SECCIÓN DE TEOLOGÍA MORAL Y ISTÍcT

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AIsdrId 6 de I V o v i e m l i i ü ' í í
NÚM. 5 4 .
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REVISTA DE CIENCIAS ECLESIÁSTICAS.
Perióilico somaiial: se pulilicn los j u e v e s . — A l a ñ o se forma u n v o l u m e n lie 512 pfig-inas c o n índice.':.
Consulta gríitis para los suscritores, sobre
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SUMARIO.
. S E C C I Ó N DE • l ' I Í O t . ü Q i A M O R A L Y M Í S T I C A .
Casos iln conciciicin.
I . U u P á r r o c o u u t o r i z a á o l r o p a r a q u o so eucarg-uo
por b r e v e t i e m p o de s u parroquia.—¿Hasta esta autorización p a r a l a
v a l i d e z d o l m a t r i T u o n i o ' í — L i c e n c i a t á c i t a — C a s o s on l o s c u a l e s b a s t a . — L i c e n c i a e x p r e s a . — l í a s i a s i e m p r e . — L i c c n ' - i a {general. - D o c t r i n a do alg-unos a u t o r e s . - D o c t r i n a q u o debo s e g - u i r s e . — E x a m e n do
III. ¿ P u e d e e l P a p a o r d e n a r q u e q u e d e n e n pacífica posesión de lo
a d q u i r i d o l o s q m c o m p r e n b i e n e s u s u r p a d o s á l a Ig-lesiaV—.A q u i é n
c o r r e s p o n d e l a a d m i n i s t r a c i ó n do l o s b i e n e s de l a I g l e s i a . — C a s o s e n
los cuales estos bienes se pueden ena.jenav.—Observaciones sobre
l o s c o n c o r d a t o s . I V . ¿ E s t á o n v i s o r l a G u l a Snhbalina a t r i b u i d a á
. l u á n X X H ? — ¿ S e p u e d e a c e p t a r on c o n c i e n c i a l a ú l t i m a l o y r e l a t i v a
á la redención de censos, j u r o s , etc.?
noticias de inlerés orne al. C o m u n i c a d o d e l S r . M o r a l e s , V i c a r i o d o M a r tos.—Bula pontificia acerca del n o m b r a m i e n t o de Vicarios c a p i t u l a r e s en Sede v a c a n t e . — C a n s a s de m u c h a s a p o s t a s í a s . — M u e r t e do u n
S a c e r d o t e q u e h a b í a a c e p t a d o ol p r o t e s t a n t i s m o , - L a p e r s e c u c i ó n o n
R o m a . — C o n s e c u e n c i a s d e l v i a j e d e V í c t o r M a n u e l íi B e r l i n . — R u m o r o s s o b r o l a c o n v e r s i ó n del.1'. P a s a g - l i a — C o m u n i c a d o d e l P . B a l l e r i n i á L'lhiírers s o b r e s u p o l é m i c a c o n l o s a u t o r e s y a p o l o f í i s t a s d o l a s
y / i i á / / « í íl/;)Ao"s/í!iin.'—Opúsculo p u b l i c a d o e u B r u s e l a s c o n t r a l a s
Vindilia: y e n d e f e n s a d e l P . B a l l e r i n i .
SECCIÓN DE TEOLOGÍA MORAL Y
CASOS D E
ISTÍcT^
CONCIENCIA.
PRIMER CASO.
Un Párroco, al tener que ausentarse de su feligresía, dice
á otro Párroco convecino suyo: ¿Quiere V. encargarse de mi
parroquia?
El Párroco convecino accede y se encarga de la parroquia. En virtud de esta autorización solemniza el sacramento del matrimonio. ¿Será válido el matrimonio así solemnizado?
P a r a resolver esta cuestión se necesita examinar antes
la cuestión relativa á la clase de licencia ó delegación que
se requiere para la validez del matrimonio.
La licencia dada por el Párroco puede ser de tres maneras, á saber: tácita, expresa y general.
Si es solo tácita, no basta, como no sea en caso de extrema necesidad, es decir, cuando sea preciso proceder á la
celebración de un matrimonio in articulo mortis. En este
caso, por exigirlo así la ley de la necesidad, puede y debe
suponerse que existe la licencia del Párroco y á falta de la
licencia del Párroco, la autorización de la Iglesia. Y debe
suponerse la licencia del Párroco, porque es imposible que
un verdadero pastor tenga intención de dejar abandonadas
en caso de necesidad á sus ovejas. P a r a decir lo contrario
sería indispensable suponer que el Párroco tiene formada
la siguiente intención: «Es tal mí resolución de no autorizar á ningún Sacerdote p a r a que asista á l a celebración
de un matrimonio, que en caso de extrema necesidad pre-
P R E C I O D E I.A S U S C U I O I O N . P o r u u a u o , 4 4 r a . ; s e m e s t r e , 2 4 : y t r i -
m e s t r e , 1 2 ; p a g ' a i l o s e u l a a i l u i i u i s t r a c i o u ilol p e r i ó d i c o . C a r r e t a s ,
12, a.p M a d r i d .
fiero el que una mujer muera deshonrada ó el que niños
inocentes queden sin legitimar, á que un Sacerdote dé la
bendición nui)c¡al.»
Y, ¿es ni aun concebible que haya Párroco que forme
esta tan absurda como impía resolución? De ninguna manera. Por el contrario, no hay nipuede haber Párroco que ,
al orar por sus feligreses no ofrezca á Dios hacer y conceder todo lo que sea necesario hacer y conceder para lograr
que se salven.
Y debe taml.
ponerse la autorización de la Iglesia,
por la regla, n, n.
' dicho, por la ley general de que la
Iglesia, que O Ó mi. •i misericordiosa, no niega jamás nada
de lo que es inJís isable para la salvación de las almas.
Así es que eu * . de necesidad extrema, de verdadera
necesidad extrema, un Sacerdote, aunque no tenga licencia
expresa ni general, puede decir: «Me encuentro ante dos
personas, hombre y mujer, de las cuales uno se halla á
punto de espirar. Si no les doy la bendición nupcial quedarán deshonrados y sus hijos sin legitimar. Si les doy la
bendición, lo haré sin autorización expresa; pero, ¿me faltará la autorización tácita? ¿Puedo ni aun imaginar que el
Párroco me negase la autorización en estas circunstancias?
¿No debo creer, por el contrario, que tiene formal intención de conceder su licencia á todos los Sacerdotes quo se
hallen en mi caso?
De seguro que nadie dirá que abusa el Sacerdote que solemniza el matrimonio con solóla licencia presunta en una
ocasión como esta.
Se dirá: «Pero, ¿se olvida que el Papa Inocencio X I en la
Proposición I condenó el error de los teólogos que sostenían
que «al conferir los Sacramentos era lícito seguir la opinión
probable, abandonando la más segura?»
No, no lo olvidamos. P e r o entre lo que nosotros decimos
y lo que el Sumo Pontífice Inocencio X I condenó hay t a n t a distancia como entre el cielo y la tierra. Su Santidad,
en efecto, condena el < r r o r de los que dicen que al administrar los sacramentos y tratándose de lo que se refiere á
su validez 6 alo neaesavio,
necessitati sacramenti, se puede
seguir la opinión probable, abandonando la más segura. Y lo
quo nosotros sostenemos es:
1." Que se puede seguir, no la opinión probable, si no la
más probable y aun la probabilísima, porque la opinión de
que el Párroco concede licencia para los casos de extrema
necesidad es tan probable que hasta pudiera calificarse de
moralmente cierta. Y ahora bien; ¿es licito seguir la opinión probabilísima? Sin duda ninguna. Y tan cierto es esto
que la Santa Sede ha condenado la absurda y peligrosa
máxima de los jansenistas y rigoristas que aseguraban
que, tratándose de opiniones probables, no e r a lícito s e guir ni aun las muy probables ó probabilísimas (1).
(1) Non licet sequi opinionem v e l inter probabiles probabilissimam.
434
EL CONSULTOR DE LOS PÁRROCOS.
LÍego es lícito seguir la opinión más probable j mucbo
más si, como en el caso presente, es probabilísima.
2° Que nosotros no seguimos la opinión solo prohoMe,
ihandonando la más segura, sino que no habiendo opinión
• uás segura que adoptar, adoptamos la única opinión que
en la hipótesis sentada se presenta.
Sucede en este caso lo que cuando, al encontrar un moribundo destituido del uso de los sentidos, se le da la absolución sub conditione. En este caso se sigue la opinión hiénos segura, porque hay que elegir entre seguir esta opinión ó dejar morir al enfermo sin sacramentos, lo cual no
exige y por el contrario reprueba lalglesia.
P a r a caer, pues, en el error, condenado por Inocencio XI, se necesita poder poner en práctica dos opiniones,
Ordinario: pero no se dice que la licencia ha de ser expresa ó especial ó pariicular. Luego basta la licencia general,
porque en la licencia general se comprenden los casos
particulares, no exceptuados expresamente (I). Si la l i cencia general no comprendiese los casos no exceptuados,
¿que sería? Nada. Y, ¿puede suponerse una licencia, que
sea general y que no faculte para nada? Esto sería absurdo.
2.^ L a segunda disposición canónica que sobre el par'
ticular existe, es la siguiente: «Statuitque benedictionem a
proprio Parocho fleri, ñeque a quoquam, nisi ab ipso Parocho, vel ab Ordinario hcentiam ad prjedictam benedictionem faciendam, etc.» (2)
Como se ve, aquí vuelve á hablarse de la necesidad de i«
una solo probable y otra más segura, y abandonar la más seiicencio:
pero no de licencia expresa, sino de licencia gegura p a r a seguir la que es solo probable.
neral.
'
Es evidente que no hace esto el Sacerdote que en caso
3.^ L a última disposición canónica es una declaración
de extrema necesidad da la bendición nupcial con licencia l
de la Sagrada Congregación del Concilio, segun la cual,
presunta ó tácita.
La licencia puede también ser expresa. Cuando así sea,
no hay cuestión, porque el Párroco, sea propio ó ecónomo,
puede sin duda ninguna autorizar á otro Sacerdote para
que solemnice el matrimonio de uno de sus feligreses
Pero, ¿qué ha de decirse cuando la licencia, como en el
caso presente, sea solo general? Si un Párroco dice á otro:
Encargo á V. interinamente
de mi parroquia,
¿bastará esta
autorización general para la validez del matrimonio?
Hay teólogos, como Menoch (1), Pedro de Ledesma (21
y González (3) que, mostrándose demasiado rígidos en este
punto, han supuesto que era necesario que la autorización
fuese expresa; pero esta no es la opinión más probable, ni
la que en la práctica, tratándose de casos de extrema r e
cesidad, puede seguirse. Claro es que en circunstanciasnormales se requiere la autorización expresa. Pero, ¿pueden confundirse las circunstancias normales con el caso de
extrema necesidad? De ningún modo.
Gallemart, examinando esta misma cuestión, dice: «Non
sufficit tacita licentia, quae resultat ex tolerantia; requi"
r i t u r vero, vel co'/iíi)i¡ssio generalis [\], ad administrandum
sacramentum, vel, si hcec absit (5), expressa vel specialis
licentia» (6).
Luego, cuando hay delegación general, basta esta delegación para la validez del matrimonio, aun en la hipótesis
de que no se trate de casos de extrema necesidad.
La razón de esto es obvia. El Párroco, al dejar á otro
Párroco encargado de su feligresía, le dice en sustancia:
«Autorizo á V. para que me supla durante mi ausencia.»
Luego le faculta para que, durante su ausencia, pueda hacer todo lo quo sea necesario hacer en la parroquia, siendo cosa en la cual sea posible la delegación del Párroco.
Y esto se deduce con toda evidencia de las disposiciones
canónicas que existen acerca de este particular. Estas disposiciones son:
1.°- Un texto del Concilio Tridentino, que dice: Qui aliler quam presente Parocho, vel alio Sacerdote,
chi seu Ordinarii licentia {!).
de ipsius
Paro-
Aquí, como se ve, se exige la licencia del Párroco ó del
(1) De Árbilr.,
núm. 2.
(2) Suma,-^.\,
dub. 14.
caus. 443, núms. 13 y 14, consult. 188,
De Sacram. Matrim., cap. 6, concl. 4,
(3
Regí. 8 Canceller., ni. 47, núm. 52.
(4
5
Que es lo que en el caso propuesto sucede.
Cuando falta la comisión ó delegación general.
6
In Concil. Trid.,
nes, Remiss., Licentia.
sess. 24, cap. 1 de Ret.,
„
, .
n) Sessione 21, cap. De Ref. Matrim.
Remissio-
Matrimonium factum coram Sacerdote a proprio Párroco dep^'
tato, el coram testibus utique valcl (3).
De lo cual se inflere:
} ° Que los Sagrados Cánones, aunque exigen la licencia del Párroco, no dicen que esta licencia ha de ser empresa ó especial.
2.° Que, como las leyes no prescriben lo que termin»»'
temente no dicen (4), no podemos suponer que el legislador ha querido decir lo que no ha dicho (5) ó que exija «"^
delegación expresa, de la cual no ha hablado.
d. Que los teólogos y canonistas interpretan l a S
das disposiciones canónicas, en el sentido de que b a s » ' '
licencia, autorización ó comisión general.
Que esta es la práctica constante, contra la cual nadie protesta, porque no es abusiva, ni lleva consiga
gun peligro, y está además fundada en ias reglas S^^^^^
les de interpretación. '
Luego el Párroco, autorizado para encargarse de un»
parroquia ajena, en virtud d é l a autorización general f «
recibe, puede asistir válida y lícitamente á la celebración
de un matrimonio.
SEGUNDO
CASO.
, .
¿Puede el Papa dispensar en cosas que son de derecflo
natural y divino o en perjuicio de tercero?
,
Esta duda solo puede fundarse en la inadvertencia ó fal''
de meditación. Y decimos esto, porque no podemos ni qu^'
romos creer que haya en España católicos que no vean 1*
Santa Sede como lo que es, es decir, como la C:Uedra iní^'
lible de San Pedro ó como la piedra sobre la cual está fu»'
dada la Iglesia de Cristo, contra la cual no han de prevalecer jamás las puertas del infierno.
Ya sabemos que hay quien diga: «Pero, ¿no es el Papa u"
hombre?» Sí, el Papa es un hombre; pero un hombre,
cual no faltará jamás la asistencia del Espíritu Santo,
cuando habla como maestro y doctor de la Iglesia universal, ó sea ea: c«aí¿?-« y solemnemente.
,. ]
El Papa es un hombre, pero un hombre á quien dijo e
mismo Jesucristo: Tu es Petrus, et super hanc petram
edi/'
cabo Ecclesiam meam, et portee in/eri non prevalebunt
advO"
sus eam. \
el
El Papa es un hombre; pero un hombre á quien dijo
mismo Cristo: Ego rogavi pro te, ut no dejlciat fi'^"^
Con/rrna fratres tuos.
(1)
(2)
(3)
(4|
(5)
Dictum de omni, et de quolibet sub illo pontent^-_
Concil. Trid. Sessione 24, cap. 1, De Ret. xMatn
Fecha 18 de Enero de 1594.
Leges tantum valent quantum sonant.
Si lex aliud voluisset, dixisset.
EL CONSULTOR DE LOS PÁRROCOS.
El Papa es un hombre; pero un hombre á quien dijo el
mismo Cristo: Pasee oves meas; pasee agnos meos.
El Papa es un hombre; pero un hombre á quien dijo el
mismo Cristo: Omne qnod ligaveris snper terram, erit Ugalum
et in Coelo, et omne quod solveris super terram, erit solutum et
in Coelo.
El P a p á e s un hombre; pero un hombre, á quien la Iglesia entera, que es indefectible y no puede e r r a r , ha considerado siempre como el Vicario del propio Jesucristo ó sea
como el maestro infalible de la verdad.
El Papa, en fin, es un hombre; pero un hombre que es
sucesor de San Pedro, que está asistido por el Espíritu
Santo, y que, gracias á esta celestial asistencia, no ha cometido ningún error acerca de la fe ó la moral y hablando
ex cathedra, en los 19 siglos de vida que cuenta la Iglesia.
Y, ¿se puede temer que cometa un error el Papa, es decir, el hombre privilegiado por Dios, que tiene en su favor
la promesa divina de la infalibilidad y que además ha mostrado que es infalible en el largo trascurso de 19 siglos?
A los que dudan de la infalibilidad del Papa, se les p u e de decir: «¿Sois hombres de fe? Pues tranquilizaos, porque
el Evangelio asegura que por recias que sean las tempestades, jamás se sumergirá la barquilla en que va Pedro, ó
ol sucesor de Pedro. Nosotros no vemos á Jesús; pero Jesús está á su lado para que no se sumerja. Hombres de p o ca fe, ¿porqué dudáis? ¿Os figuráis que Dios no puede hacer
si no lo que vosotros eréis que se puede hacer? ¿Queréis
comparar vuestro poder, que tan limitado es, con el poder
do Dios, que no tiene límites? Tranquilizaos, pues, que J e sús, que es el que sostiene á Pedro, manda á los vientos y
las tempestades, y los vientos y las tempestades le obedecen. Además, aunque veáis que Cristo con la Cruz sobre
.sus hombros camina hacia el Calvario, no temáis, porque
Cristo es hombre y Dios, y si como hombre muere, como
hombre-Dios resucita al tercer dia. Cristo no sube á la
Cruz sino para llamar desde ella y con los brazos tendidos
y el corazón abierto á todas las gentes. No vaciléis, pues.
Los errores oscurecen el mundo, pero no penetran en la
Iglesia. Los errores son para la Iglesia lo que las nubes
son para el sol. Las nubes ennegrecen el horizonte; pero
no privan al sol de su luz. De la misma manera, por más
que so multipliquen y s e extiéndanlos errores en el mundo,
jamás podrán ser admitidos como verdades por la Iglesia
de Jesucristo. Aun en el caso de que hubiese un diluvio de
errores, la Cátedra de Pedro flotaría sobre el e r r o r , como
el Arca de Noé fiotaba sobre las aguas. Hombres de poca
fe, ¿por qué, pues, dudáis?»
Esto en el supuesto de que los que dudan de la infalibilidad
del Sumo Pontífice sean hombres de fe. Si son incrédulos ó
racionalistas, se les podría decir: «¿Tenéis noticia de una
sola institución humana, que haya podido vivir 19 siglos, y
que después de 19 siglos de vida, viva aún llena de vigor, ó
indicando que tiene en sí fuerzas para vivir tanto como
duren los siglos? No. Y, ¿qué privilegio tiene la Iglesia para
• poder vivir, como no vive ninguna institución humana?
¿üe quién es este privilegio? ¿De los hombres? Y entonces, ¿por qué no conceden los hombres este mismo privilegio á otras instituciones humanas? ¿De Dios? Y si es de
Dios, ¿cómo dudáis de la divinidad de la Iglesia? Y sí la
Iglesia es divina, ¿cómo suponéis que puede ser falible?
¿Cabe e r r o r en lo divino? ¡Ah! El error es una consecuencia natural de la limitación humana. La ciencia infinita
de Dios es absolutamente incompatible con el error, porque es absolutamente incompatible con toda limitación.
P o r otra parte, ¿podéis señalar una sola institución humana, que no se haya manchado con algún error? No. Y,
435
¿cómo es que cuando todas las instituciones humanas, por
poco que vivan, cometen errores, la Iglesia católica, que
lleva ya 19 siglos de vida no ha cometido errores jamás?
¡Ah! Aun ante los ojos del incrédulo, el hecho solo de vivir
19 siglos sin errar, es una prueba evidentísima de la infalibilidad. ¡19 siglos de vida en los cuales no se ha cometido ni
un error! Esto no lo hace la frágil humanidad. Esto no se
hace sino milagrosamente. Luego la Iglesia católica está
sostenida por el dedo de Dios. Luego es infalible.»
Y si la Iglesia, es decir, sí el jefe visible de la Iglesia,
cuando habla como tal jefe visible de la Iglesia, es infalible, ¿cómo se propone la duda que envuelve la consulta, á
la cual contestamos?
¡Que sí puede el Papa dispensar en lo que es de derecho
natural y divino ó en perjuicio de,, tercero! ¡Qué cuestión!
¿Es el Vicario de Cristo infalible, cuando habla ex cathedra?
Si. Pues si es infalible, puede hacer todo lo que hace, ó
puede dispensar en todo lo que dispensa. Suponer que no
puede dispensar en lo que dispensa es negar su infalibilidad ó caer en herejía.
Pero resuelta asi la cuestión, procuraremos desentrañarla aún para que todo el mundo comprenda que lo que á
primera vista es una dificultad inmensa, en la realidad es
solo una montaña de espuma.
¿Dispensa el Papa en el derecho natural ó divino? No,
pero hay casos en los cuales resulta un confiícto entre dos
preceptos naturales ó divinos, y en estos casos el Papa, es
decir, el Vicario de Jesucristo, sin derogar la ley natural
ó divina, resuelve el conflicto declarando qué es lo que se
debe hacer.
Explicaremos esto con un ejemplo que es á la vez un gran
hecho histórico. A principios de este siglo ocurrió en Francia un conflicto entre varios Obispos legítimos que deseaban conservar sus sillas, ,y ol Gobierno francés que amenazaba con la continuación de la persecución si dichos
Obispos no eran reemplazados por otros. En este t a n terrible conflicto el Papa Pío VII dijo: «Los Obispos legítimos
tienen derecho evidente á conservar sus sillas. El empeño
del Gobierno en destituirlos es inicuo. Si, pues, se destituyen, se infringe la ley divina que exige que se les ampare
en su derecho.
En cambio, añadía Su Santidad, sí no se les destituye, la
persecución se renovará, los Sacerdotes seguirán en las
cárceles ó el destierro, los Templos continuarán cerrados
ó convertidos^en ruinas, y los fleles, que llevan ya doce
años de no oir la palabra de Dios ni poder recibir regularmente los sacramentos, van á olvidarse de la fe y caer por
completo en el indiferentismo. Los ingleses y los alemanes
se hicieron protestantes, porque sus Gobiernos les impusieron el protestantismo.
Hay, pues, que optar por mantener á los Obispos por no
pe7-jxidicarles en su legítimo derecho, ó por destituirlos para
que 30 millones de almas no se expongan al peligro casi cierto, ó
por lo me'nos mug probable d<; perder la fe.»
Esta es en realidad la cuestión. En este confiícto, el Papa
dijo: «Entre la ley que me obliga á mantener en sus sillas
á algunos Obispos, y la ley que me obliga á impedir la perversión de 30 millones de almas, prescindo con dolor de la
primera, y hago lo que de mí exige la segunda.»
Y, ¿hay en esto alguna injusticia? ¿Es esto infringir la
ley divina? ¿No es por el contrario observarla?
¿Qué es la ley eterna? Segun la t a n conocida definición
de San Agustín, es ratio 'divina vel voluntas Dei ordinem naturalem conservari jiwens, ot perlurbari vetans. La ley .eterna,
pues, exige la conservación del orden natural y prohibe
su perturbación. Y, ¿perturba el orden natural el Sumo
436
EL CONSULTOR DE LOS PÁEROCOS.
rados como tales por la Santa Sede, con t a l que esta enajenación sea verdaderamente necesaria para librar á la
impone ó permite que se imponga algún sacrificio á parte patria de un gran peligro y á la Iglesia de una terrible
de la Iglesia, en beneficio ó para bien de la Iglesia entera? persecución.
2.° Cuando en casos de epidemias, pestes, carestías,
Se dirá y se dice: «Pero, ¿no puede ser lo que haga el P a plagas, terremotos, etc., etc., seanecesaria su enajenación
pa en perjuicio de tercero?»
¡En perjuicio de tercero! ¡Qué argumento para presenta- para asistir á los enfermos ó impedir el que los pobres
do contra una potestad, contra la única potestad infalible mueran de frió, hambre, etc., etc.
que existe en el mundo!
3." Cuando haya algunas Iglesias muy ricas y otras su¡En perjuicio de tercero! Pero, ¿qué ley hay en la cual mamente pobres, y el Sumo Pontífice crea que conviene
no se disponga algo en perjuicio de tercero? La ley, como , disminuir en algo la riqueza de las primeras p a r a que se
enseña Santo Tomás y con Santo Tomás :todos los teólogos pueda sostener el culto en las segundas.
y canonistas, es una ordenación racional, que mira, no al
4." Cuando para evitar una persecución ó devolver la
bien particular, sino al Men comm (1). E l perjuicio deterce- : paz á la Iglesia, crea el Sumo Pontífice que puede exclaro, pues, no puede ni debe tenerse en cuenta, cuando es ir-1 mar como Abraham: Da mihi animas: calera lolle tibi.
racional ó contrario al bien común.
En cualquiera de estos casos, si el Vicario de JesucrisEn casos de guerra, porejemplo, en perjuicio de tercero, J to consiente en la cesión de bienes de la Iglesia, estos biese derriba una casa, cuyo derribo es útil para defenderse | nes quedan cedidos, porque los cede el Sucesor de San Pecontra el enemigo, ó conduce al bien común. Y, ¿puede de- dro, á quien el mismo Cristo dijo: Todo lo qne desales en la
cirse en este caso que el soberano carece de autoridad pa-1 tierra será desatado en el Cielo.
ra perjudicar á un tercero, derribando su casa, para r e - i
La desamortización no se combate murmurando contra
chazar al enemigo, ó sea para atender al bien común? Y sí los concordatos, sino propagando ideas contrarias á las fuso conviene en que un rey puede perjudicar á un tercero, nestas y sacrüegas ideas desamortizadoras. L a desamorcuando así lo exija el bien común, ó en caso de guerra, ¿có- tización no se hace por los concordatos, sino por las docmo hay quien ponga en duda la autoridad evidentísima que trinas disolventes, que tanto cunden ahora en el mundo.
tiene el Sumo Pontífice para consentir en que haya perjui- Lo que hace el Papa, al poner su firma al pió de un concorcio de tercero, ó se perjudiquen algunas Iglesias privándo- dato, es decir: «Puesto que he perdido todo lo material, y
las de sus bienes, cuando así lo exige el bien común, ó para voy perdiendo muchísimo de lo espiritual, aunque con pohacer que desaparezca una persecución, que es una verda- sar inmenso, por no poder hacer otra cosa, declararé que
dera guerra contraía Iglesia? ¡Concederátodos los Gobier- desisto de reclamar lo material que ya he perdido, para
nos civiles una potestad que no se quiere reconocer en el ver si puedo salvar lo espiritual que estoy á punto de
Papa! ¡Qué aberranion!
perder.»
Los que murmuran contra ciertas concesiones, hechas en
Y sin embargo hay quien diga- «Si el Papa resistiera, so
los concordatos, prueban por el solo hecho de murmurar salvaría todo.»
que no han estudiado bien la cuestión que con tanta faci¡Desgraciados! Pero, ¿quién resiste con más serenidad y
lidad dan por resuelta. A no ser así, comprenderían que más constancia que el Sumo Pontífice? ¿Quién arrostra
cuando el Papa hace una concesión dolorosa, la hace no más y más terribles persecuciones que el sucesor de San
porque así lo quiera, sino porque así lo exige la imperiosa
Pedro? ¿Quiénes son esos católicos que osan murmurar saley de la necesidad, porque para dar la paz á la Iglesia crilegamente contra la Santa Sede?
procede como el soberano que, siendo vencido en una
Hay personas que tienen muy buen deseo y ó no tienen
guerra, firma un tratado, que lo priva de una provincia.
vista muy clara ó son víctimas de una grandísima alucinación. Estas personas, extraviadas por su buen deseo, sueTEHCEK CASO.
len decir: «¡Ah! ¡Yo hubiera tenido más constancia que el
¿Puede el Papa disponer que queden en pacífica posesión Papa! ¡Yo hubiera comprendido lo que el Papa no comde lo adquirido los que en virtud de las sacrilegas leyes prende! ¡Y^o hubiera desoído consejos que el Papa no desdesamortizadoras, han adquirido bienes usurpados á la oye!»
Iglesia?
¡Pobres gentes! ¡Cuan ciegamente confían en su firmez*
P a r a resolver este caso, debe recordarse todo lo dicho y su prudencia! Casi pudiera decirse que imitan á Pedro,
al resolver el caso anterior, y además debe tenerse en cuando dirigiéndose al mismo Salvador del mundo, exclacuenta:
maba: «Señor, aunque sea necesario morir contigo, no te
1.° Que los bienes de la Iglesia, sean de los pobres, co- negaré.» Y no obstante esta tan vana confianza, poco desmo dicen algunos canonistas, ó sean de la Iglesia, como pués le faltó el valor y negó á Cristo hasta tres veces. ¡1 al
suponen otros, siempre han estado, están y estarán enco- es la constancia de los que, como Pedro, se atreven á ne
mendados á la custodíay administración delPapa. El Papa gar lo que afirma Jesucristo! ¿Será esta también la conses, pues, quien los tiene en su mano y quien ha de dispo- tancia de los que, juzgándose invencibles ó inquebrantaner de ellos, según lo exijan las circunstancias.
bles, osan asegurar que en ciertos momentos críticos hu2." Que los bienes de la Iglesia,,según los Sagrados Cá- bieran mostrado más firmeza que el Papa? La verdad eS
nones, se pueden enajenar, no por la autoridad civil, sino que, los quemas murmuran contra la firmeza de laSant»
por la eclesiástica, siempre que así lo exija el bien ge- Sede, suelen ser los que monos trabajan, ménos se sacrifineral de lalglesia.
can y ménos peligros arrostran en beneficio de la Iglesia.
Los bienes eclesiásticos, pues, según enseñan todos l o s Donde hay murmuración, no hay ni verdadera fe ni verdateólogos y canonistas, se pueden enajenar por la autoridad r a abnegación.
eclesiástica:
Los que murmuran de los concordatos nos hacen recordar otro hecho que en este caso es bastante oportuno.
1." En casos de guerra contra infieles ó herejes, declaSe cuenta del rey español, Alfonso X el Sabio, que
un instante de engreimiento ó soberbia, envanecido de su»
(I) Rationis ordinatio ad bonum commune.
Pontífice, cuando recordando que el mismo Dios le ha
dicho: Todo lo que desates enla tierra será desatado en el Cielo,
437
EL CONSULTOR DE LOS PÁRROCOS,
profundos conocimientos en astronomía, llegó á decir: «No
apruebo el orden que veo en el universo. Sí yo hubiese ordenado el mundo, lo hubiera ordenado mejor que Dios.»
Si es cierto que el rey Alfonso X dijo esto, ¿que ha de
pensarse de su tan atroz blasfemia? ¡El rey que se tenía
por más sabio que Dios, gobernaba muy mal su estado! ¡Se
creía capaz de ordenar mejor que Dios el universo, y nunca pudo poner orden en su reino!
Pues esto y solo esto es lo que sucede á los que se creen
capaces de hacer mejores concordatos que el Sumo Pontifico,
ni que las almas de los difuntos que en vida han llevado el
hábito ó el escapulario del Carmen, se libran del Purgatorio ocho dias después de su muerte.
CUARTO C.VSO. \
¿Está anulada la Bula SABATINA de Juan XXII que
asegura que los devotos del Carmen saldrán del Purgatorio el primer sábado después de su muerte?
Como ya se nos ha propuesto muchas veces esta consulta, creemos que debemos decir algunas palabras acerca de 1
ePa.
'
Natal Alejandro, hablando de esta Bula, que mira como
(héie fldei, dice; «Addct quispiam et Bullam Sabbatinam, '
quas Joanni XXII a Patribus Carmelitis tribuitur, in qua
Virgo Deipara sic eumdem Pontificen affata dicitur: Fratres dicti Ordinis a snpplicio absolventnr et culpa, et a die quo :
isti recedent ab hoc secuto, et properato gradu
Purgalorixm
accelerabunt. Ego Mater gratiose descendam Sabbato posl eortm obitum primo; et quos in Purgatorio invciiero, qui habitum >
meum portaverint,
et meo amore Religionem, vel confratriam,!
vel societatem meam intraverint, et in hoc secuto laudabiliter ¡
vixerint, a pcenis Purgatorii liberaba, et eos in montem sanctum
vite eterne gloriosie redn-am.
Sed instrumento dubias fidei uti nolim. Bulhestylus stylo)
ceterorum Joannis XXII Diplomatum plañe dissimilis; an-í
norum dat» BuUaj discrepantia apud Gregorium et Casana-^
tensem carmelitas, qui ipsam referunt; varia Revelationigí
a Beatí Yírgine Joannis XXII faotoe narratio in utriusque!
Scriptoris exemplari; absurditas, repugnantiaque verbo-.rum, qute coelorum Reginas afñnguntur, quaj Joannem Vicarium Filii sui appellat, et ipsum nihilominus se facturum Papam pollicetur; vocis, Éercurii, nequáquam Ecclesíasticai, pro Feria IV usurpatio; silentium Auctorum, quj
pro Joanne XXII contraLudovicum Babarum scripserunt;
silentium ítem proecipuorum ordinis Carnietilioi Scriptorum; promissio absurda vitas QStcrnaí, quam Beata Virgo fecisse supponitur iis ominíbusquí Carmelitanum ordinem ingressi fuerint; descensus íictitius Beatas Virginis in
Purgatorium Sabbato primo post obitum; hsec inquam momenta fidem illius Diplomatis elevant» (1).
De esto se infiere que la Bula llamada Sabatina, por más
que haya habido quien se empeñe en sostener su autenticidad, no puede considerarse como auténtica.
A esto debe añadirse:
1." Que esta Bula no se encuentra én ninguna colección
canónica con carácter oíicial.
3.° Que no forma parte del derecho.,
3.° Que lo que supone no está en práctica en Roma ni
en ninguna otra parte.
4." Que aun concediendo que la Bula sea auténtica, de
ella nada podría deducirse, porque no define la cuestión
dogmática que envuelve.
En efecto, la Iglesia no ha declarado ni que es cierta la
revelación que se supone hecha por la Virgen á Juan XXII,
{!) Historia Ecclesiástica Scecul. 13 c t 14, tomo 16, dissert, 11, art. 2,
QUINTO CASO.
Los que en Galicia,-vg., tienen censos, juros, etc., ¿pueden redimirlos aprovechando la ocasión que les ofrece la
nueva ley sobre la materia?
Estos censos, juros, etc., pueden ser propiedad eclesiástica ó bienes de legos. Si son propiedad eclesiástica, se
podrán redimir, con tal que sea con la condición de someterse á lo que la Santa Sede resuelva on definitiva acerca
de estos bienes. Esto está declarado así por la Sagrada
Penitenciaría.
Si son bienes de legos, se puede con mayor razón, porque la Iglesia no condénala redención de estos censos.
Lo que se necesita es que la indemnización que la ley señala se haga con justicia ó en términos que no perjudiquen
al legítimo propietario.
Habrá propietarios que se quejen; pero estas quejas deben dirigirse al legislador, que tan mal conoce la naturaleza de la propiedad, y no á los que redimen los censos,
que se limitan á poner su propiedad en armonía con la ley.
Si no redimiesen los censos, se les ocasionarían grandes
perjuicios, porque en lo sucesivo, al tasar sus fincas, para
la imposición de los tributos, se tasarán por todo su valor,
y sin tener para nada en cuenta el gravamen del censo.
Así es que los que no se aprovechen de las ventajas de la
ley, tendrán que pagar el censo, porque no lo redimen, y
la contribución con el aumento proporcional á la desaparición del censo, porque la ley supone que ya está redimido.
Esto bajo el punto de vista moral; mirando ahora la
cuestión bajo otro punto de vista, no podemos ménos de
deplorar la facilidad con que ahora se legisla acerca de la
propiedad. Todas estas leyes tienen por inmediata consecuencia el socialismo ó sea el hacer creer á los pueblos
que la propiedad es lo que el poder civil determina que
sea. Esto lleva lógica y necesariamente á la negación de
la propiedad.
Pero esto es materia demasiado grave para que podamos
tratarla en pocas lineas. Ya llegará el dia en que podamos
tratarla con la extensión conveniente.
NOTICIAS DE ÍNTERES GENERAL.
A continuación verán nuestros lectores la carta que nos
remite el br. D. José de Morales y Prieto, Vicario de Martos. Tenemos una gran satisfacción en publicarla, por ser un
documento que, á la vez que honra y enaltece al Sr. Morales y Prieto, es una nueva prueba de que, como ya hemos
dicho varias veces, el Clero de las Ordenes, no solo no rechaza las Bulas pontificias, sino que hasta se complace en con tribuir á facilitar su ejecución. Esto, que es una gran gloria para todo el Clero español, es al propio tiempo una satisfacción inmensa para nuestro Episcopado, que puede presentarse ante la Santa Sede, diciendo: Santísimo Padre, en
España nó hay Clérigos
cismáticos.
Respecto al Sr. Vicario de Martes, debemos añadir una
circunstancia, que es de sumo valor. El Gobierno le dirigió
un oficio, en el cual le ordenaba que por todos los medios
legales y canónicos que estuviesen á su alcance, se opusiese á la intrusión del Sr. Obispo de Jaén en el territorio de
su Vicaría.
A este incalificable oficio contestó el Sr. Vicario de Martos manifestando:
1.° Que protesta contra la palab^í a intrusión, y que tiene,
438
EL
CONSULTOR D E L O S PÁRROCOS.
considera y obedece al Señor Obispo de Jaén, como á su
legítimo Prelado.
2.° Que no tiene ningunos medios legales para eludir la
autoridad del Sr. Obispo de Jaén, y que, aunque los tuviera,
no se valdría de ellos, porque es católico y obedece las
leyes de Dios antes que las leyes de los hombres.
3.° Que no hay ni puede haber medios canónicos que autoricen para desconocer la autoridad del Sr. Obispo de Jaén,
porque recusando y reprobando, como recusa y reprueba
el regalismo, para él no hay más medios canónicos que las
leyes de la Iglesia, y las leyes de la Iglesia, son en este
punto las Bulas pontificias, que el Gobierno quisiera que
no fuesen admitidas.
Por una casualidad hemos podido ver estos documentos
y los extractamos con placer sumo por ser un nuevo argumento en favor de la unidad de fe que reina en todo el
Clero de España.
decimos hoy más, porque en el número extraordinario de
este mes insertaremos la Bula y la acompañaremos de los
comentarios que juzguemos más necesarios en la práctica.
Hay motivos para asegurar que han sido causa ocasional
para la expedición de esta Bula los excesos y escándalos
sacrilegos cometidos por los pocos desgraciados S a c e r dotes españoles, que han tenido la osadía de aceptar mitras
de manos legas y no ortodoxas. Esta es u n a verdadera
mengua para nuestro país. Entre nosotros no h a nacido
ninguna gran herejía, y es triste, muy t r i s t e , el pensar en
que pudiera ser posible el que se interrumpiese esta tradición tan gloriosa.
Por fortuna, los Clérigos españoles cismáticos son de tan
escasa valía científica, que no pueden hacer gran daño con sus doctrinas y predicación. Esto prueba cuan grande es la esterilidad del error en nuestra patria.
Hé aquí ahora el comunicado del Sr. "Vicario de H a r t o s :
«Sr. Director de EL CONSULTOR DE LOS PÁRROCOS:
Muy Sr. mío: He visto con el más pro.'undo pesar lo que
acerca de mí dice V. en su revista. "Qsted indudablemente
ha creído que yo soy lo que hov se llama un clérigo rebelde. Está "v. muy mal informado, si así lo cree. Yo, gracias
áDios, he sido, soy, y, contandp con el auxilio del Cielo,
espero continuar siendo católico hasta el fin de mi vida.
Yo pertenezco á las Ordenes militares, y las he defendido mientras creí que podía lícitamente defenderlas. Desde
el momento en que Su Santidad ha hablado, ha concluido
)ara mí esta cuestión. Yo he aceptado sin vacilar la resoucionde la Santa Sede, como acepto y aceptaré todo lo
que tenga igual origen, porque para mí no hay sacrificio,
por grande que sea, cuando es el Vicario de Jesucristo
quien lo exige.
Así lo he manifestado expontáneamente y de oficio á su
Eminencia, el Cardenal Moreno, Arzobispo de Valladolid,
á mi legítimo Prelado, el Sr. Obispo de Jaén, y al Gobierno en una comunicación, que le he dirigido por conducto del
Ministerio de Gracia y Justicia, en la cual protesto que
obedezco á Dios antes que á los hombres, y que sean
cuales sean las decisiones de la potestad civil, en esta
cuestión, que es canónica, yo no puedo menos de inclinar
)rofundamente mi cabeza ante lo resuelto por el Sumo
i'ontíflce. Debo añadir que esto mismo he dicho desde el
pulpito á mis feligreses excitándolos á que en todas las circunstancias den á Dios lo que es de Dios, ó se sometan
siempre al fallo de la Sauta Sede.
Espero que V., en vista de esto, rectifique su juicio j
me deje en el lugar que de justicia me corresponde, manifestando como es verdad que no solo no he sido ni soy
clérigo cismático, sino que, por el contrario, he procurado y
procuro no separarme ni un ápice de las prescripciones
de la Santa Sede y de los Obispos contra los clérigos cismáticos. Yo soy hombre de fe, y, como hombre de fe, creo
y obedezco.
Quedo de V. con la mayor consideración su afectísimo
Capellán S. S. Q. S. M. B., F r a y Dr. José de Morales y
Prieto, Vicario de Martos.—Martos 3 Noviembre 1873.»
El Sumo Pontíftce Pío I X , que t a n t a s y t a n t a s cuestiones gravísimas está resolviendo, acaba de expedir u n a
Bula, encaminada á cerrar la puerta á los t r a s c e n d e n t a les abusos que los Gobiernos regalistas han estad) y están
cometiendo con motivo ó pretesto de la elección de Vicarios capitulares para las Sedes vacantes. Una vez publicada esta Bula, y a no puede haber pretesto ninguno para
exigir que los Obispos electos, no confirmados por la Sant a Sede, se encarguen del gobierno ó administración de
las diócesis p a r a las cuales han sido propuestos. En la
nueva Bula se excluyen expresamente los Obispos electos,
no confirmados, y se fijan reglas para la elección de los
Vicarios capitulares, que hacen materialmente imposible
toda siniestra interpretación por parte del regalismo. No
Hemos recibido una carta, en la cual, uno que se titula
Protestante
convertido de la superstición
papista,
nos da cuenta
de la muerte y entierro de un Sacerdote apóstata, que a b j 'iró la fe católica para afiliarse al protestantismo. Haremos algunos comentarios acerca de esta carta.
Su autor comienza diciendo que gracias á Jesucristo,
visto la luz y se ha hecho protestante, con lo cual asegura su
salvación.
Poco después, en l a misma carta, afirma queno es católico, porque detesta la intolerancia romana, que niega la
salvación á todo el que no es catóhco romano, y que vive
feliz en el protestantismo, porque el protestantismo eS
una religión de tolerancia, que no cierra á nadie las puertas del Cielo.
¡Cómo! ¿Conque el protestantismo no cierra á nadie las
puestas del Cielo? Y si esto es así, ¿cómo dice V. que co»
su ingreso en la secta protestante asegura su salvación'
¿En qué quedamos? ¿Es ó no es necesario el protestantismo para asegurar la salvación? Sí el protestantismo es necesario para asegurar la salvación, ¿cómo dice V. que la
secta protestante es una religión de tolerancia, que
cierra las puertas
del Cielo á nadiel Y si el protestantismo no
es necesario para asegurar la salvación, ¿cómo dice V.
que ha asegurado su salvación al apostatar, es decir, al
renegar por 30 dineros de la fe católica para abrazar ia
impía reforma anglícana? rAh; ¡Cómo se contradice la iniquidad!
Además, si como V. dice, el protestantismo es una religión de tolerancia, ¿por qué muestra V. tanto odio á la
Rehgion católica? ¿Por qué habla V. con tanta saña contra
el Papa, contra los Obispos y contra todos los catóhcos.,
La carta de V. demuestra hasta la evidencia que el protestantismo no es más que tolerancia hipócrita en ios labios y profundo ó impío encono en el corazón.
.. j
P o r otra parte, si "V., como dice, es y a verdadero ¿"1°°^^
Jesucristo, ¿cómo es que solo tiene indignación para ios
católicos, esto es, para los únicos que creen verdaderamente en Jesucristo? ¿Cómo es que llama V. hermanos
muy amados á los protestantes, que ya no creen en la aivinidad de Jesucristo, ni aun en el orden sobrenatural.' J^^,
nueva fe de V. es por lo menos bastante extraña. V., mo
vido por su nueva fe, no se cansa de blasfemar contra la
Iglesia católica y j u r a y perjura que mientras conserve un
átomo de aliento no dejará'de luchar contra el papismo¡Pobre hombre! ¡Cuan digno de compasión es V! ¡Llamarse
verdadero hijo de Jesucristo y j u r a r consagrar la vida entera
al o^ho de la Iglesia de Cristo! ¡Llamarse verdadero hi,)0
de Cristo y hacer tanto para que pierdan la fe los católicos
y no trabajar nada para que acepten la fe los judíos y m u sulmanes, los materialistas y ateos, los panteistas y r^-'
oíonalistas! P e r o esto es lógico en todo el que se encuent r e en la situación de V. El que, como V., se separa de la
verdad, se alia naturalmente con el error y la mentira.
Habla V. varias veces de los motivos de su conversiofh
esto es, de su apostasía. P e r o , ¿por qué no se explica Vcon más claridad acerca de este punto? ¿Cuáles, pues, lian
sido estos motivos?
¿Ha abrazado V. el protestantismo por haber hallado en
esta secta la verdadera fe? No, porque el protestantismo
EL CONSULTOR D E LOS PÁRROÓOS.
es una confusión babélica, en la cual no hay ni símbolo, ni
fe, ni culto, ni autoridad, ni Iglesia, ni nada. En el protestantismo nadie cree nada y cada cual cree ó niega lo que
por el momento le place creer ó negar.
¿Ha entrado V. en esta secta por figurarse que en ella
podrá practicar mejor la virtud ó aspirar á la perfección? No, porque el protestantismo no exige la virtud para
la salvación y además condena la observancia de los consejos y la mortificación de la carne. El protestantismo ha
sido, es y no puede ménos de ser libertad, es decir, desenfreno. P o r esto dijo, y con mucha razón, el cardenal W i seman, que los apóstatas abrazaban el protestantismo, no
para hacerse mejores, sino para hacerse peores. Nosotros,
sin aludir á nadie, hablando en general, pudiéramos añadir
que el libertinaje es el gran motivo, por no decir la única
razón que tienen los que reniegan para aceptar el protestantismo.
¿Ha abrazado V. el protestantismo por convicción ó porque sus estudios le han hecho comprender que en el protestantismo está la verdad? No, porque los que estudian no
se hacen protestantes, y además, V. no ha estudiado antes,
ni estudia ahora, ni creemos que, dada su escasa afición
al trabajo, estudie en lo futuro. El protestantismo es una
secta en la cual entran los que no quieren estudiar, ni ser
virtuosos, y de la cual salen todos los que estudian de buena fe y aman de veras, no nominalmente, la virtud. Jamás
se ha dado el caso de que uu católico sabio y virtuoso se
haga protestante. La historia de los apóstatas ó renegados que se pasan al protestantismo, es bien poco honrosa
)araesta secta. P o r esto los protestantes antiguos, los que
O son por herencia ó por no examinar, desprecian tanto á
los católicos renegados que se declaran protestantes.
P a r a que V. se persuada de esto, vamos á exponerle una
observación, que no dejade tener importancia.
Usted conoce á muchos protestantes antiguos, que han
abandonado el protestantismo, como Newman, y nosotros
conocemos á muchos católicos antiguos que han abjurado
la fe católica. ¿Quiere V. que pongamos en parang'on las
virtudes .y la ciencia de los protestantes convertidos al Catolicismo con bl ciencia y las virtudes de los renegados que
aceptan el protestantismo? No dejaría de ser curiosa esta
tarea. ¿Quiere V. que la emprendamos?
Vaya otra observación. Cada vez que un protestante se
convierte al Catolicismo, todo el mundo exclama: He ahí
nn hombre de bien. En cambio, cuando se oye hablar de un
apóstata que se hace protestante, todo el mundo dice: ¡Un
escandaloso más! Y la verdad es que hasta ahora no creemos que haya motivos para pensar de otra manera.
Otra observación. Un protestante se hace católico y todo
ol mundo lo respeta, sin exceptuar los mismos protestantes á quienes abandona. P o r el contrario, cuando un católico reniega, todo el mundo lo desprecia, comenzando jior
los protestantes con quienes se va. Y, ¿on qué consiste esto?
¿En qué ha de consistir? En que nadie ignora que así como
los protestantes que van al Catolicismo buscan la virtud,
los católicos quo van al protestantismo no buscan otra cosa que la vagancia, la liviandad .y sobre todo un poco de
dinero, miserables treinta monedas, adquiridas sin necesidad (le trabajar. V. que es un renegado, y que sabe por
experiencia cuánto lo desprecia todo el mundo, sin exceptuar la sociedad bíblica, que ha pagado y tiene alquilada
su apostasía, no desconocerá de seguro la fuerza de esta
observación.
Pero si no son estos los motivos de la conversión de V.,
¿cuáles son? La verdad es:
1.° Que usted, antes y después de su apostasía, no ha sido un modelo de virtud'ni mucho ménos. L o s j u e han ce-
de licencia.
2." Que ni antes ni después de renegar ha mostrado V.
amor al trabajo. En su país vivía, como no ignora, y ahora
vive, gracias al miserable sueldo que su apostasía le h a
proporcionado. V. no ha tenido rentas, ni oficio, ni beneficio, .V ha pasado 25 ó 30 años de su vida como V. sabe y
los tribunales no ignoran por completo.
3 " Que estaba V. reducido á la miseria por no querer
trabajar, que habló varias veces con un repartidor de Biblias mutiladas, .V que gracias á la promesa de un sueldo,
ganado sin el sudor del rostro, vio V. esa luz, que todo eí
mundo llama repugnante apostasía y que V. cal fica de
verdadera fe de Cristo. ¡Qué sacrilega profanación! Y a ve
439
usted como sin necesidad de hablar del apóstata muerto, hablando de apóstatas vivos, podemos explicar las causas de
muchas apostasías.
Usted querría quizá que nosotros nos refiriésemos al muerto, para poder decir que era tanta nuestra falta de caridad
oue no perdonábamos ni aun los cadáveres. ¡Qué error el
de V! Como conocemos y a tanto la hipocresía farisaica,
desde que vimos la carta de V., comprendimos que V. deseaba que clamásemos contra el desgraciado Sacerdote
que aparece como muerto impenitente. P e r o no lo hacemos
así, y no lo hacemos por dos razones, á saber:
1." Porque personas que viven cerca de V., nos dicen
que, contando con que nosotros caeríamos en el lazo, ya se
había suministrado á V. materia para que declamase cont r a nuestra impía crueldad en su perorata del próximo do-
mingo. Y para que vea V. que no estamos mal informados,
le diremos que el sermón que habían dado á V. y que V. está
aprendiendo de memoria, consiste en un paralelo entre
David, que hizo el panegírico de Saúl, al verlo muerto, y
el Cloro católico, que, según se hacia decir á V., se ensaña
contra sus enemigos, aunque los vea cadáveres. Añadiremos á V. que el borrador que han entregado á V., y que V.
está copiando, está escrito en muy mal español y ocupa
nueve cuartillas, escritas por ambos lados, pero con letra
gruesa y renglones bastante claros. Podrá ser arenga de
un cuarto de hora.
2." No nos referimos tampoco al desdichado Sacerdote
que aparece muerto como imiienitente, porque se nos asegura que V., ó, mejor dicho, que los que pagan la apostasía
de A^, tienen empeño y hasta necesidad de que la prensa
católica afirme que la impenitencia de qUe se habla es
cierta, para poder demostrar así que ya se cuenta con
Sacerdotes verdaderamente convertidos en España, y hacer
valer esta conquista, como un gran mérito, ante las sociedades bíblicas.
Sin embargo, aunque comprendemos que la apostasía a l quilada tonga este deseo., no podemos afirmar que sea cierta la ímpenitencia final del Sacerdote en cuestión, por v a rias razones que procuraremos exponer con toda l a posible
claridad.
Se nos asegura que el infortunado Sacerdote que a p a r e ce como protestante no lo fué jamás en el fondo de su alma. A lo que parece, las miserias humanas lo llevaron al
abismo, y como un abismo a r r a s t r a á otro abismo, no por
convicción, sino por mera humana miseria, se declaró protestante solo para poder alimentar vicios que dentro del
Catolicismo no podía alimentar de ninguna manera.
Se nos asegura también que tenía una hermana monja
que enfermó y murió de pesar al tener noticia de la apostasía de su hermano. Parece que esta desgracia y las l á grimas de la familia, que toda es católica, le hicieron v a cilar y casi lo pusieron á punto de romper todo lazo criminal, no con el protestantismo, porque nunca fué protestante, sino con la mujer, causa de todas sus desventuras.
Casi tenemos por cierto que escribiendo á un Sacerdote
católico, le di,)0 las siguientes palabras: «Respecto á la
cuestión de fe no me arguya V. inútilmente. Jamás he dudado de la fe. En el fondo de mi alma cada dia soy más católico, estoes, más papista. ¿Cree V. que es posible estar
entre los protestantes y creer en el protestantismo? El protestantismo es una ridicula farsa. En él nadie toma la r e ligión por lo serio. Desde que me hice protestante no se h a
acercado nadie á mí para decirme qué es lo que debo creer
Ó no creer. Aquí no se cuida más que de que repita como un
papagayo unas cuantas cosas de las cuales se rien los
mismos que me obligan á decirlas.»
Y, ¿puede considerarse como protestante obstinado quien
así se expresa?
También hemos oido decir que el Sacerdote apóstata,
al cual nos referimos, al verse gravemente enfermo, mostró deseos de que se llamase á un Sacerdote católico. ¿Se
le complació en ésto? ¿Se procuró, por el contrario, que lo
rodeasen protestantes de confianza para que muriese sin
sacramentos, y sin que se supiese que quería r e c i b i r l o s '
¿Es cierto que por exigirlo así la índole de la enfermedad',
ó por calmar sus dolores ó sus remordimientos se le dio ó
se le permitió tomar opio? ¿Será verdad que á consecueneio de osta medicina, se adormeció, y permaneció adormecido hasta el fin de su vida?
No, nosotros no afirmamos nada de esto, porque, aunque
fuese exacto, como no lo han presenciado un notario y dos
testigos, nunca podríamos probarlo ante ningún tribunal
de justicia. Sin embargo, como hay cosas que son ciertas
440
EL CONSULTOR D E LOS PÁRROCOS.
aunque no se puedan probar, indicamos lo que bemos indicado para que al menos se vean los muchos y grandes vacíos que dejan ciertas aseveraciones del protestantismo.
Las últimas noticias de Roma son por desgracia bastant e tristes. Se conoce que aún no está satisfecha la divina
justicia y que Dios quiere que Pío IX, el Vicario de Cristo,
continúe todavía con la Cruz sobre sus hombros por la calle de la Amargura.
El viaje de Víctor Manuel á Berlín está y a produciendo
sus naturales efectos. Bien se echa de ver que los ministros
de este r e y obcecado han recibido promesas de auxilios
eficaces contra todo el que intente defender la causa de
Dios, que es la causa de la Iglesia. L a ley que descargaba
el último golpe contra las Ordenes religiosas estaba sancionada hacía mucho tiempo, y sin embargo, por respeto
ó temor á las observaciones de F r a n c i a y Austria, no se
aplicaba. Ahora, á lo que so ve, ha desaparecido esto respeto ó este temor. ¡Que Dios mejore sus horas!
Los jesuitas han sido y a expulsados de la ciudad eterna.
Los dominicos lo serán bien pronto. El síndico ó corregidor
de Roma, que es un fanático perseguidor del Catolicismo,
está derribando conventos y pide al Oobierno licencia para
derribar veinte conventos más. ¡Cuánta razón tenía el Sumo
Pontiñce al asegurar que había empeño en que Roma volviese al paganismo! La expulsión de las Ordenes religiosas
y el derribo de los conventos, no tienen ni pueden tener
más objeto que el de hacer que disminuya el número de los
predicadores de la fe para que en igual "proporción disminuya el número de los que creen.
Los jesuitas han sido arrojados del Seminario Romano.
¡Así sé quiere que desaparezca este gran centro de la enseñanza católica!
A lo que se dice, para cubrir las apariencias, se había
dispuesto que el célebre P . Sechi, el primer astrónomo del
mundo, quedase al frente del Observatorio astronómico de
Roma; pero á las órdenes del Gobierno de Víctor Manuel y
rodeado de los auxili;i.res que éste Gobierno le concediera,
¡Qué insensatez! Como comprenderán nuestros lectores, el
P . Sechi, que rechaza toda complicidad con los enemigos
de Cristo y de su Vicario, ni aun ha oido las proposiciones
que se le hacían. Conocía su base, y esto le bastaba para
rechazarlas.
Romano, y los Padres redentoristas, que han publicado la
obra titulada Vind tim Alphonsiana, ó los que la aceptan y
defienden. Esta polémica puede ser muy útil, si salvando
como debe salvar y salvará la caridad, contribuye á excitar el gusto á los estudios teológicos, en nuestros tiempos
tan abandonados.
Acerca de esta polémica se han publicado últimamente
dos importantes documentos, de los cuales debemos dar
cuenta á nuestros lectores.
El primero es un largo comunicado en el cual el Padre
Ballerini hace v e r (1):
1.° Que no ha sido ni es desafecto á San Alfonso de Ligorio. Esto solo podía suponerlo quien esté acalorado ó no
haya leido las obras del P . Ballerini.
2." Que es absurda la especie que ha corrido de que había
suministrado datos para que el fiscal de la Sagrada Congregación pudiese oponerse á que se expidiese el decreto
nombrando Doctor de la Iglesia á San Alfonso. El P . Ballerini, no solo nose opone á que San Alfonso lleve este título, sino que por el contrario, quiso dárselo antes que so
lo concediese la Sagrada Congregación.
3," Que si defiende algunas opiniones contrarias á las
de San Alfonso, no es por aversión á las doctrinas ú opiniones del Santo, sino porque segun la tan conocida regla
de San Agustín, en lo dudoso jamás niega la Iglesia la libertad. Iu diibUs liberlas. La justicia y fuerza de esta observación no pueden ser desconocidas por nadie.
4," Que la obra Vindilia Alphonsiana se ha escrito con
alguna pasión,
5,° Que en Roma se dice que la censura tachó varios
pasajes de esta obra, en los cuales se hablaba con demasiado calor del P , Ballerini.
6," Que, por último, se lia circulado con no escasa profusión un opúsculo en el cual se ponen en parangón varias
sentencias de San Alfonso y d e l P Balleríni, en una forma bastante desventajosa para este t a n respetable profesor.
Estos datos, expuestos por el mismo P . Balleríni, deben
tenerse muy en cuenta al juzgar las Vindilia
Alphonsiana.
El segundo documento relativo á esta polémica es un
opúsculo, escrito en latin y francés, cuyo título es: Le
P. Ballerini
siana.
vengé on degustation
des V I N D I T I ^
Alphons-
Este opúsculo no lleva nombre de autor y parece escrito
por algunos discípulos del P , Balleríni. Se ha publicado, no
en Roma, sino en Bruselas, pero con aprobación de la a u toridad eclesiástica. En este opúsculo se insertandocumentos, algunos bastante importantes, con el fin de defender al
P , Balleriniy demostrar que las Vindilia Alphonsiana no son
El célebre P , Pasaglia, que desde 1865 ha estado g u a r dando el más profundo silencio, comienza de nuevo á hacer
que figure su nombre en las columnas de los periódicos,
más que un miserable libelo, lleno de falsedades,
piierüidadesy
Segun se asegura, ha ido á Roma, no para pedir ó reci- conlradicciones (2).
Inr protección del Gobierno de Víctor Manuel, sino para
No creemos que s.ea justo este juicio, A decir verdad, en
preparar su reconciliación con la Iglesia, Y a es anciano, las Vindilia Alphonsiana se dicen' muchas cosas, que no son
ve que se le acerca el momento terrible de la muerte, necesarias ni oportunas, A veces hasta pudiera creerse que
siente aún fuertísimos remordimientos, y parece que busca en ellas se supone un enemigo, que- no existe, para tener
y desea hallar en realidad la paz de su alma.
el placer de combatirlo, Y sí hemos de hablar con entera
Hasta ahora no hay motivos para abrigar grandes espe- franqueza, no podemos disimular que nos parece hasta exranzas; pero, ¿quién sabe? E l P . Pasaglia ha escrito mu- traño que habiendo tanto y tanto que decir contra los enecho en defensa de la Inmaculada Concepción y es muy po- migos de la Iglesia, ge tenga la paciencia de escribir un
sible que no lo desampare la Santísima Virgen, ¡Sí Dios tomo de 900 páginas contra el P , Ballerini. Esto no obsquisiese que el P , Pasaglia solemnízase el dia'8 de Diciem- tante, la justicia nos obliga á confesar que las Vindilice Albre de 1873 publicando su retractación y recibiendo el per- phonsiana, aparte ciertos defectos de polémica, es un excélente libro, lleno de erudición-y nutrido de muy sana
don de todas sus culpas y todos sus escándalos!
Los periódicos extranjeros dicen que el P , Pasaglia se ¡ doctrina. Sus autores podrían hacer mucho bien á la Igleha presentado á sus antiguos hermanos,'los Padres jesuí- ' sia si continuasen escribiendo en defensa de la buena causa; pero contra otra clase de adversarios. Las doctrinas y
tas Patrizzi y P e r r o n e , con quienes ha celebrado algunas
conferencias. Se supone que el P , Pasaglia presenta toda- aun opiniones de San Alfonso de Ligorio se pueden y aun
vía algunos obstáculos á su conversión; pero, como son de se deben defender, sin juzgar para n á d a l a s intenciones del
muy escasa importancia, bien pudiera ocurrir que tarda- ,P. Ballerini.
sen poco en desaparecer, ¡Quiera Dios que así sea!
El P . Pasagfia, que, como escritor católico, figura con
justísima razón entre los escritores de primer orden, como
(1) Véase este comunicado en L'Univers, núm. 2.314,
escritor liberal ó cismático no ha podido adquirir reputa- correspondiente al 29 de Setiembre de 1873.
ción ninguna. ¿Consistirá esto en que los remordimientos
pitoyable libelle, rempli de faussetes, de puerilihan tenido comprimida su inteligencia? Si así fueíe, esto tes,(2) deUn
contradictions.
probaría que los auxilios de la gracia no le han faltado, ó
que Dios no ha permitido que se endurezca su corazón
O. S. C. S. B . C. A. B .
como se endureció el corazón de Faraón.
Direclor-propietario,
_ Continúa pendiente la polémica teológica entre el P a d r e
Ballerini,, catedrático de Teología Moral en el Seminario,
D.
FERMÍN
ABELLA..
MADRID.—Imprenta de E. de la Riva, Huertas, 58, bajo.
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