mundo simbólico de la Biblia

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El mundo
simbólico
de la
Biblia
EMILIO LOSPITAO
Cosmología y cosmogonía bíblica
Prólogo
El lenguaje simbólico
El “lenguaje simbólico” está presente en toda la literatura universal, especialmente a través de los cuentos, las fábulas, las parábolas, las historietas, etc. En la literatura bíblica abundan los
símbolos y las metáforas, lo que se denomina como “teología narrativa”, la cual resulta más accesible a la gente sencilla. Jesús
usó mucho el lenguaje simbólico: el Reino de Dios era como
una “semilla”, como un “banquete”, como una “boda”... Jesús
dice ser la “puerta”, el “camino”...; y aceptar sus palabras era comer su cuerpo y beber su sangre; sus discípulos serían pescadores de hombre. etc. Sin embargo, el problema interpretativo surge cuando a ese lenguaje simbólico y figurado se le da una interpretación literalista o histórica.
El mundo simbólico
Por mundo simbólico se quiere significar la compleja estructura
del lenguaje que codifica la experiencia social, aquello que recoge las pautas del quehacer cotidiano, organiza el mundo de los
significados en un tejido filosófico, articula las múltiples facetas
de la experiencia cultural y lo expresa a través del lenguaje escrito, oral o artístico. Pues bien, junto al rico género literario bíblico referido más arriba, se halla inmerso otro lenguaje que tiene
que ver con el mundo simbólico que ofrecía la cosmología y la
cosmogonía de la época de los hagiógrafos, los escritores de los
libros de la Biblia.
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Los judíos no solían llevar a cabo observaciones sistemáticas de los cuerpos celestes, en parte debido a que
el culto a los astros había invadido Palestina, y el riesgo de ceder a sus seducciones (en aquella época la astronomía era inseparable de la astrología, y ésta de la
idolatría). No obstante, la visión cosmológica y cosmogónica del mundo que tenían los escritores de la Biblia
eran exactamente iguales de las de sus coetáneos. Todos los libros de la Biblia se escribieron en el lapso de
tiempo que va desde el siglo XIII-XII a.C. (los primeros escritos-fuentes del Pentateuco) hasta finales del siglo I d.C. (los últimos libros del Nuevo Testamento).
Los hagiógrafos escribieron y se expresaron desde
aquel mismo mundo simbólico. Es a este mundo simbólico al que nos referiremos en este cuaderno. Nuestro
propósito es contrastar los conceptos cosmológicos y
cosmogónicos que tenían los hagiógrafos con los conceptos que nos ofrece la ciencia moderna sobre la estructura y la fisonomía de nuestro Universo. Para esta
exposición recurriremos ineludiblemente a los conocimientos más elementales de la astronomía moderna,
los cuales eran desconocidos en el periodo hagiográfico. Los conceptos cosmológicos más importantes del
mundo simbólico de la Biblia son: a) La Tierra plana
(con sus tres planos cosmogónicos); b) El sistema geocéntrico; y c) El concepto Arriba/Abajo por el efecto
de la fuerza de la gravedad de la Tierra.
La astronomía: un poco de historia
El imperio romano, aparte de las técnicas de construcción y de producción bélica e hidráulica, contribuyó
muy poco a la ciencia de la astronomía. El saber griego anterior quedó en la sombra durante siglos, prácticamente hasta el siglo XII, cuando se nota un renacimiento de las ideas por la influencia árabe en el Occidente
latino. Uno de los problemas por lo que la astronomía
anterior no había calado convenientemente es porque
no había conexión entre ella y la vida cotidiana. La religión, por el contrario, daba respuestas a todo y estas
respuestas eran más útiles.
San Ambrosio (340-397), uno de los cuatro padres de
la Iglesia latina, por ejemplo, decía: “Discutir sobre la
naturaleza y la forma de la Tierra no nos ayuda en nuestra esperanza de la vida por venir”. Y Agustín de Hipona (354-430) afirmaba: “Aún más peligrosa tentación
que la de la carne es la enfermedad de la curiosidad,
que nos lleva a desentrañar los secretos que están por
encima de nosotros, que no pueden servirnos para nada, y que los hombres buscan sólo por el placer de conocerlos...”. No obstante, Agustín no trató la ciencia
griega con desprecio, como hicieron algunos predecesores suyo. Aun cuando los Padres de la Iglesia, en general, no siguieron la ciencia de los griegos, tampoco
desarrollaron un sistema que pudiera sustituirla.
ii
Cosmas indicopleustes, marino griego que se hizo
monje, sobre el 550 escribió un libro llamado “Topografía cristiana”. En él afirma que la Tierra es plana, y
desacredita la enseñanza “pagana” de una Tierra esférica. Se cuestiona el monje cómo una Tierra esférica en
el centro del Universo podría haber emergido de las
aguas el tercer día de la Creación, o cómo se podía haber hundido a causa del diluvio en los días de Noé. La
Tierra, decía, era plana y estaba rodeada de agua por
todas partes.
dividida en cinco zonas, de las que solo las dos zonas
templadas son habitables, y sólo la del hemisferio Norte está habitada. Alrededor de la Tierra se encuentra
los siete cielos: el aire, el éter, el Olimpo, el espacio ígneo, el firmamento con los cuerpos celestes, el cielo de
los ángeles y el cielo de la Trinidad. El mundo material
está formado por los elementos tierra, agua, aire y fuego, siguiendo la tradición de los griegos. Afirmaba que
el firmamento de las estrellas giraba alrededor de la
Tierra.
Otra aportación curiosa del siglo VII es la de un geógrafo anónimo que concebía el mundo lindando al Oeste por el océano, y al Este por un desierto ilimitado. Hacia el Oeste, más allá del océano, había montañas enormes, puestas allí por Dios para formar una pantalla por
detrás de la cual se pueden ocultar el Sol y la Luna. La
idea de la esfericidad de la Tierra seguía siendo una
abominación para muchos clérigos intelectuales de la
época, y aunque algunos la admitían, no se atrevían a
aceptar la posibilidad de que hubiera habitantes en el
otro extremo de la esfera.
No fue hasta el siglo IX que la idea de la Tierra esférica y el sistema geocéntrico tomó arraigo para explicar
los movimientos planetarios. En el siglo XII se recibió
por primera vez la física de Aristóteles y la astronomía
de Ptolomeo, aunque al principio la reacción de la Iglesia fue hostil, e incluso apareció en 1209 en París
(Francia) un decreto de amenaza de excomunión para
todos aquellos que leyeran esos escritos. En el siglo siguiente, no obstante, era aceptado en todo el Occidente
latino. Un pensador de interés de esta época fue Roger
Bacon (1214-1294), filósofo, científico y teólogo escolástico inglés, quien abogaba por la necesidad de la experimentación y del razonamiento matemático en las
cuestiones científicas. Sus ideas sobre el Universo son
las de Ptolomeo. Bacon sostenía que la Tierra era un
punto insignificante en el centro de un vasto cielo, y ba-
Otro personaje de interés fue el monje conocido como
Beda el Venerable (672-735). El Universo de Beda está ordenado mediante causas y efectos identificables.
Su cielo es esférico, y la Tierra, esférica y estática, está
iii
sándose en el astrónomo árabe Al-Fargani (805-880),
uno de los astrónomos persas más célebres del siglo
IX, afirma que incluso la estrella más pequeña era mayor que la Tierra. Otra novedad de este siglo fue la de
Pietro d´Abano (1250-1316), médico, astrólogo y filósofo italiano, quien sugiere que las estrellas no están
ancladas a una esfera, sino que se mueven con libertad
por el espacio.
te a la cosmología pre-científica, que es la que encontramos en la Biblia.
Así, por razones de índole física y filosófica, los astrónomos continuaron aceptando la hipótesis “geostática”, es decir, la de una Tierra inmóvil. A pesar de los
intentos para renovar la física de Aristóteles, no hubo
verdaderamente una revolución científica sino hasta el
siglo XVI, a la innovadora hipótesis heliocéntrica de
Nicolás Copérnico y la confirmación de dicha hipótesis por Galileo Galilei.
Desde la confirmación del heliocentrismo, en el siglo
XVI, hasta la fecha, los conocimientos que tenemos de
la astronomía son inmensos. Los conceptos cosmológicos modernos han dejado obsoletos a los anteriores al
siglo XVI. Esta obsolescencia no sólo afecta a los conceptos, sino al mundo simbólico de la cosmogonía que
se basaba en ellos. Con las presentes consideraciones
intentamos descubrir el mundo simbólico pertenecien-
Ilustración de la cosmogonía antigua
iv
Capítulo 1
En el
principio...
PERSPECTIVA GEOCÉNTRICA DE LA TIERRA
(cosmocentrismo)
La cosmovisión simbólica está presente en el lenguaje
bíblico desde el primer versículo, con referencia al cosmocentrismo. La Tierra es concebida como el hábitat
único y singular donde se materializa el proyecto de
Dios.
Desde la antigua cosmovisión simbólica, la creación
del universo se simplifica con la frase “los cielos y la
tierra” (Génesis 1:1). Los “cielos” representan todo el
universo exterior, pero es el planeta Tierra el centro
neurálgico de todo el acontecer escénico. Todo lo demás, el Sol, la Luna, las estrellas, formaban un cortejo
alrededor del planeta Madre y fueron creados para dar
sentido a su centricidad y singularidad cósmica (cf. Génesis 1:16-18).
Desde que el hombre ha comenzado a conocer el Cosmos y, como consecuencia de ello, dominar hasta cierto punto el espacio extraterrestre (hemos enviado naves tripuladas a la Luna y tenemos naves no tripuladas
—pero controladas— en Marte), sabemos que el Universo está compuesto por millones de galaxias en las
cuales existen millones de estrellas (nuestro Sol es una
entre ellas) y millones de millones de planetas. Al principio, al ser considerada la Tierra como el centro del
Universo, la mera idea de pensar en otros mundos habitados chocaba frontalmente con la creencia de que to-
do había sido diseñado a la medida del hombre y para el hombre. El dominico Giordano Bruno (1548-1600) fue quemado vivo por la Inquisición por enseñar, entre otras cosas, que había
otros mundos habitados y que
el Sol era una mera estrella entre muchas. Este debate sobre la
existencia de vida inteligente
fuera de la Tierra es tan antiguo
como la propia historia del pensamiento. La mayoría
de los filósofos de la antigua Grecia, desde Tales de
Mileto hasta Pitágoras, imaginaban que en la Luna había seres vivos, y que existían otros mundos parecidos
al nuestro. Varios siglos después, en la era romana, Lucrecio (siglo I a.C.) y Plutarco (siglo I d.C.) también se
pronunciaron sobre estas ideas en sus escritos.
La cuestión es ésta: ¡no somos el ombligo del Universo a pesar de que las declaraciones del Génesis parezcan intuirlo! Por una simple deontología hermenéutica,
debemos tener en cuenta el mundo simbólico desde el
que se escribieron los textos sagrados de la Biblia, que
se basan en la idea de una Tierra plana, geocéntrica y
estática.
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Capítulo 2
Luego dijo
Dios...
HAGAMOS AL HOMBRE A NUESTRA
IMAGEN... PRODUZCAN LAS AGUAS SERES
VIVIENTES, Y AVES QUE VUELEN SOBRE LA
TIERRA...
Los relatos de la Creación tienen un objetivo esencialmente teológico y pedagógico; no son descriptivos ni
historicistas; por ello no podemos interpretarlos literalmente. Si leemos con atención los relatos de los orígenes observaremos algunas incoherencias.
Por ejemplo, según Génesis 1:20-26, Dios creó primero a los animales y luego al ser humano; pero según
Génesis 2:7-23 creó al varón en primer lugar, luego a
los animales y, por último, a la mujer, pues el varón no
halló entre los animales su correspondiente.
Otro problema que presentan los relatos de los orígenes tiene que ver con la creación de las lumbreras (el
Sol y la Luna). Según Génesis 1:3-5, Dios había creado el primer día la Luz. A esta “Luz” se le llamó
“Día”, en contraposición con las “tinieblas” que se la
llamó “Noche” (v. 5). Obviamente, esta Luz parece referirse a la lumbrera mayor, el Sol, pues se le llama
“Día”. La existencia de esta lumbrera permitió computar el primer día, pues “fue la tarde y la mañana un
día”. Pero en 1:14-16 se habla de la creación de esta
lumbrera en el cuarto día. Es decir, se crea de nuevo esta lumbrera. En el caso de que la “Luz” del primer día
no fuera el Sol, ¿cómo computar los tres primeros días
de la creación sin la lumbrera mayor que sirve precisa-
mente para distinguir la mañana de la tarde, el día de
la noche (1:16-18)?
Estas contradicciones o incoherencias de los relatos de
Génesis carecen de importancia cuando se interpretan
desde su sentido metafórico, religioso y pedagógico.
“Luego dijo Dios: Produzcan
las aguas seres vivientes, y
aves que vuelen sobre la
tierra... Y creo Dios los
grandes monstruos marinos...
“(Gén.1:20)
“Entonces Jehová Dios
formó al hombre del polvo de
la tierra, y sopló en su nariz
aliento de vida... Entonces
Jehová Dios hizo caer sueño
profundo sobre Adán... y de
la costilla que Jehová Dios
tomó del hombre, hizo una
mujer...” (Gén. 2:7, 21-22)
8
Capítulo 3
Cosmogonía
I
LA TIERRA PLANA
El mundo antiguo creía que la Tierra era plana. Aun
cuando hacían grandes desplazamientos de un lugar a
otro, no eran conscientes de la esfericidad de la Tierra.
Fue en el siglo III aC cuando Aristóteles, filósofo y físico griego, argumentó la posible esfericidad de nuestro
planeta. Lo que significa que el común de los mortales
creía que la Tierra era una superficie circular y plana,
aunque montañosa. El razonamiento inductivo del filósofo contrastaba con el deductivo del vulgo. Tal fue la
influencia de la argumentación de Aristóteles, que en
el siglo II dC otro científico, y viajero, Claudio Ptolomeo, cartografió el mundo hasta entonces conocido
(Europa, Asia y África) partiendo de la teoría aristotélica de una Tierra esférica. Pero no fue hasta el año
1519 que se comprobó empíricamente la redondez de
nuestro planeta, mediante el viaje marítimo que hicieron Fernando Magallanes y Juan Sebastián Elcano. Anterior a este viaje, en el año 1492, Cristóbal Colón
(que creía en una Tierra esférica), emprendió el viaje
que concluyó con el descubrimiento del “Nuevo Mundo” (el continente americano, aunque creyó haber llegado a la India). El concepto que los hagiógrafos tenían de la forma de la Tierra era el mismo que tenían
sus coetáneos. Todo el lenguaje bíblico se orienta hacia
ese mismo mundo simbólico de una Tierra plana.
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Capítulo 4
Cosmogonía
II
LA BIBLIA Y LA TIERRA PLANA Y ESTÁTICA
1. “Él está sentado sobre el círculo
de la tierra...” (Isaías 40:22).
2. “Jehová dijo así: El cielo es mi
trono, y la tierra estrado de mis
pies...” (Is. 66:1).
1. En primer lugar, Isaías concibe la Tierra como un círculo.
El horizonte que un observador divisa desde la cima de una
montaña es equidistante del lugar de observación, y se percibe como un círculo plano, aunque ondulado por las colinas
y las montañas más bajas que la del punto donde se encuentra el observador.
3. “Pusiste la Tierra sobre sus bases para que ya nunca se mueva de
su lugar” (Sal 104, 5).
2. En segundo lugar, el profeta concibe la Tierra como un escabel donde Dios, que
está sentado en su trono celestial, posa sus pies. La imagen es sumamente antropomórfica: se figura a Dios como un gigante sentado en un trono situado “en el cielo” que posa sus pies sobre la superficie de la Tierra “como” su estrado.
4. “...Dios la afirmó para que no se
mueva jamás” (Sal 93:1).
3-4. El salmista, por su lado, habla de la inmovilidad de la Tierra. “Dios la afirmó
–la hizo estática– y no se “moverá” jamás. En este texto está implícito además el
sistema geocéntrico: una tierra inmóvil sobre la que gira el Sol.
5. “Crecía el árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo,
y se le alcanzaba a ver desde todos
los confines de la tierra” (Daniel
4:11).
6. “Otra vez le llevó el diablo a un
monte muy alto, y le mostró todos
los reinos del mundo” (Mateo 4:8).
5-6. Tanto en el relato del sueño que interpreta Daniel, como en el relato de Mateo
(tentación de Jesús), se fundamentan sobre el concepto de una Tierra plana: en ambos está presente el factor “altura”. Es precisamente la altura que tiene el árbol lo
que “permite” que sea contemplado desde “todos” los confines de la tierra, y es la altura del monte lo que permite mostrarle todos los reinos del mundo.
En una Tierra esférica, por mucho que nos elevemos, nunca
podríamos ver lo que hay en las antípodas (el otro lado del
globo terráqueo), ni podríamos ser visto por éstos (Imagen izquierda).
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Capítulo 5
Cosmogonía
III
EL MUNDO SIMBÓLICO DE LA
COSMOGONÍA DE LA TIERRA PLANA
Los hagiógrafos, como sus coetáneos, además
de creer que la Tierra era plana, concebían la
cosmogonía del mundo en tres planos interpuestos (Imagen derecha): a) Un plano representado por la superficie terrestre, que era el
hábitat donde residían los seres vivos con sus
faunas, el reino vegetal y el ser humano como
la corona de la creación; b) Un plano superior, “el Cielo”, donde “estaba” Dios y todos
los seres espirituales: ángeles, arcángeles...
(cf. Job 1-2), y donde se ubicaba también el
Paraíso celeste; y c) Un plano inferior, en las
profundidades de la tierra, donde estaba el
Seol o Hades, el lugar de los muertos (cf. Sal.
49:14; 86:13) y donde se ubicaba también el
Infierno.
Todos los textos bíblicos que hacen alguna referencia explícita o implícita al mundo que
trasciende al hábitat de la vida en la Tierra
(Cielo, Infierno, Seol, Hades, Paraíso, etc.)
parte de este mundo simbólico cosmogónico
de los tres planos.
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1. “Como la nube se desvanece y
se va, así el que desciende al
Seol no subirá” (Job 7:9).
2. “¿Quién sabe que el espíritu
de los hijos de los hombres sube
arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?”
(Eclesiastés 3:21).
3. “Y en el Hades alzó sus
ojos...” (Lucas 16:23).
4. “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años... fue
arrebatado hasta el tercer cielo”
(2 Cor. 12:2).
1. Para el autor del libro de Job, el Seol se encuentra “abajo”. Se “desciende” para ir a aquel lugar, y se “sube” para salir de allí.
2. Para el autor del libro de Eclesiastés, igual que para el de Job, existía un plano superior, donde se pensaba que iba el espíritu de los seres humanos después
de la muerte, y un plano inferior, donde se concebía que iba el espíritu de los
animales. Aun cuando el texto de Eclesiastés tiene como contexto la apología
de su autor, el lenguaje se corresponde con el mundo simbólico de su tiempo.
3. En la parábola del rico y Lázaro, Jesús usa los
términos propios del mundo simbólico de su época: Estando el rico en el Hades (plano inferior),
“alzó” sus ojos... y vio de lejos a Abraham (plano superior). No es necesario decir que es una
parábola, y que los detalles de las parábolas resultan muchas veces paradójicos; no se pueden
interpretar literalmente. No obstante, el vocabulario de la parábola parte del mundo simbólico
de los planos cosmogónicos de la época, el plano inferior (lugar de los muertos)
contrario al superior (lugar donde se supone que está el Paraíso celeste).
4. El apóstol Pablo relata su experiencia extática desde esta misma idea cosmogónica. Se refiere al plano superior, pero de diferentes categorías: “el tercer cielo”. Cualquiera que sea la explicación que demos a este “tercer cielo”, la peor
será aquella que intente ubicar dicho cielo en algún lugar físico concreto del
Cosmos. ¡Solo se trata de un lenguaje simbólico para referirse a lo trascendente,
de lo cual no sabemos absolutamente nada!
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Capítulo 6
Sistema
geocéntrico
EL SOL GIRA ALREDEDOR DE LA TIERRA
El mundo antiguo, además de creer en
una Tierra plana, creía que la Tierra estaba inmóvil y era el centro del Universo.
Todos los demás astros creados, el Sol, la
Luna y las estrellas, giraban alrededor de
la Tierra. La Tierra era el ombligo del
mundo, un lugar físico, singular y único
creado como hábitat de todas las criaturas
vivientes, tanto del reino animal (con todas sus faunas) como del reino vegetal,
pero sobre todo, el hábitat del ser humano.
Los siglos XVI y XVII se constituyeron en un hito
transcendental en la historia de la Humanidad. Entre
los diferentes descubrimientos de aquella época sobresalen la confirmación de la esfericidad de la Tierra
(aunque desde Ptolomeo en el siglo II ya se venía aceptando con cierta seguridad), y el sistema heliocéntrico, que despojaba a la Tierra de
ser el ombligo y el centro del Universo.
¿Qué se infiere de un sistema geocéntrico?
En un sistema geocéntrico (geo=tierra) la
Tierra se constituye en el centro del Universo; está además estática, no se mueve,
y todos los demás astros (el Sol, la Luna
y las estrellas), giran alrededor de ella. Es
desde esta perspectiva cosmológica que
escribieron los hagiógrafos.
¿Qué se infiere de un sistema heliocéntrico?
En un sistema heliocéntrico (helio=sol),
contrario al anterior, el Sol se constituye
en el epicentro alrededor del cual giran los planetas entre los cuales se encuentra la Tierra. Éste fue el sistema
anunciado por el astrónomo polaco Nicolás Copérnico
(1473-1543), confirmado después por el físico y matemático italiano Galileo Galilei (1564-1642) y divulgado posteriormente por la ciencia moderna, hasta hoy.
La Inquisición arrestó a Galileo por enseñar el heliocentrismo, porque se opone a lo que dice
Josué 10:12-13.
A pesar de que la Unión Astronómica Internacional haya confirmado hasta la saciedad el sistema heliocéntrico, todavía
existen algunos grupos que defienden el
sistema estático-geocéntrico, ¡Otros incluso defienden que la Tierra es plana!
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1. “Nace el sol por un
lado del cielo, y avanza por su circuito hasta llegar al otro, sin
que nada escape de su
calor” (Sal 19:6).
1-2. Tanto el salmista como el autor del libro de Eclesiastés exponen sus razonamientos desde
una perspectiva geocéntrica. Es decir, la Biblia enseña el geocentrismo por la sencilla razón
de que este sistema era el que percibían sus escritores, y es así como lo percibimos nosotros
también. El concepto lingüístico de la frase “sale el sol”, deviene de esa “percepción”: nos parece que el sol “sale” (por el horizonte). El sistema que el observador terrestre percibe es geocéntrico, por eso pareció inaudita la afirmación copernicana de un sistema heliocéntrico.
2. “Sale el sol, y se
oculta, y vuelve pronto a su lugar para volver a salir” (Eclesiastés 1:5).
La complicación mayor radica en los textos de los libros de Isaías y de Josué:
3. “He aquí yo haré
volver la sombra por
los grados que ha descendido con el sol, en
el reloj de Acaz, diez
grados atrás. Y volvió
el sol diez grados
atrás...” (Is 38:7-8).
3. En el texto de Isaías, desde el punto de vista del sistema geocéntrico, el retroceso de diez
grados en la sombra en un reloj de sol significaría, primero, que el Sol se habría detenido; segundo, habría recorrido hacia atrás lo que corresponde a diez grados y, tercero, continuar de
nuevo su curso. Desde un punto de vista heliocéntrico significaría, primero, que la Tierra detuvo su giro sobre sí misma; segundo, giró luego en sentido contrario lo que corresponde a
diez grados; y, tercero, inició de nuevo su giro normal.
4. En el texto de Josué, desde el punto de vista geocéntrico, significaría que el Sol se detuvo
durante el tiempo que el texto indica (“casi un día entero”). Desde el punto de vista heliocéntrico, habría sido la Tierra la que detuvo su rotación sobre sí misma durante ese tiempo.
En ambos casos implica la detención, el retroceso y la reanudación del movimiento de rotación de la Tierra.
4. “Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el
valle de Ajalón. Y el
sol se detuvo y la luna se paró...” (Josué
10:12-13).
¿Se puede imaginar el lector las consecuencias físicas y cósmicas que hubieran tenido lugar con la detención, el retroceso e iniciar de nuevo el movimiento de rotación de la Tierra, tanto en el caso del texto de Isaías como en el texto
de Josué, teniendo en cuenta las leyes de Newton y de Kepler?
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Capítulo 7
¿Un Dios
supermán?
¡PARA DIOS NO HAY IMPOSIBLES!
¡PARA DIOS NO HAY IMPOSIBLES!
Esta suele ser la respuesta que todos hemos escuchado
alguna vez ante las observaciones que hemos apuntado
anteriormente. Algunos cristianos se sienten obligados
a salir en defensa de lo que literalmente dice la Biblia
porque ésta —entienden ellos— es “inerrante” e “inspirada” palabra por palabra. Si el texto bíblico afirma
que “el Sol se paró”, es que se paró, dicen estos defensores. Obviamente, para Dios, que se supone que es
TODOPODEROSO, nada debe haber IMPOSIBLE para él. La cuestión es si este axioma teológico del PODER de Dios podemos usarlo como comodín (un Dios
tapaagujeros) para justificar todas las afirmaciones bíblicas independientemente de su naturaleza, sobre todo
cuando comprometen a las leyes físicas. El término
“milagro” no siempre responde adecuadamente a la
exégesis bíblica.
mas planetarios y el Universo mismo, para seguir guerreando unas horas más, “casi un día entero”, cuando
había otros métodos más sencillos y prácticos para dar
la victoria a los israelitas. ¿Tan mal estratega es Dios
que opta por originar un caos cósmico para dar la victoria a su pueblo en una batalla cuyo fin era la exterminación de cientos de personas (Josué 10:12-13)? Por otro
lado, ¿había que volver a repetir el mismo desajuste
cósmico como una señal de que daría quince años más
de vida al rey Ezequías? ¿No bastaba Su palabra a través del profeta (Is. 38:7-8)?
El desajuste cósmico que implican los relatos bíblicos
aludidos resulta abismalmente desproporcionado para
los propósitos que tenían. Dios, en efecto, es TODOPODEROSO, pero no es un EXHIBICIONISTA. Estos
textos deben tener otra lectura que no sea la literal.
Desde un punto de vista científico, primero, el Sol no
pudo haberse “parado” porque el Sol no es el que se
mueve respecto a la Tierra, sino ésta respecto al Sol.
Segundo, a la luz de las leyes de la gravitación (Kepler, Newton) que rigen el movimiento de los planetas,
la Tierra no se puede parar. Tercero, desde un punto de
vista moral, resulta muy extraño que Dios anulara estas leyes (¿milagro?), por las que se sustentan los siste20
Capítulo 8
Las leyes
gravitacionales
LAS LEYES DE KEPLER Y DE NEWTON
LAS LEYES DE KEPLER
El astrónomo alemán Johannes Kepler es
conocido, sobre todo, por sus tres leyes
que describen el movimiento de los planetas en sus órbitas alrededor del Sol. Las leyes de Kepler fueron el fruto de la colaboración con el gran astrónomo observador
Tycho Brahe, quien había confeccionado
las tablas astronómicas más precisas de la
época.
* Primera Ley: Los planetas se desplazan
alrededor del Sol describiendo órbitas elípticas, estando el Sol situado en uno de los
focos.
* Segunda Ley: El radio vector que une el
planeta y el Sol barre áreas iguales en
tiempos iguales.
Perhelio
(distancia mínima
del planeta al Sol)
Afelio
(distancia máxima
del planeta al Sol)
* Tercera Ley: Para cualquier planeta, el
cuadrado de su período orbital (tiempo
que tarda en dar una vuelta alrededor del
Sol) es directamente proporcional al cubo
de la distancia media con el Sol.
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LAS LEYES DE NEWTON
Pero, aunque ciertamente resultó muy satisfactorio encontrar tales reglas, relativamente simples,
como rectoras universales del movimiento planetario, Kepler nunca consiguió comprender el sentido último de tales leyes.
Isaac Newton (1643-1727) enunciaría su teoría
de la Gravedad y la ley de la Gravitación Universal en 1685 ofreciendo así una explicación natural de las leyes de Kepler como consecuencia de
la interacción (atracción) gravitacional que sufren los cuerpos.
Ilustración 1: La rana se mantendrá
en reposo mientras no actúe sobre
ella una fuerza no compensada.
Ilustración 2: Los músculos ejercen
una fuerza que impulsa a la rana hacia
arriba.
* Primera ley: Todo cuerpo permanece en su estado de reposo o de movimiento rectilíneo uniforme a menos que otros cuerpos actúen sobre él
(Ilustración 1).
* Segunda ley: La fuerza que actua sobre un cuerpo es directamente proporcional a su aceleración
(Ilustración 2).
Ilustración 3: A la fuerza que eleva a
la rana en el aire, la acompaña una
reacción igual y opuesta que empuja
hacia atrás la hoja de nenúfar.
* Tercera ley: Cuando un cuerpo ejerce una fuerza sobre otro, éste ejerce sobre el primero una
fuerza igual y de sentido opuesto (Ilustración 3).
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Capítulo 9
Los
movimientos
de la Tierra
Los movimientos de la Tierra se definen con
referencia al Sol
Los movimientos de la Tierra se definen con referencia al Sol y son los siguientes: rotación, traslación, precesión y nutación.
El movimiento de rotación es el que efectúa la Tierra girando sobre sí misma a lo largo de un eje imaginario denominado Eje terrestre que pasa por
sus polos. Una vuelta completa, tomando como referencia a las estrellas,
dura 23 horas, 56 minutos y 4 segundos.
El movimiento de traslación es aquel por el cual la Tierra gira en una órbita alrededor del Sol. Tarda en hacer este recorrido 365 días y 6 horas. Esas
6 horas se acumulan cada año, transcurridos 4 años se convierte en 24 horas, por lo que cada cuatro años hay un año que tiene 366 días, al que se
denomina año bisiesto. Este movimiento de traslación describe una trayectoria elíptica de 930 millones de kilómetros, a una distancia media del Sol
de prácticamente 150 millones de kilómetros.
El movimiento de precesión de los equinoccios (el cambio lento y gradual
en la orientación del eje de rotación de la Tierra) se debe al movimiento
de precesión de la Tierra causado por el momento de fuerza ejercido por
el sistema Tierra-Sol en función de la inclinación del eje de rotación terrestre con respecto al Sol (alrededor de 23,43°).
El movimiento de nutación es la oscilación periódica del polo de la Tierra
alrededor de su posición media en la esfera celeste, debido a las fuerzas
externas de atracción gravitatoria entre la Luna y el Sol con la Tierra. Esta
oscilación es similar al movimiento de una peonza (trompo) cuando pierde fuerza y está a punto de caerse.
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Capítulo 10
Las
Constelaciones
Y EL MOVIMIENTO DE TRASLACIÓN
Los datos astronómicos más antiguos que poseemos datan del año 1.800 aC, de la región de Mesopotamia. Para aquellos antiguos observadores, las constelaciones eran
grupos de estrellas unidas esquemáticamente de manera que formaran un dibujo.
El popular Zodíaco, dividido en doce constelaciones, surgió en Babilonia durante el
reinado de Nabucodonosor II (siglo VI aC), vinculado a las doce lunaciones anuales.
Posteriormente, lo adoptó la cultura griega, dándole a las constelaciones los nombres
actuales: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Además de estas doce constelaciones del Zodíaco, Ptolomeo recogió en su inventario otras 35 figuras.
Hoy, partiendo de esas agrupaciones, la Unión Astronómica Internacional ha dividido la esfera celeste en 88 sectores y todas las estrellas que se encuentran en un área
concreta forman parte de ese sector, llamado constelación.
En cualquier caso, desde la Tierra solo podemos observar las constelaciones –durante la noche– que están en un sector del cielo. Vamos observando, consecutivamente,
las demás constelaciones a la vez que pasan los meses, es decir, a la vez que la Tierra se “mueve” alrededor del Sol. Si la Tierra no girara alrededor del Sol, estaríamos
viendo siempre las mismas constelaciones celestes.
Para ver todas las constelaciones, con la Tierra inmóvil como centro del Universo,
tendría que moverse todo el cosmos visible solidariamente alrededor de la Tierra. Pero esta teoría crearía muchos y serios problemas. Hasta ahora, y desde Galileo Galilei, el heliocentrismo es el sistema que explica los fenómenos del sistema solar en el
que vivimos y la observación de las constelaciones durante el curso de un año.
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Capítulo 11
"Arriba",
"Abajo"
EN EL ESPACIO EXTERIOR NO EXISTE EL
CONCEPTO DE “ARRIBA” O “ABAJO”
Cuando salimos al espacio exterior, en la medida que nos alejamos de la fuerza gravitatoria de la Tierra, la fuerza de atracción de ésta disminuye hasta casi la ausencia total de
gravedad (no “pesamos” nada). En realidad lo que ocurre es más complejo debido al
equilibrio entre la fuerza de gravedad de la Tierra (más débil mientras más alejada de
ella) y la fuerza centrípeta por la cual nos hemos alejado. El equilibrio de estas fuerzas
mantiene en una órbita concreta a los satélites artificiales.
En cualquier caso, por causa de esa “ausencia” de gravedad (atracción de la Tierra), la
noción de “arriba” y “abajo” desaparece, se pierde la percepción sensorial de estos conceptos. En el espacio se pierden todos los datos relativos a la dirección Norte, Sur, Este,
Oeste terrestre, porque no existen referencias hacia nada.
Desde un punto de observación extraterrestre (como lo veríamos según la ilustración), el
concepto de “arriba” y “abajo” es relativo respecto al objeto observado. Por ejemplo, si
se lanzan dos cohetes desde lugares opuestos de la geografía terrestre (uno desde el polo
Norte y otro desde el polo Sur), seguirán una dirección con sentidos opuestos en el espacio exterior, aunque los astronautas de ambas naves, durante el despegue, perciban que
se mueven hacia “arriba”.
Cuando leemos el texto de Pablo que dice: “Porque el Señor mismo... descenderá del
cielo...”(1 Tes. 4:16), la pregunta inmediata es: ¿desde qué dirección del cielo vendrá Jesús, hacia qué lugar de la Tierra se dirigirá, y quiénes serán los privilegiados que le verán llegar?
Las direcciones hacia donde puede ser dirigido un objeto espacial desde el centro teórico de la Tierra son infinitas, como infinitos son los puntos desde donde puede venir un
objeto cósmico que tenga como destino la Tierra.
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Capítulo 12
El universo
que
conocemos
NUESTRO SISTEMA SOLAR EN LA GALAXIA
El Telescopio espacial Hubble (denominado así en honor del astrónomo Edwin Hubble) orbita en el exterior de la atmósfera alrededor de la Tierra a 593
km sobre el nivel del mar, con un período orbital entre 96 y 97 minutos. Fue
puesto en órbita el 24 de abril de 1990 en la misión STS-31 como un proyecto conjunto de la NASA y de la Agencia Espacial Europea inaugurando el programa de Grandes Observatorios. La ventaja de disponer de un telescopio
más allá de la atmósfera radica, principalmente, en que además de no verse
afectado por los factores meteorológicos, elimina los efectos de la turbulencia
atmosférica, consiguiendo así imágenes de gran calidad.
Desde un punto de observación concreto, el Hubble, como cualquier telescopio, solo puede observar una zona limitada del Cosmos (es como si intentáramos ver una amplia pradera a través de un tubo de pequeñísimo
diámetro: solo veríamos una minúscula porción de dicha pradera).
No obstante, desde ese pequeñísimo campo de visión, el Hubble
puede observar e identificar cúmulos de galaxias. En la foto del
medio se puede ver uno de esos cúmulos compuesto por infinidades de galaxias (los puntos luminosos no son estrellas, son galaxias).
La fotografía de abajo presenta la imagen tal como fue captada por
el Hubble de la Galaxia Espiral NGC 300 (con crédito de la NASA, ESA, y el Hubble SM4 ERO Team).
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Capítulo 13
La Vía láctea
NUESTRA GALAXIA
La fotografía superior es una recreación de la Vía Láctea. Para poder fotografiar la Vía Láctea deberíamos observarla desde el exterior con un telescopio como el Hubble. Nuestro Sol (que es la estrella que forma nuestro sistema solar) aparecería dentro de la Galaxia como uno de los millones de puntos luminosos.
Según las observaciones, la Vía Láctea tiene un diámetro medio de unos
100.000 años luz. Se calcula que contiene entre 200 y 400 mil millones de
estrellas. La Vía Láctea forma parte de un conjunto de unas cuarenta galaxias llamado Grupo Local, y es la segunda más grande y brillante tras la Galaxia de Andrómeda, aunque puede ser la más masiva, al mostrar un estudio
reciente que nuestra galaxia es un 50% más masiva de lo que se creía
anteriormente.(Wikipedia).
Ilustración del sistema solar en la galaxia
Durante la noche podemos ver una parte de la Vía Láctea como una borrosa
banda de luz blanca alrededor de toda la esfera celeste. El fenómeno visual
de la Vía Láctea se debe a estrellas y otros materiales que se hallan sobre el
plano de la galaxia, como el gas interestelar. La Vía Láctea aparece más brillante en la dirección de la constelación de Sagitario, hacia el centro de la galaxia.
La fotografía del centro es una recreación de nuestro Sistema Solar (para fotografiar nuestro sistema solar en su conjunto deberíamos hacerlo desde fuera de él). Aun así, salvo el Sol, que se vería como un punto luminoso inapreciable en el espacio, los planetas apenas serían perceptibles. Sin embargo la
recreación mantiene una escala aproximada del tamaño de los planetas. El
señalado con la flecha es nuestro planeta Tierra con la Luna detrás (también
recreación).
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Capítulo 14
Conclusión
Los conocimientos científicos que hoy tenemos sobre
la astronomía y el Universo son matemáticamente irrevocables. El Sol no se mueve dentro del sistema que le
da nombre. Los planetas que forman este sistema giran
elípticamente alrededor del Sol. Los científicos Johannes Kepler e Isaac Newton no crearon ni implantaron las leyes que rigen los astros y el Universo, simplemente las descubrieron y las desarrollaron. Estas leyes,
que son exactas, nos sirven para diseñar, calcular y controlar los proyectos espaciales dentro del sistema solar
(naves enviadas a la Luna y a Marte). Desde el punto
de vista de estas leyes, podemos decir que el Universo
funciona como un reloj, si una pieza se para, se para toda la maquinaria del reloj. Es decir, según las leyes
que rigen el Universo, todo está interactuando sobre todo. Por ello, interpretar literalmente el relato bíblico
tal como que el Sol “se paró”, para el propósito que dice, es de una desproporción abismal, teniendo en cuenta las consecuencias físicas y cósmicas que ello conllevan. Existe otra manera de interpretar dichos textos.
Dios es Todopoderoso, pero no un exhibicionista.
Los conceptos mediante los cuales los hagiógrafos hablaron de los elementos del Cosmos: los astros, el Sol,
la Luna, las estrellas, etc. se corresponden con el mundo simbólico que hemos descrito en este cuaderno: la
Tierra plana, el sistema Geocéntrico y los planos Cos-
mogónicos. Este era el mundo simbólico desde el cual
sus coetáneos también se expresaron. No se conocía
otro. Pero estaban equivocados. Los hagiógrafos también estaban equivocados.
Que esto sea así, significa que no podemos leer e interpretar literalmente los textos que hacen referencia a estos tópicos, dándoles un valor historicista y científico.
Los hagiógrafos escribieron desde sus conceptos personales, como las demás personas de su época. Dios no
les reveló información científica tal como hoy entendemos las disciplinas de la Ciencia moderna. No obstante, esto no significa que la Escritura esté en un error,
porque el concepto “error” es un valor específico de la
Ciencia moderna. Los conceptos que tenían los hagiógrafos, y sus coetáneos, de lo “histórico”, lo “verdadero”... en el siglo VIII aC, no eran los mismos que para
los escritores del siglo XXI, cuya fidelidad en las noticias y los datos necesitan ser contrastados científicamente.
Los relatos de la Escritura, en general, como los relatos profanos de su misma época, siguen un género literario rico y variado donde lo realmente importante no
es la veracidad histórica del relato en sí, y mucho menos con algún valor científico tal como entendemos la
ciencia desde el siglo XVI, sino el aspecto pedagógico
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y, sobre todo, religioso del enunciado. Las historias,
unas más legendarias y míticas que otras, están contadas –y luego escritas y reeditadas–, para dar sentido y
cohesión a la identidad y el devenir histórico y religioso del pueblo israelita. Esto no significa que la Escritura no tenga nada “histórico” –pues se fundamenta en
sucesos de la Historia–, sino que esa “historia”, en la
mayoría de los casos, es transmitida a través del género mítico, legendario y simbólico. No aplicar este aspecto hermenéutico en la exégesis de la Escritura,
cuando corresponda, es perder la perspectiva global
geopolítica-histórica-religiosa desde la cual están escritos sus libros.
El objetivo ulterior de toda la literatura bíblica, que sirve de hilo conductor a todos sus enunciados –cualquiera que sea su estilo y género literario–, apunta siempre
a lo Trascendente, a Dios. Un Dios, ciertamente, antropomorfizado: razona, siente, se enfada, reprende, perdona, castiga... como nosotros los humanos. A veces incluso se manifiesta a través de personas humanoides
(teofanías). Desde la fe, creemos que Dios se ha manifestado a la Humanidad a través de los sucesos de la
Historia. El papel de los hagiógrafos fue interpretar
esos sucesos y remitirlos al Inefable, al Trascendente,
a Dios. Es decir, el antropomorfismo no sólo era inevitable, sino necesario.
El material del presente cuaderno, a pesar de su simplicidad, quiere aportar una guía en la hermenéutica bíblica. Está dirigido a los maestros (catequistas) encargados de enseñar especialmente a los adolescentes en las
iglesias. Y de paso a los líderes de cuyas enseñanzas
desde el púlpito depende el crecimiento intelectual,
exegético y teológico de la comunidad. De esta madurez teológico-intelectual dependerá, y mucho, su testimonio cristiano en nuestra sociedad moderna. Pero sobre todo, la credibilidad de las “buenas nuevas” que se
predica cuando los oyentes sean personas ilustradas.
En algunos casos, los receptores pueden ser personas
ingenuas y con escasa cultura; pero el maestro cristiano debe estar ahí para ilustrarles, para hacerles autónomos, y para que el testimonio de su fe no sea un obstáculo al Evangelio.
Primavera de 2013
El autor
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Bibliografía:
–Historias del Universo, Telmo Fdez. Castro, (Espasa).
–Astronomía fundamental, Vicent J. Martínez Pérez, Ed.
UNIVERSITAT DE VALENCIA
–ECEWIKI - Enciclopedia Católica Online.
–Biografías y Vidas: http://www.biografiasyvidas.com/
–La Biblia RVR 1960
–Wikipedia.
–Fotos: Internet
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