Comité científico María Inés Martínez (University of Manitoba), Fernando de Diego (University of Ottawa), Gastón Lillo (University of Ottawa), Guillermo Renart (University of Ottawa), Rodney Williamson (University of Ottawa), Emilia Deffis (Université Laval), Javier Vargas (Université Laval), José Osorio (Queensborough Community College). Editor Luis Molina Lora Comité editorial Andrés Peralta, Gerardo Barajas Garrido, Luis Molina Lora, Nohora Viviana Cardona. Diseño y montaje Luis Molina Lora © LaVerdolaga Publicaciones [email protected] ISSN 1916-730X Copyright © Queralt Lencinas, María S. Paz, Diana Sarabia, Gerardo Barajas Garrido, Luis Fernando Chueca, Nohora Viviana Cardona Núñez, Marcos Molina, David Rozotto, Luis Molina Lora, Giovanna Pollarolo, Carolina Catacolí Camacho, Diego Gil, Rosalba Plaza Puente, Anahí Alba de la Fuente, Paolo de lima, Juan Diego Mejía, Efraim Medina Reyes, Héctor Abad Faciolince. Impreso en Canadá Printed in Canada Índice Presentación. .......................................................................................... 3 Portada Poupées y su evolución como proceso artístico ..................................... 5 Artículos críticos Multiplicidad de perspectivas y consecuencias del 24 de marzo de 1976 en Historia argentina de Rodrigo Fresán. .................................... 8 Trilogía sucia de La Habana (1998) de Pedro Juan Gutiérrez: Reafirmación y transgresión de identidades de género en Cuba revolucionaria . ..................................................................... …………..21 Charly García y las dictaduras en Argentina ..................................... 38 Una versión de la historia del Perú contemporáneo: el fracaso del horizonte utópico en Historia de Artidoro de Washington Delgado ... 55 José Agustín Goytisolo: una poética de la evocación y de la ironía .... 69 Obra creativa Marta .................................................................................................... 86 Carta geográfica ................................................................................... 91 Camarones al Ajillo .............................................................................. 97 Dos veces por semana (fragmento) .................................................... 101 Los viejos zapatos cafés ...................................................................... 107 Despedida a fin ................................................................................... 112 La suerte de familia ........................................................................... 115 Retales ................................................................................................ 123 Un tema .............................................................................................. 125 Colaboraciones Historias de amigos y montañas........................................................ 127 Ejercicios de fuga I ............................................................................. 131 Ex futuros ........................................................................................... 132 ~2~ Presentación Los estudiantes graduados del programa de español de la Universidad de Ottawa nos hemos planteado adelantar proyectos extracurriculares de carácter editorial con el fin de sumarnos al vasto panorama intelectual de la lengua española en Canadá, teniendo siempre presente que los espacios de participación de las investigaciones para los estudiantes de postgrado en estas universidades del norte son escasos y limitados. LaVerdolaga se ha propuesto cumplir con los requisitos de los estándares para publicaciones científicas conformando un comité de lectura de alto nivel académico para convertirse, tal y como lo hace desde su primera aparición, en un espacio que facilita la salida de cuidadas indagaciones adelantadas por investigadores que cursan estudios de maestría y doctorado en el continente americano. La Verdolaga pretende realizar un acercamiento integral a los objetos de estudio. Por un lado, ofrecer material de análisis sobre producciones culturales, y por otro, promover la producción literaria de narradores y poetas jóvenes. Frente a ambas vías de acción, el equipo editorial de LaVerdolaga busca revitalizar la participación de las nuevas generaciones de investigadores en el panorama de la crítica literaria de estudios hispánicos en Canadá e impulsar la creación ofreciendo espacios de difusión que conecten las obras con los lectores. En este número inaugural, LaVerdolaga cuenta con cinco textos de análisis crítico que realizan acercamientos a objetos de estudio de formato diverso sobre preocupaciones que muestran pluralidad de intereses. María Soledad Paz, por ejemplo, contrapone el discurso dominante en la Argentina sobre los procesos de reconciliación nacional frente a posturas más incluyentes analizando dos cuentos de Rodrigo Fresán. Diana Sarabia, por su parte, nos lleva al Caribe de la mano de Trilogía sucia de la Habana al proponerse plantear las contradicciones de los logros de la revolución frente a la sexualidad, diversidad étnica y a las relaciones de igualdad de géneros problematizadas en la novela de Pedro Juan Gutiérrez. El acercamiento al discurso musical es retomado por Gerardo Barajas Garrido, quien se sirve de la obra de Charly García para indagar en sus canciones enfoques de reafirmación identitaria en tanto aúna ~3~ voces en contra de las injusticias de la dictadura vinculando en ello a una “nueva juventud” argentina. La poesía también es objeto de estudio en esta edición a través de dos análisis. Desde una perspectiva historiográfica, Luis Fernando Chueca, analiza Historia de Artidoro de Washington Delgado para plantear caminos paralelos, cuando no coincidentes entre el sujeto poético y el Perú reciente. Por su lado, Nohora Viviana Cardona, ingresa en el universo poético de José Agustín Goytisolo y devela la evolución creadora del poeta y sus artilugios sediciosos a través de su obra que, como dice la autora del artículo, lo situaron siempre como una de las voces más críticas de la poesía española. La portada es la vitrina que el proyecto le dedica a las artes visuales. En este número expone para los lectores la artista española Queralt Lencinas con una muestra de la obra Poupées, acompañada de un texto con reflexiones en torno al proceso de producción y evolución del proyecto. El volumen de cuentos que acompaña la edición fue seleccionado entre los autores que respondieron a la convocatoria. Los criterios que se tuvieron en cuenta fueron los “inamovibles” de la calidad literaria y la originalidad en el abordaje temático. Sumamos además tres colaboraciones que los lectores sabrán valorar ya que fueron enviadas por reconocidos escritores del ámbito hispanoamericano que han querido sumarse a La Verdolaga con su aporte. Esperamos que este primer número no sea más que el ardoroso y exigente fogueo para una exitosa carrera de relevos. EDITOR ~4~ Portada Poupées y su evolución como proceso artístico. Queralt Lencinas* Poupées es una serie realizada entre los años 2005 y 2006, compuesta por seis piezas: seis muñecas que alcanzan los 20 cm. de altura cosidas a mano. Cada una representa un personaje femenino, el cual se construye a través de la superposición de complementos diversos y vestimentas atribuidas. El carácter de estos personajes se desarrolla alrededor de una identidad femenina erotizada, con una pose claramente agresiva y desafiante envuelta en una estética infantil. La realización de este proyecto supuso una clara inflexión en la línea de estrategia del proceso creativo y afectó notoriamente a posteriores trabajos. En un principio, el elemento más significativo constituyó el paso de la pintura, interés central en años anteriores, al objeto. Las muñecas se recortaron literalmente del plano pictórico para ser tratadas a modo de figuras tridimensionales. Una vez finalizada la totalidad de las piezas, tras una cuidada y minuciosa elaboración manual, resultaron poseer una problemática ajena a obras anteriores la cual residía precisamente en su carácter objetual: la pieza necesitaba proyectarse en el espacio para adquirir su completo sentido como objeto artístico. Para alcanzar este propósito se precisaba superar dos obstáculos. Por un lado, su relación directa con la mano, es decir, su carácter de objeto asible, esencia de su propia producción y del gesto de la costura. Por otro, su estructura formal, propia de una figura extraída del plano y que, posteriormente, ha adquirido volumen. Esto último viene dado por el hecho de que cada muñeca está constituida por un anverso y un reverso que encierran este volumen pero que impiden que el objeto rote en el espacio, lo cual limita sus posibilidades como elemento escultórico. Se plantearon diferentes opciones en un periodo equivalente a la realización misma de la serie, tales como su reincorporación en el plano (por ejemplo, su inclusión en una tela o malla seccionando el espacio) o la reivindicación de su objetualidad a través del diseño de una caja o estuche que las contuviera. Este replanteamiento de la obra, hecha desde un punto de vista post-productivo, permaneció finalmente inconclusa. Sin embargo supuso una investigación a través del método artístico y obtuvo varios resultados paralelos, tales como el comienzo de un nuevo planteamiento de trabajo a través de la imagen en movimiento. La video-instalación Hay una tensión entre nosotros y esta tensión proviene de ti (2006), trabajo inmediato a la serie que nos ocupa, continua la misma temática dentro de lo femenino a través de un medio completamente distinto. En cualquier caso, una cierta conclusión de dicho proceso se materializó en la exposición Ne pas toucher le contour en la Escuela de Arte de la Villa Arson, (Niza, Francia, octubre 2006). La solución al soporte constituyó una vitrina que contenía las muñecas dispuestas sobre el plano horizontal. A su lado se incorporó una de las animaciones de la instalación anteriormente mencionada, ilustrando la relación de ambas piezas. Actualmente, Poupées conserva aún su presencia simbólica dentro de todo el conjunto de obras de los últimos tres años. Se ha mantenido como trabajo inconcluso que en muchos casos obtiene mayor sentido como imagen en sí, a través del medio fotográfico, que como piezas tridimensionales, tal y como fue su propósito original. *Queralt Lencinas (Barcelona, España, 1983), se encuentra realizando el último año de carrera en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente estudia en la Universidad de Ottawa bajo el programa de intercambio. ~6~ Artículos críticos ~7~ Multiplicidad de perspectivas y consecuencias del 24 de marzo de 1976 en Historia argentina de Rodrigo Fresán. María S. Paz En los últimos años, la sociedad argentina ha tenido que enfrentarse a un doble desafío, por un lado la recuperación de la memoria de lo acontecido en la última dictadura militar y por otro, el acercamiento y conciliación de versiones diferentes sobre los hechos históricos recientes que marcaron la vida de muchos argentinos. La importancia de constituir una memoria colectiva surge como un requisito indispensable para superar el daño moral y psicológico producido en el pasado. En este sentido, la discusión que experimenta la sociedad argentina en torno a su pasado permite la reconstrucción de la memoria, y ésta actúa como un medio social importante que expresa un reclamo de justicia1 permanente al estado argentino. En este trabajo se analizan desde la perspectiva del dialogismo bajtiniano2 dos cuentos de Historia argentina (1991) de Rodrigo 1 Un claro ejemplo de este fenómeno es el reclamo de justicia del grupo H.I.J.O.S. (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio). Los integrantes de este grupo de jóvenes realizan “escraches” a los militares y represores que participaron activamente en la última dictadura militar. Los “escraches” consisten en una manifestación al frente de las viviendas de las personas a las que H.I.J.O.S considera “culpables” de cometer delitos contra los derechos humanos. En los “escraches” se pintan o dibujan el frente del lugar donde vive la persona que se “acusa”. Este acto persigue dejar al descubierto la identidad de los que participaron en la represión y todavía no han sido juzgados o condenados por la justicia argentina, y así poner en conocimiento de los vecinos del lugar la ubicación física de estos individuos. Para mayor información relacionada con este grupo consultar la siguiente pagina web: www.agrupacionhijos.tk 2 Para el desarrollo del presente trabajo se utilizan principalmente los conceptos expuestos por Bajtín en el libro Problemas de la poética de Dostoievski. Allí, Bajtín desarrolla un detallado estudio sobre la obra de Dostoievski, y es a partir del análisis de la poética de este autor que se inspira para articular nociones que más tarde se convertirán en conceptos centrales para la crítica y teoría literarias. El concepto de dialogismo está íntimamente relacionado con la noción central de “palabra bivocal”, y para Bajtín, el dialogismo se traduce en la palabra en acción que expresa una posición determinada de un sujeto hablante que se forma en la expectativa de una respuesta posible del otro sujeto (267). En relación a la palabra bivocal explica Bajtín que hay ciertos fenómenos artísticos discursivos ~8~ Fresán: El asalto a las instituciones y Gente con Walkman. Lo que nos interesa destacar a partir de esta perspectiva es la lectura que hace este autor de los discursos históricos hegemónicos de Argentina en los cuentos mencionados. Dicha lectura se focaliza en la interdiscursividad3 elegida por Fresán para reevaluar los discursos hegemónicos que fundan la Historia de Argentina. Así, al utilizar fenómenos discursivos bivocales en sus cuentos, Fresán dialoga con la historia oficial monológica y muestra una apertura hacia las voces que no habían sido escuchadas, y con esto crea un lugar ficticio en las que sí pueden ser oídas4. El 24 de marzo de 1976 la junta militar, integrada por Jorge R. Videla, Emilio E. Massera y Orlando R. Agosti, derroca el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón y establece el como las estilizaciones, la parodia, el relato oral o el diálogo en los que “…la palabra…posee una doble orientación; como palabra normal, hacia el objeto del discurso; como otra palabra, hacia el discurso ajeno” (270). Éstos tienen en común el hecho de utilizar la palabra bivocal, que es la orientada hacia el discurso ajeno, y por lo tanto para Bajtín los mismos exigen un enfoque de estudio nuevo que exceda el simple contexto lingüístico y tenga en cuenta el contexto discursivo en el cual se producen. 3 El principio del dialogismo expuesto por Bajtín es útil para este estudio porque facilita el análisis del discurso social presente en los cuentos, desde la perspectiva de la palabra viva en interacción dentro de la sociedad argentina de la época. Todo esto se manifiesta en las diversas voces o pensamientos que se reproducen en los discursos de los personajes de los cuentos seleccionados. Dichos personajes al utilizar enunciados bivocales recogen las tensiones sociales del periodo histórico argentino que va desde del último gobierno militar hasta los primeros años de la transición democrática. A su vez, la teoría dialógica de Bajtín ha sido recogida por la sociocrítica que se interesa particularmente por los discursos sociales y como se reflejan los mismos en los textos literarios. En este sentido, expresa Domingo Sánchez-Mesa que es fundamental para la sociocrítica la visión de Bajtín de demostrar la artificialidad de la separación entre texto y contexto y agrega que: Bajtín, para quien la literatura era indisociable de la interacción entre las distintas esferas de la cultura, prefiere incidir en el carácter dialógico, intertextual o, mejor, interdiscursivo tanto de todo texto como de todo contexto, dentro de la unidad heterogénea de la cultura. (193) 4 Por lo general, las voces excluidas del discurso histórico monológico son las voces disidentes que contradicen o niegan la homogeneidad de la historia narrada. ~9~ llamado Proceso de Reorganización Nacional. Este período de extrema violencia en la historia argentina ha generado numerosas heridas y ha dejado cicatrices abiertas en la población, y con el transcurso de los años se intenta la reconstrucción de una memoria que respete e incluya a todas las partes que participaron en la historia. Para Elizabeth Jelin “La memoria tiene...un papel altamente significativo como mecanismo cultural para fortalecer el sentido de pertenencia...” (98). A su vez, explica que este nuevo mecanismo cultural 5 refuerza el sentimiento de nación argentina; y es uno de los instrumentos que se utiliza para superar los enfrentamientos de los grupos internos que la integran. Las condiciones que permitirían superar dicho enfrentamiento… En la actualidad, los ciudadanos argentinos se enfrentan a la necesidad de revisar el pasado para poder avanzar hacia un futuro que no permita repetir esos hechos violentos6. Por su parte, María Sondereguer considera que hasta el momento los eventos ocurridos durante los años 70 no tienen la estructura organizada de la historia. En su opinión, esta circunstancia se genera porque los tejidos de recuerdos que integran la memoria de un país como Argentina presentan puntos de vistas diversos y confrontados. Sondereguer explica que el retorno de la democracia en el 83 trae aparejado una especie de « pacto » del olvido que perseguía la intención de unificar a la sociedad argentina y fortalecer el estado de derecho. No obstante, en los 90 aparecen testimonios7 sobre los años 5 En opinión de Jelin, “Las fechas y los aniversarios son coyunturas de activación de la memoria” (101). El 24 de marzo es una fecha clave en Argentina, este marzo pasado se conmemoraron 30 años del último golpe militar. Ese día el grupo H.I.J.O.S realizó un escrache frente a la vivienda del militar Jorge Videla, en el cual participaron numerosos grupos de derechos humanos. 6 En consecuencia, sostiene lo siguiente: Así como los primeros años de la década del 70 fueron testigos de una movilización social y política inédita que el golpe militar del 24 de marzo de 1976 clausuró de manera brutal, los 80 y buena parte de los 90 encarnaron el de una reconstrucción democrática que reveló en la memoria colectiva una contradicción entre la voluntad de recordar y la voluntad de olvidar. (3) 7 Entre otros testimonios, Sondereguer menciona el documental Cazadores de utopías del director David Blaustein, La voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina (1966-1973) (1997) de Eduardo Anguita y Martín ~ 10 ~ 70 que necesariamente exigen una revisión de la materia constitutiva de la memoria colectiva de Argentina y abren paso a una discusión social sobre los recuerdos que deben integrar la memoria colectiva8. Estos extremos contradictorios que sugiere Sondereguer se hacen presentes en la ficción de los cuentos que se analizan en el presente trabajo, puesto que algunos de los personajes intentan olvidar eventos individuales en sus vidas mientras que otros tienen la certeza de que no podrán hacerlo por las cosas que les han pasado, y hay una pugna entre el recuerdo y el olvido9. i) El asalto a las instituciones: La pugna del olvido. Fresán en sus cuentos se aparta del concepto de memoria mencionado anteriormente. Este trágico tramo de la historia argentina es visualizado por Fresán de un modo particular mediante el uso de la parodia y el humor; y es a través de una separación clara de la literatura de compromiso que intenta distanciarse del discurso militante o de denuncia. Caparrós y El presidente que no fue (1997) de Miguel Bonasso. En la actualidad existe una larga lista de textos testimoniales de los hechos acaecidos en Argentina en la última dictadura militar, entre los cuales se pueden mencionar: Testimonios sobre los campos de concentración en Argentina (1980) Amnesty International Press; y Abuelas de Plaza de mayo: Niños desaparecidos en la Argentina entre 1976 y 1983 (1990). 8 Un excelente ejemplo de este tipo de discusiones abiertas que mantiene la sociedad argentina, se desarrolló en la Université de Québec à Montréal en marzo de este año. El debate fue organizado por el Seminario Inter-Universitario sobre América Latina y la Cátedra de Investigación de Canadá en Globalización, Ciudadanía y Democracia de la UQÀM, bajo el título “Jornada sobre la Memoria, la Verdad y la Justicia en Argentina, con motivo del 30º aniversario del golpe militar del 24 de marzo de 1976”. La jornada reunió a intelectuales argentinos y canadienses, funcionarios del gobierno argentino y sobrevivientes o familiares de desaparecidos que intercambiaron opiniones con el público presente en un ambiente que respetó la libertad de expresión y opinión. 9 Así, la memoria individual sirve de punto de partida para la formación de la memoria colectiva de una sociedad; es por ello que las experiencias personales de los actores de los hechos históricos son indispensables para la conformación del tejido intersubjetivo que forma la base para la construcción de un recuerdo compartido colectivamente. Opina la socióloga Elizabeth Jelin que la memoria es un “proceso subjetivo por medio del cual se da sentido y se reflexiona acerca del pasado”. Dichas reflexiones en Argentina permanecen abiertas al debate y se han multiplicado creando una forma de “cultura de la memoria”. ~ 11 ~ Así, en El asalto a las instituciones Fresán presenta el golpe militar desde una perspectiva muy particular: la pérdida de la virginidad de dos adolescentes. El cuento transcurre durante el 24 de marzo de 1976, fecha en la cual una familia se encuentra veraneando en las playas de Villa Gessel. Martín desea que su primera vez sea con Nina; no obstante, ella a los catorce años pierde su virginidad en manos del padre de Martín, el mismo día en que se produce el golpe militar que derrumba la democracia argentina. Es significativa la analogía entre el evento individual que afecta a esta familia y el hecho histórico que actúa como un subtexto del cuento. La analogía se da por la semejanza entre la historia individual y la nacional; por un lado la ingenuidad de Nina quien es inexperta en el campo sexual. Por otro, a nivel nacional la similitud se presenta en la inexperiencia de gobierno de la entonces presidenta Estela Martínez de Perón. En ambos casos, la incapacidad de afrontar y controlar la situación que deben enfrentar acarrea consecuencias perjudiciales para ellas. Nina pierde su virginidad al rendirse ante el poder sexual del padre de Martín, mientras que “Isabelita” es derrocada de la presidencia por el poder militar al que ella había autorizado más facultades10. Así, al comienzo del cuento Martín expresa “«… y todo parecería indicar que durante este verano va a ser la cosa, el gran acontecimiento que toda la ciudadanía espera »” (121). Este enunciado es polisémico porque puede referirse tanto a las intenciones de perder su virginidad como a la situación de inestabilidad notoria que sufría el gobierno de Estela de Perón. Bajtín explica que los enunciados utilizados en un discurso nos remiten constantemente a usos anteriores en otros contextos discursivos, porque no existen palabras absolutas11. Esta es otra característica de la palabra bivocal que 10 Mediante el decreto 261/75 del 5 de febrero de 1975, Estela Martínez de Perón autoriza a las fuerzas militares a “neutralizar o aniquilar el accionar de elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán” (artículo 1). 11 Explica Gary Morson que para Bajtín, los mandamientos bíblicos son ejemplos de palabras absolutas “…en tanto se asume que esos mandamientos no tienen autor humano, no llevan la marca de ninguna clase y permanecen sobre el flujo social e histórico que retrata la novela” (215). Sin embargo, el resto de las palabras son siempre dialógicas porque se producen en la interacción entre hablantes dentro del seno de una sociedad determinada, por lo que reflejan la problemática social e histórica del ambiente que los rodea. ~ 12 ~ permite, al recontextualizar la palabra del otro en un discurso, la presencia de un espacio dialógico de apertura. El elemento estructurador de la narración de El asalto a las instituciones es el formato de carta. Este cuento presenta tres narradores personajes que escriben a diferentes destinatarios para contarles lo que ha acontecido durante ese día. Así, y bajo esta estructura textual, la presencia del interlocutor es fundamental en cuanto al discurso dialógico que utilizan los personajes y posibilita a través de éstos la presencia del enunciado bivocal. Es un ejemplo de palabra ajena reflejada en el enunciado del narrador y este recurso discursivo se caracteriza por una importante orientación hacia el enunciado del otro, que lo predetermina al considerar una posible respuesta del interlocutor. Bajtín al referirse a la forma epistolar expresa que: En sí misma, la forma epistolar todavía no predetermina el tipo de discurso. En general esta forma permite amplias posibilidades verbales, pero resulta ser más favorable (…) para la palabra ajena reflejada. La epístola se caracteriza por una aguda sensación del interlocutor, del destinatario, ésta, al igual que la réplica de un diálogo va dirigida a un hombre determinado, calcula sus posibles reacciones, cuenta con su posible respuesta, etc. (300) Fresán elige el formato de misiva de forma deliberada para incorporar esa sensación de presencia del otro, del receptor de la carta; simplemente para resaltar el carácter dialógico del discurso de los personajes. Asimismo, al referirse a la presencia de la réplica ajena en un enunciado Bajtín explica que “…su influencia produce una marcada reestructuración acentual y sintáctica” (304). Esta circunstancia es evidente en el cuento objeto de análisis ya que en sus discursos, los narradores-personajes tienen en cuenta una posible “réplica ajena”, y es por ello que acentúan su discurso para resaltar su posición respecto a lo expresado. Un claro ejemplo de esto lo brinda Martín cuando escribe a su amigo lo siguiente “Te imagino leyendo esto y seguro que te estás riendo como un loco pero, claro, vos ya debutaste y yo no; así cualquiera se ríe” (122). La estructura sintáctica de la frase permite subrayar el contenido semántico de la misma, además de resaltar la ~ 13 ~ ventaja que atribuye Martín a su amigo por haber pasado ya por lo que a él le toca ahora. Martín, es el primer narrador personaje que le escribe a un amigo contándole de sus vacaciones. Este adolescente de 16 años se pasa el tiempo leyendo libros y quiere ser escritor, pero está decidido a tener su primera relación sexual con Nina, la hija de un matrimonio muy amigo de la familia. Al escribirle a su amigo le comenta de sus intenciones: … desde hace una semana hay un sol bárbaro y nos pasamos todo el día en la playa. Lo que complicó un poco las cosas, porque ahora, además del suplicio de estar todo el tiempo con Nina pensando se lo digo, Nina está todo el tiempo en traje de baño. Rojo. No sabés lo que es, si la vieras te morís. Bueno, por lo menos yo me muero todos los días… (121) El párrafo citado evidencia en las palabras de Martín la presencia de una posible réplica de su amigo y se adelanta a la misma, brindando una respuesta. En la formación de la última frase del párrafo Martín se anticipa a un posible comentario negativo de su interlocutor en cuanto al aspecto físico de Nina en su traje de baño rojo, y expresa que él sí se muere de amor cada vez que la ve vestida de esa manera. Es decir, la palabra del otro ayuda a formular el contenido del enunciado de Martín, y con esto se resalta la importancia del carácter de “responsividad”12 que distingue a los discursos dialógicos. En relación a la “responsividad”, Leonor Arfuch explica que se basa en la simultaneidad de la interacción que se produce entre hablantes; así sostiene que “Es para y por un otro que el enunciado tendrá lugar-y es justamente el hecho de ser destinado lo que lo caracteriza- y, por lo tanto ese otro estará presente en el enunciado...” (65). El rasgo de “responsividad” se manifiesta con claridad en la palabra de los tres personajes del cuento en análisis. Una situación similar se produce en el discurso de Nina que al escribir su carta relata a otro interlocutor los detalles de su primera vez, y allí ella expresa: 12 En Términos críticos de la Sociología de la Cultura Leonor Arfuch define el dialogismo y señala como sus principales características: la otredad (del lenguaje, de la conciencia y de sí mismo) y la responsividad. ~ 14 ~ Y bueno, a mí me pasó y una cosa es segura: nunca me voy a olvidar de la fecha, de la fecha de mi primera vez, porque cha-chán-cha-chán, a Nina se la voltearon el mismo día en que voltearon a Isabel Perón. Te juro que no es mentira y si miento que me caiga un rayo en la cabeza. (122) Nina se asegura de que su interlocutor no piense que no es cierto lo que le da a conocer y se anticipa a la réplica del otro ya que jura que lo que cuenta es verdad. Esta actitud pone de manifiesto la fuerza de la orientación hacia el discurso del otro que estructuran las palabras de Nina, y también esta circunstancia se repite en los discursos de los otros dos narradores. Por último, aparece el relato del padre de Martín que también escribe una carta a un amigo, al que le dice: “…te pido que lo que te voy a contar no se lo cuentes a nadie. En realidad no tendría que contártelo pero la verdad es que no doy más, viejo” (123). En dicho relato expresa que él llama a Nina para darle la noticia de que sus padres habían “desaparecido”, pero tiene una relación sexual con ella y no se atreve a decirle lo que ha sucedido con sus padres. Es interesante como se repite en los enunciados de los personajes el uso de la réplica ajena que intensifica la presencia de la palabra bivocal. Este tipo de palabra recibe un lugar privilegiado en el texto en análisis, y prevalece en la formación de las historias que cuentan cada uno de los personajes. Este personaje manifiesta su desagrado por lo que ha hecho con Nina emitiendo un juicio de valor negativo sobre sus acciones, en cierta forma mediante este juicio de valor intenta simpatizar con un posible juicio del lector. Los tres narradores de El asalto a las instituciones toman en cuenta la palabra ajena y esto moldea la estructura de sus discursos, tanto en relación al modo en que se expresan como al contenido de sus enunciados. A su vez, el hilo conector de la estructura epistolar que caracteriza al texto es la necesidad común que sienten los tres personajes de conectarse con alguien de confianza a quien contar sus confidencias. En otras palabras, se refleja un estado de ánimo generalizado entre ellos que se sienten desconectados con el ambiente que los rodea. De acuerdo a lo expresado por Nina, ella no va a olvidar su primera vez debido a las circunstancias especiales en las que se produjo y porque “…son pocas las chicas que tienen la suerte de que ~ 15 ~ su historia coincida con la historia del país” (122). Mientras que el padre de Martín quiere olvidar ese día negro porque lo invade una gran sensación de fracaso en lo que respecta a su vida personal 13. A su vez, a este personaje lo envuelve otra sensación aún peor y la expresa así: “…estoy casi seguro que la parte más terrible de la historia aún no empezó sino que va a empezar en cualquier momento…” (124). Esta última frase es premonitoria y deja ver lo catastrófico de la situación futura que se avecina para esas dos esferas: la individual por el derrumbe de su familia, y la nacional por el derrocamiento del gobierno democrático. Mediante estos tres personajes, Fresán esboza su concepto de memoria siempre desde una perspectiva subjetiva. Es obvio que no existe en los personajes una voluntad de discurso colectivo o de conciencia política sino tan sólo de rescatar o borrar sus propios recuerdos. No obstante el subtexto histórico presentado en el cuento es el que permite tomar como punto de partida esa memoria individual para construir en parte una memoria común. ii) Gente con Walkman: El poder creador de la escritura. En Gente con Walkman los personajes son jóvenes que viven en 1986 en la etapa de democracia en Argentina. Reaparece Nina, una de las protagonistas de El asalto a las instituciones, diez años más tarde como la novia « posmoderna » de Alejo, el segundo protagonista. En este cuento es central la presencia del narrador, un escritor, que interrumpe constantemente su relato para llamar la atención hacia él y el poder creador que ostenta. De esta manera convierte la ficción que escribe en el centro de su discurso y esto lo lleva a reflexionar acerca de la creación de los textos. El narrador comienza el relato contando el desenlace de un accidente aéreo que está por ocurrir, y expresa que: Pero puedo yo salvarlos. Está escrito que un escritor puede salvar a cualquiera menos a sí mismo. A mí me alcanza con sentar en el asiento 14K de la aeronave en cuestión a un joven argentino de veinticinco años. Se llama 13 Este personaje se siente desacreditado en sus aspiraciones ya que tiene un hijo que lee todo el día, una esposa con la que no se lleva nada bien, a lo que se suma lo acontecido con Nina. ~ 16 ~ Alejo y su sola figura equivale a eficaz convocatoria de malos augurios y pésimas consecuencias. (162) En este párrafo el narrador comenta acerca de las distintas posibilidades de estructurar el texto, que lo llevan a discutir sobre las posibles versiones del relato, ya que el avión no se va a estrellar a partir del momento en que ahí viaja Alejo, el personaje que siempre sobrevive a todos los desastres14. Este juego que se produce entre el texto creado y su creador, abre un espacio ficcional que introduce la ocasión de dialogizar el discurso15. Así, se crean círculos concéntricos entre la voz del narrador expresada a través del texto de la novela que lee Alejo y la voz de este. En algunos párrafos del cuento, ambos discursos giran en torno al mismo tema, y comparten opiniones. Tal es el caso del siguiente párrafo en el cual el narrador relata acerca de la lectura de Alejo: Se mete en el agua y con los codos apoyados en los bordes de la bañera vuelve a empezar el libro por milésima vez: Vengo de una familia de mentirosos, todo me está permitido. Y los aeropuertos son, en mi humilde opinión, lugares perfectamente aborrecibles. Totalmente de acuerdo, piensa Alejo. (167) Este ejemplo pone de manifiesto la interrelación que se produce entre los discursos mencionados; así se origina una especie de diálogo entre el narrador y el personaje, y el medio que posibilita ese diálogo es el texto de la novela. Al desarrollar su concepto sobre el dialogismo Bajtín expresa que para obtener una mejor comprensión de la prosa literaria es necesario 14 Asimismo, este es un guiño que Fresán hace al lector que ya ha recibido esta información en otros cuentos que integran Historia argentina, principalmente en el Aprendiz de brujo y Soberanía nacional. 15 En un sentido similar opina Viviana Plotnik que “Historia argentina se caracteriza por una auto-reflexividad que pone de manifiesto su condición de artificio al presentar como personajes a escritores que reflexionan permanentemente sobre la escritura y muestran el proceso de construcción de relatos” (134). En el cuento que se analiza el narrador es el escritor de la novela Walkman People que lee Alejo; y a su vez “La primera frase de la novela dice «Vengo de una familia de mentirosos, todo me está permitido»” (164). Es la misma frase que se utiliza al comienzo del cuento El único privilegiado que integra la colección de Historia argentina. ~ 17 ~ analizar el discurso teniendo en cuenta los enunciados activos. Es decir, a Bajtín le interesa la palabra activa, en movimiento, por la relación que ésta mantiene con la palabra ajena. En Gente con Walkman los discursos del narrador y de los personajes no aparecen aislados entre sí, sino por el contrario se relacionan al manifestar ideas u opiniones que afectan mutuamente sus enunciados. Desde su lugar de creador del texto, es lógico que el discurso del narrador aparezca en ocasiones por encima de los discursos de sus personajes. Lo interesante del planteamiento que ofrece la estructura del cuento, se presenta cuando el discurso de narrador está en nivel de igualdad con el de sus personajes, casi formando la réplica de un diálogo. Tal es el caso, en la siguiente situación que presenta el narrador: Nina que entra…envuelta apenas en su mínima mortaja de lycra, y le pregunta a Alejo qué le pareció Walkam People. Déjenme decirlo a mí: que mala es Walkam People, qué mala es mi segunda novela. La escribí para las Ninas de esta ciudad, en apenas cuatro días…. -Me encanta-dice Alejo-. Voy por la mitad. Quiero que me dure. Qué mala es Walkam People y qué buen tipo es Alejo. (171) En cuanto al personaje de Nina, el narrador la presenta como una joven « posmoderna » a la que no le gusta hablar de su vida personal. Ni siquiera el mismo Alejo la conoce en profundidad porque “Una vez le preguntó por sus padres y ella cambió el tema diciendo que vivían lejos. Lejos y punto” (172). Sin embargo, los lectores infieren gracias al contexto del otro cuento en análisis que los padres de Nina desaparecieron el 24 de marzo de 1976. Nina está muy poco conectada con el ambiente que la rodea y cuando sale junto con Alejo, el narrador expresa que “Como siempre, todo el mundo conoce a Nina y Nina no conoce a nadie” (173). Ella no permite que los demás se acerquen a su mundo. Esta desconexión de Nina es significativa porque puede ser apuntar a cierto sentimiento común de la sociedad argentina que transitaba los primeros años de una débil democracia. A este respecto, cabe mencionar que con la Ley ~ 18 ~ de Punto Final de 1986 y las posteriores Leyes e Indulto16, se establece una especie de “pacto” político y cultural dentro de la sociedad argentina que establece que en adelante se concentraba en su futuro, sin indagar más acerca de los hechos pasados. Dicho pacto perseguía la cicatrización de las heridas abiertas por el enfrentamiento de las dos bandas en los años 70. A pesar de que, como lo señala el narrador, “En los democráticos 80 todo el mundo mira fijo a todo el mundo. Es uno de los derechos civiles que supimos reconquistar” (174). Es decir, al regresar la democracia se activa el ejercicio de significativos derechos y libertades individuales que habían sido suprimidos durante el último gobierno militar. No obstante, el derecho social de reclamo de justicia se deja de lado en miras a la reconstrucción de la sociedad. En conclusión, los hechos históricos que se pretenden dialogizar en Historia argentina son los que crearon mas cicatrices en la población, y ya en 1991 existe una necesidad imperante de volver a leer o revisar los eventos históricos que marcaron la vida de una generación de argentinos, especialmente entre los años 1976 y 1983, período al que se refiere los cuentos de Fresán seleccionados. Una forma de recuperación de la memoria es posible desde una perspectiva de análisis dialógico del discurso; dicho punto de vista permite reconocer la diversidad de discursos sociales en pugna dentro de cada enunciado, y al reconocerlos en los cuentos se abre la posibilidad del diálogo desafiando la historia hegemónica para volverla dialógica. Universidad de Ottawa 16 Con estos instrumentos legales se perdonan a civiles y militares condenados por su participación en los enfrentamientos del último gobierno militar. ~ 19 ~ Obras citadas Bajtín, Mijaíl. Problemas de la poética de Dostoievski. Trad, Tatiana Bubnova. 2ª Ed. México: FCE, 2003. ---. Teoría y estética de la novela: Trabajos de investigación. Madrid: Taurus, 1989. Fresán, Rodrigo. Historia argentina. 2ª ed. Barcelona: Anagrama, 2003. ---. “Entrevista con Rodrigo Fresán: La salvación de los malditos”. La Nación [Buenos Aires] 5 agosto 1998: sec. Cultura -4. Jelin, Elizabeth. “Exclusión, memorias y luchas políticas”. Estudios sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización. Ed. Daniel Mato. Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2000. Sánchez-Mesa Martínez, Domingo. “Una teoría en expansión: La poética social dialógica del Círculo de Bajtín”. Sociología de la literatura. Ed. Antonio Sánchez Trigueros. Madrid: Editorial Síntesis, 1996. Sondereguer, María. “El debate sobre el pasado reciente de Argentina: Entre la voluntad de recordar y la voluntad de olvidar”. Hispamérica: Revista de Literatura 29.87 (2000): 3-15. ~ 20 ~ Trilogía sucia de La Habana (1998) de Pedro Juan Gutiérrez: Reafirmación y transgresión de identidades de género en Cuba revolucionaria1. Diana Sarabia Recientes indagaciones sobre la identidad, sobre el carácter de ese terreno irregular, atravesado por múltiples factores (espaciales, temporales, raciales, culturales, de género, etc.) que determinan nuestro sentido de pertenencia o exclusión a grupos humanos, revelan que ésta si bien se presenta a sí misma como “inherente” al ser humano, es un producto de la actuación o la “repetición estilizada de actos” (Butler 270-271). El género, lo que una sociedad califica de masculino y femenino, no constituye una “estructura predeterminada”, “una esencia o hecho, ya sea natural, cultural o lingüístico”, sino una construcción social validada a través de “actos que se renuevan, revisan y consolidan a través del tiempo” (Butler 274). Esta perspectiva ha propiciado un cambio en los estudios sociales, un giro que se manifiesta en el rechazo a los procesos biológicos como determinantes únicos del comportamiento humano y un énfasis en los procesos sociales que facilitan la actualización y fortalecimiento de las creencias y normas asociadas a categorías identitarias como el género y la raza. El enfoque ha permitido asimismo ir descubriendo cómo el pensamiento europeo construye una imagen estereotipada de grupos como las mujeres y los negros, situándolos en los márgenes de una cultura cuyo centro está reservado para la supuesta superioridad del hombre blanco. Esta percepción fue transmitida a América de varias maneras pero fundamentalmente a través del colonialismo europeo. El paradigma se basa en una dicotomía que a nivel de género asocia a la feminidad con naturaleza y el espacio privado y la masculinidad con la razón y lo público. En el área sexual la heterosexualidad es la norma. Como una forma de alterar estas categorías y dicotomías Judith Butler invita a transgredir las convenciones sociales por medio de la “repetición subversiva” de roles (271). Esta reflexión ofrece un marco clave para Versión revisada del texto leído en el Coloquio Internacional “El cuerpo y sus discursos en la cultura de mujeres latinoamericanas y caribeñas” realizado por Casa de las Américas en La Habana (Cuba), Febrero. 2006. 1 ~ 21 ~ entender la representación de la mujer y el hombre en Trilogía sucia de La Habana (1998) del cubano Pedro Juan Gutiérrez. En un esfuerzo por desmontar las nociones esencializadas de la mujer negra presentes en la cultura popular contemporánea estadounidense, Bell Hooks llama la atención sobre la conexión entre raza y sexualidad y observa un reciclaje de los mitos formados en la época de la esclavitud sobre la sexualidad de la negra (62). Para Hooks el énfasis en las partes anatómicas así como el hincapié en una sexualidad desbocada son elementos que reproducen en el siglo XX el paradigma creado por el hombre blanco y que formó parte del aparato cultural del racismo del siglo XIX (62). Hooks cita en particular a la esclava negra mítica que “supuestamente «engatusa» y seduce al recto blanco dueño de esclavos” (68). Esta imagen de la vampiresa que asocia a la mujer negra con la perversión y el desboque sexual aparece combinada con dosis de pragmatismo en Trilogía sucia de La habana (en adelante Trilogía) en la figura de la mulata, pues como lo indica Miguel González-Abellás: “La voz masculina retrata la figura femenina de la hembra de color dentro de los parámetros marcados por la tradición” (254). Es decir, como un ser “ardiente y sensual, a la vez mujer fácil y mujer fatal” al estilo de Cecilia Valdés2. En efecto, para González-Abellás las mulatas de Gutiérrez son una extensión de la construcción literaria del siglo XIX generada por la imaginación masculina blanca que tiene en Cecilia Valdés (1882) de Cirilo Villaverde su muestra canónica (251). El estereotipo femenino negro con el “énfasis en lo físico y en el erotismo” y el racismo experimentado por la mulata son empleados en Trilogía para criticar “los logros revolucionarios en torno a la derrota del racismo y la discriminación” (González-Abellás 255-256). El estudio de GonzálezAbellás ha servido para situar a Trilogía en el contexto de la tradición reciente literaria cubana, sin embargo adolece de un análisis detallado de las formas que toma la representación de la mujer en esta novela. Por otro lado, si bien el académico en su lectura identifica una posición crítica de parte de Gutiérrez hacia la Revolución, ésta no 2 González-Abellás cita una frase de Jean Lamore en la Introducción al libro Cecilia Valdés o La Loma del Ángel (González-Abellás 252; Lamore 36). Debo aclarar que en la lista de obras citadas incluyo la referencia bibliográfica de esta obra, cuya introducción escribe Lamore, tal como la anota GonzálezAbellás, pues no tuve la suerte de encontrar la edición de Cátedra, 1995, que éste cita. ~ 22 ~ está suficientemente sustentada. El propósito del siguiente análisis es explorar la representación de los sujetos femeninos y masculinos, así como el énfasis en la sexualidad en el contexto de las luchas revolucionarias por la igualdad de género. En Trilogía figura un gran repertorio de mujeres que podemos dividir en dos grupos: uno conformado por sujetos femeninos “asexuados”, generalmente de edad, al que pertenecen sólo algunos personajes y otro integrado por mujeres eróticas, sexuales, desenfrenadas que pueden ser blancas, negras o mulatas3. Este último tipo de mujer que estudiamos, “la mujer erótica y sexi”, se presenta al lector de manera esencializada por factores raciales, de género y de profesión. A continuación estudiaremos dos ejemplos: en el primero confluyen raza y género y en el segundo estos dos factores unidos a la profesión. Trilogía retoma la dicotomía blanco/negro que evoca los polos civilización/barbarie. El fragmento “Salvación y perdición” (276) ejemplifica bien esta dualidad con los roles de Pancracio, quien personifica la nobleza y la disciplina “inherentes” al blanco, y “Santa” una mujer negra cuyo nombre sirve de antítesis a la conducta libidinosa del personaje. Un narrador omnisciente señala que Pancracio, un plomero blanco, de 52 años, instala en una de las habitaciones de un solar “dos tanques de acero”, “tuberías” y un “fregadero” (277). Se explica: “Ha hecho un buen trabajo. Ahora, cuando llega el agua del acueducto, es decir, cada varios días, esta gente puede llenar ambos tanques... No es mucho, pero significa un avance respecto a los demás” (277). Se añade que el trabajo “le ha ocupado trece horas netas” (277) y que la beneficiaria es Santa, una negra “de unos cuarenta años, hermosa” (277) que vive en un pequeño cuarto con su marido, hijos y nietos. Cuando Pancracio termina su labor y le pide a Santa el pago por el trabajo realizado, o sea los doscientos pesos acordados, ésta recurre a sus habilidades eróticas: Santa va hasta la puerta, la cierra, pasa el pestillo y enciende un bombillo solitario y mortecino que cuelga el techo. Se vuelve hacia el plomero y se abre El primer grupo está representado por Zoila, la madre del narradorprotagonista, (86) y las santeras América (26) y Esperanza. (283) Al segundo pertenecen Margarita, (10) Luisa, (11, 117, 198) Delfina, (135) Raysa, (89) Rosaura, (148) Jacqueline, (14) y Caridad (139) para mencionar sólo algunas de la larga lista. 3 ~ 23 ~ la blusa. No usa ajustadores. Tiene unos pechos grandes, fuertes, hermosos, levemente caídos. Se sonríe. Avanza hacia Pancracio y se quita por completo la blusa. Tiene un vientre leve, con un ombligo bellísimo donde nacen pelos negros y enroscados que bajan provocativamente hasta el pubis. Se abre la falda y muestra su monte de Venus. Lo exhibe todo con desenfado, con seguridad en su belleza perfecta de diosa africana. Sabe que sólo con mostrarse puede excitar al más frío e insensible, y se convierte en un animal felino, seductor, cálido. Pancracio se queda sin saber qué decir. El sexo nunca le ha interesado mucho. (278) Paso seguido se reproduce un diálogo en que Pancracio insiste en que Santa se vista y le dé su dinero, a lo que ella responde: “Olvídate del dinero, papi, y vamos a gozar un rato. Tú verás que te gusta y vas a querer más” (279). Como es de esperarse, el pobre Pancracio cede ante voluptuoso desafío: Santa se quitó la falda y el bloomer. Tiró a Pancracio sobre la cama y se colocó a horcajadas sobre su cara. Cuando el hombre olió aquel aroma fuerte y acre y lo probó con su lengua, Santa gimió como si fuera una adolescente deliciosa que se entrega por primera vez. Y comenzó la fiesta. Santa es una maestra. Experta entre las expertas. Movió su cintura y la pelvis con un estilo muy original, y en cuatro minutos Pancracio se vino como un torrente. La leche se salía de la vagina. Y eso arrebató a Santa: – ¡¿Pero qué es esto?! ¡Tú eres un salvaje! ¡Ay, qué rico! Pancracio ve a esa mujer desquiciada debajo de él, se descontrola también y le entra a bofetadas. A Santa le gusta que sus machos la golpeen por la cara, con la mano abierta, que le pique en la piel. Eso la excita más aún, y tiene así un orgasmo. Llega al clímax y Pancracio sigue dentro de ella, con la pinga4 aún más dura. Y continúa golpeándola. Ya le 4 “Pene” en Cuba y otros países latinoamericanos. ~ 24 ~ duele. Intenta detenerlo pero él está descontrolado. Trata de penetrarla más, de invadirla a mayor profundidad mientras la golpea sin cesar… (279) Santa representa a la esclava que “engatusa” al hombre blanco con sus ardides sexuales. La utilización del sexo como moneda de cambio para pagar el trabajo serio y honrado del blanco sitúa a Santa en el extremo irracional de la dicotomía civilización/barbarie. El detalle en las horas trabajadas por Pancracio, en el “avance” o progreso que aporta a la familia de Santa, contrastan con el comportamiento de ésta que ignorando el orden y las normas comerciales civilizadas, opta por una alternativa asociada con la naturaleza. En Santa sobresale el instinto animal: se enfatiza la premeditación, casi felina, con la que se deshace de su familia para entenderse a solas con el plomero y su pericia en la lujuria. La dicotomía civilización/barbarie es evidente también en la descripción del cuerpo. De Pancracio se dice que es “un tipo corpulento, fuerte, blanco, con mucho pelo negro en la cabeza y en todo el cuerpo. No tiene canas y a pesar de sus cincuenta y dos años tiene el vigor y la fuerza de un toro” (276). En contraste la descripción del cuerpo de Santa hace hincapié en sus órganos y zonas eróticas. Toda ella, con los pechos “fuertes y hermosos”, el “vientre leve”, el “ombligo bellísimo”, los “pelos negros y enroscados que bajan provocativamente hasta el pubis”, y el olor acre de sus genitales nos hacen pensar que el cuerpo de Santa, de “animal felino” es un cuerpo apto para la sexualidad, mientras que el de Pancracio, un “toro” – énfasis en la fuerza y no en su capacidad como semental – es más apropiado para el trabajo. Este episodio, al situar al negro junto a las fuerzas primarias animales, reproduce la fascinación blanca por la belleza africana propia del imaginario pornográfico negro tradicional (Hooks 63). Nos remite a lo que Frantz Fanon dice en Peau noire, masques blancs (1952): Para la mayoría de los blancos, el negro representa el instinto sexual (en bruto). El negro encarna la potencia genital más allá de toda moral y prohibición. La mujer blanca, debido a una verdadera inducción, por lo general percibe al negro a las puertas intangibles que se abren al reino de ~ 25 ~ orgías, bacanales y sensaciones sexuales delirantes. (177)5 En el ejemplo que estudiamos la negra es quien abre las puertas a ese mundo prohibido de placer y lleva al hombre blanco a la pérdida del control racional. Pancracio con su violencia desbocada figura como víctima de los hechizos y de la “lujuria salvaje animal” de la negra (Hooks 67). En Trilogía abundan episodios como este, que sitúan al negro y la mulata, en una posición de inferioridad respecto al blanco, reafirmando así la noción de superioridad racial blanca creada por la supremacía europea mucho antes del descubrimiento de América (2)6. No obstante la relación directa entre color de la tez y exceso, este ímpetu sexual se extiende a todas las mujeres, independiente de su color, pues en varios episodios figuran personajes femeninos que representan el derroche sexual sin que se señale el color de la piel7. El encuentro entre Santa y Pancracio y la forma como ésta retribuye su trabajo nos recuerda el viejo estereotipo que asocia la sexualidad de la mujer negra a la prostitución. En Trilogía este paradigma también se extiende a todas las mujeres más allá de las diferencias de color. Un ejemplo es Marisela, una jinetera – prostituta – blanca que acepta que le practiquen sexo oral por treinta pesos (355). El pragmatismo en la utilización del cuerpo marca la desaparición de lo emocional. Aunque a veces el discurso pareciera celebrar la sexualidad de la mujer cubana, que figura desinhibida, asumiendo un rol activo y con capacidad de sentir placer sin autocensura, no hay que perder de vista que en la obra la sexualidad está desconectada de lo emocional pues como lo señala De Ferrari ésta aparece “separada de las narrativas tradicionales de amor, seducción y atracción” (30). En Trilogía, el sexo surge siempre descontextualizado de lo afectivo incluso cuando es fuente de placer y divertimiento físico. En este sentido es un objeto o servicio con valor comercial intercambiable. Las traducciones de las frases citadas de Judith Butler,Bell Hooks y Frantz Fanon son nuestras. 6 El narrador-protagonista se refiere a la “voracidad insaciable de mulata delirante” (146), a la mulata “alegre, ruidosa y libre” (148), “la mulata del fuego” (209), a la negra “linda y caliente” (139), “prodigio de la naturaleza” (135), “sin prejuicios”, “gran pervertida” (22), sin “pudor” (47), “pecadoras” (208), violenta (159-160) y con “retorcimientos mentales” que excitan (209). 7 Es el caso de Margarita (10), Olga (58) y Carmita (168, 255). 5 ~ 26 ~ Trilogía no se limita a esencializar a la mujer por factores sexuales y raciales. La actividad profesional es un factor en la representación negativa de los personajes femeninos. El narradorprotagonista trabaja en el autoclave de un hospital y habla de sus experiencias sexuales: Y estaban las enfermeras. Las alegres enfermeras. Algunas me gustaron y yo gusté a algunas. Salí con dos o tres. Son muy buenas las enfermeras. Son alegres, simples, liberales. Nada de enredos de inteligencia y astucia. No, no. Nada complicado. Y lo hacen sentirse bien a uno. El único problema es que todas aspiran a casarse con un médico para ir y venir del hospital en el auto, y sin mirar a nadie… Algunas ya habían logrado meter un médico en la trampa. En su trampa vaginal, quiero decir… Las enfermeras son muy desenfadadas. Te la maman con desenfado, se desnudan delante de ti, beben ron, se masturban, te dicen cuentos pornos al oído. Cuentos autobiográficos, quiero decir. Hacen un sex-show para ti y les queda bien. Bueno, tal vez tuve la suerte y me encontré con las más eróticas. (148) La voz narrativa atribuye a quienes ejercen la enfermería, históricamente una actividad “femenina”, maestría en la lujuria8. La complejidad de la subjetividad femenina queda reducida a un ritual compuesto de fórmulas supeditadas a un propósito de ascenso social. Las cualidades profesionales en el cuidado médico de los pacientes no son relevantes sino el atrevimiento y la audacia para deshacerse de las restricciones que la sociedad impone en la expresión de la sexualidad. Más aún a las enfermeras se les atribuye pericia en el embaucamiento y la falsedad pues el “desenfado” sexual está en función de propósitos económicos. El aspecto racial también interviene en este juicio pues el narrador-protagonista cita como ejemplos de sus relaciones con enfermeras a Rosaura “una mulata grande” (148). La tematización de las enfermeras obedece al perfil Así pueden leerse las frases: “alegres, simples, liberales”, “desenfadadas”, “se desnudan delante de ti, beben ron, se masturban, te dicen cuentos pornos al oído” y “Hacen un sex-show”. 8 ~ 27 ~ empleado en la ficcionalización de Santa en “Salvación y perdición” (276). Los métodos que utiliza Santa, ama de casa, para pagar los servicios de un plomero y así mejorar su vivienda, son similares a los empleados por las enfermeras en su deseo de ascender socialmente. En ambos casos el sexo tiene un valor comercial. Se fortalece la idea de que dentro o fuera de una profesión la mujer utiliza el sexo como moneda de cambio. Esta representación de la mujer se extiende más allá de las profesiones tradicionalmente “femeninas” (amas de casa, trabajadoras sociales y prostitutas), a las consideradas “masculinas” (académicas, poetas, escritoras de guiones de telenovelas y deportistas). Un ejemplo que informa cómo la sexualidad y el utilitarismo persisten en los nuevos roles laborales es la relación entre Pedro Juan y una académica. El narrador-protagonista comenta que tuvo un largo romance con una “negra bellísima” “profesora universitaria, muy elegante, muy fina” y afirma: “Sólo tenía que sentir la piel de mi pinga [pene en Cuba] rozando sus labios vaginales y perdía el cerebro. Mandaba al carajo todo su empaque intelectualoide y se transformaba en una loca pornográfica…” (208). El desenfreno sexual se enfatiza a fin de desmentir el rigor y la lucidez intelectual9. Luego de la descripción, el narrador comenta que desafortunadamente a la profesora se le “desató la avidez” pidiendo “Ropa, zapatos, buenos restaurantes, perfumes, etc.” lo cual lo obliga a ponerle fin a la relación (209). En la academia, en el hospital o en la casa, el deseo sexual de las mujeres ficcionalizadas figura como contrapunto perturbador, delirante y enajenante de la inteligencia y la razón y con una dimensión mercantil que facilita el abuso de los hombres. La novela ficcionaliza un viejo problema social de Cuba y América Latina: el machismo. Un fenómeno alimentado por el modelo patriarcal europeo trasplantado al nuevo continente que, en el caso La competencia literaria de la mujer también se pone en tela de juicio. Pedro Juan ridiculiza la escritura erótica de María a quien describe como “una poeta desenfrenada de Guanabacoa” (145). El narrador-protagonista afirma: “Me escribía poemas y me tapizaba con ellos… «Agonizo envuelta en el cataclismo voraz de lo imposible.» «Tu aliento, un volcán en mi cuerpo. Aúllan mis espejos.»” (145) Al final concluye: “No soporté tanto fuego. No pude resistir su voracidad insaciable de mulata delirante” (146). La actitud de Pedro Juan hacia la producción literaria de María es irónica pues la citación minimiza el valor artístico de los poemas y busca justificar la ruptura romántica, argumentando un desequilibrio mental (desenfrenada, insaciable y delirante). 9 ~ 28 ~ concreto de Cuba, se complementó con los aspectos de la cultura africana trasladada a la isla (Cámara 70)10. Las referencias de Gutiérrez, en el período especial, a la dicotomía de género (mujer, naturaleza / hombre, inteligencia) y racial (negro / blanco) que predominó durante la colonia y la época republicana, llaman la atención sobre una serie de estereotipos y nociones patriarcales que siguen predominando en la sociedad cubana no obstante el interés de la Revolución en avanzar hacia la equidad de género. La Revolución permitió a la mujer cubana salir del ámbito doméstico para participar activamente en la actividad militar, política, educativa y productiva del país. Las mujeres no sólo contribuyeron a la campaña guerrillera rural y urbana contra Batista, sino que trabajaron intensamente en los programas de consolidación de la Revolución en la década de los 60 (Espín 39-46). Su compromiso fue retribuido mediante la creación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), entidad que impulsó la formación técnica que facilitara la incorporación de la mujer a la fuerza laboral nacional (Stone 9, 12, 13)11. No hay duda que la Revolución ha dado pasos importantes para darle a la mujer el control sobre su cuerpo al legalizar el aborto y los métodos de contracepción (Smith y Padula 182; Bengelsdorf 247). Asimismo se han tomado medidas para promover la igualdad de género pues en 1975 se Un aspecto que no se enfatiza en la obra, pero que tiene relevancia al reflexionar sobre la consolidación del machismo en Cuba es la influencia de la cultura afro-cubana. Signos del deterioro de la figura femenina y valoración de la masculina se percibe en las tradiciones religiosas afro-cubanas, heredadas de la cultura yoruba y conga y practicadas hoy en Cuba. Es de notar que en los rituales afro-cubanos, como en los de la iglesia cristiana, el máximo nivel de autoridad está reservado para los hombres (babalaos), mientras que las mujeres sólo pueden aspirar a ser santeras, una posición de alcances más limitados en cuanto a “la posesión de la voz secreta de la sabiduría y del misterio sagrado” (Cuervo Hewitt 63). Para una lectura de las diferencias entre el babalao y las-os santeras-os ver Aché, presencia africana: tradiciones yoruba-lucumí en la narrativa cubana (1988) por Julia Cuervo Hewitt. Es posible que la combinación de estos elementos patriarcales procedentes de la influencia africana y europea hayan incidido en el proyecto revolucionario que si bien dio pasos importantes para dar independencia a la mujer y liberarla del ámbito doméstico “dejó intocada la función paternalista y dominante de la figura masculina que pasó a encarnarse en el Estado” (Cámara 71). 11 La FMC realizó asimismo campañas de alfabetización – recreada en la película Lucía (1968) de Humberto Solás – y favoreció el establecimiento de instalaciones para el lavado de ropa, guarderías y cafeterías públicas a fin de liberar a la mujer de los trabajos domésticos. 10 ~ 29 ~ aprueba la ley de igualdad, que forma parte del Código de familia, el cual otorga a las mujeres los mismos derechos al trabajo y la educación que los hombres habían disfrutado por muchos años. No obstante estos avances, muy importantes en el contexto latinoamericano, la mujer cubana está fuera de los círculos de poder y no participa en la toma de decisiones gubernamentales (Smith y Padula 182). Por otro lado la Revolución no logra la redistribución de las responsabilidades domésticas pues según las estadísticas, las mujeres siguen siendo las responsables de la mayor parte del trabajo doméstico (Bengelsdorf 231)12. Quizás esto explique el interés de Gutiérrez en personajes femeninos con un intenso apetito sexual que además utilizan el sexo como moneda de cambio. En la novela la contracepción sigue siendo responsabilidad exclusiva de la mujer – en ninguna escena Pedro Juan discute el tema con alguna de sus amantes – y predomina la inequidad doméstica, o la doble carga laboral de las mujeres que además de trabajar fuera de la casa asumen gran porcentaje de las responsabilidades domésticas. Teniendo en cuenta el contexto social que dio origen a esta ficcionalización, el machismo de Pedro Juan y su continua objetivación de la mujer hay que entenderlos a manera de denuncia sobre los conflictos todavía no resueltos en la isla y América Latina. Si bien, como lo hemos demostrado, en Trilogía se ofrece una representación sexista y estereotipada de la mujer, esta lectura de la obra sería incompleta si se desconociera la posición paradójica del narrador que posibilita una distancia crítica de parte del lector. Como lo sugiere De Ferrari, la estrategia narrativa de Gutiérrez se basa en confrontar al lector a través de la complicidad y empatía que pueda experimentar éste hacia las descripciones esencializadas de la mujer. En este proceso “confrontador” la ambigüedad del personaje juega un rol fundamental, desplazándose entre el rechazo y la fascinación por Bengelsdorf cita la conferencia “Características sociodemográficas y reproductivas de la mujer cubana” presentada por Sonia Catasus en la reunión de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, 1994. Según Catasus, los datos obtenidos de una encuesta realizada en 1988 demuestran que gran parte de los trabajos domésticos antes del período especial seguían siendo responsabilidad de las mujeres. Por ejemplo en la municipalidad Plaza de la Revolución, situada en la ciudad de La Habana, 81.6% de las mujeres afirmaron que ellas eran quienes realizaban la mayor parte de las labores domésticas (Bengelsdorf 231). 12 ~ 30 ~ los esencialismos. Este contraste es evidente en la representación de la mujer en diferentes fragmentos. En el episodio dedicado a un colector de antigüedades y pintor llamado Robertico, el narrador se refiere con ironía al éxito que éste cree tener debido a la manipulación de las imágenes exóticas del negro: Otras veces pintaba durante semanas y semanas decenas de reinas africanas conducidas por mozos esbeltos, negros, pero vestidos de egipcios faraónicos, en palanquines chinos a través de la selva, con anacondas colgadas de las ramas y leones asomados entre los arbustos. A lo lejos ponía elefantes y jirafas. Tenía su clientela. Todo eso se vende bien, a condición de que el comprador jamás haya visto un cuadro. Él era feliz, se autodenominaba un pintor de éxito y estaba convencido de la envidia sin límites y moral que le tenían en la asociación nacional de artes plásticas:… (313) Pedro Juan se burla de la imagen estereotipada del negro y la forma como el mito es adaptado y reciclado por un cubano en los años noventa para satisface la fascinación del turista blanco por el Otro exótico. Esta imagen que sitúa al negro en el reino animal, con serpientes gigantescas que evocan el “pecado original” y feroces felinos, promete satisfacer el estereotipo racial y sexual europeo del negro, aunque la combinación de palanquines chinos e indumentaria egipcia en esta isla del Caribe resulte absurda y por ende jocosa. En el fragmento sobresale la mirada burlona del narrador-protagonista, quien se ríe del éxito comercial de esta curiosa producción en serie y del sentimiento de superioridad artística de Robertico. En sus comentarios hay más empatía hacia la Asociación de Artes Plásticas de Cuba que hacia el oportunista manipulador de estereotipos. Este comentario crítico del trabajo de Robertico es paradójico si se tiene en cuenta que a lo largo de la novela Pedro Juan utiliza esta imagen de la mujer negra y mulata para caracterizar a los personajes femeninos. El narrador-protagonista emplea el apelativo “diosas” (270) o sugiere esta idea mediante la descripción13. Una de las características de En “Nada que hacer”, se describe a una “mulata increíblemente linda” que forma parte de un género de mujeres que “Saben que lo controlan todo y tienen un porte prodigioso. Avanzan por la vida trastornando y deshaciendo” 13 ~ 31 ~ Trilogía es esta constante oscilación entre la consolidación y desarticulación de los estereotipos. El lector se ve confrontado por un narrador que a pesar de desautorizar jocosamente la utilización de los estereotipos, con astucia pone a su servicio este recurso en la descripción de sus personajes. Este uso doble del estereotipo puede interpretarse como una manifestación de la “repetición subversiva” que sugiere Judith Butler como mecanismo para alterar las identidades de género (271). A lo largo de la novela el lector vuelve a ver a esa “diosa” africana, caricaturizada por Robertico entre anacondas, leones, elefantes y jirafas, pero la aprecia ya no en la selva, sino caminando por las calles de La Habana. La repetición es subversiva porque revela una postura irónica hacia el estereotipo de la negra creado por la visión blanca que en la ficción sigue siendo utilizado para el consumo turístico. La evidente falta de consistencia y coherencia en el discurso del narrador posibilita una distancia crítica de parte del lector. Es importante aclarar que si bien en Trilogía la imagen de la mujer se degrada, lo mismo sucede con la masculinidad representada por algunos personajes y por quien ostenta el rol protagónico. La tematización de los géneros rompe así con la dicotomía tradicional mujer, naturaleza / hombre, inteligencia. En varias escenas Gutiérrez utiliza la ironía para deconstruir el machismo mostrando a hombres en posición vulnerable, sin poder ni control. Estas escenas contradicen las expectativas de una sociedad – y de un lector – que se identifique con las nociones patriarcales. Así pueden interpretarse los episodios que muestran a Pedro Juan como víctima de la violencia verbal y física de dos lesbianas (58-59 y 79-80), la degeneración de éste en “pinguero” – prostituto –, a merced del deseo de las turistas extranjeras (224) y la decadencia y mutilación de un supermán que durante años divirtiera a los cubanos mostrando su falo de “treinta centímetros” (61-63)14. A continuación me referiré a los dos primeros ejemplos. En el fragmento “Con Basilio en la misma celda” (221-227) Gutiérrez expone intentos por quebrar el paradigma mujer- (130). Este control y poder para trastornarlo todo invita a pesar en los poderes extraordinarios de una diosa mítica. 14 Para una lectura del episodio del “supermán” del teatro Shanghái, consultar a Gillermina De Ferrari (31). ~ 32 ~ prostitución. Pedro Juan, quien ya ha practicado el proxenetismo, se prostituye para solaz de las damas extranjeras: 15 Entonces me dediqué a algo más fácil y que da más dinero. Me metí a pinguero. Pero con las viejas. Con las turistas... A veces hay viejas interesantes. El negocio es fácil. Hay que ponerse una camisa sin mangas. Para exhibir los músculos. Te recuestas a un muro, cerca de un hotel, y listo. Las viejas con plata vienen solitas, golosas como las moscas atrás del dulce. (224) La posición del narrador no es estable. Si bien objetiviza a la mujer al poner su interés en el cuerpo y no en el intelecto y su subjetividad – como cuando dice: “…por una mujer soy incapaz de sentir algo más que una erección” (213) – por otro lado se transforma él mismo en objeto de placer de la mujer extranjera para satisfacer esa necesidad de “un tipo tropicalmente alegre” (31). Este comportamiento en un personaje que se autodefine como “más o menos blanco” (21), que encarna el “macho tropical” (15) y enciende por igual a blancas, negras y mulatas, latinas y europeas, desestabiliza el paradigma mujer-prostitución. Es importante recordar que la novela es una reflexión sobre el descenso social y moral del protagonista quien abandona los ideales de una sociedad más justa, para asumir valores individualistas y pragmáticos que riñen con el proyecto de emancipación social representado por la Revolución16. Ambos aspectos: la prostitución, así como el Pedro Juan explica cómo convierte a su amante Luisa en jinetera: “La crisis arrasaba con todo. Estuvimos un tiempo pasando hambre y muy jodíos, hasta que me cansé de tanta miseria y tomé una decisión. Una tarde agarré a Luisa a lo cortico y le dije: «Oye, está bueno ya de andar con los brazos cruzados y pasando hambre. ¡Pa'l Malecón a jinetear!» Y fue buena decisión. Esa mulata tiene semanas de tumbar hasta trescientos dólares. Ya ¡Al carajo la miseria!” (202). 16 Pedro Juan dice “De ese modo adquirí la costumbre de aprovecharme de todos y de todo. Un cabrón sentido pragmático de la vida. Me la paso sacando cuentas. Calculando cuánto entrego y cuánto me dan a cambio” (65), y más adelante: “Alguna vez estudié, fue disciplinado, tuve objetivos para mañana y para el año próximo, y salí a luchar por el mundo. Después todo se hizo sal y agua y caí en esta pocilga” (237). El personaje obviamente se refiere a la crisis del Período especial suscitada por el derrumbe del comunismo soviético (1991) y la disolución de CAME, Consejo de Ayuda Mutua Económica (1991). 15 ~ 33 ~ debilitamiento de su escala de valores, lo excluyen de una posición privilegiada respecto a las mujeres a quienes descalifica. La ausencia de un modelo que sirva de contrapunto al mundo utilitarista y materialista que se describe contribuye a desarticular la dicotomía hombre/mujer sobre la cual descansan las identidades tradicionales de género. En otra escena que socava el machismo del narrador protagonista, éste es rechazado por una lesbiana. Ante la insistencia de Pedro Juan, quien desea hacer el amor con Martica, ésta responde: –Sí. Estoy con una muchacha. Que me gusta muchísimo. Me vengo nada más que de besarla. Le toco un muslo y tengo tres orgasmos, como una perra. ¡No me gustan las pingas! Cuando templaba contigo tenía que pensar en una mujer. ¡Vete y déjame tranquila, hazme el favor! (79-80) La escena sitúa al “macho tropical” es una posición de desventaja pues desvaloriza la importancia del falo en la que el protagonista basa su hedonismo17. La “pinga” de Pedro Juan es un instrumento inútil, pues Martica admite alcanzar plenitud sexual sin el órgano masculino. Sin embargo es importante tener en cuenta que si bien ésta con su rechazo quebranta la norma heterosexual, su respuesta responde a la construcción masculina sobre la intensidad sexual “inherente” a la mujer negra. No se informa cuál es el color de la piel de Martica, pero su abierta admisión del instinto animal – orgasmos de perra – mantiene el mito de la mujer negra lujuriosa y salvaje que la voz narrativa utiliza para describir a las negras y mulatas. La sexualidad exacerbada de Martica puede también asociarse al estereotipo de la “lesbiana depredadora” desarrollado por el imaginario masculino (Brown 279). El narrador-protagonista objetiviza el cuerpo de la mujer, sea ésta lesbiana o heterosexual – no hay bisexuales en la novela –, blanca, negra o mulata. En conclusión, en Trilogía se asocia a las mujeres, especialmente a la negra y la mulata, en un cronotopo bien delimitado, el barrio Centro Habana en los años 90, con el desboque sexual y la Este rechazo es un signo de resistencia al discurso de alabanza al falo de Pedro Juan quien afirma: “…Yo tengo una hermosa pinga, gruesa, oscura, de seis pulgadas, con una cabeza rosada y palpitante, y mucho pelo negro. En realidad, me gusta mi propia pinga, huevos y pendejos. La pinga, musculosa, anhelante, dura” (79). 17 ~ 34 ~ prostitución. La objetivización, en la que intervienen factores raciales y de género, también incorpora la profesión. En la obra se desafía la imagen estereotipada de la mujer de varias maneras: con la inversión de los roles sexuales en episodios donde la mujer – extranjera – objetiviza al “macho tropical” cubano (15); por medio de la “repetición subversiva” del estereotipo que a veces es desautorizado jocosamente y legitimado y a través del rechazo lésbico al miembro viril. Si bien estos esfuerzos no liberan directamente a la mujer, que figura siempre explotada y oprimida por factores económicos, raciales y de género, la estrategia desestabiliza los paradigmas simplistas de la masculinidad y la feminidad. No obstante centrarse en el espacio marginal habanero, y perder de vista otros niveles del complejo macrocosmos cubano de la realidad, la obra constituye un reconocimiento del machismo y la discriminación de la mujer que subsiste tanto en Cuba como en el Caribe y América Latina. El autor no celebra el sexismo, porque la figura misma del “macho” se deteriora en la obra. Gutiérrez caricaturiza tanto el sexismo, como el machismo que lo sustenta llevando a la literatura un debate importante sobre la condición de las mujeres. Trilogía es una de las primeras obras escritas por un autor residente en la isla que rechaza la idea resaltada por autores como Nancy Morejón de que la Revolución ha resuelto los problemas de los negros y en particular de la mujer negra18. En este sentido la crítica de Gutiérrez se identifica con las posiciones escépticas presentes en la literatura afro-cubana de la diáspora19. Universidad de Ottawa Para un análisis de la poesía de Nancy Morejón leer Charcoal & Cinnamon: The Politics of Color in Spanish Caribbean Literature (2000) escrito por 18 Claudette M. Williams (138-150). 19 Un ejemplo lo representa Hortencia Ruiz del Vizo quien utiliza la ironía para criticar los logros de la Revolución en el poema “Ahora ya soy federá” (1972) citado por Claudette M. Williams (148-9). ~ 35 ~ Obras citadas Bengelsdorf, Carollee. “[Re]considering Cuban Women in a Time of Troubles”. Daughters of Caliban: Caribbean Women in the Twentieth Century. Ed. Consuelo López Springfield. Bloomington: Indiana University Press, 1997. Brown, Laura S. “Dangerousness, Impotence, Silence, and Invisibility: Heterosexism in the Construction of Women‟s Sexuality”. Sexuality, Society, and Feminism Ed. Cheryl B. Travis y Jacquelyn W. White. Washington, DC: American Psychological Association, c2000. 273-298. Butler, Judith. “Performative Acts and Gender Constitution: An Essay in Phenomenology and Feminist Theory”. Performing Feminisms: Feminist Critical Theory and Theatre . Ed. SueEllen Case. Baltimore: Johns Hopkins UP, 1990. Cámara, Madeline. “Una promesa incumplida: la emancipación de la mujer cubana a finales del siglo XX”. La mujer cubana: historia e infrahistoria. Miami, Fla: Ediciones Universal, 2000. Cuervo Hewitt, Julia. Aché, presencia africana: tradiciones yorubalucumí en la narrativa cubana. New York: Peter Lang, 1988. De Ferrari, Gillermina. “Aesthetics Under Siege: Dirty Realism and Pedro Juan Gutiérre‟s Trilogia sucia de La Habana”. Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies. 7 (2003): 23-43. Espín, Vilma. “The Early Years”. Women and the Cuban Revolution. Ed. Elizabeth Stone. New York: Pathfinder Press, 1981. 33-46. Fanon, Frantz. Peau noire, masques blancs. Paris, Editions du Seuil, 1965. 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Gainesville: University Press of Florida, 2000. ~ 37 ~ Charly García y las dictaduras en Argentina “Junta tu mounstruo dolido con el mío” Caifanes (“Sombras en tiempos perdidos”) Gerardo Barajas Garrido Enfrente de mi escuela había un “graffiti”: “de niño querías alcanzar una estrella y ahora te conformas con un televisor…” Tras los puntos suspensivos, una calavera sostenía un cigarro encendido cuyo humo se desvanecía entre las grietas de los tabiques de duro adobe. Siempre me he preguntado quién lo habría escrito. El muro fue derribado, pero su mensaje se me ha quedado grabado profundamente. Así es el rock. Deja una honda huella cuando habla de lo que sucede a nuestro alrededor. Esto ocurre con “Canción para mi muerte” y “Canción de Alicia en el país”, del rockero argentino Charly García, que analizaré en el presente artículo. Mi propuesta es que ambas canciones constituyen una protesta contra los atropellos a los derechos humanos perpetrados por las dictaduras en Argentina, y son un producto ostensible de la situación política, social, económica y cultural de este país en los inicios de los setenta y los ochenta. Vinculado íntimamente con ello, el concepto de nación juega un papel esencial en estas composiciones pues la noción de identidad implícita en ellas se imbrica con el hecho de ser argentino, así como con el deseo, forjado por una contracultura juvenil rockera, de una nación libre de gobiernos opresores. “Canción para mi muerte” aparece en el primer disco de Sui Generis, Vida (1972), banda formada por Charly y Nito Mestre (“Biografía”). En esta época Argentina vive un periodo de inestabilidad política, económica y social que comienza en 1966, cuando se derroca al “gobierno radical de Arturo Illia” y se abre “un nuevo período de gobiernos militares en la historia argentina, denominado la „Revolución Argentina‟, que culmin[a] con el retorno del peronismo al poder en 1973” (Escudé, “Capítulo 66”). Al frente de este nuevo régimen militar se encuentra Juan C. Onganía, apoyado por varios empresarios, algunos partidos políticos y parte de la ~ 38 ~ población. Sus principales objetivos, expuestos en el Anexo 3 del Acta de la Revolución, son: la salvaguarda de la moral cristiana, la resolución del estancamiento económico del país, la elevación cultural de la población y la obtención de una verdadera democracia (“Capítulo 66”). A tal fin, Onganía adoptó un plan económico liberal y vendió varias empresas argentinas a firmas extranjeras (Franco, “Juan C. Onganía”). Varios sectores de la población, no obstante, estaban en desacuerdo. Entre estos estaban no sólo “diversas fracciones del nacionalismo, sino también segmentos de partidos tradicionales como el radicalismo y el peronismo, y el Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo dentro de la Iglesia” (Escudé, “Capítulo 66”) 1. Según Carlos Escudé y Andrés Cisneros, estas medidas económicas causaron atentados terroristas, paros de obreros y el “Cordobazo” el 29 de mayo de 1969. A partir de ese momento, se extiende la violencia en Argentina: “guerrilleros, antiguerrilleros, dirigentes sindicales, miembros del aparato de Estado y no pocos intelectuales apostaron a la violencia como método sistemático al servicio de una “causa justa” –la revolución– que justificaba cualquier exceso” (“Capítulo 66”). En respuesta, a finales de 1970, el gobierno crea grupos clandestinos que se dedican a raptar y a hacer desaparecer a cualquier persona que sea sospechosa de subversión: estudiantes, izquierdistas y peronistas militando en sindicatos (Franco, “Juan C. Onganía”). Por otro lado, en ese mismo año, se organiza el primer festival Buenos Aires Rock, al cual acuden unas 28,000 personas (Falcon, “Capítulo 4”). Al año siguiente, este evento continúa en B. A. Rock II y asisten 50,000 espectadores. En 1972 el B. A. Rock III – en el cual participa Sui Generis – es filmado y aparece después como una película: “Hasta que se ponga el sol” (Blanco). En 1970, Onganía es destituido de su cargo por el propio ejército y sustituido por Roberto M. Levingston, reemplazado a su vez en 1971 por Alejandro Agustín Lanusse, quien gobierna hasta 1973. Durante estos años, se da la matanza de Trelew (1972), continúa la violencia, Es importante indicar que este rechazo “de los distintos sectores de la sociedad argentina al plan económico y al régimen de Onganía estuvo inserto en un contexto internacional caracterizado también por un estado de descontento global hacia las diferentes formas de opresión a los pueblos, que se dio en llamar la „primavera de los pueblos‟ (L. A. Romero, citado en Escudé, “Capítulo 66”). 1 ~ 39 ~ la situación económica es inestable, no existe el orden en la nación y la policía se comporta agresivamente con la juventud que asiste a los conciertos (Franco, “Alejandro A. Lanusse”). Estas son las condiciones de producción de “Canción para mi muerte” y se reflejan tanto en su letra como en su música. Sus temas principales son la desilusión, el paso del tiempo y la inseguridad. Aunque el estribillo que sigue a cada una de las tres estrofas parezca guardar un dejo de esperanza, esto no es así pues se refiere a las desvanecidas “fábulas de amor” de la voz en la canción, del yo poético (“Canción”). Lo más importante, sin embargo, es que detrás de estos tres ejes existe una crítica a la violencia y represión en el país. El título mismo lo sugiere. La pieza comienza lamentando la pérdida de las ilusiones de la niñez y acaba insinuando la imposibilidad de localizar a alguien y, si se piensa en las condiciones de su producción, a la posible muerte o secuestro del yo poético. Esta composición, según Jorge Álvarez, en el libro de Ricardo Montenegro Adiós Sui Generis, es un tango con música de folk rock que “llama a la nostalgia y a la depresión” (citado en “Sui Generis”). A diferencia de “Yo no quiero volverme tan loco”, en donde Charly nombra a Buenos Aires, “Canción para mi muerte” resulta ser más vaga. Ella podría referirse solamente a un desencanto con el mundo en general; no especifica sobre qué habla y tampoco da ninguna referencia geográfica ni temporal; la canción podría versar sobre cualquier sitio y sobre cualquier época. No obstante, precisamente estas características de la canción responden a los tiempos y al lugar en los que se produce. ¿Cómo ser más específico si hay censura, desapariciones y se vive bajo una dictadura? La primera estrofa se abre con la desilusión del yo poético ante la realidad: “Hubo un tiempo que fui hermoso / y fui libre de verdad / guardaba todos mis sueños / en castillos de cristal. / Poco a poco fui creciendo, / y mis fábulas de amor / se fueron desvaneciendo / como pompas de jabón” (“Canción”). El poeta deja atrás la inocencia de la infancia y se percata de que en el sitio en el cual está creciendo no hay lugar para sus ilusiones; en vez de bellos “castillos de cristal”, saben los oyentes, hay violencia, muerte y terror, grupos guerrilleros y militares que asesinan y secuestran. No es coincidencia que la siguiente estrofa (el estribillo) comience conjugada en el tiempo futuro y parezca contradecir a la anterior. El yo poético da un claro ejemplo de qué tipo de sueño romántico él fantaseaba, y emplea el tiempo ~ 40 ~ futuro pues sitúa la enunciación en una retrospección a sus sueños, repitiendo las palabras que él decía cuando era un infante e imaginaba el porvenir: “Te encontraré una mañana / dentro de mi habitación / y prepararás la cama / para dos” (“Canción”). Esa es una de tantas pompas de jabón que no tienen cabida en un país cuyo régimen militar viola constantemente los derechos humanos y más de una pareja es destruida al darse muerte a uno de sus integrantes. Aún más, cuando se compara el estribillo con las tres estrofas de esta pieza musical y la desilusión presente en ellas, se refuerza la idea de éste como una burbuja casi fuera de contexto y flotando aparte del discurso central formado por las estrofas. Lo que hace que el estribillo de esta pieza tenga sentido es el reconocer en éste a aquel sueño, aludido en la canción, que desapareció a causa de las condiciones del país en el cual vive el poeta2. Si se pasan por alto las condiciones socio-políticas de la época podría argumentarse que, hasta este punto en el texto, no parece existir ningún indicador específico que explicite una alusión a la Argentina en el periodo de los regímenes militares; no obstante, en la última estrofa se deja en claro la existencia de la inseguridad, del temor: “Te suplico que me avises / si me vienes a buscar, / no es porque te tenga miedo, / sólo me quiero arreglar” (“Canción”). ¿Por qué se menciona el miedo si alguien va a buscar al poeta? ¿A quién dice no temerle? El título de esta pieza es visiblemente una especie de epitafio que responde a estas preguntas. El poeta teme que lo maten. ¿Por qué teme esto y se arregla “para [su] muerte”? Para responder a esta pregunta es imprescindible indagar más a fondo las condiciones de producción de esta canción. Charly García compone esta pieza cuando Argentina vive una violenta dictadura, pero ni él ni Nito Mestre, además de quienes tocaban con ellos, son los únicos que se dedican a hacer rock y a expresarse – aunque sea de manera velada – en contra de la situación del país; ya desde 1964 Pajarito Zaguri hace canciones de protesta y se habla de paz, amor libre y antimilitarismo (Falcon, “Capítulo 1”). Charly es parte de un movimiento contracultural que es reprimido y censurado una y otra vez por parte del gobierno, ya que se rebela Otro significado de este estribillo, y en un sentido subyacente al aquí expuesto, puede ser el de una predicción: la dictadura caerá y otros tendrán la oportunidad de vivir los sueños que el yo poético anhelaba para sí. 2 ~ 41 ~ contra su discurso: la necesidad de un gobierno militar que imponga el orden nacional y vele por la moral de su población. En The Making of a Counter Culture, Theodore Roszak arguye que la contracultura surge en un antagonismo generacional en el que la nueva generación pone en duda los valores de sus predecesores y busca otros nuevos, así como formas alternativas de expresión y modos de vida diferentes a los ya propuestos3. En consecuencia, la contracultura es una cultura nueva “so radically disaffiliated from the mainstream assumptions of our society that it scarcely looks to many as a culture at all, but takes on the alarming appearance of a barbaric intrusion” (42). Así pues, el rock se yergue como una contracultura, la cual influye en el concepto de identidad de la juventud de esta nación. Una identidad constituye “un proceso social de construcción”, especifica Larraín, tanto a un nivel personal como colectivo puesto que es “una cualidad o conjunto de cualidades con las que una persona o grupo de personas se ven íntimamente conectados” (23). Esto es precisamente lo que ocurre en la juventud argentina que escucha rock en el principio de la década de los setenta. Los muchachos se comparten este tipo de música entre ellos, se reúnen a escucharla, ya sea en sótanos, espacios al aire libre o en recitales, y comienzan a identificarse como parte de un grupo en específico: una juventud que se reconoce como argentina y rocker4, y que no se amolda a los preceptos de la dictadura. Aún más, esta identidad no es una simple herencia que ellos reciben de los rockeros y rockers de más edad. Cuando los jóvenes argentinos deciden asistir a los B. A. Rock u otros recitales, a pesar de las posibles represalias que pudieran recibir, y eligen escuchar rock, pese a que esto implique tener que hacerlo a escondidas, ellos mismos se vuelven agentes activos de lo que significa pertenecer a la contracultura del rock y así influyen en la construcción de su propia identidad5. El rock, pese a todo, no es tan sólo un suceso generacional, ya que cobra fuerza en los sesenta y continúa vivo aún en el siglo XXI. 4 En el presente ensayo, para evitar confusiones, el término “rockero” se refiere a los artistas que tocan este tipo de música; el término “rocker” – tal y como lo dicen los Ángeles del Infierno en su canción “Rocker” – se refiere a quien escucha rock. Esto, sin embargo, no implica necesariamente que dicha terminología haya sido la empleada por la juventud o los músicos de esa época. 5 Mato, quien concuerda con Larraín en lo que concierne a la identidad, aclara que ésta no es un legado heredado y aceptado pasivamente; quienes lo reciben 3 ~ 42 ~ Ahora bien, esta identidad de los jóvenes rockeros y rockers está imbricada con el concepto de nación. Anderson, influido por SetonWatson, lo define de la siguiente manera: “una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana” (23). Es decir, un grupo de personas, dentro de un espacio geográfico específico, que comparten un “compañerismo profundo” (24)6, las cuales, aunque no se conozcan entre sí, se consideran parte de un mismo constructo llamado nación, y “en la mente de cada uno vive la imagen de su comunión” (23). Teniendo en claro que rockers y rockeros sufren las consecuencias de un gobierno represivo tan sólo por habitar en el mismo espacio real e imaginario, Argentina, es posible ver la relevancia del concepto de nación para ellos: se saben parte de un grupo contracultural cuya nación es la misma. Éstos logran captar, o plasmar, en las canciones de la música rock un reflejo de la realidad que están viviendo en su tierra natal. Al conocerse, pues, las condiciones de producción de “Canción para mi muerte” es posible decodificar ésta obra como una protesta y una denuncia contra el régimen militar en el poder. La idea de nación, por ende, resulta esencial en esta canción de Charly García, quien canta acerca de lo que él vive y ve en su patria: una libertad perdida, así como el temor de ser buscado y muerto. Todo esto se manifiesta en la popularidad de grupos como Sui Generis, así como la enorme afluencia a conciertos como los B. A. Rock y otros recitales, y la aceptación de una música de protesta, por parte de una porción considerable de la juventud argentina, son más lo moldean de acuerdo a sus propias formas de ser y de pensar, seleccionando y recreando (16-17). 6 Al hablar del compañerismo entre los miembros de una nación, Anderson agrega que este compañerismo se da de manera horizontal (24). Pensar a la nación de esta forma puede, no obstante, ser un poco problemático. Existen muchos miembros de una nación que aunque se consideren parte de ella, son perfectamente conscientes de que la relación de compañerismo entre sus integrantes no es horizontal en lo absoluto. El compañerismo puede existir, pero se da en una escala vertical en donde las clases altas y bajas se saben diferentes. Aunque todos son parte de una misma patria, ésta significa algo distinto para cada persona. No es lo mismo encontrar en el extranjero a alguien de la misma nacionalidad y de la misma clase social, que a un compatriota de clase social distinta. Por si fuera poco, cuando hay guerra, aunque todos estén dispuestos a morir por su país, las clases bajas son siempre la carne de cañón, en tanto que las altas son siempre los cabecillas al mando de toda la operación. ~ 43 ~ que simples coincidencias. Diego Blanco lo expresa claramente: “Álvarez creyó ciegamente en los Sui, porque representaban a todos los adolescentes de la época” (Blanco). ¿Con qué los representan? Con canciones tales como “Canción para mi muerte” o “Amigo vuelve a casa pronto”, la cual aparece en el mismo álbum Vida y termina así: “Tus palabras ya son muy lejanas / y tu voz de paridad se va, / amigo mío, vuelve a casa pronto / contame todo, cambiame todo, / necesito hoy tu resurrección, / tu liberación / tu revolución” (“Amigo”). El hecho de que Charly y otros músicos, igualmente descontentos con los regímenes militares, le agraden a la juventud argentina es problemático para la dictadura en el poder puesto que estos artistas están en contra del discurso hegemónico7 gubernamental. Organizan eventos masivos de rock y fomentan la participación de los jóvenes en dicha contracultura. La dictadura del momento ve una amenaza en el rock argentino no sólo debido a que éste forma una contracultura; lo más alarmante es que une dos factores “peligrosos”: la rebeldía de la juventud y la capacidad de movilizar masas. Además, como se ha señalado, la inconformidad de los rockeros argentinos es compartida por una gran parte de la juventud de este país. No es ninguna sorpresa, pues, que las varias dictaduras argentinas – e incluso las de otros países latinoamericanos – se hayan dedicado a reprimir a los movimientos de música rock. Cabe añadir una última consideración respecto a “Canción para mi muerte”. A lo expresado por su letra se le suma todo el genio musical de Sui Generis. Para comunicar efectivamente lo que quiere decir, el grupo hace que el medio mismo que transmite su mensaje ayude a expresar lo deseado; tal y como lo dijera Marshall McLuhan, el medio es el mensaje. Lo primero que se escucha de esta canción es una suave voz a la cual se le une inmediatamente una melodía apaciguada y triste. La dicción de las voces es excelente y la audiencia no tiene ninguna dificultad en entender lo cantado; las vocales se alargan lo suficiente para expresar cierta calma y nostalgia, y los Concordando con Benedetto Fontana, quien a su vez se basa en Antonio Gramsci, la presente investigación entiende por hegemonía la imposición de ciertos valores e ideologías que se piensan como “naturales” o como lo comúnmente aceptado. Esto acaece en el momento en el cual una clase social o un grupo “articulates and proliferates throughout society cultural and ideological belief systems whose teachings are accepted as universally valid by the general population” (140). 7 ~ 44 ~ instrumentos emiten notas que se suceden sin prisa. Únicamente el final de la canción acelera un poco el ritmo, mas las voces guardan su suavidad. La atmósfera de un sueño romántico roto se percibe en la melodía misma, y justamente cuando llega el temor, cuando tal vez busquen al yo poético, el ritmo se acelera, transmitiendo esa sensación de apremio que se experimenta cuando se está asustado. De manera similar, “Canción de Alicia en el país”, del álbum Bicicleta (1980), inicia con una música suave y dulce que después se deteriora hasta volverse ácida e irónica. Nuevamente, al tener en cuenta las condiciones de producción de esta obra de Charly García resulta evidente que se trata de una denuncia de los atropellos del régimen militar en turno: la dictadura de Jorge Rafael Videla. Su tema, escondido detrás de las historias de Lewis Carroll, es la terrible represión vivida en dicho gobierno, así como la predicción de su fin. Con Videla comienza el Proceso de Reorganización Nacional (19761983), el cual termina durante el breve mandato de Reynaldo Bignone, encargado de “conducir la inevitable transición hacia la democracia”. Con el eufemismo “Proceso de Reorganización Nacional” se pretende justificar el golpe de estado dado a “María Estela Martínez de Perón (Isabel Perón)” y la toma del poder por parte de los militares, quienes subordinaron la “Constitución Nacional . . . a los objetivos y fines del Proceso revolucionario” (Escudé, “Capítulo 68”). Algunos de los objetivos del Proceso de Reorganización Nacional, explican Carlos A. Floria y César A. García Belsunce, en Historia de la Argentina contemporánea, son “la soberanía política, la moral cristiana, la tradición nacional, la dignidad de ser argentino, la seguridad nacional, la erradicación de la subversión y de sus causas, y la inserción internacional del país en el „mundo occidental y cristiano‟” (citados en Escudé, “Capítulo 68”). Esto fue, no obstante, un pretexto para imponer un régimen dictatorial que decidía qué era moral, quiénes eran subversivos y qué se debía hacer para “salvaguardar” a la nación tanto de grupos guerrilleros y otros peligros (“Capítulo 68”). Como resultado, tanto izquierdistas como aquellos en desacuerdo con la forma de gobernar de los militares, o quienes pudieran ser una futura amenaza al régimen, fueron exterminados; Argentina cayó presa de la inseguridad y del temor, “en un reinado de terror” que torturaba, secuestraba e intervenía con grupos paramilitares en “fábricas, universidades y domicilios privados” (Masiello 11). Durante la década del setenta, el rock había ~ 45 ~ sufrido la censura y la represión estatales; en 1980, según se indica en varios capítulos de La historia del rock argentino 1965-1985, a pesar de esta situación, hay una renovación en el rock argentino; viejos grupos, tales como Almendra y Manal, se vuelven a juntar, León Gieco está activo, se forman Soda Stereo y Virus, regresan varios músicos del exterior y Serú Girán, Spinetta Jade y M.I.A. organizan varios recitales con bandas locales (Falcón). Por si fuera poco, Serú Girán da un concierto gratis al cual acuden más de 50,000 rockers “en el predio de la Exposición Rural” (Falcon, “Capítulo 17”). Ahora bien, el título de “Canción de Alicia en el país” es un claro indicador de la situación en Argentina. El libro de Carroll ha sido traducido como Alicia en el país de las maravillas, pero el título de esta canción trunca “de las maravillas” para señalar que es imposible denominar a Argentina como un país sublime. Al contrario, reina el horror. Rockeros y rockers comparten el mismo imaginario popular, se comprende perfectamente que el título de la canción de Charly se basa en el de Carroll, así como la razón por la que está incompleto. Así como este régimen militar pretende simular que no existen violaciones a los derechos humanos en Argentina y que le interesa el bienestar social, así la música comienza con una falsa dulzura. A la suave melodía instrumental del inicio le sigue una melosa voz aguda y delicada; sin embargo, en el quinto verso – “¿Dónde más vas a ir?” (“Alicia”) – la voz se torna un poco más áspera y pierde algo de su afabilidad, hasta que al finalizar la primera estrofa, cuya música recuerda a alguna cantinela infantil, una especie de gruñido grave se desgarra casi gritando: “no”. Este aullido es precedido por un ritmo veloz y más pesado, reflejo de la violencia que devasta al país. Una guitarra eléctrica y un tambor empiezan a tocar como si se tratara de un corazón con el ritmo acelerado, pulso que persiste durante casi toda la canción al fondo de la armonía. La voz sigue siendo suave, pese a esto en lugar de ser melosa se torna ácida y completamente irónica. Aún a veces es dura y rasposa, cual si estuviera a punto de gritar y obviar las mentiras de la dictadura. Así, en el último verso antes del estribillo final, cuando el cantante dice “querida Alicia”, el desprecio y la burla son evidentes en su voz. La cólera se va acumulando hasta explotar, cual si fuera una bomba, al gritar el segundo “sobre” en el noveno verso de la cuarta estrofa, “Sobre el pasado y sobre el futuro”, el cual precede al verso: “ruinas sobre ruinas” (“Alicia”). Por último, al repetir el estribillo final, “Se acabó ~ 46 ~ ese juego que te hacía feliz”, el artista enfatiza estas palabras al decirlas de manera truncada: “Se acabó… Se acabó ese… Se acabó ese juego… Se acabó ese juego que te hacía feliz” (“Alicia”). A pesar de que el futuro se construya sobre restos, el cantante predice el término de aquel reinado de terror en el truncamiento del último verso de la canción; la anáfora formada por “se acabó” crea un énfasis contundente. Resulta así sencillo entender que “Canción de Alicia en el país” es una protesta en contra de una dictadura y que, para evitar tanto una censura como una represalia por parte del estado, Charly García se expresa a través de metáforas creadas con imágenes prestadas de las novelas de Carroll. Sin embargo, los jóvenes rockers argentinos de la época saben quienes son, en la realidad, dos personajes a los cuales hace mención la canción: la morsa y la tortuga. El primero se refiere a Onganía y el segundo a Illia – apodos creados por el humorista Juan Carlos Colombres, mejor conocido como Landrú (Larravide) –. De igual manera, “los brujos” son una alusión a José López Rega, comandante de la Alianza Anticomunista Argentina a quien se le conocía como “el brujo” por sus tendencias ocultistas (Franco, “Isabel M. de Perón”). Estos tres sustantivos sirven, pues, como anclajes históricos nacionales que dejan en claro que la canción se refiere a Argentina y a su historia. Pertenecer a la misma nación se vuelve un rasgo profundamente relevante para esta canción. El imaginario popular argentino no sólo identifica a los personajes en ésta y reconoce la situación de opresión de un gobierno dictatorial – “No cuentes lo que viste en los / jardines . . . . „Estamos en la tierra de nadie, / pero es mía. / Los inocentes son los culpables,‟ / dice su señoría el Rey de Espadas” (“Alicia”) –. También crea un lazo imaginario, como lo entiende Anderson, de unión con otros argentinos; todos comprenden el mensaje enviado por este rockero perteneciente a su nación. La contracultura rock argentina se fortalece puesto que se denuncian las atrocidades de la dictadura en el poder al referirse a las de las dictaduras pasadas, se rechaza el discurso hegemónico gubernamental que busca someter a sus ciudadanos a la aceptación de sus injusticias o al silencio ante éstas (Masiello 12), y en su lugar se canta el fin, la caída y la desaparición del régimen represivo del momento. Los jóvenes rockers pertenecientes a esta contracultura se unen al canto de libertad que los rockeros de su nación promulgan pese a todo. Tal cual lo predice ~ 47 ~ Charly, las dictaduras del pasado murieron y la de Videla también lo hará: “el sueño acabó; / ya no hay morsas ni tortugas. . . . Se acabó ese juego que te hacía feliz…” (“Alicia”). Concluyendo. Tan poderoso y eficaz era el mensaje de nación e identidad en la contracultura rock que el gobierno fue capaz de percibir este poder y trató de subvertirlo para emplearlo a su favor cuando surgió el conflicto de las Malvinas (1982) entre Argentina y el Reino Unido. La dictadura le apostó al patriotismo de los rockers y rockeros, pero su plan se le vino a pique. Se organizó “un espectáculo de rock en el estadio de Obras Sanitarias [al que asistieron] 60,000 personas”, pero en vez de dar los resultados deseados por el régimen, los rockeros proveyeron de una identidad a “la juventud argentina que había sido reclutada para pelear en la guerra y ofrec[ieron] un mensaje pacifista en tiempos de guerra, vinculando a los adolescentes con maduros progresistas” (Masiello17-18). Así pues, reconocerse como parte de la nación argentina y de una contracultura rock, le dio a la juventud de este país una fuerte identidad personal que la capacitó para resistir al discurso gubernamental y desafiar, desde la música rock y junto con ésta, “al silencio institucionalizado” (18). Ahora bien, lo antedicho se realiza dentro de ciertas paradojas que es necesario destacar. Pese a toda la rebeldía del rock y su discurso contestatario contra los regímenes militares y sus tendencias hegemónicas, este movimiento necesita que el estado lo apruebe – si desea manifestarse públicamente – y que el mercado lo promueva. García Canclini lo expone claramente: quienes “controlan el mercado, demandan a los artistas que pasen del ejercicio disperso de vocaciones individuales a la profesionalización programada empresarial o institucionalmente” (344). El rock no está exento de necesidades inmediatas de producción y de difusión. A través de todos los capítulos de La historia del rock argentino 1965-1985 de Falcon se palpa esta constante. A esto se añade la presencia, no sólo de firmas locales, sino también la de compañías extranjeras, tales como RCA, que se dedican a hacer dinero con el material de estos artistas, quienes a su vez deben cumplir con los contratos firmados y adecuar su material, si desean que su música sea propagada, a las exigencias del estado y de estas transnacionales, ante las cuales las firmas locales tienden a desaparecer. Sin embargo, los rockeros son capaces de fusionar su herencia cultural, así como su crítica sobre la sociedad, con “los requisitos comunicacionales de la difusión masiva” (García ~ 48 ~ Canclini 338). Esta es siempre, pues, una relación en continua tensión y recurrentes negociaciones. Por otro lado, el rock de esta nación, aún cuando fue clave en la formación de una identidad nacional, es un híbrido de las “herencias culturales” locales y de una variada serie de influencias foráneas. El mismo Charly, quien canta para la gente de su nación, ostenta un nombre – uno de los signos primarios de la identidad de una persona – que, curiosa o paradójicamente, no es completamente nacional sino que está americanizado. No obstante, esto no significa que la identidad nacional de los rockeros y rockers de Argentina sea menos auténtica que la de otros de sus conciudadanos; músicos y audiencia se unieron en un tipo de música que les hablaba sobre su país y les daba un sentido de pertenencia a éste. ¿Es posible, acaso, solucionar estas paradojas o hay que aceptar que así es la realidad en un mundo globalizado, moderno y postmoderno a la vez? Universidad de Ottawa ~ 49 ~ Apéndices Canción para mi muerte Hubo un tiempo que fui hermoso y fui libre de verdad, guardaba todos mis sueños en castillos de cristal. Poco a poco fui creciendo, y mis fábulas de amor se fueron desvaneciendo como pompas de jabón. Te encontraré una mañana dentro de mi habitación y prepararás la cama para dos. Es larga la carretera cuando uno mira atrás vas cruzando las fronteras sin darte cuenta quizás. Tomate del pasamanos porque antes de llegar se aferraron mil ancianos pero se fueron igual. Te encontraré una mañana dentro de mi habitación y prepararás la cama para dos. Quisiera saber tu nombre tu lugar, tu dirección si te han puesto teléfono, también tu numeración. Te suplico que me avises si me vienes a buscar, no es porque te tenga miedo, sólo me quiero arreglar. ~ 50 ~ Te encontraré una mañana dentro de mi habitación y prepararás la cama para dos. Canción de Alicia en el país Quién sabe, Alicia, este país no estuvo hecho porque sí. Te vas a ir, vas a salir, pero te quedás. ¿Dónde más vas a ir? Es que aquí ¿sabés? El trabalenguas traba lenguas, el asesino te asesina y es mucho para ti. Se acabó ese juego que te hacía feliz... No cuentes lo que viste en los jardines, el sueño acabó; ya no hay morsas ni tortugas. Un río de cabezas aplastadas por el mismo pie juega cricket bajo la luna. “Estamos en la tierra de nadie, pero es mía. Los inocentes son los culpables” dice su señoría el Rey de Espadas. No cuentes que hay detrás de aquel espejo; no tendrás poder, ni abogados ni testigos. Enciende los candiles que los brujos piensan en volver a nublarnos el camino. Estamos en la tierra de todos en la mira. Sobre el pasado y sobre el futuro ruinas sobre ruinas, querida Alicia. ~ 51 ~ Quién sabe, Alicia, este país no estuvo hecho porque sí. Te vas a ir, vas a salir, pero te quedás. ¿Dónde más vas a ir? Es que aquí ¿sabés? El trabalenguas traba lenguas, el asesino te asesina y es mucho para ti. Se acabó… Se acabó ese… Se acabó ese juego… Se acabó ese juego que te hacía feliz. ~ 52 ~ Obras citadas Anderson, Benedict. Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México: Fondo de Cultura Económica. 1993. “Biografía de Charly García”. Charlygarcia.com 15 dic. 2004 <http://www.geocities.com/Paris/4823/archivo_frames.html>. Blanco, Diego. “Charly García y el rock nacional”. Todo bandas! 15 dic. 2004 <http://www.todobandas.com.ar/Biografia%20 Charly%20Garcia.htm>. Escudé, Carlos y Andrés Cisneros, eds. Introducción. “Capítulo 66: la revolución argentina (1966- 1973)”. Historia general de las relaciones exteriores de la República Argentina. 14 vols. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano (GEL), 1994. Historia de las relaciones exteriores argentinas. 2000. Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y Centro de Estudios de Política Exterior (CEPE). 15 dic. 2004 <http://www.argentina-rree.com/14/14-001.htm>. ---. 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En ese contexto, desde diversos campos del estudio y la reflexión se han intentado – y se intentan – acercamientos que resultan reveladores de lo ocurrido y de lo que el Perú es como país. La creación poética, a pesar de que no pretende explicaciones que tengan validez científica o sustento argumental, también ha participado – desde sus particulares coordenadas de representación y simbolización – en esta dinámica de reflexiones. Y ha dado la evidencia, así, de que la poesía no es, como suele pensarse algunas veces, un arte que no tiene que ver con su entorno de producción y con la historia, sino que, como anota Edward W. Said, “los textos tienen modos de existencia que hasta en sus formas más sublimadas están siempre enredados con la circunstancia, el tiempo, el lugar y la sociedad; dicho brevemente, están en el mundo y de ahí que sean mundanos” (54). Entre los resultados de estos diálogos, muchas veces productos estéticos de gran valor y rotunda vigencia, uno de los más interesantes es Historia de Artidoro (1994), penúltimo libro de Washington Delgado, poeta de la llamada generación del 50. En diversas partes de este libro, Delgado se vale una metáfora cuya utilización ha sido frecuente y productiva en el Perú ~ 55 ~ contemporáneo, sobre todo de las últimas décadas1: la del Perú como un entierro, cementerio o espacio poblado de muertos o de tumbas. Imagen que, además, ya había aparecido con anterioridad en la propia obra del poeta: en Para vivir mañana (1959), por ejemplo, el poema titulado precisamente “Historia del Perú” – que también aparece en Reunión elegida. Antología personal – comienza diciendo: “No hay un pasado / sino una multitud de muertos” (81). El caso de Historia de Artidoro es adicionalmente interesante porque la metáfora del país como tumba se ha abordado desde su articulación en un organismo mayor; es decir, los poemas forman parte de una construcción que busca erigirse como representación o reflexión del país como totalidad. Su intención es dar una versión de la historia del Perú desde la poesía y utilizando – entre otras, pero con una dimensión mayor – la imagen referida. Artidoro y la historia del Perú Aunque Historia de Artidoro puede reconocerse organizado – como veremos más adelante – sobre el eje de la imposibilidad actual del logro de la justicia y de un país mejor desde la perspectiva de lo que José Luis Rénique ha llamado la “tradición radical”; es decir, la búsqueda de la transformación del país desde la vía insurreccional armada frente al estado peruano, ofrece, de manera más amplia, una Aunque no únicamente: en la tradición lírica contemporánea tal imagen no ha sido extraña para referir, en sentido amplio, al presente nacional o a un pasado enterrado y potente, pero no suficientemente asumido desde hoy. A comienzos de siglo, por ejemplo, el también poeta Manuel González Prada escribe su lapidaria sentencia: “El Perú es una montaña coronada por un cementerio”, y poco después, César Vallejo, comienza y termina “Trilce LXXV” con la frase “Estáis muertos”. En este caso, aunque no se menciona explícitamente al país, las palabras de Delgado son muy significativas con relación a la quietud y pasividad tan presentes en el imaginario peruano: “Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás. Quienquiera diría que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros sois los cadáveres de una vida que nunca fue. Triste destino. El no haber sido sino muertos siempre. El ser hoja seca, sin haber sido verde jamás. Orfandad de orfandades” (195). La revisión de esta metáfora en la poesía de las dos últimas décadas del siglo XX es el motivo de la primera parte de mi investigación “Tumbas y desiertos. Dos metáforas de la poesía peruana de finales del siglo XX”, trabajada con el apoyo del Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima durante el 2004. El presente trabajo recoge, con modificaciones, uno de los capítulos de dicho texto. 1 ~ 56 ~ reflexión sobre el fracaso del horizonte utópico de transformación social en el Perú del siglo XX o, dicho de otro modo, sobre la desesperanza en el Perú2. Delgado lo deja en claro, al hablar de “las esperanzas frustradas”, en la entrevista que le hace Marco Martos y añade: “Artidoro es un desengañado. Una esperanza que se frustró” (67). El poeta ha señalado en Historia de Artidoro: Hace quince años, acaso veinte, Artidoro nació simplemente como un nombre cuya sonoridad me atraía, no sé por qué. Pasado un tiempo intuí una nebulosa historia detrás de ese nombre. [...A]l cabo de varios años, sentí que en algún remoto punto de mi desvelo o mis ensueños, Artidoro empezaba a vivir con carne y huesos propios, con recuerdos suyos, con esperanzas suyas. Llegó un momento en el cual, como al genio salido de una botella, no lo podía dominar. [...] Poco a poco, a medida que nuestra colaboración se acentuaba, fui percibiendo que la historia de Artidoro se confundía con la historia peruana o la historia del mundo. Al final, me di cuenta de que los latidos de su sangre eran sólo una parte del fragor de los tiempos, de los tiempos oscuros que nos tocó vivir” (7). Sobre Artidoro, el hablante poético del libro ha llegado a saber que llevó una vida gris en Lima tras haberse salvado de la muerte en un fusilamiento masivo en Trujillo durante los días agitados (décadas atrás) de “muertos en calles, pampas, o prisiones, / según juicio marcial o en abierto combate / o a traición, por la espalda, según la ley de fuga / o así no más, sin causa ni registro ni informe”3. Y en el mundo, como señala el poeta. Esto lo enuncia el hablante poético en el penúltimo poema de su libro: “Última conversación sobre Artidoro”: No se olvide del caso, un fusilado / junto a cien compañeros, maravillosamente / salvado de las balas, enterrado en la zanja / con otros fusilados y que logró salir / de la tumba común, huyó del arenal, / se refugió en la sierra, vivió a salto de mata, / en un pueblo y en otro, y cuando cesó todo / el odio y el terror, pudo llevar en Lima / una vida apacible sin nocturnos temores, / una oscura existencia levemente 2 3 ~ 57 ~ A pesar de que no se señala explícitamente, las referencias invitan a que el lector establezca una identificación entre estos hechos (que son indudablemente resultado de un enfrentamiento con el Estado – por las menciones del “juicio marcial” y las persecuciones que siguieron a los tiempos del combate – y responden a los “antiguos entusiasmos” de Artidoro y de los otros participantes en los acontecimientos, iluminados por el “Sol de justicia / sol de la hermandad / con su canción de amor / para todos los hombres”4) y la insurrección aprista de 19325, ocurrida luego de las elecciones en las que – aparentemente de modo fraudulento – el coronel Sánchez-Cerro derrotó a Haya de la Torre, fundador del APRA y candidato del aprismo6. alumbrada / por una extraña luz que a veces irisaba / sus gestos, sus palabras breves como relámpagos. (53-54) 4 Esto se menciona en el poema titulado, decidoramente, “Antiguos entusiasmos” (13). 5 Lo dice además Delgado en 1994b: “Artidoro es un joven que participa en la revolución de Trujillo, entusiasmado con las nuevas doctrinas” (66). 6 Por el interés que puede tener con relación a diversas figuraciones del libro, cito extensamente, con relación a la insurrección, a Alberto Flores Galindo y Manuel Burga: [L]a insurrección se desencadenó en Trujillo el 7 de julio de 1932. Para entonces Haya, como ya lo indicamos, estaba en prisión; los dirigentes más importantes como Sánchez o Seoane, desterrados en Panamá o Santiago de Chile. En la insurrección popular no hubo, por estas circunstancias, intervención directa de los dirigentes. Germinó en el interior de las bases del partido: esos militantes recién arribados al aprismo no habían olvidado su formación anarquista o anarcosindicalista, ni la predilección por los métodos de acción directa y la confianza en las masas. El levantamiento de Trujillo fue desencadenado por los cañeros de Laredo dirigidos por el „Búfalo‟ Barreto. Atacaron el cuartel O‟Donovan y luego de un prolongado enfrentamiento en el cual perdió la vida Barreto, lo tomaron para de allí, al amanecer del 7 de julio, ocupar los principales lugares públicos, la prefectura y la comisaría de Trujillo. La ciudad acabó en manos de los rebeldes, a los que se habían sumado artesanos, obreros y pequeños comerciantes. Fue recién entonces que llamaron para encabezar el movimiento a Agustín Haya de la Torre, hermano de Víctor Raúl. Los apristas trujillanos no contaban con planes políticos y menos con algún esbozo de táctica militar. En otras palabras no habían esperado que ~ 58 ~ La vida de Artidoro posterior a su salvación es propuesta, así, como un símbolo de la señalada pérdida de entusiasmos frente a la viabilidad de un país justo, solidario y libre. En Lima, el personaje, aunque conserva aún el recuerdo y el deseo de la utopía, la siente (lo mismo que el hablante poético que reconstruye su historia) definitivamente perdida. Y las tumbas o el campo de muertos “en las norteñas tierras” se ofrecen como manifestaciones de su “muerte espiritual” (“En la ciudad muerte y anónima, / entre los muertos sin nombre, yo camino / como un muerto más”): sabemos por supuesto que Artidoro no murió, pero regada entre los muertos quedó su lucha por alcanzar sus anhelos, que desde el presente solo es recordada con melancolía7. Es claro que la imagen de las tumbas, además de representar las muertes históricamente ocurridas, son al mismo tiempo metáfora de la pérdida de la esperanza que alcanza no solo al personaje, sino que se yergue también sobre los otros luchadores que, al reconocer esta derrota en la batalla por la justicia y al dejar la juventud, olvidan también sus “antiguos entusiasmos”. Y a partir de la polaridad entusiasmo / desengaño frente al horizonte utópico, además, se puede la insurrección ocurriera. En adelante la espontaneidad inicial se transformó en completa improvisación. La insurrección urbana con las dimensiones que iban adquiriendo los sucesos de Trujillo [...] no tenía antecedentes en nuestra historia republicana. El régimen sanchezcerrista decidió enfrentar la insurrección desencadenando toda la violencia que le era posible. Fueron enviadas tropas desde Lima. Se hizo uso de la aviación y se realizaron algunos bombardeos contra la población civil. Pero el primer enfrentamiento en las afueras de Trujillo terminó siendo favorable a los revolucionarios. Sin embargo [...] no supieron obtener provecho del desenlace y dejaron que las tropas del gobierno pudieran replegarse y proceder al contraataque. Fue entonces que ocurrió el fusilamiento de los militares presos en Trujillo: el hecho todavía no ha sido suficientemente dilucidado. La noticia de la masacre enardeció más a las tropas atacantes y es entonces que con vigor procedieron a tomar la ciudad casa por casa. Luego vino la huida a la sierra de los dirigentes (sin posibilidad alguna de continuar la resistencia) y los fusilamientos de anónimos apristas en los muros de Chan-Chan. (214) 7 Ver, al respecto, el artículo de Chueca “Washington Delgado: Elegía limeña”. ~ 59 ~ entender por qué Delgado señaló el paralelo entre su personaje y la historia del país. Sin embargo, esta relación podría juzgarse como débil, pues no es difícil alegar, si contáramos solo con estos elementos, que atañe básicamente a un personaje o al fracaso de una aventura en particular, sin que tenga mayores proyecciones. Historia de Artidoro, empero, avanza más en la dirección comentada por el autor, y establece una explícita relación entre la lucha juvenil de Artidoro y un nuevo hito, en la historia del Perú, de la apuesta revolucionaria por la transformación de la sociedad peruana: la intentona guerrillera del MIR en los años 608. El poema que permite este vínculo, “Elegía en 1965”, además de identificar explícitamente el año de los hechos – lo que despeja toda duda sobre la base histórica que utiliza- es el único texto de la sección final del libro, “La historia se repite”, con lo que evidencia su importancia. Leamos: Elegía en 1965 Después de tanta sangre, no derramada en vano, sólo quedó la nieve teñida de carmín. (Chocano) Después de la batalla, los combatientes muertos parecen esperar, con el oído en tierra, una última llamada o la mano benévola y amiga de la historia, no el silencio tenaz que los cubre y oculta sobre un cálido suelo vanamente poblado de hierbas y guijarros, 8 Sobre las guerrillas de los años sesenta Julio Cotler sintetiza: [E]n 1965 el Movimiento de Izquierda Revolucionaria decidió lanzarse a la apertura de focos guerrilleros en distintos puntos del país, al que poco después se sumó el Ejército de Liberación Nacional, sin que entre ellos mediara coordinación alguna. [...] Estos focos de desarrollaron cuando el movimiento dirigido por Hugo Blanco había sido aplastado, el movimiento tendiente a agrupar a la clase obrera fuera del control aprista había sido reprimido y, en general, cuando el movimiento campesino había sido amenazado por los parlamentarios de la Coalición de no atender a quienes propasaran los dictámenes legales. Estos focos guerrilleros fueron rápidamente debelados y el de mayor duración resistió seis meses. (Clases 362-363) ~ 60 ~ árboles y alimañas. Se diluyó el escándalo de la fusilería, cesaron los fragores de obuses y metralla, el sol brilla en la paz de un cielo irreprochable. Los boquetes abiertos en la tierra parecen tan naturales como las aguas del riachuelo, el vuelo del halcón o esa nube sin sueño, sin prisa, sin memoria. Sobre la tierra esperan muy tranquilos los muertos. La historia indiferente los dejó abandonados bajo un cielo vacío. Pobres muertos inermes, no los abriga el sol ni molesta la lluvia. Sobre sus cuerpos rígidos discurren las hormigas en callado desfile. Los muertos apacibles yacen de cara al cielo con los ojos abiertos. Parece que quisieran llenar de sol sus almas tempranamente muertas. La tierra los acoge, los escuda la sombra de los árboles quietos y las cambiantes nubes, en tanto huye la historia. ¿Qué les dicen la inmóvil tierra, el distante cielo? Solamente les dicen que ya no hay esperanza. Los muertos extraviados en el mar de la historia encuentran en la tierra una morada estable mientras la primavera pasa con sus amores, pasa el brillante estío, pasa el otoño lánguido de las guerras perdidas y, al final, el invierno llega pausadamente para cubrirlo todo con desamor y olvido. Contra una interpretación desprevenida, es necesario afirmar que la elegía no solo se entona por los combatientes muertos en los acontecimientos referidos por el poema, sino por la ya mencionada caída del horizonte utópico en el Perú, representada por (pero no limitada a) el fracaso de la “tradición radical”. Esta ampliación de ~ 61 ~ sentidos es indiscutible al reconocer los paralelos entre la historia de Trujillo (y en ella Artidoro, salvado de los fusilamientos de Trujillo, pero muertos sus anhelos), y la muerte de los guerrilleros del 65. Es obvia, además, al responder la obligada pregunta de por qué un poema sobre estos hechos aparece en el relato sobre Artidoro, que no tiene que ver directamente con ellos, y al considerar, por supuesto, el título de la sección. Se afirma que “la historia se repite”, porque nuevamente el entusiasmo juvenil por la transformación resulta derrotado. Y porque nuevamente, también, la derrota está representada en los campos funerarios: las tumbas abiertas que quedan tras el combate. Si antes la muerte física de los jóvenes en Trujillo acarreó la simbólica muerte de entusiasmos y anhelos de justicia y libertad, estas otras, reiteradas insistentemente en el poema como muertes concretas (los cuerpos sobre el campo) y como objeto de olvido por parte de la historia, sellan la derrota de sentimiento utópico radical y, a la vez, de la esperanza de toda posible consecución de justicia. La historia, a la que apuntaba su lucha (su contribución a la transformación del país), los ha dejado olvidados y parece haber anulado, así, el sentido de su gesta. A Artidoro, al menos, todavía le quedaba la utopía como recuerdo. Ahora la sensación inicial es que ya no queda recuerdo que conservar: los cuerpos muertos han pasado a ser casi un elemento más de la naturaleza – que los acoge en su lecho amable y generoso, pero que los anulará cuando llegue el invierno “para cubrirlo todo / con desamor y olvido” – y su heroico sacrificio parece haber sido borrado definitivamente de la historia y la cultura. No todo es tan nítido, sin embargo. Una interesante ambigüedad late en el texto y parte, en primer lugar, del epígrafe que lo acompaña, en el que leemos que “de tanta sangre no derramada / en vano sólo quedó la nieve teñida de carmín”. Si bien el final de la cita deja el sabor parece corroborar la pérdida de sentido ya apuntada, no hay que descuidar la afirmación acerca de que la sangre no ha sido “derramada en vano”. La sola representación visual y estética de la muerte no agota, pues, el significado de la gesta. Algo queda, aunque sea, nuevamente, como en el caso de los poemas referidos a Artidoro, el recuerdo del hablante del poema – y su capacidad de interpelación a los lectores –. El hablante, aunque escéptico, como en toda la poesía de Delgado, sabe que es necesario que su canto – su palabra poética – sea entonado. Su responso por el fracaso de las posibilidades de ~ 62 ~ transformación revolucionaria de la sociedad y, más ampliamente, de toda imaginación de un mundo más justo y democrático (no se puede esperar algo distinto de una historia cobarde e indiferente que huye de la escena abandonando a los jóvenes que han ofrendado la vida a nombre de sus más altos ideales), se vuelve, al menos, necesario testimonio sobre “los tiempos oscuros que nos tocó vivir”. Esos tiempos, como lo anotó el poeta, no corresponden solo a la historia del Perú, sino al mundo. La pérdida del horizonte utópico en el siglo XX es simbolizada, entonces, por el relato de Artidoro y su repetición en los sesenta. Pero si bien la trama explícita del libro se cierra en 1965, se debe considerar que la repetición aludida puede aceptar un eslabón más en su cadena, marcado este por el tiempo de publicación del conjunto. ¿Qué relaciones pueden establecerse entre los momentos fijados en los poemas (la revolución aprista del 32 y las guerrillas del 65), sus extensiones (la caída de los entusiasmos y el olvido de la historia) y la última década del siglo XX? La pregunta es obligatoria y la respuesta, desde el marco mundial, se vincula con la caída del muro de Berlín en 1989 y la disolución de la Unión Soviética en 1991. El derrumbe del llamado “socialismo real” estableció una unipolaridad planetaria que promovió (y promueve) “una imagen en la que ya no existe alternativa alguna capaz de superar el horizonte material y cultural de la modernidad burguesa” (Ballón 169) y que defiende la idea de que “todo progreso se reduciría a una mayor democratización política del capitalismo y a regular o controlar ciertos aspectos del mercado para que éste no devenga en „salvaje‟. Lo demás serían utopías inútiles, vanos intentos románticos pasadistas o mera gimnasia intelectual” (170). Esto, sin embargo, no representaba un corte tajante por los nuevos acontecimientos, sino que continuaba reflexiones iniciadas años antes. Aníbal Quijano, en 1988, escribe al respecto: Después del nazismo y el estalinismo, alegan los posmodernistas, nadie puede creer aún en una racionalidad liberadora. Las promesas liberadoras de la modernidad, los „grandes relatos‟, ya nadie cree en ellas. Los antimodernistas norteamericanos, de su lado, sostienen que esas promesas nunca fueron sino quimeras y que el orden y la autoridad son la única expresión de la racionalidad. Los unos y los otros nos proponen el discurso y la tecnología del ~ 63 ~ poder como el único territorio legítimo, que debe ser defendido de la modernidad. (55) Desde el personaje de Artidoro y sus entusiasmos perdidos, con la reafirmación de la derrota de la perspectiva utópica con los muertos del 65 y a través de la publicación de esta escéptica mirada en 1994, Washington Delgado estaba comentando, sin duda, simbolizados desde los procesos nacionales, los recientes acontecimientos mundiales y sus consecuencias en las ideologías, las individualidades y las intersubjetividades. En una entrevista el poeta lo confirma: Historia de Artidoro comenzó a ser escrito mucho antes del derrumbe del socialismo real y de esto que ahora llaman la muerte de las ideologías y el fin de la historia. Yo no creo en estas últimas cosas pero sí estoy seguro de que un ciclo ha terminado. El siglo XX se inició prácticamente con un hecho político importante, la revolución soviética, que cambió el mundo, y se cierra con el desastre de la Unión Soviética, y volvemos al comienzo. Esa posibilidad se ha cerrado, y en el libro hay un reflejo de eso. (Tumi 7) Volviendo a la historia del Perú (porque el escenario peruano no responde únicamente a la intención de adaptar a nuestro contexto aquello que estaba ocurriendo en el mundo), la mirada sobre la desesperanza del siglo XX, que continúa a una serie de frustraciones previas9, se encuentra, en las décadas finales, con los ecos nacionales de la caída de los paradigmas y de la pérdida de confianza en los relatos utópicos. Aparecen los llamados “políticos independientes” y se inicia lo que Carlos Iván Degregori llamó “la década de la antipolítica”10. En esta dinámica, por supuesto, los partidos – insistentemente llamados “tradicionales” por esos días – se vieron sumamente desprestigiados y, entre ellos, por supuesto, la izquierda y en general todo discurso progresista. Esto último se puede vincular, de algún modo, además de con la catástrofe del gobierno aprista – que llegó al gobierno articulando un discurso supuestamente centroAdemás, señaló Delgado que no solo se trata del fracaso de los proyectos de transformación radical a través de la revolución, sino de toda esperanza que, en la historia peruana pronto se desvanece (“Estamos” 67). 10 Que es, obviamente, una manera de hacer política. Ver al respecto los libros de Degregori y Lynch en la bibliografía del presente artículo. 9 ~ 64 ~ izquierdista –, con la sensación de desgaste y miedo producida por la magnitud que habían alcanzado las acciones de Sendero Luminoso y el MRTA, cuya aparición en la década del ochenta marca el inicio del tercer hito (luego del 32 y los sesenta), en el siglo XX, de la apuesta el cambio de las estructuras a través de la violencia armada. Historia de Artidoro aparece en 1994, es decir cuando ese proceso parece irreversible. Alberto Fujimori había iniciado el 5 de abril un período de dictadura civil, que contó con el soporte de las fuerzas armadas y una amplia aceptación popular, y Abimael Guzmán fue capturado en septiembre de ese año. Para muchos, el país se encaminaba a mejor puerto, en los marcos de un neoliberalismo económico que contradecía las promesas del candidato Fujimori, pero que prometía la deseada integración al contexto de la globalización: el espejismo era que se estaba recuperando la estabilidad necesaria para gobernar11. Nada de esto, por supuesto, aparece explícitamente en el libro; pero, como ha anotado Mario Montalbetti “no hay que pensar mucho para establecer entronques claros con estos hechos” (98). Uno de estos entronques – el que nos interesa en función de la imagen del Perú como tumba o entierro– se relaciona con el tercer eslabón de la “tradición radical” en el siglo XX (la aparición de Sendero y el MRTA), que acarreó con su fracaso la frustración definitiva del sentido utópico, o al menos el cierre indiscutible de un ciclo, como señaló el poeta. La alusión a estos hechos, presentes a pesar de su ausencia explícita en Historia de Artidoro, es fundamental, pues al perjuicio al paradigma de la transformación Muchos no quisieron darse cuenta de la gravedad de los hechos y de los derroteros que se ofrecían con un inicio como ese. Luego, al iniciarse el nuevo milenio, fueron ya inocultables las consecuencias de un sistema basado fundamentalmente en el autoritarismo, la corrupción y la violación de los derechos humanos. En “La gobernabilidad en el Perú: entre el autoritarismo y la democracia” Julio Cotler señala: [L]a desarticulación social, el descrédito de las instituciones y la casi bancarrota estatal propiciaron el desgaste de los movimientos y las ideologías nacionalistas, simultáneamente con el nacimiento de contrastadas corrientes de opinión que promovían tanto la liberalización económica y política cuanto el autoritarismo político, como medio para estabilizar el orden social y productivo; en resumen, la democracia y el autoritarismo se constituyeron en opciones antagónicas para alcanzar la gobernabilidad del país. (22) 11 ~ 65 ~ social a través del camino socialista, ocasionado previamente por la suma de fracasos, cegueras, improvisaciones o acciones desesperadas12, se sumaba ahora el inevitable rechazo de gruesos sectores de la población frente al indiscriminado uso del terror como método de lucha13. Es por eso, quizás, que en Historia de Artidoro a pesar de utilizar como inicio de la “Elegía en 1965” (cuya proyección / repetición, como ya señalé, llega hasta el presente) un verso que es paráfrasis perfecta del comienzo del poema “Masa” de César Vallejo (378)14, la elegía de Delgado no articula un canto de esperanza, sino otro, más bien, de frustración y olvido. Si en “Masa” el amor y la solidaridad logran que el combatiente muerto pueda finalmente levantarse y andar, lo que bien podría suponer volver a la lucha por la república española a pesar de la eventual derrota (como se propone en el poema final de España, aparta de mí este cáliz: “si la madre / España cae – digo, es un decir – / salid, niños del mundo; id a buscarla”), en “Elegía en 1965” no hay más realidad que el olvido por parte de la historia (a pesar del recuerdo por parte del hablante poético del libro) y la Sobre las guerrillas de los 60, Delgado señaló en una entrevista: Fueron algo totalmente disparatado. Esa no era la forma de hacer una revolución en el Perú. Era una aventura que necesariamente tenía que fracasar. ¿Cuál fue su error principal? Primero, que el Perú no estaba en una situación desesperada; al contrario, había cierta bonanza por la harina de pescado; segundo, esos revolucionarios eran gente muy brillante, formada en Europa, pero desconocían el medio campesino, y empezaron allí la revolución. Pensaron que cuando levantaran la bandera y gritaran „¡Libertad!‟ todos se les iban a unir, y desgraciadamente no fue así. Fue un aventurerismo. (Ángeles 57) 13 Es lo que sostiene Delgado en “Estamos en los umbrales de otra república aristocrática”: Sendero utiliza preferentemente el terrorismo [...] Empezó en Lima de una manera incruenta con voladura de torres, apagones, pero después vino el terrorismo cruento, indiscriminado. Eso al final tiene que causar una repulsa ¿no? Ese terrorismo ultraizquierdista que Lenin calificó como enfermedad infantil había sido experimentado en Europa y había fracasado. No sé por qué lo volvieron a implantar aquí. (74) 14 “Después de la batalla, los combatientes muertos” en el caso de Delgado, frente a “Al fin de la batalla / y muerto el combatiente” en el poema de Vallejo. 12 ~ 66 ~ cancelación de la posibilidad del horizonte utópico. Así, a través de la articulación de los tres hitos mencionados: los muertos en el escenario trujillano (con la muerte espiritual del anhelo de justicia de Artidoro), los muertos abandonados en 1965 y la muerte que tiñó al Perú en los años ochenta y noventa, Delgado ofrece su lúcida y desencantada mirada sobre el proceso de paradigma utópico en nuestro país. La posibilidad de transformación socialista o la reivindicación de la justicia y la libertad como metas fundamentales para la construcción de una nación verdadera han quedado, en el universo poético de Historia de Artidoro, tan olvidadas como los muertos del 6515. El país, a través de estos símbolos es, pues, un “Ancho Perú de muerte / y de melancolía”. Un país sin esperanza o, lo que es peor, un país poblado de esperanzas frustradas. Universidad Católica Con relación a esto es interesante mencionar la serie de poemas “La revolución a la vuelta de la esquina” de Cuán impunemente se está uno muerto (52-58), libro póstumo del poeta. En ellos, con amarga ironía, el poeta aborda los tópicos del fin de la historia, el triunfo del capitalismo y la caída del horizonte utópico. 15 ~ 67 ~ Obras citadas Ángeles, César. “El fin de los tiempos. Diálogo con Washington Delgado”. Sí 28 de mayo de 1990: 57. 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Revista, suplemento cultural de El Peruano (1994): 6-7. ~ 68 ~ José Agustín Goytisolo: una poética de la evocación y de la ironía “No intenté convertirme en moralista, ni fui tan estúpido como para pensar que únicamente escribiendo se podía modificar el mundo. Me limité a fabular sobre lo que veía, con amargura que a veces quise ocultar detrás de un tono desenfadado y satírico, igual que aun hago ahora. Eso fue todo”. José Agustín Goytisolo (Prólogo de Salmos al viento) Nohora Viviana Cardona Núñez José Agustín, el hermano mayor de la célebre familia literaria de los Goytisolo, inicia su itinerario como poeta con el poemario El retorno (1955), posteriormente publicará 12 poemarios y numerosas re-elaboraciones de su obra. Junto a otros poetas como Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, José Manuel Caballero Bonald, Claudio Rodríguez y Francisco Brines conforman la Generación del 50 denominada también Escuela de Barcelona por Carlos Barral o la Generación de los Industriales, nombre propuesto por el crítico José Hierro por la aparición reiterativa de los temas urbanos en los textos de los poetas que conformaron esta generación. Sin duda alguna, son diversas las etapas por las que atraviesa su quehacer poético que tuvo reconocimiento con numerosos premios como el Adonais (1954), el Boscán (1956), el Ausias March (1959) y el premio de la Crítica por La noche le es propicia en 1992. Goytisolo, sin duda, sido favorecido por la crítica y también por el público lector, que lo reconoce a través de sus obras y de la musicalización que han hecho de éstas reconocidos artistas, como Paco Ibáñez, Joan Manuel Serrat, Soledad Bravo y Mercedes Sosa. El corpus de poemas escogido para desarrollar este trabajo tiene como finalidad resaltar algunas de las temáticas que aparecen de modo reiterado a lo largo de toda la obra poética de Goytisolo como la pesadumbre por la pérdida de la madre en la infancia, la pintura del mundo burgués, el cuestionamiento al judeocristianismo, la reflexión sobre el oficio de escribir y la recuperación de las canciones ~ 69 ~ tradicionales españolas entre otras. Pertenecen estos seis poemas escogidos a cuatro trabajos publicados en diferentes épocas: El retorno (1955), Salmos al viento (1958), Los pasos del cazador (1980) y El ángel verde y otros poemas encontrados (1993). De acuerdo a estas fechas, podemos apreciar al joven poeta y también al Goytisolo de la edad madura. A través del trabajo se harán evidentes algunos de los diversos recursos estéticos que el poeta emplea para expresar a través de sus imágenes los tópicos mencionados y la comprometida búsqueda de Goytisolo por encontrar una voz propia que le permita poner en versos todo su vitalismo desafiante y cuestionador que lo situó siempre como una de las voces más críticas de la poesía española1. “Aquel año se me ha quedado muerto”, publicado por primera vez en el primer poemario de José Agustín Goytisolo, constituye el primero de los muchos homenajes literarios que hará a su madre Julia Gay, quien fallece trágicamente a causa de un bombardeo cuando él y sus hermanos son apenas unos niños2. La primera estrofa está constituida por versos pareados en los que se sintetiza el dolor que causa en el sujeto lírico la rememoración de una fecha fatídica: “Aquel año se me ha quedado muerto / en el corazón, clavado en la memoria” (39). En la segunda estrofa el hablante lírico emplea el procedimiento de la evocación del tiempo anterior al evento trágico. En dicha remembranza reconoce que al estar en compañía de quien ahora añora, el futuro parecía prometedor y el presente sin complicaciones: “Como páginas lentas, voy contando sus días / hasta el de tu abandono, y los recuerdos altivos, deslumbrantes / de engañoso futuro, / o sencillos durables como el que nada espera” (39). Las páginas lentas son el símil que elige el poeta para dar cuenta de una memoria que resulta casi terapéutica en la medida en que se ofrece, como contrapunto al dolor y al vacío que plantea la primera estrofa, la posibilidad de volver al tiempo idílico de la infancia cuando nada parecía perturbar los días de calma. En esa rememoración del tiempo Asunción Carandell, su viuda, dice respecto a su actitud: “Él era muy operativo y de una gran imaginación dirigida a un objetivo, pero a veces entraba a ciertos ambientes como un caballo en una cristalería” (Goizeder). 2 La muerte de Julia Gay acontece el 17 de marzo de 1938 en el paseo de la Gracia de Barcelona. La crítica literaria afirma que el poemario El retorno se centra obsesivamente en la pérdida de la madre y en la tristeza incurable que genera el vacío que ésta deja. 1 ~ 70 ~ paradisíaco de la infancia los críticos han señalado cierta huella de la poesía de Antonio Machado, uno de los poetas más apreciados por la generación de Goytisolo3. En la tercera estrofa, se emplea la interjección para remarcar, seguida del sí afirmativo, lo que se ha planteado en la estrofa anterior: nada, en el tiempo evocado, insinuaba la desgracia ocurrida, por el contrario, en aquella época la alegría parecía habitar en la atmósfera del hablante lírico. Dicho sentimiento es expresado mediante los recursos de la metáfora y de la anáfora que otorgan sentido y ritmo a los versos finales: “Y en tu casa de entonces, la alegría / era el aire que bebíamos todos, era el sabor de fruta que dejaban tus besos” (39). En la estrofa siguiente la evocación da paso al tiempo presente. La voz lírica reflexiona, desde una óptica adulta, sobre las experiencias de su vida. Emplea el recurso de la enumeración para dar cuenta de su trasegar por la vida; así, el tiempo se vuelve “una cifra” y los sitios de las vivencias “vientos y lugares que nunca imaginaba”. Se hace evidente, al leer la conclusión del poema, la intención del hablante lírico de expresar que ha pasado un largo tiempo en su vida desde la infancia idílica hasta el planteamiento de los interrogantes con los que concluye el poema. El final de la elegía – pues el tono de El retorno pertenece a esta forma poética – al igual que los versos pareados del inicio muestran un sujeto lírico que no se resigna a la pérdida de la persona a la que canta: “Pero no sé, no entiendo, me golpea / el secreto” (39). El tiempo, que según el refrán popular borra las heridas, no ha obrado como bálsamo para restañarlas. Frente a las circunstancias que acabaron con el mundo feliz se opone la protesta hecha palabra y se lanza el interrogante a un tú de quien, el hablante lírico no espera respuesta sino más bien solidaridad con su tono autocompasivo: “¡Si pudieras decirme por qué fue / aquel año, aquel día, aquella / hora!” (39). Por lo anterior, podemos afirmar que el poema presenta una estructura En la entrevista concedida a Claudia Posadas, titulada La rosa brillante de la noche y publicada en el número 22 de la revista Espéculo, Francisco Brines, poeta de la Generación del 50, considera como influencias importantes para su generación los trabajos de Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y todo lo producido por la Generación del 27 pues sostiene que gracias a estas influencias se europeizó la poesía española en la medida en que toda la vanguardia que se hizo “fue traída por ellos” (Brines). 3 ~ 71 ~ circular pues en su inicio propone la simbiosis entre dolor y tiempo y en el cierre ocurre lo mismo con la diferencia que fragmenta el tiempo en unidades más pequeñas – días y horas – quizá en un intento de exorcizar una vez más lo ocurrido cuando el mundo de la infancia feliz finalizó de modo abrupto. La escritora y crítica Carme Riera, quien editó y prologó la antología poética Los poemas son mi orgullo (2003), afirma que “es sin duda José Agustín, entre los tres hermanos Goytisolo, quien con más insistencia recuerda a su madre cuya muerte pudo vivir él de modo más consciente ya que era el mayor aunque todavía no había cumplido los diez años” (21-22). Más adelante, el poeta, retomará la misma temática en sus poemarios Final de un adiós (1984) y Elegías a Julia Gay (1993), por esta razón algunos críticos como Carme Riera, Jordi Virallonga y Miguel Dalmau4 opinan que el suceso de la muerte temprana de la madre es para José Agustín e incluso para sus hermanos el suceso más dramático que marca sus vidas y que estructura “el arco secreto y casi invisible que sostiene la delicada fábrica” (16) de la obra de los Goytisolo. Después de este primer libro en el que Goytisolo transmuta en literatura su dolor de huérfano, publica Salmos al viento con el que gana el premio Boscán. El éxito inmediato que tuvo este poemario, explica José María Castellet5, se debe a lo que significó para la poesía española, producida en los cincuenta, recuperar la fuerza satírica que parecía haber perdido y toda posibilidad de un retorno brillante durante las primeras décadas del siglo XX. Por esta razón Castellet afirma que: “No es de extrañar pues el interés con que fue acogida, en el momento de su publicación, una obra satírica como Salmos al viento, que irrumpió en la poesía española con explosiva fuerza como uno de los libros más interesantes de la posguerra” (9). 4 Dalmau en su texto Los Goytisolo escribe al respecto: “Flotaba en la casa una muy dolorosa ausencia, el vacío de su figura central: Julia. De nada había servido eliminar cualquier signo que evocara su presencia - ropas, joyas, vestidos, fotografías -, en ceremonia fúnebre de la que sólo se libraron el piano y los libros. . . . porque el recuerdo de la madre llenaba el aire de melancolía” (142-43). 5 Las apreciaciones de José María Castellet que se citan en este trabajo sobre la obra de José Agustín Goytisolo son extraídas del prólogo que el primero escribe para Salmos al viento en una reedición de este poemario que, en el año de 1980, publica la editorial Lumen y que Castellet titula Los salmos de Goytisolo. ~ 72 ~ A este poemario pertenece el poema “Apología del libre”, que abre con el epígrafe bíblico que hace referencia a la dificultad que la doctrina judeocristiana plantea para que un rico entre al reino de los cielos – Mateo, capítulo 19, versículo 24 –. La ironía empieza a perfilar el tono del poema desde la primera estrofa. El tono apologético para celebrar “el singular prestigio del nuevo Creso” es evidentemente sospechoso en la escritura de un poeta que como los de su Generación, por aquella época está comprometido con la denuncia social6. En la última parte de la estrofa el sujeto lírico explica lo que ocasiona en sus dominios la presencia del hombre rico: “A tu presencia tiemblan las paredes / los empleados el papel los números” (31). Mediante una enumeración que prescinde de las comas7, el poeta da cuenta de la tiranía del rico de su tiempo en los dominios de su empresa. En un poema de factura romántica, la naturaleza personificada se conmueve ante la presencia de una dama de singular belleza. En este poema, Goytisolo parodia este recurso trocando la bella dama en un obeso empresario y las flores o los ríos que cantan en los elementos que sintetizan la empresa de la clase burguesa: paredes, empleados, papeles y números. La conmoción pues que causa este pequeño burgués, en su mundo de balances y réditos generosos, está presentada desde lo negativo. En la segunda estrofa, la burla persiste a través de la metáfora que la voz lírica emplea para referirse al burgués, quien deja de ser el nuevo Creso para convertirse en “el maravilloso germen de la opulencia y de la gran industria”, las líneas siguientes rezuman ironía. Se muestran como los rasgos definitorios del señor burgués la “hermosa calva rodeada de planetas y aureolas” y “el pulcro chaleco abotonado sobre el inmenso vientre”. La calvicie y la obesidad son mostradas como defectos físicos que parecen estar en consonancia con la ruindad moral del burgués. De alguna manera, Goytisolo, da hábiles pinceladas para configurar un retrato de un tipo social específico siguiendo el modo de proceder de otros poetas a los que admira, pensemos, por ejemplo en el don Guido de Antonio Machado. Si de las imágenes de Machado resulta indeleble la figura del Es pertinente recordar que Creso fue el último rey del Imperio de Lidia y que pasó a la historia por ser uno de los hombres más ricos de su época. 7 En la experimentación que el poeta realiza para lograr mayor fuerza expresiva, toma la decisión de prescindir de algunos signos de puntuación como las comas. 6 ~ 73 ~ juerguista arrepentido llevando un cirio el jueves Santo, en Goytisolo, las redondeces del burgués contenidas en el chaleco, producen un efecto similar. Francisco Brines, uno de los poetas más jóvenes de esta generación, aporta claves para explicar un poco el tópico del poema de Goytisolo: “Los poetas del 50 en vez de dirigirse al obrero, se dirigen críticamente a la sociedad establecida y hablan al lector burgués. Como se presume que el lector burgués sí tiene una cultura, se supone que puede levantarse el nivel expresivo. Entonces hay un cambio, y entran la ironía y métodos indirectos en la expresión poética y se hace una poesía de mayor solvencia literaria”8 (Brines). Cuando Brines se refiere a “levantar el nivel expresivo” está formulando una crítica a la poesía social española que se produjo antes de la escrita por los poetas de su generación pues piensa que dicha poesía bajó el nivel de expresión literaria para que la entendieran los obreros y otras comunidades no letradas a quienes iban dirigidos sus textos de reivindicación social. Lo interesante del poema analizado es que sus versos atacan precisamente al más paradigmático representante de la clase a la que pertenecen “los lectores ideales” de los poetas de la generación de Brines y de Goytisolo. En la tercera estrofa, el hablante lírico enfatiza en la estratificación social que pone al burgués en la cima de la escala. Retorna el tono apologético-satírico para marcar una distancia social. El poeta emplea un símil: “De entre todos te alzaste como un monte / de lava sobre el páramo en asombro / de chispas y clamor y ahora / dominas desde lo alto de tus cumbres / las diminutas vidas que te observan” (31) para expresar dicha jerarquización. Con la construcción de esta estrofa, el burgués es mostrado por el hablante lírico desde su propia óptica. De este modo, el burgués, quien se siente amo y señor de sus empleados, que son presentados en el poema como “las diminutas vidas”, oficiaría como una especie de dios que decidiría, desde su encumbrada posición, el destino de sus subordinados en virtud del poder económico que tiene. En esta entrevista a Francisco Brines el poeta da cuenta de su poética y aporta datos sobre la génesis y las características del grupo denominado Generación del 50. 8 ~ 74 ~ En la cuarta estrofa, el tono de la ironía se hace más cáustico todavía. De nuevo, se emplean en el poema referentes bíblicos, pero esta vez para preguntar al supremo maestro – Dios – las razones por las cuáles decidió dar vida mediante “el soplo divino” al burgués, así hay que preguntar al Supremo “qué sucedió / qué ventura qué grande maravilla apercibió en tu frente para darte / con su soplo en mitad de la pechera / y hacerte el libre el rey el financiero. A ti solo entre miles / entre miles y miles y millones” (32). Se utiliza el recurso de la cosificación con la pechera del mismo modo que antes se había empleado el chaleco abotonado para mostrar un burgués prototipo. En los tres últimos versos, se realizan juegos de palabras para hacer evidente la condición privilegiada del burgués dentro de la escala social debido a su poder económico. Las cifras son utilizadas para remarcar que la bonanza económica sólo favorece a unos pocos, pero también para aludir a las cantidades de dinero que marcan el norte de los objetivos del burgués. En la quinta estrofa, el ritmo se obtiene a través de la anáfora de los tres versos iniciales: “Porque la libertad está en tu firma / porque tu reino sí que es de este mundo / porque nada te puede ser negado eres / el prototipo de hombre insigne” (32). En este aparte del poema, se crítica la omnipotencia del burgués en el mundo materialista pues todo cuanto éste desea le es concedido. El verso “porque tu reino sí que es de este mundo” continúa en la línea de aquellos que el poeta elabora como contestación amarga a las doctrinas judeocristianas. La voz lírica reclama al Dios bíblico por la creación del burgués pues todo el reino que su hijo Jesucristo desprecia claramente cuando afirma que su reino no es de este mundo, paradójicamente, queda en manos de quien también es su hechura: el burgués, esa criatura de vientre voluminoso y pechera pulcra que es constantemente fustigada por Goytisolo. La estrofa cierra mostrando cómo la sociedad, cuestionada en todo el poema por la voz lírica, adapta su sistema para honrar a quienes detentan el poder económico pues ser “hombre insigne” también implica el privilegio de ver las leyes y el aplauso social acomodados a su conveniencia “... eres el prototipo de hombre insigne / para el que se han dictado las leyes y los cánones / la caridad y el premio” (32), de esta forma, es el sistema y no el hombre quien se amolda a la conveniencia de la clase burguesa y a su representante prototípico. ~ 75 ~ En Desde ahora y sin nostalgia una vez más, al hablar del origen de los poemas de Salmos al viento, Goytisolo hace referencia a la dificultad que tuvo su generación para gozar de los placeres sencillos de la vida en la época en la que vivió su juventud que coincidió con la represión franquista: Todo era oscuro y difícil, desde besar a una muchacha o comer caliente, hasta conseguir un libro de Vallejo o expresarse en las calles y en las aulas con cierta normalidad. Realmente parecía que la historia hubiese dado un extraño giro, y viviésemos todos a salto de mata, como en una enorme y esperpéntica casa de Troya, pero con cartilla de racionamiento, cigarrillos Tritón y olor a permanganato9. (7) Por los motivos anteriormente expresados, el Goytisolo de aquellos días pensaba que el mundo no estaba hecho a su medida sino a la medida de la clase a la que hacia objeto de sus invectivas. Cedamos la palabra al poeta, quien en el prólogo de su poemario Salmos al viento afirma que: El mundo del trabajo y la vida estudiantil flotaban entre brumas grisáceas y se encontraban a veces fugazmente en los cines de barriada, entre cáscaras de pipas de girasol y piojo verde. Solamente la burguesía mostraba su raro y fulgurante esplendor, en medio de la apatía general, Me obsesionaba esa burguesía. (8) Por las razones expuestas anteriormente, la estrofa de cierre explica, de modo claro, “el veneno en la tinta de Goytisolo”10 – para Esta apreciación de Goytisolo es extraída del texto que se titula Desde ahora y sin nostalgia una vez más, en él que Goytisolo escribe la presentación de su poemario Salmos al viento, reeditado por la editorial Lumen en el año de 1980. Otros escritores que se han expresado al respecto como Manuel Vásquez Montalbán y Carmen Martín Gaite manifiestan lo mismo de Goytisolo. La impresión que tienen es que las experiencias de su niñez y de su juventud estuvieron marcadas de forma negativa por las prohibiciones y por la estrechez de horizontes ideológicos que caracterizaron al régimen franquista. 10 En el año de 1991 el escritor y crítico Laureano Bonnet encomendó a Carmen Riera realizar un estudio crítico de la obra de Juan Goytisolo debido a que esta escritora había realizado su tesis doctoral sobre los escritores de la 9 ~ 76 ~ emplear la expresión de Carme Riera – al referirse una vez más al burgués odiado: “Elegido, Elegido / mantén tu fortaleza no des oído / a los lamentos y a las maldiciones / sigue triunfando en tu reino pues que el mundo / se hizo sin duda para ser asiento / de posaderas recias y bursátiles como las tienes tú” (32). Elegido con mayúscula es su forma de protesta lírica contra la injusticia de un orden social que sólo favorece a unos pocos, los parabienes que la voz lírica da al burgués y sus deseos de que triunfe, como es obvio, deben interpretarse en sentido contrario. Hasta el final se emplean las partes de la anatomía del burgués para lanzar puyas contra éste, si antes se ha empleado el vientre voluminoso como un símbolo de la abundancia económica ahora se presentan “las posaderas recias y bursátiles” como otro símbolo del burgués que apoltronado literal y figuradamente en la comodidad de su despacho y de su status ordena desde su escritorio las fichas que de un mundo hecho a la medida de sus designios. En el mismo poemario hay otra poesía titulada “La humedad de las niñas”. José María Castellet – quien agrupa los poemas de este trabajo de Goytisolo en cuatro tópicos centrales: la burguesía y sus costumbres, los extraños, la vida intelectual y los inocentes – sostiene que el poema arriba mencionado pertenece a la temática de los inocentes a quienes el crítico da la función de ser la contraparte de los burgueses que presenta Goytisolo en el poemario. Sobre ellos dice Castellet que “En medio del mundo egoísta y cerrado de la burguesía aparecen, de vez en cuando, unos personajes limpios, sin doblez, puros... y en ellos vuelca el poeta su ternura, su afecto” (20). Para ellos, pues, es el jazmín al que alude Riera, blanco como la pureza a la que le canta. Al igual que el poema anteriormente analizado, Goytisolo emplea un epígrafe bíblico para aludir, desde la sátira, por supuesto, al estado virginal de las inspiradoras de su poema: las niñas, las pobres niñas a las que es tan difícil besar en los tiempos de la represión que aquieta las manos de los galanes en las visitas oficiales a sus castas novias, quienes en virtud a los modelos de mujer impuestos por el patriarcado franquista, se ven obligadas a encorsetar sus deseos. A renglón seguido, la primera estrofa no alude directamente a las niñas sino a la condición que en ellas lamenta el hablante lírico: la Generación del 50. El título de su trabajo fue Hay veneno y jazmín en tu tinta. Aproximación a la poesía de Juan Goytisolo. ~ 77 ~ sumisión al rol que les es impuesto: “Es una cosa triste, la gente no lo sabe / Es un lametón ciego, una mano sudada, / un agujero blanco, tal un traje de muerta” (59). Por la vía sensorial, el sujeto lírico da pistas en torno a la desagradable condición padecida por las niñas. La humedad, a la que alude el título, claramente, queda ligada a una sensación negativa muy en consonancia con el desagrado que causan otras humedades como el lametón ciego o la mano sudada. La segunda estrofa, presenta a las protagonistas desde el primer verso y se ocupa de dejar en evidencia la transformación que viven las niñas de una estación a otra: “Las niñas palidecen al llegar el otoño / Palidecen y tiemblan, y atrás queda todo el verano / las risas, las canciones, y alguna cinta roja partida y olvidada” (59). Goytisolo bebe de la tradición poética que asimila las estaciones con las diversas transiciones de la vitalidad humana. Si el verano es la alegría, representada en el poema a través de la risa y de las canciones, el otoño significa la pérdida paulatina de dicho sentimiento de bienestar pues el empalidecimiento de las niñas tiene su inicio en esta estación. La cinta roja – color asociado a la pasión y que quizá adorna los cabellos de una de estas niñas – es empleada por el poeta para simbolizar el deterioro anímico de su dueña, de este modo, la cinta refulgente y en buen estado del verano cede su puesto a la “cinta partida y olvidada del otoño”. En la tercera estrofa, el campo semántico abunda en epítetos para enfatizar el estatismo vital de las niñas en el otoño, quienes están al tiempo, quietas, solas, frías, mojadas y flacas: “Las niñas están quietas, solas y quietas. Frías. / Y se ponen mojadas. / Se van poniendo flacas y mojadas por dentro, / mientras que todo el mundo comenta y reacciona” (59). La insistencia en la quietud, a nivel semántico, deja ver la compasión del hablante lírico por las criaturas inocentes como el soldado que es convencido de las virtudes de la guerra, los niños subvalorados por sus progenitores o las niñas que se guardan pulcras obedeciendo a los dictados de la educación. La cuarta estrofa alude al invierno. Si el otoño resulta poco gratificante para las jovencitas, el invierno resulta aún menos apetecible pues entraña la claudicación de los impulsos vitales. Pese a los proyectos que dinamizan la vida de las colectividades: “El invierno está cerca, se dice de continuo, / Se preparan abrigos, se proyectan estufas, / y las bellas parejas, contra el amor del fuego, dicen… ¡ay, Dios, quien sabe, se dicen tantas cosas!” (59), el amor que se insinúa ~ 78 ~ entre las parejas, durante esta estación, queda relegado a la incertidumbre presentada a través de la expresión coloquial “¡se dicen tantas cosas!” que se emplea cuando quien enuncia no tiene certidumbre alguna. Así, las bellas parejas no logran consolidar su deseo de abrazarse, el fuego entonces que les es próximo resulta una ilusión del deseo que se desvanece con las palabras del hablante lírico que recala en la incertidumbre. En la quinta estrofa, la voz lírica realiza un largo paneo por los distintos lugares del mundo intentando contraponer la movilidad de éste al estatismo insinuado en las estrofas anteriores: “Porque el mundo camina, gira, canta, rodea, / las estaciones tiemblan delante de los trenes” (59). Todo parece seguir un curso así sea el fustigado por Goytisolo en otros poemas: “Los ministros prosiguen su inodora tarea, / y hay, en ciertos lugares, murmullos y oraciones” (59), pero – y es el conector adversativo – el que abre la última estrofa para indicar que a pesar de cierta alegría en el movimiento del mundo, nada cambiará la situación de las niñas, quienes seguirán frías, pálidas y tristes puesto que “saben que por todo el invierno, / se irán poniendo feas, tristes y mojadas” (60). En la vida de desencanto y frustración del otoño pálido y del invierno gélido de estas niñas, sin duda, que nos contagiamos un poco de la atmósfera asfixiante, yerta y grisácea del joven Goytisolo para quien besar a una muchacha, en los primeros tiempos de su juventud, constituía una empresa difícil. Los pasos del cazador (1980) significa en la obra de Goytisolo el final de su trasegar por la poesía castellana de carácter tradicional. Este preferencia, en los niveles tópico y estilístico, se inicia con Claridad (1960) abarcando además los poemarios Algo sucede (1968), Del tiempo y del olvido (1977) y Palabras para Julia y otras canciones (1979). La crítica dice que queda atrás el Goytisolo del compromiso político en sus versos y que se asiste más a los homenajes que realiza a sus ancestros del espíritu: los poetas que le han precedido en el canto a su tierra. Carmen Riera, en Hay veneno y jazmín en tu tinta. Aproximación a la poesía de J. A. Goytisolo, aporta datos importantes que permiten entender el poema que se analizará a continuación: “aunque Los pasos del cazador salió a la luz en 1980, cuando su autor estaba alejado del compromiso político-poético, los materiales en bruto sobre los que se escribieron las canciones, pertenecen a los años cincuenta y primeros de los sesenta” (99). ~ 79 ~ El poema XIV de Los pasos del cazador tiene la estructura de una canción: “Muchacha bonita / racimo temprano / no todas las uvas se las come el amo” (44)11. El mundo de la inocencia e incluso la metáfora cliché para la joven a la que se canta se diluyen para dar paso a la crítica. Los dos últimos versos constituyen la crítica del Goytisolo que apoya a los desvalidos en contra del señor feudal que ejercía el derecho de pernada con las doncellas que vivían en sus feudos. El polisíndeton de la segunda estrofa además de contribuir al ritmo de la canción refuerza la protesta del sujeto lírico en contra del amo, quien pese a su “gula por las doncellas” resulta ciego para apreciar “los mejores racimos de su viñedo” por ello la burlesca voz lírica le sigue cantando a la muchacha bonita como la heroína que ha logrado evadirse de la mirada del amo y por ende de la solicitud de sus favores carnales: “Muchacha bonita / racimo temprano / las mejores uvas / se las pierde el amo” (44). Las dos estrofas finales constituyen un canto al triunfo de los oprimidos sobre los opresores. El sujeto lírico celebra la libertad para escoger sus amores que, en justicia, cree que debe tener su inspiradora: “Muchacha bonita / racimo temprano / sólo tú eres libre / sólo tú sin amo” (44). En el poema LXII del mismo poemario tampoco se da el encuentro entre la pareja, pero a diferencia del matiz burlesco con el que es celebrado este hecho, en los versos de este poema prevalece la tristeza por la espera del amado: “Algo malo acontece / al cazador que espero / y que no vuelve” (224). La voz lírica parece responder a la clasificación de indefinible que Jordi Virallonga da a los personajes femeninos de Goytisolo en este poemario: Nunca sabemos su oficio, a excepción de una posadera y una telefonista, ni su condición social. Sabemos en cambio por sus dichos o por los lugares en las que se instala o a través de la adjetivación que acompaña a lo sustantivo de su condición femenina, que responden al modelo de mujer de campo o pueblo, dedicadas a cuidar de su tierra, casa, marido e hijo: o son hijas jóvenes de las El estribillo del poema “No todas las uvas / se las come el amo” es tomado de una canción de vendimiadores escuchada en La Mancha (Riera Hay veneno 140). 11 ~ 80 ~ anteriores a las que un no más brillante porvenir les espera. (118) El personaje masculino del poema, por el contrario, está claramente identificado: el cazador. Este es el más paradigmático de este trabajo de Goytisolo y de la misma manera como aquí hace esperar a su presa – la muchacha – en otras ocasiones es quien la persigue aunque Goytisolo, buscando crear un efecto ambiguo, transforme la presencia femenina en liebre, cabra o perdiz12. En la estrofa siguiente continúa el lamento de la joven: “Si la luna esta alta / y el conoce el camino / ¿Qué le retrasa?” (224). A diferencia de la muchacha que inspira el poema XIV y que burla al amo, esta joven parece obedecer más al modelo de mujer que ha identificado Virallonga en Los pasos del cazador pues resulta paradigmática de la pasividad femenina, una suerte de Penélope castellana que reemplaza las agujas del tejido por la actitud de contemplar el camino por lo que se ansía que vuelva el ausente. La última estrofa es una reiteración de lo que la voz lírica ha expresado antes. Con ello se logra mostrar el sentimiento de dolor por la ausencia, pero de forma intensificada: “Van pasando las horas / y no vuelve y no vuelve / el que me quiere” (224). Al final de sus días, el poeta continúa su reflexión sobre el oficio que él mismo ejerce sin perder el ánimo lúdico que envuelve sus reflexiones en textos como “Así son” o “El oficio del poeta”. En El ángel verde y otros poemas encontrados (1993), Goytisolo aprovecha su habilidad narrativa para presentarnos en su poema “El anciano y las aves”, una vez más, su pensamiento sobre la escritura. La primera estrofa presenta una estampa casi anodina de los “inocentes de Goytisolo” según el término acuñado por Castellet: “Los cándidos señores y las pálidas señoritas, / en las tardes agradables de Septiembre, salen / con un pequeño envoltorio de migas o semillas, / y se dirigen a los parques públicos” (354). Podría pensarse entonces que la voz lírica va a identificarse con “la bondad seráfica” de los protagonistas de sus versos que se dirigen a los parques a realizar la labor pía de alimentar a las aves, pero el Goytisolo del veneno aparece en la segunda estrofa cuando acusa de falsa esta “pretendida bondad” hacia las aves, por ello su hablante lírico expresa: “Los pájaros Estos animales son de un marcado carácter sexual en los bestiarios medievales y renacentistas. 12 ~ 81 ~ descienden / y el cuadro queda consumado. / Qué bello, / qué confortador. / Satisfechos los ciudadanos se retiran. / Pero no el poeta” (354). Aquí hace evidente que frente a la ceguera crítica del hombre común, el poeta es impermeable a los engaños pues su mirada no se fía de lo aparente: “¡Ah curioso y maligno oficio / éste de la poesía! / El poeta oculta su delgadez entre la fronda, aguarda el desarrollo de los acontecimientos culturales. / Ha visto y ha oído ya frases y gestos maravillosos, / proceder a oscuros planes de crimen y ruindad. / Hay que estar al acecho” (354). La delgadez del poeta en acecho representa su habilidad casi camaleónica para estar presente, sin ser casi advertido, con la idea de ser el ojo que avizora, de manera crítica, la realidad para después expresar dicha crítica en sus versos. El poema sigue contando lo que hace el “bondadoso viejecillo”; en algún verso, su mirada se vuelve torva, casi maligna, entonces el poeta que lo espía empieza a sospechar de las intenciones del anciano con las palomas que vuelan a su alrededor atraídas por su envoltorio de migas y semillas. La consumación del crimen parece inminente: “De repente, su mano se introduce en el gabán. / Oh dioses, el crimen va a ser consumado. / ¿Qué máquina, / qué aparato mortífero, qué suerte les aguarda?” (355). El cierre del poema resulta sorpresivo y humorístico: “Lenta la mano retrocede, el objeto negro / es abierto, el viejo tose / Y ante el enmudecido y dúctil auditorio, la voz cascada, macilenta, lee / un capítulo más, otro capítulo / de las Obras Completas de Menéndez y Pelayo” (355). La carcajada del lector no se hace esperar cuando termina de leer la última línea pues Goytisolo no sólo nos ha ilustrado acerca de lo que considera un importante papel del poeta, esto es, servir como conciencia crítica de sus coetáneos, evitando la miopía del común de los individuos sino que, de alguna manera, nos muestra sus desafectos en materia poética. Si en sus poemas anteriores le rinde homenaje a aquellos poetas de los que se ha nutrido su obra13, en este poema se burla de don Marcelino Menéndez y Pelayo, a quien se ha llamado Dulce Batilo en alusión a su propensión al sentimentalismo que los críticos más mordaces de su obra presentan como una mezcla del estilo repulido de los neoclásicos Goytisolo ha celebrado profusamente en sus poemas a otros poetas como Vicente Alexaindre, Rafael Alberti, Carles Riba, Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado y Luis Cernuda entre otros. La crítica considera que el homenaje más original que escribió Goytisolo fue el dedicado al novelista y al poeta cubano José Lezama Lima que tituló Vida de Lezama Lima. 13 ~ 82 ~ con cierta propensión al sentimentalismo que evoca ricitos y lunarcitos en muchos de sus versos. Es obvio que esta estética resulta empalagosa y chocante a ojos de Goytisolo por eso presenta al viejecillo como un “gran criminal” por leer a las mansas palomas las obras de Menéndez y Pelayo. Cuando se le indagó por el oficio de poeta siempre contestó de modo profuso. Una de sus respuestas más comentadas, presente en su libro Del tiempo y del olvido, es la siguiente: El oficio o pasión de escribir poesía, me han procurado en este tiempo un placer, un consuelo, una expansión y un reencuentro conmigo mismo y con otra mucha gente. Escribir me ha ayudado a vivir, a estar alegre entre tanto desastre y tanta miseria real, entre tanta mediocridad y tanta cobardía. Gracias a la poesía, he podido dar rienda suelta a mi innata mala leche y, empleando la sátira o la ironía, decir cosas que de otro modo no me hubieran dejado publicar jamás. (Citado en Riera Hay veneno 155) Podemos concluir, al apreciar, de forma panorámica, algunos de los trabajos poéticos de Goytisolo que exorcizando los demonios del vacío materno; lanzando dardos contra el sistema que se arrodilla ante el poder económico de la burguesía; cantando a causas revolucionarias como la de Nicaragua; expresando la ternura y la solidaridad por quienes están en las márgenes; reflexionando sobre la poesía, rindiendo homenaje a otros poetas o, por el contrario, fustigándolos con su pluma envenenada, el mayor de la tríada literaria de los hermanos Goytisolo, deja en sus poemas toda una lección de lo que significa ejercer, con apasionada vocación y con profunda honestidad, el oficio de poeta. Universidad de Ottawa ~ 83 ~ Obras citadas Brines, Francisco. “La rosa brillante de la noche: Entrevista con Francisco Brines”. Espéculo. 24 de Mar. 2008 <http://www. ucm.es/info/especulo/numero22/brines.html>. Goizeder. “José Agustín Goytisolo”. Atlas de poesía 24 de Mar. 2008 <http://atlasdepoesia.blogcindario.com/2006/02/00060-jose- agustin-goytisolo.html>. Castellet, José María. Prólogo. Los salmos de Goytisolo. Barcelona: Lumen, 1980. 9-24. Dalmau, Miguel. Los Goytisolo. Barcelona: Editorial Anagrama, 1999. Goytisolo, José Agustín. “Apología del libre”. Salmos al viento. Barcelona: Editorial Lumen, 1980. 32-33. ---. “Aquél año se me ha quedado muerto”. José Agustín Goytisolo. Los poemas son mi orgullo. Barcelona: Editorial Lumen, 2003. 39. ---. “El anciano y las aves”. José Agustín Goytisolo. Los poemas son mi orgullo. Barcelona: Editorial Lumen, 2003. 354-55. ---. “La humedad de las niñas”. Salmos al viento. Barcelona: Editorial Lumen, 1980. 41-42. ---. “LXII”. Los pasos del cazador. Barcelona. Editorial Lumen, 1980. 96. ---. Prólogo. Salmos al viento. Barcelona: Editorial Lumen, 1980. 8-9 ---. “XIV”. Los pasos del cazador. Barcelona. Editorial Lumen, 1980. 44. Riera Carmen. Hay veneno y jazmín en tu tinta. Aproximación a la poesía de J. A. Goytisolo. Barcelona: Anthropos, 1991. ---. Prólogo. José Agustín Goytisolo. Los poemas son mi orgullo. Barcelona: Editorial Lumen, 2003. 7-25. Virallonga, Jordi. José Agustín Goytisolo: vida y obra. Madrid: Libertarias/Prodhufi, 1992. ~ 84 ~ Obra creativa ~ 85 ~ Marta Marcos Molina Marta entra en la habitación. Son cerca de las diez de la noche. Sus padres la han confinado en esa especie de escuela de verano, “escuela para escritores”, decían, yo no sé escribir, pero, hija, si te encanta, ya, pero no sé, bueno, Marta, bueno. Marta siempre cedía ante las autoridades paternas, al final, siempre cedía. Marta entra en el cuarto, son cerca de las diez de la noche: Sofía aún escribe absorta, así la dejó por la mañana, así la reencuentra ahora. Sofía, su compañera de cuarto, Sofía, la poetisa. Hola Sofía. Sofía se yergue, encauza la espalda: cada vértebra encaja correctamente con sus colindantes, estira el cuello, absorbe del cigarrillo: hola, guapa. Extremadamente segura de sí misma, extremadamente, la mejor poetisa que jamás pasó por aquel colegio, ¿la mejor del país?, ¿del mundo? Extremadamente bella, extremadamente virtuosa. Extremadamente. ¿Llevas escribiendo desde esta mañana? Pero Marta no obtiene respuesta, la poetisa es presa de sus propios versos. Marta toma unos folios, se tiende sobre la cama. Quiero escribir un cuento. Sólo obtiene una mirada frugal de Sofía. Una media sonrisa (dirime sarcásticamente), y sus ojos regresan al trabajo que sólo se ve interrumpido para fumar, quizá (cuando se traba el flujo espontáneo de la lírica) para encontrar en el océano de la mente la palabra correcta: súmmum de perfección literaria, que una palabra, esa y no otra, dota de magia, de luz, de amor o nostalgia a un poema. En esto Sofía es una arponera excepcional: ella entra en un éxtasis lírico que le hace fluir junto con el lenguaje, y cuando no, trabado el flujo, por ejemplo por la irrupción de una gorda en el cuarto, se deja deslizar por los mares de adjetivos y metáforas, aguardando, ojo avizor, que la palabra, la palabra, emerja para tomar aire. Entonces lanza su arpón, la punta de su pluma, y la palabra queda impresa en el papel, colmando de éxtasis la obra de la joven, como llave a dimensiones más sensibles. Quiero escribir un cuento. Escribe. ~ 86 ~ *** Ignacio sólo hablaba de libros. *** –Bueno, y de chicas qué. –¿Qué? −Sí, bueno, que si has estado enamorado... O si lo estás ahora– Marta se sonrojó, pero no tanto como Ignacio, al cual le ascendió hasta la cara toda la sangre que se esparcía por su cuerpo. −No. −¿No? ¿No te gusta ninguna chica? ¿No sientes nada por nadie? La conciencia se derrama. Los hábitos, los patrones, las pautas, la conducta. El amor: ¿dónde cabe el amor? Ignacio, bastante feo, pero eso daba igual. Todo se derramaba al impactar Ignacio en la retina de Marta. Ignacio en su mente. Lo deseaba. −Bueno, a Virginia Woolf. −¿A Virginia Woolf?– Marta rió. No, venga, en serio. Ignacio miró amenazante a la gorda que se reía a frente al, posó su mano en Al faro, que dormía junto a su té. Lo arrimó hacia él. −A Virginia Woolf. Ahora Marta no rió. *** ¿Sabes que me ha dicho Ignacio? Sofía detiene su pluma, detiene sus ojos, su respiración, detiene la captura de ballenatos o de metáforas. Que está enamorado de Virginia Woolf. ¿Sabes?, ¡Virginia Woolf! Sofía respira tranquila. ¿Qué tal llevas tu cuento? *** Y los años fluirían como flujo de mentes, y Marta se adentraba en el Círculo de Bellas Artes. Surcaría con una de sus yemas un pequeño doblez de piel aparecido bajo sus ojos. Pagaría, y asciende. Se dejará invadir por la roca, por el mármol. *** ¿Qué tal vas con tu cuento, nena? *** ¿Virginia Woolf? Vaya... la pobre Marta. Su corazón era una rueca, girando despacito, igual que un chacra que se apaga... Un olor nauseabundo se adentró en su nariz: el olor de su propia vergüenza. *** ~ 87 ~ Di, ¿qué tal con el cuento? De dónde demonios surgía tal interés repentino. Apenas detuvo su escritura para reiterar la pregunta: en su cara, una mueca de satisfacción. *** Un olor nauseabundo se adentraba por su nariz: el olor de su propia humillación. Ante ella, un muchacho feúcho, cejijunto, de mal aliento, protegiendo bajo su palma a una Virginia Woolf muerta entre millares de palabras. Estoy un poco floja... No se me ocurre nada. Ya, dice Sofía, y el implemento de una sonrisa aún mayor: su satisfacción es plena. Se deja (re) apresar por sus versos. *** Y Marta se sentaría: los surcos de su piel bajo sus ojos. Habría gente, mucha gente, para un recital de poesía. *** ¿Y nunca has tenido novia? Ignacio no contestó. Un olor nauseabundo: ella se derretía en su silla. *** No sé, nena (¿nena?), ¿por qué no escribes un cuento en el que te follas a Ignacio? Así será tuyo, al menos en la ficción. Y Sofía detiene su pluma, y mira a la gorda: ¿no? La poetisa. Marta, que aún no se había estrenado. Y la poetisa burlándose de ella. Ojalá supieras lo que es el amor, Sofía. *** Y el revuelo de gente se iría distribuyendo, repartiéndose en sillas. Sofía surgió en la mesa central, frente a todos los que vinieron a escucharla: su físico, parecía haberse detenido en los veinte años: en aquel momento en el que escribía poema tras poema, contemplando a la gordita y burlándose. *** ¿Amor? Pero nena, qué me dices, el amor viene y va: te recomiendo que folles de una vez, que le den a la eternidad, ¿sabes? Y su pluma resucitó entre sus dedos, y surcó papel tras papel igual que una autómata de perfección. *** Y habría una corta presentación, pero intensa, y unos cuantos aplausos de palmas emocionadas. Entonces Sofía comenzaría a leer, con voz tenue y pausada, de su último poemario. Entonces terminaría, y unos cuantos aplausos vertidos desde palmas conmocionadas ~ 88 ~ arrasarían con el silencio que advino tras la lectura del último verso del último poema. *** Pues yo le quiero. *** Pues yo te quiero, Ignacio. Y Marta recibió el impacto de dos ojos azules oscuros bajo un ceño fruncido. Y tras la lectura de su aspecto concluyó que tenía amargor en la mirada. *** Le quiero. Y se lo dije. Y se quedó paralizado. Él no te quiere, cariño, él no quiere a nadie. Yo creo que sí. Tú no crees nada: un alto en su poema, sus ojos transportados del papel a la gordita. Te recomiendo que le hables de follar, y verás cómo se vuelve loco. Qué pesada... *** ¡Marta, nena! La gordita seguiría igual de gordita. Hola, Sofía, ha sido extraordinario, has leído... muy bien. Gracias, cariño, dame un abrazo. Y más arrugada. Te invito a un café. Claro. *** No vas a decir nada, ¿verdad? El muchacho aferró con más fuerza el libro, ahora con las dos manos. Exhaló, y levantó la veda de los ojos, presos en la cara de la gorda: miró hacia otro lado, no contestó. Y un olor nauseabundo, como rancio. *** Nena, ¿por qué no te das una ducha? Así te relajas un poco. Pero Marta está ausente contemplando el techo, con un rimero de folios en blanco bajo su cabeza: timidez. Sé que sólo tuvo timidez. *** ¿Y qué tal te va? Bueno, no mejor que a ti, y ambas reirían. Una con ojos grandes y satisfechos, con su mirar muy, muy por encima del café. La otra de ojos achicados, compungidos, en su mirada inyecto el fracaso. *** ¿Timidez, estás tonta? A ese sólo le gusta leer y follar. Hazme caso. Habla mientras escribe los mejores versos que jamás brotaron de su puño: hazme caso, fóllatelo, tiene un buen pene. *** Ignacio se levantó, arrojó una última mirada a la gorda, y se marchó. No se puede amar tanto a alguien y no ser correspondida: me ~ 89 ~ ama, es raro y difícil, pero me ama. Y después un olor nauseabundo (el de su propia vergüenza, condensado en gotas de sudor repartidas por todo su cuerpo). *** ¿Qué? Pene, polla, ya sabes. Sofía se sonríe, y sigue marcando y marcando páginas de la historia de la lírica. Quieres decir que. Que. Marta no acierta a decir nada. Sus ojos se cubren de una película carmín, igual que un atardecer nefasto. Su alma denostada por un odio repentino, toda bondad se marcha de su cuerpo, tan copioso. Se da la vuelta. Comienza a rellenar folios y folios de rabia, su vacuidad disminuyendo aceleradamente. Sofía, si tú escribes una historia, y quisieras matar a uno de tus personajes, dime, ¿te detendrías en diálogos absurdos propios de reencuentros y esas cosas? Sofía no contesta. Ya, pues yo tampoco. *** No me detendré en diálogos absurdos propios de reencuentros y esas cosas. Acabarían su café. Pasearían. Los pasos de Marta conducirían a ambas a una calle oscura, desierta. *** Y dime, ¿te detendrías en las típicas palabras que dice el asesino antes de matar? ¿Qué? Pues yo tampoco. *** Marta, arropada por la oscuridad, apuñalaría compulsivamente a Sofía. Primero arremetería contra su garganta: así no gritaría. Después cruzaría su cara con el filo del puñal: primero hacia un lado, luego hacia el otro, te mantenías tan joven, quisiera que te vieras ahora. Sofía se asiría el cuello con ambas manos, luego la cara: la sangre escaparía bullendo como loca entre sus dedos. Descargaría después contra su pecho, y el cuerpo de Sofía caería muerto al suelo. Marta se reclinaría sobre su amiga, y, movida por un rencor alimentado por años, la apuñalaría y la apuñalaría, hincando enferma el hierro hasta la empuñadura. Luego desenterrándolo, y volviéndolo a hincar. Ida por completo la razón, la apuñalaría, ida por completo la mirada, la apuñalaría, la apuñalaría. ~ 90 ~ Carta geográfica David Rozotto Querida E, Sólo te imagino en ese último empujón andariego, tratando de terminarlo todo por allá, concentrándote en las cosas que tienes que hacer y las haces, en las que deberías hacer y no las haces, y en las que no tienes que hacer y las haces de todos modos. Pero esa es la vida del nómada, del cambiante de residencia, de pueblo, de ciudad, de país o, quién sabe en el futuro, de planeta (imagino que cuando lo último suceda, las mudanzas serán más ligeras en cuanto a bártulos personales, creo que tendremos suficiente con las toneladas de combustible que se requerirán para acarrear parte de la especie humana hacia lo sideral). Igual, te imagino y espero estés bien, aunque bien estresada, pero bien. ¿Mi referencia geográfica? –Sí, tenés razón– qué desafío de descripción, imagino el tuyo (y ahora entiendo) pues en tus mensajes has dejado reflejar algo, o mucho, pero imagino. Mi apartamento, mi morada, mi lugar de residencia, mi oficina personal, mi nicho, mi sala de partos y mi anfiteatro, mi lugar propio, donde nazco cada mañana, donde muero cada noche, mi nacimiento, mi muerte, mi universo compacto donde soy sólo yo y yo solo coexisto conmigo mismo (... y la retahíla de fantasmas que me siguen como asistentes personales a todos lados). Lindo lugar construido a principios del siglo pasado frente un río que ha surcado esta topografía desde la última glaciación (dicen los estudiosos del tema), obviamente embellecido por la mano humana con parques y senderos para caminar, correr, bicicletear o simplemente descansar (excepto en invierno que es como que demasiado frío por estas latitudes norteñas). Edificio viejo, como el alma del suscrito, con acceso libre, sin cerraduras que impidan la entrada a quien quiera, sin porteros automáticos, sin más obstáculo para internarse en él que unas simples perillas… viejas también. Hay tres puertas de acceso y hay que saber cuál usar dependiendo del apartamento que se busque; para llegar al descrito aquí, hay que tomar la alta lateral viniendo de la calle principal, la que está paralela al río (si se entra por la baja ~ 91 ~ lateral, se va al sótano y si es la trasera, se acaba en la escalera de escape de incendios por la que también puedes entrar a los apartamentos, pero no muy aconsejable, especialmente de noche, por lo viejo, lo oscuro y lo triste). Una vez entrando, por la alta lateral, hay que encaramarse las escaleras hasta el tope, pasando por cuatro puertas, algunas con número otras peladas como la del referente, y hay que saber cuál es cuál para no confundirse e interrumpir a la persona equivocada en sus quehaceres (creo que éste es el mecanismo para confundir a los no bienvenidos, no saber cuál puerta es de quién ni quién vive en cuál, mucho menos qué está haciendo –que a la verdad no interesa, pero se oye cada grito…) A la entrada de este apartamento se encuentra un bombillo en forma de llama de vela, que no siempre esta encendido excepto cuando se está fuera por la noche –lo que no ocurre a menudo y, si ocurre, generalmente amanezco bajo esa tenue luz, con la boca reseca y abrazado a mis remembranzas. La puerta, como se dijo anteriormente, está pelada, no tiene número ni rejilla para ver quién llama, simplemente la perilla… vieja. Hay que tocar duro pues el ocupante, tu seguro servidor, generalmente se encuentra en el despacho, oficina, área de trabajo, cuarto donde se pierde la forma dorsal erecta o, simplemente, habitación secundaria (de esto, ya se hablará, pues está al final, es el último o, mejor dicho, el cuarto de atrás de la morada o colorada o blanquecina, dale el nombre que querrás). Una vez flanqueados los obstáculos de entrada, nada impide explorar los vericuetos de la vivienda, que no son muchos, y entretenerse en cada rincón, que son bastantes, conteniendo, además de polvo, recuerdos frescos y/o antiguos de pasados moradores, coloradores, blanqueadores, aunados a los del infrascrito presente habitante. Al entrar, esperemos sea de día –pues de noche es, como en otros lados, oscuro como una cueva, excepto en las noches de luna llena cuando se ilumina por los reflejos plateados que destellan sus espectros– se aprecia, pues, una sala o salón muy alumbrado, amueblado a lo madera desnuda, es decir sin barnices ni pintura, excepto el piso, que también es de madera, pero que está recubierto de resina sintética por razones obvias, para que no se desgaste. Las paredes están pintadas de blanco, lo que la hace una blanquecina en lugar de morada, con los marcos de las puertas y ventanas azules, con los nunca faltantes hiatos de raspaduras y enmiendas con colores ~ 92 ~ foráneos, al igual que el firmante, producto de mudanza y limpiezas mal aplicadas; el patrón de color se repite en todas las habitaciones. A la izquierda está el rincón de visitas con dos sofás, uno se hace cama y lo llaman “futon”, con una mesilla (que son dos) de centro que tiene velas y una lámpara vieja de aceite para que resplandezca sobre las pláticas con los del más allá. Hacia el lado derecho frontal hay una televisión, un reproductor de DVD y un mini sistema de sonido (que casi no se usan por falta de tiempo para entretenerse con estas tecnologías, excepto cuando se le permite a la música de mariachis contarnos la propia vida en alegorías). Opuesto a la entrada está la esquina comedor/bar, unos estantes con diferentes licores, una mesa redonda con una planta al centro (se llama Boris) y cuatro sillas; esta esquina casi no se usa pues no ha habido ocasión, excepto el bar que tiene que proveerse constantemente pues, a saberse, el alcohol se evapora… Inmediatamente antes de la esquina antes descrita, hay un pasillo que conecta a las otras habitaciones. Primer orificio tamaño puerta, sin la misma, da lugar a la cocina, o mini cocina dependiendo del tamaño al que se esté acostumbrado, imaginando también que es la cocina más grande de todos los apartamentos. Un lugarcín con una estufa y una nevera, viejas, que han de datar de mediados del siglo pasado, pero que funcionan para satisfacer las necesidades del blanquecino que aquí vive (acordamos que es una blanquecina, no morada). Allí también hay un „desayunador‟ que consiste en una mesa con una banca, ambas pegadas a la pared, con un canasto de frutas sobre la mesa y la comida del gato en la banca. La estufa y el desayunador están a la izquierda, la heladera y el fregadero a la derecha, con un hornito eléctrico cerca del fregadero y un microondas sobre la heladera, dentro de la cual se pueden encontrar un par de cosas para comer, café, sodas, cerveza, cerveza y cerveza (ésta también tiene que ser provista continuamente pues el susodicho no sólo tiene que alimentarse sino también es fanático de la malta refinada, y si no, entonces quién dijo “beer, more than a breakfast beverage”). Siguiendo por el pasillo, primera y única puerta a la izquierda, allí sí hay una, se encuentra el dormitorio con una cama amplia que ocupa la mitad de la habitación, cubierta con un edredón negro, una mesilla de noche sobre el lado izquierdo donde descansan una lámpara, varios libros y National Geographics en proceso de ser ~ 93 ~ leídos, un reloj despertador, un osito y un Taz, y un talco. A los pies de la cama hay unos estantes con ropa y al lado derecho se encuentra el closet calado en la pared y en donde cuelgan pantalones y camisas y conteniendo la canasta de la ropa sucia con el detergente, esperando el sábado que es el día para lavar ropa (aunque no me atreva a restregarme lo indecente). Generalmente el gato está sobre la cama, a veces jugando con los entes bondadosos que lo entretienen, a veces esperando a alguien para que lo alimente, en cuyo caso va a la cocina donde está su comida (véase el párrafo anterior). Alrededor de la pieza, en forma al azar, hay varias velas que proporcionan un aspecto fantasmagórico que sirven para lidiar con las apariciones personales, presentes y pasadas, de los que ya se ha hablado y podrá hablarse con más detalle en el futuro, si es que tal cosa existe o la tenemos que hacer existir… a pesar del pasado. Saliendo de la recámara, ya le dimos otro nombre además de cuarto, dormitorio y pieza, casi opuesta y enfrente, está la entrada donde se encuentra el otro asiento permanente del apartamento, es decir el trono o sillón filosófico, o, como se le conoce por su nombre oxímoron, el inodoro. Este y el lavabo se encuentran a la izquierda, no mucho que describir sino lo general y esencial, un espejo, una cajita para guardar los objetos de cuidado personal (pasta de dientes, jabón, pomadas para el alma, hilo dental y ungüentos psicológicos), un estantito con papel „paca‟ o „palim‟, crema y desodorante (otro oxímoron). A la derecha la ducha, simple y llanamente la ducha ya que primera vez en este país tan septentrional que el existente vive en un lugar donde no hay bañera o bañadera, la que a últimas hace mucha falta pues se extraña poder relajarse en agua caliente con burbujitas y un patito de hule o, alternativamente, con música crepuscular de monasterio y, otra vez, velas sobrecogedoras para amainar las desesperaciones de la psiquis (y aprovechar de una vez para remojar la moral, que a últimas se está endureciendo). Ya se te ha llevado por todo el apartamento, ya se llegó al final del pasillo, ya se te dieron tantos pormenores del mismo como fue posible, llegaste entonces a la alcoba donde estoy dejando en la silla lo último que me queda de fondillo y, en el respaldo de la misma, los vestigios de lo que otrora fuera una columna vertebral erguida, así como también el rezago de las neuronas que un día estuvieran bien conectadas y fueran funcionales, además de las últimas hebras de aliento que me conectan a esta vida. El final del pasillo constituye de ~ 94 ~ igual manera la entrada, ésta sin puerta, al rincón de los pensares académicos, ideológicos o mundanos, con varios libros esparcidos por el suelo y sobre una cama para visitas (lo que es correcto pues los libros sólo me están visitando antes de devolver unos a la biblioteca y obsequiar otros a los muchos que compartan mi querer por la lectura, después que a este mi cuerpo ya no le sirvan). A la derecha, la cama mencionada con los libros mencionados, un escritorio para asuntos profesionales y de negocios, con una lamparilla y varios archivos resueltos, en estado de resolverse y por resolver, tal cual mi vida entera, aunque tenga más de los últimos. Al pie de la cama está el dicho escritorio y al lado del mismo otro closet incrustado en la pared con varias cosas almacenadas (equipo de acampar, objetos computacionales y demás) y la caja donde el gato alivia sus necesidades fisiológicas (me gustaría que aprendiera a vomitar las bolas de pelo allí también, pero me ha sido imposible entrenarlo para tal tarea ya que creo que esta acción se deriva de la caja misma… debería limpiarla de vez en cuando… junto, tal vez, a mi consciencia). A la izquierda de esta guarida se encuentra la esquina mía donde me paso horas y horas escribiendo, leyendo o simplemente pensando en lo banal y en lo insípido. En este rincón hay dos escritorios lado a lado, uno conteniendo mi computadora, desde la cual te estoy escribiendo, el teléfono, la contestadora, un calendario de mesa y varios libros y papeles que, aunque desordenados, siguen un orden lógico para el que los maneja, o sea el remitente, hay también una lámpara de brazo con un potente bombillo de 100 watts tipo „A‟ que sirve para alumbrar lo que los ojos del signatario, al igual que su discernimiento, ya no pueden apreciar como antes. El escritorio de al lado tiene la impresora, unos mapas que sirven para orientar el próximo escape fuera de la ciudad, una calculadora (que no uso pero está bonita como ornamento –lástima que no me pueda decorar la voluntad), varios lápices y lapiceros, recargas de tinta, la guía telefónica y una plataforma para la bebida del momento –un café por la mañana, unos mate por la tarde y muchos embriagantes por la noche. En uno u otro escritorio se pueden encontrar los ceniceros, a veces limpios a veces atiborrados de colillas, y varias cajetillas de cigarrillos, algunas empezadas, otras terminadas y otras todavía cerradas (siempre olvido si he comprado o no cigarrillos y termino con varias cajetillas a la vez, al igual que olvido si estoy vivo y termino con varias mañanas vacías) y aún otras que no son de mi marca pues ~ 95 ~ un amigo nórdico (que vive en el apartamento de abajo y tiene la razón tan o más partida que la mía) viene a navegar la red todas las mañanas cuando no hay nadie aquí, y fuma una marca diferente que parece rusa por lo seco y asqueroso (probablemente para darle continuidad a ese sabor amargo que proviene del cerebelo). Y éste es el lugar de mis andanzas domésticas, aquí es donde agilizo la mente y le doy descanso, donde irrumpe la compañía de mis pensamientos en la soledad de mis sentimientos, donde los fantasmas del pasado se ligan a los espíritus del presente y tratan de darle forma a los espectros del futuro, donde lo que fue sigue siendo, lo que es, es, y lo que será no se conoce pero se trata de comprender. Y éste también es el lugar donde en las noches de luna llena puedo ver esas apariciones que me fortalecen, unas bellas porque le han dado significado a mi existencia (a éstas perteneces vos) y otras que, aunque feas u horribles, las aprecio porque le han dado forma a mi persona. Es aquí, querida amiga, donde vivo, donde muero, aquí donde sucede mi existir, de donde salgo por la mañana para trabajar y adonde regreso por las tardes a cobijarme del exterior, donde saboreo el silencio y palpo la oscuridad, pero también disfruto los sonidos y la luz, donde por el momento, puedo decirte, que vivo y vivo el momento. Aquí es donde me concentro en las tantas cosas que tengo que hacer y las pocas que hago, en las que debería de hacer y casi nunca las hago, y en las muchas que no tengo que hacer y las hago todas de todos modos, empujando y andariego, tratando de empezar y terminar todo por aquí. Imagíname simplemente. Siempre, D. ~ 96 ~ Camarones al Ajillo Luis Molina Lora Porque Dios debió hacernos al tiempo, sobre el mismo instante para evitar el desfase que no nos dejaría encontrarnos a los hombres con las mujeres Renata sirve para la cena camarones al ajillo. Fue, no sabe hasta cuándo, el menú favorito de su esposo. El plato es un volcán sereno, una pequeña colina de mariscos dueña de todos los tonos del naranja, aureados de vitaminas y nutrientes. Su función fundamental; ilusión que por generaciones ha construido una verdad, la de su poder afrodisíaco. Lo hace sentar en el otro extremo de la mesa mientras ella se queda en el redondel de la puerta del comedor con una sonrisa de auténtica felicidad. Veinticinco camarones de los grandes, de los que parecen un dedo en el gatillo −¡Vamos come!− le guiña con picardía el ojo. −¿Y tú no me vas a acompañar? −Si me como uno me muero. Él limpia con el cubierto las ramitas de cilantro y se toma todo el tiempo que puede sin parecer descortés, luego recoge el primer camarón y se lo lleva a la boca, Renata está a punto de caer al suelo, pero se sostiene. No es un mareo, es un espasmo, sí, un espasmo leve, como de premonición; le empieza en los ojos y viaja a través del ritmo cardiaco posesionándose en el periné. Allí funde su esplendor y luego sólo le toca disfrutar los ecos que la sacuden. No había sido el único este día; el primero fue bajo la ducha caliente, dentro del caos de vapores, el segundo fue en la pescadería oriental, mientras los seleccionaba, y el tercero fue éste que en definitiva la obligó a sentarse. Por vez primera, en los últimos años su marido no la llama la bruja de Rapunzel, ni le dice "Queréis engordarme el dedito". Sólo coge el cubierto y los recoge, los acomoda en su boca y parece que en realidad los disfruta. Pero hay que ser narrador en masculino y saber todo el trucaje de esta pareja para percibir la otra realidad. Marcos los lleva uno a uno hasta su boca, los muerde, mastica y rumia, evita ~ 97 ~ hacer caras de desagrado, sólo los come despacio y con uno empuja al otro. Su pulso es frío, demasiado lento, a punto de detenerse. Suda en seco. Su propio yo se distancia en el sopor, se sustrae de sí y sólo de esa manera puede completar el suplicio. Ella parece ser la que se alimenta con cada crustáceo que él come. Ella retira el plato y le pregunta que si quiere tomar jugo o vino. Marcos responde con un gesto de llenura. Al regresar le dice que tiene varias opciones para escoger; ver una película que compró, la última de Julia Roberts, salir a caminar al parque o escuchar música juntos. Marcos le ruega que le permita ir al baño. Sorprendida le dice que si acaso le cayeron mal los camarones al ajillo. −¡No! Por supuesto que no− le responde sin apuros –de pronto me entraron deseos de orinar. Entra al baño y allí se siente libre. Frente al espejo se descubre sudando la llenura, el calor y, en especial, los miedos que lo habían ido trancando en los últimos dos años. Se suelta la correa y la bragueta del pantalón , se baja también el calzoncillo y toma en sus manos su pene que parece ser la víctima, orina de a poco; intermitente, piensa una vez más que está sufriendo una disfunción eréctil. El pene, dedito gordo había quedado en eso; en un elemento con nombre que lo independizaba del resto del cuerpo. Los últimos treinta años o quizás más había tomado la costumbre de tratarlo como a un duendecillo que guardaba en las bolsas del pantalón, lo había alimentado a través de su boca con toda suerte de brebajes y remedios populares. El duende parecía un soldado en primera línea cuando él lo requería. El gendarme de su universo. Durante ese tiempo su esposa había venido aprendiendo todo cuanto se podría conocer a través del reducido binóculo de este hombre que sometía su pene a una dieta particular y que para mayor desgracia se había casado con él un día después de cumplir los quince años. Sólo hasta muchos años después ella fue consciente de cómo su sistema solar se le fue ampliando de a goteras mientras su cuerpo era el campo de batalla, el lugar de pruebas de la nueva arma rica en fósforo. No se sentía con derechos para solicitar favores, ni siquiera para sugerir variantes. Su lugar fue, durante largos años, el primer nivel en la cárcel del misionero. Se podría mencionar un beneficio, por lo menos en tan morbosa línea temática, fue que ya por la lógica misma de la vida y por la insistencia o abuso del ejercicio conoció los clímax y sus vericuetos. Aprendió a satisfacerse desde sus limitaciones, contrayendo sus músculos pélvicos y estrellándolos ~ 98 ~ contra la oleada. Se formó desde la paciencia y cuando supo demasiado empezó a dar pasitos de agresiva; empezó por la comida, a prepararle platillos afrodisiacos que hasta entonces era él quien proponía se sirvieran a la mesa y esa era, prácticamente, su manera de decir que ese día habría sexo en casa. Y, algo insólito, en la medida que ella aumentaba sus solicitudes, él reducía las suyas. Desde hace dos años es ella quien asume el mando y decide por completo los días y las dietas. Echó al misionero de su cuarto porque ella prefirió, a galope, perseguir los años perdidos. Empezó a sentirse acorralado, incapaz de responder a las exigencias mínimas. Ahora si era cierto que sus encuentros, escasos por cierto, se limitaban a enviar a su soldado rendido de antemano. Sin que ella lo supiera él consiguió las píldoras que estimulaban la circulación y le permitirían un segundo aire prolongado a su comando. Reconociendo ambos el cambio en la respuesta se sentaron en las nubes y abusaron de la química; un pre infarto les hizo olvidarse de ese rostro lascivo en el que por vez primera se reconocieron en igualdad de condiciones. Y empezaron de nuevo, ella se aferró a las comidas y él a renegar en silencio; luego con mayor volumen la trataba de bruja de Rapunzel y se autodenominaba Pulgarcito y esa era su manera jocosa pero en serio de defenderse, de decirle a ella lo que ella no había sido capaz de decirle a él durante treinta, treinta y cinco años que no lo tratara como a un preso. Y hoy él tenía más elementos que la sociedad se había encargado de aclararle y esa era una ventaja eficaz que ella no había tenido en su momento; que él no era un objeto sexual, no se lo decía de esta forma, pero sí que ella después de vieja se volvió alebrestada, que debía darle vergüenza con él, su marido, como si no tuvieran otros asuntos que atender, otras formas de pasar el tiempo. Y ella no atinó a recordarle su historia, aunque muy en el fondo él la tenía clara. Quizás por esto poco se atrevía a mirarla a los ojos. Ella le toca a la puerta y le pregunta si se siente bien. −Sí, sí, muy bien. Ahora salgo −es lo que responde mientras golpea su pene contra su propia piel en un acto desesperado por revivir a un moribundo. La esposa llama con suavidad a la puerta y le susurra que no se preocupe, que le abra porque ella seguramente sabrá que hacer. Y él también cree que sabe a lo que ella se refiere. Se deja los pantalones colgados, la deja entrar y la sienta con torpeza en la taza del inodoro. Acerca al rostro de ella su pelvis y los frutos secos que cuelgan. La ~ 99 ~ mujer los besa. −Es un beso para los tres en un acto perfecto de defunción −le dice, −ya no tienes que preocuparte por él porque está dormido. −Le toma la cara y hace que la mire a los ojos. Le enfatiza −¡Y necesita dormir! Él se deja vencer. Llora inconsolable hasta cansarse. Se desatranca para sentirse liviano y hasta perdonado, casi puro. −Pero ¿y la cena que preparaste...? –resopla avergonzado. −¿Y los planes? −ella no le responde, lo toma de la mano mientras lo conduce a la alcoba. −No te preocupes por nada −le dice −sólo oye mi voz. Y sólo una voz se oye en esa escena que acaba de cambiar de amo. ~ 100 ~ Dos veces por semana (fragmento) Giovanna Pollarolo Una mujer de mediana edad sube a una combi y se sienta junto a un pasajero. Transpira, le sudan las manos. Se las seca con un tissue que saca de su cartera. A pesar de que su nerviosismo es bastante visible, parece tener control de sus actos. Saca una bolsita de caramelos, y sin dudarlo se la ofrece a su vecino. Le habla: ¿Quiere uno? Resulta difícil creer que no se haya dado cuenta de que el hombre duerme profundamente. Guarda la bolsa de caramelos. Cierra los ojos, respira como tomando valor, sonríe con esfuerzo: Bonito día, ¿no? Perdón, bonita noche. Ella: ¿Me va a contar otra película? Yo: No, no es una película. Es algo que escribí anoche, una especie de monólogo. Ella: (…) Yo: Si fuera actriz, lo representaría; pero no soy capaz. Solo le pido que imagine a esta mujer hablándole al pasajero de la combi sin percatarse de que el hombre está totalmente dormido. Al inicio, se puede pensar que él finge no escucharla porque le teme a esa clase de mujeres; o que ella está tan fuera de la realidad que bien puede calificársele como una mujer que está loca. A medida que va avanzando el monólogo, ella se quita la chalina (es que estamos en invierno); luego el abrigo, después se amarra el pelo y se seca el sudor de la cara. En la parte en la que empieza a llorar sin control, se le corre el maquillaje y su aspecto es bastante lamentable. Tanto, que al final de su monólogo, nuestra mujer luce totalmente desaliñada. Cuando termina de hablar, saca un pequeño espejo de su cartera y, asustada al comprobar su mal aspecto, trata precipitadamente de arreglarse lo mejor que puede. Esas son las acciones y las imágenes. Y lo que viene a continuación es lo que ella le dice al pasajero que, dormido, no se entera nunca (al menos eso es lo que parece) del drama de nuestra mujer. Voy a tratar de no hacer acotaciones porque interrumpen el monólogo; solo las haré cuando sienta que las palabras de nuestra mujer no son suficientes para que usted pueda imaginarla. ~ 101 ~ Ella: (…) Lo que pasa es que tengo que hablar con alguien (explica con incomodidad y timidez). Pero no crea que soy de esas personas desesperadas que buscan hablar con quien sea para desahogarse, o porque se sienten tan solas que no soportan el silencio. O porque tienen muchos problemas o porque les acaba de pasar algo importante y necesitan contarlo. Si por mí fuera no hablaría con nadie, pero Él quiere que hable. Tengo que sostener diariamente una conversación, de por lo menos cinco minutos, con alguien. No importa que sea un conocido o un desconocido. Una conversación al día; si son más, mejor. Las pocas veces que han sido más, no sabe lo bien que me trata. Primero me felicita, sonríe contento, y a mí me encanta verlo así, como satisfecho, ¿sabe? Después anota algo en su libreta, no sé si escribe un comentario sobre mi mejoría o un diagnóstico de mi mal y me devuelve la tarjeta de instrucciones que debo llenar los próximos días. Hace una pausa y mira al vacío. No da la impresión de que espera una respuesta a modo de comentario. Pero no es fácil para mí. No me gusta hablar. No me gusta estar donde hay gente, y si no me queda más remedio y tengo que estar, me ubico en los rincones, lo más lejos posible. Nunca sé qué decir cuando alguien me mira o me pregunta algo. Antes salía con un libro; y así no solo me entretenía sino que evitaba que cualquier extraño se pusiera a conversar conmigo. Pero Él me ha prohibido los libros. Dice que, en mi caso, la afición por la lectura es enfermiza. Cuando esto empezó, se llevó todos mis libros, todos. En mi casa no queda uno solo. Pero me ha prometido que más adelante, si cumplo con sus indicaciones, me va a permitir leer otra vez. Novelas no. Novelas nunca más, eso me lo ha dicho así de claro. Cuando he tratado de precisar qué clase de libros me permitirá leer, me dice que no me apresure; que lo decidirá en su debido momento. Y en cuanto al cine, me advirtió desde un principio que puedo ir únicamente si voy acompañada. Sola no. Como las novelas, dice Él, las películas fomentan mi aislamiento, me desconectan de la realidad. Y eso no debe pasar. Quiere que salga una vez a la semana con una o más amigas o amigos. Ese día se llevó mis libros y también el televisor. Pero me regaló un perro. Verás cómo aprendes a querer a ese animalito, me dijo. Y te va a ayudar a reconectarte con el mundo. ¿Qué necesita un perro?, me interrogó como se interroga a una niña. No sabía qué decir; nunca ~ 102 ~ había tenido un perro; nunca me había interesado tener uno. Comida, dije vacilante. Asintió. ¿Qué más? No sabía que más necesitaba un perro. Disimuló su impaciencia: que lo pasees por el parque, ¿no te parece? Claro, eso, pasear por el parque. Bueno, pues, depende de ti que este animalito crezca sano, que esté bien alimentado; en suma, que viva. Si tú no te ocupas de él, morirá. Eso me dijo y se fue dejándome sola con ese animal extraño. Todas las tardes lo llevaba al parque y al principio nunca faltó alguien que me preguntara de qué raza es, si es macho o hembra y su edad. Yo respondía pero después no se me ocurría qué más decir. Y ahí terminaba la conversación. Ahora nadie me hace esas preguntas porque ya saben que es macho, que no sé su edad y que nunca recuerdo el nombre de su raza. Cuando llegamos al parque, me siento en una banca y el perro permanece a mi lado tan quieto como yo. Nadie se nos acerca. Ni siquiera otro perro. Hace un tiempo tuve una recaída; encontré una novela que se había refundido detrás del aparador y por eso no se la llevó cuando intervino mi biblioteca y me dejó sin libros. Me pasé horas leyéndola. Qué feliz fui. Hacía tanto que no disfrutaba de una historia. Era una historia de amor y acabé llorando. Cuando se enteró dijo que, en mi caso, leer esa novela había sido tan pernicioso como para un alcohólico anónimo volver a tomar una copa. Como si fueras alcohólica, me dijo. Ni más ni menos, una alcohólica. Yo no iba a contarle lo de la novela pero Él se dio cuenta. Parece adivino, no puedo ocultarle nada. Y me preguntó ¿qué hiciste desde nuestro último encuentro? Me empecé a asfixiar, me faltaba el aire. Mi cartilla de instrucciones estaba vacía. No había cumplido con nada. Ni una sola conversación, ninguna salida ni siquiera al parque; no llamé una sola vez a mi familia, me olvidé de darle su comida al perro, falté a todas las clases. Y no me quedó más remedio que contarle la verdad: me pasé varios días leyendo una novela olvidada. Movió la cabeza y me miró con tanta tristeza que tuve ganas de llorar. Yo tenía la culpa de su pena; ¿por qué leí la novela a escondidas? Él no se merecía tanto engaño; menos aún, tanta desobediencia. Tremendo retroceso, dijo con un dolor que me asombró y que me descubrió que yo no era una más en su vida. Ahí fue cuando relacionó mi gusto por las novelas con la adicción de los alcohólicos a la bebida. Después de un buen rato de silencio, dijo: Vamos a tener que empezar otra vez de cero. Y yo empecé a llorar. Hasta ahora, cuando me ~ 103 ~ acuerdo, se me salen las lágrimas. Lo había decepcionado; parecía que mi fracaso era también suyo. Él se preocupa mucho por mí y yo lo defraudo todo el tiempo: es que no hago lo que me dice. A pesar de saber que todo es por mi bien, no cumplo con lo que prometo. Me demuestra lo mal que me hace leer novelas o ir sola al cine y yo, sabiendo que tiene razón, leo a escondidas y voy sola al cine por las tardes. Tengo que sostener un diálogo, no un monólogo. Si es monólogo no vale y Él se da cuenta porque me hace preguntas para comprobar si es verdad que hubo diálogo y cuánto aprendí de mi interlocutor; así dice, interlocutor. Al principio yo inventaba conversaciones y confidencias, creaba personajes con nombre y apellido. Pero un día se dio cuenta y ahora tengo que llevarle la cartilla con la firma y el teléfono de mi interlocutor. El problema es que nadie quiere firmar, todos desconfían; y con razón, ¿no?, así como así nadie quiere dar sus datos a una extraña, temen meterse en líos. Algunos han llegado a pensar que soy parte de una banda de secuestradores. Y yo le explico que sí dialogo, y que falta la firma porque en estos tiempos en los que todos nos sentimos amenazados nadie cree lo que cuento. Las víctimas se convierten en victimarios; y al revés. Todo puede pasar en estos días, ¿no es verdad? Mira por la ventanilla y parece angustiada. ¿Tengo buen aspecto? ¿Le parezco una persona sana? (Es en este momento cuando saca el espejo. Se supone que antes tenía que llorar, pero ahora creo que es mejor evitar el descontrol). Le coge el brazo y lo mueve, como se hace para despertar a alguien. Habla un poco más rápido, pero no debe exagerar. El tono no cambia. Necesito que firme. Con esta serían seis veces seguidas que llego con la cartilla vacía. No he cumplido con nada esta semana. Falté al yoga, falté a la clase de Inglés, no salí de mi casa ni un solo día. Me pregunto qué he hecho, en qué se me han pasado los días y no sé. Cuénteme algo, por favor, cualquier cosa. Faltan pocas cuadras para llegar y tengo que estar bien, como Él quiere. Arreglada, maquillada, sonriente. Y con el ánimo en alto para abordar “temas positivos”. ¿Y si me da su tarjeta? Podría mostrársela al inicio de la sesión. Le diré: Yo: Hice un amigo, mire. Intercambiamos teléfonos. Él: ¿Y de qué hablaron? Yo: Hablamos del clima, de los problemas de la capa de ozono, de los cambios climáticos y del futuro del planeta Tierra. ~ 104 ~ Él: (¿Desconfiando?) ¿Ah sí? ¿y quién empezó la conversación? Yo: Le invité un caramelo y lo aceptó, dijo que le encantaban los caramelos y yo dije que a mí también. Y empezamos a hablar de marcas y clases de caramelos. De ahí pasamos fácilmente al problema climático; sintonizamos muy bien. Él: ¿No se presentaron? Yo: Sí, claro.... Y quedamos en que nos llamaríamos para ir un día de estos a tomar un café. Hace tiempo que no me sentía tan bien. Ahora entiendo por qué es tan importante, como usted dice, interactuar socialmente ¿Señor, usted me autoriza a que le cuente esta conversación? Sólo necesito que firme acá. No sabe el enorme favor que me hará si firma en esta cartilla; es la libreta de actividades diarias. Si no firma, voy a tener que decirle que esta semana me la pasé echada en la cama, que no fui capaz de levantarme un solo día y menos de salir. Que no sé de dónde saqué fuerzas para vestirme y subirme a esta combi. Firme, por favor. O deme su tarjeta, y si mañana Él lo llama por teléfono para cerciorarse de que nuestra conversación no fue un invento mío, dígale que efectivamente entablamos un diálogo interesante y sugerente, que no percibió nada anormal en mí; al contrario. Que yo le parecí una señora, o mejor, una señorita muy agradable y atractiva. Eso servirá para que Él piense que todavía le resulto atractiva a otros hombres; pero no es necesario que lo diga. En realidad, me basta con que firme la cartilla. Y después olvídese de mí. Ella: (…) Yo: (…) Ella: ¿Terminó? Yo: No sé. Podría seguir, pero corro el riesgo de que sea repetitivo. Lo dejaré así, un final abierto. ¿Le gustan los finales abiertos? Ella: ¿Y qué pasó con el perro? Yo: ¿Con el perro? Ella: Sí, hay un perro en esta historia, ¿no? ¿Qué pasó con él? Yo: No sé, tal vez murió de inanición. Ella: ¿Se ve usted en él? Yo: ¿En el perro? Ella: (…) Yo: Pensé que yo era la mujer. Ella: Ahí está su error. Usted cree que está representada en esa mujer medio loca y fuera de la realidad que habla con extraños; pero ~ 105 ~ no, le guste o no, usted se ve representada en el perro. Me acordé de los chistes de Condorito que leía de niña. Todo parecía coherente hasta que, en el cuadro final, la respuesta o reacción de Condorito, Huevo duro, Garganta de lata, el Cumpa o Ché Copete era tan absurda o estaba tan fuera de lugar que el interlocutor caía de espaldas al suelo: PLOP. Si Ella y yo formáramos parte de la historieta, yo hubiera terminado en el suelo, despatarrada, con un gran PLOP sobre mi cara tras la extraña interpretación: “Usted es el perro de la historia”. No la solitaria paciente de un psicólogo o psiquiatra autoritario que le ha quitado, en aras de su salud, la libertad de leer, de soñar y de ensimismarse. No. Esa mujer despojada de todo, que creí ser yo, no soy yo. Yo soy el perro que ella es incapaz de cuidar; el abandonado a su suerte y tal vez muerto de inanición; el personaje olvidado de la historia. Ahora que lo pienso así, tal vez Ella tenía razón. Yo no soy esa mujer desamparada que asustada y obediente, pero sin convicción, trata de cumplir las prescripciones de su psiquiatra; soy el simple perro de dudoso protagonismo. No me atreví a preguntarle si Ella era Él. ~ 106 ~ Los viejos zapatos cafés Carolina Catacolí Camacho I, (Agencia de amigos F-E) Cuando el señor Fernando le daba por verse en el espejo, no podía evitar expresar su enorme desilusión por no encontrar ahí lo que deseaba. Su cabeza lucía cada vez más ancha, coronada por un penacho de piel -¡la más odiada!- síntoma de una inevitable alopecia. En su cara se dibujaban perfectamente las arrugas que durante sus “casi” 35 años había acumulado, cuando hacía una mueca de desprecio frente a su imagen. No podemos imaginar el dolor que esto causaba al señor Fernando. Sin embargo, en esta ocasión el estar frente al espejo tenía como fin acicalarse -¿para qué siendo el señor Fernando tan viejo y calvo?, pues tendría cita con la señorita Elis, quien era la decimoquinta opción que la agencia S&S −que estaba muy de moda− le había conseguido en los últimos tres meses. No podemos precisar la razón por la cual Fernando se sentía en la obligación de pagar mensualmente una cuota por estas citas a una oficina. Pero podemos afirmar, en cambio, que con el paso de los años lo que en un principio era tan fácil –conseguir una chica– se iba transformando paulatinamente en una necesidad interior, una súplica, por un poco de atención, por un poco de afecto… Las citas por agencia fueron la solución, es cierto que pagaba, pero también es cierto que la mayoría de dichas citas terminaban en una noche de sexo con una mujer atractiva, que muy seguramente de otra forma no conseguiría. Por cierto, que cuando se programaba la siguiente “entrevista” siempre tenía forma de escaparse de todo aquello que pudiese vislumbrarse como compromiso. Hasta ahora ello no había sido un problema, pero por si acaso ya estaba buscando en la guía de “contactos” otro lugar de funciones similares que no tuviera reportado sus antecedentes de descompromiso... El señor F lo tenía todo resuelto. Sin embargo, el señor Fernando se deprimía terriblemente cuando pensaba en ello. ~ 107 ~ Pero salió de su depresión cuando pensó en lo bien preparado que estaba para la “cita” de ese día. La extensa rutina comenzó ese día a las 5:00 a. m con una sección extra en el gimnasio (sobre todo trabajó sus abdominales, pues había leído en alguna revista que eso era lo que más interesaba a las mujeres, además de la calvicie, lo segundo no lo podía remediar, pero ferozmente trabajaba en lo primero), después estuvo el resto de la mañana haciendo un tratamiento para la piel, manicura y pedicura y un baño especial para que su escaso cabello luciera un brillo y volumen extraordinarios. Al mediodía consumió un almuerzo frugal que mantendría su lozanía por lo menos ese día, además de ayudarle en su siempre problemática –a veces francamente incómoda– digestión. Sonó el timbre. F abrió la puerta un poco cansado, pero seguro de que la primera impresión –esa es la que cuenta– le daría unos puntos extra. II, en el hall Cuando el señor Fernando abrió la puerta y contempló a la señorita Elis, no pudo más que sentirse complacido y felicitarse por su empeño en parecer lo que no era –es decir, un hombre… guapo. He aquí la imagen que captó su excitado cerebro al ver a E: Se recostaba un poco en el marco de la puerta con una actitud de desamparo infantil que hacía juego con su hermoso pelo rubio y una sonrisa parca, pero prometedora. Tenía un vestido que insinuaba sus piernas largas, sus pies cuidados. En su pelo llevaba una flor lila con plata –no recordaba el nombre, pero le era familiar– que enmarcaba el rostro triangular, de mejillas hundidas… había algo turbio en su mirada que no quiso sostener. Le extendió la mano y la dejó pasar. El señor F la siguió con la mirada mientras E penetraba en su casa. Elis tenía un cuerpo delgado y musculoso; todas las mujeres con las que se había relacionado en la agencia tenían una obsesión notoria por cuidar sus cuerpos, casi siempre firmes por efecto de las pesas, los masajes y las dietas restrictivas, eran todas mujeres…creía él, podría jurarlo… mayores de 35, aunque en las fichas de la agencia dijeran que tenían veinte, por esta razón el señor F había comenzado a sospechar de tanta firmeza que siempre le hacía pensar en su propia edad –de la que quería olvidarse. Sin embargo, Fernando no podía dejar de admitir que era el hecho de hacer lo mismo que esas mujeres…lo que realmente lo irritaba. ~ 108 ~ Elis caminó con confianza el trayecto del hall del (apartamento típico de soltero) señor F. Al fondo sonaba algo de música cool que podía ser ¿qué? Algo de jazz, boleros, años sesenta, setenta… en fin… una música inexacta que Fernando, en su larga experiencia de citas de agencia, había comprobado que gustaba –y sobre todo– excitaba a las mujeres. Música efímera, amoblado efímero, todo en el mundo del señor F estaba destinado a ser algo sin permanencia que un decorador omnisciente organizaba para dar esa idea de similitud de la vida media en la que Fernando se enclavaba. E tomó nota de ello… también ella tenía buena experiencia en citas… F no podía ser más feliz. III, en el sofá La sensación que le acompañó al recorrer sus senos cuasidesnudos fue algo delicioso. Sin duda, había juzgado mal –se regañó el señor F– pues esa piel tersa no podía ser más que de una mujer joven… lo pensaría cuando arreglaran la siguiente cita… Mientras pensaba esto, permanecían acariciándose desesperadamente en el sofá de la sala y logró (Fernando) zafarle el sostén donde desde hace rato estaba metiendo mano. Los besos se le arremolinaban en la cara a F mientras tomaba ese cabello y jalaba ligeramente hacia atrás para obligarla a permanecer quieta mientras él, por fin, descifraba el cierre de su vestido. Cuando lo abrió las formas fueron rotundas. Sintió una erección inmediata, pero apretó las piernas para contenerse pues generalmente sólo se venía una vez –tenía que cuidarla– y deslizó la tela –sedaaa…– que cayó al piso silenciosamente. Mientras, Elis –inquieta– había logrado abrirle la bragueta de su jean Levis –insistía en usarlo, aunque ya no le quedaban bien. Nunca había tenido sexo oral con una de las de la agencia, generalmente era Katti (su ex-novia) quien se lo hacía. Pero cuando sintió la helada lengua de la señorita E recorrer su miembro supo que, tal vez, era el momento apropiado para tener algo más largo, más serio… Su boca cabía perfectamente en su miembro erecto, mientras sus manitas con manicura le recorrían el vello circundante y aplicaban cortos pellizcos que lo hacían saltar de emoción. Mientras subía y ~ 109 ~ bajaba lentamente por su sexo, su lengua se movía en movimientos dispares que lo hacían permanecer entregado. Casi se viene cuando recibió el primer lametazo, pero se contuvo porque había decidido que sería una larga noche, situación excepcional porque generalmente a las 2 ó 3 de la madrugada todo había acabado para él y su visita y sólo quedaba llamar el taxi, cuando no bajaba ella sola por su carro. Luego se despedían, ya fuera en la puerta del apartamento o afuera, a la salida, siempre con las palabras de: ha sido maravilloso… tenemos que repetirlo… hace mucho que no sentía esto… todas promesas falsas, que sonaban falsas y sin demasiada convicción, pero que repetía maquinalmente el señor F con sus señoritas. Sin embargo, como recordamos, esta era una noche excepcional, las diferencias comenzaban en la hora… Elis había insistido en verse una hora más tarde de lo usual, y cuando llegó había querido conocer el lugar, que se lo mostrase todo. Luego, cuando pasó la comida y comenzaron los juegos en el sofá, ella había intimado al conversar, arrullándolo con una voz que hablaba y hablaba… Fernando se sentía cansado, pero el cruzar de las piernas de E actuaba como un tictac que constantemente lo sacaba de su sopor. Por cierto, era evidente que E se cuidaba mucho, en realidad y a pesar de lo petarda que parecía, el señor F tenía que aceptar que era la mejor cita –al menos en lo superficial, lo demás no lo sabía aún– que la agencia le había conseguido. Hasta su belleza le comenzaba a inspirar cierto vuelo poético en el que se mezclaban alas de cisne con caracolas en el pecho y cabellos de muerta enamorada, tonterías que hacían aparecer en el semblante de un ebrio señor F la sonrisa ingenua del idiota. Tal vez fue esto lo que le gustó a la señorita Elis… no se sabe, pues su destino estaba marcado... Entonces, Elis dejó que la inquieta mano de F entrara en el escote de su vestido. Debemos decir que incluso tuvo que guiarle ya que Fernando se encontraba en el límite entre la borrachera y el sueño, pero inmediatamente sintió Despertó… Nada en el mundo pudo hacer más feliz a F que cuando tuvo que apartar la boca de E de su miembro para metérselo ahí en el centro de su sexo. Era evidente que E gozaba mientras él la cabalgaba a la manera clásica, y sentía ese cuerpo desplegarse adentro y afuera. Las ~ 110 ~ gotas de sudor le resbalaban por la espalda que suavemente se deslizaba por ese cuerpo sometido. Mientras los jadeos se prolongaban tuvo un momento de inspiración –poco frecuente en su limitada y anodina vida– y rápidamente soltó su presa, le dio vuelta y entró por detrás sacudiendo, con rabia casi frenética, duro, duro, duro… IV, el final Mientras tanto… la señorita E no podía negar que gozaba de las sacudidas que en este momento sentía con fuerza en su espalda – prolongada–, en su vagina, su… lugar secreto… y que la hacían temblar de excitación a cada empuje… su cuerpo resbaladizo por el sudor olía a sal, le gustaba olerse así. Disfrutaba de esos golpes precisos que trasmitían por su cuerpo un sin fin de sensaciones que vibraban en cada centímetro de su cuerpo… disfrutaba, sobre todo, perderse en esa sensación primitiva en la cual nada había más que ella y su cuerpo. No cabía duda de que iba a ser un problema quitarse de encima a F, que para una cita estaba bien, pero no para varias… El insistió en acompañarla al carro, se despidió con la mano cuando ella se alejaba El no sabía cuan lejana estaba ella. ~ 111 ~ Despedida a -fin Diego Gil (En el cerro de las Tres Cruces, una mañana de agosto) −Tomá. Lo escribí para vos. −Me tenías olvidado. (Empiezo mintiendo). Veamos: “Temo dejar de quererte. Temo desviar el camino ahora que lo he encontrado. Temo sofocarme con tanto amor que me das. Temo sofocarte. Temo no encontrar más tus brazos. Temo quitarte los míos. Temo odiarte. Temor temer. Ayudame.”. −¿Lo leés? −Bueno. (Sobre lo que sigue podría escribirse algo). −También yo necesito ayuda: ayudame a ayudarte. ¿Por qué me decís todo esto? −No sé, lo he sentido. −¿Desde cuándo? −Hace poco. (El texto podría ser un solo diálogo). −¿Semanas, días, meses? −Unos tres o cuatro días. Lo mejor era decírtelo, ¿no? −Claro. A ver, empecemos por la primera frase. “Temo dejar de quererte”. −Sí, todo el tiempo. −Y ha aumentado. −Debe ser inseguridad en mí misma. Lo de siempre. (El comentario lo hace el narrador). −¿Será? −Vos qué pensás. (Hay que memorizar lo más importante y desechar el resto). −Exactamente qué es lo que sentís. (Se queda callada. ¿Qué me dirá? Podría ser. “–Es que cuando estoy sola quiero estar con vos, y a veces cuando estamos juntos deseo estar sola”. Y la respuesta: “–O sea que estarás queriendo irte”. Ella lo negaría). No sé. −De pronto sí. −Yo creo que el problema es conmigo. Mi inseguridad... (Esto ya lo dijo. No se puede repetir. ¿Cómo me acordaré de todo? Con una grabadora... voy a inventar algunas cosas). ~ 112 ~ −Sabemos que es con vos, pero a-cerca de mí. (“–El caso es que estás dejando de quererme.” “–Sólo un poquito”). Decime por qué: ¿por lo que soy o por lo que no soy? −No es por vos, estoy segura. −¿Por fin? −¿De qué te reís? −De nada. −Contame. (De eso se trata, amor: te voy a “contar”). −Es una ocurrencia grave: alzo lentamente los ojos y, con el dolor sellado en la mirada, apenas musito. “Comprendo. Es otro hombre, ¿cierto?”. −¿De verdad pensaste en eso? −A lo que yo respondo: “¿Hay razones acaso?”. Ella dice… −Que no. −Tus famosos temores deben tener una causa. −Hay muchas cosas: lo de mi casa, ya sabés; y el estudio; y el que no haya un espacio... −Es cuestión de plata entonces. (Se puede decir “dinero”). −En parte sí. Aunque de mi dinero; no vas a pensar que es del tuyo. Pero todavía no me decís lo que opinás. −¡Clar... −¿Qué ibas a decir? −(¡Claro! También se puede indicar, entre paréntesis, que yo pienso reconstruir el diálogo y escribirlo). Que tal vez no encontraste lo que buscabas. −O que no esperaba lo que encontré. −¿Qué esperabas encontrar? −Tal vez no tanto como me das. (Sin literatura, chica). −Pero estamos viendo que el desamor abre los ojos. −No. Esa es una palabra demasiado grande. −Todo lo grande algún día fue pequeño. −Hola. −Qué tal. (También deben aparecer interrupciones: un verosímil). −No creo que sea eso. −Podría tenerse en cuenta. (Este parlamento, en cambio, no valdrá la pena “tenerlo en cuenta”). −No, no creo. −¿De creer o de crear? −Sin chistes, mirá. ~ 113 ~ −Sin chistar, mirá. −Dame un beso, ¿sí? (“–Dame un beso.”, simplemente). −Allá voy. (Esto no lo digo). −¿Cómo estás? −Bien. −No parece. −Y por eso me querés dejar, ya entendí: no estoy bien para vos. (Fue así como bromeamos hace varios días, pero puede meterse aquí). −Te quiero. −Mientras yo esté ausente, desde luego. −Va a ser todo el tiempo. −Gracias, ¿cómo me salvo? (Hay que terminar pronto. Necesito un final). −Hablemos ahora de vos. ¿Nunca has sentido algo parecido? −(No sé qué decir. En todo caso, cuando escriba, lo sabré). No, aunque siempre se cambia, claro. −¿Qué tanto? −Sin llegar a tus extremos. “Temo odiarte”. (Aquí puede comenzar un nuevo diálogo. Aquí o en el papel). −Pero has cambiado. −(“–¿En qué?” “–Acabás de decirlo” “Sí, te quiero más que antes (Deberé escribir otra cosa)”). Porque te amo más ahora. −Mentiroso. −Pero más constante que vos. (Sonríe. ¿Sonreirá?). −¿Querés tomarte una gaseosa? −Bueno, una Manzana. −Dos Manzanas. −No hay. (Ella podría rematar diciendo: “–Otro día seguimos hablando, ¿no?”). −Otro día seguimos hablando, ¿no? ~ 114 ~ La suerte de familia Rosalba Plaza Puente ALALIA Todas las mañanas, antes de irse al trabajo y someterse a rigurosos y atléticos ejercicios, entraba al cuarto más pequeño de la casa y sentado sobre el bizcocho, los codos sobre sus muslos y la testa entre las manos, empezaba a cantar tratando de imitar un do de pecho, su canción favorita: Alalia. Repetía y repetía de manera incansable su Alalia en todas las formas y géneros musicales del folclor nacional. Un día de manera inesperada mientras cantaba ésta en ritmo de vallenato, pasó un ratón por encima de sus pies causándole un gran traumatismo musical que lo enmudeció varios días y acabó con su costumbre mañanera de por vida. Fernando nunca supo que su vecino, el ingeniero mecánico, fabricó el ratón con apariencia más natural que hasta el momento se hubiera hecho; tanto, que fue merecedor del primer premio en la feria industrial de Osaka, Japón. LUCAS Lucas había invertido los horarios cósmicos desde el vientre, cuando su madre ingería tremendas comilonas pasado el último noticiero de la noche. Nancy, había adquirido la costumbre de prender el televisor con las primeras sombras del día para arrullarse, pues la verdad era que más se demoraba en accionar el control del aparato, cuando ya sus ojos se cerraban hasta caer en el más pesado sueño y los abría antes de la media noche con un hambre voraz, despertaba a su marido, Papi, tengo hambre, quiero comerme una chuleta. Darío creyente de argucias populares, se levantaba turulato se ponía una pantaloneta y salía al restaurante de la esquina, todo para que el niño no saliera boquiabierto, Eso sí que no, pensaba, a este niño no le van a endilgar tantas cosas como a mí. Según las calendas familiares éste se mantenía con la boca abierta todo el tiempo porque su madre se quedó un día con el antojo no cumplido de comerse una manzana, ya sabía él que el odontólogo le había diagnosticado una mala mordida, sin embargo por si las moscas, no quería que su mujer le achacara a él, algún defecto de Luquitas. ~ 115 ~ Luquitas mientras tanto, hacía piruetas, se retorcía y chupaba dedo todas las noches al ritmo de tonadas viscerales que se prolongaban por horas y horas hasta que extenuado se quedaba dormido. Su despertador era el cocotazo de una ducha helada que justo le caía en la mitad de la testa, parpadeaba y abría la boca como un pescadito formando volutas con el líquido repetidas veces, hacía su primera pirueta, se desperezaba sacando codos, rodillas y talones y enseguida pegaba su auricular a las paredes transparentes del estómago de Nancy y desde allí escuchaba hasta lo que no debería desde que su aguzado oído se lo permitió. Las primeras tonadas quedaron para siempre grabadas en algún recodo de su cerebro. Darío revolvía su caja de herramientas, golpe de martillo, destornillador zafando tuercas y alambres entorchados. Cuando dejó la oscuridad no hubo poder humano que cambiara sus hábitos y se convirtió en un animal nocturno. Hizo jardín, primaria, bachillerato y universidad, recostado sobre su pupitre. Se le conocía como “el luciérnaga” porque a pesar de su sordidez noctámbula, alumbraba por lo inteligente. Vivió en muchas parte, pero en la última había resistido dos años. Esos cocotazos que recibía a diario allí en la caverna nunca los pudo superar y su vecino Fernando con su do de pecho le recordaba a diario ese despertar eléctrico que lo sacaba de brazos de Morfeo. Los últimos seis meses trabajó en el bendito ratón para concursar en la famosa feria, que de lograr ese primer premio, lo sacaría de pobre y podría realizar el sueño de su vida: construir un apartamento con ventanas a prueba de ruidos, calefacción central y una ducha de regadera múltiple que se disparara de abajo hacia arriba. NANCY Cuando Nancy nació ya llevaban 10 meses con la fábrica de café molido que tanto habían soñado Ramón y Julita. La mejor hora para poner a funcionar los molinos era de 7 a 12 o a veces hasta las tres de la madrugada, de modo que Julita se fajaba trabajando hasta el amanecer para después recuperar energías con un buen sueño diurno. Cuando la niña estuvo de jardín buscaron uno en horas de la tarde para que empatara con las jornadas de trabajo que tenían en casa, lo mismo pasó con la primaria y el bachillerato. Nancy era una niña precoz, lo había demostrado desde chiquita pero sus padres pensaban que ella padecía una especie de locura y por este motivo guardaron en ~ 116 ~ secreto hazañas que la niña hacía para sorprenderlos. Fue precisamente en el colegio donde descubrieron sus profesoras lo inteligente que era, tanto que resplandecía como girasol solitario en campo de margaritas y tulipanes. Parecía una muñeca dormilona con ojitos de párpados caídos y la boquita haciendo un puchero eterno, mejor dicho, parecía un ángel trasnochado. No daba que hacer en el aula, pero tenía un oído que todo lo captaba. Aprendía lo que decían las profesoras en los salones vecinos de años más avanzados. Era una esponja que chupaba sin cesar todo lo que pasaba entre ondas. Cuando en primero de primaria había un niño con dificultades para la lectura, ella se paraba y le decía a la profesora, yo si sé leer. La dejaba boquiabierta. De paso por el año segundo restaba y multiplicaba en el tablero. Y así fue pasando de año en año hasta que en bachillerato un profesor la puso en ridículo por atreverse a saber más que él. En adelante no volvió a hablar, quedó muda. Darío su compañero de clase era su paño de lágrimas y cuando las letras le empañaban los ojos, le inundaban los oídos, se le descolgaban por los cabellos rizados, se le enredaban en las manos y se le descolgaban por el vientre hablaba hasta por los codos a la salida del colegio. Tenían su escondite predilecto. Arriba, después del último saco de café abarrotado en casa, se acostaban a parlar horas y horas. Componían versos, jugaban a que te cojo cuento, a que no y masticaban todo el tiempo granitos de café que sacaban haciendo un huequito en los costales con los dedos sin saber que entre más mascaban, más cuerda tenían. Aprendieron a catar el sabor primero que los de la Federación. Sabían cuando un grano era excelso, cuando era bueno y cuando era pasilla. En esas estaban un día después de muchos meses hasta que les dio por hacer experimentos con los granos de café. Primero Nancy le dijo a Darío que probara el grano excelso y sin más reparos se lo pasó de labio a labio, él le dijo que probara este otro que no parecía tan bueno y se lo pasó de boca a boca, después ella le dijo que mejor probara este otro que no valía mucho y se lo pasaron de lengua a lengua hasta que poco a poco mezclaron la acidez con la saliva dulzona que destilan los enamorados y fueron formando, primero en sus pensamientos, después en sus genitales, y luego en el útero la figura de Luquitas, que se hizo carne en el vientre de Nancy. ~ 117 ~ DARÍO Pacho estaba debajo del camión reforzando una tuerca cuando le gritaron que saliera rápido que Juana parecía haber iniciado el trabajo de parto. La llamada lo tomó por sorpresa porque faltaban dos meses, según las cuentas, para que naciera el hijo o la hija, no se sabía, pues en esos tiempos para fortuna de todos el elemento sorpresa sorprendía a los padres generalmente con la ropita que no correspondía, que si era la barriga redonda, decía la abuela Irene, iba a ser niña, que si era puntuda iba a ser niño y por este motivo compraban el ajuar, azul o rosado. No sin mostrar disgusto hizo rodar con el pie derecho el carro de balineras sobre el cual se encontraba de espaldas, para salir del carro, Ahora como voy a dejar esto así fue lo primero que pensó, mañana temprano necesito esto listo para salir de viaje. Se limpió con el dulce abrigo rojo las manos embadurnadas de aceite y gasolina y se dirigió hacia el pasillo que conducía a la alcoba. Dejando el trapo sobre una matera entró al cuarto y le preguntó a su mujer que cómo se sentía, que si eso no esperaría unas tres horas más pues él tenía que dejar el camión armado para mañana temprano. Juana se encrespó, ese maldito vicio tuyo de estar desbaratando ese camión cada semana, que necesidad tenés de hacer eso, un día de estos te vas a morir debajo de él dejándonos la herencia desbaratada, ¿quién lo va a armar si aquí nadie sabe de camiones? Juana no supo nunca a pesar de los reclamos que siempre le hizo Pacho, porque ella salió con esas cosas cuando nació Darío, si nunca antes había pensado que la muerte podría arrebatarle a su marido, las cosas que salen en momentos de desesperación, decía ella para defenderse siempre que se tocaba el tema. Mientras él guardaba las herramientas y dejaba en su lugar el último tornillo, Juana respiraba profundo paseándose de un lado a otro con las manos teniéndose las caderas a la espera que don fulano la llevara a la clínica del Seguro, Mamá arreglame la maleta, echa la cobijita azul que terminé ayer, Irene le dijo que no, que ella iba a ponerle en la maleta la cobijita rosada porque la redondez de esa barriga no la engañaba, ay mamá, cómo es de terca usted, su merced, yo que le digo que este niño viene pateando piedras, viene echando candela. Pacho ofendido que estaba, metió la cucharada y le gritó a la suegra que para no tener problemas echara las dos cobijas y el saquito blanco que él le había comprado en la capital. ~ 118 ~ Al fin se fueron en el mismo camión, para algo debe de servir este tiesto le dijo Pacho a su mujer de camino al hospital y sépalo que gracias a ésto es que tenemos lo que tenemos ¿oyó? Voltearon por la avenida principal para acortar camino y llegar más rápido. El camioncito Fargo había salido mejor de lo que Pacho pensaba, Con el mantenimiento que le doy está como una uva, pensaba mientras maniobraba con la cabrilla para no meterse en tanto hueco que había. El trayecto fue un verdadero vía crucis pues cuando a Sofía le daban los retortijones hacía que Pacho le mermara a la marcha y cuando le mermaba le daba la orden que le apurara. Sentado en una banca, después de dejar a su mujer en el quirófano, Pacho evocaba los tiempos de su romance con Juana. Se conocieron el día que él le hizo el trasteo a don Esteban; de la tienda de la esquina del parque, al local de la avenida. Él por andar de viajero se había perdido de semejante mamacita, cuando la volvió a ver ya era una mujerzota y le cayó de inmediato, no la dejó ni respirar, le soltó a quemarropa una invitación a comer helados. Todo el mundo en el pueblo creía que Francisco se había ido a estudiar ingeniería a la capital, pero pudo más el negocio y las ganas de andar con billete que el gusto por los números y los hierros, ah pero eso sí, este hijo mío, si Juana tiene razón va a ser lo que yo no fui y así en medio de humores alcoholados, camillas, enfermeras y médicos de trajes blancos se trazó en un segundo la suerte y el futuro de Darío. IRENE Ella nunca supo quien fue su padre, Pastora siempre la embolató con enredos fantasiosos de un súper héroe que peleó en la guerra de los mil días, que se ganó muchas medallas y que tuvo que remendarlas hasta el final, Y cuál fue el final, le preguntaba siempre Irene y ella le contestaba, pues el final del uniforme, hasta que se volvió zarrapastroso y hubo que guardar los restos en una caja de madera que se hizo con tal fin, Y quien la hizo, pues él, y ¿por qué yo no lo conocí? ... porque su merced estaba chiquita, muy chiquita, Ah. Era ese señor que siempre estaba trabajando la madera allá en el pueblo, No ese no era, Entonces ¿cuál?, pues otro, y así iban de una cosa a otra hasta que Pastora se saltaba los tres puntos suspensivos y dejaba las cosas de ese tamaño y se metía en otras marañas. ~ 119 ~ Llevada por la ficción de las medallas se enamoró locamente de un uniformado que pasó un día por el pueblo. Pasaron en un camión del ejército y ella lo siguió con la mirada, boquiabierta, hasta que comenzó a correr detrás del vehículo hasta alcanzarlo en la plaza. Esperó a que todos se bajaran y con el pretexto de preguntarle por su papá entabló conversación con el recluta de ojos negros que la flechó para siempre. Se dijeron los nombres y en la noche se vieron a escondidas en el cine por si nos llueve, en el solar de los González. La película era muda y se encontraban las miradas tratando de resolver los diálogos a secas que veían, para morirse de la risa con las acciones extra rápidas que pasaba la cinta. Irene experimentó un ataque de asfixia cuando su corazón daba estrambóticos saltos, lo que nunca había sentido en su vida e ignoraba el porqué y sin disimulo se puso de pie y dio una vuelta a la plaza corriendo para tratar de aplacar ese gigante que tenía atragantado en su ser. Ella no sabía que eso era amor del bueno y le echó la culpa a la película, pues en su vida había visto nada igual. Carmelo si sabía de amores, así que con maña desmedida, sacó a Irene del lugar y endulzándole el oído con piropos amelcochados y de mentiras, la llevó a la trastienda y le mostró para que eran buenas las dagas, que enamoran y matan y la atravesó de lado a lado dejándola marcada de por vida, con el repiquetear de sus medallas y el tintinear de su correa militar. Al día siguiente, salieron los soldados a la madrugada del pueblo e Irene nunca volvió a ver sobre la faz de la tierra a Carmelo, sin otro consuelo que dibujarlo cada mañana con el lápiz del recuerdo y la música del corazón, con la que nació Juana, repitiendo la historia de Pastora, Juana dibujó el retrato de su padre, con el mismo pincel que Pastora dibujara el padre de Irene. JUANA Juana toda la vida renegó de las medallas, los quepis y los uniformes militares, sus amigas del colegio le preguntaban que cuál era la bronca y ella nunca supo explicarlo; sólo faltaba que un uniformado pasara delante de sus pupilas para que se le dañara el día. Empezaba en una perorata que si los uniformados son unos tal por cual, que son de la peor ralea, hasta maricas son todos, esos malnacidos y la envolvía tanto el odio, que completamente alienada, ~ 120 ~ salía por el camino que fuera abriendo y cerrando la boca cuajada de insultos. Sus amigas y amigos, vecinos y familiares aprendieron a vivir con esto y hacían y armaban retruécanos para que Juana no se encontrara uno de éstos en el camino, pues de todos era sabido que en esos instantes la perdían. Su mamá, Irene le dijo que por qué no iba donde el cura, quien se llamaba don Alfonso de la Pava para que la exorcizara y le sacara esos enredijos que tenía en las entrañas, pero sesgada también en la mente tenía algo contra esas sotanas largas y estorbosas que quien sabe que es lo que esconden y lo engañan a uno con medallitas, le gritaba Juana cuando la cosa se ponía caliente. Cuando Juana cumplió dieciocho años sus compañeras y compañeros de colegio se pusieron de acuerdo. Jaime, su mejor amigo, por rumores que le llegaron por el correo de brujas, decidió darse una pasadita por la casa parroquial y leer los folios bautismales y por si las moscas también se fue a la notaría y leyó los registros de los recién nacidos; habló con misia Melba, la más anciana del pueblo y con esto fue suficiente para desenredar el nudo que desabrochaba a su amiga. Bueno no era tan fácil, ellos ya lo sabían, lo entendían, pero ella, ¿cómo le vamos a hacer? Raptaron a Irene y la sometieron a una especie de juicio hasta que brotó de sus labios la confesión esperada. Por respeto no le dijeron nada pero la obligaron a darles los más mínimos detalles de ese romance para ver que podían hacer para que Juana se desprendiera de ese estorbo en su vida, como dijeron todos, pues fuera de ese detalle era una mujer a todo dar, buena amiga, buena hija, sabía para que servía lo que se aprendía en el colegio, una mujer de estos tiempos, como decían en el pueblo. Fueron seis meses de trabajo arduo. Ensayaban a escondidas del pueblo entero, podría decirse, hasta que llegó el día esperado. Le dijeron a Juana que ese día debía reservarlo entero, Pero mi mamá quiere que yo almuerce con ella, Nada, a ella le regalamos el día siguiente, es más si quiere hacer parte de nuestros planes, la invitamos, no hay problema, dijo Silvia. La llevaron con los ojos vendados, la ataron a la silla con cordones de seda, para que no se echara a correr; por un estruendo marcial que se escuchaba en el recinto se dieron cuenta que Juana tenía un tambor encajado en el pecho; lo primero que vio fue un gran letrero ~ 121 ~ con letras verdes que decía: “LA MILICIA LLEGÓ”; se revolcó en su asiento, gritó desesperada, a cada aparición de uno de los personajes, salían de su boca atrocidades inconfesables aquí, ustedes saben que por pudor no puedo escribirles todo, además tengan en cuenta la censura, ganas si me dan pero me las aguanto. Apareció Irene y la cosa parecía más una obra de Bertolt Brecht que lo planeado, se gritaban como locas las dos, ¿por qué no me lo dijiste?, toda la vida me engañaste. Irene, patética, parada en la mitad del escenario y ella amarrada a las patas de su silla de espectadora. Gracias a la idea brillante de sus amigas y amigos la curación fue cosa de locos. ~ 122 ~ Retales Anahí Alba de la Fuente Observo sentada desde esta atalaya de viento cómo el monstruo de ojos profundos usa las mismas técnicas de seducción y engaño con todas sus víctimas, de las cuales creo que tengo el dudoso honor de ser la más reciente. Y me siento absurda al haber caído en la trampa de una manera tan fácil y estrepitosa como esta, como un vulgar insecto que queda atrapado en una tela de araña. Pero esta tela hiere con el más leve roce y todos los roces iniciales son ahora heridas en la piel que arden de ira y dolor ante la impotencia de sentirme esclavizada de estos sentimientos absurdos y desesperados que me atan desde el momento en que la cuerda roza mi piel. Son sentimientos que me atan sin nudo, que hacen que todas las caricias sean trampas mortales que me tiendo yo misma y en las que caigo de cabeza. Y nada es tan absurdo y tan idiota como sentirme tan atada y dependiente de algo más invisible que el viento, de eso tan extraño que pasa cada noche y que no me permite un segundo de descanso, que usa técnicas de tortura ancestrales para desgastarme, privándome del sueño durante la noche con sus ojos y durante el día con su recuerdo. Y veo su cara de demonio con alas en todas partes y a todas horas. Y es un secreto que quiero mantener en secreto, pero eso es lo que me hiere más. Es la indiferencia que no sé de dónde viene o a dónde va. Es esta ira y esta furia que me produce el absurdo de estar al lado de su cara y sentir una distancia desproporcionada. Y no me aporta nada este cuarto lleno de gente, porque en el espacio que ocupa mi cuerpo no hay nada ni nadie más. Sólo yo. Sola como siempre. Sola como nunca. Y quiero su presencia a mi alrededor, pero no quiero su tacto porque eso significa la distancia, pero lo necesito porque eso significa su presencia. Y de repente mi vida no es más que una paradoja cruel. ………………………………………………. En esta cueva de hielo me derrito de pena por caer una y otra vez en el mismo charco de palabras gélidas que no significan nada, pero que me hieren en lo más profundo porque miles de pedacitos de cristal se me clavan en el alma y la congelan para siempre, haciendo que no sienta nada más que dolor y ausencia. No sé porqué sigo buscando una respuesta, no sé porqué sigo buscando una señal de algo que nunca va a pasar. Pero sigo, busco en la ausencia, intento ver formas en una niebla más densa que mi propia tozudez. Y, por supuesto, nunca veo nada. Y creo que tres minutos cada dos semanas son suficientes para mantener las ascuas de mis espera lo ~ 123 ~ suficientemente tibias como para que no se apaguen. Y no se apagan porque durante la espera me dedico a soplarlas con estúpidas palabras de consuelo y esperanza, de una esperanza que no viene de ninguna parte y que las mismas ascuas que me quitan el sueño tiñeron de negro hace ya mucho tiempo. Soy estúpida y parece que me gusta, porque sé que ya no quiero nada del demonio alado. Porque sé que ya no me engaña y, a pesar de todo, todavía lucho por seguir dejándome engañar. ~ 124 ~ Un tema Paolo de Lima Un tema no se escribe no se oye no se canta Una línea no se para, no se sienta no se duele Mis dedos no son números, no se cuentan no desdicen Yo no salgo, yo no anoto, yo no sirvo Pensar en lo que lees en lo que miras en lo que observas En lo que −pensar en− la coma El espacio entre las líneas El dar fin a lo que vendría a ser un verso No me oigo no me escucho no me quiero La conciencia no resbala, no se duplica, se triplica El río fluye subterráneo, la capa de hielo es una pista El puente me acompaña, me permite pensar en el fluir En el tránsito Ya son cinco, ya son más, ya Mi infancia que fue, que se sienta en mi cabeza Mi infancia que fue, que no me mata Ya no estoy, ya no me creo, ya no El puente empieza en la Iglesia No es para hablarte, es para leerme Es para escribir, es para teclear No se sabe, no se piensa, no se dice Lo que se dice no se dice Mis dedos, mis manos, mi respiro Mi silencio, el estar, el ser Ahora son dos, ahora soy yo Ahora es ahora, hoy es hoy Ya es de madrugada Ya es mi ya Un verso es un camino hacia lo otro Un camino hacia ti ~ 125 ~ Colaboraciones ~ 126 ~ HISTORIAS DE AMIGOS Y MONTAÑAS Juan Diego Mejía Medellín es una ciudad que construyeron hace trescientos treinta y siete años los enviados del Rey. Escogieron un valle por donde se desplaza un río que va a unirse a otros que finalmente llegan al mar Caribe. Debió ser una imagen bonita ese terreno gigantesco rodeado de montañas. Los colonizadores debieron quedarse encantados por el paisaje y sorprendidos por el clima tibio que los hacía sonreír después de haber estado varios años en los hornos de Santafé de Antioquia, a orillas del río Cauca donde no sopla el viento. En ese valle fresco nací yo y también nacieron casi todos mis amigos con los que comparto el oficio de escribir novelas. En sus obras se puede leer parte de la historia de la ciudad y se percibe una cierta unidad en la forma de pensar la vida que nosotros atribuimos al hecho de que Medellín está rodeada de montañas. No crean que es fácil crecer mirando los cerros del norte, los del sur y los de los otros dos lados y preguntarse siempre qué habrá más allá. La gente se cansa de hacerse esa pregunta y termina pensando que no hay nada. Que el mundo se acaba en Medellín. Eso explica un poco por qué mis amigos y yo tenemos tantas cosas en común en nuestras obras. Pero sería injusto decir que para ellos el mundo se acaba en las montañas. Gracias a los novelistas paisas, como se llama a los nacidos en esta región, los acontecimientos que nos agobian en secreto se volvieron historias que saltaron los montes y después volaron por el mundo. En ellas iba la vida cotidiana de Medellín y de otros pueblos de Antioquia y fue como si los personajes de sus libros se bajaran de las páginas a probar suerte en las ciudades que siempre estuvieron escondidas tras los cerros. Tal vez los primeros que lograron salir fueron los personajes de don Tomás Carrasquilla, un viejo sastre chismoso que tenía el don de la palabra escrita. Don Tomás alcanzó un reconocimiento como novelista de América y se le consideró en su momento por los críticos como el fundador de la novela colombiana. A él también le preocupaba el encierro de la gente de Medellín con su mentalidad provinciana. Le preocupaba tanto que se atrevió a apostar con intelectuales de principios del siglo XX que la vida en Antioquia sí producía hechos dignos de convertirse en novelas. Así nació su famosa obra Frutos de mi tierra y su nombre se ganó el respeto del país literario de entonces. Dicen que Tomás Carrasquilla era bebedor, ~ 127 ~ observador y averigüetas. Dicen que los jóvenes novelistas que nacieron cuando él ya estaba viejo lo rondaban para conocerlo y para oírle sus conversaciones en los cafés de Medellín. Entre ellos estaba Manuel Mejía Vallejo, de quien se dijo después de publicar su primera novela a los 22 años, que sería el continuador de la tradición de Carrasquilla. Los dos escribieron acerca esas montañas de Antioquia. Los dos alcanzaron renombre en el continente, pues Manuel ganó en 1963 el premio Nadal con su novela El día señalado y después, unos años antes de su muerte, ganó el Rómulo Gallegos con La casa de las dos palmas. A la gente de Medellín y alrededores siempre le pareció que uno era el remplazo del otro. Que la literatura paisa seguiría igual. Que sólo habría que esperar unos años más hasta que apareciera el suplente de Manuel. Manuel me dijo una vez que Fernando Vallejo era pariente suyo lejano. Supongo que los Vallejos poblaron el suroeste antioqueño y estando en esas dieron a luz a este escritor que incomoda y deslumbra. Vallejo es el más aventajado de los nacidos en tierras de Antioquia, probablemente el que más lectores tiene y sin duda el que más comentarios suscita. Es polémico porque piensa. Genera controversia cada vez que habla porque también sufre del mal de todos los que nos criamos entre montañas: que no quieren dejarnos pensar libremente. Pero por encima de sus posiciones sobre el gobierno, sobre la identidad colombiana, sobre la naturaleza humana, sobre la iglesia, sobre su mamá, sobre los hechos importantes y también sobre lo superfluo, siempre estará su obra. La serie El río del tiempo, sus novelas La virgen de los sicarios, El desbarrancadero y sus biografías del poeta Silva y del poeta Barba Jacob son la muestra de su talento y de su capacidad narrativa. Mis amigos escritores paisas conocieron a Mejía Vallejo y muchos hicieron parte del taller literario que el viejo Manuel dirigía en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Los miércoles por la tarde nos juntábamos y cada uno llegaba con sus cuentos bajo el brazo. El taller era simple. Manuel hablaba sin parar el tiempo que tardaba en tomarse un vaso grande de aguardiente o su equivalente en alcohol medido en vasos de ron con coca cola. Contaba historias de guapos que vivieron en los montes donde él pasó su infancia. Daba pistas sobre novelas que le habían abierto su mentalidad de escritor, comentaba los textos de mis amigos escritores y con inmenso cariño se burlaba de las ingenuidades de todos nosotros. Si hay que buscar un ~ 128 ~ elemento común en la obra de las generaciones posteriores a García Márquez en Antioquia, ése sería la presencia de Manuel Mejía Vallejo. Mis amigos escritores crecieron. Cada uno escribe a su manera y muchos han construido un nombre importante. Jorge Franco escribió Rosario Tijeras y dejó un testimonio contundente sobre el tiempo en que la mafia impuso sus valores en la sociedad a punta de bala y de explosiones en lugares públicos. Su novela Melodrama es un anuncio de la estatura que logrará su obra en un futuro que no está muy lejos. Tomás González se fue para Nueva York después de publicar Primero estaba el mar y con el tiempo aparecieron novelas como Para antes del olvido, La historia de Horacio y los cuentos de El Rey del Honka Monka. Primero estaba el mar es el descenso al infierno, la confrontación con la soledad, la búsqueda de una razón para vivir. Una novela que lo ubica entre los más grandes novelistas de Colombia, aunque por su forma de ser, por su timidez y su terror a los eventos públicos, la crítica tiende a ignorarlo y a considerarlo un escritor menor. Héctor Abad ha escrito libros que el público acoge con un entusiasmo especial porque lo conecta con su naturaleza, logra pulsar cuerdas que suenan a pasado y a memoria. Angosta y El olvido que seremos ya figuran entre la gran literatura colombiana que surgió después de Gabo. Estos son los notables de Antioquia. A ellos habría que agregarles algunos escritores fundadores del nadaísmo, que fue una expresión intelectual de rechazo a la poesía tradicional de la primera mitad del siglo veinte. Ahí aparecen buenos cuentistas entre los que merece nombrarse especialmente a Jaime Espinel, autor de relatos que podrían considerarse el comienzo de una nueva realidad narrativa en la que aparece el drama del narcotráfico en nuestra ciudad. No todos mis amigos escritores paisas han alcanzado la notoriedad de los que he nombrado. Hay otros que tarde o temprano van a ser reconocidos como representantes de la literatura de nuestra época. No se nos olvide que en Medellín y alrededores la gente sigue esperando el remplazo de Carrasquilla y Mejía Vallejo. El público quiere ver estrellas pero muchos amigos míos escritores no tienen esa vocación. Pienso en Juan José Hoyos y en José Libardo Porras. El primero nació en el periodismo de guerra y terminó escribiendo novelas como Tuyo es mi corazón, apoyado en la nostalgia de los boleros con la que reconstruye los detalles del mundo de la adolescencia en los años setenta y ochenta. El segundo es uno de los ~ 129 ~ que se sentaban los miércoles por la tarde a oír hablar a Manuel mientras pensaban en los cuentos y novelas que querían escribir algún día. José Libardo escribió los cuentos de su barrio, Es tarde en San Bernardo, donde aparecen los personajes de su vecindario con una voz propia y fuerte que hizo estremecer a los lectores de aquella limitada edición. Luego ganó premios regionales y nacionales y finalmente logró armar una novela bastante interesante sobre sus vecinos que ingresaron al negocio de la droga. Esa novela se llama Hijos de la nieve. José Libardo sigue escribiendo a pesar de que la vida le ha hecho una mala jugada y debe luchar contra una enfermedad que lo mantiene en quimioterapias demoledoras. José Libardo es uno de mis amigos escritores paisas que más he querido y en el que muchos tenemos puestas las esperanzas de que alcance a terminar su obra antes de que la quimio o la enfermedad acaben con él. Estoy seguro de que no será el sucesor de Carrasquilla y Manuel. Pero también sé que en sus novelas vamos a encontrar gratas sorpresas como las que hemos encontrado en Jorge Franco, Héctor Abad y Tomás González. No hay duda de que Medellín y sus alrededores han producido una buena literatura y que sus escritores, desde Carrasquilla y Mejía Vallejo hasta los nuevos, han luchado por saltar el cerco de las montañas. Al pronunciar sus nombres en este auditorio de la Feria del libro de Guadalajara siento que de alguna manera lo lograron y que gracias a su obra hoy el mundo es más grande para sus lectores. Noviembre 27 de 2007 ~ 130 ~ EJERCICIOS DE FUGA I Efraim Medina Reyes Nena deséame suerte porque la vida es complicada y deséale suerte a la vida porque no soy una pera en dulce. Debo dinero a un montón de gente pero no pienso pagar a nadie prefiero poner mi pie en un cuello o mudarme al tejado ¿Crees que las nubes han flotado siempre? Antes fueron piedras que un dios demente arrojó al cielo. Sé que cualquiera puede fingir amor pero el odio es demasiado real el odio es como un hijo tarado en mitad de la fiesta como un murciélago puesto a volar de día. Nena deséame amor porque el amor es dulce e ineficaz y deséale amor al amor porque no soy blando como nube Debo la vida a un montón de haraganes pero no pienso pagar a nadie prefiero un cuchillo en el cuello o agacharme entre la hierba ¿Crees que las piedras siempre estuvieron allí? Las piedras son nubes que un dios demente arrojó del cielo. Todos pueden besarte el culo si te las ingenias pero nadie vendrá cuando grites y te duela el alma hasta el culo. Así que deséame muerte porque la vida es un verdadero lío y deséale muerte a la muerte porque no pienso pagarle en vida. (Del libro inédito Bluesman) ~ 131 ~ EX FUTUROS Héctor Abad Faciolince Volverse a ver después de mucho tiempo con un viejo amigo que siguió en la vida por un camino distinto, por un camino que alguna vez fue el tuyo, te pone de frente con eso que se ha llamado “los yos ex futuros”, es decir, con los yos que pudimos llegar a ser y que no fuimos. Le debo al mismo amigo, Manuel Martín Morán, con quien acabo de pasar algunos días después de años de no verlo, tanto el enfrentamiento personal con uno de mis yos ex futuros (los buenos amigos tienen algo de espejo), como el concepto y la feliz expresión de “ex futuros”, desarrollada por don Miguel de Unamuno en algunos de sus escritos, que yo no conocía. “Si te hubieras quedado en Turín, hoy ya serías catedrático”, me dijo Manuel una noche, después de la copita de grappa con que siempre terminamos nuestras comidas. Si aprieto los párpados y me miro con los ojos de la imaginación me puedo ver, si no como catedrático, al menos sí como ricercatore (investigador) o como Professore Associato en una universidad del sur de Italia. Ese fue uno de los muchos caminos que se me abrieron y que no tomé en la vida, a pesar de que alguna vez, hace casi dos decenios, harto de la barbarie colombiana, yo había resuelto volverme italiano e intenté conseguirlo durante años, hasta que tuve que rendirme ante la evidencia de mi terco tropicalismo. Pero no quiero hablar de mi ex futuro de italiano, al que nunca hubiera podido acceder realmente. Es la noción general de ex futuro la que me interesa. Veámosla en palabras de Unamuno: “Siempre me ha preocupado el problema de lo que llamaría mis „yos ex futuros‟, lo que pude haber sido y dejé de ser, las posibilidades que he ido dejando en el camino de mi vida. Sobre ello he de escribir un ensayo, acaso un libro. Es el fondo del problema el libre albedrío. Proponerse un hombre el asunto de qué es lo que hubiese sido de él si en tal momento de su pasado hubiera tomado otra determinación de la que tomó, es cosa de loco. Tiemblo de tener que ponerme a pensar en el que pude haber sido, en el ex futuro llamado Unamuno, que dejé hace años desamparado y solo…” Y en otra parte sostiene la sugestiva tesis de que uno de los Goethes posibles fue Werther. Lo dice así: “Werther es el ex futuro suicida Goethe.” Yo me pregunto si la literatura no será en últimas, entonces, una manera de lidiar con nuestros ex futuros: con eso que no somos, pero que podríamos llegar ser o que pudimos haber sido. ~ 132 ~ En nuestra manera de entender cómo se construyen o desarrollan nuestras vidas creo que hay tres actitudes diferentes que hablan mucho de nuestro talante: la de los deterministas, que creen en el destino, en el hado, en la predestinación (o en la genética inflexible de nuestras más hondas inclinaciones); la de los azarosos, que creen que todo aquello que nos pasa al cabo de los años no está gobernado por nuestra elección, sino por el azar, por esa serie de muy improbables casualidades que llamamos la vida; y la de los voluntariosos, es decir la de aquellos que creen en la Voluntad con mayúsculas, y en nuestra capacidad de dirigir nuestras vidas como Palinuro dirigía el barco de Eneas por entre las olas del Mediterráneo, a puerto seguro contra viento y marea, salvo alguna tormenta fatídica. El destino (genético o divino), el azar o la voluntad. Cuando se tiene la sensación de destino, no podemos admitir otros ex futuros, pues todo en la vida estaría dirigido a ser lo que somos, y no habría otro camino ni otro resultado posible. Con el azar nuestros yos futuros dependen de la mera casualidad. Con la voluntad, creemos que al menos en parte gobernamos nuestro destino. Que al elegir, cerramos otras vidas y nos metemos por una única posible. En las relaciones sentimentales esto se manifiesta con mucha claridad. Las novias, los amoríos, las esposas o amantes que hemos tenido, ¿las escogimos, fueron fruto del azar, o nos las impusimos como un acto de voluntad? Quién no ha pensado que bastaría no haber ido a tal fiesta, a tal paseo, a tal comida (como en algún momento pensamos hacer) para no haber conocido jamás a la persona que nos arregló o nos arruinó la vida. Eso es creer que el azar construye un futuro y destruye varios ex futuros. Hay quienes piensan que existe la mitad perdida de que habla Platón en su diálogo sobre el amor, que alguien nos la pone en el camino, y que solo a esa otra mitad estábamos destinados. Otros más consideran que creemos elegir, pero que la economía, la biografía, las experiencias infantiles o los mismos genes nos llevan a escoger, si no a una persona, sí al menos a una persona de determinadas características. Los que se creen dueños de su voluntad dirán que ellos escogieron exactamente lo que querían. Yo creo que escojo, según las cartas que me reparte el azar, siguiendo un programa genético y cultural (mis experiencias), con una aparente decisión de la voluntad, que en realidad no es más que la justificación, a posteriori, de lo que no decidió sólo mi cabeza, sino sobre todo mi intuición. Al elegir, sin embargo, veo pasar los despojos de los yos que pude haber sido, unos yos que eran tan reales y tan probables como el yo que soy. ~ 133 ~ “Nuestros yos ex futuros son los demás”, dice Unamuno. Yo digo que los demás son demasiados, y más bien que lo que más se parece a nuestros yos futuros son nuestros amigos. Hablando con este amigo que hoy volvió a su destino, a Turín, Manuel Martín, el que tomó otro camino, ese camino que yo también estuve a punto de tomar, y viéndolo al lado de su esposa, con sus hermosos hijos, con una carrera buena y una vida feliz, me pregunto si no habría podido también yo ser ese buen profesor, especializado hasta el fondo en unos pocos temas de investigación, ese buen marido y ese mejor partido. No es que me queje del yo que soy (que no sé si dependa del azar, del hado o de la voluntad), pero ese ex yo que veo en el espejo de mi amigo no me molesta para nada y a ratos casi lo envidio. Yo me pregunto si a él no le pase lo mismo, mirándome a mí, con lo maduros y rojos que parecen casi siempre los frutos del cercado ajeno. En el otro cada uno vigila a su ex futuro, tal vez. Todos esos que no soy y que pude haber sido están en alguna parte que tal vez no quede mucho más allá de las paredes de mi cráneo. Porque no todos los ex futuros están muertos, según Unamuno: “No creo, es decir, no quiero creer- en la muerte definitiva e irrevocable de ninguno de nuestros yos posibles.” En alguna otra dimensión, así sea la de la fantasía o la del sueño, yo soy ahora profesor de literatura española, especialista hasta en la pierna coja de Quevedo, y estoy casado con una bonita ex muchacha de nombre Paola (con la que ese ex futuro yo mío tuvo tres hijos), a la que alguna vez, hace 20 años, no fui capaz de dirigirle la palabra. ~ 134 ~