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DE BOYACÁ Y LOS CABALLOS DE LA LIBERTAD
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BOYACÁ
DE BOYACÁ Y LOS CABALLOS DE LA LIBERTAD
Martha Helena Rodríguez
DE BOYACÁ Y LOS CABALLOS DE LA LIBERTAD
Martha Helena Rodríguez1
Cuando se empezaba la ruta
que daría la independencia a
lo que hoy es
Colombia, y a las Repúblicas Bolivarianas, el ejército patriota empezó su recorrido
en los llanos, en este recorrido una de las preocupaciones del comandante del
ejército
libertador
fue
conseguir
los
caballos
que
garantizarían
los
desplazamientos por los diferentes territorios de la Nueva Granada; está fue una
de las mayores preocupaciones a lo largo de la campaña, pues debido a las
dificultades de los terrenos y del clima la perdida de estos valiosos compañeros de
lucha fue muy numerosa, especialmente en el paso de la cordillera, en el páramo
de Pisba. Es así como al llegar a Boyacá el libertador apela al pueblo para que le
ayude a reforzar las tropas y los frentes de caballería, pues en ese momento se
encontraban menguados. Es a partir de este instante que los boyacenses hacen
un aporte significativo al ejército patriota, aporte que se evidenció en caballos,
ropas, comida, hombres y mujeres, y es gracias a estos aportes que el ejército se
encaminó para así culminar en el triunfo del siete de agosto de 1819 y continuar
cabalgando hacia la campaña del sur.
La tragedia del jinete: la muerte de la cabalgadura.
En el momento en que se inició la marcha de la independencia de 1819 en los
llanos orientales, el ejército avanzaba con los soldados, los víveres, las armas, las
municiones y con las cabalgaduras. No sé sabe el número exacto pues los
diferentes documentos no precisan este dato, no obstante algunos historiadores
como Javier Ocampo López calculan la cifra de la caballería entre 500 y 800
unidades (Ocampo). Los territorios por donde Bolívar había decidió emprender la
marcha eran inhóspitos tanto para soldados como para los caballos y
1
en el
Licenciada en Ciencias Sociales, Estudiante de Maestría en Educación Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia –Tunja. Grupo de Investigación Conflictos Sociales del siglo XX-UPTC.
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DE BOYACÁ Y LOS CABALLOS DE LA LIBERTAD
transcurso del viaje se
presentaron varios obstáculos en los que murieron casi
todos los animales y no pocos hombres. El primer obstáculo fue en el rio
Casanare, el segundo en el paso de los Andes y el tercero en el pantano de
Vargas.
Con el agua al cuello en el rio Casanare
Las constantes y torrenciales lluvias que se hicieron presentes por aquel invierno
causaron la inundación y desbordamiento del rio Casanare, lo profundo de las
aguas hizo que muchos de los soldados perdieran sus víveres y algunas armas;
además, muchos caballos murieron ahogados en lo profundo del rio. El 18 junio
se puso de nuevo en marcha la división afrontando mayores adversidades. Cuanto
más se intensificaba el invierno, mas crecían los ríos y las inundaciones. “Las
mayores penalidades: pérdidas de vidas de caballos y del parque, las tuvieron al
paso del rio Casanare” (Reyes 47).
El paso de los llanos
Fuente: José María Zamora, óleo sobre lienzo, Academia Boyacense de Historia
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Blanquean huesos en el páramo.
El ejército comenzó su asscenso a los Andes en el páramo de Pisba, días
después de atravesar los llanos; para ese momento los caballos subían ya
cansados por las dificultades del suelo enlodado y hondo a causa de de los
aguaceros que se hicieron presentes en los días anteriores.
A medida que se ascendía las montañas, jinetes y caballos empezaron a enfermar
y a morir; las enfermedades humanas que se presentaron por el clima fueron
diarreas, fiebres, soroche y con más razón en los equinos provenientes de las
zonas cálidas del llano a los que afectó el frio del lugar, sumado a esto el cambio
de alimentación y la lluvia que acompañó el transitar por la cordillera. La segunda
razón por la cual murieron muchos fue por lo el lodazal que se forma con el paso
de cientos de ellos en terrenos inclinados a lo largo de los desfiladeros por donde
debían transitar, donde con frecuencia resbalaban y caían a los precipicios
llevándose consigo a otros caballos que estuvieran por delante con sus jinetes.
Algunos animales no aguantaban el peso de las cargas y morían debajo de ella. Al
respecto Reyes Manosalva dice:
Sin esperanza de vencer tan extraordinarias dificultades y muertos ya
de fatiga los caballos, persuadiéndose de que solamente locos podrían
preservar el intento, por climas cuya temperatura embargaba sus
sentidos y helaba su cuerpo, lo que resultó que muchos desertaban.
Las acémilas que trasportaban las municiones y armas caían bajo el
peso de su carga; pocos caballos sobrevivieron a los cinco días de
marcha y los que quedaban muertos de la división delantera, obstruían
el camino y aumentaban las dificultades de la retaguardia. (48).
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Paso por el páramo de Pisba
Fuente: Francisco Antonio Cano, óleo sobre tela, casa museo de Bolívar
La batalla de la caballería.
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El tercer obstáculo donde murieron más equinos, aunque no en la magnitud que
en el páramo de Pisba, fue en la batalla que se libró en el pantano de Vargas,
llamada también la batalla de la caballería por la presencia de los caballos de Juan
José Rondón; el día del encuentro entre realistas y patriotas, al tiempo de la
batalla, también se desató un fuerte aguacero acompañado de granizo, que se
prolongo a lo largo de la jornada y aun después de esta. La lluvia de aquel día fue
tan fuerte que inundó el pantano y después de que la ofensiva terminara, se
escuchaba el relinchar de animales atollados o heridos. “Caballos sin sus jinetes
corrían espantados por todas partes: otros relinchaban sumergidos en el pantano”.
(72)
DE BOYACÁ Y LOS CABALLOS DE LA LIBERTAD
Los caballos del Libertador.
Por todos los incidentes
y la pérdida de tantos caballos, a Bolívar no le quedo
más remedio que acudir a los pueblos aledaños por donde pasaba el ejército,
para pedir colaboración primero en ir al páramo en busca de soldados
sobrevivientes,
víveres, municiones y caballos que pudieran encontrar, el
segundo encargo tenía que ver
con el llamamiento que Bolívar hiciera a los
pobladores para que se presentaran a prestar sus servicios al ejército, para que
llevaran sus caballos y así reforzar las tropas y emprender nuevamente la lucha.
Este llamamiento lo realizó por medio de un decreto y una carta.
Del copiador de correspondencia de Bolívar. Oficio al alcalde de Socotá
solicitando ayuda para recoger los efectos abandonados por el ejército
en el páramo misión que lleva el general Lara. Las quebradas julio 6 de
1819.
Al alcalde de Socotá
El señor coronel Lara pasa a ese pueblo, comisionado por mí para traer
todos los hombres que puedan reunirse para recoger en el páramo las
bestias y otros efectos que ha dejado el ejército. Yo espero que hará
reunir inmediatamente todos los vecinos que sirven para este efecto y
que, poniéndolos a la disposición del coronel Lara, le presente además
los auxilios que él le pida, especialmente una o dos mulas de silla.
(Rodríguez Plata. Horacio y Lee López)
Después de este llamamiento, los habitantes cercanos al sitio donde el libertador
se encontraba, se manifestaron con muestras de apoyo y afecto por medio de
ropas, alimentos, ganado, alpargatas y de caballos: “los habitantes del municipio
de Cerinza hicieron demostraciones de verdadera alegría a la vista de sus
libertadores. Bolívar se aprovechó de su entusiasmo para obtener caballos para la
tropa, y alpargatas para suplir la falta de calzado ordinario” (O’Leary). Hubo otros
personajes de las grandes haciendas que por estimación y otras razones enviaron
muchos caballos al libertador; los aportes referenciados que se recibieron del
pueblo boyacense fueron los de: de Juana Velasco de Gallo vecina del pueblo de
Toca, la de la familia Niño de Sotaquirá y la del alcalde de Tibasosa, señor Javier
Villate.
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Muchacho, célebre en la Batalla.
Cuando Juana Velasco de Gallo supo de las condiciones en que venía el ejército
de Bolívar mandó llamar a su hijo el sacerdote Andrés Gallo, informándole que
Bolívar y el ejército estaban en Socha y otros pueblos cercanos, que venían en
condiciones deplorables, pues adolecían de uniformes, caballos, monturas y con
pocas provisiones, ante lo cual, resuelve entregar a dos de sus hijos, Fernando y
Manuel para que se unan al ejército, además, con los dos jóvenes envió al
Libertador un importante grupo de caballos, el cual sería vital para el
apertrechamiento de la tropa, entre ellos, uno en especial que era de uso
personal, llamado el “muchacho” sobre el cual Bolívar llegó al campo de batalla del
puente de Boyacá y que por su porte y fortaleza, se hizo famoso en la pictórica de
esta epopeya. Todos estos aportes fueron llevados por el religioso a Bolívar hasta
el pueblo de Tasco donde, según la tradición, le dijo:
Mi madre le manda ofrecer sus dos hijos aquí presentes, para que le
sirvan a la patria y este caballo zaino para que usted lo use en su
nombre; los jóvenes que me acompañan, son mis dos hermanos
Fernando y Manuel, el joven Cayetano Vásquez hijo del patriota del
mismo nombre, fusilado por los españoles en Tunja hace dos años y
medio; el joven Luis Castillo, hijo del señor Domingo Castillo y los
muchachos de nuestras respectivas casas. De estos caballos once le
manada mi padre, tres el señor José María Manuel Vásquez, otros ocho
le envía el señor Agustín Combariza y cinco el señor Domingo Castillo.
Todos además envían, cobijas y ropa, porque se ha sabido la
necesidad que el ejército tiene de este auxilio (CORREA Álbum de
Boyacá, 119).
A Juana Velazco se le considera una heroína de la Campaña Libertadora, pues
además de entregar a sus hijos, y a su caballo, organizó en Tunja, junto con otras
mujeres la fabricación de más de dos mil camisas para el ejército libertador y
ofreció una cena en honor de Bolívar y sus hombres. (Ver reseñas de las Mujeres,
pueblos de Toca y Tunja).
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DE BOYACÁ Y LOS CABALLOS DE LA LIBERTAD
Entrega de los caballos de Juana Velasco a Bolívar
Foto: Ángel Jiménez, 2011. (Placa conmemorativa Toca Boyacá)
Honor o Libertad.
El aporte que hizo una distinguida familia de apellido Niño del municipio de
Sotaquira de toda su caballería de 150 ejemplares fue decisivo para el libertador
ya que se hizo en los mismos instantes en que se libraba la batalla del Pantano
de Vargas; en momentos álgidos el mayordomo Ignacio Sandoval, quien había
sido elegido para llevar los semovientes, apareció frente a Rondón entregándolos
con una carta de su patrón. Esta caballería fue llevada por el mayordomo Ignacio,
con ayuda de unos muchachos, por veredas del páramo de Soconsuca hasta
llegar adonde el ejército patriota libraba el combate cerca al cerro del cangrejo. El
aporte que hizo esta familia se relacionó con un cobro de cuentas a los españoles
porque el prócer Aquilino Niño había sido llevado para ser fusilado en el paredón
de los mártires a manos de los realistas. Mucho del apoyo recibido por Bolívar,
muy seguramente fue consecuencia de los excesos del "Régimen del Terror" que
castigó severamente a la Provincia de Tunja por su fervor republicano y
constitucionalista y por haber sido capital de la Primera República.
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DE BOYACÁ Y LOS CABALLOS DE LA LIBERTAD
EL Alcalde Villate y los Caballos de la corona.
La tercera entrega, y quizás la más importante, de caballos que recibió Bolívar fue
del alcalde de Tibasosa, Don Javier Villate. Esta entrega obedeció a un suceso
muy particular. Los 200 caballos entregados ese día, se los había encomendado
la Corona española para que el alcalde se hiciera cargo de ellos y los cuidara,
pero al contrario de la orden dada, Villate, ante el llamado que Bolívar hizo por
medio de Lara, los tomó y se los entregó al Libertador. .
Bolívar y su ejército permanecieron hasta el 20 de julio, en Cerinza,
tiempo dedicado a celebrar Juntas de Estado Mayor para planificar
futuras batallas. En uno de esos días se presento Salvador Salcedo
Vega, nativo de ese pueblo en compañía del alcalde de Tibasosa,
señor Villate, quienes cumpliendo con el encargo manifiesto por Bolívar,
le hicieron entrega de muchos caballos donados por las gentes del
vecindario, mas los sustraídos a los españoles en el potrero “los caños ”
vereda de Novare. (Reyes 75)
Palomo y Muchacho.
Durante su vida Bolívar tuvo una gran admiración por los caballos, esto se hace
evidente en todos los presentes que sus amigos mas cercanos le hacían, donde el
caballo era objeto de especial aprecio de sus preferencias; para su gusto, dos de
sus caballos más preciados durante toda la campaña se los obsequiaron en
Boyacá, durante el trayecto de la Campaña Libertadora, uno fue el Palomo que se
convirtió en un gran mito, en el arte de la epopeya americana y el otro fue el
Muchacho con el cual llegó a la batalla del siete de agosto. Casualmente estos
dos caballos fueron obsequios de dos notables mujeres, Casilda Zafra conocida
en Santa Rosa de Viterbo como la bruja o el oráculo y la otra la reconocida dama
de Tunja Juana Velasco de Gallo, quien como vimos organizó en Tunja el
recibimiento a los combatientes.
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Palomo y el Muchacho
Fuente: (Colección privada Javier Ocampo López)
La Leyenda de Palomo.
El obsequio de Palomo a Bolívar no fue sola casualidad, sino resultado de una
profecía alrededor de la cual se ha construido una leyenda. Cuenta la tradición
que cuando Bolívar pasó por Santa Rosa de Viterbo camino a Santa Fe el 14 de
noviembre de1814, traía de Venezuela una mula exhausta por el viaje y al no
encontrar allí caballo alguno para remplazarla, permaneció un día entero para que
esta descansara, ese mismo día Bolívar contrató a un peón de nombre
Hermenegildo para que lo acompañara hasta Tunja; después de un tiempo de
recorrido entablaron la siguiente conversación:
-
¿Por qué no me alquilaste tu yegua?
Pusque podía malograrse la cría. y es que a mi mujer se le ha metido
en la cabeza, por que se lo soñó, que ese potro va a servir para un
general, pero pa un gran general, y lo pior es que a la condenilla no le
jallan los sueños. Lo que a Casilda se le mete en la mollera se le
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DE BOYACÁ Y LOS CABALLOS DE LA LIBERTAD
-
cumple; ya en el pueblo le tiene su buen apodo, y mi amo cura la llama
por mal apodo la bruja.
La mente de Bolívar se esparció en toda dirección. El arrobamiento que
causa el campo desconocido. Al despedirse del peón que lo
acompañaba, jovialmente, le encargo, entre sonriente e irónico:
“dile a Casilda que me guarde el potro”.
Cinco años después de aquel viaje, Bolívar invadía con sus tropas las
mismas comarcas de Boyacá y en el pantano de Vargas a Bolívar en
medio de la desesperación por ver perdida la batalla, una voz le saco
de la meditación.
Mi general aquí tiene su potro: se lo mando Casilda.
Bolívar miro con disgusto a aquel hombre que venia a caballo a hablarle
de cosas inoportunas; pero con su memoria para todo, recordó a su
antiguo guía y evoco el encargo que le había hecho para su mujer.
Recibiendo aquel incidente como un anuncio del cielo, poniéndose de
pies exclamó, con acento de victoria.
¡Carguemos…! ¡Carguemos! (AGUILERA 10 Y 11)
Palomo acompaño a Bolívar en otras batallas, pero su final se une de nuevo a la
leyenda cuando, según se cuenta, el mariscal de Santa Cruz pidió al Libertador
que le dejase al Palomo como recuerdo. Bolívar, después de dudar un tanto, se lo
obsequió, con tan mala suerte que después de unos días de haber sido separado
de su amo, murió de pena moral.
El Caballo Zaino.
Cuando en Toca doña Juana Velasco de Gallo envió su caballo más preciado y
de nombre el “Muchacho” a Tasco para el general Bolívar, como un presente muy
especial, dada la difícil situación del ejército en aquel entonces, el Libertador se
alegró al ver como el padre Gallo le hacia entrega del caballo zaino llevado con
una selecta caballería. Es entonces cuando hace una proclama a la mujer.
Muchacho se convirtió en uno de sus preferidos, tanto que el general reclutó en el
pueblo de Belén a un niño de doce años llamado Pedro Pascasio Martínez para
cuidar a tan preciado animal. Al respecto Aguilera afirma:
El 12 de abril de 1880 se dirigieron al senado de la República el
erudito historiador don José María Quijano Otero y don José Segundo
Peña en solicitud de un acto de justicia para el soldado Pedro Pascasio
Martínez, que a la sazón contaba 73 años. En aquel importante
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documento histórico se apunta el hecho de que el caballo que montó el
libertador en la memoriosa batalla del puente de Boyacá se llamaba el
muchacho, y que por hallarse Martínez capturando a Barreiro descuidó
el mentado animal.
Como se puede apreciar el pueblo boyacense realizo un valeroso aporte al
ejército en armas, en hombres, madres que dieron a sus hijos, en comida, en
ropas pero sobre todo en los corceles que llevaron sobre sus lomos al ejército
fundador de cinco repúblicas para dar el grito de libertad para nuestras naciones.
Muy seguramente sin estos briosos animales Bolívar y su ejército no hubieran
alcanzado la grandeza de su hazaña: los caballos fueron una poderosa arma de
combate y de grandeza. Así lo ha consagrado la pictórica, la poética y la
monumentalidad ecuestre que resalta en todo el continente la memoria de esta
gesta libertaria donde los caballos de Boyacá fueron indudablemente parte
entrañable de la más grande epopeya latinoamericana de la Historia.
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DE BOYACÁ Y LOS CABALLOS DE LA LIBERTAD
Bibliografía
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Aguilera. Miguel. Los Caballos del Libertador. Anotaciones triviales al
margen de la vida de bolívar que su autor presenta a la academia de la
historia de Cartagena, 1935.
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Banco de Venezuela, Fundación Vicente Lacuna. Cartas del Libertador,
Tomo II (1818-1820), segunda edición. Caracas-1964.
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Correa. Ramón C. Diccionarios de boyacenses Ilustres. Academia
Boyacense de Historia 1957. Impreso.
•
Correa, Ramón C. Monografías de los pueblos de Boyacá. Tomo I. Tunja:
Academia Boyacense de Historia, 1987. Tomo I. p. 218 Impreso.
•
Friede, Juan. La batalla de Boyacá -7 de agosto de 1819- vista de los
archivos españoles. Bogotá: Banco de la República - Talleres Gráficos.
1969. Impreso.
•
Montaña Andrés Santander y los Ejércitos Patriotas 1819 Tomo II
Compilación. Presentación Camilo Riaño. Biblioteca de la presidencia de la
república administración Virgilio Barco Bogotá, 1989
•
Ocampo, Javier. Entrevista personal sobre la Ruta de la libertad. Tunja: 1
de julio de 2011
•
Peñuela, Cayo Leónidas. Álbum de Boyacá. Tunja: Academia boyacense
de Historia. Impreso.
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Reyes Manosalva. Eutimio. Bolívar y el Espíritu Revolucionario de Boyacá,
Tunja, Julio de 1998.
•
Rodríguez Plata. Horacio y Lee López Alberto. Documentos sobre la
campaña libertadora de 1819, sesquicentenario de la campaña libertadora
de 1819, tomo II. Bogotá, de 1970.
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