primer encuentro.
Páez, que por entonces no tenía intenciones de
presentar batalla formal á su adversario, se retiró
sobre el Arauca, al paso del Cuajaral en la llanura.
Era su propósito cansar á los realistas, con vuelta:;
y revueltas, en aquellos sitios escasos de recurso¡;
y malsanos; diezmándolos por los rigores del clima.
y de la peste, tan frecuente en los llanos.
La 'fanguardia del Pacificador, en número de
tres mil hombres, iba al mando de MORALES: ya por
que él lo había pedido, deseando, como siempre, ser
el primero en el combate, y ya porque entre los Jefes del ejército, era el más conocedor de aquellas
tierras incultas y solitarias. Púez, que con sus brío~os y ágiles jinetes no perdía de vista al isleño, le
cayó el11 de Febrero en el sitio de Cañafístolo, en
momentos en que una parte de su tropa se hallaba
entretenida á larga distancia en recoger ganados, y
otra estl\ba tendida en el campo en desorden. L!\
carga de los libres fue de tal manera furibunda, que
Jograr,?ll hacer grandes destrQ2JQsen sus adversarios;
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J'RANClSCO TOMÁS MORALES.
119
loa:cualcs, probablemente, hubieran perecido en su
totalidad, sin la singular intrepidez, sangre fría y
viveza que demostró en este apurado trance MORALES, Y el hecho de haberse aproximado al campo de
la lucha, como sucedió en el combate de Semen, las
fuerzas de retaguardia.
En retirada Páez, Morilla contiuuó siguiéndolo,
hasta que después de mús de cuarenta días de mar·
chas y contramarchas, en las que perdió mucha
gente al rigor del clima y merced {Í, las continuas
sorpresas que le daban los llaneros montados, resolvió regresar á Achaguas, á mediados de Marzo, en
la creencia de que alli iría á buscarlo el enemigo.
Posteriores movimientos ejecut6 el Pacificrulor
al cabo de algunos días en solicitud de Páez; los
cno.leRdieron lugar ú varios cncnentros parciales, en
los que MORALEStuvo poca parte; razón para que
no nos ocupemos de ellos en este lugar.
En el año de 1820, m:\l puesto Morilla, y dado
á ciertos arreglos de paz. que había iniciado, que
terminaron el 25 de Noviembre con el Tratado de
'rrujillo, rcnunció la misión que tenía en América,
que tan mal había desempeñado como político, reti.
rándose á Europa y dejando en su lugar al Mariscal
de Latorre. Este, en virtud de lo dispuesto en el
Tratado, en el que se estipu16 una suspcnsi6n de hos.
tilidades
por seis meses,
"mientras
se arreglaba
la
paz definitivamente con el Gobierno es~il.ol.," díspu:,
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120
FRANCISCO TOMÁ.S MORALES.
80 que las tropas real e$!se colocaran en los puntos
señalados en el Convenio.
A MORALES se le destinó á Calabozo con dos mil
hombres, y allí permaneci6 hasta que volvieron tí
romporse las hostilidades, ocupado en socavar el po.
der de Latorre, en venganza del merecido castigo
que éste le había hecho por el asesinato de Bocachico; y también porque creyéndose el más meritorio
entre los Jefes realistas que habían batallado en Ve.
nezuela, DO podía en su vanidad conformarse con
que aquel meritorio caudilo hubiera sido el preferido
para el mando del país y del ejército.
El 14 de Mayo de 1821, abierta de nuevo la ca.m..
paña, MORALES, por orden de Latorre, se movió con
ochocientos hombres sobre los valles de Aragua, en
persecución de Bermúdez. Avisado éste de que se le
buscaba, esperó á su enemigo en las alturas denomi.
nadas del Limón, en donde fue atacado el 24; lu.
chando con gran bizarría desde las primeras horas de
la mañana hasta las siete de la noche, en que falto
de municiones, emprendió una gloriosa retirada hacia
los llanos de Barlovento.
Cerca de estos campos, recibió orden el isleño de
entregar la fuerza que tenía consigo al Corenel Pe.
raira ; lo que hizo el 26, dirigiéndose á Valencia para
reunirse á Latorre ; quien pensando en dar una gran
bata.lla, deseaba. hacer partícipe de ella á aquel mal
hombre, juzgándolo, tí pesar de sus antecedentes,
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FRANCISCO
121
TOMÁS MORAIJES.
leal á la causa y demasiado
celoso de su gloria mi.
litar.
El 24 de Junio, elegido el campo de Carabobo,
por indicación de MORALES, par~ el duelo proyectado,
realistas é independientes se dieron las caras; convencidos los primeros de que, obtenida por ellos la victoria, Venezuela volvería al antiguo régimen
fiados los segundos en que, si la Providencia
j
y conles daba
el triunfo, sellarían para siempre la tan suspirada independencia y Libertad de la Patria. Resueltos ambos
partidos á bregar implacablemente,
á la una del día
se dió principio á la batalla con incomparable
de.
nuedo j " mas sucedió que después de algún tiempo,
en el momento preciso en que la victoria fluctuaba,
cuando la caballería realista debía cargar {¡ los formidabl{1s lanceros de Apure, que apoyados por la
División tiradores de Bolívar, hacían estragos en la
bizarra infantería española; MORAU:S, que era quien
mandaba dicha caballería, y que pérfido preparaba
con la caída de Latorre Sll propia elevactón y pode.
río, huyó del campo, arrastrando en su huido. bata.
llones enteros, que cayeron en breve en poder del
adversario;
consumándose á poco la más completa
derrota. "
Picado el Jefe español en Sll honor militar,
se
dirigió 14 Puerto Cabello, en la confianza de poder
continuar la guerra; y MORALES, complacido de su
mala acción, de la. que esperaba un buen resultado,
tomó de largo el camino que
conduce á la provincia
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122
r.aANcISCO
TOMÁS MORALES.
de Cumaná ; en donde por algún tiempo hizo vida militar de guerrillero,
hasta tanto que habiendo podido
conseguir una fuerza de setecientos hombres, vohió
á ser llamado al servicio por Latorre, en Febrero de
]822.
Destinado
á defender
á Coro, allí aumentó su
gente; y siempre emprendedor
y atrevido, se dirigió
el 11 de Abril hacia los puertos de AItagracia,
pon.
ttando en dar á Maracaibo un golpe de mano.
En desarrollo de este proyecto, dirigió dos colum.
nas de sus tropas, una á barlovento y otra á sotavento,
sobre la citada ciudad. Pero sucedió que estando para
coronar su empresa, tuvo noticia de que el General
Judas Tadeo Piñango, á quien conocía de nombre por
su arrojo en el sitio de Cartagena, había ocupado á Cumarebo ; lo que lo precisó á desistir de su intento para
hacer frente á la tropa que comandaba
aquel
deno.
dado Jefe; quien, por circunstancias
desgraciadas,
tuvo que retirarse á las comarcas de Coro, volvienc~o
MORALES á AItagracia.
De aquí se dirigió á J uriti va, sabedor de que el
benemérito Soublette, reunido á Piñango, estaba en
su persecución; y al cabo de infinidad de movimieIl_
tos, on que tanto realistas como patriotas demostra.
ron tenerse respeto, se encontraron
cerca de Daba.
juaro el 7 de Junio. El choque fue duro y la defeIl.
sa que se hizo el canario en extremo bizarra;
vién.
dose los republicanos obligados á ceder, dejando en
manos del enemigo algunos prisioneros, y entre ellos
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FRANCISCO TOMAS MORALES.
12;)
al Capitán inglés Trainer, que fué fusilado, y en se.
guida descuartizado; " para escarmiento de los extranjeros," dijo MORALES.
A poco de esta acci6n, partió el Jefe isleño para
Puerto Cabello, llamado por Latorre, para. un asunto
importante. Era éste el entregarle el mando, en ca.
lidad de Capitán general de la Costa Firme, nom.
brado por el Gobierno español. El cual G01ierno,
precisado á aceptar. al Mariscal la dimisión <leun
cargo que éste repugnaba, no encontró probable.
mente entre los Jefes realist.as de Venezuela, ninguno
que por su graduación y largos servicios en los cam.
pos de batalla, pudiera ocupar el puesto; viéndoso,
por tanto, precisado á recompensar las intriga~ é infamias del canario con tan elevada posición! :
MORALES extren6 su nueva autoridad con tma
empresa atrevida, que su fortuna y loe;errores de
sus enemigos pudieron llevar á término dicboso. lfuú
el caso que el 11 de Agosto salió de Puerto Cabello
con mil ochocientos hombres, bajando al día siguien.
te á la llanura de Naguanagua, sin encontrar resistencia alguna. El 13, ase<liado por las fuerzas de
Páez, ocupó las alturas que al occidente dominaban
el llano, y á pesar de ser provocado de mil manera"
no quiso descender de tan ventajosas posiciones;
cierto de que ellas eran inexpugnables por hombres
montados.
Todos estos movimientos fueron estratégicos, pues
el 20, habiendo reunido Páez todas las tropas libreo;
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124
FRANCISCO TOMÁS MORALES.
que rodeaban á Puerto Cabello, en la esperanza de
cercar al enemigo; MORALES,dejando en las posiciones que ocupaba unos cien hombres, que distrajeran la atención de los patriotas, regresó con el res.
to de SllS soldados ti la. plaza; y burbndo la vigilan.
cia de los libres, se embarcó en rumbo á la península
Goajira, con el fin de buscar otro teatro en que poder continuar la guerra con mejor éxito.
De la Goajira se dirigió al Puerto del Mono, en
donde estaba el Teniente-Coronel Carlos Castelli ; á
quien, después de baber arrostrado mil penalidades,
atacó y rechazó el 4 de Septiembre, quedando en
posibilidad de apoderarse de Maracaibo.
El General Lino Clemente que mandaba en esta
plaza, desconfiando del buen éxito de su defensl:4,
hizo sacar de ella el parque y otros elementos de
guerra, y se dirigió con setecientos hombres al encuentro de MORALES,situándose en Salina Ricr~.
Allí lo encontró el canario el 6, y al cabo de cuatro
horas de reñido combate, lo venció por completo,
ocupando el 7 á l\Iaracaibo sin la menor oposición.
Dueño de la plaza, infringiendo escandalosamon.
te el Tratado de Trujillo, "que obligaba á los bell..
gerantes :1hacer la guerra según las prescripciones
del Derecho de gentes, y de acuerdo con la máximas
y principios observados por los pueblos civilizados .'f
cristianos," despiadado y soberbio como siempr€"
expidió un decreto imponiendo pena de muerte J'
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FRA~CISCO TOMÁS MORALES.
125
confiscaci6n á los extranjeros que encontrase con las
armas en la mano.
Apenas tuvo conocimiento el General Mariano
Mantilla, Gobernador de la provincia de Cartagena,
de la ocupaci6n de Maracaibo, se trasladó á Riohacha j y allí, previas 6rdenes dal Gobierno Ejecutivo
del Departamento de Nueva Granada, alistó mil
hombres de caballería é infantería, que puso á 6rdenes del General José Sardá, para que acercándose á
aquella importante ciudad, pero sin traspasar ciertos
límites, vigilara los movimientos del enemigo, hasta
tanto que llegara el momento de atncarlo.
Sardá, despreciando las instrucciones recibidas,
atravesó el istmo de la Goajim, se apoderó de Simaiea, y dispuso tí pasar el río Socuy, en busca de .MORA.
LES. Sabedor el isleño de estos movimientos, se fue
sobre los independientes, y el 12 de Noviembre los
derrot6 en las llanuras de CarnuuIla, del sitio do
Simaica, haciéndoles más de trescientos muertos y
quinientos prisioneros.
Engreído con este triunfo, y esperanzado en
dar á la guerra UD aspecto brillante, como en
los tiempos más prósperos para la causa realista, se
encamin6, luégo de haber practicado oportunas operaciones para llamar la atenci6n del enemigo sol)re distintos puntos, ú 13. provincia de Coro, y ocupó el (j de
Diciembre la capital de este nombre; pasando en
seguida al puerto de Moroporo en solicitud de Clemente que militaba por aquellos ludos.
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126
FRANCISCO
TOMÁS MORALES.
Este, que tenía poca fuerza, se retiró ti Trujillo y
luégo á Caraché, inquietado siempre por los realis'
tas que lo siguieron de cerca; hasta tanto que MoRALES resolvi6 variar de direcci6n, y tomó el ca.
mino de Mérida en busca de Urdaneta; quien también se dió á buir del canario, por la circunstancia
de tener muy poca gente, mal equipada y sin muni"
ciones suficientes.
Cansado MORALES, después de más de dos mese:1
d~ correrías inútiles, y conociendo que era Mara.
caibo un punto importantísimo, de donde podía lIe.
var la guerra á diferentes provincias, volvió ti aque'
lla plaza en Uarzo de 1823, y se puso tí tomar providencias tendentes á sus fines.
Para mediados de Junio, era muy apurada Sil
situación, pues que tenía potentes enemigos que lo
rodeaban: al brioso General José Padilla, que me.
diante ciertas maniobras espléndidas, se había. apode.
rado de la entrada del lago de Maracaibo j al Coronel
Reyes González, que estaba en Coro con una fuerte
columna de tropas; al infatigable Coronel Manuel
Manrique, que ocupaba con mil veteranos á Gi..
braltar j y al General Montilla, con su ejército dEII
:Magdalenll..
Combinado entre PadilIa, Manrique y el benEI.
mérito patriota Francisco Esteban G6mez, un plan de
acción.naval y un golpe sobre Maracaibo, la Escuadra
Oowrnbiana, que debía atacar al mando del primero
do estos Jefes, se compuso, según el historiador
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lo'RANCISCO
TOZlI.AS MORALES.
127
Montenegro, "de ochenta y cinco piezas de tí diez
y ocho, con ochocientos hombres de dotación en tres
bergantines y siete goletas; más una fuerza sutil respetable, ésta, con trece piezas de diferentes calibres y
trescientos treinta hombres de dotación. La de Mo.
RALES, al mando del Almirante don Angel Laborde,
de trece bergantines, doce goletas y diez y seis embar.
caciones menores, teniendo sesenta y siete piezas,
entre ellas diez y ocho de 6.cuatro, mil novecientos
veinticinco hombres de tropa embarcados y cuatro.
cientos noventa marineros."
Habiendo tenido los patriotas vionto favorable,
tí las dos de la tarde del 24 de Julio dieron la vela
sobre sus contrarios, y á poco de una lucha encarni.
zada, dueños de moverse como les pluguicra, y pu.
diendo elegir el punto de ataque, dió Padilla la
señal de abordaje. "Recibiéronlo los realistas, dice
Baralt, impávidamente, con un fllego bien sostenido
de cañ6n y de fusilería, que no fue contestado por
los independientes hasta que, hallándose á toca pe.
noles, comenzaron tí. hacer uso de ambas armas."
Como los Jefes de los dos ejércitos habían puesto sus
mejores tropas tí bordo de las embarcaciones, el cho.
que fue por demás sangriento. Arrojáronse unos
sobre otros los combatientes con la saña del odio y
el furor de la desesperación, y en breve se vieron
las aguas del lago tintas en sangre, llenas de cadá.
veres que se balanceaban sobre las olD.s y de vivos
q ne luchahan con la muerte! N uncn más ciego fu.
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128
FRANCISCO TOMÁS MORALES.
ror, más ira, más esfuerzos, fueron desplegados por
realistas y libres, que en aquella batalla memomble.
Por algún tiempo estuvo la victoria indecisa, pero a.l
fin se declar6 por los oprimidos contra los opreso_
res, quedando los patriotas dueños del lago, y, por
consiguiente, en capacidad para. tomar con un pe.
quefío esfuerzo á Maracaibo.
MORALESsin salida, habiendo perdido sus mejores Jefes y Oficiales y gran número de soldados,
debía rendirse. Empero, ;.Qquella alma tenebrosa y
empedernida, que más se irritaba con los contra.
tiempos, persistía aún en seguir luchando, á pesar
del espantoso desastre de que acababan de ser yícti.
mas sus fuerzas. Sin víveres para el poco ejército
que le quedaba; bloqueadas estrechamente las em'
barcaciones que se habían salvado de la catástrofe; pe.
reciendo de hambre los desgraciados habitante,~ de
Maracaibo, el canario no se movía á compasi6n; Ilues
repugnaba á su serono y sobervio espíritu, confl~sar
la impotencia á que había llegado, con el hecho de
entregarse.
Generosos y humanitarios Padilla y Manrique,
excitaron á ~u contendor á una capitulaci6n, que
siendo honrosa á. ambas partes, pusiera término ú
loa horrores de la guerra. El Jefe isleño, mal de
su grado, pero obedeciendo al fin á su conflictiva si.
tuaci6n, y tí las constantes exigencias de los suyos, ;),d.
miti6 la idea de sus contrarios, y envi6 comisiona'
dos ú la isla de Burros, cercana á la ciudad, para que
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FRA.NCISCO
TmIÁS
MOBA.LES.
129
tratasen delasunto. ~las cuallllo estallan discutiéndose
los términos tlel ,\juste, Fa(lilla, impr\llleutemente,
intimó relldici6n Ú \as reliq uias de la Escuadra realista;
lo que hubo de irritar de tal manera á :MORA.LES,
que en el acto retir6 sus comisionados,
y prohibió
que s() le volviese ú tratar
clel asullto.
No obstante, su segundo en el maude del ejér.
cito, el Coronel venezolano don Narciso López, que
estaba decidido por la cesasicín de las hostilidades,
dió en aplacar cl ánimo de aquel hombre terco y
embravecido, y cuando lo puso cn términos de ceder, inst6 á 1lfanriquc para que lo invitara {Í reanudar las interrumpidas
conferencias. Este, en extremo
goneroso, y no dosea.ndo que se derramara más sangre amoricana, acceuió ú la Slíplica ue Lópe;.¡, y
de Agosto convino MORA.LES en q\le so abrieran
nuevo las negociaciones
01 2
de
en Maraca.ibo.
Así sucedió en efecto, y dcspués dc dos días de
sesiones harto acalorada~, en las cuales el canario,
que tánto l.\auía desangrado á venezolanos y grano..
dinos, declaró arrogante
"arias voces, que se tenía
por bien hecho cuanto había ejecutado durante los
trece años que había estado en campaña; se ajust6 y
ratific6 una capitulaci6n en la que MOltALES, previa
la entrega de la p!a;'¡[1de jHaracaibo, del Castillo de
San Carlos, que aun conservaba en su poder, y de la
Escuadra, en el estado desgraciadísimo en que estaba,
obtuvo las siguientes ventajas:
9
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130
FRA~CISCO TmrÁs
)lORALES.
Que fueran indultados los soldados españoles que
habían luchndo por la can_a del Rey;
Que se les conservaran SIlSequipajes
des tí los Jefes, Oficiales y empleados
ejército roal; y
y propiedaciviles dol
Que tanto éstos como los soldados peninsulares
y
los americanos que lo solicitaran, fueran conducidos
á un puerto de la Isla de Cuba, con la debida seguridad y garantías, y á costa del tesoro de Colombi,l.
El 20 del mes en referencia, en cumplimiento d.e
estas estipulacione;;, MORALES, en compafiía de seto.
cientos espafiol es eu ropeos'y
algunos
americanos,
!;e
dieron á la vela para Cuba; si bien satisfechos de SllS
hazañas, tristes por haber perdiJo para siempre la.
presa que tánto anhelaba su codicia.
IX
Sábese qlle MORALES babía elegido á Cuba por
punto de su residencia, por ser allí donde había he.
cho trasladar las sumas, producto
en la Costa-Firme.
de sus latrocinios
Eu aquelia Isla, el canario permaneció dos años
colocado en una posición militar.
que si bien ele.
vada, no satisfacía,
por otra parte, sus aspiracio_
nes de mando;
pues que más engreído
cios que fatuo é ignorante
tulos eminentes, má." que
de sus servi-
era, juzgaba que tenía tínecesarios, para ser Jefe
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FRAl\CISCO
TOMÁS ~JORALES.
131
civil de alguna Colonia de laR que aún permanecían
sometidas al Gobierno de la Metrópoli.
Mas como en \;1 mundo no hay acto alguno de la
vida. de los hombres que pueda permanecer oClllto eter.
namente
ú la conciencia ajeml ; y ]u justicia
de Dios
se hace sentir tarde ó temprano, para satisfacción Ile
los buenos y expiacilín de los malos, no [Jasó 1ll\I\;ho
tiempo sin que MORALI~S fllera acusado aute la vin_
dicta. ptÍbli<:a de III Am~rica, po r los horrorosos críme.
nes de que había sido autor en Vellehuela. Tratallllo
de probar sus adversarios, en lo cual 1\0 dejó de tOllHLr
parte Morilla, C¡lln la España había per,lioo I~sla
Colollia, por la cOllllllcta atrúlI y sallglliual'ia de aqllul
Jefe imemato.
Al principio, pretenuiú
el canario aplacar
por
medio uel desprecio las iUCI¡]pl.¡;iúlle~ ljllC ~t' le hlL.
clan, mas vienuo IlJégo qlle éstas tUllIalJaI\ \111 carál:.
ter sobrado serio, que ponía sil nOlllbre b:ljo el <lilatema de la sancióll ulliversal,
impotente
GOIIIO
era
para disculparse, puso Sil uefellsll;í merced de la plu.
ma del escritor español,
resitleute en Cuba, ¡Jon P¡L-
blo de Yépezj quien 110pudiendo ni siquiera atenuar
los cargos hechos (¡ su defenlliJo,
trató de salvar Sil
reputación del oprobio, historiando sus hazañas en los
campos de batalla, y exaltamlo 1)\ eltilllio valor con
q ne lo dotara la Jlatll mIeha.
Cansado el isleño Cal! los di~gllstos que frecllelltemellte le causaban la prensa cubuuu y la espaílola,
resolvió retirarse {l fines de 1825 Íl Clmarias, en don-
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132
de el espíritu
FRANCISCO
público
TOMÁS :MORALES.
era por aquellos
tiempos
me.
nos tempestuoso;
y allí, parece que obtuvo la tran.
quilidad que vehementemente
deseaba, y algllllos em.
pleos que,
probidad.
dicen
sus conciudanos,
desempeñó
con
i Se habría compadecido Dios de aq\lella alma y
enviádole el arrepentimiento?
En medio del silen.
cio y del recogimiento, lejos del escenario de los d'3.
saRtres, un pensamiento
doloroso y terrible,
exal.
tado, no por ~emor IÍ. la justicia ultrajadtt ó al caso
tigo que amenaza,
sino :í la vista de tánta sallgre
cruelmente
derramada,
de t(¡nla víctima pidiendo
la venganza del cielo; \In pensamiento profundo, de.
cimas, se apoderaría
del espíritu
bre lleviíndolo al arrepent.imiento ?
de aquel
hom.
Probable
es esto; probable talnbiéll, casi segu_
ro, que el malvado, conservando
S\lS rencores, y
satisfecho de sus procederes, so muuife;;tara arropcc.
tido por hipocresía,
sus crímenes.
con el fin do ha(;orse pordolH~r
Pero es lo cierto que
do ya en la vejez y viendo
conmueve á los corazones
templados, dió en llevar
rando sus actos y fervor.
MORALES,
tocau_
corcano el sepulcro, que
más enérgicos y mejor
vida de santurrón;
religioso,
('OlilO
exagesucede á
todos aquellos que, en olvido por algún tiempo de las
consoladoras
y sublimes leyes que gobiernan
el
mundo moral, concluyen por desechar el Mal y aco ..
gerse al Bien, que es la ley .sllprenHI de la conducta
humana.
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l!'RANCISCO TOMAS MORALES.
133
Si hubo, pues, una transformaci6n súbita en
aquella conciencia, antes tan execrable, que merezca
por parle de los hombres la piedad del perdón, sMo
puede saberlo Aquél que, por secretos designios, gobierna todas las cosas de este mundo, y penetra en
las más íntimas profundidades de nuestra alma. Por
lo que ú. nosotros toca, débiles criaturas, incapaces
de comprender los misterios de la vida, apenas acostumbramosjuzgar de los hombres, de sus intenciones,
por BUS actos externos; que pueden ó nó ser la sincera
manifestación de su conciencia.
il
En cuanto á la sana filosofía y á la recta justicia,
poco creen en los arrepentimientos forzados, que se
haccD, bien porque la cercana visión de la tumba,
que atormenta al culpable día. y noche, lo arrastre ti
la sima del terror, bien porque perdida la ocasi6n
de obrar el Mal, se vea precisado el criminal á poner
uu dique ú. sus maléficas pasiones. En Carlos V, en.
cerrándose vivo en la celda de un convento; en Al.
fredo el Soberbio, murienJo de pesar en la cumbre
de una montaña; en Alí-Kiske, retirado al desierto
fuera de todo contacto humano; en el gran Ludovico, haciendo patentes sus faltas y reconociendo los
daños causados, puede 'caber el arrepentimiento;
porque todos estos homhres, en.el apogeo del poder y
de la gloria, renuDciando Ú. la vanidad yal orgullo,
y dominando sus pasiones cuando el mundo se creía
dichoso de poseerlos, dieron de mano á su grandeqa
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184
FRANCISCO TOMÁS MORALES.
para entregarse
misericordia.
Respecto
sus últimos
á la expiaci6n, en busca de la eterna
de MORALES, la santurronería
días, de q1le hacía ostentaci6n,
de
no
prueba su remordimiento.
Espíritus
hay cuya ig.
norancia es tan granrie, y tan profunda la bajeza,
que engañando á los demás hombres, pretenden talO.
bién, no solamente engañarse asimismos, sino ú Dios.
Si el canario,que jamás obró por convicción, por~ue
nunca dió trazas de tener ideas, hubiera seguido
e•• al.teatro de la guerra después de su forzada salida
de Maracaibo, seguros estamos de que habría con_
tinuado trillando el mal camino; porque era talla
fuerza de su salvaje in~tinto; tenía tan alto despre_
cio por la especie humana j y le gustaba de tal modo
el crimen, que dada la ocasión de ejecutarIo,
es de
creerse que no lo hubiera evitado. Siendo este aser.
to tanto más evidente, cuanto que, á pesar de la gas.
mofíerÍa de sus últimos tiempos, ni quiso dejar las va.
nidades del muudo, ui ahandonó esa vida de placeres
que proporciona la riqueza, ni se sabe que cometie.
ra acto alguno digno de alabanza.
Disculpe, pues, sus maldades el que quiera, en
vista dI! la máxima que obliiu Ú perdonar al que se
muestra a'rrepelltido. Respecto de la historia que,
como dijo Tácito, "es el libro de la justicia, en don.
de cada cual. para ell8eñullza de las generaciones, dehe ser conceptuado según sus obras," dirá siempre
que MORALES, que murió
hacia
mediados de 1838,
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FRANCISCO TOilIÁS :MORALES.
135
fue la encarnación del Mal; un Satanás, oprobio
de la humanidad, cuya memoria merece la execra.
ción perpetua.
Fin de la entrega segunda.
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