Henri Nouwen La espiritualidad de la recaudación de fondos Transcripción de un discurso para la Fundación Marguerite Bourgeoys el 15/9/92 2 Para empezar, debo decir que la recaudación de fondos es un tema del que rara vez hablo; sin embargo, se me pidió que dirigiera unas palabras al respecto a los presidentes y algunos miembros de los consejos de administración de El Arca y de ahí mi incursión en el tema. De alguna manera, el tema se suscitó en nuestra comunidad porque, a menudo, la recaudación de fondos es algo que se da en respuesta a una crisis: no tienes suficiente dinero, estás en problemas y entonces te dices “necesitamos dinero, ¿cómo conseguirlo?, debemos pedirlo”. De pronto te das cuenta de que no estás acostumbrado a hacer eso y, por lo tanto, te sientes incómodo y hasta avergonzado. Así que empiezas a pensar: “¡oh no, ¿cómo hacerlo?!” Resulta interesante comentar que la gran mayoría de las personas con las que he hablado sobre la recaudación de fondos se angustian ante la idea de salir a pedir dinero. Como introducción, quiero decir que la recaudación de fondos, vista desde la perspectiva del Evangelio, no es una respuesta ante las crisis sino una forma de ministerio. Es una manera de anunciar tu visión e invitar a otros a que se unan a tu visión con los recursos que tienen a su disposición. Recaudar fondos es proclamar eso en lo que se cree y proclamarlo de manera que ofreces a los demás la oportunidad de participar en tu visión. Por lo tanto resulta ser el movimiento opuesto a mendigar. No decimos: “por favor, tenemos un problema ¿nos ayudaría? Últimamente la situación ha sido difícil”; sino: “tenemos una visión que es tan fascinante que le estamos dando la oportunidad de participar en ella con los recursos que Dios le ha dado”. Además, como se trata de un ministerio es siempre un llamado a la conversión. Por lo tanto, es una manera de decirle a la gente: “te invito a descubrir una forma nueva de relacionarte con tus recursos. Al poner tus recursos a nuestra disposición haces algo bueno por ti”. Si sólo fuera bueno para quienes reciben, no se trataría de la recaudación de fondos en el sentido espiritual de la palabra. La recaudación de fondos desde la perspectiva del Evangelio es una forma de decirle a la gente: “tomaré tu dinero sólo si es bueno para tu camino espiritual, si es bueno para tu salud”; en otras palabras, no te vas a hacer más pobre sino más rico al momento de dar. Si no, sería como decirle al otro: “yo estoy aquí, tú estás allá y estás dando algo, un poquito” y entonces estarías mendigando una vez más, en lugar de defender tu visión. No cabe duda de que la recaudación de fondos a partir de una perspectiva espiritual es una forma muy concreta de colaborar para que el Reino exista. ¿Qué es el Reino? Es la creación de una comunidad de amor en este mundo (y más allá de él) porque donde sea que se cree amor, éste será más fuerte que la muerte. Así que cuando construimos el Reino aquí en la tierra, construimos un Reino que existirá más allá de nuestra propia existencia cronológica y si ustedes recaudan fondos para la creación de una comunidad de amor, ustedes estarán construyendo el Reino. Estarán haciendo exactamente lo que se supone que deben hacer como Cristianos. Si proclamas que tu trabajo es ofrecer un enfoque holístico y ecológico al tema de fertilidad y salud personal, si a eso te dedicas, entonces te estás dedicando al Reino. Estás creando una comunidad de amor porque de eso trata el enfoque holístico para la fertilidad: un llamado holístico para ser tan fructíferos como Jesús nos pide que seamos. Por lo tanto, no se trata de algo por lo que debas estar mendigando. Tú no dices: “Disculpe, tenemos un lindo y pequeño proyecto que queremos llevar a cabo, ¿le gustaría ayudarnos un poquito?” ¡Por el contrario!, dices: “¿no se siente agradecido de que nosotros, que dedicamos su tiempo y nuestras vidas a un proyecto holístico y ecológico para la fertilidad y la salud, lo estemos invitando a participar en nuestra misión? Y ¿no está usted encantado/a de tener la oportunidad de poner sus recursos a la disposición de éste gran proyecto?”. ¿Se dan cuenta?, ya no están mendigando. Pero ese no es el punto principal de esta conversación. Yo quiero que se den cuenta, justo ahora, de que el tema de nuestra conversación se relaciona con un cambio, una verdadera conversión. En ese sentido, resulta interesante notar que la gente del mundo, a menudo, es más audaz que la gente del Reino porque el mundo (la gente que hace grandes negocios) sabe que ustedes nunca obtienen mucho dinero si suplican por él. 3 En una ocasión visité a un importante recaudador de fondos en Texas y recuerdo que al entrar a su oficina vi un hermoso escritorio de caoba, maravillosas piezas de arte colgando de sus muros y una magnífica escultura de mármol, entonces le pregunté: “¿cómo se atreve a pedir dinero teniendo esta oficina?” Me contestó: “justo por eso tengo una oficina tan impresionante; cuando la gente la ve, se da cuenta de que sé trabajar el dinero, que puedo hacerlo crecer. A la gente no le gusta invertir su dinero en aquellos que dicen: ʻno tengo nadaʻ. Y si a esos se les da dinero, la siguiente semana estarán mendigando otra vez.” En resumen, lo que ese hombre me estaba diciendo, en sentido espiritual, era: “Yo pido dinero con la cabeza en alto, no agachada, porque yo creo en mi objetivo. Estoy seguro de que tengo algo importante que ofrecer” y por lo tanto invita a la gente a participar. Ahora quiero hablar de tres puntos: 1. Su base de seguridad; 2. Gente rica y 3. Pedir. Antes que nada quiero hablar muy concretamente de ustedes y de mí, los que pedimos dinero, y quiero hablar de ello porque es un tema muy importante. ¿Cuál es su base de seguridad? Esa es la pregunta: ¿es Dios o el dinero? Eso es lo que Jesús preguntaría. ¿Cuál es su base de seguridad? ¿en dónde encuentran su seguridad? Así que empezaré a hablar sobre ustedes y yo que pedimos dinero; no sobre cómo obtener dinero. Así que sólo les pregunto cuál es su relación con el dinero. Vamos a hacer un juego. Les voy a hacer muchas preguntas, no tienen que contestarlas sino sólo pensar en ellas mientras las voy haciendo. La pregunta en general es: ¿qué lugar tiene el dinero en tu vida? Nunca podrán pedir dinero si no saben cuál es su relación con él. ¿Sabes cuánto dinero gana tu padre o cuánto tiene en este momento? ¿charlas con él sobre el dinero? “papá, ¿cuánto dinero ganas?, ¿cuánto dinero tienes en el banco?”. ¿Tu padre o tu madre te hablan de este tema? ¿te hablaron del tema cuando eras niño? ¿el dinero fue un tema del que se hablara en algún momento?. ¿Ustedes hablan de dinero con sus hijos? ¿les dicen cómo lo ganaron o cómo lo usan?. Si tienes dinero ¿cómo lo gastas? ¿tiendes a aferrarte a él porque pueden suscitarse emergencias? Piensas, por ejemplo, que “algo puede pasar y es mejor si tengo el dinero a la mano en caso de que alguien se enferme”. ¿Te gusta dar dinero a amigos o a instituciones? Por ejemplo, te dices: “tengo a un amigo necesitado, de verdad que necesita como mil, así que voy a darle mil” o te dices: “de verdad que siento compasión por los niños de Somalia y me siento muy frustrado, es a ellos a quienes quiero dar una buena parte de mi dinero”. En realidad ¿a qué o a quién estás dando tu dinero? ¿te interesa saber si tu donativo es deducible de impuestos? O ¿ni siquiera piensas en eso? ¿Cómo te sientes cuando la gente usa el dinero que les diste en forma distinta a la que tú habías imaginado? ¿qué te hace eso sentir? Das mil dólares a alguien que te los pidió para ayudar a niños y descubres que los usó para un viaje al Caribe, ¿te enojas?. En una ocasión, en un seminario el orador me dijo: “si no quieres que nunca te engañen, entonces nunca darás dinero”. ¿Cómo afecta tu autoestima el hecho de tener o no dinero? ¿cómo afecta tu sentido del valor? ¿te sientes bien cuando tienes mucho dinero o crees que eso no es importante? O piensas: “me estoy angustiando porque tal vez no soy tan bueno como pensé ya que en realidad no tengo dinero”. ¿Utilizas el dinero para controlar personas o acontecimientos? “soy poder, si pongo mi dinero ahí, esto es lo que va a pasar o si pongo mi dinero allá, eso es lo que va a pasar.” En otras palabras, ¿utilizas tu dinero para que ocurra lo que tú quieres que ocurra? ¿alguna vez usas el dinero para simplemente dar la oportunidad de que alguien hiciera con él lo que libremente deseaba? “No me incumbe cómo quieras gastarlo, sólo quiero dártelo”. La gente en vez de preguntarme “¿tiene dinero?”, me dice: “Sé que usted tiene dinero. Sé que tiene distintas formas de gastarlo, quiero que me dé mil dólares. Le pediré a algunos otros después, así que tiene la oportunidad primera de dármelos … (fragmento faltante) para este libro”. El punto aquí no es cómo piden sino cómo se sienten cuando la gente les pide dinero. 4 Les hago todas estas preguntas con el objetivo de sensibilizarlos ante la pregunta: ¿Cuál es tu base de seguridad? ¿es Dios o el dinero? Es muy interesante y muy importante darse cuenta de que el dinero es uno de los tabúes más fuertes que existe; más temido que el sexo o la religión. Mucha gente dice: “No hablemos de religión, eso es personal. No hablemos de sexo.” Sin embargo, hablar de dinero es aún más difícil; el dinero es uno de los mayores tabúes y te das cuenta de ello en forma inmediata cuando decides recaudar fondos. Sientes que no es un asunto fácil, algo con lo que puedas ser muy abierto. La razón por la que el dinero es tabú reside en que tiene que ver con ese pequeño rincón íntimo en tu corazón donde necesitas seguridad y, obviamente, no la quieres perder. Mientras tenga algo de dinero en el banco, nada malo sucederá. Podrá estallar la guerra, alguien en mi familia podría morir. Mi padre siempre me decía: “Henri, asegúrate de nunca depender de nadie. Asegúrate de nunca tener que mendigar. Asegúrate de tener suficiente dinero por si algo sucede para que no tengas que terminar en un asilo en donde no quieras estar o en un convento donde tampoco quieras estar. Asegúrate de siempre tener suficiente dinero para que puedas tener tu propia casa y tus propias cosas y tu propia gente para que te ayude si los necesitas”. No obstante, Jesús dice algo muy radical. Dice que no puedes poner tu seguridad en Dios y en el dinero; debes elegir. Todas las preguntas que les hice fueron con el objetivo de que ustedes se preguntaran si aún siguen poniendo su seguridad en el dinero cuando Jesús dice que pongas tu seguridad en Dios. Tu confianza, tu confianza básica debe estar en Dios, eso dice Jesús. Mientras tu confianza esté en el dinero, no podrás ser un miembro pleno del Reino. Ahora, la declaración que quiero hacer es muy sencilla. Si tu pones toda tu seguridad en Dios, puedes pedir todo el dinero que quieras. Si tu seguridad es Dios, entonces tienes la libertad para pedir dinero. Cuando te liberas del dinero, puedes pedirlo. La respuesta a por qué se nos dificulta tanto pedir dinero es, precisamente, porque se trata de un tabú; y es un tabú porque se relaciona con lo que nos da seguridad y entonces no somos libres. Por el contrario, si estoy totalmente seguro de que toda mi confianza está depositada en Dios y estoy completamente seguro de que mi objetivo es el Reino, entonces no tendré ningún problema en pedir un millón de dólares. Me podrán responder “no” y yo diré “está bien, perdieron su oportunidad” y seguir con mi labor. ¿Entienden la relación? Es muy importante, en especial porque me dirijo a ustedes como recaudadores de fondos, que se sientan libres en relación con el dinero y su base de seguridad. Ahora les contaré una historia. Conozco a una persona que es muy, muy rica y le digo: “oye, ¿tienes mucho dinero?”. ¿Qué piensa la gente cuando hace preguntas como esa? u ¿obtuviste algo de ese rico?. ¿Qué podemos deducir de esas preguntas? Primero que nada, me parece que denotan celos: “esa gente rica”; o enojo, algunas veces: “¿cómo hicieron tanto dinero? Tal vez lo obtuvieron de una forma no muy honesta.” Cuando nos expresamos de esa manera, tocamos nuestra propia relación no resuelta con el dinero. Cuando la gente rica nos hace sentir celosos o enojados, mostramos que no somos libres y, por lo tanto, que no estamos listos para pedir. Eso es algo que me preocupa mucho en lo personal y por la gente con la que vivo, no debemos pedir con coraje: “Usted, mugroso rico, no debería de tener tanto dinero y yo obtendré dinero de usted”. En ese caso no se le están brindando los medios a la persona para que se convierta en un hermano, él o ella se dan cuenta inmediatamente de que se trata de un tipo de competencia y de que tú no eres libre. El ofrecimiento ya no es por el Reino, ya no es en nombre de Dios en quien se basa tu seguridad. Ahora quiero hablarles de un segundo tema: la gente rica. He conocido a varias personas ricas desde que llegué a El Arca. En El Arca nos gusta decir que Dios ha elegido al pobre. Dios ama al pobre y nuestra comunidad también; nuestra comunidad está comprometida con el pobre. Así que, algunas veces prejuzgamos en contra de los ricos: no son tan buenos como los pobres; tienen más dinero del que merecen; me pregunto cómo lo consiguieron; desearía que tuviéramos tanta suerte como ellos. Hacemos bromas y esas bromas, a veces, revelan que no amamos tanto a los ricos como a los pobres; y nadie dice que no deberíamos de amar menos a los ricos. Los ricos se dan cuenta en seguida y, en mi experiencia personal, noto cada vez más que la gente rica es pobre en muchos otros aspectos. 5 Mucha gente rica está muy sola; muchos ricos sufren por el rechazo de otros, por sentirse usados o por depresión. Todos ellos necesitan atención y mucho cuidado, justo como los pobres porque son tan pobres como los pobres. Y quiero que escuchen lo siguiente porque a menudo he estado cerca de gente que vive aprisionada en la idea de: “lo único que la gente ve en mi es el dinero. A donde sea que vaya soy el rico o el amigo rico y tengo casas, caballos, propiedades y prefiero quedarme en mi pequeño círculo porque en cuanto salgo de él, la gente me ve y dice: ¡él es rico!”. Conocí a una mujer que llegó a la comunidad de Daybreak, era una mujer muy adinerada y deprimida; había pasado de un psiquiatra a otro y otro y pagado enormes cantidades de dinero; me dio la impresión de que los psiquiatras estaban muy renuentes a curarla. Ella me dijo: “Sabes Henri… todos están tras mi dinero. Así ha sido desde que nací y así es mi familia. A donde sea que vaya, nunca siento que la gente me ame por quién soy y me entristece ser amada sólo por mi dinero y no por mí.” Esa historia la relaciono con una anécdota que me pasó. Fue hace como seis años; alguien había leído muchos de mis libros y decidió llamar a mi asistente en la universidad. Yo no estaba, no regresaría hasta meses después. El hombre llamó y dijo: “Estoy leyendo los libros de Henry Nouwen y me pregunto si necesita dinero porque yo quisiera que escribiera más y sé que en estos días, cuesta mucho escribir libros”. Así que, mi asistente me llamó y me dijo que había un banquero que quería ayudarme y darme dinero. No supe qué hacer y sólo le dije: “Bueno, sal a cenar con él”. Así que ambos se vieron para cenar. Yo estuve ausente durante cuatro meses, pero ellos siguieron viéndose para cenar cada semana y platicaban sobre muchas cosas. Finalmente regresé. Se habían hecho grandes amigos aunque mi asistente sólo tenía 24 años y el banquero tenía 60. Me invitaron y fui con mi asistente a conocer al banquero. El hombre me dijo: “Henri, sé que no sabes nada de dinero” y contesté “¿cómo lo sabe? Entonces me dijo: “yo sé que los escritores no saben nada sobre dinero”. “Tal vez sea cierto” contesté, “si quiere ayudarme con dinero, está bien”. Lo que en realidad se estaba diciendo era: “el tema del que escribes es algo de lo que yo quisiera hablar a nivel más personal y la única manera en la que puedo acercarme a tu vida es a través de mi fortaleza, que es ser un banquero”. Por último, lo que el hombre quería decir era: “yo soy débil y me encantaría conocerte”. Yo contesté: “No hablemos ahora de dinero, hablemos sobre ti.” Con el tiempo nos hicimos buenos amigos e iniciamos una relación que fue muy, muy radical en el sentido espiritual. Me dio un poco de dinero, algunos miles de dólares y así fue año con año. Yo lo necesitaba pero nunca lo pedí. Lo invertía bien y le decía lo que hacía con él. Lo más interesante fue que no se trataba de una relación de mendicidad, sino de compartir quien él era. Cuando murió, su familia me dijo: “Nosotros como familia quisiéramos seguir apoyándolo por todo el amor que tuvo por mi esposo y mi padre. Nos parece normal que siempre sienta que hay gente que lo puedan apoyar porque lo amamos, tal y como mi padre lo amó.” Les cuento esta historia porque muestra claramente cómo a través de la pobreza del hombre rico surgió y se desarrolló algo cercano al Reino. Y el dinero fue real, ahí estaba, pero eso no fue lo que más me impresionó porque ambos contábamos con recursos, yo contaba con recursos espirituales y ellos con materiales. Lo que más me impresionó fue que juntos quisimos trabajar por el Reino, para dar lugar a algo más grande que nosotros. Ustedes deben ocuparse del rico desde su lugar de riqueza, riqueza espiritual; deben tener el valor de acercarse a ellos y decirles: “Te amo y no es por tu dinero, sino por quien eres”. Acércate a esa persona sin sentirte enojado porque es tan pobre como tú y necesita amor como tú, ¿cómo puedes descubrir la pobreza en esa persona? Ahí es donde se encuentra su bendición. Jesús dijo “bienaventurados sean los pobres”. Los ricos también son muy, muy pobres porque al tener dinero, nadie se acerca hasta ese lugar en ellos. Si pides dinero a gente que tiene dinero, debes amarlos profundamente cuando les pides dinero; no te preocupes por el dinero, preocúpate porque esa persona se acerque a Dios. El tercer punto que quiero tocar es sobre “pedir”. Una vez que hayan puesto su seguridad en Dios, que hayan aprendido a amar al rico y que crean que tienen algo de gran valor que ofrecer, entonces puede pedir lo que quieran y lo obtendrán. Eso es lo que dice el Evangelio: “Pide y se te dará; toca y la puerta se abrirá”. Permítanme recordarles lo que dije anteriormente: pedir dinero a la gente es darles la oportunidad de poner sus recursos a 6 disposición del Reino; es darles la oportunidad de ofrecer sus recursos para la obra de Dios. En segundo lugar, pedir dinero a la gente es invitarlos a una nueva comunión. Eso es muy importante, pedir dinero es invitar a la gente a unirse a tu visión; “Queremos que nos conozcan, queremos que entren en comunión con nosotros”. Lo que ustedes deben ofrecer siempre es comunión, amistad, comunidad. Si acaso es verdad que este mundo está lleno de gente solitaria y aislada, entonces la recaudación de fondos debe ser un medio para construir comunidades. La gente tiene mucha necesidad de amistad y sentirse en comunidad, por lo tanto ustedes deben creer que eso es lo que les pueden ofrecer. La comunidad es el regalo más grande que tenemos para dar. La soledad, el aislamiento y la separación están en todos lados y si ustedes piden dinero, significa que ofrecen una nueva forma de compañerismo, una nueva hermandad, una forma nueva de pertenecer. El dinero es la cosa menos interesante. Conozco a gente en nuestra comunidad que vive sólo de la amistad con nuestra comunidad. Vienen y en sus visitas encuentran alimento y apoyo. Si esas personas tienen dinero, lo darán, pero ese no es el punto. Cada vez que se pide dinero a esas personas, hay que asegurarse de que se sientan invitados a algo; invitados a ser parte de este ideal que ustedes tienen para la salud y ser fructíferos. Al pedirles no sólo se les invita a conocer a algunas personas sino a conocer una visión; buscas que vean a lo que Dios se refiere cuando dice “sean fructíferos”. Queremos que tengan una idea sobre ser fructíferos en una visión realmente amplia, que va más allá del éxito y la productividad. Es importante tener una espiritualidad de fructificación que impacte no sólo en la fertilidad como padres, sino en la vida misma. Invitamos a la gente a unirse a esta visión y nos reunimos y reflexionamos sobre nuestra visión y los invitamos a decirnos qué piensan de ella. Tenemos una visión y pensamos en ella y escribimos sobre ella y es bueno que te unas. No la escondemos, está abierta a ti. Y en tercer lugar, pedir tiene que ser bueno para todos: para quien pide, para quien da y para el Reino. Si regresas después de haber pedido y te sientes terrible, hay algo malo. Debes amar la recaudación de fondos como una forma de ministerio. Así que, debes hacerlo y no caer en la trampa de pensar que la recaudación de fondos es una especie de algo secular. La recaudación de fondos es tan espiritual como dar un sermón, si es que crees en el Reino. Por lo tanto, tiene que ser bueno para ti y para tu conversión porque tendrás que entrar en contacto con tus propios prejuicios, con tus propios traumas por el dinero, con quien eres y, de repente, te dices “me da miedo pedir dinero, me incomoda decirle a este hombre ʻdenos milʻ.” ¿De qué tienes miedo?, ¿ese hombre te matará? “No, sólo tengo miedo”. Entonces, ¿estás dispuesto a convertirte para que ya no sientas miedo? ¿estás dispuesto a encontrar un poquito de libertad en ti? La recaudación de fondos debe ser buena para ti. Tal vez haya veces en que pides y la gente te dice “¡Nunca! No obtendrás nada de mí.” ¿Qué haces en esa situación?, ¿te deprimes?. Jesús dice “Entra en la casa y ofrece paz, si la gente no la recibe, sacude el polvo de tus sandalias y vete.” No te deprimas cuando alguien te diga “No me uniré a tu proyecto”. Pedir tiene que ser bueno para la persona a quien se le pide dinero. La persona o grupo al que piden dinero debe sentir que es invitada a algo nuevo. Y finalmente debe ser algo bueno para el Reino, deben estar conscientes de su llamado; del llamado que tienen en su vida, y ante los ojos de Dios, para profundizarlo y fortalecerlo en su recaudación de fondos, así que, hay que escucharlo. Ha habido varios recaudadores de fondos que me han dicho: “Henri, si te damos dinero, queremos que seas más fiel a tu vocación sacerdotal para que ya no pases tu tiempo haciendo otras cosas.” ¿Lo ven? Yo también necesito que se ocupen de mí. La gente me dice: “Te voy a dar dinero si dejas de estar tan ocupado. Andas por todos lados y expresas tus ideas pero no estás escribiendo lo suficiente; nuestros hijos necesitan libros sobre el matrimonio y los demás sacramentos. Te daré dinero si aceptas el reto de ser un mejor sacerdote, ser más fiel a tu vocación y comprometerte más. Sé que es difícil para ti cerrar la puerta, sentarte detrás del escritorio y no hablar con nadie.” La recaudación de fondos siempre crea relaciones nuevas y duraderas; debe mantener su atención en el ministerio. Tenemos algo que ofrecer: un hogar, amistad, oración, paz, amor, fidelidad y cariño. Todo eso es tan valioso para la gente que se sienten dispuestas a brindar sus recursos. 7 Por lo tanto, la recaudación de fondos es una actividad de riqueza y hermosura; es parte integral de nuestro ministerio. A través de la recaudación de fondos descubrimos que todos somos pobres y que todos somos ricos; al ocuparnos unos de otros, de las riquezas que cada quien posee, trabajamos juntos para construir el Reino. El Reino de Dios, el reino del pobre. “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.”