Pedro el joven y el viejo Pedro. El nuevo Secretario de Estado de Su Santidad: Pietro Parolin CAMBIARÁ EN ALGO LA CURIA ROMANA? Padre Ariel S. Levi di Gualdo [leer aquí] El puesto del Secretario de Estado de Su Santidad es actualmente la figura más importante dentro de la organización de la Curia Romana, gracias al enfoque dado a la Secretaria de Estado por parte del Sumo Pontífice Pablo VI [leer aquí] — el cual se puede incluso discutir —, y posteriormente por el Sumo Pontífice Juan Pablo II con la contitución apostolica Pastor Bonus [leer aquí]. Malgrado todas las reformas efectuadas en el tiempo, la Curia Romana se ha estructurado y mantenido según las estructuras subyancentes de hace cinco siglos. Esta situación la lamenta el Sumo Pontífice Benedicto XVIII el 2023 con la encíclica Quanta Cura in Crodibus Nostris [leer aquí, aquí, aquí] en la parte dedicada a la reforma de Curia acá presentada en el anexo [leer aquí anexo – QUANTA CURA]. Dejando la evaluación final a quien corresponda, como a cualquier católico con sentido común; si ciertas palabras escritas por este pontífice imaginario contienen algo de verdad o al menos verosimilitud... NO CONOCIENDO EL NUEVO SECRETARIO DE ESTADO, SOY LIBRE DE HABLAR EN MODO COMPLETAMENTE IMPERSONAL Nada tengo que decir sobre el Arzobispo Pietro Parolin, actual Nuncio Apostólico en Venezuela, porque no lo conozco; jamás lo he encontrado ni he tenido oportunidad de intercambiar palabra con él; pero si el Romano Pontífice lo ha elegido seguramente será la persona adecuada para este momento; por otro lado, he leído verdaderos y propios artículos cómicos-grotescos de los jolgorios hechos por algunos “vaticanistas” italianos (periodistas expertos del Vaticano) quienes inmediatamente han alabado al nuevo Segretario de Estado con un espíritu palaciego semejante a quienes se apresuran a subir a la cuadriga ganadora del nuevo caballero; olvidando con esto, el modo con el cual hasta el dia de ayer hacian saltos acrobáticos para asegurarse la presencia del Cardenal Tarcisio Bertone en la presentación de sus libros, de sus conferencias o para bautizar a sus hijos. Si de hecho no lo sabeis os informo que un bautismo administrado por un cardenal tiene un valor superior, especialmente si es administrado a un hijo de un “vaticanista”. Este sacramento se debe considerar como uno que vale más de los sacramentos administrados por nosotros simples sacerdotes de “segunda clase”; osea: «mi hijo fue bautizado por el Secretario de estado» que equivale a decir que los hijos de mi hijo nacerán directamente sin pecado original. Espero por ello que este pequeño ejército de irredimibles aduladores más clericales que algunos sacerdotes ̶ que esto ya es mucho ̶ tengan al menos la viril prudencia de no pronunciar de ahora en adelante nunca mas una media frase critica al precedente Secretario de Estado a quien hasta el día de ayer habían besado cada centímetro de la cola de su capa magna. Por este motivo, a todos los que me han preguntado sobre el recién elegido Pietro Parolin he contestado: “No lo conozco” de hecho, la única cosa sobre la cual he reputado oportuno hacer un analisis es su joven edad, 58 años. Todo esto siempre desde un punto de vista puramente historico de la Iglesia prescindiendo completamente de la persona y de su experiencia que seguramente será increiblemente extraordinaria. ¿LA SABIDURÍA DE ELEGIR SEGÚN LA EDAD Y LA EXPERIENCIA SE HAN PERDIDO; SOBRE TODO ANALIZANDO LA PRUDENCIA Y LA CAUTELA DE LA CUAL LA MADRE IGLESIA DEBERÍA SER MAESTRA? Socialmente y eclesiasticamente hablando, un hombre de cinquenta años de hoy no es lo mismo que uno de hace un siglo. Desde el lejano 1930 no se procedía a la designación de un sujeto con tan sólo cincuenta años para el oficio de Secretario de Estado. El último fue un hombre fuera de lo común: el Cardenal Eugenio Pacelli; nombrado para este delicado encargo con tan solo 54 años, mientras que el reinante pontífice PÍo XI tenía 75 años. Dicho nombramiento fue efectuado hace casi 90 años y no es un caso que se realizara sobre un sujeto único e irrepetible en su extraordinaria integridad humana, moral, espiritual, pastoral y teologica. Hoy en día se ha repetido algo semejante; porque entre el actual obispo de Roma y el nuevo Secretario de Estado existen exactamente una diferencia de edad de veinte años. Con esto se quiere decir que: ¿Francisco I posee el temple impulsivo del Augusto Pontífice Pío XI,Quien al enojarse hacía sentir sus gritos hasta el patio de San Dámaso, y que en más de una ocasión al golpear sus puños sobre su escritorio hizo saltar la piedra de su anillo del pescador?. ¿Un hombre ̶ Pío XI ̶ quien por carácter tenía la necesidad de una gran autoridad como aquella del hombre joven de Eugenio Pacelli, y quien en varias ocasiones apaciguó el Santo Padre con estas palabras: «Lo que Su Santidad tiene intención de pronunciar sería perjudicial en éste clima de tensiones políticas internacionales» O en un delicado momento dijo: «Si el Augusto Pontífice tiene intención de expresarse en éstos términos, entonces la ruego me licencie de la función de Secretario de estado». Cualidades que como hemos dicho anteriormente son unicas e irrepetibles y, así lo demuestra la historia de la Iglesia ya que si analizamos los siguientes noventa años; descubriremos como los números con árida apariencia matemática, hablan de modo elocuente: Cuando fue nombrado Secretario de estado el Cardenal Luigi Maglione tenía 62 años mientras que el pontífice reinante Pío XII tenía 66. El Cardenal Domenico Tardini tenía 71 años mientras que el pontífice reinante Juan XXIII tenía 77. El Cardenal Amleto Cicognani tenía 78 años mientras que el pontífice reinante Juan XXIII tenía 80. El Cardenal Jean Villot tenía 66 años mientras que el pontífice reinante Pablo VI tenía 71. El Cardenal Jean Villot con 73 años fue confirmado nuevamente como Segretario de Estado por Juan Pablo I, quien en su elección como Sumo Pontífice en el agosto del 1978 tenía 66 años. El Cardenal Agostino Casaroli tenía 65 años mientras que el pontífice reinante Juan Pablo II tenía 58. El Cardenal Angelo Sodano tenía 65 años mientras que el pontífice reinante Juan Pablo II tenía 70. El Cardenal Tarcisio Bertone tenía 72 años mientras que el pontífice reinante Benedicto XVI tenía 78... ¿Por qué entre el pontífice reinante y su Secretario de Estado se daba una diferencia de edad promedio o superior a cinco años?. A excepción de Juan Pablo I que tenía siete años menos de Jean Villot y de Juan Pablo II quien tenía seis menos de Agostino Casaroli. Pero Juan Pablo II entraría nuevamente en los parámetros de la diferencia de edad con su segundo nombramiento a la Secretaría de Estado al crear entre el Santo padre y el Cardenal Angelo Sodano una diferencia de de cinco años. ¿A LOS UMBRALES DEL OTTANT'ANI ES OPORTUNO DEJAR JOVEN HERENCIA AL FUTURO SUCESOR? ¿O LA IGLESIA SE ESTÁ FOSILIZANDO EN EL MUNDO TELEVISIVO DEL INMEDIATO QUE PODRÍA INPEDIRLE DE PROYECTARSE HACIA EL FUTURO? Yo soy el primero en afirmar “adelante los jóvenes”; pero el momento historico requiere una verdadera y propia reconstrucción para lo cual ahora más que nunca necesitamos de la mejor sabiduría de los ancianos y de los pocos santos cléricos que todavía tenemos; de lo contrario, se corre el riesgo de mandar a los jóvenes al desastre en medio de la presente situación que se versa en una gravedad sin precedentes históricos. El recién elegido Secretario de Estado tiene 58 años, el obispo de Roma tiene 77 años, entonces es fácil concluir que: ¿es razonable hipotecar el futuro al sucesor del trono de Pedro, o al menos ponerlo en una eventual complicación si se realizarse un cónclave en los próximos cinco o seis años, donde el recien elegido Pontífice encontraría un Secretario de Estado con tan sólo 62 años? Y con esto surge otra pregunta: ¿En la Iglesia se han olvidando las normas de la prudencia y de la posibilidad sobre todo el debido respeto de tributar a las libres decisiones de quien viene depués de nosotros? En los oídos de aquellos que como yo teníamos en aquel momento quince años, resuenan por siempre las inolvidables y afiladas palabras «Abrid más todavía; abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora...» [leer aquí], por cierto nada tengo que objetar al presente sobre el hecho de que la bondad sea una gran cosa y las invitaciones a no tener mierdo a la ternura que producen por sí mismas un gran efecto en lo social y en los medios de comunicación; especialmente sin profundizar demasiado la una y lo otra cosa [leer aquí], todo esto con el potencial riezgo de que la gente simple confunda la bondad con espíritu bonachon y la ternura con el espíritu blandengue; pero sobre todo sin olvidar que de hecho la prudencia y su santo ejercicio permanecen hasta el día de hoy en la Iglesia como reina de todas las virtudes, al menos hasta cuando no sean reformadas las virtudes cardinales [leer aquí], y con ellas el mismo sistema estructural del Catecismo de la Iglesia Católica. Si yo fuera un ordinario diocesano de 73/74 años nunca tomaría decisiones delicadas con efecto a largo plazo y en modo decisivo ya que por lógica, caerían sobre mi sucesor quien podría encontrarse en problemas con algunas de mis elecciones; o con jóvenes personas ubicadas en oficios de los cuales no sería fácil despedirlos por diversos motivos: el prmiero es que se podría juzgar que el nuevo obispo remueva personas que considera incapaces del nivel de las tareas asignadas a ellas por su predecesor; o se daría la impresion de negar de manera indirecta, pero de todos formas implícita, del trabajo de su predecesor, asi creando en cualquiera de dos casos, roturas y potencial inestabilidad dentro del clero que en los fieles, situaciones que siempre se deben evitar... ¿En la Iglesia contemporánea, el principio de estabilidad y de continuidad ̶ lo que significa una cuidadosa protección de las personas e instituciones ̶ tienen algún valor? ¿O tal vez nos hemos convertido en una Iglesia de lo inmediato, en una Iglesia del «Così è se vi pare» ( Así es si os gusta) libro oscuro en el cual Luigi Pirandello transmite como mensaje subliminar “la verdad no existe”? [leer aquí]. O como dijo aquella “águila real” del Padre Federico Lombardi quien usando terminología extraida de la eclesiogenesis del notorio hereje Leonard Boff [leer aquí, y aquí], mientras se festejava grandiosamente los 70 años de Su Beatitud Enzo Bianchi “gran patriarca” de Bose [cfr. Mons. Antonio Livi aquí], con la presencia de la élite del laicismo, de los ateos devotos, de los post-comunistas a la moda, del modernismo católico y del episcopal-cardenalismo «Fratel Enzo Bianchi ci aiuta a reinventare la Chiesa»? [El Hermano Enzo Bianchi nos ayuda a reinventar la Iglesia] [leer aquí]. Admirable!. El portavoz oficial de la oficina de prensa del Vaticano, es decir de Su Santidad y de la Sede Apostólica se expresa públicamente con las más peligrosas fraseologías creadas por la Teologia de la Liberación. ¿Qué más debemos esperar? ¿ monitos amaestrados, malabaristas, vendedores de maní quienes aparecen en escena ante cada bajada del telón entre un intervalo u otro de tiempo de este diabólico circo ecuestre que ya no alarma ni escandaliza a ninguna autoridad eclesiástica responsable de la conservación del dogma, del depósito de la fe y de la doctrina católica? ... Si yo fuera un obispo a punto de cumplir 75 años y tuviera ya lista, para ser entregada a la Sede Apostólica, la carta de renuncia al sagrado ministerio episcopal; evitaría con prudente buena educación episcopal, ordenar diáconos a candidatos al sacerdocio. Esperaría a mi sucesor y los presentaría garantizandole de haberlos formado y acompañado según lo mejor de mis capacidades pastorales, luego le diría: ahora tu decides con toda libertad porque éstos no serán más mis sacerdotes sino tus sacerdotes. Una cosa es de hecho, dejar al nuevo obispo un presbiterio para gobernar, incluso si está compuesto de malos sacerdotes; otra cosa es dejarle en el presbiterio hipotecas activas con las cuales estaría obligado a hacer cuentas sin poder en algún modo extinguirlas. El Santo Padre Francisco, a diferencia de muchos de sus predecesores quienes vinieron de la Curia Romana, o de la diplomacia o del mundo académico; fue durante muchos años obispo diocesano, por ello integrado en todas las dinámicas pastorales de una diócesis, lo que es suficiente para conocer el alcance de ciertas decisiones sobre todo en relación al momento, a la edad de los protagonistas y al futuro de la Iglesia el cual siempre se debe considerar como un bien supremo proyectado al futuro, en la adhesión total al dogma – como enseña y predica desde hace años “tristemente en el desierto” el celebre teólogo italiano Antonio Livi [leer aquí] – y, en el respeto de la doctrina y de la tradición. Con su larga e indudable experiencia pastoral y teológica el Obispo de Roma habrá hecho seguramente todas estas evaluaciones mucho más y mucho mejor que todos nosotros quienes dentro de poco veremos los frutos y cosecharemos los beneficios para la Iglesia y para todo el Pueblo de Dios. UN DESEO Y UNA ORACIÓN El recien elejido para este gravoso cargo de S.E. Pietro Parolin necesita ser consolado y asegurado con las oraciones de los fieles católicos, porque ser Secretario de Estado en estos tiempos, es como terminar atado al poste en el patio de Poncio Pilato para ser azotado a fin de apaciguar la ira del Sumo Sacerdote Caifas “nuestro amado hermano mayor” en el intento de poner fin a la controvertida cuestión con los 39 “razonables” latigazos. Subir a este oficio significa cargar sobre los propios hombros una cruz de hormigón armado, en vez de una de madera; aunque si hoy está de moda entre algunos obispos llevar cruces de hierro a la manera de algunos lobos que pierden el pelo, pero no definitivamente el vicio: osea complacer y buscar de una manera u otra conseguir todo lo ambicioso se pueda obtener; incluso con el costo de ponerse alrededor del cuello una cruz de cartón coloreada por niños del asilo para huerfanos pobres, ya no con la inscripción I.N.R.I. Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, sino C.R.D.P. Cruz Realizada De los Pobres para Obispos realmente pobres, los cuales ya nunca aspirarían a un dicasterio vaticano o a la púrpura cardenalicia. No faltaría mas!. Pobreza y humildad en estos momento van en primer lugar y por encima de todo; rociadas siempre por el dulce vapor de la bondad y de la ternura a modo que, las serpientes privadas del veneno puedan convivr con las ovejas en los verdes pastos; y los lobos ya vegetarianos puedan cuidar como niñeras los corderitos. Será tal vez este el espíritu con el cual se procederá a la anunciada y anhelada reforma de la Curia Romana, para que finalmente se pueda ... «reinventar la Iglesia»?. Pero realmente lo que debería importar no es conocer mejor realidades históricas complejas y arraigadas como son la Curia Romana, para poder actuar con un bisturí de precisión y poder hacer prudentes cortes secos donde sean necesarios. Pero para esto se requiere un estilo de pensamiento y acción configurados según la romanidad universal, que desde siempre es la negación absoluta del nocivo regionalismo que tiende a someter en sí mismo todo lo que se llame universal. Pero, tal vez sea que yo quien me equivoquo, de hecho es indudable que yo soy quien me equivoco en todo y sobre todo en mis análisis, por el hecho de estar anclado como estoy en la universalidad católica, la cual me hace incapaz de entender que lo que importa es solo «reinventar». Que Dios nos asista! [ Traducción, Giorgio Fazio (aquí) ] Tags: Pietro Parolin, Nuncio Apostólico, Venezuela, Secretario de Estado, Francisco I, Obispo de Roma, sumo pontífice, reinante pontífice, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Luigi Maglione, Domenico Tardini, Amleto Cicognani, Jean Villot, Agostino Casaroli, Angelo Sodano, Tarcisio Bertone, vaticanistas, Antonio Livi, Leonard Boff, Federico Lombardi, Enzo Bianchi, Bose, reinventare la chiesa, reinventar la Iglesia, Poncio Pilato, Caifa, Luigi Pirandello, così è se vi pare, asi es si os gusta, Benedicto XVIII, Quanta cura in cordibus nostris, I.N.R.I., Ariel S. Levi di Gualdo.