PEDRO SALINAS / GERARDO DIEGO / JORGE GUILLÉN, Correspondencia (1920-1983), Edición, introducción y notas de José-Luis Bernal Salgado, Valencia: Pre-Textos, 1996. Pedro Salinas, Gerardo Diego y Jorge Guillén han sido reunidos a través de sus epistolarios correspondientes en este cuidado volumen a cargo de José-Luis Bernal Salgado. Se suma esta empresa a otras ya recientes de las mismas características. Nos referimos a la Correspondencia de Salinas y Guillén, editada por Andrés Soria Olmedo (Tusquets Editores, 1992) y al Epistolario de Gerardo Diego y José María de Cossío, editado por Rafael Gómez de Tudanta (con prólogo de Elena Diego: Fondo de Cultura Económica, 1996). El editor nos propone a Gerardo Diego como denominador común de la actividad epistolar que mantuvieron estos tres grandes poetas contemporáneos españoles. Es el más joven de ellos el que recibe las letras de Guillén y Salinas, a las que responde en cuanto vence su declarada pereza para estos menesteres. Contamos en esta edición con ciento sesenta y tres cartas ordenadas cronológicamente de acuerdo con la fecha que sus autores consignaron y agrupadas por años. Esto facilita su lectura y consulta, a la vez que ofrece una visión más clara de los distintos momentos y épocas en que tiene lugar esta correspondencia. Recoge este volumen dieciocho cartas de Salinas y setenta y nueve de Guillén dirigidas a Diego. Éste, por su parte, envía sesenta y cinco a Guillén y sólo una a Salinas. Debemos señalar que las cartas de Diego a Salinas anteriores a la Guerra Civil se han perdido, así como una de Diego a Guillén de la navidad de 1960 y otra de Guillén a Diego de 1971, que este último rescata en su dis- 24.pmd 251 curso académico de 1984 en memoria de Guillén. Este epistolario se inicia en el año 1924 y discurre por buena parte del siglo hasta 1983. El número de cartas emitidas varía considerablemente dependiendo de las circunstancias vitales e históricas en que se hallan estos hombres: durante la Guerra Civil y la posguerra son escasas y espaciadas; a partir de 1961 la relación epistolar entre Diego y Guillén, que ha vuelto del exilio, se intensifica. Ya por entonces no está Pedro Salinas, fallecido en diciembre de 1951, y cuya última carta es de 1944. Ante los trabajos del arte y de la vida, estos poetas hicieron de la carta un vehículo en que transportar hacia un puerto siempre seguro sus inquietudes, sobre todo las literarias, y en el que saciar sus ansias de conversación, forjadas en las tertulias a las que eran verdaderamente adictos. Además, las cartas nos ofrecen datos ignorados y curiosos del quehacer literario y humano de sus protagonistas, tales como versiones de textos ya conocidos o inéditos, o bromas inéditas en clave de poesía. Algunos de los proyectos de estos escritores y de los que coincidieron con ellos en sus ideas estéticas y críticas, alentados siempre por Gerardo Diego, pudieron ver la luz, a pesar de las dificultades o desavenencias con los editores, ya fuera por cuestiones económicas, por falta de compromiso o por abundancia de erratas, y de la odisea que muchas veces constituía lograr colaboraciones, cuando éstas solían llegar tarde o no llegaban nunca. En este sentido hay que destacar la organización y celebración del homenaje a Góngora en el tercer centenario de su muerte, del que tenemos noticias desde julio de 1925 en una carta de Salinas, hecho que demuestra la consciencia de aquellos jóvenes 08/03/2013, 13:15 252 RECENSIÓN de estar frente a una realidad literaria necesitada de nuevos aires. No rehúyen la intuición, casi sueño, de que el año 1927 los abanderará en la historia de las letras españolas hasta el final de sus días. Fruto del centenario gongorino fueron la edición de las Soledades, preparada por Dámaso Alonso, y la de los Romances, preparada por José María de Cossío, y la Antología poética en honor de Góngora, publicada por Gerardo Diego. Los llamados entonces «Cuadernos gongorinos» no llegaron a editarse por completo, aunque su animador había puesto diligencia y empeño en la empresa. Algunos aparecieron con fecha posterior al año 1927, como las Octavas encargadas a Guillén. Otro proyecto truncado fue la Antología de la poesía española desde los orígenes hasta finales del XIX, de la que sólo se editó el primer tomo a cargo de Dámaso Alonso y dedicado a la Poesía de la Edad Media y poesía de tipo tradicional. Podemos decir de Gerardo Diego, a la luz de sus cartas, que fue de los tres el que con mayor valentía afrontó las aventuras editoriales que se propuso, y que hasta animó encarecidamente a su amigo Guillén a hacer lo mismo, a la par que llevaba a feliz término sus ediciones. De un duro trabajo nacerá a comienzos de 1932 su Poesía española. Antología 1915-1931, obra que suscitará una gran polémica con los autores menos afines a las ideas poéticas de su editor y de los poetas más cercanos a él. Esta antología originó controversias desde que Gerardo Diego dio los primeros pasos, pues pedía a cada autor antologado que redactara unas páginas sobre la poesía y «su» poesía, y que le presentara una selección de su propia obra, que él cotejaría con la suya con el fin de hacer una antología «al gusto de todos» (carta del 26-XII-1930). En 1934 aparece la nueva edición: Poesía española (Contemporáneos). Aunque bastante traída y llevada, la antología gozaba de buena 24.pmd 252 salud dentro del país y en el extranjero. También se entregará Gerardo Diego a la creación de dos revistas acordes con su espíritu de vanguardia: Carmen (1927) y Lola (1927), para las que tuvo que mendigar desesperadamente colaboraciones que completaran los números. La revista Los cuatro vientos (1933), en cuyo comité de redacción figuraba Salinas, es otro de los proyectos editoriales que se acometieron en la época. Sólo se publicarían tres números, pero, por los nombres de posibles redactores propuestos a Gerardo Diego (carta del 24-II-1932), sabemos que Salinas quería hacer de Los cuatro vientos una gran revista. Estos escritores y sus compañeros de viaje despertaron un interés muy temprano en la crítica anglosajona. La antología de Diego y el exilio de Salinas y Guillén en los Estados Unidos contribuyeron a la difusión de sus obras. El libro descubría nuevas letras, y los poetas servían de conexión viva con ellas. Gerardo Diego fue presentado por carta a diversos personajes de la crítica extranjera. Esta circunstancia propició la fijación de una denominación para aquellos autores más coherente con sus posturas estéticas. En 1971 G. W. Connell, hispanista de la Universidad de Glasgow, le comunica a Jorge Guillén su intención de elaborar una antología que titulará Generación de la Dictadura. Ni Guillén ni Gerardo Diego aprueban el título. En una carta del 26-VIII-1971, Gerardo Diego refiere a Guillén cómo Connell atiende a sus razones y acepta la denominación por él propuesta de «Grupo poético de 1927». Guillén, con mucho humor, le vio un único inconveniente: la cacofonía de «po-po». Todo el epistolario está lleno de referencias continuas a la amistad y de palabras cordiales que no sólo surgen ante la crítica de la obra del amigo, sino también ante sus momentos de desaliento, de alegría o de máxima efervescencia creadora. Ya en su vejez, Gerardo Diego y Jorge 08/03/2013, 13:15 RECENSIÓN Guillén miman y renuevan orgullosos el tesoro inagotable e indestructible de su amistad, mientras los manuales de historia literaria los incluyen en sus nóminas. En carta del 20-XII-1979 Guillén le comenta a Diego que «lo mejor de todo esto es que ya no somos viejos. Empezamos a ser antiguos». Las nostalgias y la cercana vista del final de la senda confieren a las últimas cartas una vibración humana plena y, si queremos, conmovedora. El lector está próximo también a presenciar el final de sesenta y tres años de vida consagrados al arte y a los amigos. Las siguientes líneas de Guillén son el mejor balance de todo lo que este epistolario nos brinda: «Vienen a 24.pmd 253 253 esta casa estudiantes de bachillerato a preguntarme sobre el «27». Y yo les digo: lo más original de ese «grupo» es que fuimos, somos y seremos siempre amigos a través de tantas «vicisitudes». Y eso, que yo sepa, no ha ocurrido jamás en la historia literaria» (carta del 15-XII-1971). El lector y el investigador de hoy tiene en este epistolario un fiel testimonio de la construcción lenta y laboriosa de los pensamientos y las actitudes sobre los que se erige la gran arquitectura de las creaciones de estos tres destacados integrantes del «grupo poético de 1927». Milagros González Izquierdo 08/03/2013, 13:15