Seis sacerdotes asesinados antes del martirio de Romero

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Romero y mártires
Seis sacerdotes asesinados antes del martirio de Romero
En los tres años antes del asesinato de Monseñor
Romero, seis sacerdotes fueron asesinados en El
Salvador. De cada uno de ellos, y de todos ellos como
grupo, habló Monseñor.
“Yo quiero expresar mi solidaridad con los sacerdotes,
religiosas y demás agentes de pastoral cuyas vidas están
en peligro. Solidarizarme porque sé que sus actuaciones y
enseñanzas responden a las exigencias de una Iglesia que
nos pide, cabalmente, lo que hemos meditado hoy: un
compromiso con el verdadero mesiánico de Cristo, que
lleva –como Cristo- a las fronteras de la muerte ¡hasta el
calvario!” (16.9.1979).
“Ya son varios los sacerdotes asesinados. Y queremos
preguntar: ¿por qué se asesina a los sacerdotes y a
los cristianos que tratan de ser fieles a su vocación?”
(24.6.1979).
“¿Por qué se mata? Se mata porque estorban. Para
mí que son verdaderos mártires en el sentido popular.
Naturalmente yo no me estoy metiendo en el sentido
canónico, donde ser mártir supone un proceso de la
suprema autoridad de la Iglesia que lo proclame mártir
ante la Iglesia universal. Yo respeto esa ley y jamás diré
que nuestros sacerdotes asesinados han sido mártires
todavía canonizados. Pero sí son mártires en el sentido
popular. Son hombres precisamente que han predicado
esta incardinación con la pobreza. Son verdaderos
hombres que han ido a los límites peligrosos, donde la
UGB amenaza, donde se puede señalar a alguien y se
termina matándolos, como mataron a Cristo” (23.9.1979).
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“Yo me alegro, queridos sacerdotes, que entre los
frutos de esta muerte de Rutilio Grande que lloramos y
de otras circunstancias difíciles del momento, el clero se
apiña con su obispo y los fieles comprenden que hay una
iluminación de fe que nos va conduciendo por caminos
muy distintos de otras ideologías, que no son de la Iglesia,
para enseñar lo que la Iglesia ofrece: una motivación de
amor” (14.3.1977).
***
“Cuentan que una caravana, guiada por un beduino
del desierto, desesperaba sedienta y buscaba agua en los
espejismos del desierto; y el guía les decía: “no por allí,
por acá”. Y así varias veces hasta que hastiada aquella
caravana sacó una pistola y disparó sobre el guía que,
agonizante ya, todavía tendía la mano para decir: “no por
allá sino por aquí”. Y así murió señalando el camino. La
leyenda se hace realidad. Un sacerdote, acribillado por las
balas, que muere perdonado, que muere rezando, dice a
todos los que a esta hora nos reunimos para su sepelio, su
mensaje que nosotros queremos recoger. Y es hermoso
este cuadro, diríamos de Apocalipsis. 200 sacerdotes por
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Romero y mártires
católico y diez jóvenes más, un encuentro de iniciación
cristiana para veintiocho jóvenes varones, cuyas edades
oscilan entre doce y veinte años. Ese lugar se destina
para formación cristiana exclusivamente, y no se han
propiciado en ese lugar otro tipo de reuniones en las que
se conspire contra el Estado, como tampoco en estas
reuniones se sustenten doctrinas anárquicas contrarias la
orden público” (21.1.1979).
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“¡Pobre padre Rafael Palacios! ¡Has pagado lo
que lógicamente esperaba tu misterio de denuncia,
de aclaración a esta situación de nuestra patria! Rafael
conocía nuestra realidad y la enfocaba desde una
luz evangélica, que no puede prescindir de iluminar
las injusticias, los desórdenes, los atropellos. Y esto,
naturalmente, hace levantar la mano soberbia del que
peca y no quiere que le digan que está pecando. Yo quiero
decir que este es el gran testimonio que Rafael Palacios
nos está dando en esta mañana. Una fidelidad en su
vocación hasta morir acribillado por el cumplimiento de
su deber sacerdotal. Esta fidelidad a la Iglesia yo puedo
constatarla” (21.6.1979).
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Papá del P. Octavio Ortiz en la marcha del Hospitalito hacia la
Plaza Cívica. Foto de Jaime Aquino, archivo CMR.
lo menos, están aquí de todas las diócesis de El Salvador,
acompañando fraternalmente el dolor de la Arquidiócesis
y, sobre todo, recogiendo este gran mensaje de Alfonso
Navarro, sacerdote ya difunto, pero siempre predicando,
porque la voz del sacerdote no muere” (12.5.1977).
***
“Una comisión investigadora, nombrada para
investigar las muertes trágicas del P. Neto Barrera y sus
acompañantes, ha emitido ya dos boletines. En cuanto
al sacerdote hay fuertes indicios que nos llevan a la
presunción grave de que fue torturado y que los tiros
mortales le fueron hechos a corta distancia. En cuanto a
la filiación y las actividades políticas del P. Barrera, que se
han tratado de difamar, yo les digo con toda sinceridad:
no tengo conocimiento personal” (3.12.1978).
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“En este centro me encontraba -dice un testigodirigiendo, junto con el P. Octavio Ortíz Luna, sacerdote
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“Es justo apoyar el juicio que se está haciendo
acerca del asesinato del padre Alirio Macías. Las Ligas
Populares 28 de Febrero han escrito al Papa y al Señor
Nuncio, y han apoyado la justicia en este crimen. No
hay que olvidar las palabras últimas del padre Macías,
que reconoció: “son judiciales”. Y la voz del pueblo que
dice: “son ellos mismos”. Que no vaya a suceder que por
querer librar a los cuerpos de seguridad, si son culpables,
se torture y se haga culpables a campesinos inocentes; ya
que -cosa rara- me dieron el pésame el Presidente de la
Asamblea Legislativa y el Presidente de la Corte Suprema
de Justicia” (26.8.1979).
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“Me alegro hermanos de que nuestra iglesia sea
perseguida precisamente por su opción preferencial por
los pobres y por tratar de encarnarse en el interés de los
pobres” (15.7.1979).
“Sería triste que en una patria donde se está
asesinando tan horrorosamente no contáramos entre
las víctimas a los sacerdotes. Son el testimonio de una
iglesia encarnada en los problemas del pueblo. Así son
las fiestas de la iglesia. Con sangre de martirio, con
esperanza de cristianismo” (24.6.1979).
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