Cascotes. Plazo de la obra: 60 días desde hace tres años. Sin

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Cascotes. Plazo de la obra: 60 días desde hace tres años. Sin monto de ejecución
Por Gisela Dalla Via
Artista plástica. Doctoranda en ciencias humanas, UNCa.
Resumen
En este trabajo intentaremos analizar la arquitectura como materia, como espacio para
el andar de nuestros pasos, como parte de la memoria colectiva y lugares de tránsito
permanente. Los escombros y las obras en construcción de hoy nos hablan de un mundo por
venir, hacia algunos en particular dirigiremos la mirada en este trabajo: arquitectura, arte,
ruinas, tiempo. La problemática central será la arquitectura escolar en instituciones estatales
de lenguajes artísticos que no la han tenido nunca. El Instituto Superior de Arte y
Comunicación se encuentra ubicado en la Manzana de las Artes, antiguo edificio del
Hospital San Juan Bautista realizado por Luis Caravati. Partiendo de un hecho natural, un
terremoto, sucedido en la provincia de Catamarca, República Argentina, el 7 de septiembre
de 2004, realizaremos algunas posibles lecturas acerca del modo de abordar problemáticas
públicas dentro del ámbito cultural y educativo: en la órbita del Estado provincial y en la
generación de formas de resistencia de un grupo de ciudadanos, artistas y docentes
coherentes con sus convicciones movilizados en pos de defender un espacio público y
patrimonio cultural que corría el riesgo de ser demolido tras el fenómeno. Discursos, poderes, hacer, deseo, saber: producciones discursivas que aparecerán con frecuencia en el texto.
Palabras clave: arte – arquitectura – instituciones públicas - resistencia
Abstract
This paper attempts to analyze the architecture as a subject, as a space for the ride of
our steps, as part of the collective memory permanent and transit sites. Debris and
construction sites today speak of a world to come, particularly head towards some eyes on
this work: architecture, art, ruins, time. The central issue is the architecture school in state
institutions of artistic languages that have not ever had. The Higher Institute of Arts and
Communication is located in the Apple of the Arts, former building of the Hospital San
Juan Bautista by Luis Caravati. From a natural fact, an earthquake occurred in the province
of Catamarca, Argentina, on September 7, 2004, we will have some possible readings on
how to address public issues in the field of culture and education: in the orbit of the
provincial and generation of forms of resistance from a group of citizens, artists and
teachers mobilized consistent with their convictions after defending a public space and
cultural heritage was in danger of being demolished after the phenomenon. Speeches,
power, is, do, desire, namely discursive productions that frequently appear in the text.
Keywords: art - architecture - public institutions - resistance
Intentaremos en este escrito reflexionar acerca de la arquitectura. Como materia,
como espacio para el andar de nuestros pasos, como parte de la memoria colectiva y lugares
de tránsito permanente. La problemática central será la arquitectura escolar en instituciones
que no la han tenido nunca.
Bien es sabido desde Foucault (1976), la importancia que poseen las construcciones
materiales como forma de concebir, construir y organizar el espacio en el sistema social
capitalista y en los discursos por éste transmitidos. Un producto cultural cargado de sentido
e intención. Una tecnología de poder, una estrategia para producir individuos disciplinados
que contribuyan para su reproducción.
El urbanismo y la arquitectura siempre han sido una voz de poder y de política,
exponiendo cínicamente el carácter de la historia humana. Los escombros y las obras en
construcción de hoy nos hablan de un mundo por venir. A ciertos escombros y obras en
construcción dirigiremos la mirada en este trabajo. Arquitectura, arte, ruinas, tiempo.
Discursos, poderes, hacer, deseo, saber: palabras que aparecerán con frecuencia.
Si bien es cierto que en el imaginario popular el lugar de los artistas es reconocido
como necesario, identitario, transmisores imprescindibles de los valores culturales de la
provincia, las tradiciones y bla, bla, bla… lo cierto y más cierto aún es que en Catamarca
capital, las escuelas artísticas han sido creadas sin edificaciones: errando de una casona a
otra, costeando alquileres y siendo desalojadas permanentemente por falta de pago desde el
gobierno. Ninguna escuela artística, en ninguno de sus lenguajes –teatro, música, plástica,
danzas, cine- ha tenido nunca un proyecto de construcción llevado a cabo, un diseño de
espacio acorde a sus necesidades específicas que se haya en fin, realizado. Cada nueva
gestión oficial solicita una esperanzadora lista de materiales y necesidades de los
establecimientos al principio de su mandato. Las listas se suceden y prácticamente se
entregan las mismas cada cuatro años, agregando algunas novedades, como un inventario
de penurias insatisfechas, una frustración que se repite hasta el fondo del hartazgo. Y
siguen de aquí para allá. Los reclamos de la comunidad educativa artística son
permanentes, pero no hay respuestas concretas. Alumnos, directivos y docentes pintan las
paredes, ponen plantas, remodelan, se acomodan de la mejor manera posible. Ni siquiera
tienen un espacio para ser individuos disciplinados. Quizás sean tan peligrosos que ni lugar
les asignan, tienen que sentir como una diáspora, van y vienen, van y vienen. Son
ignorados. Vayan y vengan. Un claro mecanismo de violencia. La marginalidad como un
dispositivo desde donde se dejan de tener motivos para luchar. El lugar de la precariedad
vivido como una culpa; elegido, jamás será éxito.
Al fin un espacio propio
Hasta que la manzana del Hospital San Juan Bautista fue desalojada gracias a la
construcción del Nuevo Hospital allá por los noventa y a cierta comisión gubernamental se
le ocurrió refuncionalizar sus ruinas para llevar allí a las escuelas artísticas, entre otras
instituciones culturales sin arquitectura tampoco, como el Museo Provincial de Bellas
Artes, las oficinas de la Dirección de Cultura Provincial y algunas bibliotecas públicas.
Ahora el anhelo del espacio tantas veces reclamado parecía hacerse realidad. Comenzaron
las exigencias por las refacciones: el viejo hospital estaba viejo, lejos de haber sido
debidamente mantenido y surge el gran proyecto: una manzana hermosa, llena de salas de
exposición, jardines, anfiteatros, aulas grandes para talleres, salas de concierto. Una
belleza. Una ilusión. Una maqueta. Todavía la maqueta debe andar por allí. Dicen que
camina y se va lejos, cada vez más lejos, como sufriendo un destierro inexplicable, pero si
la queríamos tanto…
Partiendo de un hecho natural, un terremoto, sucedido en la provincia de Catamarca,
República Argentina el 7 de septiembre de 2004, analizaremos algunas posibles lecturas
acerca del modo de abordar problemáticas públicas dentro del ámbito cultural y educativo:
en la órbita del Estado provincial y en la generación de formas de resistencia de un grupo
de ciudadanos, artistas y docentes coherentes con sus convicciones.
“A dos años del mayor sismo de la historia provincial, Catamarca no aprendió la
lección del terremoto. Los alarmantes niveles de improvisación y desconcierto que
caracterizaron la mañana del 7 de septiembre de 2004 se repetirían hoy ante un evento
similar. No hubo modificaciones estructurales, no se diseñaron planes de emergencia ni se
educó a la población sobre cómo reaccionar ante un nuevo sismo.
A las 8.53, se cumplieron exactamente dos años del mayor movimiento sísmico
registrado en la provincia, fenómeno que generó pánico en la población catamarqueña y
desnudó enormes falencias en la reacción oficial y civil.
A pesar de encontrarse en una región que tiene como característica su permanente
riesgo sísmico, Catamarca no supo cómo responder durante aquel interminable minuto en
que la tierra tembló con una intensidad desconocida en esta parte del país: 6,5 en la escala
de Richter.
Todo fue improvisación: en escuelas, hospitales y grandes comercios, nadie sabía
cómo actuar, y se repitieron las estampidas desesperadas, agravadas por el caos del tránsito,
donde cada uno corría hacia donde podía.
Con los servicios colapsados, el ruido ensordecedor se grabó a fuego en la memoria
colectiva, y los días que siguieron mostraron una población que no lograba superar el
miedo.
La nota sobresaliente de la inédita experiencia quedó marcada por la ausencia de
víctimas fatales, a pesar de que hubo derrumbes de construcciones y graves daños en
centenares de viviendas.
Viviendas particulares quedaron a punto de desmoronarse, construcciones como Villa
Gadilla vieron firmar su certificado de defunción, y verdaderos monumentos como el
Seminario, el Convento de San Francisco y el viejo Hospital San Juan Bautista quedaron
muy arruinados.
La desorganización se hizo evidente. Junto con interminables pedidos de asistencia
a la Nación, el Gobierno se vio de inmediato desbordado por los reclamos de asistencia. Un
claro ejemplo fue la carpa instalada en plena Avenida Alem, cortando el tránsito, para
albergar a los ex habitantes de Villa Gadilla: permanecieron semanas en esa situación.
Debieron cerrarse escuelas, el Cine Teatro Catamarca y centenarias construcciones
de
adobe
fueron
apuntaladas
o
directamente
demolidas.
Dos años después, el panorama no muestra grandes avances. El Seminario permanece
cerrado, el viejo hospital destruido, el Convento de San Francisco en riesgo y varias
viviendas particulares, como la ubicada en la esquina de 9 de Julio y República, mantienen
precarios postes como sostén.
Las consecuencias del sismo fueron muy serias, y tuvieron su expresión trágica en
el interior de la Catedral Basílica, cuando un enorme y pesado vitral, por falta de
mantenimiento -a pesar del debilitamiento provocado por el movimiento- se cayó sobre dos
mujeres que se habían acercado a rezar: una de ellas murió, la otra quedó con secuelas
graves. Todo igual. El 7 de septiembre de 2004 Catamarca no contaba con un plan
organizado para evacuación de escuelas ni hospitales. No se habían delimitado calles como
corredores para circular, no se había definido dónde trasladar a los alumnos y la gente no
sabía cómo reaccionar. Desde la Catedral hasta los supermercados, todos contaban con
salidas pequeñas, donde resulta imposible evitar una aglomeración, y la población no estaba
concientizada
sobre
el
modo
en
que
debía
responder
ante
un
sismo.
Dos años después, lamentablemente, la situación es la misma. Catamarca ha dado múltiples
muestras de su fe en la Virgen del Valle, y desde aquel día se atribuyó a su intercesión la
ausencia de muertos. Lo preocupante es que se tomaron tan pocas previsiones que, ante un
nuevo sismo, a los catamarqueños no les quedará más que aguardar un nuevo ‘milagro’.”
(El Ancasti, 2006)
En el viejo Hospital San Juan Bautista –trasladadas sus funciones a un nuevo edificio en
1992- ejercían desde 1996 hasta ese momento, las escuelas artísticas de la Provincia de
Catamarca: Escuela de Teatro “Juan Ponferrada”, Escuela de Danzas Nativas y Folklore,
Escuela de Artesanías, Conservatorio Provincial de Música “Mario Zambonini” y el
Instituto Superior de Arte y Comunicación.
Memoria de la resistencia
Las actividades, casi todas, quedaron suspendidas. Un mes después del terremoto y
mientras la gente de Catamarca trataba de volver a acomodar su ritmo de pueblo entre tanta
grieta junta, el Instituto Superior de Arte y Comunicación fue trasladado a la Escuela de
Minería que se encontraba en mejores condiciones. Alumnos y docentes, temiendo que lo
provisorio se tornara perpetuo, realizaron la toma pacífica del edificio en la manzana del Ex
Hospital San Juan Bautista. Ya conocían aquello de ser una institución educativa errante y
nómada, con seis diferentes sedes en sus cincuenta años de existencia. Ya era tiempo de
quedarse de una buena vez en aquellas ruinas que tan generosamente les habían asignado.
Reclamaron la inspección del Instituto Nacional de Prevenciones Sísmicas (INPRES)
con el propósito de evaluar los daños reales ocasionados por el sismo. Organizaron
protestas de carácter artístico en la plaza principal de la ciudad: murgas, danzas, carteles y
música aludían a la necesidad de restaurar el patrimonio cultural inherente a esta
arquitectura. Preguntaban por la realización del proyecto ya concursado desde el Ejecutivo
provincial para establecer allí las áreas culturales institucionales de la provincia de
Catamarca.
Las amenazas de desalojo comenzaron a hacerse sentir desde el gobierno con un peso
importante. Pero los chicos dejaron allí sus colchones y sus mantas, durmieron en la escuela
hasta fin de año y el ciclo lectivo 2005 se inició en febrero con el edificio tomado y
tratando de lograr la concientización de la sociedad. Fue considerable el apoyo a la causa
realizado por la Unión de Arquitectos de Catamarca y algunos miembros notables de una
comunidad que aún no conoce de fuerzas públicas sin nombre y apellido. Contrastes y
tensiones a la medida de las bellas ruinas. Las ruinas se desperezan y dan señales de vida.
Como otro terremoto. Resultados:
En el informe general solicitado a la Provincia por alumnos y docentes del Instituto
Superior de Arte y Comunicación (ISAC) se certifica un relevamiento realizado el día 4 de
enero de 2005 en la manzana ocupada por los edificios en los que funcionó el Hospital San
Juan Bautista -circunscripta por las calles República, 25 de Mayo, San Martín y Avda.
Alem-. Allí, el Ing. Rafael Toledo deja constancia de la necesidad de realizar un “profundo
análisis a fin de compatibilizar varios factores significativos:

Conservación del patrimonio histórico edificado

Estado físico actual, ya que las patologías edilicias acumuladas por los años se han
agravado por los efectos del sismo de septiembre de 2004 y sus réplicas.

Recomendaciones del INPRES en su `Informe sobre el Relevamiento de Daños en
Escuelas, Hospitales y Templos producidos por el terremoto de Catamarca del 7 de
septiembre de 2004`.

Creación del Centro Cultural y Educativo de Catamarca por Decreto Acuerdo Nº
1963 de 1995 del Superior Gobierno de la Provincia de Catamarca

`Concurso Nacional de Anteproyectos para la Restauración y Rehabilitación de la
Manzana para Centro Cultural y Educativo Provincial` organizado en 1999 por el
Ministerio de Cultura y Educación de la Provincia y la Unión de Arquitectos de
Catamarca.

Ley Provincial Nº 4831/95 y Ordenanza Municipal Nº 2588/93 de declaración de
interés provincial y municipal a monumentos y lugares históricos.”
En el relevamiento realizado se detallan los distintos edificios que integran la manzana, así
como su estado general, según el plano siguiente:
La Planta Fundacional, construida entre los años 1881 y 1887, con proyecto del Arq.
Luis Caravatti, autor de obras insignes como la Catedral de Nuestra Señora del Valle y el
Seminario Conciliar, entre otras, se ubica en el sector noroeste de la manzana. La planta
está conformada por un pórtico, el patio cuadrangular rodeado de galería con arquería y dos
alas con pabellones en dirección norte-sur. En su diagnóstico, el Ing. Toledo señala que
“actualmente requiere de urgentes medidas de intervención a fin de evitar el colapso en al
menos el treinta por ciento de la superficie cubierta por debilitamientos en la estructura de
madera de los techos, humedad ascendente y descendente en muros, pérdida de verticalidad
en mamposterías perimetrales, derrumbe de balaustradas superiores, etc. Los movimientos
sísmicos, evidenciaron estas falencias, no siendo la causa de los desajustes estructurales que
hoy se observan. Se puede afirmar que el conjunto histórico ha demostrado un buen
comportamiento a las solicitaciones laterales, aunque deberá proveerse de correa sismo
resistente ante la eventual repetición de un fenómeno. Sugerencia: Hasta tanto se decida la
iniciación de trabajos de restauración, deberá clausurarse el total de los accesos, realizar el
apuntalamiento y/o consolidación de sectores críticos (por ejemplo el muro perimetral
sobre calle 25 de mayo) y cercado perimetral de altura 2,50 m mínimo, a fin de evitar los
saqueos que ya se evidencian.” Consolidación
refuncionalización.
y restauración.
Rehabilitación,
Vista del pórtico del Edificio Fundacional, sobre calle República.
Interiores del Edificio Fundacional -patio cuadrangular-.
Edificios estilo neo-colonial.
Construidos entre los años 1938 y 1950, se ubican al costado sur de la manzana, sobre
calle San Martín. Y en la esquina de calles 25 de Mayo y San Martín. Su estilo
arquitectónico neocolonial se encontraba de vigencia en el país a mediados del siglo XX en
edificios públicos y privados. En el primero funcionó la maternidad y neonatología (en un
anexo ajeno al estilo arquitectónico) y luego el Instituto Superior de Arte y Comunicación
(ISAC), hasta el sismo de 2004, y en el de la esquina sudoeste funcionó la Dirección y
Administración Hospitalarias y luego la Escuela de Artesanías que continúa en el lugar.”
En este punto debemos aclarar que a la fecha de ejecución de este informe, la escuela
provincial de artesanías también había tomado el edificio descripto, que originalmente
había sido cedido a la Dirección de Sumarios del Ministerio de Educación de la Provincia,
trasladada, como todas las instituciones después del sismo, al Centro Administrativo
Provincial, donde actualmente funciona.
Continúa el informe en su diagnóstico: “No presentan desajustes estructurales, ni peligro
de colapso parcial, salvo las patologías propias de un edificio sin mantenimiento. Los
sismos no originaron fallas relevantes: se observan fisuras diagonales en el 2% de paños
murarios, verticales en encuentro de muros (15%) y horizontales en las líneas de unión
muros-techos; desprendimientos de cornisas (3%) y desplazamiento de tejas (0,5%): todo
ello propio de la acción sísmica en edificios debilitados por patologías y desajustes previos
originados en la falta total de mantenimiento, a pesar de la óptima calidad de materiales y
tecnología constructiva.
Puede afirmarse que
tanto el edificio designado al ISAC, como la esquina de 25 de mayo y San Martín han
demostrado muy buen comportamiento ante las situaciones sísmicas a pesar de su estado
previo, especialmente si se comparan con otras edificaciones de igual o menor antigüedad.
Sugerencia: Conservarlos por su valor arquitectónico patrimonial, realizando tareas básicas
de mantenimiento y restauración para su rehabilitación y uso, a fin de prevenir la
profundización de las patologías actuales y evitar la continuidad de la depredación y el
saqueo evidenciados en el edificio fundacional.”
Frente del Instituto Superior de Arte y Comunicación antes del sismo.
Recomendaciones del INPRES: El Instituto Nacional de Prevenciones Sísmicas en su
“Informe sobre el Relevamiento de Daños en Escuelas, Hospitales y Templos producidos
por el terremoto de Catamarca del 7 de septiembre de 2004” afirma en su "art.4:
Características generales de los daños observados en las construcciones relevadas:
En las construcciones relevadas no se observó colapso total o parcial. Los daños
predominantes consisten en:

Fisuras y grietas inclinadas por tracción diagonal en muros, normalmente en una sola
dirección, propia de las características del movimiento detalladas anteriormente.

Fisuras verticales en encuentro de muros, típicos del trabajo en la dirección
perpendicular a su plano

Desprendimiento y caídas de cornisas y cielorrasos

Activación de fisuras preexistentes al sismo

Rotura de vidrios.
En el art. 5.22: ‘El ex Hospital San Juan Bautista: Dada la variedad de funciones que se
desarrollan es necesario previamente realizar un proyecto integral que contemple las
diferentes necesidades, para luego poder definir el refuerzo adecuado.”
El proyecto integral ya existía, hacía largos años que existía, en el modo de existencia
del papel, el proyecto, la maqueta, la promesa, la idea o la intención…entre un montón de
cascotes:
Espacio entre el Edificio Fundacional y el Edificio Neocolonial.
Discursos en tensión
Por Decreto Acuerdo Nº 1963 del año 1995 el Gobierno de la Provincia de Catamarca
crea el CENTRO CULTURAL Y EDUCATIVO que funcionará en el edificio del Ex
Hospital San Juan Bautista donde se agruparán las actividades de los organismos culturales
y educativos dependientes del Ministerio de Cultura y Educación, al que se transfiere la
manzana ya mencionada inscripta en Dirección Provincial de Catastro en Mensura Nº 8714,
Parcela Nº 8813, Padrón Nº 176100 del Departamento Capital: “Que el objetivo es que en
el espacio físico dejado por el viejo hospital se pueden reciclar los ambientes para hacerlos
servir a la estructura edilicia que necesita el área de Cultura y Educación, ahora dispersa en
numerosos edificios particulares con onerosos alquileres. Que es indudable la importancia
que la cultura adquiere no sólo en la conciencia de la propia identidad, sino también en la
creación de patrones de conductas colectivas que sirven a los objetivos de transformación
que nos hemos propuesto para entrar en el desarrollo pleno. Que oportunamente la Cámara
de Diputados se pronunció al respecto mediante una Resolución, lo que implica la
preocupación esencial que todos los organismos del Estado tienen por esta situación. Que el
antiguo edificio del nosocomio, declarado de interés histórico será un ámbito óptimo –una
vez reciclado- para el desarrollo de las actividades culturales y educativas de nuestra
Provincia.”
Este Centro Cultural y Educativo fue el permanente reclamo en la voz de los miembros
de la comunidad catamarqueña preocupados por su patrimonio cultural. Porque en
definitiva, una gran pregunta era quién protege nuestro patrimonio. Cómo se defiende la
memoria colectiva de los catamarqueños. Desde la perspectiva gubernamental, era evidente
que las cosas no estaban marchando a paso firme: se sucedían las quejas acerca de que el
patrimonio cultural parecía perderse siempre en una especie de agujero negro cuando
ingresaba a la órbita estatal: libros que se disipan, obras de arte archivadas en sótanos
húmedos, piezas arqueológicas que se esfuman entre discursos tales como “el Estado debe
proteger los sitios por su valor documental y los objetos que se encuentran en ellos, que
proveen de información siempre novedosa para releer la historia, de modo que es deber del
Estado y de la comunidad que le da la legitimidad social de la representación, crear
políticas eficaces de resguardo para no distorsionar ni vaciar el mensaje que portan estos
objetos” (Fajre, 2004,10). No distorsionar ni vaciar el significado de esos objetos. Sería
sumamente interesante comenzar al menos por atenderlos, antes de pretender apropiarse de
significados con tanta seguridad frente al riesgo de no caer en distorsiones. Podríamos
arriesgar que el sentido del patrimonio no lo da sino la comunidad que identifica a cada
documento, objeto, pieza arqueológica o ruina. Sería preciso entonces que las cuestiones de
patrimonio fuesen parte de una discusión pública, aunque bien es sabido qué está
sucediendo con los espacios de discusión pública en el contexto de la posmodernidad.
Sobre todo en América Latina, ya que si bien el cuidado del patrimonio cultural es materia
compleja y de debate permanente en todo el mundo –con reclamos de distintas naciones a
museos europeos o norteamericanos-, en nuestros países la definición y las prácticas sobre
los alcances del patrimonio revisten aristas de franca corrupción. Todos sentían que tenían
algo que decir en este debate. Y el debate se instaló en la plaza principal 25 de Mayo con
música, teatro y danza, en los periódicos locales, en el pedido del informe, en la toma de las
ruinas. Testigos de un pasado cuya simbología ya de por sí está distorsionada, es un
vestigio, un trozo, una parcialidad que habla de la decadencia.
“La contemplación de las ruinas nos permite entrever fugazmente la existencia
de un tiempo que no es el tiempo del que hablan los manuales de historia o del que
tratan de resucitar las restauraciones. Es un tiempo puro, al que no puede asignarse
fecha, que no está presente en nuestro mundo de imágenes, simulacros y
reconstituciones, que no se ubica en nuestro mundo violento, un mundo cuyos
cascotes, faltos de tiempo, no logran convertirse en ruinas. Es un tiempo perdido cuya
recuperación compete al arte.”(Augé, 2003:6).
Un recuerdo podría ser una ruina que si bien no constituye la verdad de nadie, es una
arquitectura secreta que sólo a distancia puede describirse, un orden que ha sido sustituido
por otro durante los años que amontonan sus saqueos. Estas personas necesitaban de sus
recuerdos: la oscuridad del presente y la incertidumbre del porvenir eran la razón de esta
invención. Fantasmas fotografiados con celulares que despertaron terribles conflictos,
muertos de hospital a cuyo encuentro salían todas las noches mostrando, como las ruinas,
los espacios marcados del pasado y de la derrota. Ruinas que quedaron sin nombre y aún
sin estatuto público: una donación lejana de un encumbrado señor. Esto es lo que queda.
Ruinas. Vestigios de un edificio antiguo, degradado o derrumbado según cualquier
diccionario.
“Los valores que refleja una obra antigua (los valores cosmológicos, pero también la
estética que los transmite, si es preciso con sus tics, con sus amaneramientos) no son
ya valores contemporáneos: eso es lo que se ha degradado, eso es lo que ya ha dejado
de hablarnos. La obra habla de su tiempo, pero ya no lo transmite por entero. Sea cual
sea la erudición de quienes la contemplan hoy, jamás la contemplarán con la mirada
de quien la vio por primera vez. Lo que hoy expresa la obra original es esa carencia,
ese vacío, una distancia evidentemente ausente en la copia, que de algún modo carece
de falta” (Augé, 2003:31)
Era evidente que la política pública aplicada desde el Estado no tenía la más mínima
urgencia por recuperar relatos, sentidos, tiempos puros o podridos. No le importan las
faltas. Ni la belleza en la obra de Caravatti. El vacío está entre los cascotes, perdido. En su
importante y bienintencionado proyecto de restauración comenzaron por reducir las ruinas
a cascotes. Y allí estamos. Ni un paso más, ni un paso menos. Suspenso. Suspensión del
tiempo. Suspensión del tiempo y el presupuesto de las ruinas.
Nos indica Augé que en su vertiente pasada, la historia es demasiado rica, demasiado
múltiple y demasiado profunda para reducirse al objeto perdido -como los que recuperan
los arqueólogos que rebuscan en sus cortes espacio-temporales-. En la versión presente del
tiempo, la emoción es de orden estético (Augé, 2003:45). La visión de las ruinas no
reproduce íntegramente ningún pasado, desde el punto de vista intelectual hace alusión a
múltiples pasados, proponiendo a la mirada, a la conciencia, una función perdida y una
actualidad total, ayudándonos a comprender la duración que transcurre en uno mismo.
Cuando se dice que mueren la historia, el arte y el mundo es un espectáculo, de simulacros
y zozobras, la conciencia de la mirada histórica, como una conciencia política es
absolutamente necesaria. “Esa sería hoy la vocación pedagógica de las ruinas” (Augé,
2003:53). Sobre lo dicho, las ruinas como un espacio de resistencia en sí mismas,
encarnado en un grupo de gente que las mira, las recorre, las pinta, las inventa, las discute,
las reescriben, las transforma en foro, las defiende del cascote.
“La belleza del arte depende de su dimensión histórica: es preciso que el arte
pertenezca a su época, que sea histórico hoy para resultar hermoso mañana. La
belleza del arte es enigmática porque siempre se nos escapará algo de la percepción
primera, y porque, a la inversa, no podemos percibir hoy en el arte contemporáneo la
carencia que la habrá de horadar en la andadura histórica, y que habrá de despertar la
curiosidad irremediablemente de nuestros sucesores en el tiempo.
La originalidad de nuestro mundo planetario pasa por un desplazamiento de este
enigma, un desplazamiento que algunos artistas contemporáneos han percibido”
(Augé, 2003: 157)
Aquí y sin embargo, el arte tomando todo y pudiendo transformar, el arte entre los
cascotes que eran ruinas. El arte efímeramente invadiéndolas en un gesto de rebelión sobre
todo simbólico ante la pérdida gradual de estos atributos figurados entre las ruinas para que
no puedan ser cascotes, instaurando un estético presente perpetuo persiguiendo convertirlas
en un espacio de esperanza. Puro deseo.
Trabajos murales realizados por los alumnos de la Tecnicatura en Dibujo Artístico, a cargo
de la Lic. Galera.
¿Y cómo sigue esta historia? Conclusiones a final abierto
La Rectora a cargo del Instituto es la esposa del Ministro de Salud de la Provincia, amiga
personal del Gobernador de toda la vida. Le pidió como un favor especial -algo que según
ella nunca había hecho- que restauraran el edificio, que las condiciones no eran tan
terribles. No. Había una decisión política tomada y no había marcha atrás. No se supo
nunca en qué consistía esa decisión o qué se iba a hacer con la manzana del viejo hospital.
Las especulaciones iban desde una estación de servicio para automóviles y camiones de
paso a una playa de estacionamiento. Lavado de dinero. Deudas políticas. Problemas
catastrales. Silencio. No se hace nada. No pasa nada. El poder genera una positiva acción
inmóvil. Seguían las amenazas de desalojo, la toma de la resistencia y el período lectivo
2005.
Un viraje político casual, un nuevo Ministro de Educación –padre de una docente del
Instituto- logró el milagro. Vean qué lindo quedó el edificio restaurado:
Los cartelitos fosforescentes indicando las salidas en caso de sismo hoy pululan por todos
los edificios públicos de Catamarca. Ley que se cumple después del terremoto.
Frente del edificio del ISAC en la actualidad.
Los murales pintados por los alumnos dentro de la Institución fueron prolijamente
cubiertos con un tranquilizante tono beige por los empleados de Arquitectura escolar. No
hubo forma de hacerlos entender que también formaban parte del patrimonio institucional.
Bueno, en una negociación algo siempre se pierde. En un parpadeo se fugó un tiempo puro.
El beige los convirtió en menos que ruinas de un pasado que ya nadie podrá leer. Es la
aceleración de la historia en la sobremodernidad de Augé (2003: 59), y pensar que fueron
pintados en el 2000.
El espacio del edificio fundacional se encuentra clausurado por chapas colocadas en las
entradas: una señora que cuida muchísimos gatos está instalada allí desde hace dos años. La
restauración la lleva adelante un único obrero que tranquilamente arma las columnas de
hierro para reforzar los muros. No se lo ve muy apurado. Dice que va de a poco porque no
le han dado el plazo de ejecución de la obra.
La vida se instala en las ruinas y vuelve a aparecer. Como los murales tapados, porque la
memoria de sus imágenes no se convirtió en cascotes.
El 7 de setiembre de 2007, a tres años del sismo, se realizó la muestra “Memoria de la
Resistencia” con motivo de la inauguración de las obras de refacción, donde se entregaron
estas imágenes de los murales que habían sido cubiertos:
“La humanidad no está en ruinas, está en obras. Pertenece aún a la historia. Una
historia trágica, siempre desigual, pero irremediablemente común” (Augé, 2003: 19)
Nuestro Instituto está rodeado de ruinas pero pintadito y refaccionado. Es el único edificio
de la manzana en esas condiciones. Las otras escuelas artísticas siguen pagando alquileres y
deambulando. Los tiempos se aceleran o ralentan de acuerdo con el momento político.
Se siguen escuchando voces
En el momento de la publicación de este primer libro del Instituto Superior de Arte y
Comunicación -octubre de 2011- estamos próximos a inaugurar como comunidad
catamarqueña, la restauración del Edificio Fundacional.
Hoy nuestro Instituto sigue rodeado de ruinas y las baldosas del pasillo están flojas. La
restauración de los otros espacios otorgados al ISAC no ha continuado. Las escuelas
artísticas siguen pagando alquileres y deambulando. Los tiempos se aceleran o ralentan de
acuerdo con el momento político.
Se siguen escuchando voces
Bibliografía

Foucault, Michel. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. (1975) Buenos Aires,
Siglo XXI Editores Argentina, 2005.

Foucault, Michel. La arqueología del saber. (1969) Buenos Aires, Siglo XXI
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Augé, Marc. El tiempo en ruinas. (2003). Barcelona, España. Editorial Gedisa, 2003
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
Toledo, Rafael. “Informe edificios Ex Hospital San Juan Bautista” Ref. Expdte.
083/05. Juzgado de Primera instancia en lo Civil de Primera Nominación. Dr. Jorge
Eduardo Avellaneda, Secretaría del Dr. Pablo Fernández Sosa Guzmán. San Fernando
del Valle de Catamarca, Argentina, 9 de mayo de 2005.

Fajre, Silvia. “Quién protege nuestro patrimonio”. Revista de Cultura Ñ. Editorial
Clarín. Buenos Aires, Argentina, 7 de agosto de 2004, p10.
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