Relación del ser humano enfermo con Dios.

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RELACIÓN DEL SER HUMANO ENFERMO CON DIOS.
FABIÁN AREIZON SÁNCHEZ MARÍN
UNIVERSIDAD DE SAN BUENVENTURA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
BOGOTÁ
2008
RELACIÓN DEL SER HUMANO ENFERMO CON DIOS.
FABIÁN AREIZON SÁNCHEZ MARÍN
Trabajo para obtener el título de Licenciado en Teología
Director
P. Pablo Orozco Rangel
Licenciado en Teología y Psicólogo
Religioso Camilo – Delegado Provincial
UNIVERSIDAD DE SAN BUENVENTURA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
BOGOTÁ
2008
2
Nota de aceptación:
Firma del presidente del jurado
Firma de jurado
Firma de jurado
Bogotá, D.C. Noviembre 2008
3
RAE 1. TIPO DE DOCUMENTO: Trabajo de grado para optar por el título de LICENCIADO
TEOLOGÍA.
EN
2. TITULO: RELACIÓN DEL SER HUMANO ENFERMO CON DIOS
3. AUTOR: Fabián Areizon Sánchez Marín
4. LUGAR: Bogotá, D.C.
5. FECHA: Noviembre de 2008.
6. PALABRAS CLAVES: enfermedad, salud, muerte, sanación, pastoral de la salud,
pastoral de los enfermos
7. DESCRIPCIÓN DEL TRABAJO: Es el resultado del trabajo y reflexión con los enfermos
terminales y su relación con Dios. Profundiza en autores especializados en el tema y los
confronta con los fundamentos de Teología Pastoral para hacer una propuesta de trabajo
con dichos enfermos.
8. LINEAS DE INVESTIGACIÓN: Cuestiones de Teología práctica
9. FUENTES CONSULTADAS: AA:VV, la familia del enfermo, LabHosp 21. 1989.
BELLOCH, A., Sandín, B., & Ramos, F. manual de Psicopatología. Madrid. McGraw-Hill –
interamericana de España 1999. BERMEJO José Carlos. Impacto de la enfermedad en la
vida de la persona. En: EL DIOS CRISTIANO Y EL MISTERIO DE LA ENFERMEDAD.
Ediciones secretariado trinitario. Salamanca España. 1996. BRUSCO Ángelo; MARINELLI
Silvio. Relación de ayuda. Iniciación al dialogo. Editorial Kimpres. Bogotá 2005. CARAVIAS,
José Luis. Fe y Dolor. Bogotá, Selare, 1994. COLOMBERO, G., La enfermedad, tiempo para
la valentía. Bogotá: san pablo 1993. CORREA SANCHEZ Diego. Psicología del enfermo y de
los cuidadores. En: diplomado en pastoral de la salud. Pontificia universidad javeriana y
centro de humanización y pastoral de la salud. Bogotá. 2006. JUAN PABLO II, SALVIFICI
DOLORIS. El sentido cristiano del sufrimiento humano. PANGRAZZI, A. El Duelo. Centro
Camiliano. Selare, Bogotá. 2000. PASTORAL DE LA SALUD, CELAM. Editorial Litocamargo.
Bogotá 1999. PEINADO José Vico, dolor y muerte humana digna. San Pablo. Madrid
España.1995. TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren.
Kimpres Ltda. Bogotá. 2003.
10. CONTENIDOS: En el medio de todas estas crisis, se observa a la persona alegando,
sonriendo, llorando y muchos otros tipos de expresiones que pueden surgir en momentos de
crisis. Pero lo que más me ha impactado es escuchar en la mayoría de las personas una
frase que es la causante del interés por este trabajo, esta frase es: “es que aquí uno si se
acuerda de Dios”. Esta es la frase que ha motivado este trabajo, esta frase ha logrado que
surja la pregunta de: ¿por qué en la enfermedad el encuentro con Dios es más fácil que en la
salud? ¿Qué quiere decir eso que cuando uno está enfermo si se acuerda de Dios? ¿Será
acaso que en la salud nos olvidamos de Él?; entonces, ¿qué vive la persona en la
enfermedad que lo lleva a acordarse de Dios y qué vive en la salud que lo lleva a olvidarse
de Él? Lo que se quiere es, observar lo que la persona enferma vive, para tratar de
comprender el cambio de su pensamiento y el re-emprendimiento de su camino hacia Dios;
4
para ello, se propone como objetivo general el Analizar, desde la teoría y desde la
experiencia con los enfermos, a través del dialogo, sus vivencias durante la enfermedad, con
el fin de brindar un soporte teológico-pastoral, que nos permita una comprensión de sus
actitudes y una orientación para su atención, tomando como ejemplo a Jesús.
11. METODOLOGIA: Investigación descriptiva – hermenéutica explicativa, en la cual se
consultaron diversas fuentes bibliografías y se brindaron algunos aportes de diálogos con los
enfermos de manera descriptiva, para luego hacer la propuesta de trabajo pastoral con los
enfermos.
12. CONCLUSIONES: Al analizar, el aporte teológico del sufrimiento, se pudo notar cómo la
Iglesia, sobre todo, después del Concilio Vaticano II, ha tenido una inclinación especial por
los que sufren. Este aspecto generó algunas actitudes positivas, por que a medida que se
estudiaban los documentos del Magisterio, se pudo también ir reflexionando en el misterio
salvífico que tiene el sufrimiento y en el misterio del sufrimiento de Cristo; dichas reflexiones
generaron un entusiasmo por llegar a comprender con mayor profundidad el sufrimiento de
la persona, para poder así, entender el significado de la cruz como fuente de vida y de
salvación. Así mismo, fue interesante hacer el recorrido del sufrimiento por la Sagrada
Escritura y el Magisterio de la Iglesia, pues se pudo observar un crecimiento enorme en la
forma de concebir el sufrimiento, el cambio ha sido muy brusco, pasar de una concepción de
castigo a una de amor y medio de salvación, significó para la Iglesia, muchos contratiempos.
El personaje a rescatar es Jesús, pues es Él quien hace toda una relectura de la concepción
del sufrimiento, y deja a la iglesia la visión del enfermo como una opción preferencial para la
realización de la misericordia de Dios. Esta visión del sufrimiento es la que reasume el
concilio Vaticano II, el cual recordó esta preferencia de Jesús por los que sufren. Este trabajo
le aporta a la Teología unos grados de sensibilidad, pues a veces parece que la teología se
queda en un aula de clase con grandes enunciados y grandes construcciones cognitivas;
pero, ¿la práctica qué? Toda la Teología la basamos, ante todo en Jesús; de El parte todo,
pero Jesús fue un hombre de práctica, sus discursos fueron muy pocos comparados con sus
acciones. Así que este trabajo invita a la Teología a recordar que debemos contemplar el
misterio en la misma persona; que las construcciones intelectuales hacen falta, pero que es
necesario practicar la sensibilidad que Jesús tuvo frente a quienes sufren.
5
TABLA DE CONTENIDO
RAE
4
INTRODUCCIÓN
10
CAPITULO 1
16
LA ENFERMEDAD Y SUFRIMIENTO, VISTOS DESDE LAS
CIENCIAS HUMANAS
1.1
SALUD Y ENFERMEDAD
18
1.2
ASPECTOS ANTROPOLÓGICOS DE LA ENFERMEDAD
21
1.2.1 La dimensión física
25
1.2.2 La dimensión intelectual
25
1.2.3 La dimensión emocional
26
1.2.4 La dimensión social
27
1.2.5 La dimensión espiritual
29
1.3
ASPECTOS PSICOLÓGICOS
30
1.4
ASPECTOS TEOLÓGICOS
32
1.5
ASPECTOS SOCIALES Y FAMILIARES
36
1.5.1 la familia y la enfermedad
36
1.5.2 Papel de la familia en la atención integral al enfermo
40
1.6
LA EXPERIENCIA DE VIVIR LA ENFERMEDAD, UNA NUEVA
REALIDAD
42
CAPITULO 2
46
ESTADOS EMOCIONALES DEL ENFERMO
2.1
NIVEL EMOCIONAL
46
2.1.1
La negación
50
2.1.2
La depresión
53
2.1.3
La agresividad
57
2.1.4
La negociación
61
6
2.1.5
La aceptación
65
2.2
NIVEL COGNITIVO
67
2.3
LAS CRISIS DE LA PERSONA ENFERMA
71
2.3.1 Crisis consigo mismo
71
2.3.2 Crisis con los demás
73
2.3.3 Crisis con Dios
74
CAPITULO 3
76
VISIÓN TEOLÓGICA DE LA ENFERMEDAD
3.1
EL SUFRIMIENTO Y LA ENFERMEDAD EN EL
ANTIGUO TESTAMENTO
3.2
76
EL SUFRIMIENTO Y LA ENFERMEDAD EN EL
NUEVO TESTAMENTO
84
3.3
LA ENFERMEDAD EN EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
90
3.3.1
PIO XII
90
3.3.2 JUAN XXIII
92
3.3.3 El Concilio Vaticano II
93
3.3.4
PABLO VI
95
3.3.5
JUAN PABLO II
96
3.3.6
Salvifici Doloris
99
3.3.7 Evangelium Vitae
106
3.3.8 Carta a los agentes de la salud
109
CAPITULO 4
111
PROPUESTA PASTORAL EN EL ACOMPAÑAMIENTO A LOS
ENFERMOS, DESDE LA PERSONA DE JESUS.
4.1
JUSTIFICACION
111
4.2
OBJETIVO GENERAL
112
4.3
OBJETIVOS ESPECIFICOS
112
4.4
CONTENIDOS
113
7
4.4.1 JESUS Y LA SALUD
113
4.4.2 EL MODELO DE SALUD EN JESÚS
114
4.4.2.1
Salud integral
114
4.4.2.2
Salud liberadora
114
4.4.2.3
Salud responsable
115
4.4.2.4
Salud individual y social
116
4.4.2.5
Jesús irradia salud
117
4.4.2.6
Amor sanador
118
4.4.2.7
OTRAS ACTITUDES DE JESÚS
118
4.4.2.8
Jesús ante el sufrimiento
119
4.4.2.9
Jesús frente a la muerte
120
4.4.2.10
Los enfermos son: el campo privilegiado de la actuación
de Jesús
120
4.4.2.11
Jesús se acerca al enfermo por amor
121
4.4.2.12
Los atiende en sus necesidades
122
4.4.2.13
Jesús cuenta con los enfermos
122
4.4.2.14
Jesús cura, sana y salva a toda la persona
123
4.4.2.15
Jesús dialoga con los alejados
124
4.4.2.16
Jesús acompaña a las personas en crisis
125
4.4.2.17
Relación de Jesús con el prójimo que sufre
126
4.4.2.18
Jesús elige su grupo, lo forma y comparte con el su misión
126
4.4.2.19
Jesús sigue hoy junto al enfermo
127
4.4.3
DEFINICION DE LA PASTORAL DE SALUD
129
4.4.4
FINES DE LA PASTORAL DE LA SALUD
130
4.5
FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICO BÍBLICA DE LA PASTORAL
DE LA SALUD
130
4.6
METODOLOGIA PARA DESARROLLAR LA PROPUESTA
136
4.6.1
DIMENSION COMUNITARIA
136
8
4.6.1.1 LINEAS DE ACCION
137
4.6.2
137
DIMENSION ESPIRITUAL
4.6.2.1 LINEAS DE ACCION
138
4.6.3 ASPECTOS QUE SE DEBEN TENER EN CUENTA
139
CONCLUSIONES
147
BIBLIOGRAFIA
152
9
INTRODUCCION
“La salud es uno de los bienes fundamentales del ser humano y constituye una de sus
aspiraciones permanentes. Vivimos en una cultura de la salud y esto genera en las personas
y en la sociedad actitudes y comportamientos contradictorios. Evangelizar esta búsqueda tan
intensa y ambigua de la salud constituye hoy para la Iglesia un reto que ha de afrontar
inspirándose en los valores saludables del evangelio” 1 .
Son ya diez (10) años de estar en contacto con el mundo de la saludenfermedad, y en este tiempo, el proceso llevado con los enfermos ha sido
de mucho crecimiento debido a las experiencias vividas. Es muy interesante
lograr seguir todo el proceso que realiza la persona enferma, poder
acompañar su recorrido por cada una de las etapas de la enfermedad y
observar los cambios que la persona va teniendo en su vida. Este proceso no
se puede seguir con todas las personas enfermas debido a que su
hospitalización no dura muchos días, pero, otros sí permanecen mucho
tiempo postrados en sus camas, ya sea en el hospital o en sus casas. Con
estas personas, a las cuales se les puede seguir todo el proceso de su
enfermedad, se logra hacer un trabajo eficaz en cuanto al acompañamiento
de su vida y de las crisis que van viviendo. Y en este largo tiempo se ha
encontrado y conocido a un número muy amplio de personas; con unos se ha
tenido tan sólo un encuentro, con otros, dos o tres, pero también con algunos
el proceso ha sido de meses y en unos muy pocos casos ha sido de más de
un año. Es muy interesante ver el proceso que la persona va desarrollando a
medida que su enfermedad avanza; y este proceso que se describe se
connota mejor cuando la recuperación es prolongada por varias semanas.
1
TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 96. 10
En el medio de todas estas crisis, se observa a la persona alegando,
sonriendo, llorando y muchos otros tipos de expresiones que pueden surgir
en momentos de crisis. Pero lo que más me ha impactado es escuchar en la
mayoría de las personas una frase que es la causante del interés por este
trabajo, esta frase es: “es que aquí uno si se acuerda de Dios”. Esta es la
frase que ha motivado este trabajo, esta frase ha logrado que surja la
pregunta de: ¿por qué en la enfermedad el encuentro con Dios es más fácil
que en la salud? ¿Qué quiere decir eso que cuando uno está enfermo si se
acuerda de Dios? ¿Será acaso que en la salud nos olvidamos de Él?;
entonces, ¿qué vive la persona en la enfermedad que lo lleva a acordarse de
Dios y qué vive en la salud que lo lleva a olvidarse de Él? esto se resolverá a
groso modo más adelante; por ahora se puede decir que en la enfermedad,
la persona inicia a perder esa seguridad que tenia de poder hacer todo,
comienza a verse necesitado de los demás, se ve cohibido para moverse,
para alimentarse; empieza a ver cambios en sus amigos, en sus familiares,
en las personas que él estaba seguro que estaban de su lado y que las
tendría allí siempre; empieza a sentir la soledad, la indiferencia, la falta de
afecto; además, ve que los proyectos que tenía se ven truncados, o en el
peor de los casos, son sacados adelante por otros, esto le demuestra que la
vida sigue su rumbo sin él y viene entonces la pregunta por el sentido de su
existencia.
Lo más importante en este proceso es ver que la enfermedad lleva a la
persona a hacer un viaje a su interior. Si, la enfermedad “lamentablemente 2 ”
es el tiempo del que la persona dispone para revisar su vida, su pasado, su
2
Utilizo la palabra “lamentablemente” para indicar que la persona en su afán de cada día, se interesa solo por su trabajo; y en algunos casos, que ojala fueran más, por la familia, pero nunca saca tiempo para sí misma, para darse un descanso y revisar como va su proyecto personal, si está siendo feliz con lo que está haciendo o si se ha dejado llevar por el mundo del consumismo ocupacional. Lamentablemente quiere decir que gracias a la enfermedad el ser humano piensa en sí mismo. 11
presente. En la enfermedad la persona recuerda sus anhelos, sus proyectos,
los momentos felices vividos con personas que hoy ya no están, etc.
Empieza a confrontar todo su pasado con el presente; descubre en el mayor
de los casos, que nada de lo que quería en la niñez lo ha realizado,
comienza a revisar en qué momento se desvió del camino; emprende como
tarea el analizar las causas por las que no pudo desarrollar esos proyectos
infantiles que le hacían tan feliz.
Además de revisar sus proyectos y sueños, revisa también sus relaciones
interpersonales, comienza a recordar esas personas que han significado
mucho para él, que han marcado su vida, pero de las cuales se ha olvidado
debido a sus múltiples ocupaciones. Es cuando llega un pequeño
arrepentimiento y unos deseos de enmendar, siente anhelos de que todo sea
como antes, quiere encontrar a esos viejos amigos, volver a vivir aquellas
travesuras de juventud, pero lamentablemente ya no puede, sus amigos ya
no están, su actitud hace mucho tiempo hizo que ellos se alejaran, su
realidad presente es otra y viene entonces la frustración y el sentido de
culpa.
En la enfermedad la persona toca fondo, y llega a un sin sentido de su propia
existencia y empieza a buscarle una razón a su vivir. Pero esta razón de la
vida es difícil encontrarla en un momento tan crítico como la enfermedad, la
cual le hace ir descartando aspectos importantes que la persona creía eran el
sentido de su vida. La enfermedad hace que la persona descarte a los
amigos, al trabajo, muchas veces a la familia etc. Sólo queda recurrir a
Alguien de quien hace mucho tiempo no lo tenía tan presente: Dios. En la
enfermedad, Dios vuelve a irrumpir en la vida de la persona, vuelve a hacer
12
parte fundamental de su vida, pues la persona después de hacer ese viaje a
su pasado nota que Dios ha estado siempre acompañándolo en todo su
proceso, pero que él no había querido ver, estaba tan ocupado con aquello
que él creía era fundamental, que se había olvidado de su verdadero
fundamento. Al darse cuenta de esto, la persona, que no es muy fuerte,
entra en una nueva crisis y empieza a ver su enfermedad como un castigo
de Dios por este alejamiento.
Pero sea que la persona, vea o no, su enfermedad como un castigo, después
de todo este proceso, viene una etapa de arrepentimiento, de recogimiento,
quiere volver a “hacer las paces con Dios”, quiere que Dios entre
nuevamente en su vida y es aquí cuando empieza de nuevo esa búsqueda
espiritual, esa lectura teocéntrica de toda su vida donde comienza a
reconocer cómo Dios ha estado siempre a su lado. La persona enferma inicia
un camino espiritual.
Pero este camino no se recorre en un día, todo este “darse cuenta” y
repensar su vida está acompañado por una serie de etapas que toda persona
enferma vive y las cuales vamos a comentar a continuación.
Es muy
importante tener en cuenta estas etapas, para poder profundizar en este
trabajo y encontrar desde este primer capítulo una posible respuesta al ¿por
qué en la enfermedad el hombre vuelve a Dios? Es más, se podría decir que
la respuesta a este cuestionamiento que ha motivado al desarrollo de este
trabajo, quedará “resuelto” en este primer capítulo, pues es aquí donde se
realiza todo un recorrido por el mundo de la enfermedad, se verán algunas
realidades que afectan a la persona enferma y, se vislumbrarán algunos
cambios en los pensamientos de dichas personas.
13
Así que lo que esta investigación busca, es responder a este interrogante:
¿Por qué la persona, en su estado de enfermedad, busca y se relaciona
mejor con Dios que en la salud? Lo que se quiere es, observar lo que la
persona enferma vive, para tratar de comprender el cambio de su
pensamiento y el re-emprendimiento de su camino hacia Dios; para ello, se
propone como objetivo general el Analizar, desde la teoría y desde la
experiencia con los enfermos, a través del dialogo, sus vivencias durante la
enfermedad, con el fin de brindar un soporte teológico-pastoral, que nos
permita una comprensión de sus actitudes y una orientación para su
atención, tomando como ejemplo a Jesús.
Dicho objetivo general, requiere de unos más específicos que puedan llevar a
la consecución de éste fin: 1). Explicar los procesos antropológicos,
psicológicos, sociales y espirituales que viven las personas en la
enfermedad, 2). Analizar los efectos que tiene la enfermedad en el campo
emocional y cognitivo de la persona, 3). Indagar lo que la Iglesia, a través de
la Sagrada Escritura y del Magisterio, ha dicho a cerca de la enfermedad y el
sufrimiento, 4). Ofrecer algunas pautas pastorales desde la persona de
Jesús, para que el enfermo pueda tener una sana relación consigo misma,
con los demás y con Dios.
Para esto, nos moveremos dentro de una
investigación descriptiva – hermenéutica explicativa, en la cual se
consultarán diversas fuentes bibliografías y se brindarán algunos aportes de
diálogos con los enfermos de manera descriptiva, ya que la ética del
pastoralista de la salud, no permite hacer preguntas directas, porque esto se
considera como una invasión a la persona enferma.
14
Por eso, este primer capítulo presenta todas las vivencias de la persona en la
enfermedad a nivel antropológico, psicológico, social y familiar etc. El
segundo capítulo nos mostrará las reacciones a nivel emocional y cognitivo
de la persona ante la enfermedad; pasaremos a un tercer capítulo que nos
iluminará sobre la forma cómo ha sido vista la enfermedad y el sufrimiento en
la Iglesia, qué dice la Sagrada Escritura y el Magisterio a cerca de la
enfermedad. Entraremos luego al cuarto capítulo, donde la propuesta
principal será seguir el ejemplo de Jesús, y para ello veremos algunos
ejemplos de atención al enfermo desde la persona de Jesús, los cuales se
pondrán como pautas para desarrollar una buena pastoral de salud; la cual,
teniendo en cuenta todo lo que descubramos en el primer capítulo, deberá
revestirse de algunos aspectos fundamentales para ayudar a que este
regreso de la persona enferma a los brazos de Dios, sea con unos
fundamentos más sólidos y esto se puede lograr desde una buena visita
pastoral.
15
CAPITULO 1.
LA ENFERMEDAD Y EL SUFRIMIENTO, VISTOS DESDE LAS CIENCIAS
HUMANAS
La persona humana está compuesta por varios niveles, (físico, intelectual,
emotiva, social, espiritual), es un ser integral. Es una unidad donde todos
estos niveles deben responder correctamente, por eso con un sólo órgano
enfermo ya toda la persona se enferma, pues esta unidad se desintegra y
todo lo demás es afectado. Decir que toda persona es unidad, es decir que
es única;
por eso no puede haber dos enfermos iguales. Cada persona
reacciona y vive de manera diferente su enfermedad. No existe un patrón
que diga que frente a determinada enfermedad; por ejemplo la diabetes, se
tengan determinadas reacciones en las personas. Existen algunos síntomas
a nivel físico, que pueden ser iguales en todas las personas, pero el hombre
no es sólo físico; el hombre es psicológico, espiritual, social y emotivo, entre
otras. De manera que todos percibimos de forma muy distinta la realidad de
la enfermedad, muchos se dejan llevar más por la parte psicológica, otros por
la parte social, pero estas reacciones nunca serán iguales. Hay personas que
descubren recursos insospechados de valentía y quienes renuncian inclusive
a la esperanza, hay quienes se dan por vencidos después de tres días y
quienes no ceden ni siquiera después de diez años; hay quien sabe descubrir
y redescubrir valores y quien escoge la soledad o la recriminación agresiva.
En conclusión, cada persona es un mundo diferente.
En concordancia con esto, Adriano Tarrarán dice: “Hay quien sale de la
enfermedad más persona y quien menos; quien más adulto y quien más niño;
16
hay quien sabe esperar y luchar contra toda evidencia y quien considera la
esperanza demasiado ardua” 3 . Con esto se puede ir indagando los tipos de
reacciones que toda persona tiene ante la enfermedad.
Ahora bien, en el campo espiritual, no todas las personas tienen una buena
relación con Dios o no todas lo perciben de la misma manera, es por eso que
también aquí muchos perciben la enfermedad como castigo, otros como una
prueba, otros como maldición u odio de Dios hacia ellos, otros como algo
que simplemente tenía que pasar. No importa cual reacción sea, lo que
importa en este apartado es que a pesar de todas estas reacciones, en la
experiencia de trabajo con los enfermos, se ha observado que la mayoría de
ellos si tienden a mejorar su relación con Dios; es decir, en el estado de
enfermedad la persona busca medios eficaces para encontrarse de forma
muy íntima con Dios; y, el trabajo desarrollado con la población así lo
demuestra. El por qué el hombre vuelve a Dios en la enfermedad, se tratará
de descubrir más adelante, por ahora quedémonos con la idea de que la
realidad de la enfermedad se convierte en un momento propicio para la
relación del hombre con Dios.
Vamos a comenzar a entrar un poco más en nuestro tema, para ello vamos a
analizar el mundo de la persona enferma, se observará cómo la enfermedad
repercute en la persona, qué niveles de su vida toca, qué cambios genera, a
qué frustraciones puede llegar, si afecta o no la relación con su familia, qué
apoyo encuentra, cómo se desenvuelve su pensamiento, qué reacciones
toma frente a lo que vive, cómo es su proceso de enfermedad. Todo esto,
3
TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. 5ª edición. Bogotá 2003. 17
visto desde las ciencias humanas; pero para que esto pueda tener un alto
nivel de entendimiento, se empezará por hablar un poco sobre lo que es
enfermedad y lo que es salud.
1.1 SALUD Y ENFERMEDAD:
Inicialmente es pertinente abordar los conceptos de salud y enfermedad para
comprender y profundizar en el mundo de la persona enferma. Estos
conceptos han sido debatidos ampliamente, cuestionando los parámetros a
partir de los cuales se miden. Así, la enfermedad ha estado relacionada con
la presencia de síntomas, la pérdida de la capacidad funcional, la
anormalidad, la pérdida del bienestar y la armonía, etc.
Así pues, la salud ha sido definida como “la condición del equilibrio armónico
funcional, físico y Psíquico del individuo, integrado de una manera dinámica
en su ambiente natural y social” 4 .
Por otro lado, se entiende por salud, “un proceso armónico de bienestar, o
“bien-ser”, a nivel físico, emocional, intelectual, social y espiritual que
capacita al hombre a cumplir la misión a la que Dios lo ha destinado, de
acuerdo a la etapa de la vida en que se encuentra” 5 . Nos quiere mostrar,
4
SANGIULIANO Rosanna, e SABATINO Roberta. Diritti sanitario. E ordenamento del servicio sanitario nazionale. Edizione Giuridiche Simone. Napoli. 1999. Este diccionario Italiano define la salud como: “La salute e stata definita come una condizione di armonico equilibrio funzionale, físico e psichico dellíndivido, dinámicamente integrato nel suo ambiente naturale e sociale. 5
TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. Pág. 29 18
esta cita, que la salud es la armonía total entre los niveles que comprenden a
la persona.
Otro autor nos dice que: “la característica básica de la salud incluye el
funcionamiento de todas las manifestaciones vitales que contribuyen tanto a
mantener como a desarrollar su existencia en los ámbitos biológico,
psicológico y social” 6 .
La salud y la enfermedad, son en definitiva, construcciones sociales. Esto
porque es la sociedad quien en últimas enmarca lo que es la salud y la
enfermedad; las asume y las desarrolla según su propio entendimiento. Es la
sociedad la que enmarca toda la vida de la persona. “La enfermedad se
personaliza, se hace una elaboración a partir de las experiencias previas y
vivencias de la persona enferma, de su cultura, sus valores y sus vínculos
afectivos. El enfermo vive su enfermedad no solamente en su cuerpo y en su
espíritu, sino también dentro del conjunto social, de sus relaciones con
quienes componen su mundo familiar y profesional” 7 . Así pues, se da a
entender cómo la enfermedad afecta todo el campo social de la persona.
Continuando con las definiciones, que algunos autores, hacen sobre la
enfermedad, nos encontramos con Colombero, en su libro: “la enfermedad,
tiempo para la valentía 8 ”, nos dice que la enfermedad es una de las
6
BELLOCH, A., Sandín, B., & Ramos, F. manual de Psicopatología. Madrid. McGraw‐Hill – interamericana de España 1999. 7
KAUFMANN, A., Aiach, P., & Waissman. La enfermedad grave: aspectos médicos y psicosociales. Madrid. McGraw – Hill. Interamericana de España 1989. 8
COLOMBERO, G., La enfermedad, tiempo para la valentía. Bogotá: san pablo 1993. 19
situaciones más frustrantes de la vida. Siempre tiene un reflejo agudo sobre
la personalidad del paciente, la coloca en crisis y la revela en su autenticidad,
despojada de todas las máscaras. El enfermo establece una relación con su
enfermedad, aun antes que con quien lo cura y elabora una reacción de
defensa donde se involucra todo su ser: la identidad, el papel social, el
mundo afectivo y los proyectos.
Otro autor, Diego Correa Sánchez, nos dice, partiendo del concepto
multidimensional, según la Organización Mundial de la salud, que: “la salud
es un estado de bienestar, físico, mental y social completo y no sólo la
ausencia de la enfermedad” 9 . Es mirar la salud desde una óptica, que
supere el modelo biomédico que define la salud como ausencia de
enfermedad, incorporando además elementos que permitan centrarse en los
componentes positivos de la salud.
Hasta aquí, se describe algunos términos que distintos autores u
organizaciones han utilizado para referirse a la enfermedad y a la salud,
pero, para poder reflexionar a fondo sobre el tema de la enfermedad y del
sufrimiento, se debe partir de una fundamentación antropológica, que es el
paso a seguir, para poder ir dando una estructura y un desarrollo coherente a
este trabajo.
9
CORREA SANCHEZ Diego. Psicología del enfermo y de los cuidadores. En: diplomado en pastoral de la salud. Pontificia universidad javeriana y centro de humanización y pastoral de la salud. Bogotá. 2006. 20
1.2 ASPECTOS ANTROPOLÓGICOS DE LA ENFERMEDAD:
El sufrimiento y la enfermedad han constituido uno de los más grandes
problemas que perturban al espíritu humano. El mal y sus consecuencias, el
dolor y el sufrimiento, son realidades que se encuentran inseparablemente
ligadas a la historia del hombre. Las limitaciones, la disminución física o
psíquica, la enfermedad, tienen la misma historia de la humanidad; han
acompañado al hombre de todos los tiempos.
La enfermedad, el dolor y el sufrimiento, son realidades, que como ya se ha
manifestado, acompañan al hombre en su condición limitada y finita. “El dolor
y el sufrimiento hacen parte de la condición humana” 10 . En cuanto tales no se
pueden eludir, como no se puede eludir tampoco la muerte. La persona lo
único que pude hacer es acoplarse a ellas.
La enfermedad, el dolor y el sufrimiento no aparecen como realidades
encausadas por Dios o por fuerzas ocultas o misteriosas; no es Dios el
causante directo del sufrimiento; es dentro del hombre mismo, como ser
limitado, donde está la causa de estas realidades inevitables, afincadas en la
condición natural misma del hombre, en su finitud corporal. “Dios aparece
como posibilidad, desde la fe, para dar sentido al sufrimiento y no como
fundamento y causa del mismo” 11 .
10
TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 82. 11
Ibíd. 21
La enfermedad, el dolor y el sufrimiento, vistos desde el punto de vista
antropológico, tienen que ver con el hombre mismo. Estas realidades no
dependen ni de Dios, ni del hombre, pero otras tienen origen en el mismo
hombre; ya que son causadas, intensificadas o aceleradas por los seres
humanos y por la manera como estos asumen la vida. Es aquí donde se
encuentra la irresponsabilidad de la persona ante la vida, el irrespeto por la
dignidad
del
ser
humano
en
todas
sus
diferentes
formas
y
la
irresponsabilidad ante la creación; son dolores y sufrimientos que tienen su
origen en unas relaciones interpersonales y sociales condicionadas por el
ansia del tener, del poder y del placer, que generan violencia, agresividad y
destrucción de la vida humana.
frente a esto, puede servirnos el testimonio de Juan, una de las personas de
la población con la que se trabajó: “no tengo familia, me Salí de la casa a los
11 años, estuve en una pandilla, maté a dos personas por robarlas, estuve
preso, lo único que me reconfortaba era la droga, fumé marihuana y pasé al
bazuco, estuve al borde de la muerte por dos puñaladas; allí, en el hospital
de Kennedy conocí una monja que me llenó de amor, sentí el calor humano
que nunca había sentido y mi vida cambió un poco, me recupere pero seguí
delinquiendo, Dios se me volvió a borrar de mi cabeza, ahora estoy aquí
(hospital san Blas) desde hace 18 días, por robar me pegaron un tiro en la
columna y ahora estoy invalido. Nunca había necesitado tanto de Dios como
ahora, todos los días rezo el padre nuestro y le pido que me saque de esta,
he prometido cambiar, me he dado cuenta que no he sido nadie ni nada y
quiero cambiar, quiero trabajar y salir adelante” 12 .
12
Tomado de los diálogos con los enfermos. Testimonio de Juan. Drogadicto y habitante de la calle, 26 años. 22
“Aquí, el sufrimiento deja de ser misterio inexplicable para convertirse en
evidencia de unas actitudes humanas que comienzan por la autodestrucción: (los vicios, la drogadicción, el alcoholismo, la violencia etc.) y
terminan por una socio-destrucción: (contaminación ambiental, destrucción
de la naturaleza, contaminación de aguas, terrorismo, guerra nuclear,
etc.)” 13 . El hombre mismo se ha encargado a lo largo de la historia, de ir
reduciendo los niveles de vida sana. Sus actitudes, sus irresponsabilidades,
la falta de compromiso, etc., han ocasionado un desgastamiento de los
bienes naturales y una autodestrucción a nivel personal; pues todos los vicios
que la persona adquiere, no son más que un proceso muy lento de suicidio.
El que Juan sea hoy un invalido, no es culpa de Dios ni de su familia, es su
propia culpa, pues las acciones que realizo en su vida lo llevaron a quedar en
este estado.
Es justamente a partir del misterio de la libertad humana, como se puede
descubrir el sentido de esta destrucción originada por el mismo hombre:
Es el hombre, a partir de su decisión frente al mal, que en
términos bíblicos y de fe se llama pecado, quien causa este nivel
de dolor y sufrimiento y acelera así la muerte. Con muy poca
frecuencia miramos la responsabilidad personal, social y
estructural que subyace en las diferentes formas de sufrimiento,
dolor y destrucción que a diario sufre el hombre y que se
concretiza muy claramente en las enfermedades propias de cada
época y de cada cultura 14 .
13
TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 82. 14
Ibíd. Pág. 83 23
Al respecto, tenemos el testimonio de Juan, que ha quedado plasmado en la
anterior página; pero para nuestros días, Un ejemplo concreto a nivel
mundial, lo podemos tener con las energías nucleares. Los estudios dan fe
de que a partir de las bombas atómicas, se han venido dando un sin número
de malformaciones en los seres humanos; pero, el hombre siempre pregunta
el ¿por qué Dios permite esto?, sin darse cuenta que son sus mismas
acciones las que han ocasionado ciertos problemas en la salubridad de la
sociedad. La pregunta que el hombre realiza hacia Dios es ante todo un
mecanismo de defensa para evadir la propia responsabilidad de sus actos.
“Estas implicaciones antropológicas del sufrimiento llevan a descubrirlo como
algo ´inefable e intransferible`, como un misterio; pero al mismo tiempo como
una realidad en la cual el hombre puede actuar como ser libre y responsable
de su vida y de la vida de los otros seres humanos” 15 . La realidad del hombre
como ser finito y débil, nos muestra que no podemos hacer nada para evitar
la enfermedad y el sufrimiento; estas realidades que acompañan la vida de la
persona, deben ser vividas a la luz de la fe; pues el hombre encuentra en
Dios, la esperanza del alivio a su dolor.
La antropología nos presenta al hombre como un ser con múltiples
dimensiones; conviene que mencionemos en este apartado las principales
dimensiones de la persona humana de manera muy concreta. Esto nos
ayudará para nuestro trabajo; pues el sufrimiento afecta cada una de estas
dimensiones, pero si las conocemos, podemos brindar un mayor apoyo a la
persona enferma.
15
Ibíd. 24
1.2.1 La dimensión física:
El aspecto físico es un elemento esencial de nuestra persona; es nuestra
corporeidad, somos un cuerpo. “la dimensión física está compuesta por todos
los aspectos físicos, genéticos y hormonales; es todo lo ligado al aspecto
exterior: estatura, peso, edad, tono de voz, color de la piel, color del cabello,
color de los ojos, etc.” 16 . Todos estos aspectos nos caracterizan en lo más
hondo de nuestro ser y son nuestra principal identidad.
La dimensión física ve a nuestro cuerpo como un instrumento de enlace con
la realidad externa y con nuestros semejantes. Nuestro cuerpo, en cierta
manera, revela quiénes somos y cuales son algunos de nuestros aspectos
característicos. Esta dimensión, es la más afectada directamente en la
enfermedad; la mayoría de las personas se concentran en “aliviar” sólo esta
dimensión, pero no tienen en cuenta que la persona posee más dimensiones.
Veamos pues las otras dimensiones de la persona para que comprendamos
el alcance que tiene la enfermedad en el ser integral de la persona.
1.2.2 La dimensión intelectual:
“la persona humana es un ser racional. El hombre está dotado de la razón, y
es esto, lo que nos distingue de los animales. La facultad de razonar es la
16
BRUSCO Ángelo; MARINELLI Silvio. Relación de ayuda. Iniciación al dialogo. Editorial Kimpres. Bogotá 2005. Pág. 41 25
que nos permite comprendernos a nosotros mismos y a los demás” 17 .
Gracias a la dimensión intelectual, la persona puede surgir en el mundo y
mucho más hoy, cuando la persona se mide por lo que sabe; ante la
búsqueda de un trabajo, o en el colegio etc., siempre prospera el que tenga
más desarrollado este nivel intelectual.
Es este nivel también, el que nos permite distinguir el bien del mal, por eso
va muy de la mano con el aspecto moral de la persona. Para nuestro trabajo
es importante, porque lo realizado con la población tomada, nos muestra que
muchas veces la persona enferma se auto castiga sin justificación, y, quien lo
asiste o quien lo acompaña, debe hacerle entrar en razón, debe
concientizarle sobre la verdad de su estado y sobre la no culpabilidad de su
situación; todo esto para que pueda llevar un desarrollo normal de su
enfermedad. Pues la razón nos permite emprender caminos eficaces para
nuestro bienestar; toda nuestra vida se mueve entre la razón y la emoción.
1.2.3 La dimensión emocional:
Como se estaba diciendo, la dimensión emocional junto con la intelectual,
son los ejes en los que se mueve nuestra vida, a veces la razón nos dicta
que debemos hacer una cosa, pero la parte emocional nos lleva a hacer otra.
Dentro de estas dos dimensiones se forja la personalidad de la persona, hay
quienes son más emotivos y otros que son más racionales.
17
Ibíd. pág. 42 26
Es una dimensión muy importante para nuestro trabajo y aunque la vamos a
desarrollar a profundidad más adelante, nos conviene decir aquí que, ésta
dimensión nos permite ver la sinceridad de la persona y también su
conocimiento a profundidad. “una persona se revela verdaderamente cuando
pronuncia las palabras: me alegro, lloro, temo, espero, tengo miedo, no tengo
miedo, amo, odio, deseo, me gusta, agradezco, sufro, me arrepiento,
perdono, …” 18 , la comunicación a este sentido es una manifestación de
sentimientos.
“Intercambiar los sentimientos no significa desahogarse, sino ponerlos en
contacto con otros recursos de nuestra persona: otros sentimientos, la razón,
la voluntad, el mundo de los valores” 19 . Por ejemplo, la agresividad se integra
cuando, una vez reconocida y puesta en contacto con otros sentimientos
como el amor y la ternura, es moderada por la razón y confrontada con los
valores personales. Todas las dimensiones de nuestro ser están en continuo
contacto, y el hacerlas conscientes nos permiten forjar mejor nuestra
personalidad.
1.2.4 La dimensión social:
La persona está siempre en contacto con otras personas desde el mismo
momento de su nacimiento, es por ende un ser social por naturaleza. “la
dimensión social es una dimensión fundamental para el ser humano, aunque
18
BRUSCO Ángelo; MARINELLI Silvio. Relación de ayuda. Iniciación al dialogo. Editorial Kimpres. Bogotá 2005. Pág. 65. 19
Ibíd. 27
no siempre se desarrolla armónicamente porque algunos tienen dificultad
para abrirse a los demás” 20 . En nuestro caso concreto, la enfermedad puede
convertirse en obstáculo para desarrollar esta dimensión; pues muchas
veces el sufrimiento nos lleva a aislarnos, a querer estar solos y esto, no es
nada sano, pues cuando una persona se encierra en sí misma, es decir, se
aísla y no quiere hablar con nadie, su enfermedad puede tornarse más difícil
de curar.
Un buen agente de pastoral debe ser consciente que, la sociedad actual, ha
acabado mucho con esta dimensión social en cuanto a las relaciones
interpersonales; hoy día, cada quien se preocupa de lo suyo y no le importa
lo de los demás; la persona vive ocupada en su trabajo y en la realización de
su proyecto personal. Las familias de hoy, parecen no ser familias, porque a
veces ni se ven; la post modernidad está ocasionando que cada persona se
ocupe de lo suyo y poco a poco esta dimensión social ha ido
desapareciendo; sí se dan las relaciones sociales, pero a veces por
conveniencia o por motivos de trabajo.
La persona en su sufrimiento se siente necesitada de los demás y necesita
recibir ese apoyo por parte de su familia y de sus amigos, debe sentirse
acompañada y valorada, de esta manera su dimensión social tomará nueva
vida. Ante esto, tenemos dentro de la población con la que se trabajo a
Carlos Mario, un joven de 26 años que manifestó lo siguiente: “La
enfermedad me ha servido para unir a mi familia y ahora agradezco de que
me haya ocurrido este accidente, al inicio fue muy duro y renegué contra
todos, renegué de Dios. Pero luego, empecé a sentir la cercanía de mi
20
Ibíd. pág. 45 28
familia, me empezaron a visitar tíos que hacia 4 o 5 años no veía, mi relación
con mi papa no era la mejor, y ha venido aquí a mi cama a pedirme perdón y
lloró conmigo, para mí eso ha significado mucho y ahora mi accidente se ha
convertido en un punto de encuentro de toda mi familia y en la mejoría de sus
relaciones. Creo que por medio de mi enfermedad Dios ha penetrado en los
corazones de mi familia y nos ha ayudado a vivir mejor, ahora siento muchos
deseos de terminarme de recuperar pronto y volver a mi casa, donde estoy
seguro se vivirá mejor 21 .
1.2.5 La dimensión espiritual:
Nuestra existencia transcurre en muchos ambientes: la familia, los amigos, el
trabajo, el estudio, el tiempo libre y el mundo de las relaciones sociales. En
todos estos campos tenemos objetivos que perseguir, individual y
colectivamente. Sentimos, sin embargo, la necesidad de que nuestra vida
tenga un sentido unificador, una dirección precisa. “El significado de la vida,
la unificación de tantos intereses y objetivos acontece en lo que podríamos
llamar dimensión espiritual; es aquí donde encontramos la respuesta a la
pregunta sobre el sentido de nuestra vida, los valores que orientan nuestras
opciones, las creencias a nivel filosófico y religioso” 22 . Todo hombre, aunque
algunos no lo quieran reconocer, necesitan de esta dimensión para
identificarse, para excusarse, para descansar, para encontrar sentido a su
propia existencia.
21
Discurso planteado por Carlos Mario, un joven de 26 años que sufrió un accidente en su moto. Diálogos tomados en el centro médico san Camilo de Juan rey. 22
Ibíd. 29
La dimensión espiritual está siempre presente en la persona, tal vez muchos
no la tengan en cuenta, pero ella está ahí. La persona humana se aferra a
ella, sobre todo, en los momentos de sufrimiento; son momentos donde
siente que su seguridad ha sido movida, cuando descubre que es débil, que
es mortal; allí, renace esa dimensión espiritual y ésta, ayuda a la persona a
encontrar paz, a tranquilizarse y a encomendarse a ese Ser Superior, en el
cual encuentra sentido su vida.
1.3 ASPECTOS PSICOLOGICOS:
La psicología se centra ante todo, en las reacciones de la persona frente al
dolor. Se dice que: “uno de los aspectos más problemáticos de la
enfermedad es el dolor y el sufrimiento que éste produce. El conocimiento de
la experiencia dolorosa es crítico para entender cómo los pacientes
reaccionan ante la enfermedad, como interaccionan con sus cuidadores y
responden al tratamiento” 23 . La medicina toma como punto específico el
dolor, pues dependiendo del grado del dolor, estudian que intervenciones
hacer y que medicamentos recomendar; a la Psicología en cambio, le
interesa las reacciones que éste dolor produce en la persona.
“El dolor daña y puede ser tan insistente que supere cualquiera de las
necesidades básicas de la persona como el hambre, la sed, el abrigo, el
sueño, etc.” 24 . Muchas veces no hacemos consiente este acontecimiento,
23
LATORRE POSTIGO José Miguel; BENEIT MEDINA Pedro José. Psicología de la salud. Aportaciones para los profesionales de la salud. Editorial Lumen. Buenos Aires Argentina.1992. pág. 122 24
Ibíd. 30
pero la realidad así lo demuestra; muchas veces sentimos dolores tan
fuertes, que lo demás no nos “importa”. Ante la dureza del dolor rechazamos
la satisfacción de nuestras necesidades básicas y, además, el dolor nos lleva
también al aislamiento, pues muchas veces decimos o, escuchamos la
siguiente frase: “no me hable que estoy que no me aguanto el dolor”. El dolor
pues, influye muy directamente en la vida integral de la persona.
La psicología entiende la salud, como un estado de completo bienestar
físico, psíquico, social, y no meramente como ausencia de enfermedad. Por
eso el aspecto biológico, no es el único punto importante en la enfermedad;
para la psicología, la enfermedad es bien comprendida cuando se toma en
cuenta el contexto psicológico y el contexto social en el cual surgió la
enfermedad. Podemos tomar como contexto psicológico las relaciones de la
persona, su forma de valorarse, su autoestima etc. Y como contexto social,
su grupo familiar y su entorno más cercano.
Dentro de este trabajo,
lo que más nos interesa de la psicología, es el
estudio de las distintas reacciones que una persona tiene ante su
enfermedad; el por qué son tan distintas las reacciones de la misma
enfermedad; qué aspectos deben tomarse en cuenta para comprender a la
persona enferma y para brindarle una ayuda satisfactoria.
31
1.4 ASPECTOS TEOLÓGICOS:
La lectura teológica de estas realidades humanas: la enfermedad, el dolor y
el sufrimiento, debe hacerse fundamentalmente desde la persona de Jesús,
desde su vida y su palabra que supera la simple visión antropológica y
humana, para dar nuevo sentido a la vida y al sufrimiento del hombre. “Jesús
a través de su ministerio, revela la existencia de un Dios de la vida, un Dios
liberador, un Dios de la esperanza” 25 .
Los aspectos teológicos de la
enfermedad y el sufrimiento, tendrán un desarrollo mayor en nuestro tercer
capítulo, donde se analizarán desde la Sagrada Escritura y desde el
Magisterio de la Iglesia; de manera que aquí, veremos sólo unos aspectos
generales.
Este “Dios dador de vida”, lo encontramos en la experiencia de Israel como
pueblo en contacto diario con la muerte en sus diferentes formas, “Yahvé
Dios, aparece como el Señor de la vida que a través de los acontecimientos y
de la historia personal y comunitaria de Israel crea, genera y conserva la
vida”
26
. Después de Israel, es la comunidad de los discípulos y seguidores
primeros de Jesús, la que a través de sus palabras y luchas va descubriendo
a Dios,
como un Dios de la vida. La vida misma de Dios como fuerza
creadora para el hombre, se ha manifestado en Jesucristo, quien con sus
acciones sanantes narradas en los evangelios, muestra la vida digna a la que
Dios nos invita.
25
TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 84 26
Ibíd. Págs. 84‐85. 32
Esta afirmación, de Dios como Señor y dador de vida, constituye el núcleo
mismo del anuncio evangélico, el núcleo mismo de la fe cristiana; es toda la
experiencia pascual que revela a
Jesús de Nazareth crucificado y
resucitado.
Jesús se acercó a los enfermos, a los pobres, a las mujeres y a todos los
excluidos, a los marginados de todas las instituciones políticas y religiosas de
su época, no para reforzar su situación de exclusión, de marginación, de
dolor,
sino para hacerlos sentir dignos, valorados, acompañados;
para
invitarlos a pararse de su postración, para sacarlos de su condición de
pecado. Por eso los pobres, los necesitados, todos los que tienen su vida en
peligro lo buscan, por que El tiene palabras de salud, de vida eterna.
Pero Dios, a demás de ser el dador de la vida, es también el “Dios liberador”,
pues no puede darse la vida dentro de la esclavitud:
El descubrimiento de Dios como Aquel que libera, que salva en
la historia, en los acontecimientos y por ultimo en Jesucristo, es
un dato teológico fundamental. Precisamente es Dios de la vida,
por que libera, porque no quiere para los hombres ningún tipo de
opresión, de yugo aplastador, por que concibe y hace al hombre
libre y capaz de liberarse cuando su dimensión más profunda de
hombre, “imagen de Dios”, con libertad y dignidad, se ve negada,
aplastada 27 .
La revelación de Jesús: su vida, su muerte y su resurrección, es toda una
palabra de liberación que revela a un Dios bueno, cercano, quien no sólo es
27
Ibíd. Pág. 85 33
el Dios de la vida cuando la crea y la da, sino también cuando la defiende, la
conserva y la impulsa.
Así pues, Dios se convierte en fuente de esperanza; y en Jesús, en su
práctica del reino, Dios presenta a los creyentes y también a todos los
hombres abiertos y de buena voluntad, la posibilidad de dar sentido a la
vida, a la muerte, al dolor y a la enfermedad.
En esta perspectiva, “aparece
el Jesús de la cruz y la cruz de Jesús como el lugar de la esperanza, como
clave de lectura pascual de todo dolor y sufrimiento” 28 . La cruz, es pues, no
sólo lugar de tortura y dolor; ella en Jesús adquiere otra dimensión: es el
árbol de la vida, es la cruz que fecunda con esperanza el dolor y el
sufrimiento; le da una salida en el amor y en la entrega.
“Jesús como presencia del Dios de la vida y de la libertad, como buena
nueva de la liberación, como presencia del reino, hace posible que el hombre
descubra la dimensión más allá, más en profundidad del sufrimiento, de la
enfermedad, del dolor y de todas las diferentes manifestaciones del mal” 29 .
Jesús no ha venido al mundo para abolir el sufrimiento, sino para asumirlo y
transformarlo en medio de la salvación.
La esperanza, además de ser una virtud, es la gracia otorgada por Dios, de
no dejarse ahogar por las situaciones dolorosas, sino trascenderlas en la fe
con amor y gozo; de ahí que la esperanza señala el aspecto de espera de los
bienes prometidos.
Así pues, por Cristo y en Cristo se ilumina
28
29
Ibíd. Ibíd. Pág. 87 34
definitivamente el enigma del dolor y de la muerte. Por eso, ninguna situación
es salvadora por sí misma, ni la salud, ni la enfermedad, ni la alegría, ni el
dolor; lo que salva es el amor de Cristo y la participación del hombre en ese
amor.
Por lo tanto, no es posible separar la muerte del misterio pascual. “Muchos
han sido los documentos y mensajes pontificios sobre el sufrimiento humano,
pero de manera especial la “carta apostólica sobre el sentido cristiano del
sufrimiento” (Salvifici Doloris) de Juan Pablo II, en la cual se condensa toda
la reflexión del Magisterio de la Iglesia de manera orgánica y sistemática. A
demás del Magisterio, la filosofía suele preguntarse con angustia sobre el
origen del problema del mal: busca intelectualmente el por qué del
sufrimiento humano. Con Jesús cambia el punto de enfoque: El busca
vivencialmente
el
para
qué
del
sufrimiento,
superándolo
y
transcendiéndolo”… 30 la óptica del cristiano frente a la realidad del
sufrimiento, debe ser siempre desde la fe y desde la persona de Jesús; Él
sufrió para liberarnos, para redimirnos.
La cuestión decisiva respecto al mismo dolor de Jesús no es tanto el “por
qué” sufrió, mirando hacia atrás, sino más bien el “para qué” sufrió, mirando
hacia adelante. Y respecto a nosotros, al igual que con Jesús, también lo
decisivo es aprender que cuando llega la hora de la gran tribulación lo más
importante es levantar la cabeza y mirar hacia adelante (cfr. Lc 21, 25 – 28).
30
Ibíd. 35
Con teorías jamás podremos los cristianos convencer ni consolar a los
escandalizados por el sufrimiento. “Únicamente en el seguimiento de Jesús
se nos revela la presencia del amor liberador de Dios. Al mal se le vence sólo
a fuerza de bien (cfr. Rom 12, 21). En definitiva, el acercamiento al misterio
del sufrimiento humano, sólo lo podemos hacer desde la vida de Jesús y sus
actitudes” 31 .
1.5 ASPECTOS SOCIALES Y FAMILIARES.
1.5.1 La familia y la enfermedad:
La aparición de la enfermedad casi siempre genera un desequilibrio en todo
el núcleo familiar. Al igual que la persona enferma vive de manera distinta su
enfermedad, también esta crisis de la enfermedad
es vivida de manera
diferente por cada familia y esto depende de muchos factores. En la “realidad
de nuestro país 32 ” se debe poner como primer factor la situación
31
Ibíd. Pág. 88 Digo realidad de nuestro país por que lamentablemente el acceso a la salud en nuestro país es algo de lo que muy pocos pueden gozar; lamentablemente la salud se ha convertido en nuestro país en uno de los mayores negocios; la humanización se ha acabado. La ley 100 convirtió los hospitales en empresas y por tanto los enfermos se convirtieron en usuarios, es por eso que si no tienes las posibilidades de afiliarte a un régimen subsidiado de salud, no podrás acceder a dichos servicios. Es triste y antihumano ver morir en la puerta de ingreso de un hospital a una persona enferma que no tiene con qué pagar su servicio y que por lo tanto no lo dejan ingresar, parece mentira pero es real, yo lo vi. Ahora bien, quien busque recibir el servicio de salud como particular, tiene que pagar unos costos altísimos. Pero afiliarse a una empresa de salud no es tampoco la solución, pues al acercarse a pedir una cita te la dan para los dos meses, y entonces la persona debe aguantarse sus dolores y su malestar por dos meses o más para poder sentir un poco de alivio, esto es falso y totalmente fuera de base, en dos meses o te recuperas solo, o te mueres; así de sencillo. Otra ilógica de la salud en nuestro país, es que las personas que adquieren un subsidio de salud y logran su afiliación a una empresa, les hacen atravesar la ciudad para recibir el servicio; es ilógico que una persona que vive en 32
36
socioeconómica. Otro factor es el tipo de enfermedad, pues la familia no va a
reaccionar igual ante una enfermedad de la cual sabe que tiene cura y que
su familiar volverá a casa pronto, a una familia cuyo integrante sufre por
ejemplo, de cáncer terminal, las reacciones a dicha enfermedades por parte
del enfermo y la familia son totalmente diferentes; otro factor del cual
depende de la reacción ante una enfermedad es el grado de cultura y
educación, a veces mientras más se sabe de una enfermedad más se
preocupa; pero al mismo tiempo, este conocer la enfermedad, permite que
se tomen las medidas más pertinentes. Otro factor muy importante para la
reacción de la familia es el grado que ocupa el enfermo en ella, pues no es lo
mismo que se enferme un primo a que se enferme la mamá, puede ser de la
misma enfermedad, pero obviamente la reacción es distinta. La enfermedad
también afecta la fe y las creencias de la familia, dependiendo de la madurez
espiritual que estos tengan.
Con la enfermedad de un pariente, la familia puede vivir momentos de
confusión que llegan a generar sentimientos de negación, de rechazo por no
entender lo que está ocurriendo, por no encontrar respuestas ni salidas
adecuadas a la situación; en resumen, la familia puede vivir las mismas
etapas del enfermo. Es por eso que pueden experimentar también rabia,
rebeldía, angustia; se puede volver agresiva contra el enfermo, el agente de
pastoral, el médico, los parientes, creándose un clima de tensión, de choques
y conflictos que afectará al enfermo. “Puede también la familia vivir, que es lo
más común, momentos de depresión, temor a la desintegración ante la
inminencia de la muerte de su ser querido, sentirse agotada, impotente,
Juan Rey, le den como centro de atención el hospital simón Bolívar que queda al otro extremo de la ciudad, a aproximadamente 2 horas y media. De manera pues que el sistema de salud en nuestro país es un completo caos y lo más lamentable es que no se brindan soluciones concretas a este problema. 37
desesperada” 33 . O, cómo en este caso que voy a describir a continuación,
puede la familia hacer todo un proceso de conversión.
Al respecto quiero plasmar aquí el testimonio de un joven de 25 años, el cual
ha dado un cambio a su vida y se ha dado a la fe a partir de la experiencia de
la enfermedad de su padre y los cambios que dicha enfermedad ha generado
en él:
Yo considero que con la enfermedad, la persona se vuelve más
vulnerable y sensible y por ello, siente la necesidad de alguien
que esté a su lado dándole fuerza y ánimos. Ese alguien a veces
es Dios, que para el enfermo se convierte en un amigo
inseparable. La experiencia de estar postrado en una cama por
unos días, unas semanas o quizás por largos años, es una
experiencia que en un 80% de los enfermos, se convierte en un
estilo de vida más espiritual; Dios, se vuelve importante y
fundamental
en la vida de un ser cuando este está en
dificultades y problemas, como por ejemplo la enfermedad. Lo
que viene a continuación es una experiencia autentica de Dios en
los momentos de enfermedad: mi padre se encuentra postrado
en una cama desde hace más de cinco años, a raíz de un
accidente de trabajo. Él, antes del accidente era una persona
creyente, pero de esos creyentes fríos que conocemos como
“católicos de nombre”. El creía en Dios, iba a misa de vez en
cuando, respetaba nuestra creencia en casa; pero era una
persona que espiritualmente era muy fría. Se le notaba y lo
demostraba. El 18 de febrero del 2003, mi papa salió como de
costumbre para su trabajo a las 5:30am. Cuando ya el día
acababa, unos compañeros de el llegaron a nuestra casa a avisar
que había tenido un trágico accidente y que se encontraba
hospitalizado con pronóstico reservado. Duro en la unidad de
cuidados intensivos casi tres meses. A los cuatro meses de
haber sufrido el accidente fue dado de alta y lo trajimos a nuestra
33
TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. Pág. 70. 38
casa, aquí empezó a vivir la experiencia de una persona
cuadripléjica; paso a ser una persona independiente, a una que
depende totalmente de los demás (el baño, el alimento, las
curaciones, etc.), todo hay que hacérselo. El primer año fue
bastante difícil y complicado tanto para él como para nosotros en
casa (esposa, hijos y nietos). En ese año mi papá decayó
anímicamente, era triste, su fe y sus ganas de vivir por el piso,
mas sin embargo, nosotros tratábamos de animarlo y de estar
mucho tiempo con él. Trascurrido el primer año se empieza a ver
en él un cambio, su ánimo sube un poco y “empieza a hablar de
un Dios que lo va a levantar de esa cama”, con el tiempo mi papá
fue madurando su fe, fue adentrándose en la experiencia de Dios
con oraciones personales y familiares, mucho después empezó a
pedir el sacramento de la confesión y la comunión. Cada año
que pasa, mi papá se concientiza más de su estado, un estado
que como el mismo dice: “esto va para largo mijo”, pero son
tantas las ganas que mi papá tiene de vivir, que ya no le importa
cuántos años mas tenga que estar en esa cama, el sigue
conservando su fe; ha cultivado tanto su vida espiritual, que ha
llegado a manifestar que en esa cama se está santificando. Dios
es hoy, para papá, el ser que ha estado siempre presente en toda
su vida y que a pesar de su frialdad en años anteriores, nunca se
fue de su lado. Hoy mi papa es un hombre lleno de fe y
esperanza 34 .
Todos estos aspectos descritos, son muy importantes y todo agente pastoral
debe tenerlos muy en cuenta, por que en la enfermedad no todo es negativo,
pues la enfermedad puede también llegar a convertirse en un motivo de
unión, de solidaridad, de conversión, de amor y de crecimiento; todo esto
cuando la enfermedad es aceptada y asumida por el grupo familiar. Es por
ello que un agente de pastoral, desde mi propia perspectiva, debe estar muy
abierto a los signos que presenta la familia a la hora de visitar al enfermo,
porque él puede intervenir brindando un punto de apoyo muy importante para
34
Testimonio dado por Camilo Holguín, hijo de don Juan Holguín quien debido a un accidente quedo cuadripléjico hace 5 años, y quien a partir de esto ha redescubierto en su vida un camino espiritual que lo ha unido con Dios a él y a su familia. 39
que esta enfermedad sea asumida desde un punto de vista positivo, claro
está, dentro de la realidad; esto ayuda no sólo a la familia, sino y ante todo, a
la persona enferma.
Al respecto de la familia, Adriano Tarrarán e Isabel Calderón, nos dan unas
putas del papel de la familia con el cuidado de los enfermos 35 :
1.5.2 Papel de la familia en la atención integral al enfermo:
La familia tiene un papel insustituible en la atención al enfermo, tanto en el
hospital, como y sobre todo, en su casa, ofreciéndole:
• Cuidados y atenciones primarias: limpieza, alimentación, medicina,
atención médica, etc.
• Cariño para saberse querido; apoyo y protección para sentirse seguro;
compañía para no verse abandonado, comprensión y paciencia para
no considerarse una carga.
• Ayuda para afrontar la enfermedad con realismo y asumirla con paz.
35
TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. 5ª edición. Bogotá 2003. 40
• Apoyo y ánimo para seguir luchando; fortaleza y valor en los
momentos de debilidad.
• Ayuda en la fe, compartiendo con él la palabra de Dios, orando por él y
con él, facilitándole la presencia del sacerdote y de los miembros de la
comunidad cristiana.
• La familia será, pues, un lugar natural y un medio eficaz de
humanización y evangelización de cara a una sociedad que corre el
peligro de ser cada vez más deshumanizada y alejada de Dios.
Después de mirar estos aspectos y de describir de manera muy breve las
etapas - fases por las que pasa una persona enferma y su familia, se pueden
ir vislumbrando también algunas posibles respuestas al por qué el enfermo
vuelve a Dios. En este trabajo no se pretende dar una respuesta a este
interrogante, lo que se quiere es vislumbrar el proceso y las vivencias de la
realidad de la enfermedad; todo esto de manera muy sencilla y muy concisa;
esto con el fin de que el lector pueda sacar sus propias conclusiones a la luz
de lo leído en este texto y a la luz de su realidad vivida. Pues todos, de
alguna manera, hemos vivido la realidad de la enfermedad, ya sea en carne
propia o en algún familiar o amigo cercano. A esta instancia cabe decir que:
estar enfermos es, pues, vivir una crisis total, es encontrarse en un callejón
sin salida del cual casi nadie puede salir a solas. Hay personas que a causa
de su experiencia de enfermedad quedan marcadas negativamente para toda
la vida, hay otras cuya misma experiencia ha sido escuela de valores, de
enriquecimiento y de madurez.
41
Después de ver la importancia del papel de la familia en la atención de los
enfermos y su influencia en el proceso adecuado de su recuperación;
veamos por último, lo que significa para la persona esta nueva realidad de
vivir la enfermedad.
1.6
LA
EXPERIENCIA DE VIVIR LA ENFERMEDAD, UNA NUEVA
REALIDAD:
La enfermedad representa pues, una situación en la que toda persona
puede experimentar el dolor en las dimensiones esenciales del sufrimiento:
El dolor físico quizá haya hecho acto de presencia, debido a la
enfermedad o al tratamiento que se aplica para su curación. El
lecho, que antes servía de reparador de fuerzas después de su
jornada de trabajo, es ahora testigo de las largas noches de
insomnio, de pesadilla y de esperanza de poderlo abandonar
cuanto antes. Una vez perdida la independencia y la libre
movilidad, se ha de recurrir a los servicios de otras personas, a
veces, incluso, para los cuidados más íntimos 36 .
Estas nuevas vivencias de la persona le crean una frustración enorme; la
experiencia de la enfermedad es desagradable, porque a demás del dolor
físico, debe “humillarse” ante los demás para requerir sus servicios y, esto
destruye totalmente el ego de la persona; pues siempre se ha valido por sí
misma, pero ahora requiere de otros.
36
PEINADO José Vico, dolor y muerte humana digna. San Pablo. Madrid España.1995 pág. 17 42
Cuando la enfermedad se prolonga por varios años, frecuentemente se tiene
la sensación de representar una carga para los demás. Y esto es muy
deprimente para toda persona enferma, la cual ha estado enseñada a
depender de sí misma, tanto física como económicamente. El sentirse una
carga para los demás ocasiona que la persona caiga en una frustración
mayor y que busque de manera desesperada una recuperación de la manera
más rápida posible; y en algunos casos extremos, no se busca la
recuperación, sino que la frustración es tan grande y la pérdida de sentido de
la vida es tan marcada y tan honda que lo que se busca es el suicidio.
Por otra parte, “los proyectos, los sueños, han quedado truncados y han
dejado paso a la inquietud por quienes estaban implicados en ellos. Con
frecuencia la persona enferma se pregunta en quien se dedicará a hacerlos
realidad, quién le sustituirá y con qué intereses” 37 . En la realidad de nuestro
país, donde la mayor parte de la población es de escasos recursos, la
grande preocupación que tienen las personas enfermas es su familia y esto
lo expresan abiertamente; algunos enfermos han dicho que lo único que les
preocupa es su esposa y sus hijos, “si no fuera por ellos me daría lo mismo
morirme hoy mismo, pero es que yo soy su sustento y si falto, ¿Qué va a ser
de ellos? 38 ” la preocupación por los que quedan en el mundo es la principal
razón por la cual las personas enfermas luchan hasta lo último por su
recuperación.
Estos y algunos otros factores, contribuyen a que la persona vaya
experimentando la realidad de otra manera. Toda la experiencia vital, que el
37
38
AA:VV, la familia del enfermo, LabHosp 21. 1989. Págs. 211 Tomado de los encuentros con los pacientes en los hospitales y en las casas. 43
paso del tiempo había permitido sedimentar, ahora parece que se remueve y
nubla una claridad que parecía definitivamente adquirida. “Algo muy fuerte de
la realidad de la enfermedad es que pone al descubierto las inseguridades
que antes la persona podía disimular con su salud” 39 . La persona saludable
tiene muchas seguridades como los amigos, el trabajo, la familia, etc., pero
en la enfermedad descubre que muchas de estas seguridades eran falsas.
Al respecto, en el trabajo con la población se observó mucho la siguiente
frase: “En la enfermedad se conocen los verdaderos amigos”, “me di cuenta
que no tengo amigos, que estoy solo”, estas y otras frases son escuchadas
en todo encuentro con los enfermos. Cuando estas frases son manifestadas
por las personas enfermas, se puede percibir que ya se ha hecho un proceso
de repensar la propia vida y un análisis profundo de cómo era su vida antes
en la salud y como es ahora su vida en la enfermedad, el papel fundamental
del pastoralista es ayudarle a hacer un buen proceso para que la persona
proyecte bien como va a ser su vida después de la enfermedad.
Estas frases manifestadas, son inseguridades; y, estas inseguridades hacen
que la persona enferma reaccione de modo distinto; estas se enmarcan en la
manera cómo viven y ante todo en la forma cómo perciben la vida y en cómo
se relacionan con su entorno, es por eso que en el capítulo siguiente vamos
a analizar un poco los niveles de la persona; esto con el fin de, observar las
distintas reacciones que toda persona tiene cuando llega a su vida, la
realidad inevitable de la enfermedad.
39
AA:VV, la familia del enfermo, LabHosp 21. 1989. Págs. 211 44
Toda persona desenvuelve su vida en varios niveles; pero aquí vamos a
analizar brevemente el nivel emocional y el nivel cognitivo. Pues
dependiendo de cuál de estos niveles tenga más desarrollados en su ser,
dependerá también su reacción a la enfermedad. Algunas personas se dejan
llevar más por la parte emotiva, que es todo lo exterior y domina al nivel
cognitivo, Este por su parte, demarca a una persona de carácter más
individual, que toma las riendas de su vida y que no se deja afectar tanto por
el mundo exterior, es una persona que busca el por qué de las cosas y que
casi nunca descansa hasta darle solución.
45
CAPITULO 2
ESTADOS EMOCIONALES DEL ENFERMO
2.1 NIVEL EMOCIONAL
El impacto de la enfermedad en la vida de la persona, atañe no sólo a la
dimensión corporal o intelectual, sino que “ejerce un influjo real en el
complejo mundo de las relaciones: consigo mismo, con los demás Y con
Dios” 40 . Cuando la enfermedad llega no es sólo el individuo el afectado sino
que repercute sobre todo el grupo familiar y social.
Pero, aunque la enfermedad influye en todo el grupo familiar y social, es la
persona enferma la más afectada, pues la enfermedad influye en toda su
vida, pero en algunos casos, esta influencia se ve más reflejada en el campo
emotivo de la persona. Esto se da porque “el vivir la enfermedad” está en
relación con otros factores, como por ejemplo la personalidad del individuo;
así pues, como lo dice José Carlos Bermejo: “La enfermedad varía en las
personas según su propia personalidad; existe gente que se siente
continuamente amenazada
por circunstancias o hechos que para otras
personas no tiene ni el mínimo factor de amenaza” 41 . Influye también en este
aspecto la autoestima, pues las personas que no tienen buena autoestima
tienden a enfermar con mayor facilidad; de por sí, viven enfermas porque se
están viendo siempre muy por debajo de los demás y de lo que
40
BERMEJO José Carlos. Impacto de la enfermedad en la vida de la persona. En: EL DIOS CRISTIANO Y EL MISTERIO DE LA ENFERMEDAD. Ediciones secretariado trinitario. Salamanca España. 1996. Pág. 13 41
Ibíd. Pág. 14 46
verdaderamente son; la personalidad y la autoestima son dos aspectos de la
persona que enmarca su actitud frente a las diferentes circunstancias de la
vida.
Pero el campo emocional no queda relegado sólo al nivel personal, sino que
sus emociones se forjan por la cultura donde crece; de manera que el
impacto de la enfermedad no depende sólo del nivel personal, sino que
también entra a formar parte la cultura, pues es la cultura quien demarca las
costumbres de las personas y por eso el afrontar una misma enfermedad
puede variar notablemente de una cultura a otra. En nuestra realidad
colombiana, tenemos grandes ejemplos con las culturas indígenas, donde
algunas de sus costumbres son para nosotros despiadadas y sangrientas,
mientras que para ellos es algo cotidiano y normal dentro de su cultura; es
más, lo anormal seria que no se realizase. De la misma manera una
enfermedad para ellos como la tuberculosis no tiene la misma connotación
que para nosotros, en donde la persona debe ser aislada y guardar
cuarentena; esto demuestra que la cultura demarca también distintas formas
de vivir una enfermedad.
Otro aspecto que hace que la reacción a una misma enfermedad varíe en las
personas es su condición social: tenemos el aspecto económico como un eje
importante en la reacción frente a la enfermedad. Una persona de buenos
recursos económicos, no se preocupa ni se estresa por cómo conseguir los
medicamentos o pagar la hospitalización; mientras que una persona de
escasos recursos, además de los sufrimientos que le ocasiona la
enfermedad, sufre aún más por pensar de qué manera va a pagar su estadía
en el hospital y se nubla su pensamiento pensando en esto.
El factor
47
económico influye en la persona no sólo de modo inmediato, sino también a
largo plazo; por eso, “Una enfermedad se vive de un modo distinto según el
grado en que afecte a la persona” 42 . Por ejemplo una fractura de la mano no
va a significar lo mismo para un anciano que para un joven artesano, el cual
dependía totalmente de sus manos para su trabajo y así mismo para el
bienestar de su familia. Lo mismo que un infarto suscitará menor
preocupación en un trabajador de banco que podrá continuar realizando su
actividad, que en un trabajador manual, que posiblemente no podrá continuar
realizando su actividad.
Uno de los aspectos más importantes, en el nivel emotivo de la enfermedad,
es contar con el apoyo social y familiar. Como lo firma José Carlos Bermejo:
“Toda relación social significativa contribuye a la salud de la persona o
favorece el afrontar la enfermedad de un modo más sereno y equilibrado,
mientras que la ausencia de estas relaciones no sólo puede resultar no
favorable al surgir de la enfermedad, sino que puede favorecer reacciones
depresivas o bloquear la posibilidad de poner en marcha los recursos
necesarios para la curación o la asistencia” 43 . Esto nos da a entender que es
muy importante que la persona enferma mantenga buena relación con su
familia y sus amigos. La realidad vivida en los hospitales así lo demuestra;
pues quienes mantienen estas relaciones sanas, dan siempre unos síntomas
de mayor mejoría, que las personas que son solas o que no tienen una
buena relación con los suyos.
42
43
Ibíd. Pág. 15 Ibíd. pág. 16 48
El convivir con la realidad de los hospitales y de la enfermedad, demuestra
diariamente la importancia que tiene la familia. “A nivel Psicológico, la
persona enferma necesita sentirse acompañada, apoyada, necesita saber
que es importante para las demás personas, que no lucha sólo, que no está
sólo, que afuera hay personas esperando por ella, que cuenta con una ayuda
incondicional”
44
. Todos estos factores crean en la persona enferma una
fortaleza inexplicable pero que algunos médicos han calificado como “la
mejor medicina”, pues las personas enfermas que viven esto han mostrado
resultados sorprendentes en su proceso de recuperación.
La enfermedad supone “una crisis en la función de los padres, una detención
del ciclo vital de la familia, un cambio en las relaciones con el entorno social
y, normalmente, un estado de confusión de los diferentes miembros de la
familia, que no puede no afectar al paciente” 45 . La crisis que la enfermedad
supone para la familia repercute como factor importante en la experiencia del
enfermo; es decir, la reacción de la familia ante la enfermedad de uno de sus
integrantes va a afectar directamente al enfermo, por eso es muy importante
no demostrar dolor ni angustia ante la persona, ya que lo único que esto
ocasiona es agravar su situación porque afecta más su parte emocional.
Kübler – Ross Elisabeth, nos dice que existe algo en el mundo de la salud
que se conoce con el nombre de: “las etapas o, las fases del enfermo”. Así
como toda persona enferma es afectada de manera distinta por la
enfermedad, también tiene reacciones ante ella. Dichas reacciones son
vividas por todas las personas enfermas, algunos hacen más énfasis en unas
44
45
Tomado de los encuentros con los enfermos. ROCAMORA, A., la familia del enfermo: lectura Psicológica. En: labor hospitalaria. 1989 pág. 166. 49
y otros en otras, pero todas las personas enfermas viven estas etapas. Las
enmarco dentro del nivel emocional de la persona porque el estado de ánimo
de una persona enferma depende de la etapa en la que se encuentre; un
pastoralista de la salud, o cualquier persona que visite al enfermo debe tratar
de descubrir en qué etapa se encuentra para poder facilitar su diálogo o para
saber cuándo debe callar.
Estas reacciones o, etapas que a continuación se van a describir, pueden ser
denominadas como mecanismos de defensa, y debemos tener presente que
los mecanismos de defensa
son una especie de “trucos” con los que
evitamos poner la atención en fenómenos que nos harían sufrir o que
desequilibrarían al individuo. Por eso hay que comprender bien tales
mecanismos.
2.1.1 La negación:
Surge cuando al enfermo se le comunica de manera explícita la gravedad de
su enfermedad (shock). Frente a esta realidad, suele decir: “esto no puede
ser, seguro que se han equivocado en el diagnostico, este médico no
entiende, quizá otro me dirá otra cosa, no es posible, no es verdad… este
rechazo total quizá sea debido a que al enfermo se le dice la verdad sin
preparación alguna, de forma abrupta o inesperada” 46 . En esta fase el
enfermo necesita más que nunca ser escuchado, aceptado, sentirse
acompañado.
46
KÜBLER – ROSS Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 60 50
Vemos pues que “La negación es una forma común de responder frente al
diagnóstico. Esta reacción funciona como un amortiguador; después de una
noticia inesperada, va a permitirle al paciente recobrarse de manera gradual
y movilizar otras defensas menos radicales y negativas para asumir en forma
activa” 47 .
Frente a una etapa difícil como es la enfermedad, una reacción muy común
puede ser de sorpresa y/o de negación. “¡NO, YO NO!”. La persona enferma
se siente por primera vez atrapada, quiere escapar, quiere huir a esa realidad
nueva en su vida; “Yo no puedo estar enfermo”. El poder del mal le abate y le
hace sentirse impotente y desarmado. Por eso, “la negación se usa para
defenderse de modo particular de la angustia de muerte y de cuanto
fácilmente puede recordarla” 48 . Se trata de un mecanismo de defensa que a
veces llega a negar la buena fe de las informaciones recibidas, que afecta a
quienes están aquejados de enfermedades graves o crónicas o en sujetos
incapaces o no preparados para modificar su propia imagen; y que trata de
excluir consciente o inconscientemente la ansiedad y hasta la angustia que
provoca ante la enfermedad la incapacidad de reconocer el verdadero
significado.
La negación es un mecanismo muy frecuente en las enfermedades crónicas
y es usado para defenderse especialmente de la angustia ante la muerte y de
47
Ibíd. pág. 61 SANDRIN L., BRUSCO A., POLICANTE G. comprender y ayudar al enfermo. san pablo, Madrid 1992. Pág. 57 48
51
todo lo que más fácilmente la puede evocar. El sujeto considera que aceptar
la realidad, sería una amenaza para su integridad y para su capacidad de
afrontar los propios límites, de modo que negarlo, rechazarlo, le ayuda a
mantener el equilibrio.
“La negación puede ser tan sólo de tipo parcial, en
cuyo caso se intentará reducir la enfermedad a otra menos maligna; por
ejemplo una gripe, en lugar de un cáncer de pulmón, aunque para esto tenga
que transformar las informaciones precisas que ha recibido de los
médicos” 49 . Pero esto no es bueno, porque la persona lo único que hace es
auto-engañarse y se crea falsas expectativas, siendo muy consciente de su
realidad; empieza a moverse en dos papeles, el de la realidad y el de la
ficción.
Generalmente, “la negación es una defensa provisional y pronto será
sustituida por una aceptación parcial” 50 . La mayor parte de los pacientes se
dan cuenta que con negar su realidad no obtienen nada, por lo tanto, la
aceptan y emprenden un camino de recuperación que los ayude a salir
pronto de esa realidad; pero, la negación puede volver a aparecer
esporádicamente, cuando la recuperación es demasiado lenta.
Una forma de negar es reprimir los recuerdos, los impulsos, los
pensamientos etc., que produce la situación de enfermedad, intentando
olvidar momentáneamente. Otra modalidad de negar parcialmente es
“racionalizar”; es decir, dar explicaciones que pretenden ser lógicas a una
situación no aceptable desde el punto de vista emocional. “Un paciente que
49
Ibíd. KÜBLER – ROSS Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 61 50
52
tiene afectado el cerebro, puede explicar su falta de memoria atribuyendo la
culpa a las medicinas que toma. Otras veces se intenta intelectualizar,
obteniendo el máximo de informaciones posibles sobre la propia patología,
de modo que se pueda entablar un dialogo a nivel científico” 51 . Con esto
desvía la atención en su propia enfermedad y se centra en la enfermedad de
otras personas.
2.1.2 La depresión:
El paciente desahuciado no puede seguir negando su enfermedad, “cuando
se ve obligado a pasar por operaciones y una hospitalización prolongada,
cuando empieza a tener síntomas graves o se debilita y se adelgaza, no
puede seguir haciendo al mal tiempo buena cara; su sensibilidad o
estoicismo, su ira y su rabia, son sustituidos por una gran sensación de
pérdida” 52 . La depresión se da entonces, cuando la persona se rinde
totalmente ante su sufrimiento, cuando ya no busca posibles caminos de
salida y, se encierra en sí misma. Es una actitud de pasividad, donde no
intenta hacer nada por su recuperación.
Esta depresión de la persona enferma es interpretada como un darse al
dolor, se pierde todo el sentido de lucha y ya el enfermo espera a que pase lo
que tiene que pasar. Al respecto, KÜBLER – ROSS Elisabeth dice: “cuando
la depresión es un instrumento para prepararse a la pérdida inminente de
51
SANDRIN L., BRUSCO A., POLICANTE G. comprender y ayudar al enfermo. san pablo, Madrid 1992. Pág. 58 52
KÜBLER – ROSS Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 115 53
todos los objetos de amor, entonces los ánimos y las seguridades no tienen
tanto sentido para facilitar el estado de aceptación” 53 . Es muy importante
tener en cuenta este sentimiento de depresión de la persona; en esta fase es
inútil llegar a decirle a la persona enferma que no esté triste, que tranquilo
que todo pasará. Cuando la inminencia de la muerte le llega a la persona
enferma, es absurdo tratar de animarla, pues nosotros también estamos
tristes cuando perdemos a un ser querido; es cuestión de ponernos en el
lugar de la otra persona.
Al respecto, Adriano Tarrarán e Isabel Calderón dicen:
Cuando el enfermo debe ya hacer frente a una realidad cruda
que le toca vivir, se siente desbordado por la situación y se
refugia en sí mismo, en las imágenes del pasado (regresión) y en
las del futuro que no existirá. En esta fase se hace preguntas
como ¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? ¿Qué es la vida? ¿Qué hay
después? ¿Hay otra vida?... el enfermo vive entonces una
situación de abandono y de pérdida de interés por todo lo que le
rodea 54 .
La realidad del trabajo con la población nos mostró que, no es de extrañar
que en esta etapa algunos traten de suicidarse o pidan una inyección que les
ayude a morir en paz, pues ven esta salida como el único alivio a su dolor.
53
Ibíd. pág. 118. TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 48 54
54
Es muy importante que los pastoralistas sepan que, “la persona que se
encuentra en esta fase no quiere hablar, su mirada es su medio de
comunicación y de colaboración, no quiere comer ni tomar las medicinas, se
resigna ante la situación y suele llorar, desea estar solo, aunque la soledad le
angustie y sienta necesidad de una presencia que lo saque de su tristeza, de
su miedo, de su angustia e incertidumbre existencial” 55 . Cuando se visita a
un enfermo sin tener en cuenta estos tipos de circunstancias, podemos
ocasionar más daño que bien en la persona visitada. Un buen pastoralista de
salud, debe saber que el silencio es uno de las aspectos más importantes en
la visita a un enfermo, debemos saber cuándo se debe hacer un buen
silencio, ya que este habla mejor que mil palabras.
Con el mecanismo de defensa de la negación, la persona enferma no logra
retirar la amenaza inminente de la enfermedad; y por eso, a medida que va
tomando conciencia de su situación, la persona empieza a deprimirse. El
enfermo tiene conciencia de perder demasiadas cosas para él importantes:
la salud, su ambiente de vida, las relaciones habituales, la imagen de sí
mismo y tantos otros objetos de amor. A veces tiene la idea de ser finito, la
idea de que incluso el bien más precioso: la vida, se le escapa de las manos.
Es por eso que se abate, que se deprime. Este estado de depresión puede
ser crítico en algunas personas, sobre todo en las que padecen
enfermedades crónicas. Algunas de estas personas llegan a un estado tal de
depresión que adoptan una actitud pasiva ante su enfermedad y renuncian a
luchar; no parecen interesadas en curarse.
55
Ibíd. 55
Este estado de depresión que envuelve a la persona lo lleva a un análisis de
su vida pasada y de esta manera se llega a una regresión a la infancia; no es
difícil que en este cuadro depresivo, el enfermo experimente el hundimiento
de sus seguridades anteriores, de todo aquello que le hacía dueño de su
propia vida, autosuficiente y mayor de edad. Ahora se siente débil e
insuficiente. La enfermedad en cuanto tal se vive como el hundimiento de las
seguridades. En ese estado de inseguridad, algunos enfermos se dejan
seducir por la discreta llamada de la infancia:
La enfermedad es la pérdida de la seguridad, de aquella
seguridad que nace y se consolida en nosotros en la medida que
experimentamos que disponemos de las energías necesarias
para realizarnos. Estamos tan habituados a esta seguridad que
terminamos identificándonos con ella, hasta el día en que la
enfermedad, rudamente, sin eufemismos, nos dice que las cosas
no son así 56 .
No somos nosotros la seguridad. Algo en nuestro cuerpo nos hace violencia
e impone su voz; de modo decisivo nos fuerza a detenernos, a dejar el
trabajo, a permanecer en cama, a sufrir, a ingresar al hospital, a recurrir a
una persona competente, a quedar a merced de sus decisiones, a tener
miedo, a pedir ayuda, a depender.
56
SANDRIN L., BRUSCO A., POLICANTE G. comprender y ayudar al enfermo. san pablo, Madrid 1992. 56
2.1.3 La agresividad:
Cuando los anteriores mecanismos de defensa descritos arriba no han dado
resultado, el enfermo pasa fácilmente a la rabia y a la agresividad. Se siente
frustrado y de su frustración surge a borbotones la rabia, desde el punto de
vista emotivo y la agresividad desde el
comportamiento. La agresividad
descontrolada le vuelve insufrible para sí mismo y para los demás. Es el
momento de las acusaciones para todos los que le rodean, es el momento de
las acusaciones también contra Dios.
La sensibilidad está a flor de piel y frecuentemente está
polarizada hacia la negatividad. Es el momento que al enfermo se
le hace difícil vivir y a los que viven con él o le cuidan se les torna
difícil su tarea de acompañamiento. Sin embargo, quizá la
frustración se manifiesta en agresividad, pero su causa no es otra
que la incapacidad para darle sentido a su situación. Por eso,
cuando encuentra un interlocutor válido, el enfermo se descarga
con un ¿Por qué a Mi? que manifiesta tanto su insatisfacción
como su deseo de encontrar un sentido y una salida a este
callejón en que se encuentra. No sabe o no puede convivir
pacíficamente con la enfermedad y, por que no sabe o no puede,
su desánimo se acrecienta por momentos. En este sentido, el
desánimo general puede ser la conclusión de esta etapa 57 .
El enfermo se aflige y se lamenta
de las ocasionales pérdidas, está
desolado, no desea hablar con nadie. Las visitas le resultan desagradables y
57
BERMEJO José Carlos. Impacto de la enfermedad en la vida de la persona. En: EL DIOS CRISTINO Y EL MISTERIO DE LA ENFERMEDAD. Ediciones secretariado trinitario. Salamanca España. 1996. Pág. 282 57
sus lágrimas son su pan día y noche. Ha perdido la energía vital
y la
indiferencia le hace adoptar una postura puramente pasiva ante todo y ante
todos.
Esta reacción la presentan casi todas las personas enfermas, se da por la
impotencia de no poder hacer nada frente a esa realidad, así que la mejor
manera es desquitarse con alguien. “La persona enferma lucha contra lo
inevitable y trata de buscar a alguien o algo a quien culpar de su estado, por
eso pregunta una y otra vez: ¿Por qué a mí? ¿Dios mío, qué mal he hecho?
¿Por qué he de ser yo, ahora que tengo tantas cosas entre manos? ¡Dios no
puede permitir que esto me pase a mí!” 58 . Todas estas preguntas que son
dirigidas como signo de rechazo a su sufrimiento, comienzan a generar
actitudes agresivas cuando no encuentra ninguna respuesta. “el enfermo
entra en un estado de irritabilidad, que dificulta la misma relación médico
paciente o, familia paciente” 59 . Al tomar esta actitud, lo único que la persona
logra, es hacer que quienes estaban cerca de él se alejen un poco, pues su
comportamiento se torna difícil. Para quien visita al enfermo, debe
comprender ese estado como una reacción natural a la enfermedad y, no
debe nunca, entrar en discusión con él.
“El problema está en que pocas personas se ponen en el lugar del paciente y
se preguntan de dónde puede venir su enojo” 60 . Por eso la mayor de las
veces, se termina discutiendo con la persona enferma; pero, si nos
58
PEINADO José Vico, dolor y muerte humana digna. San Pablo. Madrid España.1995 pág. 25 TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 46 60
KÜBLER – ROSS Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 75 59
58
pusiéramos en su lugar, veríamos que a lo mejor también nosotros
estaríamos enojados al vernos enfermos y al ver nuestros sueños frustrados.
Quienes discuten con las personas enfermas, lo hacen porque no buscan el
por qué de su enojo y lo toman como algo personal.
Al respecto de la agresividad, Pangrazzi afirma que: “la rabia es un
sentimiento natural que surge cada vez que se interpone un obstáculo a la
consecución de los propios objetivos o deseos y necesita hallar expresión.
Cuando es canalizada de modo constructivo, se transforma en un recurso
determinante para recuperarse del duelo; entonces se convierte en coraje,
decisión de sobrevivir pese a los sufrimientos o voluntad de asumir riesgos
antes no aceptados” 61 . Este autor nos confirma una vez más que la
agresividad surge porque la persona ve sus proyectos frustrados, hay una
interrupción en el desarrollo normal de su vida; pero, nos muestra algo que
no conocíamos, y es que, la agresividad tiene también un lado positivo, ella,
puede convertirse en una “arma” para luchar sin medida por la recuperación
total.
Existen muchas personas, por no decir todas, que en la enfermedad y
también en otras situaciones frustrantes, parecen cambiar de carácter y
resultan insoportables; personas buenas que, por tener que guardar cama,
se vuelven desconfiadas y un tanto intratables con todos. Nunca están
satisfechas de los cuidados y tienen la impresión de que el personal médico y
los enfermeros no los tratan como a los demás enfermos. La toman con las
personas más queridas. En realidad son las personas más cercanas quienes
61
PANGRAZZI, A. El Duelo. Centro Camiliano. Selare, Bogotá. 2000. 59
pagan las consecuencias de esta agresividad; De la noche a la mañana se
vuelven agresivos y antipáticos. Todas estas reacciones, en el enfermo,
mantienen alejada la ansiedad desencadenada por la enfermedad, pudiendo,
con ello descargar en cierto modo la tensión, pero a costa de una relación
muy alterada con las personas que le rodean y le cuidan. Sucede, en efecto,
que este tipo de comportamiento del enfermo, crea problemas en la sección
en que está ingresado. Siempre he considerado que agresividad lleva a
agresividad y la agresividad del enfermo, lleva a que se le responda
igualmente con agresividad.
En este orden, el familiar o el trabajador pueden responder no sólo de un
modo agresivo activo, sino que puede hacerlo mediante una agresividad
pasiva; por ejemplo, haciéndose esperar en las atenciones, retrasando la
asistencia cuando el enfermo llama, retardando las medicinas, los alimentos
o cualquier tipo de atención, hasta el punto en que puede haber maltrato
físico. Es la realidad vivida cada día.
La agresividad, está también en estrecha relación con la proyección; el
enfermo proyecta al exterior la causa de sus desgracias, no está bien
atendido; o incluso la causa de los males resulta ser la mala atención que se
le brinda. Y en casos ya muy extremos, se puede llegar incluso a verdaderos
delirios de persecución.
Pero no todo es negativo, “la agresividad y la
proyección, en si, como todo mecanismo de defensa, tienen una función
positiva. A veces, los enfermos que no hacen más que protestar
y
lamentarse de los efectos colaterales de las terapias, son los que tienen
60
mayor posibilidad de curación” 62 . Así pues, la agresividad puede tener
aspectos positivos, y es que el temperamento de una persona agresiva, hace
que en la labor que se comprometa le ponga todo su empeño y todas sus
fuerzas por sacarla adelante; por eso, cuando la persona enfoca su
agresividad en su propia recuperación, tiene grandes posibilidades de
mejorarse en muy poco tiempo.
2.1.4 La negociación:
Esta es una etapa que todas las personas manejamos muy bien, no importa
que no estemos enfermos, siempre estamos negociando con Dios; ante la
mas mínima dificultad, siempre tratamos de llegar a un pacto con Dios para
salir de ella lo más pronto posible. “la negociación es un intento de posponer
los hechos; incluye un premio a la buena conducta, además fija un plazo de
vencimiento impuesto por uno mismo” 63 .
La realidad muestra que las
personas enfermas piden siempre un plazo para poder hacer una actividad
más, por ejemplo, estar en la boda de un hijo etc.
Durante la fase anterior de rabia o agresividad, puede darse en los
momentos de calma algunos pactos o acuerdos. Estos pactos son la mayor
de las veces con Dios, pero también se dan pactos con la familia y con los
profesionales que los atienden, todo esto para intentar posponer lo inevitable.
Se quiere obtener compensación por la buena conducta y la mayoría de las
62
BERMEJO José Carlos. Impacto de la enfermedad en la vida de la persona. En: EL DIOS CRISTINO Y EL MISTERIO DE LA ENFERMEDAD. Ediciones secretariado trinitario. Salamanca España. 1996. Pág. 28 63
KÜBLER – ROSS Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 113 61
veces se desea, la desaparición de la enfermedad, la reducción del
sufrimiento o la prolongación de la vida a cambio de promesas, buenas obras
y sacrificios. “El pacto, como la negación, es un mecanismo por medio del
cual la mente humana se adapta a la amenaza de la muerte, acepta la
noticia por grados antes que dejarse aplastar. El negociar es una batalla
entre la esperanza y la desesperación” 64 . Con estos pactos, la persona
puede mantener aún, una remota esperanza de mejoramiento.
Ante estos pactos, Kübler – Ross Elisabeth nos dice que: “Psicológicamente,
las promesas pueden relacionarse con una sensación de culpabilidad oculta
y por lo tanto sería muy útil que el personal de los hospitales no pasara por
alto este tipo de comentarios de los pacientes” 65 . La persona enferma
necesita liberarse de todo lo que lleva por dentro, el negociar es una forma
de irse liberando de esas angustias internas, por eso muchas de sus
promesas consisten casi siempre, en un cambio de vida, o en una visita a
algún santuario.
En esta etapa se da una vinculación muy estrecha entre sentimiento de culpa
y enfermedad. La enfermedad se vive como castigo. Aquí el enfermo suele
usar expresiones como: “si me curo iré a… o haré…”. El enfermo intenta
hacer pactos con Dios o con los hombres por medio de ofrecimientos
(oraciones, promesas, sacrificios personales), con la intención de liberarse de
su mal y poder vivir más tiempo. El enfermo se vuelve como un niño ingenuo
64
CORREA SANCHEZ Diego. Psicología del enfermo y de los cuidadores. En: diplomado en pastoral de la salud. Pontificia universidad javeriana y centro de humanización y pastoral de la salud. Bogotá. 2006. 65
KÜBLER – ROSS Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 114 62
que quiere conseguir sus deseos; Aquí, es importante respetar sus
sentimientos y ayudarle a aceptar la realidad.
Esta etapa de negociación, se convierte a veces en, un enseñarle a Dios lo
que debe hacer. La persona en su sufrimiento no hace más que rezar el
padre nuestro, pero al mismo tiempo no acepta la voluntad de Dios, sino que
le dice insistentemente las cosas que debe hacer. “La persona, en medio de
su enfermedad, se dirige a Dios negociando con él; es decir, pidiéndole la
salud a cambio de una conversión o, de forma más o menos sutil, diciéndole
lo que debe hacer para que las cosas –el universo personal, el mundo vital,
afectado por la enfermedad- tomen buen curso y se arreglen”
66
. A veces
parece percibirse en algunos modos de orar este pensamiento: nosotros
hacemos un favor a Dios y él nos hace un favor a nosotros; la oración la
hemos entendido como una condición para recibir un favor de Dios, le hemos
dado el carácter de las palabras que se deben pronunciar para que ocurra el
acto de magia. El enfermo con la negociación busca mantener viva la
esperanza de encontrar su salud.
La negociación podría entenderse como un volver a Dios, pero se debe tener
mucho cuidado, pues
hay múltiples causas por las cuales las personas
buscan a Dios en la enfermedad, algunas pueden ser: por conveniencia, por
convicción, por necesidad, por arrepentimiento, por acción de gracias etc.
Todas estas son formas de volver a Dios en la enfermedad, de negociar con
él; mas sin embargo, si no se hace por convicción, existe la gran posibilidad
de que apenas se recupere, se le olvide su negociación con Dios y no
66
BERMEJO José Carlos. Impacto de la enfermedad en la vida de la persona. En: EL DIOS CRISTINO Y EL MISTERIO DE LA ENFERMEDAD. Ediciones secretariado trinitario. Salamanca España. 1996. Pág. 38 63
cumpla lo prometido. Pero como trasfondo se pudo vislumbrar dentro de la
población con la que se trabajo, que: “la persona en la enfermedad toca su
fondo, se siente miserable, “inservible”, débil, necesitado, solo, etc.; por lo
tanto quiere salir de esa situación y al no encontrar la respuesta concreta a
su problema en los profesionales de la salud ni en su familia, recurren a Dios;
algunos con certeza y otros con dudas de que en él podrán encontrar la
respuesta a su búsqueda, la paz a su intranquilidad, el alivio a su dolor. Dios
se convierte entonces en esa “formula mágica” que concede todo deseo y,
por eso se busca negociar con él.
2.1.5 La aceptación:
Algunas personas enfermas pueden llegar a experimentar una aceptación,
luego de pasar por múltiples emociones y sentimientos. Un proceso que
concluye con la percepción de su próximo fin con relativa tranquilidad; “es
una fase casi desprovista de sentimientos, como si hubiera desaparecido el
dolor y la lucha también hubiera terminado y llegara el momento del
descanso. Es la reconciliación con la verdad” 67 . La persona enferma en esta
etapa, empieza a vivir desde su enfermedad, comienza a orientar su vida,
esta vez, desde otra realidad, pero de una manera muy pasiva, casi sin
proyectos.
67
CORREA SANCHEZ Diego. Psicología del enfermo y de los cuidadores. En: diplomado en pastoral de la salud. Pontificia universidad javeriana y centro de humanización y pastoral de la salud. Bogotá. 2006. 64
Al respecto de la negociación, nos dice Kübler – Ross Elisabeth:
Si un paciente ha tenido una enfermedad por un tiempo bastante
prolongado, y se le ha ayudado a pasar por las fases antes
descritas, llegara a una fase en la que su destino no le deprimirá
ni le enojará. Habrá podido expresar sus sentimientos anteriores,
su envidia a los que gozan de buena salud, su ira contra los que
no tienen que enfrentarse con su fin tan pronto. Habrá llorado la
pérdida inminente de tantas personas y de tantos lugares
importantes para él, y contemplará su próximo fin con relativa
tranquilidad 68 .
A esta etapa llegan de manera especial las personas que han tenido una
enfermedad prolongada y que es grave; de por si, a esta etapa se llega
cuando se está de manera inminente frente a la muerte.
Esta, es la fase que lleva al enfermo a reconciliarse consigo mismo, con la
vida, con los seres queridos, con la sociedad, con Dios. Reconocer que la
vida está salpicada de alegrías y tristezas, que así como hay encuentros
también hay separaciones. Aceptar y elaborar un duelo, es una actitud sana
que nos pone en paz con la realidad y nos permite adaptarnos a una vida
distinta, invertir energías en nuevas relaciones, asumir nuevos riesgos y
recomenzar la vida.
68
KÜBLER – ROSS Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 148 65
Si el enfermo tiene tiempo suficiente, si se le ha ayudado a expresarse,
llegará a esta etapa con serenidad y empezará a aceptar la situación; esto
es, a experimentar la muerte como la conclusión natural de la vida. Suele
decir o pensar expresiones como: “no me queda nada más que hacer en esta
vida” o “he cumplido mi misión”. El enfermo vive un continuo tiempo de
descanso, como si se preparase para un largo viaje. “Siente necesidad de
dormir, de estar solo, de limitar las visitas, se expresa por sus gestos, por sus
señales. En estos momentos es cuando hay que tener mayor sensibilidad
humana para guardar el equilibrio, dejarle el espacio de soledad necesario
para morir y procurar que muera acompañado”
69
. Este proceso de
aceptación de la propia enfermedad debe ser bien acompañado por parte de
todos los que le rodean; es decir, familia, profesionales de la salud, amigos,
pastoralistas etc., aunque la persona se esté preparando para morir, necesita
saber que estaremos con él hasta el final.
“hay pocos pacientes que luchan hasta el final, que pugnan y conservan una
esperanza que hace imposible alcanzar esta fase de aceptación. Son los que
dirán un día: no puedo seguir haciéndolo, el día que dejan de luchar. En otras
palabras, cuanto más luchen para esquivar la muerte inevitable, cuanto más
traten de negarla, más difícil les será llegar a esta fase final de aceptación
con paz y dignidad” 70 . Existen pacientes que se aferran tanto a la vida, que
no pueden aceptar el morir; y, diariamente luchan por vivir, niegan su
enfermedad y esperan volver pronto a sus labores cotidianas. La familia de
este tipo de personas los considera fuertes y se empeñan con él en una
69
TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 49. 70
KÜBLER – ROSS Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 150 66
búsqueda a su recuperación, pero en algunos casos, su familia sabe que ya
nada se puede hacer y sufren una confrontación personal aguda, por que
deben interponer la alegría y la valentía ante la persona enferma, frente a la
depresión que llevan por dentro al estar enterados de toda la realidad, de que
ya nada se puede hacer.
Kübler – Ross Elisabeth nos dice algo respecto de todas las fases: “Es
importante saber que estas fases, tienen algo en común; y es que en todas
ellas, la persona enferma, suele mantener, por lo general, una actitud de
esperanza” 71 . Ante estas fases que se acaban de describir, debe saberse
que no se van a percibir en los enfermos de una forma secuencial, sino que,
pueden darse en distinto orden en la persona. Sea cual fuere la fase en la
que se encuentre un enfermo, la persona que lo visita debe estar atenta a
descubrirla, para que su encuentro pueda tener un resultado positivo, que es
el hacer sentir bien a la persona, el hacer que aunque sea por un momento
se olvide de su dolor.
2.2 NIVEL COGNITIVO
El nivel cognitivo es el que le permite a la persona construir un concepto
sobre su propia enfermedad y su recuperación. Dependiendo de esta
construcción intelectual, dependerá también el éxito en su recuperación;
pues muchas veces la persona se crea un pensamiento negativo sobre su
posible sanación, y hasta que no cambie esta concepción, muy difícilmente
71
Ibíd. 67
podrá sentir mejoría; pues por más buenos que sean los medicamentos,
mentalmente la persona se ha preparado para no sentir mejoría.
En cuanto al nivel cognitivo estamos llamados a reflexionar sobre lo que
significa la enfermedad para la persona, cómo la percibe, cómo la
comprende, cómo la asimila, si es que lo hace. Es este nivel cognitivo el que
enmarca la reacción de la persona frente a su enfermedad; pues muchas
veces se construyen conceptos erróneos de algunas enfermedades y esto
puede influir en gran manera en la reacción frente a la enfermedad y frente al
proceso de recuperación.
La enfermedad muchas veces es concebida por la persona como una
frustración. Esta frustración es la experiencia que tiene lugar cuando un
individuo no puede alcanzar un objetivo deseado por que una barrera se
interpone entre su yo y la realización del objetivo; en este caso, la
enfermedad. “La enfermedad es una de las situaciones más frustrantes de la
vida porque todo el mundo de la propia personalidad y de la propia existencia
es puesto en discusión” 72 . En la enfermedad se da la frustración, por que la
persona la concibe como una pérdida de algunos ideales que tenía, pero,
que al verse envuelto en la realidad de la enfermedad, ya no podrá
realizarlos; o por lo menos, no por ahora. Es por eso que al concebir la
enfermedad como una frustración, muchas personas presentan deseos
“exagerados” de recuperarse a como dé lugar y en el menor tiempo posible.
72
COLOMBERO, G., la enfermedad, tiempo para la valentía. Colombia, san pablo, 1993. Pág. 11. 68
En la misma connotación, la persona concibe su enfermedad como una
ruptura; ruptura porque siente que con la enfermedad hace un alto en el
camino; ya no puede hacer las acciones que realizaba diariamente, pierde el
ritmo normal de sus días. “El enfermo se encuentra en una situación en la
que no pueden subsistir todas sus costumbres, con lo cual experimenta la
pérdida de los puntos de referencia cotidianos, que constituían el conjunto
de cosas, personas, actividades, ideas, que coloreaban el ritmo normal de la
vida” 73 . La persona concibe la enfermedad como un alto en el camino, como
un posible estancamiento de su desarrollo personal y social; siente que la
enfermedad es un bloqueo a sus proyectos y comienza a hacer pequeños
razonamientos sobre lo que pasa en el mundo exterior, el cual, siente que
sigue su rumbo normal, mientras que él está estancado. El encuentro con los
enfermos ha dado algunos pensamientos de estas construcciones internas
que la persona enferma realiza:
Estar enfermo, significa hacer un alto en el ritmo de la vida; estar
enfermo es ver cómo la vida avanza normalmente mientras que
yo me detengo; estar enfermo es observar que si yo me voy, el
mundo seguirá igual sin mí. Es acá donde llega la confrontación
con la propia existencia, es aquí donde el enfermo se pregunta si
su vida tiene sentido, si vale la pena seguir viviendo, pues ya se
ha dado cuenta que con él o sin él, el mundo seguirá igual, no se
detendrá, no lo extrañará, lo que él le aportaba al mundo lo
aportará otro, en su empresa el remplazo ya está listo, en su
familia el recuerdo será momentáneo; es más, en casos de
enfermedades crónicas muy prolongadas, la persona se da
cuenta que comienza a ser un estorbo, que algunos integrantes
de la familia parecen estar ya cansados de su atención, estando
aun en vida comienzan a sentirse muertos por el olvido y el
73
BERMEJO José Carlos. Impacto de la enfermedad en la vida de la persona. En: EL DIOS CRISTINO Y EL MISTERIO DE LA ENFERMEDAD. Ediciones secretariado trinitario. Salamanca España. 1996. Pág. 17 69
abandono; y entonces surge la pregunta: ¿vale la pena seguir
viviendo? 74
Todas estas construcciones internas que realiza la persona enferma, van a
demarcar la actitud frente a su enfermedad y frente al proceso de
recuperación. Dependiendo la concepción de la propia enfermedad, van a ir
avanzando por las diferentes etapas que ya hemos nombrado; cada una de
estas etapas, responde a una construcción cognitiva de la enfermedad y de
su proceso de recuperación.
Hay personas que conciben la enfermedad como una esclavitud, pues en
este estado, la persona debe permanecer al mando de lo que otros le digan;
pero a demás de esto, la persona se siente esclava de un sitio. Muchos
enfermos manifiestan que se sienten encerrados, no pueden salir de los
pasillos, que en práctica es como si estuvieran secuestrados. Podemos ver
aquí como el nivel cognitivo lleva a la persona a relacionar su enfermedad
con otros acontecimientos de la vida. Dependiendo el grado del dolor, del
trato de los profesionales de la salud, de la paciencia y de las relaciones
sociales, etc., la persona construye sus propios pensamientos sobre la
realidad que vive, y estos influyen en la disponibilidad de la persona para
someterse a los tratamientos de recuperación.
Algunas personas conciben la enfermedad como un reto, recuperar la salud
es la meta más inmediata a alcanzar; estas personas son las que logran
concientizarse que la enfermedad hace parte de la realidad humana, pero
74
Tomado de los diferentes encuentros con los enfermos. 70
que no es el fin de la vida, sino que en esto, está basado el vivir, en
pequeños tropiezos y en grandes levantadas. Las personas que ven de este
modo positivo la enfermedad, suelen recuperar su salud en muy poco tiempo,
lo cual da a entender que la actitud frente a la enfermedad tiene mucho que
ver con la recuperación de la misma.
El cognitivismo juega pues un papel muy importante en la salud, pues ella
empieza a darse desde nuestras mismas construcciones intelectuales. Es
aquí donde una vez más se confirma el poder que tiene el pensamiento y por
ello la insistencia de tener siempre una actitud positiva frente a cualquier
circunstancia que la vida nos presente.
2.3 LAS CRISIS DE LA PERSONA ENFERMA:
Todos estos tipos de pensamientos internos, llevan a la persona a vivir un
tipo de crisis. Estas crisis tienen tres direcciones primordiales, la primera de
ellas es dirigida a la misma persona, la segunda está dirigida a los demás, a
todo el entorno de la persona y la última está dirigida a Dios.
2.3.1 Crisis con sigo mismo:
La persona enferma entra en crisis consigo misma, porque muchas veces, la
construcción cognitiva que ha hecho de la enfermedad, lo involucra a él como
posible causante de la misma. Este caso se ve sobre todo en las personas
71
que se encuentran enfermas debido a un accidente. Por ejemplo, en el
diálogo con una persona que ha sufrido un accidente de tránsito, casi
siempre se nota una acusación hacia sí mismos: “si hubiera ido más
despacio” “si hubiera respetado el semáforo” etc. Todo este tipo de
pensamientos, ocasionan en la persona una crisis interior consigo misma,
que de cierta manera va a afectar su proceso de recuperación; y de la cual,
el pastoralista debe estar muy atento para ayudarle a debilitar esta crisis.
Esta crisis, que nace por la causa del accidente, va a incrementarse con las
realidades de la hospitalización; el guardar reposo, el sentirse limitado para la
movilidad y otras acciones propias de la recuperación ocasionan una
confrontación con lo que era su vida antes del accidente y lo que es ahora
después del mismo. Por lo tanto entran a jugar un papel importante los
proyectos que la persona traía consigo antes del accidente.
La fijación en los proyectos es para la persona una crisis por que generan un
tipo de frustración, pues el posponer su consecución puede significar un alto
en la vida, un fracaso, un aplazamiento de las propias metas. Estas
consecuencias del accidente van a culpabilizar más a la persona y van a
incrementar su crisis; pues todo el tiempo, la persona estará pensando que si
hubiese ido más despacio, este accidente no hubiera pasado, y hoy podría
estar haciendo realidad ese proyecto que venía preparando.
72
2.3.2 Crisis con los demás:
Ante la crisis con los demás, debemos decir que se da primero que todo,
porque es un ser social y por lo tanto lo que ocurra con su vida, va afectar
siempre su entorno. Al respecto Adriano Tarrarán dice:
La persona, por el hecho de ser persona, es ya un ser social. Es
un ser inter-relacionado con los diversos sectores de su vida:
familia, amigos, trabajo, diversiones, etc.; estas relaciones las
elige la persona misma y disfruta de ellas, se siente seguro con
este tipo de relaciones, pero de improviso llega la enfermedad y
ese mundo inter-relacional del que disfrutaba se ve afectado. Su
nueva situación, su limitación obliga a la persona a encontrarse
con rostros nuevos y situaciones nuevas. Una gran barrera se
levanta para la relación entre la persona enferma y los otros
sanos 75 .
La persona antes se sentía segura y creía no necesitar de nadie, pero ahora,
en su situación de enfermedad necesita de todos. La crisis más profunda se
da cuando estos “otros” no llegan. La persona puede sentir un alejamiento
de su familia y de sus amigos, puede que no sea así, pero en estos
momentos necesita sentirse muy apoyada, acompañada y cuando esto no
ocurre, empieza a generase la crisis por un supuesto abandono, el cual
existe sólo en su cabeza.
La crisis con los demás se puede dar de la persona enferma hacia los otros,
o también de los otros hacia el enfermo. La familia puede tomar una actitud
de acusación o de negativismo frente al enfermo, o también una actitud
75
TARRARAN Adriano, CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Cartilla 1. Curso básico para agentes de parroquiales. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 61 73
positiva. Todas estas reacciones van a influir muy notablemente en el
proceso de recuperación.
Retomemos el ejemplo con el cual veníamos hablando en el apartado 2.3.2.
La persona que llega víctima de un accidente de tránsito, puede entrar en
crisis con el causante de dicho accidente; es decir, si el accidente fue de una
moto contra un bus, el afectado que en este caso digamos que es el de la
moto, puede entrar en crisis no sólo con el conductor de ese bus, sino que
puede coger rencor contra todos los conductores de buses. Esta crisis va a
ocasionar rencores y otro tipo de reacciones frente a estas personas; pero
ello no es sano, pues influye negativamente en su proceso de recuperación.
2.3.3 Crisis con Dios:
La crisis con Dios se da por que el enfermo se encuentra de manera casi
cruel con los grandes interrogantes existenciales: ¿Por qué el dolor?, ¿Por
qué el sufrimiento?, ¿Qué sentido tiene la vida?, ¿existe Dios?, ¿si existe por
qué permite esto? ¿Dónde está el Dios bueno? ¿Por qué a mí? Etc.
La crisis puede generarse por que la persona tiene una concepción errónea
de Dios; o porque, no tiene con quien más desquitarse. Casi siempre es Dios
quien tiene que aguantarse las crisis de todo enfermo o de toda persona que
sufre, Dios se ha convertido algo así como el muro de las lamentaciones.
74
La principal crisis con Dios se presenta al compararse la persona con otros
individuos que conoce; casi siempre se escucha la frase, “yo conozco X
persona que habla de los amigos, que atraca, que consume drogas y está
feliz y sano, nunca le falta nada y tiene buen nivel en la sociedad; pero yo
que soy humilde, que nunca le hago mal a nadie, que trato de colaborar a los
demás, que siempre voy a misa y le soy fiel a mi esposa, míreme como me
encuentro” 76 . Esta comparación que realiza la persona enferma, ocasiona
una crisis con Dios y hace que se dude de su justicia y de su bondad.
La enfermedad supone pues una crisis con Dios, pero esta crisis casi
siempre es superada; esta crisis con Dios al final, tiene siempre un buen
resultado, son muy pocos lo que no se reconcilian con Dios.
El trabajo con
la población demostró que el regreso a Dios y la acogida en sus vidas es el
principal cambio que sucede en la mayoría de las personas enfermas; Por
eso se puede decir que, las personas enfermas tienen como gran cambio en
la enfermedad el regreso a Dios, el mejoramiento de la relación con El. “no
es que yo no creyera en Dios, sino que… lo hace uno a un lado, nunca reza,
nunca dialoga con El, nunca lo tiene en cuenta para las decisiones, para la
vida, sólo rezaba un padre nuestro cuando iba a viajar pero nada más; en
cambio aquí es distinto, aquí no he hecho otra cosa que pedirle perdón, me
arrepiento de haber estado tan lejos de Él” 77 .
76
Tomado de los diálogos con los enfermos. Tomado de los diálogos con los enfermos en el hospital San Blas. Palabras de Fabián, un señor de 45 años. 77
75
CAPITULO 3
VISIÓN TEOLOGICA DE LA ENFERMEDAD
Ya se ha visto los principales procesos de la persona enferma, se ha hablado
sobre sus crisis, sobre sus reacciones, sobre cómo la enfermedad afecta sus
relaciones etc. Pero hasta aquí podría decirse que es una descripción desde
las ciencias humanas; es por eso que este tercer capítulo se va a dedicar a
darle un enfoque netamente teológico. Vamos a tener en cuenta algunos
argumentos desde la Sagrada Escritura y desde el Magisterio de la Iglesia a
cerca de la enfermedad. ¿Qué se ha dicho en la Iglesia sobre la
enfermedad? ¿Cómo se ha acompañado? ¿Cómo es entendida, en la
Sagrada Escritura, la enfermedad? Etc. Son algunos de los interrogantes que
trataremos de resolver en este tercer capítulo.
3.1 EL SUFRIMIENTO Y LA ENFERMEDAD EN EL ANTIGUO
TESTAMENTO:
Ya hemos visto en los capítulos anteriores, cómo la enfermedad le muestra al
hombre su propia debilidad y la frustración que le ocasiona al no poder hacer
nada al respecto. De manera pues, que ante la enfermedad, lo único que
podemos hacer es vivirla con esperanza y fortaleza, tratando de que al
ponerla al lado de la cruz de Cristo, haga más llevadera y más vivencial
nuestra fe.
76
Tomando el Antiguo Testamento y haciendo un recorrido por él, podemos
darnos cuenta que la enfermedad va muy de la mano con el dolor y con el
sufrimiento y es vista la mayor de las veces, como un castigo por parte de
Dios a causa del pecado del ser humano. Al verse la enfermedad de esta
manera, podemos decir que se convierte en un tabú, o también, en un acto
de “hechicería”; lo peor de todo, es que esta manera de ver la enfermedad,
no fue sólo en el Antiguo Testamento, sino que ha llegado hasta nuestros
días. Invito a los lectores de este documento para que volvamos un momento
a nuestra infancia donde nuestros padres nos decían: “no haga esto porque
Dios lo castiga”; nos golpeábamos y nos decían: “eso es que Dios lo castigo
por ser desobediente”. Más aun, en mi experiencia pastoral en los hospitales
todos los días escucho esta frase; pues, gran cantidad de personas
consideran su enfermedad como un “castigo de Dios” 78 .
Iniciando la lectura de la Sagrada Escritura, podemos encontrar algunas
respuestas frente a la enfermedad y al dolor en el escrito yahvista, el cual
nos dice que tanto el hombre como la mujer son “puestos a prueba” por Dios
a causa de la desobediencia; podríamos concluir que se vislumbra allí una
cierta maldición, y esto lo podemos confrontar en (Gn 3, 16 – 19). Esta
maldición tiene consecuencias que se convierten en sufrimiento y hacen de
78
Desde acá podríamos sacar también una posible conclusión para nuestro interrogante principal. Podríamos pensar que en la enfermedad el hombre se acerca más a Dios porque: al considerar su enfermedad como un castigo por parte de Dios, lo primordial que debe hacer es tratar de reconciliarse con él. La persona enferma busca que Dios le quite ese “castigo” que lo tiene tan agobiado y sabe que la única forma en que puede lograr eso es volviendo a él, restableciendo la relación que antes tenía con Dios, volviendo a ponerlo como punto de partida de su vida y de sus acciones. De esto podría surgir un interrogante ¿vuelve el hombre a Dios por interés de quedar sano? Aquí la respuesta es sí y no, todo depende del proceso de la persona y de la radicalidad con la que vive su experiencia de Dios. 77
la vida una frustración respecto al proyecto inicial de Dios, que consistía en la
felicidad de la persona humana, pero que se ve interrumpido por la
desoladora muerte, de la cual todo ser humano siente miedo al no poder
constatar que hay después de ella.
Esta “maldición - castigo” de Dios hacia el hombre por los pecados, de la cual
nos hablaba el relato yahvista, va a quedar relegada a un segundo plano,
cuando más adelante en el diluvio Dios acepta al hombre tal como es y
promete no volver a atentar contra su integridad (Gn 8, 21). Desde este
momento entra a jugar un papel importante la libertad y la responsabilidad
del hombre para tomar sus propias decisiones y para regir su actuar
cotidiano. Podríamos decir que Dios ya no se hace responsable del actuar
humano.
Así mismo, dentro de esta visión de pecado – castigo, Dios acompaña en el
dolor y libera al hombre de su esclavitud como lo vemos en el éxodo (Ex 3, 7
9). Es Dios quien escucha el clamor de su pueblo y se acerca para liberarlo,
pero Dios no puede hacer todo, el hombre debe también poner de su parte y
hacer un compromiso.
Este compromiso que Dios pide al hombre, es ante
todo “asumir una actitud de escucha frente
a su realidad y frente a la
voluntad del Señor; es un compromiso de entrega mutua en la cual el hombre
se preocupa por las necesidades de sus semejantes y, de esta manera Dios
asegura su prosperidad” 79 . Es el caso de Moisés, que después de múltiples
resistencias a la llamada de Dios, ve el dolor de su pueblo e inicia una ardua
lucha frente a su vocación y al compromiso que ha adquirido no sólo con su
79
CARAVIAS, José Luis. Fe y Dolor. Bogotá, Selare, 1994, pág. 33. 78
pueblo, sino también y ante todo con Dios. Es así como comienza a generar
esperanza ante los múltiples sufrimientos ocasionados por la opresión y
muestra a un Dios que acompaña en todo el proceso de liberación; pero
hasta este momento no ha hecho un análisis profundo de lo que es Dios, es
al final, después de dar ese gran paso de la esclavitud a la libertad, cuando
reconoce en Dios a aquel que da la vida; porque para el pueblo, dejar la
esclavitud fue volver a vivir.
Pasando ya a los profetas, podemos ver cómo ellos se preocupan por que el
pueblo vuelva a Dios; pues, se han convertido en personas infieles a la
alianza sellada con Dios, ya que piensan que a pesar de las infidelidades el
Señor los perdonará.
“Los profetas hacen un llamado vehemente a la
fidelidad y denuncian las injusticias cometidas contra el pueblo” 80 . Pero, el
caso más relevante sobre el sufrimiento lo encontramos en el libro de Job, el
cual nos presenta una relación de crisis entre Job y Dios y entre Job y sus
amigos.
Este estado de crisis se desata porque Job no entiende el por qué sufre el
justo, e inicia un camino para entender dicho problema, que al final se va a
dar cuenta que es un misterio que lo encierra todo. Es así que aparecen
ciertos personajes en el texto para justificar a Job: “Job cree en Dios, pero no
entiende por qué Dios le trata de esta manera y por ello se rebela contra la
imagen que sus amigos han hecho de Dios 81 ”. Esta misma es la realidad de
muchos pacientes, los cuales manifiestan que no entienden por qué les ha
80
81
RAVASSI, GUIRLANDA, VANNI. Diccionario de Teología Bíblica. Madrid, paulinas, 1996. Pág. 1094. CARAVIAS, José Luis. Fe y Dolor. Bogotá, Selare, 1994, pág. 69. 79
llegado dicha enfermedad, si nunca han hecho mal a nadie y siempre han
llevado su vida de la mano de Dios.
La rebeldía de Job le lleva a experimentar que la imagen de Dios, no es
como los hombres pretenden que sea y esto hoy nos puede suceder ante
diferentes tipos de sufrimiento, que pensando que podemos ayudar, lo que
hacemos es agudizar la crisis de dolor y de sufrimiento. Me refiero aquí al
típico caso de Elifaz, uno de los amigos de Job, el cual “presenta la imagen
de un Dios que prueba y que corrige (Job 5, 17)” 82 es decir, este amigo lanza
un juicio a priori sobre la culpabilidad de Job para justificar así su sufrimiento.
Job atraviesa por momentos áridos en su vida y en su sufrimiento,
experimenta “el dolor físico, la angustia por la caducidad de la vida y por la
aproximación de la muerte, la falta de consuelo y de comprensión, el
abandono de los amigos y de los parientes”
83
.
Esta crisis por la cual
atraviesa Job, la experimentan cada día los enfermos; pues muchos de ellos
sienten la proximidad de la muerte y se sienten impotentes, angustiados, y es
ahí donde desean seguir viviendo para terminar de desarrollar su proyecto de
vida, sus anhelos, sus ilusiones… el Job de nuestros días es todo aquel que
está abandonado en un hospital, todo aquel que está desconsolado por su
situación, el marginado de nuestra sociedad actual.
Al igual que Job, la persona enferma con su sufrimiento reniega de Dios, se
rebela contra su creador y ve a Dios como a un enemigo o adversario que le
82
83
Ibíd. pág. 70 RAVASSI, GUIRLANDA, VANNI. Diccionario de Teología Bíblica. Madrid, paulinas, 1996. Pág. 1095 80
quita lo más preciado que es su salud y por ende su vida.
Job a través de
todo el proceso que realiza se da cuenta de que Dios existe como el “bueno”
y, “aprende a reconocer su puesto, sus límites, su ignorancia y el camino
para vivir feliz. También aprende que el sentido del sufrimiento es el mismo
Dios” 84 .
Es este misterio de Dios en nosotros, el que hace que el sufrimiento sea
afrontado con fortaleza a pesar de los padecimientos, con ello no quiero decir
que hay que ser conformistas con nuestros dolores, no, todo lo contrario,
debemos asumirlos como una realidad siempre constante en nuestra vida y,
estos dolores pueden permitirnos experimentar a Dios como alguien cercano,
que acompaña aun en medio de nuestras rebeldías.
Job nos deja una enseñanza para nuestra investigación: nos enseña que del
dolor se puede sacar una bonita experiencia de Dios (Job 42, 5) para dar
sentido al sufrimiento y rendirnos ante Dios y no ante el dolor. Job trata de
encontrar una explicación a su sufrimiento, pero no logra saber el por qué de
su situación y, el diálogo que mantiene con sus amigos hacen que dude más,
pero no desfallece gracias a su fe.
De igual manera, en el Antiguo Testamento, nos encontramos con varios
intentos por definir el sufrimiento y lo hace desde diferentes perspectivas,
pero sin embargo no logra descifrar tal misterio. La mayor parte del Antiguo
Testamento cataloga al sufrimiento como un castigo divino, pero algunos lo
84
Ibíd. 81
rebaten, como por ejemplo el libro de Jeremías, el cual nos dice: “por que
yo sé bien los proyectos que tengo con vosotros – dice el señor – proyectos
de prosperidad y no de desgracia, de daros un porvenir lleno de esperanza”
(Jer 29, 11). Así como esta cita lo dice, algunos si percibían a Dios como un
dador de vida. Job creyó en Dios hasta el final, nunca dudo de su bondad.
Escuchamos siempre que la voluntad de Dios para el hombre es que sea
feliz, que viva en paz y bienestar; pero cuando confrontamos nuestra
realidad, podemos notar que en nuestros días es el dolor, el mal, el
sufrimiento lo que más abunda; a raíz de esto pueden surgir algunos
cuestionamientos como por ejemplo: este sufrimiento, ¿será a caso por
causa de nuestros pecados?, o ¿Por qué consideramos a Dios fuera de la
realidad? O ¿Dios quiere que el hombre sufra para que lo experimente al
igual que Job? Frente a estos y otros interrogantes, se mueve el antiguo
testamento, queriendo encontrar respuestas al sufrimiento de la persona,
desde una visión de fe.
Siguiendo el Antiguo Testamento, nos encontramos con el libro de Isaías que
nos presenta la figura del siervo sufriente; desde aquí se puede hacer todo
un trabajo de la visión del sufrimiento, pues es una manera distinta de sufrir,
es algo que va en contra de la lógica de nuestro tiempo, donde se hace lo
posible por evitar el sufrimiento; en Isaías, el siervo sufriente va manso, como
cordero llevado al matadero. Esta manera de describir el sufrimiento es difícil
enmarcarla dentro del pensamiento del Antiguo Testamento, que es de
rechazo absoluto al sufrimiento.
82
Esta figura hace pensar en aquellas personas que se sienten confundidas
por el dolor que experimentan, pues “los dolores del siervo de Yahvé son
horrorosos, no solamente produce el mal físico, sino que también tiene
connotaciones morales y espirituales 85 ”; es decir, estas connotaciones de
dolor físico es experimentada por los enfermos, de manera especial, por los
enfermos terminales, los cuales se ven desmoralizados por su condición, se
sienten menos que los otros que los rodean y creo que en una palabra,
podríamos decir que se sienten inútiles;
de esta manera la connotación
espiritual – religiosa se ve afectada, pues hay cierta resistencia a Dios, al
cual siempre se le pregunta: ¿Por qué a mí?
Luego de que el enfermo hace un proceso, al igual que el siervo de Yahvé,
acepta su misión “oprimido por el dolor debe anunciar el fin del sufrimiento;
debe iluminar, liberar, lograr anunciar la vida y dar luz” 86 . Se ubica aquí, la
fase de la aceptación, de la cual hablábamos en el capitulo anterior.
En cuanto a la identidad del siervo de Yahvé, se presenta como una “figura
enferma, repulsiva por su fealdad y su miseria; el siervo no es culpable sino
inocente; pero con todo no rechaza el sufrimiento, lo acepta sin reservas y lo
soporta; es un portador de bien y de bendición” 87 .
¿Será que quien lucha contra un cáncer terminal, por ejemplo, tiene o no
valor liberador? Nos
dice la palabra de Dios que está aniquilado por el
85
RAVASSI, GUIRLANDA, VANNI. Diccionario de Teología Bíblica. Madrid, paulinas, 1996. Pág. 1096 CARAVIAS, José Luis. Fe y dolor. Bogotá, Selare. 1994. Pág. 59. 87
GONZALEZ N, Ángel. Antes que el cántaro se rompa. Madrid, san Pablo. 1993. pág. 65 86
83
sufrimiento, hasta el punto de no parecer un ser humano se convertirá en
triunfador (Is 52, 13 – 14), para comprender esta afirmación “es necesario
sobrepasar los límites de las explicaciones humanas, para entender la
extraña victoria de la justicia de Dios, sobre la injusticia del hombre” 88 . La
paradójica de Dios es difícil de entender a la razón humana; solo la fe, nos
permite aceptar nuestros sufrimientos con paciencia y con miras a la
salvación.
3.2 EL SUFRIMIENTO Y LA ENFERMEDAD EN EL NUEVO
TESTAMENTO:
Dar una mirada a la enfermedad y al sufrimiento desde el Nuevo Testamento
es adentrarnos al misterio de Cristo. Cristo que asume nuestra condición
humana realiza todo un proceso de vida normal en el cual se encuentra con
el sufrimiento tanto propio como el de los demás seres que le rodean; su
mensaje se dirige precisamente
a aquellos que por circunstancias de la
época son marginados y rechazados, son personas que para la sociedad no
cuentan; es decir, son excluidos del circulo social. Jesús con su gran bondad
se dirige a ellos y les hace sentir nuevamente personas, les hace sentir que
son hijos de Dios, que son útiles a la sociedad. Con estos hechos, Jesús
revoluciona las leyes del pueblo.
El Nuevo Testamento nos muestra a Jesús solidarizado con el sufrimiento
humano, Él mismo padeció en una cruz, entregándose por los hombres; pero
antes de esta entrega gastó su vida anunciando la Buena Nueva de Dios,
reintegrando a la sociedad a quienes habían sido excluidos, dando vida a
88
CARAVIAS, José Luis. Fe y dolor. Bogotá, Selare. 1994. Pág. 63 84
quienes no la tenían. La Sagrada Escritura lo manifiesta de la siguiente
manera: “recorría Jesús toda galilea, enseñando en las sinagogas,
proclamando la Buena Noticia del Reino y curando toda enfermedad y
dolencia del pueblo”· (Mt 4, 23).
El anuncio de Jesús, la Buena Nueva, trae un mensaje de una esperanza
viva para quienes le siguen; es así que Jesús mismo le responde a los
mensajeros de Juan bautista sobre su identidad: “id a contad a Juan lo que
habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan
limpios, los ordos oyen y se anuncia a los pobres la Buena Noticia” (Lc 4, 16
– 21). Esta cita nos muestra el ministerio de Jesús, al cual le dedicó su vida
y su amor, entregándose por los enfermos a pesar de las críticas que recibía
de parte de los notables del pueblo y hasta de su propia familia. Tal vez en el
momento, no entendieron el mensaje y las obras de Jesús, por ser motivo de
escándalo y cambio en la manera de ver las cosas; pero Jesús quiso mostrar
una nueva vida llena de esperanza, buscando siempre la sanación integral;
es decir, comprometer a la persona en todo su ser para sentirse de esta
manera liberado del mal y del dolor.
Jesús se mostró siempre compasivo y misericordioso con quien sufría en
cualquiera de sus dimensiones y le muestra de esta manera, en medio de los
tormentos, un rostro amable, que acompaña no sólo la enfermedad física,
sino que, ante todo, curaba la enfermedad del alma.
Para nuestra investigación, debemos decir que es indispensable que la
persona que está enferma sienta la necesidad de dejarse curar por Jesús y
85
lógicamente por los profesionales de la salud. Jesús requiere de nosotros
disponibilidad, aceptación y compromiso más no resignación, por que en la
resignación no cabe la fe; y, la sanación integral de la persona se da en un
gran porcentaje por la fe, el entusiasmo y la disponibilidad para dejarse tocar.
El Nuevo Testamento no nos presenta el dolor de Jesús como centrado en sí
mismo, sino que es un dolor “universal”, centrado en Dios y manifestado en
la solidaridad con todos los hombres. Jesús desde el comienzo de su vida
sintió de cerca el sufrimiento; así pues, se presenta desde el primer momento
de la encarnación con el dolor de la madre para explicar un embarazo
misterioso, lo cual le acarrearía a María la muerte o también cuando nace
este niño en medio de la pobreza, fuera de su propia casa, en medio de
incomodidades. Más adelante Jesús experimenta el dolor de la emigración,
ya que Herodes manda matar a todos los niños nacidos en su época, pues
se pensaba que Jesús era una amenaza para el imperio; por ello la familia
de Nazareth tuvo que emigrar al extranjero pasando necesidad de hambre,
frio, calor, etc.
Cuando Jesús se fue haciendo grande vivió en su pueblo de Nazareth y allí
trabajo como cualquier hombre de su época. En medio de su sencillez
conoció el trabajo cotidiano de cada día, el cual lo utiliza más adelante para
explicar el Reino de Dios en un lenguaje asequible a todas las personas. Su
naturalidad humana fue tanta, que vivió la pobreza con extremidad: “el hijo
del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Mt 8, 20); con lo cual nos
muestra que experimentó las necesidades que experimenta todo hombre,
incluso las necesidades más esenciales.
86
Revisando los Evangelios, percibimos que Jesús, al igual que todo ser
humano, experimentó muchas dudas, miedos y tentaciones, lo cual se
convierte en un conflicto interior. Sintió dudas sobre su misión, cómo la había
de cumplir; es lo mismo que todos nosotros vivimos en muchas etapas de
nuestra vida, es lo mismo que la persona enferma siente y éstos con mayor
fuerza, pues ni siquiera saben si van a superar esa crisis por la que están
pasando. De igual manera Jesús, a pesar de ser el hijo de Dios no tenía todo
claro.
Muchas personas enfermas, por su condición de impedidos, sufren el dolor
del desprecio o la indiferencia, ya sea por parte de quienes les atienden o de
su propia familia. Jesús también experimentó este dolor, constantemente era
cuestionado por sus intervenciones, ya que los doctores de la ley lo
consideraban hombre sin estudios (cfr. Jn 7, 15), además lo despreciaban
por pertenecer a una región que tenía mala fama (cfr. Jn 1, 46; 7, 41 – 52) y
hasta su propia gente lo rechazaba, por ser el hijo de un carpintero,
pensaban que era imposible que fuera el enviado de Dios (cfr. Lc 4, 22 – 29).
Muchos de nosotros sentimos a veces, en el transcurso de la vida, un cierto
“abandono de Dios” debido a las dificultades de la vida misma, las calumnias,
las envidias, los aislamientos, las opresiones, etc. Pero si miramos la vida de
Jesús, no es que se diferencie mucho de nuestra propia vida; él Nuevo
Testamento nos muestra también los sufrimientos que Jesús tuvo a este
nivel. Hagamos un pequeñísimo recorrido:
87
Jesús sufrió el horror de la calumnia y la persecución; sobre todo lo trataron
de mentiroso (cfr. Mt 27, 63), de endemoniado (cfr. Lc 11, 14 – 23), de
engañador del pueblo (cfr. Jn 7, 47), se le considero como gran pecador (cfr.
Jn 9, 24), de blasfemo (cfr. Jn 10, 33), de loco (cfr. Jn 10, 20; Lc 23, 11), de
enemigo político y religioso (cfr. Jn 8, 48). Cuando se acercaba su final, el
pueblo a quien Jesús le sirvió, se entregó y le predicó el Reino de Dios,
gritaba con fuerza su condena, para dejar en libertad a un asesino llamado
Barrabas (cfr. Mt 27, 16 – 25). Sufrió Jesús el desprecio y las burlas de la
gente que pasaba (cfr. Lc 23, 35), de los soldados (cfr. Lc 23, 36 – 37), de
uno que iba a ser crucificado con él (cfr. Lc 23, 39). Sufrió la tortura de la
flagelación, la coronación de espinas, clavos en manos y pies; juicios
fraudulentos, testigos falsos (cfr. Mt 26, 57 – 69; 27, 11 – 50) y además una
muerte vergonzosa en la cruz que era el peor castigo para los malhechores.
Pero, al padecer Jesús todos estos sufrimientos en el transcurso de su vida,
comprendió el dolor de sus hermanos, tanto ayer como hoy. Es por eso que
el evangelista Mateo nos hace actual una frase de Jesús: “venid a mí los que
se sienten cansados y agobiados, que yo los aliviaré” (Mt 11, 28).
Es pues, Jesús, el hombre solidario con toda clase de sufrimiento; es decir,
sufre con el pobre (cfr. Mt 15, 32), con los enfermos de toda clase, con los
extranjeros, con el asaltado, con los marginados (los leprosos). Si miramos a
Jesús, vemos que El nos enseña a ser prójimo, ya que El es el modelo y para
88
ello enseña la parábola del buen samaritano (cfr. Lc 10, 29 – 37), la cual
“rompe con los esquemas tradicionales del pueblo judío” 89 .
En la parábola del Buen Samaritano, Jesús muestra la actitud del hombre
frente al sufrimiento del otro; muchos pasan de largo con indiferencia, Jesús
nos enseña a detenernos, a tener compasión y amor con el prójimo. “buen
samaritano es todo hombre, que se para junto al sufrimiento de otro
hombre” 90 . Todos estamos llamados a ser buenos samaritanos; quien sufre,
espera siempre una palabra de aliento, una sonrisa, una pequeña
manifestación de amor, lo cual se puede hacer sólo con el detenernos un
instante.
Jesús nos enseña que ser Buen Samaritano es entregarnos al otro y poner
nuestra disponibilidad al servicio total, es actuar a favor de quien sufre, es
dejar nuestra cabalgadura de la indiferencia, del orgullo, de la prepotencia
para asumir un verdadero compromiso con quien sufre, siendo sinceros con
él y consigo mismo. Quien pasa de largo ante el sufrimiento, es porque tal
vez no ha tenido un encuentro verdadero con Jesús, es porque le interesa
más su activismo y no la compasión y el amor; le interesa más su sueldo y no
un servicio humano e integral.
89
La parábola del buen samaritano, no rompe sólo con los esquemas del judaísmo; sino, que es también aplicable a nuestros días, pues la realidad nos muestra que andamos como aquel sacerdote y aquel Leví del texto bíblico; es decir, andamos preocupados por nuestras labores diarias y nos hemos olvidado de la persona humana; por eso muchas veces pasamos de largo ante el sufrimiento. 90
JUAN PABLO II. Salvifici Doloris. Lima, ed. Salesiana. 1984. # 28. Pág. 64
89
Jesús nos invita a no dejar de lado a quien sufre, a no serle indiferente, a no
reprocharle en sus caprichos, a mostrarnos dispuestos, atentos y activos en
el servicio, a ser humanos y humanizadores del dolor, a dejar de lado las
propias preocupaciones y a valorar al otro como creatura de Dios, que
necesita nuestro consuelo, nuestra ayuda y nuestra atención.
Jesús deja un grupo de seguidores, a los cuales recomienda la atención a los
enfermos. Los Hechos de los Apóstoles y las Cartas Paulinas y Apostólicas,
nos dan fe de que el servicio a los enfermos ha sido siempre una de las
tareas principales de la Iglesia, desde el momento de su fundación. La
atención a la persona enferma es pues, labor primordial de todo cristiano, el
cual está llamado a imitar a Jesús.
3.3 LA ENFERMEDAD EN EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA:
Voy a hacer un pequeño recorrido por algunos documentos de la Iglesia, que
se han referido al sufrimiento de la persona humana, con ello podremos
saber las orientaciones que a través de la historia, se han tenido en la Iglesia
para acompañar el sufrimiento del hombre.
3.3.1 PIO XII:
El papa Pio XII, se refirió al sufrimiento desde lo moral y lo pastoral. Así
tenemos, desde la parte moral, algunas alocuciones a los médicos, en las
90
cuales les dice: “estén persuadidos de que, combatiendo el mal físico en
todas sus formas, contribuyen a reparar, en la medida de su poder, alguna de
las consecuencias del desorden del pecado que el hombre introdujo en el
mundo” 91 .
El papa Pio XII realiza una clara invitación a combatir el mal físico, de
manera tal, que se puedan reparar de alguna forma las consecuencias que
trae consigo el sufrimiento. Llama también la atención sobre el designio de
Dios, claro está que sin caer, en un dolorismo o en un sufrir por sufrir; más
bien, es llegar a una adaptación convencida de que por medio del sufrimiento
se adentra en el misterio salvífico de Cristo.
De igual modo, habla del dolor unido a los valores religiosos y morales, no
con el fin de exaltar el dolor, sino para verlo como un medio que lleva a la
aceptación consciente de la voluntad de Dios: el dolor no constituye un hecho
puramente negativo, ya que, por lo contrario, va asociado a los valores
religiosos y morales elevados… “el cristiano no tiene nunca la obligación de
aceptar el dolor por el dolor, debe considerarlo como un medio, más o menos
apto, según las circunstancias, para el fin que se pretenda,… la aceptación
del dolor físico no es sino una manera, entre muchas otras, de significar lo
que constituye lo esencial, que es la voluntad de amar a Dios y servirle en
todo…” 92 . La aceptación del dolor sólo es válida, si se hace desde un camino
de fe, uniéndolo al dolor de Cristo; de lo contrario, se caería en un
masoquismo, donde sufro por sufrir.
91
El sufrimiento humano en el magisterio de la iglesia. Curso sobre bases doctrinales de la pastoral de la salud. Bogotá, Selare, pág. 34. 92
Ibíd. Pág. 35. 91
Por otra parte, desde el punto de vista pastoral, en lo referente al cuidado del
enfermo, Pio XII presenta algunas actitudes que se han de tener en cuenta
para tal fin: “… ¿Qué sucedería si un día viniera de improvisto Jesús a pedir
hospitalidad?... pues bien, es cierto que todos los hombres enfermos son la
imagen de Jesús (Mt 25, 39 – 40)… para ello se requiere una gran
preparación, ya que ante el enfermo, el médico tiene que responder no de un
asunto material, sino de una persona que está hecha a imagen y semejanza
de Dios” 93 . Compaginando esto con la espiritualidad de San Camilo de Lellis,
estamos todos llamados a ver en el enfermo, al mismo Cristo sufriente.
3.3.2 JUAN XIII:
El papa Juan XXIII, fue un gran hombre conocedor de su propia realidad,
que experimentó en sí mismo el dolor de la guerra; hombre humilde, pobre y
sencillo, que volcó su mirada a las necesidades de los pobres, los abatidos y
es desde esta perspectiva que inicia su ministerio encaminado a brindar
esperanza en medio de las dificultades en concordancia con su antecesor
Pio XII.
El aspecto del sufrimiento que subraya Juan XXIII es el antropológico, en el
cual recuerda que la condición humana está sujeta al dolor, a la limitación: “el
dolor físico y moral es el compañero inseparable de nuestra existencia… la
alegría, fruto de la paz, no es de todos los días. Nuestro patrimonio es
también el dolor, aunque, como es natural, querríamos rechazarlo y no
estamos siempre inclinados a soportarlo con paciencia” 94 . Vemos pues, que
enmarca el aspecto del sufrimiento dentro de una realidad que acompaña la
93
Ibíd. pág. 35 PASTORAL DE LA SALUD, CELAM. Editorial Litocamargo. Bogotá 1999. Pág. 100. Citando a: Bermejo, Jesús María, Juan XXIII: mensaje espiritual, 1979, pág. 170. 94
92
vida de la persona; el ser humano, en su carácter de finitud, esta propenso al
sufrimiento, al debilitamiento de su ser.
Juan XXIII, cambió en su poco tiempo de pontificado, el estilo de vida de los
pontífices, éste papa salió del vaticano a visitar parroquias de Roma y
algunas ciudades Italianas, lo cual, nunca antes se había hecho. Fue quien
convocó al concilio Vaticano II para renovar a la iglesia, poniéndola más
acorde con los cambios y problemas del mundo contemporáneo.
3.3.3 EL CONCILIO VATICANO II:
El Concilio Vaticano II es un gran signo dirigido a los hombres de nuestro
tiempo; dice textualmente:
Hemos recibido el signo, pero, ¿seremos capaces de leerlo?
¿De interpretarlo? Un gran viento sacude a la Iglesia. ¿Seremos
capaces de entenderlo? Fue esta la cuestión dominante en el
último sínodo extraordinario de 1985. ¿Qué será de estos textos
sin el espíritu que los anima y que nos abre el corazón para
comprenderlos? El signo del Concilio es contemporáneo a las
amenazas de destrucción de la humanidad. Por eso, proponiendo
a Cristo como vida, a la Iglesia como sacramento de vida y de
salvación universal, el Concilio puede ayudar a los hombres a
triunfar sobre la muerte, a condición de que lo encaremos en
nuestras vidas. Pero sobre todo, el Concilio debe gastar santos,
para testimoniar fecundidad; el mundo los espera. Si ellos no se
hacen visibles, los hombres vivirán en densa niebla y morirán 95 .
95
LATOURELLE, René. Vaticano II, Balance y Perspectivas. Ediciones Sígueme. Salamanca 1990. 1220 págs. 93
Nuestro tiempo está necesitado de personas que sepan comprender las
enseñanzas del Concilio y las pueda aplicar a su vida, poniéndolas al servicio
de los demás. En el campo de la enfermedad, necesitamos personas que a
imagen de Jesucristo, se comprometan en un trabajo pastoral, que ayude a
vivificar el aspecto salvífico del sufrimiento. El concilio invita a salir al
encuentro del hombre.
Hay que decir por lo tanto, que el Concilio Vaticano II fue un concilio pastoral,
en esto se diferencia de los anteriores concilios que se habían dedicado a
afrontar errores de dogma y moral y a rebatir herejías. “el Concilio Vaticano II
se esforzó desde un principio por presentar al hombre de hoy una faz nueva,
renovada, de la iglesia” 96 . Toda la Iglesia de nuestros días reconoce el
concilio Vaticano II como la renovación de la Iglesia.
Frente a este criterio del Concilio, se reconoce que la humanidad está en
continua espera, pero que a la vez, sufre las debilidades del cuerpo; en este
sentido, la constitución Gaudium et Spes nos recuerda que: “los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo,
sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y
esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo y no hay nada
verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón” (GS 1).
96
Concilio Vaticano II. Documentos completos. Ediciones paulinas. Bogotá. Pág. 11 94
3.3.4 PABLO VI
Al igual que Juan XXIII, Pablo VI abordó el tema del sufrimiento desde lo
antropológico, pero le da una visión mucho más amplia; dice: “de un modo u
otro, todos sufrimos; y, ¿no vamos a oír la invitación con que nos llama hacia
el hombre que conoce el sufrimiento? (Is 53, 3) el dolor, que en el mundo
natural es un motivo de aislamiento, de exclusión; para Jesús es punto de
encuentro, es una comunión” 97 .
Pablo VI presenta su doctrina a cerca del sufrimiento, la cual podríamos
resumir en cinco bloques:
• Dimensión redentiva – oblativa del dolor; haciendo una lectura del
sufrimiento desde la persona de Jesucristo, como un momento de
amor y de entrega por toda la humanidad. El sufrimiento nos puede
llevar a “abrirnos” a los demás.
• Semejanza teológica del enfermo con Cristo: la persona enferma está
llamada a poner sus dolores al lado de la cruz de Cristo, la cual es
sigo de redención y de salvación. La cruz, el sufrimiento, nos abre el
camino hacia una nueva vida en el amor.
• Deber de solidaridad para con los enfermos: la solidaridad para con
los enfermos, su atención, es una necesidad de labor pastoral para la
Iglesia; la cual, a imagen de Cristo, debe tener una inclinación especial
97
El sufrimiento humano en el magisterio de la iglesia. Curso sobre bases doctrinales de la pastoral de la salud. Bogotá, Selare, Pág. 42 95
hacia estas
personas que sufren en su cuerpo el dolor de la
enfermedad, así como Cristo mismo lo hizo.
• Diversidad de sufrimientos: físicos, morales, espirituales. La Iglesia no
debe preocuparse sólo por acompañar el dolor físico de la persona,
sino y ante todo, su dolor espiritual, el cual está oculto a los ojos de las
demás personas y puede ocasionar grandes heridas a la persona en
su interior.
• Teología de la cruz: El cristiano no debe temerla; por el contrario el
seguimiento de Cristo comportará renuncias y sufrimientos ante una
sociedad que niega la común dignidad de todos y que persigue a
quienes luchan por la justicia.
3.3.5 JUAN PABLO II:
Como muestra del amor por los enfermos, y como anécdota de su propia
vida, el papa Juan Pablo II, lo primero que hizo después de tomar las riendas
de la Iglesia, fue ir a visitar a un amigo enfermo en el policlínico de Gemelli, y
en esa ocasión dijo:
Queridos hermanos, querría confiarme a vuestras oraciones.
Aunque vosotros seáis débiles, mirando a vuestras condiciones
físicas, aunque estéis enfermos, también sois muy poderosos,
como es poderoso Jesucristo crucificado. Así, pues, vuestra
fuerza está en vuestra semejanza con El mismo. Tratad de
utilizar esa fuerza para el bien de la Iglesia, de nuestros íntimos,
de vuestras familias… de toda la humanidad. Y también para el
96
bien del ministerio del papa que es, en otro sentido, también muy
débil… me dirijo en especial a los enfermos, no sólo para
consolarlos, sino para darles el ánimo que nos viene de la fe…
por otra parte me atrevería a decir que sois privilegiados desde el
punto de vista sobrenatural, por vuestra semejanza
particularísima con Nuestro Señor Jesucristo crucificado… sois
tan poderosos, porque sois tan semejantes a Él. Y yo me apoyo
en vosotros… 98 .
El papa Juan Pablo II, en todo su pontificado fue muy dado a la atención a
los enfermos, a los pobres, a los más afligidos. El mismo fue probado por el
dolor a través de un atentado contra su vida, pero nunca desfalleció; su amor
por los enfermos estuvo siempre presente en él. Su ministerio hacia el
sufrimiento lo podemos resumir en las siguientes líneas:
• Redentiva oblativa: al igual que su antecesor, Juan Pablo II pone en el
sufrimiento un carácter de apertura hacia los demás. Ve en el
sufrimiento de Cristo la entrega total por todos nosotros e invita a
todos los enfermos para que pongan sus sufrimientos al lado de los de
Cristo, ofreciendo este dolor por el perdón de sus pecados y la
salvación del mundo.
• Dimensión eclesiológica: el sufrimiento de una persona, debe ser
sufrimiento de la Iglesia, pues al hacer cada persona parte viva de la
Iglesia, su enfermedad adquiere un carácter comunitario, en el cual
todos los que pertenecemos a la Iglesia debemos orar por su salud y
estar prestos a su servicio.
98
Lo comenta el libro PASTORAL DE LA SALUD de SELARE. 1999 pág. 111; citando a: Jesús A. Martínez, op. Cit., pág. 47 97
• Insistir en que debemos ver en los que sufren a Cristo mismo
sufriente. La invitación especial es que veamos en el enfermo a Cristo
mismo, que sufre con él. Esto ya lo había inscrito San Camilo de Lellis
dentro de la espiritualidad de los Ministros de los Enfermos. Ver a
Cristo en la persona que sufre, nos motiva para servirle con una
entrega total.
• Debemos ser, para quienes sufren, los samaritanos, los cirineos y no
pasar de largo; es toda una aplicación de cómo se debe servir a los
enfermos a la luz de la parábola del Buen Samaritano; una invitación a
detenernos ante el dolor, ante la persona que necesita de nuestra
ayuda.
• Cristo es el “varón sufriente” por excelencia y gracias a Él, el
sufrimiento tiene una visión diferente.
• Jesucristo vence el sufrimiento por el amor; de igual manera, el
cristiano debe sufrir, tener esperanza y no dejarse arrastrar por la
desesperación; pues el sufrimiento, se presenta como una vocación a
la cual han de responder todos los hombres, con espíritu de fe. Sólo la
fe nos permite comprender el sufrimiento como un camino de
salvación.
Los papas anteriores a Juan Pablo II, tal vez hayan tenido dentro de su
ministerio una inclinación por este aspecto del sufrimiento, pero ninguno lo
hizo como él. Tuvo tanta importancia el sufrimiento de la persona humana
para este papa, que nos regaló la Salvifici Doloris, que es el primer
98
documento de la Iglesia que desarrolla como tema central el sufrimiento.
Pero a demás de este documento, que a continuación vamos a desarrollar,
también se debe a él la institución de un dicasterio específico para la pastoral
de la salud: el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios.
3.3.6 SALVIFICI DOLORIS:
El sufrimiento humano, aun habiendo sido tratado en muchas ocasiones y
por diversos pontífices, no había sido desarrollado doctrinalmente, hasta que
en febrero de 1984, en la fiesta litúrgica de la virgen de Lourdes, fue
publicada la carta apostólica “Salvifici Doloris”, publicada al español como:
“dimensión cristiana del sufrimiento humano” 99 .
La carta apostólica Salvifici Doloris, quiere ser una respuesta al sufrimiento
cristiano, por ello toma de las Escrituras, diferentes textos con el fin de darle
explicación razonable; uno de estos textos puede ser el del apóstol San
Pablo donde nos dice: “ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros”.
Esta alegría “deriva del descubrimiento del sentido del sufrimiento” 100 .
Descubrir el sentido del sufrimiento implica todo un proceso en donde no
solamente está comprometido quien sufre, sino también todo su círculo
social; es decir, familia, quienes lo asisten, amigos, vecinos, conocidos.
99
PASTORAL DE LA SALUD, CELAM. Editorial Litocamargo. Bogotá 1999. Pág. 113. Juan PABLO II. Salvifici Doloris. Lima. Ed. Salesiana. 1984. # 1. Pág. 3 100
99
Por otra parte, hay que tener en cuenta que la dimensión del sufrimiento va
más allá de una simple enfermedad; es decir, se enraiza en lo profundo de la
humanidad, pues, el sufrimiento como tal está relacionado con el dolor físico,
pero muchas veces se olvida el dolor moral. “El sufrimiento físico se da
cuando de cualquier manera duele el cuerpo, mientras que el sufrimiento
moral es dolor del alma” 101 . La labor de todo cristiano es imitar a Cristo,
quien a demás de curar el dolor físico, curaba el dolor del alma; nosotros
como pastoralistas, estamos llamados a llevar “un remedio” para el alma de
la persona.
Tal vez el dolor físico sea doblegado por medios terapéuticos con los cuales
el individuo reduce su sufrimiento, pero queda el dolor moral que va más allá
de la imaginación y que sólo quien lo experimenta sabe cuánto le afecta; la
terapéutica no puede hacer nada para aliviar este dolor moral y es por eso
que las personas además de soportar su dolor físico, deben también soportar
su dolor moral. El encuentro de estos dos dolores hace muy lento el proceso
de mejoramiento; se puede vislumbrar aquí la importancia del trabajo
pastoral, pues está encaminado a “aliviar” ese dolor moral de la persona.
El sufrimiento moral puede ser visto desde la Sagrada Escritura como el
peligro de muerte, la muerte de los propios hijos y especialmente la muerte
del hijo primogénito y único. También, “la falta de la prole, la nostalgia de la
patria, la persecución y hostilidad del ambiente, el escarnio y la irrisión hacia
quien sufre, la soledad y el abandono, el remordimiento de conciencia, la
dificultad en comprender por qué los malos prosperan y los justos sufren, la
101
Ibíd. # 5 pág. 7 100
infidelidad e ingratitud por parte de amigos y vecinos, las desventuras de la
propia nación” 102 .
También hoy, en nuestra sociedad actual, podemos considerar como
sufrimiento moral el desplazamiento a causa de la injusticia de aquellos que
quieren imponer sus propias leyes, aplastando al más humilde, al pobre. Otro
factor es el secuestro, lo cual causa tanto dolor a quien lo padece como a su
familia, siendo este medio el que más lleva a las personas a la depresión y
lógicamente a la desesperación, a la desestabilización emocional y psíquica.
Si bien es cierto, el sufrimiento es muy complejo e implica todo el ser de la
persona; es decir, todas sus dimensiones, lo cual muchas veces no es fácil
de superar e implica un acompañamiento en el cual quien sufre
ha de
expresar sus emociones y todo su dolor, para que así mismo vaya
encontrando sus propias respuestas, pues quien acompaña sólo se limita a
escuchar y a guiar el dialogo, pero no a dar soluciones.
Todo aquello que afecta a la persona tanto interior como exteriormente, es
considerado como mal: “el mal es una cierta falta, limitación o distorsión del
bien. El hombre sufre a causa de un bien del que él no participa, del cual es
en cierto modo excluido o del que él mismo es privado” 103 .
102
103
Ibíd. # 6 pág. 8 Ibíd. #7 pág. 12 101
Este concepto sobre el mal está ligado al bien de cierta manera, pero no
quiere decir que está ligado al bien, por ello cuando se encuentra el
verdadero sentido del sufrimiento hay una “comunión y solidaridad con los
demás hombres que sufren” 104 . El sufrimiento nos lleva a reconocernos
finitos y necesitados de los demás, por ello nuestra solidaridad se abre
también a aquellas personas que sufren; podríamos decir que el propio
sufrimiento nos lleva a acercarnos al sufrimiento de los demás.
A través de la historia, el ser humano siempre se ha preguntado sobre el
sentido del sufrimiento o en otras palabras el ¿por qué y para qué del
sufrimiento? a lo cual siempre ha sido difícil responder e incluso “se llega a
no sólo múltiples frustraciones y conflictos en la relación del hombre con
Dios, sino que hasta se llega a la negación misma de Dios” 105 ; pues la
imagen del Misericordioso se ve oscurecida por las dificultades que padece
el individuo; sin embargo, Dios permite este proceso y escucha la voz del
afligido, atormentado por sus dolores, al igual que Job, para luego hacer
entender que el sufrimiento “es un misterio que el hombre no puede
comprender a fondo” 106 . Hay que tener en cuenta “que no todo sufrimiento es
consecuencia de la culpa y que tenga un carácter de castigo” 107 . Muchos de
los sufrimientos de la persona, son propiciados por ellos mismos, debido a su
irresponsabilidad ante la propia vida.
104
Ibíd. # 8 pág. 13 Ibíd. # 9 pág. 15 106
Ibíd. # 11 pág. 18 107
Ibíd. # 11 pág. 19 105
102
El sufrimiento muchas veces es visto y entendido como castigo por las
culpas; en vez de ello hay que entender que “el sufrimiento debe servir para
la conversión, para la reconstrucción del bien en el sujeto… la penitencia
tiene como finalidad superar el mal… y consolidar el bien tanto en uno mismo
como en la relación con los demás y, sobre todo, con Dios” 108 . La realidad
vivida en las instituciones de salud con los enfermos, ciertamente confirma
que el sufrimiento es motivo de conversión y de arrepentimiento.
Esta conversión, como respuesta al sufrimiento, ocurre por el amor que ha
sido derramado en nuestros corazones, ese amor que lo transforma todo y
lleva al encuentro con Dios por medio de los otros. Pero, este amor, por el
ritmo que llevaba nuestra vida lo habíamos hecho a un lado; mas ahora, con
el sufrimiento, ese amor surge de nuevo en nosotros y, la fe nos lleva a
comprender que es el amor que Cristo entregó en la cruz por la redención de
los hombres.
El amor-salvación que entrega Cristo es con el fin de dar al hombre una
nueva vida, por ello “salvación viene a significar liberación del mal” 109 , es un
darse totalmente de Cristo a la humanidad para elevarla a la condición de
hijos de Dios. Esta salvación unida al amor lleva al hombre a un encuentro
personal con Dios, el cual permite a la humanidad llegar a él por medio de su
hijo Jesucristo.
108
109
Ibíd. # 12 pág. 21 Ibíd. # 14 pág. 22 103
El amor que entrega Cristo como redención, es llevado hasta el extremo; es
decir, hasta la cruz donde se manifiesta la gloria de Jesús en su Padre
Celestial. Por ello el sufrimiento cuando es entendido desde la perspectiva
evangélica, lleva al sufriente a entregarse en relación con el misterio de la
cruz y se hace partícipe de los dolores y padecimientos de Cristo: “Por medio
del sufrimiento Cristo hace posible que el hombre no muera, sino que tenga
la vida eterna” 110 . Para algunos racionalistas no es concebible el tener que
sufrir para gozar la eternidad, pero es que aquí no se trata del sufrir por sufrir,
sino, el sufrir a la luz de Cristo, como una donación hacia los demás.
Cristo mismo da la respuesta al sufrimiento a través de sus enseñanzas y de
su sufrimiento voluntario, el cual lo hizo para la salvación del hombre; por
ello: “la participación en los sufrimientos de Cristo es, al mismo tiempo,
sufrimiento por el reino de Dios” 111 .
Así pues, “sufrir significa hacerse particularmente receptivos, abiertos a la
acción de las fuerzas salvíficas de Dios ofrecidas a la humanidad en
Cristo” 112 . El sufrimiento humano hace que el hombre manifieste su madurez
tanto moral como espiritual, con lo cual acepta los padecimientos no como
resignación, sino como medio por el cual se llega a Dios y se participa con
Cristo en la gloria del padre.
110
Ibíd. # 16 pág. 28 Ibíd. # 21 pág. 43 112
Ibíd. # 23 pág. 47 111
104
Cristo, como Dios y hombre, es el primero que describe con sus
padecimientos el evangelio del sufrimiento, el cual lo redimensiona y lo
asume por amor. Así pues, “el evangelio del sufrimiento significa la
revelación de la fuerza salvadora y del significado salvífico del sufrimiento en
la misión mesiánica de Cristo y luego en la misión y en la vocación de la
Iglesia” 113 . Pues, la Iglesia está llamada a seguir realizando la obra de Cristo
en la tierra; es decir, está llamada a redimir a los hombres y a liberarlos de su
sufrimiento.
Para la Iglesia, el evangelio del sufrimiento, ha sido asumido con gran
delicadeza; el cual está reflejado en la caridad que muchos hombres y
mujeres han asumido como tarea propia de la evangelización y es desde el
mismo evangelio a imitación de Cristo y de San Camilo de donde han tomado
fuerzas para apoyar, acompañar y curar las dolencias del alma a quienes
sufren en esos lechos dolorosos y en medio del abandono.
El evangelio del sufrimiento nos enseña el sufrimiento por Cristo y, a causa
de Cristo; es decir, entregar la vida y los dolores a los padecimientos de
Cristo con el fin de ser consolados por él: “venid a mi todos los que estáis
cansados y agobiados que yo os aliviaré”.
También, en “el sufrimiento se
esconde una fuerza que acerca al hombre interiormente a Cristo, una gracia
especial” 114
y esto es corroborado en aquellos pacientes que en el
transcurso de su vida han estado alejados de Dios y cuando se enferman
buscan consuelo en Dios ante sus dificultades, e inician un camino de
conversión, de madurez interior.
113
114
Ibíd. # 25 pág.54 Ibíd. # 26 pág. 57 105
Es aquí donde se ubica este trabajo, queremos saber por qué en la
enfermedad el hombre se acerca más a Dios; ya vimos en el primer capítulo
que puede ser porque en ese momento de sufrimiento, la persona se da
cuenta de todas sus debilidades, siente que no es nada, siente que el mundo
sigue igual si él se va, vive la soledad, la esclavitud de sí mismo, la
indiferencia etc. Y después de realizar toda una relectura de su propia vida,
ve que Dios es el único que le ha acompañado siempre, que nunca se ha ido
de su lado y que en esos momentos tan duros de dolor, El lo conforta. Pero
aquí vemos también que la enfermedad es considerada como una gracia
especial. Retomando el primer capítulo podríamos decir que, esa gracia
especial es, el tiempo que el hombre tiene para pensar en sí mismo, en su
vida; pues, en los momentos de salud no tiene este tiempo para sí mismo,
sino que se ocupa de su trabajo, de su familia, del sustento diario, pero no se
regala un instante para sí mismo. La enfermedad le torga este tiempo para sí
mismo, y al tener este tiempo, no nos queda más que volver a nuestro
fundamento: DIOS.
3.3.7 EVANGELIUM VITAE:
Es una encíclica promulgada el 25 de marzo de 1995, la cual proyecta el
tema básico de la pastoral de la salud (el respeto y cuidado de la vida) en
todos los ámbitos de la pastoral de la Iglesia. La Encíclica quiere ser una
confirmación precisa y firme del valor de la vida humana y de su carácter
inviolable.
106
La Evangelium Vitae nos dice: “quienes sufren a causa de una existencia de
algún modo disminuida escuchan de Jesús la Buena Nueva de que Dios se
interesa por ellos y tienen la certeza de que también su vida es un don
celosamente custodiado en las manos del padre (Mt 6, 25 – 34)” 115 .
Esta
reflexión lleva a verificar en la existencia humana la certeza de que Dios
cuida del hombre y por ende le acompaña en sus sufrimientos, le hace
experimentar el “estar ahí” de Dios. A pesar de las difíciles circunstancias.
Además “la multitud de los enfermos y marginados que siguen y buscan a
Jesús (cfr. Mt 4, 23 – 25), encuentran en su palabra y en sus gestos la
revelación del gran valor que tiene su vida y del fundamento de sus
esperanzas de salvación” 116 .
Cristo es quien manifiesta a través de toda su existencia, el gran valor que
tiene la salud y hace experimentar al hombre la vida en busca de una
condición más digna y humana, sin pretender por ello, discriminar a nadie.
La Iglesia ha considerado como su misión, el anuncio de la Buena Nueva a
ejemplo de Jesús “que pasó haciendo el bien y curando a todos los
oprimidos” (Hch 10, 38). La Iglesia se interesa por el sufrimiento humano y
pretende que a través de este, el hombre llegue a encontrarse con el Dios de
la vida, el cual fortalece y anima en los momentos más dramáticos del dolor.
Por consiguiente, lo que la Iglesia anuncia es un mensaje de salvación a
todas las criaturas en sus diferentes condiciones.
En cuanto a la muerte de Jesús, nos dice la Evangelium Vitae, “es
precisamente en su muerte donde Jesús revela toda su grandeza y el valor
115
116
JUAN PABLO II Evangelium Vitae. Vaticano, editrice vaticana. 1995. # 32 pág. 58 Ibíd. 107
de la vida, ya que su entrega en la cruz es fuente de vida nueva para todos
los hombres (cfr. Jn 12, 32)” 117 . Suena paradójico para muchos, pero para
nosotros los cristianos, es desde el sufrimiento y desde la muerte donde
florece la vida y la salvación.
Cuando llega la enfermedad, estamos llamados a poner nuestra confianza en
Dios, ya que él “cura todas las enfermedades” (Sal 103, 3) y cuando parece
que no hay mejoría, llevando incluso a la desesperación “mis días son como
la sombra que declina” (Sal 102, 12), es precisamente donde el creyente está
animado por la fe inquebrantable en el poder vivificante de Dios. “La
enfermedad no lo empuja a la desesperación y a la búsqueda de la muerte,
sino a la invocación llena de esperanza del nombre de Dios” 118 .
Igualmente cuando Jesús envió a sus apóstoles a predicar el evangelio, ellos
procuran acompañar el anuncio con diferentes curaciones de enfermos (cfr.
Mt 10, 7 – 8; Mc 6, 13; 16, 18). Este ejemplo, primero de Jesús y luego de
los apóstoles, ha continuado en el anuncio de la Iglesia, no tanto como
curación física, pero si espiritual y de acompañamiento, donde pretende
reconciliar consigo mismo al hombre sufriente, el cual por su condición
experimenta muchos conflictos internos, que hacen que su enfermedad se
complique un poco más, y su proceso de recuperación sea más lento.
Sin embargo, Jesús ofreció su sacrificio al Padre, como oblación por nuestros
pecados; así mismo la Iglesia desde siempre ha pedido, a quienes sufren en
117
118
Ibíd. # 33 pág. 61 Ibíd. # 46 pág. 83 108
diferentes circunstancias, que ofrezcan su dolor a los de Cristo, para recibir
de Él, el consuelo y la paz, que hacen menos difícil la condición del dolor.
3.3.8 CARTA A LOS AGENTES DE LA SALUD:
El santo padre en esta carta manifiesta que la enfermedad además de ser
experiencia, es más que un hecho clínico, pues ella integra todo el ser de la
persona; es decir, sus dimensiones. Por ello es indispensable que quien se
acerca a un enfermo lo ha de hacer con un corazón abierto, para que así
“pueda dar sentido a la enfermedad y al propio trabajo y de convertir cada
caso clínico individual en un encuentro humano” 119 . El encuentro con las
personas enfermas, tiene que ser un encuentro de vida, un encuentro donde
la persona que sufre se sienta redimida por el amor de Cristo, manifestado
en quien lo asiste.
Pues, cuando el enfermo asume sus sufrimientos desde la perspectiva de
Cristo, le permite vincularse a los padecimientos de Cristo mismo, ello lo lleva
a encontrar y a entender “una triple actitud saludable frente a la enfermedad:
la conciencia de su realidad sin minimizarla y sin exagerarla; la aceptación no
con resignación más o menos ciega, pero si con sereno conocimiento y
convicción que el Señor quiere y puede obtener el bien del mal; y la oblación
consumada por amor del señor y de los hermanos” 120 . Esta triple actitud lleva
119
Pontificio consejo para la pastoral de los agentes sanitarios. Carta a los agentes de salud. Vaticano. 1995. # 53 pág. 65 120
Ibíd. # 54 pág. 66 109
a la persona a ser consciente de su dolor, aceptarlo y finalmente ofrecerlo,
así como Jesús ofreció su vida por todos nosotros.
Hemos pues realizado un recorrido por la Sagrada Escritura y por el
Magisterio de la Iglesia, observando las distintas maneras en que la Iglesia
en sus representantes se ha dirigido al sufrimiento y las directrices que ha
dado al respecto.
Cabe retomar la imagen de Jesucristo, que fue quién
cambio la visión errónea del sufrimiento que vio en el Antiguo Testamento, y
modifica esa visión tanto de la enfermedad, como de la persona que la
padece. Con El finaliza pues la ley de la retribución y entra a imperar en el
Nuevo Testamento la ley del amor.
Esta ley del amor, atestiguada en las palabras y en las obras de Jesús, debe
convertirse para nosotros en la fundamentación de nuestra propia vida, sólo
así podremos brindar a los enfermos un acompañamiento sin discriminación,
donde tengamos en cuenta todo el SER de la persona. Jesús es la persona
que vamos a tomar como ejemplo para proponer en el próximo capítulo, una
forma de acercamiento al enfermo, un acompañamiento y una relación de
ayuda que sea eficaz, para que el enfermo pueda aceptar la realidad de su
enfermedad y comience un camino de “salud” consigo mismo, con los demás
y con Dios.
110
CAPITULO 4
PROPUESTA PASTORAL EN EL ACOMPAÑAMIENTO A LOS
ENFERMOS, DESDE LA PERSONA DE JESÚS.
“El combate a la enfermedad tiene como finalidad lograr la armonía física, psíquica,
social y espiritual para el cumplimiento de la misión recibida. La Pastoral de la Salud
es la respuesta a los grandes interrogantes de la vida, como son el sufrimiento y la
muerte, a la luz de la muerte y resurrección del Señor” 121
Como resultado de este trabajo se proponen a continuación unas líneas
pastorales para hacer más humano el encuentro con la persona enferma y
lograr al tiempo un acercamiento más sincero a Dios; con esto, se busca
responder al interrogante que dio origen a este trabajo
4.1 JUSTIFICACION:
La persona en medio de su sufrimiento, siente un inmenso vacío y una
depresión constante debido a la situación en la que se encuentra. Los
momentos de enfermedad significan para la persona, momentos de soledad
y de angustia; y se da una regresión a la propia vida y un repensar su
historia, lo cual produce en la persona hondas decepciones al ver todo el
conjunto de su vida como un sin sentido.
Esto ocasiona en la persona grandes frustraciones, los cuales no han sido
aún tenidas en cuenta a la hora de un encuentro pastoral; y es por esto, que
121
CELAM., V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Paulinas, Bogotá D.C 2007. pág. 189. 111
se quiere proponer un modelo de pastoral de salud, en donde todos los
vinculados a dicho proyecto, deberán formarse dentro de un perfil especial,
que busca tomar a la persona como un ser integral y tener esto presente en
el encuentro con los enfermos, para que, a través de sus reacciones, el
agente pueda identificar la fase en la que se encuentra y brindar así una
ayuda bien enfocada en los verdaderos sentimientos de la persona enferma.
4.2 OBJETIVO GENERAL:
Formar un grupo de personas idóneas para que puedan brindar un
acompañamiento integral al enfermo, identificando sus fases y brindando
herramientas necesarias para el reencuentro con Dios.
4.3 OBJETIVOS ESPECIFICOS:
• Conocer el proceso desarrollado durante la enfermedad de la persona.
• Identificar la fase en la que se encuentra desde nuestro primer
contacto con ella.
• Brindar herramientas oportunas para el mejoramiento de sus
emociones.
• Acompañar el proceso del restablecimiento de la relación con Dios.
• Ayudar a que este, “volver a Dios”, sea por convicción y no por
conveniencia o miedo.
• Seguir el proceso una vez restablecida la salud.
112
4.4 CONTENIDOS:
Para poder llevar a cabo este proyecto vamos a ver algunos rasgos
característicos de la persona de Jesús en cuanto a los enfermos; los cuales
deberán ser tenidos en cuenta por toda persona que entre en contacto con
un enfermo. La pastoral de la salud deberá revestirse de la persona de Jesús
para lograr en el enfermo un contacto directo con Dios.
4.4.1 JESÚS Y LA SALUD:
Jesús no hace discursos acerca de la salud pero su persona, sus gestos y
sus palabras, toda su actuación y su vida son saludables; es decir,
despiertan y promueven la salud del ser humano y de la comunidad. Jesús
irradia salud amando, liberando a las personas de aquello que les oprime,
poniendo paz y armonía en sus vidas y fomentando una convivencia más
humana y fraterna. Jesús nos invita a vivir “sanamente” la salud, como don
de Dios que hemos de disfrutar y cuidar, no como un bien absoluto. Por
ejemplo, gastar y perder la salud al servicio del Evangelio es también una
forma sana de vivir nuestra salud. “Jesús entregó su vida en la cruz como la
expresión suprema de la fidelidad a Dios y de su amor a los demás y de ella
nos brota la salvación” 122 .
Jesús nos invita a ayudar a vivir “sanamente” todas las realidades de la
existencia, incluso las dolorosas y adversas como la enfermedad. Jesús es la
salud y seguirle es una de las maneras más sanas y gratificantes de vivir.
122
TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. Pág. 98 113
4.4.2 EL MODELO DE SALUD EN JESÚS:
4.4.2.1 SALUD INTEGRAL:
La salud que Jesús promueve es la sanación integral de la persona: pone al
enfermo en contacto con la parte de su ser que está todavía sana y estimula
ese deseo de vida que se esconde en todo hombre: “¿quieres ser curado?”
(Jn 5, 6). Jesús sana a la hemorroisa y perdona a la pecadora con las
mismas palabras: “tu fe te ha salvado. Vete en paz” (Lc 7, 50; 8, 48). “La
persona recobra salud reconciliándose con Dios, consigo misma, con los
demás y con la creación entera” 123 . La salud abarca todo el entorno de la
persona.
4.4.2.2 SALUD LIBERADORA:
Para Jesús, sanar es liberar la vida encadenada por el mal, desbloquear lo
que impide el despliegue sano de la persona: “mujer quedas libre de tu
enfermedad” (Lc 13, 12). “Jesús libera de todo lo que oprime y esclaviza a la
persona 124 . Quien entra en contacto con el enfermo, no debe buscar sanar
solo su dolor físico; sino que debe estar presto a su salud integral, a aliviar
todas las dimensiones de la persona.
Teniendo en cuenta, la muestra de población para este trabajo, se percibió
que la persona enferma, lo que más necesita es que se le escuche, no
necesita ni discursos de salud, ni oraciones, ni imposición de manos; al inicio
123
124
Ibíd. Ibíd. Pág. 99 114
lo que necesita es ser escuchada y todo lo demás se vendrá dando por
añadidura. Jesús no hizo nunca grandes discursos. “mujer ¿nadie te
condenó? Tampoco yo, vete y no peques mas”. El silencio de Jesús ante la
mujer
pecadora,
genera
una
conversión
en
ella,
un
verdadero
arrepentimiento y un cambio sincero en su vida.
No hay que imponer discursos, hay que saber escuchar. Al liberarse la
persona de todos los padecimientos internos, al poder comunicar todo
aquello que le hace un nudo en su pecho y que no lo deja respirar, empieza
la persona a sentirse más libre y a tener más disposición para iniciar un
proceso de recuperación, por eso quien se acerque a una persona enferma,
lo primero que debe hacer es escucharlo, pero una escucha sincera,
profunda, donde la persona pueda notar que verdaderamente todo lo que el
expresa es importante para quien lo está visitando.
4.4.2.3 SALUD RESPONSABLE:
Para Jesús es equivocado atribuir todo el deterioro de la salud a la
responsabilidad de la persona (cfr. Jn 9, 3). Pero es también equivocado
eliminar de manera absoluta la responsabilidad de cada uno ante su propia
salud: “mira, has quedado sano. No peques más, no sea que te ocurra algo
peor” (Jn 5, 14). Jesús invita a los que han sido curados a caminar de nuevo,
a valerse por sí mismos y a reintegrarse a la convivencia: “levántate, toma tu
camilla y vete a tu casa” (Mc 2, 4; Jn 5, 8).
115
Recordemos el caso de Juan plasmado en los primeros capítulos; no
podemos atribuir su estado de invalidez en un 100% a sus acciones, pero él
ya había estado hospitalizado por unas causas similares. Allí tuvo en
pequeño acercamiento a Dios. Juan al salir del hospital, pudo haber buscado
otro modo de vida, pero siguió igual y ahora su mal no tiene cura. Muchas
veces la persona no aprende de las caídas. Los obstáculos son siempre para
aprender de ellos, si una acción me degrada mi salud, debo estar atento para
no volverlo a realizar.
4.4.2.4 SALUD INDIVIDUAL Y SOCIAL:
Jesús no se preocupa únicamente de la salud de los individuos, en su acción
evangelizadora pone en marcha un profundo proceso de sanación tanto
individual como social. Incluso cuando sana y transforma la vida de una
persona, esta sanación tiene una repercusión comunitaria: “hoy ha llegado la
salvación a esta casa” (Lc 19, 9). La conversión de Zaqueo es fuente de
salvación para su familia. “Jesús promueve una salud social cuando condena
una vida religiosa y moral reducida al legalismo y culto vacío, y olvidada de la
justicia y el amor (Lc 11, 40 – 42; Mt 23, 23 – 24)” 125 . Un encuentro con la
persona enferma tiene buenos frutos cuando se hace con amor, cuando mi
visita la hago con un consentimiento propio de servicio y no de imagen, de
aparentar.
125
Ibíd. Pág. 100 116
El proceso de la pastoral de la salud es muy bello y por eso mismo debe ser
de mucho cuidado, pues en el mayor de los casos, la enfermedad es signo
de encuentro. En el trabajo con la población tomada, se notaba cómo por la
enfermedad de una persona (Carlos Mario) se dio la unión familiar. Por eso el
pastoralista de la salud debe estar muy atento para crear espacios y medios
necesarios para que estos encuentros familiares se den con mayor facilidad.
Muchas veces el orgullo de un integrante de una familia no le permite
acercarse a la otra persona, aunque se muera de ganas por hacerlo, un
encuentro pastoral puede percibir estas inquietudes y puede cooperar a
lograr una sanación integral.
4.4.2.5 JESÚS IRRADIA SALUD:
Los Evangelios están llenos de ejemplos de cómo Jesús irradiaba salud para
todo quien se acercaba a Él. Aquí algunos ejemplos: la persona de Jesús
irradia una fuerza sanadora, por eso todos lo buscan (Mc 3, 10). Jesús irradia
salud desde lo más profundo de su ser: salía de él una fuerza que sanaba a
todos (Lc, 19; Mc 5, 30). El pasa haciendo el bien y sanando a todos por que
vive ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo (Hechos 10, 28; Lc 1,
35; 4, 14); sus manos son bendición de Dos (Mt 19, 13 – 15; Mc 10, 16), sus
palabras son “espíritu y vida” (Jn 6, 63). “Jesús nos revela la fuerza sanadora
que el ser humano puede transmitir cuando se deja habitar por el espíritu” 126 ,
Pues es el espíritu quien ilumina todo el que hacer de la pastoral de la salud
y el encuentro personal con los enfermos.
126
Ibíd. 117
4.4.2.6 AMOR SANADOR:
Lo que inspira la acción sanadora de Jesús es siempre el amor; ante el
sufrimiento de las gentes “se le conmueven las entrañas” (Mc 1, 41; Mt 20,
34;
Lc 7, 13). No es posible sanar desde el egoísmo, el rechazo, el
resentimiento o el miedo.
En Jesús sanar es su forma de amar. “La sanación está inspirada e
impulsada por la compasión, por la preocupación del sufrimiento del enfermo
y el deseo eficaz de liberarlo. Este amor sanador de Jesús está hecho de
cercanía, solicitud, tacto cariñoso, estimación del enfermo, respeto”
127
.
Podemos decir que cuando Jesús se detiene ante los enfermos para
perdonar, curar su mal, imponer sus manos, devolverlos a la convivencia, les
está mostrando que son dignos de ser amados.
4.4.2.7 OTRAS ACTITUDES DE JESÚS:
Jesús, es modelo de nuestra actuación pastoral: esto porque
la atenta
contemplación de Jesús, su vida, sus palabras, sus gestos, su forma de
afrontar el sufrimiento y la muerte, su trato y relación con las personas,
especialmente con las enfermas, nos ayudan como agentes de pastoral a
configurar un estilo de presencia junto al enfermo y a desempeñar fielmente
su misión en el nombre del señor. Las actitudes de Jesús que a continuación
127
Ibíd. 101 118
vamos a describir, deben convertirse en nosotros en un ejemplo de vida, si
queremos redimir a la persona enferma, debemos imitar estas actitudes y
hacerlas vida en nosotros.
4.4.2.8 JESÚS FRENTE AL SUFRIMIENTO:
Ante el sufrimiento Jesús se muestra como un hombre que vive la vida
intensamente, con una profunda alegría interior enraizada en la experiencia
gozosa del padre y de su reino. Esta experiencia no le aleja del sufrimiento
de las gentes. Jesús se conmueve profundamente ante el dolor de los otros
para esto tenemos algunos textos como: (Mateo 9, 39; 14, 14; 15, 32).
Jesús no ama el sufrimiento ni lo busca, pero sabe aceptarlo cuando lo
encuentra en su propia vida y lo asume activamente como la ocasión más
realista para mostrar su amor y confianza total en el padre (Juan 14, 31;
Lucas 23, 46) y su amor y su solidaridad incondicional a los hombres (Lucas
23, 24). El sufrimiento no desaparece pero es transformado y vencido por el
amor (Salvifici Doloris, 14-18).
La experiencia del sufrimiento no le endurece ni lo encierra en sí mismo,
antes bien, le hace sensible al dolor ajeno y capaz de auxiliar a los que se
ven probados (cfr. Hebreos 2,18) y de identificarse con todos los que sufren
(cfr. Mt 25, 35-40). Así mismo, en la realidad de la pastoral, se encuentran
muchos enfermos que asumen su enfermedad de tal manera, que son
capaces también de abrirse ante otros enfermos en su auxilio y
encontrándose ellos en un estado casi igual, optan por ayudar a los demás,
por darles ánimo y fuerza para que juntos sobresalgan de esa crisis que
están viviendo; podríamos también poner el ejemplo de san Camilo de Lellis,
119
quien encontró su vocación por los enfermos, estando él también enfermo y,
desde allí, desde su propia enfermedad emprendió un compromiso tan
grande por servir a los enfermos que lo llevo a ser proclamado santo, y
patrón de los enfermos y trabajadores de la salud.
4.4.2.9 JESÚS FRENTE A LA MUERTE:
Jesús se sitúa ante su propia muerte de manera consciente. La acepta
libremente: “nadie me quita la vida, soy yo quien la da” (cfr. Juan 10, 18). Es
la consecuencia de su fidelidad a sí mismo, a Dios y a los hombres de
quienes se siente solidario. “Esa fidelidad no le exime de sentir miedo,
tristeza, angustia y soledad, pero al mismo tiempo cuenta con la fuerza que
le viene del Padre para asumirla (cfr. Lucas 22, 40-46)”
128
. Jesús muere
como ha vivido, abandonándose en las manos del padre (cfr. Lucas 23, 46).
4.4.2.10 LOS ENFERMOS SON: EL CAMPO PRIVILEGIADO DE LA
ACTUACIÓN DE JESÚS:
El mundo de los enfermos aparece en el evangelio como el campo
privilegiado de la actuación de Jesús. Este es el signo y modelo de su acción
liberadora y salvadora (mateo 11, 5; 12, 28), pues la enfermedad, “es vivida
en tiempos de Jesús, como una experiencia de abandono y desamparo, de
máxima pobreza, de la maldición divina y de marginación social” 129 .
128
TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. Pág. 81 129
Ibíd. 120
Recordemos la connotación que la enfermedad tenía en los tiempos de
Jesús, donde se vivía como ley de la retribución, lo cual quería decir que si
me llegaba la enfermedad era porque estaba en pecado y por lo tanto Dios
me castigaba. Es en esta imagen de castigo de Dios donde Jesús pone todas
sus fuerzas para mostrar el verdadero rostro de Dios, no un rostro de
castigador, sino un rostro misericordioso y compasivo.
4.4.2.11 JESÚS SE ACERCA A LOS ENFERMOS POR AMOR:
Se puede decir aquí de manera general que Jesús tenia amor por los
enfermos, pero no se puede generalizar al decir que Jesús se acerca a ellos;
pues los Evangelios nos muestran muchos ejemplos donde no es Jesús sino
la persona misma quien se acerca. Por ejemplo mateo 9, 27 nos muestra
que son los enfermos quienes salen a su encuentro. Marcos 2, 4 nos muestra
que algunos enfermos son llevados por sus familiares donde Jesús. Lucas
13, 12;
y 18, 40 nos muestra a Jesús acercándose o llamando a los
enfermos. “Jesús se acerca a los enfermos movido únicamente por su amor,
no le mueve el interés o un afán proselitista, sino únicamente el amor”
130
.
También a nosotros, a todo el que lee este trabajo, alguna vez en la vida se
nos acercará un enfermo; este trabajo nos prepara para acogerlo, para no
dejarlo ir igual que como vino, sino que a partir de su encuentro con nosotros,
pueda sentirse más digno, más sano, más amado por Dios.
130
Ibíd. 121
4.4.2.12 LOS ATIENDE EN SUS NECESIDADES:
Jesús busca el encuentro personal con los enfermos. Les acoge, escucha,
comprende, interpreta sus deseos, les infunde la fe, aliento y esperanza.
“Jesús libera a los enfermos de su soledad. Les ayuda a descubrir que no
están solos ni abandonados por Dios”
131
. Les ayuda a creer de nuevo en la
vida, la salud, el perdón y la reconciliación con Dios.
Jesús pone un especial interés
en romper la marginación en que se
abandona a los enfermos. Busca el contacto humano con ellos por encima de
las normas que lo prohíben (cfr. Mc 1, 41) y los reintegra en la vida social
dándoles posibilidades de oír, ver, hablar, caminar y valerse por sí mismos.
(cfr. Mc 7, 34-35; 8, 25; Jn 5, 8).
4.4.2.13 JESÚS CUENTA CON LOS ENFERMOS:
Jesús estimula el protagonismo de los enfermos, no
anula su iniciativa.
“¿Quieres quedar sano?” levántate, carga con tu camilla y hecha a andar (cfr.
Jn 5, 6-8). “¿Qué quieren que yo haga por ustedes?” (cfr. Mt 20,32), es esto
lo que dice a los ciegos de Jericó. Es muy importante que los agentes de
pastoral tengan esto en cuenta, pues muchas veces queremos imponer, no
realizamos lo que el enfermo quiere que hagamos o lo que verdaderamente
necesita, muchas veces no contamos con su propia opinión, sino que
creemos que por estar enfermos, no saben lo que deben hacer y por eso
llegamos autoritariamente a ejecutar obras con las que ellos no están de
131
Ibíd. Pág. 82 122
acuerdo; esto ocasiona un alejamiento del paciente y una obstrucción total
para la relación con la persona enferma. De manera pues; que debemos
tomar este ejemplo de Jesús, pues incluso él que es Dios y que sabía bien lo
que tenía que hacer, preguntaba a la persona lo que quería, sabiendo ya lo
que iba a pedir.
Esto demuestra que es muy importante dejar opinar al enfermo, preguntarle
como Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?”, puede que nos pida cosas
muy mínimas y que incluso creamos que no tiene que ver nada con mi
trabajo pastoral, pero hagámoslo, hagamos lo que nos pide el enfermo con
cariño por muy insignificante que sea y nos ganaremos la confianza de esa
persona y tendremos garantizada su atención para poder así realizar una
buena labor pastoral. Hay también que darle todos los créditos al enfermo y a
Jesús, no nos demos los créditos nosotros mismos, nunca le digamos al
enfermo que por mi visita o por mi acción se va a poner mejor, abajémonos
un poco de ese pedestal donde muchas veces nos colocamos; sigamos el
ejemplo de Jesús quien siempre le manifestaba a la persona: “tu fe te ha
curado” (Lc 18,42). Acoge el deseo y la fe de los que le piden la curación:
“que se cumpla lo que deseas” (Mt 15, 28).
4.4.2.14 JESÚS CURA, SANA Y SALVA A TODA LA PERSONA:
Jesús no cura sólo la enfermedad física, “con la curación corporal ofrece la
sanación interior de la persona” 132 ; la libera de la culpa y la reconcilia con
Dios (cfr. Mc 2, 5); la abre al mensaje de la buena nueva (cfr. Mc 7, 34); la
132
Ibíd. 123
ayuda a reconocer las causas del mal (cfr. Jn 5, 14); le devuelve la paz y la
salvación total de parte de Dios (cfr. Jn 5, 14).
Sonaría atrevido lo que voy a manifestar, pero podría verse nuestra labor
desde esta perspectiva. El pastoralista de la salud, tiene que ser médico del
alma de la persona; es bien sabido que la persona enferma tiene un dolor
físico, si, esto ya sobra hablarlo, pero como lo he manifestado en los
primeros dos capítulos, la persona no sufre sólo físicamente, es un ser
integral y la enfermedad afecta toda su unidad; nuestra labor debería y debe
ser el tratar de mantener esa unidad, el no permitir que se afecte todos los
niveles de la persona, pues es esto lo que ocasiona la crisis, la depresión y
todas las etapas que ya vimos. Si la persona logra aceptar su enfermedad y
verla desde la luz de Jesucristo y encaminarla desde la esperanza, su
proceso de recuperación va a ser rápido y eficaz; porque su ser integral no
se encuentra dividido, sino que, toda esta unidad se encuentra trabajando
por un mismo fin: recuperar la salud física.
4.4.2.15 JESÚS DIALOGA CON LOS ALEJADOS:
En nuestra labor pastoral vamos a encontrar muchas personas que no
comparten nuestras creencias ni nuestra religión, esto nunca será un motivo
para rechazarlas; recordemos que la pastoral de salud no es para hacer
proselitismo. Miremos el ejemplo de Jesús en este aspecto: El encuentro de
Jesús con la samaritana (cfr. Jn 4, 5-30) refleja su actitud y comportamiento
con la persona alejada y muestra los recursos que utiliza para llegar con ella
124
a un dialogo pastoral: “El encuentro nace de unas necesidades: la sed y el
cansancio de Jesús y el ir por agua de la samaritana. La conversación inicial
está llena de ambivalencias, de recelos y prejuicios. Jesús, partiendo de esta
ambivalencia, le ayuda a situarse ante el problema, valora su sinceridad, le
descubre el sentido nuevo a la vida y le revela quien es”
133
. La samaritana
experimenta, gracias a ello, un proceso de cambio interior que la lleva a
aceptar su propia historia y a ser ella misma portadora de la buena nueva a
sus vecinos.
4.4.2.16 JESÚS ACOMPAÑA A LAS PERSONAS EN CRISIS:
El encuentro de Jesús con los dos discípulos camino de Emaús (cfr. Lc 24,
13-35) es una muestra de su comportamiento con personas que están
atravesando una crisis. “Jesús se acerca a ellos y se hace compañero de
camino; se interesa por lo que les pasa; les escucha y sintoniza con su
estado de ánimo; les enseña a leer, desde la fe y las Sagradas Escrituras, el
sentido de lo que está ocurriendo y ellos reviven sus experiencias”
134
. El
gesto de acogida y la fracción del pan les llevan a recuperar de nuevo su fe
personal y comunitaria y el gozo interior. Jesús desaparece y los discípulos
vuelven a la comunidad donde comparten sus vivencias.
El ejemplo de Jesús al ponerse al lado del camino, debe volverse en
nosotros vida, tenemos que ponernos al lado de los que sufren. Los
discípulos de Emaús no tenían dolor físico, pero les dolía el corazón, es el
133
134
Ibíd. Pág. 83 Ibíd. 125
más claro ejemplo para todo quien lee este trabajo, que estamos llamados a
aliviar no solo el dolor físico; sino, y ante todo, el dolor espiritual.
4.4.2.17 RELACIÓN DE JESÚS CON EL PRÓJIMO QUE SUFRE:
En la parábola del buen samaritano (Lucas 10, 29 – 37) indica Jesús cual
debe ser la relación con el prójimo que sufre: no pasar de largo sino pararse
junto a él; conmoverse y compadecerse de él y de su desgracia; ofrecerle,
dentro de lo posible, ayuda eficaz, poniendo en ella todo el corazón y
ofreciéndose a sí mismo (S.D. 28).
La parábola del buen samaritano, tienen que convertirse en el ejemplo más
grande de servicio a quien sufre. Confronta nuestra indiferencia, pues cada
día pasamos de largo ante el sufrimiento de los demás. Jesús, nos invita a
detenernos y, no detenernos a observar, sino a actuar. La actitud del
samaritano, es la actitud de toda persona que se pone en el papel del otro,
que comprende lo que está sufriendo y que trata con sus propios medios,
brindarle todo lo que este a su alcance.
4.4.2.18 JESÚS ELIGE SU GRUPO, LO FORMA Y COMPARTE CON ÉL
SU MISIÓN:
Jesús dedica una parte importante de su tiempo a ser educador y animador
de agentes de pastoral. Elige un grupo de colaboradores (cfr. Mt 10,1 – 4;
126
Mc 3, 13 – 19). Da preferencia en su trabajo a la formación del mismo,
siguiendo como educador su proceso paso a paso. En el grupo cada uno
manifiesta su manera de ser (cfr. Mc 8, 32), su proceso de adaptación al
mismo, sus intereses y egoísmos (cfr. Mc 10, 37), sus experiencias. Jesús
los lleva con él y hablan de lo que han vivido (cfr. Mc 1, 17) confronta sus
intereses con los del reino de Dios (cfr. Lc 22, 24-30); manifiesta su
inconformidad con ciertas maneras de pensar de algunos del grupo (cfr. Mt
20, 26-28; Mc 9, 35); les envía a encontrarse con las personas y
posteriormente revisan su actuación (cfr. Mc 6, 30; Lc 9, 10); les anima ante
los fracasos (cfr. Mt 5, 11-12); les ayuda a vivir la realidad hecha de
contradicción y de momentos difíciles, por fidelidad al Reino de Dios. El
pastoralista de la salud debe siempre con su ejemplo, invitar a otras
personas a unirse a su labor. La pastoral de la salud es un trabajo
comunitario, que debe vincular a todos los que entran en relación con el
enfermo.
4.4.2.19 Jesús sigue hoy junto al enfermo:
La pastoral de la salud debe demostrarle al enfermo que: “Jesús, el señor,
por su espíritu sigue estando presente junto a cada enfermo como un
compañero de viaje que comparte su situación, da sentido y contenido a su
existir, infunde aliento, coraje y paciencia para luchar, es consuelo en la
inseguridad y angustia, ofrece la vida de Dios que cura el mayor mal que es
el pecado y posibilita vivir toda la existencia de una forma nueva” 135 . El
enfermo debe ver en quien le asiste al mismo Jesús que se acerca a su lecho
135
Ibíd. 127
del dolor. El pastoralista de la salud debe vivificar la persona de Jesús ante
quien sufre, de manera que la persona enferma pueda sentirse redimida y
reivindicada por la acción del agente pastoral.
Jesús de Nazareth nos presenta todas estas maneras de acompañar la
enfermedad, es Él quien nos enseña lo que significa ser Buen Samaritano; es
Jesús con su ejemplo de vida, quien nos muestra una nueva forma de
acompañar a los que sufren, de no juzgarlos, de no discriminarlos. Jesús
cambia todo el pensamiento frente al sufrimiento y enseña que la persona
que sufre es un hijo de Dios, que El mismo está presente en ese hombre que
sufre; así mismo nos da cátedra sobre el cuidado que debemos tener con los
enfermos y como ayudarlos a reencontrar su meta de vida.
Bien, ya vimos las enseñanzas de Jesús en cuanto al cuidado de la persona
que sufre y su debido acompañamiento; dichas enseñanzas deben
convertirse para nosotros en lineamentos a seguir, cada vez que entremos
en contacto con los enfermos. Toda persona enferma que entraba en
contacto con Jesús, salía de ese encuentro totalmente reedificada; nosotros
estamos llamados a ocasionar en los enfermos, que entran en contacto con
nosotros, un cambio integral de su estado; esto lo podemos lograr si
tomamos
estos aspectos de Jesús y los aplicamos en nuestra vida y a
nuestra acción como agentes de pastoral de la salud.
Veamos ahora, cómo la pastoral de la salud trata de actualizar todas estas
enseñanzas de Jesús. Veremos de manera muy concisa lo que es la pastoral
128
de la salud, pues nuestro objetivo es brindar nuestro propio proyecto de
pastoral, pero viene bien, identificar lo que se entiende por pastoral de la
salud.
4.4.3. DEFINICIÓN DE LA PASTORAL DE LA SALUD
La pastoral de la salud ha sido una acción en la vida de la Iglesia dedicada al
cuidado de los enfermos. Ella busca el bienestar de la persona enferma a
través de la humanización de las instituciones de salud; pues la realidad
muestra que el cuidado a los enfermos no se realiza siempre de la mejor
forma, muchos profesionales de la salud cumplen su labor sólo por el sueldo,
pero no tienen el más mínimo grado de humanidad para aquellos con
quienes entran en contacto.
La pastoral de la salud entra en la vida de la institución como un proyecto por
mejorar los servicios prestados. Hoy, en Bogotá, hay muchos hospitales que
están buscando mejorar la calidad de sus servicios, a través de una pastoral
de la salud que humanice el servicio prestado por sus trabajadores.
Para nosotros, que hemos seguido el proceso de este trabajo, la pastoral de
la salud, deberá enseñarnos la forma de acercamiento al enfermo, para
comprender las vivencias que ya hemos estudiado y orientar nuestra acción
a un servicio que ayude a la persona a acercarse más a Dios.
129
La pastoral de la salud ha sido definida como: “la acción evangelizadora de
todo el pueblo de Dios, comprometido en promover, cuidar, defender y
celebrar la vida, haciendo presente la misión liberadora y salvífica de Jesús
en el mundo de la salud” 136 . Como nos lo muestra esta definición, la pastoral
de la salud es tarea de todos los que pertenecemos al pueblo de Dios; por lo
tanto, todos estamos llamados y comprometidos a orientar nuestras
acciones, de forma que podamos promover y defender la vida, haciendo
digna la vida de toda persona.
4.4.4. FINES DE LA PASTORAL DE LA SALUD
Adriano Tarrarán explica que el fin de la pastoral de la salud es “evangelizar
con renovado espíritu misionero el mundo de la salud, en una opción
preferencial por los pobres y enfermos, participando en la construcción de
una sociedad justa y solidaria al servicio de la vida” 137 .
4.5 FUNDAMENTOS TEOLÓGICOS Y BÍBLICOS
La fundamentación teológico-bíblica de la pastoral de la salud, la
encontramos en la expresión: “he venido para que tengan vida y la tengan en
abundancia” (Jn 10, 10). “El Dios de la Biblia es un Dios de amor y con la
creación nos hace partícipes de su amor. El hombre creado a imagen y
semejanza de Dios recibe de El la vida y el llamado a cuidarla, protegerla,
136
TARRARAN, A., (compilador). Guía de pastoral de la salud para A.L y Caribe. CELAM y centro Camiliano de pastoral, Bogotá. 2000. 137
TARRARAN, Adriano. En: Diplomado en Pastoral de la Salud, cartilla 2. Edición Javegraf. Bogotá 2006. Pág. 97 130
defenderla” 138 .
Por eso, ser generadores de hambre, dolor, sufrimiento,
enfermedad, en una palabra, muerte, es negarse a recibir el don de la vida,
es rechazar el amor de Dios, signo de su presencia en nuestra historia.
Al contemplar la vida y misión de Jesús descubrimos que anuncia el Reino
de Dios con gestos y palabras: “recorría Jesús toda Galilea, enseñando en
las sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda
enfermedad y toda dolencia del pueblo” (Mt 4, 23).
Jesús se acercó a los
enfermos, a los pobres, a las mujeres y a todos los excluidos, a los
marginados de las instituciones religiosas y políticas de su época, no para
reforzar la situación de exclusión, de marginación y de dolor, sino para
hacerlos sentir dignos, valorados, acompañados; para invitarlos a levantarse
de su postración y sacarlos de su condición de pecado.
La Sagrada Escritura nos muestra que Jesús, en el mandato a sus
seguidores y a la Iglesia incluye una atención preferencial a los enfermos y
afligidos.
Los apóstoles y la primera comunidad cristiana son fieles a la
misión de Jesús en el anuncio del reino y en el servicio de la autoridad y el
poder que El les había dado. El poder de curar, de restablecer la salud, es
un carisma y un ministerio al interior de la comunidad y es un signo de la
proclamación de la Buena Nueva de vida y salvación en Cristo.
El espíritu del samaritano debe impulsar el quehacer de la Iglesia; que,
“como madre amorosa debe acercarse a los enfermos, a los débiles, a los
138
TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. Pág. 90 131
heridos, a todos los que se encuentran tirados en el camino para acogerlos,
cuidarlos, curarlos, infundirles fortaleza y esperanza” 139 . Cuando Jesús se
encuentra con los enfermos para curarlos, para restablecer su salud, para
hacerlos sentir personas y reincorporarlos a la sociedad proclama el milagro
de la vida; en ellos se manifiesta la victoria de Cristo sobre el pecado y la
muerte y, se convierten en portadores de la Buena Nueva del reino.
Para los cristianos, la solidaridad con los débiles es un lugar teológico; desde
ellos el Señor nos llama para ser realidad histórica su promesa de consuelo a
los enfermos y de protección a los desamparados, como primicia de una vida
más plena. “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los
hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de toda clase de
afligidos, son también gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los
discípulos de Cristo y, nada hay verdaderamente humano que no tenga
resonancia en su corazón”
140
. La comunidad que ellos forman está
compuesta de hombres que, reunidos en Cristo y guiados por el Espíritu
Santo, se sienten en relación íntima y solidaria con la humanidad y con su
historia.
Se quiere aseverar como tesis, que ante las diversas dificultades presentes
en el mundo de la enfermedad y la salud, será la pastoral de la salud la que
logre devolver la esperanza en dichos contextos de sufrimiento, dolor y
muerte. Teniendo en cuenta que esta pastoral hunde sus raíces en la
teología, es ella quien permite que su pensar y actuar esté permeado por el
Espíritu de Dios que acontece, da esperanza y salva al ser humano. Según
Ángelo Brusco: “La teología pastoral de salud, se puede definir como la
139
140
Ibíd. Pág. 92 Juan PABLO II Gaudium et spes. 1. 132
reflexión teológica sobre la praxis que desarrolla la comunidad eclesial,
atenta a las situaciones particulares de los hombres en el mundo del
sufrimiento y de la salud” 141
Así pues., se piensa que en el desarrollo continuo de la pastoral de la salud
es necesario que cada uno como agente:
Esté atento en dar el alimento en orden a la vida, continúe
luchando en los hospitales y fundaciones que atienden a los
enfermos, para defender la dignidad humana de estas personas;
que se logre transparentar vestigios reales de la esperanza que
se ha de cumplir en estas víctimas; pero ello sólo se gesta si se
logra que las mayorías se conmocionen ante la realidad
experimentada; es decir, tomar conciencia de que quien está
sufriendo también es un ser humano que necesita ser escuchado
y atendido justamente; luego, ponernos en los zapatos de estas
víctimas y tener compasión de ellos; es decir, sentir con ellos y
donarnos hacia ellos 142 .
No obstante, hay que tener en cuenta que para tal fin, no basta con tener una
buena voluntad, se necesita la urgente acción de cada uno de nosotros.
En efecto, es necesario apostarle a una humanización del mundo de la salud
donde todos aquellos que establecen una relación con la persona enferma lo
hagan lo más humanamente posible. Y un claro ejemplo de esta
141
BRUSCO, Ángelo‐PINTOR, Sergio., “Tras las huellas de Cristo médico” Manual de teología pastoral. Oc, p.95 142
Ibíd. Pág. 97 133
espiritualidad la encontramos en la parábola del Buen Samaritano, la cual
nos permite reflexionar acerca de lo que en realidad es la pastoral de la
salud. Ángelo Brusco recuerda que:
Podemos definir la pastoral de la salud como la presencia y la
acción de la Iglesia dirigida a la evangelización del mundo de la
salud a través de la actualización de la presencia liberadora,
curativa y salvadora de Cristo, en la fuerza del Espíritu Santo.
Esta acción se realiza poniendo a disposición de los enfermos y
de cuantos les atienden, el aporte de una humanidad cálida y los
instrumentos de gracia, promoviendo y defendiendo la vida y la
salud, sensibilizando a la gente con respecto a los problemas y
necesidades de los que sufren, acompañando a los hombres en
la búsqueda de respuestas a los grandes interrogantes que les
plantean la vida, el sufrimiento y la muerte 143 .
A continuación se presenta un esquema de pastoral de salud, el
cual vamos a utilizar como guía para desarrollar nuestro propio
proyecto de pastoral de la salud, a partir de todo lo estudiado en
este trabajo 144 :
Ibíd. Pág. 72. 143
144
Esquema tomado de: TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. Pág. 92 134
PASTORAL DE LA SALUD
ES LA ACCION EVANGELIZADORA DE TODO EL PUEBLO DE DIOS COMPROMETIDO EN: Dicho de forma esquemática,
de la salud es:
PROMOVER CUIDAR la pastoralDEFENDER 145
CELEBRAR LA VIDA: HACIENDO PRESENTE, LA MISION LIBERADORA Y SALVIFICA DE JESUS EN EL MUNDO DE LA SALUD. ABARCA TRES DIMENSIONES SOLIDARIA Tiene como objetivo: Ser presencia de Jesús, Buen Samaritano, junto a los enfermos y los que sufren en las comunidades, en las familias y en las instituciones de salud. COMUNITARIA Tiene como objetivo: Favorecer la promoción y la educación en salud con énfasis en la salud pública y el saneamiento básico, actuando de manera preferencial en el campo de la prevención de las enfermedades. POLITICO‐INSTITUCIONAL
Tiene como objetivo: Velar para que los organismos e instituciones públicas o privadas que prestan servicios y forman profesionales de la salud, tengan presente su misión social, política, ético, bioética y comunitaria de la salud. 135
Este esquema nos muestra la pastoral de la salud como la acción de todo el
pueblo cristiano; el cual se compromete en cuatro valores fundamentales que
son: promover, cuidar, defender y celebrar la vida, a través de una presencia
de la acción salvadora de Dios en todo el mundo de la salud. Esta acción
salvífica debe abarcar tres dimensiones, que son: la solidaria, la comunitaria
y el político institucional; las cuales fomentarán un servicio integral a la
persona enferma.
4.6 METODOLOGIA PARA DESARROLLAR LA PROPUESTA
Se busca formar un grupo de pastoral salud, al cual se le brindaran bases a
partir de todo lo estudiado para que puedan prestar un servicio al enfermo en
donde tengan en cuenta todos los niveles de la persona y le ayuden a
restablecer con convicción, su relación con Dios.
Para esto, debemos enmarcar unas dimensiones de trabajo con sus propias
líneas de acción. Estas buscan dar una estructura a nuestra formación del
grupo de pastoral
4.6.1 DIMENSIÓN COMUNITARIA:
Comunitaria por que involucra en nuestro proyecto a los trabajadores de la
salud, al capellán (si es en un hospital), a la familia y amigos y, al enfermo
mismo. Debe ser una labor en equipo.
136
4.6.1.1 LÍNEAS DE ACCIÓN:
• Formación
del
grupo
por
medio
de
charlas,
conferencias,
confrontaciones reales
• En la acción, buscar información con la familia y con los profesionales
de la salud sobre el proceso hecho por la persona enferma.
• Prestar un servicio muy humanizador, de manera que nuestra acción
sea ejemplo para los demás y al mismo tiempo se convierta en carta
de invitación, para que más personas se unan a nuestra labor.
• Convocatorias por medio de carteleras, afiches, volantes. Etc.
4.6.2 DIMENSIÓN ESPIRITUAL
Es una dimensión importante para nuestro proyecto, porque éste va
encaminado a la mejora de la relación de la persona con Dios, es por ello
que nuestro actuar como agentes de pastoral debe estar centrado siempre
en esta dimensión espiritual de la persona. Pero ante todo, debemos forjar
nuestra propia espiritualidad. Es por eso que se han brindado todos estos
aspectos de la persona de Jesús, pues son estas acciones las que debemos
hacer realidad en nuestras vidas.
137
4.6.2.1 LÍNEAS DE ACCIÓN:
Para el grupo:
• Profundización de la vida de Jesús y de la espiritualidad de san
Camilo, por medio de charlas.
• Charlas sobre el nivel espiritual de toda persona y como se relaciona
éste con los demás niveles.
Ya en la acción, pueden desarrollarse algunas actividades que ayudan a la
persona a recomponer su camino espiritual, pero estas se realizaran sólo si
la persona lo desea.
• Explicación de algún texto Evangélico.
• Dirigir oraciones en su lecho del dolor.
• Llevar a la persona a la capilla, donde siente mucho más la cercanía
de Dios y se da con mayor facilidad la exteriorización de sus
sentimientos.
• La realización del santo rosario.
Estas líneas de acción las enmarca la misma persona enferma, son ellas
quienes piden que se realice, no las debemos imponer nosotros. Lo que si
debemos hacer, es fomentar a través del dialogo un posible acercamiento a
Dios, la persona lo necesita y Dios la puede reconfortar internamente si ella
se abre a Él. Es esto lo que nosotros estamos llamados a realizar, lograr que
la persona se abra a Dios, para que a través de este encuentro, empiece a
darse una sanación integral en la persona.
138
Este proyecto, lo que busca, es brindar algunas herramientas para que el
encuentro de la persona enferma con Dios, se dé con mayor facilidad y tenga
un feliz resultado, el cual se convierta para la persona en un nuevo estilo de
vida. Por ello se proponen a continuación unos aspectos que todo integrante
del proyecto de pastoral debe saber.
4.6.3. ASPECTOS QUE SE DEBEN TENER EN CUENTA
La persona que haga parte de este proyecto, debe tener un perfil calificado.
La pastoral de la salud debe moldear, primero que todo, a quienes van a
participar en su ejecución. La persona que tiene un encuentro con los
enfermos debe saber manejar la situación, debe tener presente algunas
cosas que debe hacer y otras que no debe hacer nunca. Teniendo presente
estos aspectos, podemos estar seguros de que nuestro encuentro con el
enfermo va a dar un resultado muy positivo para él.
Quiero pues presentar aquí, como conclusión a nuestro proyecto, el perfil de
un agente pastoral de la salud que nos presenta Adriano Tarrarán 146 :
El agente pastoral de salud es:
• Es una persona llamada por Dios a trabajar a favor de la vida y de la
salud.
146
Reflexiones tomadas de: TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. 139
• Es una persona rica en humanidad, que comunica cercanía, acogida y
cariño; capaz de escuchar y de acoger al otro con su historia personal,
en su individualidad.
• Posee una cierta madurez humana y psicológica que le permite
ilumina y orientar en situaciones conflictivas y de crisis.
• Dinamiza procesos de transformación: de realidades de sufrimiento,
dolor y muerte, en realidades de vida y esperanza.
• Es una persona abierta a la formación y capacitación permanente, se
preocupa por actualizarse y ofrecer un servicio adecuado a los que
sufren.
• Cultiva su relación con el Señor a través de la oración, de la Palabra
de Dios y de los sacramentos.
• Sabe acercarse con delicadeza y respeto al misterio del sufrimiento,
no para explicarlo ni defender a Dios, sino para testimoniar la
presencia del Señor que ama, solidariza y acompaña.
• Encarna los valores evangélicos de la compasión, la misericordia, el
amor, la entrega.
• Es respetuoso de la libertad religiosa y de las creencias de los
enfermos, de los familiares y trabajadores de la salud.
• Cree
y
favorece
el
trabajo
en
equipo
y
la
colaboración
interdisciplinaria.
• Tiene una conciencia eclesial de comunión y participación; sabe
trabajar en una pastoral de conjunto, facilitando la integración con las
otras aéreas específicas.
• Es una persona discreta y no impone su presencia.
• Es consciente de que no podrá resolver los problemas, pero tendrá
siempre algo por ofrecer.
140
• Es una persona que ha aceptado e integrado sus propias heridas, los
aspectos negativos de su vida y los ha transformado en fuente de
salud.
• En su trabajo no se deja guiar únicamente por criterios de eficacia y
éxito. Cuando se siente desanimado e impotente refuerza su
confianza en el Señor, el único que puede salvar.
Este perfil del agente de pastoral, quise adjuntarlo en este trabajo, porque
considero que son cualidades muy importantes que no debemos dejar pasar
por alto, sino que, debemos cultivarlas, debemos infundirlas en todas las
personas que tengan contacto con los enfermos, pues ellas nos van a ayudar
a forjar una personalidad lo suficientemente madura y equilibrada para el
encuentro con los enfermos.
El agente pastoral de la salud, que buscamos para nuestro proyecto, además
de tener este perfil que se acaba de proponer, deberá tener también muy
presente los siguientes aspectos que se van a describir; pues ellos, nos
enseñan las acciones que pueden realizar en su visita pastoral. Estos
aspectos son tomados de Adriano Tarrarán 147 . De manera pues que un
agente pastoral debe:
• Actuar con naturalidad al visitar al enfermo y eso implica el anunciarse
oportunamente, prestar atención a los signos de dolor y de fatiga del
enfermo y de la familia.
147
TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. 141
• Respetar lo que el enfermo y su familia quieren contar.
No es
oportuno ahondar las condiciones de salud del enfermo.
• Dejar que la familia del enfermo sea quien lo guíe en lo que quiere y
necesita.
• Evitar criticar el cuidado que el paciente recibe de sus familiares. Una
de las experiencias que más mortifica a los familiares es que no se
respete su intimidad. Ser prudentes.
• Regalar tiempo para escuchar y establecer un verdadero dialogo con
la familia.
• Comprender a la familia y los sentimientos que la enfermedad está
generando en ella, procurando comunicarles aceptación y empatía.
• Ofrecer ayuda para el cuidado y acompañamiento al enfermo.
• Frente a situaciones complejas del enfermo (heridas, mal olor,
desfiguración), no mostrar repugnancia ni lástima; esto afecta al
enfermo y a su familia.
• Lo que el enfermo confía al agente de pastoral, no es para comunicar
a otras personas o familiares.
• Los detalles son importantes: una llamada telefónica, un recorte de
periódico, un libro, un mensaje, una visita le recuerdan a la familia su
amistad y preocupación por ella.
• Cuando algún miembro de la familia quiera hablar sobre la gravedad
de la enfermedad, especialmente cuando está convencido de que la
muerte no ha de hacerse esperar, se facilite el dialogo. El expresar los
sentimientos le ayudará a elaborar el duelo o pérdida del ser querido.
Me pareció oportuno incluir estos aspectos en este trabajo, porque enmarcan
todo el que hacer del agente de pastoral. Al desarrollar estos aspectos se
142
podrá generar una gran tarea a nivel de pastoral, en donde el agente podrá
dar sentido a la visita que realiza al enfermo y podrá así mismo, mantener
bien claro su objetivo como agente.
Estos aspectos se convierten para
nosotros en los principales lineamientos a seguir en el desarrollo de nuestra
pastoral.
Pero así como presentamos en este trabajo unos aspectos que se deben
seguir, también queremos presentar otros aspectos que no se deben realizar,
pues van en contra de un buen encuentro con el enfermo y pueden obstruir el
dialogo y el objetivo principal de nuestra labor pastoral. Dichas actitudes
fueron descritas por un sordo mudo 148 .
El agente pastoral debe estar muy atento para no tener las actitudes que se
van a describir a continuación:
• Cuando visites a un enfermo o a un limitado físico, no te dejes
obsesionar por su enfermedad o por su incapacidad física.
• El enfermo sostiene una gran lucha por vencer la situación en que le
ha puesto su incapacidad. Por favor, no le recuerdes su enfermedad,
porque entonces le harás volver al principio.
• Es necesaria la sencillez y una gran delicadeza. No olvides que el
dolor agudiza la sensibilidad.
• Cuando la ocasión se presente
él te contara su historia. No es
necesario que hables, tan sólo escucha.
148
Estos son los consejos de un sordomudo, plasmados en: TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. Pág. 64 ‐ 66 143
• No le compadezcas nunca. No le demuestres lastima jamás; es
posible que sea él quien te compadezca. Limítate a manifestarle que
te entregas a él sin reservas.
• Lo mejor que tú puedes aportar a un enfermo es ayudarlo a
encontrarse a sí mismo. Apela a tu caridad, pero sobre una base real y
no ficticia. Edificar sobre mentiras, es construir sobre arena. No lo
hagas nunca. Las consecuencias serian peores. Aunque el enfermo
haya perdido mucho, siempre le quedara algo. Sobre este algo, con fe
y esperanza, se ha de edificar.
• A veces será necesario darle alguna cosa, pero siempre será
necesario darte a ti mismo.
• Es posible que el dolor una a Dios más que la alegría. Limítate a
sugerírselo, pero no con palabras o sentimentalismos, sino con tus
actitudes.
• Para comprender al enfermo, es necesario ponerse en su lugar. Esto
es una cosa muy difícil. Si tú no intentas hacerlo, es inútil discutir y
razonar con él.
• Decir que Dios le ama mucho es muy bonito y, ciertamente, es verdad.
Pero no es el amor de Dios lo que tú tienes que probar, sino el tuyo. Y
esto no se prueba con palabras.
• Dios no cambia, no es una veleta. Dios es fiel y no se muda. Será más
o menos percibido según las circunstancias que atraviesa el enfermo.
Por consiguiente intenta ayudarle humanamente y Dios se manifestara
a su tiempo.
• Ama al enfermo tanto como puedas, pero no sólo por Dios; ámale por
él mismo. Las personas que se ocupan del enfermo sólo por Dios y lo
hacen con falta de cariño, inducen a pensar que los enfermos son
para ellos sólo instrumentos y medios para su propia santificación.
144
• Llénate de Dios; pero a continuación, acércate al enfermo como si sólo
El existiera. De esta manera, aun sin pretenderlo, difundirás sobre él el
influjo de Dios.
• Muéstrate optimista en todo momento. Siempre alegre. Aun en los
momentos más agudos de dolor, pues siempre habrá una ranura para
dejar pasar la esperanza y un surco para sembrar la alegría.
• Tal vez te preguntes: “¿Qué puedo decirle yo al enfermo?”. Pero si es
muy difícil yo te contesto: “sonríe, por favor”. ¿puede existir un puente
más seguro que el esbozo de una sonrisa?
• Cuando él te tome por confidente de sus problemas, interésate por
ellos, trata de comprenderlos y hacerlos tuyos. Entonces él, con su
fina percepción, sentirá que en ti ha encontrado eco. Puede ser que te
encuentres impotente para quitarle la carga de sus hombros, pero te
aseguro que habrás aligerado considerablemente tu corazón.
Considero que estos aspectos es muy importante tenerlos en cuenta, pues
ellos obstruyen nuestra labor como agentes de pastoral. Una sola actitud de
estas que manifestemos frente al enfermo, puede echarnos por tierra el
proceso de varios días y, sería muy lamentable, porque la persona puede
perder el último poquito de esperanza que le quedaba. Es muy importante
que comprendamos la importancia de nuestra labor, pues somos los
llamados a hacer resurgir en la persona esos brotes de esperanza, de
confianza, de fe, que la persona enferma está buscando restablecer, y lo cual
ve posible con nuestra colaboración.
Finalmente quiero manifestar a todos los lectores de este trabajo lo siguiente:
recordemos que somos humanos y como tal somos débiles y estamos
145
inclinados a la realidad de la enfermedad en nuestra vida; no sabemos
cuándo ni de qué manera, pero el sufrimiento llegará a nuestra vida en el
momento menos esperado; así que, si no queremos estar solos en ese
momento, si no queremos sentir el frió de la soledad y del abandono,
entonces vivifiquemos esas palabras de Jesús: “tratad a los demás como
queréis ser tratados vosotros”, comprometámonos en una pastoral de la
salud que sea reconfortante para la persona enferma, para así poder esperar
que en el día de mañana, cuando nos toque sufrir a nosotros, tengamos
también unas personas dispuestas a reconfortarnos en nuestro dolor. Pero
no realicemos esta labor esperando recompensa; realicémosla ante todo con
la plena certeza de que no estamos sirviendo a una persona, sino a Cristo
mismo.
146
CONCLUSIONES
El misterio de la enfermedad ha sido una pregunta del ser humano desde los
inicios de su propia historia; son muchas las cosas que se han dicho al
respecto y varias las teorías dadas. En este trabajo hemos podido conocer
las reacciones principales que toda persona enferma vive; las cuales dejan
entrever distintas concepciones de la enfermedad a nivel muy personal; es
decir, cada persona construye su propio concepto de enfermedad y la vive de
manera distinta.
Pero el objetivo de este trabajo no era conocer la enfermedad como tal, sino
averiguar el por qué en estos momentos de sufrimiento, el ser humano se
acerca a Dios o, mejora su relación con El. Para esto las ciencias humanas
nos arrojaron un alto bagaje de información en donde, a través de las
reacciones de la persona, se pudo ir descubriendo todo un conjunto de
pensamientos que envuelven al enfermo en este proceso del sufrir.
Este conjunto de pensamientos fue comparado con la realidad, con la
vivencia diaria de varias personas enfermas que se tomaron como población
para la comprobación de lo que los textos nos iban diciendo; de esta manera,
nuestra pregunta inicial fue tomando forma y empezaron a surgir algunas
posibles causas del por qué de la pregunta.
Inicialmente, podemos decir que la persona en la enfermedad tiene todo el
tiempo para sí misma, y quiéralo o no, se da una regresión sobre su propia
vida en donde puede analizar todo lo que ha hecho hasta ese momento y la
mayoría de las veces, se da cuenta de que su vida no ha sido muy correcta;
que ha tenido algunos desvíos en el seguimiento de lo que llamaríamos el
147
camino correcto, entonces se da un arrepentimiento y se busca a Dios para
pedir perdón y tratar de reorientar su vida.
Otro aspecto, que fue el que más se notó en todo el proceso del trabajo, es el
que en esa situación de enfermedad, la persona siente que todo de lo que él
estaba seguro, se derrumba en un momento y comienza a preguntarse por el
fundamento de su vida. En la enfermedad se da cuenta que lo que
fundamenta su vida, no es el trabajo, no son los amigos, no es el dinero, no
es su empresa y sus grandes posesiones, no es tampoco su familia. Todo
esto le hace sentir un tremendo vacío y, le hace creer que su vida no ha
tenido ningún sentido. Este vacío que la persona siente, es la carencia de lo
espiritual.
Al analizar, el aporte teológico del sufrimiento, se pudo notar cómo la Iglesia,
sobre todo, después del Concilio Vaticano II, ha tenido una inclinación
especial por los que sufren. Este aspecto generó algunas actitudes positivas,
por que a medida que se estudiaban los documentos del Magisterio, se pudo
también ir reflexionando en el misterio salvífico que tiene el sufrimiento y en
el misterio del sufrimiento de Cristo; dichas reflexiones generaron un
entusiasmo por llegar a comprender con mayor profundidad el sufrimiento de
la persona, para poder así, entender el significado de la cruz como fuente de
vida y de salvación.
Así mismo, fue interesante hacer el recorrido del sufrimiento por la Sagrada
Escritura y el Magisterio de la Iglesia, pues se pudo observar un crecimiento
enorme en la forma de concebir el sufrimiento, el cambio ha sido muy brusco,
pasar de una concepción de castigo a una de amor y medio de salvación,
significo para la Iglesia, muchos contratiempos. El personaje a rescatar es
148
Jesús, pues es Él quien hace toda una relectura de la concepción del
sufrimiento, y deja a la iglesia la visión del enfermo como una opción
preferencial para la realización de la misericordia de Dios. Esta visión del
sufrimiento es la que reasume el concilio Vaticano II, el cual recordó esta
preferencia de Jesús por los que sufren.
Este trabajo le aporta a la Teología unos grados de sensibilidad, pues a
veces parece que la teología se queda en un aula de clase con grandes
enunciados y grandes construcciones cognitivas; pero, ¿la práctica qué?
Toda la Teología la basamos, ante todo en Jesús; de El parte todo, pero
Jesús fue un hombre de práctica, sus discursos fueron muy pocos
comparados con sus acciones. Así que este trabajo invita a la Teología a
recordar que debemos contemplar el misterio en la misma persona; que las
construcciones intelectuales hacen falta, pero que es necesario practicar la
sensibilidad que Jesús tuvo frente a quienes sufren.
En sí, este trabajo pretendió mostrar a la Teología un campo donde puede
centrar toda su reflexión: el sufrimiento. La realidad del sufrimiento, la que se
vive en las instituciones de salud, está necesitada de una evangelización. El
sufrimiento es un campo donde la Teología puede desarrollarse de manera
personal y comunitaria, es un ambiente donde la persona tiene sed de ese
nivel espiritual, el cual se lo puede dar la Teología.
La propuesta que brinda este trabajo, está enmarcada en las acciones de
Jesús. Hemos enfocado todos estos aspectos de la vida de Jesús y los
hemos brindado como propuesta, porque se ha notado un debilitamiento en
el espíritu del quehacer de la pastoral de la salud. Tal vez el contacto con las
149
personas enfermas genere un desánimo en el agente de la salud por verse
rodeado de tanto sufrimiento; es por eso, que la pastoral de salud debe estar
en continua renovación y debe buscar cada día nuevas formas de llegar a los
enfermos.
Las acciones de Jesús han dado a este trabajo unas pautas elementales
para la labor pastoral. Los aspectos de la parábola del Buen Samaritano, han
brindado al autor una iniciativa con nuevas formas para aplicar esta parábola
en la vida y en el quehacer pastoral. Al mismo tiempo, el trabajo ha dado pie
para pensar en la realidad que vivimos en nuestro país; una realidad de
indiferencia, de individualismo, de falta de humanidad.
Este trabajo debería tener una continuidad; por ahora, se propone que sea
un trabajo interdisciplinar con la psicología, para buscar unos métodos que
permitan un acercamiento al enfermo con un alto nivel de aprobación por
parte de ellos; pues el ganar la confianza de una persona en crisis, es labor
de varios días y, esto retarda un poco el objetivo de nuestra labor. El tiempo
que gastamos en ganarnos la confianza de las personas, lo podríamos
utilizar en brindarle las pautas necesarias para cooperar a su sanación
integral y su reencuentro con Dios.
Finalmente nos queda por decir, que este trabajo ha sido de gran satisfacción
para el autor, pues le ha permitido hacer todo un recorrido por ese campo del
sufrimiento, tanto desde las ciencias humanas, como desde la Teología y
desde la realidad; estos aspectos han generado en él un marco amplio de lo
150
que es el sufrimiento y ha podido comprender muchos de los aspectos por
los que se da ese restablecimiento de la relación con Dios. A demás, le ha
permitido comprender que existen muchas formas de sufrir y esto ha
generado un compromiso por descubrir en todas las personas con que se
entra en relación diariamente, qué tipo de sufrimiento tiene para tratar así de
ayudarla; pues a ejemplo de Jesús, debemos estar cada instante, prestos a
servir a nuestro prójimo.
151
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