Posición de la Fundación Iguales

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Posición de la Fundación Iguales
En relación al Boletín 7422-11 Sobre la autonomía y confidencialidad de los menores de edad con
respecto al examen e VIH/SIDA
Introducción
1. Sobre el empoderamiento de los y las adolescentes en su sexualidad.
Desde los últimos años se ha hecho evidente tanto un acortamiento de la edad de inicio sexual de
los y las adolescentes, como del inicio de una vida sexualmente activa por los mismos. Los datos
de la Séptima Encuesta Nacional de la Infancia y Adolescencia, 2012 (INJUV), indica que la edad
de inicio de los jóvenes ronda entre los 15 y 16 años, con cerca de un 48% de la población menor
a 19 años, definida como sexualmente activa.
Independiente de las limitaciones que puedan encontrarse en esta encuesta (edad de los
participantes, modo de aplicación del instrumento), es posible observar que una vida sexual
precoz no sólo se traduce en un aumento del riesgo de embarazo adolescente, sino que permite la
aparición de patologías infectocontagiosas, como el VIH y otras ITS, instalándose a tempranas
edades, menores incluso que la edad de pesquiza.
2. En relación a la propuesta del cambio de ley
Debido a la norma establecida en la Ley 19.628, se plantea la siguiente modificación:
“Artículo 5° bis.- Los menores de 18 años y mayores de 14 tendrán derecho a consentir
personalmente la realización del examen y a que los resultados de éste se le entreguen personal
y confidencialmente sin necesidad de autorización de su tutor o representante legal. Sin perjuicio
de ello, la consejería deberá incluir especialmente la necesidad de que el menor comparta su
situación con sus familiares o adultos responsables en los que éste confíe.”.
3. Posición de la Fundación Iguales
La Fundación Iguales considera que el empoderamiento de los y las adolescentes hacia una plena
salud sexual y reproductiva es un elemento positivo, y dentro de lo mismo, la posibilidad de
realizar un examen de detección de VIH sin el consentimiento obligatorio de sus padres o tutores
legales, es una medida necesaria que podrá servir como herramienta en el mejoramiento de los
objetivos en la lucha contra la epidemia del VIH/SIDA.
Sin embargo, consideramos que el cambio de la ley como se presenta es insuficiente, y, a menos
que se evalúen elementos de notificación y consejería post test, así como contención de
adolescentes vulnerables, más que ser una medida benéfica, puede traducirse en una mayor
carga, tanto para el sistema de salud, como para los adolescentes y sus familias.
4. Elementos que apoyan la modificación de la Ley.
a. El y la adolescente como sujeto de derecho:
El entender a la persona adolescente como un individuo de completo derecho, ha sido utilizado en
otros debates al evaluar las políticas de delitos sexuales, las políticas de regulación de la fertilidad
y las políticas punitivas, entre otras, por lo que la reevaluación del marco normativo que regula la
ley 11.779 permite entenderles como capaces de comprender y tomar decisiones libres en lo que
se basa a solicitar el examen de screening de VIH.
b. La transición demográfica
El comprender que la sexualidad de los y las adolescentes ha ido evolucionando en una
instauración precoz progresiva, obliga al estado chileno a visibilizar una realidad latente y hacerse
cargo de la misma, sin intentar suprimirla, sino que educando para que sea vivida de una manera
responsable. De acuerdo a lo mencionado anteriormente, y basándonos en los datos INJUV,
actualmente un 71,3% de los adolescentes han iniciado actividad sexual, y llevan una vida
sexualmente activa. A éstos se les suman un 6,7% de adolescentes que no responden que no
sabe/no responde, lo cual permite estimar incluso hasta un 78% de adolescentes sexualmente
activos (1).
Al evaluar tanto por género, como por estrato socioeconómico y sociodemográfico, vemos que las
diferencias no difieren tanto una de otra, lo cual nos hace darnos cuenta que es una situación
transversal. Si bien el primer grupo de riesgo persista siendo la población entre 20 y 49 años, los
adolescentes presentan uno de los mayores aumentos porcentuales a través del tiempo,
incrementando en el último quinquenio un 72% respecto del anterior. El diagnóstico es mayor en
etapa VIH que en etapa SIDA, y si bien persiste una prevalencia mayor en hombres, la tasa de
ascenso es similar (2).
c. El adecuamiento a las metas sanitarias globales
Dentro de las metas sanitarias al 2020 propuestas por ONUSIDA el 2014, para America Latina y el
Caribe, se propone la estrategia 90-90-90, donde se instaura a llegar a 90% de los y las pacientes
VIH (+) diagnosticadas, 90% tratadas y 90% con un tratamiento efectivo. Se estima que a nivel
regional cerca del 70% de la población VIH (+) no conoce su estado (3), mientras que en Chile se
estima que la meta sanitaria es cercana al 40%, aunque los datos son imprecisos. Empoderar a la
población adolescente a través de nuevas medidas, generará un impacto de alza que se sumará a
otras medidas, necesarias para permitir el ascenso progresivo que logre alcanzar la meta
sanitaria.
d. La reepidemia local y global de VIH en población menor a 40 años.
En los informes entregados por el DEIS (4), comparables con las publicaciones internacionales, se
ha observado una tendencia al alta en las notificaciones por VIH desde el año 2008. Si bien, es
considerable la existencia de datos cruzados con el aumento de la notificación por campañas de
prevención secundaria (test diagnóstico), es evidenciable una realidad cultural de disminución
progresiva hacia la prevención primaria y promoción de políticas saludables, como son el uso de
preservativo. El planteamiento de una campaña 2014(2015) que vuelva a conceptos básicos,
permite levantar un problema, pero invisibiliza, por temas de tiempo y recursos, un segundo
elemento clave que debe ser visibilizado y que logra su cometido en base al cambio de la norma
5. Elementos en contra la propuesta de Ley actual
Sin embargo, pese a que consideramos que la modificación de una norma vital para el desarrollo
de una salud sexual efectiva y responsable entre los y las adolescentes chilenos, cabe destacar:
a. En la población adolescente, en general, el resultado de un diagnóstico positivo de enfermedad,
genera una situación de conflicto hacia la persona afectada, debido a que es un sujeto protegido
de derechos, pero incapaz de acceder a deberes laborales de previsión, trabajo y
responsabilidades a nivel de otras decisiones, lo cual lo inhabilita para recibir un sustento
adecuado tanto emocional, como cívica y económicamente, no siendo capaz de hacerse cargo el
estado ni el mismo de su enfermedad, y viendo en la obligación al tratante de notificar, de manera
no protocolizada por ley, a quien estime conveniente.
Sentimos entonces que, la necesidad de generar enlazado, en la consejería pre test, que no
debería excluírse, el contacto de un/a tercero/a de confianza, mayor de edad, que responda en
caso de la inasistencia del adolescente a la consejería post test. En caso de un contacto falso
debe quedar protocolizado por tanto la obligatoriedad del profesional de la salud de notificar a los
padres/tutores legales, de acuerdo a la información obtenible a través de los registros
electrónicos.
b. En la población adolescente específica de la diversidad sexual, el diagnóstico positivo de
enfermedad genera una cadena traumática de triple golpe: El realizar un procedimiento a
escondidas de los padres, el recibir una notificación de enfermedad en solitario, y el
probablemente tener que salir del clóset, como individuo/a enfermo/a a muy corta edad. El triple
trauma puede generar un aumento en las patologías de victimización conocidas y descritas en la
evidencia, propias de los/las adolescentes de la diversidad sexual por sí solos, pudiendo
generarse un aumento en la tasa de suicidio (una de las principales causas de muerte
adolescente a nivel mundial), u otras consecuencias nefastas no mortales.
Se ha descrito que el El mayor aumento de stress social y familiar, la desadaptación en diferentes
ámbitos, el miedo a enfrentar la realidad y la menor protección gubernamental se traducen en un
mayor aumento de: Depresión y Ansiedad, Abuso de Substancias, Trastornos Alimenticios,
Ideación Suicida, Alteraciones en las Conductas Sexuales, Violencia y Victimización e Indigencia
(5). Dentro de la ideación suicida, The Trevor Project describe que el aumento de la
discriminación, la violencia y el bullying homofóbico, especialmente en niños, adolescentes y
jóvenes, tanto a nivel educacional como familiar, se traduce en una mayor carga de stress
alcanzando: (6)
• 2,6 veces más contemplación de suicidio
• 2,6 veces mayor plan activo de suicidio
• 4,0 veces mayor intento suicida
• 5,1 veces mayor atención médica por intento suicida
• OR 7,1 [3,1-16,5], incluso al atenuar el abuso de substancias y la depresión
Consideramos entonces vital la creación conjunta de un protocolo de contención especializado,
con un enfoque tanto en género como en orientación, donde el/la adolescente que recibe un
diagnóstico positivo, no solo reciba una consejería, sino el apoyo psicosocial necesario para
generar herramientas que le permitan superar los traumas asociados.
Referencias
1. VII encuesta de la Juventud, 2012. INJUV
2. Informe nacional "Evolución VIH/SIDA, Chile 1984 - 2012. Departamento de Epidemiología,
División de Planificación Sanitaria. MINSAL, 2013”
3. OMS/PAHO 2014. Metas 2020 para Latinoamérica y el Caribe, disponible en
http://www.paho.org/uru/index.php?option=com_content&view=article&id=848:90-90-90-lasnuevas-metas-2020-para-controlar-la-epidemia-de-vihsida-en-america-latina-y-elcaribe&Itemid=239
4. Perfil Epidemiológico del VIH/SIDA en la Región Metropolitana 2013. SEREMI 2014
5. Coker TR, The Health and Health Care of Lesbian, Gay, and Bisexual Adolescents. Annu Rev
Public Health. 2010;31:457-77
6. Sexualidad de las victimas de suicido entre 17-24 años. Commonwealth Department of Health
and Aged Care, 2000
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