Me gustaría compartir con vosotros algo que, a priori

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Me gustaría compartir con vosotros algo que, a priori, me da bastante pudor. Se trata de mi
colección de agendas Fnac que usaba durante mis años de universidad y que, revisándolas
ahora casi diez años después, funcionan como un diario involuntario de lo que fue mi época de
estudiante. Ha sido una experiencia extraña –entre vergonzosa y nostálgica– rescatar de casa
de mis padres estas agendas que van desde mi primer (2004) a mi último año de universidad
(2008), incluido mi Erasmus en Roma. Están todas pintarrajeadas con las confesiones propias
de un postadolescente y con toda clase de añadidos, desde entradas de cine a billetes de mis
viajes, tickets de compra, entradas a museos, etc.
Por Pablo Giraldo
Me llamo Juan Manuel Pereda, nací ya hace más de 47 años y soy arquitecto. Inicié mi carrera
profesional dentro del equipo de obra de Detecsa, la constructora que logró transformar el
antiguo edificio de Galerías Preciados en la actual Fnac Callao en un año escaso. Justo
Prudencio, Juan Cayre, Julio Dueñas, Fernando Herrero, Eunate Buzunáriz, Antonio Díaz, sin
olvidar a Carmelo Martín, de Construcciones Metálicas Sandoval. Todos nosotros, y muchos
más, nos esforzamos en conseguir superar el reto y lo logramos pero, además, a mi me
interesaba particularmente el asunto. De las aficiones de juventud sigo conservando casi en
exclusividad la de comprar música. El desembarco de Fnac en España, en pleno corazón
comercial de Madrid era, para mí, algo relevante y, además, estaba involucrado en ello.
La víspera de la apertura asistí a una de las sucesivas fiestas de inauguración que se
ofrecieron en la tienda ya terminada, la destinada a las empresas implicadas en la obra. Entre
copa y canapé aproveché a ojear los cd’s. En aquel momento pre Internet andaba desesperado
buscando el Time, de la ELO y, como anhelaba, allí estaba.
Llegó el día, el 2 de diciembre de 1993. Me acerqué hasta la recién abierta Fnac Callao a la
hora de comer desde el km14 de la Carretera de Valencia, ‘La Veloz’ y ‘Metro’ de por medio, y
conseguí llevarme este cd, junto con el Debut de Björk. Conservo ambos junto con el
comprobante de la operación, porque ése momento de la primera compra en la Fnac el día de
su apertura merece ser recordado.
Por Juan Manuel Pereda
Parece increíble cómo una pequeña acción cotidiana, a través del misterioso efecto mariposa
por el que se rige el mundo, puede llevar a los más curiosos resultados.
Compré Spirits of the Deads: Tales and Poems (Los espíritus de los muertos: cuentos y
poemas) de Edgar Allan Poe en Fnac durante 2011, y pronto se convirtió en el libro que
siempre me acompañaría en la bandolera de viaje. Por casualidad, si es que existe el azar, en
mi escapada de verano de 2012 al Chateau de Perreux, al sur de Francia, olvidé llevarlo.
Desesperado por leerlo, aunque fuera en francés, salí nada más haber llegado al castillo a
recorrer en solitario Amboise, el village más próximo, de forma que lo recorrí entero buscando
librería por librería. Se ve que en Amboise no gusta Poe: no lo encontré por ninguna parte. En
cambio, por mi naturaleza observadora mientras buscaba me había enterado de dónde se
encontraban los puntos de interés turístico más importantes. Además, de la última librería en la
que había preguntado me acabé llevando una guía turística y todo esto me permitió, cuando
llegué de nuevo al castillo y mientras el resto de la excursión se iba instalando, aprenderme la
ciudad y la historia de sus edificios. De este modo, cuando tocó visitar el village adquirí para
todos un aura de sabiduría, cultura y admiración que, siendo sinceros, jamás creo haber tenido.
Esto hubiera sido demasiado insignificante como para contar esta experiencia más allá de una
mera anécdota si no fuera por lo que ocurrió a continuación: volví al castillo muy triste a pesar
de esto, ya que se había convertido en mi ritual nocturno leer al menos uno de los poemas
antes de dormir. Sin embargo, por fantasioso que parezca, cuando llegué a mi habitación allí
estaba, en el ventanal, Spirits of the Deads: Tales and Poems de Edgar Allan Poe, con un
marcapáginas del castillo. Al abrir por donde señalaba me llevó a la página 18-19 y me fijé que
había una palabra subrayada, la última palabra de todo el relato de The Raven (El Cuervo):
nevermore (nunca más).
Como si se hubiera tratado del propio cuervo del relato, mi libro había entrado por el ventanal y
entonando el nunca más (me pierdas).
A la mañana siguiente me enteré de que el dueño, admirador también de Poe, había
encontrado el libro en el patio y, viendo mi nombre escrito en él y haciendo alarde de un gran
sentido del humor, había decidido devolvérmelo de esta forma.
Por un lado me llevé este inigualable reencuentro objeto-portador y por el otro, si no hubiera
perdido el libro, jamás hubiera podido conocer tanto Amboise como disfrutar de la excursión al
village.
Por Sergio González
Estaba nervioso, muy nervioso. No solo acababa de colarme en el salón de actos de Fnac
Callao diciendo que era periodista, sino que iba a tener enfrente a alguien a quien admiraba
profundamente. Quería pedirle una firma pero me daba una vergüenza horrible. Mi tendencia
natural en estas situaciones es enrojecer, enmudecer y agachar la cabeza. Entonces llegó y un
enorme revuelo de flashes le envolvió. Pedro Almodóvar entró para inaugurar la exposición
fotográfica sobre cómo rodó Hable con ella. Cuando se calmó la cosa, le eché valor y me
acerqué para pedirle el autógrafo. Me contestó exactamente lo que yo esperaba:
-“¿De dónde has sacado esto?”
Y se lo tuve que contar: paseando por el Rastro, descubrí algo que me llamó la atención. Entre
un montón de libros viejos había uno en cuyo lomo se leía Hable con ella. Pero no podía ser el
guión, aun faltaban un par de meses para el estreno. Recuerdo que después del boom de
Mujeres al borde de un ataque de nervios, su siguiente proyecto, ¡Átame!, estaba levantando
una gran expectación, pues alguien se hizo con una copia del guión y leyó algunos pasajes en
la radio. Desde entonces, en El Deseo son muy cuidadosos con la información que revelan
antes del estreno de cada película. Sin embargo, el libro resultó ser una versión no definitiva
del guión original. Le pregunté al dueño de la tienda dónde lo había encontrado y me dijo que
me lo contaría si se lo compraba. Fijó el precio en 9 Euros (¡!) y me dijo que lo había
encontrado en… Pedro me escuchó estupefacto. La gente a nuestro alrededor reía
comentando la anécdota. Al final me firmó la portada y fue muy cordial conmigo. Supongo que
al ver mi actitud confió en que iba a mantener su historia a buen recaudo. Y así hice. A los dos
meses asistí a la première en el cine Avenida y a la fiesta posterior en la sala Macumba. Una
noche que siempre recordaré y de la que podría contar muuuuchas cosas que, como hice con
el guión, me reservo para mí solo.
Por Christian Coll
Me hice la tarjeta de socia enseguida, al poco de abrirse la tienda de Callao, pues sabía que
iba a utilizarla mucho y así fue. Durante años he comprado siempre en Fnac y he ido
renovándola, pero una vez perdí la tarjeta y fui al área de socios a renovarla. La persona que
me atendió me preguntó si por casualidad recordaba el número, y para mí fue inmediato:
- “Claro, son las primeras cifras de mi teléfono y mi fecha de nacimiento”.
Lo dije convencida de que en todas las tarjetas la codificación era la misma, ¡pero no!,
CASUALMENTE mi número de socia es 600 (las tres primeras cifras del único número móvil
que he tenido) y mi fecha de nacimiento la que aparece en la foto. ¡He comparado la mía con
otras tarjetas de socio y a nadie le pasa...!
*Por seguridad y de acuerdo a la Ley de Protección de Datos no desvelamos los datos reales del participante.
Por María Ozaeta
12 de Abril de 2013, Bilbao.
Margaret Atwood, Premio Príncipe de Asturias de las Letras, firma ejemplares en la Fnac de
Bilbao. Lo avisan por megafonía, empezará a las 18:00h. Llega la hora y aparece la escritora.
Vuelven entonces a anunciar su presencia por megafonía, pero nadie se acerca. ¿Cómo es
posible que nadie se acerque a una autora que nos regaló ese pequeño pero genial
manifiesto A favor de las mujeres tontas, entre otros?
Al tercer aviso de la megafonía me acerco. Me presento. Saludo. Le pido que me firme un libro,
el que ella quiera, su favorito, y elige el ganador del Booker: El asesino ciego. Nos sentamos a
la mesa y me pregunta cómo me llamo.
—“Deivid” —respondo.
—“What?” —replica ella.
—“Deivid”.
Entonces coge un papel y un boli y me pide que escriba mi nombre. Así lo hago.
—“Ah, Deivid!” —exclama cuando lo lee.
Del todo incapaz de comprender cómo he podido pronunciar mal un nombre tan universal como
David (Deivid) —no tan incapaz, en el fondo me consta que mi inglés es pésimo—, sonrío y
recojo el libro que la autora me ha dedicado. Ha sido muy amable, muy educada, una gran
mujer. Le doy las gracias tanto a ella como a la organización y me despido.
Bajo mi brazo llevo El asesino ciego. For Deivid.
Por David Villar
Descubrí a Jean Michel Jarre a los 13 años. Un compañero de colegio me dejó una cinta y
desde entonces me compré todos sus discos y me hice fan de su música, el problema era
poder ir a un concierto suyo, hacía muy pocos, pero eran impresionantes.
Ocho años más tarde se iba a cumplir uno de mis sueños, poder ir a un concierto que Jarre iba
a celebrar en el Hipódromo de la Zarzuela, era principios de octubre de 1993; pero no pudo ser,
el concierto se tuvo que suspender por lluvia. Los que éramos seguidores nos quedamos con
un muy mal sabor de boca, ya que sí se celebraron los de Barcelona, Sevilla o Santiago de
Compostela. Pero esa mala suerte se podía ver recompensada con su presencia poco tiempo
después.
En Madrid se iba a inaugurar una nueva tienda de imagen, sonido, música, libros…, en la plaza
de Callao, la Fnac. Además, la inauguración iba a contar con un artista invitado, Jean Michel
Jarre, al que se le iba a entregar el disco de oro por las ventas de su último disco: Chronologie.
El forum estaba lleno de gente. En aquel momento no había sillas y nos tuvimos que sentar en
el suelo. Pude incluso hacerle una pregunta referente a si pensaba publicar de nuevo sus
primeros discos de los que no se sabía mucho en España (esos discos se publicaron de nuevo
años después).
Gracias a la Fnac, pude estar cerca del que por aquel entonces era mi músico preferido,
sacarle fotos y conseguir un par de autógrafos en singles de vinilo que tenía y todo eso ocurrió
el día de la inauguración de Fnac en España. Además, en ella pude también comprar discos de
importación, rarezas, singles y maxisingles que aquí eran imposible de conseguir.
Por Ricardo Castaño
Trainspotting y cómo Fnac me salvó la vida
Vale, puede sonar un poco exagerado eso de “Fnac me salvó la vida”, no te lo voy a negar,
pero continúa leyendo y quizás nos entendamos.
Soy Extremeña, a mucha honra, de Badajoz, una tierra encantadora (te la recomiendo), un sol
precioso, unos lugares de encanto y… venga vale, lo reconozco, todo no puede ser bonito y
maravilloso. Un lugar donde es IMPOSIBLE encontrar la película Trainspotting.
“¿Y por qué Trainspotting?”, diréis.
Hace un par de años charlaba tranquilamente con un amigo sobre cine (tema recurrente donde
los haya para unos estudiantes de Comunicación Audiovisual):
-“Hey ¿y tú has visto Trainspotting?” – Decía mi amigo.
- “¿Trains qué…?” (Si, disculpen mi ignorancia cinematográfica de aquel entonces).
- “Tra-ins-po-tting, es maravillosa, es mi película preferida, la tengo en edición de coleccionista,
una auténtica pasada”.
- “Ah, pues no, no… no la he visto”.
Al día siguiente, se presentó con dicha película muy orgulloso y me la entregó como el que
entrega su cosa más preciada: – “Tienes que verla, te va a encantar”.
Abrumada por los halagos, recogí su ofrenda cuidadosamente y la guardé cual tesoro en mi
mochila. Había despertado mi curiosidad ¿Sería tan fantástica? Llegué a casa intrigada y tuve
una gran idea: abrir la caja para ver el interior. Qué sencilla e inocente idea si no fuera por un
pequeño detalle, los discos estaban sueltos dentro de ella. Pude comprobar verídicamente la
gran teoría que el maestro Newton nos enseño, cómo un DVD cae al suelo y se rompe por
efecto de la gravedad. Imaginaros entonces mi cara de espanto, un poker face en toda regla.
Trainspotting, hecha pedazos, ¡y ni siquiera me había dado tiempo de verla! ¿Qué voy a hacer?
Que no cunda el pánico, tengo una gran idea, buscaré una nueva película y cambiaré los
discos. No se dará cuenta.
Mi operación de búsqueda se puso en marcha. Recorrí todas las tiendas de Badajoz en busca
de Trainspotting: – “No la tenemos. Descatalogada. No la podemos pedir”. Entonces empecé a
agobiarme, tendría que mirar a la cara a mi amigo y decirle: - “Lo siento, tu película ha llegado
a su fin”. Le daba vueltas a la frase más adecuada, a cómo se lo tomaría, cuando… de
repente, Fnac llegó para salvarme.
www.fnac.es, búsqueda, Trainspotting. Y no lo pude creer, ahí estaba la misma edición de
coleccionista que tenía mi amigo, con su póster y todo. Había que actuar rápido. Pedí a Fnac
que me enviara a Badajoz la dichosa película, llegó a mi casa a los pocos días, la vi
(discúlpenme todos los cinéfilos y cinéfilas que lean esta historia, pero reconozco que no me
gustó), y por fin, se la devolví sana y salva a mi amigo. Aquí no pasó nada. Ahora tengo en
casa una bonita caja de Trainspotting de recuerdo con trocitos de DVD en su interior.
Moraleja: Cuando abras una caja de CD/DVD/Blu-Ray, comprueba que no suena nada suelto
en su interior. Gracias Fnac, quizás no me salvasteis la vida, pero si una buena amistad.
Por Saray de la Hoz
Hace unos 5 años conocí al que luego sería mi pareja. Él es un loco, valga la redundancia, de
Jose Maria Sanz Loquillo. Cuando nos conocimos su única obsesión era que a mí me gustará
tanto como a él. Estuvo dos años convenciéndome de lo buena que era su música y sus letras
y, finalmente, consiguió su objetivo y ahora soy una fan incondicional de este gran artista. Sin
embargo, por suerte o por desgracia nuestra relación se rompió hace dos años. Aunque ya no
había nadie que me ‘obligará’ a escuchar la música del Loco yo seguí absorbiendo cada nota
musical que me ofrecía su puro Rock&Roll.
Casualidades de la vida, hace unos meses retomamos nuestra relación y sentí que debía hacer
algo por él a pesar de llevar dos años separados. Así que indagué un poco, y me encontré con
que Loquillo firmaba discos en Fnac Triangle (Barcelona).
Recuerdo ir hacía allí pensando: -“No habrá nadie, seguro...habrá poca gente", llegué y…
¡PUM! una cola que casi daba la vuelta. Pensé varias veces en irme, sobre todo cuando se
puso a llover y empecé a tener frío. Quise ser paciente, y lo conseguí. La cola se movía
lentamente, y aunque llevaba todo el día sin hablar con David, en ningún momento le dije
donde estaba. Parecía que la cola iba avanzando. Entré en Fnac. Cada vez quedaba menos y
yo más nerviosa me ponía. Nunca pensé que sería de esas groupies que se emocionan como
adolescentes en plena pubertad. ¡Por fin! Llegó mi turno. Tal como me dicen “puedes pasar”
me empieza a sonar el teléfono y yo histérica porque tenía a Loquillo delante. No sabía qué
hacer primero, si saludarlo, contestar la llamada, echarme a correr o simplemente no
pronunciar palabra. Es tal mi inmovilidad que Loquillo me dice:
-“Te están llamando, cógelo, no pasa nada”. Lo miro, y veo en la pantalla: “David”. Por un
momento no sabía qué hacer. Tenía delante a un hombre de dos metros de alto, con esa
seriedad que le caracteriza, esa elegancia, que como iba a ir yo, nerviosa perdida a pedirle
algo. Pues me armé de valor y le dije: -“¿Puedes contestar tú?” Su cara lo decía todo, se quedó
atónito, pues era yo quien le pedía un autógrafo. No entendió mucho por qué, pero tuvo el
gesto de contestar la llamada por mí. –“¿Hola? ¿Qué tal?”, y David sin saber quién era le
pregunta. –“Soy Loquillo, como estás tío?” David no cabía en su asombro, no paraba de
decirle: -“¡¿Qué dices?! El Loco, ¡Loquillo! Pero ¿y qué haces?, ¿dónde estás?”.
Cuando David me lo contaba yo me reía, me hubiese encantado ver su cara. Que tu ídolo
hable contigo por teléfono y tú sin saberlo.
Una vez terminaron de hablar, le expliqué quien era ese chico, porque estaba allí y lo mejor la
semejanza que tienen uno con el otro. David mide un metro noventa, lleva tupé y tiene el
mismo porte que él. No sabéis con que alegría salí de allí. Estaba con una niña pequeña.
Llamé inmediatamente a David, y no paraba de decirme lo alucinado que estaba. Me llenó de
felicidad verlo así. Es tan sencillo dar un poco de luz en la vida de las personas, que aunque
hice dos horas de cola con lluvia, mereció la pena escuchar la alegría que desprendía su voz.
Espero que os guste tanto como a mi esta anécdota, para mí es muy importante ése Fnac en
concreto.
Por Elizabeth Gascón
Love at sixty, la pasión por los años 60 de Elliot Landy
Una de las cosas que más me gusta de la tienda Fnac Bilbao – y que en cierta manera la
distingue de otros establecimientos de la ciudad - es su apuesta por la cultura y por desarrollar
una completa programación en este sentido; el epicentro de la misma es el Forum, la pequeña
sala en la que se realizan gran parte de los eventos de acceso libre y gratuito, principalmente
charlas, actuaciones en directo y proyecciones de películas. Sus pequeñas dimensiones
garantizan en su caso una relación próxima entre los ponentes o artistas y el público,
creándose un ambiente que favorece el diálogo o la intimidad según las circunstancias.
Suelo asistir a este tipo de actos y en diversas ocasiones he tenido oportunidad de conversar
brevemente con los/las protagonistas al final de los mismos; en cierta manera soy consciente
de que son oportunidades únicas que en otro lugar o momento serán difícilmente realizables.
Así me sucedió con Elliot Landy, fotógrafo oficial del Festival de Woodstock, que a finales de
junio del año 2009 visitó Bilbao en el marco de una exposición y otras actividades que organizó
Fnac coincidiendo con el 40 aniversario del mismo.
La experiencia vital de Elliot me atraía conforme avanzaba la charla, por ser muy rica y diversa.
Además de hablar del Festival e ilustrarlo con fotos suyas de iconos del pop/rock como Janis
Joplin, Van Morrison o Jimi Hendrix, nos habló de su relación personal con alguna de ellas
como Bob Dylan – al que fotografió para las portadas de sus discos-. También nos explicó su
visión personal como joven implicado en los movimientos populares de la época, para protestar
contra las guerras y por los derechos civiles, para reivindicar la lucha colectiva por un mundo
mejor y por el amor. En cierta manera Elliot aparecía marcado por una época pasada en la que
la esperanza se podía palpar en la sociedad y él la reivindicó en su charla para la actualidad.
Nos presentó la publicación Love at sixty, que recoge su visión de esos años.
Al término de su intervención me acerqué a saludarle y agradecerle su amplia y cordial
intervención y me regaló su tarjeta de presentación de Love at sixty, en la que aparecen tres
instantáneas que reflejan la época. A la izquierda aparece Bob Dylan con la mano en su
sombrero, en el marco de una instantánea para un disco conseguida justo cuando el propio
Bob preguntaba si estaba mejor con el sombrero o sin él. La foto del medio es para su mujer, a
la que conoció en los años 60 y la de la derecha la de un campo de girasoles, que refleja su
interés en la naturaleza.
Por Eduardo Renovales
Me encanta Ismael Serrano, me enamoré de su música en el colegio, gracias a mi profesor de
Historia, Abel. Al contrario que otros profesores, el mío hacía que las clases fueran mágicas, y
encontró en Papa cuéntame otra vez un material pedagógico excelente.
Aquel día salía el disco de Ismael Serrano y estaba de exámenes, me había quedado una para
septiembre (es lo que tenía estudiar Veterinaria). Aun así estuve la primera, a las 10 de la
mañana, como un clavo, en la puerta de Fnac.
Sueños de un hombre despierto. Estaba deseando quitarle el plástico y ponerlo a toda pastilla
en el reproductor. Siempre me produjo un placer enorme desembalar cosas, y la cola para
pagar se me antojó eterna. “Pip”, el silbido del código de barras al pasar por el lector me decía
que ya podía quitar el maldito envoltorio, pero cuál fue mi sorpresa cuando la cajera, al
entregarme el cambio, me regaló, entre monedas, una de las pocas invitaciones para el estreno
del álbum, el sábado 22 de septiembre de 2007 en Fnac Callao. Nunca un trozo de papel,
había hecho más feliz a alguien.
Mi examen era el mismo día 22 por la mañana, ése día, a las 20.00h conocí por primera vez en
persona a Ismael Serrano. Literalmente a sus pies, me deleité durante una hora y media con
los acordes del nuevo disco en el mítico escenario de Fnac Callao, el cual conseguí que
firmara.
He guardado todos estos años ese tesoro garabateado y, por supuesto, mi entrada intacta ha
visto mucho colgada en un lugar privilegiado de mi habitación. Si pudiera hablar,
probablemente los secretos que ha presenciado desde ése lugar, valdrían más que este relato.
Recuerdo todas y cada una de las canciones que Ismael cantó ese día, pero a pesar de sacar
un 10 en el examen no recuerdo ni una sola de las preguntas. Puede que sacara esa nota
porque escuché el cd días tras día de estudio o puede, simplemente, que este sea un sueño
más, uno de tantos que soñamos despiertos.
Fuisteis parte de mi historia, y os guardo en mi corazón por este momento maravilloso que me
regalasteis, por eso me encanta formar parte vuestra exposición, de estos vuestros/nuestros 20
años.
Por Paula Mateos
Ocurrió el 30 de diciembre de 2009, no lo olvidaré nunca. Hacía algún tiempo un amigo me
había hablado de un tal Iván Zulueta. Me contó que se trataba de uno de los mejores cineastas
españoles de todos los tiempos, aunque únicamente había dirigido un solo largometraje,
Arrebato, una película muy extraña sobre la que, según me contaba, pesaba una maldición por
una serie de acontecimientos que me dejaron boquiabierto.
Pues en ese penúltimo día del año me encontraba yo en una tienda Fnac en busca de algún
regalo para Reyes, y entonces la vi allí, Arrebato se encontraba delante de mis narices. No lo
dudé un segundo y al instante me hice con ella. Esa película sobre la que mi amigo tanto me
había hablado estaba al fin en mis manos. La vi nada más llegar a casa, y me causó tal
impacto que la volví a ver de nuevo. Estaba algo aturdido, había visto algo sencillamente
genial, mágico, arrebatador. Tras esa experiencia única decidí conocer el mundo interior del
genio Zulueta, el cual se desgrana de manera fascinante en el documental Iván Z, de Andrés
Duque, incluido en disco de extras de la película. No recuerdo haber visto nunca a un genio
con apariencia de pobre diablo, pero el caso es que estaba allí, muy castigado por tantos años
de adicción a la heroína y su estado físico y mental.
Aquel hombre había llegado adonde pocos o nadie llegaron ni llegarían jamás: a conseguir el
efecto de pureza cinematográfica en su máximo esplendor. Antes de acostarme esa noche una
noticia fatídica me dejó helado: Iván Zulueta había muerto. No lo podía creer, el genio del cual
me enamoré artísticamente ese mismo día nos había dejado para siempre, ya nunca más nos
podría arrebatar con sus experiencias, pero en cambio nos arrebató el corazón con su
genialidad.
Por Carlos Rivas
Me llamo Rafael, vivo en Sevilla y existe un momento musical especial de mi vida en el que
Fnac fue participe. Pero no hablo de Fnac de Sevilla, estoy hablando de Fnac Callao en 1993.
Mi historia comienza en 1984, yo tenía 18 años de edad y estaba trabajando desde el pasado
día 12 de diciembre de 1983. En el año 1984, TVE repuso una serie que me fascinaba (por
motivos personales y privados). Fue Brideshead Revisited (Retorno a Brideshead). En el piso
de mis padres, teníamos un video VHS y me quedaba por las noches para grabar los capítulos
de la serie en la cinta (no quería que aparecieran anuncios en el capitulo y eso que me
levantaba a las 06:00 de la mañana para irme a trabajar). Esta serie me ‘impactó ‘en mi vida
personal, pero fue pasando el tiempo y me entretuve en otras actividades y me despreocupe un
poco de ella.
En el año 1993, volvió a interesarme esta serie y me puse a buscar la banda sonora en CD o
vinilo, no me importaba. Busqué en Sevilla en las tiendas de discos, en El Corte Inglés, en
Sevilla Rock y nada encontraba y eso que preguntaba si existía. En este momento es cuando
vosotros entráis en acción. Un amigo que había estado en agosto de 1993 en Madrid, me habló
de una tienda nueva, llamada Fnac, que se había inaugurado hacia poco en la capital. Me
comentó que era muy completa y a lo mejor sabrían o tendrían lo que estaba buscando.
Durante las navidades de 1993, tuve la ocasión de viajar a Madrid y me fui directo a esa
famosa tienda que se había inaugurado. En ese tiempo existía la tienda de Madrid Rock, pero
ni me preocupé por visitarla, ya que cuando buscaba la banda sonora desde Sevilla Rock
llamaron a la tienda de Madrid y me informaron que no tenían nada de esa serie.
No tengo constancia del día exacto de Navidad que visité Fnac Callao, pero para mí fue una
Navidad muy especial, pues encontré el disco en dicha tienda. Cuando pregunté por su
existencia y me dijeron que la tenían se me iluminó el rostro. Me dijeron que había entrado en
stock hacia poco tiempo (02/11/93) y me costó 2.395 pesetas (pensé que era un CD un poco
caro pero la búsqueda valió la pena).
Me llamó mucho la atención vuestro slogan de aquel tiempo ‘Lo inteligente es pagar menos’ y
la compré inmediatamente.
Por Rafael Biedma
Modern Times o Así descubrió a Dylan un adolescente manchego
Cuando me instalé en Madrid, hace seis años, dominaba la obra de Sabina, sobre todo, y controlaba con
altibajos la de Andrés Calamaro, la de Javier Krahe y la de Bunbury. Pero mis tímpanos y eso que en los
libros de Conocimiento del Medio se divide en oído interno, medio y externo, no estaban acostumbrados a
escuchar música rock o de autor anglosajona/estadounidense. Superficialmente, sí: el par de discos
de Nirvana que tenía por casa, las canciones sueltas de grupos típicos que albergaba el disco duro de mi
viejo ordenador tras horas de descarga -porque en mi casa del pueblo había tarifa plana, pero no ADSL-,
y un disco pirata con un concierto -que también me había bajado- de Bob Dylan, su Unplugged de la MTV.
Yo quería profundizar en la obra de Dylan porque Sabina lo ponía por las nubes y porque, por entonces,
Sabina era mi tótem y los ídolos de Sabina eran mis ídolos. ¿Que yo adolecía de personalidad propia?
Pues sí, oiga, pero mejor dejarse guiar por el autor de 19 días y 500 noches que ser una 'belieber'. Decidí
que no me adentraría en condiciones en el universo del músico de Duluth mientras no pagara afortunadamente, esto no me ocurrió en materia sexual, aunque hubo momentos en los que lo pensé-.
Total, que abandoné mi residencia de estudiantes -por un momento; nunca tuve la valentía de Holden
Caulfield para escaparme-, peregriné hacia la Fnac de Callao, subí hasta la segunda planta y crucé la
línea: por primera vez en mi vida atravesé la frontera invisible en la que las estanterías dejan de tener
música nacional y albergan música internacional. Me sentí como un inmigrante ilegal mexicano que
intenta pisar suelo estadounidense. Incluso miré a mi alrededor con miedo, por si acaso algún yankee
loco me disparaba. No salí corriendo pidiendo socorro, pero reconozco que faltó poco para ello.
En lugar de encontrarme a un sheriff psicópata al estilo del de Desesperación, de Stephen King, estuve
charlando con una dependienta de la sección de discos. Con acento manchego y tímido le pregunté qué
me recomendaba, porque yo no tenía ni puñetera idea de la música de Dylan pero quería ser bautizado
en su nombre, al menos, musicalmente. Me sentía como un turista japonés en el Museo del Prado: estaba
rodeado de auténticas obras de arte, y no sabía por dónde empezar a consumir -Fnac, yo-/fotografiar japo, museo-. La joven empleada, a la que podríamos llamar Nuria, por ejemplo, tampoco era muy
‘dylaniana’. Nuria era un poco más baja que yo, tenía el pelo a lo garçon, la nariz respingona y las
caderas un poco anchas, pero muy bonitas, oyes. Amablemente me dijo: "Este es el último". Se acercó al
estante y cogió Modern Times, que había salido un año antes, en 2006. Le di las gracias, pagué en la
primera planta los 14,95 euros que costaba el CD y, raudo y veloz -perdón por el tópico-, puse rumbo a mi
residencia de estudiantes, donde me encerré en mi habitación, encendí el ordenador y le dí rienda suelta
al disco.
Mientras sonaba Thunder on the mountain, la primera canción del disco, tuve la sensación de caer en un
túnel espiral con relojes, como el de Alicia en el País de las Maravillas. Me sumergía en un mundo nuevo
para mí que, paradójicamente, tenía mucho que ver con la música que se hacía hace 50 ó 60 años. Me
encontré con un tipo que hacía canciones que superaban los cinco/seis minutos, sin estribillos, con una
melodía que se repetía en cada estrofa y que decía cosas que no acababa de entender muy bien... por mi
pésimo nivel de inglés. Sentía que esa voz nasal y rasgada me estaba contando historias y revelando
pensamientos interesantes y quise conocer, con la máxima precisión, qué estaba sonando, exactamente,
en mi habitación. Así que cogí un folio, un bolígrafo de propaganda y el diccionario de inglés, me bajé las
letras del disco -en un portal que se llama dylanchords.info- y me puse a traducir mientras
escuchaba Modern Times. Cuando completé la tarea, puse de nuevo el disco, releí las letras y decidí que
Dylan iba a ser mi músico favorito por siempre jamás. Y así, hasta hoy.
Reconozco que tardé en digerir mi primer disco de Dylan unas dos o tres semanas. Cuando transcurrió
ese tiempo, volví a la Fnac y me compré otros tres del tirón -estaban a 6 ó 7 euros, y había que
aprovechar la oferta-: Blonde on blonde, Blood on the tracks y Street legal. Pero, de seguir hablando de
estos tres CDs, ya me metería en otra historia, y tampoco conviene abusar del lector.
Por Jesús Fernández
Mi recuerdo inolvidable de Fnac comienza un 21 de junio de 2011 en Sevilla durante el
concierto organizado por Fnac con motivo del ‘Día Europeo de la Música’. Desconocía que se
iba a celebrar tal evento y la congregación de gente llamó mi atención, uniéndome a ella junto a
mi hermano. Fue entonces y ése mismo día cuando conocí a mi actual mujer. Fue lo que se
dice ‘un amor a primera vista’, ya que ella es de Almería y, al igual que a mi hermano y a mí, le
sorprendió que se reuniese tanta gente en torno a un concierto en la calle. Ella simplemente
estaba por el centro de la ciudad junto a dos amigas y al ver el gentío se sumó al concierto.
Desde entonces, cada vez que pasamos por una de sus tiendas, se nos pone una sonrisa en la
cara. Así que por eso y otras muchas cosas más, ¡gracias Fnac!
Por Santiago Ortega
Mi recuerdo imborrable de Fnac es sin duda el día que me compré el pack de Star Wars en
Blu-ray con 6 películas, en 2011. En ese momento ni siquiera tenía reproductor Blu-ray en mi
casa, pero con ese pack había una promoción en la que sorteabais una PlayStation 3 edición
limitada y serigrafiada de Star Wars. Mi plan era sencillo: ganar el sorteo y ver las pelis en la
PlayStation que me iba a tocar. Todos mis amigos pensaron que estaba loco (había comprado
unas pelis que ¡NO PODÍA VER!), pero tres meses después me llamasteis y me dijisteis que
había ganado el sorteo. Desde entonces, esa Play adorna mi salón, y la primera película que vi
en ella fue... Star Wars, ¡Una nueva esperanza!
Por Alejandro Alés
Fnac, el premio.
Debido a nuestro trabajo, mi hermano y yo pasamos demasiado tiempo sentados, somos
animadores 3D. Por ello, mi hermano sufrió varios desmayos que desembocaron en su ingreso
durante 15 días en un hospital para averiguar que le sucedía.
Los médicos llegaron a la conclusión de que el motivo eran las numerosas horas que se
pasaba sentado y le dijeron que debía andar casi todos los días, al menos una hora. Después
de varios paseos, en los cuales yo le acompañaba por mi bien, nos dimos cuenta que nos
aburríamos y pronto dejaríamos de salir a andar si no encontrábamos un lugar al que nos guste
ir, una meta, un premio. Fue entonces cuando ambos pensamos: “¡Fnac!”
Siempre nos ha gustado ir a Fnac, cine, cómics, libros, juegos... el paraíso para el freaky/geek.
Además el tacto de la moqueta, el trato de los vendedores, no sé, es como un lugar al que
siempre le apetece a uno estar. Así que, debido a que nuestra empresa se encuentra a unos
3´5 km de distancia, ida y vuelta son 7 km, una hora de paseo, justo lo que buscábamos. Cada
día, después de comer, salimos a caminar con una meta, un premio, ir a Fnac, tomar un café,
un muy buen café y pasear por sus pasillos durante 30 minutos para relajarnos y quizás
traernos un Blu-ray o un cómic a casa.
Sé que no es una gran historia, y que el simple consejo de un médico debería ser suficiente
motivo para que alguien salga a caminar todos los días, pero los seres humanos no hacemos
siempre lo más saludable. Sin embargo, desde que pusimos en la ruta la parada en Fnac,
salimos a andar sin ningún tipo de reparo ni pesadez.
Ha pasado un año desde el último desmayo de mi hermano y se encuentra perfectamente,
seguimos andando, al menos tres veces a la semana hacia Fnac, la meta, el premio.
Por David E. Cuevas
Jueves, 8 de septiembre de 2011. La crisis lleva un tiempo instalada en España. En una acción
totalmente contra corriente, Fnac abre un centro nuevo en Castellana. 10 AM. Mi mujer, a la
que apenas le queda un mes de paro, acude a una entrevista de trabajo. 7 PM. Con motivo de
la apertura, Fnac realiza un concurso entre sus primeros socios visitantes. El premio:
aprovechando el inminente estreno en España del nuevo espectáculo del Circo del Sol, sortea
dos invitaciones dobles para poder verlo unos días antes en el Radio City Music Hall de Nueva
York. Acudo a conocer la nueva tienda y deposito mi participación en la urna. El lunes se darán
a conocer los premiados.
Lunes, 12 de septiembre de 2011. 9 AM. Me cojo el día libre para llevar a nuestros hijos al
colegio en su primer día de clase. 10 AM. Según entramos por la puerta de casa, mi mujer
recibe una llamada. Está contratada. 10,15 AM. Celebración… 11 AM. Mi mujer me pregunta
dónde quiero que me invite a cenar. Le respondo que en el sitio que ella elija de Nueva York,
en un par de semanas, porque su entrevista coincidió con el día en el que yo concursé. Risa
irónica por respuesta. 11,15 AM. Mi mujer llama a mi suegra para contárselo (lo del trabajo).
12,15 PM. La conversación madre-hija continúa… Recibo una llamada al móvil: “¿Es usted…?”
“Sí, soy yo”. Mi profecía se ha cumplido, y mientras que intento mantener la calma hablando
con la señorita, comienzo a hacer aspavientos frente a mi mujer, que sigue a lo suyo. Ahora ni
siquiera aparece la risa irónica, sino un gesto de pasotismo con la mano mientras sigue al
teléfono con los detalles (obviando los de las 10,15 AM).
Jueves, 29 de septiembre de 2011. 19 PM. Aterrizamos en Nueva York.
Lunes, 3 de octubre de 2011. 9 AM. Mientras que cuento con detalle en mi trabajo el lujo que
tienen montado en el ‘Hotel Westin’ de Times Square, alguien en otro lugar está presentando a
mi mujer ante sus nuevos compañeros.
Han pasado dos años y seguimos alucinando con la historia, que continúa en nuestro recuerdo
como un momento muy especial en nuestras vidas. En un cajón de la mesilla todavía guardo la
impresión del anuncio de los ganadores.
Por Antonio Sierra
Cuando ni siquiera podía plantearme la opción de que esta saga de ficción pudiera llegar a
materializarse en la pequeña pantalla, ya me había leído los libros editados, y me había
enamorado de la fortaleza de la Casa Stark. Será que me siento identificada con todo lo que
sufren y cómo reaccionan al dolor...
Hace un año y medio conocí a alguien muy especial; en una noche ya habíamos conectado y
en una semana ya conocíamos lo mucho que nos habían hecho sufrir otras personas. El dolor,
la vergüenza, la frustración, la impotencia. Además, compartíamos el cariño por los libros de
Martin y en especial por los Stark.
No lo dudé ni un segundo: compré las chapas del merchandising y le regalé la blanca del lobo
huargo, emblema de la Casa. Con una sonrisa en la cara y los ojos húmedos la abrochó en su
inseparable bolso negro. Los mismos ojos húmedos que me dijeron, al poquito tiempo, que la
chapa se había soltado sin darse cuenta, con la pena que tenía por ser mi primer regalo hacia
él. Pues bien, hace un par de meses, durante la inauguración de un bar, pisé algo al borde de
la barra. No daba crédito. A mis pies veía una rozada chapa blanca con un huargo gris, igual a
la que se había perdido. Quería la fortuna que Iván recuperase la chapa y, aunque nunca
sabremos si es la misma, nadie nos quitará la ilusión de pensar que sí.
Por Sonia Cigüenza
El mejor recuerdo que tengo de la Fnac fue la presentación que hice del quinto volumen de
Mujeres Alteradas de Maitena en octubre de 2001. Hacía un par de meses acababa de conocer
a Maitena en Buenos Aires; con motivo de esa presentación nos volvimos a ver y ese fue el
principio de una amistad maravillosa que sigue creciendo cada día. Por cierto que el acto era
en la Fnac de Callao y algún asistente me robó el libro que Maitena me había dedicado
genialmente la noche anterior.... ¡así que tuvo que dedicarme otro!
Extracto de la presentación de Mujeres Alteradas, con Rosa Montero y Maitena en Fnac Callao.
Rosa Montero: ¿Es éste el más profundo y melancólico de tus libros? Se aprecia también más trabajo, tu dibujo es
estupendo...
Maitena: Es diferente a los otros libros y mejor dibujado, es cierto. Es el que más esfuerzo me costó. En general hago
una página semanal, dibujo bastante rápido. En otras épocas de mi vida incluso lo he hecho un poco intoxicada, no
siempre he trabajado en los mejores estados. Este libro, que tiene que ver con una etapa de mi vida muy buena, tardé
mucho tiempo en hacerlo, más de tres años, y lo dibujé muy bien. Todavía me falta mucho para aprender a dibujar,
pero creo que es muy diferente a los otros libros: éste tiene otro trabajo y ha supuesto un crecimiento enorme. Pero no
sé si el libro es más melancólico. Me cuesta entender qué es la melancolía: para mí la melancolía es un uruguo, algo
difícil de explicar. Puede que haya un uruguayo en mí, porque viví mucho tiempo allí.
RM: Me ha hecho gracia lo de hablar mal de las madres. ¿Hasta qué punto usas cosas de tu vida cotidiana?
M: Todo el tiempo. A veces, cuando hago notas o hablo de cosas personales, tengo amigos y familiares que me
preguntan qué necesidad tengo de hablar de ello... Siempre estoy hablando de mis cosas. Cualquier persona más o
menos aguda se da cuenta de que estoy siempre contando mi vida. No me parece tan absurdo contar cosas que me
ubican. Todo lo que me pasa tiene que ver con lo que hago, pero eso no quiere decir que sea auto-referencial: no
cuento lo que me pasa a mí, pero cuando hay un tema que me toca y me da vueltas, pienso en ello y en qué le pasa
con ese tema a la gente que conozco.
RM: Tu acercamiento a la cotidianeidad me recuerda un poco a Woody Allen. De algún modo, tu obra es como un
espejo existencial...
M: Bueno, la verdad es que me gusta mucho retratar mujeres de todas las edades. No me siento parte del fenómeno
Bridget Jones, con quien a veces me comparan. Puede haber Bridgets en mi trabajo, pero hay mujeres de muchas
edades. Me gustan mucho las adolescentes y me gustan mucho las viejas. No hay tantas viejas en "Mujeres alteradas",
pero sí en el diario La Nación, donde publico todos los días. Me gusta muchísimo el personaje de la gente grande: te
pueden decir cualquier barbaridad. Y me gustan esas mujeres opinando del mundo, de las mujeres o de la familia
desde ese lugar. Y a veces me encuentro con señoras en la calle que me dicen "¿Pero cómo puede ser que vos sepás
eso si no sos vieja?"
RM: ¿Y dibujas, además de tus tiras, otras cosas para ti?
M: No. Yo no me considero una artista, sino una gran trabajadora que ha aprendido su oficio muy bien. No soy una
persona que si no dibujara se moriría, o que necesito dibujar... Podría dejar de dibujar y dedicarme a cocinar, y la
pasaría fantástico.
Por Rosa Montero
Durante los 30 años que llevo haciendo historieta ninguno de mis libros había sido presentado
globalmente en mi ciudad, A Coruña. Trabajé durante tres años y medio, a tiempo completo, en
mi último libro, Ardalén, y por primera vez, en noviembre del 2012, iba a ser presentado en
primicia en este finisterre, en sus dos ediciones ‘originales’, la gallega y la castellana. Ese sería
ya motivo sobrado para que la fecha se guardase en lugar preferente en mi memoria.
El Forum de Fnac acogió el acto de presentación y hasta aquí vinieron mis editores de Norma
Editorial para celebrarlo. La sala estaba repleta, se presentó el libro, respondí algunas
preguntas y me disponía a iniciar la sesión de firmas. La gente se acercó a la barra de la
cafetería y retiró una copa de vino tinto. Amablemente me acercaron la mía a la mesa en la que
me disponía a dedicar la obra y, puestos en pie, brindaron por el libro. Elena Feito, la
responsable de actividades culturales de Fnac A Coruña, había orquestado todo con el público
antes de que yo llegase a la sala.
Espero no perder nunca este maravilloso recuerdo.
Por Miguelanxo Prado
Uno de los mejores recuerdos que tenemos con la Fnac es aquel relacionado con una de las
firmas de discos más exitosas que hemos tenido.
Fue un día muy especial para nosotros porque presentábamos nuestro disco Cometas por el
cielo en San Sebastián, nuestra ciudad. Nada más llegar vimos que estaba lleno de gente
esperando para que les firmáramos los discos y al final, ¡se agotaron todos los discos de la
tienda! Fue increíble notar el cariño de nuestra gente tan de cerca y en un sitio ya tan
emblemático como la Fnac de San Sebastián.
Por La Oreja de Van Gogh
Fnac supuso uno de los momentos más importantes en mi vida, el día que entré a trabajar allí.
Hasta aquel día yo visitaba aquel lugar de Callao maravillado con tantos libros, discos,
películas y videojuegos que tenían (¡y que yo quería!). Aunque aquel lugar no parecía una
tienda en realidad, pase más de una tarde allí leyéndome algún que otro comic, fui a
presentaciones de algún libro e incluso a algún concierto ¡Era increíble! Pero sobretodo lo que
más me sorprendía eran aquellas personas que trabajan allí, con su chaleco verde, con un
trato tan cercano que te atendían gustosos y serviciales. Y que tanto sabían de las áreas donde
estaban.
Por eso el día que me dieron mi chaleco verde supuso tanto para mí. Aquel día pasé a formar
parte de esos dependientes tan versados, simpáticos y cercanos al cliente. Fue entonces
cuando me di cuenta de lo que suponía llevar aquel chaleco en realidad. Durante el tiempo que
estuve trabajando conocí a gente increíble dentro de la Fnac, tanto clientes como compañeros.
Y aún hoy, casi 10 años después de haber trabajado allí, guardo aquel chaleco verde y la Fnac
sigue siendo una parte importante para mí. Conservo amigos de aquella época por supuesto, y
cuando entro en una Fnac, en cualquier ciudad a la que voy y hay una, no dejo de seguir
sintiéndome parte de ella, y sigo mirando sorprendido a esos ‘chalecos verdes’ que tanto saben
y son tan cercanos.
Felicidades Fnac por tu 20 aniversario y que sean muchos más.
Por Luis Barbero
Esta es la primera guitarra eléctrica de Eva. Aparece en la portada del primer disco de Amaral y
nos acompañó en la primera gira a lo largo de todo el país, nuestra primera gira de verdad
tocando en bares y todo tipo de salas. Hoy, muchas de ellas han cerrado o tienen serios
problemas para seguir adelante a causa de la persecución a la que están sometidos los
espacios donde se genera electricidad y pensamiento.
Recordamos aquellos viajes, la primera vez que llegamos a Andalucía o a Galicia, lugares que
desde Zaragoza parecían lejanos e incluso exóticos.
Damos gracias al destino y a todos los que han entendido nuestra forma de tocar por
permitirnos hacer música y viajar sin parar.
Por Amaral
Para mí esta muñeca es muy especial porque es el símbolo máximo de Viral, mi primer
largometraje. ¡Lo malo es que no se puede decir por qué! Para descubrirlo hay que ver la
película. Descubrirás que, mirándola fijamente durante 20 segundos, se te quedará en la retina
de por vida, como nos ha pasado a todo el equipo de rodaje aquí, en Fnac...
Fnac Callao ahora es como mi segundo hogar. Rodar todas las noches aquí nos llevó a
conocer las entrañas del edificio, sus zonas oscuras, sus pasillos secretos y misteriosos. Tener
la posibilidad de pasear por la tienda vacía y con todos los artículos a tu disposición sintiendo
solo tus pasos en la alfombra fue una sensación que siempre recordaré con mucho cariño. Por
otra parte, conocer a la familia Fnac, con su maravilloso equipo, es una experiencia que no
olvidaré nunca. Fue magnífico hacer esta película aquí.
Por Lucas Figueroa
Recuerdo perfectamente la primera vez que me vestí de blanco. Fangoria presentaba El
extraño viaje en uno de los escaparates de Fnac Callao, uno similar a este, ubicado en la calle
Preciados y donde cantamos Criticar por criticar. También era la primera vez que Fnac recurría
a él para realizar una actuación y la acogida de público y medios de comunicación fue
espectacular. Imposible de olvidar.
Por Alaska
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